La perla de la parashat Yitró

August 20, 2017 | Autor: Williams Pitter | Categoría: Jewish - Christian Relations, Jewish Messianism
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Descripción

LA PERLA DE LA PARASHAT DE LA SEMANA Sefer Shemot La perla de la parashat Yitró (Éxodo 16:1 al 20:24) Rav Dr. Williams Pitter [email protected] Año 5775 Parashat 17

LA TORÁ Y LAS PERLAS Un grupo de rabinos estaba discutiendo sobre qué tipo de bendición debía decirse en el havdalá cuando al shabbat le seguía un día festivo. Rabí Zera informó sobre las cuatro opiniones que habían en su tiempo, y aconsejaba que se siguiera la opinión de Rabí Jiyá Bar Abá, y ante eso, Rabbi Yosef dijo: “Yo no sé ni una cosa ni la otra, es decir, no suscribo ninguna de las opiniones anteriores. Solamente sé lo que dijeron Rab y Shmuel, quienes nos instituyeron una preciosa perla para nosotros en Babilonia….”. Y a continuación Rabbi Yosef recitó la bendición que él consideraba como una perla preciosa, como una magnífica enseñanza de los sabios de Babilonia. Esta cita es una muestra representativa del valor que la tradición judía le atribuía a las enseñanzas de sus sabios, pues la perla, considerada como una joya preciosa y de gran valor, fue tomada como una metáfora de las enseñanzas y halajot de la sabiduría rabínica. Esta misma metáfora implicaba una gran riqueza a quienes eran dueños de las perlas, y, por supuesto, los grandes sabios de la Torá eran los poseedores de esos tesoros. Por ello, los discípulos de estos sabios, ansiaban estas riquezas y las buscaban con mucho interés. Un ejemplo de ello lo encontramos en el reclamo que Rabbí Yehoshua le hace a Rabbí Elazar ben Hasma. “Aconteció que Rabbí Johanan ben Broja y Rabbí Elazar ben Hasma fueron visitar a Rabbí Jehoshua...y él les preguntó: ¿qué nuevas enseñanzas (jidushim) se dieron en el Beit ha-midrash (casa de estudio)? Ellos les respondieron: Nosotros somos díscipulos, y bebemos solamente aguas…(Rabbí Jehoshua insistió), sin embargo, no es posible que no se haya enseñado nada nuevo en la casa de estudios, díganme, ¿quién dio la enseñanza del shabbat? Y ellos dijeron: Rabbí Elazar ben Azariah. ¿Y sobre que pasuk basó su disertación? (preguntó de nuevo Rabbí Yehoshua). Sobre la porción de la reunión (de Devarim 31:12). ¿Y que dijo Rabbí Elazar? El dijo lo siguiente: Así está escrito: “Congregarás al pueblo, hombres, mujeres y niños”. Es verdad que los hombres vinieron a aprender, y que las mujeres vinieron a escuchar, pero, ¿con qué propósito fueron traídos los niños? Solamente con el propósito de recompensar a aquellos que los trajeron”. (Y entonces Rabbí Jehoshua dijo:) Tú tenías una fina perla en tu mano y tu querías privarme de ella?”.

