‘La pervivencia de la Irlanda gaélica en el exilio (1604-1644)’ [‘The survival of Gaelic Ireland in exile (1604-1644)’]

Share Embed


Descripción

* Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto HAR201127898-C02-02 (“Permanencias y cambios en la sociedad del Antiguo Régimen, ss. XVI-XIX. Una perspectiva desde Madrid”), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad. Se ha preferido escribir en inglés los nombres propios y términos irlandeses. En memoria de José “Pepe” Palau.

LA PERVIVENCIA DE LA IRLANDA GAÉLICA EN EL EXILIO (1604-1644)* Eduardo De Mesa Gallego**

**

Durante largo tiempo la historiografía irlandesa ha considerado que, desde el fin de la Edad Media, el poder político gaélico habría estado avocado a la extinción debido a su carácter primitivo y a su incapacidad para evolucionar o modernizarse. A pesar de que dicha afirmación ha cambiado gracias a varias obras renovadoras,1 permanece inmutable la opinión de que, tras la plantación del Ulster a comienzos del siglo XVII,2 los señoríos gaélicos languidecieron en la isla hasta morir. Sin embargo esta hipótesis pasa por alto que parte de la población de dicho origen, sobre todo los miembros de los grandes clanes, se vio obligada a –o prefirió– abandonar la isla y buscar un nuevo hogar en el continente. Buen número de dichos exiliados se asentaron en los territorios de la Monarquía Hispánica, y fue allí donde un rescoldo de la soberanía gaélica logró pervivir. 1. La situación socio-política en Irlanda A comienzos del siglo XVII la población de Irlanda se dividía en tres grandes gru-

Nevada State College – Universidad Autónoma de Madrid.

pos étnicos: gaélicos, Old English e hiberno-normandos. Los primeros eran los habitantes nativos, poseían una cultura y un idioma propios, y hasta inicios del siglo XVI permanecieron en gran medida fuera del área de influencia de Dublín. Los segundos eran los descendientes de los colonizadores anglo-normandos, ingleses, galeses y flamencos que habían llegado a Irlanda tras la invasión anglonormanda (1169-1171); se concentraban mayoritariamente en la región del Pale – formada por los condados de Dublín, Meath, Louth y Kildare– y en los condados de Westmeath, Kilkenny, Wexford y Galway, áreas bajo la influencia del gobierno inglés; eran angloparlantes, se enorgullecían de mantener sus costumbres inglesas y durante el siglo XVI mantuvieron su catolicismo al mismo tiempo que su lealtad a la Corona inglesa.3 Por fin, los hiberno-normandos compartían origen con los Old English; sus antepasados se habían asentado en las zonas fronterizas de los territorios bajo la autoridad de la Corona, especialmente en las provincias de Leins-

1

Las más significativas son: O’Dowd, 1986; Simms, 1987; Nicholls, 2003.

2

El gobierno inglés acabó con la oposición política en Irlanda mediante la expropiación de las tierras de los cabecillas rebeldes y su división en plantaciones agrícolas explotadas por colonos; así se les privaba de su sustento y, por tanto, de su poder.

3

Canny, 1975; Lennon, 1978; Power, 2012.

365

4

Downey, 2012.

5

Canny, 1976; Brady, 1994.

6

Brady & Ohlmeyer, 2004: 10-21.

7

Silke, 1970.

ter y Munster; pero durante la etapa de reconquista gaélica del siglo XIV quedaron lejos de la influencia real y comenzaron a adoptar la forma de vida gaélica, su lenguaje, y a fraguar alianzas matrimoniales con los nativos; las familias hiberno-normandas, por tanto, acabaron siendo linajes ingleses “gaelizados” con la mezcla de ambas sangres; y durante el siglo XVI se mostraron como la punta de lanza de la oposición a la acción centralizadora del gobierno inglés.4 Los tres grupos tenían como nexo de unión el catolicismo, pero nunca fueron capaces de dejar atrás sus diferencias y hacer frente común a los anglicanos –conocidos como los New English–, que comenzaron a copar la administración de Dublín desde los años sesenta del siglo XVI.5 Estos recién llegados fueron quienes realmente destruyeron la Irlanda que se había fraguado a finales de la Edad Media. Mediante políticas muy agresivas, basadas en su supuesta superioridad religiosa, moral y civilizadora, durante el siglo XVII acabaron con la autoridad de los clanes gaélicos e hiberno-normandos y, posteriormente, destruyeron el poder de los Old English.6 El ocaso político del mundo gaélico se sustanció en tres hechos históricos acaecidos durante la primera década del siglo XVII, provocados por la Guerra de los Nueve Años (1594-1603). El primero fue, en enero de 1602, la derrota de las tropas de Hugh O’Neill y Hugh Roe O’Donnell –los dirigentes de los dos clanes gaélicos

8

MacCarthy-Morrogh, 1986; O’Scea, 2003. 9

Canny, 2001.

10

Ibid, 1969; ibid, 1970.

11

Ibid, 1971; McCavitt, 1994, ibid, 2002.

