La marginalidad socio-laboral. Revisita de un debate desde nuevos anclajes.pdf

May 23, 2017 | Autor: Ariel Hernán Farías | Categoría: Mercado De Trabajo, Marginalidad, Régimen de acumulación
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Descripción

La marginalidad socio-laboral: revisita de un debate desde nuevos anclajes. Un

Titulo

estudio de los partidos del Gran Buenos Aires (1992-2007) Farías, Ariel Hernán - Autor/a;

Autor(es)

Argumentos. (no. 14 oct 2012) Revista de crítica social

En:

Buenos Aires

Lugar

Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, UBA

Editorial/Editor

2012

Fecha Colección

Sociedad; Desocupación; Régimen de acumulación; Mercado de trabajo;

Temas

Marginalidad; Inserción laboral; Fuerza de trabajo; Argentina; Gran Buenos Aires; Artículo

Tipo de documento

"http://biblioteca.clacso.org.ar/Argentina/iigg-uba/20130626115948/argu14_4.pdf"

URL

Reconocimiento-No Comercial-Sin Derivadas CC BY-NC-ND

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Argumentos. Revista de crítica social, 14, octubre 2012

La marginalidad socio-laboral: revisita de un debate desde nuevos anclajes Un estudio de los partidos del Gran Buenos Aires (1992-2007) Ariel Hernán Farías* Recibido: 25 de junio, 2012 Aceptado: 20 de julio, 2012

Resumen En este artículo exploramos dimensiones acerca de la marginalidad laboral, analizando los cambios y recurrencias entre el periodo abierto a partir de la consolidación del régimen de acumulación neoliberal, y la fase posterior, iniciada a partir de la crisis de dicho modelo. El territorio de análisis fueron los partidos del Gran Buenos Aires, y el periodo, 1992-2007. Dicho recorte se realizó en base a los niveles de desocupación abierta existentes en dicho aglomerado. Los referentes empíricos fueron construidos en base a una de las fuentes secundarias existentes en Argentina para el análisis de mercados de trabajo: la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). La hipótesis que atravesó el trabajo fue que la fase abierta a partir de 2002-2003, ubicó a la población de este territorio social, en un estadio más elevado, en relación a la generación de población excedente, que el existente a principios de la década del noventa.

Palabras clave: Marginalidad / Régimen de acumulación / Mercado de trabajo * Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, UBA – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) - Argentina Email: [email protected] Agradecimientos: Este trabajo forma parte de avances parciales de mi tesis de maestría. Agradezco las críticas y sugerencias de la Dra. María Maneiro a versiones preliminares a este trabajo.

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Abstract In this paper we explore dimensions about labor marginality and analyze recurrences and changes between the period open by the consolidation of neoliberal accumulation regime, and the subsequent phase, initiated with the crisis of that model. The territory of analysis was the districts of Gran Buenos Aires, and the term we studied went from 1997 to 2002. That cut was made based on levels of open unemployment in the agglomerate. The empirical referents were built considering one of the secondary sources available in Argentina for the analysis of labor markets: The Permanent Household Survey (EPH), of the National Institute of Statistics and Census (INDEC). The hypothesis that cross the paper was that the stage open since 20022003 placed the population of this social territory in a higher stage, comparing the generation of excess population, than that one existing in the early nineties.

Key Words: Marginality / Regime of accumulation / Labor market

Introducción Para responder la pregunta acerca de las recurrencias y los avances de la forma societal que se despliega en la actualidad es necesario establecer con claridad los momentos de comparación. El efecto traumático generado por la aguda desestructuración de los soportes de la integración genera obstáculos para que el alcance de la mirada analítica se sitúe más allá de los momentos en que se evidenció de forma ostensible el carácter destructivo del régimen de acumulación neoliberal –con diciembre de 2001 como hito sustantivo dentro del imaginario social-. Éste opera produciendo una primacía de la memoria corta. Por ello el objetivo principal del presente artículo es avanzar en una comparación de mediano plazo. En este sentido exploramos las modalidades de inserción dentro del mercado de trabajo de la población de los partidos del conurbano bonaerense, concentrándonos en las modalidades de inserción débiles. La iluminación 116

La marginalidad socio-laboral…

teórica

de

esta

problemática

implicó

una

revisita

a

los

debates

latinoamericanos acerca de la marginalidad, a la vez que supuso

la

construcción de puentes entre los desarrollos teóricos y los referentes empíricos. En la periodización, establecimos un primer momento, a inicios de la década del 90, que se constituyó en hito visible de la desimbricación entre los sectores que viven de la venta de su fuerza de trabajo y el empleo; y un segundo momento, que se inicia entre los años 2002 y 2003, en el que se da un proceso de crecimiento económico sostenido, con recuperación de la elasticidad producto-empleo, y que desde diversos enfoques revertiría las tendencias de la fase previa (entre otros, Palomino y Trajtemberg, 2006; Narodowski y Panigo, 2010). El corte del análisis (2007), se sustenta el amesetamiento posterior de los indicadores analizados, lo que permite pensarlo como un momento válido para la realización del recorte temporal. La forma y la magnitud que asume este proceso de exclusión-inclusión fue un nudo central de pesquisa. A su vez analizamos, para el momento de cierre del análisis (2007), cómo se vinculan las distintas formas de inserción dentro del mercado de trabajo con los tipos de capital que operan en la formación social y con la apropiación de ingresos por parte de los distintos sectores de trabajadores. Nuestra hipótesis es que el posicionamiento con respecto al proceso productivo de una fracción sustancial de trabajadores se ha visto deteriorado, situándolos, a pesar de la reactivación, en un estadio más alto

de

debilitamiento en la inserción que el existente al inicio del periodo. Este proceso podría estar ligado a una ampliación de la periferia de trabajos precarios y de subsistencia, y a dificultades del actual modelo de desarrollo para re generar entramados laborales conformados por empleos típicos1.

1 “Los “empleos típicos”, llamados también los “verdaderos empleos”, han sido con frecuencia asimilados a una modalidad: la relación salarial “fordista” que predominó en los países capitalistas industrializados después de la segunda guerra mundial, con elementos constitutivos específicos (…). Se trata de un trabajo asalariado (es decir subordinado de manera formal o real al capital, dependiente, heterónomo, en relación de dependencia), en el contexto de una economía desarrollada que creció a buen ritmo y de manera regular, centrada en el mercado interno, donde predominó una estructura productiva en la cual el sector industrial tenía predominancia. La mayoría de los obreros y empleados ocupados eran del género masculino, trabajaban a tiempo completo (según la duración de la jornada máxima legal vigente y dando lugar al pago con recargo de las horas extraordinarias cuando era el caso)” (Neffa; Oliveri, Persia, Trucco, 2010: 6-7).

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Por otra parte, esta inserción débil en el empleo se entronca con una participación mayor, que la de los sectores con inserciones plenas, dentro de la periferia del régimen de acumulación, a la vez que se yuxtapone con una apropiación menor de ingresos.

Contextos La consolidación del régimen de acumulación neoliberal y la crisis del empleo La fase que se abre hacia 1990 implicó modificaciones sustantivas del régimen de acumulación y de las formas institucionales existentes en Argentina. Las leyes de Emergencia Económica y Social y de Reforma del Estado pueden marcarse como los hitos fundantes de un nuevo modo de desarrollo que tendrá efectos drásticos sobre el empleo y los ingresos de los sectores que viven de su trabajo. La orientación articulatoria, de los diversos cambios en las formas institucionales que se desarrollaron luego de las crisis hiperinflacionarias de 1989 y 1990, tenían como objetivo anclar la moneda (evitando los críticos niveles de inflación de los años previos, pero dejando sin un instrumento de regulación central al Estado, y profundizando los procesos de destrucción de los entramados laborales), y estabilizar o ensanchar las tasas de ganancias, a partir de la reducción de los costos laborales y de la flexibilización de las condiciones de contratación de la mano de obra. En el sentido de evitar las intervenciones “distorsivas” sobre el mercado, se plantearon un paquete de reformas que redujeron notablemente la intervención estatal en su rol regulador, a la vez que profundizaron la apertura de la economía (Arceo, Monsalvo, Schorr, Wainer, 2010: 33-35). El repliegue del Estado, se evidenció no sólo en la desregulación de las relaciones laborales, sino en su rol productor de bienes y servicios, lo que implicó la expulsión de trabajadores de estas empresas. Acompañando estos procesos, se procedió a legislar de forma tal que se habilitó la ampliación de los procesos de subcontratación y tercerización, generando vínculos laborales mucho más inestables que los que constituían los empleos típicos. A su vez, este periodo se destacó por una baja elasticidad empleo-producto.

