La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola a finales del Paleolítico Superior (ca. del 19500 y del 14000 Cal. BP): Ekain, Erralla y Amalda

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LA MOVILIDAD DE LOS GRUPOS HUMANOS EN EL VALLE DEL RÍO UROLA A FINALES DEL PALEOLÍTICO SUPERIOR (CA. DEL 19500 Y DEL 14000 CAL BP): EKAIN, ERRALLA Y AMALDA

LA MOVILIDAD DE LOS GRUPOS HUMANOS EN EL VALLE DEL RÍO UROLA A FINALES DEL PALEOLÍTICO SUPERIOR (CA. DEL 19500 Y DEL 14000 CAL BP): EKAIN, ERRALLA Y AMALDA

Rodrigo PORTERO HERNÁNDEZ

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A mis padres y a Sara, por su paciencia

ÍNDICE 1. Introducción …………………………………………..............…… p. 2. La movilidad: marco general y propuestas interpretativas …..……. p.1 3. Contexto histórico, geográfico y breve historia de las investigaciones (Ekain, Erralla y Amalda) …..………………………...p. 3.1. La cueva de Ekain (Deba, Gipuzkoa) ………………………… p. 3.2. La cueva de Erralla (Zestoa, Gipuzkoa) ……………………… p.2 3.3. La cueva de Amalda (Zestoa, Gipuzkoa) …………………….. p. 4. La palinología: el acercamiento al espacio paleolítico …………….. p. 4.1. Introducción …………………………………………………...p. 4.2. Las muestras polínicas de Ekain, Erralla y Amalda ………….. p.3 4.2.1. Yacimiento de Ekain …………………………………….p.3 4.2.1.1. Muestras 30-26 (Nivel VII, Magdaleniense Inferior).. p.3 4.2.1.2. Muestras 25-23 (Nivel VII, Magdaleniense Inferior).. p.3 4.2.1.3. Muestras 22-17 (Nivel VI, Magdaleniense Superior).. p. 4.2.1.4. Muestras 16-14 (Nivel VI, Magdaleniense Superior).. p. 4.2.1.5. Muestras 13-12 (Nivel VI, Magdaleniense Superior).. p. 4.2.1.6. Consideraciones con relación a la secuencia………... p. 4.2.2. Yacimiento de Erralla …………………………………... p.4 4.2.2.1. Muestras 51-33 (Nivel V, Magdaleniense Inferior) …p.4 4.2.2.2. Muestras 32-26 (Nivel IV, Estéril) …………………..p. 4.2.2.3. Muestras 25-8 (Nivel III, Magdaleniense Superior) ... p. 4.2.2.4. Consideraciones con relación a la secuencia………... p.5 4.2.3. Yacimiento de Amalda …………………………………. p.5 4.2.3.1. Muestras 9-4 (Nivel IV, Solutrense Superior) ……… p.5 4.2.3.2. Consideraciones en relación al nivel IV ……………..p. 5. La arqueozoología ………………………………………………….. p.7 5.1. La fauna del yacimiento de Ekain …………………………… p.7 5.1.1. Los macromamíferos …………………………………… p.7 5.1.2. Los micromamíferos ……………………………………. p. 5.1.3. La malacofauna ………………………………………… p. 5.1.4. La avifauna ………………………………………………p. 5.1.5. La herpetofauna ………………………………………… p. 5.1.6. La ictiofauna ……………………………………………. p. 5.2. La fauna del yacimiento de Erralla …………………………... p.8 5.2.1. Los macromamíferos…...……………………………….. p.8 5.2.2. Los micromamíferos…...………………………………... p.

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Rodrigo Portero Hernández 5.2.3. La malacofauna …………………………………………. p. 5.2.4. La avifauna ………………………………………………p. 5.2.5. La herpetofauna ………………………………………… p.9 5.3. La fauna del yacimiento de Amalda …………………………. p.9 5.3.1. Los macromamíferos…..……………………………….. p.9 5.3.2. Los micromamíferos …………………………………. p. 5.3.3. La malacofauna…………………………………………. p. 5.3.4. La herpetofauna ………………………………………… p. 5.3.5. La ictiofauna ……………………………………………. p. 6. Las industrias líticas y óseas ……………………………………….. p.10 6.1. Las industrias líticas y óseas de Ekain ……………………….. p.10 6.1.1. La industria lítica ……………………………………….. p.10 6.1.2. La industria ósea ………………………………………... p.1 6.2. Las industrias líticas y óseas de Erralla ………………………. p.1 6.2.1. La industria lítica ……………………………………….. p.1 6.2.2. La industria ósea ………………………………………... p.11 6.3. Las industrias líticas y óseas de Amalda ……………………... p.11 6.3.1. La industria lítica………………………………………... p.11 6.3.2. La industria ósea ………………………………………... p.11 7. Patrones de movilidad en el valle del Urola ………………………...p.1 7.1. La caza del ciervo …………………………………………….. p.1 7.2. La explotación de los recursos costeros ……………………… p.12 7.3. La avifauna …………………………………………………… p.12 7.4. Industrias líticas y óseas ……………………………………… p.12 8. La funcionalidad de los yacimientos ………………………………. p.1 9. Modelos de movilidad para el valle del Urola ……………………... p.1 10. Conclusiones ……………………………………………………… p.1 11. Bibliografía ………………………………………………………...p.15 12. Índices …………………………………………………………….. p.16 12.1. Figuras ………..……………………...…………………..….. p.16 12.2. Tablas ………….……….....………………………………….p.1 12.3. Gráficas………………………………………………………. p.1

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1. INTRODUCCIÓN El libro que se desarrolla en las siguientes páginas se centra en el estudio de la movilidad de los grupos humanos en la región cantábrica, concretamente en el valle del río Urola (Gipuzkoa, Euskadi, España) a finales de Paleolítico Superior, entre ca. del 16000 y del 12000 BP; es decir, ca. del 19500 y el 14000 cal BP1. Las cuevas seleccionadas para esta investigación son Ekain, Erralla, y Amalda, situadas en el curso medio del Urola 2. En lo que respecta al marco cronológico, se ha elegido el final del Paleolítico Superior por ser una fase de cambio que corresponde al último periodo glaciar, en el cual se aprecian unas características de adaptación y de comportamiento por parte de los grupos cazadoresrecolectores que terminarán conformando una nueva realidad que culminará en el Holoceno. En cuanto al marco geográfico, hemos seleccionado el valle del Urola porque cuenta con numerosas evidencias de ocupación a finales del Pleistoceno Superior (por ejemplo, las cuevas de Ekain, Erralla, Amalda, Astigarraga e Ikeitz). La elección de las tres primeras responde a que, hasta el momento, son las únicas que poseen estudios completos de tipo interdisciplinar (sedimentológico, palinológico, faunístico…), lo que aporta una mayor cantidad de datos a interrelacionar para construir un modelo de movilidad. Una

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En este trabajo, para la calibración de las fechas radiocarbónicas (BP) en fechas de calendario (cal BP) utilizamos el programa CAL PAL (Weninger et al. 2012). 2 Este libro es una versión revisada del Trabajo de Fin de Máster titulado “la movilidad en el valle del Urola ca. del 19500 cal BP y del 14000 cal BP: Ekain, Erralla y Amalda”, presentado en Salamanca en septiembre de 2014 y cuyo tutor fue Esteban Álvarez-Fernández. Mi agradecimiento a él y a Alejandro Gómez, sin cuya ayuda, consejo y dedicación la consecución de esta investigación no hubiera sido posible. No obstante, cualquier error u omisión que el lector pueda encontrarse en el texto es responsabilidad mía.

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investigación realizada atendiendo proporcionaría una visión parcial.

solamente

a

un

estudio

La movilidad es una realidad dinámica que debe ser considerada en cualquier ámbito de la investigación para las sociedades prehistóricas (Fano y Rivero, 2012: 210). Nos hemos decidido a estudiar la movilidad de los grupos humanos en los marcos cronológico y geográfico señalados porque creemos que el espacio que rodeó a estas gentes, junto con el registro arqueológico, nos pueden ayudar a conocer los procesos sociales, económicos, culturales, etc. de dichos grupos. El objetivo que persigue el presente libro es el de esbozar los posibles patrones de movilidad de estas gentes a través de la correlación de las evidencias palinológicas, faunísticas e industriales entre los tres yacimientos seleccionados, y así poder presentar un modelo que se ajuste a las diferentes correlaciones observadas. Para ello, estudiaremos los análisis polínicos, arqueozoológicos e industriales de distintos niveles arqueológicos de cada una de las cuevas, para después poner los datos en conjunto. Con estos se procederá a establecer un modelo adecuado a las características que presentan las variables de las cuevas. Somos conscientes de los problemas a los que nos enfrentamos a la hora de abordar este tipo de estudios. El primero de ellos es la escasez de monografías de yacimientos en las que se presenten estudios completos. El segundo es la existencia, en las publicaciones, de vacíos referentes a determinados aspectos (ausencia de análisis tafonómicos en el caso de la fauna y de los pólenes, y de estudios de procedencia de materias primas líticas, etc.), lo cual nos obliga a estimar o discutir la validez de los datos publicados. Estas limitaciones, no obstante, se tendrán en cuenta y se irán señalando a lo largo del texto.

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Aspectos como la localización y las características de los lugares que cuentan con yacimientos paleolíticos en la región cantábrica fueron ya observados desde finales del siglo XIX por M. Sanz de Sautuola (1880), aunque no de una manera sistemática. No va a ser hasta la década de los años setenta del siglo pasado cuando se desarrollen investigaciones centradas en la movilidad teniendo en cuenta estas observaciones. En este momento comienzan a estudiarse desde un punto de vista económico, con relación al aprovisionamiento de materias primas y al comportamiento cinegético en los yacimientos (Vita-Finzi y Higgs, 1970; Binford, 1980). A la hora de estudiar la captación de recursos, estos modelos siempre tenían en cuenta la relación coste/beneficio. Esta perspectiva sigue desarrollándose en la actualidad, con la aplicación de las teorías sobre el forrajeo óptimo (Emlen, 1966; MacArthur y Pianka 1966) para el Magdaleniense de la región cantábrica (Marín, 2008; 2010), y con la introducción de los Sistemas de Información Geográfica (Hunt 1992; Ebert, 2004), ya que estos últimos permiten un mejor tratamiento de los atributos geográficos que influyen en la movilidad y en el empleo de entorno (para su aplicación en la región cantábrica ver, por ejemplo, García Moreno, 2010; Marín, 2010). Con el empuje de la Arqueología Procesual, comenzó un mayor interés por la funcionalidad de los sitios (Ingold, 1988; Straus, 1983; González-Urquijo e Ibañez 1996; Gamble, 2001), surgiendo así una alternativa a las teorías de tipo económico. Se entiende ahora la movilidad desde una perspectiva social (relación entre individuos, y entre los individuos y los grupos). Para M.Á. Fano y O. Rivero (2012), se trata de una perspectiva más cercana a la realidad, dado que en ella se contemplan las relaciones sociales como el aspecto determinante en la conformación de los territorios y en la estrategia de movilidad. Sin embargo, este tipo de estudios cuenta todavía con algunos problemas metodológicos (que se tratarán más adelante) que

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se pretenden subsanar a partir de analogías etnográficas (por ejemplo, Politis, 1996; Terradas et al. 2007). Los estudios sobre territorialidad y movilidad también fueron abordados teniendo en cuenta la funcionalidad de los yacimientos (cazaderos estacionales frente a lugares de ocupación permanente). Con ellos se buscaba, además, dar una respuesta a estos desplazamientos a través de dos tipos de movilidad, la de tipo logístico (que responde a un aprovechamiento económico del entorno circundante) y la de tipo residencial (cambio de lugar del campamento base) (Binford, 1980, 1988; Butzer, 1989). Con estos datos de estacionalidad y funcionalidad de los yacimientos, algunos autores crearon modelos interpretativos de movilidad que se adaptaran a los grupos cazadores-recolectores (Straus, 1986; Butzer, 1989). Los modelos basados en el funcionalismo también fueron utilizados para explicar la movilidad de los grupos humanos de la región cantábrica (Utrilla, 1981, 1994; Altuna, 1990a, 1995; González-Sainz, 1992; Quesada, 1997, 2007; Yravedra, 2002). En las últimas décadas se han desarrollado estudios que muestran relaciones a larga distancia (Álvarez-Fernández, 2006; Corchón, 2012). Sin embargo, no contamos con muchos trabajos en los que se analicen las relaciones “a corta distancia”, los cuales pueden resultar muy útiles, ya que como señalan M.Á. Fano y O. Rivero (2012: 211), el buen conocimiento de un determinado yacimiento permite plantear hipótesis relevantes con relación a la movilidad y al modo en el que una sociedad gestiona su territorio. Para ello, es necesario contrastar hipótesis y realizar una comparativa entre los distintos sitios arqueológicos de un entorno, con el fin de caracterizar las ocupaciones y establecer un modelo para la dinámica del poblamiento. Este tipo de investigaciones se están comenzando a desarrollar en los últimos años, por ejemplo, en el Valle del Asón (Fano y Álvarez-Fernández, 2010; Fano y García Moreno, 2011), aunque sus resultados están pendientes de una comprobación a una

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escala mayor. No obstante, han permitido incrementar el conocimiento sobre la movilidad a escala local y regional. En este trabajo de investigación seguiremos estos estudios de movilidad y los aplicaremos a escala regional, en nuestro caso, al Valle del Urola (cuevas de Ekain, Erralla y Amalda), en la región cantábrica. Esta zona geográfica no cuenta con investigaciones de este tipo, a excepción de algunas observaciones de carácter general (Arrizabalaga e Iriarte, 2011). Nos vamos a centrar en los patrones de movilidad de aquellos yacimientos que poseen dataciones radiocarbónicas próximas. Atendiendo a los datos publicados hemos optado por dos momentos. El primero, hacia ca. del 19500 cal BP, es decir, los niveles VII de Ekain, V de Erralla y IV de Amalda (que corresponderían al periodo cultural denominado Magdaleniense Inferior para los dos primeros, y Solutrense Superior para el último). El segundo, tendrá lugar ca. del 14000 cal BP, e incluiría, los niveles VI de Ekain y III de Erralla (adscritos al Magdaleniense Superior). Los pasos que hemos seguido en nuestra investigación se resumen a continuación: 1. Recopilación de la información disponible sobre los tres yacimientos a partir de sus monografías y de otros estudios posteriores, teniendo en cuenta los datos publicados para los periodos citados. 2. Análisis de la información palinológica publicada. Para ello, nos serán muy útiles conceptos provenientes de la arqueología del paisaje y de la botánica (tales como catena, espectro biológico o cliserie), lo que nos permite un mayor conocimiento del medio físico y de la vegetación. Posteriormente, y a partir de estos datos, realizamos cortes geográficos y reconstruimos la cobertera vegetal del entorno de los yacimientos.

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A continuación, se analizan los estudios arqueofaunísticos disponibles con el objeto de caracterizar la ocupación de los mismos. Examen de la información publicada sobre las industrias líticas y óseas para intentar determinar las características de las ocupaciones a través de sus útiles. Desarrollo de los patrones de movilidad en el valle del Urola en base a los datos obtenidos de la fauna y las industrias lítica y ósea. Así, a través de éstas, establecemos el área de captación de estos recursos faunísticos e industriales. Para el caso de la fauna, lo haremos a partir de las migraciones y de la dieta de los animales consumidos, y para el caso de la industria, a través de los elementos que estas gentes seleccionaban para la fabricación de la misma. Para llevar a cabo esto, aplicamos la metodología de la bioarqueología. Determinación de la funcionalidad de cada uno de los yacimientos seleccionados, es decir, su ocupación con relación al tipo de habitación (cazadero, santuario, etc.). Para ello utilizamos las clasificaciones que realizan al respecto C. González-Sainz (1992) y P. Utrilla (1994) sobre la funcionalidad los yacimientos en la región cantábrica. Aplicación de los modelos de movilidad de las sociedades cazadoras-recolectoras propuestos por K. W. Butzer (1989), para saber si alguno de ellos se adapta a nuestro área de estudio.

El presente libro cuenta con una estructura de diez capítulos. El primer capítulo es esta introducción. En ella se explican los motivos de la elección del tema propuesto y los objetivos. También se incluye un breve estado de la cuestión sobre la movilidad (que se desarrollará más ampliamente en el capítulo 2), y se expone la metodología empleada para abordarla.

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El segundo capítulo versa sobre el concepto de movilidad. Aquí se proponen un marco general y unas propuestas interpretativas, ampliando el breve estado de la cuestión que planteábamos en la introducción. En el tercer capítulo se analiza el contexto histórico, ambiental y geográfico de las tres cuevas, junto con una breve historia de las investigaciones. El cuarto capítulo aborda los análisis polínicos (metodología, problemática, limitaciones) y su utilización en el marco geográfico propuesto. A través del estudio de los porcentajes palinológicos de cada yacimiento, se ha procedido a la reconstrucción de la cobertera vegetal del entorno de las tres cuevas en los dos periodos seleccionados. El quinto capítulo trata sobre la arqueozoología de Ekain, Erralla y Amalda. En él, se analizan las publicaciones sobre la fauna de cada una de las cuevas en los dos momentos, tomando algunas consideraciones respecto a las especies consumidas y a las interpretaciones que los investigadores realizan sobre ellas. El sexto capítulo versa sobre las industrias lítica y ósea de los tres yacimientos. Para ello se analizan las publicaciones sobre esta temática (incluyendo los objetos de adorno-colgantes) y se realizan algunas consideraciones con relación a estos recursos para ca. del 19500 cal BP y de hacia ca. 14000 cal BP. El séptimo capítulo trata la movilidad de los grupos humanos en el valle del Urola a través de los datos obtenidos en los capítulos anteriores. Así, establecemos las posibles áreas de captación de los recursos faunísticos consumidos por los grupos de cazadoresrecolectores, teniendo en cuenta las migraciones y la dieta de los animales. Además, mostraremos los patrones estratégicos de movilidad a lo largo del ciclo anual en base a la fauna. También tendremos en cuenta las áreas de captación de las industrias líticas y óseas en los dos momentos cronológicos señalados. Así, esbozamos

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los patrones de movilidad para cada uno de los yacimientos en el valle del Urola. En el octavo capítulo investigaremos la funcionalidad de cada una de las cuevas con el fin de comprender mejor el motivo de su selección por parte de los grupos humanos que las habitaron, así como las características de su ocupación en dos momentos, ca. del 19500 cal BP y alrededor del 14000 cal BP. En el noveno capítulo se ha procedido al estudio de los modelos de movilidad propuestos por K. W. Butzer (1989) para las sociedades cazadoras-recolectoras, con el objeto de explicar las relaciones existentes entre las tres cuevas en vistas a su funcionalidad en los dos periodos de estudio. Tras presentar las ventajas e inconvenientes de cada uno de los modelos, hemos tenido en cuenta el tipo de movilidad dentro del esquema (movilidad logística o movilidad residencial). Por último, el capítulo décimo contiene las conclusiones. En ellas se presenta una síntesis del trabajo realizado y los pasos a seguir para que en el futuro se amplíe el esquema de movilidad propuesto con nuevos estudios sobre la zona y su extrapolación a otras cuencas fluviales de la región cantábrica, en general, y del País Vasco, en particular. Además del compendio bibliográfico que ha sido consultado para la elaboración de este texto, se muestran tres índices; el primero contiene las figuras, el segundo las tablas y el tercero las gráficas que se recogen en el libro.

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2. LA MOVILIDAD: MARCO GENERAL Y PROPUESTAS INTERPRETATIVAS Cuando nos referimos a la movilidad, hay que pensar en ésta en el sentido amplio del término, dado que el registro arqueológico recoge materiales muy diversos para el estudio de los desplazamientos en el Pasado. El estudio de la movilidad en el Paleolítico es importante, ya que en muchas ocasiones los materiales descubiertos parecen indicar relaciones entre diferentes grupos humanos, como demuestran distintas investigaciones con relación a los utillajes líticos y óseos, al arte, a las materias primas, a las conchas marinas, etc. (ver, por ejemplo, Álvarez-Fernández, 2006; Cazals y Bracco, 2007; Rivero, 2010). Sin embargo, esto no es suficiente para hablar de una uniformidad cultural, sino más bien de una difusión a larga distancia de algunos materiales que hoy encontramos en el registro arqueológico. Los datos que presenta dicho registro son valiosos, pero no deben interpretarse nunca de manera directa. El prehistoriador debe ir más allá en su lectura, y para ello debe explicar este registro a través de la etnografía (observancia de las prácticas culturales de los grupos sociales actuales) y la etnohistoria (reconstrucción de las formas de vida antiguas a través de los datos disponibles). Estas ciencias ayudan a comprender mejor las realidades del registro arqueológico y sus dificultades. Pero, ¿cómo definimos la movilidad? Podemos aceptar la definición que realizan M.Á. Fano y O. Rivero (2012: 209), quienes la entienden como una propiedad de los individuos y de los grupos sociales, los cuales tienen la capacidad de desplazarse en el espacio según sus deseos, conveniencias y posibilidades. Además, aclaran que existen diferentes grados de movilidad dentro de los grupos, tanto en frecuencia como en distancia, y que responderían a tipos diferentes (exploratorio, logístico, residencial, etc.). 19

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Sin embargo, no es tan importante la definición, sino cómo ha sido tratado el tema desde los diferentes puntos de vista de la investigación. Fundamentalmente, el estudio de la movilidad ha sido abordado desde un punto de vista económico, esto es, con relación al aprovisionamiento de materias primas y al comportamiento cinegético. Destacan, en este aspecto, el trabajo de C. Vita-Finzi y E.S. Higgs (1970), quienes proponen una movilidad en base a un área de captación de recursos en un radio 5 kilómetros, equivalente a una hora de caminata. Estos investigadores señalan que, fuera de este ámbito, no sería beneficiosa la captación de estos recursos desde el punto de vista del coste de conseguirlos. También destaca el trabajo de L.R. Binford (1980), quien estudiando las poblaciones nunamiut se dio cuenta de que el área captación de los recursos respondía a una movilidad logística y a una movilidad residencial. Otros autores han optado por aplicar conceptos de la Biología para explicar la movilidad; éste es el caso de la teoría del forrajeo óptimo empleada por autores como J.M. Emlen (1966) o R. MacArthur y E.R. Pianka (1966), que tiene como principio la maximización del coste de energía adquirida entre el tiempo empleado en su obtención. Esta teoría se ha aplicado en algunos de los estudios realizados en la región cantábrica (Marín, 2008, 2010). La movilidad también se ha abordado desde la perspectiva social. Así, ha sido considerada un indicador de las relaciones entre individuos y grupos. En este caso, las relaciones sociales son los aspectos que determinan un tipo de movilidad práctica. C. Gamble (2001) distingue dos tipos de paisajes: el paisaje de la costumbre, dentro del cual se desarrollan las rutinas de la vida diaria, y el paisaje social, que constituye el espacio en el que tienen lugar las relaciones a larga distancia. Este investigador identifica estos espacios a partir de la presencia de “materiales exóticos” (por ejemplo, conchas del mar 20

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Mediterráneo en yacimientos del interior del continente europeo). En lo que respecta a la extensión de estos dos tipos de paisajes, C. Gamble (2001), basándose en la etnografía comparada, indica que es difícil distinguir los límites entre ambos, por lo que esta concepción, en ocasiones, resulta problemática de poner en práctica dada la dificultad para definir el territorio. Hay que indicar, además, que los llamados “materiales exóticos” no siempre aparecen en el registro arqueológico (sobre las conchas de origen mediterráneo ver, por ejemplo, Álvarez-Fernández, 2006). Entre los estudios etnológicos empleados para explicar la movilidad encontramos algunos como el de O. Grøn y O. Kuznetsov (2004) sobre los grupos Evenki. Estos investigadores rompen con el esquema de captación circular que proponen C. Vita-Finzi y E.S. Higgs (1970). Así, para abastecerse, los grupos Evenki crean un territorio de explotación en base a sus necesidades. Su plano es irregular, formado en función de las materias primas de que disponen a su alrededor y de las necesidades del grupo. Para ellos, la organización espacial responde a una necesidad de trabajo y es éste el que determina las reglas de dicha organización. Pese a las dificultades que plantean el concepto y la forma de abordar la movilidad, creemos que la información sobre el espacio que rodeó a los grupos paleolíticos, junto con el registro arqueológico, son los objetos de estudio que nos permiten reconocer los procesos sociales, económicos, culturales, etc., unidos a una base ambiental y geográfica de un determinado territorio. Así, esta realidad dinámica que es la movilidad debe ser considerada en cualquier ámbito de estudio de las sociedades prehistóricas (Fano y Rivero, 2012: 211). Actualmente se está investigando la escala a la que se puede desarrollar la movilidad; es decir, a “corta”, a “media” y a “larga dista”. Podemos definir la primera como aquélla que tiene lugar en el yacimiento y sus alrededores. En nuestro caso, se centraría en cada 21

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una de las cuevas y sus alrededores dentro del valle del Urola. La segunda sería aquélla centrada en los desplazamientos de alrededor de 40 km de distancia, nunca superiores a 100 km, por ejemplo, entre diferentes sitios localizados en distintos valles cantábricos. Finalmente, la tercera sería aquélla que sobrepasa los límites anteriores, llegando a situarse hasta 600/700 km de distancia. Para nuestra zona, una investigación de este tipo sería atestiguar la movilidad de estas gentes, por ejemplo, con la zona mediterránea peninsular. La movilidad a “corta distancia” ha sido la menos estudiada y, en este sentido y tal y como afirman M.Á. Fano y O. Rivero (2012: 211), el estudio de un yacimiento da información no solo de sí mismo, sino también de su contexto regional, por lo que el conocimiento profundo de un determinado yacimiento posibilita el planteamiento de hipótesis relevantes respecto a la movilidad y al modo en que una determinada sociedad gestiona su territorio. Tras esto se debe contrastar la información con otros yacimientos del entorno regional con el fin de dilucidar la dinámica poblacional. Para el caso de los planteamientos a media, y sobre todo, a larga distancia, consideramos que hay que tener en cuenta la dificultad de trabajar en territorios muy extensos. Además, creemos que, en ocasiones, utilizar un marco geográfico muy amplio hace poco operativo el esquema de movilidad. En general, toda la información que se pueda obtener del registro arqueológico puede tener una aplicación, más o menos directa, en el estudio de la movilidad, ya que se trata de dar una visión integradora de los hechos sociales que han llegado a nosotros en forma de materiales a través de dicho registro. Lógicamente, los datos han de valorarse antes de ser empleados en los diferentes estudios, teniendo en cuenta los posibles problemas (de conservación, interpretación, etc.). Es importante reconsiderar la información ya disponible de los yacimientos a estudiar con el fin de darles un nuevo enfoque, ya que como afirman M.Á. Fano y O. Rivero (2012: 213), la 22

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obtención de nuevos datos no va a permitir alcanzar mayor grado de resolución, y por lo tanto el acierto está en el estudio a escala regional o a “corta distancia”, que permita posteriormente ampliar esta escala o extrapolar resultados a otras regiones. Con todos estos condicionantes y tras haber elegido el área de estudio y el marco crono-cultural, examinamos detalladamente el registro arqueológico en busca de contrastación de hipótesis de movilidad en los diferentes yacimientos del valle del Urola. Así, analizaremos las industrias lítica y ósea poniéndolas en relación con la actividad cinegética, la gestión de los recursos alimenticios, la procedencia de las materias primas, etc. Como hemos apuntado, el marco temporal sobre el que trabajamos se basa en dataciones radiocarbónicas. Hasta hace pocos años se solían emplear las cronologías absolutas para establecer correlaciones coherentes y tener así un marco sobre el que operar. En la actualidad se emplean, además, cronologías calibradas, normalmente en años calibrados antes del presente. En este trabajo utilizamos las dos cronologías (BP y cal BP).

