La producción de soja en América del Sur: convergencias y diferencias en la organización de las cadenas nacionales

May 24, 2017 | Autor: V. Wesz Junior | Categoría: Sociology, Social Sciences, Agribusiness, Agricultural Economics, Rural Development, Soybean
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Colloque international « La Renaissance rurale d’un siècle à l’autre ? » Journées Rurales 2016 – 25 ans de Dynamiques Rurales Toulouse (France) – 23 au 27 mai 2016 Communicación

La producción de soja en América del Sur: convergencias y diferencias en la organización de las cadenas nacionales Autores : * Valentina LOCHER, economista, Universidad Nacional del Litoral, Argentina * Valdemar WESZ JUNIOR, geógrafo, Universidade Federal da integração latino-americana, Foz de Iguaçu, Brasil * Martine GUIBERT, geógrafa, UMR CNRS 5193 LISST/Dynamiques rurales, Université Toulouse - Jean Jaurès Introducción Los países de América del Sur (Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay) son conocidos como grandes proveedores, en los mercados internacionales, de productos derivados de la soja (granos, proteína, aceite, biodiesel). La expansión del cultivo de esta oleo-proteaginosa en las principales regiones agrícolas de estos países (Pampas argentina y uruguaya, Noroeste argentino, Oriente boliviano, Este paraguayo, Cerrados brasileños) es, a la vez, causa y efecto de las dinámicas productivas que han tenido lugar en el subcontinente desde fines de la década de 1980. A este proceso de expansión, que se verifica a escala subcontinental, se agrega el hecho de que, a escala nacional, los modos de producción, de transformación agroindustrial y de valorización comercial tienden a converger. Ahora bien, la expansión de las lógicas empresariales, el peso de actores presentes en varios países y la adopción permanente de innovaciones organizacionales y tecnológicas transforman las relaciones entre ellos en la cadena de valor. Estos cambios se reflejan en la manera en que los actores organizan colectivamente la representación de la cadena y del producto emblemático que desarrollan. Mientras que, en ciertos casos, las instituciones existentes tratan de adaptarse al nuevo contexto, la novedad es la aparición de asociaciones vinculadas al cultivo, como el caso de la interprofesional ACSOJA en Argentina (creada en 2004). En el presente trabajo se realiza un análisis comparativo de las organizaciones de actores de la cadena de la soja en los cinco países, con el objetivo de mostrar que existen estrategias de cooperación diferentes en cada uno de ellos. La hipótesis central que guía este trabajo es que mientras existen lógicas globales que tienden a homogeneizar el proceso de desarrollo de la cadena de la soja en todo el subcontinente, la realidad, marcada por diferentes recorridos históricos, políticos y económicos, determina que este desarrollo tome características específicas en cada país. En otras palabras, la organización colectiva de los actores en cada nación, dependerá de la forma en que se resuelva la tensión entre las tendencias globales y la realidad local. El trabajo se organiza según tres etapas: en primer lugar, se presentan elementos teóricos para entender mejor como las dimensiones locales definen marcos diferenciados que pueden contraponerse a las lógicas globalizantes (Parte 1). En segundo lugar, se describen el desarrollo y la expansión del cultivo de la soja en el subcontinente (Parte 2). En tercer lugar, se explica cuales son las organizaciones vinculadas a la soja en cada país, teniendo en cuenta el tipo de actores que las integran, el papel que juegan cada una en la difusión de innovaciones y/o en su representación ante los poderes públicos y otros actores de la cadena (Parte 3).

