La pobreza en Argentina en perspectiva histórica. Un estudio del fenómeno utilizando distintos indicadores

May 26, 2017 | Autor: Agustín Arakaki | Categoría: Poverty, Argentina, Urban Poverty, Pobreza, Poverty Studies, Estudios Sobre Pobreza
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Descripción

AGUSTÍN ARAKAKI

LA POBREZA EN ARGENTINA EN PERSPECTIVA HISTÓRICA. UN ESTUDIO DEL FENÓMENO UTILIZANDO DISTINTOS INDICADORES.

La pobreza en Argentina en perspectiva histórica. Un estudio del fenómeno utilizando distintos indicadores. Agustín Arakaki1 Resumen En la actualidad la aproximación más difundida para la identificación de la pobreza es el método de la línea de pobreza (LP). Sin embargo, dentro de la literatura especializada se ha cuestionado su capacidad para dar cuenta de un fenómeno multidimensional como lo es la pobreza y se han propuesto distintas metodologías, entre las cuales se destacan aquellas basadas en el enfoque directo, es decir que intentan dar cuenta del acceso efectivo a determinados bienes y servicios. En este marco, la presente ponencia tiene dos objetivos principales. Por un lado, adaptaremos el método de las necesidades básicas insatisfechas aplicado a los datos censales, de forma tal de poder utilizarlo con los de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Por otro lado, habida cuenta de la relación complementaria que existe entre esta metodología y la de la LP, analizaremos la evolución de la pobreza a la luz de estos dos indicadores desde el año 2003, en perspectiva histórica. El presente artículo busca retomar una línea de investigación abordada en trabajos anteriores, en dos sentidos: actualizaremos las series construidas hasta el momento y extenderemos los resultados en términos de cobertura geográfica, expandiendo el universo de análisis a los 28 aglomerados urbanos cubiertos por la EPH para el período 1995-2013.

1

Doctorando en Ciencias Económicas con orientación en Economía - Universidad de Buenos Aires. Becario Doctoral del

CONICET en el Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (CEPED – IIE – FCE – UBA). [email protected]

2

1.

INTRODUCCIÓN A partir del trabajo de Amartya Sen (1976), la literatura especializada suele sostener que

la estimación de la pobreza puede dividirse en dos tareas. En primer lugar, debemos identificar a aquellas personas en situación de pobreza dentro del total2, lo cual, a su vez, involucra dos tareas: definir qué variables deben ser consideradas y los umbrales mínimos a alcanzar para cada una de ellas, y aplicar estos criterios para la determinación de la situación en términos de pobreza de cada persona (Boltvinik, 2001)3. En segundo lugar, una vez que hemos identificado el universo de personas pobres, debemos diseñar indicadores que permitan integrar las características de ese universo en una imagen global de la pobreza, es decir en un indicador de pobreza4. Respecto a la primera de estas dos operaciones, la literatura usualmente identifica dos enfoques: el directo, el cual busca relacionar el bienestar del hogar con su consumo efectivo, y el indirecto, según el cual la condición de pobreza viene dada por la falta de un ingresos suficiente para la adquisición de un conjunto de los bienes y servicios necesarios. La aplicación de estos dos enfoques en nuestro país dio origen al método de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) y al de Línea de Pobreza (LP), respectivamente. Durante muchos años, asumiendo algún método de medición enmarcado en el enfoque indirecto, las discusiones respecto a la estimación de la pobreza en la literatura internacional se concentraron en la segunda operación (Boltvinik, 2001), dando lugar a toda una serie de índices entre los que se destacan el de Sen y la familia de los indicadores FGT. Sin embargo, en las últimas décadas, se ha tendido a abandonar esta posición y a reconocer a la pobreza como un fenómeno multidimensional5, razón por la cual la atención estuvo centrada en buscar nuevos métodos de medición. En este marco, nuestro objetivo en el presente trabajo es retomar la propuesta de Beccaria y Minujín (1985) –denominada método combinado o bidimensional-, la cual está basada en la idea de que los dos enfoques mencionados anteriormente –más específicamente, 2

En este trabajo, la unidad de análisis para determinar la condición de pobreza es el hogar -definido como el “grupo

de personas, parientes o no, que viven bajo un mismo techo de acuerdo con un régimen familiar, es decir que comparten sus gastos en alimentación” (INDEC, 2003a, pág. 6)-, pero a los fines de obtener indicadores en términos de personas, consideramos que son pobres aquellas que habiten hogares clasificados como tales. 3

Nótese que esta forma de abordar la cuestión de la estimación de la pobreza supone la existencia previa de un

concepto de pobreza, el cual permitiría determinar cuáles son las variables relevantes y los niveles que deben alcanzarse en cada una de ellas. 4

Siguiendo a Boltvinik (1999) denominaremos “método de medición” a aquellas formas de identificar a quiénes son

pobres y a quiénes no lo son, y “medidas agregadas” a los índices de pobreza. 5

La influencia de esta forma de concebir el fenómeno de la pobreza ha sido tal que distintos países –por ejemplo

México y Colombia- han tendido a incorporar a sus estadísticas oficiales indicadores de pobreza multidimensional.