366

más importantes del Ulster– a manos inglesas al intentar enlazar con las españolas de don Juan del Águila en las cercanías de Kinsale.7 La campaña supuso el último esfuerzo de los linajes gaélicos e hiberno-normandos de Munster por revertir la plantación de dicha provincia, iniciada por la Corona inglesa en la década de 1580.8 Tras la retirada de las tropas de los dos nobles hacia sus bases en el Ulster, el gobierno inglés pudo continuar con su labor colonizadora sin injerencia alguna.9 Con ello, de las cuatro provincias de Irlanda –Ulster, Leinster, Munster y Connacht–, sólo en la primera el poder gaélico pareció capaz de mantenerse en pie. Dicha resistencia contó con un inesperado respaldo cuando Hugh O’Neill, al rendirse al gobierno inglés (Tratado de Mellifont, marzo de 1603), se vio favorecido por unas condiciones muy ventajosas que le permitieron mantener casi intacta su autoridad. Además, a la subida al trono de Jaime I, este se mostró favorable al jefe gaélico.10 El segundo evento fue la huida al continente, en septiembre de 1607, del propio O’Neill y de Rory O’Donnell –hermano menor y sucesor de Hugh Roe– acompañados por casi un centenar de seguidores. Las razones por las que ambos nobles decidieron abandonar sus tierras en el norte de Irlanda y navegar hacia territorios de la Monarquía siguen sin estar claras en su totalidad, sobre todo en el caso del primero.11 La presión ejercida por los representantes del gobierno de

Dublín –en su mayoría New English y veteranos de la Guerra de los Nueve Años, que consideraban que se debía ejecutar a los dos nobles por traición y dividir sus estados entre los vencedores– se mostró asfixiante al lograr que en aquel mismo año de 1607 Jaime I cambiara su política de amistad respecto a O’Neill.12 La inseguridad que ambos cabecillas gaélicos sentían se acentuó por el peligro que suponía que se conocieran los tratos diplomáticos que mantenían con la Monarquía Hispánica. El caso es que los jefes de ambos clanes abandonaron para siempre la isla. Con casi total seguridad se puede afirmar que la salida del Ulster de O’Neill y O’Donnell supuso el punto de no retorno para el destino de la sociedad gaélica, que quedó sin líderes poderosos. Kinsale, a pesar de su simbolismo, no llegó en realidad a tener el mismo ascendiente para con la población gaélica. El tercer acontecimiento facilitó a la Corona inglesa el poder acabar con el reducto gaélico del Ulster y transformarlo en un territorio apto para su colonización. Fue la rebelión de sir Cahir O’Doherty en abril de 1608. El joven noble, que se había posicionado del lado inglés tiempo atrás, se alzó contra el gobernador de Derry –también inglés, por supuesto–, tras haber sido objeto de humillaciones públicas por parte de este. En venganza sus seguidores incendiaron y saquearon la población junto con otras más.13 A pesar de que la revuelta no llegó a propagarse por todo el Ulster (tras la marcha de los

condes, la administración de Dublín había reforzado notablemente el contingente militar inglés en la zona,14 y los rebeldes no tuvieron apenas tiempo de contactar con la Monarquía Hispánica), la reacción del gobierno de Jaime I fue de verdadero pánico a la par que paranoica. Aunque el poder gaélico estaba descabezado con O’Neill y O’Donnell en el exilio, tras acabar con la insurrección se decidió actuar contra los líderes de los escalones inferiores y liquidar cualquier conato de resistencia. Para ello se ejecutó a numerosos cabecillas gaélicos –alguno de los cuales había luchado anteriormente en favor de Inglaterra–, mientras otros languidecieron en prisión o fueron obligados a servir junto a sus familiares y seguidores a las coronas sueca y rusa en su guerra contra Polonia en el Báltico.15 Una vez neutralizado el supuesto peligro, se decidió comenzar con la plantación del Ulster.16 La autoridad gaélica había sido sentenciada a muerte en Irlanda.

12

Edwards, 2010.

13

Harris, 1980a.

14

Ibid, 1980b.

15

Ibid, 1980a: 325; Dunning & Hudson, 2013. Durante los primeros combates muchos de los irlandeses lograron desertar al ejército polaco. Tras ser despedidos tiempo después por Segismundo III, algunos de ellos encaminaron sus pasos a Flandes, donde solicitaron servir en el Tercio de Henry O’Neill. 16

2. El mundo político de los clanes gaélicos La Irlanda gaélica era una sociedad basada en linajes patrilineales que formaban una entidad colectiva definida, usualmente denominada clan o sept, cuyas funciones se extendían al ámbito político-legal pero no a la esfera socio-familiar. La pertenencia a un sept venía dada por el origen pero también por la genealogía concreta, ya que ambas determinaban los derechos legales de sus miembros. Normalmente 367

Morgan, 1988; Bardon, 2011.

17

Nicholls, 2003: 9-11.

18

Hayes-McCoy, 1970.

cada clan podía poseer y ocupar ciertas tierras o territorios, siendo estas sus funciones colectivas más importantes. Sin embargo, como el clan era una unidad sólo en sentido político y legal, no se producían las relaciones de solidaridad características de una familia. Así era usual que se produjeran tensiones y conflictos: los derechos sobre la jefatura del clan eran fuente constante de disputas entre hermanos, tíos, primos... Dicha turbación se veía agravada por la aparición de hijos ilegítimos, a los que se otorgaban los mismos derechos hereditarios que a los legítimos. Por tanto, cuando la jefatura de uno de los septs quedaba vacante, la violencia podía impregnar la sucesión. El clan cerraba filas y contraatacaba ante una agresión exterior, pero en su seno solía imperar un estado de hostilidad, de división, su verdadero talón de Aquiles a la hora de enfrentarse al gobierno inglés.17 Los clanes más poderosos, como los O’Neill o los O’Donnell, recibían el apoyo de otros septs menores pero imprescindibles debido tanto a su soporte como a las funciones que realizaban para aquellos. Respecto de el O’Neill –tal y como era llamado el caudillo–, el jefe de los O’Donnelly era alguacil de sus tropas, mientras el de los O’Devlin portaba su espada y mandaba el contingente de caballería y el de los O’Quinn actuaba como intendente. Los MacNamee eran, por su parte, los poetas del clan. Y los O’Hagan y los O’Cahan los encargados de legitimar a cada nuevo O’Neill: sin su aprobación

19

Fitzpatrick, 2004: 123-124, 215-216. 20

Ibid: 216, 221.

