La necropolitica de Mbembe entendida desde la perspectiva del biopoder de Foucault, Hardt y Negri

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Descripción

Licenciatura en Ciencia Política y Administración Pública Teoría Política Contemporánea Ana Paula Velázquez Izquierdo

LA NECROPOLÍTICA DE MBEMBE ENTENDIDA DESDE LA PERSPECTIVA DEL BIPODER DE

FOUCAULT, HARDT Y NEGRI

Giorgio Agamben, filósofo italiano del siglo XX conceptualiza al Estado de excepción como aquel que se posiciona entre el umbral de la democracia y el absolutismo. Es decir hoy en día, inmersos en una globalización neoliberal podríamos clasificar la “excepción” como un dispositivo legal que conlleva la suspensión de la vigencia de la vida y la muerte a través de actos legislativos. (Agamben; 2006, 31) La clara ejemplificación la encontramos después de los atentados que se dieron el 11 de septiembre de 2001 en la ciudad de Nueva York, cuando el entonces presidente George Bush autorizó la persecución de cualquier sospechoso de terrorismo, violentando así deliberadamente la libertad de los ciudadanos extranjeros a través de nuevos mecanismos de control. Noam Chomsky clasificó a la Guerra de Irak como el peor crimen del siglo, tomando en consideración que este mostró un nuevo orden mundial que aumentó la violencia, la explotación y la dominación geoestratégica, así como la destrucción progresiva de la democracia y la intervención a las soberanías extranjeras. Aunque es imperativo mencionar que las estrategias de terror han sido aplicadas de manera sistemática desde tiempos de la Guerra Fría, en la que la amenaza omnipresente causada por el holocausto nuclear penetró en todos los ámbitos de la vida diaria. Lo que se intentará contestar en el presente ensayo a través de una discusión sobre la soberanía y su residencia teórica en el pueblo, contrapuesta a las decisiones de poder que toman los presidentes o jefes de estado frente a situaciones que exigen una excepción; es si los ciudadanos están sujetos en términos democrático a la usurpación del poder o si éstos deberían de confiar en la representación y defensa por parte de sus gobiernos.

I.

La política de muerte

Durante Segunda Guerra Mundial, fueron los campos de exterminio, aquellos que representan el apogeo de la violencia destructiva, el poder absoluto y el poder de matar, la trasformación de la vida, en el “nomos”. Para Michel Foucault el biopoder se refiere al poder de gobernar la vida y la muerte. Es la separación biológica de aquellos que merecen vivir de aquellos que no. (2005, 24) Achille Mbembe retoma este concepto en Necropolitica, en el cual explica que para que un Estado de jerarquía racista funcione el Estado debe de posicionarse como el asesino, aquel que ostenta la elección del biopoder. En el mundo neoliberal de la actualidad, este esquema de identidad racista es el que impera y reprime tanto a migrantes como a refugiados.

El neoliberalismo, desde sus inicios, no puede prescindir del terror, expresado en distintos niveles y de diferentes tipos. La reactivación del horror moderno está vinculado a la experiencia del biopoder que nos heredaron tanto el siglo XIX como el siglo XX; hoy la pérdida de la condición política de los ciudadanos es la traducción de la presencia del Estado en todos los ámbitos de desarrollo de los seres humanos. (Mbembe; 2010, 24) El poder absoluto sobre la vida y la muerte es el componente clave de la necropolítica, mientras este se accede mediante el biopoder en un entorno neoliberal en el que las personas se convierten en mercancías y el mercado se encuentra sacralizado como una trascendencia divina.

