La objetividad, un viejo artilugio al servicio de la manipulación

June 30, 2017 | Autor: Pablo Bilsky | Categoría: Periodismo, La Manipulacion D La Informacion, Objetividad, Manipulación Del Lenguaje
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Descripción

La objetividad, un viejo artilugio al servicio de la manipulación

Por Pablo Bilsky.

La objetividad es un gastado artilugio para ejercer la manipulación. Pero
esto no significa que la práctica periodística esté más allá de la
responsabilidad y la ética. Todo lo contrario. Los límites son claros,
nítidos, indiscutibles. La prensa nos brinda ejemplos todos los días.

Cada periodista dice lo que dice desde un lugar en la historia. Desde un
campo ideológico determinado. Negar este hecho es una de las formas más
utilizadas de la mentira, la manipulación y la confusión.

Cada periodista se expresa, además, utilizando el lenguaje, un instrumento
ya de por sí marcado históricamente, una herramienta intrínsecamente
ideológica que, además, pertenece a un orden distinto del de los hechos.

No se puede confundir la descripción con lo descrito, ni la cosa con la
palabra que la designa. "La palabra perro no muerde", enseñaba el lingüista
polaco Alfred Korzybski.

En su libro La objetividad. Un argumento para obligar, Humberto Maturana
afirma que el observador de un hecho "no es un supuesto ontológico a
priori" y agrega que "la explicación y lo explicado pertenecen a distintos
dominios".

La ética periodística consiste, justamente, en reconocer y hacer
transparentes estas características del oficio y de sus herramientas. El
decir desde qué lugar se dice lo que se dice debería preceder todo decir
honesto. El sujeto no puede pretender la objetividad, pero sí puede hacer
visible, transparente, explícita, su subjetividad.

El límite es claro. Lo que no es ético es mentir, encubrir, tergiversar,
engañar, sacar de contexto. Los medios hegemónicos al servicio de los
poderes fácticos nos brindan ejemplos todos los días. En realidad, son
ejemplos de lo que no debe hacerse, claro, pero cuentan para reflexionar
sobre estas cuestiones.

La trampa es paradigmática, sistemática, y desnuda una de las estratagemas
que da cuenta de la falta de límites éticos de los medios hegemónicos.

La utilización sistemática de la mentira es, en cierto sentido, paradójica,
porque desnuda y exhibe lo que intenta ocultar: su ideología.

La falta de respeto del receptor, el menosprecio permanente es la
ideología. Allí está, allí se expresa más explícita que en ninguna otra
parte. En esto coinciden los medios hegemónicos al servicio de los poderes
fácticos con las expresiones partidarias de estos poderes.

Nada hay más ideológico que el discurso que se pretende post-ideológico. No
existe tal cosa, es una mera mentira, una herramienta de manipulación.
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