La Necrópolis Celtibérica de Tordesilos (Guadalajara)

June 14, 2017 | Autor: V. Lopez-Menchero... | Categoría: Arqueología, Arqueologia, Necropolis, Celtiberian Archaeology
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Descripción

6.

6.02.-

OTRAS ACTUACIONES ARQUEOLOGICAS

La Necrópolis (Guadalajara)

Celtibérica

de

Tordesilos

Mª Del Rosario García Huerta, Marta Chordá y Víctor M. López-Menchero

LA NECRÓPOLIS CELTIBÉRICA DE TORDESILOS (GUADALAJARA) Mª del Rosario GARCÍA HUERTA*1 Marta CHORDÁ** Víctor M. LÓPEZ-MENCHERO*

1

*Universidad de Castilla-La Mancha ** Arqueóloga

Actas de las II Jornadas de Arqueología de Castilla – La Mancha (Toledo, 2007)

1. Introducción

El presente trabajo pretende dar a conocer los resultados obtenidos tras la intervención arqueológica de urgencia realizada en la necrópolis celtibérica de Tordesilos (Guadalajara) durante el pasado mes de noviembre de 2006, tras el hallazgo casual de numerosas manchas de carbón, recipientes de cerámica y fragmentos de hueso. Dicho hallazgo se produjo, durante los primeros días del mes de octubre de 2006, como consecuencia del levantamiento, mediante máquina, de una gran cantidad de piedras situadas sobre un tramo de cañada localizado a 2 km hacia el norte del pueblo. El objetivo de esta remoción, llevada a cabo por el Ayuntamiento, era reunir la mayor cantidad de piedras posibles con objeto de ser utilizadas posteriormente en unas obras que el consistorio del municipio de Tordesilos estaba llevando a cabo.

Tras el descubrimiento inicial, se dio noticia del hallazgo a la Asociación de Amigos del Museo de Molina de Aragón, cuyo director se puso en contacto con nosotros, a través de la Dra. Cerdeño, para realizar una evaluación inicial del alcance real del descubrimiento. Queremos dar las gracias a la Dra. Cerdeño y a D. Manuel Monasterio, presidente de la Asociación de Amigos de Museo de Molina de Aragón, por su ayuda desinteresada sin la cual no hubiéramos podido realizar el trabajo. Consecuentemente se pidieron los preceptivos permisos y la financiación necesaria a la Junta de Comunidades de Castilla- La Mancha para hacer frente a una primera campaña de evaluación del hallazgo que permitiese valorar el interés científico del lugar y su estado de conservación.

2. Contextualización Geográfica de la Necrópolis

El yacimiento excavado se encuentra dentro del actual término municipal de Tordesilos (Hoja “Pobo de Dueñas” del Mapa Topográfico Nacional 1/50000) en el límite suroriental de la comarca del señorío de Molina (Guadalajara), en el limite con la provincia de Teruel. Desde el punto de vista físico, la necrópolis se inserta en un paraje natural de lomas y vaguadas a los pies de las estribaciones meridionales del Sistema Ibérico. La altitud media de la zona es considerablemente elevada, unos 1345 m sobre el nivel del mar, lo que unido a su carácter claramente continental explica que esta comarca sea conocida como “el polo español del frío” dadas las bajas temperaturas que se registran en invierno. Las precipitaciones oscilan entre los 600 y los 700 mm anuales, siendo el 80 % de las mismas en forma de lluvia y el otro 20 % en forma de nieve, lo que no libra a la zona de sufrir 2 o 3 meses de sequía en verano (MUÑOZ, ARCHILLA Y REY, 1992).

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Estos condicionantes climáticos y geográficos limitan ciertamente las posibilidades agronómicas de la zona, por lo que el aprovechamiento de los suelos se destina casi en su totalidad a la agricultura extensiva de cereal de secano, fundamentalmente de trigo, y al aprovechamiento ganadero de gran raigambre en la zona, no en vano nos encontramos cerca de la Sierra de Albarracín, de gran tradición trashumante.

