“La Pala: Medio de Producción del Modo de Producción”

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Descripción

Aclaración Gastaldi, Marcos Román 2008 “La Pala: Medio de Producción del Modo de Producción”. Problemáticas de la Arqueología Contemporánea. Tomo II. Publicaciones del XV Congreso Nacional de Arqueología Argentina. Compilado por Austral, Antonio y Marcela Tamagnini. Universidad Nacional de Río Cuarto. Comité editorial y Referato. Isbn 978-950-665-492-4

Por razones de difícil digitalización aparece primero el artículo manuscrito y luego el que salió publicado.

LA PALA: MEDIO DE PRODUCCIÓN DEL MODO DE PRODUCCIÓN Gastaldi Marcos Román CONICET y Museo de Antropología (UNC, Córdoba, Irigoyen 174). E-mail: [email protected] Introducción La pala, artefacto que posee una función muy básica como es la de remoción de sedimentos: ¿puede convertirse en el medio de producción de un modo de producción particular? En otras palabras ¿Puede considerarse a una tecnología particular como productora y reproductora, no sólo de la supervivencia material de una sociedad, sino también de su particular formación social?. En este trabajo mostramos cómo las palas utilizadas en el oasis de Tebenquiche Chico –Provincia de Catamarca, Dpto. Antofagasta de la Sierra- a la vez que eran usadas por las personas en su vinculación con la naturaleza -a través de su utilización en las prácticas agrícolas- participaban activamente en la constitución y reproducción de las relaciones sociales de producción y a través de ello en la producción y reproducción de esa formación social particular: la de los oasis establecidos en la Puna de Atacama durante el primer milenio. La Pala La pala puede definirse como un instrumento compuesto puesto que posee un mango, que pudo ser de madera, y una hoja lítica que se encontraba atada a éste. La pala se termina de confeccionar cuando sus componentes se encuentran unidos, en este caso atados. Por lo que cada componente posee antes de llegar a formar parte de la pala posee una trayectoria particular. Lo mismo sucede una vez que algunos de sus componentes se rompe y necesita ser recambiado. Empecemos estableciendo las trayectorias seguidas por cada uno de los componentes antes de unirse en una pala. La Hoja de Pala: Obtención de la materia prima: a través de los análisis de petrotomía y mineralogía óptica pudimos determinar que la materia prima con que se confeccionaron las hojas de palas se trata de una roca maciza, que al poseer diaclasamiento, posee superficies planas que le dan apariencia lajosa (figura 1). Además es una roca muy frágil ya que al golpearse se rompe rápidamente en muchos fragmentos. Posee una fractura regular es decir que cuando se fractura desarrolla una superficie plana. Microscópicamente no se pudo determinar

exactamente la correspondencia a basalto o andesita, ya que se necesitan para su determinación estudios geoquímicos, por lo que se la denominó basalto-andesita1. A pesar de tener la roca una fractura que es muy poco concoide y en general, cuando se fractura, lo hace perpendicularmente a las caras planas de la laja, en las lascas extraídas de la laja se llega a formar el bulbo, aunque poco desarrollado. Se hallaron 4 fuentes de aprovisionamientos de este tipo de roca: dos en la quebrada de Tebenquiche Chico y una en la quebrada de Antofalla (figura 2). La más utilizada fue TC45 (figura 1), ubicada a unos 3 km de la zona de mayor concentración de estructuras del sitio. Se trata de una cantera muy extensa con una gran cantidad y variedad de lajas. Allí hemos hallado palas en proceso de formatización que se rompieron durante la talla (figura 3). En la base de la cantera hay algunos amontonamientos de lajas, que probablemente hayan quedado allí esperando a ser transportadas a otro lugar para confeccionar las hojas. La otra fuente de aprovisionamiento de materias primas es TC44, se encuentra a unos 300 m del área de mayor concentración de estructuras del sitio. Aunque de menor extensión y variedad de lajas que TC45 también pudo ser explotada. Manufactura: La hoja se confeccionaba tanto en la cantera como en la casa y posiblemente algunas veces en los campos. En la cantera, específicamente en TC45, son claras las evidencias del proceso de talla en el lugar, debido a la presencia de fragmentos sin terminar de confeccionar. En cambio en la casa no encontramos hojas en proceso de formatización, pero sí se encuentra una gran cantidad de desecho de talla. Pocos poseen rastros complementarios debido al uso (figura 4). Las lascas en su mayoría presentan negativos de lascados en la cara dorsal. Además tienen tamaños variables, que podrían indicar procesos de reducción de las hojas. En los campos se han encontrado lascas de desecho de menor tamaño que las de los contextos mixtos de la casa (figura 5), lo que no necesariamente se puede asociar a tareas de reducción de la laja a hoja. Algunas de estas lascas posiblemente se deban a lascados por uso y otras a lascados por reactivación de la pieza; esto cobra relevancia debido a que existe una mayor proporción lascas con rastros de uso que en el resto. A pesar de esto, en los lugares de uso, se observan lajas que podrían haberse reducido a hoja en caso de no poseer hojas de palas para recambiar las que se hubieran fracturado. La hoja posee dos partes bien diferenciadas (figura 6); el limbo es la parte inferior del instrumento, que entra en contacto directo con el suelo al momento de ser usado. Este

