La literatura como vehículo de representación de España en la obra de Maria Edgeworth en Óscar Recio Morales (ed.) Redes y espacios de poder de la nación irlandesa en España y la América española, 1600-1825. Power Strategies: Spain and Ireland 1600-1825

September 21, 2017 | Autor: Luis Antonio Sierra | Categoría: Irish Studies, Latin American Studies, Spanish History, Irish History, Latin American History
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Descripción

redes y espacios de poder de la nación irlandesa en españa y la américa española, 1600-1825 power strategies: spain and ireland 1600-1825

redes y espacios de poder de la nación irlandesa en españa y la américa española, 1600-1825 power strategies: spain and ireland 1600-1825 Mobility, involvement and Cross-Cultural e0-1823) óscar recio morales (editor)

Ministerio de defensa albatros ediciones

Historia de españa y su proyección internacional iii colección dirigida por enrique García Hernán

Grupo de investigación del Proyección Política y Social de la Comunidad Irlandesa en la Monarquía hispánica y en la América Colonial de la Edad Moderna (siglos xvI-xvIII). Har200911339 (Ministerio de economía y competitividad).

comité científico asesor de estas actas Prof. nicholas canny, royal irish academy excmo. sr. d. luis ribot, real academia de la Historia dr. bartolomé Yun casalilla, Universidad de sevilla Prof. ciaran brady, trinity college dublin dra. ana crespo solano, csic Madrid dra. María dolores elizalde, csic Madrid dra. rosa María capel Martínez, Universidad complutense de Madrid

Este libro ha sido subvencionado por la Embajada de Irlanda

Imagen de portada: Retrato de Bernardo O’Higgins Riquelme (1778-1842), Director Supremo de Chile (1817–1823), obra de José Gil de Castro (1785-1841). Cortesía del Museo Histórico Nacional (Santiago, Chile). Foto © Museo Histórico Nacional

© los autores, 2012

© de esta edición: albatros ediciones la olivereta, 28 46018 Valencia [email protected] isbn: 978-84-7274-302-1

imprime: artes Gráficas soler, s.l. www.graficas-soler.com

Ministerio de defensa, secretaría General técnica subdirección General de Publicaciones y Patrimonio cultural

© Ministerio de defensa isbn: 978-84-XXXX-XX-X niPo: XXX-XX-XXX-X

Índice

Presentaciones institucionales excmo. sr. Hugo o’donnell y duque de estrada. duque de tetuán, Real Academia de la Historia (Madrid) ......................................................................... sr. Justin Harman, Excmo. Embajador de la República de Irlanda en Madrid. His Excellency Justin Harman, Irish Ambassador to Spain .................................. introducción ............................................................................................................

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iii. Marco teÓrico los estudios irlandeses y su recepción crítica en españa, 1985-2011, Marisol Morales Ladrón .................................................................................................. redes de nación y espacios de poder en la Monarquía hispánica: un estado de la cuestión, Óscar Recio Morales ........................................................................

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iii. esPacios de Poder: corte Y MonarQUÍa el virreinato en las monarquías hispánica y británica: cortes sin soberano en la europa moderna, Manuel Rivero Rodríguez .................................................... seigneurialism and strategy: the gravitation of the earls of desmond and other irish nobles towards the early Habsburg monarchy, 1529-1604, Declan M. Downey ............................................................................................................. “...que pretende viático para yr a la missión de irlanda”: los peticionarios en la españa del siglo XVii, Cristina Bravo Lozano ................................................. the irish college at Valencia (1623-1680): Historical consequences, Enrique García Hernán ................................................................................................. saint isidore’s franciscan college, rome: from centre of influence to site of memory, Benjamin Hazard ...............................................................................

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iii. eJÉrcito Y coMercio a national security strategy for england: Matthew sutcliffee, the earl of essex, and the cadiz expedition of 1596, Beatrice Heuser ........................................ the spanish council of War under charles ii: professionalism – and decline?, Patrick Williams ............................................................................................... the irish “nation” and the councils of state and War, 1603-1644, Eduardo De Mesa Gallego ................................................................................................... the irish in the spanish royal armada, 1650-1670: community and solidarity in the irish tercio, Phillip Williams ...................................................................... 5

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6 irish integration in eighteenth century maritime mercantile city of cadiz, Mª del Carmen Lario de Oñate ........................................................................ el reino de sevilla como escenario del ascenso del poder social y económico de los extranjeros en el siglo XViii: el caso irlandés, Manuel F. Fernández Chaves y Mercedes Gamero Rojas ...............................................................................

Índice

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iV. el PaPel de la MUJer cloister and community: a comparative view of the roles of irish women in the convents of early modern flanders, france, spain and Portugal, Linda Kiernan ............................................................................................................. Una hispano-irlandesa en París: el epistolario entre la marquesa de salas y el marqués de la ensenada (1744-1747), Diego Téllez Alarcia ................................. la literatura como vehículo de representación de españa en la obra de Maria edgeworth, Luis Antonio Sierra Gómez ...........................................................

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iV. redes Y esPacios de Poder en la aMÉrica esPaÑola Who was captain cornelio cornelius? dying for honor on the old spanish Main, Nicole von Germeten ........................................................................................ redes de poder irlandesas en la américa de la ilustración: el dominio de la frontera, Jorge Chauca García ............................................................................... “turbulent and intriguing spirits”: irish traders and agents on spain’s north american borderlans, 1763-1803, José Shane Brownrigg-Gleeson ................ “no irán más encomenderos que gringos y los españoles guardarán cabras”: comercio transatlántico y comerciantes extranjeros en el Perú virreinal (1740-1780), xabier Lamikiz ...........................................................................

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PRESENTACIoNES INSTITuCIoNAlES

Excmo. Sr. Hugo O’Donnell y Duque de Estrada. Duque de Tetuán Real Academia de la Historia (Madrid)

Estimados amigos:

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A inauguración del II Congreso Internacional “Redes y espacios de poder de la comunidad irlandesa en España y la América española, 1600-1825”, está teniendo lugar, gracias a los esfuerzos de quienes, por todos conocidos, prefieren que no se les mencione. Soy testigo de su entrega e ilusión por conseguirlo en unos tiempos, tan difíciles, que, siendo viejo en estas lides, no recuerdo otros parejos. Por su deferencia, me corresponde dar la bienvenida a los asistentes y agradecer, en nombre de todos, la intensa y fructífera actividad del embajador de la República de Irlanda, que nos honra con su presencia en la apertura de estas jornadas, en pro de las relaciones culturales Irlanda-España. Allá donde éstas se celebren allí estará Justin Harman, máximo representante de la nación coprotagonista, sea en Santa Cruz de Tenerife presentando un libro sobre los Cologan, en Málaga, inaugurando una calle dedicada a leopoldo o’Donnell, o en el Colegio de Irlandeses de Alcalá de Henares, haciendo público un esperanzador proyecto de colaboración al más alto nivel y patrocinado por la Royal Irish Academy, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas que hoy nos acoge y la Real Academia de la Historia. A colaborar con él quedan todos invitados, personas e instituciones. Su próxima presencia mañana en Simancas y en Valladolid junto a la tumba desconocida de un héroe bien conocido, casi el último de los representantes del viejo mundo gaélico, será una muestra más de su actividad y de su celo. Este nuevo Congreso es sucesor del celebrado en Sevilla entre el 30 de octubre y el 1 de noviembre de 2008 sobre “Irlanda y el Atlántico Ibérico: Movilidad y Participación (1580-1823)” en el que pudimos compartir conocimientos y trato personal muchos de los aquí presentes. Si entonces se trató de un proyecto de investigación sobre la crucial importancia de los irlandeses en los territorios europeos de la Monarquía hispánica, ahora se abren nuevas líneas. El retrato de Bernardo o’Higgins, que figura en el programa, muestra una de ellas. Viene a ser el representante de una larga lista de “americanos” que contribuirá, de forma muy notoria, a la construcción y consolidación de las nuevas nacionalidades junto con: el almirante Brown –el “Viejo Brun”–, Daniel Florence o’leary ayudante de Bolívar, Francis Burdet o’Connor, John Thomond o’Brien, como nombres más sonados y, tras ellos, varios cientos, incluidos los voluntarios de la legión Irlandesa.

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Hugo O’Donnell

Pero el óleo de Bernardo o’Higgins por Gil de Castro, con Chacabuco (1817) al fondo, es inevitable testimonio también de una generación previa de leales servidores de la corona española. Bernardo es hijo de Ambrose –Ambrós Ó hUiginn–, natural de Ballenary, Co. Sligo, el hombre hecho a sí mismo que llegó entre nosotros a lo más alto del poder y de la alcurnia: teniente general de los Reales Ejércitos, virrey, gobernador y capitán general de Perú y Chile, barón de Ballenary, marqués de osorno... Representante a su vez de otra saga, tan extensa como la referida, de altos oficiales, virreyes y administradores que encabeza Richard Wall y en la que figuran John o’Donoghue, el mariscal de campo Coppinger de Cork, Charles Murphy... cuyos méritos fueron cumplidamente reconocidos por un régimen absolutista, de acuerdo con los parámetros de la época, pero no arbitrario; sus nombramientos y cargos hablan bien de ellos y de quienes se los otorgaron. los hispanoamericanos de origen irlandés no adoptaron una u otra postura por irlandeses, sino por hispanoamericanos. Al evocar la memoria de un Bernardo o’Higgins que reconocía en su propio ardor combativo y en su patriotismo americano los sentimientos que atribuía al araucano lautaro en su lucha contra los españoles, no puedo menos que recordar también la eficaz campaña pacificadora de su padre, Ambrosio, que llevó en 1793 a la sumisión de ese indómito pueblo. Inconvenientes de ser historiador... Con un pie temporal entre uno y otro grupo, John MacKenna o’Reilly, cooperó con Ambrose y con Bernardo, con Miguel y con Satán, o a la inversa, según simpatías. No debemos olvidar tampoco a esos otros españoles de segunda generación que contemporáneamente combatían a Napoleón y cuya existencia resultó tan sorprendente para Wellington y sus soldados reclutados en Irlanda. Ni a los que sirvieron a José I Bonaparte, encabezados por Gonzalo o’Farrril, su ministro de la Guerra. ¿Tendrán cabida en futuros congresos?, porque, insistimos, todas las banderas tuvieron sus irlandeses. Bienvenida por lo tanto, América, al igual que España, como objeto de nuestros esfuerzos. Bienvenida también la presencia femenina irlandesa personificada en damas en la Corte, en empresarias, en miembros de beneméritas órdenes religiosas o en literatas, cuya actividad e influencia no habíamos tenido hasta ahora ocasión de valorar. Y como temas necesariamente recurrentes, la “Misión de Irlanda” que, conforme se va investigando en ella, se comprueba más y más lo acertado de su definición como “estructura estable, centralizada, controlada, eficaz con los medios económicos necesarios para mantener operativa una misión, en el sentido evangélico y misional del término, para mantener vivo el catolicismo en Irlanda” sin olvidar los matices políticos que encierra como medio de obtener una preponderancia referencial española. Se incidirá también y de una manera más directa en el papel político de la “nación irlandesa” como protagonista activa y pasiva del mismo, y gravitando sobre todo, el mundo atlántico y atlantista en el que América, Irlanda y España están involucradas y no sólo geográficamente. Nuestros anfitriones han querido también organizar en Valladolid un acto simbólico, como colofón de este Congreso. En un callejón inmediato a la Plaza Mayor, donde se encontraba el hoy desaparecido convento de San Francisco, se había hecho fabricar, hace años, una artística obra en cerámica que representaba la fachada de ese templo donde estuvo enterrado Red Hugh o’Donnell –Aodh Ruadh Ó Domhnaill–, como devoto miembro de la orden Tercera.

Presentación

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Por gentileza del Ayuntamiento de esta ciudad, que fue capital del imperio filipino, mañana tendrá lugar la inauguración de una placa y el ofrecimiento de una corona de flores en honor de ese prócer quien quiso morir como súbdito de Felipe II, de “celo y lealtad probados” como atestiguan lerma y Franquesa, para preservar una cultura en peligro de destrucción. ¡No hay irlandés, en ninguna parte del mundo, que desconozca su historia! HuGo o’DoNNEll. DuquE DE TETuáN De la Real Academia de la Historia

Excmo. Sr. Justin Harman Embajador de la República de Irlanda en Madrid

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is indeed an honour to have been asked to provide an introduction to the publication of the proceedings of this important Congress which took place in Madrid and Valladolid in october 2011. This is the third Congress in the sequence which began with that which took place in Salamanca in 2004, which was followed by the Congress in Seville in 2008 on the subject of “Ireland and the Iberian Atlantic: Mobility, Involvement and Cross-Cultural Exchange (1580-1823)”. The Irish Embassy is pleased to have been associated with both previous Congresses and with the publication of their proceedings. I am delighted that, despite challenging financial constraints, it has been possible for the Embassy, with financial assistance provided by the Cultural Section of the Department of Foreign Affairs and Trade in Dublin, to again support publication of the proceedings of the latest Congress, and to have been in a position to assist in the practical organisation of the event. It was particularly appropriate that this Congress took place jointly in Madrid and Valladolid which allowed participants to attend the unveiling of a commemorative plaque marking the burial place of Red Hugh o’Donnell. I was honoured to unveil this plaque on 21 october 2011 in the presence of the Mayor of Valladolid and of Mr. Vincent o’Donnell, Secretary of the o’Donnell Clan Association, and our good friend and honoured colleague, Don Hugo o’Donnell, Duque de Tetuán and current Head of the Spanish branch of the o’Donnell family. That unveiling was the culmination of efforts over many years by the o’Donnell Clan, in conjunction with the Irish Embassy, to mark in a formal way the final resting place of one of the outstanding and best loved figures of Irish history, whose family forged a unique connection with Spain. As we know from the work of Micheline Kerney Walsh and others, the wishes of Red Hugh were to be buried in the Church of Saint Francis in Valladolid and this was done. Perhaps I can remind our readers of the description of his burial by ludhaigh Ó Cléirigh, 17th Century Donegal poet and historian: “His body was taken to Valladolid, to the King’s Court, in a four-wheeled hearse, with great numbers of State Officers, of the Council and of the Royal Guard all round it, with blazing torches and bright flambeaux of beautiful waxlights blazing all round on each side of it. He was buried after that in the chapter of the monastery of St. Francis with great honour and respect and in the most solemn manner any Gael ever before had been interred.” The plaque hangs near the location where the Church of St FranT

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Justin Harman

cis (since destroyed) stood in 1602. Red Hugh’s connection with the site is recorded in English, Spanish and Irish. For both Irish and Spanish historians, the archives in Simancas represent a treasure of documentation reflecting the depth of the historical ties between our two countries. I am delighted that there is planned an exhibition later this year by the National Archives in Simancas of documents on Irish-Spanish relations during the Habsburg and Bourbon dynasties, including political, diplomatic, military, economic and social aspects. The catalogue will contain essays by distinguished Irish and Spanish researchers, many of whom participated in the Congress in Madrid and Valladolid, including of course Don Hugo o’Donnell. I wish to congratulate the Director of the Archives in Simancas and the Spanish Ministry of Culture for initiating and organising this exhibition which I hope will be visited by as many people as possible. It would be a great honour if this exhibition were also to be presented in Ireland. In 2013, Ireland will celebrate the 40th anniversary of our accession to the Eu in the year in which we will also exercise the Eu Presidency. To coincide with this anniversary and the Presidency, it is hoped to develop a cultural project to provide a reflective celebration of Ireland’s historic involvement, integration and contribution to the rich tapestry of Europe’s cultural, political, social and economic heritage. I very much hope that this celebration will reflect the depth of Ireland’s historic engagement with Spain and her contribution to this country, through the activities of statesmen, diplomats, scholars, artists, educators and merchants of Irish origin who rose to prominence in the service of Spain. Ireland’s commitment to Europe and to the Eu is deeply rooted in centuries-old traditions of participation in the mainstream of Europe’s historical development and I am hopeful that the events planned in 2013 will fully reflect that contribution. In 2011, we had the great honour of the official visit to Spain by President Mary McAleese, at the invitation of King Juan Carlos. on various occasions the President referred to the fact that both our nations and peoples enjoy remarkable cultural and political affinities, historical and contemporary. She viewed her visit as an opportunity to rediscover the depth and wealth of an old and valued relationship. The President stated that Ireland has never forgotten how Spain, at some of the darkest moments of Ireland’s history, came to our assistance including by providing refuge for Irish exiles and opportunities for their education. Many of these exiles and their descendents repaid their debt through loyal service to the Spanish Crown. The President, on accepting the award to her of the Medalla de oro of the university of Alcalá de Henares, acknowledged the debt owed to the scholars who continue the historical research on a relationship which has created solid bonds of friendship and kinship between our two countries. This historical research allows us not just to understand our past better, but allows us to understand our very selves better. The President particularly welcomed the declaration concerning the establishment of the “Council of Spanish-Irish Historical Studies”, signed in March 2011 between representatives of the Royal Irish Academy, the Real Academia de la Historia and the Consejo Superior de Investigaciones Cientificas. That declaration affirmed the strong commitment to maintain and develop future cooperation and provide a more effective advisory structure for the coordination and promotion of collaborative research projects. I am hopeful that this 3rd Congress of Spanish and Irish historians will have provided added substance to the development and work of this Council. The Irish Embassy remains

Presentación

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determined to provide whatever practical or other assistance it can to ensure the future success of the Council. Finally, I wish to take this opportunity to thank all of the organisers of this Congress, particularly Dr. Enrique Garcia Hernan whose enthusiasm and determination were central to the success of this event.

INTRODUCCIÓN

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sTE volumen recoge una selección de las aportaciones presentadas en el encuentro científico internacional “Redes y espacios de poder de la comunidad irlandesa en España y la América española, 1600-1825” (Madrid y Valladolid, octubre de 2011). El encuentro fue organizado por el Instituto de Historia del CsIC, en el marco del proyecto I+D+i del Ministerio de Ciencia e Innovación (España) “Proyección política y social de la comunidad irlandesa en la Monarquía hispánica y en la América colonial de la Edad Moderna (siglos xVI-xVIII)”, HAR2009-11339 (subprograma HIsT), dirigido por Enrique García Hernán. Contó con la coordinación del propio García Hernán (Instituto de Historia, CsIC), Declan M. Downey (University College Dublin), Óscar Recio Morales (Universidad Complutense de Madrid) y Cristina Bravo Lozano (Universidad Autónoma de Madrid). Esta coordinación fue asesorada por un Comité Científico del que formaron parte los sres. D. Hugo O’Donnell (Real Academia de la Historia), Nicholas Canny (Royal Irish Academy), Luis Ribot (Real Academia de la Historia), Ciaran Brady (Trinity College Ireland), Ana Crespo solana (CsIC) y María Dolores Elizalde (CsIC). Además de las aportaciones seleccionadas de dicho encuentro, el editor del volumen solicitó otras contribuciones expresamente a otros autores, que fueron también sometidas a evaluación por parte del Comité Científico, al que se añadieron para dicha publicación el profesor Bartolomé Yun Casalilla y la profesora Rosa María Capel Martínez (Dpto. de Historia Moderna, Universidad Complutense de Madrid). En este volumen se examinan específicamente los instrumentos utilizados por la comunidad irlandesa para “hacer visible la nación” desde los espacios de poder donde contaba con una mayor representatividad en la Monarquía hispánica. Como en el caso de otros individuos y comunidades extranjeras, también para la comunidad irlandesa puede constatarse una articulación de sus expectativas al intentar ocupar espacios de poder para, desde ellos, proyectar una imagen adecuada del grupo a la Monarquía y con respecto a la sociedad española en general. Una fachada de Roma estudiada por B. Hazard en su contribución puede ayudarnos a entender mejor esta proyección: se trata de las estatuas de san Patricio (santo patrón de Irlanda), junto a la de san Isidro (santo patrón de Madrid), en la fachada del colegio franciscano de san Isidro en Roma. Caput mundi para los católicos, ciudad barroca por excelencia, y tan española durante la primera mitad del xVII, Roma era un espacio de poder ideal para “hacer visible” la nación. Aquí Madrid patrocinaba los intereses de la comunidad irlandesa en el Continente, como lo prueba también el lugar de entierro dispensado para los nobles O’Neill y O’Donnell en san Pietro in Montorio. Esta proyección era necesaria, ya que dado el carácter compuesto y multinacional de la Monarquía, esta comunidad entró en competición con los propios naturales de los reinos peninsulares y con otras comunidades de origen extranjero (ingleses y escoceses,

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flamencos, italianos, portugueses, etc.). Por esta razón tuvo que desarrollar instrumentos precisos para hacer valer su discurso ante la sociedad y concretizar sus aspiraciones en dichos espacios físicos de poder. En este sentido, resulta muy interesante la idea avanzada durante el encuentro por Igor Pérez Tostado, la de estudiar las redes “por oposición”, esto es, tratar de identificar a otros individuos o redes enfrentadas a los intereses de un grupo en cuestión con el objetivo de entender mejor y clarificar tanto las estrategias como los miembros de dicho grupo. El libro ha sido dividido en cinco bloques principales. El primero de estos bloques (Marco teórico) ayuda a contextualizar el volumen. En la primera contribución, la profesora Marisol Morales hace un repaso crítico a la situación de los Estudios Irlandeses en España durante las últimas décadas, desde el ámbito de la literatura o el cine hasta los estudios históricos. La segunda contribución, a cargo del editor, “Redes de nación y espacios de poder en la Monarquía hispánica: un estado de la cuestión”, sirve para contextualizar el problema irlandés en un contexto más amplio, el de los estudios sobre redes y espacios de poder de las otras naciones extra peninsulares en España y la América española. El aporte bibliográfico de esta aportación recoge también la tradición del grupo de investigación en anteriores publicaciones al presentar un estado de la cuestión. El segundo bloque (Espacios de poder: Corte y Monarquía) se abre con la contribución de Manuel Rivero, en la que se ofrece una extraordinaria comparación entre los virreinatos de las dos monarquías compuestas donde los irlandeses articularon principalmente sus expectativas durante la edad moderna: la monarquía de los tres reinos de Irlanda, Inglaterra y Escocia, por un lado, y la Monarquía hispánica, por otro. Resulta especialmente interesante las similitudes y diferencias entre los trabajosos intentos de abolición de una de las últimas instituciones del antiguo régimen en España como era el caso del virreinato de Navarra (abolido en 1841), y el cargo de virrey y de su corte en Dublín para el caso de Irlanda (virrey que se mantuvo en su puesto hasta nada menos que 1922). Por su parte, Declan M. Downey analiza en su contribución este progresivo acercamiento hispano-irlandés, que se produjo a partir del reinado de Carlos V, y en el que la nobleza gaélica jugó un papel fundamental. El instrumento elegido en este acercamiento fue la religión, que empezó así a ocupar un papel determinante como factor diferenciador de la comunidad irlandesa en España. En este sentido, Cristina Bravo presenta en su contribución los primeros resultados de su investigación en curso sobre la “Misión de Irlanda”. Institucionalizada desde 1611 y adscrita al Patronato Regio, esta institución debía responder a las necesidades de la Reforma Católica en la isla y tenía a la red de colegios irlandeses distribuidos en la Península a sus principales instrumentos. Esta misión, argumenta la autora, tenía unas características específicas que la hacían diferente del resto de las misiones adscritas al Patronato Regio en América y Asia. En esta contribución se exploran los objetivos de esta institución, su organización y mecanismos administrativos utilizados para el envío de un pequeño cupo anual de sacerdotes misioneros a Irlanda y a otras “provincias del Norte”. Las dos últimas contribuciones, a cargo de Enrique García Hernán y Benjamin Hazard, analizan dos casos concretos de estos espacios de poder político-religiosos, como lo fueron el colegio irlandés de Valencia (del que hasta este momento no se tenía constancia alguna de su existencia) y del colegio de san Isidro en Roma, respectivamente. El tercer bloque (Ejército y Comercio) se corresponde con dos de los ámbitos profesionales donde la comunidad irlandesa alcanzó una mayor influencia y riqueza. Contamos así con la contribuciones de Beatrice Heuser sobre la expedición inglesa de Cádiz (1596)

Introducción

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y la de Patrick Williams sobre el Consejo de Guerra en tiempos de Carlos II, que nos ayudan a enmarcar los trabajos de Eduardo De Mesa sobre la presencia de irlandeses en los Consejos de Estado y de Guerra de Felipe IV (1621-1665) y la de Phillip Williams sobre el papel de los irlandeses en la Armada. En el ámbito mercantil parece ya claro que los irlandeses fueron la comunidad de mayor influencia de las islas Británicas en el comercio ibérico, especialmente durante el siglo xVIII. En su obra Comunidad extranjera y puerto privilegiado. Los Británicos en Cádiz en el siglo xvIII (Cádiz, 2005), María Nélida García Fernández recogió un total de 578 testamentos de irlandeses frente a los 100 de ingleses (p. 149). La contribución de Carmen Lario confirma esta importancia, examinando en este caso su integración en la propia ciudad. Para el caso de sevilla capital y su entorno rural, Manuel Fernández Chaves y Mercedes Gamero examinan cómo ya en la década de 1730 los hermanos Macores eran probablemente los mayores exportadores de cítricos. Desde 1737 Tomás Macores se convirtió en el asentista del tabaco de Virginia destinado a las fábricas de sevilla y Cádiz, lo que prueba también los estrechos vínculos de la familia con la Monarquía. Los Macores no fueron un caso aislado. A lo largo del xVIII los comerciantes irlandeses pasaron desde su actividad principal como agentes de exportación a diversificar sus intereses, convirtiéndose así en terratenientes y transformando en huertas amplias zonas agrícolas del valle del Guadalquivir. El cuarto bloque está dedicado al Papel de la Mujer como sujeto activo en muchos de estos centros decisionales y de influencia cercanos al poder. se abre con el trabajo comparativo de Linda Kiernan sobre religiosas irlandesas en el Continente. A continuación, Téllez Alarcia estudia el caso particular de la relación de la marquesa de salas, residente en París, con el ministro Ensenada, a través de la relación epistolar conservada. Además de temas corrientes en una sincera amistad entre ambos, como la salud, dicha correspondencia revela otros mecanismos como el apoyo de esta marquesa de origen irlandés a su clientela española desde París a cambio de sus servicios como agente de Ensenada en la corte de los Borbones franceses. Por su parte, Luis sierra nos introduce en la visión sobre lo hispano y España presente en la obra de la escritora Maria Edgeworth (1768-1849). Fiel súbdita de su Majestad británica en Irlanda, de religión anglicana y perteneciente a la minoritaria pero selecta élite anglo-irlandesa de la isla, Edgeworth fue una de las fundadoras de la novela “nacional” irlandesa. A pesar de no tener un contacto directo con España, sus obras recogen muchos de los tópicos que imperaron en la literatura anglosajona sobre la España de la segunda mitad del siglo xVIII y primera del xIx –no lo olvidemos, rival directo de Inglaterra durante todo el xVIII. Desde este punto de vista es realmente curioso como para denunciar la sensación de inferioridad de esta élite frente a la aristocracia inglesa utiliza los paralelismos españoles, como por ejemplo al denunciar las diferencias entre el selecto grupo de Grandes españoles con la nobleza de menor rango en la corte. El quinto y último bloque del libro está dedicado a las Redes y espacios de poder en la América española y sigue el interés por este espacio ya demostrado en Irlanda y el Atlántico Ibérico, nuestro anterior volumen producto del Congreso Internacional celebrado en 2008 en la Universidad Pablo de Olavide (sevilla)1. Con este trabajo pretendíamos “situar” a Irlanda y a la comunidad irlandesa en un espacio, el Atlántico Ibérico, que tradicionalmente había recibido muy poca atención debido a que la mayoría de los estudios se ha-

1 PéREz TOsTADO, Igor y GARCíA HERNáN, Enrique, Irlanda y el Atlántico Ibérico: movilidad, participación e intercambio cultural (1580-1823), Valencia, Albatros Ediciones, 2010.

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bían ocupado de examinar la emigración irlandesa en su ámbito “natural”, esto es, el Atlántico anglosajón. Como también ocurría hasta hace unos años en el caso de España, la presencia de esta comunidad en el Atlántico ibérico era meramente anecdótica, dispersa y recogida casi únicamente en términos genealógicos. Como hemos apuntado en anteriores reuniones científicas y como hemos tratado de plasmar en distintas publicaciones, el espacio iberoamericano resulta el que mayores posibilidades tiene de expansión para los Estudios Irlandeses. En su contribución, Nicole von Germeten analiza un caso de estudio –la muerte violenta, en 1644, de un capitán irlandés en Cartagena de Indias a manos de sus vecinos– para examinar cómo los eventos europeos podían afectar a las vidas individuales en el Caribe hispano. Este caso también confirma una de las hipótesis ya apuntadas en otros estudios: excepto para los religiosos y para los militares al servicio de la corona (y esto es así muy especialmente para el siglo xVIII), los irlandeses tuvieron una vida más difícil en la América española que en la propia Península (sobre todo para los aventureros y militares durante el xVII y para los comerciantes del xVIII). América podía ser un vastísimo espacio de frontera donde diluir identidades, pero en el caso de las ciudades era bien distinto. Aquí el individuo extranjero era más vulnerable cuando era visto fuera del cuerpo social del municipio, de los vecinos. El extranjero podía ser objeto de sospecha por motivos religiosos o competencia económica, y pagar con su expulsión o incluso con la vida. Esto último fue lo que le ocurrió al malogrado capitán irlandés de Cartagena rescatado por von Germeten, a pesar de reunir toda una serie de condiciones asociadas al discurso político de su comunidad en España: irlandés, noble, católico y haber servido al rey de España durante años como oficial de infantería. En el caso de este irlandés, además, se unían otras particularidades, como su reputación intachable en Cartagena y su conexión con la élite de la ciudad. Todas estas características fueron utilizadas como recurso durante el juicio tras su asesinato, aunque no todas las cualidades del sujeto eran tan “claras”, como pone de relevancia la autora en este magnífico ensayo. La presencia individual de los irlandeses en el xVII se “profesionaliza” a lo largo del siglo xVIII al entrar a formar parte del programa reformista de la corona española en Indias. Muchos irlandeses, en su mayoría militares, fueron enviados a territorios de frontera. Ellos mismos solicitaron estos destinos ya que permitían mayores posibilidades de ascenso, objeto de estudio de la contribución de Jorge Chauca para el ámbito sudamericano y de José shane Brownrigg-Gleeson para el norteamericano. En estos territorios de frontera, los irlandeses entraron en contacto con numerosos pueblos indígenas y se comportaron exactamente igual que otros europeos de la época, esto es, subrayando la necesidad de “civilizar a los pueblos salvajes”. Los irlandeses al servicio de la corona se sentían europeos en los territorios americanos y la mentalidad aplicada a sus servicios al rey era la europea de la época. Relacionado con su “europeísmo” y servicios a la metrópoli, cabe destacar que muchos de estos reformadores de origen irlandés entraron en conflicto con las autoridades criollas y eclesiásticas americanas, así como con los poderosos gremios del comercio. Así, xabier Lamikiz analiza las campañas contra los comerciantes de origen extranjero residentes en Perú llevadas a cabo desde 1750 por el Consulado de comerciantes de Lima. Para evaluar las consecuencias de esta política –todavía no aclaradas lo suficientemente por la historiografía– el autor examina la documentación inédita incautada a La Perla, un navío español abordado por los ingleses en 1779 y conducido, junto a su tripulación, al puerto inglés de Falmouth. El escaso número de comerciantes extranjeros involucrados en esta correspondencia hace pensar –defiende el autor– en un éxito de dichas campañas contra los comerciantes de origen foráneo. Con el presente volumen ponemos un punto y aparte a una etapa muy fructífera para

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los Estudios Irlandeses en España. En 2012 llegan a su término los dos proyectos de investigación que han tenido como eje vertebrador el análisis del “modelo” irlandés en la Monarquía hispánica de la edad moderna2. Ambos proyectos se han enmarcado en un contexto más amplio sobre el papel de los extranjeros de origen extra peninsular en España y el Atlántico Ibérico. Las monografías relacionadas con dichos proyectos, las contribuciones independientes publicadas en revistas científicas, las ediciones conjuntas de los resultados de los seminarios y congresos internacionales del grupo, así como la participación en exposiciones y en otras actividades de difusión general del conocimiento, han contribuido a que este modelo sea uno de los mejor conocidos en España. A su vez, la dimensión internacional de estos dos proyectos ha permitido a la historiografía española relacionada con los Estudios Irlandeses hacerse un hueco entre la historiografía anglosajona. En este sentido, una de las aportaciones españolas más destacadas ha sido la de insistir una y otra vez en la extraordinaria riqueza y potencialidad de los archivos españoles, en comparación con las mucho más escasas fuentes conservadas para la historia de la edad moderna en Irlanda. Con la ampliación de los estudios y de sus fuentes documentales a otras áreas del Viejo Continente y del Atlántico Ibérico, el mundo académico irlandés tiene una gran oportunidad de ampliar su visión europea y, utilizando a España como base, de descubrir también su historia en América Latina. En este sentido, un punto de partida muy importante pueden ser los resultados del encuentro internacional sobre Irlanda y las Cortes de Cádiz, cuyas actas verán la luz en la primavera de 2013. Además de las generosas y desinteresadas aportaciones individuales de los miembros de los equipos de investigación y de la contribución de otros muchos autores, a lo largo de todos estos años y también en esta última ocasión, se ha contado con el inestimable apoyo de numerosas instituciones y personas. Los proyectos de investigación I+D+i del Ministerio de Educación y Ciencia (España) y luego del Ministerio de Ciencia e Innovación (ahora Ministerio de Economía y Competitividad) a los que ya hemos hecho referencia anteriormente, han permitido llegar a resultados como esta publicación. El Ministerio de Defensa (España) también ha estado siempre muy interesado en estos resultados, y de hecho es co-editor de esta obra junto a Ediciones Albatros y la dirección científica del Consejo Hispano-Irlandés de Estudios Históricos. Agradecemos por ello la ayuda prestada por Margarita García Moreno (Directora de publicaciones de la subdirección General de Publicaciones y Patrimonio Cultural del Ministerio de Defensa) y de Elena Martínez Oyarzábal, jefa de estudios de dicha subdirección. se agradece también la participación activa en el encuentro de Madrid y Valladolid del capitán Germán segura García, en representación de la Dirección General de Relaciones Institucionales (DIGERINs) de dicho Ministerio. Además del apoyo del Instituto de Historia (CsIC Madrid), el encuentro fue también posible gracias al Ayuntamiento de Valladolid, que prestó sus instalaciones. Agradecemos también la participación en las discusiones de los profesores Javier Burrieza sánchez (Universidad de Valladolid), Miguel ángel de Bunes (CsIC), Micheal White (Universidad Complutense de Madrid), Ana Crespo solana (CsIC) y Antonio José Rodrí2 Los dos proyectos son los siguientes: desde 2006 hasta 2008 el proyecto del Plan Nacional de I+D+i del Ministerio de Educación y Ciencia (España) “La comunidad irlandesa en la Monarquía hispánica (siglos xVIxVIII): identidad e integración social” y desde 2009 hasta 2012 el proyecto del Ministerio de Ciencia e Innovación (España) “Proyección política y social de la comunidad irlandesa en la Monarquía hispánica y en la América colonial de la Edad Moderna (siglos xVI-xVIII)”, HAR2009-11339 (subprograma HIsT). Ambos han sido dirigidos por Enrique García Hernán (Instituto de Historia-CsIC Madrid). Más información en www. irishinspain.es

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Introducción

guez Hernández (UNED). La ayuda del Excmo. sr. Hugo O’Donnell y Duque de Estrada ha resultado, como siempre, fundamental tanto en lo profesional como en lo personal. Por último, queremos agradecer sinceramente la permanente colaboración de la Embajada de la República de Irlanda en Madrid, con su embajador a la cabeza, el Excmo. sr. Justin Harman y de su agregada cultural, Anne Marie Murphy. ÓsCAR RECIO MORALEs Universidad Complutense de Madrid (España)

ENRIqUE GARCíA HERNáN CCHs, Consejo superior de Investigaciones Científicas de Madrid (España)

I MARco TEÓRIco

Los estudIos IrLaNdeses y su reCepCIÓN CrÍtICa eN españa, 1985-20111 Marisol Morales Ladrón universidad de alcalá

1.  INtroduCCIÓN

Q

empezar  este  artículo  expresando  la  dificultad  que  conlleva  hacer  historia cuando se sigue inmerso en ella. Los estudios irlandeses en españa, que gozan hoy ya de reconocimiento nacional e internacional, poseen una joven y muy reciente trayectoria. aunque a nivel oficial, desde el ámbito institucional, la asociación española de estudios Irlandeses (aedeI) no se fundó hasta el año 2001, el interés por analizar y evaluar la producción cultural y estética de Irlanda se remonta a décadas atrás cuando nuestra antigua disciplina, la Filología inglesa, recogía en sus planes de estudio asignaturas de “Literatura inglesa” –o de “Literatura en lengua inglesa”– en las que se incluían autores y obras de los vecinos más cercanos a las Islas Británicas, los irlandeses. en muchas ocasiones, los alumnos que cursaron esta titulación se formaron en la lectura de grandes escritores, como Jonathan swift, W. B. yeats, George Bernard shaw, samuel Beckett, oscar  Wilde  y,  por  supuesto,  James  Joyce,  figuras  centrales  del  canon  literario  inglés, aunque en muy pocos casos se hiciera un acercamiento a sus obras desde el contexto particular de la cultura irlandesa. La absorción de autores irlandeses –mayoritariamente hombres, además– por parte del canon de la literatura inglesa ha sido una práctica al uso hasta fechas recientes, resultado del mismo proceso colonizador que sufrió Irlanda durante siglos. el panorama actual, por otra parte, ofrece una perspectiva bien distinta, pues los planes de estudio de los nuevos Grados en estudios ingleses no sólo han multiplicado la oferta de asignaturas optativas –entre las que figura en muchos casos la “Literatura irlandesa”, gozando ya de entidad identidad política, cultural y estética independiente–, sino que se incluye un nuevo concepto, la transversalidad, que favorece aproximaciones interdisciplinares más abiertas y enriquecedoras para cualquier área de conocimiento. partiendo de estos antecedentes, el objetivo del presente trabajo no es otro que hacer historia, para lo cual me remontaré a los orígenes del interés por la literatura irlandesa en españa, fijando los límites cronológicos a mediados de los años 80, fecha en la que empieza a haber una continuidad en su desarrollo tanto en el ámbito docente como en el investigador. uIsIera

1 La investigación llevada a cabo para elaborar esta contribución ha sido posible gracias a la financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación (MICINN), a través del proyecto de investigación, FFI2011-23941.

