La nueva apuesta Rusa para ser superpotencia nuevamente. Hidrocarburos, politica exterior y armas .

July 16, 2017 | Autor: Hernan Parra | Categoría: Relaciones Internacionales
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Descripción





Comunidad de Estados Independientes.
O.T.A.N.: Organización militar Europea surgida como una alianza defensiva luego de la 2da Guerra Mundial para enfrentar la amenaza comunista.
BRIC: Grupo de países con el mayor índice de crecimiento de fin de siglos XX y principios del XXI (Brasil, Rusia, India y China).
FACE: Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa
la antigua Königsberg prusiana, es una ciudad portuaria de Europa Oriental perteneciente a Rusia y situada en un enclave en la desembocadura del río Pregel, que desagua en el Lago del Vístula, comunicado a su vez con el Mar Báltico por el estrecho de Baltiysk.
Es un área de seguridad que incluye los recursos energéticos estratégicos (petróleo, gas, ictícolas) sobre mar y tierra, las zonas limítrofes de interés y aquellas fuera de los límites consideradas como objetivos de las políticas de estado a mediano y largo plazo.
Capital de Georgia.
Ciudad capital de los separatistas de Osetia del sur
El federalismo es asimétrico cuando algunos estados (dentro de una federación o república federal) cuentan con más competencias o poderes que otros. Esta forma de relación es más común en países multiculturales en los que se busca reconocer alguna diferencia cultural o histórica relevante que amerita un trato diferenciado.
Técnicas utilizadas en un conflicto de baja intensidad
El wahabismo es una corriente religiosa musulmana de la rama mayoritaria del sunnismo. destaca por su rigor en la aplicación de la Sharia y por un constante deseo de expansión por el mundo. Para ello, sus seguidoras utilizan tanto sus instituciones de formación, a las que acuden estudiantes de todos los países mayoritariamente sunníes, como los recursos económicos que les proporciona la Corona saudí.
El yihadismo es un neologismo occidental utilizado para denominar a las ramas más violentas y radicales dentro del islam político, caracterizadas por la frecuente y brutal utilización del terrorismo, en nombre de una supuesta yihad o "guerra santa" contra los infieles occidentales.
Constituye un código detallado de conducta, en el que se incluyen también las normas relativas a los modos del culto, los criterios de la moral y de la vida, las cosas permitidas o prohibidas, las reglas separadoras entre el bien y el mal. En los medios occidentales se la identifica como ley musulmana o ley islámica. Se la considera "Dogma".
Los misiles interceptores tienen por finalidad destruir las cabezas nucleares u otros proyectiles de trayectoria balística antes que impacten en sus blancos. Existen armas que destruyen sus blancos fuera de la atmósfera (exo atmosféricos) y otros que lo hacen dentro de la atmosfera terrestre (endo atmosféricos). Dependen de un complejo sistema global de satélites, radares y otros sensores.
OMC: Organización Mundial de Comercio.
DARPA: Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa de EE.UU. trabaja en proyectos avanzados de la órbita militar. Láseres, armas guiadas, etc.
ISKANDER: Misil táctico de mediano alcance sobre lanzador móvil. Puede desplegarse rápidamente y posee capacidad de portar cabezas convencionales, químicas o nucleares. Es un arma disuasiva de primer orden y de respuesta preventiva.
Ministro de relaciones exteriores de Rusia. Brazo ejecutor de las políticas externas, se mantiene en la misma línea dura de Putin.
Siglas que refieren al sistema europeo de defensa anti misilistica impulsado por EEUU y la UE.
Sigla de la Fuerza de imposición y estabilización para Afganistán, integrada por naciones de la OTAN y otros aliados de los países occidentales.
Versión rusa del sistema GPS (Global Position System) de EEUU. Su aplicación es principalmente militar.
Sigla que identifica lo que se denomina "Response to protect"- Responsabilidad de proteger. Doctrina que utiliza EE.UU. y algunos países de la OTAN para avalar su guerra preventiva y su injerencia en asuntos de otros países.
Fuerzas de pacificación y mantenimiento de la paz de la ONU.
Fuerzas de imposición de la paz de la ONU (se autoriza el uso de la fuerza para imponer la paz)
BCM / día: unidad de medida de volumen de gas que equivale a 10 a la 9 potencia de metros cúbicos de gas
El gasoducto Nabucco es un proyecto de gasoducto para el transporte de gas natural desde Turquía a Austria. El objetivo de esta nueva tubería sería el de diversificar las actuales rutas de suministro de gas existentes en Europa, disminuyendo así la dependencia con respecto a Rusia.

Instituto Superior del Profesorado I-28 "Pbro. Dr. ALFREDO RAMON MEYER"



MONOGRAFIA:"RUSIA- El poder militar y el factor energético como sustento de la política exterior Rusa en su camino para volver a ser potencia hegemónica."



Investigador: HERNAN JAVIER PARRA - 4to año – Dpto. HISTORIA




Espacio Curricular: PROBLEMÁTICA CONTEMPORÁNEA



Profesora: ESTER ALEGRE


Monte Caseros, de noviembre de 2013

















Introducción
Tras la caída del muro de Berlín y la difícil y dolorosa transición de los años 90 la otrora Rusia Imperial no solo recobró la estabilidad interna sino que, al amparo de un rápido aumento de los ingresos por exportaciones de hidrocarburos y venta de armas, trató de recuperar su posición como gran potencia mundial, con una política exterior independiente, agresiva y enérgica.
Tras el desastre de Afganistán y las experiencias de Chechenia y Georgia la maquinaria militar Rusa, puntal ancestral de la gran potencia parece haber tomado nueva ínfulas. Los reveses económicos de la era post perestroika dan señales de haber sido superados y la matriz capitalista está instalada desde principios de siglo.
La grave crisis económica del período 2008 –2009 puso de relieve los límites de esa política basada en puntales militares y energéticos. Las graves carencias que Rusia todavía tiene en los planos económico, social e institucional. El presidente Medvedev se ha dado cuenta de la necesidad de acometer unas reformas estructurales que den solución a esos problemas y permitan mantener a Rusia en el grupo de las principales potencias mundiales. Es occidente, de donde espera recibir las inversiones y tecnología necesarias para modernizar la economía rusa. Esto ha coincidido con la llegada a la Casa Blanca del presidente Obama. Se ha producido así lo que se ha denominado un reset o reconfiguración de las relaciones entre Washington y Moscú, que abre perspectivas prometedoras.
Pero la perdida de influencias en las zonas antes controladas por la ex URSS es un gran impacto político / económico / militar para la Federación Rusa, lo que le genera roces con la Unión Europea (UE) y EE.UU.
Moscú trata de establecer una relación especial con el gran vecino chino, consciente de las oportunidades de colaboración económica que ofrece el gran desarrollo de China al tiempo que presta cada vez más atención a las otras potencias emergentes como Brasil o la India y hace especial hincapié en el sub continente latinoamericano.
Putin ha renovado su tradicional política de línea dura y debe extraer aprendizajes de los nuevos escenarios bélicos generados por la política de "Guerras Preventivas del pentágono", Iraq, Afganistán y Libia. Vimos como en el caso de la reciente emergencia Siria, Rusia actuó como potencia de primer orden y puso freno a las intenciones de EEUU y Francia de una acción armada unilateral. Estas medidas fueron acompañadas de importantes despliegues navales militares en el mediterráneo.
Estamos ante un nuevo resurgir de la gran potencia Euro asiática, con nuevos roles, y nuevos desafíos. El escenario de la guerra fría ha desaparecido para mutar y transformarse en un escenario letal y más turbio: Guerras de baja intensidad, conflictos asimétricos y terrorismo islámico. Rusia sabe el lugar que quiere ocupar, pero también conoce sus limitaciones y capacidades. Es en este trabajo que pretendemos dar un pantallazo de como maneja el Kremlin la política exterior Rusa como herramienta para alcanzar nuevamente el rango de súper potencia.
Nuevamente integrada al tablero estratégico – diplomático internacional, la Federación Rusa aparece como un actor ya conocido en la escena. Con poder de disuasión nuclear y presencia permanente en puntos álgidos del globo, apuesta por volver a jugar en primera otra vez.

La caída al precipicio

Al asumir Mijaíl Gorbachov en 1985 el poder en la URSS, el gigante soviético venía de disfrutar un decenio de estabilidad política sin precedentes bajo el gobierno de tres dignatarios, "ninguno de ellos apto- según diagnóstico médico- para tan alto cargo". En el momento de su muerte, en 1982, Leonid Brezhnev a duras penas podía tomar decisiones políticas. Su sucesor, Yuri Andrópov, si bien con mayor vigor mental, se encontraba físicamente incapacitado, desapareciendo de la escena en 1983. Lo sucedió durante un año Konstantín Chernenko, un viejo camarada político de Brezhnev y jefe de su Estado Mayor, pero que sufría de enfisema y apenas podía pronunciar un discurso coherente.
El Politburó escogió a Gorbachov y en ese momento, no había indicios de que quisiera adoptar una política de conciliación con Occidente. Ni siquiera estaba claro para sus colegas que elegían a un auténtico reformista, y menos a alguien que sacudiría los fundamentos mismos del sistema soviético.
La llegada al poder de Gorbachov fue, sin embargo, un hecho decisivo para la historia de la U.R.S.S y de Europa. Su relativa apertura de espíritu significaba que sus puntos de vista se fueron desarrollando durante sus años como dirigente y que apreciaba la necesidad de reformas económicas y de cambios políticos. Al principio, se trató de reformas dentro de los límites del sistema existente, con la reorganización y la implementación de la "perestroika" y la "glasnost". Estas medidas fueron tomadas por razones pragmáticas y como un medio de revitalizar y movilizar a una sociedad estancada.

El comienzo del fin

Desde el comienzo de su jefatura, Gorbachov habló también de la necesidad de democratización de la sociedad soviética, aunque los cambios políticos propiciados durante sus tres primeros años en el cargo de secretario general podrían describirse más como de liberalización que de democratización. Su actuar se podría definir como natural dentro de la evolución política y social del resto del mundo.
Fue en la XIX Conferencia del Partido Comunista soviético, en el verano de 1988, cuando Gorbachov asumió la responsabilidad del gesto decisivo de convertir el sistema soviético en algo de esencia totalmente diferente, y cuando aceptó no sólo el principio de elecciones para una nueva legislatura sino que propuso que se redactaran aquel mismo año las leyes correspondientes y que la nueva Asamblea empezara a funcionar en la primera mitad de 1989.
En cada año de la segunda mitad de los ochenta se fueron ensanchando los límites de la glasnost hasta que no pudo distinguirse esta apertura de la libertad de expresión y de publicación. Se suprimió un tabú tras otro, al ir tomando impulso la evolución política del país. La crítica a Stalin precedió a la crítica a Lenin, y a finales del decenio ya se podía atacar en letra impresa no sólo al principal fundador del Estado soviético, sino también a los actuales dirigentes del Partido Comunista y hasta los fundamentos mismos del sistema económico y político soviético.
Si la perestroika fue en sus inicios una revolución "desde arriba", aunque en sus aspectos más radicales contaba sólo con el apoyo de una minoría de la dirección del Partido, para 1989-1990 se había convertido ya, cada vez más, en un movimiento desde abajo. Las elecciones que tuvieron lugar en marzo de 1989 trajeron la derrota de numerosos funcionarios del Partido Comunista y dieron puestos en la legislatura a nacionalistas de las repúblicas bálticas y caucásicas, así como a numerosos rusos liberales y radicales. El propio Gorbachov había pasado de reformador en ciernes del sistema soviético a dirigente que reconocía la necesidad de una profunda transformación.
En 1988 había aceptado la necesidad de sustituir el unipartidismo de autoridad por un pluralismo político, en el cual las elecciones irían produciendo un sistema de partidos que compitieran entre sí, mientras que la economía de mando, propiedad en su totalidad del Estado, dejaría paso a una propiedad mixta y a una economía predominantemente de mercado.
Sin embargo, por temperamento y por convicción política, Gorbachov era más partidario de la evolución que de la revolución, y su posición resultó extraordinariamente difícil cuando la anterior unidad, artificial pero eficaz, del sistema soviético fue dando paso a un alto grado de polarización. De un lado, en 1990 se encontró superado por radicales como Boris Yeltsin, y por el otro sujeto a presiones por parte de los defensores del sistema soviético en los aparatos del Partido y del Estado, entre los militares y la KGB, temerosos de que los cambios de largo alcance propiciados por él pusieran en peligro el sistema tal como lo conocían y la integridad del Estado soviético.



El derrumbe

Gorbachov no sólo estaba dispuesto a ver transformarse el sistema soviético, sino que tuvo un papel decisivo en el avance hacia el pluralismo político. Pero no formaba parte de su proyecto de evolución tolerar la ruptura del Estado soviético. Él y el ala reformista de la dirección del Partido Comunista intentaban sustituir un Estado unitario, que había pretendido con falsedad ser un sistema federal, por una auténtica federación. Gorbachov era firmemente contrario a una ruptura completa de la U.R.S.S., ya que temía a una reacción anárquica y fuerzas centrípetas que podían desembocar en un desastre político – militar. La presión por la plena independencia era especialmente fuerte en las repúblicas bálticas y, cada vez más, en Ucrania, Georgia y Armenia. El golpe publicitario que faltaba lo dio la caída del muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989. Con este acto, se abrían horizontes desconocidos, se iniciaba la era de la globalización y un gigante estaba a punto de caer.
El temor de occidente con respecto a los vastos y descontrolados arsenales nucleares llevo a que se establecieran comités de control y seguimiento y se exigiera asegurar el control de dichas armas. Más importante incluso que los tratados de control de armamentos para demostrar que el nuevo pensamiento de que tanto se hablaba era presagio de una nueva realidad política, fue el cambio de la conducta soviética respecto a Europa oriental. Cuando los países de esta zona pusieron a prueba el nuevo pensamiento, que proclamaba que cada país tenía derecho a escoger su propio sistema político y económico, las acciones soviéticas no lo desmintieron... mejor dicho, la inacción soviética, pues no hubo ningún intento de intervención militar cuando, uno tras otro, los países del antiguo bloque soviético se convirtieron en independientes y no comunistas, durante los años de 1989-1990. El cambio que a los dirigentes Soviéticos debió de resultarles más difícil de tragar (y que causó disensiones en los círculos dirigentes) fue la reunificación de Alemania como miembro de la OTAN, hecho que finalmente Gorbachov aceptó.
Bajo el liderazgo de Yeltsin, en junio de 1990, la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR) declara su independencia de la URSS. En las primeras elecciones multipartidistas, celebradas el 12 de junio de 1991, se atribuyó Yeltsin la presidencia al obtener el 57% de votos. Dos sistemas coexisten en permanente roce y a punto de estallar, cosa que sucede el 18 de agosto de 1991, cuando un intento de golpe de estado contra el Presidente de la URSS Mijaíl Gorbachov es llevado a cabo por comunistas de línea dura, liderados por Vladímir Kriuchkov. Gorbachov es hecho prisionero en su residencia de verano de Crimea, mientras Yeltsin llegó al Parlamento de Moscú para desafiar a los golpistas. Rodeado de tropas, logra convocar manifestaciones populares que harían desistir a las tropas rebeldes de apoyar el golpe. Yeltsin estaba en su cumbre política, al dar un memorable discurso desde la torreta de un tanque.
Para el 21 de agosto la mayoría de los líderes golpistas habían abandonado Moscú. Gorbachov fue "rescatado" de su cautiverio en Crimea y devuelto a Moscú. A pesar de que estaba de vuelta en su posición, Gorbachov no tenía el control de la Unión Soviética ni de Rusia. Yeltsin era ya el líder indiscutible de Rusia, logrando muestras de apoyo de varias partes del mundo. Para finales de 1991, Yeltsin ordena tomar control de los ministerios soviéticos, Fuerzas Armadas y bases nucleares y declara al PCUS ilegal en territorio ruso.
En diciembre de 1991, Ucrania vota a favor de la independencia. Crece la rivalidad entre el Presidente de la URSS Mijaíl Gorbachov y el Presidente de la RSFSR Boris Yeltsin. Una semana más tarde, Yeltsin se reúne con el Presidente de Ucrania, y el líder de Bielorrusia. En esa reunión, por medio del Tratado de Belovesh, es declarada la disolución de la URSS y el establecimiento de la Comunidad de Estados Independientes en su remplazo.
El 24 de diciembre, la Federación Rusa toma el asiento de la URSS en las Naciones Unidas (Consejo de Seguridad). Al día siguiente, el Presidente de la URSS Mijaíl Gorbachov dimite y la URSS deja de existir. La era Gorbachov vio también el fin de la guerra fría, gracias a la nueva línea de pensamiento adoptada por Gorbachov y a la nueva conducta soviética que lo acompañó. "Los complejos militares-industriales, tanto de la URSS como de Estados Unidos, habían alcanzado un volumen enorme, pero el costo de mantenerse a la altura de la súper potencial rival significaba una mayor tensión para la economía soviética que para la norteamericana".
El 8 de diciembre de 1991, junto con los presidentes de Ucrania y Bielorrusia (ahora Belarus) aplicó el golpe de gracia al sistema, al anunciar unilateralmente que la URSS había dejado de existir y que sería sustituida por una Comunidad de Estados Independientes. Once de las doce repúblicas que quedaban, entre ellas, Armenia, Azerbaiyán, Kazajstán, Kirguizistán, Moldavia, Rusia, Tayikistán, y Uzbekistán acordaron crear la llamada C.E.I.. Gorbachov dimitió el 25 de diciembre y el día siguiente el Parlamento soviético proclamó la disolución de la URSS.
Su creación firmó la disolución de la Unión Soviética (URSS) y, según Vladímir Putin, su propósito fue el permitir un "divorcio civilizado" entre las repúblicas que conformaban la Unión.

Un nuevo orden

Boris Yeltsin, convertido en héroe popular y presidente tras los sucesos del Kremlin, inicia una era de privatizaciones y remodelaciones sistémicas del aparato ex soviético; con ello una buena parte de la riqueza nacional cayó en manos de un pequeño grupo de oligarcas.
La era Yeltsin estuvo marcada por la corrupción generalizada, el colapso económico, dos guerras en Chechenia y enormes problemas sociales y políticos que afectaron a Rusia y a otros antiguos Estados de la Unión Soviética. Durante los primeros años de su presidencia, muchos de los partidarios políticos de Yeltsin se volvieron contra él. Los constantes enfrentamientos con el Parlamento que culminaron en la crisis constitucional rusa de octubre de 1993, cuando el Parlamento intentó apartar de su cargo a Yeltsin y asedió a la Casa Blanca rusa, en la que murieron cientos de personas. Yeltsin se deshizo de la Constitución vigente, prohibió temporalmente la oposición política y prosiguió con su experimentación económica. A continuación, introdujo una nueva Constitución con un fuerte poder presidencial y que fue aprobada por referéndum antes de finalizar el año.
En el verano de 1996 el antiguo secretario del Comité Central, Boris Yeltsin, fue elegido presidente por un nuevo período de cuatro años. Durante el pasado decenio la visión política de Yeltsin había cambiado radicalmente. En el terreno en que bajo Gorbachov hubo sólo cambios moderados, el de la privatización parcial y la introducción de la economía de mercado, Yeltsin introdujo cambios espectaculares entre 1992 y 1995. Aunque los ciudadanos rusos mejor informados veían claramente que no podría volverse a una economía de estilo soviético y al mundo de los planes quinquenales, los costos de la transición fueron altos. La separación entre ricos y pobres se ensanchó trágicamente, la inflación barrió muchos ahorros, la seguridad en el empleo se vio amenazada y floreció el crimen organizado.
Mientras que una amplia capa de la población rusa había apoyado en 1991 la democracia y la economía de mercado, considerándolas como panaceas que conducirían rápidamente al nivel y a los estilos de vida de Europa occidental, para la vasta mayoría no sucedió así, ni podía suceder sobre la base de la economía soviética erróneamente desarrollada más que subdesarrollada. Una creciente hostilidad a la presidencia de Yeltsin y a la política seguida por su gobierno condujo a un enfrentamiento entre el presidente y el Soviet Supremo, que estalló en 1993 y condujo a que Yeltsin disolviera la legislatura que antes había presidido. La Casa Blanca de Moscú, que Yeltsin defendiera en agosto de 1991, fue la sede de la resistencia de la legislatura a Yeltsin, que terminó sólo cuando éste consiguió persuadir, no sin dificultades, al ejército para que pusiera término a la situación.
Pero como era muy limitado el espacio para maniobras económicas en aquellas condiciones de pluralismo político y de declive industrial, y dado que los socialdemócratas estaban divididos y no conseguían coincidir en un partido político fuerte, un número importante de rusos se sentía inclinado una vez más hacia los comunistas y sus aliados, pese a que quienes seguían siendo miembros del Partido Comunista eran los mismos que se habían opuesto tenazmente a las reformas de Gorbachov para introducir libertades políticas e intelectuales y al programa de privatizaciones de Yeltsin.
Parecía muy improbable que Rusia volviera a un sistema comunista clásico, del tipo que prevaleció en la Unión Soviética hasta los años ochenta. Un factor que dificultaba este retorno era la resolución en las comunicaciones. Mientras que antes de Gorbachov incluso las fotocopiadoras se mantenían bajo triple llave y que el régimen tenía el monopolio de la información, la situación cambió espectacularmente a finales de los ochenta y en especial en los noventa. A mediados del último decenio del siglo, el correo electrónico, los aparatos de fax y la televisión por satélite habían despegado en Rusia. Al regreso a la sociedad cerrada se oponían el deseo de la nueva élite de los negocios de gozar de por lo menos las mismas ventajas que sus homólogos occidentales, y también el deseo de los gobiernos postsoviéticos de integrar a Rusia más plenamente en la economía mundial. De modo más general, debe recordarse que es más difícil retirar libertades una vez concedidas que negar las que nunca se han gozado. Pero la tentación autoritaria seguía muy presente, y Rusia entró en los postreros años del siglo no sólo con una economía mixta, sino también con una política mixta, en la cual los elementos democráticos y los autoritarios se combinaban, a veces en una misma persona. De nuevo se había depositado mucho poder en manos de los dirigentes del ejecutivo, dándole un tono presidencialista al gobierno y aunque en 1997 todavía era posible criticar al presidente y al gobierno, resultaba menos fácil exigirles responsabilidades en los períodos entre elecciones, e incluso en éstas sólo de modo parcial.
Pero la política rusa de los años noventa se caracteriza por el surgimiento de triángulos de oro con estrechas relaciones entre determinados banqueros, dirigentes políticos y el sector de la industria rusa que todavía daba beneficios (especialmente en el sector de la energía). Mientras que el conjunto de la producción industrial seguía declinando, consiguieron grandes ganancias algunos banqueros que tenían amigos en la "corte" o que adquirieron un lugar en la misma «corte», pues varios de ellos fueron nombrados para altos cargos en los gobiernos de Yeltsin.
Una economía capitalista, con ciertas características corporativas, se ha consolidado con sorprendente rapidez, mientras que la democracia dista mucho de estar consolidada. Entre los problemas a que se enfrentaba estaba la guerra, muy impopular, que comenzó en 1994 contra Chechenia, una república de la Federación Rusa que se había declarado independiente. En la campaña, Yeltsin afirmó que esta guerra estaba terminada, añadiendo que Rusia la había ganado. Su afirmación distaba mucho de ser verdad. Ganadas las elecciones, las fuerzas rusas intentaron conseguir la victoria militar que les había eludido antes y lanzaron una nueva ofensiva contra Chechenia, que fracasó. Yeltsin reforzó su posición nombrando como asesor para la seguridad nacional al general retirado Alexandr Lébed quien, a finales de agosto y comienzos de septiembre de 1996, negoció un acuerdo para poner fin a la situación en Chechenia, apareciendo así como quien puso fin a una sangrienta e innecesaria guerra que, según su plausible estimación, había costado unas ochenta mil vidas. Tregua que sería tan frágil como la alicaída economía rusa.
Debido a problemas cardíacos, Yeltsin estuvo inactivo durante el resto del año. Pero en 1997 ya volvía a mostrarse activo, aunque más dependiente que en el pasado de sus subordinados". Uno de ellos, Vladimir Putin, un ex miembro de la KGB con fama de hombre duro, lo remplazó después de dimitir por razones médicas. El 31 de diciembre de 1999, Yeltsin hizo un sorpresivo anuncio de su renuncia, dejando la Presidencia en manos de su sucesor, el entonces primer ministro, Vladímir Putin.
Numerosas causas nacionalistas e independentistas bullían en un crisol de etnias, lenguas e intereses; iniciativas estonias, lituanas, letonas, ucranianas o georgianas, atentaban flagrantemente contra las posibilidades de conservación de la antigua unión política – económica- militar de la ex U.R.S.S.
El otrora rol hegemónico de la U.R.S.S. estaba corroído, su antiguo poder militar se diluía, su buques de guerra se hundían en los puertos y muchas piezas sofisticadas de armamento, incluidas algunas armas de destrucción masiva, eran vendidas a traficantes inescrupulosos. Sus miles de brillantes científicos deambulaban por desiertos pabellones estatales y facultades esqueléticas. Todo parecía haberse derrumbado de la noche a la mañana.
Hubo partes de la Unión Soviética en las cuales las élites nacionales no reclamaron la plena independencia -en particular el Kazajstán y las repúblicas de Asia central-. En toda la antigua Unión Soviética, y en especial en los Estados de Asia central, los funcionarios del antiguo Partido Comunista se convirtieron en los principales dirigentes y en los beneficiarios económicos del poscomunismo.

Un camino complicado. ¿Gobernar de a dos?

Desde la toma de posesión de Vladimir Putin, la formula alternada con Dimitri Medvedev como presidentes de la Federación Rusa ha tenido una característica especial: el país está siendo gobernado mediante un sistema bicéfalo, un tándem de poder. Este tándem ha funcionado bastante bien y no se han producido graves discrepancias a pesar de que la personalidad de los dos líderes es muy diferente.
Durante sus mandatos (2000-2008), Putin puso todo su empeño en recuperar para Rusia su estatus de gran potencia. Para ello no dudó en utilizar la situación privilegiada de Rusia como principal suministrador energético de Europa y su posición estratégica basada en el poder militar.
Por su parte, Medvedev (2008 – 2012), sin descuidar la defensa de los intereses rusos, ha preferido utilizar la política exterior como instrumento para avanzar en el proceso de modernización económica de Rusia, consciente del retraso en que el país se encuentra frente a sus principales socios y competidores internacionales. Este retraso, en mi opinión, es un elemento que debilita considerablemente la posición de Rusia en el contexto de las grandes potencias mundiales.
Putin basó su política interior y exterior en el concepto de la llamada "democracia soberana" y defiende que Rusia debe seguir su propio proceso de democratización, sin tener que copiar el modelo Occidental. Su línea se caracteriza por ser más dura e intransigente, tanto en sus gobiernos anteriores como en este iniciado en el 2012. Como consecuencia, la política exterior de Rusia se fue situando progresivamente en contra de las posiciones defendidas por los países Occidentales, a contra mano de las principales democracias del mundo y adoptando una posición que colisiona con las miradas e intereses de las potencias mundiales.
Llegaron a producirse episodios de gran tensión en agosto de 2008 con el enfrentamiento armado entre Georgia y la propia Rusia relacionado con los intentos secesionistas de Osetia del Sur y Abjasia. Especialmente fuertes fueron las discrepancias y los enfrentamientos con occidente al tratar temas como la ampliación de la OTAN, el sistema de defensa contra misiles o los intentos norteamericanos de aumentar su influencia en lo que Rusia consideraba su espacio post –soviético. Con Putin, Rusia parecía situarse de nuevo como rival desde un planteamiento cargado de nacionalismo que actuó como aglutinante de la mayoría de los ciudadanos rusos, quienes desesperados por la situación de su país, vieron en Putin una figura carismática a quien seguir.
Por el contrario, Medvedev partió de un supuesto distinto. La gran crisis económica de 2008 –2009 puso de relieve en toda su crudeza las graves limitaciones de Rusia, sobre todo en el terreno económico. Por ello el joven presidente, aunque trataba de mantener una política exterior independiente, reconocía que para seguir siendo una gran potencia Rusia tenía que "modernizarse", entendiendo este concepto en sentido amplio: no solo había que mejorar las infraestructuras, diversificar la economía y ampliar la base tecnológica ya que además era preciso un avance institucional, profundizando la democratización del país y en la reducción de males endémicos como la corrupción, la excesiva burocracia, carencias sociales viejas y retorcidas herencias del régimen comunista.
Medvedev trata de movilizar a la sociedad rusa y sacarla de su letargo para aprovechar sus enormes capacidades. Además, el presidente acepta que, para superar el retraso tecnológico, Rusia necesita colaborar con otras naciones, por lo que resulta imprescindible abrir el país a la entrada de capitales y tecnologías extranjeras. Esto, a su vez, requiere una clara mejora en las relaciones políticas / estratégicas con los socios Occidentales. Medvedev no tiene reparos en reconocer que EEUU, China y la UE pueden ser los principales socios en ese gran proyecto de modernización de Rusia que él está empeñado en llevar adelante.
A diferencia de su predecesor, durante su mandato, Medvedev ha reducido las tensiones con EEUU, con la UE e incluso con la Alianza Atlántica y ha paralizado la entrega de misiles tierra –aire a Irán, contrato efectuado en el período presidencial de Putin, acción esta que le ha traído problemas legales internacionales.
Por otro lado, la desconfianza hacia Occidente sigue siendo grande, a pesar del buen momento de las relaciones con EEUU y la UE. En 2012, Putin se hace cargo de la Presidencia de la Federación Rusa y debió enfrentar nuevas amenazas y desafíos, volviendo a la línea dura en sus relaciones con occidente.

Rusia – en el camino de volver a ser una súper potencia.

Bandera y escudo de la federación rusa

La actual Federación Rusa consiste en un gran número de subdivisiones políticas diferentes, haciendo un total de 83 componentes constituyentes (sujetos federales). Hay 21 repúblicas dentro de la federación que disfrutan de un alto grado de autonomía sobre la mayor parte de cuestiones internas y estas corresponden a algunas minorías étnicas de Rusia (aunque no siempre sean mayoritarias en ese territorio). Cada república tiene su propia constitución. El territorio restante consiste en 9 krais (territorios), 46 óblasts (provincias) conocidas como, 4 distritos autónomos y una óblast autónoma. Aparte de esto, hay dos ciudades federales, Moscú y San Petersburgo. En el año 2000 fueron añadidos los distritos federales, actualmente son ocho, como una nueva capa entre las susodichas subdivisiones y el nivel nacional. Los gobernadores de los sujetos federales, así como los alcaldes de Moscú y San Petersburgo, son designados por el Presidente de la Federación Rusa, situación que el partido Rusia Unida prometió cambiar en el transcurso de las últimas campañas electorales.
Para propósitos económicos y estadísticos, los distritos federales se agrupan también en once regiones económicas.
Tanto Putin como Medvedev consideran que, a pesar de que Rusia dejó de ser una de las grandes referencias ideológicas mundiales y perdió su imperio, sigue siendo una de las principales potencias globales militares y económicas y con un gran potencial estratégico. Objetivamente, no hay duda de que es así:

Con más de 17 millones de kilómetros cuadrados de extensión, Rusia es el país más grande del mundo. Se extiende por más de la mitad –170 – de los 360 meridianos de la tierra.

Es el segundo exportador mundial de petróleo y el primer productor y exportador de gas natural del mundo. Posee el 20% de las reservas mundiales de carbón y el 14% de uranio y es uno de los principales productores de titanio, cobre, zinc, aluminio, oro y diamantes. Tiene la mayor extensión de bosques del mundo y es un gran productor de madera. Dispone de las mayores reservas de agua dulce del planeta.