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Por otro lado, la rigidez del tipo de cambio impidió realizar ajustes que posibilitaran la regulación de los precios y salarios ante variaciones del contexto internacional. Todo lo cual generó una fuerte dependencia del capital extranjero, que reclamaba la flexibilización de las instituciones que regulaban el uso de la fuerza de trabajo. La serie de políticas flexibilizadoras, lejos de incentivar el contrato de mano de obra, fueron sumamente negativas, reduciendo los niveles de empleo, a la vez que incentivaron la concentración del ingreso y la reducción de los salarios reales (Panigo, Torija-Zane, 2008). Al finalizar la década, los niveles de desempleo, subempleo, pobreza e indigencia alcanzaron niveles que la sociedad argentina no había conocido. Estos procesos de expulsión de mano de obra, impulsaron cambios significativos en relación a las características de la fuerza de trabajo disponible. De tal forma que durante la década del 90 creció la población activa, nutriéndose de nuevos contingentes de fuerza de trabajo secundaria, necesaria para mantener los ingresos del hogar o para suplantar la perdida del trabajo del principal sostén (Arceo, Monsalvo, Schorr, Wainer, 2010). Por otra parte, el incremento de los niveles de pobreza, no afectó solamente a los sectores desempleados, sino que atravesó a una parte significativa de la clase trabajadora ocupada. El sustantivo aumento de los empleos precarios –que actuaron como refugio para la supervivencia-, generó que diversas fracciones de la población activa sufrieran situaciones de vulnerabilidad. Asimismo, e intentando palear los niveles de indigencia que crecían de forma exponencial, el Estado desplegó un conjunto de políticas sociales focalizadas. Entre 1998 y 2002 se evidenció una crisis recesiva, con deflación de precios y reducción de los salarios reales. Esta crisis marcó el fin del modelo de la convertibilidad, caracterizado por una inestabilidad estructural. Durante toda la convertibilidad la dinámica de las exportaciones resultó insuficiente para sostener un modelo de crecimiento sustentado en el endeudamiento externo. La rigidez de la emisión monetaria (atada a los movimientos de la balanza de pagos por la ley de convertibilidad) agravó las dificultades existentes por la necesidad estructural de divisas internacionales. El shock externo –devaluación de la moneda brasilera-, aceleró tendencias que habían ido generando 119

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deterioros para la economía. A finales de la crisis, la solvencia de los actores públicos y privados de la economía se redujo aún más, y en consecuencia se quebró la estabilidad del sistema financiero (Neffa y de la Garza Toledo, 2010). Además de los indicadores sociales, la gravedad de la crisis del modelo de desarrollo, daba cuenta de su inviabilidad, generando la necesidad de apertura de una nueva fase.

Cambios en el modelo de desarrollo. Crecimiento e ¿integración? Un shock central que dio inicios a la nueva fase lo constituyó la devaluación –en enero del año 2002, institucionalizando el abandono del sistema de convertibilidad- con una fuerte redistribución regresiva del ingreso, y pesificación asimétrica de las deudas, intensificando la desigualdad social. Se estableció una tasa de cambio real alta y competitiva regulada por el Banco Central. Esta política tuvo un impacto positivo sobre la economía, beneficiando los bienes transables de producción nacional. El fuerte crecimiento del PBI, impulsado por el tipo de cambio competitivo, y las políticas económicas destinadas a incrementar el gasto público, generaron una reanudación de un proceso de sustitución de importaciones. Este proceso se desarrollo a pesar de las muy bajas tasas de inversión del empresariado. Pese a esto, la capacidad productiva ociosa, y la fuerte reducción de los salarios que implicó la devaluación, permitió que se fortalecieran las empresas medianas y grandes, y que emergieran pequeñas y micro empresas que funcionaron como subcontratistas y proveedoras (Neffa, 2010). Este proceso de crecimiento, se vio acompañado por una recuperación de

la

elasticidad

empleo-producto,

que

si

bien

tendió

a

disminuir

paulatinamente a lo largo del periodo, se mostró muy superior a los promedios de la década del 90 (Arceo, Monsalvo, Schorr, Wainer, 2010). Por otra parte, en relación al rol del Estado, éste pasó a tener un rol activo y a regular el funcionamiento de la economía. Esto significó un viraje en relación a las modalidades que se instituyeron durante el periodo de la convertibilidad.

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A su vez, se produjo un freno de la concentración económica, pero no se modificó la estructura sectorial de la economía -2/3 para servicios y 1/3 para bienes- lo que confirma el proceso de terciarización. Asimismo, no se logró realizar progresos significativos en lo que refiere a la infraestructura, generando peligros en torno a las posibilidades de crecimiento sostenido del PBI (Neffa, 2010). En relación a los salarios, se produjo una fuerte recuperación hasta 2006. Mas luego, debido a la rigidez del sistema productivo argentino, el modelo sustentado en la exportación de bienes que forman parte de la canasta familiar generó una tendencia hacia el alza de los precios internos. Este proceso provocó que a principios de 2007 se amesetara la reducción de la pobreza y la indigencia, para luego comenzar a aumentar (en relación a la indigencia, un nuevo y fuerte impulso para su reducción, lo constituyó la implementación de la asignación universal por hijo a fines del año 2009). En lo que respecta al mercado de trabajo, se produjeron notables mejoras en relación al año 2002. La tasa de desempleo decreció fuertemente hasta el año 2007, en que tiende a amesetarse y a subir levemente a partir del año 2008. Por otro lado, el subempleo, también se redujo significativamente. En relación al empleo no registrado, éste se comprimió hasta 2008, año en que se produjo un amesetamiento (Neffa; Oliveri, Persia, Trucco, 2010).

Herramientas teóricas La marginalidad vista desde Latinoamérica La conceptualización acerca de la heterogeneidad de la fuerza de trabajo y en particular de la existencia de contingentes de trabajadores distintos al contingente de trabajadores en activo tiene sus anclajes primarios en Marx. En el desarrollo de la ley general de la acumulación capitalista sostiene que al expandirse la masa de capital global se expande a su vez el número de trabajadores a disposición del mismo. Pero, en este proceso de expansión, se modifica la composición del capital, formando parte en una mayor proporción la parte constante, los medios de producción, sobre la parte variable, la fuerza de trabajo. Debido a este proceso, se generan contingentes de trabajadores relativamente excendentarios para las necesidades medias del proceso de 121