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2.  IrLaNda y La experIeNCIa (post)CoLoNIaL No debe extrañar que la evolución de los estudios irlandeses en españa esté vinculada a la misma enseñanza de la literatura inglesa, pues la riquísima producción literaria irlandesa se desarrolló de forma paralela a su devenir político, determinado asimismo por los vínculos coloniales que mantenía con Gran Bretaña. desde que david Lloyd anunciara en su famosa monografía, Anomalous States: Irish Writing and the Post-Colonial Moment, que dentro del ámbito postcolonial el caso irlandés era “anómalo”2, muchos otros críticos han secundado esta postura, como elleke Boehmer, quien explica que esta nación requiere un acercamiento distinto al del resto de colonias pues, si bien, es difícil separar su historia de la de Gran Bretaña, su lucha por la resistencia funcionó como un talismán para otros movimientos nacionalistas3. La condición “anómala” de la historia irlandesa, al haber sido tanto partícipe del Imperialismo británico como víctima de su mismo proceso colonizador, ha traído como consecuencia la apropiación de muchos escritores irlandeses por parte del canon tradicional de la literatura inglesa, a la vez que ha alimentado un debate histórico basado en la discrepancia que existe sobre el reconocimiento del tipo de vinculación que esta literatura mantuvo con la antigua Metrópolis. Mientras los teóricos postcoloniales más clásicos no equiparan la experiencia irlandesa a la de otras colonias, como Nigeria, India o pakistán, una postura más renovadora, que contendría ya las realidades de Irlanda o Canadá, comenzó años después a reclamar la inclusión de nuevos entornos geográficos y, sobre todo, de nuevas teorías menos hegemónicas y más híbridas. así, John McLeod compara el caso irlandés con el escocés para explicar que la estrechez de miras de gran parte de la teoría postcolonial con respecto al mapa que conformó la Commonwealth ha llevado a la exclusión de países que presentaban historias colonizadoras bastante comparables. según este crítico, una de las mayores fortalezas del postcolonialismo ha sido precisamente haber proporcionado tal variedad de conceptos y prácticas interpretativas a los diferentes contextos, que se han superado los intereses partidistas que tanto preocupaban a críticos de la literatura de la Commonwealth4. dado que Irlanda fue la primera colonia británica, la más cercana y la única en experimentar un proceso de colonización temprano y tardío, acaso haya sido su proximidad geográfica al poder del imperio, su pequeña dimensión y la asimilación casi completa de lengua, cultura y raza lo que ha situado la peculiaridad del caso irlandés en torno a un debate crítico que aúna opiniones divergentes, hasta llegar a considerarlo un estado “diferente”, como diría elleke Boehmer, “anómalo”, según david Lloyd o, cuanto menos, “atípico”, como lo describen Colin Graham y edward said5.  Bill ashcroft, Gareth Griffiths y helen tiffin, en su clásico The Empire Writes Back, explicaban a finales de los años ochenta que más de tres cuartas partes de la población que vive en el planeta había sufrido los efectos del colonialismo y que, aunque resultaba 2

LLoyd, david, Anomalous States: Irish Writing and the Post-Colonial Moment, dublin, Lilliput, 1993,

p. 7. 3 BoehMer, elleke, Colonial and Postcolonial Literature: Migrant Metaphors, oxford, oxford university press, 1995, p. 4. 4 MCLeod, John, Beginning Postcolonialism, Manchester, Manchester university press, 2000, p. 243.  5 BoehMer, Colonial and Postcolonial Literature, p. 4; LLoyd, Anomalous States; GrahaM, Colin, “‘Liminal  spaces’:  post-colonial  theories  and  Irish  Culture”,  The Irish Review,  16  (autumn/Winter  1994),  p.  29; saId, edward W., “reflections on Ireland and postcolonialism”, en CarroLL, Clare y KING, patricia (eds.), Ireland and Postcolonial Theory, Notre dame, Indiana, university of Notre dame press, 2003, p. 177.

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fácil percibir la relevancia que este hecho había tenido en las esferas política y económica, su influencia en las literaturas coloniales no había sido igual de evidente6. al intentar sacar a la luz a través del discurso crítico las dinámicas de poder y resistencia que se esconden tras las diferentes experiencias coloniales, la teoría postcolonial ha contribuido de forma inigualable a cuestionar posiciones de centro y margen y, especialmente, de ideas dominantes sobre la literatura y la cultura. acercarse a un texto literario desde la crítica postcolonial supone atender a situaciones que vienen definidas por la emigración, la lengua, la resistencia, la diferencia, la identidad, la raza o el género. por esta razón, a lo largo de las siguientes páginas se ahondará en el hecho de que, efectivamente, desde finales del siglo xII hasta comienzos del siglo xx la historia de la literatura irlandesa ha formado una parte indisoluble de la historia de la literatura inglesa, al haber incluido a los autores inmortales Johathan swift, oliver Goldsmith, edmund Burke, James Clarence Mangan, richard  Brinsley  sheridan,  Maria  edgeworth,  thomas  Moore,  George  Bernard  shaw, George Moore, oscar Wilde, W. B. yeats, John Millington synge o James Joyce, por citar sólo a unos pocos. de hecho, es más que pertinente aludir aquí a una famosa anécdota que cuenta la escritora Kate o’Brien, cuando un “don” en literatura inglesa de un College  de  oxford  muy  educadamente  le  planteó:  “Considering  how  expert,  and  indeed famous, you Irish are in words, in manifold use of the word, it is odd to observe how little literature you have produced up to now!”7. Muy a pesar de la ignorancia de este “don” y de muchos otros que vinieran después, como muestra la historia, es indiscutible reconocer hoy que la literatura irlandesa ha producido uno de los mayores legados literarios del mundo. esto es algo que se puede apreciar en la enorme cantidad de premios literarios de reconocido prestigio que se han concedido a escritores irlandeses o para los que han quedado seleccionados. además de uno de los autores más célebres del siglo xx, como es James Joyce, Irlanda ha producido cuatro premios Nobel de literatura: tres en la república de Irlanda, con las obras de W. B. yeats (1923), Bernard shaw (1925) y samuel Beckett (1969); y uno en Irlanda del Norte, con la producción de seamus heaney (1995). también el prestigioso premio Booker, que se otorga a la mejor novela en lengua inglesa de escritores provenientes del reino unido, la Commonwealth, Irlanda, pakistán o suráfrica, se ha concedido a los irlandeses Iris Murdoch, roddy doyle, John Banville y anne enright, y a lo largo de su historia han quedado seleccionadas otra veintena de novelas de escritores irlandeses. el premio Booker, originalmente conocido como “Booker-McConnell prize”, se fundó en 1969 y ha ejercido una enorme influencia en la divulgación de obras rompedoras con la tradición anterior, al integrar muchas que provenían de los “márgenes” del reino unido. es curioso apuntar aquí cómo una de las circunstancias que ha favorecido que muchos escritores irlandeses fueran reconocidos a nivel internacional ha sido gracias a este premio que, en su misma concepción, reconoce allan Massie, es imperialista8. asimismo, con el premio Whitbread –ahora llamado Costa Book award–, que se concede a autores que han vivido al menos tres años en Gran Bretaña o Irlanda, también  han  sido  galardonados  los  irlandeses  seamus  heaney,  Bernard  o’donoghue,  Wi6 ashCroFt, Bill, GrIFFIths, Gareth, y tIFFIN, helen, The Empire Writes Back, London y New york, routledge, 1989, p. 1. 7 o’BrIeN, Kate, “Imaginative prose by the Irish, 1820-1970”, en roNsLey, Joseph (ed.), Myth and Reality in Irish Literature, ontario, Wilfrid Laurier university press, 1977, p. 305. 8 MassIe, allan, The Novel Today: A Critical Guide to the British Novel 1970-1989, London y New york, Longman, 1990, p. 1.

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lliam trevor, Maurice Leitch, Jennifer Johnston, Iris Murdoch y Colm tóibín, entre otros. Junto al reconocimiento literario internacional, Gerry smyth añade que la creación de casas editoriales, los profundos cambios sociales, económicos y políticos del país, y el hecho de que los irlandeses sean los mayores consumidores de libros en europa han permitido que la literatura de las últimas décadas no se limite a secundar intereses irlandeses sino a tratar un amplio espectro de temas con resonancia tanto local como universal9. No en vano, en julio de 2010 la uNesCo declaró a dublín “Ciudad de la literatura”, por su incalculable legado literario; un reconocimiento que sólo comparte con otras cuatro ciudades en el mundo: edimburgo, Melbourne, Iowa y reykjavik10. por todas estas razones, urge resaltar que es más que significativo que hayan sido especialistas en literatura irlandesa –más que en literatura y/o teoría postcolonial– quienes hayan producido un corpus relevante de estudios críticos que se centran en análisis postcoloniales de esta estética. aunque hace sólo unos años david duncan seguía insistiendo sobre  este  hecho,  explicando  que  “while  Irish  postcolonial  scholars  are  speaking  out strongly, these voices are most often heard chiefly within Irish studies rather than in the wider postcolonial dialogue”11, es irónico que su intento por rectificar esta situación aparezca recogida en un amplio estudio sobre teoría postcolonial que de nuevo deja el caso irlandés aislado, sin recibir más atención crítica que la del mismo duncan. estudiosos de ámbitos  tan  diversos  como  son albert  Memmi,  thomas  Barlett,  Bill ashcroft,  Gareth Griffiths, helen tiffin12, Gayatri Chakravorty spivak, Liam Kennedy, homi K. Bhabha, Glenn hooper, rüdiger Imhof o stephen howe, por mencionar sólo a unos cuantos, no reconocen el estatus irlandés como antigua colonia y, por lo tanto, rechazan la etiqueta de postcolonial13. por su parte, david Lloyd habla de la “supuesta” cultura irlandesa postco-

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sMyth, Gerry, The Novel and the Nation, London y Chicago, pluto press, 1997, p. 47. Como explica el portal oficial de la uNesCo, para conseguir este reconocimiento, una ciudad debe cumplir, entre otros requisitos, los de calidad, cantidad y diversidad de iniciativas provenientes de casas editoriales. Véase la siguiente dirección web para más información al respecto: http://portal.unesco.org. 11 duNCaN, david, “a Flexible Foundation: Constructing a postcolonial dialogue”, en GoLdBerG, david theo y QuaysoN, ato (eds.), Relocating Postcolonialism, Bodmin, Cornwall, Blackwell, 2002, p. 323. 12 aunque estos tres últimos autores excluyen a Irlanda de su análisis por no tratarse de una antigua colonia, comentan brevemente que la literatura irlandesa podría estudiarse desde el postcolonialismo, pero sorprendentemente, sugieren, con el fin de arrojar más luz en la tradición literaria británica. este comentario resulta, cuanto menos, irónico, pues un poco más adelante se comenta que las naciones postcoloniales sienten la necesidad de reinventarse continuamente al tener que definir su identidad a partir de la diferencia: “they are constituted by their difference from the metropolitan and it is in this relationship that identity both as distancing from the centre and as a means of self-assertion comes into being”. Véase ashCroFt, Bill, GrIFFIths, Gareth, y tIFFIN, The Empire Writes Back, pp. 24 y 167, respectivamente. sin embargo, hay que añadir aquí que el estudio posterior editado por ashCroFt, Bill, GrIFFIths, Gareth, y tIFFIN, helen, (eds.), The Postcolonial Studies Reader, London, routledge, 1995, incluye ya el fragmento de un único artículo sobre el caso irlandés, el tan referido “What Ish my Nation?”, pp. 178-80, de CaIrNs, david, y rIChards, shaun. 13 MeMMI, albert, The Colonizer and the Colonized, Boston, Beacon press, 1967; BarLett, thomas, et al., Irish Studies: A General Introduction, dublin, Gill and Macmillan, 1988; ashCroFt, Bill, GrIFFIths, Gareth, y tIFFIN,  The Empire Writes Back,  p.  33;  spIVaK,  Gayatri  Chakravorty,  The Post-Colonial Critic: Interviews, Strategies, Dialogues, London, routledge, 1990; KeNNedy, Liam, “Modern Ireland: post-colonial society or post-colonial pretensions?”, The Irish Review, 13 (Winter 1992/93), p. 107; BhaBha, homi K., The Location of Culture, London, routledge, 1994; hooper, Glenn, “Introduction”, en Glenn hooper y Colin Graham (eds.), Irish and Postcolonial Writing: History, Theory, Practice, houndmills, palgrave Macmillan, 2002, p. 3; IMhoF, rüdiger, The Modern Irish Novel: Irish Novelists after 1945, dublin, Wolfhound press, 2002; hoWe, stephen, “Introduction”, en Ireland and Empire. Colonial Legacies in Irish History and Culture, New york, oxford up, 2002, p. 2. 10

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lonial14,  Colin  Graham  encuentra  el  caso  tan  especial  que  le  resulta  problemático  emplear este término para definir la experiencia irlandesa15, y edward said vuelve a incidir en el hecho de que la historia fragmentada de Irlanda y sus nacionalismos conflictivos han producido una cultura particular y atípica16. de otro lado, tanto david Cairns y shaun richards, como seamus deane, terry eagleton, Frederic Jameson, edward W. said, declan Kiberd, Vincent J. Cheng, Joe Cleary, Gerry smyth, david Miller, John McLeod, elmer Kennedy-andrews, Clare Carroll, patricia King, Linden peach o Michael L. storey, entre una larguísima lista, han participado en este debate proponiendo análisis postcoloniales de la situación irlandesa17. es más, tanto said –experto en teoría postcolonial–, como Kiberd –igualmente reconocido en el terreno de los estudios irlandeses– se han quejado de la falta de estudios críticos, teniendo en cuenta que si bien, para el primero, se trata de una nación –en concreto, una de las “white colonies” británicas– con un problema colonial continuo18, el segundo aduce el doble posicionamiento irlandés –exponente y víctima del imperialismo británico– como la razón que ha llevado a dificultar su reconocimiento19. por todo ello, no sorprende que haya habido que esperar hasta finales de los años noventa y los primeros años de este nuevo siglo para que otras posturas viesen la luz, enriquecidas por las aportaciones que traerían consigo los estudios de género y en general por su crítica al nacionalismo patriarcal más caduco. pero es que, además, emplear el concepto de postcolonial en la realidad norirlandesa es todavía más problemático porque Irlanda del Norte sigue manteniendo lazos políticos y sociales con el reino unido. Mientras unos insisten en buscar los orígenes de los conocidos Troubles en las diferentes formas de colonización que sufrió Irlanda del Norte a lo largo de su historia –desde la plantación del ulster hasta la Gran hambruna, pasando por la imposición de la lengua, cuestiones de identidad nacional o la apropiación de la tierra–, 14

LLoyd, Anomalous States, p. 155. GrahaM, “Liminal spaces”, p. 29. 16 saId, “reflections on Ireland and postcolonialism”, p. 177. 17 CaIrNs, david y rIChards, shaun, Writing Ireland: Colonialism, Nationalism and Culture, Manchester, Manchester university press, 1988; deaNe, seamus, “Introduction”, en eaGLetoN, terry, JaMesoN, Fredric y saId, edward W. (eds.), Nationalism, Colonialism and Literature, Minneapolis, university of Minnesota press, 1990, p. 6; eaGLetoN, JaMesoN, y saId (eds.), Nationalism, Colonialism, and Literature; KIBerd, declan, Inventing Ireland: The Literature of a Modern Nation, London, Vintage, 1995; CheNG, Vincent J., Joyce, Race, and Empire, Cambridge, Cambridge university press, 1995; CLeary, Joe, “‘Fork-tongued on the Border Bit’: partition and the politics of Form in Contemporary Narratives of the Northern Irish Conflict”, South Atlantic Quarterly, 95 (1996), pp. 237-39, y “Misplaced Ideas? Colonialism, Location and dislocation in Irish studies”, en CoNNoLLy, Claire (ed.), Theorizing Ireland, houndmills, Basingstoke, hampshire, Macmillan, 2003; sMyth, The Novel and the Nation, p. 22; MILLer, david, “Colonialism and academic representations of the troubles”, en MILLer, david (ed.), Rethinking Northern Ireland: Culture, Ideology and Colonialism, Longman, London y New york, 1998, p. 3; MCLeod, Beginning Postcolonialism, pp. 240-42; KeNNedy-aNdreWs, elmer, Fiction and the Northern Ireland Troubles since 1969: (de-) constructing the North, dublin, Four Courts press, 2003, pp. 196-223; CarroLL, Clare, y KING, patricia (eds.), Ireland and Postcolonial Theory, Notre dame, Indiana, university  of  Notre  dame  press,  2003;  peaCh,  Linden,  The Contemporary Irish Novel: Critical Readings, houndsmills, Basingstoke, hampshire y New york, palgrave Macmillan, 2004; storey, Michael L., Representing the Troubles in Irish Short Fiction, Washington, d.C, the Catholic university of america press, 2004, p. 2. 18 saId, edward W., Culture & Imperialism, New york, Vintage Books, 1994, p. 73. 19 KIBerd, Inventing Ireland, p. 5. también ashcroft, Griffiths y tiffin aluden al mismo hecho aunque para justificar la exclusión de Irlanda del debate postcolonial, equiparando esta experiencia a la de escocia y Gales: “While it is possible to argue that these societies were the first victims of english expansion, their subsequent complicity in the Britain’s imperial enterprise makes it difficult for colonized peoples outside Britain to accept their identity as post colonial”. Citado en ashCroFt, GrIFFIths, y tIFFIN, The Empire Writes Back, p. 33. 15

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otros siguen sin aceptar que esta región haya vivido –o, menos aún, siga viviendo– una experiencia colonial. en cualquiera de los casos, cuestiones de identidad resultan especialmente resbaladizas cuando se intentan aplicar a la realidad norirlandesa, en la que ni los protestantes más afines al reino unido son considerados británicos por éstos, ni los católicos del Norte son percibidos como irlandeses –sin el necesario prefijo “nor”– por los nacionalistas. es decir, Irlanda del Norte es el resultado de la intersección entre dos culturas, religiones y políticas, que la sitúan en un espacio identitario híbrido, acogedor tanto de “lo británico” como de “lo irlandés” a la vez que insensible a las definiciones delimitadoras que suponen estos términos. es por ello por lo que estudios postcoloniales sobre la realidad norirlandesa han sido escasos. 3.  de La LIteratura aNGLo-IrLaNdesa a La LIteratura IrLaNdesa ante tal panorama y riqueza cultural no extrañan, pues, los intentos que se han llevado a cabo en españa desde ámbitos académicos e institucionales para que los estudios irlandeses gozaran de un espacio propio. antes de que aedeI se fundara, ya se incluían paneles  temáticos  en  diversas  asociaciones,  como  aedeaN  –asociación  española  de estudios anglo-Norteamericanos– o su filial europea, esse –the european society for the study of english–, y naturalmente se celebraban encuentros y congresos anuales que revelaban el interés que tenía un grupo de investigadores en españa, y que se materializaría en la publicación de diversas obras colectivas que recogían el resultado de sus aportaciones, como se tendrá la oportunidad de ver a lo largo de las siguientes páginas. a nivel docente, aunque tradicionalmente la literatura irlandesa no solía gozar de entidad independiente en la antigua licenciatura en Filología inglesa, el interés por su estudio comenzó a desarrollarse a través de la oferta de asignaturas optativas del tipo: “Literatura de la Commonwealth”, “Literaturas postcoloniales”, “otras literaturas en lengua inglesa” o, incluso, “Literatura anglo-irlandesa”. esta última denominación, aunque más cercana a los objetivos perseguidos, está hoy en desuso, dadas las connotaciones políticas que conlleva el término. de hecho, históricamente el término “anglo-Irish” se empleaba para referirse a la clase burguesa, la ascendencia protestante, que era de origen inglés y de religión anglicana, y que dominó Irlanda desde mediados del siglo xVIII hasta principios del xx. en su uso literario, la expresión normalmente alude a textos que reflejan la realidad descrita, e incluye a los autores que pertenecían por nacimiento o identidad al grupo social mencionado. pero hasta la época de W. B. yeats, Lady Gregory o J. M. synge, “Literatura anglo-irlandesa” venía a significar literatura en inglés escrita por autores que habían nacido o residían en Irlanda20. así, “Literatura anglo-irlandesa” hacía referencia a la literatura irlandesa escrita en lengua inglesa, para distinguirla de la producida en gaélico y de la literatura inglesa propiamente dicha. Como este concepto remite a la relación colonial que ha existido entre ambos países, hoy día la denominación ha quedado suplantada por expresiones más correctas, como “Literatura irlandesa en lengua inglesa”, “Literaturas irlandesas” en plural –para incluir la literatura producida en la diáspora, así como la de Irlanda del Norte–, o simplemente “Literatura irlandesa”, ya que, en rigor, el concepto anterior no puede aplicarse a la producción literaria posterior a 1922, fecha en la que se constituye el Irish Free state –Éire, en Gaélico, que 20

Véase WeLCh, robert, The Oxford Companion to Irish Literature, oxford, Clarendon press, 1996, p. 14.

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es el nombre oficial de estado según la Constitución irlandesa–, o estado libre de Irlanda21. sin embargo, no todos los críticos se han adscrito a esta nueva denominación y la confusión que rodea a los términos sigue siendo objeto de debate en muchos estudios sobre literatura irlandesa. empezando con las definiciones del término “anglo-Irish”, hay que señalar que mientras Julian Moynahan, en su tan emblemático estudio Anglo-Irish: The Literary Imagination in a Hyphenated Culture, sostiene que la literatura anglo-irlandesa comenzó después de la colonización22, para el poeta thomas Kinsella, la literatura angloirlandesa es simplemente literatura irlandesa escrita en inglés desde el siglo xVII que mantiene algún vínculo con la literatura inglesa23. robert Welch, en su Oxford Companion to Irish Literature, hace una revisión histórica del término “anglo-Irish” y sostiene que suele emplearse para distinguir la lengua, inglesa o gaélica, en la que se escribe esta literatura. para él, los primeros escritos anglo-irlandeses datan de principios del siglo xIV, con la poesía de Michael of Kildare y la fantasía satírica The Land of Cokaygne, y añade que fue en el siglo xIx cuando se incrementó el empleo del término por parte de historiadores pertenecientes a la ascendencia protestante con el fin de reflejar la creciente concienciación de las complejas circunstancias culturales, políticas y sociales de los colonos británicos y sus descendientes. así, se convirtió en un término de uso general para hacer referencia a la literatura irlandesa en lengua inglesa hasta el periodo en el que los anglo-irlandeses dejaron de ser la clase dominante24. a pesar de todo ello, es un hecho más que significativo que todavía la mayor parte de las historias de la literatura inglesa sigan incluyendo a autores irlandeses precisamente por la identificación del idioma en que escriben. La denominación anglo-irlandés –para muchos, un término políticamente incorrecto y, para otros, un concepto que sólo refleja la relación de ambos lugares hasta 1922– no ha hecho sino añadir más confusión al asunto, permitiendo que ambas historias queden ligadas bajo la misma relación colonial de la que la literatura irlandesa pretende liberarse. Como ejemplo, valga el manual de Norman Jeffares, Anglo-Irish Literature, quien en la misma introducción afirma que no es necesario separar ambas literaturas, aunque reconoce que responden a dos culturas y tradiciones distintas, aduciendo que no debe preocupar a nadie que un escritor irlandés aparezca en las historias de la literatura inglesa25.  4.  de La LIteratura IrLaNdesa a Los estudIos IrLaNdeses por todo lo anteriormente expuesto, la historia de los estudios irlandeses en españa, aunque comienza su andadura en los años ochenta, no se consolida hasta finales de la década de los noventa y especialmente hasta el año 2001, cuando se funda aedeI. Los primeros estudios que aparecieron en españa en la década de los 80 fueron los de: aránzazu  usandizaga,  Teatro y política: el movimiento dramático irlandés (1985);  y  ramón

21 No sería hasta 1949 cuando Irlanda se proclamase república, por lo que hasta esa fecha, siguió formando parte de la Commonwealth. 22 MoyNahaN, Julian, Anglo-Irish: The Literary Imagination in a Hyphenated Culture, princeton, New Jersey, princeton university press, 1995, p. xIII. 23 KINseLLa, thomas, The Dual Tradition: An Essay on Poetry and Politics in Ireland, Manchester, Carcanet press, 1995, p. 5. 24 WeLCh, The Oxford Companion to Irish Literature, pp. 13-14. 25 JeFFares, Norman a., Anglo-Irish Literature, London, the Macmillan press, 1982, pp. 1-2.

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sainero, Los grandes mitos celtas y su influencia en la literatura (1988)26. precisamente, usandizaga comenzaba su análisis anunciando que, aunque la literatura irlandesa en españa se estudiaba en conexión con la literatura inglesa, el objetivo de su libro era ofrecer un panorama propio de lo irlandés centrándose en el movimiento teatral de principios del siglo  xx. de este primer estudio es de destacar el intento de la autora por ahondar en el pasado precolonial y por explorar cuestiones de identidad previas a la colonización anglo-normanda y a la literatura escrita en gaélico. Curiosamente, la siguiente monografía, de sainero, también se remontaba a la cultura celta y partía de la idea de que esta literatura no se conoce lo suficiente a pesar del impacto tan enorme que tuvo en la literatura europea. este estudio recopilaba tres mitos, el del ulster, el osiánico y el artúrico, y analizaba la pervivencia de personajes legendarios como Cuchulain, el rey arturo o el guerrero Fin en las literaturas de Irlanda, escocia, Gales, Francia y españa. sin embargo, fuera de esta necesidad de reclamar la identidad propia a través del pasado precolonial, no hubo mayores intentos en españa por explorar la literatura contemporánea que se producía en Irlanda. La década de los 90 se inaugura con la fundación de la primera asociación que tenía como objetivo promover el estudio y difusión de un autor irlandés, la asociación española James Joyce, que se creó en sevilla en el año 1990, bajo la dirección de Francisco García tortosa, quien sigue siendo su actual presidente. aunque la asociación marcó su firme propósito de dedicarse únicamente al escritor irlandés, en la asamblea General que tuvo lugar en tarragona el 30 de marzo del año 2000, durante la celebración de los xI encuentros James Joyce, se trató como punto tres del orden del día la “ampliación de los objetivos de la asociación”, y se propuso ampliar sus campos de actuación para englobar los  estudios  irlandeses. a  partir  de  esa  fecha,  los  encuentros  anuales,  que  tienen  lugar siempre  en  una  universidad  española,  llevan  por  nombre  “asociación  española  James Joyce: estudios Irlandeses”, a pesar de que no se cambió oficialmente el nombre de la asociación, como se puede comprobar en el acta aprobada un año después: “se hacen notar las posibles complicaciones legales y burocráticas que el cambio de nombre podría traer, por lo que se decide mantener el nombre oficial de la asociación como asociación española James Joyce”27. Los encuentros anuales, por lo tanto, admiten ponencias que tratan aspectos variados de temática irlandesa, aunque se sigue manteniendo la idiosincrasia y los objetivos prioritarios del estudio sistemático y profundo de la obra de James Joyce, al igual que la revista que publica la asociación, Papers on Joyce, se centra en la obra de este autor. durante los años 90 ven la luz toda una serie de libros que ahondan con mayor profundidad en autores irlandeses y que indudablemente abrieron camino a la consolidación de la disciplina. por un lado, se celebra el primer congreso de estudios irlandeses en Lérida, cuyas principales contribuciones se recogen en el libro editado por Nela Bureu, pere Gallardo y María o’Neill, Voices of Ireland, Veus d’Irlanda. Proceedings of the First Conference on Irish Studies (1992)28. el libro se abría con un significativo estudio sobre 26 Véanse usaNdIzaGa, aránzazu, Teatro y política: el movimiento dramático irlandés, Bellaterra, Barcelona, universidad autónoma de Barcelona, 1985; y saINero, ramón, Los grandes mitos celtas y su influencia en la literatura, Barcelona, edicomunicación, 1988. 27 Véase el acta completa de la asamblea General ordinaria, celebrada en tarragona, en la siguiente dirección web: http://huespedes.cica.es/huespedes/iberjoyce/act.htm#tarra. 28 Bureu, Nela, GaLLardo, pere y o’NeILL, María (eds.), Voices of Ireland, Veus d’Irlanda. Proceedings of the First Conference on Irish Studies, Lleida, pagés editors, 1992.

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las relaciones históricas entre Irlanda y españa, que llevó a cabo aingeal o’donoghue, la primera  secretaria  del  embajador  de  Irlanda  en  españa  durante  esos  años.  el  resto  de contribuciones ofrecía una temática variada e incluía análisis de la poesía de eavan Boland, patrick Kavanagh, seamus heaney, Medbh McGuckian y thomas Kinsella, y de la narrativa de edna o’Brien, William Carleton, John B. Keane, Kate o’Brien y Mary Lavin. en esta línea, también dos años después Federico eguíluz, junto a otros editores, publicaron las actas de un congreso celebrado en Vitoria, que recogía autores y temática irlandesa,  y  que  llevaba  por  título,  La Europa (cultural) de los pueblos: Voz y forma (1994)29. Finalmente, también en esta década se publicó el manual de ramón sainero, La literatura anglo-irlandesa y sus orígenes (1995), que trazaba una historia de la literatura anglo-irlandesa desde el periodo medieval hasta principios del siglo  xx, centrándose en la presencia de la tradición celta en la literatura anglo-irlandesa, para lo que estudiaba algunos aspectos de las obras de George Moore, James Joyce, sean o’Casey y samuel Beckett30. pero quizá, la publicación de más calado fue la compilación del primer Diccionario cultural e histórico de Irlanda (1996), una obra colectiva de Jacqueline a. hurtley, Brian hughes, rosa González, Inés praga y esther aliaga31. argumentando que las relaciones hispano-irlandesas se remontaban a siglos de historia y al creciente interés por los estudios irlandeses, el propósito de esta obra de referencia era ofrecer una guía útil, tanto para estudiantes como para académicos, que quisieran profundizar en el conocimiento de esta  cultura.  ese  mismo  año  también  se  publicó  un  brillante  monográfico  de  Inés  praga, titulado Una belleza terrible: La poesía irlandesa contemporánea (1940-1995)32. este sería el primer estudio sistemático que se centraría en el análisis de la poesía irlandesa contemporánea de autores tan relevantes como austin Clarke, John hewitt, Louis MacNeice,  patrick  Kavanagh  o  John  Montague,  entre  otros,  representantes  de  las  tradiciones católica y protestante irlandesas. estructurado en torno a cuatro secciones, la poesía de seamus heaney, voces norirlandesas, escritores de la república y voces femeninas, uno de los mayores logros de esta publicación fue incluir a autores canónicos junto a poetas menos conocidos, así como dedicar especial atención a las voces femeninas. también rosa González y Jacqueline a. hurtley editaron un monográfico dedicado a los cuatro autores irlandeses que habían sido galardonados con el premio Nobel de literatura –Bernard shaw, W. B. yeats, samuel Beckett y seamus heaney–, aunque se rendía un homenaje especial a heaney, como rezaba ya en el mismo título, Hailing Heaney: Lectures for a Nineties Nobel (1996)33.  para cerrar la década, hay otras dos publicaciones que merecen ser reseñadas. por un lado,  una  colección  de  entrevistas  a  escritores  y  académicos,  Ireland in Writing. Interviews with Writers and Academics, editada por Jacqueline a. hurtley, rosa González, Inés praga y esther aliaga (1998). en esta obra se presentaban las visiones que figuras

29 eGuÍLuz, Federico, et. al. (eds.), La Europa (cultural) de los pueblos: Voz y forma, Vitoria, servicio de publicaciones de la universidad del país Vasco, 1994. 30 saINero, ramón, La literatura anglo-irlandesa y sus orígenes, Madrid, akal, 1995. 31 hurtLey, Jacqueline a., huGhes, Brian, GoNzáLez CasadeMoNt, rosa, praGa, Inés y aLIaGa, esther, Diccionario cultural e histórico de Irlanda, Barcelona, ariel, 1996. 32 praGa tereNte, Inés, Una belleza terrible: La poesía irlandesa contemporánea (1940-1995), Barcelona, ppu, 1996. 33 GoNzáLez CasadeMoNt, rosa, y hurtLey, Jacqueline a., eds., Hailing Heaney: Lectures for a Nineties Nobel, Barcelona, ppu, 1996.

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tan  diversas  como  Jennifer  Johnston,  Bernard  Mac  Laverty,  John  McGahern,  Frank McGuinness, paula Meehan, eiléan Ní Chuilleanáin, Glenn patterson y James plunkett tenían sobre el papel de la Iglesia en Irlanda, el Conflicto norirlandés o temas como la censura y la sexualidad34. por otro lado, también Luz Mar González arias publicó una breve monografía, titulada Cuerpo, mito y teoría feminista: re/visiones de Eva en autoras irlandesas contemporáneas (1998), que analizaba el proceso de revisión y reescritura de discursos patriarcales por parte de autoras, aunque se centraba específicamente en el mito de eva y en el modo cómo voces poéticas femeninas han subvertido diferentes representaciones de esta primera mujer para cuestionar nociones simplistas de género35. es bastante significativo que la década de los noventa se cierre con un notable incremento de publicaciones sobre literatura irlandesa, augurando así los comienzos del nuevo siglo y la fundación de la asociación española de estudios Irlandeses, precisamente en el año 2001 por parte de Inés praga, que ha sido su presidenta hasta el año 2007, fecha en que yo misma asumí ese honor y responsabilidad. Los objetivos de aedeI, una asociación que no tiene fines de lucro, se dirigen hacia la promoción, difusión, estudio y análisis de todos los aspectos vinculados a la historia, sociedad, arte, literatura y cultura de Irlanda36. estas acciones se llevan a cabo a través de congresos anuales en diferentes universidades  españolas,  de  la  publicación  de  libros  resultado  de  los  mencionados  encuentros académicos, y de las aportaciones que aparecen en la revista de la asociación, Estudios Irlandeses, que con periodicidad anual edita rosa González Casademont desde el año 200437. en fecha 2011, aedeI cumplió su primera década y en el último congreso, celebrado en oviedo en el mes de mayo, se realizaron actividades para conmemorarlo. desde su fundación en la universidad de Burgos, la asociación ha crecido de forma imparable y en la actualidad todos los congresos que se celebran tienen un carácter internacional. en estricto orden cronológico, los congresos, desde su fundación, han sido los siguientes:  – I (universidad de Burgos, 2001), con el título: “Irlanda ante un nuevo milenio”; – II (universidad de Barcelona, 2002), con el título “the representation of Ireland/s. – II Images from outside and from Within”; – III (universidad de almería, 2003), con el título “Irish Landscapes”; – IV (universidad de Málaga, 2004), con el título “humour and tragedy in Ireland”; – V (universidad rovira i Virgili, 2005), con el título “re-writing Boundaries”; – VI (universidad de Valladolid, 2006), con el título “Imaginary/real Ireland”; – VII (universidad de La Coruña, 2008), con el título “the rocky road to Ireland: – VII Irish studies in the Wake of the tiger”;  – VIII (universidad de alcalá, 2009), con el título “From Local Ireland to Global Ire– VIII land: the reality Beyond”; – Ix (universidad de La Laguna, 2010), con el título “‘Brandan rising!’ Irish Identi– Ix ties Inside and outside the Island”; 34 hurtLey, Jacqueline, GoNzáLez CasadeMoNt, rosa, praGa, Inés y aLIaGa, esther, Ireland in Writing: Interviews with Writers and Academics, amsterdam-atlanta, rodopi, 1998. 35 GoNzáLez arIas,  Luz  Mar,  Cuerpo, mito y teoría feminista: re/visiones de Eva en autoras irlandesas contemporáneas, oviedo, Krk (Colecciones alternativas), 1998. 36 Véase la siguiente página web para todos los detalles de la misma: http://www.aedei.es 37 Véase el enlace oficial a la revista, que es de libre acceso, así como las normas de publicación y los números que han salido hasta la fecha: http://www.estudiosirlandeses.org/

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– y x (universidad de oviedo, 2011), con el título “(un) Becoming Irishness: Imper– y x fections and National Identities”38. el ávido y ferviente intercambio de conocimiento que se produce anualmente ha contribuido, sin lugar a dudas, a la consolidación de aedeI a nivel nacional y a su reconocimiento internacional, convirtiéndose en el referente de los estudios irlandeses en españa.  asimismo,  hay  que  añadir  que  todos  nuestros  congresos  están  patrocinados  y auspiciados por la embajada de Irlanda en españa, que contribuye no sólo económicamente sino honrándonos con la presencia del embajador y de su primera secretaria en los mismos. hasta la fecha, los resultados académicos de estos Congresos anuales se han materializado en la publicación de nueve libros, que se detallan a continuación:  – Inés praga, ed. Irlanda Ante un Nuevo Milenio39. – rosa González, ed. The Representation of Ireland/s: Images from Outside and from – Within40. – José Francisco Fernández y elena Jaime de pablos, eds. Irish Landscapes41. – patricia trainor de la Cruz y Blanca Krauel heredia, eds. Humour and Tragedy in – Ireland42. – asier altuna y Cristina andreu, eds. Re-writing Boundaries: Critical Approaches in – Irish Studies43.  – María José Carrera, anunciación Carrera, enrique Cámara y Celsa dapía, eds. The – Irish Knot: Essays on Imaginary/Real Ireland44.  – david Clark y rubén Jarazo álvarez, In the Wake of the Tiger: Irish Studies in the – Twentieth-First Century; y  “To Banish Ghost and Goblin”: New  Essays on Irish – Culture45. – Marisol Morales y Juan F. elices, eds. Glocal Ireland: Current Perspectives on Lit– erature and the Visual Arts46. aunque en la mayoría de ellos predomina el enfoque literario, desde la primera publicación ha habido un interés creciente por estimular el estudio e investigación de otros ám38 en mayo de 2012 se celebra el xI Congreso Internacional de aedeI en la universidad de huelva, con el título “Words of Crisis, Crises of Words: Ireland and the representation of Critical times”. 39 praGa tereNte, Inés, ed., Irlanda Ante un Nuevo Milenio, Burgos, servicio de publicaciones de la universidad, 2002. 40 GoNzáLez CasadeMoNt,  rosa,  ed.  The Representation of Ireland/s: Images from Outside and from Within. Barcelona, ppu, 2003. 41 FerNáNdez sáNChez, José Francisco y  de paBLos, elena Jaime, eds., Irish Landscapes, almeria, servicio de publicaciones de la universidad, 2004. 42 traINor de La Cruz, patricia y KraueL heredIa, Blanca, eds., Humour and Tragedy in Ireland, Málaga, servicio de publicaciones de la universidad, 2005. 43 aLtuNa, asier  y  aNdreu,  Cristina,  eds.,  Re-writing Boundaries: Critical Approaches in Irish Studies, Barcelona, ppu, 2007. 44 Carrera, María José, Carrera, anunciación, CáMara, enrique, dapÍa, Celsa, eds., The Irish Knot, Valladolid, servicio de publicaciones de la universidad, 2008. 45 CLarK, david y Jarazo áLVarez, rubén, eds., In the Wake of the Tiger: Irish Studies in the TwentiethFirst Century; y “To Banish Ghost and Goblin”: New Essays on Irish Culture, Coruña, Netbiblo, 2010. 46 MoraLes, Marisol y eLICes, Juan F., eds., Glocal Ireland: Current Perspectives on Literature and the Visual Arts, Newcastle, Cambridge scholars publishing, 2011.

