La naturaleza del símbolo en La Interpretación de los Sueños

Share Embed


Descripción





El contenido entre paréntesis es un agregado mío.
Las bastardillas son mías.




Psicología Profunda
Trabajo Práctico

"La naturaleza del símbolo en La Interpretación de los Sueños"




















Cátedra: Psicología Profunda

Turno: Mañana

Docentes:

Lic. Solange A. Garijo
Lic. Sonia Guijarro
Lic. Cristina H. Silva

Alumno ayudante: Sr. Marongiu, José Francisco

Alumno: Guillermo A. Diéguez

Año 2015

Introducción

No conocemos precisamente el momento de la génesis del símbolo, o de dónde proviene este ser, si es que nos fue dado. La única certeza es que el Símbolo tiene existencia y podría no existir, o no hablaríamos de él. Como sólo sabemos de él por sus manifestaciones sobre la carne y las acciones de los hombres, nos permitimos suponer que hubo de acontecer, por decisión (quizás ineludible) de la carne, un atravesamiento de la misma, una intervención intangible (acaso también simbólica) que hizo a la filogénesis tomar un curso que no sabemos si hubiera sido el que hoy en día puede decir que tiene. Nicolas Abraham (1987) nos plantea un inconveniente relacionado a esta cuestión: la imposibilidad de definir la correspondencia entre el exterior y el interior, lo objetivo y lo subjetivo.
Y es que este obstáculo parece imposible de sortear debido a la naturaleza misma del símbolo. Como si de un habitante multidimensional se tratase, el símbolo se hace presente en la carne sin perderse, sin volverse parte de la carne. La habita, hace uso de ella, se encuentra suspendido como una línea casi perfectamente yuxtapuesta a la línea de la existencia biológica. El símbolo tiene la cualidad de atravesar, envestir, impregnarse de lo humano y aún así no dejarse ver del todo en su constitución. Y es que la realidad (al menos para los seres simbólicos) no es sino puro simbolismo.
La realidad se nos aparece como un ser independiente de los demás seres; a su vez se muestra absolutamente dependiente del Ser, el cual le da a esta realidad, su carácter de ser. Es decir, el símbolo es poseedor (si bien subordinado al Ser) de la cualidad (también subordinada) del Ser, ya que otorga de alguna manera, existencia a la realidad misma; pero esta existencia es de otra naturaleza. Podemos así, hablar de una existencia simbólica de la realidad, existencia otorgada por la acción operante del símbolo.
Una diferente concepción acerca del psicoanálisis (más precisamente la de Ferenczi) nos da a entender que somos condición suficiente para dar cuenta de nuestra teleología ya que estamos tejidos de símbolos por cada porción de la realidad de la que podamos dar cuenta, sea tangible o intangible, interna o externa, objetiva o subjetiva. Esta cualidad simbólica nos permite movilizarnos retroactivamente y proactivamente, ya sea hacia una causa primera (punto de partida de la investigación psicoanalítica) o hacia un fin de las cosas (pansimbolismo de Ferenczi).

Estos símbolos llevan en sí su historia, el sentido de su génesis. Son únicos pero de doble faz: lo que dejan aparecer (sus manifestaciones) oculta lo que ya no son. Pero sólo lo que ya no son revela lo que son verdaderamente. (Abraham & Torok, 1987)



