La operación anfibia y batalla de la isla Tercera en las Azores de 1583

Share Embed


Descripción

*El

siguiente artículo apareció publicado en el Homenaje a Manuel Ballesteros 2. Boletín de la Academia Puertorriqueña de la Historia 24-25, no. 67-70. La operación anfibia y batalla de la isla Tercera en las Azores de 1583 Dr. Lajos Szászdi León-Borja

1. Introducción. Mucho se ha escrito sobre temas relacionados a la guerra naval a fines del siglo XVI, como la Armada de 1588 contra Inglaterra o los ataques ingleses contra las posesiones españolas y comercio en el Nuevo Mundo por parte de personajes como Francis Drake y John Hawkins. Normalmente lo que se ha escrito acerca de estos tópicos pinta la historia naval del periodo como caracterizada por el declinar del poderío naval español como contraste al surgimiento de Inglaterra como una potencia naval victoriosa e invicta. El propósito de este trabajo es demostrar que España antes de la jornada de Inglaterra de 1588 era capaz de llevar a cabo operaciones anfibias con un cuidado y preparación que sólo una potencia marítima de primer orden podía ejecutar. La campaña anfibia contra la isla Tercera en el archipiélago de las Azores revela un poderío naval que España fue capaz de mantener hasta mucho después de 1588, como también el que poseía un ejército de primer orden y la capacidad y organización de transportar por mar miles de soldados a gran distancia de la Península Ibérica en el Atlántico. Este estudio también se propone dilucidar qué lecciones se pueden obtener de la expedición anfibia de 1583 a las Azores desde el punto de vista de los principios de la guerra moderna.

1

2 2. El Reino de Portugal en 1580 y España. El origen de las causas que condujo a España a llevar a cabo operaciones militares en el archipiélago portugués de las Azores está estrechamente ligado a: la crisis dinástica que padeció Portugal tras la prematura muerte en 1578 de su joven Rey, Don Sebastián de Avís, sin haber dejado sucesión; a que la mayor parte de las Azores desafiasen el derecho de Don Felipe II de España al trono vacante una vez que éste ocupa Portugal; y por la amenaza a la seguridad de las comunicaciones entre España y América que la política internacional creó en esas islas a raíz de la crisis portuguesa. Después que el breve reinado de Don Enrique, anciano cardenal que fue tío de Don Sebastián, terminase en 1580 con su fallecimiento, Portugal se halló sin monarca. Alegando derechos dinásticos, Don Felipe II, cuya madre fue una princesa real portuguesa, vio una oportunidad para adquirir el reino vecino, para así realizar un viejo sueño político, que era el de la unificación de los reinos ibéricos en un solo estado. Haciendo uso de su influencia política dentro de Portugal, y de su impresionante poderío militar, Felipe II ocupó el país sin mucha oposición, en aquel año de 1580. Casi toda la nobleza mercantil portuguesa y la Iglesia apoyaron la unión, al sentirse los nobles atraídos, entre otras cosas, por la protección militar que las fuerzas españolas podían proporcionar para la defensa del imperio ultramarino lusitano. La masa del pueblo y miembros del bajo clero, en cambio, parecían estar opuestos a la unión con España, ya que su nacionalismo portugués era más importante que cualquier argumento económico o de seguridad a favor de la unidad peninsular.1 Tratando de sacar ventaja de estos sentimientos populares de independencia, Don Antonio, Prior de Crato, candidato al trono portugués por ser de sangre real aunque nacido hijo natural, decidió buscar en el extranjero la ayuda necesaria para tratar de

2

3 ganar la corona portuguesa, ya en manos de Felipe II. Don Antonio pidió apoyo político y asistencia militar a Inglaterra y Francia, dos de los principales rivales europeos de España. Francia fue la potencia que más medios militares le proporcionó al Prior de Crato. La Reina Isabel I de Inglaterra, interesada más en apoderarse de las riquezas españolas y portuguesas de las Indias, para cuyo expolio las Azores concedían a los piratas ingleses una base de operaciones ideal, atendió a las ambiciones de Don Antonio dándole ayuda para su causa, aunque esta asistencia era menos considerable que la francesa.2 Pero tanto a Inglaterra como a Francia no se les podía escapar la realidad que la incorporación de Portugal y sus colonias a los dominios del Rey Prudente hacía de la monarquía filipina un estado mundial en el que nunca se ponía el sol.3

3. La lucha por las Islas Azores, 1581-1582. Francia en gran medida proporcionó el apoyo que Don Antonio buscaba. El Rey Enrique III Valois, pero en particular la Reina madre Catalina de Médicis, no perdían ninguna oportunidad de importancia para oponerse a la política de Felipe II. Sin duda que toda ayuda tiene un precio, y así el Prior de Crato prometió a Catalina de Médicis cederle a Francia la posesión de Brasil, de la isla de Madera y de la Guinea, y el derecho a comerciar con las Indias Orientales portuguesas,4 una vez que ganase el trono de Portugal gracias a la asistencia francesa. Para poder triunfar, Don Antonio necesitaba de territorios leales portugueses que le pudiesen apoyar militarmente y, en particular, económicamente. Este problema se resolvió parcialmente con las Azores, donde de las nueve islas que forman el archipiélago, todas excepto dos rehusaron reconocer a Felipe II como su Rey, declarándose leales a Don Antonio.5 Para Felipe II, el hecho que la mayor parte de las Azores se rebelase contra él era intolerable, pero la razón primordial para intervenir contra éstas era la crucial posición

3

4 estratégica del archipiélago. El renombrado historiador John Lynch claramente comprendió esto al escribir: “En las Azores, . . . la intervención española era decisiva, por ser éstas un punto estratégico en las comunicaciones imperiales (con América, Africa y las Indias Orientales), un lugar de parada para las flotas provenientes de las Indias”.6 Ya en 1581 hubo un intento español de conquistar la isla Tercera, donde se hallaba la sede del gobierno del archipiélago, siendo la segunda isla en importancia de las Azores después de la de San Miguel, la cual en cambio era leal a Felipe II. Tercera se convirtió en el centro de la resistencia portuguesa a Felipe II y en importante base para las fuerzas que apoyaban al Prior de Crato. Por ello se le ordenó al Capitán Don Pedro de Valdés que tomase posiciones con los seis navíos bajo su mando en los accesos a las islas de Corvo y Flores, las más occidentales de las Azores, en espera de las flotas de Indias para darles escolta en su viaje de regreso a España. Pero Valdés pensó que teniendo 600 soldados bajo su mando podía ejecutar un golpe de mano capturando por sorpresa a la isla Tercera. Con todo, esta acción iba en contra de sus órdenes reales.7 Don Pedro de Valdés apareció de súbito ante la población de Praya, la segunda más importante de Tercera y provista de una buena bahía, bombardeando la villa y sus puntos fortificados. Valdés comentó después cómo él ordenó a 350 de sus soldados a embarcarse en unas cuatro “barcas” que llevaba, en caso de que la ocasión para desembarcar se presentase, durante el intercambio de fuego con los fuertes. Aproximadamente hubiera cargado cada barca con unos 87 hombres armados y equipados. Valdés explica que para proteger a su infantería en las barcas, hizo que éstas fuesen puestas a resguardo del fuego enemigo arrimándolas a aquellos costados de los galeones que no estaban participando en el cañoneo. De acuerdo a Fernández Duro, desembarcó en una pequeña bahía cerca de Praya a sus 350 soldados aprestados al

4

5 amanecer del 25 de julio, con el propósito de ganar una cabeza de playa y a continuación ocupar una “montaña” que dominaba la población, para fortificarla en espera de refuerzos.8 Pero de acuerdo a una fuente de la época, y al conocimiento que se tiene actualmente en la isla Tercera, el desembarco de los soldados de Valdés se realizó en la bahía de Salga.9 Así, de acuerdo a un informe hecho en abril de 1582 por dos espías de Felipe II sobre las defensas de la Tercera y lugares para desembarcar fuerzas, fue “. . . el puerto de la casa de Salga, donde desembarcó la gente de don Pedro de Valdés”.10 Esta relación se hizo unos nueve meses tras la acción del contingente de Valdés, estando muy fresca la memoria de la localización del desembarco. La localización del sitio donde desembarcó Don Pedro de Valdés es confirmada en la “Relación de los fuertes que hay desde la ciudad de Angla hasta la punta de la villa de Playa, y artillería que se halló en ellos”, donde se refiere al “puerto de Casa Salga, donde se perdió D. Pedro de Valdés”.11 El puerto de Salga tendría como en el presente una profundidad de hasta 13 metros junto a la costa, haciéndolo idóneo para el desembarco de navíos de alto bordo que usarían el puerto como fondeadero.12 Valdés ordenó a sus tropas desembarcadas que esperasen atrincherados en la elevación de terreno hasta que les diese nuevas órdenes, pero sus capitanes desobedecieron sus instrucciones, y marcharon contra la villa más cercana. Fueron atacados en un barranco por más de 2,000 defensores que iban a caballo o a pie, pero los españoles mantuvieron firmes sus posiciones y los rechazaron. Poco después, los isleños soltaron en el barranco más de 500 bueyes y vacas en estampida, forzando a las tropas españolas a perder sus posiciones y caer en confusión. Los defensores entonces atacaron, matando a más de 200 del grupo original de 350 soldados que desembarcó. El hijo de Valdés, que mandaba la fuerza en tierra, y un sobrino del Marqués de Santa Cruz se hallaban entre los caídos.13

5

6 No lejos del puerto de Salga, en dirección este en el interior, se halla una elevación de 148 metros de altura, la cual probablemente fue la “altura dominante de la villa” a la que se refería Fernández Duro, al hablar de la “montaña” que Don Pedro de Valdés decidió fortificar, atrincherando su contingente desembarcado.14 Esta altura va a ser identificada en este estudio como la Colina 148. Hay que recordar que la villa más cercana a esta altura era la de San Sebastián y no la de Praya, a mitad de camino entre la capital de Angra y la villa de Praya. Es interesante notar que Valdés eligió, como lo hizo dos años después Don Alvaro de Bazán, un punto geográfico para desembarcar sus fuerzas entre Angra y Praya, probablemente usando la misma lógica empleada por el Marqués de Santa Cruz en 1583, de que le tomaría más tiempo al grueso de las fuerzas defensoras llegar desde éstas poblaciones, las principales de la Tercera, donde estaban acuartelados hasta el lugar del desembarco, si éste se hallaba a medio camino entre las dichas Angra y Praya. Tras haberse cañoneado con las defensas de Praya, y habiendo recibido algunos daños en sus navíos, con su galeón Almiranta recibiendo dos impactos y un galeón portugués de su flota un cañonazo en la línea de flotación,15 Valdés no desembarcó cerca de la villa de Praya, a pesar que tenía sus barcas de desembarco listas para hacerlo. Las defensas de Praya junto con la pérdida del efecto sorpresa le habrían convencido de la necesidad de efectuar su desembarco en la bahía de Salga por las razones aducidas. Es de notar también que el lugar elegido por el Marqués de Santa Cruz para el desembarco de sus fuerzas no se encontraba muy lejos de la bahía de Salga. El desembarco de 1583 se efectuó, de acuerdo a Fernández Duro, en la caleta “llamada das Molas”, o “Porto Mole, junto a S. Sebastiao” de acuerdo a Costa Quintella.16 La localización se encontraba al parecer en la bahía das Mós,17 la cual está localizada entre la Punta das Contendas y la isla da Mina, al sur de la villa de San Sebastián.18 Basándose en relaciones contemporáneas, se deduce que la

6

7 bahía donde desembarcaron las fuerzas españolas en 1583, la bahía das Mós, estaba aparentemente flanqueada por la llamada Punta de Santa Catalina, que no ha de confundirse con la punta del mismo nombre al extremo sur de la bahía de Praya. Así, en 1582 espías en favor de España la describen como “una cala que llaman la punta de Santa Catalina; queda al sur de la villa de San Sebastián”.19 Otra relación, de la campaña de 1583 escrita por un padre jesuita portugués, habla de cómo la fuerza de desembarco española “acometió el puerto de Santa Catalina, dos leguas de Angra”,20 que es la distancia aproximada de la bahía das Mós a la capital de la isla. La relación francesa de lo acaecido en la Tercera dice que las barcas de desembarco españolas remolcadas por las galeras “llegaron á Santa Catalina, donde estaba el capitán Bourguignon y dos compañías portuguesas”,21 siendo este capitán francés el que la relación oficial española de los sucesos coincide como el que dirigió la defensa del fuerte de das Molas, que los españoles llamaban las Muelas,22 en la bahía das Mós. ¿Podría ser acaso que la actual Punta das Contendas haya sido originalmente conocida en 1583 como la Punta de Santa Catalina, pero que este nombre haya sido eventualmente substituido por el de las “Contiendas”, en memoria de los combates entre las fuerzas defensoras franco-portuguesas y las atacantes españolas durante y tras el desembarco anfibio de éstas aquel año? Como escribió Andrés de Morales, el secretario de Don Alvaro de Bazán durante la campaña, en carta dirigida al Rey, cuando la flota española arribó a la Tercera “. . . llegó el marqués de Sancta Cruz con el armada . . . sobre la villa de san seuastian . . . por tener entendido que era la más cómoda parte para hazer la desembarcacion”.23 Esta villa se halla entre la ciudad de Angra y la villa de Praya, aproximadamente a igual distancia de una y otra donde se encontraban concentradas la artillería y fuerzas francesas y portuguesas. La ventaja estratégica del lugar elegido por Valdés para desembarcar su contingente en 1581, un lugar a mitad de

7

8 camino de Angra y Praya, habría motivado al Marqués de Santa Cruz a elegir por las mismas razones la bahía de das Mós, cercana al puerto de Salga y al sur de San Sebastián, para la invasión de la Tercera dos años después. Operaciones ofensivas contra las Azores rebeldes empezaron a ser organizadas a partir de la primavera de 1582. Se formó una flota que iba a estar bajo el mando de Don Alvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, quien era Capitán General de las galeras de España. Para facilitar el desembarco anfibio, se construyeron para la ocasión “ochenta barcas chatas, con cierto mecanismo de planchas para el desembarco”. La armada hispano-portuguesa zarpó de Lisboa con Alvaro de Bazán como su Capitán General en dirección a las Azores.24 Mientras tanto, la armada francesa con 60 navíos bajo el mando de Filippo Strozzi arribó a las Azores para asistir al Prior de Crato a reducir a su obediencia las únicas islas leales a Felipe II, que eran las de San Miguel y Santa María. Don Antonio fue con la flota francesa a San Miguel, donde al menos un cuerpo de 3,000 soldados desembarcó para conquistarla. Esta fuerza estuvo en buena posición para reducir el último foco de resistencia española, en el castillo de la capital isleña de Punta Delgada, cuando en eso apareció sobre el horizonte la armada al mando del Marqués de Santa Cruz. Las fuerzas navales opuestas se combatieron en la gran batalla naval de San Miguel del 26 de julio de 1582. La flota bajo el mando de Don Alvaro de Bazán con sus 25 navíos se enfrentó a la francesa de 60. El resultado fue una victoria decisiva para las armas de Felipe II, no perdiendo la armada bajo el Marqués de Santa Cruz ningún barco, mientras que los franceses sufrieron la pérdida de 10 de sus navíos durante el combate.25 Por añadidura, 11 navíos ingleses combatieron como parte de la flota francesa, perdiendo al menos 3 en la batalla.26

8

9 4. Las defensas de Tercera. La armada hispano-portuguesa mantuvo su dominio del mar en el archipiélago después de su victoria de 1582 en la batalla de San Miguel. El próximo paso militar por parte de Felipe II era capturar el principal foco rebelde, la isla Tercera, segunda en importancia después de San Miguel. Las defensas de la isla eran considerables después de tres años de resistencia contra el monarca español. Cuando en Francia se supo que España estaba preparando otra fuerza naval para invadir Tercera a mediados de 1583, Enrique III y Catalina de Médicis enviaron otra flota de 14 navíos armados con refuerzos para la isla en forma de 1,700 soldados, de acuerdo a Fernández Duro, bajo el mando del general Monsieur de Chaste, comendador de la Orden de San Juan. En Tercera ya había un contingente francés de 1,000 hombres que allí había quedado tras la derrota naval del año anterior bajo el mando del maestre de campo D’Angarnagues.27 Dos relaciones españolas de la época hablan de un contingente de 1,500 tropas profesionales o “soldados de socorro” bajo el mando del comendador de Chaste que había en la isla Tercera.28 Este contingente de soldados, constituyendo “nueve compañías de infantería”, fue la ayuda formal que la Reina madre de Francia proporcionó a Don Antonio en 1583. Habría que añadir a estas 9 compañías que se quedaron en Tercera para su defensa una décima compañía con unos 100 hombres bajo el mando del capitán Carles de Bordeaux, que también vino con el socorro de De Chaste pero que éste la envió a la isla de Fayal para reforzar su guarnición.29 Había en la fuerza que vino bajo el mando del comendador de Chaste una undécima compañía de infantería “particular” bajo el mando de Du Mayet, comendador de la Orden de San Juan, constituida por voluntarios y caballeros.30 Esta undécima compañía pudo añadir alrededor de 100 soldados voluntarios más a los 1,600 puestos oficialmente bajo el comendador de Chaste, completando la cifra de 1,700 tropas citada por Fernández Duro. Cuando la flota francesa que llevaba al

9

10 contingente de socorro llega a Tercera el 11 de junio de 1583,31 ya había unos más de 1,000 soldados profesionales franceses32 repartidos en nueve compañías,33 que habían quedado del año anterior para la defensa de la isla. Para fortalecer la defensa de la Tercera, el general de Chaste distribuye sus compañías de infantería “por la costa” y ordena “formar una línea con los navíos que había traído . . . para defensa del puerto [de Angra], con lo cual se podía utilizar en tierra parte de la gente” que los barcos franceses trajeron por tripulación.34 La expedición francesa transportaba también 100 cañones de grueso calibre para reforzar las fortificaciones de Tercera. Los defensores portugueses de la isla sumaban un total de alrededor de 9,000 hombres bajo el mando de Don Manuel de Silva, Conde de Torres Vedras, nombrado por Don Antonio virrey de las Azores. Otro contingente francés adicional de 400 soldados ya defendía la isla sudoeste de Fayal, que con la compañía bajo el capitán Carles de Bordeaux que se les unió aumentó a 500 soldados la fuerza de infantería francesa en esta isla. Así, el número total de efectivos de infantería francesa en las Azores sumaba 3,100 hombres. Para esta campaña de apoyo a la Tercera Inglaterra proporcionó sólo una pequeña fuerza de 100 a 200 hombres, posiblemente divididos en dos compañías.35 Basándose en fuentes contemporáneas, parece ser que una compañía de ingleses fue enviada a reforzar la guarnición de Fayal, pero también hubieron ingleses entre los defensores que se enfrentaron a la invasión española anfibia de la isla Tercera, quizás componiendo otra compañía, pues un jesuita portugués relató que “el colegio” en Angra “estaba lleno de franceses e ingleses heridos” tras la batalla.36 El gran total de fuerzas defensoras terrestres portuguesas, francesas e inglesas en las Azores sumaría hasta unos 12,300 hombres, sin contarse la guarnición portuguesa de Fayal, habiendo tan sólo en Tercera unos 11,700, si se incluye una compañía inglesa de alrededor de 100 hombres.

10

11 Mr. de Chaste no estaba satisfecho con las obras de fortificación portuguesas en Tercera, reconstruyendo y mejorando las defensas existentes o construyendo nuevas. Cuando la invasión española se llevó a cabo, habían en la isla 44 fuertes, de los cuales 31 eran de construcción “de fábrica, con aljibes ó pozos”, cada uno de ellos conectado por una red de trincheras.37 Las fortificaciones se extendían por la costa sur de la isla desde un punto al oeste no muy lejos de la Punta de San Mateo – posiblemente el lugar conocido actualmente como Porto Negrito, estando San Mateo a su vez al oeste de la ciudad de Angra o Angla, capital de la isla - hasta la villa de Praya o Playa al este.38 En particular, para marzo de 1582 las defensas de Angra consistían al menos en “dos fortalezas: una en la entrada de la punta del Brasil, otra en el puerto de las Pipas”, siendo esta última el fuerte de San Sebastián, teniendo además “el puerto una plataforma con cuatro pieças de artillería que defiende la entrada de la ciudad”.39 Para fines de julio de 1583, la ciudad de Angra y la costa al oeste de ésta estaban protegidas por un sistema de fortificaciones artilladas que comprendía: el castillo de San Sebastián, defendido por 13 piezas de artillería más un cañón de bronce inutilizado; el fuerte de San Benito, en la falda norte del monte del Brasil, armado con 6 piezas de artillería; otra pieza de artillería en una trinchera aledaña al fuerte de San Benito; el fuerte de San Antonio en la punta del monte del Brasil, seguramente la aludida fortaleza “en la entrada de la punta del Brasil”, provisto de 10 piezas de artillería que le habrían permitido dominar el acceso al puerto de las Pipas de Angra; en la parte oeste del monte del Brasil se hallaba el fuerte “el Cimbrero” o “Zimbrero”, defendido por 5 piezas; el fuerte “los Fanaes” o el “Fanal”, con 3 piezas de hierro, localizado “en esta misma punta del Brasil” en la parte del oeste, probablemente ante la actual Baía do Fanal; el fuerte “O Alcaide” con 3 piezas; el fuerte de “Ladera grande” o de “la Ladera de Pedro González” ante la cala “que se llama la viña de

11

12 Pero González”, “siguiendo la costa” al oeste del monte del Brasil, defendido con 2 piezas de hierro; el fuertecillo de “la Huerta del bachiller Rubio” armado con 3 piezas de hierro; una pieza de hierro en la trinchera “de Pombada” siguiendo la costa al oeste de Angra, probablemente ante la cala de Pombal; el fuerte de “la Prayna” localizado más hacia el oeste ante la cala de “Prayña de Albarnaz”, provisto de 5 piezas; una pieza de hierro en una trinchera junto al fuerte “la Prayna” por atrás; el fuerte de “Azogue” defendido por 5 piezas de artillería; y el fuerte de San Mateo, construido ante la cala del mismo nombre y defendido por 5 piezas, con 2 más “de hierro rotas”, y rodeado de trincheras con 4 piezas de artillería adicionales.40 La defensa del puerto de Angra se completaba con los navíos de la flota francesa que transportó las fuerzas de socorro del general de Chaste, que incluía dos navíos ingleses, y las naves de la armada de Don Antonio: entre ambas habían “16 naves algo mayores, entre ellas un galeón inglés”, 10 carabelas y otras naves menores para un total de 31 barcos, de los cuales 14 de los más grandes formaban parte de la flota que trajo al contingente francés de refuerzo. En total los 31 navíos en el puerto de Angra llevaban 91 piezas de artillería.41 El asalto directo por las fuerzas del Marqués de Santa Cruz contra la capital de la Tercera hubiera sido una empresa muy costosa en cuanto a bajas se refiere, quizás inclusive con riesgo de derrota, en vista del número de piezas de artillería disponibles para la defensa de Angra y sus inmediaciones, unas 132 de diversos calibres, además de la concentración de obras de fortificación y de fuerzas defensoras, que incluirían el grueso de la fuerza de socorro del comendador de Chaste. Desde Angra hacia el este y en dirección a la villa de Praya, las defensas con piezas de artillería consistían en: una trinchera con 2 piezas de artillería, emplazada ante “los isleos” o Ilhéus das Cabras; el fuerte de San Antonio de Porto Judío, en Porto Judeu, defendido por 5 piezas; el fuerte de Pico de Salvador Coello, armado con 2 piezas de artillería y llamado por el

12

13 “pico” de ese nombre, el cual posiblemente es la elevación de 70 metros de altura localizada aproximadamente entre Porto Judeu y el puerto de Salga, lugar que no estaba fortificado en abril de 1582; el fuerte del puerto de Salga, con 7 piezas; el fuerte de “las Muelas” o “das Molas”, en la bahía das Mós, con 6 piezas para su defensa, de las cuales una de hierro estaba “rota” al ser registrada por los españoles, quizás inutilizada por un tiro de artillería de los galeras de la armada de Don Alvaro de Bazán que dieron apoyo directo al desembarco con su fuego; el fuerte “de enfrente de [la villa de] San Sebastián”, cuya artillería fue sacada por los defensores el día del desembarco español en la bahía das Mós para emplazarla “por el cerro alto”, en un intento de detener el avance de las fuerzas invasoras tierra adentro; el “fuerte grande” de la villa de San Sebastián en Porto Novo, con 14 piezas de artillería; el fuerte en “la punta de Rivera Seca”, con 2 piezas de hierro; la “fortaleza de las Perezosas”, con 4 piezas; la “fortaleza de Porto Martín”, defendida con 7 piezas; y una trinchera delante del fuerte de Porto Martín, con 5 piezas.42 La bahía de Praya se extiende desde la punta de Santa Catalina, al sur, hasta la actual Ponta do Espíritu Santo hacia el norte, y al este de la villa. El sistema de fortificaciones y obras defensivas provistos de artillería de Praya comprendía de sur a norte: el fuerte de Santa Catalina, con 7 piezas de artillería; el “castillo . . . do Pao”, defendido con 3 piezas; la “fortaleza de Medio Faul”, con 4 piezas; el fuerte de San Antón “de piedra y barro”, posiblemente junto a la desembocadura del arroyo de Santo Antao, provisto de 11 piezas de artillería; “un baluarte que está junto a la playa”, con 3 piezas; la “fortaleza” de las Chagas, con 7 piezas; el “fuerte que está en la playa, llamado San Francisco”, defendido con 5 piezas; el fuerte de Nuestra Señora de la Luz, con 5 piezas; el fuerte de San Pedro, con 6 piezas; el fuerte de Santa Cruz, con 8 piezas; el fuerte de la Concepción, con cinco piezas; en una trinchera que conectaba los fuertes de Santa Cruz y la Concepción, 4 piezas de artillería; y un revellín armado con 2 piezas “que está encima

13

14 de la punta”, ubicado probablemente en la Ponta do Espíritu Santo, quizás en el lugar donde actualmente está el Forte do Espíritu Santo en el extremo norte de la bahía. Al parecer “más adelante” del revellín había un fuerte con 4 piezas, y en “otro fuerte delante deste” llamado de “Porto da Caci” habían 4 piezas de artillería más. Los fuertes y baluartes de Praya estaban así provistos “con artillería que limpia la vahía”. Estos fuertes como también aquellos entre Praya y las defensas de Angra estaban conectados por trincheras y cortinas hechas de fajinas y arena, “con traveses que los defienden y guardan.”43 El sistema defensivo de Praya tenía un total de 78 piezas de artillería, de las cuales al menos unas 70 estarían en posición de “limpiar la bahía” en una acción en contra de un desembarco español en la misma bahía de Praya. Almacenados en Angra se hallaron en cuanto a piezas de artillería 4 falconetes de bronce, habiendo en Praya guardados 4 piezas de artillería más. Además de las balas de artillería que cada fuerte y batería poseían listos para ser usados, en Praya se cuantificaron almacenadas unas 5,600 balas de hierro de artillería, y 100 “balas de piedra y de cañón” adicionales.44 Las defensas de la Tercera tenían no menos de 297 piezas de artillería de todos los calibres en condición estructural de ser usadas, mas 4 inutilizadas, para un total de 301 piezas de hierro y de bronce.45 De éstas, 91 estaban en las naves dentro del puerto de Angra. Del total, 100 piezas de grueso calibre habían sido traídas con el socorro francés del comendador de Chaste. Estaban también las piezas de artillería dentro del fuerte delante de la villa de San Sebastián, que fueron sacadas de sus muros para oponerse a las fuerzas españolas desembarcadas, y aquellas otras piezas que junto con las del fuerte fueron llevadas a la Colina 148, donde los defensores franceses se atrincheraron para detener el avance español desde su cabeza de playa hacia el interior. El número de piezas de artillería de los defensores en la

14

15 Colina 148 pudo ser hasta de “15 cañones gruesos”,46 que se añadirían a las 297 ó 298 en condición de disparar el día del desembarco.

