La muerte del cartógrafo. Dubai, postpunk y la utopía pirata

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Descripción

LA MUERTE DEL CARTÓGRAFO: DUBAI, POSTPUNK Y LA UTOPÍA PIRATA   - Se ha escrito un crimen

"Rutas. Rutas. Rutas. Rutas. Rutas. Rutas. Rutas." Manifiesto Antropófago, Oswald de Andrade (1928)

  Los grandes cartógrafos han muerto. Sin duda, se los ha matado. El lugar por el que necesariamente hay que empezar a resolver este crimen es gramatical. Hallamos la primera pista en el carácter impersonal de la enunciación. La enigmática presencia de un "se" en este asesinato nos obliga a rastrear, en la desordenada multitud de las relaciones de fuerza históricas, los diferentes procesos que han contribuido a la desaparición de los mapas. Antes de continuar, parece necesario aclarar qué queremos decir aquí cuando hablamos de mapas. Lejos de la literalidad geodésica, el cadáver se parece más a lo que Jameson llamó "mapas cognitivos", representaciones que combinan "datos puramente vivenciales (la posición empírica del sujeto) con concepciones abstractas y artificiales de la totalidad geográfica", formados también por "nuestras peculiares relaciones sociales con la realidad de las clases en el nivel local, nacional o internacional" (117)1. Se trata, para Jameson, de una conciencia de clase renovada, al tanto de los cambios tecnológicos del capitalismo tardío y del carácter espacial de los poderes que se disputan la organización de las sociedades actuales. Ése es, pues, el tipo de mapas que han desaparecido, y ése es el tipo de cartógrafo al que se ha matado. Recorrer el texto de Jameson que hemos citado es seguirle la pista a las infinitas confirmaciones de este homicidio a través de las huellas que ha dejado y de las condiciones que lo han hecho posible. El mapa se construye a través de discursos que nombran relaciones, marcan objetivos, delimitan principios o trazan límites, discursos que son capaces de ubicarnos en la realidad compleja que nos rodea para servir, en último término, como guía de                                                                                                                 1  JAMESON, F. (1991). El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado. Barcelona: Paidós. Págs. 116-117

acción. Cuando el mapa se disuelve, cuando mueren los cartógrafos y la topografía se cotiza a la baja, lo único que permanece es el territorio desnudo. En la inmanencia de la superficie, los discursos dejan de analizar y proponer para ocuparse de la mera descripción y de la maniobra tecnológica. En un territorio sin mapas, el sujeto es incapaz de dibujar rutas, y su acción se limita al despliegue cotidiano de pequeñas acciones que, debido a su carácter estratégico bajo el criterio de la utilidad inmediata, implican la aceptación tácita de las reglas del juego. Es en este territorio descarnado que Jameson comienza su relato. Con el posmodernismo, afirma, nace un "nuevo tipo de inspidez o falta de profundidad, un nuevo tipo de superficialidad" 2. Al pasear por la realidad omniabarcante de novelas como "La broma infinita" o "V." uno puede hacerse cargo de esta primacía absoluta de la superficie, de un territorio narrativo tan profuso y detallado, tan extenso e inabarcable, que no deja lugar alguno para el nacimiento de mapas. Lo mismo señala Jameson de las obras de Warhol, construidas desde y hacia la mercancía, en la inmanencia de una estantería de supermercado. Más huellas en este crimen: la retórica prescriptiva del modernismo, que en las vanguardias tomó la forma de un mapeo constante de la acción artística, desaparece con la venida del posmodernismo, donde "la norma misma se ha desvanecido" 3 . La prescripción, un discurso construido alrededor de los tiempos verbales futuros, deja paso a la descripción, en el marco de una temporalidad más cercana a los ciclos de reproducción-rebobinado de las cintas de vídeo. Lejos de caminar hacia el futuro mirándolo de frente, en la posmodernidad nos movemos como el Angelus Novus, arrojados hacia el futuro de espaldas mientras contemplamos las ruinas que se agolpan a nuestros pies. Los collages historicistas que componemos con esos escombros esconden la impotencia de quien no puede crear nada nuevo. El imperio de la superficie, del presente y de la descripción juegan, como es evidente, en contra de la cartografía, y forman parte del "se" ejecutor del crimen, cuyo cadáver no es sino "nuestra incapacidad mental, al menos hasta ahora, de confeccionar el mapa de la gran red comunicacional, descentrada, multinacional y global, en la que, como sujetos individuales, nos hallamos presos" 4. Ante la ausencia de esos mapas,