21

Casway, 2001.

368

ningún candidato a la jefatura tenía posibilidad alguna de hacerse con el poder.18 Otros clanes simplemente eran aliados: ese fue el caso de los Mac Rory O’More, los Maguire y los O’Reilly, entre otros.19 En el caso del clan O’Donnell, el caudillo de los O’Gallagher mandaba el contingente de caballería; mientras sus aliados eran los O’Boyle, los O’Rourke, los MacSweeney, los O’Doherty, los Burke de Mayo, los MacDermot, los O’Connor, etcétera.20 Durante la Guerra de los Nueve Años esta alianza entre clanes se hizo todavía más fuerte al crearse una confederación de señores gaélicos a la que cada cual aportó todos sus recursos militares. La coalición hizo que sus miembros llegaran a olvidar viejos enfrentamientos, en algunos casos latentes durante cientos de años. A pesar de todo, la subordinación y las alianzas fueron puestas a prueba. El enfrentamiento en 1603 entre Donal Ballagh O’Cahan y Hugh O’Neill fue sonado, dado el intento del primero por independizar sus tierras de las del segundo. Si O’Cahan hubiera tenido éxito, el territorio bajo el control de O’Neill se hubiera visto reducido drásticamente.21 En un mundo en plena ebullición las alianzas nunca fueron eternas. Pero fue la tradición, más que los enfrentamientos personales, la que determinó cuáles iban a ser las alianzas gaélicas fuera de Irlanda. 3. El oficio de las armas gaélico Durante la edad media y buena parte del siglo XVI la costumbre dictó que sólo

combatieran los hombres libres de cada sept, ya fuera como infantería ligera – kerne– o como caballería, también necesariamente ligera dado que no usaban estribos.22 Dichos contingentes eran reforzados por unidades de galloglass, mercenarios de origen escocés pero naturalizados irlandeses, entrenados desde niños y que combatían a pie blandiendo enormes espadas o hachas.23 A partir de 1565 los ejércitos gaélicos se reforzaron además cada año con mercenarios escoceses –redshanks– que, a diferencia de los anteriores, volvían a sus bases al otro lado del mar al cesar la campaña.24 Significativamente, durante el siglo XVI se produjeron dos hechos en el ámbito castrense que modificaron hondamente el oficio de las armas gaélico. El primero se produjo durante los años sesenta, cuando Shane O’Neill, el jefe del clan O’Neill en aquella década, en contra de la costumbre, ordenó entrenar y armar al campesinado bajo su mando. Como resultado, la masa militar susceptible de ser movilizada por dicho sept se multiplicó, y se acostumbró a una gran parte de la población a manejar armas.25 El segundo, las llamadas buannadha, surgieron durante la Guerra de los Nueves Años. Eran compañías de soldados profesionales pertenecientes a un mismo clan –aunque podían luchar como mercenarios para otro–, mandados por un capitán, normalmente un veterano del ejército inglés en Irlanda o del Ejército de Flandes. Algunos de sus instructores

22

Hayes-McCoy, 1941; Ó Domhnaill, 1946; Simms, 1996.

fueron supervivientes españoles de la Armada o, irónicamente, ingleses. Su servicio era continuado, no se las disolvía al final de cada campaña, lo que originaba que los lazos entre sus miembros fueran muy estrechos, una de las características típicas de las unidades profesionales. Dichas compañías eran pagadas por los señores gaélicos o mantenidas por sus campesinos, por lo que representaban un pesado lastre para la economía insular, pero necesario si se quería vencer a los ingleses. Así, por primera vez, la población gaélica combatió de una manera profesional tras ser adiestrada en el uso del armamento típico del siglo XVI: picas y arcabuces.26 A pesar de esa profesionalidad, la guerra irregular endémica de Irlanda – basada en golpes de mano sorpresivos, emboscadas, razias, etcétera– impidió que las compañías llegaran a desarrollar la cohesión necesaria para poder luchar formando unidades de combate más grandes, como escuadrones o batallones, lo que les habría permitido estar a la misma altura que los regimientos ingleses que les derrotaron ante Kinsale. Así, las tropas gaélicas destacaron en la petite guerre, pero ni su herencia castrense ni las condiciones de la guerra les permitieron dar el salto cualitativo necesario para lograr combatir a la manera de la Europa continental. Para ello tuvieron que ser entrenados en el Ejército de Flandes, en mi opinión la mejor máquina militar de principios del siglo XVII.

23

Nicholls, 2003: 99-104; Duffy, 2007.

369

24

Hayes-McCoy, 1937.

25

Connolly, 2007: 142.

26

Ó Báille, 1946.

27

Mesa, 2009: 46, 50, 83, 175.

28

O’Scea, 2004 y 2010.

