La posesión del misterio: El ‘poder de lo real’ en Xavier Zubiri y la ‘voluntad de poder’ en Federico Nietzsche.

July 5, 2017 | Autor: J. de la Torre López | Categoría: Filosofía social, Filosofía de la religión, Filosofía contemporánea, Filosofía Clásica
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Descripción

La posesión del misterio: El ‘poder de lo real’ en Xavier Zubiri y la ‘voluntad de poder’ en Federico Nietzsche.

Jorge de la Torre López.

Resumen: En este texto tratamos de señalar que los conceptos de ‘el poder de lo real’ de Xavier Zubiri; y la ‘voluntad de poder’ de Federico Nietzsche, son conceptos que tratan de explicar un mismo problema: el enfrentamiento del hombre con el enigma de la realidad; y aunque son dos pensadores que podrían parecer antagónicos, uno por ser técnico, y el otro, por ser rudo; nuestra intención es concluir que ambos estaban interesados en hacer del hombre una realidad sublime a partir de la experiencia de lo inefable y lo absoluto ante la cual el hombre queda poseído por el misterio.

Conceptos: Poder de lo real, voluntad de poder, absoluto relativo, enigma, religación.

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Introducción. ¿Qué sentido le otorgo al concepto estar poseído? Se asemejaría a un estado de conmoción interior como quien experimenta una pasión fortísima. Platón en uno de sus diálogos señala que el que está enamorado es como si estuviera poseído por una especie de locura, ‘manía’, no de la que se da en los manicomios, sino la que se da en algunas etapas de la vida, principalmente en la juventud cuando se escriben versos, poemas, loas, canciones; pues toda la fuerza espiritual, mental y física, se concentra en una sola pasión cuya fuente primordial podría ser el amor, la vida, la naturaleza, o Dios. ‘Estar poseído’, es estar religado a una fuente de vida o fuente divina que podríamos llamar poder enigmático, por lo que tenemos que definir qué es este poder y qué es lo enigmático. Pero antes de empezar quisiera señalar cómo nace esta inquietud por vincular a estos dos autores y los conceptos que abordaré. Tomé los talleres de ‘Experiencias dionisíacas’ que organizaba Jorge Manzano, S.J. durante el tiempo que estudié la Maestría de Filosofía y Ciencias Sociales en el ITESO; fueron 4 talleres en los que participé del 2008 al 2011. En el curso ordinario de los semestres veía y estudiaba al filósofo español Xavier Zubiri considerado un autor católico y un autor de referencia para el programa de filosofía que cursaba. En los veranos, en cambio, durante toda una semana en una dinámica de claustro, asistía a lo que Jorge llamaba hacer filosofía con el cuerpo. Durante estos 4 años, pensaba que quería algún día hacer un trabajo que recuperara las dos experiencias que estaba teniendo por entonces pues para mí eran muy cercanas o por lo menos durante este tiempo constituyeron las coordenadas filosóficas en las que me estaba situando en el mundo de la filosofía. Cuando me hicieron la invitación para participar en el Diálogo Multicultural, 2015, lo primero que pensé fue en poder realizar este trabajo que se había mantenido en estado de latencia por estos años; pero sobre todo, tener la oportunidad de mostrar en él mi gratitud hacia Jorge por esos años y esas semanas de convivencia y aprendizaje. Sé que Jorge no gustaba de Zubiri, pero sí de Nietzsche. Me hubiera encantado haber dialogado con él sobre este trabajo, o por lo menos, posibilitar un encuentro en donde ambos autores se dieran cordialmente con todo, como él solía decir.

