La necesidad del sur de repolitizar la agenda de la cooperación internacional al desarrollo

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Descripción

La cooperación internacional para el desarrollo del sur Una visión desde Uruguay

AUTORIDADES de la auci Consejo Directivo

Dr. Diego Cánepa Prosecretario de la Presidencia de la República (presidente) Emb. Luis Almagro Ministro de Relaciones Exteriores (director) Ec. Gabriel Frugoni Director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (director) Dirección Martín Rivero Illa

Director ejecutivo Felipe Ortiz de Taranco

Subdirector

Créditos Coordinación general del documento: Martín Rivero Illa Redacción principal del documento: Raquel Martínez-Gómez Redacción, revisión y aportes técnicos: Karen Van Rompaey y Lourdes Fernández Se recibieron contribuciones de: Carolina Bernasconi, Fabiana Bianchi, Agnès Bonavita, María Dutto, Mathias Escotto, Gabriela Fernández, Elaine Godoy, Felipe Ortiz de Taranco, Cynthia Padrón, Mateo Porciúncula, Santiago Rebellato y Mariela Solari. Ilustraciones: Sebastián Santana Corrección de estilo: María Cristina Dutto Corrección: Ana Cencio Diseño y producción gráfica: Taller de Comunicación Impresión: Mastergraf Depósito legal: Se utilizó la Klavika como tipografía institucional de auci y la tipografía uruguaya Quiroga Serif de Fernando Díaz. Por consultas y comentarios: Agencia Uruguaya de Cooperación Internacional Torre Ejecutiva - Plaza Independencia 710, piso 7, Montevideo, Uruguay Tel.: (5982) 150, ext.: 3421 y 3461 | Fax: 2915 0832 | [email protected]

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Se requiere cambiar las estructuras, políticas y dinámicas que constituyen obstáculos al desarrollo sustentable a escala global y nacional, y también llevar a cabo nuevas construcciones en la gobernanza mundial que, con un patrón de responsabilidades compartidas pero diferenciadas, atiendan a las necesidades y derechos de cada ser humano y den respuestas más creativas, comprehensivas y audaces a estos desafíos. La entrada en juego de los Estados del sur y otros actores de la sociedad civil que no formaban parte del grupo selecto de diseñadores de las políticas de cooperación internacional para el desarrollo amplía el diálogo y las visiones de desarrollo humano. El statu quo encuentra su contrapunto en la multiplicidad de debates a los márgenes que esperan ser incorporados a un diálogo plural. Conceptos como el buen vivir4 o teorías como la del decrecimiento (que alude a la justicia social y ambiental, a nuevos modelos energéticos y urbanísticos o a la coherencia entre el comportamiento individual y el colectivo) pueden ser compatibles con el desarrollo sustentable en un proceso de intercambio en el cual las experiencias y los aprendizajes son compartidos, que se adapta de manera flexible a los nuevos contextos y

La necesidad del sur de repolitizar la agenda de la cooperación internacional al desarrollo La cooperación internacional al desarrollo (cid) se encuentra hoy en un momento de definiciones: los cambios en el contexto internacional que han tenido lugar desde fines del siglo anterior y en el comienzo del presente abren al sur posibilidades que nunca antes había tenido de influir en la agen‑ da del desarrollo, actualmente en construcción. Con el paso del tiempo, la cid ha derivado desde la consideración política de su tarea hacia los as‑ pectos técnicos de su implementación, lo que ha significado un cambio de escala en sus análisis que ha llevado a una incorrecta superposición de agen‑ das y ha derivado en un obstáculo para comprender elementos esenciales del desarrollo y trazar estra‑ tegias que permitan su efectiva promoción. La mirada que proponemos tiene el sesgo de rea‑ lizarse desde el sur y en consideración de sus propias y múltiples trayectorias e intereses, lo que nos obliga a determinar al menos de manera amplia qué enten‑ demos por sur en el marco específico actual de la cid. Utilizaremos una concepción propia del sur, al que entenderemos como una posición política que

