La posicion de la Filosofia Latinoamericana en la actualidad o De la Utopia del Porvenir

July 4, 2017 | Autor: Emanuel Galván | Categoría: Filosofía Latinoamericana
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Descripción

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La posición de la Filosofía Latinoamericana en la actualidad o De la Utopía del Porvenir

Emanuel Acuña Galván
Filosofía Iberoamericana
Dr. Oscar Wingartz Plata
5 de agosto de 2015
"Un personaje muy importante de este siglo decía que el problema no es soñar, sino trabajar sistemática y eficazmente para la realización de los sueños."
Horacio Cerutti Guldberg
I.- Introducción

El objetivo del presente ensayo es presentar la posición de la filosofía latinoamericana dentro del contexto contemporáneo.
Esto se hará partiendo de la utopía como parte de un proceso en el cual la sociedad latinoamericana debe deslindarse por completo del eurocentrismo que mantiene hasta hoy en día.
De igual manera resaltar el papel que la filosofía latinoamericana ha jugado en el mundo actual y la importancia que debería tener.

II.- Desprestigio de la Utopía
El razonamiento es lo que nos distingue de los animales, el poder pensar. Como pensadores tenemos una amplia trayectoria en la historia de nuestra especie y como principal legado de ese pensar tenemos la filosofía.
De ese punto partimos a otros más e inventamos ciencias y descubrimos cosas, pero eso sólo nos hizo menos humanos y más bestias que las bestias. Nos convertimos en escoria humana privatizando el conocimiento y dejándolo sólo al alcance de unos cuantos. El pensar fue luz y vida pero nosotros nos encargamos de hacerlo muerte y oscuridad.
Ahora bien, ese pensar que nos hace tan diferentes de las demás bestias nos ha puesto en el camino de la posibilidad, en la vereda del "y si…". Esa senda nos ha dado la posibilidad de imaginar un sinfín de oportunidades y cosas que esperamos ser capaces de realizar.
La Utopía es una de ellas. Utopía es una idea que surge de un individual y como dice Cerutti se distingue de los mitos y que estos son frutos comunitarios.
Ahora bien, en sentido estricto una utopía es: "[Un] Modelo (ideal) de la sociedad deseada construido a voluntad […] el concepto 'utopía' […] se convirtió sinónimo de todo proyecto […] que se estima inalcanzable" (Blauberg, 1991)
Un ejemplo utopía que alguna vez estuvo viva fue la ya inexistente Ciudad Amurallada de Kowloon o la extinta URSS o la famosísima Isla tortuga de Haití.
Todas estas, muchas más, fueron utopías porque existieron en la imaginación de alguien y se realizaron quedando en algún momento del tiempo como el mejor lugar para cierto tipo de personas con cierta ideología.
Y he ahí el mayor problema: la ideología.
La ideología es la causante de las utopías pues al pensar nos aferramos a una idea(s) única que después predicaremos de manera indiscriminada para todos. Somos capaces de aferrarnos a una idea errónea y darla por correcta.
El pensamiento es el puente entre ideología y utopía, sin una no podría existir la otra. Cerutti nos explica que el horizonte de la ideología es lo que conocemos como utopía, lo cual me obliga a decir que si es así, entonces toda ideología tiene un horizonte utópico.
La ideología compromete la utopía y la condiciona a ser mal vista o no, por ejemplo la ideología nacionalsocialista de Hitler ideó como utopía el Tercer Reich, sin embargo, a pesar de que no prosperó de la forma que su creador esperaba, no fue bien vista pues la ideología era demasiado radical o intolerante, etc.
Cerutti explica que Marx veía la ideología como una deformación de la realidad producida por la parte poderosa de la sociedad, para explotar al resto. Un arma para mantenerse donde están y perdurar, una herramienta que no puede afectar al proletariado intelectualmente.
Por su parte también expone que un tal Mannheim se contrapone a esta idea de Marx alegando que la ideología ataca a todos por igual, ricos y pobres, hombres y mujeres.
Así regresamos al punto donde la utopía es posible gracias a la ideología. Como ya se dijo la utopía no es más que el horizonte de la ideología.
Al ser dependiente una de la otra, la utopía se ve un profundo problema que la lleva, en picada, directo a la incredulidad y desaprobación quedando como un mero sueño, como algo inalcanzable.
Esto a causa de las diversas ideologías humanas que no permiten que ninguna otra prevalezca sobre la suya, por eso las utopías son desprestigiadas.
Una utopía cae en el desprestigio de manera tal que todo aquel pensador que idee una será visto como una alimaña nada productiva en una sociedad estandarizada donde se aprecia más un objeto material que un pensamiento, o en el mejor de los casos será ignorado.
De esta manera es importante resaltar que esa será la visión de la sociedad para con un filósofo. El pensar nos dio la filosofía y ahora ese pensar la desacredita por erróneas razones.

