La locura y las formas de nombrarla a finales del Siglo XIX y principios del siglo XX: Estudio de caso en un Municipio Antioqueño

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Descripción

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA

La locura y las formas de nombrarla a finales del Siglo XIX y principios del siglo XX: Estudio de caso en un Municipio Antioqueño

Presentado por: Manuela Barrios López Asesor: Doctor Álvaro León Casas Orrego

Trabajo para optar al título de Psicóloga

Medellín 2013

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Agradecimientos

En este arduo camino, como fue mi Trabajo de Grado, quiero darle un reconocimiento a todas las voces amigas que me levantaron el ánimo para continuar inspirada, también agradezco a mi ángel guardián, María Victoria López, que más que mi tía fue mi compañera en todo este proceso, quiero darle un gran GRACIAS a mi madre por su apoyo incondicional, a mis tías que siempre estuvieron conmigo y a los sabios consejos de mi prima Valeria, a los amigos o conocidos que entendieron mi angustia y con simples palabras lograron animarme. Muchas gracias a David Arango por estar pendiente siempre y a la lucecita que tengo en el cielo para iluminarme las palabras, gracias papá. Finalmente a la Academia que me permitió encontrar personas muy valiosas en mi conocimiento, como la doctora Libia Restrepo, un gran apoyo desde su postura como Historiadora y a mi Asesor Alvaro Casas.

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Resumen

Las denominaciones de la realidad dan cuerpo simbólico y real a los procesos y orientan las actuaciones de las personas, de las instituciones y de la sociedad en su conjunto. Comparto con Berger y Luckman1 la idea de que los seres humanos construimos socialmente la realidad y la manera como actuamos, responde a la forma como la percibimos en la vida cotidiana. Es por ello que este trabajo busca rastrear y comprender, a partir de un expediente judicial de 1908, maneras como se nombraba la locura, algunos comportamientos asociados a ella y el tratamiento dado. Sin el ánimo de generalizar, este análisis nos permite un acercamiento a los discursos y practicas presentes en la época en relación con la locura. A partir de la revisión de información documental, se destacan algunos referentes del reconocimiento social de la locura. Finalmente, se describe y analiza un caso de locura documentado en el municipio de Amalfí, Antioquia, en 1908. Palabras clave: Alienación, enfermedad mental, medicina legal, locura.

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BERGER, Peter, LUCKMAN Thomas, La construcción social de la realidad, Buenos Aires, Amorrortu, 1976.

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Contenido INTRODUCCIÓN .............................................................................................................................. 1 JUSTIFICACIÓN ............................................................................................................................... 3 INTERÉS PARA EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA ...................................................................... 5 METODOLOGÍA ............................................................................................................................... 7 CAPÍTULO I: Medellín, elementos del contexto económico y socio-sanitario ................................ 8 CAPITULO II: Referencias en relación a la locura en Medellín finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX ...................................................................................................................................... 19 CAPITULO III: Manejo judicial de la locura en Medellín (Expedientes Judiciales) ...................... 29 CAPITULO IV: El crimen de Jenaro Viana (1908) ......................................................................... 36 Análisis de los enunciados a partir del caso de Gregoria Viana.................................................... 52 Referencias bibliográficas: ................................................................................................................ 62

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INTRODUCCIÓN

El tema de la locura en Medellín a finales del siglo XIX y principios del siglo XX ha sido trabajada por autores como Humberto Rosselli (1968), Claudia Montagut Mejía, (1994), Rodrigo García, Luciano López, Doris Rueda, y Jorge Suárez. (2007), José A Silva (2007), Álvaro Casas (2008) y Alexander Yarza (2010) los cuales coinciden en algunas ideas que permiten entender la configuración de diversos discursos que le dieron un lugar a los alienados mentales en Medellin2. Con el reconocimiento de estas personas, que desencajaban o actuaban de forma extraña a los ojos de la población, de la policía o de los médicos, se empezaron a realizar acciones políticas y sociales al incluirlos como parte de las problemáticas sociales.

Así mismo, los autores citados enfatizan señalando que la práctica médica y los agentes de justicia, fueron actores clave para determinar quien era nombrado como loco y cómo los procesos de higienización que vivió la ciudad de Medellín en la época estuvieron orientados no sólo a acciones de carácter sanitario, sino que coadyuvaron al control social de determinados grupos de la población como fue el caso de los dementes. En el caso del control de la salud sobre las poblaciones el médico Manuel Espinel Vallejo, expone como este está asociado a la noción de poder administrativo o “gubernamentalidad” propuesta por Michael Foucault al reconocer que

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Se habla de discurso como lo sugiere la psicóloga, Doctora en Ciencias Sociales, Verónica Gil Montes como el entrecruzamiento en lo individual y lo histórico-social, de manera que “Los elementos del discurso trastocan todos los espacios de nuestra sociedad, el discurso no implica solamente la emisión del lenguaje, en el se simboliza toda nuestra gama de intenciones; al hablar, se trastoca al otro, uno mismo se plantea por medio del discurso, nos miramos en nuestras propias palabras, nos reconocemos, nos distanciamos y transgredimos. En los discursos se expone nuestra propia subjetividad, hablamos no solamente con las palabras sino que ponemos en juego todo aquello que nos atraviesa” en el texto Ethos Medico. Las significaciones imaginarias de la profesión médica en México, México DF, UAM-X, CSH, Depto. de Relaciones Sociales, 2004, p. 88.

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La acción del gobierno sobre la población requiere de distintas formas de conocimiento que lo “hacen pensable” como son la estadística, la sociología, la epidemiologia, los sistemas de aseguramiento, la criminología, el estado de bienestar, la economía, etc. […] que pretenden condensar el proceso de control y regulación de la población a través de mecanismos técnico-administrativos (instituciones, discursos, conocimientos, prácticas, etc.) y de sanción (panópticos, hospitales mentales, aparato judicial) necesarios para realizar la acción de gobierno en la sociedad3

Con base en lo anterior, esta investigación se inscribe en los desarrollos del grupo de investigación Historia de la Salud de la Universidad de Antioquia, y pretende indagar por los procesos que permitieron que en Antioquia y principalmente en Medellín la locura tuviera un lugar discursivo. En este proceso se realizó una revisión documental, que permite destacar algunos referentes del reconocimiento social de la locura en la ciudad y de su manejo a partir de los expedientes judiciales. En el último apartado se describe y analiza un caso de locura documentado en un municipio de Antioquia en la época, lo que permite dibujar un panorama de esa realidad.

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ESPINEL V. Manuel, Estado y salud. Bases sociales del control de la salud y la enfermedad, En: Repensando la naturaleza social de la salud en las sociedades contemporáneas. Perspectivas, retos y alternativas, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2008, p.19.

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JUSTIFICACIÓN

En lo académico este trabajo se justifica por el cumplimiento de un requisito de formación de pregrado, pero más que ello, por la posibilidad de realizar un proceso investigativo, que permita recorrer un camino de descubrimiento de la mirada hacia la locura, desde una óptica histórica en un período trascendental en el Departamento de Antioquia en lo político, lo económico y lo social. Se reconocen en esta perspectiva varios trabajos que abren una perspectiva de análisis sobre la ciudad de Medellín4 y la posibilidad de pensar históricamente sobre prácticas y discursos sobre la locura y la psiquiatría. A partir de los expedientes judiciales, los procesos documentados alcanzan a dar luces sobre una vida cotidiana vigente tanto en Medellín como en los pueblos del Departamento, los cuales se conservan en el Archivo Histórico Judicial de Medellín (AHJM). La palabra de testigos, jueces y peritos, dan cuenta de los discursos que fueron tejiendo las formas en que era vista la locura y el tratamiento que se le daba con el pasar del tiempo, además, el carácter descriptivo y la forma en que se desarrollaban los casos muestran una estructura legal donde diferentes personajes fueron trascendentales a la hora de determinar quien estaba loco, por qué razón y qué se debía hacer con él.

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BOTERO HERRERA, Fernando, Historia de la ciudad de Medellín, 1890-1950, Medellín, Universidad de Antioquia, Centro de Investigaciones Económicas, 1993. REYES C., Ana Catalina, Aspectos de la vida social y cotidiana de Medellín 1890-1930, Bogotá, Colcultura (Instituto Colombiano de Cultura), 1996. URIBE de H., María Teresa, Nación, ciudadano y soberano. Medellín, Corporación Región, 2001, p. 97-98. MARQUEZ V. Jorge, Ciudad, miasmas y microbios: la irrupción de la ciencia pasteriana en Antioquia, Medellín, Ed. Universidad de Antioquia, 2005. GONZÁLEZ, Luis F., Medellín, Los orígenes y la transición a la modernidad: crecimiento y modelos urbanos 1775-1932, Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, Escuela del Hábitat-CEHAP, 2007, p. 25. MELO, Jorge. O., La idea del progreso en el siglo XIX, ilusiones y desencantos, 1780-1930. Conferencia presentada en el XVI Congreso de colombianistas, Charlottesville, 6 de agosto de 2008. CASAS, Álvaro, Desplazamiento y Aislamiento. Alienados mentales en la ciudad de Medellín, 1878-1930, en Asclepio, Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, vol. LX, nº 2, juliodiciembre, 2008, p. 119-142.

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El reconocimiento de los procesos históricos que le dieron un lugar a la enfermedad mental en Antioquia, permiten reflexionar sobre el manejo que se le ha dado con el paso del tiempo a quienes se nombran como locos y al mismo tiempo realizar una construcción de las razones por las cuales en una época determinada estas personas parecían invisibles y silenciadas y encontrar como en otro momento la locura se hizo visible. En relación a las fuentes históricas de carácter científico encontradas, como las tesis de grado de quienes se formaban como médicos-doctores en la ciudad de Bogotá, vale la pena resaltar que ellas contribuyeron en esta perspectiva investigativa para contrastar la práctica legal con la academia5. Así mismo, en cuanto al recorrido histórico a la luz de los procesos políticos y sociales que tocaron el cuerpo de la locura, se evidencian algunos discursos emergentes como el de la nosología, la psiquiatría y la criminología, donde a partir de una revisión bibliográfica de otros autores interesados en la problemática de estudio, se puede sustraer un saber, desde el encuentro y desencuentro de sus planteamientos. En general, el reconocimiento de los cambios tanto en la forma de nombrar la locura como en la forma de verla desde la sociedad, genera todo un universo de interrogantes sobre como en el presente se le da una mirada a la enfermedad mental, desde las distintas áreas de conocimiento así como desde las políticas públicas.

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BUENDÍA, Nicolás, Las monomanías impulsivas. Estudio clínico y médico legal. Tesis de grado para optar al título de doctor en Medicina y Cirugía, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Imprenta La Luz,1893. CASTRO, Hipólito, Consideraciones generales sobre la Demencia y las Leyes. Tesis de grado para optar al título de Doctor en Medicina y Cirugía. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1907.

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INTERÉS PARA EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA Si bien las razones para realizar un trabajo investigativo desde la perspectiva histórica surgen como iniciativa propia, la importancia de encontrar desde una búsqueda bibliográfica un bosquejo de ciudad de hace más de 100 años en relación al tema de la locura, permite entender los significantes que le dieron un lugar a lo que hoy se conoce como enfermedad mental. Si bien en un principio el etiquetado “loco” era la persona que actuaba en forma extraña, extravagante y difusa, actualmente no son solamente los estados de exaltación los que permiten evidenciar un cuadro clínico, sino que gracias a los estudios desde la psiquiatría y la psicología otros síntomas menos llamativos entran a hacer parte de un diagnóstico de enfermedad mental.

Actualmente el acercamiento de la psicología al campo de la psiquiatría desde la práctica clínica, genera un diálogo interdisciplinario con otras ciencias de la salud, de ahí la importancia de conocer los modelos de clasificación con los que ambas ciencias trabajan. Según la historiadora Claudia Montagut (1997) “La psiquiatría parece haber quedado encargada paradójicamente de todo lo imposible de clasificar y a la vez de todo lo clasificable, este doble despliegue es posible porque lo normal está definido por lo anormal.”6 En este sentido, la autora realiza una crítica a los manuales- diagnósticos actuales en tanto buscan generalizar la enfermedad mental “¿Cuál es la historia que nos estamos contando sí los manuales-diagnósticos actuales finalmente definen enfermedad y tratamiento para la población mundial a través de un hombre modelo europeo o norteamericano sin pena ni gloria y con mucho éxito extrajurídico?”7

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MONTAGUT MEJÍA, Claudia, Formación del discurso psiquiátrico en Antioquia 1870-1930: una cartografía de la exclusión, Tesis de Historia, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Medellín, 1997, p. 213. 7 Ibíd., p. 214

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En las Historias Clínicas entre 1903-1930 del hoy Hospital Mental de Antioquia revisadas por Montagut, se encuentra un eclecticismo de las clasificaciones, en el que entran en juego aspectos morales, clasificaciones extranjeras y aspectos personales de la formación de cada médico que intenta definir los cuadros clínicos. Así mismo, los expedientes judiciales ayudan a esclarecer los criterios de los peritos médicos cuando clasificaban a una persona como demente. Este es el marco en el que encuentro sentido a la revisión de un caso ocurrido en la época, en el departamento de Antioquia, en tanto da luces de los modelos clasificatorios en boga.

Para la psicología, el reconocimiento no sólo de los modelos de clasificación sino también de las formas de ver y tratar la locura, cobra importancia en tanto genera una reflexión del contexto y de un sujeto inserto en él. De esta manera, con base en el concepto de cuidado de si de Michel Foucault y a favor de la “subjetivación de los discursos” de los pacientes, Andrés Silva8, hace un llamado a los profesionales de la salud desde la ética por el respeto a la palabra, tratando la locura sin maltratarla, al reconocer el valor subjetivo de la palabra del otro.

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SILVA MANTILLA, José A., Espacio, cuerpo y subjetividad en el Manicomio Departamental de Antioquia: 1875-1930. Tesis para optar al título de Magister en Historia, Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, 2012.

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METODOLOGÍA El trabajo investigativo que aquí se presenta, inició con una búsqueda documental de artículos relacionados con el objeto de estudio, lo que permitió centrar y clarificar la pregunta que orienta esta indagación.

En busca de una lectura analítica se construyeron fichas bibliográficas, las cuales permitieron identificar ideas centrales en diversos autores, así como, contrastar sus argumentos. Se realizó una entrevista a uno de los autores consultados9, con el fin de profundizar en algunos planteamientos sobre los expedientes judiciales.

Mediante la búsqueda de fuentes científicas en las bibliotecas médicas, se encontraron dos tesis sobre la locura realizadas por médicos colombianos en el período de estudio. Finalmente, a partir de la revisión de los expedientes judiciales disponibles en el Archivo Histórico Judicial de Medellín (AHJM), se seleccionó uno que cumpliera con los criterios necesarios para un análisis de su contenido lo más completo posible, ya que no toda la información disponible tenía los procesos judiciales concluidos, eran de difícil lectura o estaban incompletos. Contando con la autorización del Archivo, el expediente seleccionado se fotografió y transcribió con el objeto de poder profundizar en su análisis.