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3. CONTEXTO HISTÓRICO, GEOGRÁFICO Y BREVE HISTORIA DE LAS INVESTIGACIONES (EKAIN, ERRALLA Y AMALDA) Las cuevas de Ekain, Amalda y Erralla se insertan dentro del contexto geográfico del valle guipuzcoano del río Urola, que recorre, de sur a norte, unos 59 km de distancia. Las investigaciones de cada una de estas cuevas, al igual que sus interpretaciones, han sido realizadas a diferentes ritmos y por distintos investigadores. 3.1. La cueva de Ekain (Deba, Gipuzkoa) La cueva de Ekain, famosa por sus pinturas rupestres, está situada en la ladera oriental de una colina que lleva su mismo nombre, a 90 m.s.n.m. Cercana a ella se encuentran los regatos de Goltzibar y Beliosoerreka, los cuales se unen cerca de su boca formando el arroyo Sastarrain, que desemboca en el río Urola. En dirección sur y suroeste se encuentran los macizos de Izarraitz-Erlo y Agido, que limitan el valle de Goltzibar. Hacia el oeste se encuentra el collado de Attola. En el norte, el valle queda delimitado por el conjunto montañoso que va de Endoia a Guruzmendi. Hacia el este, la zona es menos escarpada que la zona sur-sureste, alcanzándose desniveles de entre 500 y 800 m. En la actualidad la costa se sitúa, en línea recta, a unos 7 km de distancia de la cueva (Figura 1), (Altuna, 1984a). En cuanto al contexto geológico, la cavidad se asienta sobre bancos de calizas con rudistas y corales del Cretácico Inferior (Figura 2) (Areso, 1984).

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Figura 1: Mapa de la situación geográfica de Ekain, Erralla y Amalda. Fuente: Diputación Foral de Gipuzkoa-Gipuzkoako Foru Aldundia. www.gipuzkoa.eus

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Figura 2: Mapa de la situación geológica de Ekain, Erralla y Amalda. Fuente: Diputación Foral de Gipuzkoa-Gipuzkoako Foru Aldundia. www.gipuzkoa.eus

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El descubrimiento de la cueva de Ekain y de sus representaciones parietales tuvo lugar en junio de 1969 por R. Rezabal y A. Albizuri, miembros de la Sociedad Cultural Antxieta. Las primeras investigaciones arqueológicas fueron realizadas en 1969 por J.M. de Barandiarán y J. Altuna y dieron como resultado una publicación donde se describe la situación de la cueva y su itinerario, además de las figuras rupestres (Barandiarán y Altuna, 1969). En este mismo año se iniciaban los primeros trabajos de excavación en la entrada y en el vestíbulo de la cueva. Tras el descubrimiento de diferentes niveles de ocupación paleolítica en la primera cata, comenzó lo que se conoce como primera fase de excavación, en la que se llevaron a cabo seis campañas (entre 1969 y 1975), bajo la dirección de J.M. Barandiarán (las tres primeras) y de J. Altuna (las tres últimas) (Barandiarán y Altuna, 1977). Posteriormente, J. Altuna y J.M. Apellaniz (1978) continuaron los estudios de las pinturas rupestres. A comienzos de los años ochenta, un equipo multidisciplinar dio a conocer los resultados de las excavaciones arqueológicas (Altuna y Merino, 1984). A partir del 2008 se desarrolla la segunda fase de excavación de Ekain. Fue en este mismo año cuando la cueva fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Las campañas de excavación continúan actualmente. Los resultados preliminares se publican anualmente desde 2008 en la revista Arkeoikuska (Altuna y Mariezkurrena, 2013). Además, en el año 2011 se realizó una campaña de revisión de las representaciones zoomorfas de la cavidad (Fano, et al., 2011). La secuencia crono-cultural de Ekain para el periodo de estudio abarcaría el Magdaleniense Inferior (Nivel VII) y el Magdaleniense Superior (nivel VI) (Tabla 1) (Figura 3). La secuencia se completa con niveles adscritos a momentos anteriores,

27

28

Figura 3: Calibración de las fechas radiocarbónicas de Ekain, Erralla y Amalda (ver Tabla 1) a partir del programa CalPalHulu (Weninger et al., 2012). LGM: Last Glacial Maximum. GI2: Greenland Interestadial 2. GI1: Greenland Interestadial 1. GS1: Greenland Stadial 1. GS2: Greenland Stadial 2. YD: Younger Dryas.

Rodrigo Portero Hernández

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola CuevaNivel

Periodo

Fecha ± desviación

Referencia laboratorio

14C/AMS

Muestra a datar

Calibración Cal. BP

Amalda IV

Solutrense Superior

17580 ± 440 BP 16200 ± 380 BP 16090 ± 240 BP

(I-II 355) (I-II 428) (I-II435)

14C conv. 14C conv. 14C conv.

21098 ± 617 19468 ± 499 19290 ± 350

Ekain VII

Magdaleniense Inferior

Ekain VI

Magdaleniense Superior Magdaleniense Medio Magdaleniense Inferior

16510 ± 270 BP 16250 ± 250 BP 16030 ± 240 BP 15970 ± 240 BP 15400 ± 240 BP 12050 ± 190 BP

(I-12020) (I-12566) (I-12224) (I-12225) (I-12226) (I-9240)

14C conv. 14C conv. 14C conv. 14C conv. 14C conv. 14C conv.

13862 ± 129BP

U-13108

14C AMS

15740 ± 240 BP 16200 ± 240 BP 10580 ± 270BP* 16270 ± 240 BP

(I-12540) (I-12551) (I-10803) (I-12868)

14C conv. 14C conv. 14C conv. 14C conv.

12310 ± 190 BP

(I-13439)

14C conv.

Hueso (colágeno) Hueso (colágeno) Hueso (Colágeno) Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Hueso (colágeno) Hueso (colágeno) Hueso (Colágeno) Hueso (Colágeno) Hueso (Colágeno) Hueso (Colágeno) Hueso (Colágeno)

Ekain (2012) Erralla V

Erralla III

Magdaleniense Superior

19793 ± 399 19462 ± 409 19213 ± 311 19156 ± 293 18516 ± 380 14108 ± 335 17099 ± 240 18986 ± 287 19407 ± 390 12342 ± 379* 19482 ± 408

14507 ± 435

Tabla 1: Cuadro de las cronologías de 14C los niveles seleccionados de Ekain, Erralla y Amalda (a partir de Altuna, 1984b, 1985a, 1990b y Altuna y Mariezkurrena, 2013).*Descartada por aberrante.

algunos de ellos con industrias adscritas al Chatelperroniense y al Auriñaciense (niveles X y IX), y posteriores, datados en el Aziliense (niveles V al II) (Altuna 1984a). En las excavaciones más recientes se han documentado evidencias arqueológicas datadas en el Magdaleniense Medio (Altuna y Mariezkurrena, 2013). 3.2. La cueva de Erralla (Zestoa, Gipuzkoa) La cueva de Erralla está ubicada sobre el monte Ezkurruaitz, situado en la cuenca de recepción del torrente de Altzolaras, regato que desemboca en el Urola (4 km más abajo). El entorno de la cavidad está constituido por una zona escarpada, especialmente en dirección

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Rodrigo Portero Hernández

sur y noroeste. Se encuentra a 230 m.s.n.m. y la distancia a la costa actual, en línea recta, es de unos 10 km (Figura 1) (Altuna y Areso, 1985). Desde el punto de vista geológico, los materiales del entorno poseen un carácter litológico muy heterogéneo, perteneciente al Aptiense. Está formado, sobre todo, por componentes calcáreos (Hoyos y Fumanal, 1985) (Figura 2). La cueva de Erralla fue descubierta en 1976 por A. Albizuri y excavada bajo la dirección de J. Altuna en 1977 y en 1978. Los resultados preliminares los encontramos en Altuna, et al. (1982 y 1983). La síntesis de la información relativa a la cueva, resultado de diferentes estudios multidisciplinares, se publicó en 1985 (Altuna, et al., 1985). A partir de este estudio, quedó definida su secuencia cronocultural. En nuestra investigación analizaremos la información del Magdaleniense Inferior (nivel V) y del Magdaleniense Superior (nivel III)3. El nivel IV es estéril (Altuna, 1985a) (Tabla 1). 3.3. La cueva de Amalda (Zestoa, Gipuzkoa) La cueva de Amalda está situada sobre la ladera occidental del valle de Altzolaras, a 205 m.s.n.m. Hacia el este encontramos la cumbre de Pagoeta. La distancia a la costa actual, en línea recta, es de aproximadamente 8 km (Figura 1) (Altuna, 1990b). La geología de la cueva es similar a la mencionada para Erralla y Ekain, es decir, de naturaleza calcárea (Figura 2) (Areso, et al., 1990). Amalda fue descubierta por J.M. Barandiarán en 1927 y excavada por primera vez en 1977 bajo la dirección de J. Altuna. Las 3

El periodo Magdaleniense Superior de Erralla abarca los niveles III, II y I de la secuencia. Nosotros hemos utilizado sólo el nivel III por ser el único que cuenta con una cronología absoluta publicada (Altuna, 1985a).

30

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

excavaciones continuaron hasta 1984. Las investigaciones dieron como resultado una publicación de carácter multidisciplinar (Altuna, et al., 1990). Nuestra investigación se va a centrar sólo en el nivel IV (adscrito al Solutrense Superior) datado cerca del 19500 cal BP (Tabla 1). En la cueva también se documentaron niveles pertenecientes al Musteriense (nivel VII), al Protomagdaleniense/Perigordiense (niveles VI y V), al Calcolítico (nivel III) y al periodo Tardorromano (niveles II y I) (Altuna, 1990b).

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Rodrigo Portero Hernández

4. LA PALINOLOGÍA: EL ACERCAMIENTO AL ESPACIO PALEOLÍTICO 4.1. Introducción La Palinología es una ciencia dedicada al estudio de pólenes y esporas. La Arqueología y la Prehistoria se apoyan actualmente en este área de conocimiento para reconstruir, en la medida de lo posible, la flora y buscar indicadores botánicos, climáticos, ecológicos, paleontológicos, estratigráficos y económicos. Por lo tanto, permite al investigador una mejor comprensión del espacio y del territorio en los diferentes periodos de estudio. Hay que aclarar que la Palinología no pretende dar una visión exacta de la vegetación y del medio ambiente que rodeó a los grupos humanos en el Pasado, sino posibilitar un estudio más amplio de las condiciones ambientales en las que éstos vivieron. Además, permite corregir algunos errores conceptuales que se tenían sobre la Prehistoria y que ya han sido observados por algunos autores (ver, por ejemplo, Dupré, 1979: 37). La Palinología, sobre todo, posibilita el avance en el conocimiento del medio que rodeó al ser humano en el Pasado. La metodología que se emplea en los estudios palinológicos sigue los siguientes pasos: el muestreo, los tratamientos físicoquímicos, la determinación y el recuento del polen, la representación gráfica y la interpretación de los resultados (Dupré, 1979; Iriarte, 2011; López, et al. 2013). La Palinología, sin embargo, no está exenta de limitaciones, como la dificultad para reconocer y determinar el polen, ni de críticas, como es el caso de la forma de calibrar sus porcentajes, de los riesgos de contaminación y de las diferentes formas de polinización posibles por causa de insectos, por trasporte eólico, etc. Dichas limitaciones y críticas ya fueron observadas por los científicos desde el comienzo de

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La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

su utilización (ver, por ejemplo, Dupré, 1979: 37; Gómez, 1983: 29; López, et al., 2013: 284). Además, los estudios palinológicos en cuevas cuentan con otros problemas añadidos, como son las alteraciones y los desplazamientos post-deposicionales, que hacen difícil su interpretación (Burjachs i Casas, 1990; Sánchez, 1993b, 1996), por lo que deben ser valorados antes de realizar las interpretaciones polínicas. Así, los errores más frecuentes que presentan los estudios polínicos de los sitios arqueológicos son, como indica M.F. Sánchez (1993b), no contar con estudios de tafonomía polínica ni de correlación entre los resultados obtenidos en cuevas y los provenientes de secuencias polínicas de referencia y de sondeos marinos. Por lo tanto, y a la hora de valorar los análisis polínicos en las tres cuevas vascas que estudiamos, no trataremos de hacer un estudio cuantitativo y matemático, sino de establecer las posibles correlaciones que nos permitan determinar y valorar el espacio cualitativamente a través de los porcentajes, los cuales se muestran en la gráfica polínica de una manera cuantitativa. A través del estudio porcentual del polen, nos acercaremos al espacio vegetal del entorno paleolítico mediante la reconstrucción de su cobertera vegetal, observando los procesos de cambio en el tiempo y, posteriormente, su interacción con la fauna, el clima y los grupos de cazadoresrecolectores paleolíticos que economizan el medio. Así, desde nuestro punto de vista, se puede investigar la variación de las distintas formas vegetales a lo largo de una secuencia estratigráfica con el fin de apreciar los cambios interactivos que sufren las diferentes especies, observando el aumento y la disminución, la aparición y desaparición de las especies vegetales y, posteriormente, cómo afecta su cambio a la fauna y las estrategias de movilidad de los grupos humanos. Somos conscientes de que este tipo de estudios ambientales deben de llevar consigo un gran conocimiento de la geografía, la geología y la edafología de la zona a estudiar. Gracias a ellos 33

Rodrigo Portero Hernández

podremos ser más exhaustivos en el proceso de reconstrucción ambiental de los yacimientos y cronologías estudiadas. Los pasos a seguir para esta reconstrucción serán similares a los realizados en Cueva Morín por A. Gómez (1983) y que se resumen a continuación: 1. Establecer los porcentajes de especies (arbóreas, de matorral y herbáceas) que se dan en las muestras polínicas de las tres cuevas, estimar la proporción de campo abierto frente al sector boscoso y observar los porcentajes de cada especie; es decir, establecer una cliserie por muestra. 2. Situar y distribuir cada especie según su mayor o menor predisposición a las condiciones edafológicas. De esta manera, se pueden determinar tres grupos de plantas con relación a su afinidad con los suelos: calcícolas de suelos básicos, silicícolas de suelos ácidos y plantas indiferentes que se adaptan bien a suelos calcícolas y silicícolas. 3. Tener en cuenta, para la situación de las diferentes especies, la insolación, la altitud, etc., factores que influyen en ellas. Así, será importante ponerlas en relación con las zonas de solana o umbría, según predisponga. Esto guarda correlación con la zonación climática y los suelos, y es lo que se conoce como catena. 4. Establecer el espectro biológico de las especies en el año según el crecimiento y las estaciones. Esto permite conocer cuándo florece y cuándo da fruto cada una de ellas. Estos pasos son los que guiarán la actuación en relación con los análisis polínicos y el medio vegetal. Ahora bien, los aspectos relativos a la vegetación abarcan más que los mencionados. En el caso de la situación de una especie en relación con la altitud, se deben de

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La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

tener en cuenta las variaciones climáticas. Así, durante la glaciación würmiense las altitudes que alcanzan algunas especies estarían condicionadas por el frío del periodo, lo que haría que se situasen en cotas más bajas de lo que actualmente las encontramos. Algunos autores establecen que, con relación a nuestros días, el esquema del escalonamiento debería constreñirse de 2600 m a 1350 m en épocas del Paleolítico Superior (González-Echegaray, 1966: 1; Gómez, 1983: 32). También tendremos en cuenta dónde se situarían en estos momentos las nieves perpetuas, dado que es un momento frío. Hay que tener en consideración, además, que estos análisis polínicos hay que entenderlos como diferentes composiciones ambientales dentro un marco regional, ya que solamente en el Hemisferio Norte las oscilaciones climáticas tienen validez universal. De esta manera los interestadiales definidos en el norte de Europa (como por ejemplo el Bölling y el Allërod) no pueden extrapolarse los resultados obtenidos en la región cantábrica, ya que fueron definidos a partir de diferentes composiciones polínicas que poseían un carácter regional (Álvarez-Fernández y Jöris, 2002: 318). 4.2 Las muestras polínicas de Ekain, Erralla y Amalda 4.2.1. Yacimiento de Ekain (Tablas 2 y 3; Gráficas 1 y 2) Los estudios polínicos de Ekain fueron realizados por M. Dupré (1984).

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Rodrigo Portero Hernández Muestra

AP (%)

Pinus %

Corylus %

Alnus %

Betula %

Quercus %

Buxus %

Cupressaceae %

12

20

19

0

1

0

0

0

0

13

6

4

0

1

0

0

1

0

14

5

2

1

1

0

1

0

0

15

8

6

0

1

1

0

0

0

16

6

4

1

0

0

0

1

0

17

12

5

3

0

0

2

1

0

19

15

10

1

1

0

1

0

2

21

12

9

1

0

1

0

0

1

22

7

2

0

0

0

1

0

4

23

7

3

1

0

0

2

0

1

24

5

3

0

0

0

0

0

2

25

27

14

0

1

1

0

0

11

26

5

4

0,5

0

0

0

0,5

0

28

10

8

0,5

0,5

0

0

0,5

0,5

30

19

11

4

1

1

1

0,5

0,5

Tabla 2: Especies arbóreas de Ekain y sus porcentajes (a partir de Dupré, 1984).

Muestra 12 13 14 15 16 17 19 21 22 23 24 25 26 28 30

NAP (%) 80 94 95 92 94 88 85 84 93 93 95 73 95 90 81

Ericaceae % 0 0,5 0,5 0 0 3 2 0 1 3 0 0 1 1 3

Gramineae % 14 15 8 3 2 8 8 20 5 7 2 4 10 9 25

Filicales % 38 15 10 12 20 30 35 8 6 30 5 25 20 12 30

Tubuliflorae % 14 15 3 20 3 10 10 4 5 3 3 5 5 15 10

Liguliflorae % 50 70 85 75 85 60 70 65 85 80 90 65 80 75 35

Carduaceae % 3 4 1 7 1 0 0 0 0 2 0 0 1 5 2

Tabla 3: Especies de campo abierto de Ekain y sus porcentajes (a partir de Dupré, 1984).

36

Polypodium % 2 0 0 0,5 0 0 0,5 1 0 0 2 5 1,5 2 2

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola 20% 18%

Pinus

16% Corylus

14% 12%

Alnus

10% Betula

8% 6%

Quercus

4% 2%

Buxus

0% 12

13

14

15

16

17

Nº de muestra 19 21 22

23

24

25

26

28

30

Cupressaceae

Gráfica 1: Porcentaje de las especies arbóreas de Ekain (ver Tabla 2).

100% 90% 80%

Ericaceae

70%

Gramineae

60%

Filicales

50%

Tubuliflorae

40% 30%

Liguliflorae

20%

Carduaceae

10%

Polypodium

0%

12

13

14

15

16

17

Nº de muestra 19 21 22

23

24

25

26

28

30

Gráfica 2: Porcentaje de las especies de campo abierto de Ekain (ver Tabla 3)

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Rodrigo Portero Hernández

4.2.1.1. Muestras 30-26 (nivel VII, Magdaleniense Inferior) Cliserie de la muestra 30: pólenes + esporas (n=159) -El bosque está dominado por el pino y aparece salpicado, sobre todo, por avellanos y, en menor medida, por robles, abedules, alisos y boj. -El matorral está formado fundamentalmente por filicales (entre las que se encuentran, por ejemplo, los helechos) y, en menor medida, por brezos (ericáceas). -La pradera domina la serie y está constituida, sobre todo, por gramíneas (grama), liguliflores (diente de león) y tubuliflores (asteráceas, como por ejemplo, las campanillas), y en menor medida, por carduáceas (carlina vulgar) y el Polypodium (polipodio común). Cliserie de la muestra 28: pólenes + esporas (n=239) -El bosque pierde extensión con respecto a la muestra anterior (casi la mitad). Sigue dominando el pino como especie principal, seguida por unos pocos avellanos y abedules y, en menor medida, aparecen representados el boj y las cupresáceas. Desaparecen ahora el roble y el aliso. -El matorral disminuye considerablemente, tanto las filicales (que siguen dominando), como los brezos. -La pradera aumenta, debido sobre todo las asteráceas y las carduáceas. Sin embargo, hay una menor presencia de gramíneas (herbáceas) y se mantiene el Polypodium respecto al nivel anterior. Cliserie de la muestra 26: pólenes + esporas (n=232) -El bosque sigue en retroceso y está representado por el pino casi en su totalidad, aunque disminuye frente a la muestra anterior. El avellano se mantiene y el boj disminuye. -El matorral también disminuye y predominan las filicales frente a las ericáceas. -La pradera alcanza el valor máximo de toda la serie, con una representación casi absoluta. Las gramíneas y las liguliflores 38

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

aumentan su porcentaje, mientras que las tubuliflores caen bruscamente. Disminuyen las carduáceas y el Polypodium. 4.2.1.2. Muestras 25-22 (nivel VII, Magdaleniense Inferior) Cliserie de la muestra 25: pólenes + esporas (n=162) -El bosque aumenta respecto a la anterior muestra; ahora es un bosque mixto de pino y enebro en porcentajes muy parecidos, frente al bajo porcentaje de abedules y alisos. Desaparece el boj. -El matorral aumenta de tamaño al duplicar su valor las filicales. Sin embargo, desaparecen las ericáceas. -La pradera continúa con valores muy altos y está representada por un elevado porcentaje de asteráceas (sobre todo por liguliflores) y de gramíneas, que aumentan su valor. El Polypodium también aumenta y desaparecen las carduáceas. Cliserie de la muestra 24: pólenes + esporas (n=131) -El bosque sigue siendo mixto de pinos y enebros, pero ahora con escasa representatividad. -El matorral es escaso y estaría formado por unas pocas filicales, que reducen su número. -La pradera representa casi la totalidad de la muestra. Las gramíneas, las tubuliflores y el Polypodium disminuyen su porcentaje, pero aumentan su valor las liguliflores. Éstas dominan el paisaje. Cliserie de la muestra 23: pólenes + esporas (n=143) -El bosque aumenta su tamaño. Ahora los arboles frescos (avellano, roble y enebro) toman el relevo, y son mayoritarios, frente a las coníferas. -El matorral está dominado por las filicales, que han aumentado mucho en esta muestra, y por algunos brezos, que reaparecen. -La pradera pierde representatividad, pero sigue dominando la serie, siendo las liguliflores las más representadas (aunque pierden 39

Rodrigo Portero Hernández

representatividad respecto a la muestra anterior). Aumentan las gramíneas y las cicoriáceas. Reaparecen ahora las carduáceas. Cliserie de la muestra 22: pólenes + esporas (n=173) -El bosque es, en su extensión, similar al de la muestra anterior. El mayor cambio se encuentra en el enebro, que domina el sector como especie principal, seguido del pino y del roble, que tienen escasa representación. -El matorral disminuye su tamaño al caer bruscamente las filicales y reducen su tamaño, en menor medida, los brezos. -La pradera sigue siendo la más extensa. Las gramíneas bajan su porcentaje, suben un poco las tubuliflores y también las liguliflores. Estas últimas son las más numerosas. 4.2.1.3. Muestras 21-17 (nivel VI, Magdaleniense Superior) Cliserie de la muestra 21: pólenes + esporas (n=196) -El bosque aumenta un poco su tamaño. Las coníferas dominan ahora la serie boscosa y reaparecen el avellano y el abedul, mientras que el enebro disminuye y el robledal desaparece. -El matorral disminuye, resaltando la desaparición de las ericáceas y la baja presencia de filicales, que reducen su porcentaje. -La pradera continúa presentando valores muy altos. Las gramíneas aumentan mucho respecto a la muestra anterior y disminuyen las tubuliflores y las liguliflores. Reaparece ahora el Polypodium. Cliserie de la muestra 19: pólenes + esporas (n=217) -El bosque aumenta su tamaño. El pino domina la serie aumentando el valor anterior y, junto a él, salpican el bosque los enebros y en menor medida los avellanos. Alisos y robles reaparecen ahora. Desaparece, sin embargo, el abedul.