4. El primer Tercio de irlandeses La creación en 1605 de la unidad militar al mando de Henry O’Neill, hijo del citado Hugh O’Neill, se insertó dentro de una doble estrategia de la Monarquía Hispánica. Por un lado se deseaba reunir a los exiliados católicos escoceses, ingleses e irlandeses para que sirvieran en Tercios –uno por nación– como contraprestación a la considerable ayuda económica que recibían. Por el otro, se pretendía aumentar los efectivos del Ejército de Flandes con vistas a la ofensiva que se planificaba. Como el número de exiliados no era suficiente para levantar tres Tercios, se pidió licencia a Jaime I para reclutar tropas en sus estados. Pero aunque contaron con su permiso, las levas en Escocia e Inglaterra no tuvieron el éxito esperado. A pesar de todo, dos Tercios, el de escoceses al mando de William Semple y el de ingleses al mando del barón de Arundel, combatieron durante las campañas de 1605 y 1606, aunque, debido a la denominada “Conspiración de la pólvora” contra el Parlamento inglés en 1605, buena parte de sus efectivos regresó a la isla. En 1608 sólo continuaban en servicio dos compañías de escoceses y una de ingleses.27 En el caso de la recluta del Tercio irlandés de Henry O’Neill la respuesta fue totalmente diferente. Como quiera que el número de exiliados en la Península Ibérica había aumentado dramáticamente tras la derrota de Kinsale, fue fácil reunir hombres preparados para la guerra entre

29

Archivo General de Simancas, Contaduría del Sueldo, 2ª época, legajo 223. De lo pagado a la infantería irlandesa en Ostende. 30

Casway, 1973.

31

Henry, 1992: capítulos 1 y 2.

32

Archivo General de Simancas, Estado, legajo 1807. Entretenidos y aventajados en la infantería irlandesa, mayo 1607.

370

los miembros de los entourages de los nobles gaélicos de Munster, muchos de ellos veteranos de la Guerra de los Nueve Años. A pesar de las dificultades para su transporte hasta Flandes, las compañías de Thaddeus MacCarthy y Cornelius O’Driscoll fueron desplegadas en el frente durante la campaña de 1606.28 Sobre el terreno las tropas fueron reforzadas por los veteranos supervivientes del regimiento de William Stanley y de algunas compañías fuera de regimiento, como la de George Barnewall, que se distinguió en el sitio de Ostende.29 Pero además, debido a las buenas relaciones anteriores a 1607 entre Jaime I y Hugh O’Neill, el monarca inglés, tras haberse asegurado de que Henry O’Neill no iba a utilizar sus tropas en su contra, no solo dio licencia para reclutar irlandeses, sino que incluso facilitó la leva:30 cuantos más veteranos católicos de la Guerra de los Nueve Años abandonaran la isla, más tranquila y menos problemática iba a resultar la reinstauración del gobierno inglés.31 Desgraciadamente no se ha conservado ninguna muestra completa de la unidad hasta 1608; pero sí se han podido reconstruir la sargentía mayor y las capitanías existentes en mayo de 1607 gracias a un listado de entretenidos y aventajados:32

33

Como maestre de campo era propietario de la primera compañía del Tercio.

Tabla 1. Oficialidad del Tercio de Henry O’Neill, 1607. Nombre 33

Henry O’Neill Edward FitzGerald Thomas Stanihurst Thomas St. Lawrence Walter Delahyde Thomas Preston John Rath Thaddeus MacCarthy Cornelius O’Driscoll Owen Roe O’Neill Arthur O’Neill James Gernon Maurice FitzGerald William Barrett

Rango

Etnia

Condado y provincia de origen

Maestre de Campo Sargento Mayor Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán

Gaélica Hiberno-Normanda Old English Old English Old English Old English Old English Gaélica Gaélica Gaélica Gaélica Hiberno-Normanda Hiberno-Normanda Hiberno-Normanda

Tyrone – Ulster Kildare – Leinster Dublín – Leinster Dublín – Leinster Kildare – Leinster Kildare – Leinster Louth – Leinster Cork – Munster Cork – Munster Tyrone – Ulster Tyrone – Ulster Louth – Leinster Kerry – Munster Cork – Munster

El origen de la oficialidad nos muestra un claro equilibrio étnico: cinco gaélicos, cuatro hiberno normandos y otros cinco Old English. Aún así llama la atención el alto número de capitanes de la última etnia. Durante la Guerra de los Nueve Años, los Old English permanecieron en su mayor parte al margen del conflicto, y si Jaime I no hubiera apoyado la recluta del Tercio irlandés es seguro que no habrían invertido considerables cantidades de dinero en una aventura castrense que, además, hubiera podido suponerles una catastrófica pérdida de influencia en su ya menguada ascendencia sobre el gobierno de Irlanda. En lo que respecta a las otras dos etnias, queda de manifiesto que sus destinos quedaron ligados estrechamente en el exilio. Algunos de sus miembros lle-

vaban tiempo combatiendo en Flandes –Edward y Maurice FitzGerald–, pero otros habían luchado durante la Guerra de los Nueve Años –Owen Roe y Arthur O’Neill o William Barrett–, tras cuyo resultado su mejor opción fue marchar a Flandes, pues el servicio a la Monarquía Hispánica parecía un futuro más prometedor que continuar en la isla. En el citado listado de entretenidos y aventajados –278 de los primeros y 99 de los segundos– abundan sobre todo los apellidos de origen gaélico: al fin y al cabo muchos de ellos formaban parte de los entourages de los nobles exiliados. Respecto de los soldados que formaban las compañías, poco se puede decir de su origen al no haberse conservado listados, aunque no es muy aventurado suponer que la mayoría de ellos fueran gaélicos: esta fue la pobla371

34

ción que sufrió la pérdida de tierra por las plantaciones, si bien muchos pudieron mantenerse en la que cultivaban gracias a la imposibilidad de traer colonos suficientes para beneficiarla, ya fueran escoceses de las tierras bajas o ingleses.34 Sin embargo, el equilibrio entre las tres etnias iba a quebrarse gradualmente. Desde la salida de Hugh O’Neill de Irlanda, la Monarquía Hispánica desplegó una política favorable al clan gaélico y a su líder. El mando del Tercio pasó de uno de sus hijos a otro en pago a la devoción que aquel había mostrado a la Monarquía. De hecho, el Consejo de Estado había reconocido tiempo atrás que el Tercio fue creado para premiar los servicios de los O’Neill, proveer a su grey de honorables carreras militares y dar cobijo a quienes estaban bajo su protección y patronazgo.