Tras sufrir una caída del PIB de un 50% en la Última década del siglo XX, la economía rusa se recuperó de forma espectacular en los ocho primeros años del siglo actual, con un crecimiento medio superior al 6% anual. En 2007, en términos de Paridad de Poder de Compra, llegó a ocupar la sexta posición mundial (en términos absolutos ocupa actualmente el puesto número 12) y a acumular las terceras mayores reservas de divisas del mundo (más de 600.000 millones de dólares), tras China y Japón. El Estado ruso pagó casi en su integridad la deuda externa heredada de la URSS y se creó un Fondo de Estabilización que sirvió de amortiguador cuando el crecimiento pasó a ser negativo como consecuencia de la crisis económica global.

Posee el mayor arsenal de armas nucleares después de EEUU y un poderoso ejército, aunque éste se halla inmerso en un difícil proceso de reducción y de modernización (de 4 millones a 1 millón de soldados). Es miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y pertenece al G –8, al G –20 y al grupo BRIC. Además de su enorme capacidad como productor de hidrocarburos (no es miembro de la OPEP pero sí del Foro de Países Exportadores de Gas), controla en gran parte las redes de oleoductos y gasoductos que conectan los yacimientos de la propia Rusia, el Mar Caspio y Asia Central con Europa.

Rusia sigue teniendo un potencial enorme en el terreno científico, aunque falla a la hora de conectar la investigación básica con el desarrollo tecnológico aplicado a la industria, lo que le impide situarse entre las economías más avanzadas por su capacidad tecnológica.

El enorme potencial que tiene Rusia se encuentra lastrado por una serie de problemas estructurales internos del área política y económica. Tiene un grave problema demográfico, debido a la baja tasa de natalidad (10,4/1.000) y una alta tasa de mortalidad (16/1.000); esto se traduce en una baja densidad de población (8,6 habitantes/km2), especialmente en la parte asiática del país. Los problemas sociales son muy agudos, debido al alcoholismo, la desigualdad económica y el deterioro de los servicios educativos y sanitarios. La corrupción dificulta el desarrollo de las pymes y castiga a las clases medias. La economía depende excesivamente de los ingresos por exportaciones de hidrocarburos y otros productos minerales, lo que la hace vulnerable a la oscilación de los precios en los mercados internacionales. Las infraestructuras no han sido renovadas desde la época soviética y se hallan muy deterioradas, lo que constituye no solo un freno al desarrollo sino también un riesgo estratégico de primer orden y un elemento que dificulta la vertebración del país. La inestabilidad creciente en la región del Cáucaso Norte con atentados terroristas de facciones islámicas que han llegado recientemente hasta el mismo Moscú.


Mapa de la federación rusa





En un plano más general, Rusia sigue teniendo un problema de identidad: aunque, desde la caída de Constantinopla en poder de los Otomanos en 1453, Rusia se consideró a sí misma como heredera del Imperio Romano de Oriente, "la III Roma", tanto los propios rusos como sus vecinos europeos han tenido dudas sobre la pertenencia de este país a Europa y a los valores que representa occidente. Durante muchos siglos Rusia vivió aislada por múltiples razones (invasiones de los tártaros/mongoles, iglesia ortodoxa, régimen comunista) y no penetraron en ella las ideas del Renacimiento en los siglos XIV y XV ni de la Ilustración en el siglo XVIII. En Rusia han prevalecido los regímenes de corte autoritario, desde la autocracia de los zares al totalitarismo del sistema soviético, lo que ha hecho que los principios de la democracia liberal no tengan todavía raíces profundas en ese país.

El intento de integrar a Rusia en Occidente en la Última década del siglo pasado fracasó por la falta de visión y de voluntad por parte de los países Occidentales y porque las elites rusas prefirieron seguir, primero, un modelo de capitalismo de corte decimonónico y acotado, luego, corporativo y estatista, y particularmente alejado del paradigma Occidental. Tras un corto período de aproximación a finales de los años 90, en el período presidencial de Vladímir Putin –y especialmente a partir de su segundo mandato (2004 –2008) – Rusia prefirió alejarse de Occidente, procediendo a redefinir sus objetivos.
Rusia hoy es un gigante curándose las heridas y buscando el camino para terminar de volver a ser una gran potencia con objetivos redefinidos. Algunos fantasmas del pasado aparecen en escena y se suman otros nuevos, no por ellos menos peligrosos.

Los objetivos de la política exterior rusa
De entrada, se constata que el principio rector de la acción exterior rusa permanece invariable: asegurar la protección de los individuos, la sociedad y el Estado. Esta división en tres niveles refleja la tradicional cultura política rusa, y de muchos otros países, por la que los intereses de los individuos se suelen supeditar a lo que se entiende como el superior interés del Estado.
Por lo que respecta a los objetivos derivados, se aprecia que Rusia adopta un concepto amplio de la seguridad, ya que además de la defensa tradicional (preservación de la soberanía e integridad territorial), se tienen en cuenta factores económicos y humanos (modernización de la economía y mejora de las condiciones de vida), además de incluir un ensayo de cooperación con los restantes Estados (en especial los vecinos), ratificar la legitimidad única e irreemplazable de la ONU, y proteger a los rusos en el extranjero. Con todo ello se busca, según el concepto, consolidar a Rusia como uno de los polos más influyentes del mundo actual.
Sin embargo, en esa enumeración de objetivos es también posible identificar algunas de las cuestiones que han configurado la cultura estratégica rusa en las últimas décadas, como la percepción de un déficit de seguridad, la intención de evitar un "cerco estratégico" (que se manifiesta en la oposición a la ampliación de la OTAN), el recuerdo de la herencia socioeconómica de la etapa Yeltsin, el hacer valer su condición de miembro permanente con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, y la preocupación por los 20 millones de rusos étnicos que quedaron fuera de sus fronteras tras la desaparición de la URSS.

La visión rusa del mundo

La actual visión rusa del mundo identifica las oportunidades y amenazas que se derivan del entorno.
Destaca la visión del Kremlin de que no es previsible un conflicto armado a gran escala.
Que la globalización supone una mayor interdependencia entre Estados
La exploración y protección a ultranza de los recursos energéticos estratégicos como fuente de financiación y crecimiento.
Un necesario aumento y/o readecuación del factor militar en apoyo la política exterior.
Apoyo irrestricto a las decisiones del Consejo de seguridad de la ONU
En todo caso, son muchos más los factores de riesgo, entre los que destaca la tendencia de "determinadas naciones", con EE.UU a la cabeza de gestionar las crisis por fuera del marco de la ONU mediante sanciones unilaterales, medidas coercitivas, e incluso el empleo de la fuerza armada aplicando la doctrina unilateral de guerra preventiva. Se trata de una clara crítica, sin nombrarlos explícitamente, a Estados Unidos y sus aliados, potenciada por el descontento ruso con la intervención militar de la OTAN en Libia y la actual crisis Siria.
Por otra parte, el catálogo de amenazas identificado por Rusia es muy detallado, e incluye:
la proliferación de las armas de destrucción masiva
el terrorismo islámico internacional y el extremismo religioso
el crimen organizado
las tensiones entre etnias y los conflictos regionales

Las líneas maestras de la diplomacia. Astucia, presión y disuasión.

Para cumplir los objetivos enumerados y afrontar el entorno mundial descrito, el Kremlin incluye en sus políticas una amplia descripción de las prioridades de su política exterior. Partiendo una vez más del papel central del Consejo de Seguridad de la ONU, se hace una destacada mención a que es inaceptable intervenir en los asuntos internos de otro país.
En este caso Rusia se posiciona a favor del modelo westfaliano de Estados-nación soberanos, consagrado en la Carta de la ONU, frente a quienes afirman que existe un derecho de injerencia por razones humanitarias, o sociales, la llamada "responsabilidad de proteger". La posibilidad de una intervención exterior en Siria, a la que Moscú se opone rotundamente, está en la base de esta posición. Pudimos apreciar, el eficiente accionar de Rusia, junto con Irán, solucionando e impidiendo las operaciones militares de EEUU y Francia sobre Siria.
En el campo del control de armamentos, no es previsible que se produzca un nuevo acuerdo con EE UU para la reducción de los arsenales nucleares, ya que los niveles actuales están cerca de lo que Rusia considera el mínimo imprescindible para mantener su capacidad disuasoria. Además, las discrepancias sobre el escudo antimisiles que Washington está desarrollando no favorece la confianza mutua, como tampoco lo hace el que se haya suspendido la aplicación del FACE. Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa.
Por último, debemos establecer las prioridades regionales para Rusia, de acuerdo a lo estipulado en el 2012 al asumir Putin su actual mandato:
espacio postsoviético
regiones del Mar Negro y el Mar Caspio
Oriente Medio y Norte de África
Estados euro-atlánticos
Asia-Pacífico
América Latina, y África.

Con los objetivos establecidos para cada región y del peso que se les otorga en el Concepto Ruso, se constata que para Rusia las antiguas repúblicas soviéticas siguen siendo su "área de especial interés", y que no renuncia a lograr la máxima integración posible en diversas organizaciones, como la Unión Euroasiática. Por otra parte, y a pesar del eterno debate sobre el carácter de la nación, del documento se desprende la inequívoca pertenencia de la Federación a la civilización común europea, mientras que la dimensión asiática se contempla más en función de los beneficios materiales que pueda reportar.
Indudablemente, la crisis Libia de 2011 y la actual crisis Siria, alteran las prioridades y hacen que el foco de atención pueda concentrarse y trasladarse a esta zona. Así lo indica, la política de proyección estratégica militar Rusa, que desde 2011 ha creado la Flota del Mediterráneo con base de operaciones en un puerto militar Sirio sobre dicho mar, lo que indica el interés regional del área Mediterránea y Cercano oriente y Norte de África. Esto sirvió para ejercer mayor disuasión y presión sobre los actores del escenario Sirio.
El nuevo Concepto no es especialmente innovador con respecto a los aprobados en 2000 y 2008. Tal vez la principal novedad sea la omnipresente crisis económica Europea Norteamericana y el retroceso que ha supuesto para el poder relativo de Occidente, con quien Moscú marca distancias autocalificándose como un puente hacia la pujante región del Asia-Pacífico.
Las principales discrepancias con Estados Unidos pueden surgir por la defensa rusa de la autoridad y el poder del Consejo de Seguridad de la ONU como la única fuente de legitimidad para decidir el uso de la fuerza, ante lo que se percibe como una tendencia a la actuación unilateral (guerras preventivas). La gestión de la crisis en Siria representa, sin duda, una primera prueba de fuego para el nuevo Concepto de la política exterior rusa de Putin

Las nuevas Fuerzas Armadas Rusas

Las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa consiguieron una victoria estratégica en el conflicto de Georgia de agosto de 2008 que devolvió a Rusia su credibilidad como potencia hegemónica en la región 20 años después de que desapareciera la antigua Unión Soviética. A pesar de que desde un punto de vista occidental las Fuerzas Armadas rusas demostraron tener graves carencias como, por ejemplo, en la coordinación ínter armas, comunicaciones y reconocimiento y utilizaron material antiguo y poco sofisticado, el conflicto de Georgia demostró que el Kremlin podía influir en su periferia empleando una capacidad militar significativa. La combinación de la capacidad militar y de la voluntad política de usarla ha cambiado completamente la percepción internacional de Rusia entre las naciones occidentales, que ahora prestan más atención a los intereses de Moscú en su zona de influencia.
Rusia heredó en 1991 unas enormes Fuerzas Armadas del Ejército Rojo, constituidas por más de 4.000.000 de hombres y organizadas para llevar a cabo una guerra global con EEUU y la OTAN. Dotadas principalmente de militares de reemplazo con una formación baja y una estructura enormemente centralizada, sus cadenas de mando dejaban muy poca oportunidad a la iniciativa y liderazgo de los mandos intermedios. Esta situación empeoró a partir de entonces, cuando se invirtió la pirámide jerárquica debido a la salida masiva de tropas no rusas y a la permanencia en activo de una gran mayoría de oficiales rusos. La falta de recursos o de voluntad para mantener esa inmensa e ineficaz maquinaria militar debido a la gravísima crisis social y económica de los años 90 condujo a la desmoralización generalizada en las Fuerzas Armadas y a su pérdida de credibilidad. Todo ello dejó a las Fuerzas y a la industria militar rusa en un estado de postración al que contribuyeron las medidas del entonces presidente Yeltsin para evitar que las Fuerzas Armadas pudieran participar con éxito en otro nuevo golpe de Estado.
La incapacidad de generar una respuesta militar creíble a las acciones de la OTAN en Kosovo en 1999, la conducción de la guerra de Chechenia y el desastre del submarino Kursk (K-141) en el verano de 2000 son, entre otras, unas muestras del deterioro progresivo del instrumento militar de ese período.
Desde que llegó al poder en 2000, el nuevo presidente, Vladimir Putin, tomó nota de las lecciones aprendidas en esas experiencias negativas, especialmente de la del hundimiento del Kursk, y adoptó medidas para revertir la tendencia. En los últimos años han mejorado manifiestamente la eficacia operativa y el nivel de alistamiento de las Fuerzas Armadas, han aumentado los despliegues navales y aéreos y han demostrado su capacidad operativa en Georgia, aunque todavía no han alcanzado los estándares occidentales de eficacia, sobre todo en el campo convencional. Las Fuerzas Armadas rusas se han reducido y reorganizado considerablemente gracias al incremento de la inversión procedente de las exportaciones de gas, petróleo y materias primas, por lo que su modernización se verá afectada por la actual crisis económica global y los bajos precios de la energía.
En 2001 se nombró al primer civil al frente de la cartera de Defensa, Sergei Ivanov. Desde esa época se ha intentado modernizar la administración militar rusa, proverbialmente ineficiente y corrupta, recuperando para el Ministerio el control de áreas como personal, adquisiciones, infraestructura y finanzas, tradicionalmente controlados por el Estado Mayor General. A partir de la Ley de Defensa Nacional de 2004, la estructura del Ministerio de Defensa se reformó para incrementar el control del poder político sobre la defensa y el Estado Mayor General se transformó en un órgano de asesor y de planeamiento. Actualmente los jefes de los servicios dependen directamente del ministro, que ahora ejerce el mando operativo sobre las Fuerzas Armadas, como también sobre los comandantes de los distritos militares que constituyen la principal estructura administrativa y operativa en las Fuerzas Armadas rusas.
Las actuales Fuerzas Armadas rusas están constituidas por tres servicios principales: el Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea. Junto a ellos existen otras organizaciones militares que dependen directamente del ministro de Defensa y del jefe del Estado Mayor General, como las Fuerzas de Misiles Estratégicos y las Fuerzas Militares del Espacio. En total suman 1.027.000 efectivos en servicio activo. Se distribuyen en seis distritos militares desde los que se apoyan, controlan y ejercen el mando en el nivel estratégico de las unidades militares desplegadas en sus áreas: Lejano Este, Leningrado (mantiene esa denominación), Moscú, Cáucaso Norte, Siberia-Transbaikal y Volga-Urales. Además, en Chechenia existe un mando independiente de las Fuerzas Federales, en la región de Kaliningrado despliega el 11º Ejercito de Armas Combinadas de Guardias, en Tayikistán despliega un grupo de fuerzas militares y de guardias de fronteras y existen guarniciones militares rusas fuera de sus fronteras como en Moldavia y Kirguizistán. Asimismo, el Ministerio del Interior dispone de un total de 449.000 tropas, disponiendo algunas unidades de significativa capacidad de combate como las que despliegan en Chechenia integradas con las unidades del Ministerio de Defensa en el Mando de Fuerzas Federales.
Dentro del marco de estos planes de reformas lanzados en 2010, se modificó no sólo la estructura orgánica y el sistema de mando del Ejército, sino también su disponibilidad operativa. Ahora es necesario comprobar cómo las declaraciones sobre la transformación de todas las estructuras en unidades de disponibilidad permanente se corresponden con la realidad. Y aún más importante parece la necesidad de comprobar las decisiones aprobadas por los altos mandos militares y mejorar la coordinación entre distintas unidades.

Desde hace unos años, la prioridad de amenazas para Rusia proviene de la región de Asia Central – Cáucaso y la segunda amenaza de la región Asia Oriental.
El Ejército ruso dispone actualmente de unos 395.000 efectivos repartidos irregularmente por todo el territorio, con un claro desequilibrio hacia el oeste, desplegando en la Rusia europea 269.000 miembros, el 68% de la fuerza, mientras que en el Lejano Este dispone solamente de 75.000 que, en teoría, deberían asegurar la frontera con China. Para el 2029 se pretenden crear 40 brigadas independientes con alta capacidad de combate y autonomía logística. Se reforzarán las unidades de Paracaidistas y las de Operaciones especiales. Una gran variedad de armamento está entrando en servicio, además de vehículos a control remoto, nuevos equipos de radios y de protección personal así como sensores individuales para el combate nocturno.
Las Fuerzas Aéreas rusas también han afrontado una notable transformación, integrando en su seno tanto a la aviación de apoyo a tierra del Ejército como a las fuerzas de defensa antiaérea, que antes eran armas separadas. Al igual que los demás servicios, ha sufrido numerosas penurias en material y personal que les ha obligado a aplazar los programas de modernización de material, al mantenimiento deficiente de su flota de aviones y centros de alerta y a una grave carencia de personal, aspectos que tienen un significativo impacto en la operatividad. La Fuerza Aérea dispone de 160.000 hombres y 2.152 aeronaves en un estado de operatividad bastante variable y, prácticamente, los mismos tipos de los últimos años de la Guerra Fría. Mientras, ha conseguido mejorar el nivel de alistamiento y adiestramiento de sus unidades; así, un piloto de combate, que en 2003 en general volaba una media de 30 horas anuales, ahora en algunas unidades como la 37ª Fuerza Aérea Estratégica (fuerza de disuasión nuclear) alcanzan las 100 hs, o los escuadrones de la aviación frontal en zonas calientes han aumentado su tiempo de vuelo hasta unas 120 horas al año. Desde el año 2005 la capacidad de la fuerza aérea ha mejorado sensiblemente al incorporar aviones de última generación con variantes multi rol y equipados con sofisticados sensores sistemas de armas.
Nuevos aviones, helicópteros, sensores y una vasta serie de equipos electrónicos y de apoyo están reemplazando el material obsoleto. Se están elevando los niveles de instrucción y alistamiento y se optimizan las funciones del personal adaptándolas a las necesidades operativas. Recientemente el comandante de la Fuerza Aérea rusa, el general Víctor Bóndarev, anunció que recibirán 800 aviones y casi 1.000 helicópteros de aquí a 2020. No cabe duda de que este ambicioso programa se llevará a cabo, especialmente en lo que se refiere a helicópteros y aviones tácticos.
Los sistemas de misiles/cañones de defensa aérea están siendo modificados y / o repotenciados para alargar su vida útil. Radares y centros de mando móviles se incorporan a las unidades permanentemente y elevan las capacidades de la siempre eficiente defensa aérea de la ex U.R.S.S.
La armada Rusa posee diversas flotas con áreas de responsabilidad distintas para cumplir las misiones impuestas. El estado de mantenimiento y operatividad varía ampliamente.
Flota del Mar del Norte: su base principal está en Severomorsk y cuenta con numerosas bases de submarinos en el área de Múrmansk. Esta es la base principal de la Marina Rusa, tiene un personal de 55.000 hombres y consta de 11 submarinos de misiles nucleares y 16 de ataque de propulsión nuclear, varios cruceros Kírov de propulsión nuclear, más de 50 buques de combate y 130 de apoyo.
La Flota del Pacífico: cuya base principal está localizada en Vladivostok y Petropávlovsk-Kamchatska, consiste en 15 submarinos de ataque nucleares, y 11 cruceros de misiles. Cuenta con el apoyo de 30 barcos de combate costero, 8 barcos de minas, 4 barcos anfibios y 57 barcos de logística y apoyo.
Flota del Mar Negro, cuya base principal está en Sebastopol, Karantínnaya y la Bahía Strelétskaya, repartidas entre Rusia y Ucrania. Tiene 6 submarinos nucleares de ataque, 3 cruceros de misiles, 30 buques de combate de superficie y 100 buques de apoyo.
La Flota del Báltico, con base en Kronstadt y Baltiysk, consiste en 2 submarinos de ataque nucleares, 6 fragatas de misiles, y 130 barcos de logística y apoyo.
Flotilla de Mar Caspio, con base en Astracán y Majachkalá.
Flotilla del Mediterráneo: reactivada recientemente y desplegada en oportunidad del conflicto en Siria. En el puerto militar Sirio de Tartus, Rusia estableció una base militar permanente y un centro logístico adelantado para operar contra la piratería en el Índico y el Mediterráneo. Desde aquí la armada Rusa ha ejercido una presión definitiva contra EEUU en el conflicto Sirio.
Están entrando en servicios nuevos buques de combate, desembarco y apoyo logístico así como aviones y helicópteros embarcados. Se está reforzando la capacidad de proyección estratégica tanto naval como aeronaval. Los sistemas de gestión y comando electrónicos están remodelándose y adaptándose a los desafíos actuales. Se está adquiriendo material de todo tipo a occidente y se prevé un plan de modernización de aquí al 2020 para todas las flotas de mar.
Un sin número de helicópteros, aviones de patrulla y lanza misiles con capacidad táctica y estratégica siguen en servicio y se están poniendo al día. Nuevos misiles y renovados paquetes de electrónica sumados al nuevo sistema de navegación satelital de Rusia, aumentan la capacidad de proyección de estos vectores.
El Kremlin tiene por delante el enorme reto de transformar lo que queda de la estructura y de la organización militar soviética en contra de la propia inercia de la institución militar. Así, la mayor transformación que requieren las Fuerzas Armadas rusas es un cambio de mentalidad que las haga evolucionar desde la visión que tienen de ellas mismas como el principal instrumento para la proyección a escala mundial del estatus de gran potencia de Rusia. La reforma de las Fuerzas Armadas ha sido una prioridad para el gobierno del presidente Putin, de su sucesor, Dimitri Medvedev, y nuevamente Putin desde el 2012; para ello han realizado un enorme esfuerzo presupuestario, pasando de 214.000 millones de rublos en 2000 (8.137 millones de dólares) a 956.000 millones (36.350 millones de dólares) en 2008 y a cerca de 65.000 millones para el 2014. Asimismo, y aunque su participación en el PIB ruso ha permanecido en una cifra casi constante en torno al 2,63%, hay que tener en cuenta que el PIB ruso ha crecido últimamente a un ritmo medio de más del 6% anual, con lo que se han doblado los recursos en términos reales.
Las Fuerzas Armadas están actualmente compuestas por un número inmenso de oficiales, más de 300.000 (un 30% del total), que se pretende reducir a la mitad para 2012. Ello hace necesario reforzar la autoridad de los cuadros intermedios, transformando la rígida cadena de mando vertical en diferentes cadenas más flexibles que potencien la iniciativa y el liderazgo en las pequeñas unidades y la creación de un cuerpo de suboficiales, hasta ahora inexistente. Ligado a lo anterior está el paso de una fuerza de reemplazo a un modelo mixto, en el que coexistan reclutas y soldados profesionales, como los previstos para 2012 en ciertas unidades especiales como las fuerzas nucleares, aerotransportadas, infantería de marina, infantería motorizada y las unidades de operaciones especiales. La reforma militar también deberá resolver otros graves problemas, como la brutalidad del trato a los reclutas, las más que deficientes condiciones de vida de la tropa y el alcoholismo ampliamente extendido en el ámbito militar. Tampoco se puede olvidar que todo el proceso de profesionalización dependerá de la disponibilidad presupuestaría y, fundamentalmente, de la capacidad de las Fuerzas Armadas para atraer y reclutar a la juventud rusa, un segmento de población decreciente debido a la caída demográfica de los últimos años.

La geopolítica de Rusia y la proyección de las Fuerzas Armadas

La geografía, o mejor, la indefensión geográfica de Rusia, condicionan desde hace siglos el pensamiento geopolítico ruso en un modo difícil de entender para los occidentales. Actualmente la estrategia rusa, como en su tiempo la de la Unión Soviética, refleja la constante histórica de la necesidad de un enorme ejército para asegurar unas extensas e indefensibles fronteras, siempre dispuesto a ocupar los espacios vacíos hasta el siguiente accidente geográfico útil como posición defensiva, el Cáucaso, los Cárpatos, el río Amur o las montañas Tien Shan. Por otra parte, la percepción de que las Fuerzas Armadas rusas en su estado actual son incapaces de defender el país frente a una invasión, una hipótesis siempre presente en el pensamiento ruso, ha llevado a confiar cada vez más en el uso de las armas nucleares con lo que se ha desarrollado una nueva –y peligrosa– doctrina de empleo.
Las Fuerzas Armadas también son para el Kremlin un instrumento esencial a la hora de realizar sus ambiciones internacionales, particularmente con respecto a los países de su periferia, como ha sido el caso de Georgia. Así, la nueva política exterior rusa establecida por el presidente Medvedev en agosto de 2008 deja bien claro que las Fuerzas Armadas tienen un importante papel que desempeñar en la consecución de los objetivos exteriores de Moscú, tanto defendiendo a los ciudadanos e intereses de Rusia allí donde se hallen como preservando una "esfera de influencia" en naciones donde Rusia tiene especiales intereses. Sin embargo, tanto la carencia actual de unas Fuerzas Armadas eficaces y numerosas, como la crisis social y de población que atenaza a Rusia dejan a Moscú sólo, por ahora, con la posibilidad de utilizar su fuerza militar de forma limitada y únicamente en su periferia.
La necesidad de asegurar en primer lugar la defensa del territorio y las actuales limitadas capacidades de proyección de las Fuerzas Armadas rusas hacen difícil concebir la posibilidad de que, por el momento, el Kremlin pueda involucrarse en operaciones expedicionarias lejos de sus fronteras. Mientras Rusia no cuente con unas fuerzas navales oceánicas capaces de proyectarse por los mares del globo, como lo fueron las soviéticas, y carezca de una estructura de apoyo logístico capaz de sostener despliegues terrestres y aéreos lejos de sus fronteras, la posibilidad de emplear las Fuerzas Armadas como herramienta de las ambiciones internacionales de Rusia como potencia global continuará siendo dudosa. Sin embargo, y como demostró el conflicto con Georgia, Rusia cuenta con capacidad para proyectar sus fuerzas militares, particularmente terrestres, a través de líneas de comunicación interiores hacia su "esfera de influencia", lo que otorga al Kremlin una gran capacidad de influencia regional.

Las exportaciones de armas, una política de estado

Antes de 1991 la URSS entregaba a sus socios en el exterior inmensas cantidades de armas, en montos anuales que alguna vez superaron incluso los 20 mil millones de dólares aunque los ingresos reales para las arcas soviéticas eran bastante menores, pues la mayor parte se vendía a crédito. En 1991, a fines de la Guerra Fría, la industria de defensa soviética era 3 veces más grande que ahora. Se piensa que la proporción de gastos militares en relación al PIB soviético entonces asaba del 20% lo que superaba en 4 veces el nivel de los países occidentales. En 1991 este sistema colapso de la mano de la desintegración de la URSS y en medio del caos social, político y económico del país la industria militar rusa se vio en la necesidad de construir un nuevo sistema de exportaciones militares. En estas condiciones las exportaciones de armas a India y China resultó un verdadero salvavidas para la industria militar rusa pues desde comienzos de los ´90 ambas naciones asiáticas se constituyeron en sus mayores compradores.

India había sido un comprador tradicional de armas soviéticas y uno de los pocos que pagaban con dinero real. Por otra parte, China, cuya relación con Occidente se había deteriorado significativamente a fines de los ´80 (tras las protestas en abril de 1989 en la Plaza de Tiananmen) requería la adquisición de armamento moderno para romper la brecha que existía entre sus fuerzas armadas y las de países desarrollados en términos de armas y tecnología.

La mayor popularidad la adquirieron los aviones de guerra y los sistemas de defensa anti aéreos pues Rusia pod a ofrecer a sus socios extranjeros sistemas muy modernos basados en su experiencia de decenas de años contra los países más poderosos de Occidente.
A fines de los ´90 un 80% de las exportaciones de armas rusas se dirigía a los mercados chino e indio. Esa concentración en 2 mercados ponía en duda la capacidad de Rusia de poder exportar sus armas a otros más competitivos y hacía pensar en la pronta caída de sus envíos e ingresos luego de que satisficieran las necesidades de los mercados chino e indio.

Sin embargo, en la primera década del siglo XXI las exportaciones de armas rusas vivieron un crecimiento sostenido hasta alcanzar poco menos de 10 mil millones de dólares en ventas anuales en 2010 y eso a pesar de que China dejo de comprar armamento ruso pues países como Argelia, Venezuela, Vietnam y Siria, que antes ocupaban posiciones menores en el mercado de compradores de armas rusas, alcanzaron un rol más protagónico.

Hoy un 90% de las exportaciones de armamento ruso se exporta a 10 grandes compradores del Sudeste asiático y del Medio Oriente mientras que el 10% restante se reparte entre 60 países que escogen a Rusia por su interés en adquirir armas modernas, baratas y fiables.

Además, la penetración de armas rusas en mercados tradicionalmente occidentales como Kuwait, Emiratos árabes, Malasia, Grecia o Corea del Sur permitió romper la imagen tradicional de Rusia como un proveedor de armas antioccidental, es decir, que comerciaba solo con aquellos países con los cuales Occidente se rehusaba de comerciar.

Así, tras 20 años Rusia cambio completamente su modelo de exportación, de un sistema que privilegiaba un balance político-militar en el Tercer mundo a un negocio en que se basa entregar productos más competitivos.
Actualmente, los Estados Unidos y Rusia son los más grandes exportadores de armas en el mundo y ambos se reparten el 70% de este mercado dejando a Alemania en un 3er lugar. Tradicionalmente, los norteamericanos venden 3 veces más armas que los rusos, de un costo más alto y se acostumbra a decir que también de mejor calidad. Además, debido a las acciones bélicas en Afganistán e Irak, se considera que tienen el plus de probadas en combate.

En los últimos 10 años, las exportaciones de armas en Rusia han crecido desde 3,7 mil millones de dólares en 2000 hasta 5,8 en 2004, 2,7 en 2007 y casi 10 mil millones en 2010.

Según el director general de la empresa estatal rusa de venta de armas, Rosoboroneksport, en 2010 Rusia logro encargos para ventas de armas por 34 mil millones de dólares lo que permite ver con optimismo el futuro de la industria bélica rusa, sin embargo, este optimismo podría caer fuertemente ya que la calidad de la producción bélica rusa ha comenzado a provocar el reproche de un conjunto de países extranjeros.
Como vemos, el gigante ruso de exportación de armamento es una empresa estatal lo que da una idea de la estrecha colaboración entre la esfera política, comercial y militar en este asunto de interés estratégico que genera finanzas de manera exponencial.

Hay vertientes que indican que los equipos militares rusos están a la zaga de los occidentales y que la industria no puede abastecer a la gran demanda que exige reequipar al monstruo ruso. Todas esas sombras que comienzan a cernirse sobre la industria bélica rusa también parecen surgir desde el interior del país primero porque los mismos productores occidentales están muy interesados en vender a los rusos, a quienes casi por un siglo entero consideraron su enemigo, sus propias armas y, segundo, porque Rusia considera que solo un 10% de su armamento se encuentra a nivel mundial y está planeando gastar más de 600 mil millones de dólares en los próximos 10 años para reemplazar material militar obsoleto de la Guerra fría.