está separado por dos hombros bien marcados -aletas- del pedúnculo, parte superior del instrumento, donde va atado el mango. Los filos se conformaron por retalla y/o retoque (44,69 % de retalla-retoque, n=960), aunque hay una proporción más elevada de filos que sólo evidencian retoque (40,52%, n=960) que de aquellos que sólo muestran retalla (6,15%, n=960). La retalla se relaciona con la reducción del espesor de la laja en los casos en que esto era necesario, principalmente en los filos 1 (68,67% poseen retalla, n=166) cuyo adelgazamiento pudo relacionarse con el apoyo del mango. La retalla en las aletas (63,94%, n=183) se relaciona con la realización del ángulo de inflexión pedúnculo-limbo, es decir se daba forma al hombro de la hoja a través de procedimientos de retalla. La dirección de los lascados de la retalla de formatización es, en general, indiferenciada (57,29%, n=487); en los casos en los que esta se observa, se trata de uno o a lo sumo dos grandes lascados que no poseen un patrón determinado. En general es, además, unifacial (65,29%, n=487). El retoque, que siempre es marginal en los filos, es bifacial y está representado en todos los filos de la pieza. Posee un patrón muy irregular, escamoso irregular (71,48%, n=810) siguiendo en proporción el escamoso regular (11,61%, n=810) probablemente esto sea producto del proceso de reducción de la laja durante la formatización de la hoja. En general, los filos poseen una sección de bisel doble asimétrica, superando en casi todos los tipos de filos el 80% (n=877). En algunos casos las aletas y los pedúnculos poseen filos embotados realizados por martillado, probablemente para que no se cortase la atadura del mango. Existen diferencias en los filos principalmente en cuanto a la forma y los ángulos. Los ángulos de los filos son más variables en los sectores de los filos no activos y menos variables en los filos activos, tendiendo los últimos a ser más agudos que los no activos (figura 7). Las pruebas de significación (x2 y Kolmogorov-smirnov) apoyan las diferencias observadas en el gráfico. Las formas más comunes que se les daba a los limbos de las hojas de pala eran elípticas o subcuadrangulares. Sin embargo, hay también limbos triangulares, circulares y trapezoidales, aunque en menor proporción que los anteriores (figura 8). Los pedúnculos en general eran diferenciados o destacados con base recta o convexa, los filos laterales usualmente son rectos y las aletas son cóncavas o rectas (figura 9). Las características del pedúnculo: ángulos más obtusos en las zonas de la atadura para que no corten la misma, las aletas bien desarroladas, evidencian la intención de enmangar la pieza.