3

la forma que estos adoptan en nuestro país- no constituyen formas alternativas de captar el mismo fenómeno, sino que describen fenómenos distintos o, en el mejor de los casos, aspectos parciales del concepto integral de la pobreza (Sen, 1994; Beccaria et al, 1999). Para ello, recurriremos a los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), razón por la cual la información presentada en este trabajo referirá al GBA para el período 1974-2013 y a los 28 aglomerados durante los años comprendidos entre 1995 y 2013. A estos fines, la ponencia se divide en tres secciones. La primera de ellas estará destinada a la presentación de las distintas metodologías –esto es, NBI, LP y bidimensional-, y algunas aclaraciones respecto al ejercicio propuesto. En la segunda, presentaremos los resultados obtenidos a partir de la aplicación de estos métodos. La última sección resume el trabajo y, en particular, las principales conclusiones del mismo.

2.

METODOLOGÍA

2.1.

La fuente de información En su formulación oficial, los métodos de NBI y LP se aplican a datos provenientes de

fuentes de información diferentes: los Censos Nacionales de Población y Vivienda (CNPV) y la EPH, respectivamente. En consecuencia, existen diferencias en los instrumentos de captación, la frecuencia de publicación de los datos, el período de vigencia de cada metodología, etc. que obstaculizan la comparación de los resultados arrojados por los mismos y, más importante a los fines de esta ponencia, su complementariedad. Por lo tanto, es necesario encontrar una fuente de información que permita la aplicación de ambas metodologías en forma simultánea. Debido a la inexistencia de otras alternativas, debemos elegir entre el CNPV y la EPH. Ahora bien, el primero en Argentina no releva información referida a los ingresos de los hogares, imposibilitando la aplicación de algún método que se enmarque en el enfoque indirecto. Sin embargo, la EPH incluye tanto variables referidas al ingreso de los hogares como aquellas necesarias para la aplicación del método de NBI. A pesar de esta posibilidad, este método se aplicó originalmente a la información censal por sus elevados niveles de cobertura territorial y de desagregación (ver más adelante), dos aspectos que no resultan tan relevantes dados nuestros objetivos. Es por ello que, a diferencia de lo que se ha hecho tradicionalmente, utilizamos esta fuente de información.

2.2.

Período de análisis

4

La EPH comenzó a realizarse, en su versión Puntual, en 1973 y mantuvo la dinámica de dos relevamientos mensuales al año –ondas mayo y octubre- hasta el 2003, cuando el INDEC realizó una reformulación integral de la encuesta. Esta incluyó modificaciones que han afectado a la construcción de las series estadísticas a partir de la EPH, las cuales pueden ser clasificadas en dos tipos: algunas de ellas refieren a la información contenida por la encuesta –entre los que se destacan la modificación de los cuestionarios y la eliminación de algunas variables necesarias para la aplicación de método de NBI6-, mientras que otras afectan al modo de captación de la información -más específicamente, en la frecuencia de los relevamientos-. Finalmente, en el año 2009 se introdujeron nuevas modificaciones, las cuales tuvieron efectos no sólo sobre las bases usuarias publicadas a partir de ese momento, sino también sobre aquellas que habían sido dadas a conocer desde 2003. Estos cambios involucraron modificaciones en lo que respecta al procesamiento de las bases –se realizaron correcciones al factor de expansión de la muestra y se le aplicó un mecanismo de imputación para aquellos casos en los cuales el bloque de ingresos había sido respondido en forma parcial o no respondido- y la incorporación de algunas de las variables que habían sido excluidas en la publicación original, aunque en algunos casos con cambios en el modo de captación respecto a la versión Puntual. Por lo tanto, para cada método de medición es posible construir tres series no homogéneas entre ellas: la Puntual –desde octubre de 1974 hasta mayo de 2003-, la Continua –desde el primer trimestre de 2003 hasta cuarto trimestre de 2006- y la Nueva –desde el tercer trimestre de 2003 hasta el cuarto trimestre de 2013-. Ahora bien, debido a que las bases usuarias correspondientes a la modalidad Continua no cuentan con todas las variables necesarias para la utilización del método de NBI, optamos por utilizar sólo la Puntual y la Nueva. En consecuencia, resulta imposible construir series comparables de largo plazo, dada la inexistencia de un punto de empalme entre ambas. Es por ello que trabajaremos con dos series (1974-2003 y 2003-2013) que, si bien no son estrictamente comparables, nos permiten obtener algunas conclusiones respecto a los cambios de tendencias entre uno y otro período.

2.3.

Universo de análisis La fuente de información seleccionada no sólo genera inconvenientes en lo que refiere a

la cobertura temporal del estudio, sino también a la población considerada. En este sentido, la EPH sólo releva los aglomerados urbanos más importantes del país, dejando de lado el resto de las localidades. A su vez, la composición de ese conjunto y los cuestionarios aplicados a los mismos fueron cambiando a lo largo del tiempo. Así, para el período 1974 – 2013 sólo es

6

Este hecho llama la atención, debido a que en los documentos metodológicos figuraban como parte de la información

relevada por la encuesta y a que posteriormente fueron incluidos cuando las bases fueron publicadas nuevamente hacia el año 2009.

