La profesión docente y el conocimiento: la contradicción entre las demandas de la sociedad del conocimiento y la degradación de la profesión

June 20, 2017 | Autor: Lucila Finkel | Categoría: Knowledge Society, Sociology of Professions, Teaching Profession
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Descripción

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EDITORIAL

herente con la injusticia en la distribución económica? Tal vez lo primero sería plantearnos qué queremos cambiar, por qué y en qué dirección, porque no se trata sólo de cambiar normas sino sus c.oncep· ciones político sociales; se trata de proponer un modelo de educación democrática. Con este propósito, parece necesario conocer cómo quedó configurada la realidad -conocimiento que hasta ahora no se tiene con la necesaria precisión· porque la legislación se fue imponiendo sin diagnósticos y fundada en afirmaciones vagas y generales. A partir de un diagnóstico cierto será posible decidir los núcleos prioritarios de intervención. Nos parece necesario, asimismo, pensar en qué características debería tener el proceso de cambio, para superar la "forma de hacer política" instalada en la democracia formal delegativa que construyó y ejecutó la reforma y estar alerta para no caer en las trampas de las pseudoconsultas a los educadores y a la sociedad. Como educadores, deberíamos impulsar un proceso de participación democrática, con puesta en circulación de in· formación que transparente la realidad y sus problemas, para la construcción de espacios públicos de debate y opinión. Sabemos que los problemas a resolver son muchos y no es posible, en lo límites de la revista, abordar todos. En este número los artículos propocionan conceptos, resultados de invstigaciones y propuestas que permiten pensar en la relación entre conocimiento, práctica docente y hegemonía, en la docencia como profesión, y en las condiciones y transformaciones de su trabajo, en la posibilidad de realizar experiencias de formación de docentes que aportan a una didáctica alternativa de alto impacto formativo, en la revisión de las relaciones habituales entre la escuela y las familias, para crear condiciones institucionales para la retención con aprendizaje. Una nueva sección, con opiniones sobre la actualidad de la política educativa, completa este número. De este modo, como educadores comprometidos con la educación pública, tratamos de contribuir -con teoría y con propuestas- a seguir pensando y a seguir haciendo.

Consejo de Redaccción

La profesión docente y el conocimiento. La contradicción entre las demandas de la sociedad del conocimiento y la degradación de la profesión* Sara Morgenstern y Lucila Finkel

Introducción a categoría profesión no es unívoca y tiene muchas interpretaciones, tanto lingüísticas como sociológicas. En cuanto a estas últimas, hay que decir de entrada que todas las teorías sobre las profesiones, desde las idealizaciones funcionalistas hasta las teorías criticas, que están centradas en el poder y el control, reconocen sus raíces en Weber ¿Pero de qué Weber hablamos? Como ocurre siempre con todo autor fundamental, no se puede ignorar su biografía intelectual ni las dificultades por las que atravesó la difusión (y/o distorsión) de su pensamiento. A los efectos de nuestro interés, baste decir que el conocimiento de Weber estuvo marcado por las traducciones al inglés y por la selección temática que acometió Talcott Parsons ya que, lamentablemente, él no dejó una escuela que continuara su pensamiento en Alemania. Más lamentable aún, es que los alemanes se reencontraron con su obra a partir de la recomposición fragmentada que se había hecho en los :r. .:,tados Unidos. Como señala metafóricamente Hennis (1988: 200), Weber:,.• unió a la inmigración y retornó a Alemania, vía Parsons, como el teórico de la acción social 1•

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S. M. Universidad Nacional de Educación a Distancia. L. F. Universidad Complutense de Madrid. Una primera versión de este trabajo se presentó en el Seminario Internacional sobre "Política Educativa y Profesión Docente". Buenos Aires, 1-3 de marzo de 2004. •En realidad el retorno a Alemania de un ''Weber americanizado" habría que analizarlo dentro del

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Rev. Argentina de Educación N° 29, Diciembre 2005

