La política exterior de la Revolución Bolivariana y Colombia

July 6, 2017 | Autor: Fernando Gerbasi | Categoría: Relaciones Internacionales
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Descripción

La política exterior de la Revolución Bolivariana y Colombia
Fernando Gerbasi
El Presidente Hugo Chávez ha diseñado y ha venido ejecutando un proyecto
geopolítico continental y mundial con la intención de consolidarse como
líder internacional del "socialismo del siglo XXI". Este plan
geoestratégico se propone la construcción de un nuevo mundo multipolar
basado en la creación de nuevos polos de poder que representen el quiebre
de la hegemonía del "imperialismo norteamericano". Para ello ha utilizado
la variable energética como puntal en la conformación de este nuevo mapa
geopolítico al tiempo que promueve iniciativas audaces en materia de
integración, cooperación financiera y todo un esquema de alianzas y redes
de apoyo con movimientos alternativos transfronterizos y transnacionales.

Se trata, por último, de la puesta en marcha de una acción internacional de
alto perfil estratégico, que no sólo maneja un discurso que representa un
punto de quiebre con los principios y valores que orientaron la política
exterior de Venezuela durante las décadas que van de los sesenta a finales
de los noventa, sino que también encarna la profundización y expansión de
los cambios en que se inspira la Revolución Bolivariana.

La política exterior desarrollada durante los diez años correspondientes a
los gobiernos del presidente Hugo Chávez, ha estado directamente vinculada
y refleja los avances logrados internamente por la Revolución Bolivariana
para llegar, de manera paulatina pero sistemática, a lo que el propio
Chávez ha denominado el "socialismo del siglo XXI". Ello, porque "la
evolución del proceso revolucionario bolivariano es indisolublemente
nacional-internacional" (Garrido, 2006:12), razón por la cual es
fundamental contemplar estas dos características en cualquier análisis que
se lleve a cabo. Hay un cambio en la concepción de la política
internacional. Ya no será materia de especialistas, sino que su agenda, en
cuya formación participará el pueblo, tendrá una orientación militante y
comprometida con el modelo socialista. Se tratará de la proyección hacia el
exterior de la política interior.

Esta política exterior se fundamenta en la confrontación entre dos polos
ideológicos: capitalismo versus socialismo. Y, "como propuesta única y
alternativa para Venezuela y el mundo, el "socialismo del siglo XXI" que
emana de la Revolución Bolivariana" (Gerbasi, 2008a:2). Consecuentemente
persigue por una parte, consolidar internacionalmente la revolución que se
adelanta al interior del país y por la otra, colocar a Chávez como líder
indiscutible de la izquierda internacional. En definitiva, en la Venezuela
de hoy, la política exterior obedece al proyecto político personalista y
autoritario del Presidente de la República, por lo que responde a sus
propios intereses y no a una política del Estado venezolano. (Gerbasi,
2006:1).

Tres etapas claramente determinadas en el tiempo, constituyen los rasgos
fundamentales de ésta política adelantada por la revolución bolivariana. La
primera ocupa el período que va desde 1999 hasta finales del 2004; la
segunda del 2004 hasta finales del 2007 y la tercera desde el 2007 hasta
nuestro días. Ellas son claramente reconocibles por sus objetivos y fines y
están perfectamente delineadas en documentos oficiales, ya sean producidos
por el propio presidente Hugo Chávez o por su gobierno. Además, en los
tres casos están vinculados con la evolución política interna en Venezuela,
en particular con los procesos de avance revolucionario determinados por el
propio presidente de la república.

La primera etapa en la política exterior (1999 – 2004).
La primera etapa se inicia con el primer gobierno de Chávez en febrero de
1999 y concluye en noviembre de 2004. Ella está contenida en el Plan de
Desarrollo Económico y Social 2001-2007, el cual, en su capítulo
correspondiente al "Equilibrio Internacional", determina los objetivos
básicos de la política exterior a ejecutar cuya finalidad principal y
global no era otra que fortalecer la soberanía nacional y promover un
mundo multipolar. Con tales fines, la estrategia internacional diseñada en
el Plan pretendía impulsar la multipolaridad de la sociedad internacional,
mediante la disminución de la concentración del poder de las grandes
potencias en los organismos internacionales favoreciendo la participación
concertada y más democrática de los países en desarrollo en la toma de
decisiones; la promoción de la integración latinoamericana y caribeña; el
fomento de la cooperación internacional entre los países en desarrollo con
el fin de lograr un diálogo coherente y firme con los países desarrollados
a fin de consolidar y diversificar las relaciones internacionales; la
ampliación de nuestras exportaciones no tradicionales añadiendo valor a las
tradicionales y finalmente, a través de la promoción de un nuevo régimen
de seguridad integral hemisférico, desarrollar los espacios multipolares a
través de una nueva doctrina de las Fuerzas Armadas a nivel regional.