5

posible analizar lo ocurrido en el GBA7, mientras que el estudio de los 28 aglomerados urbanos más importantes se extiende entre octubre de 1995 y 2013.

2.4.

Métodos de medición

2.4.1.

Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) En nuestro país, este método fue diseñado con el objetivo de construir mapas de pobreza

que permitieran identificar en la forma más desagregada posible las carencias críticas que predominaban en cada una de las regiones del país, a partir de los cuales se pretendía elaborar políticas focalizadas. Fue principalmente por este motivo que el método se desarrolló a partir de la información provista por el CNPV de 1980 (INDEC, 1984)8. Sin embargo, dado que este ya se había realizado, al elegirlo se restringió, por un lado, el universo de necesidades a considerar – dejando de lado algunas cuestiones tales como las referidas a la nutrición, la salud o el equipamiento del hogar- y, por el otro, las dimensiones, las variables y los umbrales utilizados para dar cuenta de la satisfacción o no de dichas necesidades. En este mismo sentido, Beccaria

et al (1999, pág. 98) sostienen que “en la selección de las necesidades básicas o la elección del conjunto de bienes y servicios utilizados para evaluar el nivel de satisfacción no se consideraron argumentos conceptuales”, sino que “ambas estuvieron determinadas casi exclusivamente por la cobertura temática de los censos de población y las variables específicas comprendidas por esa temática”.

7

A pesar de ello, el GBA como región también ha estado sujeto a algunas redefiniciones. Como consecuencia de las

subdivisiones y las modificaciones de jurisdicciones que se realizaron en la provincia de Buenos Aires, en el año 1998 se incorporaron “áreas nuevas” a la muestra de la EPH correspondiente al GBA, modificando el número de hogares y personas pertenecientes al mismo. Por lo tanto, si construyéramos una serie para todo el período, la misma no resultaría homogénea. Afortunadamente, las bases usuarias de la EPH Puntual permiten distinguir a aquellos hogares que pertenecían a alguno de los diecinueve partidos que integraban el GBA inicialmente. Sin embargo, la variable creada a esos fines fue discontinuada con el cambio metodológico de 2003, imposibilitando la identificación a estos hogares. Por lo tanto, es importante considerar que el subperíodo 1974–2003 incluye sólo a los partidos que pertenecían originalmente al GBA, y el subperíodo 2003–2013, considera también a los incorporados a partir de 1998. 8

En este sentido, el INDEC (2003b, pág. 1) sostiene que el censo constituye una herramienta muy ventajosa debido a

que “la variedad de atributos que indaga permite describir las características sociales, demográficas y habitacionales de la población”; “por tratarse de un relevamiento nacional exhaustivo, […] ofrece información específica no sólo de las áreas urbanas más importantes sino también de localidades pequeñas y de la población dispersa en áreas rurales”; y que, por último, proporciona información “a distintos niveles de agregación geográfica (provincias, departamentos, municipios, localidades, barrios, áreas periféricas de ciudades, etcétera) […] [que] representada en mapas brinda una descripción que aumenta la precisión de los diagnósticos”.

6

Para la selección de los indicadores de insatisfacción de necesidades básicas y los umbrales mínimos se aplicó una serie de criterios9 para minimizar el riesgo de incluir hogares de baja vulnerabilidad social en el total de hogares carenciados (Kaztman, 1995), dando por resultado el siguiente listado:

CUADRO 1. Necesidades, dimensiones, variables e indicadores de NBI. Necesidades

Dimensiones

Indicador y umbral de NBI

Variables censales Número de personas del hogar

Hacinamiento

Número de habitaciones de la vivienda

Acceso a vivienda Calidad de vivienda

Acceso a servicios sanitarios

Acceso a educación

Capacidad económica

la

Condiciones sanitarias

Asistencia escolar

Capacidad de subsistencia

Más de tres personas por cuarto.

Tipo de vivienda

Inconveniente (pieza de inquilinato, vivienda precaria u “otro tipo”, lo que excluye casa, departamento y rancho).

Tipo de sistema de eliminación de excretas

No posee retrete.

Edad de los miembros del hogar Asistencia a establecimiento educativo

un

Al menos un menor en edad escolar (entre 6 y 12) que no asiste a un establecimiento educativo.

Tasa de dependencia (miembros ocupados sobre miembros totales)

Menor o igual a 0,25.

Nivel educativo del jefe de hogar

Bajo (no completó el tercer grado de la escolaridad primaria).

Fuente: Elaboración propia en base a Feres y Mancero (2000) e INDEC (2003b).

Ahora bien, por haber recurrido a una fuente de información alternativa nos vimos en la obligación de tener que modificar algunos de los indicadores y umbrales definidos originalmente, según lo detallamos a continuación. a.

9

Hacinamiento

Estos son el criterio de agregación geográfica, representatividad, universalidad, estabilidad y simplicidad. Un desarrollo

detallado de los mismos puede encontrarse en Kaztman (1995).

