La organización tecnológica y el uso de escalas espaciales amplias. El caso del sur y oeste de Lago Argentino

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Descripción

Temas de Arqueología, Análisis lítico (2004), pp. 101-144.

LA ORGANIZACIÓN TECNOLÓGICA Y EL USO DE ESCALAS ESPACIALES AMPLIAS. EL CASO DEL SUR Y OESTE DE LAGO ARGENTINO Nora Viviana Franco1 INTRODUCCIÓN El objetivo de este trabajo es analizar las estrategias de utilización de recursos líticos empleadas por las poblaciones humanas que habitaron el sur y oeste de Lago Argentino entre ca. 10.000 y 1.000 años A.P. Lago Argentino está ubicado al oeste de la provincia de Santa Cruz, entre aproximadamente los 50º 00´ y los 50º 40´ S, y los 73º 30´ y los 71º 50´ W. En este trabajo me focalizaré en el espacio comprendido entre el oeste del Brazo Sur y el este del Brazo Rico (figura 1). Este área está muy próxima a la Cordillera de los Andes, la que corre en dirección norte-sur al oeste del Lago Argentino, para pasar a tener un sentido oeste-este al sur del Brazo Sur y de los Lagos Roca y Rico, en donde se denomina Sierra Baguales. Las mayores alturas se encuentran al oeste de este espacio, alcanzando los 2.400 msnm. La combinación de datos geológicos y palinológicos indican que este área estuvo disponibles para la ocupación humana al menos desde el 10.000 A.P. (Mercer y Ager 1983; Mancini 1998 b). Las primeras evidencias de ocupación humana son de ca. 9.700 A.P. (Franco et al. 1999, Franco y Borrero 2002). Las mismas provienen del este del área que nos ocupa, en un área próxima –tanto hoy como hace 10.000 años- al ecotono bosque-estepa. En Lago Argentino, Mancini (1998 b) sugiere la existencia de un clima más cálido desde este momento hasta el 6.500 A.P. Durante el Holoceno tardío, el clima habría sido fluctuante, pero en general se observa una disminución de la temperatura. La existencia de pulsos fríos de temperatura después del 5.000 A.P. fue sostenida por Mercer (1968) sobre la base de sus trabajos en los glaciares Upsala y Moreno. Para el área de Lago Argentino, Mancini (1998 a) encuentra que los datos polínicos sustentarían la existencia de períodos con condicio1

nes más húmedas y frías entre el 2.700 y el 2.500 A.P., y para los últimos 1.000 años. La existencia de momentos más fríos probablemente afectó la vida de las poblaciones que ocupaban la región, especialmente en el caso de los espacios ubicados más hacia el oeste y de las cotas más altas. Cabe recordar, sin embargo, que el glaciar Moreno, ubicado al sur de este espacio, nunca avanzó más de 1 km desde el Pleistoceno final (Mercer y Ager 1983). Mientras tanto, el glaciar Upsala, ubicado al norte, habría avanzado hasta 10 km durante el período comprendido entre el 3.000 y el 2.000 A.P., más de 3 km en los siglos XVII y XVIII, y su último avance se habría registrado hace 90 años (Malagnino y Strelin 1992, 1996). Las respuestas de las poblaciones, por lo tanto, deberán ser analizadas muy localmente. Mancini observa también la existencia de períodos secos entre el 4.000 y el 1.100 A.P. (Mancini 1998 a). Además, Favier Dubois (1999) ha registrado la presencia de un paleosuelo en la margen sur de Lago Argentino. Su formación respondería a una mejoría climática en el área, y aparentemente se correspondería con el final de la Anomalía Climática Medieval, cuya existencia ha sido postulada para el Cardiel, al norte del área de estudio (Stine 1994). Estos períodos de aridez también podrían haber afectado la vida de las poblaciones, y Borrero y Franco (2000) sugieren como hipótesis de trabajo, el abandono o reposicionamiento de las poblaciones en el área de Lago Argentino. Es necesario mencionar también que el área estuvo sujeta a episodios sísmicos. Niveles de ceniza volcánicas han sido reconocidos en diferentes sectores de la región, entre ellas las correspondientes al volcán Aguilera, que están muy extendidas y han sido datadas ca. 3.300 A.P. (Stern 1990, 1992). Por otra parte, de acuerdo con Kraemer (1994), es posible distinguir una concentración aparente en la sismicidad en la franja E-W

DIPA - IMHICIHU (CONICET) y Universidad de Buenos Aires. E-mail: [email protected]

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Figura 1. Sur de Lago Argentino. Se indica el área de estudio.

que se extiende al sur del lago Argentino. En este sentido, cabe señalar que niveles estratigráficos con episodios de abundantes rocas han sido reconocidos en la margen sur de Lago Argentino. Proceden de los sitios Chorrillo Malo 2 –localizado a ca. 200 msnm- y Cerro Verlika 1 –a 1.100 msnm-. Estos también deben haber afectado la vida de las poblaciones. MARCO TEÓRICO Como mencioné anteriormente, el objetivo de este trabajo es analizar las estrategias de utilización de recursos líticos en el área de Lago Argentino. Lo que me interesa es comprender la organización tecnológica de las poblaciones, entendiendo por ésta al estudio de la selección e integración de estrategias para hacer, usar, transportar y descartar instrumentos y los materiales necesarios para su manufactura y mantenimiento (Nelson 1991). El marco teórico utilizado es el ecológicoevolutivo. En este sentido, cabe señalar que las poblaciones se mueven en un determinado marco ecológico y que cualquier explicación del comportamiento humano requiere entender las distintas presiones que sufrieron los individuos (cf. en este sentido Winterhalder y Smith 1992). Dentro de este marco teórico es importante documentar la mayor variabilidad de situaciones posibles (cf. Borrero 1993; Stiner y Kuhn 1992). Este trabajo

ha sido realizado en el marco de proyectos que, por este motivo, han buscado generar información sobre la mayor variedad de situaciones posibles (Borrero y Carballo Marina 1998). En el caso del material lítico, es importante entender por qué se priorizaron unas opciones sobre otras. En este sentido, cabe señalar que el comportamiento tecnológico es flexible, y que las distintas soluciones o alternativas tienen costos y beneficios. Entonces, es necesario explicar la variabilidad presente en el material lítico. Distintos factores han sido analizados a nivel mundial para explicarla. Entre ellos, puedo citar por ejemplo el grado de movilidad de un grupo, la disponibilidad de materias primas líticas, la clase de tecnología involucrada y el tiempo disponible para realizar tareas de subsistencia (entre otros Bamforth 1986; Binford 1977 a, 1979; Keeley 1982; Nelson 1991; Odell 1996; Parry y Kelly 1987; Torrence 1983, 1989). Es claro que, para entender la variación, es necesario conocer las características ambientales, que son las más fácilmente controlables para un arqueólogo. Dentro de ellas, un punto de partida esencial es el conocimiento de la disponibilidad de rocas. La misma pudo haber variado en el pasado, pero su conocimiento hoy constituye un punto de partida importante para el análisis. Recientemente (ver por ejemplo Cashdan 1999) se ha llamado la atención acerca del riesgo –entendido como variaciones impredecibles

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de las condiciones ambientales y económicas- y la incertidumbre –falta de información sobre el riesgo-. Considero aquí, siguiendo a Bousman (1993), que no es posible diferenciar las consecuencias arqueológicas de riesgo e incertidumbre, por lo que unificaré ambos términos. Entonces, para entender el comportamiento de las poblaciones y, en consecuencia, el comportamiento tecnológico, es necesario tener en cuenta también que las poblaciones humanas se preocupan por su seguridad (cf. entre otros Bousman 1993; Cashdan 1990; Kuhn 1989). No serán las mismas las estrategias utilizadas en situaciones en las que se asume certidumbre que aquéllas en las que se desconocen de antemano los problemas que puede suscitar un ambiente. Esto se enfatizará en situaciones en las que el riesgo puede afectar los límites de la supervivencia humana (Lanata y Borrero 1994), como en el caso de recursos que estén disponibles durante un corto lapso y que sean críticos para la subsistencia humana. Las estrategias tecnológicas priorizadas darán como resultado determinados diseños de los artefactos, y éstos constituirán nuestra vía de entrada al problema. Las formas de los artefactos y la composición de los conjuntos son, entonces, una consecuencia de estas estrategias tecnológicas (cf. Nelson 1991). Dentro de este marco teórico, el medio es tanto el físico como el social, y las poblaciones tendrán que resolver problemas que tengan que ver con la escasez de recursos por problemas ambientales o sociales. En este sentido, considero que las estrategias tecnológicas utilizadas variaron, por ejemplo, con la densidad de población. Por este motivo, espero respuestas distintas a situaciones poblacionales diferentes (cf. por ejemplo Borrero 1989 a, b, 1993, 19941995; Borrero y Franco 1997, Franco y Borrero 1996 a; Straus 1991). En el caso que me ocupa, si se tiene en cuenta el poblamiento de América y la incorporación de nuevos espacios dentro de los que ocupa una población, espero que las soluciones de las poblaciones varíen, tanto por un mejor conocimiento del terreno y las relaciones con poblaciones vecinas (ver Borrero 1989 a, b, 19891990, 1994-95), como por la existencia de dife-

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renciaciones internas dentro de una población, las que pudieron generar problemas de acceso diferencial a distintos recursos (i.e. problemas de poder y jerarquía). Debido a la forma en que fue generada la muestra, no abordaré este último punto en este trabajo. Sin embargo, éste constituye un problema factible de analizar. Sobre la base de lo expuesto, considero que el modelo ecológico de poblamiento de Patagonia de Borrero (1989a, b, 1994-95) puede servir para generar expectativas arqueológicas concretas relativas al material lítico. Este autor piensa que el proceso de exploración inicial y colonización de Patagonia fue un lento llenado de espacios vacíos. Entiende por ¨exploración¨ a la dispersión inicial de una población a un espacio no habitado, implicando movimientos de individuos o grupos siguiendo las rutas naturales de menor resistencia (Borrero 1989b, 1994-95). Un elemento importante en este modelo es que no hay necesidad de continuidad en la ocupación humana de un área dada. Cuando una población se extingue o abandona un área, un nuevo proceso de exploración puede tener lugar. Por otra parte, la ocupación efectiva de un espacio, o fase de estabilización, se refiere a un momento en que todo el espacio deseable está ocupado, y Borrero (1989b, 1994-95) espera la presencia de presiones selectivas dependientes de la densidad. Esto implica frecuencias más altas de materiales arqueológicos, haciendo que la visibilidad sea alta. Sin embargo, y debido a la mayor frecuencia de ocupaciones, espera que la resolución arqueológica sea baja. Durante esta etapa es más probable que se produzcan conflictos con otras poblaciones, aunque no tenemos evidencias de que éste haya sido necesariamente el caso en Patagonia. Los hallazgos realizados por el equipo de Goñi podrían, sin embargo, estar apuntando en este sentido (Barrientos y Goñi 2001). Algunos de los condicionamientos sociales o aspectos sociales del problema son más difíciles de evaluar. Es el caso, por ejemplo, de la selección de materias primas por el color mencionadas por Gould para el caso de aborígenes del

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Desierto Occidental Australiano, lo que se relaciona con su proximidad a lugares sagrados y a la solidaridad inter e intra grupal (Gould 1980). Desde otro marco teórico, Flegenheimer y Bayón (1999) han planteado recientemente una muy interesante aproximación al tema para grupos tempranos pampeanos. Creo que, como ocurre en ese trabajo, lo importante es el planteo de expectativas claras y su confrontación con el registro arqueológico. A pesar de que en la definición se contempla tanto el medio ambiente físico como el social, los estudios de organización tecnológica realizados hasta el momento han evaluado principalmente el papel del ambiente físico, insertándose en general dentro de un marco teórico ecológico evolutivo (cf. Amick 1994). Sin duda, los estudios de organización tecnológica tienen problemas, que no difieren de los de la arqueología en general. El primero es el de la equifinalidad. Entiendo que la mejor forma de resolverlo es a través de la utilización de líneas de evidencia distintas (Borrero 1989 c; Bradbury y Carr 1995; Gifford-González 1991), de una perspectiva comparativa (Neff y Larson 1997; Torrence 1994) y una consideración adecuada de la estructura de recursos (sensu Ericson 1984). El problema es cómo se hace para bajar este marco teórico al registro arqueológico, cómo se relaciona la estática del registro con la dinámica del comportamiento que le dio lugar. Creo que la etnoarqueología y la experimentación pueden ser utilizadas para estos fines, y que ambas contribuyen a desarrollar una teoría de rango medio que vincule la dinámica del pasado con el registro arqueológico (Binford 1981). Si bien la importancia de la etnoarqueología ha sido reconocida por investigadores trabajando desde distintos marcos teóricos (Binford 1979, 1980, 1994; David y Kraemer 2001; Gould 1980; Hayden 1979, 1987; Walker et al. 1995), unos pocos autores niegan que pueda proporcionar información útil para interpretar el registro arqueológico, porque lo actual es el resultado de un proceso de evolución y, por lo tanto, no puede brindar información sobre el comportamiento humano pasado (entre otros, Dunnell 1980). No estoy

de acuerdo con esta postura, tanto en lo que se refiere al registro arqueológico como a la etnoarqueología, que puede proporcionar valiosa información que debe ser utilizada para generar modelos que puedan contrastarse con el registro arqueológico. En pocas palabras, dejar de lado los estudios etnoarqueológicos significaría despreocuparse por comprender una de las pocas situaciones en las que las tecnologías que estudiamos están en funcionamiento. La información etnoarqueológica disponible hasta el momento es amplia, y entre las que pueden resultarnos útiles para interrogar al registro arqueológico cabe mencionar la relacionada con la organización tecnológica, con el aprovisionamiento de materias primas líticas y con el descarte. Me centralizaré aquí en las dos primeras, y a partir de ellas generaré el paisaje arqueológico esperado para distintos momentos del modelo de poblamiento de Patagonia de Borrero. La información en relación con la organización tecnológica. Estudios etnoarqueológicos sugirieron a Binford (1973, 1977 a, 1979) la diferenciación entre estrategias de asentamiento-subsistencia logísticas y depredadoras, y entre estrategias de utilización de recursos líticos conservadas y expeditivas, entendidas como extremos de un continuum. Dentro del marco de la organización tecnológica, las estrategias son planes que facilitan el uso humano del ambiente. Estas estrategias responden a distintas condiciones y pueden ser llevadas a cabo de diferentes maneras, siendo –como ya mencioné- la forma de los artefactos y la composición del conjunto consecuencias de las distintas formas de implementarlas (Nelson 1991:62). 