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bitos de la cultura irlandesa, como son la música tradicional, el baile, el cine autóctono, la lengua gaélica, la historia irlandesa y sus vínculos con españa, la economía, las relaciones sociales, el desarrollo del celtismo, el papel socio-político de Irlanda del Norte, las relaciones históricas con el reino unido, la diáspora, el papel de la prensa, el fenómeno del tigre Celta o los efectos de la globalización, por mencionar sólo unos cuantos. No es aventurado, por todo ello, afirmar que la labor de aedeI en la promoción y difusión de los estudios irlandeses en españa ha sido más que notable. en los mismos albores del siglo  xxI, y siguiendo una aproximación cronológica, habría que mencionar aquí la fundación del “Instituto universitario de estudios irlandeses Amergin”, que comenzó su andadura en el año 2003 en la universidad de La Coruña bajo la dirección de antonio raúl de toro santos. La denominación “amergin” es un homenaje a este druida celta que, según cuenta la leyenda, viajó del norte de españa a costas irlandesas. Los objetivos del Instituto, desde sus orígenes, se han orientado hacia el estudio y difusión de los vínculos históricos entre Galicia e Irlanda, para lo que realizan actividades académicas y culturales anuales, y publican en la editorial Netbiblo la colección “Irish studies series”, orientada hacia la difusión de estudios que se centren en cuestiones de identidad en los siglos xIx y xx de la literatura irlandesa. Naturalmente, hay muchas otras publicaciones que han visto la luz en esta última década y cuyas contribuciones al ámbito de los estudios irlandeses han sido más que notables. en esta línea, habría que mencionar las monografías publicadas por Netbiblo dentro del “Irish studies series”, entre las que destacamos las de antonio r. de toro santos, La literatura irlandesa en España (2007)47, un verdadero ejercicio de recopilación de documentos inéditos publicados en la prensa nacional española y en revistas literarias anteriores a la Guerra Civil sobre Irlanda; el estudio de las relaciones estéticas e ideológicas entre poetas gallegas y españolas llevado a cabo por Manuela palacios y helena González Fernández, Palabras extremas: Escritoras gallegas e irlandesas de hoy (2008)48; o el que yo misma publiqué, Postcolonial and Gender Perspectives in Irish Studies (2007)49, sobre las interconexiones entre teoría postcolonial y estudios de género, tan poco estudiadas en el ámbito irlandés. Con un enfoque más específico, la monografía editada por Inés praga, La novela irlandesa del siglo xx (2005)50, traza una verdadera evolución de este género narrativo tanto en la república de Irlanda como en Irlanda del Norte. también la publicación de Beatriz Villacañas, La literatura irlandesa (2007)51, pretende ser un manual breve pero englobador de todas las tendencias y movimientos literarios que han dado forma a la literatura irlandesa desde sus orígenes hasta nuestros días. asimismo, el estudio de Carolina amador Moreno, An Analysis of Hiberno-English in the Early Novels of Patrick MacGill: Bilingualism and Language Shift from Irish to English in County Donegal (2006)52, merece ocupar un lugar destacado, por tratarse de uno de los pocos libros que tratan la cuestión de la lengua irlandesa, en este caso del hiberno-irlandés. por últi47

toro saNtos, antonio raúl de, La literatura irlandesa en España, Coruña, Netbiblo, 2007. paLaCIos, Manuela y GoNzáLez FerNáNdez, helena, eds., Palabras extremas: Escritoras gallegas e irlandesas de hoy, Coruña, Netbiblo, 2008. 49 MoraLes LadrÓN, Marisol, ed., Postcolonial and Gender Perspectives in Irish Studies, Coruña, Netbiblo, 2007. 50 praGa tereNte, Inés, ed., La novela irlandesa del siglo xx, Barcelona, ppu, 2005. 51 VILLaCañas, Beatriz, La literatura irlandesa, Madrid, síntesis, 2007. 52 aMador MoreNo, Carolina p., An Analysis of Hiberno-English in the Early Novels of Patrick MacGill. Bilingualism and Language Shift from Irish to English in County Donegal, Lewiston, Queenston and Lampeter, the edwin Mellen press, 2006. 48

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mo, los más recientes estudios de Óscar recio Morales, Ireland and the Spanish Empire, 1600-1825 (2010)53, y el editado por Igor pérez tostado y enrique García hernán, Irlanda y el Atlántico Ibérico: Movilidad, participación e intercambio cultural (2010)54,  se centran en el campo de las relaciones históricas entre españa e Irlanda. 5.  CoNCLusIoNes dado que hoy en día se habla con frecuencia de las literaturas irlandesas, en plural, para incluir la producida en la diáspora, su carácter híbrido, su apertura al continente, su galopante proceso de globalización, que dio lugar a lo que se conoce hoy día como el tigre Celta, y su actual crisis no vienen sino a demostrar que el legado de esta cultura y su riqueza no pueden restringirse únicamente al ámbito literario. en este sentido, aedeI ha hecho una verdadera labor de promoción y consolidación de otras áreas, como por ejemplo el cine, la historia, la cultura o la música. esto es algo que puede apreciarse en las contribuciones incluidas en la revista de la asociación, que cuenta con apartados dedicados a las artes visuales y a otras formas de expresión artística y cultural. La revista Estudios Irlandeses, que aparece recogida ya en las bases de datos más importantes del área55, forma parte de un foro internacional de debate crítico sobre los estudios irlandeses en el sentido más amplio de la expresión. de hecho, desde sus orígenes, los números se dividen en varias secciones entre las que se incluyen entrevistas, traducciones y reseñas de monografías aparecidas en españa y en otras partes del mundo, además de una revisión de la producción cinematográfica y de series de tV irlandesa. esto se ha venido realizando sistemáticamente desde el año 2005 y la revista, así como los libros auspiciados por la asociación, se han convertido en un poderoso canal de comunicación para cualquier estudioso de la cultura irlandesa. para concluir, solo resta señalar que son muchísimas más las publicaciones que merecen ser reseñadas y comentadas con más detalle en la presente revisión del estado de los estudios irlandeses en españa, como el número especial sobre Irlanda que coordinó Luigi Giuliani en la revista Quimera, en mayo de 200956. dado que los límites de espacio y tiempo obligan a seleccionar y delimitar, quizá sólo pueda añadirse para concluir que a pesar de que la evolución de los estudios irlandeses ha corrido caminos paralelos a la historia de Gran Bretaña y a pesar de que muchos escritores han sido absorbidos por el canon inglés, las últimas décadas han sido testigos del desarrollo de un espacio propio y de una identidad independiente, reconocimiento que estos estudios llevaban décadas reclamando57. Como ya dijo en su momento James Joyce muy irónicamente, Irlanda es el cerebro del reino unido puesto que los irlandeses, “condemned to express themselves in a language not their own, have stamped on it the mark of their own genius and compete for glory with the civilised nations. this is then called english literature”58.

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reCIo MoraLes, Óscar, Ireland and the Spanish Empire, 1600-1825, dublin, Four Courts press, 2010. pÉrez tostado, Igor y GarCÍa herNáN, enrique, eds., Irlanda y el Atlántico Ibérico: Movilidad, participación e intercambio cultural, albatros, 2010. 55 Véase  a  este  respecto  el  apartado  que  la  revista  dedica  al  impacto  conseguido  hasta  la  fecha: http://www.estudiosirlandeses.org/indexnavy.htm.  56 GIuLIaNI, Luigi, coord., Quimera, 306 (Mayo 2009). Número especial dedicado a Irlanda. 57 para más detalle sobre otras publicaciones aparecidas en españa vinculadas a los estudios irlandeses, véase la sección “Irish studies in spain” de la revista Estudios Irlandeses, en http://www.estudiosirlandeses.org/. 58 Citado por eLLMaNN, richard, James Joyce, oxford, oxford university press, 1983, p. 217. 54

REDES DE nACiÓn y ESPACioS DE PoDER En lA MonARqUíA HiSPÁniCA: Un ESTADo DE lA CUESTiÓn Óscar Recio Morales Universidad Complutense de Madrid1

inTRoDUCCiÓn

E

los últimos años el concepto de red ha superado ya definitivamente todos los límites de la historia económica y de los estudios sobre finanzas y comercio para abarcar otros ámbitos profesionales del antiguo régimen, como el político-institucional, el administrativo o el militar. A todos estos se han unido con fuerza las aportaciones de la historia social, aunque no de la misma manera en los distintos ámbitos profesionales  y a un ritmo  diferente  según  la  tradición  historiográfica  de  cada  país.  En  todo  caso,  cualquier distinción entre las actividades profesionales de los individuos y de sus vínculos sociales durante la edad moderna resulta difícil, ya que los límites en esta época no estaban tan delimitados como lo pudieran estar hoy día en las sociedades contemporáneas. Así, las fronteras entre el ejercicio público de la administración y los intereses privados, o entre mundo militar y civil, no estaban tan claras. Por esta razón se suele hablar de red social2. Para los estudios modernistas, el análisis de estas redes sociales puede resultar un instrumento clave –lo está siendo ya– si partimos de la premisa, comúnmente aceptada, de que a diferencia de la sociedad surgida del liberalismo  –que puso un gran énfasis en la acción individual–, en la sociedad del antiguo régimen conceptos como “casa”, “familia” o “grupo social” resultan elementos definitorios de una sociedad eminentemente corporativa y en n

1 Esta contribución ha sido posible gracias al proyecto MEC-Fondo Social Europeo “Ramón y Cajal 20082013” (Universidad Complutense de Madrid), al proyecto de investigación “Proyección política y social de la comunidad irlandesa en la Monarquía hispánica y en la América colonial de la Edad Moderna (siglos xvi-xviii)”, HAR2009-11339 (subprograma HiST) y al Proyecto 094/04 para la Promoción y Difusión de la Cultura de Defensa 2011 (Ministerio de Defensa). 2 Algunas de las mejores introducciones metodológicas a este término aplicadas a la España del antiguo régimen se encuentran en DEDiEU, Jean Pierre y MoUToUkiAS, Zacarías, “Approche de la théorie des réseaux sociaux”, en CASTEllAno, J.l. y DEDiEU, J.P. (eds.), Réseaux, familles et pouvoirs dans le monde ibérique à la fin de l’Ancien Régime, 1998; y en la más reciente de iMíZCoZ, José María, “las redes sociales de las élites. Conceptos, fuentes y aplicaciones”, en SoRiA MESA, Enrique, BRAvo CARo, Juan Jesús y DElgADo BARRADo, José Miguel  (eds.),  Las élites en la época moderna: la monarquía española,  Córdoba,  Universidad  de  Córdoba, 2009, vol. 1, pp. 77-112.

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Óscar Recio Morales

la que las relaciones interpersonales jugaban un papel fundamental. Estas relaciones estaban vinculadas a obligaciones recíprocas de dependencia y obediencia entre sus miembros, de fidelidad y de solidaridad, todo ello a distintos niveles que iban desde el parentesco familiar al paisanaje, pasando por los lazos clientelares, de amistad, de patronazgo y profesionales.  Como tendremos ocasión de comprobar en la bibliografía de esta contribución, desde la década de 1990 los trabajos de imízcoz Beúnza, guerrero Elecalde, Chacón Jiménez, Moutoukias, Zúñiga y Dedieu, entre otros, han supuesto un notable avance metodológico en el estudio de las redes sociales de la Monarquía hispánica durante la edad moderna. Estos estudios han puesto de manifiesto la importancia de la familia como uno de los elementos  vertebradores  de  estas  redes:  esto  incluía,  como  bien  ha  descrito  Dedieu,  la transmisión de cargos públicos y el reclutamiento de los agentes del monarca en base a esta relación familiar3; o, como también se ha recogido recientemente en un volumen coordinado por Molina Puche e irigoyen lópez, todo lo relativo a la política matrimonial de estas familias, los estudios sobre su patrimonio y sus estrategias de ascenso social4. También se vienen analizando los vínculos entre las élites locales y provinciales con la corte, claves en la articulación de la Composite Monarchy o Monarquía agregativa a nivel global y en la conformación del estado moderno en España5: en este sentido los trabajos sobre las redes del norte peninsular –y del poderoso grupo vasco-navarro en particular–, han logrado unos magníficos resultados6. El paisanaje –que actuaba en la periferia a nivel local, en la corte a nivel central y con ramificaciones por toda la Monarquía a nivel global– se confirma así como otro de los elementos clave a la base de las redes sociales. los vínculos de patronazgo  y clientelazgo en la corte, siempre cercanos al ámbito del poder cuen-

3 DEDiEU, Jean-Pierre, “Amistad, familia, patria... y rey: las bases de la vida política en la Monarquía española de los siglos xvii y xviii”, en Mélanges de la Casa de Velázquez, nº 35:1 (2005), pp. 25-50. ver también DEDiEU, J.P. y WinDlER, Christian, “la familia: ¿una clave para entender la historia política?: El ejemplo de la España moderna”, Studia Historica, Historia moderna, 18 (1998), pp. 201-236 y CHACÓn JiMénEZ, Francisco y HERnÁnDEZ FRAnCo, Juan, Familia, poderosos y oligarquías, Murcia, Servicio de Publicaciones, 2001. 4 MolinA PUCHE, Sebastián e iRigoyEn lópez, Antonio (eds.), Territorios distantes, comportamientos similares: familias, redes y reproducción social en la Monarquía Hispánica (siglos xVi-xix), Murcia, Universidad de Murcia, 2009. 5 WinDlER, Christian, Élites locales, señores, reformistas. Redes clientelares y Monarquía hacia finales del Antiguo Régimen, Sevilla, 1997; MolinA RECio, Raúl, “la historiografía española en torno a las élites y la historia de la familia: balance y perspectivas de futuro”, en SoRiA MESA, Las élites en la época moderna, vol. 2, pp. 9-38. 6 la bibliografía sobre las redes vasco-navarras llenaría páginas enteras. Recogemos aquí sólo algunos de los trabajos más representativos que demuestran que nos encontramos ante la comunidad mejor estudiada de la España del antiguo régimen: iMíZCoZ, J.M., “las élites vasco-navarras y la monarquía hispánica: construcciones sociales, políticas y culturales en la edad moderna”, Cuadernos de Historia Moderna, 33 (2008), pp. 89119; iMíZCoZ, J.M. y gUERRERo ElECAlDE, Rafael, “Familias en la Monarquía. la política familiar de las elites vascas y navarras en el imperio de los Borbones”, en iMíZCoZ, J.M. (ed.), Casa, familia y sociedad (País Vasco, España y América, siglos xV-xix), Bilbao, UPv, 2004, pp. 177-238; iMíZCoZ, J.M., “Parentesco, amistad y patronazgo. la economía de las relaciones familiares en la hora navarra del xviii”, en FERnÁnDEZ, C. y MoREno, A. (eds.), Familia y cambio social en Navarra y el País Vasco, siglos xiii-xx, Pamplona, 2003, pp. 165-216; ibid., “El patrocinio familiar. Parentela, educación y promoción de las elites vasco-navarras en la Monarquía borbónica”, en CHACÓn JiMénEZ, Familia, poderosos y oligarquías, pp. 93-130. Dentro de esta comunidad, el grupo de los vizcaínos es uno de los mejor estudiados. Para ello nos remitimos a la bibliografía presentada en: gUERRERo ElECAlDE, R., “gozan de la confianza del rey. Redes, políticas familiares y poder de los vizcaínos en la Corte de la primera mitad del siglo xviii”, en iMíZCoZ, J.M. y olivERi koRTA, oihane (eds.), Economía doméstica y redes sociales en el antiguo régimen, Madrid, Sílex, 2010, pp. 145-175.

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tan ya con excelentes trabajos: pensemos en el valimiento habsbúrgico del  xvii7 o en los “partidos” cortesanos (facciones, camarillas, grupos de poder) de la corte borbónica del xviii; a propósito de estas ramificaciones imperiales, también se han estudiado las relaciones inter-étnicas en la América española, un espacio especialmente fructífero en los estudios sobre redes sociales8. Finalmente, relacionado con todo lo anterior, se estudia la articulación de clientelas e intercambios de favores y beneficios a distintos niveles de la administración9. Estos son sólo algunos de los campos, fuertemente interrelacionados entre sí, donde la historiografía actual está obteniendo unos resultados más que notables en el análisis transversal de la sociedad hispana de la edad moderna. A estos estudios sobre las redes intra peninsulares y sus ramificaciones en indias se ha añadido el reciente interés sobre los individuos y grupos de origen extranjero en la Monarquía10. Sin embargo, aquí el panorama no es todavía tan brillante como el descrito arriba. El estudio sobre las redes sociales de origen extra peninsular o “de nación” operativas  en  España  y  la América  española,  está  todavía  en  sus  inicios,  salvo  para  algunas comunidades extraordinariamente importantes desde un punto de vista económico, caso de la genovesa y de la francesa11. De hecho, como ya ocurrió en el caso de las redes ibéricas al comienzo de su estudio, en el análisis de las redes sociales extranjeras predomina todavía el peso de las finanzas y del comercio, si bien se van sumando nuevas aportaciones  relacionadas  con  la  alta  administración,  la  cultura  y  el  mundo  militar.  En  la primera parte de esta contribución planteamos algunos problemas teóricos y metodológicos a la hora de afrontar el análisis de estas redes de nación extra peninsulares y hacemos un repaso a las contribuciones más destacadas sobre el tema; en la segunda parte nos centramos en los espacios “físicos” de poder. Dado que este volumen se dedica específicamente a las redes y espacios de poder de la nación irlandesa, algunos de los ejemplos de esta comunidad servirán para enmarcar este marco teórico y metodológico general.

7 Una aproximación general en: BEnigno, Francesco, La sombra del rey: validos y lucha política en la España del siglo xVii, Madrid, Alianza Editorial, 1994. Especialmente, para el reinado de Felipe iii ver: FERoS, Antonio, El Duque de Lerma. Realeza y privanza en la España de Felipe iii, Madrid, Marcial Pons, 2002, y los trabajos más recientes de WilliAMS, Patrick, El Gran Valido: el Duque de Lerma, la Corte y el Gobierno de Felipe iii 1598-1621, valladolid, Junta de Castilla y león, 2010 y AlvAR EZqUERRA, Alfredo, El Duque de Lerma: Corrupción y Desmoralización en la España del Siglo xVii, Madrid, la Esfera de los libros, 2010. otras figuras, “validos de validos” cercanas al poder comienzan a ser mejor conocidas: MARTínEZ HERnÁnDEZ, Santiago, Rodrigo Calderón: La sombra del valido, Madrid, Centro de Estudios España Hispánica-Marcial Pons, 2009. Para el reinado de Felipe iv sigue siendo imprescindible el trabajo de EllioTT, John H., El conde-duque de Olivares. Un político en una época de decadencia, Barcelona, Crítica, 1991. 8 PonCE lEivA, Pilar y AMADoRi, Arrigo, “Redes sociales y ejercicio del poder en la América Hispana: consideraciones teóricas y propuestas de análisis”, Revista Complutense de Historia de América, 34 (2008), pp. 1542. 9 Sirva como excelente punto de partida metodológico y bibliográfico: MARTínEZ MillÁn, José, “las investigaciones sobre patronazgo y clientelismo en la administración de la Monarquía Hispana durante la Edad Moderna”, Studia Historica, Historia Moderna, 15 (1996), pp. 83-106. ver también ARAnDA PéREZ, Francisco José, Letrados, juristas y burócratas en la España Moderna, Universidad de Castilla-la Mancha, 2005. 10 Un estado de la cuestión en RECio MoRAlES, Óscar, “los extranjeros y la historiografía modernista”, en RECio MoRAlES y glESEnER, Thomas (eds.), Los extranjeros y la Nación en España y la América española, Cuadernos de Historia Moderna, Anejo x (2011), pp. 33-51. 11 Sirva  como  ejemplo  el  reciente  trabajo  colectivo  de  HERRERo SÁnCHEZ, Manuel,  BEn yESSEF gARFiA, yasmina Rocío, BiToSSi, Carlo y PUnCUH, Dino (eds.), Génova y la Monarquía Hispánica (1528-1713), génova, Atti della Società ligure di Storia Patria, 2011, 2 vols, y la extensa bibliografía recogida sobre la inmigración francesa en el trabajo de SAlAS AUSénS, José Antonio, En busca de El Dorado: inmigración francesa en la España de la Edad Moderna, Bilbao, Servicio Editorial de la Universidad del País vasco, 2010.

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1.  REDES “DE nACiÓn”: AlgUnoS PRoBlEMAS TEÓRiCoS y METoDolÓgiCoS El concepto de red aplicado a la investigación histórica fue utilizado por los historiadores dedicados a los estudios sobre el comercio desde los años 50 y 60 del siglo xx. De hecho, como ya hemos apuntado, las redes han sido sobre todo estudiadas como base de la actividad económica y comercial durante la época moderna12. Una de las mejores definiciones a este concepto es la proporcionada por Hausberger en la introducción de Redes y negocios globales en el mundo ibérico, al identificar la red como “la asociación de un grupo de personas basada en relaciones de confianza y en un intercambio continuo de servicios o favores dentro de un sistema de reciprocidad”13. Si alargamos esta definición a otros ámbitos más allá del comercial, resulta evidente que esta dimensión profesional sería sólo una más de un complejo entramado de relaciones políticas, sociales y culturales al interno de un grupo y no sólo: entre éstos y otros individuos, que podrían estar englobados a su vez en otras redes del característico sistema corporativo del antiguo régimen. Por tanto, la heterogeneidad estaría a la base de estas redes y, como otras características que veremos sobre ellas, las relaciones interpersonales a su base desafían profundamente cualquier visión rígida de la sociedad de la época moderna. Podríamos hablar de redes económicas (financieras o comerciales), familiares (basadas en el parentesco), culturales o políticas (grupos de interés), étnico-nacionales (entendida como paisanaje), etc., pero difícilmente se mostrarían únicamente como tales. Como ya hemos advertido en la introducción, no estaríamos ante compartimentos estancos, sino que lo habitual era la transversalidad. El estudio de estas redes, pues, no resulta tarea fácil. la aplicación de los conceptos y teoría sobre redes a la disciplina histórica se encuentra todavía en construcción y se enfrenta a evidentes dificultades. éstas son inherentes a las limitaciones metodológicas de la ciencia histórica, como la cantidad y la calidad de la documentación  disponible  y  la  subjetividad  del  historiador  en  su  selección  y  posterior análisis. A los historiadores se les ha acusado de seguir en el estudio de las redes sociales un método más intuitivo que metódico; de utilizar los conceptos y la teoría sobre redes sociales más como un añadido o un marco a sus estudios que como un soporte o referencia fundamental; de no pasar de una aplicación metafórica del concepto de red social; o, simplemente, de carecer de marco teórico propio, como es el caso de la microhistoria14. Sin embargo, también es cierto que las relaciones humanas son tan complejas y variables a lo largo del tiempo que cualquier estructuración –sobre todo si se trata de un período largo– resulta una tarea difícil. las redes forman parte de estas relaciones sociales y por tanto conllevan los mismos problemas. Junto a la transversalidad de una determinada red 12 Esta dimensión no se ha agotado. ver iBARRA, Antonio y vAllE PAvÓn, guillermina del (coords.), Redes sociales e instituciones comerciales en el imperio español, siglos xVii a xix, México D.F., instituto Mora / Facultad de Economía-UnAM, 2007; y también “Redes sociales e instituciones: una nueva mirada sobre viejas incógnitas”, presentación del número monográfico coordinado por ibarra y valle Pavón de Historia Mexicana, 56 (2007), pp. 717-723. 13 BöTTCHER, nikolaus, HAUSBERgER, Bernd e iBARRA, Antonio (coords.), Redes y negocios globales en el mundo ibérico, siglos xVi-xViii, iberoamericana-vervuert-El Colegio de México, 2011, p. 14. ver también las distintas características de las redes, sobre todo en relación al comercio, en la contribución a este volumen, por vAn yoUng, Eric, “Social networks: A Final Comment”, pp. 289-309. 14 “En general, los historiadores prestan escasa atención a la historia de su disciplina, siendo frecuente la percepción del marco teórico más como un ‘corsé’ que limita, que como un soporte que sustenta”: PonCE lEivA, “Redes sociales y ejercicio del poder en la América Hispana”, p. 22. 

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a la que hemos hecho anteriormente referencia, la práctica diaria de sus individuos en las relaciones humanas añadiría una variabilidad de situaciones casi infinita. En primer lugar, la terminología sobre las redes sociales no siempre está tan clara entre las diversas áreas que la utilizan y aparece todavía más confusa en la traducción a distintos idiomas. Esto está relacionado con “la falta de un marco teórico claro para el estudio  de  las  relaciones  sociales”,  por  lo  que  los  historiadores  no  serían  una  excepción15. incluso conceptos que servirían para estudiar las redes de sociabilidad y relacionales tan importantes como “casa” o “familia” –que ya apuntamos en la introducción que eran claves para la sociedad del antiguo régimen– no son tan nítidos como podía parecer, sino variables en el tiempo y en el espacio geográfico16; en segundo lugar, está claro que cualquier método teórico-cuantitativo utilizado en el análisis de las redes sociales (la teoría de grafos17, la sociometría, etc.), por muy avanzado que éste sea –lo que no quiere decir que no tengan sus propias limitaciones–, nunca podrá solventar las posibles lagunas en la documentación preservada. incluso para los individuos que han dejado un rastro importante en la documentación (casi siempre relacionados con los grupos de poder) no siempre se conserva la documentación extra oficial. Mientras que, como norma general, la documentación  de  carácter  administrativo-judicial  es  rica  en  los  archivos  españoles  para  la edad moderna (pensemos en los archivos inquisitoriales), no lo es tanto la documentación de carácter privado que podría ayudar muchísimo a la reconstrucción de las redes sociales. nos referimos, por ejemplo, a los diarios personales de las familias dedicadas al comercio18, o a las memorias personales escritas por militares españoles19. Muchos estudios, en consecuencia, tienen que basarse en gran medida sobre la documentación administrativa. Pero, ¿cuántos vínculos entre individuos y de qué calidad son necesarios para determinar que nos encontramos ante una relación social duradera y ante una posible red? ¿Cómo medimos la intensidad de estas relaciones? la gama de vínculos en una red social tiene, pues, un carácter complejo. Además es extensa y variable. Extensa porque incluye los denominados “lazos fuertes” entre individuos y los “lazos débiles”, más ocasionales, sin excluir una infinita gama intermedia entre ellos. Podríamos tener noticias sólo de aquellos vínculos fuertes que aparecen en la información  conservada  y/o  de  aquellos  de  los  que  tenga  constancia  el  historiador  y,  no menos  importante,  de  aquellos  que  hayan  podido  interesar  conservarse.  Pero  como  es bien sabido, la información escrita ni carece de intenciones ni en su momento era la úni15 HERRERo, Reyes, “la terminología del análisis de redes. Problemas de definición y de traducción”, Política y Sociedad, 33 (2000), pp. 199-206.  16 BERTRAnD, Michel, “Poder peleado, poder compartido: familias y estado en la América española colonial”, en MolinA PUCHE, Territorios distantes, comportamientos similares, pp. 217-236. 17 la teoría matemática de grafos es una de las más utilizadas en el análisis de las redes sociales. Estudia las relaciones entre entidades vinculadas, que se representan a través un conjunto de puntos interconectados (actores sociales) por un conjunto de líneas o aristas (relaciones sociales). 18 Con notables excepciones, como el archivo de la familia Zarate-Cólogan de la orotava, estudiado por Agustín guimerá en Burguesía extranjera y comercio atlántico. La empresa comercial irlandesa en Canarias (1703-1771), Santa Cruz de Tenerife, CSiC-gobierno de Canarias, 1985 y Dios, clan y negocio: las memorias del comerciante irlandés Bernardo Valois (1663-1727), San Cristóbal de la laguna, gobierno de Canarias-Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife, 2005. 19 Falta de memorias personales que contrasta con los abundantes memoriales de servicios militares presentados a la administración para los siglos  xvi y  xvii; para el  xviii la riquísima documentación conservada sobre el mundo militar también se enfrenta a la ausencia de memorias. Una de las pocas son las siempre citadas del famoso militar José Cadalso (1741-1782): Apuntaciones autobiográficas, en Escritos autobiográficos y epistolario (Prólogo, edición y notas de nigel glendinning y nicole Harrison), londres, Turner, 1979.

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ca que establecía los vínculos interpersonales. A esto se añade la variabilidad de estos vínculos a lo largo del tiempo. Tratar de explicar la acción social de una serie de individuos integrados en una red resulta extraordinariamente difícil en un contexto macro de tiempo, no sólo por la recogida de información en sí, sino porque distintos factores históricos en el curso de los acontecimientos, inherentes al comportamiento humano, pueden trastocar cualquier objetivo de la red20. lejos ya del tópico de la inmovilidad social de los individuos y grupos del antiguo régimen, sus redes sociales son, por tanto, extraordinariamente dinámicas y flexibles. Todas estas razones hacen que el historiador siga un método “construido” científicamente a partir de los datos concretos con los que cuenta. Como señala imízcoz al reivindicar el análisis relacional inductivo, se parte de las propias fuentes originales, que son las que proveen el material bruto, para individualizar y analizar los mecanismos y las dinámicas sociales21. Estos problemas teóricos y metodológicos observados para las redes intra peninsulares, son similares al aplicarlos a las redes de nación, pero se añaden algunas especificidades. éstas tienen que ver con la identidad del individuo y del grupo, con sus estrategias de solidaridad, con los riesgos de su aislamiento y, finalmente, con las dificultades prácticas de identificación de una red de nación. En primer lugar, si ya hemos apuntado que conceptos tan importantes como “casa” o “familia” no aparecen ya tan claros como cabría esperar, lo mismo sucede para un concepto clave en el caso de las redes de nación como es el de “comunidad”. las fronteras identitarias de las comunidades son variables por naturaleza, dependiendo en gran medida de la retórica argumentativa de un determinado grupo en un momento concreto22. El historiador puede partir de construcciones ya dadas, predeterminadas, como por ejemplo afrontar el estudio de un grupo de nación determinado centrándose en el paisanaje. En realidad éste podría ser sólo un elemento más, transversal, a otros elementos utilizados por el individuo para establecer sus redes, como por ejemplo el parentesco, la amistad, el clientelismo político o la identidad corporativa otorgada por la pertenencia a un ámbito profesional concreto. Es decir, podríamos estar identificando a una red de nación en base a sus apellidos: relación entre apellido a de nación x y apellido b de la misma nación x, luego estaríamos ante un principio de colaboración en base un mismo origen; podríamos dejarnos influenciar también ante la auto representación dada por una parte del propio grupo (el discurso ideológico de diferenciación positiva producido en los colegios de nación que incluía la mitificación del propio pasado); o podría tratarse de una diferenciación dada por las autoridades (el típico “de nación  x”)  que  también  podría  estar  respondiendo  a  un  interés  político:  la  separación  en cuerpos de nación en el ejército ayudaría a diferenciarles de otros regimientos y a proyectar la imagen de poder del rey23; finalmente, podríamos partir de construcciones simplistas que parten de la tradición clasificatoria surgida con la victoria del estado-nación decimonónico:  o  uno  es  español  o  es  extranjero  (es  francés,  italiano,  portugués,  etc.), 20 MoUToUkiAS, Zacarías, “narración y análisis en la observación de vínculos y dinámicas sociales: el concepto de red personal en la historia social y económica”, en BJERg, M. y oTERo, H. (comp.), inmigración y redes sociales en la Argentina Moderna, iEHS/CEMlA, Tandil, 1995. 21 iMíZCoZ, “las redes sociales de las élites. Conceptos, fuentes y aplicaciones”, pp. 80-81. 22 RoUllET, Antoine, SPinA, olivier y SZCZECH, nathalie (eds.), “De la communauté à la fabrique communautaire”, en ibidem (eds.), Trouver sa place: individus et communautés dans l’Europe Moderne, Madrid, Casa de velázquez, 2011, pp. 1-13. 23 glESEnER, Thomas “les frontières de la nation. l’identité corporative d’un régiment étranger dans l’armée espagnole (xviiie siècle)”, en BERTRAnD, Michel y PlAnAS, natividad (eds.), Les sociétés de frontière: De la Méditerranée à l’Atlantique (xVie-xViiie siècle), Madrid, Casa de velázquez, 2011, pp. 243-257, p. 244.

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cuando durante el antiguo régimen el individuo podría sumar otros elementos y prácticas exogámicas que harían que el paisanaje no fuera el elemento sustancial, sino uno más, y que fuese sólo sacado a la luz al emerger un conflicto en la vida diaria.  En segundo lugar, se podría suponer una “obligada” colaboración entre individuos en base al paisanaje, sobre todo en una primera fase de emigración, empezando así a establecer vínculos de relación entre ellos. Conviene no olvidar, sin embargo, que algunos elementos como la auto percepción del individuo sobre su identidad, además de poder sumar sin excluir elementos, puede variar por voluntad propia en distintos momentos y espacios físicos. El cambio de nombres y apellidos a este respecto resulta muy indicativo24. En numerosas ocasiones, la identidad en términos “nacionales” puede convertirse en algo voluntariamente ambiguo para el propio individuo. Por tanto, a veces podríamos correr el riesgo de establecer una red de nación concreta partiendo de la predeterminación de que sus miembros actúan de manera conjunta, cuando en realidad el elemento de nación puede no ser concluyente, y establecer así solidaridades entre los distintos miembros un tanto forzadas. En sus estudios sobre la comunidad portuguesa en el Madrid del  xvii, Pulido Serrano ha demostrado cómo difícilmente podría hablarse de una endogamia étnica entre los cristianos nuevos (o conversos) de este origen que pasaron por las cárceles del Santo oficio, cuando todos los estudios apuntaban claramente a esta endogamia como una de las características definitorias del grupo. lógicamente la mayoría de ellos se declaraban cristianos viejos, pero en todo caso, como afirma Pulido, la frontera identitaria entre ellos aparece muy confusa25. El ejemplo portugués también nos dice mucho sobre la percepción de esa comunidad por parte de las instituciones y de la sociedad de acogida.  Aunque  muchos  individuos  de  este  origen  habían  nacido  en  Castilla,  todavía  la inquisición les consideraba portugueses, utilizando así la memoria familiar que muchos portugueses habían declarado ya haber olvidado26. En tercer lugar, los riesgos de segmentación de un grupo de nación también pueden aparecer al acotar el estudio de una determinada comunidad dentro de un ámbito profesional específico y/o su localización en un espacio geográfico concreto (hacer “biografías colectivas”). Aquí encontramos dos aproximaciones aparentemente contradictorias. Por  un  lado,  los  estudios  en  base  a  un  grupo  de  nación  en  un  contexto  determinado  podrían “aislar” a dicho grupo y acentuar así las prácticas endogámicas propias del mismo: pensemos en la oficialidad de los regimientos borbónicos de nación, donde el núcleo “duro” de la plana mayor era controlada en base al origen étnico. En los regimientos irlandeses ha quedado claro esta endogamia étnico-familiar, como también en las guardias reales  flamencas27.  En  realidad,  podríamos  estar  ante  fenómenos  muy  parecidos  entre distintas naciones de origen extranjero o entre éstas y determinados grupos peninsulares. De igual modo, una excesiva focalización local para los comerciantes de nación podría hacer perder la perspectiva global sobre la que en realidad operaban. De hecho, en mu24 SAlinERo, gregorio y TESTÓn núñEZ, isabel (eds.), Un juego de engaños: movilidad, nombres y apellidos en los siglos xV a xViii, Madrid, Casa de velázquez, 2010. 25 PUliDo SERRAno, Juan ignacio, “Políticas matrimoniales de los portugueses en Madrid durante el siglo xvii”, en MolinA PUCHE, Territorios distantes, comportamientos similares, pp. 171-194. 26 ibid., p. 187. 27 RECio MoRAlES, Óscar, “El ‘modelo irlandés’ en los ejércitos de los Austrias y de los Borbones: continuidad y diferencias”, en gARCíA HERnÁn, Enrique y RECio MoRAlES (eds.), Extranjeros en el Ejército. Militares irlandeses en la sociedad española, 1580-1818, Madrid, Ministerio de Defensa, 2007, pp 203-233; glESEnER, Thomas, “la hora felipista del siglo  xviii: auge y ocaso de la nación flamenca en el ejército borbónico”, en RECio MoRAlES, Los Extranjeros y la Nación en España y la América española, pp. 77-101.

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chas de estas redes, el componente transnacional no sólo era acusado, sino definitorio en muchos casos28. Pero por el contrario, podría también argumentarse que, de la misma manera que los Habsburgos españoles contribuyeron a la diferenciación de grupos de nación en su ejército multinacional y en otros ámbitos (pensemos en los hospitales y colegios de nación en la Corte y en las universidades), hubo individuos y redes de nación interesados en utilizar algunos elementos diferenciadores con respecto a otras naciones, en un contexto de ardua competencia por la obtención de la gracia real. Esto se traducía en privilegios –por ejemplo en el comercio o también en el ejército hasta finales del siglo xviii– y tiene mucho que ver con la extraordinaria importancia concedida al paisanaje en el mundo hispánico. De esta manera, de la misma forma que es innegable el peso de las redes sociales con un componente vasco-navarro en la España y la América española del siglo xviii, podemos decir que los distintos modelos de nación extra peninsulares también entretejieron sus alianzas y estrategias de colaboración entre individuos de nación flamenca, italiana o irlandesa. no sólo, pero es cierto que ese elemento común existía o, al menos,  fue  explotado  por  los  propios  interesados  hasta  bien  entrada  la  segunda  mitad  del xviii (a partir de entonces esta diferenciación empezó a perder muchas de sus ventajas en su utilización, como tendremos ocasión de apuntar después). Es innegable que los denominados jenízaros –hijos de comerciantes extranjeros–, aún habiendo nacido en España, utilizaban la identidad cultural recibida de sus progenitores y el capital relacional heredado en sus redes de nación como un valor añadido en los negocios29. Así pues, la frontera identitaria entre la primera generación de individuos de nación y sus hijos no sería tan neta, aún cuando en un caso como en otro (sobre todo en el segundo), los elementos comunes con la sociedad de acogida superarían ya con mucho a los elementos característicos de su nación. En todo caso, todavía queda por estudiar cómo los grupos “de nación”, en un  contexto  profesional  determinado,  afrontaban  la  progresiva  “españolización”  de  sus miembros. Este proceso, que ha venido explicándose de un modo un tanto determinista de asimilación cultural “natural”, quizás también se vio muy influenciado por las circunstancias políticas, económicas y culturales de un momento determinado. no estaríamos ante un proceso del todo “natural” cuando, ante determinadas circunstancias, los individuos de origen extranjero o sus hijos aceleraron los mecanismos de integración a través de la emulación de las prácticas sociales españolas o la búsqueda de instrumentos conocidos de “regularización” (las composiciones en América, por ejemplo). Por último, las dificultades estriban en la identificación de la propia red. En el caso más claro las redes se institucionalizan con el objetivo de “hacer visible la nación” ante la administración y la sociedad de acogida. Este es el caso de las redes formalizadas en espacios físicos como la propia corte o los grandes emporios comerciales. las redes formalizadas en los colegios y hospitales de nación, en cofradías o consulados presentaban a su interno una relación jerárquica, donde a priori el paisanaje sí era un elemento definitorio (aunque no excluyente)30. Pero en otras ocasiones las redes presentan un claro ele-

28 CRESPo SolAnA, Ana (coord.), Comunidades transnacionales: colonias de mercaderes extranjeros en el Mundo Atlántico (1500-1800), Madrid, Ediciones Doce Calles, 2010. 29 gARCíA-MAURiño MUnDi, Margarita, La pugna entre el Consulado de Cádiz y los jenízaros por las exportaciones a indias (1720-1765), Sevilla, Universidad de Sevilla, 1999. 30 Sobre estas redes formalizadas remito a gARCíA gARCíA, Bernardo José y RECio MoRAlES, Óscar (eds.), Las corporaciones de nación en la Monarquía Hispánica (1580-1750): identidad, patronazgo y redes de sociabilidad, xii Seminario internacional de Historia, Fundación Carlos de Amberes, Madrid, 28-30 de noviembre de 2011, en prensa.

