La nobleza titulada del Reino de Granada en la primera mitad del siglo XVIII: los nuevos títulos venales

June 19, 2017 | Autor: M. Felices de la ... | Categoría: La Nobleza En El Siglo XVIII, NOBLEZA EDAD MODERNA
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FELICES DE LA FUENTE, M. M., “La nobleza titulada del Reino de Granada en la primera mitad del siglo XVIII: los nuevos títulos venales”, en DÍAZ LÓPEZ, J. P. - ANDÚJAR CASTILLO, F. - GALÁN SÁNCHEZ, Á. (eds.), Casas, familias y rentas. La nobleza del Reino de Granada entre los siglos XVXVIII. Granada, 2010, pp. 191-214. ISBN: 978-84-338-5135-2.

La nobleza titulada del Reino de Granada en la primera mitad del siglo XVIII: los nuevos títulos venales 1

María del Mar Felices de la Fuente Universidad de Almería

Como ha evidenciado el profesor Enrique Soria Mesa en uno de sus trabajos 2 , los estudios relativos a la nobleza del Reino de Granada continúan siendo escasos, máxime si nos centramos en aquellos referidos a la nobleza titulada granadina que se creó a lo largo del siglo XVIII. Tan sólo podríamos añadir a la nómina de autores y títulos que daba Enrique Soria, entre otros, los trabajos más recientes de Paula Alfonso Santorio 3 , referentes a la nobleza titulada malagueña del siglo XVIII, los estudios monográficos sobre el marquesado de Casablanca 4 , de Iniza 5 , de Campo Alegre 6 y de Dos Fuentes 7 , y algunos artículos donde se hace referencia a títulos nobiliarios granadinos concedidos durante esta centuria, tales como los de Francisco Andújar Castillo 8 o el propio Enrique Soria Mesa 9 . Es evidente que aún queda mucho por conocer acerca de la nueva nobleza 1

Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de investigación de I+D Venalidad de cargos y honores en la España del siglo XVIII (HAR2008-03180), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. 2 Enrique Soria Mesa, “La nobleza del Reino de Granada en la Edad Moderna. Estado de la cuestión y líneas de investigación”, en Manuel Barrios Aguilera, Ángel Galán Sánchez (eds.), La historia del Reino de Granada a debate. Viejos y nuevos temas. Perspectivas de estudio. Málaga, 2004, págs. 369-388. 3 Paula Alfonso Santorio, La nobleza titulada malagueña en el siglo XVIII y sus redes sociales. Sevilla, 2007. 4 Juan P. Vázquez Guzmán, “Un señor sin señorío: el marquesado de Casablanca”, en Francisco Andújar Castillo, Julián P. Díaz López (coords.), Los señoríos en la Andalucía Moderna. El Marquesado de los Vélez, Almería, 2007, págs. 523-534; 5 Valeriano Sánchez Ramos, “Un ascenso social vertiginoso en La Alpujarra. De repobladores a Título de Castilla: los marqueses de Iniza (siglos XVI-XX)”, Farua, 12 (2009), págs. 277-344. 6 Antonio Lara Villodres, El Marquesado de Campo Alegre. Don Lorenzo Armengual de la Mota: un ilustre malagueño en la Corte de Felipe V (1663-1730). Málaga, 2008; 7 María del Mar Felices de la Fuente, “Del comercio a la nobleza titulada: la compra del título nobiliario de marqués de Dos Fuentes”, en Ofelia Rey Castelao, Roberto J. López (eds.), El mundo urbano en el siglo de la Ilustración, Vol. II, Santiago de Compostela, 2009, págs. 515-527. 8 Francisco Andújar Castillo, “Milicia, venalidad y movilidad social. Un análisis a partir de familias granadinas del siglo XVIII”, en Inés Gómez González, Miguel L. López-Guadalupe Muñoz (coords.), La movilidad social en la España del Antiguo Régimen, Granada, 2007, págs. 223-247; “Servicios para la guerra, mercedes para las oligarquías. Las recompensas de la Guerra de Sucesión en Andalucía”, en José M. de Bernardo Ares (coord.), La sucesión de la monarquía hispánica, 1665-1725 (I). Lucha política en las Cortes y fragilidad económica-fiscal en los Reinos, Córdoba, 2006, págs. 43-74. 9 Enrique Soria Mesa, “Sumando reales. Una aproximación al estudio de las rentas vinculadas de la nobleza del Reino de Granada en el siglo XVIII”, en León C. Álvarez Santaló (coord.), Estudios de Historia Moderna en Homenaje al profesor Antonio García-Baquero, Sevilla, 2009, págs. 661-673; “Señores y oligarcas. La Vega de Granada en los siglos XVII al XIX”, Chronica Nova, 20 (1992), pág.

titulada del Reino de Granada durante el siglo XVIII, principalmente si tenemos en cuenta que esa centuria fue el periodo histórico en el que más títulos nobiliarios se concedieron 10 , sobre todo durante el reinado de Felipe V. El presente trabajo pretende, en la medida de lo posible, ampliar el conocimiento acerca de la nobleza titulada granadina que se creó a lo largo de la primera mitad de la centuria ilustrada, y para ello nos centraremos en el estudio y análisis de aquellos individuos del Reino que obtuvieron un Título de Castilla por sus servicios pecuniarios, es decir, por el desembolso de una cuantía determinada de dinero. Veremos por tanto qué títulos nobiliarios se adquirieron, qué vías existieron para su enajenación, quiénes fueron los compradores, cómo funcionaron los procesos de concesión, con qué calidades contaron los ennoblecidos a la hora de obtener el título, cómo lograron —en ocasiones— esconder la presencia del dinero, y finalmente, cómo, tras llevar a cabo una estrategia de ascenso social evidente, lograron adentrarse en lo más alto de la jerarquía social, mimetizándose con sus integrantes, llevando a cabo comportamientos similares, y cooperando a lo que el profesor Soria Mesa ha denominado “el cambio inmóvil” 11 .

2. LA NOBLEZA TITULADA DEL REINO DE GRANADA: TÍTULOS ENAJENADOS EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XVIII Del total de las ventas producidas durante el reinado de Felipe V, al menos diez correspondieron a adquisiciones realizadas por individuos del Reino de Granada, bien por haber nacido en las provincias de Granada, Málaga o Almería, o por desempeñar cargos y residir de manera más o menos permanente en los territorios granadinos. Analizaremos además un caso dudoso —el de Alfonso Tabares Ahumada, marqués de Casa Tabares—, en el que a pesar de no haber quedado rastro aparente de la operación venal, existen algunos indicios que evidencian una posible adquisición del título nobiliario por la vía del dinero, y un intento de compra —por parte de la malagueña Isabel Márquez Pizarro—, que no sabemos si finalmente llegó a fructificar. Saber si un título nobiliario fue otorgado o no por servicios pecuniarios, en ocasiones, se convierte en una labor complicada, pues con demasiada frecuencia no ha quedado huella de la compra, por ser de interés común entre el comprador y el vendedor que no aflorase el pago monetario. A ello se une la ocultación y manipulación de los méritos que se hicieron constar en muchos de los despachos de los títulos nobiliarios, lo cual impide conocer con exactitud la posible venalidad que pudieron ocultar. Es indudable que estas condiciones dificultan el trabajo del investigador, por lo que debemos valernos de elementos de análisis indirectos, para lograr esclarecer la realidad que subyace en la concesión de muchos de los títulos nobiliarios que fueron otorgados durante este periodo. A continuación, analizaremos las diversas formas venales por las que los granadinos de la primera mitad del siglo XVIII se hicieron con un título nobiliario, eludiendo cualquier tipo de filtro social que pudiera controlar sus calidades, y situándose así en lo más alto del estamento nobiliario.

318 y ss.; S); “La nueva sociedad” en Manuel Barrios Aguilera (ed.), Historia del Reino de Granada, II. La época morisca y la repoblación (1502-1630), Granada, 2002, pág. 734 y ss. 10 Enrique Soria Mesa, “La nobleza del Reino de Granada…”, art. cit., pág. 380. 11 Enrique Soria Mesa, El cambio inmóvil. Transformaciones y permanencias en una elite de poder (Córdoba, ss. XVI-XIX), Córdoba, 2000.

