La Numancia que resistió a Escipión Emiliano

June 2, 2017 | Autor: R. Liceras-Garrido | Categoría: Iron Age Iberian Peninsula (Archaeology), Iron Age, Celtiberos, Numancia, Numantia
Share Embed


Descripción

LOS ESCIPIONES ROMA CONQUISTA HISPANIA

LOS ESCIPIONES

ROMA CONQUISTA HISPANIA

MUSEO ARQUEOLÓGICO REGIONAL Alcalá de Henares De febrero a septiembre de 2016 Editor científico: Manuel Bendala Galán Con la colaboración de: Biblioteca Nacional de España CeDAP. Universidad Autónoma de Madrid Centre d’Interpretació del Camp de les Lloses, Tona (Barcelona) Colección Duques de Cardona, Córdoba Colección Museográfica de Gilena (Sevilla) Colecciones Reales. Patrimonio Nacional, Madrid Colosseo e Museo Palatino, Roma (Italia) Fundación La Alcudia, Elche (Alicante) Instituto de Valencia de Don Juan, Madrid Musei Capitolini, Roma (Italia) Museo Arqueológico de Murcia Museo Arqueológico de Sevilla Museo Arqueológico Municipal de Cartagena (Murcia) Museo Arqueológico Municipal La Soledad, Caravaca de la Cruz (Murcia) Museo Arqueológico Nacional, Madrid Museo Casa de la Moneda, Madrid Museo de Albacete Museo de Arte Ibérico del Cigarralejo, Mula (Murcia) Museo de Ávila Museo de Teruel Museo della Civiltà Romana, Roma (Italia) Museo Nacional del Prado, Madrid Museo Nazionale Romano-Palazzo Massimo, Roma (Italia) Museo Nazionale Romano-Terme di Diocleziano, Roma (Italia) Museo Numantino, Soria Museu d’Arqueologia de Catalunya, Barcelona Museu d’Arqueologia de Catalunya, Empúries Museu d’Arqueologia de Catalunya, Girona Museu d’Historia de Tarragona Museu Nacional Arqueològic de Tarragona Trebuchet Park, Albarracín (Teruel)

COMUNIDAD DE MADRID PRESIDENTA Cristina Cifuentes Cuencas CONSEJERO DE PRESIDENCIA, JUSTICIA Y PORTAVOZ DEL GOBIERNO Ángel Garrido García DIRECTORA DE LA OFICINA DE CULTURA Y TURISMO Anunciada Fernández de Córdova y Alonso-Viguera VICECONSEJERO DE PRESIDENCIA Y JUSTICIA Enrique Ruiz Escudero SECRETARIO GENERAL TÉCNICO Pedro Guitart González-Valerio DIRECTORA GENERAL DE PATRIMONIO CULTURAL Paloma Sobrini Sagaseta de Ilúrdoz DIRECTOR GENERAL DE PROMOCIÓN CULTURAL Jaime Miguel de los Santos González DIRECTOR GENERAL DE UNIVERSIDADES E INVESTIGACIÓN José Manuel Torralba Castelló ALCALDE DE ALCALÁ DE HENARES Javier Rodríguez Palacios MUSEO ARQUEOLÓGICO REGIONAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID DIRECTOR Enrique Baquedano JEFA DEL ÁREA DE CONSERVACIÓN E INVESTIGACIÓN Isabel Baquedano Beltrán JEFA DEL ÁREA DE EXPOSICIONES Inmaculada Escobar JEFE DEL ÁREA DE DIFUSIÓN Y COMUNICACIÓN Luis Palop Fernández

EXPOSICIÓN

CATÁLOGO

COMISARIO Manuel Bendala Galán

DIRECCIÓN CIENTÍFICA Manuel Bendala Galán

ADJUNTA AL COMISARIO María Pérez Ruiz COMITÉ CIENTÍFICO Xavier Aquilué Juan Pedro Bellón Ruíz Francisco José García Fernández Alfredo Jimeno Ángel Morillo Cerdán José Miguel Noguera Celdrán Fernando Quesada Sanz Sebastián F. Ramallo Asensio Oliva Rodríguez Gutiérrez Joaquín Ruíz de Arbulo Marta Santos Retolaza

COORDINACIÓN Inmaculada Escobar Carlota Lapuente Martín I.Saúl Pérez-Juana del Casal

MONTAJE Cubic

DISEÑO MUSEOGRÁFICO Y DIRECCIÓN DE MONTAJE Agustín de la Casa

TRANSPORTE Edict Expedición Sit Tti

ILUSTRACIONES Albert Álvarez Marsal. Fuente: Manuel Bendala Galán

SEGUROS Axa Art Generali

RESTAURACIÓN Javier Casado / MAR

COORDINACIÓN I.Saúl Pérez-Juana del Casal Carlota Lapuente Martín DISEÑO DE LA COLECCIÓN Agustín de la Casa DISEÑO Y MAQUETACIÓN Agustina Fernández Palomino TRADUCCIONES DEL ITALIANO

María Pérez Ruiz

CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS A. Plaza / Museo Numantino AeroGraph Studio Ana Cecilia González / Gliptoteca Ny Carlsberg, Copenhague Ángel Martínez Levas / Museo Arqueológico Nacional Ángel Morillo Ángel Rifá Archivo Casaú Archivo del Museo Casa de la Moneda Archivo del Museo de Prehistoria de Valencia Archivo fotográfico del Museo de Murcia Archivo fotográfico MAC - Empúries Archivo fotográfico MAC - Ullastret Archivo fotográfico MAC-Barcelona Archivo fotográfico MAC-Girona Archivo Fundación Teatro Romano de Cartagena Archivo Museo de Albacete Archivo Sebastián Ramallo Arqueotec Aurelio Candido/ Wikimedia Commons Biblioteca Digital Hispánica / Biblioteca Nacional de España CAI / Junta de Andalucía CeDAP de la Universidad Autónoma de Madrid. Legado Documental Juan y Mª Encarnación Cabré Centre d’Interpretació del Camp de les Lloses Centro Iberia Graeca Colecciones Reales. Patrimonio Nacional, Palacio Real de Madrid Despertaferro Ediciones ESO/B. Tafreshi (twanight.org) Esther Rodríguez Excmo. Ayuntamiento de Carmona F. Didierjean / Instituto Ausonius