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mento de discreción, adquiriendo así un carácter de “redes informales”: es algo que se observa  perfectamente  en  la  documentación  oficial,  cuando  un  individuo  de  nación  por ejemplo es ascendido y cuenta con la protección de un paisano. Esto tiene mucho que ver con la centralidad ocupada en las redes sociales por algunos individuos al actuar como referentes de su comunidad: quedaría por establecer hasta qué punto estos vínculos eran determinantes o se trataba simplemente de una estrategia de solidaridad puntual. En todo caso, convendría recordar que ellos mismos, los actores principales, podrían ser situados por el historiador en el centro de una red social, cuando en realidad podrían ellos mismos formar parte de otras redes donde perderían esta centralidad.  Pasando a los estudios concretos sobre redes de nación, en líneas generales éstos también siguen –como en el caso de la problemática teórica y metodológica– los intereses actuales de la historiografía sobre redes sociales: familia, élites, centros de poder y ámbitos profesionales (comercio y ejército in primis). no obstante, en los últimos trabajos colectivos a nivel general, las redes sociales de nación siguen estando poco presentes. En Espacios sociales, universos familiares: la familia en la historiografía española (2007) todavía no aparece ninguna contribución específica sobre alguna red de nación31. En 2009 se publicaron dos importantes trabajos sobre élites. los cuatro volúmenes de Las élites en la época moderna recogen casi un centenar de contribuciones, pero la mayoría de ellas se centran en las redes sociales de las élites intra peninsulares. En el vol. 3, dedicado a Economía y Poder, es donde aparecen dos trabajos específicos, uno dedicado a los comerciantes de origen extranjero en la Sevilla del xvii y otro a los capitanes flamencos de la guardia  de  corps32.  Por  su  parte,  el  segundo  trabajo  al  que  hacíamos  referencia,  Territorios distantes, comportamientos similares, recoge 14 estudios que extienden los espacios físicos fuera del ámbito municipal y de los reinos peninsulares, con dos trabajos dedicados a la América española y uno al Estado da india. Dos ponencias se dedican a las redes sociales extra peninsulares, una a las redes personales entre el condado de Borgoña y Madrid, y otra sobre las redes portuguesas en la Corte33. Por último, en 2010 tuvo lugar un encuentro en la Universidad de Alcalá dedicado también a las élites –esta vez centrado cronológicamente en los siglos xvi y xvii–, lo que da una idea de la importancia del tema en la historiografía española actual34. Dentro de estos trabajos sobre élites podríamos enmarcar la importancia que va adquiriendo la nobleza de origen extranjero (no castellana), que empieza a considerarse como uno de los instrumentos clave que permitió el gobierno político-administrativo de los

31 CHACÓn JiMénEZ, Francisco y HERnÁnDEZ FRAnCo, Juan, Espacios sociales, universos familiares: la familia en la historiografía española: xxV aniversario del Seminario Familia y élite de poder en el Reino de Murcia, siglos xV-xix, Murcia, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 2007. 32 DíAZ BlAnCo, José Manuel y FERnÁnDEZ CHAvES, Manuel Francisco, “Una élite en la sombra: los comerciantes extranjeros en la Sevilla de Felipe iii”; HoRTAl MUñoZ, José Eloy, “Una élite flamenca en el servicio del monarca: los capitanes de la guarda de Archeros de Corps”, ambos en SoRiA MESA, Enrique, BRAvo CARo, Juan Jesús y DElgADo BARRADo, José Miguel (eds.), Las élites en la época moderna: la monarquía española, Córdoba, Universidad de Córdoba, 2009, 4 vols., vol. 3, pp. 35-50 y 107-124, respectivamente. 33 WinDlER, Christian, “Redes personales en el gobierno de una monarquía compuesta: el Condado de Borgoña, Besançon y la Corte de Madrid”, y PUliDo SERRAno, Juan ignacio, “Políticas matrimoniales de los portugueses en Madrid durante el siglo xvii”, en MolinA PUCHE, Territorios distantes, comportamientos similares, pp. 89-112 y 171-196, respectivamente. 34 ESTEBAn ESTRíngAnA, Alicia y PUliDo SERRAno, Juan ignacio (coords.), Élites de servicio, Servicio de Élites: Medios, fines y logros del servicio al soberano en la Monarquía de los Austrias (siglos xVi-xVii), Seminario de formación e investigación (Universidad de Alcalá, 14-15 de octubre de 2010), en prensa.

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Habsburgos españoles en Europa durante los siglos xvi y xvii 35. Durante el siglo xviii los Borbones intensificaron esta dependencia de la aristocracia no peninsular, a pesar de haber perdido los territorios europeos de origen de esta nobleza (italia, Flandes). Esta aristocracia –junto a otros extranjeros leales a Felipe v como los irlandeses y otros peninsulares  como  los  norteños–  operaba  ahora  directamente  desde  España  (sin  perder  en ocasiones sus vínculos con los territorios de origen), en un proceso de renovación general de las élites peninsulares iniciado tras la llegada al trono del primer borbón36. Muchos extranjeros alcanzaron posiciones claves en la Monarquía porque ellos mismos o su familia pertenecían a este grupo en sus países de origen, de tal forma que la nobleza se constituyó  en  un  elemento  definitorio  y  transversal  a  la  sociedad  del  antiguo  régimen.  Podríamos hablar de la conformación una “internacional de la nobleza” entre distintos territorios de la Monarquía y la creación de un ydeal typus nobiliario que podría explicar la relativa facilidad de integración de sus individuos. Esto es evidente en el caso de italia, donde muchas de estas familias entroncaban directamente con el patriciado de la Roma clásica y difícilmente podían encontrar competidores más acrisolados en el viejo Continente. Además, en el caso de la Monarquía hispánica, al pertenecer a un mismo universo cultural, la identificación con los valores sociales de la sociedad de acogida fue total37, mientras en otros casos geográfica y culturalmente más alejados se dio una adaptación a unos nuevos códigos de comportamiento38.  El proceso de adaptación e integración de la aristocracia irlandesa de origen gaélico a  una  nobleza  pan-europea  en  general  y  castellana  en  particular  resulta  interesante. Al contrario que la Monarquía habsbúrgica en muchos de sus territorios, los monarcas Tudor no pudieron establecer, en su expansión hacia irlanda, una sólida relación de interdependencia con la élite periférica de origen gaélico39. En consecuencia, algunas de las casas nobiliarias más importantes de la isla quedaron fuera del estado dinástico Tudor tras la  guerra  de  los  nueve  Años  (1594-1603)  y  buscaron  su  integración  en  otro  sistema.  Reemplazaron el centro físico de sus aspiraciones desde londres hasta Madrid para integrarse en la nobleza castellana. Aunque la historiografía ha querido ver en esta falta de entendimiento la confrontación de dos mundos aparentemente antagónicos como el inglés

35 yUn CASAlillA, Bartolomé (dir.), Las Redes del imperio. Élites sociales en la articulación de la Monarquía hispánica, 1492-1714, Madrid, Marcial Pons, 2009. 36 RECio MoRAlES, Óscar, “‘los extranjeros del rey’: la nueva posición de los extranjeros en el comercio y ejército borbónico de Felipe v (1700-1746)”, Dieciocho: Spanish Enlightenment, 35.1 (Spring 2012). 37 gAllo, F.F., “italia entre los Habsburgo y los Borbones”, en AlBADAlEJo P.F. (ed.), Los Borbones. Dinastía y memoria de nación en la España del siglo xviii, Madrid, Marcial Pons, 2002, pp. 141-62. ver la aplicación práctica al ocupar importantes cargos en el ejército borbónico: MAFFi, Davide, “Al servicio del Rey: la oficialidad aristocrática de ‘nación’ italiana en los ejércitos borbónicos (1700-1808)”, en RECio MoRAlES, Los Extranjeros y la Nación en España y la América española, pp. 103-121. 38 Desde la década de 1540 Carlos v había emitido títulos españoles de nobleza hereditaria para la aristocracia inca en Perú, lo que permitió a la élite indígena situarse en la pirámide social de territorios como Cuzco: EllioTT, J.H., imperios del mundo atlántico. España y Gran Bretaña en América (1492-1830), Madrid, Taurus, 2006, pp. 524-525. 39 Para inglaterra siguen siendo una excelente aproximación al tema la contribución de CRoMARTiE, A., “The constitutionalist revolution: the transformation of political culture in early Stuart England”, Past and Present, clviii (1999), pp. 76-120 y la monografía de CAnnon, J., Aristocratic Century: the peerage of eighteenth-century England, Cambridge, 1987. Para irlanda ver kAnE, Brendan, The politics and culture of honour in Britain and ireland, 1541-1641, Cambridge, 2010, y sobre el intento de crear una élite de servicio irlandesa, siguiendo el modelo de la nobleza titulada inglesa, ver oHlMEyER, Jane, Making ireland English: The irish Aristocracy in the Seventeenth Century, londres, yale University Press, 2012.

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y  el  gaélico-irlandés,  lo  cierto  es  que  grandes  casas  nobiliarias  gaélicas,  incluidas  los  o’neill o los o’Donnell, compartían el mismo lenguaje del honor que sus homólogos ingleses, aunque diferentes aspiraciones políticas40. El universo hispano estaba mucho más alejado. Con el fin adaptar su discurso a la aristocracia europea, la nobleza irlandesa adaptó la terminología en uso en irlanda al espacio continental41; pero su integración entre sus iguales castellanos no fue tan simple. Claramente el elemento religioso, el supuesto origen étnico peninsular y el ethos militar de los nobles gaélicos jugaron a favor de su integración entre la nobleza castellana42. Pero si la espada fue un argumento importante en los títulos de nobleza en España, algo más difícil para los irlandeses fue el uso de la pluma, su adaptación al complejo aparato burocrático hispano. la idea nobiliaria implicaba un reconocimiento público de tal condición, que en irlanda y en España eran muy distintas. En España, se recurría a distintos instrumentos, siendo uno de los más conocidos las pruebas de nobleza de acceso a las órdenes militares. En todo caso, el ascenso dentro del estamento privilegiado fue una característica común a toda la nobleza en la órbita hispana y fue asumido  por  los  propios  irlandeses.  Así,  cuando  en  1786  el  teniente  general  Alejandro  o’Reilly encargó a un profesional de la ingeniería genealógica en irlanda la reconstrucción de su casa no puso precio al encargo, porque éste debía de realizarse “in such a manner as to admit no contradictions nor difficulty in being admitted and registred in the Supreme Council of Castile which is very exact and circunspect in the proofs of Family’s”43. la eclosión de los estudios militares durante los últimos años también ha tenido su reflejo en el análisis de la aportación de los extranjeros, siendo los dos modelos mejor estudiados el flamenco y el irlandés. Sin embargo, el estudio de las redes sociales en el ejército  tiene  todavía  una  gama  amplísima  de  posibilidades.  En  el  xviii,  por  ejemplo,  la importancia alcanzada por los militares extranjeros en las capitanías generales, en las reformas político-militares de los Borbones y en la cultura de la ilustración, las redes sociales centradas en personajes destacados pueden resultar muy útiles. las biografías sobre algunos individuos de origen extranjero se están demostrando un método válido para explorar  sus  redes  sociales.  Muchos  de  estos  personajes  actuaron  como  actores  sociales principales, como fue el caso de Florence Conry para la comunidad irlandesa del  xvii y el de Ricardo Wall para el xviii, de quienes ya contamos con sendas biografías44. También contamos  con  la  biografía  de  inés  Joyes  y  Blake,  autora  de  Apología de las mujeres (1798), ella misma perteneciente a una rica familia de origen irlandés dedicada al comer40 kAnE, Brendan, “A dynastic nation? Re-thinking national conciousness in early seventeenth-century ireland”, en FinnEgAn, David, HARRigAn, Marie-Claire y o CiARDHA, Eamonn (eds), The Flight of the Earls, Derry, guildhall Press, 2010, pp. 124-131. 41 kAnE, Brendan, “Making the irish European: gaelic Honor Politics and its Continental Contexts”, Renaissance Quarterly, vol. 6, no. 4 (2008), pp. 1139-1166. 42 En el sustrato común nobiliar entre España e irlanda las armas ocuparon un lugar clave. De la misma forma que la Reconquista imprimió un fuerte carácter en la aristocracia de los reinos peninsulares, el carácter violento de la sociedad gaélica imprimió un carácter definidor para los nobles irlandeses: EDWARDS, David, lEniHAn, Pádraig y TAiT, Clodagh (eds.), Age of Atrocity: Violence and political conflict in early modern ireland, Dublín, Four Courts Press, 2007. ver también SHUgER, Debora, “irishmen, Aristocrats, and other White Barbarians”, Renaissance Quarterly, vol. 50, no. 2 (Summer, 1997), pp. 494-525. 43 Trinity College Dublin, o’Reilly papers, Mss. 3395, f. 404: “The requirements to be fulfilled in drawing up Count o’Reilly pedigree”. 44 HAZARD, Benjamin, Faith and Patronage: The Political Career of Flaithrí Ó Maolchonaire c. 1560-1629, Dublín, irish Academic Press, 2010; TéllEZ AlARCiA, Diego, D. Ricardo Wall. Aut Caesar aut nullus, Madrid, Ministerio de Defensa, 2008 y Absolutismo e ilustración en la España del siglo xViii. El despotismo ilustrado de D. Ricardo Wall, Madrid, 2010.

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cio en España45. En todo caso, las biografías de personajes de origen extranjero siguen siendo todavía escasas, salvo notables excepciones. Una de ellas la constituye William lamport, quien ha despertado un extraordinario interés como lo demuestran las (al menos) cuatro biografías sobre el personaje en distintos idiomas y las numerosas contribuciones académicas46. El estudio de las familias puede dar grandes resultados, sobre todo en la política matrimonial seguida. Excepto para la comunidad de inmigrantes de origen portugués en el Madrid del siglo xvii estudiada por Pulido, no existen muchos trabajos sobre las políticas matrimoniales practicadas por otras comunidades de nación extranjera47. El matrimonio con una española podría representar un elemento importantísimo de integración en la sociedad de acogida, máxime cuando las leyes españolas eran favorables en este sentido. normalmente se ha podido comprobar que durante la primera generación de comerciantes de origen extranjero la tendencia ha sido la de contraer matrimonio con una persona de la misma nación, sobre todo porque esto ha servido para fortalecer los lazos con otras familias de la misma comunidad y del mismo ámbito socio-profesional. En otras ocasiones a través del matrimonio el extranjero extiende sus vínculos personales con la sociedad de acogida. A este respecto cabe destacar el riquísimo fondo documental de la familia Blake, conservado en el Archivo general Militar de Madrid. Su reciente inventario resulta un instrumento fundamental  para  los  investigadores,  con  más  de  1.271  unidades  documentales  que  van  desde 1475 hasta 1919. Raramente se puede contar con una documentación tan completa e inventariada para estudiar el ascenso económico y social de una familia (y su acertada política matrimonial) desde que llegó a España procedente de irlanda en el siglo xvii48. loS ESPACioS DE PoDER las redes de nación operaban en la Monarquía hispánica a todos los niveles, desde el municipio hasta la Corte y desde los territorios europeos hasta la América española. En 45 BolUFER PERUgA, Mónica, La vida y la escritura en el siglo xViii. inés Joyes: Apología de las mujeres, valencia, Universidad de valencia, 2008. 46 guillén lombardo (Wexford, 1611–México, 1659) fue un protegido del Conde Duque de olivares (de ahí su segundo apellido de Guzmán), quien le consiguió una plaza en el prestigioso Colegio de San lorenzo el Real de El Escorial. Después de servir como diplomático en Europa, en 1640 pasó a México para servir supuestamente como agente del Conde-Duque. Se inventó en cambio una genealogía para hacerse pasar por hijo ilegítimo del rey Felipe iii y se aprestó a organizar una revuelta junto a los indígenas con el fin de proclamarse él mismo rey de nueva España. Sus ideas políticas le condujeron en 1643 delante de la inquisición y pasó 17 años en la cárcel antes de ser ejecutado en 1659: CREWE, Ryan Dominic, “Brave new Spain: An irishman’s independence Plot in Seventeenth-Century Mexico”, Past and Present, 207 (2010), pp. 53-87. la abundante documentación conservada de su proceso inquisitorial ha hecho que este personaje cuente con una abundante bibliografía,  que  incluye  cuatro  biografías: gonZÁlEZ oBREgÓn,  luis,  D. Guillén de Lampart, la inquisición, y la independencia en el siglo xVii, Ciudad de México, 1908; MEZA gonZÁlEZ, Javier, El laberinto de la mentira: Guillén de Lamporte y la inquisición, México, 1997, TRonCARElli, Fabio, La spada e la croce. Guillén Lombardo e l’inquisizione in Messico, Roma, 1999, y RonAn, gerard, The irish Zorro: The Extraordinary Adventures of William Lamport (1610-1659), Dingle, 2004.  47 PUliDo SERRAno, “Políticas matrimoniales de los portugueses en Madrid durante el siglo xvii”, pp. 171196. 48 inventario de la Colección Blake en el Archivo General Militar de Madrid, instituto de Historia y Cultura Militar, Ministerio de Defensa, 2010. El cabeza de familia, Joaquín Blake y Joyes (1759-1827) alcanzó el grado de capitán general de los Ejércitos, Presidente del Consejo de Regencia de las Cortes de Cádiz en 1810 y Presidente del Consejo de Estado (1820-23), entre otros.

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consecuencia, es difícil delimitar su presencia desde el punto de vista territorial, máxime si tenemos en cuenta la acusada movilidad geográfica de algunos de sus actores principales. Aún así, todo parece indicar la existencia de algunos espacios más idóneos que otros. Como no podía ser de otro modo, los más evidentes son la Corte y los grandes centros financieros-comerciales como Sevilla y Cádiz. ninguna sorpresa si sobre ambos emporios comerciales  –firmemente  enmarcados  en  la  historia  atlántica–,  encontramos  una  abundante bibliografía sobre extranjeros dedicados al comercio, mientras no ocurre lo mismo para los puertos del levante y del Mediterráneo.  Para la América española esta presencia, en principio, resulta más problemática. Algunas de las redes de nación, al moverse entre imperios coloniales y comerciales competidores entre sí y en un contexto de casi permanente confrontación armada entre las potencias, debían de mantener un delicado equilibrio. Este es el caso precisamente de los irlandeses49. Además, aunque siempre hubiera medios para sortear las restricciones gubernamentales, con carácter general los extranjeros siempre operaban bajo sospecha, bien porque el mercado regulado imponía restricciones económicas (desde el monopolio castellano hasta la carga exacta de la flota), bien por la política migratoria de la corona, las sospechas de servir al contrabando de las potencias competidoras o el temor de los propios grupos locales a la competencia50. Aquí se enmarcan las presiones de los Consulados de naturales para limitar las cartas de naturaleza durante el xvii y el pago en forma de composiciones51. otros espacios de contacto entre imperios, de carácter “híbrido” y de frontera también resultaban idóneos para estas redes52. los espacios geográficos de frontera, de ser considerados un tiempo como espacios borrosos de la legalidad y políticamente irrelevantes –a no ser por su condición de lugares de disputa militar entre potencias–, están adquiriendo últimamente una mayor centralidad e importancia como lugares, también, de interacción cultural, de negociación y de cooperación53. En estos espacios de contacto entre imperios la información resultaba clave54. Un caso paradigmático es el “gran Caribe”. Este gran 49 Remito a los estudios recogidos por el anterior volúmen PéREZ ToSTADo, igor y gARCíA HERnÁn, Enrique (eds.), irlanda y el Atlántico ibérico: Movilidad, participación e intercambio cultural (1580-1823), valencia, Albatros Ediciones, 2010. 50 konETZkE, Richard, “legislación sobre emigración de extranjeros en América durante la época colonial”, Revista internacional de Sociología, 11-13 (1945), vol. ii, pp. 269-299. 51 ÁlvAREZ nogAl, Carlos, “Mercados o redes de mercaderes: el funcionamiento de la feria de Portobelo”, en BöTTCHER, Redes y negocios globales en el mundo ibérico, pp. 53-86; Poggio, Eleonora, “las composiciones de extranjeros en la nueva España, 1595-1700”, en RECio MoRAlES, Los Extranjeros y la Nación en España y la América española, pp. 177-193. 52 PERAlTA RUiZ, víctor, Patrones, clientes y amigos. El poder burocrático indiano en la España del siglo xViii, Madrid, CSiC, 2006; ARRoyo RUiZ, l., “Redes de influencia. Relaciones privilegiadas en el comercio colonial a finales del siglo xviii: los Marticorena y su correspondencia epistolar”, Nuevo mundo, mundos nuevos, nº 7 (2007); TARRAgÓ, griselda, “En los márgenes de la monarquía. Configuraciones espaciales y nueva territorialidad borbónica: el Río de la Plata en la primera mitad del siglo xviii”, iii Jornadas de Historia de las Monarquías ibéricas. Las indias Occidentales: procesos de integración territorial (siglos xVi-xix), México, El Colegio de México/Red Columnaria, 25, 26 y 27 de septiembre de 2007. 53 Una  reciente  reflexión  sobre  este  tema  en  la  introducción  de  BERTRAnD,  Michel  y  PlAnAS, natividad (eds.), Les sociétés de frontière: De la Méditerranée à l’Atlantique (xVie-xViiie siècle), Madrid, Casa de velázquez, 2011, pp. 1-20. Para el estudio de una zona concreta, la frontera sur de los actuales Estados Unidos, resulta de gran interés los trabajos recogidos por AllEn SMiTH, gene y HilTon, Sylvia l. (eds.), Nexus of Empire: Negotiating Loyalty and identity in the Revolutionary Borderlands, 1760s-1820s, gainesville, Fl, University of Florida, 2010. 54 lAMikiZ, xabier, “Patrones de comercio y flujo de información comercial entre España y América durante el siglo  xviii”, Revista de Historia Económica-Journal of iberian and Latin American Economic History, 2 (2007), vol. xxv, pp. 231-258.

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centro del Atlántico ha adquirido una especial relevancia durante los últimos años para el estudio no sólo de las conexiones entre distintos imperios atlánticos, sino entre comunidades de origen extranjero al interno de cada uno de estos imperios55. Alguna de las islas “marginales” de esta zona durante el xvii adquirieron una crucial importancia en el xviii. Una vez más, el caso de los irlandeses en el Caribe también resulta interesante, porque de ser enmarcados casi exclusivamente en una historia de sufrimiento y explotación56 se ha pasado a una de mayor complejidad en los recientes estudios57. A lo largo del  xvii la capacidad de negociación de los irlandeses en este territorio, tanto con las autoridades británicas como españolas, ha sido puesta de relevancia recientemente por Block y Shaw en un magnífico artículo58, relativizando así la imagen única del traslado forzoso desde irlanda. Su participación en las propias estructuras imperiales del viejo Continente también ha sido un proceso estudiado por Pérez Tostado59.  Desde mediados del xviii, tanto en España como en la América española puede observarse un intento de mayor control de las actividades de los extranjeros y de sus redes60. Esta “ofensiva” forma parte de un proceso más amplio de reducción del poder de grupos corporativos, desde los colegiales en la Universidad hasta los cuerpos privilegiados del ejército (guardias reales y regimientos de nación). Muchas de estas reformas no consiguieron sus objetivos, pero lo cierto es que a partir de la segunda mitad del xviii se sucedieron las órdenes de expulsión de los extranjeros establecidos en América sin carta de naturaleza o sin expreso permiso real. los estudios sobre Cartagena de indias a partir de 175061 y del Perú durante el tercer cuarto del siglo xviii también han constatado una mayor presión hacia los comerciantes extranjeros62. Estas presiones llegaron principalmente desde el propio virrey y desde el Tribunal del Consulado de lima63.

55 CRESPo SolAnA, Ana, Mercaderes Atlánticos: Redes del comercio flamenco y holandés entre Europa y el Caribe, Córdoba, Universidad de Córdoba-Cajasur, 2009. 56 DUnn, Richard S., Sugar and Slaves: The Rise of the Planter Class in the English West indies, 1624-1713, Chapel Hill, nC, 1972; o’CAllAgHAn, Sean, To Hell or Barbados: The Ethnic Cleansing of ireland (Brandon, 2000); BECklES, Hilary McD., “A ‘riotous and unruly lot’: irish indentured Servants and Freemen in the English West indies, 1644-1713”, The William and Mary Quarterly, 3rd ser., vol. 47, no. 4 (1990), 503-522. 57 HARMAn AkEnSon,  Donald, if the irish ran the world. Montserrat, 1630-1730,  Montréal  y  kingston, 1997. 58 BloCk, kristen y SHAW, Jenny, “Subjects without an Empire: the irish in the Early Modern Caribbean”, Past and Present, 210 (2011), pp. 33-60. 59 PéREZ ToSTADo, igor, “Buscando el amparo de los españoles: participación irlandesa en la estructura militar hispana en el Caribe. Siglo xvii”, en MARCHEnA, Juan y CHUST, Manuel (eds.), Por la fuerza de las armas: Ejército e independencia en iberoamérica, Castellón de la Plana, Universitat Jaume i, 2008, pp. 41-62.  60 RECio MoRAlES, Óscar, “las reformas carolinas y los comerciantes extranjeros en España: actitudes y respuestas  de  las  ‘naciones’  a  la  ofensiva  regalista,  1759-1793”,  Hispania: Revista Española de Historia,  en prensa. 61 gÓMEZ PéREZ, Carmen, “los extranjeros en la América colonial: su expulsión de Cartagena de indias en 1750”, Anuario de Estudios Americanos, 37 (1980), pp. 279-311. 62 CAMPBEll, leon g., “The Foreigners in Peruvian Society during the Eighteenth Century”, Revista de Historia de América 73-74 (1972), pp. 153-163; PARRÓn SAlAS, Carmen, “El nacionalismo emergente y el comercio. la expulsión de extranjeros de América (Perú), 1750-1778”, en Actas del xi Congreso de la AHiLA, liverpool, Universidad de liverpool, 1998, vol. i, pp. 200-218; MoRAlES ÁlvAREZ, Juan M., Los extranjeros con Carta de Naturaleza de las indias durante la segunda mitad del siglo xViii, Caracas, Academia nacional de la Historia, 1980. 63 lAMikiZ, xabier, “Extranjeros en el Perú colonial y su participación en el comercio transatlántico, 17501783”, Congreso internacional de AHiLA “1808-2008: Crisis y Problemas en el Mundo Atlántico”, Universiteit leiden (leiden), 26/29 agosto 2008, p. 7.

Redes de nación y espacios de poder

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Esta situación de mayor presión hacia los extranjeros en la América española podría resultar en principio paradójica, si tenemos en cuenta el papel que cumplieron precisamente los reformadores peninsulares de origen extra peninsular en las reformas carolinas del nuevo Mundo64. Sin embargo, este grupo de agentes del rey estaban en mejor posición  que  muchos  extranjeros.  las  tradicionales  sospechas  hacia  los  extranjeros  en  la América hispana podía volverse en abierta hostilidad en determinadas crisis políticas y económicas. los ejemplos de la independencia norteamericana y la situación política creada en Europa tras la Revolución francesa hicieron que numerosos extranjeros, por diferentes razones y no necesariamente bajo las armas de sus países de origen, tomaran parte en los procesos de independencia de las colonias españolas entre 1810 y 1825. Una vez más, el caso irlandés rompe todos los tópicos. Desde los tiempos de Felipe ii e isabel i de inglaterra, y hasta prácticamente fines del xviii, la política española con respecto a irlanda y a los irlandeses en el continente había resultado un motivo de tensión entre ambas potencias. Como es sabido, Madrid sostuvo el envío de hombres y armas a irlanda y de forma ininterrumpida recibió durante dos siglos a miles de irlandeses en sus ejércitos. Tras el estallido de los movimientos emancipadores en iberoamérica, era ahora Madrid quien alertaba de la simpatía encontrada por los insurgentes en irlanda, y del envío de armas y de voluntarios para combatir contra la corona española65. Es cierto que las palabras de un orador católico de los irish Friends of South American independence acusando a España de ser el “horror del cristianismo” sólo debemos situarlas en el contexto de un acalorado discurso que recogía fondos para la causa66. Pero ilustran a la perfección la utilización de distintos discursos y su adaptación a un contexto determinado.  En esta contribución hemos visto que, diversamente a otras disciplinas que también utilizan el análisis de las redes sociales, los historiadores se enfrentan a distintas limitaciones como la cantidad y calidad de la documentación conservada, su dispersión y su selección. Superados los obstáculos en este sentido, los vínculos sociales entre individuos tienen  un  carácter  extremadamente  complejo.  no  estamos  ante  modelos  matemáticos. Con todo, el análisis de las redes sociales como instrumento puede ser muy útil en la aproximación al estudio de las dinámicas de la sociedad del antiguo régimen. Como hemos visto a lo largo de estas páginas, durante los últimos años la historiografía ha obtenido unos resultados extraordinarios en este sentido, sobre todo con el análisis de las redes sociales intra peninsulares. Con carácter general, sin embargo, existe una evidente desproporción entre estos estudios y los dedicados a las redes de origen extra peninsular, operativas  al  interno  o  en  los  márgenes  de  la  Monarquía.  Esto  se  explica,  en  parte,  a  que numerosos estudios sobre familias, grupos y redes sociales intra peninsulares han tenido

64 RECio MoRAlES, Óscar, “El papel de los irlandeses peninsulares en las reformas de la América española del xviii”, en PéREZ ToSTADo, irlanda y el Atlántico ibérico, pp. 177-192. 65 las preocupaciones del embajador español en londres sobre esta situación pueden seguirse en BRoWnRigg-glEESon MARTínEZ, José-Shane, “inmigrantes entre la lealtad y la rebeldía: los irlandeses en los procesos de independencia de la gran Colombia (1821) y Texas (1836)”, en REy TRiSTÁn, Eduardo y CAlvo gonZÁlEZ, Patricia (coords.), 200 años de iberoamérica (1810-2010): Actas del xiV Encuentro de Lationoamericanistas Españoles, Santiago de Compostela, Universidad de Santiago, 2010, pp. 901-920. El trabajo de referencia fundamental sigue siendo BRoWn, Matthew, Adventuring through Spanish colonies. Simón Bolívar, Foreign Mercenaries and the Birth of New Nations, liverpool, liverpool University Press, 2006. 66 Charles Phillips, “Speech delivered at a splendid complimentary dinner given to the irish legion by the Friends of South American Freedom, at Morrison’s Hotel, Dublin”, en The Speeches of Charles Phillips, Esq., londres, W. Simpkin & R. Marshall, 1822 (2ª ed.) [1ª ed. 1817], cit. por BRoWnRigg-glEESon, “inmigrantes entre la lealtad y la rebeldía”, p. 912.

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una  base  local  o  regional  (con  notables  excepciones,  como  los  estudios  sobre  el  grupo vasco-navarro, que abarcan una dimensión imperial). Reflejo de esta situación, en muchos de los estudios realizados sobre grupos extra peninsulares todavía se mantiene un peso importante de lo local. Aunque cada vez conozcamos más sobre los distintos “modelos” de naciones operativos en la Monarquía, todavía queda mucho por estudiar sobre las redes sociales al interno de cada uno de ellos, pero sobre todo de los elementos de cooperación o de competencia entre ellos desde una óptica comparativa. Pero incluso para un mismo modelo de nación estamos todavía lejos de aplicar el concepto de red social transversal a distintos ámbitos socio-profesionales, ya que normalmente han sido estudiados por separado en el comercio, el ejército, la cultura, el municipio o la alta administración.

II ESPACIOS DE PODER: CORTE Y MONARQUÍA

EL vIRREInAto En LAs MonARquíAs HIspánICA y BRItánICA: CoRtEs sIn soBERAno En LA EuRopA ModERnA* Manuel Rivero Rodríguez Instituto universitario La Corte en Europa, universidad Autónoma de Madrid

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ABItuALMEntE se considera que el estudio de los virreyes y del virreinato concierne casi exclusivamente a una técnica de gobierno creada por las monarquías ibéricas en el siglo XvI, contemplándose como un problema singular que no tiene parangón en otros rincones de Europa, lo cual no es realmente así. Ciaran Brady definió Irlanda bajo los tudor en términos muy reconocibles para, por ejemplo, un historiador interesado en la nueva España o nápoles bajo los Austrias: “the high sixteenth century could justifiably be classified as the age of viceroys”1. La historia y desarrollo de la figura viceregia, es decir, la de un personaje que actúa como vicario del soberano en uno de sus estados patrimoniales, ilustra un problema inherente a los conglomerados dinásticos europeos de la Edad Moderna. una rápida ojeada a las experiencias de gobierno de las dinastías tudor, Estuardo, vasa, valois, Borbon, Avis, Habsburgo, Médicis, etc. nos muestra que todas tuvieron un problema común: la articulación de los estados que poseían en un conjunto armónico. Es decir, la capacidad de ser soberanos de muchos estados y mantener la distinción de ser soberanos de cada estado en particular. A mi modo de ver, este es uno de los problemas esenciales en el estudio de la dinámica del gobierno en las monarquías europeas del Antiguo Régimen2.  El problema del soberano ausente y los mecanismos ingeniados para dulcificar, disimular o paliar esa ausencia fueron moneda corriente en un mundo como el del antiguo régimen donde, a diferencia del estado nacional, se procuraba por todos los medios que los súbditos sintiesen la existencia de vínculos de compenetración con sus soberanos de naturaleza afectiva, no espacial, donde una cadena de mando centro-periferia, de la capital hacia  las  provincias  era  siempre  la  manifestación  del  mal  gobierno  y  donde  podemos

*  Este trabajo se inscribe en el proyecto HAR2009-12614-C04-03 “Las contradicciones de la Monarquía Católica entre la razón de Estado y la obediencia a Roma” . 1 BRAdy, Ciaran, The chief governors. The rise and fall of government in Tudor Ireland, Cambridge, 1995, p. XI. 2 RIvERo RodRíguEz, Manuel, La edad de oro de los virreyes. El virreinato en la Monarquía Hispánica durante los siglos xvI y xvII, Akal, Madrid, 2011, pp. 295-324. 55

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constatar que todas las dinastías procuraron, a través de sus casas y cortes, crear espacios de comunicación, que articulasen flujos de ida y vuelta, emulando el contacto personal. La monarquía británica de la Casa Estuardo constituye un útil punto de comparación (y paralelo) a los Austrias españoles en muchos aspectos. thomas Hobbes en el preámbulo de su diálogo Behemoth describió perfectamente la naturaleza de la autoridad de Carlos Estuardo, la de ser rey de tres reinos al mismo tiempo: “En el año 1640 el gobierno de Inglaterra era monárquico y reinaba Carlos, primero de tal nombre, quien poseía la soberanía por derecho de descendencia continua a lo largo de más de seiscientos años; era rey de Escocia por descendencia mucho más larga aún, y de Irlanda desde los tiempos de su antepasado Enrique II; un hombre adornado de todas las virtudes, de cuerpo y de espíritu, y que volcaba todo su esfuerzo en cumplir con su deber para con dios en el buen gobierno de sus súbditos” 3. Rey en tres reinos, en tres formas, tiempos y tradiciones diferentes.  En Irlanda los soberanos tudor se valieron de la solución virreinal empleando un alter ego, cuyo título era Lord Lieutenant pero que era indistintamente calificado viceroy en los documentos. obsérvese el paralelismo con la Corona de Aragón donde la figura viceregia nace también de la lugartenencia, de los lloctinents bajomedievales4. Los virreyes de Irlanda disponían de prerrogativas muy amplias, una alteridad plena respecto al soberano, habitaban en el palacio real de dublín donde disponían de casa y Corte en términos muy semejantes a los virreyes de sicilia o nueva España y aún hoy día puede visitarse la galería de sus retratos en su emplazamiento original5. Como ocurriera en otras latitudes, los tiempos y formas de incorporación a la dinastía (concesión papal en el caso irlandés, sucesión en los de Escocia e Inglaterra) implicaron que sus respectivos regímenes de gobierno fueron distintos y también su relación con el rey. Mientras que los irlandeses del siglo XvII habían perdido la memoria del tiempo en que sus soberanos llevaban ausentes, los escoceses tuvieron esa experiencia de forma tardía y anómala, para ellos no era natural que el rey no conviviese con ellos. Los soberanos Estuardo no resolvieron su abandono del reino de una forma decidida ni parece que fueran capaces de mantener en Edimburgo una casa y corte separada bajo un virrey. de modo que, the Absentee King (“el rey ausente”), se resolvió fuera del marco institucional, mediante un mecanismo informal como fue dejar en el reino a un hombre del séquito del monarca, de su entera confianza, sin más prerrogativa que su acceso privado a la real persona. Jacobo vI, al ser coronado rey de Inglaterra delegó esta confianza en el duque de Lennox encomendando a sus súbditos dirigirse a él como si fuera su misma persona; en su discurso de despedida en saint giles, el 3 de abril de 1603, hizo un enorme esfuerzo para que no se interpretase su viaje a Londres como abandono o desamparo, “no veáis en mí a un soberano que va de un sitio a otro sino a un soberano cumplidor de las leyes que va de un lugar a otro en la isla para atenderos mejor”6.

