La prehistoria en Guatemala y Belice

June 13, 2017 | Autor: Alberto Alcántara | Categoría: Archaeology, Prehistoric Archaeology, Guatemala, Prehistoria
Share Embed


Descripción

LA PREHISTORIA EN GUATEMALA Y BELICE. Luis Alberto Alcántara Chávez

“Busco a hombres, no piedras” André Leroi-Gourhan

El estudio de los pueblos prehispánicos en base a las fronteras actuales tiene poco significado debido a los eventos políticos de los periodos colonial e independiente, por esto para una mejor comprensión de las sociedades anteriores al contacto europeo se deben tomar en cuenta factores externos independientemente de los limites políticos actuales. Paul Kirchkoff definió en 1943 el área cultural que llamo Mesoamérica, esta incluye los límites del desierto del norte de México, los sistemas fluviales del Pánuco y el Santiago-Lerma, gran parte del territorio mexicano y la totalidad de las repúblicas de Guatemala, El Salvador, Belice, parte de Honduras y algunos sectores de la Costa Pacífica de Nicaragua y Costa Rica, y la región de la Península del Golfo de Nicoya, delimitada al sur por la prolongación de la línea del rio Ulúa y el lago Yojoa. (Matas Oria, 2005) Tal y como un estudio prehistórico de Guatemala y Belice no puede verse independientemente sin la cantidad de factores que implicaron en sus procesos, también es de vital importancia un estudio paleoambiental y paleoclimático, puesto que las sociedades tempranas no solo en América, sino en todo el mundo, se vieron susceptibles a los cambios que el clima trajo en la geografía, la flora y la fauna. (López Aguilar, 2013) El periodo Paleoindio tiene lugar a fines del Pleistoceno y comienzos del Holoceno, durante esta época los cambios climáticos, la extinción de especies tanto de flora como de fauna hace que la subsistencia del ser humano no fuera tan fácil. En la figura1 podemos observar, posiblemente lo que era tierra durante el pleistoceno y principios del holoceno, hasta el desbordamiento de lagos del norte y sur de américa, especialmente el Lago Agassiz de norte américa que trajo como consecuencia el incremento del nivel del mar, dejando asentamientos prehistóricos bajo el agua.

Figura 1: Mapa de México y Centroamérica. Google Maps.

Primeramente me gustaría dar un repaso sobre la cronología para el estudio de la prehistoria en América, que sintetizo en la siguiente tabla con la temporalidad utilizada en Estados Unidos de Norte América, la propuesta por José Luis Lorenzo para el territorio mexicano, y también las fases que propuso Richard MacNeish de sus investigaciones en Tehuacán.

Época geológica

Temporalidad

Periodo EUA

Periodo Lorenzo

Fases MacNeish

Pleistoceno

¿? - 12000 a.C.

Preclovis

Arqueolítico

Ajuereado (Tres o cuatro familias

12000 - 7000 a.C.

Paleoindio

Cenolítico Inferior

nómadas recolectores de plantas

silvestres

y

cazadores de animales menores.) El Riego (Uso 7000 - 5000 a.C.

Cenolítico Superior

de

instrumentos,

descubrimiento agricultura,

de

la

domestican

aguacate y calabaza) Holoceno

Coxcatlan 5m-3400 (Domestican maíz, frijol,

Arcaico

chile, amaranto, quelite, guaje, haba y zapote, no

5000 - 2000 a.C.

Protoneolítico

más del 10% su dieta) Abejas

3400-2300

(Asentamiento sedentario,

más

mejora

el

maíz tripsacoide) Purron 2000 – 1500 a.C.

Preclásico

(Aparición

de

la

cerámica) Los posibles sitios preclovis o del arqueolítico, anteriores a 12000 son escasos, y la mayoría han sido negados, argumentando que las piezas líticas son de obra natural como Pedra Furada en Brasil o El Bosque en Nicaragua (Acosta Ochoa, 2007). Mientras que otros sitios como Monte Verde en Chile

