La mujer en la comedia plautina. Una historia de gente corriente

May 23, 2017 | Autor: R. Lopez-Gregoris | Categoría: Cultural Studies, Roman Comedy, Women and Gender Studies, Plautus
Share Embed


Descripción





La mujer en la comedia plautina. Una historia de gente corriente
Rosario López Gregoris
[email protected]
(UAM)
1. Tema
El objetivo de mi intervención son los personajes femeninos de la comedia plautina. Este es un detalle importante, porque los personajes femeninos son una invención, aunque no es descabellado suponer que Plauto se inspirase en mujeres reales contemporáneas para componer algunas de las características de los personajes femeninos que aparecen en sus comedias. En último instancia, se trata de llegar a la mujer real de aquella época a través de los personajes femeninos.
2. Enfoque
Los estudios culturales, por su parte, han hecho funcional un concepto a priori poco científico, pero que ha arrojado datos que nos permiten repensar la vida en Roma, como trataré de demostrar a continuación. Se trata del concepto de gente corriente, esa gente que no aparece en la literatura canónica (escrito por y para la élite), en todo caso, en la otra, en la literatura menor o secundaria. La gente corriente se define como gente sin voz. "Su definición es lo suficientemente abierta para abarcar la amplia gama de miembros que lo integran y que va desde aquellos bastante ricos hasta los moderadamente acomodados y los pobres de solemnidad, hombres y mujeres, esclavos y libres, cumplidores de la ley y proscritos" (Knapp, 2011: 9). Y representa el 99% de la población de la República romana o del Imperio romano, añade este autor. Creo que es fácil convenir en que las mujeres y también los hombres que aparecen en Plauto pertenecen a lo que podríamos denominar gente corriente, pero, en este caso, si nos limitamos a los personajes femeninos, con mucho discurso, pero poca voz.

¿Para qué sirve este concepto? Primero, para visibilizar a los que no aparecen normalmente en los textos, después para indagar sobre sus experiencias de vida y por último para analizar los mecanismos de resolución de problemas colectiva y cultural de algunos de los grupos que integran esa gran masa de población de la antigua Roma, que no es homogénea ni solidaria ni empática, sino todo lo contrario, porque entre la gente corriente está muy arraigada la creencia de que la buena suerte del vecino (mayor acumulación de recursos) supone la mala suerte para los demás, lo que generaba envidia y frustración. Este es el caso paradigmático de Euclión de Aulularia, cuando su vecino rico, Megadoro, le pide en matrimonio a su hija, que no tiene dote; en lugar de alegrarse por el hecho, ascensión en la escala social, desconfía y deduce que el vecino rico quiere aprovecharse de él y del tesoro que ha encontrado.
La gente corriente se opone a la élite, ese 1% que detenta el poder y somete al resto de la población: aristocracia, caballeros, gente con dinero, y decuriones en las provincias, es decir, funcionarios de la administración provincial, como son ahora los altos cargos de la CCAA. La élite domina al resto y se delimita a sí misma por la riqueza, la tradición, la sangre y el poder. A la élite no le importa nada la gente corriente, ni su felicidad ni su dolor.
La élite sí tiene voz. ¿Dónde? Casi toda la literatura latina está escrita por y para la élite: la historia, la épica, la lírica, la oratoria, la filosofía, la tragedia. Pero incluso en la cultura de la élite, y la literatura que hemos conservado lo es, la mujer, por muy noble y patricia que sea, tampoco suele tener voz. El caso más ilustrativo al respecto lo ofrece un personaje épico, Lavinia, la hija de Latino, la futura esposa de Eneas, que no profiere ni una sola palabra en todo el poema, Eneida, porque así lo quiso Virgilio, ofreciendo ya un modelo de conducta, en que virtud y silencio van de la mano. A la otra gran reina del poema, Dido, constructora de una ciudad, capaz de huir de su hermano Pigmalión con un puñado de hombres y de resistir a los ataques del enemigo, a ella Virgilio sí cede la palabra y el acto, y las consecuencias no pueden ser más desastrosas: por despecho amoroso se suicida. Si la silenciosa Lavinia es ejemplar, la arrojada Dido es un destino que ninguna mujer virtuosa debería querer imitar. (Afortunadamente, Ursula K. Le Guin, la gran escritura de ciencia ficción estadounidense ha venido a romper el silencio de Lavinia impuesto por Virgilio y a dotar de palabra, acto y pensamiento a la misteriosa hija de Latino; el resultado es deslumbrante).
Es incontestable que no tenemos testimonios reales y directos de las mujeres de Roma, salvo algunos, que no son directos, de las mujeres de la aristocracia romana, como las cartas de Cornelia, los poemas de Sulpicia –si es que no son de Tibulo-, las supuestas memorias de Agripina y algún texto más. Pero incluso estos textos manifiestan un mandato de género inequívoco: la mujer no debe intervenir en el ámbito público, solo en el doméstico, y en ambos siempre debe hacerlo para fortalecer la situación de dominio del hombre sobre la mujer.
Queda claro que la perspectiva de estudio usada se va a basar en el concepto de gente corriente y en el análisis de sus experiencias, pero, cuando sea útil para la comprensión de una situación dada acudiremos a una lectura de género, teniendo siempre presente que la mujer en la comedia latina está doblemente sometida por pertenecer al grupo que hemos denominado gente corriente y por ser mujer.
Muy pocos géneros literarios hablan de las preocupaciones de la gente corriente, la fábula, tal vez el epigrama y la comedia latina. Por tanto, todos los personajes de la comedia plautina integran el grupo de lo que hemos llamado gente corriente y cada uno de ellos, dentro de la jerarquía social romana, cuenta sus preocupaciones.
Curiosamente el género dramático ofrece una gran variedad de discurso supuestamente femenino, ya que muchas mujeres toman el protagonismo y la palabra en el teatro romano. En los textos de las heroínas trágicas no merece la pena demorarse mucho tiempo, puesto que estas ficciones trágicas recogen, por un lado, tradiciones griegas y romanas anteriores, por otra, el pensamiento masculino del autor. Y ninguna de ellas corresponde al estándar de gente corriente.