                                                                                                                2  Íbid, pág. 29.   3  Íbid, pág. 42.   4  Íbid, pág. 97.    

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prolifera lo que podríamos llamar la gubernamentalidad de la superficie, esto es, la autoorganización del territorio sin la mediación de mapas. En el siglo XVIII, el crimen contra los mapas tomó la forma del regicidio, concretándose en los argumentos que afirmaban la imposibilidad del soberano de cartografiar un territorio social, y que señalaban a la mano invisible como solución a los problemas organizativos. Así registra Foucault el liberalismo de la época: "Es imposible que el soberano pueda tener sobre el mecanismo económico un punto de vista capaz de totalizar cada uno de los elementos y de combinarlos de manera artificial o voluntaria. La mano invisible que combina espontáneamente los intereses prohíbe, al mismo tiempo, toda forma de intervención y, más aún, toda forma de mirada desde arriba que permita totalizar el proceso económico" 5 . Las leyes de la oferta y la demanda gobiernan el mercado mejor que cualquier punto de vista: dado que el libre juego de intereses particulares es irrepresentable, sólo puede acontecer en la inmanencia del territorio. El mapa, en este caso el discurso que emerge del ámbito político, es sustituido por el discurso económico, que es la pura instrumentalidad particular de los intereses relacionándose en el territorio. No es aventurado, llegados a este punto, trazar una línea de continuidad entre los planteamientos de Adam Smith y el panorama científico retratado por Lyotard en "La condición posmoderna". La verdad, se dice, se ha sustituido por una noción más adecuada a las necesidades de la ciencia actual: la performatividad. De modo que los enunciados científicos pasan a ser "juegos en los que pertinencia no es ni la verdadera, ni la justa, ni la bella, etc., sino la eficiente: una "jugada" técnica es "buena" cuando funciona mejor y/o cuando gasta menos que otra" 6. La eficiencia de la relación global entre inputs (entradas) y outputs (salidas) pasa a ser el criterio de legitimación de las ciencias, criterio esencialmente económico que se empezará a aplicar, progresivamente, a ámbitos de la realidad social previamente no reductibles a cálculos de eficiencia. Es en la horizontalidad de este cálculo donde parece residir nuestra única guía, ahora que la verdad y la justicia son únicamente "ruido" que entorpece las funciones instrumentales de la ciencia. La eficacia, sin embargo, no puede ser un criterio, puesto que lo único que describe es el carácter óptimo de una relación entre los medios y el resultado. Si la eficacia es una noción instrumental, el que se la haga pasar por un criterio debe, como mínimo, despertar nuestras sospechas.                                                                                                                 5  FOUCAULT, M. (2012). Nacimiento de la biopolítica. Madrid: Akal. Págs. 278-279.   6  LYOTARD, J. (2014). La condición posmoderna. Madrid: Cátedra. Pág. 83.    

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- La herramienta y el espejo "Don't like the look of this town / what goes up must come down". Seattle, Public Image Ltd. (1987)