parecen tener datos más confiables pero no concluyentes (Dillehay, 2004). También ocurre con los sitios propuestos por José Luis Lorenzo como Teopisca en Chiapas o el complejo Diablo en Tamaulipas, que basan su cronología en artefactos hallados en superficie cuya asignación cronológica está basada en criterios morfológicos (Acosta Ochoa, 2007) En lo que se refiere a los estudios sobre sociedades paleoindias y arcaicas de Centroamérica, estas no reciben mucha atención puesto que el enfoque importante se lo dan a los cacicazgos y estados de los últimos milenios de la época precolombina. Sin embargo para el estudio de la arqueología paleoindia, el istmo centroamericano presenta una característica notable: la de ser un “gollete” por el cual debieron necesariamente pasar los primeros colonizadores tanto de América del Sur (Lothrop 1961; Meltzer 2009) como del Norte. Con excepción de algunos sitios controversiales, la evidencia más temprana de pobladores en nuestra región consiste de puntas acanaladas que aparecen en varias localizaciones entre la Cuenca Central de Chiapas (García Bárcena 1982) y Panamá (Ranere y Cooke 1996). Mientras que algunas de estas puntas son semejantes a los tipos Clovis, Folsom y Plainview de Norteamérica, otras manifiestan semejanzas con las puntas en forma de cola de pescado con espiga de Sudamérica. Ranere y Cooke (1996) sugieren, en efecto, que la punta de cola de pescado con espiga evolucionó del tipo Clovis en Centroamérica, antes de la expansión del Paleo-Indio en Sudamérica. Murdy (1999), por su parte, cree que la variabilidad de formas de puntas del Paleo-Indio en Centroamérica refleja su posición fronteriza entre la tradición Clovis de Norteamérica y la tradición de puntas con espiga de Sudamérica. Esta última hipótesis implica una presencia humana en América anterior al desarrollo del énfasis en la caza de fauna mayor del pueblo Clovis, lo cual es consistente con la reciente síntesis de Dillehay (2000). A continuación presento una cronología en los estudios de sitio Paleoindios y Arcacicos de Guatemala (G) y Belice (B). En 1951 Barnum Brown descubre un fragmento óseo de un perezoso gigante en las orillas del rio La Pasión en Guatemala. Dicho hueso posee tres cortes o incisiones profundas en forma de V, que únicamente pudieron ser causadas por el ser humano. Varios especialistas argumentaron que los cortes se realizaron cuando el hueso aún estaba fresco, poco tiempo después de la muerte del animal. En asociación a este fragmento se encontraron restos de otros animales propios del Pleistoceno (camello, mastodonte, gliptodonte), así como algunas lascas. En 1960 Michael Coe reporta la existencia de una punta de proyectil acanalada (Figura 3) con las características asociadas a la tradición Clovis de Norteamérica. Fue descubierto en la finca San Rafael, al oeste de la ciudad capital de Guatemala en 1956 y forma parte de una colección privada. Fue la primera evidencia lítica fechada con seguridad del Paleoindio.

Figura 2: Sitios tempranos en Centroamérica (Neff 2003)

Figura 3: Punta acanalada, reportada por Michael Coe.

Ruth Guhn, Alan Bryan y Jack Nance de 1969 a 1973 realizan prospecciones y excavaciones en el sitio Los Tapiales, en las Tierras Altas occidentales de Guatemala. Los Tapiales (Figura 4 y 5) fue el primer campamento Paleoindio en ser excavado sistemáticamente, arrojando datos sumamente valiosos para entender la prehistoria del altiplano guatemalteco. Se fecha su ocupación inicial para el 8750 a.C. No se recuperó evidencia faunística pero si una colección de lascas y artefactos. El análisis de suelos practicado (luz infrarroja), permitió inferir que durante la formación del sitio, hubo cambios significativos en el clima y la vegetación y que antes de que se iniciara la deposición, el área fue una pradera alpina abierta (Gruhn y Bryan, 1977: 240-241). Debe tenerse en cuenta, que la colección total de lascas (1483) y herramientas líticas (59) de este sitio, es sumamente homogénea, no importando la profundidad de la cual procedan; lo mismo sucede con los materiales de talla (basalto, obsidiana, calcedonia, en un 76-78%, 18-4% y 4%, respectivamente) (Gruhn y Bryan, 1977: 244). Las herramientas procedentes de Los Tapiales, incluyen una punta de proyectil, bifaciales, una punta unifacial completa y dos fragmentos, buriles, grabadores, raspadores (laterales y terminales) y navajas (Figura 6). Ya que no se encontraron restos faunísticos ni botánicos en el sitio, no hay evidencia directa de la economía de subsistencia de los ocupantes. Se asumió caza y recolección, aunque los vestigios sólo permiten sustentar actividades relacionadas con el mantenimiento del equipo, tales como talla y retalla de los artefactos de roca, manufactura de herramientas de hueso o madera y talvez preparación de pieles (Gruhn y Bryan, 1977: 253).

