La nuda muerte: de la biopolítica a la necropolítica y más allá.
Descripción
La nuda muerte: de la biopolítica a la necropolítica y más allá1
J. Igor Israel González Aguirre @jiigonzaleza
Hace un par de décadas, Giorgio Agamben se embarcó en una tarea
sumamente
oceánico
de
ambiciosa:
Foucault
hasta
navegar
por
atravesarlo
el
por
pensamiento completo.
De
manera específica, este entrañable italiano nacido en Roma, alumno brillante de Heidegger, se involucró en la tarea de llevar
hasta
sus
últimas
consecuencias
las
reflexiones
foucaultianas y pensar la política más allá del biopoder. Entre 1995 y 1996, estos esfuerzos quedaron plasmados en sus textos titulados Homo sacer: Il potere sovrano e la nuda vita; y Mezzi sensa fine. De la mano de Platón –y un poco también junto con Arendt, Marx, San Agustín, Kafka y otros- Agamben postulaba que la politización de la vida nuda, de la vida como tal, representaba el acontecimiento fundacional, de la modernidad. Así, la hipótesis central que atraviesa tanto al Homo Sacer como al Mezzi y a algunos otros
textos
más
recientes
sugiere
que
la
arquitectura
institucional moderna, es decir, los regímenes políticos contemporáneos
–tanto
democráticos
como
totalitarios-
se
han desplegado en un espacio jurídico-instituido que tiende a clausurar a los sujetos, a tutelarlos prácticamente en 1
Presento los comentarios que hice a los avances de investigación mostrados por Rossana Reguillo, el 17 de marzo de 2015, en las instalaciones del ITESO. El texto en el que se plasman dichos avances se titula” La turbulencia en el paisaje: de jóvenes, necropolítica y 43 esperanzas”.
1
cada uno de los aspectos de su vida. Y desde luego, a gobernarlos también en relación con su muerte. Bajo esta perspectiva, Agamben observaba que más que una
serie
de
humanidad
anomalías,
–tales
concentración,
como
hechos
las
el
grandes
Holocausto
en
los
que
tragedias y
los
éste
de
la
campos
de
se
enfoca-
constituyen una consecuencia inevitable del origen de la política occidental. En tales espacios el ser humano es despojado por completo de su
bios, de la vida que le es
propia, particular, y queda expuesto en su pura zoé, es decir,
reducido
descartable,
a
la
vida
a
desechable,
secas,
a
aniquilable
aquella sin
que
es
mayores
consecuencias. 2 Ésta es en pocas palabras la consecuencia funesta de la politización de la nuda vida: la gestión y la administración institucional de la dimensión vital de la humanidad y, en consecuencia, la emergencia del Homo sacer: un
individuo
excluido
de
la
comunidad
que
puede
ser
eliminado con toda la impunidad posible (pero que de algún modo
es
cuando
insacrificable). es
dispuesta
y
Sobra
decir
organizada
que por
la el
nuda
vida,
andamiaje
institucional se convierte, también, en la nuda muerte, en el estado de excepción que suspende todo orden posible, en la barbarie formalizada. Lo anuncio desde ya: el nombre que Reguillo ha adoptado para referirse a este horizonte es el de la necropolítica en tanto esfera situada más allá del biopoder
y
de
su
reformulación
más
contemporánea:
la
biopolítica. Volveré más adelante sobre este punto. Pero antes de desarrollar este aspecto vale la pena poner de relieve que recurro a esta apretadísima revisión 2
Agamben (1998) señala que los griegos no contaban con un término para referirse a lo que hoy entendemos como vida. Por el contrario, utilizaban dos términos semántica y morfológicamente distintos: zoē y bios. El primero remite a la vida que le es común a todos los seres vivientes; es la vida como tal. El segundo alude a la forma de vida particular, propia de un individuo o grupo.
2
de un par de las ideas de Agamben porque me parece que desde hace un tiempo para acá, Rossana se ha propuesto una tarea cuya magnitud es equiparable a la que en su momento se
impusiera
Roma.
Si
el
laureado
entonces
éste
egresado
nos
de
la
invitaba
a
Universidad
reconfigurar
de las
categorías de la filosofía política clásica y repensar lo político junto con Foucault, Reguillo nos coloca hoy frente a un desafío que impone rutas paralelas: en compañía de Achille Mbembe, Rossana esboza algunas de las coordenadas fundamentales doloroso
para
comprender
presente
mexicano.
incorporación
al
arsenal
nuestro
presente,
Ello
a
conceptual
de
nuestro
través las
de
la
nociones
de
necropoder y necropolítica. Más adelante retornaré a la lectura que nos ofrece Reguillo
acerca
de
estas
nociones,
porque
es
de
suma
importancia. Por el momento es pertinente mencionar que el texto que hoy nos convoca inicia con el aviso de que la pregunta que articula sus argumentos resultará incómoda no tanto por las respuestas que podría suscitar, sino por todo lo que involucra el hecho de formularla. Desde mi punto de vista, el adjetivo se queda corto: más que incómoda, la interrogante
es
escalofriante
y
desgarradora.