2.1. Servicios para la guerra Desde el siglo XVII 12 —durante los reinados de Felipe IV y Carlos II—, se consolidó un sistema venal para la obtención de títulos nobiliarios que no supuso un desembolso monetario directo sino una inversión “en especie” cuyo monto total debía aproximarse a los precios existentes en la distintas vías de pago en efectivo. Nos referimos a la inversión en la formación de unidades militares de nueva leva, que eran costeadas por particulares ávidos de conseguir honores o grados en el ejército a partir de estos servicios. Durante los primeros años del reinado de Felipe V se constata la persistencia de un “método de asiento o contrato” por el cual el levantador de un regimiento obtenía a cambio de su inversión en reclutar, vestir y armar la nueva unidad —normalmente formada por 500 soldados— un Título de Castilla e incluso algún alto grado de la jerarquía castrense. A pesar de que este sistema, claramente venal, se interpretó como una recompensa de los monarcas hacia quienes levantaban tropas “a su costa” en momentos de gran necesidad de soldados, lo cierto es que en nada se diferenció de quienes depositaban su dinero en cualquiera de los mercados abiertos de venta de títulos nobiliarios. Alonso José Sánchez de Figueroa y Silva sería uno de los recompensados con un título nobiliario por el servicio de levantar y equipar a su costa un regimiento de infantería de 500 hombres 13 . Nacido en La Pizarra 14 , Alonso Sánchez de Figueroa provenía de una antigua familia hidalga malagueña 15 , de origen extremeño 16 , inserta con toda probabilidad en un proceso de ascenso social, pues además de la hidalguía habían logrado poseer escudo de armas y capilla. Siguiendo con la progresión iniciada por su familia, en diciembre de 1685 emparentaría con los marqueses del Vado del Maestre al casar con la hija de éstos, Juana de Córdoba Laso de la Vega 17 , y tan sólo unos años después, en 1688, obtendría el hábito de la orden de Santiago 18 . El siguiente paso en la escala de los honores sería hacerse con un Título de Castilla que lo instalara directamente en lo más alto de la jerarquía nobiliaria, culminando así la tan ansiada promoción social. En octubre de 1703 —iniciada ya la Guerra de Sucesión—, firmaba con la Corona un asiento por el cual se comprometía a reclutar 800 hombres para un regimiento de infantería española “atendiendo a la gran falta de infantería que hay en las plazas y

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Los estudios de Francisco Andújar Castillo y de Antonio José Rodríguez Hernández, centrados en el siglo XVII, dan muestra de ello analizando casos concretos de individuos que fueron recompensados con honores tras invertir en la formación de regimientos o en la recluta de soldados. Vid. Francisco Andújar Castillo, “Empresarios de la guerra y asentistas de soldados en el siglo XVII”, en Enrique García Hernán, Davide Maffi (eds.), Guerra y Sociedad en la Monarquía Hispánica. Política, estrategia y cultura en la Europa Moderna, (1500-1700), T. II. Ejército, Economía, Sociedad y Cultura, Madrid, 2006, págs. 379380; Antonio J. Rodríguez Hernández, “El reclutamiento de españoles para el ejército de Flandes durante la segunda mitad del siglo XVII”, en Enrique García Hernán, Davide Maffi (eds.), Guerra y Sociedad…, op. cit., Tomo II. Ejército, Economía, Sociedad y Cultura, Madrid, 2006, págs. 395-434; “Patentes por soldados. Reclutamiento y venalidad en el ejército durante la segunda mitad del siglo XVII”, Chronica Nova, 33 (2007), págs. 37-56. 13 Archivo General del Ministerio de Justicia [AGMJ], Leg. 341-5, Exp. 3634. 14 Ibidem. 15 Vid. Enrique Soria Mesa, “La nobleza del Reino de Granada en la Edad Moderna…”, art. cit., pág. 386. 16 Vid. el expediente de caballero de Santiago, AHN, Órdenes Militares, Caballeros de Santiago, Exp. 3068 17 AGMJ, Leg. 341-5, Exp. 3634. 18 AHN, Órdenes Militares, Caballeros de Santiago, Exp. 3068.

ejércitos de España, y a las continuadas fugas que se experimentan 19 ”. El servicio propuesto por Alonso Sánchez de Figueroa debió excederse de sus posibilidades reales de financiación, pues poco después, el 2 de noviembre de 1703, solicitaba rebajar el número de hombres que levaría, pasando de 800 a 500 soldados, los cuales debía entregar armados con fúsiles y bayonetas en las atarazanas de Málaga 20 . La recompensa por la inversión de Alonso Sánchez sería la obtención de un título nobiliario, por decreto de 27 de octubre de 1703 21 —las mismas fechas por las que se había producido la firma del asiento—, y el nombramiento como coronel del regimiento que había levantado, mercedes que aparecerían publicadas en la Gaceta de Madrid en 27 de noviembre de 1703 22 . A partir de entonces se titularía marqués de Valdesevilla. Los medios económicos para sufragar tan costosa empresa los obtendría de sus propiedades vinculadas, pues tras acordar el servicio con la Corona, Alonso Sánchez de Figueroa se dispuso a solicitar las licencias necesarias para vender o gravar la dehesa de Valdesevilla y otros bienes de su mayorazgo 23 , para obtener los 12.000 ducados que necesitaba para cumplir el ofrecimiento que había hecho al rey. El Consejo de Castilla, en 19 de noviembre de 1703, le autorizaría a gravar —no a vender— por aquella cantidad sus mayorazgos, poniendo censos sobre ellos, con la obligación de redimirlos en el plazo de diez años 24 . Su nueva posición como noble titulado le permitió obtener algún honor más, como el de Gentilhombre de Cámara 25 .

2.2. Compra a ciudades Como apuntábamos más arriba, los cabildos municipales de las ciudades también obtuvieron títulos nobiliarios en blanco para beneficiar. En el Reino de Granada se constatan tres casos, en la primera mitad del siglo XVIII, de títulos concedidos en blanco a ciudades para financiar con su producto diversos servicios para la monarquía. Uno de los gastos más onerosos de los ejércitos fue la compra de caballos, por ello, en 1710, la ciudad de Granada fue agraciada con dos mercedes de Títulos de Castilla en blanco —libres de media annata por una vida y con carácter perpetuo— para que su producto se aplicase a la financiación de la remonta de la caballería, de tal modo que los compradores pudieran entregar el importe del título en efectivo o su equivalente en caballos 26 . Los individuos ennoblecidos a través de la adquisición de estos títulos fueron Luis de la Maza Montalvo y José Gregorio Altamirano Carvajal, marqués de Casablanca (1710) y marqués de Alhendín de la Vega de Granada (1710), respectivamente 27 . El primero era un hacendado granadino, descendiente de antiguos alguaciles mayores de la 19

Francisco Andujar Castillo, “La financiación de la Guerra de Sucesión. El coste de la formación de un nuevo ejército”, en Friedrich Edelmayer, Virginia León Sanz, José Ignacio Ruiz Rodríguez (eds.), Hispania-Austria III. Der Spanische Erbfolgekrieg. La Guerra de Sucesión española. Viena, 2008, pág. 121. 20 AGMJ, Leg. 341-5, Exp. 3634. 21 Ibidem. 22 Gaceta de Madrid, de 27 de noviembre de 1703. 23 Alonso Sánchez de Figueroa poseía 4 mayorazgos, cuyos bienes y rentas estaban distribuidos entre La Pizarra (Málaga), Mérida y Badajoz, concretamente en la frontera con Portugal; AGMJ, Leg. 341-5, Exp. 3634. 24 AGMJ, Leg. 341-5, Exp. 3634. 25 Ibidem. 26 Archivo General de Simancas [AGS], Estado, Lib. 435. 27 Marqués de Casablanca, AGMJ, Leg.185-2; Exp. 1633; Marqués de Alhendín de la Vega de Granada, AGMJ, Caja 339-3; nº 3592.

Chancillería 28 , que ocupó además el cargo de caballero veinticuatro preeminente de aquella ciudad 29 . Poseía junto con estos oficios una regiduría perpetua en Segovia, había ejercido como coronel en 1706 del primer regimiento de milicias de Granada en el socorro de Murcia 30 , y asimismo destacó como uno de los caballeros fundadores de la Real Maestranza de Caballería de Granada en 1686 31 . Ostentaba además un hábito de la orden de Alcántara 32 —concedido en 1687—, y decía ser señor de la villa de Sauquillo, en Segovia, y de los lugares almerienses de Enix, Felix, Vícar y los Marchales, territorios estos últimos de los que nunca tuvo su jurisdicción, pues se trataba de tierras pertenecientes a un mayorazgo fundado por un antepasado en el siglo XVI, las cuales pretendía apropiarse sin derecho alguno 33 . En este mayorazgo estaba situada la finca de Casablanca, de la cual tomaría su posterior denominación. Luis de la Maza pensaría probablemente que el siguiente paso en su promoción social era hacerse con un título nobiliario y por ello, cuando la ciudad de Granada recibió las dos mercedes en blanco de mano del rey y las puso a la venta, no dudó en hacerse con una de ellas. En el decreto de concesión firmado por el rey —con fecha de 11 de abril de 1710—, constaba: “A instancia de la ciudad de Granada y en atención a sus muchos servicios y con especialidad por el que ha hecho últimamente en la entrega de un crecido número de cavallos para la remonta de la cavallería de mis exercitos; he venido en hacer merced de Títulos de Castilla a D. Luis de la Maza de Montalvo, veinte y quatro de aquella ciudad (Granada), y a D. Joseph Altamirano y Carvajal […]” 34 .

