La poliorcética ibérica en el Sureste peninsular: el área central de la Bastetania Ibérica

June 29, 2017 | Autor: J. Coria Noguera | Categoría: Bastetania, Arqueología Ibérica, Sistemas Defensivos
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FORTIFICACIONES EN LA EDAD DEL HIERRO: CONTROL DE LOS RECURSOS Y EL TERRITORIO

LA POLIORCÉTICA IBÉRICA EN EL SURESTE PENINSULAR: EL ÁREA CENTRAL DE LA BASTETANIA José Carlos Coria Noguera - [email protected] Juan Alejandro González Martín - [email protected] Judit Martín Avilés - [email protected] Enrique Peregrín Pitto - [email protected] Andrés María Adroher Auroux - Universidad de Granada - [email protected] RESUMEN En este trabajo se dan a conocer los sistemas poliorcéticos de los principales oppida ibéricos y poblados fortificados de la zona central de la Bastetania ibérica, centrándonos en los yacimientos de Basti, Canto Tortoso, Cerro del Castillo, Cerro de la Cruz, El Cardal, Cerro del Almendro y Las Angosturas de Gor. Se analizarán los sistemas constructivos de los elementos defensivos y su disposición sobre el terreno en cada uno de los casos. PALABRAS CLAVE Bastetania, poliorcética, oppidum, control territorial, simbolismo ABSTRACT In this paper we will present the defensive structures of the main iberic oppida and fortified settlements in the central región of Bastetania, focusing on Basti, Canto Tortoso, Cerro del Castillo, Cerro de la Cruz, El Cardal, Cerro del Almendro and Las Angosturas de Gor sites. We will study the construction system of the defensive elements and its physical location in each case. KEYWORDS Bastetania, defensive systems, oppidum, territorial control, symbolism.

1. INTRODUCCIÓN La Bastetania ibérica comprende parte de las actuales provincias de Granada, Almería, Murcia y Málaga. En ella encontramos un modelo de poblamiento propio debido al carácter agreste del terreno y a las peculiaridades de los grupos étnicos allí establecidos. Existen unos oppida nucleares, que superan las 5 ha, y se ubican junto a los principales cursos hídricos de la región y que articulan el territorio a su alrededor a través de otros asentamientos de menor entidad, que tienen funciones específicas (comercial, minera, agropecuaria o mixta) que no superan una hectárea. Esta territorialidad se consolida con 432

diferentes santuarios ibéricos en las inmediaciones de los principales asentamientos que sirven tanto para cohesionar a la población como para delimitar las áreas de influencia de los poblados (fig. 1.1). La Bastetania utiliza un modelo defensivo basado en la construcción de murallas que rodean total o parcialmente un cerro amesetado o zonas en altura. A lo largo de su perímetro disponen de torres o bastiones macizos de planta cuadrangular, que junto a los vanos de las puertas, conforman los elementos poliorcéticos más característicos.

Fig. 1.

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2. BASTI (CERRO CEPERO, BAZA, GRANADA) Este yacimiento (UTM X: 524197 Y: 4152022) es un oppidum nuclear de 6 ha de extensión con ocupación desde el Bronce Final hasta época tardoantigua, con algún hiatus eventual, y situado a 794 m.s.n.m.. Del mismo conocemos al menos dos necrópolis, una de ellas, la del Cerro del Santuario, muy conocida en la historiografía peninsular (fig. 1.5) Respecto a su sistema poliorcético se ha documentado una muralla realizada en sillarejos de caliza dispuestos en pseudohiladas ligados con tierra y entre los cuales eventualmente encontramos ripios; en cuanto a la elevación ésta parece estar constituida de adobe a juzgar por los restos localizados en diversas intervenciones en el entorno de la muralla (Caballero Cobos, 2008) (fig. 2.1) Las excavaciones de los años 2005-2006 sacaron a la luz 5 hoyos de poste con algún resto de carbón de la madera anteriormente insertada (Fig. 2.4). Tales hoyos contenían dos paquetes homogéneos contemporáneos de apenas 10 cm de potencia, el superior de esquirlas de piedra y el inferior de aspecto terroso y rojizo; esta relación estratigráfica se ha interpretado como los restos del sistema de andamiaje para la construcción de la muralla. Respecto a los elementos poliorcéticos, se han documentado bastiones macizos en el Sur y en el Noroeste del yacimiento. El primer bastión está bastante arrasado y el segundo fue destruido al construir un carril de acceso al yacimiento. Suponemos que habría más bastiones que aún no se han localizado. Tampoco se han documentado puertas, pero se cree que debió de haber al menos dos. Una en la zona occidental, desde donde se accedería a la necrópolis, y otra en la zona meridional, donde el desnivel es menor (Caballero Cobos, 2008: 303). Nos encontramos por tanto ante un asentamiento con un lienzo de muralla en casi todo su perímetro, salteado irregularmente por bastiones macizos cuadrangulares (fig. 1.5). Al menos una parte de esta estructura se 434