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HoBBEs, thomas, Behemoth, Barcelona, tecnos, 1992, p. 6. MAtEu IBARs, Josefina, “notas sobre historiografía de los virreinatos de Cataluña y otros de la Corona de Aragón (1954-1984)”, Primer Congrés d’Història Moderna de Catalunya, Barcelona, 1984, vol. II, p. 65 y ss. 5 sobre los orígenes y su perfil institucional ver: gILBERt, John, History of the viceroys of Ireland; with notices of the Castle of Dublin and its chief occupants in former times, dublin & London, J. duffy, pp. 564-568 y p. 569; BAgwELL, Richard, Ireland under the Tudors; with a succinct account of the earlier history, Longmans & green, London, 1885, 3 vols, vol. I, pp. 100-101; RAppLE, Rory, Martial Power and Elizabethan Political Culture. Military Men in England and Ireland, 1558-1594, Cambridge, 2009, pp. 250-259. 6 MACkIE, J.d., A History of Scotland, Harmondsworth, penguin, 1991, pp. 187-189.  4

El virreinato en las monarquías hispánica y británica

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Esta situación dañó los lazos personales de comunicación entre rey y súbditos, la insuficiencia del patronazgo real, la debilidad de la capacidad munificadora del rey con oficios y rentas para premiar servicios fue una causa de descontento, agravado con la residencia del soberano en Londres. En 1627 el secretario Coke propuso una especie de unión de armas británica para paliar esta fuente de agravio proponiendo la plena integración de los naturales del reino en los oficios de Casa y Corte o en el acceso a las colonias7. Los paralelismos son tan marcados que kevin sharpe al abordar la rebelión escocesa de 1637 no dudó en trazar un paralelo con la Monarquía hispana fundamentando el núcleo de la crisis en la ausencia8. se podía aventurar una hipótesis para un análisis comparativo entre, por ejemplo, Escocia y portugal, los grupos dirigentes de ambos reinos eran antagónicos con los del territorio que el soberano había adoptado como lugar de residencia casi permanente, Inglaterra o Castilla, teniendo ambos una larga historia de rivalidad comercial y de guerras, con el agravio añadido de una memoria reciente de cortes residentes en el reino, en Edimburgo o en Lisboa. Como nos recuerda el análisis de sharpe, en un sistema basado en el gobierno personal, la mayor fuente de debilidad para un gobernante radicaba en la impersonalidad: cuanto más lejos percibieran los súbditos la persona del monarca más probabilidades había de descontento y sedición. Así, Carlos I de Inglaterra se enfrentó a problemas cuya raíz era muy semejante a los que afrontó Felipe II con los holandeses o Felipe Iv con catalanes, portugueses e italianos. puede añadirse que el descontento por la ausencia y por la alteración de la república desde el extranjero era motivo frecuente de las separaciones de conglomerados dinásticos, los ejemplos se sucedieron en toda Europa. Con cierto sarcasmo Lady Bracknell comentó que a un soberano le podía ocurrir que perdiera un reino, eso era casi normal, perder tres, como le ocurrió a Carlos I, denotaba un descuido imperdonable (“to lose one kingdom might happen to any king, but to lose three savours of carelessness”)9. Esta anécdota sirve para traer a un primer plano un hecho que no es anecdótico. Lo que los historiadores han descrito como una guerra civil o “revolución” fueron tres conflictos interrelacionados, en tres reinos separados. La confluencia de los tres puso en evidencia la profunda crisis de la monarquía británica, en términos no muy diferentes a las que atravesaban contemporáneamente las de Francia y España10. El hundimiento del sistema provocó una auténtica bancarrota política de modo que, siguiendo un paralelo con el concepto de estado fallido que manejan los politólogos, la británica fue una “Monarquía fallida”, mientras que las casas de Borbón y Austria superaron la encrucijada reinventando sus respectivas monarquías. visto así, proponemos una lectura diferente de la crisis general, los historiadores no se han cansado de establecer una fuerte identidad entre conflicto y decadencia, dudo mucho que las revueltas y revoluciones de la década de 1640 puedan servir para demostrarlo. Además, teniendo en cuenta la tormentosa historia política del siglo  XvII británico no puede decirse que las islas pasaran por su mejor momento ni en aquellos años ni en los inmediatamente posteriores, durante el llamado “interregno”, hundiéndose su sistema político en un abismo de incertidumbre y caos11. 7 RussELL, Conrad, “the British problem and the English Civil war”, en gAunt, p. (ed.), The English Civil War Blackwell, oxford, 2000, pp. 81-83. 8 sHARpE, kevin, The personal rule of Charles I, new Haven-London, yale university press, 1992, pp. 769802. 9 Cit. por RussELL, “the British problem and the English Civil war”, p. 82. 10 Roots, Ivan, “union and disunion in the British Isles, 1637-1660”, en Ibidem (ed.), Into another mould: Aspects of the interregnum, univ. Exeter press, 1998, pp. 1-29. 11 véase la introducción a Roots, Into another mould, pp. XI-XIX.

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La crisis política de los agregados dinásticos heterogéneos se hallaba inscrita en la propia  al  modelo  cortesano  instaurado  a  comienzos  del  siglo  XvI.  Los  soberanos  europeos se esforzaron por mostrar su ausencia como un accidente circunstancial, un mal menor paliado por la atención constante, por el cumplimiento escrupuloso de sus obligaciones como pater familiae, trabajando sin desmayo para que el gobierno, a los ojos de los súbditos, fuera siempre personal. sin embargo, pese a que se ingeniasen procedimientos que permitiesen mantener presentes a los reyes ausentes, los límites de integración fundados sobre la economía del don, dar-recibir-restituir se vieron rebasados por las expectativas de individuos y grupos sociales. La ruptura del vínculo rey-súbditos, alterada por la presencia de intermediarios indeseados, “el mal gobierno”, estuvieron en el fondo de la crisis que sufrió el sistema monárquico-cortesano europeo a mediados del siglo XvII tanto en la monarquía de España como en las de Francia o Inglaterra. Cabe señalar que esta posibilidad de crisis no fue un hecho inesperado. Los soberanos ausentes siempre contaron con el peligro de la sedición y queda claro que el modelo elaborado en el siglo XvI, articulado por visitas e intermediarios que mantuviesen abierto el acceso al rey comenzó a fallar a mediados del XvII. La forma en que las monarquías de Inglaterra y España resolvieron sus respectivas coyunturas fue muy diferente. Los Estuardo sucumbieron, los Austrias, por el contrario fueron capaces de dominar la incertidumbre y salir parcialmente airosos del trance, Felipe Iv y sus ministros restauraron equilibrios  que  dieron  lugar  a  la  recuperación  del  “annus  mirabilis”  de  1652.  Los  Austrias tuvieron éxito donde los Estuardo fracasaron, la Monarquía hispana se mantuvo como un edificio estable, sólidamente cimentado sobre consensos que impidieron que los nuevos motines y altercados acabasen en revoluciones (a excepción de Messina) mientras que las islas británicas no lograrían superar su larga postración política hasta la llegada al trono de la casa de Hannover.  LAs unIonEs dE REInos Los soberanos de las casas de Hannover en las islas Británicas y Borbón en España estuvieron convencidos de que la fusión de los estados había de ser la solución a todos los problemas estructurales que padecían, allanaría obstáculos para buscar la cooperación de los súbditos, racionalizaría las cargas y distribuiría de forma más equitativa tanto el gasto como los ingresos del gobierno, no era tanto un problema de unidad o centralismo como de desaparición de la emulación de las partes, las desigualdades y los agravios comparativos a que daba lugar la perpetua competición entre estados. El regalismo sustentaría una nueva doctrina de la naturaleza del poder al identificar las posesiones de los soberanos  como  comunidades  políticas,  pese  a  que  la  tradición,  el  derecho  o  la  historia hicieran imposible esa asimilación. En términos generales, la solución deseada fue la fusión de diversas repúblicas en una sola, lo cual implicaba por una parte fundir en una las casas reales, las asambleas estamentales y la naturaleza de los súbditos. tal fue el caso, bien  conocido,  de  los  reinos  de  la  Corona  de Aragón,  Mallorca, valencia, Aragón  y  el principado de Cataluña asimilados a Castilla, transformados en provincias, erigiéndose idealmente el reino de España tras los decretos de nueva planta. Así mismo la unión de Escocia e Inglaterra de 1702 seguía pautas de aparente espontaneidad y necesidad expresada por los súbditos, es decir, los parlamentos de Inglaterra y Escocia se unieron en uno solo, la bandera “nacional” Union Jack se diseñó con la superposición de las enseñas de

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Inglaterra y Escocia dando imagen a tal proceso al hondear en todos los edificios públicos y ser el pabellón identificativo de navíos y ejércitos. El regalismo ilustrado siempre tuvo sus límites en la contradicción inherente a que si todo era reformable y mejorable en aras de la razón o la utilidad la legitimidad de las casas reales se sustentaba sobre tradiciones y costumbres poco útiles o racionales que no podían demolerse sin más, a menos que se procediese a la autodestrucción. Las fusiones fueron parciales, solo afectaron a casos pero nunca a la totalidad de los estados propiedad de un soberano, los estados del rey de España no se transformaron en Estado español sino en corona de España12. En 1723, santiago Agustín Riol, en la presentación de su informe sobre la administración, describía la tradición (que había sustentado el sistema de la dinastía anterior) como totalmente perniciosa, era “desorden”, el mayor peligro al que debía enfrentarse Felipe v, porque “este desorden careciendo de cuerpo, y ocultando el nombre de enemigo, con el especioso título de costumbre, se atreve y logra invertir todo el orden formal de su político y civil gobierno, a ofender visivamente las soberanas regalías y derechos de la Corona, el decoro de la magestad, el honor de los tribunales, las conciencias de sus ministros, la recta administración de justicia y generalmente el común interés de todos, sin que sea exento de sus perjudiciales efectos reyno, provincia, ciudad, pueblo, ni comunidad, porque a todas alcanza según la qualidad y proporción de cada uno. Estableció su tirano dominio poco a poco con dulce humilde principio, prevalido de la disidia natural de los hombres y de los accidentes del tiempo y creció su autoridad a formidable e invencible, recibiendo en lugar de su merecido desprecio, cultos y adoraciones de la ignorancia o malicia que funda sus intereses en su continuación y castiga como delinquentes a los que no siguen su supersticiosa ceguedad”13. El regalismo al someter todas las jurisdicciones a una sola, la del rey, echó por tierra todo el complejo tejido de lealtades que en torno a la defensa de lo católico constituía el pilar de la legitimidad de la autoridad real14. Curiosamente, las capas populares no atribuyeron directamente las reformas a la voluntad de la corona sino a malos ministros que separaban a la persona real de sus súbditos15. En el siglo XvIII, la devaluación del virreinato entrañaba la liquidación de un sistema corporativo en aras de un único poder público fuerte, un poder que borrosamente iba definiendo perfiles estatales. Los virreyes ilustrados eran fundamentalmente administradores y no mediadores o componedores de partes, como lo fueron sus antecesores de la Edad de oro, que eran alter ego del soberano preocupados por encarnar la gracia real, no la soberanía.  Las  reformas,  el  desmantelamiento  de  instituciones,  privilegios  y  jurisdicciones  incompatibles con la razón, la felicidad pública y la utilidad solo podrían efectuarse con una revolución, un cambio profundo y eso solo pudo suceder con la erección del estado liberal, hijo de la Ilustración. tocqueville subrayó que todos los cambios radicales que trajo

12 ARRIEtA ALBERdI, Jon, “El 1707 español y el británico”, en ARRIEtA, J. y AstIgARRAgA, J., Conciliar la diversidad. Pasado y presente de la vertebración de España, upv, Bilbao, 2009, pp. 15-36; sHAw, J.s., The political History of the Eighteenth Century Scotland, London, palgrave, 1999, pp. 1-25; dEsdEvIsEs du dèzERt, georges, L’Espagne de l’Ancien Règime, parís, sFIL, 1899, vol. I, pp. 122-163. 13 RIoL, santiago A., “Informe que hizo a su Majestad en 16 de junio de 1726 de su real orden” en Semanario Erudito de valladares, 1787, tomo III, pp. 75-77. 14 BRAdIng, david E., Orbe indiano, México, Fondo de Cultura Económica, 1991, pp. 550-551. 15 pIEtsCHMAnn, Horst, “Actores locales y poder central: la herencia colonial y el caso de México”, en Relaciones: Estudios de Historia y Sociedad, vol. 19, n. 73 (1993), pp. 53-83.

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consigo la Revolución francesa ya estaban apuntados en el antiguo régimen pero chocaban con el obstáculo insalvable de que era la tradición a la que se combatía el fundamento mismo de la Monarquía16. Las revoluciones liberales acabaron o pretendieron acabar con todas esas limitaciones, las libertades dieron paso a la unidad administrativa, la igualdad ante la ley y el monopolio de la defensa, la coerción, la administración y la justicia en manos de un nuevo modelo de organización política: el Estado17. teniendo presente dicha definición pocos estados europeos podían ajustarse a ese modelo, si bien la mayoría de los gobiernos liberales se pusieron manos a la obra para crear y consolidar estructuras centralizadas, diferenciadas y autónomas que poseyesen y administrasen el monopolio de la justicia, la coerción y la seguridad. En este nuevo orden al que aspiraban los gobiernos liberales, la extinción de los virreinatos era imprescindible y necesaria, tal como veremos en el caso de las monarquías española y británica. El proyecto liberal español tuvo éxito al eliminar el último virreinato, el de navarra, en 1841 y consolidar así la unión mientras que el liberalismo británico fracasó en su pretensión de abolir el virreinato de Irlanda, lo cual se engloba en otro fracaso, el de la plena modernización de un sistema político fuertemente anclado en el antiguo régimen. La implantación del Estado en España arranca con la constitución de 1812. Indica Artola que, en 1813 hubo una escasa oposición a la derogación de los fueros y la implantación de la igualdad ante la Ley. En los años de la guerra contra los franceses y en los inmediatamente  posteriores  el  único  virreinato  que  existía  en  la  península  ibérica,  el  de navarra, no fue seriamente discutido hasta el trienio liberal (1820-1823), cuando se abolió el régimen foral navarro (y con él el virreinato). su desaparición casi pasó desapercibida, no se registran alteraciones y no hay noticia alguna de oposición. El mismo silencio se aprecia en su reposición al restaurarse el absolutismo. sólo diez años después la abolición de estas instituciones supondrá un problema, el cual no será nada anecdótico pues se situará en el centro de la lucha entre liberales y carlistas, obstáculo para la creación del Estado para los primeros, irrenunciable salvaguarda de la tradición y la ley para los segundos. su existencia o desaparición planteaba dos modelos de régimen completamente divergentes e inconciliables, pues no era posible sostener en el mismo plano el Estado liberal y los regímenes forales. En 1840, en el marco de la paz de vergara (31 de agosto) que dio fin a la guerra civil entre liberales y carlistas, se abrió de nuevo la discusión en torno a la suerte del virreinato de navarra ligado a la extinción del feudalismo y los llamados regímenes forales. La transformación del sistema no era posible mediante la revolución, fue necesario acercar posturas, hacer concesiones y buscar puntos de encuentro entre las partes enfrentadas, la paz no fue la rendición incondicional de un bando sino una transacción. se siguió el consejo de yangüas y Miranda, presidente de la diputación del reino de navarra, quien advirtió que la disolución unilateral de los fueros desde el Estado significaría también la disolución de la sociedad constituida entre el reino y su soberano. por encima de todo pesaba la tradición de las leyes y la noción de pacto, por lo que en buena medida el proyecto liberal quedó limitado persistiendo el antiguo régimen en muchos aspectos si bien sus rasgos más visibles y prominentes desaparecieron18. 16

toCquEvILLE, Alexis, El Antiguo Régimen y la Revolución, Madrid, Alianza Editorial, 2004, pp. 140-153. “una organización diferenciada que controla los principales medios concentrados de coerción dentro de un territorio claramente definido y en ciertos aspectos posee prioridades sobre todas las restantes organizaciones que operan dentro del mismo territorio. (un Estado nacional, pues, incluye en el territorio en cuestión múltiples regiones adyacentes y mantiene una estructura propia relativamente centralizada, diferenciada y autónoma)”: tILLy, Charles, Coerción, capital y los Estados Europeos, Madrid, Alianza Editorial, 1999, p. 197. 18 ARtoLA, Miguel, Antiguo Régimen y Revolución Liberal, Barcelona, Ariel, 1978, pp. 273-295. 17

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por Real decreto de 15 de diciembre de 1840 quedó extinguido el cargo de virrey de navarra, con él desaparecieron la Real Corte, el Consejo Real y los órganos dependientes de su autoridad. Como ha destacado Jose María usunáriz, navarra pasó de reino a provincia, las jurisdicciones y prerrogativas del virrey se desglosaron en los distintos ramos de la administración, un gobernador militar, un presidente de la audiencia dependiente del tribunal supremo, pero persistió el derecho civil y algunas atribuciones singulares delegadas en la diputación. En apariencia, la desaparición del virrey integraba a los navarros como ciudadanos con derechos y obligaciones en los términos de igualdad y libertad establecidos por la constitución, aunque muy limitadas por un formato “paccionado” de fuerte sabor foralista19.  La experiencia española se ha considerado por los historiadores como un caso particular, propio del atraso español o al menos de su singularidad. La historiografía española ha trabajado siempre desde el supuesto de un retraso español respecto a Europa que nacía por una parte de su aislamiento y por otra su subdesarrollo económico de modo que, ensimismada en un mundo cerrado al tiempo que ajena a la Revolución industrial, la nación vivió una experiencia única que le hizo perder el tren de la modernización, siendo la incapacidad por afianzar el Estado su manifestación más clara. no obstante, los obstáculos para lograr la reforma estatal no fueron precisamente singulares. En términos estrictamente contemporáneos, otras naciones europeas se hallaban ante el mismo desafío, obteniendo éxitos parciales o rotundos fracasos. El caso británico marca su contrapunto. A principios del siglo XIX, la pervivencia del virrey de Irlanda se contemplaba desde la opinión liberal como una reliquia feudal cuya abolición era necesaria para integrar al viejo reino en la nación y hacerlo partícipe de su progreso. La abolición del régimen virreinal irlandés estuvo en la agenda política de los liberales británicos desde 1823, o quizá antes, pues tras las revueltas de 1798 william pitt abogó por llevar a cabo la unión de Inglaterra e Irlanda como un reino unido siguiendo el modelo de unión de Inglaterra y Escocia de 1702. un siglo más tarde el parlamento irlandés solicitó su integración con el inglés, promulgándose el acta de unión el 1 de enero de 1801 pasando ambos reinos a ser uno solo: The United Kingdom of Great Britain and Ireland. tal unión tuvo poco fundamento y no fue tan segura como la alcanzada con los escoceses20. La persistencia del virreinato marcó la diferencia y no se consideró cerrada la unión mientras persistió esta figura que sobrevivió a diversas tentativas del parlamento para lograr su liquidación, seis veces en el siglo XIX: 1823, 1830, 1844, 1850, 1857 y 1858. Es interesante vincular esta persistencia con la naturaleza del dominio británico en la isla ¿era o no era una colonia? Este es un debate candente en la historiografía irlandesa y británica que a mi juicio se vería enriquecido con un estudio detallado de las casas y cortes viceregias (del que carecemos). Es claro que en el caso irlandés la Corte tuvo un papel regulador de la sociedad y una presencia  política  mucho  más  decisiva  que  el  parlamento,  una  institución  escuálida  si  la comparamos con sus equivalentes inglés o escocés. El contraste con el caso español puede arrojar bastante luz pues muestra el relativo éxito del proyecto estatal hispano y el fracaso británico21.  19

usunáRIz gAyAgoA, Jesús Mª., Historia de Navarra, Madrid, sílex, 2006, pp. 265-266. JoyCE,  patrick  weston,  Outlines of the History of Ireland,  London,  Longman,  1904,  pp.  123-134; MAXwELL, Constantia, A short History of Ireland, new york, stokes, 1914, pp. 116-128. 21 kInEALE,  Christine,  “At  home  with  the  Empire:  the  example  of  Ireland”,  en  HALL,  Catherine  y  RosE, sonya o. (eds.), At Home with the Empire: Metropolitan Culture and the Imperial World, Cambridge university press, 2006, pp. 77-100. 20

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Manuel Rivero Rodríguez

La singularidad irlandesa siguió pesando de forma muy fuerte pues los terratenientes protestantes y las élites del reino se resistían a perder sus privilegios en una fusión que no veían necesaria, tenían su propia vida política y veían mejor defendidos sus intereses en la Corte de dublín que en Londres. En 1828, cuando se decretó la “emancipación católica”, es decir, cuando se derogaron parcialmente las leyes que prohibían a los católicos acceder a la vida pública, quedaron vetados a los miembros de esta confesión tres cargos fundamentales: regente, virrey de Irlanda y Lord Canciller22. Es decir, la singularidad irlandesa se preservaba fuertemente en torno a la figura del virrey y ésta fue para los liberales progresistas una rémora que impedía a los irlandeses pasar de la condición de súbditos a ciudadanos. Algunos rasgos del debate suscitado entre whigs y tories en torno a este problema parecen remitirnos a otros lugares. Lord John Russell en un discurso leído ante el parlamento y publicado en The Times el 29 de mayo de 1836 manifestaba su desconcierto ante el problema, a su juicio era necesario reformar y modernizar el gobierno bajo principios racionales, lógicamente debía comenzarse por abolir el virreinato pero no era sencillo y, de momento, no parecía posible hacerlo pues podría provocar más daños de los que se querían reparar, una quiebra constitucional, una crisis de legitimidad y quizá un nuevo levantamiento. no era posible si “se consideraba la naturaleza del oficio, si se consideraba cuán íntimamente estaba ligado a la historia política del país”23. Con notable perspicacia observaba que la figura componedora, transaccional y mediadora del virrey formaba parte de un modo y una práctica política que se hallaba sólidamente cimentada en la tradición, alterarla podía deslegitimar al gobierno.  Catorce años después, dentro de un agrio e intenso debate, se estuvo muy cerca de la abolición. El 17 de mayo de 1850 se leyó en el parlamento el proyecto de ley por el que debía de quedar definitivamente abolido el cargo de virrey de Irlanda, sus competencias, jurisdicción y oficinas administrativas de él dependientes se trasladarían al secretario de Estado de Irlanda que se añadiría a los tres secretarios de estado ya existentes en el gabinete del primer ministro en Londres. tal proyecto fue aprobado en la cámara de los comunes pero no superó la tramitación de los lores. La  fórmula  empleada  para  la  fusión  provocó  el  rechazo  de  los  conservadores  pero también de un grupo importante de los liberales moderados. John stuart-wortley, Lord wharncliffe, un prominente político liberal-conservador24 escribió un panfleto de apenas treinta páginas publicado en forma de carta abierta a sir James graham, Lord secretario de Estado del Home Department (departamento de Interior), quejándose no de la decisión sino de la manera de llevarla adelante. wharncliffe, si bien estaba de acuerdo con abolir  el  virreinato  objetaba  un  proyecto  legislativo  que  afectaría  decisivamente  a  “los asuntos internos de estos reinos unidos” (“over the internal affairs of these united kingdoms”). En el preámbulo remitía a dos discusiones interesantes en la creación de las identidades imaginadas del nacionalismo británico, por una la carencia de definición nacional de la comunidad de los reinos situados en las dos orillas del canal de san Jorge, de otra, su absoluta convicción de que los organismos administrativos crean significado25. se iba 22

MAXwELL, Constantia, A short History of Ireland, op. cit., p. 118. “Considering the nature of the office, considering how closely connected it has been with the political history of this country”: stuARt-woRtLEy, John, Abolition of the vice-Royalty of Ireland, London, (sin pie de imprenta), 1850, p. 23. 24 una breve biografía se recoge en su obituario publicado en The gentleman’s magazine, n. 198 (1855), p. 643. 25 sobre  este  tema  ha  reflexionado  AndERson,  Benedict,  Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, México, Fondo de Cultura Económica, 2006, pp. 18-19 y p. 85. 23

El virreinato en las monarquías hispánica y británica

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a dar fin a la forma antigua de “gobierno separado de Irlanda” y en su lugar se pretendía crear una cuarta secretaría de Estado de Irlanda en el gabinete de Londres que absorbería las funciones, oficinas y funcionarios asistentes a la Corte de dublín, trasladándose a Inglaterra  toda  la  administración  del  Lord Lieutenant y  Chief Secretary.  Implicaba  una enorme movilización de personal y documentación. pero no sólo eso: “the abolition of the Irish viceroyalty and its appendages is no doubt the marked and decisive revolution wich has taken place in the circumstances of its position, political and social”26. Ante una opinión pública poco amiga de revoluciones políticas la observación era incisiva y certera, no dudaba de la necesidad de consolidar la unión política de las islas, de realizar una fusión que disolviese las diferencias entre ambas islas. pero el expediente elegido se le antojaba inadecuado proponiendo reeditar para Irlanda la unión con Escocia, un caso exitoso pues no existía una cuestión escocesa ni nada comparable a la “disastrous history of the last few years in Ireland”.  Las relaciones del virrey con el gobierno seguían un procedimiento no jerarquizado. El  virrey  se  comunicaba  con  el  secretario  del  Home Department y  con  él  resolvía  los asuntos principales del reino, la fórmula no seguía un guión burocrático o administrativista sino fluido y basado en la comunicación personal “in constant communication with the  secretary  of  state  and  confers  with  him  on  almost  all  important  points  of  government”. La fusión del gobierno de Irlanda en el gabinete acabaría por completo con este procedimiento transaccional cambiando la forma de gobernar y administrar, todo se haría desde Londres. Los avances técnicos en el transporte, el ferrocarril y el barco de vapor, habían acercado dublín y Londres tanto como para hacer parecer inútil una Corte separada en Irlanda (“have rendered futile the maintenance of a separate Court in Ireland”), pero la desaparición del virrey y su Corte complicaría la comunicación entre las administraciones locales, dificultaría la resolución de conflictos y alteraría totalmente equilibrios y fórmulas de consenso social o político asentados por tradiciones, usos y costumbres. para el autor lo esencial era que, si se llevaba adelante la reforma, ésta tuviera un carácter nacional sin distinción entre Irish, Scot o English, desde la construcción de una identidad británica de nuevo cuño. En términos de fusión de todo el sistema en uno y no la simple traslación de la administración virreinal al gabinete londinense, abogando por replicar en Irlanda la unión de Escocia de 1707.  A su juicio, de no hacerse así, la cuestión irlandesa quedaría irresuelta porque la usanza antigua seguiría siendo la piedra angular del sistema. quizá fuera mejor no efectuar la disolución tal y como la había presentado el gobierno a la Cámara de los Comunes pues planteaba muchas incógnitas y motivos de agravio. significaba una degradación de las instituciones  pues  el  virrey  efectuaba  funciones  simbólicas  que  desde  Inglaterra  difícilmente efectuaría el secretario de Estado, como la apertura y presidencia de los tribunales, actos y celebraciones públicas, actos litúrgicos de la Iglesia de Irlanda, comunicación personal con individuos, grupos y corporaciones. por último la expatriación de los símbolos del poder y la autoridad, como el gran sello, tampoco parecían medidas que fuesen a gozar de popularidad. La ley, como es sabido, no prosperó, la figura del virrey se mantuvo y el proyecto unionista fue retrocediendo. En 1889 se restituyó la separación de los parlamentos quedando inhabilitada la fusión de los dos reinos. El último virrey, el vizconde FitzAlan de derwent dejó su puesto el 6 de diciembre de 1922, con la creación del Estado Libre. 26

stuARt-woRtLEy, John, Abolition of the vice-Royalty of Ireland, op. cit., p. 8.

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En conclusión, en Irlanda se efectuó un modelo de compromiso a medio camino entre el uso tradicional del gobierno separado y las exigencias liberales y nacionalistas británicas que exigían una fusión total. A diferencia de los casos de navarra y Cerdeña, la persistencia del modelo virreinal si bien no impidió necesariamente la consolidación del Estado basado en principios de ciudadanía e igualdad fue percibido como un símbolo de la persistencia del pasado, del mantenimiento de una singularidad separada. La figura del virrey en la edad contemporánea quedaría ligada a ese uso y a esa situación de excepcionalidad dentro del Estado y los ejemplos que nos vienen a la mente son los virreyes de la India (viceroy and Governor-General of India, 1858-1947). que muestran que la Monarquía británica, a diferencia de la española, alcanzó un nivel de estatalización incompleto. La quiebra de la East India Company y la gran rebelión de 1851 llevó a dar la vuelta al sistema colonial británico que dejó de ser un sistema comercial para transformarse en un sistema de dominación política. Resulta muy interesante observar que, mientras en Londres se discutía sobre la afirmación del Estado y la necesaria transformación de los irlandeses en ciudadanos, se estuviese diseñando la creación de un sistema virreinal en oriente. Creo que esta decisión respondía precisamente a la constatación de los límites del estado nacional en relación con el gobierno de provincias con culturas políticas y tradiciones diversas, donde la función del soberano era arbitrar, mediar y administrar un juego de tensión o equilibrio de fuerzas propio de la sociedad estamental. La India era eso, un conglomerado de situaciones diversas, de comunidades, estados, castas, etc. sobre los que el dominio británico se erigía en posición preeminente. En 1868, el virrey Lord Mayo describía la supremacía británica en el hecho de que unos hombres extraños a la tierra (“strangers in the land”), sin arraigo y distantes  de  la  sociedad  que  gobernaban  podían  administrar  eficientemente  el  territorio articulando equilibrios y tensiones tribales, provinciales, religiosas y de casta, fijando en esa capacidad de manipulación su poder superior27. Cabe pensar que la creación del Raj pudo inspirarse como tantas otras cosas en el modelo imperial portugués, new delhi pudo ser un remedo mejorado y aumentado de goa, pero no cabe duda de que al crear una nueva ciudad en la vecindad de la vieja capital mogul, al construir un espacio representativo y ceremonial, construir palacios y crear una Corte, los ingleses recorrían el camino que en su día tomaron sus predecesores lusos y que también habían recorrido los españoles en México y Lima. El Raj y la Corte del virrey de la India separaban al territorio del Estado, aquí la reina victoria era emperatriz y sobre su figura se desarrolló toda una mística respecto a su cariz protector y benefactor que vinculaba a los ingleses que la servían en India a su persona, a su vínculo doméstico más que al gabinete británico28. por otra parte, el Imperio británico adquirió una fisonomía familiar a los postulados ibéricos a partir de 1860 tal como señala McIntyre en su espléndido estudio sobre la Commonwealth, cuya definición expuso en 1920 el historiador australiano keith Hancock diciendo que la Comunidad no era otra cosa que la naturaleza final del Imperio británico expresada en términos aristotélicos (“was nothing else than the nature of the British Empire defined, in Aristotelian fashion, by its end”). Así el Imperio se construyó idealmente a mediados del siglo XIX como una comunidad de componentes de naturaleza distinta, una Composite Monarchy evolucionada29. 27 CAvALIERo, Roderick, Strangers in the Land: The Rise and Decline of the British Indian Empire, London and new york, tauris, 2002, pp. 150-153; MCIntyRE, david, Commonwealth of Nations: Origins and Impact, 1869-1971, Minneapolis, university of Minessota press, 1977, pp. 66-95. 28 CAvALIERo, Roderick, Strangers in the Land, op. cit., pp. 146-149. 29 véase la introducción en la que define y describe la concepción de “Commonwealth of nations”: MCIntyRE, david, Commonwealth of Nations, op. cit., pp. 3-16.

El virreinato en las monarquías hispánica y británica

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El estado nacional tenía límites difíciles de sortear al abordar la gestión de su autoridad más allá, valga la redundancia, de sus propios límites nacionales. La Corte virreinal aspiraba a ser un lugar de encuentro entre gobernantes y gobernados. sin embargo, estas nuevas cortes no prosperaron y su funcionamiento como espacios de consenso e intercambio fue más bien ficticio. La experiencia del gobierno viceregio en la época del apogeo de los estados nacionales resultó una contradicción flagrante que marcaba los límites e insuficiencia de dicho artefacto político. Justamente se empleó para gobernar una especie de limbos políticos que ni eran colonias ni tampoco provincias del Estado. Indudablemente un estudio comparado permitirá en un futuro no muy lejano distinguir de manera más exacta la naturaleza del dominio británico y español sobre los territorios que no encajaban en ambas categorías30.

30 donougH, terrence, Was Ireland a Colony?: Economics, Politics, and Culture in Nineteenth-Century Ireland, dublin, Irish Academic press, 2005, pp. 48-50.

SeigneUriAliSm And StrAtegy: the grAvitAtion oF the eArlS oF deSmond And other iriSh noBleS toWArdS the eArly hABSBUrg monArChy, 1529-1604 Declan M. Downey University College dublin

introdUCCión

W

hen one approaches the study of medieval and early modern ireland, one should be  very  careful  to  avoid  the  romanticism  of  irish  nationalist  historiography  as much as the ill-informed presumptions of pan-Celtic idealism. there was no united ireland before the arrival of the normans in 1169; there was no unified Catholic Church in ireland either1. indeed, the argument could be made that the first time that ireland was united under one political regime was in 1653, when the english conquest of ireland was completed and consolidated by the Calvinist republican, oliver Cromwell2. As for a uniform roman Catholic Church in ireland, such an institutional accomplishment was not realised in ireland until Paul Cardinal Cullen finally assumed control over the appointment of bishops to irish sees after 18703. therefore, the suggestion that this writer had first made in his doctoral thesis at Cambridge in may 1994, that the Austrian chancellor, Clemens Prince von metternich’s quip, ‘l’italie est un nom géographique’4, could well be applied to sixteenth century ireland. the writ of the english monarchy as Lord of Ireland was confined to dublin and its approximately fifty kilometers semi-radius, the Pale5.

1 Smith, A.P., ‘the golden age of early irish monasticism: myth or historical reality’ and WAtt, J.A. ‘the irish Church in the middle Ages’, in BrAdShAW, B. & Keogh, d. (eds.), Christianity in Ireland. Revisiting the Story, dublin, 2002, pp. 21-29 and 44-56; mooney, C., ‘the Church in gaelic ireland’, in CoriSh, P. (ed.), A History of Irish Catholicism, ii, part 5, dublin, 1969, pp. 21-27. 2 BArnArd, t., Cromwellian Ireland: English government and reform in Ireland 1649-1660, oxford, 1975. 3 CAnny, n., ‘Why the reformation failed in ireland: Une question mal-posée’, in Journal of Ecclesiastical History, 30 (1979), pp. 423-450; also BoWen, d., Paul Cullen and the shaping of modern Irish Catholicism, dublin, 1983; Keogh, d. & mCdonnell, A. (eds.), Cardinal Paul Cullen and his world, dublin, 2011. 4 First used by metternich in his Memorandum to the Great Powers, Aug. 2, 1814; doWney, d.m., Culture and Diplomacy. The Spanish-Habsburg Dimension in the Irish Counter Reformation Movement, c.1529-1629, unpublished Ph.d. thesis, Cambridge, 1994, pp. 1-2. 5 For an excellent and perceptive and ground breaking study of the nobility of the Pale and their respective relationships with the english monarchy, the dublin Administration, the lordships beyond the Pale and among themselves, see PoWer, g., A European Frontier Elite: the nobility of the English Pale in Tudor Ireland, 14961566, in The Formation of Europe Series, vol. 4, hannover, 2012.

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to  varying  degrees  english  law  and  custom  were  practiced  in  the  chartered  cities  and towns that were invested with liberties by the Crown. these civic corporations thus enjoyed a high level of autonomy. For example, the city of galway on ireland’s west coast, ruled by a merchant oligarchy, gave nominal allegiance to the english Crown. yet uniquely, in its culture and character, galway was more hispanic than Anglo-irish. Furthermore, only roman law, not english Common law was practiced therein6. Beyond the small sphere of english influence lay the various principalities, palatinates and lordships that were either gaelic or hiberno-norman. Within these, gaelic culture and its ancient code of Brehon law predominated. indeed most of the Brehon schools included Canon and roman  law  in  their  curriculae,  and  many  of  their  students  went  to  the  universities  of Bologna, Paris and Salamanca for further studies7. the gaelic and gaelicised norman dynasties who ruled beyond the Pale in the southern provinces of leinster and munster enjoyed almost absolute autonomy until the consolidation of the tudor conquest of their territories  under  elizabeth  i  in  1584.  Until  that  time  the  gaelic  and  hiberno-norman nobilities occasionally conceded their recognition of the english monarchs as their overlord8. it would not be until after 1601, that the northwestern regions of Ulster and Connaught were finally subdued by the english and the lowland Scots planters9.  it is in the context of seigneurialism and the culture and mores of the high nobility, that this presentation will endeavour to interpret the development of common strategic interests between the nobilities of ireland and the monarchy of los Austrias Mayores. in this regard, let us focus our attention on the origin and subsequent development of the relationship  between  the  Spanish  habsburg  monarchy  and  the  irish  nobles  that  developed during the sixteenth century. that relationship arose from a variety of motivations, principally, on the one hand, a desire to preserve and promote the seigneurialist interests of the irish high nobility, and on the other, a desire to protect and expand the political and economic strategic interests of the Spanish habsburg monarchy in northern europe and in the Atlantic. Common cause would be found in their mutual religious interests and cultures and in their mutual antipathy towards what they came to regard as the untrustworthy,  aggressive  and  anti-Catholic  regimes  of  henry  viii  and  elizabeth  i  whose  very claims of legitimacy to the throne were also disputed. one of the most powerful hiberno-norman dynasties was the Fitzgerald family of the house of desmond, whose earldom extended through the southwestern counties of limerick, Kerry, Cork and Waterford. their palatinate and other estates were wealthy, fertile and almost self-contained, and through their ports the geraldine lords looked to Burgundy, France and Spain rather than elsewhere in ireland10. traditionally, the geraldine

6 QUinn, d.B. and niChollS, K.W., ‘ireland in 1534’, in moody, t.W., mArtin, F.X. & Byrne, F.J. (eds.), A New History of Ireland, royal irish Academy and oxford Clarendon Press, 1976, vol. iii, pp. 1-13ff.; and o’neill, t., ‘A Fifteenth Century entrepreneur, germyn lynch fl.1441-1483’, in BrAdley, J. (ed.), Settlement and Society in Medieval Ireland: Studies Presented to F.X. Martin, O.S.A., Kilkenny, 1988, pp. 424-425. 7 QUinn and niChollS, ‘ireland in 1534’, pp. 27-30; mooney, C., ‘the Church in gaelic ireland’, in CoriSh, P. (ed.), A History of Irish Catholicism, ii, part 5, dublin, 1969, pp. 21-27; and niChollS, K., Gaelic and Gaelicised Ireland in the Middle Ages, dublin, 1972, pp. 98-99. 8 QUinn, d.B., ‘Aristocratic Autonomy, 1460-1494’, in A New History of Ireland, vol. ii, oxford, 1987, pp. 591-594; doWney, Culture and Diplomacy, 1. 9 CAnny,  n.,  Making Ireland British, 1580-1650,  oxford,  2001,  pp.  223-225;  gilleSPie,  r.,  Colonial Ulster: the settlement of east Ulster, 1600-1641, Cork, 1985; roBinSon, P., The plantation of Ulster: British settlement in an Irish landscape 1600-1670, Belfast, 1994.  10 QUinn, ‘Aristocratic Autonomy’, pp. 595-596.

