La manipulación política de la paz en el Medievo

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ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO

ME,DIE,VAL Sunnrnlo 5

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Fpnres, FESTTYALES Y MERCADos

Lrsnos/Co/Dvo

96 SuscnrpcróN 98 EN rr pnóxr*ro Nú*rsno... RouÁNrco

20

Er vrBNrRE DEL AReUTTECTo NecroNanrs 2 Le sror EPrscoPAL DE Ecene

MoNuurNros 26

Tponíe PorÍrrce

36 L¡MANTPULACTóN poríTrcA DE LA IDEA DE,LAPAZ Hrsronre MrLrrAR

46 LTESTRAIEGIA MILITAR MEDIEVAL

PÁcrNa z6 La sr»r EPrscoPAL

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PÁcrNa 7o Musro Pnasa: r,os Pronocrrrs BN r-4.

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Musno Pnese: Los Pnonocnps EN LA Eono Mnore ForocnerÍe v Pern¡n¿oNro

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3

Y EN EL PRÓXIMO NÚMERO ARQUEOIOGIA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MU§DO

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FFAN0S GORI Editor ARIEL VILA RETONDO RAMON ROVIRA Subrdir:eetor

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MANUEL GONZÁLEZ JIMENEZ: Cátedrético de Historia Medieval de la Uniüersidad. de. Sevilla, EMILIO CABRERA MuÑOZ,:Catedr:áiico de Hisioria Medieval de la Universidad de Córdoba. SALVADOR CLARA' MUNT: Catedrático de Historia Medieval de la Universidad,de Barcelona. JUAN CARRASCO PÉREZr Catedrático de Historia Medieval de la Univer.sidad Pública de Navárra, JOSÉ ENRIQUE LÓPEZ DE COCA: eatedr.ático de Historia, Medieval de Ia Universidad de,.tr/álaga,' MARíA JESÚS VIqUERA MoLíNS: Catedr.ática'de Filologia Árabe de la Universidad Complutensá de Madr:id, Ma CARMEN GÓUez MUNTANÉ: Musicólo§a, MNNE DUFOUR: Historiádora y Sociólóga, M" PIL¡R QUERALT DEL HIERRO: Historiadora, y escritora, ARIADNA LLUIS I VIDAL-FOICH: ,Histori¿dora del arte medieval' LYDIA GORDO RIBAS: Arqueéloga y filélogá" JIIAN F. ALARCÓN GUTIÉRREZ: Arqueó1ogo e Flisioriador, JORGE MAIZ CHACONi: Frofesor tutor de la UNED. editor de medievallsmo,or§, UlAlA JESIJS,TORRES FERRER: Doctor¿ en Historia Medieval, Consi-;ltora de la UOC. CARLES MANCHO:Profesor de Historia de el arte en'la ,Alta Edad Media, Directot- del lnstitut de Recerta efi Cultures Medievals ( IRCVM) Universitat,de,Ba rcelona, DANIEL PlÑOt I ALABART: Profesor, de Paleoárafía:i Diplomática, Vicedirector del lnstitut de Récerca en Cultures Med:ievals (IRCVM) Universitat de Bar.celona, MERITXELL SIMO I,TORRE§: ProfeSora de Literatura románica medieval Seer,etárla del institut de Recerca en Cultures lr/edieVals (IRCVM) Un,iversitat: de Barcelona, :

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Redaccién ROSA MORAGAS.

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TOISON, Macuetacién,

AnqueorocÍe

Er cesrrr,r.o

DE

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ALEIX,GORDO Y JA\flEF RUIZ. liustracién IGNASI ROBLEDA VIVES, Viaies, Entrevistas: \¡ Fotografías. J,M- REYES. Crne MATIAS BREGANTE ARGAÑARAZ. NIUSiCA r: i PAU GIBERT.

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TEORÍA POLÍTICA

36

rneu¿orocir. :ls1oruA

yyIAJES soBRE t[, NruxDo ]rEDrEvA

DESDE LA PREHISTORIA. DESDE LOS PRIMEROS TIEMPOS DE LA HUMANIDAD, LOS GOBERNANTES HAN MANIPULADO LAS IDEAS RE,LIGIOSAS Y POLÍTICAS PARA CONSEGUIR SUS OBJETIVOS. UNA DE LAS IDEAS MÁS MANIPULADAS ES LA QUE SE REFIERE, AL ESTA-

BLECIMIENTO DE LAPAZY A SU DIFÍCIL SUSTENTACIÓN, A LAS MEDIDAS PARA IMPONER-

B"

LA Y ASEGURARLA. EL DEBATE soBRE LO QUE ESTO SUPOÑA YA TUVO REPERCUSIONES E,N EL MEDIEVO.

