La Plasticidad Neuronal: Base y Fundamento de nuestra evolución

August 28, 2017 | Autor: N. Parra Bolaños | Categoría: Neuroscience
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Descripción

Monografía Curso de Capacitación Docente en Neurociencias Alumno: Nicolás Parra Bolaños www.asociacioneducar.com Mail: [email protected] Facebook: www.facebook.com/NeurocienciasAsociacionEducar

La Plasticidad Neuronal: Base y Fundamento de nuestra Evolución Originalmente, el concepto de plasticidad neuronal, es empleado por vez primera en 1.890, por el famoso investigador científico William James, quien para explicar los cambios y las modificaciones presentes en la conducta de los organismos humanos, tomó como base la idea de que dichos cambios son el resultado de las modificaciones ocurridas en la arquitectura neuronal, y que posteriormente, con el advenimiento del gran neurólogo español Santiago Ramón y Cajal, tomó posición con mucha mayor fuerza, debido a que este último postuló que todo comportamiento humano debe tener un asiento fisiológico, aunque inicialmente había una postura extremadamente rígida sobre el papel de la plasticidad a nivel de las redes neuronales, pues se pensaba que cualquier daño producido en el sistema nervioso, y más aún en la dominancia hemisférica, era irreparable.

Para poder llegar a una mayor certeza de que existe realmente la plasticidad neuronal en los cerebros de los miembros de nuestra especie, antes se hizo necesario trabajar con otros mamíferos de alta capacidad encefálica, para poder probar la teoría de que el cerebro humano, tiene la capacidad de hacerse cargo de zonas dañadas o afectadas

por algún tipo de lesión o por alguna enfermedad, y la evidencia encontrada en los estudios clínicos con modelos animales, señala que en animales cordados de amplia capacidad encefálica, está presente la plasticidad neuronal, como el fenómeno comportamental de los sistemas nerviosos, de reemplazar las funciones aletargadas o rezagadas de otras áreas cerebrales, y ello llevó a considerar seriamente la posibilidad de que si en organismos similares a nuestra especie, se da el comportamiento neurofisiológico de la plasticidad, es apenas lógico aseverar que en nosotros también está presente, de forma evolutiva y adaptativa.

Un caso muy dramático de la plasticidad neuronal lo vemos en el siguiente gráfico, en el cual podemos observar el desarrollo de las neuronas en tres fases evolutivas distintas, en las que se observa a las células nerviosas en un plano muy básico y sencillo, mientras que en las dos fases sucesivas, se denota una mayor activación de redes neuronales y una complejidad que responde a los cambios evolutivos que dieron lugar a la citoarquitectura del cerebro, la que nos permite deducir que de esa enorme capacidad neuronal se producen mecanismos de apoyo, respaldo y fortalecimiento del sistema nervioso central cuando este sufre algún tipo de daño.

Debido a estos avances en modelos animales, es que fue posible hacer la extrapolación de dicho concepto a nuestra especie, y por tales razones se ha ampliado el término, hasta considerar a la plasticidad cerebral, como una adaptación de tipo funcional, que tiene como meta la reducción de los daños producidos en regiones encefálicas diversas, de modo que esta capacidad le permite al cerebro, funcionar de modo semejante a como lo

harían los atletas en una pista de relevos, en donde un corredor compite contra otro llevando el relevo hasta el siguiente atleta, y así sucesivamente hasta completar la carrera. Otro ejemplo prolijo para explicar de modo sencillo y ameno la plasticidad neuronal, es el ejemplo del futbol, en donde hay dos equipos en el campo de juego, cada uno de ellos con once jugadores en terreno, y aproximadamente seis o siete jugadores más en la suplencia, lo que se equipara al cerebro, cuando este sufre de una lesión, y requiere por tanto, ser reemplazado por otro jugador, aunque este no ocupe la posición del original (Por ej. Un delantero por un mediocampista), y de este modo es que podemos nombrar docenas y docenas de analogías, en las que queda plasmada la enorme versatilidad y funcionalidad de la plasticidad neuronal, al funcionar como un equipo que tiene capacidad autosustentable de modificarse y reemplazar regiones, cuando la situación lo amerite.