La necrópolis celtibérica intervenida se articula dentro de este paisaje en un tramo de cañada o paso para el ganado que iría desde el valle del río Gallo hasta el riachuelo que discurre a los pies de las minas férricas de Ojos Negros, unas minas que sin duda se explotaron desde antiguo.

La ubicación del yacimiento dentro del señorio de Molina de Aragón, una de las áreas nucleares de la Celtiberia, resulta especialmente interesante, ya que esta zona está siendo objeto de investigaciones arqueológicas desde la década de los ochenta del siglo pasado. Hasta que en 1980 se empezó a excavar la necrópolis de Molina de Aragón (CERDEÑO, GARCÍA HUERTA Y PAZ, 1981) este territorio estaba arqueológicamente virgen en lo que se refiere a la Edad de Hierro, a partir de ese momento el equipo de investigación, dirigido por Cerdeño y García Huerta localizaron un gran número de yacimientos arqueológicos celtibéricos, especialmente castros, muy mal conocidos en ese tiempo, ya que el conocimiento de la cultura celtibérica en general provenía de las excavaciones antiguas realizadas en necrópolis,

por lo que la

excavación del poblado de la Coronilla (CERDEÑO Y GARCÍA HUERTA, 1992) en la zona constituyó el inicio de una nueva línea de investigación. A estos trabajos les sucedió la excavación arqueológica de la necrópolis de La Yunta (GARCÍA HUERTA Y ANTONA, 1992), especialmente importante por su buena conservación, que aportaba datos que las excavaciones antiguas de las necrópolis, en otros territorios celtibéricos, habían dejado de lado por la época en que fueron realizadas.

La intervención arqueológica en el castro de El

Ceremeño en Herrería, ( CERDEÑO Y JUEZ, 2002) con dos fases de ocupación correspondientes al período celtibérico ha aportado muchos y variados datos para el conocimiento del poblamiento celtibérico, a lo que hay que añadir su buen estado de conservación que ha permitido convertirle en un yacimiento visitable. Muy próxima al castro citado se sitúa la necrópolis de Herrería,

que constituye uno de los yacimientos más

interesantes para el conocimiento de la formación de la cultura celtibérica, ya que tiene dos fases de ocupación de Campos de Urnas, fechadas en el Bronce Final y una tercera que se sitúa en el Celtibérico Antiguo (CERDEÑO, MARCOS, MARTENS, 2002; CERDEÑO, MARCOS, SARGADOY, 2004).

Otros yacimientos han sido objeto de investigaciones arqueológicas en la zona, aunque de menor calado, como el castro El Palomar y la necrópolis de Aragoncillo (ARENAS,1999), El

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Torrejón (CERDEÑO ET ALII,2004), a éstos hay que añadir los trabajos de prospección que se vienen realizando desde empezar a trazar

que iniciaron las investigaciones arqueológicas y que permiten

un mapa de ocupación del territorio durante el periodo celtibérico

aparentemente bastante denso, pero en el que destaca el gran número de castros y la escasa representación de necrópolis, ya que éstas por su ubicación resultan mucho más vulnerables a la destrucción y más difíciles de localizar. De ahí la necesidad de excavar las escasas necrópolis localizadas, ya que el no hacerlo supone la perdida de una importante fuente de información y lo que es más grave del propio yacimiento.

3. Objetivos de la campaña

El carácter de “urgencia” de la intervención hizo plantear unos objetivos muy concretos de cara a la investigación, que por orden de prioridad fueron:

1. Determinar la extensión aproximada de la necrópolis, así como su asociación a otros yacimientos arqueológicos de la zona pertenecientes al mismo periodo. 2. Establecer el estado de conservación de los restos encontrados. 3. Efectuar un análisis espacial intensivo de una superficie lo suficientemente amplia como para poder inferir la distribución general de los enterramientos. 4. Excavar varias tumbas con objeto de conocer mejor las características y la cronología de la necrópolis. 5. Realizar un sondeo para conocer la potencia estratigráfica del yacimiento, de cara a futuras investigaciones.