Figura 4: Mapa con la ubicación de fechas absolutas del Paleoindio (Neff 2003)

Figura 5: Aspecto del sitio de Los Tapiales, durante las excavaciones de 1973. Foto: cortesía de Ruth Gruhn. (Perrot-Minot 2013)

Figura 6: Artefactos diagnósticos del periodo Paleoindio en Los Tapiales: grabador y raspadores terminales con espuela (Méndez Salinas 2010).

Ruth Guhn, Alan Bryan y Jack Nance realizaron prospección y excavaciones de prueba en La Piedra del Coyote, se detectaron materiales con características similares a Los Tapiales. Se ubica aproximadamente a 2 Km al noreste de Los Tapiales, en el mismo camino que une Los Encuentros y Totonicapán, sobre una planicie de mayores dimensiones que la del primero. También fue descubierto durante el reconocimiento de Bryan de 1969, al observar lascas de basalto -similares a las de Los Tapiales- en un corte del camino cercano al sitio; estas se encontraban mezcladas con tiestos del Clásico temprano. En 1972, se practicó un pozo de prueba; la estratigrafía permitió determinar que el estrato cultural superior contenía tiestos del Clásico temprano, seguido por una pequeña muestra del Preclásico tardío; luego de un estrato sellado, se encontró cierta cantidad de lascas y un fragmento de raspador de basalto (Gruhn y Bryan, 1977: 254). Piedra de El Coyote ha proporcionado fechas radiocarbónicas/estratigráficas de 10 650±1 350 (1.00-1.10 m de profundidad), 5 320±90 (1.00-1.10 m de profundidad), 10 020±260 (1.00-1.10 m de profundidad) y 9 430±120 (0.90-1.00 m de profundidad) años a.p. (Gruhn y Bryan, 1977: 242 y 254). Por tanto, los niveles inferiores de Piedra de El Coyote, proporcionaron evidencia que indica que contenía restos paleoindios de edad similar a la de Los Tapiales, aunque el sitio nunca recibió una excavación intensiva como la de Los Tapiales (Gruhn y Bryan, 1977: 254). Octavio y Rafael Villatoro en 1976 descubren el sitio Chivacave o Villatoro a 12 km al suroeste de Huehuetenango, encontraron las costillas y molares de un mastodonte. El sitio fue excavado por Bryan Hayden y John Cocks, bajo la supervisión de Herbert Alexander, en dos temporadas, 1977 y 1978 y Sergio Ericastilla, condujo una nueva excavación en 1994 En el informe de Ericastilla de 1994, se proporciona un listado del material recuperado por el proyecto de Hayden y que actualmente se almacena en el museo de sitio. El mismo incluye:  



Dos molares de mastodonte Un fragmento de raíz y parte de la corona de forma discoidal, el cual aparenta haber sido modificado por la huella de uso que se observa en el borde del mismo (se considera que pudo ser usado como raedera). Un segundo molar presenta parte de la raíz y de la corona; se puede observar que la raíz fue modificada para facilitar la empuñadura del mismo, para ser usado como macerador (la raedera habrá servido para limpiar las pieles de los animales y el macerador para suavizarlas).

Otro elemento de presencia humana, es una muestra ósea que presenta forma de gancho. También hay un asta de cérvido que presenta dos huellas de corte horizontal, los cuales no se concluyeron” (López, sf: 29, 31). El material lítico, está constituido por restos de materias primas (cantos rodados, esquistos, cuarzo, pómez) y por artefactos, siendo el más importante, una punta de proyectil acanalada, de unos 8 cm de

largo por casi 4 cm de ancho, la cual fuera clasificada por Ericastilla como tipo Quad (perteneciente a la tradición Clovis, según Willis). Esta punta asociada a los restos faunísticos y con base en su estilo, proporciona una fecha tentativa para los vestigios, correspondiente a 9 000 a 7 000 años a.C. Actualmente la misma se encuentra depositada en el Museo Nacional de Arqueología y Etnología de Guatemala, aunque en esta institución se encuentra mal identificada como Folsom (López, sf: 18, 30; ficha de registro MNAE No. 15218). Chivacavé, fue un campamento móvil, ocupado por cazadores recolectores, que se adaptaron al medio, explotando la fauna que cazó para alimentarse y aprovechando la materia prima que empleó en la manufactura de sus herramientas (López, sf: 30-31). Kenneth Brown dirigió un reconocimiento de evidencias Paleoindios en la Cuenca de Quiche (Figura 8) en Guatemala y ubico 117 áreas especificas con evidencias entre 9000 y 1000 a.C., abarcando el periodo Paleoindio y arcaico. La gran mayoría de artefactos líticos analizados está hecha de basalto, aunque también se encuentran otros materiales; lo que llama la atención es la relativa abundancia de tipos diagnósticos del Paleoindio, entre los que destacan una punta de proyectil acanalada, bifaciales de diversas formas, buriles, grabadores, núcleos y lascas (Figura 7) (Brown 1980:315-321). Los hallazgos de Brown en dicha cuenca permitieron establecer una clasificación general de los sitios en tres categorías principales: 