1) Las cadenas agrícolas de valor en América del sur: tensiones local-global Muchos son los trabajos que relatan el avance del cultivo de la soja en los países de la región especialmente a partir del papel jugado por empresas trasnacionales que actúan en todos o varios de los países (ver FAO, 2007; The Jornal of peasant studies, 2016 ; Wecz Jr, 2014 ; Guibert, 1999 et 2009). En este sentido, el enfoque de cadenas globales de valor ofrece un cuadro analítico que busca identificar las influencias de las firmas trasnacionales sobre una determinada cadena o sistema productivo. En el caso del sector agrícola, Humphrey y Memedovic (2006) muestran que las grandes empresas industriales, las cuales se ocupan también de la comercialización, tienden a gobernar las cadenas, imponiendo condiciones y formas de organización a otros segmentos de la cadena. En este aspecto, Bisang et al. (2013) mostraron que la producción de bienes agroalimentarios y sobre todo su comercialización, han abandonado la forma tradicional de intercambio y adoptan una nueva forma, caracterizada por una red diversificada de contratos, acuerdos de aprovisionamiento, definiciones estrictas de productos y procesos que sobrepasan las fronteras nacionales y constituyen las cadenas globales de valor. Estos autores señalan la complejidad creciente de las cadenas agroalimentarias, en las cuales, desde la producción de insumos hasta el consumo, todos los eslabones tienen nuevos actores y nuevas lógicas de organización. Por otro lado, Harvey (2010) propone que la globalización es un fenómeno inherente al modo de producción capitalista, en el cual la escala geográfica de acción está en permanente transformación. Este fenómeno implica dos aspectos: el primero, ligado a la propia naturaleza del capitalismo, refiere a la búsqueda permanente de beneficios sin tomar en cuenta consideraciones espaciales, lo que Marx llamó “la aniquilación del espacio por el tiempo”. Así, Harvey sostiene: “lo que puede inferirse teóricamente, y que la experiencia histórico-geográfica del capitalismo confirma, es una carrera incesante hacia la reducción, incluso la eliminación de las barreras espaciales, unida a presiones constantes a la aceleración de la rotación del capital” (2010, p. 125). El segundo está vinculado a la resolución de las crisis propias al sistema capitalista. Es decir frente a la caída tendencial de la tasa de ganancia, y los consecuentes excesos de capitales que resultan de las crisis de sobreacumulación, la expansión geográfica y la reorganización espacial aparecen come soluciones que pueden aprovecharse para valorizar dichos excesos. Esta lógica de expansión es denominada la lógica del capital. No obstante, estos autores reconocen también la presencia de instituciones territoriales que permiten y, al mismo tiempo, condicionan la lógica del capital. Harvey admite que el proceso de acumulación requiere una fijación territorial para poder realizar su ganancia: “el capitalismo busca en permanencia crear un paisaje geográfico a fin de facilitar sus actividades en un tiempo dado, solamente para destruirlo y construir un paisaje totalmente diferente en un tiempo ulterior, esto a fin de responder a una sed inextinguible de acumulación del capital que no tiene fin” (2010, p.127). La idea de fijación da lugar a la noción de lógica político-territorial. Esta lógica refiere a las instituciones políticas y, a menudo, estatales. La naturaleza y funcionamiento de estas instituciones han sido analizadas por Jessop (2006) y la teoría de la regulación (Gilly y Pecqueur, 2002; Boyer y Saillard, 2002; Allaire y Mollard, 2006). Estos autores destacan que el desarrollo socio-económico se funda sobre una cierta coherencia estructural entre las relaciones propias al modo de producción capitalista, la esfera económica y otra extra-económica. Esta última está fundada sobre vínculos político-territoriales, es decir, sobre el mutuo reconocimiento de actores que pertenecen a una comunidad territorializada, con límites más o menos definidos, aunque porosos y flexibles. Estos vínculos, que pueden constituirse a diferentes niveles y superponerse, generan reglas e instituciones capaces de organizar los diversos aspectos de la producción de riqueza, como los procesos de innovación (Locher, 2015; Locher y Guibert, 2015). Según Harvey, las dos lógicas mantienen relaciones complementarias pero también tensiones y contradicciones que otorgan una cierta dualidad al análisis del desarrollo socio-económico. Esta ambigüedad revela el reconocimiento de la realidad dual que caracteriza a las instituciones propias a todo sistema económico. Así, el análisis de las organizaciones de la cadena de la soja en los distintos países del subcontinente supone que en cada país se resuelve de manera distinta la tensión entre estas dos lógicas, encarnadas en los actores que conforman las cadenas.