5. Las fuerzas españolas y medidas para la campaña. La armada española de 1583 se componía antes de salir de Lisboa de 98 barcos de todo tipo y tonelaje, incluyendo “2 galeazas, 12 galeras, 5 galeones, 31 naves, 41 pataches, zabras y carabelas” más “7 barcas grandes chatas” llevadas a remolque para efectuar los desembarcos anfibios. Tan sólo el desplazamiento de los galeones y naves totalizaba 20,217 toneladas.47 Cuando aparece ante la isla Tercera, la armada transportaba para la operación anfibia cuatro tercios más una coronelía de alemanes, ésta última unidad equivalente a un tercio (con sólo la mitad de sus cuadros) en cuanto a número de efectivos se refiere. La principal unidad de la fuerza de desembarco estaba constituida por el tercio del Maestre de Campo General Don Lope de Figueroa, compuesto de 20 compañías de infantería, y aunque la relación contemporánea “Razón de la infantería española é italiana y alemana que se embarca en las naves desta armada del año de 1583” da un total de 3,741 hombres componiendo este tercio, la suma total de los contingentes de cada una de sus compañías de acuerdo a esta misma fuente da una cifra de 3,721 soldados para el tercio de Figueroa.48 El segundo tercio transportado era el del Maestre de Campo Don Francisco de Bobadilla, constituido por 12 compañías. Aunque la relación le atribuye un total de 2,082 soldados, la cuenta del número de hombres de cada una de sus 12 compañías da un total de 2,090 hombres para el tercio de Bobadilla. El tercer tercio estaba bajo el mando del Maestre de Campo Don Juan de Sandoval. Conocido también como el tercio de Portugal, se componía de 7 compañías del Castillo de Lisboa, 4 compañías estacionadas en Oporto y 4 compañías de

15

16 Andalucía, aunque las compañías de Lisboa procedían originalmente del tercio de Nápoles, y las de Oporto de los tercios de Lombardía y Sicilia, acuartelados en estas ciudades como guarnición (aunque parece que las compañías de Lombardía y Sicilia no estaban sólo basadas en Oporto sino entre los ríos Duero y Miño). El tercio de Sandoval tenía un total de 1,525 soldados.49 El cuarto tercio estaba bajo el mando del Maestre de Campo Agustín Íñiguez de Zárate, y aunque la relación “Razón de la infantería española é italiana y alemana” le adjudicaba un total de 2,208 hombres, la suma de los efectivos dados por la misma relación para cada una de sus 17 compañías da un total de 2,288 soldados para este tercio, cifra que se aproxima al número de “2,300” que atribuye al tercio de Íñiguez la “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera y adyacentes, efectuada por el Marqués de Santa Cruz”. Este tercio fue recogido y embarcado por Don Alvaro de Bazán en las 12 galeras de su flota para la jornada de la isla Tercera tras parar primero su armada en la isla de San Miguel. Tras la batalla naval de San Miguel del año anterior, el Marqués de Santa Cruz había dejado para protección de esta isla 2,000 hombres que incluían, de acuerdo a Fernández Duro, “los heridos y enfermos”, bajo el mando de Íñiguez. Para la operación anfibia de 1583 se habrían incorporado al tercio de Agustín Íñiguez parte de los 500 soldados españoles que defendieron la isla de San Miguel en 1582 contra 3,000 atacantes desembarcados por la flota francesa de Strozzi, cuando en eso aparece la armada del Marqués de Santa Cruz que terminó enfrentándose días después con la de Francia. El capitán Don Juan del Castillo mandaba esta fuerza española que defendía en 1582 el castillo de Punta Delgada, la capital de San Miguel, cuando la aparición de la flota de Don Alvaro de Bazán fuerza a los franceses a levantar el asedio contra la plaza. En la relación “Razón de la infantería española é italiana y alemana” aparece como parte del tercio de Agustín Íñiguez una compañía de 136 soldados bajo el mando de un “D. Juan del Castrillo”, quien

16

17 probablemente era en realidad Don Juan del Castillo, el defensor del castillo de Punta Delgada en 1582.50 La quinta unidad de importancia embarcada en la expedición de 1583 era la coronelía de soldados alemanes bajo el mando del general conde Jerónimo de Lodrón, con 4 compañías y un total de 1,500 hombres. A la fuerza de desembarco se añadían 3 compañías de italianos con 217 soldados, tras contarse el número de efectivos de cada compañía (aunque el total dado por la misma relación “Razón de la infantería española é italiana y alemana” es de 214 hombres), y una compañía de portugueses. Esta última compañía pudo haber estado constituida por los 120 “fidalgos y caballeros portugueses” que como voluntarios se habrían embarcado en la armada además de las tropas profesionales mencionadas, de acuerdo al registro oficial de gente embarcada en Lisboa. Dicha compañía de voluntarios portugueses estaba bajo el mando del capitán Don Félix de Aragón.51 Gaspar García de Alarcón habla en su poema de que 200 “hidalgos lusitanos”que eran “todos aventureros” sin paga se embarcaron bajo el mando de Don Félix de Aragón, lo cual se vería respaldado por el historiador Costa Quintella, quien escribió que D. Félix de Aragón mandó dos compañías de portugueses en la campaña.52 La cifra más conservadora, empero, sería la de 120 portugueses en una sola compañía bajo el mando de Don Félix de Aragón, ya que la relación oficial española más de una vez habla sólo de una compañía. De acuerdo a la cifra total dada por la relación “Razón de la infantería española é italiana y alemana”, la armada española transportó a la isla Tercera 11,270 soldados para su captura. En cambio, la “Relación del estado en que va el Armada . . . para la empresa de la isla Tercera, de que es Capitán general el Marqués de Santa Cruz” de 1583 registraba una cifra total de 11,441 “gente de guerra” que iría embarcada en la flota. Esta relación, redactada en Lisboa antes de que la armada zarpase rumbo a la isla Tercera, preveía que la flota recogiese 2,600 hombres de

17

18 “la gente que se ha de tomar en San Miguel”. Se ha visto que en cambio se registró una suma de 2,288 tropas del tercio de Agustín Íñiguez que se embarcó en la isla de San Miguel, de acuerdo a las cifras contenidas en la relación “Razón de la infantería española é italiana y alemana”. Si se suman los números proporcionados por esta relación para los soldados que habían en cada una de las compañías de los tercios y otras unidades que fueron a la invasión de la isla Tercera, el total que se obtiene tras uno hacer la suma de los efectivos de todas las compañías que se embarcaron es de 11,341 hombres, no muy diferente al total de 11,441 de la “Relación del estado en que va el Armada . . . para la empresa de la isla Tercera” de Lisboa. La cifra más cercana al número de soldados del ejército español que participó en la campaña de la isla Tercera sería probablemente de 11,461 hombres, si añadimos la compañía suelta de portugueses que participó en la expedición. Al ejército embarcado se añadían 6,531 marinos y remeros de la armada,53 para un total de 17,992 gente de mar y guerra. A estos se añadían 180 “caballeros y personas particulares con sus criados”, 24 “capitanes de infantería” con entretenidos o aspirantes a oficio, 26 caballeros con entretenidos, 56 alféreces con entretenidos, 10 sargentos con entretenidos, 20 “soldados particulares” con entretenidos, además de religiosos embarcados y de los miembros del hospital de campaña que llevaba la armada, compuesto de “clérigos, mayordomos, administradores, boticario, cirujano y los demás oficiales necesarios”.54 Con todos estos, el número de gente embarcada en la expedición contra la isla Tercera habría sido de más de 18,308 personas cuando la armada aparece ante la isla. De acuerdo a la “Relación del estado en que va el Armada . . . para la empresa de la isla Tercera”, las “siete barcas grandes chatas (fueron) hechas á propósito para desembarcar infantería, con ciertos artificios . . .”55 en forma de “mecanismo de puente” para facilitar el desembarco.56 Gaspar García de Alarcón, testigo presencial de la campaña de 1583 de las

18

19 Azores, da en su poema épico sobre la conquista de la isla Tercera - verdadera relación lírica de la jornada – una descripción detallada de las barcas chatas de desembarco: Pues ver tantos esquifes que cruzaban Y ver en nuestra armada el aparato, Que hacían hasta saltar [los soldados] en los barcones, Adonde iba la industria de pontones. Había unas barcas chatas por tal arte Fabricadas, que en proa por los lados Llevaban á la una y á otra parte Dos muy gruesos tablones levantados, Y una cuerda muy recia que se ensarte La polea, y los quicios bien holgados, Con argollas de hierro en que se encajen Las puentes, con que suban y se bajen.57 Las barcas chatas usaban como mecanismo de puente los “dos muy gruesos tablones”, que como dos puentes habrían sido tendidos desde la proa de las barcas sobre la orilla para facilitar el desembarco de los soldados plenamente equipados. Las barcas chatas usadas en la Tercera tenían individualmente una capacidad de transporte de al menos 42 hombres. Unas 22 barcas chatas grandes adicionales ya se hallaban en la isla de San Miguel en espera de la operación anfibia contra la Tercera.58 La armada española destinada a someter la isla Tercera llevaba, de acuerdo a las relaciones contemporáneas, alimentos y provisiones suficientes para mantener por cuatro o por cinco meses a las más de 18,308 bocas que iban a bordo.59 La Capitana de Don Alvaro de Bazán, el Galeón de Su Majestad San Martín de Portugal, portando 1,200 toneladas de desplazamiento y con unas 48 piezas de artillería (número de piezas que tenía en 1588), era sin duda el mayor y más poderoso navío de la armada, donde se hallaba su consejo de guerra para la operación de la isla Tercera. Aunque oficialmente salieron de Lisboa 120 marineros y 120 soldados embarcados en el galeón San Martín, 240 en

19

20 total, se habla en otra relación de que “ivan en aquel galeón solamente obra de seiscientas personas”, que habrían incluido oficiales, caballeros y particulares acompañados de sus criados y entretenidos. Se habla también que el Marqués de Santa Cruz a unos padres jesuitas que iban en su Capitana “los . . . hazía comer en su mesa con treinta hidalgos”.60 La mesa del Capitán General en la Capitana Real, de grandes dimensiones para acomodar a tantos comensales, habría sido utilizada también para las sesiones del consejo de guerra del Marqués de Santa Cruz, reuniéndose a su alrededor sus oficiales y estado mayor para discutir y planear las operaciones de desembarco y conquista de la isla Tercera. Al arribar a ésta, el estado mayor de Don Alvaro de Bazán habría incluido a “los generales de mar D. Cristóbal de Eraso y Juan Martínez de Recalde; los de tierra don Pedro de Toledo, marqués de Villafranca, duque de Fernandina; D. Pedro de Padilla, capitán general de Orán, y D. Lope de Figueroa, maestre de campo general; veedor D. Jorge Manrique; auditor el licenciado Cristóbal Mosquera de Figueroa; administrador del hospital don Juan de Benavides y Bazán, canónigo de Salamanca, sobrino del Marqués, sin los subalternos”. Otros miembros del estado mayor que habrían participado en el consejo de guerra del Capitán General habrían sido los maestres de campo de los cuatro tercios embarcados, que aparte de Don Lope de Figueroa eran Don Francisco de Bobadilla, Don Juan de Sandoval y Agustín Íñiguez, incluyéndose además el general conde Jerónimo de Lodrón de la coronelía de alemanes, el comandante de las tres compañías italianas Luis de Pignatelli, el capitán de la compañía de portugueses Don Félix de Aragón, y Juan de Urbina, quien tras la conquista de Tercera fue nombrado gobernador de la isla y maestre de campo de las tropas dejadas bajo su mando para la defensa.61 Ante la isla Tercera y durante los preparativos para el desembarco, habrían estado presentes en las deliberaciones del consejo de guerra Marolín de Juan, capitán del galeón San

20

21 Martín, y Diego de Medrano, capitán de la Capitana de las Galeras de España, 12 en total durante la campaña.62 Medrano habría tomado parte en la planificación del plan de desembarco como parte del consejo de guerra del Marqués de Santa Cruz, posiblemente junto con al menos algunos de los otros once capitanes de las galeras, en vista del importante papel que estos barcos jugaron en apoyo del desembarco anfibio. Se puede apreciar que por medio de su consejo de guerra Don Alvaro de Bazán mantenía unidad de mando y coordinación de esfuerzos para la preparación y conducción de la operación de desembarco y la subsiguiente de combate en suelo de la isla Tercera. Había una clara cadena de mando y control durante la campaña de conquista de esta isla. Don Alvaro de Bazán expidió órdenes estableciendo las reglas de conducta para la disciplina militar de sus soldados como de sus oficiales de mar y tierra durante la campaña. Así, por ejemplo, se prohibía a los soldados a cambiarse de aquellas compañías a las que habían sido asignados, o se les prohibía sin permiso previo a cambiar el tipo de arma con la cual les pagaban sus servicios, siendo así que el piquero tenía que permanecer con la pica y el arcabucero con el arcabuz. También se le instruía a los soldados a no actuar en combate por encima de las órdenes de sus superiores, “sino seguir sus capitanes con gran orden, á pena de que será castigado”. El mando centralizado y control sobre desembarcos de la flota se mantenía al ordenarse: “Que si surgiere ó ancorare en alguna parte, no salga nadie en tierra, ni vaya barca, ni batel, ni otro género de barcos en tierra, sin licencia de la Capitana”. Con referencia al desembarco y combate en playa hostil, se ordenó: “Que ningún soldado se retire estando peleando, diciendo que le falta algo, á pena de galera, y que al herido que lo retire uno solo hasta el agua, y que los marineros lo recojan, y que el soldado vuelva a pelear”.63 Estando la flota dotada de un barco hospital, llevaba éste instrucciones de desembarcar

21

22 su equipo médico de campaña, efectos y provisiones de hospital, y medicamentos una vez que se hubiese consolidado una cabeza de playa.64 El Marqués de Santa Cruz poseía información detallada sobre las defensas y puntos de acceso a la isla, y como Fernández Duro expuso, el Capitán General sabía sobre “ciertos pormenores importantes de los fuertes, embarcaderos, distribución de las compañías francesas y servicio que hacían en alternativa con las [compañías portuguesas] del país; altura de las trincheras, baterías y calibre de las piezas”.65 Don Alvaro de Bazán tenía sin duda un buen servicio de inteligencia.

6. Las operaciones anfibias en las Azores, 1583. La armada española zarpó de Lisboa el 23 de junio rumbo a las Azores, las 12 galeras llegando primero a la isla de San Miguel durante la primera semana de julio mientras que al resto de la flota le tomó más de una semana tras la llegada de las galeras para acabar de congregarse en San Miguel. Se dio orden a que el tercio de Agustín Íñiguez de 2,288 soldados se embarcase en las 12 galeras, y que se embarcasen en la armada la artillería de asedio, las cureñas, carros y equipo necesarios para el manejo de las piezas de artillería, las mulas necesarias para tirar las piezas, las municiones y pertrechos almacenados en San Miguel, como también las 22 “barcas grandes chatas hechas á propósito para desembarcar infantería” que se hallaban en esta isla en espera de ser transportadas para la campaña.66 Finalmente la flota arribó a la isla Tercera en la mañana del 23 de julio, un sábado.67 Como llegó cuando todavía era obscuro, Don Alvaro de Bazán demostró su mando y control sobre su numerosa fuerza naval al ordenar que ningún navío se separase ni navegase por su cuenta por la costa, para impedir que sus barcos embarrancasen en la obscuridad, sino que todos

22

23 estuviesen juntos y detenidos hasta el amanecer.68 Apareciendo primeramente cuando ya era de día ante “la playa de la villa de San Sebastián”, en la Baía da Vila, la armada española provocó la alarma y el fuego de la artillería de los fuertes que defendían la costa, “de los cuales tiraron muchos cañonazos al galeón donde iba el Marqués de Santa Cruz”.69 Con antelación, el comendador de Chaste había distribuido las compañías de la fuerza francesa entre las defensas de la costa de Tercera.70 Aparte del fuego artillero franco-portugués desde los fuertes y baterías, los españoles a bordo de la armada vieron un gran movimiento de tropas con sus banderas (cada bandera representaría una compañía) y de caballería a lo largo de la costa, estando ésta toda defendida en el tramo costero que vieron ese primer día entre las villas de San Sebastián y Praya, llegando la flota española ante un surgidero “en dirección de Praya, más arriba de la villa de San Sebastián”, tras navegar desde el sur en dirección norte por la costa este, sin los navíos contestar con sus cañones a los tiros que atraían.71 El surgidero donde dio fondo la armada estaba a menos de una legua de la bahía das Mós y la cala das Molas, y a una legua de la villa de Praya.72 El lugar del fondeadero de acuerdo a estas distancias estaría en la pequeña bahía ante Porto Martíns. Esta bahía tiene una profundidad de unos 11.5 metros, proporcionando cierto abrigo.73 Una relación española habla de que por la parte de la villa de San Sebastián, donde apareció la armada primero, habían “siete fuertes y trincheras” desde donde les cañoneaban el primer día, estando los fuertes conectados por trincheras ocupadas por mucha infantería. Otra relación describe que al sur eran ocho los fuertes hallados, vistos mientras la flota española navegaba frente a la costa tras haber llegado el día 23.74 Los navíos españoles siguieron un curso desde el sur, frente a San Sebastián, en dirección norte hacia Praya. Al menos habrían habido cinco fuertes y trincheras con artillería observados, seguramente identificados por el

23

24 fuego de sus cañones, desde San Sebastián hasta Porto Martíns: el fuerte delante de la villa de San Sebastián, el fuerte de Porto Novo, el fuerte en “la punta de Rivera Seca”, la “fortaleza de las Perezosas”, la “fortaleza de Porto Martín”, y una trinchera delante del fuerte de Porto Martín, con 5 piezas, para un total de 32 piezas de artillería sin incluir las del fuerte “de enfrente de San Sebastián”. Tras fondear toda la armada en la dicha bahía por la tarde del día 23, fuera del alcance de la artillería enemiga pero viendo lo fortificada que estaba la costa (había entre San Sebastián y Praya hasta 21 fuertes y baterías artilladas más los complejos de trincheras), haciendo difícil y costoso un desembarco por esas partes, decide Don Alvaro de Bazán enviar un emisario con bandera de parlamento en una barca hacia uno de los dos fuertes de San Sebastián, para ofrecer condiciones honrosas y generosas a los defensores si se rendía la isla.75 Al parecer, otro propósito de esta misión era que aún si se rechazaba la oferta, se podría aprovechar la oportunidad para reconocer el fuerte y sus accesos. Al acercarse a tierra, hizo a la barca “retirar a cañonazos el comendador Du Mayet, para que no reconociera el desembarcadero” desde los dos fuertes, disparándole también sus soldados con mosquetes o arcabuces.76 Du Mayet estaba al mando de los caballeros voluntarios y aventureros franceses. Un indicio de que el primer intento español de enviar a los defensores la oferta de rendición de la isla iba dirigido a uno de los fuertes de San Sebastián es el que el comendador Du Mayet, quien ordenó el fuego de cañones contra los parlamentarios españoles, dirigió el primer contraataque francés contra las tropas españolas desembarcadas.77 Esto querría decir que Du Mayet se hallaba cerca de la bahía das Mós, y por ello en San Sebastián, probablemente dirigiendo las fuerzas francesas en la zona antes del desembarco.

24

25 El Capitán General de la armada expedicionaria ordenó el día 23 a sus galeras, siendo las más veloces, a que recorriesen la costa de la isla hacia el sur y el oeste, o sea, desde el fondeadero de la flota en dirección hacia la capital de la isla, para reconocer la ciudad de Angra, las fuerzas y defensas en la costa. El Marqués de Santa Cruz también instruyó a sus galeras que en la noche del 23 al 24 de julio navegasen cerca de la costa para provocar falsas alarmas de ataque, al menos “tocandoles arma por tres partes”, con la intención de haber causado confusión entre las fuerzas franco-portugueses, las cuales, ante cada amago de agresión, respondieron con fuego nutrido de artillería desde sus fuertes. Completada su misión, por la mañana del 24 regresaron “todas” las galeras al grueso de la flota, demostrando su utilidad polivalente al volver remolcando a navíos que por la calma de los vientos habían quedado rezagados del resto de la armada.78 El 24 ó el 25 de julio Don Alvaro de Bazán hizo otro intento de enviar la oferta del Rey de perdón y rendición a Don Manuel de Silva, Conde de Torres Vedras, y a sus aliados franceses, en una carta que llevaron a Praya dos portugueses, la cual esta vez se entregó pero fue rechazada.79 En estos días el Conde de Torres Vedras, quien comandaba las fuerzas portuguesas leales a Don Antonio en Tercera, se encontraba en la ciudad de Angra, habiéndole encomendado a Don Juan de Castro el mando de las tropas portuguesas en la villa de Praya, donde al parecer se hallaba concentrada la caballería portuguesa. Esto parecía indicar que los defensores esperaban el desembarco español en Praya, una apreciación que sin duda habría sido confirmada por la presencia de la armada del Marqués de Santa Cruz no muy lejos de la bahía de Praya. Mientras tanto, el comendador de Chaste, junto con el maestre de campo D’Angarnagues, quien mandaba las 9 compañías francesas de infantería que estaban en la isla

25

26 Tercera cuando llega el socorro de las 10 compañías al mando de De Chaste, y el comendador Du Mayet, que vino junto al socorro mandando la undécima compañía de caballeros voluntarios y aventureros, se preparaban para repeler el desembarco.80 El día 24 Don Alvaro de Bazán abordó la Capitana de las galeras de España junto con los maestres de campo de los tercios embarcados para navegar alrededor de toda la isla y reconocer sus costas y defensas en busca del mejor lugar para desembarcar.81 Esta no era una empresa fácil no sólo por las defensas de Tercera pero en particular por ser la isla de costas muy abruptas y poco accesibles, no habiendo, con la excepción del de Angra y la bahía de Praya, puertos sino ensenadas y calas desprotegidas al mar y al viento. En resumidas cuentas, la costa está rodeada de altos acantilados inabordables y pocas playas.82 Con el Marqués de Santa Cruz iban en la galera Capitana: el Maestre de Campo General Don Lope de Figueroa, los Maestres de Campo Don Francisco de Bobadilla, Don Juan de Sandoval y Agustín Íñiguez de Zárate; el general Conde Jerónimo de Lodrón; los generales de tierra Don Pedro de Toledo y Don Pedro de Padilla; los generales de mar Don Cristóbal de Eraso y Juan Martínez de Recalde; y Juan de Urbina. Se determinó por el reconocimiento que tanto la parte de Angra como la de Praya en la isla estaban bien “fortificadas”, con sistemas de trincheras y buen número de artillería, obra sin duda de franceses porque “son grandes hombres de fortificaçiones y reparos”.83 El 24 de julio “la mayor parte de las naves hizo salva de cañón al anochecer, contestando el enemigo desde sus reductos”, que habrían sido el fuerte y trinchera artillados de Porto Martíns, por la víspera de la fiesta de Santiago Apóstol y en celebración del santo.84 Por la noche las galeras volvieron a navegar próximas a la costa para causar falsas alarmas “por diferentes partes” para confundir a los defensores. Junto a las galeras iban otros “bajeles de remo” que participaban con éstas en provocar alarmas entre las fuerzas enemigas.85 Estos