Estaciones de talla: cuyos vestigios incluyen núcleos de varios tamaños, lascas de desecho, bifaciales fragmentados y nódulos; cuando en estos sitios, se encontraron otro tipo de herramientas, tales como raspadores, buriles, lascas retocadas y puntas, se asumió que los mismos, también pudieron ser empleados como campamentos y/o estaciones de producción final. Brown y su equipo, identificaron ocho estaciones mayores, destinadas a la talla de herramientas, en Jocopilas, Chajbal y Chujuyub. Cada uno de estos sitios estaba adyacente a un yacimiento de basalto de grano fino, además de encontrarse dentro de una cuenca o una fuente de agua cercana. Campamentos base: cubren una gran área y cuentan con acceso rápido o fácil, a una gran variedad de zonas ecológicas (lagos, pantanos, colinas moderadas, planicies ubicadas dentro de cuencas permanentes, angostas y pronunciadas elevaciones, laderas escalonadas, precipicios, etc); de este tipo de sitios emana una gran variedad de actividades, representadas por los restos arqueológicos distribuidos más densamente sobre una gran área ocupada. Existen de 3 a 6 tipos de herramientas, además de lascas retocadas y no utilizadas, núcleos o sus fragmentos, para cuya manufactura se emplearon varias clases de roca (basalto, calcedonia, cuarcita, obsidiana). Campamentos de recursos limitados: no poseen acceso rápido ni fácil para la misma variedad de zonas ecológicas, sino que solamente existen una o dos disponibles, ocupando un área 5 a 8 veces menor que la de los campamentos base; las pocas herramientas recuperadas (dos tipos, además de lascas retocadas y no 311 utilizadas, manufacturadas únicamente basalto y en algún caso cuarcita) evidencian que se llevaban a cabo escasas actividades

Lo anterior permite inferir la amplia variedad de actividades que se llevaban a cabo dentro de la cotidianidad de esas poblaciones tempranas, la especialización que implicaban dichas actividades, y la creciente capacidad de organización social que ya existía dentro de estos grupos.

Figura 7: Punta acanalada de la Cuenca de Quiche.

Figura 8: Sitios del periodo arcaico.

Los contextos afuera de las cuevas apoyan la hipótesis de un incremento de la población y la diversificación de patrones de explotación de recursos después del séptimo milenio AC. En Quiché, por ejemplo, además de sitios de actividades limitadas, Brown (1980) registró sitios del Arcaico con una diversidad de herramientas y con acceso a un amplio rango de zonas ambientales. Los fogones de Los Tapiales quizá sugieren una fecha alrededor de 6000 AC para el desarrollo de este patrón de asentamiento. Es claro que adaptaciones humanas orientadas a diversas zonas ambientales del sur de Mesoamérica y Centroamérica se desarrollaban entre aproximadamente 11,000 y 6000 AC. De interés particular en el presente contexto es la orientación hacia el litoral, que se observa en contextos fechados hacia 5500 AC en la Costa del Pacífico de Chiapas. Este patrón probablemente tiene raíces en tiempos más antiguos, como indican las capas inferiores en la cueva de Los Vampiros, Panamá (Ranere y Cooke 1996). Sin embargo, es probable también que cambios en el nivel del mar antes de 5500 AC limitaran el desarrollo de los manglares y, en consecuencia, la productividad biótica de las zonas litorales antes de la estabilización del nivel del mar alrededor de esa fecha. En cualquier caso, no más tarde de 5000 AC, la Costa del Pacífico de Guatemala presentaría un ambiente favorable para la explotación humana. En 1960 Batres menciona el hallazgo de puntas en Nahualá (Figura 9) y Sololá. Fueron talladas en obsidiana de distintas fuentes, aunque también se presentan ejemplares en basalto y otros materiales.

Figura 9: Punta acanalda de Nahualá.