7

A diferencia del Censo de 1980, en el cual se consideró que el concepto de hogar era equivalente al de vivienda, la EPH define al hogar como “una persona o grupo de personas, parientes o no, que viven bajo un mismo techo de acuerdo con un régimen familiar, es decir, que comparten sus gastos de alimentación” (INDEC, 2003a, pág. 6), contemplando la posibilidad de que una vivienda sea habitada por más de un hogar. Es por ello que diferencia entre la cantidad de habitaciones (excluidos el baño y la cocina) que son de uso exclusivo por miembros de ese hogar y las que no lo son. Si consideráramos la primera alternativa, podríamos estar subestimando el número de hogares con déficit habitacional debido a que estaríamos considerando más habitaciones de las que realmente utilizan los miembros de ese hogar. Es por ello que reformulamos el indicador de hacinamiento como el cociente entre el número de miembros del hogar y el de habitaciones de la vivienda de uso exclusivo. b.

Calidad de la vivienda

Dados los tipos de vivienda considerados “inconvenientes” por la metodología original, para el período en el cual estuvo vigente la EPH Puntual definimos como tales a las siguientes categorías: vivienda en lugar de trabajo, inquilinato, hotel o pensión, vivienda no destinada a fines habitacionales, vivienda en villa y otras. En otras palabras, excluimos a aquellas que clasificadas como casa o departamento. Pese a que estas categorías fueron levemente modificada en la EPH Nueva –ahora son: casa, departamento, pieza de inquilinato, pieza en hotel/pensión, local no construido para habitación y otros-, continuamos considerando sólo a las casas y departamentos como viviendas de tipo conveniente. Por otra parte, con el cambio metodológico también se incorporó una variable específica que permite saber si la vivienda se encuentra en una villa o no. A pesar de que esta variable podría ser considerada como sustituta de la categoría faltante en el tipo de vivienda, no lo hicimos por dos motivos. Por un lado, dentro del grupo “otros” se encuentran casos de viviendas en villa. Por otro lado, al comparar el número de hogares que declaran que habitan una vivienda en villa –o su participación en el total- en los dos relevamientos observamos una diferencia importante, probablemente explicada por el hecho de que el caso del cuestionario Puntual se presentaba como opción excluyente respecto a las otras y que en el cuestionario de la modalidad Continua es una pregunta que responde el encuestador a partir de la observación. c.

Condiciones sanitarias.

Hasta octubre de 1997, el cuestionario de la EPH no incluyó preguntas acerca de las condiciones del baño, sino sólo si la vivienda habitada por el hogar contaba con uno o no. Este problema de disponibilidad de información, al que se le suman algunos inconvenientes que pareciera tener algunas variables asociadas a las condiciones sanitarias incorporadas con

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posterioridad10, nos llevó a buscar alguna alternativa para analizar lo ocurrido con esta dimensión. En el diseño original de la metodología de NBI se había considerado el acceso al agua potable como variante para dar cuenta de las condiciones sanitarias de la vivienda, pero fue descartada debido a que “en las áreas urbanas, la probabilidad de que la falta de un sistema de abastecimiento de agua en la vivienda se encuentre asociado con otras privaciones, configurando situaciones de pobreza, varía considerablemente según sea la situación de infraestructura de abastecimiento en cada área; por otra parte, la medida en que ello [la falta de un sistema de abastecimiento de agua en la vivienda, AA] signifique una carencia básica se torna menos clara en las localidades semirurales y en las áreas rurales” (INDEC, 1984, pág. 12). Sin embargo, como el análisis realizado en el presente trabajo se centra en lo ocurrido los principales centros urbanos del país, entendemos que esta variable no presentaría estos inconvenientes. Es por ello que en la EPH Puntual consideramos la pregunta respecto a la instalación de agua y en la Nueva no fueron clasificados como NBI aquellos hogares que accedieran al agua por cañería dentro de la vivienda o fuera de la vivienda, pero dentro del terreno. d.

Asistencia escolar.

En este caso no se registran diferencias con el criterio establecido en la metodología original. e.

Capacidad de subsistencia.

A diferencia de lo que ocurre en los CNPV, en los cuales el máximo nivel educativo alcanzado se presenta en forma desagregada (por año), hasta los últimos años de vigencia de la modalidad Puntual, esta información se presentaba en términos del máximo nivel de educación formal alcanzando (primaria, secundaria, terciaria, etc.), según el mismo haya sido concluido o no (obteniéndose las categorías “sin instrucción”, “primaria incompleta”, “primaria completa”, etc.). Es por ello que en el presente trabajo modificamos el indicador de “capacidad de subsistencia”, considerando NBI a aquellos hogares con cuatro o más personas por miembro ocupado, cuyo jefe de hogar no posea estudios primarios incompletos. Como queda en evidencia, nuestro criterio resulta más estricto que el definido en la metodología oficial. 10

Posteriormente fueron incorporadas variables que indicaban si el mismo era de uso exclusivo por miembros del hogar

o no, si poseía inodoro o no, y el tipo de desagüe que este último utilizaba. Esta situación se mantuvo con la publicación de la EPH Nueva aunque con algunas modificaciones, por ejemplo se incluyó una pregunta respecto a la ubicación del baño –dentro o fuera de la vivienda, o fuera del terreno-. Dada la imposibilidad de aplicar el criterio original por lo dicho anteriormente, consideramos la existencia o no de un baño en la vivienda como alternativa. Sin embargo, al analizar la evolución del número de hogares con sin acceso a servicios sanitarios según este criterio y su incidencia sobre el indicador de NBI, observamos fluctuaciones no menores que no parecían encontrar explicación alguna.