Por un decreto posterior de 6 de junio se declararían ambas mercedes libres del derecho de media anata de forma vitalicia, es decir, sólo por el primer titular 35 . El despacho del título nobiliario de marqués de Casablanca sería expedido unos años más tarde, concretamente el 9 de noviembre de 171236 . Con este servicio “en especie” que le había valido el ennoblecimiento, y con la obtención posterior de una merced de Gentilhombre de Cámara, Luis de la Maza Mendoza culminaba finalmente su promoción social. El otro agraciado, José Gregorio Altamirano Carvajal, marqués de Alhendín de la Vega de Granada por el mismo decreto de 1710, pertenecía, al igual que Luis de la Maza, a la oligarquía local. Nos consta que fue señor jurisdiccional de las villas granadinas de Alhendín y La Malá 37 —señoríos adquiridos en el siglo anterior por un antepasado 38 —, y que desempeñó los puestos de comandante de la gente de guerra de 28

Enrique Soria Mesa, “La nobleza del Reino de Granada…”, art. cit., pág. 386. También se le relacionó, por línea materna, con los reyes nazaríes. Vid. Enrique Soria Mesa, “Ascenso social y legitimación en la Granada Moderna: la Real Maestranza de Caballería” en GÓMEZ GONZÁLEZ, I. – LÓPEZGUADALUPE MUÑOZ, M. L. (eds.), La movilidad social en la España del Antiguo Régimen, Granada, 2007, pp. 173-192. 29 Rafael Fantoni Benedi, “La milicia, fuente de nobleza…”, art. cit., pág. 146. 30 AGS, Estado, Lib. 485. 31 Jorge Valverde Fraikin, Catálogo General de Caballeros y Damas de la Real Maestranza de Caballería de Granada (1686-1995), Granada, 1995, pág. 45. 32 AGMJ, Leg.185-2; Exp. 1633. 33 Dan buena cuenta de ello los trabajos de Juan P. Vázquez Guzmán, “Un señor sin señorío…”, art. cit.; “Antecedentes del marquesado de Casablanca…”, art. cit. 34 AHN, Consejos, Leg. 13225; AGMJ, Leg.185-2; Exp. 1633. 35 AGMJ, Leg.185-2; Exp. 1633. 36 AHN, Consejos, Lib. 620. 37 Enrique Soria Mesa, “La nobleza del Reino de Granada…”, art. cit., pág. 386. 38 Concretamente en 1627, por Jerónimo de Escobedo Altamirano, bisabuelo de José Gregorio Altamirano. Vid. Enrique Soria Mesa, La venta de señoríos en el Reino de Granada bajo los Austrias.

Granada y de alcalde de la fortaleza de la Alhambra. La venta de una merced nobiliaria por parte de la ciudad de Granada tuvo que suponer para él una oportunidad inigualable para continuar ascendiendo socialmente, y para titularse marqués por la vía más rápida, la del dinero. Para financiar la compra del título nobiliario se le concedería la facultad de poner censos en sus bienes raíces vinculados, o bien de venderlos hasta la cantidad de 1.000 doblones 39 , sistema que se venía empleando desde la centuria anterior para costear la adquisición de estas mercedes. El mismo año, la Corona concedió a Sevilla otro título en blanco —perpetuo por juro de heredad y libre de media annata por una vida—, por decreto de 12 de julio de 1710, para beneficiar y poder costear así el servicio de remonta de 400 caballos que había ofrecido a la Corona 40 . Para llevar a cabo la operación de venta, la ciudad comisionó al coronel Juan Fernando de Guzmán41 —corregidor de Medina del Campo y Granada 42 —, quien ejercería como “agente intermediario” en todo el proceso de enajenación del título. En este caso, el agraciado sería un regidor perpetuo de Antequera, Cristóbal Santos Argueta, natural del mismo lugar, el cual se tituló conde de Argelejo por consulta de la Cámara de Castilla de 15 de julio de 1711 43 , sacando los despachos correspondientes en 25 de septiembre del mismo año 44 . Cristóbal Santos, no vacilaría ante la posibilidad de ennoblecerse ofreciendo sus recursos económicos para financiar parte de la remonta, pues lo desembolsado serviría para pagar tan sólo la mitad del servicio ofrecido por el cabildo, debiendo sufragar éste el resto con la venta de tierras baldías 45 . Una vez negociado el precio de la merced — ajustado finalmente en 6.500 pesos escudos—, la ciudad, a través de Juan Fernando de Guzmán, mandaría solicitud al rey, dirigida al marqués de Bedmar, primer ministro de guerra, para que aprobara la venta del título en el sujeto propuesto. Le remitiría además el memorial de don Cristóbal Santos, donde solicitaba la denominación de conde de Argelejo, si se le concedía la merced, y la vinculación de la misma a unas propiedades pertenecientes al mayorazgo familiar, el cual rentaba al año 5.000 ducados de vellón. El mismo memorial expresaba además los servicios de su padre, Bartolomé de Santos Villalón, regidor perpetuo de Antequera y familiar del Santo Oficio, y la calidad de sus antepasados, los cuales habían “gozado siempre de todos los honores y preeminencias que en aquella ciudad gozan los caballeros hijosdalgo notorios” 46 . Finalmente, la ciudad tuvo noticia de la aprobación y confirmación del Título de Castilla en Cristóbal Santos 47 . No obstante, la Cámara de Castilla también consultó la pretensión de este individuo, pues en 23 de junio de 1711 enviaba al Asistente de Sevilla una petición para que le informara sobre sus calidades. La respuesta del Asistente fue que, al no ser el suplicante de aquella ciudad, es decir, de Sevilla, no podía informar sobre sus circunstancias. En definitiva, el intento fallido de la Cámara de Castilla por conocer las calidades del futuro titulado no debió afectar al contrato ya establecido entre el cabildo Granada, 1995, págs. 110 y 116; también en Señores y oligarcas: los señoríos del Reino de Granada en la Edad Moderna. Granada, 1997, pág. 261. 39 AGMJ, Caja 339-3; nº 3592. 40 AHN, Consejos, Lib. 2753. Además del título nobiliario para beneficiar, el rey había concedido a Sevilla “otras facultades” para que pudiera aprontar los cuatrocientos caballos, AGMJ, Leg. 231-3; Exp. 2085. 41 Fue coronel del regimiento de caballería nuevo de Granada, AGS, Estado, Lib. 484. 42 AHN, Consejos, Lib. 711. 43 AGMJ, Leg. 231-3; Exp. 2085. 44 AHN, Consejos, Leg. 8976, Exp. 226. 45 Francisco Andújar Castillo, “Andalucía en la Guerra de Sucesión. Servicios y lealtades” (en prensa). 46 AGMJ, Leg. 231-3; Exp. 2085. 47 Ibidem.

sevillano y Cristóbal Santos, pues unos días después —el 15 de julio de 1711, como señalamos más arriba— se aprobaba la concesión en cabeza de éste, lo que da muestra del escaso control social que se ejerció sobre los ennoblecidos que adquirían sus títulos nobiliarios a través de procedimientos venales. Tres meses más tarde, en septiembre de 1711, se expedía el título de conde de Argelejo. Finalizada la Guerra de Sucesión, el monarca volvió a valerse de este sistema para que las ciudades pudieran financiar servicios que le eran indispensables, sobre todo durante las coyunturas bélicas. Concretamente en 1735, durante la guerra con Italia, concedió a la ciudad de Granada un título nobiliario en blanco cuya finalidad esta vez no fue la remonta, sino la financiación del vestuario de setecientos hombres que debían componer el regimiento de milicias de dicha ciudad 48 . Quien financió entonces el servicio a cambio del ennoblecimiento fue Melchor Velázquez Carvajal —natural de Granada 49 —, titulado conde de Maseguilla por despacho de 5 de febrero de 1737 50 . Melchor, al igual que los compradores anteriores, formaba parte de la elite dirigente granadina, pues además de ejercer el cargo de alguacil mayor de la Inquisición de Granada, era caballero de la orden de Calatrava desde 1726. En su caso, la compra del título le supuso un desembolso total de 12.000 pesos, de los cuales 8.500 fueron destinados a financiar el vestuario del regimiento de milicias —cuantía ajustada por la Junta de Guerra que consideró que este sería el monto aproximado 51 —, y los 3.500 restantes correspondieron a un servicio extra que realizó financiando otros enseres militares como “birretinas, sables, y otros menajes” 52 . Como podemos comprobar, la inversión que realizó Melchor Velázquez en la compra del título nobiliario no llegó a los 22.000 ducados, cuantía en la que normalmente se beneficiaban estas mercedes, cuestión que sería destacada por la Cámara de Castilla, en consulta de 14 de septiembre de 1735, tras recibir la representación de la ciudad de Granada en que proponía como beneficiario de la merced al dicho Melchor Velázquez: “Visto todo en la Cámara […] no halla reparo en la calidad, méritos y circunstancias del sujeto que propone la ciudad […] solo le encuentra en que el servicio de los 8.500 pesos que a dado por esta merced no equibale a la quota de los 22.000 ducados puesta al beneficio de los títulos 53 ”.

