La nueva política estadounidense hacia Cuba: ¿cambio en las políticas interamericanas?

September 14, 2017 | Autor: M. Méndez Coto | Categoría: International Relations, Relaciones Internacionales
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La nueva política estadounidense hacia Cuba: ¿cambio en las políticas interamericanas? M.DH. Marco Vinicio Méndez Coto1 El reciente anuncio del Presidente estadounidense Barack Obama sobre un cambio en la política norteamericana hacia Cuba fue visto con recelo. Los análisis previos establecían una gama de posibilidades, en la cual la agenda limitada que podría sostener el Ejecutivo estadounidense consistía en la reciprocidad frente a la liberación por razones humanitarias del prisionero Allan Gross en Cuba, quien fue detenido por promover la contrarrevolución mediante la articulación de grupos opositores y la distribución de tecnología comunicacional de carácter no comercial. En ese marco la agenda consistía en la liberación de los tres presos cubanos en Estados Unidos, proclamados como héroes en Cuba y del socialismo latinoamericano, pero sentenciados por razones relativas al espionaje en Estados Unidos. Adicionalmente, acciones similares a las implementadas durante la primera Administración Obama aflojando los condicionamientos económicos, informativos y de reencuentros familiares complementaban ese marco limitado de acción. Contrario sensu, la agenda amplia consistía en un cambio radical de la política estadounidense hacia Cuba que, además de incluir la liberación de los héroes cubanos, implicaba el restablecimiento de relaciones diplomáticas con La Habana, la eliminación del país de la lista de países patrocinadores del terrorismo internacional, la flexibilización del intercambio comercial, turístico y de inversiones, además del compromiso presidencial por revisar y desmontar el Embargo económico que padece Cuba desde 1961. La fecha 17 de diciembre de 2014 se tornó un hito histórico de las relaciones Estados Unidos – América Latina al anunciarse tanto por Raúl Castro como por Obama la agenda amplia; obligando a reacomodos geopolíticos, identitarios y discursivos en las relaciones políticas interamericanas de la segunda década del Siglo XXI. Frente a este hito histórico se reflexionará brevemente sobre sus implicaciones, alcances y posibles consecuencias. ¿Por qué la Administración Obama? Más allá de una aproximación retórica o laudatoria, debe retomarse los precedentes en las relaciones sostenidas entre La Habana y Washington en los últimos seis años. Si bien es cierto debe tomarse con cuidado la afirmación de que la Administración Obama implicó un cambio respecto a la "era Bush", también sería mezquino suponer que todo siguió igual. La Administración Bush enfatizó lo que en estudios internacionales se denomina como “poder duro”, esto consiste en una agenda política que torna los asuntos militares como los determinantes del cálculo político y de las interacciones internacionales, -aunado a la preponderancia que tuvo el lobby cubanoamericano en el bando republicano así como del 1

Profesor e investigador de la Universidad Nacional de Costa Rica. Autor del libro ¿Poder Inteligente? La doctrina Obama y Guantánamo. Blog: https://una-cr.academia.edu/MarcoMendezCoto. Artículo de opinión publicado en Revista Paquidermo, 19/12/2014. Enlace: http://www.revistapaquidermo.com/archives/11245

