La Persona Humana - El Hombre un Ser Material y Espiritual, Moral del Amor y la Sexualidad

June 15, 2017 | Autor: Ricardo Porras | Categoría: Teologia, Benedicto XVI, Catecismo Católico, Royo Marín, Fasta, Lazos de Amor Mariano
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Descripción

Totus Tuus
Ricardo Porras
La Persona Humana
El hombre un ser material y espiritual
Moral del amor y la sexualidad
Vivimos en un mundo que se desplaza en la rapidez, en lo inmediato, en lo instantáneo. El hombre actual, busca lo que menos esfuerzo cueste, lo que menos calorías tenga, lo que sea más rápido de realizar, etc. Este tipo de vida apresurada, estimulada por una sociedad que cambia continuamente, exige que el hombre se integre a la colectividad, que sea productivo, que consiga rápidos resultados para no retrasar este fenómeno del cambio. Solo así – lo dictamina la ideología de esta sociedad– se podrá tener un espacio en la colectividad, y no ser descartado. Esto y otros estímulos hacen que el ser humano se fije más en lo exterior, en satisfacer sus necesidades fisiológicas básicas, a centrarse en lo material, en lo visible y a olvidarse de lo interior, de lo espiritual, de lo invisible, incluso de su fin último y sobrenatural: Dios. Benedicto XVI decía:
"Cuando Dios desaparece, el hombre no llega a ser más grande; al contrario, pierde la dignidad divina, pierde el esplendor de Dios en su rostro. Al final se convierte sólo en el producto de una evolución ciega, del que se puede usar y abusar. Eso es precisamente lo que ha confirmado la experiencia de nuestra época. El hombre es grande, solo si Dios es grande".
El hombre como Persona
Para hablar del hombre como un ser material y espiritual, hablaremos primero del hombre como persona.
La palabra "persona" viene etimológicamente de la palabra griega πρóσωπον (prósopon). Con esta se indicaba en la antigua gracia a las máscaras que usaban los actores en los teatros. Estos actores representaban, en las comedias y en las tragedias, a hombres importantes; por esto, desde el inicio, el concepto se identifica con la dignidad del personaje.
Ante todo, nos interesa la concepción filosófica de persona, distinta a la del derecho u otras materias, ya que en esta nos referimos a la concepción que distingue al ser humano por tener ciertas capacidades. Es decir, lo que le da un carácter individual y singular.
Una de las definiciones filosóficas clásicas de persona que sigue siendo muy actual, y muy autorizada se originó precisamente en el siglo V d.C. con Anicio Boecio, filósofo italiano:
La persona es una sustancia individual de naturaleza racional .
Analizaremos punto a punto esta frase, como lo hacen Videla, Lloveras & Castro en Antropología filosófica:
La persona es sustancia: o sea existe "in se" (en sí misma) y no "in alio" (en otro), como sucede con los accidentes. La palabra sustancia proviene del latín sub-stare, es decir "lo que está debajo": significa que llamamos sustancia a lo que permanece más allá de los cambios y de los accidentes, lo que está "debajo" de lo exterior de las cosas que es cambiante.
Como conclusión podemos decir que la sustancia es lo que es, en sí y no en otro, Así la persona existe en ella mismo y no entra cosa.
Es sustancia individual: Al hablar de la sustancia, debemos hacer una distinción entre primera y sustancia segunda. La primera es la sustancia individual (tal cosa, tal animal, tal ser humano), llamada también sujeto, la sustancia segunda es la universal, y se obtiene mediante abstracción, es decir, la mente abstrae o distingue los conceptos universales (hombre, casa, cosa, concepto, etc.), y se la llama también esencia. La persona es sustancia individual.
La persona humana es un sujeto, individual, con características distintas de otros seres. No es una "masa", o un colectivo, sino un individuo.
Es de naturaleza racional: Al hablar de persona, no hablamos de cualquier sustancia individual sino solamente de aquellas que tienen naturaleza racional o espiritual. Estas pueden ser los seres humanos, los ángeles y el mismo Dios (para los ángeles y Dios no decimos "de naturaleza racional" sino "de naturaleza espiritual").
El hombre es racional, puede abstraer conceptos, es capaz de dar un juicio sobre las
cosas. Además de ser dueño de sus actos ya que los conoce, los advierte e incluso tiene la capacidad moral de calificarlos. Así el hombre se diferencia de los animales que se rigen por el instinto, el hombre tiene capacidades, potencias que le permiten regirse, entender y realizar sus propios actos. El hombre es persona desde el primer instante de la concepción, desde ese preciso momento hay vida humana y por tanto naturaleza racional. Las ciencias médicas dan precisión de esta afirmación al reconocer la originalidad del genoma humano diferente al de los progenitores pero además único e irrepetible. No son las sensaciones las de que dan origen a la vida, ni la existencia de un sistema nervioso central, la vida se manifiesta previamente con la existencia de la primer célula personal que conforma esa sustancia individual de naturaleza racional que es el hombre .
El cuerpo y el alma
Existe una realidad material, que nosotros los seres humanos podemos palparla con nuestros sentidos externos e internos. Esta realidad material se hace presente en nosotros, ya que estamos dotados de un cuerpo físico, material y biológico que tiene sus características propias como un código genético único. Hablando estrictamente de lo material en el ser humano, podemos decir que el cuerpo es un conjunto de células, tejidos, órganos, sistemas, y miembros que se rige también por leyes físicas y biológicas. Sin embargo este cuerpo, no constituye la realidad propiamente dicha del ser humano, ya que necesita de una capacidad de automovimiento, definida como vida, para que no sea un ser inerte.
Así veamos que filosóficamente podemos clasificar a los seres como inertes o vivos. La diferencia radica en que los seres vivos a más de tener un cuerpo físico organizado, tienen la característica de estar vivos, de poseer una capacidad de automovimiento, es decir que no necesitan de otro para empezar un cambio (de potencia a acto, por ejemplo).
Este movimiento nace del mismo ser, es de cierta manera espontáneo y a su vez este permanece en el ser (inmanencia), no tiene necesidad de causar movimiento en otro, aunque si lo puede realizar. Esta capacidad realmente compleja de automovimiento se da gracias a un principio vital, al alma.
"El alma es lo que constituye a un organismo. Para los pensadores griegos y medievales el alma era el primer principio del cuerpo vivo; el origen de vida de los seres vivos . Según esta descripción, el alma no es, pues, una imaginación o una idea, ni tampoco una realidad que exista separada (…) es esa realidad interna que vivifica al cuerpo. El cuerpo vivo lo es gracias a ese principio que lo vivifica. La vida no es nada material, pues no es propiedad del cuerpo. Un cuerpo no está vivo por el hecho de ser cuerpo, puesto que caben cuerpos muertos. Sin embargo, al morir, al abandonarlo la vida, el cuerpo deja de ser orgánicamente cuerpo y se transforma rápidamente en materia inerte".
Cabe mencionar, que existen varios tipos de vida, en orden jerárquico en cuanto a su nivel de contingencia, unidad e inmanencia. El orden de menos a más se da ya que, el ser superior tiene las funciones del ser anterior más unas propias. Así son: las plantas que tienen una vida netamente vegetativa (nutrición, reproducción celular y desarrollo), los animales con una vida sensitiva (con un grado de conocimiento sensible, apetito sensible y locomoción), la vida intelectiva propia de los seres humanos, que tienen un conocimiento inteligente (abstracción, juicio, razonamiento y voluntad).
Así el hombre es un ser material e inmaterial o espiritual. Es decir que tiene un cuerpo y un alma racional que tiene entendimiento y voluntad (a diferencia de otros seres vivos).