Las estrategias tecnológicas y sus consecuencias arqueológicas  La estrategia de conservación

Debido a la complejidad de esta estrategia y a su importancia con respecto a sus consecuencias arqueológicas, considero necesario abordar

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distintos aspectos: la distinción entre conservación y economía de materia prima, el papel activo y pasivo de los artefactos, y el equipamiento personal y de sitio. • La distinción entre conservación y economía de materia prima Distintos significados han sido atribuidos a la conservación. La formulación original de Binford (1973) involucraba el transporte, la conservación de los instrumentos para su uso futuro y la eficiencia (p.242-244), y la relacionaba con estrategias de asentamiento-subsistencia logísticas (Binford 1977 a, 1979). Distintos autores han dado diferentes puntos de vista sobre este concepto y sus consecuencias arqueológicas, observándose en general un énfasis en la importancia de la manufactura con bastante anterioridad al uso (Binford 1979; Nelson 1991; Torrence 1983). Sin embargo, la manufactura con bastante anterioridad al uso puede responder al menos a dos factores distintos: a) las incongruencias en la distribución de recursos líticos y faunísticos, que obligarían a confeccionar y transportar las materias primas, los núcleos o los instrumentos al lugar de uso (véase Bamforth 1986; Binford 1979; Keeley 1982; Nelson 1991; Odell 1996; Parry y Kelly 1987); y b) la existencia de situaciones en las que el tiempo disponible para adquirir recursos esenciales para la subsistencia sea escaso, es decir, situaciones de riesgo o estrés temporal (Nelson 1991; Odell 1996; Torrence 1983, 1989), en las que se producirían conflictos entre el tiempo de manufactura y el de adquisición de recursos. En este sentido, considero muy interesante el análisis que realiza Bousman (1993), quien sobre la base de datos etnográficos para sociedades que no utilizan material lítico, encuentra que los instrumentos relacionados con la adquisición de recursos de subsistencia se descartan rápidamente en situaciones de estrés temporal, lo que tendría que ver con el riesgo de perder el recur-

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so (cf. también Kuhn 1989). Esto es coincidente con los resultados obtenidos por Shott (1986), y contrario a las expectativas originales de Binford. En esta clase de situaciones entonces, esperaría una alta especificidad en los instrumentos (Franco y Borrero 1996 b; Torrence 1983, 1989), lo que sumado a la baja presencia de reactivación, y a la existencia de ángulos de desgaste muy pequeños, genera un panorama arqueológico totalmente distinto al planteado en situaciones de incongruencia de recursos e inexistencia de estrés temporal. En este último caso, y especialmente en situaciones en que los recursos líticos son escasos, espero una mayor vida útil de los instrumentos – evidenciada en índices de fractura mayores y/o utilización de fracturas-, núcleos más explotados (frecuentemente bipolares), abundancia de reactivación y mayores ángulos de desgaste de instrumentos (entre otros Franco 1991, 1994; Odell 1996). En esta clase de situaciones, por otra parte, espero también una baja frecuencia de núcleos con formas estandarizadas, ya que probablemente estén muy explotados y hayan perdido su forma original (tabla 1). Debido a esta diferenciación y siguiendo en parte a Odell (1996), considero metodológicamente útil diferenciar entre ambos tipos de situaciones y razones para la conservación. Odell propone denominar conservación sólo a la estrategia relacionada con cuestiones de organización de asentamiento y movilidad -siguiendo la definición original de Binford- y “comportamiento económico inducido por la escasez” al relacionado con la escasez de materias primas. Este autor considera que a veces es difícil distinguir arqueológicamente entre uno y otro. Desde mi punto de vista, creo que sería más útil limitar el uso de “conservación” a la estrategia relacionada con la existencia de situaciones de riesgo o estrés temporal, y el de “economía o conservación de materia prima” a la relacionada con la incongruencia de recursos –que no siempre implica escasez-. Las consecuencias arqueológicas de una y otra son diferentes, especialmente si se tienen en cuenta los resultados de los

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trabajos ya mencionados. Considero por lo tanto que esta distinción es metodológicamente útil. La misma serviría para entender mejor las posturas de Bamforth, quien básicamente habla de economía y conservación de materia prima (Bamforth 1986, 1990), y Binford, quien utiliza conservación en sentido amplio, incluyendo casos de estrés temporal y de conservación de materia prima. Creo que en realidad Bamforth sólo toma un aspecto de la postulación original de Binford. Sintetizo en la tabla 1 las características esperadas del registro para casos de ¨conservación¨ versus ¨economía de materia prima¨. •

Artefactos en papel activo y pasivo

Binford atribuye la utilización de la estrategia de conservación a cazadores-recolectores organizados logísticamente. Sus estudios tienen otras interesantes implicaciones en cuanto a la distribución de artefactos y materias primas para el registro arqueológico. Me refiero a que ciertos artefactos (o ¨ítems¨ en su terminología) pasan de tener un papel activo a uno pasivo dentro de la organización tecnológica. Esto se relaciona con la planificación de actividades. Binford (1979) diferencia entre equipamiento activo y pasivo. El

primero es el que se usa regularmente, y se distribuye diferencialmente dentro de los sitios, mientras que el pasivo es aquél que durante un tiempo del año no se usa y está almacenado. Sería básicamente estacional. Binford también menciona un equipamiento de reaseguro (insurance gear), que los Nunamiut “distinguen conceptualmente del equipo pasivo” (Binford 1979:270). La selección de lo que se transporta tiene que ver con lo que puede ser necesario en el futuro. El equipo de reaseguro se distribuye en depósitos a través de la región, teniendo en cuenta lo que puede ser necesario en esas localidades en algún momento en el futuro. Puede estar distribuido como equipamiento de sitio en localidades que no se usan, o como escondrijos en lugares como cuevas o cruces de ríos, por ejemplo (Binford 1979:271). El relevamiento realizado por Binford sobre artefactos distribuidos dentro del campamento de Anaktuvuk, en escondrijos y como equipamiento de sitio en localidades utilizadas para la caza de ovejas y caribú para las dos primeras semanas de junio de 1971 (Binford 1979:272-273) indica que, sobre un total de 1131 artefactos, el 51% están distribuidos dentro del campamento, mientras que el

Características de instrumentos re- Conservación (situaciones de estrés Economía de materia prima (situaciones lacionados con subsistencia, y de los temporal)* de incongruencia de recursos) núcleos Especificidad funcional

Alta

Baja

Vida útil

Corta

Larga (especialmente si hay escasez de materia prima)

Ángulos de desgaste

Pequeños

Altos (especialmente en casos de escasez de materia prima)

Reactivación

Escasa

Alta (igual que en el caso anterior)

Materias primas

No disponibles inmediatamente

Disponibles y no disponibles inmediatamente

Enmangues

Muy seguros (por ej. bajas tasas fractura pedúnculos)

Sin especificación

Formas estandarizadas

Muy explotados y altos porcentajes de bipolares en caso de escasez de materia prima. En este caso, pocas posibilidades de reconocimiento de núcleos con formas estandarizadas debido a su explotación.

Núcleos

Referencias * Características esperadas para instrumentos relacionados con la adquisición de recursos importantes para la subsistencia Tabla 1. Características esperadas de los instrumentos relacionados con la subsistencia y de los núcleos para casos de ¨conservación¨ versus ¨economía o conservación de materia prima”.

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49% estaban en escondrijos (9% dentro del campamento, y 40% fuera). Binford estima, por otra parte, que en cualquier momento del año entre el 60 y 70% de todos los ítems podrían ser considerados pasivos. Se trata entonces de una gran cantidad de los artefactos. Si, por otra parte, pensamos que un porcentaje de esos artefactos pueden no ser recuperados, esto implicaría que tenemos gran posibilidad de que formen una parte importante del registro arqueológico. ¿Cómo pueden distinguirse los artefactos activos y pasivos dentro del registro arqueológico? Al trabajar con una perspectiva espacial amplia, tengo expectativas diferenciales en cuanto a su distribución. Mientras que los ítems activos estarán distribuidos en relación con las actividades y no necesariamente concentrados, espero que los pasivos tengan una distribución más puntual, relacionada con ciertas localizaciones en lugares específicos del espacio. Entonces, arqueológicamente espero, dentro de una escala espacial amplia, distribuciones puntuales de ítems con características diferentes del resto del conjunto. ¿Cuáles son estas características diferentes? En el caso de los instrumentos, existen tres posibilidades: 1- que tengan filos funcionalmente activos, prácticamente sin desgaste de uso, 2- si los filos tuvieran desgaste, que los instrumentos tengan tamaño suficiente para permitir su reactivación, 3- que se trate de diseños versátiles que puedan ser utilizados para distintas funciones. Creo que el hecho de que se priorice una u otra posibilidad tendrá que ver con la funcionalidad general del área, es decir, con las actividades que se piensa llevar a cabo, y con la integración del área dentro del circuito general de movilidad de las poblaciones. Si se tiene en cuenta lo temporal, creo que la frecuencia de ítems en un rol pasivo será mayor para el momento de ocupación efectiva de un espacio, esperando que éstos sean inexistentes para la etapa de exploración, y que empiecen a hacerse presentes durante la colonización de un espacio. Entonces, tengo también expectativas diferenciales en cuanto a su distribución temporal. En la tabla 2 se encuentra sintetizada la for-

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ma en que ítems activos y pasivos aparecerán en el registro arqueológico. • Equipamiento personal y de sitio La información etnográfica disponible puede proporcionar expectativas de trabajo adicionales. Sobre la base de estos datos, Binford (1979) diferencia también entre equipamiento personal, de sitio y situacional. Dejaré este último momentáneamente de lado porque no corresponde a una estrategia de conservación. El equipamiento personal es el transportado por los individuos en anticipación de futuras condiciones o actividades. Varía en relación con las metas de la expedición, la estación del año y el modo de transporte. Su composición está entonces relacionada con las metas perseguidas, las expectativas en cuanto a necesidades de hambre y calor, y a lo que puede utilizarse en caso de imprevistos (Binford 1979:276-277). De acuerdo con los datos de este investigador, este equipamiento tiene que estar siempre en buenas condiciones y ser relativamente nuevo, realizándose las actividades de mantenimiento en las bases residenciales. Binford espera también mucha inversión en el mantenimiento de este tipo de ítems, reutilización y reciclado (Binford 1979:278). Ya que el equipamiento personal está en relación con necesidades futuras anticipadas, las materias primas estarán en relación con la tarea a realizar, y no con su disponibilidad inmediata. Este equipamiento personal, por otra parte, serviría para solucionar problemas de restricciones en el tiempo para adquirir una presa. Sin embargo, espero que funcione de diferente manera en distintos momentos de ocupación del espacio (cf. en este sentido Borrero y Franco 1997). El equipamiento de sitio está en relación con los artefactos que se consideran apropiados para que estén allí. Son ítems que tienen que ver con el lugar, y no necesariamente con las personas que lo ocupan (Binford 1978, 1979). Entre estos ítems Binford menciona a las piedras para los fogones, fogones, yunques, pesos para tiendas u otros, etc. El autor menciona que los artefactos grandes que forman parte de este equipamiento son continuamente removidos de su matriz para ser utilizados (Binford 1979:278-

108 Papel Activo

Pasivo y de reaseguro

TEMAS DE ARQUEOLOGÍA Distribución espacial Regional (en densidades y características variables)

Distribución temporal

Materia prima

Presente en los distintos Inmediatamente disponible, momentos (sólo dependiente local y exótica (según de la demografía humana) características ambiente)

Regional Más frecuente en momentos (concentrado en ocupación efectiva puntos específicos del espacio)

Inmediatamente disponible, local y exótica (según características ambiente). Más fácil de reconocer en el caso de materia prima no disponible inmediatamente.

Características # Frecuentemente fragmentados (podría ser distinto en casos de estrés temporal y problemas de transportabilidad) # Filos con evidencias desgaste # Restantes características en relación con ambiente # Artefactos enteros # Filos funcionalmente activos # Diseños que puedan ser utilizados para distintas funciones

Tabla 2. Distribución esperada de ítems activos y pasivos en el registro arqueológico

279). Las consideraciones en cuanto a la materia prima son las mismas que las del equipamiento personal. Esta diferenciación genera concretas expectativas espaciales y temporales. En lo espacial y debido a que estoy trabajando con escalas espaciales amplias, compararé las características que espero predominen en áreas en las que se realizaron actividades específicas (ej. aprovisionamiento de recursos faunísticos o vegetales), versus aquéllas en las que se realizaron diferentes tareas. En lo temporal, compararé las características esperadas para momentos de exploración, colonización y ocupación efectiva de un espacio (sensu Borrero 1994-95). En lo espacial, espero que ítems correspondientes al equipamiento personal sean descartados en zonas de actividades específicas sólo en caso de que se fracturen (ej. limbos de puntas de proyectil). También podrían existir en estos lugares lascas producto de reactivación de instrumentos personales. Espero que estén manufacturados sobre materia prima no disponible en la inmediata vecindad, y en general de calidad óptima para la tarea que estén destinadas a cumplir. Esto constituye un problema por resolver en este trabajo, ya que no estoy analizando lo funcional en el sentido de Ratto (1991), pero creo que puedo tener una primera aproximación indirecta al problema: espero una mayor homogeneidad en materias primas utilizadas para los mismos grupos tipológicos y en sus características morfológicas en este tipo de áreas. En algunos pun-

tos dentro de este espacio (que desde el punto de vista sistémico podríamos pensar como campamentos base) espero evidencias de reactivación, que podrían verse por ejemplo en la presencia de lascas sobre materia prima no disponible inmediatamente, producto de la reactivación de filos y plataformas. También en estos puntos focalizados podríamos encontrar, por ejemplo, pedúnculos de puntas de proyectil. Entonces, espero que dentro del espacio general en el que predominaron algunas actividades específicas a través del tiempo, algunos puntos muestren presencia de lascas de reactivación o pedúnculos de puntas de proyectil, es decir, los mismos tendrán una distribución discontinua en el espacio (tabla 3). Por otra parte, entiendo que el grado en que estos ítems se reactiven en la zona de actividades específicas estará en relación con las características del habitat. En situaciones de riesgo, y siguiendo a Bousman (1993) y Kuhn (1989), espero que el descarte de instrumentos relacionados con la apropiación de estos recursos en estas zonas sea prácticamente sin desgaste en sus filos. Estos instrumentos podrían ser transportados nuevamente a campamentos localizados fuera del área de actividades específicas. La decisión en cuanto a transportarlos fuera del área o descartarlos en la misma básicamente estará en relación con la disponibilidad de materia prima, la cantidad total de ítems transportados, y la relación entre inversión de energía en el transporte y en la nueva manufactura. Es decir, creo que en situaciones en que

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el trasladar artefactos compita con trasladar alimentos o cueros, los artefactos serán descartados en el lugar de actividades específicas. Si éste no es el caso, entonces espero que en el lugar en que se desarrollaron las actividades se descarten sólo aquéllos instrumentos que se fragmenten. Si en las zonas de actividades específicas no existieran restricciones en el tiempo disponible y existiera disponibilidad de materias primas (sea natural, o en artefactos abandonados anteriormente o en escondrijos), esperaría en algunos puntos del espacio evidencias de estadios iniciales o medios de manufactura de artefactos, además de evidencias de reactivación y probables pedúnculos de puntas de proyectil. Estos también tendrían una distribución discontinua en el espacio. Binford menciona también el transporte de núcleos como parte del equipamiento personal, entre ellos los de tipo discoidal. Sobre la base de las observaciones realizadas por distintos investigadores, espero que se transporte este tipo de núcleos o de artefactos bifaciales en estadios iniciales de formatización en situaciones en las que no se conocen bien las necesidades específicas que se deben satisfacer (como sería en una etapa exploratoria de poblamiento de un área), o cuando existan posibilidades de escasez de materia prima (Borrero y Franco 1997; Franco y Borrero 1996 a; Kuhn 1992) (tabla 3). Por otra parte, espero un incremento en núcleos con formas específicas para áreas que se utilizan con fines específicos, y en las que pueden existir restricciones en el tiempo de uso de artefactos. En este caso, se priorizarán estrategias tecnológicas que faciliten el reemplazo de piezas, como por ejemplo, tecnología de hojas. Espero la utilización de esta clase de tecnología para momentos de ocupación efectiva de un área. Como en el caso anterior mencionado, su tasa de descarte variará en relación con la abundancia de materia prima y el esfuerzo energético en su manufactura. Como la confección de núcleos de hojas requiere habilidad e inversión energética, considero que es probable que en los lugares de actividades específicas se descarten sólo aquéllos agotados, los que

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sufrieron fallas en su manufactura, o lascas producto de reactivación de los mismos. Un punto importante para reconocer la existencia de equipamiento personal o de sitio lo constituye el lugar de procedencia de la materia prima. En este sentido es importante tener en claro cuándo una materia prima se considera como local y cuándo no. Diferentes investigadores han utilizado distintas distancias (Geneste 1988 a y b; Gramly 1980; Meltzer 1989). Meltzer (1989), sobre la base de información etnográfica de distintos autores (entre otros, Binford (1980) y Kelly 1983), y teniendo en cuenta los trabajos de Gould (1980:145) y Gould y Saggers (1985:119), considera 40 km como una separación útil entre materia prima local y no local –esta es la distancia desde la cual los aborígenes australianos transportan materia prima de las canteras-. Este autor introduce también el término inmediata vecindad, que considero muy útil para el caso de materias primas que estén muy próximas al lugar de utilización y-o descarte. Por otra parte, recientemente y sobre la base de información etnográfica australiana, Gamble (1992) ha sostenido la importancia de la distribución de recursos para entender las relaciones territoriales. En áreas como los desiertos, las condiciones apuntan a enfatizar las relaciones sociales, tendiendo a la inclusión de gente dentro de grupos y redes. En cambio, donde las densidades son muy altas, la exclusión es lo más frecuente. Esto, entonces, afectará las distancias de lo que se considera local, ya que variará en estos distintos ambientes, siendo más amplio en el primer caso (las áreas con escasos recursos) y más restringido en el segundo. Si bien esto es así, en nuestro caso partimos del registro arqueológico. Las distancias a las que los artefactos o materias primas son transportados constituyen un punto de partida para el análisis. En este sentido, considero operativo seguir las definiciones de Meltzer en cuanto a lo local, no local y a la inmediata vecindad. Las diferencias que puedan encontrarse en áreas con diferente estructura de recursos deberán luego ser explicadas. Por otra parte, junto con Civalero, pensamos que es importante