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acumulación, ya que el crecimiento absoluto de la población obrera es más rápido que el crecimiento absoluto de los medios de producción en los que puede estar ocupada. El argumento sustancial y origen del debate latinoamericano acerca de la marginalidad es que Marx plantea que en las sociedades de base capitalista, esta población relativamente supernumeraria se encuentra a disposición del capital conformando un ejército industrial de reserva que se constituye como “palanca de la acumulación capitalista, e incluso en condición de existencia del modo capitalista de producción” (Marx, 2008: 786). Estos contingentes tienen atributos explotables y están siempre disponibles para incorporarse al proceso productivo, siendo absorbidos o expulsados según las necesidades del capital, generando efectos favorables al proceso de acumulación. Por un lado se incorporan en las fases expansivas o en los momentos de creación de nuevas ramas industriales sin perjuicio a la producción en los ámbitos existentes. Por otro lado, la existencia de estos contingentes regula el movimiento general de los salarios, y particularmente, deprime el precio de la fuerza de trabajo en activo. Se desprende de estos desarrollos que estos sectores forman parte de la clase trabajadora a pesar de tener un posicionamiento distinto con respecto al proceso productivo. Asimismo, los efectos positivos sobre el proceso de acumulación derivan del supuesto de su intercambiabilidad con la fuerza de trabajo en activo. A fines de la década del 60, retomando la problemática de la superpoblación relativa, y dando precisión analítica a un concepto polisémico, es que emergen las investigaciones acerca de la marginalidad, y en particular, el concepto de masa marginal2. En las investigaciones iniciales, Nun, Murmis y Marín (1968), sostienen que en las sociedades latinoamericanas se produce una diferenciación sustancial en relación al posicionamiento de parte de la superpoblación con respecto al proceso productivo. A la diferenciación dual primaria, ejército activo y ejército de reserva, añaden una diferenciación secundaria planteando que la superpoblación relativa se divide en dos sectores principales: por un lado, el 2

En Latinoamérica existieron otras miradas acerca de este objeto de estudio. La perspectiva hegemónica hasta el momento del debate fue aquella ligada con las teorías de la modernización. Como exponente lucido de esta perspectiva, se puede consultar (Germani, 1980).

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sector clásico, poseedor de atributos intercambiables con los del segmento activo, y por lo tanto, funcional al proceso de acumulación capitalista, y por otro lado, un sector excesivo, desposeído de los atributos intercambiables, que no cumple ya las funciones de reservorio de mano de obra y de depresor del precio de la fuerza de trabajo. Estos sectores forman parte del ámbito de la marginalidad. Es Nun (1969)3 quien dota de mayor nitidez conceptual a esta diferenciación. Realizando una relectura de los Grundisse plantea que la forma sinonímica con que eran tratados los conceptos superpoblación relativa y ejército industrial de reserva no es precisa. La interpretación del autor es que superpoblación relativa es una categoría analítica de nivel general dentro del andamiaje marxiano, que remite a la relación entre población y medios de trabajo en distintas formaciones económico-sociales. Por su parte, ejército industrial de reserva es una categoría histórica específica del modo de producción capitalista, y remite al tipo de relación funcional que establece la superpoblación, o parte de ella, con respecto al proceso de acumulación capitalista. En el contexto analizado por Marx, de capitalismo competitivo, con tendencia a la homogeneización de los medios de producción y de los atributos de la fuerza de trabajo empleable, población sobrante y ejército industrial de reserva tendían a superponerse (Nun, 2001b: 48-86). La mayoría de los trabajadores pueden en esa situación intercambiar su posicionamiento dentro del proceso productivo. Pero no

sucede lo mismo en las sociedades

contemporáneas. En las sociedades contemporáneas el capital monopólico es el que dirige la fase histórica. Este elemento trae aparejadas consecuencias en términos de generación de superpoblación, y particularmente, en términos de la relación funcional que establecen los distintos sectores de esa superpoblación con respecto al proceso de acumulación. El desarrollo de la automatización de la 3 La versión original del trabajo de José Nun apareció en 1969 en la Revista Latinoamericana de Sociología bajo el título “Superpoblación relativa, ejército industrial de reserva y masa marginal”. Ese artículo suscitó numerosas discusiones, entre ellas, el artículo de Fernando Henrique Cardoso aparecido en 1970 en la Revista Latinoamericana de Sociología, bajo el título “Comentario sobre los conceptos de sobrepoblación relativa y marginalidad”. Tres décadas después, y analizando el impacto del despliegue del modelo neoliberal, Nun revisitó su teoría, ese trabajo apareció en 1999 en la revista Desarrollo Económico, con el título “El futuro del empleo y la tesis de la masa marginal”. La dificultad para el acceso a los trabajos originales suscitó que en el año 2001 José Nun compilara el conjunto de los artículos en el libro Marginalidad y exclusión social.

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producción expulsa mayores contingentes de trabajadores y eleva las calificaciones necesarias para incorporarse en el proceso dirigido por el capital monopólico. En este sentido, el carácter funcional que cumplía la población sobrante, en tanto reservorio de mano de obra y depresor del precio de la fuerza de trabajo, muta. Una parte no menor de la masa de trabajo se torna excedentaria para las necesidades de valorización del capital, tanto en las fases descendentes como en las ascendentes. Los atributos de las distintas fracciones de la fuerza de trabajo ya no son intercambiables entre sí, y se produce un proceso de segmentación sustantivo al interior de la clase trabajadora. Nun acuña el concepto masa marginal para designar a aquellos contingentes de la superpoblación que no son funcionales en relación al proceso de acumulación del sector que dirige la fase histórica, siendo el tipo de relación establecida afuncional o disfuncional (Nun, 2001b: 87-90). Desde nuestra perspectiva, los aportes acerca de la complejidad de las formaciones económico sociales -desarrollados en la versión de 1969, pero aplicados a la realidad reciente en la revisita del autor a su teoría a fines del siglo XX (ver Nun, 2001b: 91-136, y Nun, 2001a: 254-266)-, dotan a la construcción categorial planteada por Nun, de matices interesantes que hacen a la porosidad de las categorías. En las formaciones económico sociales conviven diversos modos de producción y diversas fases al interior de un mismo modo. Pero, las formas productivas arcaicas se subordinan a las formas productivas modernas, generándose un desarrollo desigual. A su vez, la forma en que se combinan las diversas fases dota a cada formación de un carácter particular. En este sentido, y retomando la problemática de los excedentes de población y su funcionalidad, puede que en una misma formación convivan diversos procesos de producción de superpoblación, así como efectos plurales generados por los contingentes excedentarios, de esta forma, un sector puede ser masa marginal en relación al capital monopólico, pero ejército de reserva o ejército en activo en relación al capital competitivo (Nun, 2001b: 134-135). Retomando estos análisis, graficamos la porosidad de las categorías analíticas en el siguiente esquema:

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Esquema 1: Segmentos poblacionales en relación al proceso de acumulación hegemónico.

Ejército en Activo

Superpoblación relativa intercambiable

Ejército de Reserva

Masa Marginal

con la fuerza de trabajo activa.

Superpoblación relativa no intercambiable con la fuerza de trabajo activa.

Fuente: Elaboración propia.

El problema de la heterogeneidad obrera, visto desde la perspectiva de la marginalidad, dota a las diferenciaciones al interior de la clase de un carácter cualitativamente distinto al de la diferenciación marxista clásica y brinda herramientas para pensar las mutaciones que han tenido las dinámicas de acumulación y sus impactos en la clase que vive de su trabajo. Hay autores que han planteado que el proceso de heterogeneización derivado del desarrollo del modelo neoliberal supuso la concentración de las actividades productivas centrales del capital hegemónico, y el abandono de toda una gama de actividades subsidiarias, tercerizadas y cuarterizadas. Esto se ve reflejado en una diferenciación al interior del colectivo de trabajo: a un núcleo pequeño de trabajadores estables, bien pagos y registrados, lo circundan, una periferia amplia de trabajadores inestables, mal pagos y precarios (Antunes, 2003: 55). Desde un retome segmentarista de la perspectiva de la marginalidad, se han realizado análisis de la realidad local, que dieron cuenta de procesos de segmentación de los trabajadores (Salvia, Comas, Ageitos, Quartuli, Stefani, 2008). Desde otras miradas, se ha recalcado el impacto que tuvieron las 125