La longitud de las hojas de palas es variable, con una media de 187,43 mm (n=16), con un rango de 97 mm a 285 mm, y una desviación estándar de 51,49 mm. Mango y Atadura A pesar de la inexistencia de evidencias o restos de los materiales utilizados como mango y atadura, discutiremos los datos que proporcionan algunos arqueólogos acerca de implementos agrícolas enmangados encontrados en la Puna, así como también las investigaciones sobre herramientas actuales en los Andes peruanos, en relación con las palas de Tebenquiche Chico. Y sumaremos las inferencias realizadas del diseño y huellas de uso halladas en las hojas de palas. Dos ejemplares fueron hallados cerca de la zona de estudio que poseen mango y se conserva la atadura. Una pieza publicada por Serrano (1947) es una hoja lítica de pala de forma triangular atada a un cabo de madera. En la figura 10 (imagen derecha) se ve claramente que el mango está atado al pedúnculo de la pieza por medio de una lonja fina de cuero y que la atadura se encuentra ajustada por dos pequeñas cuñas de madera. Dichas cuñas son más finas en una punta y mucho más gruesas en la otra y posiblemente sirvan para poder ir ajustando la atadura a medida que se aflojara con el uso. Núñez (1974:81) muestra un ejemplar proveniente de la quebrada de Tarapacá en Chile que describe como una «pala completa con mango de madera y hoja lítica atada con cueros y dos puntales de madera para sujetarla convenientemente» (figura 10 -dibujo izquierdo-). Este autor también muestra otra pala proveniente de la Puna de Atacama con mango corto de madera pero a la que no se le ha conservado la atadura. Boman (1992 [1908]) también publicó un ejemplar en donde se observa un mango de madera muy largo y una hoja lítica, aunque tampoco se conservó la atadura. En los pocos ejemplares encontrados se puede decir que la atadura se realizó con cuero y se utilizaron cuñas de madera para ajustar la misma. A este tipo de mangos se les suele llamar mangos ligados o atados (Keeley 1982:804). Según Keeley estos mangos son fáciles de confeccionar y son relativamente seguros. La desventaja que presentan es que todos los tipos de cordajes se estiran con la tensión y habitualmente se expanden y contraen con la humedad, lo que significa que el mango del instrumento se afloja constantemente, en especial si está en contacto con materiales húmedos (Keeley 1982:805).

Actualmente en la zona de Antofalla se usan tendones de animales para atar los peldaños de escaleras de madera, luego se moja la atadura y al secarse los tendones se contraen quedando muy bien fijados, soportando el peso de una persona. Posiblemente las cuñas puestas entre la atadura y el pedúnculo hayan evitado que el instrumento se afloje con la tensión a la que era expuesto, o cuando entraba en contacto con el agua. Existen algunos estudios sobre herramientas agrícolas actuales en los Andes peruanos (Herrandina. Proyecto de Herramientas e Implementos Agrícolas Andinos 1986, Rivero Luque 1987) donde se describen los componentes de estas herramientas, entre ellos las maderas utilizadas para la construcción de mangos y los materiales utilizados para la atadura. En general las investigaciones postulan que la construcción de la chaquitaclla es realizada actualmente por el mismo agricultor. Si las comunidades disponen de árboles nativos, los campesinos tienen por costumbre elegir las ramas de estos árboles, principalmente de Escallonia resinosa (chachacomo). En caso que no haya en el lugar madera apta, se la adquiere por compra o trueque (Rivero Luque 1987:29). En general las especies más usadas para la confección de mangos en Perú son: lloque (Kageneckia Lanceolata), chachacomo (Escollonia resinosa), tasta (Escallonia patens), huarango (Acacia macracantha), huaranhuay (Tecoma mollis), queñoa (Polylepis incana), kiswar (Buddleia longifolia) y q´olly (Buddleia coriacea) (Rivero Luque 1987:31). En nuestro caso, para el primer milenio de la era, no existen, en esta zona, maderas aptas para la confección de mangos (Baied 1999).2 Con respecto a los otros componentes de las herramientas, Rivero Luque (1987:30) señala que: “La atadura suele ser de cuero. Se usa la piel de la llama macho (Lama glama), de la parte del cuello. Este tipo de cuero de llama macho es el que ofrece mejor resistencia a la tracción y por lo tanto se lo utiliza en forma de cintas de un centímetro de ancho para amarrar las distintas partes de las herramientas”. Según lo planteado hasta aquí podemos decir que, por un lado, las hojas de palas analizadas de Tebenquiche Chico poseen rasgos de haber estado enmangadas, principalmente por la presencia de aletas y pedúnculos diferenciados que serían característicos de piezas para enmangar, así como también de brillos y desgaste producto del roce con materiales más blandos como madera o cuero en los filos y caras del pedúnculo, que describiremos en detalle más adelante. Aunque no hallamos evidencia de

