LA MICROZONIFICACIÓN SISMO-HISTÓRICA COMO COMPLEMENTO FUNDAMENTAL DE LA EVALUACIÓN DE LA AMENAZA SÍSMICA Rogelio Altez y Jaime Laffaille

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Revista de la Facultad de Ingeniería de la U.C.V., Vol. 21, N° 4, pp. 117–127, 2006

LA MICROZONIFICACIÓN SISMO-HISTÓRICA COMO COMPLEMENTO FUNDAMENTAL DE LA EVALUACIÓN DE LA AMENAZA SÍSMICA ROGELIO ALTEZ1 Y JAIME LAFFAILLE2 1

Universidad Central de Venezuela, Escuela de Antropología y Sociedad Venezolana de Historia de las Geociencias. e-mail: [email protected] 2 Universidad de Los Andes, Laboratorio de Geofísica y Fundación para la Prevención del Riesgo Sísmico (FUNDAPRIS). E-mail: [email protected] Recibido: marzo de 2006

Recibido en forma final revisado: diciembre de 2006 RESUMEN

Este trabajo plantea la necesidad de acometer una revisión de la información relativa a la sismicidad histórica de Venezuela desde una perspectiva distinta a la utilizada para la compilación de los catálogos sísmicos existentes, con una interpretación que pretende ser más precisa que la exhibida en las curvas de isosistas asignadas a los terremotos más importantes. Desde este punto de vista, se considera que la gran mayoría de los estudios realizados se han concentrado en caracterizar los eventos (magnitud y localización epicentral, principalmente), desatendiendo, generalmente, el hecho de que los grandes terremotos no producen daños de forma homogénea en las ciudades donde dejan sentir sus ondas. Esta heterogeneidad de los efectos es el resultado de las propias diferencias entre las localidades (condiciones de sitio), regiones (morfología general), desarrollos constructivos (condiciones históricas y sociales de los materiales y tipos de construcción utilizados) y las relaciones culturales con el medio ambiente, lo cual significa una heterogeneidad fundamental en las condiciones locales e infraestructurales que enfrentan a los terremotos. Se propone la revisión y localización de esta clase de datos con el objeto de validarlos y confrontarlos con la información actual (geológica, geomorfológica, sismológica, histórica, arquitectónica) para conducir a la sismología hacia una aproximación investigativa con mayor integración multidisciplinaria. Palabras claves: microzonificación, amenaza, sismología histórica, condiciones locales, metodología, investigación.

SEISMIC-HISTORIC MICROZONING AS A FUNDAMENTAL COMPLEMENT TO SEISMIC HAZARD EVALUATION ABSTRACT This paper discusses the need to revise historical seismicity in Venezuela, from a different perspective from that used to compile existing seismic catalogues, with an interpretation which attempts to be more precise than that shown in isoseismic curves assigned to the most important earthquakes. From this point of view, it is considered that the great majority of previous studies have focused on describing events such as magnitude and epicentral location, rather than considering the fact that the great earthquakes do not always damage cities in the same way. This heterogeneity as regards earthquake effects is the result of the difference between places (local conditions), regions (general morphology), constructions (historical and social conditions in materials and construction types used) and cultural relationships with the environment, which means a fundamental heterogeneity in local and infrastructural conditions when the seismic waves come. We propose a review and search for this kind of data on order to validate and check them against current information (geological, geomorphological, seismological, historical, architectural), to thus lead historical seismology towards better research methodologies including greater multidisciplinary integration. Keywords: microzoning, hazard, historical seismology, local conditions, methodology, research. INTRODUCCIÓN La amenaza sísmica con la que conviven localidades y poblaciones es apreciada, generalmente, a partir de una perspectiva que favorece la investigación física desde observaciones hechas en tiempo presente. Sin embargo, los

efectos de los sismos no resultan ser los mismos a lo largo del tiempo, y esto se debe no solamente a las diferencia entre los materiales y construcciones utilizados por las diferentes sociedades en cada una de las regiones afectadas por terremotos a lo largo de su historia, sino también al cambio ambiental y morfológico de las zonas donde se 117