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Historiadora Libia Restrepo. Profesora Universidad Pontificia Bolivariana. Octubre 2012.

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CAPÍTULO I:

Medellín, elementos del contexto económico y socio-sanitario

“…la historia urbana se ocupa de la articulación entre la dimensión social y la dimensión física en la ciudad, y mira cómo se plasman los hechos sociales en los espacios, sobre todo los construidos. No separa los aspectos de cada una de estas dimensiones sino, al contrario, los articula y ve cómo la sociedad construye y ocupa los lugares para el desarrollo de su vida.” (Luis F. González, 2007; 6)

La historia de Medellín a finales del siglo XIX y principios del XX, revela como lo sugiere el historiador Álvaro Casas10, una determinada manera de organización de este espacio urbano orientado hacia una ciudad moderna, mediada por la presencia de actores entre los que se destacan: grupos de población desplazada proveniente de otros municipios cercanos a Medellín y personas denominadas alienadas mentales que deambulaban por sus calles. En este sentido, si bien excede mis posibilidades hacer un análisis histórico pormenorizado de la historia de la ciudad, a continuación referencio algunos aspectos que marcaron el comportamiento histórico de la ciudad y ayudan a entender las maneras como se nombra la locura. En el período de referencia el contexto social y económico de Medellín, estuvo enmarcado en la ruta de la industrialización, sustentado en un discurso modernizador del espacio urbano respaldado por diversas obras entre las que se destaca el Ferrocarril de Antioquia y al lado de ello un sinnúmero de contradicciones sociales, económicas y políticas que se reflejaron en un aumento de la inmigración, problemas de salubridad por la precaria infraestructura y la discriminación hacia algunos grupos de la población.

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CASAS, Alvaro. Op cit., p. 120.

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Medellín llegó a ser a partir de 1830 la sede de uno de los poderes regionales más destacados de la historia del país, proceso respaldado por actores sociales como mineros, comerciantes y terratenientes, que impulsaron el desarrollo económico y social, tal como lo reconoce el historiador Álvaro Casas en el siguiente apartado: La Villa de la Candelaria de Medellín desde su fundación en 1670, vivió una particular dinámica de su economía que la convirtió desde el siglo XIX en el primer centro económico de la provincia , en competencia con la ciudad de Santafé de Antioquia, primera capital de la provincia y la ciudad de Santiago de Arma de Rionegro, cardinal centro comercial ubicado al oriente en la ruta comercial del río Magdalena, que conectaba a la provincia de Antioquia con el resto del Virreinato de la Nueva Granada 11

La minería es reconocida como una de las actividades económicas clave en el despunte del desarrollo de la ciudad y la región. Los mineros eran personas humildes e iletradas que gracias a su capacidad económica proveniente de la explotación de las minas, acumularon riqueza, consiguieron sus viviendas en Medellín y adquirieron productos traídos del exterior del departamento o del país, situación que los posicionó como una clase social naciente con poder político y económico entre 1820 y 1880, esto les permitió impulsar la producción cafetera y la industria de finales del siglo XIX y principios del siglo XX12.

El Ferrocarril de Antioquia ayudó al impulso de la economía en actividades relacionadas con la producción de café y la explotación de los yacimientos de oro y carbón, además, llegaron a Medellín mercancías y mano de obra extranjera, que fueron de gran importancia en la nueva dinámica de la ciudad,13 esta situación impulsó a empresarios y negociantes y favoreció así, la emergencia de nuevos actores influenciados por los partidos políticos oficiales liberal y conservador, que buscaron mantener un desarrollo económico orientado a las exigencias del mercado internacional y de la élite local. 11

Ibíd., p.120. GONZÁLEZ, Luis F., Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: crecimiento y modelos urbanos 1775-1932, Medellín, Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, Escuela del HábitatCEHAP, 2007, p. 28. 13 PATIÑO VILLA, Carlos A., De la Fragmentación a la regeneración En: Colombia 200 años de identidad 1810-2010, Tomo II, Bogotá, Publicaciones Semana, Universidad Nacional de Colombia, 2010, p.9. 12

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Conservadores y liberales profesaron un pragmatismo […] frente a la política. Dueños de prósperas empresas, incursionaron en labores políticas para velar por la buena marcha del progreso económico. Los mejores cerebros de los partidos políticos se esforzaron por mantener condiciones ideales para crear y mantener buenas empresas y buenos negocios.14

En este período la ciudad presentó un rápido crecimiento demográfico15, debido principalmente a la llegada de personas que buscaban trabajo en la industria, mejores mercados para los productos provenientes de la minería, la agricultura o el comercio, o para acceder a servicios públicos como la educación y la salud. Toda esta situación generó en los habitantes, un cambio en la visión de una pequeña ciudad comercial a una moderna e industrial, con aspiraciones internacionales.

Con respecto a dicho crecimiento Lucelly Villegas16 realiza una comparación entre Medellín y otras ciudades de Latinoamérica como Lima o Buenos Aires y destaca el crecimiento exponencial y desmesurado que presentaron estas ciudades por el impulso industrial (1930), lo que permitió la modernización de la economía y el auge de los centros urbanos. Estas condiciones facilitaron una apertura cultural y nuevas interacciones sociales, así como cambios en los hábitos y en los referentes de la socialización. En este sentido, la misma autora afirma que “La proximidad en el espacio permitió el conocimiento recíproco y favoreció un cambio social: los habitantes reciben y dan pequeñas gratificaciones a sus vecinos, bien sea un saludo o una sonrisa. Allí se es reconocido, apreciado o indeseado”.17 14

BETANCUR GÓMEZ, Jorge M., Moscas de todos los colores, Barrio Guayaquil de Medellín, 1894-1934 Medellín, Ed. Universidad de Antioquia, 2006, p. 99. 15 Según Jorge Orlando Melo, la población de Medellín en 1871 era aproximadamente de 20.000, de 65.000 en 1912 y 145.000 en 1938, En: Medellín 1880-1930: los tres hilos de la modernización, Publicado por: Biblioteca Virtual del Banco de la República, 2004, n p. 16 VILLEGAS, Lucelly, Poblamiento y violencia en la zona nororiental de Medellín, en Giraldo Carlos A., Rasgando velos: Ensayos sobre la violencia en Medellín, Ed. Universidad de Antioquia, Medellín, 1993, p. 175-185. 17 Así se narra: “(…) la ciudad había crecido con celeridad. Ya no era la misma de la imagen idílica que encontró el viajero sueco Carl August Gosselman, a su paso por la ciudad entre 1825 y 1826. Aquella que describió con una visión romántica del paisaje donde la Villa se encontraba enclavada en la mitad del Valle de Aburrá, donde sobresalían los casas rojas y blancas, rodeadas de prados, arroyos, alamedas, campos de cultivos y plantaciones de plátano, maíz y caña de azúcar, casas de campo y chozas; la de calles que se

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El centro de la ciudad, hacia mediados del siglo XIX tuvo un crecimiento económico y social alrededor de la Quebrada de Santa Elena18. En sus cercanías se desenvolvían las principales actividades cotidianas de la población de lo cual dan cuenta la localización de los negocios comerciales, los espacios de diversión y las principales calles y avenidas. El barrio Guayaquil había iniciado su construcción en 1880 y para esa época hospedaba personajes con capacidad económica y liderazgo político. Estas personas promovieron proyectos de construcción como la plaza de mercado al estilo francés (El Pedrero), el Edificio Carré (1895) y el Vásquez (1900) y la Estación del Ferrocarril, inaugurada en 1929.

Este barrio en un principio se caracterizó por ser un punto estratégico y distinguido de la ciudad, sin embargo, con el tiempo la llegada de nuevos personajes y la ampliación de negocios de menor categoría, cambiaron la fisonomía, pero siguió manteniéndose como el principal centro de actividades económicas y sociales, en el cual confluían los habitantes y los provenientes de otros municipios vecinos19. Dadas las tensiones existentes entre antiguos y nuevos propietarios de locales y viviendas, los primeros, ocuparon otros barrios, alquilaron sus casas y con el fin de impulsar el desarrollo urbano basado en las ideas de progreso fundaron instituciones como la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín20.

cortaban en ángulos rectos, en su mayor parte cubiertas de piedras y de aceras angostas; con casas mayoritariamente de un solo piso y excepcionalmente de dos pisos con balcones, todas con techos de teja española y paredes de tapia encalada; la que contaba con siete iglesias, un convento de monjas y una casona de piedras utilizada como colegio”, en GOSSELMAN, Carl August, Viajes por Colombia 1825 y 1826, Bogotá, Publicaciones del Banco de la República. 1981, citado por GONZÁLEZ, Luis F. Op. Cit., p. 231. 18 SILVA MANTILLA, José A, Espacio, cuerpo y subjetividad en el Manicomio Departamental de Antioquia: 1875-1930, tesis de Grado para optar al Título de Magister en Historia, Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, 2012. 19 Siguiendo a Jorge M Betancurt (1997). Algunos barrios como Guanteros estaban habitados por artesanos, artistas, jugadores, prostitutas, músicos y a pesar de que se trataba de personas que laboraban en el día, en la noche perturbaban la tranquilidad con los bailes y las peleas, para la sociedad se trataba de un lugar “asociado con misteriosas y terribles historias del vicio y el mal, propias de mujerzuelas, ladrones y criminales” p. 11, y con el tiempo estos pobladores , se fueron desplazando al barrio Guayaquil que apenas empezaba a nacer. 20 BETANCUR GÓMEZ, Jorge. M. Op. cit., p. 91.

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Es así como hacia 1929 con la presencia de los recién llegados, se construyeron nuevas viviendas y se fue modificando la arquitectura especialmente del sector de Guayaquil; se pasó de viviendas amplias y lujosas a inquilinatos, albergues y casas de construcción más simple. Los acomodados se fueron del sector a barrios residenciales y elegantes, pero no abandonaron sus prósperos intereses. Le dieron la vuelta al negocio. Transformaron sus amplias casas en agencias, almacenes, cafés, inquilinatos y pequeños hoteles. A ellos llegaron en rutina presagiada, forasteros de toda Antioquia. Con sus hábitos le dieron un nuevo rostro a Guayaquil, lugar de la población que los acogió21.

Guayaquil en medio de la pobreza y exclusión, creció por la llegada de foráneos y la plaza de mercado fue convirtiéndose en un lugar “desagradable, sucio y escandaloso”, donde la higiene dejaba mucho que desear: heces en las calles tenían que ser vistas por la alta sociedad, ahuyentando a los pocos vecinos de “bien” que vivían en el barrio. De igual modo, el crecimiento tanto económico como poblacional con estos nuevos habitantes, cambió las costumbres que diferían de la cotidianidad y la moralidad “de la pujante raza paisa”, así la historia de este barrio estuvo marcada por prejuicios moralistas ligados al riesgo, la vida fácil, el demonio y los actos escandalosos22.

Entre finales del siglo XIX y principios del XX en Medellín se reconocía la educación como una de las claves en la configuración del ethos de los antioqueños, por su capacidad para reproducir a través de “los más capaces” los valores hacia el conjunto de la sociedad23,24. Este proyecto favorecía los intereses de comerciantes e industriales, pero era asumido como propio por la mayor parte de la población. Se decía que un buen antioqueño era un hombre honrado en los negocios, sencillo en el modo de vivir y respetuoso de la 21

Ibíd. p. 72 Ibíd. p. 75. 23 VILLEGAS, Luis J., Las vías de legitimación de un poder, Santafé de Bogotá, Premios Nacionales de Cultura 1995, Colcultura, 1996, p. 73. 24 URIBE de H., María Teresa,. Nación, ciudadano y soberano, Medellín, Corporación Región, 2001, p. 9798. 22

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palabra empeñada y los compromisos contraídos. El valor del trabajo era reconocido como uno de los principales generadores de costumbres y de enriquecimiento y la familia como el espacio privilegiado para mantener hábitos morales, un buen comportamiento y el control social25. De esta forma puede afirmarse que en el proceso modernizador de Medellín tuvieron un papel clave, la escuela, la familia y la Iglesia en la medida en que reglamentaron y controlaron comportamientos que no se ajustaban a los establecidos por las élites y los gobiernos dominantes26.

En lo social a finales del siglo XIX y en conexión con los aspectos señalados, surgieron problemas generados por la injusticia, las inequidades y los señalamientos a ciertos habitantes de la ciudad. En cuanto a los nuevos habitantes que recibía la ciudad, las problemáticas sociales no se hicieron esperar y obligaron al gobierno local a tomar medidas coyunturales, apoyadas en la policía que buscaba el control y la vigilancia de los recién llegados. Así mismo, se volvieron comunes en las calles la presencia de vagos, pobres, mendigos y alienados mentales27, que favorecieron el aumento poblacional desmesurado que vivía la ciudad; para enfrentar el hacinamiento y la mendicidad naciente, se creó la Casa para Mendigos en 189128.

Una de las respuestas a las problemáticas sociales fueron las correccionales que se hicieron cargo de corregir los malos hábitos de jóvenes mendigos y vagos a través del trabajo. Como potente centro comercial y sin abandonar sus nexos con el resto de la ciudad, Guayaquil comenzó el siglo XX con otros personajes, seres que no funcionaban con la lógica del trabajo honrado y la misa de domingo; seres amantes de los excesos de botellas, 25

Entre las apreciaciones del médico francés Charles Saffray sobre la raza antioqueña de mediados del siglo XIX, encuentra en trabajo, el amor a la tierra, la inteligencia y la sobriedad como características de los antioqueños sin mayores pretensiones de ambición. Véase ÁLVAREZ, MORALES, Víctor, Gonzalo Restrepo Jaramillo. Familia, empresa y política en Antioquia. 1895-1966, Medellín, Ed. FAES, 1999. Disponible en: http://biblioteca-virtual-antioquia.udea.edu.co/pdf/11/history-vam-grj.pdf. 26 MELO, Jorge. O., Medellín 1880-1930: los tres hilos de la modernización, Ed. Biblioteca Virtual Banco de la República, 2004. 27 CASAS, Álvaro. Op, cit., p. 122. 28 BETANCUR, Jorge. M. Op. cit., p. 73.