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políticas neoliberales en la reducción de los empleos plenos, y la ampliación de trabajos de baja calidad, generando una fragmentación del colectivo de trabajadores. “En la actualidad existe un amplio consenso acerca de los efectos que tuvo el plan de convertibilidad sobre el mercado de trabajo, no sólo por la elevada tasa de desempleo resultante, sino también por el incremento de la subocupación horaria y del empleo no registrado (…) La estratificación salarial entre

los ocupados, los empleos precarios y la

desocupación masiva

profundizaron un proceso de fragmentación entre los asalariados.” (Arceo, Monsalvo, Schorr, Wainer, 2010: 48). Pensamos,

que

las

intercambiabilidades

de

los

atributos

de

los

trabajadores y su relación con el proceso de acumulación deben ser leídos a la luz del lugar central que ocupa este desacople entre trabajadores. También es necesario prestar atención a las evidencias empíricas acerca del crecimiento sostenido de fracciones desposeídas de sus medios de existencia y que no pueden acceder a la venta de su fuerza de trabajo. Asimismo,

el

prisma

de

la

marginalidad,

nos

permite

construir

interrogantes acerca de las fases de reactivación económica (con recuperación de la elasticidad empleo-producto); las brechas entre el núcleo estable y la periferia precaria, ¿tienden a reducirse? La magnitud y forma de inserción en la ocupación, y la exclusión de ella, pueden hacer de puente entre las dimensiones analíticas y las categorías empíricas. Sin embargo, es preciso advertir que la porosidad de estas dimensiones dificulta el traspaso mecánico desde las variables clásicas construidas para estudiar el mercado de trabajo (como por ejemplo, la desocupación o la sub ocupación) hacia las dimensiones analíticas. Sin embargo habilita a una compresión y visualización de dichos fenómenos dentro de entramados más amplios.

Aproximándonos a los referentes empíricos La inserción endeble dentro del mercado de trabajo El problema de la inserción dentro del mercado de trabajo ha sido abordado desde diversos prismas teóricos. A diferencia de la lectura neoclásica, que supone que la mercancía fuerza de trabajo se puede igualar a 126

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otras mercancías, y que posee por tanto un punto de equilibrio en el que oferta y demanda se intersectan (Toharia, 1983) sostenemos que los flujos de la fuerza de trabajo se ven sustancialmente alterados por los desequilibrios de los procesos productivos y de los regímenes de acumulación. Retomando el debate sobre la marginalidad, buscaremos aproximarnos a las situaciones de inserción endeble dentro del mercado de trabajo. Con esta noción no nos referimos a las características de los puestos de trabajo, noción que se ha explorado bajo el concepto de trabajo precario, sino, a las posibilidades de venta de la fuerza de trabajo, y a las modalidades que asume la utilización de la misma. La inserción endeble remite a procesos de no utilización, sub utilización o irregularidad en la utilización de la fuerza de trabajo disponible en el mercado. Esta concepción toma parte de la definición de trabajador precario construida en Pok (1992), pero releyéndola a partir de otra problemática de estudio4. La inserción endeble dentro del mercado de trabajo da cuenta de un desequilibrio entre la masa de trabajadores dispuestos a vender su capacidad de trabajar, en un momento y tiempo determinado, y los medios de trabajo en el que dicha fuerza puede ser aplicada. Las dinámicas del proceso de acumulación pueden generar que el volumen de estos trabajadores crezca, se reduzca, o mute en su forma.

Las variables de estudio Distintos estudios se han ocupado del análisis de los principales indicadores del mercado de trabajo local, comparando convertibilidad y post convertibilidad.

Entre

las

versiones

pesimistas

podemos

mencionar

a

(Lindemboin, 2007), y entre las optimistas (Panigo, Neffa, 2009). Dichos estudios han brindado herramientas para describir las reconfiguraciones del mercado de trabajo, y los hitos que implicaron una modificación de la dinámica que primó durante la década del 90. Por otro lado, existen indagaciones que se 4 En dicha conceptualización la autora definía al trabajador precario como “todo trabajador que presenta una inserción endeble en la producción social de bienes y servicios. Dicha inserción endeble está referida a características ocupacionales que impulsan o al menos facilitan la exclusión del trabajador del marco de su ocupación. Se expresa en la participación intermitente en la actividad laboral y en la disolución del modelo de asalariado socialmente vigente. Asimismo se refleja en la existencia de condiciones contractuales que no garantizan la permanencia de la relación de dependencia (contratos de tiempo parcial, eventual, y demás modalidades restringidas, no sujeción a la percepción de indemnización por despido, etc.) así como en el desempeño en ocupaciones en vías de desaparición o de carácter redundante en términos de las necesidades del aparato productivo” (Pok, 1992: 5).

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han ocupado en describir la dinámica del sector informal urbano, y del trabajo no registrado (Neffa, Oliveri, Persia, Trucco, 2010). Con este estudio pretendemos sumar a esas miradas, un trabajo exploratorio, iluminado por la perspectiva teórica de la marginalidad, concentrándonos en los desacoples entre fuerza de trabajo disponible y medios de empleo. Por otro lado, pretendemos realizar una construcción y lectura diferente de los datos, describiendo los cambios relativas a través de índices que nos permiten dimensionar las variaciones relativas respecto a un año de base, y no las modificaciones de las tasas. El cambio sustancial de magnitud y características de la PEA sucedido en la década del 90 (descripto entre otros por Arceo, Monsalvo, Schorr, Wainer, 2010; Pérez, 2011), puede impedir que se visualicen variaciones de la población desocupada, sub ocupada u ocupada demandante, si se trabaja sólo con tasas. En la aproximación inicial al objeto de estudio, construiremos señales en relación a las dinámicas de absorción de la fuerza de trabajo, tomando los principales indicadores del mercado de trabajo: La actividad que refleja a la población que produce o busca producir los bienes y servicios necesarios para la reproducción de la sociedad y para el desarrollo del proceso de acumulación. El empleo, que da cuenta de la población que efectivamente está implicada en los procesos productivos (a pesar de que el posicionamiento con respecto a estos procesos sea muy heterogéneo, así como las características que asumen y sus finalidades). El problema de la inserción endeble dentro del mercado de trabajo (no utilización, sub utilización, o irregularidad en la utilización de la fuerza de trabajo), se explora en este estudio a partir de las variables desocupación abierta, subocupación horaria, y ocupación demandante5. Estas variables nos permiten realizar una aproximación exploratoria a las magnitudes que asumen 5 El fenómeno de la ocupación demandante, entendido como aproximación a los procesos de irregularidad en la utilización de la fuerza de trabajo, requiere de una justificación mayor que la de las dos variables previas. Dado que en las economías periféricas los seguros de desempleo son escasos –en monto y en cobertura, Pok (1996) planteó que los desempleados se ven obligados a realizar actividades irregulares –“changas”-, que les permiten subsistir y sostener la continuidad de la búsqueda de un empleo que los satisfaga. Analíticamente, buena parte de los ocupados que demandan otro trabajo deberían clasificarse como desocupados ocultos en la ocupación que realizan actividades irregulares para obtener medios de subsistencia y mantener la búsqueda de trabajo. Es en este sentido que entendemos a la ocupación demandante como una aproximación al fenómeno de irregularidad en la utilización de la fuerza de trabajo.

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estos fenómenos, distinguiéndolas de aquellas ligadas al empleo pleno. Si bien incluyen en su seno a diversas categorías ocupacionales (asalariados, cuentapropistas, patrones, trabajadores familiares sin remuneración), las variables que tomamos para analizar la inserción endeble (desocupación, sub ocupación y ocupación demandante) refieren mayoritariamente al universo de la clase que vive de su trabajo. Por su parte, es necesario advertir que la categoría ocupacional no reenvía directamente a la divisoria entre trabajadores y empresarios, como se ha demostrado en (Iñigo Carrera, Podestá, 1997). En la búsqueda de vinculación de las situaciones de inserción endeble en la ocupación y los tipos de capital que se desarrollan en la formación histórica, tomaremos parte de la definición operacional utilizada para aproximarse al sector informal. En ese caso, la variable tamaño del establecimiento se utiliza como aproximación al tipo de capital que opera en las unidades productivas.