En términos generales se puede señalar que esta fue una etapa "inicial de
observación y reconocimiento" (González, 2006:161), la cual no implicó
cambios bruscos con los principios y valores que hasta ese entonces habían
configurado la política exterior democrática venezolana. Además, el
servició exterior, brazo ejecutor de esa política, se mantuvo bastante
intacto y respetado por el régimen. No obstante, hubo innovaciones como la
defensa, sin mayor éxito, de la democracia participativa en la Cumbre de
las Américas de Quebec, o los primeros acuerdos suscritos con Cuba en el
2000, o la postura ambivalente ya mostrada frente a la CAN en aras de un
acercamiento político al Mercosur.

En lo interno fueron años de crisis política, - breve ausencia del poder
del presidente en abril del 2002-, profunda polarización y violencia
política, particularmente durante el 2002 y el 2003, lo que llevó a que la
comunidad internacional, en especial la americana, se preocupara al
respecto y promoviera, a través del Secretario General de la OEA, del
Centro Carter y del Grupo de Países Amigos (Brasil, Estados Unidos, Chile,
México, España y Portugal), una salida pacífica, democrática,
constitucional y electoral, la cual desembocó en el referéndum revocatorio
presidencial de agosto de 2004. Chávez, quien a mediados del 2003 se
encontraba con su popularidad en su punto más bajo, ganó tiempo por
distintas y diversas vías e impulso, con la ayuda y asistencia del
Presidente Fidel Castro y los médicos cubanos y otros técnicos que éste le
enviara, un amplio programa de asistencia social conocido como las
"Misiones" que a todas luces le facilitó y le dio el triunfo electoral en
el mencionado referéndum.

Como consecuencia de la evidente simpatía del presidente Chávez por la
guerrilla colombiana y su rechazo a la "oligarquía" de ese país, las
relaciones colombo venezolanas comenzaron a sufrir desde 1999, en lo
diplomático y político, un importante deterioro en beneficio de una
importante intensificación de la cooperación con Brasil (Boersner 2008:5).



La segunda etapa en la política exterior (2004 – 2007).
Como consecuencia del triunfo alcanzado en el referendo revocatorio
presidencial de agosto de 2004 y las elecciones regionales de octubre del
mismo año, el Presidente Chávez convocó el 12 y 13 de noviembre de 2004, en
Fuerte Tiuna, Caracas, sede de la Fuerza Armada venezolana, a un Taller de
Alto Nivel organizado y dirigido personalmente por él, con la finalidad de
fundar "los diez grandes objetivos estratégicos" (TAN 2004:21) sobre los
cuales se sustentaría la Nueva Etapa, destinada a conformar un hombre
nuevo hecho a imagen y semejanza de la Revolución Bolivariana. Los triunfos
electorales le daban, según su criterio, mandato para profundizar la
revolución, tanto a nivel nacional como internacional. La intención
esencial era consolidar el proceso revolucionario bolivariano y para ello,
cada uno de los diez objetivos específicos definidos por Chávez tenía que
tomar en cuenta lo internacional para evitar rupturas o interferencias
procedentes del exterior.

Por lo tanto, en el campo internacional y según las propias palabras del
presidente, era imprescindible tomar en cuenta los cambios geopolíticos que
se estaban dando en el mundo, tales como la consolidación de la Unión
Europea y el fortalecimiento del Euro que según su visión conducirían al
debilitamiento de la posición de los Estados Unidos y por tanto
favorecerían la multipolaridad. En relación a las repúblicas ex socialistas
de Europa oriental, señalaba que en ellas aún estaba presente el germen del
socialismo y de la lucha por la justicia social, por lo que "Ahí quedó una
semilla que ahora parece que está rebrotando" (TAN 2004:24).