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naipes, barberas y caricias; seres de la noche que fueron tolerados más que aceptados; seres de las afueras; seres que asumieron la vida de manera diferente; seres conflictivos y creadores.29

La ciudad con ideales de orden, civismo y progreso, mantuvo exclusiones con algunos grupos de la población, lo que marcó la cultura antioqueña “Al pueblo antioqueño no pertenecieron todos los habitantes de la región; algunos, aunque viviesen en el mismo territorio fueron siempre considerados extraños, diferentes”30

Buscando contar con una ciudad moderna, la higiene en Medellín cobró un valor de gran importancia, para prevenir enfermedades (epidemias) y mantener una ciudad limpia y agradable a nativos y extraños. En ese marco, el control sobre algunos hábitos y el cambio en las costumbres campesinas se hicieron imprescindibles, se trataba de definir a los pobladores ya no como montañeros sino como hombres civilizados. En este sentido, se entendía que la ciudad necesitaba habitantes solidarios y con una alta disciplina social que reflejara su espíritu cívico y apoyara el progreso de la ciudad31. El movimiento para “higienizar” la ciudad estaba dirigido por médicos, sacerdotes y políticos, sin embargo, en tanto asunto de salud pública también se reconoció la responsabilidad de los civiles. “[…] médicos, sacerdotes, periodistas, ciudadanos y políticos que protagonizaron esta labor [higuienizadora] fueron reconocidos como caudillos de la civilización y el progreso”32. Los problemas de salubridad incluían las deficiencias del alcantarillado público, las muertes por pestes que fueron cada vez mayores y se hizo evidente la necesidad de un acueducto. Así mismo, la falta de baños públicos, la carencia de los servicios de agua potable y la deficiencia del sistema de recolección de basuras, obligó al gobierno con la colaboración de los médicos, a asumir una actitud administrativa,

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Ibíd. p. 27. URIBE DE H, María T. Op.cit. p. 103. 31 BOTERO, William y TRUJILLO, Rosana, La higienización del clima y del cuerpo en Medellín a principios del siglo XX, en Revista Investigación y Educación en Enfermería, vol. 22 (2), 2004, p. 12-27. 32 BETANCUR, Jorge. M. Op. cit. 49. 30

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fomentando la vigilancia y el control por parte de la policía33. Así mismo, la preocupación por la higiene superaba la intervención sobre los espacios físicos de la ciudad, se trataba de encontrar bienestar interno y externo al ligar condiciones materiales con estabilidad emocional, afectiva y mental.

De un lado, la higiene es tomada como un instrumento esencial con fines preventivos, y de otro, es una práctica que instrumentalizó a la vez el saber médico y el pedagógico de la época en nombre de una mejor población y civilización. Apostarle a la higiene representó, en tanto instrumento y en cuanto un medio que viabiliza las normas de higiene y aseo, un deber social de los buenos hábitos del cuerpo y el comportamiento civilizado en el nuevo ambiente urbano.34

El proceso de higienización que vivió la ciudad, inició con la erradicación de la plaga de las moscas con medidas educativas como tapar las canecas, cambiar hábitos cotidianos como alimentar a gallinazos en los techos de las casas y multar a quienes arrojaran sus desperdicios a la calle. 35 Otra de las medidas tomadas fue la instalación de baños públicos debido a la cantidad de desechos, olores y enfermedades que traía el no uso de excusados, en 1890 se iniciaron campañas y se promulgaron leyes y decretos que sancionaban a quienes no las cumplieran36, pero sólo hasta bien avanzado el siglo XX lograron consolidarse estas campañas y se contó con un inspector de higiene o médico municipal que se encargaba de la higiene y la salud de sus pobladores.

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BOTERO HERRERA, Fernando, Medellín 1890-1950. Historia urbana y juego de intereses. Ed. Universidad de Antioquía. Medellín, 1996. p. 104-107. 34 Ibíd., p.12. 35 BETANCUR, Jorge. M. Op. cit. 34 36 El investigador francés Dominique Laporte muestra como los procesos de higienización significaron muchas exigencias del pueblo a la policía para sancionar efectivamente a los infractores y su aplicación era más radical con los recién llegados que con los pobladores antiguos. Ver: BETANCUR GÓMEZ, Jorge M. Moscas de todos los colores: Barrio Guayaquil de Medellín, 1894-1934, Medellín, Ed. Universidad de Antioquia, 2006.

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Además del control de basuras y de la contaminación ambiental, los malos modales y comportamientos inadecuados e irrespetuosos hicieron parte del proyecto higienizador y moralizante, en general el lenguaje escrito fue valorado según los cánones de moral que predominaba en Medellín. De esta forma, los periodistas y redactores de periódicos ayudaron a “higienizar el lenguaje” de un pueblo con publicaciones selectivas37.

En 1925, en Medellín y principalmente en Guayaquil las enfermedades contagiosas eran controladas únicamente con la vigilancia de los baños públicos, las casas de los pobres eran marcadas cuando alguno de sus habitantes padecía de estos males y la discriminación era tal que incluso en los hospitales, se impedía el ingreso a enfermos contagiosos de escasos recursos; la higiene, se ligó a la moral y se promulgaba que la mugre era propia de los pobres y maleducados, sólo hasta después de 1933 se reportó una respuesta de tratamiento y prevención a enfermedades de transmisión sexual38.

La moralidad estuvo ligada con el discurso médico de la época, el cual se convirtió en la fuente académica principal para relacionar el cuerpo con la moral y el control público que se ejercía sobre este. El cuerpo, el intelecto y la moral fueron para el Dr. Carlos de Greiff39 (1905) primer médico municipal, aspectos que nos separaban del hombre primitivo. Igualmente el médico higienista Jorge Bejarano40 explicaba en 1929, que la medicina debía ocuparse también de las conductas que llevaban al desequilibrio social y que el control del cuerpo, a través de la educación física, permitiría una higiene física, moral y mental ya que la voluntad controlada por el ejercicio desde la infancia aseguraría el control sobre cuerpo y mente.

37

BETANCUR, Jorge. M. Op. cit. 41 Ibid, p. 45. 39 DE GREIFF, C. Mens sana in corpore sano, en Anales de la Academia de Medicina de Medellín, Año XII Tomo 12, N° 1 y 2 Agosto 30 de 1903, p. 48- 52, citado por SILVA MANTILLA, José A. en Espacio, cuerpo y subjetividad en el Manicomio Departamental de Antioquia: 1875-1930, op. cit., p 130. 40 BEJARANO, Jorge., La Delincuencia Infantil en Colombia y la Profilaxis del Crimen. Bogotá, Colombia. Editorial Minerva, 1929, citado por SILVA MANTILLA, José A., Op. cit., p. 132. 38

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En cuanto a las instituciones que ayudaron a la higiene de la ciudad, se fundaron algunas casas de caridad con la idea de corregir o evitar la corrupción de la moral; la caridad hizo parte importante de las prácticas realizadas por la élite de Medellín41. En un primer momento, los locos estuvieron incluidos -al lado de los mendigos, los pobres de solemnidad, las mujeres de «vida desordenada», las viudas sin familia, los niños huérfanos, las personas afectadas por enfermedades contagiosas y los viejos- entre las personas a quienes iba dirigida la caridad cristiana y la asistencia social. Pero con el desarrollo de la ciudad moderna, el tratamiento para ellos cambió y se establecieron instituciones especialmente destinadas a darle una solución social a la presencia de los dementes.42

El objetivo de las casas de beneficencia en el siglo XIX, era la reconducción de los cuerpos a su cauce, en este sentido, la locura por las dificultades para su manejo. Antes de la creación de instituciones dedicadas al cuidado de los enfermos mentales, estos eran entregados a las autoridades policiales para que los recluyeran en un calabozo de acuerdo a su condición social y la gravedad de su afección43. Con el tiempo, la reclusión de los locos en la cárcel trajo problemas no sólo para esta institución, sino, para los mismos reos, la desnudez de sus cuerpos, las conductas agresivas y el abandono económico “[…] e incluso, la infelicidad que los locos podían producir a los reos era motivo de censura moral al interior de la prisión”44 situación que generó constantes comunicaciones entre los funcionarios del municipio pidiendo que los locos fuesen llevados a otro lugar ya que la idea de dejarlos sueltos implicaba un riesgo para la comunidad en su integridad física y moral.

Teniendo en cuenta que el encierro en la cárcel debía ser para los castigados, los hospitales para los curables y la caridad para los que podían ser encausados, los dementes quedaban sin un lugar y se hacía necesaria una institución exclusiva para ellos, esta fue la Casa de 41

BETANCUR, Jorge. M. Op. cit., p 79. CASAS, Alvaro. Op, cit., p.136. 43 GARCÍA ESTRADA, Rodrigo de J. LÓPEZ VELEZ, Luciano. RUEDA, Doris. SUAREZ QUIROZ, Jorge A., Historia institucional y terapéutica del Hospital Mental de Antioquia en sus 125 años, en Revista Epidemiológica de Antioquia, vol. 29(1), 2007, p.15. 44 SILVA MANTILLA, Op. cit., p. 150. 42

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Alienados Mentales en 1873. Así, para que la locura fuese representada necesitó tener un espacio, sin embargo, con la institucionalización no se solucionaron los encierros en las cárceles o en las casas de las personas que padecían locura, estas alternativas siguieron siendo recurrentes hasta muy entrado el siglo XX45.

Así puede afirmarse que el discurso de la higiene, fortaleció el proyecto de ciudad, en la medida en que a través de la alianza entre gobernantes y la élite local se implementaron medidas para legitimar o castigar algunos comportamientos de los habitantes; “se valieron de

ordenanzas, decretos, excomuniones, discursos, plegarias, pastorales, editoriales y

prohibiciones para velar por el triunfo de la civilización de la ciudad.”46

Lo que se aprecia es que la configuración de la ciudad a finales del siglo XIX y principios del XX estuvo marcada por un lado, por un proyecto que buscaba la participación de la ciudad en el contexto internacional, asumiendo una modernidad en el uso de los espacios físicos, en el acceso a la cultura y en el establecimiento de costumbres y valores; y por el otro, con grandes exclusiones a poblaciones especificas (mujeres, homosexuales, pobres), que presionaron respuestas del Estado y de la sociedad. Los problemas sociales de Medellín, estuvieron apoyados por el discurso y la práctica médica que impulsó la higienización, la creación de instituciones de reclusión y el control social con medidas de salud pública.

45 46

MONTAGUT, Claudia, Op., cit., p. 67. BETANCUR, Jorge. M. Op. cit., p 89.

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CAPITULO II: Referencias en relación a la locura en Medellín finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX “La casa de dementes recibió decenas de hombres y mujeres que no podían con el ritmo normal de la ciudad. A sus pasillos fueron a dar prostitutas, desocupados y trabajadores, casi todos de condición humilde. Muchos de ellos nunca aprendieron a comportarse adecuadamente en sociedad.”47

De acuerdo con las concepciones dominantes sobre el modelo de desarrollo económico y social y por ende sobre el papel que debían cumplir los ciudadanos, se diseñó en la época de estudio, el proyecto sociocultural del antioqueño, mediante el cual se legisló sobre todo aquello que atentara contra la unidad de la familia, los hábitos morales, el buen comportamiento y que se opusiera al “ethos del trabajo y del ahorro como el alcoholismo, los juegos de azar y la vagancia”48.

La locura se asociaba a realidades como la pobreza, la marginación, el desempleo o el desorden público49 ,50y se fue haciendo evidente como un problema administrativo y moral, lo que supuso la necesidad de mecanismos de control, regulación y orden51. En esta cultura antioqueña el uso del tiempo se consideraba un recurso que debía ser bien utilizado, el ocio

47

BETANCUR GÓMEZ, Jorge M., Op, cit, p. 99. URIBE de H., María Teresa,). Nación, ciudadano y soberano, Medellín, Corporación Región, 2001, p. 101. 49 JURADO, Juan. C., Vagos, pobres y mendigos: control social en Antioquia 1750-1850. Tesis para optar el título de Historiador. Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. 1992 50 CORDOBA OCHOA Luis. M, GIRALDO, Marta. L., Perseguir vagos y poblar con inmigrantes. Discursos sobre el poblamiento de Antioquia. 1820-1850. Tesis para optar el título de Historiador. Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 1995 51 Esta apreciación se encuentra en autores como Andrés Yarza (2010), José Silva (2012) y Claudia Montagut (1997) que estudian las razones por las cuales en Antioquia la locura en un momento determinado empezó a ser reconocida, así fuera como un problema social y político, además resaltan el papel que la moral tuvo en el control de los comportamientos de los individuos. 48

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o perder el tiempo empezó a ser visto socialmente como un problema y la falta de ocupación laboral podría estar asociada al padecimiento de alguna enfermedad mental52.

En este sentido, el reconocimiento de la locura y de instituciones relacionadas con ella está anclado en el sistema de valores el cual, como se señaló, en el caso de Antioquia a finales del siglo XIX se vio fuertemente influenciado por el sentido del trabajo. La productividad laboral era considerada un valor importante en el antioqueño, se relacionaba la vagancia con el decaimiento moral y se empezaron a identificar los pobladores que antes no eran un problema por su improductividad53. Estas ideas del valor del trabajo trascendieron al campo terapéutico de los pacientes internados en el manicomio, al considerar que mediante estas actividades laborales podían apoyar el tratamiento y a su vez darle asegurar unos recursos económicos que serian invertidos en la manutención de los pacientes54.

Además del trabajo material como regenerador de las costumbres se entendía que, el papel de la educación, la higienización de la ciudad y las teorías del clima entre otros aspectos, contribuyeron a crear discursos y prácticas que le dieron un lugar a los alienados mentales; factores que se enmarcaban en el proyecto de ciudad moderna. La locura en Medellín como explica Álvaro Casas55, se hizo evidente a partir de la creación de la Casa de Alienados Mentales en 187856, situación que parece mostrar que esta población no representaba un problema social al no ser nombrada anteriormente.

52

SILVA MANTILLA, José A, Op, cit, p.128. . Ibíd., p.129. 54 Ibíd., p. 195 55 CASAS, Alvaro. Op., cit., p.128. 56 La creación de esta institución estuvo precedida por los intentos en 1875 de crear una casa de alienados y posteriormente hacia 1888 se promulgó la ordenanza para la creación del Manicomio de Antioquia, en 1889 se inició su planeación y finalmente en 1892 empezó a funcionar con el traslado de los primeros enfermos procedentes del paraje de Bermejal. 53

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Las medidas que se implementaron hacia los “anormales” fueron, como señala Andrés Yarza57, el destierro, el encierro y el aislamiento. Estas acciones hicieron visible a los dementes, con discursos tales como: la teología, el derecho, la medicina y la pedagogía, buscando hacerlos educables y útiles (productivos) para la sociedad.

La creación de instituciones dedicadas a la atención de población catalogada demente, como es el caso del manicomio al decir de Montagut 58 citada por Silva, estuvo anclada de un lado, en un referente político a través del cual el loco era considerado problema social, de otro lado, en un referente moral que llevaba al control de estas personas por sus inadecuados comportamientos y también por un referente desde la antropología- biología mediante la cual se buscaba entender la naturaleza patológica. De acuerdo con Casas59 “antes de 1878 la demencia era considerada una enfermedad del alma y no una disfunción cerebral” y según sus indagaciones la concepción que hasta mediados del siglo XX se tuvo de la enfermedad fue la alienación como transgresión, objeto del discurso judicial. En este sentido, antes de crearse instituciones como la Casa de Alienados Mentales, el control de personas consideradas dementes era función de la policía. Tanto Claudia Montagut60 como Jorge Mario Betancur61 coinciden en que la policía empezó a hacerse cargo de población que no cumplía con el estatuto de enfermos, ni de delincuentes, por lo tanto, considerados dementes. Cuando su aumento empezó a asociarse con problemas de orden público la policía empezó a tener acciones directas hacia ellos, porque alteraban la tranquilidad y las buenas costumbres de los demás; así, eran comunes

57

YARZA, Alexander, Del destierro, el encierro y el aislamiento a la educación y la pedagogía de anormales en Bogotá y Antioquia. Principios del siglo XIX a mediados del siglo XX, Ed. Revista Educación y Pedagogía, vol. 22., 2010, p.57. 58 MONTAGUT, Claudia Maria. El discurso psiquiátrico en Antioquia 1870-1930: una cartografía de la exclusión, Universidad Nacional sede Medellín, 1997, Citado por SILVA MANTILLA, José A. Espacio, cuerpo y subjetividad en el Manicomio Departamental de Antioquia: 1875-1930, Op, cit, p. 21 59 CASAS, Álvaro. Op., cit., p.128. 60 MONTAGUT, Claudia Maria. Op. cit., p 142. 61 BETANCUR, Jorge M. Op. cit. p. 69.