III.- Utopías y Anti-utopías

Una de las utopías más interesantes que he leído ha sido quizá es una que aparece en el libro La filosofía del Tocador del famoso escritor francés Donatien Alphonse François de Sade.
En el libro antes mencionado se propone, por medio de un discurso titulado "Franceses, un esfuerzo más si queréis ser republicanos", un sistema político para superar la pobreza, el hambre y la moral impuesta.
El texto está ubicado en el margen de la revolución francesa y está expuesto como una idea más para la reformación de la Francia absolutista. Surge del ideal o ideología de los derechos del hombre y sus garantías individuales, mismo que fueron precursores de los hoy tan conocidos Derechos Humanos.
La idea expuesta por el Marqués de Sade parte de una ideología anti-absolutista y anti-cristiana, lo que causó un revuelo espectacular en su época y le valió un lugar entre el índice de autores prohibidos del Vaticano.
Una vez más una utopía no prosperó porque fue considerada como implausible y nada realista aunque para su autor y un pequeño gremio de lectores fuera completamente plausible y realista.
De alguna manera incluso podría considerarse una obra anti-utópica, pues es realista con lo que sucede en el mundo y lo que hace falta, no predica un mundo feliz inmediato, pero sí un mundo justo.
Lo anti-utópico, dice Cerutti, es una "contra ideología" respecto del contenido de una obra utópica, que tiene por función mostrar el infierno terrenal, el mundo terrible. Un texto anti-utópico podría retratar el mundo después de una guerra o durante la misma.
El Marqués de Sade era experto en ello pues, a pesar de ser conocido como un escritor pornográfico y vulgar, la crítica que manifiesta en sus obras es aún plausible hoy en día.
Ahora bien, si pones como ejemplo la utopía nazi y la llevamos al nivel de la ucronía, ¿qué es lo que hubiera pasado si los alemanes hubieran ganado la guerra? ¿Habría sido esa utopía un sueño estandarizado en el mundo? ¿Habría florecido como un sistema político bien visto? ¿Habría sido criticado y repudiado de la misma forma que lo fue la URSS?
De esta manera quizá ahora puede que sea, igual que la del Marqués de Sade, una utopía equivocada y nada realista o plausible, pero para Alemania alguna vez lo fue.
Por otra parte, siempre se ha creído que una utopía debe ser exclusivamente moral y atada a los usos y costumbres más comunes entre la humanidad. Pero no se ha hablado de que quizá la utopía sirva para romper el esquema tradicionalista que tenemos y sirva para comenzar de nuevo.
Por eso la necesidad de anti-utopías, para demostrar que la realidad supera a la imaginación y que para superar la realidad debemos transformar lo que hacemos, tomando en cuenta que la realidad que vivimos es construida por nosotros mismo.