Antes de ver esa complejidad interna a las cadenas nacionales de la soja, se propone describir las situaciones, actores y lógicas semejantes que existen entre los países de la región, los cuales están dedicados al aprovisionamiento de los mercados internacionales. 2) Un sistema regional de producción En América del Sur, el cultivo de la soja se impusó a lo largo de las últimas décadas con el soporte de medidas públicas y dado intereses privados destacables. Las primeras semillas de soja llegaron a la región a finales del siglo XIX, pero el cultivo se mantuvo, de forma experimental hasta mediados del siglo XX, sin tener gran importancia económica ni peso territorial (Du Bois et al., 2008). En los años 1950 y 1960 hubo un primer movimiento para estimular la producción. En Brasil, la soja fue fomentada en rotación con el trigo (Embrapa, 2004). En Argentina, se desarrolló concomitantemente a la siembra directa. Entre los años 1970 y 1995, el área cultivada con soja creció en Brasil, Argentina, Paraguay y Bolivia, pasando de 1,3 a 18 millones de hectáreas (Figura 1). Pero, desde mediados de los años 90 en adelante, hubo un aumento aún más significativo, que se hizo conocido en los cinco países (se suma Uruguay) como el “boom de la soja”. En la Figura 1 se puede apreciar este crecimiento, con un área que alcanza casi 60 millones de hectáreas (crecimiento del 230 % en relación a 1996). Entre 1970 y 2013, la superficie creció más de 34 veces, mientras que, en otros países, este aumento fue de sólo dos veces. En 2013, los cinco países representaban más de la mitad de la producción mundial, mientras que en 1970 controlaban sólo el 4% (Faostat, 2014). Figura 1 - Área sembrada con soja (en hectáreas) en Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia (1961 - 2015) 60 000 000 50 000 000 40 000 000 30 000 000 20 000 000

Argentina

Brasil

Uruguay

Paraguay

2015

2013

2011

2009

2007

2005

2003

2001

1999

1997

1995

1993

1991

1989

1987

1985

1983

1981

1979

1977

1975

1973

1971

1969

1967

1965

1963

0

1961

10 000 000

Bolivia

Fuente: Faostat (años 1961-2009) y Ministerios de la Agricultura de los países (años 2010-2015)

Puede verse en la Figura 2 la expansión territorial del cultivo de soja en Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia en las diferentes regiones de los países. Mientras que en los años ochenta, la oleo-proteaginosa sólo estaba presente en el sur de Brasil y en la Pampa húmeda argentina, en los últimos años se puede ver su implantación en nuevas áreas, tales como el centro-norte argentino y brasileño (Cerrado), el oeste uruguayo y el oriente de Paraguay y Bolivia.

Figura 2 – Evolución de la producción de soja en Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia (1980/81 à 2010/11)

Fuente: Wesz Jr (2014) a partir de datos de los Ministerios de la Agricultura de los países

El incentivo a la producción de soja en América del Sur está vinculado a su incorporación, en una escala global, en la producción de aceite vegetal (consumo humano) y proteínas para la alimentación animal (cerdos, aves y ganado) que fue impulsado a nivel mundial por los Estados Unidos después de la 2ª Guerra Mundial (Bertrand et al., 1983; Du Bois et al., 2008). El crecimiento de la demanda internacional, (inicialmente por parte de Europa, luego para otras regiones, con destaque a China) estimularon últimamente los precios internacionales (USDA, 2014). De forma paralela, los gobiernos nacionales jugaron un papel clave en la difusión del cultivo mediante políticas de modernización de la agricultura, que se basaron en el crédito subvencionado, la innovación tecnológica, los precios mínimos, la industria de insumos y de procesamiento, la creación de canales de distribución, el avance de las áreas de producción (algunas veces con políticas migratorias) (Piñeiro e Moraes, 2008; Heredia et al., 2010; Gras y Hernández, 2013; Leite, 2015). Las políticas internas para mantener el modelo agroexportador se vinculan con el contexto de la globalización económica, comercial y financiera, que es apoyada por los organismos internacionales (FMI, Banco Mundial y OMC)