Para el presidente Chávez existían cinco polos de poder: Europa, Asia,
África, Norteamérica y Sudamérica, por lo que era necesario que la
política exterior reflejara la consolidación de la revolución a través
de nuevas alianzas geopolíticas y estratégicas con otros países,
determinando un cuadro de alineaciones, ora a favor del Gobierno de Bush,
ora a favor de Chávez. Enfatizó, entonces, el nuevo papel que estaban
desempeñando la China y la India, en el contexto internacional, como
consecuencia de su crecimiento económico y expresó su solidaridad con
África, especialmente con Libia, Argelia, Nigeria y Sudáfrica. Igualmente
destacó el fortalecimiento de las alianzas bilaterales con los países que
integran la OPEP. Con respecto a los Estados Unidos, señaló que la
coyuntura era favorable para su revolución y para trascender al
capitalismo, y en cuanto a la importancia internacional de la revolución
concluyó, "Hace tres años atrás éramos Cuba y Venezuela, a nivel de
gobierno, y ahora cómo ha cambiado la situación". (TAN 2004:25)

En relación a la América Latina expresó que existían dos ejes, uno
bolivariano y otro monroista, "se han venido definiendo dos ejes
contrapuestos, Caracas, Brasilia, Buenos Aires (...) sobre el cual corren
vientos fuertes de cambio (...) [y que] el Imperio – según su criterio – va
a tratar de debilitarlo siempre o de partirlo, incluso". En tanto que,
"existe el otro eje, Bogotá-Quito-Lima-La Paz-Santiago de Chile, (...)
dominado por el Pentágono". Concluyó señalando que "ése es el eje
monroista, y nuestra estrategia debe ser quebrarlo y conformar la unidad
sudamericana" (TAN 2004:25). En cuanto al conflicto interno colombiano
reconoció que ese era un asunto de Colombia e impartió la siguiente
instrucción, "Ninguno de nosotros está autorizado para abrir canal alguno
de comunicación con la guerrilla colombiana, nadie debe hacerlo, nadie"
(TAN 2004:26).

Al referirse a la Nueva Estrategia Militar Nacional, asigna como tareas
para la Fuerza Armada una mayor relación con las misiones sociales cubanas
y una mejor relación con fuerzas armadas amigas en Latinoamérica, pero,
previene sobre la necesidad de prepararse para abandonar los métodos
convencionales y aprender de la experiencia de la lucha guerrillera con
asistencia de los ex guerrilleros venezolanos. (Aguiar, 2005:15) Considera
que confrontará una guerra asimétrica con el imperio, cuyo teatro de
operaciones hipotético, sería en la zona fronteriza con Colombia. Por todo
lo anterior, para Chávez, en ese momento era imprescindible "Continuar
articulando la red internacional de apoyo a la revolución
bolivariana….Incrementar el apoyo ciudadano e institucional en el exterior"
(LNE 2004:20).

Para seguir impulsando el nuevo sistema multipolar internacional, que era
el objetivo Nº 10 del Mapa Estratégico, propuso varios objetivos
específicos, entre los cuales conviene destacar los siguientes: promover la
multipolaridad, equidad y democracia en las relaciones internacionales;
continuar impulsando el ALBA creada el 14 de diciembre de 2004 con Cuba;
fortalecer los proceso de integración latinoamericanos; continuar
articulando la red internacional de apoyo a la revolución bolivariana y
mejorar la imagen internacional del país; diversificar las relaciones
internacionales de Venezuela; promover la defensa de los derechos humanos;
profundizar la democracia participativa y protagónica como modelo de estado
y proyectarla al mundo y al continente.

En este marco conceptual y utilizando el petróleo como palanca fundamental
de su accionar internacional, el presidente Chávez lanzó una serie de
importantes iniciativas tales como Petrocaribe (29 de junio de 2005),
Petrosur (marzo de 2005) y Petroandina (18 de julio de 2005), así como
Petroamérica, que está destinada a promover el establecimiento de
mecanismos de cooperación sobre la base de los recursos energéticos de la
América Latina y el Caribe. (Arellano, 2008:3).

Además, profundizó o dio inicio a nuevas alianzas como fue el caso con
Irán, Bielorrusia, China y Rusia, conjuntamente con aquellas propias a la
región como con Cuba, al igual que con Argentina y Brasil en el marco del
eje bolivariano. En tal sentido, en el 2006 denunció la participación de
Venezuela en el Grupo de los Tres y de la Comunidad Andina de Naciones y se
adhirió al Mercosur; además, siguió impulsando el ALBA. Por otra parte, fue
evidente el apoyó que dio, en algunos casos con éxito, a candidatos
aspirantes a la presidencias de sus países que en nuestra región comulgaban
con sus ideas, así como logró movilizar a su favor seguidores en diferentes
países, como los piqueteros de Argentina, el Movimiento de los Sin Tierra
en Brasil, los grupos indigenistas en Bolivia y Ecuador, y sectores de los
zapatistas en México (González, 2006:170). Ciertamente, mucho de lo
anterior encontraba su razón de ser en su discurso de constante y
permanente confrontación con el gobierno de George W. Bush, así como con
aquellos gobiernos que a su juicio eran aliados del imperialismo
norteamericano como ocurrió con el Primer Ministro Tony Blair o con el
Presidente Vicente Fox y otros.