A la luz de la fe: Corpore et anima unus
La Iglesia, a la luz de la Revelación, ha defendido siempre al ser humano como una unidad sustancial de cuerpo y alma. Así expondremos el texto del Catecismo de la Iglesia Católica, numerales 362, 364, 365:

362. La persona humana, creada a imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual. El relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma que "Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente" (Gn 2,7). Por tanto, el hombre en su totalidad es querido por Dios.
364. El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la "imagen de Dios": es cuerpo humano precisamente porque está animado por el alma espiritual, y es toda la persona humana la que está destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el templo del Espíritu (cf. 1 Co 6,19-20; 15,44-45):
«Uno en cuerpo y alma, el hombre, por su misma condición corporal, reúne en sí los elementos del mundo material, de tal modo que, por medio de él, éstos alcanzan su cima y elevan la voz para la libre alabanza del Creador. Por consiguiente, no es lícito al hombre despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, tiene que considerar su cuerpo bueno y digno de honra, ya que ha sido creado por Dios y que ha de resucitar en el último día» (GS 14,1).
365. La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la "forma" del cuerpo (cf. Concilio de Vienne, año 1312, DS 902); es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza.
También los numerales 1703 ,1704 y 1711 mencionan que la persona humana, está dotada de un alma "espiritual e inmortal", a más de racional. Que participa de la luz y la fuerza del Espíritu divino. Así la persona humana está desde su concepción ordenada a Dios y destinada a la bienaventuranza eterna.