ubican esas localidades y al efecto cultural que sigue al hecho de ocurrir un evento sísmico importante en una región a estudiar. En buena medida, muchos de esos cambios han sido producidos por sismos de gran magnitud, lo cual conduce a destacar la importancia de estudiar los efectos geomorfológicos asociados con esos eventos, usando como herramienta la interpretación de la información histórica. En algunos casos extremos, esos grandes terremotos (al igual que otros desastres de impactos severos) han generado espacios «atractivos» para el urbanismo, los cuales han sido ocupados posteriormente sin tomar en consideración su origen. La revisión cuidadosa de datos históricos acerca de la distribución geográfica de las intensidades macrosísmicas, conduce a la conclusión de que los efectos de un terremoto en particular pueden resultar diferenciales en una determinada localidad. Estos efectos estarían relacionados, entre otras variables, con la respuesta del suelo ante las ondas sísmicas. Desde esta perspectiva, el análisis de los datos históricos puede generar información de importancia en una primera aproximación a la microzonificación sísmica de un lugar de interés. Metodológicamente debe señalarse, asimismo, que lo que se entiende por dato no necesariamente es un hecho o fenómeno idéntico ante las diferentes perspectivas disciplinares o investigativas de las ciencias. Está claro que un «dato» no existe como tal en la realidad que se observa, sino que es el resultado de lo que el investigador construye sobre la información a la que se aproxima, desde su plataforma de conocimiento (de allí las diferentes perspectivas con las que se aborda la realidad dada). En este sentido, lo que viene a llamarse «dato histórico» surge de la revisión e interpretación de la información que da cuenta del pasado, y esta información posee múltiples formas de manifestarse o volverse «fuente»: manuscritos, cartografía (contemporánea y actualizada), imágenes (fotografías, plástica), fotografías aéreas, bibliografía (desde los escritos especializados hasta la literatura), los propios materiales de construcción, la tradición oral y hasta las transformaciones topográficas o estratigráficas de la zona. Asimismo, al entender que la respuesta ofrecida por las poblaciones frente a los terremotos es histórica y socialmente heterogénea, es igualmente pertinente investigar las características que han conformado a las estructuras e infraestructuras de esas localidades afectadas por sismos y que, por consiguiente, aun conviven con dicha amenaza. En consecuencia, los diferentes tipos de materiales de construcción que se manifiestan en los urbanismos deben ser estudiados puntual y sistemáticamente, para evaluar (y reevaluar, en muchos casos), los efectos de los sismos históricos. Esta atención conduce a conocer no solamente las características físicas de materiales utilizados en 118

las construcciones (madera, piedra, adobe, bahareque, ladrillos, cemento, tejas, mampostería, etc.), sino también el acceso social diferencial a dichos materiales y las técnicas constructivas usadas en cada caso (los mismos materiales, trabajados con técnicas diferentes, presentan respuestas diversas), lo cual determina en la mayoría de los casos el comportamiento y la resistencia de los mismos. En otras oportunidades, estudiosos y curiosos de la historiografía venezolana han advertido estas características, observando la relación entre condiciones sociales, materiales de construcción y efectos sísmicos. Tal es el caso del matemático del siglo XIX, Alejandro Ibarra (1862), quien revisó el comportamiento de las edificaciones de Caracas frente al sismo de 1812, atendiendo la edad, los materiales y los tipos constructivos, siendo el primero en relacionar los efectos del terremoto con las condiciones urbanas (Ibarra señalaba que deben ser consideradas en el análisis de los terremotos, tanto la dirección de las ondas, como la «situación» o «relación con el territorio» de una ciudad). Tulio Febres Cordero (1931), el gran etnógrafo y coleccionista andino, atribuyó gran parte de los daños ocasionados en las viviendas de Mérida por los temblores del propio 1812, al hecho de que sus pesados techos de teja estaban apoyados en listones de madera laterales, unidos a un tronco central mediante un solo clavo de hierro. Más recientemente, Pedro Cunill Grau (1987), en su obra sobre los cambios poblacionales en el siglo XIX, documentó extensamente los tipos constructivos en relación con los estratos sociales y explicó con detalle el comportamiento diferencial de los materiales frente a los embates sísmicos, donde el ejemplo de 1812, nuevamente, fue el más claro. Ya con objetivos analíticos concentrados en resultados sismológicos, los estudios de Rivera y Torres (1998) acerca de los efectos de 1812 y 1894 en las iglesias merideñas, o los trabajos de Altez (2005b y 2006), sobre los terremotos de 1812, dan cuenta de aproximaciones interpretativas multidisciplinarias al problema. Estudios que presten atención metodológicamente a estas variables, contribuirán a una mejor evaluación de la amenaza sísmica en la actualidad, al relacionar estas condiciones con la morfología y la constitución física del entorno en donde se levantan estas poblaciones, proyectando esos resultados sobre el presente y el futuro de las localidades amenazadas. Este tipo de trabajo podría estar aportando nuevas estrategias metodológicas de investigación a la sismología, y pueden ser identificados como «microzonificación sismo-histórica». Bajo esta óptica se propone la reevaluación de los grandes terremotos históricos de Venezuela, en busca de información útil en el sentido de establecer una primera aproximación a la respuesta de cada sitio ante una nueva eventualidad sísmica.

