La nostalgia como experiencia del absoluto en Luigi Giussani

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Descripción


La nostalgia como experiencia del absoluto en Luigi Giussani
Juan Serrano Vicente
Universidad Francisco de Vitoria
Grupo estable de investigación sobre el atrio de los gentiles


Resumen
La presente comunicación tiene como finalidad principal analizar y volver a proponer una visión del anhelo de infinito del ser humano como un modo de manifestación de Dios en el hombre a partir de las categorías empleadas por el teólogo italiano Luigi Giussani. Con este haremos un recorrido relativamente amplio por el itinerario del sentido religioso en el hombre. También será oportuno establecer un nexo entre el pensamiento del autor y algunas manifestaciones culturales que son especialmente cercanas al hombre moderno, para mostrar cómo la dinámica del deseo es algo intrínseco al ser humano. Necesariamente, el punto de llegada ha de ser el carácter paradójico, y por eso dramático, del deseo del hombre: más grande que él mismo pero al mismo tiempo inalcanzable por sus propias fuerzas, mostrando en ese punto que la nostalgia de la que queremos hablar es debida a esta desproporción. Y esta desproporción es justamente una manifestación del Infinito.
Palabras clave: deseo, experiencia, revelación, Dios, Luigi Giussani, Xavier Zubiri, corazón, tristeza, nostalgia, presencia, Infinito.


Introducción
Un desconocido es mi amigo,
uno a quien no conozco.
Un desconocido lejano, lejano;
por él mi corazón está lleno de nostalgia,
porque él no está cerca de mí.
¿Quizá porque no existe?
¿Quién eres tú que llenas mi corazón de tu ausencia,
que llenas toda la tierra de tu ausencia?
Este poema de Pär Lagerkvist, premio Nobel de literatura en el año 1951, expresa con sorprendente exactitud el problema que queremos abordar: la ausencia es, de hecho, una presencia. No pocos autores a lo largo de la historia han propuesto esta paradoja consistente en ver la nostalgia del hombre como un modo de experiencia de Dios.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que esta aparente contradicción se construye sobre otra más honda: el deseo más profundo del hombre, aquello que el ser humano desea con más fuerza, es, sin embargo, inalcanzable para él. A este respecto, dice Giussani que
la respuesta existe, porque está clamando a través de las preguntas que constituyen nuestro ser, pero no puede medirse con la experiencia. Existe, pero no se sabe qué es. […]. La cumbre que la razón puede conquistar es la percepción de que algo desconocido, inalcanzable, existe, y que hacia ello se dirigen todos los movimientos humanos porque el propio hombre depende de ello. Es la idea de misterio.
Trataremos de alcanzar una síntesis entre las aparentes antinomias "ausencia-presencia" y "tristeza-gozo".
El itinerario del sentido religioso
Al repasar algunos de los hitos más importantes del pensamiento de Giussani descubrimos un recorrido que parte del yo y del reconocimiento de las exigencias que tenemos y llega hasta la desproporción estructural del ser humano. Es en esta desproporción donde intentaremos vislumbrar un cierto tipo de nostalgia por aquello que deseamos —y que no conseguimos alcanzar— que suponga de algún modo la manifestación del absoluto.
El estupor debido a una presencia
Supponete di nascere, di uscire dal ventre di vostra madre all'età che avete in questo momento, nel senso di sviluppo e di coscienza cosi come vi è possibile averli adesso. Quale sarebbe il primo, l'assolutamente primo sentimento, cioè il primo fattore della reazione di fronte al reale? Se io spalancassi per la prima volta gli occhi in questo istante uscendo dal seno di mia madre, io sarei dominato dalla meraviglia e dallo stupore delle cose come di una «presenza». Sarei investito dal contraccolpo stupefatto di una presenza che viene espressa nel vocabolario corrente della parola «cosa». Le cose! Che «cosa»! Il che è una versione concreta e, se volete, banale, della parola «essere». L'essere: non come entità astratta, ma come presenza, presenza che non faccio io, che trovo, una presenza che mi si impone.
El primer punto parte, por tanto, de un realismo. Giussani habla de este realismo como una premisa metodológica en El Sentido Religioso, pero la implicación que se desprende de este último texto es mucho más profunda y después le permitirá decir "yo soy tú-que-me-haces". Este ser como "presencia que se me impone" es, para el autor, un dato fundamental de la experiencia del hombre.
Perciò il primissimo sentimento dell'uomo è quello d'essere di fronte a una realtà che non è sua, che c'è indipendentemente da lui e da cui lui depende.