A pesar del posterior aumento del servicio en 3.500 pesos más, el rey resolvería finalmente: “en consideración a lo que urge el vestuario para este regimiento he venido en dispensar por esta vez en que la cantidad ofrecida por este título no sea equivalente a la quota señalada, con calidad de que don Melchor Velázquez de lo suficiente a costear el vestuario de este regimiento comprendidas las birretinas, camisas y demás menages que últimamente he mandado se aprontasen y en lo demás me conformo con el dictamen de la Cámara”.

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AHN, Consejos, Lib. 2757. AHN, Órdenes Militares, caballeros de Calatrava, Exp. 2758. 50 AHN, Consejos, Leg. 8977; AHN, Consejos, Lib. 624. También, AGMJ, Exp. nº 152 B y A; Leg. 22-1. El título de conde de Maseguilla se despacharía libre del derecho de media annata por una vida, como se había hecho con los marqueses de Alhendín de la Vega de Granada y de Casablanca. 51 Ibidem. 52 AGMJ, Exp. nº 152 B y A; Leg. 22-1. 53 Ibidem. 49

Como puede deducirse de estas palabras, en momentos de necesidad y urgencias todo estuvo permitido, hasta beneficiar títulos nobiliarios por una cuantía menor a la establecida, máxime si no se ofrecían ofertas mejores para financiar servicios tan precisos, como nos revela el despacho del título de conde de Maseguilla: “hicisteis efectivo deposito de la dicha cantidad que hera lo mas quese havia ofrecido sobre la cual havia dado en su junta (en la Junta de Guerra) libranza de la mitad a los maestros con quienes tenía ajustada la formación del 54 ”.

El despacho presentaba además —para disimular en la medida de lo posible la compra— los méritos de los familiares de Melchor Velázquez y de los parientes de su esposa, Blanca Contreras Ulloa, hija del conde de Alcudia, destacando que el agraciado era caballero notorio de Granada 55 . Por último, haremos referencia al título nobiliario de marqués de Casatabares, cuyo benefactor sería Alfonso Tabares Ahumada por despacho de 16 de abril de 172056 . Las extrañas circunstancias que rodearon a esta merced, nos lleva a pensar que pudo tratarse de una merced enajenada, a pesar de no haber hallado evidencia de ello. Si nos remontamos a la obtención de esta merced por parte de la ciudad de Ronda, debemos destacar que se trató de una de las mercedes con las que Felipe V recompensó en 1710 a las ciudades andaluzas que le habían prestado servicios durante la Guerra de Sucesión 57 . El caso de Ronda es singular porque fue la única ciudad que solicitó el Título de Castilla que había recibido para sí misma, sin que fuese sorteado entre los oligarcas. Años después de su concesión, en 1715, la ciudad de Ronda solicitó beneficiar aquel título en el capitán Martín de Milla Zuazo, por no poder pagar la media anata y lanzas que debía por la merced 58 . El intento de venta quedaría frustrado por la intervención de Pedro Fernández de Villalón, alférez mayor de la ciudad de Ronda, quien en su propio nombre y el de otros vecinos, condenaba la enajenación del título y pedía su denegación, manteniendo la idea de que debía sortearse entre todos “como acreedores que eran de ella por haver concurrido a los servicios hechos a S. M.”. Finalmente, la concesión del título nobiliario, no exenta de conflictos, recaería en Alfonso José Tabares, un gibraltareño, de origen portugués 59 , que había logrado hacerse, en 1706, con el puesto de coronel del regimiento de milicias de Ronda por el “servicio” de haber sufragado los gastos de vestuario y armamento del mismo 60 . Años más tarde —en 1707— se dedicaría al abastecimiento de pan y cebada a las tropas que participaron en el asedio de Gibraltar, ayudando asimismo en 1710 a la cobranza del donativo solicitado por Felipe V a la ciudad de Ronda 61 . Paralelamente lograría vestir un hábito de caballero de Santiago 62 ,

54

AHN, Consejos, Leg. 8977. Ibidem. 56 AHN, Consejos, Leg. 8977, Exp. 270. 57 Las recompensas de la guerra y su reparto entre las oligarquías andaluzas se aborda en el estudio de Francisco Andújar Castillo, “Servicios para la guerra, mercedes para las oligarquías…”, art. cit. 58 Martín de Milla se comprometía no sólo a pagar los retrasos generados por estos derechos, sino también a desembolsar 5.000 pesos para que la ciudad pudiera hacer frente a otras deudas que tenía con la Real Hacienda, y a diversas necesidades como el empedrado de calles, el arreglo de edificios y cañerías, de fuentes públicas, etcétera; AHN, Consejos, Leg. 4482. 59 Enrique Soria Mesa, “La nobleza del Reino de Granada…”, art. cit., pág. 386. 60 AGS, Dirección General del Tesoro, Inv. 3, Leg. 2. 61 AHN, Consejos, Leg. 8976, Exp. 270. 62 José Berni y Catalá, Creación, antigüedad y privilegios de los Títulos de Castilla. Valencia, 1796. 55

ingresaría en la Real Maestranza de caballería de Granada 63 e invertiría además en la adquisición del señorío de Setenil, población cercana a Ronda, compuesta por unos 300 vecinos, cuya posesión incrementaría su prestigio social 64 . No cabe duda de que la confirmación del título nobiliario en este individuo dependió en gran medida de la buena relación que mantenía con los capitulares de Ronda, los cuales habrían favorecido su intención de titularse marqués. Pero a pesar de la influencia de estas relaciones, la intención frustrada de la ciudad, que en un primer momento intentó beneficiar el título, la compra anterior del cargo de coronel, por parte de Alfonso Tabares, y el hecho de que no formara parte del cabildo rondeño, nos lleva a pensar que probable, de forma extraoficial, el dinero pudo ejercer también como elemento de peso para la obtención de la merced.

2.3. El mercado eclesiástico Los títulos nobiliarios también fueron enajenados y vendidos a través de instituciones religiosas, conventos y monasterios. Sobre el particular ya publicamos un estudio que analiza todo lo relativo a este sistema de enajenación y sus compradores, a lo largo del siglo XVIII 65 . Uno de los primeros granadinos en adquirir un título nobiliario a través de la compra a un monasterio fue Francisco Rodríguez Chacón, natural de Paterna del Río y descendiente de una familia de repobladores, originaria de Extremadura, que se asentarían en el término almeriense de Presidio de Andarax 66 . Con el paso del tiempo esta familia lograría ir promocionando socialmente, a un ritmo sorprendente, mediante la obtención de todos aquellos elementos que proporcionaban nobleza y prestigio a un linaje, tales como la posesión de tierras, la erección de una iglesia —que serviría como oratorio privado— y la tan ansiada hidalguía —reconocida en Paterna del Río y Presidio de Andarax—, distinción que recibiría en 1670 el abuelo del titulado 67 . Francisco Rodríguez Chacón sería el encargado de continuar con el ascenso social y de culminarlo con la obtención de un Título de Castilla. Regidor preeminente de Paterna del Río —cargo que heredó de su padre—, y alcalde mayor de Ugíjar, se había convertido en uno de los mayores hacendados de Las Alpujarras —también reconocido como tal en el lugar de Picena (Granada) 68 —, logrando acumular una impresionante fortuna que invertiría en la compra del título nobiliario y en la financiación posterior, en 1734, de la formación del regimiento de caballería de la Costa de Granada, sufragando además el vestuario de 6.890 hombres de milicias 69 . La notable riqueza de este individuo y su continua expansión por territorios próximos, adquiriendo propiedades y estableciéndose en ellas como potentado, debieron generar envidias y recelos en las oligarquías de aquellos lugares en los que comenzaba a 63