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310. Sala rl.ei I'looe del Palazzo Pubblico de Siena. Ambrogio Lorenzetti, pintor de un gran linaje cle arlistas, detalla las figuras de uno de los tres murales que le han encargaclo los dirigentes de Ia ciudad. trstá a punto de ver Ia luz una de las mejores

del Prerrenacimiento. La Peste Negra todaría no ha asol¿rdo Europa cuando lo haga, en 1348, quitará la vida n Ambrogio y a su hermano Prieto, tamobr¿rs

bién pintor-. Una cléc¿rda antes, en 1338, los regidores sieneses h¿bían contrat¿rdr¡ a los Lorenzetti para realizar un ciclo de pinturas que )es sinier¿r corno propaganda de su pocler y que enseñase al pueblo 1o que elkrs entendían por gobernar debidamente. Serían unas pinturas cle fácil comprensión, realizadas según la vanguarclia pictórica de Ia época y con una temática polítictr que, por su contenido ciril y laico, pronto iban a convertirse en una novedacl absoluta en el panorama ¿rrtístict¡.

Lorenzetti trabajó en los murales en-

tre 1338 y 1340. Siguiendo

las indicacio-

nes del Aluntamiento cle Siena a rajatalrla, puso por título a sus obras Alegoría clel buen gobierno, Efectos d.el buen gobierrto en la ciudad y el estado, y Alegoría clel n'ml gobienlo. Fundamentándose

en las ideas políticas vigentes, el pintor contraponía dos form¿rs de proceder a Ia hora de conducir a Ia socieclad: una basaba en la guerra -v Ia violencia, en la in'rposición y el miedo, y otra dirigida a

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conseguir la paz de ¿rcuerdo con los principios cle 1a ley v el orden. En la Alegoría clel buen, gobierrut Ia Justicia actúa con Ia Sabicluría para generar concordia l, bien común entre los ciudadanos. La ciuclad de Siena aparece 1\ .! !1 l

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37

TEORÍA POLÍTICA

Sakd¿lPalzzn Pubbh¡o

dz Sima-

como un rey en su trono, rodeado de las ürtudes teologales (Fe, Esperanzay Caridad) y las personificaciones de la Justicia, la Temperanza, la Magnanimidad, la Prudencia, la Fortaleza y laPaz. Bajo el cobl¡o de Ia representación simbólica delaSeanritas, la justicia, la sabiduría, la concordia, Ia templanza, la prudencia, Ia magnanimidad, la fortaleza, la [e, la caridad y la esperanza dan como fruto el buen gobierrro, cuyos beneficios se evidencian en forma de una urbe que abre sus murallas al campo, en la que la gente baila y pasea, y en la que el comercio es próspero. Por contra, enla Alegoría del m.ol gobierno todo es distinto. La Tiranía impera junto a la Avaricia, el Furor, la Soberbia, la Vanagloria, la Guerra, la División, Ia Crueldad y el Fraude. Analizándolas con perspectiva histórica, queda patente que las pinturas encargadas a los Lorenzetti son un producto de su tiempo. En la época en que se realizaron, en Ia primera mitad del siglo XIY las ideas sobre la mejor forma de

proceder de los dirigentes públicos

ü-

vían unas transformaciones que situaron alapaz, en tanto que noción política, en el centro del debate. Como no podía ser 38

AReutrolccÍA,srsroruAvyrAJtrs soBru aL lxtNDo MrrrtrvAl

de otra manera, esto se reflejaría en el mundo artístico, y sobre todo en la pintura y en las obras literarias. Si en los siglos

XII y XIII la temática

de la guerra había gozado de un cierto auge, en el Trecento Ias corrientes humanistas no dejaron de insistir en la paz como meta última y superior. Lapaz y la justicia tenían que ser valores insustituibles en todo buen go-

bierno. Así lo defenderían autores como Juan de Salisbury Brunetto Latini, Dante Alighieri, Marsiiio de Padua, Juan de Castrogeriz, Diego de Valera, Erasmo de Rotterdam o Francisco de Vitoria.