Lo que se pretende advertir en este trabajo, asimismo y en general, apunta a una sugerencia epistemológica que podría enriquecer el análisis sismológico micorzonificador de lugares y ciudades, pues la propuesta metodológica como tal, no descansa en aspectos técnicos o sistemáticos de aplicación, sino en la necesidad de vincular recursos teóricos e interpretativos desde diferentes disciplinas científicas. La puesta en práctica de recursos analíticos múltiples, tal como aquí se propone, permite alcanzar resultados más certeros en la búsqueda del conocimiento. Es por ello que el trabajo no ofrece resultados cuantitativos, sino el señalamiento hacia la necesidad de una suma de perspectivas metodológicas que den cuenta analíticamente de las condiciones físicas, naturales y materiales, entendidas como variables históricas determinantes, y no sólo como aspectos observados exclusivamente desde el presente. Es este punto de vista el que permite comprender a las amenazas de forma dinámica, tal como lo son en realidad. ANTECEDENTES DE INVESTIGACIÓN VINCULADOS A CASOS DE ESTUDIO El primer gran terremoto de la historia sísmica andina resulta emblemático en el contexto del punto central de este trabajo. Refiriéndose a este evento, conocido como el terremoto de La Grita de 1610, cuenta Fray Pedro Simón (1992) que el día 3 de Febrero ocurrió un grandísimo terremoto que estropeó a todas las poblaciones y caseríos existentes entre las ciudades de Mérida y La Grita para la época. El gran temblor fue como a las tres de la tarde, en el día de San Blas, y la tierra se movía tanto que casi no se podía caminar. En La Grita se cayeron casi todas las casas y el convento, con la suerte de que en dos de las diez casas de tapia que quedaron en pie estaban reunidas la mayoría de las mujeres del pueblo. Como parte de su crónica, se destaca la descripción de un gran movimiento de masas (alud sísmico) que afectó el valle de Bailadores (transformando la topografía de la zona y conformando un amplio espacio donde posteriormente se desarrollara la población que tomara su nombre a partir del toponímico resultante de aquel hecho: «La Playa»), a unos 30 Km. de la población de La Grita, incluyendo en su narración suficientes elementos como para precisar el tipo de proceso ocurrido, la zona afectada y el sitio origen del material involucrado. Analítica y metodológicamente, esta información fue útil para producir una estimación indirecta de la magnitud del evento y definir su epicentro macrosísmico (Ferrer y Laffaille, 1998), pero no ha tenido implicaciones en el diseño urbano de la región afectada. El Gran Terremoto de los Andes Venezolanos ocurrido en el año 1894 (en el cual se reportaron numerosos daños que parecen estar relacionados más bien con efectos inducidos que con la acción directa del evento), se presenta, también,

como un interesante ejemplo para ilustrar los objetivos de este trabajo. Resulta importante destacar en ese evento el caso de la ciudad de Chiguará, ya que está edificada sobre una gran zona de deslizamientos que ha mostrado indicios claros de actividad en tiempos recientes (los cuales podrían haber sido activados como un efecto cosísmico en oportunidad de ese gran terremoto). La descripción de lo ocurrido en esta localidad reafirma la idea de que se trató de una reactivación de ese deslizamiento, o bien de algunos deslizamientos menores localizados dentro del volumen de la masa principal deslizada. Álamo (1894), por ejemplo, señala que «vino a tierra toda la población, se abrieron grietas profundas en una gran extensión y los cerros se derrumbaron». Como consecuencia de esto, se generaron en su vecindad espacios «atractivos» para el urbanismo, los cuales han sido ocupados posteriormente sin tomar en consideración su origen, como ocurrió con uno de los grupos escolares de la ciudad, que debió ser reubicado por haber sido levantado sobre una masa deslizada. En ese mismo evento, siete de los nueve templos que existían en la ciudad de Mérida para la fecha perdieron sus techos resultando parcialmente destruidos (Rengifo y Laffaille, 1998). Tres de ellos al menos estaban localizados muy cerca de bordes de taludes, a saber: la Iglesia de Milla y la de El Llano (ambas a menos de 100 m del talud Norte de la ciudad), y la Iglesia de la parroquia Belén, que resultó casi destruida, localizada a decenas de metros del talud Sur (figura 1).

