“La muerte de Filisto según Plutarco (Vida de Dion 35-36)”. VII Jornadas sobre el mundo clásico: “Formas de la violencia en el mundo antiguo”. Buenos Aires, Universidad de Morón. 27 de septiembre de 2014.

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SÉPTIMAS JORNADAS SOBRE EL MUNDO CLÁSICO: “FORMAS DE LA VIOLENCIA EN EL MUNDO ANTIGUO”. UNIVERSIDAD DE MORON. FACULTAD DE FILOSOFÍA, CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN Y HUMANIDADES.

La muerte de Filisto según Plutarco (Vida de Dion 35-36) Analía Sapere (UBA-CONICET) [email protected]

Introducción Entre los capítulos 35 y 36 de la Vida de Dion Plutarco narra la violenta muerte del historiador Filisto a manos de los mercenarios del ejército siracusano, basado en los testimonios de Éforo (historiador griego del siglo

IV)

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, Timónides (escritor

contemporáneo de los hechos, amigo de Dion e integrante de su ejército) y Timeo (historiador siciliano de los siglos

IV-III

a. C.)2. Más allá de la diferencia de las fuentes,

Plutarco nos ofrece un relato de hondo patetismo y con tintes particularmente morbosos. De hecho, el mismo biógrafo reflexiona sobre el énfasis que ponen sus fuentes en describir la violencia del hecho y manifiesta una opinión muy crítica respecto de ello (dado que se oponen a la moderación que debe tener todo escrito literario), lo que llama la atención, dado que igualmente incorpora dichos relatos en su biografía ―y con bastante detalle, por cierto―. A partir de un análisis narrativo y retórico, nos proponemos indagar en los motivos que pudieron llevar a Plutarco a valerse de tales versiones, que contradicen sus convicciones sobre el estilo literario adecuado para la narración de los hechos históricos.

Filisto Filisto (432-356 a. C.) es conocido en la tradición clásica por su labor literaria y política. Como escritor, es autor de una Historia de Sicilia (cf. Cic. Ad. Quint. 2.11.4) que lamentablemente no se ha conservado (Jacoby, 1950); como político, desempeña un papel importante dentro del régimen tiránico de Dionisio I (el viejo) en Siracusa (430367 a. C.) y a su muerte adhiere a la tiranía de su hijo Dionisio II o el joven (c. 397-343

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Originario de Asia Menor, escribió, entre otras cosas, una historia general de Grecia. Cf. Jacoby (1926, II, 2, 70), Barber (1935), Parmeggiani (2011). 2 También escribió una historia de Grecia, dedicando una parte de su obra a los contactos con Roma. Cf. Pearson (1987), Brown (1958), Meister (1990), Vattuone (2007), Baron (2013).

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a. C)3. Dionisio asumió el poder con la supervisión de su tío Dion, quien no coincidía con el estilo de vida del joven (disoluto e irresponsable) ni con el carácter despótico de su régimen, por lo que invita a Sicilia a su maestro Platón (caps. 4-5, 11-13, 18-20 de la biografía de Plutarco), con la intención de adoctrinarlo en las enseñanzas filosóficas que lo convirtieran en la personificación del paradigma del filósofo-rey (cf. Dillon, 2008; Breitenbach, 1960; Marcuse, 1950; Sprute, 1972). La intervención de Dion y Platón en el gobierno es resistida por Dionisio, resistencia que Filisto apoya y de la que participa enérgicamente. De hecho, ambos trabajan en una conjura contra Dion que determinará su exilio (366-357 a. C. caps. 14 a 17 de la biografía), pero éste luego volverá contra Sicilia para derrotar la tiranía (caps. 45 ss.). El episodio de la muerte de Filisto que vamos a analizar se enmarca precisamente en la narración de los hechos de uno de los tantos enfrentamiento bélicos entre Dion y Dionisio luego del 366 a. C., en uno de los intentos de Dion por recuperar su lugar en Siracusa. En verdad, Filisto no tiene un papel destacado en la Vida de Dion. Es uno de esos personajes incidentales que le sirven a Plutarco para contribuir con la caracterización del protagonista de la biografía. En este caso, como ya dijimos, simboliza la acérrima defensa del régimen tiránico. Pero Plutarco le dedica dos capítulos a la narración de su muerte, en donde no se hace mención de ningún modo a su participación política en la tiranía (es decir, no hay un trabajo cohesivo para unir esta narración con el resto de las apariciones en la obra), lo que ya resulta llamativo. El relato es, además, sumamente complejo, en tanto que existen diversas versiones respecto de lo verdaderamente ocurrido. Pasemos, entonces, al análisis discursivo del pasaje.