26

27 “bajeles de remo” habrían sido las zabras de la armada, barcos auxiliares ligeros que llevaban alrededor de 24 remos en total, y que de acuerdo a Casado Soto, las zabras “hacían la función de avisos, correos y remolcadores” y que “ a pesar de su modesto porte, eran capaces de embarcar un estimable número de gente y soportar unas cuantas piezas de artillería de pequeño y mediano calibre”.86 El lunes día 25, tras haber examinado las costas de la isla en la galera Capitana, Don Alvaro de Bazán instruyó a sus generales Don Pedro de Padilla y Don Cristóbal de Eraso “con los ingenieros y otros pilotos y marineros pláticos para que tornassen á reconoçer una parte de la ysla”, enviando por la parte opuesta de la costa a maestres de campo acompañados de capitanes, embarcados en “barcas” o “embarcaciones pequeñas” para “determinar el lugar por donde se cometería la entrada que fuese menos peligrosa”.87 Se reconocieron las aguas costeras en busca de profundidades adecuadas donde los barcos de apoyo del desembarco se pudiesen acercar con seguridad. El Marqués de Santa Cruz al parecer envió a los Maestres de Campo Don Francisco de Bobadilla y Agustín Íñiguez en esta misión de reconocimiento costero, ya que Bobadilla y su tercio participarían en la vanguardia del desembarco, apoyados por Íñiguez y sus tropas. La parte de la costa donde habrían ido a reconocer Bobadilla e Íñiguez habría sido hacia el oeste, entre la villa de San Sebastián y la ciudad de Angra. García de Alarcón dice que había un lugar llamado “la viña” que se había considerado como una posibilidad donde desembarcar, al parecer visto por Don Alvaro de Bazán el día anterior, y a donde fueron estos maestres de campo para reconocerlo más de cerca.88 Aunque habrían habido en aquella época muchas viñas en la costa sur de la Tercera, destaca una localidad factible para identificar “la viña” a la que se refería el poeta testigo de la campaña. En la relación de espionaje de abril de 1582 hecha por Juan Díaz de Carvalla y

27

28 Bartolomé Fernández se dice que hacia el oeste y a “casi una legua” de Porto Judeu se hallaban “las viñas de las feyteras, donde no hay artillería, ni guardia, ni sospechavan que podía ser este lugar aparejado para desembarcar; allí puede salir cantidad de gente y marchar luego, . . . juzgando que es lugar muy acomodado para desembarcar sin ningún peligro; está una legua de la ciudad” de Angra.89 Lo interesante es que en el documento al margen de la referencia a las “viñas de las feyteras” alguien escribió “Ojo.” destacando la importancia del lugar, y alguien también subrayó el nombre “viñas de las feyteras”, realzando el interés en este sitio. Las observaciones sobre esta relación son: “Descifrada. Notas de Secretaría al margen. Aneja a la carta de don Bernardino de 9 de abril . . .”90 Este documento en cuestión fue enviado por Don Bernardino de Mendoza, embajador de Felipe II en Londres, junto con su carta al Rey del 9 de abril de 1582.91 El Rey Prudente habría estado consciente de la aparente importancia de las dichas viñas para realizar un desembarco anfibio, y este parecer habría sido pasado al Marqués de Santa Cruz y sus generales. Las llamadas “viñas de feyteras” habrían estado localizadas en la costa al sur de la actual localidad de Feteira.92 Mas Bobadilla e Íñiguez desde su barca vieron que el lugar de “la viña” estaba “fortalecido”, muy expuesto, y que era difícil para el asalto anfibio.93 Es probable que de este lugar haber sido las viñas de Feteira, aunque no hubiese habido artillería allí, pues no consta en la relación española de los fuertes y trincheras con piezas de artillería hallados tras la batalla, habría estado defendido por reductos y trincheras con infantería, y su proximidad a Angra habría facilitado a las tropas defensoras en esta ciudad acudir al lugar del desembarco con prontitud y antes de que los españoles pudiesen desembarcar un número suficiente de tropas para asegurar una cabeza de playa. Bobadilla e Íñiguez procedieron a reconocer el resto de la costa y en dirección este arribaron ante das Molas, en la bahía das Mós, la cual consideraron óptima para un desembarco,

28

29 de “anchurosa entrada”, y a la cual no podría llegar una fuerza de socorro prontamente.94 La bahía das Mós tiene una profundidad de 24 metros, y en su esquina norte junto a la costa tiene 10 metros de profundidad.95 Mientras se llevaban a cabo estas tareas de reconocimiento, el Marqués de Santa Cruz estaba con la armada haciendo los preparativos finales y tomando las medidas necesarias para el desembarco y conquista de la isla. Tras reunirse en consejo el Capitán General con sus generales y maestres de campo, después del reconocimiento llevado a cabo por estos, se decide desembarcar en das Molas, aunque ésta estuviese resguardada por un fuerte y trincheras, al considerarse “impracticable” el desembarcar por la “costa brava”,96 la cual habría sido las costas oeste y norte de la isla. También el día 25, y posiblemente como parte de un plan de distracción contra los defensores, volvieron “á Praya las galeras y continuaron el reconocimiento”,97 para dar la impresión que el desembarco se efectuaría en la bahía de la villa. El mismo día por la noche, y como parte de los preparativos finales para el desembarco, el Marqués de Santa Cruz ordenó que la mayor parte de los soldados y en particular las piezas de artillería fuesen transbordadas de los navíos de alto bordo donde iban transportados a las barcas chatas de desembarco y las barcas de las naves, a las embarcaciones de poco calado como las carabelas, pataches y zabras, y a las galeras que tomarían parte directa en el asalto. Las galeras remolcarían las barcas desde donde desembarcarían los soldados. Don Alvaro de Bazán también instruyó que unas 4 galeras tocasen “falsa alarma por dos o tres partes de la isla para que la gente de la isla se embarazase allí donde se tocaba el arma” y así el desembarco en el sitio designado tuviese menos oposición por la confusión que causasen las galeras.98 Aunque en dos de las fuentes anteriormente citadas se habla de pinazas como uno de los tipos de embarcaciones ligeras usados para el desembarco, el registro oficial de la armada española antes

29

30 de zarpar de Lisboa para la campaña no incluye pinazas, aparte de los pataches y carabelas, pero sí zabras, las cuales por su poco calado y ligereza habrían participado en el transporte de tropas hacia la bahía das Mós. Al salir de Lisboa la flota bajo el mando del Marqués de Santa Cruz incluía 12 pataches, 15 zabras, y 14 carabelas portuguesas. Al llegar a la isla Tercera la armada contaba con un total de 29 barcas chatas grandes de desembarco.99 Se puede apreciar que para esta campaña el Marqués de Santa Cruz iba provisto de toda una serie de embarcaciones auxiliares ligeras de poco calado aptas para apoyar una operación de desembarco anfibio, siendo al menos 41 en total entre pataches, zabras y carabelas, utilizadas para el transporte de tropas desde el surgidero donde estaba la armada hasta la bahía das Mós, además de las galeras, que por su poco calado les permitía acercarse a la playa para proporcionar apoyo directo con sus cañones de proa, y con el fuego de mosquetes y arcabuces de las tropas que transportase. Las galeras también eran necesarias gracias a su navegación por remo para remolcar con mayor rapidez táctica las barcas especializadas de desembarco hasta una distancia cercana a la orilla. Las zabras habrían demostrado su utilidad para la operación de desembarco no sólo sirviendo como transporte de tropas desde el fondeadero de la armada hasta la bahía das Mós, pero particularmente por su navegación a remo, lo que les habría permitido remolcar a otras naves ligeras como pataches y carabelas, también cargados de tropas, hasta el lugar del desembarco. Al parecer, de las 12 galeras disponibles, unas 8 habrían apoyado directamente el desembarco. Cuatro tendrían la misión de bogar sin la impedimenta de remolcar barcas de desembarco hasta la bahía das Mós, para limpiar de barcas enemigas la bahía, probablemente servir de descubierta también, y enfrentar el fuerte y las trincheras con su fuego. Como mínimo, otras cuatro tuvieron la tarea de remolcar cada una entre 7 y 8 barcas chatas grandes de

30

31 desembarco.100 Como habían unas 29 barcas chatas, 3 de las galeras habrían remolcado 7 barcas y la cuarta 8. Las galeras asignadas a remolcar las barcas chatas no habrían participado en el cañoneo de las obras defensivas en la cala de das Molas, manteniéndose al margen de la acción y cada una sosteniendo el cabo con que remolcaron y mantenían aseguradas a las barcas chatas, para impedir que se fuesen a la deriva y desperdigasen en la bahía, en espera de la orden de iniciar el desembarco para así soltar el cabo y que las barcas con los soldados fuesen bogando hasta la playa.101 El Capitán General también instruyó a Diego de Medrano, quien mandaba las galeras, a que reforzase la obra muerta de las galeras que iban a participar en la operación de desembarco para protegerlas del fuego enemigo, reforzando las proas de espolón, haciendo poner “gruesas pavesadas de tablones” en cada banda de las galeras, dejando a éstas “perfectamente defendidas con sacos de lona, cuerdas y tablas”.102 Las galeras con la misión de bombardear las defensas de la cala de das Molas habrían llevado cada una al menos unos 50-60 arcabuceros y mosqueteros,103 para con su fuego abatir a los defensores y así cubrir el desembarco. La galera Capitana, la que habría estado entre las cuatro que bombardearon las fortificaciones, por su mayor tamaño104 pudo haber llevado más soldados con armas de fuego, en vista del papel central que iba a jugar en el ataque. Al parecer, las galeras que participaron en la operación no habrían transportado tropas de desembarco, su misión consistiendo en dar apoyo artillero directo al desembarco para destruir las defensas de das Molas y en remolcar a las barcas chatas y otras naves hasta el lugar. Se les pide además a los remeros forzados de las galeras que bogasen con esfuerzo para lograr la velocidad que le permitiese a estas naves llegar al objetivo más brevemente, necesario para la ejecución de la operación.105

31

32 A las tres de la madrugada del martes 26 de julio, día de Santa Ana y aniversario de su victoria naval sobre la armada francesa el año anterior, el Marqués de Santa Cruz partió con la flota de desembarco desde el fondeadero de la armada, en o cerca de la bahía de Porto Martíns, hasta la bahía das Mós, a “casi una legua” de distancia. Las galeras iban remolcando las barcas de desembarco e iban acompañadas de las naves ligeras de la armada: los pataches, zabras y probablemente también las carabelas, en total transportándose al menos los 4,500 soldados de la primera oleada de desembarco. Las al menos 4 galeras que iban remolcando embarcaciones hacia la cala das Molas habrían como mínimo remolcado 7-8 barcas chatas grandes con hasta 42 soldados equipados por barca, cada soldado con provisiones para tres días, para un total de 29 barcas chatas que habrían sido remolcadas con unas 1,218 tropas de infantería en ellas. García de Alarcón habla de que las galeras remolcaron aquella noche “más de cuarenta barcos”, lo cual habría implicado que aparte de las 7-8 barcas chatas, habrían sido remolcadas por galera, de sólo haber habido cuatro de éstas para tal propósito, al menos unas 3-4 embarcaciones adicionales, para unas 10-11 embarcaciones remolcadas por galera. De ser así, un mínimo de 41 embarcaciones habrían sido remolcadas, incluyéndose las barcas chatas, de haber cada una de las 4 galeras de remolque haber remolcado al menos unas 3 naves auxiliares adicionales. De acuerdo a la relación oficial española, las galeras remolcaron además de las barcas de desembarco a “pataches y pinazas”. El precio de esta labor de remolque fue que las galeras no pudieron sacar ventaja de sus remos para obtener más velocidad en su navegación, embarazadas por el número de embarcaciones cargadas de tropas que las cuatro remolcaban, además de los soldados embarcados en las dichas galeras.106 Las 15 zabras con sus remos habrían por lo menos remolcado a otra nave auxiliar, hubiese sido ésta patache o carabela.

32

33 Con 4,500 soldados españoles en la primera oleada de desembarco, y considerándose que unos 1,218 irían en las barcas chatas de desembarco, se podría estimar que aproximadamente unos 80 soldados habrían sido transportados en cada uno de los 41 barcos ligeros auxiliares desde el grueso de la armada en o cerca de la bahía de Porto Martíns hasta la bahía das Mós. De los 41 barcos ligeros transportar unos 80 soldados cada uno, habrían llevado a la bahía das Mós unos 3,280 de la primera oleada de desembarco, que junto a los 1,218 soldados transportados en las barcas chatas sumarían unos 4,498, número que coincide con los 4,500 mencionados en las fuentes. Empero, habían además de los 12 pataches registrados en la armada que partió de Lisboa el 23 de junio 3 pataches más, “de los de la dicha armada”, que zarparon el 28 de mayo previo hacia la isla de San Miguel “con municiones y vestidos para que se pusiesen en orden para cuando llegue allí la dicha armada” los soldados del tercio de Agustín Íñiguez.107 Estos 3 pataches pudieron haberse incorporado al grueso de la armada cuando ésta partió de San Miguel a la isla Tercera. De haber sido así, no habrían sido 12 sino 15 los pataches que arribaron con la flota a Tercera. Así, un total de hasta 44 naves ligeras auxiliares pudieron haber sido empleadas para el transporte de las 4,500 tropas de la primera oleada de desembarco. Cada una de estas naves, de haber sido 44, habría llevado un promedio de 75 soldados cada una, transportándose un total de 3,300 en ellas, que sumados a los 1,218 hombres llevados en las barcas chatas, darían un total de 4,518, capacidad de transporte en cuanto a número de tropas se refiere que pudo haber tenido la flota embarcando la primera oleada de desembarco. Mientras la flota de desembarco navegaba hacia la bahía das Mós, 2 ó 3 galeras cañonearon a la villa de Praya “dos ó tres horas antes de amanecer”, para causar una falsa alarma y distraer a los defensores. Como se ha mencionado antes, al menos 4 galeras habrían

33

34 ido “tocando falsa alarma por dos o tres partes de la isla” mientras la fuerza de desembarco se dirigía a su objetivo desde Porto Martíns o sus cercanías hasta das Molas.108 La flota de desembarco se detuvo en un punto ante la cala das Molas cuando todavía era de noche, habiendo llegado a la bahía das Mós “una hora antes de amanecer”. El objetivo era esperar a los primeros rayos del alba para iniciar el desembarco anfibio. A las cuatro de la mañana “en punto”, todavía de noche, el Marqués de Santa Cruz se embarcó en la galera Capitana con su estado mayor, incluyendo a sus generales de tierra Don Pedro de Toledo, Don Pedro de Padilla y el Maestre de Campo General Don Lope de Figueroa; el “veedor general” Don Jorge Manrique; los generales de mar D. Cristóbal de Eraso y Juan Martínez de Recalde; Juan de Urbina y Don Luis de Borja, entre otros. Junto con las otras 3 galeras de apoyo la Capitana iba a cañonear al fuerte y trincheras de das Molas, para neutralizar las defensas antes del desembarco. La galera del Marqués de Santa Cruz fue derecho hacia las defensas de la caleta, siendo cañoneada primero por el fuerte, el cual estaba defendido por 5-6 piezas de artillería. Había una compañía francesa con 50 soldados bajo el capitán Bourguignon más otras 2 compañías portuguesas, para un máximo total de hasta 200 soldados defensores distribuidos entre el fuerte y las trincheras, con al menos unos 40 soldados en una trinchera. La galera de Don Alvaro de Bazán se acercó a la playa con su artillería “batiendo al fuerte hasta llegar á menos de 200 passos del artillería” enemiga gracias a su poco calado, recibiendo a su vez “muchos cañonazos y mosquetazos que le tiraban”, incluyéndose el fuego de artillería de enfilada que le disparaban desde dos posiciones distintas. Las otras galeras se unían a la Capitana “como iban llegando” en el bombardeo de las defensas, el cual duró al menos una media hora sin parar y un máximo de una hora de fuego constante. Es probable que como mínimo, las 4 galeras cañonearon sin cesar las obras defensivas por media hora antes que se

34

35 diese la orden de iniciar el desembarco, y que después de esa media hora de fuego ininterrumpido es cuando a las barcas chatas se les ordena bogar hasta la orilla, sin que parase el cañoneo de las galeras contra las posiciones enemigas mientras las barcas chatas llegaban a la playa, desembarcaban las tropas y éstas asaltaban las trincheras, durando en total una hora el fuego artillero en apoyo de la operación. Al fuego de los cañones de las galeras se unía el de la mosquetería a bordo de las naves. Durante el intercambio de fuego “fue tan furiosa la batería [de cañones] de las galeras que al cabo de media hora se deshizo la trinchera” donde al parecer estaban los 40 soldados enemigos, causando “muchos muertos”, la artillería de la Capitana en particular batiendo la artillería enemiga y desmontando al menos una pieza de importancia que desde el fuerte disparaba.109 La decisión táctica de la Capitana de acercarse a la playa habría estado motivada por la necesidad de identificar mejor las trincheras para destruirlas con su artillería, efectuar un fuego más efectivo, posible a corto alcance, contra los cañones enemigos y darle a los soldados en las galeras un mejor chance de hacer blanco con sus armas de fuego portátiles y forzar a los defensores a cubierto. Las piezas de artillería de los franco-portugueses, empero, habrían estado en mejor posición de hacer más daño contra las galeras atacantes al estar éstas más cerca. Las cureñas de la época habrían permitido a los cañones del fuerte que estaba en el terreno más bajo ante la playa el poder apuntar la pieza hacia un ángulo más inclinado sobre la playa. Así, Fernández Duro relata: “Acababa una bala de cañón de llevar la cabeza al timonel, cuando dirigiéndose D. Alvaro de Bazán al piloto mayor, repitió: - ¡Arranca, arranca! – mostrándole la playa. Señor – contestó el piloto – estamos muy cerca; nos van á echar á fondo. Por eso – replicó el Marqués mirándole severamente; - acercaos más, y encallando no nos ahogaremos”.110

35

36 Un documento visual de interés que muestra el desembarco de las fuerzas españolas en la cala das Molas, son los frescos de esta campaña en el palacio de Don Alvaro de Bazán en el Viso del Marqués. En estos se muestran detalles del desembarco, como aparentemente algunas de las barcas chatas, las galeras y los soldados españoles disparando desde las barcas de desembarco. Pero también de interés, y quizás sugiriendo que los frescos se inspiraron en el testimonio de un testigo de la acción del desembarco, es que se muestra la playa de la cala das Molas flanqueada por acantilados y terreno elevado. En los frescos se muestran piezas de artillería de los defensores emplazadas sobre el terreno más bajo ante la playa, pero también aparece al menos un cañón a mano izquierda de la playa sobre terreno elevado, como de acantilado.111 De haber habido al menos una pieza así emplazada, ésta pudo haber disparado contra las barcas de desembarco en la bahía e incluso contra las galeras que cañoneaban el fuerte y trincheras ante la playa. Aunque pudo haber sido inclinada esta pieza sobre terreno elevado hacia un ángulo más bajo para disparar con tiros más inclinados, es probable que la decisión del Marqués de Santa Cruz de acercarse a la playa con su galera haya sido también motivada para escapar del fuego de uno o más cañones sobre el acantilado, pues las cureñas de estos no habrían podido lograr el ángulo bajo necesario para conseguir lograr desde tan alto impactos efectivos sobre las galeras cerca a la playa. Las galeras, en vista de que la disposición de su artillería gruesa de proa permitía en todo caso muy poca elevación a sus cañones, no habrían podido responder al fuego de la batería alta enemiga. Fernández Duro interpretó la decisión del Marqués de Santa Cruz de acercar su galera a la playa en que al estar tan cerca de la orilla, el tiro de los cañones enemigos tendría un ángulo demasiado elevado como para apuntar con efectividad contra las galeras, pasando sus disparos por encima de la Capitana, mientras ésta y las otras galeras cañoneaban de manera rasante y efectiva las defensas en la playa.112

36

37 El desembarco en la cala das Molas se llevó a cabo en dos oleadas, desembarcándose en la primera hasta 4,500 soldados.113 En el primer desembarco participaron compañías de los tercios de Don Lope de Figueroa, de Don Francisco de Bobadilla, de Portugal de Don Juan de Sandoval y de Agustín Íñiguez, junto con al menos una compañía de alemanes de la coronelía del conde Jerónimo Lodrón, y la compañía de voluntarios portugueses bajo el mando de Don Félix de Aragón.114 Basándose en la lista de capitanes y compañías que participaron en los desembarcos, tomaron parte en las dos oleadas anfibias 12 compañías del tercio de Figueroa con 2,294 hombres, 8 del tercio de Bobadilla con 1,494 hombres, 11 compañías del tercio de Íñiguez de Zárate con 1,499 hombres, 14 del tercio de Sandoval con 1,479 hombres, las 4 compañías de la coronelía de alemanes del conde Jerónimo Lodrón con sus 1,500 hombres, 2 compañías de las tres de italianos con 158 hombres, más la de voluntarios portugueses de Don Félix de Aragón con al menos unos 120 hombres. Usando las cifras para el número de soldados que cada una de esas compañías contenía de acuerdo a la relación española de las fuerzas que fueron embarcadas para la campaña, identificadas cada compañía participante por los nombres de sus capitanes, que estuvieron en las dos oleadas de desembarco, se llega a un total de unos 8,544 soldados que desembarcaron en las dos oleadas.115 De este número total de tropas que habrían desembarcado el 26 de julio se puede deducir que la segunda oleada habría estado compuesta de 4,000 soldados de infantería.116 Cuando empezaba a despuntar el alba, como a las cinco de la mañana, se habría dado la orden de empezar el desembarco. Las 4 galeras de remolque soltaron los cabos donde estaban asidas las barcas chatas, los soldados embarcados en éstas inmediatamente remando hacia la playa mientras las 4 galeras dando cobertura de fuego continuaban con su cañoneo contra las posiciones franco-portuguesas.117 A pesar de la acción de las galeras, el desembarco se hizo

37

38 bajo fuego enemigo, teniendo los atacantes en galeras y barcas chatas que afrontar el fuego concentrado de cañones, mosquetes y arcabuces de los franceses y portugueses. Así, García de Alarcón describe la escena cuando todavía no habían desembarcado: Tirándonos muy mucho arcabuzazo Desde allí con muy justa puntería, A quien rompe la pierna, cuerpo o brazo, Retumbando la fuerte artillería. Ya suena el esmeril, ya el mosquetazo, Haciendo en nuestra gente batería,118 Recibiendo el fuego de las tropas defensoras mientras las barcas chatas se acercaban a la orilla, los soldados españoles respondían desde éstas con sus armas de fuego, habiendo otros que incluso saltaban al agua desde las barcas para nadando llegar a la orilla más deprisa.119 Apoyados por el fuego de la Capitana y las otras galeras, las barcas chatas desembarcaron sus soldados “á los lados de los fuertes” y delante de las trincheras, “aunque con mucha dificultad y trabajo, y los soldados subieron encima por lugares y partes asperísimas, rescibiendo muchas cargas de mosquetería y arcabucería”.120 Una vez en la playa, los soldados “empeçaron á arremeter á las trincheras, las quales defendian los franceses valerosamente, y en media ora de tiempo ó poco mas las perdieron”.121 García de Alarcón vuelve a dar una imagen gráfica de la lucha para asegurar una cabeza de playa contra los defensores tras desembarcar los españoles: Cuál llega á dar al otro con la espada; Cuál tira desde aparte á puntería Al reluciente peto ó la celada; Cuál asestando está su artillería: Cuál queriendo saltar le es estorbada Su intención, y á quien la batería Le hace el pecho arriba mil pedazos, Rompiéndole cabeza, hombros y brazos. Quién en sangre los mira andar revueltos; Quién va á su camarada á dar favor; Quién ve de un lado y otro caer muertos

38

39 Sus amigos, . . . ... Los tiros, balas, piezas travesaban; Las picas, chuzos, dardos se aperciben; Culebrinas, mosquetes disparaban; Dando una rociada, otra reciben;122 Además de asaltar las trincheras enemigas, los soldados desembarcados iban “pugnando subir contino al fuerte” y escalarlo. García de Alarcón continúa: Los españoles por algunas partes Procuraban subir, mas no podían, Que los isleños de los baluartes Con muy pesadas balas les herían: ... Mas como ven que toman sus trincheras, Entonces peleaban más de veras. Probablemente refiriéndose a la localización donde se hallaba el fuerte, o quizás a la artillería que estaría emplazada en el terreno elevado al borde del acantilado, el soldado poeta relata: “Los nuestros hacia lo alto arremetieron/ . . ., y le ganaron/ La artillería al contrario, . . .”123 Había al menos una posición defensiva enemiga que era “tan alta que no se podía subir sin ayuda”.124 La lucha en tierra por la cabeza de playa pudo haber durado en total “más de una hora”, siendo el fuerte y las posiciones defensivas de das Molas capturadas y los defensores franceses y portugueses expulsados. En el combate al arma blanca contra los franceses y portugueses, el capitán Pedro Jiménez de Heredia del tercio de Agustín Íñiguez junto con un alférez y otro capturan una “insignia” de los de la isla, probablemente la bandera de una de las 2 compañías portuguesas. El alférez con la bandera del Maestre de Campo Bobadilla salta al agua desde su barca y a nado llega a la orilla, corriendo hasta llegar “. . . á la diestra/ Del fuerte . . .”, siendo el primero en plantar allí una bandera española, apoyado por otros cuatro compañeros. Uno de estos cuatro, un alférez, se enfrenta al capitán francés Bourguignon que le acomete, y “cara á cara le tira y le derriba” con su espada. Junto con el capitán Bourguignon cayeron 35 de sus