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En el siguiente cuadro resumimos las diferencias entre el método original aplicado a los Censos y nuestra adaptación a la EPH.

CUADRO 2. Comparación entre la metodología aplicada en los CNPV y en la EPH. Censo

EPH

Hacinamiento

Hogares con más de 3 personas por cuarto

Hogares con más de 3 personas por habitaciones de uso exclusivo del hogar.

Condiciones de vivienda

Hogares que habitan una vivienda de tipo inconveniente (aunque existen diferencias en el universo considerado “inconveniente”).

Condiciones sanitarias

Hogares que habitan una vivienda sin ningún tipo de retrete

Educación

Hogares que tienen algún niño en edad escolar que no asiste a la escuela

Capacidad de subsistencia

Hogares que tienen cuatro o más personas por miembro ocupado, cuyo jefe tenga no haya completado tercer grado de escolaridad primaria

Hogares sin instalación de agua

Hogares que tienen cuatro o más personas por miembro ocupado, cuyo jefe tenga no haya completado la escuela primaria

Fuente: Elaboración propia en base a INDEC (1984).

Ahora bien, debido a que se utilizan diferentes variables y en algunos casos más de un indicador, es necesario establecer algún criterio que sirva para clasificar a las unidades de análisis como pobres o no pobres. En otras palabras, la pregunta es ¿cuántas y cuáles de estas condiciones deben cumplirse para poder afirmar que un hogar tiene necesidades básicas insatisfechas?11 Al respecto, Feres y Mancero (2000) consideran que un número mínimo de carencias críticas resulta totalmente arbitrario, ya que no existe ningún tipo de sustento teórico que permita establecerlo, y que tampoco es posible determinar qué ponderación debería recibir cada una de ellas, dado que las mismas son incomparables entre sí. A pesar de ello, “en todas las estimaciones realizadas en América Latina se ha utilizado un método denominado de realización combinada: un hogar se considera pobre si no alcanza el umbral de al menos un indicador” (Beccaria et al, 1999, pág. 100). Esta idea parte de dos

11

Algunos autores ubican esta pregunta dentro del problema de la agregación. Sin embargo, entendemos que esta

cuestión es inherente al problema de la identificación, ya que sin una respuesta concreta resulta imposible distinguir qué hogares deben ser considerados pobres y cuáles no.

10

premisas básicas: 1) todas las necesidades son básicas, es decir, fundamentales para reflejar la pobreza, y, por lo tanto, 2) todas tienen la misma importancia. Es por ello que un hogar es clasificado como pobre cuando no logra satisfacer al menos una de las necesidades básicas. Como consecuencia del método de realización combinada existen dos situaciones que resultan inclasificables. La primera de ellas, lógicamente, es aquella en la que el hogar no ha respondido ninguna pregunta vinculada al método. Mientras que la segunda sería la de aquellos que, habiendo contestado sólo algunas de las preguntas, no presentan necesidades básicas insatisfechas a partir de los indicadores construidos en base a sus respuestas. Supongamos, por ejemplo, que existe un hogar para el cual, en base a las respuestas disponibles, sólo es posible construir dos de los cinco indicadores. Si en ambos casos se supera el umbral mínimo, no es posible sostener que el hogar haya satisfecho todas sus necesidades. No obstante, si en uno de los dos indicadores no alcanza el mínimo requerido, ese hogar debe ser considerado NBI 12.

2.4.2.

Línea de Pobreza Para la medición de la pobreza por ingresos seguimos los lineamientos oficiales, según

los cuales se consideran pobres a los hogares cuyo Ingreso Total Familiar (ITF) no alcancen un presupuesto determinado para la adquisición de un conjunto de bienes y servicios considerados necesarios –la línea de pobreza (LP)-. Esta última surge de multiplicar la Canasta Básica Total por la sumatoria de unidades de adulto equivalente del hogar.

Donde

representa a la Línea de Pobreza del hogar i, CBT a la Canasta Básica Total,

al coeficiente de adulto equivalente de una determinada persona con características j,

a la

cantidad de personas del hogar i con el coeficiente de adulto equivalente j. En todos los casos, las unidades de adulto equivalente que utilizamos son las mismas que emplea el INDEC –es decir, las cuales surgen del trabajo de Morales (1988)-, aunque sólo recurrimos a las CBT oficiales cuando estas estuvieran disponibles y las consideráramos confiables –es decir, las del GBA correspondientes al período abril de 1988-diciembre de 2006, y las del resto de las regiones para el período comprendido entre abril de 2001 y diciembre de 2006-. A continuación explicaremos cómo obtuvimos las canastas para los meses restantes. Comencemos por la CBT-GBA. Dado que esta canasta se valoriza con precios medios que también son empleados para el cálculo del IPC-GBA, para el período previo extrapolamos la de abril de 1988 utilizando la evolución del IPC-GBA con base 1999=100, y para el período 12

Es importante aclarar que este inconveniente es de una naturaleza distinta al de la universalidad de los indicadores

(para más detalles ver INDEC, 2000a).