La tercera etapa en la política exterior a partir de 2007.
En diciembre de 2006 el Presidente Chávez fue reelecto presidente con una
amplia mayoría. Para dar cumplimiento a un ofrecimiento hecho al momento de
inscribir su candidatura, en agosto de 2007 presento una propuesta de
reforma a 33 artículos de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela ante la Asamblea Nacional, que la amplió a 69 artículos y
posteriormente fue rechaza por referendo popular el 2 de diciembre de 2007.
A pesar de esta derrota, la Asamblea Nacional aprobó pocos días después,
sobre la base del Plan de Desarrollo Nacional 2007 – 2013, el Primer Plan
Socialista Simón Bolívar que contiene en mucho elementos sustantivos de la
reforma constitucional; en particular su capítulo séptimo que está dedicado
a la "Nueva etapa de la Geopolítica Mundial".

Al presentar la exposición de motivos del proyecto conducente a una reforma
constitucional en la Asamblea Nacional, el presidente Chávez delineó
claramente la idea del enfrentamiento de dos polos ideológicos, tanto a
nivel regional como mundial y como única opción viable el socialismo del
siglo XXI. De allí se desprende que el interés internacional de su gobierno
es establecer primariamente relaciones internacionales basadas en un
intercambio político-ideológico como primera bandera, por encima de los
intereses económicos, con países que compartan la postura antiimperialista.
Su palanca de negociación ha sido y será siempre el petróleo.

Según el Presidente, la política internacional estaría basada en los
principios de solidaridad en la búsqueda del bien común y como garantía de
la supervivencia; la responsabilidad de todos en el bien colectivo; la
participación protagónica del pueblo; la complementariedad para lograr la
unidad, entendiendo que cada una de las partes de dicha unidad tiene
características que le son propias, pero que irán orientadas hacia un fin
común.

Para lograr sus objetivos el interlocutor principal serían las
organizaciones y grupos sociales, facilitando el sistema de relaciones
entre ellas y de éstas con los gobiernos, en especial las que hacen vida en
países con pensamiento contrario al socialismo. La idea es fomentar un
mundo pluripolar que trascienda al multipolar, basado no en el libre
comercio sino en mecanismos de integración política y cultural como el
ALBA, Unasur, Petrocaribe y otros, para construir un bloque
latinoamericano de poder.
La nueva etapa de la geopolítica mundial se traza tres objetivos claramente
definidos:
1.- "Fortalecer la soberanía nacional acelerando la conformación del bloque
geopolítico regional y de un mundo multipolar.
2.- Diversificar las relaciones políticas, económicas y culturales, de
acuerdo con el establecimiento de áreas de interés geoestratégicas.
3.- Profundizar el diálogo fraterno entre los pueblos; el respeto a las
libertades de pensamiento, religión y la autodeterminación" (PPS 2007:43).

Para llevar a cabo este proyecto, se parte de la creación de un Estado
socialista en Venezuela que progresivamente se proyecte al mundo entero. Al
señalar a Latinoamérica y el Caribe como un área de interés geoestratégica
para Venezuela, enfatiza la voluntad de neutralizar las actividades del
imperio a través del fortalecimiento de la solidaridad y de la opinión
pública con los movimientos sociales alternativos en los diferentes países
de la región, es decir las agrupaciones campesinas, indígenas, las
entidades cooperativistas, los movimientos sociales de cualquier naturaleza
o incluso los llamados "intelectuales progresistas" incluyendo aquellos de
los Estados Unidos. En la práctica esto se ha logrado mediante la relación
directa Gobierno-organizaciones de la sociedad civil. (Cobo 2008:3) En
otras palabras, la diplomacia que debía privar, es decir la tradicional
Estado – Estado, ha sido remplazada por la del proyecto político –
sociedad organizada. Lo que se persigue es crear una zona de hegemonía
"revolucionaria" venezolana directa e incuestionable en la región (Boersner
2008: 7) o lo que en ocasiones el gobierno nacional califica como la
conformación de un bloque latinoamericano de poder.

Hay que señalar que durante los primeros seis meses del año 2009 el
Presidente Chávez ha acelerado, con base al Primer Plan Socialista Simón
Bolívar, el proceso de transformación de la sociedad venezolana hacia el
llamado socialismo del siglo XXI. En efecto, un conjunto de leyes adoptadas
por la Asamblea Nacional o que están bajo estudio por ésta se elaboran
sobre la base de los criterios contenidos en dicho Plan. En realidad,
Venezuela va rápidamente a ser una reproducción de lo que ha sido y es
Cuba. Ciertamente la radicalización interna del régimen venezolano tendrá
consecuencias, posiblemente en la misma dirección en su política exterior,
lo que tendrá efectos en el entorno geopolítico regional.

