La pañería valenciana y sus mercados

July 5, 2017 | Autor: JosÉ Bordes GarcÍa | Categoría: Medieval Economy
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Descripción

Ciudad y Reino. Claves del Siglo de Oro Valenciano, Valencia, 2015.

La pañería valenciana y sus mercados Durante la Baja Edad Media la producción textil lanera se convirtió en uno de los sectores más importantes de la economía urbana. Su indudable potencia dentro de las actividades artesanales desarrolladas en la ciudad y su progresivo crecimiento desde el momento de la conquista cristiana en el siglo XIII, supuso la profundización y articulación de complejas relaciones entre el campo y la ciudad –desde la ocupación de mano de obra campesina en labores de hilado al desarrollo de la manufactura rural–, la especialización en la cría de ganado ovino y cultivos industriales en determinadas áreas y la creación de rutas comerciales destinadas tanto a satisfacer las demandas de la propia industria como la venta de la producción manufacturera. Si las primeras etapas del desarrollo textil de la ciudad de Valencia durante el siglo XIII pueden ser calificadas como una fase de “asentamiento” y la primera mitad del Trescientos como una fase de “consolidación”, sin duda la segunda mitad del siglo XIV y buena parte del Cuatrocientos serán los momentos de la expansión productiva y comercial, al mismo tiempo que la producción de paños de seda comenzaba su crecimiento, convirtiéndose en las décadas finales de la centuria en el sector más pujante de la artesanía urbana. Durante el último período bajomedieval la fuerte inmigración que conoció Valencia y su continua integración en los circuitos económicos mediterráneos, contribuyeron a adaptar las estructuras productivas de la industria textil, casi siempre con el recurso a la imitación de otras pañerías. En este sentido, la necesidad de adecuar la producción local urbana a las necesidades del mercado y el interés del municipio valenciano en que los paños regnícolas resultasen competitivos en el exterior, explican la continua preocupación de las élites municipales en legislar sobre la producción. Así, en 1399 el Consell de Valencia publicó unas ordenanzas relativas a la confección de paños a la manera de la ciudad flamenca de Wervic y en 1403, a petición del pelaire Domènec Gil, el Consell le otorgó una licencia para construir peines del tamaño necesario para fabricar paños similares a los de Flandes. Al mismo tiempo, el consejo municipal intentaba proteger la producción valenciana frente a la importación de pañería extranjera, como sucedió en el año 1413 cuando comenzó a controlarse la calidad de las telas castellanas que llegaban al mercado local. Unas regulaciones que, además, ponían de relieve la diversidad de operaciones técnicas que eran necesarias para la elaboración de un paño, desde el esquileo de la lana hasta su puesta a la venta en el mercado. Las operaciones preliminares que se sucedían en el ámbito rural, y que salvo el esquileo eran realizadas en su mayoría por mano de obra femenina, estaban destinadas a preparar la lana mediante el cardado y el peinado. A continuación se desarrollaban el hilado y la urdidura, operaciones de las que iba a depender la longitud reglamentaria de los paños, su cuenta, la textura y, hasta cierto punto, el peso. Una vez compuesta la urdimbre se pasaba al telar, de manera que quedase con la máxima uniformidad y bien tensa. La mayoría de las operaciones, y por lo tanto de oficios implicado después de la textura, sólo tenían la finalidad de conseguir un acabado más perfecta al paño, dando una apariencia de limpieza y superficie uniformes con el objetivo de aumentar el valor del tejido, aunque sus características fundamentales no eran modificadas. Así, tras el trabajo del tejedor se debía limpiar el paño de elementos extraños que se hallasen imbricados en el tejido, cortar los hilos que sobresaliesen y, por último, dar más cuerpo, consistencia y brillo al producto mediante la batanadura. Finalmente se encontraban las labores de tinte, si bien éstas también podían realizarse antes del acabado definitivo del paño. Las estructuras productivas de la manufactura pañera se caracterizaron por sus reducidas dimensiones, destacando por encima de todo el fraccionamiento del proceso de producción. No obstante, a lo largo del siglo XV se acentuaron los procesos de diferenciación dentro del grupo artesano: los maestros artesanos mejor situados en el proceso productivo, compradores de importantes cantidades de materias primas y con una mayor capacidad de producción, frente a trabajadores por cuenta ajena o pequeños productores abocados progresivamente a una espiral de 171

