La metáfora como restitución de la realidad en La vida es sueño

October 8, 2017 | Autor: A. De Ganges López | Categoría: Literature
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Descripción



Citaré sólo tres títulos de la vasta bibliografía: MOLHO, MAURICE, Mitologías, Don Juan. Segismundo, Madrid, Siglo XXl, 1993. CASUALDERO, JOAQUÍN. "Sentido y forma de La vida es sueño" en Estudios sobre el teatro español, Madrid, Gredos, 1972, págs. 163-83. BANDERA, CESÁREO, Mimesis conflictiva, ficción literaria y violencia en Cervantes y Calderón, Madrid, Gredos, 1975.
MAURICE MOLHO, Semántica y poética (Góngora y Quevedo), Crítica, España, 1977, p. 13. En adelante, a renglón seguido y entre paréntesis, Semántica y número de página.
CALDERÓN DE LA BARCA, La vida es sueño, RBA editores, Barcelona, 1994. En adelante, a renglón seguido y entre paréntesis el número de los versos.
Diccionario de autoridades, compuesto por la Real Academia Española en 1726, edición fascimil, A-C, Primer tomo, Gredos, Barcelona, 1990.
CONSTANTINO FALCÓN RAMÍREZ, Diccionario de mitología clásica, tomo uno (A-Z), Alianza Editorial, España, 2002, p. 9.
LA METÁFORA COMO RESTITUCIÓN DE LA REALIDAD EN LA VIDA ES SUEÑO, DE CALDERÓN DE LA BARCA

Alexis de Ganges López
Universidad Iberoamericana, Puebla


La vida es sueño, obra cumbre de Calderón de la Barca, fue publicada en 1635, cuando el dramaturgo español estaba en su período más creativo. Es el drama de Segismundo, encerrado en una solitaria torre porque su padre, el rey de Polonia, ha creído ver en los astros una funesta profecía. Es también la historia de Rosaura, quien buscando a su prometido llega a Polonia y se encuentra con Segismundo en su aislada torre. También es una meditación filosófica en forma de obra de teatro sobre la cual se han escrito numerosos ensayos, tesis y monografías.
En este ensayo me propongo analizar un aspecto de La vida es sueño: algunas de sus metáforas. El sistema que utilizaré es el propuesto por Maurice Molho en su libro Semántica y poética. En dicho libro hay un ensayo: Sobre la metáfora. Complejo y revolucionario, dicho ensayo es una manera distinta de analizar la metáfora. Casi al final Molho llega a una importante conclusión. Negando la idea de Baltazar Gracián de que la metáfora establece correspondencias entre representaciones mentales, concluye:
El concepto metafórico no puede edificarse si no es por regresión al referente a fin de instituir, bajo un significante único, una correlación no ya entre ideas, sino, a través de las ideas, entre las experiencias de las que son transposición mental.

¿Cómo funciona este concepto de metáfora en La vida es sueño? ¿Por qué las utilizan los personajes? Primero describiré el sistema de Molho y después lo aplicaré a cuatro fragmentos de La vida es sueño.

La metáfora según Molho

Veamos paso por paso, parafraseando y citando, el sistema planteado por Molho. El autor comienza su artículo explicando los rasgos que él considera más importantes del lenguaje poético:
Rasgo esencial del discurso poético es que el lenguaje se presenta en él bajo el aspecto de una polisemia abierta, por la que las palabras comparecen con múltiples e imprevisibles distorsiones de su significado lingüístico momentáneamente estallado. De lo que resulta un discurso sólo aprehensible mediante un código que no es el del lenguaje, sino el de un saber cuya manipulación tiene sus reglas, sus trasgreciones y sus incógnitas. Función del poeta es forjar ese nuevo código, diccionario y gramática, destinado a su tribu, que habrá de utilizarlo como un repertorio de contraseñas (Semántica, 13).

De primera instancia hay varios términos importantes en este primer párrafo. Primero, polisemia abierta. Segundo el gerundio estallado. ¿Qué significan exactamente? Se hace necesario seguir a Molho en su discurso para entenderlo de manera cabal: Por fortuna hay un ejemplo práctico, pues el hispanista utiliza un verso de Góngora para ejemplificar su idea de metáfora. En dicho verso se habla de un grupo de cazadores listos para cazar con halcones. Sin embargo, el poeta no habla directamente de las aves. He aquí el ejemplo:
Quejándose venían sobre el guante
Los raudos torbellinos de Noruega (Semántica, 15).

