La organización del servicio postal francés en Andorra

July 23, 2017 | Autor: Gerhard Lang | Categoría: French History, Postal History, Andorra
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Descripción

La organización del servicio postal francés en Andorra

Gerhard Lang-Valchs

La introducción de un servicio postal francés en 1931 aparte del ya
existente servicio español, inaugurado a principios del 1928, se ha
descrito y visto hasta ahora casi siempre como una reacción francesa a la
instalación de la administración del correo español.[1] No se puede negar
que fuera esa una de las razones, pero una explicación monocausal resulta
en este caso – como casi siempre – al menos sospechosa de no tener en
cuenta otras posibles motivaciones. Además, reducir esa iniciativa francesa
a una mera reacción, una especie de revancha, no hace justicia a las
intenciones francesas ni tampoco tiene en cuenta los esfuerzos andorranos y
del copríncipe episcopal de llegar – al menos al principio – a una solución
bien diferente.

Repasemos primero rápidamente los comienzos del servicio postal, sobre todo
en las últimas décadas del siglo XIX y las dos primeras del XX. El Consejo
General y las parroquias se habían encargado desde siempre del correo
interno designando y pagando a algunas personas que hacían las veces de
carteros llevando la correspondencia desde la capital a los pueblos y
viceversa[2] cuando era necesario. El correo que llevaba un destino fuera
de los Valles se le entregó a personas que por su trabajo o interés
personal tenían que cruzar las fronteras y que se encargaban de llevarlo,
según la época del año, su punto de partida o su destino, a las oficinas de
La Seo de Urgel o a las francesas más cercanas de Hospitalet, Porté, Ax o
Bourg-Madame. Otra posibilidad era encargarles la correspondencia a los así
llamados "traginers" que la entregaban directamente al destinatario, o sea
usar una especie de servicio de correo privado.

El primer servicio oficial y regular fue instalado por los franceses en el
año 1874 durante la tercera Guerra Carlista.[3] Una vez terminada la guerra
con la rendición del último bastión carlista, la ciudad de Urgel en 1876,
Francia ya no ponía mucho empeño en seguir manteniendo ese servicio postal
que le había interesado por la situación de aislamiento de Andorra durante
los años finales de la contienda. Y a pesar de una petición expresa del
Consejo General de seguir con el mencionado servicio los franceses
mostraron poco interés en continuarlo alegando problemas financieros.[4]

La propuesta hecha por el Consejo al prefecto parece haber ido un poco más
allá del mero mantenimiento del servicio de carteros. Consciente de las
inevitables deficiencias de un servicio que no podía luchar contra las
nieves que solían bloquear los ya de por sí difíciles caminos durante el
invierno, propuso un encaminamiento alternativo en invierno desde Bourg-
Madame, Puigcerdá por territorio español hasta La Seo y Andorra. A la parte
española, sin la que no se podía realizar esa idea, no le agradó esa
propuesta de cooperación con el vecino galo.[5] Y – aún a falta de
documentos – parece lógico que los españoles, seguramente también con
vistas al inminente Congreso Postal que se iba a celebrar en Paris (1878),
decidieron organizar ese servicio por cuenta propia al ver que los
franceses desistieron de su empeño ante las dificultades de garantizar
ellos solos una continuidad de éste a lo largo de todo el año.

Del correo que pasaba por la frontera española se encargaba entonces a
partir de 1877 un cartero español que venía a pie, luego en mula, desde la
Seo de Urgel hasta que fueron obsoletos sus servicios después de la
construcción de la carretera a la Seo y la inauguración de la línea de
autobuses Alsina-Graells que enlazaba, a partir de mediados de los años 20,
la ciudad episcopal con la capital de los Valles.

En 1874 se había constituido en Berna (Suiza) la Unión Postal Internacional
a la que se unieron 22 países entre ellos España para organizar y unificar
el intercambio internacional de correo entre los miembros firmantes.
Ninguna de las decisiones allí tomadas tuvo en cuenta a Andorra. La
adhesión de Francia no se produjo hasta el año siguiente.

Sin embargo en el 2º Congreso Postal que se celebró en 1878 en Paris España
puso la cuestión de un servicio andorrano sobre la mesa. Partiendo del
entonces "status quo postal" en los Valles y dado el desinterés que
mantenía Francia, Andorra fue adjudicada para asuntos postales a la
Administración Española. Este estado de cosas seguiría invariable hasta el
Congreso Postal de Londres en 1929.[6]

Los franceses, sin embargo, se arrepintieron un par de años más tarde.
Había caído el régimen de Napoleón III después de la guerra franco-prusiana
y el nuevo gobierno de la III. República "descubrió" Andorra durante y
después de la crisis andorrana de 1880/81. Por primera vez se idea y se
pone en práctica una política andorrana consistente y clara. Se proyectan
para los próximos años toda una serie de medidas infraestructurales para
desarrollar y modernizar el país: escuelas (francesas) con sus maestros,
facilidades para estudios medios en institutos franceses, becas de estudios
superiores, construcción de carreteras, etc. Y entre todos esas proyectos
estaba también la construcción de una línea telegráfica y la instalación de
una oficina de correo.