39

40 soldados combatiendo valerosamente, quedando heridos su teniente y los otros 15 soldados franceses.125 De las tropas portugueses defendiendo la cala das Molas no se tienen cifras de bajas, pero es de suponer que las hayan sufrido. Los soldados españoles habrían sufrido durante el combate por la cabeza de playa un mínimo de 17 muertos y 22 heridos, aunque una relación privada habla de que fueron alrededor de 30 los muertos en tierra del bando español.126 Sin embargo, las bajas españolas pudieron haber sido más, pues estas cifras al parecer no incluyen las bajas sufridas en las galeras durante el cañoneo inicial cuando estaban expuestas al fuego enemigo.127 Si fueron en realidad 30 los soldados españoles muertos en tierra, el número de heridos habría sido como mínimo de aproximadamente otros 30, para un total de bajas de alrededor de 60, pero de hecho con el número de bajas sufridas en las galeras no habría llegado el total de bajas a 100. Inclusive si las bajas totales españolas de muertos y heridos durante el combate por la cala das Molas hubieran así sido algo mayores que las reportadas oficialmente, el hecho de que en la lucha por la cabeza de playa haya habido al final “poca pérdida de gente”,128 en proporción a las fuerzas desembarcadas en la primera oleada, se habría debido en gran medida al efecto sorpresa al aparecer la flota de desembarco súbitamente y de noche en la bahía das Mós, al fuego decisivo de las galeras, a la rapidez e ímpetu del asalto anfibio español, y a la superioridad numérica y entrenamiento de las fuerzas españolas. Don Alvaro de Bazán desembarcó de la galera Capitana “en una barquilla”, haciéndolo en otra los caballeros que le acompañaban, cuando proseguía el asalto de sus soldados contra los defensores. Dio así el Marqués de Santa Cruz ánimo e inspiración a sus tropas con su presencia en la playa, uniéndose al combate y dirigiendo a sus hombres, presidiendo después sobre el desembarco de las tropas restantes de la primera oleada de desembarco y sobre la organización de los efectivos desembarcados.129

40

41 Una vez que la primera oleada de 4,500 tropas desembarcó, asegurada ya la cabeza de playa, se procedió a la segunda oleada de desembarco de 4,000, la cual “siguió bajando á tierra en tan buen orden, que se les veía formar en seguida ocupando sus puestos”.130 El desembarco de la segunda oleada fue presidido y dirigido por el veedor general, Don Jorge Manrique, desembarcándose también 6 piezas de artillería de campaña (utilizadas durante la batalla por la Colina 148), municiones, provisiones y agua, pues ésta no la había en las inmediaciones bajo control español. Al parecer, no sólo las municiones, vituallas y agua fueron desembarcadas de los navíos de alto bordo de la flota, pero al parecer también las tropas de la segunda oleada de desembarco, lo que se hizo también bajo la dirección de los capitanes Rodrigo de Vargas y Miguel de Oquendo, de Marolín de Juan, capitán del Galeón de S. M. San Martín, Capitana de la armada, y de Bartolomé Carlos, capitán del galeón del Marqués de Santa Cruz Concepción.131 El grueso de la armada, con sus navíos de alto bordo, habría navegado el mismo día 26 por la mañana desde su fondeadero al norte de la villa de San Sebastián hasta la bahía das Mós, para llevar a cabo no sólo el desembarco de las municiones, víveres y agua, sino también de los 4,000 soldados de la segunda oleada de desembarco, quienes habrían estado en las naves gruesas de la flota.132 Es de interés señalar también que el Marqués de Santa Cruz había asignado a 4 de sus galeras para que bloqueasen el puerto de la ciudad de Angra, para evitar de que saliesen las naves enemigas francesas, inglesas y portuguesas que allí se hallaban surtas. Este dato aparece en la carta-relación sobre los sucesos del día 26 de julio que el Marqués envió al Rey al día siguiente.133 Las 4 galeras pudieron haber sido aquéllas que Don Alvaro de Bazán envió inicialmente a causar falsas alarmas134 por Praya y otras partes de la isla cuando se llevaba a cabo el desembarco de la primera oleada de tropas, estando las otras 8 empleadas en la

41

42 operación de bahía das Mós. Una vez que había amanecido y que el desembarco de la primera oleada se estaba efectuando como planeado, las dichas galeras habrían puestos proas rumbo a Angra, para bloquear su puerto. Otra posibilidad es que 4 de las 8 galeras en la bahía das Mós, quizás las 4 que remolcaron a las barcas chatas y que no habrían consumido las municiones de sus cañones, hayan bogado a Angra para bloquear su puerto, una vez que se ganó la cabeza de playa, al estar más cerca de la capital de la isla que las galeras que estaban en la bahía de Praya. El que cuatro de las galeras que participaron en apoyo del desembarco hubiesen después bogado a bloquear el puerto de Angra se deduce de que los soldados en éstas estaban “atrincherados bien con sus paveses”,135 recordándose que las galeras que tomaron parte en la operación anfibia habían sido así guarnecidas para proteger a los que estaban a bordo del fuego enemigo. La misión de esas 4 galeras indica que el capitán General español no tomaba riesgos, en cuanto a que las cuatro habrían impedido un intento naval franco-portugués de atacar y destruir la primera flota de desembarco en la bahía das Mós, compuesta en su mayoría por embarcaciones ligeras poco o nada armadas. Ciertamente que el bloqueo del puerto de Angra impedía a las naves enemigas escapar a mar abierto. Tras conquistar las posiciones defensivas de la cala das Molas, las avanzadas españolas del primer desembarco penetraron hacia el interior, persiguiendo a los defensores de das Molas que huían. Las avanzadas españolas estaban constituidas por mangas o destacamentos sueltos de arcabuceros y mosqueteros, yendo con ellos y dirigiéndolos los generales de tierra Don Pedro de Toledo y Don Pedro de Padilla. Cuando es descubierto el desembarco, los defensores de la bahía das Mós habrían dado la alarma, con toque de campanas y columnas de humo desde las alturas, rápidamente acudiendo fuerzas de apoyo hacia el área de combate. Una vez que las avanzadas españolas salen de la cabeza de playa y penetran al interior en dirección a la villa de

42

43 San Sebastián, son enfrentadas por efectivos bajo el comendador Du Mayet, capitán de la compañía de caballeros voluntarios franceses, bajo el capitán La Grave, quien mandó al parecer una de las compañías del socorro del comendador de Chaste, y quizás también bajo el capitán italiano Battista, sargento mayor del maestre de campo francés D’Angarnagues, yendo Battista acompañado de refuerzos isleños. Mas estos capitanes, no habiendo podido reunir suficientes tropas por la rapidez del desembarco español, son “obligados á retirarse por tener poca gente”. Las fuerzas enfrentadas estaban “escaramuzando. . ., dando cargas y recibiéndolas” de tiros de mosquete y arcabuz. La avanzada española toma así “dos ó tres trincheras”, capturando rápidamente dos colinas cercanas que estaban conectadas por al menos “una larga trinchera”, ocupada por los soldados de Don Pedro de Toledo y Don Pedro de Padilla. Después de su derrota en das Molas, los franceses y portugueses se retiraron “en dirección de la villa de San Sebastián” a un fuerte para reorganizarse, que seguramente era “el fuerte de enfrente de San Sebastián”. Mientras tanto, a los defensores les empezaban a llegar refuerzos desde la villa de “Praya y otras localidades”. De las dos alturas capturadas por las avanzadas españolas en su embate inicial, había “una de ellas muy alta, á la izquierda, con una campana”. La campana en la colina habría sido una de las medidas de vigilancia costera adoptadas por el comendador de Chaste después que le llegaran noticias de que la armada española ya estaba en aguas de las Azores, ordenando así “á situar centinelas que dieran alarma con campanas”.136 La colina que está “á la izquierda” cuando se sube desde la cala das Molas tiene 148 metros de altura y por ello se la identificará como la Colina 148. Esta se halla más cerca de la costa. La colina más baja, a la derecha y al noreste de la Colina 148, de 126 metros de altura, será conocida como la Colina 126.

43

44 Mientras tanto, el grueso de la fuerza que desembarcó en la primera oleada se había quedado atrás de las avanzadas, ordenando el Marqués de Santa Cruz al Maestre de Campo General Don Lope de Figueroa que formase las tropas en dos escuadrones en un valle cercano a la cabeza de playa, con los españoles en el escuadrón de la izquierda y los alemanes en el de la derecha, “guarneçidos con sus mangas de arcabuceros y Mosqueteros”, o sea, con los cuadros de piqueros ceñidos y protegidos por líneas de soldados con las armas de fuego, como aparecen en los frescos del palacio del Viso del Marqués. Esta fuerza que organizó Figueroa estuvo compuesta de unos 4,000 soldados de infantería.137 Es posible que Don Alvaro de Bazán haya formado estos dos escuadrones con 4,000 hombres entre ambos con efectivos de la segunda oleada de desembarco, quizás esperando a que se completase el desembarco de las compañías restantes de la coronelía de alemanes, cuyo total era de 1,500 soldados, para así formar el escuadrón derecho de la formación con la que iba a acometer a las fuerzas defensoras tierra adentro. De haber sido así, el escuadrón izquierdo habría estado formado por 2,500 españoles. Cada uno de los dos escuadrones de esta formación de 4,000 hombres habría sido equivalente a un tercio. Sin embargo, el tiempo que se habría necesitado para desembarcar y formar las fuerzas escogidas para los dos escuadrones les habría dado a los franceses y portugueses tiempo valioso para concentrar las fuerzas necesarias para bloquear el avance español hacia la villa de San Sebastián y de allí hacia la ciudad de Angra.138 Yendo el comendador de Chaste hacia el lugar del combate con unos 1,500 soldados franceses a marchas forzadas, los cuales “todos estaban rendidos por la marcha y el excesivo calor”, se habrían unido a otros 500 franceses comprendiendo a los efectivos de los capitanes Du Mayet, La Grave y Battista, y a otros refuerzos que habrían llegado tras las primeras escaramuzas en que estos capitanes fueron rechazados. El contraataque de los defensores no se

44

45 hizo esperar. Esta fuerza de hasta unos 2,000 franceses, junto con miles de portugueses al mando de Don Manuel de Silva, expulsó a las avanzadas españolas que ocupaban la Colina 148 y sus trincheras, las cuales no habían recibido a tiempo el apoyo del grueso del ejército hasta entonces desembarcado, que estaría todavía siendo formando en los dos escuadrones.139 Los franceses emplazaron al menos 8 piezas de artillería, y durante el día hasta un máximo de “15 cañones gruesos” “en reductos alrededor” de la Colina 148, haciendo de ésta el punto más importante de la línea defensiva establecida para impedir el avance español hacia el interior.140 Varias de estas piezas de artillería fortificando la Colina 148 fueron sacadas del “fuerte de enfrente de San Sebastián [donde] no había ninguna artillería [cuando lo examinaron los españoles después de la batalla], por haberla retirado el día que salió la gente en tierra, por el cerro alto”.141

7. La batalla por la Colina 148. Las fuerzas francesas en la Colina 148 habrían estado compuestas por unos 2,000 hombres, entre ellos los 1,500 soldados que marcharon a la batalla bajo el mando del comendador de Chaste. Las tropas portugueses leales a Don Antonio atrincheradas en la Colina 148 y desplegadas ante las fuerzas españolas que ocupaban no sólo las trincheras entre las Colinas 148 y 126, sino también la Colina 126, habrían sido inicialmente unos 7,000. Estos 9,000 hombres entre franceses y portugueses “estaban bien acampados y puestos como soldados”. Luego por la tarde del día 26 se unieron a los defensores otros 1,000 combatientes portugueses. Al final del día, entre portugueses y franceses se habrían juntado unos 10,000 soldados en la Colina 148 y posiciones defensivas cercanas y al este de ésta para hacer frente a los españoles.142 A estos se añadiría una compañía inglesa con unos 100 hombres. El centro de

45

46 la defensa contra el avance español, y por lo tanto el punto central de la batalla del día 26 al intentar el ejército del Marqués de Santa Cruz penetrar hacia el interior, fue la Colina 148 con su concentración de tropas profesionales francesas en reductos y trincheras ocupadas por arcabuceros y mosqueteros, apoyados con hasta 15 piezas de artillería gruesa. La compañía inglesa habría también estado desplegada en la colina. Don Alvaro de Bazán no podía marchar hacia San Sebastián y de allí a Angra sin reducir primero este punto de resistencia francoportugués, y mientras unos 7,000-8,000 soldados portugueses le cerrasen el paso entre la Colina 148 y la Colina 126 en el camino a San Sebastián. Los dos escuadrones con 4,000 soldados organizados por Don Lope de Figueroa, cada uno equivalente desde un punto de vista táctico a un tercio, marcharon hacia la Colina 148, en manos de los franceses y portugueses. Las fuerzas españoles al ir en formación contra la colina estaban en campo abierto, expuestas al fuego de arcabuces y mosquetes, y al de la artillería de los defensores, que disparaban constantemente. Fernández Duro dice, basándose en Mosquera, que en el disparar de sus armas de fuego “tenían los franceses agilidad y destreza”. En vista de “vna muy Reñida escaramuza” entre los españoles y franceses, Don Alvaro de Bazán marchó en dos ocasiones con los escuadrones para animar “al arcabuçeria y mosqueteria de las mangas”. Los dos escuadrones de 4,000 soldados, los cuales “se colocaron” para cubrirse del fuego de los defensores “en los fosos y cercas que separan los campos”, así “sostenían sin cesar escaramuza con el enemigo”, el cual le estorbaba a los españoles su movimiento hacia el interior. La caballería portuguesa a su vez hacía ademán de atacar, llegando muy cerca de los españoles pero sin cargar contra ellos, escaramuzando, también intentando estorbar su avance.143 Durante el asalto inicial a las trincheras de la Colina 148, García de Alarcón relata que los tiros de los españoles “. . . granizos menudos parecían,/ Empero los isleños lusitanos/ Con

46

47 gran ferocidad les respondían:/ Ayúdanle los galos . . .” Así, un Don Pedro Fajardo es muerto de un tiro de arcabuz. El capitán Pedro Rosado del tercio de Figueroa, su compañía al parecer en el escuadrón de Don Alvaro de Bazán, recibe una herida mortal de un disparo enemigo al acercarse sin temer a “un través” enemigo. La compañía de Rosado tenía al salir de Lisboa 226 soldados. El capitán Manuel de Vega del tercio de Portugal cae herido por “un balazo” de arcabuz en las “trincheas”. Su compañía al embarcarse en Lisboa era de 140 hombres. El capitán Diego de Cárdenas Sotomayor según parece se enfrascó en combate de espadas singular con el capitán Luis, florentino en el ejército francés que mandaba una de las 9 compañías que estaba en la isla cuando llega de Francia la fuerza bajo de Chaste. En esta pelea con el capitán español parece que resultó herido el capitán Luis, quien al final del día 26 figura como uno de los oficiales heridos del contingente francés. Cárdenas Sotomayor mandaba una compañía del tercio de Bobadilla, que al embarcarse en Lisboa tenía 97 soldados. Estas bajas mencionadas pudieron haber sido incurridas por ambas partes durante los intercambios de fuego y escaramuzas ante la colina y en las trincheras al pie de ésta antes del primer gran asalto que se iba a iniciar contra la elevación disputada. En lo que iba a ser el primero de sus ataques contra la Colina 148 de esa mañana, el Marqués de Santa Cruz ordena a una de las mangas de soldados a que tomasen la cumbre de la colina, donde se hallaba la campana de alarma. Un motivo para capturar esta altura era para prevenir el que los escuadrones enemigos bajasen de ésta, localizada a la izquierda del camino hacia San Sebastián, para atacar el flanco de las fuerzas españolas, que pretendían avanzar hacia esta villa, más al norte. Mientras tanto, con la rapidez con que subían la cuesta los españoles durante este asalto, en su afán de llegar a la cumbre y estando bajo el fuego enemigo, se desorganizaron y quedaron sin mando, siendo “cercados” por los defensores de a pie y a caballo y cargados por los franceses. Los españoles eran menos en

47

48 número a los franceses que les contraatacaron, causando los defensores a los atacantes numerosas bajas y forzándoles, por el embate del contraataque francés, a bajar “la larga cuesta . . . sin pararse” hacia el abrigo de su escuadrón, posiblemente el de la izquierda, el cual no recibió órdenes de socorrerles en la altura. Al parecer tras este primer asalto fallido, García de Alarcón escribió que los defensores posicionaron “dos culebrinas largas” y las dispararon contra el “. . . escuadrón que estaba ya formado;/Gran daño nos hicieron al presente/ Matando y derribando mucha gente”. En vista de las bajas que causaban entre sus soldados “las pesadas balas” de las piezas enemigas, Don Alvaro de Bazán ordena que los moros y forzados de las galeras que allí estaban desembarcasen y trajesen de éstas piezas de artillería con que responder al fuego de artillería contrario. Se desembarcaron “seis piezas de campaña”, y al llevarlas ante el Capitán General éste dio la orden de cargarlas y de esperar a su orden para dispararlas contra la artillería enemiga, pero las piezas desembarcadas “sirvieron de poco” “por ser de poco efecto” contra el enemigo, lo que llevó al Marqués de Santa Cruz a regresarlas a las galeras. Mientras tanto, las “fuertes culebrinas” enemigas disparaban continuamente contra los españoles.144 Ante esta situación, se dio la orden de asaltar nuevamente la Colina 148, el segundo intento de capturarla por parte de Don Alvaro de Bazán en esa mañana. Los soldados españoles asaltaron la primera trinchera ocupada por franceses, tomándola tras sangriento combate, avanzando rápidamente hacia otras trincheras, sin que los defensores pudiesen frenar el ímpetu de la acometida española, muriendo unos en sus puestos y los más huyendo, dejando las piezas de artillería que no les daba tiempo de llevarse. Se ven “caballos corriendo por la tierra” al parecer sin jinetes, posiblemente de la caballería portuguesa que habría intentado, infructuosamente, desbaratar el asalto español de las trincheras atacadas. Entre los atacantes se

48

49 hallaba Juan Martínez de Recalde, quien fue el segundo al mando en la armada que el año anterior derrotó a la francesa en la batalla de San Miguel, y quien en 1588 fue el segundo al mando de la Armada contra Inglaterra, mandando también la escuadra de Vizcaya y la retaguardia de la Armada durante la jornada de Inglaterra. Participaron en el asalto los capitanes Don Santiago de Escobar y Don Juan de Mendoza con sus compañías del tercio de Portugal, sumando entre las dos compañías con su nómina de tropas antes de la campaña unos 241 soldados. De estas dos compañías del tercio de Don Juan de Sandoval le llevan al Marqués de Santa Cruz dos prisioneros capturados durante su asalto. Tras la captura de las primeras líneas de trincheras en la Colina 148, el asalto a posiciones francesas posiblemente más cerca de la cima de la colina se habría llevado a cabo. En el asalto a la colina también participaron los capitanes Alonso Barrionuevo y Don Esteban del Aguila con sus compañías. La de Don Esteban del Aguila pertenecía al tercio de Portugal, pero la compañía de Barrionuevo era del tercio de Bobadilla, y lo interesante es que ésta última no aparece mencionada en la relación española de la campaña como una de las que participó en los desembarcos de ese día. Es posible que durante el transcurso de los combates del día 26, y en vista de la necesidad de reponer con tropas frescas las bajas sufridas en batalla y de fortalecer la cabeza de desembarco, que se hayan desembarcado compañías adicionales a las desembarcadas durante la primera y segunda oleadas anfibias. Las compañías de Don Esteban del Aguila y de Barrionuevo, de acuerdo a la nómina de soldados que tenían antes de la campaña, sumaban unos 258 hombres. El asalto español contra la Colina 148, con unos 500 hombres si no más, provocó la huída de tropas isleñas pero en eso, y quizás en una parte más alta de la colina, una fuerza de defensores que en su mayoría eran tropas francesas inspiradas y mandadas por el comendador de Chaste, “esperaron” sin temor y sin retirarse de sus posiciones a los españoles que cargaban,

49

50 combatiéndoles valerosamente y resistiendo el embate del ataque. Al parecer hubo un momento durante la lucha en que españoles y franceses se disputaron la posesión de “una gran pieza” de artillería en la colina. Al final, la resistencia francesa aparentemente forzó a los españoles a retirarse de la Colina 148.145 La caballería portuguesa, tras este ataque español, empezó a escaramuzar con los españoles, en un intento de impedirle a estos últimos el cruzar una cuesta que separaba a los dos escuadrones en que se dividía el grueso de las fuerzas del Marqués de Santa Cruz, mandando posiblemente el escuadrón de la izquierda Don Alvaro de Bazán y el de la derecha el maestre de Campo General Don Lope de Figueroa, estando García de Alarcón en este último. En vista de las bajas sufridas hasta entonces, y para tener más soldados provistos de protección física para el combate y ante los disparos del enemigo, Bazán le pidió a Figueroa que le enviase coseletes que entresacase de su escuadrón, “porque había mucha necesidad” de ellos. Los coseletes eran soldados de infantería provistos de coraza que por lo general era de cuero, armados con picas o alabardas, y que podían formar compañías propias o reforzar las de arcabuceros.146 Es probable que Bazán pidió más coseletes, soldados ideales para el asalto y lucha cuerpo a cuerpo por su protección y armamento ofensivo, en preparación de su siguiente intento por capturar la Colina 148. La caballería portuguesa habría estado así intentando interferir con los preparativos españoles para su siguiente asalto. La acción de la caballería portuguesa habría precipitado el ataque español, el cual sería el cuarto intento de tomar la Colina 148 realizado esa mañana y el tercer asalto ordenado por el Marqués de Santa Cruz. Este ordenó al capitán Miguel Ferrer del tercio de Figueroa a que con 100 piqueros ocupase una ladera de la colina, que posiblemente estaba en el lado este o noreste de la misma. Una vez ocupada la ladera indicada, Ferrer y sus hombres debían subirla para

50

51 capturar una trinchera enemiga. El objetivo inmediato de esta operación era el impedir con la captura de la trinchera enemiga que la caballería portuguesa atacase el movimiento de tropas entre los dos escuadrones españoles en la cuesta que los separaba. El principal objetivo del ataque era el cortar la línea defensiva enemiga, cercenando el contacto entre las fuerzas de la Colina 148 con las formaciones de infantería portuguesa que se extenderían hacia el este hasta la Colina 126, para así “que no pasen á una ni otra banda”. Quizás la intención detrás de este plan era el eventualmente cercar a la Colina 148, para impedir la llegada de refuerzos y provisiones para sus defensores y así atrapar al grueso de las fuerzas francesas en ésta. El nuevo asalto español, de ser exitoso, habría a la vez expuesto el flanco derecho del ejército portugués al este de la Colina 148, dividiendo a las fuerzas francesas de la colina de las portuguesas desplegadas a su izquierda. También Bazán pretendía con la captura de la ladera y trinchera el detener con sus fuerzas allí puestas un ataque enemigo hacia su escuadrón. Pero otro objetivo primordial del ataque era el ganar una fuente de agua que había en la Colina 148, al parecer localizada “á la otra banda del cerro” que sería la banda noroeste u oeste de la colina, para no sólo negársela al enemigo pero también y sobretodo para poder beneficiarse de ella, ya que los españoles no tenían agua en el territorio que ocupaban. Así tenían por el calor del día y de la batalla gran necesidad de calmar la sed, teniéndose que sacar agua de los barcos de alto bordo para proveerles del vital líquido. La compañía de infantería de Ferrer tenía una nómina de 194 soldados al salir de Lisboa. Además de ésta, participó en el ataque la compañía de Don Juan de Lanuza del tercio de Portugal, con 114 soldados al embarcarse en Lisboa. Al mando del ataque estaba al parecer el general Don Pedro de Toledo, y el número de españoles que participó en el asalto pudo haber sido de cerca de 1,000, si se considera la cifra de “unos 800 mosqueteros y arcabuceros” españoles que según la relación francesa intentaron capturar la fuente. En vista de

51

52 los ambiciosos objetivos de este asalto, la cifra de 1,000 soldados empleados para esta operación no sería exagerada, habiendo el Marqués de Santa Cruz desembarcado al menos 8,500 hombres de un total de unos 11,500 que estaban embarcados en la madrugada del día 26.147 El capitán Ferrer avanzó con sus tropas y “en medio la ladera se subía”, al parecer cortando la comunicación de los defensores de la Colina 148 con las formaciones portuguesas al este de ésta. Los franceses de la colina se atrincheraron bien en una posición más elevada que la de los españoles, disparándoles con fuego de mosquetes, arcabuces y culebrinas, y también de esmeril y falconete, piezas éstas de artillería ligera antipersonal, desde posiciones en que le era difícil a los soldados de Bazán divisar a quienes les disparaban desde lo alto, para poder dispararles a su vez. Los cascos y petos de los españoles de nada servían ante el fuego de las diversas piezas del enemigo y de mosquete, cuyas balas los “[d]estroza, pasa y hiende”. Los franceses disparaban una tras otra salvas de arcabucería y mosquetería contra los atacantes. Subiendo la ladera, participa también en el asalto de la trinchera pretendida el capitán Lanuza con su gente. La infantería portuguesa, seguramente proveniente de las formaciones al este de la Colina 148, contraataca junto con tropas francesas a los españoles en un intento de restablecer la comunicación de su línea de defensa con esta colina. En la cruda lucha, por ejemplo, un soldado español causa con un montante “una herida horrenda en una mano/ A un capitán isleño lusitano”. Pero el avance español no es detenido, los defensores son rechazados, y soldados españoles buscan a soldados isleños que se esconden y a franceses mal heridos en el campo de batalla, matándolos. Los españoles que intentaban subir la cuesta de la colina eran derribados por los tiros enemigos que eran disparados desde posiciones más altas, abatiendo a aquellos soldados que lograban subir a la posición enemiga deseada. El combate cuerpo a cuerpo tiene mezclados a portugueses, españoles y franceses que con rodela y espada en mano, alabardas y