L¿. p¡.2 DEL crnl.o EN LA TINRRA Las ideas sobre la justicia, el orden y Ia

pacificación se pueden retrotraer hasta la Antigüedad Clásica. En la antigua Grecia la eiréne, la paz, siempre fue un anhelo. El poeta Hesíodo et st Teogonía aclaraba que Eiréne era hi;a de Zeus y de Le¡ y que sus hermanas eran

Temis, la

Dice, Ia Jusücia, y Eunomía, el Buen Orden. Siglos más tarde, en el Imperio romano, la pax siguió poseyendo una enorme importancia, si bien, frente a su concepción griega en tanto que necesi-

dad de defender a Ia justicia, en Roma Ia idea de la pax apelaría al üálogo y a la lucha contra la violencia, lo que iba a influir en la tradición de algunos de los reinos aparecidos tras la caída del Imperio romano, los cuales, en ürtud del sustento del orden público, crearían leyes que obligaban a imponer la paz en las

üüendas y los caminos, y que conferíar, a sus soberanos la facultad suprema de

instituir el bien común en

sus territorios, Las tradiciones culturales. jurídicas r políticas generadas en la Época Antigua fueron importantes en la Edad Media. pero sobre todo lo fue el dogma cristiano, cuya influencia desde el siglo V seía

indiscutible.

Desde sus oígenes el cristianismo insistió en que los cristianos, a imitación de Jesucristo, no sólo tenían que ser pacíficos, sino además pacifrcadores (eirenopoioi). Partiendo de esta tesis, Ia gran obra teórica cristiana sobre la paz se escribiía en el Norte de Áf¡ca de manos de Agustín de Hipona (354-430), quien supo ex?oner un ideario que aunaba las ideas políticas de su tiempo y los cánones del cristianismo. San Agustín, uno de los Padres de la Iglesia, en su Ciaitas

TEORÍA POLÍTICA

lmagen que representael uso de laüolenciaporparte de laiglesiaparaaffanzar supoderpolitico. Manuscruto

Dei -La ciudad de Dios- presentó una brillante teoría sobre lapazy sus circunstancias, que a la postre seía origen del denominado agusünismo político, cuya repercusión sólo pudo silenciarse en eI

fin úlümo y supremo. En principio estabalapax coryoris (la salud), la paz con el propio cuelpo, resultado de la armonía de todos los órganos físicos. Luego esta-

ba la pax animae, la paz del alma, que serÍa producto de la ausencia de pecados y de la concorüa entre los sentimientos. Seguidamente vendía 7a pax homini,s mortalis o paz social, que sólo podía ser resultado del orden público sostenido por los caballeros. Y por último, tras haber alcanzado las anteriores, podría lograrse la pax coelestis ci,oi,tatis ,\a paz con la Ciudad Celestial, consecuencia de las buenas relaciones entre los creyentes y

XVIII, gracias a los ilustrados. Lejos del mundo temporal, de los castillos y de las plazas, de los bulliciosos mercados y del hedor de las pescadeías, de la suciedad de las calles y del mundo de las armas, en los monasterios, en el silencio de los scríptoria, los monjes trabajaban afanosamente en copiar las obras de San Agustín en pergamino. concediéndoles la belleza que se merecían. Los escritos del Santo se consideraban fruto de la inspiración celestial. En ellos se afirmaba que el orden, la tranquilidad, la justicia y la paz erau la esencia del Reino de Dios, y que por lo tanto los dirigentes públicos debían limitarse a instaurar siglo

su Creador. La suma de esas paces, la del cuerpo y el alma, hacia el prójimo y con Dios, haía

que el sistema sociopolíüco de la Tierra fuese casi perfecto, en la medida en que seía una copia del sistema imperante en

el Edén.

en la Tierra un sistema parecido al que imperaba en el Cielo. La paz terrenal debía ser reflejo de la paz divina, y para lograrlo había que centrarse en la propia

poder reconocido, los laboratores, crya misión era trabajaq debeían viür pacíficamente con su cuerpo y su alma. Los

persona, en los grupos sociales y en Dios.

Según el agusünismo existía una escala desde la paz más sencilla a la más compleja, cuyo alcance se consideraba el 40

mqmor,oci4 Hrsrou

y \¡IAJEs soBm EL

San Agustín responsabilizaba

a todos. Aquellos que no albergasen un

encargados de la defensa de la población,

los caballeros (bellatores), tendrían que imponer una paz social acorde con lo que

Mtmo MEDIEvI

s.