https://www.facebook.com/betelshadai.maracaibo La parashat de esta semana comienza relatando el encuentro de Moshé con su suegro Yitró: “Oyó Yitró, sacerdote de Midyán, suegro de Moshé, todo lo que había hecho Dios a Moshé y a su pueblo que había sacado el Eterno a Ysrael de Egipto. Tomó Ytró, suegro de Moshé a Tziporá, mujer de Moshé, después que Moshé la había enviado, y a sus dos hijos…Vino Yitró, suegro de Moshé, y los hijos y la mujer (de Moshé) a (donde estaba) Moshé; al desierto donde él acampaba allí, (frente) al monte de Dios. Y dijo a Moshé: Yo soy tu suegro Ytró, que vengo a ti con tu mujer y sus dos hijos con ella. Entonces salió Moshé al encuentro de su suegro, se prosternó, lo besó, se preguntaron uno por el otro por su paz, y entraron en la tienda. Refirió Moshé a su suegro todo lo que el Eterno le había hecho a faraón y a Egipto a causa de Ysrael; y todas las tribulaciones que habían encontrado en el camino, y que los salvó el Eterno” (18:1-8). Luego de este encuentro, la Torá nos cuenta de la alegría de Yitró al escuchar de la liberación de Ysrael en una versión de primera mano y de boca del principal protagonista de aquella gran gesta redentora, y de su testimonio de fe a favor del Dios de los hebreos: “Se alegró Yitró por todo el bien que había hecho el Eterno a Ysrael, pues lo había salvado de manos de Egipto. Y dijo Yitró: Bendito sea el Eterno, que salvó a ustedes de mano de Egipto y de mano del faraón, salvando al pueblo de estar bajo la mano de Egipto. Ahora sé que sólo es grande el Eterno, sobre todos los ídolos, porque la misma cosa que premeditaron, les ocurrió a ellos. Tomó (para ofrendar) Ytró, suegro de Moshé, holocausto y sacrificios para Dios; y vinieron Aharón todos los ancianos de Ysrael para comer pan con el suegro de Moshé delante de Dios” (18:9-12). Este episodio es uno de los más extraordinarios de toda la Torá, no sólo por lo que nos relata sino también por lo que deja de contar. Vamos por parte. Cuando Rabbí Ovadiah (1470-1550) comenta este encuentro nos dice que Yitró no se acercó a Moshé y a los hijos de Ysrael por curiosidad, a fin de conocer más de cerca de todas las maravillas que había escuchado que habían ocurrido en Egipto, del milagroso cruce del mar rojo y de la derrota de Amalek; tampoco había venido a congraciarse con su yerno que ahora se había hecho famoso por todo el mundo conocido de entonces. Yitró se acercó a Moshé porque era un hombre religioso, y estaba impactado por las demostraciones de poder del Dios de los hebreos, que demostró la inutilidad e insensatez de confiar en los ídolos, ya sean estos de metal o madera, o incluso hombres como el faraón. Y en este sentido, concuerda con la explicación que dan los antiguos sabios de Ysrael en los midrashim, que este episodio de la Torá relata la conversión de un idólatra e importante sacerdote pagano al Dios de Ysrael. Este testimonio de la conversión tiene su raíz en el testimonio de Moshé. Recordemos que Moshé llegó a la casa de Yitró como un prófugo de la justicia, pues había asesinado un hombre en Egipto (Shemot 2:11-23). Y allí encuentra refugio en la casa de Yitró, que abre las puertas de su casa a aquel desconocido, y llega a tener tanta confianza en Moshé que le da a una de sus hijas por esposa. Moshé agradece este gesto, trabajando duro y honradamente para su suegro y para el sostén de su familia. De seguro que Moshé le cuenta a Yitró de su vida y de la profecía de liberación que le había sido dada y de la pronta redención de Ysrael. (Continúa en la próxima página)