Feliciana Sala Fernando Quesada Sanz Francisco José García Fernández Fundación La Alcudia, Elche Globusvisió. Archivo Institut Català del Patrimoni Cultural Google Earth Guillermo Mendo/ Consejería de Cultura. Junta de Andalucía Institut Català del Patrimoni Cultural Instituto Geográfico Nacional J. Curto / MAC-Empúries J. Gómez Carrasco J. Hernández / Junta de Andalucía J. L. López Castro J. Laurent / Wikimedia Commons J. Otero / Archivo fotográfico del Museo de Arte Ibérico del Cigarralejo Jaime Vicente Redón Javier García Escoms Jordi Principal Ponce / MAC-Barcelona Jorge Escudero / Museo de Teruel José Manuel Rodríguez Hidalgo José Morón Juan Pedro Bellón M. Bataller / Centro Iberia Graeca Manuel Bendala Galán Manuel Pijuán Mario Torquemada / MAR Martín García / Consejería de Cultura. Junta de Andalucía Metropolitan Museum of Art /Scala archives Miguel Martín Camino Ministero dei Beni e delle Attività Culturali e del Turismo. / Soprintendenza Speciale per i Beni Archeologici di Roma Museo Arqueológico de Cartagena Museo Arqueológico Municipal La

Soledad, Caravaca de la Cruz Museo Casa de la Moneda Museo de Albacete Museo de Ávila Museo Nacional del Prado Museu d’Historia de Tarragona Oliva Rodríguez Gutiérrez P. Horálek/ESO P. Witte / Archivo fotográfico del Museo de Arte Ibérico del Cigarralejo Pablo Quesada Sanz / Museo Arqueológico de Sevilla Proyecto Escultura Ibérica / Universidad Autónoma de Madrid R. Cornadó / Arxiu Museu Nacional Arqueològic de Tarragona Rubén Sáez / Trebuchet Park S. Font / MAC-Empúries Sovrintendenza Capitolina ai Beni Culturali – Museo della Civiltà Romana (Italia) Stefano Castellani V. Barba Colmenero Virginia Page del Pozo/ Archivo fotográfico del Museo de Arte Ibérico del Cigarralejo Wikimedia Commons

Instituto de Valencia de Don Juan, Madrid. Carlos Fitz-James Stuart, Presidente del Patronato; Cristina Partearroyo, Mª Ángeles Santos Quer MAC - Barcelona. Josep Manuel Rueda Torres, Director; Jordi Principal, Nùria Molist, Carme Rovira MAC - Empúries. Marta Santos Retolaza, Directora; Pere Castanyer, Joaquim Tremoleda MAC - Girona. Ramón Buxó Capdevila, Director Ministero dei Beni e delle Attività Culturali e del Turismo (Italia) / Soprintendenza Speciale per il Colosseo, il Museo Nazionale Romano e l´Area Archeologica di Roma. Museo Nazionale Romano-Palazzo Massimo, Terme di Diocleziano; Colosseo e Museo Palatino. Francesco Prosperetti, Soprintendente; Tiziana Ceccarini, Vittoria Lecce, Mara Pontisso, Elena Ferrari, Rosanna Friggeri, Maria Daniela Donninelli Museo Arqueológico de Murcia. Luis E. de Miquel, Director

Museo Arqueológico de Sevilla. Ana Navarro Ortega, Directora; Pablo Quesada Sanz, Juan Ignacio Vallejo. Museo Arqueológico la Soledad, Caravaca de la Cruz (Murcia). Francisco Brotóns, Director Museo Arqueológico Nacional, Madrid. Andrés Carretero, Director; Carmen Marcos, Ángeles Castellano, Alicia Rodero, Paloma Otero, Esperanza Manso, Paula Grañeda, Mª Carmen de Miguel, Begoña Muro, Mónica Martín Museo Casa de la Moneda, Madrid. Juan Teodoro Vidal, Director; Mercedes López de Arriba Museo de Albacete. Rubí Sanz Gamo, Directora; Blanca Gamo Museo de Arte Ibérico del Cigarralejo, Mula (Murcia). Virginia Page, Directora Museo de Ávila. María Mariné, Directora; Javier Jiménez Gadea Museo de Teruel. Jaime D. Vicente Redón, Director; Carmen Escriche, Beatriz Ezquerra

DIBUJOS E ILUSTRACIONES Albert Álvarez Marsal. Fuentes: Manuel Bendala Galán A. Mª. Canto y de Gregorio A. Schulten Agustín de la Casa Alfredo Jimeno Ángel Morillo Anton Van der Wyngaerde Base cartográfica Jorge Molina Carlota Lapuente Martín F. Morales Hernández

F. Riart / MAC-Empúries Fernando Quesada Sanz Francisco José García Fernández G. B. Piranesi Instituto Geográfico Nacional Irene Cano J. Gómez Carrasco J. Manning Press J. Millán León Jaume Noguera Guillén Jordi López Vilar José Luís López Castro José María Luzón Nogué Juan Pedro Bellón L. Siret MAC-Empúries Manuel Bendala Galán Manuel Olcina Mar, Ruiz de Arbulo, Vivó y Beltrán-Caballero Oliva Rodríguez Gutiérrez P. Garrido González Proyecto Arqueotopos R. Corzo Sánchez S. Martínez Cuadrado, dirección científica de J. M. Noguera Víctor Martínez Hahnmüller

© De los textos: sus autores © De las fotografías: sus autores © De las ilustraciones, gráficos e infografías: sus autores IMPRESIÓN Y ENCUADERNACIÓN BOCM ISBN 978-84-451-3527-3 DEPÓSITO LEGAL M-39375-2015

AGRADECIMIENTOS Biblioteca Nacional de España, Madrid. Ana Santos Aramburo, Directora; Isabel Ortega, Amalia Jiménez Morales, Miguel M. Castillo Centre d´Interpretació del Camp de les Lloses. Imma Mestres, Directora Centro Documental de Arqueología y Patrimonio (CeDAP – Universidad Autónoma de Madrid). Juan Blánquez, Director; Gabriela Polak Colección Duques de Cardona, Córdoba. Casilda Ghisla GuerreroBurgos y Fernández de Córdoba, Duquesa de Cardona; Beatriz Cantarero Colección Museográfica de Gilena (Sevilla). Antonio Damián Páez Gómez, David Ruiz García, José Montesinos Moreno Colecciones Reales. Patrimonio Nacional, Madrid. Alfredo Pérez de Armiñán y de la Serna, Presidente; Alicia Pastor Mor, José Luis Díez García, Álvaro Soler del Campo, Concha Herrero, Paloma Callejo Garrido Fundación La Alcudia, Elche (Alicante). Alejandro Ramos, Director

Museo Municipal de Cartagena (Murcia). Miguel Martín Camino. Museo Nacional de Prado, Madrid. Miguel Zugaza Miranda, Director; Stephan Schröder, Gracia Sánchez, Isabel Bennasar, Sonia Tortajada Museo Numantino, Soria. Elías Terés Navarro, Director; Marian Arlegui Museu d’Història de Tarragona. Lluis Ballart Boïes, Director; Cristófor Salom, Joan Menchón Museu Nacional Arqueològic de Tarragona. Francesc Tarrats, Director; Josep Anton Remolà Sovrintendenza Capitolina ai Beni Culturali, Roma (Italia). Musei Capitolini y Museo della Civiltà Romana. Claudio Parisi Presicce, Sovrintendente; Daniela Tabò, Carla Martini, Clotilde D´Amato, Lucrecia Ungaro, Sonia Mangia, Angela Carbonaro Trebuchet Park, Albarracín (Teruel). Rubén Sáez Abad José Manuel Rodríguez Hidalgo: Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