En el anterior gráfico se puede observar que la plasticidad neuronal se da en todos los niveles de desarrollo de los organismos humanos, y queda de manifiesto que no solo hay plasticidad cerebral solo en las primeras etapas de vida, como se creyó durante muchas décadas, sino que contamos con mecanismos de plasticidad neuronal, desde antes de la gestación hasta el momento de nuestro deceso, y por ende debe explicitarse en todos los entornos educativos tradicionales y psicoeducativos, que la plasticidad neuronal no es una acción evolutiva propia y exclusiva de nuestra especie en edad infantil, sino que esta perdura a lo largo de todo nuestro ciclo vital.

Para comprender de manera más profunda, el fenómeno filogenético y ontogenético de la plasticidad neuronal, es preciso remontarnos hasta el origen mismo de las células, pues si nos ubicamos en el nivel más básico de comprender a las neuronas, como lo que son: “células”, podremos entender mucho mejor las bases de la plasticidad. Considerando, como ya se mencionó antes, que las neuronas son células, y más específicamente, células nerviosas, ha de observarse el comportamiento que poseen las células en sus formas más elementales, las cuales pueden ser eucariotas o procariotas, y para nuestro caso, nos enfocaremos más en el segundo tipo, pues las procariotas son células que evolutivamente y por cuestiones de supervivencia, optaron por asociarse, por ser cooperativas, ya que desde la cooperación como conducta que permite incrementar los índices de supervivencia ante las amenazas del entorno circundante, se hizo preciso, tras miles de millones de años de evolución, generar sistemas para proteger las células, y generando sistemas, cambiar de una filosofía sésil de la naturaleza, en donde los organismos reinantes eran las plantas, los árboles y los vegetales, a una filosofía de la vida tendiente al movimiento, y para ello se hizo necesario que estos conjuntos de células, que ahora se han convertido en sistemas, se convirtiesen en organismos altamente especializados.

En este gráfico se puede observar una imagen tridimensional del cerebro, en el que se observan con colores vivos y diversos, las zonas de diferente activación neuronal, las que sirven de ejemplo perfecto para describir el comportamiento evolutivo de la plasticidad neuronal, que funciona a niveles múltiples y con una versatilidad tan grande, que incluso en ciertos casos la función de un hemisferio pudo ser reemplaza por el otro. Esta perfección del sistema nervioso, solo ha sido conseguida, gracias a la cooperación entre sistemas celulares, que ha dado lugar a los organismos complejos que

ahora conocemos como mamíferos, los que en su gran mayoría, y en el caso de los organismos cordados, o dotados de cerebro y columna vertebral, han engendrado a los homínidos, debido a los azarosos procesos evolutivos de ensayo y error de la naturaleza, y de conservación de los mecanismos que nos permiten sobrevivir con lo útil y descartar los mecanismos que son un obstáculo para la supervivencia de la especie. Es en este debate entre migrar o extinguirse, que surge para los organismos la capacidad de poseer plasticidad neuronal, pues pese a la sobreespecialización que han alcanzado muchas de las regiones de nuestros cerebros, también es una cualidad altamente positiva, e indispensable, la de ser capaces de reemplazar partes dañadas cuando sea necesario, y de este modo procurarnos como especie el derecho a continuar existiendo en nuestro planeta, como las formas de vida más dominantes que jamás hayan existido.

Finalmente, la plasticidad neuronal es una herramienta, una herramienta que hemos recibido de la madre naturaleza y del durísimo y tan sufrido proceso evolutivo constante que experimentamos, para poder defendernos ante las amenazas externas a las que se pueda ver avocado el cerebro, e incluso ante las amenazas internas, pues está más que claro, que el cerebro no es un simple órgano o un simple musculo, sino que es necesario que seamos tajantes y afirmemos que, nosotros no somos nuestro cuerpo, nosotros somos nuestro cerebro, pues es el cuerpo el que está al servicio del cerebro, y no al contrario, y por ende, lo más preciado y valioso que poseemos son nuestros cerebros, pues no poseemos un cerebro, sino que nosotros somos nuestros cerebros y ello lo cambia todo, pues ahora ya no estamos en una época dominada por la teología, las creencias o las pseudociencias, sino que vivimos en una época donde los dominios le corresponden a las neurociencias y la física, como las ciencias reinantes de nuestra era.

REFERENCIAS

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