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La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

-El matorral aumenta mucho respecto a la anterior muestra. Reaparecen ahora los brezos y las filicales aumentan considerablemente. -La pradera continúa con valores altos. Aumentan las asteráceas y disminuyen las gramíneas y el Polypodium. Cliserie de la muestra 17: pólenes + esporas (n=248) -El bosque disminuye su tamaño. Ahora predominan los árboles frescos, representados por el avellano y el roble, con algunas muestras de boj. Las coníferas, sin embargo, disminuyen considerablemente. -El matorral también disminuye su tamaño. El porcentaje de brezos se mantiene, pero descienden un poco las filicales (a pesar de dominar el matorral). -La pradera continúa con valores altos. Las asteráceas siguen dominando la pradera, mientras que las gramíneas y las cicoriáceas se mantienen. Desaparece el Polypodium. 4.2.1.4. Muestras 16-14 (nivel VI, Magdaleniense Superior) Cliserie de la muestra 16: pólenes + esporas (n=339) -El bosque se reduce considerablemente. Las coníferas vuelven a dominar el bosque, pero con escasa representación. El avellano pierde un tercio de su valor anterior y desaparecen el enebro y el roble. El boj se mantiene, pero con escaso porcentaje. -El matorral cae fuertemente y está formado únicamente por filicales, que disminuyen porcentualmente. -La pradera tiene un alto nivel de representatividad. Está formada en su mayoría por liguliflores, disminuyendo las gramíneas y las tubuliflores. Reaparecen, después de un gran lapso, las carduáceas. Cliserie de la muestra 15: pólenes +esporas (n=284)

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Rodrigo Portero Hernández

-El bosque aumenta de tamaño, pero sigue con valores bajos. Se mantiene el pino como especie principal y, junto a él, se aprecian unos pocos abedules y alisos. -El matorral pierde peso en la secuencia y está representado por unas pocas filicales. -La pradera aumenta de valor. Suben las gramíneas, las tubuliflores y sobre todo las carduáceas, que ostentan el máximo valor de toda la secuencia. Disminuyen, por otro lado, las liguliflores, que siguen dominando la serie. Reaparece ahora el Polypodium. Cliserie de la muestra 14: pólenes + esporas (n=344) -El bosque disminuye y posee escasa representación. Dominan los árboles frescos sobre las coníferas por un margen muy escaso. Desaparece el abedul y se mantiene el aliso. Reaparecen el roble y el avellano. -El matorral disminuye su tamaño y está formado básicamente por filicales, aunque reaparecen ahora los brezos, pero con un porcentaje muy bajo. -La pradera mantiene valores elevados. Predominan las liguliflores y caen bruscamente las carduáceas. 4.2.1.5. Muestras 13 y 12 (nivel VI, Magdaleniense Superior) Cliserie de la muestra 13: pólenes + esporas (n=428) -El bosque aumenta muy poco. De nuevo predominan las coníferas sobre los árboles frescos, de los cuales se mantiene el aliso. Desaparecen el roble y el avellano, pero reaparece el boj. -Con la subida de las filicales, el matorral aumenta porcentualmente. Por su parte los brezos se mantienen, aunque con un porcentaje bajo. -La pradera continúa con valores altos. Retroceden las liguliflores en favor de las gramíneas y las tubuliflores, que aumentan considerablemente.

42

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

Cliserie de la muestra 12: pólenes+ esporas (n=201) -El bosque aumenta su tamaño y está formado básicamente por pinos, junto con algunos alisos. Desaparece el boj. -El matorral aumenta y está representado por filicales, dado que desaparecen los brezos. -La pradera pierde representación con la bajada brusca de las asteráceas. Bajan también las gramíneas y las tubuliflores, aumentan un poco las carduaceas y reaparece el Polypodium, aunque con escasa representación. 4.2.1.6. Consideraciones en relación con la secuencia de Ekain Nivel VII (Magdaleniense Inferior) El polen arbóreo tiene escasa representación en toda la secuencia; en líneas generales está dominado por el pino. Se puede establecer el momento más representativo de Arborean Polen (en adelante, AP), con valores del 25% en la muestra 25, aunque su media es del 10% de representación. En cualquier caso, la curva de fluctuaciones es poco acusada, pero permite evidenciar algunas consideraciones climáticas. Se puede observar de manera dialéctica que las filicales aumentan y disminuyen a la par que los árboles (en concreto de los pinos). Esto podría indicar momentos más húmedos dentro de la secuencia. La muestra 30 presenta un 19% de AP con representaciones variadas de alisos, robles y abedules. También hay un mayor porcentaje de gramíneas, filicales y ericáceas. Este hecho, según M. Dupré (1984:62), indicaría la existencia de un momento relativamente templado y húmedo que este investigador asocia a los últimos momentos del Interestadial de Lascaux. Esta situación se rompe en las muestras siguientes (28 y 26), que corresponden con el comienzo del empeoramiento climático propio del inicio del Tardiglaciar (GS2), 43

Rodrigo Portero Hernández

donde se detecta un mayor predominio de campo abierto y la cubierta arbórea está representada casi en su totalidad por el pino (Iriarte, 2011: 333). En la muestra 25 se da el momento de mayor auge del AP de toda la secuencia, relacionado con una corta pero evidente mejora climática (Dupré, 1984: 62). Los indicadores de humedad para la secuencia los podemos encontrar en las gramíneas, que tienen valores bajos. El Polypodium alcanza su máximo valor secuencial y las filicales se mantienen en un valor alto de representatividad. Se puede entender así que hubo una suavización de las temperaturas en este momento. Por lo tanto, al periodo frío anterior que destacaba M. Dupré (1984: 62) lo seguiría el Interglaciar Pre-Bölling (muestras 25 a la 23, con un pequeño empeoramiento en la muestra 24), con una mejoría térmica, para dar comienzo en la muestra 22 al interestadial del Bölling. Hay que apuntar la existencia de un desajuste en las fechas de C en la mitad inferior del diagrama, lo que hace difícil interpretar los cambios. 14

Nivel VI (Magdaleniense Superior) El interestadial del Bölling, que se iniciaba según M. Dupré (1984:62) en la muestra 22, duraría hasta la muestra 17. Para M.J. Iriarte (2011: 333), las muestras de la 21 a la 17 indican una pequeña mejora térmica caracterizada por un leve aumento de la cubierta arbórea (Pinus, Quercus, Buxus y Cupressaceae) y de las gramíneas y los helechos. La muestra 16, con una datación de 14C de 14108 ± 335 cal BP indicaría, en vistas al empeoramiento climático, una correspondencia con el Dryas II (GI1) para el comienzo del Magdaleniense Superior. Para M.F. Sánchez (1993a: 124), sin embargo, la muestra 16 correspondería con un periodo estadial, el cual 44

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

vendría dándose desde la muestra 30, tomada en el nivel anterior (VII). Para M. Dupré (1984: 62), este empeoramiento continúa en las dos muestras siguientes, donde hay un descenso del AP (sobre todo los caducifolios) y de las filicales. Las carduáceas alcanzan sus valores máximos, lo que indica gran sequedad, y las ericáceas los mínimos, por lo que habría una concordancia, siendo así un momento poco húmedo y muy frío. A partir de la muestra 12 se inicia una leve mejoría, que según M. Dupré (1984: 62) estaría relacionada con el Alleröd, a finales del Magdaleniense Superior. Teniendo en cuenta esta muestra, M.J. Iriarte (2011: 334) añade que a partir de este momento se dan las dinámicas más continuadas de Alnus y Corylus, no habiendo grandes variaciones en los taxones de herbáceas, lo que coincide con la mejoría climática que apuntaba M. Dupré. Comparando las dataciones para la región, éstas parecen indicar, por su cronología, una adscripción a la oscilación BöllingAlleröd. Según M.F. Sánchez (1993a: 122-125) esto puede deberse a una mala correlación entre el espectro polínico y el nivel sedimentario, o bien a que el material arqueológico no es contemporáneo a dicho espectro. Para esta investigadora, las muestras de la 30 a la 11 serían espectros de tipo Dryas, lo que se traduciría en una vegetación abierta, pese a la presencia de algunos espectros arbóreos mesófilos. El cuadro espacio-temporal en relación con los datos polínicos de Ekain está sintetizado en la Tabla 4. 4.2.2.

Yacimiento de Erralla (Tablas 5 y 6; Gráficas 3 y 4)

Los estudios polínicos de Erralla fueron realizados por A. Boyer-Klein (1985).

45

Rodrigo Portero Hernández

4.2.2.1. Muestras 51-33 (Nivel V, Magdaleniense Inferior) Cliserie de la muestra 51: pólenes + esporas (n=160) -El bosque ostenta niveles bajos y está formado por coníferas en su totalidad. El pino es la única especie representada. -El matorral tiene valores bajos. Las filicales dominan el matorral, junto con los brezos, que son minoritarios. -La pradera cuenta con valores muy altos. Las cicoriáceas dominan mayoritariamente la serie, junto con las gramíneas y las antemidas; domina, por lo tanto, el paisaje abierto Muestra

AP (%)

NAP (%)

12

20

80

13

6

94

Nivel

Cronología BP

12050 ± 190

Cronología (Cal BP)

14108 ± 335

Periodo climático M.Dupré

Periodo climático M.F.Sánchez

Alleröd

Fase Dryas

Dryas II

Fase Dryas

Dryas II

Fase Dryas

Dryas II

Fase Dryas

14

5

95

15

8

92

16

6

94

Dryas II

Fase Dryas

17

12

88

Bölling

Fase Dryas

19

15

85

Bölling

Fase Dryas

21

12

84

Bölling

Fase Dryas

22

7

93

Bölling

Fase Dryas

23

7

93

Pre-Bölling

Fase Dryas

24

5

95

Pre-Bölling

Fase Dryas

Pre-Bölling

Fase Dryas

25

27

73

26

5

95

28

10

90

30

19

81

VI

VII

16510 ± 270 16250 ± 250 16030 ± 240 15970 ± 240 15400 ± 240

19793 ± 399 19462 ± 409 19213 ± 311 19156 ± 293 18516 ± 380

Interestadio Lascaux Interestadio Lascaux Interestadio Lascaux

Fase Dryas Fase Dryas Fase Dryas

Periodo prehistórico adscrito Magdaleniense Superior Magdaleniense Superior Magdaleniense Superior Magdaleniense Superior Magdaleniense Superior Magdaleniense Superior Magdaleniense Superior Magdaleniense Superior Magdaleniense Inferior Magdaleniense Inferior Magdaleniense Inferior Magdaleniense Inferior Magdaleniense Inferior Magdaleniense Inferior Magdaleniense Inferior

Tabla 4: Tabla de datos de la cueva de Ekain (a partir de Dupré 1984 y Sánchez 1993a).

46

Muestra

AP % 33 22 30 24 25 20 14 28 19 30 27 28 30 6 9 13 11 15 8 6 5 8 15 8 12 7 2 8 Corylus % 2 2 3 2 4 3 2 1,5 1 1 1 0,5 1 0 1 1 0,3 0,5 1 1 0 0 1 1 1 0 0 0

Alnus % 2 1 3 1 1 1 3 2 3 2 2 1 0 1 0 0 0,5 1 0 0 0 0 1 0 2 0 0 0

Betula % 0 0 0 0 0 1 1 0 0 0 0 0,5 0 1 1 0 0 0 0 1 1 0 1 0 0 0 0 0

Quercus % 0 1 2 1 1 1 0,5 2 1 1 2 0 1 0 0 0 0 1 1 0 1 1 3 2 1 2 0 0

Tilia % 0 0 0 0 0 1 0,5 0,5 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0

Juniperus % 4 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0,5 0,5 1,5 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0

Salix % 0 0 2 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola Pinus % 25 18 20 20 18 13 7 22 13 25 22 26 28 4 6 11 10 10 5 4 3 7 8 5 8 5 2 8

Abies % 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0

Fraxinus % 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0

Tabla 5: Especies arbóreas de la cueva de Erralla y sus porcentajes (a partir de Boyer-Klein, 1985).

3 4 6 8 10 12 14 16 18 20 22 24 25 33 34 35 36 38 39 40 41 42 44 45 47 48 50 51

47

Rodrigo Portero Hernández Muestra 8 10 12 14 16 18 20 22 24 25 33 34 35 36 38 39 40 41 42 44 45 47 48 50 51

NAP % 76 75 80 86 72 81 70 73 72 70 94 91 87 89 85 92 94 95 92 85 92 88 93 98 92

Filicales % 90 70 65 50 65 70 80 50 55 100 10 12 17 19 20 5 5 6 12 20 10 8 8 5 10

Gramineae % 5 10 13 10 6 6 7 8 6 7 8 8 8 7 6 5 10 5 5 6 5 8 4 10 5

Ericaceae % 2 1 0,5 2 2 1,5 1 1 2 3 1 1,8 2 2 4 2 4 0,8 1 2 1 0 1 2 1

Cichoriae % 60 55 50 60 60 65 65 55 60 50 80 70 78 75 65 78 80 85 70 60 75 65 85 83 80

Anthemidae % 5 3 10 9 6 5 3 6 7 5 9 12 10 10 15 8 10 5 12 3 5 10 8 2 5

Polypodium % 4 1,5 1,5 1 0,5 1 6 6 5 6 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0

Tabla 6: Especies de campo abierto de la cueva de Erralla y sus porcentajes (a partir de Boyer-Klein, 1995). 30%

Pinus

25%

Corylus Alnus

20% Betula 15%

Quercus Tilia

10%

Juniperus 5%

0%

Salix Abies Nº de muestra

3 4 6 8 10 12 14 16 18 20 22 24 25 33 34 35 36 38 39 40 41 42 44 45 47 48 50 51

Gráfica 3: Porcentajes de especies arbóreas de Erralla (ver Tabla 5).

48

Fraxinus

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola 120%

100% Filicales 80%

Gramineae Ericaceae

60%

Cichoriae 40%

Anthemidae 20%

0%

Polypodium

Nº de muestra

8 10 12 14 16 18 20 22 24 25 33 34 35 36 38 39 40 41 42 44 45 47 48 50 51

Gráfica 4: Porcentajes de especies de campo abierto de Erralla (ver Tabla 6)

Cliserie de la muestra 50: pólenes + esporas (n=152) -El bosque disminuye su tamaño con relación a la muestra anterior. El pino sigue siendo la única especie representada. -El matorral disminuye su tamaño, al descender las filicales a la mitad del valor anterior. Los brezos, sin embargo, duplican su valor. -La pradera aumenta. Las cicoriáceas crecen y dominan la serie, junto con las gramíneas, que también aumentan; por otro lado, disminuyen las antemidas. Cliserie de la muestra 48: pólenes + esporas (n=119) -El bosque incrementa su tamaño. El pino aumenta y sigue dominando la serie boscosa. Aparece ahora el avellano, compartiendo el espacio con el pino, aunque menos representado. -El matorral aumenta su tamaño. Esto se debe a una mayor proporción de filicales, ya que los brezos disminuyen. 49

Rodrigo Portero Hernández

-La pradera continúa con valores muy altos. Las cicoriáceas crecen y siguen dominando el campo abierto. Las antemidas también aumentan considerablemente. Sin embargo, el porcentaje de las gramíneas cae. Cliserie de la muestra 47: pólenes + esporas (n=115) -El bosque se expande. El pino sigue aumentando y dominando la serie. El avellano baja a la mitad. Aparecen por primera vez el aliso y el roble. -El matorral disminuye su tamaño por la desaparición de los brezos. Las filicales se mantienen en los valores anteriores. -La pradera disminuye su tamaño debido a la bajada brusca de las cicoriáceas. Aumenta el porcentaje de gramíneas y de antemidas. Cliserie de la muestra 45: pólenes + esporas (n=202) -El bosque disminuye su tamaño. El pino sigue siendo la especie más representativa, aunque desciende su valor. El roble aumenta y el avellano mantiene su porcentaje. -El matorral aumenta su tamaño. Reaparecen ahora los brezos, con escasa representación, y las filicales, que dominan el matorral, aumentan su valor. -La pradera se expande. Crece el porcentaje de cicoriáceas, siendo éstas las más representativas. Por otro lado, las gramíneas y las antemidas disminuyen. Cliserie de la muestra 44: pólenes + esporas (n=136) -El bosque aumenta su tamaño. Junto a las coníferas, que dominan el sector boscoso, encontramos el roble (que aumenta de valor) y el avellano (que mantiene el valor anterior). Aparece ahora una mayor variedad de arboles frescos (abeto, abedul y aliso). -El matorral aumenta su tamaño, adquiriendo mayor extensión tanto los brezos como las filicales.

50

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

-La pradera disminuye ahora su tamaño. Las cicoriáceas pierden valor, aunque siguen dominando la serie; aumentan un poco las gramíneas, al tiempo que disminuyen las antemidas. Cliserie de la muestra 42: pólenes + esporas (n=320) -El bosque retrocede en esta secuencia. Las coníferas siguen dominando, aunque pierden porcentaje, y el roble pierde representatividad. Desaparecen el abedul, el avellano, el aliso y el abeto. -El matorral se encuentra en retroceso con respecto a la muestra anterior. Disminuyen tanto los helechos (que predominan en el matorral), como los brezos. -La pradera aumenta su tamaño. Se da una expansión de las cicoriáceas (que dominan la pradera) y de las antemidas; sin embargo, hay un retroceso del porcentaje de gramíneas. Cliserie de la muestra 41: pólenes + esporas (n=507) -El bosque disminuye su tamaño. El pino sigue dominando el sector boscoso aunque con escasa presencia, el roble se mantiene en el valor anterior, y junto a él, reaparece el abedul, con escaso porcentaje. -El matorral sigue en retroceso, con una brusca disminución de las filicales y de los brezos. -La pradera continúa en aumento debido a la expansión de las cicoriáceas, que siguen predominando en la pradera y en la muestra. Las antemidas muestran una disminución y las gramíneas mantienen su porcentaje anterior. Cliserie de la muestra 40: pólenes + esporas (n=112) -El bosque presenta un pequeño aumento debido a la expansión del pino, que domina la serie boscosa. Entre las coníferas se dejan ver algunos abedules, que mantienen su porcentaje, y algunos avellanos, que reaparecen.

51

Rodrigo Portero Hernández

-El matorral aumenta su tamaño. Ahora los brezos aumentan considerablemente, situándose en valores similares a los de las filicales, que siguen en descenso. -La pradera continúa en aumento. A pesar de que las cicoriáceas bajan, las antemidas se duplican y las gramíneas aumentan. Cliserie de la muestra 39: pólenes + esporas (n=314) -El bosque aumenta su tamaño. Las coníferas siguen siendo la especie dominante, junto con el avellano, que se mantiene en los valores anteriores. Desaparece el abedul y en su lugar reaparece el roble. Aparece por primera vez el fresno, que comparte espacio con las coníferas. -El matorral disminuye su tamaño respecto a la anterior muestra. Desaparecen por completo los brezos; las filicales mantienen el valor anterior. -La pradera disminuye su tamaño. Tanto cicoriáceas (que dominan el sector), como antemidas y gramíneas descienden en este momento. Cliserie de la muestra 38: pólenes + esporas (n=133) -El bosque sigue en aumento. Las coníferas continúan a la cabeza del estrato arbóreo con un alto porcentaje. El avellano disminuye, el roble se mantiene y desaparece el fresno. En su lugar reaparecen el aliso y el enebro. -El matorral aumenta en gran medida su presencia. Las filicales cuadruplican su porcentaje anterior y los brezos lo duplican. -La pradera continúa en disminución. Las cicoriáceas disminuyen considerablemente, pero aumentan casi al doble las antemidas, aumentando su porcentaje también las gramíneas. Cliserie de la muestra 36: pólenes + esporas (n=215) -El bosque disminuye su tamaño. Las coníferas siguen dominando la serie boscosa y mantienen su valor. Los árboles frescos disminuyen, cayendo los porcentajes del enebro y del aliso; el roble desaparece. 52

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

-El matorral se encuentra en retroceso en esta muestra debido al descenso de las filicales (que dominan el matorral) y los brezos. -La pradera aumenta su tamaño. Se da una expansión de las cicoriáceas y de las gramíneas. Sólo hay un retroceso de las antemidas. Cliserie de la muestra 35: pólenes + esporas (n=114) -El bosque aumenta su tamaño. Las coníferas crecen y dominan el bosque junto con el avellano, el abeto (que reaparece ahora) y algunos enebros. -El matorral continúa en retroceso. Aunque los brezos se mantienen en valores anteriores, las filicales pierden valor. -La pradera continúa con valores muy altos. Las antemidas se mantienen en el porcentaje anterior, pero las gramíneas y las cicoriáceas aumentan, dominando la serie con niveles muy altos. Cliserie de la muestra 34: pólenes + esporas (n=223) -El bosque disminuye considerablemente. Las coníferas, aunque dominan el estrato boscoso, han perdido gran parte de su valor. Sólo el enebro ha aumentado su porcentaje. El avellano mantiene los valores anteriores y reaparece ahora el abedul, aunque con escaso porcentaje. -El matorral continúa en retroceso, disminuyendo tanto los brezos como las filicales, quedando reducida la importancia del estrato arbustivo. -La pradera disminuye su tamaño. Esta disminución está representada por la bajada de las cicoriáceas, aunque siguen dominando en la pradera. Las gramíneas se mantienen en el valor anterior y las antemidas aumentan un poco. Cliserie de la muestra 33: pólenes + esporas (n=371) -El bosque sigue en retroceso. Las coníferas siguen dominando la serie, pero con valores muy bajos. El abedul mantiene el porcentaje

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anterior y reaparece el aliso; ahora, desaparecen el avellano y el enebro. -El matorral continúa su descenso. Brezos y filicales siguen perdiendo valores en el estrato arbustivo. -La pradera aumenta su tamaño debido a la expansión de las cicoriáceas, que adquieren un alto porcentaje. Las gramíneas se mantienen en el valor anterior y las antemidas descienden. 4.2.2.2. Muestras 32-26 (nivel IV) Las muestras pertenecen un nivel estéril -Hiato-. Este nivel, como ya hemos apuntado, no entra dentro de nuestra investigación. 4.2.2.3. Muestras 25-8 (nivel III, Magdaleniense Superior) Cliserie de la muestra 25: pólenes + esporas (n=260) -El bosque muestra un alto porcentaje. El pino domina el sector boscoso, con una alta representatividad, estando presentes el avellano y el roble, aunque con escaso porcentaje. -El matorral presenta valores muy elevados. Las filicales se disparan con porcentajes también muy elevados que en la gráfica superan el valor absoluto y los brezos ostentan un reducido porcentaje. -La pradera ostenta un alto porcentaje, siendo las cicoriáceas las más representadas. Las gramíneas y las antemidas muestran bajos porcentajes y aparece por primera vez el Polypodium. Cliserie de la muestra 24: pólenes + esporas (n=322) -El bosque disminuye su tamaño. Las coníferas siguen dominando la serie arbórea, junto con el avellano (que desciende). El roble desaparece y su espacio es ocupado por el aliso y el abedul, aunque en porcentajes bajos. -El matorral, tras su expansión anterior, muestra ahora una fuerte caída. Las filicales bajan considerablemente, al igual que los brezos. 54

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

-La pradera aumenta su tamaño debido al retroceso del matorral. Las cicoriáceas vuelven a tener los valores más altos de la muestra, aunque gramíneas y helechos disminuyen un poco. Las antemidas aumentan un poco su valor. Cliserie de la muestra 22: pólenes + esporas (n=470) -El bosque continúa en descenso. Las coníferas, ahora con altos valores, siguen dominando la serie. El aliso y el roble (que reaparece) salpican el pinar y entre ellos destaca ahora el avellano, que ha aumentado un poco. -El matorral pierde extensión. Las filicales continúan el retroceso de la muestra anterior, al igual que los brezos, que ahora muestran escaso porcentaje. -La pradera disminuye un poco su tamaño debido al descenso de las cicoriáceas y las antemidas, aunque aumentan las gramíneas y los helechos. Cliserie de la muestra 20: pólenes + esporas (n=369) -El bosque presenta un aumento de su valor. Las coníferas se expanden y siguen dominando el bosque. Salpicando el pinar encontramos el aliso (que incrementa su porcentaje), el roble (que disminuye un poco), el avellano (que aumenta) y el abeto (que reaparece ahora, aunque con escaso porcentaje). -El matorral se expande debido al fuerte incremento de las filicales, que vuelven a dominar la muestra. Los brezos mantienen el valor anterior. -La pradera ahora aumenta un poco de tamaño debido al incremento de las cicoriáceas. El Polypodium mantiene el porcentaje de la anterior muestra y disminuyen las antemidas y las gramíneas. Cliserie de la muestra 18: pólenes + esporas (n=305) -El bosque pierde representatividad. Las coníferas sufren una fuerte disminución, pero predominan sobre el bosque caducifolio; dentro del 55

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pinar (Pinus sylvestris) surge ahora una nueva especie de pino indeterminada. El avellano y el roble salpican el pinar, manteniéndose en sus niveles anteriores, y el aliso aumenta en gran medida su representatividad. Aparece por primera vez el tilo. -El matorral disminuye su tamaño. Los brezos aumentan, pero las filicales descienden (aunque siguen dominando la serie). -La pradera disminuye su tamaño. Las cicoriáceas mantienen su porcentaje anterior y dominan la pradera. Aumenta el porcentaje de antemidas y disminuye el de Polypodium y el de las gramíneas. Cliserie de la muestra 16: pólenes + esporas (n=240) -El bosque aumenta su tamaño con la expansión de las coníferas, que dominan la serie con un alto porcentaje. Los árboles frescos también aumentan, sobre todo el roble y el avellano, aunque disminuyen un poco el tilo y el aliso. -El matorral continúa en descenso. Los brezos aumentan un poco y las filicales disminuyen, aunque siguen dominando la serie. -La pradera presenta una disminución respecto a la anterior muestra. Las cicoriáceas y los helechos pierden valor, las gramíneas se mantienen y aumentan un poco las antemidas. Cliserie de la muestra 14: pólenes + esporas (n=287) -El bosque disminuye su tamaño. Las coníferas pierden peso en la muestra, y se sitúan al mismo porcentaje los árboles frescos, con los que comparten espacio (sobre todo con el aliso y el avellano, que ahora aumentan). El abedul reaparece en esta muestra y el tilo se mantiene en el porcentaje anterior. Dentro de los caducifolios, hay que señalar que el roble es el único que disminuye. -El matorral continúa en descenso debido a la bajada progresiva que vienen sufriendo las filicales, que pierden su predominio en la serie a favor de las cicoriáceas. Los brezos se mantienen en el porcentaje anterior.