XIV BibliotecaApostólicaVaticana.

el Cielo reclamaba, y los clérigos ,los ora-

tores, üfundiían el mensaje üvino sobre el que se cimentaba el sistema. Toda la sociedad quedaría organizada según la doctrina del Reino de Dios.

La

trascendencia

de este plantea-

miento fue enorme. En el siglo IX Carlomagno basó toda su política en el agustinismo, haciendo de é1 una pieza clave en la legitimación de sus actuaciones. Patrocinó el sistema defenüdo en la obra de San Agustín, y apelando a la idea de imponer en la Tierra urrapaz como la de Ia Cioitas Deihizo que las nociones agusti nas fueran adaptadas para conseguir sus propios fines. Semejante adaptación logró que en pocas décadas el agustinismo se extendiese por Europa, pero que a su vez perdiera su carácter pacifista -basado en el Nuevo Testamento-. Los poderes de la Cristiandad (el Papa, las monarquías, los señores feudales), a imitación

del Imperio carolingio, comenzaron a exigir que sus acciones fuesen legitimadas en

ürtud de su supuesto objetivo

de

delender la paz que Dios quería y que ellos deseaban. La idea de la paz se puso al servicio del gobierno, y no üceversa. como reclamase San Agustín. En defini-

iva, la paz perdió su valor y, por contra, empezaron a valorarse los meüos para -rlcanzarla, entre los que cabían la guerra ¡ruel, Ia persecución de los grupos minortarios, las presiones a los poderes locales

:

incluso Ia eigencia de nuevos tributos. Todo valía si era por el bien de la paz. En el siglo X los sistemas jurídicos -le Europa adoptaron la conceptualiza:ión y el lenguaje de San Agustín, cu','¿s ideas también estarían en el origen

pastores y campesinos fueron situados bajo la protección de Ia paz del rey (pax regis) , que defendía a los sujetos y al territorio en torno a monarca. Nadie podía cometer un delito si los reyes estaban cerca -a menos de cinco kilómetros-. El que no respetase esta imposición y violarala pax regis sería víctima delaira regis,la cual, ciega en su sed

de justicia, destruiría tanto el cuerpo del malhechor como sus bienes. "Movimiento la Este era el contexto ideológico de lel conocido como juracuando en el siglo XIII, en la UniverPaz y Tregua de Dios", un pacto :lrentado por el que las gentes de un sidad de París, se delimitó la imagen ,rrgar, con losbellatores y oratores aIa teórica del rey en tanto qlue rex paci,abeza, se comprometían a vivir en paz ficus y símbolo de la justicia,\a paz y '.'a defender a los débiles. Del mismo Ia fe. Se trataba de una imagen que se :rrodo, según el ideario agustino, los venía aceptando desde mucho tiempo :oderes feudales comenzaron a pedir atrás, pero que no había recibido una lusticia, tranquilidad y orden -a menu- concreción teórica rotunda. En tanto io de forma hipócrita- a la hora de lu- que la paz era el fin que debía mover ala Ciuitas Tercena en su perfecciona-har contra la violencia en los caminos .. en los mercados, en las casas y en los miento por parecerse ala Ci,ui,tas Dei, el monarca empezó a considerarse el =spacios religiosos, o en días especiales -durante la Semana Santa, los domin- medio para alcanzar dicho fin, de ma:os, en Navidad-. Eclesiásticos, huér- nera que pax y rex, fin e instrumento, -inos, enfermos, viudas, peregrinos, acabaron ligándose indisociablemente a la hora de salvaguardar a la ciudada: iercaderes, recaudadores de tributos,

nía. Se trataba de un primer culmen en la tergiversación de las ideas.

UNa

mz srN SANGRE

De forma paralela a la manipulación del agustinismo que hicieron los poderes públicos para sus propios fines comenzaron a surgir pensadores, en un principio teólogos, que se esforzarían en defender la importancia de 1o que la paz significaba y Io necesario de establecerla exclusivamente por medios pacíficos. Dichos

pensadores se podrían considerar los

padres del pacifismo contemporáneo, aunque a menudo Io único que hicieron fue reproducir en sus obras ideas que estaban en la cosmoüsión popular. Frente a la üolencia, Ios delitos y el desorden, lo que imperaba en la ülla y en las ciudades era, como hoy, un deseo de üür sin temor y pacíficamente, y esto era compaftido tanto por los hombres de la cultura como por los más humildes. Resulta muy esclarecedor un poema inglés que se hizo popular en el Medievo: "La paz es la dueña de toda la riqueza del mundo / y dirige todos los caminos al cielo. / La paz es el alma y la vida de la salud