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En el fondo, con espíritu reconciliador de alumno que admira la labor del profesor, lo que pretendo es tender un puente entre dos autores que se oponen; probablemente él estaría en total desacuerdo, sin embargo, también casi estoy seguro que Jorge aceptaría la provocación y trataría de ser cordialmente feroz. Relato a manera de síntesis muy apretada lo que para mí es la experiencia que recogí en esos talleres llamados ‘Experiencias Dionisíacas’ o filosofar con el cuerpo. Sirve como telón de fondo para enmarcar la experiencia que se vive durante el taller la figura de ‘Diónysos’, detallada por Nietzsche en su libro ‘El nacimiento de la tragedia’: Diónysos se presenta como la fuerza principal del ímpetu creativo, mientras Apolo es el orden, la templanza, la armonía que permite que el ímpetu dionisíaco sea dirigido para causar deleite. El problema filosófico está en que Apolo, que representa la claridad absoluta de la razón se ha impuesto como el paradigma dominante, mientras Diónysos quedó relegado a la oscuridad y el misterio; ha quedado suprimido, ocultado, porque representa también los instintos y las pulsiones básicas de lo humano que pueden parecer incontrolables. Sin embargo no puede desparecer, queda allí en el hombre aunque sea de forma oculta o controlada. El reto es hacerlo emerger para recuperar el ímpetu creativo de la vida que hizo de la tragedia griega una pasión auténtica, un pathos real. Sin Diónysos, la tragedia griega perdió ímpetu, color, gracia, quedando funcionando tan sólo Apolo que quedará convertido en: Ideas frías, calculadoras, en una especulación vacía. La experiencia empieza con actividades corporales y físicas en donde se desata una fuerza primaria que podemos llamar simplemente ‘intensidad’, como cuando alguien gusta de una canción y se deja envolver por el ritmo de esa canción y baila intensamente entregado a ese momento; el cuerpo está envuelto por el ritmo y hay un gozo en ello, como si por ese instante la angustia de la existencia, las dudas, los temores, todo en su conjunto desapareciera en un breve momento de bienestar y dicha. La consigna general es: el cuerpo es sabio, sólo hay que dejar que él tome el control. Sirve a modo de ejemplo otra vez el baile: cuando alguien baila gozosamente, simplemente deja que su cuerpo se mueva, no cuenta: dos pasos a la izquierda, dos pasos para atrás, si hace esto diremos que su cuerpo no lleva el control, o la sabiduría de su cuerpo queda ocultada por el imperium de la ratio. Diónysos es opacado por Apolo. 3

También se incluyen ejercicios al estilo del teatro haciéndote pasar por otro y vivir lo que ese otro es, de tal manera que vives, ríes, gozas o sufres con una gran intensidad como si en verdad fueras ese otro. Podría agregar que la sensación corporal y espiritual aparece, o se vive, como una realidad única y no como dos realidades contradictorias que están en lucha; también se siente la sensación de buscar una unidad mucho mayor, quizá más radical, pero sin detenerse en algo o alguien especifico sino más general y universal. La sensación de intensidad nos hace sentirnos vinculados a una especie de poder, que sería la fuente primaria de ese gozo supremo y ese dolor desbordante. Un poder que no se agota en una explicación lógica o racional, porque es el cuerpo el que lleva la batuta y no nuestra mente. Se pueden utilizar dos metáforas para describir ese poder o manantial de fuerza intensa: sirve la imagen de un rayo que atraviesa tu cuerpo, pues se siente una fuerza vivificante en todo el cuerpo; en este sentido se puede entender una frase de la filosofía de Heráclito que dice: “El rayo es el ‘señor’ de todas las cosas”.1 La segunda metáfora, es bíblica, se trata del profeta Elías: Elías espera que Dios se manifieste en forma de un poder descomunal: terremotos, truenos, fuego; pero en cambio Dios aparece como ‘el susurro de una brisa suave’.2 Esta imagen de un Dios que susurra, nos señala que la fuerza divina bajo el modo del susurro es igualmente intensa, podríamos decir que se acerca a la consolación interna que experimentan algunos místicos, en donde dicen sentirse tocados en todas sus fibras. Aunque asombra sentirse vinculado a un poder que te traspasa hasta lo más hondo y te hace vibrar intensamente, lo central no es el poder, o el sentirse sumergidos en este poder o en esta intensidad de vida, en donde todos los sentidos internos y externos se encuentran sobre-excitados. La experiencia es muy parecido a lo que Aristóteles llama ‘Catarsis’, en su obra ‘Poética’, una curación o purificación a través de la liberación de energía propiciada por el drama que es lo principal de la tragedia griega. Lo central, diría yo, no es esta liberación de energía o purificación catártica, que también es importante quizá para un acercamiento de tipo psicológico y terapéutico; sin embargo, yo me centraré en la cuestión de la ‘entrega’ a la

1

Heráclito, fr. 35. en Davenport, Guy. Heráclito y Diógenes. Ediciones Tácitas, Santiago de Chile, 2012. 2 Cf. (Re1, 19:9-13).