ÍNDICE 13

Los Escipiones. Roma conquista Hispania. Discurso expositivo Manuel Bendala Galán

35

Los Escipiones y la Roma de su tiempo: panorama social y urbano Manuel Bendala Galán

59

La Tumba de los Escipiones Filippo Coarelli

67

Los Escipiones, generales de Roma Fernando Quesada Sanz

91

Emporion, puerta de entrada de Roma en Hispania Xavier Aquilué

107

Una nueva fortificación de época republicana en Empúries. Una base militar para la conquista de Hispania Pere Castanyer, Marta Santos, Joaquim Tremoleda

129

Tarraco, ‘‘obra de los Escipiones’’ y algo más Joaquín Ruiz de Arbulo

149

El camino de los Escipiones entre Sagunto y Cartagena Manuel Olcina Doménech, Feliciana Sala Sellés, Lorenzo Abad Casal

163

De Qart Hadast a Carthago Nova: la conquista de Escipión como trasfondo Sebastián F. Ramallo Asensio, María Milagrosa Ros Sala

181

La conquista de Andalucía Oriental: de Baria a Castulo Juan Pedro Bellón Ruiz, Miguel Ángel Lechuga Chica, José Luis López Castro, Víctor Martínez Hahnmüller

205

La Segunda Guerra Púnica en la Turdetania Ramón Corzo Sánchez

223

Itálica: la fundación de Publio Cornelio Escipión Africano en el corazón de la Hispania púnica Oliva Rodríguez Gutiérrez, Francisco José García Fernández

245

Hispaniae captae. La primera ordenación provincial romana de las Hispanias Juan Manuel Abascal Palazón

259

La Numancia que resistió a Escipión Emiliano Alfredo Jimeno, Antonio Chaín, Raquel Liceras, Sergio Quintero

275

Campamentos romanos de la guerra de Numancia: la circunvalación Escipiónica Ángel Morillo Cerdán, Fernando Morales Hernández

299

Grandes batallas de las campañas escipiónicas en Hispania

309

Las recreaciones: de la idea a la forma. ¿Cómo se hicieron? Manuel Bendala Galán

339

Catálogo

La Numancia que resistió a Escipión Emiliano Alfredo Jimeno Antonio Chaín Raquel Liceras Sergio Quintero Equipo Arquológico de Numancia

Plano de las ruinas de Numancia. Manuel Aníbal Álvarez, Museo Numantino, Soria. Foto: A. Plaza

Inicios del urbanismo en el Alto Duero Desde finales del siglo IV a. C., pero especialmente durante el siglo III, se observa cómo en las necrópolis del Alto Jalón-Alto Tajo se inicia un proceso de empobrecimiento de los ajuares armamentísticos de sus tumbas (Lorrio, 1997: 171). Este empobrecimiento se ve contrastado con la realidad, bien distinta, que presentan las necrópolis del Alto Duero (Lorrio, 1997: 189) ya que las de Ucero, junto con Osma (Soria) y Arcóbriga (Monreal de Ariza, Valle del Jalón) y , sobre todo, la recientemente excavada de Numancia (Jimeno et alii, 2004), evidencian un mayor enriquecimiento desde finales del siglo III y principios del siglo II a. C., pero no centrado en lo armamentístico, sino en otro concepto de riqueza como es el desarrollo de la economía agrícola, plasmada en asentamientos rurales de aprovechamiento mixto, así como en un incremento de la intensificación de los intercambios en un marco económico más amplio entre la Meseta, el valle del Ebro y la zona mediterránea. En el inicio del siglo III a.C., en zonas próximas del valle del Ebro, se tiene referencia de la existencia de auténticos mercados, como es el caso de poblados de La Hoya (Llanos, 1988: 71; 1999: 353), la Custodia de Viana (Labeaga, 1999-2000) y en varias ciudades celtibéricas como Bilbilis (Valdeherrera, Calatayud) y Contrebia Belaisca (Botorrita, Zaragoza) (Medrano, 1987: 149; Díaz y Medrano, 1987), donde se han hallado ponderales. Esto

se ve reforzado por la presencia, en territorio celtibérico, de importaciones mediterráneas, como vino, aceite o vajillas de mesa (Ruiz Gálvez, 2005: 375). Incluso, se ha planteado la posibilidad de la comercialización de productos cárnicos conservados en salazón, detectado en El Palomar de Aragoncillo (Guadalajara); así como pequeños lingotes de hierro semielaborados (Arenas, 2005: 396). Se establecerán ahora las condiciones previas para el desarrollo de ciudades, como es la presencia de grupos dirigentes detentadores y controladores de la producción de excedentes e intercambios (Galantay, 1977:17; Asensio, 1994:22; Caballero, 2003:18 - 19). Este proceso debió ser progresivo, pero no muy dilatado en el tiempo, nutriéndose estos centros de mayores dimensiones, entre 4 y 6 ha, para cubrir sus diferentes funciones, con gentes desvinculadas de las estructuras parentales, que buscarán su subsistencia en las nuevas formas de producción, estableciendo relaciones de dependencia personal (Jimeno y Arlegui, 1995, Jimeno, 2000:239). Se puede considerar válida para el inicio de las ciudades, en el Alto Duero, la fecha de un momento avanzado del siglo IV e inicios del s. III a. C. (Jimeno, 1983; Jimeno y Arlegui, 1995) algo más tardío que en el marco celtibérico del valle del Ebro, donde el fenómeno urbano se desarrolló a partir del siglo V a. C. (Beltrán, 1986; Almagro y Dávila, 1995: 227; Burillo, 1998: 220). 261

La Numancia que resistió a Escipión Emiliano

Será ahora cuando tenga lugar la fundación de Numancia, como corroboran la fechas de C-14 (340±50) y del resto de las ciudades de la zona del Alto Duero, como Uxama y Termes, así como Arekoratas (Muro, Soria), al pie del Moncayo, y otras cuya ubicación se desconoce, como Occilis, Malia, Lutia o Lagni (Jimeno y Tabernero, 1996: 415). La información sobre la génesis de las ciudades en el contexto indígena está relacionada con procesos de sinecismo. Estos centros, u oppida, aprovecharían su centralidad y sus buenas comunicaciones para incentivar su economía, quedando fortalecidos respecto a los poblados de su entorno, viéndose en la necesidad de atraer población, “bien de grado o por la fuerza”, para contribuir a su desarrollo, como se refieren las fuentes a la actitud de Segeda, en el episodio que fue la causa de la segunda guerra celtibérica (Apiano. Iber., 44), convirtiéndose así en cabezas jerárquicas de sus ámbitos territoriales. (Jimeno, 2004: 119). Este proceso está bien documentado en la comarca de las Tierras Altas Sorianas, donde se han identificado treinta y dos yacimientos en el conjunto de las cinco zonas naturales del territorio, observándose otros tantos poblados que van a centralizar y controlar cada una de ellas. Este proceso de concentración y jerarquización espacial parece que no fue conflictivo, sino que muestra un proceso evolutivo, en el que se vieron beneficiados aquellos lugares que reunían las mejores condiciones en ese momento, como eran su centralidad y sus buenas comunicaciones, que contribuyeron a incentivar su economía, convirtiéndose cada uno y de forma “natural” en cabeza jerárquica de su área respectiva (Alfaro, 2005:303-304).