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La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

-La pradera aumenta su tamaño. Las cicoriáceas se mantienen en el alto porcentaje anterior. La expansión se hace patente en el aumento del porcentaje de todas las especies de pradera (gramíneas, antemidas y Polypodium). Cliserie muestra 12: pólenes + esporas (n=257) -El bosque continúa su expansión debido al aumento de las coníferas, que ahora dominan el estrato boscoso, mientras que los arboles frescos retroceden. Esto se hace patente en la aliseda, que es sustituida por el avellano, que aumenta en esta muestra. El tilo y el roble también se expanden un poco y el abedul mantiene el valor anterior. -El matorral aumenta en esta muestra. Los brezos disminuyen un poco, pero las filicales se expanden y vuelven a dominar la serie. -La pradera disminuye su tamaño. Las cicoriáceas vuelven a bajar de porcentaje, aunque aumentan las gramíneas, las antemidas y el Polypodium. Cliserie de la muestra 10: pólenes + esporas (n=370) -El bosque aumenta su tamaño. El pino se expande y continúa dominando la serie boscosa, junto con avellanos, robles y alisos (que aumentan). Desaparecen el tilo y el abedul. -El matorral sigue en aumento debido a la expansión de las filicales, que continúan creciendo. Los brezos también se expanden, aunque tímidamente. -La pradera disminuye debido a la pérdida del porcentaje de las antemidas y las gramíneas. El Polypodium se mantiene y aumentan las cicoriáceas, que siguen dominando la pradera. Cliserie de la muestra 8: pólenes + esporas (n=462) -El bosque disminuye un poco su tamaño debido al descenso del porcentaje del avellano. Las coníferas aumentan y siguen dominando la serie boscosa. Dentro de los árboles frescos, el aliso y el roble se mantienen, aunque con porcentajes bajos. 57

Rodrigo Portero Hernández

-El matorral aumenta su tamaño, lo que queda patente con la expansión de las filicales, que crecen en gran cantidad situándose en un porcentaje muy elevado. Los brezos también aumentan, aunque lo hacen en menor medida. -La pradera aumenta su tamaño. Tan sólo las gramíneas disminuyen su porcentaje en esta muestra, siendo las cicoriáceas las más abundantes. Éstas llegan a dominar el sector. 4.2.2.4. Consideraciones en relación con la secuencia Nivel V (Magdaleniense Inferior) El estrato arbóreo está representado principalmente por el polen de pino silvestre (Pinus silvestris) con muy bajos porcentajes que oscilan entre 1 y 7% y aumentando un poco en las muestras finales del nivel. Los momentos más cálidos y húmedos de esta secuencia se perciben en las muestras 44 y de la 38 a la 35, estando presentes el roble, el avellano, el fresno y el abeto. Según A. BoyerKlein (1985: 46), nos encontraríamos ante un clima frío y seco, probablemente el Dryas I; es decir, con el GS2, ya que corresponde con la sedimentología y los resultados de 14C (ca. 16.400/15.500 BP; ca.20.000/18700 cal BP). Nivel IV Sólo nos gustaría apuntar que es un estrato estéril y, como ya hemos explicado, no se han realizado análisis para este nivel. Según A. Boyer-Klein (1985: 46), estaríamos ante una oscilación templada y húmeda, quizá atribuible a los interestadios Bölling o Alleröd. Por su parte, M.F. Sánchez (1993a: 125-126) propone para el nivel IV una contemporaneidad con el Dryas I, es decir, con el GS2. Nivel III (Magdaleniense Final) 58

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

La relación de AP en este nivel se encuentra en torno al 30 %, frente a un 70% de campo abierto. Una especie de pino adicional aparece junto al pino silvestre. Entre los taxones de higrófilas tiene una representación constante el aliso, acompañado por el sauce. El robledal mixto y el avellano presentan una curva continua. La representación herbácea está dominada por los helechos, con una tasa cercana al 100 %, e incluso sobrepasa este valor (están sobrerepresentados en la gráfica). En esta secuencia aparecerán dos posibles empeoramientos climáticos que se manifiestan en una disminución de AP y de los helechos en las muestras 18 y 14 (BoyerKlein, 1985: 46). Para M.F. Sánchez (1993a: 126), los espectros correspondientes a este nivel no muestran la sucesión de taxones típicos de un interestadial. Para esta autora, este nivel muestra dificultades para su asignación, ya que no pertenecería al periodo frío del Dryas I (GS2) por la representación continua de especies como el roble, el avellano o el aliso, ni tampoco de la oscilación BöllingAlleröd, dado la presencia de taxones de tilo y abeto. Con estas consideraciones hemos realizado, como en la anterior cueva, un cuadro espacio-temporal de la secuencia (Tabla 7). 4.2.3.

Yacimiento de Amalda (Tablas 8 y 9 y Gráficas 5 y 6)

Los estudios polínicos de Amalda fueron realizados por M. Dupré (1990). En nuestra investigación sólo se han tenido en cuenta las muestras de la 9 a la 4 (nivel IV, datado en el 19468 ± 499 cal BP, Solutrense Superior). 4.2.3.1. Muestras 9-4 (nivel IV, Solutrense Superior) Cliserie de la muestra 9: pólenes + esporas (n=514)

59

Rodrigo Portero Hernández Muestra

AP (%)

NAP (%)

Nivel

8

24

76

III

10

25

75

III

Cronología BP

12310 ± 190

Cronología (Cal BP)

14470 ± 359

Período climático BoyerKlein BöllingAlleröd BöllingAlleröd BöllingAlleröd BöllingAlleröd BöllingAlleröd BöllingAlleröd BöllingAlleröd BöllingAlleröd BöllingAlleröd BöllingAlleröd Dryas I

Período climático Sánchez

Dryas I Dryas I

Período prehistórico

?

Mag. Final

?

Mag. Final

?

Mag. Final

?

Mag. Final

?

Mag. Final

?

Mag. Final

?

Mag. Final

?

Mag. Final

?

Mag. Final

?

Mag. Final

Dryas I

Mag. Inferior

Dryas I Dryas I

Mag. Inferior Mag. Inferior

Dryas I

Dryas I

Mag. Inferior

Dryas I

Dryas I

Mag. Inferior

Dryas I

Dryas I

Mag. Inferior

Dryas I

Dryas I

Mag. Inferior

12

20

80

III

14

14

86

III

16

28

72

III

18

19

81

III

20

30

70

III

22

27

73

III

24

28

72

III

25

30

70

III

33

6

94

V

34 35

9 13

91 87

V V

36

11

89

V

38

15

85

V

39

8

92

V

40

6

94

V

41

5

95

V

Dryas I

Dryas I

Mag. Inferior

42

8

92

V

Dryas I

Dryas I

Mag. Inferior

44

15

85

V

Dryas I

Dryas I

Mag. Inferior

45

8

92

V

Dryas I

Dryas I

Mag. Inferior

47

12

88

V

Dryas I

Dryas I

Mag. Inferior

48

7

93

V

Dryas I

Dryas I

Mag. Inferior

50

2

98

V

Dryas I

Dryas I

Mag. Inferior

51

8

92

V

Dryas I

Dryas I

Mag. Inferior

15740 ± 240 16200 ± 240 10580 ± 270 16270 ± 240

18986 ± 287 19407 ± 390 12342 ± 379 19482 ± 408

Tabla 7: Cuadro de datos de la cueva de Erralla (a partir de Boyer-Klein, 1985 y Sánchez, 1993a).

60

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola Muestra 4 5 6 7 8 9

Muestra 4 5 6 7 8 9

AP Pinus Corylus Betula Alnus Juniperus Quercus Ulmus % % % % % % % % 15 8 5 0 0,5 0,5 0,5 0,5 20 8 3 1 1 1 0 0 18 10 2 0 3 0,8 3 0 10 9 0,25 0,25 0,25 0,25 0 0 10 7 0,33 0,33 0,33 2 0 0 12 10 0,8 0,8 0 0,8 0 0 Tabla 8: Especies arbóreas de la cueva de Amalda y sus porcentajes (a partir de Dupré, 1990).

NAP Filicales Gramineae Cichoriae Anthemidae Ericaceae Polypodium % % % % % % % 85 30 10 30 4 1 1 80 10 5 45 13,2 2 0,8 82 30 15 40 2,5 0,5 1 90 8 21 60 7,3 0,7 0,5 90 8 20 60 3,5 1 0,5 88 8 8 75 1,5 0,5 0,5 Tabla 9: Especies de campo abierto de Amalda y sus porcentajes (a partir de Dupré, 1990).

12% 10%

Pinus Corylus

8%

Betula 6%

Alnus

4%

Juniperus Quercus

2%

Ulmus 0% 4

5

6

Nº de muestra 7

8

9

Gráfica 5: Porcentajes de especies arbóreas de Amalda (ver Tabla 8)

61

Rodrigo Portero Hernández

80%

70% 60% Filicales

50%

Gramineae

40%

Cichorieae

30%

Anthemidae Ericaceae

20%

Polypodium

10% 0%

4

5

6

7

8

9

Gráfica 6: Porcentajes de especies de campo abierto de Amalda (ver Tabla 9).

-El bosque está formado, en su mayoría, por coníferas y, junto a ellas, aunque en menor medida, encontramos Juniperus y avellanos. El porcentaje del abedul es escaso. -El matorral muestra un bajo porcentaje y está formado por filicales y, en menor medida, por brezos. -La pradera ostenta una alta representatividad debido a la fuerte presencia de las cicoriáceas. Gramíneas, antemidas y Polypodium también aparecen, aunque en menor porcentaje. Cliserie de la muestra 8: pólenes + esporas (n=458) -El bosque disminuye su presencia debido al retroceso de las coníferas (aunque siguen dominando la serie). El avellano se mantiene junto con el abedul y el Juniperus (que aumenta), y aparece ahora el aliso, aunque con escasa representatividad.

62

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

-El matorral sigue en retroceso debido a la caída del porcentaje de las filicales, mientras que los brezos se mantienen, aunque con un escaso porcentaje. -La pradera continúa con valores muy altos. Las cicoriáceas descienden su porcentaje, pero aumentan mucho el de las gramíneas y el de las antemidas. El Polypodium se mantiene en niveles muy bajos. Cliserie de la muestra 7: pólenes + esporas (n=548) -El bosque mantiene, en gran medida, los valores anteriores. Hay mayor porcentaje de coníferas que de árboles frescos. -El matorral continúa en retroceso. Las filicales poseen un porcentaje similar al de la muestra anterior y los brezos disminuyen un poco. -La pradera continúa con valores elevados, apareciendo un mayor porcentaje de antemidas y de gramíneas. Las cicoriáceas y el Polypodium se mantienen. Cliserie de la muestra 6: pólenes + esporas (n=370) -El bosque aumenta su tamaño. Los arboles frescos, representados por el avellano, el roble, el aliso y el Juniperus, se expanden y ganan terreno al pino, que disminuye en este momento. -El matorral aumenta, debido a la recuperación de un alto porcentaje de filicales, junto con unos pocos brezos, que mantienen el porcentaje anterior. -La pradera pierde representatividad en esta muestra debido a la disminución del porcentaje de las cicoriáceas, de las gramíneas y de las antemidas. Solamente el Polypodium mantiene su porcentaje anterior. Cliserie de la muestra 5: pólenes + esporas (n=174) -El bosque aumenta su tamaño. El pino mantiene su valor y los árboles frescos descienden. El avellano incrementa un poco su porcentaje, a la vez que bajan el abedul, el enebro y el aliso. El roble desaparece. 63

Rodrigo Portero Hernández

-El matorral vuelve a disminuir debido al brusco descenso de las filicales, mientras que los brezos aumentan un poco su tasa de representatividad. -La pradera se expande debido al aumento de las cicoriáceas, de las gramíneas y de las antemidas. El Polypodium se mantiene, aunque con escasa representatividad. Cliserie de la muestra 4: pólenes + esporas (n=323) -El bosque disminuye su tamaño. Los árboles frescos superan por primera vez los niveles de las coníferas, con el avellano como taxón principal y con el roble, que reaparece en un escaso porcentaje. Encontramos también aliso, enebro y olmo. Este último aparece por primera vez, aunque con escasa representatividad. -El matorral se expande debido al aumento de las filicales; sin embargo, los brezos disminuyen su porcentaje. -La pradera se muestra en retroceso con respecto a la muestra anterior. Cicoriáceas y antemidas disminuyen considerablemente, mientras que el Polypodium se mantiene. El porcentaje de las gramíneas aumenta un poco. 4.2.3.2. Consideraciones en relación con el nivel IV de Amalda La muestra 9 indica un periodo frío que perdura hasta la muestra 7, siendo, según M. Dupré (1990: 51), el más frío y seco de esta secuencia. El paisaje representa la estepa, que se encuentra salpicada por unos pocos pinos, abedules y enebros. Todo esto parece indicar que hacia el 19500 cal BP nos encontraríamos ante un clima frío y seco. El helecho es sustituido por las cicoriáceas; esto puede deberse al enfriamiento existente entre las oscilaciones de Tursac y de Laugerie o al comienzo del Dryas antiguo. Las tres últimas muestras (6, 5 y 4) registran un desarrollo de las filicales y de los árboles frescos, lo que parece indicar una leve mejoría climática. Es en estos momentos cuando las ericáceas y las 64

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

tubuliflores cobran mayor importancia, lo que indica que el clima se suavizó y remitió la aridez. Las fechas de 14C para la parte superior del estrato IV parecen acordes con el periodo que representan (Dupré, 1990: 51). Para M.F. Sánchez (1993a: 129), la presencia dominante de herbáceas (asteráceas) en las muestras 9 a 7 indicaría un paisaje abierto típico del Pleniglaciar, de acuerdo con lo propuesto por M. Dupré. Sin embargo, la autora destaca la dificultad de detectar una mejora climática en las muestras 6, 5 y 4, ya que no revelan diferencias significativas con los niveles 9 a 7. La secuencia espacio-temporal para Amalda está representada en la Tabla 10. Con este proceso damos por realizado el primer paso de los cuatro necesarios para la reconstrucción ambiental de los entornos de Ekain, Erralla y Amalda, tras haber cotejado el porcentaje de cada una de las muestras polínicas de las tres cuevas y haber determinado una secuencia con relación al análisis polínico. El segundo y tercer paso conllevan el conocimiento del medio, de su geografía, su geología y su edafología. Por ello, optamos por utilizar la cartografía del Instituto Geográfico Nacional (escala 1: 25.000; hojas 63 (IV) Azkoitia y 64 (III) Villabona). Para los mapas geológicos utilizamos los expendidos por el Ente Vasco de la Energía (escala 1: 25.000; hojas 63 (IV) Azkoitia y 64 (III) Villabona). De esta manera se puede valorar el terreno geográfico y geológico a través de una línea recta que una las tres cuevas. Con los mapas ya montados, nos centramos en las especies vegetales que han resultado de los análisis polínicos y les buscamos una ubicación en ellos. Para la ubicación en altura y por condiciones geológicas y edafológicas de estas especies, utilizamos los cinco 65

Rodrigo Portero Hernández Muestra

AP %

NAP %

Cronología BP

Cronología Cal.BP

Nivel

4

15

85

20

80

21098 ± 617 19468 ± 499 19290 ± 350

IV

5

17580 ± 440 16200 ± 380 16090 ± 240

6

18

82

IV

7

10

90

IV

8

10

90

IV

9

12

88

IV

IV

Período climático DUPRÉ Dryas I, o enfriamiento LaugerieTursac Dryas I, o enfriamiento LaugerieTursac Dryas I, o enfriamiento LaugerieTursac Dryas I, o enfriamiento LaugerieTursac Dryas I, o enfriamiento LaugerieTursac Dryas I, o enfriamiento LaugerieTursac

Período climático SÁNCHEZ Dryas I

Período prehistórico

Dryas I

Solutrense Superior

Dryas I

Solutrense Superior

Dryas I

Solutrense Superior

Dryas I

Solutrense Superior

Dryas I

Solutrense Superior

Solutrense Superior

Tabla 10: Cuadro de datos de la cueva de Amalda (a partir de Dupré, 1990 y Sánchez, 1993ª).

paisajes de montaña que E. Guinea (1953) estableció en su estudio sobre la Geografía Botánica de Santander. Con esta información situamos las especies con relación a su altura y a su afinidad con los suelos, y establecemos su relación con las zonas de solana y umbría; esto es lo que se denomina “estudio de las catenas”, que nos ofrece datos precisos sobre la situación de las especies sobre el terreno (Tabla 11). Hay que indicar, sin embargo, que las altitudes a las que se representan estas especies, para épocas de intenso frío, posiblemente se encontraran en cotas más bajas, dado que en los periodos estudiados descendió la cota de altitud de las nieves

66

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola Especie

Altitud (metros)

Húmedos

Pinus silvestris

Hasta 2400 Hasta 2000 Hasta 1300 Hasta 1500 1000-1800

x

x

x

x

Pinus sp. Alnus Corylus Tilia Juniperus Betula Ulmus Quercus T. Pedunculata Quercus robur

Umbría

Valle o ladera

x x x x

x

x x

x x

400-800

x x

Cupressus

Hasta 1000 1200-1600

x

x

x

Salix

Hasta 1500 800-2500

x

x

Carpinus

50-1000

x

Ericaceae

Hasta 1800 Hasta 1200

x

Buxus

Ambos

x

Hasta 1200 Hasta 1800 Hasta 1000 Hasta 800

800-1000

Fraxinus

Silicícolas

x

Quercus petra

Abies

Calcícolas

x x x x x

x

x x

x x

x

x

x

x

x

x x

Tabla 11: Estudio de las catenas en especies representativas (a partir de Guinea, 1953).

perpetuas. Además, el paisaje sufrió una serie de cambios en cada uno de los periodos que hay que tener muy presentes. En general, las nieves perpetuas para el Paleolítico se pueden situar sobre los 1550 m.s.n.m. (ver, Gómez, 1981: 24).

67

Rodrigo Portero Hernández

De esta manera quedarían zanjados los pasos segundo y tercero que, dada su estrecha relación, hemos presentado conjuntos. Por último, y para finalizar con la reconstrucción ambiental de las tres cuevas, establecemos el espectro biológico de las especies más representativas de las muestras, tal y como indicamos en la Tabla 12, donde se refleja cuándo florecen y dan fruto las especies representadas. Fuera de este análisis quedarán las especies de pradera (tubuliflores, liguliflores, filicales, etc.) que, aunque son mayoritarias predominando, por lo tanto, un paisaje abierto-, en las gráficas polínicas suelen aparecer sobrerrepresentadas y no ofrecen datos tan importantes para nuestro estudio como lo son los aportados por las especies arbóreas y arbustivas.

Especie Corylus Quercus Alnus Abies Betula Juniperus Tilia Pinus Fraxinus Cupresus Ulmus Carpinus Salix Buxus Ericaceae

Ene

Feb

Mar

Abr

May

Jun

Jul

Ago

Sep

Oct

Nov

Dic

Tabla 12: Espectro biológico de las especies más representativas (a partir de Gómez, 1983).

68

Florece Da fruto

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

Con toda la información recopilada sobre el medio vegetal (polen, geología, geografía y biología) reconstruimos la cobertera vegetal del entorno de Ekain, Erralla y Amalda (Gráficas 10, 11, 12 y 13). Para ello, y en relación con los cortes geográficos, establecemos tres distancias: - distancia A-B (Ekain-Erralla), 8,3 km. - distancia B-C (Erralla-Amalda), 3,9 km. - distancia C-A (Amalda-Ekain), 5,6 km. Sobre estos tres cortes incluimos la geología de la zona, lo que nos permite distinguir los tipos de suelos, para así poder reconstruir la cobertera lo más fielmente posible (Gráficas 7, 8 y 9). Por último, reconstruimos la cobertera vegetal en torno a los tres cortes, teniendo en cuenta todos los pasos hasta ahora dados. Para ello, y dado que los análisis polínicos y las cronologías de 14C corresponden a momentos muy concretos, hemos optado por realizar la reconstrucción de la cobertera vegetal en dos momentos, ca. de 19500 cal BP el primero, y ca. del 14000 cal BP el segundo. Para el primer momento escogido, (Graficas 10, 11 y 12)4, encontramos que las tres cuevas están activas; sin embargo, para el segundo (Gráfica 13), tan sólo contamos con actividad documentada en Ekain y Erralla. Debido a la estrecha relación existente entre la flora y la fauna, la información obtenida sobre la flora de las tres cuevas se contrastará en el siguiente capítulo con la publicada sobre la fauna. Esto nos dará valores indicativos de los movimientos de los grupos humanos que habitaron la región.

4

En la gráfica 11 especies como el abeto, el abedul, o el aliso aparecen en la leyenda y no en el gráfico, dado que son especies silicícolas y el corte realizado no cruza ninguna zona silicícola. Estas tendrán que situarse en una región no determinada cercana a este corte.

69

Rodrigo Portero Hernández

Gráfica 7: Corte geográfico A-B (Ekain-Erralla) en el que se señala su geología (a partir del MTN: 25.000 hojas 63-III y 64-III y la cartografía del Ente Vasco de la Energía, 1: 25.000 hojas 63-III y 64-III).

Gráfica 8: Corte geográfico B-C (Erralla-Amalda) en el que se indica su geología (a partir del MTN: 25.000 hojas 63-III y 64-III y la cartografía del Ente Vasco de la Energía, 1: 25.000 hojas 63-III y 64-III).

70

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

Gráfica 9: Corte geográfico C-A (Amalda-Ekain) en el que se indica su geología. (a partir del MTN: 25.000 hojas 63-III y 64-III y la cartografía del Ente Vasco de la Energía, 1: 25.000 hojas 63-III y 64-III).

71

72

Gráfica 10: Reconstrucción de la cobertera vegetal en el corte A-B (Ekain-Erralla) hacia ca. del 19500 cal BP.

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

Gráfica 11: Reconstrucción de la cobertera vegetal en el corte B-C (Erralla-Amalda) hacia ca. del 19500 cal BP.

73

74

Gráfica 12: Reconstrucción de la cobertera vegetal en el corte C-A (Amalda-Ekain) hacia ca. del 19500 cal BP.

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

Gráfica 13: Reconstrucción de la cobertera vegetal en el corte A-B (Ekain-Erralla) hacia ca. del 14500 cal BP.

75

Rodrigo Portero Hernández

5. LA ARQUEOZOOLOGÍA Podemos definir la Arqueozoología como una disciplina que estudia las relaciones entre el ser humano y el mundo animal en el Pasado. Se trata de una ciencia que utiliza métodos de la Paleontología (osteología, tafonomía, anatomía comparada, etc.), y su objeto de estudio es muy diverso, llegando a englobar investigaciones acerca de la domesticación, de la alimentación humana, de los ritos funerarios o de las manifestaciones artísticas (Chaix y Méniel, 2005: 15). La Arqueozoología nos va a posibilitar un mayor conocimiento sobre la estrategia económica y el modo de captación de los recursos alimenticios de origen animal por los grupos humanos. Los estudios arqueozoológicos nos permiten conocer las especies que han sido llevadas por dichos grupos al yacimiento (caza, recolección, carroñeo, etc.) para su consumo y las que han sido introducidas por otros agentes (aves, carnívoros, etc.). En nuestra investigación nos centraremos en la relación ser humano-fauna, que produce una movilidad en base a un plano económico, es decir, a la captación de recursos. Además, existe una estrecha relación entre fauna y flora; en este sentido, la fauna se moverá en función de los recursos alimenticios. Algunos estudios sobre fauna actual han permitido determinar la composición de la dieta de determinadas especies como el ciervo (Garín et al., 2001). Con este tipo de estudios y tras haber realizado una reconstrucción de la cobertera vegetal del entorno, se puede establecer en qué cotas de altitud se encuentra una determinada especie a lo largo de todo el año. También hay estudios que han contemplado la situación de estos animales en base a sus migraciones (Clark 1976; Gómez, 1983). De esta forma, se puede establecer un tipo de movilidad en base a la dieta, pero también es posible determinar la ocupación de un yacimiento, es decir, su funcionalidad en relación con el tipo de habitación. Esto se realiza a través de ciertos marcadores faunísticos 76

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

(como por ejemplo, las aves estacionales). También por extrapolación, basándose en los periodos de nacimiento de una determinada especie, se puede establecer en qué estación del año fueron cazados y deducir la presencia humana en el yacimiento en un determinado periodo (Chaix y Méniel, 2005). El estudio de la fauna también permite documentar relaciones entre yacimientos de una misma región, distinguiendo entre lugares de consumo (campamentos base) y lugares de adquisición (cazaderos) (Chaix y Méniel, 2005: 194-195). La Arqueozoología cuenta con algunas limitaciones. Así, el modo de operar del investigador depende del papel que se le asigne en los programas de investigación, a lo que se le une la gran variedad conceptual, metodológica y analítica de dicha disciplina (Morales, 1997). Los problemas que presentan los estudios faunísticos de cada uno de los yacimientos que analizamos serán comentados en los diferentes apartados que tratamos a continuación. 5.1. La fauna del yacimiento de Ekain Los datos referentes a la fauna del yacimiento de Ekain se encuentran sintetizados en la Tabla 13. 5.1.1. Los macromamíferos Por lo que se refiere a los macromamíferos, los ungulados son la principal fuente de alimentación en todos los niveles del yacimiento que hemos considerado para nuestro estudio (niveles VII y VI) (Tabla 14 y Gráfica 14). J. Altuna y K. Mariezkurrena (1984) suponen que estos animales eran cazados.

77

78

Tabla 13: Fauna del yacimiento de Ekain de los niveles magdalenienses (a partir de Altuna, 1984). MI: Magdaleniense Inferior; MS: Magdaleniense Superior.

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola Nivel VII VI Total

C. elaphus 650 47 697

E. ferus 6 0 6

C. pyrenaica 81 160 241

R. rupicapra 8 9 17

Bovidae 9 3 12

R. tarandus 0 4 4

C. capreolus 9 2 11

Tabla 14: Número de restos de los ungulados de Ekain por nivel y su total por especie y por nivel (a partir de Altuna y Mariezkurrena, 1984).

Nivel VII Bovidae 1,17%

E. ferus 0,78%

C. C. R. capreolus pyrenaica rupicapra 1,17% 10,61% 1,04%

C. elaphus 85,19%

Bovidae 1,33%

C. capreolus 0,88% C. elaphus 20,88%

Nivel VI

R. rupicapra 4%

R. tarandus 1,77%

C. pyrenaica 71,11%

Gráfica 14: Porcentaje de la composición de los ungulados cazados en Ekain en relación al número de restos por niveles (ver Tabla 14).