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la Universidad de Paris se delimitó la imagen teórica del rey en

tanto

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rex pacifiau y

símbolo de la justicia la paz y la fe. Biblioteca Nacional.París www.revistamedieval.com 4l

TEoÚA PoLÍTICA

/

con la peste y con la guerra. / Mi amo y señor, esté atento a 1o que le digo' / si la guerra puede evitarse, del hombre,

acaba

apueste por Ia paz". Uno de los eruditos más afamados del siglo XII fue Juan de Salisbury (1110/201180), quien en st Policraticus afrrmaría, refiriéndose a aquellos que evangelizaban a la fuerza: "¿Quién hay más malvado que el que conduce al ministerio de

lapaz, al oficio de santificar, a reyertas y carnicería? 1...l Si para lograr su voluntad dominan a otros, lo cual es tiránico, no será distinto su fin, pues para el tirano no hay nada seguro ni en paz [ . . . ] EI verdadero camino para elevarse 1o enseñó

la mal querencia que los omes han entre sí nasce de tres cosas: por omezillo (por homicidio) o por daño, o por deshonrra que se fazen, o por malas palabras que se dizen los unos a los otros". Paftiendo de especulaciones teológicas que estaban en la idiosincrasia de la época, las Paúidas piden a los enemigos que "se acuerden", que tengan un "amor verdadero", que "se perdonen e que se besen", pues "el beso es señal que quita la enemistad del coragón",y que "se abraqen" para

representar que el "perdonamiento es verdadero". En contra de lo que pudiera parecer, no se trataba de un lenguaje exagerado.

Cristr¡, el cual no quiso que sus discípulos se pareciesen a los reyes de los gentiles para dominar a sus súbditos y, usando el poder, hacerse llamar bienhechores; sino que quien es superior se abaje espontá-

En la Baja Edad Media las ideas en torno al beso, la justicia y la paz alcan-

neamente, y, excluida toda contienda y uso de la fuerza, sólo por el derecho y por la paz, reiündique para sí el oficio de serwir [...1 q"e la Iglesia contenga sus manos [...] Q"" pida la paz, que busque Ia paz y la persiga aunque huya. Que se acuerde de Aquél que pudiendo lanzar más de doce legiones de ángeles ganó todas las cosas exaltado en la cruz".

tipo de rey- como al Antiguo, y en particular a los Salmos, en los que se decía

Un siglo más tarde Brunetto Latini (ca.1220-1290), la primera gran figura del humanismo italiano, apelaba al sosiego y al discurso mesurado para conseguir una buena gobernación, cuyos pilares a su entender eran 'justicia, reverencia y

amor", conceptos que pronto calarían en el lenguaje político. No en vano, es durante los siglos

XIII y XIV

cuando la

refexión sobre la paz logra su má,iimo desarrollo. Santo Tomás de Aquino y los humanistas üeron un impulso enorme a las teoías políticas, y la palabra paz se

implantó de forma irreversible en los compendios legales, en el ideario político y en la literatura. Aunque de carácter

teológico, Ia obra de Santo Tomás (ca. 1225-7274) es paradigmática en este sentido. Como no podía ser de otra forma, en ella se reiündicaría a San Agustín, pero criticándose la manipulación de sus ideas e insistiendo en que de nada seruiría imponer la paz si lalusticia no estaba presente. También son paradigmáticas las Siete Partidas, un corpus legal promoüdo por el rey Alfonso X el Sabio, en el que Ia paz se define como el "fin e acabamiento de Ia discordia e del desamor que era entre aquellos que la fazen", y en el que se indica que "el desacuerdo e

zaron una notable relevancia. Solía recurrirse a la Biblia, tanto al Nuevo Testa-

mento -para poner a Jesús como arque-

que para que reinase el bien la paz y la justicia "debían besarse" (Salmos 85, 11), como sucedió en tiempos del rey Daüd. Ese beso entre la justicia y la paz, la relación armónica y concorde entre ellas, casi amorosa, seía reflejo del amor que había de reinar en las relaciones sociales y eüdencia de buen gobierno. En las propias Paúidas se aseveraba: "El rey David di-xo en esta razón que entonces es el relmo bien mantenido, quando la misericordia y la verdad se fallan en uno, elapaz e la justicia se besan". Incluso la poesía empleó esta imagen: "Todo el reino en sí dMso / será estruido e gastado; / así Io dijo e lo quiso el Santo Verbo encarnado. / El reino es pacificado / donde hay derecho asaz; / Daüd dijo que la paz

/

e

justicia

se han besado".