52

53 picas se enfrentan, viéndose también caballos que sin jinete corrían. Los soldados españoles “de ir subiendo no paraban”, a pesar de ser rechazados, y la lucha se tornaba más sangrienta pues cada bando inyectaba tropas de “socorro” al combate que se estaba desarrollando, indeciso. Los franceses y portugueses defendieron sus posiciones en la Colina 148, impidiendo que los españoles lograsen conseguir lo que su ataque pretendía, y en particular la fuente de agua. De haber habido unos 800 arcabuceros y mosqueteros intentando el asalto contra la fuente, como decía la relación francesa, habrían avanzado como una manga o destacamento para obtener un volumen de fuego concentrado, marchando en cuatro o cinco filas, con un frente de cuatro o cinco soldados disparando siempre, y una vez que disparaban, se retiraban al final de la fila para que el siguiente soldado en su fila disparase, mientras que los de más atrás en la fila cargaban sus armas. Cada fila pudo constituir el equivalente a una compañía, habiendo en tal caso unos 60 mosqueteros entre los 800, pues cada compañía tenía unos 15 soldados armados con mosquete, arma que tenía mayor alcance y capacidad de penetración que el arcabuz. La manga de 800 arcabuceros y mosqueteros se habría abierto paso hacia la fuente a tiro limpio, disparando salvas constantes y sin parar la intensidad de su fuego, barriendo su camino de enemigos. Según la relación francesa, el comendador de Chaste dirigió personalmente un contraataque de franceses contra los 800 arcabuceros y mosqueteros españoles que “procuraban ganar una fuente”, o que la acababan de capturar, y “cargó con tal furia con 400 hombres, que los rechazó . . . al arma blanca”. El ataque francés habría embestido a la manga de 800 de flanco, desbaratando a la formación y desorganizando la cohesión del ataque español. El éxito del contraataque francés se habría debido a la falta de un número suficiente de piqueros y alabarderos acompañando a los arcabuceros y mosqueteros españoles, necesarios para defenderlos de un ataque al arma blanca en el momento en que estaban más vulnerables al

53

54 cargar sus armas. El que antes del ataque Don Alvaro de Bazán procurase coseletes, soldados más aptos para la lucha cuerpo a cuerpo y que solían acompañar a las formaciones de arcabuceros para defenderlos, sería indicio de que la manga de 800 soldados arcabuceros y mosqueteros pudo haber carecido de un número adecuado de coseletes para protegerles. Los 400 soldados con que alegadamente de Chaste contraatacó al asalto español por la fuente habría sido una fuerza móvil de reserva aparte de las tropas dedicadas a defender las trincheras y reductos que el comendador francés de la Orden de San Juan del Hospital habría tenido disponible en la Colina 148, para eliminar rápidamente penetraciones españolas que hubiesen surgido en su perímetro defensivo. El Marqués de Santa Cruz ordenó a que sus tropas parasen el ataque, en vista de las bajas sufridas y de la imposibilidad de lograr los objetivos pretendidos. Otro motivo para detener el ataque habría sido que por la presencia de fuerzas enemigas superiores en el área de la cuesta disputada, las fuerzas enviadas a tomarla no eran suficientes en la posición expuesta en que se hallaban para retenerla. Don Alvaro de Bazán dio orden a sus tropas a retirarse detrás de unos muros de cerca. Los franceses en la colina “también se reformaron” detrás de sus reductos, llegándoles refuerzos y recibiendo más municiones. También recibieron “refrescos de la isla” que las mujeres de San Sebastián les traían, además de víveres, estando la villa “tan abundosa en todo, que sobraba”.148 Al parecer, este último ataque contra la Colina 148 en la mañana le costó a las fuerzas españoles al menos 70 muertos y 300 heridos. Esto se deduce de la relación oficial española que dice: “Hiriéronse de los nuestros en esta escaramuza hasta 300, y muertos 70”, interpretándose que la escaramuza referida fue el último asalto a la colina de la mañana, antes del mediodía del 26. La relación francesa, posiblemente exagerando en cuanto al número de muertos, habla que en la lucha por la fuente los caídos españoles fueron más de 400, pero este

54

55 número si se interpreta como incluyendo también a heridos no está lejos de la cifra de 370 bajas de los españoles.149 Testimonio de las pérdidas que los españoles estaban sufriendo en la lucha por la Colina 148 durante su cuarto intento de asalto de la mañana lo reflejan las palabras de García de Alarcón: “Viendo el Marqués el daño que excusarse/ Podía, con tener solo sufrimiento,/ Mandó a nuestros soldados retirarse”.150 Tras el ataque, el Marqués de Santa Cruz ordenó que se reuniesen a los heridos del combate y fuesen atendidos por los médicos de su hospital de campaña, a quienes mandó llamar al lugar donde fueron congregaron los heridos, “adonde los curaron por su orden”.151 Otra posibilidad es que las 370 bajas hayan sido causadas durante los combates de toda la mañana fuera de la cabeza de playa. Es probable, empero, que las bajas sufridas por las fuerzas españolas para el mediodía del día 26, tras los combates de la mañana por la Colina 148 y a lo largo de la línea del frente, hayan sido aún mayores en vista de la ferocidad de los asaltos a la colina, y por las bajas que el fuego de artillería, mosquetes y arcabuces de los defensores causaron a las fuerzas españolas expuestas a su fuego. Como se ha visto, las posiciones de la colina, las trincheras y reductos en y alrededor de ésta, cambiaron de manos varias veces, “ganando y perdiendo” los arcabuceros españoles cuatro veces lo que intentaban ganar en la Colina 148, contándose como la primera intentona el asalto por las avanzadas españolas tras salir de la cabeza de playa, las que fueron desalojadas de la colina por el contraataque de las fuerzas bajo el comendador de Chaste. En el fragor del combate, los soldados españoles de diversas unidades se mezclaban, causando desorganización. Las formaciones enemigas también fueron “haciendo acometimientos diferentes veces con mucha algazara y gritería de querer cerrar” con los españoles para combatir, pero sin hacerlo.152

55

56 Al mediodía del 26 los escuadrones de franceses y portugueses se retiraron unos 200 pasos del campo bajo de batalla que ocupaban, deteniéndose, ante lo cual el Marqués de Santa Cruz ordenó que parase el avance de sus escuadrones. Para este entonces ya habrían estado más de 8,000 soldados bajo las banderas de la cruz de Borgoña, descontando las bajas sufridas, ante las posiciones franco-portuguesas de la Colina 148 y al este de ésta. Tras haberse los escuadrones españoles detenido, y siguiendo las órdenes de Don Alvaro de Bazán, el Maestre de Campo General Don Lope de Figueroa y los maestres de campo Don Francisco de Bobadilla, Agustín Íñiguez y Don Juan de Sandoval, y el conde Jerónimo de Lodrón “trabaxaron mucho en ponello todo en orden” con respecto a sus tropas, habiendo unidades cuya gente se había mezclado durante el combate anterior, y con respecto a las posiciones que éstas debían de ocupar en preparación para los próximos combates. También al mediodía, durante el cese temporal de combate, un portugués a caballo desertó al bando del Marqués de Santa Cruz, informándole “que están con manuel de silva y el comendador Chartes mas de 7000 hombres y que todos estan Muy resolutos de morir peleando. Dize que entró el dicho mos de chartes con mil y quinientos soldados de socorro, buena gente” de pelea. El portugués también dijo que las fuerzas francesas y portuguesas habían sufrido “muchos heridos y muertos, y entre ellos el teniente De Manuel de Silva , un sobrino suyo y algunos capitanes franceses”. Con esta información de inteligencia Bazán y su estado mayor tenían una idea más clara del número y clase de fuerzas a las que se enfrentaban, además del tipo de pérdidas sufridas por el enemigo. Aparte de la fuerza francesa atrincherada en la Colina 148, estaban también las formaciones portuguesas desplegadas en campo abierto ante la trinchera o las trincheras que conectaban la Colina 148 con la Colina 126, que habían sido previamente capturadas por las avanzadas españolas. La Colina 126 también había sido capturada durante el avance inicial español.

56

57 Aunque más numerosa, contando al mediodía posiblemente con unos 6,000-7,000 hombres, la infantería portuguesa, compuesta en su mayoría por isleños, habría tenido una mayor proporción de picas, chuzos y armas para la lucha cuerpo a cuerpo que armas de fuego. Empero, los portugueses junto con los franceses “estaban bien acampados y puestos como soldados” en sus formaciones frente al ejército español. Los españoles tenían en la trinchera entre las dos colinas al menos una manga de arcabuceros, la cual habría estado todo el día tiroteando y hostigando a las unidades portuguesas delante de ésta. Es posible también que hayan habido arcabuceros y mosqueteros españoles en la Colina 126, disparando desde lo alto a los portugueses.153 En la tarde del 26 de julio, la relativa calma tras el último combate por la Colina 148 duró poco, pues las formaciones francesas y portuguesas se aprestaban para nuevo combate, marchando hacia las posiciones españolas, mientras que los escuadrones españoles hacían lo mismo, sus soldados ya en formación y preparados para la batalla, tras breve descanso. Las fuerzas contrarias quedaron “frente á frente”, trabándose en combate a corta distancia con los disparos y salvas de armas de fuego que mutuamente se daban. Don Alvaro de Bazán acomete el escuadrón enemigo con 1,000 arcabuceros. En este combate que empezaba el Marqués de Santa Cruz intentará nuevamente capturar la fuente de la Colina 148. Posiblemente la estrategia que siguió para este nuevo ataque fue la de evitar subir las cuestas de la colina, abandonando en esta ocasión la idea de tomar las fuertes posiciones francesas que en lo alto se hallaban, como ruta para llegar a la fuente. Esta vez, se intentará rodear la Colina 148, avanzando sobre terreno más bajo y en campo abierto contra cualquier escuadrón enemigo que les cerrase el paso. De lograrse capturar la fuente, se habría de manera efectiva cortado el acceso de los defensores de la Colina 148 a la villa de San Sebastián y al interior, aislándolos además de las fuerzas portuguesas al este de la altura. Las formaciones opuestas se enfrentaban con descargas de

57

58 arcabuz y mosquete, cundiendo “el humo y el estruendo”, mientras “sin que un punto cesase el destrozar de la espantosa horrenda artillería” que desde la colina disparaban los franceses contra los españoles. El general Don Pedro de Toledo fue dirigiendo las mangas de arcabuceros y mosqueteros que escaramuzaban con el enemigo. Marchando con sus tercios están el Maestre de Campo General Don Lope de Figueroa y los maestres de campo Don Francisco de Bobadilla y Don Juan de Sandoval. En las dos oleadas de desembarco de la mañana se desembarcaron 2,294 soldados del tercio de Figueroa, 1,494 del tercio de Figueroa y 1,479 del tercio de Portugal bajo Sandoval. Por lo tanto, el total que estos contingentes reunían antes del desembarco fue de 5,267 hombres, aunque para el ataque de la tarde por la fuente de agua ya estas unidades habrían sufrido bajas, y compañías adicionales se habrían desembarcado e integrado a éstas para apoyar los ataques y substituir las pérdidas en combate. También participan en el ataque el general de mar Don Cristóbal de Eraso y Juan de Urbina.154 Habían al parecer compañías francesas combatiendo en formación en campo abierto, y así García de Alarcón con respecto al tercio de Figueroa relata: “Por dos partes andaban los feroces/ Franceses á Don Lope combatiendo,/ haciendo á la contina muy atroces/ Hechos, á nuestra gente destruyendo:/ . . ./ Allí el matar, herir; allí el estruendo;”.155 Podría ser que esta referencia a que el tercio de Figueroa estaba siendo atacado “por dos partes” significase el que por su flanco izquierdo el tercio era cañoneado y disparado desde la Colina 148, mientras que de frente era combatido por una formación de infantería francesa. Ante esta situación, Bobadilla acude con su tercio a ayudar a Figueroa, esperando un escuadrón francés la acometida del tercio de Bobadilla, teniendo éste a su vez por otro lado que resistir a los ataques de la caballería portuguesa. Bobadilla no va a ayudar a Figueroa como había pretendido, sino ataca al escuadrón francés que a la defensiva le hace frente. El tercio de Sandoval estaba de lleno

58

59 metido en la lucha, intercambiando fuego de arcabucería y mosquetería con los contrarios, quienes con sus descargas hacían daño a los del tercio, “porque el francés, feroz y fuerte,/ Les daba á muchos nuestros cruda muerte”. Mientras prosigue el combate, Don Alvaro de Bazán no para, yendo de un sitio a otro en el campo de batalla dirigiendo y viendo el desarrollo del ataque.156 Los españoles parece que lograron capturar la fuente, pero el contraataque de los francoportugueses los terminó expulsando y rechazando. García de Alarcón ilustra lo ocurrido: Sabed que había una fuente á la otra banda Del cerro, que tres veces la ganamos, Por la cual el Marqués es lo que anda, Y por el agua todos peleamos, Y por el agua aprisa quiere y manda Que una y otra vez acometamos; Mas el contrario bien la ha defendido, Juzgando si la pierde que es perdido.157 No está claro si las tres veces que los españoles capturaron la fuente se refiere a tres ocasiones en que en su posesión estuvo durante el ataque de la tarde del día 26. Es más probable que las tres veces se refieran a distintos ataques contra la Colina 148, siendo la primera vez que la fuente estuvo en manos españolas cuando sus avanzadas tras el desembarco tomaron la colina, reteniéndola hasta que las recién llegadas compañías del comendador de Chaste los expulsaron. La segunda vez habría sido durante el tercer ataque de Bazán en la mañana, antes del repliegue del mediodía. La tercera vez del día 26 fue durante el ataque de la tarde, en el cual más de 5,000 soldados de los tercios de Figueroa, Bobadilla y Sandoval habrían participado. El tercio de Agustín Íñiguez, que desembarcó en las dos oleadas anfibias unos 1,499 hombres, y la coronelía de alemanes, con 1,500 hombres también desembarcados en la mañana, para un total de unos 3,000 hombres, habrían defendido las líneas españolas durante el ataque de los tres tercios mencionados. Es probable que para el ataque de la tarde ya hayan habido más compañías

59

60 adicionales de infantería desembarcadas para afianzar la posesión de la cabeza de desembarco española, y para substituir las bajas sufridas en combate hasta el momento. Resumiendo el primer día de la batalla, García de Alarcón relata: Un punto no cesamos la contienda Hasta que fué ya tarde en todo el día, Y quiero que el lector muy claro entienda Que fueron hasta entonces á porfía Los asaltos que dimos, cosa horrenda Porque Manuel de Silva defendía El cerro bien, estando atrincherado,158 Los objetivos de los ataques españoles del día 26 tras salir de la cabeza de playa: capturar la Colina 148, la fuente de agua, y abrir el camino hacia la villa de San Sebastián y hacia el interior, además de derrotar a las fuerzas francesas y portuguesas, no se cumplieron. Como dice una relación anónima española refiriéndose a las fuerzas del Marqués de Santa Cruz: “Y estuvieron el día de Santa Ana sin podelles ganar su fuerza que estaba en un paso de mucha importancia”.159 La “fuerza” aludida era la de los franceses y portugueses en la Colina 148. Sin embargo, Don Alvaro de Bazán se mantuvo en la cabeza de desembarco, no pudiendo tampoco el enemigo expulsarle. La batalla por la isla Tercera ya habría sido perdida por los defensores el momento que los españoles salieron de los confines de la cabeza de playa donde desembarcaron. Como sostuvo el Mariscal de Campo Rommel unos 360 años después, el desembarco anfibio de una fuerza enemiga fracasaría si ésta era derrotada en las mismas playas del desembarco.160 Sucedió un hecho curioso “después del combate” y que fue el último suceso de importancia en la tarde del día 26: Don Manuel de Silva vino trayendo un gran rebaño de centenares de vacas ante las líneas españolas, además de 1,000 soldados portugueses de refuerzo. La relación francesa habla de “300 ó 400 vacas”, mientras que otras relaciones

60

61 mencionan 600 vacas y bueyes o hasta 1,000 bueyes conducidos en tres grupos. Don Manuel de Silva tenía la intención de repetir con los escuadrones de Don Alvaro de Bazán los resultados de la estampida de vacas y bueyes que atropelló y deshizo la pequeña fuerza que Don Pedro de Valdés desembarcó dos años antes. Hubieron dos veces en que los portugueses pretendieron lanzar el ganado contra los españoles. La primera vez iba dirigida contra el escuadrón de la derecha, donde estaba García de Alarcón, bajo el mando de Don Lope de Figueroa. García de Alarcón relata que de repente vieron una gran nube de polvo en dirección a donde su escuadrón se encontraba, quedándose los soldados españoles mirando que sería aquello y en eso observando que de la gran “polvareda” salía una “vacada grande” conducida por los portugueses “derecho” hacia donde estaban. Don Lope de Figueroa ordena a sus hombres que el momento que la estampida estuviese encima de ellos el escuadrón se abriese para dejar pasar a las cabezas de ganado y a sus acompañantes portugueses, para que se atacase sólo a los soldados portugueses, porque de allí no podrían escapar. Mas esta estampida contra el escuadrón español de la derecha no se llevó a cabo, pues Don Manuel de Silva ordena que se detenga a la concentración de vacas y bueyes, la que fue recogida, retirándose también todos los soldados portugueses que la llevaban, al parecer por haber “diversos pareceres” en el campo francoportugués acerca de cómo usar al ganado.161 El segundo intento de estampida tuvo lugar “en el alto al Sur”, o sea, en la Colina 148. Este hecho se vio primero desde una trinchera de la colina que había sido “ganada” por los españoles, seguramente capturada en la ladera baja de la elevación durante el segundo asalto de la Colina 148 ordenado por Don Alvaro de Bazán durante la mañana. Así, el enemigo “por la tarde se puso en orden de batalla y bajó de la montaña”, haciendo ademán de querer enfrentarse al escuadrón español de la izquierda bajo el Marqués de Santa Cruz, mientras que delante

61

62 conducía las cabezas de ganado, y simultáneamente a esto la caballería portuguesa se enfrascaba en una escaramuza con las tropas de Bazán. El escuadrón que bajó de la Colina 148 llevando delante las cabezas de ganado estaría compuesto por los 1,000 soldados portugueses adicionales que trajo el Conde de Torres Vedras al frente de batalla. En esta ocasión el ganado era conducido en tres grupos distintos, y Bazán ordena a su gente atrincherarse en espera del embate vacuno. Al menos uno de los tres grupos de ganado iba dirigido al escuadrón español derecho, protegido detrás de la trinchera que conectaba a la Colina 148 con la Colina 126. Esta trinchera estaba ocupada por una manga de arcabuceros españoles que “á cada parte [de la trinchera] discurría” a donde hubiese necesidad. Una estampida de ganado contra la trinchera habría abierto una brecha en la línea de defensa, para de allí poder atacarse al expuesto escuadrón español derecho, como lo sugiere García de Alarcón. Así, “al sol ponerse” la concentración de ganado “empieza por tres partes á extenderse”, seguidos los animales del escuadrón portugués cuyos soldados arman una gritería y alboroto, seguramente para aterrorizar a los españoles en conjunción con la estampida. Se ven venir unas mil cabezas de ganado. El Marqués de Santa Cruz ordena a sus hombres que nadie se mueva, y que el momento que llegase la estampida se abriesen “las filas” del escuadrón para dejar pasar a los animales “sin molestarlos”, mandando a “los sargentos mayores que diesen orden á las mangas de arcabuceros que no disparasen á las vacas”, y una vez que hubiesen pasado “que al punto se cerrase” el escuadrón, para “volver á nuestro orden para recibir al enemigo”.162 Al final, este intento de lanzar el ganado contra los españoles no se realizó; el comendador de Chaste “disuadió” a Silva de llevar a cabo la estampida, por el dudoso éxito que de ésta se hubiese podido esperar. De acuerdo a la relación francesa, de Chaste le expuso a Silva “que hubiera valido más á su reputación que se hubiera encontrado en el lugar del

62

63 desembarco y en los combates, como había prometido, con lo que no fuera causa de la pérdida de la isla . . . .”163 De acuerdo a Fernández Duro, el día del desembarco la infantería española estuvo en acción y combate constantes por 16 horas sin parar.164 Empero, y con intervalos entre los combates, la infantería de los tercios estuvo en acción contra el enemigo en operaciones ofensivas desde las 5 de la mañana, cuando el desembarco habría empezado, hasta las 4 ó 5 de la tarde, una vez finalizado el ataque de la tarde por la fuente de agua y antes de la intentona portuguesa con las vacas y bueyes. Con éstas estimaciones, los soldados españoles habrían estado participando en acciones ofensivas unas 11-12 horas del día 26. Incluyéndose la alarma causada por las dos intentonas portuguesas con el ganado vacuno, los soldados españoles habrían estado en acciones ofensivas y defensivas desde las 5 de la mañana hasta las 8 de la tarde estival, totalizando así unas 16 horas en que pudieron haber estado en contacto con el enemigo hasta la llegada de la noche. Este día, y con los refuerzos del atardecer, la fuerza combinada franco-portuguesa habría llegado a tener unas 9,000 ó 10,000 tropas desplegadas ante el ejército del Marqués de Santa Cruz.165 Durante la noche no hubo paz para los soldados españoles, estando formados en escuadrón, “habiendo reforzado las mangas de nuestra arcabucería y mosqueteros”, como decía la relación oficial española, indudablemente como precaución ante un ataque nocturno francoportugués. Se tocaron alarmas, y como recordaba el soldado alemán Lassota von Steblau, en “toda la noche hacían los españoles alarma interminable, gritando ‘guarden las vacas; pase la palabra’”. Como recuerda García de Alarcón, aquella noche no tenía “. . . nuestro campo hora segura./ Que no cesaba un punto el alarido/ Del francés, ni el isleño; antes procura/ Tocar arma á menudo, disparando/ Muchas piezas [de artillería a] los nuestros maltratando”. Desde la Colina

63

64 148 a medianoche “el enemigo [disparó] tres cañonazos uno tras otro, aumentando nuestra desconfianza, porque comprendimos que procuraba darnos á entender que continuaba en el fuerte (la colina), para atacarnos de improviso por otra parte”, de acuerdo al testimonio de Lassota von Steblau. Al parecer, los franceses y portugueses causaron las alarmas aquella noche para tener a los españoles a la defensiva, por temor a que el Marqués de Santa Cruz lanzase un ataque nocturno contra sus posiciones.166 En preparación de la jornada del siguiente día, “. . . aquella noche entró el Marqués en consejo con los maeses de campo sobre lo que había de hacer; y se determinó que en siendo de día marchasen los escuadrones contra los franceses y portugueses y los embistiesen”.167 Un objetivo importante del ataque iba a ser la captura de la fuente de agua en la Colina 148.168 También por la noche se recogieron todos los heridos, llevándolos a la playa, desde donde fueron conducidos al hospital embarcado en la armada. Los heridos en el bando español “pasaban” de 400, y los heridos enemigos recibieron igualmente atención médica. De acuerdo a portugueses que desertaron al campo español por la noche, los de su bando sufrieron bajas de consideración.169 La fuerza francesa bajo el comendador de Chaste estuvo atrincherada “hasta la una de la noche . . . muy cerca de los españoles”. Sin embargo, Don Manuel de Silva informó a de Chaste que sus soldados portugueses habían abandonado sus formaciones, al este de la Colina 148, desertando a la montaña en el interior de la isla. Los portugueses, en su mayoría isleños sin una firme disciplina militar o experiencia en el combate, habrían quedado desmoralizados tras resistir y combatir a las tropas veteranas españolas el 26 de julio. Expuestas durante todo el día al vivo fuego de los arcabuceros y mosqueteros del ejército del Marqués de Santa Cruz, quienes habrían estado disparando a los defensores desde la trinchera o trincheras entre las Colinas 148 y 126, las fuerzas portuguesas al menos resistieron toda una jornada de ataques y escaramuzas

64

65 por parte de la infantería de los tercios. Pero sin mandos que inspirasen el seguir la resistencia y tras seguramente haber sufrido un serio número de bajas cuyas cifras no nos han llegado, la mayoría de los soldados portugueses aprovechó la noche para darse a la huída. La desintegración del ejército portugués dejaba el camino abierto hacia la villa de San Sebastián y de ahí al resto de la isla, condenando la posición francesa en la Colina 148, que con su flanco izquierdo abierto a los españoles podían estos cercar y aislar a los franceses en la colina, sin posibilidad de escapatoria. De Chaste tomó la decisión junto con sus capitanes de abandonar durante esa noche la Colina 148 con el grueso de su fuerza, que habría sido unos 1,800 ó 1,900 soldados. Dejó a una fuerza más pequeña, probablemente de unos 500 hombres,170 que mantuviese las posiciones en la colina y las piezas de artillería gruesa, las que tuvo que dejar, para dar la impresión que todavía el grueso de la fuerza francesa permanecía en ésta, y para que de ser atacada por los españoles ofreciesen resistencia, dando más tiempo a la fuerza principal del comendador de Chaste a que llegase a una montaña a una gran distancia de Angra, hacia el norte, donde pensaba atrincherarse teniendo allí “agua y otras comodidades”.171 Aunque se estima que la fuerza que trajo de Chaste por la mañana a la Colina 148 pudo haber sido de hasta 2,000 soldados franceses, durante la batalla del día 26 pudieron haber acudido los 600 soldados franceses restantes que había en la isla, para reforzar a la fuerza del comendador ante la creciente presión española y substituir a las bajas sufridas durante los combates. Llega la mañana del miércoles 27 de julio, segundo día de la batalla por la Colina 148. Como relata en sus memorias el soldado Lassota von Steblau: “Los que quedaron, estaban al amanecer el 27 de Julio apostados de modo que no se veían, y así creimos que todos se habían ido”. En eso, “al amanecer se tornaron á trabar las escaramuzas y á tirarnos la artillería de los enemigos”, como dice la relación oficial española. Franceses y portugueses, estos últimos de