En 1882 arranca ese programa con la construcción de una línea telegráfica
que lleva a una sonora bronca entre andorranos, franceses y el obispo de la
Seo de Urgel[7] quién era, además del Presidente de la República Francesa,
el 2º copríncipe de Andorra. A causa de ese enfrentamiento no todas las
medidas planeadas se llevan a cabo directamente. Después de varias semanas
de rifirafe se les permite a los franceses terminar de instalar la línea
telegráfica inicialmente boicoteada por los propios andorranos, sin embargo
no se abre finalmente la oficina de correo.[8]

En 1887, dentro del marco de la reorganización de la Delegación Permanente
para Andorra que a partir de entonces ya no se encuentra en Foix sino en
Perpiñán, encabezada ahora por el prefecto de los Pirineos Orientales,
empieza a funcionar un servicio de carteros de la Veguería Francesa pensado
en un principio únicamente para la conducción regular del correo oficial.
Se suele olvidar que, tan sólo como favor extrarreglamentario[9], se les
permitía a los carteros distribuir (y recoger) cartas en los pueblos que
les pillaban de paso y dejar el resto del correo extraoficial en la
"centralita" del hostal Calones en la capital. También solían, en su camino
de vuelta, recoger las cartas entregadas allí para su envío directo a
Francia.

Este sistema no había cambiado desde los días de su introducción y las
deficiencias que habían existido desde un principio seguían sin resolverse.
Para mejorar ese apenas básico servicio los franceses habían intentado en
repetidas ocasiones implantar un "bureau", una oficina de correo en toda
regla, en la capital.[10] Pero los intentos fracasaron o por la negativa
del Consejo General o la del copríncipe episcopal. Las razones fueron en
los primeros años del obispado de Casañas (1871-1901) su diametral
oposición a cualquier proyecto francés que pudiera significar una merma de
la influencia episcopal, luego tal oposición sería un castigo para los
andorranos insumisos.[11] Bajo el obispo Laguarda (1902-1907) el motivo de
la oposición fue la negativa francesa a poner personal andorrano en todos y
cada uno de los puestos de la planeada administración tal y como él lo
había hecho en el caso de las líneas telégrafica y del teléfono que se
instalaron entre 1904 y 1905.[12]

Por otra parte también los franceses se opusieron en varias ocasiones a
iniciativas encaminadas a mejorar la situación. En 1893 rechazaron una
iniciativa del filatélico alemán Otto Bickel.[13] En 1900 se niegan a dar
el visto bueno a una iniciativa del Consejo General de organizar un
servicio propio incluida la adhesión a la Unión Postal Universal[14] y en
1906 ocurre lo mismo referente a los cambios proyectados por el obispo y la
administración española.[15]

Es a mediados de los años veinte cuando arrancan las iniciativas francesa y
española que dejarían Andorra con un sistema postal único en el mundo hasta
hoy en día. ¿Cuál era la situación del servicio de correo en Andorra a
principios de esa época?

El servicio era rudimentario por llamarlo de alguna forma. No existía
ninguna oficina de correo en los Valles. Lo único que había era un sitio
bastante pequeño, descrito ya por el Sr. Gomma[16], médico de Ax-lès-
Thermes, quien había sido el primero en visitar Andorra con su coche en
1911 con motivo de su segunda visita en los Valles dos años más tarde. En
ese lugar ubicado en el segundo piso del hostal Calones en el centro de la
capital se procedía, aparte de los trabajos propios de zapatero que se
realizaban allí, a la venta de sellos franceses y españoles para el
franqueo según el destino, allí se entregaba, recogía y distribuía la
correspondencia entrante y saliente. El personal encargado de dicho
servicio se componía de tres personas, todas eran andorranas: dos carteros
y un recepcionista (receveur), también andorrano, en la capital. La exigua
paga corría a cuenta de Francia.

El Congreso Postal de Madrid que debido al comienzo de la Primera Guerra
Mundial se había tenido que aplazar hasta 1920 no trajo ningún cambio
respecto a Andorra. Y aunque algunos autores afirman lo contrario[17] ni en
las propuestas del año 1912 para la preparación del congreso, ni en las
actas de 1920 ni en las del siguiente de Estocolmo de 1924 se encuentra el
más mínimo indicio de una propuesta o discusión referente a Andorra.

Desde los últimos años de la 1ª Guerra Mundial las quejas de los andorranos
no habían parado de llegar a la Veguería y al prefecto de Perpiñán. Tanto
particulares como el Consejo General denunciaban de forma oral y escrita
una y otra vez las deficiencias del servicio de correo francés en los
Valles. Tanto el veguer como el prefecto, el Delegado permanente para
Andorra, eran conscientes de las deficiencias cuyas causas seguían siendo
mayormente las mismas que 20 o 30 años atrás.

Uno de los primeros documentos de la Veguería Francesa de la segunda década
del siglo XX referente al correo que se ha conservado es una extraña nota
que manda el todavía veguer francés Carles Romeu a su superior, el prefecto
de Perpiñán, para avisarle del cese del servicio de correo con Andorra por
orden superior.[18] Los carteros, siguiendo las instrucciones
correspondientes, habían dejado de hacer su acostumbrado trabajo. Por la
consiguiente desatención de la distribución del correo privado en Escaldes,
Encamp y Canillo el Consejo General ya había discutido incluso sobre el
asunto. Para asegurar la continuidad del servicio éste estaba dispuesto a
pagarles dos pesetas diarias a los carteros para que siguieran recogiendo y
distribuyendo la correspondencia en el caso de que no se volviera a
reanudar el servicio francés acostumbrado.

El fondo y la última razón de lo que había pasado se quedará seguramente
sin aclarar. Parece que fue una extralimitación de una unidad o una
patrulla francesa que tenía órdenes de cerrar el paso fronterizo lo que
estaba en el fondo de la cuestión.[19] No dejaron pasar a los carteros
andorranos alegando órdenes superiores lo que los carteros tomaron por un
cierre definitivo y veían terminado su contrato y trabajo para la veguería.
Ni el prefecto ni el director departamental de Correos sabían nada de una
supresión de dicho servicio.

Aunque el caso de la supuesta suspensión del servicio resultó ser una falsa
alarma, este suceso alertó (o volvió a alertar) al veguer de los retrasos
que el correo venía sufriendo desde hacía tiempo, sobre todo de retrasos
que, a falta de nevadas, no se podían justificar por la impractibilidad de
los puertos y que se debían a una repetida desatención de sus deberes por
parte de los carteros andorranos.