Figura 1: Aspecto que presentaba la iglesia de Tovar luego del Gran Terremoto de los Andes ocurrido en 1894. (Foto de Romero González, cortesía del Centro de Documentación e Información de FUNVISIS). Asimismo, visitas de campo realizadas en la población de Santa Cruz de Mora en el marco de la elaboración de este trabajo, permitieron corroborar que los daños experimentados en esta ciudad en ocasión del sismo de 1894, fueron más intensos en unos sectores que en otros. Por ejemplo, en el sector Norte de la ciudad (zona más cercana a laderas de montaña, ubicada hacia la zona apical de los abanicos 119

aluviales donde se localizan las edificaciones advertidas para el caso), los daños fueron menores e incluso muchas casas resultaron casi ilesas. Es posible que este efecto esté asociado con el menor espesor de sedimentos (lo cual es esperado en esta clase de áreas), aspecto que induce a suponer que este dato debería ser tomado en cuenta para los futuros planes de ordenamiento territorial de la localidad. En general, la información sísmica histórica ha sido revisada y procesada en términos de caracterizar al evento ocurrido (localización epicentral, magnitud sísmica, etc.), y no pensando en la posibilidad de aprender algo acerca de las características de los lugares afectados por esos eventos, ni de la relación de los daños con la «respuesta de sitio» a la acción de las ondas sísmicas. Lo que se propone es una manera diferente de analizar la información existente, en busca de datos que arrojen información más relacionada con el sitio y su contexto (natural, histórico y social) que con el evento. No se descartan ni se desconocen en esta investigación otros trabajos que han tomado en cuenta analíticamente a las condiciones de sitio en la evaluación de sismos de gran impacto. Está claro, en todo caso y en lo que compete a Venezuela en especial, que el terremoto de 1967 en la ciudad de Caracas marcó derroteros analíticos al respecto, puesto que buena parte de las investigaciones desarrolladas para estudiarle, tomaron en cuenta esas condiciones de sitio como elementos determinantes en los efectos de las ondas sísmicas (véase para ello el conocido trabajo Segunda fase del estudio del sismo ocurrido en Caracas el 29 de julio de 1967, de la Comisión Presidencial para el Estudio del Sismo, 1978). Antes de este sismo, podría hacerse referencia

al trabajo de Sidney Paige (1930), sobre el terremoto de Cumaná de 1929, donde se hace mención a los efectos de sitio, especialmente en las riberas del río Manzanares. Uno de los antecedentes más significativos en este tipo de investigaciones lo representa el informe de Arcia et al., (1975), sobre los efectos del sismo de Guanare ocurrido en ese mismo año de la publicación, en donde se sugieren estudios de microzonificación para Guanare y Barquisimeto, pues «…a pesar de la mayor distancia entre la ciudad de Barquisimeto y la zona epicentral y por efectos locales de suelo, se evidenció una intensidad de 5», mayor a la de Guanare, cuya intensidad fue de 3, estando «más cercana al epicentro instrumental». Evaluaciones macrosísmicas conducidas por lo general por FUNVISIS, han prestado particular atención a los efectos y condiciones de sitio en relación a la propagación de las ondas sísmicas. Estudios como el de González J. et al., (2004), en donde se atienden los efectos de sitio para el caso de Cumaná en relación con el sismo de Cariaco de 1997, demuestran la heterogeneidad de las respuestas locales frente a la propagación de las ondas sísmicas, («The damage intensity decreases with increasing distance from the epicenter, as expected, but not in the same way in all directions.»), vinculando estos resultados a las características regionales y, en situaciones particulares, a la calidad de las construcciones. No obstante, la revisión de la información histórica no había sido considerada desde una perspectiva integral, tal como habría de hacerse en estudios como los de Altez (2005b) o Yamazaki et al., (2005) para el sismo de 1812, los cuales serán atendidos más adelante.

Figura 2: Mapa de intensidades del sismo de Guanare de 1975 en la propia ciudad. Tomado de Arcia et al. (1975). 120

Figura 3: Vista del Teatro de Cumaná luego de los efectos del sismo de 1929. Tomado de Paige (1930). Por ejemplo, la localización aproximada de las edificaciones dañadas durante el terremoto de Mérida de 1812, puede aportar información importante acerca de la respuesta de los suelos que componen la terraza donde se levanta la ciudad, ya que la mayoría de esos daños se presentaron en edificaciones cercanas a uno de los taludes que limita dicha terraza (ver figura 4). Asimismo, la no existencia de daños reportados en un sector de la ciudad (sector La Otra Banda, donde se refugiaron inicialmente muchos habitantes en las fincas existentes allí), pudiera estar relacionada con la composición arcillosa de los suelos de esa zona de la ciudad.

manera notable el ancho de la mencionada terraza (este ancho se ha definido como la distancia entre los taludes Norte y Sur de la terraza). Si se imagina a la terraza como un sólido elástico no homogéneo, sometido a la acción de ondas sísmicas, es de esperar que cambios morfológicos como los señalados se reflejen en la forma como se amplifican (o atenúan) dichas ondas, probablemente en términos del período natural correspondiente de cada sector de la terraza, el cual va a ser una función de diversos factores, entre los que puede considerarse el factor geomorfológico mencionado anteriormente.