4. Grado de cumplimiento de los objetivos prefijados

1. Para poder determinar la extensión aproximada de la necrópolis se llevó a cabo una prospección intensiva de toda la cañada y de los campos labrados a ambos lados de la misma. Esta prospección dio como resultado que dada la dispersión de materiales cerámicos y metálicos, de fragmentos de hueso y de aparentes estructuras tumulares la extensión de la necrópolis, al igual que sucede en el caso de Sigüenza, rondaría los 5.000 m² (CERDEÑO, Y PÉREZ DE INESTROSA, 1993: 13).

Por lo que respecta a los yacimientos arqueológicos cercanos a la necrópolis, se ha localizado el castro celtibérico asociado a este yacimiento unos metros más al norte, en perfecta relación de visibilidad, como sucede en otras necrópolis de estas características, para no romper el vínculo entre el mundo de los vivos y el de los muertos (CERDEÑO Y GARCÍA HUERTA, 2001: 158-

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159). El castro se ubica sobre una pequeña elevación que es conocida familiarmente por los habitantes de la zona como “los Casares” o “Castro Lucero”. Resulta muy significativo que la cota de altitud de este castro sea inferior a la de la necrópolis, aunque no es menos significativo que el castro se encuentre a los pies de un abrevadero casi natural, utilizado por los ganaderos de la zona. Posiblemente la presencia de agua, actualmente en su mayoría subterránea pero quizás hace años superficial, sirva en un futuro cercano para explicar la ubicación de ambos yacimientos. En este sentido no debemos olvidar que la mayoría de las necrópolis celtibéricas se encuentran en las cercanías de cursos fluviales o afloramientos de agua, dado el simbolismo que el preciado líquido tenía para los pueblos célticos como nexo de unión con el mas allá (CERDEÑO, Y PÉREZ DE INESTROSA, 1993: 47. CERDEÑO Y GARCÍA HUERTA, 2001: 159).

2. La necrópolis se encuentra en un estado de conservación dispar, pudiéndose observar amontonamientos de piedras, unos intactos y otros reventados, en cuyo interior en algunos casos se ven a simple vista restos de huesos cremados, manchas cenicientas, cerámicas, cuentas de barro y bronce.

El estado de conservación actual de la necrópolis esta directamente relacionado con la mayor o menor incidencia que los siguientes factores de deterioro han tenido hasta el momento sobre las distintas partes del yacimiento:

Factores de deterioro físicos: -

Erosión eólica: La localización del yacimiento en una zona elevada y totalmente desprotegida tanto desde el punto de vista vegetal como mineral, unido al hecho de la existencia de fuertes vientos procedentes del norte en la zona han propiciado que en la actualidad el yacimiento sea visible en superficie, habiendo sufrido una erosión eólica de alto impacto. Aun así este agente de deterioro ha sido controlado en gran parte gracias a la existencia de túmulos de piedra sobre los enterramientos.

-

Humedad. La necrópolis se asienta sobre una zona con gran cantidad de agua subterránea por lo que la tierra en esta franja es especialmente húmeda. Este agente de deterioro ha sido especialmente agresivo con todos los elementos metálicos que a modo de ajuar contenían los enterramientos.

-

Fuerte contraste térmico. Como sucede en otros lugares del interior peninsular la oscilación térmica, tanto diaria como anual, en esta zona es muy elevada debido al clima continental predominante, que se caracteriza por inviernos muy fríos y veranos frescos, lo que favorece procesos de dilatación y contracción sucesivos que

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se ven agravados por la superficialidad de los restos, contribuyendo al desgaste y fragmentación de una buena parte de los objetos.

Factores de deterioro antrópicos: -

Roturación de tierras. Una gran parte de la necrópolis se encuentra bajo tierras de cultivo que han sido roturadas, por lo que el yacimiento ha perdido en estas zonas los túmulos de piedra y muchos enterramientos se han visto directamente afectados.

