La pobreza en Argentina a partir del enfoque bidimensional. Evolución y dinámica. 2003-2013.

May 26, 2017 | Autor: Agustín Arakaki | Categoría: Poverty, Argentina, Urban Poverty, Pobreza, Poverty Studies
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Descripción

XI Jornadas de Estudios Sociales de la Economía “La dimensión social de los procesos y objetos económicos”

Eje: 5) Estado, estructura social y desigualdades Nombre y apellido: Agustín Arakaki Dirección electrónica: [email protected] Pertenencia institucional: Becario doctoral del CONICET en el Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires

La pobreza en Argentina a partir del enfoque bidimensional. Evolución y dinámica. 2003-2013.

INTRODUCCIÓN A partir del trabajo de Amartya Sen (1976), la literatura especializada suele sostener que la estimación de la pobreza puede dividirse en dos tareas: 1) la definición de criterios que permitan identificar a aquellas personas en situación de pobreza dentro del total1 -esto, a su vez, involucra dos tareas: definir qué variables deben ser consideradas y los umbrales mínimos a alcanzar para cada una de ellas-, y diseñar aplicar estos criterios para la determinación de la situación en términos de pobreza de cada persona (Boltvinik, 2001)-2; 2) una vez que se ha identificado el universo de personas pobres, el diseño de indicadores que permitan integrar las características de ese universo en una imagen global de la pobreza3. Respecto a la primera de estas dos operaciones, la literatura usualmente identifica dos enfoques: el directo, el cual busca relacionar el bienestar del hogar con su consumo efectivo, y el indirecto, según el cual la condición de pobreza viene dada por la falta de un ingresos suficiente para la adquisición de un conjunto de los bienes y servicios necesarios. La aplicación de estos dos enfoques en nuestro país dio origen al método de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) y al de Línea de Pobreza (LP), respectivamente. Durante muchos años, asumiendo algún método de medición enmarcado en el enfoque indirecto, las discusiones respecto a la estimación de la pobreza en la literatura internacional se concentraron en la segunda operación (Boltvinik, 2001), dando lugar a toda una serie de índices entre los que se destacan el de Sen y la familia de los indicadores FGT. Sin embargo, en las últimas décadas, se ha tendido a abandonar esta posición y a reconocer a la pobreza como un

1

En este trabajo, la unidad de análisis para determinar la condición de pobreza es el hogar -definido como el “grupo de personas, parientes o no, que viven bajo un mismo techo de acuerdo con un régimen familiar, es decir que comparten sus gastos en alimentación” (INDEC, 2003a, pág. 6)-, pero a los fines de obtener indicadores en términos de personas, consideramos que son pobres aquellas que habiten hogares clasificados como tales. 2

Nótese que esta forma de abordar la cuestión de la estimación de la pobreza supone la existencia previa de un concepto de pobreza, el cual permitiría determinar cuáles son las variables relevantes y los niveles que deben alcanzarse en cada una de ellas. 3

Siguiendo a Boltvinik (1999) denominaremos “método de medición” a aquellas formas de identificar a quiénes son pobres y a quiénes no lo son, y “medidas agregadas” a los índices de pobreza.

fenómeno multidimensional4, razón por la cual la atención estuvo centrada en buscar nuevos métodos de medición. En este marco, el presente trabajo tiene por objetivo retomar la propuesta de Beccaria y Minujín (1985) –denominada método combinado o bidimensional-, la cual está basada en la idea de que los dos enfoques mencionados anteriormente –más específicamente, la forma que estos adoptan en nuestro país- no constituyen formas alternativas de captar el mismo fenómeno, sino que describen fenómenos distintos o, en el mejor de los casos, aspectos parciales del concepto integral de la pobreza (Sen, 1994; Beccaria, Feres y Sáinz, 1997). Más específicamente, nos interesa analizar la interacción entre los universos identificados a partir de cada uno de estos dos criterios de clasificación. A estos fines, por un lado, construiremos las series de los cuatros universos resultantes a partir del cruce del método de LP y NBI, y, por otro lado, analizaremos las transiciones entre las distintas categorías a partir de la construcción de datos de panel. Para ello, recurriendo a datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) para los 28 aglomerados urbanos, entre el tercer trimestre de 2003 y el cuarto trimestre de 2013. La ponencia se divide en tres secciones. La primera de ellas estará destinada a la presentación de las distintas metodologías –esto es, NBI, LP y bidimensional-, y algunas aclaraciones respecto al ejercicio propuesto. En la segunda, analizaremos los datos obtenidos a partir de la aplicación de estos métodos y de la construcción de distintos indicadores de movilidad elaborados a partir de las bases de datos de panel. La última sección resume el trabajo y, en particular, las principales conclusiones del mismo.