En 1979 Richard MacNeish lleva a cabo el proyecto Belize Archaic Archaeological Reconnaissance y realizo un reconocimiento en el área costera de Belice, donde localizaron 230 sitios precerámicos. En noventa y dos de estos sitios, se hizo un muestreo de superficie y en algunos se hicieron excavaciones de prueba. El fechamiento se asignó de acuerdo a comparaciones líticas con otros sitios, dividiéndose en cinco complejos considerados tempranos. El último únicamente se nombra debido a que da lugar a la agricultura y el penúltimo, caería dentro del Arcaico y que permite el sedentarismo.

 Lowe-ha (9 000-7 500 a.C), están localizados en los bancos arenosos, donde las sabanas pudieron permitir la existencia de grandes animales. De la cueva de Loltún en Yucatan, se recuperaron raspadores y navajas que parecen estar relacionadas con restos de caballo y otra fauna extinta. Algunas herramientas (bifaciales en su mayoría, aunque hay unifaciales), al parecer fueron utilizadas para cortar madera y trabajar pieles. Las puntas de proyectil que pertenecen a la base de la fase, pueden relacionarse con las de la cueva de Los Grifos (Chiapas), lago Madden (Panamá) y la cueva de Fell en Patagonia.  Sand Hill (7 500-5 500 a.C), representa el uso de hábitats diversos. Los bifaciales parecen estar relacionados con la fase Lerma de México. Hay disminución en el uso de puntas de proyectil, que parece relacionarse con una disminución en la cacería y una tendencia hacia el uso de plantas y madera (cuchillos, raspadores planos y plano-convexos).  Belize Stone Bowl (5 500-4 200 a.C.), Parece demostrar movimientos estacionales alternando entre tierra dentro y localidades ubicadas cerca de ríos, estuarios y la costa. Hay un incremento de macro-bandas, hay una gran abundancia de molcajetes de piedra.  Melinda (4 200 y 3 300 a.C.). Amplios sitios costeros, con aldeas permanentes o campamentos base, con carácter semi-sedentario.  Progreso (3 300-2 500 a.C.). La población se moviliza de la costa a los ríos. Algunos hallazgos precerámicos de Belice, fueron reportados por Thomas C. Kelly, quién formó parte del subproyecto de Reconocimiento Arqueológico Arcaico de Belice, el cual a su vez, forma parte del Proyecto de Reconocimiento Regional de Colha. El reconocimiento, fue diseñado para poner en perspectiva la producción lítica masiva del sitio Colha (Kelly, 1993: 204-205). No obstante, el descubrimiento de puntas de proyectil en el Rancho Lowe (1980), diferentes de las que se reconocen como netamente mayas, así como el descubrimiento de puntas Clovis en Ladyville, proporcionaron la base para que se llevara a cabo el BAAR. El sitio Barr 191, proporcionó 13 puntas en superficie y 3 más de la excavación llevada a cabo por Kelly; no obstante, el sitio ha sido perturbado por huracanes, lluvias torrenciales, bioturbación y el crecimiento del río Belice, así como por la presencia de una cantera moderna (Kelly, 1993: 205). Una de las puntas, es tipo Clovis. Posee forma lanceolada y ligero adelgazamiento cerca de la base del límite superior del extremo basal lasqueado. Posee una profunda pátina de color blanco oscuro, con una mancha de tono amarillo. Mayer-Oakes, considera que esta punta es comparable a la punta Clovis adelgazada de Turrialba, Costa Rica (ver más abajo) y aún más parecida a la punta Clovis de Panamá, argumentando que la más parecida es la punta Clovis procedente de El Quiché, Guatemala, reportada por Brown (ver más arriba). Sus características tecnológicas están más relacionadas con Norte América que con la tradición de puntas de cola de pescado de Sudamérica (Kelly, 1993: 210). La excavación inicial del sitio BAAR 199, fue llevada a cabo en 1983 por MacNeish y Nelken-Terner. Este es un puente de arena, ubicado en la mayor elevación del área de Ladyville y localizado a aproximadamente a 1 Km del anterior, aunque casi se mantiene intacto. No obstante, la única punta de proyectil encontrada, procede de superficie y fue clasificada equívocamente como perteneciente a la Fase Progreso.