Y Rusia se está dirigiendo a Occidente en la búsqueda de renovar material militar ya que la industria militar rusa no es capaz de producir armamento de calidad superior, algo que ha admitido públicamente su propio Ministro de defensa, y además porque las capacidades de la industria militar rusa estaban completamente sobrecargadas y no será capaz de suministrar durante largo tiempo algunos componentes debido al exceso de encargos desde el exterior.
Rusia mantuvo la posición número dos en el quinteto de los principales exportadores mundiales de armas del último lustro, según un informe que publicó hoy el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo.
De acuerdo al documento que recoge los datos correspondientes a los años 2008-2012, lidera la lista, igual que antes, EEUU que domina el 30% del mercado mundial de armamento y material bélico, seguido de Rusia (26%), Alemania (7%), Francia (6%) y China (5%).
El gigante asiático desbancó del quinteto a Gran Bretaña, país que pertenecía al grupo de cinco principales vendedores mundiales de armas desde 1950.
Los principales compradores de armamento ruso son la India (35% del total de las exportaciones), China (15%), Argelia (14%) y Vietnam (6%).
Según los datos de SIPRI, Rusia se convirtió en los últimos cinco años en el principal proveedor de armas para Siria. En las importaciones sirias el armamento de fabricación rusa constituye el 71%. En las ventas rusas al país árabe predominan aviones y helicópteros (46%), sistemas de defensa antiaérea y misiles (20%).
Otros proveedores importantes de armas para el Gobierno de Bashar Asad son Irán (14% del total), Bielorrusia (11%), Corea del Norte (3%) y China (1%).
La exportadora rusa de armas Rosoboronexport acumuló pedidos por valor de 34.000 millones de dólares, comunicó hoy el subjefe de esta empresa, Ígor Sevastiánov.
"Nuestra cartera de pedidos, según los datos correspondientes al 1 de junio, alcanza 34.000 millones de dólares", declaró Sevastiánov en los pasillos del Salón Naval Internacional de San Petersburgo. Agregó que la geografía de los pedidos incluye a 67 países.
En 2012, Rosoboronexport vendió al exterior armas por 12.900 millones de dólares, un 20% más que en el año anterior. En enero-mayo de 2013, exportó material por 6.500 millones de dólares.
Actualmente, Rosoboronexport negocia la firma de contratos por un importe superior a 80.000 millones de dólares.

Rusia y su nueva doctrina nuclear, puntal esencial de su disuasión estratégica.

En abril de 1986, el desastre en la central nuclear de Chernóbil demostró a los soviéticos que el empleo de la energía nuclear exigía, además de un desarrollo tecnológico muy sofisticado, una inversión continua para mantener a los equipos en perfectas condiciones a fin de evitar desastres que afectaran los ecosistemas de un extenso territorio. Esta experiencia demostró que se requería una inversión mayor en la infraestructura y en la capacitación de los trabajadores del ramo. Para favorecer las condiciones de vida de los habitantes de la U.R.S.S, el gasto militar no podía seguir creciendo desmesuradamente, pues la población padecía serias carencias que debían resolverse si el gobierno soviético quería que el sistema se mantuviera. Esta situación llevó a Gorbachov a instrumentar una política de desarme y reducción drástica de sistemas e instalaciones dentro y fuera de Rusia, así como reducción de personal afectado principalmente a fuerzas del Pacto de Varsovia en Europa del Este y elementos fronterizos sobre la frontera China, .
Tras la experiencia de Chernóbil y ya en el sendero reformista, la política exterior soviética se encaminó a llegar a un acuerdo con su contraparte estadunidense respecto del destino de los arsenales nucleares. En los primeros meses de 1987 el gobierno de la U.R.S.S. anunció su intención de desmantelar los misiles de mediano alcance instalados en Europa. Ante tal decisión unilateral, el gobierno de Estados Unidos se sentó en la mesa de negociaciones y a finales de ese año se firmó un tratado en el que ambas potencias acordaban eliminar, en un plazo de tres años, todos sus misiles de corto y mediano alcance emplazados en Europa. Además, la URSS aceptó por primera vez que los representantes del O.I.E.A. Verificaran la ejecución de los acuerdos. Por fin, las potencias habían aceptado destruir al menos una parte del arsenal nuclear que habían acumulado a lo largo de casi cuarenta años. Este acuerdo demostraba que los esfuerzos de la comunidad internacional habían alcanzado éxitos muy pequeños en todos estos años, porque sólo la voluntad política de las potencias podía frenar la carrera armamentista, como la historia lo ha demostrado.
La política internacional, así como las reformas internas no produjeron los resultados esperados por Gorbachov. Paulatinamente la URSS fue deteriorándose y el bloque soviético se desmoronó; algunas repúblicas empezaron a buscar primero su autonomía y más tarde su independencia. En el caos, al menos el líder soviético logró asegurarse de que la Alemania reunificada se comprometiera a no poseer armas nucleares y se firmó el Tratado S.A.L.T. II, en julio de 1991. El 31 de diciembre de ese mismo año, la URSS desapareció como Estado.
El tránsito hacia una economía de mercado acarreó serios problemas sociales y desencadenó conflictos políticos internos. Fueron los gobiernos encabezados por Boris Yeltsin (1991-1999) los que debieron sortear los vaivenes de la decisión de optar por estos nuevos caminos. Uno de los problemas que se presentó a la comunidad internacional fue ¿qué destino tendrían los arsenales de armas nucleares soviéticos? Por lo pronto, la Federación de Rusia se consideraba la heredera de la URSS en estos asuntos.
Una de las primeras cuestiones consistía en determinar qué Estado se haría responsable de las armas emplazadas en territorios no rusos, pero que habían formado parte de la URSS. En esa situación se encontraban Ucrania, Belarus (Bielorrusia) y Kazajstán. Todas las ex repúblicas soviéticas tenían serios problemas económicos y de control del orden, así que muy pronto circuló la noticia de que materiales radioactivos, principalmente uranio enriquecido, estaban siendo comercializados de manera clandestina o simplemente habían desaparecido. Ante los cambios vertiginosos no era fácil vigilar ni las armas ni los materiales para fabricarlas. No se sabe con certeza cuánto uranio enriquecido y otros recursos se perdieron y vendieron, ni dónde quedaron, porque en esos momentos no hubo registros confiables al respecto.
Ya que la Federación Rusa era la única que tenía la capacidad y doctrina política - militar para hacerse cargo del armamento nuclear, se le enviaron la mayoría de las armas de este tipo de corto alcance. En 1992 Bielorrusia y Kazajstán también remitieron sus misiles. El único país que se resistía a entregar los misiles a Rusia era Ucrania con el pretexto de evitar que la primera quisiera ocuparlas contra ellos. Finalmente, bajo amenazas de intervención accedió a enviarlos a su vecina en 1993. Fue así como la Federación de Rusia tuvo en su poder la mayoría de las armas nucleares fabricadas durante el periodo soviético. Se sospechó abiertamente que muchas armas nucleares tácticas pasaron a manos de grupos para estatales y de otra índole, pudiendo permanecer aún hoy en capacidad de utilizarse contra occidente o la misma Rusia.

La primera década del siglo XXI y el escudo anti misil de EEUU

La desintegración de la URSS dio lugar a que varios países de Europa Oriental que habían estado bajo la esfera de influencia soviética solicitaran su incorporación a la Unión Europea y la OTAN. Para Rusia esto significó un problema de seguridad nacional, pues el gobierno de Estados Unidos estaba dispuesto a crear un sistema de defensa antimisiles con bases en Polonia a fin de prevenir que Rusia pretendiera recuperar su influencia política y militar en Europa Oriental.
Las acciones de la OTAN en Kosovo y el inicio de la segunda guerra de Chechenia habían modificado el escenario de amenazas, esto obligó al gobierno de Vladimir Putin (2000-2008) a diseñar una nueva doctrina nuclear. De urgencia se estableció un consejo Rusia-O.T.A.N. para discutir los asuntos militares de manera directa y expedita. En ese mismo año, los gobiernos de Rusia y Estados Unidos firmaron el Tratado de Moscú o Tratado de Reducción de Armas Estratégicas Ofensivas (SORT, por sus siglas en inglés), en el que acordaron que cada uno de ellos podía tener entre 1700 y 2200 ojivas nucleares en misiles y submarinos, pero no se estableció cómo se destruirían las restantes. De cualquier manera, el S.O.R.T. significó un paso importante dado por los gobiernos de Rusia y Estados Unidos para reducir sus arsenales nucleares.
Para superar los problemas económicos que Rusia tuvo que enfrentar a finales del siglo xx, fue necesario recurrir a fuentes de financiamiento externas. Pero los países más industrializados, capitalistas por naturaleza, y enemigos tradicionales del comunismo de la ex U.R.S.S. no se mostraron generosos y los préstamos no llegaron. Uno de los recursos disponibles que Rusia tenía era su tecnología nuclear. En esta década, la transferencia de tecnología rusa a otros países no ocurrió con beneplácito del OIEA. Desde los últimos años del siglo xx, Irán puso en marcha un proyecto de desarrollo de energía nuclear con fines pacíficos y los conocimientos científicos y tecnológicos en materia nuclear los obtuvo de Rusia. A pesar de la oposición de los Estados Miembros de la OTAN, el gobierno ruso accedió a vender este conocimiento a fin de obtener divisas que le ayudaran a reconstruir su economía. Otros países beneficiados fueron La India, Siria y Corea del Norte. Tanto Irán como Corea del Norte (esta última posee armamento nuclear) reclaman su derecho a utilizar la energía nuclear con fines pacíficos y ambas están en zonas altamente sensibles a desarrollar conflictos peligrosos que podrían implicar una escenario nuclear.
En los primeros años de esta década la política exterior rusa respecto de los arsenales nucleares se dirigió a reducir este tipo de armamento, incluso permitió visitas del OIEA a los sitios en los que se encuentran sus reactores nucleares y sus fábricas de armamento. Es decir, la Federación de Rusia autorizó que se conociera dónde están sus instalaciones nucleares y qué tipo de armas se estaban desarrollando, por supuesto, sin poner en peligro su seguridad nacional. En contraposición, Estados Unidos, como líder de la OTAN, desplegó una política agresiva, propia de los principios republicanos que reivindican a su país como la única potencia militar.
Como puede apreciarse, a pesar de la política más bien moderada observada por parte de la Federación de Rusia, la política del gobierno de Estados Unidos la incitaba a controlar con más cuidado sus arsenales nucleares y, más aún, a continuar con la investigación científica y tecnológica para fabricar armas nucleares mejores.
La política estadounidense fue todavía más agresiva al firmar tratados con Polonia y República Checa para instalar el escudo antimisiles. Como el proyecto parecía materializarse, el gobierno ruso decidió instalar misiles en la región de Kaliningrado. La justificación para colocar un sistema antimisiles en Polonia y República Checa consistía en sostener que un posible ataque nuclear podría provenir de Irán y no de Rusia: el discurso estadunidense había cambiado de enemigo. Sin embargo, las buenas relaciones entre Irán y Rusia indujeron a esta última a insistir en reconsiderar la conveniencia de colocar tal sistema. En 2007, cuando Rumania y Bulgaria se unieron a la OTAN se establecieron bases militares en sus respectivos territorios. Todas estas acciones muestran que la política estadunidense se dirigía a demostrar que, al desaparecer el mundo bipolar, Estados Unidos era la única potencia dominante en el mundo.
El gobierno ruso diseñó una política de cooperación sin renunciar a su carácter de potencia militar capaz de defender sus intereses en la arena internacional. En esta década el gobierno Ruso ha promovido de manera abierta sus intereses en aquellos Estados que formaron parte de la URSS, especialmente en los de Asia Central, pero de forma paralela en 2007 desactivó alrededor de mil ojivas nucleares. Ante la insistencia del gobierno encabezado por Bush de instalar nuevos misiles en Europa, en 2008 el presidente Putin lo acusó de favorecer la proliferación de armas nucleares. De esta manera justificó por qué Rusia no podía desarmarse por completo.
A partir de la llegada al gobierno de los demócratas, la política hacia Rusia ha sido más conciliatoria. El 13 de septiembre de 2009, Obama declaró que la instalación del escudo antimisiles en Europa Oriental sería revisada; cinco días después anunció que tal proyecto no era necesario y se adoptarían otras medidas de defensa. Como muestra de buena voluntad, Rusia aceptó que la OTAN traslade abastecimientos y armas sobrevolando espacio aéreo ruso e incluso cruzándolo con sus convoyes de transportes terrestres, rumbo a Afganistán.
Estas muestras de conciliación facilitaron que en noviembre de 2010 se acordara negociar un nuevo tratado, cuyo objetivo sería la reducción paulatina de una tercera parte del armamento nuclear. Rusia tenía sus reservas para discutirlo mientras existiera la posibilidad de que se instalara el sistema antimisiles en Europa Oriental. Para el gobierno de Estados Unidos un asunto es alcanzar acuerdos para acabar con los arsenales nucleares y otro problema son las defensas que los Estados deben tener para evitar un ataque nuclear. De cualquier manera el gobierno estadunidense ha optado por practicar una política más flexible hacia Rusia, puesto que ya no la considera su principal enemiga. Los tratados y la política de acercamiento y cooperación con la OTAN no implican que el gobierno ruso haya renunciado a su papel de potencia militar; en esta década ha dado un gran impulso a la investigación científica y tecnológica para innovar y modernizar su arsenal nuclear y así mantener la capacidad de desplegar de inmediato sus armas en caso de un ataque.
Esto significa que, aunque Rusia ha reducido sus armas nucleares, sigue trabajando para crear armas nuevas cada vez más eficientes, pues ésta es una política de seguridad nacional y por ello también se ha dedicado a mejorar su sistema de alerta temprana mediante satélites y radares.
La capacidad estratégica nuclear tiene la prioridad más alta en la política de defensa de la Federación Rusa porque proporciona a Rusia su reconocimiento como potencia internacional y refuerza su capacidad de interlocución frente a EEUU y otras potencias nucleares. Aunque la situación actual de sus Fuerzas Estratégicas Nucleares no tiene comparación con la de tiempos anteriores ni mantiene la paridad nuclear con las fuerzas estadounidenses, Rusia dispone aún de una capacidad terrorífica (a enero de 2009 disponía de 678 plataformas de lanzamiento, capaces de lanzar 3.081 cabezas nucleares según refleja la Tabla). Sin embargo, Moscú se enfrenta a la obsolescencia de sus misiles y cabezas nucleares porque los modelos más modernos entraron en servicio a principios de los años 90 y se diseñaron para unos ciclos de vida de 10 a 15 años. Actualmente, las fuerzas estratégicas tienen en marcha varios programas para la racionalización y modernización de su inventario de misiles balísticos, tales como el Topol-M (SS-27), que entró en servicio en 2006, utiliza un lanzador móvil y dispone de una sola cabeza nuclear y de los que actualmente existen 65 misiles desplegados. También se encuentra en pruebas desde 2003 el misil Bulava (SS-NX-30), que dotará a la nueva clase de submarinos SSBN Borey y contará con seis cabezas nucleares.
Otra función importante de las fuerzas nucleares soviéticas es la de recurrir a ellas cuando las fuerzas convencionales no puedan defender las fronteras e intereses vitales de seguridad, lo que convierte a las armas nucleares en una opción muy valiosa para la defensa territorial de Rusia. La estrategia rusa sigue considerando posible una invasión de su territorio por los adversarios militares occidentales, por lo que continúa preparando su defensa con simulacros de lanzamientos de armas nucleares como en los ejercicios anuales "Zapad". Esta función de defensa territorial ha llevado al Kremlin a desarrollar una nueva doctrina de uso de estas armas, frente a una supuesta invasión de su territorio por una fuerza convencional enemiga, que curiosamente sostiene cierto paralelismo con la "respuesta nuclear flexible" con la que la OTAN pretendía contrarrestar la abrumadora superioridad convencional soviética en los años 60. Esta doctrina de primer uso, que los rusos llaman de "desescalada", requiere igualmente la disponibilidad de una fuerza nuclear de ataque de largo alcance y capacidad masiva, para disuadir al contrario de una respuesta nuclear sobre territorio ruso, y resulta peligrosa porque rebaja el umbral de empleo de las armas nucleares. El establecimiento de esta doctrina ha llevado a Rusia poner en marcha el desarrollo de armas nucleares de baja potencia, que pueden ser instaladas en las ojivas de los misiles balísticos y de crucero de largo alcance y que permitirían a Moscú extender la aplicación de la doctrina de "desescalada" a operaciones en el exterior, introduciendo el concepto de empleo del arma nuclear incluso en crisis regionales.

El recrudecimiento de las relaciones luego de la crisis Libia y con la actual crisis Siria, se ha sumado a la línea dura de Putin desde el 2012 y ello ha llevado definitivamente a adoptar una nueva política nuclear y armamentista en general para devolver a Rusia su poderío.
Actualmente el desarrollo de armas de primer orden de carácter estratégico ofensivo –defensivo puede resumirse en:
Misiles balístico estratégicos móviles "TOPOL –M", representan la vanguardia en este tipo de vectores
Misiles balístico estratégicos desde silo "RS 26" que deberían ser capaces de vulnerar el escudo anti misiles de EE UU.
Misil balístico táctico móvil "ISKANDER".
Misil balístico estratégico de lanzamiento submarino "BULAVA –M".
Sistema defensivo anti misil S – 400.
Nuevas cabezas nucleares múltiples de reingreso con capacidad de engaño y reorientación.

La semana pasada (octubre de 2013) EEUU y la OTAN comenzaron a instalar en Rumania una base de interceptores de cohetes que formará parte del escudo antimisiles en Europa, comunicó el portal de noticias rumano HotNews.
Con este motivo, hoy tuvo lugar una ceremonia en una base militar en la ciudad rumana de Deveselu donde serán desplegados los antimisiles.
En Deveselu serán instaladas tres baterías con 24 interceptores SM3. Se espera que la base rumana, cuyo costo se estima en más de 130 millones de dólares, entre en servicio en 2015.
Otros elementos del escudo antimisiles serán desplegados en Polonia, Turquía y en el mar Mediterráneo. El despliegue deberá concluir hacia 2018.
La OTAN asegura que el escudo antimisiles permitirá rechazar las amenazas provenientes de Irán y Corea del Norte. Sin embargo, Rusia lo considera una amenaza a la seguridad propia y exige garantías legales de que ese sistema no apuntará a su territorio.

Relaciones en el espacio post – soviético

El espacio post –soviético, formado por países vinculados históricamente al imperio ruso y a la ex URSS, en donde habitan decenas de millones de ciudadanos de origen ruso o ruso parlantes, a caballo entre Europa, Asia y Oriente Medio y con recursos energéticos inmensos, constituye una zona de importancia vital para Rusia.
Todos los esfuerzos desde la disolución de la Unión Soviética han ido encaminados a recuperar el papel predominante en ese inmenso espacio y a tratar de frenar los intentos de otras potencias (EEUU o China, pero también Turquía, Irán o la UE) de incrementar su presencia en el mismo.
A finales de la pasada década, Moscú se lanzó al llamado "Proyecto CEI", es decir, la conversión de la Comunidad de Estados Independientes en un centro de poder ruso. No se trataba de reconstituir formalmente la Unión Soviética sino de garantizar la lealtad de los nuevos estados y lograr una posición privilegiada para los intereses políticos /económicos rusos y su dominio cultural. El propio ex presidente Medvedev ha calificado el espacio post –soviético como "una zona de intereses privilegiados" para Rusia.
En el desarrollo de esta estrategia, Moscú se ha servido de distintos instrumentos como la integración política y económica, la intervención en conflictos regionales e internos o el restablecimiento de relaciones muy estrechas con su principal vecino, Ucrania.

Integración regional

Rusia ha sido la principal impulsora de estructuras de integración regionales como la Comunidad de Estados Independientes (CEI), la Comunidad Económica Euroasiática (CEEA), la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) y la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS). Ninguna de estas estructuras ha arrojado hasta ahora los resultados esperados por Moscú:
La Comunidad de Estados Independientes (CEI). Creada en diciembre de 1991, agrupa a todos los países de la antigua URSS salvo los Bálticos, Ucrania y Georgia. Es un mecanismo de integración no comparable con la UE y menos con una federación o confederación. El motivo principal de la escasa relevancia de la CEI reside en la inexistencia de un modelo de integración atractivo para estos Estados (por ejemplo, no dispone de fondos para ayudar al desarrollo de sus miembros, como ocurre en la UE), agravado por los recelos que el liderazgo de Moscú sigue despertando, ya que el resto de los socios no desea la recreación de las estructuras existentes en los tiempos de la Unión Soviética.

La Comunidad Económica Euroasiática, CEEA (creada en 2000, en la que participan Rusia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguizistán, Tayikistán y Uzbekistán, con Moldavia, Armenia y Ucrania como observadores) tiene como objetivo la integración económica. En junio de 2009 el primer ministro Vladímir Putin anunció que la Federación de Rusia iba a proceder, antes de entrar en la OMC, a constituir una Unión Aduanera con Bielorrusia y Kazajistán. El 27 de noviembre de 2009 se firmaban en Minsk los acuerdos constitutivos de la Unión Aduanera (UA), que entraron en vigor el 1 de enero de 2010. El Código Aduanero Unificado (que en realidad será una copia del ruso) entró en vigor el 1 de julio de 2010, junto con la nueva Tarifa Exterior Común (TEC). La creación de esta Unión Aduanera constituye un serio obstáculo al ingreso de Rusia en la OMC.

Moscú trata de impulsar la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), creada en 2003 (con Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Tayikistán, Kirguizistán y Uzbekistán), como garante de la paz en la zona. En los planes se preveía la creación de un Estado Mayor unificado (lo que aún no se ha hecho) y una fuerza de despliegue rápido de 10.000 hombres con bases en Tayikistán (base rusa de Dushambé) y Kirguizistán (base de Kant). Esta fuerza fue creada de hecho en febrero de 2009. La OTSC trata de constituirse como una organización equivalente a la OTAN en el espacio post –soviético, basada en un pacto de alianza y defensa colectiva, aunque también tiene como objetivo combatir el terrorismo y el narcotráfico y colaborar en casos de emergencia civil. Pero Moscú no está logrando sus propósitos por la desconfianza de los gobiernos, temerosos entre otras cosas de que Rusia se arrogue el derecho de intervención.

La Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), creada en 2001 con China, Kazajistán, Tayikistán, Kirguizistán, Rusia y Uzbekistán, cuenta como observadores a la India, Pakistán, Irán y Mongolia. Nació con una vocación claramente política y de seguridad, destinada a la cooperación antiterrorista. Tampoco parece que pueda desempeñar el papel de núcleo integrador debido a la posición de China país que, en los Últimos años, ha incrementado mucho su influencia económica en la zona, no quiere adquirir compromisos en materia de seguridad y contempla a la OCS mas como un marco de cooperación económica que militar (a pesar de que en el verano de 2007 se efectuaron unas importantes maniobras con participación de unidades chinas).

Intervención en conflictos dentro de su área de seguridad estratégica.

Las rivalidades entre los países de la antigua Unión Soviética se pusieron de manifiesto al día siguiente de la disolución de ésta. Se transformaron en conflictos armados en Moldavia y en la región del Cáucaso y en contenciosos en Asia Central (principalmente por el reparto del agua). Tras la disolución de la URSS, se han producido tres conflictos que se mantienen abiertos 20 años después de que estallaran (de ahí su denominación de "conflictos prolongados") y cuya solución no es posible sin la voluntad de Rusia.












El Cáucaso, crisol étnico y vertiente energética
Grupos étnicos en la región del Cáucaso

Infraestructura petrolera de la región del CáucasoInfraestructura petrolera de la región del Cáucaso
Infraestructura petrolera de la región del Cáucaso
Infraestructura petrolera de la región del Cáucaso

El conflicto de Transnistria

Este conflicto afecta a Moldavia, situada en la parte norte del Mar negro, país tradicionalmente vinculado cultural y políticamente a Rumania. La parte oriental (conocida por el nombre rumano de "Transnistria") se rebeló contra los moldavos en marzo de 1992, para mantenerse dentro de la órbita rusa. El conflicto llevó a la independencia de facto del territorio, cuya población es en un 25% de origen ruso y en un 28% de origen ucraniano. Rusia mantiene en ese territorio 1.200 soldados, restos de la "Fuerza de Mantenimiento de la Paz" desplegada por la CEI en 1992, a pesar de que en la Cumbre de la OSCE de Estambul de 1999 se comprometió a retirarla y el gobierno moldavo lo ha solicitado reiteradamente. Hay un mecanismo internacional para facilitar una solución del conflicto, pero Moscú impide que este mecanismo actúe de forma efectiva.

El conflicto entre Armenia y Azerbaiyán sobre Nagorno –Karabaj

Nagorno –Karabaj es un enclave de mayoría de población armenia situado en territorio de Azerbaiyán. El conflicto estalló en 1992 cuando éste territorio se declaró independiente y Armenia acudió (con ayuda rusa) en su apoyo. Armenia salió victoriosa, quedando bajo su control Nagorno –Karabaj y siete distritos colindantes, que representan un 10% de todo el territorio azerí.

El proceso de negociación sobre el conflicto se desarrolla en el marco de la OSCE y está dirigido por el llamado "Grupo de Minsk", que co –presiden desde 1995 Rusia, EEUU y Francia con la participación de Armenia y Azerbaiyán. Los términos de negociación están definidos en los llamados "Principios de Madrid" (aceptados por las partes con ocasión de la reunión ministerial de la OSCE en Madrid en diciembre de 2007), que incluyen la renuncia al uso de la fuerza, la integridad territorial y el derecho a la libre autodeterminación.
Rusia ha intervenido activamente en la labor mediadora logrando que en noviembre de 2008 los presidentes de Azerbaiyán y de Armenia, firmaran en Moscú una declaración conjunta en la que afirmaban que no podrá haber ninguna solución del conflicto que no sea un acuerdo negociado según los principios recogidos en el documento de Madrid. El compromiso a que habían llegado ambos presidentes era triple:
aplazar a fecha futura el estatuto definitivo de Nagorno –Karabaj;
la devolución por Armenia a Azerbaiyán de los siete distritos azeríes que controla (salvo el "Corredor de Lachin", que une Armenia con Nagorno –Karabaj);
la concesión por Azerbaiyán de una amplia autonomía a Nagorno –Karabaj por un período de tiempo que quedaba indefinido. El punto clave era desarrollar entre Armenia y Azerbaiyán una cooperación que permitiera en un futuro abordar el estatuto final de ese territorio. Las conversaciones entre las partes se mantienen pero no hay avances en la solución del conflicto.

El conflicto sobre Osetia del Sur y Abjasia (Georgia)

Durante los casi 74 años de vida soviética no se suscitaran problemas y conflictos mayores, pero cuando comenzaron los movimientos por la autodeterminación en las diversas repúblicas y regiones de la URSS a finales de los años 80, se fortaleció en Osetia del Sur la idea de unificarse con los osetos del norte como nación unitaria en la República Autónoma de Osetia pero Georgia siempre se ha resistido a ello.
Así las cosas, y como resultado del proceso de atomización y quiebra de la sociedad soviética, el 10 de noviembre de 1989 el Congreso de Diputados Populares Osetia del Sur proclama su conversión en República Autónoma dentro de Georgia, decisión que el Parlamento georgiano inmediatamente declaró anticonstitucional luego de lo cual se agudizaron las tensiones entre las autoridades de Tiblisi y Tsjinvali.
El 20 de septiembre de 1990 los diputados populares locales proclamaron la creación de la República de Osetia del Sur, convirtiéndose, de facto, en un Estado separatista independiente de Georgia. En respuesta, el 10 de diciembre el Parlamento de Georgia declaró abolida toda suerte de autonomía de Osetia del Sur y la reconoció como parte de su territorio, lo que es repudiado de inmediato en Osetia del Sur.

Mapa de Georgia y la zona del conflicto.

El 11 de diciembre, como era de esperar, estallaron los enfrentamientos armados y se produjeron las primeras víctimas, por lo que Georgia impuso el estado de emergencia en la zona, que se encargó de hacer cumplir mediante destacamentos de la Guardia Nacional, una suerte de formaciones paramilitares paralelas al ejército soviético que todavía existía y que enfrentaron a destacamentos similares de la parte oseta, todo lo cual ocurrió en medio del caos desatado en toda la URSS como parte de la descomposición del Estado multinacional y el descrédito de las autoridades centrales.
Efectivos de los destacamentos de la Guardia Nacional, alentados por los grupos políticos de nacionalistas georgianos, intentaron ocupar Tsjinvali pero se enfrentaron a milicias osetas equipadas por los rusos, dando inicio a una guerra que en dos años causó casi 2.000 muertos y el éxodo masivo de personas. Una fuerza de paz ruso-georgiano-oseta se constituyó y consiguió imponer un alto a los combates y se estableció como garante de la paz con un mandato de la CEI y el apoyo de la ONU desde 1992 hasta agosto de 2008.
En enero de 1992, cuando ocurrían los hechos que acabamos de narrar, en Tiblisi (Tiflis para los georgianos) se había desatado una guerra civil como parte de las luchas intestinas por tomar el poder entre los grupos nacionalistas y, en medio de este acontecimiento, ajeno para ellos, es que la mayoría de la población suroseta votó en referéndum a favor de la secesión de Georgia y la unión con la República de Osetia del Norte.
La entrada de tropas rusas y el acuerdo tripartito en el marco de la CEI, mantuvo al menos una paz precaria hasta que en la madrugada del 7 al 8 de agosto de 2008, como ya señalamos, tropas georgianas atacaron Tsjinvali y a las fuerzas rusas, lo que desató la campaña de 5 días y la derrota total del ejército georgiano.
Como resultado de estos enfrentamientos y de su derrota militar, Georgia dispuso la ruptura de relaciones con Rusia. Por su parte, Rusia reconoció la independencia de Osetia del Sur y de Abjasia. Georgia decidió abandonar la CEI a la que se había sumado en 1993.
Desde entonces las autoridades georgianas han sido muy críticas de Rusia y han estado buscando a cualquier precio un ingreso en la OTAN y en menor medida en la Unión Europea, dedicándose, con la ayuda de Ucrania y Occidente, a reconstruir sus desbaratadas fuerzas armadas con la esperanza de reemprender las acciones contra los territorios insurgentes.
Es justo señalar desde estas páginas que Rusia, a pesar de que los osetos del norte tienen la ciudadanía rusa, ha proclamado que no tiene ningún interés en incorporar a la jurisdicción rusa a Osetia del Sur y a Abjasia, algo de lo que les acusa Tiblisi. Los osetos por su parte, han manifestado su interés en integrarse no con Rusia sino con Osetia del Norte en un Estado nacional oseta.
Promover eso sería inyectar más dinamita en un territorio como el del Cáucaso, donde los peligros de balcanización étnica están muy latentes y no favorecen los intereses de ningún estado local. A Moscú no le agrada que Georgia se haya convertido en el Estado más "pro –Occidental" del espacio post –soviético, ni que sea el lugar de tránsito de los oleoductos y gasoductos que unen el Mar Caspio con Turquía evitando el paso por Rusia.
La confrontación armada entre Georgia y Rusia en agosto de 2008 provocó una grave crisis en las relaciones entre Rusia y Occidente. Merced a la intervención del entonces a la sazón presidente en ejercicio de la UE (y de Francia), Nicolás Sarkozy, se negoció un acuerdo de alto el fuego que incluía la retirada de las fuerzas armadas y el despliegue de una misión de observación de la UE (Unión Europea) para supervisar el alto el fuego, misión que se mantiene en la actualidad y que ha sido el principal instrumento para impedir la reanudación de los enfrentamientos armados.
Poco después de firmar estos acuerdos Rusia procedió a reconocer formalmente la independencia de los dos territorios secesionistas, Abjasia y Osetia del sur. El 9 de septiembre de 2008 Moscú anunció el establecimiento de relaciones diplomáticas con estos "Estados" y firmó acuerdos de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua con las dos repúblicas. En febrero de 2010 Rusia y Abjasia firmaron 10 acuerdos de cooperación, entre los que destacaba el que regula el uso por Rusia de la base naval de Gudauta, el estacionamiento de fuerzas rusas y el control por Moscú de las fronteras de esa República. Al tiempo que afirmaba que la independencia de los dos territorios era irreversible, Moscú impedía con su veto que se renovaran los mandatos de las misiones de observación de la OSCE (Osetia del Sur) y de Naciones Unidas (Abjasia) y la entrada de la misión de la UE en los territorios de las dos Repúblicas secesionistas.
Rusia ha encontrado pocos aliados. Ninguno de los países de la antigua Unión Soviética le prestó ayuda militar o política durante el conflicto ni ha reconocido a estos dos Estados a pesar de las enormes presiones que ha ejercido Moscú sobre ellos (en particular, sobre Bielorrusia y Kazajistán). Rusia solo ha logrado hasta ahora dicho reconocimiento por tres países: Nicaragua, Venezuela y la diminuta Nauru.
Los rusos exigen a Georgia que firme un acuerdo sobre el no uso de la fuerza con los gobiernos de los dos territorios secesionistas (lo que implicaría, de hecho, el reconocimiento de su independencia, por lo que es rechazado por Tiflis) y trata de que en las negociaciones en Ginebra los representantes de los dos entes tengan el mismo estatus que los georgianos. Los resultados de estas conversaciones han sido hasta ahora modestos. El ejército georgiano, como una forma de presionar a Moscú y expresar su deseo de unirse a Occidente, está equipado actualmente con armas muy modernas suministradas por proveedores occidentales y entrena a sus pocas numerosas tropas con elevados estándares cualitativos.