Más aún, la hacienda Las Tapias, una de las más importantes de la ciudad en esa época, quedó arruinada por causa del terremoto de 1812 (Silva, 1911). Las casas de esta hacienda eran las construcciones más alejadas hacia el Sur de la ciudad, relativamente cercanas a la entonces llamada villa de Ejido (lugar donde casi no hubo daños), y alejadas del casco central de Mérida, donde se concentraron los efectos de mayor consideración. Si la localización epicentral de este sismo se ubica a unos kilómetros hacia el Norte de la ciudad de Mérida (ver por ejemplo, Laffaille y Ferrer, 2003 y 2005; Altez, 2005a y 2006), la explicación de los graves daños de la mencionada hacienda quizás podría encontrarse en las características del sitio donde estaba edificada. Con esta intención, en la figura 4 se presenta una fotografía aérea de la ciudad de Mérida y sus alrededores para el año 1952. Las flechas convergentes en dicha figura indican el ancho aproximado de la terraza sobre la que se ha edificado la ciudad. En particular, las flechas blancas convergentes corresponden al sitio aproximado donde se localizaba la hacienda Las Tapias de aquel entonces. Destaca, precisamente, el hecho de que en ese sitio disminuye de

Esta clase de información histórica no ha sido considerada exhaustivamente hasta el presente para el caso de terremotos destructores venezolanos, aunque sí ha sido analizada desde un punto de vista teórico y constatada en caso de diversos sismos registrados instrumentalmente (ejemplo, Assimaki y Gazetas, 2004; Boore, 1973). Hay una mención al problema en Grases (2002), cuando se detiene en los casos de los abanicos aluviales del estado Vargas y establece una relación entre «geotécnica» y «microzonificación». Grases, además, dedica particular atención al «análisis, diseño y evaluación sísmica de las estructuras», como una necesidad ineludible en la elaboración de normas de construcción. No obstante, es evidente la importancia que este tipo de información tiene desde el punto de vista de la microzonificación para definir posibles zonas de mayor o menor riesgo asociado y para proponer sitios específicos donde realizar mediciones orientadas al mismo fin. Es de notar que, en el caso de Mérida, existen otros sectores donde la terraza es más angosta (como el señalado por las flechas a la derecha de la figura 5), que se encuentran densamente poblados en la actualidad. 121

Figura 4: Daños en las edificaciones más significativas para el terremoto del 26 de marzo de 1812 en la ciudad de Mérida. La letra A, corresponde a la iglesia de Milla; la B, a la iglesia de San Agustín, donde aparentemente residía el obispo, y que por lo tanto debe ser tomado igualmente por Palacio Episcopal; C, San Francisco, donde se llevaron a cabo las celebraciones de aquel Jueves Santo; D, Santo Domingo; E, Santa Clara; F, Espejo; G, Colegio Seminario; H, San Felipe Neri; I, Llano. El sector La Otra Banda no es apreciado en la figura, pero se ubica en dirección Noroeste, es decir, a la izquierda de la imagen (Altez, 2006). Del mismo modo, y tal como se señaló anteriormente, debido a que las respuestas ofrecidas por las poblaciones frente a los terremotos son histórica y socialmente heterogéneas, resulta pertinente, en consecuencia, investigar con mayor cuidado a esas variables diferenciales. Esto implica que, desde todas las perspectivas, es igualmente necesario atender analíticamente a los contextos naturales tanto como a los históricos y los sociales; esto es: atenderlos en relación. El vínculo determinante que entre todos estos aspectos existe es indivisible y por ello la observación científica debe 122

ampliar y profundizar su mirada en este sentido. Desde los materiales de construcción hasta las técnicas constructivas, así como el lugar en el cual se levantan y construyen pueblos y ciudades, todas esas características poseen una determinante social e histórica que merece ser tomada en cuenta metodológicamente. La reevaluación de los efectos de sismos históricos destructores, así como la microzonificación en particular, deben prestar atención a esta problemática.

Figura 5: Fotografía aérea de la ciudad de Mérida. Las flechas convergentes indican el ancho de la terraza sobre la que se ha edificado la ciudad (distancia lineal entre los taludes Norte y Sur de dicha terraza). Las flechas blancas corresponden aproximadamente al sitio donde se localizaba la hacienda Las Tapias para 1812. (Fuente de la imagen: Cartografía Nacional, escala 1:40.000, Caracas, Misión A34, vista 510). EJEMPLOS METODOLÓGICOS Siguiendo con el caso de 1812 (quizás el más emblemático de la sismología venezolana), existe un antecedente de investigación en esta perspectiva (véase Altez, 2005b), en el cual se ofrece un estudio detallado de los daños sufridos en la ciudad de Caracas con el mencionado terremoto (figura 6). Con este trabajo fue posible trazar escenarios factibles, en caso de repetirse un sismo de las mismas características en el presente. Esto fue puesto en práctica en Yamazaki et al., (2005) y en el Study on Disaster Basic Prevention Plan in the Metropolitan District of Caracas (JICA, 2005), estudio llevado a cabo por la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional. El citado trabajo relacionó métodos cuantitativos y cualitativos de investigación, permitiendo con ello concluir más ampliamente sobre los efectos del sismo en la ciudad de Caracas. La revisión del número de muertes (asociada a las condiciones históricas del contexto, la tipología constructiva, y el acceso social diferencial a los materiales y técnicas de construcción), asumida en discusión con los estudios que nunca tomaron en cuenta a las fuentes históricas primarias, permitió reconsiderar las intensidades y asociarlas a los efectos de sitio en relación con los aspectos sociales e históricos como variables determinantes. Asimismo, una evaluación detallada de los daños reportados en las construcciones, llevó a concluir que la mayoría de los mismos estaban relacionados con la edad de dichas construcciones, su estado de mantenimiento, el tipo de materiales utilizados y las técnicas constructivas, observando éstas últimas en