¿De
qué
mueren los jóvenes?, se cuestiona y nos cuestiona Rossana. Desde luego, la pregunta incomoda por lo que supone: la muerte. No cualquiera, sino la de la juventud, la cual es (o
debería
ser)
el
epítome
de
la
vida.
Pero
también
representa una ruptura, un punto de quiebre que pone de relieve el agotamiento del proyecto moderno y el límite de la vigencia de la institucionalidad derivada de éste. Esto no es poca cosa. Tal como lo señala Reguillo lo que se evidencia es el fracaso de un modelo de desarrollo que prometía
progreso
social
y
económico; 3
y
que
en
última
instancia
trajo
consigo
la
profundización
de
las
desigualdades, la inequidad en el acceso y la distribución del
poder,
sectores
la
de
vulneración
la
y
población;
y
precarización de
entre
de
amplios
éstos,
los
más
afectados históricamente han sido los jóvenes. Desde luego, ésta es una tendencia observable a escala global. Ante ello, Rossana evidencia lo que ocurre en el caso mexicano. La pregunta, pues, persiste y se focaliza. ¿De qué mueren las y los jóvenes mexicanos? La respuesta es contundente: se matan o los matan. Mueren pues a causa de la violencia.
Las cifras que se presentan en el texto son
mucho más que incómodas. Reguillo señala que tan sólo en el 2012, en nuestro país encontraron la muerte 20 658 jóvenes, es
decir,
esposos,
más
de
padres.
20
mil
De
hijos,
éstos
hermanos,
casi
la
estudiantes,
mitad
de
los
fallecimientos se debió a la violencia directa. Más aún, a contracorriente de lo argumentado por el discurso oficial, Reguillo plantea que la violencia no es situacional, sino que
atraviesa
al
país
por
todos
los
costados,
y
lo
desangra. No es un tema localizado en dos o tres zonas “calientes”,
sino
que
constituye
un
flagelo
que
se
despliega por todo el territorio nacional. No cabe duda que el manto de lo violento ensombrece el presente pero también el futuro. Escribo esto y no puedo evitar pensar en un texto que titulé El umbral de la noche del mundo, el cual fue presentado hace un par de meses en un congreso sobre Revueltas
y
significativa
Revoluciones Praga).
Ahí
(realizado pretendía
en
la
altamente
reflexionar
–en
un
intento de domar un poco el miedo y la rabia- acerca de Ayotzinapa
en
términos
de
lo
que
Badiou
define
como
Acontecimiento. Rossana lo hace aquí mucho mejor que yo. En fin, de cualquier manera, no cabe duda que habitamos justo
4
en ese umbral en el que la noche se cierne sobre nosotros y se abre un abismo al que ella propone que nos asomemos. Propuesta incómoda, seguro. Desgarradora como pocas. Apoyada en los argumentos de Achille Mbembe (2003), 3 Reguillo
plantea
la
pertinencia
de
desplazar
la
mirada
analítica hacia la existencia de un poder difuso, que no necesariamente
se
encuentra
anclado
en
el
Estado
(y
a
partir de esta afirmación plantearé hacia el final un par de preguntas). A pesar de ser borroso, este poder tiene efectos muy concretos, puesto que entrevera lo que el autor camerunés
ya
mencionado
refiere
como
“economía
de
la
muerte” en el plano de las relaciones de producción y del ejercicio
del
poder.