1. METODOLOGÍA 1.1. La fuente de información y los límites que impone En su formulación oficial, los métodos de NBI y LP se aplican a datos provenientes de fuentes de información diferentes: los Censos Nacionales de Población y Vivienda (CNPV) y la EPH, respectivamente. En consecuencia, existen diferencias en los instrumentos de captación, la frecuencia de publicación de los datos, el período de vigencia de cada metodología, etc. que obstaculizan la comparación de los resultados arrojados por los mismos y, más importante a los fines de esta ponencia, su complementariedad. 4

La influencia de esta forma de concebir el fenómeno de la pobreza ha sido tal que distintos países –por ejemplo Chile, Colombia y México- han tendido a incorporar a sus estadísticas oficiales indicadores de pobreza multidimensional.

Por lo tanto, es necesario encontrar una fuente de información que permita la aplicación de ambas metodologías en forma simultánea. Debido a la inexistencia de otras alternativas, debemos elegir entre el CNPV y la EPH. Ahora bien, el primero en Argentina no releva información referida a los ingresos de los hogares, imposibilitando la aplicación de algún método que se enmarque en el enfoque indirecto. Sin embargo, la EPH incluye tanto variables referidas al ingreso de los hogares como aquellas necesarias para la aplicación del método de NBI. Es por ello que utilizamos esta fuente de información5. Sin embargo, la EPH impone ciertas restricciones al período de análisis. Por un lado, a pesar de haberse implementado desde 1973 en su versión Puntual, en el año 2003 el INDEC realizó una reformulación integral de la encuesta –que incluyó no sólo la frecuencia de los relevamientos y su forma de implementación, sino que también se modificaron los cuestionarios-, dando lugar a la versión Continua (INDEC, 2003a). Por otro lado, entre fines del año 2013 y principios del año siguiente, el INDEC decidió introducir una serie de modificaciones a partir de los resultados obtenidos del procesamiento de la información recolectada en el Censo de 2010 (INDEC, 2014). Ambos cambios hacen que la información del período 2003-2013 no sea directamente comparable con la etapa anterior y posterior. Es por este motivo que en este trabajo nos limitaremos a analizar sólo lo ocurrido durante aquellos años. Finalmente, la fuente de información seleccionada también genera inconvenientes en lo que refiere a la población considerada. En este sentido, la EPH sólo releva los aglomerados urbanos más importantes del país, dejando de lado el resto de las localidades. A su vez, la composición de ese conjunto y los cuestionarios aplicados a los mismos fueron cambiando a lo largo del tiempo. Mientras que la encuesta era representativa de los 28 aglomerados más importantes del país al comenzar el relevamiento continuo, en el año 2006 se incorporaron tres más –Viedma-Carmen de Patagones, San Nicolás-Villa Constitución y Rawson-Trelew- (INDEC, 2006). Si bien estos tres aglomerados adicionales son de menor tamaño que el resto, fueron excluidos a los fines de garantizar la comparabilidad de la información a lo largo del tiempo.

5

A pesar de que la EPH permite aplicar ambos métodos, el método de las NBI se aplicó originalmente a la información censal por sus elevados niveles de cobertura territorial y de desagregación (ver sección 1.2.1. Necesidad Básicas Insatisfechas). Sin embargo, en el presente trabajo, estos dos aspectos que no resultan tan relevantes, dados los objetivos planteados al inicio.

1.2. Métodos de medición 1.2.1. Necesidades Básicas Insatisfechas En nuestro país, este método fue diseñado con el objetivo de construir mapas de pobreza que permitieran identificar en la forma más desagregada posible las carencias críticas que predominaban en cada una de las regiones del país, a partir de los cuales se pretendía elaborar políticas focalizadas. Fue principalmente por este motivo que el método se desarrolló a partir de la información provista por el CNPV de 1980 (INDEC, 1984)6. Sin embargo, dado que este ya se había realizado, al elegirlo se restringió, por un lado, el universo de necesidades a considerar – dejando de lado algunas cuestiones tales como las referidas a la nutrición, la salud o el equipamiento del hogar- y, por el otro, las dimensiones, las variables y los umbrales utilizados para dar cuenta de la satisfacción o no de dichas necesidades. En este mismo sentido, Beccaria et al (1997, pág. 98) sostienen que “en la selección de las necesidades básicas o la elección del conjunto de bienes y servicios utilizados para evaluar el nivel de satisfacción no se consideraron argumentos conceptuales”, sino que “ambas estuvieron determinadas casi exclusivamente por la cobertura temática de los censos de población y las variables específicas comprendidas por esa temática”. Para la selección de los indicadores de insatisfacción de necesidades básicas y los umbrales mínimos se aplicó una serie de criterios para minimizar el riesgo de incluir hogares de baja vulnerabilidad social en el total de hogares carenciados7, dando por resultado el siguiente listado:

6

En este sentido, el INDEC (2003b, pág. 1) sostiene que el censo constituye una herramienta muy ventajosa debido a que “la variedad de atributos que indaga permite describir las características sociales, demográficas y habitacionales de la población”; “por tratarse de un relevamiento nacional exhaustivo, […] ofrece información específica no sólo de las áreas urbanas más importantes sino también de localidades pequeñas y de la población dispersa en áreas rurales”; y que, por último, proporciona información “a distintos niveles de agregación geográfica (provincias, departamentos, municipios, localidades, barrios, áreas periféricas de ciudades, etcétera) […] [que] representada en mapas brinda una descripción que aumenta la precisión de los diagnósticos”.

7

Estos son el criterio de agregación geográfica, representatividad, universalidad, estabilidad y simplicidad. Un desarrollo detallado de los mismos puede encontrarse en Kaztman (1995).

CUADRO 1. Necesidades, dimensiones, variables e indicadores de NBI. Necesidades

Dimensiones

Variables censales Número de personas del hogar

Hacinamiento

Número de habitaciones de la vivienda

Acceso a vivienda

Acceso a servicios sanitarios Acceso a educación

Capacidad económica

Indicador y umbral de NBI Más de tres personas por cuarto.

Calidad de la vivienda

Tipo de vivienda

Inconveniente (pieza de inquilinato, vivienda precaria u “otro tipo”, lo que excluye casa, departamento y rancho).

Condiciones sanitarias

Tipo de sistema de eliminación de excretas

No posee retrete.

Asistencia escolar

Capacidad de subsistencia

Edad de los miembros del hogar Asistencia a un establecimiento educativo Tasa de dependencia (miembros ocupados sobre miembros totales)

Al menos un menor en edad escolar (entre 6 y 12) que no asiste a un establecimiento educativo. Menor o igual a 0,25.

Bajo (no completó el tercer grado de la escolaridad primaria). Fuente: Elaboración propia en base a Feres y Mancero (2001b) e INDEC (2003b). Nivel educativo del jefe de hogar

Ahora bien, por haber recurrido a una fuente de información alternativa nos vimos en la obligación de tener que modificar algunos de los indicadores y umbrales definidos originalmente, según lo detallamos a continuación. a. Hacinamiento A diferencia del Censo de 1980, en el cual se consideró que el concepto de hogar era equivalente al de vivienda, la EPH define al hogar como “una persona o grupo de personas, parientes o no, que viven bajo un mismo techo de acuerdo con un régimen familiar, es decir, que comparten sus gastos de alimentación” (INDEC, 2003a, pág. 6), contemplando la posibilidad de que una vivienda sea habitada por más de un hogar. Es por ello que diferencia entre la cantidad de habitaciones (excluidos el baño y la cocina) que son de uso exclusivo por miembros de ese hogar

y las que no lo son. Si consideráramos la primera alternativa, podríamos estar subestimando el número de hogares con déficit habitacional debido a que estaríamos considerando más habitaciones de las que realmente utilizan los miembros de ese hogar. Es por ello que reformulamos el indicador de hacinamiento como el cociente entre el número de miembros del hogar y el de habitaciones de la vivienda de uso exclusivo. b. Calidad de la vivienda Dados los tipos de vivienda considerados “inconvenientes” por la metodología original, definimos como tales a las siguientes categorías: pieza de inquilinato, pieza en hotel/pensión, local no construido para habitación y otros. En otras palabras, excluimos a aquellas que clasificadas como casa o departamento. A pesar de que existe una variable específica que permite saber si la vivienda se encuentra en una villa o no, no recurrimos a la misma porque dentro del grupo “otros” se encuentran casos de viviendas en villa. c. Condiciones sanitarias. En el diseño original de la metodología de NBI se considera la tenencia de inodoro como variable para dar cuenta de las condiciones sanitarias de la vivienda. En el cuestionario de la versión Continua de la EPH se incluyen tres preguntas asociadas con las características del baño de la vivienda: 1) si posee baño/letrina o no; 2) si el mismo se encuentra dentro de la vivienda, fuera de la vivienda, pero dentro del terreno, o fuera de él; 3) si el baño posee inodoro con arrastre de agua o letrina. Teniendo en cuenta toda esta información, consideramos que el hogar es no presenta una necesidad básica insatisfecha cuando posee baño, dentro de la vivienda y con inodoro con arrastre de agua. d. Asistencia escolar. En este caso no se realizamos cambios al criterio establecido en la metodología original. e. Capacidad de subsistencia. Al igual que en el indicador anterior, utilizamos la definición original. En el siguiente cuadro resumimos las diferencias entre el método original aplicado a los Censos y nuestra adaptación a la EPH.