Numancia en ‘‘La Muela’’ de Garray Numancia ocupa el elevado y extenso cerro de La Muela, desde el que se domina estratégicamente una amplia llanura, limitada semicircularmente por las altas elevaciones del Sistema Ibérico; se establece así una intensa comunicación entre la llanura y la Sierra de la que depende el clima, las tormentas y el deshielo de la primavera. La llanura está atravesada por el río Duero, que en su curso alto, y con un régimen de montaña, se ve alimentado por numerosos afluentes y arroyos, destacando por su importancia el Merdancho y el Tera, que vienen a unirse al Duero al pie mismo de Numancia (Jimeno et alii, 2002: 31). 262

El cerro numantino se eleva en sucesivos escalonamientos, presentando violenta pendiente, sobre todo en su lado oeste. El altozano ofrece una dilatada cumbre, de forma almendrada, ligeramente elevada en su zona central. El río Duero, por occidente, y el Merdancho, más modesto, por el sureste, abrazan a Numancia, proporcionándole con sus fosos naturales aislamiento y protección. Su posición estratégica hay que relacionarla con el control del vado, en el punto donde se juntan Duero y Tera, y donde confluyen todos los caminos radiales del circo montañoso de la Serranía Norte, comunicando el valle del Ebro con el Duero y permitiendo la alternancia ganadera de las zonas más bajas, más adecuadas para los pastos de invierno, con las de alta montaña, idóneas para los pastos de verano (Jimeno et alii, 2002: 31). El paisaje antiguo Podemos aproximarnos al paisaje que rodeaba a Numancia, a través de las noticias que trasmiten los textos clásicos y los datos aportados por análisis polínicos y antracológicos. El entorno ambiental en época celtibérica y romana era boscoso, ya que Apiano comenta que la ciudad estaba rodeada de espesos bosques, lo que indica un índice de humedad más elevado, reflejado también en un mayor caudal del Duero, que era navegable, ya que los mercaderes vacceos remontaban este río en pequeños esquifes (...) con ayuda de velas (Apiano. Iber., 91), para transportar vino y cereal. Apiano (Iber, 90) comenta además la dificultad que tuvo posteriormente Escipión para trazar el cerco por la zona noreste de Numancia, donde sabemos que hubo una amplia laguna, de unos 800 m de largo, entre las instalaciones militares romanas de Castillejo y Valdeborrón, que como otras fue desecada a principios del siglo XIX, para el aprovechamiento agrícola (Rabal, 1889: 102-108). El paisaje numantino en la Antigüedad era de bosque abierto, constituido por pinares silvestres, robledales (rebollo y quejigo), que proporcionaban un importante aporte de bellotas; así como sabinares de madera excelente para la construcción. Se han recogido restos óseos en la ciudad tanto de animales domésticos: ovejas, cabras, caballos, toros, como de animales salvajes: ciervo, jabalí, conejo, liebre, lince, oso y lobo. Las representacio-

Alfredo Jimeno / Antonio Chaín / Raquel Liceras / Sergio Quintero

Vista aérea de Numancia.

nes pintadas en las cerámicas numantinas nos dan abundante información relacionada con aves y peces (Delgado, 2008). Se puede hablar de un medio lo suficientemente diversificado que aportaba los recursos necesarios para una economía de subsistencia.

La Numancia celtibérica Apiano (Iber, 46) consideró a Numancia la ciudad más poderosa de los Arévacos. Al igual que el resto de las ciudades celtibéricas, era una ciudad-estado que controlaba un amplio territorio con todo un engranaje de asentamientos, desde los de pequeño tamaño, o aldeas, pasando por los de mediano tamaño y los “castillos”, dotados de

Numancia en La Muela de Garray, rodeada por los ríos Duero y Merdancho.

263

La Numancia que resistió a Escipión Emiliano

buenas defensas, ordenados estratégicamente para asegurar la producción, el control de sus zonas de influencia y las vías de comunicación. La ciudad se configura como verdadero centro organizador, administrativo y político de su territorio. Los datos actuales aportados por las fechas de C-14 (340±50 a.C.), obtenidas en el derrumbe de la muralla y en el nivel celtibérico, situado por debajo de la manzana XXIII de la ciudad romana, permiten pensar en un momento avanzado del s. IV e inicios del s. III a.C. (Liceras et alii, 2012: 331).

La muralla Algunos historiadores romanos para destacar más el heroísmo de los numantinos hablaron de la ausencia de murallas, así Floro (1,34) indica que Numancia, sin torres ni murallas, se mantuvo sola contra un ejército diez veces superior. No obstante, los trabajos arqueológicos han puesto al descubierto, en diferentes lugares, la existencia de un recinto murado (González, 1926), avalando el testimonio de otros historiadores mejor informados, como Apiano (Iber., 46). Este autor considera a Numancia la ciudad más poderosa de los Arévacos, calculando para el perímetro de la ciudad 24 estadios, una longitud excesiva, ya que estos datos corresponderían a toda la extensión del cerro, incluyendo sus laderas, pero no al recinto murado que encerraba la ciudad, asentada en su meseta superior (Jimeno y Benito, 1999: 303). Schulten (1945: 156) interpretó Numancia coronada por una acrópolis murada de 7,6 ha (400 por 200 m) y un perímetro de unos 1000 m, dedicando el terreno de las vertientes sin defensa exterior, para acoger los pueblos refugiados. Taracena planteó objeciones a esta explicación de Schulten, considerando que la ciudad compacta y murada era mucho mayor, alcanzando una superficie intramuros de unas 22 ha (Taracena, 1954: 71). Las mediciones actuales permiten concretar que el perímetro de la muralla celtibérica tiene unos 1088 m, que encierra una superficie de unas 8,36 ha. La urbanística de la ciudad se adaptaba perfectamente a la configuración del cerro, que remata en una amplia plataforma, a la que se acomodaba el límite de su caserío y línea defensiva. Sólo la ciudad de época romana posterior desbordará la línea de muralla, que quedará amortizada como bancal. Saavedra (1861: 33) calculó una altura para esta 264

Muralla y puerta en codo defendida por dos torres, reconstruida.

muralla de 6 m. No era uniforme en todo su perímetro, ofreciendo menos consistencia en los lados sureste y oeste, en donde el cerro ofrece mejores defensas naturales. Muestra distinta anchura en su base, ya que oscila entre los 2 y 4 m. Se han reexcavado y reconstruido dos tramos de muralla, uno en la puerta noreste dispuesta en codo, con muros de 4 m de anchura, flanqueada por dos torres cuadradas (Jimeno et alii, 2001: 124) .El otro tramo se sitúa en el lado occidental, excavado anteriormente por Schulten (1945: 170) con una anchura de 2 m y un recrecido de piedra de hasta 3,5 m de altura, para rematar en un parapeto realizado con adobes y reforzado con postes de madera, de unos 40 cm de anchura y 1,5 m de altura (Jimeno y Chaín, 200 5- 2006: 250).