Es necesario, a estas alturas de la investigación, reconocer que la muerte era una metáfora demasiado aventurada, que nos permitió reconocer preliminarmente una gran fractura histórica pero debe ser ahora desmenuzada en significados concretos si queremos dar continuidad a la investigación. Los cartógrafos (arquitectos, urbanistas, ingenieros, literatos, músicos; por qué no, también filósofos) no murieron realmente; preguntémonos, pues, qué sucedió con los representantes de estas disciplinas en esas décadas del siglo XX donde los mapas empezaron a desdibujarse. Constant Niewenhuys, arquitecto belga. En 1956, ya en contacto con las ideas de la Internacional Situacionista, dedica todas sus energías a un proyecto urbanístico que llama "Nueva Babilonia". Partiendo de una fractura radical con el territorio, Nueva Babilonia levanta una ciudad continua y omniabarcante formada por sectores, y lo hace sobre la base de una nueva sociedad, ya no estructurada alrededor del trabajo asalariado y el consumo, sino alrededor del disfrute, del juego y de la experimentación sensible. Frente a la ciudad del tránsito y del consumo, de las grandes avenidas y las altas colmenas, se proyecta un gran parque de recreo para la humanidad. Una de las prácticas artísticas de Constant era dibujar, sobre planos de ciudades, la distribución de esos sectores que compondrían la arquitectura del futuro. Los urbanistas y arquitectos que participaron en la burbuja inmobiliaria española y que emplearon sus habilidades cartográficas en diseñar horrendos bloques de ladrillo visto indiferenciables unos de otros, compartían con Constant la práctica de la planificación. El hecho evidente de que estos arquitectos y urbanistas elaboren mapas desmiente la hipótesis original de nuestra investigación: los cartógrafos no estaban muertos. Muy lejos de la muerte, estaban diseñando edificios de ladrillo para vender al abrigo del grifo hipotecario.

 

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Si los mapas no han muerto, ¿qué cambio han sufrido para que no seamos capaces de reconocerlos o siquiera de considerarlos "mapas" tal y como los definimos al principio de la investigación? Hace unos años, el presidente del Círculo de Bellas Artes salía en defensa de los arquitectos implicados en la burbuja inmobiliaria haciéndoles un flaco favor, al argüir en su defensa: "Los arquitectos sólo han sido un instrumento de mecanismos económicos y financieros" 7. ¿"Sólo"? El intento de justificación resulta, irónicamente, una certera señal del carácter de su culpa: la arquitectura y el urbanismo siguen trazando mapas, pero son mapas instrumentales, técnicos, incapaces de insertar la arquitectura en un relato más amplio de sentido. Preguntas y trazos como los de Constant, que antes de hablar sobre el ladrillo hablan sobre la vida humana, y que antes de pensar la ciudad fijan el placer y la igualdad como puntos cardinales de todo posible mapa, contrastan con la instrumentalidad generalizada en los discursos arquitectónicos posteriores a la década de los 60. En este sentido, parece "como si de forma inconsciente el urbanismo contemporáneo hubiera hecho suyos los planteamientos de aquellos artistas soviéticos de los años veinte para quienes el arte no podía ni debía hacer otra cosa que espejear las condiciones económicas y las relaciones sociales existentes" 8. Se consigue, con la inserción de estos saberes en los circuitos de decisión del neoliberalismo, anular toda posible distancia crítica que los mapas pudieran poseer en el pasado, así como eliminar toda reflexión que orbite más allá de la mera técnica. El mapa se confunde con el espejo, y en el espejo sólo se encuentra la soledad autorreferencial del territorio. La Utopía siempre ha sido un caso paradigmático de mapa que combina la construcción de espacios físicos (islas, falansterios, nuevas babilonias) con propósitos que exceden lo técnico, ya sean pretensiones de igualdad social o de vida plena a través del juego y la exploración. Es significativa, por ello, la función instrumental a la que ha quedado reducida en la posmodernidad: "Para el posmodernismo, Utopía no es la representación de una ciudad ideal. Es un 'topos', entendido como un pensamiento muy concreto que circula y es transformado discursivamente en redes biopolíticas. Este pensamiento depende de determinadas condiciones materiales en el presente, de las cuales la arquitectura forma parte. Como tal, la Utopía puede ser y ha sido integrada en la maquinaria productiva del capitalismo como una norma regulativa, cuya función                                                                                                                 7  "Los arquitectos no contribuyeron a la burbuja económica en España". En: El Mundo. [Consulta: 2 de enero de 2015]   8  NEL.LO, O. (2015). La ciudad en movimiento. Madrid: Díaz & Pons. Pág. 18.  