(Gilpin, 2011). Al mismo tiempo, las empresas transnacionales intensifican el proceso de integración del mercado, actuando en diferentes segmentos de la cadena y en distintos países en simultáneo (Clapp et al, 2009; Wesz Jr, 2014). También son esenciales los cambios tecnológicos (siembra directa y variedades transgénicas que simplificaron el cultivo y el manejo) (Bravo et al., 2010; Dabat et al., 2012; Dougnac, 2013; Vilella et al., 2010; Bisang et al., 2015) y la conformación de infraestructuras de almacenamiento y de exportación (Guibert, 1997; Frederico, 2010). Las innovaciones socio-organizacionales (facilidades de información y comunicación, herramientas financieras y organización empresarial en redes de negocios) permiten una mayor movilidad de los actores, una mayor flexibilidad y la posibilidad de controlar más áreas en diferentes países (Guibert et al., 2011). Dadas las similitudes, complementariedades e interconexiones entre Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia en el complejo soja, por ejemplo con la presencia de los mismos actores aguas abajo y aguas arriba de la cadena de valor, se puede hablar de un sistema de producción regional. Brasil y Argentina tienen mucha influencia, no sólo al concentrar gran parte de la producción (90%), sino también por “exportar” actores a los otros países (productores rurales, empresas y cooperativas), tecnologías (OGM, siembra directa, agricultura de precisión, etc.) y modelos de producción, de gestión y de políticas públicas. En cuanto a los productores, los brasileños controlan el 90% de la soja en Paraguay, incluyendo en este cálculo los “brasiguayos” (Revista Exame, 2011; Rojas, 2009), y el 40% en Bolivia (Urioste, 2011; Colque, 2014). Empresas agrícolas argentinas han llegado a producir el 50% de la soja en Uruguay (Oyhantçabal y Narbondo, 2011; Guibert et al., 2015; Saravia et al., para publicar). También, muchos productores no dudan en hacer soja en otras regiones de su propio país: de la Pampa al Chaco (Bageneta, 2015), del Sur de Brasil a los Cerrados (Bernades et al., 2006; Alves et al., 2015). Más del 70% de la producción de soja de la región se exporta, aunque con pequeñas variaciones segun los años. Existen diferencias entre los subproductos, con situaciones extremas: la totalidad de la soja de Bolivia se vende con valor agregado (aceite y harina) y el 100% de la soja de Uruguay se envía en grano. Brasil y Paraguay exportan aceite y harina, pero el 70% del valor de las exportaciones proviene de la venta de granos de soja. En Argentina, el 70% del total de las exportaciones son subproductos, especialmente harina. Finalmente, Brasil encabeza las exportaciones mundiales de soja en grano y Argentina es líder en ventas de aceites y harinas (Faostat, 2014). El consumo interno también tiene un peso diferente entre países, siendo mayor en Brasil y Bolivia (se absorbe, en promedio, el 30% de la soja cosechada para fabricar aceite y harina) y muy baja en Paraguay y Uruguay (5%), mostrando un valor intermedio de 15% en Argentina (Wesz Jr, 2014). 3) Gobernanza y organización de la acción colectiva en cada cadena nacional La cadena global de valor de la soja encuentra en el espacio regional sudamericano condiciones propicias para su desarrollo. Los cinco países muestran rasgos comunes pero, al mismo tiempo, particularidades inherentes a sus condiciones socio-históricas. En interacción, las lógicas de los actores globales o transfronterizos y las lógicas locales impregnadas por las características de cada país, definen relaciones de cooperación y conflictos entre los actores, que se materializan en las organizaciones que los aglutinan y que son distintas según quienes las integran. Algunas están relacionadas exclusivamente a la producción de soja, mientras otras tienen propósitos más generales. Excepto en el caso de Bolivia, todas incluyen la ISGA - Asociación internacional de productores de soja. Argentina: una organización de toda la cadena con alto peso empresarial. Argentina cuenta con una asociación interprofesional: ACSOJA (Asociación de la cadena de la soja argentina). Fue creada en 2004 por iniciativa de algunos actores de la cadena, tanto de representantes de instituciones públicas como de empresas, con el objetivo de mejorar la competitividad de todos los miembros de la cadena. Si bien está constituida, de manera bastante equilibrada, por los sectores de proveedores de insumos, producción agrícola, industria, servicios asociados y ciencia y tecnología, se destaca un peso más significativo del sector de la comercialización, que es el principal aportante de fondos extraordinarios para su funcionamiento. Este sector tiene un rol importante en el manejo de la cadena,