San Juan Pablo II, también habló de esta dualidad de cuerpo y alma que a su vez constituyen una unidad:

Frecuentemente se subraya que la tradición bíblica pone de relieve sobre todo la unidad personal del hombre (...). La observación es exacta. Pero esto no impide que en la tradición bíblica también esté presente, a veces de modo muy claro, la dualidad del hombre. Esta tradición se refleja en las palabras de Cristo: No tengáis miedo de los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien al que puede hacer perecer el alma y el cuerpo en la Gehenna (Matth., X, 22). Las fuentes bíblicas autorizan a ver al hombre como unidad personal y a la vez como dualidad de alma y cuerpo: y este concepto ha sido expresado en la entera Tradición y en la enseñanza de la Iglesia.

Imago Dei
Cabe recalcar que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios . Aquí se resalta que el hombre es superior a las demás criaturas, la dignidad de la persona humana se entiende en este pasaje. El hombre tiene dignidad por ser lo que es por un don de Dios, no por sus condiciones personales. El hombre – Imago Dei –es persona, como Dios también es Persona.
Entre las muchas cosas que se derivan de este don, está el mismo fin sobrenatural del hombre. ¿Hacia dónde debe ir el hombre, sino hacia su Creador, Santificador, Redentor, y modelo perfecto?. El hombre sólo puede entregar su vida plenamente a Dios, a quien le debe todo lo que tiene y lo que es, y que nunca le exigiría que dejara de ser persona. Quiso Dios ser amado por un ser personal, y de semejante dignidad lo revistió .
La libertad, el libre albedrío, la capacidad de amar, todo esto y muchas cosas más son consecuencia del ser Imágen de Dios.
Hombre y Mujer
"Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer. Y los bendijo, diciéndoles: Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra . Gn 1, 26.
El ser humano es pensado por Dios como una totalidad, esto es, el varón y la mujer se complementan de manera que juntos realizan la imagen de Dios. En efecto, Adán no estaba completo solo y en el relato Dios dice:
"No es bueno que el hombre esté solo; voy a proporcionarle una ayuda adecuada",
La complementariedad de los dos sexos es clara, incluso también podemos ver una referencia más profunda cuando Adán excláma:
"Ésta es hueso de mis huesos y carne de mi carne"
La comunión entre ellos es necesaria y agradable a Dios:
"Por esta razón deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos hacen uno solo"
Por lo tanto, ante todo, la expresión respectiva que dice: «El hombre... se unirá a su mujer» tan íntimamente que «los dos serán una sola carne», nos induce siempre a dirigirnos a lo que el texto bíblico expresa con anterioridad respecto a la unión en la humanidad, que une a la mujer y al varón en el misterio mismo de la creación. Las palabras del Génesis 2, 23, que acabamos de analizar, explican este concepto de modo particular. El varón y la mujer, uniéndose entre sí (en el acto conyugal) tan íntimamente que se convierten en «una sola carne», descubren de nuevo, por decirlo así, cada vez y de modo especial, el misterio de la creación, retornan así a esa unión en la humanidad («carne de mi carne y hueso de mis huesos»), que les permite reconocerse recíprocamente y, llamarse por su nombre, como la primera vez. Esto significa revivir, en cierto sentido, el valor originario virginal del hombre, que emerge del misterio de su soledad frente a Dios y en medio del mundo. El hecho de que se conviertan en «una sola carne» es un vínculo potente establecido por el Creador, a través del cual ellos descubren la propia humanidad, tanto en su unidad originaria, como en la dualidad de un misterioso atractivo recíproco.
"La sexualidad ejercita una influencia sobre todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de su cuerpo y de su alma. Esa concierne particularmente la afectividad, la capacidad de amar y de procrear, y, en modo más general, la actitud para establecer relaciones de comunión con los otros" (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2332).
Los roles atribuidos a uno y otro sexo pueden variar en el tiempo y en el espacio, pero la identidad sexual de la persona no es una construcción cultural o social. Pertenece al modo específico en que existe la Imago Dei .