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situaciones a través de las cuales agentes de la policía en un principio, clasificaban como dementes a personas con actitudes sospechosas.

Pese a la labor de control, el Código de Policía estableció que sería tarea de los peritos determinar si un “loco furioso” realmente lo estaba cuando había cometido un delito. También habría multas para las personas que encargadas de su cuidado no lo hicieran, y para quienes no evitaran que un demente fuera maltratado o tuviera su vida en peligro62.

Esta situación cambió hacia finales del siglo XIX, cuando los médicos tuvieron una participación activa. Señala el autor que la policía apoyada en el Código de Policía de 1878, al lado de la institución médica, continuó siendo un actor clave de delimitación de esta problemática. El saber médico fue un referente clave, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, para los cambios que se dieron en relación a la locura, con la modernización de la ciudad, la postura hacia los alienados mentales cambió para convertirse en “un problema social urbano” y la caridad fue desplazada por la lógica médica.63

La locura por sus comportamientos pasaba los límites de la sociedad, afectándola y poniéndola en riesgo para los demás. Sin embargo, ésta no podía ser penalizada por la ley de los hombres “normales” y su castigo debía ser moral. Es así como desde este discurso de la época, se entiende que los delitos más que ser vengados por una sociedad, debían buscar en el castigo un bien y una rehabilitación para todos 64. En el aspecto jurídico se determinaba que el loco por su peligrosidad debía ser encerrado y aislado para cuidar a la sociedad, ya que incluso en los asilos representaba un riesgo para sus propios compañeros65. Es por esto que se difundía la idea del encierro perpetuo como la única solución teniendo en cuenta que las prácticas terapéuticas se limitaban al aislamiento y 62

GARCÍA ESTRADA, Rodrigo de J. LÓPEZ VELEZ, Luciano. RUEDA, Doris. SUAREZ QUIROZ, Jorge A. Op, cit, p.17. 63 CASAS, Álvaro, Op., cit., p.136. 64 ZUÑIGA, Julio C, Escuelas y panópticos, Imprenta de “La Luz”, Bogotá, 1894, p. 4-5. Citado por SILVA, José Andrés, Op, cit. 65 SILVA MANTILLA, José A. Op. cit. p. 143.

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cuidado de los alienados mentales; situación que se cambió con el Código de Policía de 1914, el cual procuraba la curación de estas personas66.

En relación a los discursos medico-pedagógicos, Andrés Yarza expone como, los cambios que se reportaron en el siglo XX para la legislación de los “anormales” en Antioquia y Bogotá estuvieron inspirados en los aportes sobre esta educación en Europa y Estados Unidos, la corrección de los anormales se lograba mediante actividades educativas orientadas al trabajo y los oficios que buscaban la productividad y el auto-sostenimiento para beneficio de la sociedad.

La reglamentación educativa excluía de las escuelas a la población que tuviese problemas para el aprendizaje; sólo a principios del Siglo XX, se reportan cambios en la pedagogía gracias a los estudios de corte médico-biológicos67, y las tesis interesadas en esta población;68, que permitieron diferenciar a los niños “anormales” -retrasados, díscolos, ciegos, irregulares- y pensar en su escolarización. En este sentido como lo señala Yarza, Senén Suárez Calderón en 1926, en su tesis para optar al título de doctor en Medicina y Cirugía de la Universidad Nacional de Colombia, recoge el papel de la escuela, del médico escolar, del maestro y del gobierno, en torno al tema de la “anormalidad” en los niños. […] la criminalidad y la locura deben preverse desde la escuela […]. La experiencia y la prudencia aconsejan corregir y enderezar en la primera edad, antes de que la madurez y el tiempo debiliten y apaguen las pocas aptitudes que puedan encontrarse en el niño anormal. Toca, pues, al hogar, el principio de esta tarea de previsión: pero como casi nada puede esperarse de él, la carga pesa toda sobre la escuela, y, por consiguiente, sobre los gobiernos. 66

Ibíd. p.129 Como los realizados por Calvo y Saade, La ciudad en cuarentena, chicha, patología social y profilaxis, 2002, Noguera, Medicina y política. Discurso médico y prácticas higiénicas durante la primera mitad del siglo XX en Colombia, 2003 y Castro-Gómez, Tejidos oníricos: movilidad, capitalismo y biopolítica en Bogotá (1910- 1930), 2009; trabajos citados por YARZA, Andrés. Op., cit. p. 117. 68 Entre las que se destacan: Villamizar, Joaquín, La educación en Antioquia, 1914, Fajardo E, Joaquín, Anomalías mentales en los escolares bogotanos, 1923, Iregui, Ruperto, Anotaciones sobre crecimiento físico y patología dominante en el escolar de Cundinamarca, 1927 y Suarez, Senén, La selección médico pedagógica de los niños anormales y degenerados. Estudio para el doctorado en Medicina y cirugía, 1926; trabajos citados por YARZA, Andrés. Op., cit. p. 117 67

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Estos, que ya no pensarán en el despeñadero del Taigeto, tienen hoy la ineludible obligación, por caridad y conveniencia, de fijar sus miradas sobre esos pobres seres irregulares que, poco y nada dotados por la naturaleza, aguardan en el limbo de su vida la redención que podemos proporcionarles los que nos tildamos de cristianos69

De la rutina de la instrucción de cuerpos quietos se planteó el paso a métodos en los cuales la práctica era esencial; así el cambio en acciones prácticas y rutinas debía enseñar a trabajar, lo cual supuestamente convertía las acciones en fructíferas porque estaban dirigidas a una acción social de impacto –el trabajo– y ellas habrían de propiciar los cambios “necesarios” para entrar en la senda del llamado progreso70.

Desde el discurso político, Silva cita el trabajo de Julio Zúñiga, Escuelas y panópticos (1894) 71 donde se muestra como los gobiernos se vieron forzados a crear instituciones para estos desajustados, éstas tenían una función importante en la corrección de las desviaciones de los cuerpos, parte de esta labor se desarrollaba con proyectos educativos que tuvieron como premisa el fortalecimiento de las facultades físicas, intelectuales y morales, contempladas en un plan de educación que optimizara el aprovechamiento de la fuerza del cuerpo en el trabajo.

El manejo con la población recluida en la Casa de Alienados Mentales, tuvo, además de problemas administrativos como la falta de personal, de insumos y de presupuesto, un trato que escandalizaba a la misma sociedad antioqueña, los diarios locales reportaban el uso de jaulas, la insalubridad del lugar y la falta de alimentación para los recluidos72. En cuanto a la crisis administrativa, Silva73 señala que esta llevó a que se creara el Manicomio 69

SUÁREZ, Senén, La selección médico pedagógica de los niños anormales y degenerados, Estudio para el doctorado en Medicina y cirugía, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Medicina y Ciencias Naturales, Cromos, 1926, p.10. Citado por: YARZA, Alexander, Op. cit., 117. 70 CADAVID, Tomás, VELÁSQUEZ, David, Informe de la Casa de Menores y Escuela de Trabajo, Medellín, Imprenta Oficial, 1921. citado por YARZA, Alexander, Op., cit., p. 121. 71 ZUÑIGA, Julio C. Op, cit, Citado por SILVA, José Andrés. Op., cit., 72 BETANCUR, Jorge M, Op, cit, p. 70. 73 SILVA MANTILLA, José A, Op, cit., p. 35.

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Departamental (1892) con el fin de que el Estado tuviera una responsabilidad administrativa, presupuestal y locativa en su funcionamiento, para lo cual contó con el apoyo de la Academia de Medicina de Medellín (1887) la cual asesoró en aspectos como la ubicación, el diseño arquitectónico y los recursos sanitarios. Todo ello contribuyó a la medicalización de la locura y de los manicomios.

En los primeros años del Manicomio se presentó una desatención del Estado, la institución cumplía funciones de reclusión pero aún no había un criterio clínico para determinar quien debía ser encerrado, esta acción era de carácter policial74, con él se buscaba resolver los problemas sociales y de orden público que se derivaban de la presencia en las calles de los locos furiosos con actitudes morbosas y obscenas75. La técnica psiquiatría, según Silva, cumplía la función de evaluar la condición de los pacientes para que el Estado no siguiera pagando por pacientes curados y así la asistencia médica no estaba guiada por un interés clínico sino administrativo76.

A los 15 años del funcionamiento del Manicomio Departamental, se realizó la primera clasificación médica de los alienados mentales incluida en el reglamento de la institución, entre las anotaciones del Dr. Juan Bautista Londoño, primer director del Manicomio (19131918), se encuentran las estadísticas, los reglamentos y los informes, que sirvieron de instrumentos para medir, controlar y vigilar, tanto a los locos como a los médicos y personal subalterno, encargados de su cuidado. Así bajo la dirección del doctor Londoño, se hicieron las primeras estadísticas de los pacientes, la redacción del reglamento e informes mensuales del balance de gestión, buscando mejorar el trato a los recluidos por parte de los empleados. En el análisis que realizó Londoño de la locura basado en los aportes de Paul

74

CASAS, Alvaro. Op., cit., p.128. GARCÍA ESTRADA, Rodrigo de J. LÓPEZ VELEZ, Luciano. RUEDA, Doris. SUAREZ QUIROZ, Jorge A. Op., cit., p.17. 76 SILVA MANTILLA, José A, Op. cit., p. 186. 75

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Raymond, consideraba la herencia familiar como causa común en los pacientes; otras causas asociadas eran el consumo de alcohol o los traumatismos físicos o morales77.

El reglamento comprendía las siguientes clasificaciones: 1. Los maniáticos. 2. Los lipemaniacos con angustia, tendencia al suicidio y con delirios fuertes. 3. Los delirantes crónicos, alucinados y sistemáticos. 4. Los degenerados con delirio de persecución. 5. Los degenerados con obsesiones e impulsiones. 6. Los idiotas, los dementes seniles y orgánicos y los imbéciles con manías, delirios alucinatorios, etc. 7. Los paralíticos generales. 8. Los epilépticos e histéricos, con delirios e impulsiones graves. 9. Los alcohólicos, morfinómanos y cocainómanos, con delirios y que atenten contra su vida. 10. Los atacados de confusión mental78.

A la llegada del doctor Lázaro Uribe Calad, inicialmente como médico auxiliar y después como director, se continuó con la clasificación de los pacientes y se propusieron algunas denominaciones: 1. Manías (aguda, periódica o intermitente y crónica). 2. Hipomanía. 3. Maníaco Depresivo. 4. Lipemanía o Melancolía (simple, depresiva, delirante, ansiosa, hipocondríaca, involutiva e intermitente). 5. Psicastenia. 6. Psicosis confusional (confusión mental simple, delirante, con estupor, tóxica, infecciosa, etc. 7. Paranoias (delirio sistematizado progresivo de persecución, delirio religioso, delirio de los débiles mentales, delirio exótico, delirio alucinatorio). 8. Demencia precoz o esquizofrenia. 9. Psicosis hiperemotiva. 10. Psicosis pitiática o histérica. 11. Psicosis epiléptica. 12. Psicosis tóxicas; exo-tóxicas: (toxicomanía, alcohólica, morfínica, heroínica, cocaínica, etc., endo-tóxicas: urémica, albuminúrica, diabética, gravídica). 13. Parálisis general progresiva. 14. Degeneración psíquica u oligofrenia: (perversión constitucional, imbecilidad e idiotez). 15.

77

GARCÍA ESTRADA, Rodrigo de J. LÓPEZ VELEZ, Luciano. RUEDA, Doris. SUAREZ QUIROZ, Jorge A. Op., cit., p.45. 78 Fuente: “Recopilación de Ordenanzas, decretos y reglamentos etc. Referentes al Manicomio Departamental”, Folletos Misceláneos. Imprenta Oficial, Medellín, 1915. Citado por GARCÍA ESTRADA, Rodrigo de J, LÓPEZ VELEZ, Luciano, RUEDA, Doris. SUAREZ QUIROZ, Jorge A, Op., cit., p.46.

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Demencia senil, presbiofrenia.79 De estas clasificaciones llama la atención la denominación de degenerados y de adicciones o vicios, en los cuales lo moral se convierte en un cuadro clínico.

Las clasificaciones de la locura, las complejas y múltiples denominaciones con sus subgrupos, con pretensiones de cientificidad, fueron un primer paso para objetivar a los dementes, conocer la locura, medicalizarla y ejercer la “curación” o su control. Como lo anota el médico Carlos E. Córdoba80 las clasificaciones realizadas por los doctores Lázaro Uribe y Juan B. Londoño no tenían un referente universal por las “dificultades y desavenencias entre las escuelas que regían la psiquiatría de la época” 81, sino que eran adecuaciones propias a partir de la literatura extranjera y de la propia práctica clínica.

La organización e institucionalización de las historias clínicas como instrumento seriado del manicomio, fue realizada por el doctor Uribe Cálad, esto permitió registrar a cada paciente, conocer su vida diaria, su rol en la sociedad y corroborar con la familia u otros testigos su estado mental82 lo que llevó a entender la medicalización más allá del enfermo y de la enfermedad. […] la historia clínica impuso un modelo único de certificado que daba cuenta tanto de la observación médica de los síntomas, las quejas u observaciones de familiares y vecinos, y por último del conocimiento de la situación del enfermo por parte del mismo médico -u otro funcionario si es del caso- que era una información obtenida en un contexto diferente al de la consulta médica83

79

Fuente: Córdoba, Carlos E. “Comentarios a la estadística manicomial del departamento de Antioquia”. Tesis de grado para optar al título en medicina, Facultad de Medicina Universidad de Antioquia, Medellín, 1937. Citado por GARCÍA ESTRADA, Rodrigo de J, LÓPEZ VELEZ, Luciano, RUEDA, Doris. SUAREZ QUIROZ, Jorge A, Op., cit., p.52. 80 Córdoba, Carlos E, “Comentarios a la estadística manicomial del departamento de Antioquia”, Tesis de grado para optar al título en medicina, Facultad de Medicina Universidad de Antioquia, Medellín, 1937, s p. Citado por: GARCÍA ESTRADA, Rodrigo de J, LÓPEZ VELEZ, Luciano, RUEDA, Doris, SUAREZ QUIROZ, Jorge A, Op., cit., p.52. 81 Ibid., p 52. 82 GARCÍA ESTRADA, Rodrigo de J. LÓPEZ VELEZ, Luciano. RUEDA, Doris. SUAREZ QUIROZ, Jorge A. Op., cit., p.65 83 SILVA MANTILLA, José A. Op. cit., p. 190

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La preocupación por las clasificaciones en el Manicomio puso de antemano la mirada médica frente a la locura, el encuentro cara a cara con el paciente le dio un lugar más allá del confinamiento, la mirada sobre la historia personal, familiar y social de los enfermos permitía encaminar el discurso médico hacia un diagnóstico y un tratamiento, es decir, ampliar la práctica médica a partir del discurso.