Chechenia

La República Autónoma Socialista Soviética Checheno-Ingusetia era una pequeña república de 15.300 Km², con una población no superior al millón y medio de personas para 1989. Localizada en el Cáucaso Norte, entre el Mar Caspio y el Mar Negro, esta república gracias a su posición geográfica ha sido estratégica y económicamente importante para Rusia, ya que la atraviesan vitales rutas comerciales y oleoductos, contando además con sus propios campos petroleros y plantas de refinamiento. Estas mismas razones económicas convencían a las elites chechenas que esta pequeña nación podría prosperar como un Estado soberano. Este deseo secesionista dio pie a uno de los conflictos más sangrientos y de difícil resolución de los últimos veinte años.
Las reformas de Gorbachov trajeron un nuevo panorama a las relaciones políticas de los pueblos no rusos con Moscú, ya que dichas reformas debilitaron el poder del centro político. Los pueblos no rusos por primera vez en la historia de la Unión Soviética exigían un cambio. El nacionalismo étnico como doctrina política aparecía en una zona políticamente convulsionada, con vacíos de poder muy peligrosos. De esta manera, el tema de las nacionalidades y el separatismo se convertían en la mayor amenaza para el futuro de la Unión Soviética.
De las quince Repúblicas soviéticas sólo tres eran predominantemente eslavas: Rusia, Ucrania y Bielorrusia. Las doce Repúblicas restantes, a saber, las tres Repúblicas Bálticas, Moldavia, tres del Cáucaso, y cinco de Asia Central tenían aspiraciones separatistas perjudiciales para Moscú.
Mapa de Chechenia.

La política de Yeltsin, como nuevo presidente de la Federación Rusa hacia los nuevos territorios autónomos puede resumirse en el slogan que promulgo a finales de 1990 "toda la independencia que puedas conseguir". Esto lo llevo a apoyar a líderes secesionistas de varias ex Repúblicas soviéticas, como es el caso del apoyo que el general checheno Dzhojar Dudayev recibió del nuevo líder ruso, en contra de Doku Zavgayev, antiguo representante del Partido Comunista en Chechenia. Dudayev, proclamo el 15 de septiembre de 1991 la disolución del Soviet Supremo Checheno ante el recién creado Congreso Nacional del Pueblo Checheno y asumió el poder de facto convocando a elecciones para el 27 de octubre de 1991 y proclamando su independencia de Rusia..
Esta decisión por parte de los Chechenos generó tensiones no solamente con Moscú, sino también con los Ingusetios, ya que estos no se encontraban representados en el nuevo parlamento checheno. El Conflicto Checheno-Ingusetio se solucionó con relativa calma y tranquilidad, ya que por medio de un referendo, los ingusetios decidieron permanecer como parte de la Federación Rusa. No obstante, la situación entre Chechenia y Rusia demostró no ser tan civilizada. Moscú no reconoció la independencia de Chechenia. Yeltsin, hasta este momento firme defensor de las proclamaciones de soberanía de todos los pueblos, declaró el estado de emergencia y envió tropas a Grozni. Sin embargo, la orden fue anulada por el parlamento para evitar un derramamiento de sangre negándoles el permiso a las tropas rusas de entrar en Chechenia. Yeltsin decidió a partir de entonces ejercer un bloqueo económico para traer de nuevo a Chechenia bajo su control.
En este punto, es importante entender las razones por las que Rusia no podía permitir una independencia de Chechenia. La extracción de petróleo del Mar Caspio es esencial para la economía rusa. Por esta razón mantener la estabilidad en el Cáucaso Norte era de vital importancia estratégica para el normal funcionamiento de oleoductos y gasoductos en un momento en que su economía estaba al borde de la quiebra. Por otro lado, ceder ante las presiones de una pequeña nación musulmana de no más de un millón de personas, generaría un precedente de debilidad, que sumado a la inestabilidad administrativa y política que sufría la Federación Rusa en sus primeros años, podría hacer tambalear sus frágiles cimientos.
Durante los primeros meses de 1992, Dudayev intento desarrollar un estado Checheno, neutralizó cualquier posibilidad restante de un sentimiento pro-ruso dentro de Chechenia que amenazara su régimen. El apoyo popular rápidamente decayó debido a la difícil situación económica producida por el bloqueo económico ruso, al igual que la sensación permanente de inseguridad en el país. Por otro lado, aunque la política de Dudayev frente a los ciudadanos Chechenos de origen eslavo no fue discriminatoria o violenta, "más de 150.000 rusos, entre los que se encontraba mucha gente calificada, abandonaron Chechenia.
Bajo estas circunstancias, la situación chechena comenzó a afectar gravemente a la cohesión política de la Federación Rusa. Sin embargo, Yeltsin en el periodo de mayor inestabilidad Rusa y cuando la desintegración era una posibilidad latente, desarrolló un sistema de tratados bilaterales de poder compartido que fue la base del llamado federalismo asimétrico imperante hasta nuestros días en el territorio ruso. Bajo este concepto, Yeltsin alcanzó acuerdos con otras tres repúblicas rusas (Tartaristán, Bashkortostán y Saja) quienes también manejaban intenciones separatistas en el año 1992. Estos acuerdos, desarrollados de manera pragmática y no muy rigurosa por Yeltsin fueron definitivos para alcanzar una firmeza institucional en los primeros años de existencia de la federación.
Gradualmente las tensiones emergieron en el seno de la dirigencia Chechena. El conflicto adquirió no solo un carácter externo sino también interno. Por una parte se encontraba el parlamento quien quería negociar con Moscú, por el otro, Dudayev quien se oponía a ello. El excesivo tratamiento religioso que Dudayev le dio a su gobierno no fue del todo aceptado por sus compatriotas. El apoyo del régimen Checheno a los musulmanes locales, creaba muchas suspicacias. La población estaba de acuerdo con independizarse de Rusia, pero no querían que su nación se convirtiera en un estado islámico. Es así como grandes manifestaciones exigieron la realización de un referendo de independencia, acusando a Dudayev de haber usurpado el poder y de violar la constitución chechena, a lo que este respondió con la disolución del parlamento. Sin embargo, las manifestaciones continuaron por lo que Dudayev decidió clausurar la Corte Constitucional Chechena, la cual había declarado el cierre del Parlamento inconstitucional.
Políticos de línea dura afirmaban que "la continua resistencia de Dudayev estaba socavando la credibilidad de Moscú en el juego internacional por el control de la estratégica región del Caspio. Era imperativo que Rusia demostrara su habilidad para defender el oleoducto que va desde Azerbaiyán hasta Novorossiiske, el cual pasaba a través de Chechenia. Por esta razón la rebelión de Dudayev se había vuelto intolerable para Moscú, lo cual decantó la solución de una intervención militar para el conflicto con Chechenia.
En un comienzo, el planteamiento de Moscú no fue un ataque directo, sino el empleo de una táctica bastante utilizada en los puntos conflictivos en el tercer mundo: Hacer uso de la oposición interna como frente para la intervención de la potencia. De esta manera Rusia comenzó a financiar y suministrar armas al "Consejo Provisional Checheno" opositores del régimen de Dudayev. Estas milicias habían erigido su bastión de resistencia cerca de la frontera rusa y desde ahí accionaria para insurreccionar a los chechenos contra el régimen anti ruso.

1era Guerra de Chechenia

El 2 de noviembre de 1994 estallaron enfrentamientos armados entre las tropas de Dudayev y la oposición pro rusa. Las primeras acciones fueron un desastre para la oposición de los separatistas chechenos.
El 9 de Diciembre de 1994, Yeltsin firmó un decreto presidencial autorizando el uso de todos los medios disponibles para asegurar la seguridad del estado con el fin de restaurar el orden constitucional. Dos días después, cerca de 40.000 soldados y 600 tanques rusos ingresaron a Chechenia desde las repúblicas fronterizas de Ingusetia, Osetia del Norte y Daguestán, generando una guerra a gran escala. El intento de toma de Grozni por las tropas rusas en la víspera de año nuevo de 1995, fue el punto de inicio de la primera campaña en Chechenia. El ataque ruso fue dirigido desde varias direcciones utilizando unidades sin experiencia y de segunda línea, quiénes se convirtieron en objetivos fáciles para los grupos emboscados de chechenos en las zonas montañosas.
Después de este desastre táctico, Moscú decidió cambiar la estrategia por una serie de bombardeos aéreos y el uso de artillería pesada, que después de varios meses de gran cantidad de bajas, tanto militares como civiles, les permitió a las tropas rusas el control de Grozni y sus alrededores. La resistencia Chechena se replegó a las aéreas montañosas del país donde siguieron lanzando ataques guerrilleros, hasta el acuerdo militar firmado el 30 de julio de 1995. Este acuerdo no fue completamente implementado, pero el cese al fuego temporal permitió a las tropas chechenas viajar casi libremente a través de Chechenia y reagruparse.
Mientras las tensiones aumentaban nuevamente, Rusia decidió realizar elecciones en Chechenia, las cuales fueron ganadas por Doku Zavgayev, el antiguo representante del Partido Comunista Soviético en el soviet Checheno. Si bien Zavgayev era la última esperanza Rusa de lograr una estabilidad política en Chechenia, el resultado de estas elecciones le proporciono un ímpetu adicional a la resistencia, ya que consolido en la sociedad chechena el apoyo incondicional a Dudayev, lo cual condujo a un recrudecimiento del conflicto y en abril de 1996, Yeltsin ordenó una retirada y unas negociaciones de paz, probablemente debido al escaso apoyo popular de cara a las elecciones de 1997.
Aunque las negociaciones tenían lugar, la guerra continuaba. El 16 de abril Dzhojar Dudayev fue muerto por un misil ruso en medio de fuertes combates.
Tomaron el liderazgo del movimiento separatista rebelde continuando la lucha por la independencia, dos líderes militares radicales, Shamil Basayev y Aslan Masjadov.
En agosto de 1996, Basayev junto a 1500 soldados lanzaron un ataque sobre Grozni y tomaron el control total de la ciudad en menos de una semana. Yeltsin entendió que el conflicto por el momento debía detenerse. En Agosto 23, el General ruso Aleksandr Lebed fue designado por el presidente ruso para firmar un acuerdo de paz con el representante checheno Masjadov. El acuerdo de Jasaiyurt fue finalmente alcanzado el 31 de agosto de 1996, dejando a Chechenia con una autonomía de facto. Este acuerdo estableció "un alto al fuego duradero, la retirada de las tropas rusas, el desarme de las milicias chechenas y la instauración de un procedimiento por cinco años, tiempo en el cual las partes debatirían la inclusión de Chechenia en la Federación Rusa o, por el contrario, su total independencia".
Para Rusia, la primera guerra chechena fue dolorosa y poco útil. Se estima que hubo entre 45.000 y 60.000 muertos entre ambos bandos y más de 400.000 personas refugiadas en las diferentes repúblicas del Cáucaso57. Políticamente fue un desastre para la administración Yeltsin. Desde antes del inicio de los enfrentamientos armados, la población rusa veía innecesario un conflicto armado con los chechenos.
En el aspecto militar, a pesar de la muerte de Dudayev, los rusos no alcanzaron ninguno de sus objetivos. Chechenia nunca renunció a sus aspiraciones independentistas. La amenaza de seguridad en el sur de Rusia fue peor que antes del inicio de la guerra. A los chechenos se les consideró, tanto en Rusia como internacionalmente, los ganadores del conflicto, dejando atrás las expectativas de los partidarios de la mano dura, quienes creían que "una pequeña guerra victoriosa" levantaría la moral de la población rusa59, abatida después del desplome de la Unión Soviética.

2da Guerra en Chechenia

El factor islámico fue clave en la situación de anarquía que se generó en el periodo de independencia que vivió Chechenia después de la primera guerra. Tanto Dudayev como Masjadov, a pesar de sus creencias islámicas, entendieron que la única manera de inserción y reconocimiento internacional de la República de Chechenia era mediante un estado secular. Sin embargo Basayev utilizo el Islam como herramienta para alcanzar el poder, proclamando que Chechenia era la punta de lanza de un proyecto de 'Califato Islámico' a través del Cáucaso Norte. En mayo de 1998, un grupo de Wahhabis relacionados con Basayev, ocuparon una serie de pequeños poblados montañosos en Daguestán por un periodo de quince días, en el que proclamaron la ley islámica. Esto conllevó a que el proyecto islámico cada vez se enquistara en la ideología de los rebeldes chechenos y a que el monopolio de fuerza y seguridad del gobierno de Masjadov, con el transcurrir de los meses, perdiera cada vez más autoridad. Para julio de 1998, el control de Masjadov no iba más allá de las fronteras de Grozni.
Las decisiones que finalmente tomo Masjadov, posiblemente sepultaron las aspiraciones de alcanzar la independencia para Chechenia. A pesar de entender que el wahabismo era una presencia destructiva para Chechenia, decidió acercarse a ellos con tal de evitar una guerra civil. En agosto de 1998, nombro a Basayev como el Comandante de las fuerzas armadas chechenas. Luego, el 4 de febrero de 1999, decretó la introducción de la sharia, estableciendo un comité para la preparación de una constitución islámica y suspendió el parlamento como preludio de la adopción de un estado islámico. Las consecuentes ejecuciones sumarias por diferentes hechos consternaron a la población Rusa, generando el ambiente propicio para una nueva acción militar por parte de sus tropas.
A mediados de 1999, Masjadov perdió prácticamente el control de las fuerzas armadas a manos de Basayev y sus seguidores. A pesar de su precaria situación, la popularidad que todavía ostentaba dentro de la población era muy alta, y un intento de golpe de estado por parte de los wahabbies generaría una situación en la que Basayev perdería su status de héroe de guerra y líder popular. En este contexto, Basayev decidió consolidar su influencia en Chechenia de una manera más que arriesgada. El trataría alcanzar una victoria estratégica afuera de la república, en Daguestán. Un retorno victorioso a Chechenia después de una incursión exitosa podría lograr la caída de Masjadov y el advenimiento como único líder nacional.
La culminación de este plan se llevó a cabo el 6 de agosto de 1999, cuando un grupo de más de 2.000 guerrilleros cruzaron la frontera hacia Daguestán, anunciando la creación del Estado Independiente Islámico de Daguestán, con Basayev como su emir.
La Federación Rusa en los primeros años de su existencia, era un lugar propicio para el surgimiento de movimientos etnonacionalistas debido a su inestabilidad política, situación apta para la aparición de movimientos étnicos radicales.
La segunda campaña militar en Chechenia, se inició en septiembre de 1999 como parte de las acciones rusas para golpear el terrorismo islámico en la región del norte del Cáucaso, después que guerrilleros separatistas chechenos dirigidos por Shamil Basayev atacaran la vecina República de Daguestán. Los separatistas chechenos aparentemente calculaban que los daguestanos se unirían a su cruzada contra los rusos. Sin embargo el plan no salió como esperaban. Los daguestanos, cansados de los constantes secuestros y actos delictivos enfrentaron a los invasores apoyados por tropas y fuerza aérea rusa. La aventura de Basayev en Daguestán, la cual llevo a las tropas rusas a desplegarse sobre Chechenia, se convirtió en un punto de inflexión en el conflicto entre Moscú y Grozni.
Por otro lado, una serie de atentados con explosivos destruyeron dos complejos de apartamentos en Moscú. Tres días más tarde explotó otro auto bomba en un edificio gubernamental. Entre estas tres explosiones más de 300 personas murieron. Estos atentados terroristas tuvieron un traumático y galvanizador efecto sobre la opinión pública rusa. Ellos provocaron un apoyo generalizado para retomar la guerra en Chechenia. Para mitad de septiembre de 1999, las fuerzas rusas habían vencido a los guerrilleros en Daguestán y los habían obligado a replegarse a las montañas chechenas.
Solo 3 días después, el primer ministro ruso declaro que Rusia no reconocía la legitimidad del gobierno de Masjadov en Chechenia. Al siguiente día, columnas de tanques rusos avanzaron sobre el territorio checheno, mientras la fuerza aérea bombardeaba posiciones estratégicas de los guerrilleros. Con estas acciones, la única alternativa que tenía Masjadov era confiar la defensa del país en Basayev y los otros comandantes guerrilleros. La segunda campaña rusa en Chechenia inicialmente se planteó el objetivo inicial de crear una zona pro-rusa para operar bases logísticas en la región norte de Chechenia. En esta ocasión, aplicando de las lecciones aprendidas durante la primera campaña, en lugar de enviar a soldados mal entrenados y unidades terrestres de 2dda línea, menos aptas para el combate en áreas urbana, los generales rusos prefirieron bombardeos aéreos y ataques de artillería preparatorios, los cuales facilitaban el camino a las unidades de infantería de elites, quienes tomaban las villas y ciudades devastadas.
Para el 5 de octubre, las fuerzas federales habían tomado el control de 2/3 partes del norte de Chechenia. Para el 15 de octubre, las fuerzas armadas rusas anunciaban que las tropas se moverían hacia el segundo objetivo de la operación, la eliminación de las fuerzas militares aliadas a Basayev y Masjadov a través de toda Chechenia. El 1 de diciembre el Jefe de las fuerzas armadas rusas, anunciaba que la segunda fase de la operación en Chechenia había finalizado y que la fase final (la eliminación de los grupos paramilitares chechenos en las montañas y la restauración de la ley y el orden) estaba por empezar. Por otra parte, advertía a los ciudadanos de Grozni a abandonarla para el 11 de diciembre, ya que ese día se lanzaría un ataque a gran escala sobre la ciudad. La intensa lucha sobre la capital chechena duro hasta comienzos de febrero de 2000, cuando las fuerzas federales tomaron el control de la ciudad y obligaron a los separatistas chechenos a retirarse a las montañas del sur.
A diferencia de la primera campaña rusa sobre Chechenia, los separatistas islámicos recibieron poco apoyo de la población chechena. Incluso, el ejército ruso fue recibido amistosamente esperando que ellos impusieran un poco de orden al caos que esta república había experimentado en los años anteriores. Sin embargo, el excesivo uso de fuerza por parte de las fuerzas militares rusas causaría la muerte de muchos civiles, como también un desplazamiento forzado de un gran número de chechenos. El número de desplazados que encontraron refugio en Ingusetia alcanzó las 200.000 personas. Los sufrimientos fueron indescriptibles. Ante los ojos del mundo, una nueva tragedia se desarrollaba en Chechenia.
El 31 de diciembre de 1999 Yeltsin renuncia a su cargo, convirtiendo a Putin en presidente.
El éxito táctico en lo político - militar de Moscú, al comienzo de la segunda campaña en Chechenia fue, por encima de todo, un instrumento político para crear un trampolín de reconocimiento para Putin. En Junio de 2000, Putin expidió un decreto estableciendo un gobierno directo en Chechenia nombrando a Ajmat Kadyrov como jefe de gobierno de la administración temporal en la república. En respuesta, Masjadov retorno a la clandestinidad como líder guerrillero junto a Basayev. El nombramiento del hombre a quien Masjadov catalogo como "enemigo del pueblo checheno" y a quien por su cabeza Basayev había prometido el pago de 100.000 dólares, claramente demostró que Moscú no tenía la más mínima intención de dialogo con los separatistas radicales.
El principal objetivo que buscaba la nueva administración era llevar a Chechenia nuevamente a la normalidad. Sin embargo desde un comienzo esta meta era muy difícil de cumplir. La influencia de Kadyrov sobre el pueblo checheno era muy poca, en especial en las regiones más alejadas de Grozni, territorios donde el sentimiento separatista islámicos se encontraba fuertemente arraigado. Kadyrov entendía que el principal problema para su administración seria encontrar la manera de enfrentar a la oposición rebelde. Aunque por un lado, se encontraba comprometido con la visión rusa de una desaparición total de la guerrilla chechena, él reconocía que la supervivencia de su gobierno dependía de los contactos que pudiera alcanzar con los líderes rebeldes para poder llegar a un acuerdo de cese al fuego total de manera pacífica.
En 2001, los rebeldes chechenos intensificaron sus acciones en un intento de demostrar no solo su capacidad de llevar a cabo grandes operaciones militares, sino también para tratar de persuadir a Moscú de empezar negociaciones que condujera a una independencia total de Chechenia. La presión recibida desde los círculos occidentales crecía diariamente. Para Rusia estas manifestaciones no eran más que pura hipocresía. No había occidente bombardeado Kosovo y violado todas las normas internacional. Las fricciones sobre el tratamiento de las guerras de Chechenia y Kosovo habían deteriorado las relaciones Rusia - Europa a tal punto que la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa decidió temporalmente suspender el derecho de voto a Rusia.
Para los ojos europeos, el conflicto en Chechenia era una lucha nacional por independencia y los guerrilleros chechenos, usualmente eran llamados rebeldes con reclamos justos. Sin embargo la visión de Moscú era totalmente diferente. Para Putin, "los separatistas chechenos eran terroristas que buscaban la creación de un califato extremista en la zona del Cáucaso y la desintegración de Rusia". En este contexto, Moscú decidió actuar diplomáticamente para ganar el apoyo a su causa por parte de los gobiernos musulmanes. Este apoyo fue especialmente visible con Irán, quienes recibieron apoyo para su programa nuclear y a cambio, Teherán promovió la participación de Rusia en la Organización de la Cooperación Islámica, donde presentaron su posición frente a Chechenia. Este movimiento diplomático fue claramente favorable a los intereses rusos, ya que el único régimen musulmán que reconoció la independencia Chechena fueron los Talibanes de Afganistán, históricos enemigos de Moscú.
Los actos terroristas del 11 de septiembre de 2001 cometidos en Estados Unidos acabaron con las esperanzas de los chechenos de poder negociar con el gobierno ruso. Putin inmediatamente aprovechó la situación para lograr cambiar la visión de occidente frente al conflicto en Chechenia, afirmando que la lucha que llevaba Rusia, hacia parte de la batalla global que el mundo enfrentaba en contra del terrorismo. Moscú rápidamente se unió a la coalición internacional antiterrorista. De acuerdo con los rusos, los separatistas chechenos recibían apoyo monetario, armas y combatientes de grupos fundamentalistas islámicos del exterior, entre los que se encontraba Al-Qaeda.
La visión de occidente cambio completamente, así como la naturaleza misma del conflicto. Los separatistas chechenos, ya sin poder enfrentar una resistencia militar y sin margen de maniobra diplomática, decidieron actuar cada vez más basándose en los preceptos de la lucha fundamentalista islámica. Aunque esta transformación fue visible en ciertos aspectos, no se puede afirmar que la resistencia o la sociedad chechena se haya "yihadizado" completamente.
En diciembre de 2001, Putin declaró el fin de la lucha en Chechenia y la victoria sobre las fuerzas rebeldes, ordenando el retiro de más del 60 % de las tropas, dejando tan solo 15.000 hombres para realizar operaciones contrainsurgentes. Las tropas federales habían logrado liquidar grandes grupos de rebeldes chechenos y eliminar a importantes mandos medios y altos. En este contexto, Rusia se encontraba con el desafío de enfrentar el difícil proceso de reconstrucción y la búsqueda de una solución política que pudiera actuar como una base para un proceso de consolidación de la paz verdadera. Por otro lado necesitaba minimizar el impacto que los rebeldes chechenos pretendían imponer en todo el territorio ruso mediante una guerra de guerrillas, recurriendo cada vez más al ataque de civiles, y el creciente auge de los ataques suicidas.
En el aspecto político, Rusia implementó un plan llamado "Chechenización", el cual se basaba principalmente en que la administración local debía ser entregada a los chechenos leales a Moscú. Para este propósito, se acordó la realización de un referendo para aprobar una nueva constitución en la cual Chechenia sería una república rusa más. De acuerdo a los resultados oficiales, el 96 % de los chechenos aprobaron este referendo. Sin embargo, las dudas generadas por la legitimidad del mismo fueron enormes. Sin embargo muchos chechenos cansados de la guerra preferían esta solución a continuar la contienda bélica.
Una nueva constitución contenía concesiones que Moscú había denegado a otras repúblicas, aunque la total independencia estaba fuera de discusión, Chechenia recibió una autonomía considerable. La república recibió beneficios aduaneros y fiscales y el control de los recursos energéticos de república.
En 2003 Kadyrov se convirtió en un actor político independiente, mientras que su hijo, Ramzam, desarrolló un poder excesivo en las fuerzas armadas. Sin embargo la realidad social en Chechenia contradecía este proceso de "normalización". Lejos de trasladar el poder a representantes chechenos elegidos democráticamente, la estrategia rusa hacia Chechenia en realidad, facultaba de poderes aún mayores a un pequeño grupo de caudillos locales.
En el ámbito de seguridad, Rusia observaba como los ataques terroristas a lo largo de su territorio aumentaban. Desde el año 2000, Basayev había organizado ataques suicidas, basándose en el modelo palestino, a través del grupo de las llamadas "Viudas Negras", quienes eran esposas de soldados chechenos que habían luchado en contra de Rusia en las dos campañas. Entre 2001 y 2003 se llevaron a cabo 19 ataques suicidas en toda Rusia. Sin embargo una nueva modalidad de asalto de mayor agresividad, se dispuso el 23 de octubre de 2002 cuando un grupo de 50 militantes chechenos ocuparon el teatro moscovita de Dubovska, tomando alrededor de 900 rehenes, exigiendo la retirada de las tropas rusas de Chechenia antes de una semana o de lo contrario, ellos explotarían el teatro con todas las personas dentro. Esta crisis terminó trágicamente 3 días después, cuando fuerzas especiales rusas liberaron un gas paralizante a través de los conductos de ventilación del teatro, matando a 130 de los rehenes y a todos los terroristas. Los efectos de esta acción fueron negativos para ambas partes. La opinión pública mientras culpaba a las autoridades por haber permitido que tres docenas de terroristas chechenos armados tomaran bajo su poder un teatro en el centro de Moscú, y en su afán por retomar el teatro mataran a más de ciento veinte personas, también expresaba su absoluto rechazo a los terroristas y su causa separatista.
La situación en Chechenia se tornaba cada vez más compleja. Los continuos ataques suicidas dentro y fuera de Chechenia, sumado a los intentos de desestabilización por parte de Masjadov y Basayev llevaron al país nuevamente al borde de una guerra civil. Finalmente el 9 de mayo de 2004, Ajmat Kadyrov fue asesinado. Esta acción vino acompañada con una alocución de Masajadov en la que anunciaba acciones militares de mayor impacto contra edificios gubernamentales y civiles en toda la Federación Rusa. Después de este anuncio, vinieron ataques guerrilleros a edificios administrativos y militares.
Después del asesinato de Kadyrov, la situación en Chechenia se tornó caótica. La intensa lucha política por recibir el guiño de Moscú para ser el sucesor en la presidencia y el poco control que las fuerzas armadas rusas ejercían sobre los territorios más alejados de Grozni, encontraron una vez más a la población chechena inmersa en un espiral de terror y con unas difícil situación económica y social. Sin embargo, en medio de la complejidad de la situación, esta se presentaba como una oportunidad de resolver la permanente crisis política que acompaño a Chechenia en los últimos quince años, mediante unas elecciones trasparentes y democráticas y la creación de órganos administrativos y políticos que gozaran de la confianza de la población civil. Sin embargo, Moscú dejo pasar esta oportunidad. Al igual que la elección de Kadyrov, el candidato escogido por Rusia, Alú Aljánov, ganó las elecciones con una ventaja aplastante recibiendo el 73 % de los votos.
Los resultados electorales, como era de esperarse, no fueron aceptados por los rebeldes chechenos. En respuesta estos perpetraron el ataque más espectacular y despiadado desde el inicio de las hostilidades. 30 guerrilleros tomaron el control de una escuela secundaria con más de mil rehenes dentro de ella, en su gran mayoría niños, en el pueblo de Beslan en Osetia del Norte, territorio federal ruso. Después de dos días de tensas negociaciones, las fuerzas especiales rusas atacaron el edificio. Después de 4 horas de combate, 331 civiles, entre ellos 172 niños, así como también los 30 guerrilleros y 11 soldados rusos murieron. Poco después, Basayev afirmó ser el autor intelectual del hecho. Este episodio marco un quiebre en las relaciones entre los dos principales líderes separatistas, ya que Masjadov, en unas declaraciones entregadas a la BBC reitero que ni él, ni sus fuerzas separatistas bajo su mando, tenían algo que ver en la condenable tragedia de Beslan, pero que estos ataques eran la consecuencia de la genocida guerra que ya había cobrado la vida de más de 250.000 personas. Sin embargo, a pesar de la tragedia y del desprestigio que sufrió el ejército ruso, Putin aprovecho la situación para estrechar aún más el control sobre las regiones problemáticas cambiando las reglas parlamentarias. Moscú decreto que como parte de la estrategia antiterrorista "los gobernadores no debían ser elegidos popularmente, sino que debían ser nombrados por el presidente. Por otro lado se tomarían medidas para aumentar la efectividad contra el terrorismo". De esta manera se crearon dos centros de coordinación y dirección de los esfuerzos federales en la región del Cáucaso Norte: Los Cuarteles Generales de Operación y el Grupo Combinado de Tropas (GCT). Estos entes, tuvieron éxito desde su creación. En marzo de 2005, el líder político de la causa chechena, Aslan Majadov fue asesinado por fuerzas rusas. El GCT también tuvo éxito en eliminar a comandantes de perfil medio-alto como Khatab y Yandervieb. Finalmente el 10 de julio de 2006, Shamil Basayev caería asesinado. Sin sus dos principales líderes, las aspiraciones separatistas parecían llegar a su fin.