IV.- Latinoamérica como utopía

Mario Magallón Anaya en su texto Pensamiento Crítico Latinoamericano en la globalización desde la tradición Latinoamericana pone de manifiesto el sinfín de movimiento revolucionarios que se pusieron en marcha basados en la utopía comunista de la URSS.
Magallón explica que la necesidad de Latinoamérica de salir de la opresión de los sistemas implantados por otros países llevó a los intelectuales a buscar refugio en un sistema político-social distinto al capitalista.
Dando como resultado la utopía del comunismo.
Latinoamérica vivió siempre bajo el yugo impulsor del eurocentrismo, vivió bajo la creencia de que lo que provenía de Europa era bueno y quizá mejor que lo latinoamericano.
Esto no es de extrañarse pues Europa estaba en el mismo entendido. Incluso hasta el mismo Hegel cometió la fechoría de retratar a América como un continente notablemente inferior a Europa y Asia, argumentando que todo lo que existía en América — incluyendo animales y plantas — eran de un valor nutritivo, de un tamaño y de una importancia menor que los que provenían del viejo continente.
El euro centrismo se arraigó de manera formidable en las costumbres americanas y de manera menos formidable en las latinoamericanas, pero aún así se aprendió el racismo, la religión y la misma filosofía, desprestigiando así todo cuanto se sabía en el nuevo continente y sobajando lo que pudiera haber sido el pensamiento mismo de un cumulo gigante y diverso de civilizaciones que habitaban el nuevo continente.
Se nos heredó un complejo de inferioridad con esto mismo, de manera que todo lo que se aprendió de nueva cuenta estaba sentado en bases europeas que eran necesariamente diametralmente opuestas a las que se tenían en el nuevo continente.
Pero cuando por fin el pensamiento latinoamericano comenzó a surgir no se dio cuenta de la dependencia que tenía de lo europeo, de tal manera que cuando el comunismo arribó a las mentes latinoamericanas tuvo la necesidad penosa, según explica Magallón, de evaluar a la deplorable sociedad latinoamericana con métodos rusos y europeos.
Y sólo donde se pudieron formular estos estados, surgió la necesidad de mantenerlos a salvo de las fauces del polo capitalista del globo, pues ellos no iban a dejar que una ideología contraria le sobrepasara, arrebatándoles así toda posibilidad de alcanzar su utopía.
Cuando al fin se alcanzó la utopía socialista/comunista en 1961 Latinoamérica se dio cuenta de su error. Ahora el socialismo no estaba bien visto y tenía montones de grupo en contra, Europa seguía siendo la orientación de Latinoamérica.
Los países entraron en un proceso de democratización y adoptaron un modelo económico neoliberal. El socialismo ya no era inexpugnable, todo los estados socialistas, a excepción de cuba habían sido víctimas de saboteos y golpes de estado. Se plantaban dictaduras por doquier.
La filosofía y pensamiento latinoamericano fue readaptado para estos sistemas y partió de ahí, evaluando aún a la sociedad con métodos europeos, a un gran parte del mundo que de manera clara y distinta era diametralmente opuesta a Europa.
Ahora la filosofía tendría por objeto de estudio, al menos de manera local, la política pero no por ello daría prioridad a ella.
La consecuencia de lo anterior es que las sociedades, hasta hoy en día, han ido en decadencia al no poder mantenerse a la par de la estandarización euro-céntrica que retiene, sino que más bien a marcha forzada se mantienen al margen de lo que se les exige, trayendo con ello más problemas que soluciones.
Ahora bien, por su parte la filosofía latinoamericana se alieno completamente de los problemas que suponía debe tratar, sólo para voltear a un cumulo de problemas cimentados en una cultura meramente europea, problemas que si bien debemos prestar atención en algún momento, debemos primero ordenarlos por prioridad, simplemente porque es más importante alimentar a una sociedad que saber si es feliz.
Magallón expone que América Latina es un lugar complejo, porque a pesar de que tiene arraigado ese eurocentrismo lucha cada vez más para deshacerse de él y que además al igual que el resto del mundo puede tomar una idea universal pero no puede aplicarla de universal, sino particular.

V.- Filosofía Latinoamericana

Desde Mediados del siglo pasado la filosofía en América Latina obtuvo una gran importancia en los gremios humanistas, se comenzó a deconstruir la tradición positivista y a comenzar con el socialismo.
Aún así la filosofía no se pudo mantener al paso de la filosofía europea y anglosajona. Aún hoy en día quedamos excluidos del gremio filosófico internacional por estas razones.
Muchos de los filósofos latinoamericanos surgen a partir de los exiliados españoles, muchos otros no. Los migrantes europeos traen consigo una filosofía germanocéntrica principalmente, relegando la filosofía peninsular y la inglesa.
En las escuelas se llena a los estudiantes de filósofos germanos.
Marx es uno de los muchos que se presta para ser favorito de Latinoamérica. Un lugar pobre y en vías de desarrollo, oprimido por los países no hispanohablantes y además discriminados en el resto del mundo.
Magallón explica que además con la apertura de nuevos mercados y con la globalización la filosofía se tiene que adaptar a un discurso que le permita mantenerse al tanto de lo que pasa en el mundo globalizado.
Por otra parte también pone de manifiesto que después de que el globo empieza a conectarse más y más se va perdiendo el interés en los medios locales y se dejan de estudiar los movimientos sociales latinoamericanos para dar paso a estudiar temas más profundos y competentes para la filosofía.
Esto sin ver que lo que debería preocupar es lo que pasa aquí y ahora, mirando desde el punto de vista histórico.
La historia será la fiel aliada que ayudará a evitar errores y enmendarlos también.
Ahora bien, el papel de la historia dentro de la filosofía es importante, pero ¿qué tan importante es para nosotros como latinoamericanos?
Al parecer nuestra propia historia es desdeñada por nosotros mismo centrándonos en la relevancia de la historia mundial, no local. Prestamos más importancia a un hecho que tiene relevancia mundial por un par de horas que uno que tiene consecuencias de hasta años.
Eso nos afecta enormemente pues gracias a eso no somos capaces de producir nuestros propios conceptos filosóficos, si no que importamos conceptos de otras tradiciones y en base a ellos trabajamos como podemos.
Así pues estamos condenados a vivir dentro de la tradición filosófica global, pero no podemos filosofar para los nuestros porque no somos capaces de mirar las problemáticas que nos agobian, y si lo hacemos no encontramos apoyo por parte de la comunidad.