11

posterior actualizamos el valor de diciembre de 2006 empleando el IPC de 9 provincias (IPC-9) calculado por el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina de la Central de Trabajadores de la Argentina (CIFRA-CTA). A partir de la CBT-GBA para la etapa 1974-2013 estimamos la CBT de las restantes regiones del país utilizando la “metodología de transición” aplicada por primera vez por el INDEC en el 2002 para datos del año anterior (INDEC, 2002b). Ésta consiste en corregir los valores de la CBT-GBA con los coeficientes de paridad de poder de compra de los consumidores de cada una de las regiones del país (INDEC, 2002a). Teniendo las unidades de adulto equivalente y las CBT, sólo resta aplicar el siguiente criterio de identificación:

Donde

constituye el Ingreso Total Familiar del hogar i correspondiente a un

determinado período y

representa a la Línea de Pobreza del hogar i en ese mismo período.

Nótese que para poder clasificar al hogar –y, por ende, a las personas- necesitamos conocer el nivel de ingresos del hogar. Por lo tanto, resulta imposible determina la condición de aquellos que no responden en forma completa el bloque de ingresos de la encuesta 13. Mientras se relevó la EPH Puntual, la solución adoptada por el INDEC fue no considerar a estos hogares para el cálculo de los indicadores. Al excluir de la muestra a quienes no informaran sus ingresos sin realizar algún tipo de ajuste muestral se alteraba la representatividad de la encuesta, u obligaba a suponer que los hogares descartados presentan la misma distribución y características que aquellos que permanecen en la muestra (Feres, 1997). Es por ello que con su reemplazo por la metodología Nueva, el organismo optó por aplicar un mecanismo de imputación de ingresos denominado “hot deck”. Nuevamente, aplicamos los lineamientos del INDEC en cada uno de los períodos identificados.

2.4.3.

Método bidimensional o combinado Del planteo de Sen mencionado en la “Introducción” del presente capítulo se desprenden

dos caminos alternativos para avanzar en la estimación de la pobreza: la construcción de nuevos indicadores sobre los criterios existentes o utilización de métodos de medición

13

Un inconveniente asociado es el de la declaración incorrecta de ingresos. Sin embargo, éste no impide la clasificación

de los hogares, sino que puede derivar en una caracterización incorrecta de los mismos. Dado que no existen propuestas oficiales para corregir el sesgo que esta última introduce en las estimaciones de pobreza y que el diseño de un mecanismo capaz lograrlo excede los alcances del presente trabajo, los ingresos declarados serán considerados como efectivamente percibidos por las unidades de análisis.

12

diferentes14. Frente a esta disyuntiva, a nivel mundial “la mayoría de los economistas ha concentrado su interés en encontrar la expresión matemática que permita obtener la medida global buscada” (Boltvinik, 2001, pág. 869) sobre la base de los criterios de identificación tradicionalmente utilizados. Sin embargo, en los últimos años, esa tendencia parece haber cambiado. Más específicamente, los autores han buscado nuevos métodos de identificación, en particular aquellos de carácter multidimensional. En este marco, a continuación, presentaremos un método de medición diferente, el bidimensional o combinado. Si se entiende que los dos métodos de medición analizados previamente sólo permiten dar cuenta de un aspecto parcial de un fenómeno complejo como es la pobreza, es razonable pensar que la información provista por ambos podría complementarse, al menos en dos aspectos. Por un lado, el método de la LP es capaz de identificar situaciones de pobreza coyuntural y/o reciente, mientras que el de las NBI sólo permite reconocer carencias de carácter más estructural (Feres y Mancero, 2000). Por otro lado, cada uno identifica distintas fuentes de bienestar (Boltvinik, 2003). En este sentido, el primero sólo tiene en cuenta al ingreso corriente; y el segundo, la propiedad de activos y el acceso a servicios gubernamentales. Aprovechando estas características, a mediados de los ochenta, Beccaria y Minujín (1985) presentaron un método de medición que surge de aplicar en forma conjunta estos criterios de identificación. En consecuencia, el total de hogares se clasifica en cuatro subuniversos, dependiendo de si son considerados pobres según uno, ambos o ninguno de los métodos. El nombre de cada uno de estos subuniversos encuentra su origen en la situación temporal de la pobreza, la cual se deriva de la caracterización de los métodos realizada anteriormente. En el cuadro que se encuentra a continuación se resumen los criterios que permiten identificar a cada uno de estos cuatro grupos.

CUADRO 3. Subuniversos determinados por la aplicación del método bidimensional. NBI

LP

14

Pobre

Pobre

No pobre

Pobreza Crónica (Total)

Pobreza (Coyuntural Pauperizados)

Reciente o

Para ser estrictos, en tanto esta última opción proporcione información de características diferentes a la de los

métodos de medición considerados, también requerirá o posibilitará la construcción de nuevos indicadores.