mantuvo en funcionamiento tras la conquista romana, al igual que se ha documentado en numerosos oppida ibéricos, como Iliberri (Orfila 2011). Cabe recalcar que la funcionalidad de este asentamiento está relacionada con su alto control del territorio circundante y su posición estratégica en las redes de comunicación del sureste peninsular, ya que se encuentra en la vía de penetración que desde el puerto púnico de Baria permite acceder al alto Guadalquivir; tan es así que en la parte superior del templo romano se encuentran los restos de una atalaya medieval correspondiente al Reino Nazarí de Granada (Adroher et alii 2013) 3. CANTO TORTOSO (GORAFE, GRANADA) Se sitúa en el término municipal de Gorafe en la provincia de Granada (UTM X: 497937, Y: 4159827). Se encuentra en un área de altiplanicies con una alta concentración de asentamientos ibéricos. Tanto es así, que entre los cinco kilómetros previos a la confluencia del río Fardes con el Guadiana se pueden contabilizar hasta seis yacimientos protohistóricos. A su vez, Canto Tortoso, por su situación en altura respecto al resto paisaje (615 m.s.n.m.), controla visualmente un espacio de unos seis kilómetros al sur. Al Suroeste localizamos el yacimiento del Forruchu y al Este se encuentra Barranco el Moro, que al mismo tiempo esta precedido por Cerro Cepero. Según se desprende de los materiales recogidos en superficie presenta tres fases de ocupación, una primera relacionada con la Edad del Cobre, una segunda relacionada con el Bronce Final y una tercera fase, sin duda la más importante desde el punto de vista constructivo, que se corresponde con el siglo VI a.C. (González et alii, 1995). La muralla está documentada en casi todo su perímetro (1.286 metros), delimitando un espacio interno muy irregular, pues sigue perfectamente las curvas de nivel, definiendo una superficie de 1,5 ha. Un dato interesante

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Fig. 2.

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es que una de las barranqueras situadas en el lado occidental presenta un contramuro situado más abajo con el objeto de evitar que la degradación de la torrentera vaya escalando hasta alcanzar la muralla propiamente dicha. Este dato nos arroja una interesante información acerca de los problemas de erosión a los que debieron enfrentarse los pobladores de este asentamiento ya en el siglo VI a.C. La fortificación presenta dos accesos, el suroccidental y el noroccidental. El segundo está muy alterado y resulta difícil documentarlo en comportamiento estructural; sin embargo, el primero resulta altamente complejo y muy interesante. Se trata de un acceso en embudo, donde el flanco izquierdo de quien accede estaría todo el tiempo cubierto por la muralla, mientras el flanco derecho se desarrollar a partir de un brazo adosado al otro lienzo de la muralla definiendo un corredor entre los dos lienzos paralelos y curvos de unos 3 metros de anchura (fig. 2.6); no conocemos paralelos en la poliorcética protohistórica del mediodía peninsular, ya que los accesos a las fortificaciones ibéricas se presentan frecuentemente como un simple vano más o menos flanqueado por un par de torres. Esa es otra característica diferenciadora de Canto Tortoso, ya que, a pesar de conocer gran parte del recorrido de la muralla ésta no presenta ningún elemento poliorcético más complejo que el simple trazado de la muralla (sin torres ni bastiones). La situación de Canto Tortoso podría responder a un eslabón de asentamientos relacionados con el comercio púnico que se organiza desde el siglo VI a.C. entre el puerto de Baria y el Alto Guadalquivir a través del rio Almanzora y la hoya de Baza, pasando al río Guadiana Menor, y del cual formaría parte obviamente la propia Basti así como el Barranco del Moro, anteriormente citado. 4. EL CARDAL (FERREIRA, GRANADA) Yacimiento situado en las estribaciones septentrionales de Sierra Nevada (UTM X: 436