su contexto social. Estos aspectos enseñaron intensidades asociadas a dichas condiciones, antes que a la violencia de las ondas sísmicas. La distribución heterogénea, en consecuencia, de los daños observados en este trabajo, no permite asumir de manera concluyente que los mismos demuestran una asociación única con las condiciones de sitio, sino, precisamente, con las condiciones históricas y sociales de las construcciones en relación con las condiciones de sitio. No obstante, tal heterogeneidad tampoco debe ser comprendida exclusivamente por esas condiciones sociales de los materiales y técnicas de construcción utilizados, pues esta perspectiva tampoco resulta absolutamente óptima para comprender el caso. Basándose en esta investigación, el trabajo de Yamazaki et al., (2005) planteó escenarios posibles vinculados a la repetición de un sismo como el de 1812. La revisión de las fuentes primarias elaborada en Altez (2005b), permitió la sistematización de la información allí recogida y la validación de la simulación al respecto. La consideración analítica de la información histórica, en el trabajo de Yamazaki et al., (2005), y no la adhesión simple de la misma al trabajo, condujo a concluir sobre la distribución de los daños y su vínculo con la posible ruptura de falla, así como su asociación a las condiciones de sitio. Desde estos esfuerzos, ese trabajo estimó resultados que facilitaron la construcción de posibles escenarios en caso de repetirse un evento como el de 1812, así como razonar en relación a la ruptura del segmento de falla asociado al evento. 123

Figura 6: Caracas con los daños microzonificados para el sismo de 1812 (modificado de Altez, 2005a). Escala utilizada: European Macroseismic Scale 1998 (EMS-98), especialmente los damage grades (grados entre I y V). Los tonos corresponden a los siguientes grados: Grado V, Grado IV, Grado III. PROPUESTA En las conclusiones de los trabajos citados anteriormente, sus autores llamaron la atención acerca de la eficacia que supone aproximar en este tipo de estudios a las ciencias de la tierra con las ciencias sociales. En esta relación, con evidentes implicaciones metodológicas que transforman las aproximaciones al objeto de estudio, se halla la clave de una nueva perspectiva analítica, la cual no ha de suponer la sumatoria simple de técnicas de investigación, sino la relación epistemológica señalada en la Introducción. En este trabajo se retoman esas preocupaciones y se advierte sobre la necesidad de construir nuevas estrategias metodológicas que surjan de la vinculación de propuestas analíticas complementarias. Es así como la relación estratégica entre perspectivas teóricas sismológicas, geológicas, arquitectónicas, históricas, antropológicas, entre otras, dará como resultado mayores y mejores recursos de investigación en estos casos. Si las investigaciones científicas han entendido que la contextualización histórica resulta una herramienta determinante en la interpretación de los impactos causados por fenómenos naturales destructores (lo cual es válido no solamente para el estudio de los desastres del pasado, sino 124

para los que ocurren en el presente también), evidentemente, tal perspectiva debe contribuir a una comprensión más certera en el caso de la evaluación de la amenaza sísmica. Se propone, en consecuencia, la inclusión en los estudios de microzonificación sísmica, de la atención a la condición dinámica de las variables a ser consideradas en estos estudios, lo cual implica no solamente advertir que las respuestas de los materiales frente a los sismos cambian con el paso del tiempo (pues cambia histórica y socialmente la tecnología, así como los recursos utilizados al respecto), sino que también la naturaleza (y la relación de la sociedad con la naturaleza) se transforma del mismo modo. Es por ello que los estudios de microzonificación podrían ser más exitosos si colocan a sus variables en una perspectiva histórica de análisis. Una consideración dinámica sobre las condiciones de sitio, la tipología constructiva y su relación diferencial con la sociedad, va a permitir que las conclusiones sobre posibles escenarios en donde eventos históricos destructores se repitan, ofrezcan probabilidades más cercanas a la realidad. Es por ello que las variables que han de analizarse al respecto, deben