Moody, 1938.

35

Archivo General de Simancas, Estado, legajo 1851. Consulta del Consejo de Estado, 13 noviembre 1604; Mesa, 2012: 159.

36

Como ya apunté en otro lugar, las recientes quejas de ciertos historiadores irlandeses respecto al trato que O’Neill recibió en Roma son muy sesgadas y sólo tienen en cuenta al vil metal, aunque desgraciadamente son un fiel reflejo de la opinión de una parte de, que no toda, la historiografía irlandesa contemporánea. Mesa, 2014b: 294-295. 37

Archivo General de Simancas, Estado, legajo 2320. Relación de los oficiales, y soldados, entretenidos y plazas muertas, 10 octubre 1628. 38

Maurice, que llegó a tener el rango de sargento mayor, fue padre de los oficiales Richard, Gaspar y Oliver FitzGerald, los cuales también sirvieron en los tercios irlandeses. Sobre los dos últimos, véase Mesa, 2014a: 281-282.

Los consejeros habían aceptado que la unidad se convirtiera en el instrumento con el que pudieran continuar las políticas que habían desarrollado en la isla, y les permitieron desplegar una red de patronazgo para mantener la hegemonía que habían detentado entre los diferentes clanes gaélicos.35 Debido a las necesidades de la política de la Monarquía, O’Neill tuvo que sobrellevar un lejano exilio en Roma sin autonomía política, pero eso no significa que hubiera sido traicionado por Felipe III:36 ante la imposibilidad de reinstaurarle en sus estados, se le concedieron dádivas a disfrutar por él y por sus descendientes. Es así que a la altura de 1628 –fecha de la última muestra del Tercio en Flandes que he podido localizar– la estructura de la unidad había cambiado considerablemente:37

Tabla 2. Oficialidad del Tercio del conde de Tyrone, 1628.

372

Nombre

Rango

Etnia

Condado y provincia de origen

John O’Neill, conde de Tyrone Owen Roe O’Neill Arthur O’Neill Charles O’Neill Patrick O’Donnelly Henry O’Hagan Maurice MacMahon Sorley MacDonnell Edmund O’More Thaddeus MacCarthy Thaddeus O’Sullivan Gerat Barry Maurice FitzGerald Richard FitzGerald18 Gerald Maurice FitzGerald Walter Delahyde

Maestre de Campo

Gaélica

Tyrone – Ulster

Sargento Mayor Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán

Gaélica Gaélica Gaélica Gaélica Gaélica Gaélica Gaélica Gaélica Gaélica Gaélica Hiberno-Normanda Hiberno-Normanda Hiberno-Normanda Hiberno-Normanda Old English

Tyrone – Ulster Tyrone – Ulster Tyrone – Ulster Tyrone – Ulster Tyrone – Ulster Monaghan – Ulster Fermanagh – Ulster Laois – Leinster Cork – Munster Cork – Munster Cork – Munster Kerry – Munster Kerry – Munster Kerry – Munster Meath – Leinster

En ese momento, el maestre de campo era otro hijo de Hugh O’Neill, John O’Neill, quien había sucedido a su hermanastro Henry en el mando de la unidad en 1610 y había sido nombrado III conde de Tyrone tras el fallecimiento de su padre en 1616.39 Si analizamos la tabla anterior, queda de manifiesto que la mayoría de los mandos eran familiares del conde –los otros tres O’Neill y MacDonnell–, miembros de otros clanes seguidores de los O’Neill –O’Donnelly y O’Hagan– o representantes de septs –O’More, MacMahon, MacCarthy y O’Sullivan– que habían sido aliados de los O’Neill durante la Guerra de los Nueve Años. Los tres FitzGerald pertenecían al linaje hibernonormando de los Geraldinos, que había luchado con ahínco contra el gobierno inglés en el siglo XVI.40 Mientras que Barry, miembro de otra familia hibernonormanda, tras combatir en la guerra en Irlanda pasó a España y, de allí, a Flandes.41 Por su parte, Delahyde era un profesional de la guerra que servía en Flandes desde 1605 y su familia estaba estrechamente vinculada a los Geraldinos de Kildare.42 Claramente los oficiales Old English habían sido reemplazados por gaélicos. Además, las relaciones entre los oficiales gaélicos reproducían fielmente las que habían existido en Irlanda hasta que tuvieron que abandonarla. El Tercio en sí se había convertido en lugar que recordaba el señorío gaélico. Por otra parte, si se comparan las provincias de origen de los oficiales de