CUADRO 2. Comparación entre la metodología aplicada en los CNPV y en la EPH.

Hacinamiento

Censo

EPH

Hogares con más de 3 personas por cuarto

Hogares con más de 3 personas por habitaciones de uso exclusivo del hogar.

Condiciones de vivienda

Hogares que habitan una vivienda de tipo inconveniente (aunque existen diferencias en el universo considerado “inconveniente”).

Condiciones sanitarias

Hogares que habitan una vivienda sin ningún tipo de retrete

Hogares sin instalación de agua

Educación

Hogares que tienen algún niño en edad escolar que no asiste a la escuela

Capacidad de subsistencia

Hogares que tienen cuatro o más personas por miembro ocupado, cuyo jefe tenga no haya completado tercer grado de escolaridad primaria

Fuente: Elaboración propia en base a INDEC (1984).

Ahora bien, debido a que se utilizan diferentes variables y en algunos casos más de un indicador, es necesario establecer algún criterio que sirva para clasificar a las unidades de análisis como pobres o no pobres. En otras palabras, la pregunta es ¿cuántas y cuáles de estas condiciones deben cumplirse para poder afirmar que un hogar tiene necesidades básicas insatisfechas?8. Al respecto, Feres y Mancero (2001a) consideran que un número mínimo de carencias críticas resulta totalmente arbitrario, ya que no existe ningún tipo de sustento teórico que permita establecerlo, y que tampoco es posible determinar qué ponderación debería recibir cada una de ellas, dado que las mismas son incomparables entre sí. A pesar de ello, “en todas las estimaciones realizadas en América Latina se ha utilizado un método denominado de realización combinada: un hogar se considera pobre si no alcanza el umbral de al menos un indicador” (Beccaria et al., 1997, pág. 100). Esta idea parte de dos premisas básicas: 1) todas las necesidades son básicas, es decir, fundamentales para reflejar la

8

Algunos autores ubican esta pregunta dentro del problema de la agregación. Sin embargo, entendemos que esta cuestión es inherente al problema de la identificación, ya que sin una respuesta concreta resulta imposible distinguir qué hogares deben ser considerados pobres y cuáles no.

pobreza, y, por lo tanto, 2) todas tienen la misma importancia. Es por ello que un hogar es clasificado como pobre cuando no logra satisfacer al menos una de las necesidades básicas. Como consecuencia del método de realización combinada existen dos situaciones que resultan inclasificables. La primera de ellas, lógicamente, es aquella en la que el hogar no ha respondido ninguna pregunta vinculada al método. Mientras que la segunda sería la de aquellos que, habiendo contestado sólo algunas de las preguntas, no presentan necesidades básicas insatisfechas a partir de los indicadores construidos en base a sus respuestas. Supongamos, por ejemplo, que existe un hogar para el cual, en base a las respuestas disponibles, sólo es posible construir dos de los cinco indicadores. Si en ambos casos se supera el umbral mínimo, no es posible sostener que el hogar haya satisfecho todas sus necesidades. No obstante, si en uno de los dos indicadores no alcanza el mínimo requerido, ese hogar debe ser considerado NBI9.

1.2.2. Línea de Pobreza Para la medición de la pobreza por ingresos seguimos los lineamientos oficiales, según los cuales se consideran pobres a los hogares cuyo Ingreso Total Familiar (ITF) no alcancen un presupuesto determinado para la adquisición de un conjunto de bienes y servicios considerados necesarios –la línea de pobreza (LP)-. Esta última surge de multiplicar la Canasta Básica Total por la sumatoria de unidades de adulto equivalente del hogar.

 =  × ×  

Donde  representa a la Línea de Pobreza del hogar i, CBT a la Canasta Básica Total, al

coeficiente de adulto equivalente de una determinada persona con características j,  a la cantidad de personas del hogar i con el coeficiente de adulto equivalente j. En todos los casos, las unidades de adulto equivalente que utilizamos son las mismas que emplea el INDEC –es decir, las cuales surgen del trabajo de Morales (1988)-, aunque sólo recurrimos a las CBT oficiales cuando estas estuvieran disponibles y las consideráramos confiables –es decir, para el período comprendido entre 2003 y 2006-. Para los años meses posteriores, actualizamos el valor de diciembre de 2006 empleando el IPC de 9 provincias (IPC-9) calculado por el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina de la Central de Trabajadores de la 9

Es importante aclarar que este inconveniente es de una naturaleza distinta al de la universalidad de los indicadores (para más detalles, ver INDEC (2000)).