V.- México y su alienación a América Latina

Durante el periodo de postguerra muchos españoles exiliados llegaron a México, algunos de ellos eran humanistas que se establecieron dentro de la capital y logran hacerse un gremio de más o menos reconocidos filósofo que con el tiempo destacarían enormemente.
La prosperidad de México relucía por aquellos días. La guerra había terminado y México gozaba de una buena pero no eterna solvencia económica.
Cuando esto comenzó a cambiar, los intelectuales comenzaron a hacerse de textos y cátedras marxistas y socialistas, y a relegar el antiguo positivismo traído por Porfirio Díaz desde Francia.
México fue capaz de acoger grandes intelectuales y revolucionarios como Ernesto "Che" Guevara, León Trotsky, Adolfo Sánchez Vázquez, Fidel Castro y otros tantos.
México fue cuna de intelectuales adoptados, pero tardó demasiado para producir intelectuales competentes internacionalmente.
Fue casi hasta finales del siglo cuando estos comenzaron a aparecer, sin embargo no estaban estandarizados con el gremio internacional y no podían ser reconocidos aún cuando eran capaces de tratar temas de relevancia global.
Del mismo modo eran competentes en cuanto a problemáticas locales y las ponían de manifiesto.
El marxismo/socialismo a pesar de que se tenía como objeto de estudio no pudo consolidarse como un fuerte movimiento de peso para el estado, aunque si fue molestia para muchos.
La filosofía aún era bien vista si se le conocía.
La filosofía no estaba viciada ni era hermética a un grupo mínimo de personas con conocimientos de la tradición filosófica solamente, sino que también analizaba de cerca los problemas que surgían en la relación ciudadano-estado.
Sin embargo como declive de todo, los movimientos socialistas se relegaron a los estudiantes y ciertos grupos herméticos que no pudieron darse abasto, donde siguen estancado hasta hoy.
México fue creciendo y relacionándose con otros países, pero del mismo modo se fue olvidando de Latinoamérica.
Dio más importancia a cierta parte de la globalización pero no apoyo a las culturas que geográfica e históricamente eran más parecidos a él.
Siendo así que su ideología se centró en el neoliberalismo y partió de ahí para introducirse en un mundo capitalista y de mercado libre.
Comenzamos a sentirnos más europeos que americanos.