Interpretación de la urbanística La Comisión de Excavaciones (1906-1923), que excavó una amplia superficie de la ciudad, unas 6 ha, informa con cierta imprecisión del trazado y organización de dos ciudades, considerando la inferior celtibérica y la superior romana. Ahora sabemos que estas dos ciudades se corresponden con dos momentos o fases de una misma ciudad romana imperial. La Comisión no tomó en consideración los trabajos estratigráficos realizados por Schulten y Koenen, en la Manzana IV (Schulten, 1945: 170), donde documentaron por debajo de la ciudad romana, junto a la muralla, dos niveles superpuestos, atribuyendo el más antiguo a la ciudad destruida por Escipión en el 133 a. C. y otro superpuesto al anterior, que entende-

Alfredo Jimeno / Antonio Chaín / Raquel Liceras / Sergio Quintero

mos tendría su final con las Guerras Sertorianas (75-72 a. C.). Las casas del nivel inferior celtibérico, destruido por Escipión, miden 12 m de longitud y unos 3 m de anchura y estaban divididas en tres estancias. Desde la primera se accedía a otra estancia subterránea o bodega, de dos metros de profundidad (Schulten, 1945: 157; Jimeno et alii, 2001-117), característica de la casa celtibérica, destinada a conservar los alimentos. Lo que no observó Schulten es que estas casas dejaban entre sus paredes posteriores y la muralla una calle de ronda.

Modos de vida Según Apiano los numantinos comían carnes variadas y abundantes y como bebida toman vinco con miel, pues la tierra da miel suficiente y el vino lo compran a los mercaderes que llegan hasta allí. La falta de vino era sustituida por la cerveza, denominada caelia, su bebida preferida, que según Orosio era de sabor áspero y daba un calor embriagador. Los análisis de los restos humanos de la necrópolis indican que la dieta de los numantinos, en contra de las

noticias de Apiano, era rica en componentes vegetales, con un peso importante de los frutos secos, ya que de los ocho molinos analizados, cinco habían molido bellotas y tres trigo y cebada. Su base económica era la ganadería, complementada con la agricultura. La cría de ovejas era la principal fuente de riqueza, como se deduce de los estudios de fauna y de un episodio que narra Diodoro (33,16) referido al invierno de los años 140-139 a. C.: los romanos trataban de alcanzar un acuerdo de paz con dos ciudades arévacas, Numancia y Termes, y una de las exigencias consistía en la entrega, entre otras, de 9.000 prendas de abrigo. Se trataba del conocido sagum celtibérico (sayo) hecho de lana y que a modo de manta cubría el cuerpo desde la cabeza a los pies. Además debían de entregar también 3000 pieles de buey, 800 caballos de batalla, todas las armas y la entrega de 300 rehenes; de esta manera serían tenidos por amigos y aliados. El acuerdo no llegó a efecto, ya que los celtíberos se negaron a entregar las armas y reemprendieron la guerra contra los romanos.

Estratigrafía de la manzana IV, realizada por Schulten y Koenen, reinterpretada.

265

La Numancia que resistió a Escipión Emiliano

Casa celtibérica del 133 a. C., reconstruida por Schulten, pegada a la muralla.

Casa celtibérica excavada por Schulten reinterpretada y reconstruida, dejando calle de ronda con la muralla.

266

Alfredo Jimeno / Antonio Chaín / Raquel Liceras / Sergio Quintero

Vista interior de la casa celtibérica reconstruida.

Gobierno de la ciudad Los textos de Apiano permiten identificar dos instituciones principales de Numancia, y de las ciudades celtibéricas: La Asamblea de ancianos (seniores), o de notables, jefes de las gentilitates, élite definida por su nobleza, valor y riqueza, con mayor poder de decisión, y la Asamblea de la ciudad, o popular, en la que participaba el pueblo en armas (iuniores), que decidía sobre aquellos asuntos que afectaban a la colectividad. Existen citas frecuentes que aluden a la presencia de líderes o jefes militares, reconocido por su valor, capacidad militar e, incluso, cierta vinculación religiosa. Estos órganos institucionales aparecen bien reflejados en un episodio del cerco de Escipión, que narra Apiano (Iber., 93), cuando el numantino Retógenes, con cinco dependientes y cinco sirvientes, consiguió superar el cerco de Escipión y se dirigió a pedir ayuda a las ciudades

Remate de báculo celtibérico hallado en una tumba de la necrópolis de Numancia.

267

La Numancia que resistió a Escipión Emiliano

arévacas, que no estaban dispuestas a prestar por temor a las represalias de Escipión. Únicamente encontró un intento de ayuda en Lutia; en esta ciudad, la Asamblea de los jóvenes se declaró a favor de los numantinos, pero los ancianos avisaron a Escipión, tratando de evitar su represalia. El cónsul romano se dirigió a Lutia y exigió que le entregaran los jóvenes y le presentaron cuatrocientos, a los que hizo cortar las manos.

La conquista romana del Alto Duero Los ejércitos romanos, en la conquista del interior peninsular, establecieron sucesivas líneas de frontera. Los avances romanos se realizaron bordeando las elevaciones del Sistema Ibérico y Central, para alcanzar Calagurris (Calahorra), en el 188-187 a.C., aguas arriba del Ebro, y disponer su base en los extremos de Corbión y Segeda (El Poyo de Mara, Zaragoza). En un segundo momento, la Batalla de Mons Chaunus (Moncayo) y la toma de Complega, en el 179, lleva al tratado de Graco, estableciendo una nueva ciudad, Gracurris (en el yacimiento de Las Eras de San Martín), en la desembocadura del río Alhama, para proteger la frontera del territorio conquistado (Burillo, 1998, 236; Jimeno, 2006: 175). La zona controlada por Roma no sobrepasaba Segeda, quedando todavía fuera del control romano el alto Tajo, alto Jalón y alto Duero. La relativa estabilidad permitió a Roma el control del territorio, apoyándose más en determinadas ciudades celtibéricas a las que les concederá la prerrogativa de acuñar moneda, como Sekaiza, identificada con Segeda y un segundo grupo encabezado por Areikoraticos (Arekorata, en Muro, Soria; después Augustobriga) serán los apoyos del ejército romano para continuar la conquista del interior del sistema ibérico (Burillo, 1998:236-250). La línea de frontera establecida por el tratado de Graco (179 a. C.), tras su victoria en la batalla de Mons Chaunus (Moncayo) sobre las ciudades celtibéricas del valle del Ebro, se verá alterada con el inicio de la guerra, a partir del 154 a.C., desencadenada por la ciudad de Segeda (Burillo, 2006: 53), ciudad de los Belos, que procedió a la construcción de una nueva muralla y a la ampliación de su recinto, congregando en la ciudad, de grado o por la fuerza, a los pobladores de los alrededores (Apiano, Iber., 44; Diodoro, 31, 39). Roma interpretó que estas actuaciones contravenían el tratado de Graco, por lo que envió 268