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experiencia, o lo que esto puede significar dentro de un marco de sentido otorgado por Zubiri y Nietzsche. Probablemente Jorge diría que Nietzsche se refería a este estado de conmoción física y espiritual cuando escribía: ‘Mi mirada hace bellas todas las cosas’ o cuando hablaba del ‘Amor fati’ (amor al destino) y del ‘Eterno retorno’ en el sentido de lo que se trata es de llevar al hombre a amar la vida hasta reventar, a la entrega absoluta sin reservas, y no a pusilanimidad de quien acepta una vida en la medianía del confort social, o en los niveles más bajos de la existencia, en donde domina el espíritu de la pesadez y no la danza alegre del enamorado de la vida que danza con el universo entero. Sólo para cerrar esta introducción sobre lo que entiendo como la vivencia primaria de lo que personalmente me quedó de las ‘Experiencias Dionisíacas’, diré que es la entrega a amar la vida. Para concluir con esta introducción, quisiera señalar que para Zubiri, la fe, como vivencia personal profunda y radical, es también una entrega, es más, se trata de una donación personal y voluntaria, en donde lo que se entrega y se dona es nuestra vida misma. Es el sí triunfal Nietzscheano de la ‘voluntad de poder’ es el ‘sí quiero amar hasta reventar: no importa que haya dolor y lágrimas en esta vida, porque también son parte de ella, también ellas tienen su belleza.

5

“El logos es eterno pero los hombres no lo han escuchado y quienes lo han escuchado no lo han comprendido”.

3

1. El enfrentamiento con el enigma. Lo nuestro es el misterio. Venimos del misterio y vamos hacia el misterio. En el origen de la creación un punto negro se asomó sobre la nada. ¿Qué es ese surgir? Primero fue el misterio y luego el símbolo que esconde al misterio.4 El símbolo se hizo lenguaje, y el lenguaje se hizo búsqueda y revelación del misterio. El misterio sigue habitando entre los hombres, siempre ha estado presente. Nada lo contiene, ni nada lo agota. El hombre encuentra en el misterio, su propio origen y su propio fin. Muchos han querido comprender al misterio, pero nada ni nadie lo ha revelado, pues el misterio en sí mismo constituye su revelación y su mostración. Al hombre tan sólo le toca ser parte del misterio. Pero en ese ser parte del propio misterio está también su propio drama personal. Su propio surgir y su propio dar.

3

Cf. Heráclito, fr. 1. en Op. Cit. Dice Ernest Cassirer que el hombre es un animal simbólico. El lenguaje que es significativo y simbólico, nombra la realidad y la significa. Pero la realidad, de fondo es enigmática, es decir, no se deja apresar totalmente, y entonces el símbolo parece no agotarla, y entonces su significado parece ser escurridizo. 4

6

1.1 Enigma en Zubiri. Zubiri habla de ‘enigma’ y de inquietud en su obra El hombre y Dios.5 Parecerá que son categorías teológicas más que filosóficas; sin embargo, según mi apreciación personal, el termino, enigma, más que tener un tratamiento teológico en una línea clásica de la teología en tanto que saber o especulación del concepto Dios; tiene más bien, un tratamiento ontológico, ya que para Zubiri, la teología no es un esbozo de Dios como objeto, sino como fundamento de aquello que nos da realidad, de aquello que nos posibilita en tanto ‘poder de lo real’; y es que las cosas y el mismo hombre están afectadas por este poder. El ‘poder de lo real’, no es un poder que se manifieste de forma definitiva en las cosas haciéndolas ser de una vez por todas lo que va a ser esa cosa. Sino que quedan estructuralmente ocultas, como tocadas por una apertura fundamental que implica el ‘poder de lo real’. La cosa misma la que es ambivalente: por un lado es inmersión en sí misma, y por otro es expansión es más que sí misma; es a una y formalmente su irreductible realidad y presencia de la realidad. Y esta ambivalencia es real; realmente toda cosa real, en cuanto real, es así (…) La cosa real en cuanto real es esta extraña imbricación ambivalente de ser esta realidad y de ser presencia de la realidad. Esta imbricación estructural es lo que formalmente llamamos enigma de la realidad. Decir que toda cosa real es enigma consiste formalmente en decir que la realidad tiene aquella ambivalencia estructural. Y recíprocamente, decir que la realidad tiene esta estructura ambivalente consiste en afirmar que la realidad es estructuralmente enigmática.6

En el caso de la acción humana, la apertura o esta ambivalencia estructural, nos sitúa en la indefinición de lo que es nuestra propia vida, por ello, tenemos que definirla a través de un proceso de búsqueda de sentido que se va viviendo como inquietud ante el enigma y misterio.

5 6

Cf. Zubiri, Xavier. El hombre y Dios. Ed. Alianza Universidad, Madrid, 1998. Cf. Ibid. pp. 144-145.