-

Utilización de la zona como cantera. Recientemente, como se especificaba en la introducción, la necrópolis ha sido utilizada como cantera natural para obtener piedras, lo que ha dañado seriamente a los túmulos.

Factores de deterioro biológicos: -

Paso de ganado. El yacimiento se sitúa en parte debajo de una cañada, por lo que el paso de ganado sobre la necrópolis es habitual. Los animales deterioran los abundantes restos superficiales, bien mediante su simple paso por encima, bien a través de la ingesta de las briznas de hierba que crecen en la zona y que actúan como única cobertera natural del yacimiento.

3. Tras realizar la evaluación previa sobre los límites y el estado de conservación de la necrópolis se procedió a efectuar un desbroce superficial con limpieza de la zona aparentemente más arrasada. En este área de la necrópolis (un espacio de aproximadamente 10 x 5 m) la exposición de los restos a la intemperie había provocado la dispersión de las manchas de ceniza y sus materiales, que desbordaban los límites de los círculos de piedra. Para poder trabajar ordenadamente se trazó un eje fijo longitudinal siguiendo la dirección de la cañada (N40º-S). Aprovechando este eje se trazaron las cuadrículas 1 y 2, de 4 x 5 m cada uno, sobre la citada zona de mayor afección del yacimiento. En primer lugar y antes de realizar ninguna intervención se dibujó un plano de detalle a escala 1:20 de la superficie seleccionada. Una vez finalizada esta tarea se limpió la zona y se procedió a dibujar de nuevo el mismo plano. El resultado final fue que pudimos contabilizar en el área seleccionada 14 túmulos de similares características, que se acumulaban en el espacio, superponiéndose unos a otros en algunos casos y reutilizando las piedras de los anillos exteriores en otros.

La mayoría de estos túmulos conserva en el centro una gran mancha de tierra oscura y carbones entre los que se vislumbra la boca de una o varias urnas de cerámica con algunos huesos cremados en su interior. Muchas de estas cerámicas están fabricadas a torno y tienen decoración pintada, aunque también hay algunos fragmentos de cerámica a mano. Los materiales que observamos en superficie parecen remitirnos a ajuares pobres y muy deteriorados, no

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observándose objetos de hierro o armamento. En cambio sí hay que destacar la existencia de una gran cantidad de escoria de diferente tamaño diseminada por todo el yacimiento, y que puede estar relacionada con las cercanas minas de Ojos Negros.

En cuanto a la utilización de este espacio funerario a priori no apreciamos la existencia de calles que articulen los túmulos o los enterramientos, sino que más bien se tiende a una ocupación total de la superficie. En este sentido podemos apreciar la existencia de círculos de piedra bastante regulares en los que el reaprovechamiento de los mismos es constante, de tal forma que se organizan tangencialmente entre sí. Hemos observado también manchas de ceniza marginales de menor tamaño entre los túmulos y sobre ellos, lo que obedece a nuestro juicio a una reocupación del espacio posterior y no a un desarrollo cronológicamente lineal de la necrópolis.

4. El criterio a la hora de elegir las tumbas a excavar se basó en el peligro de expolio o deterioro que podrían sufrir. Así, en función a la dispersión de restos en superficie se intervinieron cuatro tumbas.

TUMBA 1 El primer enterramiento se situaba bajo un túmulo de piedras, de unos 80 cm de diámetro por 50 cm de altura conservada,

que estaba rematado por una gran losa de caliza blanda que

presentaba muestras de haber sido alterada por el fuego en su parte inferior. Conforme se procedió a retirar las piedras superficiales del túmulo pudimos observar como el círculo pétreo se ampliaba hasta alcanzar un diámetro de 1,5 m. En el interior del mismo documentamos una cremación en urna, que contenía huesos de pequeño y mediano tamaño, junto con restos del ajuar funerario.