tiene como elemento aglutinante de sus partes el reclamo por recuperar los sujetos, saberes y rela‑ ciones ocultados por el orden internacional cons‑ truido a partir de la modernidad europea y occiden‑ tal, buscando establecer un orden internacional que recupere las diferencias que el actual ha ocul‑ tado como práctica constituyente de su funciona‑ miento. Los debates hoy en marcha para la cons‑ trucción de una nueva agenda global de desarrollo post‑2015 abren una posibilidad para ello que debe ser aprovechada. Para que esto suceda se debe insistir en la reva‑ lorización de la agenda política junto con la técni‑ ca: de ninguna manera se propone abandonar las preocupaciones por cómo hacer que la cooperación sea cada vez más eficaz, sino que se sostiene que esa eficacia está dada con relación a objetivos por lograrse cuya definición es, por esencia, política. Tampoco sugerimos la desarticulación de la futura agenda en dos partes, sino su concreta in‑ tegración en una única agenda que se nutra de ambos insumos y discusiones. Ya no alcanza con sostener la importancia del desarrollo entendido como desarrollo humano, sino que se debe dar un paso más para analizar sus presupuestos políticos y contestar, desde el sur, aquellos que presuponen

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desafíos, pero que además incide en la vida de la ciudadanía incluyéndola a partir del reconocimiento y la protección real de sus derechos. En el presente capítulo se analizan los retos y oportunidades que abre la negociación de la nueva agenda global de desarrollo sustentable y se discuten sus posibles contenidos, gobernanza y medios de implementación desde lo que podría ser una perspectiva latinoamericana. Finalmente, se describe el papel que ha tenido Uruguay en los foros internacionales de la cooperación para el desarrollo y en la definición de contenidos de esta agenda. Retos y oportunidades de la agenda de desarrollo inclusivo y sustentable para la región latinoamericana Para comprender los retos y aprovechar las oportunidades de la agenda de desarrollo sustentable que se está negociando actualmente a nivel intergubernamental en el seno de las Naciones Unidas y que sucederá a los Objetivos de Desarrollo

un a priori dictado por el orden mundial que lo rele‑ ga a lo silenciado. Consideramos que la viabilidad de esta posición está ligada a la necesidad de distinguir agendas hoy no casualmente confundidas y, en particular, a rediscutir dos pares de agendas mal integrados. El primero de esos pares es el que resulta de entremezclar la agenda de la lucha contra la po‑ breza con la de promoción del desarrollo. Se trata de realidades que se solapan, pero que de ningu‑ na forma pueden integrarse. Sin negar el papel que la primera debe jugar en la segunda, podemos destacar que, mientras una se orienta hacia la su‑ peración de mínimos por debajo de los cuales las personas y familias se encuentran en situación de pobreza, la otra debe estar orientada a la supera‑ ción permanente de máximos, en una tendencia sostenida de autoexigencia en tanto el desarrollo es, por esencia, un proceso siempre inacabado. Así, una agenda del desarrollo confundida con una de la lucha contra la pobreza, aun cuando esta sea en‑ tendida de manera multidisciplinaria, estará nece‑ sariamente degradada. El segundo de esos pares expresa la confusión entre una agenda orientada a enfrentar las emer‑ gencias que generan bajos niveles de desarrollo

y aquella otra dirigida a producir los cambios es‑ tructurales que se requieren para enfrentarlos. La agenda de la emergencia debe actuar cuando las personas no cuentan con recursos tangibles e intangibles que les permitan satisfacer sus nece‑ sidades básicas, pero no debe suponerse que por el hecho de resolver la situación de una persona/ familia/comunidad se están implementando los procesos necesarios para enfrentar las causas pro‑ fundas que la han sumido en esa situación, preo‑ cupación que debe encarar una agenda de cambios estructurales que retome las preocupaciones sobre cuáles son las causas que generan el subdesarrollo y las enfrente. Los países del sur deben entonces promover el regreso al debate político sobre el desarrollo, re‑ cuperando las propias visiones, conocimientos y realidades del sur, evitando la simplificación de los problemas y planteando soluciones basadas en sus propias experiencias y capacidad de acción. Por Javier Surasky Coordinador del Departamento de Cooperación Internacional del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de La Plata, Argentina.

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