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Todo ello marcó mucho el análisis de las profesiones, que siempre tuvo la impronta americana. Afortunadamente, luego de muchas vicisitudes en la interpretación de Weber, estamos empezando a aproximarnos a su pensamiento a partir de la tarea de reconstrucción de toda su obra que se está acometiendo en Alemania. En ese esfuerzo de reconstrucción nos interesa particularmente la interpretación de Hennis, en la medida en que posibilita recuperar el enfoque histórico comparativo en el análisis de las profesiones. A diferencia de las exégesis que han puesto el énfasis bien en la acción social, bien en la racionalización universal, como los núcleos vertebradores de su obra, las investigaciones de Hennis indican que si hay una constante que atraviesa toda la obra de Weber, ésta es de carácter antropológico y se expresa en un interrogante simple y básico: cuáles son las fuerzas que moldean la naturaleza de las personalidades en los distintos órdenes de la vida social y cómo todo ello conforma históricamente diversos tipos humanos, especialmente en el ámbito del trabajo. Su interpretación nos aporta una lectura distinta de la que inspiró a las corrientes neo-weberianas en el análisis de las profesiones. Es distinta porque el foco de análisis no debería residir en los profesionales como tales, sino en las condiciones, posibilidades y límites que proporcionan los distintos órdenes sociales al trabajo profesional. Esta perspectiva pone en cuestión el esencialismo que se viene arrastrando en la conceptualización de las profesiones como entidades homogéneas. En cambio, la interpretación que ofrece Hennis permite inferir que, tanto conceptual como empíricamente, Weber las consideraría como categorías que están internamente segmentadas, de acuerdo con los diferentes tipos humanos (y profesionales) que se generan en cada orden social. Desde una perspectiva contemporánea, ello significa que no.pueden minimizarse las diferencias que existen, por ejemplo, ent:re el traba,Jo de un docente en una escuela pública, en un centro privado elitista, en un instituto de investigación universitario o en un colectivo de educación popular. Cada uno de estos órdenes sociales, sea el de la burocracia la ciencia la empresa, o el de una ONG, supone la conformación caracterolÓgica de de~

terminados tipos profesionales que son dominantes en ese ámbito y, a la vez, neutraliza otros que no le son afines. Por otra parte, estos tipos profesionales no surgen en un vacío social ni pueden comprenderse si sólo se los compara de forma transversal. La evolución de las profesiones, tal como las conocemos hoy, es el resultado de procesos históricos singulares, que no se dieron de forma análoga, ni al mismo tiempo, en los distintos países y continentes 2 • De lo expuesto hasta aquí podemos concretar lo siguiente: a) la profesión docente, como cualquier otra, no es homogénea. Está segmentada no sólo por el ámbito u orden social en el que se inserta, sino también por las jerarquías internas, el género y el grado de autonomía y control de cada sector; b) evoluciona históricamente de forma diferente en eada país, de acuerdo con las relaciones específicas que se establecen entre el Estado, el mercado y las organizaciones profesionales y/o sindicales; c) es cambiante, es decir, algunos segmentos de la profesión pueden, por razones políticas, tecnológicas o sociales, potenciarse o debilitarse; compárese, por ejemplo, la situación actual de los docentes que manejan las nuevas tecnologías frente a los educadores de adultos, o la de los planificadores y evaluadores en relación con los maestros de grado. También es necesario considerar que pueden aparecer nuevas figuras profesionales, como los especialistas en evaluación, en educación a distancia, etc. Precisadas todas estas cuestiones, vamos a recortar el alcance de nuestra reflexión. No nos referiremos a la profesión docente en general sino a los docentes en la enseñanza obligatoria en el sector público y, en ese contexto, nos situaremos en la degradación de las condiciones de trabajo que, por supuesto, con muchas variantes nacionales, se han ido creando con la aplicación de la agenda neoliberal. Nuestra preocupación se centra en un punto muy concreto de ese deterioro: cómo rescatar un aspecto esencial de la práctica docente que es la transmisión de conocimientos relevantes. Ello facilitaría la búsqueda de estrategias que pongan el conocimiento al servicio de las clases subalternas.

contex;t~ de la suprem~c~a de la sociología americana en esas décadas, que no sólo sentó las prioridades .teon_cas Y metodolo~cas, sino que abrió nuevos campos académicos. Uno de ellos, sin duda, fue la Soc1olog:¡~ de las Pro~es1ones, de escasa tradición en la Europa continental. Tanto en Alemania como en FranCJa,_ no se esti;IDaba ne7esario~ hasta aproximadamente 1970, estudiar a los profesionales co~o cat~gona.s ocupac1onales diferenciadas; los propios términos "profession" o "Beruf' tienen un caracter mclus1vo que. n? coin~ide sociológica y lingüísticamente con la acepción americana. Sin embargo._ a la larga, termmo por rmponerse en el lenguaje sociológico el concepto anglosajón de profesión (G1spen, C.W.R., 1988: 553).

' Algunos trabajos recientes en Europa (Krausse, 1996, Kuhlmann, 2002, Olgiati, Orzack, Sacks, 1998) se orientan precisamente en esta línea y, mediante el análisis histórico comparativo de casos relevantes, ya es posible cuestionar las generalizaciones universales que imprimió la sociología americana de las profesiones.