puesto que se trata de grandes firmas nacionales y trasnacionales (Cargill, Bunge, Nidera, Vicentin, etc.) que realizan además la transformación y cuentan con importantes plantas de acopio y trituración, ubicadas en los complejos portuarios del río Paraná, desde donde se exporta la soja (y sus derivados) producidos en Argentina, pero también en Paraguay. Esta asociación tiene un perfil orientado a la representación política e institucional de la cadena (Locher, 2015). El rol de la ACSOJA es sobre todo pujar por la aprobación de leyes y políticas favorables a la cadena (especialmente las vinculadas al uso de nuevas tecnologías). Brasil, la representación política repartida entre productores e industrias En el caso de Brasil se destaca la presencia de dos asociaciones centradas en la soja: * La APROSOJA (Asociación de productores rurales de soja de Brasil) es definida como una entidad de clase. Comenzó a formarse en 1990 pero el proceso de consolidación de es asociación nacional tomó 15 años. Tiene como objetivo la intervención en la definición de leyes, decretos y marcos regulatorios que afecten a los productores de soja. En general, trabaja de forma conjunta con otras instituciones públicas o privadas, como la EMBRAPA, el IPA, la ABAG, etc. En cuanto a la relación con los productores, la misma tiene un perfil regional, con 12 asociaciones estaduales1. Las actividades consisten en llevar información técnica y económica a los productores, así como organizar foros de debate y salidas a campo. * La ABIOVE (Associação brasileira das industrias de óleos vegetais), fundada en 1981, reúne a 13 de las industrias procesadoras de oleaginosas de Brasil (56 % del volumen total de trituración). Hay algunas trasnacionales (como Bunge, Cargill, ADM, LDC) y otras de origen brasileño que, en su mayoría, se han expandido a otros países (Baldo, Amaggi, Fiagril, etc.). El objetivo principal es representar a la industria y cooperar con el gobierno en la implementación de políticas. Las dos organizaciones tienen un perfil de representación ligado a distintos eslabones, por lo cual sus reivindicaciones no son siempre coincidentes, aunque ambas apoyan el desarrollo empresarial de la cadena. Bolivia, dos organizaciones con perfil tecnológico En el caso boliviano existen también dos instituciones ligadas al cultivo de soja: La ANAPO (Asociación de productores de oleaginosas y trigo), fundada en 1974, tiene objetivos diversos, que incluyen la representación ante los poderes públicos e igualmente el asesoramiento técnico, económico y financiero. Sus actividades principales son la multiplicación y comercialización de semillas, los días de campo y eventos de difusión técnica, así como el asesoramiento en materia de impuestos, aprovisionamiento de insumos y mantenimiento de caminos. La FUNDACRUZ (Fundación de desarrollo agrícola de Santa Cruz), creada en 1999, reúne a actores de distintos eslabones (productores, empresas semilleras, cooperativas de productores, agroindustria y distribuidores de insumos agrícolas) quienes se unieron ante la necesidad de contar con mejor tecnología. A través de varios programas de investigación, la fundación logró crear 23 variedades de soja (transgénicas y no transgénicas), que son las más utilizadas en el país. También se ha involucrado en la difusión de tecnologías. En consecuencia, su rol es importante en los aspectos tecnológicos y técnicos de la producción; esto puede justificarse en la debilidad de la participación del sector público. Estas asociaciones han creado acuerdos de colaboración con organizaciones brasileras (EMBRAPA, por ejemplo), apoyados en el gran número de empresas de este origen que producen en Bolivia. Paraguay, tres organizaciones de tipo “gremial” En el caso paraguayo, la cadena está representada por tres organizaciones: * La Asociación de productores de soja, oleaginosas y cereales del Paraguay (APS), creada en 1999, es una asociación gremial. Sus actividades son de representación y reivindicación de los productores. 1 Rio Grande Do Sul, Santa Catarina, Paraná, Mato Grosso do Sul; Goiás, Mato Grosso, Tocantins, Bahia, Piauí, Pará, Maranhão, Amapá.