Tea Party. Tal fue así que durante las administraciones Bush se desató la Guerra contra el Terrorismo, la apertura del Centro de Detenciones en Guantánamo así como un programa del Departamento de Estado destinado a promover explícitamente el “cambio de régimen” en La Habana. Frente a un escenario internacional complejo, la Administración sucesora (Obama o McCain) enfrentaría un mundo con una percepción negativa de Estados Unidos (el sentimiento global antiestadounidense), además de la creciente debilidad demostrada por el país por su incapacidad de culminar con éxito los escenarios bélicos abiertos en Medio Oriente en países pobres y relativamente débiles como Irak y Afganistán, y la crisis financiera que se desató azuzada por el gasto que tal contexto de guerra implicaba. Una vez electo Barack Obama se anunció un “cambio” respecto de la política internacional precedente, enfocándose ahora en el “poder inteligente”, mejorar la imagen y posición internacional estadounidense así como de su legitimidad para cambiar la arquitectura hemisférica y mundial. Este cambio fue respaldo por la primera acción ejecutiva de Obama consistente en clausurar el Centro de Detenciones de Guantánamo en el plazo de un año, así como eliminar la tortura que implementaban las fuerzas de seguridad e inteligencia estadounidense a nivel global. Para 2014 el Centro de Detenciones continua operando y si bien es cierto ha habido "progresos" respecto a la eliminación del uso de la tortura, los asesinatos extrajudiciales durante las administraciones Bush y Obama con el programa de drones en el Medio Oriente continúan activas. Por ello el cambio debe verse como el vaso medio lleno o medio vacío. Aun así, la Administración Obama discursivamente ha sido menos confrontativa con La Habana, y si bien es cierto los programas para promover la contrarrevolución no han cesado, los mismos bajaron su perfil. La política de Obama hacia Cuba además de ello se ha enfrentado al lobby cubanoamericano, encontrando defensores dentro del bando demócrata de las políticas que pretenden el ostracismo para la isla, lo que complica el manejo de escenarios domésticos. ¿Por qué en este momento? La decisión de buscar la normalización de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos no se puede considerar como un azar. Existen precedentes históricos que evidencian el fracaso de las políticas de la Guerra Fría, no es solo que la revolución cubana continuó existiendo a pesar del Embargo, si no que además anualmente la Asamblea General de Naciones Unidas viene condenando la política norteamericana por violentar el derecho internacional público: no intervención en asuntos internos, soberanía, derecho a elegir un modelo propio de desarrollo, además del derecho humano a tener una vida digna para los y las habitantes de Cuba, entre muchas otras posibles razones. La política del Embargo es una mancha permanente para cualquier imagen internacional que Estados Unidos desee forjar, además de ser una instrumento político y discursivo para articular el antiimperialismo en América Latina. Esto es algo que los estrategas estadounidenses tienen claro y que sin lugar a dudas podrá cambiar. Un segundo factor contextual consiste en el rol que tuvo la Iglesia Católica en manos del Papa Francisco. A pesar de los flagelos que ha encubierto la Iglesia en el nivel mundial, y el papel que otrora tuvieron diversos papas en la lucha anticomunista, en América Latina la

elección del argentino Bergoglio coincidió con una fase donde sectores importantes del socialismo latinoamericano además se auto reconocían como cristianos. Varios gobernantes socialistas se identificaron con la causa de Francisco. Esta es una clave que no puede perderse de vista en términos de su legitimidad. La liberación de Allan Gross se consideraba un obstáculo para la mejoría de las relaciones cubano-estadounidenses, y fue reconocido tanto por Castro como Obama el papel de Pontífice para allanar la búsqueda de acuerdos comunes que permitieran transitar hacia nuevos senderos en la política hemisférica. Aun así, la liberación de los héroes cubanos no se consideró un canje por Gross, quien se liberó por razones humanitarias, sino más bien por otro espía estadounidense en prisión en Cuba desde la década de los 90. Se especula que se trata de Rolando Sarraff Trujillo. Un tercer factor contextual es el hecho de la pérdida del Congreso por parte de los demócratas en la reciente elección de medio período. Al inicio de la Administración Obama no se esperaba grandes atenciones hacia América Latina, de hecho el mismo Kerry –futuro Secretario de Estado- fue visto con recelo por declaraciones relativas a la región como “patio trasero”. Aun así resulta claro que para Obama sus dos últimos años de gobierno tendrán menos constricciones desde el punto de vista de la política doméstica. No habrá reelección posible, por ende el cálculo político-electoral para tomar decisiones relevantes puede pasar a un segundo plano y tratar de “hacer historia”. En ese contexto el compromiso de la agenda amplia hacia Cuba conlleva todas las acciones que desde el Ejecutivo son posibles de realizar, siendo que la más relevante como el levantamiento del Embargo más bien depende del Congreso. ¿Cuáles son los balances interamericanos actuales? En el nivel hemisférico las relaciones internacionales se han caracterizado, desde la revolución bolivariana, por una constante confrontación en la búsqueda de un nuevo orden continental y mundial. Desde el punto de vista del continente americano existen dos tesis sostenidas desde el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Costa Rica: la primera de ellas consiste en la búsqueda de una desconexión frente a la dominación continental que Estados Unidos ha ejercido como potencia hegemónica, para ello se reflexionó sobre la geopolítica americana caracterizada por dos islas en confrontación ideológica, política y económica. A partir del Canal de Panamá la Isla del Norte (América Central, Caribe y Norteamérica) dominada por Estados Unidos; la Isla del Sur (Sudamérica) con procesos revolucionarios y populares que propugnan por un desarrollo autónomo y soberano. En el nivel global ese balance redunda en la discusión entre el Unipolarismo y el Multipolarismo como propuestas geopolíticas. La segunda tesis consiste en enmarcar las relaciones americanas en un contexto histórico de dominación y resistencia. El Panamericanismo vs el Latinoamericanismo. La primera de ellas refleja el proceso de dominación ideológica continental que Estados Unidos ha implementado desde su industrialización a finales del Siglo XIX, en ese marco se constituyo una arquitectura interamericana que le fuese favorable para imponer sus condiciones, tal fue el caso de la Organización de Estados Americanos al culminar la segunda guerra mundial. A su vez, el Latinoamericanismo expresaba el deseo de unidad y defensa común latinoamericana, auspiciada por el pensamiento del libertador Bolívar así como diversos próceres antiimperialistas de la región, lo que se traduciría