El hombre agobiado por las deudas es la nueva dimensión de la sumisión a la dominación del capital financiero causado por las políticas de austeridad, donde cada vez más personas y familias están atrapadas en la camisa de fuerza que mantiene la dominación del triángulo en el nuevo imperio de las oligarcas finanzas mundiales: el estado de emergencia, el biopoder y la necropolítica. (Rui; 2014, 4)

La guerra moderna se ha llevado a un plano “inteligente” en el que la tecnología busca destruir, el objetivo principal ya no es ocupar territorio, si no tomar posesión de los recursos y materia primas más valiosas. El impacto directo se da al propiciar la pobreza y entonces convertir a la vida humana en un intento por sobrevivir. Los ejemplos son claros: Irak, Kosovo, Palestina y Siria. La globalización y el fácil acceso a las máquinas de guerra han dado pie a que grupos rebeldes pasen a controlar territorios enteros en donde la ausencia del poder del Estado es eminente. Las antiguas manchas marrones han sido aprovechadas para poner en jaque la soberanía de las naciones y así desafiar las políticas de seguridad nacional, propias de los estados de excepción modernos. El dispositivo político y técnico capaz de intervenir en las características vitales de la existencia humana: nacimiento, enfermedad y muerte, radican en la concepción de biopoder de Foucault, sin embargo Negri y Hardt conceptualizan en Imperio al biopoder como una forma de entender un “holding” que regula la vida social desde su interior. En el que los mecanismos de accionamiento de poder “democrático” se distribuye en la mente y en el cuerpo a través de los sistemas de organización y redes de información con el objetivo de idealizar las acciones del Estado como las “correctas” en lugar de fomentar el pensamiento independiente y el deseo por la creatividad. (2005; 42) Entonces basándonos en las posturas anteriores podríamos decir que el biopoder en su conjunto es un poder que captura la vida cotidiana y la introduce en un cuerpo de

control social capaz de manipularlo todo. Este poder proviene desde las profundas raíces de la estructura conceptual de la sociedad, tal es el caso de la subdivisión de clases en la India; que concientiza la vida y el valor de la misma a través de las relaciones, la aceptación y el rechazo. El control político no solo se realiza a través de la conciencia y la ideología, sino a través del cuerpo biológico, es decir la coacción: la violencia tanto física como simbólica.

II.

Conclusiones

El poder de penetración de la estructura mental en la idealización del mundo tiene su razón de ser en la hegemonía de la visión americana; esto es fácil de entender si se remite al caso de Snowden y Assange, quienes son clasificados como terroristas por aquellos neoliberales americanos. Como conclusión y contestando a la pregunta de investigación, todos los discursos hechos en nombre del estado de emergencia aparentan ser excepcionales, pero la realidad es que las consecuencias de esta decisión continúan de manera permanente hasta ser absorbidos por el mismo sistema que lo asume como propio. Después de cierto tiempo los estragos de los estados de excepción pasan a formar parte de la legitimidad del Estado y del “nuevo orden mundial”. Es decir, podemos entender a la soberanía como una cadena que se origina en el biopoder, que da razón de ser a la necropolítica, que a su vez permite que el estado de excepción se encarne y eventualmente pase a formar parte de la experiencia del día a día de todos los cuerpos con vida en el planeta.

La usurpación de la soberanía constitucional, reduciendo la democracia al mínimo tolerable, y la disminución drástica de las condiciones de vida son el resultado de una estrategia destinada a aumentar las desigualdades sociales y la transferencia de recursos a la oligarquía financiera, que por ahora siguen dominando los flujos planetarios de la vida y la muerte. (Rui; 2014, 7)

Bibliografía Agamben, Giorgio, Homo sacer I. El poder soberano y la nuda vida. Pre- textos, Valencia, 2006. Agamben, Giorgio, Homo sacer II. Estado de excepción. Ariana Hidalgo, 2006. Foucault, Michel. Seguridad, territorio, población. Fondo de Cultura Económica, Argentina, 2002 Foucault, Michel. Nacimiento de la biopolítica. Fondo de Cultura Económica, Argentina, 2005 Hardt, Michel y Antonio Negri, Imperio. Paidós, Barcelona, 2005. Matoso, Rui. Necropolítica e biopoder no império neoliberal. Portugal, 2014. Mbembe, Achille. Necropolítica. Merlusina, Madrid, 2010.

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