Espacio, tiempo, e instrumento El territorio particular de estudio, los partidos del conurbano bonaerense, se ha mostrado temprana e intensamente como un laboratorio de los procesos de desestructuración de los soportes vinculados al empleo. El lugar asumido por la metrópoli dentro de la economía nacional, el carácter de dormitorio de la fuerza laboral no profesional que asumieron las barriadas del conurbano, y el nivel sumamente intenso de desarticulación de los importantes entramados industriales

existentes

-iniciado

durante

la

última

dictadura

militar

y

consolidado durante la década del 90-, vuelve a este espacio un terreno propicio para iniciar búsquedas sobre el carácter de la etapa de reactivación y de las modalidades de reinserción dentro de la ocupación –o su exclusión-. Si bien el mercado de trabajo del Gran Buenos Aires adopta una estructura regional; en tanto que territorio social, la Ciudad de Buenos Aires posee características diferenciales en relación a los partidos del conurbano bonaerense. Es en este sentido, los trabajadores de estos dos territorios sociales, poseen características distintas, a pesar de interactuar en un mismo

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Farías

espacio geográfico. Es por esta razón, que nos concentramos en el análisis de los partidos del conurbano bonaerense, separándolos de la CABA6. Elegimos el periodo 1992-2007 en base al criterio de los niveles de desocupación abierta existentes. La presencia de fracciones excedentarias, se muestra de forma ostensible, desde la mirada estadística, a través de las tasas de desocupación. Asumimos como hito relevante para el recorte temporal el ascenso de la tasa de desocupación a valores superiores a un dígito (1992), y el descenso de la tasa de desocupación a valores de un dígito (2007). Los referentes empíricos fueron construidos en base a una de las fuentes secundarias existentes en Argentina para el análisis de mercados de trabajo: la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). Dado que las mediciones difieren –entre las versiones puntual y continua de la EPH- en relación a diversas dimensiones, realizamos empalmes, utilizando como pivote las mediciones de mayo de 2003 –puntualy del 2° trimestre de 2003 –continua-. En relación a las diferencias entre la EPH puntual y la continua y las estrategias de construcción de empalmes nos basamos en (Graña y Lavopa, 2008). Dado que en este caso sólo nos interesa simular los totales de las categorías, y no su composición interna, se realizó un empalme por “estructuras”, simulando los valores de la EPH puntual y de la continua, a partir del promedio de las mediciones del momento de pivote. Para la construcción de tablas, del año 2007, utilizamos las bases de microdatos disponibles en la página del INDEC. Si bien son múltiples las controversias con respecto a la construcción de estos datos, se trata del instrumento que permite un mayor grado de acercamiento a la dinámica del mercado de trabajo, así como una mayor cobertura y nivel de confianza7.

Las inserciones endebles dentro del mercado de trabajo 1992-2007 6

Las características diferenciales de los trabajadores de ambos territorios se hacen más evidentes en los momentos agudos de crisis del empleo. Por ejemplo, las tasas de actividad, empleo, desocupación, y sub ocupación, del 2° trimestre de 2003 de la medición de la Ciudad de Buenos Aires, son de, 53,5%, 46,5%, 13,1%, 13,4%, respectivamente, mientras que las del Aglomerado de Partidos del Conurbano Bonaerense, son de, 46,1%, 36,6%, 20,6%, 20,4%. El Aglomerado de Partidos del Conurbano Bonaerense posee tasas mucho más bajas en el caso de la actividad y el empleo, y mucho más altas en el caso de la desocupación y la sub ocupación. 7 Hay que tener recaudos más importantes acerca de la fiabilidad de los datos construidos por el INDEC a partir del año 2007, ya que buena parte de los equipos técnicos que construían la Encuesta fueron desplazados de sus puestos o del organismo, y existen fuertes denuncias y señales empíricas, acerca de que los datos construidos en relación al Índice de Precios al Consumidor están siendo fraguados.

130

La marginalidad socio-laboral…

Población, población activa y población ocupada En este apartado presentamos los principales indicadores del mercado de trabajo, para el Aglomerado Partidos del Gran Buenos Aires, durante el período 1992-2007, tomando como base para la construcción de los índices la medición de mayo de 1992.

131

Farías

Gráfico

I.

Población,

población

activa

y

población

ocupada.

Aglomerado de Partidos del Gran Buenos Aires, 1992-2007.

Fuente: Elaboración propia en base a datos EPH-INDEC. 1. Base 100: Mayo 1992.

Entre el inicio y el final de la serie, la población posee un incremento relativo del 17.4%. La tendencia general es de un crecimiento demográfico normal, sin picos o depresiones significativas. En términos de crecimiento poblacional no se presentan cambios bruscos, como si existieron en las etapas de inmigración transatlántica o de inmigraciones internas. La población activa posee un incremento relativo mayor, analizada vis a vis con el crecimiento demográfico. La variación relativa entre las puntas de la serie es de alrededor de un 36%. Esta variación posee picos, octubre de 1992 a mayo de 1993 un 8%, octubre de 1994 a mayo de 1995 un 5.5%, de abril a octubre de 1996 un 5%, de mayo a octubre de 2002 un 5.5%. En la fase que se abre con el cambio de modelo de desarrollo tiende a mantenerse constante el volumen de personas en la actividad, estabilizando la tendencia alcista, pero

132

La marginalidad socio-laboral…

sin que se reduzca el volumen de personas que se encuentran dentro del mercado de trabajo. Esta movilización general hacia la actividad –que se produce en la primera fase, 1992-2002- expresa un deterioro de la situación de los sectores trabajadores. Si en el periodo de inicio de la serie podemos asumir que mayoritariamente bastaba con los ingresos del principal sostén para la reproducción de las unidades domésticas, hacia los fines de la serie, fue necesaria una movilización mayor de otros miembros de la familia para la reproducción de la misma. “Varios autores plantean que el deterioro de los ingresos familiares, ya sea por pérdida del empleo del jefe de hogar o por bajas salariales, lleva a los hogares a aumentar su oferta de trabajo -la hipótesis del trabajador adicional-“ (Perez, 2011: 33). En relación a la población ocupada se observa una tendencia volátil, con un cambio de fase hacia 2002-2003. Entre las puntas del periodo la población posee un incremento relativo de un 37%. Este crecimiento es mayor que el del crecimiento demográfico. En la fase 1992-2002, se constituye una brecha entre la tendencia de un crecimiento sostenido de la actividad, y la tendencia de un crecimiento leve o estático del empleo. En la fase 2002-2003 a 2007, este proceso se invierte, recuperándose el empleo en relación a la actividad que se mantiene constante. Una parte importante de la absorción de los desocupados se produce por el lanzamiento del Plan Jefes y Jefas de Hogar, a mediados del año 2002. Si se lee a los beneficiarios de planes Jefes y Jefas de Hogar como desocupados, la fase de descenso de la desocupación se traslada al periodo 2003-2004, y no al periodo 2002-2003. El cambio de fase se explica por la inserción en trabajos –como características muy diversas- de alrededor de 1.100.000 personas, durante el periodo 2002-2007. En el análisis de las fases, podemos decir que la primera fase evidencia un proceso de debilitamiento de la relación de los trabajadores con el empleo. Esta tendencia se agudiza si se la mira superpuesta a la de la tasa de actividad: una masa mayor de trabajadores necesita vender su fuerza de trabajo, a la vez que el proceso de acumulación que se desarrolla contrae la 133

Farías

capacidad de generar empleos plenos. Como planteamos previamente, durante la década del 90 se evidenció una baja elasticidad empleo-producto. Esto se vio reflejado en la contracción del volumen de empleos plenos (para el total de aglomerados, Arceo, Monsalvo, Schorr, Wainer, 2010: 47, dan cuenta de una reducción relativa mayor al 10% entre 1991 y 2001). La segunda fase evidencia un proceso de reinserción en la ocupación de parte de los trabajadores que habían sido excluidos del empleo. Este aumento sustancial de la cantidad de puestos de trabajo no se ve acompañado por un descenso de la población activa, lo que puede indicar un déficit de calidad de los empleos creados. Avancemos sobre formas de desacople entre fuerza de trabajo disponible y medios de empleo, para sumar elementos al análisis de estos procesos.