Argentina (CIFRA-CTA). Para todo el período de análisis, estimamos la CBT de las restantes regiones del país utilizando la “metodología de transición” aplicada por primera vez por el INDEC en el 2002 para datos del año anterior (INDEC, 2002a). Ésta consiste en corregir los valores de la CBT-GBA con los coeficientes de paridad de poder de compra de los consumidores de cada una de las regiones del país (INDEC, 2002b). Teniendo las unidades de adulto equivalente y las CBT, aplicamos el siguiente criterio de identificación:  ≥  →    <  → 

Donde  constituye el Ingreso Total Familiar del hogar i correspondiente a un determinado

período y  representa a la Línea de Pobreza del hogar i en ese mismo período.

Nótese que para poder clasificar al hogar –y, por ende, a las personas- necesitamos conocer el nivel de ingresos del hogar. Por lo tanto, resulta imposible determina la condición de aquellos que no responden en forma completa el bloque de ingresos de la encuesta10. A partir de 2009, el INDEC aplicó a todas las bases de datos existentes desde el tercer trimestre de 2003 un mecanismo de imputación de ingresos denominado “hot deck” (INDEC, 2009), lo cual permite reducir la pérdida de información asociada a la no respuesta de ingresos. En el presente trabajo optamos por considerar a todos los hogares –es decir, tanto a aquellos que respondieron el bloque de ingresos como a quienes se les imputaron-.

1.2.3. Método bidimensional o combinado Si se entiende que los dos métodos de medición analizados previamente sólo permiten dar cuenta de un aspecto parcial de un fenómeno complejo como es la pobreza, es razonable pensar que la información provista por ambos podría complementarse, al menos en dos aspectos. Por un lado, el método de la LP es capaz de identificar situaciones de pobreza coyuntural y/o reciente, mientras que el de las NBI sólo permite reconocer carencias de carácter más estructural (Feres et al., 2001b). Por otro lado, cada uno identifica distintas fuentes de bienestar (Boltvinik, 2003). En este sentido, el primero sólo tiene en cuenta al ingreso corriente; y el segundo, la propiedad de 10

Un inconveniente asociado es el de la declaración incorrecta de ingresos. Sin embargo, éste no impide la clasificación de los hogares, sino que puede derivar en una caracterización incorrecta de los mismos. Dado que no existen propuestas oficiales para corregir el sesgo que esta última introduce en las estimaciones de pobreza y que el diseño de un mecanismo capaz lograrlo excede los alcances del presente trabajo, los ingresos declarados serán considerados como efectivamente percibidos por las unidades de análisis.

activos y el acceso a servicios gubernamentales. Aprovechando estas características, a mediados de los ochenta, Beccaria y Minujín (1985) presentaron un método de medición que surge de aplicar en forma conjunta estos criterios de identificación. En consecuencia, el total de hogares se clasifica en cuatro subuniversos, dependiendo de si son considerados pobres según uno, ambos o ninguno de los métodos. El nombre de cada uno de estos subuniversos encuentra su origen en la situación temporal de la pobreza, la cual se deriva de la caracterización de los métodos realizada anteriormente. En el cuadro que se encuentra a continuación se resumen los criterios que permiten identificar a cada uno de estos cuatro grupos.

CUADRO 3. Subuniversos determinados por la aplicación del método bidimensional. NBI Pobre Pobre

Pobreza Crónica (Total)

No pobre

Pobreza Inercial (Estructural)

LP

No pobre Pobreza Reciente (Coyuntural o Pauperizados) Hogares en condiciones de integración social

Fuente: Elaboración propia en base a Feres y Mancero (2001b)

De esta forma, se minimizaría el error de considerar como no pobres a hogares que sí lo son, en el que se incurre cuando se emplea cualquiera de los dos métodos por separado (Beccaria et al., 1997); al tiempo que se contaría con una herramienta para caracterizar las diferentes realidades al interior del universo pobre. Veamos, entonces, qué particularidades presenta cada grupo: a. Pobreza crónica Son aquellos que encuentran dificultades para obtener un ingreso suficiente para adquirir una canasta de consumo mínima y, también, para acceder a bienes y servicios básicos. Por lo dicho anteriormente, se deduce que se trata de hogares que se encuentran en una clara situación de exclusión social. b. Pobreza reciente Está integrada por los hogares que logran satisfacer sus necesidades básicas, pero no perciben un ingreso suficiente como para adquirir una determinada canasta de consumo corriente. Suponiendo que “el deterioro en los ingresos de los hogares no tiende a reflejarse en las manifestaciones