El nacimiento del Emirato Del Cáucaso.
Para el comienzo de 2005, la ayuda extranjera (especialmente dinero y combatientes) había disminuido notablemente. Por otra parte, la invasión americana de 2002 a Afganistán, significó un importante golpe para los chechenos, ya que el gobierno del derrocado régimen talibán, se había convertido en su principal fuente de apoyo (dinero y entrenamiento), así como había sido el único gobierno que había reconocido oficialmente a la República Chechena de Ichkeria.
En este contexto, los nuevos líderes rebeldes, Abdul Sadulayev y Dokku Umarov redefinieron su objetivo de lucha a partir del 2006. Debido a la pérdida de Masjadov, su indiscutible líder ideológico, los rebeldes chechenos lidiaban una crisis de identidad, por lo cual necesitaban desarrollar una nueva estrategia insurgente. Uno de los primeros síntomas de cambios dentro de los rebeldes, fue la decisión de "alejarse de la estrategia de terrorismo urbano que Basayev promulgaba, y reorientar los ataques a objetivos militares y gubernamentales, insistiendo en que esos ataques deberían evitar herir a civiles". Aunque Sadulayev buscaba la implementación de la sharia en la región, él era el representante de los antiguos comandantes seculares que habían luchado en la primera campaña, quienes buscaban una Chechenia democrática ante un hipotético fin del conflicto. Esto generó una lucha interna con Umarov, representante del ala más dura de la insurgencia, quienes buscaban afianzar los lazos de la lucha chechena con la Yihad global. De esta manera, sus declaraciones y acciones empezaron a realizarse no bajo las consignas de la determinación etnopolítica como había sido costumbre desde 1990, sino bajo una bandera del islam radical. Después de la muerte de Sadulayev en junio de 2006 durante una operación del ejército ruso, Umarov asume la presidencia de la República Chechena de Ichkeria.

Cambio del paradigma separatista

En 2007, la insurgencia sufrió un renacimiento mediático e ideológico cuando Umarov renuncio a su cargo, y proclamo la creación del Emirato del Cáucaso, siendo él, su primer Emir. En sus nuevas capacidades, se autodenomino como el legítimo líder de la Yihad Caucásica. Este nuevo estado islámico basado en la sharia, se extendería más allá de las fronteras chechenas, alcanzando los territorios de las repúblicas de Ingusetia, Kabardino-Balkaria y Daguestán, reduciendo a Chechenia como una simple provincia dentro de la virtual nueva nación. De hecho, de acuerdo con la declaración del Emirato, Su jurisdicción ahora se extenderá más allá de los confines del Cáucaso propio, para abarcar territorios donde existan musulmanes oprimidos por Rusia. Esto aparentemente implica territorios donde vive población musulmán, ya sea en regiones tan apartadas del Cáucaso como Siberia y el Volga. Dentro de esta de esta declaración, también se define el objetivo de Yihad Caucásica, como un movimiento que deja al lado el propósito separatista llevado por los chechenos, para ser parte de una confrontación por la supremacía del Islam ante sus enemigos en el mundo entero.
De acuerdo con Umarov, la decisión de tomar este cambio radical en la estrategia y en las metas de la lucha contra Rusia, se debió a un proceso de purificación que el movimiento necesitaba enfrentar para afrontar las nuevas realidades. Por esta razón debían hacer a un lado a los llamados "chechenos europeos", que mediante el camino de la negociación y diplomacia pretendía alcanzar la libertad en Chechenia y quienes eran considerados colaboradores con Moscú. Por lo tanto la nueva generación de musulmanes "debía eliminar fantasías acerca de "el lenguaje de la diplomacia" o "las leyes internacionales", ideas e instituciones en las que los antiguos líderes chechenos creían inocentemente. Occidente y Rusia han visto siempre al Islam y a los musulmanes como sus enemigos y esa actitud no va a cambiar". Por otro lado, la secularización que estos líderes chechenos en el exilio manejaban, iba en contra de los preceptos básicos del Islam, ya que según Umarov solamente la sharia era válida como forma de estado, y cualquier otra manera de gobernar, desde una dictadura hasta una democracia eran invenciones de occidente. Este cambio radical de objetivos por parte de Umarov generó diversas reacciones. Por un lado, los chechenos seculares liderados por el canciller en exilio Akhmet Zakayev (quien reside en Londres) protestaron vehementemente y no apoyaron a Umarov en su cruzada islámica. Algunos comandantes chechenos que originalmente se opusieron a la creación del Emirato, eventualmente se unieron al bando de Umarov, dejando a Zakayev y los chechenos seculares en la posición de generales sin ejército. Por otro lado, la sorprendente aceptación que generó el Emirato dentro de células rebeldes a lo largo del Cáucaso norte, reafirmo el reconocimiento de Umarov como el comandante en jefe de la Yihad islámica en contra del gobierno ruso y sus representantes locales.
Si bien es cierto que el Islam había jugado un papel fundamental en la transformación de lucha insurgente chechena, la creación del Emirato del Cáucaso como una figura religiosa redentora, no fue una consecuencia directa a la influencia que el Islam ejercía sobre sus más importantes líderes. El objetivo fundamental que perseguía Umarov con la proclamación del Emirato era buscar posicionar a el Norte del Cáucaso como el nuevo "campo de batalla de la Yihad" después de Afganistán e Irak, buscando de esta manera acceder al financiamiento y combatientes de las más poderosas redes internacionales terroristas islámicas, más específicamente "Al-quaeda". Una nueva ofensiva contraterrorista fue lanzada el 18 de junio 2008. Poco después del inicio de esta ofensiva contraterrorista, los dos años de relativa calma (2006-2007) que Chechenia vivió, desaparecieron, cuando los ataques terroristas, esta vez dirigidos especialmente a militares rusos y civiles chechenos que colaboraran con Moscú, comenzaron nuevamente. La táctica de grandes asaltos insurgentes como Beslan, fueron reemplazados por emboscadas. Entre 2007 y 2009 una serie de altos funcionarios rusos fueron emboscados y asesinados por los terroristas chechenos.
A pesar de esta nueva escalada insurgente, Moscú decidió anunciar el final de todas las operaciones militares en Chechenia el 16 de abril de 2009 y el traspaso total de poder a Kadyrov hijo, que mantiene su compromiso total de aplicar duras medidas para acabar con los rebeldes. Días después de este anuncio, y en una respuesta contundente, los insurgentes volvieron a los atentados suicidas. Hubo 10 ataques entre mayo 15 y septiembre 15 de 2009. En marzo 29 de 2010, los ataques de las "viudas negras" volvieron a Moscú. Dos mujeres (una daguestana, otra chechena) simultáneamente se inmolaron dentro de dos estaciones de metro de la capital rusa, causando la muerte de 40 personas. A pesar de algunas operaciones militares exitosas, el número de ataques terroristas en el norte del Cáucaso se incrementó notablemente en el 2010. De acuerdo con información proporcionada por el fiscal general adjunto, desde el comienzo del 2010 se han multiplicado por cuatro el número de ataques terroristas en los distritos federales del norte del Cáucaso. De acuerdo con datos oficiales del ministerio del interior, hasta noviembre de 2010, el norte del Cáucaso vio cometidos 609 crímenes de naturaleza terrorista, donde 242 miembros de agencias de la ley fueron asesinados y otros 620 heridos, además de la muerte de 127 civiles.
La aparente victoria que Rusia alcanzo en la segunda campaña militar en Chechenia, la cual restituyo el poder político y militar sobre esta volátil república, no fue suficiente para eliminar por completo la lucha insurgente en esta región.
Los eventos ocurridos en 2010, destruyen la idea que las políticas coercitivas de Kadyrov estén funcionando. La creciente popularidad del Islam radical en el Cáucaso actual se explica solamente por los serios problemas socioeconómicos que han generado la reducción de posibilidades de trabajo, estudio, movilidad social, etc.
Aunque, para Rusia el conflicto oficialmente finalizó en abril de 2009 las acciones demuestran lo contrario. Todo indica que Moscú está subestimando el poder desestabilizador de Umarov y sus seguidores. Si bien es cierto que Putin fue el mayor ganador de la segunda campana chechena (Su imagen de duro e implacable le aseguraron su permanencia en la presidencia rusa) el manejo político ante esta situación no parece ser el más acertado. La "Kadyrovización" de Chechenia es sólo un método por el cual el Kremlin puede pacificar la república. Misiones como la incorporación de los chechenos a las estructuras de Rusia - no sólo las estructuras de políticas, sino las económicas y sociales- no se están llevando a cabo. Otra tarea que aún no se ha abordado es el de establecer el orden legal en la República. El carácter cerrado de ésta y la renuencia de Moscú para formar una nueva clase dirigente post-conflicto y estructuras democráticas transparentes ha retrasado la rehabilitación social de Chechenia.

La "recuperación" de Ucrania

Zbigniew Brzezinski en su libro The Grand Chessboard" señalaba que, sin Ucrania, Rusia dejaba de ser un imperio con un pie en Europa. El 21 de abril de 2010 el presidente ruso, Dmitri Medvedev, efectuó su primera visita a Ucrania y firmo unos importantes acuerdos. Rusia aceptaba reducir en un 30% el precio del gas que suministra al país vecino y éste, por su parte, prolongaba hasta 2042 la autorización para que la flota rusa del Mar Negro utilice la base naval de Sebastopol en Crimea (el anterior acuerdo expiraba en 2017).
Estos acuerdos son una muestra clara de cómo Rusia utiliza su poder energético como arma política estratégica. Durante la etapa de presidencia del pro europeo Yushenko, tras la "Revolución Naranja" de 2004, las relaciones entre Rusia y Ucrania se deterioraron mucho, llegando Moscú, por un desacuerdo sobre precios, a cortar dos veces en pleno invierno (enero 2006 y enero 2009) el suministro de gas a ese país, lo que produjo un grave perjuicio a los clientes europeos al incautarse Ucrania del gas ruso con destino a Europa. El empeño de Yushenko de integrar a Ucrania en la OTAN fue una de las principales causas de la irritación de Moscú.
Las relaciones entre Rusia y Ucrania son muy importantes para ambos países. Los intercambios comerciales alcanzan los 30.000 –35.000 millones de dólares al año y abarcan muchas áreas (industria, energía, agricultura). El 80% del gas ruso que se envía a Europa (al menos hasta que entren en servicio los gaseoductos North y South Stream) pasa por Ucrania. La dependencia ucraniana de Rusia en suministros de petróleo y energía eléctrica es enorme. Además, los dos países comparten en gran medida las industrias de construcción de aviones, espacial y de armamento. Se estima que unos 8 millones de rusos residen en Ucrania y unos 3 millones de ucranianos en Rusia. Cada año se producen millones de desplazamientos entre los dos países. Comparten en gran medida idioma, cultura, religión e historia (Kiev está en el origen de la civilización eslava oriental) y hay una fuerte vinculación social.
Los esfuerzos del presidente Yuschenko tras la "Revolución Naranja" para alejar a Ucrania de Rusia iban contra toda lógica por la tupida red de intereses comunes entre ambos países. Su sucesor Yanukovich ha restablecido "la normalidad", regularizando la relación económica y suprimiendo los "irritantes" como los intentos de recuperar la "memoria histórica" con el estudio del Golodomor (hambruna producida en la época de las grandes colectivizaciones decretadas por Stalin).
Sin embargo, el nuevo presidente ha tratado a la vez de mantener cierta distancia con Moscú al rechazar la invitación de Putin a incorporar a Ucrania a la Unión Aduanera Rusia –Bielorrusia –Kazajistán. Por el contrario, ha continuado las negociaciones para la conclusión de un acuerdo de librecambio ampliado con la UE. Tampoco ha dado por ahora una respuesta positiva a la oferta del primer ministro ruso de "fusionar" Gazprom con la –mucho más pequeña – compañía Naftogaz Ukrainy, lo que de hecho daría a Rusia el control de todo el sistema de tránsito y almacenamiento de gas de Ucrania.










El conflicto entre UCRANIA – RUSIA, "Seguridad por gas"
Mapa de Ucrania


Luego de la reducción de suministro de gas de Rusia a Ucrania y la subida de precios de los hidrocarburos el «escándalo del gas» en las relaciones ruso-ucranianas pasó a un nuevo nivel. Esta última retuvo para su consumo el necesario gas para los países consumidores de Europa desatando una crisis energética sin parangón en uno de los inviernos más crudos. Estas contiendas eclosionaron en 2006 y 2009.
El principal mercado energético de la producción rusa de hidrocarburos (Gas y petróleo) es su mercado interno y Europa. Los principales gasoductos pasan por Ucrania, rumbo a Europa, esto da a Kiev, una válvula de presión sumamente efectiva para sentar a negociar al gigante Ruso.
Varias fuentes digitales e impresas recogieron a fin de 2009 la noticia de que Kíev, respondiendo a la subida del precio del hidrocarburo ruso, podría ordenar el cierre de los radares de alerta temprana del sistema de defensa anti misil ruso, que se encuentran cerca de Mukachevo, en los Cárpatos, y en las inmediaciones de Sebastopol, en Crimea. Lo cual, obviamente, haría peligrar la seguridad nacional de Rusia. Cualquier empeoramiento de las relaciones políticas entre Moscú y Kíev pone en tela de juicio la supervivencia del convenio sobre el uso de radares, aparte de que EE.UU. podría optar también por algunas medidas extremas, o sea, exigir que los centros sean destruidos como sucedió con la estación de radares de Skrunda, en Letonia.
La preocupación del general ruso es comprensible. El sistema de alerta temprana sobre ataques misilísticos en Rusia contempla dos niveles: el terrestre y el espacial.
Hay tres satélites que se encargan de vigilar los eventuales lanzamientos de misiles balísticos desde el territorio de EE.UU. y transmiten la respectiva información al centro de control de las tropas espaciales en Solnechnogorsk, en las afueras de Moscú. Lamentablemente, esos satélites no están en condiciones de registrar lanzamientos de misiles navales o aquellos que despegan desde otras zonas del planeta, por lo cual es necesario reasegurar el sistema con los radares terrestres de alerta antimisil.
Las estaciones de radares terrestres se encuentran tanto en Rusia, en las regiones de Múrmansk, Irkutsk y cerca de Pechora, como en Bielorrusia, Ucrania, Azerbaiyán y Kazajstán. En las inmediaciones de Moscú hay un punto de mando y una estación de radares. Estos sensores son comandados desde Moscú y operan varios regimientos de misiles interceptores Gazelle y Gorgon, destinados para la interceptación de los blancos en la atmósfera y fuera de ésta. Están entrando en funciones 6 regimientos de los novísimos S 400 de última generación.
Ucrania presiona en un lugar sensible ya que de desactivarse estos redares, la parte sur / sur oeste de su territorio quedaría sin cobertura radar para detectar lanzamientos desde tierra, submarinos o aéreos. Es por ello que Rusia respondió en el 2006 y 2009 subiendo el precio del gas y mermado el suministro, lo que generó una grave crisis energética en Europa.
Con todo, semejante evolución de los acontecimientos tampoco es fatal. Ya se han desarrollado en Rusia los radares móviles de alerta antimisil que pueden transportarse cuando sea necesario a cualquier lugar para tapar cualquier brecha.

Los problemas con Bielorrusia

Aunque en 1997 se firmó el Tratado de la Unión de Rusia y Bielorrusia, con el objetivo de establecer una confederación entre ambos países, de hecho dicha unión no ha llegado a plasmarse en realidad. El control político de Bielorrusia por el presidente Alexandr Lukasehenko bajo un régimen autoritario y la reticencia de éste a subordinarse a Rusia han sido motivo de fricción. Minsk se ha resistido al dominio económico ruso (del que es un ejemplo la negativa a ceder a Gazprom el control sobre Beltransgaz, la compañía propietaria de la red de gasoductos de Bielorrusia). Los contenciosos sobre el precio del gas que Rusia suministra a Bielorrusia, sobre las tarifas de tránsito del petróleo ruso hacia Europa y sobre la deuda de Beltransgaz con Gazprom, ha provocado una grave crisis en las relaciones bilaterales. A ello se han sumado la prohibición de importación de algunos productos (leche y productos lácteos) bielorrusos en Rusia por razones sanitarias y la resistencia de Minsk a reconocer la independencia de las repúblicas secesionistas de Abjasia y Osetia del Sur.
La posición del gobierno bielorruso es débil porque la dependencia económica de Rusia es casi total y sus relaciones con occidente no son buenas. La UE no ha incluido a este país en su iniciativa del "Partenariado Oriental" debido a las violaciones de los derechos y libertades fundamentales por parte del régimen Gubernamental. Por su parte, las fuerzas armadas rusas consideran el territorio bielorruso como estratégico no solo por su situación de "primera línea" frente a la OTAN sino porque es conexión obligada con el territorio ruso de Kaliningrado. Además, en el sector del armamento la cooperación Rusia –Bielorrusia tiene una importancia no despreciable (hay 32 proyectos conjuntos en realización). Y una retirada de Bielorrusia de la OSTC constituiría un duro golpe para esa organización militar.

Las relaciones con EEUU

La relación con EEUU es sin duda la más importante para Rusia. Moscú añora su viejo estatus de superpotencia y trata de que Washington siga reconociéndole como igual. La relación Moscú –Washington se deterioró mucho durante el segundo mandato del presidente Bush, pero con la llegada de Barak Obama a la Casa Blanca la relación ha mejorado considerablemente. Washington ha decidido adoptar una política más sensible a los intereses rusos y más pragmática, tendente a buscar la colaboración rusa en los grandes temas de la agenda internacional como Irán, Afganistán o la proliferación nuclear. Por su parte, Rusia ha visto en esa mano tendida por la Administración Obama una oportunidad para promover sus intereses, tanto en lo que se refiere a la seguridad en Europa como a sus esfuerzos de modernización económica o su empeño en ingresar en la OMC. El término "reset" ("reconfiguración") utilizado por el vicepresidente Biden en su discurso en Múnich en febrero de 2009 para caracterizar este nuevo enfoque, ha hecho fortuna y parece que efectivamente hay voluntad por ambas partes de abrir un nuevo capítulo en esas relaciones.
En julio de 2009 el presidente Obama efectuó una importante visita a Moscú, durante la cual se firmaron una serie de documentos, entre los que destaca un acuerdo de tránsito aéreo de equipos y material militar en el marco de la operación en Afganistán y la constitución de una Comisión Conjunta Nacional encabezada por los dos presidentes, cuyos coordinadores son el ministro de Asuntos Exteriores ruso Sergei Lavrov y la secretaria de Estado Hilary Clinton. Los trabajos en el seno de esta Comisión se están desarrollando con mucha intensidad y sin duda arrojarán resultados fructíferos.
En el ámbito económico, las relaciones no responden a lo que se podría esperar de dos países miembros del G –8. En 2008, el año en que los intercambios fueron mayores, EEUU representó solo el 4% del comercio exterior de Rusia y aquél se situó en octava posición entre sus socios comerciales. La relación es todavía menos significativa para EEUU porque Rusia representó menos del 1% de su comercio exterior en 2008. Además, Rusia lleva desde 1993 tratando de ingresar en la OMC sin conseguirlo y Moscú ha venido acusando a Washington de ser el responsable de la demora en su adhesión a dicha organización, si bien recientemente EEUU parece dispuesto a apoyar de forma efectiva dicha incorporación. Tras una conversación telefónica entre Obama y Medvedev, ambas partes declararon que las negociaciones bilaterales entre ambos países para el ingreso de Rusia en la OMC habían concluido.
El logro más importante en esta nueva etapa en las relaciones entre Moscú y Washington ha sido la firma en Praga el 8 de abril de 2010 de un nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START), que reemplazará al Tratado de 1991 (el cual había dejado de estar en vigor el 5 de diciembre de 2009) y al Strategic Offensive Reduction Treaty (SORT), de 2002. El nuevo START tiene una gran importancia política como símbolo de esta nueva era en las relaciones entre las dos antiguas superpotencias, aunque es relativamente modesto en alcance, ya que reduce en solo un 30% el número de armas nucleares estratégicas desplegadas por cada parte y no resuelve el problema de la vinculación entre las armas ofensivas y defensivas (sistema de defensa contra misiles). Los rusos, que temen que estos sistemas puedan limitar su capacidad estratégica ofensiva, querían que este vínculo quedara recogido en el cuerpo del tratado para garantizar jurídicamente esa vinculación, pero EEUU se negó, alegando que el Senado no lo aprobaría, con lo que solo ha quedado una mención en el Preámbulo.
Tras la firma del Tratado (que se aplica provisionalmente desde su firma), los presidentes Obama y Medvedev han hablado de tratar de sincronizar los respectivos procesos de aprobación parlamentaria. Del lado norteamericano se necesitará contar con 67 votos favorables en el Senado. Pero es difícil que se logre la aprobación por el Congreso antes de las elecciones de noviembre de 2010. La oposición Republicana acusa al presidente Obama de haber hecho demasiadas concesiones a los rusos (entre ellas la anulación del proyecto de despliegue del sistema de defensa contra misiles en Polonia y la República Checa) sin obtener las correspondientes contraprestaciones. De hecho, la obsesión de los Republicanos por privar al presidente Obama de este éxito, es la principal amenaza existente a la ratificación de este trascendental Tratado.
No hay duda de que el clima de las relaciones entre Washington y Moscú ha mejorado notablemente. Un ejemplo es la forma como ambas partes se comportaron cuando Washington expulsó en julio de 2010 a 10 personas presuntamente implicadas en labores de inteligencia a favor de Rusia. Se aprecia una colaboración real en temas como Irán y Afganistán. El 22 de septiembre de 2010, el presidente Medvedev firmó un decreto vetando la entrega de misiles S –300 a Irán. Incluso Washington y Moscú hablan de colaborar en un tema tan sensible como la defensa contra misiles la secretaria de Estado Hilary Clinton declaró, al término de una reunión en Nueva York entre el ministro de Asuntos Exteriores ruso Lavrov y sus homólogos de la OTAN en 2011, que "a largo plazo, Rusia y la OTAN deberían de trabajar juntos para desarrollar una arquitectura de defensa contra misiles conjunta"). Se ha filtrado además que el secretario de Defensa Robert Gates ha llegado a sugerir a su homólogo ruso Anatoly Serdyukov, durante una reciente visita de éste a Washington, que Rusia colabore militarmente en la lucha contra los talibán en Afganistán y que suministre a las fuerzas armadas norteamericanas aviones de transporte estratégico An –124 y helicópteros Mi –17.
Hay una "buena química" entre los presidentes Medvedev y Obama. Medvedev no solo ha viajado recientemente al Silicón Valley para estudiar el modelo de desarrollo de industrias de alta tecnología sino que ha alabado también el modelo norteamericano de colaboración tecnológica entre el gobierno y el sector privado a través de la agencia DARPA, dependiente del Pentágono. Rusia quiere conocer la experiencia norteamericana sobre la modernización y organización de las fuerzas armadas y de la policía.
Pero esto no debe ocultar que se mantienen todavía discrepancias entre Washington y Moscú en toda una serie de temas, muy especialmente en lo que respecta al espacio post –soviético y la seguridad europea. Como ha escrito Dimitri Trenin, la idea de un "gran arreglo" en el que Washington permitiera que Moscú dominase a los países de la antigua Unión Soviética y reconociese su interés exclusivo sobre el espacio post –soviético a cambio de apoyo en temas como Afganistán u Oriente Medio es una quimera. La noción de un nuevo tratado de seguridad en Europa que bloqueara formalmente nuevas ampliaciones de la OTAN no parece aceptable para los aliados Occidentales, por más que dicha ampliación se encuentre, por el momento, congelada.
El popularmente conocido con "escudo antimisiles" había sido motivo de enfrentamiento entre Bush y Vladimir Putin en 2007, cuando los EEUU decidieron instalar un radar en la República Checa y misiles interceptores en Polonia, algo que Rusia consideraba que debilitaba su capacidad de disuasión nuclear.
Rusia pretendía el desarrollo conjunto de un sistema único, en el que hubiese un intercambio pleno de información y una asignación sectorial de responsabilidades (es decir, que un misil intercontinental en vuelo desde, por ejemplo, Corea del Norte, con destino a un país del Este de Europa, fuese detectado y derribado por Rusia). Con ello, además de contribuir al aumento de la confianza mutua, el Kremlin se aseguraba que no se desplegaran elementos del escudo cerca de sus fronteras, que pudieran ser usados contra ellos.
Con esas premisas, la primera fase del escudo de la OTAN contempla el despliegue de buques dotados con el sistema AEGIS y el misil SM-3 en el Mediterráneo Oriental, que precisamente tendrán su base en Rota (ESPAÑA), conforme al acuerdo alcanzado el pasado octubre, así como la instalación de un radar en el sureste de Turquía, en teoría para detectar lanzamientos desde Irán. En siguientes fases se instalarán misiles interceptores en Rumania y Polonia, países que ya han dado su visto bueno a albergar esas instalaciones.
Es decir, que mientras las negociaciones con Rusia se estancaban, el desarrollo del sistema de la OTAN seguía su rumbo independiente, con lo que las autoridades rusas protestaban al verse ante lo que denominaban una "política de hechos consumados". Como última solución, Rusia aceptaba el planteamiento aliado siempre que se le diese una garantía por escrito sobre que el sistema no sería utilizado contra su capacidad nuclear, y que esa garantía fuese jurídicamente vinculante.
Tras muchas negociaciones, el Presidente Medvedev ha renunciado el 23 de noviembre a alcanzar un acuerdo, y en una solemne declaración en la televisión pública rusa ha afirmado que los principios de igualdad, indivisibilidad de la seguridad, confianza mutua y predictibilidad en las relaciones no han sido respetados por los EEUU y algunos otros miembros de la OTAN, y que, aunque no renuncia a continuar las negociaciones en este ámbito, ha dado orden de:
Poner en alerta de combate el radar de detección de ataques de misiles de Kaliningrado.
Disponer las defensas aéreas y espaciales de Rusia para cubrir y proteger las armas estratégicas nucleares rusas.
Dotar a los nuevos misiles balísticos estratégicos rusos de sistemas avanzados de penetración de las defensas antimisil y de las nuevas cabezas de guerra.
Diseñar medidas para poner fuera de servicio los sistemas de protección de los misiles y sus sistemas de guiado.
Si las medidas anteriores fueran insuficientes, la Federación Rusa desplegará modernos sistemas de armas ofensivos en el sur y oeste del país, capaces de penetrar el ABMD de los EEUU en Europa, desplegando misiles "Iskander" en Kaliningrado.

La respuesta estadounidense no se ha hecho esperar, y el mismo día 23 el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Tommy Vietor, ha declarado que aunque para los EEUU sigue siendo una prioridad la cooperación con Rusia en este ámbito, en ningún caso van a limitar o cambiar los despliegues previstos en Europa para satisfacer a Moscú.
Siendo todo ello grave, lo peor podría estar por venir, porque Medvedev también declaró en su comparecencia pública que si la situación sigue evolucionando en contra de los intereses rusos, ellos se reservan el derecho de variar sus compromisos en materia de desarme. En particular, afirmó que "dada la unión intrínseca entre las armas estratégicas ofensivas y defensivas, podrían surgir las condiciones para nuestra retirada del nuevo Tratado START III, y ésta es una opción permitida por el Tratado".
Un funcionario de defensa Ruso afirmo hace 30 días: "El lanzamiento del novísimo misil de combustible sólido RS-26, que está siendo desarrollado actualmente con el nombre convencional de Rubezh, podría realizarse antes de finales de año", declaró el funcionario a la agencia rusa RIA Novosti.
Añadió que en los próximos años el misil se sumará a los sistemas Yars y Tópol-M, que ya se encuentran al servicio de las tropas rusas de misiles estratégicos.
Asimismo, destacó que las características del RS-26 Rubezh por el momento se mantienen en secreto. Este sería el quinto lanzamiento del misil, descrito en su momento como el 'asesino del escudo antimisiles de EE.UU'.
El pasado 6 de setiembre el Rubezh realizó con éxito su cuarta prueba en el cosmódromo de Kapustin Yar, en la provincia meridional de Astracán, desde una lanzadora móvil; el primer regimiento provisto de estos misiles verá su despliegue en 2014.
Por su parte, el viceprimer ministro ruso, Dmitri Rogozin, destacó entonces que "ni la defensa antimisiles estadounidense actual ni las futuras serán capaces de impedir que este misil alcance su objetivo".
Putin encabeza las protestas en el seno de la ONU y la UE contra el despliegue por parte de EE.UU. de armas nucleares en 3eros países cerca de las fronteras Rusas.

Las relaciones con la UE

Desde la ampliación a 27, Rusia es el mayor vecino de la UE, con 2.200 kilómetros de frontera. Cinco Estados miembros de la Unión tienen frontera común con ella. Rusia se ha convertido en el primer suministrador energético de la UE; en 2007 suministró el 42% del gas, el 33% del petróleo y el 25% del carbón consumido por ésta. Por su parte, el 70% de las exportaciones de gas y petróleo de Rusia van a Europa. Más del 50% del comercio exterior ruso se realiza con la Unión y ya es el tercer socio comercial de la UE, tras EEUU y China. El volumen total de comercio en 2008 superó los 278.000 millones de euros. El 70% de la inversión directa extranjera en Rusia procede de la UE.
Las relaciones entre la UE y Rusia se rigen por el Acuerdo de Cooperación y Partenariado (ACP), firmado en 1994 y entrado en vigor en 1997, con una vigencia inicial de 10 años. Desde diciembre de 2007 está siendo prorrogado anualmente. Como consecuencia del retraso en la adhesión de Rusia a la OMC, en la Cumbre de San Petersburgo de mayo de 2003 ambas partes decidieron impulsar la cooperación en cuatro áreas denominadas "Los Cuatro Espacios Comunes": (1) económico; (2) de libertad, seguridad y justicia; (3) de seguridad exterior; y (4) de investigación y educación, incluyendo aspectos culturales. En mayo de 2005 se aprobaron unas "Hojas de Ruta" para impulsar la acción en los cuatro Espacios Comunes.
El objetivo del "Espacio Económico" es la creación de un mercado entre la UE y Rusia abierto y la integración de las respectivas economías. En la Cumbre de Estocolmo de noviembre de 2009 se lanzó el llamado "Partenariado para la Modernización" cuyo fin es ayudar a Rusia a modernizar su estructura productiva y diversificar su economía, haciéndola menos dependiente de la producción de hidrocarburos y minerales. La parte europea pone especial énfasis en las "instituciones", en el sentido de que la modernización de la economía rusa deberá venir de la mano de las inversiones extranjeras y la transferencia de tecnología, pero ello requerirá un reforzamiento de la seguridad jurídica y de las garantías legales así como la eliminación de las barreras proteccionistas que impiden la creación de industrias competitivas internacionalmente. La UE cree que sería muy conveniente que Rusia se incorporase a la OMC y adoptase los estándares reconocidos internacionalmente (preferentemente que incorpore gran parte del "Acervo Comunitario"). Aunque esta iniciativa todavía está en sus estadios iniciales, puede llegar a tener una gran importancia en las relaciones entre Rusia y la UE, sobre todo si se plantea como una amplia cooperación para ayudar a reformar y modernizar las estructuras productivas e institucionales rusas y no se limita a intentar promover una simple transferencia de tecnología.
En el ámbito de la energía, debido a los contenciosos sobre el gas entre Rusia y Ucrania, los suministros por parte de Gazprom a los países europeos quedaron temporalmente interrumpidos en enero de 2006 y enero de 2009, causando graves daños a las industrias y a los consumidores de esos países. Como consecuencia, la reputación de Rusia como suministrador sufrió un grave daño y ha provocado que los países europeos traten de diversificar sus fuentes de suministro. Por otra parte, existe incertidumbre en materia de inversiones tras la renuncia rusa a aplicar la Carta de la Energía.
En el Espacio de Libertad, Seguridad y Justicia, el aspecto más importante y sensible es el relativo a los movimientos de personas. Rusia considera humillante que sus ciudadanos tengan que obtener un visado para viajar a los países de la UE (Zona Schengen) y trata de lograr la eliminación de este requisito lo antes posible. Por parte de la UE, la opinión de los Estados miembros está dividida sobre este tema siendo los más favorables aquellos países que, como España, reciben un gran número de turistas rusos. Por parte europea se da prioridad a la readmisión por Rusia de inmigrantes ilegales y a la eliminación de trabas administrativas a la presencia y movimientos de sus ciudadanos en Rusia (requisito del registro, dificultades en la obtención de permisos de trabajo y residencia).
En lo referente a los Derechos Humanos, existe un diálogo (no fácil) entre Rusia y la UE. Rusia es el país miembro del Consejo de Europa (CE) contra el que más casos se presentan ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) –la mayoría de las veces en relación con actuaciones de las fuerzas del orden en la región del Cáucaso Norte –. Ha ratificado recientemente el Protocolo 14 al Convenio Europeo de Derechos Humanos (CEDH), lo que ha permitido la entrada en vigor del mismo y la agilización en los procedimientos del referido Tribunal. Sin embargo, es el Único Estado miembro del CE que no ha ratificado el Protocolo nº 6 al CEDH sobre abolición de la pena de muerte, aunque desde hace más de 15 años tiene establecida una moratoria en su aplicación.
En el Espacio Común de Seguridad Exterior, hay un amplio diálogo sobre los principales temas de la agenda internacional, aunque no siempre las posiciones son coincidentes. Más problemática es la relación en lo que se denomina "Common Neighbourhood" (Buena vecindad), es decir, los países que se encuentran situados entre Rusia y la UE. Moscú ve con gran recelo la iniciativa de la UE del llamado "Partenariado Oriental" que tiene por objeto ayudar a la estabilización política y económica y a la democratización de países como Ucrania, Georgia, Moldavia, Armenia y Azerbaiyán. Los rusos creen que la UE trata de inmiscuirse en su "patio trasero" y de impedir que Rusia ejerza su influencia mediante la integración económica (la UE está negociando acuerdos de librecambio con algunos de esos países).
Otra área de interés es la cooperación en el ámbito de la gestión de crisis. La experiencia de colaboración es positiva pero Rusia quiere participar en las operaciones de gestión de crisis sobre una base de igualdad y codecisión. Por ello, ha propuesto la conclusión de un acuerdo –marco con la UE que recoja esos principios. Por su parte, la UE quiere preservar su autonomía en la dirección de este tipo de operaciones.
En el Espacio de Investigación y Educación, incluyendo Aspectos Culturales, la cooperación es intensa. Rusia es el país no miembro más activo dentro de los Programas Marco de Investigación y Desarrollo Tecnológico y ha expresado su deseo de participar en el 7º Programa Marco. En el ámbito de la educación, los objetivos de la cooperación con Rusia son, para la UE, facilitar la movilidad académica a través de la compatibilidad de títulos académicos, modernización de los programas educativos y el alineamiento progresivo de Rusia con el Proceso de Bolonia.