79

Total 763 225 988

Rodrigo Portero Hernández

Teniendo en cuenta el número de restos (de aquí en adelante, NR), todos identificables, en el nivel VII (Magdaleniense Inferior) la especie más consumida es el ciervo (85%); en el nivel VI, sin embargo, es la cabra montés (70%). En cuanto a la edad a la que eran abatidas las presas, para el nivel VII encontramos que, de 44 ungulados, 20 son adultos y 24 juveniles. De los 24 juveniles, 18 son cervatillos, tres son cabritos, dos son crías de sarrio y una es de caballo. De los 18 cervatillos, 16 fueron abatidos durante su primer mes de vida, siendo cazados hacia el mes de junio; los otros dos tenían tres o cuatro meses de vida, por lo que fueron abatidos también en su primer verano o a comienzos del otoño. En el caso de la cabra, sólo se ha podido determinar la muerte en un caso: un cabrito de tres ó cuatro meses, que se cazó en verano o en otoño. Todo esto lleva a J. Altuna y K. Mariezkurrena (1984: 237238) a afirmar que el carácter de la cueva en este momento es estacional, durante los meses cálidos del año. La mayor parte de los animales (muchos, como hemos dicho, infantiles) eran traídos enteros. Para el nivel VI (Magdaleniense Superior), es más difícil dilucidar si la cueva era habitada durante todo el año o se ocupaba de forma estacional, ya que sólo se ha podido estimar la muerte de dos cervatillos al poco de nacer, y otro más cuando tenía tres o cuatro meses de vida (aprox. en el mes de septiembre). En el caso de la cabra, la mayor parte de los restos pertenecían a cabras adultas. Ahora, los animales se descuartizan en los lugares de caza y se acarrean las partes seleccionadas. La presencia del reno en la secuencia, aunque con escasos restos, podría indicar un momento frío que tiene su correlación con lo visto en los análisis polínicos. Los restos de carnívoros y lagomorfos son escasos y no nos ofrecen información que podamos utilizar para nuestro estudio sobre la movilidad.

80

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

5.1.2. Los micromamíferos Para el caso de los micromamíferos (Tabla 15; Gráfica 15), estudiados por J. Zabala (1984), su importancia radica en que son indicadores climáticos y estacionales. Se han documentado 10 especies, de las cuales sólo el murciélago (Myotis myotis) pudo haber llegado por sí mismo a la cavidad, mientras que el resto posiblemente fueron introducidos por rapaces nocturnas. La rata (Arvicola sp.) es el micromamífero más representado en ambos niveles, con el 81,5% para el nivel VII y el 88,1% para el nivel VI. Salvo el topo y la musaraña (que pueden habitar en zonas boscosas), todas son especies de campo abierto. Los espectros faunísticos indican suelos húmedos, incluso encharcados, a causa de la presencia del topo nórdico (Microtus oeconomus). Parece que durante todo el tiempo de formación del depósito el paisaje fue abierto, ya que el topo y la rata aparecen documentados en todos los niveles. Un periodo frío se daría durante la formación de los niveles VII y VI (Magdaleniense Inferior y Superior), debido a la presencia del topo nórdico y del topo nival.

Nivel VII VI Total

T. europaea 58 19 77

Sorex M. M. M. Pitymys Arvicola sp. agrestis/arvalis oeconomus nivalis sp. sp. 4 3 19 4 4 406 0 2 5 0 0 194 4 5 24 4 4 600 Tabla 15: Número de restos de mircrofauna de Ekain por especie y por niveles (a partir de Zabala, 1984).

81

Total 498 220 718

Rodrigo Portero Hernández

Nivel VII

T. europaea 11,64%

Sorex sp. 0,8% M. agrestis/arvalis 0,6% M. oeconomus 3,81% Pytimys 0,8%

Arvicola 81,52%

M. nivalis 0,8%

Nivel VI T. europaea M. 8,63% agrestis/arval is 0,9%

M. oeconomus 2,27% Arvicola 88,18%

Gráfica 15: Porcentajes de la composición de micromamíferos de Ekain por niveles, teniendo en cuenta el número de restos (ver Tabla 14).

5.1.3. La malacofauna Contando solamente con un resto de Patella depressa en el nivel VII (Leoz y Labadía, 1984), la malacofauna de Ekain no ofrece información relevante para nuestro estudio.

82

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

5.1.4. La avifauna (Tabla 16; Gráfica 16) En el nivel VII (Magdaleniense Inferior), A. Eastham (1984) nos indica que predominan los restos de chova alpina (54,8%), lo que le hace pensar que esta especie residía permanentemente en las inmediaciones de la cueva, incluso en momentos de ocupación humana. La presencia de una gran cantidad de huesos de pequeños pájaros cantores podría indicar, según la autora, que o bien fueron llevados por el grupo (en verano), o que su presencia en la cueva tuvo que ver con uno de sus predadores, el cernícalo común (Falco tinnunculus). Para el nivel VI (Magdaleniense Superior), el 100% de los restos de ave pertenecen a la chova. La conclusión a la que llega A. Eastham (1984: 333), es que las aves de los niveles VII y VI de Ekain no fueron consumidas por los grupos humanos. 5.1.5. La herpetofauna (Tabla 17) Los restos analizados por B. Sanchiz (1984) son muy escasos y no permiten una atribución climática específica. 5.1.6. La ictiofauna En el nivel VI (Magdaleniense Superior) se citan ocho restos de salmónidos (Altuna y Mariezkurrena, 1984: 249).

83

Rodrigo Portero Hernández Especie

VII

VI

Total

2 0 Anas platyrrhyncos 2 2 0 Falco tinnunculus 2 53 25 Pyrrhocorax graculus 78 1 0 Garrulus glandarius 1 15 0 Hirundo rustica 15 1 0 Anthus spinoletta 1 2 0 Oenanthe oenanthe 2 1 0 Turdus philomenos 1 1 0 Parus major 1 13 0 Emberiza calandra 13 2 0 Emberiza citrinella 2 2 0 Enberiza sp. 2 1 0 Chloris chloris 1 2 0 Passer domesticus 2 Total 98 25 123 Tabla 16: Avifauna de los niveles de Ekain, según el número de restos (a partir de Eastham, 1984).

Nivel

Rana sp.

Bufo bufo

Rana dalmatina

Colubridae

Rana temporaria

Total

VII

10

14

1

1

2

28

VI

60

2

5

0

0

67

Total

70

16

6

1

2

95

Tabla 17: Herpetofauna de los niveles de Ekain, según el número de restos (a partir de Sanchiz, 1984).

84

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola Enberiza sp. C. chloris Nivel VII 2% 1% P. domesticus E. calandra E. 2% F. tinnunculus 13% citrinella 2% T. 2% philomenos 1% P. major 1% O. oenanthe 2% A. spinoletta 1%

A. platyrrhyncos 2%

P. Graculus 54,8%

H. rustica 15,2%

G. glandarius 1% Gráfica 16: Porcentajes de avifauna del nivel VII de Ekain a partir del número de restos (Ver Tabla 16). El nivel VI no se ha representado debido a que el 100% de los restos pertencen a P. Graculus.

5.2. La fauna del yacimiento de Erralla (Tabla 18) 5.2.1. Los macromamíferos Los ungulados, según J. Altuna y K. Mariezkurrena (1985), serían la base de subsistencia (caza) de los pobladores del yacimiento (Tabla 19; Gráfica 17). En el nivel V (Magdaleniense Inferior), y siguiendo el NR, la cabra montés es la especie más abundante y alcanza casi el 90%. El ciervo está apenas representado (7,5%). La cabra fue cazada durante los meses templados del año, a excepción de uno o dos individuos, que fallecieron en invierno. Por lo que respecta al ciervo, se

85

86

Tabla 18: Fauna del yacimiento de Erralla de los niveles magdalenienses (a partir de Altuna et al.,1985). MI: Magdaleniense Inferior; MS: Magdaleniense Superior.

Rodrigo Portero Hernández

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

Continuación de la Tabla 18

87

Rodrigo Portero Hernández Nivel V III-I Total

C. elaphus 198 48 246

E. ferus 1 5 6

C. pyrenaica 2375 132 2507

R. rupicapra 83 65 148

Bos/Bison 1 4 5

R. tarandus 1 4 5

C. capreolus 2 3 5

Total 2661 261 2922

Tabla 19: Ungulados de los niveles de Erralla, según el número de restos determinados (a partir de Altuna y Mariezkurrena, 1985).

Bos/Bison 0,03% R. rupicapra 0,03%

R. Tarandus 3,11%

Nivel VC. elaphusC. capreolus 7,44%

0,07% E. ferus 0,03%

C. pyrenaica 89,25%

Bos/Bison 1%

Nivel III-I R. Tarandus 2%

C. capreolus 1% C. elaphus 18%

R. rupicapra 25%

E. ferus 2%

C. pyrenaica 51%

Gráfica 17: Porcentajes de ungulados de los niveles de Erralla, a partir del número de restos (ver tabla 18).

88

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

documentaron cinco dientes de leche y algunos fragmentos óseos de dos individuos cazados durante el primer mes de vida. En el caso de estos dos animales y teniendo en cuenta el número mínimo de individuos (a partir de ahora NMI), la información sobre el despiece muestra cómo los cuartos traseros y delanteros son los más representados (con la excepción del asta de ciervo con el que se fabrican las azagayas). Por lo que se refiere al sarrio, es el tronco lo que más aparece representado. La presencia de reno (aunque con un único resto) podría indicar un momento frío que se corresponde con la fase del Dryas I (GS2), documentada en los análisis polínicos. En el Magdaleniense Superior (niveles III-II)5, el porcentaje de la cabra apenas supera el 50%, seguida por sarrio y el ciervo, ungulados muy poco representados en el periodo anterior. Tres de las cabras fueron abatidas en su primer verano de vida. Un ciervo y un sarrio lo fueron en su primer mes. En este periodo, la cabra y el sarrio habrían sido llevados enteros a la cueva. En el caso del ciervo, su cuerpo no siempre era traído entero. En este momento encontramos cuatro restos de reno que pueden indicar un momento frío que contrasta con la atribución climática del Alleröd que se determinó en los análisis polínicos. Puede que su presencia (aunque escasa) tenga que ver con el momento de empeoramiento climático documentado a partir de las muestras 18 y 14 (Boyer-Klein, 1985: 46). La mayor parte de los datos indican, sin embargo, una caza en los meses templados del año, tanto para el Magdaleniense Inferior, como para el Magdaleniense Superior (Altuna y Mariezkurrena, 1985: 115). Sin embargo, no se puede descartar un hábitat más prolongado, dado el volumen de los restos y la fiabilidad de que en esta cueva se 5

En este caso, incluimos para el análisis de los macromamíferos el nivel II del yacimiento, ya que J. Altuna y K. Mariezkurrena (1985) no realizan una separación de los mismos por niveles, sino que lo hacen por periodos culturales.

89

Rodrigo Portero Hernández

cazaron tanto machos como hembras y la existencia de de al menos dos individuos muertos en época invernal (Altuna y Mariezkurrena, 1985: 94). Los restos de carnívoros y lagomorfos son escasos y no nos ofrecen información que podamos utilizar para nuestro estudio sobre la movilidad. 5.2.2. Los micromamíferos (Tabla 20 y Gráfica 18) Los micromamíferos del yacimiento, estudiados por E. Peman (1985), fueron introducidos en la cueva por las rapaces, a excepción del murciélago. La rata (Microtus gr. ratticeps-malei) es la especie más abundante (según el NR). En el nivel V (Magdaleniense Inferior), la presencia de Apodemus sp. nos indicaría la aparición de ciertos espacios forestales. Sin embargo, Microtus gregalis es una especie típica de tundra. Este nivel se correlaciona con el Pre-Bölling. En el nivel III (Magdaleniense Superior), la presencia de Sorex gr. araneus-articus y Microtus gr. ratticeps-malei indicaría un medio húmedo y fuertemente frío. Microtus gregalis también está presente. Este nivel se adscribiría al Bölling (GI1). 5.2.3. La malacofauna Los moluscos marinos fueron estudiados por J. Altuna (1985b) (Tabla 21). Sólo se documentaron en el nivel V (Magdaleniense Inferior). La mayoría son especies recogidas por su valor alimenticio. Según el NR, el 85% son lapas (Patella vulgata). Mucho menos representados están Littorina littorea y Osilinus lineatus (13%). Estas especies se recogieron en zonas rocosas, en la zona intermareal. El resto de las especies citadas han sido llevadas al

90

V

Nivel

5

0

5

S. minutus

279

5

274

T. europaea

1489

7

1482

S. araneus

2

2

0

Myotis

989

21

968

M. agrestisarvalis

2938

28

2910

M. raticepsmalei

136

7

129

M. nivalis

4

2

2

M. gregalis

1392

15

1377

Pitymys sp.

287

2

285

Arvicola sp.

1

1

0

Crocidura russula

30

1

29

Neomys fodiens

3

3

0

G. glis

16

8

8

Apodemus sp.

102

7469

Total

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

III

T. europaea Nivel 4,90% M. C. russula N.Apodemus myotis 0,98% 1,96% fodiens sp. 0,98%7,84% Arvicola sp. 1,96% Pitymys sp. 14,70%

III

G. glis 2,94%

M. raticepsmalei 27,45%

M. agrestisarvalis 20,58%

S. araneus 6,86%

7571

Total

M. agrestisarvalis 12,96%

Tabla 20: Número de restos de micromamíferos de Erralla por especie y por niveles (a partir de Peman, 1985).

T. europaea 3,66%

S. araneus 19,84%

Nivel V

M. raticepsmalei 38,96%

Apodemus S. minutus sp. 0,06% 0,1% Arvicola sp. N. fodiens 3,81% 0,38% Pitymys sp. 18,43%

M. gregalis 0,02% M. nivalis 1,72%

M. gregalis 1,96%

M. nivalis 6,86%

Gráfica 18: Porcentajes de la composición de micromamíferos de Erralla en relación al número de restos por niveles (ver Tabla 20).

91

Rodrigo Portero Hernández Nivel V Total

P. vulgata 156 156

P. maximus 2 2

L. littorea 23 23

O. lineatus 1 1

N. reticulatus 1 1

D. vulgare 1 1

Total 184 184

Tabla 21: Malacología marina de los niveles de Erralla, según el número de restos (a partir de Altuna, 1985).

yacimiento por otros motivos (adorno, etc.). Suponemos que fueron recogidas en las playas, una vez que el animal había muerto. 5.2.4. La avifauna A. Eastham (1985) determina casi una cuarentena de especies de aves en los niveles magdalenienses (Tabla 22 y Gráfica 19). Durante el Magdaleniense Inferior (nivel V), la variedad de especies se agrupa ecológicamente, de forma que quedan reflejados los diferentes hábitats que se dan alrededor de la cueva. Las especies acuáticas son escasas y contamos con dos restos de archibebe común (Tringa totanus) que, sobre todo en invierno, se encuentra en zonas de costa. También se han documentado dos huesos de fumarel común (Chlidonias niger), ave que puede habitar en las marismas, pero también en pantanos y lagunas. Hay que añadir dos huesos de ánade real (Anas platyrrhincos) y otros dos de carricero común (Acrocephalus scirpaceus). Estas aves se localizan en lagos y cauces fluviales. En este nivel se documentaron 18 restos de perdiz nival (Lagopus mutus), especie indicadora de clima frío. La alondra (Alauda arvensis) sería residente permanente en Erralla. Existe una gran variedad de huesos de pájaros de pequeño tamaño: golondrinas, alcaudones, torcecuellos, etc., aves migratorias que indicarían una ocupación de la cueva en la primavera y el verano.

92

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola Especie Anas platyrrhyncos Aquila sp. Accipiter gentilis Falco subbuteo Falco naumanii Falco tinnunculus Lagopus mutus Alectoris rufa Perdix perdix Coturnix coturnix Tringa totanus Chlidonias niger Columba livia Nyctea scandiaca Asio otus Strix aluco Jynx torcuilla Lullula arbórea Alauda arvensis Hirundo rustica Lanius minor/excubitor Acrocephalus scirpaceus Oenanthe oenanthe Turdus merula Turdus iliacus Turdus philomelos Turdus viviscivorus Emberiza calandra Emberiza citrinella Emberiza cirlus Chloris chloris Carduelis carduelis Passer domecticus Sturnus vulgaris Garrulus glandarius Pyrrocorax graculus Total

V 2 2 2 1 1 3 18 10 1 2 2 2 22 2 1 2 1 6 20 9 2 2 4 11 3 1 8 5 9 2 3 1 5 1 2 432 600

III-I 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 2 1 0 5 0 0 2 0 22 34

Total 2 2 2 1 1 4 18 10 1 2 2 2 22 2 1 2 1 6 20 9 2 2 4 11 3 2 8 7 10 2 8 1 5 3 2 454 634

Tabla 22: Número de restos de avifauna de Erralla por especie y por niveles (a partir de Eastham, 1985).

93

Rodrigo Portero Hernández T. viviscivorus P. domecticus E. citrinella Nivel 1,33% 0,83% 1,50% T. iliacus E. calandra C. chloris 0,50% 0,50% 0,83%

V

H. rustica T. merula O.1,83% oenanthe 1,50% 0,66%

P. graculus 72,09%

A. arvensis 3,33% L. arbórea 1,00% C. livia 3,66% A. rufa 1,66% F. tinnunculus L. mutus 0,50% 3,00%

Otros* 5,24%

Nivel III F. tinnunculus 2,94%

T. philomelos 2,94% E. calandra 5,88%

E. citrinella 2,94%

C. chloris 14,70% P. graculus 64,71% S. vulgaris 5,88%

Gráfica 19: Porcentajes de la composición de avifauna de Erralla en relación al número de restos por niveles (ver Tabla 22).

94

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

Para el Magdaleniense Superior (niveles III a I) 6, los restos de aves son mucho más escasos que en el periodo anterior. La especie predominante es la chova (65%). A. Eastham (1985: 68) indica que los huesos de los niveles V y III-I carecen de marcas de carnicería. Sin embargo, señala que las aves formaron parte de la dieta de los grupos humanos, tanto en el Magdaleniense Inferior como en el Magdaleniense Superior. La única especie que habita exclusivamente en la costa es el archibebe común (Tringa totanus) (representada en el yacimiento por dos huesos del ala, una ulna y un carpo-metacarpo). Sin embargo, ante la ausencia de estudios tafonómicos detallados, consideramos que no podemos señalar si se abatió al ave con fines alimenticios, o se hizo para obtener sus plumas. Tampoco podemos descartar que su presencia en la cueva se debiese a otros depredadores (carnívoros, etc.). 5.2.5. La herpetofauna (Tabla 23) La información publicada por M. Esteban y B. Sachiz (1985) indica que todas las especies que se encontraron en los dos periodos estudiados fueron introducidas en la cueva por las rapaces. Nivel

B. bufo 30

R. dalmatina 23

B. calamita 7

Bufo sp. 9

R. temporaria 130

A. obstentricans 1

Total

V

Rana sp. 5

III-I

6

0

0

0

0

3

0

9

Total

11

30

23

7

9

133

1

214

205

Tabla 23: Herpetofauna de los niveles de Erralla, según el número de restos (a partir de Esteban y Sanchiz, 1985).

6

A. Eastham (1985) no hace una distinción de la fauna por niveles, sino por periodos culturales, por lo que incluimos aquí los niveles II y I además del III. Así, todas las especies que se citan en este apartado estarían representadas en los tres niveles.

95

Rodrigo Portero Hernández

5.3. La fauna del yacimiento de Amalda (Tabla 24) 5.3.1. Los macromamíferos Siguiendo a J. Altuna (1990c), para el caso de los ungulados (Tabla 25 y Gráfica 20) la especie más representada en el nivel IV (Solutrense Superior), según el NR, es el sarrio (63%), seguido muy de lejos por la cabra y el ciervo. En cuanto a la edad, el número de animales cazados en el primer verano de su vida es importante. Las partes del cuerpo transportadas indican que se acarreaba a la cueva más veces la pieza entera del sarrio que la de cabra y ciervo. En este nivel se documentaron, además, el reno y el megaloceros, especies que indican clima frío, aunque cada uno de ellos está representado por un resto (una falange y un metatarso, respectivamente). También se documentó un resto de jabalí (un canino superior), ungulado que indica ambientes templados. La presencia de reno y jabalí en la misma secuencia, dada su incompatibilidad, puede responder a una contaminación de materiales, como afirma J.M. Quesada (1997), o bien, como indica J. Altuna (1995), se explicaría a causa de la gran biodiversidad que ofrece un paisaje en el que la costa y la montaña estaban próximas. Parece que la situación y la difícil accesibilidad a la cavidad es lo que podría explicar que el sarrio se aportara entero al yacimiento en el periodo estudiado, ya que al ser un animal de roquedo se encontraría en las inmediaciones de la cueva, mientras que el resto de los ungulados serían troceados en el lugar de caza, probablemente porque tendrían que ser llevados ladera arriba hasta la cavidad. J. Yravedra (2007), tras realizar un estudio tafonómico de los restos óseos (marcas de carnicería frente a mordeduras de carnívoro) del nivel IV, concluye que el ciervo siempre sería aportado por los grupos humanos, mientras que la cabra y el sarrio, sólo lo serían de forma esporádica, mientras que en otras ocasiones llegarían allí por otros medios. 96

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

Tabla 24: Fauna del yacimiento de Amalda del nivel IV (a partir de Altuna, Baldeon y Mariezkurrena, 1990). S: Solutrense Superior.

97

Rodrigo Portero Hernández Nivel IV Total

C. elaphus 144 144

E. ferus 2 2

C. pyrenaica 134 134

R. rupicapra 503 503

Bovini 9 9

R. tarandus 1 1

C. capreolus 1 1

S. scrofa 5 5

Megaloceros

Total

1 1

800 800

Tabla 25: Ungulados de los niveles de Amalda, según el número de restos (a partir de Altuna, 1990).

Bovini 1,12%

R. tarandus 0,12%

Nivel IV

S. scrofa 0,62%

Megaloceros 0,12%

C. capreolus 0,12% E. ferus 0,25%

C. elaphus 18%

C. pyrenaica 16,75% R. rupicapra 62,87%

Gráfica 20: Porcentajes de los ungulados de los niveles de Amalda, según el número de restos (ver tabla 26).

En un trabajo posterior, J. Altuna y K. Mariezkurrena (2010: 227) apuntan que la presencia de restos de rebeco en este nivel se debe fundamentalmente a la acción humana, y que si sus huesos no conservan más marcas de carnicería es a causa de la gran fragmentación del conjunto faunístico. Por otro lado, Yravedra (2010) propone, en base al amplio porcentaje de marcas de diente en los huesos de sarrio (42%), la gran presencia de elementos axiales y la escasez de marcas de corte, que el aporte de óseo fue en su gran

98

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

mayoría por carnívoros de entre los cuales el leopardo podría ser el principal responsable. J. Altuna (1990c: 181) nos indica que la cantidad de carne que proporcionarían todos estos animales seria de 2185 kg. Con ella se puede abastecer a 15 personas durante año y cuarto. J. Yravedra (2007) propone, en base a su estudio, que la cueva mostraría una ocupación muy limitada en el tiempo, restringida a los meses de verano-otoño. Un dato importante es que estos análisis se hacen sobre el NMI (que es siempre menor que el real), que no se excava la totalidad del nivel y que los grupos consumían otros recursos alimenticios de los que no tenemos constancia en el registro arqueológico (Altuna, 1990c: 158). En cuanto a los carnívoros y lagomorfos (Tabla 26 y Gráfica 21), se han obtenido un total de 71 restos. Es importante el porcentaje de restos de zorro en dicho nivel, ya que este animal sería el que mordería los huesos de sarrio tras su aporte a la cueva (Altuna, 1990c, 2010; Yravedra, 2007, 2010).

Nivel

C. lupus

V. vulpes

U. spelaeus

Total

IV

9

27

35

71

Total

9

27

35

71

Tabla 26: Número de restos de carnívoros de Amalda por especies y niveles (a partir de Altuna, 1990).

99

Rodrigo Portero Hernández

Nivel IV

C. lupus 13% U. spelaeus 49% V. vulpes 38%

Gráfica 21: Porcentajes de los carnívoros de los niveles de Amalda, según el número de restos (ver tabla 26).

5.3.2. Los micromamíferos (Tabla 27 y Gráfica 22) En su estudio, E. Peman (1990) indica que, en el nivel IV, la especie más representada (según el NR) es el Microtus agrestis-arvalis (48,6%), seguida por el Microtus oeconomus (11,3%). El alto porcentaje de estas dos especies indicaría un clima frío y seco, lo que está en correlación con lo que venimos observando en los análisis polínicos. El nivel IV muestra un clima frío. Sin embargo, en la parte superior del nivel se aprecia un cambio, al aumentar los indicadores de humedad y de forestación. Aquí se documentan especies como Apodemus sp., además del murciélago. El grado de diversidad es alto,

100

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola Especies Nivel IV T. europea 1 S. minutus 3 Myotis sp. 2 M. agrestis-arvalis 403 M. oeconomus 94 M. nivalis 22 Pitymys sp. 85 Chiroptera sp. 1 P. lusitanicus 7 P. pyrenaicus 75 Neomys sp. 4 S. araneus 79 Crocidura sp. 5 Apodemus sp. 15 P. lenki 2 A. terrestres 31 Total 829 Tabla 27: Número de restos de micromamíferos de Amalda por especies del nivel IV (a partir de Peman, 1990).

Apodemus sp. P. lenkin 1,80% 0,24% S. Araneus 9,53% Crocidura sp. Neomys sp. 0,60% 0,48%

Nivel IV

A. terrestris 3,73%

S. minutus 0,36% T. europaea 0,12%

M. Myotis 0,24%

P. pirenaicus 9,05% M. agrestis-arvalis 48,64%

Chiroptera 0,12%

P. lusitanicus 0,84% M. nivalis Pytimys sp. 2,65% 10,26%

M. oeconomus 11,34%

Gráfica 22: Porcentajes de la composición de microfauna de Amalda en relación al número de restos (ver tabla 27).

101

Rodrigo Portero Hernández

y en conjunto, este nivel parece desarrollarse en condiciones climáticas benignas. 5.3.3. La malacofauna (Tabla 28) El NR de los moluscos de Amalda, estudiados por A. Borja (1990), son escasos (n=36). Además, apenas hay información tafonómica sobre ellos (sólo si existen modificaciones antrópicas o no). Entre los moluscos marinos, se citan escasos restos de la especie Littorina littorea (n=15) y Patella sp. (n=2), gasterópodos recogidos probablemente por su valor alimenticio. También hay dos restos del bivalvo Mytilus sp. (mejillón). Estas especies habitan sobre las rocas en la zona intermareal. El resto está formado por especies cuyas conchas aparecen en algunos casos perforadas por la acción antrópica (por ejemplo, Trivia sp. y Littorina obtusata) (Álvarez-Fernández, 2006). También se citan ocho restos de moluscos terrestres en el nivel IV. Su hallazgo está vinculado a un periodo húmedo. Consideramos que los datos son escasos para llegar a esta conclusión (por ejemplo, desconocemos a qué especies pertenecen).