ser, precisamente, consideradas en su naturaleza dinámica, y no desde una perspectiva que privilegie las condiciones presentes de esas variables. Hay una mención a la «dinámica de la fuente sísmica» en Ampuero (2005), aunque el autor hace referencia en ese caso a la «disciplina que estudia la relación entre parámetros cinemáticas y los parámetros de comportamiento mecánico de la falla», haciendo alusión, evidentemente, a aspectos exclusivamente físicos desde esa perspectiva de investigación, pues no es su objetivo aludir a otras condiciones dinámicas al respecto. La combinación de recursos cuantitativos y cualitativos de aproximación a la realidad y a los objetos de estudio, permitirá el surgimiento de nuevas estrategias metodológicas. Es decir, no se trata de plantear desde ya «una nueva metodología» para la microzonificación sísmica, sino de comprender que las estrategias metodológicas que se pongan en práctica en investigaciones que tomen en cuenta estas perspectivas interpretativas, serán más eficaces. Es por ello que, por ejemplo, además de apreciar a las variables en su condición dinámica, la revisión de las intensidades de sismos históricos destructores, conducirá a la reconsideración de los datos y la puesta en práctica de esa reconsideración en relación con las condiciones de sitio o con los razonamientos dirigidos a la elaboración de estudios de escenarios. Si se reevaluaran sistemáticamente todos los sismos históricos destructores, seguramente esos resultados permitirían razonar más certeramente sobre la amenaza sísmica en el presente. CONCLUSIONES Este trabajo no se planteó en ningún momento una evaluación cuantitativa (ni de los casos citados, ni como propuesta metodológica), pues, tal como ha quedado claro en la Propuesta, lo que se pretende es la vinculación de perspectivas teóricas y analíticas que den cuenta de una manera más profunda y certera del análisis de las amenazas sísmicas. Es por ello que el trabajo como tal no «estudia casos», sino que utiliza a los casos como ejemplos. La intención ha sido llamar la atención sobre la necesidad de tomar en cuenta analíticamente a la información histórica dentro de los estudios de microzonificación, en relación con la dinámica de las respuestas (materiales, tecnológicas, sociales, ambientales) y las condiciones de sitio. Está claro que la información histórica no es suficiente como para adelantar un mapa de zonificación, pero sí es posible que permita orientar investigaciones actualizadas en el sentido de hacerlas más eficientes e incluso adelantar algunas previsiones importantes en el contexto del crecimiento urbano de algunas de las ciudades que han sido afectadas por grandes terremotos. Los ejemplos utilizados en este trabajo dan cuenta de esa posibilidad. En el caso de la ciudad de Mérida, el análisis de la información

histórica relacionada con el terremoto de 1812, por ejemplo, permite considerar que el talud Norte de la ciudad (talud del río Albarregas) debe ser una zona sometida a ciertas restricciones para la construcción, ya que la gran mayoría de las casas dañadas y casi la totalidad de los edificios importantes afectados en aquella ocasión (incluyendo la hacienda Las Tapias), se encontraban localizados sobre una especie de alineación, aproximadamente recta, definida por la Avenida 1 (entonces «calle de la barranca»), y por la Avenida 2 (hoy llamada «Obispo Lora»), las cuales se localizan paralelas al talud del río Albarregas, cuya morfología rectilínea se atribuye al control establecido por la falla del mismo nombre. Otro de los ejemplos utilizados (el alud de La Playa como efecto cosísmico del terremoto de 1610 en La Grita), es un indicador claro de la inestabilidad de las laderas de la vertiente Norte de la cuenca del río Mocotíes, la cual se hizo manifiesta nuevamente en ocasión del evento hidrometeorológico ocurrido en Febrero del año 2005 (conocido popularmente como «El Desastre del Mocotíes»). El conocimiento de este hecho debe ser considerado al definir patrones de ordenamiento territorial vinculados con el uso de la tierra. Este punto se hace aún más importante si se toma en cuenta que la población de La Playa se encuentra edificada parcialmente sobre el material transportado hasta el valle por el alud mencionado. En el ordenamiento urbano de ciudades como Tovar y Santa Cruz de Mora (ubicados en la misma zona), así como en la elaboración de estudios futuros orientados a definir el uso adecuado de la tierra, se debe tomar en cuenta la información aportada por los eventos sísmicos históricos mencionados: por un lado, el de 1610, el cual pone en evidencia la inestabilidad de las laderas de la vertiente Norte del valle, hacia donde se encuentran asentadas las ciudades mencionadas; por otro lado, el de 1894, que contribuye a demostrar la importancia de considerar elementos tales como la profundidad de sedimentos y la cercanía a los taludes al momento de diseñar urbanismo. Los trabajos citados anteriormente en relación al impacto del sismo de 1812 en Caracas, ofrecen otro ejemplo a considerar. La revisión y sistematización de las fuentes históricas permitió validar la información obtenida para el cálculo de escenarios posibles. En ese caso se pudo apreciar que, dentro de la distribución heterogénea de los daños, la asociación de los mismos a condiciones de sitio, proximidad a la falla y relación social e histórica de los materiales y técnicas constructivas, fue el factor determinante. Las edificaciones más relevantes y de mayor envergadura, como las iglesias, no sufrieron daños por igual, sino asociados a la edad y al mantenimiento de las mismas. Del mismo modo, la atención al contexto histórico permitió comprender que el número de muertes fue magnificado por las narraciones posteriores y 125