39

1607 con las de los de 1628, queda patente que la unidad se había convertido en refugio para los septs originarios de Ulster. De los once capitanes gaélicos, ocho provenían de dicha provincia, mientras que solo uno era originario de Leinster y dos lo eran de Munster. La política de patronazgo emprendida por Hugh O’Neill y por el franciscano Florence Conry –una de las figuras claves del exilio irlandés–43, y continuada por John O’Neill, logró que los miembros originarios del Ulster disfrutaran de preeminencia dentro de la “nación” irlandesa. No es de extrañar, por tanto, que en 1635 John Barry, familiar del citado hiberno-normando Gerat Barry, al ofrecer levantar un Tercio de irlandeses originarios de Munster, adujese que una de las razones por las que se debía aceptar su propuesta era que la facción del Ulster impedía que los provenientes de otras zonas fueran recompensados como debían, por lo que se veían impelidos a abandonar el Ejército de Flandes para obtener las mercedes que merecían en los ejércitos de los Austrias de Viena;44 aunque no puntualizó si se refería en exclusiva a los hiberno-normandos o a todos los originarios de Munster. De todas formas no hay que olvidar que fueron los propios monarcas, y no sus validos o consejeros, quienes auspiciaron esta política favorable hacia los O’Neill y sus aliados.45 Felipe IV, a pesar de ser consciente de las ventajas que podría reportar a la relación con Inglaterra el retirar su favor al conde de Tyrone y

Mesa, 2014d.

40

McCormack, 2005: capítulos 6 y 8. 41 Archivo General de Simancas, Guerra Antigua, Servicios Militares, legajo 28, folio 86. 42

Henry, 1992: 27. Eran los mayordomos de los earls of Kildare, vinculados también por matrimonio. Agradezco esta información al Dr. Benjamin Hazard.

43

O’Connor, 2002; Downey, 2008; Hazard, 2010.

373

44

Mesa, 2014c: 50

45

Mesa, 2012: 168.

46 Durante la gobernación de Irlanda por Thomas Wentworth, earl of Strafford, (1632-1640), las levas para la Monarquía disfrutaron de su apoyo incondicional tras haber recibido generosas sumas de dinero y otros regalos. Aún así, advirtió varias veces que si las unidades irlandesas fueran comandadas por individuos de su gusto e inclinados hacia Inglaterra, el número de reclutas sería aún mayor y su reemplazo estaría siempre asegurado. Mesa, 2014c: 42-45.

sus capitanes del Ulster,46 se negó en redondo a hacerlo, pues el contingente había demostrado su lealtad y fidelidad a la Monarquía más allá de lo que marcaba el estricto deber.47 En 1644, tras seis años de combates sin descanso en la península Ibérica, el Tercio permanecía en pie, aunque sus efectivos habían disminuido severamente tras haberse distinguido sucesivamente en el sitio de Fuenterrabía (1638), el ataque a Barcelona (1641), el sitio de Tarragona (1641) y la batalla naval de Barcelona (1642).48 La guadaña de la muerte se había cobrado al conde de Tyrone durante el asalto a las posiciones rebeldes en Montjuïch. Pero a pesar de ser menor de edad, su hijo ostentaba la patente de

47

Archivo General de Simancas, Estado, legajo 2564. Felipe IV a Necolalde, 7 noviembre 1633.

48

Mesa, 2014c: capítulos 5 y 6.

49

Archivo General de Simancas, Guerra Antigua, legajo 1434. Patente de Maestre de Campo de un Tercio de infantería irlandesa a Don Eugenio Oneill, Príncipe de Ultonia, Conde de Tyrone, 22 noviembre 1642.

Tabla 3. Oficialidad del Tercio del conde de Tyrone, 1644.

50

Archivo General de Simancas, Guerra Antigua, legajo 1549. Relación que se tomó a la infantería, caballería y gente de artillería, 28 enero 1644. 51

Al utilizar el patronímico “Yrlandés”, es imposible identificar la etnia y el origen de dicho capitán. Su carrera está detallada en Mesa, 2014a: 283.

52

maestre de campo:49 el Tercio seguía gobernado por un O’Neill, y sus oficiales continuaban siendo de origen gaélico:50 En efecto: la unidad estaba al mando de oficiales de origen exclusivamente gaélico, aunque, por primera vez, los originarios de Munster eran superiores en número a los del Ulster. Este hecho podría explicarse tal vez por la guerra que asolaba Irlanda desde 1641, en la que los hombres del Ulster obtuvieron notoriedad a su vuelta a la isla, procedentes de Flandes y otros frentes de batalla continentales.52 Es posible que los oficiales de Munster creyeran imposible reconquistar sus antiguos estados en dicha provincia y prefirieran permanecer en el continente a pesar de la difícil condición del servicio. No es de extrañar en-

Casway, 1984.

374

Nombre

Rango

Etnia

Condado y provincia de origen

Hugh Eugene O’Neill Daniel MacCarthy Rory O’More Callaghan MacCarthy Richard O’Cahan John Maguire Phelim O’Brien Colin Geoghegan Denis O’Keeffe Denis O’Driscoll Ardal MacMahon Peter Coffey William Yrlandés51 Phelim MacCarthy Terence McSweeney Thaddeus O’Sullivan

Maestre de Campo Sargento Mayor Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán Capitán

Gaélica Gaélica Gaélica Gaélica Gaélica Gaélica Gaélica Gaélica Gaélica Gaélica Gaélica Gaélica Desconocida Gaélica Gaélica Gaélica