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distinguir entre las materias locales, aquéllas que pueden obtenerse en un área relativamente próxima (10 ó 15 km) de las que provienen de mayores distancias (Civalero y Franco 2002). Entonces, en este trabajo me referiré a las materias primas disponibles en la inmediata vecindad, a las locales cercanas, a las locales lejanas y, por último, a las no-locales. Sobre la base de esto, sintetizo en la tabla 3 las características de los artefactos que son parte del equipamiento personal versus los de equipamiento de sitio.  Las estrategias de expeditividad y

oportunística

La otra estrategia tecnológica mencionada por Binford (op. cit.) es la expeditividad, que minimiza la inversión tecnológica bajo condiciones en las que el tiempo y lugar de uso son altamente predecibles (Bleed 1986; Nelson 1991; Parry y Kelly 1987). En este sentido, la expeditividad es una estrategia planificada, ya que anticipa la presencia de materiales y tiempo suficientes (ver

Materia prima

Distribución espacial

Nelson 1991). Nelson (1991) agrega a estas estrategias la oportunística, que consiste en respuestas tecnológicas inmediatas a una situación no esperada. Binford (1979) la subsume dentro de la expeditiva, pero coincido con Nelson en que por su carácter de no planificada merece ser diferenciada. Esta se correspondería con el equipamiento situacional de Binford, ya que es el que se recoge, produce o pone en uso con el propósito de llevar a cabo una actividad específica. Es confeccionado en respuesta a condiciones inmediatas. Por lo tanto, las materias primas utilizadas serán las disponibles inmediatamente, que pueden ser tanto las que se den naturalmente en ese espacio, como materias primas almacenadas, carroñeadas o recicladas (esperaría entonces la existencia de reclamación en este caso). Hay poca inversión energética en su manufactura, y Binford espera variaciones en la tasa de reemplazo de las mismas en relación con la disponibilidad local de materias primas. Considero que es posible diferenciar entre

Equipamiento personal

Equipamiento de sitio

# No disponible inmediatamente

# No disponible inmediatamente, ó

# Excelente para la tarea por cumplir en situaciones de estrés temporal (homogeneidad para instrumentos con igual función).

# Disponible inmediatamente (en el caso en que se piense volver en una época del año en que no estuviera disponible).

# Regional de artefactos fracturados, o lascas de Puntual, de artefactos enteros reactivación # En áreas especificas de artefactos enteros, para espacios con estrés temporal y problemas de transportabilidad.

Distribución temporal

# Transporte de núcleos o artefactos bifaciales en estadios iniciales de formatización cuando no se conocen bien las necesidades (momento de exploración).

Sólo en momentos de ocupación efectiva de un área.

# Incremento en transporte de núcleos con formas específicas para momentos de ocupación efectiva de un área, y existencia de situaciones de estrés temporal Características artefactos

# Homogéneas en áreas con estrés temporal

Variables en relación con función del sitio

# Ángulos de desgaste bajos en casos de instrumentos relacionados con subsistencia en situaciones de estrés temporal

Tabla 3. Materia prima, distribución espacial y temporal, y características de los artefactos del equipamiento personal y de sitio

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LA ORGANIZACIÓN TECNOLÓGICA Y EL USO...

estrategias expeditivas y oportunísticas si se trabaja con escalas espaciales amplias. En el primero de los casos, tendríamos situaciones que se repiten dentro de un área con una determinada estructura de recursos, mientras que la estrategia oportunística sería ocasional y, eventualmente, única. Por otra parte, el promediamiento del registro arqueológico tendería a hacer menos visibles los resultados de estrategias oportunísticas. Estas últimas estrategias serían más utilizables y, a la vez más visibles, en aquellos lugares menos atractivos y poco utilizados. 

Las estrategias tecnológicas y la priorización de variables de diseño

Este tema ha sido detalladamente desarrollado por Nelson (1991). Por este motivo y por problemas de espacio, lo trataré muy brevemente. Las estrategias tecnológicas pueden priorizar distintas variables de diseño, las que condicionan las formas de los instrumentos y la composición de los conjuntos. Quisiera señalar aquí que la confiabilidad es el resultado de una estrategia de tipo conservado, y que tendrá como resultado una mayor especificidad funcional y, por lo tanto, una mayor riqueza del conjunto artefactual en los lugares en que se realizan las actividades, un mayor porcentaje de materia prima no disponible en la inmediata vecindad (sensu Meltzer 1989), una mayor homogeneidad en los ángulos de descarte de clases específicas de instrumentos vinculados con la obtención o el procesamiento de recursos disponibles durante poco tiempo, y ángulos de desgaste bajos (Bleed 1986; Bousman 1993; Franco y Borrero 1995; Kuhn 1989). Creo que esta variable de diseño se enfatizará dentro del equipamiento personal de los cazadores recolectores, y es probable que el equipamiento estacional priorice también esta variable de diseño, al menos para un momento de ocupación efectiva del espacio. La flexibilidad, entendida como la capacidad de un instrumento para cambiar la forma de acuerdo con necesidades variadas, responde, a diferencia del caso anterior, a estrategias de con-

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servación de materia prima. Desde mi punto de vista, es difícil pensar en casos arqueológicos de diseños flexibles. Si bien la versatilidad tiene un propósito semejante a la flexibilidad, el diseño se mantiene multifuncional o generalizado, sin cambios en la forma para distintas necesidades. Podría ser parte del equipo personal en situaciones de desconocimiento del área, es decir, por ejemplo, durante un momento exploratorio, y también podría formar parte del equipamiento de reaseguro en el momento de ocupación efectiva del espacio. Sin embargo, en el último caso, es menos probable que se use y, por lo tanto, serán menos frecuentes en el registro arqueológico que en el momento de exploración. Los artefactos bifaciales son ejemplos de la priorización de esta variable de diseño ya que al no ser funcionalmente específicos, son adecuados para diferentes circunstancias (Johnson 1987; Kelly and Todd 1988; Kuhn 1992; Morrow 1987; Nelson 1991). Corresponderían al equipo personal transportado por cazadores-recolectores. La transportabilidad se refiere a diseños que pueden ser fácilmente transportados (Nelson 1991), sin interferir en la realización de otras actividades o en el traslado de otros productos. Se trata, por lo tanto, en general de artefactos pequeños y livianos, que puedan servir para distintas funciones. Por lo mencionado previamente, los artefactos bifaciales son muy adecuados para esta circunstancia (Johnson 1987; Kelly and Todd 1988; Kuhn 1992; Morrow 1987; Nelson 1991). La información relativa a las estrategias de aprovisionamiento de materiales líticos Las estrategias de aprovisionamiento y utilización de materias primas líticas están en relación con los costos de obtención de las mismas, y con los beneficios que proporcionan. Los costos, a su vez, están vinculados con su distribución, disponibilidad y accesibilidad (sensu Haury 1995). Por disponibilidad se entiende la presencia o ausencia de clases particulares de materiales, y por accesibilidad la relativa facilidad con la

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que pueden ser obtenidos. Considero que los costos de aprovisionamiento y de manufactura de materiales líticos deben ser incluidos dentro de los costos generales de obtención de recursos por parte de cazadores-recolectores, ya que las ventajas tecnológicas pueden por ejemplo disminuir el tiempo de búsqueda de alimentos. Sería el caso, por ejemplo de la utilización de trampas (cf. en este sentido Bousman 1993). En áreas con recursos abundantes, es posible que algunos de ellos se presenten más focalizados, que algunos sean preferidos para determinadas tareas o que existan variaciones en la calidad de los mismos (sensu Aragón y Franco 1997; Callahan 1979; Inizan et al. 1992; Nami 1986 a, 1992 a; Nami y Rabassa 1988; Whittaker y Fratt 1984) a través del espacio, lo que también influye en las estrategias seguidas por los cazadoresrecolectores (ej. Amick 1994; Hayden 1989). Por otra parte, es posible que determinadas rocas sean preferidas por otros valores, que podrían ser estéticos o relacionados por su pertenencia o proximidad a lugares sagrados (cf. en este sentido Flegenheimer y Bayón 1999; Gould 1980). Sobre la base de información etnoarqueológica, Binford (1979) ha postulado que hay pocos o ningún costo directo implicado en el aprovisionamiento de materias primas para la manufactura de implementos, y sólo costos bajos en relación con su manufactura y reparación. Esto se debe a que las materias primas normalmente se obtendrían incidentalmente mientras se realizan tareas básicas para la subsistencia, o a través de mecanismos sociales. En opinión de este autor, raramente se hacen viajes con el único propósito de obtener materias primas para los instrumentos. Por este motivo, Binford sostiene que las proporciones de distintas materias primas recuperadas en un sitio son básicamente una función de la escala del habitat que está siendo explotado. En este sentido, recientemente Ingbar (1994) ha modelado el efecto que la movilidad y la tasa de reemplazo de instrumentos tienen sobre el porcentaje de materias primas presente en el registro arqueológico, llegando a la conclusión que las mismas reflejan sólo el rango de acción mínimo del

grupo (p.49-50). El mayor o menor peso que el aprovisionamiento lítico tiene en la organización de los cazadores-recolectores ha sido discutido por distintos autores (entre otros Bamforth 1990; Binford 1979). En mi opinión, si bien es probable que el aprovisionamiento lítico se realice en general de manera conjunta con otras actividades, creo que en áreas en las que las materias primas son escasas, es probable que los viajes de aprovisionamiento tengan una mayor influencia en la estrategia general seguida por el grupo, o un papel más importante en la planificación de las estrategias seguidas (cf. Franco 1994). Además, espero que en áreas con recursos escasos, exista una maximización o economía en el uso de materias primas. La misma tiene resultados concretos en la forma y atributos de los artefactos (entre otros, Bamforth 1986; Franco 1991, 1992, 1994; Ricklis y Cox 1993), y no implica costos directos de aprovisionamiento, sino simplemente una planificación en su obtención y utilización. Resulta sumamente difícil postular cuál es el motivo de un desplazamiento, y es creíble asumir que éste variara según una serie de circunstancias. Entonces, así como puede verse el aprovisionamiento lítico como incidental a otras tareas, estas otras tareas también pueden verse como incidentales al aprovisionamiento lítico. El hecho de que este último mida el rango mínimo o máximo de un grupo humano, no autoriza a creer que el aprovisionamiento lítico es dependiente. Sólo podría serlo en ambientes en los que fuera abundante y ubicuo. En todos los demás casos, tiene que ser independiente. La mejor manera de leer a Binford es inferir que la distancia entre una fuente de materias primas y un artefacto procedente de allí no mide necesariamente el esfuerzo de obtención. El aprovisionamiento lítico variará también en relación con la clase de artefactos a manufacturar, y con su papel dentro del sistema tecnológico. En este sentido y sobre la base de información etnoarqueológica, Binford (1979) señala que las estrategias de aprovisionamiento de recursos líticos varían en función del tipo de equipamiento de que se trate (personal, de sitio o si-

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LA ORGANIZACIÓN TECNOLÓGICA Y EL USO...

tuacional). La calidad de la materia prima será tenida especialmente en cuenta en el caso del equipamiento personal, y aún en el del sitio, siendo entonces distintas las consecuencias arqueológicas esperadas. Los recursos líticos pueden ser adquiridos de manera directa o indirecta -mediante el intercambio-. La adquisición directa puede darse a partir de fuentes primarias o secundarias de aprovisionamiento lítico. De acuerdo con Nami (1986 a), considero fuentes primarias a aquéllas en que el material aparece en forma de mantos o filones, mientras que las fuentes secundarias son aquéllas en que el material fue transportado por un agente natural, como podría ser un glaciar, un río o el mar. El aprovisionamiento de recursos líticos en fuentes primarias o secundarias tiene, pues, costos energéticos distintos. Haury (1995) ha diferenciado las formas de obtención de materias primas. Éstas incluyen la extracción y la excavación. La primera es la utilizada para obtener materias primas de fuentes expuestas, mientras que la segunda implica la excavación, y se relaciona con materias primas de muy alta calidad, o asociada con objetos especiales. El intercambio ha sido analizado por distintos investigadores. Meltzer (1989) señala que hay pocas ¨reglas¨ relativas a relaciones de intercambio entre grupos cazadores recolectores, y que éste ocurre en un número de contextos, involucrando una amplia variedad de bienes, y tiene propósitos adicionales al de obtener materiales. Adicionalmente, señala que no es claro qué condiciones ecológicas o sociales seleccionan el intercambio, cuál es su rol en sistemas sociales igualitarios, y cuáles son sus consecuencias materiales (1989:20). Para este autor, el rol del intercambio varía según las circunstancias: puede utilizarse para mantener lazos entre grupos, para permitir aprovisionarse de artefactos ¨inusualmente importantes¨ no disponibles en el propio territorio de explotación, para mantener la interacción entre las bandas como una forma de seguro económico para momentos de estrés de recursos, para sostener un sistema de ¨mutualismo¨ entre grupos vecinos que necesitan complemen-

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tar sus dietas y para iniciar ó reforzar relaciones sociales (1989: 20-21 y referencias incluidas). Para Meltzer, esta última es la función más general del intercambio, y la que opera sobre el largo plazo. Sin embargo, las consecuencias materiales pueden variar según los casos, o puede simplemente no haber ninguna. Brevemente, podría decir que espero que la presencia de materias primas no locales se incremente a través del tiempo, y básicamente que durante el momento de ¨ocupación efectiva del espacio¨ aumenten las evidencias de intercambio simplemente porque la densidad demográfica es mayor (Borrero1994-95). Creo por otra parte, que estas evidencias serán mayores en momentos en que las poblaciones afronten situaciones de estrés ambiental, como podrían ser el período de sequía postulado para el 1.000 A.P. para la región de Lago Argentino (Borrero y Franco 2000), o para los momentos fríos que afectaron la región (véase en este sentido Straus 1991). Distintos investigadores han intentado diferenciar la señal arqueológica del aprovisionamiento directo en oposición al intercambio, y en general han utilizado las proporciones, clases y características de los artefactos confeccionados sobre materia prima local y no-local (entre otros Gamble 1992; Geneste 1988 a y b; Gould y Saggers 1985; Gramly 1980; Meltzer 1989; Renfrew 1977; Rolland y Dibble 1990; Tankersley 1991; Torrence 1984). Los resultados en general indican la dificultad para diferenciar aprovisionamiento directo versus intercambio (Gould y Saggers 1985; Meltzer 1989), enfatizando distintos investigadores la importancia de un acercamiento regional para analizar este problema (Ericson 1984; Meltzer 1989; Renfrew 1977). La información etnoarqueológica en relación con el descarte. Ya desde los primeros estudios etnoarqueológicos pudo observarse preocupación por los investigadores en cuanto al lugar de uso y descarte de artefactos líticos, y de adquisición, transporte y consumo de recursos faunísticos (entre otros, Binford 1973, 1977b, 1978, 1979, 1982; Gould 1968, 1977; Hayden 1978, 1979; O´Connell et

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al. 1988; O´Connell y Marshall 1989; Yellen 1977). Lamentablemente, el énfasis en esta clase de estudios comenzó cuando ya prácticamente no quedaban poblaciones que utilizaran los materiales líticos como parte de su vida diaria y las investigaciones debieron limitarse a poblaciones que usaban otros materiales, y a estudios replicativos aislados (Kelly 1994). Sin embargo, creo que la etnoarqueología es una fuente valiosísima de información, que debe ser aprovechada teniendo en cuenta las limitaciones del caso. Si bien no desarrollaré el caso aquí en detalle, puedo decir que los estudios etnoarqueológicos mostraron que no necesariamente se reocupaban los mismos espacios a través del tiempo, y que los patrones de uso y reutilización podían tener como consecuencia un registro arqueológico relativamente continuo a través del paisaje, tal como sería el caso de los depredadores (Binford 1979; Ebert y Kohler 1988; Politis 1996). Por otra parte, estos estudios llevaron a que se cuestionara la ecuación ¨sitio arqueológico = episodio de comportamiento¨, lo que a su vez originó el surgimiento de las corrientes que empezaron a mirar la aparición de artefactos fuera del sitio, denominadas arqueología del no-sitio, fuera del sitio o distribucional. En general éstas tienden a ver al registro arqueológico como creado por la repetida superposición de materiales producto de la actividad humana (Dunnell y Dancey 1983; Ebert y Kohler 1988; Schofield 1991 a; Thomas 1975). Por estos motivos, considero importante integrar la integración procedente de grandes espacios con la del sitio. El paisaje arqueológico esperado He mencionado ya mis expectativas referidas a las distribuciones superficiales de materiales arqueológicos. Me concentraré ahora en las variaciones temporales. Borrero (1989 b, 199495) ha generado expectativas arqueológicas para cada una de sus fases de poblamiento de Patagonia en relación, entre otros, con la ubicación de los sitios, la redundancia en su utilización y la continuidad en su ocupación. Distintos marcadores se han explorado en relación con este mo-

delo (Borrero 1989 b, 1994-95; Borrero y Franco 1997; Guichón 1995). Generaré aquí expectativas referidas a los artefactos líticos (cf. Franco 1999a, 2002a). Diferenciaré entre instrumentos y desechos de talla, entendiendo por estos últimos como a los productos de la reducción lítica que no han sido retocados. En este sentido, incluyo en esta categoría tanto a los núcleos, como a las lascas o fragmentos de ellas, y a las hojas (para un tratamiento más detallado de este tema véase Shott 1994). ¿Qué espero en términos de estrategias tecnológicas priorizadas para los distintos momentos de este modelo? 