3. Algunas consideraciones previas, que deben tenerse en cuenta sobre la comedia latina.
3.1. En la comedia romana el tema fundamental es el amoroso; ello no quiere decir que no se te toquen otros aspectos de la cultura romana a través de las fisuras que el género cómico deja para que entre la realidad, pero es una creación de evasión que casi siempre plantea una historia amorosa del tipo: un jovenzuelo sin dinero (adulescens) pedirá, desesperado, ayuda a su esclavo (seruus callidus) de toda la vida, para conseguir a la chica (mulier) de la que anda locamente enamorado; se lo impide la falta de dinero, por lo que el esclavo taimado tendrá que maquinar algún engaño para quitárselo, bien al padre tacaño (senex), bien al soldado fanfarrón (miles gloriosus), rival habitual del joven, o bien al chulo (leno) de turno que pide un alto precio por los servicios de la joven. En ocasiones, la madre (matrona) interviene para echar una mano al joven y así impedir los avances del padre en los amores de una joven esclava o de una meretriz. En ocasiones, la comedia nos ofrece el papel de una joven de buena familia (uirgo), violada y embarazada por el joven de buena familia en un lamentable estado de embriaguez, cuyo destino no es otro que el matrimonio al final de la comedia.
Todas las comedias, salvo Trinummus, contienen personajes femeninos. Posiblemente esa ausencia explique que sea una comedia más bien aburrida.
3.2. El discurso de los personajes femeninos
Evidentemente, lo primero que tenemos que advertir es que el teatro plautino se basa en el teatro de caracteres, heredado de Grecia, donde los personajes ya se suponen antes de salir a escena y se sabe que pertenecerán a uno de los roles o papeles que vienen determinados por el género.
Cada uno de los tipos de mujer, insisto en que este es un teatro de caracteres, cuenta sus preocupaciones. Para un tipo, estas consisten en llegar a fin de mes, para otro, en enamorar al chico que le gusta y llevarlo al "huerto" matrimonial, para otro tipo de mujer mantener su estatus y privilegios dentro del hogar. Porque a la gente corriente le pasan cosas corrientes. Excepto en Anfitrión, porque ni Mercurio ni Júpiter son gente corriente y menos aún Alcmena y Anfitrión, reyes de Tebas.
Dentro del abundante discurso femenino, hay una parte que pertenece a la dramaturgia, es decir, lo que debe decir un personaje para construir el papel y facilitar que el público lo identifique como miembro de un tipo determinado, es decir, el joven enamorado (da igual que se llame Fernando o Luis), la joven deseada (puede ser Carmen o Raquel), el compañero chulo que se quiere llevar a la chica (Jimmy, Kevin) y el amigo leal que te va a echar una mano con los problemas del corazón (Pablo, Juan). Este discurso dramático sirve de presentación y se repite en todas las comedias. Es obligatorio para la construcción de los roles.
Hay, además, un discurso ideológico; aunque parece que no, no todo son chistes y escenas jocosas en Plauto; hay mensajes con cierto contenido conceptual, no digo que sea político, pero puede ser poético, o puede ser social. El discurso ideológico, si convenimos llamarlo así, es del propio Plauto… a veces, otras, de su modelo griego, cuyos argumentos eran muy políticamente correctos. Así, cuanto más discurso políticamente correcto, humanista, comprometido, educativo y filosófico contenga una comedia, más aburrida será, aunque nos emocione el mensaje: Captiui, Rudens, Epidicus, Persa, Trinummus son comedias de media sonrisa y más que probable d ela primera etapa de la producción plautina.
Y entonces llegamos a una parte del discurso que pretende reproducir el lenguaje y el pensamiento de la clase social que describe, el latín popular, que tal vez no hay que llamar popular, sino de la gente corriente, que no es ni vulgar, ni coloquial ni popular, es el latín común, o, para ser congruentes con la metodología adoptada, latín corriente. Lo importante es la voluntad de reproducir lo que la gente hablaba y lo que la gente realmente pensaba: qué pensaba la prostituta de su profesión y cómo expresaba sus preocupaciones o sus alegrías, qué pensaba un joven enamorado al que su chica le da calabazas y cómo se lamentaba. Podemos afirmar sin riesgo a equivocarnos mucho que así sentían los romanos comunes de aquel entonces (Dutsch).

3.3. La ideología patriarcal
El discurso de los personajes femeninos dibuja, sin duda, una ideología patriarcal, firmemente arraigada en el pensamiento y en la cultura romana. Las mujeres que hablan en la literatura romana ofrecen modelos de conductas para las jóvenes romanas, tanto positivos (Lavinia, Lucrecia, Virginia) como negativos (Dido, Horacia). Y la comedia es, por supuesto, reflejo de una estructura de dominio y sumisión, basada en el poder del más fuerte (hombre, libre y rico) sobre el más débil (mujer, esclava y pobre). A través de este discurso se transmiten los estereotipos de género, muy visibles en la comedia, pero subvertidos mediante la estrategia cómica del mundo al revés: los esclavos salvan a sus amos, y los personajes poderosos, el viejo, el soldado y el proxeneta, acaban siempre recibiendo un castigo de manos de los menos poderosos. Y las mujeres, fantasía total para el pensamiento androcéntrico de la época, vencían a sus maridos.