7

El enigma y el misterio no son sólo un dato social o psicológico, sino una experiencia primordial de la persona, que es a su vez, parte de la realidad física de las cosas. Esta experiencia primordial de la persona, es ya de suyo una aportación principial de Zubiri a la teología, pues la teología no es sólo esbozo del fundamento, indagación conceptiva, especulación; sino experiencia personal, experiencia de sí mismo, un sí mismo que es paradójicamente absoluto y relativo al mismo tiempo. Absoluto porque el hombre se auto-posee, es suidad, es de suyo, y esta posesión de sí, este poder poseerse a sí mismo, le da intimación personal, una nueva dimensión propia que lo hace distinto al mundo y a los demás, incluso es una experiencia de diferenciación, se podría decir de individuación. El hombre en cuanto absoluto, es el hombre mostrado en su irrepetible singularidad que lo separa de todo, incluso de la realidad divina. Pero también es relativo, porque se va poseyendo a sí mismo en la realidad contingente, en una realidad dinamizada por procesos de clausura y apertura desde la opción personal, porque no está definida la forma de realidad que ha de asumir, y sólo hasta que es optada se muestra como realidad, mientras tanto, permanece en el umbral del enigma. La determinación de mi relativo ser absoluto es también eo ipso enigmática: es lo que constituye formalmente el enigma de la vida. La vida es constitutivamente enigmática porque vivir es hacer mi relativo ser absoluto y éste es enigmático por serlo el poder real en que se funda.7

Ser absoluto,8 en la antropología zubiriana, se refiere a la experiencia de estar despegado del medio en que se desarrolla la persona, a diferencia de los demás animales que sí están anclados y determinados por su medio.

7

Cf. Ibid. p. 145. El hombre es ab-soluto en el sentido en que está en la realidad de modo Ab-soluto, es decir, de forma suelta (soluta). Cf. Ibid. p. 51-52. 8

8

El hombre ‘animal de realidades’, lo es en el sentido de que se encuentra implantado en la realidad y desde la realidad hace su ser, pero el modo en el que está en la realidad lo hace ser capaz de estar de un modo distinto, un modo único que ningún otro ser vivo puede realizar.

2. La religación enigmática al poder de lo real. El conocimiento que tenemos de la realidad o lo que llamamos una certeza de la inteligencia, es la ‘aceptación de un discurso’ de un ‘logos’ tal sobre lo que llamamos lo real, pero en el fondo, lo real es absolutamente incognoscible. ¿Quién puede algo en toda su extensión, en todas sus relaciones y nexos, en todas sus diferencias y en todas sus similitudes? Esto no significa que rechacemos que podemos conocer algo, o que nos acerquemos a lo que son las cosas. Esto sería caer en un nihilismo radical o negativo. La vía es más bien, que esta realidad tiene un carácter de misterio, un carácter enigmático por lo que el problema del misterio o de la realidad enigmática está de forma continua en nuestra vida. La vía del enigma o del carácter enigmático de la realidad, es donde asoma el problema del fundamento de realidad en cuanto dador o fuente fundante de realidad, aunque sea de una realidad enigmática que nos va dando norte o rumbo de nosotros mismos: ¿dónde estamos parados, cómo nos movemos o hacia dónde nos movemos, con qué nos movemos, o con quienes nos movemos? En primera instancia, esta realidad enigmática es también la posibilidad de la revelación de mi propio ser. Sé de mí, o tengo noticia de mí no de forma última y final, sino desde el misterio y lo enigmático de la realidad, y desde este oscuro y reducido, y quizá muy estrecho horizonte de visión, voy sabiendo algo de las cosas, del mundo, pero

9

fundamentalmente de mí. En este sentido se puede comprender esto que dice Zubiri y que define el título de este trabajo: “La religación es la realidad apoderándose de mí.”9 Es decir, el misterio de lo que soy yo me tiene sujeto. Cuando hablamos de ‘constitución personal’, hablamos de un ‘aquí y un ahora’. Un tiempo presente con las cosas del presente y las personas del presente, de tal manera que mi saber de mí, es un saber del mundo presente. El enigma es revelación del presente porque en el presente me voy haciendo y me voy mostrando, voy emergiendo en el aquí de este mundo para lograr una forma de estar y habitar esta realidad, de tal manera, que la religación es religación a una realidad en el aquí presente. El problema de Dios es un problema que afecta radical y formalmente a la constitución de la persona humana y, por consiguiente, no es un problema que formalmente concierna a un más allá.10

El ‘poder de lo real’ constituye un enigma en tanto que no sé qué va a ser de mí porque yo no tengo seguro nada, pero al mismo tiempo no sé qué pueda surgir de mí mismo. Es como si el misterio de lo que vamos siendo nos fuera revelado a partir de cada momento en que somos, pero cada momento se vuelve un enigma del siguiente. Estamos lanzados físicamente a algo indeciblemente enigmático. Por la religación estamos físicamente lanzados hacia la realidad que se ha apoderado de nosotros no de un modo ciego, sino por el contrario de un modo ostensivo y experiencial. Como el poder de lo real es enigmático, este enigma imprime su carácter a la realización de nuestra realidad personal: es el problematismo de la fundamentalidad. Nos hacemos

9

Cf. Ibid. p. 109. Cf. Ibid. p. 111.