Percepción del orden de la realidad
Este ser que existe y que me llena de estupor está ordenado, no es caótico: "el asombro, el estupor original, implica un sentido de la belleza, el atractivo que ejerce la belleza armónica". Aquí es necesario introducir un término fundamental para el autor italiano: el concepto de experiencia. Giussani, en Il rischio educativo dice que
Ciò che caratterizza l'esperienza è il capire una cosa, lo scoprirne il senso. L'esperienza quindi implica intelligenza del senso delle cose. E il senso di una cosa si scopre nella sua connessione con il resto, perciò esperienza significa scoprire a che una determinata cosa serva per il mondo.
Por tanto, podemos entender cómo para el autor la experiencia tiene mucho que ver justo con el lugar que algo ocupa en relación con el todo. La posición de Giussani, que parte de un presupuesto realista, pretende afirmar que el hombre es capaz de leer la realidad, descubriendo el sentido de las cosas. Este orden es perceptible porque la realidad es estructuralmente abierta —inteligible—: se da y se muestra. Algunos han denominado a esta propiedad de la realidad "carácter epifánico", es decir, de manifestación. La realidad es esencialmente manifestación. Y manifestación es siempre de algo y a alguien.
Percepción del cosmos como "providencial"
La percepción de que la realidad se nos muestra como algo ordenado es, en cierto sentido, una forma de revelación. Ahora bien, ¿revelación de qué en concreto? Resulta de una ayuda inestimable la vía de la religación que propone el filósofo español Xavier Zubiri. En El hombre y Dios dice:
Dios en tanto que Dios es la realidad absolutamente absoluta como ultimidad, posibilitación y impelencia, que está formalmente presente en las cosas reales constituyendo su realidad, lo cual es eo ipso deidad y manifestación de Dios, no de un modo general y abstracto, sino en toda la concreción que se nos descubre en la historia. Tal es la realidad de Dios, justificada por la vía de la religación.
Este es el punto de llegada de la explanación de la vía de la religación tal y como queda expuesta en El hombre y Dios. El camino que recorre previamente es amplio, pero comparte muchos puntos con el que realiza Giussani. Parte de la realidad del hombre como ser "relativamente absoluto" para llegar a la necesidad de un ser "absolutamente absoluto" que se manifiesta como fundante de la realidad y que, estando en las cosas reales, es más que ellas:
La vida personal del hombre consiste en poseerse haciendo religadamente su Yo, su ser, que es un ser absoluto cobrado, por tanto, relativamente absoluto (primer paso). Como momento de las cosas y determinante del Yo, el poder de lo real es "más" que la realidad y, por tanto, que el poder de cada cosa real concreta (segundo paso). Pero el poder de lo real se funda esencialmente en la índole misma de la realidad. Luego este poder está fundado en una realidad absolutamente absoluta, distinta de las cosas reales, pero en las cuales, por serlo, está formalmente constituyéndolas como reales. Esta realidad es, pues, Dios (cuarto paso).
La realidad es, por tanto, providente: el hombre, cuya tarea fundamental es hacerse — hacer su Yo, es decir, su realidad relativamente absoluta—, no puede prescindir de la realidad, que es en sí misma —aunque no por sí misma— manifestación de la realidad absolutamente absoluta, esto es, de Dios, que guía con un designio bueno toda la realidad y está presente en ella, fundando el poder de lo real, que hace posible que el hombre haga su Yo.
El yo dependiente
El hombre, que reconoce toda la realidad como algo dado —como "dato"—, se reconoce también a sí mismo como algo dado. Es la famosa máxima de Giussani que reza "yo soy tú-que-me-haces", el yo dependiente. La experiencia original tiene su punto de llegada en este reconocerse dependiente.
Para Giussani se trata de un dato inmediato de la experiencia: la primera evidencia que tenemos es que no nos hacemos a nosotros mismos. Sin embargo, misteriosamente, el hombre puede revelarse contra este dato. Frente a esto, la realidad viene a salvar al hombre del encierro en sí mismo.
Zubiri detecta una paradoja similar a la que habíamos descubierto en Giussani: la constante búsqueda por parte del hombre de una articulación adecuada entre "su" realidad y "la" realidad. Esta búsqueda es una experiencia —que en Zubiri significa "probación física de realidad"— y se denomina "teologal": es la búsqueda de la realidad-fundamento.