Nacido en España Cork – Munster Laois – Leinster Cork – Munster Tyrone – Ulster Tyrone – Ulster Limerick – Munster Westmeath – Leinster Cork – Munster Cork – Munster Monaghan – Ulster Cork – Munster Desconocido Cork – Munster Donegal – Ulster Cork – Munster

tonces que en septiembre de 1644 el sargento mayor del Tercio, Daniel MacCarthy, originario de Munster, pidiera la patente de maestre de campo mientras que Hugh Eugene O’Neill siguiera siendo menor de edad. Felipe IV accedió a la petición, pero con la condición de que MacCarthy dejara el mando una vez que Hugh Eugene pudiera comandar la unidad.53 La antigua relación entre los diferentes clanes y su reflejo en el Tercio se había visto reemplazada, coyunturalmente, por las necesidades militares. Las guerras de la Monarquía habían alterado dramáticamente la situación de los exiliados políticos.

nos de el O’Neill, el jefe del clan, quien debía velar por sus familiares, seguidores y aliados, fuera cual fuera el precio que tuviera que pagar por ello. Tal vez este hecho pueda ser considerado por algunos como un éxito ínfimo, pero para aquellos militares fue el modo mediante el cual pudieron asegurar su futuro, integrados en la Monarquía Hispánica a través del servicio.

5. Conclusión Las relaciones entre los clanes gaélicos siempre fueron difíciles: siglos enteros de continuas agresiones, enfrentamientos y guerras así lo atestiguaban. Por tanto, no fue fácil unir a las diferentes septs gaélicas bajo un mando único durante la Guerra de los Nueve Años; y ese fue, desde luego, un triunfo que Hugh O’Neill se pudo atribuir en justicia.54 Lo que hasta ahora se ha ignorado es que los O’Neill fueron después capaces de brindar un lugar donde el poder político gaélico pudo prolongar su existencia una vez que se vio obligado a tomar el camino del exilio: el Tercio de irlandeses. Allí se reprodujeron con fidelidad las relaciones existentes entre clanes, lo que permitió que cada uno mantuviera dentro de la unidad la importancia que había acreditado anteriormente en Irlanda. No se esperaba me375

53

Mesa, 2014a: 283-284.

54

Morgan, 1993.

Bibliografía BARDON, Jonathan, The Plantation of Ulster, Dublín, 2011. BRADY, Ciaran, The Chief Governors. The Rise and Fall of Reform Government in Tudor Ireland, 1536-1588, Cambridge, 1994. BRADY, Ciaran, y OHLMEYER, Jane, “Making good: new perspectives on the English in early modern Ireland”, BRADY, Ciaran, y OHLMEYER, Jane (edits.), British Interventions in Early Modern Ireland, Cambridge, 2004, págs. 1-27. CANNY, Nicholas, “Hugh O’Neill, earl of Tyrone, and the changing face of Gaelic Ulster”, Studia Hibernica, 10 (1970), págs. 7-35. — Making Ireland British, 15801650, Oxford, 2001. — The Elizabethan Conquest of Ireland: A Pattern Established, 1565-1576, Hassocks, 1976. — “The flight of the earls, 1607”, Irish Historical Studies, 67 (1971), págs. 380-399. — The Formation of the Old English Elite in Ireland, Dublín, 1975. — “The treaty of Mellifont and the reorganisation of Ulster, 1603”, Irish Sword, 9 (1969), págs. 249-262. CASWAY, Jerrold, “Henry O’Neill and the formation of the Irish regiment in the Netherlands, 1605”, Irish Historical Studies, 72 (1973), págs. 481-488. — Owen Roe O’Neill and the Struggle for Catholic Ireland, Filadelfia, 1984. — “The decline and fate of Dónal 376

Ballagh O’Cahan and his family”, Ó SIOCHRÚ, Micheál (edit.), Kingdoms in Crisis. Ireland in the 1640s, Dublín, 2001, págs. 44-62. CONNOLLY, S.J., Contested Island. Ireland, 1460-1630, Oxford, 2007. DOWNEY, Declan M., “A Salamancan who evaded the Inquisition: Florence Conry, pro-Habsburg archbishop, diplomat and controversial theologian (c.1560-1629)”, DOWNEY, Declan M., y CRESPO MACLENNAN, Julio (edits.), Spanish-Irish Relations through the Ages, Dublín, 2008, págs. 87-102. — “Seigneurialism and strategy: The gravitation of the earls of Desmond and other Irish nobles towards the early Habsburg Monarchy, 1529-1604”, RECIO MORALES, Óscar (edit.), Redes de nación y espacios de poder. La comunidad irlandesa en España y la América española, 1600-1825, Valencia, 2012, págs. 67-78. DUFFY, Seán (edit.), The World of the Galloglass. Kings, Warlords and Warriors in Ireland and Scotland, 1200-1600, Dublín, 2007. DUNNING, Chester S.L., y HUDSON, David R.C., “The transportation of Irish swordsmen to Sweden and Russia and plantation in Ulster (1609-1613)”, Archivium Hibernicum, 66 (2013), págs. 422-453. EDWARDS, David, “The plight of the earls: Tyrone and Tyrconnell’s ‘grievances’ and Crown coercion in Ulster, 1603-7”, O’CONNOR, Thomas y LYONS,