10

10

problemáticamente porque estamos fundados en un enigma, el enigma del poder de lo real.11

Habitamos el mundo desde el enigma, tenemos necesidad de descifrarnos a nosotros mismos, de develar nuestro propio estar y habitar esta realidad. Esta necesidad de clarificación, de salir del estado de penumbra, es lo que nos lanza a indagarnos a nosotros mismos, a decodificar nuestra propia realidad personal desde los indicios más mínimos que alcanzamos a entrever en el horizonte de lo que es, ha sido y será nuestra propia vida. Enigma es ante todo un modo de significar lo real, pero no declarando lo que es sino tan sólo indicándolo significativamente, como lo hace un oráculo. Así dice Heráclito que el oráculo de Delfos no dice ni oculta nada, sino que solamente lo significa. Este modo de manifestar la realidad es lo que se llama aínigma, enigma. El enigma está constituido por una cierta ambivalencia de caracteres no fácilmente compatibles. Sin embargo el carácter de enigma no concierne tan solo al decir, sino que concierne a lo dicho mismo. Lo que se dice o manifiesta es enigma porque lo dicho, lo real, es enigmático.12

Hasta aquí las referencia en torno a Xavier Zubiri para abordar el tema del enigma y el misterio; así como el ‘poder de lo real’ para hablar de la experiencia constitutiva y fundacional de la persona; veremos ahora cómo se puede dar el acercamiento a la ‘voluntad de poder’ que para algunos estudiosos representa junto con ‘Así hablo Zarathustra’ las dos obras cumbres de la filosofía nietzscheana.

11 12

Cf. Ibid. Cf. Ibid, pp. 96-97.

11

3. El poder de lo real y la voluntad de poder. El ‘poder de lo real’ categoría Zubiriana, creemos, es en el fondo, la ‘voluntad de poder’ Nietzscheana; el enigma y misterio en que nos movemos nos religan al ‘poder de lo real’ de Zubiri, pero también a la ‘voluntad de poder’ que anunciaba Nietzsche. La ‘voluntad de poder’, que es la fuerza y el ímpetu de afirmar la expansión y desarrollo de todo aquello que existe y vive, en términos zubirianos, es ‘el poder de lo real’. Sí hay matizaciones y podemos encontrar una distinción que hace Zubiri respecto a la ‘voluntad de poder’ de Nietzsche: La ‘voluntad de poder’ no sólo es ‘voluntad de vivir’,

sino que es

fundamentalmente ‘voluntad de realidad personal’; la persona no sólo quiere vivir a un nivel básico, físico u orgánico, sino que quiere tener una vida personalizada, realizada, una vida con un sentido y un propósito personal que lo afirme y le dé identidad. No sólo se trata de seguir el impulso ciego de una ‘voluntad de vida’, sino de ser real, y a esto le llama Zubiri, ‘voluntad de realidad’; y a su vez, la ‘voluntad de realidad’ se vuelve ‘voluntad de verdad’ y ‘voluntad de autenticidad’, voluntad de ser un yo real verdadero y auténtico, un yo distinto de los demás; además, esta ‘voluntad de autenticidad’ en realidad nos conduce a una ‘volición de verdad real’. Hay que señalar que para Zubiri, hay tres momentos de verdad real: El primero: El momento ostensivo o manifestativo de realidad: El momento que más atendió Occidente desde los griegos. El segundo: La verdad como fidelidad. Es el sentido de verdad. Mientras para un griego verdad es ser así, para un semita verdad es: así sea (amén, de emeth, verdad). Tratándose del hombre, verdad es seguridad.