El hombre no se hace ni se sustenta a sí mismo. En cuanto realidad personal, está constitutivamente no sólo abierto, sino fundado en y desde la realidad en cuanto poder. Es decir, de lo absolutamente absoluto en cuanto ejerce un poder sobre el Yo de cada persona en y desde las cosas.
La experiencia del signo
Una cosa che si vede e si tocca e che nel vederla e toccarla mi muove verso altro, come si chiama? Segno. Il segno quindi è una esperienza reale che mi rimanda ad altro. Il segno è una realtà il cui senso è un'altra realtà, una realtà sperimentabile che acquista il suo significato conducendo a un'altra realtà. Ed è questo il metodo con cui la natura ci richiama ad altro da sé: il metodo del segno.
El signo se da como un fenómeno cotidiano en la vida de todos los hombres. Es una cosa que "adquiere su significado conduciendo a otra realidad". La realidad y la vida del hombre están surcadas de signos. Pero habiendo hecho alusión antes al "yo dependiente", es claro que toda la realidad es signo de Otro, al que desde siempre todos han identificado con el Absoluto. A este Misterio Giussani le denomina "tú" porque es la palabra menos inadecuada que ha encontrado:
uso questa parola «tu» perché è la meno inadeguata nella mia esperienza d'uomo per indicare quella incognita presenza che è, senza paragone, più della mia esperienza d'uomo. Quale altra parola dovrei usare altrimenti?
La apertura total como única posibilidad razonable
La única actitud razonable sería, por tanto, la apertura total a una respuesta que tiene que venir de fuera: que exista una solución adecuada a la cuestión hace verdaderamente justicia a lo que realmente somos: anhelo de infinito. En este punto podemos comenzar a avanzar ya hacia un intento de solución de nuestro problema: de algún modo, la exigencia que tenemos –que se manifiesta como nostalgia– es la experiencia de una ausencia muy presente.
Tristeza y nostalgia
La desproporción estructural del ser humano da lugar a un estado de tristeza natural. La tristeza, tal y como la entiende Giussani, no es un estado pasajero en el hombre, sino una "característica fundamental de la vida consciente de sí". El término "tristezza", en italiano, tiene un matiz muy interesante que no posee, o al menos no tan claramente, el español:
Il momento della tristezza rappresenta l'incontro tra il desiderio e i suoi limiti propri.
Por tristeza queremos entender una cierta insatisfacción del que es consciente de la dimensión de su deseo y de la imposibilidad de alcanzarlo pero que al mismo tiempo, precisamente porque toma en serio su propia existencia, reconoce la necesidad de una respuesta.
Para Giussani, quizá sorprendentemente, el opuesto lógico de la tristeza no es la alegría ni el gozo, sino la desesperación. La tristeza de la que queremos hablar se sitúa en un plano diferente. Para entenderlo bien, puede ser interesante exponer algunos matices:
Santo Tomás dice que la tristeza es el "deseo de un bien ausente". Los clásicos entienden la tristeza como lo opuesto al gozo en todos los sentidos: si el gozo es el sentimiento producido por el disfrute del bien presente, la tristeza sería el sentimiento que produciría el mal presente. En este caso, el mal presente es justamente la ausencia del bien, por lo que podemos comprender perfectamente qué significa tristeza para los clásicos. De aquí se derivan dos sentimientos: la desesperación consistiría en, ante la ausencia del bien que deseamos, la imposibilidad de alcanzarlo, mientras que la esperanza tiene como punto de partida la posibilidad de alcanzar el bien deseado.
La melancolía, perteneciente al mismo campo semántico, tiene que ver con un sentimiento romántico de retorno del pasado como lugar del bien, frente al presente, que es un mal. La melancolía posee normalmente la nota de la desesperación, al menos tal y como la entienden los románticos.
El término portugués saudade no tiene una traducción evidente al castellano aunque normalmente se equipare con la nostalgia. Nostalgia viene del griego nostos (regreso) algos (sufrimiento). Es el sentimiento que tiene Ulises durante todo su viaje de regreso a Ítaca, su tierra, donde están su hogar y su mujer. Aquí aparece la morriña del terruño y podríamos seguir con el elenco.
En todos estos matices se puede vislumbrar cómo esta tristeza no es algo definitivo ni completamente determinado sino que se trata de una insatisfacción transversal a la vida del hombre debida a la desproporción estructural de la que hemos venido hablando. Nada le basta al hombre porque nada colma completamente su deseo.