A mediados de mayo de 1918 se vuelve a quejar el veguer de la
impuntualidad. En su carta demuestra con fechas y detalles concretos
retrasos de hasta 15 días de la correspondencia lo cual considera un abuso
intolerable por parte de los carteros, sobre todo si se tenía en cuenta que
los encargados hacían en ese tiempo sus travesías a diario atendiendo
asuntos personales u otros trabajos.[20]

Esas alteraciones de la normalidad postal no debieron de pasar
desapercibidos para la población andorrana. Y tales situaciones suelen ser
ocasión de habladurías y rumores. Uno de estos rumores debió de llegar a
oidos del veguer y éste dio enseguida la voz de alarma. La Administración
española planeaba, se decía, introducir un servicio postal más amplio y así
sustituir o hacer obsoleto el servicio de correo francés.[21] La
información se basaba en una comunicación oficiosa[22] que el síndico
general decía haber recibido de parte de la administración de la oficina de
Correos de la Seo de Urgel. Según las palabras del Síndico éste logró
aplazar la puesta en marcha de esa medida que ya había sido acogida
favorablemente por las parroquias. Ni el veguer ni ninguna otra persona,
sin embargo, consigue detectar ni anterior ni posteriormente ninguna acción
española concreta en ese sentido por lo que fue imposible denunciar dicho
intento.

A pesar de la advertencia del ministerio de Comunicaciones y Telégrafos del
26-06-1918 de que pudiera tratarse de una falsa alarma y a pesar de la
falta de pruebas sube la tensión y el nerviosismo. El prefecto de Perpiñán
informa reiteradamente al Ministerio de Asuntos Exteriores en París. Y ante
esta insistencia en París el asunto se toma muy en serio. Los franceses,
convencidos de la veracidad de la información, toman cartas en el asunto y
encargan a su embajador en Madrid que entregue al Gobierno Español una nota
de protesta.[23]

Mientras corrían los rumores Carles Romeu intentaba solucionar el problema
de la entrega regular de la correspondencia. El retraso no sólo se daba en
invierno sino también en verano cuando en principio no debía de haber
problemas con las comunicaciones. La negligencia de los carteros se va
perfilando como causa principal de los fallos. Los carteros son
amonestados[24] y amenazados de despido en caso de reincidencia. La
situación, sin embargo, no cambia. En el siguiente informe que el prefecto
había encargado expresamente al veguer[25] éste hace referencia a
investigaciones propias a propósito que demostraban sin lugar a dudas que
la quejas se correspondían plenamente con la realidad. Como los carteros se
habían negado formalmente a repartir el correo interno andorrano
considerando que esto no era su obligación[26], el Consejo había hecho ya
sus propios planes para seguir garantizando el reparto.

A finales de noviembre se le agota la paciencia al veguer y les manda a los
carteros una carta oficial de despido. Paralelamente se procede a una
subida sustancial de sueldo de los futuros carteros y demás personal que no
había visto alteración de sus remuneraciones en más de 25 años.[27] Con esa
medida se pretendía volver a la normalidad. Pero a pesar de todos los
esfuerzos y varios cambios de personal la situación prácticamente no varía
en los años siguientes. La veguería sigue denunciando las deficiencias
mientras que el prefecto no encuentra remedio eficiente. Tampoco contribuía
el menudo cambio de prefectos - entre 1910 y 1925 habían ocupado alrededor
de una docena de delegados permanentes diferentes el puesto mientras que el
veguer francés seguía siendo el mismo – a una continuidad de los esfuerzos.
Y para muchos de ellos los asuntos de Andorra eran tan sólo una más de sus
multiples tareas, así que no es de extrañar que no se le prestara a los
asuntos andorranos la atención que hubiera sido deseable.

A mediados de los años veinte las quejas y reclamaciones siguen sin que se
haya encontrado una solución viable y duradera.[28] El veguer francés
insiste ante el prefecto y éste en París. La administración francesa sigue
dispuesta a buscar una solución para mejorar su servicio de correo.[29] Y
como los intentos de los años anteriores no habían dado frutos hicieron lo
que casi 50 años atrás ya habían hecho, piden a través de la embajada por
segunda vez al Gobierno español su colaboración. Solicitan un permiso para
que sus carteros puedan pasar con su correspondencia durante el cierre de
los puertos en invierno por territorio español, por el consabido trayecto
Puigcerdá – Seo de Urgel – Andorra. Pero los españoles se lo vuelven a
negar.

Tres años más tarde comentarían que posiblemente fuera ésta solicitud la
que instigó a la Administración postal española a tomar por fin cartas en
el asunto y a poner realmente en marcha la reorganización del correo. No sé
sí realmente fue así[30] porque aún pasó más de un año hasta que se dieran
los primeros pasos previos para organizar una nueva administración postal
andorrana. Tan sólo a finales de mayo de 1926[31] se allana el camino
destinando oficialmente a dos funcionarios de Correos en comisión de
servicio a Andorra para que estudien sobre el terreno las necesidades y
posibilidades e hicieran propuestas para la realización del proyecto.
Parece que los franceses no se enteran de esas actividades. Los andorranos
sí se dan cuenta de las intenciones españolas y la reacción del Consejo
General es la decisión de promover una propia iniciativa postal[32] con el
fin de no depender más de los países vecinos en este aspecto y de ganar
algún dinero con el superávit que podía producir una administración propia
a través del negocio filatélico.