Población desocupada, sub ocupada, y ocupada demandante Para aproximarnos a los fenómenos de no utilización, sub utilización y utilización irregular de la fuerza de trabajo, analizamos los fenómenos de la desocupación abierta, la sub ocupación y ocupación demandante.

Gráfico II. Población, población desocupada, población subocupada, población ocupada demandante. Aglomerado Partidos del conurbano bonaerense, 1992-2007.

134

La marginalidad socio-laboral…

Fuente: Elaboración propia en base a datos EPH-INDEC. 1. Base 100: Mayo 1992.

La población desocupada presenta una tendencia general hacia el alza. Entre las puntas del periodo, el incremento relativo de la población desocupada es del 63%. El quiebre en dos fase se presenta de forma más drástica que las inserciones endebles en el empleo (ocupación demandante y subocupación). En la fase ligada al régimen de acumulación neoliberal (1992-2002) la población desocupada cuadriplica su volumen. Este proceso fue generado por una desestructuración sustancial de la estructura productiva y de la estructura estatal. Dicha dinámica generó una mutación de los volúmenes de la población sobrante, y de los efectos de sus distintos sectores en relación a los procesos de acumulación: una buena parte de los trabajadores del conurbano bonaerense se vieron excluidos de la posibilidad de venta de la fuerza de trabajo. A partir del año 2002, esta tendencia se modifica. Los hitos del incremento de la población desocupada presentan una mayor volatilidad que los ligados a empleos con déficits de utilización de la fuerza de trabajo. Estos incrementos tienen sus picos entre los años 1992 y 1993 (en 135

Farías

torno al 65%), en 1994 y 1995 (en torno al 180%) –con el impacto de la crisis mexicana- una tendencia a la baja posterior, y un nuevo pico de crecimiento entre 2001 y 2002 (en torno al 85%). La reducción relativa de la población desocupada en la fase abierta hacia 2002-2003 es significativa. En un primer momento se vincula al volumen que adquirieron los planes sociales con contraprestación, pero luego se relaciona con la creación de puestos de trabajo (por fuera de los planes). Entre 2002 y 2007 la reducción relativa de la población desocupada es del 330%, reduciéndose hacia el final de la serie la tendencia a la baja. Este amesetamiento se da aún en un momento en el que la población desocupada continúa siendo elevada. Como se ve reflejado en los datos de CIFRA (2011), la elasticidad empleo-producto posterior a 2007 se reduce notoriamente, estancando los procesos de absorción de la población desocupada. Retomando las palabras de Lindemboin (2007) en relación a la reducción de la desocupación, “lo virtuoso del período reciente (…) es algo que se remite a un momento muy particular de la historia, porque cuando miramos a un pasado no demasiado lejano (1991), con todo lo que mejoramos, estamos en un punto similar, con lo cual es claro que transitamos un período indudablemente beneficioso pero, puesto en perspectiva histórica, no podemos encontrar demasiados motivos para la euforia. Recordemos que a comienzos de los noventa nos estábamos acercando al 10%, muy por encima de la media histórica de desempleo registrada por la EPH” (Lindemboin, 2007: 13). La población sub ocupada también posee una tendencia general hacia el incremento. Entre las puntas del periodo éste es del 130%. La tendencia de la misma posee un cambio de fase hacia el 2003-2004, y un amesetamiento de la baja hacia el final del periodo analizado. Los picos de crecimiento en la primera fase se producen entre los años 1993 y 1995 (en torno a un 75%) y entre 2001 y 2003 (en torno a un 75%). En la fase de recomposición, se produjo un fuerte descenso de la población sub ocupada (en torno al 120%). Según CIFRA (2011), dicha reducción se relaciona con el incremento de los empleos plenos (pasando de una tasa de empleo pleno del 25,7%, en 2002, a una del 38% en 2007). Sin embargo,

136

La marginalidad socio-laboral…

dicha reducción sigue ubicando el índice de sub ocupados, muy por encima del de la población activa y de la población ocupada (ver gráfico I). El aumento de la sub ocupación durante la década del noventa da cuenta, del impacto de las políticas de flexibilización laboral, que aportaron a la desfiguración de lo que se había constituido como jornada normal de trabajo. Como mencionamos previamente, durante esa década se redujeron de forma sustantiva los empleos plenos (Arceo, Monsalvo, Schorr, Wainer, 2010), a la vez que se incrementó el trabajo no registrado (Neffa, Oliveri, Persia, Trucco, 2010), que funcionaba como regulador de la jornada laboral. Por otro lado, también reflejan la emergencia de toda una serie de actividades de subsistencia que tendrán que desplegar los trabajadores, debido a la constricción de la oferta de empleos. Un indicador de estos fenómenos es la modificación de las características del sector informal urbano, que reflejan un deterioro sustantivo del ingreso horario en relación al ingreso horario de los trabajadores registrados durante la década del 90 (Neffa, Oliveri, Persia, Trucco, 2010: 115). Estos cambios reflejan mutaciones de las actividades desarrolladas en ese sector, reduciéndose significativamente los excedentes de las mismas, y ensanchándose la brecha en relación al proceso de acumulación hegemónico. Estos dos fenómenos (subsistencia y flexibilización) poseen efectos diferenciales

sobre

el

proceso

de

acumulación.

Aquellos

sectores

que

comienzan a desplegar toda una serie de actividades de subsistencia, de pequeña

escala,

forman

parte

de

un

proceso

de

heterogeneización,

descalificación, y expulsión de sectores de la clase trabajadora. Por su parte, los sectores cuya fuerza de trabajo disponible es sub utilizada por parte de las medianas y grandes empresas, debido a las desregulaciones flexibilizadoras, forman parte de nuevas formas de organización del trabajo funcionales al desarrollo del proceso de acumulación. Las características del régimen de acumulación de la fase de reactivación dificultan que la situación de debilitamiento que implica la inserción parcial en la ocupación, se sitúe –al menos- en los valores existentes al inicio del periodo. Finalmente, la población ocupada demandante posee una tendencia general hacia el incremento, entre las puntas éste es de alrededor del 114%. 137

Farías

Se evidencia un cambio de fase juntamente con el cambio en el modelo de desarrollo. En la fase 1992-2003, se denota una tendencia hacia el fuerte crecimiento

de

estas

situaciones,

en

la

fase

2003-2007

se

reduce

significativamente, y se ameseta esta tendencia descendente hacia 2006-2007. Los picos del incremento se pueden situar entre los años 1992-1993 (en torno a un 35%), entre 1994 y 1995 (en torno a un 55%), y entre 2002 y 2003 (en torno a un 75%). En la segunda fase, la magnitud de ocupados demandantes se reduce alrededor de un 100% (2003-2007). Una versión sintetizada de las variaciones entre las puntas del periodo analizado, inicios de la fase de consolidación neoliberal (1992), y consolidación del modelo de desarrollo con reactivación de la ISI (2007), y su vinculación con el género, se presenta en el siguiente gráfico:

138

La marginalidad socio-laboral…

Gráfico III: Población, población activa, población empleada, población desocupada, población subocupada, población ocupada demandante. Aglomerado Partidos del conurbano bonaerense, diferencia variación 2007-1992.