materiales de la insatisfacción de ciertas necesidades básicas, sino después de caídas muy significativas en los ingresos de los hogares y luego de un tiempo considerable” (Murmis y Feldman, 1995, pág. 61), se podría identificar en estos hogares un proceso de movilidad social descendente. c. Pobreza estructural A diferencia del universo anterior, estaría compuesta por los hogares que poseen un nivel de ingreso suficiente, pero que no cuentan con los activos necesarios o no tienen acceso a los servicios provistos por el Estado (por ejemplo educación e instalaciones sanitarias). Respecto al origen de estas situaciones, la literatura suele identificar, principalmente, dos explicaciones posibles, no excluyentes entre sí, a saber: se trataría de hogares para los cuales la falta de acceso a determinados satisfactores se constituyó en un modo de vida, o de hogares que presentan inconvenientes para acceder a los bienes y servicios que determinan si un hogar presenta NBI o no, los cuales resultarían más difíciles de conseguir debido a que, en algunos casos, dependen de políticas estatales –por ejemplo, la instalación sanitaria- y, en otros, de una acumulación de ahorros en el tiempo –por ejemplo, las condiciones de vivienda-. Por lo tanto, se trataría de hogares que transitan un proceso de movilidad social ascendente o que, habiéndolo transitado, persisten comportamientos de su situación anterior. d. Hogares en condiciones de integración social Serían aquellos que no sólo satisfacen sus necesidades básicas, sino que también tienen un ingreso suficiente como para adquirir la canasta correspondiente. Según algunos autores (Feres et al., 2001a), son los que expresan las condiciones de vida dignas para esa sociedad.

Antes de concluir con la presentación de esta metodología cabe hacer una aclaración. Algunos autores sugieren que la variable de capacidad de subsistencia debiera ser retirada del método de las NBI al momento de utilizar dicho método en forma combinada con el de LP, debido a que aquella se incorporó con el objetivo de dar cuenta de las necesidades no consideradas explícitamente, lo cual el método indirecto lograría con mayor precisión. Sin embargo, como fuera dicho anteriormente, en el presente trabajo optamos por respetar los lineamientos originales de ambas metodologías.

1.3. Paneles e indicadores de movilidad A los fines de estudiar las transiciones entre las distintas categorías del método combinado construimos bases de datos de panel. Dadas las características del fenómeno que nos proponemos estudiar, optamos por construir los paneles más extensos posibles. Por el esquema de rotación de la EPH, éstos serán anuales –es decir, entre un trimestre y el mismo del año siguiente-. En este período, sobrevive, en teoría, el 50% del total de la muestra (INDEC, 2003a), pero, en la práctica, la pérdida de observaciones es mayor por el desgranamiento o atrición, el cual responde a diversos motivos (porque los hogares se mudaron, porque se niegan a responder la encuesta nuevamente, etc.), y, además, por el hecho de que la EPH no sigue individuos sino a hogares, pudiendo ocurrir cambios en su composición (Fraguglia y Persia, 2005; Benítez, Cortantese, Mazorra, Schachtel y Schlesser, 2011; Paz, 2013) 11. Ahora bien, los individuos que abandonan la muestra sin que les corresponda la rotación podrían introducir sesgos en el análisis. Sin embargo, a partir de una serie de procedimientos, Paz (2013) concluye que dicho sesgo es prácticamente inexistente12. Finalmente, con el objetivo de mejorar la representatividad estadística de la muestra, agregamos los paneles, obteniendo una base para el período 2003-2007 y otra para el período 2008-2013. A partir de estos pooles de bases de panel construimos dos tipos de matrices. Por un lado, una matriz que en las filas muestra el estado en el momento inicial y en las columnas, la categoría a la que pertenecía en el momento final –es decir, un año más tarde-. Luego, calculamos el porcentaje que la cantidad de casos de cada casillero representa respecto al total de la fila. Por otro lado, una matriz igual a la anterior, pero en la que sólo consideramos los casilleros que representan cambios de categoría –es decir, excluyendo los valores de la diagonal- y calculando las participaciones en relación al total de casos que experimentaron un cambio.

11

En este sentido, hemos aplicado controles típicos para verificar que se tratara de la misma persona –a partir del sexo y la edad- y hemos filtrado a aquellos casos que no han respondido en alguno de los dos relevamientos para construir el panel o que no pueden ser clasificados en una de las dos oportunidades. 12

Estos paneles enfrentan algunas limitaciones. Por un lado, no nos permiten captar la repetición de ciertos episodios ni la persistencia de determinados estados más allá de ese año a lo largo del cual se realiza el seguimiento de los hogares (Waisgrais, 2005; Paz, 2013). Por otro lado, podemos estar subestimando las transiciones, debido a que construimos los paneles a partir de dos observaciones puntuales –es decir, entre un trimestre y el mismo trimestre del año siguiente- (Tornarolli y Conconi, 2007).