Mientras en Madrid se discutía y se preparaba el envío de sus funcionarios
de Correos para tantear las necesidades y posibilidades en Andorra se
presentó en los Valles un señor suizo, Friedrich Weilenmann, con un plan
para una administración postal propia andorrana. Antes de que entrara por
primera vez en contacto con el prefecto de Perpiñán a través de la Veguería
Francesa en febrero de 1926 ya había tenido contactos con las autoridades
españolas en Madrid y con las francesas en París.[33] Había venido a
Andorra proponiendo una administración postal propia de los Valles. Además
estaba dispuesto a organizarlo él mismo con la ayuda del Consejo General y
de encargarse de su funcionamiento a través de una concesión para su
explotación que esperaba conseguir. Por eso sus primeros contactos habían
tenido lugar con representantes del Consejo General y con el copríncipe
episcopal. Weilenmann, avalado por el ex-prelado Raymund Netzhammer, obispo
retirado de Bucarest, quien le servía de traductor e intérprete en la Seo,
expuso sus ideas junto con algunos miembros del Consejo General. El obispo
Guitart se convenció de la utilidad y viabilidad del plan y llegó a fiarse
totalmente de Weilenmann cuya iniciativa apoyaría también a través de su
influencia en el Consejo.

Seguro del consentimiento episcopal y del prometido apoyo de algunos
miembros influyentes del Consejo General fue a Madrid para tomar contactos
con los ministerios y departamentos competentes y proponerles sus planes.
Allí, sin embargo, estaba por fin en marcha la reorganización del correo
por parte española, cosa con la que nadie había contado ya después de
tantos intentos fallidos y tanta demora. Sin ponerle a Weilenmann al
corriente de los preparativos le dieron largas. De todas formas estos
encuentros no hubieran servido de mucho ya que no hubieran podido ser mucho
más que una primera toma de contacto.

De Madrid fue a París donde, apoyado por empleados de la Embajada suiza, se
presentó en el Quai d'Orsay para dar a conocer también allí sus proyectos.
Parece que en ésta ocasión tuvo más éxito porque en el ministerio le
sugirieron que presentara sus ideas y planes por escrito y de forma
detallada. O sea que desde París no hubo – como había pasado en el caso del
alemán Otto Bickel en 1893 – un rechazo frontal por ser el solicitante un
extranjero ajeno a los asuntos de Andorra.

Poco después se presenta Weilenmann en Perpiñán. Como el prefecto no estaba

expuso sus planes al veguer. Todavía seguía Carles Romeu de veguer quien
naturalmente tenía presentes las dificultades actuales del correo franco-
andorrano, los últimos intentos vanos de encontrar un remedio eficaz y toda
la larga historia de intentos fracasados en los últimos 30 años. El suizo
dijo actuar en nombre del Consejo General para lo cual no estaba autorizado
oficialmente. Sin embargo tuvo que contar con el apoyo de miembros
influyentes que le apoyaban o quizás también le utilizaban para hacer
prosperar la iniciativa propia del Consejo para organizar la cuestión
postal.[34] Contaba con el apoyo del obispo Guitart quien incluso le había
dado su apoyo en Madrid entregándole una carta de recomendación.

La primera impresión que tuvo el veguer fue que se trataba de una acción de
interés puramente comercial y así se lo transmitió al prefecto.[35] Al
mismo tiempo mandó una carta al Síndico General reprochándole que el
Consejo estaba tomando decisiones en un terreno que no le incumbía.[36] El
síndico contesta que no se ha tomado todavía ninguna decisión y que el
Consejo General aún no ha sido informado de las propuestas de Weilenmann.
Cuatro semanas más tarde el Consejo presenta un proyecto de contrato de
concesión[37] que el veguer cursa al prefecto.[38] Este estudia
detenidamente la cuestión y, obviamente dispuesto a dar una solución
definitiva al problema postal, manda una carta al Ministerio de Asuntos
Exteriores en la que intenta sondear la opinión y actitud de su superior.

La carta en la que contesta el ministro a su prefecto[39] es
sorprendentemente positiva. Aunque de entrada hace referencia expresa al
caso Bickel y recuerda la decisión tomada en aquel caso y el por qué, no
excluye la posibilidad de admitir esta vez la solicitud aunque el potencial
concesionario es extranjero.

En vistas de la mientras tanto ya asumida imposibilidad de garantizar un
servicio postal regular con la estructura organizativa actual y viendo que
desde París se le señalaron los contactos ya habidos allí con Weilenmann el
prefecto empieza a apostar también por la idea de una organización postal
propia de los Valles que pondría fin a las quejas y le quitaría un problema
de encima al permitirles una administración postal independiente dejándoles
así la solución de los problemas concretos y diarios a los propios
andorranos. La propuesta de Weilenmann podría ser una base válida para el
proyecto. La carta del ministro refleja muy bien el estado de ánimo y de
buena disposición de hacer algo provechoso para los andorranos. Tomar las
ideas del proyecto como base y punto de partida, profundizar y ampliar el
proyecto para llegar a diseñar un anteproyecto maduro.

El veguer se hizo cargo de un estudio exhaustivo de la situación postal
actual que debiera de servir de base para la toma de decisiones en París.
El resultado no fue muy alentador en cuanto a la eficacia del servicio se
refiere, cosa que era de esperar después de las constantes dificultades de
los últimos años y confirmaba las archiconocidas quejas ya expuestas.[40]
Pero precisamente esto aumentó las posibilidades de que se llegara a una
solución nueva.

¿Qué fue de esa iniciativa? ¿Por qué no prosperó? No sabemos si se llegó a
estudiar más a fondo la cuestión postal y si se llegó a trazar algún (ante-
) proyecto. Parece que no, porque los acontecimientos se precipitaron así
que no les dio tiempo a los franceses de terminar de diseñar un proyecto
"andorrano".