Lo que Góngora ha hecho es substituir la palabra halcones por "raudos torbellinos de Noruega", como si él y su receptor tuvieran un diccionario que diera esa definición. Sin embargo, el poeta relacionó halcones con torbellinos de acuerdo a un saber propio y que no es posible analizar lingüísticamente. Esta operación se da de esta forma:
Tobellinos (halcones)
O, en otras palabras
A no es B (Semántica, 15-16).

Mientras que torbellino es compatible con Noruega, no ocurre lo mismo con el verbo en gerundio (quejándose), y con el núcleo verbal de la frase (venían sobre el guante). Como explica Molho "En efecto no hay raudo torbellino capaz de quejarse, pues ese ruido no es repertoriable entre los que produce la violencia de la tempestad. Por otra parte es difícil admitir que un raudo torbellino se desplace en un guante, es decir en un puño de hombre. De esas incompatibilidades se deduce que esos torbellinos no designan "torbellinos" (Semántica, 16). Además, esta frase ocurre en un contexto de la caza, por lo que es posible sospechar que los guantes son los de los halconeros y la queja de las aves. "Noruega" es también un indicio, pues de ahí son los halcones.
Y aquí llegamos a una ecuación de suma importancia para la comprensión de la idea de Molho sobre la metáfora:
Los torbellinos no son halcones
Los torbellinos no designan torbellinos (Semántica, 17).

En efecto, torbellino no significa dos cosas (torbellino y halcón), pues esto sería una aplicación no errónea del significante. Así el discurso poético-metafórico, aunque se edifica en una polisemia lingüística, se polisemiza sin salirse del campo de la monosemia. Por tanto, la metáfora implica la monosemia. Es así como puede explicarse el término estallamiento: "El estallar del significante en el juego metafórico resulta de un mecanismo contrastivo, por el cual una monosemia de lengua se resuelve en polisemia discursiva" (Semántica, 18).
Es posible volver aplicable la ecuación original relativa a halcón y tempestad, y reemplazar dichos términos por letras:
A no es B. Luego:
A no designa A (Semántica, 18).

¿Qué designa A y no es B? No es posible averiguarlo con certeza, sugiere Molho. Si se relaciona Torbellinos de Noruega con halcones es por probabilidad. No existe una certeza absoluta.
Conclusión: lo que se metaforiza es el referente, no su representación lingüística. Molho niega que una metáfora se funde en el juego de la idea, o sólo si se restituye la imagen vivida de las cosas que la idea recubre. En el ejemplo del halcón se percibe una relación entre un torbellino de aire y el vuelo de halcón. "Son esas cosas –y, más generalmente, las cosas- las que se ocultan y significan en la metáfora" (Semántica, 18).
El hispanista concluye que la metáfora podría ser un medio del pensamiento para superar la contradicción entre lo real y el lenguaje, siendo que el lenguaje expulsa lo real a que sustituye. En síntesis:
Para compensar la obra del lenguaje, utilizado siempre como lo que es, es decir: un instrumento de desrealización de lo real que conduce al concepto, el poeta procede a la necesaria desconceptualización del concepto, al que reorienta por medio de la metáfora en dirección de lo real primordial (Semántica, 19).

Aplicación: La vida es sueño

En La vida es sueño las metáforas funcionan un sistema dentro de la obra. Probablemente quien más las utiliza es el protagonista Segismundo. Aunque Rosaura las usa también con profusión. Ya desde el principio, al caer del caballo bajando por abruptas peñas, se explaya en imprecaciones hacia su cabalgadura:
Hipogrifo violento,
Que corriste parejas con el viento,
¿Dónde, rayo sin llama,
Pájaro sin matiz, pez sin escama,
Y bruto sin instinto
Natural, al confuso laberinto
De esas desnudas peñas
Te desbocas, arrastras y despeñas? (vv. 1-8)