La nostalgia es nostalgia del absoluto
Hemos querido hacer referencia a cómo se entiende la nostalgia justo para hacer notar un hecho sumamente interesante: emplear esta palabra supone admitir un cierto conocimiento del hogar al que se quiere regresar. No tendría sentido sentir tristeza por la ausencia de algo que no hemos conocido.
Sin embargo, hemos conocido la ausencia. Y la ausencia no se percibe más que después de haber experimentado de algún modo la presencia. Podríamos decir que toda ausencia es presencia en este sentido. Las exigencias originales de las que venimos hablando desde el principio se nos manifiestan como incumplidas, y por eso las deseamos. Este deseo introduce una cierta tristeza, que hemos denominado nostalgia.
La paradoja consiste justamente en que aquello que es conditio sine qua non de nuestra plenitud nos resulta inalcanzable, y por tanto la tristeza derivada de la presencia del mal, del dolor y de la muerte —como ausencia del bien supremo para la vida del hombre— se nos antoja impertinente.
Cesare Pavese lo expresa esto de un modo desgarrador:
Qué grande es el pensamiento de que no se nos debe nada. ¿Acaso alguien nos ha prometido algo? Y entonces ¿por qué esperamos?
Conclusión
Parece evidente la afirmación de que es imposible sostener adecuadamente que nosotros mismos hayamos puesto ese deseo de algo que nos supera infinitamente. Por tanto, aquello o Aquél que haya puesto en nosotros este deseo de infinito es el Infinito, el Absoluto, el que tiene la respuesta al interrogante último de nuestra existencia y el único que puede cumplir nuestras exigencias.
La etimología de la palabra nostalgia nos da más pistas: echamos de menos algo que no hemos conocido. Pero tal cosa es imposible. Sería razonable afirmar que esta nostalgia es una forma de conocimiento de aquello que todos llaman Dios.
Decir que la nostalgia es revelación de Dios es afirmar, en última instancia, un dato de experiencia. Puede parecer demasiado audaz. Sin embargo, la única explicación razonable, es decir, que tenga en cuenta todos los factores, implica la afirmación de que si Dios no existiera, no existiría no solo la posibilidad del cumplimiento, sino tampoco la nostalgia fruto de la desproporción estructural entre aquello que deseamos y aquello que podemos conseguir.
Esto quiere decir Zubiri cuando afirma que "Dios es algo experienciado" y que "sépalo o no lo sepa, todo hombre tiene experiencia de Dios". En definitiva, la experiencia del signo implica también una tristeza porque el fundamento de la realidad queda velado y el hombre está en todo momento necesitado de fundamento.




Pär Lagerkvist., El desconocido, versión de Carlos López Narváez, extraído de la página web . Citado en: Luigi Giussani, Il senso religioso (Milán: Rizzoli, 2010) (p. 75).
Luigi Giussani, Il senso religioso (Milán: Rizzoli, 2010) (p. 162).. "La risposta c'è, perché grida attraverso le domande costitutive del nostro essere, ma non è misurabile dalla esperienza. C'è, ma non si sa che cos'è. […] Il vertice della conquista della ragione è la percezione di un esistente ignoto, irraggiungibile, cui tutto il movimento dell'uomo è destinato, perché anche ne dipende. È l'idea di mistero". La traducción citada es de José Miguel Oriol en Luigi Giussani, El sentido religioso (Madrid: Encuentro, 2005).
Cf. Luigi Giussani, Il senso religioso (Milán: Rizzoli, 2010) (pp. 139-53).
Luigi Giussani, Il senso religioso (Milán: Rizzoli, 2010) (pp. 139-40). "Suponed que nacéis, que salís del seno de vuestra madre, con la edad que tenéis en este momento, con el desarrollo y con la conciencia que tenéis ahora. ¿Cuál sería el primer sentimiento que tendríais, el primero en absoluto, es decir, el primer factor de vuestra reacción ante la realidad? Si yo abriera de par en par los ojos por primera vez en este instante, al salir del seno de mi madre, me vería dominado por el asombro y el estupor que provocarían en mí las cosas debido a su simple "presencia". Me invadiría por entero un sobresalto de estupefacción por esa presencia que expresamos en el vocabulario corriente con la palabra "cosa". ¡Las cosas! ¡Qué "cosa"! Lo que es una versión concreta, y si queréis, banal, de la palabra "ser". El ser, no como entidad abstracta, sino como sino como algo presente, como una presencia que no hago yo, que me encuentro ahí, una presencia que se me impone".