Negociación de un nuevo acuerdo UE –Rusia

En julio de 2008 se iniciaron las negociaciones para concluir un nuevo acuerdo que sustituya al ACP de 1997. La UE desea llegar a un acuerdo de carácter global que abarque todos los ámbitos de cooperación incluidos en los cuatro Espacios Comunes. En el terreno económico, el objetivo es el establecimiento de una zona de librecambio ampliada que abarque sustancialmente todos los intercambios (de bienes, servicios y capitales) y cuente con un componente importante de convergencia normativa y de cooperación económica. Condición previa e indispensable para ello es el ingreso de Rusia en la OMC. A lo anterior se añadiría la cooperación en el sector de la energía, consagrando en el acuerdo los principios de la Carta de la Energía y su Protocolo de Tránsito.
Por su parte, Rusia tiene un planteamiento mucho menos ambicioso, ya que propugna la negociación de un acuerdo –marco, complementado con acuerdos sectoriales en las áreas que más le interesan: movimiento de personas, lucha contra la delincuencia, cooperación tecnológica dentro del "Partenariado para la Modernización", cooperación en el terreno de la seguridad y la gestión de crisis.
Se han celebrado ya 10 rondas negociadoras y, aunque se ha progresado en algunas áreas, la negociación de la parte económica no avanza debido a la incertidumbre sobre la adhesión de Rusia a la OMC y las consecuencias de la constitución de la Unión Aduanera entre Rusia, Bielorrusia y Kazajistán.
Rusia no considera todavía que la UE esté lo suficientemente madura como para convertirse en un interlocutor indispensable sobre los principales temas de la agenda internacional, porque la considera "débil" y poco operativa. Prefiere por ello relacionarse directamente con los países europeos más importantes y en ese sentido tiene especial significación su relación con Alemania (y en menor medida con Francia o Italia) y, más recientemente, su inicio de "reconciliación" con Polonia aprovechando los dramáticos acontecimientos ocurridos en el aniversario de la matanza de Katyn (esta aproximación entre Moscú y Varsovia puede tener además efectos positivos en las relaciones entre Rusia y la UE).
Pero la realidad es que la relación con la UE es muy importante para Rusia y, por ello, Moscú debería prestar mucha más atención a la conclusión de un nuevo acuerdo con la Unión que regule las relaciones para las próximas décadas. El acuerdo debería prever el establecimiento a medio plazo de una zona de librecambio ampliada entre la UE y Rusia, una vez que ésta haya ingresado en la OMC y en la OCDE, la cooperación en los terrenos tecnológico y energético, la intensificación de los intercambios académicos y la supresión del requisito de los visados para las estancias temporales, lo que facilitaría mucho los contactos entre personas, clave para dar a la relación la dimensión humana que debe ser un elemento central de esas relaciones. Para la UE, la construcción de una relación realmente estratégica con Rusia debe ser una de las máximas prioridades, por más que la tarea no sea fácil ni sencilla.

La OTAN, Rusia y la seguridad europea

En la cumbre de la OTAN en Lisboa, en el 2010 y dentro de los acuerdos de la NATO – Rusia Council (Concertación Rusia – OTAN) se hizo público un comunicado conjunto, según el cual los Estados participantes desean comenzar una nueva etapa de cooperación hacia una verdadera asociación estratégica. Las relaciones Rusia – OTAN han pasado por numerosos desafíos desde la caída del muro de Berlín en 1989.
Los dirigentes soviéticos tuvieron que jugar un papel relevante durante las negociaciones de reunificación alemana. En ella se abordó una cuestión especialmente trascendente para la URSS: el compromiso que los mandatarios norteamericanos asumieron de que la OTAN no se expandiría hacia el este, no verificable al no haberse plasmado por escrito.
Fue entonces intención soviética (y luego rusa) el convertir a la Conferencia para la Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) en el centro de la coordinación y del proceso de la decisión para las cuestiones de seguridad en la región, con el argumento a favor de su "inclusividad" frente a una OTAN que agrupaba tan sólo a 16 de los 35 participantes en la CSCE, y en la que todos los estados miembros se encontraban adecuadamente representados, con la regla del consenso en el proceso de la decisión. Esto daba a Rusia capacidad de veto, en consonancia con el estatus de gran potencia que aspiraba a mantener, en contraste con las decisiones adoptadas en otras organizaciones regionales en la que Rusia no participaba, como la propia OTAN con EEUU a la cabeza y la Comunidad Europea.
Sin embargo, y a pesar de que ya no existía el enemigo frente al cual se creó, la OTAN lejos de desaparecer siguió desempeñando un papel clave en la región con la formulación de un nuevo Concepto Estratégico. En él, la Alianza asumía nuevas funciones, como la cooperación y el diálogo político, que se unían a su tarea básica, la de la defensa colectiva. Pero lo más significativo fue que en el proceso la agonizante URSS (y dos meses después la nueva Federación Rusa) quedaba de facto excluida del principal ámbito de discusión de la seguridad Euro-atlántica.
El presidente Clinton, que desde su toma de posesión en enero de 1993 hasta finales de ese año había prestado atención principalmente a las consecuencias de la crisis económica, comenzó a plantear en 2004 que "la cuestión ya no es si la OTAN admitirá nuevos miembros, sino cuando y como". Las razones de este cambio parecieron ser la posición de superioridad de los EEUU en todos los ámbitos con respecto a Europa y Rusia, que les permitía seguir su propia agenda sin consultarles, y la necesidad de Clinton de demostrar que mantenía el liderazgo en el mundo post-Guerra Fría.
El modo de avanzar hacia la integración de los países del Centro y del Este de Europa en la OTAN fue la creación del programa "Partnership for Peace" (Compañeros por la paz) por la que se establecían programas de cooperación bilateral con un gran componente militar. El objetivo de este programa era facilitar la cooperación militar con la OTAN a aquellos países que desearan intervenir en la seguridad internacional o, en su caso, ingresar como miembros de pleno derecho. Rusia ha participado en el PfP desde el 22 de junio de 1994, mostrando así su apoyo a la iniciativa casi desde el principio.
El inicio de los planes de ampliación supuso un punto de inflexión para los dirigentes rusos. La primera guerra de Chechenia fue desastrosa para el gobierno de Yeltsin y los planes de expansión de la OTAN hacia oriente continuaron su avance sin que Rusia pudiera hacer nada por impedirlo.
En 1997 ya que se percibía como inevitable, la incorporación a la OTAN de Polonia, República Checa y Hungría.
Estas preocupaciones no harían sino incrementarse con la crisis de Kosovo y la campaña de bombardeos de la OTAN (24 de marzo-11 de junio de 1999) contra la República Federal de Yugoslavia. El mandato presidencial de Yeltsin finalizó con las tropas rusas integradas tanto en las fuerzas de estabilización (SFOR en sus siglas en inglés), que había reemplazado a la IFOR en 1996 en Bosnia-Herzegovina y la KFOR en Kosovo.
Las relaciones entre Rusia y la OTAN en el periodo presidencial de Putin se iniciaron con el déficit de la desconfianza mutua causado por la guerra de Kosovo y la primera ampliación al este de la OTAN.
A pesar de implementar espacios de dialogo y consulta, las relaciones entre Rusia y la OTAN empeoraron considerablemente a partir de 2003-04, en gran parte afectadas por los problemas bilaterales entre Rusia y los EEUU. Así, se sucedieron los siguientes eventos:
Retirada de las tropas rusas de la SFOR en junio y de la KFOR en julio de 2003, renunciando de ese modo a su influencia en los Balcanes Occidentales.

La entrada en la OTAN en marzo de 2004 de las tres Repúblicas Bálticas Estonia, Lituania y Letonia) con las que Rusia mantenía diversos contenciosos, en el marco de una gran ampliación hacia el este de siete naciones.

La sustitución de Igor Ivanov también en marzo de 2004 por Sergey Lavrov, anterior embajador ruso ante la ONU, y cuya postura era bastante menos conciliadoras con Occidente que las de su predecesor.

Por otra parte, y si la entrada de los bálticos en la OTAN en 2004 fue una causa de tensión, el deseo expresado por las autoridades georgianas y ucranianas que asumieron el poder tras sus respectivas "revoluciones de colores" de incorporarse encendió todas las alarmas en Rusia, en el caso de Georgia por la situación de Abjasia y Osetia del Sur, y en el caso de Ucrania por los vínculos históricos entre ambas naciones y la situación de Crimea.
En este sentido Lavrov dejó claro que una nueva expansión de la OTAN hasta las fronteras de Rusia retrotraería las relaciones a los tiempos de la Guerra Fría y sólo serviría para causar antagonismo. Añadió que no hay justificación para una nueva ampliación, ya que no conduce a la creación de un espacio de seguridad común, y avisó a las antiguas repúblicas soviéticas que su incorporación a la OTAN dañaría sus lazos con Rusia.
Por su parte, y tras entrevistarse el 7 de marzo de 2008 en Alemania con Ángela Merkel, el presidente Putin acusó a la OTAN de tener por objetivo reemplazar a la ONU y alertó del creciente potencial de conflicto. En una entrevista publicada el 10 de marzo del mismo año, el representante ruso ante la OTAN, Dmitry Rogozin, emitió un nuevo aviso contra la incorporación de las antiguas repúblicas soviéticas de Ucrania y Georgia a la Alianza Atlántica.
Aunque no cabe duda del peso que tiene en estos argumentos la situación de dependencia energética que tiene Alemania respecto a Rusia, esa postura es cada vez más común entre los aliados europeos, como quedó de manifiesto en la cumbre de la OTAN en Bucarest en abril de 2008, en la que a pesar del presión de los EEUU no prosperó la iniciativa de invitar a las dos ex Repúblicas Soviéticas a incorporarse a la OTAN.
Sin entrar en demasiados detalles de la nueva etapa política rusa que se abrió con el nombramiento de Medvedev como nuevo presidente en mayo de 2008, sí que cabe destacar su propuesta de junio de 2008 en Berlín de un nuevo tratado de seguridad paneuropeo.
Poco después, la firme reacción rusa al ataque de Georgia contra la provincia separatista de Osetia del Sur, puso en evidencia la reafirmación de Rusia como gran potencia. Aunque la airada reacción occidental a la breve guerra de agosto supuso el nadir de sus relaciones con Rusia, en especial en lo referido a la OTAN, los factores del entorno de las relaciones OTAN-Rusia no han dejado de mejorar para la Federación desde entonces:
En el entorno post-soviético, con la victoria de Víctor Yanukovich en las presidenciales ucranianas de enero de 2010, que ha permitido alcanzar nuevos acuerdos sobre la base naval de Sebastopol y los precios del gas.
En el entorno euro-atlántico, con la nueva administración Obama en los EEUU desde enero de 2009 (y su "puesta a cero" de las relaciones con Rusia)2, la suspensión sine die de la ampliación de la OTAN a Ucrania y Georgia, y la entrada en vigor en 2009 del "Tratado de Lisboa" de la UE.

La previsión es que estos cambios consoliden el estatus de gran potencia de Rusia y le permitan, en el plano interno, afrontar las consecuencias de la nueva crisis económica y llevar a cabo el gran proyecto nacional de Medvedev: la modernización del país, para lo cual precisa especialmente del fortalecimiento de su relación simbiótica con la UE, pero también reducir el nivel de enfrentamiento político con la OTAN.
Desde el gobierno actual de Putin en 2012 ha la actualidad se han profundizado las diferencias debido a intransigencias especialmente de parte de los EEUU y la UE. El secretario general de la OTAN Anders Fogh Rasmussen declaró hoy que el escudo de defensa antimisiles para Europa, EuroDAM, protegerá a la población de todos los países miembros de la alianza atlántica a partir de 2018.

Actitud de Rusia

Los intereses Rusos están realmente amenazados, su histórica zona de influencias ha sido asediada y penetrada. La guerra de 1999 contra Yugoslavia fue la primera operación fuera del área histórica de la OTAN, con la guerra en Afganistán transformaron la OTAN en una maquinaria bélica de alcance global. En los últimos 10 años desde 1999, la OTAN ha sumado doce nuevos miembros: Albania, Bulgaria, Croacia, la República Checa, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia, todos ellos en Europa Oriental, nueve de ellos ex miembros del Pacto de Varsovia, tres ex repúblicas soviéticas y dos ex repúblicas yugoslavas a lo que se suma la amenaza de incorporar a Ucrania y Georgia.
De ahí que el gobierno de Tiflis, se esfuerce en hacer méritos ante la Alianza y arremeta contra los territorios que, por disímiles motivos, prefieren permanecer cerca de Rusia. Pero no sólo Estados Unidos tiene protagonismo en el estímulo a las acciones de las autoridades de Tiflis. Ya habíamos señalado que otras potencias de la OTAN le acompañan, Alemania, por ejemplo, conduce entrenamientos militares para las fuerzas armadas de Azerbaiyán y de Georgia, in situ y en sus polígonos militares y se ha mantenido haciéndolo, a pesar de que conoce que Georgia puede reasumir las hostilidades armadas contra Osetia del Sur y Abjasia y que en Azerbaiyán se libra desde hace mucho tiempo un sangriento conflicto en Alto Karabaj (Nagorno Karabaj), conflictos que para nada están congelados.

La nueva Estrategia Rusa de Seguridad Nacional

Puesta en vigor por la orden presidencial Nº 537 del 12 de mayo de 2009 no sólo rechaza la ampliación de OTAN hacia las fronteras de la federación, sino que desarrolla un grupo de medidas defensivas coherentes en virtud de un programa completo, multilateral y objetivo de acciones que involucran al Estado, la economía y hasta los ciudadanos. Esta estrategia se opone, de paso, a los procesos secesionistas en el país, establece los intereses nacionales de la Federación Rusa y las prioridades estratégicas nacionales, incluye el incremento de la calidad de la vida de los ciudadanos y las vías para conseguirlo, consultada en ruso en el sitio Georgia tiene cerca de un centenar de instructores militares alemanes en Kritsanisi, comprometidos con el entrenamiento militar del ejército georgiano en sus propias doctrinas militares.
El estacionamiento de tropas, aviones de guerra y bases norteamericanas y de la OTAN en Asia Central, en los territorios de Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán avivó las llamas. Ahora existe el peligro real de que incursionen en el Cáucaso de la mano de Saakashvili y en el Mar Negro acompañados por Yuschenko. Estos peligros están latentes y estas acciones son innecesarias, por lo que la presencia norteamericana y de sus aliados en la región preocupan mucho a Moscú.
El 20 de febrero de 2012, el primer ministro y actual presidente electo de Rusia, Vladimir Putin, publicó un artículo en el diario ruso Rossiiskaya Gazeta, en el cual detalló su propuesta para fortalecer las fuerzas armadas de su país. Si bien el artículo fue escrito antes de ganar las elecciones presidenciales, se puede considerar como un referente para vislumbrar los temas que podrían guiar la política exterior rusa en los próximos años. Este artículo es además un ejemplo del populismo electoral de Putin, quien se muestra como un asiduo defensor de la madre patria y de las fuerzas armadas.
La propuesta de Putin se centra en reposicionar a Rusia como una potencia militar moderna. Para ello, propone los siguientes objetivos: profesionalizar las fuerzas armadas, impulsar la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías militares y basar el poderío ruso en brigadas de respuesta rápida. De manera complementaria, Putin plantea luchar contra la corrupción dentro del establecimiento militar, propiciar la inversión privada en la industria de armas y reformar el servicio militar. Con sólo leer las propuestas de Putin queda claro que sus metas son altamente ambiciosas y de ningún modo inmediatas.
Para ello, en el transcurso de esta década, el Estado ruso invertirá alrededor de 23 trillones de rublos rusos en sus fuerzas armadas. Para poner en perspectiva esta cifra, de acuerdo al Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo el presupuesto de defensa ruso en el año 2010, hace menos de dos años, era de 52,586 millones de dólares, lo cual representó más del 4 por ciento del producto bruto interno ruso. En palabras de Putin, esta inversión buscará compensar el abandono que sufrió el sector defensa luego de la caída de la Unión Soviética. No obstante, considerando los problemas estructurales que arrastra Rusia desde el fin de la década de los 80, cabe preguntarse si esta inversión habría podido tener un mejor impacto en modernizar las instancias del Estado ruso.
Cabe recalcar que en las primeras líneas del artículo, Putin enfatiza la protección de las reservas energéticas de Rusia, las cuales incluyen las mayores reservas probadas de gas natural a nivel mundial. Dichos recursos, así como la red de gaseoductos de gas natural que unen a Rusia con Europa y posibles exploraciones en el Océano Ártico, serán resguardadas con celo por el gobierno ruso. Es justamente esta gélida parte del globo, la que podría convertirse en la nueva frontera de exploración petrolera y gasífera, lo cual ha creado gran expectativa entre los países árticos, que incluyen a Canadá, Estados Unidos, Finlandia, Islandia, Noruega, Suecia, además de Rusia. Contar con una presencia naval imponente en esta zona será una prioridad para el Kremlin.
Por otro lado, los recientes acontecimientos en el Medio Oriente y en especial en Siria, han vuelto a poner sobre el tablero la posición de Rusia en contra de cualquier tipo de intervención militar, tal y como sucedió en Libia. Putin argumenta que estas acciones van en contra de los principios de derecho internacional, léase infringir la soberanía de regímenes como el de Bashar al-Assad, para evitar la cruel represión de su población. Rusia y China votaron en contra de una resolución de la Naciones Unidas que exhortaba a Siria a terminar con la violencia en Homs y pedía al presidente sirio abandonar su cargo. Uno de los principales factores que contribuyeron a esta decisión, fueron los fuertes lazos diplomáticos y militares entre Rusia y Siria, siendo este último el único país en el Medio Oriente que actualmente ostenta una base naval rusa en la ciudad portuaria de Tartus.
En los últimos años se podría considerar como el punto más álgido entre el Kremlin y Occidente la guerra del 2008 entre Rusia y Georgia por Osetia del Sur y Abjasia. Dicha acción del gobierno ruso demuestra que su retórica anti-intervención no llega muy lejos. Recientemente, el domingo 25 de marzo de 2012, Osetia del Sur organizó elecciones presidenciales, con el apoyo de Rusia y el rechazo de Georgia y Estados Unidos. En los próximos años, esta parte del Cáucaso, continuará generando fricciones y mantendrá en alerta a las fuerzas armadas rusas. Por otro lado, es importante resaltar que uno de los primeros retos que tuvo el ejército ruso en la década de los 90 se originó en el Cáucaso. Fue en esta región, durante el conflicto con Chechenia en diciembre de 1994, dónde a pesar de su superioridad militar, Rusia no pudo someter a las fuerzas separatistas chechenas. Los actos terroristas que se originaron tras estos eventos han sido una constante amenaza para Rusia, a pesar de que en el 2009 se declaró oficialmente el fin de la lucha separatista chechena. Putin reconoce esta situación en su artículo y arguye que el terrorismo seguirá siendo una preocupación para las fuerzas armadas.
Es necesario tomar en cuenta las protestas internas en Moscú, las mismas que posiblemente han influenciado la decisión de Putin de reinsertar el nacionalismo y la rivalidad con Estados Unidos en la agenda política. Mientras tanto Bruselas, Washington y Pekín, seguirán muy de cerca los pasos que de Rusia, posiblemente reviviendo los antiguos fantasmas de la carrera armamentista de la guerra fría. Esperemos que el ejército ruso no llegue a ejercitar su poder y más bien se convierta en una pieza clave en el equilibrio geopolítico de Asia.
El dossier nuclear iraní

La posición de Rusia en relación con el empeño del gobierno iraní de controlar el ciclo completo del combustible nuclear (lo que podría dar paso a la producción de armas atómicas) corre en paralelo con la evolución de las relaciones entre Moscú y Washington, especialmente tras la evolución positiva de estas relaciones con la llegada a la Casa Blanca del presidente Obama y la "reconfiguración" (reset) de las referidas relaciones. En aras de ese reset, Moscú (y muy en particular el presidente Medvedev), se han mostrado dispuestos a sacrificar en parte sus intereses económicos en Irán (centrados sobre todo en los suministros de armamento y la construcción de centrales nucleares) y sus relaciones políticas con Teherán. Hay que tener en cuenta que el acuerdo para la construcción de la central nuclear de Bushehr data de 1992, complementado por otro de 1995. La central debía de haber entrado en servicio en 2007 pero su puesta en marcha (incluyendo la carga del combustible en el reactor) solo se ha producido el 21 de agosto de 2010.
El 23 de septiembre de 2010 el presidente Medvedev firmó un decreto por el que se ponen en marcha las sanciones aprobadas por Naciones Unidas (centradas en la prohibición de entrada y la prestación de servicios financieros y técnicos conectados con el sector nuclear iraní) y además se suspende la entrega a Irán de Misiles S –300, de otros sistemas de defensa aérea, aviones de combate, vehículos blindados, helicópteros y naves de guerra. Medvedev contradecía así las afirmaciones del propio ministro de Asuntos Exteriores Sergei Lavrov y altos mandos militares que afirmaban que el sistema S –300, por su carácter puramente defensivo, no estaba incluido en las sanciones aprobadas por el Consejo de Seguridad (que han generado un problema comercial y diplomático por negarse Rusia a entregar en tiempo y forme estos sistemas vitales para la defensa aérea Iraní).
La reacción del gobierno iraní ha sido muy dura, acusando a los rusos de ruptura e incumplimiento de contrato y amenazándoles con llevar el caso ante un tribunal arbitral. En Moscú se teme que el vacío dejado por Rusia como suministrador de armamento a Irán sea llenado por China. Por otro lado, los rusos han manifestado su profundo malestar por el hecho de que EEUU y la UE hayan decidido unilateralmente adoptar medidas contra Irán que van más allá de las aprobadas por el Consejo de Seguridad.
Putin ha reabierto el dialogo y se han ofrecido sistemas de armas alternativos y se continua la cooperación en el ámbito tecnológico – nuclear.
En la reciente crisis Siria, Rusia e Irán han cooperado de manera armónica y han pasado a transformarse en la vos cantante contra las amenazas de EEUU de lanzar ataques contra el régimen Sirio.

Las relaciones con China

China es el país que plantea un desafío estratégico y de seguridad más importante para Rusia. La penetración de población china en las zonas adyacentes a su frontera norte (casi despobladas) puede resultar imparable. En 1990 el PIB de ambos países era aproximadamente igual en términos absolutos. Pero en 2010 el PIB de China fue casi cuatro veces mayor que el ruso y el gran desequilibrio se ha producido en poco más de una década.
Los intercambios oscilan entre los 54.000 y los 56.000 millones de dólares. Rusia ha sido en ese período el mayor suministrador de armas de China, si bien el avance tecnológico chino hace ya a ese país menos dependiente de las exportaciones de armas rusas. No hay que olvidar que Pekín se ha negado a reconocer la independencia de Osetia del Sur y Abjasia, marcando una línea que han seguido los demás miembros centroasiáticos de la OCS.
Las relaciones están en un muy buen momento, programas amplios de cooperación energéticos, industriales y defensivos avanzan a buen ritmo y generan confianza mutua, además de los lógicos beneficios financieros. Los mayores ejercicios militares desde la caída del muro de Berlín son operaciones combinadas con el gigante amarillo, generando políticas comunes en algunas áreas.
China es el segundo cliente de la industria militar rusa y es un socio confiable en operaciones comerciales e industriales. Recordemos que China es una potencia nuclear y un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.

Afganistán

Rusia sigue con mucha atención la situación en Afganistán, país que considera dentro de su esfera de intereses vitales (extremismo islámico, terrorismo, narcotráfico y proximidad a las zonas productoras de hidrocarburos como Irán, Golfo Pérsico, Asia Central y Mar Caspio).
La posición de Moscú con respecto a la operación de la OTAN en ese país (ISAF) y de la coalición internacional liderada por EEUU es ambivalente: por un lado la apoya y desea que tenga éxito en controlar a los talibán pero, por otro, se muestra crítica con la actuación aliada fuera del escenario europeo. Recela, además, de la presencia de grandes contingentes militares norteamericanos y el uso de bases por los aliados Occidentales en Asia Central, pues teme que ello lleve a un aumento de la penetración de occidente en un área que siempre ha considerado de su influencia exclusiva. Piensa, además, que la operación militar Occidental podría tener repercusiones negativas sobre la estabilidad regional, sobre todo sobre Pakistán y se muestra escéptico sobre la capacidad de supervivencia del régimen presidido por Karzai.
Moscú cree que la OTAN y EEUU podrían fracasar en Afganistán (como antes lo hicieron el Reino Unido y la URSS) y que eso redundará en desprestigio de la organización y en división entre los aliados. Sabe que la OTAN está sufriendo en Afganistán un gran desgaste y que hay un profundo cansancio y un creciente deseo de retirada por parte de un buen número de aliados.
A pesar de todo, Rusia apoya la actuación de ISAF y de la coalición internacional en la operación de estabilización de Afganistán y ha firmado acuerdos de tránsito por su territorio de equipos militares y personal con algunos países aliados (Alemania, Francia, España y EEUU) y de material no letal con la propia OTAN.
A Rusia le preocupa especialmente el creciente tráfico de heroína procedente de Afganistán y está molesta por lo que considera falta de atención por parte de la OTAN a ese tema. Alega que dicho tráfico tiene a Rusia como principal mercado, lo que provoca más de 3.000 muertes al año por drogadicción. Moscú ha intentado involucrar a organizaciones regionales (OCS, OTSC) para promover la cooperación internacional contra el narcotráfico y ha propugnado reiteradamente sin éxito una colaboración OTAN –OTSC en materia de lucha contra el narcotráfico.

Latinoamérica

Durante la Guerra Fría, América Latina fue un objetivo importante en la política exterior de la URSS, que trataba de contrarrestar la influencia de EEUU en la región y de apoyar a los regímenes ideológicamente afines, como los de Cuba y Nicaragua, además de los movimientos guerrilleros y partidos izquierdistas en el continente. Tras el colapso de la URSS, la presencia rusa se redujo de forma muy significativa debido a los problemas políticos y económicos internos. Rusia dejó de apoyar económicamente a países como Cuba, lo que dio lugar a un gran deterioro de las relaciones bilaterales.
La recuperación de Rusia como potencia con aspiraciones globales como consecuencia de los enormes ingresos por exportaciones de hidrocarburos ha vuelto a "colocar a Moscú en el mapa" de la región latinoamericana. Esto se ha traducido en una intensificación de los intercambios de visitas al más alto nivel: el presidente Medvedev, el primer ministro Putin, el ministro de Asuntos Exteriores Lavrov y el vice –primer ministro Sechin han visitado la mayoría de los países de la región y los presidentes de Venezuela (el presidente Hugo Chávez ha visitado Rusia nueve veces, la Última en octubre de 2010), Cuba, Argentina, Nicaragua, Bolivia, Brasil, Guatemala y Ecuador han efectuado visitas oficiales a Rusia en los Últimos años. Moscú ha vendido a Venezuela armamento por valor de 4.400 millones de dólares y le ha facilitado un crédito de 2.200 millones de dólares para nuevas operaciones de compra de material bélico. Chávez se ha convertido en uno de los principales clientes de la industria de armamento rusa y otros países de la región han comenzado también a convertirse en clientes suyos.
Esta activa la operación para incrementar las relaciones económicas con esos países, incluyendo la exploración y producción de gas y petróleo (entre los que destacan los acuerdos entre PDVSA y las rusas Gazprom, Rosneft, Lukoil, TNK –BP y Surgutneftegaz). Gazprom ha firmado un acuerdo para exploración de gas en Bolivia con la compañía boliviana YPFB y la francesa Total, y el gobierno boliviano va a adquirir cinco helicópteros de transporte militar a Rusia (con un crédito ruso de 150 millones de dólares).
Los intercambios comerciales entre Rusia y Latinoamérica se han multiplicado por cinco en los Últimos 15 años, pasando de unos 3.000 millones de dólares en 1995 a 15.000 millones en 2008, si bien la región apenas representa el 3% del comercio exterior ruso. Rusia ha intentado encontrar el apoyo de los países de la región (sobre todo Bolivia y Venezuela) en sus esfuerzos por constituir una "OPEP del Gas" a partir del Foro de Países Exportadores de Gas y el reconocimiento de Abjasia y Osetia del Sur como Estados independientes. Este reconocimiento solo lo han hecho hasta ahora Nicaragua y Venezuela en la región. La penetración trata de aprovechar la simpatía que suscita Rusia, como heredera de la Unión Soviética y rival de EEUU, en algunos países de la región, especialmente en los integrantes de la "Alianza Bolivariana para las Américas" (ALBA).
Con esta política Moscú trata además de enviar un mensaje a Washington para advertirle de que ciertas acciones en la "zona de influencia" de Rusia (Europa Oriental, Cáucaso y Asia Central) no deben traspasar ciertos límites.