Rosaura no hace mención al caballo. Lo escamotea y lo substituye por "hipogrifo violento, rayo sin llama, pájaro sin matiz y pez sin escama. El diccionario de autoridades definía a un caballo como: "Animal cuadrúpedo, hermoso, corpulento y generoso, siendo de buena cafta".
¿Por qué Rosaura no lo llama caballo, de acuerdo con la semántica convencional de la lengua española y en cambio le dice de muy distintas maneras, negando además las cualidades que son propias de este animal? Primero hipogrifo violento. Los grifos eran, en la mitología, "animales fabulosos con alas y pico de águila, pero cuerpo de león". Luego un rayo sin llama, que parece una contradicción, pues los rayos se caracterizan por brillar intensamente. En tercera instancia "pájaro sin matiz", lo que hace compartir al caballo el hecho de volar (sobre el precipicio), pero al mismo tiempo sin los colores brillantes de las plumas. Luego es también un pez sin escama. No parece haber muchos puntos de semejanza entre un pez y un caballo. Sin embargo, un pez sin escama podría ser un animal que no se mueve muy bien en su elemento líquido, como el caballo en las peñas. De esta forma, mediante cuatro referentes muy distintos ocurre un estallamiento del significante. Las sensaciones de Rosaura se expresan mucho mejor de esa manera y su lenguaje muestra la incapacidad "real" de expresión cuando algo desagradable ocurre. ¿Por qué llamar caballo al ser que ha provocado confusión y desorden, cuando un ser mitológico, un fenómeno de la naturaleza, un animal que vuela y otro que nada revelan mejor el infortunio de Rosaura? Regresando a lo real, las sensaciones de Rosaura implican haber volado por los aires a lomo de un ser mitológico violento y desagradable; sentir la presencia de un rayo que, sin embargo, no tiene luz. Tener como cabalgadura a un pájaro que no tiene colores y una sensación de estar en un elemento poco propicio para su cabalgadura, la cual es como un pez poco apto para moverse en su elemento.
De esta forma, es posible aplicar la ecuación de Molho para esta metáfora, que implica la siguiente substitución:
Un caballo no es un hipogrifo violento, rayo sin llama, pájaro sin matiz y pez sin escamas
Un caballo no es un caballo.
Dichas estas imprecaciones hacia el caballo, Rosaura decide continuar su camino a pie, no sin antes despedirse de su cabalgadura:
Quédate en este monte,
Donde tengan los brutos su Faetonte;
Que yo, sin más camino
Que el que me dan las leyes del destino,
Ciega y desesperada,
Bajaré la cabeza enmarañada,
De este monte eminente
Que arruga al sol el ceño de la frente. (vv. 9-15).

El primer elemento es la acción que Rosaura pretende hacer: bajar un monte. Pero ella lo dice de otra manera: Piensa bajar "la cabeza enmarañada de este monte eminente". El lenguaje no admite que un monte tenga cabeza, signo que designa la parte superior de un ser vivo. Sin embargo, una cabeza enmarañada representaría lo hirsuto de un monte por semejanza. Esto es, el cabello despeinado tiene cierto parecido con la hierba y las ramas. El monte es tan alto que parece arrugar al sol su ceño. En este caso, el elemento principal no es el monte, sino el sol, que comparte semas con el único ser que puede tener ceño: un ser humano. El sol es visto como un rostro ceñudo cuya frente es arrugada por un monte. Tanto monte como sol sufren un estallamiento puesto que, de acuerdo con la ecuación:
1.-
Un monte no designa a una cabeza.
Un monte no designa a un monte
2.-
Sol no designa un rostro
El sol no designa sol.
De esta forma se da un doble estallamiento de dos significantes. En esencia, esto da una mejor sensación de lo que Rosaura está percibiendo: un monte que parece inmenso para sus fuerzas y un sol que, en lo alto, parece un rostro que la observa, ceñudo. Quizá esto no es posible de acuerdo con las leyes del lenguaje. Pero en cambio da una idea de una percepción "real" del personaje y su infortunio.
Los siguientes dos pasajes a analizar son parlamentos de Segismundo. Rosaura y su compañero, el gracioso Clarín, se encuentran desamparados cuando divisan una torre. Entran y escuchan cadenas y luego un largo parlamento. En dicho parlamento hay varias metáforas. Entre ellas destacan estos pasajes:
Nace el ave, y con las galas
Que le dan belleza suma
Apenas es flor de pluma
O ramillete con alas,
Cuando las etéreas salas
Corta con velocidad.
Negándose a la piedad
Del nido que deja en calma
¿y teniendo yo más alma
Tengo menos libertad? (vv. 123-132).