 

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es dividir interior y exterior mediante la incorporación del "ningún lugar" utópico en las banalidades de la vida cotidiana, con un ejemplo muy claro en las urbanizaciones cerradas. [...] Así, la isla o el enclave es la unidad básica de la ciudad posmoderna" 9. Un mapa de este tipo, en tanto que herramienta y espejo, no puede sino reproducir los esquemas biopolíticos que se estén imponiendo en cada territorio: en el caso de las urbanizaciones cerradas se trata de la gestión de las desigualdades urbanas mediante la división física y simbólica del espacio. En Madrid, con los ensanches de 1860, podemos ver que calles como la Castellana separaron los nuevos proyectos urbanos para las clases adineradas, mientras que al sur de la calle Alcalá, por su difícil acceso, se proyectaron barrios de clase baja. En este mismo momento es cuando la noción de extrarradio comienza a concretarse en Madrid en tres círculos concéntricos que rodean la ciudad, donde se agolpan aquellos que han sido expulsados del núcleo urbano por la fuerzas centrífugas de la desigualdad. Pues bien, ¿quién proyecta esos mapas que se abren con cada expansión territorial, migración o reconfiguración del territorio? La creación de islas, de periferias o de ciudades dormitorio obedece al imperativo de gestión de la población, que nunca es una gestión neutra, sino dirigida desde focos de interés que han vaciado a los saberes cartográficos de nada que no sea técnica y se han apropiado de su eficacia constructiva. Si queremos poner cara a estos focos de interés, puede ayudarnos observar la puesta en juego de saberes urbanísticos en Vietnam del Sur tras la guerra con los Estados Unidos. En 1994, con un Vietnam ya unificado y con un socialismo pasado por las reformas de libre mercado conocidas como "Doi Moi", el urbanismo se cotizaba al alza a la hora de moldear, a través del espacio urbano, las formas de vida requeridas. El plan urbanístico que se emprendió en Ho Chi Minh City "además de ofrecer vivienda, oficinas e instalaciones culturales, incorporaba 'servicios' como universidades, instalaciones deportivas, jardines botánicos, un zoo, un parque acuático, un recinto ferial, un circuito de carreras y campos de golf, todo ello conectado por un aparcamiento integrado en el paisaje" 10. Este proyecto surge de la reputada firma de arquitectura, ingeniería y planificación urbana "Skidmore, Owings & Merrill" (SOM), responsable de más de 10.000 proyectos en 50 países y pionera en los rascacielos con paredes completamente acristaladas ("glass box"). Cualquiera que recorra las plantas de su más titánica obra de                                                                                                                 9  MARTIN, R. (2010). Utopia's Ghost: architecture and postmodernism, again. Minneapolis: University of Minessota Press. Pág. 21 (trad. propia).   10  Íbid, pág. 46.    