La Revolución Bolivariana y Colombia.
A raíz del fallido golpe de Estado del 4 de febrero de 1992 y con la
intención de justificarlo, el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200,
fundado por el propio Chávez en 1982 y el cual reclutó oficiales y
suboficiales para la intentona golpista, emite, desde la cárcel de Yare,
cerca de la ciudad de Caracas, un documento publicado por el diario El
Globo, en su edición del 28 de marzo de 1992 (Area 2001:433-439), en el que
comienzan exigiendo la paralización de todas las negociaciones con Colombia
que adelantaba el gobierno del Presidente Carlos Andrés Pérez, pues
consideraban que éste no contaba con el apoyo nacional, ni con la
"legitimidad necesaria para representarla y comprometerla en temas que
atañen los más altos y sagrados intereses de la Patria" (Area 2001:433).

En el extenso documento se ataca duramente toda la política que venían
adelantado ambos gobiernos a partir de la firma del Acta de San Pedro
Alejandrino de marzo de 1990, y se pide la destitución de todos los
comisionados presidenciales venezolanos miembros para ese entonces de la
COPAF y de la CONEG. Se culpa a Colombia de presionar indebidamente a
Venezuela, particularmente al amenazarla, según ellos, de querer llevar a
terceras instancias la delimitación de áreas marinas y submarinas.

Para la proyección geopolítica regional y la subsistencia del proyecto
socialista promovido por la Revolución Bolivariana, Colombia es una pieza
fundamental. Consecuentemente, la confrontación ideológica de Chávez no es
frente a tal o cual gobierno legalmente constituido en Colombia sino frente
al sistema Colombia, es decir, frente a lo que él denomina las "oligarquías
colombianas". Indudablemente dos concepciones ideológicas se contraponen,
en especial en lo que se refiere al ejercicio y ejecutorias democráticas,
las relaciones regionales, el equilibrio geopolítico y finalmente, en
cuanto al rol del comercio internacional como elemento dinamizador del
desarrollo económico-social interno (Gerbasi 2008c:5).

A ningún observador advertido escapa el hecho que si bien las relaciones
bilaterales colombo-venezolanas han estado signadas históricamente por
momentos de tensión y luego de fraterno entendimiento, estos últimos diez
años se han caracterizado particularmente por crisis profundas recurrentes
que en ciertos momentos han puesto en verdadero peligro un mínimo
entendimiento entre las dos naciones. Las causas de ello lo encontramos
esencialmente en las diferencias ideológicas que separan a Chávez de la
estamento político, empresarial y militar colombiano pero también en otros
aspectos de especial relevancia tales como que las relaciones bilaterales
son manejadas prioritariamente a nivel de presidentes dejando de lado los
mecanismos diplomáticos tradicionales lo que se ha traducido en un grave
desmantelamiento del andamiaje institucional armado a partir de 1990, por
lo que mayoritariamente funcionarios colombianos no tienen acceso, como en
el pasado, a sus contrapartes venezolanas. En fin, las relaciones entre los
dos países se han convertido en un ejercicio hasta cierto punto
desgastante, conflictivo, personalista, no cooperativo, de desconfianza
mutua, de amenazas y extorsión bilateral y con las fronteras que continúan
abandonadas (Area 2009:37).

Otro factor que influye dramáticamente en las relaciones bilaterales lo
constituye los Estados Unidos. Por una parte está la política de
confrontación del presidente Chávez con el "imperialismo norteamericano", y
por la otra, las relaciones especiales de los Estados Unidos con Colombia y
la existencia del Plan Colombia que es percibido como una amenaza latente
para la revolución bolivariana, lo que conduciría a una guerra asimétrica
contra el imperio norteamericano y su aliado Colombia.

Pero de todos y sin lugar a dudas, el factor de mayor perturbación en las
relaciones bilaterales ha sido las relaciones equívocas, ambiguas y dudosas
que a lo largo de estas dos últimas décadas se han tejido entre el
presidente Chávez o miembros de su gobierno con las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC -EP). El propio Raúl Reyes le declaraba a
un importante periodista venezolano que habían mantenido distintos niveles
de comunicación con Chávez antes de que éste fuera presidente y afirmaba
enfáticamente, para definir a Chávez, que eran "Igualitos. Nosotros somos
hermanos de Venezuela" (Garrido 2008:38).