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earls of desmond and Kildare supported the house of york as lords of ireland. the ascent of the house of lancaster to the english throne and the subsequent growth of tudor power met with serious resistance and opposition from the house of desmond11. the alienation of desmond from england preceded the reign of henry vii, when in 1467, thomas Fitzgerald, eighth earl of desmond and lord deputy of ireland under edward  iv,  was  summarily  dismissed  and  replaced  by  John  tiptoft,  earl  of  Worcester. desmond  had  advised  the  king  against  his  second  marriage  to  the  low-born  elizabeth Woodville, but his counsel was ignored. however, the new queen did not forget and neither did the lancastrian faction who saw an opportunity to create dissension in the yorkist camp. through their intrigues and playing upon the queen’s insecurities, desmond was summarily executed in 1468. Subsequent attempts by edward iv and richard iii to reconcile the house of desmond were unsuccessful12. during the last three decades of the fifteenth century the earls of desmond concentrated on securing their borders, strengthening their economy and consolidating their political power in the South. James Fitzgerald, ninth earl (1468-87), and maurice, the tenth earl (1487-1520), cultivated political and diplomatic contacts with Burgundy and France through their trading links with Bruges and Bordeaux13.  James and maurice of desmond also devoted the last three decades of the fifteenth century to improving their military capacity and securing their borders. they constructed a formidable defensive network of castles and tower-houses. occasionally they used their army decisively against their neighbouring rivals the macCarthys, o’Briens, and Butlers. revenues  from  taxation  and  trade  with  Flanders,  France  and  the  increasingly  lucrative wine-trade with Spain and Portugal provided the finance for the geraldine military programme14. their strategy and fortifications bear close resemblance to that employed by the military orders in the Spanish Reconquista and in Charles the Bold’s consolidation of Burgundy against France15. the lancastrian victory at Bosworth on 22 August 1485 heralded the ascent of the tudor monarchy. however, for traditional seigneurialist grandees such as the geraldines of desmond and of Kildare and their relatives among the higher nobilities of gaelic, hibernonorman, French and english societies, the first tudor king, henry vii, had no legitimate royal blood and no legal right to the throne. his father, Jasper, was born of what was regarded as a scandalous liaison between henry v’s widow, Catherine de valois and a Welsh servant, owen tudor. his mother, margaret Beaufort, descended from an illegitimate son of John of gaunt, patriarch of the house of lancaster16. Bearing in mind the social consciousness of thomas of desmond, that influenced his opposition to elizabeth Woodville, and cost him his head; it should not be too surprising to note that his values concerning quality 11 QUinn, d.B., ‘the re-emergence of english Policy as a major Factor in irish Affairs’, in A New History of Ireland, ii, pp. 672, 677; and see for the later desmond opposition to elizabeth i, mACCUrtAin, m. ‘the Fall of the house of desmond’, in The Journal of the Kerry Archaeological and Historical Society, no. 8 (1975); mCCormACK,  A.m.,  The Earldom of Desmond 1463-1583. The Decline and Crisis of a Feudal Lordship, dublin, 2005. 12 doWney, Culture and Diplomacy, pp. 2-3. 13 Ibid., pp. 3-4. 14 QUinn, ‘Aristocratic Autonomy’, pp. 595-596; mCCormACK, The Earldom of Desmond, pp. 58-74. 15 mACCUrtAin, m., ‘A lost landscape: the geraldine Castles and tower houses of the Shannon estuary’, in BrAdley (ed.), Settlement and Society in Medieval Ireland, pp. 429-444; loCKyer, r., Habsburg and Bourbon Europe 1470-1720, newyork, 1974 & ‘89, 6. 16 Penn, t., Winter King. The dawn of Tudor England, london, 2011, pp. 2-6, 21, 36.

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of birth and bloodlines, legitimacy, just inheritance and noble privilege influenced the attitude of his relatives and fellow grandees towards the tudor dynasty throughout the sixteenth century,  with  the  notable  exception  of  mary  i,  whose  mother  and  maternal  grandparents were revered and her consort, Philip ii of Spain was respected.  the house of desmond had intrigued with margaret of york (sister of edward iv and dowager of Charles the Bold), her daughter, mary of Burgundy, son-in-law the emperor maximilian i and the yorkist exiles in Flanders. the geraldines had supported the lambert Simnel enterprise in 1486-87, that provided a very serious threat to henry vii’s position.  however,  the tudor  monarchy  survived  and  moved  swiftly  against  the  conspirators in england. residual traditions of yorkist sympathy gave way to political convenience as the tenth earl of desmond judiciously made amicable overtures henry vii and was appointed constable of limerick in April 1488. Ultimately, geraldine interests were concerned  with  the  preservation  of  their  autonomy.  meanwhile,  it  suited  the  parsimonious henry vii not to have to spend money on a military campaign against the irish nobles. if he could win them over at a lesser cost through politique benevolence, then it would be sufficient for the moment. ever watchful for an opportunity to strengthen his dynasty’s autonomy at the expense of royal governance, maurice of desmond encouraged and assisted Perkin Warbeck in another Burgundian-yorkist plot against the tudor monarch in 1491-92. in this enterprise, desmond had joined his cousin garret mór Fitzgerald, earl of Kildare, premier peer of ireland and the king’s lord deputy. despite the failure of this yorkist-Burgundian-geraldine  plot,  maurice  was  able  to  renew  the  accomodation cordiale with henry vii and the autonomy of desmond was thus maintained17. While henry vii may have been content to accept the nominal allegiance of the autonomous irish nobility, his successor was of a different disposition. in 1519, henry viii and his council considered how ‘Ireland may be reduced and restored to good order and obedience.’ the security of the tudor monarchy and absolute control by the crown over its dominions was necessary in terms of broader policy and to enhance henry’s international  position.  in  1520-22  the  progress  through  the  southern  provinces  of  ireland  by thomas howard, earl of Surrey, as the King’s chief governor of ireland, signalled a serious threat to the interests of desmond18. James Fitzgerald, eleventh earl of desmond (1520-29), revived geraldine diplomacy in continental europe. Well aware of the international situation and the commencement of hostilities  between  england  and  France,  desmond  entered  into  negotiations  with  the  valois monarchy. the earl was no mere opportunist or ambitious pretender19. the fact that his hand was on the pulse of Anglo French relations and that he was ready to intrigue with Francis i against their common foe, suggests that he was an ambitious and shrewd manipulator.  the geraldine approach to the French Court was successful since François i was sufficiently  interested  in  desmond’s  proposal.  on  20  June  1523,  the  French  embassy  to desmond,  led  by  François  de  Candolle,  Compte  d’oisy  (a  relative  of  desmond),  and François de Bergagni, signed a treaty with earl James in his castle at Askeaton20. during 17

QUinn, ‘Aristocratic Autonomy’, pp. 611-616; doWney, Culture and Diplomacy, pp. 4-5. QUinn, ‘the reemergence of english Policy’, pp. 662-669, 672-673. 19 For this condescending view of desmond see BAgWell, r., Ireland under the Tudors, london, 1885, 3 vols., i., pp. 182-185; also QUinn, ‘Aristocratic Autonomy’, p. 596. 20 A  hitherto  unsurpassed  and  brilliant  study  of  geraldine-French  intrigues  is  provided  in  lyonS,  m.A., Franco-Irish Relations, 1500-1610. Politics, Migration and Trade, royal historical Society Publication, Boydell Press, Woodbridge, Suffolk & rochester, new york, 2003, pp. 27-43. 18

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the negotiations desmond acted as a sovereign prince, but this was not mere extravagance on his part. henry viii was in title Lord of Ireland and King of France: while in reality his sovereignty was confined to the dublin Pale under the former title and to a narrow strip around Calais under the latter. desmond did not regard himself as Prince of ireland but as ‘princeps Desmondiae’, which he was de facto. he agreed to give the French possession  of  his  ports  at  Kinsale,  Cork  and  youghal  and  to  support  the  French-backed claimant to the english throne, the yorkist exile richard de la Pole, nephew of edward iv. desmond agreed to wage war on henry viii in ireland with French military assistance. Such conditions were mutually acceptable in that henry tudor would have to do battle on two fronts that he could not afford. Furthermore it guaranteed tudor distraction from ireland to their continental commitments and that most certainly suited desmond’s interests. the treaty of Askeaton was ratified by the French king at St. germain-en-laye later that year21. Following  swiftly  upon  the  defeat  and  capture  of  François  i  by  the  emperor-king, Charles v & i, on 10 march 1525, desmond initiated direct negotiations with the habsburg imperial government. one may wonder in the light of desmond’s opposition to the growth  of tudor  power,  why  he  should  now  offer  his  submission  to  a  more  Universal monarch, Charles v! Perhaps the answer lies in the differences between tudor and habsburg definitions of monarchy, and the extent to which their respective policies towards seigneurialism were effective. geraldine calculations were possibly based on the following points: henry viii was too close geographically for desmond’s comfort, whereas Charles v was at a safe distance. tudor policy insisted on the anglicisation of the irish nobility and the appointment of the king’s creatures to high administrative office in ireland whereas Charles’ policy respected the privileges and customs of the constituent states of the empire. Also, imperial officials were both high-born aristocrats and ennobled professionals who generally administered  their  native  governments  in  the  emperor’s  name22.  Furthermore  henry  viii and his chancellor, thomas Cardinal Wolsey, were still in the process of securing the tudor claim by eliminating the possible rival claimants of legitimate Plantagenet bloodlines from  the  ancient  higher  nobility  and  by  subduing  the  privileges  of  the  lesser  nobles. Charles v at least showed more respect for the grandees of the Monarquía. Furthermore, he had no rival claimants to fear and unlike the tudor, his legitimacy to reign was beyond doubt and above question. in addition to these essential differences, Charles v, after the Castilian nobility had assisted him in subduing the revolt of the Communeros in 1522, pursued a policy of ruling his dominions in alliance with the nobility. they gave him their allegiance provided their privileges were immune23. this aspect of seigneurialism certainly appealed to desmond. it was not mere anachronistic feudalism since the contemporary continental philosophy (especially in the Monarquía), proposed the idea of the estates of the monarch and those of  the  lords  spiritual  and  temporal  in  mutual  alliance  rather  than  the  idea  of  the  State, comprising of individuals under an absolute ruler. hence there were three circuits of loy21

BAgWell, Ireland under the Tudors, i, pp. 182-185. For tudor Policy in ireland see: elliS, S. Tudor Ireland, 1470-1603, (london, 1985); QUinn, d.B., ‘the re-emergence  of  english  Policy’  in  ir.  Affairs’,  pp.  662-687;  and  for  habsburg  policy  of  government  see KoenigSBerger, h. ‘the empire of Charles v in europe’, in The New Cambridge Modern History, (Cambridge, 1958),vol. ii, pp. 301-333. nd 23 lynCh, J., Spain Under the Habsburgs, 2 vols., oxford, 1964, 2 ed. 1981, vol. i., pp. 51-58. 22

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alty –one that bound the peers to the monarch, one that bound the monarch to the peers as primus inter pares, and one that bound the peers and their dependants to themselves. All three spheres were distinct and the nobility could be justifiably resentful of and opposed to Crown interference in their own estates since it undermined their authority and implied a mistrust of their allegiance to the monarchy24. had tudor policy in ireland resembled the habsburg system of consensual seigneurialism, the geraldines of desmond and Kildare and other irish magnates might not have felt inclined to oppose it25. James of desmond seems to have been well informed on the current international political climate given his decision to enter into alliance with Charles v & i. it had obvious attractions to this grand seigneur, particularly for the security of his estate against tudor encroachment. the treaty of Cambrai 1529 was an international victory for the habsburg monarchy in that it forced the valois to concede the mastery of italy to Charles v and renounce French claims on Flanders and Burgundy. this treaty also represented the ebb of French influence in europe until the beginning of the seventeenth century. due to the divorce proceedings against Catherine of Aragon at this time, henry viii had come into conflict with her nephew Charles v. it was thus an advantageous diplomatic and political move that desmond took in offering his services and loyalty to the emperor-king. having focussed attention on the dynastic considerations of desmond in opposing the tudor regime and his subsequent submission to Charles v&i, let us consider the interest of Charles in accepting desmond’s allegiance and alliance. the first major concern of imperial (and later Spanish), foreign policy was the security of the low Countries, FrancheComté, the duchy of milan, Catalonia and the recovery of the old Burgundian estate of dijon from French dominion26. Since Scotland was a traditional French ally, it was necessary to prevent england and ireland becoming part of a French alliance atlantique in order to protect Burgundian Flanders and northern germany. the policy of the ‘Encirclement of France’ originated in the diplomacy of both sets of Charles v’s grandparents: emperor  maximilian  i  and  mary  of  Burgundy  and  isabel  of  Castile  and  Ferdinand  of Aragon. the daughter of their Catholic majesties, Catherine of Aragon, was married to Arthur, son of henry vii of england, and later to henry viii. She was an effective unofficial ambassador to the english Court, as was Ferdinand’s official envoy, Bernardino de mesa, Bishop of elne27. Both were instrumental in securing the first Anglo-imperial alliance, the treaty of Windsor in 1522, which gave the newly elected emperor Charles v, the protection he needed for his northern territories.

24 on ‘estates’ and ‘Seigneurialism’ see: BoSSy, J., ‘the Character of elizabethan Catholicism’, in ASton, t. (ed.), Crisis in Europe 1560-1660, in Essays from Past and Present, 21 (1962), pp. 39-57. 25 An incisive and thought-provoking reflection on this topic among other aspects of tudor policies in ireland that argues for a fundamental rethinking on this period of irish history is provided in BrAdy, C., ‘From policy to power: the evolution of tudor reform strategies in sixteenth-century ireland’, in mACCUArtA, B. (ed.), Reshaping Ireland 1550-1700. Colonization and its Consequences. Essays presented to Nicholas Canny, dublin, 2011, pp. 21-42. 26 Beinert, B., ‘el testamento político de Carlos v de 1548. estudio crítico’, in Carlos V (1500-1558). Homenaje de la Universidad de Granada, madrid, 1958, pp. 401-438. this article cites the political testament dated 18 January, 1548, in which Charles v advises his son, Philip ii of Spain on various aspects of government and foreign policy with the instruction never to abandon the duchy of Burgundy, or the claims to the old estates around dijon, ‘nuestra patria’. 27 de lA torre,  A.,  Documentos sobre las relaciones internacionales de los Reyes Católicos,  3  vols. madrid, 1949-1951; doUSSinAgUe, J.m., La política internacional de Fernando el Católico, madrid, 1944; and mAttingly, g., Renaissance Diplomacy, Boston, 1955, reprinted new york, 1988, pp. 138-163.

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After  the treaty  was  concluded,  the  elderly  de  mesa  was  replaced  by  the  younger Burgundian nobleman, lodewijk de Praet. Charles assumed that this distinguished soldier would prove to be a good liaison officer for the Anglo-imperial invasion of France. however, de Praet lacked the patience to wait out the war and the tact to be compatible with Cardinal Wolsey.  de  Praet’s  late  replacement  was  the  Castilian  grandee,  don  iñigo  de mendoza. he had hardly settled into his embassy when he learned of henry’s plans to divorce  the  emperor’s  aunt.  his  indignation  at  the  treatment  of  the  daughter  of  isabel  la Católica rendered him ineffective for a conciliatory mission. he was soon isolated from the english Court. in 1529 mendoza was replaced by the Savoyard, eustache Chapuys, an accomplished career-diplomat who came from outside the empire, but was nevertheless  committed  to  the  imperial  ideal.  Unlike  de  Praet  and  mendoza,  Chapuys  was  not sentimentalist about Burgundian and Spanish pride. he was to remain at his post, with two short intervals, for nearly sixteen years. his mission was to secure an english alliance and if possible foil the Aragon divorce proceedings. if unsuccessful in this matter then he was to ensure english neutrality28. imperial opposition to the Aragon divorce made Chapuys’ mission extremely difficult. Within two years of his appointment he concluded that the  divorce  was  diplomatically  insoluble  and  that  pressure  of  a  more  menacing  nature might achieve the desired result. his immediate predecessor, mendoza, who had been in office when desmond first approached the emperor-king, had vehemently urged Charles to impose trade embargoes on england, to encourage feudal rebellion against henry viii and  to  prepare  an  invasion.  Chapuys  found  himself  making  similar  suggestions  to  his master29.  in  this  regard  the  desmond  alliance  of  1529  and  later  the  Kildare  alliance  of 1534-5 would prove useful as the nuisance factor or point of pressure against henry viii in the strategy of Charles v & i. the second major concern of imperial foreign policy was the security, consolidation and improvement of the Monarquía. By 1523, it united a large number of countries under the rule  of  one  person  who  was  ruler  of  each  component  state  rather  than  sovereign  of  the whole. As the Spanish jurist, Juan de Solorzano, advised: ‘The kingdoms have to be ruled and governed as if the king who keeps them together were only king of each of them’30. Charles’ method of government after 1522 was personal monarchy exercised through centralised,  though  not  unified  institutions;  a  system  of  royal  councils  that  he  had  inherited from Ferdinand and isabel. each component part of the empire had a separate administration and its own laws, taxes and institutions. no part was constitutionally subordinate to the other, nor was any part of the Monarquía treated like a colony. this federal structure was not embraced by an overall imperial administration though Charles maintained a Council of State consisting of Burgundians, germans, italians and Spaniards. this was purely an advisory body in imperial affairs and was too ineffective to constitute a common-policy making cabinet. Furthermore, in each state, Charles was represented by a regent or viceroy, who were either members of his family, or of the higher nobility31. this system of government was  certainly  not  incompatible  with  the  interests  of  desmond,  Kildare  and  other  irish grandees.  indeed,  during  the  later  desmond  wars  against  elizabeth  i  in  1569-70  and  in

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mAttingly, pp. 161-162. Ibid. 30 See the introduction by BAtiStA i roCA, J.m., in KoenigSBerger, h., The Government of Sicily under Philip II of Spain, london, 1951, pp. 9-35; also lynCh, Spain under the Habsburgs, i, pp. 51-56.  31 Lynch, Spain under the Habsburgs, i, pp. 51-56. 29

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1579-1585 and during the nine years War from 1592-1601 that was waged by the earls of tyrone and tyrconnell against the same tudor queen, it would be the same pattern or blueprint of habsburg governance that was envisaged for ireland as well as similar political, seigneurialist and dynastic considerations that motivated these irish nobles in their respective and successive alliances with Philip ii and Philip iii. Considering the subordinate nature of the irish Parliament to that of england following the passage of Poynings’ law in 1494, the colonial mentality of the tudor régime and their supporters in the english Pale around dublin, and the process of centralising power in the Crown at the expense of local seigneurialist autonomy (a process that accelerated during the reign of elizabeth i from 1559-1603), it is not too surprising that irish grandees such as James of desmond and subsequently, others such as thomas of Kildare, James Fitzmaurice-Fitzgerald,  captain  general  of  desmond,  James  eustace  viscount  Baltinglass,  red  hugh  o’donnell,  earl  of  tyrconnell,  hugh  o’neill,  earl  of  tyrone,  the o’rourke, Prince of Breiffny and donal Cam o’Sullivan Beare, lord of Bearhaven and Bantry inter alia, found the habsburg Monarquía of Charles v & i, Philip ii and Philip iii more attractive32. the  alliance  that  was  signed  between  James  of  desmond  and  the  representative  of Charles v & i, don gonzalo Fernández de Córdoba, at dingle on 28 April 1529 and subsequently ratified by the emperor-king at toledo in July that year, set the standard template for future alliances that would be made between irish nobles and the Spanish habsburg kings33. in terms of Spanish habsburg strategy, the protection of lines of communication and commerce in the north Atlantic, between Spain and the Burgundian netherlands, northern germany and the Baltic, as well as the security of Spanish habsburg possessions and interests in northern europe, provided the two cardinal points of foreign policy and strategy. the loss of tudor england as a reliable ally, first under henry viii and later under his daughter, elizabeth i, whose support for Calvinist rebels in the Spanish netherlands, for the huguenots in France as well as her sponsorship of privateering against Spanish shipping on the Atlantic, made it all the more necessary for the Spanish monarchy to receive, consider and ultimately accept appeals from irish Catholic nobles, for alliances that entailed  military,  financial  and  cultural  support  in  return  for  sovereignty  over  ireland. Such  strategies  would  repay  the  english  in  kind  by  making  ireland  ‘the English Flanders’,  thereby  distracting  english  military  resources  from  being  fully  deployed  in  the Spanish netherlands in order to counter the pro-habsburg nobles in ireland34. 32 elliS, S., Tudor Ireland, 1470-1603, london, 1985; QUinn, ‘the re-emergence of english Policy’, pp. 662-687; mCCorreStine, l., The Revolt of Silken Thomas. A challenge to Henry VIII, dublin, 1987; doWney, Culture and Diplomacy, pp. 59-136; KoenigSBerger, h., ‘the empire of Charles v in europe’, in The New Cambridge Modern History, Cambridge, 1958, vol. ii, pp. 301-333. 33 doWney, d.m., ‘irish-european integration. the legacy of Charles v’, in ClArKe, h.B. & devlin, J. (eds.), European Encounters. Essays in memory of Albert Lovett, dublin, 2003, pp. 97-117; reCio morAleS, ó. ‘irlanda en la estrategia general de los Austrias madrileños, 1529-1700’, in doWney. d.m. & CreSPo mAClennAn, J. (eds.), Spanish-Irish Relations Through The Ages, dublin, 2008, pp. 17-48. 34 doWney,  Culture and Diplomacy,  pp.  33-136;  gArCíA hernán,  e.,  Ireland and Spain in the reign of Philip II, dublin, 2009; reCio morAleS, ó., Ireland and the Spanish Empire, dublin, 2010; Idem, ‘irlanda en la estrategia general de los Austrias madrileños’; SilKe, J.J., Kinsale: the Spanish intervention in Ireland at the end of the Elizabethan Wars,  liverpool,  1970,  reprinted  dublin,  2000;  JenningS,  B.,  Wild Geese in Spanish Flanders, 1582-1700, dublin, 1964; henry, g., The Irish Military Community in Spanish Flanders, 1586-1621, dublin, 1992; morgAn, h., ‘British policies before the British State’, in BrAdShAW, B. & morrill, J. (eds.), The British Problem, c. 1534-1707: state formation in the Atlantic archipelago, london, 1996, pp. 66-88; Idem, Tyrone’s Rebellion: the outbreak of the Nine Years War in Tudor Ireland, Woodbridge, 1993.

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For example, during the first desmond War (1569-70), the limited support by Philip ii for James Fitzmaurice-Fitzgerald was enough to distract elizabeth i’s forces under Sir John norris, from campaigning against the Spanish-backed guise faction in Brittany and normandy. during the second desmond War (1579-85), Philip ii and Pope gregory Xiii’s support  was  enough  to  distract  english  forces  under  the  command  of  Sir  John  Perrot away from Flanders and holland, to meet the combined threat from Spanish, Papal and irish forces in southwest ireland. in the aftermath of September 1588 a significant number of survivors from some of the Armada’s ships that were wrecked off the irish coast, were assisted in ireland and helped to return to Spain. however, some officers remained voluntarily to assist hugh o’neill, earl of tyrone, in training his forces in Spanish tercio discipline and modern techniques. that training would be put to effective use during the nine years War (1592-1601). Shortly before his death in 1598, Philip ii accepted the offer of the irish Crown from the assembly of northern irish nobles and clergy. more substantial aid was sent from Spain than previously. Consequently, this drained england financially and forced the withdrawal of many english veterans from the dutch rebellion. it also lessened english subsidies to the dutch rebels35. however, the other dimension in habsburg strategic considerations was the possibility of recruiting irish soldiers through their allies among the irish nobility. in 1529, Fernández de Córdoba had reported to the emperor-king, how impressed he had been by the natural talent for horsemanship and the high stamina, courage and prowess in belligerence that seemed almost foolhardy. he noted that with modern methods of Spanish military discipline, they could be turned into effective fighting forces, indeed crack troops. his observations  would  later  be  echoed  by  don  Juan  martín  de  recalde  and  Fray  matteo  de oviedo who would join with James Fitzmaurice Fitzgerald in west munster in 1579 and later again by don diego de Brochero and Juan martín de Cerdá who would negotiate the alliance between Philip ii and the earls of tyrconnell and tyrone at donegal in 1592. this dimension in Spanish-habsburg strategy, concerning access through the irish nobles to  recruitment  of  irish  manpower  as  well  as  a  new  source  for  much  needed  timber  for naval construction from irish estates, is another matter that deserves a separate paper36. however, the article by eduardo de mesa gallego, in this volume, provides some interesting details concerning the irish soldiers who followed their noble lords into Spanish habsburg service during the seventeenth century. it may have noticed, that this writer does not employ the traditional common currency of ‘rebel’ or ‘rebellion’ in reference to those irish who abjured and fought against henry viii  or  elizabeth  i.  it  is  my  opinion  that  the  use  of  terms  such  as  ‘the  rebellion  of Silken thomas’, or the ‘desmond rebellion’ or ‘the rebel hugh o’neill’ requires review. From the perspective of the tudor monarchy, or of english administrators and officers, they or others mentioned in this paper, may have been ‘rebels’ or ‘in rebellion’. yet, if one considers that the tudor monarchy (with the notable exception of mary i), had broken faith with their liegemen among the nobilities of ireland, through their policies of land expropriation, patronage of low-born adventurers, exclusion from governance, never mind the breach of the terms of the papal donatory bull, Laudabiliter, concerning religion and justice, then we can appreciate objectively that in terms of feudal law and honour concerning the nobiliary contract among the peers of the realm and their primus inter pares,

35 36

Ibid. this has been treated briefly in doWney, Culture and Diplomacy, pp. 123-124.

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the  monarch,  they  had  been  betrayed  by  their  ruler.  thus  they  could  abjure  that  ruler whom they could legitimately regard as a tyrant and they could legitimately transfer their allegiance to another sovereign prince.  this line of argument is bears striking similarity to that which was used by William the Silent, Prince of orange and the states of holland, Zeeland and Utrecht in their Act of Abjuration of Philip ii in 158037. their arguments bear striking similarity to those that were  employed  by  their  contemporary  irish  counterparts.  Furthermore,  the  dutch  case was based like those of the irish, on medieval constitutions, papal bulls, feudal law, the nobiliary contract among peers, and ironically for the Spanish-habsburg monarch, on the legal theories of vittoria and Suarez. Where the dutch succeeded in obtaining Translatio Imperii for  themselves,  by  refusing  admittance  of  Papal  temporal  authority  in  their  affairs, the irish were hamstrung by a Papacy that was reluctant to increase habsburg power  by  acceding  to  irish  demands  for  sanctioning  the  Translatio Imperii to  the  Spanish monarchy38. When one observes the political landscape of seventeenth century europe, it is not apparent a prima facie to the average irish person, the role played by irishmen or men of irish origin in the high politics of the age. in the early decades of the seventeenth century, donal Cam o’Sullivan-Beare and his son dermicio, enobled by Philip iii of Spain as Counts of Bearhaven, served successively in the Spanish Councils of State and of War, while later in mid century oliver Walsh of Carrickmines was chamberlain and councillor to the holy roman emperor, Ferdinand iii. his son, Francis Paul would also become an imperial Court Chamberlain and Councillor. About the same time, dominic o’daly of Kilsarkan acted as the effective foreign minister of the Portuguese monarchy under John iv. By the close of the century, in the holy roman empire, Johan Andreas hamilton of leitrim would become President of the Hofkriegsrat or imperial War Council in vienna while  Francis  taaffe  of  Ballymote  would  serve  as  chancellor  or  prime  minister  of  the duchy of lorraine. taaffe also had the distinction of being the first irishman to be invested with the collar of the golden Fleece39. in the seventeenth century Spanish monarchy, irish émigrés, especially the gaelic and hiberno-norman nobilities, became very closely associated with loyal and distinguished military service to the habsburg dynasty. their commissions, careers and ennoblement in ranks of the Spanish nobility depended absolutely on their allegiance and commitment to

37 WoltJer, J.J., ‘de vredemakers’, in Tijdschrift voor Geschiedenis, 89 (1976), pp. 304-307. roWen, h. The Princes of Orange: the Stadholders of the Dutch Republic, (Cambridge,  1988),  pp.  35-37;  morgAn,  h. ‘hugh o’neill and the nine years War in tudor ireland, Historical Journal, xxxvi (1993); Idem, ‘Faith and fatherland or queen and country? an unpublished exchange between o’neill and the state at the height of the nine years War’, in Dúiche Néill: Journal of the O’Neill country historical society, ix (1994), pp. 9-65. 38 morgAn h., Political Ideology in Ireland, 15410-1641, dublin, 1999; ohlmeyer, J., ‘ireland independent: Confederate foreign policy and international relations during the mid-seventeenth century’, in ohlmeyer, J. (ed.), Ireland from Independence to Occupation, dublin, 1995, pp. 89-111; doWney, d.m. ‘A Castilian-regalist  Cradling:  Spanish-habsburg  formation  of  the  early  irish  Counter  reformation’,  in  ClArKe,  h.B.  & PhilliPS, J.r.S. (eds.), Ireland, England and the Continent in the Middle Ages and beyond: essays in memory of a turbulent friar, F.X. Martin, OSA, dublin, 2006, pp. 296-306; Idem, ‘Purity of blood and purity of faith in early modern ireland’, in Ford, A. & mCCAFFerty, J. (eds.), The Origins of Sectarianism in Early Modern Ireland, Cambridge, 2005, pp. 216-228. 39 doWney, ‘irish-european integration. the legacy of Charles v’, pp. 97-99; Idem, ‘Wild geese and the double-headed eagle: irish integration in Austria c.1630-c.1918’, in leiFer, P. & SAgArrA, e. (eds.), AustroIrish Links through the Ages, Favorita Papers, Special Edition, vienna, diplomatic Academy, 2002, pp. 41-57.

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the Casa de Austria40. that absolute devotion to the habsburg dynasty was proudly expressed  in  1649  by  the  Colonel  Propietor  of  the  regiment  of  tyrone,  hugo  eugenio o’neill to Philip iv: this regiment is among the oldest, the most valorous and most renowned in the royal armies of your majesty, since, for the past sixty years it has served continuously in the wars of Flanders, the Palatinate, France, and now of late in Spain (Catalan revolt), taking part in all the occasions of war, on land and sea, without ever failing on any point of duty to the royal service, until now there  have  died  in  this  regiment  more  than  12,000  irishmen,  most  of  them  at  the  point  of  the sword…  it  [the  regiment  of tyrone]  is  the  mother  of  five  other  regiments  of  the  same  nation which have served this Crown of Spain in many fields with the courage, love and fidelity which is known to all…41

in the milieux of the gaelic, hiberno-norman and old english nobilities of ireland and indeed in the worlds of the nobilities of Ancien régime Catholic europe, ancestral lineage,  swordsmanship,  horsemanship,  Catholicism  and  classical  education  were  not enough for self-definition of identity or for self promotion42. one was expected to ‘illustrate’ the  family  name,  preferably  by  honours  won  on  the  battlefield. the ‘Way of the Sword’ was the most honoured occupation among the nobilities of europe, it formed the basis of their values and of much of their wealth and enabled them to become part of what thomas Barker identified as ‘the strategic élite’43. We need to bear this point in mind in our interpretation and understanding of the motives and driving-forces behind the political and cultural identification irish nobles with the Spanish habsburg monarchy, and indeed of the migration of irish nobles into the services of the continental european powers.  they were not mercenaries in the modern sense, neither were they necessarily changing national loyalties in the modern sense. they were liege-men who accepted service under a certain ruler but not with a nation state. Among the most notable exemplars of such liege-men in the late seventeenth century were Prince eugene of Savoy, Frederich hermann Count von Schomberg; James FitzJames, duke of Berwick, Patrick Sarsfield, earl of  lucan  and  henri  de  massue,  marquis  de  ruvigny44.  Furthermore  consciousness  of

40 AndúJAr CAStillo, F., ‘Familias irlandesas en el ejército y en la Corte borbónica’; télleZ AlArCiA, d., ‘Política y familia en el grupo irlandés del  Xviii: ¿un partido irlandés en la Corte?’; o’Connell, C., ‘irish migration to europe in the eighteenth Century; the case of France and Spain’ and doWney, d.m., ‘Catholicism, milesianism and monarchism: the facilitators of irish identification with habsburg Spain’, in gArCíA hernán, e. & reCio morAleS, ó., Extranjeros en el Ejército. Militares irlandeses en la sociedad Española, 1580-1818, madrid, 2007; Also see AriAS de SAAvedrA AlíAS, i., ‘irlandeses en la alta administración española del siglo Xviii’, in villAr gArCíA, m.B. (ed.), La emigración irlandesa en el siglo XVIII, málaga, 2000, pp. 41-62. 41 Archivo general de Simancas, guerra, 1726. 42 Such qualities are outlined in SZeChi, d., The Jacobites: Britain and Europe, 1688-1788, manchester & new york, 1994, pp. 127-129; doWney, ‘Wild geese and the double-headed eagle’, p. 47; Idem, ‘Whether habsburgs or Bourbons? Some reflections on the alignments of nobles of irish origin, during the War of the Spanish Succession’, in PéreZ toStAdo, i. & gArCíA hernán, e. (eds.), Irlanda y el Atlántico Ibérico. Movilidad, participación e intercambio cultural, valencia, Albatros ediciones, 2010. 43 BArKer, t.h., Army, Aristocracy, Monarchy: Essays on War, Society and Government in Austria, 16181780, new york, 1982, p. 31. the following works provide crucial insights into the importance of military service and reputation for the nobility: meyer, J., Noblesses et pouvoirs dans l’Europe de l’Ancien Régime, Paris, 1973; PArKer, g., The Military Revolution: Military Innovation and the Rise of the West, Cambridge, 1988; BillACoiS, F., The Duel: Its Rise and Fall in Early Modern France, Selous, t. (ed.&transl.), new haven, 1990. 44 See: BrAUBACh, m., Geschichte und Abenteuer: Gestalten um Prinzen Eugen, munich, 1950; Idem, Prinz Eugen von Savoyen. Eine Biographie, munich, 1963; gloZier, m., Marshal Schomberg 1615-1690. “the Ablest

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caste among irish émigré nobility facilitated their identity with their continental counterparts and their interests. in the course of time, many became naturalised subjects of the King of Spain, or of the holy roman emperor or indeed of the King of France, but this was more often than not, defined by personal honour. one should beware of attributing such motives to assumptions of political or national ideology.

Soldier of His Age”. International Soldiering and the Formation of State Armies in Seventeenth-Century Europe, eastbourne, 2005, reprinted 2008; Petrie, C., The Marshal Duke of Berwick, london, 1953; WAUChoPe, P., Patrick Sarsfield and the Williamite War, dublin, 1992, and AgneW, d.C.A., Henri de Ruvigny, First Earl of Galway, edinburgh, 1864.

“...QUE PRETEnDE VIÁTICO PARA yR A LA MISSIÓn DE IRLAnDA”: LOS PETICIOnARIOS En LA ESPAñA DEL SIGLO XVII Cristina Bravo Lozano* Universidad Autónoma de Madrid

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n las relaciones hispano-irlandesas, el año 1601 marcó un hito fundamental en el desarrollo posterior. El tan conocido desastre de Kinsale generó repercusiones significativas, no sólo en clave política, sino también a nivel social que trascendieron a España y los territorios que configuraban su Monarquía. Estas consecuencias obligan a señalar 1611 como año destacado en la construcción de una historia común durante los siglos de la Modernidad. La historiografía reciente sobre los exiliados irlandeses en España se ha centrado en el estudio de su presencia en los “ejércitos de las naciones” de los Austrias, su auge en el mundo de los negocios, su integración en los virreinatos y gobernaciones americanas o la acción decisiva de los colegios irlandeses dispersados por toda la geografía peninsular1. Actualmente, las fuentes ponen de relieve cómo estos irlandeses, asenta-

*  Este trabajo se beneficia de la Beca para la Formación del Personal Investigador del Programa Propio de la Universidad Autónoma de Madrid (FPI-UAM) y muestra los primeros resultados de una investigación más amplia bajo el título Carlos II y la Misión de Irlanda, 1660-1700, Tesis Doctoral dirigida por Antonio ÁlvarezOssorio Alvariño (IULCE-UAM) y Enrique García Hernán (CCHS-CSIC). Quede patente mi agradecimiento al Dr. Óscar Recio Morales (UCM) y al doctorando Roberto Quirós Rosado (UAM) por sus amables sugerencias para la redacción de esta contribución. 1 Antes de iniciar el presente estudio, es preciso aludir al impacto historiográfico que ha generado en España y el mundo anglosajón la “cuestión irlandesa”. Para ello, véanse estudios como los de MOODy, T. W., MARTIn, F. X. y ByRnE, F. J. (eds.), A new History of Ireland. III. Early modern history of Ireland, 1534-1691, Oxford, Oxford University Press, 2009; DOWnEy, Declan M. y CRESPO MACLEnnAn, Julio (eds.), Spanish-Irish Relations through the Ages, Dublín, Four Court Press, 2008; o GARCíA HERnÁn, Enrique, Ireland and Spain in the Reing of Philiph II, Dublín, Four Court Press, 2009. Desde una perspectiva social y militar, son de obligada consulta las obras de KEARnEy WALSH, Micheline, Spanish knights of Irish origin, Dublín, Irish Manuscripts Commission, 1960-1978, 4 vols; GARCíA HERnÁn, Enrique et alii. (eds.), Irlanda y la Monarquía Hispánica: Kinsale, 1601-2001. Guerra, política, exilio y religión, Madrid, Universidad de Alcalá-CSIC, 2002; o GARCíA HERnÁn, Enrique y RECIO MORALES, Óscar (eds.), Extranjeros en el ejército. Militares irlandeses en la sociedad española, 1580-1818, Madrid, Ministerio de Defensa, 2007. Diversos monográficos han centrado su interés en el ámbito económico y mercantil, ampliando su marco geográfico y humano a otras latitudes aprovechando el tráfico indiano, es el caso de PéREz TOSTADO, Igor, Irish Influence at the Court of Spain in the Seventeenth Century, Dublín, Four Court Press, 2008; o RECIO MORALES, Óscar, Ireland and the Spanish Empire, 1600-1825, Dublín, Four Court Press, 2010. Como miscelánea de todas estas cuestiones, véase PéREz TOSTADO, Igor y GARCíA HERnÁn, Enrique (eds.), Irlanda y el Atlántico Ibérico. Movilidad, participación e intercambio cultural, Va79

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dos en diversas comunidades, estaban incluidos en una misión específica, creada ex profeso por la Corona bajo el amparo del Patronato Regio y la gestión de la Real Capilla, y conocida oficialmente, previa aprobación pontificia, como “Misión de Irlanda”.  El objeto de este trabajo es el análisis de la articulación de la comunidad irlandesa refugiada en España, realizando una aportación novedosa sobre el aspecto religioso de la Misión de Irlanda y la gestión que la Monarquía hizo de esta minoría. Para ello se hará un repaso sucinto sobre el origen y fundación de la institución y las particularidades del proceso administrativo por el cual retornaban los misioneros irlandeses a su patria, en la coyuntura del siglo XVII. Se trata, pues, de una primera aproximación socio-religiosa con implicaciones políticas decisivas, dentro y fuera de la Monarquía de España. 1.  LA MISIÓn DE IRLAnDA y SU InSTITUCIOnALIzACIÓn: DAVID KEARnEy, 1611 Desde que en 1536 Enrique VIII rompiera con Roma surgió una profunda problemática que trascendía el ámbito religioso. En el reino de Irlanda las transformaciones políticas no fueron acompañadas del consiguiente cambio confesional. Por razones de fe, distintos grupos de católicos, contrarios a esta escisión de la Iglesia, se vieron obligados a abandonar Irlanda de manera constante2. Su destino, la Europa Católica y en particular, la Corte de Su Católica Majestad donde demandaban el amparo e intervención hacia su causa de unos monarcas distinguidos por su piedad3. En su reinado, el emperador Carlos V intentó ejercer cierto patronazgo en Irlanda por medio de la concesión de becas y puntuales ayudas pecuniarias para la perfecta formación de sus estudiantes en universidades europeas, obteniendo como contrapartida la fidelidad a su Monarquía. Según los memorialistas, Irlanda era una “escuela de santidad y letras”, “esclarecida maestra de sciencias” o la “Isla de los Santos”. Un reflejo de estos rasgos eran las definiciones que se hacían en las Relaciones de los irlandeses que estudiaban en el Viejo Continente, “gente grave, docta y noble”, enfatizando su reputación en el ámbito del conocimiento y su predisposición hacia el aprendizaje en todas las disciplinas4. Con Felipe II la situación de esta comunidad se fue agravando. El número de estos “naturales en tierra extraña” comenzaba a desbordar a los ministros reales y las medidas

lencia, Albatros, 2010. En el conocimiento de la red colegial, tenemos monografías de colegios concretos donde raramente se alude a la Misión de Irlanda como estructura estable dirigida desde la Corte. no por ello, se pueden dejar de mencionar los trabajos que han servido de base para esta contribución de O COnnELL, Patricia, The Irish College at Alcalá de Henares, 1649-1785, Dublín, Four Court Press, 1977; The Irish College at Lisbon, 1590-1834, Dublín, Four Court Press, 2001; y The Irish College at Santiago de Compostela, Dublín, Four Courts Press, 2007. 2 “Su  destierro  y  peregrinación  es  sólo  por  celo  de  la  cristiandad  y  de  buen  católico”, cit.  en  GARCíA HERnÁn, Enrique, Las comunidades irlandesas de La Coruña y El Ferrol en la Monarquía de Felipe II, inédito Trabajo Final de Licenciatura, Universidad Complutense de Madrid, 1997, p. 22. 3 “La magestad catholica de el Rey de España nuestro Señor, singular columna y admirable defensa de la Religion y Iglesia Romana, el principal garante en la preservación de los intereses católicos de la nación irlandesa”, en palabras del vicario y comisario general de la orden del Císter en las Islas Británicas, o “único y sólo amparo y defensor”, “tan xpistiano, soberano, amparo y señor de la christiandad” a los ojos de fray Buenaventura naughtin: Archivo General de Simancas (en adelante AGS), Cámara de Castilla (CC), leg. 673/5. 4 BURRIEzA SÁnCHEz, Javier, “Escuelas de sacerdotes y mártires. Los colegios del exilio católico”, en GARCíA HERnÁn, Enrique et alii. (eds.), Irlanda y la Monarquía Hispánica, pp. 41 y 46.