palas enmangadas en Tebenquiche Chico, dadas estas características de las hojas de pala y de las herramientas encontradas en otras partes de la Puna que sí estaban enmangadas, se puede plantear que probablemente las palas de Tebenquiche Chico estuvieran enmangadas de forma parecida y con materiales semejantes. Manufactura de la pala La pala se terminaba de confeccionar uniendo los tres componentes antes descriptos. Al no tener ninguna evidencia de los mangos y las ataduras, no podemos saber exactamente dónde se realizaba la terminación de la pala. Pero algunos datos pueden ser aportados al respecto. En la cantera TC45 se hallaron fragmentos de hojas de pala fracturadas, tanto en la base del cerro donde se ubica la cantera como en los derrumbes de lajas de los dos afloramientos que posee la misma. Estos fragmentos, a diferencia de los otros que se encontraban en proceso de formatización, tenían mucho desgaste por uso en los filos, es decir que la fractura habría sucedido durante el uso de la pala, por lo que posiblemente los pedazos de hojas de pala rotas encontradas hayan llegado allí atados al mango. Posiblemente las palas también se hayan armado en las casas y en los campos. En las casas existe una gran cantidad de hojas de pala mayormente fracturadas y sólo un ejemplar entero. Muchos de estos fragmentos corresponden a pedúnculos. Las proporciones de partes de las hojas de pala dentro de la casa son diferenciales3. Existe mayor cantidad de pedúnculos que de limbos, por lo que parece ser que ingresaban más de los primeros que de los segundos. Esta alta proporción de pedúnculos con evidencias de uso podría estar indicando que al fracturarse la hoja de pala, los/las campesinos/as, hubieran utilizado otras hojas de pala que tendrían de repuesto y regresado a la casa con el pedúnculo de la hoja rota atado al mango para luego recambiarlo por una hoja nueva. En los campos de cultivo existen refugios asociados a los canales donde hemos hallado hojas de pala con posibilidad de ser reutilizadas en caso de que se rompiera la hoja en uso. Esto podría estar indicando que en algunos casos también se recambiaba la hoja en el campo. Uso: Contextos de uso: los contextos donde las palas fueron utilizadas en mayor medida parecen ser las actividades agrícolas, puesto que se encuentran en íntima relación espacial y funcional con los espacios de cultivo. Las hojas de pala enteras y fragmentos de hojas de pala se encuentran en los canales (figura 11 e), parcelas con pared de piedra (figura 11 a),

parcelas sin pared (figura 11 b), estructuras circulares de paredes (figura 11 f) y refugios vinculados también al riego (figuras 11 d). También se utilizaron en la excavación de pozos en el interior de la casa, y en la excavación del lugar donde fue emplazada la casa. A pesar de la presencia de hojas de pala fragmentadas en contextos de uso dentro de la casa, posiblemente una gran cantidad de estos fragmentos provinieran de un contexto más frecuente de uso, como los campos. Posiblemente también fueron usadas para la excavación de las tumbas. Sin embargo, a diferencia de las actividades cotidianas necesarias para la agricultura (riego, aporque, abono, etc.), el cavado de una tumba es ocasional. El cavado de los pozos, si bien parece haber sido una actividad periódica debido a la gran cantidad de ellos y a la duración temporal de ésta práctica, no es tan rutinaria y cotidiana como la agrícola. Formas de uso: la vinculación funcional con actividades de extracción de sedimento acarreo, punteo, limpieza de canales, etc.- está evidenciada por las huellas de uso que presentan las hojas de pala, como así también por la correspondencia en los tipos de huellas hallados y los tipos de sedimentos presentes. De acuerdo a la dirección de las estrías y la extensión del alisamiento en las caras de la pieza (figura 12) las palas habrían poseído cuatro modos de uso (figura 13). En el primero, la pala penetró el sedimento en un ángulo mayor o menor de 90° y el movimiento realizado era en el sentido del eje morfológico (movimiento 3 o 4). En el segundo, la pala también penetró el sedimento al igual que el modo anterior pero realizó movimientos tanto en el sentido del eje morfológico como hacia los costados, usando de eje de rotación al mismo eje morfológico (movimientos 5 o 6). En el tercero, la pala penetró el sedimento de manera perpendicular a este, en un ángulo cercano a 90° (movimiento 1) o se usó oblicuamente pero de ambas caras alternadamente (movimientos alternados de 3 y 4), los movimientos realizados serían perpendiculares al eje morfológico. Por último, en el cuarto modo de uso, la hoja penetró el sedimento de la misma manera que el anterior, sin embargo realizó tanto movimientos paralelos al eje morfológico, y también movimientos de rotación alrededor del eje morfológico. Las fuerzas a la que eran sometidas las palas en los distintos tipos de movimiento produjeron que las hojas se fracturasen de diferentes maneras. Hay fracturas transversales, oblicuas y paralelas al eje morfológico, dependiendo de las acciones realizadas (figura 14). El alto índice de fragmentación de las hojas (de 1993 especimenes analizados solo 11