Lo cierto es que el 9 de febrero de 1999, a los pocos días de haber tomado
posesión el presidente Chávez se declaró neutral ante el conflicto
colombiano lo que provocó, inmediatamente, gran preocupación y revuelo en
Colombia pues se rompía, de alguna manera, con la lógica de la relación
Estado – Estado a través de los gobiernos constitucionalmente constituidos.
Además, esa declaración conducía indefectiblemente a un posible
reconocimiento del status de beligerancia de la guerrilla colombiana, lo
cual era sumamente grave por su vasta repercusión internacional.

Por razones de carácter estratégico, actitud muy propia de su formación
militar, Chávez ha mantenido a lo largo de los años una postura
profundamente ambigua e insincera frente a las FARC, razón por la cual y
frente a constantes acusaciones de favorecer la presencia de la guerrilla
en territorio venezolano, declaró a los periodistas el 10 de noviembre de
2004, en la Cumbre Presidencial de Cartagena de Indias, lo siguiente "Les
juro por Dios y mi madre santa que si yo apoyara a la guerrilla, no tendría
cara para venir aquí. Yo soy un hombre de honor. Si apoyara a la guerrilla
colombiana tengan la seguridad de que lo diría, no lo escondería, no apoyo,
ni he apoyado jamás ni apoyaré jamás a la guerrilla colombiana, ni a
movimiento subversivo alguno contra gobierno democrático alguno, de ninguna
manera" (MRE 2004).

A pesar de tan pomposa declaración, a los pocos días se daba inicio,
primero soterradamente y luego de manera abierta, a una de las crisis más
importantes vividas entre ambos países durante el régimen de Chávez. Nos
referimos a la captura, el 13 de diciembre de 2004, en plena zona céntrica
de Caracas de Rodrigo Granda, conocido como el canciller de las FARC, quien
había asistido los primeros días de diciembre al Encuentro Mundial de
Intelectuales y Artistas de la Humanidad y luego al II Congreso Bolivariano
de los Pueblos, en el que intervino denunciando los aspectos negativos del
Plan Colombia en la región y acusando a la CIA de participar en él (Gerbasi
2008:6 y 7). Granda no estaba de paso por Venezuela, está más que
demostrado que poseía documentación venezolana y que incluso estaba
inscrito en el Registro Electoral lo que le permitió participar en algún
proceso electoral venezolano.

La crisis provocada por la captura de Granda que llevó al gobierno
venezolano a cerrar la frontera y paralizar los proyectos de interconexión
que se adelantaban entre los dos países, se debió, esencialmente, a la
forma y manera como se realizó la captura en territorio venezolano con la
complicidad de agentes corruptos venezolanos para ser luego presentada como
una detención policial en la ciudad de Cúcuta. Por su naturaleza y
consecuencias así como por las acciones que podía provocar, ha sido
comparada por algunos analistas con la del Caldas; "ello, porque en vez de
reconocer ambos gobiernos los errores cometidos, tratar de esclarecer los
hechos y asumir sus responsabilidades, suspendieron los mecanismos de
fomento de medidas de confianza existentes entre ambas naciones, y
afectaron el comercio bilateral, en aras de la defensa de sus propios
proyectos políticos: la política de seguridad democrática y el proyecto
político revolucionario bolivariano" (Gerbasi 2008:7). La crisis sólo se
resolvió un mes y medio después por la intervención del Presidente Castro a
solicitud del Presidente Uribe.

A mediados de 2007, el Presidente Alvaro Uribe, en la búsqueda de un
acuerdo de canje humanitario con las FARC, a fin de lograr la liberación
de cuarenta y siete secuestrados en manos de las FARC a cambio de la
liberación de un grupo de guerrilleros presos en las cárceles de Colombia,
decide nombrar al Presidente Chávez como facilitador. Este nombramiento
tuvo consecuencias imprevisibles en las relaciones bilaterales por la
personalidad y fines políticos que persigue el Presidente Chávez. Durante
tres meses condujo sus responsabilidades de manera heterodoxa y alejada de
la debida confidencialidad; además, demostró en todo momento una clara
inclinación por los planteamientos de las FARC. Esto motivó que el
Presidente Uribe lo relevara de estas responsabilidades el 21 de noviembre
de 2007 lo que provocó inmediatamente una airada e incomprensible reacción
de Chávez que puso en peligro las relaciones bilaterales. De inmediato
resolvió "congelar" las relaciones y para ello retiró a su Embajador en
Bogotá y marginó completamente a los representantes diplomáticos
colombianos en Caracas. En un movimiento político que no se comprendió en
todo su alcance en el momento, las FARC decidieron entregar, de manera
unilateral e incondicional, un grupo de secuestrados al Presidente Chávez.