Relaciones con los BRIC

Rusia presta creciente atención a la coordinación política y económica en el marco del grupo BRIC, que reúne a las cuatro principales economías emergentes del planeta (Brasil, Rusia, la India y China). Juntos representan el 26% del territorio continental del globo, el 42% de la población mundial y el 14,6% del PIB mundial. Los BRIC tratan de erigirse en cierto modo en una alternativa al G –7. Los días 15 y 16 de abril de 2010 se celebró en Brasil la segunda reunión cumbre del grupo. La primera se había celebrado en Rusia (Ekaterimburgo) el 16 de junio de 2009 y segunda en China en 2011 y para fines de este año se llevará a cabo la tercera en Nueva Delhi.
La importancia de este grupo, como ha señalado Zhang Youwen, director del Instituto de Economía Mundial de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghai, es evidente si se tiene en cuenta el crecimiento medio de sus economías entre 1999 y 2008: Brasil un 3,3%, Rusia un 6,99%, la India un 7,22% y China un 9,75%. Estos porcentajes deben compararse con el 2,8% de EEUU y el crecimiento medio mundial del 3%.
Lo que busca principalmente este grupo de países es que se efectúen reformas en las instituciones de Bretón Woods (FMI y Banco Mundial) para corregir su actual sistema de reparto de los votos en favor de los mismos BRIC y de los países en desarrollo. También solicitan que los puestos de mayor responsabilidad en estas instituciones sean cubiertos de manera abierta, sobre la base de su capacidad profesional y no por su nacionalidad.
El grupo BRIC intenta promover además un nuevo mecanismo de pagos internacionales que reduzca el papel del dólar en las transacciones, pero no ha podido avanzar mucho hasta ahora en ese terreno. Tampoco lo ha logrado en la creación de un mecanismo de pagos en monedas locales para el comercio entre los cuatro países, para evitar el uso del dólar. En el ámbito comercial, los BRIC han hecho fe de liberalismo, defensa del sistema multilateral de comercio y condenado el proteccionismo. Palabras contradichas por los hechos, ya que los cuatro países siguen manteniendo unas políticas claramente proteccionistas. Por otra parte, las coincidencias son menores en el ámbito político e incluso hay posiciones claramente divergentes entre ellos, como las relativas a la reforma del CSNU o las sanciones a Irán.
Parece probable que el Grupo BRIC irá adquiriendo cada vez más peso en los foros e instituciones económicos mundiales en los próximos años y podría también aumentar su cohesión y concertación en el terreno político. Rusia ha jugado un papel relevante en la constitución e impulso de este nuevo "club".

La India, un caso especial.
Además de pertenecer a los BRIC, las relaciones ruso –indias han tenido una dimensión histórica, por la estrecha colaboración entre ambos países desde la independencia de la India en 1947 y el interés del Pandit Nehru por el sistema de planificación soviético. Durante la Guerra Fría, Nueva Delhi se apoyó en el veto soviético en el CSNU en relación con sus disputas territoriales con Pakistán. Tradicionalmente Rusia ha sido el principal suministrador de armamento y de tecnología nuclear de la India, lo que ha tenido importancia geoestratégica por la rivalidad de este país con Pakistán y China.
En marzo de 2010 Putin visitó Nueva Delhi procediendo a firmar una serie de acuerdos de gran calado. Rosatom construirá dos nuevos reactores de 1.000 MW cada uno para la central de Kudankulan (estado meridional de Tamil Nadu), con opción a otros dos bloques, la posible construcción de hasta 12 reactores más y una planta de producción de combustible nuclear. También se ha reanudado el comercio de armas con acuerdos de modernización del portaaviones Almirante Gorshakov, suministro de 29 aviones de combate Mig –29 (versión naval) y posible venta de nuevos Mig –35.
Se va a impulsar la cooperación tecnológica espacial, la empresa rusa Roskosmos va a construir dos aeronaves espaciales que entregará en 2013 a la India sumará sus satélites y antenas de seguimiento al el sistema ruso de navegación por satélite Glonass.
La india es una potencia nuclear y está en conflicto permanente con Pakistán y China por causas territoriales y limítrofes. El apoyo Ruso hacia la India en el caso de Pakistán es incondicional y con respecto a China mantiene una actitud más cautelosa.

Rusia y la crisis en Siria.

En las últimas semanas se ha recrudecido la crisis en Siria, dónde el gobierno de Bachar al-Assad ha empleado grandes dosis de violencia para aplastar los movimientos de la oposición. La "Liga Árabe" ha venido jugando un importante papel, primero suspendiendo la participación de Siria en la organización, luego desplegando una misión de observación sobre el terreno, y posteriormente promoviendo por medio de Marruecos una Resolución en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que condenaba la violencia de Damasco, y pedía la renuncia al poder de al-Assad.

Ese proyecto de Resolución fue votado en pasado sábado 4 de febrero, y contó con el rechazo de dos de los cinco miembros permanentes con derecho a veto: Rusia y China. En este caso la comunidad internacional ha dado por hecho que Pekín simplemente ha hecho seguidismo de Moscú, por lo que todas las críticas se han focalizado en el Kremlin, al que se acusa de permitir las masacres de mujeres y niños (en palabras de Hilary Clinton) en base a oscuros intereses comerciales y a políticas más propias de la Guerra Fría. Sin embargo, la situación en la zona y las razones de fondo del conflicto son mucho más complejas, y se resumen a continuación de un modo esquemático.
La crisis de Siria en el contexto regional De entrada, lo que se está produciendo en Siria es el inicio de una auténtica guerra civil, en este caso entre la minoría alauita (variante de la versión chiita del Islam), a la que pertenece la propia familia al-Assad y muchos de los dirigentes del país, y la mayoría suní, que siendo el 70% de la población tiene poca representación en las estructuras de poder. A nivel de los países musulmanes, Siria es aliada de la otra gran potencia chií, Irán, y apoya a las milicias de Hizbullah en el sur del Líbano; por el contrario, la oposición cuenta con el apoyo de las monarquías suníes del Golfo Pérsico, y cada vez más con la de la vecina Turquía, también de confesión suní.

Como se comprueba, el interés une a curiosos compañeros de viaje en el Oriente Medio, como el Irán ultra religioso de los ayatolas y la Siria laica del partido único Baaz. Por otra parte, la pugna suní-chií no se circunscribe al territorio sirio, sino que está en plena ebullición en Irak, dónde la mayoría chií domina el gobierno de Bagdad tras la caída del suní Saddam Hussein, o en Bahréin, dónde las revueltas populares de la mayoría chií fueron aplastadas por su gobierno suní, con el apoyo de las tropas de las restantes monarquías del Golfo Pérsico (Arabia Saudita, Kuwait, Qatar y Omán), acción por cierto ante la cual no hubo ninguna reacción de los que ahora claman por intervenir en Siria.

Una primera reflexión sería el considerar si a Occidente le convienen más, en términos estrictamente realistas de defensa de sus intereses, unos regímenes autoritarios pero relativamente estables y con un peso muy limitado de la religión (como eran los casos de Túnez, Egipto, Yemen, Libia o la propia Siria antes de la "primavera árabe"), o bien unos regímenes inicialmente más democráticos pero dónde los procesos políticos están dando lugar a gobiernos de ideología claramente islamista, movimientos que en su versión más radical dieron lugar al terrorismo de alcance global contra el que estamos luchando desde el 11-S de 2001.

Hay que ser por tanto prudentes para que la firme e ineludible defensa de los principios no nos lleve a caer de la sartén al fuego. En ese sentido, en Siria la oposición que busca una mayor democracia y respeto por los derechos humanos se entremezcla con movimientos radicales que recurren al terrorismo puro y duro, y que infiltrados en el autoproclamado "Ejército Libre Sirio" están jugando un importante papel en la lucha armada contra las tropas gubernamentales.

La reacción de la comunidad internacional y la posición rusa Más allá del mundo musulmán, la actuación de la comunidad internacional ante la crisis de Libia en 2011 supuso un importante hito, al ser la primera vez que se aplicaba el principio de la "responsabilidad de proteger" (R2P), por el cual en el caso de que un gobierno no sea capaz de detener un genocidio o los graves abusos contra los derechos humanos de su propia población, o directamente sea el responsable de los mismos, la ONU puede promover una acción para restaurar la paz y seguridad en ese país, sin respetar el cuasi sacrosanto derecho de los Estados-nación a la no-injerencia en sus asuntos internos.

Rusia y China siempre han sido activas defensoras de ese principio de no-injerencia, y cuando posibilitaron con su abstención en el Consejo de Seguridad la aprobación en marzo de 2011 de la Resolución 1973, que autorizaba a usar todos los medios necesarios para proteger a la población civil en Libia, lo hicieron en respuesta a la masacre que Gadafi iba a provocar en Bengasi. Sin embargo, los temores de Moscú de que esa Resolución iba a ser aprovechada por Occidente para intervenir en apoyo directo a uno de los bandos de la guerra civil pronto se vieron confirmados, ya que la operación de la OTAN prosiguió hasta la captura y linchamiento de Gadafi en Sirte en octubre de 2011.

La Federación Rusa tiene una visión muy clara de cuáles son sus intereses nacionales, por lo que era previsible que ese, si se nos permite la expresión, gol que Occidente y las monarquías del Golfo Pérsico le metieron en Libia habría de tener consecuencias en el futuro. La primera ha sido su postura de fuerza en el caso de Siria, ya que los dirigentes del Kremlin (el presidente Medvedev, el primer ministro Putin, el ministro de exteriores Lavrov) son muy reticentes a dar su visto bueno a una Resolución que pudiera reproducir el modelo libio. En ese sentido, el mencionado veto ruso es una clara revancha por lo ocurrido en 2011 y en contra de la doctrina de la R2P.
Por otra parte, no cabe duda de que hay un interés nacional claro en el caso de Siria, ya que se trata del único aliado que le queda a Moscú en la región desde la retirada geopolítica de la URSS al finalizar la Guerra Fría. Rusia conserva en el puerto sirio de Tartus, aunque apenas las utilice, unas instalaciones de apoyo logístico que le permiten desplegar sus unidades navales en el Mediterráneo. Además, las inversiones de empresas rusas en el sector sirio de la energía son mil millonarias, y Damasco es uno de los principales clientes de la industria de defensa de la Federación, un sector estratégico de un valor casi igual que el de la energía para el Kremlin. Un desplome del régimen de al-Assad liquidaría todos esos activos.

No se deben olvidar las implicaciones de seguridad para la propia Federación Rusa. Así como Siria patrocinó el terrorismo antioccidental durante la Guerra Fría, y en la actualidad mantiene fuertes vínculos con organizaciones que atacan a Israel (como la mencionada Hizbullah en el Líbano o Hamas en Palestina), el terrorismo que golpea a Rusia en el Cáucaso Norte ha recibido apoyos del radicalismo con origen en los países suníes, en la línea del califato universal de Al-Qaeda, por lo que no conviene a Moscú el surgimiento de un gobierno islamista relativamente cerca del Cáucaso.

Por todo ello, Rusia insiste en que una Resolución de la ONU sobre Siria debe condenar por igual la violencia del régimen y la de los extremistas de la oposición, que no debe contener una exigencia de renuncia de al-Assad, y que debe favorecer un acuerdo negociado de modo que no se cree un vacío de poder perjudicial para la estabilidad regional como sucedió en Iraq en 2004. En ese sentido, Lavrov acaba de visitar Damasco, y ha propuesto la celebración de negociaciones en Moscú entre gobierno y oposición sirios, opción que los rebeldes han rechazado si no hay una dimisión previa de al-Assad.

La diplomacia Rusa un paso adelante.

Si la iniciativa de Rusia sobre Siria tiene éxito, se trataría de un gran "jaque mate" para el líder del Kremlin. Putin hace un llamado directo al pueblo estadounidense levantando mayor oposición contra Obama junto al bloque republicano
Evitar un ataque militar estadounidense contra un aliado clave y al mismo tiempo eliminar la amenaza de las armas químicas del gobierno sirio: un avance de este tipo sería considerado sin duda un éxito rotundo para Moscú.
Y de acuerdo a varios periódicos rusos, la iniciativa también ofrecería al presidente Barack Obama un salvoconducto, haciendo innecesaria una acción militar con la que la mayoría de los estadounidenses no está de acuerdo.
En la diplomacia de la crisis siria, Rusia parece haber estado un paso adelante de Estados Unidos. Mientras Obama ha sido acusado de giros de 180 grados e indecisión, Putin se ha mostrado tan sólido e incólume como las paredes del Kremlin, oponiéndose consistentemente a un ataque estadounidense. Y la misma Rusia cree que su mensaje ha sido efectivo y que su postura firme ha debilitado el apoyo internacional al plan de Washington.

El plan de Rusia eliminó por ahora la posibilidad de un ataque estadounidense. La semana pasada, tanto Naciones Unidas como la Unión Europea y el Vaticano respaldaron la búsqueda de una solución política en Siria. Y este jueves el presidente sirio, Bashar al Asad, anunció que pondrá las armas químicas de su país bajo control internacional. En una entrevista exclusiva con un canal ruso, el mandatario sirio dijo que "las amenazas de Estados Unidos no han influido en la decisión de poner las armas químicas bajo control".

Asad señaló también que remitirá a la ONU la documentación necesaria para preparar un acuerdo sobre armas químicas. Aún si la iniciativa rusa acaba deshilachándose en medio de la parálisis del Consejo de Seguridad de la ONU, Moscú podrá argumentar que al menos intentó hallar una solución pacífica.

¿Pero cuán probable es realmente que el plan ruso tenga éxito? Vladimir Putin y Barack Obama discutieron en un encuentro lateral de la cumbre del G20 colocar las armas químicas de Siria bajo supervisión internacional. El canciller ruso Serguéi Lavrov anunció que Moscú instó a Siria a entregar sus armas químicas. Siria aceptó la propuesta ante la presión y como opción única ante un eventual ataque de EE.UU.
Como resultado de estas acciones, Barack Obama postergó el voto en el Congreso sobre una acción militar en Siria y anunció que daría una oportunidad a la iniciativa rusa.

No será fácil que sea efectivo. Los rusos han presentado su propuesta y persuadido al gobierno de Asad, pero no se trata por ahora de una iniciativa concreta.
Aún se espera que Rusia explique cómo piensa implementar un proceso de entrega de armas químicas en medio de una guerra civil. ¿Cómo se verificarán los inventarios de armas? ¿Dónde se almacenarán? ¿Cuál será el calendario a cumplir?
En sus conversaciones en Ginebra el jueves, el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, esperará que su contraparte rusa Serguéi Lavrov dé a conocer detalles del plan de Moscú.

Una de las manzanas de la discordia sigue siendo la posible amenaza de ataque. Putin asegura que su iniciativa sólo puede funcionar si Estados Unidos y sus aliados descartan de plano cualquier acción militar contra Damasco. Pero Obama dejó en claro que, en su opinión, fue precisamente la amenaza de un ataque lo que posibilitó una solución diplomática.
Es difícil imaginar que en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU tanto Estados Unidos como Francia y el Reino Unido voten a favor de una resolución que no contemple graves consecuencias para Asad si no cumple.
Aún si se logra una solución diplomática sobre el uso de armas químicas, esto no pondrá fin a la guerra.
De acuerdo a la edición de esta mañana del periódico ruso Vedomosti, la propuesta de Moscú "sólo atañe a las armas químicas, no a todo el conflicto sirio, que continuará".
















Mapa de Siria



La política multilateral

No resulta posible en este trabajo dar una visión amplia de la posición de Rusia en las distintas instancias multilaterales. Como ya se ha señalado Moscú busca –con éxito desigual – promover procesos de integración tanto políticos como económicos en el ámbito regional (el espacio post –soviético). Moscú considera que, en la solución de conflictos internacionales, es preciso hoy día utilizar al máximo la capacidad de organizaciones regionales bajo el Capítulo VIII de la Carta de Naciones Unidas, incluyendo los centros regionales de Naciones Unidas para la diplomacia preventiva, y evitar duplicidad de esfuerzos. En ese sentido, Rusia desea reforzar la cooperación entre Naciones Unidas, la OTSC y la OCS. Afirma que este debe ser uno de los elementos más destacados de la reforma de Naciones Unidas, al reforzar la dimensión regional de la gobernanza global.
También se muestra partidaria de revitalizar el Comité del Estado Mayor Militar y combinar las acciones "peacekeeping" y las de "peacebuilding", reforzando las capacidades de la Comisión correspondiente. Actualmente Rusia tiene fuerzas que operan en el marco de operaciones de paz de Naciones Unidas en Oriente Medio, en varias partes de África, en Kosovo, Timor Oriental y Haití.
Rusia es favorable a una reforma de Naciones Unidas que haga más efectiva la labor de esta organización, le permita hacer frente a sus nuevos retos y desafíos, aumente su eficacia y representatividad y refuerce su papel central. Aunque no rechaza la posibilidad de ampliar el número de miembros del Consejo de Seguridad (en ese sentido, Moscú está dispuesto a llegar a compromisos para acelerar la reforma de dicho Consejo), se opone a toda modificación que pueda disminuir la autoridad primordial del Consejo de Seguridad en materia de paz y seguridad internacional y el papel de los miembros permanentes de dicho Consejo en ese ámbito, asunto que Moscú considera intocable.
Las prioridades de Rusia en el ámbito multilateral se centran en los siguientes puntos:
hacer frente a las amenazas a la paz y la seguridad internacionales en las áreas del desarme y la no –proliferación;
la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y el crimen organizado;
la solución de conflictos regionales; y
la superación de los efectos de la crisis económica y financiera internacional y asegurar el crecimiento sostenible y el cambio climático. En lo referente a Irán, Moscú insiste en que las sanciones no tienen un carácter punitivo ni deben afectar a la población en su conjunto sino que su objetivo es convencer al gobierno iraní de la necesidad de volver a la mesa de negociaciones y de cooperar con el OIEA. En lo referente a la lucha contra la piratería en el Índico, Rusia es partidaria de constituir un tribunal ad hoc internacional para juzgar este tipo de delitos.

Rusia apoya la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, a solo cinco años de la fecha –objetivo marcada. Moscú destaca que en los Últimos años Rusia ha incrementado su ayuda al desarrollo, que en 2009 alcanzó los 800 millones de dólares y se ha centrado en los países de la CEI. También apoya las actuaciones en materia de ayuda humanitaria, seguridad alimentaria y en los casos de catástrofes naturales.
En el terreno del desarme, Rusia ha participado activamente en la Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear (desarme, no proliferación y usos pacíficos de la energía nuclear). Moscú quiere potenciar la cooperación en el terreno de la energía nuclear, área en la que posee una buena capacidad tecnológica, por lo que trata de convertirse en uno de los principales exportadores de esta tecnología nuclear. Rusia ha promovido la creación de un centro internacional para el enriquecimiento de uranio, bajo supervisión del OIEA, ubicado en el territorio ruso. Es además uno de los impulsores de la Iniciativa Global contra el Terrorismo Nuclear. Apoya firmemente el comienzo de las negociaciones para la conclusión de un Tratado verificable de Prohibición de Material Fisible para armas nucleares.
Moscú ha apoyado también la creación de la nueva entidad de género "ONU Mujer", que consolida los mandatos de las distintas entidades existentes.
Insistió además en la propuesta de crear un Tribunal Internacional para el Delito de Piratería.

Los hidrocarburos como recurso estratégico, sostén principal de la política exterior Rusa.

La importancia del sector energético en la política exterior de Rusia es enorme. Si se combinan las exportaciones de petróleo, gas y carbón, Rusia es hoy día el primer exportador mundial de estos productos. Como recurso para producir divisas que apoyen la política del gobierno en diversas áreas, especialmente la recuperación del poder militar y la ayuda económica a sus aliados, los recursos energéticos estratégicos juegan un papel de primer orden.
El sector de los hidrocarburos es, además, fundamental para la economía rusa. Genera más del 20% del PIB, del 40% de los ingresos por exportaciones y cerca del 50% de los recursos del Estado. Como consecuencia de la caída del precio del barril de petróleo desde más de 134 dólares en julio de 2008 a menos de 30 siete meses después, en el año 2009 se produjo una contracción del PIB ruso en un 7,9%, frente a un crecimiento positivo del 8% en 2008. Esto revela la enorme dependencia que tiene la economía rusa de ese sector (hay que recordar que, durante el período presidencial de Boris Yeltsin, el precio medio del barril de petróleo fue de 16,70 dólares). Con la recuperación del precio del petróleo, la economía ha retornado en 2010 a la senda del crecimiento (se espera que alcance, o incluso supere, el 3,5% en el presente año 2013) y el rublo se ha fortalecido considerablemente.
En Rusia no existe un monopolio para la producción y exportación de petróleo, aunque hay tres compañías –Rosneft, TNK –BP y Novatek – claramente dominantes. El sistema de transporte (los oleoductos) es gestionado en régimen de monopolio por la compañía estatal Transneft. En cuanto al gas, el dominio de Gazprom es casi total en producción (1,8/2,0 BCM/día) y tiene además el monopolio de exportación. La preservación de los monopolios en materia de venta y transporte de hidrocarburos es la principal razón por la que Rusia ha rechazado la aplicación del Tratado de la Carta Europea de la Energía y su Protocolo de Tránsito.
Rusia es el primer proveedor energético de la UE; en 2007 suministró el 36% del gas, el 33% del petróleo y el 25% del carbón consumido por ésta. La dependencia es mutua porque Europa es prácticamente el Único mercado, junto con el interno, que tiene actualmente Rusia para su gas. China no constituye, a día de hoy, una alternativa para las exportaciones de gas ruso (aunque sí de petróleo), porque no quiere pagar un precio similar al europeo.
En la exportación de gas juegan tres factores principales: la producción nacional, la comerciali-zación del gas que producen otros países de la CEI y el transporte.
Producción. Rusia tiene un problema de capacidad de producción debido a la falta de inversiones en nuevos proyectos y a la creciente demanda interior. En el período 1999 –2007 solo invirtió un 17% del PIB en el desarrollo y mantenimiento de su sector energético, frente a un 20% –24% de media por parte de otros países productores. Según algunos expertos, si no se hubiera desencadenado la crisis económica a partir de septiembre de 2008, Rusia tendría en 2010 un déficit de más de 27.000 millones de metros cúbicos de gas y de 46.600 en 2015, lo que le impediría cubrir la demanda interna y cumplir sus compromisos con los clientes extranjeros. Los grandes yacimientos desarrollados en la época soviética están ya muy explotados y el aprovechamiento de otros nuevos, especialmente los de la Península de Yamal y de Shtokman en el Mar de Barents, presentan importantes dificultades técnicas y de transporte y será muy costoso.
Comercialización del gas producido por otros países de la CEI. Para compensar su déficit de producción, Rusia se ha esforzado en monopolizar las compras y el transporte del gas procedente de otros países de la CEI como Kazajistán, Uzbekistán y Turkmenistán, que carecen de salidas directas hacia los mercados europeos. En mayo de 2007 Putin firmó un acuerdo con Kazajistán y Turkmenistán para la construcción de un nuevo gasoducto que unirá a partir de 2012 a éste Último país con la red de gasoductos rusa (pasando por la costa del Caspio y atravesando Kazajistán) y acordaron aumentar la capacidad del gasoducto existente (Central Asian Gas Pipeline). Además, Gazprom firmó un acuerdo con Turkmenistán comprometiéndose a comprarle gas a precios similares a los de los mercados europeos.
El transporte del gas. Casi todo el gas que exporta Rusia lo hace a través de gasoductos. La clave en ese sentido es Ucrania ya que la mayor parte del gas que vende a Europa utiliza la red de gasoductos de ese país. Rusia ha intentado sin éxito desde hace años hacerse con el control de dicha red. Ante la instalación de un régimen pro –Occidental en el país vecino, Moscú incrementó muy rápidamente el precio del gas que vendía a Ucrania. Al no llegar a acuerdo sobre precios y la consiguiente falta de pago por parte ucraniana, Gazprom procedió en enero de 2006 a cortar el suministro, situación que se repitió de nuevo en enero de 2009. Al apropiarse Ucrania del gas en tránsito con destino a Europa se produjo la interrupción de los suministros a los clientes europeos, con graves perturbaciones para las economías de los países más dependientes del gas ruso y un fuerte deterioro del prestigio de Rusia como suministrador.

La dependencia Europea del gas Ruso

La Unión Europea, y en general Europa, se encuentra en un proceso de crecimiento económico sostenido que necesita ser alimentado por unas aportaciones energéticas continuas. En la actualidad, Europa presenta una carencia de fuentes de energía autónomas que la sitúa en una posición de dependencia energética casi crítica. Una de las zonas de aprovisionamiento de energía de Europa ha sido tradicionalmente la Unión Soviética, cuyo papel ha sido heredado, incluso de manera creciente, por Rusia. Con frecuencia la vulnerabilidad energética de Europa se asocia a la dependencia de los recursos energéticos adquiridos a Rusia. Una gran dependencia energética supone el aprovisionamiento de un agente que, en caso de tener problemas técnicos o políticos, puede recortar o cerrar el suministro creando problemas de envergadura a la UE. En este sentido, la UE presentaría una vulnerabilidad respecto a Rusia. Sin embargo, transformar la dependencia en vulnerabilidad requiere adicionalmente unas condiciones de unidreccionalidad en las relaciones comerciales, así como un grado de insustituibilidad en los bienes considerados (hidrocarburos) que, además, asume un horizonte temporal de corto plazo, con todos los límites en la capacidad de maniobra que este tipo de período implica.
Para analizar estas relaciones energéticas se tendrán en cuenta tres factores:
las exportaciones de hidrocarburos de Rusia hacia la UE, destacando la dependencia energética, pero se matizará la vulnerabilidad poniendo de relieve otros aspectos energéticos, así como algunos elementos de las relaciones económicas mutuas.
se pondrá de manifiesto el problema de los países de tránsito, es decir, el transporte de tales flujos de energía desde Rusia a Europa, que subraya otra dependencia y, por ende, otra dimensión de la vulnerabilidad de Europa en términos energéticos, pero no vinculada al origen de generación de los recursos de hidrocarburos.
se pondrán de relieve los proyectos de nuevas tuberías para transportar hidrocarburos desde Rusia a la UE, que limitan parte de la vulnerabilidad de tránsito, aunque pueden aumentar la dependencia respecto a Rusia.

Los hidrocarburos rusos, energía vital para la UE.

La mayor parte de las discusiones acerca de la vulnerabilidad energética de Europa gira en torno al suministro de hidrocarburos procedente de Rusia. Esta vulnerabilidad se asocia a la gran dependencia energética de la UE respecto a Rusia. No obstante, para profundizar en esta dependencia conviene separar el área del gas de la del petróleo. Si se analizan las compras europeas de gas, se pone de relieve la gran dependencia de la economía de la UE de las importaciones de gas ruso. En concreto, durante el período 2004-20061, el 34,3 por 100 del conjunto de compras exteriores de gas europeo se realizaron en Rusia.
No obstante, debe señalarse que el volumen de compras se ha ido reduciendo ligeramente durante el período considerado, puesto que, mientras en 2004 fueron de 129.700 millones de m3 de gas, en 2006 fueron de 127.000 millones de m3. De hecho, el porcentaje de gas ruso sobre el total de importaciones ha ido disminuyendo desde un 36,9 por 100, en 2004, a un 32,3 por 100, en 2006.
Si se analiza la situación por países, se ponen de manifiesto grandes diferencias dentro de la UE. Se pueden distinguir tres grupos de países. En primer lugar, aquellos que presentan una dependencia nula o muy baja, entre los que se encuentran Bélgica, Chipre, Dinamarca, España, Estonia, Irlanda, Luxemburgo, Malta, Portugal, Reino Unido y Suecia. En una franja intermedia de dependencia aparecen los países que cubren sus importaciones de gas en un 15-40 % con recursos procedentes de Rusia: Países Bajos (17,3 %) Francia (22 %), Italia (30,8 %) y Alemania (40,5 %). Los países cuyas importaciones de gas procedentes de Rusia superan el % serían muy dependientes y son: Austria, Eslovenia, Grecia, Hungría, Polonia, República Checa y Rumanía. Debe destacarse que en los casos de Bulgaria, Eslovaquia, Finlandia, Letonia y Lituania todas las importaciones proceden de Rusia.
Tal clasificación pone de manifiesto que la UE tiene una dependencia desigual de Rusia en el abastecimiento de gas. De esta situación se deriva una percepción distinta de la vulnerabilidad energética, en función del país que se considere. En general, la discusión sobre la vulnerabilidad de los países poco dependientes es poco relevante. Dentro de los países más dependientes se encuentran los más beligerantes respecto a Rusia y son los que están presionando para que las relaciones energéticas con Rusia sean enfocadas por la UE como una unidad, y no bilateralmente, por cada país miembro de manera aislada. Una situación especial afecta a los países con dependencia energética media y, en concreto, a Francia, Alemania e Italia. En estos casos, la dependencia energética debe matizarse en dos sentidos. En primer lugar, durante el período 2004-2006 estos países concentraron el 54,7 % de las importaciones de gas ruso vendido en la UE: Francia el 8,4 %, Alemania el 28,8 % e Italia el 17,5 %.
Las medidas más relevantes adoptadas por estos países han sido reducir su vulnerabilidad individual a través de la firma de acuerdos bilaterales de abastecimiento de gas con Gazprom, mediante contratos a largo plazo. Debe destacarse que estos acuerdos se han alcanzado paralelamente junto con la firma de contratos comerciales voluminosos entre los respectivos países y Rusia. A finales de 2006, la compañía francesa Gaz de France cerró un acuerdo con Gazprom por el que se alargaba el suministro de gas desde 2012 hasta 2030, al tiempo que a partir de octubre de 2007 se permitía a la empresa gasista rusa vender 1.500 millones de m3 de gas a los consumidores finales franceses.
En el caso alemán aparecen una serie de peculiaridades, puesto que junto a las inversiones directas en infraestructuras gasistas en Alemania, se ha iniciado la construcción del Gasoducto del Norte de Europa que, por un lado, garantiza el abastecimiento directo a Alemania de gas ruso y, por otro lado, transforma a este país en una vía destacada de tránsito hacia el resto de Europa. Adicionalmente, el gobierno alemán está persiguiendo participar en un consorcio internacional que gestione las redes de transporte de hidrocarburos que atraviesan Ucrania, que estaría formado por rusos, ucranianos y alemanes.
En el caso italiano, además de los contratos a largo plazo, se ha acordado el acceso directo a las redes de distribución italianas por Gazprom, al tiempo que se permite a la empresa de gas italiana Eni acceder a la explotación de yacimientos rusos. A medio plazo Gran Bretaña también podría seguir, al menos parcialmente, la vía italiana. En concreto, se podría permitir el acceso de Gazprom a la red de distribución directa de gas en el país mediante la creación de una empresa mixta con la británica Céntrica. Este acuerdo podría llevarse a cabo cuando entre en funcionamiento el Gasoducto del Norte de Europa, de manera que Gazprom podría llegar a cubrir el 10 % de las importaciones de gas británicas. Esta vía contribuye a diversificar el negocio de Gazprom y a reducir la vulnerabilidad de la dependencia.
Gazprom lleva hacia delante una estrategia de adquisición de infraestructuras gasistas europeas que le permita acceder directamente a los consumidores europeos. Aunque con frecuencia se ha subrayado la faceta política de estas compras, no debe olvidarse que su racionalidad económico-comercial es indiscutible. La apertura de empresas que vendan directamente el gas a los consumidores supone la captación para la empresa rusa del margen comercial que se quedan las distribuidoras europeas que, en muchas ocasiones, duplica el precio de venta de gas a los países de la UE. Las crecientes inversiones de Gazprom, así como el acceso directo a los consumidores europeos, transforman a Rusia en más dependiente de las diversas autoridades europeas. Por tanto, la dependencia europea gasista aparece compensada por la creciente dependencia de Gazprom respecto del mercado europeo.
Adicionalmente, la dependencia gasista europea y, en especial, la de los grandes países, también se encuentra amortiguada por el hecho de que Rusia sólo vende a través de gasoductos y por consiguiente la vulnerabilidad para los países que presentan un consumo muy grande de gas ruso es menor, puesto que el proveedor puede tener serios problemas para conseguir clientes alternativos.
Respecto al petróleo la situación es diferente. Rusia cubrió el 29,5 % de las importaciones de la UE durante el período 2004-2006. Según el peso de las importaciones de petróleo de la UE sobre el conjunto de sus compras exteriores de este hidrocarburo se pueden distinguir tres bloques de países.
En primer lugar, aquellos que son independientes del petróleo ruso, es decir: Dinamarca, Eslovenia, Estonia, Irlanda, Letonia, Luxemburgo, Malta y Portugal.
En segundo lugar, aquellos que tiene una visible dependencia de Rusia, que oscila entre un 12 % y alrededor de un tercio de sus importaciones, o sea, Alemania, Austria, Bélgica, Chipre, España, Francia, Grecia, Italia, Países Bajos, Reino Unido y Suecia.
Finamente, se encuentran los países muy dependientes de Rusia, en los que las importaciones de petróleo ruso significan más de la mitad de sus importaciones de este hidrocarburo. En esta situación están Bulgaria, Eslovaquia, Finlandia, Hungría, Lituania, Polonia, República Checa y Rumanía.