Enrique Soria Mesa, “Ascenso social y legitimación en la Granada Moderna: la Real Maestranza de Caballería”, en Inés Gómez González, Miguel L. López-Guadalupe Muñoz (coords.), La movilidad social en la España del Antiguo Régimen, Granada, 2007, pág. 176. 64 La compra del señorío tuvo lugar en 1708. Vid. Enrique Soria Mesa, Señores y Oligarcas: los señoríos del Reino de Granada en la Edad Moderna, Granada, 1997, pág. 295. 65 Vid. Francisco Andújar Castillo – María del Mar Felices de la Fuente, “Nobleza y venalidad: el mercado eclesiástico de venta de títulos nobiliarios en el siglo XVIII”, Chronica Nova, 33, 2007, pp. 131153. 66 Valeriano Sánchez Ramos, “Un ascenso social vertiginoso…”, art. cit., pág. 278. 67 Ibidem, pág. 280. 68 AHN, Conejos, LEG. 4491. 69 Francisco Andújar Castillo, “Milicia, venalidad y movilidad social…”, art. cit., pág. 234.

ejercer su influencia, y muestra de ello es la demanda que le pusieron los capitulares del concejo de Picena, en noviembre de 1726, ante los alcaldes de hijosdalgo de la Chancillería de Granada, en la que declaraban que Francisco Rodríguez, su hermano Jerónimo y un primo de ambos, llamado también Jerónimo, eran pecheros y como tales debían pagar lo que les correspondía. Al tiempo se resolvería el pleito a favor de los Rodríguez Chacón, quienes consiguieron finalmente que el concejo de Picena los restituyera a su estado de hijosdalgos 70 . De todos modos, el origen hidalgo de esta familia no debió estar demasiado claro, pues años después incluso de obtener el título nobiliario y un hábito de la orden de Santiago, mercedes de las cuales hablaremos a continuación, se le volvió a exigir que diese cuenta de los motivos que justificaban su calidad como noble, reconociéndosele definitivamente su estatus, sin más contratiempos de este tipo 71 . La compra del honor nobiliario se produjo en 1730, cuando Francisco Rodríguez Chacón adquirió por 22.000 ducados uno de los cuatro títulos en blanco para beneficiar que el rey había concedido al monasterio de San Isidro de León, por resolución a consulta de la Cámara de Castilla de 6 de octubre de 1728, para reparar su iglesia y convento 72 . La escritura de compra la firmaría el 1 de febrero de 1730 73 , titulándose marqués de Iniza —denominación que tomó de un despoblado morisco que con toda probabilidad sería de su propiedad 74 — por despacho de 30 de junio de dicho año 75 . En la operación de venta de estas cuatro mercedes jugaría un papel fundamental Alejandro de la Vega, designado por el abad de San Isidro como agente intermediario para la enajenación de estos títulos, ya que era un hombre que residía en la Corte, buen conocedor del entramado burocrático desde su puesto de contador de la intervención de la data de la Tesorería General 76 , y que disponía de los contactos necesarios para poner en el mercado tan preciados honores. Su labor de mediación explica que los compradores fuesen hombres tan alejados del monasterio leonés 77 . Las calidades de Francisco Rodríguez Chacón también serían “inspeccionadas” — teóricamente— por la Cámara de Castilla antes de despacharle el título de nombramiento, pues aunque no se ha conservado la solicitud de expedición de dicho título por parte de la institución o del propio Francisco Rodríguez, hemos podido localizar una carta con fecha de 17 de marzo de 1730, remitida por Bartolomé Henao Larriategui, presidente de la Chancillería de Granada, a Francisco de Castejón, secretario de la secretaría de Gracia y Justicia de la Cámara de Castilla, en que le indicaba que en cuanto estuviesen listas las diligencias relativas a las circunstancias del pretendiente, se las remitiría 78 . Estas diligencias debieron corresponderse con las 70

AHN, Consejos, Leg. 4491. Francisco Andújar Castillo, “Milicia, venalidad y movilidad social…” art. cit., pág. 234. 72 AHN, Consejos, Leg. 8977, Exp. 742. 73 AHN, Consejos, Leg. 4491. 74 Jorge Valverde Fraikin, Títulos nobiliarios andaluces…, op. cit., pág. 287. 75 AHN, Consejos, Leg. 8977, Exp. 742. 76 Alejandro de la Vega también debió prosperar en su carrera burocrática merced al dinero. En noviembre de 1727 se hizo con una plaza supernumeraria de contador de resultas de la Contaduría Mayor de Cuentas, asegurándose así su ascenso hasta ese puesto. La obtención de un puesto que superaba la planta establecida del “número” de contadores de resultas, es decir, con carácter de supernumerario, pudo ser producto de una inversión monetaria; AGS, Dirección General del Tesoro, Inv. 13, Leg. 1, Exp. 2. 77 Es el caso del limeño Gaspar Fernández Montejo, marqués de Casa Montejo (1732), AHN, Consejos, Leg. 8977, Exp. 753; del cordobés Cristóbal Ramírez Chamizo, titulado como marqués de Montemorana (1730), AHN, Consejos, Leg. 8977, Exp. 743; o del mismo Francisco Rodríguez Chacón, residente en las Alpujarras. El único leonés que adquirió una de estas mercedes fue Isidro Ruiz Gómez de la Vega, marqués de San Isidro (1730), AHN, Consejos, Leg. 8977, Exp. 738. 78 AHN, Consejos, Leg. 4491. 71

cédulas de diligencias que normalmente mandaba expedir la Cámara para que se le informara acerca de las calidades y circunstancias de los individuos que pretendían titularse. El mismo año de su intitulación como marqués de Iniza, sería nombrado alcalde mayor de Las Alpujarras y capitán comandante de las partidas de compañías de naturales del Reino de Granada para el socorro de Adra y Ugíjar 79 . El ascenso de Francisco Rodríguez continuaría en 1733, tras obtener el cargo de capitán de la compañía de caballería de Guardias Viejas de Adra y el grado de teniente coronel de caballería 80 . Al año siguiente llevaría a cabo la leva del regimiento de la Costa de Granada y la financiación del vestuario de 6.890 soldados, que apuntábamos más arriba. Ambos servicios le reportarían el grado de coronel de dicho regimiento, las patentes en blanco para situar a tres de sus hijos como oficiales del mismo, y una merced de hábito de la orden de Santiago para cada uno de ellos 81 . En 1740 dos de ellos se investirían con los referidos hábitos, quedando la tercera merced vacante por haber fallecido uno de sus vástagos. El beneficiario de aquel honor sería el propio marqués de Iniza, quien recibía el hábito en 1741 82 . Los últimos pasos en su ascenso social lo llevarían a desempeñar en 1740 el oficio de corregidor interino de Almería 83 , y de regidor perpetuo de Presidio de Andarax, cargo este último que ejercería por renuncia de un pariente, Miguel Rodríguez Chacón 84 . Los bienes que llegó a acumular este individuo —tanto libres como vinculados—, y el capital que logró generar para invertir en la compra de los honores descritos anteriormente, permiten hacerse una idea de la impresionante fortuna con que contaba este acaudalado alpujarreño. No conocemos con exactitud cual fue la fuente de riqueza que le proporcionó tan amplio capital, aunque a modo de hipótesis, planteamos que pudo ser la acumulación de tierras en diversos espacios del reino, y el beneficio económico que pudo sacar de ellas, arrendándolas, poniéndolas en producción, comerciando con lo producido, etcétera. La posesión de estas tierras le suministraría un excedente monetario que a su vez podría reinvertir en nuevas propiedades o en actividades financieras y lucrativas como el préstamo. Normalmente, cuando los conventos, monasterios o iglesias vendían los títulos nobiliarios en blanco que se le habían concedido, únicamente tuvieron en cuenta que los individuos con quien contrataban la compra dispusieran del caudal suficiente para hacerse con la merced, es decir, de los 22.000 ducados en que se beneficiaban aquellas mercedes, obviando otros factores como el origen social o la calidad de quien a partir de entonces pasaría a formar parte de lo más alto de la jerarquía social. El interés principal de estas instituciones no fue otro que embolsarse dicha cuantía para hacer frente a sus 79