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ingeniería, el Burj Khalifa, podrá comprobar la inhabitabilidad de un espacio de interior diseñado por Giorgio Armani. Capaz de acoger en su seno a más de 10.000 personas en lo que ha sido ya denominado como una "ciudad vertical", el rascacielos Burj Khalifa supone un nuevo paradigma de ciudad-burbuja. En un contexto de crisis ambiental de metrópolis como Pekín o incluso Madrid, la función de estas obras de ingeniería se inserta dentro del pensamiento que, lejos de buscar soluciones para evitar el desastre climático (o al menos no contribuir activamente), comienzan a avanzar posiciones para tener grandes cuotas de mercado bajo el cielo contaminado del futuro próximo, en la línea de empresas como "Vitality Air", que se dedica a importar aire no contaminado desde la forestal Canadá hasta el "Imperio del Smog Naciente" en que China se ha convertido. Los mapas de empresas como SOM son mera técnica al servicio del mejor postor, pura instrumentalidad que ha convertido la Utopía en una isla de acero y cristal únicamente accesible a la élite económica internacional. Desgraciadamente, por más que inscriban en sus paredes "From vision to reality", lo más cerca que estarán de la realidad es ante la posible visión, desde la cristalera de su hotel Armani, de la caída al vacío de un trabajador migrante que ha decidido que prefería el asfalto a la pobreza. El mapa es encargado por un monarca absoluto que ante la abundancia de petróleo decide "diversificar" Dubai y convertirlo en una aglomeración obscena de lagos artificiales y figuras de Ronald McDonald. El cartógrafo, que desde que entró en la universidad interiorizó la altura social que su disciplina le confiere, lleva décadas subiendo escaleras en el mundo de la arquitectura y ahora ve la oportunidad de demostrarle al mundo lo que vale. Qué mejor manera que hacerlo que construir, a las órdenes de un tirano, un edificio que, además de insostenible ecológicamente, ofrece servicios a ese pequeño porcentaje millonario de la población mientras la lógica de la exclusión deja fuera, no sólo de este edificio, sino del corpus legislativo y constitucional de derechos, a más del 80% de la población11. Los mapas no habían muerto; estaban al servicio del juego económico, de las élites regionales, de la progresiva conversión de la expresión en escaparate; al servicio de una gubernamentalidad donde el soberano ha sido troceado en proyectos individuales de gestión biopolítica del espacio, a la vez local y global; como si la universalidad

                                                                                                                11  IRSHAD, Y. "United Arab Emirates: paradise for capitalism, hell for the workers". En: In defence of Marxism. [Consulta: 3 de enero de 2015]  

 

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concreta de Hegel hubiera resultado, finalmente, en la maniobra arquitectónica concreta del capital financiero abstracto en cada uno de nuestros barrios. - La colectividad autónoma "Vida sincera e íntima, arte autónomo, para abrir las talanqueras que nos han separado del infinito". Fantaseos, Andrés Avelino (1921)

"Las calles nuestros pinceles / las plazas nuestras paletas". Orden nº1 a los ejércitos del arte, Vladímir Mayakovsky (1918)

En este skyline de miseria creativa y humana bajo el imperio de las constructoras privadas internacionales y de los cartógrafos secuestrados por la inercia del pensamiento estratégico, ¿qué forma toma la necesaria reapropiación de nuestros mapas? El saber, bajo la forma del mapa, "no tiene otra legitimidad final que servir a los fines a los que aspira el sujeto práctico, que es la colectividad autónoma" 12. En cuanto a la tierra por conquistar, Jameson comparte diagnóstico: rescatar a los cartógrafos depende de "una distanciación estética mínima, es decir, de la posibilidad de situar la acción cultural fuera del ser compacto del capital y utilizarla como un arquimedeano punto de apoyo desde el que atacar al propio capitalismo" 13. Nuestra tarea podría ser expresada bajo los requerimientos de la antigua y la nueva cartografía: en la antigua cartografía, era imprescindible recorrer exhaustivamente el territorio; en la nueva, es imprescindible la distancia que proporciona el satélite. Recorrido y distancia, empatía y burla: una colectividad autónoma capaz de elaborar sus propios mapas. ¿Qué significa aquí autonomía? "Acción cultural fuera del ser compacto del capital", esto es, ni sometida a sus designios, ni subjetivada por sus imágenes, ni atada por sus necesidades. En 1977, el "There is no future" ["No hay futuro"] de los Sex Pistols cifraba el nihilismo de una generación para la que no había salida a un sistema capitalista omniabarcante. Un año después, cuando el postpunk sembraba sobre la tierra                                                                                                                 12  LYOTARD, J. (2014). La condición posmoderna. Madrid: Cátedra. Pág. 70.   13  JAMESON, F. (1991). El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado. Barcelona: Paidós. Pág. 107    