En cuanto a las teorías que explicaban las enfermedades mentales las relacionadas con el clima tuvieron reconocimiento en el periodo de estudio. Se entendía que este influía no sólo en lo físico sino también en las potencialidades para el trabajo, en el carácter, en la moral de las personas y de los colectivos. Estas explicaciones tuvieron vigencia en Medellín, hasta la tercera década del siglo XX y entre los exponentes estuvieron precisamente el Dr. Juan Bautista Londoño, y el Dr. Lázaro Uribe y pudieron modificar las concepciones que se tenían en la época sobre la locura y las formas terapéuticas para tratarla84.

De esta manera, la noción de enfermedad mental ha estado ligada a la cultura y a los cambios históricos presentes en una sociedad, siempre se ha buscado explicación y manejo desde el conocimiento, las creencias, los prejuicios, los juegos de poder y la sensibilidad de las culturas. En el caso de las formas de nombrar la locura resulta importante reconocer que la ciudad vivió procesos económicos, sociales y políticos los cuales dieron cuerpo a cierta población invisible hasta la fecha, pese a que en un principio dicho reconocimiento no alcanzó a darles un lugar como enfermos con posibilidad y necesidad de tratamiento.

84

Ibid. p. 57.

28

CAPITULO III: Manejo judicial de la locura en Medellín (Expedientes Judiciales) Una manera para comprender como se nombraba la locura en la ciudad durante el periodo de estudio, es la revisión de los expedientes judiciales y el papel que jugaban los médicos legistas los cuales hacían las veces de peritos en los casos judiciales en los que resultaba involucrado algún alienado mental.

Para Montagut es claro que los peritazgos se realizaban desde la época de la colonia pero en 1837 varios autores como Humberto Rosselli, Samuel Arturo Mesa y Posada consideran que el primer peritazgo fue el realizado al presbítero José María Botero por alterar el orden público, atacando directamente a funcionarios políticos a través de sus ideas en contra del sistema educativo utilitarista de la época. Para este caso se nombraron dos médicos para determinar su estado mental, sin embargo, para Montagut (1997) no es claro de donde sale el proceso, porque para esta época la medicina no tenía un lugar de poder sobre estos peritazgos, la medicina legal no existía, ni estaban consolidadas las instituciones como el manicomio o la universidad. La autora plantea la posibilidad de que al ser José María Botero un hombre importante, ilustrado y con un estatuto social importante, “[...] la única represión que se puede exigir para salvarlo y a la vez callarlo es el de darle un estatuto de irresponsable.”85, gracias a que el peritazgo está muy detallado, es notable el papel moral que recae sobre la evaluación de los médicos, mostrando la regulación que se debe tener sobre cada individuo, labor que luego será adoptada por la psiquiatría.

Para finales del siglo XIX y principios del XX, el saber médico se empieza a legitimar con el hospital, pues si bien para esta época, en muchos de los casos criminales los jueces debían recurrir a un experto que diera con sus conocimientos un concepto, peritos que en 85

MONTAGUT, Claudia. Op. cit., p. 63

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algunos casos eran avalados sin ningún título oficial, había casos que exigían un conocimiento en ciencias cada vez mas especializadas, como en los casos de envenenamiento con los cuales la medicina fue desplazando el saber de otros peritos (curanderos, comadronas o charlatanes), ahora era la misma palabra del médico la que determinaba la responsabilidad o no de un criminal, del que se sospechaba estuviera loco.

El poder médico fue ganando un lugar importante, tanto, que para 1894 por la Ordenanza No 37, se eliminó la credibilidad de personas que tenían otros saberes no-científicos y por tanto carecían de licencia estatal, aunque fueron legitimados en el seno de las comunidades. Pese a que la población, principalmente iletrada y de bajos recursos creía en estos saberes, la implementación de estrategias legales impulsada por la Juntas de Higiene Departamentales y por lo tanto por los propios médicos, exigía títulos para la práctica médica86.

Sin embargo, con respecto a la calidad de los expedientes judiciales tanto Montagut como Piedad del Valle Montoya87 coinciden en afirmar que los expedientes judiciales a pesar de tener peritos médicos no evidencian este carácter científico. Se encuentran dictámenes periciales incompletos, sin cientificidad o que no esclarecían las interrogaciones del juez. Se afirma que la incipiente área de la medicina legal tenía un discurso más marcado por la moral y la búsqueda de responsabilidad que por el estado de la salud del acusado. Además, Montoya88 y el historiador Jorge Márquez89 explican que las anécdotas de la información

86

RESTREPO, Libia J.,De Aldea a Ciudad. La medicalización de Medellín a comienzos del siglo XX, en Revista Universidad Pontificia Bolivariana, n° 143, Vol. 46, Medellín, 1996. 87 DEL VALLE, MONTOYA, Piedad, El dictamen médico-legal en Antioquia (1887-1930), en DOMINGUEZ, Eduardo (Editor), Todos Somos Historia, tomo II. Vida Del Diario Acontecer. Colombia, Medellín, Ed., Universidad de Antioquia – Teleantioquia, 2010, p.343 – 357 88 DEL VALLE, MONTOYA, Piedad, Expedientes criminales e historia del derecho en Antioquia, Revista Historia Y Sociedad, Ed. Universidad Nacional de Colombia Fasc.21, Julio-Diciembre, Medellín, 2011, p. 283-294. 89 MÁRQUEZ, Valderrama, J, Propuestas de medicina oficial en Colombia, a finales del siglo XIX, La química pasteriana en la medicina, la practica médica y la medicalización de la ciudad de Medellín a finales del siglo XIX, Trabajo de Grado en Historia, Universidad Nacional de Colombia, mayo, Medellín, 1995.

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personal y familiar del acusado de demencia en la época, se convirtieron en datos necesarios para esclarecer si había locura.

La función de los médicos legistas, consistía en determinar la responsabilidad y peligrosidad del “alienado mental” al interior de la sociedad y las posibilidades mentales de manejar o no sus bienes (interdicción)90. El análisis de la condición mental a partir del examen pericial, constaba de tres apartados: el examen clínico, la evaluación del estado mental y la descripción del hecho. Este proceso era llevado a cabo por los médicos legistas quienes determinaban la responsabilidad civil o penal de la persona implicada. Mediante el examen clínico se evaluaba el carácter de la enfermedad mental (herencia, vicio y fisionomía) y las disfunciones orgánicas, sustentado por los discursos pseudocientíficos- de la degeneración de la raza, la moral y la frenología; el segundo apartado, (estado mental) buscaba definir si los hechos se cometieron por causa del delirio o a causa de “una impulsión súbita de la voluntad” y finalmente en la descripción del hecho se identificaban las circunstancias a partir de las cuales era posible definir si se trataba de un criminal o de un enajenado mental91.

Según el estudio histórico realizado por Montagut, en el examen mental se realizaba una evaluación “frenopática”92, se establecían las características de la vida del sujeto y del hecho cometido, se determinaban los antecedentes hereditarios, se realizaba un examen psíquico y somático, en la indagatoria se pedía al acusado que relatara los hechos que se le imputaban, y finalmente se analizaban sus facultades: la memoria, la inteligencia y la voluntad, además se evaluaba el sentido moral para determinar cuál era su nivel de desarrollo, sus creencias religiosas y las ideas frente a la sociedad y para la exploración de su afectividad, se le hablaba de sus seres queridos93.

90

MONTAGUT, Claudia María, Op. cit., p. 62. Ibíd., p. 62 92 Según el diccionario de la Real Academia Española define el termino (Del gr. phren, inteligencia, y pathos, enfermedad.) como una parte de la medicina que estudiaba las enfermedades mentales. 93 MONTAGUT, Claudia. Op. cit., p.130. 91

31

Hipólito Castro en su tesis para optar al título de doctor en medicina y cirugía en 1907 en la Universidad Nacional, señala que con relación a la legislación Colombiana del siglo XIX (Código Penal de 1837) la condición de “enajenación mental en general” era sinónimo de demencia y se refería a sujetos que no podían ser juzgados, como los demás civiles, con un castigo. Para los médicos-alienistas el término de demencia, hacía referencia a “estados de debilitamiento psíquico profundo que acompañan o que siguen a ciertas afecciones cerebrales”94, el enajenado mental no estaría sujeto a pena, si cometía el acto en estado de locura o demencia; estos actos eran considerados por la medicina legal como un absurdo, sin premeditación y por tanto un “reflejo” de su naturaleza. Al respecto, Silva cita al médico Manuel Ancizar de finales del siglo XIX95, para mostrar como la principal forma de perder la libertad y la responsabilidad frente a la sociedad era con la ausencia de la “conciencia” ya que la persona no podía controlar ni lo físico, ni lo mental; es en este punto donde Castro expone la importancia un diagnóstico médico-legal acertado al determinar la responsabilidad o no del acusado96.

Este aspecto de la responsabilidad de los alienados mentales, se empezó a estudiar por la medicina legal en Bogotá y Medellin a finales del siglo XIX en el campo de la antropología criminal y la medicina legal positivista y permitió diversificar las categorizaciones de la locura, diferenciando el hombre sano del enfermo más allá de la idea de locura o demencia.

Otro aspecto relacionado con el manejo de la locura en el marco del derecho, es la interdicción como un recurso para proteger a los hombres que tienen perturbadas sus facultades mentales. Castro97 explica como la legislación colombiana de la época, declaraba interdicto a aquellos a quienes se les demostraba un cierto nivel de enajenación mental. 94

CASTRO, Hipólito, Consideraciones generales sobre la Demencia y las Leyes. Tesis de grado para optar al título de Doctor en Medicina y Cirugía, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1907, p. 9. 95 ANCIZAR, Manuel, Lecciones de Psicolojía, Bogotá, Imprenta del Neo-Granadino, 1851, citado por SILVA, Andrés. Op cit., p. 98. 96 CASTRO, Hipólito. Op. Cit., p 46. 97 CASTRO, Hipólito, Op. cit., p. 36.

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Esta situación era diferente en el caso de otros países como Francia en cuyo Código Civil, se consideraba que las personas sin estar totalmente privadas de sus facultades podían gozar de algunos derechos civiles sin ser declarados interdictos.

Para el caso Antioqueño, desde 1985 y conformando el Archivo Histórico Judicial de Medellín (AHJM), manejado por la Universidad Nacional de Colombia (sede Medellín) se encuentran los expedientes judiciales tanto de carácter civil como criminal. Actualmente se cuenta con un total de 13.000 documentos y material gráfico como mapas, fotografías, billetes que van del año 1664 hasta 1964, y su mayoría pertenecen a los siglos XIX y XX.

El Archivo está administrado por el Laboratorio de Fuentes Históricas la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas y por la carrera de Historia, que busca preservar, restaurar y consultar estos documentos promoviendo que los mismos estudiantes aporten en estas labores. La importancia de este archivo es su contribución al patrimonio cultural colombiano en el cual se encuentra además de los expedientes judiciales, una información cultural sobre diversos temas de la mujer o las prácticas sexuales como lo resalta la socióloga Guillermina Palacio Tamayo98.

Los materiales disponibles al público y a los investigadores, dejan ver cambios en las disposiciones de las autoridades sobre los casos denunciados: “[…] el proceso de cambio de las autoridades coloniales a las republicanas, la construcción del Estado, sus constituciones, códigos penales y normas, lo mismo que la huella de la justicia y la forma como ésta fue impartida y aplicada.”

99

El Archivo Judicial se encuentra catalogado bajo

183 etiquetas y en esta investigación se tuvieron en cuenta los expedientes bajo la categoría o sección de Dementes-Impedidos en los que se puede buscar el discurso de la medicina legal. 98

PALACIO, Guillermina. Archivo Histórico Judicial de Medellín, En: Historia y Sociedad, No. 8, 2002, p 315-320. 99 Ibid., p 315.

33

Estos expedientes judiciales, se referían a casos criminales pero que no eran punibles. El Código Civil estipulaba lo que se debía hacer en los casos civiles que incluían “problemas de tierras, disputas por herencias y trámites de interdicción.”

100

Los juicios de interdicción

por demencia sólo se realizaban en los siguientes casos: “[…] si no hay quien se encargue del demente, si se debe solicitar una curaduría por herencia o por venta de tierra perteneciente a un demente, o por un negocio que realiza la persona a quien se le imputa locura.”

101

Los jueces eran las personas competentes para confirmar o retirar los derechos

que la ley misma otorgaba a una persona, ya que tenían los conocimientos sobre los juicios civiles. Por otro lado los expedientes criminales, trataban casos donde se debería impartir alguna pena según el Código Penal, casos como “[…] las cuadrillas de malhechores, la falsificación de moneda, los amancebamientos públicos, las estafas, los homicidios y los adulterios,”102; en los expedientes se pueden reconocer a los diferentes funcionarios involucrados: inspectores, alcaldes, fiscales, jueces y el mismo gobernador; también permiten ver la articulación de instituciones como la Universidad de Antioquia y la Academia de Medicina de Medellín con el poder judicial.

Para finales del siglo XIX se resaltan algunas de las expresiones encontradas en los expedientes judiciales para denominar la locura: “enfermo del cerebro”, “su mal estado fisiológico y patológico”, “imposibilitado para expresar sus ideas”, “enajenación mental o distracción”, “debilidad cerebral”, el término de fatuidad o fatuado, se utilizó como sinónimo de demente, “falto de entendimiento”, “tonto”, “lleno de presunción ridícula”; pero estas formas de nombrar fueron desapareciendo poco a poco y se cambiaron las denominaciones para designar la locura. Se empezó a tener en cuenta más la 100

DEL VALLE, MONTOYA, Piedad,.Expedientes criminales e historia del derecho en Antioquia, Op. cit., 2011, p.3 101 MONTAGUT, Claudia. Op. cit., p 54. 102 DEL VALLE, MONTOYA, Piedad, Expedientes criminales e historia del derecho en Antioquia, Op. cit. 2011, p.4.

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responsabilidad civil del individuo que los cuadros clínicos y surgieron expresiones como “no estar en sano juicio”, “estar mal del seso”, “falto de juicio” y “falto de razón”103

La restauración y sistematización del Archivo ha permitido una relación cercana con los documentos, como lo expone Paul Ricoeur104, que dejan ver las configuraciones sociales de un pasado a partir del documento físico, para tal fin, en esta investigación se toma un expediente judicial completo que permita descifrar y comprender esa realidad.

103

MONTAGUT, Claudia. Op. cit. p 65.

104

DEL VALLE MONTOYA, Piedad. Op. cit.