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El contexto del deterioro de las condiciones del trabajo docente Hoy, como nunca, los docentes deben enfrentar demandas que no pueden resolver, lo cual pone en tela de juicio su credibilidad profesional. Pero, ¿hasta qué punto podemos hacer responsable a la educación? Sin minimizar su cuota de responsabilidad, es necesario entender el relativo fracaso de las instituciones educativas en el contexto de cambios estructurales que necesariamente las afectan directa o indirectamente. Es preciso advertir que ese contexto es cada vez más complejo y que lo hemos de referir, aunque parezca desorbitado, a una escala global. De forma resumida, es necesario vincular la crisis de la escuela a: • La hegemonía global del capital financiero, con la disminución de empleos en los sectores productivos y las migraciones constantes de personas y capitales. • La retracción del gasto y la privatización incontrolada de los servicios públicos. El diseño de las políticas sociales y educativas parten de las directivas de organismos supranacionales (OMC, Banco Mundial, FMI, etc.), con una pérdida relativa de la autonomía del Estado nacio· nal. • Las modificaciones en la estructura ocupacional y no sólo por el cambio tecnológico. El aumento del trabajo temporal y sumergido en detrimento del empleo estable. • La crisis de legitimidad. La desestructuración social y familiar. El aumento de la violencia. La corrupción. Las soluciones individualistas. En este contexto, se exige a la escuela acometer tareas para las que no estaba preparada, tales como: •Atender a una población de niños y jóvenes que proceden de otros países Y culturas, de hogares desestructurados, de familias sin ingresos o con empleos precarios. • Contrarrestar la cultura de la violencia con que nos bombardea la televisión.

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+ Educar a los ciudadanos en el respeto a lo público, cuando lo público está casi desmantelado y desacreditado.

• Reivindicar el valor ético y educativo del trabajo, que siempre fue consustancial a la cultura obrera, en contraposición al enriquecimiento especulativo que es inherente a la cultura financiera. • Recomponer la solidaridad social, que es imprescindible para toda convivencia, cuando la organización económica exalta la conformación del "individualismo posesivo" para el cual el consumir o el tener es más impórtante que el ser. ¿No se está exigiendo demasiado a la escuela? ¿Es posible que cumpla todas esas funciones de nivelación, diálogo, cohesión ciudadana, preparación para el trabajo, solidaridad, en ese mar de contradicciones en que está inmersa?

La degradación del trabajo docente En las páginas anteriores hemos tratado de resumir el marco general en el que hoy se desenvuelven los docentes en las escuelas públicas. Anteriormente, los profesores tenían la convicción de la relevancia social de su trabajo, de formar personas, de abrirles un futuro laboral. Se sintieran o no profesionales, sabían que la docencia tenía un sentido y muchos de ellos eran conscientes de que su trabajo tenía una fuerte componente vocacional, en el mejor sentido de la palabra profesión, que en muchos idiomas está etimológicamente unida a la vocación. Pero ¿qué es hoy en día una profesión? No entraremos en la discusión nominalista que ha atrapado a muchos sociólogos respecto de si la docencia constituye una profesión, una semiprofesión o simplemente una ocupación. Creemos que mucho más serio que cualquier intento de categorización esencialista, es analizar el proceso de trabajo del docente y, desde allí, evaluar cuáles son las condiciones, límites y posibilidades de su profesionalidad. Por lo mismo, tampoco nos interesa comparar la profesionalidad del docente en relación con otras profesiones sobre la base de escalas de prestigio, por ejemplo, ya que se trata de un criterio funcionalista y cuantitativo que poco ayuda a comprender la naturaleza del trabajo docente.

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Aunque no entremos en estos debates, algún marco teórico necesitamos y, de todos los existentes, creemos que el último libro de Freidson (2001) ofrece el más aproximado, aunque tenemos algunas reservas en tanto su conceptualización de las profesiones tiene la impronta anglosajona. Su propuesta nos interesa particularmente porque su planteamiento parte de las amenazas que representan las políticas neoliberales para la supervivencia de las profesiones, tal como se configuraron históricamente. Esto ya lo intuimos cuando pensamos en la profesión docente, pero Freidson considera que todas las profesiones están expuestas a un deterioro, una vez que las demandas de competencia y gerencialismo afectan a las instituciones en las que los profesionales desempeñan funciones clave y, para él, tanto el mercado como la burocracia son ajenos a la lógica del profesionalismo. Veamos primeramente cómo lo define: "Uso el término 'profesionalismo' para rPferirme a las circunstancias institucionales en las cuales son los miembros de las ocupaciones, más que los consumidores o los gerentes, quienes controlan su trabajo... Puede decirse que el profesionalismo existe cuando una ocupación organizada gana el poder de determinar quién está cualificado para desempeñar un conjunto definido de tareas, impedir que todos los otros puedan desempeñar tal trabajo y controlar los
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