El simbolismo de Ferenczi en la obra de Freud

Como es posible apreciar en la obra de Sigmund Freud (1898/9-1900), existen diversos caminos para interpretar un símbolo. Freud nos demuestra que no basta con adjuntar un significado o un sentido "universal" a un símbolo determinado, puesto que en la esencia del símbolo está la propiedad del desplazamiento del sentido. Con desplazamiento nos referimos a que hay una distancia entre el símbolo y lo simbolizado. El símbolo se nos aparece como algo completamente diferente a lo simbolizado. Y, ¿qué es lo que precisamente nos permite ese desplazamiento exista? Diremos, en primer lugar, que se trata de la lábil relación existente entre el símbolo y la cosa simbolizada, entre el símbolo y el sentido. Por otro lado, no basta con esta propiedad. Debe de haber un sujeto que necesariamente opere con esta propiedad de manera que un sentido se desplace. Estamos hablando entonces de símbolos operantes. En definitiva, para que un desciframiento sea lo más completo posible, debe reconocerse al símbolo cierto dinamismo e independencia en relación a la cosa que simboliza, es decir, una distancia de distinta naturaleza a la de la distancia geográfica medible. Esta concepción será la que quede manifestada en la obra de Freud, en un primer momento ligada a la interpretación de los sueños.
Un símbolo opera, escribe Abraham (1987), partiendo de dos funcionamientos incompatibles entre sí, los cuales, en la puja por manifestarse (un deseo y un contra-deseo), dan lugar a una entidad de categoría superior a la de dichos funcionamientos incompatibles. El símbolo consiste entonces, no en una equivalencia directa con la cosa (la sustitución perfecta de una cosa por otra) sino en la sustitución de una acción prohibida (constituida por dos sentidos contrapuestos), por un producto del orden del lenguaje que satisface la expresión de estos dos funcionamientos incompatibles iniciales. En palabras sencillas, es por medio de la expresión verbal, por ejemplo, por medio de la cual se encuentra un sustituto a una expresión incompatible, a un gesto que de otra forma sería imposible manifestar. Al respecto de los funcionamientos incompatibles, escribe Abraham: "Esta es precisamente la idea psicoanalítica del símbolo, concebido como una fusión entre represor y reprimido[...]" (1987). El símbolo se convierte así en un ente compuesto, que supera en complejidad a cualquier representación.
Al respecto, Freud (1889) escribe acerca de los aspectos de la simbolización como una facultad de la elaboración onírica que permite generar algo nuevo a partir de las ideas latentes, (entre ellas, lo reprimido) las cuales luchan por manifestarse. La censura, en este caso, (lo represor) actúa de manera conjunta para dar lugar a un nuevo elemento en el sueño, que usualmente es de carácter fantástico. Aparece la idea de las formaciones mixtas, por medio de las cuales pasan al contenido manifiesto, ideas latentes y/o elementos que jamás pudieron formar parte de la percepción. En algunos casos, dice Freud, aparece en el sueño una cosa que consta de sólo unos pocos elementos de una idea latente, sumados a la convicción de que se trata, a la vez, de otro objeto. En otros casos, la simbolización puede reunir todos los rasgos de este objeto (lo deseado y lo inaceptable del mismo) y crear una nueva imagen valiéndose de las analogías que estos rasgos puedan tener con la realidad. Así quedan constituidas las más diversas (y fantásticas) imágenes oníricas.
En el campo de las neurosis, Ferenczi (1919) teoriza acerca del mecanismo por el cual las mociones reprimibles se vuelven tales, y cómo estas dan origen a una simbolización, la cual suele tomar parte fundamental en la conversión histérica. Este fragmento ayuda a comprender un poco mejor la génesis de algunas formaciones del inconsciente. Dice Ferenczi:

Podríamos pues concebir la formación de un síntoma histérico de la manera siguiente: una moción impulsiva genital extremadamente fuerte pretende penetrar en la conciencia. El Ego advierte la naturaleza y la fuerza de esta moción como un peligro y la reprime en el inconsciente. Tras el fracaso de esta tentativa de solución, estas masas energéticas perturbadoras son rechazadas más profundamente todavía [...] Pero, durante este recorrido, la energía impulsiva ha entrado en contacto muy íntimo con las capas psíquicas superiores que la han sometido a una elaboración selectiva. Ha dejado de ser un simple quantum, ha sufrido una diferenciación cualitativa que ha hecho de ella un medio de expresión simbólica de contenidos psíquicos complejos. (Ferenczi, 1919)

Lo que quiere decirnos Ferenczi, en palabras sencillas, es que lo percibido ha entrado en los aspectos conscientes a partir de lo cual vendrá el rechazo correspondiente y su disociación pero que en su paso por la conciencia, el afecto ahora reprimido habrá tomado ya la cualidad simbólica, cualidad necesaria para una posterior expresión de conversión. ¿Podríamos extender esta concepción acerca del simbolismo en la conversión histérica hacia otros tipos de formaciones del inconsciente? Seguramente sí. En el Diccionario de Psicoanálisis (Laplanche & Pontalis, 1917) encontramos dentro de la definición de conversión que si bien esta última corresponde a una concepción económica, no puede separarse de una concepción simbólica, en la cual sus síntomas corporales manifiestan las representaciones reprimidas, "deformadas por los mecanismos de la condensación y el desplazamiento". Dado que estos procesos de formación de síntomas son los mismos que intervienen en la elaboración onírica, puede permitírsenos decir que es probable que los procesos de conversión histérica y la génesis de símbolos descrita por Ferenczi sean una analogía del simbolismo presente también en los sueños, debido a su forma de elaborarse, operar y manifestarse. Queda en duda, al menos para estos autores, el que el símbolo surja siempre de manera puramente accidental; no queda claro si el símbolo conserva o no alguna cualidad de universalidad que permita extender una simbología a todos los hombres.
Retomando la naturaleza del símbolo, encontramos en otros autores ideas similares acerca del símbolo y su naturaleza dual. Carl Jung (1964) nos indica que se emplea la expresión verbal ya sea hablada o escrita para expresar (lo mejor que puede) un significado que se desea transmitir. El lenguaje contiene una grandísima variedad de símbolos y también emplea con frecuencia signos o imágenes que no son estrictamente descriptivos. El símbolo, por su parte, viene a ser la unidad sintética de sentido entre dos polos diádicamente opuestos: lo manifiesto y lo oculto (esta dualidad ya ha sido propuesta de manera análoga anteriormente). Respecto de la concepción de símbolo para Jung, debe poder diferenciarse primeramente el concepto de símbolo del concepto de signo. Los signos, por un lado, denotan que los objetos están vinculados a alguna cosa en particular. "En cambio lo que llamamos símbolo es un término, un nombre o aún una pintura que puede ser conocido en la vida diaria aunque posea connotaciones específicas además de su significado corriente y obvio" (Jung, 1964). Erich Fromm, por su parte, resume brevemente la manera en que actúa la simbolización en los procesos oníricos y en los síntomas neuróticos. Expresa que las fuerzas reprimidas del ego y la fuerza represora de la censura que ejerce el superego realizan una "transacción" cuyo objetivo es el encubrimiento y desfiguración de los deseos irracionales, que nos permiten seguir durmiendo tranquilamente (Fromm, 1951).
Así damos cuenta de que el proceso de simbolización se encuentra presente en la gran mayoría de las formaciones del inconsciente, y especialmente en la elaboración onírica. Es evidente que la génesis de un símbolo posee para varios autores un carácter dual, en la que dos fuerzas de naturaleza irracional actúan entre sí para elevar una solución al conflicto de su manifestación. Este símbolo originado permite conciliar ambas fuerzas y permitirles una expresión. Dado que este símbolo guarda cierta semejanza pero a la vez cierta distancia con los contenidos latentes, una interpretación, o mejor dicho, una comprensión más o menos acabada del símbolo se nos presenta como una tarea ardua pero posible. Es cuestión de encontrar los lazos que puedan unir al símbolo con lo que simboliza. Repito lo arduo de esta tarea, dado que sabemos que incluso en un pequeño fragmento de un sueño (ni hablar de una neurosis) el número de asociaciones que se desprende es abrumador.