* La Cámara paraguaya de procesadores y exportadores de oleaginosas y cereales (CAPPRO), fundada en 2006, reúne a las principales empresas procesadoras nacionales, pero sobre todo trasnacionales. Sus objetivos están relacionados con la representación del sector industrial. * La Cámara paraguaya de exportadores y comercializadores de cereales y oleginosas (CAPECO), creada en 1980, representa a exportadores y comercializadores de cereales y oleaginosas del país, teniendo como miembros a las principales cooperativas agrícolas, empresas exportadoras nacionales y multinacionales, así como a la industria procesadora de granos. Sus misiones son diversas, ya que van desde la representación ante el estado a la difusión tecnológica (sobre todo de siembra directa), financiamiento de proyectos de innovación, agilización de trámites en la frontera, etc. A pesar de que existen tres asociaciones, en el caso paraguayo, no se observa un liderazgo fuerte de ninguna de ellas, aunque parece tener mayor actividad la última. El perfil de las organizaciones es de tipo representativo o sindical del eslabón que reúnen. Uruguay, una mesa de debate y promoción tecnológica En el caso de Uruguay, no existe una asociación o fundación con personería que represente a la cadena, sino una Mesa Tecnológica de Oleaginosas (MTO), creada en 2005. Su misión es crear un ámbito de análisis sobre la competitividad de la cadena oleaginosa y sus productos, con especial énfasis en los aspectos tecnológicos así como la organización de actividades de actualización, desarrollo y difusión de la industria. En esta institución participan, tanto actores públicos (universidad, INIA, LATU) como 17 empresas privadas que representan el 80 % de la industrialización y exportación de soja del Uruguay. Hay grandes firmas trasnacionales (Cargill), empresas nacionales, y se destaca la participación de las firmas argentinas que se han quedado despuès de haber extendido su modelo de agronegocios a Uruguay. Esta mesa donde el sector industrial posee un peso preponderante, es más bien un espacio de debate y posicionamiento de la cadena, siendo uno de sus principales objetivos la difusión de información del paquete tecnológico vigente. La tabla 1 muestra de forma sintética esta información. Tabla 1: Asociaciones por pais País

Asociación

Actores representados

Año de creación

Argentina

ACSOJA*

Toda la cadena

2004

Brasil

APROSOJA*

Productores rurales

1990

ABIOVE

Industrias

1981

Objetivos/Misión/Actividades Representación de la cadena, con énfasis en políticas y legislación favorable Intervención en la definición de leyes, decretos y marcos regulatorios que afecten a los productores de soja Representar a la industria y cooperar con el gobierno en la implementación de políticas para el sector

Bolivia

Paraguay

Uruguay

Representación ante los poderes públicos y el asesoramiento técnico, económico y financiero de los productores

ANAPO

Productores rurales

1974

FUNDACRUZ

Empresas de toda la cadena

1999

APS

Productores rurales

CAPPRO

Industrias

2006

Representación del sector industrial

CAPECO*

Exportadores

1980

Representación y difusión tecnológica

MTO*

Empresas y sector público

2005

Espacio de debate de la cadena, informar sobre la tecnología vigente.

1999

Generación y difusión de tecnologías (especialmente semillas) Representación y reivindicación de los productores

*Integran la ISGA junto a asociaciones de Estados Unidos A modo de conclusión La producción de soja en América del Sur articula factores, actores y lógicas de desarrollo que evidencian a la vez convergencias y diferencias en la organización de las cadenas nacionales. A primera vista, se identifica un sistema regional que unifica las formas de organización del cultivo y de su manejo: casi siempre, en las explotaciones, se utilizan herramientas tal como la siembra directa, semillas de ciclo corto, medios informáticos de última generación, etc. Se ofrecen innovaciones permanentes de parte de empresas transnacionales que suelen actuar en toda la región, y se conforma el procesamiento de los porotos a las normas estandarizadas del mercado homogeneizante de las commidities. Además de las firmas provedoras de escala internacional, existen actores de la región que se encuentran produciendo en varios países, difundiendo tecnologías y modos de organizar la actividad, principalmente brasileños en Paraguay y Bolivia, argentinos en Uruguay. Al mismo tiempo, las condiciones locales de producción no hacen posible una “perfecta” semejanza entre las regiones del boom de la soja. Mientras el papel del Estado es distinto, por ejemplo, entre Brasil y Argentina, hay reglas diferentes en relación con el manejo de los recursos (suelo, fertilidad, agua, deforestación, biodiversidad), las etapas de la producción (con la distinción clave de la subcontratación de las tareas laborales (contratismo) en Argentina, que casi no existe en Brasil o en Paraguay) y la introducción de las innovaciones (desfasaje en los años 1990 y 2000 en la adopción de las OGM de parte de cada país). La diversidad de situaciones se percibe aún más cuando se observan la participación y la representación de cada segmento en los organismos sojeros de cada cadena nacional. En Argentina, la asociación interprofesional, con una fuerte impronta empresarial, fue creada en pleno auge sojero, sin participación estatal. En Brasil, la representación está dividida entre productores agrícolas e industrias. Si bien ambas apoyan el modelo productivo vigente y si la relación con el estado es fluida y de colaboración, tienen dos perspectivas diferentes : una con un perfil regional y centrado en los problemas productivos de