Matrimonio
"Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre"
El Catecismo de la Iglesia Católica, n.1601 expresa que el sacramento del matrimonio es: "La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Nuestro Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados" (CIC can. 1055, §1)
Podemos leer en la Sagrada Escritura que el matrimonio humano debe ser imagen de la unión Cristo con su Iglesia: "Las mujeres deben respetar a su marido como al Señor, porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo. Así como la Iglesia está sometida a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar en todo a su marido. Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, para santificarla. El la purificó con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada. Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida. Así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne. Este es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia." Ef 5, 22-32
No podemos interpretar este gran pasaje bíblico como expresión ideológica del machismo, o algo por estilo. Se debe ver que San Pablo intenta expresar la similitud que existe entre el amor que Cristo tiene a su Iglesia y el que los cónyuges deben tenerse mutuamente. San Pablo menciona también que el varón es la cabeza del hogar; sin embargo la mujer es el corazón del hogar, y ¿qué haría un cuerpo sin corazón?, la mujer y el hombre se complementan, ninguno es más que el otro.
Antonio Royo Marín expone en Tratado de la perfección Cristiana, los fines del matrimonio como primarios y secundarios. Por el mismo mandato del Señor "Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla" está el primero e inmediato que es la procreación y una debida educación de la próle, educación física y religiosa. De esta manera los cónyuges, se vuelven co-creadores, están llamados a ser la ayuda del Creador, que en su inefable amor nos ha creado, no por necesidad, sino por un amor perfecto y desinteresado. Como fines secundarios, pero no menos importantes la ayuda mutua, la unión entre cónyuges y el remedio de la concupiscencia: "Hay, pues, tanto en el mismo matrimonio como en el uso del derecho matrimonial fines secundarios, como son la ayuda mutua, el fomento del amor recíproco y la sedación de la concupiscencia".
Podemos ver que en la voluntad perfecta de Dios, el sacramento del matrimonio adquiere un valor incalculable. Así, esta vocación también ordena a la mujer y al varón, juntos, en comunión, hacia la santidad. Hemos visto recientemente la canonización de los padres de Santa Teresita del Niño Jesús, San Luis y Santa Celia. Esto no es nuevo para la Iglesia, ya existen varios matrimonios, hombres y mujeres casados que han sido elevados a los altares como San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza, entre otros. Esto nos debe llevar a reflexionar más seriamente sobre la vocación universal a la santidad, "Sed santos como yo soy santo", "Sean perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto" , y su vivencia particular en el matrimonio.

Dimensión sexual
Como hemos visto el hombre es persona material y espiritual, tiene la dignidad de ser hijo de Dios creado a imagen y semejanza de Dios. Como ser individual también tiene una parte constitutiva sexual, que en el plan de Dios es una unidad con todo el ser, así la sexualidad no es algo sólo agregado, sino que constituye a la persona varón o mujer (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica n. 2332). Esta dimensión se expresa de muchas maneras en la vida del ser humano, pero se perfecciona en los estados de vida. La dimensión sexual está muy ligada también a la entrega en amor de una persona.
Así, en la vida secular será entrega en castidad para vivir la pureza carnal de los hijos de Dios, aún en el noviazgo o en el discernimiento vocacional, educación en madurez para donarse posteriormente y plenamente en la vocación propia (cabe recalcar que también existe una castidad en el matrimonio, es decir usando de manera amorosa el don de la sexualidad y no de manera mutilada o desordenada). La virtud de la castidad, por tanto, entraña la integridad de la persona y la totalidad del don. Veamos unos numerales del Catecismo:

2339. La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado (cf Si 1, 22). "La dignidad del hombre requiere, en efecto, que actúe según una elección consciente y libre, es decir, movido e inducido personalmente desde dentro y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa. El hombre logra esta dignidad cuando, liberándose de toda esclavitud de las pasiones, persigue su fin en la libre elección del bien y se procura con eficacia y habilidad los medios adecuados" (GS 17).
2340. El que quiere permanecer fiel a las promesas de su Bautismo y resistir las tentaciones debe poner los medios para ello: el conocimiento de sí, la práctica de una ascesis adaptada a las situaciones encontradas, la obediencia a los mandamientos divinos, la práctica de las virtudes morales y la fidelidad a la oración. "La castidad nos recompone; nos devuelve a la unidad que habíamos perdido dispersándonos" (San Agustín, Confessiones, 10, 29; 40).
2341. La virtud de la castidad forma parte de la virtud cardinal de la templanza, que tiende a impregnar de racionalidad las pasiones y los apetitos de la sensibilidad humana.
2342. El dominio de sí es una obra que dura toda la vida. Nunca se la considerará adquirida de una vez para siempre. Supone un esfuerzo reiterado en todas las edades de la vida (cf Tt 2, 1-6). El esfuerzo requerido puede ser más intenso en ciertas épocas, como cuando se forma la personalidad, durante la infancia y la adolescencia.
En el matrimonio, la sexualidad será don de amor que de vida y unión, viviendo la dimensión sexual de manera plena y ordenada. En la vida consagrada religiosa, será entrega de amor gozosa en castidad y continencia, para dar fecundidad espiritual.
La dimensión sexual de la persona humana no se entiende si no se vive primero desde el amor. Solo la Revelación, nos ha permitido conocer a mayor plenitud al ser humano, como persona material, espiritual, hijo e imagen de Dios.
"Hijos, les he escrito porque ustedes conocen al Padre. Padres, les he escrito porque ustedes conocen al que existe desde el principio. Jóvenes, les he escrito porque son fuertes, y la Palabra de Dios permanece en ustedes, y ustedes han vencido al Maligno. No amen al mundo ni las cosas mundanas. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo es concupiscencia de la carne, codicia de los ojos y ostentación de riqueza. Todo esto no viene del Padre, sino del mundo; pero el mundo pasa, y con él, su concupiscencia. En cambio, el que cumple la voluntad de Dios permanece eternamente."
"Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él".


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Benedicto XVI, homilía del 15 de agosto de 2005
https://es.wikipedia.org/wiki/Persona
RAMOS, A. Persona humana, Antropología Teológica. Universidad Fasta, 2011, p. 17.
Definición de Boecio en De Duabus naturis et una persona Christi, c.3: PL-64, 1345.
Videla, Lloveras & Castro. La persona humana y su dignidad, Antropología Filosófica. Universidad Fasta, 2015, p. 3.
Videla, Lloveras & Castro. La persona humana y su dignidad, Antropología Filosófica. Universidad Fasta, 2015, p. 4.
Aristóteles describe la vida como: "la forma de un cuerpo natural que tiene la vida en potencia", De Anima, l. II, cap. 1 (BK 412a 30); "el acto de un cuerpo natural orgánico", De Anima, l. II, c. 1 (BK 412b 10); "la causa y el primer principio del cuerpo vivo", De Anima, l. I, c. 4 (BK 415 b 8); "el acto primero de un cuerpo natural orgánico", Ibid., l. II, c. 1 (BK 412 a 3 - 413 a 10), Madrid, Gredos, 1983; "aquello por lo que primeramente vivimos, sentimos, nos movemos y entendemos", Ibid. Tomás de Aquino describe el alma como "el primer principio de vida de los seres vivos", S. Theol., I, q. 75, a. 1 co. (Sellés)
Sellés, 2006, Antropología para Inconformes, pp 20-21
Videla, Lloveras & Castro. La persona humana y su dignidad, Antropología Filosófica. Universidad Fasta, 2015, p. 9.
Catecismo De La Iglesia Católica. Quito: Librería Espiritual-Librería Editrice Vaticana, 1993, p 87.
Juan Pablo II, audiencia general, L'uomo, immagine di Dio, è un essere spirituale e corporale, 16.IV.1986: Insegnamenti, IX, 1 (1986)
Génesis 1, 26
Ramos, A. Persona humana, Antropología Teológica. Universidad Fasta, 2011, p. 20
Íbid, p 21.
Génesis 1, 26-27
Ramos, A. Persona humana, Antropología Teológica. Universidad Fasta, 2011, p. 14
Génesis 2, 18
Íbid, 2, 23
Íbid, 2, 24
Juan Pablo II, Teología del cuerpo, en: http://www.corazones.org/santos/juan_pablo2/Teologia%20del%20cuerpo/teologia_audiencia_10.htm
Martinelli, R. Soy a Imagen de Dios, en: http://www.mercaba.org/MARTINELLI/soy_a_imagen_de_dios_que_cosa_si.htm
Mateo 19, 6
Royo Marín, A. Art.8 El matrimonio, Teología de la perfección cristiana. Madrid, BAC, VI edición. 1988, pp 471-473
Pío XI, Casti connubii n.37. En Teología de la perfección cristiana
Levíticos 11, 44. 20, 7./ 1 Pedro 1, 16./ Mateo
Mateo 5, 48
Catecismo De La Iglesia Católica. Quito: Librería Espiritual-Librería Editrice Vaticana, 1993, p 512, n. 2337.

1 Juan 2, 14-17
1 Juan 4, 16



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