Análisis discursivo del pasaje (caps. 35-36) Decíamos, pues, que el episodio a analizar se encuentra en el medio de la narración de las disputas por el poder entre el exiliado Dion y el tirano Dionisio. Dice Plutarco en el capítulo 35 que Filisto se dirigió a Yapigia (hoy Apulia) con trirremes para ayudar a Dionisio y que los mercenarios de Dion obtuvieron una victoria sobre este, pero se comportaron de una manera cruel y bárbara (35.2.1-35.4.1)4. Este capítulo 35 continúa 3

Acerca de la relación de Filisto con la tiranía, cf. Folcke (1973). Acerca de la obra de Filisto y su relación con su labor política, cf. Zoepffel (1965), Schorn (2010). 4 Τνὺο δὲ κηζζνθόξνπο νὐδὲλ ἧηηνλ ἐλ ὑπνςίαηο εἶρνλ, θαὶ κάιηζηα ηῶλ πιείζησλ ἀγώλσλ πξὸο ηὸλ ηύξαλλνλ ἤδε γηλνκέλσλ θαηὰ ζάιαηηαλ, ἐπεηδὴ Φίιηζηνο ἧθελ ἐμ Ἰαππγίαο ἔρσλ πνιιὰο ηξηήξεηο Δηνλπζίῳ βνεζήζσλ, θαὶ ηῶλ μέλσλ ὄλησλ ὁπιηηῶλ νὐδεκίαλ ἔηη ρξῆζηλ ἐλόκηδνλ εἶλαη πξὸο ηὸλ

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con un tema que se había iniciado en el capítulo anterior, esto es, la sospecha del accionar abusivo de los mercenarios de Dion5. Por tal motivo, al introducir el episodio de Filisto, no llama la atención que se culpe a los mercenarios siracusanos de un mal comportamiento, dado que forma parte de una prueba más para corroborar dicha acusación. A continuación se introducen versiones contrastadas que completan el relato (una adjudicada a Éforo y otra a Timónides): En efecto, Éforo afirma (θεζηλ) que, tomada su nave [Filisto], se suicidó; pero Timónides, quien colaboró en los hechos ocurridos junto con Dion desde el principio, escribiéndole al filósofo Espeusipo relata (ἱζηνξεῖ) que, estando vivo Filisto, fue capturado de su trirreme, que estaba en tierra; y que primero (πξῶηνλ) los siracusanos lo despojaron de la coraza (ἀπνδύζαληαο αὐηνῦ ηὸλ ζώξαθα) y, exhibiéndolo desnudo (γπκλὸλ ἐπηδεημακέλνπο), abusaron de su cuerpo ya viejo (ηὸ ζῶκα πξνπειαθίδεηλ ὄληνο ἤδε γέξνληνο); que luego (ἔπεηηα) cortaron su cabeza (ηὴλ θεθαιὴλ ἀπνηεκεῖλ) y entregaron el cuerpo a los muchachos (ηνῖο παηζὶ παξαδνῦλαη ηὸ ζῶκα), ordenando que lo arrastraran (ἕιθεηλ) a través de Acradina y que lo arrojaran (θαηαβαιεῖλ) a las canteras. (35.4.1-35.6.1)6.

La versión de Éforo que refiere el estoico suicidio de Filisto es tan breve, que casi no tiene lugar en el conjunto (cf. Canfora, 1967). Prima, por contraste y extensión, la versión de Timónides, de un profundo patetismo y cierta morbosidad: prestemos atención a la indicación de secuencias que demuestra un interés por el detalle de cada una de las acciones a través de los conectores temporales πξῶηνλ... ἔπεηηα y los coordinantes aditivos θαί... θαὶ y, desde luego, a la minuciosa descripción de los procesos: ἀπνδύζαληαο αὐηνῦ ηὸλ ζώξαθα... γπκλὸλ ἐπηδεημακέλνπο ηὸ ζῶκα πξνπειαθίδεηλ... ηὴλ θεθαιὴλ ἀπνηεκεῖλ... παηζὶ παξαδνῦλαη ηὸ ζῶκα... ἕιθεηλ δηὰ ηῆο Ἀρξαδηλῆο θαὶ θαηαβαιεῖλ εἰο ηὰο Λαηνκίαο). Pero como si los horrores narrados no hubieran sido suficientes para dar cuenta de lo ocurrido, Plutarco, desarrollará a continuación el núcleo sugerido