AHN, Consejos, Leg. 8977, Exp. 742. Nombramientos publicitados por la Gaceta de Madrid, fecha de 29 de septiembre de 1733. 81 Francisco Andújar Castillo, “Milicia, venalidad y movilidad social…”, art. cit., pág. 234. 82 AHN, Órdenes Militares, Caballeros de Santiago, Exp. 7116; Por decreto de 3 de agosto de 1740 se les relevaba a sus hijos y a él del pago del servicio de montado y galeras, exención probablemente acordada en las condiciones del asiento del regimiento. La ceremonia de envestidura tuvo lugar en el Real Convento de Señoras Comendadoras de Granada, en 2 de febrero de 1741. Uno de los padrinos del marqués de Iniza sería el marqués de Valdesevilla, y los testigos Manuel de Arista y Morón, coronel del regimiento de caballería de Alcántara, el teniente coronel Miguel Cerezo, sargento mayor del regimiento de Caballería de la Costa de Granada, y Pedro Enríquez, capitán de la guardia general de la Costa de Granada. 83 Valeriano Sánchez Ramos, “Un ascenso social vertiginoso…”, art. cit., pág. 286; Francisco Rodríguez Chacón ocuparía este puesto hasta que llegara Diego Vela Descallar, quien ejercería de corregidor de Almería desde octubre de 1740 hasta el año de 1744. 84 Valeriano Sánchez Ramos, “Un ascenso social vertiginoso…”, art. cit., pág. 286; Es probable que la mencionada renuncia estuviera encubriendo una posible compra-venta entre ambos familiares. 80

necesidades, por lo que intentaron por todos los medios que las compra-ventas acordadas con los clientes se confirmaran. Así, cuando remitían los memoriales a la Cámara de Castilla, solicitando las ratificaciones de los títulos nobiliarios en cabeza de los compradores, no dudarían en dar cuenta —a pesar de la falsedad de muchas de estas declaraciones— de las favorables calidades que concurrían en aquellos individuos. En algunos casos en que la Cámara llevó a cabo diligencias y solicitó informes de los corregidores, se desveló la verdadera identidad de estos pretendientes, lo que provocó la denegación de la venta y la propuesta de un nuevo comprador. No obstante, hubo ocasiones en que la Cámara, aún estando al tanto de la dudosa naturaleza del ennoblecido, tuvo que aprobar las compras ante los requerimientos económicos de las instituciones religiosas. Muestra de ello es lo que ocurrió con el título nobiliario de conde de Colchado, adquirido en 1739 por Rosa Padilla Chávez, natural de Antequera, que desembolso 22.000 ducados por uno de los dos títulos en blanco que el rey había concedido a la catedral de Antequera —por real decreto de 12 de marzo de 1739— para terminar las obras de su iglesia 85 . Para beneficiar aquellas mercedes, la institución comisionaría a Martín José Escudero Centeno y a Juan Asensio de Oguiza, ambos canónigos de la catedral, quienes acordarían la venta de uno de los títulos nobiliarios con la referida Rosa Padilla Chávez, vecina de Antequera y viuda de Cristóbal Jiménez de la Herradura, alguacil mayor y regidor perpetuo de aquel lugar 86 . En la escritura de compra —como era de esperar—, la catedral certificaba las reconocidas circunstancias y méritos que concurrían en ella, destacando “su notoria calidad y nobleza, su caudal y rentas”, y se comprometía a reintegrar los 22.000 ducados que había pagado en caso de que el monarca denegara la venta, otorgándole asimismo el poder o facultades que fueran necesarias para obtener finalmente el título si aquello sucedía. En este caso concreto, la catedral de Antequera no remitió un memorial a la Cámara de Castilla solicitando la confirmación del título nobiliario en la interesada, sino que fue ella misma quien hizo llegar a la Cámara su solicitud, pidiendo que se le expidieran los despachos correspondientes del título de nombramiento. Los informes requeridos por la Cámara de Castilla al corregidor de Antequera no se hicieron esperar, y en septiembre de 1739 este organismo le ordenaba que informara “reservadamente” sobre las calidades, bienes, mayorazgos y rentas de la suplicante, y si éstas últimas eran suficientes como para mantener la dignidad de Título de Castilla, tal y como aseguraba la catedral de Antequera. Los informes que el corregidor de Antequera —Antonio Heredia Bazán— emitió, desvelaron una realidad que nada tenía que ver con lo que la institución religiosa había declarado en su escritura de compra acerca de las calidades y bienes de Rosa Padilla: “la calidad de la referida doña Rosa Padilla es inferior, sin que tenga parentesco, ni conexión, con ninguna de aquellas familias antiguas e ilustres […] la de su marido es de la misma clase, mas inferior; hizo algun caudal en el comercio de ganado i aun en aquella ciudad decian havia empezado por el exercicio de pastor. Sus hijos se hallan ya en la clase de rexidores, pero aun con esa circunstancias, como es tan reziente la memoria, i la calidad, sin cimiento, ni enlaces que puedan autorizarla, merecen poca estimación, i sería bien disonante, y aun irrisorio en aquel paraxe recaiese tan repentinamente en ellos la dignidad de título; rentas seguras, no tiene para mantenerle con el decoro que corresponde, algun caudal si que divierten en el trafico de ganado y lavor, i es conzepto comun que tienen algun dinero, pero nunca 85 86

AHN, Consejos, Leg. 8977, Exp. 802. AGMJ, Leg. 62-2; Exp. 456.

puede ser el que vastante para la conservación de la decencia, sobre otro pie tan distinto como el que intentan ponerse” 87 .

Ante las rotundas declaraciones del corregidor, la contestación de la Cámara no sería otra que “dígase al cavildo proponga otro sujeto para este título”. No obstante, a pesar de las contrariedades, Rosa Padilla Chávez no desistiría en su intento de hacerse con el título nobiliario, pues a raíz de la denegación recurrió y volvió a reclamar que se confirmase en ella la merced, remitiendo esta vez a la Cámara de Castilla diversas escrituras justificativas de su calidad y bienes, tales como el despacho de la regiduría que ocupaba su marido, el documento del mayorazgo fundado por ella y su esposo — cuyas propiedades vinculadas superaban los 90.000 ducados— o algunas escrituras de compra de bienes raíces y casas. Finalmente, la Cámara debió aprobar la venta, pues en 26 de enero de 1740 se le expedía despacho de condesa de Colchado a Rosa Padilla, denominación que tomó de una hacienda perteneciente a sus posesiones de Antequera. Es evidente, por las declaraciones del corregidor y los documentos aportados por la condesa, que los Jiménez-Padilla debieron ser una familia en pleno ascenso social, cuyo único propósito sería ir promocionando a partir de la ocupación de cargos concejiles, de la compra de tierras y bienes, de la fundación de un mayorazgo y, como no, de la adquisición de un título nobiliario a partir del desembolso pecuniario. Probablemente, tan rápido ascenso debió provocar recelos en aquellos miembros de la oligarquía local que veían cómo individuos de inferiores calidades a las suyas, lograban promocionar de un modo tan vertiginoso —por la vía del dinero—, mientras ellos permanecían estancados esperando su oportunidad. Estas rivalidades pudieron ser las causantes de que el corregidor antequerano declarara tan desfavorablemente acerca de la familia, pues recordemos que no sólo Cristóbal Jiménez Herrera había logrado ocupar un puesto de regidor, sino que también sus hijos habían comenzado a copar cargos concejiles, hecho que no debió agradar a la oligarquía del lugar, incluido el corregidor, que veían como tenían que compartir el poder municipal con estos advenedizos. El modo de desbancar a estos individuos no sería otro que declarar contra ellos, para lograr, en la medida de lo posible, “deshacerse de la competencia” 88 . Otra institución religiosa que se vio igualmente favorecida con dos Títulos de Castilla en blanco sería el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, quien por decreto de 14 de noviembre de 1735 recibía ambas mercedes para beneficiar y poder reedificar así parte de su edificio, que había quedado dañado por el incendio que provocó un rayo en 1732 89 . Uno de ellos sería adquirido por el motrileño Agustín Moreno Beltrán-Cerrato. La familia de Agustín Moreno, por ambas líneas, paterna y materna, debió pertenecer a la oligarquía de Motril, pues algunos de sus miembros habían desempeñado cargos de regidores en aquel cabildo 90 . Como tantos otros individuos ávidos de poder y riqueza, este granadino marcharía a Nueva España, donde logró obtener una envidiable posición social a raíz de los beneficios económicos que le reportó el ejercicio de la minería 91 . Parte de estas ganancias serían invertidas en la promoción social y en la 87