Durante la excavación de 1990, lamentablemente no se recuperó ningún material que positivamente pueda ser identificado como precerámico ni tampoco se observó la estratificación cultural (Kelly, 1993: 206, 209). En Belice, se recuperaron 15 puntas clasificadas como Lowe, de los sitios Pulltrouser, BAAR 251, Rancho Lowe, Sand Hill, Burrell Room, Ladyville y la Laguna Norte. Son muy grandes, pesadas, gruesas, aserradas y los extremos de la espiga, son rectos Las puntas que se rompieron o lastimaron, luego se retrabajaron y se les dio nueva forma. Cuando las herramientas, poseen pátinas, éstas son generalmente de color blanco oscuro con manchas amarillas (Kelly, 1993: 210). Cuando MacNeish y Nelken-Terner, estudiaron estas puntas, las dividieron en dos tipos, las que llamaron “parecidas a pedernales” con bases cóncavas y las “parecidas a Bulverde” con bases rectas. El análisis de Kelly, consideró que las que tenían una concavidad de 2 mm o menos (7 de las 15 puntas analizadas), podían ser consideradas de base recta y las que poseían 3 mm o más, se consideraban de base cóncava (8 especímenes) (Kelly, 1993: 215). RICHMOND HILL (Orange Walk): Está situado en un área pantanosa y llana, con ligeras elevaciones. En un área de 5 km2 de diámetro, aparece en superficie abundante lítica hecha en pedernal. En 1975, Puleston, reportó conjuntos líticos fuertemente patinados, tallados por percusión con percutor duro y a los que no se encuentran asociados instrumentos de talla bifacial ni pulidos o cerámica. Los núcleos son poliédricos e irregulares, sin preparación de plataforma; las lascas son gruesas, muchas tabulares, con amplias superficies de la cara dorsal cubiertas por cortex; los bulbos de percusión son salientes y el ángulo formado por la cara ventral y el talón es mayor que un ángulo recto (García-Barcena, 1982: 108-109). Las herramientas, generalmente están hechas a partir de lascas, por retoque unimarginal abrupto o retoque abrupto por aplastamiento; el retoque está casi siempre hecho por percusión y las huellas de las lascas extraídas son irregulares en disposición y profundidad. Los bordes de trabaja frecuentemente muestran huellas de uso. Las funciones genéricas de los instrumentos son principalmente de corte por desgaste, aunque hay también lascas utilizadas como herramientas de corte; estos instrumentos pueden clasificarse como raederas simples o dobles, raspadores, denticulados y puntas burilantes (GarcíaBarcena, 1982: 109). Puleston, llevó a cabo una excavación de prueba, que permitió establecer tres estratos (García-Barcena, 1982: 109):   

El inferior, es un paleosuelo, en el que se encuentran unos cuantos artefactos El estrato medio, es una capa cristalina, del que se recuperaron varias herramientas y desechos de talla El superficial, con escasa lítica, representa el suelo actual.

Lugares relacionados con la cultura Clovis en Guatemala y Belice. Lugares (sitios) Países

Objetos diagnósticos de la cultura Clovis.

Condiciones del hallazgo de los objetos diagnósticos de la cultura Clovis

Chajbal (C) G

Punta acanalada (terminada o casi terminada)

Reconocimiento

Punta acanalada

Hallazgo realizado sin control arqueológico

Objetos precerámicos asociados, en los contextos excavados

Dataciones absolutas de los contextos Paleoindios.

Referencias bibliográficas (lista no exhaustiva)

Brown 1980 /

/

Lohse y Paiz 2010 Ericastilla 1992, 1996 Hayden 1980

Chivacabé (C) G

/

/

Lohse y Paiz 2010 Mead et al. 2012 Méndez y Lohse 2010

Chujuyub (C) G

Punta acanalada

Reconocimiento

/

/

Brown 1980 Batres 2003

Las Verapaces (/) G

Punta acanalada

Hallazgo realizado sin control arqueológico

Bray 1978 /

/

Murdy 1999 Rovner 1980 Ximénez 1967

Fechamientos correspondientes al periodo Paleoindio:

Los Tapiales (C) G

Base de una punta acanalada, raspador sobre un segmento de lámina.

Excavaciones

Núcleos, lascas, lascas retocadas, bifaciales, unifaciales, raspadores, raederas, limace, laminas y buriles

11,170 ± 200 BP (13,083 ± 206 cal BP) 10,710 ± 170 BP (12,586 ± 241 cal BP) 9860 ± 185 BP (11,366 ± 327 cal BP) ; 8810 +/- 110 BP (9892 ± 197 cal BP)

Gruhn y Bryan 1977

Nahualá (/) G

Punta acanalada

Hallazgo realizado sin control arqueológico

Piedra Parada (OA) G

Punta acanalada retrabajada para obtener un buril y tal vez un raspador

Reconocimiento

Punta acanalada

Hallazgo realizado sin control arqueológico

Punta acanalada

Hallazgo realizado sin registro arqueológico

San Rafael (OA) G August Pine Ridge (/) B

Ladyville1 (I) B

Dos puntas acanaladas (una, al estado de fragmento)