2. ANÁLISIS DE LA INFORMACIÓN En el Gráfico 1 representamos el porcentaje de personas pobres respecto al total, según los dos criterios presentados anteriormente –esto es, según el método de la LP y de las NBI-. Como podemos observar, el período comienza con los mayores niveles de pobreza por ambos métodos – 45,7% en el caso de LP y 23,4%, en el de NBI-. A lo largo del período considerado, ambos indicadores presentaron una caída, aunque la intensidad ha sido significativamente mayor en el caso de la pobreza por ingresos (-31,3 p.p. versus -6,0 p.p., respectivamente) y el ritmo de decrecimiento fue más importante en los primeros años del período considerado (2003-2007) en ambos casos. Al concluir el período de análisis, ambos universos presentaban una participación similar en la población: 14,5% habita hogares con ingresos por debajo de la línea de pobreza y 17,1% habita hogares con al menos una necesidad básica insatisfecha.

GRÁFICO 1: Participación de la población que habita hogares con ingresos por debajo de la línea de pobreza (LP) y hogares con necesidades básicas insatisfechas (NBI). En porcentaje. 28 aglomerados. 3° 2003 – 4° 2013. 50,0 LP

45,0

NBI

40,0 35,0 30,0 25,0 20,0 15,0 10,0 5,0

Fuente: elaboración propia en base a datos de EPH-INDEC.

3° 13

1° 13

3° 12

1° 12

3° 11

1° 11

3° 10

1° 10

3° 09

1° 09

3° 08

1° 08

3° 07

1° 07

3° 06

1° 06

3° 05

1° 05

3° 04

1° 04

3° 03

0,0

Del Gráfico 2 hay dos cuestiones a destacar. Por un lado, en consonancia con lo observado anteriormente, el porcentaje de personas que sufren alguna forma de pobreza se redujo a la mitad a lo largo del período considerado, pasando del 50,5% a 26,1%. Por otro lado, no sólo cambió el volumen de la pobreza, sino también su composición. Mientras que en el año 2003 más de la mitad de las personas pobres –más específicamente, 53,5% - lo eran por insuficiencia de ingresos, un 37,3% eran pobres crónicos y el 9,2% restante eran pobres por NBI; en el año 2013, 43,9% se encontraban en esta última condición, 33,4% habitaban hogares con ingresos por debajo de la línea y 22,7% eran pobres por ambos criterios. En el panel A y el panel B graficamos el porcentaje de personas con pobreza crónica y estructural, y pobreza coyuntural y en condiciones de integración social, respectivamente. Como podemos observar, los dos universos representados en cada caso presentan comportamientos espejados –aunque no exactos-. Por lo tanto, podemos concluir que los dos movimientos comentados en el párrafo anterior responden, principalmente, a la caída de la pobreza por LP.

GRÁFICO 2: Participación de las distintas categorías según el método bidimensional o combinado. En porcentaje. 28 aglomerados. 3° 2003 – 4° 2013. Panel A

Panel B 80

20 Crónica

18

Estructural

70

16 60

14 50

12

Coyuntural 40

10 8

Integración social

30

6 20

4 10

2

3° 13

1° 13

3° 12

3° 11

1° 12

1° 11

3° 10

1° 10

3° 09

1° 09

3° 08

1° 08

3° 07

1° 07

3° 06

1° 06

3° 05

1° 05

3° 04

1° 04

3° 13

1° 13

3° 12

3° 11

1° 12

1° 11

3° 10

1° 10

3° 09

1° 09

3° 08

1° 08

3° 07

1° 07

3° 06

1° 06

3° 05

1° 05

3° 04

1° 04

3° 03

3° 03

0

0

Fuente: elaboración propia en base a datos de EPH-INDEC.

A los fines de analizar con más detalle las interacciones entre los distintos universos, construimos las bases de datos de panel y a partir de ellas, construimos las matrices de salida que se encuentran representadas en los cuadros 3 y 4.

CUADRO 3: Matrices de salida calculadas en base a pooles de datos de panel. 28 aglomerados. 2003-2007. B.Sobre el total que cambiaron de condición entre t y t+1 No No t Coy Estruc Crónica Coy Estruc Crónica pobre pobre No pobre 90,9 8,3 0,6 0,2 25,0 1,8 0,5 Coyuntural 45,3 52,4 0,6 1,7 46,5 0,6 1,7 Estructural 4,3 1,1 67,5 27,2 1,2 0,3 7,5 Crónica 1,2 2,7 20,0 76,1 0,8 1,7 12,5 Fuente: elaboración propia en base a datos de EPH-INDEC. t+1