VI.- Conclusión

Entonces resta decir que las ideologías que tomemos serán aquellas que más nos convenzan siendo que estén correctas o no. Pero recordemos Cerutti propone que no podemos estandarizar una idea pues cada quién tiene necesidades diferentes.
Por tanto aun cuando el ideal sea muy parecido o incluso similar no será imposible ir en busca de los mismos fines.
Anteriormente puse el ejemplo de la Ciudad Amurallada Kowloon donde se concentró la mafia y la delincuencia de Hong Kong siendo un paraíso y utopía para ellos a diferencia de la URSS que su utopía era un mundo igualitario.
Ambos tenían en mente un proyecto parecido donde los ciudadanos de ambas utopías gozaran de los mismos derechos, de las mismas garantías y de los mismos deberes, pero por razón distintas.
Kowloon acogía a todos los ladrones y mafiosos mientras que la URSS luchaba por una sociedad igualitaria.
Sin embargo ambas utopías cayeron víctimas de un frente ideológico más amplio, donde el opositor hizo todo lo posible para deshacer dicha utopía pues le impedía el paso de la suya.
Muchas de las Utopías que se tienen registradas en la historia, ya sean puestas en marcha o solo en pensamiento, se han topado con una ideología más grande o mejor cimentada en la mente de los ciudadanos y por eso fracasan.
Por eso, como ya se ha visto, se desprestigia la utopía y se tiene por algo inalcanzable, como algo que es irrealizable. La razón de esto es que hoy en día es imposible reanimar una vieja utopía que vaya en contra de las normas mundiales actuales.
Ahora bien Latinoamérica perdió la esperanza de una utopía al ver el rotundo fracaso de cuba, pero eso no impidió avanzar en materia de pensamiento.
El problema surge en el momento en que esta se globaliza y adquiere, o revive, los ideales eurocéntricos que le infundan una nueva idea de utopía como si esta fuera el llegar a ser un país de primer mundo cumpliendo los requisitos de estandarización.
Latinoamérica ya no ve que sus me dios le imposibilitan llegar a cumplir tal cosa tan tremendamente risible.
El estandarizar una cultura de corte milenario como cualquier europea de la misma manera que una cultura centenaria es algo que, por lo menos a mí forma de verlo, pasa por intangible e impensable.
Podemos decir que Latinoamérica está atrapada en la idealización de alcanzar un futuro que es muy improbable que obtenga sin tener pérdidas cuantiosas para su sociedades.
Es por eso que muchos migran ya que su país no les ofrece lo que sería capaz de ofrecerles si se propusiera a hacerlo.
Ahora bien, la solución radica quizá en la aprehensión del conocimiento para nosotros mismos y la distribución del mismo para aplicarlo en las problemáticas sociales inmediatas a nosotros.
La filosofía debería centrarse en construir un sistema que cubra las necesidades de una sociedad no estandarizada sino algo en particular.
Por otra parte deberíamos hacernos a la idea de una utopía que tenga por ideales cosas verdaderamente importantes que nos permitan desarrollarnos como cultura y no como un intento de estado europeo en América.
Pues lo que vivimos hoy en día es la anti-utopía más que plausible, la que estamos condenados a vivir si nos negamos a superarla.
La filosofía latinoamericana a pesar de que se concentra en cierta medida en la crítica de los problemas sociales políticos no da abasto para ellos.
Ya lo he expuesto antes pero desearía recalcar una vez más que cometemos constantemente el error de querer resolver problemáticas que — si bien nos son competentes y es válido que lo hagamos — sobreponemos a las problemáticas reales
Ahora bien el filósofo latino americano debería dar el cien por cien, para explorar, estudiar y proponer soluciones a las problemáticas más comunes que aquejan a su sociedad.
Debemos pensar local y no internacionalmente.
El lugar del filósofo debería ser educando a la gente para que esta pueda adquirir un ideal sano y no le sean vendidos ideales innecesarios los cuales supondrían más un requisito de pertenencia que una ventaja real. El lugar del filósofo no debería limitarse a las aulas y a la conservación de una tradición filosófica meramente teórica.
Ese debería ser nuestro objetivo y nuestra Utopía del Porvenir.
Si más que decir, he aquí la conclusión de este ensayo.






Bibliografía
Anaya, M. M. (2007). Discurso filosófico y conflicto social en Latinoamérica. México: CECIDEL; UNAM.
Blauberg, I. (1991). Diccionario de Filosofía. México: Ediciones Quinto Sol.
Guldberg, H. C. (1997). Hacia una metodología de la historia de las ideas. México: CECIDEL.
Guldberg, H. C. (2003). Ideología y pensamiento Utópico y libertario en América Latina. México: Univercidad de la Ciudad de México.




Cfr. H. C. Guldberg, Ideología y pensamiento Utópico y libertario en América Latina, UCM, 2003, México, pp. 16, 17
Ibídem, pp. 27, 28
Ibídem, pp. 25, 27
Ibídem, pp. 26, 27
Cfr. M. de Sade, La filosofía del tocador, Tomo, México, 2013.
Cfr. H. C. Guldberg, Ideología y pensamiento Utópico y libertario en América Latina, UCM, 2003, México, pp. 18

Me gustaría poner de ejemplo la novela trágica de Erich María Remarque, situada en el frente de la primera guerra mundial donde el protagonista es víctima de todas las desgracias que se viven en el frente de guerra.
Cfr. Magallón Anaya, Mario; Discurso filosófico y conflicto social en Latinoamérica; México; CECIDEL; UNAM; 2007.
Ibídem, pp. 22, 25-27
Ibídem, pp. 22
Cfr. Magallón Anaya, Mario; Discurso filosófico y conflicto social en Latinoamérica; México; CECIDEL; UNAM; 2007, pp. 23, 24
Ibídem, pp. 25
Cfr. Magallón Anaya, Mario; Discurso filosófico y conflicto social en Latinoamérica; México; CECIDEL; UNAM; 2007, pp. 31- 33
Ibídem, pp. 33-34
Ibídem, pp. 35-36
Cfr. H.C. Guldberg, Hacia una metodología de la historia de las ideas, CECIDEL, 1997, México, pp. 183-187
Un claro ejemplo de ello es el maestro Sánchez Vázquez quién compuso una ética que trata de la moral y la ética desde un punto de vista marxista.



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