Ibidem. Sobre los conflictos surgidos en el cabildo malagueño, durante los siglos XVI y XVII, provocados por la venta de regidurías y la llegada de advenedizos al poder, vid. Francisco J. Quintana Toret, María P. Pereiro Barbero, “Los regidores perpetuos del concejo malagueño bajo los Austrias (1517-1700). Origen y consolidación de un grupo oligárquico”, Jábega, 56 (1987), págs. 45-63. 89 AGMJ, Exp. 1616; Caja.184-1. 90 Enrique Soria Mesa, “La nobleza del Reino de Granada…”, art. cit., pág. 387. 91 Frédérique Langue, “Los grandes hacendados de Zacatecas: permanencia y evolución de un modelo aristocrático” en Bernard Lavallé (coord.), Structures et cultures des sociétés hispaniques. Au-delà du 88

compra del honor, tal y como demuestra la experiencia venal que llegó a desarrollar Agustín Moreno. El primer objetivo sería la adquisición del título nobiliario. El futuro titulado debió formar parte de una amplia red conectada con la Península y con el entorno de la Corte, pues no de otro modo se entiende que pudiera estar al tanto de que el Monasterio de El Escorial beneficiaba un título nobiliario. En esta red también estaría inserto, con toda seguridad, el mediador de esta operación, fray Joaquín de Guadalupe —monje profeso de dicho monasterio y su procurador general en Cortes, que había recibido poder en 20 de mayo de 1738 para beneficiar el título— quien convino la venta con Agustín Moreno. Llevada a cabo la compra, el pretendiente remitió a la Cámara de Castilla la solicitud pertinente para que se le expidiera el despacho del título nobiliario de marqués de Valle Ameno, denominación que había escogido. La influencia de este granadino debió ser tal, que sin apenas trámites, la Cámara ordenó confirmar la merced en su persona. Esta orden, dada en 26 de marzo de 1740, decía así: “Despáchesele el título respecto de haverse aprovado por la Cámara su persona y caudal por informe verbal hecho por el señor don Fernando de Quincoces 92 ”. Lo interesante de este caso es destacar que Fernando de Quincoces, quien había informado verbalmente, ejercía nada menos que de camarista de la Cámara de Castilla, por lo que su opinión a favor de la concesión —a pesar de las ocupaciones que ejercía en Indias el pretendiente— habría sido más que determinante en la confirmación de aquella merced. Las relaciones de poder e influencia desarrolladas por Agustín Moreno en el entorno de la Corte serían tan decisivas para la obtención del título nobiliario como el desembolso económico. Prosiguiendo con la promoción y las prácticas venales, el 3 de agosto de 1740, apenas unos meses después de haber comprado el título nobiliario, hacía otro desembolso por valor de 16.000 pesos, para adquirir el puesto de gobernador y capitán general de Nuevo Méjico 93 y el grado de coronel 94 , por los cuales pagaría 12.000 y 4.000 pesos respectivamente. De este modo, al honor reportado por el título nobiliario sumaba la distinción que brindaba ostentar un cargo militar. Junto con ambos puestos ejercería también como gobernador y justicia mayor del marquesado del Valle de Oaxaca 95 . Completando el proceso de ascenso, fundó un mayorazgo en Méjico, con imposición del apellido y las armas de los Moreno, y casó con la hermana del futuro marqués de Prado Alegre, María Petra Fernández Tejada96 . En 1756 fallecía Agustín Moreno Beltrán-Cerrato, sin haber sacado aún el despacho de marqués de Valle Ameno. Su hijo y sucesor, Juan de Dios Moreno, sería el encargado de realizar todos los trámites correspondientes para la expedición del mismo, que finalmente se otorgó en 15 de octubre de 1765 97 . El heredero no sólo sería el beneficiario de aquella merced, pues en él también recayó la gran fortuna que había acumulado su padre y la posesión de una mina de plata. Otro de los granadinos que adquirió su título nobiliario a través de la compra a un convento —tras el desembolso de 22.000 ducados— fue el almeriense Luis Francisco de la Cruz Mesía, sobre el cual hemos publicado recientemente un trabajo que analiza tanto el proceso de enajenación del título, como la trayectoria socio-profesional que modèle socioéconomique, Actas del Coloquio Homenaje al Profesor François Chevalier, Burdeos, 1988, págs. 4 y 15. 92 AGMJ, Exp. 1616; Caja.184-1. 93 Ricardo Magdaleno Redondo, Catálogo XX del Archivo General de Simancas: Títulos de Indias, Valladolid, 1954, pág. 128. 94 AGS, Secretaría de Superintendencia y Hacienda, Leg. 396-2. 95 Julio de Atienza, Títulos nobiliarios hispanoamericanos. Madrid, 1947, pág. 317. 96 Julio de Atienza, Títulos nobiliarios hispanoamericanos…, op. cit., pág. 317. 97 AHN, Consejos, Lib. 2753.

siguió este individuo hasta titularse como marqués de Dos Fuentes por despacho de 24 de septiembre de 1741 98 . Sus ocupaciones principales serían las de comerciante y financiero99 —actividades que le proporcionaron el caudal suficiente para invertir en una merced nobiliaria—, aunque en paralelo ejercería además como regidor del cabildo de Almería 100 . Tras llevarse a cabo la compra, el encargado por la Cámara de Castilla para informar sobre sus calidades sería el coronel de caballería don Diego Vela Alemán Descallar, marqués del Prado y gobernador político-militar de la ciudad de Almería por aquel entonces 101 , cuyas declaraciones ocultaron cualquier tipo de actividad sospechosa y adornaron las cualidades y orígenes de Luis Francisco de la Cruz. Juan Pío Montúfar Fraso, natural de Granada, también lograría hacerse con un título nobiliario a través de la compra a una institución religiosa. En este caso, la concesión, que sería publicitada en la Gaceta de Madrid, consistiría en dos Títulos de Castilla, otorgados en 5 de abril de 1740 al Dean y cabildo de la iglesia metropolitana de Granada, para financiar con su producto la conclusión del sagrario de dicha iglesia 102 . A semejanza del marqués de Valle Ameno, Juan Pío Montúfar, caballero de la orden de Santiago desde 1712 103 , marchó a las Américas donde ejercería diversos puestos —venales algunos de ellos— como comisario general de la caballería del batallón de Arequipa (1728) 104 , corregidor de la provincia de Cumaná (1739) 105 , presidente de la Audiencia y capitán general de Quito (1747) 106 . Sería en 1747 cuando Juan Pío Montúfar se haría con el título nobiliario que beneficiaba la iglesia metropolitana de Granada, titulándose entonces, por despacho de 11 de julio de 1747, marqués de Selva Alegre 107 . En esta ocasión, el comprador —al igual que otros muchos— trató por todos los medios de ocultar la compra del título, y lo logró, pues en el referido despacho no quedó rastro alguno del desembolso, haciéndose constar únicamente los méritos y servicios —aumentados, claro está— del propio Juan Pío Montúfar y sus antepasados 108 . Que la presencia del dinero quedara fuera de los títulos de nombramiento, se convirtió en ocasiones en una de las principales condiciones de compra entre el adquiriente y quien vendía. Para ello, bastaría con solicitar a la Cámara de Castilla que eliminase de ellos cualquier rastro del dispendio. Así, el desembolso realizado por el 98

AGMJ, Leg. 296, Exp. 3042. Fue arrendador de rentas, Archivo Histórico Provincial de Almería [AHPA], Protocolo 1078. Año 1734, fol. 73 rº.; participó del sistema de asientos al frente de la provisión de municiones y víveres de los presidios de África y de los reales galeones, siendo su función el abastecimiento de granos (lo más probable es que Luis Francisco corriera a cargo de esta provisión como factor o dependiente de Pedro de Astrearena, asentista principal de la misma), AHPA, Protocolo 1092, año 1739, Almería, 21 de agosto de 1739; AHPA, Protocolo 1078, año 1734, fol. 73 rº.; AHPA, Protocolo 1135, año 1741, Almería, 25 de abril de 1741. Se dedicó al préstamo, AHPA, Protocolo 1108, año 1736; Protocolo 1092, años 1739, 1740, 1741; al comercio de diversos productos —trigo, aceite, cereal, etcétera—, AHPA, Protocolo 1092, año 1740 (entre otros), y a la compraventa de propiedades inmuebles, AHPA, Protocolo 1092, año 1739. 100 Oficio que desempeñó por herencia de su esposa, Archivo Municipal de Almería [AMA], Libro capitular nº 30, año 1720, 5 de agosto de 1720. 101 AGMJ, Leg. 296, Exp. 3042. 102 Gaceta de Madrid, 5 de abril de 1740. 103 AHN, Órdenes Militares, Caballeros de Santiago, Exp. 5490. 104 AHN, Consejos, Leg. 8978, Exp. 844. 105 AHN, Estado, Leg. 6390. 106 Ambos comprados. Vid. Ángel Sanz Tapia, “El acceso a los cargos de gobierno de la audiencia de Quito (1701-1750)”, Anuario de Estudios Americanos, 63, 2 (2006), págs. 49-73. 107 AGS, Secretaría y Superintendencia de Hacienda, Leg. 150; AHN, Consejos, Lib, 625. 108 AHN, Consejos, Leg 8978, Exp. 844. 99

marqués de Selva Alegre no sólo se hizo desaparecer del despacho del título nobiliario, sino también de la Gaceta de Madrid, la cual también informó del ennoblecimiento. De este modo, la misma Gaceta que años antes había anunciado la concesión de las mercedes en blanco para beneficiar, ahora ocultaba que sus compradores se habían hecho con ellas gracias a un pago monetario. Según lo publicado por la Gaceta, los motivos de la intitulación de Juan Pío Montúfar como marqués de Selva Alegre habrían sido los méritos de su padre y sus abuelos. Continuando con su ascenso social lograría en 1757 los honores de consejero de Indias, distinción que disfrutaría hasta la fecha de su muerte en 1761.