Luigi Giussani, Il senso religioso (Milán: Rizzoli, 2010) (pp. 3-17).
Luigi Giussani, Il senso religioso (Milán: Rizzoli, 2010) (p. 140). "El primerísimo sentimiento que tiene el hombre es el de estar frente a una realidad que no es suya, que existe independientemente de él y de la cual depende".
Luigi Giussani, El sentido religioso (Madrid: Encuentro, 2005) (p. 150).
Luigi Giussani, Il rischio educativo (Milán: Rizzoli, 2005) (p. 127). "Aquello que caracteriza a la experiencia es el entender una cosa, descubrir su sentido. La experiencia, por tanto, implica la inteligencia del sentido de las cosas. Y el sentido de una cosa se descubre en su conexión con el resto de las cosas; es por esto que experiencia significa descubrir para qué sirve una determinada cosa para el mundo".
Husserl y, sobre todo, Gadamer, entre otros.
Xavier Zubiri, El hombre y Dios (Madrid: Alianza, 2007) (p. 157).
Xavier Zubiri, El hombre y Dios (Madrid: Alianza, 2007) (p. 149).
Luigi Giussani, Il senso religioso (Milán: Rizzoli, 2010) (p. 146). "Cuanto más profundizo en mí mismo, si quiero llegar hasta el fondo de mi ser, ¿de dónde broto? No de mí, sino de otra cosa. Es la percepción de mí mismo como chorro que nace de una fuente. Hay otra cosa que es más que yo y que me hace. […] Se trata de la intuición, que en todo momento de la historia han tenido siempre los espíritus humanos más agudos, de esa misteriosa presencia que es la que permite que el instante – el yo – tenga consistencia. Yo soy «tú-que-me-haces»".
Es necesario insistir aquí en la noción de dato para comprender adecuadamente cómo no se trata de algo puesto por el hombre en la realidad de forma artificial. Que la realidad es algo "dado" es una evidencia que podemos llamar, de algún modo, empírica, en cuanto que es fruto de la experiencia. Las consecuencias de la opción personal – se trata, de algún modo, de un acto moral – por negar este dato son tremendas, y se pueden ver en toda la historia de la humanidad. Quizá para nosotros es más evidente la percepción de estas consecuencias en lo que algunos autores han denominado la "dictadura del relativismo", un fenómeno típicamente contemporáneo y occidental.
Dice Zubiri que "poder es la dominancia de lo real". El poder como poder de lo real es fundamento de nuestra realidad personal y en él consiste la religación. Para más datos, ver Apéndice 1: El poder de lo real en Xavier Zubiri, El hombre y Dios (Madrid: Alianza, 2007) (pp. 89-91).
Cf. Luigi Giussani, Il senso religioso (Milán: Rizzoli, 2010) (pp. 153-66).
Luigi Giussani, Il senso religioso (Milán: Rizzoli, 2010) (p. 155). "Una cosa que se ve y se toca y que al verla y tocarla me mueve hacia otra cosa, ¿cómo se llama? Signo. El signo es, por tanto, una experiencia real que me remite a otra cosa. El signo es una realidad cuyo sentido es otra realidad distinta, una realidad experimentable que adquiere su significado conduciendo a otra realidad. Y es éste el método mediante el cual la naturaleza nos reclama a una cosa distinta de ella: el método del signo".
Luigi Giussani, Il senso religioso (Milán: Rizzoli, 2010) (p. 147). "Uso la palabra "tú" porque es la menos inadecuada en mi experiencia de hombre para indicar esa presencia desconocida que es, sin comparación, mayor que mi realidad de hombre. Pues, si no, ¿qué otra palabra podría usar?"
Luigi Giussani, El sentido religioso (Madrid: Encuentro, 2005) (p. 79).
Wikipedia en italiano. Entrada para "tristezza": . "El momento de la tristeza representa el encuentro entre el deseo y sus propios límites".
Cf. Luigi Giussani, El sentido religioso (Madrid: Encuentro, 2005) (p. 80).
Santo Tomás, Summa Theologiae, I, q. 20 a. 1, citado en Luigi Giussani, El sentido religioso (Madrid: Encuentro, 2005) (p. 80).
Y muchos más que recoge Milán Kundera y que referimos aquí por su interés: Milán Kundera, La Ignorancia (Barcelona: Tusquets, 2000) (p.199).
Cesare Pavese, Il mestiere di vivere (Einaudi: Turín 1973) (p. 276); trad. esp. El oficio de vivir (Seix Barral: Barcelona, 1997).
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