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LA "PROPAGANDA POR EL HECHO" EN LA IDEOLOGÍA ANARQUISTA

La expresión "propaganda por el hecho" posee otras formas:
"propagande par le fait" –en el original francés- o "propaganda por la
acción", que reflejaron una solución anarquista basada en el recurso a la
violencia, circunscrita a actos puntuales que pudieran ser especialmente
"ejemplares" y que pudieran llegar a conmover a la opinión pública mundial.
En un principio, las doctrinas anarquistas propugnaban la
transformación de la sociedad mediante cambios de conducta ya que, para los
anarquistas utópicos, el hombre es bueno por naturaleza. Sin embargo, hubo
anarquistas que recurrieron a la acción directa para conseguir sus fines
revolucionarios, sin importarles a menudo quién moría –fuera el aristócrata
o el criado que lo acompañaba-.
La expresión que da título a este trabajo fue aceptada como política
anarquista en una fecha crucial: el 1º de marzo de 1881 el zar Alejandro II
de Rusia fue asesinado. Los responsables fueron un grupo de revolucionarios
rusos llamados La voluntad del pueblo, de los que colgaron a cinco. La
muerte de Alejandro II alentó considerablemente la idea de la revolución
mediante el asesinato, con la esperanza de que estas acciones casi suicidas
de jóvenes anarquistas produjeran una tremenda impronta moral y ayudaran a
un cambio de la sociedad, que se había revelado lento mediante el uso de
los medios tradicionales educativos y no violentos.
Después del atentado, los anarquistas más destacados mostraron su
simpatía por los asesinos y cuando tuvo lugar el Congreso anarquista de
1881, se tomó el acuerdo de que debía fomentarse la propaganda por la
acción, aunque algunos como Kropotkin aconsejaron moderación.
En el Congreso de 1881 se decidió fundar la Internacional Anarquista,
y convocar reuniones anuales. Así, la "Internacional Negra" nació a la
sombra de un asesinato político y su existencia y su aceptación de la
actividad ilegal proporcionó a la Europa de fines del siglo XIX el mito de
una conspiración anarquista organizada contra los representantes de la
autoridad.
El anarquismo terrorista de finales del siglo XIX y principios del XX
fue, sobre todo, un fenómeno de opinión en el que la prensa y la propaganda
jugaron un papel muy importante. Una propaganda que no consistía sólo en
repartir panfletos sino en una actitud activa y militante ante la vida.
Para finalizar, podemos decir que el terrorismo constituye una
desviación del anarquismo auténtico: se sitúa en el punto exacto en el que
la extrema izquierda, alzada contra el orden establecido, y la extrema
derecha, encarnizada en mantener por todos los medios ese mismo poder
establecido contra la amenaza de las fuerzas revolucionarias, se unen en
una exaltación fanática de la acción individual. Los terroristas llegan así
a perder de vista el objetivo que se habían fijado en el comienzo.
Se corre el peligro de que, en sociedades poco democráticas, la acción
terrorista pueda dar alas a la represión institucional, legalizando
actuaciones policiales y/o judiciales que pongan trabas a la libertad
individual.

Bibliografía

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