Ajuar: -

Urna fabricada a mano de pasta y superficies de color negruzco. El tratamiento las superficies es alisado tosco. Conserva la mitad inferior con forma globular. La base es plana. Sus dimensiones son: altura conservada 11 cm. Diámetro de la base 9,5 cm.

-

Vaso de ofrenda de cerámica a mano de pasta y superficies naranjas, alteradas por el fuego. Conserva la mitad inferior de un recipiente semiesférico. Base con pie ligeramente indicado. Sus medidas son: altura conservada 12,5 cm y diámetro de la base 6 cm.

-

75 cuentas de bronce de 0,4 cm de diámetro.

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Varillas de bronce de sección rectangular de 0,6 cm de anchura y 0,5 cm de grosor.

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Varillas de bronce de sección rectangular de 0,3 cm de ancho por 0,2 cm de grosor.

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Varilla de bronce de sección circular de 0,4 cm de diámetro.

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Anillo de bronce incompleto, de 1,5 cm de diámetro.

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2 Chapas de 2-3 cm de longitud de bronce de tipología indeterminada.

-

Pieza de bronce de tipología indeterminada, de sección rectangular, de 0,6 cm de anchura y 0,4 cm de grosor.

-

1 canto de río de cuarcita de 2,5 cm de diámetro aproximado.

TUMBA 2 El segundo enterramiento se situaba bajo un túmulo medio arrasado que había quedado parcialmente tapado con posterioridad por un amontonamiento de piedras procedentes de la tierra de labor aneja. En el interior del túmulo, calzada y delimitada por un anillo de piedras, pudimos documentar una cremación en urna, que a su vez se encontraba sobre un sedimento de tierra y carbones de 20 cm de potencia que contenía esquirlas de hueso y fragmentos del ajuar del muerto. Este sedimento de tierra y carbones se apoyaba directamente sobre una capa de piedras de mediano tamaño colocadas irregularmente cuya función desconocemos.

Ajuar: -

Urna realizada a torno de pasta anaranjada de buena calidad, con desgrasante casi inapreciable. Forma bitroncocónica que no conserva el borde. Base cóncava. La decoración está formada por bandas horizontales y verticales de pintura roja. Dimensiones: altura conservada 15 cm, diámetro de la base 9 cm.

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Placas de bronce de tipología indeterminada.

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Anillo de bronce de 1,7cm de diámetro y 0,7 cm de grosor. Buen estado de conservación.

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4 fragmentos de pulsera de sección rectangular de 0,5 cm de ancho x 0,4 cm de grosor. Fragmentos ligeramente curvados, cuyo tamaño oscila entre 2,5 y 4 cm.

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Chapas muy fragmentadas de 0,1cm de grosor. Una de ellas podría ser un garfio de un broche de cinturón.

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Pulseras de sección cuadrangular de 0,3 cm de ancho x 0,2 cm de grosor.

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Cuentas de collar de bronce de 0,8 y 0,4 cm.

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Pulsera de bronce abierta y con extremos puntados, de sección cuadrangular de 0,3 de ancho x 0,2 cm de grosor. Su estado de conservación es bueno.

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Varilla de 0,2 cm de grosor, perteneciente a otra pulsera.

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Pulsera de sección rectangular gruesa, de 0,6cm de ancho x 0,4cm de grosor.

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Fusayola cerámica de pasta oscura, de 2,7 cm de diámetro y 1,6 cm de grosor, posee una perforación central de 0,5 cm de diámetro. Por un lado tiene forma cóncava y por el otro tiene un rebaje central.

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TUMBA 3 En el transcurso de la excavación de la tumba 1 y por lo tanto también bajo el túmulo de piedras que cubría este enterramiento pudimos documentar a una cota de profundidad ligeramente superior, otra cremación en urna, que parece remitirnos a la existencia de un enterramiento doble, aunque también podría tratarse de una reutilización posterior del mismo túmulo. La urna en cuyo interior encontramos huesos de mediano y gran tamaño junto con restos del ajuar de bronce, se encontraba delimitada por piedras de cuarcita de considerable tamaño.