Cuando los españoles anuncian a finales de octubre o principios de
noviembre de 1927 oficialmente la inminente instalación de un nuevo
servicio de correo español en Andorra la noticia pilla de sorpresa a todos
los afectados: al obispo, a los andorranos y a los franceses. El obispo y
al menos el embajador de Francia en Madrid reciben la noticia a los pocos
días, pero no se percibe ninguna reacción oficial de ninguno de los
afectados. Parece que a las autoridades competentes les llegó la noticia
tarde. No he encontrado ningún documento del año 1927 que indique que el
prefecto y el veguer hubieran sido avisados de la nueva situación. Tampoco
hay nada que indique que quisieran dejar temporalmente en suspenso el
asunto hasta que se aclarase la situación y se pudiera determinar el
verdadero alcance de la medida española anunciada, cosa perfectamente
comprensible en esta situación. La falta de cartas de parte de la veguería,
el prefecto y el ministro en los últimos meses del año podría indicar algo
por el estilo.

Lo que sí parece claro es que los andorranos fueron los últimos en
enterarse. ¿O cómo hay que interpretar el comportamiento del Consejo
General en las siguientes semanas? Francesc Cairat[41] insta al battle que
se tome urgentemente una decisión en Perpiñán y París, cosa que podría
explicarse por el intento de adelantarse a la acción española anunciada
para el 1 de enero. Esto, sin embargo, parece no cuadrar con la decisión
del Consejo General relatada al prefecto por Pere Font[42] en la que se le
comunica que no se le ha concedido a Friedrich Weilenmann la concesión
solicitada o sea, por parte de los andorranos no se mueve nada en la
cuestión postal.

No se comprende por qué los andorranos no actuaran ni mencionaran tampoco
la medida española anunciada para la realización de la cual tenían que
haber empezado poco a poco los preparativos concretos en todas las
parroquias. ¿Por qué no dicen nada ni intentan presionar a los franceses
para poder adelantarse a la actuación española o incluso intentan impedirla
buscando una solución conjunta con el obispo Guitart que había firmado por
su parte el contrato de concesión del servicio de correo a Friedrich
Weilenmann?[43]

Aunque parezca mentira teniendo en cuenta los contactos fluidos que había
entre el copríncipe mitrado y el Ministerio de Asuntos Exteriores de Madrid
el obispo se quedó sorprendido con la medida española.[44] Sabía que en
Madrid desde hacía tiempo se estaba preparando algo pero no se imaginaba
que su propio plan que incluía también la puesta en práctica de las ideas
de Weilenmann se quedaría de la noche a la mañana obsoleto.

El Consejo General por otro lado había apoyado oficialmente a Fernando
Escalas en contra de la voluntad del obispo Guitart. La concesión dada a
Escalas comprendía tan sólo la emisión de sellos andorranos.[45] En
Perpiñán el Síndico General había apoyado a Weilenmann o mantenido un plan
idéntico[46] frente al prefecto y al veguer. Lo que querían los andorranos
era una administración propia, organizada enteramente por ellos mismos. Ese
sueño se empezó a esfumar.

El decreto del 30-10-1927 originó un gran desconcierto en los siguientes
meses. La puesta en marcha del servicio de correo español a principios del
1928 era un chorro de agua fría para el Consejo General que, antes de que
se inaugurara, se presentó con una delegación en Perpiñán para protestar
enérgicamente contra la medida.[47] Mientras que la gente de la calle,
ajena a las implicaciones políticas de la medida española, empieza a usar
el nuevo servicio sus representantes no paran de oponerse. No están de
acuerdo con ésta. Los franceses siguen recibiendo las quejas y el obispo se
pelea con Madrid y no sabe por dónde salir. En esa situación ocurre algo
insólito, nunca visto y hasta años más tarde nunca repetido en Andorra. Se
organiza el día 2 de junio una reunión tripartita en el Palacio Episcopal
de la Seo con representantes de las tres partes afectadas. La meta debió
ser, en un principio, encontrar una solución al problema postal planteado
por la actuación española.

El dossier[48] que redacta el veguer francés sobre las deliberaciones y los
resultados del encuentro demuestra, sin embargo, que finalmente no hubo
tales. ¿Qué había pasado? El obispo Guitart había firmado mientras tanto la
paz con el Ministro de Asuntos Exteriores de España. Habían llegado a un
acuerdo[49] que le daba al copríncipe algunas prerrogativas para sancionar
futuros cambios del sistema administrativo postal andorrano y derecho a
vetar decisiones relacionadas con el personal empleado. A cambio aceptó
abiertamente el nuevo "estatus quo postal" en Andorra.

Teniendo en cuenta ese desarrollo no puede extrañar que no solo no hubiera
habido deliberaciones sino que el obispo, además de explicar monologando
que aceptaría la situación actual, anunciara además la emisión de una nueva
serie de sellos con motivos andorranos "propios" por la Fábrica Nacional de
Moneda y Timbres en Madrid cuyos ensayos presentó a los participantes.

Así que en el fondo el primer encuentro tripartito acabó antes de haber
empezado. En vistas de la nueva situación los franceses se tuvieron que
replantear la cuestión postal ya que no había perspectiva viable para una
solución consensuada. Y al ver que incluso pudiendo presentar una solución
postal alternativa, sería jurídicamente muy difícil si no imposible de
quitarles la razón a los vecinos finalmente aceptaron los hechos
consumados. Pero al mismo tiempo decidieron demostrar a los españoles que
no eran menos que ellos y anunciaron que propondrían un cambio del artículo
referente a Andorra en el próximo congreso postal de la UPU en Londres
insistiendo en la igualdad de derechos de ambos países. Al mismo tiempo
empezaron a hacer planes para una propia administración postal francesa
paralela en los Valles.