Conclusión

Hemos hecho un brevísimo recorrido a través de la naturaleza del símbolo, de su relación con los sueños, y hemos revisado algunos aspectos que tienen que ver con su forma de operar. Nos queda sin embargo, preguntarnos acerca del destino que estos hallazgos teóricos han tenido, y más importante aún, de su aplicación en la clínica.
A pesar de los intensos trabajos acerca de la naturaleza del símbolo y las advertencias de Freud sobre las interpretaciones "salvajes", dentro de cada escuela derivada del psicoanálisis de Freud (incluso Freud cayó en esta tentación en cierta medida) se tendió a generalizar un simbolismo particular entre los sujetos bajo análisis. Lejos de integrar las herramientas psicoanalíticas para dirigir la cura, la interpretación salvaje tomó las riendas en muchos casos. Debido a la dificultad para refutar o falsear una interpretación psicoanalítica, quedó en manos de los tantos psicoanalistas la tarea de insertar en esta brecha alguna condición tomada por axiomática. A este respecto, escribió la psicoanalista francesa Élisabeth Roudinesco:

No obstante, sus discípulos cedieron a la manía interpretativa. Mientras que los freudianos hacían surgir en todas partes símbolos sexuales, y los kleinianos «intuían» detrás de cada discurso el odio arcaico a la madre, los lacanianos inventaron una nueva jerga interpretativa hecha de juegos de palabras, matemas, nudos borromeos. (Roudinesco & Plon, 1997)

Debido a que mi transcurrir por las enseñanzas del psicoanálisis ha sido breve y es aún incompleto, me siento obligado a decir que lo que en este trabajo he escrito tiene mucho que ver con mi percepción actual de la disciplina, y con mis aún acotadas ideas acerca del psicoanálisis. A pesar de esto, he realizado un pequeño esfuerzo por elaborar algunas de ellas en la primera parte del ensayo, sumadas a algunas breves lecturas de autores relacionados a la temática que quería expresar. Espero, sin embargo, lograr con el tiempo y el estudio un mayor conocimiento de la enigmática "escuela", que a tantos nos ha atravesado, casi de forma inevitable.









Guillermo A. Diéguez
12/05/2015


Bibliografía

Abraham, N., & Torok, M. (1987). La corteza y el núcleo (1era ed.). Buenos Aires: Amorrortu Editores.

Ferenczi, S. (1919). Fenómenos de materialización histérica (Vol. III). Madrid, España: Espasa Calpe.

Freud, S. (2012). Obras Completas (1era ed., Vol. I). (L. López Ballesteros y de Torres, Trans.) Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.

Fromm, E. (1951). El lenguaje olvidado: introducción a la comprensión de los sueños, mitos y cuentos de hadas (1era ed., Vol. 1). (M. Cales, & A. Capel, Trans.) Buenos Aires: Paidós.

Jung, C. G. (1964). El hombre y sus símbolos. (L. E. Bareño, Trans.) Barcelona: Biblioteca Universal Contemporánea.

Laplanche, J., & Pontalis, J.-B. (1917). Diccionario de psicoanálisis (1era ed., Vol. I). Buenos Aires: Paidós.

Roudinesco, È., & Plon, M. (1997). Diccionario de psicoanálisis. (J. Piatigorsky, & G. Villalba, Trans.) Buenos Aires: Paidós.

Universidad Católica de Salta
Facultad de Artes y Ciencias

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.