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quemada por el punk, Pere Ubu afirmaba lo contrario: "sí hay futuro, y estamos intentando construirlo". Los mapas del postpunk retrataban, bajo la forma del single, lo demoníaco del urbanismo moderno14, con menos concreción que el situacionismo pero con un significativo mayor alcance; también gritaban sobre la miseria de las ciudades postindustriales y de la vivencia humana en el territorio urbano y social del capitalismo tardío, haciendo a la vez mapa de lo urbano, lo humano y lo social. Las condiciones para que estos mapas fueran trazados son, en esencia, conquistas territoriales al nivel del modelo productivo. La autonomía, en el caso del postpunk, se derivó en gran parte de discográficas como Factory Records o Rough Trade, cooperativas más preocupadas por el nacimiento de una escena musical crítica y potente que por el beneficio de sus accionistas, y que facilitaron la aparición de zonas autónomas en ciudades como Manchester, Leeds o Londres. Este marco de producción y distribución, así como la formación teórica de los artistas y su rechazo frontal a la vivencia de las sociedades postindustriales, generó en el panorama musical británico de los años 70 un eje discursivo potente contra el pensamiento neoliberal imperante. La pregunta inicial por la muerte de los mapas, contestada finalmente con el descubrimiento de su absorción por el circuito capitalista de producción y consumo, nos deja finalmente con una nueva pregunta: ¿bajo qué condiciones pueden los mapas ser rescatados de las garras de la inmanencia del territorio, concretamente, de un territorio biopolíticamente gestionado por las necesidades espaciales del capital internacional? La autonomía, eje central de esta respuesta, abre a su vez la pregunta por los modos concretos de autonomía que podemos elaborar. Los mapas son nuestra principal fuente de resistencia, y en la autonomía se disputa la condición de posibilidad de que los mapas estén, de nuevo, en manos de la colectividad autónoma. El sistema de producción antiempresarial de algunos focos de postpunk en los años 70 es sólo un ejemplo histórico de autonomía. Para Hakim Bey, ejemplos históricos de autonomía eran las utopías piratas y sociedades secretas chinas como el Tong. Para la "autonomia operaia" ["autonomía obrera"] italiana, la liberación del espacio productivo bajo la organización horizontal de los trabajadores era la única posibilidad activa de autonomía cultural. Hay, asimismo, modelos históricos de autonomía intelectual y artística conectada con el Estado, bajo formas diversas como la subvención, la contratación directa o la asimilación en el entramado institucional. El                                                                                                                 14  Canciones como Newtown, de The Slits, o Seattle, de Public Image Ltd. son ejemplos paradigmáticos de este mapeo urbano a través de la música.    

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Instituto de Investigación Social de la República de Weimar, o la labor del constructivismo ruso al servicio de la colectividad autónoma en los primeros años de la Unión Soviética son ejemplos de esta autonomía de carácter estatal o semiestatal. En este sentido, el modelo de los espacios vecinales autogestionados es más certero, en términos de autonomía, que el modelo tradicional de casas de la cultura (en su mayoría privatizadas) presente en España. El actual mercado de arte contemporáneo, basado en la especulación y en la inflación discursiva de lo que, en el fondo, no es sino inefectividad social, es también un claro ejemplo de en qué lugares y bajo qué condiciones no surge autonomía alguna. La pregunta por la autonomía del cartógrafo queda abierta, con la certeza de que sólo en mapas nuestros y libres podremos orientar nuestra acción en la desconcertante geografía de los tiempos posmodernos. - Bibliografía



FOUCAULT, M. (2012). Nacimiento de la biopolítica. Madrid: Akal. Págs. 278-279.



JAMESON, F. (1991). El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado. Barcelona: Paidós.



JAMESON, F. (2010). El giro cultural. Escritos seleccionados sobre posmodernismo. Buenos Aires: Manantial.



LYOTARD, J. (2014). La condición posmoderna. Madrid: Cátedra. Pág. 83.



MARTIN, R. (2010). Utopia's Ghost: architecture and postmodernism, again. Minneapolis: University of Minessota Press.



NEL.LO, O. (2015). La ciudad en movimiento. Madrid: Díaz & Pons.



PLANT, S. (2008). El gesto más radical. La Internacional Situacionista en una época posmoderna. Madrid: Errata Naturae.



VV. AA. (2011). Manifiestos Vanguardistas. Barcelona: Barataria.

 

 

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