Nivel

Moluscos Fragmentos Total Terrestres no id. 2 1 15 2 6 8 2 IV 36 Total 2 1 15 2 6 8 2 36 Tabla 28: Malacofauna marina y terrestre de los niveles de Amalda, según el Género (a partir de Borja 1990). Patella

Gibbula

Littorina

Trivia

102

Mytilus

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

5.3.4. La avifauna (Tabla 29 y Gráfica 23) La avifauna de Amalda fue estudiada por A. Eastham (1990). En el nivel IV, las chovas representan el 62% del NR y las palomas, el 18%. En este nivel no hay restos de grandes predadores, solo de cernícalo, de halcón peregrino y de cárabo común (con escasos restos). Una de las especies más importantes, aunque sólo representada con un resto óseo, es la collalba gris. Se trata de un ave migratoria, quizá cazada en verano. Según la autora, la distribución de los restos de estas especies indica que las aves eran cazadas probablemente con fines alimenticios. Sin embargo, no menciona si en ellas existen marcas de carnicería. A nuestro parecer, las aves no debieron jugar un papel importante en la alimentación de estos grupos. 5.3.5. La ictiofauna El número de restos de peces para los niveles de estudio es muy escaso, con tan sólo dos restos para el nivel IV, ambos vértebras de salmónidos indeterminados. Para A. Morales y E. Rosello (1990), y teniendo en cuenta el análisis de sus bandas de crecimiento, fueron pescados en primavera-verano. Por último, queda resaltar que Amalda no cuenta con un estudio herpetológico, como sí lo tienen Ekain y Erralla.

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Rodrigo Portero Hernández Especie Nivel IV A. platyrrhyncos 2 C. livia 16 S. aluco 1 G. cristata 1 O. oenanthe 1 T. merula 2 E. calandra 2 P. pica 9 C. corax 1 P. pyrrhocorax 56 Total 91 Tabla 29: Número de restos de avifauna de Amalda por especie y por niveles (a partir de Eastham, 1990).

A. platyrrhyncos 2,20%

S. aluco 1,10%

Nivel IV

C. livia 17,58%

G. cristata 1,10% O. oenanthe 1,10% T. merula 2,19%

P. pyrrhocorax 61,53%

E. calandra 2,19% P. pica 9,89% C. corax 1,10%

Gráfica 23: Porcentajes de la composición de avifauna de Amalda en relación al número restos por niveles (ver Tabla 29).

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La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

6. LAS INDUSTRIAS LÍTICAS Y ÓSEAS Las industrias líticas y óseas cuentan con la dualidad de ser elementos de carácter tanto espacial, como cultural (Mangado, 2006: 79). Esto quiere decir que pueden ser estudiadas en cuanto a su captación como materias primas, desde el punto de vista geográfico y, para el caso de la industria lítica, geológico y petrológico. También pueden ser estudiadas desde el punto de vista cultural, ya que el hecho de transformar la materia (sílex, cuarcita, asta…) en útil (raedera, perforador, varilla…) por parte del ser humano, hace que esa materialidad se convierta en un transmisor cultural. Esto nos permite reconocer el ámbito cronológico y cultural en el que se sitúan a través de su tipología o tecnología. La fabricación de útiles responde, además, a una necesidad del grupo humano, ya sea ésta de tipo económico (fabricación de útiles para la caza y la recolección), cultural (fabricación de elementos decorativos o artísticos), o social (intercambio con otros grupos). Todas estas funciones de la industria se pueden extrapolar a través del registro arqueológico. Para el caso de la industria lítica, los estudios de las áreas de captación y de su ubicación geográfica, así como los procesos técnicos que dan lugar a la formación del útil mediante las cadenas operativas, nos permiten acercarnos a la interacción entre el ser humano y el medio que le rodea. Además, permiten indagar en el complejo cultural de aquellas gentes (vías de comunicación de los grupos, comportamientos con relación al aprovisionamiento, etc.). En relación con la movilidad, este tipo de estudios son fundamentales, ya que nos permiten extraer un conocimiento empírico que nos ayuda a abordar cuestiones relacionadas con las conductas paleoculturales (Fullola et al. 2006: 90).

105

Rodrigo Portero Hernández

Los estudios sobre aprovisionamiento de materias líticas se generalizan en la década de los noventa del siglo pasado (ver por ejemplo, Terradas, 1995; Tarriño y Aguirre 1998; Mangado, 1998). Como indican A. Tarriño y M. Aguirre (1998: 101), a partir del análisis petrográfico de láminas delgadas se pueden deducir las formaciones geológicas de las cuales provienen los sílex encontrados en un yacimiento y poder ponerlos así en relación con los diferentes afloramientos. De esta forma, se puede llegar a materializar el espacio en el que se desplazaban las gentes que los utilizaron. Sin embargo, si bien estos análisis indican la procedencia del sílex, no permiten saber si su llegada a manos de los pobladores de un determinado yacimiento se debió a una explotación directa o fue fruto de un intercambio. Además, estos estudios necesitan de una terminología precisa por parte del prehistoriador, junto con unos procedimientos técnicos y una escala de análisis. En la mayoría de los casos apenas se cuenta con una aproximación macroscópica de los materiales, siendo necesaria una contextualización geológica y geográfica (Mangado, 2006; Álvarez-Alonso, et al., 2013). Para el caso de la industria ósea, los útiles (agujas, azagayas, colgantes, etc.) se han elaborado a partir de restos faunísticos que son manipulados y transformados y, al igual que la industria lítica, corresponden a un horizonte cultural cuyos cambios pueden ser constatados. Además como indica J.A. Mujika (2007-2008: 532), se puede profundizar en el estudio de los comportamientos con relación al abastecimiento de la materia prima y de su aprovechamiento en función de las características del yacimiento. Esta materia prima tendría una selección en función del resultado final del útil requerido; es decir, la materia prima es un condicionante del útil, de manera que existen determinados restos faunísticos que son explotados por sus características (por ejemplo, el asta de ciervo).

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La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

Estas peculiaridades de las industrias líticas y óseas hacen que estén en estrecha relación con la fauna, a través de la caza, pero también con el medio, ya que una variación en el ecosistema puede dar lugar a un cambio faunístico, lo que podría provocar una modificación de las estrategias de caza y, por lo tanto, en el tipo de utillaje lítico y óseo utilizado. Aunque estas correlaciones son difíciles de extrapolar a través de los útiles, sí que se pueden atestiguar cambios de comportamiento en su obtención y su preparación (Arrizabalaga, 1998; Fullola et al. 2006). Para nuestro estudio, nos centraremos en los datos de las industrias líticas y óseas (incluidos los objetos de adorno-colgantes) de las tres cuevas, haciendo hincapié en los útiles documentados y haciendo algunas consideraciones respecto a ellos. 6.1. Las industrias líticas y óseas de Ekain 6.1.1. La industria lítica Para el recuento de los útiles líticos se ha seguido el artículo de J.M. Merino (1984) (Tablas 30 y 31, Figura 4). El nivel VII (n=324) está formado fundamentalmente por útiles con retoque abrupto (77,1%). La longitud de su tipometría es por lo general larga. Abundan las puntas y, sobre todo, las laminillas de dorso. Los raspadores son escasos (10 ejemplares). La característica principal de este nivel, adscrito al Magdaleniense Inferior, es su marcado microlitismo. Según J.M. Quesada (2012) éste supone el 75% de sus restos, mientras que el utillaje no microlaminar se caracterizaría por la combinación equilibrada entre denticulados, astillados, láminas retocadas y buriles.

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Rodrigo Portero Hernández Niveles VII VI Total

Sobreelevados Simples Buriles Abruptos Total 0 51 23 250 324 1 69 88 227 385 1 120 111 477 709 Tabla 30: Efectivos líticos de los niveles de Ekain (a partir de Merino, 1984).

Niveles A B C D F G H 229 36 27 17 9 1 0 VII 174 105 34 30 29 1 0 VI Tabla 31: Tipometría de los útiles líticos de Ekain por nivel según la diferenciación entre útiles largos y cortos de Laplace (a partir de Merino, 1984). A: útil largo inferior a 2,5 cm; B: útil largo entre 2,5 y 5 cm; C: útil corto, longitud inferior a 2,5 cm; D: útil corto, entre 2,5 y 5 cm; F: útil largo, entre 5 y 19 cm; G: útil corto, longitud superior a 5 cm; H: útil largo, longitud superior a 10 cm.

En el nivel VI (n=385) el porcentaje de útiles abruptos es del 59% y el microlitismo sigue siendo elevado. Hay una buena proporción de puntas y láminas de dorso. Los buriles aumentan tanto en frecuencia como en variedad. Dentro de los buriles el tipo que predomina es el diedro y se da un aumento respecto al anterior nivel de los denticulados (González-Sainz, 1989: 134). El sílex es la materia prima que predomina en los niveles estudiados. Se indica la presencia de sílex de diferente coloración y se señala que algunos probablemente serían foráneos. Se citan algunas piezas en otras materias primas: cuarcita (nivel VII), esquisto (nivel VI) y arenisca (niveles VII y VI). Se indica que la lasca de arenisca del último nivel citado procede del Flysch costero, según la identificación de L.I. Viera (Merino, 1984).

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La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

Figura 4: Industria lítica característica de los niveles Magdalenienses (VII y VI) de Ekain (a partir de Merino, 1984): buriles (1-3, 21 y 22); raspadores y raederas (4-6 y 16-20); puntas y fragmentos de dorso (7-15).

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Rodrigo Portero Hernández

6.1.2. La industria ósea (Tabla 32 y Figura 5) La industria ósea es escasa, aunque posee algunos tipos muy característicos (Baldeón, 1984). No hay evidencias de objetos de adorno-colgantes para estos dos niveles, aunque recientemente se ha encontrado un contorno recortado de ave sobre costilla de bóvido fechado por 14C (AMS) en momentos del Magdaleniense Medio (Altuna et al., 2013). El nivel VII (n=10) muestra elementos arcaizantes, debido a la presencia de una azagaya de base hendida. También existen azagayas propias del Magdaleniense Inferior (de sección cuadrangular). El nivel VI (n=27) muestra cuatro restos de arpones de una fila de dientes, así como cinco instrumentos apuntados, indicio quizá de especialización cinegética en el Magdaleniense Superior.

Niveles VII VI Total

Arpones Varillas Azagayas Apuntados Otros Indeterminados Total 0 1 2 2 5 0 10 4 1 7 5 5 5 27 4 2 9 7 10 5 37 Tabla 32: Industria ósea de los niveles de Ekain (a partir de Baldeón, 1984).

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La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

Figura 5: Útiles óseos característicos de los niveles Magdalenienses (VII y VI) de Ekain (a partit de Baldeón, 1984): arpones (1-4), candil de ciervo (6), azagayas (5, 7, 8 y 10), punzón (11), agujas (9 y 12), útil apuntado indeterminado (13).

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Rodrigo Portero Hernández

6.2. Las industrias líticas y óseas de Erralla 6.2.1. La industria lítica (Tabla 33, Gráfica 24 y Figura 6) La industria lítica fue estudiada por A. Baldeón (1985). En el nivel V (n=2266) se observa un gran número de restos de talla, encontrándose todos los pasos de la cadena operativa. En general, destaca un carácter microlítico (55% de útiles con retoque abrupto), aunque hay un buen número de útiles (n=213) denominados “domésticos” (raspadores, buriles, raederas…), lo que sugiere un equilibrio en su composición. Entre los restos documentados en los niveles III-II7 (n=179), 64 son útiles. El 75% son dorsos. A. Baldeón (1985: 180) advierte de que parte del material de estos niveles ha desaparecido. De entre estos 64 útiles C. González-Sainz (1989: 136) señala una pieza significativa del horizonte cultural que representa el nivel y es una punta sobre lámina con retoques en los laterales y en la base de la misma. El sílex es la materia prima más representada en el yacimiento. En el nivel V (Magdaleniense Inferior) encontramos una gran homogeneidad en la selección del material con sólo dos variantes claras de sílex, posiblemente locales. Dos restos de sílex debieron ser traídos de más de 10 km de distancia, un resto de ofita y otro de arenisca roja, también documentados proceden de al menos 12 km y 10 km de distancia respectivamente (Baldeón, 1985: 168). En cuanto a los niveles pertenecientes al Magdaleniense Superior (III-II), y con la excepción de un canto de arenisca utilizado como percutor, el sílex es de color grisáceo. 7 Debemos incluir aquí el nivel II de la secuencia debido a que la autora presenta ambos niveles de forma conjunta.

112

Buriles 10,25%

Nivel V III-II Total

Sobreelevad os 7,69%

Cantos 7 1 8

Nivel V

Núcleos 67 2 69

Sobreelev ados 3,12%

Buriles 1,56% Simples 20,31%

Otros 2 10 12

Abruptos 75%

Niveles III-II

Lascas Láminas Fragmentos Esquirlas Indeterminables Útiles 699 188 296 407 387 213 46 9 0 47 0 64 745 197 296 454 387 277 Tabla33: Industria de los niveles de Erralla (a partir de Baldeón, 1985)

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

Astillados 2,56%

Simples 22,05% Abruptos 57,44%

Total 2266 179 2445

Gráfica 23: Porcentajes de frecuencia de útiles líticos en base a su clasificación por niveles (a partir de Baldeón, 1985).

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Rodrigo Portero Hernández

Figura 6: Industria lítica característica de los niveles Magdalenienses (V y III) de Erralla (a partir de Baldeón, 1985): raspadores (1-8); perforadores (9-11); buriles (1214); puntas de dorso y laminas de dorso (15-23); raederas (24 y 25); laminillas (2631); denticulados (32 y 33).

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La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola 6.2.2.

La industria ósea (Gráfica 25 y Figura 7)

La industria ósea de Erralla fue estudiada por A. Baldeón (1985). Para esta cavidad sólo contamos con 42 restos, procedentes todos ellos del nivel V (Magdaleniense Inferior). Se observa un claro predominio de los apuntados (20 azagayas), lo que indica un mayor porcentaje de útiles de caza frente a los de uso doméstico, entre los que se citan, por ejemplo, espátulas y agujas. Entre los objetos de adorno se documentaron dos caninos atróficos de ciervo y dos incisivos de rebeco con perforación en la raíz. Completan el conjunto dos conchas marinas perforadas (Nassarius reticulatus y Littorina saxatilis) y un tubo del escafópodo Dentalium sp. (Álvarez-Fernández, 2006). Estos dos trabajos citados no incluyen la falange de halcón/rapaz citada por A. Eastham (1985: 68) y usada tal vez como adorno, ya que posee una perforación antrópica en la parte distal que presenta huellas de uso en su contorno.

Restos de técnica 14,28%

Nivel V Diversos 2,38%

Apuntados 52,38%

Perforados 26,19%

Aplanados 4,76% Gráfica 25: porcentajes de frecuencia de instrumentos óseos en base a su clasificación (a partir de Baldeón ,1985).

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Rodrigo Portero Hernández

Figura 7: Industria ósea característica del nivel Magdaleniense Inferior (V) de Erralla (a partir de Baldeón, 1985): puntas y azagayas (1-6 y 11), agujas (7-10), colgantes (12-15).

6.3. Las industrias líticas y óseas de Amalda 6.3.1. La industria lítica (Tabla 34, Gráfica 26 y Figura 8) La industria lítica de Amalda del nivel IV fue estudiada por A. Baldeón (1990). El nivel cuenta con un número elevado de útiles 116

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

(n=518) y tiene una serie de fósiles directores que hacen que se atribuya el nivel al Solutrense Superior: 3 puntas de cara plana, 1 fragmento de hoja de laurel y 4 puntas de muesca. Además, cuenta con un elevado número de laminillas de dorso y microgravettes (cerca del 67%). Este nivel muestra un importante número de cantos, núcleos y restos de talla que, según A. Baldeón (1990: 111), se pueden relacionar con un hábitat prolongado de tipo doméstico. La mayor parte de la materia prima empleada es sílex, aunque también se cita la presencia de areniscas, cuarzos, cuarcitas, cristales de roca, ofitas, calizas, ocres y argilitas (Baldeón, 1990: 102). Las observaciones al microscopio polarizador mediante lámina delgada han permitido documentar que, por su composición, algunas cuarcitas y sílex debieron haber sido recogidas en terrenos del Triásico Inferior, localizándose los más cercanos a 14 km de Amalda (Viera y Aguirrezabala, 1990). Sin embargo, consideramos que estas hipótesis necesitan ser contrastadas con otros estudios sobre fuentes de aprovisionamiento. 6.3.2. La industria ósea A. Baldeón (1990) cita tan sólo una docena de útiles para el nivel IV (Figura 9). Predominan las azagayas de diferentes secciones. Los objetos de adorno revisados por E. Álvarez-Fernández (2006) están representados por un incisivo de ciervo perforado y tres conchas (Trivia sp., Littorina obtusata y Nucella lapillus) con orificios como modo de suspensión, además de un tubo de Dentalium sp.

117

118

98 98

76 76

IV Total

Golpes de buril 70 70 126 126

Laminillas 52 52

Fragmentos 1598 1598

Esquirlas 572 572

Indeterminables

Microgravett es 3,66%

Láminas 56%

Geométricos Diversos 0,38% 0,57% Buriles 13,5%

Tabla 34: Efectivos líticos de Amalda (a partir de Baldeón, 1990).

733 733

Láminas

Nivel IV Raederas Perforadores 3,47% 7,14% Puntas 3,66% Astillados 3,47% Denticulados 8,5%

1494 1494

Lascas 518 518

Útiles 64 64

Otros

5401 5401

Total

Gráfica 26: Porcentajes de frecuencia de útiles líticos de Amalda, en base a su clasificación (a partir de Baldeón ,1990).

Núcleos

Cantos

Nivel

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

Figura 8: Industria lítica característica del nivel Solutrense (IV) de Amalda (a partir de Baldeón, 1990): buriles (1-4 y 8), lámina retocada (5), piezas con retoque solutrense (6,7,10,11), denticulados (9 y 12), puntas solutrenses (13-15), laminillas de dorso (16-28).

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Rodrigo Portero Hernández

Figura 9: Industria ósea característica del nivel Solutrense (IV) de Amalda (a partir de Baldeón, 1990): conchas perforadas (1-2), canino perforado (3), azagayas (4-9), varilla (10).

120

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

7. PATRONES DE MOVILIDAD EN EL VALLE DEL UROLA A raíz de la información recopilada hasta el momento, realizaremos un análisis en profundidad en base a la movilidad. Así, analizando las relaciones existentes entre cada uno de los marcadores estudiados (ambientales, faunísticos e industriales), determinaremos los movimientos que realizaban estas gentes en base a la captación de recursos. Para reconstruir la movilidad del grupo en el valle del Urola, nos centraremos en la caza del ciervo, la recolección de moluscos, la captura de aves y los lugares de aprovisionamiento de las materias primas líticas y óseas. 7.1. La caza del ciervo En relación con los análisis polínicos, ya realizamos una reconstrucción de la cobertera vegetal en otro capítulo de este libro. En base a ella, la fauna se mueve en busca de alimento. Esta conjunción de fauna y flora es la que analizamos a continuación para determinar el movimiento del ciervo. Aplicamos, para ello, un esquema de movilidad en base a su migración y su dieta en los dos momentos de estudio, a fin de entender mejor la ubicación y funcionalidad de estos emplazamientos. El esquema de movilidad que propone F.F. Darling para el ciervo en la costa noroeste de Escocia lo encontramos aplicado por A. Gómez en su estudio sobre Tito Bustillo (1983: 178) (Tabla 35). Utilizando este mismo esquema en nuestro marco de estudio (Tabla 36), nos encontraríamos con que en los meses de enero a marzo los ciervos estarían en cotas bajas, desde el nivel del mar hasta los 500 m y, por consiguiente, se encontrarían en las tres cuevas estudiadas dado que ninguna supera esta cota de altitud. Esta zona la denominaremos Zona A.

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Rodrigo Portero Hernández Enero-Febrero

Estacional Zona A Marzo-Abril-Mayo Migración Paso Junio-Julio Estacional Zona A-Zona B Agosto-Septiembre-Octubre Hacia cotas más bajas Alt.Migración C.R.-T.B Paso Noviembre-Diciembre Lomas bajas: T.B-C.R. Estacional- Zona A Tabla 35: Esquema de movilidad del ciervo a través del esquema de F.F. Darling aplicado a Tito Bustillo y Cova Rosa (Gómez, 1983).

Enero-Febrero Marzo-Abril-Mayo Junio-Julio

Lomas bajas: mar - 500 m. TB-C.R. Hacia cotas más altas C.R.-Alt. +500 m.

Lomas bajas: mar - 500 m. (Ekain, Erralla, Amalda) Hacia cotas más altas (EkainÆ ÆErralla, Amalda) +500 m.

Agosto-Septiembre-Octubre

Estacional Zona A Migración-Paso Estacional Zona B Migración-Paso

Hacia cotas más bajas (Amalda, ErrallaÆ ÆEkain) Noviembre-Diciembre Lomas bajas: mar -500 m Estacional Zona A (Ekain, Erralla, Amalda) Tabla 36: Esquema de movilidad de ciervo a través del esquema de la Tabla 34 aplicado al marco de Ekain, Erralla y Amalda (ver Tabla 34).

En los meses de primavera, el ciervo subiría hacia cotas más altas desde Ekain (90 m) hacia Amalda (205 m) y Erralla (230 m), sobrepasando esta última en busca de altitudes mayores. Durante los meses de verano el ciervo estaría en estas altitudes de más de 500 m Esta zona la denominaremos Zona B. En octubre haría el recorrido inverso al efectuado en primavera y, por último, en noviembre y diciembre, estaría en las lomas bajas por debajo de los 500 m, localizándose de nuevo en todas las cuevas (Zona A). Este esquema sería válido tanto para el primer momento (ca.19500 cal BP), como para el segundo (ca. 14000 cal BP) en el caso de Ekain y de Erralla, mientras que Amalda sólo estaría ocupada en el primero. 122

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

A fin de hacer “mover” al ciervo en el espacio que comprende nuestro estudio fijaremos, de manera breve, el punto de unión entre la fauna y la vegetación que nos sirva de punto de partida. El ciervo es un animal forestal. Aunque abandone el bosque para comer en el llano, su hábitat se encuentra en bosques abiertos, mezcla de coníferas y árboles frescos (Gómez, 1983: 180). El hábitat que propongo para el ciervo en el valle del Urola para ambos momentos sería el siguiente: -Hacia ca. del 19500 cal BP y, siguiendo las gráficas polínicas, el escaso porcentaje de AP (11% de media) está formado por coníferas en su mayoría y, frente a esto, el campo abierto tiene valores muy altos en la secuencia, con abundantes filicales y gramíneas. Consideramos que este hábitat no parece muy óptimo para el ciervo, con lo que, para reconstruir el espacio, habrá que buscar su dieta óptima. La caza de este animal, según lo visto, se realizaba en los meses cálidos en los tres yacimientos, es decir, en la zona que hemos denominado Zona B (por encima de 500 m) y por lo tanto, en lugares alejados de las tres cuevas. En base a estas evidencias, podemos afirmar que el esquema de F.F. Darling no es válido al aplicarlo a esta zona. Las hipótesis que se pueden barajar son que, o bien estos animales fueron abatidos cerca de las cotas por encima de los 500 m y posteriormente transportados a los yacimientos, o bien fueron cazados en momentos de paso hacia cotas más bajas, cuando retornaban a las tres cuevas, restringiéndose si fuese así, la caza, a los meses otoñales. -Hacia ca. del 14000 cal BP, y siguiendo las gráficas polínicas, observamos que el porcentaje de AP es un poco mayor que en el periodo anterior (17,5% de media), aunque siguen dominado las coníferas. El campo abierto es predominante en este momento con altísimos valores de filicales y gramíneas. De esta manera, para el 123

Rodrigo Portero Hernández

Magdaleniense Superior tampoco encontramos en la vegetación un hábitat óptimo para el ciervo. Del mismo modo, proponemos que la caza tendría lugar durante los meses cálidos y otoñales del año, es decir, en la denominada Zona B (por encima de los 500 m), en lugares alejados de las dos cuevas (Ekain y Erralla). Las hipótesis que barajamos serían similares a las del momento anterior. La respuesta a nuestros interrogantes puede estar en la base de la alimentación del ciervo actual en el valle estudiado, lo cual nos pueda ayudar a comprender mejor la relación fauna-vegetación dentro de una geografía particular. Sin embargo, desconocemos estudios de la dieta del ciervo no sólo para nuestra área de estudio, sino también para la región cantábrica. No obstante, se ha investigado la composición de la dieta del ciervo en la Reserva de Caza de la Garcipollera (Huesca) basándose en el nitrógeno fecal. Ésta permitió mostrar los tipos de alimentos más importantes en su dieta estacional, determinando que el pino es la planta más abundante. En general, las leñosas también son una parte importante en la misma, sobre todo en los meses de otoño e invierno, cuando las gramíneas y las dicotiledóneas escasean, para ser, estas últimas, en primavera y verano, más consumidas que las leñosas. Las bellotas/hayucos serían también un complemento en la dieta, sobre todo los meses de otoño e invierno. Esta información vamos a aplicarla a nuestra zona de estudio, aunque somos conscientes de que analizamos un área geográfica diferente. -Así ca. del 19500 cal. BP, en primavera, las gramíneas serían el alimento principal del ciervo, seguidas por las leñosas (pino y enebro) y las dicotiledóneas, a las que habría que añadir bellotas o hayucos procedentes de robles y encinas. En los meses de primavera y desde el punto de vista nutricional, las tres cuevas ofrecen recursos favorables al ciervo, ya que, pese a no ser un hábitat boscoso, las 124

La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

gramíneas primaverales suplirían en gran medida las necesidades de estos animales. En verano, cuando este animal se encuentra en cotas más altas, el consumo de leñosas y gramíneas disminuye en favor de las dicotiledóneas. En esta estación destacan las ericáceas, cuya presencia es abundante en las tres cuevas. En otoño, las leñosas vuelven a adquirir gran importancia siendo la base de la alimentación del ciervo, reduciéndose en gran medida el consumo de dicotiledóneas y de gramíneas. De nuevo el pino, el enebro y el Quercus (que ahora empieza a dar su fruto), serían la base de la alimentación en esta estación. En invierno el esquema es muy parecido al anterior, pero la importancia de las leñosas es aún mayor. Todos estos datos nos llevan a plantearnos que, pese a que el hábitat óptimo no parece estar muy representado en el bosque, según los datos obtenidos a partir de la dieta el ciervo podría encontrarse en las proximidades de las tres cuevas. Consideramos que su caza podría realizarse perfectamente a lo largo de todo el año, más en Ekain, por sus características orográficas, que en Erralla y Amalda, donde la caza se centra en los animales de roquedo. -Para ca. del 14000 cal BP, los datos serían similares a los expuestos en el anterior periodo, destacando un mayor consumo de leñosas, tal y como aparecen reflejadas en los análisis polínicos. Por lo tanto, la caza del ciervo en Ekain y Erralla pudo realizarse durante todo el año teniendo en cuenta estos datos. Además de la dieta, hay otro tipo de aspectos que pueden hacer situar a los ciervos cazados en un medio determinado, como la comparación del hábitat y la temperatura. El estudio de J. Furundarena (2005/2006) nos indica que actualmente este ungulado puede encontrarse en temperaturas de 35ºC en verano (desierto africano) y en temperaturas de -35ºC en invierno (Sur de Siberia).