Mary Ann (edits.), The Ulster Earls and Baroque Europe: Refashioning Irish Identities, 1600-1800, Dublín, 2010, págs. 53-76. FITZPATRICK, Elizabeth, Royal Inauguration in Gaelic Ireland c.11001600. A Cultural Landscape Study, Woodbridge, 2004. HARRIS, F.W., “The rebellion of Sir Cahir O’Doherty and its legal aftermath”, Irish Jurist, 15 (1980a), págs. 298-325. —“The state of the Realm. English military, political and diplomatic responses to the flight of the earls, Autumn 1607 to Spring 1608”, Irish Sword, 54 (1980b), págs. 47-64. HAYES-MCCOY, Gerard A., Scots Mercenary Forces in Ireland (1565-1603), Dublín, 1937. —“Strategy and tactics in Irish warfare, 1593-1601”, Irish Historical Studies, 7 (1941), págs. 255-279. —“The making of an O’Neill: A view of the ceremony at Tullaghoge, Co. Tyrone”, Ulster. Journal of Archaeology, 33 (1970), págs. 89-94. HAZARD, Benjamin, Faith and Patronage. The Political Career of Flaithrí Ó Maolchonaire, c.1560-1629, Dublín, 2010 (reimpresión). HENRY, Gráinne, The Irish Military Community in Spanish Flanders, 15861621, Dublín, 1992. LENNON, Colm, “Richard Stanihurst (1547-1618) and Old English Identity”, Irish Historical Studies, 82 (1978), págs. 121-143.

MACCARTHY-MORROGH, Michael, The Munster Plantation: English Migration to Southern Ireland, 1581-1641, Oxford, 1986. MCCAVITT, John, “The flight of the earls, 1607”, Irish Historical Studies, 114 (1994), págs. 159-173. — The Flight of the Earls, Dublín, 2002. MCCORMACK, Anthony M., The Earldom of Desmond, 1463-1583. The Decline and Crisis of a Feudal Lordship, Dublín, 2005. MESA, Eduardo de, La pacificación de Flandes. Spínola y las campañas de Frisia (1604-1609), Madrid, 2009. — “The Irish ‘nation’ and the Councils of State and War, 1603-1644”, RECIO MORALES, Óscar (edit.), Redes de nación y espacios de poder. La comunidad irlandesa en España y la América española, 1600-1825, Valencia, 2012, págs. 155-170. — “Glimpses of Irishmen in Spanish armies, 1621-1644”, Irish Sword, 118 (2014a), págs. 268-309. — “Los exilios militares”, RUIZ IBÁÑEZ, José Javier, y PÉREZ TOSTADO, Igor (edits.), Los exilios del rey de España, Madrid, 2014b, págs. 285-307. — The Irish in the Spanish Armies in the Seventeenth Century, Woodbridge, 2014c. — “Un noble irlandés al servicio de Felipe IV: John O’Neill, conde de Tyrone”, Franch Benavent, Ricardo; Andrés Robres, Fernando y Benítez Sán377

chez-Blanco, Rafael (edits.), Cambios y resistencias sociales en la edad moderna. Un análisis comparativo entre el centro y la periferia mediterránea de la monarquía hispánica, Madrid, 2014d, págs. 327336. MORGAN, Hiram, “The end of Gaelic Ulster. A thematic interpretation of events between 1534 and 1610”, Irish Historical Studies, 101 (1988), págs. 8-32. — Tyrone’s Rebellion: The Outbreak of the Nine Years’ War in Tudor Ireland, Woodbridge, 1993. MOODY, T.W., “The treatment of the native population under the scheme for the plantation in Ulster”, Irish Historical Studies, 1 (1938), págs. 59-63. NICHOLLS, Kenneth, Gaelic and Gaelicized Ireland in the Middle Ages, Dublín, 2003. Ó BÁILLE, M., “The Buannadha: Irish professional soldiery of the sixteenth century”, Journal of the Galway Archaeological and Historical Society, 22 (1946), págs. 49-94. Ó DOMHNAILL, Seán, “Warfare in sixteenth century Ireland”, Irish Historical Studies, 17 (1946), págs. 29-54. O’CONNOR, Thomas, “‘Perfidious machiavellian friar’: Florence Conry’s campaign for a Catholic restoration in Ireland, 1592-1616”, Seanchas Ardmhacha: Journal of the Armagh Diocesan Historical Society, 19 (2002), págs. 91-105. O’DOWD, Mary, “Gaelic economy and society”, BRADY, Ciaran, y GILLESPIE, Raymond (edits.), Natives and New378

comers. The Making of Irish Colonial Society 1534-1641, Dublín, 1986, págs. 120147. O’SCEA, Ciaran, “From Munster to La Coruña across the Celtic Sea: Emigration, assimilation, and acculturation in the Kingdom of Galicia (1601-40)”, Obradoiro de Historia Moderna, 19 (2010), págs. 9-38. — “Irish emigration to Castile in the opening years of the seventeenth century”, DUFFY, Patrick J. (edit.), To and from Ireland: Planned Migration Schemes, c.1600-2000, Dublín, 2004, págs. 17-37. — “The significance and legacy of Spanish intervention in west Munster during the battle of Kinsale”, O’CONNOR, Thomas, y LYONS, Mary Ann (edits.), Irish Migrants in Europe after Kinsale, 1602-1820, Dublín, 2003, págs. 32-63. POWER, Gerald, A European Frontier Elite: The Nobility of the English Pale in Tudor Ireland, 1496-1566, Hannover, 2012. SILKE, John J., Kinsale: The Spanish Intervention in Ireland at the end of the Elizabethan Wars, Liverpool, 1970. SIMMS, Katharine, From Kings to Warlords. The Changing Political Structure of Gaelic Ireland in the Later Middle Ages, Woodbridge, 1987. — “Gaelic warfare in the middle ages”, BARTLETT, Thomas, y JEFFERY, Keith (edits.), A Military History of Ireland, Cambridge, 1996, págs. 99-115.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.