endeudamiento. Por lo general, la pañería valenciana, a diferencia de lo acaecido en otras ciudades como Florencia, no sufrió un control total de su producción por parte del capital mercantil. Las compañías comerciales valencianas casi siempre tuvieron un carácter modesto y su grado de acumulación de capital fue limitado. Y de hecho, un nutrido grupo de artesanos participaba de manera activa en la comercialización de paños. Por lo tanto, desde sus comienzos y a lo largo de toda la Baja Edad Media, en la industria textil valenciana el taller artesanal se configuró como la unidad mínima de producción. El maestro artesano poseía los instrumentos de producción y, además del recurso a la mano de obra familiar, controlaba un número exiguo de dependientes compuestos por aprendices y asalariados, integrados en el obrador mediante contratos de aprendizaje y trabajo. Además, el encuadramiento en organizaciones de carácter profesional, caritativo y religioso del artesano fue un fenómeno característico de las ciudades europeas bajomedievales y Valencia no fue una excepción, aunque en el caso valenciano existió siempre cierta confusión entre la capacidad de actuación política del grupo artesanal a través de la estructura de oficios –con representación en el Consell de la ciudad pero sin entidad jurídica propia– y las corporaciones y cofradías con una organización propia pero sin capacidad de influencia públicas. En realidad, frente a una imagen de la producción artesanal bajomedieval dominada por las organizaciones gremiales, en la ciudad de Valencia existía una reducida difusión del trabajo corporativizado y una escasa eficacia coercitiva de las cofradías y los oficios, produciéndose, de ese modo, una fuerte movilidad intraprofesional. Además, la imagen que dominaría no sería la de estabilidad sino la de conflictividad, la existencia de tensiones internas intra e interoficios. A lo largo de todo el siglo XV se sucedieron numerosos conflictos entre los diferentes oficios implicados en la producción textil lanera, tal y como se recoge en la documentación municipal valenciana. Algunos ejemplos: en 1406 el oficio de brunateros pidió tener representación propia en el Consell diferenciándose de los tejedores; en 1436 los sastres de la ciudad denunciaban el intrusismo profesional que realizaban los pelaires, mientras que ese mismo año las autoridades municipales establecía que debían ser los pelaires quienes se encargasen de reconocer la calidad de la lana destinada a la producción de paños, desestimando una petición realizada por el oficio de tejedores. En definitiva, la artesanía textil se caracterizó durante todo el siglo XV por una producción centrada en buena medida en la ciudad de Valencia pero también en otros centros urbanos o semiurbanos del reino como Orihuela o Cocentaina, y compuesta por paños de calidades mediasaltas destinados tanto a los propios mercados locales como a la exportación. Será a partir de las décadas finales del siglo XIV cuando Valencia y, por extensión, el resto del reino, terminen por integrarse de manera definitiva en las estructuras económicas del Mediterráneo occidental. De este modo, la modificación de las pautas de la demanda, protagonizadas por la llegada de compañías italianas y barcelonesas, entre otras, comenzaron a transformar el paisaje agrario y la orientación de la producción rural hacia su integración en los circuitos comerciales exteriores, lo que terminó por modificar la naturaleza de los intercambios en el ámbito valenciano. En ese momento se constituyeron las principales redes mercantiles en las que se integró Valencia durante el resto de la siguiente centuria. Uno de los circuitos tradicionales era el tráfico de reducida envergadura, extensión del mercado local valenciano, mantenido mediante la navegación de cabotaje y con las pequeñas villas marineras de la costa. Un tráfico similar, de reducidos capitales, era el que unía a Valencia con los puertos de la costa mediterránea francesa. El tercero de los circuitos mercantiles valencianos fue la ruta del Norte de África, espacio donde Mallorca y Valencia sustituyeron progresivamente a Barcelona, y en el cual la exportación de paños jugó un papel relevante. Asimismo, Sicilia se convirtió en un mercado importante para la pañería valenciana y abastecedora de granos para la capital regnícola. El circuito esencial para la comprensión del desarrollo de las estructuras mercantiles valencianas durante el siglo XV fue la integración del reino de Valencia en la denominada “diagonal insular”, con sus centros de redistribución en Ibiza, Cerdeña y Sicilia. Circulación de una gama amplia de mercancías pero donde siempre cumplieron una función primordial, casi vertebradora del tráfico, los paños valencianos. La exportación pañera constituyó la prolongación de los negocios laneros 172

que parte del grupo mercantil mantenía en las tierras del interior. Pero además, el conjunto del reino se vio dinamizado por la presencia de operadores extranjeros que canalizaban las mercancías producidas en el campo valenciano hacia el eje marítimo que conectaba las ciudades noritalianas con las del Norte de Europa.

Bibliografía básica .- BORDES GARCÍA, JOSÉ, Desarrollo industrial textil y artesanado en Valencia de la conquista a la crisis (1238-1350), Comité Económico y Social de la Comunidad Valenciana, Valencia, 2006. .- IRADIEL MURUGARREN, PAULINO, “Organización del trabajo y de la industria precapitalista”, Historia del Pueblo Valenciano, volumen I, Levante, Alzira, 1988, pp. 302-310. .- LLIBRER ESCRIG, JOSÉ ANTONIO, Industria textil y crecimiento regional: La Vall d’Albaida y el Comtat en el siglo XV, Universidad de Valencia, Valencia, 2014.

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