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a adoptar no estaban coordinadas. La red colegial aún no se había planteado, ni siquiera como proyecto para albergar a estos recién llegados. Por ello, el monarca, continuando con las prácticas de su padre, reforzó su cooperación y comenzó a enviarlos a otras universidades, tanto españolas como europeas, además de proveer ordinariamente de cuantiosas subvenciones a los sacerdotes y obispos irlandeses que desarrollaban su cura de almas en diócesis españolas, a partir de 15865.  Con los primeros Austrias, los exiliados irlandeses disponían de una gran libertad de movimientos, obedeciendo al derecho vigente en esos años6. Venían a España a formarse y después se trasladaban a Roma para ser ordenados como sacerdotes. Los consejeros de Felipe III, conocedores de esta movilidad, fueron conscientes de las posibilidades beneficiosas que reportaría cursar los distintos niveles educativos en España para, a continuación,  remitir  a  los  nuevos  presbíteros  a  Irlanda.  Además,  la  insostenible  afluencia  de  irlandeses que saturaban las instituciones regias hacía cada vez más necesaria su organización en una estructura estable y eficaz. Una institución específica que centralizara todo el proceso instructivo, contara con la financiación necesaria para su mantenimiento y estuviera “debajo de la inmediata protección y patronazgo real de Su Majestad”7.  En 1611, el arzobispo de Cashel, el padre David Kearney pondría en marcha lo que las fuentes denominan como “Misión de Irlanda”8. Este irlandés, cuya actividad pastoral como reformador sólo es comparable a la de Juan de Ribera en España y Carlos Borromeo en Italia, partió a Roma para exponer al Papa Paulo V la situación que vivía la Iglesia en Irlanda y pedirle asesoramiento sobre el modo de actuar para modernizar su catolicidad, aplicando la reforma tridentina a través de la red colegial. Por la trascendencia de estas cuestiones tocantes a la religión, éstas también debían ser tratadas con el Rey Católico, Felipe III. Por aquel entonces, el monarca se encontraba en Aranda de Duero, junto a su mujer, la  reina  Margarita  de  Austria,  y  un  enfermo  príncipe  Felipe,  futuro  Felipe  IV.  David  Kearney, en compañía del padre Richard Conway, superior de la misión de la Compañía de Jesús en Irlanda, se entrevistó con Felipe III y, posteriormente, con la reina quien, preocupada por la salud de su hijo, le solicitó que rezara por él. Tras la lectura de un pasaje evangélico y una plegaria, el joven Felipe mejoró. Como agradecimiento por su mediación, la reina pidió a Felipe III, a través de su confesor, el jesuita alemán Richard Haller, que se concediera al padre Kearney algún tipo de merced. Una ayuda de costa que se fijaría en 2.000 ducados como una pensión eclesiástica permanente cargada “en la primera Iglesia que estuviere vaca o vacare” y asignada “en cabeza” de Diego de Guzmán, el entonces Capellán y Limosnero Mayor9.

5 En este punto podría fijarse el inicio de la Misión de Irlanda: GARCíA HERnÁn, Ireland and Spain in the Reign of Philip II, p. 311. 6 Con respecto a la problemática de la inmigración irlandesa en la Edad Moderna, no sólo desde el ámbito geográfico español, sino también continental, consúltense O’COnnOR, Thomas (ed.), The Irish in Europe, 15801815, Dublín, Four Court Press, 2006; O’COnnOR, Thomas y LyOnS, Mary Ann (eds.), Irish Migrants in Europe after Kinsale, 1602-1820, Dublín, Four Court Press, 2003; y O’COnnOR, Thomas y LyOnS, Mary Ann (eds.), Irish Communities in Early-Modern Europe, Dublín, Four Court Press, 2006. 7 Archivo General de Palacio (en adelante AGP), Real Capilla (RC), caja 81. 8 “David Kearney fue promovido con decreto, con retención y dispensación de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide. Sucedió al arzobispo Dermond O’Hurley en la diócesis de Cashel el 21 de mayo de 1603. Un año después, el 13 de agosto obtuvo el palio. Murió en Roma en el año 1625”: GAUCHAT, P., Hierarchia Catholica Medii et Recentioris Aevi (1592-1667), Vol. IV, Roma, 1935, p. 138. 9 AGP, RC, caja 82, exp. 1.

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El Duque de Lerma, activamente implicado en la cuestión irlandesa, consignó esta suma en la mitra del obispado de Cádiz, desde ahora administrador económico de la Misión de Irlanda. El destino de este dinero era para el objeto concreto que había motivado el nacimiento de tal institución, “acudir con ellos a este prelado y a otros si fuere necesario para su sustento y el de los sacerdotes y religiosos que ha de traer en su compañía en el dicho reino”10. Finalmente, el situado gaditano se vería reducido a 1.000 ducados del total, pero siempre gestionado por el Capellán Mayor. La distribución que se debía hacer de dicha pensión fue especificada por el propio arzobispo cashelense. Se reservaban 600 ducados para su persona y 400, para los jesuitas irlandeses. Por el contrario, los 1.000 ducados restantes que no estaban situados en ningún obispado, se repartirían de la siguiente manera: 400 ducados para “los sacerdotes más honrados” y 200, para cada una de las órdenes dominica, franciscana y jesuítica, respectivamente11.  La creación ad hoc de la Misión de Irlanda no fue original. La Corona española reconoció en 1611 una situación que existía de hecho antes que por derecho12. Algunos años más tarde, en 1627, el coronel William Semple fundó el Colegio de los Escoceses de Madrid y la consiguiente Misión de Escocia13. Algo similar a lo que en 1589, Robert Persons y Edmund Campion hicieron en Valladolid con el Colegio de San Albano14, para restaurar el catolicismo en Inglaterra por medio de la Misión de este reino15. Su finalidad y operatividad era la misma, sólo variaba el destino de los misioneros llamados a administrar los sacramentos a los católicos en los respectivos territorios.  A mediados del siglo XVII, tanto la Misión de Escocia como la Misión de Inglaterra, se unificaron en la Misión de Irlanda, la única reconocida e institucionalizada por la Monarquía. no será hasta 1670 cuando encontramos en la documentación una significativa variación en la terminología. La Misión de Irlanda aparece referida indistintamente con la nomenclatura de “Misión del norte”16. Una denominación más genérica  que  ampliaba  el  espacio  de  actuación  y  comprendía  las  tres  misiones desarrolladas  en  aquellas  provincias17,  pues  “redunda  en  grande  provecho  del  feliz progreso de la conversión de los infieles herejes y conservación de nuestra santa fe 10 GARCíA HERnÁn, Enrique, “La Misión de Irlanda (1610-1628): aproximación a una nueva investigación” en MARCOS MARTín, Alberto (ed.), Hacer historia desde Simancas. Homenaje a José Luis Rodríguez de Diego, Junta de Castilla y León, Valladolid, 2011, p. 355. 11 AGP, RC, caja 82, exp. 1. 12 Real Academia de la Historia, Colección Salazar 9/476 y 477, Memorias del Cardenal Diego de Guzmán. 13 Esta Misión de Escocia fue financiada con 500 ducados de los 1000 que estaban consignados en la mitra de Cádiz. “Esta pensión está ya puesta en cabeza de mi limosnero mayor y he mandado aplicar los 500 ducados de la misión de Escocia y los otros 500, a la de Irlanda, mientras hubiere lugar de crecerla. Supuesto esto, medirá el consejo como se podrá disponer de los 500 ducados que tocaba Irlanda”: AGP, RC, caja 82, exp. 1. 14 BURRIEzA SÁnCHEz, Javier, “Establecimiento, fundación y oposición de la Compañía de Jesús en España (siglo  XVI)”  en  EGIDO, Teófanes  (coord.),  Los jesuitas en España y en el mundo hispánico,  Madrid,  Marcial Pons, 2004, p. 94. 15 “Fray Jacinto de Ameros y de fray Jorge de Santo Tomás, religiosos de Santo Domingo, que pretenden ir a la Misión de Inglaterra, y habiendo examinado sus partes y letras, he hallado que son muy virtuosos y ejemplares en su religión, y muy aventajados teólogos y predicadores, de quien se puede esperar será considerable el fruto y particular el servicio que harán a nuestro señor en aquel reino, especialmente por ser pocos los que van a Inglaterra en demanda de este ministerio”: AGP, RC, caja 82, exp. 1. 16 “El padre fray Diego Bath, religioso irlandés de la Orden de Santo Domingo, está expuesto para ir a la Misión del norte”: AGS, Estado (E), leg. 2839. 17 “Se vio en el consejo un memorial del licenciado don Juan Richardo Crosbi en que refiere que tiene hecho voto, conforme al instituto del Colegio de Irlandeses de Salamanca, de donde es colegial, de ir a la Misión de su tierra y a otras partes del norte”: AGS, E, leg. 2836.

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católica en aquellos tres reinos septentrionales para el servicio de nuestro Dios y Señor”18. Independientemente de su denominación administrativa, para los Austrias, monarcas conocidos por su profunda devoción y celo religioso, el objetivo principal era mantener operativa esta Misión, en el sentido evangélico y misional del término, para prolongar y consolidar la última frontera católica del norte europeo mediante una ofensiva políticoeclesiástica, lanzada a través de la formación de cuadros religiosos, culturales e intelectuales en la red colegial irlandesa peninsular y continental19. 2.  LA RED COLEGIAL y LA MISIÓn Pedro de Ribadeneyra postulaba que “todo el bienestar de la Cristiandad y de todo el mundo depende de la educación conveniente de la juventud”20. En la Europa moderna, la educación fue considerada como un instrumento muy eficaz a la hora de controlar un territorio determinado y crear comunidad, sobre todo, si tenemos en cuenta el gran desarrollo que experimentaron los centros educativos a partir del último tercio del siglo XVI21. Desde el Renacimiento, la presencia de irlandeses en España encuentra su razón de ser en la “voluntaria peregrinatio académica” y los viajes humanistas22. En el Seiscientos, la “nacionalización” de la Iglesia de Inglaterra dio lugar a un proceso de secularización de los bienes espirituales. Su repercusión en Irlanda fue el vaciado y cierre de conventos y monasterios y la eliminación de “las escuelas donde se criaba la juventud en virtud y letras para que o fuesen a Inglaterra y a sus universidades a aprender falsas sectas de sus herejías, o se quedasen en sus tierras sin doctrina ni enseñanza alguna”23. Para evitarlo, distintos nobles decidieron enviar a sus hijos a los reinos de la monarquía de España para que recibieran una instrucción católica y ampliaran sus conocimientos en letras y lenguas en importantes centros superiores y universidades, instituciones inexistentes en Irlanda24. Estas minorías estudiantiles irlandesas fueron testigos de cómo la ofensiva religiosa anglicana, desplegada por la vía educativa en la isla, llegó con cierta demora. Mientras, en la península Ibérica sucesivamente se iban estableciendo los colegios de irlandeses de Lisboa (1590), Salamanca (1592), Santiago de Galicia (1605), Sevilla (1608), Valencia (1628), Madrid (1629) y Alcalá de Henares (1649). Estos centros, adscritos a sus reputadas universidades, se mostraron partidarios de los predicamentos irlandeses. Siguiendo los preceptos emanados de Trento, asumieron la defensa y expansión de la religión como parte integrante de sus enseñanzas y se convirtieron en uno de sus principales destinos académicos25.  18

AGP, RC, caja 82, exp. 1. RECIO MORALES,  Óscar,  Irlanda en Alcalá. La comunidad irlandesa en la Universidad de Alcalá y su proyección europea, 1579-1785, Alcalá de Henares, Fundación Colegio del Rey, 2004, p. 45. 20 BURRIEzA SÁnCHEz, “Establecimiento”, p. 107. 21 RECIO MORALES, Irlanda en Alcalá, p. 23. 22 Ibidem, pp. 21-22. 23 AGS, Gracia y Justicia, leg. 965. La cursiva es añadido de la autora. 24 PéREz TOSTADO, Irish influence, p. 27. 25 “Los niños irlandeses, colegiales del seminario de Santiago, se me ha referido que cuando llegó mi armada a Irlanda, los enviaron sus padres en rehenes para criarse con virtud y buenas letras y yo di orden para que fuesen  a  estudiar  a  Santiago  y  que  los  socorriesen  como  se  ha  hecho”: Archivo  Histórico  nacional,  Madrid (AHn), Estado (E), libro 257, f. 125r. 19

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A lo largo del siglo  XVII, el número de exiliados ascendió de manera notable. La reforma “magistral” desde arriba se tradujo en la enérgica política de anglicanización ejercida en Irlanda por los monarcas británicos26. Sus medidas dieron paso a la imposición definitiva del anglicanismo desde el reinado de Isabel I, condenando a la minoría católica a la clandestinidad y la discriminación.  Estas transformaciones en las estructuras políticas y religiosas crearon un clima adverso y obligó a multitud de irlandeses a partir hacia la Europa católica. Esta decisión contaba con una dificultad añadida, pues durante el período isabelino se prohibió a cualquier irlandés el abandono de este reino para educarse en el continente o engrosar las filas de un ejército extranjero. Todo sacerdote o militar que volviera a la isla, tras su estancia europea y fuera descubierto, era juzgado por alta traición a la Corona inglesa27. En estas circunstancias, la actividad pastoral y la consagración de nuevos irlandeses al sacerdocio se fueron complicando cada vez más28. La labor espiritual era atendida por los escasos sacerdotes, algunos mártires y confesores de dentro, y aquellos seculares y religiosos  que  lograban  retornar  desde  los  seminarios  establecidos  en  el  continente  para  esta misión29.  Estas circunstancias venían a reforzar la idea de que los colegios de irlandeses en el exilio católico se convertirían en el medio más eficaz para la aplicación de la reforma de la Iglesia en la isla. En Roma se conocía cómo “la doctrina evangélica es la que conserva la fe católica en Irlanda. Lo cual, visto por los herejes y entendiendo que de esto nace claramente su confesión”30, debía ser aprovechado por el Papado para sentar las bases de una espiritualidad práctica por medio de clérigos y prelados ejemplares que interviniesen de una manera más directa en aquel territorio31. Desde 1611, la red colegial irlandesa que se fue creando durante todo ese siglo, dirigida al perfeccionamiento de la instrucción de sacerdotes, seglares, clérigos y religiosos quedó centralizada mediante la institucionalización de la Misión32. Las competencias de los colegios eran muy diversas: políticas, sociales, económicas y culturales33. Aunque no fueran  centros  íntegramente  eclesiásticos,  en  ningún  momento  se  alejaron  de  su  razón fundacional: preparar intelectualmente a “colegiales que sean de la dicha isla de Irlanda, indistintamente, sin atender a provincias ni a otras parcialidades”34. Su período formativo 26 “y que a los hijos de los católicos, teniendo siete años de edad, fuesen quitados a sus padres y enseñados en la herejía protestante”: AGS, E, leg. 2102, f. 88. 27 “Las extorsiones y abusos que en el dicho reino hacen los herejes, en odio y para extirpación de la fe católica y total extinción de los católicos irlandeses españolados”: AHn, E, libro 741, f. 24v. 28 “Los herejes de su tierra no consienten el ejercicio de la religión católica, ni el de la verdadera teología”: AGS, E, leg. 1851.  29 “Por causa de la persecución de los herejes, ha venido en gran disminución esta orden en aquel reino, pero que no obstante, esto y que han ido derribando y asolando algunos monasterios. De los que han quedado, se han vuelto a reedificar y se conservan que por esto y por estar prohibidos los estudios, se han acabado los predicadores viejos que había”: AHn, E, libro 257, f. 101v. 30 AGS, E, leg. 1851. 31 GARCíA HERnÁn, Enrique, Irlanda y el Rey Prudente, Madrid, Laberinto, 2003, vol. II, p. 94. 32 O COnnELL, Patricia, “The early-modern Irish college network in Iberia, 1590-1800”, en O’COnnOR (ed.), The Irish in Europe, 1580-1815, pp. 50-52. 33 O’COnnOR, Thomas, “Irish migration to Spain and the formation of an Irish college network, 1589-1800”, en FRAnçOIS, Luc e ISAACS, Ann Katherine (eds.), The Sea in European History, Pisa, Edizioni Plus, 2001, p. 112. 34 “se ordenó por cosa conveniente al servicio de Dios y mío y bien de los católicos de Irlanda, que en el seminario de irlandeses de Salamanca se señalase número preciso de los estudiantes irlandeses que en él hubiese de haber y que se recibiesen tantos de la provincia de Canacia y Ultonia cuantos de Mamonia y Laxenia, pues el dicho seminario se fundó, no sólo para una sola provincia, sino para todo el reino”: AHn, E, libro 257, f. 237r.

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duraba siete años y estaba articulado en un sistema de enseñanza unitario orientado hacia los saberes humanista y teológico35. Así, tres años se dedicaban al aprendizaje de artes, retórica, gramática, oratoria, filosofía, lógica, griego, derecho canónico o música eclesiástica; otros tres a la teología moral, dogmática y positiva; tomando los hábitos en el último curso36.  Esta estrategia pedagógica buscaba vigorizar el disciplinamiento sacerdotal, mejorar el ministerio de la palabra y la atención pastoral haciendo que ésta fuese más eficaz y supliera las deficiencias doctrinales irlandesas, y convertir a los colegiales y futuros misioneros en regeneradores de su patria y enérgicos controversistas capaces de enfrentarse, moral, doctrinal y contestatariamente con el anglicanismo en Irlanda37. Pero para ello era preciso que se enviaran de vuelta “los sujetos más oportunos para este ministerio, y que teniendo las cualidades y literatura correspondientes posean nativamente el idioma propio y se hallen versados en las costumbres de los naturales de aquellas provincias […] a fin de habilitarse y hacerse aptos para emplearse útilmente en el ministerio de la predicación y propagación del evangelio en Irlanda”38. Frisado el siglo XVII, los colegiales ya habían creado un sentimiento de unidad personal y de vecindad, de familiaridad y protección, de cooperación y solidaridad que se veía reforzado desde los propios colegios. Los lugares donde aprendían y se preparaban para una meta común: integrarse en la misión de su nación, la Misión de Irlanda39. David Kearney lo expresaba con estas palabras: “the heretics intend to vomit out all their poison and infect with it the purity of our holy religion, and it is expected that things will take place in it such as have not been seen since the schism of Henry VIII began”40. De tal manera que los colegios irlandeses se pueden considerar como los órganos vitales del cuerpo político-religioso de la Misión de Irlanda. Cada uno, individualmente, tenía sus propias constituciones y se gobernaba de forma autónoma, pero siempre movidos por el cerebro reconocido de este organismo, el Capellán Mayor. Sin la red colegial, los mecanismos de esta institución no hubieran podido funcionar a la perfección41. Esto es lo que convertía a la Misión de Irlanda en una entidad singular, diferente al resto de misiones de Patronato Regio en América y Asia.

35 MARTínEz MILLÁn, José y CARLOS MORALES, Carlos Javier de, Religión, política y tolerancia en la Europa Moderna, Madrid, Ediciones Polifemo, 2011, p. 174. 36 BURRIEzA SÁnCHEz, “Escuelas de sacerdotes”, p. 46. 37 “[…] para que no pierdan inútilmente el tiempo y se dediquen a aquel género de estudio que más convenga a su vocación y destino […] que no consuman el tiempo en cuestiones disputables y metafísicas, y que su cuidado sea imponerse en los dogmas y verdades católicas en los errores que las combaten y dominan en aquellos países; en la sagrada escritura y en las poderosas y sólidas razones que sirven para rebatir los errores y mantener en los fieles la integridad de la fe católica, como igualmente en instruirse en una suma moral de sana doctrina para promover y conservar en los católicos de su país la pureza de las costumbres, de cuya depravación nacen  las  herejías  por  haber  muy  fácil  tránsito  de  la  depravación  de  la  voluntad  a  la  contaminación  del  entendimiento […]”: AGS, GJ, leg. 965. 38 Ibidem. 39 “Es obra tan del servicio de Dios y para colegio donde se han criado tantos mártires que han derramado su sangre por nuestra santa fe católica”: AHn, E, libro 258, f. 13v. 40 Cit.  en  HAzARD,  Benjamin,  Faith and Patronage. The political career of Flaithrí Ó Maolchonaire, c. 1560-1629, Dublín, Irish Academic Press, 2010, p. 100. 41 “[...] los seminarios irlandeses [...] son el fundamento y raíz de que pende toda la Misión”: AGP, RC, caja 82, exp. 1.

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3.  LOS PETICIOnARIOS, LOS PROTEGIDOS DE LA MISIÓn “...que pretende viático para yr a la missión de Irlanda”. Con esta fórmula encontramos en la documentación la formalización e instancia que efectuaban los irlandeses ante el Consejo de Estado, para la petición al rey de España de una ayuda de costa que les permitiera el regreso y la predicación en su patria. Las distintas contribuciones económicas ofrecidas a estos grupos, por decisión regia y en consideración de su cargo, se encontraban centralizadas en la figura del Capellán y Limosnero Mayor, responsable temporal y espiritual de la Misión de Irlanda y administrador de los beneficios regios provenientes del Patronato Eclesiástico. Este trabajo desempeñado en una institución de reciente creación (1611), no estaba contemplado entre sus ocupaciones en la Real Capilla, sino que se puede considerar un añadido. Esta función complementaria favoreció la definición de su propia autoridad y le confería más poder e influencia como rector canónico de la Misión, tanto que intentaría convertirse en vicario o delegado pontificio de la misma y obispo de los irlandeses refugiados en España. Desde el reinado del emperador Carlos V está registrado cómo el Capellán, en tanto que Limosnero Mayor, pagó algunas ayudas a los irlandeses para financiar el inicio o la continuación de sus estudios, según los casos, pues desde su posición no podía permitir que estos colegiales, sacerdotes y religiosos vivieran sumidos en la pobreza y en condiciones deplorables42. El Capellán y Limosnero Mayor, Álvaro de Carvajal, amparaba a esta comunidad exiliada por la profunda fe que profesaban y los distintos servicios que habían prestado a la Corona. Por ello, les instaba a que siguieran formándose primero en la red colegial ya establecida en España, donde serían ordenados y, en función de estos votos sagrados y por mediación real, “vuelvan a su tierra y en ella sean ministros útiles y provechosos con sus buenas costumbres y doctrinas”, tras ser examinados por él mismo43. A medida que avanzaba el siglo XVII, la estructura organizativa de la Misión de Irlanda se iba definiendo con mayor claridad y la asistencia regia llegaba a todos aquellos peticionarios, colegiales o no, meritorios de estas provisiones económicas: los viáticos44. Una dotación económica personal, no en sentido de renta, sino de limosna. Como la propia etimología latina del término indica, esta contribución real de 100 ducados iba destinada a las rendiciones de los costes que ocasionaban el viaje de vuelta a Irlanda y el traslado desde el colegio hasta el puerto de embarque. Así como la compra de hábitos de seglar, ornamentos litúrgicos (cálices) y libros que facilitaran su tarea misional y pastoral45. Aunque  el  destino  de  este  nuevo  misionero  debía  ser  el  reino  de  Irlanda,  en  determinadas ocasiones su labor espiritual podía desarrollarse en cualquier provincia del norte por “hallarse apto para enseñar dichas facultades en cualquier parte”46. Esto demuestra la capacidad de servicio a la Iglesia de Roma y a la Corona, como entramado institucional para

42 “Guarden la decencia que conviene, olvidándose la libertad con que viven en su tierra y en esta [tierra] siendo pobres”: AGP, RC, caja 81. 43 GARCíA HERnÁn, “La Misión de Irlanda”, p. 13. 44 Viaticum, via=camino, con el significado de “provisión para el camino”. 45 AGS, Guerra y Marina (GM), leg. 590-2. 46 Este fue el caso de “Tadeo Bradagan y Daniel Flanagan, irlandeses que van a servir a Flandes” o Thomas Maxano que estaba preparado para “ir a predicar nuestra santa fe a Irlanda o a otras partes de herejes e infieles”.

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propagar la fe católica, y la predisposición y disponibilidad absoluta que tenían los irlandeses para la predicación, al margen del destino dispuesto por la Misión.  Estas mercedes para afrontar los gastos del viaje y el avituallamiento con el que desarrollar su actividad misional se contenían dentro de las limosnas extraordinarias. Los viáticos podían ser pagados con el dinero del que disponía el Capellán Mayor, como Limosnero; o proceder del Consejo de Hacienda en cantidades graciosamente asignadas directamente por el rey. En algunas ocasiones, era el Consejo de Cámara el encargado de librar esta cantidad, al haber acudido allí los demandantes; y en otras, el dinero provenía del “bolsillo del rey”, “gastos secretos”, “del extraordinario” o de “cualquier parte”47. no obstante, su financiación estaba controlada por los fondos procedentes de la pensión permanente de 1.000 ducados del Obispado de Cádiz, administrados por el propio Capellán y Limosnero Mayor48, en razón de su persona, no de su cargo como queda dicho ut supra.  El sistema de viáticos fijado definitivamente en 162249, permaneció intacto con posterioridad a 1700. Por la Bula de Gregorio XV a favor del entonces Capellán-Limosnero Mayor, Diego de Guzmán, el Papa autorizaba a la Monarquía hispánica el ejercicio del Patronato Regio sobre Irlanda, mediante esta pensión permanente de Cádiz, “en el socorro de los ministros de la Misión, siendo esto el fin para que se concedieron por bula de Su Santidad”50. La obtención del viático no era fácil y no todos los irlandeses que lo solicitaron lo obtuvieron, como ocurrió con Dermicio Osullevan o con Dionisio Dicano quien no era “a propósito para la misión por estar falto de muchos principios de teología, que precisamente son necesarios en los sujetos que se emplean en ministerio de tanta importancia, como es instruir en nuestra santa fe a los católicos y dan razón de ella a los que no lo fueren”51. Al tratarse de un proceso administrativo que se dirimía en distintos organismos regios, éste podía alargarse en el tiempo y hacerse cada vez más complejo. El sistema de concesión más generalizado y habitual fue el propuesto por el propio David Kearney, quien buscó un modelo que resultara eficiente y equitativo, sin abandonar el propio marco de actuación de la Misión en Irlanda. El procedimiento era el siguiente52. Cuando el colegial había completado el período formativo de siete años y se entendía que estaba capacitado para el ministerio, la predicación y la instrucción53, era ordenado bajo el título de la orden a la que estuviera adscrito (privilegio ordinis) o con título de pobreza (titulo pauperatis). Por el contrario, los seculares recibían las órdenes sagradas con el título del colegio en el que estudiaban. En 1614, el Papa Paulo V autorizó a los colegios irlandeses para ordenar a los estudiantes sub titulo missionus. En 1623 y en el contexto de la Congregatio De Propaganda Fide, Urbano VIII amplió la ordenación bajo juramento  en  la  Misión  de  Irlanda54:  “[…]  absque  ordinariorum  suorum  litteris

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GARCíA HERnÁn, “La Misión de Irlanda”, pp. 17-19. AGP, RC, caja 81. 49 AGS, Consejo y Juntas de Hacienda (CJH), leg. 593, ff. 16-75, consulta de Estado, 27 de febrero de 1622. 50 GARCíA HERnÁn, “El Patronato Regio y la Misión de Irlanda: La Bula de Inocencio X de 1647”, Comunicación de la Fundación de Historia Moderna, Granada, junio de 2010, p. 5. 51 AGP, RC, caja 82, exp. 1. 52 GARCíA HERnÁn, “El Patronato Regio”, p. 21. 53 “asistiendo con toda puntualidad a las lecciones y conferencias, arguyendo y respondiendo, proponiendo y sustentando actos públicos de conclusiones, así de artes como de teología, con ingenio, lucimiento y agudeza”: AGS, E, leg. 2839. 54 O COnnELL, The Irish College at Santiago, p. 13. 48

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dimisorialibus ac sine aliquot benficii vel patromonii titulo”55. Esta consagración sacerdotal y el estricto “juramento de misión” de recuperar y mantener la Iglesia Católica en su patria, efectuado al ingresar en el Colegio de su nación56, predisponían al candidato para la recepción de un estipendio procedente de la propia Misión, garantizando su traslado hasta Irlanda57.  Los mismos rectores del colegio irlandés donde se había formado y ordenado el candidato58, y los procuradores generales de las distintas órdenes religiosas de Irlanda, Inglaterra y Escocia59, a petición del Capellán Mayor, hacían la presentación del peticionario remitiendo al Consejo de Estado un memorial. Un documento oficial donde se formalizaba la solicitud del viático y se especificaban, en la mayoría de los casos consultados, el nombre del suplicante, su origen geográfico, la orden religiosa a la que pertenece, sus necesidades personales, cuáles eran sus avales, sus evaluadores, el colegio en el que se había formado, la fecha de concesión del viático, la cantidad otorgada por el rey y si había recibido con anterioridad la misma ayuda u otras de similar naturaleza, el destino de ese dinero y otros datos de interés que contribuían en la resolución favorable de la solicitud.  Este Consejo revisaba el informe pero, en un principio, no evaluaba la capacidad predicadora de los candidatos. Esta inadvertencia en el procedimiento y la dificultad de las propias autoridades españolas para identificar a todos los irlandeses y sus múltiples fidelidades, dio lugar a fraudes, concesiones duplicadas y religiosos y sacerdotes poco preparados para este fin. Por ello, para tener un mayor control de todo el proceso, hacia 1621 los peticionarios debían de someterse a una serie de pruebas y exámenes lo suficientemente estrictos como para que el Capellán Mayor acreditara sus estudios, su virtud, su suficiencia, sus aptitudes evangélicas, su vocación, en definitiva, su idoneidad para la Misión60. Desde el Consejo de Estado, se elevaba la consulta al rey para su aprobación. A continuación,  el  monarca  remitía  una  cédula  al  tesorero  general  del  Consejo  de  Hacienda, donde su secretario expedía el decreto y lo elevaba al Presidente de dicho Consejo quien mandaba la orden de librar al peticionario los 100 ducados “en lugar donde los cobre con brevedad”61. Ante la creciente demanda de viáticos, los pilares administrativos comenzaron a definirse más claramente, mejorando por ende la organización de la Misión. La contrapartida fue el aumento de las desavenencias entre los distintos peticionarios y las correspondientes  protestas  ante  la  limitación  de  viáticos  dispensados.  Entre  otras  medidas,  los viáticos  se  entregarían  únicamente  a  los  colegiales  y  religiosos  formados  en  España  y

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Archivium Hibernicum, 12 (1946), cit. en GARCíA HERnÁn, “La Misión de Irlanda”, p. 7. “Los religiosos y sacerdotes seglares infrascritos, de nación irlandeses, dicen que no sólo por la ley natural, sino por votos hechos a nuestro Señor, tienen obligación de ir a la Misión de Irlanda a servir a los perseguidos católicos de ella como obreros apostólicos, de los cuales hay mucha necesidad”: AGS, CJH, leg. 1144. 57 BURRIEzA SÁnCHEz, “Escuelas de sacerdotes”, p. 44. 58 “El rector del seminario irlandés de Lisboa ha representado a su Majestad que tiene dos sacerdotes que han acabado sus estudios y desean ir a la Misión de su tierra. y suplicado fuese servido de mandarles dar el viático que se suele dar a otros sacerdotes que van a lo mismo [...]”: AGS, CJH, leg. 575, ff. 19-83. 59 “que ha acabado sus estudios de filosofía y teología en España, y que se halla pronto y con obediencia de sus prelados para ir a la Misión de Irlanda”. 60 “que es persona de partes, méritos y estudios, y digno de que Vuestra Majestad le haga merced del viático que se acostumbra para esta misión”: AGS, E, leg. 2823. 61 “Haga Vuestra Merced cédula para que el tesorero general [...] dé cualquier dinero de su cargo. Cumpla lo que el secretario [...] avisa en billete retroscripto haber resuelto Su Majestad y vaya con la aprobación ordinaria [...]”: AGS, CJH, leg. 563, ff. 13-77. 56

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Portugal, reduciendo el número de viáticos a tres colegiales que anualmente podrían volver a Irlanda con esta limosna. Esta restricción también era aplicable a los irlandeses que se  encontraban  fuera  de  la  red  colegial.  Las  propias  órdenes  religiosas  únicamente  podrían enviar con viático rumbo a Irlanda, a tres misioneros cada año, equiparándose con los colegiales irlandeses en ese sentido62. Además de las irregularidades durante la evaluación de los pretendientes, en la documentación se evidencian otras anomalías en el proceso. no todos los que recibían el viático emprendían seguidamente el viaje63. Cuando la petición era tramitada a título personal  y  no  a  través  de  los  rectores  del  colegio,  ésta  se  efectuaba  en  la  Corte64.  El  mayor riesgo estribaba en el atractivo y la ociosidad madrileña que amenazaban con trastocar los planes de vuelta de algunos sacerdotes, optando por permanecer en la capital de la Monarquía como diocesanos, profesores de universidad o capellanes militares, incluso otros decidieron luchar por la cruz en el ejército, aun habiendo percibido los 100 ducados65. En 1625, el sistema de los viáticos entró en crisis como consecuencia de los abusos y el desgobierno imperante en el proceso de concesión. El entonces Capellán Mayor, Diego de Guzmán, se vio obligado a intervenir para enmendar esta situación, solicitando expresamente a los rectores de los distintos colegios peninsulares y a los provinciales de los dominicos, franciscanos y agustinos, que propusieran candidatos dignos y a la altura de las expectativas de la Misión66, igual que se exigía para las misiones de América. Con el fin de evitar un viaje innecesario hasta Madrid y frenar estas arbitrariedades, desde ese año mismo año de 1625, el viático se entregaba en los puertos de partida67, a 62 (i) “Su Majestad resolvió en consulta del Consejo de Estado de 27 de febrero del año pasado de 1622, que se diesen todos los años a tres religiosos de la orden de predicadores cien ducados de limosna a cada uno. Con calidad que los empleasen en vestirse y comprar ornamentos y lo demás necesario para ir a Irlanda a predicar el Santo Evangelio [...]”: AGS, CJH, leg. 593, ff. 16-75, Madrid, 21 de marzo de 1623; (ii) “Su Majestad resolvió en consulta del Consejo de Estado de 27 de febrero del año pasado de 1622, que se diesen todos los años a tres religiosos de la orden de San Francisco, cien ducados de limosna a cada uno. Con calidad que los empleasen en vestirse y comprar ornamentos y lo demás necesario para ir a Irlanda a predicar el Santo Evangelio [...]”: AGS, CJH, leg. 594, ff. 14-35, Madrid, 24 de marzo de 1623; (iii) “Su Majestad resolvió en consulta del Consejo de Estado de 27 de febrero del año pasado de 1622, que se diesen todos los años a tres religiosos de la orden de Santo Domingo cien ducados de limosna a cada uno. Con calidad que los empleasen en vestirse y comprar ornamentos y lo demás necesario para ir a Irlanda a predicar el Santo Evangelio [...]”: AGS, CJH, leg. 605, ff. 15-68, Madrid, 23 de febrero de 1624. 63 “El licenciado Teobaldo de Burgo, sacerdote, dice que Vuestra Majestad le ha hecho merced de cien ducados para irse a la misión de Irlanda y eso en virtud de un memorial al que presentó el Padre Ricardo Conveo de la Compañía de Jesús, en nombre del suplicante, y por no haber podido irse a la misión, tan presto el suplicante por ciertos negocios que le detienen acá, el dicho Padre cobró el dinero y lo tiene en su poder, ahora los superiores del dicho Padre tratan de enviarle de acá a Sevilla a otra parte donde habrá menester de él en servicio de su religión. Por eso el suplicante le pidió que se le diese su dinero, y no quiso ni tampoco dejarlo en poder de tercera persona que lo guardaría. Entre tanto que el suplicante está en peligro de nunca cobrar su dinero, no teniendo fianza ni seguro de ello”: AGP, RC, caja 82, exp. 1. 64 “Fray Agustín de Gaule dice tiene necesidad de ir a esa corte para tratar de su viaje con gente de su tierra que está ahí”: AGP, RC, caja 82, exp. 1. 65 “[...] de los estudiantes que entran en los seminarios, algunos salen antes de acabar los estudios, algunos van a Roma a pretender obispados, y otros quedan en España siguiendo sus fines particulares, sin ir a la mission de Irlanda por la cual se intitueron los dichos seminarios”: Salamanca Archives (Sal. Arch.), Russell Library, St Patrick’s College, Maynooth (Irlanda) S40/Salamanca, Alcala-Historical Papers-Visits. 6/ii (17th-19th c.), s.f., cit. en RECIO MORALES, Irlanda en Alcalá, p. 61. 66 AGP, RC, caja 82, exp. 1. 67 “[...] es servido que esta cantidad se ponga en manos de persona, que no se los entregue sino con seguridad de que se habrá de embarcar dentro de tres o cuatro meses de que aviso a Vuestra Señoría”: AGS, CJH, leg. 564, ff. 18-32. 