12

El tercer momento: El momento de efectividad: Se da en modo gerundial: es verdad real lo que ‘efectivamente está siendo’. Considerando este último momento como ‘dominante’ y que se nos presenta como la verdad real, Zubiri, nos dice que: En cada acción el hombre ejecuta una volición de verdad real de forma optativa, en forma de búsqueda, búsqueda de cómo se articulan las cosas reales en la realidad para poder optar por una forma de realidad. Esta es la fundamentalidad en que se sostiene mi ser persona en la realidad fundamento. Zubiri comenta que Bergson le ha llamado a esta experiencia: ‘Experiencia metafísica’. En cambio para él, se trata más bien de: ‘Experiencia de búsqueda de fundamento’, de la ‘fundamentalidad del poder de lo real’; y a esta experiencia le llamará: ‘experiencia teologal’. Pero enfatizará lo siguiente: “Lo teologal envuelve la versión al problema de Dios. Lo teológico envuelve a Dios mismo”.13 No es lo mismo hablar de una dimensión teologal que posee el hombre que lanza al hombre en búsqueda del fundamento de su propio ser persona, que lo teológico, en donde Dios tendría lugar.

4. La voluntad de poder y el poder de lo real como un dar de sí y un dar de suyo: El poseído por el misterio y el mal poseso. El sustantivo ‘auctoritas’ que significa ‘autoridad’ donde deriva el término autor/creador, nos remite en su origen al concepto de ‘augere’ que significa magnificar, hacer crecer.

13

Cf. Ibid. p. 108. 13

El autor-creador del universo, hace grande la creación, hace grande la vida, hace que crezcan las cosas, las magnifica, las hace buenas y bellas. La máxima autoridad ontológica es el verdadero ‘señor’, el ‘Kyrios’, este es el gran donante de realidad. Es el máximo Don. El dar que da todo lo que es dado. La fuente que funda todo lo que es fundado. El manantial inagotable de vida. El máximo bien que se desborda a sí mismo. El óptimo que sólo le cabe ser perfecto en todo. El poseído por el misterio, por ‘el poder de lo real’, y por ‘la voluntad de poder’, es aquel que es afectado por este ‘augere’, por el afán de magnificencia, de plenificación, de hacer crecer la vida. Además, posee una dimensión moral positiva en el sentido que se engrandece y se plenifica no sólo a sí mismo, sino a los demás; con ello da dignidad y autenticidad a cada hombre así como la naturaleza completa de la cual él es parte. También hace buen uso del poder y de la autoridad en tanto que habla de la responsabilidad de los que saben y el poder que les da este saber. El concepto de autoridad y su referencia con el saber lo encontramos en la alegoría de la caverna de Platón del libro VII de la República. Aquellos que se han liberado de la oscuridad y ascienden al mundo real conocen la verdad: “Quedé ‘desfallecido’ contemplando la verdad”. Dice Platón. También aplica lo que dice Octavio Paz acerca de la Esperanza: “Quien ha visto la Esperanza no la olvida. La busca bajo todos los cielos y entre todos los hombres”. Así pues, quien ha desfallecido por ‘el poder de lo real’ y ‘la voluntad de poder’, utiliza su saber para no perderse. Entonces se convierte en señor de sí. Pero no para revelarse, sino para ser uno. Tener señorío, autoridad, tener poder, es sentirse ligado a la fuente primigenia de la vida,

al ‘poder de lo real’, a la ‘voluntad de poder’, que representaría la

autoridad suprema. 14

Quien se mantiene en el ‘habitar primordial’ no puede perderse en el camino, dirá Heidegger. Quien se acuerda de su ‘origen primordial’ a donde pertenece, no puede caer en la ‘soberbia’, que es el ‘olvido del origen’. Menciona Hannah Arendt citando a san Agustín. El poseído por el misterio es aquel que tiene acceso al verdadero poder, en tanto que reconoce la verdadera autoridad, reconoce quién es el auténtico señor; emulando la actitud socrática cuando Sócrates dice: “Sé que lo que conozco es nada comparado con el conocimiento divino”. El poseído por el misterio, es dueño de sí, y sólo se puede dar porque se posee, porque hay poderío de sí y con ello la abundancia para dar de la buena voluntad de poder.14 El mal poseso, según Jorge Manzano, S.J. en cambio, vivirá una dimensión moral negativa de la autoridad en tanto que empequeñece, lastima, hiere, quita, despoja. En lugar de dar, arrebata, en lugar de engrandecer la creación, acaba con ella, la degrada. Usa el poder malo de la voluntad de dominio para su bien particular, para distinguirla del poder bueno de la verdadera ‘voluntad de poder’ que busca el bien no sólo de sí, sino el de todos. La voluntad de dominio tiene la característica de ser un poder avasallador, pasa por encima de los demás, es la opresión del hombre por el hombre mismo, nunca da de sí a los demás, más bien arrebata. La voluntad de dominio, la del poseso malo, es aquella que no da porque no hay abundancia, sino que quita porque en realidad hay carencia.15

14

Cf. Manzano, Jorge. Nietzsche: detective de bajos fondos. Ed. Iberoamericana, México; 2014. pp. 139-142. 15 Cf. Ibid. pp. 136-139.