65

66 los que habrían estado en la colina, “acometieron,/ Derecho nuestro campo de venirse,” de palabras de García de Alarcón. El soldado poeta prosigue, relatando: “Los que en la delantera atrincherados/ De nuestra parte estaban, á trabarse/ Empiezan, y el Marqués, por los dos lados,/ Con dos mangas [de arcabuceros o mosqueteros] les hace reforzarse:”. Esta acometida se habría hecho para llamar la atención e invitar al combate, para que los españoles no pasasen de largo a la colina en su marcha hacia San Sebastián, donde también podían conseguir agua. El ejército del Marqués de Santa Cruz se pone en formación “y á gran prisa á dividirse/ En escuadrones, cuatro. . .” de ellos que se forman, según García de Alarcón, para realizar el asalto contra la Colina 148. De los 4 escuadrones, como cuenta el soldado de la Coronelía de alemanes de Lodrón: “Los españoles se dividieron en tres cuerpos: uno de ellos ocupó nuestra derecha, los otros se pusieron á la izquierda, y las avanzadas rompieron la marcha, disputándola con valor los franceses”. Comienza el asalto español contra La Colina 148, un objetivo principal siendo la captura de la fuente.172 Dando una viva imagen del combate durante el asalto español, García de Alarcón sigue: Los escuadrones nuestros no cesaban A este tiempo marchar el alto arriba, Y los unos y otros no paraban En aquella contienda tan esquiva: Que tantos de ambas partes derribaban, Que no sé qué escritor habrá que escriba Los hechos que franceses aquí hicieron Y con cuánta virtud nos resistieron.173 En el combate los defensores usan “alcancías de fuego”, bombas incendiarias que consistían en una “olla llena de alquitrán y otras materias inflamables” que una vez que se prendía era lanzada al enemigo,174 y que normalmente se empleaban en los combates a corto alcance entre barcos. Así, durante la subida hacia los reductos de la colina, un alférez español es quemado y mal herido tras recibir dos impactos de alcancías de fuego. En el asalto a las

66

67 trincheras enemigas participan seis compañías de infantería que no se habían mencionado en los ataques anteriores, aunque pudieron haber participado en estos. Estas compañías son: la de Don Antonio de Pazos del tercio de Bobadilla, con 200 hombres al salir de Lisboa; la de Don Juan de Luna del tercio de Bobadilla, con 135 soldados al salir de Lisboa y que no figura como una de las compañías que participó en las dos oleadas de desembarco del día anterior, lo que sugiere que ésta era una compañía fresca de refuerzo desembarcada posteriormente al asalto anfibio contra la cala das Molas; la de Don Juan de Vivero del tercio de Figueroa, con 159 hombres al embarcarse en Lisboa; la de Lázaro de Isla del tercio de Figueroa, con 194 soldados al pasarse revista en Lisboa; la de Don Juan Chacón, también del tercio de Figueroa, con 161 hombres y que tampoco aparece como una de las compañías del tercio que participó en las dos oleadas de desembarco del día 26, lo que también puede significar que ésta fue otra compañía de refresco, desembarcada tras la operación anfibia del día anterior; y la compañía de Antonio Serrano del tercio de Portugal, que participó en los desembarcos de la mañana del día anterior, y que al salir de Lisboa tenía 118 soldados.175 Aunque menos en número, los defensores luchan desesperadamente, intentando resistir el asalto español, no siendo ni rápida ni fácil la acometida: “Muy grande rato anduvo combatiendo/ El un campo y el otro, porfiando,/ Opugnando los nuestros de ir subiendo/ A la arriscada cumbre peleando,/ Y el contrario las cuestas defendiendo,”. Los españoles van “derecho [a] las trincheras”, escalándolas y asaltándolas, y en lucha cuerpo a cuerpo capturan las piezas de artillería enemigas, tornándolas y disparándolas contra los mismos defensores “y á fieros cañonazos los echaron,” acometiendo a los franceses que se retiran, el fuego de las mangas de arcabuceros y mosqueteros forzando a los defensores a retirarse de la fuente, el ataque español terminando de expulsar a los franceses de la colina. Los soldados defensores

67

68 van en franca retirada hacia San Sebastián, perseguidos por la infantería española que marcha “en orden de batalla”. En la villa se detiene el ejército español para descansar de la lucha, estando la población desierta, mientras que los franceses siguen su retirada hacia la montaña donde se ha atrincherado el comendador de Chaste.176 La batalla por la Colina 148 ha terminado. Las pérdidas en ambas partes fueron cuantiosas. Fernández Duro sostuvo que el número total de bajas francesas fue de 1,000.177 Sin embargo, las bajas francesas de acuerdo a la relación oficial española fueron de 70 muertos y más de 400 heridos y prisioneros de guerra, sin contarse los oficiales muertos.178 De acuerdo a la relación francesa, al final del día 26 el comendador de Chaste hizo cuenta de las bajas entre sus oficiales. Murieron en el primer día: 3 capitanes, 2 tenientes y 4 alféreces.179 Estos se deben de añadir a la cifra de 70 muertos, para un mínimo de unos 79 muertos del bando francés, sin incluirse oficiales que pudieron haber caído en combate el día 27 durante el asalto final español de la Colina 148. Los muertos habrían sido más, pues tras su captura como prisioneros de guerra y antes de la capitulación de De Chaste, “de los franceses se han ahorcado algunos de diez y siete años para arriba”,180 en vista a que legalmente, de acuerdo a los españoles, estaban los franceses ayudando a rebeldes a resistir a su señor natural, sin existir un estado de guerra entre Francia y España. Por ende, los muertos franceses antes de la capitulación del comendador de Chaste habrían estado cerca de los 100. Los oficiales heridos franceses al final del día 26 fueron: el comendador Du Mayet, 4 capitanes, 2 tenientes y 4 alféreces.181 Estas cifras no incluyen los oficiales que pudieron haber sido heridos durante el ataque del día 27 por la Colina 148. En cuanto a los prisioneros de guerra franceses, unos 60 soldados se rindieron por su cuenta a los españoles al parecer el jueves 28 de julio.182 En total, los españoles condenaron “más de ciento al remo [de galeras], de los que se

68

69 tomaron antes que se rindiese el general de Francia con su infantería”.183 Estos habrían incluido los 60 que se rindieron el día 28. Se podría así calcular que hubieron más de 80 muertos, unos 300 ó más heridos y unos más de 100 hechos prisioneros, para alrededor de unas 500 bajas francesas.184 Con un total de 2,600 soldados franceses en Tercera el día del desembarco, 500 bajas serían equivalentes a un 19% del total. Por ello, prácticamente una quinta parte de la fuerza francesa en la isla fueron bajas antes de la capitulación del general francés. Las fuerzas españolas sufrieron muchas pérdidas durante los combates de los días 26 y 27.185 El número total de españoles muertos en la isla Tercera durante la campaña parece ser que llegó a cerca de 400, pues de acuerdo a García de Alarcón, “no fueron cuatrocientos españoles/ Los que de nuestra parte nos faltaron,”, continuando seis versos más adelante: “Porque aunque la muerte muy airada/ Les cortó breve el hilo de las vidas,”.186 En cuanto a las bajas de heridos, se sabe que en la noche del 26 los heridos del ejército español durante los combates del día, quienes fueron embarcados en la flota, “pasaban” de 400.187 Estas cifras no incluyen los heridos que se sufrieron durante la escaramuza inicial de la mañana del 27 y el ataque español que tomó la Colina 148. Como mínimo, las bajas españolas entre muertos y heridos en Tercera durante la campaña habrían sido unas 800. Incluyéndose los heridos sufridos durante el combate del día 27, el número total de bajas españolas entre muertos y heridos en Tercera habría sido o de más de 800 ó inclusive hasta unas 900, en caso que los heridos en combate en la Tercera hayan pasado de 500. Entre la oficial “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, el también contemporáneo poema de García de Alarcón, y la obra de Fernández Duro aparecen mencionados como bajas del lado español por nombre o sólo por rango a 15 hombres, entre los cuales hay 3 oficiales muertos en acción o a consecuencias de heridas recibidas, siendo estos un

69

70 capitán al mando de una compañía, un capitán sin compañía y un alférez. De los heridos mencionados, hay 7 oficiales, de los cuales 6 fueron capitanes de compañía y 1 un alférez. De las 15 bajas que se nombran en las fuentes referidas, 3 se mencionan como muertos o con herida mortal por armas de fuego enemigas: el capitán Pedro Rosado, quien recibió una herida mortal por un balazo poco antes o durante el primer asalto de Bazán contra la Colina 148 en la mañana del día 26, muriendo de su herida en Angra después de la batalla; Onofre Vernegal, capitán valenciano, “que fué el primero que mataron” de un balazo durante el asalto anfibio de la cala das Molas; y Don Pedro Fajardo, muerto de un tiro de arcabuz poco antes o durante el primer gran asalto de la Colina 148 por Bazán en la mañana del 26. De los 11 heridos entre los 15 mencionados, 9 son referidos como bajas por armas de fuego: Don Félix de Aragón, que capitaneaba la compañía de voluntarios portugueses y que fue herido durante el asalto a la cabeza de playa con un tiro de arcabuz en el hombro y otro disparo de arcabuz en el muslo; Don Cristóbal Nieto, herido por 2 impactos de arcabuz en el asalto por la cabeza de playa; Don Cristóbal de Merlo, herido por un mosquetazo en el brazo durante el combate por la cabeza de playa; el capitán Pedro de Santisteban del tercio de Figueroa, que sufrió herida de arcabuz en una pierna; el capitán Manuel de Vega, del tercio de Portugal, herido de balazo de arcabuz en las trincheras de la Colina 148 antes o durante el primer gran ataque de Bazán contra ésta; el capitán Antonio Serrano del tercio de Portugal, herido dos veces, por arcabuz y una pica en una mano y la cara durante el ataque a la Colina 148 del día 27; el capitán Lucio Pinatelo, capitán de una de las 3 compañías de italianos que estaban bajo so mando, herido por arcabuz; el capitán Fray Vicencio de Aflito de una de las compañías italianas de Pinatelo, herido por arcabuz; el aventurero y caballero napolitano Miguel Coja, herido en el brazo por tiro de arcabuz. De los 15, la causa de la muerte del alférez de Don Félix de Aragón, caído en la lucha por la cabeza de

70

71 playa, y el origen de la herida del sargento del de Aragón, recibida también en la cabeza de playa, no se conocen, aunque pudieron haber sido también por fuego enemigo. De los oficiales heridos nombrados, el alférez Alonso de Cajero lo es quemado por dos alcancías de fuego que los defensores le lanzaron durante el asalto de la Colina 148 del día 27.188 Por lo tanto, de las 15 bajas españolas que se identifican en las fuentes, 12 son referidas por éstas como causadas por disparos de arcabuz, los más, o de mosquete. Aunque esto no sea prueba sólida de la causa de la mayor parte de las bajas incurridas en el bando español, los muertos y heridos ocasionados por armas de fuego en el grupo de 15 bajas identificadas como ocurridas en suelo de Tercera, los 12 arriba mencionados, son un 80% del total. Sin embargo, este porcentaje podría ser indicio de que hubo una alta proporción de bajas españolas sufridas por armas de fuego, incluyéndose las causadas por la artillería franco-portuguesa - si no una mayoría - en el total de bajas de combate incurridas por las fuerzas de Bazán en la Tercera. Si el número de bajas españolas fue de unas 800, y tomando en cuenta que había embarcados en la armada española unos 11,500 soldados, las bajas constituían sólo alrededor de 7% del total de tropas transportadas a la isla Tercera. Si en cambio las bajas españolas fueron unas 900, esto constituía un 7.8% del total de soldados embarcados. Las pérdidas del ejército español en Tercera fueron limitadas en proporción al total de tropas embarcadas para la campaña, si se comparan a la proporción de bajas sufridas por sus enemigos con relación al total de sus efectivos, y tomándose en cuenta que inclusive con la cifra máxima de 900 bajas, Don Alvaro de Bazán todavía tenía a su disposición unas 10,600 tropas para la conquista de la isla. En realidad, y considerando la calidad de la mayoria de los soldados de las fuerzas de Bazán y de sus mandos, y la superioridad numérica del ejército español, el resultado final de la campaña

71

72 una vez que los desembarcos anfibios se llevaron a cabo exitosamente habría estado fuera de toda duda.189 La cantidad de bajas sufridas por los defensores portugueses es desconocida, aunque éstas pudieron haber sido numerosas. García de Alarcón menciona que más de 900 franceses murieron en Tercera, pero esto sin duda es una exageración, quizás para minimizar el número de muertos sufridos por el bando español. Otra posibilidad es que los más de 900 muertos, aunque referidos como franceses, hubiesen incluido a los caídos portugueses. Con unos 80 muertos del lado francés, ¿habrían sido acaso más de 800 el número de portugueses que murieron en la isla Tercera a resultas de los combates? Asumiendo que de haber sido unos 800 los muertos del bando portugués de Don Manuel de Silva, se podría estimar al menos entre unos 600 u 800 los heridos portugueses. La cifra de 1,400 ó 1,600 bajas portuguesas habría constituido un 15.5% ó un 17.7% respectivamente del total de hasta 9,000 tropas de infantería y caballería que defendían Tercera.190 Un elevado número de bajas habría impulsado a las bisoñas tropas de la isla a desertar durante la noche del 26 al 27 de julio. Tras descansar “un rato” en San Sebastián, y antes de proseguir el avance de su ejército hacia la ciudad de Angra, el Marqués de Santa Cruz ordena que durante la marcha ninguno de sus soldados se separe de sus compañías respectivas ni se fuese a perder, por estar seguro que caerían en emboscadas. Ordena que en la marcha a Angra vayan en vanguardia Don Lope de Figueroa y Don Francisco de Bobadilla, estando “divididos” y cada uno mandando 2 tercios, yendo cada grupo “por dos partes” distintas. Se les ordenó que no se detuviesen hasta llegar al castillo de San Sebastián, que defendía el puerto de las Pipas de Angra, con la armada navegando por la costa en dirección a la ciudad.191 Durante las dos oleadas de desembarco de la mañana del martes 26 se desembarcaron 6,766 hombres de los 4 tercios que participaron en la

72

73 operación anfibia. Contándose las bajas en combate y sin incluir los refuerzos que se desembarcaron de la flota para compensar por las pérdidas, los 4 tercios habrían marchado hacia Angra con unos 6.000 soldados de los desembarcados en las dos oleadas anfibias del día anterior. La razón detrás de la decisión de Don Alvaro de Bazán de enviar simultáneamente a la armada por la costa hacia Angra mientras avanzaba el ejército por tierra hacia la capital la explica García de Alarcón: Y á la armada le manda por la tierra Rogándola les haga cruda guerra. Esto ordenó el Marqués, porque llegase Por la tierra y por mar en coyuntura, Que la armada y campo se ayudase, Y este era su designio que procura, Y como á las galeras avisase, Viérades con la gran desenvoltura Que van por la marina discurriendo, Las trincheras y fuertes combatiendo.192 Este concepto de mutuo apoyo entre la armada y el ejército de tierra, nuevamente de moda en la Armada norteamericana tras la caída de la Unión Soviética, ya era conocido y comprendido por los españoles en el siglo XVI. Así, la armada no se consideraba como una fuerza que operase completamente independiente y desvinculada de operaciones militares conducidas en tierra. La idea de que el poderío naval de una potencia marítima bastaba para dar la victoria en una guerra, inclusive en un conflicto contra una potencia continental sin considerar como igualmente importante las campañas terrestres, como predicaba el pensador naval Alfred Thayer Mahan, fue desmentida por las acciones navales y militares combinadas del Marqués de Santa Cruz más de trescientos años antes.193 Importantes trabajos en que se expuso a comienzos del siglo XX la importancia de ver a las operaciones militares y navales como parte de un esfuerzo común son los de los ingleses Julian S. Corbett y C.E. Callwell.194 Más recientemente, un ejemplo del

73

74 nuevo pensamiento de la Armada de los EE.UU. tras el fin de la Guerra Fría a favor de operaciones conjuntas se puede ver en la obra High Seas: The Naval Passage to an Uncharted World del Almirante del U.S. Navy William A. Owens.195 La marcha hacia Angra por tierra fue dificultosa, en vista de que “hacía un calor terrible que debilitó á mucha gente y sofocó á algunos”. Tanto la ciudad como el castillo de San Sebastián estaban abandonadas.196 De las cuatro galeras que estaban bloqueando el puerto de Angra, y seguramente sin encontrar resistencia, “a un fuerte una galera está arrimada,” mientras que “otra está un baluarte combatiendo,” y las dos galeras restantes “van entrando” al puerto. Las galeras capturan los 13 barcos franceses, un galeón inglés y otro navío inglés que vinieron con los franceses, y 16 naves portuguesas, anclados en Angra, para un total de 31 naves que fueron saqueadas por la gente de las galeras. Los de las galeras, “. . .atrincherados bien con sus paveses,/ Hasta el muelle de tierra no pararon,” tomándolo por asalto.197 Mientras seguía la marcha del ejército por tierra, la armada iba bordeando la costa hacia Angra, con el galeón San Martín con todas las velas al viento y dos galeras bogando “sin reposo” en la delantera, seguidos por el resto de la armada. Tras ver que las galeras entraron al puerto de Angra sin oposición, el ejército penetra en la ciudad y se extiende por ésta, tomándola sin hallar resistencia. El Marqués de Santa Cruz ordena que las casas no sean quemadas, pero decreta el saqueo de la ciudad por tres días para cada soldado en castigo de la resistencia de sus habitantes contra Felipe II, ordenando también a sus tropas no usar la fuerza contra nadie de los del lugar, bajo pena de muerte.198 Bazán también ordenó que ninguno de sus soldados “entre con violencia en los templos ni monasterios, ni toque á la sagrada custodia del Santísimo Sacramento, ni relicario, ni imágenes, so pena de la vida”.199 Por si acaso, el Capitán General puso “guardias en los monasterios, especialmente de las monjas,” donde se refugiaban también mujeres de la

74

75 población, y también en las iglesias. Aparte, el colegio de los jesuitas “estaba lleno de franceses e ingleses heridos”.200 El comendador de Chaste con su contingente y junto con soldados portugueses que habían estado dispuestos a continuar la resistencia tras la batalla de la Colina 148, después de haber estado atrincherados en una montaña y viendo que no había posibilidad de victoria, entabló conversaciones con oficiales del Marqués de Santa Cruz para una rendición honrosa bajo condiciones. Tras una dilación inicial por parte francesa, el ejército español se dispuso a atacar la montaña si de Chaste no capitulaba, y así marchó el 2 de agosto hacia ésta “y se puso en orden de batalla”. El comendador fue con algunos de sus oficiales a Angra esa noche y capitularon.201 Al día siguiente, y marchando dentro de Angra entre dos filas de soldados alemanes, 2,200 soldados franceses se rindieron junto con 18 banderas, además de 1,800 soldados portugueses con sus armas, entregándose 36 banderas portuguesas, lo que refleja el número de compañías que tuvo el ejército portugués y el gran tamaño de éste antes de su desintegración. Los vencidos fueron al castillo de San Sebastián donde entregaron sus insignias, “mosquetes, arcabuces, picas, alabardas” e instrumentos de música.202 Dejando rehenes en la isla, el comendador de Chaste y su gente se embarcaron para Francia en naves españolas.203 El 4 de agosto fue capturado Don Manuel de Silva, que estaba escondido, por soldados del tercio de Bobadilla, siendo conducido prisionero a la galeaza Capitana y ejecutado públicamente días después.204 Dos días después de la captura de Angra, el 29 por la tarde, y de acuerdo a las órdenes del Marqués de Santa Cruz, se embarcó una fuerza de 2,500 hombres bajo el mando de Don Pedro de Toledo que había de tomar la isla de Fayal, defendida por franceses y los portugueses seguidores de Don Antonio. El 30 de julio partió de Angra una flota de “12 galeras, 4 pataches,

75

76 16 pinazas y algunos barquillos y barcas”. Las llamadas pinazas habrían sido las zabras de la armada, pues no hay indicación de que la flota que salió de Lisboa traía pinazas. Al día siguiente, domingo 31, la flota de invasión llega a Fayal. El 2 de agosto se efectúa un desembarco nocturno mientras que 2 galeras causan falsa alarma por otra parte para distraer a los defensores. La guarnición francesa de 500 hombres, los soldados portugueses y seguramente también la compañía inglesa enviada a Fayal ofrecieron brava resistencia, pero finalmente los defensores capitularon en el principal fuerte ya cercado por los españoles. Se capturaron 6 banderas francesas, equivalente cada una a una compañía de infantería, dejándose una pequeña guarnición para defender la isla y regresando la expedición naval y anfibia de Don Pedro de Toledo a Angra el 8 de agosto, tras haber sometido a las islas de Fayal, San Jorge, Pico y Graciosa.205 De acuerdo a Lassota von Steblau, “el 10 de agosto se expuso el Estandarte Real en palacio, y los habitantes juraron fidelidad”. García de Alarcón lo describe como “. . . una bandera toda escrita/ Con oro y una esfera refulgente,/ Diciendo:-‘Quien gobierna alrededor,/ Hijo es de Carlos V Emperador.’-/”. El soldado poeta prosigue la descripción: “El real estandarte enarbolaron,/ Cuyo esmalte era de oro, y su pintura/ . . . / Mostrando á la otra parte la figura/ De Santiago apóstol, y á los lados/ Tiene infinitos moros destrozados.”.206 Antes de partir para España, Don Alvaro de Bazán deja una guarnición en Tercera de 2,000 soldados bajo el mando de Juan de Urbina, nombrado gobernador de la isla y maestre de campo. El 16 de agosto el Marqués de Santa Cruz embarca a su ejército en Angra para el regreso, “y el mismo día pasó delante del puerto una flota de Indias”. Cumplida su misión, al día siguiente se embarca el Capitán General y la armada zarpa para España.207 La campaña de las Azores de 1583 había concluido.

76

77 7. Conclusión. La conquista de la isla Tercera de 1583 mostró que la preparación, organización y ejecución de la expedición naval-militar y del desembarco anfibio en particular se habían hecho con mucho cuidado y atención a los detalles. Se puede llegar a las siguientes conclusiones de índole militar de que se valió Don Alvaro de Bazán para el éxito del desembarco en Tercera: La recolección de información de inteligencia sobre las defensas de Tercera y sitios más favorables al desembarco; el reconocimiento de las costas; el emplearse medios especializados para facilitar el desembarco, como las barcas chatas grandes, diseñadas para tal propósito, o el empleo de las galeras para remolcar a las barcas de desembarco hasta la bahía das Mós; el efecto sorpresa para realizar el asalto anfibio, viajando la flotilla de desembarco de noche al sitio elegido para realizarlo; el recurrir al engaño del enemigo dentro del concepto de maskirovka208 ó enmascaramiento, creando falsas alarmas al bombardear diversos puntos de la costa para confundir a los defensores y así ocultar el verdadero sitio del desembarco; el empleo de la artillería y fuego naval de las galeras en apoyo directo del desembarco anfibio en la cala das Molas; unidad de mando y control de las fuerzas navales y terrestres embarcadas antes y después del desembarco; y un alto grado de disciplina militar que permitió el rápido desembarco “de golpe” y en “buen orden”209 de 4,500 soldados de la primera oleada y de otros 4,000 en pocas horas. Además, el plan de que las fuerzas navales anfibias fuesen al lugar del desembarco con rapidez y sorpresa, y el efectuar un desembarco anfibio en el menor tiempo posible, son conceptos tácticos y operacionales ya apreciados por los españoles en 1583. Todas estas cualidades de la campaña y operación anfibia de la isla Tercera son un ejemplo de la superioridad militar, de una compleja organización operacional, y de la capacidad para conducir

77

78 operaciones militares de gran envergadura y a gran distancia, de España y sus mandos navales y militares a fines del siglo XVI, aventajando así a los enemigos de la monarquía hispánica. Si se consideran los principios de la guerra como fueron identificados en los EE.UU.,210 se pueden descubrir una coincidencia entre los mismos y la estrategia, procedimientos y operaciones militares seguidos por el Marqués de Santa Cruz durante la campaña de Tercera. Siendo nueve al menos el número de principios de la guerra de acuerdo al pensamiento militar norteamericano, el primero es el principio del objetivo. Así, los mandos castrenses deben de tener presente “que cada operación militar ha de ser dirigida hacia un objetivo claramente definido, decisivo y posible”.211 En este sentido, la campaña de 1583 fue conducida para conquistar Tercera por medio de una invasión anfibia con una armada y un ejército transportado para tal fin, destruyendo en el proceso a las fuertes fuerzas enemigas basadas y fortificadas en la isla. Don Alvaro de Bazán llevó a las Azores in 1583 fuerzas y medios adecuados para lograr sus objetivos militares. A su vez, el comendador de Chaste al mando de las fuerzas francesas tenía claramente definido el objetivo de la defensa, como demostraron sus medidas para mejorar las fortificaciones y defensas de Tercera. Se podría inferir de lo que el comendador alegadamente le dijo a Don Manuel de Silva que el general francés estaba consciente del objetivo, no logrado, de intentar derrotar la invasión enemiga en la playa de desembarco. El segundo principio es el de la ofensiva, el cual se basa en la idea que los objetivos de una guerra se logran mejor por medio de acciones ofensivas. La acción ofensiva proporciona al que la practica “libertad de acción y el lograr resultados decisivos”.212 Claramente, la expedición a las Azores de 1583 se regía por el principio de la ofensiva, el cual logró con su éxito el resultado decisivo de derrotar las fuerzas enemigas en el archipiélago, y garantizar que Tercera no siguiese siendo una base naval enemiga contra las flotas de Indias y la base de Don