4. La mujer en la comedia plautina
Los tipos de personaje femenino en Plauto son los siguientes: la esposa (matrona), la joven libre (uirgo), la esclava del hogar (ancilla), la prostituta barata (scortum), la mujer libre trabajadora (mulier, meretrix), y la esclava sexual (paelex). Estos son los roles o papeles femeninos que suelen aparecer en la comedia; ahora bien, sobre esta generalidad Plauto demostró la cualidad y el talento de crear personajes individuales que se destacan por algunos rasgos personales, a veces a medio camino entre un tipo y otro. La joven libre de Persa es uno, la joven Selenia de Cistellaria es otro, la esclava Pardalisca de Casina es otro, la empresaria del sexo Fronesia en Truculentus es otro, la vieja borracha de Curculio es otro, Alcmena de Amphitruo podríamos decir que es otro, y alguno más. Pero precisamente los personajes mejor construidos como los citados son en esta ocasión idóneos, porque expresan mejor sentimientos y pensamientos personales.
Vistos los roles y teniendo en cuenta las características propias de la comedia plautina, mi intención ahora se dirige a explorar las preocupaciones que tiene una parte de la población, la femenina, y analizar cómo se enfrenta a ellas; sí creo que la comedia proporciona datos sobre la cultura popular femenina, sus inquietudes y sus estrategias de supervivencia para esta época (para concepto de cultura popular, J. Toner, 10).

4.1. La matrona (uxor).
Empecemos por la matrona o la mujer casada, aquella que manda teóricamente en su casa. En Plauto está representada por el tipo de la uxor dotata, mujer que va al matrimonio con dinero. El discurso cómico en torno a ella es muy machista y cruel, porque representa el malestar del marido que se siente sometido, vigilado y profundamente frustrado por su dependencia económica; es, por tanto, un personaje odiado y fácilmente ridiculizable; no me voy a detener en el tipo de discurso machista que profieren los maridos contra sus mujeres, salvo para recordar que desean su muerte para así heredar (Asinaria, Casina, Trinummus), que son descritas por ellos como unas gastonas (Aulularia) y que, de acuerdo con el mandato de género, deben dedicarse a las tareas del hogar.
¿Pero cuál es la preocupación de estas mujeres en las comedias? Su preocupación tiene que ver con la conservación de su estatus, que se ve continuamente expuesto por los actos del marido, en concreto, por el derroche de este cuando se encapricha de otra mujer, normalmente de una prostituta, a la que agasaja con joyas, vestidos y banquetes, es el caso paradigmático de Los Menecmos, que se repite en Asinaria, Estico y Cásina incluso. Es en esos casos, cuando este personaje cómico se ve legitimado para poner en acción estrategias encaminadas a conservar su poder y es entonces cuando la comedia ofrece mujeres que toman el control.
Para hacer frente a esta situación tan conflictiva para una mujer casada, la comedia muestra varias estrategias: la primera, vigilar y preguntar con la finalidad de impedir sus movimientos y sobre todo sorprender al marido en flagrante mentira; la segunda, lamentarse y resignarse, asumiendo que los hombres tienen la crisis de los cincuenta y mejor mirar para otro lado hasta que se les pase; la tercera, enfadarse y pedir cuentas montando una escena de escarmiento público del marido. La última estrategia que se plantean, y que es la primera que viene a la cabeza a todos, es el divorcio, es decir, volver a casa del padre, con el que amenazan y, podemos imaginar, llegarían a cumplir en algunos casos.
Preguntar y vigilar para impedir los encuentros (Menaechmi):
Nam quotiens foras ire uolo, me retines, reuocas, rogitas, quo ego eam, quam rem agam, quod negoti geram, quid petam, quid feram, quid foris egerim. "Porque no hay vez que yo pretenda salir de casa, que no me detengas, me llames, me atosigues a preguntas: que adónde voy, que qué hago, que de qué me ocupo, que qué voy a buscar, que qué llevo, que qué he hecho fuera" (Menaechmi 114-116)
Mirar para otro lado para evitar el repudio (Casina):
Mírrina: Anda, calla, tonta, y escucha: no conviene que te opongas a sus deseos, déjale que se enamore (amet), que haga lo que quiera, con tal de que a ti en casa no te falta de nada.
Tace sis, stulta, et mi ausculta. Noli sis tu illic aduorsari, sine amet, sine quod lubet id facit, quando tibi nil domi delicuom est.
Cleóstrata: ¿Pero, estás loca? Hablas contra tus propios intereses.
Mírrina: Insensata, cuídate siempre de que tu marido pronuncie las palabras malditas (uerbo) (Cas. 206-210).

Presentarse en el burdel y montar una escena (Asinaria)
Artemona: ¡Mira que tener que arrancarlo su mujer del burdel a este cuclillo de pelo blanco!
(Cano capite te cuculum uxor ex lustris rapit?)
Deméneto: ¿Y no puedo quedarme solo a cenar, que ya se está preparando la cena?
Artemona: ¡Por dios que cenarás hoy, pero una buena paliza, como te mereces! (Ecastor cenabis hodie, ut dignu's, magnum malum).
Deméneto: ¡Mala noche me espera! ¡Mi mujer me lleva a casa ya juzgado y sentenciado! (Asin. 934-937).

Volverse a casa de su padre (divorciarse) (Amphitruo)
Estas son las posibilidades que ilustra la comedia, y podemos asegurar que, de más a menos cómica, gana la de montar una escena, la de amenazar con marcharse de casa, la de vigilar al marido y, por último, la de mirar a otro lado.