A.Sobre el total en t de cada condición

En el panel A podemos observar que en la persistencia del estado inicial fue importante en las cuatro categorías durante el período 2003-2007. Concretamente, más del 50% de las personas se encontraban en la misma categoría un año más tarde. La categoría de no pobres (o integración social) presenta las tasas de permanencia más elevadas (90,9%), lo cual no sólo es deseable, sino también esperable13. A su vez, podemos observar que hay un flujo importante de personas de la pobreza coyuntural a situaciones de integración social -45,3% de las personas que en el momento inicial eran sólo pobres por ingresos, al año siguiente eran no pobres-. Sin embargo, las situaciones de pobreza también presentan un nivel de persistencia elevado –en particular en el caso de la pobreza crónica, ya que tres cuartos de las personas no pudieron mejorar su condición de ninguna manera, a pesar del contexto macroeconómico y laboral sumamente favorable-, lo cual podría estar sugiriendo la existencia de trampas de pobreza. Es más, si consideramos también las transiciones de pobreza estructural a la pobreza crónica y viceversa (27,2% y 20,0%, respectivamente), en el primer caso acumulamos el 94,7% y en el segundo, 96,1%. Finalmente, es importante notar que en aquellas dos situaciones en las que se registra una insuficiencia de ingresos –es decir, la pobreza coyuntural y la pobreza crónica-, la probabilidad de obtener un ingreso que se ubique por encima de su línea de pobreza –es decir, de pasar a ser pobre estructural o no pobre- es menor si además se presentan necesidades básicas insatisfechas (20,0% versus 45,3%).

13

Recordemos que se trata de un período de fuerte reducción de la pobreza, para lo cual es necesario que la gente abandone dicha condición, pero que tampoco se incorpore a la misma.

Sin embargo, los datos del panel A no son comparables entre filas, en tanto están calculados a partir de universos distintos. Es por ello que incluimos el panel B en el que sólo presentamos los casilleros que representan transiciones entre estados y en el que los porcentajes fueron calculados en relación al total de movimientos. En este caso se verifica que hay una relación más “estrecha” entre la pobreza coyuntural y la no pobreza, donde predominan las transiciones de la primera a la segunda, y entre la pobreza estructural y la crónica, aunque son mayores los movimientos de la segunda a la primera.

CUADRO 4: Matrices de salida calculadas en base a pooles de datos de panel. 28 aglomerados. 2008-2013. t+1 t

A.Sobre el total en t de cada condición No pobre

Coy

Estruc

Crónica

B.Sobre el total que cambiaron de condición entre t y t+1 No Coy Estruc Crónica pobre

92,8 6,3 0,7 0,2 No pobre 55,5 42,3 0,8 1,4 35,2 Coyuntural 4,8 0,8 74,4 20,1 2,5 Estructural 1,7 2,3 33,9 62,1 0,7 Crónica Fuente: elaboración propia en base a datos de EPH-INDEC.

30,3 0,4 0,9

3,6 0,5

0,9 0,9 10,4

13,8

En el panel A podemos observar que en el período 2008-2013 también fue importante la persistencia del estado inicial. Sin embargo, en este caso, disminuye la persistencia de la pobreza coyuntural y la crónica –en alrededor de 10 p.p. y 14 p.p., respectivamente-, mientras que aumenta en las situaciones de integración social y en la pobreza estructural –en, aproximadamente, 2 p.p. y 7 p.p., respectivamente-. A su vez, aumentan la salidas de la pobreza coyuntural hacia condiciones de integración social –de 45,3% a 55,5%- y de la pobreza crónica a la estructural –de 20,0% a 33,9%-. De todas formas, continuamos observando el mismo fenómeno de elevada interacción entre pobreza coyuntural y condiciones de integración social, y pobreza estructural y crónica. En el panel B observamos que el flujo neto de la pobreza coyuntural a la no pobreza y de la pobreza crónica a la estructural cayó (de 21,5 p.p. a 5 p.p., y de 5 p.p. a 3,4 p.p., respectivamente).

3. CONCLUSIONES El período comprendido entre 2003 y 2013 estuvo caracterizado por una importante caída de la pobreza –en particular, de la pobreza por ingresos-, la cual se fue desacelerando con el transcurso de los años. Sin embargo, la proporción de personas que sufren algún tipo de carencia continúa siendo elevada hacia el final de la etapa considerada. A su vez, esta mejora de los ingresos de los hogares tuvo un impacto en la composición del universo pobre, en tanto redujo la participación de la pobreza coyuntural y crónica, pero aumentó la de la pobreza estructural. A partir de la construcción de los paneles pudimos observar una elevada persistencia de la condición inicial, independientemente de cuál fuera esta, aunque marcadamente mayor en el caso de las personas en hogares en condiciones de integración social. Pese a que la persistencia en la pobreza estructural y crónica es levemente menor, cuando consideramos las transiciones entre ambas, los porcentajes alcanzados se aproximan casi al 100% de los casos. Finalmente, es importante destacar que observamos una probabilidad de obtener ingresos por encima de la línea de la pobreza menor en el caso de los pobres crónicos que en el caso de los pobres coyunturales, lo que pareciera sugerir que el hecho de poseer necesidades básicas insatisfechas constituye una restricción a la mejora de los ingresos.

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