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7.2. La explotación de recursos costeros En este apartado nos centramos en las especies que poseen valor alimenticio documentadas en los sitios estudiados. Una problemática existente con relación a este recurso es la relacionada con las variaciones que pueden haber sufrido las costas en este periodo. Según J. Altuna y K. Mariezkurrena (1985: 93), para el periodo Magdaleniense Inferior el nivel del mar estaría a más de 100 metros por debajo del actual. Para precisar aun más en este sentido y poder calcular la distancia de cada una de nuestras cuevas con la costa, contamos con la reconstrucción de las líneas de costa mediante Sistemas de Información Geográfica. Así, hacia el 19500 cal BP, Ekain se encontraría a unos 12 km de la costa, Erralla a unos 13 km y Amalda a unos 10 km. Para ca. del 14000 cal BP, Ekain se encontraría a 11 km y Erralla a unos 12 km (García-Moreno, 2010). -Ca. del 19500 cal BP: La malacofauna de Ekain, con tan solo una concha completa de Patella depressa (nivel VII), no permite realizar consideraciones respecto a la movilidad hacia la costa; pese a esto los autores de la investigación postulan la existencia de un marisqueo esporádico (Leoz y Labadía, 1984: 292), por lo que habría movilidad vertical hacia la zona costera. Sin embargo, no creemos que esta evidencia sea suficiente para considerar que los pobladores de Ekain marisqueaban. En el nivel V de Erralla se documentaron 184 restos que consideramos suficientes para que exista una movilidad clara hacia las zonas de costa. Patella depressa, Osilinus lineatus, Patella vulgata y Littorina littorea pudieron recolectarse en zonas rocosas del intermareal. Para el caso del nivel IV de Amalda, donde sólo se documentan 36 restos, poseemos datos de las familias de los moluscos pero no la especie en particular. En este nivel se citan Patella sp. y Mytilus sp. Consideramos que, debido a la escasez de restos de especies con valor

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alimenticio, los grupos humanos de Amalda incluirían de forma esporádica los moluscos marinos en su dieta. -Ca. del 14000 cal BP: Para este momento no contamos con ningún resto de moluscos, ni en Ekain (nivel VI), ni en Erralla (nivel III). Esto nos indica que para estos momentos no hay evidencias de marisqueo en los yacimientos. 7.3. La avifauna Respecto a la avifauna, hay que consideraciones para los momentos seleccionados.

señalar

algunas

-Ca. del 19500 cal BP: Para el nivel VII de Ekain, con excepción de Anas platyrrhyncos (n=2), no se encuentran especies acuáticas que hubiesen indicado la visita de cursos de agua (costa, lagunas, etc.), por lo que los datos no son suficientes para establecer una movilidad en base a este recurso. En el nivel V de Erralla hay muestras de que algunas especies se cazaron en zonas de costa y estuarios (el archibebe común, el carricero común o el ánade real), lo que nos indica una movilidad hacia la costa (de sur a norte). Un dato importante en el nivel IV de Amalda, es que no hay especies migratorias de verano (con excepción de la collalba gris), y que la mayoría de las aves que se determinan son sedentarias, lo que podría indicar una ocupación de la cueva en el otoño e invierno. Frente a esto, los datos de macrofauna parecen indicar ocupación de la cueva en los meses de verano. A pesar de que no hay documentadas marcas de carnicería en las aves, la distribución de éstas indicaría que fueron consumidas por los habitantes de Amalda (Eastham, 1990). -Ca. del 14000 cal BP: 127

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En Ekain (nivel VI), no hay evidencias de consumo por parte del grupo humano. Del mismo modo, en Erralla (nivel III) los restos óseos no parecen contar con marcas de carnicería, aunque A. Eastham (1985: 68) afirma que la avifauna fue consumida por el grupo humano. En relación con la movilidad, tan solo contamos con dos restos de Tringa totanus, especie que habita en zonas costeras. 7.4. Industrias líticas y óseas La principal problemática de las industrias líticas, como ya hemos señalado anteriormente, es que apenas contamos con la sistematización de los estudios de procedencia de materias primas para la zona de Gipuzkoa. Parece que, para Ekain y Amalda, y según A. Arrizabalaga y M.J. Iriarte (2011: 209), se encontrarían representados los sílex de los tres principales afloramientos vascos (flysch litoral, Trebiño y la Sierra de Urbasa). Sin embargo, estas observaciones, que se deben tener en cuenta, carecen de una investigación sistemática que las corrobore y, por lo tanto, es precipitado incluirlas en un análisis de movilidad. En el caso de Amalda, algunas cuarcitas y sílex debieron ser recogidos en terrenos del Triásico Inferior, situándose los más cercanos a 14 km de Amalda. Sin embargo, no tenemos especificación de donde pudieron captarlos. Para el caso de las areniscas, podían haber sido recogidas tanto en sitios geológicos del Terciario (flysch costero), como del Cretácico Inferior (Albiense) (Leoz y Labadía, 1990). Por lo que se refiere a la industria ósea, los escasos restos de objetos elaborados en asta y hueso parecen indicar que las especies consumidas eran las utilizadas para la fabricación de útiles (azagayas, varillas, agujas, etc.). En cuanto a la fabricación de objetos-adorno, contamos con evidencias en Erralla (nivel V) y Amalda (nivel IV). Para el caso de la primera, se documentaron dos caninos de ciervo y dos incisivos de rebeco perforados. Si observamos los restos de 128

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ungulados del nivel, la cabra es el animal que predomina en cuanto al NR y, sin embargo, no hay evidencias de que las piezas dentarias de este animal se perforaran. No obstante, el ciervo y el rebeco poseen un escaso NR con relación a la cabra, lo que nos indica que estas piezas dentarias eran seleccionadas como materia prima por estas gentes para la realización de estos adornos. En Amalda ocurre algo parecido con relación a un incisivo de ciervo perforado, ya que en este nivel el ungulado con un mayor NR es el sarrio, del cual no encontramos piezas perforadas. En cuanto a las conchas utilizadas como objetos de adorno, en Erralla encontramos dos de ellas perforadas (Littorina saxatilis y Nassarius reticulatus) y un tubo de Dentalium sp. Las dos últimas especies citadas carecen de valor alimenticio. Posiblemente se recogieron en las playas. Para el caso de la Littorina, se documentan un mayor NR, por lo que su interés también pudo ser bromatológico. Además, para este nivel, encontramos un resto de Pecten maximus (vieira), que vive en aguas profundas, por lo que el fin de su recogida no fue el alimenticio. Posiblemente se recolectaron en las playas, al igual que Nassarius reticulatus y Dentalium sp. En Amalda, los ejemplares perforados son tres conchas de las especies Nucella lapilus, Trivia sp. y Littorina obtusata. Aquí, la distinción sólo por géneros y no por especies (Borja, 1990), dificulta saber si fueron recogidas también como alimento. Así, no parece que los moluscos fueran una fuente importante de alimentación en estos momentos dado el escaso número de restos presentes en las tres cuevas y, aunque los contactos de estas gentes con la costa están documentados, éstos no debían ser muy frecuentes. Para el caso de la falange perforada de rapaz del nivel V de Erralla, desconocemos si el animal fue abatido o si este hueso se recuperó de un animal ya muerto. También podrían ser evidencias de objetos de adorno los dos huesos (ulna y metacarpo) de Tringa 129

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totanus, ya que pudieron recogerse con el fin de obtener las plumas de este animal. De esta forma, lo que esto nos indica a propósito de la movilidad en el valle del Urola es que los movimientos de estas gentes, en base a la captación de recursos, no fueron sólo de carácter alimenticio, sino también de tipo decorativo, seleccionando determinados materiales para ello y transformándolos después en objetos de adorno. Con todos los datos hasta ahora correlacionados, podemos establecer un mapa de movilidad de los grupos humanos que habitaron estas cuevas en base a los recursos faunísticos, el cual nos permita esbozar posibles patrones de movilidad en el territorio para ca. del 19500 cal BP (Figura 10), y para ca. del 14000 cal BP (Figura 11). Todos estos patrones que se trazan son los que podemos documentar a través de la información disponible, pero seguramente fueran más amplios en todo el territorio, ya que hay que contar, por ejemplo, con especies vegetales que podían consumirse en el ámbito de este paisaje. Así, hay que señalar que no existen en ninguna de las tres cuevas investigadas estudios sobre macrorrestos vegetales (carbones y semillas). Para el caso de la industria lítica, al no poseer datos en este sentido, no podemos realizar mapas de captación. Sin embargo, ésta nos va a dar información en lo relativo a la funcionalidad del yacimiento, tema que trataremos en el siguiente capítulo.

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Figura 10: Mapa de captación de los recursos faunísticos ca. del 19500 cal BP. (Fuente del mapa: Diputación Foral de Gipuzkoa-Gipuzkoako Foru Aldundia. www.gipuzkoa.eus).

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Figura11: Mapa de captación de los recursos faunísticos ca. del 14000 cal BP. (Fuente del mapa: Diputación Foral de Gipuzkoa-Gipuzkoako Foru Aldundia. www.gipuzkoa.eus)

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8. LA FUNCIONALIDAD DE LOS YACIMIENTOS Con los datos anteriormente estudiados y tras establecer un tipo de movilidad en base a la dieta y a otros recursos, intentamos aproximarnos a la funcionalidad de los tres yacimientos estudiados en los dos periodos seleccionados. Para el caso de Ekain, y según las afirmaciones de los autores que estudiaron los materiales arqueológicos, tendríamos una ocupación durante los meses de verano, dada la caza de cervatillos recién nacidos (sin descartar una ocupación más prolongada). Para Erralla la ocupación sería muy similar, centrada en los meses cálidos y otoñales. En Amalda parece haber discrepancias entre una ocupación estival (Altuna, 1990c; Yravedra, 2007) o invernal (Eastham, 1985). Así, según estos datos, nos encontraríamos ante tres yacimientos de carácter estacional. Sin embargo, hay que comprobar los requisitos que cumple cada uno de ellos, ver la posible especialización y las posibilidades que pueden ofrecer, más allá de los simples datos. La primera controversia la encontramos en lo referente a la especialización en la caza. Hay que aclarar que algunos estudios sobre el Paleolítico Superior en la región cantábrica (Altuna, 1994; Quesada 1997; Yravedra, 2002; Arrizabalaga e Iriarte, 2011; Berganza et al. 2012) señalan una clara tendencia hacia la especialización hacia el final del Solutrense y durante el Magdaleniense. Sin embargo, ¿qué porcentaje de representación debe tener una especie para considerar que existe una especialización? Según J. Yravedra (2002) en torno al 60%, para J. Altuna (1994) en torno al 70%, y para J. Martínez (1997), en torno al 80%. Dado que los porcentajes proponen un umbral muy amplio, podemos buscar la respuesta a la especialización en la orografía cercana del yacimiento que posibilita la captación de algunos recursos.

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C. González-Sainz (1992) estableció tres yacimientos a partir de sus espectros faunísticos:

grupos

de

1. Lugares con frecuencia dominante del ciervo, pero con porcentajes importantes de cabra u otras especies, que suelen estar situados en zonas costeras y relativamente abiertas aunque también cercanos a zonas de roquedo. En este plano se situaría la cueva de Ekain. 2. Lugares de mayor especialización del ciervo en toda la secuencia, que se sitúan en lugares abiertos alejados de zonas de roquedo. 3. Yacimientos que tienen gran presencia de animales de roquedo, situados en lugares alejados de la costa y de fuerte pendiente. En este plano se situarían Amalda y Erralla. A través de esta clasificación, podemos observar cierta especialización en la caza de determinadas especies por estas gentes. En esta línea, J. Nadal (1997) hace una crítica a la caza especializada y a la caza de amplio espectro, ya que, para él, los restos procedentes de un yacimiento no muestran una comunidad especializada o de amplio espectro, sino sólo un tipo de caza, pudiendo haber otros elementos de influencia (vegetales por ejemplo). A.B. Marín (2010: 281) estima que la dependencia de la caza de los ungulados para estos momentos estaría en torno al 40%. La caza, y en general la especialización, también podrían responder a factores de tipo ambiental. Según J. Altuna (1995: 94), el ciervo encontraría en la región un refugio idóneo, lo que haría que esta especie se diera en abundancia y, por lo tanto, fuese de las más cazadas. Como complemento a la dieta estaría la cabra montés, ya que también encuentra biotopos aptos para su caza.

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De esta manera, y entendiendo las limitaciones, nos encontraríamos con un yacimiento especializado en la caza del ciervo dada su orografía y su carácter ambiental, cercano a los valles, que sería Ekain (más claramente en el primero de los momentos que estudiamos que en el segundo), y dos especializados en la caza de animales de roquedo como son Erralla (para ambos momentos), en la cabra, y Amalda, sobre todo en la cabra, pero también en el sarrio (sólo para el primer momento). El sarrio es el que mayor NR tendría en Amalda, pero dadas las observaciones que hace J. Yravedra (2005, 2010) sobre su aporte por parte de los carnívoros, consideramos que la principal especie consumida sería la cabra. Desde este punto de vista de la movilidad, parece lógico pensar que para ca. del 19500 cal BP desde Ekain el grupo abatía a las manadas de ciervos cuando se situaban en zonas bajas cercanas a la cueva, tras lo cual se desplazarían a Erralla en una movilidad horizontal siguiendo las manadas en su proceso migratorio hacia cotas más altas. Establecían así su estancia en Erralla y Amalda, donde la orografía ofrece otro tipo de biotipos faunísticos que eran aprovechados por estas gentes dado su menor coste de adquisición y transporte. Allí se instalarían hasta que las manadas de ciervos invirtiesen su migración hacia cotas más bajas, retornando en estos momentos a Ekain. Esto implicaría que el grupo humano se encontraría en Ekain al menos en los meses de primavera y comienzos de verano (momento en el que abatían a las ciervas parturientas que han quedado rezagadas del grupo), desplazándose en esta última estación hacia Erralla y Amalda, donde en los meses de verano abatirían animales de roquedo. En los últimos momentos otoñales y principios de invierno, regresarían a Ekain siguiendo las manadas de ciervos. Este mismo esquema podría aplicarse para ca. del 14000 cal BP, con la excepción de que Amalda no se ocuparía, siendo Erralla el hábitat activo en los meses de otoño y principios de invierno.

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Esto implicaría la recuperación del biotipo del ciervo en los momentos en los que el grupo se encuentra en Erralla y Amalda ya que, como señala A.B. Marín (2010: 298), el ciervo es la especie más sensible a la presión cinegética, dada su menor tasa de reemplazo, y su extinción repentina podría provocar episodios de hambruna. Se conformaría así una estrategia de caza muy elaborada que permite una mayor explotación del medio, ya que, como señala A. Mateos (2002: 37), estas gentes contaban con toda una serie de actividades organizadas ante las posibles presiones o variaciones del entorno. Un problema que se plantea es la asignación del nivel IV de Amalda al Solutrense, frente a los niveles Magdalenienses de Ekain (VII) y Erralla (V). El único aspecto que puede condicionar esta adscripción es la existencia de dos grupos que poseen industrias diferentes, pero que comparten territorio y estrategias de caza en momentos contemporáneos (según las fechas de 14C), lo que, por lo tanto, mantendría las hipótesis igualmente válidas. Otro tipo de evidencias que permiten afinar más en la determinación de la funcionalidad de cada uno de estos yacimientos las encontramos en las industrias líticas y óseas. Para Ekain contamos, para el nivel VII (Magdaleniense Inferior), con una industria especializada en la caza (predominio de los útiles abruptos y apuntados) sobre los útiles domésticos (buriles, raspadores, etc.). Creemos que esto está relacionado con los restos faunísticos documentados, en los que se muestra una especialización en la caza del ciervo. Para el nivel VI (Magdaleniense Superior) encontramos un menor número de útiles abruptos pero, aun así, son predominantes los útiles destinados a la caza. En estos momentos predomina la cabra sobre el ciervo, por lo que la variación en el utillaje podría responder a un cambio en las estrategias de caza.

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Para Erralla, en el nivel V (Magdaleniense Inferior) encontramos un equilibro entre los útiles de caza y los de tipo doméstico. Además, se encuentran documentados todos los pasos de la cadena operativa de la fabricación de los útiles. Pese a que la fauna muestra una especialización en la caza de la cabra, los útiles responden a un modelo habitacional. Para el nivel III (Magdaleniense Superior), tenemos un utillaje especializado en la caza. Los restos de fauna indican una continuación en su especialización. Para Amalda, en el nivel IV (Solutrense Superior), encontramos un utillaje equilibrado en tipos, que podría responder a una ocupación prolongada. Las especies más consumidas en este momento son la cabra, el sarrio y el ciervo. Con los datos que ahora poseemos y dejando a un lado la problemática de los conceptos suelo de habitación y piso de ocupación (Gómez, 1978), pasaremos a catalogar los yacimientos a través de la clasificación realizada por P. Utrilla (1994) sobre los tipos de asentamientos, la cual nos permite acercarnos a su funcionalidad. P. Utrilla distingue tres tipos de asentamientos: 1. Campamentos-base de hábitat: son aquellos yacimientos que poseen amplios niveles estratigráficos que indican ocupación prolongada en el tiempo, fauna cazada a lo largo de todo el año, orientación preferentemente hacia el este o sureste, una buena ubicación (valles secundarios), variedad de instrumental lítico y óseo (con índices equilibrados) y presencia de arte mueble. 2. Campamentos especializados (cazaderos, talleres, lugares de aprovisionamiento de marisco, vegetales o materias primas…): son satélites del yacimiento principal y cuentan con un pequeño tamaño o mala orientación, ocupados de forma estacional (generalmente en el verano), con estratigrafías poco potentes y con un utillaje lítico y óseo con poca variedad de utensilios.

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3. Santuarios y lugares de reunión: poseen presencia de potentes niveles estratigráficos, variedad en el utillaje lítico y óseo, presencia de arte mueble y parietal, ocupación en periodos cortos de carácter estacional (sobre todo, en verano), y amplitud interna de la cavidad. Así, a través de esta clasificación y atendiendo a lo estudiado hasta ahora, Ekain, en el primero de los momentos seleccionados (ca. del 19500 cal BP), sería un santuario o lugar de reunión, ya que posee manifestaciones de arte parietal, muestra una gran habitabilidad, presenta arte mobiliar con variedad de estilos, niveles estratigráficos de gran potencia, y una ocupación estacional en verano. Sin embargo, no cuenta con gran amplitud, ni gran diversidad en su utillaje (al menos en los momentos seleccionados). Para el segundo momento (ca. del 14000 cal BP), poseería esta misma clasificación, aunque habría una mayor especialización cinegética. Erralla sería, para el primer momento, un campamento especializado, ya que posee un pequeño tamaño y muestra ocupación estacional (fauna cazada en verano-otoño), sin embargo, tiene gran variedad de utillaje lítico y óseo, en contradicción con este tipo de asentamientos. Para el segundo momento, tendría esta misma clasificación, dado que no encontramos restos de malacofauna y la variedad en tipos de su utillaje es menor. Además, las características de la ocupación serían las mismas que en el momento anterior. Para el caso de Amalda, y para el momento seleccionado, es difícil distinguir entre cazadero y campamento base, ya que responde a una gran habitabilidad, diversidad de utillaje y presencia de objetosadorno, características de un campamento base. Sin embargo, y según J. Yravedra (2007), la cueva posee un carácter estacional (veranootoño y, posiblemente, aunque más dudoso, en invierno), además de una mala accesibilidad, características de un cazadero estacional. Esta última propuesta es la que nos parece más convincente.

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El problema de esta categorización propuesta por P. Utrilla (1994) es que una cueva puede responder a más de un modelo, algo que J.M. Quesada (2012) ya evidenció cuando estudió la gran variabilidad interna que presenta la Facies Juyo (Magdaleniense Inferior), dado que no se puede resumir la complejidad de sus yacimientos a través de dos variables (cazadero vs. campamentos/santuarios).

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9. MODELOS DE MOVILIDAD PARA EL VALLE DEL UROLA Hasta ahora hemos analizado la movilidad y la funcionalidad en base a las evidencias arqueológicas documentadas de cada uno de los yacimientos y en los dos periodos seleccionados. En este apartado vamos a ampliar la escala de análisis a nivel regional, para ver las relaciones existentes entre los tres yacimientos en el territorio (el valle del Urola). Para ello buscaremos un modelo de movilidad que se ajuste a la información que hemos detallado en capítulos anteriores. K.W. Butzer (1989) señala seis macro-modelos diferentes de movilidad de los grupos cazadores-recolectores (Figura 12), los cuales vamos a aplicar a nuestra zona de estudio: 1. Modelo A: circular, anual. Este modelo supone un movimiento circular de los grupos durante todo el año con un sistema de recursos predecible en función de la estacionalidad a través de campamentos temporales. 2. Modelo B: circular, estacional y multianual. En este modelo encontraríamos varios campamentos estacionales con sus respectivos campamentos temporales, los cuales permitirían un mejor aprovechamiento del medio. 3. Modelo C: elíptico de tipo estacional. En este modelo encontraríamos la ubicación de un asentamiento de larga duración en una zona altamente productiva durante una determinada época del año al que sucederían una serie de asentamientos temporales. 4. Modelo D: pulsatorio, estacional. Cada asentamiento de tipo estacional tiene uno o varios campamentos temporales en zonas alejadas a los que acuden con el fin de dejar que los recursos en el área estacional se recuperen de su explotación. 5. Modelo E: oscilatorio restringido, estacional. Cuenta con un asentamiento que es revisitado todos los años dadas sus buenas

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Figura 12: Macro-modelos de movilidad de K.W. Butzer (1989) propuestos para las sociedades cazadoras-recolectoras.

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condiciones, convirtiéndose en un campamento semipermanente desde el cual parten expediciones durante las diferentes épocas del año a hábitats con mayores recursos. 6. Modelo F: pendular, estacional. Este modelo sería el precedente del modelo sedentario. En él encontraríamos un hábitat semipermanente, utilizando otros campamentos de tipo temporal para momentos de menor productividad del territorio. Aplicamos ahora estos modelos a nuestro área de estudio para ca. del 19500 cal BP (Figura 13), y para ca. del 14000 cal BP (Figura 14): El modelo A (circular, anual) para el primer momento (ca. 19500 cal BP), indicaría que Ekain, Erralla y Amalda son campamentos estacionales cuya captación de recursos estarían en función de la caza del ciervo, siguiendo a estos animales cuando emigran. Cuando éstos están en cotas altas, es decir, en el verano, los grupos humanos ocuparían Erralla y Amalda. Aquí cazarían animales de roquedo y tal vez, esporádicamente, recogerían moluscos marinos en la zona intermareal. El movimiento inverso se daría en otoño e invierno. Sin embargo, este modelo plantea problemas. En primer lugar, se daría un inconveniente respecto a la ocupación como campamento temporal de la cueva de Ekain ya que su carácter de santuario daría sentido a una ocupación más prolongada. Esto podría deberse a que la cueva cuenta con una amplia habitabilidad, presenta representaciones parietales de diferentes estilos y una gran potencia estratigráfica. Lo mismo se puede decir de Erralla y Amalda que, a pesar de estar especializados en la caza de la cabra, sus industrias equilibradas en tipos responderían a campamentos estacionales más estables. En segundo lugar, no tendríamos evidencias sólidas de ocupación invernal de estas cuevas (quizás en Amalda). Este modelo, por lo tanto, debemos descartarlo.

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Figura 13: Modelos de movilidad de K.W. Butzer (1989) aplicados al valle del Urola para ca. del 19500 cal BP.

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Figura 14: Modelos de movilidad de K.W. Butzer (1989) aplicados al valle del Urola ca. del 14000 cal BP.