4.2. La joven (uirgo)
Dentro de las mujeres libres, merece dedicar un poco de atención a las jóvenes libres, que suelen pasar todo su tiempo en casa, esperando el momento del matrimonio y, si salen, lo hacen acompañadas de una esclava de confianza; reciben la denominación de uirgo, aludiendo a su condición de vírgenes, requisito más o menos importante para este tipo de matrimonio entre gente adinerada, diríamos. Son jóvenes ingenuas, obedientes, bastante tímidas, que en la comedia guardan silencio, como corresponde. Muy aburridas, a primera vista, para integrar el elenco de una comedia, pero en la que cumplen un papel determinante. Por buscar un equivalente actual, se trataría de una chica más bien pija, poco habladora, obediente, algo tímida, que siempre va con sus amigas, que llama la atención del guaperas del barrio o del instituto
Objetivo, casarse y dar hijos legítimos y, por tanto, preservar la reputación de mujer no mancillada, que garantiza la legitimidad de la consanguineidad. Pero no siempre se consigue: la comedia representa en ocasiones alguna joven brutalmente violada por algún joven borracho, con un embarazo como resultado. Los textos solo documentan dos estrategias:
- Ocultar el embarazo y exponer la criatura cuando nace, con ayuda de la madre o alguna esclava confidente:
Neque iam quo pacto celem erilis filiae probrum, propinqua partitudo quoi appetit (Aul. 74-5): "Y ya no sé cómo ocultarle la deshonra de su hija, a quien se le acerca la hora del parto".
- Casarse por mandato paterno con el violador; este es el final feliz de algunas comedias, lo que no deja de ser una brutalidad casar a una joven con su violador (como se proponía por ejemplo en Turquía). Pero no hemos de plantearnos que este final solo era ficticio y que lo normal es que la joven fuera casada con un hombre que aceptara la situación.
Diniarco: Por tus rodillas, te suplico, juzga mi locura con cordura y perdóname la falta cometí: no era dueño de mí; fue por culpa del vino. […]
Calicles: Vamos, camina ante el juez (Lo va a denunciar)
Dianiarco: ¿Para qué quieres que vaya ante el juez? Para mí tú eres mi juez: te suplico, Calicles, dame a tu hija por esposa (Truc. 826-841)
Quid uis in ius me ire? Tu es praetor mihi. Verum te opsecro ut tuam gnatam des mi uxorem, Calicles. (Truc. 840-1)

Este es el caso de la joven Fedria en Aulularia, de la hija anónima de Calicles en Truculentus y algún ejemplo más, que, muy oportunamente, se quedan embarazadas después de la violación. Como es una violación inter pares, la cosa se soluciona rápidamente con un matrimonio de conveniencia; en fin, lo que hace unos años se llamaba casarse "de penalti", que ahora no sé cómo se llamará y que, antes como ahora, lo resuelven los padres, si los chicos son muy jóvenes.

4.3. La prostituta (meretrix)
Le toca el turno a la figura estelar de la gente corriente en las comedias plautinas, la prostituta; no me voy a extender mucho en el asunto de la prostitución, pero debe quedar claro que era una práctica habitual a todos los niveles sociales, y que era un negocio, donde la mujer, bien como autónoma o bien bajo el dominio de un chulo, del cual solía ser esclava (aunque no siempre), cobraba un sueldo, por mísero que fuera, por sus servicios.
Dentro de las comedias plautinas aparecen todos los tipos de prostitución posible, la que ejercen las meretrices mejor situadas y que eligen a la clientela, como las Báquides de Bacchides o Fronesia en Truculentus o Gimnasia de Cistellaria o Erocia de Menaechmi, hasta la prostitución menos selectiva, la de las scorta diobolaria.
Aunque se trata a ojos de la ley de un trabajo infame (sin derecho a otorgar testamento o ser herederas de pleno derecho) y, si son esclavas, el fruto de su trabajo corresponde a su dueño, en general podemos decir que la realidad era muy permisiva con el estatus de estas mujeres, que podían ser esclavas y pasar a ser libertas de sus dueños e incluso casarse con ellos, como de hecho, ocurre en el final feliz de muchas comedias; de modo que ser prostituta puede ser el oficio de toda una vida o de un momento de la vida y, en algunos casos, permite a algunas muchachas sin recursos comprar su libertad y poder cambiar de estilo de vida. Por otro lado, ejercer la prostitución no era un delito y, además, no se consideraba adulterio cuando un hombre casado acudía a un burdel o se acostaba con una de ellas.
Esta información sirve para no perdernos los estrechos límites de las denominaciones y para percatarnos de que, al menos en Roma, había una cierta flexibilidad entre ciertos grupos de la gente corriente para quien la consideración social era un motivo muy secundario.
¿Cuál es la preocupación mayor de las mujeres que ejercen la prostitución como medio exclusivo de vida?
- El económico, unas para poder abandonar el oficio con garantías en la vejez, otras para poder comprar su libertad al proxeneta de turno, otras para llegar a fin de mes.
Así habla una joven que prefiere tener un solo amante a estar bajo el control de un proxeneta que la obligará a prostituirse diariamente:
Fédromo: ¿Cuándo te volveré a ver?
Planesia: En cuanto a esa pregunta, contéstala tú mismo consiguiéndome la libertad. Si me amas, cómprame. En vez de hacer preguntas, procura hacer la mejor oferta (Curc. 212-213)

Así habla una antigua prostituta, que ahora ejerce de madame en su propio burdel:
Lena: Tu madre como yo, puesto que éramos libertas, ambas acabamos siendo prostitutas; me hice cargo de la crianza de mi hija como tu madre de la tuya, puesto que erais hijas de padres desconocidos. Y he empujado a mi hija al oficio de la prostitución, no por orgullo, sino para no morir de hambre. (Cist. 38-41).

Y así habla una meretriz, es decir, la que puede elegir a los amantes (en este caso, su criada):
Astafia: Al patrimonio de este enamorado mi ama le ha entonado el responso fúnebre en nuestra casa. Hasta sus fincas y sus casas las ha hipotecado para alquilar la huerta del Amor (el burdel). […] nosotras le conocimos rico y él a nosotras pobres; se cambiaron las tornas. Y toda prostituta que se precie ha de ser como una zarza que, toque al hombre que toque, le cause daño o dolor; no ha de adentrarse nunca en las razones de su cliente, y diré más, cuando él se quede sin nada, ha de mandarlo a casa por incumplimiento en el servicio. Siempre será buen amante el enemigo de su hacienda. Mientras tenga, que se dé al amor; cuando nada le quede, que se busque otra ocupación. (Truc. 213-233).