Ajuar: -

Urna hecha a mano de pastas y superficies oscuras ennegrecidas por la acción del fuego y alisadas toscas. Forma ovoide, no conserva el borde. Base plana. Medidas: Altura conservada 11 cm; diámetro de la base 9,5 cm.

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Placas de bronce ligeramente curvadas, de 0,2 cm de grosor, que podrían pertenecer a un broche de cinturón muy deteriorado.

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49 cuentas de bronce de 0,4 cm de diámetro.

El hecho de que las tumbas 1 y 3 se hallaran bajo el mismo túmulo y prácticamente a la misma cota, hace pensar que puede tratarse de un enterramiento doble, aunque la alteración del túmulo dificulta esta interpretación.

TUMBA 4 De los enterramientos intervenidos en esta campaña éste es sin duda alguna el más arrasado, habiéndose perdido por completo el túmulo que presumiblemente lo cubrió. Tan solo se ha podido documentar un aparente círculo de piedras irregulares de 1,5 m de diámetro aproximadamente. En el interior de este círculo ha aparecido un estrato de tierra negra de unos 20 cm de potencia, que queda delimitado en su parte inferior por un conjunto de piedras que describen una superficie cóncava irregular, tal y como pasaba con el fondo de la tumba 2. En este estrato se han recogido muestras de carbones, restos de huesos muy dispersos, algunos fragmentos cerámicos y materiales de ajuar muy deteriorados.

Ajuar: -

Fragmentos de una urna hecha a mano de pastas y superficies grisáceas, alisadas toscas,

que solo conserva la base plana y el arranque del cuerpo. La altura

conservada es 9 cm y la base tiene un diámetro de 9 cm. -

27 cuentas completas de bronce de 0,4cm de diámetro.

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5 cuentas completas de bronce de 0,8cm de diámetro.

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3 Colgantes fusiformes, con engrosamiento en la parte central y final, de sección circular, de 2cm de largo y 0,5cm de ancho.

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73 cuentas de bronce de 0,5cm de diámetro y 17 fragmentos.

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8 fragmentos de varilla de bronce, de sección rectangular, con un grosor de 0,4cm y una anchura de 0,6. Los fragmentos tienes tamaños que oscilan entre 0,7cm y 3,5cm.

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3 fragmentos de resorte de fíbula de bronce, de gran tamaño. Los fragmentos tienen 1, 5 y 4,7 cm de una longitud, y uno de ellos está rematado lateralmente por un engrosamiento. Tipología indeterminada. También se ha encontrado la aguja de la fíbula de unos 4 cm de longitud.

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Varios fragmentos de varillas de bronce con alambre enrollado que podrían formar parte de un pectoral de espirales. El fragmento más largo tiene una longitud de 4,5 cm.

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Vástago de bronce de sección circular rematado con una laminita enrollada del mismo metal, podría ser un resorte de fíbula. Conserva una longitud de 3,5 cm.

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Chapas de bronce de 0,1cm de grosor, de tipología indeterminada.

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Fusayola cerámica de pasta oscura, de 2,7cm de diámetro y 1,6 cm de grosor. Tiene una perforación central de 0,5 cm de diámetro. Por un lado tiene forma cóncava y por el otro tiene un rebaje central.

5. Características y cronología de los enterramientos

A partir del estudio de los restos localizados, demasiado escasos para poder cubrir los objetivos planteados al inicio de la campaña, podemos establecer que nos encontramos ante una necrópolis celtibérica caracterizada por la utilización del ritual de la incineración en urna bajo túmulo de piedras, siendo la deposición de los restos cremados de carácter secundario ya que no se ha podido documentar en ninguna de las 4 tumbas la presencia de restos de una incineración in situ, algo que parece coincidir con los resultados obtenidos en otras excavaciones de necrópolis en el reborde oriental de la meseta. El tipo de túmulos documentados recuerda más a los encontrados en las cercanas necrópolis de Molina y Herrería, del tipo de encanchados que a los de La Yunta, hechos de piedras caliza, bien delimitados y diferenciados unos de otros, ya que de las 268 tumbas excavadas solo 18 tenían una cubierta tumular (CERDEÑO Y GARCÍA HUERTA, 2001: 162). Los túmulos de Tordesilos presentan muchas analogías con los de la necrópolis de Molina, fechada en el Celtibérico Antiguo. Pero tampoco podemos olvidar que la necrópolis de Tordesilos está muy alterada y esta gran dispersión de piedras puede deberse a las máquinas.