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Para el segundo momento (ca. 14000 cal BP), el modelo sería similar, con una ocupación estacional tanto de Ekain, como de Erralla. Se trataría de sitios especializados en la caza de la cabra, complementando la dieta con la caza del ciervo. Sin embargo, los problemas que plantea son los mismos que en el periodo anterior. Además, en ninguna de las dos cuevas hay evidencias de una ocupación en los meses de invierno. Aplicando el modelo B (circular, estacional y multianual), para ca. del 19500 cal BP, las tres cuevas serían campamentos estacionales que contarían con sus propios campamentos temporales con los que se aprovisionaría al grupo con recursos complementarios (pesca, frutos, etc.). Este modelo también presenta un problema en lo referente a los campamentos temporales, de los que no tenemos su ubicación o mención. Se puede pensar que se situarían cerca de la costa y que tendrían como objetivo el abastecimiento de los moluscos marinos (tanto como alimento, como para objetos de adorno), los cuales se han encontrado en el registro de Erralla y Amalda, o cercanos a los lugares de aprovisionamiento de materias primas. Este sería un esquema que podría ajustarse a las necesidades de nuestro marco, pero faltaría información sobre la ocupación invernal de estas cuevas. Tal vez estos grupos podrían ocupar las llanuras costeras en época invernal. Hacia el 14000 cal BP, Ekain y Erralla serían campamentos estacionales que, al igual que en el caso anterior, contarían con sus propios campamentos temporales de aprovisionamiento de otros recursos. La información aportada por la fauna (especialización en la caza de la cabra) y por la industria (especializada en útiles de caza) hace que este modelo se ajuste bien al marco propuesto. Sin embargo, seguimos sin poder determinar la ocupación de los campamentos temporales, con mayor dificultad incluso que en el anterior momento, al no poseer evidencias de recolección de moluscos que pudieran

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dirigir estos campamentos a las zonas costeras. Del mismo modo, la ocupación invernal no está documentada en este marco seleccionado. El modelo C (elíptico de tipo estacional), aplicado para ca. del 19500 cal BP, indicaría que, en época estival, Ekain sería el hábitat de larga duración mientras que Erralla y Amalda serían yacimientos estacionales para la explotación de recursos alternativos (cabra y sarrio). El problema que persiste es determinar cuál sería el campamento de larga duración en época invernal. Para ca. del 14000 cal BP este modelo no permite una aplicación a nuestro marco, dado que tanto Ekain como Erralla carecen en este momento de las condiciones para ser un hábitat de larga duración al no haber presencia de otros animales que complementen la dieta (aves y moluscos marinos). Tal vez en Ekain se abasteciesen de peces, ya que hay documentados restos, pero en cualquier caso su número (n=8) es muy escaso. El modelo D (pulsatorio, estacional), aplicado hacia el 19500 cal BP, haría de Ekain un hábitat estacional de explotación intensiva de recursos (por ejemplo el ciervo), siendo Amalda y Erralla campamentos temporales donde acuden a la espera de recuperación del lugar de explotación. Este esquema plantea que los campamentos temporales se encuentran alejados de la zona de captación del campamento estacional, sin embargo, en nuestro esquema se situarían en un área de captación muy cercana. Del mismo modo, Erralla tampoco tendría la consideración de campamento temporal, dada la variedad de su utillaje. Para ca. del 14000 cal BP, tanto Ekain como Erralla serían hábitats de explotación intensiva de recursos (sobre todo cabra y ciervo) durante los meses de verano-otoño. Sin embargo, faltaría averiguar dónde se situarían los campamentos estacionales en época invernal.

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El modelo E (oscilatorio, restringido de tipo estacional) es un modelo encaja bien para el valle del Urola para ca. del 19500 cal BP, ya que Ekain habría sido un yacimiento revisitado de manera anual dadas las fechas de 14C y la reocupación de los niveles, por sus buenas características (posición cercana a la costa y a zonas de montaña, presencia de caza y cercanía a puntos de agua). Erralla y Amalda serían campamentos de ocupación veraniega y otoñal, estrechamente relacionados con Ekain. Faltaría localizar los campamentos invernales que pudieran tener relación con Ekain; tal vez éstos se encontrarían en las zonas de costa. Un pequeño problema que plantea este modelo es la escasa presencia de moluscos marinos documentados en Ekain y su carácter de especialización en la caza del ciervo. Para ca. del 14000 cal BP, Ekain y Erralla serían sitios revisitados de manera periódica, adquiriendo un carácter de asentamientos semipermanentes dada la reocupación de sus espacios. Sin embargo, no contamos con evidencias de hacia dónde se dirigirían las expediciones en los diferentes momentos del año. A tenor de lo dicho hasta ahora, no podemos descartar este modelo, a la espera de ampliar el plano geográfico en busca de estos campamentos. El modelo F (pendular de tipo estacional), aplicado a nuestro marco (ca. del 19500 cal BP y ca. del 14000 cal BP), sería semejante al anterior y presentaría los mismos problemas. Además, los campamentos temporales (Erralla y Amalda) son también reocupados en ambos momentos por los grupos humanos de manera periódica, tal como nos lo indican las fechas de 14C, por lo que el modelo se acercaría más al anteriormente descrito. Así, para nuestro esquema, consideramos que el modelo de K.W. Butzer que más se ajusta sería el modelo E (poblamiento oscilatorio restringido de carácter estacional), aunque también otros modelos, concretamente los modelos B y C, serían válidos, aunque sólo para el primero de los momentos seleccionados (ca. 19500 cal 147

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BP). El modelo C es válido para la zona a la espera de que futuras investigaciones amplíen el marco geográfico trabajado y nos rebelen la ubicación de la residencia de invierno de estas gentes. Para que el modelo D tuviera aplicación, debería completarse con el estudio de un mayor número de yacimientos de la zona, para saber si se cumple, sobre todo si se sitúan en lugares costeros y cercanos a fuentes de sílex. Nos queda por averiguar si esta movilidad que pretendemos establecer en el valle del Urola responde a motivos logísticos o residenciales. En este sentido y siguiendo a L.R. Binford (1980), podríamos hablar de dos sistemas en base a la movilidad logística y residencial: 1. El sistema forrajeador, que implica un movimiento desde el lugar de residencia (hábitat) hacia los lugares donde se dan los recursos para su explotación (áreas de captación). La movilidad residencial sería más amplia que la logística, a fin de explotar los recursos de la zona hacia la que parten, es decir, el movimiento implica el cambio de residencia de estas gentes para la explotación de los recursos en el nuevo territorio. 2. El sistema colector, donde los recursos serían transportados de las áreas de captación a los asentamientos residenciales (hábitat) para su consumo. En este caso la movilidad sería en gran medida logística, ya que no implica un cambio de residencia, sino que se transportan al campamento base de hábitat. Para los momentos que tratamos, consideramos que la movilidad sería de tipo residencial, ya que tenemos documentada la presencia de hogares en Ekain y Erralla e incluso, en este último sitio, de útiles relacionados con diversas tareas (tratamiento de las pieles, coser, grabar, descarnar, etc.). Amalda sería la única que podría presentar un tipo de movilidad logística respecto a las otras dos. Pero es más lógico pensar que el movimiento era de tipo residencial debido a la explotación de los recursos consumidos; es decir, de tipo 148

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forrajeador, ya que de ser de tipo logístico, tendríamos evidencias en Ekain de consumo de mariscos, al igual que se dan en las otras dos cuevas. Para terminar, nos gustaría señalar que los dos modelos que se han descrito no son cerrados, sino que analizan el entorno y nos permiten buscar las respuestas a una ocupación. Así, el esbozar los patrones de movilidad con relación a varios asentamientos de un mismo territorio nos permite acercarnos al modo de vida de estas gentes y a su forma de actuar y comprender el espacio. La investigación en el ámbito geográfico que estudiamos (el valle del Urola), permite un mayor análisis en profundidad con una escala reducida (determinados yacimientos concentrados en su valle medio). Sería necesario ampliar este ámbito geográfico para completar o actualizar los modelos de movilidad propuestos y permitir una mayor resolución en los problemas que venimos planteando para los dos momentos cronológicos.

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10. CONCLUSIONES A lo largo de estas páginas se ha investigado la movilidad de los grupos humanos que habitaron en el valle del Urola ca. del 19500 cal BP y del 14000 cal BP, y como ésta se refleja en los tres yacimientos estudiados: Ekain, Erralla y Amalda. Para desarrollar este tema, hemos empleado las evidencias palinológicas, faunísticas e industriales que poseemos para estos yacimientos, así como distintas investigaciones en las que se presentaban modelos de movilidad ya establecidos para el Paleolítico, aplicándolas cuando ha sido posible a nuestra zona de estudio. Partiendo de un marco teórico sobre la movilidad, hemos visto qué se entiende por movilidad y cuáles han sido los enfoques y la relevancia de estos estudios para la investigación. Así, hemos visto la importancia de realizar una investigacón regional en este ámbito, que posteriormente permita ser ampliada o extrapolada a otras regiones a partir de datos ya disponibles. A continuación se han estudiado los análisis polínicos de las tres cuevas con el fin de cotejar el entorno en el periodo tratado y hacer un balance de su flora y su clima. Los estudios sobre la flora (aunque sólo a partir del polen) han permitido reconstruir el paisaje vegetal sobre el que estas gentes se desenvolvieron. Así, con la información palinológica, geográfica y geológica, se ha podido situar cada una de estas especies con relación a su altura, su afinidad con los suelos y su relación con las zonas de solana y umbría, mostrando los resultados gráficamente. Con esto se ha destacado la existencia de un paisaje predominantemente abierto, donde la presencia arbórea está dominada por las coníferas en una media del 11% de representación para ca. del 19500 cal BP y de un 17,5% para ca. del 14000 cal BP. Se dan evidencias de un clima frío, aunque con ligeras variaciones térmicas hacia el final de esta segunda fecha.

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Tras esto, en el siguiente capítulo, se ha tratado la fauna de cada una de las cuevas en busca de establecer las especies consumidas por estas gentes, llegándose a la conclusión de que los ungulados, entre los que destaca para ca. del 19500 el ciervo en Ekain y la cabra y el sarrio en Amalda y Erralla, fueron los animales más consumidos por estas gentes (dadas las marcas de descarnado y fracturación que se encuentran en los huesos). Junto al consumo de ungulados, habría un marisqueo esporádico en Erralla y Amalda, y tal vez algunas aves, aunque de estas últimas no hay evidencias de marcas de corte en sus huesos. La pesca también está documentada en Amalda, con algunos restos de Salmo sp. aunque éstos son muy escasos. Para ca. del 14000 cal BP, los ungulados más consumidos en Ekain y Erralla son la cabra y el ciervo, documentándose marcas de carnicería y fracturación en sus huesos. Al igual que en el periodo anterior, como complemento alimenticio a los ungulados encontramos la pesca, ya que se documentan algunos restos de Salmo sp. en Ekain, aunque al igual que en Amalda, son escasos. El siguiente paso ha sido estudiar las industrias líticas y óseas de los yacimientos. Para el caso de la industria lítica, en ambos momentos no se ha conseguido establecer un área de captación segura para estos recursos, ya que no se han realizado estudios sobre las áreas de captación. Sin embargo, hemos podido hacer una valoración de los datos industriales. Así, para ca. del 19500 cal BP, distinguimos una industria especializada de tipo microlaminar en Ekain, mientras que Erralla y Amalda muestran una industria más equilibrada en tipos. Para ca. del 14000 cal BP, el grado de especialización es muy alto en ambas cuevas analizadas. En el caso de la industria ósea, ca. del 19500 se han podido establecer la captación y selección de las partes anatómicas de algunos ungulados, como son el ciervo (Amalda IV y Erralla V) y el corzo (Erralla V). La selección para el caso del ciervo se centra en la 151

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cornamenta (para la fabricación de útiles) y en los caninos tróficos, los cuales se perforan para llevarlos en suspensión. Para el caso del sarrio encontramos seleccionados los incisivos para el mismo fin. En cuanto a las conchas perforadas, encontramos en Erralla la selección de Littorina saxatilis y Nassarius reticulatus con fines ornamentales, así como un tubo de Dentalium sp., siendo los dos últimos los únicos restos de ambas especies documentados en el nivel. Además, cuenta con un resto de Pecten maximus (vieira), que vive en aguas profundas, por lo que fue recogido en la playa cuando el animal ya había muerto. En Amalda, los ejemplares seleccionados para ser perforados son de las especies Nucella lapilus, Trivia sp. y Littorina obtusata. Para el caso de las aves, contamos con la evidencia de una falange de halcón/rapaz perforada del nivel V de Erralla. También podrían poseer un fin ornamental los dos huesos (ulna y metacarpo) de Tringa totanus, destinados quizá al acopio de plumas. Para ca. del 14000 cal BP las evidencias de la selección de material para la fabricación de adornos se basan exclusivamente en la cornamenta del ciervo para la fabricación de útiles. A continuación, y a través de la correlación de los datos ambientales, faunísticos e industriales, se han establecido los patrones de movilidad en el valle del Urola. Tras haber concretado las preferencias alimenticias de estas gentes, nos hemos centrado en buscar las zonas de captación de estos recursos por yacimiento, y para los dos momentos seleccionados. Esto nos ha permitido determinar el área de captación del ciervo en base a las migraciones y la dieta. Los resultados se han mostrado gráficamente llegando a una mayor comprensión flora-fauna-grupo humano. También se consideró cuál fue el aporte de la malacología y la avifauna a la dieta, pudiendo establecer un patrón de movilidad N-S para el caso de los recursos procedentes de la costa. El aporte de estas dos últimas es, según nuestra opinión, muy escaso. Así, para ca. del 19500 cal BP, hemos destacado evidencias de que el grupo humano se encontraría durante 152

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la primavera y comienzos de verano en Ekain (momento en el que acuciarían a las ciervas parturientas que han quedado rezagadas del grupo) desplazándose, en esta estación, hacia Erralla y Amalda, donde en los meses de verano se abastecerían de animales de roquedo. A finales de otoño y principios de invierno regresarían a Ekain siguiendo las manadas. Para ca. del 14000 cal BP, las evidencias indican un comportamiento similar, ocupándose Ekain en los meses templados, para después (a finales de verano y principios de otoño) ocupar Erralla, haciendo el recorrido inverso en momentos invernales. Estas cuestiones se han podido correlacionar también con la industria, la cual está en relación con actividad cinegética. También se ha podido evidenciar la captación de algunos recursos con fines decorativos en Erralla y Amalda. Tras esto, hemos tratado de identificar la funcionalidad de cada uno de estos yacimientos con el fin de comprender mejor su elección, distribución en el espacio y las características de su ocupación. Esta información ha permitido ver la gran variabilidad interna que presenta el grupo humano y la dificultad de establecer unos criterios universales que puedan resumir la complejidad de estos yacimientos a través de dos variables (cazaderos vs. campamentos/santuarios). De esta forma, se ha procedido al estudio de los modelos de movilidad propuestos para el Paleolítico por Butzer (1989), con el objeto de explicar la relación entre las tres cuevas en vistas a una funcionalidad más compleja que pueda explicar las relaciones en ambos momentos. Al contrastar los modelos de Butzer en la zona del Urola, hemos visto como el modelo E (oscilatorio, restringido de carácter estacional) es el que mejor se adapta por sus características, ca. del 19500 cal BP y ca. 14000 cal BP. Se han descartado el modelo A (circular, estacional) y el F (pendular, estacional) por no poderse aplicar a ninguno de los dos momentos. Hemos señalado también los problemas que presentan para esta zona y para los dos momentos los modelos B (circular, estacional, 153

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multianual), C (elíptico, estacional) y D (pulsatorio, estacional). Entre de las particularidades del modelo seleccionado (E), hemos tenido en cuenta el tipo de movilidad dentro del esquema, destacando la de tipo logístico y residencial de cada uno de ellos. Así, hemos concretado un esquema de movilidad pendiente de ser ampliado en su marco geográfico, el cual permita mayor resolución y, para que en el futuro, se amplíe con nuevos estudios sobre la zona.

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La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola

12. ÍNDICES 12.1. Figuras Figura 1: Mapa de la situación geográfica de Ekain, Erralla y Amalda. Fuente: Diputación Foral de Gipuzkoa-Gipuzkoako Foru Aldundia. www.gipuzkoa.eus ........................................................ p.2 Figura 2: Mapa de la situación geológica de Ekain, Erralla y Amalda. Fuente: Diputación Foral de Gipuzkoa-Gipuzkoako Foru Aldundia. www.gipuzkoa.eus ........................................................ p.2 Figura 3: Calibración de las fechas radiocarbónicas de Ekain, Erralla y Amalda a partir del programa CalPal-Hulu (Weninger et al., 2012)………… p.2 Figura 4: Industria lítica característica de los niveles Magdalenienses (VII y VI) de Ekain (a partir de Merino, 1984)…………………...……p.1 Figura 5: Útiles óseos característicos de los niveles Magdalenienses (VII y VI) de Ekain (a partit de Baldeón, 1984)……………………… p.1 Figura 6: Industria lítica característica de los niveles Magdalenienses (V y III) de Erralla (a partir de Baldeón, 1985)……………………..… p.1 Figura 7: Industria ósea característica del nivel Magdaleniense Inferior (V) de Erralla (a partir de Baldeón, 1985)…………………………..… p.11 Figura 8: Industria lítica característica del nivel Solutrense (IV) de Amalda (a partir de Baldeón, 1990)………………………………...… p.11 Figura 9: Industria ósea característica del nivel Solutrense (IV) de Amalda (a partir de Baldeón, 1990)…………………………..……… p.1 Figura 10: Mapa de captación de los recursos faunísticos ca. del 19500 cal BP. (Fuente del mapa: Diputación Foral de Gipuzkoa-Gipuzkoako Foru Aldundia. www.gipuzkoa.eus) ………………………………..… p.1

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Rodrigo Portero Hernández Figura 11: Mapa de captación de los recursos faunísticos ca. del 14000 cal BP. (Fuente del mapa: Diputación Foral de Gipuzkoa-Gipuzkoako Foru Aldundia. www.gipuzkoa.eus) ………………………………..… p.1 Figura 12: Macro-modelos de movilidad de K.W. Butzer (1989) propuestos para las sociedades cazadoras-recolectoras……………..… p.1 Figura 13: Modelos de movilidad de K.W. Butzer (1989) aplicados al valle del Urola para ca. del 19500 cal BP…………………………..… p.1 Figura 14: Modelos de movilidad de K.W. Butzer (1989) aplicados al valle del Urola ca. del 14000 cal BP…………………………..……… p.1

12.2. Tablas Tabla 1: Cuadro de las cronologías de 14C los niveles seleccionados de Ekain, Erralla y Amalda (a partir de Altuna, 1984b, 1985a, 1990 b y Altuna y Mariezkurrena, 2013) ……………….………………………. p.2 Tabla 2: Especies arbóreas de Ekain y sus porcentajes (a partir de Dupré, 1984)…………………………………………………………… p.3 Tabla 3: Especies de campo abierto de Ekain y sus porcentajes (a partir de Dupré, 1984)……………………………………………………..… p.3 Tabla 4: Tabla de datos de la cueva de Ekain (a partir de Dupré 1984 y Sánchez 1993a)……………………………………………………… p.4 Tabla 5: Especies arbóreas de la cueva de Erralla y sus porcentajes (a Sartir de Boyer-Klein, 1995)………………………..………………… p.4 Tabla 6: Especies de campo abierto de la cueva de Erralla y sus porcentajes (a partir de Boyer-Klein, 1995)………………………...… p.4 Tabla 7: Cuadro de datos de la cueva de Erralla (a partir de Boyer-

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La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola Klein, 1985 y Sánchez, 1993a)……………………………………...… p. Tabla 8: Especies arbóreas de la cueva de Amalda y sus porcentajes (a partir de Dupré, 1990)……………………………………………… p. Tabla 9: Especies de campo abierto de Amalda y sus porcentajes (a partir de Dupré, 1990)………………………………………………… p. Tabla 10: Cuadro de datos de la cueva de Amalda (a partir de Dupré, 1990 y Sánchez, 1993a)……………………………………………..… p.6 Tabla 11: Estudio de las catenas en especies representativas (a partir de Guinea, 1953)……………………………………………………… p.6 Tabla 12: Espectro biológico de las especies más representativas (a partir de Gómez, 1983)……………………………………………...… p.6 Tabla 13: Fauna del yacimiento de Ekain de los niveles magdalenienses (a partir de Altuna, 1984). MI: Magdaleniense Inferior; MS: Magdaleniense Superior……………………………...… p.7 Tabla 14: Número de restos de los ungulados de Ekain por nivel y su total por especie y por nivel (a partir de Altuna y Mariezkurrena, 1984)………………………………………………………………..… p.7 Tabla 15: Número de restos de mircrofauna de Ekain por especie y por niveles (a partir de Zabala, 1984)……………………………..… p. Tabla 16: Avifauna de los niveles de Ekain, según el número de restos (a partir de Eastham, 1984)………………………………………….... p. Tabla 17: Herpetofauna de los niveles de Ekain, según el número de restos (a partir de Sanchiz, 1984)…………………………………...… p. Tabla 18: Fauna del yacimiento de Erralla de los niveles magdalenienses (a partir de Altuna et al.,1985)…………………….…p.8-8

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Rodrigo Portero Hernández Tabla 19: Ungulados de los niveles de Erralla, según el número de restos determinados (a partir de Altuna y Mariezkurrena, 1985)………..p.8 Tabla 20: Número de restos de micromamíferos de Erralla por especie y por niveles (a partir de Peman, 1985)…………………………………p. Tabla 21: Malacología marina de los niveles de Erralla, según el númerode restos (a partir de Altuna, 1985)…………………………….p. Tabla 22: Número de restos de avifauna de Erralla por especie y por niveles (a partir de Eastham, 1985)…………………………………… p. Tabla 23: Herpetofauna de los niveles de Erralla, según el número de restos (a partir de Esteban y Sanchiz, 1985)………………………..… p.9 Tabla 24: Fauna del yacimiento de Amalda del nivel IV (a partir de Altuna, Baldeon y Mariezkurrena, 1990)………………………………p.9 Tabla 25: Ungulados de los niveles de Amalda, según el número de restos (a partir de Altuna, 1990)…………………………………….… p.9 Tabla 26: Número de restos de carnívoros y lagomorfos de Amalda por especies y niveles (a partir de Altuna, 1990)……………………… p.9 Tabla 27: Número de restos de micromamíferos de Amalda por especies del nivel IV (a partir de Peman, 1990)………………………………… p. Tabla 28: Malacofauna marina y terrestre de los niveles de Amalda, según el Género (a partir de Borja 1990)……………………………… p. Tabla 29: Número de restos de avifauna de Amalda por especie y por niveles (a partir de Eastham, 1990)………………………………….…p. Tabla 30: Efectivos líticos de los niveles de Ekain (a partir de Merino, 1984)……………………………………………………………………p.10

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La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola Tabla 31: Tipometría de los útiles líticos de Ekain por nivel según la diferenciación entre útiles largos y cortos de Laplace (a partir de Merino, 1984)…………………………………………………….… p.10 Tabla 32: Industria ósea de los niveles de Ekain (a partir de Baldeón, 1984)……………………………………………………………………p.1 Tabla 33: Industria de los niveles de Erralla (a partir de Baldeón, 1985)……………………………………………………………………p.1 Tabla 34: Efectivos líticos de Amalda (a partir de Baldeón, 1990)…… p.11 Tabla 35: Esquema de movilidad del ciervo a través del esquema de F.F. Darling aplicado a Tito Bustillo y Cova Rosa (Gómez, 1983).. p.1 Tabla 36: Esquema de movilidad de ciervo a través del esquema de la Tabla 34 aplicado al marco de Ekain, Erralla y Amalda………..… p.1

12.3 Gráficas Gráfica 1: Porcentaje de especies arbóreas de Ekain………………….. p.3 Gráfica 2: Porcentaje de especies de campo abierto de Ekain……..… p.3 Gráfica 3: Porcentaje las especies arbóreas de Erralla………………... p.4 Gráfica 4: Porcentaje las especies de campo abierto de Erralla…….… p.4 Gráfica 5: Porcentaje las especies arbóreas de Amalda…………….… p. Gráfica 6: Porcentaje las especies de campo abierto de Amalda…….. p. Gráfica 7: Corte geográfico A-B (Ekain-Erralla) en el que se señala su geología (a partir del MTN: 25.000 hojas 63-III y 64-III y la cartografía del Ente Vasco de la Energía, 1: 25.000 hojas 63-III y 64-III)………………………………………………………………….. p.

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Rodrigo Portero Hernández Gráfica 8: Corte geográfico B-C (Erralla-Amalda) en el que se señala su geología (a partir del MTN: 25.000 hojas 63-III y 64-III y la cartografía del Ente Vasco de la Energía, 1: 25.000 hojas 63-III y 64-III)………………………………………………………………..… p. Gráfica 9: Corte geográfico C-A (Amalda-Ekain) en el que se señala su geología (a partir del MTN: 25.000 hojas 63-III y 64-III y la cartografía del Ente Vasco de la Energía, 1: 25.000 hojas 63-III y 64-III)………………………………………………………………..… p. Gráfica 10: Reconstrucción de la cobertera vegetal en el corte A-B (Ekain-Erralla) hacia ca. del 19500 cal BP………………………….… p. Gráfica 11: Reconstricción de la cobertera vegetal en el corte B-C (Erralla-Amalda) hacia ca. del 19500 cal BP………………………..… p. Gráfica 12: Recosntrucción de la cobertera vegetal en el corte C-A (Amalda-Ekain) hacia ca. del 19500 cal BP……………………………p. Gráfica 13: Reconstrucción de la cobertera vegetal en el corte A-B (Ekain-Erralla) hacia ca. del 14000 cal BP………………………….… p.7 Gráfica 14: Porcentaje de la composición de los ungulados cazados en Ekain en relación al número de restos por niveles…………………. p.7 Gráfica 15: Porcentaje de la composición de micromamíferos de Ekain por niveles, teniendo en cuenta el número de restos………………...… p. Gráfica 16: Porcentajes de avifauna del nivel VII de Ekain a partir del número de restos……………………………………………………p.8 Gráfica 17: Porcentajes de ungulados de los niveles de Erralla, a partir del número de restos……………………………………………………p.8 Gráfica 18: Porcentajes de la composición de micromamíferos de Erralla en relación al número de restos por niveles…………………………… p.

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La movilidad de los grupos humanos en el valle del río Urola Gráfica 19: Porcentajes de la composición de avifauna de Erralla en relación al número de restos por niveles…………………………….… p. Gráfica 20: Porcentajes de los ungulados de los niveles de Amalda, según el número de restos…………………………………………..… p.9 Gráfica 21: Porcentajes de los carnívoros de los niveles de Amalda, según el número de restos……………………………………..……… p. Gráfica 22: Porcentajes de la composición de microfauna de Amalda en relación al número de restos……………………………………...… p. Gráfica 23: Porcentajes de la composición de avifauna de Amalda en relación al número restos por niveles………………………………..… p. Gráfica 24: Porcentajes de frecuencia de útiles líticos en base a su clasificación por niveles……………………………………………..… p.1 Gráfica 25: Porcentajes de frecuencia de instrumentos óseos en base a su clasificación………………………………………………….…… p.11 Gráfica 26: Porcentajes de frecuencia de útiles líticos de Amalda, en base a su clasificación……………………………………………….… p.11

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