Cuando los españoles vieron que los franceses estaban firmemente dispuestos
a organizar su propio correo y al ver que no iban a poder impedírselo
aceptaron la decisión francesa. Sin embargo intentaron evitar una discusión
sobre el asunto de Andorra en el seno del congreso de Londres. Tal
discusión entre los representantes de París y Madrid hubiera podido
fácilmente haber dado lugar a que alguna iniciativa andorrana pudiera
prosperar para ser admitida como miembro de derecho propio de la UPU, lo
cual hubiera supuesto para España un duro revés porque habría significado
probablemente una retirada forzada de aquel territorio. Así que les
propusieron a sus vecinos galos buscar una solución consensuada. El
resultado fue una moción franco-española conjunta para cambiar el artículo
40 de los estatutos de la UPU concediendo así a Francia los mismos derechos
que ellos tenían. La única condición que puso la parte española fue que en
el texto se les nombrara a ellos primero.[50] Esto fue el paso decisivo
para la implantación de una administracón postal francesa en Andorra.

En el contexto del conseguido consenso los demás pasos eran de mero trámite
institucional. Con los ojos puestos en las posibles consecuencias negativas
de un enfrentamiento sobre la cuestión postal andorrana, franceses y
españoles buscaron y encontraron un acuerdo. La buena voluntad y los
intereses políticos de ambas partes hacen ahora posible lo que antes no
podía ser. Aunque dura tan sólo cinco años[51] se acordó y practicó una
verdadera cooperación tal y como luego estaría reflejada en el acuerdo
firmado por ambas naciones.

A partir de la apertura del (nuevo) servicio francés se pone en práctica la
tan largamente deseada cooperación hispano-francesa, ratificada por la
parte española en la Real Orden nº 660 del 30 de junio de 1930. Del 15 de
junio al 1 de noviembre entraba en vigor el "horario de verano". Consistía
en llevar el correo saliente en un turismo desde San Julián vía la capital,
Encamp, Canillo, Soldeu, Pas de la Casa, luego por la N 20 a La Tour de
Carol desde donde seguiría su camino en tren. El correo entrante tomaba el
camino al revés. Durante el "horario de invierno", entre julio y octubre,
empleados españoles recogían la correspondencia y demás envíos en la
oficina francesa de Bourg-Madame para llevarlos en autobús hasta la Seo de
Urgel. Allí el "cartero francés" los recogía para llevarlos a su vez a los
Valles para su posterior reparto. El correo saliente se despachaba al revés
de forma análoga.

Con la implantación de la administración postal española para los
andorranos había cambiado la situación. En 1926 habían empezado una vez más
a soñar con un servicio postal propio y con algunos ingresos a través de
los beneficios para el arca pública que generaría éste. Pero ni los
esfuerzos de Fernando Escalas ni los de Fr. Weilenmann prosperaron. Las
protestas contra la medida pretendieron la retirada española con la ayuda
del gobierno francés y del obispo. Al ver que éste se posicionaba
finalmente al lado de los españoles y que los franceses a raíz del
desarrollo arriba relatado ya no siguieron con su plan de oponerse a la
iniciativa del país vecino y abandonaron su plan franco-andorrano sino que
desarrollaron su propio plan, los andorranos se quedaron solos con sus
protestas.

De no haber finalmente reorganizado España su servicio postal en los Valles
los andorranos podrían haber organizado un servicio propio, posiblemente
con el consentimiento de ambos copríncipes. Después de tantos fracasos los
franceses estaban dispuestos a estudiar seriamente la propuesta "suizo"-
andorrana y también el obispo-copríncipe apoyaba esa opción. Y España, lo
más tarde después de una solicitud correspondiente ante el siguiente
congreso postal por parte de los franceses, hubiera tenido que retirarse
del territorio andorrano.

La implantación del servicio postal francés cambia la situación
definitivamente. Al final tanto el servicio francés como el español se
habían implantado sin haber consultado y sin tener en cuenta ni la voluntad
ni los intereses del Consejo General.[52] Las contínuas protestas
andorranas no surtieron ningún efecto. Lo más interesante y revelante es la
amarga queja presentada ante el prefecto de Perpiñán con fecha del mismo
día de la apertura del "bureau" francés.

El texto de la nota de protesta que los andorranos mandan al prefecto de
Perpiñán[53] desvela claramente que las intenciones andorranas iban
bastante más allá de vetar el establecimiento de un servicio postal
francés. Rechazan los acuerdos franco-españoles del 30-6 y 25-7-1930 que
perpetúan la doble administración postal. Lo demuestran también las
decisiones tomadas por el Consejo General después de la así llamada
Revolución Andorrana en 1933 unos dos años más tarde.

En la sesión del 24 de febrero de 1933 se le nombra a Friedrich Weilenmann
ciudadano honorario de Andorra y se le concede la nacionalidad andorrana.
Además se le conceden plenos poderes para actuar en nombre del Consejo
General en la cuestión postal. La meta es el ingreso de Andorra como
miembro de pleno derecho en la UPU. Esta meta tenía una doble finalidad.
Primero obligaría a España y Francia a retirar sus administraciones
postales de los Valles. Segundo habría significado un primer reconocimiento
de Andorra en una organización internacional a lo que habría seguido el
intento de ser reconocido por la Sociedad de Naciones como miembro de pleno
derecho. Ambas, pues, hubieran podido ser un paso previo importante a la
independencia real de Andorra de sus copríncipes pretendida con una (nueva)
constitución[54] que quería dar comienzo a una nueva etapa política.

Weilenmann obtiene así por fin su ansiado mandato que venía pidiendo desde
1927 y sueña junto con la mayoría del Consejo General y muchos andorranos
de a pie durante un par de meses el sueño independista. Este, sin embargo,
tiene que ser enterrado en agosto cuando 50 gendarmes franceses al mando
del entonces teniente coronel Pierre Baulard entran en Andorra para poner
fin a la Revolución Andorrana en nombre de los copríncipes que quieren ver
restablecido el orden constitucional.