un ejército al frente de Nobilior, viéndose los segedenses obligados a buscar refugio en Numancia, donde fueron acogidos como aliados y amigos (Apiano, Iber., 45) e indica Floro (1, 34, 3) que de esta manera tan injusta entró Numancia en le guerra. Cada vez más la guerra se centra sobre Numancia y, tras el fracaso sucesivo de varios cónsules, será finalmente enviado por el Senado, ante el clamor del pueblo romano, Publio Cornelio Escipión Emiliano (134-133 a.C.), que estableció un férreo cerco en torno a la ciudad constituido por siete campamentos unidos por una potente muralla y por delante de ésta foso y estacada de madera. Tras once meses de asedió la ciudad cayó por inanición. Según Apiano (Iber., 95-97) convenida la rendición, los que tal decidieron, se tomaron la muerte cada uno a su manera y el resto fueron vendidos como esclavos, reservándose Escipión cincuenta para ser exhibidos en su triunfo en Roma.

La ciudad destruida por Escipión, en el 133 a. C. En el contexto del Proyecto de Revisión del Urbanismo de Numancia, en el marco del Plan Director, impulsado por la Junta de Castilla y León, se han llevado a cabo, en los últimos años, los trabajos de excavación realizados en la Manzana XXIII, lo que ha permitido documentar que la construcción de la ciudad de época imperial conllevó el enrasamiento y allanamiento de las ciudades inferiores, a excepción de los espacios adosados a la muralla, donde se ha conservado la estratigrafía más completa, ya que al construir la ciudad de época romana, se utilizaron los restos de la muralla celtibérica como bancal. Los trabajos de excavación realizados recientemente en la Manzana XXIII, de época romana, tenían como objetivo documentar el nivel, o niveles, de ocupación por debajo de la ciudad romana imperial. Se ha podido documentar con toda nitidez el nivel celtibérico del 133 a. C.: la ciudad fue arrasada, destruida de raíz dice Cicerón (De off. I, 11, 35), y se han diferenciado restos muy destrozados de unas seis casas, realizadas con muros de adobe recubiertos de una capa de barro, enlucido con cal o yeso, reforzados con postes de madera, para la sujeción de la techumbre, realizada con armadura de madera y cubierta de ramaje. Cada una de estas casas está constituida por dos espacios rectangulares, uno destinado a vivienda y otro a corral, que suele ser más estrecho.

Alfredo Jimeno / Antonio Chaín / Raquel Liceras / Sergio Quintero

La conquista romana del Alto Duero.

Una de las casas documentadas, que como el resto había sufrido un fuerte incendio, tenía aneja un almacén subterráneo en el manto natural, por lo que los restos de las paredes y techumbres colmataban y rellenaban el rehundido de base de la estancia, con una superficie de unos 30 m2, conservando in situ los restos de 114 objetos, entre los que predominan las cerámicas, algunas con bellas decoraciones y nuevos motivos simbólicos (Liceras et alii, 2010) así como un molde de fíbula anular, del que no se conoce en Numancia ningún ejemplar (Santos et alii, 2012: 257).

La casa celtibérica del almacén y su contenido En el almacén rehundido e intacto de una de estas casas celtibéricas se han hallado 114 objetos, entre los que predominan las cerámicas y entre ellas hay decoradas bícromas como las que Wattenberg (1963:35-36) explicaba por influencia augustea, así como un molde de fíbula anular, que correspondería cronológicamente con la fecha de C-14, comentada anteriormente. Entre las casas celtibéricas documentadas, la que más información ha proporcionado es la que hemos denominado Casa 2, de la que solamente se han podido exca269

La Numancia que resistió a Escipión Emiliano

El nivel celtibérico del 133 a.C. con las casas celtibéricas por debajo de la urbanística romana.

var parcialmente dos de sus habitaciones, por haber sido cortadas por la urbanística romana posterior, y una tercera completa que estaba bastante bien conservada y con numerosos materiales almacenados en ella. Esta casa, como el resto de las documentadas, había sufrido un fuerte incendio, por lo que los restos de las paredes y techumbres colmataban y rellenaban el rehundido de base de la estancia, que tiene forma rectangular (7,66 m x 4 m = 30,64 m2), estando dividida, aunque no en toda su longitud, por un pequeño murete de adobe que separa dos superficies trapezoidales, de 8,60 y 22 m2 respectivamente. La compartimentación pequeña estaba vacía; por el contrario, la grande estaba repleta de materiales que, a pesar de su deterioro, conservaban una distribución ordenada. Se aprecian tres zonas perfectamente diferenciadas: los dos extremos destacan por la presencia de grandes vasijas de contención de alimentos (dos en el lado norte y tres en el sur) que se hallaron in situ, ligeramente encajadas sus bases en el suelo natural apisonado y, en torno a ellas, abundantes elementos de vajilla. Por el contrario, el espacio central debía estar despejado, ya que los materiales fragmentados que se han encon270

trado sobre el suelo, proceden, por las características de su dispersión, de una alacena que estaría situada sobre un banco corrido de la pared oeste. La mayoría de objetos corresponden a recipientes y vajilla cerámica (copas, cuencos, ollas, vasos, jarros o bock, jarras, pucheros, tapaderas, morteros, grandes vasijas, fichas y canicas) y, en menor medida, útiles de metal y hueso: agujas de coser, chapas, punzones de hierro enastados en sus mangos de hueso, cuchillas, pesa de piedra, un anillo de bronce y un magnífico molde para fabricar un tipo de fíbula anular (Santos et alii, 2012) ; también hay que destacar una gran vasija por su peculiar decoración e iconografía (Liceras et alii, 2012).

El almacén de la M-XXIII con los objetos in situ.