Consecuentemente y con motivo de su mensaje a la nación ante la Asamblea
Nacional y el cuerpo diplomático acreditado en Caracas, el 11 de enero de
2008, el presidente Chávez solicitó el retiro de las guerrillas colombianas
de las listas de organizaciones terroristas elaboradas por los países
desarrollados a raíz de los acontecimientos de las torres gemelas de Nueva
York y les reconoció el carácter de fuerza beligerante; todo ello con la
finalidad de obtener un mayor reconocimiento y apoyo internacional a favor
de las FARC. Esta postura fue seguida por declaraciones favorables a las
FARC de altas autoridades gubernamentales y políticas venezolanas afines al
Presidente Chávez; los chavistas se declararon en esos momentos
abiertamente favorables a ese grupo guerrillero y se constató la existencia
de una alianza estratégica entre dicha organización y la Revolución
Bolivariana que sería corroborada pocos meses después.

Todo este proceso de varios meses de falsos entendimientos gubernamentales
seguidos de duros enfrentamientos y defensa a ultranza de las FARC por
parte del régimen chavista, encontró su auge a raíz del ataque por parte de
Colombia al campamento que en territorio ecuatoriano protegía al segundo
Comandante de las FARC, Alias Raúl Reyes, al que dieron muerte ese 1º de
marzo de 2008. Este ataque generó un serio conflicto entre Colombia y
Ecuador pues este último país consideraba, y aún lo hace, que su soberanía
territorial había sido violada y encontró en el Presidente Chávez un aliado
incondicional. Por tal motivo, el presidente venezolano asumió un conjunto
de duras decisiones en contra de Colombia comenzando por el envío de diez
batallones de la Fuerza Armada Bolivariana a la frontera al tiempo que puso
en estado de alerta a la fuerza aérea, expulsó a todos los diplomáticos
colombianos acreditados en Venezuela, cerró la Embajada en Bogotá y
repatrió al personal diplomático que aún permanecía en ese país y
finalmente cerró la frontera al comercio bilateral, aunque posteriormente
se abrió de manera selectiva para dar paso a alimentos perecederos y
medicinas. Estas decisiones, en particular la de la movilización militar a
la frontera nos colocó en una situación prebélica de altísima gravedad.

Sorpresivamente el gobierno colombiano comenzó a dar a conocer
paulatinamente un conjunto de documentos encontrados en las computadoras y
pen drives de Raúl Reyes que comprometían al Presidente Chávez, a algunos
de sus ministros, cercanos colaboradores y diputados a la Asamblea Nacional
con las FARC. Estos documentos indicaban que la organización guerrillera
había alcanzado con el Presidente Chávez una alianza estratégica destinada
a darse apoyo mutuo en el campo internacional y fortalecer el proyecto
geopolítico regional de la Revolución Bolivariana. Tal era el grado de
comprometimiento que de ellos emanaba que el Presidente Uribe se atrevió,
quizás en un arrebato de ira, a amenazar de llevar a su colega ante la
Corte Penal Internacional por patrocinio y financiación de genocidas. Esta
amenaza no encontró eco entre varios de los integrantes de la Comisión
Asesora de Relaciones Exteriores colombiana. No obstante, ella tuvo un
efecto político y más aún cuando asomó la posibilidad de recurrir al
Consejo de Seguridad de la ONU con base a la Resolución 1373, que trata de
la lucha concertada de los países contra el terrorismo.

Lo cierto es que la semana del 1º al 7 de marzo de 2008 fue la peor en las
relaciones bilaterales, y la confrontación sólo se pudo resolver en el
encuentro presidencial del Grupo de Río, que por casualidad se celebró el 7
de marzo en la ciudad de Santo Domingo, debido a la intervención amistosa
de varios presidentes y del Secretario General de la OEA. No obstante, la
desconfianza aún prevalece entre los dos presidentes y existe el temor, a
ambos lados de la frontera, que cualquier circunstancia anodina o no,
reviva las fuertes tensiones que ideológicamente separan en las actuales
circunstancias a ambos países.

La delimitación de las áreas marinas y submarinas en el Golfo de Venezuela,
por ser vital para nuestro país, siempre ha sido objeto de trato especial
en Venezuela, mientras que en Colombia la opinión pública no le brinda la
misma atención. Por ello, es fácil comprender que la publicación del
memorando secreto del Comisionado Presidencial venezolano, Francisco Nieves-
Croes, del 23 de marzo de 2009, por medio del cual se opone a una propuesta
alcanzada por Pedro Gómez Barrero y César Pavel Rondón, Presidentes por sus
respectivos países de la Comisión Negociadora para delimitar las áreas
marinas y submarinas, generó gran inquietud a nivel de juristas,
internacionalistas y estamento militar. El debate fue duro e intenso pero
de corta duración ya que el gobierno sustituyó a los tres comisionados
presidenciales venezolanos, lo que hizo pensar que la propuesta estaba
derrotada. Lo cierto es que la gran mayoría de los que opinaron sobre el
asunto consideraron la propuesta lesiva a los intereses de Venezuela y
totalmente contraria a la postura que históricamente ha defendido al
respecto.