APO = Archives des Pyrénées Orientales, 1723 W, Délégation permanente pour
Andorre, carton 131 y carton 203, dossier Weilenmann
AMU = Archivo de la Mitra de Urgel, Serveis públics, 2.1, Correus
ASC = Arxiu dels set Claus, segle XIX y segle XIX
AMAE = Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores de España
AMAEF = Arxius del Ministeri d'Afers Estrangers Frances en el Arxiu
Nacional d'Andorra
LDA = Llibre d'actes
UPU = Unión Postal Universal
-----------------------
[1] Véase : François Dupré: Els serveis de la Poste Française s'estenen a
Andorra a partir del 16.6.1931, Andorra 1998 (por nombrar tan sólo un
ejemplo)
[2] En un principio la razón era probablemente que la gran mayoría de las
cartas enviadas era correspondencia oficial entre el Consejo General y las
parroquias y viceversa. Para las pocas cartas privadas se aprovechaba el
mismo servicio.
[3] Con él se mantenía la conexión postal con los Valles interrumpida por
el cierre de la frontera española y la falta de una organización postal por
parte de los carlistas en esa parte de los Pirineos.
[4] Es lo que recuerda el sous-prefecte de Prades, delegado permanente de
la República Francesa en Andorra en su carta del 4 de julio de 1882 al
Síndico General (ASC, segle XIX, 3896).
[5] Esto es lo que François Dupré dice en su libro [pág. 5; (paginación
propia: la versión catalana aquí citada no tiene páginación)] sin aportar
las pruebas documentales correspondientes. A pesar de esto no carece de
lógica.
[6] Los únicos cambios que hubo fueron cambios del texto, no del contenido.
Sólo se cambió la denominación inicial de "República del Valle de Andorra"
en Washington (1897) a "República de Andorra".
[7] Tampoco es el sitio de intentar dilucidar los entresijos de un
conflicto que duraría todavía más de un siglo.
[8] Como François Dupré explica y demuestra en su artículo "L'Etablissement
d'un bureau de poste français à Andorra la Vella le 19 septembre 1882...
reste sans lendemains!", el Consejo General insiste en que todos los
puestos que se crean para la administración del correo sean ocupados por
andorranos. Como la parte francesa no está dispuesta a acceder a esa
petición los andorranos terminan vetando el servicio.
[9] Ese carácter especial de ese servicio lo deja muy claro el veguer
Carles Romeu en su dossier sobre la situación del correo en Andorra del 8
de febrero de 1926 e, incluso antes de su instalación, advierte el Ministro
de la Administración de Correos de las complicaciones que pudieran resultar
de "l'ingérance des courriers français de la Viguerie dans
l'affranchisement et la distribution des correspondences sur le territoire
andorran..." (carta del 29-11-1886 al prefecto).
[10] Hubo varios intentos, p.e. en 1888, 1892, 1901.
[11] La razón de esa insumisión" era la negativa del Consejo de seguir
pagando los diezmos ecclesiásticos en especie tal como quería a toda costa
el obispo Casañas. Era un conflicto para el que no se encontró solución
hasta que llegara Juan Laguarda a ocupar la sede episcopal en 1902 quien,
sorprendentemente, resolvió el problema en pocos meses (ASC, segle XX,
4146).
[12] AMU, 2.1, 11063-61; ASC, segle XX, 4162
[13] véase Gerhard Lang-Valchs: Otto Bickel y su iniciativa postal de 1893,
Papers de recerca històrica 6. La Répública de San Marino le dedicó en 1997
incluso un sello. Bickel propuso primero al Consejo General y luego al
prefecto de Perpiñán organizar el correo en Andorra. La iniciativa fue
rechazada por ser Bickel extranjero. Un año antes había sido rechazada la
iniciativa del andorrano Francesc Plá de crear un sello andorrano para el
correo interno (ASC segle XIX, 3051/3054).
[14] AMAEF, Andorre 1896-1938, Z 70-5 [fondo sin inventarizar]
[15] La oposición al proyecto llegó tarde cuando el intento de instalar una
oficina de correo en la capital ya había sido cancelado por parte de los
españoles. [La parte francesa no se había enterado en ningún momento de lo
que realmente estaba planeado y de lo que iba a pasar y protestó por ende
por asuntos secundarios.] De no haber sido por existir un acuerdo oral
entre los representantes de ambos países en el reciente congreso postal de
Roma (abril a mayo de 1906) en el sentido de no tocar el artículo referente
a Andorra, ni en el Congreso Postal ni posteriormente a través de medidas
concretas, no se explica porque España renunció a esa medida que incluso ya
estaba puesta en marcha.
[16] http://apsc.free.fr/vt2-2/index.htm; [último acceso 17-3-2009, 20.58];
D. W. Tanner: The Postal History of Andorra (Part 2), Valira Torrent -
bulletin of the Andorran Philatelic Study Circle. Issue 2, p2-6 (Nov 1975)
[17] El conocido y normalmente bien informado filatélico alemán H. E.
Sieger publicó, probablemente en 1929, un folleto de distribución
restringida (50 ejemplares) en el que presenta todos los sellos andorranos
emitidos hasta la fecha y dice en la página 2 que el Congreso Postal de
Estocolmo encargó expresamente a España que se ocupara de una vez de la
reorganización de su servicio postal en los Valles. H. E. Sieger: Andorra.
Edición privada, Voigt & Gleiber, Frankfurt a. Main, [sin año].
[18] APO, 1723 W, Délégation permanente pour Andorre, carton 131, carta del
23-11-1917, ... Je viens d'apprendre que, par ordre de l'administration
postale en date du 1er novembre, le service de nos courriers français de