apenas por el término ἕιθεηλ en la versión de

Timónides con la información que le aporta otro autor: Timeo. En efecto, mientras que πόιεκνλ, ἀιιὰ θἀθείλνπο ἐθ' ἑαπηνῖο ἔζεζζαη, λαπβάηαηο νὖζη θαὶ ηὸ θξάηνο ἐθ ηῶλ λεῶλ θησκέλνηο. ἔηη δὲ κᾶιινλ αὐηνὺο ἐπῆξελ εὐηπρία ηηο γελνκέλε θαηὰ ζάιαζζαλ, ἐλ ᾗ ληθήζαληεο ηὸλ Φίιηζηνλ, ὠκῶο θαὶ βαξβαξηθῶο αὐηῷ πξνζελέρζεζαλ. (35.2.1-35.4.1). 5 En el capítulo 34 había recaído sobre ellos la sospecha de un ataque injusto contra Sosis; aunque se da a entender que se trató de un ardid del propio Sosis, aún estaban bajo sospecha, a causa de la grave acusación. 6 Ἔθνξνο κὲλ νὖλ θεζηλ, ὡο ἁιηζθνκέλεο ηῆο λεὼο ἑαπηὸλ ἀλέινη, Τηκσλίδεο δέ, πξαηηνκέλαηο ἐμ ἀξρῆο ηαῖο πξάμεζη ηαύηαηο κεηὰ Δίσλνο παξαγελόκελνο θαὶ γξάθσλ πξὸο Σπεύζηππνλ ηὸλ θηιόζνθνλ, ἱζηνξεῖ δῶληα ιεθζῆλαη ηῆο ηξηήξνπο εἰο ηὴλ γῆλ ἐθπεζνύζεο ηὸλ Φίιηζηνλ· θαὶ πξῶηνλ κὲλ ἀπνδύζαληαο αὐηνῦ ηὸλ ζώξαθα ηνὺο Σπξαθνζίνπο θαὶ γπκλὸλ ἐπηδεημακέλνπο ηὸ ζῶκα πξνπειαθίδεηλ ὄληνο ἤδε γέξνληνο· ἔπεηηα ηὴλ θεθαιὴλ ἀπνηεκεῖλ θαὶ ηνῖο παηζὶ παξαδνῦλαη ηὸ ζῶκα, θειεύζαληαο ἕιθεηλ δηὰ ηῆο Ἀρξαδηλῆο θαὶ θαηαβαιεῖλ εἰο ηὰο Λαηνκίαο. (35.4.1-35.6.1).

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Timónides dice simplemente que se dio la orden de arrastrar el cuerpo (ἕιθεηλ δηὰ ηῆο Ἀρξαδηλῆο) y arrojarlo a las canteras (θαὶ θαηαβαιεῖλ εἰο ηὰο Λαηνκίαο), en donde ya el discurso se había tornado sumamente patético por lo desagradable de la escena, Plutarco completa a continuación los detalles de ese proceso, haciendo presentes las palabras de Timeo: Timeo, injuriándolo (ἐθπβξίδσλ) aún más, afirma que los jóvenes, tomando el cadáver de Filisto de una pierna coja (ηνῦ ρσινῦ ηὰ παηδάξηα ηὸλ λεθξὸλ ἐθαςάκελα), lo arrastraron (ζύξεηλ) por la ciudad, deshonrado (ριεπαδόκελνλ) por todos los siracusanos, viendo arrastrado (ἑιθόκελνλ) de la pierna al que dijo a Dionisio que no era necesario huir de la tiranía valiéndose de un rápido caballo, sino arrastrado de una pierna. Sin embargo, Filisto 7 dice que esto fue dicho por otro a Dionisio, no por él (35.6.1-35.7.2).8