Alfredo Jimeno / Antonio Chaín / Raquel Liceras / Sergio Quintero

Otro aspecto a considerar es el contingente poblacional que acogía la ciudad celtibérica, para la que existe un contraste de datos. Una referencia para el cálculo ha sido el número de guerreros citados en las fuentes clásicas. Así, Floro, Livio y Orosio, atribuyen a Numancia, para los años 143 y 133 a.C., 4000 combatientes (o unos 16000 habitantes); Apiano, 8000 soldados antes de la guerra, y Veleyo indica que esta ciudad nunca armó más de 10000 de sus propios hombres (Schulten, 1945: 156). En relación con la superficie de la ciudad, Schulten calcula que la población militar de Numancia en tiempo normal sería de unos 2000 guerreros (8000 habitantes), y se refiere a guerreros del territorio numantino, no sólo de la ciudad. Cálculo que, según Taracena (1941: 71), resultaría acertado desde el punto de vista económico y también referido a una superficie de 22 hectáreas calculada por este autor (unos 100 metros cuadrados por vivienda familiar, descontadas las calles), pero estas aproximaciones se realizaban sobre una supuesta ciudad celtibérica, que ahora sabemos que se trataba de la ciudad romana (Jimeno et alii, 2012: 209). Podemos hacer una aproximación al número de habitantes centrándonos en los datos que aporta la planta de la ciudad celtibérica. Si asumimos unas estructuras habitacionales de unos 80 m2, entre casa y patio, en una extensión de 8,36 ha, de las que se habitan unas 5,10 ha (3,26 ha de superficie de calles), en las que cabrían 630 casas de 80 m2 y 510 casas de 100 m2, que aportan un contingente de entre 2000 y 2500 habitantes. Probablemente con la valoración de espacios libres se podía asumir un componente poblacional de entre 1500 y 2000 habitantes (Jimeno y Tabernero, 1996: 431; Jimeno et alii, 2004: 350-353). Como podemos observar, estas últimas aproximaciones distan mucho de las realizadas atendiendo al número de combatientes que aportan los autores clásicos.

¿Quienes reocuparon el cerro de La Muela después de la destrucción de Numancia por Escipión? Tras la caída y destrucción de Numancia, en el 133 a.C., según Apiano (Iber, 98-99), Escipión Reservándose cincuenta (de los vencidos) para el triunfo, vendió todos los restantes y arrasó la ciudad…

distribuyó el territorio de Numancia entre los vecinos, decidió las cuestiones pendientes en las demás ciudades, amonestó y multó a las sospechosas, y se hizo a la mar en dirección a Roma.

Es muy probable que los denominados vecinos haya que relacionarlos con la tribu de los Pelendones, que no aparecen citados en los textos clásicos en las guerras de Roma con Numancia, por lo que no debieron tener ningún conflicto con los romanos. Serán citados por Plinio (N.H., III, 3) posteriormente, en el s. I, cuando se lleve a cabo una política de restitución de fronteras. Roma envió, según indica Apiano (Iber., 99), a las zonas de Iberia recién adquiridas una comisión senatorial como era costumbre, formada por diez senadores que tenía como misión la recogida de información, para la elaboración de un plan de actuación sobre las zonas conquistadas para organizarlas sobre una base de paz (Pina, 1997: 83). La actuación de Roma en el valle del Ebro fue la de trasladar a otro lugar las ciudades indígenas, manteniendo su nombre. Por el contrario, en la zona del Alto Duero las ciudades se mantuvieron en su misma ubicación. Numancia no se reocupará de nuevo hasta época de Augusto. La Comisión de Excavaciones (1906 - 1923) mantuvo que se produjo una despoblación del cerro de La Muela, entre la ciudad tomada por Escipión, en el 133 a.C, y la nueva ciudad que se levantaría en época de Augusto, a partir del 29 a.C. (Mélida, 1922: 180 182). Sin embargo, este planteamiento, no se ve avalado por la documentación arqueológica conocida, ya que la existencia de un significativo número de monedas autónomas y romanas, fechadas entre el 133 y el 75 a.C., indican relaciones comerciales de Numancia con ciudades del valle del Ebro y del noreste peninsular. Además se conoce el hallazgo de un glande de plomo con la estampilla de Sertorio, hallado en La Atalaya de Renieblas (Gómez-Pantoja y Morales, 2002: 303). Además de la documentación anterior tenemos la proporcionada por los trabajos de excavación realizados por Schulten y Koenen (1945: 157 y 170) en la Manzana IV, en la que pudieron documentar por encima de la ciudad destruida por Escipión en el 133 a.C. y debajo de la romana imperial, otra de estructura celtibérica. Las casas de esta ciudad son también rectangulares pero más anchas y largas 271

La Numancia que resistió a Escipión Emiliano

(16 m por 6 m), apoyándose en la muralla celtibérica por su parte estrecha posterior y que fue destruida en las Guerras Sertorianas (75-72 a. C.). Se debería de relacionar a los pobladores de esta segunda ciudad celtibérica con los pueblos vecinos que ayudaron a Escipión a conquistar Numancia, compensándoles con la distribución entre ellos del territorio numantino. Ésta ciudad sería destruida al igual que Segontia Lanka (Taracena, 1929; 1932; 1941: 89-90), (Langa de

Duero, Soria). Tras un largo periodo de abandono de Numancia, desde época sertoriana, volvió a construirse una ciudad en época augustea, inicialmente peregrina, en función del trazado de la vía XXVII del Itinerario de Antonino, que recibiría posteriormente, en época Flavia, el Ius Latii y el rango de municipium, incrementando su población y dotándose de edificios públicos inherentes a toda ciudad romana: arco honorífico, templo, termas y edificio público porticado.

Bibliografía ALFARO, E. (2005): Castillejo y Villares: modelos de doblamiento antiguo en el interior del Sistema Ibérico. Asociación Cultural “Soria Edita”, Soria: 303-304. ALMAGRO-GORBEA, M.; DÁVILA, A.F. (1995): “El área superficial de los oppida en la Hispania “céltica”, Complutum, 6:209-239. ARENAS ESTEBAN, J. A. (2005): “El mundo celtibérico y sus relaciones con el mundo ibérico y mediterráneo”. En A. Jimeno (ed.): Catálogo de la Exposición Celtíberos:Tras la estela de Numancia, Junta de Castilla y León, Salamanca: 395-400 ARLEGUI, M.A. (1990): “Introducción al estudio de los grupos celtibéricos del Alto Jalón” En J. L. Argente (coord.): El JalónVía de comunicación, Soria ASENSIO, J.A. (1994): “La ciudad en el mundo prerromano en Aragón”, Caesaraugusta, 70, Zaragoza. BELTRÁN, M. (1986): “Problemas cronológicos de la celtiberia aragonesa”. En I Symposium sobre los Celtíberos, Daroca:19-42. BURILLO, F. (1998): Los Celtíberos. Etnias y Estados, Crítica, Barcelona. — (2006): “Oppida y ciudades estado del norte de Hispania con anterioridad al 153 a.C”. En F. Burillo (ed.): Segeda y su contexto histórico entre Catón y Nobilior (195 al 153), Homenaje a Antonio Beltrán Martínez, Fundación Segeda-Centro de Estudios celtibéricos, Diputación Provincial de Zaragoza, Zaragoza. CABALLERO, C. (2003): La ciudad y la romanización de Celtiberia. Institución Fernando “El Católico”, Zaragoza.. 272