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Por lo que respecta a los restos materiales encontrados no resultan demasiado significativos ya que se documenta cerámica a mano, sin ninguna decoración, y a torno, de pastas claras decorada con bandas pintadas verticales y horizontales, característica de todas las etapas de la cultura celtibérica, al igual que la cerámica hecha a mano que tiene una gran pervivencia a lo largo de esta cultura, si bien es cierto que tiende a disminuir en las etapas más recientes.

La presencia de fusayolas puede contribuir a ajustar un poco la cronología ya que no son habituales en el Celtibérico antiguo y por el contrario son muy abundantes en el Celtibérico pleno y tardío, aunque tradicionalmente se ha aceptado la aparición de estos objetos en el s. IV a.C. recientes estudios, como el de Carratiermes, parecen señalar fechas más tempranas para su difusión que se produciría en torno a la segunda mitad del siglo V a.C. (ARGENTE, DÍAZ Y BESCÓS, 2001: 209). Las características de las fusayolas encontradas en Tordesilos, sin decoración alguna y realizadas mediante cocción reductora, podrían avalar esta hipótesis.

Los objetos de bronce son poco variados tipológicamente, los elementos más abundantes son las cuentas, muy corrientes en los yacimientos celtibéricos, pero ayudan poco a precisar una cronología. Las piezas más interesantes son los tres colgantes de forma fusiforme, ya que estos colgantes aparecen en las necrópolis de Molina (CERDEÑO et alii, 1981:30) y en la de El Navazo (GALAN SAULNIER, 1980:165) y están ausentes en necrópolis más recientes como La Yunta (GARCÍA HUERTA Y ANTONA, 1992), lo que podría ser un índice de antigüedad. Del mismo modo que la presencia de un elemento que formaba parte de un pectoral de espirales, piezas no habituales después del s.IV a.C, nos sugiere un momento anterior al Celtibérico tardio. El resto de los ajuares integrado por pulseras, placas, algunos elementos de fíbulas de los que no se puede determinar su tipología, no añaden datos para la identificación cronológica de este yacimiento.

Su paralelo temporal y geográfico más cercano es la necrópolis de Molina, aunque también se relaciona con la necrópolis de Herrería y Sigüenza (CERDEÑO, Y PÉREZ DE INESTROSA, 1993). En cualquier caso la escasez de restos recuperados unido al mal estado de conservación de las tumbas intervenidas hacen que los resultados expuestos en este trabajo deban ser considerados como provisionales a la espera de futuras intervenciones arqueológicas que aporten más datos de esta nueva necrópolis.

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Fig.1. Situación de la necrópolis y del castro de Tordesilos.

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Actas de las II Jornadas de Arqueología de Castilla – La Mancha (Toledo, 2007)

Fig. 2. Planimetría de la zona de mayor afección.

Fig. 3. Túmulo de piedra de 2 m de diámetro, situado en el centro de la cañada.

Fig. 4. Tumba 1 antes de excavar.

6.02 Otras Actuaciones Arqueológicas

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Actas de las II Jornadas de Arqueología de Castilla – La Mancha (Toledo, 2007)

Urna Tumba 1

Fig. 5. Tumba 1. Urna con los restos de la cremación. Dibujo de la urna.

Fig. 6. Tumba 2 y dibujo de la urna de esta tumba.

Fig.7. Tumba 3 y dibujo de la urna.

6.02 Otras Actuaciones Arqueológicas

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