corresponden a palas enteras) sugiere que esta se fracturaba con relativa facilidad lo que posiblemente se debiera no sólo a las fuerzas sino también a la fragilidad de la roca y a la presencia de microfracturas que pudimos observar en el microscopio. Es posible que estas características hayan sido tenidas en cuenta en el diseño de los instrumentos. Es decir que la fragilidad relativa que señalamos bien podría haber sido un elemento buscado. Quizás la intención era que si la fuerza de resistencia del suelo sobrepasaba a la de los materiales con los que estaba compuesta la pala, era preferible que se rompiera la hoja, ya que era más fácil de conseguir que el mango. Entonces posiblemente el tiempo de vida útil esperado para la hoja fuera menor que el esperado para el mango. Además no existe una tendencia a prolongar la vida del instrumento a través de la reactivación de los filos. Dentro de los filos que pudieron orientarse el 72.5% (n=211) no posee reactivación y en aquellos que no pudieron orientarse alrededor del 17% (n=606) solo poseía reactivación. Esto nos lleva a pensar también en la corta duración de la vida útil de la hoja de pala respecto al mango del instrumento. Descarte No sabemos que sucedía con los mangos luego de su rotura, al igual que con cuero de la atadura. Pero sí sabemos que posiblemente la vida útil del mango sobrepasaba la vida de la hoja de pala, por lo que era continuamente reutilizado. Posiblemente los palos hayan durado varios ciclos agrícolas y hayan estado atados a varias hojas de pala distintas. Poseemos, en cambio, más información acerca del tratamiento que recibían las hojas de pala una vez que se rompían. Estas no eran meramente descartadas en el lugar donde se rompían. Aplicando un índice que compara el peso medio del pedúnculo con el peso medio del limbo, que arroja una proporción esperada de 6 unidades de peso de limbo por cada unidad de peso de pedúnculo, en la casa se observan en cambio sólo 3,2 unidades de peso de limbo por cada una de pedúnculo (peso de pedúnculo=21.271,4 gr; peso de limbo=68.101,09 gr; peso total=89.372,49 gr). En los campos de cultivo, por lo contrario, se observan 6,08 unidades de peso de limbo por cada una de pedúnculo (peso de pedúnculo=11.520,8 gr; peso limbo=70.049,18 gr; peso total=95.279,68 gr). Esto indicaría que a la casa entraban al menos dos veces más pedúnculos que limbos. Esto puede ser parcialmente explicado por los tipos de fracturas observados. La fractura transversal (31,05%, n=570) y oblicuas al eje morfológico (57,37%, n=570) son las que poseen

mayores proporciones respecto de las otras. Al fracturarse la hoja de esta manera, el limbo habría quedado en el campo y el resto, aún atado al mango, era vuelto a llevar a la casa, donde se recambiaba por una hoja nueva, reutilizándose el mismo mango. Los fragmentos que ingresaban a la casa eran depositados en diferentes contextos: algunos en los rellenos de los muros (80,52% de los fragmentos, n=868 y 70,63% de los desechos de talla, n=1919), otros eran colocados entre los intersticios de las piedras que conformaban las pared y otros depositados en contextos de relleno de pozos, donde también se halló la única pala entera que proviene de la excavación del compuesto doméstico TC1. En la casa algunos de estos fragmentos recibían aplicación de ocre rojo, amarillo o ambos, tanto en las caras de la hoja de pala, como también en los planos de fractura. Quizás esta práctica intervenía en la resignificación categorial del objeto. Hasta este punto centramos nuestra atención en el objeto mismo, la pala. Podríamos considerar este enfoque como un fetichismo metodológico. Pero no deberíamos retenernos en un fetichismo de los objetos, porque los objetos no poseen significado por sí mismos, sino en relación a las prácticas donde intervienen (Dobres y Hoffman 1994; Gastaldi 2002; Gosden y Marshall 1999; Haber y Gastaldi 2002; Kopytoff 1991; Shanks y Tilley 1987). En la práctica una pala se relaciona con el sujeto que la usa, por lo que la biografía de la pala se vincula íntimamente con la biografía de ese sujeto. Observemos ahora como se produce dicha vinculación en el oasis de Tebenquiche Chico. El Oasis de Tebenquiche Chico El oasis de Tebenquiche Chico fue construido mediante la sumatoria de una serie de compuestos domésticos. Un compuesto doméstico se compone de un núcleo residencial compacto, ubicado justo en el quiebre de pendiente de la barranca y la terraza. En general presenta habitaciones y patios. Están acompañados de estructuras agrícolas -parcelas y andenes- irrigados por medio de canales. El núcleo residencial compacto se ubica en el punto en el que el canal entra en la terraza, luego de atravesar la barranca. En el sentido de circulación del agua se podría describir la estructura del compuesto doméstico de la siguiente manera: una bocatoma en el arroyo desde la cual el agua es canalizada sobre la vega y la barranca hasta alcanzar el quiebre de pendiente superior, allí el canal principal transcurre adosado a los muros exteriores del núcleo residencial, hasta este punto, sobre la barranca, y más allá de él, sobre la terraza aluvial y la ladera, se desprenden del canal