Exploración inicial y colonización

Para este momento, espero que el conjunto instrumental cubra las necesidades de subsistencia mínimas de un grupo. En este sentido, espero que se priorice la versatilidad. Las preformas de artefactos bifaciales son diseños versátiles, que tienen la mayor potencialidad en un habitat nuevo (Borrero y Franco 1997; Franco y Borrero 1996a; Kelly 1988). Al no ser específicos funcionalmente, son especialmente adecuados para el transporte cuando hay requisitos de alta movilidad (Johnson 1987; Kelly y Todd 1988; Kuhn 1992; Morrow 1987). Éstos estarían manufacturados en materia prima no local o local lejana. Además, espero una abundancia de artefactos hechos de manera expeditiva, mayoritariamente sobre materia prima inmediatamente disponible o local cercana. En resumen, espero:  Bajas frecuencias de artefactos con larga vida útil –mayoritariamente rotos o descartados cuando están exhaustos-. Estos artefactos habrían formado parte del equipo personal de las poblaciones de cazadores-recolectores, y estarían manufacturados sobre materia prima no local o local lejana. Corresponderían a situaciones de economía de materia prima.  Predominio de raederas, casi total ausencia de raspadores (que probablemen-

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te implicarían una estadía más larga en el mismo lugar), y presencia de percutores, relacionada con la manufactura local de instrumentos.  Mayoría de instrumentos enteros sobre materia prima inmediatamente disponible. Se trataría de instrumentos manufacturados expeditivamente, descartados inmediatamente después de su uso.  Altas frecuencias de rocas inmediatamente disponibles y locales cercanas, y baja frecuencia de rocas no locales (éstas relacionadas con equipo personal). Excepto cuando las rocas de calidad excelente sean abundantes en la inmediata vecindad, espero que los artefactos estén hechos en rocas de calidad inferior a las mejores disponibles regionalmente. En desechos espero:  Núcleos sobre materia prima disponible en la inmediata vecindad o en las cercanías, con pocas extracciones y no agotados.  Núcleos sobre materia prima no local o local lejana agotados.  Alto porcentaje de desechos sobre rocas disponibles en la inmediata vecindad o locales cercanas, de calidad inferior a la de las mejores rocas disponibles regionalmente.  Alto porcentaje de lascas procedentes de los estadios iniciales de manufactura sobre materia prima inmediatamente disponible o local cercana.  Bajo porcentaje de lascas de reactivación o de desechos asociados con la formatización final de artefactos transportados, tales como preformas de artefactos bifaciales, probablemente confeccionados sobre materia prima no local o local lejana.  Presencia de lascas más grandes que en momentos más tardíos, debido a una menor explotación de los núcleos, y a la utilización de lascas sin retocar.

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 Bajos porcentajes de lascas de reducción bifacial, pertenecientes a los últimos estadios de manufactura, probablemente sobre materia prima no-local.  Predominio de talones lisos o corticales sobre materia prima inmediatamente disponible o local cercana.  Predominio de talones preparados sobre materia prima no-local o local lejana.  En caso de existencia de materia prima inmediatamente disponible o local cercana de excelente calidad, espero evidencias de su formatización inicial para su traslado a otros lugares. 

Ocupación efectiva

Para este momento, espero el equipamiento de sitios. En este sentido, espero una amplia distribución de ítems en rol activo, y una distribución más puntual de ítems que hayan quedado en su rol pasivo. Los diseños priorizados variarán de acuerdo con las características ambientales. En general, para un momento de ocupación efectiva espero (en comparación con un momento de exploración) :  Mayores frecuencias de raspadores, por las razones ya mencionadas.  Aumento en la reclamación de artefactos.  Mayores índices de fractura de instrumentos.  Tamaños más pequeños de los instrumentos, debido a que los mismos no serían expeditivamente manufacturados.  Mayores evidencias de alteraciones térmicas, debidas a estadías más largas en los sitios, y el uso de fogones (cf. Stadler et al. e. p.)  Mayores evidencias de tratamiento térmico. Esto se daría en los casos en que sea necesario para mejorar la calidad o características de las materias primas utilizadas (cf. Stadler et al. e. p.) En situaciones de estrés temporal espero que se priorice la confiabilidad (en el sentido de

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Nelson 1991). En este caso, espero:  Mayor estandarización en la manufactura de instrumentos relacionados con el aprovisionamiento de alimentos sujetos a estrés temporal.  Mejores calidades de las rocas usadas para estos instrumentos.  Mayor porcentaje de materias primas provenientes de fuentes más distantes, debido a la integración del área dentro de circuitos de circulación de materias primas, y la necesidad de tener instrumentos listos para la tarea por desarrollar.  Mayor riqueza de grupos tipológicos, ya que estarían confeccionados para tareas específicas.  Menor variabilidad en ángulos de desgaste de instrumentos relacionados con actividades de subsistencia (de acuerdo con Bousman 1993; Kuhn 1989). En el caso de los desechos, espero para un momento de ocupación efectiva, en comparación con un momento de exploración:  Mayor explotación de los núcleos, debido a la presencia de mayor cantidad de personas. Esto se reflejaría en una mayor cantidad de extracciones, la presencia de mayores cantidades de núcleos agotados y su tamaño más pequeño.  Mayores porcentajes de desechos de calidad excelente.  Mayores porcentajes de lascas sobre materias primas provenientes de fuentes más lejanas, de tamaño menor a las confeccionadas sobre materia prima local. La mayor frecuencia de estas lascas se debería a la inserción del espacio o sitio dentro de rangos de acción ya establecidos.  Mayores porcentajes de lascas de reactivación, debido a estadías más largas en la misma región y a la presencia de mayor cantidad de personas.  Mayores porcentajes de lascas más pequeñas, debido al tamaño más pequeño de los núcleos, un incremento en los úl-

timos estadios de manufactura de instrumentos en el sitio, y/o procesos post-depositacionales, relacionados con mayor cantidad de personas en el sitio. En el caso del pisoteo, espero que los desechos estén fragmentados.  Mayores porcentajes de desechos con alteraciones o tratamiento térmico, por las razones ya mencionadas para los instrumentos. Por otra parte, espero para estos momentos de ocupación efectiva una mayor diferenciación funcional dentro de los sitios que la que se encuentra en momentos atribuidos a la exploración de nuevos espacios. Todas éstas son una serie de expectativas derivadas teóricamente del modelo de Borrero, las que pueden ser comparadas con el registro arqueológico. En cuanto al material de superficie, si bien considero que éste promedia distintos momentos, espero que -salvo que el espacio no haya estado disponible durante todo el tiempo-, el registro arqueológico refleje mayoritariamente los últimos momentos de ocupación de un espacio. Este hecho se debe a que, como en estos momentos es probable que haya mayor cantidad de gente, es esperable que la tasa de descarte de artefactos haya sido mayor. Por lo tanto, las variables de diseño priorizadas corresponderán mayoritariamente a las correspondientes a la ocupación efectiva de un espacio. METODOLOGÍA A los efectos de entender las estrategias de utilización de recursos líticos, considero que es necesario entrar al problema a través de propiedades medibles. En lo ecológico, éstas son básicamente la disponibilidad y accesibilidad de las materias primas líticas. Esto implica evaluar variaciones en la exposición, extensión y otras propiedades de los recursos líticos, las que luego se comparan con los atributos de los artefactos. El muestreo de la variabilidad en materias primas disponibles Un punto de partida importante para este

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trabajo es la comprensión de la estructura regional de recursos (sensu Ericson 1984), la cual constituirá una primera vía de entrada para problemas tales como el rango de acción de una población, las estrategias de obtención de materias primas y la existencia de respuesta a situaciones de estrés ambiental o temporal. Creo que es posible implementar análisis que den cuenta de la variabilidad entre fuentes potenciales de aprovisionamiento lítico. En el área que nos ocupa predominan las fuentes secundarias potenciales de aprovisionamiento. Éstas plantean problemas especiales de registro. La metodología empleada aquí se inscribe dentro de un esquema exploratorio. Ha sido reseñada ya en otra parte (Franco y Borrero 1999), por lo que sólo mencionaré que la misma permitió tener una aproximación a la relación entre el tiempo de búsqueda de las materias primas y los resultados obtenidos en distintos lugares. Lo que se mantiene fijo es el tiempo de búsqueda. Esto es básico para evaluar costos y beneficios. Esta metodología permitió comparar distintas regiones en términos de la disponibilidad y accesibilidad de su estructura de recursos líticos, y jerarquizarlas de acuerdo con la disponibilidad de determinadas rocas. Quisiera recalcar que entiendo que no sólo es importante comprender la disponibilidad de recursos de manera espacial (es decir, en la región en general) sino también temporal (incluyendo variaciones en el corto y largo plazo, cf. Nelson 1987). Distintas variaciones estacionales pudieron hacer variar la disponibilidad de rocas. La jerarquización obtenida constituye sólo una aproximación. En los casos en que se observó la existencia de variaciones en la distribución espacial de variedades de un determinado tipo de roca (por ejemplo, la dacita), se realizaron análisis geoquímicos tendientes a ver si era posible diferenciar entre distintas fuentes de aprovisionamiento secundarias. Junto con Aragón, se realizaron análisis del grupo de elementos correspondientes a las tierras raras (del Lantano al Lutecio), utilizando la técnica de activación neutrónica sobre muestras seleccionadas. Para efectuar la comparación entre las muestras, se efectúa la

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normalización de los valores respecto de un condrito estándar (Nakamura 1974), conforme la ecuación: [Muestra]/[Condrito]. Los resultados se grafican en un diagrama donde los elementos de tierras raras en orden creciente de número atómico se colocan en las abscisas, y la relación de concentración Muestra/condrito se coloca en las ordenadas (Franco y Aragón 2002c). Estos resultados, integrados a los obtenidos a escala supra-regional para el caso de las obsidianas (Stern et al. 1995 a, 1995 b; Stern y Franco 2000; Stern y Prieto 1991) contribuyeron a la discusión referida al rango de acción de las poblaciones humanas en el pasado. Por otra parte, los mismos podrán ser integrados, a largo plazo, con los procedentes de los análisis de isótopos estables sobre restos humanos (cf. Barberena 2002; Borrero et al. 2001). La distribución de motivos de pinturas podría, en el futuro, ser otra vía de acceso a este importante problema. La recuperación y el análisis de las muestras artefactuales Las muestras con las que trabajé fueron obtenidas con una metodología de exploración de grandes espacios (Foley 1981 a y b), que buscó generar información acerca de la máxima variedad de situaciones concebibles (Belardi et al 1998; Borrero y Carballo Marina 1998). Los artefactos analizados fueron recuperados en recolecciones y observaciones realizadas mediante una serie de transectas transversales dirigidas, cada una de las cuales cubrió 1000 m2. Las series se orientaron según rumbos de brújula. Algunas están ordenadas consecutivamente, mientras que otras lo hacen con un intervalo de 100 metros (cf. Borrero et al. 1993). En los casos en que los requisitos del lugar lo hacían necesario, se hicieron transectas longitudinales, manteniendo la superficie de registro comparable. Los datos obtenidos se complementaron y retroalimentaron con los procedentes de concentraciones de material arqueológico descubiertas incidentalmente durante el desarrollo de las transectas, o durante trabajos de exploración de fuentes de materia prima o de otra índole (Borrero et al. 1993; Belardi et al. 1992; Franco y Borrero

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1995). Utilizaré el análisis distribucional de manera exploratoria, dentro de un proyecto que ha considerado las distintas evidencias a disposición, e intentando su integración con los materiales recuperados en estratigrafía, la que considero muy importante. El análisis de los artefactos se realizó siguiendo básicamente la tipología morfológica de Aschero (1975, 1983). Para un mayor detalle a este respecto véase Franco (2002). En primer lugar, analicé las características de los artefactos recuperados en superficie, las que se estudian en relación con la disponibilidad y distribución de las materias primas. Esta comparación fue, en primer lugar, macroscópica. En los casos en que se realizaron análisis geoquímicos, se integraron los mismos en el análisis. La información de superficie y tafonómica permitió seleccionar lugares en los que se realizaron sondeos estratigráficos (Belardi et al. 1992). Los artefactos recuperados en los mismos se analizaron de la misma manera que los de superficie. De esta manera, se logró tener una primera aproximación a la variación temporal en el aprovechamiento de los recursos líticos, la que fue analizada en relación con el modelo de poblamiento propuesto por Borrero (1989a, b, 1989-1990, 1994-95). Por otra parte, para los segmentos temporales en que existe información, se comparan los atributos de los artefactos en superficie y estratigrafía, a los efectos de dar cuenta de la variabilidad en la ocupación de diferentes espacios. RESULTADOS OBTENIDOS Los muestreos exploratorios de fuentes de materias primas potenciales realizados al sur de Lago Argentino –que abarcan espacios localizados al este de esta área de estudio- mostraron que existirían variaciones en la disponibilidad de oeste a este. Me interesaba saber cómo esta variabilidad afectaba el comportamiento de las poblaciones. En este sentido, los ejes este-oeste son significativos en términos de adaptación humana, debido a la presencia de grandes masas de hielo y a la estacionalidad más marcada en los espacios

más occidentales. Presento aquí una síntesis de la información referida a la disponibilidad de fuentes de aprovisionamiento potenciales, características de los artefactos en superficie y estratigrafía, y una discusión integrando los resultados obtenidos, tanto en lo espacial como en lo temporal. Para mayores detalles para cada uno de los sectores del espacio mencionados, véase Franco (2002a). La disponibilidad de materias primas La información bibliográfica muestra una alta disponibilidad de materias primas líticas en el área (Feruglio 1944-45; Furque 1973; Kraemer 1994; Nullo 1987). Como ya mencioné, los muestreos de materias primas indicaron que existía variabilidad en la disponibilidad de las mismas en este sector del espacio. Ésta se refiere tanto a la cantidad de nódulos que pueden obtenerse en distintos sectores de este espacio, como a su calidad y a su tamaño. La materia prima de calidad adecuada para la talla más frecuente es la dacita verde. Ésta es más abundante al oeste del Brazo Sur, lo cual está relacionado con su proximidad a la fuente primaria de la mayoría de estas dacitas, el complejo El Quemado. En la figura 2 indico las variaciones en la cantidad de dacita verde que dos personas podrían obtener en 10 minutos de caminata. Como puede verse, la cantidad de dacita verde que podría obtenerse en el oeste del Brazo Sur es muy superior a lo que podría adquirirse en el resto del espacio. Por otra parte, los sectores en que se han recuperado dacitas de calidad excelente para la talla coinciden en general con los de mayor frecuencia de esta materia prima. Los rangos mayores de tamaños corresponden al oeste de este espacio –oeste del Brazo Sur y Laguna 3 de Abril-, donde los diámetros mayores registrados son de 100 y 90 cm respectivamente. Las diferencias en la disponibilidad coinciden con las que pudieron observarse en recorridas asistemáticas por la zona, por lo que creo que la forma de muestreo utilizada ha servido para dar cuenta de esa variabilidad. Las poblaciones que habitaron la región en el pasado de-

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bieron conocerla y probablemente –siguiendo hipótesis de economía de materia prima-, la aprovecharon también.