Fuente: Elaboración propia en base a datos EPH-INDEC. 1. Base 100: Mayo 1992.

Vemos que el aumento de la población activa se ve impulsado por el fenómeno de feminización de la fuerza de trabajo. Es el ingreso de las mujeres, y su mantenimiento pese a la reactivación, el que explica el incremento de la población activa –entre las puntas del periodo la actividad masculina se incrementa un 20%, mientras que la femenina aumenta alrededor de un 68%-. Se modifica la relación entre la población directamente implicada en la venta de la fuerza de trabajo -ejército activo o ejército de reserva- y la población que realiza tareas de auto consumo en el hogar, o de formación –mujeres y jóvenes-, y este incremento se asocia a actividades que tienen que desplegar las familias de menores recursos para sostener la economía familiar, y no a la recepción de mujeres profesionales. “Mientras en 139

Farías

los ´80 son las mujeres de clase media y media alta quienes se insertan masivamente en el mercado de trabajo, en los ´90, en un contexto de elevado desempleo y baja salarial, son las pertenecientes a estratos medios y bajos quienes salen en busca de un empleo” (Pérez, 2011: 4). El proceso de feminización de la fuerza de trabajo, se manifiesta en una participación mayor de las mujeres en la ocupación. El crecimiento de la población ocupada masculina entre las puntas del periodo, posee un volumen acorde con el crecimiento demográfico y de la actividad masculina (en torno al 22%), en cambio, el incremento de la población ocupada femenina supera ampliamente el crecimiento demográfico (en torno al 65%). Dicho incremento es mucho mayor entre las mujeres jefas de hogar (un 141%), que entre las mujeres no jefas (un 50%)8. El principal hito de incremento de la ocupación femenina (2002-2003) –y en particular de las mujeres jefas- se produce a partir del lanzamiento del Plan Jefes y Jefas de Hogar. En relación al incremento de la población desocupada, también es la participación femenina la que la explica. Si en el caso de los varones el incremento relativo entre las puntas es de alrededor de un 24%, valor similar al del crecimiento demográfico masculino, de la actividad y el empleo, en el caso de las mujeres el aumento del volumen de desocupadas es de alrededor del 120% entre las puntas del periodo, un crecimiento muy superior al demográfico.

Si

bien

la

población

desocupada

femenina

desciende

significativamente en el periodo 2003-2007 (un descenso relativo de un 100%), este descenso no alcanza a revertir la brecha entre participación en la actividad y participación en el empleo femenina. Por otro lado, en momentos de reactivación económica, las brechas entre población desocupada masculina y femenina tienden a intensificarse, reafirmando la tesis de que la reactivación de los entramados laborales clásicos tienden a receptar en una proporción relativa mayor a la población masculina, dejando relegadas a las mujeres (Pérez, 2011). Para 2002, el incremento relativo de la población desocupada femenina era un 10% mayor que el de la masculina, mientras que para 2007, esta diferencia alcanzaba el 100%.

8 Se construyeron las series segmentando la población según sexo y posición en el hogar. Para el presente artículo no trabajamos con estas series, pero si habilitan a una descripción más precisa de las mutaciones.

140

La marginalidad socio-laboral…

En el caso de la población sub ocupada, son los varones quienes poseen un incremento relativo mayor. Entre las puntas del periodo, los varones sub ocupados crecen en torno al 151%, mientras que las mujeres lo hacen en torno al 117%. Estas diferencias relativas tienden a atenuarse en los momentos de reactivación económica, mientras que 2003 el incremento relativo de la población masculina sub ocupada era un 135% superior al de la femenina, en 2007 esta diferencia era del 34%. La sub ocupación mostró su deterioro durante la década del 90 pero sin picos abruptos. En relación al descenso relantecido en la fase de reactivación económica (2003-2007), puede pensarse desde la tesis de la dificultad de re emplazo de este tipo de trabajos por empleos plenos. En la actual fase parecieran mostrarse menos dificultades para que sectores importantes se inserten en la ocupación, que para desenredar la trama laboral ligada a procesos de sub utilización de la fuerza de trabajo, creando empleos plenos en magnitud suficiente. En relación a la población ocupada demandante, su incremento se ve impulsado por el ingreso de fuerza de trabajo femenina (entre puntas crece alrededor del 212%), con un crecimiento muy superior que el de la población femenina sub ocupada. En este caso, la incremento de la población masculina es menor que en el caso de la sub ocupación (alrededor de un 75%). Entre el inicio y el fin de la serie los grupos que son impactados por los procesos de sub utilización o utilización irregular de la fuerza de trabajo, poseen un incremento relativo mayor que la población, la población activa y la población ocupada. La reactivación y las modificaciones del modelo de desarrollo permitieron que parte de las fracciones expulsadas hayan vuelto a estar ocupadas, lo que da cuenta del dinamismo con el que deben ser pensadas las categorías ejército industrial de reserva y masa marginal. Sin embargo, el deterioro arrastró consigo parte de los entramados laborales clásicos, dificultando la reconversión de la mano de obra de larga data y la inserción de la fuerza de trabajo nueva, que ha tenido que enfrentarse a un mercado de trabajo que se ha restringido en su núcleo estable y expandido en su periferia precaria. “Hasta ahora los elementos

visibles

de

los

cambios

ocurridos

141

en

los

segmentos

socio

Farías

ocupacionales registran la existencia de claros segmentos laborales. Si bien en efecto tuvo lugar una recuperación de los empleos estables durante la fase de crecimiento post-devaluación, esto no ha implicado un avance sobre la situación previa a la fase de recesión del programa de convertibilidad. Por el contrario, se evidencia un aumento tanto absoluto como relativo de los empleos marginales de subsistencia” (Salvia, Comas, Gutiérrez Agritos, Quartuli, Stefani, 2008: 11). Como síntesis general, en relación a la problemática de la población sobrante, las señales nos remiten a un aumento sostenido, que se produce en la primera fase, y un descenso intenso que se produce en la segunda fase. La reinserción de la segunda fase, puede interpretarse desde la tesis de que una parte de la fuerza de trabajo movilizada posee tendencialmente la forma de la modalidad latente del ejército industrial de reserva ya que se incorporan rápidamente junto con el proceso de reactivación. Pese a esto, hay fracciones que no logran reincorporarse, o se incorporan precariamente al proceso productivo. Dichas fracciones podrían asumir la forma de masa marginal, excedentaria para las necesidades medias de acumulación de todos los tipos de capital que se desarrollan en la formación histórica.

Marginalidad laboral hacia el año 2007: inserción en segmentos del mercado de trabajo y participación en la distribución de ingresos

Como observamos en el apartado previo el modelo de desarrollo vigente, si bien ha contribuido a la creación de un número significativo de empleos plenos, no ha logrado revertir en su totalidad el deterioro vivenciado en la fase previa, instalándose un piso superior -al menos desde el punto de vista del incremento relativo de las poblaciones que sufren procesos de no utilización, sub utilización o utilización irregular de la fuerza de trabajo-, que en los inicios de la convertibilidad. Completando estos datos, observamos en el siguiente cuadro el segmento en el que se inscriben las fracciones que poseen inserciones endebles dentro del mercado de trabajo, para el año 2007:

142

La marginalidad socio-laboral…

Tabla 1: Ocupados endebles, ocupados plenos y sobreocupados según tamaño del establecimiento. Aglomerado Partidos del conurbano bonaerense. 2° trimestre de 2007.

Tamaño del establecimiento

Ocupados endebles (a)

Ocupados plenos (b)

Sobreocupados (c)

1 a 5 (d) 6y+

62.8 23.0

34.1 48.3

38.9 42.4

Ns/Nr

14.1

17.6

18.8

100.0

100.0

100.0

23.6

35.4

29.3

Total Sobre PEA

Desocupados

Fuente: Elaboración propia en base a datos EPH-INDEC. a) Sub ocupados, ocupados plenos y sobreocupados demandantes y sub ocupados no demandantes. b) Ocupados plenos (excluidos demandantes). c) Sobreocupados (excluidos demandantes). d) Incluye servicio doméstico.