497092 Y:4115949), en un cerro amesetado a 1.235 m.s.n.m. y con una extensión total aproximada de 4.300 m2. Se trata de un poblado fortificado dedicado a la explotación del hierro de la zona, con ocupación fundamentalmente centrada en tres fases, una primera no relacionada con esta actividad extractiva, datada en el Bronce Pleno (como atestigua la presencia de material argárico así como de una tumba en cista), una segunda de época tardoibérica, posiblemente centrada en los siglos III y II a.C. y una tercera centrada en una recuperación parcial del uso de las estructuras ibéricas en la Alta Edad Media (fig. 1.3). El poblado cuenta con dos amurallamientos concéntricos, construidos principalmente con micaesquistos y, en mucha menor medida, con pizarras y cuarcitas. La muralla periférica, en la que no se aprecian indicios de otros elementos defensivos como torres o bastiones, ocupa la mayor parte del cerro, siguiendo las curvas de nivel y dibujando, en consecuencia, una elipse. En base a las zonas visibles y a la fosilización reflejada en los cambios de la pendiente de la ladera del cerro, parece presentar una anchura media de 1,8 metros. La puerta de acceso, constituida por un vano simple de ocho metros, se encuentra en la parte noroccidental de la muralla y no desarrolla sistemas de flanqueo (González et alii 2001). En el espacio que queda entre las caras occidentales de la muralla periférica y la interior se han documentado algunas estructuras que podrían corresponder a unidades domésticas o productivas pues en algunos casos se observan en superficie restos de paredes de hornos. Todas están adosadas a una u otra muralla, lo que nos lleva a pensar que entre ambas discurrió una calle, por lo que la distribución urbana en este sector del poblado debería estar organizada mediante terrazas delimitadas por la propia red viaria (fig. 2.7). En cuanto a la muralla interior, de una anchura media de 1,40 metros, delimita un espacio rectangular de 22 x 60 m y con una superficie de 1.320 m2. El grosor de sus lienzos varía entre uno y dos metros, siendo la parte

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menos ancha la correspondiente a la zona occidental. En cuanto a la puerta de acceso, está formada por un vano simple practicado en el lienzo Norte, de forma similar a como ocurre en la muralla perimetral. En la unión de los lienzos que constituyen la esquina noroccidental nos encontramos con una torre maciza cuyo sistema de construcción se estructura en torno a una serie de refuerzos sucesivos de la muralla original hasta alcanzar las dimensiones actuales. Dicha torre se ubica en el lugar donde hay una mayor visibilidad hacia los llanos colindantes. En su construcción observamos que hay dos fases, una primera maciza y una segunda que parece forrar la anterior; no sabemos si se corresponde con una técnica constructiva o se trata de un refuerzo como consecuencia de una segunda fase de ocupación ibérica. La torre es maciza, y presenta una altura conservada máxima de poco menos de un metro. Está construida con mampuestos calizos de origen autóctono, de estructura tabular muchos de ellos con una anchura que no supera los 30 cms. y algunas longitudes que llegan a los 90 cms. La torre presenta una estructura prácticamente cuadrada de 10 x 11 m. En lado opuesto a esta torre, en el ángulo noroccidental nos encontramos con una estructura que podría corresponder a una torre de planta trapezoidal cuyos muros son de mayor grosor que el resto de las estructuras interiores. Dentro de dicha torre encontramos estructuras que presentan estrés térmico, pero muy deterioradas como para poder discernir con claridad su funcionalidad, así como pudiendo haberse tratado de un uso secundario de este espacio que parece haber sido utilizado en la Alta Edad Media. El interior del recinto delimitado por la segunda muralla se encuentra nivelado, a diferencia del espacio entre muros, y en él se aprecia una gran habitación ubicada en el extremo oriental que pudo estar dedicada al almacenamiento del metal ya transformado, así como los restos de varias unidades domésticas. En el centro, excavada en la roca, encontramos una cisterna para el agua.