78

79 Antonio para sus empresas militares en pos de la corona portuguesa. Clausewitz, sin embargo, consideró “la defensiva la forma de guerra más fuerte”, de acuerdo a Weigley.213 En este sentido, el comendador de Chaste al atrincherarse en la Colina 148 y fortificarla siguió el principio de la defensiva como medio de detener el avance español al interior de la isla, logrando este objetivo mientras su flanco izquierdo, defendido por el ejército portugués, mantuvo sus posiciones. El tercer principio es el de masa o concentración, según el cual fuerzas más fuertes han de ser utilizadas contra fuerzas más débiles del enemigo, y que el grueso de las fuerzas disponibles o la parte más fuerte de esas fuerzas ha de ser empleada para conseguir “los objetivos decisivos en el teatro de guerra”.214 Don Alvaro de Bazán siguió este principio al desembarcar 4,500 soldados contra una posición defendida sólo por una compañía de 50 franceses y dos compañías de portugueses, no más de 200 enemigos en total, en un área alejada de las principales concentraciones de fuerzas enemigas en Angra y Praya. Por encima de esto, desembarcó en cuestión de horas un total de 8,500 hombres ante las débiles fuerzas locales de los defensores. De Chaste concentró para la defensa sus tropas en la Colina 148, y los portugueses, también a la defensiva, concentraron prácticamente todo su ejército ante los tercios españoles para impedir su paso, reuniendo el grueso de sus fuerzas ante las unidades desembarcadas por los españoles en sus dos oleadas de desembarco de la mañana del 26 de julio, levemente inferiores en número de tropas a las fuerzas combinadas franco-portuguesas movilizadas a la zona de invasión. Estas últimas pudieron haber tenido en la mañana del 26 unos 9,000 hombres. El cuarto principio es el de economía de fuerza, entendido también como el de las “reglas para destacamentos”, de acuerdo al cual las fuerzas disponibles no han de ser meramente

79

80 acumuladas, sino distribuidas y asignadas juiciosamente para la obtención de objetivos secundarios sin ir en menoscabo de la concentración de fuerzas necesaria para lograr objetivos decisivos en el punto de debilidad del enemigo.215 El Marqués de Santa Cruz empleó este principio al enviar avanzadas de arcabuceros y mosqueteros, mientras terminaba de desembarcar sus fuerzas, a escaramuzar con el enemigo y capturar posiciones de importancia, como la toma inicial de la Colina 148 y de su fuente antes de la llegada de la fuerza francesa bajo el comendador de Chaste, la captura de las Colina 126 y las trincheras conectando ambas colinas. Otros ejemplos de la utilización de fuerzas destacadas del grueso para lograr fines secundarios fue el uso de las galeras, separadas del grueso de la armada, para cañonear las defensas de la cala das Molas mientras que otras remolcaban a las barcas chatas y otras cañoneaban la costa para causar falsas alarmas, acudiendo después a bloquear el puerto de Angra. El empleo de la flota de desembarco compuesta de galeras y naves menores separadas del grueso de la armada para apoyar el asalto anfibio es otro ejemplo del principio de economía de fuerza. El envío contra la isla de Fayal de la fuerza naval y de desembarco bajo Don Pedro de Toledo, seleccionada de entre las unidades de la armada y ejército españoles en Tercera, es también otra ilustración del principio de economía de fuerza, practicado por los españoles durante la campaña de 1583 de las Azores. Este último uso de la fuerza naval que capturó a la isla de Fayal y las restantes de las Azores opuestas a Felipe II, en cuanto a que operó separada de la armada que estaba en Tercera, coincide en su utilización con el principio de división de fuerzas navales y de escuadrones navales destacados, como entendido por Corbett, para contribuir al logro del objetivo principal de una campaña. Este concepto sostenido por el eminente estratega naval inglés iba en contra de la idea de “concentración” de fuerzas navales como la interpretaba pensadores como Mahan, según el cual una flota no debía de ser dividida.216

80

81 El quinto es el principio de movimiento o el “principio de maniobra”, por el cual los mandos militares han de tener suficiente flexibilidad en estructurar sus fuerzas y en sus planes de batalla para maniobrar de tal forma que ponga al enemigo en desventaja, obteniéndose los objetivos de manera menos costosa.217 Este principio se vio empleado en el uso de la movilidad que la armada proporcionaba para navegar por la costa y desembarcar el ejército en el sitio más apropiado. También se observó el principio de maniobra en la formación de los 2 escuadrones de 4,000 mil hombres entre ambos que Don Alvaro de Bazán ordenó ser formados para avanzar desde la cabeza de desembarco al interior, los 4 escuadrones formados para el ataque del día 27 contra la Colina 148, y la marcha del frente del ejército español hacia Angra ese día con dos grupos distintos de 2 tercios cada uno. El sexto principio es el de la sorpresa, por el cual los mandos militares pueden tornar el balance de fuerzas de combate a su favor para lograr el éxito con resultados fuera de toda proporción a los medios invertidos en la empresa.218 Como se ha visto, el Marqués de Santa Cruz empleó el principio de la sorpresa no sólo para confundir a los defensores en cuanto al lugar donde se llevaría a cabo el desembarco, cuando enviaba a las galeras a causar falsas alarmas por la costa, pero también en el trasladar la flota de desembarco a la bahía das Mós de noche para sin ser vista colocarse ante la playa designada para el asalto anfibio. Don Pedro de Toledo también utilizó el principio de la sorpresa al conducir la operación de captura de la isla de Fayal. El séptimo es el principio de la seguridad, para impedir el que uno sea sorprendido por el enemigo y para mantener la libertad de acción en la conducción de operaciones militares.219 Este principio se apreció durante la noche del desembarco, cuando Bazán envía a las cuatro galeras que bombardearían las defensas de la cala das Molas por delante de la flota de

81

82 desembarco para limpiar de embarcaciones enemigas las aguas por donde iba a pasar la flota y seguramente también para servir de descubierta y no ser la fuerza de desembarco sorprendida por los barcos enemigos que estaban fondeados en Angra. El envío por el Marqués de Santa Cruz de 4 de sus galeras para bloquear el puerto de Angra fue una medida de seguridad para asegurarse que la flota enemiga dentro del puerto no intentase salir de éste, sea para escapar o para acometer la flota de desembarco en la bahía das Mós. También se puede decir que las órdenes del comendador de Chaste de colocar vigías con campanas en las alturas cerca de la costa de Tercera era una medida de seguridad para dar la alarma el momento que se divisase la armada española y no ser sorprendidos por su aparición frente a las costas de la isla. El octavo es el principio de simplicidad, pues se considera que el plan más simple es el mejor plan. Además, simplicidad en el plan de batalla “minimiza la confusión y los malentendidos”.220 Se puede alegar que el plan de Don Alvaro de Bazán era muy simple: ir a Tercera, buscar un sitio adecuado para desembarcar, desembarcar la mayor parte de su ejército en una playa débilmente defendida, establecer una cabeza de desembarco y de allí marchar hacia la capital de Angra. El enemigo francés y portugués sería enfrentado donde se le hallase. El plan francés de defensa una vez que los españoles establecieron su cabeza de desembarco fue también simple: resistir en la Colina 148 cuanto tiempo fuese necesario, siempre y cuando su flanco izquierdo se mantuviese protegido por el ejército portugués. Los defensores de la colina recibían refuerzos, municiones y alimentos del interior, además de tener una fuente de agua para proveerse. Pudo el comendador de Chaste haber resistido con sus hombres por largo tiempo en vista de su exitosa defensa de la Colina 148 durante el día 26, pero siempre y cuando los portugueses hubiesen mantenido su línea del frente.

82

83 El principio noveno es el de cooperación o unidad de mando, según el cual debe de haber cooperación entre los diversos mandos participantes en una operación, y de acuerdo al concepto actual de unidad de mando, debe de existir cooperación y coordinación también entre los diversos servicios de las fuerzas armadas a nivel del teatro de operaciones y a nivel táctico, por medio de mandos unificados reuniendo los diversos servicios involucrados.221 El Marqués de Santa Cruz mantenía unidad de mando sobre las fuerzas navales y terrestres a su disposición, por ejemplo, por medio de sus consejos de guerra en que se reunían sus generales de mar y tierra en su Capitana, el galeón San Martín. Se pudo apreciar cooperación y coordinación entre los mandos de los tercios, como cuando se buscaba un lugar apropiado para desembarcar, durante las acciones para capturar la Colina 148 o durante la marcha hacia Angra de los dos grupos de 2 tercios cada uno, en que tuvo que haber coordinación entre sus mandos. La campaña de Tercera demuestra sobretodo una estrecha cooperación y coordinación entre las fuerzas navales y terrestres en preparación del desembarco, durante éste, y después de las dos oleadas de desembarcos, en esta última instancia por ejemplo cuando se desembarcan de las galeras las piezas de artillería de campaña para apoyar al escuadrón de Bazán ante la Colina 148, cuando se desembarcaban de la armada agua para los soldados, el hospital de campaña, municiones y refuerzos, o cuando se embarcaron los heridos en la batalla. Se puede añadir un décimo principio de la guerra, el de inteligencia, que incluiría labores de espionaje, intercepción de comunicaciones, como también operaciones de reconocimiento en apoyo de las principales operaciones de combate. Este principio permite el saber dónde y cuál es el punto más débil del enemigo, dónde se halla su punto más fuerte, como también en dónde hay fuerzas enemigas, cuántas hay y de qué tipo son. Como se ha mencionado previamente, Don Alvaro de Bazán tenía información de inteligencia sobre las

83

84 costas y defensas de Tercera antes de llegar a la isla, y navegó alrededor de ésta para reconocer de cerca y personalmente sus costas y fortificaciones costeras. Sus maestres de campo también reconocieron en barcas la costa sur en busca del sitio más conveniente para efectuar el desembarco. Se habrían hecho los dos prisioneros que se capturaron durante el segundo ataque de Bazán a la Colina 148 para intentar obtener de ellos información de inteligencia sobre las fuerzas defendiendo la colina, pues los prisioneros fueron llevados ante el Capitán General. Bazán no habría ignorado la información de inteligencia proporcionada por los desertores portugueses, en cuanto al número y tipo de fuerzas que se le oponían como también el que los defensores sufrieron pérdidas de consideración durante los combates del día 26. Finalmente, una importante consecuencia de las expediciones a las Azores y la isla Tercera, una vez que la seguridad de las líneas marítimas de comunicación españolas estaba reforzada con la posesión del archipiélago, fue que los éxitos de las campañas de 1582 y 1583 llevaron a Don Alvaro de Bazán a proponer la invasión de Inglaterra. Como él dijo tras su victoria de 1583 en Tercera: “justo es que se siga ahora el año que viene la victoria sobre Inglaterra después de la aquí conseguida”.222 En cuanto a Don Antonio, después de la pérdida de su base más importante en Tercera, como Oliveira Marques escribió: “. . . aún consiguió el alentar ataques franceses e ingleses contra barcos portugueses, contra el mismo Portugal y los territorios portugueses de ultramar”.223 Ciertamente, una epílogo muy desgraciado.

Notas:

1

Jorge Calvar Gross, José Ignacio González-Aller Hierro, Marcelino de Dueñas Fontán y M.ª del Campo Mérida Valverde, La Batalla del Mar Océano. Corpus Documental de las hostilidades entre España e Inglaterra (1568-1604), vol. 1, Instituto de Historia y Cultura Naval (Madrid: Ministerio de Defensa-Armada Española, 1988), documento no. 167, p. 212; C.R. Boxer, The Portuguese Seaborne Empire 1415-1825 (Londres: Hutchinson, 1969), 108; Cesáreo Fernández Duro, Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón,

84

85

2d ed., vol. 2 (Madrid: Museo Naval, 1973), 298. 2

Jorge Calvar Gross, José Ignacio González-Aller Hierro, Marcelino de Dueñas Fontán y M.ª del Campo Mérida Valverde, La Batalla del Mar Océano. Corpus Documental de las hostilidades entre España e Inglaterra (1568-1604), vol. 1, Instituto de Historia y Cultura Naval (Madrid: Ministerio de Defensa-Armada Española, 1988), documento no. 169, p. 215; ídem, documento no. 173, p. 217; ídem, documento no. 186, pp. 229-230; ídem, documento no. 191, p. 234; ídem, documento no. 208, pp. 251-252; ídem, documento no. 210, p. 253; ídem, documento no. 211, p. 254; ídem, documento no. 220, pp. 267-268; ídem, documento no. 221, p. 269; ídem, documento no. 223, pp. 271-272; ídem, documento no. 224, p. 274; ídem, documento no. 231, p. 281282; ídem, documento no. 235, pp. 285-286; ídem, documento no. 240, p. 293; ídem, documento no. 243, pp. 297-298; ídem, documento no. 244, p. 300; ídem, documento no. 245, pp. 301-302; ídem, documento no. 247, p. 304; ídem, documento no. 248, p. 305; ídem, documento no. 251, pp. 308-309; ídem, documento no. 252, pp. 309-310; ídem, documento no. 259, p. 316; ídem, documento no. 262, p. 318; ídem, documento no. 268, p. 324; ídem, documento no. 269, p. 325; ídem, documento no. 271, pp. 328-329; ídem, documento no. 287, p. 352; ídem, documento no. 288, p. 353; ídem, documento no. 290, pp. 357-358; ídem, documento no. 294, p. 359; ídem, documento no. 295, p. 361; ídem, documento no. 296, p. 362; ídem, documento no. 306, pp. 377-378; ídem, documento no. 307, p. 379; ídem, documento no. 312, p. 384; ídem, documento no. 329, p. 396; Fernando P. de Cambra, D. Alvaro de Bazan: Almirante de España (Madrid, Editora Nacional, 1943), 220, 226. 3

Boxer, 108; C. Pérez-Bustamante, Compendio de Historia de España, 14ª ed. (Madrid: Ediciones Atlas, 1974), 309. 4 Cesáreo Fernández Duro, La Conquista de las Azores en 1583 (Madrid: Est. tipográfico "Sucesores de Rivadeneyra", 1886), 9; P. de Cambra, 181. 5

Jorge Calvar Gross, José Ignacio González-Aller Hierro, Marcelino de Dueñas Fontán y M.ª del Campo Mérida Valverde, La Batalla del Mar Océano. Corpus Documental de las hostilidades entre España e Inglaterra (1568-1604), vol. 1, Instituto de Historia y Cultura Naval (Madrid: Ministerio de Defensa-Armada Española, 1988), documento no. 242, p. 296. 6 “In the Azores,...Spanish intervention was decisive, for these were a strategic point in imperial communications, a rendezvous for incoming fleets from the Indies.” John Lynch, Spain under the Habsburgs, vol. 1 (New York: Oxford University Press, 1964), 310. 7

Fernández Duro, Conquista de las Azores, 11-12.

Ibíd., 13; “1581, Julio 28.-El general D. Pedro de Valdés participa haber hecho desembarco en la isla con éxito desgraciado.”, en la Colección Sans de Barutell, art. 4, no. 565, reproducido en Cesáreo Fernández Duro, La Conquista de las Azores en 1583 (Madrid: Est. tipográfico "Sucesores de Rivadeneyra", 1886), 212-214. Desde las páginas 211 hasta 218 del apéndice no. 14 se reproduce el informe que el Capitán Pedro de Valdés remitió al Rey el 28 de julio de 1581, relatando los sucesos que ocurrieron después de su desembarco. 8

“Relación: Juan Díaz de Carvalla y Bartolomé Fernández. Descripción y estado de la isla Tercera en marzo de 1582”, reproducida en Jorge Calvar Gross, José Ignacio González-Aller Hierro, Marcelino de Dueñas Fontán y M.ª del Campo Mérida Valverde, La Batalla del Mar Océano. Corpus Documental de las hostilidades entre España e Inglaterra (1568-1604), vol. 1, Instituto de Historia y Cultura Naval (Madrid: Ministerio de Defensa-Armada Española, 1988), documento no. 278, p. 338; “A arte e a história: A batalha da Salga”, Ilha Terceira [portal informativo en línea]; disponible en http://www.azores.com/azores/terceirp.html; Internet; consultado el 16 de agosto del 2005. 9

El dato se halla en la “Relación del estado en que quedavan las cosas de la Tercera al tiempo que partieron Juan Díaz de Carvalla y Bartolomé Fernández, que fue a los cinco de março 1582”. Calvar Gross et al., documento no. 278, pp. 338, 337. 10

“Relación de los fuertes que hay desde la ciudad de Angla hasta la punta de la villa de Playa, y artillería

11

85

86

que se halló en ellos.”, en la “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera y adyacentes, efectuada por el Marqués de Santa Cruz, con la fuerza que tenían en ellas los enemigos.”, en la Colección Sans de Barutell, Simancas, art. 4, no. 701 y en la Colección Navarrete, t. V, no. 1, reproducida en Cesáreo Fernández Duro, La Conquista de las Azores en 1583 (Madrid: Est. tipográfico "Sucesores de Rivadeneyra", 1886), 443. 12 Defense Mapping Agency, United States of America, North Atlantic Ocean. Arquipélago Dos Açores (Portugal). Eastern Approaches to Ilha Terceira, carta marítima, no. 51064. 13

Fernández Duro, Conquista de las Azores, 13-14.

14

Defense Mapping Agency, carta marítima, no. 51064; Fernández Duro, Armada Española, 306.

15

Fernández Duro, Conquista de las Azores, 13.

16 Fernández Duro, Armada Española, 327; Ignacio da Costa Quintella, Annaes da Marinha Portuguesa, tomo II (Lisboa: Academia Real das Sciencias, 1840), 13.

Manuel Faria, “Tombos dos Fortes da Ilha Terceira”, Boletim Instituto Histórico da Ilha Terceira, 1996 [documento en línea]; disponible en http://www.ihit.pt/new/boletim.php?area=boletins&id=36&PHPSESSID=89293ff6b9f5e709bcb765a6b628ecb9 ; Internet; consultado el 17 de agosto del 2005. 17

18 Antón Pombo, “Portugal, Para Non Perder: Un milagre atlántico”, El Correo Gallego.es, 31 de julio de 2005 [periódico en línea]; disponible en http://www.elcorreogallego.es/index.php?option=com_content&task=view&id=10733&Itemid=225; Internet; consultado el 19 de agosto del 2005; “Map of Terceira Island, Azores,” Wikipedia, the Free Encyclopedia. [enciclopedia en línea]; disponible en http://upload.wikimedia.org/wikipedia/en/d/db/Terceira_Azores.gif; Internet; consultado el 18 de agosto del 2005; “Map of Terceira”, Birding Azores -Terceira [mapa en línea]; disponible en http://www.destinazores.com/pdfs/en/pdf_Terceira.pdf; Internet; consultado el 18 de agosto del 2005. Una relación anónima española de la campaña de 1583 habla que los soldados del Marqués de Santa Cruz desembarcaron “por la parte de San Sebastián”, lo que se puede interpretar como cerca o próximo a esta villa. Véase “Relación: Anónima. Campaña de las Azores de los años 1582 y 1583”, reproducida en Jorge Calvar Gross, José Ignacio González-Aller Hierro, Marcelino de Dueñas Fontán y M.ª del Campo Mérida Valverde, La Batalla del Mar Océano. Corpus Documental de las hostilidades entre España e Inglaterra (1568-1604), vol. 1, Instituto de Historia y Cultura Naval (Madrid: Ministerio de Defensa-Armada Española, 1988), documento no. 340, p. 410. 19

Calvar Gross et al., documento no. 278, p. 338.

20 “Relación: Un Padre jesuita anónimo a la casa de la Compañía de Jesús en Japón. Campañas de las Azores de 1582 y 1583”, reproducida en Jorge Calvar Gross, José Ignacio González-Aller Hierro, Marcelino de Dueñas Fontán y M.ª del Campo Mérida Valverde, La Batalla del Mar Océano. Corpus Documental de las hostilidades entre España e Inglaterra (1568-1604), vol. 1, Instituto de Historia y Cultura Naval (Madrid: Ministerio de Defensa-Armada Española, 1988), documento no. 332, p. 400. La relación oficial española de la campaña decía del lugar donde desembarcaron las fuerzas del Marqués de Santa Cruz, la cala de las Molas o “la Muelas”, que estaba a dos leguas de distancia de la ciudad de Angra. Véase “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera y adyacentes, efectuada por el Marqués de Santa Cruz, con la fuerza que tenían en ellas los enemigos.”, en la Colección Sans de Barutell, Simancas, art. 4, no. 701 y en la Colección Navarrete, t. V, no. 1, reproducida en Cesáreo Fernández Duro, La Conquista de las Azores en 1583 (Madrid: Est. tipográfico "Sucesores de Rivadeneyra", 1886), 430.

“Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste, gentilhombre ordinario de la Cámara del Rey y gobernador por S.M. de la ciudad y castillos de Dieppe y Arques.”, en Relations de divers voyages curieux qui nónt point été publiées, et qui on a traduit ou tiré des originaux des voyageurs françois, espagnols, allemands, portugais, anglois, hollandois, persans, arabes et autres orientaux, données au public par les soins de feu M. Melchisedec Thevenot. Le tout enrichi de figures, de plantes non décrites, qui nónt point été publiées. 21

86

87

Nouvelle edition augmentée de plusieurs relations curieuses. A Paris, chez Thomas Moette, libraire, M.DC.XCVI., en la Biblioteca Nacional de París, extracto reproducido en Cesáreo Fernández Duro, La Conquista de las Azores en 1583 (Madrid: Est. tipográfico "Sucesores de Rivadeneyra", 1886), 494. Desde las páginas 490 a 504 en el apéndice número 80 de La Conquista de las Azores aparece reproducida esta relación francesa escrita por un testigo de la campaña y batalla de Tercera de 1583. 22 “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 433, 432.

“Relaçion que a traydo Andrés de Morales secretario del Marqués de Sancta cruz, á quien el dicho marqués imbió á dar cuenta á su mag.d de lo subcedido hasta los 26 de jullio con su carta de creençia, que partió de la ysla tercera á los 27 del dicho mes: 1583”, Archivo general de Simancas, colección de documentos de D. Juan Pérez de Guzmán, reproducida en Eduardo de Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas en Loor de D. Álvaro de Bazán Marqués de Santa Cruz con algunas noticias y documentos históricos recogidos por D. Eduardo de Navascués (Madrid: Imp. de Fortanet, 1888), 255. 23

24

Fernández Duro, Conquista de las Azores, 22-23.

25

Fernández Duro, Armada Española, 309-315; ídem, Conquista de las Azores, 28-45.

26

Felipe Fernández-Armesto, The Spanish Armada: The Experience of War in 1588 (Oxford: Oxford University Press, 1989), 135; P. de Cambra, 226. Fernández Duro, Conquista de las Azores, 59-60, 69-70; “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 499; Diario de Erich Lassota von Steblau, extracto reproducido en Cesáreo Fernández Duro, La Conquista de las Azores en 1583 (Madrid: Est. tipográfico "Sucesores de Rivadeneyra", 1886), 476. Erich Lassota von Steblau fue un soldado alemán que participó en la campaña de la Tercera como parte de la fuerza de desembarco del Marqués de Santa Cruz. 27

28 “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 434; “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 259.

“Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 491-492; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 455. 29

“Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 496; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 477. 30

“Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 492. 31

“Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azo-

32

res, 435. 33

Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 476.

“Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 492. 34

Fernández Duro, Conquista de las Azores, 69-70; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 455. 35

36 “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 492; Calvar Gross et al., documento no. 332, p. 400.

87

88

37

Fernández Duro, Conquista de las Azores, 81, 71.

38

Ibíd.; Defense Mapping Agency, carta marítima, no. 51064; Organización de Naciones Unidas, Decree-Law No. 495/85 of 29 November 1985, p. 5, National Legislation, Division for Ocean Affairs and the Law of the Sea, Office of Legal Affairs (DOALOS/OLA) [documento en línea]; disponible en http://www.un.org/Depts/los/LEGISLATIONANDTREATIES/PDFFILES/PRT_1985_Decree.pdf; Internet; consultado el 28 de marzo del 2005; Calvar Gross et al., documento no. 278, p. 337; “Map of Terceira”, Birding Azores – Terceira; “Map of Terceira Island, Azores,” Wikipedia. 39

Calvar Gross et al., documento no. 278, p. 337.

“En el castillo nombrado San Sebastián.” y “Relación de los fuertes que hay desde la ciudad de Angla hasta el fuerte llamado de San Mateo, y artillería que se halló en ellos.”, en la “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera y adyacentes, efectuada por el Marqués de Santa Cruz, con la fuerza que tenían en ellas los enemigos.”, en la Colección Sans de Barutell, Simancas, art. 4, no. 701 y en la Colección Navarrete, t. V, no. 1, reproducida en Cesáreo Fernández Duro, La Conquista de las Azores en 1583 (Madrid: Est. tipográfico "Sucesores de Rivadeneyra", 1886), 438-442; Calvar Gross et al., documento no. 278, p. 337; Defense Mapping Agency, carta marítima, no. 51064. 40

“Relación de las naos y otros bajeles que se tomaron del armada de Francia que trajo de Socorro á la isla Tercera, de que vino por capitán general y del dicho socorro el comendador Mosiur de Chartes, y ansí mismo del armada que tenía D. Antonio y por su capitán general Manuel Serradas, portugués, natural de la isla de la Madera, que fue el que saqueó Cabo Verde y Arguín.”, en la “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera y adyacentes, efectuada por el Marqués de Santa Cruz, con la fuerza que tenían en ellas los enemigos.”, en la Colección Sans de Barutell, Simancas, art. 4, no. 701 y en la Colección Navarrete, t. V, no. 1, reproducida en Cesáreo Fernández Duro, La Conquista de las Azores en 1583 (Madrid: Est. tipográfico "Sucesores de Rivadeneyra", 1886), 436-437; Diario de Erich Lassota von Steblau, extracto reproducido en Cesáreo Fernández Duro, La Conquista de las Azores en 1583 (Madrid: Est. tipográfico "Sucesores de Rivadeneyra", 1886), 474. 41

42 “Relación de los fuertes que hay desde la ciudad de Angla hasta la punta de la villa de la Playa”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 442-444; Calvar Gross et al., documento no. 278, p. 338; Defense Mapping Agency, carta marítima, no. 51064.