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Los sectores del espacio en que se identificó dacita gris de calidad excelente para la talla son el oeste del Brazo Sur y el sector conocido como La Angostura, al sur del Lago Roca -en este último caso, el ejemplar fue recuperado fuera del tiempo de muestreo-. Las calidades de esta materia prima son inferiores a las que se han utilizado arqueológicamente. Cabe señalar que en este sector del espacio se ha recuperado también una variedad beige de dacita. La misma está presente en este espacio en bajas frecuencias.

Figura 2. Cantidad de nódulos de dacita verde que pueden obtener dos personas en 10 minutos de caminata.

Los análisis de tierras raras mostraron diferencias en la composición geoquímica de las muestras recuperadas al oeste de este espacio (oeste del Brazo Sur, Laguna 3 de Abril, costa del Lago Roca y una de las muestras del río Rico), y una muestra del río Rico, que presenta características geoquímicas que la asemejan a las muestras recuperadas hacia el este. Este hecho y la diferenciación entre estas muestras y las recuperadas al este del Lago Argentino (Borrero et al. 2002; Franco y Aragón 2002c) dejan abierta la posibilidad de que se puedan identificar a escala amplia diferentes fuentes de aprovisionamiento de dacita. Se planifica continuar estos estudios en el futuro. La dacita gris está también disponible en el área comprendida entre Brazo Sur y Lago Rico, aunque en frecuencias mucho menores. En la figura 3 se indica la cantidad de nódulos de dacita gris que podrían obtener en distintos sectores del espacio dos personas en 10 minutos. La mayoría de estos nódulos son de calidad buena para la talla, habiéndose identificado también ejemplares de calidad excelente, muy buena y regular.

Figura 3. Cantidad de nódulos de dacita gris que podrían obtener dos personas en 10 minutos de caminata

Un párrafo adicional merece el basalto. Macroscópicamente, se han recuperado nódulos con cristales y sin cristales de esta materia prima. En la figura 4 se indica la distribución de ambos basaltos. Cabe señalar que los únicos ejemplares de calidad excelente han sido identificados en el este del Brazo Rico. Como máximo, se han recuperado dos ejemplares de esta materia prima por dos personas en 10 minutos. La variedad que carece de cristales ha sido identificada en el oeste del Brazo Sur, en el Brazo Rico y en el arroyo Chorrillo Malo. Parece estar más ubicuamente distribuida que la otra variedad. Por otra parte, no se han hecho aún estudios

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que permitan saber si es posible diferenciar ambas variedades. Tampoco se han comparado con

obsidiana gris verdosa veteada indicarían que la misma provendría de Sierra Baguales, al sur del espacio que nos ocupa (Stern y Franco 2000). La información arqueológica de superficie. Presentaré aquí en primer lugar, una brevísima síntesis de las características de los artefactos recuperados en los distintos sectores de este espacio, descriptos de oeste a este, y, en segundo lugar, un resumen de la distribución y características de las materias primas y artefactos recuperados en el área en general. La información detallada acerca de los artefactos recuperados y sus características puede encontrarse en Franco (2002a).  Características generales de los artefactos recuperados por sector del espacio

Figura 4. Distribución del basalto (variedades con y sin cristales macroscópicos).

las características del Basalto Baguales (Nullo 1987), cuya fuente primaria se encontraría en la Sierra Baguales, y del que se han obtenido muestras en proximidades del Cerro de la Virgen (Borrero et al. e.p). El hecho de que los basaltos recuperados en el área puedan corresponder a dos efusiones distintas (Furque 1973, Kraemer 1994) deja abierta la posibilidad para que pueda diferenciarse entre ellos. Este hecho es especialmente importante si se tiene en cuenta que en esta materia prima se han manufacturado artefactos conservados –tales como las puntas de proyectil. La identificación de las fuentes potenciales de aprovisionamiento lítico puede proporcionar información valiosa para el establecimiento de rangos de acción. Cabe señalar también que Feruglio (194445) menciona la presencia de rocas ftaníticas al sur del Brazo Sur. No he localizado estas rocas aún, pero su existencia podría ser una de las razones para explicar la existencia de preformas de puntas de proyectil en estas rocas en el registro arqueológico del área. Las mismas están ausentes hacia el nordeste de este espacio. Por último, los estudios realizados sobre la

 Oeste del Brazo Sur La información de este sector del espacio (ver figura 1) procede de transectas, mayoritariamente paralelas a la costa. Los artefactos recuperados están manufacturados sobre dacita verde que, como mencioné, está ampliamente representada en el área. La presencia de núcleos, nódulos probados, percutores, y el tamaño muy grande de las lascas sugiere la realización de actividades de talla en el área. La baja explotación de los núcleos probablemente está en relación con la amplia disponibilidad de materia prima. Sin embargo, y teniendo en cuenta la bajísima densidad artefactual en el área, creo que ésta también debe relacionarse con una explotación muy marginal de este sector del espacio. Si bien el sur de Lago Argentino estuvo disponible para la ocupación humana desde ca. 10000 A.P., el oeste del Brazo Sur estuvo afectado por los avances del glaciar Frías. Los estudios de Mercer (1968) indicarían que las morenas de la Laguna Frías –ubicadas al sudoeste y muy próximas a este espacio- tienen probablemente menos de 3.830 años radiocarbónicos de antigüedad, por lo que es probable que el registro arqueológico en superficie en este espacio sea posterior a este momento.  Este de Brazo Sur – Laguna 3 de Abril La laguna 3 de Abril (ver figura 5) está se-

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parada del Brazo Sur por una estrecha franja costera, que está afectada por las inundaciones causadas por el cierre del glaciar Perito Moreno, y por variaciones estivales. La comparación de los distintos sectores de este espacio indica que tanto la diversidad de materias primas como de grupos tipológicos es una función del tamaño de la muestra. Los análisis efectuados muestran tendencias a un tratamiento distinto de las materias primas más representadas, la dacita verde y gris. Como ya mencioné, la dacita verde es una materia prima muy frecuente naturalmente en el área. La presencia de nódulos probados, núcleos, lascas primarias y el tamaño de los artefactos apuntan a que en el área se realizaron actividades iniciales de talla de esta materia prima, y a la formatización expeditiva de los instrumentos. Sin embargo, existen también núcleos preparados y descartados lo que apunta a la existencia de un componente conservado en esta materia prima. Los instrumentos más frecuentemente manufacturados en dacita verde son los filos largos –cuchillos, raederas y raclettes-. Se trata de filos simples, confeccionados sobre lascas angulares. Presentan en general módulos de longitud-ancho superior a 1. Esto llama la atención si se tiene en cuenta que la mayoría de las lascas poseen módulos inferiores a 1, lo que apunta a la selección de las fomas base utilizadas. En esta materia prima se ha recuperado también un raspador grueso. La dacita gris parece tener un tratamiento diferente. Los instrumentos están confeccionados en una roca de mejor calidad que la inmediatamente disponible, lo que indica una mayor inversión energética que la realizada en dacita verde. Por otra parte, la existencia de instrumentos con filos dobles confeccionados sobre lascas procedentes de núcleos preparados, y la presencia de una preforma de artefacto bifacial apuntan en el mismo sentido, y sugieren una mayor conservación de esta materia prima. El hecho de que en algunos sectores de este espacio el porcentaje de instrumentos sobre esta materia prima sea alto, sugiere que al menos parte de la muestra podría haber sido introducida ya preparada al área. La

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presencia de núcleos y preformas de artefactos bifaciales indica, por otra parte, que en el área se dieron también actividades iniciales de talla y de formatización de instrumentos. Se pueden señalar algunas diferencias entre los distintos sectores muestreados, las que no son desarrolladas aquí (para mayor información ver Franco 2002 a). Las evidencias obtenidas no apuntan a que el área haya sido recurrentemente utilizada, ni a que las poblaciones hayan permanecido tiempos prolongados en ella. Las densidades artefactuales son, por ejemplo, muy bajas. Los grupos tipológicos presentes son básicamente filos largos. Los núcleos están escasamente explotados, e incluso han sido abandonados muchos nódulos probados. No existen evidencias de la existencia de actividades de reactivación de filos, si bien es necesario tener en cuenta que la falta de tamaños pequeños probablemente se deba a la acción del agua. La presencia de una preforma de punta de proyectil y de bola de boleadora indican que en el área se habrían dado actividades de formatización de las mismas. Por otra parte, y pese a lo esperado, en un ambiente que es y ha sido probablemente en el pasado de bosque, se ha recuperado también una bola de boleadora. En Laguna 3 de Abril se recuperaron núcleos, lascas e instrumentos sobre lascas de núcleos semejantes a los levallois ó preparados (sensu Nami 1992 b, 1997), existiendo una distribución diferencial de los instrumentos versus los núcleos y las lascas de núcleo preparado. La misma se refiere no sólo a los sectores del espacio en que se recuperan, sino también a la materia prima sobre la que están confeccionados. Los núcleos y las lascas procedentes de núcleos preparados están confeccionados sobre dacita verde. En un caso, además, el núcleo ha sido probablemente abandonado por la presencia de una charnela. Esto sugiere la manufactura local de esta clase de núcleos sobre materia prima inmediatamente disponible. Esto es consistente con la alta disponibilidad de la dacita verde en el área, ya que la extracción de lascas mediante esta tecnología implica una pérdida importante de materia prima. Esta forma de utilización de la dacita ver-

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de es, por lo tanto, consistente con estrategias de economía de materia prima. Por otra parte, los únicos instrumentos confeccionados sobre lascas de núcleos preparados están manufacturados en dacita gris, materia prima en que además se identificó la mayor cantidad de ejemplares de filos dobles. Este hecho sumado al alto porcentaje de instrumentos en dacita gris en algunos sectores de este espacio sugieren que al menos algunos instrumentos estarían siendo introducidos ya preparados. Considero probable también que los núcleos preparados en esta materia prima se hayan manufacturado en otros sectores del espacio e introducidos aquí. La presencia de núcleos y/o lascas de núcleos preparados, junto con los instrumentos confeccionados sobre lascas procedentes de los mismos, recuperados también hacia el nordeste y sudeste de este espacio en estratigrafía entre ca. 3.800 y 3.100 años A.P., sugieren que el área de 3 de Abril se encontraba dentro del rango de acción de cazadores-recolectores que habitaban el área con posterioridad o hacia esta fecha. El hecho de que se utilicen dacitas de color gris de calidad superior a las disponibles en el área en general, y la presencia de calcedonias con impurezas que no han podido ser localizadas pero que podrían estar presentes al sur del área sugieren, por otra parte, que estas poblaciones conocían muy bien el ambiente en que se movían, y puedo tentativamente sugerir que estas evidencias corresponden a un momento de ocupación efectiva de este espacio. Llama la atención la presencia de la preforma de punta de proyectil en calcedonia, materia prima sobre la que no se han recuperado puntas de proyectil al este de este espacio. La posibilidad de la cercanía a las fuentes potenciales de esta materia prima –tales como las que menciona Feruglio (1944-45), pero no identificadas en el área- podrían explicar su ausencia hacia el este. Sin embargo, no se han recuperado tampoco fragmentos de las mismas ni ejemplares reactivados. Esto plantea un problema interesante, que deberá ser resuelto con nuevos muestreos al este y sur de este espacio, y que deberán integrarse con información procedente de la vertiente pacífica de la Sierra Baguales.

Este de Brazo Sur Se realizó aquí una transecta. Belardi y Campan (1999) presentan estos hallazgos en conjunto con la transecta que se realizó al sur del Lago Roca. La materia prima más representada es la dacita, habiéndose recuperado también basalto. Se han recuperado iguales cantidades de la variedad verde y gris. Esto marca una diferencia con respecto a los espacios localizados más al sur, en los que la variedad predominante era la verde, y asemeja este conjunto a los espacios localizados más hacia el este, en donde predomina la dacita gris –ver Transecta Sur del Lago Roca y Brazo Rico-. Hacia el sur –en Paso Zamora- también la materia prima más frecuente es la dacita gris. La falta de artefactos de menos de 25,1 mm puede atribuirse probablemente a la acción del agua. En este sentido, el sustrato rocoso predominante en este sector del espacio facilita el arrastre de material por el agua. Si bien las evidencias son muy escasas, las mismas indican que en el área se habrían preparado núcleos de dacita verde de calidad muy buena para la talla. Esto es consistente con lo observado para el área de 3 de Abril y con la disponibilidad en general de esta materia prima en el área. Estos núcleos o las lascas extraídas de ella habrían circulado hacia otros sectores de este espacio. Las densidades artefactuales de este sector del espacio son menores que la de los espacios localizados más hacia el nordeste (transecta Lago Roca) y al sudoeste (Oeste del Brazo Sur y Laguna 3 de Abril). 

 Este del Brazo Sur – Transecta Sur del Lago Roca El Lago Roca tiene una cota de altura de aproximadamente 200 m. Actualmente, está rodeado por un ambiente de bosque abierto de ñire (Borrero y Muñoz 1999), el cual no está presente en la costa del Lago. Se realizó aquí una transecta, que se denomina aquí “sur del Lago Roca”. Cabe señalar que ha sido publicada por Belardi y Campan (1999) como “Transecta Lago Roca”.