principal derivaciones secundarias que irrigan parcelas con pared de piedra y parcelas sin pared delimitadas, estas últimas, por los mismos ductos4. Este patrón, se repite a lo largo de la quebrada en 19 redes de riegos identificadas tanto en la terraza este como en la terraza oeste, aunque con adaptaciones a la desigual topografía (figura 15). El hecho de que la casa se ubique justo en la cota superior donde el canal correspondiente a la unidad doméstica puede llevar agua a la terraza y en el límite inferior hasta donde puede regar la unidad vecina, inmediatamente superior, nos habla de la forma de apropiación de los medios de producción agrícolas. Es decir esta disposición espacial de los compuestos domésticos, ubicados a lo largo de la pendiente de la quebrada, muestra que la delimitación de los terrenos utilizados para la producción agrícola se realiza a través de la construcción y gestión de los canales de riego. El límite de la tierra apropiable para el cultivo de una unidad lo marca el canal de la unidad doméstica ubicada inmediatamente más abajo en la quebrada. En este particular paisaje agrícola ¿Cual fue la rutina diaria del/la campesino/a con la pala?. Podríamos reconstruir la trayectoria cotidiana que siguió el campesino con su pala en las prácticas agrícolas, de la siguiente manera. Sale de la casa en dirección a la toma de agua en el arroyo ascendiendo por el canal principal. Allí aparta las piedras o champas que impiden el flujo del agua y luego desciende por el canal guiándola en su recorrido. Ocasionalmente, quita algún obstáculo del lecho del ducto o repara algún tramo. Al llegar a la parcela que se encuentra en ese momento bajo cultivo, desvía el agua por una derivación secundaria para finalmente dirigirla, usando la pala, al surco que debe ser humedecido. Mientras procede el riego, aprovecha para aporcar los cultivares, eliminar malas hierbas, etc. Desde los refugios vinculados a las redes de riego, o desde la casa si las parcelas son próximas a ellas, controla la correcta realización del procedimiento. Luego de realizada la tarea se dirige nuevamente a la toma de agua para obturarla y desde allí vuelve a la casa donde repara sus herramientas y deposita los fragmentos inútiles. ¿Que implicancia posee esta rutina del campesino con la pala en esta particular topografía agrícola para la reproducción de las relaciones sociales de producción en el oasis? Es en ese circuito que realizan el campesino y la pala diariamente, que se produce y reproduce la forma de apropiación, estableciéndose una vinculación entre los medios de producción y la unidad doméstica que se los apropia. El/la campesino/a no sólo construye los medios de producción con la pala sino que también los gestiona. El circuito diario que