- El embarazo: evitarlo o, llevado a t rmino, decidir qué hacer.
Hay mucho más material del primero que del segundo asunto, primero por el condicionamiento del género literario, pero también podemos plantearnos el asunto del embarazo para las prostitutas de una manera menos dramática de lo previsto, desde el momento en que la repercusión social no las toca. Además, las soluciones ante un embarazo eran nítidas y, lo que es fundamental, a su alcance, y la toma de decisión era suya, verdadera forma de empoderamiento: usar métodos anticonceptivos, con más o menos éxito, tener el hijo o la hija y vivir después a sus expensas; o exponerlo o venderlo a una familia que lo necesitase.
Sin embargo, para las esclavas de un proxeneta, la decisión, en principio, era de él, aunque no me parece que sea improbable que se negociara la solución: exponerlo o cederlo o venderlo o hacerse cargo del crío (el tráfico de personas era ingente), puesto que pasaba a ser de su propiedad.
- Gustar: Como en la Roma republicana no había chicas jóvenes libres que pudieran participar de las juergas que se corrían los chicos, como ocurre ahora, que en las pandillas de chicos y chicas es lo habitual, ese hueco lo cubren en la sociedad romana las prostitutas. Veamos algún ejemplo que nos va a sonar cercano: resulta que un joven se encuentra con que sus padres se marchan una temporada a sus cosas y le dejan la casa para él solito; este joven adolescente, sea un finde o dos, aprovecha la casa de los padres para montar la juerga correspondiente: comida, bebida, hierba y claro, amigos y amigas dispuestos a pasárselo bien. Después, vuelve el padre y todo son mentiras hasta que la verdad se impone y cae el castigo.
Esta es más o menos la historia que plantea Plauto en la comedia Mostellaria: un joven Filólaques aprovecha la ausencia del padre, que anda de negocios, para pasarse el día de juerga y fundirse el patrimonio familiar, con banquetes y buena compañía, la del golfo de su amigo Calidámates y un par de amigas que los acompañan gustosas: Filemacia y Delfia; ¿amigas? Hoy serían unas amigas con derecho a roce o "follamigas", pero en Plauto son un par de cortesanas que, a cambio de un banquete, ofrecen agradable compañía y divertimento… sexual. Ninguna de ellas es importante para la trama de la comedia, pero ofrecen otra visión de las mujeres libertas que podían acompañar a los jóvenes con recursos en sus juergas; Filemacia está enamorada de su chico, puesto que gracias a él es libre, y Delfia parece de la misma condición con respecto al suyo. No tienen pretensiones de boda, sino de disfrutar el momento. Oigamos a Filemacia, que, de momento, quiere gustar a este chico que le ha dado la libertad y se muestra agradecida.
Filemacia: Fíjate, por favor, Escafa mía, si este vestido me sienta bien. Quiero gustar yo a Filólaques, la niña de mis ojos, mi patrono. (Most. 166-167).

Filemacia: El mismo agradecimiento he de tenerle ahora que he conseguido lo que quería, que el que le tenía antes de lograrlo, cuando le decía tantas zalamerías. (Most. 220-221).

Esta joven es consciente de su situación, de cuál fue su oficio y de su agradecimiento; como he dicho antes, la prostitución no es impedimento para que una mujer cambie de estilo de vida, se case con su patrón y lleve otra vida. A estas mujeres corrientes les preocupa su independencia económica, eso siempre, y, dada su profesión, gustar a los hombres, igual preocupación de muchas adolescentes, gustar a los chavales y pasárselo bien. A este grupo de mujeres pertenecen también las dos supuestas prostitutas de Poenulus, afanadas en gustar:
Adelfasia: Pues nosotras, desde el alba hasta la hora que es, no hemos dejado en ningún momento de lavarnos afanosamente, frotarnos, limpiarnos, arreglarnos, tampoco de pintarnos, repintarnos, peinarnos y repeinarnos (Poen. 217-221)

Y no se mezclan con otras mujeres de peor condición:
Adelfasia: Acaso quieres mezclarte con esas escaparatistas, amigas de los esclavos de molino, reinas de paja, pobres y sucias fregonas, atufadas de pachulí que apestan a burdel y callejón, a silla y banco para hacer la calle? Esas que nunca hombre libre ha llegado a tocar ni se ha llevado a casa, putas callejeras de dos duros (scorta diobolaria), pasto de sucios desharrapados. (Poen. 265-270).

Todas estas mujeres que acabamos de ver usan su cuerpo como fuerza de trabajo, posiblemente como alternativa a una mala racha económica o por simple necesidad u obligación, y lo hacían para satisfacer unas demandas sexuales (Knapp, p. 275), para beneficio propio o de un tercero, en una sociedad que guardaba celosamente la castidad de las mujeres engendradoras hijos legítimos. Las prostitutas, además de personajes cómicos que aligeran la trama, ilustran los recursos que una mujer puede tener para salir de una condición y subir en el escalafón social.

4.4. La criada (ancilla)
Se trata de una figura muy interesante, en general poco estudiada, pero que en Plauto ilustra bien las condiciones en que podían vivir. Esto es lo que se pide de una esclava en Roma:
Demifón: Nosotros lo único que necesitamos es una esclava (ancilla) que sepa tejer, que sepa moler, cortar leña, hilar la lana, barrer la casa, que se aguante con los azotes (uapulet), y que guise diariamente la comida de la casa (Merc. 396-398).