13

No pobre

Pobreza Inercial (Estructural)

Hogares en condiciones de integración social

Fuente: Elaboración propia en base a Feres y Mancero (2000).

De esta forma, se minimizaría el error de considerar como no pobres a hogares que sí lo son, en el que se incurre cuando se emplea cualquiera de los dos métodos por separado (Beccaria et al, 1997); al tiempo que se contaría con una herramienta para caracterizar las diferentes realidades al interior del universo pobre. Veamos, entonces, qué particularidades presenta cada grupo: a.

Pobreza crónica

Son aquellos que encuentran dificultades para obtener un ingreso suficiente para adquirir una canasta de consumo mínima y, también, para acceder a bienes y servicios básicos. Por lo dicho anteriormente, se deduce que se trata de hogares que se encuentran en una clara situación de exclusión social. b.

Pobreza reciente

Está integrada por los hogares que logran satisfacer sus necesidades básicas, pero no perciben un ingreso suficiente como para adquirir una determinada canasta de consumo corriente. Suponiendo que “el deterioro en los ingresos de los hogares no tiende a reflejarse en las manifestaciones materiales de la insatisfacción de ciertas necesidades básicas, sino después de caídas muy significativas en los ingresos de los hogares y luego de un tiempo considerable” (Murmis y Feldman, 1993, pág. 61), se podría identificar en estos hogares un proceso de movilidad social descendente. c.

Pobreza estructural

A diferencia del universo anterior, estaría compuesta por los hogares que poseen un nivel de ingreso suficiente, pero que no cuentan con los activos necesarios o no tienen acceso a los servicios provistos por el Estado (por ejemplo educación e instalaciones sanitarias). Respecto al origen de estas situaciones, la literatura suele identificar, principalmente, dos explicaciones posibles, no excluyentes entre sí, a saber: se trataría de hogares para los cuales la falta de acceso a determinados satisfactores se constituyó en un modo de vida, o de hogares que presentan inconvenientes para acceder a los bienes y servicios que determinan si un hogar presenta NBI o no, los cuales resultarían más difíciles de conseguir debido a que, en algunos casos, dependen de políticas estatales (por ejemplo la instalación sanitaria) y, en otros, de una acumulación de ahorros en el tiempo (por ejemplo las condiciones de vivienda). Por lo tanto, se

14

trataría de hogares que transitan un proceso de movilidad social ascendente o que, habiéndolo transitado, persisten comportamientos de su situación anterior. d.

Hogares en condiciones de integración social

Serían aquellos que no sólo satisfacen sus necesidades básicas, sino que también tienen un ingreso suficiente como para adquirir la canasta correspondiente. Según algunos autores (Feres y Mancero, 2000), son los que expresan las condiciones de vida dignas para esa sociedad.

Antes de concluir con la presentación de esta metodología cabe hacer una aclaración. A los fines de utilizar en forma complementaria ambos métodos decidimos excluir del método de NBI la variable de capacidad de subsistencia, debido a que esta se incorporó con el objetivo de dar cuenta de las necesidades no consideradas explícitamente y que, a su vez, intenta dar cuenta, indirectamente, de la capacidad de generar recursos en relación a las necesidades que registra el hogar, dos cuestiones que el método indirecto permite captar con mayor precisión. Esto conlleva el inconveniente de que los resultados obtenidos a partir del método combinado o bidimensional no se corresponden plenamente con aquellos obtenidos por cada uno de los dos en forma separada, en particular en el caso de NBI.

3.

ANÁLISIS DE LA INFORMACIÓN

3.1.

NBI y LP Para comenzar, analicemos lo ocurrido con los dos métodos tradicionalmente utilizados

en nuestro país: NBI y LP. En el gráfico 1 representamos el comportamiento del denominado índice de recuento aplicado a los dos métodos –es decir, el cociente entre la cantidad de personas identificadas como pobres y el total poblacional-, tanto para el GBA (línea completa, y puntos) como para los 28 aglomerados urbano (línea segmentada). Las dos series de pobreza tienen una característica común: el comportamiento del indicador para el GBA y para los 28 aglomerados urbanos resulta muy similar 15. Con este comportamiento en mente y a los fines de minimizar la cantidad de líneas representadas en cada gráfico, optamos por empalmar hacia atrás los datos de los 28 aglomerados urbanos con los del GBA, a partir de octubre de 1995.

15

Se observa lo mismo si se construye un gráfico similar para los cuatro índices de recuento que surgen del método

combinado.

15

GRÁFICO 1. Evolución del índice de recuento de pobres identificados por el método de LP (eje izq) y NBI (eje der). GBA y 28 aglomerados. Octubre de 1974 – 4° 2013. 60

30

LP (eje izq)

50

25

NBI (eje der)

4º 13

4º 12

4º 11

4º 10

4º 09

4º 08

4º 07

4º 06

4º 05

4º 04

4º 03

Oct' 02

Oct' 00

Oct '98

Oct '96

Oct '94

Oct '92

0 Oct '90

0 Oct '88

5

Oct' 86

10

Oct' 84

10

Oct' 82

20

Oct' 80

15

Oct '78

30

Oct '76

20

Oct '74

40

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la EPH.