5. CERRO DEL ALMENDRO (HUÉSCAR, GRANADA) Yacimiento situado a 1.164 m.s.n.m., junto al actual pantano de San Clemente (UTM X: 533069 Y: 4194487). Se trata de un pequeño poblado fortificado situado sobre un cerro con una superficie de aproximadamente 0,2 ha delimitada por una muralla cuyo perímetro alcanza los 210 m aproximadamente. En base a los materiales hallados en superficie, hay indicios de ocupación desde el Cobre, pero el período de máxima ocupación corresponde a época ibérica, entre los s. III y II a.C. (fig. 1.4). La planta del poblado presenta una forma de riñón, cuyos lados Oeste, Sur y Este estarían defendidos por la muralla, mientras que la parte Norte quedaría definida por un muro de contención que al mismo tiempo ejerce de fondo de las unidades domésticas (Adroher et alii 2001); en realidad no podemos saber si éstas se apoyan a la cerca o se traban con ella ya que el nivel de erosión ha afectado especialmente a las zonas de contacto entre ambas estructuras. Este conjunto constructivo define una muralla no muy potente ya que la defensa tendría como base lo escarpado de la zona septentrional de la unidad geomorfológica donde se sitúa el asentamiento. En líneas generales, la muralla presenta una única fase constructiva, y tiene un ancho de dos metros en el extremo occidental que se va reduciendo hasta un metro en la parte oriental en la que la topografía indica la presencia de un posible bastión, que además sería el punto con mayor visibilidad de todo el yacimiento, lo que nos recuerda la función de la torre del caso anteriormente analizado de El Cardal, situada en la zona de mayor visibilidad potencial de la unidad geomorfológica. El desarrollo de la misma se amolda completamente a la configuración topográfica del terreno. Por su parte, existe una única puerta de acceso, que estaría situada en la zona central del lienzo Sur de la muralla, y consistiría en un vano simple, sin que, al menos por el momento, seamos capaces de ver en superficie si 437

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existen o no sistemas de flanqueo a este acceso al poblado. Frente a la puerta, y una vez que hemos accedido al interior del poblado, adosada al muro perimetral de contención, nos encontramos con una estructura de grandes dimensiones y planta trapezoidal de la que sólo se han conservado dos lienzos, y cuya técnica constructiva difiere de la del resto de estructuras del yacimiento; está formada por grandes bloques de piedra caliza unida a seco y sin ripios. Su posición y dimensiones llevan a pensar que esta estructura tendría un uso comunitario o de administración. El eje que forman la puerta y esta estructura divide el poblado en dos partes o barrios. El barrio oriental estaría compuesto por dos manzanas de unidades domésticas, adosadas a la muralla septentrional y al muro de contención ubicado en la ladera Norte, dejando entre ambas un gran espacio abierto. El tamaño de las estructuras de habitación no es homogéneo, y salvo en un caso, en ellas no se aprecia compartimentación interna ni entradas. En el barrio occidental nos encontramos con una cisterna excavada en la roca de planta rectangular de 9 x 4 m, y una única manzana de unidades domésticas adosadas a la muralla central frente a la que nos encontramos con un espacio abierto. Estas estructuras están en peor estado de conservación que las del barrio oriental, y su tamaño es también variable, con una orientación condicionada por la orografía del cerro. Planimétricamente nos encontramos pues con un poblado fortificado de calle central muy característico de algunos yacimientos ibéricos del levante peninsular donde este modelo ha sido definido. 6. CERRO DEL CASTILLO (MONTEJÍCAR, GRANADA) Situado junto al oppidum ibérico de Cerro de los Allozos, a una altura de 1.268 m.s.n.m. (UTM X= 455289; Y= 4158896), ubicado en la cabecera del río Guadahortuna. De aspecto cónico y dimensiones mucho más reducidas que su inmediato vecino 438

El amplio periodo de ocupación ha dado lugar a la presencia de materiales de un rango temporal que se extiende desde la Edad del Cobre hasta época Moderna. Si nos centramos en su fase de ocupación ibérica nos encontramos con una destacada estructura defensiva ubicada en la ladera Sureste. Se trata de un único lienzo de muralla con una longitud de aproximadamente 12 m y 2,5 m de grosor que llega a alcanzar los 3 m de altura en su zona noreste. El sistema constructivo se basa en colocación de sillarejo y mampuesto en hiladas horizontales; algunos mampuestos tienen una estructura geológica tabular similar a la que observábamos en la torre Noroeste del Cardal en Ferreira, de modo que en este caso se van alternando las hiladas de sillarejo grueso y mampuestos tabulares, buscando estabilizar las distintas hiladas en su elevación (fig. 2.5); aunque la erosión ha producido fuertes alteraciones en la composición y aspecto del paramento externo de esta estructura parécese adivinar que no fueron utilizados ripios en la construcción y que además parece que los mampuestos están a seco. Este poblado fortificado se encuentra ligado al oppidum de Cerro de los Allozos, del cual parece tratarse de una ampliación del control visual ya que desde este punto se domina un espacio mayor en el desarrollo del valle del Guadahortuna que el que se visualiza desde el oppidum nuclear. 7. LAS ANGOSTURAS (GOR, GRANADA) Se trata de un pequeño poblado fortificado situado a 1.169 m.s.n.m. (UTM X= 500777; Y= 4138521) controlando fuertemente el desarrollo del valle del río Gor. Fue objeto de excavaciones en los años 80; se documentaron dos fases de ocupación, una calcolítica y una segunda de época ibérica. Dado el perfil de los excavadores fue la primera el objeto de estudio principal y a ella se refieren las escasas publicaciones conocidas. Sin embargo la mayor parte del desarrollo estratigráfico así como de las estructuras actualmente visibles tras la excavación se corresponden con la fase ibérica. En este sentido el