Reconocimiento

/

/

/

/

/

/

/

/

/

/

Inventario del Museo Popol Vuh (Guatemala) Lohse y Paiz 2010 Brown 1980 Davis s. f. Murdy 1984, 1999 Coe 1960 Gruhn y Bryan 1977 Snarskis 1979 Lohse et al. 2006 Valdez y Aylseworth 2005 Hester et al. 1981 Hester et al. 1982 Kelly 1993 Lohse et al. 2006 MacNeish y NelkenTerner 1983ª Zeitlin 1984

Figura 10: Tabla de lugares Clovis de América central (Perrot-Minnot 2013).

El legado centroamericano de la cultura Clovis incluye a lo sumo 25 puntas terminadas o casi terminadas, así como preformas de estos objetos. Para su fabricación, se usó obsidiana, chert, basalto, pedernal, calcedonia y cuarzo (entre otros materiales, tal vez, ya que no se ha determinado la materia prima de dos de las puntas de Panamá). Cuando pueden ser medidos, o al menos estimados con alguna precisión, los largos de las puntas están comprendidos entre 4.2 y 10.5 cm; los anchos, entre 1.8 y 3.5 cm; y los grosores, entre 0.3 y 0.9 cm. En puntas de Chivacabé, San Rafael, Chajbal, August Pine Ridge, Ladyville 1, Turrialba y La Mula West, pueden reconocer, claramente, los retoques sobrepasados (éclats outrepassés, en francés) típicos de la tecnología Clovis. Lamentablemente, nuestro conocimiento del contexto arqueológico de este material es muy limitado. Sin embargo, constatamos la asociación de los referidos objetos con vestigios menos diagnósticos: núcleos, lascas, lascas retocadas, bifaciales, puntas unificiales, raspadores, raederas, limaces, laminas y buriles. Además, en Los Grifos (Chiapas), Ladyville 1 (Belice), Turrialba (Costa Rica) y Los Vampiros (Panamá), artefactos Clovis cohabitaban con puntas de la tradición Cola de Pescado, parcialmente contemporánea con la de Clovis, y representada principalmente en Sudamérica.

Entre los lugares que revelaron manifestaciones de la tecnología Clovis, 9 se pueden calificar de campamentos: Los Grifos, Chajbal (Guatemala), Chivacabé (Guatemala), Los Tapiales (Guatemala), Chujuyub (Guatemala), Turrialba, La Mula West (Panamá), Los Vampiros y Nieto (Panamá). Al menos 3 de estos campamentos funcionaban también como canteras: Turrialba, La Mula West y Nieto. En cuanto a la cronología de las ocupaciones relacionadas con la cultura Clovis, permanece muy imprecisa: dataciones por radiocarbono sólo fueron realizadas en los sitios de Los Grifos, Los Tapiales y Los Vampiros, y sobre muestras sacadas de contextos perturbados. Constatamos que las fechas obtenidas en Los Tapiales y Los Vampiros concuerdan con el marco cronológico comúnmente admitido para el horizonte Clovis, mientras que las de Los Grifos no van más allá de 10,867 ± 219 cal BP; podemos preguntarnos si la punta lanceolada de Los Grifos no habría sido recuperada, durante el período Paleoindio Tardío, en el cercano sitio de Santa Marta, donde se evidenció una ocupación de más de 12,600 años. Las informaciones que podemos sacar de los datos arqueológicos disponibles, sobre la vida de los portadores de la cultura Clovis en Centroamérica, son necesariamente modestas. Sugieren que las poblaciones estaban generalmente organizadas en pequeñas bandas muy móviles, y empeñadas en una activa exploración y explotación del entorno natural. Resulta difícil pronunciarse, por el momento, sobre la identificación de diferentes grupos humanos, más alla del marco de cada sitio. Asimismo, las relaciones que pudieron existir entre los grupos permanecen inciertas, aunque debían incluir frecuentes prácticas de intercambios. Es obvio que la inclusión del período Paleoindio en una museografía conlleva serios desafíos, en los campos de la conservación, la interpretación y la valoración del material arqueológico. Pero el desafío más importante, sin duda, es mostrar como humildes objetos constituyen testimonios de una de las más formidables aventuras de la historia de la humanidad. (Perrot-Minot, 2013)