Esta es la lista de sus tareas: el trabajo físico en casa, la violencia explícita en el trato, a lo que hay que añadir otra ocupación que precisamente está en la cabeza de Demifón, puesto que su hijo acaba de llegar a puerto con una supuesta criada, demasiado guapa; si es joven y guapa: satisfacer sus deseos sexuales. Muchas esclavas de la casa nacían en ella y sus posibilidades de movilidad eran escasas; y, aunque la comedia no ofrece muchos ejemplos sobre el estrés y la angustia que podían experimentar estas mujeres sometidas a maltrato físico y sexual, algún texto sí da testimonio (recuérdese que se es esclava/o las veinticuatro horas del día, todos los días del año).
Así, en la célebre comedia Casina (la lucha de hijo y padre por hacerse con los servicios sexuales de una joven educada en casa usando de intermediarios a dos esclavos) hay una escena sorprendente, entendida siempre en términos cómicos (paratragedia de heroína trágica) y aludiendo a la histeria femenina, que podía recibir otra lectura: una esclava, Pardalisca, sale al escenario gritando que ha ocurrido algo terrible en casa; ante la inquietud del viejo amo sobre qué ha pasado, Pardalisca dice que Cásina, la joven, ha enloquecido (v. 662, insanit) y amenaza con matar al que la posea, a su amo y a ella misma: "y dice que no va a permitir que se prolongue hasta mañana ni tu vida ni la suya ni la de su marido", neque se tuam nec suam neque uiri uitam sinere crastinum protolli (vv. 678-680). La escena se la ha inventado Pardalisca para asustar a su amo y no tiene repercusión alguna en la acción dramática, puesto que el viejo sigue empeñado en beneficiársela, llegada la noche, pero es evidente que Plauto ha inventado una escena perfectamente creíble y posiblemente habitual en que se describe la desesperación de una joven que prefiere el suicidio a verse violada.
La locura transitoria y, en última instancia, el suicidio, son estrategias habituales ante situaciones de maltrato y de falta de expectativas; podrán parecer estrategias extremas, que lo son, pero al menos son decisiones personales ajenas al dueño/a.
Pero no solo amenazan con suicidarse las jóvenes en plan heroína trágica también lo hacían las esclavas de cierta edad, las viejas (anus), para escapar del maltrato y de la dureza de la vida en esclavitud. De nuevo, un diálogo jocoso entre esclava y amo nos proporciona una pista de la desesperación de la mujer; la escena empieza así:
Nam cur me miseram uerberas? Euc.: Vt misera sis atque te dignam mala malam aetatem exigas. "Pero, ¿por qué golpeas a una pobre desgraciada? Euclión: Para que seas desgraciada y para que tengas una mala vejez digna de tu maldad". (Aul. 42-44).
La escena continúa con varios insultos y golpes del amo a la vieja, y ella añade:
Vtinam me diui adaxint ad suspendium potius quidem quam hoc pacto apud te seruiam. "¡Ojalá los dioses me empujen a colgarme antes que continuar sirviendo en tu casa en estas condiciones!" (Aul. 50-51).

Es fácil de imaginar que vivir en estas condiciones era duro y la comedia plautina sí refiere la angustia por el castigo físico que podía venir por no ser productivo o por no cumplir con las órdenes. Es conocido el pasaje de Pseudolus donde un amo exigente, un proxeneta, amenaza a sus pupilos y pupilas con un duro castigo si no le traen algo por su cumpleaños, y la angustia, sabiamente exagerada por Plauto, se hace ridícula:
Chaval: Hoy es el cumpleaños del lenón y nos ha amenazado a todos, desde el mayor al más pequeño, con que, quien no le hiciera hoy un regalo, moriría mañana entre los mayores tormentos. […] ¡Ay, qué pequeñito soy yo para tener que soportar esto! Pero, os aseguro que es tan grande, pobre de mí, el miedo que tengo al castigo, que si alguien me da por… compasión una pequeña limosna, aunque dicen que el dolor te hace dar grandes alaridos, creo que seré capaz de apretar los dientes como sea. (Pseud. 775-787).

Como se ve, el miedo al maltrato físico del lenón es superior al dolor que le puede provocar a este crío prostituirse. No tenemos datos del porcentaje de suicidio en esa época, pero la angustia que provoca el miedo era un factor seguro en la toma de una decisión tan radical. No debía de ser tan raro acabar con la vida de una en situaciones tan estresantes. Y aunque Plauto banaliza la amenaza del suicidio, formaba parte de las soluciones que la gente corriente manejaba.

4.5. La cautiva (paelex)
Es un personaje posiblemente griego, cuya presencia en la comedia latina sin duda se debe al modelo griego, pero seguramente podamos interpretarla como simple cautiva de guerra, figura que sí es extrapolable a la vida cotidiana romana. Son esclavas como las demás, pero especialmente usadas como esclavas sexuales. La comedia cuenta que las matronas romanas las soportan con dificultad, porque ponen en peligro sus privilegios, al compartir sexo con el marido y posiblemente estar exentas de tareas de mayor empeño físico. Así dice la cautiva de guerra Pasicompsa:
Non didici baiiolare, nec pecua ruri pascere nec pueros nutricare: "No estoy acostumbrada a cargar fardos, a llevar al ganado a pacer en el campo ni a hacer de ama de cría" (Merc. 508-9)

Se la exhibe en la ceremonia del triunfo, como parece verse en Epídico: Tum captiuorum quid ducunt secum! Pueros, uirgines, binos, ternos, alius quinque (Epid. 210-211): "Entonces llevan con ellos a sus esclavos: niños, muchachas, dos o tres cada uno, uno incluso cinco".
Es un término, paelex, muy marcado y funciona como insulto cuando las casadas lo usan contra las prostitutas, como ocurre en Cistellaria (36-39): LE (lena): Viris cum suis praedicant (sc. matronae) nos solere, / suas paelices esse aiunt, eunt depressum. / Quia nos libertinae sumus, et ego et tua mater, ambae / meretrices fuimus: "Las matronas van diciendo que tenemos trato frecuente con sus maridos, que somos sus esclavas sexuales, van a pillarnos". Pero la diferencia es que ellas cobran por sus servicios y las esclavas sexuales, no.
Si eran muy hermosas, como solían serlo, sufrían además el acoso de los hombres:
Demifón: La observarían todos, la mirarían, le harían señas con la cabeza, le guiñarían los ojos, le silbarían, la pellizcarían, la llamarían, nos molestarían, darían serenatas a la puerta; llenarían la puerta de versos, escritos con carbones (Merc. 407-409).