Así pues, en general, vuelve a ponerse de manifiesto una diferente dependencia del petróleo ruso en función de la zona de la UE. En general, la mayor parte de los países del antiguo bloque soviético son muy dependientes, mientras que el núcleo central de la UE es bastante dependiente. No obstante, la dependencia de las importaciones de petróleo suelen ser más matizables debido a que existe una mayor flexibilidad en su abastecimiento, puesto que es más fácil encontrar proveedores alternativos. Por este motivo, la inseguridad en el abastecimiento procedente de Rusia es más relativa, al tiempo que puede ser amortiguada con la creación de reservas estratégicas establecidas en cada país que den capacidad de reacción para realizar las correspondientes adquisiciones en otros países alternativos, en caso de aparición de problemas de abastecimiento por parte de Rusia.
En el contexto de las importaciones de petróleo de Rusia, vuelve a aparecer un concepto de vulnerabilidad distinta en función de los países, y en especial entre el Este y el Oeste de Europa. La ampliación de la UE ha puesto sobre la mesa percepciones absolutamente distintas acerca de la vulnerabilidad energética y, en particular, de la asociada a Rusia. Así pues, la vulnerabilidad energética dentro de la UE se puede transformar en un asunto polémico, en el que los puntos comunes resultan escasos y, por tanto, la forma de conciliar visiones tan distintas puede resultar conflictiva.
La dependencia en hidrocarburos debe matizarse con un aspecto adicional, es decir, con el resto de relaciones comerciales entre la UE y Rusia. Mientras que la mayoría de las exportaciones de Rusia consiste en hidrocarburos (en 2004 las exportaciones rusas de petróleo y sus derivados, junto con el gas, supusieron el 54,8 % del conjunto de ventas al exterior, en 2005 este porcentaje ascendió al 61,6 %, mientras que en 2006 alcanzó el 63,2 %)2, sus importaciones presentan unas particularidades susceptibles de ser resaltadas. En concreto, debe destacarse que el 44,6 por % de las importaciones rusas proceden de la UE. Este hecho matiza la dependencia energética de la UE puesto que la transforma en interdependencia económica. Más aún, Alemania, Francia e Italia concentran el 21,8 % del conjunto de las importaciones de Rusia, de manera que este país eslavo presenta una gran dependencia comercial respecto de estos tres países.
Así pues, en el caso de los tres países mencionados, más que una dependencia energética debería destacarse que existe más bien una interdependencia económica. De hecho, la posición de facto de Alemania, Francia e Italia es la de construir unas relaciones entre la UE y Rusia desde los países y no desde la Unión como un conjunto, fundamentada en la idea de considerar a Rusia como un país colaborador, más que como un rival o, más aún, como un enemigo.
En definitiva, aunque existe una dependencia de la UE respecto de Rusia en términos de importación de hidrocarburos, no debe olvidarse que la venta de éstos condiciona la influencia sobre la UE. Respecto al gas, Rusia vende a través de gasoductos, de manera que la dependencia es mutua, mientras que en cuanto al petróleo, la posibilidad de comprar a otros proveedores hace perder importancia a la «dependencia» europea. Adicionalmente, el desequilibrio en hidrocarburos se compensa con la dependencia rusa en importaciones de la UE.
Por añadidura, las inversiones mutuas, en especial en el ámbito de los hidrocarburos, significan una dimensión adicional de la interdependencia. Por este motivo, la elevada vulnerabilidad de la UE que se asocia a la dependencia en la importación de hidrocarburos, debe matizarse puesto que se trata más bien de una interdependencia.

Vulnerabilidad en países de tránsito, "Ucrania" y "Bielorrusia"

En el apartado anterior se ha prestado atención a la dependencia energética europea en términos de importaciones de gas y de petróleo. Tal relación constituye el fundamento de parte de los argumentos que habitualmente se asocian a la vulnerabilidad de la UE. En este apartado se pasará a destacar un nuevo componente de la vulnerabilidad, es decir, el de tránsito. En este sentido, el problema de no recibir o la inseguridad de no obtener los hidrocarburos acordados por el productor no sólo radica en la volatilidad del propio país que oferta los recursos, sino en que cuando pasan por un país o países intermedios (entre el productor y el consumidor) surge la inseguridad de tránsito, es decir, que éste o éstos últimos se apoderen del hidrocarburo correspondiente u obstruyan su tránsito. Debe destacarse que en este caso existe una doble dimensión de la vulnerabilidad.
En primer lugar, la del consumidor, que puede dejar de ser abastecido, pero, en segundo lugar, existe también la del productor, que puede perder o ver impedida la venta de su producto.
En el caso de Rusia, una parte sustancial de sus exportaciones a Europa se realizan por tuberías (oleoductos y gasoductos) que atraviesan otros países. En esta situación se encuentran Ucrania y Bielorrusia. En este sentido, tanto para la UE como para Rusia aparece el problema de la vulnerabilidad de tránsito. Parte de los problemas de tránsito han tenido lugar al exportar petróleo y gas de Rusia a través de Ucrania.
Tradicionalmente el tránsito de gas y petróleo rusos por Ucrania ha supuesto tres tipos de pagos por parte de Rusia, en primer lugar, el peaje, en segundo lugar, precios subvencionados a los hidrocarburos (significativamente inferiores a los mundiales) y, en tercer lugar, las «pérdidas » de parte de los hidrocarburos introducidos en las correspondientes tuberías. A pesar de las tradicionales relaciones económicas entre Rusia y Ucrania, este último país se ha ido reorientando hacia la UE.
Adicionalmente, Ucrania puso sus ojos en introducirse en el sistema de seguridad occidental, en particular en la OTAN. Tal viraje político ha significado un alejamiento de Moscú, que culminó en un aumento en las tensiones mutuas ya tratadas en apartados anteriores:
cuestionamiento de la base rusa en Crimea,
nueva política migratoria rusa
modificaciones en la política defensiva.

De hecho, la aspiración de Kiev ha sido la de beneficiarse de prerrogativas occidentales y rusas, simultáneamente. Sin embargo, esta posición resulta insostenible políticamente y más aún cuando se ha reconstituido parte del poder central de toma de decisiones en Rusia con la consolidación de Putin en el poder.
En este contexto, la estrategia de Moscú para tratar de eliminar parte de la vulnerabilidad del productor ha sido la de adquirir o, al menos, la de cogestionar las grandes redes de transporte de hidrocarburos que atraviesan Ucrania. Sin embargo, la respuesta de Kiev ha sido siempre de rechazo. La segunda opción que se está desarrollando más lentamente es la creación de vías alternativas que sorteen el camino de Ucrania, que se analizarán en el siguiente apartado de este trabajo.
Como consecuencia de las fricciones políticas entre Moscú y Kiev, así como de la aplicación de los criterios de rentabilidad económica de Gazprom, la política del Kremlin ha consistido en elevar progresivamente los precios del gas y del petróleo vendido, acercándolos a los niveles internacionales.
Por este motivo, a finales de 2005, en la negociación de los precios del gas, Moscú exigió que aumentaran los precios pagados por Kiev. La respuesta fue negativa y, entonces, cuando feneció el contrato vigente en el inicio del año 2006, se cortó el suministro a Ucrania, cuestión que se repitió en el 2009.
Debe señalarse que Rusia siguió bombeando gas por las vías de transporte hacia Europa, gas del que se apropió Ucrania como reacción a la conducta rusa. Entonces quedó patente la vulnerabilidad de tránsito, por la cual el país intermedio se apropiaba de los hidrocarburos que habían sido adquiridos por otros países.
En el caso de Bielorrusia también se han suscitado problemas similares. En primer lugar surgieron fricciones entre Rusia y Bielorrusia en el ámbito del gas, y después en el del petróleo. Tradicionalmente Rusia también ofreció a Minsk precios muy subvencionados en los hidrocarburos, al tiempo que también pagaba el peaje y se daban fenómenos de «pérdidas», aunque parece ser que en menor grado que en Ucrania. Para amortiguar la vulnerabilidad del productor, Rusia ofreció comprar o cogestionar las redes de transporte de hidrocarburos en Bielorrusia. Aunque las relaciones entre Moscú y Minsk eran mejores que con Kiev, también aparecieron problemas políticos y económicos.
A finales de 2006 emergieron a la superficie los problemas en la negociación de los precios de venta de gas a Bielorrusia.
A pesar de la cercanía política entre Moscú y Minsk, las negociaciones gasistas fueron duras y comenzó a planear sobre ellas la posibilidad de que Bielorrusia se quedara con el gas enviado desde Rusia a Europa para cubrir sus necesidades en detrimento de los destinatarios finales del suministro. Este caso presentaba diferencias importantes respecto a aquello que aconteció con Ucrania un año antes. Por un lado, Bielorrusia parte de la debilidad de que sólo dispone de reservas de gas para un período de una o dos semanas como máximo, factor que le resta capacidad de negociación frente a la parte rusa.
Por otro lado, así como en Ucrania las redes de transporte de gas están controladas por Kiev, en Bielorrusia debe señalarse que los intereses de Gazprom y del Estado ruso coinciden en parte en aumentar los precios aplicados a los países de la antigua URSS a los que se vende gas, hasta alcanzar un nivel equivalente a los internacionales, así como en la pretensión de adquirir las redes gasistas, en primer lugar, de los países de la CEI y, en segundo lugar, de otros países cercanos, incluyendo a los europeos.
El gasoducto Yamal-Europa es ruso, mientras que la red interna de gas se encuentra separada y pertenece a la empresa bielorrusa Beltransgaz. Sin embargo, debe destacarse que una serie de compresores son comunes a las dos redes y Minsk podía decidir desconectar la red de Beltransgaz de manera que caería la presión en el Yamal-Europa y se interrumpiría el abastecimiento a Europa. La posibilidad de un corte en el suministro que podía realizarse por Bielorrusia ponía de manifiesto la vulnerabilidad energética de Europa Occidental, pero también la rusa que queda rehén de las posiciones bielorrusas. No obstante, esta irregularidad debe matizarse, en primer lugar, debido a que por Bielorrusia sólo circula el 20% del gas que Rusia suministra a Europa y, en segundo lugar, la vulnerabilidad vuelve a tener un impacto desigual, puesto que atañe especialmente a Polonia y Alemania, pero es el primero de los dos países el más afectado debido a que recibe la mitad del gas importado a través de la vía en conflicto.
Finalmente, se llegó a un acuerdo entre el gobierno de Bielorrusia y Gazprom, por el que se vendía a este país el gas a 100 dólares los 1.000 m3 y de manera progresiva se iría aumentando el precio hasta que, en 2010, Bielorrusia pagó un precio equivalente a los mundiales. Además, se renegoció el peaje del tránsito de gas por Bielorrusia. Asimismo, Gazprom compró progresivamente el 50 % de las acciones de Beltransgaz durante el período 2007-2010.
Inmediatamente después de resolverse el problema gasista entre Rusia y Bielorrusia surgió el problema del petróleo. Este tuvo su inicio en una disputa sobre el establecimiento de aranceles aplicables al tránsito de petróleo, así como a los transformados petroquímicos. El conflicto acabó con la paralización de las ventas a Bielorrusia, que condujo a este país a desviar, para uso interno, el petróleo que entraba en el país con destino a Europa.
Por este motivo, Transneft cortó los envíos de petróleo a través de Bielorrusia durante el período 8-11 de enero de 2007. Posteriormente se llegó a un acuerdo, que en ciertos ámbitos se apunta que fue perjudicial para Moscú, debido a que pretendía mantener su imagen de proveedor seguro respecto a Europa y que ha beneficiado a Minsk, cuyo objetivo era compensar las pérdidas registradas en el acuerdo reciente respecto al abastecimiento de gas.
Independientemente del país que haya salido beneficiado, tal incidente ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad energética de tránsito, al menos en parte de Europa, así como la de Rusia.
Para resolver los problemas generados por la vulnerabilidad de tránsito, tanto por parte de los consumidores europeos como por el lado del productor ruso, se están incentivando unas iniciativas que pretenden asegurar el paso, o sortear a los países de tránsito. Varias son las alternativas que se están dibujando para conducir los hidrocarburos rusos a Europa de manera directa.
Respecto al gas existen dos vías, el gasoducto del norte y el del sur de Europa, mientras que en petróleo se está construyendo el BTS-2 y el de Burgas-Aleksandropolis.
Por supuesto, existen varios proyectos en diverso grado de desarrollo que pueden reducir la dependencia de la UE respecto a Rusia y viceversa. Por ejemplo, desde la UE se está promocionando el oleoducto Bakú-Tiblisi-Ceyhan (BTC) o la construcción del gasoducto Nabucco.
Una de las iniciativas más llamativas ha sido el comienzo de la construcción del Gasoducto del Norte de Europa (GNE). Inicialmente aparecieron diversos problemas que impidieron llevarlo a cabo y, por este motivo, desde 1997 se encontraba paralizado. Sin embargo, a raíz de las buenas relaciones entre los gobiernos de Alemania y Rusia, así como a consecuencia de los problemas de crecimiento económico germanos, este proyecto se relanzó, y se comenzó su construcción en la segunda mitad de 2005. Este proyecto está apoyado por un acuerdo de colaboración firmado entre Gran Bretaña y Rusia en 2003, para abastecimiento de gas, aunque debe destacarse que la compra de gas ruso por este país europeo parece discutible a medio plazo puesto que se están construyendo al menos dos gasoductos procedentes de Noruega, siendo este país el principal abastecedor de Gran Bretaña.
No obstante, el interés británico por el gas ruso puede provenir de una voluntad orientada hacia la diversificación de fuentes de abastecimiento, así como del agotamiento de las reservas, al menos en parte, del Mar del Norte (Sánchez, 2006). El trazado sería por mar, desde San Petersburgo hasta Alemania y, en una segunda fase, se extendería hasta Holanda y Gran Bretaña. El GNE se extenderá a lo largo de 1.200 km, tendrá una capacidad de 55.000 millones de m3 de gas al año, y un coste de unos 12.000 millones de euros.
El GNE constituye una de las vías más destacadas que ha estimulado Alemania para evitar la vulnerabilidad de tránsito, no sólo respecto a Bielorrusia y Ucrania, sino también en cuanto a otros países intermedios, como la propia Polonia. Este proyecto constituye una salida individual para Alemania para solucionar su vulnerabilidad energética, al tiempo que la recoloca en una situación estratégica respecto a la entrada de energía en Europa. También para Rusia constituye un instrumento muy importante para reducir su vulnerabilidad de tránsito puesto que le abre un camino directo a Europa.
Aunque ciertas fuentes apuntan la discutible rentabilidad del proyecto, tal como ha acontecido con el gasoducto «Corriente Azul», la apuesta política de Moscú parece indiscutible complementariamente al GNE se ha lanzado recientemente la construcción del Gasoducto del Sur de Europa (GSE). A finales de 2007 se firmó un acuerdo entre la empresa gasista italiana Eni y Gazprom para la construcción de este nuevo gasoducto que discurrirá por el Mar Negro y que conectará directamente Rusia con la UE. A partir de ese momento, varios países europeos firmaron acuerdos con Gazprom para participar en su construcción. En primer lugar se adhirió Bulgaria, posteriormente Austria y después Serbia, así como se prevé una inmediata incorporación de Grecia, y posiblemente también de Francia. El gasoducto se incorporará a la UE por Bulgaria, y en este país deberá presentar dos ramales: el primero que irá hacia el norte por Serbia, Hungría y Austria, y el segundo se dirigirá a Grecia y pasará a Italia. La capacidad del gasoducto será de 30.000 millones de m3 y su coste ascenderá a 10.000 millones de dólares. De esta manera se consolida una de las grandes vías de abastecimiento de gas a la UE que complementará al GNE.
El GSE deberá ser la continuación de otro gasoducto que se iniciará en Kazajstán y Turkmenistán, bordeará el mar Caspio e iría por el norte del Cáucaso hasta el Mar Negro.
El GSE presenta la particularidad de que evita la vulnerabilidad de tránsito que significa Ucrania y conecta directamente a Rusia con la UE. Sin embargo, también supone una alternativa al gasoducto Nabucco, promocionado por la Comisión Europea, que a partir del construido con inicio en Turkmenistán y Kazajstán, debería atravesar el Mar Caspio y discurriría por el sur del Cáucaso y por Turquía hasta llegar a Europa, sorteando el territorio de Rusia.
Se está incentivando en Rusia la ampliación del oleoducto del Báltico (BTS), que unía las zonas productoras de petróleo del norte de los Urales y Siberia occidental con el puerto de Primorsk (Leningrado). Se decidió ampliar en 2007 este oleoducto, el BTS-2, que discurrirá hacia el 2015 por zona rusa a lo largo de las fronteras de Bielorrusia, Letonia y Estonia hasta llegar a Leningrado. Este oleoducto tendrá como evitar el tránsito por Bielorrusia y Polonia en sus exportaciones petrolíferas hacia Europa.
Quizá una de las vías opcionales más recientes que se están tratando de estimular es la construcción del oleoducto transbalcánico de Burgas-Aleksandropolis. Rusia pretende transportar el petróleo desde el puerto de Novosrossiisk hasta el de Burgas (Bulgaria) y trasladarlo por el oleoducto hasta Aleskandropolis (Grecia). Este proyecto constituye un éxito muy importante de Rusia que permite sortear tanto a Ucrania como a Turquía (los estrechos del Bósforo y Dardanelos). A principios de 2007 se adoptó la decisión de iniciar la construcción de este oleoducto que fue ratificada en marzo de ese año por el gobierno griego.
Otra de las opciones para reducir la vulnerabilidad de tránsito es la participación de los productores y/o consumidores en las redes de tránsito, es decir, mediante la limitación de la toma de decisiones unilaterales por parte de los países de tránsito. Rusia ha tratado en varias ocasiones de entrar en la gestión de las líneas de transporte de hidrocarburos de Ucrania. La historia reciente de esta pretensión aparece en junio de 2002, cuando se llegó a un acuerdo para la creación de un consorcio internacional que gestionase la red de gasoducto de transporte (tránsito) en Ucrania. En 2004, se concretó ese acuerdo, pero fue paralizado debido a las tensiones políticas surgidas entre Rusia y Ucrania, las cuales se mantienen hasta la actualidad. Para dar un nuevo impulso a la colaboración mencionada se consideró la incorporación de Alemania al consorcio gestor del gasoducto que atraviesa Ucrania. No obstante, la creación de este consorcio está obstaculizada legalmente por una legislación que impide la participación de extranjeros en la gestión de redes de hidrocarburos ucranianas.
Desde ciertos ámbitos se ha manifestado la vulnerabilidad de la UE frente a Rusia debido a la gran dependencia que tiene respecto a la importación de hidrocarburos. Sin embargo, una visión más amplia de la situación matiza esta percepción. En el ámbito del gas, en el que Rusia posee una ventaja especial, presenta una gran debilidad: el transporte de gas se realiza únicamente a través de gasoductos. Esta característica introduce no sólo unas rigideces geográficas significativas, sino que predetermina qué países serán sus clientes.
En este sentido, se acentúa la dependencia no sólo del cliente (ciertos países europeos) respecto a Rusia, sino también a la inversa, la de Rusia respecto a sus países-clientes. Por otra parte, la flexibilidad en el cambio de proveedores de petróleo, así como la extensión en las relaciones mutuas económicas y de inversión (en especial en los sectores de hidrocarburos), pone de manifiesto que existe realmente una interdependencia y, por tanto, el nivel de vulnerabilidad europea es mucho menor del que habitualmente se apunta. Así pues, más que una dependencia de la UE respecto a Rusia debería asumirse que existe más bien una interdependencia energética y, por tanto, las alusiones a la vulnerabilidad de la UE respecto a Rusia pierden parte de sus fundamentos más sólidos.
Asimismo, las interrelaciones energéticas entre Rusia y la UE están mediatizadas por el tránsito de los hidrocarburos por países terceros. De hecho, una parte de las reflexiones europeas respecto a su «vulnerabilidad», aunque se achacan a Rusia, deben atribuirse a los países de tránsito, tal como ha ocurrido tanto en el caso de Bielorrusia a principios de 2007, como en el de Ucrania a principios de 2006 y en el 2009. Como los flujos de energía procedentes de Rusia no llegan por igual a toda la UE, la visión de la dependencia-vulnerabilidad estará en función de la situación concreta de cada país y, en ciertos casos, de áreas europeas.
Si a esta circunstancia se le añaden las matizadas competencias de la Comisión Europea en términos energéticos, entonces la cuestión sobre la vulnerabilidad resulta más compleja, además de que su supuesta solución entraña dificultades especiales.
Con el análisis del tema energético y la dependencia europea del gas y petróleo ruso, se han abordado algunos de los factores que condicionan las interrelaciones energéticas entre la UE y Rusia. No obstante, no debe olvidarse la existencia de otros que en el futuro pueden jugar un papel muy importante y a los que se les debería prestar una atención especial.
En primer lugar, Rusia necesitará poner en funcionamiento, a medio plazo, yacimientos en zonas de difícil extracción y transporte cuya viabilidad económica puede ser cuestionable, o los precios ofertados tan altos que la UE deba buscar alternativas a Rusia.
En segundo lugar, el aumento en los precios del gas o las necesidades de garantizar un suministro suficiente dentro de Rusia pueden reorientar las exportaciones hacia el consumo interno, cuestionándose el interés ruso de vender a la UE. Así pues, podrían aparecer nuevas causas de alteración de las relaciones energéticas entre Rusia y la UE distintas a las existentes en la actualidad.
En tercer lugar, la apertura de nuevos mercados para los hidrocarburos rusos que compitan en demanda con el europeo debilitaría la posición negociadora de la UE. En este sentido son reseñables los esfuerzos rusos por aumentar su producción de gas líquido (GLP) que sería transportado en buques especiales, la construcción de un sistema integral de gasoductos o la aparición de nuevos clientes rusos en extremo oriente y, en especial, China.
De momento Moscú no está interesado en desarrollar sus capacidades de exportar gas licuado. Semejante cambio en la estructura de exportación de gas rusa significaría aumentar la flexibilidad y reducir la dependencia de Rusia con respecto al consumo europeo. Por otro lado transformaría el aparato de exportación ruso en una infraestructura basada en la licuefacción y en los metaneros, en lugar de gasoductos, implicaría la pérdida del control geoestratégico –si realmente, al fin y al cabo, es sustancial– sobre el "grifo" del gas.

Conclusión

A lo largo de este trabajo han quedado marcados con perfiles suficientemente destacados cuáles son los elementos principales de la política exterior de Rusia. Moscú quiere volver a ser uno de los principales actores en el contexto político regional y mundial, lo que sin duda le corresponde por razones históricas, geográficas, económicas, militares y culturales. Pero tras más de ocho años de fuerte crecimiento económico, la grave crisis del bienio 2008 –2009 ha puesto de manifiesto las limitaciones con que se encuentra Rusia para preservar ese estatus, debido fundamentalmente a las carencias sociales, económicas e institucionales internas.
El presidente Medvedev ha querido movilizar a los ciudadanos y fuerzas sociales en un esfuerzo de renovación con el fin de modernizar el país no solo en el ámbito económico y tecnológico sino también institucional. Consciente de la necesidad de contar con la colaboración de otros países en ese esfuerzo Medvedev ha dado un giro, si no en el fondo, al menos sí en la forma de plantear la política exterior rusa para hacerla más amable y menos basada en la confrontación, en particular con occidente, como ocurrió en la segunda etapa presidencial de Putin y como nuevamente Putin implementa en su actual mandato.
El aspecto más destacado de esta nueva política ha sido el replanteamiento (reset) de las relaciones con el viejo adversario, EEUU. Medvedev ha admitido que Occidente tiene que ser el socio privilegiado en ese esfuerzo de modernización no solo por su posible aportación de capitales, inversiones y tecnología sino porque representa el modelo y el sistema de valores que él considera más adecuado para Rusia. Ese nuevo planteamiento ha coincidido con la llegada a la Casa Blanca de un nuevo presidente que está de acuerdo con Medvedev en la necesidad de proceder a profundas reformas internas y de buscar soluciones a los problemas globales no de forma unilateral sino en cooperación con los demás países y principales organizaciones internacionales. Entre ambos mandatarios se ha establecido una excelente relación personal, aspecto éste que tiene sin duda gran importancia en las relaciones bilaterales.
Medvedev ha logrado con ese nuevo estilo lo que su predecesor no consiguió: que Washington tome en cuenta las preocupaciones y los intereses rusos en cuestiones como la ampliación de la OTAN, la defensa contra misiles, la adhesión rusa a la OMC y el hecho de que Rusia debe jugar un papel relevante en el espacio post –soviético. Por su parte, Moscú ha mostrado su voluntad de diálogo y colaboración con occidente en temas clave como son Afganistán, Oriente Medio y el programa nuclear de Irán.
Rusia sigue considerando el espacio post –soviético como su patio trasero, en el que quiere pisar fuerte. Su intervención armada contra Georgia en agosto de 2008 fue un mensaje claro a todos los países del Cáucaso y Asia Central de que no está dispuesta a aceptar que se salgan de su órbita ni que se produzcan nuevas "revoluciones naranja".
Rusia trata, por otra parte, de mantener un control casi monopolístico sobre los recursos energéticos del Mar Caspio y Asia Central y va a hacer todo lo posible para que no vuelvan a realizarse proyectos que rompen ese monopolio como han sido el oleoducto Bakú –Tiflis –Ceyhan y el gasoducto Bakú –Tiflis –Erzurum. El proyecto Nabucco nunca verá la luz si Rusia puede evitarlo.
Rusia tiene claro el papel que juegan sus recursos energéticos estratégicos en la financiación de su crecimiento. El gas y el petróleo son las bases fundamentales sobre las cuales se apoya la política económica rusa. De aquí y de la exportación de armamento surgen los fondos para desarrollo y capitalización de la industria y la economía.
Moscú no tiene especial prisa en resolver los llamados "conflictos prolongados" (Transnistria, Nagorno –Karabaj, Osetia del Sur y Abjasia) porque le sirven para mantener influencia y capacidad de presión en la zona. La elección de Yanukovich como presidente de Ucrania y la difícil situación económica por la que atraviesa ese país ofrece a Moscú la oportunidad de recuperar el terreno perdido con la "revolución naranja" de 2004. La relación con Ucrania tiene una importancia estratégica y sentimental enorme para Rusia.
Si excluimos el espacio post –soviético, Europa es el área de interés geopolítico primordial para Rusia. En ese sentido, Rusia sigue siendo plenamente una "potencia europea". Moscú trata de aprovechar la menor prioridad que Washington otorga a Europa y el momento de debilidad e introspección en la UE para ganar posiciones en el plano económico y político. Su propuesta sobre la revisión de la arquitectura de seguridad en Europa parece responder en parte a esa percepción.
Podemos asegurar que Putin otorga en su lista de prioridades volver su cara hacia el Asia central, más precisamente la región del Cáucaso y sus recursos naturales. El aumento de la presencia militar y la lucha a ultranza contra los insurgentes yihadistas así lo manifiestan. Su intervención armada contra Georgia en agosto de 2008 fue un mensaje claro a todos los países del Cáucaso y Asia Central de que no está dispuesta a aceptar que se salgan de su órbita. Rusia trata, por otra parte, de mantener un control casi monopolístico sobre los recursos energéticos del Mar Caspio y Asia Central.
Moscú tiene claro que le corresponde el lugar de gran por razones históricas, geográficas, económicas, militares y culturales. Pero tras más de ocho años de fuerte crecimiento económico, la grave crisis 2008 –2009 ha puesto de manifiesto las limitaciones y deficiencias sociales, económicas e institucionales internas.
El aspecto más destacado de esta nueva política ha sido el replanteamiento (reset) de las relaciones con el viejo adversario, EEUU. Medvedev sabe que Occidente representa el modelo y el sistema de valores que él considera más adecuado para Rusia. Ese nuevo planteamiento ha coincidido con la llegada a la Casa Blanca de un nuevo presidente. Pero Putin ha vuelto a la política dura y a las tradiciones Rusas, integrando, eso sí, los beneficios económicos y comerciales de occidente.
Putin quiere sentar a Washington y que este tome en cuenta las preocupaciones y los intereses rusos en cuestiones como la ampliación de la OTAN, la defensa contra misiles, la adhesión rusa a la OMC y el hecho de que Rusia debe jugar un papel relevante en el espacio post –soviético. Por su parte, Moscú ha mostrado su voluntad de diálogo y colaboración con occidente en temas clave como son Afganistán, Oriente Medio espacio post –soviético, Europa es el área de interés geopolítico primordial para Rusia. En ese sentido, Rusia sigue siendo plenamente una "potencia europea".
En cuanto a China, Moscú ha intentado construir una relación realmente estratégica para diversificar sus relaciones económicas y energéticas y neutralizar el latente riesgo que para su seguridad representa su poderoso vecino asiático.
Rusia tiene la clara percepción de un cierto declive de la superpotencia norteamericana. De ahí su esfuerzo para construir unas relaciones especiales con las otras grandes potencias económicas como China, la India y Brasil y su renovada atención a Latinoamérica, en donde su punta de lanza son los sistemas avanzados de armas y la capacidad de su industria petrolífera y del Gas..
Las antenas están prestando más atención a la región de Asia Oriental y el Pacífico, que es la que está experimentando un crecimiento económico más potente en la actualidad. Parece evidente que sería bueno que hubiera un mayor equilibrio de desarrollo entre la Rusia europea y la Rusia asiática.
Rusia debe hacer un gran esfuerzo para dar solución a sus problemas internos, tanto económicos como sociales, educativos e institucionales que son el talón de Aquiles de esa nación que pretende jugar un papel clave en el orden internacional. La potencialidad científica, el espíritu de sacrificio y la capacidad de resistencia del pueblo Ruso están demostrados sólidamente a lo largo de su historia. Putin ha destinado de aquí hasta el 2018, más de 4600 millones de dólares para mejorar la calidad de vida del ciudadano ruso
Por todo lo expuesto, afirmo fehacientemente, que este gigante herido, volverá a formar parte de las súper potencias dentro de los próximos 20 años, y el factor energético y militar será el apoyo fundamental de la política exterior de esta nueva Rusia.











































Bibliografía:

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