La patada húngara: Europa, los migrantes y los nazis

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La patada húngara: Europa, los migrantes y los nazis

Las imágenes de la reportera húngara pateando niños migrantes desnuda otro
aspecto de la "crisis": la derecha europea, xenófoba o abiertamente nazi,
está en pleno proceso de engorde. La periodista-mula fue despedida, pero
los dirigentes de los partidos que incitan al odio siguen allí, al acecho.
Fueron votados por la ciudadanía.

Acaso en el gesto brutal de la reportera pueda leerse algo que va mucho más
allá: la decadencia ética y cultural de un continente que alguna vez se
autoerigió en centro de la civilización occidental encubriendo las
atrocidades cometidas en todos los rincones del planeta.

Hungría no quiere migrantes. Les ofrece perros feroces, gas pimienta, y
golpes, tanto por parte de la policía como de la periodista Petra Laszlo.
La cronista trabajaba para el canal N1TV, conocido por su apoyo al
Movimiento por una Hungría Mejor, un partido político nacionalista y
ultraderechista definido como neonazi, racista, antisemita y homofóbico. En
las elecciones europeas de 2009 consiguió tres escaños al Parlamento
Europeo, situándose como la tercera fuerza más votada en Hungría en esos
comicios.

Los directivos de ese canal consideraron que su ideología nazi quedó
demasiado expuesta por culpa de las coces de Laszlo captadas por las
cámaras. Por eso la saludaron con un "Heil Hitler" y la echaron.

Hungría es uno de los epicentros de la crisis de refugiados. En lo que va
del año, casi 170 mil personas entraron al país a través de su frontera con
Serbia.

La "bienvenida" de Hungría a los migrantes es feroz. Se está construyendo
una valla de alambre de púas en la frontera y avanzan los planes para
militarizar todavía más la zona. En Hungría, encierran a los recién
llegados durante tres días en "centros de alojamiento", cínico eufemismo
con el que se designa a lugares insalubres donde familias enteras
languidecen sin comida, recibiendo apenas un poco de agua.

Todo esto viene siendo denunciado por la Organización de las Naciones
Unidas (ONU), y organizaciones humanitarias internacionales.

"Hungría debe urgentemente ofrecer a los refugiados e inmigrantes que
cruzan la frontera desde Serbia condiciones de recepción más humanas, más
transporte y claridad sobre a dónde serán enviados", señaló Amnistía
Internacional en un comunicado.

En este sentido, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados (Acnur) instó a Hungría a mejorar las condiciones de recepción
para los solicitantes de asilo que llegan al país y hacer que los procesos
de registro de los refugiados sean más sencillos.

Entre tanta ferocidad xenófoba, los inmigrantes de Medio Oriente no quieren
ser registrados en Hungría, porque temen ser devueltos a ese país, incluso
si logran llegar a Europa Occidental.

Y no pocos dirigentes húngaros, no sólo políticos sino también religiosos,
reprodujeron las patadas de Laszlo, pero en forma simbólica y a través de
una retórica xenófoba que tiene una larga y triste historia en Europa.
Algunos, incluso, ni se enteraron de que ya terminó la Edad Media y la
lucha entre Cruzados y musulmanes.

Un obispo católico de Hungría, Laszlo Kiss-Rigo, se enfrentó públicamente
al papa Francisco al asegurar que el sumo pontífice "no conoce la
situación" actual en Europa, y rechazó su pedido de que cada parroquia
reciba a una familia de refugiados.

"No son refugiados. Esto es una invasión. Vienen al grito de «Alá es el más
grande». Quieren tomar el control", sentenció el obispo Kiss-Rigo,
convertido en una suerte de Cruzado que atrasa unos mil años y que confunde
familias desesperadas con las tropas de Saladino, que falleció en 1193, en
Siria, justamente.

Kiss-Rigo es la principal autoridad católica en el sur de Hungría, uno de
los países católicos más conservadores de Europa.

El papa Francisco había pedido que "las parroquias, las comunidades
religiosas, los monasterios y los santuarios de toda Europa reciban a una
familia de refugiados".

Pero no, el líder católico húngaro trató al papa de ignorante y respaldó
"totalmente" al primer ministro de su país, el ultraconservador Viktor
Orban. La semana pasada, Orban rechazó ante la cúpula de la Unión Europea
(UE) recibir a refugiados musulmanes de Medio Oriente y África, y advirtió
que el continente debe proteger "sus valores cristianos".

No aclaró qué lugar ocupa la coz dentro de esa escala de valores
cristianos. El sermón de la Montaña, por ejemplo, no dice "patead a
vuestros hermanos".

La periodista-mula tendrá ahora más tiempo para releer Mi lucha. Pero es
apenas un chivo expiatorio, un chivo expiatorio nazi, y la punta de un
iceberg hediondo que da cuenta de un contexto social y político muy
complejo. En toda Europa crecen los partidos de ultraderecha. Y nadie va a
echarlos, porque fueron elegidos por votantes europeos. Esos votantes
también patean extranjeros, aunque a veces no se note, porque no los captan
las cámaras.
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