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La dacita gris es la materia prima más representada. Si bien esta roca está disponible localmente, no es la más abundante, lo que hablaría de una selección de las poblaciones a favor de la misma. Por otra parte, cabe señalar que esta situación contrasta con la observada en los espacios ya analizados -este y oeste del Brazo Sur-, adonde la materia prima más utilizada es la dacita verde, la más abundante localmente. La mayoría de los instrumentos recuperados (36,84% de la muestra de instrumentos) han sido filos largos -cuchillos y raederas-. Entre los filos cortos, debe mencionarse la presencia de un cepillo y un cortante. Debido a que en este sector del espacio se han recuperado artefactos con dimensiones pequeñas (comprendidas entre 5,1 mm y 10 mm), la falta de otros instrumentos de filo corto (i.e. raspadores) no puede relacionarse con un efecto tamaño. Entiendo, por lo tanto, que lo que vemos representa el reflejo de un comportamiento cultural repetido a través del tiempo, y que la presencia de filos largos únicamente podría estar indicando estadías cortas en este sector del espacio, probablemente relacionadas con la apropiación de determinadas materias primas, tales como la dacita gris, que en este sector presentaría mejores condiciones de accesibilidad que en el bosque de ñire próximo. También es necesario recordar que en esta zona el ambiente es actualmente de bosque abierto, y que, de acuerdo con el registro polínico del Cerro Frías, habría sido de bosque cerrado entre ca. 4.000 y 2.000 A.P. (Mancini 1998 a). Este ambiente contrasta con el dominante más hacia el este, de estepa, lo que debió afectar el modo en que los recursos fueron explotados (cf. Borrero y Muñoz 1999). No puedo descartar, por otra parte, que la utilización de este espacio pueda relacionarse también con la apropiación de recursos disponibles en el Lago (i.e. recursos acuáticos o avifauna), pero por el momento no hay evidencias que permitan sostener esto (Borrero y Muñoz ibidem). La mayor parte de los instrumentos recuperados presenta filos simples, debiendo destacarse también que están en general enteros (68,42%). Esto tiende a sugerir que las estrategias de manufactura y descarte de las distintas materias primas

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fueron predominantemente expeditivas. La existencia de lascados en algunos artefactos tendientes probablemente a permitir la prehensión manual tendería a sustentar esta hipótesis. Existen, por otra parte, evidencias de un comportamiento más conservado en relación con las distintas materias primas. En dacita gris me refiero a la existencia de estadios iniciales de preformas de artefactos bifaciales, lo que hablaría del traslado de artefactos bifaciales y de preformas en estadios más avanzados hacia otros sectores del espacio. En dacita verde y gris, la existencia de lascas procedentes de núcleos preparados apuntaría también en este sentido. La existencia de dos cuchillos en basalto y de una raedera confeccionados sobre lascas procedentes de núcleos preparados, descartados en el área, junto con el alto porcentaje de instrumentos sugiere que los mismos habrían sido introducidos al área y descartados allí. Esto probablemente se relacione con la posibilidad de reaprovisionamiento de materia prima. El traslado de núcleos preparados y/o lascas procedentes de los mismos hacia otros sectores del espacio, y la introducción en el área de instrumentos confeccionados sobre estas lascas están probablemente relacionados con la incorporación del sur del Lago Roca dentro del rango de acción de las poblaciones. Entiendo, por lo tanto, que éstos pueden atribuirse a un momento de ocupación efectiva de este espacio (sensu Borrero 1994-95). En este sentido, cabe recordar que esta clase de instrumentos han sido recuperados en contextos datados con posterioridad al 3.800 A.P. en espacios ubicados al este y sudeste de este espacio. La mayoría de los instrumentos está confeccionado sobre dacita de calidad muy buena o excelente para la talla (85% de la muestra). Los instrumentos sobre calidad buena y regular son un cepillo de tamaño grande sobre dacita verde de calidad buena para la talla, y de dos raederas, una sobre pórfido dacítico de calidad regular, y la otra sobre dacita gris buena. La raedera sobre pórfido dacítico de calidad regular presenta un ángulo inicial de 75º, mientras que el ángulo inicial del cepillo confecciona-

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do sobre dacita verde de calidad buena es de 70º. Entiendo que la diferencia en la calidad de las materias primas, sumada a la presencia de ángulos iniciales de filos mayores que en el resto de la muestra, podrían relacionarse con la función para la que están destinadas. En este sentido, las medidas de los ángulos iniciales de estos dos ejemplares se encuentran dentro del rango de variación de los utilizados para el trabajo de la madera. Miller (1979) y Hayden (1979) encuentran que los mismos oscilan entre 65 y 75/80º. Considero, por lo tanto, probable que las características de estos ejemplares se relacionen con el trabajo de la madera. Llama la atención, sin embargo, su baja frecuencia. Por último, cabe mencionar que se han realizado escasos hallazgos aislados en el bosque de ñire en el interior, entre los que cabe destacar una bola de boleadora alisada con surco. Pertenecería a los ejemplares que González (1953) denomina piriformes, con el diámetro que contiene al plano del surco mayor que el transversal al mismo. Por último, cabe señalar entonces que, al igual que ocurría en proximidades de Laguna 3 de Abril, los instrumentos más frecuentes son los filos largos, debiéndose destacar además la presencia de una bola de boleadora, grupo tipológico que no se esperaba encontrar en ambiente de bosque.

nible en el área comprendida entre el Brazo Sur y el Brazo Rico, lo está sólo en bajas frecuencias, por lo que su alta representación podría deberse a su selección por parte de los cazadores-recolectores que habitaron la región. Esto, por otra parte, es diferente a lo que ocurre al sudoeste de este espacio –en el oeste del Brazo Sur y en la Laguna 3 de Abril-, y se asemeja a lo que ocurre al norte y nordeste del área –transecta Lago Roca y Brazo Rico-. Los sondeos realizados en distintos bloques resultaron estériles.

 Este del Brazo Sur – Paso Zamora El paso Zamora es el más occidental y el más bajo dentro de la Sierra Baguales. Tiene una cota aproximada de 750 m, y permite el acceso a la vertiente pacífica de la misma (figura 5). Los artefactos provienen de cotas comprendidas entre 300 msnm y 700 msnm. La vegetación es de ñire en las cotas más bajas, habiéndose identificado la presencia de lenga a partir de los 600 msnm. Los muestreos en esta zona fueron más asistemáticos que los realizados en las áreas cercanas, lo que se relaciona con la dificultad del acceso a la misma, que debió ser realizado a pie, a la brevedad del trabajo de campo y a los problemas de visibilidad que la misma ofrecía. La materia prima más representada es la dacita gris. Si bien esta materia prima está dispo-

Figura 5. Localización de la Laguna 3 de Abril y del Paso Zamora.

 Brazo Rico El Brazo Rico (figura 6) es una depresión alargada y estrecha, que se extiende en sentido W-E, producto de la exhondación de un valle glaciar (Furque 1973). Junto con el Brazo Sur forma parte de una cuenca lacustre que se conecta con el Lago Argentino a través de un pequeño canal que se forma entre el Glaciar Moreno y la Península Magallanes (del Valle et al. 1995). Este sistema lacustre está afectado por los avances del glaciar Perito Moreno, los que habrían provocado inundaciones de hasta 70 km2 al este del Brazo Rico (Mercer 1968). Con el retroceso del glaciar y la pérdida de cubierta vegetal, la superficie quedó expuesta a deflación por los vientos. Estos

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procesos deben haber indudablemente afectado a los materiales arqueológicos depositados en la zona. García et al. (1999) realizaron una primera aproximación al estudio de este problema. Un fechado obtenido en la base de una turbera en esta zona, indica que habría estado disponible para la ocupación humana desde al menos el 10.000 A.P. (Mercer 1968). La mayoría de los artefactos provienen del área más próxima al curso actual del agua. En ella se identificaron yunques y percutores. Este hecho, sumado a la existencia de núcleos y lascas primarias y secundarias, sugiere que, en el caso de algunas materias primas, tales como la dacita verde y el basalto, estadios iniciales de talla habrían tenido lugar en el área. El caso podría ser diferente para la calcedonia y ópalo, que podrían haber sido introducidos como instrumentos, núcleos y/o lascas al área. Cabe resaltar el alto porcentaje y variedad de instrumentos en esta zona, mayor que el registrado en el Lago Roca. Debido a que el tamaño de la muestra es menor en el área de Lago Roca, entendemos que esta diferencia no está relacionada con el mismo, y que podría ser atribuida probablemente a una forma distinta de utilización del espacio. La presencia de raspadores, ausentes en la transecta Sur del Lago Roca, podría estar apuntando también a una forma distinta de utilización de este espacio. Por otra parte, cabe resaltar la variedad en la calidad de las materias primas utilizadas, que parecería estar relacionada con la función que debían cumplir los artefactos. Esto podría apuntar a que la mayor parte de este registro fue generado cuando los antiguos habitantes poseían un conocimiento detallado de la disponibilidad lítica de la región. La materia prima más frecuentemente representada, al igual que en el área de Lago Roca, es la dacita gris de calidad excelente para la talla. Si bien esta materia prima está disponible en el área, es menos abundante que la dacita verde, por lo que su frecuencia artefactual puede atribuirse a su preferencia por parte de los antiguos habitantes del área. Por último, cabe resaltar que en esta área se

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han recuperado raederas y cepillos que, de acuerdo con la calidad de la materia prima utilizada, y ángulos de sus filos, parecerían haber sido utilizados para el trabajo de la madera, la que estuvo disponible en el área en el pasado. El análisis de los datos sugeriría, entonces, una forma distinta de utilización de este espacio que la utilizada más hacia el oeste. A esto apuntaría no sólo la mayor variedad instrumental recuperada, sino también la mayor variedad en materias primas, que incluyen calcedonia, ópalo, obsidiana gris veteada y madera silicificada, no disponibles en la inmediata vecindad, y la existencia de una mayor variedad de grupos tipológicos que los registrados al oeste de este espacio.

Figura 6. Localización del Brazo Rico

Más lejos del curso actual de agua, se hizo una recolección controlada en la laguna 9 de Julio. En este caso la materia prima más frecuente es también la dacita gris. Si bien la existencia de una lasca primaria apuntaría a que en la zona se realizó la extracción de lascas a partir de nódulos o núcleos que aún poseían corteza, la presencia de reducción bifacial, junto con los menores tamaños de las piezas, y la alta frecuencia de talones preparados, indicaría que en la zona se realizaron estadios medios o finales de la secuencia de manufactura, que incluían la formatización bifacial de instrumentos. Este último sería el caso también para el basalto, materia prima en la que se ha recuperado una lasca de reducción bifacial (sobre la variedad de basalto que posee cristales), y en la que es alto el porcentaje de talones diedros, facetados y filiformes. Un tratamiento diferente habrían recibido la calcedonia y el ópalo, materias primas que podrían haber sido introducidas a la zona bajo la

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forma de nódulos o núcleos, en el caso de la calcedonia, y como instrumentos en el caso del ópalo. Estos datos son similares a los procedentes de la zona más próxima al curso actual de agua. 

Comparación general de los artefactos líticos recuperados en la zona comprendida entre Brazo Sur y Brazo Rico

La realización de actividades iniciales de talla puede sostenerse para las variedades verde y gris de dacita y para el basalto en toda el área. Sin embargo, existen diferencias entre ellas. Mientras la dacita verde habría sido manufacturada predominantemente de manera expeditiva, en dacita gris se habría realizado una mayor inversión energética. Por otra parte, la mayoría de los instrumentos en basalto habrían sido introducidos a este espacio ya manufacturados. Si bien los instrumentos han sido confeccionados predominantemente de manera expeditiva, la existencia de núcleos preparados, de lascas procedentes de los mismos y de preformas de artefactos bifaciales en dacita verde, gris y en basalto en algunos sectores de este espacio sugiere el traslado de los mismos hacia otros sectores, implicando la existencia de estrategias de conservación en estas materias primas. Por otra parte, la diferencia en la calidad de los núcleos y lascas recuperados en dacita gris en el área (en general de calidad muy buena o buena para la talla) y la de los instrumentos (de calidad excelente) sugieren el traslado de los núcleos de mejor calidad hacia otros sectores del espacio –en algunos casos, el mejoramiento en la calidad de los mismos podría estar relacionado con el tratamiento térmico (Stadler 2002)-. Los análisis realizados sugieren también la existencia de diferencias en la forma de tratamiento de la dacita verde en relación con la dacita gris y el basalto. En el sudoeste de este espacio se formatizaban núcleos preparados en dacita verde. Éstos eran trasladados hacia otros sectores, lo que es consistente con estrategias de economía de materia prima, ya que la dacita verde es abundante en este sector y la preparación de estos núcleos conlleva una pérdida importante de materia prima.

Mientras tanto, en dacita gris y basalto se han recuperado cuchillos y raederas confeccionados sobre lascas procedentes de núcleos preparados. Éstos eran probablemente introducidos al área desde otros sectores del espacio. En este sentido, instrumentos sobre lascas de núcleos preparados han sido identificados en estratigrafía al nordeste y sudeste de este espacio en sitios datados entre el 3.800 y 3.100 A.P. (ver “La información temporal”). Esto sugiere que para estos momentos, los espacios más próximos al Hielo continental habían sido incorporados dentro de los rangos de acción de las poblaciones que ocupaban la región. La materia prima más frecuentemente utilizada en los espacios localizados al nordeste del área analizada es la dacita gris. Esto marca una diferencia con respecto a los espacios localizados al sudoeste, en que la materia prima más frecuentemente utilizada es la dacita verde (figura 7).

Figura 7. Materias primas predominantemente utilizadas para la manufactura de artefactos

El predominio de la dacita gris, materia prima inmediatamente disponible en este sector del espacio, pero menos abundante que la variedad verde, señalaría la preferencia que los cazadores-recolectores tendrían por esta materia prima. Por otra parte, el hecho de que en el oeste del Brazo Sur y en Laguna 3 de Abril éste no sea el caso, apuntaría hacia la marginalidad de los espacios localizados más próximos al Hielo con-

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tinental. Éstos, sin embargo, habrían sido incorporados dentro del rango de acción de las poblaciones de cazadores-recolectores, tal como sugiere la existencia de artefactos recuperados en estratigrafía e interpretados como pasivos (ver “La información temporal”) y la existencia de instrumentos sobre lascas de núcleos preparados y núcleos preparados. Otras diferencias pueden señalarse acerca de la forma de utilización de estos espacios. Las mismas surgen del análisis de la cantidad de grupos tipológicos recuperados en cada uno de estos espacios, y de sus características. La cantidad de grupos tipológicos presentes es dependiente del tamaño de la muestra. Sin embargo, en el Brazo Rico la cantidad de grupos tipológicos presentes es mayor que en Lago Roca, a pesar de que la muestra es menor. En mi opinión, este hecho puede ser atribuido a formas distintas de utilización de estos espacios. Analizaré ahora en general la distribución y características de los núcleos e instrumentos más frecuentes en el área comprendida entre el Brazo Sur y el Brazo Rico.  Núcleos El porcentaje de núcleos recuperados en las distintas muestras oscila entre el 2,48% y el 54,55% (para realizar este cálculo, consideré sólo los recuperados en transecta). El mayor porcentaje de núcleos corresponde al oeste del Brazo Sur (54,55%), sector del espacio que ha sido interpretado como marginal para las poblaciones que ocupaban la región. El alto porcentaje de núcleos puede ser interpretado como relacionado con el predominio de actividades iniciales de talla en este sector del espacio. Por otra parte, los porcentajes de núcleos son menores en la transecta Sur del Lago Roca (2,86%) y en las transectas próximas al Brazo Rico (2,48%), lo que podría estar señalando una forma distinta de utilización de estos espacios. Para los siguientes análisis y debido al pequeño tamaño de la muestra, consideraré todos los núcleos, provengan de transectas o de recolecciones controladas. Los núcleos de dacita verde han sido recu-

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perados en el oeste y este del Brazo Sur (en la Laguna 3 de Abril, en la transecta Sur del Brazo Sur, en la transecta Istmo Norte y en la Concentración Istmo), en el Brazo Sur en proximidades del Lago Roca y en este último. Llama la atención la ausencia de núcleos de dacita verde en el norte de la Laguna 3 de Abril y en las transectas del Brazo Rico. Este último nuevamente se separa en cuanto a sus características, del resto de la muestra. La mayor variedad de núcleos corresponde a la Laguna 3 de Abril, en donde es mayor también el tamaño de la muestra. Sin embargo, tiene un tamaño similar al del oeste del Brazo Sur, en donde los núcleos recuperados son de lascados aislados. Los núcleos de lascados aislados están presentes en el oeste y en la Laguna 3 de Abril. En todos los casos están enteros y fueron confeccionados sobre nódulos de calidad muy buena y buena para la talla. Los núcleos semejantes a los levallois o preparados fueron recuperados en la Laguna 3 de Abril y en el Brazo Sur, en proximidades del Lago Roca. Corresponden a estadios iniciales de manufactura. Dos núcleos poliédricos han sido recuperados en la Laguna 3 de Abril, habiéndose encontrado también allí un núcleo bipolar. Para mayores detalles acerca de las características de los núcleos, véase Franco (2002a). Los núcleos de dacita gris fueron recuperados en toda el área, con excepción del oeste del Brazo Sur. Son menos frecuentes que los de dacita verde. Se identificaron núcleos de lascados aislados en proximidades del paso Zamora, en Laguna 3 de Abril y en el sur del Lago Roca (figura 8). Un núcleo bipolar fue recuperado en Brazo Rico, uno piramidal en Laguna 3 de Abril y uno prismático en el sur de Lago Roca. Para mayor detalle acerca de sus características véase Franco (2002a). El análisis de los núcleos indica diferenciaciones entre los sectores más occidentales y orientales del espacio, los que, junto con los datos existentes referidos a la mayor diversidad instrumental en el este, sugieren diferentes formas de utilización de estos espacios. Mientras los sectores más occidentales del espacio (Brazo SurLago Roca) habrían sido explotados al menos en

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parte para el aprovisionamiento de materias primas, tales como la dacita verde y gris, en el Brazo Rico las actividades de talla habrían sido secundarias a la realización de otras tareas. Esta diferencia surge a partir de la menor frecuencia de núcleos en el Brazo Rico en relación con el tamaño de la muestra, de las variedades de materias primas e instrumentos recuperados, de la falta de núcleos de lascados aislados, presentes en los sectores más occidentales del espacio, y probablemente descartados debido a la falta de una calidad apropiada o a la presencia de charnelas. Cabe señalar también que los núcleos bipolares se han recuperado únicamente en el Brazo Rico. La existencia de estos núcleos implica una mayor explotación de los mismos y podría implicar mayores tiempos de estadía.