Ahora bien, esta propuesta fue negociada a mediados del 2007, momentos en
que Chávez era designado como facilitador del acuerdo humanitario, por lo
que hay que verla y analizarla a la luz de la ejecución de su proyecto
geopolítico regional y mundial. El Presidente se refirió a una solución en
cuanto a la delimitación el 02 de septiembre del 2007 en su Aló Presidente
292. Periodistas cercanos al presidente venezolano como José Vicente
Rangel, el 13 de septiembre de 2007, en su columna "El Espejo" requería
cautela y pedía no mezclar la delimitación con el acuerdo humanitario y
Miguel Salazar, publicaba el 18 de octubre del mismo año una nota titulada
"El Golfo está negociado". (Area 2009:35 y 36). Se puede concluir que de
haberse firmado esta propuesta se le habría hecho un daño irreparable a las
fundamentales relaciones colombo-venezolanas, ya que se partía de la falsa
apreciación, al menos al otro lado de la frontera, que siendo Chávez el
hombre fuerte del país y vistas sus características de mando, le sería
fácil imponerla.

A pesar de todo, se incrementa el comercio bilateral.
A pesar de los cambios de humores presidenciales, de los temores
existentes que producen altibajos en las relaciones políticas bilaterales,
y de las constantes restricciones impuestas por las autoridades venezolanas
al comercio, no hay duda que como consecuencia de un buen entendimiento
entre los sectores privados de ambos países este comercio ha sido inmune a
todo ello. Tal es el caso que si bien se vio afectado a principios del
presente siglo, debido a las dificultades por las que atravesaban ambas
economías, desde el 2004 ha crecido de manera constante aunque
profundamente desequilibrada, pues por cada dólar que exporta Venezuela al
mercado colombiano importa 5,34 de ese país.

En el año 2008 el intercambio comercial bilateral alcanzó la importante
cifra de unos 7.200 millones de dólares, de los cuales unos seis mil
millones corresponden a las exportaciones colombianas y unos 1.200 a las
venezolanas. Las ventas colombianas a Venezuela adquieren una relevancia
fundamental frente a la crisis global y al hecho real que el mercado
norteamericano, - principal mercado para las manufacturas colombianas-
como consecuencia de la no aprobación del TLC por parte del congreso de ese
país se hace cada vez menos competitivo para los productos colombianos.
Pero para Venezuela esas compras también son esenciales, particularmente en
lo que se refiere a productos agroalimenticios, medicamentos y productos
industriales intermedios. De Colombia proviene un 28 a un 30% de lo que
importa Venezuela en el sector agroalimentario.

Por todo lo anterior, se hace más que necesario la pronta suscripción de un
acuerdo bilateral que regule el comercio pues, de conformidad con lo
establecido en la Comunidad Andina, CAN, las ventajas que ambos países se
otorgan estarán vigentes hasta el 26 de abril de 2011 a raíz de la salida
de Venezuela de ese proceso de integración subregional.

Conclusiones:
Colombia es una pieza esencial en el contexto del proyecto geopolítico
regional para favorecer la expansión de la Revolución Bolivariana. Por lo
tanto, el Presidente Chávez realiza ingentes esfuerzos para influir, de una
u otra manera, en la política interna colombiana y lograr la elección de
aliados que favorezcan el desarrollo del "socialismo del Siglo XXI".

El fortalecimiento de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA),
puede traducirse por mayores presiones sobre Colombia, en particular en lo
que se refiere a su lucha contra el narco-terrorismo. Estas presiones
pueden ser de carácter diplomático, legal o político, individual o
conjunto, por parte de países miembros del ALBA.
Finalmente se puede afirmar que frente a la confrontación ideológica,
imposible de resolver, la única manera de mantener unas relaciones
bilaterales armoniosas y lo menos conflictivas posibles es a través de una
gestión pragmática, que privilegie lo comercial y lo económico pues todo
indica que ese intercambio bilateral está por encima de los conflictos
ideológicos y no sujeto a vaivenes coyunturales. Además, mientras sea mayor
la comunidad de intereses, menos posibilidades hay de que ocurran actos
hostiles entre los dos países.


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