realiza el/la campesino/a con la pala para regar y mantener el cultivo, es el mismo espacio que delimita la extensión de la cual se puede apropiar y también delimita la extensión de la cual sus vecinos de más arriba pueden llegar a apropiarse. Por lo que cotidianamente el/la campesino/a, con el uso de la pala, y realizando ese circuito, reafirma la apropiación por parte de la unidad doméstica del espacio productivo. Al ser una práctica cotidiana, repetitiva, cíclica y posiblemente de larga duración queda naturalizada, «parece natural» la manera de apropiación de los espacios de producción en el oasis de Tebenquiche Chico. Es decir, queda transformada en un habitus de reproducción. Ahora bien, ¿Porqué esta forma de apropiación que se produce y reproduce en lo contingente de la práctica presente no fue cuestionada y perduró durante por lo menos mil años?. Aquí debemos analizar la vinculación de las biografías de las palas y del/la campesino/na con estructuras que por su aparente durabilidad e inmutabilidad resultan difíciles de cuestionar. Una categoría adecuada para comprender este proceso es la sedimentación. La sedimentación fue definida como «...la depositación de objetos, vinculados con la apropiación de la naturaleza, de manera que cada depositación cotidiana se superpone a otras anteriores (de las cuales sólo de algunas se conserva memoria), llegando a conformar verdaderas estratigrafías» (Haber 1999:103). Esta definición implica que las palas, cuando se rompían, eran retiradas de la rutina diaria, es decir del circuito mencionado antes, e insertas en una secuencia estratigráfica, una sucesión de eventos de depositaciones de objetos. Se las colocaba en diferentes contextos: en el relleno de la pared, en los intersticios de las piedras que forman la pared y en rellenos de pozos. Tanto las depositaciones en los intersticios de las piedras como en los rellenos de pozos pueden ser definidos como sedimentación de los objetos ya que implican una cotidianeidad en el caso de la pared o en el caso de los pozos una periodicidad. No sólo las palas se insertan en los rellenos de pozos, sino que forman parte de ellos otras inclusiones: restos de alimentos, utensilios de basalto y obsidiana, objetos de adorno, los que también son retirados, de esa manera, del uso cotidiano. Estos actos de depositación, que se vinculan a otros actos anteriores, producen que la rutina diaria, es decir, que la actividades diarias dentro y fuera de la unidad doméstica queden incluidas en una matriz cultural pero de apariencia natural. Así los fragmentos de pala, utilizados en los campos, quedan insertos dentro de una temporalidad mayor, la de todas las depositaciones anteriores. La sedimentación implica que los

fragmentos de hojas de pala se relacionan con otros fragmentos de palas. Esta es la fusión de todas las biografías en una categoría mayor, que ya no se refiere a las historias de objetos particulares sino a la historia de todos ellos, a la historia a través de la cual cada unidad doméstica de Tebenquiche Chico produjo y reprodujo las prácticas de apropiación de los espacios agrícolas. Los fragmentos no sólo son sedimentados sino que en algunos casos esa resignificación categorial del objeto era marcada materialmente mediante la aplicación de pintura. También las palas fueron depositadas en contextos de rellenos de los muros. El origen de éstos, a diferencia de los anteriores, es un evento único de depositación, en el momento que se construye la pared o cuando ésta se derrumba y se levanta nuevamente. Estos rellenos de muro no sólo contienen fragmentos de palas sino que se depositaron en ellos otros objetos. Los rellenos de muros con inclusiones fueron uno de los contextos que permitieron definir la casa como un monumento. Los rellenos de muros conformaban, junto con las paredes y una serie de eventos rituales asociados a la construcción de las paredes (colocación de un neonato debajo de la jamba de entrada a A1, una vasija de cerámica entera en el relleno de la pared en la esquina noreste de la habitación, un vasito de cerámica en el relleno de la pared este de A1) las características que harían de la casa un monumento (Haber 1999). Este énfasis en las paredes de las casas se interpretó como la delimitación del espacio social interno de la unidad doméstica y la importancia fundamental de la definición de las unidades sociales (Haber 1999:206). Pero si a esto se le suma la posición de la casa con respecto a los espacios utilizados para la practica agrícola, «...la construcción de la casa como monumento cobra un sentido mucho más práctico que literario si se lo piensa como hito en la delimitación de la restricción social del acceso a los recursos productivos» (Haber 1999:206). Fueron las palas los instrumentos usados para cavar el pozo donde se emplazó la vivienda, por lo que las vinculaciones anteriores son reafirmadas por la participación de la pala en la construcción de la casa como un monumento. Es así que podemos volver a los interrogantes que nos formuláramos al principio del trabajo y decir que La Pala, expresada no sólo como una herramienta con una sola función básica, remover sedimentos, sino como una categoría de objeto constituida históricamente fue el medio de producción de un modo de producción particular. Es decir La Pala, fue el