2.4. Cancelación de deudas con la Real Hacienda Otra vía de enajenación de títulos nobiliarios que implicó un ingreso directo en la hacienda regia, aunque de menor importe, fue la cancelación de deudas que la Corona mantenía con prestamistas y asentistas que previamente le habían facilitado dinero, o bien con personas con las que había contraído deudas por diversos motivos. Esta fórmula puede considerarse igualmente como una compra del honor, ya que a fin de cuentas el particular cedería al monarca las cantidades que se le estaban debiendo, las cuales le serían canjeadas por una merced nobiliaria. El procedimiento de esta adquisición implicaba normalmente, además de los créditos cedidos, un pago adicional hasta completar la cuantía de 22.000 ducados en la que desde finales del siglo XVII había quedado tasado un título nobiliario. Por este método de cancelación de deudas, Isabel Márquez Pizarro sería una de las aspirantes a obtener un título nobiliario para su hijo, el malagueño Antonio Zayas Martín. No sabemos con exactitud si finalmente se aprobó la cesión del crédito a la Real Hacienda y si se otorgó la merced, pues no hemos hallado evidencia de esta creación. No obstante, contamos con el documento en que Isabel Pizarro exponía su pretensión de obtener un título nobiliario a cambio de ceder una serie de cantidades que se le estaban debiendo. En la solicitud, con fecha de 6 de agosto de 1728, declaraba ser esposa de Felipe de Zayas, caballero de Santiago, y haber recibido años atrás, en dote, una plaza del tribunal de la contaduría mayor de cuentas, que había servido su primer marido, Juan Corral Paniagua, también caballero de Santiago. Desde que éste había fallecido, hacía ya 40 años, no había recibido remuneración alguna por dicha merced —el importe de los sueldos ascendía a 34.000 ducados—, por lo que suplicaba que se le concediese un título nobiliario “en atención a la nobleza, lustre y honores de la casa de su segundo esposo, y a los servicios de sus ascendientes, que habían todos recaído en su hijo, Martín de Zayas”, añadiendo además a estos supuestos servicios la cesión de 9.000 pesos de plata que le debía la hacienda —por un juro que poseía en la renta de la pasa de Málaga—, más otros 4.000 pesos que pagaría al contado 109 . La respuesta a aquella petición fue que debía ampliar la cantidad hasta al menos 20.000 pesos, en los que irían incluidos los 9.000 que se le estaban debiendo. La documentación manejada no revela si finalmente la operación venal llegó a buen puerto, o por el contrario, quedó cancelada. No obstante, su valor es significativo, ya que da cuenta del funcionamiento de una de las tantas vías de enajenación de títulos nobiliarios que existieron durante el siglo XVIII.

109

AGS, Secretaría de Superintendencia y Hacienda, Leg. 145-2.

3. UNA APROXIMACIÓN A LA NATURALEZA DE LOS COMPRADORES

El perfil sociológico de los granadinos ennoblecidos por la vía del dinero, se corresponde en su mayoría a individuos que, insertos en un evidente proceso de ascenso social, vieron en este modo de obtener el título nobiliario una forma fácil y poco arriesgada —por el escaso control social que se ejerció sobre ellos—, de alcanzar la cima de los honores. Todos ellos formaron parte de los patriciados urbanos, que en su imparable promoción, tras haberse instalado en los cabildos municipales a partir de la adquisición de regidurías, lograron hacerse, mediante un desembolso, con un título nobiliario de conde o marqués. A veces, a las regidurías perpetuas sumarían otros prestigiosos cargos —casi siempre adquiridos también por compra en el siglo XVII—, como los alguacilazgos, que venían a configurar un patrimonio inmaterial cuya alta valoración social reforzaba la riqueza acumulada en el comercio, en los negocios, en los arrendamientos de tierras, en la propiedad de rebaños ganaderos, en la práctica de la usura y, en suma, en cualquier actividad que permitiera obtener unas rentas suficientes como para invertir una parte en los siempre preciados honores. Junto a los cargos y la riqueza, fue igualmente preciso adoptar un comportamiento propiamente nobiliario, que ayudaría a estos advenedizos a mimetizarse con los que a partir del ennoblecimiento serían sus iguales. Estamos hablando de la fundación de mayorazgos, de capellanías, de la posesión de armas o capillas, del enlace, por medio del matrimonio, con los linajes más reconocidos del lugar, del ingreso en aquellas instituciones que daban prestigio social, etcétera. Elementos todos ellos que ayudarían, a la par que el dinero, a integrarse de lleno en las oligarquías locales y a ser considerados como nobles. Algunos señores de vasallos conseguirían auparse también hasta la nobleza titulada por este mismo sistema de la compra, aunque desde comienzos de la centuria ilustrada se había extinguido casi por completo la necesidad de poseer un señorío previo para ser titulado. También existieron compradores procedentes de Indias, que conocedores de los mecanismos de mediación —por la sólida experiencia venal que tenían algunos en la compra de diversos puestos— y poseedores de grandes capitales, se harían con un título nobiliario llegando directamente desde América o enviando su dinero a agentes en España. En los dos casos analizados de indianos que adquirieron un título nobiliario, coincide que ambos fueron granadinos emigrados que compraron el honor a través de instituciones eclesiásticas. El origen de su capital estaría en las plusvalías obtenidas en el comercio, en la minería, o en las haciendas agrícolas, las cuales comenzaban a invertirse inicialmente en la compra de cargos públicos —como plazas de oidores, corregimientos, gobiernos o grados militares—, y, luego, sumadas a las ganancias adicionales obtenidas en el ejercicio de éstos, servirían para conseguir el ascenso social que otorgaba la obtención de un título nobiliario.

Cuadro 1. Títulos nobiliarios adquiridos por granadinos durante la primera mitad del siglo XVIII

NOMBRE Alonso Sánchez Figueroa Luis Maza Montalvo José Gregorio Altamirano Carvajal Cristóbal Santos Argueta Antonio Zayas Martín

Francisco Rodríguez Chacón Melchor Velázquez Carvajal Rosa Padilla Chávez Agustín Moreno Beltrán-Cerrato Luis Francisco de la Cruz Mesía José Pío Montúfar Fraso

LUGAR

TITULO NOBILIARIO

FECHA

La Pizarra (Málaga) Granada

Marqués de Valdesevilla

1703

Marqués de Casablanca

1710

Granada

Marqués de Alhendín de la Vega Marqués de Argelejo

1710

Antequera (Málaga) Málaga

Paterna del Río (Almería) Granada Antequera (Málaga) Motril (Granada) Baza (Granada) Granada



1710 1728

COMPRA Levanta a su costa un regimiento de infantería de 500 hombres Compra a la ciudad de Granada título para la remonta de la caballería Compra a la ciudad de Granada título para la remonta de la caballería Compra a la ciudad de Sevilla título para la remonta de 400 caballos Cesión de créditos a la Real Hacienda y pago al contado (duda si finalmente obtuvo el título) Monasterio de San Isidro de León

Marqués de Iniza

1730

Conde de Maseguilla

1735

Conde de Colchado

1740

Compra a la ciudad de Granada para financiar vestuario de 700 hombres Catedral de Antequera

Marqués de Valle Ameno

1740

Monasterio de San Lorenzo del Escorial

Marqués de Dos Fuentes

1741

Marqués de Selva Alegre

1747

Convento Nuestra Señora del Carmen de Sádaba (Aragón) Iglesia Metropolitana de Granada

SERVICIOS Y HONORES PREVIOS Caballero de Santiago, familia hidalga malagueña Caballero de Alcántara, veinticuatro de Granada Señor de las villas de Alhendín y la Malá Hidalgo notorio, regidor de Antequera —

Regidor de Paterna, alcalde mayor de Ugíjar, hijodalgo Alguacil mayor de la Inquisición de Granada, caballero de Calatrava Viuda de Cristóbal Jiménez Herradura, regidor perpetuo de Antequera Minero en Nueva España Regidor de Almería, prestamista, comerciante Caballero de Santiago, corregidor de Cumaná, presidente de la Audiencia de Quito

Fuente: AHN, Consejos, Leg. 8976, 8977 y 8978; AGMJ, Leg. 341-5, Exp. 3634; AGMJ, Leg.185-2, Exp. 1633; AGMJ, Caja. 339-3, nº 3592; AGMJ, Leg. 231-3, Exp. 2085; AGMJ, Leg.81-3, Exp. nº 699; AGMJ, Leg. 209-2, Exp. 1861; AGMJ, Exp. nº 152 B y A, Leg. 22-1; AGMJ, Leg. 62-2, Exp. 456; AGMJ, Exp. 1616, Caja.184-1; AGMJ, Leg. 296. Exp. 3042;

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