15

En la posesión por el misterio, lo radical es la plenificación consecutiva de la persona en tanto que dueña de sí y apoderada de sí. A los nacidos en Cristo sólo les cabe ir de luz en luz, dice san Pablo. Zubiri, nos dirá que el tener poder personal, ‘ser suyo’ es apoderamiento de sí que nos permite ser agentes, actores y autores de nuestra realidad,16 convirtiéndonos en un ‘Petit dieu’. (Un pequeño dios).17 El Autor/creador tiene autoridad sobre sí mismo y participa de la creación de la realidad, de la creación del mundo. Se trata de plenificar la realidad, de hacerla crecer, de engrandecerla, de magnificarla. Pero este engrandecimiento que hace el autor/creador tiene que ver con su capacidad de entrega. No puede haber creación sin donación, sin entrega. El ‘dar de sí’, otro concepto zubiriano, nos remite al carácter donante o donacional de la persona, pues darse es optar por la entrega de mi realidad personal. El grado profundo que alcance de dominio de sí para su donación y el movimiento profundo de su optar, marcaran el tipo de realidad personal, social e histórica, y en este sentido se puede entender lo que dice Violeta Parra en voz de Mercedes Sosa, quien da cuenta de este carácter del ‘dar de sí’ cuando canta: ¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón. Nada está perdido mientras haya personas que ofrezcan lo más profundo de sí, mientras le den al mundo lo que ellas son. El mundo y la realidad están perdidos cuando el hombre queda encerrado en sí, cuando se niega en tanto apertura enigmática y se define como nulidad. ¿Habrá terminado el don de la creación?, o más bien, ¿no será que el don de la creación no ha terminado y este sigue dando porque el dar es imparable? 16 17

Cf. Zubiri, Xavier. Sobre el hombre. Alianza editorial, Madrid; 1986. pp. 591-592. Cf. Zubiri, Xavier. Naturaleza, Historia, Dios. Alianza editorial, Madrid; 1994.p. 380

16

La voluntad de poder es la virtud que da. Esto es, la voluntad de poder no se puede interpretar como querer el poder, al estilo de los caciques a la mexicana y de todos los tiranos de la historia, pues ella es el poder, sino como el exceso que da, que se da a sí misma. Altissimi donum Dei. (Don del Dios altísimo) (…) Para la religión: El hombre tiene una misión: Dominamini mundum: ser señores del mundo, que quiere decir; primero, que yo y todos disfrutemos del mundo (el placer fue un invento divino); segundo, hacer al mundo más bello todavía, en juego creativo, para que yo y todos disfrutemos más. La actitud es la de comunicar de la propia plenitud, el darse a sí mismo.18

5. A manera de síntesis entre las dos posturas filosóficas: Los conceptos clave de Nietzsche pueden ser también los de Zubiri, no que ambos empaten totalmente, sino que ambos abordan realidades comunes. A continuación señalo sólo algunos, que independientemente que tengan su propia problematización y profundización, en este esquema sólo se muestran en un inicial acercamiento: Conceptos clave

Conceptos clave

de Xavier Zubiri:

de Federico Nietszche:

El hombre como absoluto relativo. Voluntad

de

verdad

y

Ubermensh: súperhombre.

voluntad Voluntad de poder, voluntad de fuerza y

fundamento que me religa al poder de poderío universal que conduce la vida lo real.

en general.

En el terreno de la intramundanidad: Cobrar mi ser personal estando en el Amar la tierra, amar esta vida. mundo con los demás. En el campo de lo Experiencial-intelectivo: Inteligencia sentiente: probación física Recuperar a Dyónisos, los instintos y de la realidad-intelección de la realidad. 18

las pasiones. Fundirlo con Apolo, la

Cf. Ibid. p. 158.

17

razón. En el terreno de la acción personal: En las acciones optamos por la realidad El

súperhombre

anunciado

por

que queremos ser: desde la voluntad Zarathustra es acción. No pregunta, de verdad y de fundamentalidad. Con hace: No pregunta cómo subir la nuestras

acciones

buscamos

darle montaña, la sube.

sentido a nuestra vida. En cuanto al enigma y misterio del mundo: Se

trata

de

descifrar

el

mundo, La verdad es un ídolo de Occidente.

interpretarlo, asignar sentidos. No hay una verdad del mundo, pues éste está revelándose desde el misterio.