que ello vició los análisis del caso desde todos los puntos de vista. Igualmente, pudo observarse que la mayoría de las muertes fueron causadas por la tipología constructiva (techos muy pesados soportados por apuntalamientos inadecuados o vencidos por el tiempo), y afectaron diferencialmente a la población (al encontrarse la mayoría de los adultos acudiendo a la celebración del Jueves Santo, los ancianos, niños y criadas, fueron las víctimas más numerosas). Estas conclusiones condujeron a reconsiderar las intensidades de este sismo y al uso de una escala (EMS-98), más adecuada para el caso, en relación a la generalmente utilizada (Mercalli Modificada), la cual no siempre resulta precisa en estos detalles.

No se desconoce, asimismo, que la sismología utiliza este recurso en caso de terremotos destructores (como los que recientemente han sucedido: hay evidencia de ello, por ejemplo, en los trabajos de FUNVISIS sobre los sismos de Los Arangues en 1995 y Cariaco en 1997); sin embargo, el destino metodológico de la información no siempre contribuye a razonamientos analíticos transversales, como los que aquí se proponen. Antes bien, se concentra en los daños estructurales, en el impacto vivido, en el testimonio de efectos sobre la naturaleza, entre otros, sin vincular esta información con los datos históricos para comprender todos los comportamientos y respuestas en general, en relación con eventos anteriores.

Se propone, entonces, retomar la investigación de los grandes eventos sísmicos históricos que han afectado ciudades y poblaciones venezolanas, orientando los resultados hacia la construcción de escenarios que atiendan los contextos (históricos, sociales, culturales, materiales, estructurales, naturales), propios de cada época y cada lugar, fundamentados en las descripciones y documentación existentes, en las características propias de las edificaciones para el momento del evento, y en el análisis de las condiciones físicas de cada sitio.

Parece quedar claro que, si las expectativas de las investigaciones en microzonificación apuntan a un óptimo y eficaz resultado en la prevención sísmica, resulta ineludible la atención a todas las variables que juegan un papel determinante en los efectos y daños de los sismos desde una perspectiva que tome en cuenta el comportamiento histórico de las mismas. De esta manera, tanto los aspectos estructurales e infraestructurales de la construcción y sus técnicas puestas en práctica para ello, así como las condiciones variables de la geomorfología, necesitan ser comprendidos históricamente antes que sismológicamente. En este sentido, resulta pertinente concluir que la comprensión histórica de variables sismológicas debe asumirse como el sentido metodológico de la microzonificación.

Lo que se sugiere es la elaboración de trabajos multidisciplinarios en los que participen historiadores, arquitectos, ingenieros, sismólogos, geomorfólogos, antropólogos y otros especialistas. Se trata de investigaciones que requieren de un notable esfuerzo (técnico, metodológico y teórico), para complementar y validar la información reportada en los catálogos sísmicos y fuentes históricas, así como también de trabajos de campo destinados a visitar los sitios descritos en documentos ya procesados con el fin de constatar las condiciones del sito. Para ello, asimismo, es necesario continuar y profundizar las búsquedas en documentación primaria, tanto como recurrir a métodos cualitativos de captura de información histórica. Estas estrategias metodológicas transversales, como las que se sugieren en este trabajo, incluyen (por ejemplo), entrevistar personas que, de una u otra forma, pudieran tener alguna relación con lo ocurrido en ocasión del evento estudiado (para los casos de pasados remotos, los testimonios descansan en otras fuentes, evidentemente). Quizás lograr acceder a estas narraciones pueda parecer un tanto complicado (o bien despertar la sospecha de que no se trata de un método sistemático y formal de captura de datos); sin embargo, los autores de este trabajo pueden dar fe de entrevistas realizadas a testigos de lo ocurrido en los sismos de 1932 y 1933 en la zona andina, a hijos y nietos del Gran Terremoto de los Andes de 1894 y de otros eventos importantes, en donde se obtuvo información determinante acerca de sus efectos. 126

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