Figura 8. Distribución de núcleos de lascados aislados de dacita gris

Las características y distribución de los instrumentos pueden darnos pautas adicionales a este respecto:  Raederas Las raederas están confeccionadas mayoritariamente sobre dacita verde, siguiéndole en orden de importancia el basalto y la dacita gris. Existen diferencias entre las materias primas utilizadas en los distintos sectores del espacio. Así, la dacita verde es la materia prima más repre-

sentada en el este del Brazo Sur (Laguna 3 de Abril), mientras que no se han recuperado raederas en esta materia prima en Lago Roca, y en el Brazo Rico, son tan frecuentes los ejemplares en esta materia prima, como los confeccionados en basalto, dacita gris y dacita blanca. Es necesario recordar que en el este del Brazo Sur esta materia prima se presenta en mayor frecuencia y en nódulos mayores que en los otros sectores del espacio, por lo que la mayoría de ejemplares en esta materia prima podría ser un reflejo directo de su mayor disponibilidad y, en este caso, estar apuntando a la confección expeditiva de las raederas. Es necesario tomar otras variables para evaluar esta hipótesis, como por ejemplo la presencia-ausencia de corteza, la cantidad de filos presentes y su estado (enteras versus fragmentadas). Si considero el total de las raederas, la mayoría carece de corteza (64% de la muestra). Los ejemplares que poseen corteza, la tienen en proporción variable, predominando aquéllas en que cubre un 25% de la cara. La mayoría está entera. Esto es cierto para el grupo en general. En el caso de la dacita gris, la mayor cantidad de los ejemplares está fragmentado. Anteriormente mencioné que esta materia prima es la más frecuentemente utilizada para la confección de artefactos en el este de este espacio, lo que habla de una selección de la misma. El hecho de que la mayoría de las raederas confeccionadas en esta materia prima estén fragmentadas, apuntaría a una mayor conservación de esta materia prima. La mayoría de las raederas tienen filo simple (76% de la muestra). Se han recuperado raederas de filo doble en dacita verde, gris, beige, y blanca, no pareciendo existir diferenciación entre las distintas materias primas. En el caso de la dacita verde, las raederas dobles son de filo frontal y filo convergente. Los datos por lo tanto, no apuntan a sustentar la expeditividad de las raederas en general. ¿Pueden los ejemplares recuperados en las distintas áreas decir algo en cuanto a la utilización de los espacios? Sobre la base de las características de los conjuntos artefactuales, sostuve que el Brazo Rico parecería haber tenido una funcionalidad distinta al resto del espacio. Este podría ser también el caso de un sector de la La-

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guna 3 de Abril. Los datos referidos a las materias primas de las raederas tenderían a confirmar esto. Es en el Brazo Rico adonde se ha recuperado la mayor diversidad en materias primas para la confección de raederas (dacita verde, gris, blanca, basalto, pórfido dacítico y una materia prima no determinada). El tamaño de la muestra es semejante al correspondiente al de la Laguna 3 de Abril, en donde sin embargo, la mayor cantidad de raederas está confeccionada en la materia prima más abundantemente disponible –la dacita verde-. Esto, junto con los datos referidos a las clases de núcleos recuperados, apuntaría a una utilización más expeditiva de los espacios localizados al SW. Mencioné ya que la mayoría de las raederas de filo frontal están enteras. Esto podría sugerir que las mismas fueron confeccionadas y descartadas de manera expeditiva. Si se analizan los datos referidos a las distribuciones de subgrupos de raederas a través del espacio, puede verse que la totalidad de los ejemplares de filo frontal se encuentran en los sectores más occidentales del mismo, para los cuales se ha atribuido un uso más expeditivo. Esto podría tender a señalar que la confección y descarte de raederas de filo frontal podría estar relacionado con una utilización expeditiva de ellas y del espacio en que fueron descartadas. El problema en este caso, lo plantea la existencia de una raedera de filo frontal sobre basalto confeccionada sobre lasca de núcleo preparado, recuperada en la transecta Lago Roca, lo que no es consistente con nuestras expectativas. La misma presenta un importante desgaste en su filo, y podría haber sido descartada al llegar a un área en donde la materia prima podía reemplazarse. Probablemente las raederas confeccionadas sobre lascas de núcleos preparados deban ser descartadas de esta discusión.  Cuchillos Los cuchillos están confeccionados predominantemente sobre dacita gris (45,45% de la muestra), siguiéndole en orden de importancia la dacita verde (27,27%), el basalto (22,73%) y la dacita beige (4,55%) (tabla 7.188).

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Nuevamente existen diferencias entre las materias primas utilizadas en los distintos sectores de este espacio. Así, la dacita gris es la materia prima más frecuentemente utilizada en el este del Brazo Sur (Laguna 3 de Abril), y en el Brazo Rico. Esta diferencia podría tener que ver con formas distintas de utilización de estos espacios. Se podría postular la preferencia en la utilización de dacita gris como materia prima para los cuchillos, y su reemplazo por otras materias primas cuando su uso es más expeditivo. Esto implica una selección porque, como vimos, no es la materia prima más frecuentemente disponible en el área. La mayoría de los cuchillos presentan filos laterales (63,64% de la muestra), existiendo también filos frontales y convergentes. Debe destacarse que los únicos cuchillos de filos convergentes han sido confeccionados sobre dacita gris, lo que apuntaría a señalar que se prefiere esta materia prima para la manufactura de los mismos. Los cuchillos han sido confeccionados predominantemente sobre lascas angulares (54,55% de la muestra), habiéndose registrado también la utilización de lascas procedentes de núcleos preparados (22,77%), y lascas primarias y secundarias. Llama la atención el hecho de que, a pesar de que la dacita gris parece haber sido la materia prima preferida para la confección de cuchillos, no se ha registrado la utilización de lascas de núcleos preparados como forma base de los mismos y, en cambio, se ha identificado su presencia en basalto y dacita verde. En el caso de los cuchillos, los distintos subgrupos tipológicos están distribuidos de manera semejante a través del espacio, no existiendo variaciones que puedan atribuirse a distintas formas de utilización del espacio.  Cepillos Los cepillos fueron confeccionados sobre dacita de calidad buena (verde y gris), y sobre pórfido dacítico de calidad regular. Se encontraron sólo en los sectores más orientales de este espacio (un ejemplar en Lago Roca y tres en Brazo Rico, ver figura 9). Los cuatro ejemplares están

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enteros, y presentan entre un 25% y un 75% de corteza. Dos están confeccionados sobre nódulo y uno sobre lasca angular. La presencia de corteza, el estado de los ejemplares (enteros) y su tamaño, además de la utilización de materia prima local sugieren la manufactura y descarte local de los mismos. La clase de materia prima utilizada y los ángulos de los filos sugieren que estos ejemplares estén probablemente relacionados con el procesamiento de madera. En este sentido, cabe destacar la coincidencia en la distribución espacial de los cepillos y de las raederas confeccionadas sobre pórfido dacítico –Lago Roca y Brazo Rico-, ya que ambas clases de instrumentos parecerían estar relacionados con el trabajo de madera. En este sentido, cabe recordar que el ambiente en esta zona es actualmente de bosque abierto, y que, de acuerdo con el registro polínico del Cerro Frías, habría sido de bosque cerrado entre ca. 4000 y 2000 A.P. (Mancini 1998a). Este ambiente contrasta con el dominante más hacia el este, de estepa, lo que debió afectar el modo en que los recursos fueron explotados (cf. Borrero y Muñoz 1999).

na 3 de Abril (figura 10). La falta de raspadores en los otros sectores del espacio no puede ser atribuida al tamaño de los ejemplares, ya que tamaños equivalentes están representados en el resto del área. La presencia de raspadores, por lo tanto, podría estar apuntando a una forma diferente de utilización de este sector del espacio.

Figura 10. Distribución de los raspadores en superficie.

Figura 9. Distribución de los cepillos en superficie.

 Raspadores Los únicos raspadores recuperados en superficie corresponden al sector oriental del espacio, es decir, al Brazo Rico, y al norte de la Lagu-

 Bolas de boleadora Las bolas de boleadora fueron recuperadas en el Brazo Rico, en la Laguna 3 de Abril, y al sur del Lago Roca. Estos ambientes son en la actualidad de bosque, y lo habrían sido al menos desde el 4.000 A.P. Además, en el Lago Roca se recuperó un núcleo sobre roca de grano grueso que podría corresponder a los estadios iniciales de manufactura de bolas de boleadora. En Laguna 3 de Abril y en el Brazo Rico se recuperaron no sólo bolas de boleadora enteras, sino también preformas avanzadas de manufactura de las mismas. Además, en el Brazo Rico se identificaron también lascas que serían producto de estadios iniciales de manufactura de este grupo de instrumentos. De esta manera, entonces, la secuencia de reducción completa de las bolas de boleadora estaría presente en el área y, en particular, en el Brazo Rico. Esta secuencia de reducción sería semejante a la identificada para el norte de Lago

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Argentino en el sitio Satisfaction (Carballo Marina et al. 1999), y a la observada en otros sectores de la Patagonia por Nami (com. pers.). La semejanza en la técnica de manufactura de bolas probablemente se deba a los condicionamientos técnicos en la manufactura de la misma, y es probable que diferentes poblaciones utilicen la misma forma de preparación de esta clase de artefactos.  Yunques La presencia de yunques se ha registrado en el área del Brazo Rico y en Laguna 3 de Abril. Si bien su presencia podría relacionarse con la realización de estadios iniciales de talla, ésta también podría relacionarse con alguna otra actividad, como podría ser, por ejemplo, la formatización de bolas de boleadora.  Percutores La presencia de percutores ha sido identificada también en Laguna 3 de Abril y en el Brazo Rico. Se trata de percutores duros. Su presencia ha sido atribuida a la realización de actividades de manufactura, que pueden ser tanto la talla inicial de nódulos o núcleos, y podría estar también relacionada con la realización de estadios iniciales de formatización de bolas de boleadora. 

Consideraciones generales referidas al material de superficie

La información que acabo de presentar es de superficie. Como tal, se trata de un registro promediado. ¿Cuándo fue generado este registro? Como he mencionado, los sectores más orientales de este espacio habrían estado disponibles para la ocupación humana desde el 10.000 A. P. Los más occidentales, mientras tanto, habrían estado disponibles recién hacia el 3.300 A. P. (oeste del Brazo Sur). Por lo tanto, los materiales con los que tratamos podrían haberse depositado en ese lapso, y lo que veríamos reflejado es el comportamiento predominante en el mismo. Sin embargo, algunos datos permiten acotar más las fechas. Retomaré este punto más adelante. Los datos permiten inferir distintas formas de utilización de los espacios ubicados al oeste y este del sector analizado. En este sentido, los datos referidos al porcentaje de instrumentos sobre

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el total de la muestra, diversidad de materias primas y clases de instrumentos presentes, así como la clase de núcleos recuperados permiten sugerir que el área del Brazo Rico fue utilizada de manera diferente que los espacios localizados más hacia el oeste. Como se ha mencionado en el acápite correspondiente al Brazo Rico, es importante destacar que la variedad en la calidad de materias primas utilizadas en este sector del espacio parecería estar relacionada con la función que debían cumplir estos artefactos, por lo que se asumía que la mayor parte de este registro fue generado cuando las antiguas poblaciones poseían un conocimiento detallado de la disponibilidad lítica de la región, o sea, para un momento que podría ser adscripto a la ocupación efectiva de este espacio. Los datos estratigráficos que poseemos (ver acápite siguiente) indican que esto habría ocurrido hacia ca. el 3.800 A.P. Para este momento existen evidencias de ocupaciones de cotas altas y bajas y, para poco tiempo después (ca. 3.100 A. P) de ambientes de bosque (Borrero y Franco 2000). Estos datos, por otra parte, son consistentes con los datos referidos a la existencia de tecnología de núcleos preparados, que en distintos sitios estratigráficos de la zona tienen cronologías entre ca. 3.800 y 3.100 A.P. Estos núcleos y lascas procedentes de la manufactura de los mismos están distribuidos en distintos sectores de este espacio, por lo que podríamos pensar que tenemos elementos para sugerir que al menos parte de este registro se generó con posterioridad y hacia esta fecha. Entiendo, entonces, que estamos trabajando con un registro en el que predominan los materiales depositados con posterioridad al 3.800 ó 3.100 A.P., y que las tendencias observadas corresponden mayoritariamente a este último lapso temporal. Los datos que poseemos, entonces, indican una utilización distinta del Brazo Rico, y tal vez, de algunos sectores del este del Brazo Sur (Laguna 3 de Abril). Los otros sectores de este espacio, habrían sido utilizados de manera más expeditiva, y en los mismos se habrían dado –entre otrastareas de reemplazo de materias primas.

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Cabe mencionar también, que el Lago Roca y en Brazo Rico, es decir, en los sectores más orientales de este espacio se han recuperado instrumentos que podrían haber sido utilizados para el trabajo de la madera. Se trata de cepillos y raederas con características de materia prima y filo apropiados para esta tarea. Esto es consistente con el registro polínico disponible para el área (Mancini 2001 y com. pers.). Por otra parte, estos espacios, ubicados muy próximos a la estepa –dominante hacia el este-, se ubican de manera óptima para la realización de estas tareas (cf. en este sentido Borrero y Muñoz 1999). Cabe señalar, por otra parte, que los instrumentos recuperados en el sitio Marchant, al oeste del espacio analizado, podrían haberse utilizado para el mismo fin (ver acápite siguiente) y que, en estratigrafía, esta clase de instrumentos han sido recuperados en los niveles más antiguos del Alero del Bosque (ca. 3.100 años A.P.). El panorama que surge del análisis del material de superficie entonces, es de variabilidad entre los espacios localizados hacia el sudoeste y hacia el nordeste, lo que apuntaría a la marginalidad de los espacios más occidentales. Por otra parte, dentro de los espacios ubicados hacia el este, el Brazo Rico parece haber sido utilizado de manera distinta, implicando probablemente mayor redundancia en la ocupación. La información temporal Para este sector del espacio, la información temporal proviene de los sitios Marchant, Alero del Bosque, Lago Roca 3 y Chorrillo Malo 2 (figura 11). Los fechados más tempranos son de ca. 9.700 años A. P. y corresponden al sitio Chorrillo Malo 2, ubicado en proximidades del Lago Roca (Franco y Borrero 2002; Franco et al. 1999). Las ocupaciones más tempranas en el sitio pueden asignarse a una etapa exploratoria dentro del modelo de Borrero (1994-95) de ocupación de un espacio, y se extienden hasta el 6.100 A. P. (Civalero y Franco 2002; Franco 2002a). La extensión del lapso que puede ser atribuido a la exploración puede relacionarse con la falta de recursos específicos en este sector del espacio. La tasa de

depositación de instrumentos es baja (0,02 instrumentos por m2 cada 100 años). El análisis artefactual señala que en estos niveles se realizan estadios iniciales de talla de materia prima inmediatamente disponible. En materias primas más distantes se habrían dado estadios finales de la secuencia de manufactura. Si a esto agrego que estos depósitos se encuentran inmediatamente por encima de niveles de till glaciario, entiendo que es probable que representen la ocupación inicial del área. El único instrumento recuperado está confeccionado expeditivamente sobre materia prima inmediatamente disponible. Se trata de una punta burilante corta y espesa, confeccionada sobre una lasca corta y ancha de dacita verde, que conserva un 25% de corteza. La punta fue probablemente utilizada mediante prehensión manual y presenta huellas complementarias macroscópicas que pueden ser atribuidas al uso. Por supuesto, la muestra es pequeña, y los problemas de equifinalidad son abundantes en arqueología. Sin embargo, el que el tamaño de la muestra sea pequeño y la falta de redundancia en la ocupación es concordante con lo que esperamos para un momento exploratorio (ver en este sentido Borrero 1994-95). Por debajo de estos niveles se recuperó únicamente un desecho indiferenciado de obsidiana negra. El mismo se encontraba 10 cm por debajo de los restantes hallazgos. Sin embargo, los bloques son frecuentes en estratigrafía y no debería descartarse que la posición de este artefacto se deba a procesos de formación de sitio. Entiendo que es probable que el mismo corresponda a los niveles fechados entre 9.700 y 6.100 años A. P. Los análisis geoquímicos aplicados a esta muestra indican que tiene una composición similar al tipo II b, procedente de Pampa del Asador (Stern com. pers. 1999). Pampa del Asador está localizada a más de 260 km al norte, al sudeste de la meseta del Águila. Los datos procedentes de Chorrillo Malo 2 sugieren que esta fuente era conocida con anterioridad al 9.700 A.P. Es probable que artefactos y/o nódulos de esta materia prima formaran parte del conjunto transportado por los tempranos habitantes de Patagonia, y que esta materia prima fuera altamente economizada (Borrero y Franco 1997; Ci-

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valero y Franco 2002). Esto indicaría que la exploración del sur de Lago Argentino fue realizada por poblaciones que, o procedían del norte o estaban relacionadas con las mismas. Obviamente, la presencia de una única pieza no lleva a integrarla dentro de un rango de acción centralizado muy lejos hacia el norte. En su lugar, es pensable que haya transcurrido un tiempo entre la recolección de la obsidiana y su depositación final, el suficiente como para que esta pieza tuviera una compleja historia de vida que pudo incluir más de un rango de acción (Franco 2002a, b).