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material visible en superficie nos habla de un asentamiento con escasa perduración entre los siglos III y II a.C., prácticamente contemporáneo a algunos de los poblados fortificados anteriormente analizados (El Cardal o Cerro del Almendro). Su ubicación parece estar relacionada con la conexión existente entre dos grandes oppida nucleares vecinos entre los cuales serviría de conexión, nos referimos al de Basti en Baza y al de Acci en Guadix. Presenta una muralla perimetral de aproximadamente 1,80 m de anchura media; posiblemente tenga un recorrido perimetral de 240 metros delimitando una superficie de 0,4 ha. El sistema constructivo es muy sencillo, doble paramento con núcleo, compuesto todo ello de mampuestos utilizándose para ello fundamentalmente cantos de rio, cuarcitas, esquistos y otros materiales metamórficos. Los mampuestos de los paramentos no son mucho más grandes que los que componen el núcleo de la muralla, por lo que no parece que se trate de una estructura de fuerte potencial defensivo. La muralla es lineal, y no hemos podido detectar ningún elemento poliorcético complejo, ni torres ni bastiones, ni tan siquiera sistemas de acceso; da la sensación en principio de que no cuenta con elementos añadidos, ni siquiera en la puerta que debiera situarse en el Suroeste de la meseta por ser el punto de más fácil acceso.

do como consecuencia del final de la II Guerra Púnica. Desde el punto de vista urbanístico tenemos una distribución de casas en terraza, organizada en las faldas septentrional y meridional. Posiblemente los muros traseros de las casas organizarían los límites de cada terraza. El hábitat ocupa la mitad superior del cerro, distribuyéndose claramente en dos macroespacios urbanos, en la parte superior, visiblemente diferenciado mediante una muralla perimetral y topográficamente plano, nos encontramos un área de acrópolis, cuyas funciones, obviamente se nos escapan; fuera de ella nos encontramos otro espacio urbano, todo él en ladera, que se cierra a su vez con otra muralla perimetral (fig. 1.2) Aparecen una serie de bastiones en el lienzo meridional de la muralla, pero no resulta fácil detectar su entidad ni su sistema constructivo, apenas diferenciable del de la anterior. En todo caso nos encontramos con mampuestos de calizas dispuestos en pseudohiladas, pero con un valor emergente mínimo, ya que el índice de erosión es tan alto por la inclinación del terreno que los muros caen por acción de la gravedad ladera abajo. En el extremo oriental del cerro, a media ladera parece localizarse los restos de una puerta, compuesta por un vano simple flanqueado por sendas torres cuadradas, aunque los restos son apenas perceptibles en superficie.

8. CERRO DE LA CRUZ DE BUGÉJAR (PUEBLA DE DON FADRIQUE, GRANADA)

CONCLUSIONES

Pequeño poblado fortificado situado en la zona septentrional de las altiplanicies granadinas, dependiente presumiblemente del oppidum nuclear de Arkilakis, situado en la vecina Molata de Casa Vieja. Se trata de un cerro cónico situado a 1.175 m.s.n.m., rodeado de una muralla que presenta un perímetro de muralla de 587 m., encerrando una superficie que ha sido definida en torno a la hectárea y media (UTM X=562683; Y=4193524). Cronológicamente parece estar ocupado entre los siglos V y II a.C., posiblemente desafecta-

La Bastetania ibérica se presenta como un territorio muy activo en la Protohistoria de la Península Ibérica, cuyos yacimientos nos han dado una información interesante sobre las dinámicas de poblamiento, su economía y su idiosincrasia. Sin embargo, y pese a la necesidad de un trabajo arqueológico más amplio en algunos yacimientos mencionados a fin de esbozar un panorama más completo, resulta evidente la complementariedad existente entre los grandes oppida como Basti y aquellos poblados de menores dimensiones que desarrollan una función productiva específica (minería de El Cardal) o meramente 439