Porté à Andorre la Vieille a été suspendu. "
[19] Ibidem. "... que les courriers andorrans avaient été refoulés par le
barrage militaire." El cierre del paso fronterizo tenía tan sólo sentido si
se trataba de capturar a algún prófugo francés o a algún prisionero de
guerra alemán que se había escapado de un campo de prisioneros para
refugiarse (a través de Andorra) en España, un caso no tan infrecuente como
puede creerse. Estos campos para los soldados alemanes se encontraban no
lejos de la región pirenáica, en la misma región donde, después de la
Guerra Civil Española, se instalaría los campos de internamiento para los
refugiados españoles.
[20] APO, 1723 W, carta del veguer al prefecto del 13-05-1918
[21] No hay ninguna constancia documental de ningún plan español en esas
fechas. La falta total de pruebas y acciones concretas que hubieran podido
fundamentar tales afirmaciones así como la referencia a decisiones del
último Congreso Postal (que se había celebrado hacía nada menos que 12
años) parecen dejar bastante claro el carácter especulativo de las
informaciones referidas.
[22] APO, 1723 W, carta del veguer al prefecto del 09-06-1918, "...
officieusement..."
[23] Ibidem, carta del MAEF al prefecto del 12-07-1918
[24] Ibidem, carta del veguer al prefecto del 29-06-1918
[25] Ibidem, carta del veguer al prefecto del 01-06-1918
[26] Ibidem. "... il était nullement obligé à transporter la correspondance
des Vallées. "
[27] A parte de los dos carteros y el "receveur" el estado francés pagaba a
los telegrafistas de Soldeu, Canillo, Andorra y Sant Juliá.
[28] APO, DPA, 1723 W, carta del veguer al prefecto del 08-08-1925 ("Notre
service postal franco-andorran continue à provoquer des plaintes
justifiées.") y ("Je reçois de continuelles réclamations… ") carta del 12-
11-1926.
[29] Ibidem. Carta del 13-02-1925
[30] En mi trabajo sobre F. Weilenmann anteriormente citado había afirmado
que la firma de la 2ª Convención del Opio por parte del síndico Pere Font
fuera la razón que empujó a la administración española a empezar a actuar.
Después de haber visto los documentos de la Veguería de Andorra queda, sin
embargo, más probable que fuera la iniciativa francesa de conseguir el
transporte del correo por territorio español la desencadenante para que
arrancara la reorganización española de su servicio de correo.
[31] El anuncio oficial publicado en "La Gaceta de Madrid" lo recoge "La
Vanguardia" del 01-06-1926 (pág. 27, col. 3).
[32] LDA, 1, 259
[33] Gerhard Lang-Valchs, Papers de Recerca històrica, 5, [= GLV], pág.
[34] La iniciativa de Weilenmann había sido rechazada oficialmente, quizás
por ser apoyada por el obispo y/o por rencillas internas. El Consejo
apostaba oficialmente por Fernando Escalas al que había dado una concesión
postal que, sin embargo, no parece haber ido tan lejos como la propuesta
del suizo y se limitaba a la emisión de sellos. Así que ambas iniciativas
eran en el fondo compatibles.
[35] APO, W 1723, cartón 203, carta del veguer al prefecto del 11-02-1927
[36] Ibidem. La carta correspondiente no se ha conservado pero se deduce el
contenido de la respuesta del síndico al prefecto del 17-03.
[37] Ibidem, carta del síndico al veguer del 13-04
[38] Ibidem, carta del veguer al prefecto del 07-05
[39] Ibidem, carta del ministro al prefecto del 30-06
[40] APO, W 1723, cartón 203, carta del veguer al prefecto del 5-8-1927
[41] APO, W 1723, cartón 203, carta del battle al prefecto del 30-10
[42] Ibidem, carta del síndico general al prefecto del 21-11
[43] AMAE, R 444, 195/195a [contrato de concesión en francés con la firma
episcopal, fecha 16-10-1927]
[44] Un futuro trabajo se ocupará de los intrínculis del asunto que no
importan en el contexto de este artículo.
[45] Y no hay constancia de que F. Escalas hubiera desarrollado ningún plan
concreto para la organización de una administración andorrana. Ni lo
menciona en su renuncia parcial a la concesión (AMU .....) Los ensayos
encontrados por Bacquer (......) en .... tienen que ser fruto de sus
intentos.
[46] El veguer opina que el Consejo General apoya a Weilenmann en secreto
y/o hace suyas sus propuestas. La razón para esa postura poco clara pueden
ser rencillas internas o la intención de jugar a dos cartas.
[47] La Vanguardia del 05-12-1928, pág. 27, col. 3
[48] APO, 1723 W, carta del veguer al prefecto del 11-06-1928
[49] La intensa correspondencia entre el obispo y el ministro de Asuntos
Exteriores en Madrid revela el descontento y desacuerdo del obispo con la
medida española. Frente a la insistente negativa española a cualquier
cambio el copríncipe – viendo que cualquier medida de fuerza de su parte
sería necesariamente infructuosa – se inclinó hacia un arreglo que le daba
ciertas competencias en cuanto a futuros cambios en el campo postal.

[50] AMAE, R 444, 129/129a
[51] La Guerra Civil Española, la Segunda Guerra mundial y el régimen de
Franco volvieron a cambiar el panorama otra vez.
[52] APO, 1723 W, carta del Consejo General del 20 de mayo de 1931 dirigida
al prefecto: "... sense l'expres consentiment i la correspondent
autorizació ..."
[53] Ibidem. "... no poden pas escapar al general anatema fulminant por la
Sobirania del Poble, maxim conquesta de la gran Revolució Francesa."
[54] LDA, 1, 280a
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