35

CAPITULO IV: El crimen de Jenaro Viana (1908)105

El 14 de septiembre de 1908 en el municipio de Amalfi en las horas de la mañana, fue encontrada muerta en su casa Gregoria Viana, mayor de edad, hermana de Jenaro Viana, Ana María Viana y Jesús María Viana; era hija legítima de Jorja García y de José María Viana y madre de Rubén A. Viana, de 8 años de edad.

Ese mismo día, el señor José María Echeverri llamó al alcalde de Amalfi para verificar la herida que dio muerte a Gregoria Viana. Para esta diligencia fueron llamados los peritos médicos: Juan B. Tamayo y Pio Moreno C., ellos reconocieron por medio de una necropsia las heridas de la difunta. Expresaron haber encontrado: Una comisura en los labios del lado izquierdo, desgarro de parte del labio superior, otra en el labio inferior; una en el borde superior de la oreja izquierda insignificante, una encima de la arcada orbitaria izquierda de tres centímetros de longitud por donde penetró una sonda hasta la masa cerebral, una en la mejilla del mismo lado, un poco abajo del hueso molar y una herida en la región temporal que fue la que le produjo la muerte al hundirle y fracturarle el cráneo. La fractura produjo contusión y compresión de la masa encefálica, con hemorragias múltiples de las meninges en especial la media, lo que explica perfectamente la muerte instantánea.

Todas estas heridas fueron causadas con un arma punzante y contundente. Fuera de las heridas descritas del lado izquierdo de la cara y las del cráneo encontraron unas ligeras equimosis encima de ambas clavículas realizadas con la misma arma. Los doctores hicieron notar que cuando llegaron al lugar de los hechos encontraron a la occisa en una cama en decúbito dorsal (acostada boca arriba) y con la cara vuelta hacia la derecha

105

Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia sede Medellín, AHJM, (Archivo Histórico Judicial de Medellín). Fondo Criminal sección Dementes e Impedidos, Expediente N o 10086. Folios 1-29.

36

Ese mismo día Jenaro Viana, fue llevado a la cárcel de varones del Municipio de Amalfi por ser el principal sospechoso. Allí fue indagatoriado, se le preguntó por su nombre, edad, el nombre de sus padres y donde vivía; dijo llamarse Jenaro Viana, de 21 años de edad, hijo de Jorja García y de José María Viana, y ser vecino de Amalfi. Posteriormente se le preguntó por el cadáver de Gregoria, respondió que era su hermana, también dijo saber quien le había causado la muerte pues respondió: “yo fui quien le causó la muerte”106. Sin embargo cuando le interrogaron por las causas o motivos no pudo dar razón de éstas y quedó suspendida la diligencia. Las autoridades que realizaron la indagatoria tuvieron como causa para el estado de aparente shock del acusado, el remordimiento o el desequilibrio mental.

A partir de la indagatoria realizada a Jenaro Viana, la alcaldía de Amalfi encontró pruebas suficientes para encarcelar al sindicado sin excarcelación ni fianza.

Unos días después, el alcalde en compañía de su secretario se dirigieron a la Cárcel del Circuito, con el fin de ampliar la diligencia de indagatoria, pero en vista del trastorno mental que revelaba en sus actos y palabras no fue posible obtener de él ningún informe que arrojara luces para esclarecer los hechos.

Por otro lado, desde el mismo día en que ocurrieron los hechos, fueron interrogados los siguientes testigos:

Adelaida Guzmán, vecina de Amalfi y mayor de edad, quien expresó que a las 7 am llegó a la casa de su madre donde ella también reside, allí el hijo pequeño de Gregoria le pidió que fueran a ver a su madre que se estaba muriendo, no le hizo caso pensando que eran mimos, pero después llegaron los agentes de policía y le creyeron al niño. No escuchó nada, ni vio algo sospechoso.

106

AHJM, ref. cit., folio 2.

37

Ana Felicia Guzmán, vecina de Amalfi y mayor de edad. Aclara que un niño fue a la casa a decirles (a ella y a su hija Adelaida Guzmán), que Gregoria estaba muerta pero no le hicieron caso pensando que eran mimos, pero después llegaron los agentes de policía. No escuchó nada, ni vio algo sospechoso, no sabe si el agresor es loco o enajenado, de la difunta dice saber que era medio cristiana.

Jorja García esposa de José María Viana, vecina de Amalfi y mayor de edad. Declaró ser madre del sindicado, Jenaro Viana, también de Jesús María, Ana María y de la muerta Gregoria. Declara que Jenaro ha sufrido de “accesos de locura”, de irse al monte a donde ha tenido que ir a buscarlo para llevarlo a la casa de donde huye de todos. Comenta que hace como 15 días vino de otro pueblo (Monteloro) donde estaba trabajando, hasta el momento no había tenido manifestaciones de locura pero el día anterior de la muerte de Gregoria, ella había salido con su hija Ana María a buscar leña, Jenaro y Gregoria se habían quedado en cama pero solo él estaba enfermo, como a las ocho de la mañana fue Jenaro a buscarla al monte, como lo había dejado enfermo en cama se sorprendió cuando apareció, antes de que ella le dijera algo Jenaro le expresó que había matado a su hermana, ella no le creyó pero se devolvió rápidamente para descubrir que efectivamente su hija Gregoria estaba muerta. Dice que comprendió que Jenaro estaba “alocado” pues al llegar a la casa él le dijo que no estaba peleando con su hermana, él estaba contento rezando y había sido la Santísima Trinidad la que lo había mandado a matar a Gregoria. La madre manifiesta que el acusado y la difunta se querían como hermanos, Jenaro había sido un buen hijo y buen hermano. Gregoria fue loca en diferentes ocasiones y medio cretina, por lo tanto un poco caprichosa. Ambos hermanos fueron bautizados en Amalfi ella tendría de 32 a 33 años y él unos 27 a 28 años.

38

Ana María Viana vecina de Amalfi y de quince años de edad. Hermana de Jenaro, expresa que tanto Jenaro como Gregoria eran locos, el primero en que cuando le daban accesos de locura cogía pal monte y había que ir a buscarlo, y a ella había que amarrarla. Relata que el día anterior había salido con su madre a buscar leña, habían dejado a Jenaro en casa porque estaba enfermo y también estaba acostada Gregoria, como a las ocho de la mañana fue Jenaro a buscarla al monte, antes de que ella le dijera algo Jenaro le expresó que había matado a su hermana estando muy contento porque la Santísima Trinidad lo había mandado mientras rezaba el Credo.

Rubén A Viana vecino de Amalfi, niño de 8 años de edad, hijo de la fallecida Gregoria expuso que el día de ayer se habían ido al monte su mamá Jorja (abuela) y su tía Ana María, y se quedaron en la casa él, su tío Jenaro y su mamá, un rato después de estar solos, se levantó su tío Jenaro y fue a peinarse cogió un almocafre107 se acercó donde su mamá Gregoria y le dio varios golpes, su mamá no dijo ni una sola palabra, su tío cogió la ruana y volvió con su mamá y su tía, él no le dijo nada a su tío Jenaro por miedo a que le pegara, se acercó a su mamá que estaba arrojando sangre, y estaba muerta porque no se movía, ni se quejaba, él le grito a Felicia Guzmán (vecina) cuando su tío Jenaro se había ido, para decirle que su mamá se había muerto, ella vino a su casa, la cubrió con un trapo y se fue.

Daniel Gómez vecino de Amalfi y mayor de edad. Expuso que hace como 4 años había conocido a Jenaro Viana, en Rumazón, lo consideraba demente, aun cuando no le había visto accesos de furia oyó decir, sin saber quiénes, que se manifestaba en él la furia, su hermana Gregoria también era loca ó distraída, no sabe nada más en relación al hecho.

107

El almocafre es un instrumento para escardar la tierra y para trasplantar, utilizado también en minería.

39

Rafael M Giraldo mayor de edad y vecino de Amalfi. Relató que había oído a Ricardo conocido de Eugenio Mejía, decir que Jenaro Viana ha sido loco por épocas. Muchos de los miembros de la familia de Viana han sido locos. Jenaro ha sido trabajador y buen hijo, y nunca ha sido amigo de riñas o peleas, se observa en él una conducta intachable.

María de la Paz Guzmán mayor de edad y vecina de Amalfi. Dijo no saber absolutamente nada del caso, ya que cuando sucedieron los hechos estaba en un lugar distante.

Bernardina Rave mayor de edad y vecina de Amalfi. Dijo no saber nada de lo ocurrido. Cuenta que dos días antes de los hechos, Gregoria se iba a quedar a dormir en su casa, le organizó la cama pero no se atrevió a quedarse porque su hermano Jenaro “la mataba”, según sus propias palabras, por lo que pensó que él la celaba mucho, también le dijo que el domingo pasado Jenaro le había pegado.

Domingo Casas vecino de Amalfi y mayor de edad. Testificó que hace unos 4 ó 5 años conoció a Jenaro Viana en la empresa de Juan E. Ochoa, le pareció que no era un hombre de “juicio completo” por diferentes manifestaciones que le vio, como hablar solo, correr sin motivo y [tener] desesperaciones sin causa aparente. En vista de los testimonios, la Alcaldía Municipal de Amalfi pidió que se reconociera el estado mental en el cual se encontraba el sindicado y sus reincidencias. Para esta función se nombraron a los doctores Pio Moreno y Juan B. Tamayo108 como peritos médicos.

El informe entregado por los doctores peritos examina la filiación de Jenaro Viana, exponiendo lo siguiente:

108

En el expediente no se especifica la procedencia de estos profesionales.

40

Hijo legitimo de José Matilde y María Jorja García, soltero de 25-28 años de edad, natural de Amalfi, minero, de color moreno pálido, pelo crespo negro, cejas pobladas y barba escasa, bigote negro corto, buena dentadura, de regular estatura, con varias cicatrices en el cuerpo y E.I.R.

El 19 de septiembre para verificar las reincidencias del sindicado se interrogaron a los siguientes civiles: Nemesio Zapata mayor de edad vecino de Amalfi. Dijo conocer a Jenaro Viana quien ha sido loco al igual que dos de sus hermanos, trabajador, de buena conducta, buen hijo, ha atendido a las necesidades de su familia. Ha oído decir, sin saber por quiénes, que se lanzó por un derrumbadero poniendo en peligro su vida, sin duda por su locura.

Eugenio Mejía mayor de edad y vecino de Amalfi. Expuso que hace como 16 años conocía a Jenaro Viana, él había trabajado en su compañía y por consiguiente lo conocía muy a fondo, había sido de una conducta intachable, laborioso, afectuoso con la familia, los ha cuidado con esmero. Viana ha sido loco en dos ocasiones hasta el punto de lanzarse por cualquier precipicio, sus hermanos Pedro y Gregoria ya finados (muertos) también fueron locos.

José David Agudelo mayor de edad y vecino de Amalfi. Dijo conocer a Jenaro Viana hacía como 16 años, él había trabajado en su compañía y por consiguiente lo conocía muy a fondo, había sido de una conducta intachable, laborioso, afectuoso con la familia y los había cuidado con esmero. Viana había sido loco en dos ocasiones hasta el punto de lanzarse por cualquier precipicio, sus hermanos Pedro y Gregoria ya finados (muertos) también fueron locos.

41

Telmo Arango vecino de Amalfi y mayor de edad. Expuso que había oído decir que Jenaro había sido loco, no lo había visto en ese estado, le dijeron que en la Cabaña había estado completamente loco, esto no le consta, quien se lo dijo fue Eugenio Mejía.

Finalizada la diligencia el 23 de septiembre los doctores Juan B. Tamayo y Pio Moreno G. como peritos reconocedores de Jenaro Viana, una vez posesionados expusieron: haber reconocido a Jenaro Viana desde pocos momentos después de haber cometido el homicidio que él se atribuye. Se han formado el concepto de que es presa de una completa enajenación mental. Han notado en él incoherencia absoluta en las ideas, inquietud constante, insomnio casi permanente, fijeza penetrante en la mirada, vacilación y lentitud en la marcha, alucinaciones constantes, reveladas en todas sus acciones, lo han sorprendido en actos impulsivos, opinan que el hecho cometido por dicho individuo fue ejecutado bajo el influjo de su misma locura. Se notifica de esta situación a los señores Jueces de Circuito y Municipal.

En el Juzgado del Circuito, el Sr. Juez ha comprobado que el sindicado Viana ha sufrido por intervalos algunos accesos de enajenación mental, pero esto no es suficiente para exculparlo del fratricidio que se le imputa, es necesario averiguar si esa afección mental ha sido suficientemente grave para suspender o destruir su voluntad y sobre todo si al tiempo de ejecutar el hecho no gozaba de sus facultades morales.

Con los miembros de la familia, sus vecinos y relacionados podrá averiguarse si en los días anteriores, esa noche y ese día por la mañana advirtieron en Viana accesos de locura y de qué carácter era esta. Si le advirtieron tendencias a agredir a otras personas cualquiera que estas fueran, o le tenía especialmente a su hermana un odio profundo que pudiera influir en la determinación de su voluntad a matarla.

42

Con sus compañeros de prisión y con la exposición de los señores médicos se hará constar si el sindicado después de la acción cometida ha dado muestras de demencia completa o simplemente de manías y sobretodo de manía homicida. Qué les ha referido acerca de la muerte de su hermana, cuál ha sido el motivo que lo impulsó a ejecutar el hecho, con qué arma y de qué medios se valió para llevarlo a cabo.

Para la configuración del “cuerpo del delito”, se recogerá el arma con que se dice que se dio muerte a la occisa, en qué estado se hallaba ese instrumento, si tenía algunas señales de haberse ejecutado con él, el homicidio y se dejará un diseño con las medidas del mismo.

Esta labor es ampliada por la Alcaldía de Amalfi con el testimonio de los siguientes civiles encarcelados:

José Aparicio Monsalve compañero de prisión de Jenaro Viana, mayor de edad y vecino de Entrerríos, expresó que después del crimen éste ha dado muestra de demencia completa, sobresaliendo en él a veces la manía de lanzarse contra las personas, en una ocasión le tiró con la mano. Cuando le preguntaba por qué había matado a su hermana se asustaba y en medio de incoherencias le decía que lo había hecho porque ella era muy desobediente y por darle gusto a su madre, esto se lo decía como dominado por su misma locura. Una vez le preguntó con insistencia sobre el mismo asunto, este le contestó: “si es que me está rodeando para hacerme joder”109 y se quedó muy serio.

Ángel María Molina mayor de edad y vecino de Yolombó, compañero de prisión de Jenaro Viana a su modo de ver cree que este individuo no es presa de demencia completa, sino como de una manía, manifestada por un gran remordimiento pues al hablarle de la muerte de su hermana es cuando más se desespera y se tira al suelo a llorar. En ocasiones cuando 109

AHJM, ref. cit., fol. 14.