medio fundamental a través del cual la producción y reproducción de aquella particular e histórica formación social: la de los Oasis de Puna del primer mileno fue realizada. Bibliografía Baied, C. 1999 Distribución actual de matorrales altoandinos de Polylepis en los Andes centro-sur: Oscilacio nes climáticas y el impacto de la actividad humana en el pasado. En Los tres reinos: prácticas de recolección en el cono sur de América, editado por C. Aschero, M. A. Korstanje y P. Vuoto, pp. 129-139. Instituto de Arqueología y Museo, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán. Boman, E. 1992 [1908]. Antigüedades de la región andina de la República Argentina y del desierto de Atacama. Tomo I. Traducido por D. Gómez Rubio. Universidad Nacional de Jujuy, San Salvador de Jujuy. Dobres, M y C. R. Hoffman 1994 Social Agency and the Dynamics of Prehistoric Technology. Journal of Archaeological Method and Theory 1(3):211-258. Gastaldi, M. 2002 Tecnología y Sociedad: Biografía e Historia Social de Las Palas del Oasis de Tebenquiche Chico. Tesis de Licenciatura inédita. Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca. Gosden C. y Y. Marshall 1999 The Cultural Biography of Objects. World Archaeology 31(2):169-178. Haber, A. 1999 Una arqueología de los oasis puneños. Domesticidad, interacción e identidad en Antofalla, primer y segundo milenios d.C. Tesis Doctoral inédita. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires. Haber A. F. Y M. R. Gastaldi 2002 “Palas conversan con Humanos”. En prensa. Herrandina. Proyecto de Herramientas e Implementos Agrícolas Andinos 1986 Herramientas e implementos agrícolas en los Andes del Perú. Editado por G. Rengifo, Cooperación Técnica del Gobierno Suizo y Corporación Departamental de Desarrollo del Cusco, Cusco. Keeley, L. H. 1980 Experimental Determination of Stone Tool Use: a Microwear Analysis. University of Chicago Press, Chicago. 1982 Hafting and Retooling: Effects on the Archaeological Record. American Antiquity 47(4):798-809. Kopytoff, I. 1991 La biografía cultural de las cosas: La mercantilización como proceso. En La vida social de las cosas. Perspectiva cultural de las mercancias. Editado por A. Appadurai, pp.89-142. Traducido por A. Castillo Cano. Grijalbo. México. Núñez, L. 1974 La agricultura prehistórica en los Andes meridionales. Editorial Orbe y Universidad del Norte. Santiago.

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Figura 3 Figura 1 90% 80% 70% 60%

p o zo s

50%

m ix to s

40%

c am p o s

30% 20% 10% 0% la s c a s c o n s ó lo d e s g a s te

Figura 4

la s c a s c o n n e g a tiv o s y d e s g a s te

Estadísticos Largo Campos (n=38) Ancho Espesor Largo Rellenos de pozo (n=113) Ancho Espesor Largo Mixtos (n=217) Ancho Espesor

Figura 2

Largo

Ancho

Espesor

Muestra Pozos Mixtos Campos Total Pozos Mixtos Campos Total Pozos Mixtos Campos Total

n 113 217 38 368 113 217 38 368 113 217 38 368

Media de rango 173,25 204,93 101,29 176,91 205,11 89,39 158,03 208,35 127,01

la s c a s c o n s ó lo n e g a tiv os d e la s c a d o s

la s c a s s in n e g a tiv o s d e la s c a d o y s in d e s g a s te

Media Desviación estándar 9,87 mm 4,74 mm 14,45 mm 7,64 mm 3,04 mm 1,43 mm 13,55 mm 5,81 mm 20,90 mm 8,31 mm 2,63 mm 1,20 mm 15,41 mm 6,60 mm 25,05 mm 12,67 mm 4,09 mm 2,46 mm

Figura 5: comparación según la media de rango, entre las muestras que provienen de diferentes contextos: contextos de uso y contextos de depositación. Obsérvese que en general hay mayor diferencia entre los valores de las lascas de los contextos mixtos (contextos de depositación) y las lascas de los campos de cultivo (contextos de uso). La diferencia es menor entre los contextos de pozos y los contextos mixtos.

Figura 6 45% 40% 35% 30% ped ú ncu los

25%

aletas

20%

limbo s

15% 10% 5%

Figura 8

90° a 105°

75° a 90°

60° a 75°

45° a 60°

30° a 45°

15° a 30°

0° a 15°

0%

Figura 7: Frecuencia de los valores angulares de los diferentes filos expresados en porcentajes (n=960).

Figura 9

a

b

c

d

e

f

Figura 11

Figura 10

Figura 13

Figura 12: El dib ujo de la d erecha mu estra los patrones de alisamiento según el ángulo de penetración del sedimen to. En el de la izq uierda y en las imágenes de abajo a la izq uierda se observan los patrones de estr ías según los movimientos a los cuales eran so metidas las p alas.

Figura 14

Figura 15: cartografía de Tebenquiche Chico. Los colores blanco y gris indican algunas de las redes de riego definidas (modificado de Quesada 2001).

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