Es difícil saber cómo gestionaban esta situación, el odio de la matrona y el acoso del resto de los hombres, además del intercambio sexual al que se veía obligadas con su amo. Pero la situación debía de ser física y emocionalmente muy destructiva. Algunas logran con los años la manumisión de sus dueños, que les agradecen así los servicios. E incluso sabemos por la epigrafía que algunas llegaron a ser liberadas y se casaron con sus dueños. Algo así parece sugerir Pasicompsa en Mercator, cuando el viejo Lisímaco le dice: Bono animo es, liberabit ille te homo, "estate tranquila, te liberará tu dueño" (Merc. 531-2). De hecho, su belleza o alguna habilidad especial que tuvieran les sirve de estrategia, bien para ser liberadas o para ser vendidas a un proxeneta.
Las esclavas sexuales no son una fantasía en nuestro mundo moderno y cotidiano, y cualquiera que se pasee por un polígono o se pare en un club de carretera encontrará a estas víctimas de la trata de blancas, jóvenes y extranjeras, que viven amenazadas y sin derechos, sometidas, antes como ahora, al terror físico de sus raptores y explotadores.

5. Una preocupación transversal: el embarazo no deseado
Un problema que afectaba a todas las mujeres con independencia de su categoría era el embarazo no deseado; las esclavas no suelen preocuparse de esta situación, porque forma parte de sus tareas la reproducción. Para las prostitutas sí era un problema, porque, como hemos visto en el ejemplo de Cistellaria, los padres suelen ser desconocidos (ex patribus conuenticiis, v. 40, "padres ocasionales?") y no se hacen cargo del mantenimiento, sino que este recae sobre las madres.
En esta comedia se informa de que algunas prostitutas deciden tener a los hijos y criarlos y usarlos como medio de trabajo, perpetuando en la hija el oficio de la madre, para no morir de hambre. Tener hijos era un medio de asegurar una entrada de dinero adicional y no supeditar la supervivencia de la familia a un solo trabajador.
En Truculentus se dice que el embarazo es un mal, que estropea el cuerpo de la mujer, que el niño consume sus ahorros, y que sus llantos producen mucho estrés (no porque el llanto moleste, sino porque puede presagiar la muerte de la criatura):

Fronesia (afectada por los dolores del parto): Agáchate para besarme. ¡Ay! No puedo levantar la cabeza, de tanto que me duele y de tan mal que me encuentro. Y tampoco soy capaz de tenerme sola en pie (Truc. 525-527).

Pero la criatura sirve en este caso para que un hombre, el supuesto padre, se implique en la manutención y cuidado del niño, que por lo que parece es una tarea carísima:
Fronesia: El niño necesita comida; la necesita también la comadrona que lo baña; la nodriza, si quiere tener leche, necesita vino añejo en abundancia, si quiere tener leche. Se necesita leña, carbón, se necesitan pañales, se necesitan cojines, cuna y ropa de cuna; se necesita aceite, se necesita harina; se necesita una cosa a cada momento del día (Truc. 902-907).

Las prostitutas intentaban métodos diversos para evitar el embarazo y, si estos fallaban, recurrían al aborto, con grave riesgo de su vida, y si al final la criatura llegaba, se la dejaba morir o simplemente se la exponía. Para la resolución de este problema, ya sea con aborto o con exposición, una figura esencial es la de la criada vieja, normalmente muy denostada en la comedia, porque es un personaje que defiende siempre a la joven:

Vieja: Esa joven que se ha marchado llorando de aquí, la recogí yo hace años, cuando era pequeñita, de la calleja en que había sido expuesta […] yo se la di como regalo a la cortesana amiga mía que vive aquí, la cual a menudo, hablando conmigo, me había pedido que la encontrase en cualquier parte un recién nacido, niño o niña, que pudiera hacer suyo (supponeret). (Cist. 123-136).

El estereotipo habla de brujas, borrachas, que tienen relación con los dioses infernales, saben de hierbas, atienden al parto y, llegado el caso, tienen contactos para hacer desaparecer a la criatura. Siempre defienden a la joven parturienta, y por eso son, dentro del discurso masculino, una figura maltratada y marginada (la vieja de Curculio, que facilita el encuentro de los amantes, Estáfila de Aulularia que oculta el embarazo de la joven, la vieja Sira de Mercator, que se queja de la injusticia de la ley para las mujeres casadas, etc.). Ellas son portadoras de un discurso alternativo, considerado muy peligroso.
El embarazo no deseado era motivo de gran angustia para la joven rica violada y para su madre; la comedia nos refiere dos soluciones a esta situación tan delicada, puesto que está en juego la honestidad de la familia: ocultar el embarazo hasta el final y exponer a la criatura, es decir, entregarla a la criada de confianza para que esta se deshaga de ella; que era lo habitual (Epidicus y Truculentus hablan de la suplantación). La otra solución es más curiosa y poco creíble a primera vista, se trata de hacer coincidir al violador con el futuro marido, de modo que culpable y responsable coinciden en la persona del joven de turno (Aulularia, Truculentus se solucionan así). Aunque se trata de un solución feliz para la clase pudiente, en realidad la comedia relata agresiones habituales contra chicas y matrimonios convenidos por la familia; la coincidencia es pura ficción cómica dirigida al final feliz, muy lejos de la realidad, donde no había garantías de quién era el padre de la criatura, ni dentro ni fuera del matrimonio. El matrimonio siempre es sentido por el joven transgresor como una maldición:
Lesbónico: Me casaré con ella, padre, y con todas las que quieras.
Cármides: Aunque estoy enfadado contigo, a un solo hombre le basta con un solo castigo (Trin. 1183-1185)