Las situaciones de inserción endeble en la ocupación se agrupan mayoritariamente en aquellos sectores periféricos al proceso de acumulación, ligados a actividades productivas cuentapropistas o de la economía informal. Estas señales abonan a la tesis de la generación de fracciones excedentarias a las necesidades medias de acumulación de los sectores del capital que comandan el proceso de acumulación. Asimismo, existen entre las otras fracciones de ocupados una participación significativa dentro de espacios ligados al cuentapropismo y al sector informal, pero en proporciones significativamente menores que en el caso de los ocupados endebles. Creemos que es necesario atender a estos procesos de heterogeneización de los sectores que viven de su trabajo. La generación y persitencia de un sub proletariado, nos obliga a preguntarnos sobre las modalidades de integración de estos sectores sociales. Resulta relevante vincular dichas inserciones con la participación en el ingreso, ya que en una sociedad en donde predominan relaciones mercantiles, supone la participación en una serie de soportes sociales. Asimismo, este indicador da señales sobre la generación de excedentes dentro de los espacios productivos en los que se insertan los distintos sectores:

143

9.5

Farías

Tabla 2. Desocupados, Ocupados endebles (establecimientos de hasta 5

empleados

y

más

de

5

empleados)

y

ocupados

plenos

(establecimientos de hasta 5 empleados y más de 5 empleados) según grupo decílico de ingresos (agrupado).

Grupo decílico de ingresos (a) Desocupados

Ocupados endebles 1a5 (b)

Ocupados endebles + de 5 (c)

Ocupados plenos 1a5 (d)

Ocupados plenos + de 5 (e)

0a5

75.7

65.8

43.0

46.4

28.1

6 a 10

24.3

34.2

57.0

53.6

71.9

100.0

100.0

100.0

100.0

100.0

Total

Fuente: Elaboración propia según datos EPH-INDEC. a) Ingreso Per Cápita Familiar (IPCF) del aglomerado. b) Sub ocupados, ocupados plenos y sobreocupados demandantes y sub ocupados no demandantes de establecimientos de 1 a 5 empleados (incluye servicio doméstico). c) Sub ocupados, ocupados plenos y sobreocupados demandantes y sub ocupados no demandantes de establecimientos de + de 5 empleados (incluye servicio doméstico) d) Ocupados plenos (no demandantes) de establecimientos de 1 a 5 empleados (incluye servicio doméstico). e) Ocupados plenos (no demandantes) de establecimientos de + de 5 empleados (incluye servicio doméstico).

Como se observa en la tabla II, la participación dentro de la distribución de ingresos, ubica a las fracciones de desocupados y de ocupados endebles inscriptos en la economía informal dentro de los deciles de menores ingresos dentro del aglomerado. Asimismo, en el polo opuesto, marcando una diagonal en relación a la distribución, se encuentran los ocupados plenos inscriptos en espacios productivos que se encuentran por fuera de la economía informal, la tendencia de estas fracciones es inversa, concentrándose en los 5 deciles de mayores ingresos. Por su parte la tendencia de los ocupados endebles inscriptos en establecimientos de más de 5 empleados, y los ocupados plenos de establecimientos de menos de 5 empleados son similares. En el caso de los ocupados endebles inscriptos en micro establecimientos, a la irregularidad de la utilización de la fuerza de trabajo se le añade la escasa dotación de capital de los espacios productivos, la distribución confirma la hipótesis

de

que

se

trata

mayoritariamente

de

actividades

de

auto

subsistencia. Por su parte, la emigración hacia la ocupación de una parte significativa de la población desocupada, deja en esa situación a los sectores

144

La marginalidad socio-laboral…

sociales con mayores dificultades para vender su fuerza de trabajo (como vimos previamente, se amplia la brecha entre población desocupada femenina y masculina). Una hipótesis explicativa de estos procesos es que el

régimen de

acumulación que se despliega en la actualidad posee dificultades para la generación de empleos plenos en cantidad suficiente como para absorver el incremento de la oferta de mano de obra necesaria para la reproducción de las unidades domésticas -que se incrementó durante la década del 90, pero que se mantiene en la actual etapa-, impactando al interior del colectivo de trabajo generando desigualdades al interior del mismo. Estas desigualdades suponen una participación diferencial en los segmentos del mercado de trabajo y en la distribución del ingreso. A su vez, las porosidades de las categorías advierten sobre la transversalidad de los fenómenos de precarización, dando cuenta de la necesidad de una mirada dinámica de las nociones de población activa, sobrante, y marginal.

Conclusiones y nuevos interrogantes En el presente trabajo partimos planteando que es necesario avanzar en miradas de mediano plazo para revisar las características del actual modelo de desarrollo y su impacto en la generación de empleos y en las características de la clase que vive de su trabajo. Para ello propusimos una mirada que, partiendo de los aportes teóricos de la teoría de la marginalidad, nos brindara indicadores de la relación población sobrante/población activa para la nueva fase abierta a partir de los años 2002-2003. La mirada comparativa nos permitió resituar los avances y recurrencias dentro de entramados más amplios. A partir de las idas y venidas, entre el material empírico y las aproximaciones teóricas, logramos identificar las siguientes señales en torno al problema de la inserción endeble dentro del mercado de trabajo: Se ha vuelto necesaria una mayor movilización de trabajadores hacia la venta de la fuerza de trabajo para que sea posible la reproducción como sector social, destacándose la participación femenina dentro de los contingentes que ingresaron y permanecieron dentro del mercado de trabajo. 145

Farías

Por su parte, la participación endeble dentro del mercado de trabajo se redujo significativamente a partir de 2003, pero no alcanzó a revertir los procesos de desestructuración de los entramados productivos desarrollados en la fase previa. Se evidencian tendencias a la descalificación y a la sub proletarización, que

implican

un

alto

grado

de

heterogeneización,

fragmentación

y

complejización del colectivo de trabajadores. Si bien al inicio de esta investigación advertimos que parte de estos procesos de deterioro son constitutivos del modelo de acumulación en curso, también creemos que existen sectores que pueden haberse desgajado de las dinámicas de acumulación vigentes. Si en un periodo de crecimiento y reinserción sostenido, quedan aún importantes sectores débilmente insertos dentro de los procesos productivos,

es necesario

preguntarse

con

radicalidad,

cuáles

son

los

mecanismos necesarios para que dicho desgajamiento no se cristalice en el tiempo. Quedan, a su vez, numerosas preguntas abiertas: la situación de los sectores más perjudicados en su relación con el empleo, ¿perdura en el tiempo? ¿Cómo son sus trayectorias? ¿Podemos hablar de un proceso de segmentación cristalizado? Y más interesante aún, esta relación de mayor distancia con el mundo del empleo a nivel objetivo, ¿se expresa en una mayor distancia a nivel subjetivo o existe un desacople entre ambos mundos? En la respuesta de estos interrogantes es que continúan nuestras búsquedas. Pero creemos, sin embargo, que las señales construidas nos permiten edificar una mirada poseedora de mayores elementos de los que teníamos al ingresar a este estudio.

Referencias bibliográficas Arceo, N., Monsalvo, A., Schorr, M. y Wainer, A. (2010). Empleo y salarios en la Argentina. Una visión de largo plazo. Buenos Aires: Capital Intelectual. Antunes, R. (2003). ¿Adiós al trabajo? Ensayo sobre la metamorfosis y el rol central del mundo del trabajo. Buenos Aires: Herramienta. Cardoso, F. (2001). Comentario sobre el concepto de sobrepoblación relativa y marginalidad. En Marginalidad y exclusión social (pp. 141-184). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

146

La marginalidad socio-laboral…

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