Es
precisamente
en
este
desplazamiento, en la reformulación de las preguntas que interrogan por el control de la vida y el poder sobre la muerte, en el que emerge la noción de necropoder. 4 Pero no solo eso. También se postula el horror como categoría de análisis –sentencia Rossana-. Este es un asunto fundamental en
los
implica
planteamientos un
de
desplazamiento
la
citada
analítico
autora, que
puesto
contribuye
que a
la
reconfiguración del modo que tenemos para interpretar este 3
Reguillo se apoya en un texto más reciente de Mbembe, de 2011, titulado Necropolítica seguido de Sobre el Gobierno Privado Indirecto, de la editorial madrileña Melusina. Ambos textos se encuentran atravesados por una hipótesis crucial: la expresión última de la soberanía reside, en buena medida, en el poder y la capacidad de dictar/dictaminar quién vive y quién muere. Esto distancia al autor de las perspectivas más ortodoxas de la ciencia política, las cuales conciben la soberanía como un asunto que acontece tanto dentro de los límites del Estado-nación (mediante el conjunto de instituciones empoderadas por el Estado) como en las redes e instituciones supranacionales. En este sentido, puede decirse que Mbembe sigue la ruta trazada primero por Foucault en la década de los setenta y luego por Agamben al inicio del nuevo milenio. En síntesis, Mbembe plantea que la modernidad constituye la base en la que se anclan las múltiples concepciones de la soberanía y, por ende, de lo biopolítico. Esto ha traído como consecuencia una instrumentalización generalizada de la existencia humana y la destrucción material de cuerpos humanos y de poblaciones enteras. Ésta es la premisa básica sobre la que este autor camerunés desarrolla sus argumentos (i.e. la política es la muerte que vive una vida humana, dice Mbembe acerca de la lectura que hace de Hegel). 4 Desde una perspectiva que retoma a Franz Fanon y a , Mbembe (2003) ha esbozado las nociones de necropoder y de necropolítica. A partir de éstas se busca dar cuenta de las maneras en las que en el mundo contemporáneo se despliegan armamentos enfocados en lograr la maximización en términos de la destrucción de personas y, por ende, en la creación de mundos de muerte: nuevas formas de existencia social en la que vastos sectores de la población están sujetas a condiciones de vida que las convierten en poco menos que muertos vivientes.
5
desolado
mundo.
Retrotraer
al
horror
como
categoría
analítica implica pensar, junto con Mbembe (2003), en la emergencia de mundos de muerte, en instrumentos capaces e Es precisamente en el centro de este mapa conceptual donde es posible producir cierta inteligibilidad para comprender el presente. Pero para ello se requiere modificar de manera radical el marco de las preguntas posibles, es decir, el episteme. Todo ello implica –asevera Reguillo- “socavar las bases en las que se asienta nuestra comprensión del mundo”. Hace dos décadas era Agamben quien hacía esta invitación. Hoy Rossana
lanza de nuevo el desafío. Nuda vida. Nuda
muerte. Necropolítica. Las consecuencias de este abordaje no son menores. El recuento de desapariciones que Rossana enumera en su texto puede leerse –a la luz de los argumentos de Dbembe- como un proyecto del necropoder, a partir del que se elimina y oblitera toda posibilidad para la juventud. Juvenicidio es el término que utiliza la autora para referirse a estas catástrofes. Esta noción resulta crucial puesto que “…nombra, ilumina, elucida la muerte sistemática en función del valor del cuerpo joven, valor que aceita la maquinaria de la necropolítica.
Valor que puede definirse tanto por
positividad (yo te secuestro y después de obtener ganancias de distinta índole, materiales, simbólicas, territoriales; te elimino), como por negatividad (yo te desaparezco y te aniquilo,
porque
tu
vida
me
estorba
y
eres
más
útil
muerto)” (Reguillo, 2015).
Recordaba, más arriba, el surgimiento de una economía de la muerte, tal como lo siguere Mbembe. Creo que con esta cita Rossana nos ofrece un claro ejemplo de lo anterior. Finalmente, términos
el
texto
sucintos
se
llega
al
enumera
horror
el
gravísimo
dejado hasta ahora este acontecimiento:
6
de
Ayotzinapa. saldo
que
En ha
“6 muertos (uno de ellos, desollado), 5 heridos de gravedad (dos al borde de la muerte) y la desaparición forzada de 43 estudiantes (uno de ellos identificado por un hueso); un presidente
municipal
destituido,
y
su
esposa
presos;
un
gobernador
un palacio de gobierno y varios edificios
gubernamentales en llamas; una presidencia terriblemente cuestionada ya no solo por los mexicanos, sino además por la comunidad internacional y algunos de esos elefantiásicos organismos –como la ONU- que se han pronunciado con fuerza sobre el ‘caso’. Una movilización social sin precedente en el país y el grito en las calles y en las redes de ‘Vivos se los llevaron, vivos los queremos’.”
Como siempre, más allá de la mera descripción de los hechos, Rossana ofrece algunas pistas para dotar de sentido al
vacío
y
pone
de
relieve
algunos
aspectos
cruciales
derivados del horror llamado Ayotzinapa: 1. Obligó al país a prestar atención a la violencia creciente; 2. Visibilizó a la juventud tanto como sujeto vulnerado por la violencia, pero
también
como
el
protagonista
del
presente
y
del
futuro; y 3. Fomentó una conversación colectiva en el que los
actores
sociales
descubrieron
un
“nosotros”
que
no
estaba solo, sino que compartía desesperanzas y soledades. Digámoslo una vez más, el país está desgarrado y la noche se cierne sobre nosotros. Repito a manera de guiño: sobre nosotros.
De
la
nuda
vida
a
la
nuda
muerte:
la
necropolítica. Para Rossana todo lo anterior se coagula en lo que desde la ciencia médica se denomina disforia, una especie de emoción hegemónica que se alimenta de la desesperanza, la tristeza y el miedo. Ésta, la disforia, es para Reguillo una
especie
de
espíritu
de
nuestro
presente
mexicano.