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lo toca alguna persona le dan accesos de furia, se encara contra las personas armado con piedras y tienen que sujetarlo. Le contó haber matado a su hermana porque era muy desobediente con su madre a quien él le tenía mucho cariño. Algunos de los presos de la cárcel oyeron decir que pocos días antes del suceso Jenaro le había pegado a su hermana con un palo, ellos lo interrogaron, él contestó que sí la había castigado pero no con un palo sino con un bejuco, de noche no duerme preocupado con la idea de que su hermana lo persigue, según lo que manifiesta.

Antonio María Tejada mayor de edad y vecino de Santodomingo, expresó ser compañero de prisión de Jenaro Viana en su concepto con demencia completa, él le dijo que era la primera vez que estaba en la cárcel y el motivo era que había matado a su hermana, le pregunto qué con qué lo había hecho, dijo que con un palo según lo que le decían pero que él no recordaba, agregó algunas palabras incoherentes.

Alejandro Tobón mayor de edad y vecino de Fredonia compañero de prisión considera que Jenaro Viana sufre de demencia completa pues así lo demuestran sus actos, no ve en el ninguna manía especial, no le ha hecho ninguna revelación en relación al asesinato de su hermana.

Alejandro Metaute mayor de edad vecino del departamento, compañero de prisión considera que Jenaro Viana sufre de demencia completa, cuando lo molestan se enoja y trata de agredir a las personas, en una ocasión en medio de incoherencias le dijo que la Santísima Trinidad había matado a su hermana.

Claudino Tejada mayor de edad y vecino de Santodomingo, considera que Jenaro Viana sufre de completa demencia, a veces se manifiesta con rabia y coge piedras para intentar agredir a sus compañeros de la cárcel, no le ha dicho nada acerca de la muerte de su hermana.

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Pablo J. Ramírez agente de policía mayor de edad y vecino, expresó que el 14 de septiembre como a las 9 am en el punto de Rinconsanto de esta población [Amalfi] habían matado a una mujer, inmediatamente y en su carácter de policía se trasladó a dicho lugar, cuando llegó a la casa del suceso vio a Jenaro Viana sobre una cama y le pareció loco pues bailaba sobre ella en calzoncillos agitando con la mano unos pantalones y por todos sus movimientos revelaba su locura, al indagar sobre lo que ocurría si dicho hombre estaba loco, y su madre Jorja García le contestó que sí, al averiguar por la muerta el mismo individuo lo llevó al lugar donde estaba, diciéndole que la Santísima Trinidad había matado a su hermana y que él no había sido. En efecto en la alcoba en la cama tendida estaba muerta la mujer que después supo que era Gregoria Viana llena de heridas en la cabeza y alrededor de ellas charcos de sangre, capturó inmediatamente al mentado Viana, quien con frases incoherentes insistía en decirle que la Santísima Trinidad había matado a su hermana con un trapo negro que le mostró. Buscó por toda la casa el arma con que se cometió el hecho y al fin encontró debajo de la cama de Jenaro tapado con un costal un almocafre manchado de sangre acabada de derramar. Le preguntó a Viana si con este almocafre había matado a dicha mujer y le contesto que sí. Lo condujeron a la cárcel, en el trayecto hizo una ligera repulsa, lo que atribuye a manifestaciones de la locura.

Jorja García madre del sindicado, cree que cuando su hijo mató a su hermana estaba loco, porque él en su sano juicio no era capaz de cometer ese acto, la noche víspera del acontecimiento le notó con principio de locura, no de furia, pero pasó la noche muy inquieto, rezando y con los ojos muy asustados, de la misma manera que se le ponían cuando se enloquecía. En los días anteriores tampoco se encontraba bien pues se quejaba mucho del cerebro, el día del acontecimiento por la mañana antes de irse para el monte y cuando le iba a dar el desayuno también notó que estaba distraído, el era buen hermano con Gregoria y buen amante de toda su familia.

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Ana María Viana Hermana de Jenaro Viana, declaró que en la semana anterior al suceso notó que su hermano estaba desviado y no estaba en buen sentido, porque mantenía una habladera y una rezadera (solitario), de día y de noche, ella le notaba los ojos muy diferentes como asustados, en la noche víspera de lo sucedido y en la mañana en que mató a Gregoria también notó que estaba distraído, no le daba rabia pero no dormía, lleno de inquietud.

Rubén Viana hijo de Gregoria Viana de ocho años expuso que antes de la muerte de su mamá, dijo que su tío Jenaro estaba loco porque se mantenía rezando y hablando mucho en la cama llamaba pa´ una cosa y cuando iba no había ninguna cosa y tenía los ojos como asustados, el lunes por la mañana él le tibió una agüita de rosa amarilla pa´ peinarse y cuando lo hizo cogió el almocafre y le pegó a su mamá, su tío estaba callado y después se fue pal´ monte donde su mamá Jorja y le dijo que se quedara cuidando la casa.

María de la Paz Guzmán expuso que no sabía si Jenaro Viana estaba loco cuando cometió el hecho que se le atribuyó pues no lo vio en los 15 días anteriores.

Felicia Guzmán expuso que no sabía si Jenaro Viana estaba loco cuando cometió el hecho que se le atribuyó pues no lo vio en los 15 días anteriores, tampoco puede decir que antes estuviera loco.

Virginia Zapata vecina y mayor de edad, expresó saber que Jenaro Viana había trabajado en una empresa de Eugenio Mejía y allí estuvo loco, se iba al monte y tenían que ir a buscarlo, se parecía mucho a su hermana Gregoria también alocada, esta tenía un hijo y Jenaro lo cuidaba, le remendaba las camisas; es muy buen hijo, guardaba una ración de su sueldo para su casa.

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Juana J. Botero vecina y mayor de edad dijo conocer a Jenaro Viana y sabe que está loco porque lo vio hace como 8 años completamente loco de tener que amarrarlo. Tuvo un hermano que murió, también loco y loca fue también Gregoria, hermana de Jenaro.

Se siguieron las peticiones del Juzgado del Circuito en relación a la descripción ilustrada del arma utilizada en la comisión del crimen; cartografía de los hechos incluyendo la vivienda en su aspecto exterior; y un croquis del interior de la vivienda y las especificaciones puntuales del delito contra Gregoria Viana.

Dibujo del arma instrumento del delito en tamaño real.

Mango de 0.36 y medio centímetros.

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Dibujo de la casa donde ocurrió el hecho

Dibujo del Croquis de vista interior de la casa donde se ejecuto el hecho

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1. Cama donde fue hallado el cadáver de Gregoria Viana 2. Cama donde se encontró a Jenaro Viana cuando fue capturado 3. Puerta de entrada a la casa 4. Bahareque que divide la sala de la alcoba 5. Puerta que pone en comunicación la sala con la alcoba 6. Camino que conduce hasta el pie de la cama de la occisa y que siguió el policía Pablo J. Ramírez cuando le dieron aviso de lo ocurrido 7. Punto situado debajo de la cama (N°2) donde fue hallado el almocafre instrumento del delito Además, la Alcaldía de Amalfi le reclamó el 26 de septiembre al cura párroco Pedro A. Restrepo, la partida de defunción de Gregoria Viana sepultada en el cementerio de la población el 14 de septiembre de 1908. Por medio de la copia del documento el cura certificó que en el libro noveno de defunciones se encontraba la partida de defunción de Gregoria, ésta certificaba que fue enterrada en la Parroquia de Amalfi, soltera y adulta, hija legitima de José María Viana y Jorja García. No recibió sacramentos de comunión ni de extremaunción porque su muerte fue violenta.

El 26 de septiembre se presentaron los doctores Juan B. Tamayo y Pio Moreno G, peritos reconocedores del estado mental de Jenaro Viana para ampliar las evaluaciones del sindicado, como así lo dictó el Sr. Juez del Circuito y afirmaron su posición en la exposición del peritazgo que días anteriores habían rendido en el sumario, en la cual dicen que Jenaro Viana es preso de una completa enajenación mental y no se manifiesta en él manía determinada.

La ampliación solicitada por parte del Sr. Juez del Circuito es entregada el 1 de octubre de 1908, por su parte el Juzgado del Circuito del Municipio de Amalfi remite el sumario unos días después al Juzgado 2° Superior de Medellín, donde es remitido el caso finalmente para

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que en manos del Ministerio Publico Superior de Medellín, se dictamine la resolución del caso.

El señor juez Norberto Escobar envía al Ministerio Público Superior de Medellín una carta en la cual, expresa la entrega del caso sobre el homicidio violento de Gregoria Viana mujer cretina o loca de aquella ciudad, asesinada por su hermano con un almocafre de minero causándole las heridas expresadas en la autopsia adjunta al documento. Se expone que Jorja García madre de Gregoria y Jenaro, ese día en la mañana había salido al monte dejándolos enfermos; allí se presentó Jenaro manifestándole que había matado a su hermana porque la Santísima Trinidad era la que lo había mandado. Agregó que Jenaro era loco o había sufrido varios accesos de locura, lo cual se comprobó muy bien, no solamente con declaraciones de testigos sino con las expresiones de los expertos doctores Juan B. Tamaño y Pio Moreno, quienes aseguran que Jenaro es preso de una completa enajenación mental, estado en el cual se encontraba cuando cometió el delito y que lo hace excusable en absoluto según el numeral 1° del Art. 29 del Código Penal.

Se encuentra que el sindicado Viana debe ser recluido en un manicomio más que en una cárcel o penitenciaría y así debe dictarse auto de sobreseimiento consultable con el Tribunal Superior.

Por su parte, el Juzgado 2° Superior de Medellín expresa que las evaluaciones periciales y las demás pruebas del sumario no dejan duda del estado de locura de Jenaro Viana y de que el homicidio ejecutado queda comprendido en la sanción del numeral 1° del Art. 29 del C. Penal. Deplorable es la muerte de Gregoria Viana hermana del sindicado, estuviera ella o no en estado de enajenación mental, pero el hecho ejecutado por su hermano no fue obra de pasión alguna pues todo converge a demostrar su inculpabilidad por la perturbación cerebral de que adolece y que puso en desconcierto sus facultades el día del suceso, no habiendo obrado con conciencia de lo que hacía, ni con voluntad libre; por tanto y de acuerdo con el Sr. Fiscal, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad

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de la Ley falla: Sobreseimiento en este sumario de manera absoluta, consúltese el auto con el Tribunal Superior.

El Tribunal Superior en nombre del Magistrado Ramón Gómez expone estar de acuerdo con las consideraciones de lo expuesto anteriormente acerca del estado mental de Jenaro Viana cuando ocurrieron los hechos y señala que no apareció ningún móvil próximo ni remoto, y en realidad hechos semejantes no pueden aplicarse sino como desgraciado efecto de la locura. Por esta razón se considera legal el sobreseimiento que ha proferido el Sr Juez 2° Superior a favor de Jenaro Viana, sindicado de homicidio de su hermana Gregoria Viana, aun cuando no existe la menor duda de que él le dio muerte es claro que el acusado se encuentra amparado en el numeral 1° del Art. 29 del C. Penal que considera excusables a la persona que se halle en estado de verdadera demencia o locura al tiempo de cometer la acción, y las exposiciones dadas por los doctores Juan B. Tamayo y Pio Moreno, no dejan la menor duda de que Viana al dar muerte a su hermana era presa de una completa enajenación mental. Por esta razón y conforme al concepto fiscal el Tribunal administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley falla: el sobreseimiento del acusado y el reo Viana sea puesto inmediatamente en libertad dándose para el efecto la correspondiente orden.

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Análisis de los enunciados a partir del caso de Gregoria Viana

El caso presentado fue encontrado en el Archivo Histórico Judicial custodiado por la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. El relato anterior es fiel en cuanto a los significantes utilizados por los testigos y funcionarios, los cuales dan cuenta de la forma en que las autoridades, los médicos y los vecinos del lugar, se refirieron a la locura. La descripción lineal de los procedimientos llevados a cabo por las instancias judiciales se organizó cronológicamente con el fin de hacer un relato coherente de los hechos a medida que fueron ocurriendo.

En el expediente se pueden distinguir diferentes aspectos, que se exponen en el relato destacando algunos ejes que marcaron la visión y el manejo que se dio a la locura, los cuales pueden verse desde diferentes puntos de vista: en los testimonios se pueden encontrar las formas cotidianas y populares de ver la locura, las manifestaciones reconocidas como propias en un demente y cómo eran vistos; en los dictámenes y las correspondencias del sumario, así mismo, la postura legal que se tenía frente a un caso criminal cometido por un enfermo mental y finalmente, algunos trabajos académicos de la época permiten encontrar luces que la medicina entregaba acerca de la patología, a los médicos legistas y a los jueces pero de la capital.

El hecho ocurrió en 1908, en un municipio alejado de la capital del departamento, con limitadas vías de acceso. Es posible deducir el impacto que tuvo el caso en la población, así mismo, las declaraciones de algunos vecinos dejan ver un reconocimiento y una cierta naturalización de la locura presente en varios miembros de la familia Viana. Esto lleva a pensar que la locura era una condición tolerada en la vida cotidiana y quien la padecía no era excluido. Aunque podían amarrarlos durante las crisis “los locos de atar”, se ve como Jenaro Viana vivía con su familia, había tenido varios trabajos y se relacionaba en la

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dinámica social sin restricciones, así, algunos vecinos se refirieron a Jenaro como loco por épocas pero al mismo tiempo, resaltaban que era trabajador, era un loco útil y productivo, de buena conducta, buen hijo y que había atendido a las necesidades de su familia. Esta situación no es contraria a la que se reporta para Medellín en la misma época, donde la locura se configuró como un problema social que exigía de las autoridades estatales diferentes acciones como la exclusión, reclusión o el aislamiento siempre y cuando el enfermo no trabajara.

Los testimonios permitieron encontrar algunos significantes con los que se nombraba la locura con expresiones como “accesos de locura”, “estar medio alocado”, “principio de locura”, entre otros, estas denominaciones dejan ver como la locura es vista como una entidad temporal y externa al propio sujeto. Situación similar ocurría en las indagatorias realizadas en la época colonial a los acusados con aparente locura, que hablaban en tercera persona para referirse a ellos mismos,110 es común la idea de que la locura es un estado que va y viene “ha sido loco en dos ocasiones”, “ha sido loco por épocas”, dejando a la persona en estados de aparente lucidez.

Para la época colonial, la historiadora Beatriz Patiño, señala que la idea de declararse “demente” era propia de los casos de homicidios, pues evitarían la horca, aunque no la cárcel, el destierro o el trabajo en obras publicas. Se trataba de aminorar la culpabilidad del agresor argumentando causas externas o estar “fuera de juicio” “[…] los acusados presentaban los hechos como si fueran resultado de factores en los que su voluntad no intervenía y trataban de demostrar que los responsables no eran ellos sino el demonio o el destino.”111 En cuanto a la pérdida de juicio el acusado o su defensor manifestaban que el implicado sufría de demencia, era tonto o padecía de una enfermedad que alteraba sus facultades.

110

PATIÑO, Beatriz A., Criminalidad ley penal y estructura social en la provincia de Antioquia 1750-1820, Medellín, IDEA., 1994, p.396. 111 Ibíd., p. 396.