Figura 11. Sitios estratificados en el área.

Con posterioridad al 6.100 A. P. se observa un aumento en la tasa de depositación de los instrumentos (0,22 instrumentos por m2 cada 100 años) y en su índice de fragmentación, que podría sugerir que estos depósitos pueden atribuirse a un momento de “colonización inicial del espacio” en el modelo de Borrero (1994-95). Cabe destacar que Chorrillo Malo 2 es el único sitio que posee depósitos asignables a este lapso temporal. Al igual que ocurre en los depósitos anteriores, se habría tallado la dacita verde, disponible en la inmediata vecindad. Sin embargo, disminuye la frecuencia total de esta materia prima. El análisis mediante tierras raras de una lasca de dacita, indicó que presenta un comportamiento similar al de las muestras inmediatamente disponibles (para más detalles véase Franco 2002a).

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Los instrumentos correspondientes a estos depósitos han sido confeccionados expeditivamente. Son gruesos y muy gruesos, tienen filos complementarios que tienden a favorecer la prehensión manual y han sido en general descartados enteros. Predominan las raederas y artefactos con retoque en bisel asimétrico oblicuo (para más información referida a las características de los artefactos líticos véase Franco 2002a). Varios artefactos presentan alteraciones y tratamiento térmico. Este último ha sido identificado sobre dacita gris (Stadler 2002), materia prima que, como mencioné, ha sido seleccionada por los antiguos habitantes del área. Hacia el 3.800 A. P. se observa un aumento en la tasa de depositación de artefactos. De acuerdo con los análisis polínicos, para esta época habría habido un incremento en la humedad, tal vez relacionado con avances neoglaciares (Mancini 2002). Desde el punto de vista tecnológico, existe una continuidad con respecto a los momentos anteriores. Sin embargo, pueden observarse cambios, los principales de los cuales se refieren a una disminución en el componente expeditivo del sitio y a la utilización de materias primas no disponibles en la inmediata vecindad para los raspadores (Franco 2002a). Esto podría implicar un mejor conocimiento del área y los comienzos de la incorporación de este espacio dentro de rangos de acción centralizados hacia el este o sudeste, lugares en donde se encontrarían las fuentes de aprovisionamiento de estas materias primas. Estos depósitos probablemente correspondan, por lo tanto, a los comienzos de una ocupación efectiva del espacio. En este sentido, cabe señalar que para estos momentos se han registrado las primeras ocupaciones en cotas altas, y que un poco antes del 3.100 A. P. se registran las primeras ocupaciones en el bosque de ñire ubicado al oeste. Estas corresponden al sitio Alero del Bosque (Borrero y Franco 2000; Franco et al. 1999). Los depósitos datados para estos momentos en los distintos sectores de este espacio muestran la presencia de núcleos, lascas o instrumentos confeccionados sobre lascas procedentes de núcleos semejantes a los levallois o preparados – raederas y cuchillos-. Los artefactos recuperados

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en estratigrafía con esta cronología se indican en la tabla 4. A este respecto, cabe señalar que el sitio Cerro Verlika se encuentra fuera del área analizada aquí, en el curso superior del río Centinela, a ca. 1100 msnm. Sitio

Dacita verde

Dacita gris

Basalto

Ópalo

Alero del cuchillo lasca --lasca Bosque Chorrillo núcleo y ------Malo 2 cuchillo Cerro raedera ------Verlika 1 Tabla 4. Núcleos y artefactos sobre núcleo preparado recuperados en estratigrafía entre ca. 3.800 y 3.100 A.P.

La distribución de esta tecnología sugeriría que los distintos sectores de este espacio se encuentran dentro del rango de acción de una misma población y que los cazadores-recolectores estarían circulando por este espacio con núcleos preparados o instrumentos confeccionados sobre formas base procedentes de los mismos. Ignoro para qué eran utilizados, pero se planea en el futuro la realización de análisis funcionales. Sin embargo, la alta diversidad de ambientes en los que se recuperaron sugeriría que se trata de instrumentos versátiles, lo que daría por resultado diversidad de tareas. Mencioné ya que para este momento existen evidencias de circulación de materias primas procedentes del este y del sur. Hay también evidencias de algunos contactos con áreas ubicadas al norte, tal como lo indicaría la presencia en escasísima frecuencia de obsidiana negra (Carballo Marina et al. 1999). Lamentablemente, el pequeño tamaño de los ejemplares impidió la realización de análisis geoquímicos. Con posterioridad a esta fecha aumenta el índice de fragmentación de los instrumentos. Este hecho, sumado a la presencia de núcleos agotados, tanto en materias primas locales cercanas como lejanas, y a la extracción de lascas bipolarmente a partir de instrumentos ya utilizados, permite sostener una mayor utilización de los recursos líticos. Llama la atención que la mayoría de las calcedonias que pudieron reconocerse macroscópicamente parecen pertenecer a variedades sedimentarias, que podrían haberse ob-

tenido 30 km hacia el este. No se han reconocido las variedades de calcedonia disponibles en la cercanía, en el curso del río Centinela (Franco y Aragón 2002). Esto podría apuntar a la efectiva incorporación de este espacio dentro del área explotada por las poblaciones humanas que ocupaban la región, y tendería a sustentar que estos niveles pueden ser atribuidos a la ocupación efectiva de este espacio. Para este momento, se encuentran en el registro arqueológico del área raspadores de filo restringido o extendido. La existencia de estos subgrupos de raspadores no puede relacionarse con problemas de escasez de materias primas. Si bien por el momento no puede descartarse que los mismos tengan una funcionalidad específica, las evidencias tenderían a sugerir que podríamos encontrarnos ante un proceso de regionalización, en que distintas poblaciones confeccionan sus instrumentos en formas que le son propias. Por otra parte, los materiales superficiales recolectados en este sector del espacio muestran también la presencia de estos subgrupos de raspadores (para más detalles referidos a las características de los conjuntos artefactuales ver Franco 2002a). Me refiero entonces, a la posibilidad de la presencia de un estilo regional, entendido como una forma particular y probablemente inconsciente de manufacturar instrumentos. Esta definición de estilo se acerca a la de Close (1978), quien la entiende como una forma opcional de hacer artefactos, independiente de las restricciones funcionales, y al estilo isocréstico de Sackett (1985, 1986), que reside en las elecciones posibles entre distintas alternativas equivalentes. A este respecto, cabe señalar que Borrero (1994-95) espera para momentos de ocupación efectiva mayores densidades de población y menciona la posibilidad de diferenciación entre distintas poblaciones al crearse condiciones dependientes de la densidad. Entiendo, por lo tanto, que el surgimiento de estilos regionales es consistente con su propuesta. Al sudoeste de este espacio, en el oeste del Brazo Sur, se registró la presencia de una concentración de artefactos en un pequeño mallín con algunos rodados chatos, de borde de lago, que atestiguarían la presencia de un nivel alto del

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lago (Borrero 1998). Se fechó la base de la turba que subyace a este conjunto, lo que constituye un fechado máximo para el mismo: 2310 + 40 A.P. (GX-25992-AMS). La totalidad de los artefactos recuperados (n = 9) son instrumentos. Las raederas constituyen la mayor parte de la muestra (66,67%) , siendo los restantes raspadores. Están confeccionados sobre dacita, mayoritariamente de color verde. La mayoría están enteros. Las características de los ejemplares permiten sostener su expeditividad (para más detalles ver Franco 2002 a). En general, llama la atención la composición de este conjunto, únicamente raederas y raspadores, que parecen haber sido confeccionados y descartados localmente después de haber sido utilizados, lo que apuntaría hacia la expeditividad del conjunto. Los ángulos de desgaste de estos instrumentos son en general pequeños, oscilando –con una única excepción-, entre 0º y 20º. La existencia de esta concentración de instrumentos con características tecnológicas y morfológicas semejantes y los bajos ángulos de desgaste, podrían sugerir que se trata de artefactos abandonados mientras estaban en un rol pasivo, lo que sugeriría también la efectiva incorporación de este espacio dentro del rango de acción de las poblaciones que habitaban la región. Los depósitos correspondientes a los momentos finales de ocupación de este espacio muestran una alta frecuencia de raspadores confeccionados sobre materias primas que no pueden obtenerse en las proximidades. En el caso del sitio Chorrillo Malo 2, éstos alcanzan el 87,50% de la muestra. Esto sugiere que la obtención de estas materias primas podía ser realizada sin dificultades, y que estos espacios estaban incorporados dentro del rango de acción de las poblaciones que ocupaban la región. Corresponderían por lo tanto, también, a un momento de ocupación efectiva. El alto porcentaje de instrumentos fragmentados y el grado de explotación de los núcleos contribuyen también a sostener esto. En mi opinión, la importancia numérica de los raspadores, que son el grupo tipológico más representado, apuntan a sugerir estadías más largas. La mayoría de los filos largos –raederas y cuchillos- fueron confeccionados sobre materia prima inme-

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diatamente disponible, mientras que como mencioné, los raspadores fueron confeccionados mayoritariamente sobre materias primas más distantes, lo que habla de la conservación de estas materias primas. Los análisis de tierras raras realizados tienden a sostener esto (cf. Franco 2002a). En general, las evidencias correspondientes a estos momentos tienden a sostener que se habrían dado ocupaciones más largas, en que este sector del espacio habría sido incorporado dentro del rango de acción habitual de las poblaciones que habitaban la región, asegurando el aprovisionamiento regular de las materias primas que preferían para la manufactura de sus instrumentos. Las evidencias procedentes de ambientes que eran de bosque, permiten sostener que se circulaba por esos espacios con instrumentos ya preparados y núcleos de la materia prima que preferían, es decir, la dacita gris (cf. Franco 2002a). La introducción de estos instrumentos preparados para espacios de bosque fue también observada por investigadores trabajando al norte del área (Bellelli et al. 2001). Algunas evidencias recuperadas hacia el este, permiten indicar mayores interacciones con los espacios ubicados hacia el sur. Se trata de la presencia de un pedúnculo de proyectil de obsidiana verde probablemente procedente del Seno de Otway (cf. Carballo Marina et al. 1999). Como indican Borrero y Carballo Marina (1998), toda la evidencia apunta a sostener para estos momentos la existencia de sistemas amplios, conectados con los mares interiores, la costa Pacífica y/o la costa occidental del Estrecho. Los análisis de materiales de superficie realizados han mostrado que la mayoría de los mismos pueden ser atribuidos a la ocupación efectiva de este espacio. Para este momento, existen variaciones en la forma en que están siendo explotados los espacios al aire libre, con sectores en los que puede defenderse una mayor redundancia en la ocupación, como el este del Brazo Rico y, probablemente, el norte de Laguna 3 de Abril. Por otra parte, los espacios más occidentales de este espacio han sido ocupados. Me refiero a las evidencias procedentes del oeste del Brazo Sur, muy cercano al Hielo continental. Después de este momento, se ha postula-

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do la existencia de una sequía que habría afectado a la circulación humana (Borrero y Franco 2000). Las evidencias posteriores a este momento son escasas, y proceden básicamente del sitio Lago Roca 3, que por otra parte presenta evidencias de perturbación. La historia de estas poblaciones es, entonces, de una lenta incorporación dentro de rangos de acción de poblaciones ubicadas al este y sur. La falta de recursos de interés para estos cazadores recolectores fue probablemente la causa de la lentitud con que se produjo la ocupación efectiva de este espacio, que comenzó hace ca. 3.800 ó 3.100 años A. P. CONSIDERACIONES GENERALES Los resultados obtenidos han permitido la integración de información de superficie y estratigrafía, y la diferenciación entre la forma de utilización de distintos espacios. La complementación de esta información con la obtenida al este de este espacio, y con la procedente de la margen del norte del Lago han permitido postular también que el área ha sido siempre marginal para las poblaciones que ocuparon la región (cf. Franco 2002a y b). Entiendo entonces que la utilización de una escala espacial amplia, junto con el registro de la estructura de recursos líticos del área y el análisis detallado de las características de los artefactos recuperados en superficie y estratigrafía han resultado de utilidad para la comprensión de la organización tecnológica de las poblaciones que ocuparon este espacio, y de sus cambios a través del tiempo. Esto, por otra parte, ha sido posible mediante la utilización de modelos teóricos -como el de Borrero de poblamiento de Patagonia- y de información etnoarqueológica. Considero, por lo tanto, de utilidad a los mismos para la interpretación del registro arqueológico. La integración de esta información con la procedente de otras líneas de evidencia que se encuentran en curso (Barberena 2002; Borrero et al. 2001), y otras planificadas en el marco del proyecto general (distribución de pinturas rupestres y sus motivos) permitirá discutir con una base más

sólida los rangos de acción y circulación de las poblaciones. Espero de esta manera contribuir a obtener una imagen más dinámica del comportamiento humano en el pasado en esta área. AGRADECIMIENTOS A Luis Alberto Borrero, por incentivar el desarrollo de este trabajo, por los numerosos intercambios de ideas a lo largo del mismo, y por la lectura crítica de este manuscrito. A Eugenio Aragón y Charles Stern por los análisis realizados. A las distintas personas que colaboraron en el desarrollo de este proyecto. Las investigaciones que se sintetizan aquí fueron financiadas con fondos del CONICET, de la Universidad de Buenos Aires, y de la Agencia Nacional de Promoción del Conocimiento Científico y Técnico. Contaron con la colaboración de distintos organismos: Administración de Parques Nacionales, Universidad Nacional de la Patagonia Austral, Instituto de la Patagonia (Universidad de Magallanes, Chile), Subsecretaría de Turismo y Ministerio de Acción Social de la Provincia de Santa Cruz, Dirección de Turismo de la Municipalidad de Calafate, Gendarmería Nacional, Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Calafate, Escuela Nº 1 y Gimnasio Municipal de Calafate. Colaboraron también las empresas Hielo y Aventura, El Pingüino, Interlagos y Sur Turismo S.A. Quisiera expresar también mi agradecimiento a los dueños y personal de las estancias Huyliche, Chorrillo Malo, Rincón Amigo, Lago Roca, Dos Lagos, Nibepo Aike, Bon Accord y 25 de Mayo. BIBLIOGRAFÍA AMICK, D. S. 1994 Technological Organization and the Structure of Inference in Lithic Analysis: An Examination of Folsom Hunting Behavior in the American Southwest. En The Organization of North American Prehistoric Chipped Stone Tool Technologies, editado por P. J. Carr, pp.9-34. International Monographs in Prehistory. Archaeological Series 7. Ann Arbor, Michigan. ARAGÓN, E. Y N. V. FRANCO. 1997 Características de rocas para la talla por percu-

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