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de control del territorio (Cerro del Almendro). También resulta una constante el tipo de emplazamiento escogido para ubicar estas poblaciones, haciendo hincapié en lugares con una vista privilegiada de su entorno facilitando la defensa del poblado y el control del territorio. Lo más común es encontrar un desarrollo urbano adaptado a la orografía, siendo frecuentes los aterrazamientos que ayudan a un mejor aprovechamiento del espacio notablemente escarpado donde suelen ubicarse los asentamientos. Las murallas suelen ser simples, aunque en algunos yacimientos nos encontramos con elementos más complejos como bastiones y torres. En muchos casos estos elementos se encuentran en las zonas más elevadas para permitir un control visual óptimo, como sucede en El Cardal o en el Cerro del Almendro. La tipología y técnica constructiva no es homogénea a lo largo del territorio, encontrando mucha variedad sobre todo en la medida en que se amoldan a los substratos geológicos, lo que influye en la forma de construir, por los materiales que encontramos y por su estructura (maciza, tabular, cuarteada….). No obstante podemos observar cambios temporales pues las primeras murallas no tienen elementos adosados (bastiones ni torres), la técnica constructiva es simple, de doble paramento con núcleo, sin paramentos tratados, apenas careados, pero presentan sistemas de acceso complejos. A partir del siglo V a.C. las murallas son mayores e incorporan ya añadidos poliorcéticos, pero las puertas son vanos flanqueados por torres; frente a una estructura de mampuestos compuestos de cantos de rio, la mayor parte de las nuevas murallas están construidas con material de cantería, sillarejo, y dispuesto en pseudohiladas, calzadas con algunos ripios. Las torres se colocan para avanzar en el campo abierto, sobre todo en los oppida nucleares, mientras que en los casos de los pequeños poblados fortificados parece que éstas se reducen a una, situada normalmente en el punto de mayor visibilidad del asentamiento, posiblemente porque no cumplan una función defensiva sino de control visual. Es posible que las torres y bastiones en los casos de las pequeñas fortificacio440

nes estén completamente construidas de mampuesto, mientras que cabe poca duda respecto a que en los casos de las murallas de los oppida sin duda la totalidad del complejo defensivo presenta zócalo de piedra y elevación en adobe. Aún queda mucho por avanzar en este campo, pero nos parece necesario llamar la atención acerca de la necesidad de establecer las bases sobre las cuales podamos incidir en ulteriores estudios que nos permitan entender el alcance de la función de las murallas, sea esta directamente defensiva o incluso pudiendo contener algunos elementos de carácter simbólico, reflejados o no en las puertas como sucede en los elementos decorativos de todo tipo que se encuentran ya en las puertas de las principales ciudades que bordean el Mediterráneo; no iba a ser menos la cultura ibérica, aunque por ahora esos simbolismos se nos siguen escapando. BIBLIOGRAFÍA A. M. ADROHER AUROUX et alii: “El poblado fortificado ibérico de Cerro del Almendro (Huéscar, Granada), CVDAS, 2 (2001), pp. 55-78. A.M. ADROHER AUROUX et alii: “Una historia de las excavaciones en Basti (Baza, Granada)”, Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, 23, (2013), pp. 265-291. L. BERROCAL RANGEL: “La defensa de la comunidad: sobre las funciones emblemáticas de las murallas protohistóricas en la Península Ibérica”, Gladius, 34 (2004), pp. 27-98. A. CABALLERO COBOS: “Basti ibérica”, 1er Congreso Internacional de Arqueología Ibérica Bastetana, Varia 9 (2008), pp. 299-315. C. GONZÁLEZ ROMÁN, A. M. ADROHER AUROUX, A. LÓPEZ MARCOS: “El yacimiento de Canto Tortoso (Gorafe, Granada): un enclave comercial del siglo VI a.C. en el Guadiana Menor”, Verdolay, 7 (1995), pp. 159-179. C. GONZÁLEZ ROMÁN, A. M. ADROHER AUROUX, A. LÓPEZ MARCOS: “El Cardal (Ferreira), una explotación minera de los siglos III y II a.C. en las laderas septentrionales de Sierra Nevada (Granada), Florentia Iliberritana, 12 (2001), pp. 199-220. M. ORFILA PONS: Florentia Iliberritana: La ciudad de Granada en época romana. Editorial Universidad de Granada, Granada: 2011.

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