“Relación de los fuertes que hay desde la ciudad de Angla hasta la punta de la villa de la Playa”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 444-448; Calvar Gross et al., documento no. 278, pp. 337-338; Defense Mapping Agency, carta marítima, no. 51064; “Map of Terceira”, Birding Azores – Terceira; “Map of Terceira Island, Azores,” Wikipedia. 43

“Relación de las municiones que se hallaron en la iglesia mayor de la ciudad de Angla y Colegio de teatinos.”, “Relación de los fuertes que hay desde la ciudad de Angla hasta la punta de la villa de la Playa, y artillería que se halló en ellos.”, y “Relación de lo que se halló en la casa de la Aduana de la ciudad de Angla.”, en la “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera y adyacentes, efectuada por el Marqués de Santa Cruz, con la fuerza que tenían en ellas los enemigos.”, en la Colección Sans de Barutell, Simancas, art. 4, no. 701 y en la Colección Navarrete, t. V, no. 1, reproducida en Cesáreo Fernández Duro, La Conquista de las Azores en 1583 (Madrid: Est. tipográfico "Sucesores de Rivadeneyra", 1886), 448-449, 447, 449-450. 44

“Relación de la jornada y conquista de la isla”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 450.

45

46

Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 473.

Fernández Duro, Conquista de las Azores, 62; “Relación del estado en que va el Armada, que se ha juntado este año en el puerto de la ciudad de Lisboa para la empresa de la isla Tercera, de que es Capitán general el Marqués de Santa Cruz.”, Lisboa: 20 de junio de 1583, en la Colección Sans de Barutell, art. 4, no. 688, reproducida en Cesáreo Fernández Duro, La Conquista de las Azores en 1583 (Madrid: Est. tipográfico "Sucesores de Rivade47

88

89

neyra", 1886), 406-7. “Razón de la infantería española e italiana y alemana que se embarca en las naves desta armada del año de 1583.”, en la Colección Navarrete, t. XLI, reproducida en Cesáreo Fernández Duro, La Conquista de las Azores en 1583 (Madrid: Est. tipográfico "Sucesores de Rivadeneyra", 1886), 413, 417. 48

49 “Razón de la infantería española e italiana y alemana”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 414-415, 417; Julio Albi de la Cuesta, De Pavía a Rocroi: Los tercios de infantería española en los siglos XVI y XVII (Madrid: Balkan Editores, 1999), 321-322; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 425; “Relación del estado en que va el Armada”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 407; Gaspar García de Alarcón, “La Conquista de las Azores. Poema Épico”, Canto Primero, reproducido en Eduardo de Navascués, Coronas Épicas en Loor de D. Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz. Los Poemas de Gaspar García de Alarcón y Baltasar de Hierro, reimpresos y anotados por D. Eduardo de Navascués (Madrid: Imp. de Fortanet, 1888),41.

“Razón de la infantería española e italiana y alemana”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 416-417; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 426, 431; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 56, 28, 29. 50

“Razón de la infantería española e italiana y alemana”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 416, 415; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 425; Albi de la Cuesta, 322; “Relación del estado en que va el Armada”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 407; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 63. 51

García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Segundo, en Navascués, Coronas Épicas, 46; Costa Quintella, 12. 52

“Razón de la infantería española e italiana y alemana”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 417; “Relación del estado en que va el Armada”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 407, 412. 53

54 Ibíd., 407, 411-412; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 425.

“Relación del estado en que va el Armada”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 406.

55

56

Fernández Duro, Armada Española, 309. García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Cuarto, en Navascués, Coronas Épicas, 80.

57

“Relación del estado en que va el Armada”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 406-407.

58

Véase nuevamente la “Relación del estado en que va el Armada”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 408. En ésta se habla de provisiones para cuatro meses. En cambio, se menciona que había provisiones para cinco meses en la “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 425. Fernández Duro habla de provisiones para seis meses. Véase Fernández Duro, Conquista de las Azores, 63. 59

“Relación del estado en que va el Armada”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 402; I.A.A. Thompson, “Spanish Armada Guns”, en War and Society in Habsburg Spain (Aldershot, Hampshire: Variorum, 1992), no. VI, p. 360; Calvar Gross et al., documento no. 332, p. 400. 60

Fernández Duro, Conquista de las Azores, 63; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 425, 432, 451. 61

“Relación del estado en que va el Armada”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 402.

62

89

90

“Instrucciones del Marqués de Santa Cruz al ejército y armada de su mando”, en Mosquera de Figueroa, Comentario de Disciplina militar, fol. 18 a 22, y en Colección Navarrete, t. XLI, reproducida en Cesáreo Fernández Duro, La Conquista de las Azores en 1583 (Madrid: Est. tipográfico "Sucesores de Rivadeneyra", 1886), 417-422. 63

“Relación del estado en que va el Armada”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 412.

64

65

Fernández Duro, Conquista de las Azores, 71.

“Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 426; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 67; “Relación del estado en que va el Armada”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 406. 66

67 “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 255; “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 493; Calvar Gross et al., documento no. 332, p. 400; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 72. Sobre el día de la semana en que llegó la flota, por deducción véase “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 494; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 430.

García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Cuarto, en Navascués, Coronas Épicas, 72.

68

69

P. de Cambra, 243; Defense Mapping Agency, carta marítima, no. 51064.

“Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 492. 70

Calvar Gross et al., documento no. 332, p. 400; “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 255-256; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Cuarto, en Navascués, Coronas Épicas, 72-74; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 426, 430; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 472. 71

“Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azo-

72

res, 430. 73

Defense Mapping Agency, carta marítima, no. 51064.

“Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 255256; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Cuarto, en Navascués, Coronas Épicas, 74. 74

Ibíd.; “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 493; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 472; Calvar Gross et al., documento no. 332, p. 400. 75

76 García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Cuarto, en Navascués, Coronas Épicas, 74; “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 493; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 427, 429; Calvar Gross et al., documento no. 332, p. 400.

“Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 495. 77

García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Cuarto, en Navascués, Coronas Épicas, 76;

78

90

91

“Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 256; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 430; “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 493; Costa Quintella, 13. 79 “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 429; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 472; Calvar Gross et al., documento no. 332, p. 400; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Cuarto, en Navascués, Coronas Épicas, 82.

“Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 493, 494, 499; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 476477. 80

81 García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Cuarto, en Navascués, Coronas Épicas, 77; “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 256; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 429-430; “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 494; Calvar Gross et al., documento no. 332, p. 400. 82

Fernández Duro, Conquista de las Azores, 68. “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 256.

83

84

Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 472; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 73; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Cuarto, en Navascués, Coronas Épicas, 78. “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 430; “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 256; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 73. 85

86

José Luis Casado Soto, Los barcos españoles del siglo XVI y la Gran Armada de 1588 (Madrid: Editorial San Martín, 1988), 131-132. “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 256; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Cuarto, en Navascués, Coronas Épicas, 77; Calvar Gross et al., documento no. 332, p. 400; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores,429-430. Sobre el día de la semana véase “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 494. 87

García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Cuarto, en Navascués, Coronas Épicas, 77; Albi de la Cuesta, 322. 88

89

Calvar Gross et al., documento no. 278, p. 338.

90

Ibíd., 337-338.

Véase “Carta: Don Bernardino de Mendoza a Felipe II. Mal estado del Príncipe de Orange. Informe de la isla Tercera”, reproducida en Jorge Calvar Gross, José Ignacio González-Aller Hierro, Marcelino de Dueñas Fontán y M.ª del Campo Mérida Valverde, La Batalla del Mar Océano. Corpus Documental de las hostilidades entre España e Inglaterra (1568-1604), vol. 1, Instituto de Historia y Cultura Naval (Madrid: Ministerio de Defensa-Armada Española, 1988), documento no. 277, pp. 335-336. 91

Véanse “Map of Terceira”, Birding Azores – Terceira; “Map of Terceira Island, Azores,” Wikipedia;

92

91

92

Defense Mapping Agency, carta marítima, no. 51064. García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Cuarto, en Navascués, Coronas Épicas, 77.

93

94

Ibíd.; Albi de la Cuesta, 322.

95

Defense Mapping Agency, carta marítima, no. 51064. “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 256-

96

257. “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 494. 97

98 Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 472; “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 257; Calvar Gross et al., documento no. 340, p. 410; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 430; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Cuarto, en Navascués, Coronas Épicas, 79-81.

“Relación del estado en que va el Armada”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 404-407. Sobre la referencia a las pinazas, véase “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 257; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 430. 99

Calvar Gross et al., documento no. 332, p. 401; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Cuarto, en Navascués, Coronas Épicas, 81. 101 Ibíd.; Ídem, “La Conquista de las Azores”, Canto Quinto, en Navascués, Coronas Épicas, 87-88. 100

102 Ídem, “La Conquista de las Azores”, Canto Cuarto, en Navascués, Coronas Épicas, 81; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 472. 103

Francisco-Felipe Olesa Muñido, La galera en la navegación y el combate: I. El buque suelto (Madrid: Junta Ejecutiva del IV Centenario de la Batalla de Lepanto, 1971), 172, 171, 177. García de Alarcón habla de que en las galeras protegidas para la acción y cuando se hacían los preparativos para ésta, “a los soldados [embarcados se les] provee de municiones”, sugiriéndose que eran de armas de fuego. Véase García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Cuarto, en Navascués, Coronas Épicas, 81. “Relación del estado en que va el Armada”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 402.

104

García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Cuarto, en Navascués, Coronas Épicas, 81.

105

“Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 430; “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 257; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Quinto, en Navascués, Coronas Épicas, 87; Calvar Gross et al., documento no. 332, p. 401; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 74. 106

“Relación del estado en que va el Armada”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 409.

107

Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 472; “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 494; Calvar Gross et al., documento no. 340, p. 410; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Quinto, en Navascués, Coronas Épicas, 81, 87. 108

Ibíd., 87-88, 91; “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La

109

92

93

Conquista de las Azores, 494; “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 257; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 432-433; Calvar Gross et al., documento no. 332, pp. 400-401; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 472-473; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 432-433; Costa Quintella, 13; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 75-76. 110

Cristóbal Mosquera de Figueroa, Comentario en breve compendio de disciplina militar, en que se escribe la jornada de las islas de las Azores (Madrid: por Luis Sánchez, 1596); Antonio Herrera, Cinco libros de la historia de Portugal y conquista de las islas de las Azores (Madrid, 1591); Luis Cabrera de Córdoba, Historia de Felipe II, Rey de España (Madrid: Edición de R.O., 1876); citados por Cesáreo Fernández Duro, La Conquista de las Azores en 1583 (Madrid: Est. tipográfico "Sucesores de Rivadeneyra", 1886), 75. 111 Véase una buena foto a color de la escena descrita de los frescos del Viso del Marqués en Angus Konstam, Lepanto 1571. The greatest naval battle of the Renaissance, Campaign Series no. 114 (Oxford: Osprey Publishing, 2003), 29. 112

Fernández Duro, Conquista de las Azores, 75-76.

“Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 430; “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 257; Albi de la Cuesta, 322-323; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 473; “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 494. 113

“Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 430-432; “Razón de la infantería española e italiana y alemana”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 413-416; “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 257; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Cuarto, en Navascués, Coronas Épicas, 77, 79-80; ídem, “La Conquista de las Azores”, Canto Quinto, en Navascués, Coronas Épicas, 89-95, 97; Albi de la Cuesta, 322-323. 114

“Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 430-432; “Razón de la infantería española e italiana y alemana”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 413-416. 115

116

Véase también Calvar Gross et al., documento no. 332, p. 401.

117 García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Quinto, en Navascués, Coronas Épicas, 8788; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 74; P. de Cambra, 248.

García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Quinto, en Navascués, Coronas Épicas, 87.

118

119

Ibíd., 87-88;

120 “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 433; “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 257. 121

Ibíd. García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Quinto, en Navascués, Coronas Épicas, 92.

122

123

Ibíd., 88, 95, 94,

124

Albi de la Cuesta, 323.

93

94

Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 473; “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 494; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Quinto, en Navascués, Coronas Épicas, 97; “Razón de la infantería española e italiana y alemana”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 416. 125

126 “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 257; Albi de la Cuesta, 323; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Quinto, en Navascués, Coronas Épicas, 89; Calvar Gross et al., documento no. 332, p. 400-401. 127

Véase Fernández Duro, Conquista de las Azores, 75.

128

Calvar Gross et al., documento no. 340, p. 410.

129 “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 433; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 76; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Quinto, en Navascués, Coronas Épicas, 98.

“Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 494; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 77; Albi de la Cuesta, 323. 130

131 “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 433-434; “Relación del estado en que va el Armada”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 402-403. 132

Así, por ejemplo, y aparentemente refiriéndose al galeón San Martín, un jesuita que viajaba en dicho barco, tras contar en su relación acerca del desembarco de la primera oleada e inmediatamente antes de sugerir en su relato que ya se había completado el desembarco de la segunda oleada, escribió: “En el camino había acontecido en el galeón una desgracia, y fue que por descuido de un soldado que tiró con un arcabuz, se le pegó fuego en un frasco de pólvora, y de allí en otro, que no causó pequeña perturbación en el galeón la prueba del Señor porque acudieron deprisa y se apagó el fuego, que estaba muy cerca de un saco de pólvora, y fue luego apaciguado”. Esta historia podría indicar que “en el camino” hacia la bahía das Mós el accidente tuvo lugar en el galeón. Véase Calvar Gross et al., documento no. 332, p. 401. Este relato sobre el accidente sugiere que en los barcos de guerra de Su Majestad estaban preparados y entrenados para apagar fuegos que se iniciasen, fuesen de manera accidental o causados por el combate. “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 258-

133

259, 255. Véase García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Cuarto, en Navascués, Coronas Épi-

134

cas, 81. García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Séptimo, en Navascués, Coronas Épicas,

135

132. 136

Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 473, 477, 476; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Séptimo, en Navascués, Coronas Épicas, 122; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 433; “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 495, 493; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Quinto, en Navascués, Coronas Épicas, 94, 99; ídem, “La Conquista de las Azores”, Canto Sexto, en Navascués, Coronas Épicas, 105; “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 257-258; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 77; P. de Cambra, 248-249; Albi de la Cuesta, 323. 137 “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 433; “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 258;

94

95

Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 473; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Quinto, en Navascués, Coronas Épicas, 99. 138

Fernández Duro, Conquista de las Azores, 77. Fernández Duro sostuvo que la decisión francesa de hacerse fuertes en una colina, aquí identificada como la Colina 148, mas bien le dio tiempo al Marqués de Santa Cruz a organizar las tropas desembarcadas en los dos escuadrones que después marcharon contra esta altura. “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 434-435, 433; “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 495; “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 259, 258; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Quinto, en Navascués, Coronas Épicas, 100; ídem, “La Conquista de las Azores”, Canto Sexto, en Navascués, Coronas Épicas, 103; P. de Cambra, 248-249. 139

140 “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 434; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 473; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 78, 77.

“Relación de los fuertes que hay desde la ciudad de Angla hasta la punta de la villa de Playa”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 443. 141

“Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 434-435; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 474; “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 491, 495; “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 259. 142

Ibíd., 258; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 433; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 473; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Quinto, en Navascués, Coronas Épicas, 100; ídem, “La Conquista de las Azores”, Canto Sexto, en Navascués, Coronas Épicas, 103; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 77-78; P. de Cambra, 248-249. 144 García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Sexto, en Navascués, Coronas Épicas, 104105, 106-107; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 431, 433-434; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 473, 476; “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 496; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 77-78; “Razón de la infantería española e italiana y alemana”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 413-415; Albi de la Cuesta, 323. 143

145 García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Sexto, en Navascués, Coronas Épicas, 107109; Michael Lewis, The Spanish Armada (New York: Thomas Y. Crowell, 1960), 42, 106-107; “Razón de la infantería española e italiana y alemana”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 414-415; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 430-431.

García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Sexto, en Navascués, Coronas Épicas, 112; Albi de la Cuesta, 46-47; Diccionario de la Lengua Española (1992), s.v. “coselete”. 146

147 García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Sexto, en Navascués, Coronas Épicas, 112113; ídem, “La Conquista de las Azores”, Canto Séptimo, en Navascués, Coronas Épicas, 120; “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 495; “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 259; “Razón de la infantería española e italiana y alemana”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 413-414; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 78.

García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Sexto, en Navascués, Coronas Épicas, 112116; “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 495; Albi de la Cuesta, 91-92, 23. 148

95

96

“Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 434; “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 495; “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 258. 149

García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Sexto, en Navascués, Coronas Épicas, 115.

150

151

Ibíd., 116.

“Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 258, 259; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 434; “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 495; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Quinto, en Navascués, Coronas Épicas, 101; ídem, “La Conquista de las Azores”, Canto Sexto, en Navascués, Coronas Épicas, . 152

“Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 258259; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 434-435; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 473; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Séptimo, en Navascués, Coronas Épicas, 122; ídem, “La Conquista de las Azores”, Canto Quinto, en Navascués, Coronas Épicas, 92, 101. 153

154 Idem, “La Conquista de las Azores”, Canto Séptimo, en Navascués, Coronas Épicas, 117-118; “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 258.

García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Séptimo, en Navascués, Coronas Épicas,

155

118. 156

Ibíd., 118-119; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 79. García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Séptimo, en Navascués, Coronas Épicas,

157

120. 158

Ibíd., 121.

159

Calvar Gross et al., documento no. 340, p. 410.

David Irving, Hitler’s War, vol. 2 (Nueva York: The Viking Press, 1977), 697; B.H. Liddell Hart, ed., The Rommel Papers (Londres: Collins, 1953), 455. 160

“Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 495; “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 259; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 473; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Séptimo, en Navascués, Coronas Épicas, 121-122. 161

Ibíd.; “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 259; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 473; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 434; “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 495. 162

163

Ibíd.

164

Fernández Duro, Conquista de las Azores, 79; Albi de la Cuesta, 324.

165 “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 435; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 474.

96

97

“Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 435; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 473-474; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Séptimo, en Navascués, Coronas Épicas, 122-123; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 79-80. 166

167

Calvar Gross et al., documento no. 340, p. 410. “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 259.

168

Fernández Duro, Conquista de las Azores, 79-80; “Relación del estado en que va el Armada”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 411-412. 169

170 Véase también “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 495. 171

Ibíd., 496-497; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 474; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 451; Calvar Gross et al., documento no. 340, p. 410; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 80; P. de Cambra, 250; Albi de la Cuesta, 324. 172 Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 474; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 435; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Séptimo, en Navascués, Coronas Épicas, 125. 173

Ibíd., 126. Ibíd., 127; Diccionario de la Lengua Española (1992), s.v. “alcancía”.

174

175 García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Séptimo, en Navascués, Coronas Épicas, 127; “Razón de la infantería española e italiana y alemana”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 414, 413; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 430-431.

García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Séptimo, en Navascués, Coronas Épicas, 128-129; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 435; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 474. 176

177

Fernández Duro, Conquista de las Azores, 88. “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azo-

178

res, 452. “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 496; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 476-477. 179

180 “Relación de las personas de quien se hizo justicia en la ciudad de Angla, en la plaza pública, á 8 de Agosto de 1583.”, en la “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera y adyacentes, efectuada por el Marqués de Santa Cruz, con la fuerza que tenían en ellas los enemigos.”, en la Colección Sans de Barutell, Simancas, art. 4, no. 701 y en la Colección Navarrete, t. V, no. 1, reproducida en Cesáreo Fernández Duro, La Conquista de las Azores en 1583 (Madrid: Est. tipográfico "Sucesores de Rivadeneyra", 1886), 464.

“Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 496; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 477. 181

97

98

“Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 498. 182

“Relación de las personas de quien se hizo”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 464; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 88. 183

184

Véase también Albi de la Cuesta, 324.

185

Costa Quintella, 13. García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Décimo, en Navascués, Coronas Épicas,

186

174. 187

Fernández Duro, Conquista de las Azores, 80.

“Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 430-432, 425; “Relaçion que a traydo Andrés de Morales”, en Navascués, Coronas Heráldicas, Líricas y Épicas, 257; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Quinto, en Navascués, Coronas Épicas, 89, 96; ídem, “La Conquista de las Azores”, Canto Sexto, en Navascués, Coronas Épicas, 104; ídem, “La Conquista de las Azores”, Canto Séptimo, en Navascués, Coronas Épicas, 127; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 77; “Razón de la infantería española e italiana y alemana”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 415. 188

189 Aunque la mayoría de los soldados de los tercios eran profesionales con experiencia, habían compañías españolas “bisoñas” formadas para la campaña con nuevos reclutas andaluces. Véase Albi de la Cuesta, 322. Se ha dicho que en algunas ocasiones durante los combates del día 26 el ejército español estuvo en peligro de ser derrotado. Véase Fernández Duro, Conquista de las Azores, 78. 190

Para tener un ejemplo de la proporción de heridos con respecto a muertos sufridos en combate, aunque en conflictos más recientes, véase The United States Civil War Center, “Statistical Summary America’s Major Wars”, Louisiana State University, 13 June 2001 [sitio informativo en línea]; disponible en http://www.cwc.lsu.edu/cwc/other/stats/warcost.htm; Internet; consultado el 8 de noviembre del 2005. García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Séptimo, en Navascués, Coronas Épicas, 131-132; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 474. 191

García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Séptimo, en Navascués, Coronas Épicas,

192

131. 193 Philip A. Crowl, “Alfred Thayer Mahan: The Naval Historian”, en Makers of Modern Strategy from Machiavelli to the Nuclear Age, ed. Peter Paret (Princeton, N.J.: Princeton University Press, 1986), 452-453, 449. 194

Véase la introducción escrita por Eric J. Grove en Julian S. Corbett, Some Principles of Maritime Strategy, Classics of Sea Power (Londres: Longmans, Green and Co., 1911; reedición, Annapolis, Maryland: Naval Institute Press, 1988), xxv-xxvi; la introducción por John B. Hattendorf y Donald M. Schurman en Julian S. Corbett, Maritime Operations in the Russo-Japanese War 1904-1905, vol. I (Inglaterra: Intelligence Division of the Admiralty War Staff, Enero 1914; reedición, Annapolis, Maryland: Naval Institute Press, 1994), viii-ix; C.E. Callwell, Military Operations and Maritime Preponderance: Their Relations and Interdependence, Classics of Sea Power (Edimburgo: William Blackwood & Sons, 1905; reedición, Annapolis, Maryland: Naval Institute Press, 1996). 195

Almirante William A. Owens, High Seas: The Naval Passage to an Uncharted World (Annapolis, Maryland: Naval Institute Press, 1995), 48-49. 196

Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 474.

98

99

García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Séptimo, en Navascués, Coronas Épicas, 131-132; “Relación de las naos y otros bajeles”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 436-437; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 474; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 435. 197

198 García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Séptimo, en Navascués, Coronas Épicas, 131-132; “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 435; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 474; Calvar Gross et al., documento no. 332, p. 401; Albi de la Cuesta, 324; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 81.

“Instrucciones del Marqués de Santa Cruz”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 418. Don Alvaro de Bazán también ordenó el que se respetasen los “templos” y objetos sagrados en la villa de San Sebastián, una vez que sus fuerzas la ocuparon, bajo pena de muerte, inclusive para aquellos que violasen el santuario de las personas refugiadas en la iglesia. Véase García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Séptimo, en Navascués, Coronas Épicas, 130. 199

Calvar Gross et al., documento no. 332, p. 401; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Octavo, en Navascués, Coronas Épicas, 134-135; Albi de la Cuesta, 324. 200

201

Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 476; P. de Cambra, 250; Albi de la Cuesta, 324. 202

Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 476-477. Las cifras en cuanto al número de soldados franceses y portugueses que se rindieron a los españoles el 3 de agosto, al número de sus banderas, y la cita de las armas procede del relato de Mosquera, reproducido por Fernández Duro. Véase Fernández Duro, Conquista de las Azores, 86-87. Véase también “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 452-453. 203

Ibíd., 88.

204

Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 477-478.

“Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 455-57; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 475-477; Costa Quintella, 13; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 82-84; P. de Cambra, 251. Para la lista de barcos que componían la armada que salió de Lisboa, véase “Relación del estado en que va el Armada”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 402-407. 205

206

Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 479; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Décimo, en Navascués, Coronas Épicas, 176. “Relación de la jornada y conquista de la isla Tercera”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 464, 451; Diario de Erich Lassota von Steblau, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 480; García de Alarcón, “La Conquista de las Azores”, Canto Décimo, en Navascués, Coronas Épicas, 175; Fernández Duro, Conquista de las Azores, 93. 207

El término ruso de maskirovka es un concepto militar estratégico, operacional y táctico que “cubre las ideas de ocultación, encubrimiento y secreto, camuflaje, y acciones de engaño. Incluye todos los medios para cubrir los pasos de uno y de este modo mejorar el secreto y sigilo”. Es por ello “uno de los medios principales para lograr la sorpresa en batalla y en la guerra. Véase Christopher Donnelly, Red Banner. The Soviet Military System in Peace and War, 2nda ed. (Coulsdon, Surrey: Jane’s Information Group, 1990), 43. 208

209 “Viaje a la Tercera, hecho por el comendador de Chaste”, en Fernández Duro, La Conquista de las Azores, 494.

99

100

210

Russell F. Weigley, The American Way of War. A History of United States Military Strategy and Policy (Bloomington, Indiana: Indiana University Press, 1973), 213. 211

Ibíd.

212

Ibíd.

213

Ibíd.

214

Ibíd.

215

Ibíd., 214.

216 Julian S. Corbett, Some Principles of Maritime Strategy, Classics of Sea Power (Londres: Longmans, Green and Co., 1911; reedición, Annapolis, Maryland: Naval Institute Press, 1988), 133-134, 138-140. 217

Weigley, 214.

218

Ibíd.

219

Ibíd.

220

Ibíd.

221

Ibíd.

222

Carlos Gómez-Centurión Jiménez, "Los motivos de la Invencible," Historia 16 148, (Agosto 1988): 37.

223 A. H. de Oliveira Marques, History of Portugal, vol. 1 (Nueva York: Columbia University Press, 1972), 315. Véase también Fernández Duro, Conquista de las Azores, 504.

100

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.