En cuanto al poder: El poder de lo real. Posesión

de

apoderamiento,

La voluntad de poder. sí,

ser

suyo, Voluntad de poder que guía al súper

personalización.

El hombre. (No se queda en el individuo

poder de lo real afecta a todos y a todo.

solamente, busca unirse con el uno primordial).

En cuanto a la religación: Estamos religados a la realidad, a las La religión en todo caso es de este cosas y a los demás, la religación es un mundo no del más allá. ‘Sólo creería en estar en el mundo y desde el mundo.

un Dios que sepa danzar’.

En cuanto a la corporalidad: Recupera

la

sensibilidad

corporeidad.

y

la Este cuerpo con sus instintos vitales y la fuerza de la pasión.

En ambos hay una crítica al logos occidental: Hace

una

crítica

conceptiva, logificante.

a

la

filosofía Afirmará el vivir por encima del pensar. Recuperar a Dyónisos.

En ambos hay crítica al cristianismo de cajón: Señalará que se ha especulado sobre Hablará de la decadencia de la cultura 18

Dios y se la ha visto como objeto, y valores cristianos que han puesto cuando en realidad tendría que haberse cargas visto como fundamento de lo real.

pesadas

sobre

el

espíritu

humano.

Hablará de una experiencia teologal La experiencia de la voluntad de poder vital en el hombre, una experiencia es la única válida que puede conducir personal por encima del logos que ha a la aparición del súperhombre, todo lo dominado en la experiencia del theos y demás es decadencia. que ha derivado en una teología conceptiva, y más bien habría que centrarse en la experiencia radical con lo real, que se expresa en la carta a los corintios de san Pablo: ‘No en el conocimiento del reino de los cielos, sino en el poder’. Finalmente: una estética a modo de renovación de la filosofía: Zubiri, nos dirá que el acceso a la Nietzsche,

nos

ha

dicho

Jorge

realidad también es gozoso en cuanto Manzano,S.J. en su libro: ‘Detective de tenemos la experiencia de la fruición de bajos fondos’, quiere que su mirada la realidad; tenemos la experiencia haga bellas todas las cosas.19 sensible de lo bello y clausurar esta dimensión es imposible, aunque la filosofía en ocasiones se centre en los argumentos racionales de una filosofía conceptiva y logificante.

19

Cf. Ibid. p. 130.

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Conclusión final: No he pretendido hacer una fusión de dos autores por mera curiosidad o morbo intelectual, sino porque son autores que me ayudan a dar cuenta de un proceso personal, pero sobre todo, porque se vinculan con lo que considero es uno de los temas vitales de un evento como éste en donde asisten distintas tradiciones religiosas y existe un objetivo común: Hacer más habitable y humano nuestro mundo desde la experiencia del theos; pero sobre todo, mi intención fue extender mi gratitud ante un gran profesor de filosofía que hacía filosofía con el cuerpo para que sus alumnos pudieran estar vinculados no sólo con conceptos filosóficos, sino también con la vivencia primordial que hacía surgir esos conceptos y cuyo mensaje principal fue: amar esta vida que se nos ha dado.

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Referencias bibliográficas: Arendt, Hannah. El concepto de amor en San Agustín. Ediciones Encuentro, Madrid; 2001. Aristóteles. Poética. Icaria editorial, Barcelona, 1998. Biblia de Jerusalén. http://ecatolico.com/la_santa_biblia_catolica.htm Cassirer, Ernst. Antropología filosófica, Ed. Fondo de Cultura Económica México, 1993. Davenport, Guy. Heráclito y Diógenes. Ediciones Tácitas, Santiago de Chile, 2012. Manzano, Jorge, S.J. Nietzsche: Detective de bajos fondos. Universidad Iberoamericana, México, 2004. Nietzsche, Friedrich. El nacimiento de la tragedia. Ed. Alianza editorial, Madrid; 1979. ________________. La voluntad de poder. Ed. Edaf, Madrid; 2000. Paz, Octavio. El laberinto de la soledad. Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1999. Platón. Diálogos VI : Filebo, Timeo, Critias. Ed. Gredos, Madrid; 1992. Platón. Diálogos IV : República. Ed. Gredos, Madrid; 1986. Platón. Diálogos. Ed. Porrúa, México; 2000. ____________. Sobre el hombre. Alianza editorial, Madrid; 1986.

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