Por otra parte, también tienen sus diferencias. La serie de LP presenta una elevada variabilidad y dos tendencias contrapuestas: una tendencia creciente hasta 2003 –aunque es cierto que hay etapas de reducción de la pobreza, esta nunca alcanza el mínimo anterior- y posteriormente una tendencia decreciente, aunque con una desaceleración hacia el final del período considerado. Mientras que la serie de NBI muestra una estabilidad mayor y una tendencia persistente hacia la mejora. La primera de estas características estaría asociada al hecho de dar cuenta de una pobreza de carácter más estructural, mientras que algunos autores atribuyen la segunda a la falta de actualización de las variables y sus respectivos umbrales 16. Estas diferencias nos llevan a concluir que ambos métodos no permiten dar cuenta del mismo fenómeno.

3.2. 16

Método combinado

En este sentido, Beccaria et al (1999, pág. 101) afirman que “es posible que éstas [la inversión del gobierno en obras

de infraestructura y el progreso en la sociedad misma, AA] sean las razones principales que explican las contradicciones en la evaluación de las cifras de incidencia global, calculadas mediante los dos métodos descritos [el de las NBI y el de la LP, AA]: un aumento importante de la proporción de hogares pobres cuando se aplica el método de los ingresos, pero una reducción cuando se utiliza el enfoque de las NBI”

16

Habiendo mostrado que el comportamiento de las series de LP y NBI difiere y, por lo tanto, que ambos proporcionan información diferente respecto a la pobreza, el siguiente paso es analizar lo que ocurre cuando se utilizan estos dos métodos en forma complementaria. Incluimos el resultado de este ejercicio en el gráfico 2.

GRÁFICO 2. Evolución del índice de recuento de las distintas categorías definidas por el método combinado. 28 aglomerados. Octubre de 1974 – 4° 2013. 50 45

Pobreza Coyuntural

40

Pobreza Estructural

35

Pobreza Crónica

30 25 20 15 10 5

4º 13

4º 12

4º 11

4º 10

4º 09

4º 08

4º 07

4º 06

4º 05

4º 04

4º 03

Oct' 02

Oct' 00

Oct '98

Oct '96

Oct '94

Oct '92

Oct '90

Oct '88

Oct' 86

Oct' 84

Oct' 82

Oct' 80

Oct '78

Oct '76

Oct '74

0

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la EPH.

Según este método, un 19,6% de la población sufre alguna forma de pobreza. De ese 19,6%, aproximadamente el 60% -es decir, 11,4 puntos porcentuales- corresponde a pobreza sólo por ingresos, mientras que el restante 40% -8,2 p.p.- se encuentra en una situación de pobreza por NBI o ambas -4,7 y 3,4 p.p., respectivamente-. Respecto a la relación entre los distintos universos, pareciera haber una relación mucho mayor entre los universos en condiciones de integración social y la pobreza por ingresos, y entre la pobreza crónica y la estructural. En otras palabras, un aumento (caída) de la pobreza por ingresos se relaciona con una caída (aumento) del número de hogares en condiciones de integración social, mientras que un aumento (caída) de la pobreza crónica se relaciona con una caída (aumento) del número de hogares con pobreza estructural. Nos interesa particularmente el vínculo entre los últimos dos universos, porque el mismo sugiere que una porción de la población transita de la pobreza estructural a la crónica en un contexto de elevado desempleo – lo que ocurre desde mediados de los noventa hasta el fin de la Convertibilidad-, y que en 17

cuanto esa situación mejora transitan nuevamente hacia la pobreza estructural –el movimiento que se observa con posterioridad a 2003-, aunque sin romper definitivamente con el círculo de la pobreza. Sin embargo, para corroborar esta hipótesis se requeriría de la utilización de matrices de transición o algún otro método que permita refinar los resultados.

4.

CONCLUSIONES En el presente trabajo planteamos que para avanzar en la comprensión del fenómeno de

la pobreza no sólo resulta necesario construir mejores indicadores, sino también explorar distintos método de medición del fenómeno. En este sentido, planteamos la posibilidad de aplicar la metodología NBI a la EPH a los fines de obtener una serie comparable de largo plazo a través de ese método y de poder comparar los resultados con los de aquella metodología tradicionalmente aplicada a la información de la EPH, es decir, la LP. Respecto a la relación de los resultados que arrojan los dos métodos, observamos importantes diferencias en términos de la volatilidad y la tendencia, lo cual nos lleva a concluir que existen claras diferencias entre los universos que sufren una forma de pobreza u otra. Es por ello que utilizamos ambos métodos en forma complementaria, mediante la implementación del método combinado o bidimensional. El método combinado permitiría dar cuenta del volumen total de la población que se encuentra en situación de pobreza, el cual alcanzaría en la actualidad a aproximadamente el 20%. A su vez, proporcionaría información respecto a la interacción entre los distintos universos que se encuentran en esa situación, aunque para ello debería recurrirse a otros métodos que complementen la estadística descriptiva presentada en este trabajo.

5.

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18

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19

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