DELGADO, S. (2008): “Sobre la representación de peces en las cerámicas polícromas de Numancia”. En Oppidum, 4:13-33. DÍAZ, M.A.; Medrano, M. (1987): “Objetos de bronce procedentes de las áreas de cronología romano-republicana de la ciudad de Contrebia Belaisca (Botorrita, Zaragoza)”, XVIII C.N.A., Zaragoza. GALANTAY, E. (1977): Nuevas ciudades: de la Antigüedad a nuestros días, Barcelona:17. GÓMEZ PANTOJA, J.; MORALES, F. (2002): “Sertorio en Numancia: una nota sobre los campamentos de la Gran Atalaya”. En A. Morillo (coord.), Arqueología Militar Romana en Hispania, Anejos de Gladius, vol. 5. Madrid: 303-310. GONZÁLEZ, M. (1926): Las fortificaciones de Numancia. Excavaciones practicadas para su estudio. Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, 74, Madrid. JIMENO, A. (2000): “El origen del Urbanismo en el Alto Duero”. En Soria Arqueológica, 2, Diputación Provincial de Soria: 2:239-262. — (2006): “Conquest and Romanization in Celtiberia Ulterior: Numantia as paradigma”. En Abad Casal, L., Keay, S. y Ramallo Asensio, S. (eds.), Early Roman Towns in Hispania Tarraconensis. Archaeology, Supplementary Series,62, Porstmouth, Rhode Island: 172-183. — (2011): “Las ciudades celtibéricas de la Meseta Oriental”. En Complutum, 22, 2: 223-276. JIMENO, A. y ARLEGUI, M.A. (1995): “El poblamiento en el Alto Duero”. En Burillo (ed.), III Simposio sobre Los Celtíberos, Zaragoza: 93-126.

Alfredo Jimeno / Antonio Chaín / Raquel Liceras / Sergio Quintero

JIMENO, A.; TABERNERO, C. (1996): “Origen de Numancia y su evolución urbana.” En M.A. Querol y T. Chapa (eds.) Homenaje al Profesor Manuel Fernández Miranda Complutum-Extra, 6: 415-432. JIMENO, A., BENITO, J.P. (1999): “Las defensas numantinas”. En P. Bueno y R. Balbín (coords) II Congreso de Arqueología Peninsular, vol. 3:303-312. JIMENO, A., SANZ, A, BENIRO, J.P. (2001): “La reconstrucción arquitectónica, alternativa para la comprensión de Numancia”. En M.C. Belarte, J Pou,, J. Sanmartí, y J. Santacana (eds.) Arqueo Mediterránea, 6:117-131. JIMENO, A.; REVILLA, M.L.; DE LA TORRE, J.I.; BERZOSA, R.; MARTÍNEZ, J.P. (2002): Numancia (Garray, Soria). Guía Arqueológica. Asociación de Amigos del Museo Numantino y Junta de Castilla y León, Soria. JIMENO, A., CHAÍN, A. (2005-2006): “El Plan General de trabajos en Numancia, de 1962, y los problemas estratigráficos.” En Homenaje al Profesor D. Antonio Beltrán Martínez, Kalathos, 24-25: 239-258. JIMENO, A., CHAÍN, A., QUINTERO, S., LICERAS, R., SANTOS, A. (2012): “Interpretación estratigráfica de Numancia y ordenación cronológica de sus cerámicas”. En Complutum, 23,1: 203-218. LABEAGA, J. C. “La Custodia, Viana, Vareia de los Berones”. En Trabajos de Arqueología de Navarra, 14. Pamplona, 19992000. LICERAS, R.; SANTOS, A.; QUINTERO, S.; CHAÍN, A.; DE LA TORRE, J.I., JIMENO, A. (2012): “Nueva iconografía en una vasija de Numancia”. En F.Burillo (ed.) VII Simposio sobre Los Celtíberos. Nuevos descubrimientos, nuevas interpretaciones., Centro de Estudios Celtibéricos de Segeda, Mara-Zaragoza: 331-337. LORRIO, A. (1997): “Los Celtíberos”. En Complutum Extra, 7, Alicante. LLANOS, A. “La Hoya, un poblado del primer milenio antes de Cristo”. Vitoria, Diputación Foral de Álava, 1983: 2-19. — (1988): “Poblado de La Hoya (Laguardia, Alava)”. En F. Burillo, J.A. Pérez, M.L. de Sus (eds. y coords.) Celtíberos,

Diputación de Zaragoza, Zaragoza. MEDRANO, M. (1987): “Ponderales ibéricos procedentes de Bilbilis (Valdeherrera, Calatayud)”. En I Symposium sobre los Celtíberos, Zaragoza:149-161. MÉLIDA, J.R. (1922): Excursión a Numancia pasando por Soria, Ed. Ruiz Hermanos, Madrid. PINA, F. (1997): “Las comisiones senatoriales para la reorganización de Hispania (App. Iber.99-100)”. En DHA, 23.2:83104. RABAL, N. (1889): Historia de Soria, España: Sus monumentos y Artes - Su Naturaleza e Historia, Barcelona. RUIZ GÁLVEZ, M.L. (2005): “Comercio e intercambio entre los celtiberos“. A. Jimeno (ed.), Celtiberos. Tras La estela de Numancia, Junta de Castilla y León, Diputación y Ayuntamiento de Soria, Caja Duero, Salamanca: 375-380. SAAVEDRA, E. (1861): Descripción de la vía romana entre Uxama y Augustobriga. Memoria de la Real Academia de la Historia, Madrid. SANTOS, A.; LICERAS, R.; QUINTERO, S.; CHAÍN, A.; DE LA TORRE, J.I.; CATANZARITI, G.; DIETZ, CH.; VIANA, S.; JIMENO, A. (2012): “Molde singular de fíbula anular hallado en la ciudad celtibérica de Numancia”. En F. Burillo (ed.) VII Simposio sobre Los Celtíberos. Nuevos descubrimientos, nuevas interpretaciones., Centro de Estudios Celtibéricos de Segeda, Mara-Zaragoza: 257-264. SCHULTEN, A. (1945): Historia de Numancia. Editorial Barna, Barcelona. TARACENA AGUIRRE, B. (1929): Excavaciones en la provincia de Soria y Logroño. Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, 103, Madrid. — (1941): Carta Arqueológica de España. Soria. Instituto Diego Velázquez, C.S.I.C., Madrid. — (1954): “Los celtíberos”. En R. Menéndez Pidal (dir.): Historia de España, t. I, vol. III. Espasa Calpe, Madrid: 195299. WATTENBERG, F. (1963): “Las cerámicas indígenas de Numancia”. En Bibliotheca Praehistorica Hispana, IV, Madrid.

273

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.