contemporáneamente en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) como espacio de concertación que excluye a Estados Unidos y Canadá. Estas visiones geopolíticas e ideológicas en la región han generado diversos regímenes de integración y de defensa, desde el punto de vista económico el ALBA, MERCOSUR, Alianza del Pacífico y el ALCA; desde el punto de vista de la seguridad CARSI, Proyecto Mesoamérica, UNASUR y el esquema de bases militares estadounidenses en el continente, son ejemplares. ¿Qué puede cambiar el establecimiento de relaciones diplomáticas entre La Habana y Washington? Sin lugar a dudas Cuba ha sido un bastión para la oposición a las políticas estadounidenses en América Latina, además de ello ha sido un mentor ideológico para los procesos revolucionarios en Sudamérica, principalmente el venezolano, además de ser pilar en la constitución y consolidación de la CELAC. El principal efecto de las transformaciones que se prevé a partir de los cambios en las nuevas relaciones América Latina y Estados Unidos pasa por la asistencia de Cuba a la Cumbre de las Américas por celebrarse en 2015 en Panamá. La asistencia de Cuba a un espacio de concertación “interamericano” refleja un posible cambio identitario de las nuevas relaciones hemisféricas, pues la oposición cubana a la OEA y sus instancias derivadas reflejaba la visión de franca oposición al esquema de dominación diseñado por Estados Unidos, tal como ocurre con las Cumbres de las Américas. Si bien es cierto resulta especulativo esperar una reintegración de La Habana al sistema interamericano, obstaculizada además por la Carta Democrática que exige transformaciones del sistema político cubano, lo cierto del caso es que la atención del encuentro relaja y relativiza la fuerza ideológica y discursiva de oposición que refleja la CELAC, además de dar paso a la idea de que nuevos tiempos imperan en el sistema interamericano, y no ya los designios puros y duros de Estados Unidos, sostén financiero de la institución. Estos cambios afectan la identidad y los discursos de la región, poniendo la arena interamericana como nuevo punto de encuentro en el cual se podrían ventilar las pugnas ideológicas, económicas y políticas del hemisferio, siendo a su vez una inyección de relevancia para un organismo que en las últimas décadas ha ido perdiendo legitimidad. Este cambio en los discursos y las identidades también puede tornar menos viable la construcción de nuevos espacios de concertación hemisféricos, toda vez que los argumentos políticos pierdan fuerza frente a la nueva realidad continental. La principal enseñanza de lo acontecido consiste en que los marcos epistémicos con los cuales se lee la política hemisférica están cambiando a altas revoluciones, pensar la paz en Colombia a la luz de los eventos actuales deja de parecer un sueño lejano, y la nueva dinámica entre América Latina y Estados Unidos se verá en Panamá... mientras tanto la moneda da vueltas en el aire.

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