Este relato de Timeo puede ser considerado, de acuerdo con la teoría de Genette (1972, 82), una analepsis, dado que completa lo mencionado en la versión de Timónides respecto de la forma en que fue arrastrado el cadáver (pues allí sólo aparecía aludido con el simple ἕιθεηλ). Asistimos aquí a una ampliación de esa acción referida con ἕιθεηλ, en donde se destaca una insistencia en el ultraje y la ignominia sufrida por el cuerpo sin vida del historiador: ἐθπβξίδσλ, ηνῦ ρσινῦ ηὰ παηδάξηα ηὸλ λεθξὸλ ἐθαςάκελα, ζύξεηλ, ριεπαδόκελνλ, ἑιθόκελνλ. La detención que implican los procedimientos discursivos vistos debe ser interpretada, en principio, como una forma de otorgarle entidad a un relato que ni siquiera involucra al protagonista de la obra. Luego habría que determinar a qué responde dicho énfasis. Asimismo, nos resta observar el modo en el que se cierra la versión cuasi-trágica de Timeo, pues la complejidad que reviste genera una nueva detención (o pausa, en términos de Genette9) en el relato. Según la narración llevada a cabo desde 35.6, las burlas hacia el cadáver de Filisto estaban fundadas en la ironía trágica que implicaba la frase que se le había atribuido a la víctima, respecto de que la forma de salir de la tiranía era únicamente siendo arrastrado en una pierna. Pero Plutarco hace una corrección a este detalle, señalando que el propio Filisto dice que dicha frase pertenece a Dionisio. 7

Recordemos que Filisto se desempeñaba como historiador. Cf. FGrH 556 F 5. ἔηη δὲ κᾶιινλ ἐθπβξίδσλ ὁ Τίκαηνο ἐθ ηνῦ ζθέινπο θεζὶ ηνῦ ρσινῦ ηὰ παηδάξηα ηὸλ λεθξὸλ ἐθαςάκελα ηνῦ Φηιίζηνπ ζύξεηλ δηὰ ηῆο πόιεσο, ριεπαδόκελνλ ὑπὸ ηῶλ Σπξαθνζίσλ πάλησλ, ὁξώλησλ ηνῦ ζθέινπο ἑιθόκελνλ ηὸλ εἰπόληα κὴ δεῖλ ἐθ ηπξαλλίδνο θεύγεηλ Δηνλύζηνλ ἵππῳ ηαρεῖ ρξώκελνλ, ἀιιὰ ηνῦ ζθέινπο ἑιθόκελνλ. θαίηνη ηνῦην Φίιηζηνο ὡο ὑθ' ἑηέξνπ ιερζέλ, νὐρ ὑθ' αὑηνῦ, πξὸο Δηνλύζηνλ ἐμήγγειθελ. (35.6.1-35.7.2). 9 La pausa descriptiva según Genette implica que el ritmo se desacelera, pues no ocurre nada desde el punto de vista de la narración, sino que el texto se dedica a descripciones, reflexiones, recuerdos o excursos varios. 8

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La pregunta que surge aquí es ¿a quién corrige Plutarco, a los perpetradores del ultraje o a Timeo, por incluir en su texto una falsedad o, al menos por no corregirla? En verdad, no es posible saberlo. En cualquier caso, se trata de una objeción mínima, que pone en duda una sola parte de la narración, de modo que no tiene peso de refutación, sobre todo cuando el relato hasta aquí se vio cargado de tal dramatismo que inunda todo el pasaje. Lo que queda claro es que Plutarco está interesado en detenerse en el pasaje, probablemente con la intención de que los lectores fijemos nuestra atención en él. Desde el punto de vista de los contenidos ofrecidos en la narración, parece seguirse que, si Plutarco dedica tantas líneas a la versión más cruenta de los hechos (recordemos que la versión de Éforo acerca del suicidio se desarrolló apenas en una sola oración), está de acuerdo con ella; pero, como nos tiene acostumbrados, a continuación cambia la orientación del relato (quebrando la expectativa de lectura de su público), dando ahora su propia opinión, en este caso, criticando duramente a Timeo: Pero Timeo, al tomar como excusa ―no injustamente― el afán y la fidelidad de Filisto respecto de la tiranía, se llena de blasfemias (βιαζθεκηῶλ) contra él; es perdonable que los injuriados por él fueran crueles (ραιεπνὺο) hasta la ira contra alguien que no sentía10, pero a los que escribieron luego los hechos, sin sufrir de parte de él en vida, recurriendo al discurso (ηῷ δὲ ιόγῳ), la reputación (δόμα) les pide no injuriar (ὀλεηδίδεηλ) con insolencia (ὕβξεσο) ni burlas groseras (βσκνινρίαο) respecto de desgracias de las que ni el mejor de los hombres está exento de padecer, a causa de la fortuna. (36.1.1-36.3.1)11