Cuando se traslada del registro psiquiátrico y se postula en clave antropológica, puede verse que el tono que marca la narrativa de lo violento en México es, precisamente, la disforia. De eso se habla. Desde ahí se nombra y se dota de
7
sentido al mundo, a un país que en última instancia es, por ponerlo así, una sucesión de fosas clandestinas y muertes y desolaciones. El texto -desafiante e incómodo- de Rossana finaliza con una nota menos funesta. Si la juventud es víctima y victimario, también es esperanza. Entre el #YoSoy132 y el México-Ayotzinapa,
comienza
a
perfilarse
el
rostro
del
“nosotros” al que me refería hace un momento. Este rostro es joven, diverso y cambiante. Es precisamente este sector de la población, el joven, el que lleva entre las manos, muy por delante, la tarea que vislumbra Reguillo en el texto que hoy nos convoca. Son ellos, a través de ellos, de las
y
los
posible,
jóvenes,
por
citar
que
se
al
amplían
Rancière
los
al
que
márgenes también
Rossana, que se reformulan los modos de pensar,
de
lo
alude que se
reconfiguran los significados. Hoy, amplios sectores de la juventud mexicana hackean –dice Rossana- no solo las redes, sino
los
cimientos
que
orientan
nuestra
comprensión
del
mundo, y postulan otro con sus actos. Un mundo distinto; un mundo donde quepan muchos mundos. Termino colocando tres aristas que se derivan de la lectura que efectué del texto de Rossana. Éstas competen, desde luego, a los avances de investigación que ahí se muestran. Pero creo que también pueden tener resonancia en términos
del
programa
investigativo
en
el
que
estamos
involucrados, de una manera u otra, con la indagación de las trayectorias y circuitos juveniles. 1. Sin duda la juventud mexicana se erige como uno de los principales obstante,
actores se
del
precisa
presente
reconocer
y que
del las
futuro.
No
paradojas
señaladas por Hopenhayn hace una década –y a las que se
enfrenta
este
sector 8
de
la
población-
se
han
intensificado educativo
y
y
profundizado
menor
(i.
posibilidad
e.
de
mayor
insertarse
nivel en
el
mercado de trabajo; mayor acceso a la información y menor
incidencia
en
los
procesos
de
toma
de
decisiones). ¿De qué manera los jóvenes se hacen cargo de
esas
condiciones,
en
tanto
que
obliteran
su
agencia, su futuro? 2. El
campo
político
y
la
política
requieren
de
un
trabajo de reconfiguración conceptual y práctico que los
resignifique,
vigencia
de
la
que
los
abra
de
institucionalidad
par
en
par.
La
contemporánea
ha
llegado, sin duda, al límite y en el horizonte no hay a la vista actores/procesos que se hagan cargo de dicho trabajo. ¿Qué espectros nos esperan en el futuro mediato? ¿Con qué rostro se dibuja al México de los próximos lustros? El panorama no es nada grato. 3. En la última década se han intensificado los procesos de movilización social (lo que esto quiera decir en la actualidad). Buena parte de lo anterior ha tenido como protagonista a diversos sectores de la juventud. Sin duda se ha ido acumulando una fuerza social altamente significativa.
Desafortunadamente,
los
institucionales
para
energía
clausurados,
o
canalizar
inmersos
en
una
esta
profunda
espacios están
crisis
de
legitimidad. ¿Será que los jóvenes lograrán Pensar sin Estado (por decirlo à la Lewkowicz) y articular nuevos espacios
para
¿Desembocará
(la esta
ampliación fuerza
de)
social
la
política?
acumulada
–sin
válvulas de escape visibles- en un poderoso estallido social? Muchas gracias.
9
Referencias Agamben, Giorgio. Means whitouth end. Notes on politics, University of Minessota Press, EUA, 2000. Agamben, Giorgio. Homo sacer. Sovereing power life, Standford University Press, EUA, 1998.
and
González Aguirre, J. Igor I. “Ayotzinapa: el umbral noche del mundo”, ponencia presentada en la 2nd Conference on Revolt and Revolution, llevada a cabo ciudad de Praga, entre los días 4 y 6 de noviembre de
bare
de la Global en la 2014.
Lewkowicz, Ignacio. Pensar sin Estado. La subjetividad en la era de la fluidez, Paidós, Argentina, 2004. Mbembe, Achille. “Necropolitics”, en Public culture, 15(1): 11-40, Duke University Press, EUA, 2003. Reguillo, Rossana. La turbulencia en el jóvenes, necropolítica y 43 esperanzas, investigación, ITESO, México, 2015 (mimeo).
10
paisaje: Avances
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