cada estado, la otra más concentrada en la tendencia a la homogeneización de los commodities. En ambos casos. En Bolivia, las organizaciones están orientadas a mejorar el nivel tecnológico de la producción, lo que evidencia la debilidad del Estado y la colaboración con instituciones brasileñas, dado la presencia de empresarios de este país. En Paraguay, sólo CAPECO parece tener un papel más activo. Más allá de la representación sindical, el sector exportador domina y no hay presencia del Estado. Uruguay no posee una organización, sino una mesa en la que participan empresas y el Estado a través de las instituciones de ciencia y tecnología. Así, el desarrollo de la cadena impone en los países procesos similares que tienden a homogeneizar la realidad productiva y tecnológica del cultivo de la soja. Sin embargo, en cada país, los actores se organizan de manera distinta para moldear este desarrollo. Si bien todas las organizaciones reseñadas son de cierta forma promotoras del modelo productivo, y si su organización a nivel local posibilita el desarrollo del proceso global, su manera de apoyarlo varía en función de lo que la realidad nacional les impone. Referencias bibliográficas - Allaire G, y Mollard A, 2005. «Sector-based régulation : the case of agriculture», dans Boyer R. y Saillard Y. (Eds.) Régulation theory: the state of the art. Taylor&Francis, Londres & New-York, p. 45-54. - Alves V. E. L. (Orgs), 2015, Modernização e regionalização nos cerrados do centro-norte do Brasil, Consequência, Rio de Janeiro, 360 p. - Bageneta J. M., 2015, De algodón a la soja. Territorio, actores y cooperativas en el gran Chaco argentino (1960-2010), Ed. Intercoop, Buenos Aires, 272 p. - Bernades J. A. e Freire O. L. F. (orgs), 2006, Geografias da soja BR-163 Fronteiras em mutação, Ed. Arquimedes, Rio de Janeiro, 175 p. - Bisang R, Illescas N, Pontelli C, Taraborelli D y Tejeda A., 2013, «Argentina y las Cadenas Globales de Valor Agroalimentarias», dans Anlló G., Bisang R. y Campi M. (coord.), 2013, Claves para repensar al agro argentino. Eudeba, Buenos Aires, p. 285-338. - Bisang R., Campi M. y Anlló G., 2015, « L’agriculture argentine : révolution technologique, transformation agro-industrielle et impacts territoriaux », G.E.S. Géographie, Économie, Société, n°4, p. 409-432 - Boyer R. y Saillard Y. 2002. Théorie de la régulation : l’état des savoirs. La Découverte, Paris, 588 p. - Bravo A. L., Mereles C. H. F., Domínguez D. I., Sabatino P., Poth C. M. y Rodríguez J. L., 2010, Los señores de la soja. La agricultura transgénica en América latina, Ed. Ciccus/Clacso, Buenos Aires, 416 p. - Clapp J. and Fuchs D. (dir.), 2009, Corporate power in global agrifood governance, MIT Press, Boston - Colque G., 2014, Expansión de la frontera agrícola. Luchas por el control y apropriación de la tierra en el oriente boliviano. Ed. Tierra, La Paz, 118 p. - Dabat G. y Paz Sergio (coord.), 2012, Paradoja de la soja argentina: modernización hacia el monocultivo, Ed. CCC/Bernal/UNQ, Buenos Aires, 224 p. - Dougnac M. G., 2013, De especie exótica a monocultivo. Estudios sobre la expansión de la soja en Argentina, Ed. Imago Mundi, 320 p. - Du Bois C., Tan C. B. and Mintz S. (dir.), 2008, The world of soy, Urbana, University of Illinois Press, - Embrapa – Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuária, 2004, « Sistema de Produção 6 ». Disponible à : http://www.cnpso.embrapa.br/download/publicacao - Faostat – División de Estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, 2014, «Estadísticas generales » http://faostat.fao.org/ - FAO, 2007, Expansión futura de la soja 2005-2014. Implicaciones para la seguridad alimentaria, el desarrollo rural sostenible y las políticas agrícolas en los países del Mercosur y Bolivia, Documento Síntesis, Santiago de Chile, p. 1-70 - Frederico S., 2010, O novo tempo do Cerrado. Expansão dos fronts agrícolas e controle do sistema de armazenamento de grãos, Annablume, Fapesp, São Paulo, 260 p - Gilly J-P. y Pecqueur B. 2002. La dimension locale de la régulation », dans Boyer R. et Saillard Y.

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