¿Qué argumentos esgrime Plutarco en contra de la versión de Timeo? ¿Se trata de una crítica a la falta de veracidad de lo dicho? ¿Se trata de una observación a la forma en la que el historiador investigó incorrectamente los hechos? Ninguna de estas es la causa. Plutarco se opone a Timeo desde un aspecto moral, si se quiere, dado que éste llevó a cabo su discurso con vehemencia, cargándolo de injurias (βιαζθεκηῶλ, ὀλεηδίδεηλ), insolencias (ὕβξεσο) y mal gusto (βσκνινρίαο). No es necesario, dice Plutarco, que autores que escriben con la distancia de los hechos se ensañen con una figura del pasado, pues hay que contemplar dichos eventos con humanidad (νὐδὲλ ἀπέρεη θαὶ ηὸλ ἄξηζηνλ ἀλδξῶλ ἐθ ηύρεο κεηαζρεῖλ). Plutarco critica a Timeo, pues, por no haber aprovechado la distancia del tiempo (ηνὺο δ' ὕζηεξνλ ζπγγξάθνληαο ηὰ πεπξαγκέλα) 10

Porque estaba muerto. Ἀιιὰ Τίκαηνο, νὐθ ἄδηθνλ ιαβὼλ πξόθαζηλ ηὴλ ὑπὲξ ηῆο ηπξαλλίδνο ηνῦ Φηιίζηνπ ζπνπδὴλ θαὶ πίζηηλ, ἐκπίπιαηαη ηῶλ θαη' αὐηνῦ βιαζθεκηῶλ, ᾧ ηνὺο κὲλ ἀδηθεζέληαο ηόηε ζπγγλσζηόλ ἐζηηλ ἴζσο ἄρξη ηῆο εἰο ἀλαίζζεηνλ ὀξγῆο ραιεπνὺο γελέζζαη, ηνὺο δ' ὕζηεξνλ ζπγγξάθνληαο ηὰ πεπξαγκέλα, θαὶ ηῷ κὲλ βίῳ κὴ ιππεζέληαο αὐηνῦ, ηῷ δὲ ιόγῳ ρξσκέλνπο, ἡ δόμα παξαηηεῖηαη κὴ κεζ' ὕβξεσο κεδὲ κεηὰ βσκνινρίαο ὀλεηδίδεηλ ηὰο ζπκθνξάο, ὧλ νὐδὲλ ἀπέρεη θαὶ ηὸλ ἄξηζηνλ ἀλδξῶλ ἐθ ηύρεο κεηαζρεῖλ. (36.1.1-36.3.1). 11

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para reflexionar con mesura sobre la mejor manera de plasmar los hechos, sin llegar a blasfemias e injurias, que son completamente desmedidas para quien se refugia en la comodidad del discurso (ηῷ δὲ ιόγῳ ρξσκέλνπο). Y precisamente por sus opiniones excesivas Plutarco criticará inmediatamente a Éforo, pero esta vez por defender a Filisto. Dice primero que Éforo no está sano cuando alaba a Filisto (νὐ κὴλ νὐδ' Ἔθνξνο ὑγηαίλεη ηὸλ Φίιηζηνλ ἐγθσκηάδσλ: 36.3.1-36.3.2) y señala que para lograr tal defensa abusa de los artilugios retóricos: lo llama δεηλόηαηνο para transformar en buenas las culpas de éste (εὐζρήκνλαο αἰηίαο πεξηβαιεῖλ) y encontrar argumentos que aporten „adorno‟ (ιόγνπο ἔρνληαο θόζκνλ) para las acciones injustas y para las características malvadas del personaje. Le atribuye, asimismo, la creación de maquinaciones (κεραλώκελνο) para borrar su imagen asociada a la tiranía 12. Este extremo, pues, tampoco convence a Plutarco, por lo que cierra el episodio con la siguiente reflexión: “Pero no es razonable ni alabar las acciones de Filisto ni injuriarlo en sus desgracias” (ἀιιὰ γὰξ Φηιίζηνπ κὲλ ὁ κήηε ηὰο πξάμεηο ἐπαηλῶλ κήηε ηὰο ηύραο ὀλεηδίδσλ ἐκκειέζηαηνο. 36.4.1-36.4.2). El biógrafo propone, entonces, un término medio en el tratamiento de los personajes del pasado. Para expresar su crítica a quienes, según él, se desempeñan mal en su indagación histórica, presenta con total crudeza un tipo de narración con la que no está de acuerdo (la muerte terrible de Filisto), de modo que se le haga presente al lector de la forma más evidente un ejemplo de lo que no se debe hacer. La crítica de Plutarco se basa en la ostensible parcialidad con la que Timeo refiere el hecho, ensañándose con Filisto, así como en la parcialidad de Éforo, quien lo defiende también de manera exagerada.