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Y luego de cuarenta años, viviendo como un simple y honrado campesino, el Eterno se le revela a Moshé, ordenándole que vaya a liberar a Ysrael. Moshé tiene la delicadeza de pedirle permiso a su suegro Yitró para abandonar su trabajo, pues ha llegado el tiempo de la redención; y deja a su cargo, a la esposa y a sus dos hijos. Yitró, ya respetaba a Moshé por su honestidad y responsabilidad en el trabajo y en el cuidado y amor por su familia, y ahora, ante un vuelco insólito de los acontecimientos, despide con expectación a su yerno, que ahora, sorprendentemente pasa a ser de pastor de sus ovejas, al líder de los hebreos. Esta cadena de eventos, fundados en el testimonio de un hombre fiel al Eterno, es lo que prepara el corazón de Yitró para su conversión, luego que escucha y confirma, que todo lo que le había dicho su yerno acerca del Dios de Ysrael era verdadero. La alegría que sintió Yitró al escuchar las maravillas de la redención de Ysrael es la alegría de la salvación (Ys 61:10). De aquí aprendemos una gran lección. Tenemos el privilegio de hacer llegar el mensaje de la salvación a nuestra familia cercana (suegros, tíos, etc.) y a nuestros amigos y vecinos, por medio de la palabra, pero mayormente por el testimonio de nuestras vidas; para que puedan creer en el Dios de Ysrael! Moshé es un ejemplo para todos nosotros, pues, si Moshé hubiese sido un irresponsable en su trabajo y en el cuidado de su familia, aparte que el Eterno no lo hubiese llamado, habría sido además un obstáculo para la salvación de su suegro. No pongamos obstáculos en el camino de la salvación a nadie de nuestro entorno cercano. Entiendo que a veces las relaciones con ciertos miembros de nuestro clan familiar pueden ser distantes o de franca enemistad. Pero debido a la revelación que se nos ha concedido debemos hacer todo el esfuerzo posible para establecer shalom, pues Pablo nos aconseja: “En cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Rm 12:18). Muchos, como Yitró, se convertirán a la fe del Dios de Ysrael, cuando les hablemos de las maravillas del Eterno al salvar a Su pueblo Ysrael y de la salvación del mundo entero en Yeshua y respaldemos este mensaje con una vida dedicada al Eterno; y como Yitró, que no tomó en cuenta el pasado de Moshé, así muchos también serán capaces de pasar por alto nuestros grandes errores del pasado. Yitró oyó sobre el pasado de Mohé, pero había visto y oído el testimonio de un hombre fiel al Etenro, y cuando oyó que la redención anunciada se había cumplido, se rindió al Eterno y fue a buscar a Moshé. Sobre esta base, seremos protagonistas, si así lo permite el Eterno, de lo que dice la profecía: “En aquellos días acontecerá que diez hombres de todas las lenguas de las naciones asirán fuertemente por el tzitzit a un judío, diciendo: ¡Dejadnos ir con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros!” (Zac 8:23). Si oyó Yitró y creyó, muchos otros también oirán y creerán! !El Eterno hace su parte, hagamos nosotros la nuestra! El otro asunto impresionante de Yitró es que fue a encontrar en el monte de Horeb, pues Moshé le había dicho que el Eterno le había dado una señal de que él era el hombre elegido, ya que, cuando se hubiera consumado la redención del pueblo de Ysrael, ellos tendrían una cita con el Eterno en ese monte (Shemot 3:12). Por esta causa, y emocionado, fue a la cita con Moshé y con el Dios de Ysrael, y como leímos ya, allí ofreció sacrificios junto con Moshé. (Y he aquí la pregunta de la semana: Por favor investigue bien y responda: ¿Yitró se encontró con Moshé antes o después de haber recibido la Torá?). Pero Yitró no fue solo, compartió esas buenas nuevas con su hija Tziporá, esposa de Moshé, y la llevó junto con sus hijos, al encuentro de Moshé. Y vemos ahora a Yitró en otro papel, en el rol de un buen suegro, haciendo todo el esfuerzo posible para reunir a la familia. (Otra pregunta de paso: ¿cuál suegro en la Torá hizo todo lo posible para arruinar la vida de su yerno?). Lo increíble del caso es que la Torá es prolija en detalles en cuanto al encuentro y conversación de Moshé con Yitró, incluso habla de la alegría de su suegro, se registra el testimonio de sus palabras, de la cena que tuvo con los ancianos y de los sacrificios al Eterno que hicieron juntos, pero ni una sola palabra se dice del encuentro entre Moshé y su familia. La pregunta es: ¿Por qué Moshé pone de relieve el episodio del encuentro de Moshé y oculta o no cuenta el episodio del encuentro con su familia? Suponemos que, después de haber pasado una angustia como la que pasó Moshé en Egipto y en el camino, el reencuentro debió haber sido grandioso, lágrimas y besos para la esposa e hijos, y palabras dulces embargadas de sentimientos profundos. De hecho, recordemos que Moshé dejó a su segundo hijo de apenas unas semanas de nacido! Pero nada se dice la Torá al respecto, ni el Midrash Rabbá, ni el Midrash Tanjumá ni tampoco el Talmud, hasta donde he leído dan una pista al respecto. Hay un principio rabínico para la lectura de la Torá que dice: La Torá es escueta en una porción y demasiado abundante en otro. Es decir, brinda poco detalles en episodios en los cuales uno esperaría mayor información (como por ejemplo en la vida de Adán y Eva antes de la caída) e invierte una gran cantidad de espacio en la descripción detallada de los sacrificios en el libro de Vayikrá. ¿Por qué? Sencillamente la Torá está centrada en revelar los acontecimientos más relevantes en la historia de la redención, y por ello, entre otras muchas cosas, no cuenta nada, por ejemplo, sobre niñez y juventud de Yeshua (que nos gustaría saber!), sólo nos da un escueto resumen de su crecimiento físico y espiritual (Lc 2:52). No obstante esta respuesta, Moshé aun nos deja una perla preciosa sobre su familia. Note que, en medio de la narrativa del encuentro con su suegro, Moshé inserta una porción para hablar de sus hijos, cuando cuenta sobre el significado de sus nombres: “… el nombre de uno era Guershón, porque dijo: peregrino fui en tierra extranjera. Y el nombre del otro Eliézer (el bebé): porque el Dios de mi padre me libró de la espada del faraón” (18:3,4). ¿Por qué Moshé deja para este momento para hablar sobre el significado del nombre de sus hijos? Los nombres de sus hijos están conectados con los milagros que el Eterno hizo a favor de Moshé, y por eso, ahora, al regresar de la dura jornada realizada en Egipto, al contemplar el tierno rostro de sus hijos, recuerda como el Eterno ha preservado su vida en el pasado, y como por su gracia le ha permitido volverlos a ver sanos y salvos. En otras palabras, Moshé está agradecido al Eterno por sus favores, y volver a ver a sus hijos, es como si se encontrara con el Eterno en el rostro de sus hijos. ¿Y Tziporá? Mi respuesta viene por esta vía. En una oportunidad me tocó viajar a Estados Unidos, me fui por un mes a la Universidad Carolina del Sur para trabajar en un proyecto de investigación en física teórica con un científico amigo mío de esa universidad. Era la primera vez que me separaba de mi esposa y de mi pequeño hijo Daniel de apenas un año (mi bella Claudia no había nacido). Al llegar al aeropuerto de la ciudad de Maracaibo me esperaba mi esposa y con Daniel en sus brazos, y fue una gran emoción verles de nuevo. Pero créanme lo que más me impactó y todavía conservo como un bello recuerdo en mis memorias, era el bello rostro de mi hijo Daniel, nunca lo había visto tan bello e iluminado. Y le di gracias al Eterno por volver a verlo.

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