BIBLIOGRAFÍA ACOSTA OCHOA, Guillermo, “Las ocupaciones pre-cerámicas de la cuenca de México. Del poblamiento a las primeras sociedades agrícolas.”, en: Arqueoweb, Numero 8-2, Enero de 2007. ACOSTA OCHOA, Guillermo, “Etnogénesis mixe-zoque: una perspectiva desde la prehistoria”, en: Medio ambiente, antropología, historia y poder regional en el occidente de Chiapas y el Istmo de Tehuantepec, Lee Whiting, Thomas A., Davide Domenici, Víctor M. Esponda Jimeno y Carlos Uriel del Carpio Penagos (coords.), Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 2009, pp. 51-66. BATRES ALFARO, Carlos Alberto, El paleoindo en América: una propuesta teórico-metodológica para Guatemala, Tesis de licenciatura en Arqueología, Escuela de historia/Universidad de San Carlos de Guatemala, 2003, Disponible en: http://biblioteca.usac.edu.gt/tesis/14/14_0254.pdf. ESTÉVEZ ESCALERA, Jordi y Ermengol Gassiot Ballbè, “El cambio en sociedades cazadoras litorales: tres casos comparativos”, en: Revista Atlántica Mediterránea de Prehistoria y Arqueología Social, Universidad de Cádiz, Volumen 5, 2002, pp. 43-85. GARGALLO, Francesca y Adalberto Satana, Belice: Sus fronteras y destino, Universidad Nacional Autónoma de México, 1993. HAMMOND, Norman, “Los orígenes de la cultura Maya y la formación de comunidades rurales”, en: Los Mayas. Una civilización milenaria, Nikolai Grube (ed.), h.f.ullman, 2006. HERNÁNDEZ, Raúl y Gisela Herrerías, Evolución de la tecnología hidro-agro-ecológica mesoamericana desde su origen prehistórico, 2004, Disponible en: http://www.alternativas.org.mx/Evolucion%20de%20la%20tecnologia.pdf LIARTE ALCAINE, Maria Rosa, “Los cazadores americanos del Paleolitico Superior”, en: Revista de Claseshistoria, Articulo N° 97, 10 de Marzo de 2010, Disponible en: www.claseshistoria.com/revista/2010/articulos/liarte-cazadoresamericanos-paleolitico.pdf LOHSE, Jon, Jaime Awe, Cameron Griffith, Robert M. Rosenwig y Fred Valdez Jr., “Preceramic occupations in Belize: Updating the Paleoindian and Archaic record”, en: Latin American Antiquity, Society for American Archaeology, Volumen 17, Número 2, Junio 2006, pp. 209-226. LÓPEZ AGUILAR, Fernando, “Cambios climáticos en Mesoamérica. Algunas respuestas culturales”, en: Cambio climático y procesos culturales, Mayán Cervantes y Fernando López Aguilar (coords.), Dirección de Etnología y Antropología Social/Academia Mexicana de Ciencias Antropológicas, 2013, pp. 109-129. MACNEISH, Richard, “First anual report of the Belize archaic archaeological reconnaissance”, en: Ayacucho-Belize, Phillips Academy, Andover, Massachusetts, 1969. MATAS ORIA, Arturo Francisco, Libro de texto universitario sobre la historia de Guatemala, Centro de estudios Folkloricos/Universidad de San Carlos de Guatemala, 2005.

MÉNDEZ SALINAS, Luis y Jon C. Lohse, “Los primeros talladores y sus estrategias de producción: artefactos paleoindios en el noroccidente de Guatemala”, en: XXIII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala 2009, B. Arroyo, A. Linares y L. Paiz (eds.), Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala, 2010, pp. 919-933. NEFF, Héctor, Bárbara Arroyo, John G. Jones y Deborah M. Pearsall, “¿Dónde están los asentamientos arcaicos en la Costa Sur de Guatemala?”, en: XVI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala 2002, J.P. Laporte, B. Arroyo, H. Escobedo y H. Mejia (coords.), Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala, 2003, pp. 820-830. PERROT-MINNOT, Sébastien, “El sitio paleoindio de los Tapiales, en las tierras altas occidentales de Guatemala”, en: Apuntes Arqueológicos, Segunda Época, No. 2, Universidad de San Carlos de Guatemala, 2013. PERROT-MINOT, Sébastien, La cultura Clovis en America Central, Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, Mayo de 2013, Disponible en: https://www.academia.edu/3579719/La_cultura_Clovis_en_Am%C3%A9rica_Central

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.