En este contexto de exaltación de la paz la teología siguió ostentando un papel clave. La religión era generadora de ideas, imágenes y comportamientos pacifistas, a pesar de que las elucubraciones teológicas y los clérigos a menudo estaban al seruicio de los poderosos. La propia misa se consideraba un rito de paz, una plegaria cuyo tema básico era la sustentación de unas condiciones de üda lo más pacíficas posibles, producto de la lucha contra el pecado. Aún hoy lo vemos en el rito de pedir a los fieles que se congregan en el templo que se reconcilien (lo que en la actualidad se simboliza sólo mediante un saludo, mientras que en el pasado solían pasarse objetos de unas manos a otras como representación wwwrevist*medieval"com 43

TEORÍA POLÍTICA del afecto). El vínculo fraternal entre los fieles de Jesús era ineludible para recurrir al socorro de Dios. El gran enemigo era el

las cosas. Sánchez de Arévalo, por el contrario, argüía que pues "imposible es que

con modesüa dlm¡ne rcb¡s deb¡ta twstra?'. Frente a reflexiones así muchos eruditos apelaban a la mesura, al debate y a asumir

el universo permanezca pacífico estando poblado y regido por hombres, y ante las pasiones y excesos de los hombres no bastan los remedios suaves de la admonición, son menester remedios raücales si no se quiere que se reduzca a caos el gobierrro del universo". En la Europa bajomedieval este fue el discurso imperante, pero no era el único. En Italia el pensamiento político ha, bía empezado a cambiar en el siglo XIV Los renovadores de las teoías ügentes fueron sobre todo Dante Alighieri y

una posición inteligente para no agravar

Marsilio de Padua.

pecado.

Rodrigo Sánchez de Arévalo, uno de los gandes cronistas del siglo X[ decía que "la paz procede de la Iimpieza del corazón, porque allí empieza a sentirse la paz, cuando se

limpia el alma de las manchas de los pecados. Por ü ha de empezar la pazque quieres

dar a los demás --escribía-, pero ¿quién está sin pecado? ¿Quién puede dejar de repetir

En su obra La Monarquía

Dante

(1265-1321) realvó un canto hermosísimo a la paz. "Con la tranquilidad y el descanso -afirmaba- se perfecciona el hombre en prudencia y sabiduría [...] el género humano en la quietud y tranquilidad de la paz podrá dedicarse con mayor libertad y facilidad a su obra 1...1 De donde se concluye que la paz universal es el mejor de todos los medios ordenados a nuestra felicidad. Por eso, cuando se oyó una voz del cielo sobre los pastores ésta no Ies anunció riquezas, ni placeres, ni honores, ni larga üda, ni salud, ni fuerza, ni belleza, sino paz. La milicia celeste canta "Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad". Por eso también "la paz sea con vosotros" era el saludo dei Salvador de los hombres". Marsilio de Padua (ca. 1275-1342/43)

no recurriría a argumentos teológicos en st Defonsor Pacis -El defensor de la paz-. Iba a erigirse como un pensador laico, y era consciente de ello. Se trataba de un hombre que había üüdo las consecuencias de los desórdenes públicos en su ciudad, las trágicas repercusiones de los altercados entre güelfos y gibelinos y las cuitas ocasionadas por las trifulcas de los nobles. Por estos motivos tenía alapaz como una "aspiración constante", que en su opinión solo podía ser producto del funcionamiento complementario y armonioso de las instituciones de gobierrro. Por desgracia, poca gente escuchó sus advertencias. En la Corona de Castilla, uno de los intelectuales que se refirió a estos asuntos de forma más valiente fue Diego de Valera en st Exortaci,ón de la pas, una obra en la que se apostaba sin ambages por una resolución pacífica de los conflictos, comparando la tarea de un rey con la de un méüco. Si la misión de éste era sanar el cuerpo, la del monarca era sanar la sociedad para hacer que funcionase. Del mismo modo, se comparaba el cometido de un rey con el de un músico

que, lleno de inspiración, era capaz de conseguir que de sus partituras (sus súbütos) saliera algo armónico y bello.

Er,

rnryscro

AL ABSOLUTISMO

Nicolás Maquiavelo. Pintura de de Santi di Tito. PalacioVecchio. Florencia.

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