6. Una reflexión sobre la comedia.
Sabemos que la comedia plautina tuvo mucho éxito, que era un espectáculo seguido masivamente por todo tipo de público, especialmente por la gente corriente: esclavos/as, prostitutas/os, criados/as, hombres y mujeres libres y pobres, soldados, gente con recursos, y cargos públicos, es decir, casi todo el espectro social (dudo mucho que la élite se dejara caer por una representación de comedia).
Además de preguntarnos en qué medida las representaciones cómicas son un espejo de la realidad contemporánea de Plauto, merece la pena también plantearse en qué medida los textos de Plauto interpelaban directamente a su público natural, la gente corriente, en qué medida Plauto no solo recogía, sino que ofrecía también soluciones a problemas reales, hablaba al esclavo y le proponía soluciones, hablaba a la prostituta y le proponía soluciones, hablaba a los enamorados y les proponía soluciones. Además de la ideología patriarcal dominante, que se construye en cada personaje que sale a escena, las reflexiones de una prostituta como Fronesia, que controla su vida y toma sus decisiones, o la exigencia de la vieja Sira de una ley más igualitaria en el matrimonio, de modo que la esposa no deba soportar sin más el adulterio del marido, construía en los espectadores un discurso tal vez no imaginado, proporcionaba argumentos para la reflexión y actitudes vitales de resolución de problemas.
Claro que el público asistía a las funciones para reírse, pero el humor siempre ha sido un buen recurso didáctico. Y Plauto era parte de la gente corriente, y hablaba de sí mismo desde su éxito, de la posibilidad de la movilidad social incluso en una sociedad tan jerarquizada.

7. Conclusiones
La comedia plautina da voz en ciertos pasajes y momentos a la mujer real de la Roma de esa época, con sus variantes de clase y condición.
Como norma general, la mujer en Roma era un objeto sexual en todos los estamentos sociales.
Tenía dos salidas según su estatus y posibilidades: el matrimonio para las procreadoras de hijos legítimos y la prostitución para las demás, que les ofrecía un medio de vida para lograr la independencia económica. Los dos casos implicaban cierta movilidad social si bien las esclavas, sobre todo las esclavas de guerra, tenían más dificultades para acceder a esa movilidad.
La comedia plautina permite oír las preocupaciones, los sentimientos de las mujeres de esa época:
En la mujer libre, la violación y el embarazo no deseado generan angustia y estrés.
En la esclava, la violencia física y el maltrato aparecen en todas sus formas.
La comedia plautina permite ver sus estrategias para solucionar sus problemas y hacer frente a esta angustia.
La joven violada oculta y expone al recién nacido.
La esclava contempla como solución el suicidio.
En las comedias de Plauto, la prostituta, en todas sus variantes, prototipo de gente corriente, parece manejar el estrés de la falta de recursos económicos de manera más eficaz, bien porque tiene la posibilidad de trabajar, bien porque tiene posibilidad de movilidad social.

Nos gustaría imaginar que los textos de Plauto pudieron interpelar a la gente corriente de su época, hacerse eco de sus problemas reales y buscarles soluciones, en una palabra despertar en ellos una reflexión para actuar sobre su destino.


Bibliografía
Adams, J.N. "Female Speech in Latin Comedy", Antichthon 17, 1984, 43-77.
Cid López, R. Mª, "El género y los estudios sobre mujeres de la Antigüedad. Reflexiones sobre los usos y la evolución de un concepto, Revista de Historiografía 22.1, 2015, 25-49.
Cid López, R. Mª, "La silenciosas mujeres de la Roma antigua. Revisiones desde el género y la historia", A. Domínguez- R.Mª Marina, Género y enseñanza de la Historia, Zaragoza, Sílex, 2015, pp. 187- 212.
Corte, Della F., "Personaggi femminili in Plauto", Dioniso 43, 1969, 485-497.
Dutsch, D.: Feminine Discourse in Roman Comedy, Echoes and Voices, Oxford Studies in Classical Literature and Gender Theory. Oxford/New York: Oxford University Press, 2008.
Dustch, D., "Gender, Genre and Suicide Threats in Roman Comedy", Classical World, 2012, 105.2, 187-198.
Dutsch, D. – James, S.L. – Konstan, D. (eds.), Women in the Roman Republican Drama, Wisconsin, UWP, 2015.
Finley, M.I., "Las silenciosas mujeres de Roma", Aspectos de la Antigüedad. Descubrimientos y disputas, Ariel, 1975.
Fontaine, M. – Scafure, D. (eds.), The Oxford Handbook of Greek and Roman Comedy, OUP, 2014.
Girod, V., Les femmes et le sexe dans la Rome antique, París, Tallandier, 2013.
James, Sh., "Domestic Female Slaves in Roman Comedy", James, Sh. – Dillon, Sh., A Companion to Women in the Ancient World, Blackwell, 2012, 235-237.
Knapp, R.C., Los olvidados de Roma prostitutas, forajidos, esclavos, gladiadores y gente corriente, Knapp, Ariel, 2011.
López Gregoris, R., "Retrato femenino en la comedia plautina. La modernidad de Fronesia", Pan 3, 2014, 45-64.
Pérez Gómez, L.:" Roles sociales y conflictos de sexo en la comedia de Plauto", A. López et alii (ed.), La mujer en el mundo mediterráneo antiguo, Granada, Univ. Granada, 1990, pp. 138-167.
Richlin, A.; Arguments with Silence. Writing the History of Roman Women, Michigan, Ann Arbor, 2014.
Sharrok, A., Reading Roman Comedy. Poetics and Playfulness in Plautus and Terence. Cambridge/New York: Cambridge University Press, 2009.
Toner, J., Sesenta millones de romanos, Barcelona, Crítica, 2012.
Unceta, L., "De profesión, maga", R. López Gregoris y L. Unceta (eds.), Ideas de mujer. Facetas de lo femenino en la Antigüedad, Alicante, 2011, 317-342.
Wiseman, T.P., The Roman Audience. Classical Literature as Social History, Oxford, OUP, 2015.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.