Conclusiones 1) En primer lugar, hemos comprobado que Plutarco dedica un esmero particular a la narración de la muerte de Filisto, personaje que hasta entonces no tenía en el relato un papel destacado. En efecto, como ya dijimos, la figura de Filisto representaba la oposición a Dion y Platón, pero nada más allá de eso. Este elemento solamente nos habilita a interpretar que los capítulos 35 y 36 tienen un significado especial para el biógrafo. 12

νὐ κὴλ νὐδ' Ἔθνξνο ὑγηαίλεη ηὸλ Φίιηζηνλ ἐγθσκηάδσλ, ὃο θαίπεξ ὢλ δεηλόηαηνο ἀδίθνηο πξάγκαζη θαὶ πνλεξνῖο ἤζεζηλ εὐζρήκνλαο αἰηίαο πεξηβαιεῖλ θαὶ ιόγνπο ἔρνληαο θόζκνλ ἐμεπξεῖλ, αὐηὸο αὑηὸλ νὐ δύλαηαη πάληα κεραλώκελνο ἐμειέζζαη ηῆο γξαθῆο, ὡο νὐ θηινηπξαλλόηαηνο ἀλζξώπσλ γέλνηην θαὶ κάιηζηα πάλησλ ἀεὶ δειώζαο θαὶ ζαπκάζαο ηξπθὴλ θαὶ δύλακηλ θαὶ πινύηνπο θαὶ γάκνπο ηνὺο ηῶλ ηπξάλλσλ. (36.3.1-36.4.1)

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2) En segundo lugar, advertimos la morbosidad con la que los autores referidos por Plutarco trataron el tema y la forma en la que Plutarco inserta dichas versiones (con detalle, con detenimiento) dándonos a entender primero que está de acuerdo con ellas, para luego manifestarse en contra. La complejidad discursiva del pasaje corrobora la primera conclusión a la que hemos arribado: el peso preponderante del pasaje. 3) En cuanto a las críticas que exhibe Plutarco respecto de las versiones de la terrible muerte de Filisto, es claro, en primer lugar, que tal ensañamiento se opone al estilo moderado que debe regir todo escrito literario; luego, que la distancia temporal del historiador debería permitirle una reflexión profunda de lo ocurrido, de modo que es inadmisible un relato enardecido y, por ende, tendencioso, como el de Timeo. Esto lo lleva a considerar también la posición extrema contraria: la alabanza irreflexiva. 4) A partir de lo expuesto, podemos concluir que Plutarco muestra un particular interés en el relato de la muerte de Filisto porque le sirve a él, en tanto biógrafo, para exhibir sus propias ideas sobre la labor histórica. Por tal motivo, entendemos que el intrincado trabajo retórico llevado a cabo en la narración del hecho tiene la intención de captar la atención de los lectores (reforzada, incluso, por el impacto de tan crudas escenas) para luego insertar su visión respecto de cómo hacer historia, que se basa en encontrar un equilibrio entre las opiniones personales y la investigación a partir de los datos recabados. De este modo, los lectores nos enfrentamos aquí con un ejemplo de eso mismo que Plutarco está proponiendo, dado que, si bien él mismo manifestó no estar de acuerdo con la versión de Timeo, la incluye en su discurso, en tanto que forma parte de la tradición del personaje. En definitiva, el pasaje analizado consiste en una revelación teórica y práctica del método de Plutarco, lo que nos permite acercarnos un poco más a la comprensión acabada de su obra.

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