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En relación con los estados temporales de locura, Nicolás Buendía en su tesis para optar al título de doctor en medicina y cirugía en 1893 en la Universidad Nacional112, explicó, referenciando a Esquirol psiquiatra francés, que el concepto de monomanía es como “una especie de enajenación mental, caracterizada por una lesión parcial de la inteligencia, de las facultades afectivas o de la voluntad”113. Este concepto ayudó a diferenciar la locura general de la parcial, de allí su importancia en la medicina legal, al definir que los estados de locura pueden estar o no, presentes al momento de cometerse el crimen. En relación a la temporalidad de la monomanía, el texto de Buendía,114 señala que los cambios son constantes y se presentan incluso periodos de lucidez mental, de hasta 6 meses. En el caso analizado la madre expone que “cuando su hijo mató a su hermana estaba loco, porque él en su sano juicio no era capaz de cometer ese acto”115. Para hacer referencia a los “momentos de locura” según los testigos, se trata de situaciones en las cuales, la persona actúa tan extraño que genera desconcierto, tiene acciones que van en contra de su vida, conductas que se realizan sin ningún motivo lógico, racional y coherente como “salir corriendo para el monte”, “lanzarse por cualquier precipicio” o “hablar solo”, estas manifestaciones o signos sólo se explican como producto de la enfermedad mental. Esta manera de calificar los comportamientos coincide con la idea de que actuar con motivos es propio de los hombres cuerdos y atentar contra la vida es de personas en las cuales la voluntad se pierde116. Jenaro presentaba una conducta que era vista por todos como la de una buena persona, buen hijo y buen hermano, que cumplía con sus deberes, era amoroso, le ayudaba a su familia; estos valores eran reconocidos en él a pesar de estar “loco”.

112

BUENDÍA, Nicolás, Las monomanías impulsivas. Estudio clínico y médico legal. Tesis de grado para optar al título de doctor en Medicina y Cirugía, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Imprenta La Luz, 1893. 113 ESQUIROL, Jean Étienne. Des Maladies Mentales Paris. Baillière, 1838, citado por BUENDÍA, Nicolás, Op. cit., p. 2. 114 BUENDÍA, Nicolás. Op. cit., p. 14. 115 AHJM, ref. cit., fol. 19. 116 BUENDÍA, Nicolás. Op. cit., p. 28.

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Por otro lado, las indicaciones de la época, para realizar peritazgos por parte de los médicos legistas en los casos judiciales, para evaluar la monomanía en el acusado, “bien sea para averiguar en qué medida es responsable de un acto criminal, bien sea para saber cuál es su capacidad en un asunto civil […]”117 comprendían un examen clínico, un examen del estado mental y uno del hecho como tal. En el examen clínico se buscaban las herencias por ser este uno de los principales factores etiológicos en la génesis de las monomanías, también, se buscaban enfermedades anteriores que la pudieran haber causado, se realizaba un estudio somático, de las funciones orgánicas, del sistema nervioso y uno del cráneo, este ultimo muestra la importancia en la época de la frenología como corriente que relacionaba la antropometría y los defectos morfológicos con las enfermedades mentales.118

En el examen del estado mental se buscaba identificar el delirio o las ideas fijas y encontrar si tenían o no relación con el hecho cometido, en este aspecto existían algunos teóricos119, que consideraban responsable al monomaniaco al haber cometido un crimen bajo el influjo de su enfermedad, pues si bien se entendía que las personas con alguna patología mental no eran responsables cuando su voluntad no había podido reprimir el acto y habían actuado obligados por la enfermedad, la responsabilidad podía estar en ellos cuando las ideas que lo condujeron a realizar el hecho no fueran las predominantes en el delirio, o cuando los actos los cometieran a sabiendas de lo que se hacía.

El último procedimiento recomendado era el estudio del hecho en sí mismo, el establecimiento del cuerpo del delito, las circunstancias, los motivos del crimen, quién era la víctima. Teniendo en cuenta que los monomaniacos que cometen un crimen, tienen su voluntad alterada y no diferencian el bien del mal, ni dimensionan las consecuencias de sus hechos, razón por la cual se entregan fácilmente a las autoridades o confiesan libremente el acto como en el caso estudiado.

117

Ibid. p 58. Ibid., p. 59. 119 Albert Lemoine y Ott., citados por BUENDÍA, Nicolás. Op. cit., p. 65. 118

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“Los monomaniacos cometen asesinatos, incendios, robos, sin motivo y sin móvil; o bien este móvil es una idea delirante; sacrifican a las personas más queridas para ellos, a un indiferente o a un desconocido. Los criminales matan, incendian o roban para aplacar una pasión, para satisfacer una venganza, para apoderarse de una suma de dinero, para desembarazarse de un testigo importuno, para abreviar los días de un pariente cuya herencia codician; […] una vez consumado el hecho, los monomaniacos confiesan el hecho; no tratan de ocultarlo, cuentan todos los detalles de él, y se entregan en manos de la justicia.”120

Para el caso de Jenaro Viana, los médicos legistas realizaron una descripción familiar (nombre de padres), y personal del sindicado (edad, sexo, oficio) y una descripción de su fisonomía a partir del examen clínico, en el cual, se destaca la importancia de la medida de los huesos y las lesiones presentes. En palabras de los médicos peritos, Jenaro era considerado una persona “presa de una completa enajenación mental”, lo que coincide con la idea de que la locura es un producto de un agente externo que ataca a las personas.

En el expediente, el dictamen médico se refiere a los comportamientos visibles en Jenaro después de haber cometido el hecho: “incoherencia absoluta en las ideas, inquietud constante, insomnio casi permanente, fijeza penetrante en la mirada, vacilación y lentitud en la marcha, alucinaciones constantes reveladas en todas sus acciones, actos impulsivos”121, sin embargo, no se encuentran referencias explicitas respecto al estudio del estado mental, ni del hecho criminal, además, con respecto a las clasificaciones de la locura a principios del siglo XX, realizadas por algunos médicos del Manicomio Departamental (Juan B Londoño y Lázaro Uribe Calad) no se hace referencia a ellas en el caso de Jenaro Viana ni por los peritos, ni por los jueces.

120

LLINÁS, Pablo A. Conferencias de medicina legal y de psiquiatría para estudiantes de jurisprudencia. Bogotá, Taller de ediciones Colombia, 1928. p. 489. Citado por BUENDÍA, Nicolás. Op. cit., p 62. 121 AHJM, ref. cit., folio 9 v.

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En cuanto al factor hereditario, como un aspecto preponderante no sólo en las monomanías sino también en otros tipos de locura, los médicos-legistas en el caso de Jenaro, tampoco se expresaron sobre este punto, sin embargo, los testigos opinaron que en la familia había otros dos hermanos con “locura”, uno de ellos era Gregoria su hermana asesinada y el otro era Pedro ya fallecido, solo de ella comentaron que era “distraída, medio cretina,” y que tenían que amarrarla, al parecer existía en la familia de Jenaro una predisposición a la degeneración.

Si bien los médicos dieron un testimonio definitivo del estado de enajenación mental que presentaba Jenaro cuando cometió el asesinato, “el hecho cometido por dicho individuo fue ejecutado bajo el influjo de su misma locura”122, el Juez del Circuito de Amalfi, consideró necesario extender la investigación, ya que consideraba que no era suficiente estar en un estado de enajenación mental para derrotar la voluntad, “es necesario averiguar si esa afección mental ha sido suficientemente grave para suspender o destruir su voluntad y sobre todo si al tiempo de ejecutar el hecho no gozaba de sus facultades morales”; por tanto, el Juez consideró esclarecedor tener más testimonios, de los mismos testigos, de los compañeros de la cárcel y del policía que lo arrestó.

Además se ha discutido el tema de responsabilidad parcial o total de los enajenados, en función de la idea de que la afectación del monomaniaco es parcial, no compromete totalmente la libertad y la moral del sujeto y por lo tanto se tendrían grados de responsabilidad; para el código penal de la época se considera irresponsable y por lo tanto excusable “al individuo que se halle en estado de verdadera demencia o locura al tiempo de cometer la acción, o privado involuntariamente del uso de la razón” inciso 1 del artículo 101 del Código Penal, por lo tanto no basta con demostrar su estado de enajenación mental. La responsabilidad es una facultad que el demente posee pero de la cual puede estar privado algunas veces, es como si la locura atacara las facultades mentales quebrantando la voluntad del alienado, así como su responsabilidad y su libre albedrío. 122

AHJM, ref. cit., folio 9 v.

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El hecho ejecutado por Jenaro no fue obra de pasión alguna, pues todo converge a demostrar su inculpabilidad por la perturbación cerebral de que adolece y que puso en desconcierto sus facultades el día del suceso, no habiendo obrado con conciencia de lo que hacía, ni con voluntad libre. Además, debía indagarse por comportamientos agresivos previos al hecho, pues las actitudes agresivas se ligaban con los “accesos de locura”. Frente a este aspecto, los testigos habían manifestado que Jenaro “no era amigo de riñas” aunque sí había tenido manifestaciones agresivas tanto para su hermana como para los demás, hubo quienes lo consideraron buen hermano y afectuoso con su familia, otros veían en él a una persona agresiva con los demás como dijeron casi todos sus compañeros de cárcel. En cuanto a la relación con su hermana ésta debía indagarse, ya que un odio profundo hacia ella podría ser un motivo para quererla matar y de ser así, no existiría para él indulgencia, pues la voluntad estaría obrando en Jenaro. Algunos testimonios relatan que tenía una relación de celos y agresiones con ella porque era desobediente con la madre.

Con los nuevos testimonios se encuentran distintas versiones de las causas del hecho: una es la que Jenaro dio a su madre, hermana y al agente de policía a los que dijo que fue la Santísima Trinidad123 la que lo había mandado a matarla, en este caso un delirio religioso parece ser la razón principal que motivó la muerte. La otra versión, es la que dio en la cárcel manifestando que lo había hecho, “porque era muy desobediente [su hermana] con su madre a quien él le tenía mucho cariño”, estos cambios en la voz de Jenaro no fueron relevantes para el caso. Se puede ver que ni la aparente relación violenta entre Jenaro y Gregoria, ni los cambios en las declaraciones de Jenaro, son tenidos en cuenta pese a que desde los jueces se recalcaba la importancia de practicar un riguroso examen médicolegal,124 al parecer hay algunas inconsistencias en el procedimiento que podrían hacer dudar 123

Estas explicaciones coinciden además con la religiosidad católica como referente socio-cultural predominante en la época. Para estudios históricos sobre religiosidad en Antioquia, ver Londoño, Patricia, Religión, cultura y sociedad en Colombia: Medellín y Antioquia, 1850-1930, Bogotá, Fondo de Cultura Económica, 2004, y Arango, Gloria Mercedes, La mentalidad religiosa en Antioquia : prácticas y discursos, 1828-1885, Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 1993. 124 ESQUIROL, Jean Étienne. Op, cit. Citado por BUENDÍA, Nicolás. Op. cit., p 2.

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sobre las verdaderas causas que llevaron a que este hombre cometiera el acto. Los testimonios a pesar de tener esto en cuenta, no afectan en el dictamen de los médicos y las inconsistencias eran un signo más de la locura de Jenaro.

En Jenaro se ve un contraste entre un hombre de buenas costumbres, laborioso, y familiar, con uno dominado por actitudes agresivas, incoherencias, manías además de llanto, insomnio y manifestaciones de angustia que son leídas como culpa y arrepentimiento “no es presa de demencia completa, sino como de una manía, manifestada por un gran remordimiento pues al hablarle de la muerte de su hermana es cuando más se desespera y se tira al suelo a llorar”, se encuentra que este es el único testimonio dado por uno de sus compañeros de cárcel, que no lo considera un alienado mental, pero él no era un perito sino un compañero de cárcel, y por lo tanto, su revisión no era procedente por ser un delincuente mas.

En cuanto al término de demencia, este es utilizado indistintamente por los testigos para referirse a Jenaro; lo mismo ocurre para el discurso jurídico, pero para los estudiosos de las patologías mentales la demencia se entiende como “una afección cerebral ordinariamente apirética y crónica, que está caracterizada por la decadencia progresiva de la voluntad, del entendimiento y de la sensibilidad.”125 En cambio para los juristas en esa época, la palabra demencia era sinónimo de locura o de enajenación mental, esta rectificación la realiza también el médico Hipólito Castro126 que le explica a los juristas y en especial a los médicos legales, cómo diferenciar la demencia de otras afecciones mentales intentando conectar los adelantos en psicopatología con los procedimientos que llevaban a cabo los peritos médicos.

125 126

CASTRO, Hipólito. Op. Cit., p 9. Ibid., p. 7.

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Como recomendaciones por parte de las autoridades judiciales se encuentra que “el sindicado Viana debía ser recluido en un manicomio más que en una cárcel o penitenciaría”. Desde la medicina legal, respecto a las medidas que se sugerían con los monomaniacos que cometían un delito, se daban varias opiniones desde un encierro perpetuo o uno temporal hasta que se “curara” la enfermedad, si permanecían en casa debían tener una vigilancia extrema por parte de la familia o podían ser internados en un asilo pero manteniéndolos aislados de los demás internos. Jenaro Viana queda sobreseído (no culpable) y se ordenó que quedara en libertad, se sugiere que el lugar adecuado para él es un manicomio, pero el sumario no permitió conocer el destino del acusado después de salir de la cárcel. Se encuentra entonces que las determinaciones legales iban hasta la sentencia de culpabilidad o el sobreseimiento del sindicado, el caso de Jenaro nos lleva a pensar que un “loco criminal” no era obligado a estar recluido en ninguna institución o que en Amalfi no existía un manicomio.

Otros aspectos que llaman la atención en el análisis del caso son: En primer lugar que la voz del niño no fue escuchada, como relataron los vecinos “no le hicieron caso pensando que eran mimos” tampoco la de Jenaro cuando expresó que había matado a su hermana y ni su madre ni su hermana le creyeron. En segundo lugar, el aspecto religioso parece tener fuerza cuando una vecina expresa que de la difunta había oído decir que era “medio cristiana”, expresión que puede descalificar el hecho por las creencias religiosas, o indicar distanciamiento moral y finalmente, llama la atención las diferencias en la edad reportadas por la madre y los médicos peritos dicha divergencia puede estar explicada con que la edad no era un dato de interés común.

Todo lo anterior permite, desde un caso puntual entender cómo eran vistos los enfermos mentales, las posiciones de civiles, las instituciones y del mismo Estado dejan ver los discursos y los significantes con los que se entendía y trataba la locura en el cotidiano de un municipio antioqueño, situación contraria en algunos aspectos a lo que ocurría en Medellín

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donde se empezaba a reconocer la locura como una enfermedad con la demanda de instituciones especializadas para su tratamiento.

El caso permite tener un panorama general para preguntar cómo hoy, después de más 100 años, las posturas de la ciudad frente a los enfermos mentales encuentran similitud en algunos aspectos como la exclusión, sin embargo, estas apreciaciones deberán ser profundizadas en otra investigación: Quedan así abiertos los caminos para profundizar acerca de lo que pasa hoy con la salud mental.

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