El ave es comparada con dos cosas distintas: una "flor de plumas" y un "ramillete con alas". Y además hace algo que no se aplica al sustantivo que le sigue: "corta las etéreas salas". Una sala no puede ser cortada por un pájaro.
Pero además, de acuerdo con la semántica de la lengua española, una flor no puede ser de plumas. Las flores están compuestas por pétalos. Sin embargo, el significante "flor", seguido de "plumas" provoca la siguiente ecuación:
Un pétalo no es una pluma
Un pétalo no es un pétalo.
Sin embargo, a diferencia de lo que pasa en el lenguaje, es posible concebir en la realidad una flor con plumas. Basta con ver, en los pétalos, las mismas cualidades que tienen las plumas de los pájaros: fragilidad, brillantez, matiz, belleza, olor, etc. ¿Cuántas veces no se ven flores que parecen pájaros y, al contrario, pájaros que parecen flores? Lo irónico es que Segismundo, encerrado en su prisión, sea capaz de concebir con tanta naturalidad esa semejanza entre las flores y los pájaros, digna de un alma sumamente sensible que, evidentemente, merece un mejor destino.
Aunque ya hay un referente anterior, el pájaro, la metáfora "ramillete con alas" es también una manera de llamar al ave que denota sensibilidad y finura poética. Un ramillete se evoca como varias flores que forman un conjunto abigarrado. Al dársele alas a dichas flores, la mente de inmediato provoca la siguiente ecuación:
Un ramillete no es un pájaro.
Un ramillete no es un ramillete.
Después, Segismundo utiliza otra sustitución para nombrar su infortunio:
Nace el pez, que no respira
Aborto de ovas y lamas,
Y apenas, bajel de escamas,
Sobre las ondas se mira,
Cuando a todas partes gira,
Midiendo la inmensidad
De tanta capacidad
Como le da el centro frío;
¿y yo, con más albedrío,
Tengo menos libertad? (vv. 142-150)

La imagen del pez como un bajel de escamas es de gran perfección. Quizá los semas bajel y escamas sean los principales elementos en estos versos. Un bajel es un barco, no un pez. Pero un bajel con escamas es una manera de decir pez y da una mejor idea de la libertad que Segismundo añora. Pues un bajel comparte comparte con un pez la libertad de bogar libremente por el agua, mientras que el personaje está condenado a permanecer en la torre.
Aquí, la operación de estallamiento del significante es la siguiente:
Un bajel no es un pez.
Un bajel no es un bajel.
Pero hay además otra operación metafórica. El pez adquiere un rasgo humano, pues sobre las ondas se mira. La operación de mirarse a uno mismo es propiamente humana. Así que el pez adquiere, durante un breve instante, un rasgo de inteligencia. Así, hay otra operación metafórica:
Un pez no es un ser humano.
Un pez no es un pez.
De esta manera, Segismundo se contempla a sí mismo como un pájaro y como un pez. Lo que hace con dichas metáforas es buscar, en la realidad, un remedio para su infortunio. Lo mismo hace Rosaura. Ambos utilizan códigos similares para referirse a los objetos que los rodean. En vez de hablar directamente de ellos los substituyen por peces o pájaros, por mencionar dos ejemplos.
Así, las metáforas en La vida es sueño no sirven únicamente para adornar el discurso de los personajes. Su función es más importante. Con ellas, los personajes buscan acercarse a una expresión más real de sus emociones y deseos. Aunque a diferencia de los versos de Góngora los referentes son casi explícitos, esto no hace a dichas metáforas menos valiosas o complejas. Como se ha visto en el análisis, es posible entonces seguir el sistema planteado por Molho para cualquier metáfora. Lo cual demuestra que la manera de ver las metáforas que este hispanista propone abre una ventana hacia las cosas a través del lenguaje. En conclusión, y a través de un análisis de algunas metáforas usadas por Calderón en La vida es sueño, la metáfora no es sólo un recurso retórico, sino uno de los instrumentos más poderosos para percibir la realidad.



BIBLIOGRAFÍA

DE LA BARCA, CALDERÓN, La vida es sueño, RBA editores, Barcelona, 1994.

FALCÓN RAMÍREZ, CONSTANTION, Diccionario de mitología clásica, tomo uno (A-Z), Alianza Editorial, España, 2002.

MOLHO, MAURICE, Semántica y poética (Góngora y Quevedo), Crítica, España, 1977.

Diccionario de autoridades, compuesto por la Real Academia Española en 1726, edición fascimil, A-C, Primer tomo, Gredos, Barcelona, 1990.


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