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saber en Galicia o Bilbao en las costas cantábricas, y en Cádiz68. En 1662 el proceso se hizo aún más estricto y sólo se le hacía entrega a aquellos peticionarios “que piden el viático para ir a predicar a la Misión de Irlanda, que han sido examinados por el Patriarca, se les dé el [viático] que se acostumbra que son 100 ducados a cada uno, para el efecto que lo piden, con calidad de dar fianzas de que dentro de un año han de haber cumplido con  esta  fundación”69.  no  obstante,  para  evitar  nuevos  fraudes,  las  medidas  de  control también  se  intensificaron  para  que  “se  reconozca  si  los  que  hasta  ahora  han  dado,  han cumplido haciendo sobre ello diligencias con sus fiadores”70. éstos debían ser “personas de sus tierras que están aquí de asiento”71 o “un fiador español, que sea de una de las cuatro órdenes militares”72. Un fiel reflejo del grado de integración y de las relaciones interpersonales e interregionales establecidas por los exiliados, dentro y fuera de las fronteras españolas. El trayecto duraba grosso modo unos quince días y la complejidad del viaje, la orografía propia de las costas irlandesas y las inclemencias del tiempo que azotaban el Atlántico, revestían de incertidumbre un regreso que se convertía en una aventura muy peligrosa. Esto obligaba a los misioneros a esperar en puerto a que partiera un barco con rumbo a Irlanda, su capitán estuviera dispuesto a llevar tales viajeros con el riesgo de ser arrestado a su llegada, y que las condiciones climáticas fueran favorables, pues se trataba de una travesía difícil y de larga duración73. Cuando ya se hallaba a bordo, el colegial cubría el trayecto disfrazado, vestido de seglar, y se convertía en un integrante más de la tripulación que lo trasladaba a su destino, “they disguise themselves as sailors to escape discovery when they leave the ship on arrival in Ireland”74. Se trataba de evitar por todos los medios que las autoridades británicas sospecharan o reconocieran que quien retornaba era un clérigo, con las consiguientes consecuencias para este “traidor” a Inglaterra75.  Consecuentemente, su misión nunca dejó de ser clandestina. Entraban “secretamente contra las rigurosas prohibiciones de los herejes para restaurar en Irlanda la fe católica […] Algunos de ellos fueron por derecho martirizados y otros muchos presos y desterrados”76. Según avanzaba el siglo  XVII, la situación se fue agravando y eran cada vez más los sacerdotes que llegaban formados desde el continente. Para frenar esta afluencia de católicos, en 1675 se hizo público un nuevo edicto contra los católicos, por cual se prohibía la entrada de clérigos y seminaristas procedentes de Europa.  En estas condiciones, seguir las huellas de estos misioneros resulta una tarea ardua. no es posible establecer una “geografía misional” dentro del reino de Irlanda, pues no siempre se conoce la diócesis a la que llegaban, ni siquiera la propia provincia dada su movilidad e incluso su cambio de nombre para evitar ser descubiertos, la pérdida o confiscación inglesa de la documentación rural donde podía quedar alguna referencia de su predicación, y la vigencia de la transmisión oral de la cultura irlandesa. Pese a ello, el co-

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AGS, E, leg. 2791. AGS, CJH, leg. 1144. AGS, E, leg. 2825. AGS, CJH, leg. 1144. AGS, CJH, leg. 1158. O COnnELL, The Irish College at Lisbon, p. 18. Sal. Arch., leg. 40/7, cit. en O COnnELL, art. cit., p. 54. O COnnELL, The Irish College at Lisbon, p. 18. AGP, RC, caja 82, exp. 1.

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metido de la Misión se iba alcanzando y la fe católica se fue conservando con la celebración de los sacramentos a los modos, usos y costumbres continentales77. Este  trabajo  abre  una  nueva  línea  de  investigación  y  queda  pendiente  de  un  mayor análisis y profundización historiográfica, habiendo tratado de mostrar cómo la Misión de Irlanda fue una institución específica fundada sobre soporte religioso. Sin embargo, su importancia reside no sólo en la estrategia regia para favorecer la aplicación de la Reforma Católica en la isla mediante un programa basado en la acción, la confesionalización y el disciplinamiento social, sino también en la gestión que estableció la Monarquía para racionalizar un exilio continuado y un grave problema social y administrativo que revirtiera tanto en Irlanda como en España. Aunque se tardara mucho en resolver esta situación, a finales del siglo XVII y a través de la Misión, ya se gobernaba lo que parecía ingobernable, sentando unos firmes precedentes que cristalizarían en las décadas posteriores. Será  durante  el  reinado  del  último Austria  español  cuando,  en  un  contexto  geopolítico bien diferenciado de la Pax Hispánica de Felipe III y de la política de reputación del Rey Planeta, la Misión de Irlanda alcance un punto de inflexión que configuraría las coetáneas relaciones hispano-británicas en un mundo donde los parámetros confesionales se vieron relegados por la definitiva implantación de la razón de Estado y el equilibrio de las potencias europeas.

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O COnnELL, art. cit., p. 68.

THE IRISH COLLEgE AT vALENCIA (1623-1680): HISTORICAL CONSEqUENCES Enrique García Hernán Instituto de Historia, CCHS, CSIC

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the 16th and 17th centuries more than thirty Irish colleges were founded on the Continent. Twelve were of religious orders. The Franciscans had colleges at douai (1607),  Leuven  (1607),  Paris  (1617),  Rome  (1625),  Wielun  (Poland  1645),  Capranica (1656) and Boulay (1697), and the Clarissas at dunkirk (1626). The dominicans had colleges at Lisbon (1615; nuns in 1639), Leuven (1624), and Rome (1677). The Carmelites at Leuven (in the middle of the 17th century), La Rochelle (1665), and Aix-la-Chapelle (1677); the Benedictine nuns at ypres (1682); the Cistercians at douai (1612) and Bonlieu-des-Carbon-Blanc, near Bordeaux(1615); the Augustinians at Rome (1656); the Capuchins at Cologne (1612), Charleville (1615), Nieuport (1627), Sedan (1639), Bar-surAube (1685), and vasa (1685); and the Jesuits at Poitiers (1674). Of the nineteen for the formation of secular priests, seven were established in Portugal (Lisbon 1590, and évora, 1593) and Spain (Salamanca 1592; valladolid 1589; Santiago de Compostela 1605; Seville, c.1600, refounded 1612; valencia 1628, Madrid 1629, and Alcalá de Henares [1626; 1628; 1630; 1649]). The Spanish Monarchy also had colleges for the formation of secular priests in Flanders, funded through the Army, at douai (1594), Antwerp  (1600,  refounded  in  1619),  Lille  (1610), Tournai  (1610,  refounded  in 1616),  and  Leuven  (1623)1. There  were  colleges  at  Paris  for  the  formation  of  secular priests  (1578,  refounded  in  1605),  Bordeaux  (1603),  Rouen  (1612),  Toulouse  (1645), Poitiers (1674), and Nantes (1689)2. The Holy See, for its part, had the College of Rome URINg

1 The author is indebted to Séamas de Barra for the translation of this article. This article forms part of the Research project for the National Plan of the [Spanish] Ministry of Science and Innovation: Political and Social Projection of the Irish Community in the Spanish Monarchy and in the Spanish-American Colonies of the Modern  Era  (16th -  18th centuries)  HAR  2009-11339.  BRAdy,  John,  ‘The  Irish  Colleges  in  the  Low  Countries’, Archivium Hibernicum, 14 (1949), pp. 66-91; NILIS, Jeroen, ‘The Irish College Antwerp’, Clogher Record, 15/3 (1996),  pp.  7-86;  O  CONNELL,  Patricia,  ‘The  Early-Modern  Irish  College  Network  in  Iberia,  1590-1800’,  in  O’CONNOR, Thomas (ed.), The Irish in Europe, 1580-1815, dublin, 2001, pp. 49-64. 2 WALSH, Timothy, The Irish Continental College Movement: the Colleges of Bordeaux, Toulouse and Lille, dublin, 1973; BROCkLISS, L. & FERTé, P., ‘Irish Clerics in France in the Seventeenth and Eighteenth Centuries: a Statistical Study’, Proceedings of the Royal Irish Academy, 87, Section C (1987), pp. 527-572; and ‘Prosopography  of  Irish  Clerics  in  the  Universities  of  Paris  and  Toulouse  1573-1792’,  Archivium Hibernicum,  58 (2004), pp. 7-166; O CONNELL, Patricia, The Irish College at Santiago de Compostela, 1605-1769, dublin, 2007, pp. 25-26.

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(1627) for the formation of secular priests, that the Society of Jesus governed from 1635 onwards in line with the testament of its founder, Cardinal Ludovisi, Protector of Ireland3. In 1800 the colleges network, including some nunneries, increased to 41, distributed in the following manner: 11 in the Low Countries, 12 in France, 7 in Spain, 4 in Portugal, 5 in Italy, and 2 in germany. It is difficult to determine the socio-political impact of this extensive network, but there is no doubt but that many of those who were formed in that network, returned to Ireland, changing to a certain extent the face of an island subject to the Anglican system of ecclesiastical patronage, where British sovereigns nominated the Anglican ecclesiastical hierarchy4. The Spanish Monarchy had placed the government of almost all the colleges in the hands of the Society of Jesus (save those of valencia, Madrid, and Alcalá), and although at the beginning that may have been more convenient, it did have some negative consequences. Perhaps because of that, and surprisingly, the Society never had its own college for the Irish, save that of Poitiers in the last third of the 17th century, for the more senior Jesuit candidates. Spain, thanks to the Ireland Mission, overcame those problems and besides that managed to confront, perhaps even in a better way than the Holy See, the English Monarchy, competing with its system of patronage, as Spain granted scholarships to college students or viatica for their formation, and so that they’d return to Ireland –viatica to those who were considered the best candidates potentially, many of whom went on to hold posts in the government of dioceses or religious houses. Interestingly, the very Council of State used to say that maintaining the Ireland Mission was the best brake on England, better than the military option5. The  seminary  college  at  valencia  was  founded  officially  in  1628  by  the  diocesan priest, Patrick Tracey or Tressy, a man comparable to other famous college founders, such as Christopher Cusack and Theobald Stapleton, though less well-known than them. The dating of the Irish presence at valencia must be pushed back, as there was already an Irish community who were introduced there by the Franciscan, Mateo de Oviedo. This celebrated Franciscan, a key personage in the history of Irish exile to Spain in the 16th and 17th centuries,  was  consecrated  bishop  by  the Archbishop  of  valencia,  St.  Juan  de  Ribera. Oviedo was named Archbishop of dublin. That was during the visit that the king paid to the city at Christmas time 1599 in order to get married. A short while later, Oviedo joined the kinsale mission, where he had a special role as the one responsible for the hospital and for the military chaplains6. One of the Irish who managed to accompany Oviedo was Juan yalio, whom we may identify as Hialo, Haly or Healy, who arrived at valladolid in 1584 in order to study, who in 1592 asked the king for a licence to go to Rome, but who subsequently achieved the title of doctor of Theology at valencia in 1596, and in 1611 he 3 CORISH, Patrick J., ‘The Beginnings of the Irish College Rome’, in kEOgH, dáire & MCdONNELL, Albert (eds), The Irish College Rome and its World, dublin, 2008, pp. 1-13. 4 MURRAy, James, Enforcing the English Reformation in Ireland. Clerical Resistance and Political Conflict in the Diocese of Dublin, 1534-1590, Cambridge, 2009; CREgAN, donal, ‘The Social and Cultural Background of  a  Counter-Reformation Episcopate,  1618-60’,  in COSgROvE, A. & MCCARTNEy, d. (eds.), Studies in Irish History Presented to R. Dudley Edwards, dublin, 1979, pp. 85-117. 5 Archivo general de Simancas, valladolid (AgS), Estado (E), 2753. Consultation of the Council of State, Madrid, 4 February, 1625. ‘...such that all should recognize the favour from your Majesty’s royal hand, that you do them, and try to keep that kingdom and the Catholics therein devoted to your Majesty, as there can be no greater brake on England’. 6 TELLECHEA IdígORAS, J.I., ‘Fray Mateo de Oviedo, Archbishop of dublin’, Archivo Íberoamericano, 62 (2002), pp. 327-344.

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appears on the lists of the collegians of the College of Salamanca. Also there is evidence that diego Fildo (James Field) graduated in 1602 from the Faculty of Arts at valencia.  Besides that, Ribera was patron of one of the collegians of the English College at valladolid, of the priest Thomas Evans (1558-1606), such that, according to what the official note records, he was one of the men who had ‘students as his children’ in the College at valladolid7. It  should  be  remembered,  moreover,  that  in  1599  Ribera  consecrated  as Bishop of Tarazona the Hieronymite, diego de yepes, author of the book about the English martyrs that starts with the year 1570, published at Madrid in 1599. yepes makes reference there also to the Irish martyrs. Another watershed moment in the history of the Irish at valencia was when some of the nobles in exile flocked to king Philip III in december 1603. As a result of emigration occasioned by defeat in the Battle of kinsale, some nobles sought cover in the shade of the king. One of the most important of those was denis O’driscoll, who asked the king, who was at valladolid, for economic assistance to maintain his own house, and the other Irish exiles8. The king was making moves in december to assist the courts whose members were gathered in the dominican Priory until February 1604. Surely one is dealing here with isolated cases, except in the case of the Franciscan Friary of San Francisco at valencia, where the Irish flocked for formation. Some of those Irish were to look for help from the recently-founded Ireland Mission in order to obtain the viaticum to return to the island of Ireland9. A noteworthy change was brought about in 1623, when Philip III granted ‘by means of a letter, that sufficient funds be allowed for persons to graduate’. If the graduates lists are reread as lists of ‘paupers’, we may say that the only case before 1623 was that of Thaddeus Bernard, doctor of Theology. Also in the Faculty of Arts there were students, such as Thaddeus Cleary, Master of Arts in 1625, who applied for the viaticum in order to return to Ireland in december 1626. He was from donegal, he had been at the College of Salamanca from 1622 to 1624, where he pursued his studies; in 1625 he appears in the Faculty of Arts at valencia. In November 1626 he applied for the viaticum, and the following month he obtained it10. various studies have been carried out about the relationship between the Irish and the universities where they studied, such as Salamanca or Santiago. In some cases they went on to become members of the Senate of the University, as was the case of the celebrated Patrick Sinnot, who from 1608 until 1622 was a teacher of grammar, and a professor. One of his students, Philip O’Sullivan, son of daniel O’Sullivan, Earl of Bearhaven, was one of the first collegians of the College of St. Patrick of Santiago. In 1608 he applied unsuccessfully for the Chair of grammar, and in 1611 he obtained his Licentiature in Arts11. 7

The Archive of the English College at valladolid, Bundle 1. Archivo Histórico Nacional, Madrid (AHN), Nobleza, Frías, 66/1. Royal Seal.  9 gARCíA HERNáN, Enrique, La misión de Irlanda (1610-1628). Aproximación a una nueva investigación, in MARTíN, Marcos (ed.), Homenaje a José Luis Rodríguez de Diego, valladolid, 2001, pp. 339-364. 10 AgS, E, 2788. A consultation of the Council of State, Madrid, 28 November, 1626. Archivo general de Palacio, Madrid, (AgP), Box 82, viaticum for Mr Theodore Cleary, 9 december, 1626. FENNINg, Hugh, ‘Students of the Irish College at Salamanca, 1592-1638’, Archivium Hibernicum, 62 (2009), p. 32. FELIPO ORTS, Amparo & MIRALLES vIvES, Francisca, Colación de grados en la Universidad Valenciana Foral. Graduados entre 1580-1611, valencia, 2002.  11 RAMóN BARREIRO, Xosé, ‘Os irlandeses e a Universidade de Santiago’, in RAMóN BARREIRO, X. (coord.), Historia da Universidade de Santiago de Compostela, Santiago, 1998, I, pp. 241-246. 8

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In the case of the Irish at the University of valencia no study is available to us. It is a subject about which practically nothing is known. The Faculty of Theology in the first third of the 17th century had achieved a high standard, with teachers such as the Augustinian,  Miguel  Bartolomé  Salón,  who  died  in  1621,  and  who  had  concentrated  on  the problem relating to De Auxiliis. He tried to bring the principles of theology to the science of morality as it was being practised. Other celebrated teachers were Tomás vicente Cucalón, Luis de Crespí, Jerónimo Morlá, and above all the dominican, Juan Tomás de Rocabertí, who had arrived at the university around 1640. He was Master of Arts by 1653, and Professor of Arts and Theology in 1657 and 1662 respectively. He achieved great importance during a period in which he was general of his Order at Rome when dealing with the reception and protection of the Irish, and accordingly we must deduce that during the years he spent at valencia he received and favoured the Irish, and also afterwards in 1695 as Archbishop of valencia12. It is worth remembering that, while he was Master general of his Order, he favoured the Irish dominicans. In 1670 he convoked a general chapter at Rome, at which was present the Elector and definitor of the Irish dominicans, Fathers dominic Burke and John O’Connor13. At Rome he granted dependencies of the Church of St. Sixtus so that the Irish dominicans  could  establish  themselves  there,  and  he  requested  all  the  provincials  that they put a number of priories at the disposal of the Irish. He required of the Superiors of Andalusia and Aragon that they receive the Irish and that ‘they be placed with the various priories, where they were to be treated just like the other religious’. In fact, he took important steps so that a priory be established at Madrid for the Irish dominicans, because, he said: ‘there is nothing that I desire as much as that the Irish religious should have the opportunity to study –particularly the studies concerning the theological controversies [with the Protestants]– in order to spread the Holy Catholic Faith in their kingdoms’14. On the point of identifying a motive to explain the drift of the Irish towards the Crown of Aragon, when traditionally they had established themselves with the Crown of Castile, one must refer to the fact that it was not only due to the benevolence of the authorities, who received them favourably, but also to the fact that there was a great interest among the Irish in being formed there intellectually, whether it was a case of being under the patronage of a particular person, or whether the philosophico-theological doctrine that was being taught at the University interested them. We think that the motive was theological basically, to do with the dominicans who were teaching at the University. That would explain the reception Aliaga and Rocabertí extended the Irish at valencia.  The key personage was, as we have said, Patrick Tracey, who was a priest of the ecclesiastical province of Tuam in Connacht. He had been a student at the College at Sala12 MESTRE,  Antonio,  ‘Teología;  una  facultad  sin  grandes  figuras’,  in  PESET,  Mariano  (coord.),  Historia de la Universidad de Valencia, valencia, I, pp. 281-293. 13 FLyNN,  Thomas  S.,  The Irish Dominicans, 1536-1641,  dublin,  1993.  dominic  Burke  was  an  agent of the Confederation of kilkenny. John O’Connor succeeded in 1641 William Fitzgerald as Procurator of the Spanish dominicans. He made efforts towards, and eventually was successful in, having many books of theology brought from Segovia to Ireland, for which Philip Iv approved a donation of 200 ducats (AgS, E, 2799, Madrid, 19 November, 1641). See also PéREz TOSTAdO, Igor, Irish Influence at the Court of Spain in the Seventeenth Century, dublin, 2008. 14 CALLAdO ESTELA, Emilio, Por Dios y por el Rey: el Inquisidor general fray Juan Tomás de Rocabertí, valencia, 2007, pp. 96-97. I’m grateful to the autor of that book for making me realize Rocabertí’s importance with respect to the Irish.

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manca starting in 1621. He studied Theology at the university there. In 1627 he was sent by the Rector of the College at Salamanca to valencia in order to found the seminary college there. He obtained his doctorate at the University of valencia. He had scarcely arrived there when he met compatriots, such as Malachy Maher, who had obtained his doctorate  in  Theology  in  1621,  Thaddeus  Cleary  and  James  Cleary,  who  in  1626  had graduated in Arts. Patrick [Mc]Master also obtained the doctorate in Theology in 162815. Tracey obtained the degree of Bachelor of Theology on the 17th June, 1628, Jerónimo Agustín Morlá acting as sponsor, and Tracey obtained the degree of doctor of Theology on the 23rd of July, 1629, with Francisco Cruílles acting as sponsor. Tracey affirms stoutly in a memorial to the king that he went to found the seminary on the word of the Superiors of the College at Salamanca, that is: ‘having gone afterwards by order of his Superiors to the City of valencia to start up a seminary of his nation, he did so to great satisfaction and effect.’ The foundation of a seminary for the formation of diocesan priests was something novel. Six colleges are known to have existed between 1550 and 1643, but the Irish did not figure as collegians in any of them. From the middle of the 16th century there existed the College of the Presentation, founded by Tomás de villanueva, with ten scholarships for paupers. In 1668 it became a major college. The College of the Assumption was also there, with three scholarships for valencia natives, and the College of the Purification (1572), and finally Juan de Ribera’s College of Corpus Christi (1594) with six scholarships for priests and 24 for students. Also there was the College of the Order of Montesa de San Jorge (1606), and finally the College of the Holy Monarchs (1643) for students of medicine. Based on that information then, we must conclude that the students were either holders of scholarships from the College of the Purification, or that they set up a college ex novo. The latter is the most likely explanation16. We believe that their presence would have begun on an institutional basis around 1623 thanks to the benevolence and interest of the dominican Fray Isidoro de Aliaga, successor of Juan de Ribera. Aliaga had a long reign, from 1612 to 1648. The Archbishop gathered  together  in  a  rented  house  the  first  Irishmen,  without  any  recognized  institutional structure, until Tracey arrived, coming from the College at Salamanca, such that the seminary was founded officially in 1628. Tracey exuded a certain authority, not only because he was a Salamanca licenciado, but also due to the fact that he was there with the institutional backing of the very College of the Irish at Salamanca, in order to proceed to the foundation of the College at valencia. It appears he was only a short while at valencia, perhaps five years.  A month before obtaining the degree of doctor of Theology, Tracey requested a certificate of having studied Theology from 1627, surely with the desire of presenting it to the Council of State in order to ask for a viaticum to return to Ireland. It was in Madrid in 1631, that he asked for the viaticum, and that was granted him in February of that year, but ‘from the hand of the Almoner Major’; accordingly, the Palace’s Chaplain Major must

15 For the identification of the Irish, see the Arts and Theology Books in the Archive of the University of valencia, Arxiu general Libres, 19 (54-55, 66-67, 133-134, 141-142), 84 (79-80, 95-96, 290-291). My thanks to Irene Manclús Cuñat for the help she gave me in identifying and locating the Irish. I am also indebted to Amparo Filipo, who graciously has informed me about a number of Irish at the University. See his book, Colación de grados en la Universidad Valenciana foral. 16 vICO MONTEOLIvA, Mercedes, ‘Los colegios universitarios’, in PESET (coord.), Historia de la Universidad de Valencia, 1, pp. 93-100. CáRCEL, v., ‘Notas sobre la formación sacerdotal en valencia desde el siglo XIII al XIX’, Hispania Sacra, XvII (1974), pp. 151-199. 

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have been the one who arranged it, as that is what used to happen in almost all cases17. Nevertheless,  he  didn’t  go  to  Ireland,  but  went  in  1632  to  the  University  of Alcalá  de Henares, was elected by the Senate of the University Rector of the Irish College which had  been  founded  there  by  Theobald  Stapleton  in  1630.  It  was  surely  due  to  Tracey’s enormous prestige that he was elected.  Antonio  Cardinal  Barberini,  Protector  of  Ireland,  visited  the  College  of  Alcalá de Henares in 1631, and wrote a report on the Irish Colleges in Spain, dated the 4th of April, 1634. In that report, where he details the state of the colleges (Salamanca, Lisbon, Santiago, Seville, Madrid and Alcalá), Barberini mentions the College at valencia, says that it was founded about 1624 and at the time of his writing the report there were about ten students living on alms in one house18. Notwithstanding Tracey’s report about his being the founder of the Seminary College at valencia, in 1626 Thaddeus Cleary obtained his doctorate in Theology, and in 1633 so did Hugh O’Reilly, students who had obtained their degrees in Arts also at the same University, such that other than Tracey, there were two other prominent Irish theologians in those years. We can’t determine, until more in-depth research is done in the Municipal Archive of valencia, who the Irish graduates of the Faculty of Theology were, but we do know from sources in the Archivo general de Simancas and the Archivo general de Palacio Real about the petitioners who affirm that they had studied at valencia, and even about Irish students who asked for help in order to be able to study at the University of valencia  under  the  patronage  of  Archbishop  Aliaga  of  valencia.  Thus,  in  1634,  Bernard Sweeney asked the Council of State for help to accompany the Archbishop of valencia ‘so that he [Sweeney] may study and be educated like the others he has at his service.’ He was referring to attending the seminary at valencia which was in fact under the Archbishop’s patronage. The king authorized him to do so, and that proves that that community of Irish priests and students had made a certain amount of progress, and was known as much to the Irish in exile as to the Spanish authorities. The dominicans were the ones who protected them, as the Franciscans opted for forming Irish students in the Friary of San Francisco de valencia where degrees were granted, and had teachers such as vicente garcía,  Francisco  Sanz  (the  Provincial  Commisary),  Basilio  Pons  (later  Commissary general of the Province of Perú), Andrés Castelló and above all the Provincial vicente Manuel, from 1640 to 1644, and afterwards the Provincial Juan Crespí (1651-1654)19. As we have mentioned already, the Irish Franciscans also had a presence at valencia in their friary there. In 1644 Brother Philip of St. Antony, Procurator of the Irish Province, asked  the  Chaplain  Major  for  viatica  for  three  Irish  Franciscans;  Brother  Hugh  of  St. Francis, Brother Paul of St. Anthony, and Brother Philip Hogan. They started studying in the Friary of San Francisco in 1639, and they presented a missionary mandate from the 17

FENNINg, ‘Students of the Irish College at Salamanca’, p. 34. Report on Spanish Colleges, 4 April 1634. Propaganda Archives, College e Irische, vol. 12, fol. 185 seqq. Abstract W.P.B. = Rev. William P. Burke. That is to be found in a notebook of Canon Burke from the beginning of the 20th century about the Irish Colleges of Spain and Portugal in the Library of the Cistercian (Trappist) Mount Melleray Abbey, Cappoquin, in Co. Waterford, Ireland. My thanks to Séamas de Barra for information about that. Mr de Barra is indebted to dom Uinseann ó Maidín, OCSO, of Mount Melleray Abbey, for a photocopy of that abstract. 19 MARTíNEz COLOMER, vicente, Historia de la provincia de Salamanca de la regular observancia de San Francisco, valencia, 1803. In 1644 Aliaga was Archbishop of valencia, and the decade of the 1660s was served by Martín López de Hontiveros (1659-1667), Ambrosio Ignacio Spínola y guzmán (1667), and Luis Alfonso de los Cameros (1667-1676). 18

The Irish College at Valencia (1623-1680)

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Minister general, Fray Juan Merinero, and a certificate of sufficient knowledge of doctrine from their teachers and examiners, who were Franciscan Lectors in Theology from that friary20. In 1644 there was a new petition from the Franciscans, that of Brother Hugh of  St.  Francis,  and  Brother  John  Bermingham.  They  presented  a  testimony  from  their teachers  and  examiners  of  having  sufficient  knowledge  of  doctrine,  having  studied  for five years in the Friary of San Francisco. In parallel, the Irish diocesan seminary continued to fill the University Halls, such that in 1634 Patrick Banane obtained degrees in Arts and Theology, in 1635 Stephen McMaster and Malachy gavan obtained Arts degrees, and in 1638 John doohan obtained an Arts degree. In 1634 Thomas Hooney obtained the degree of Bachelor of Arts. Two years later a serious crisis occurred within the community due to lack of cash. They had to approach Philip Iv en bloc, signing the petition as ‘the community of Irish priests and students’ at valencia. In that they recorded the favour granted in 1623 of being able to obtain the degrees gratis, but in spite of that, through difficulties arising from not having their own house, few had obtained the titles. They survived, thanks to the alms of ‘a number of special gentlemen’, whose names the petition doesn’t record. They asked for ‘a house of their own’, with an agreed income, ‘however small that may be’. They continued to rent, and they encountered many difficulties. They revived also the petition that degrees could be obtained gratis21. Obtaining a degree gratis was not something that was so extraordinary. That happened relatively often, although complaints were made about the loss of income to the University. At least they remained liable to having to pay an important part. Accordingly, some ten ducats, for example, was what a doctor of Theology had to pay into the city’s treasury, to the Chancellor, the Rector, to every examiner, to the sponsor, to the scribe, and to the bedell. They were not successful however, in getting the king to grant money in order that they’d have a house of their own.  The Irish community was not great, although it was believed in the Court, because of the volume of the petitions for viatica that they received, that there must have been many Irish. In light of the need in 1657 for fresh troops in the war with many fronts open, especially in Catalonia, Philip Iv asked that levies of troops be raised in various places in order  to  form  an  Irish  regiment  to  be  commanded  by  the  Irish  military  man,  Mr  John [Fitz]Patrick, and the Council of War sent instructions in that regard to Aragon, guipúz20

AgP, Capilla Real, Box 82 (1643). Archivo de la Corona de Aragón (ACA), Consejo de Aragón, Bundle 892, f. 22, valencia, 12 November, 1645.  ‘Señor,  the  community  whose  members  have  studied  in  this  City  of  valencia  consecutively  for  thirty years, that is to say, those who come to replace those who go to preach the Catholic faith and help the faithful of the kingdom of Ireland, as they are experiencing more need now than ever before because of straitened times, being sustained only through the devotion of a number of special gentleman, state that the lack of a house of their own, an agreed income and an order for their free maintenance, although your Majesty in the year 1623 ordered  by  way  of  a  letter  that  those  sufficiently  well-prepared  should  be  granted  degrees  gratis,  something which with the passage of time by that means does not appear to have assured the graduation of many who have attended this University of valencia, as its register will confirm. Concerning the same, the community humbly begs your Majesty to look on them with merciful eyes, and order that a house of their own be granted them, along with the above-mentioned order to grant degrees to those sufficiently prepared gratis, and an agreed income, however little it may be, as your Majesty thinks best, so that they will receive from your Majesty much charity and favour, as they hope. They beg your Majesty that you do them the favour of granting them a house of their own, as they are begging you for it, Señor. From the community of the Irish priests and students who are studying in this city. At valencia, on the 12 November, 1654. To Joseph de villanueva. In that which touches on the degrees, that His Majesty be consulted with, and that their poverty be not forgotten. villanueva’. 21

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coa, álava and valencia22. The viceroy of valencia, the duke of Montalto, having sought everyone he could, only came up with thirty Irishmen ready to become soldiers, and he sent them to Barcelona, ‘with no hope of increasing that number’. Although that number appeared to be small to the authorities of the time, today it would be considered surprising that thirty Irish volunteers could be mustered at valencia, and that indicates that there certainly were others, besides the community of priests and students –entire families indeed23. There is evidence that the only Irish graduate in 1657, a Bachelor of Arts, was Matthew Molony. In the decade of the 1660s, the Chaplain Major, used to busy himself obtaining reports about the Irish from the informant, Brother Mark Brown, who held the sonorous title of the Commissary general for Ireland and England24. The Chaplain Major asked that Mr Cormac  McIgo,  licenciado,  and Thaddeus  Hurley,  be  examined.  In  1662  he  issued  his favourable report: ‘I find them sufficiently prepared in order to go on the Holy Mission for Ireland as they have completed their studies at the University of valencia.’ Accordingly, having studied at the University of valencia carried prestige, that guaranteed their ability, and as a consequence they merited the concession of the viaticum. In 1663 it would be the licenciado Mr John gargan who would ask the Council of State for the viaticum. He affirmed that he had completed his studies at the University of valencia, but he makes no mention of the fact that he had formed part of the community which was there. He only presents a testimonial from the University that he had obtained the degree of licenciado and that he was a priest. The testimonial, of the 19th december, 1662,  reports  that  he  was  ‘ex natione Hibernorum,  a  priest  of  Neulchd  [Neillsught  = [Ughtyneill?], Parish of Moybologue’, apparently of the Parish of kilmainhamwood and Moybologue, diocese of Meath. They reported having followed the courses of the Professors: Miguel Aracil, José verge, Mechor Fuster, Antonio grau, Matias Borrull, Abellá and Onofre López. The king referred their case to the Chaplain Major and Patriarch of the Indies so that he’d give his opinion. The date of the closure of the seminary is uncertain25. Between 1664 and 1679 there was a vacuum. viatica were not granted to Irish students from valencia, and that tallies with there having being an institutional crisis in the Faculties of Arts and Theology. The only Irishman to appear before the end of the century was Jerome Tulio [Mac Maoil Tuile = Flood], in 1680, who graduated a Bachelor. It appears that the Irish priests opted to go to other places. Accordingly, we know that in Pontevedra in 1690, there were 9 Irish priests who all wanted to go on the Mission. In the 17th century, there is evidence that two dominicans asked for viatica from the money that came from the Archbishop of valencia. To judge by the surnames of the Irish students, it is clear that the majority were from Munster.

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AgS,  guerra Antigua,  Book  265,  Folio  53-54.  Instruction  to  the  duke  of  Montalvo,  Madrid,  5 April,

1657. 23 ACA, Council of Aragon, Bundle 905, 101. valencia, 13 July, 1657. ‘Señor, having made all possible efforts to raise an Irish levy, as your Majesty was so good as to order me to do, by royal dispatch from the Council of War, only 30 men could be mustered, including among them some Italians, and there being no hope of increasing that number, I have resolved to put them on board a ship to Barcelona today, in order not to lose any more time or money uselessly. valencia, 13 July, 1657. The viceroy’. 24 As to Mark Brown, see gIBLIN, Cathaldus, ‘Catalogue of Material of Irish Interest in the Collection Nunziatura di Fiandra, vatican Archives: Part II, vols. 154-207’, Collectanea Hibernica 15 (1972), pp. 7-55, at 26. 25 AgS, E, 2794. Consultation of the Council of State, Madrid, 18 February, 1631.

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The Irish presence in valencia continued with isolated cases, like that of James doyle [son of James doyle and Mary Cullen] who was ordained priest in valencia in 1802 on a title of sufficient preparation, surely as a result of studies pursued at the same University. Among the witnesses, one comes across Marco Llombart, a merchant resident at valencia, and Francis Carty26. A few years later an important valencian priest, Joaquín Lorenzo villanueva, a native of Játiva (1757-1837), had been a Professor of Theology at the College  of  Salamanca,  where  he  formed  a  friendship  with  the  Irishmen,  John  Murphy, John Thomas Troy and Patrick Curtis bishop of Cork, bishop of Ossory and archbishop of dublin and Armagh respectively, who received the viaticum for the Ireland Mission in order to return to their land. Lorenzo villanueva was a deputy in the Cádiz Cortes, representing valencia, but because of his political ideology, he had to go into exile. In Ireland he renewed contact with his old students and friends, some of whom were already prelates, like those of Cork, kilkenny [Ossory], dublin and Armagh. He wrote a Memoria of  his  activity  in  Ireland  that  was  published  in  the  monthly  review  Ocio de los españoles emigrados under the title of Cartas Hibérnicas. He defended the civil rights of the Irish in the United kingdom, and published several works in dublin where he died, having achieved the fame of being a great historian, and recognition on the part of the Royal Irish Academy. Accordingly valencia and Ireland have closer points in common than have been thought of until now.

26 The diocesan Archive of valencia, Section 1, Collection 1, Folders 53, 6 and 7. Licence for orders 1802. My thanks to Ramón Fita for the information.

SAInT ISIDORE’S FRAnCISCAn COllEGE, ROME: FROM CEnTRE OF InFlUEnCE TO SITE OF MEMORy Benjamin Hazard1 University College Dublin

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ElIGIOUSly-motivated  exile  is  part  of  the  confessional  tradition  of  Catholics  and

Protestants  across  Europe.  Unlike  their  counterparts  from  Germany,  England  and Scotland, no institution existed in Rome exclusively for the reception of Irish exiles when luke Wadding arrived at the papal court in 16182. As theologian to the Spanish mission promoting the doctrine of the Immaculate Conception, Wadding stayed at the residence of Cardinal Gabriel de Trejo, whose brother Antonio led the delegation on behalf of Philip III3. From there Wadding went to Aracoeli, the principal Franciscan house in Rome, and the Spanish friary of San Pietro in Montorio where he dwelt until the spring of 1625 when the minister general of the friars minor offered him a new unfinished church and small friary on Monte Pincio4. Wadding accepted, requesting that the site be turned into a college for the education of Franciscans for the mission to Ireland. This building project had begun four years earlier when a group of discalced Spanish Franciscans obtained permission to build a house in Rome5. They dedicated the church and friary to St Isidore of Madrid who, along with Sts Ignatius of loyola, Francis Xavier, Teresa of Ávila and

1 I am grateful to Enrique García Hernán and Óscar Recio Morales for inviting me to contribute to these proceedings. The idea for this paper developed from a lecture delivered by Professor Heinz Schilling of Humboldt University, Berlin, ‘Religion and Migration in Early-Modern Europe – the Calvinist and the Sephardic Experience’, at the Humanities Institute of Ireland, University College Dublin, 7 June 2011. 2 O’COnnOR, Thomas, ‘The Irish College, Rome, in the Age of Religious Renewal’, in Collegium Hibernorum de Urbe: An Early Manuscript Account of the Foundation and Development of the Ludovisian College of the Irish in Rome, 1628-1678, Rome, Pontifical Irish College, 2003, pp. 13-32; Ó FEARGHAIl, Fearghus, ‘Irish links with Santa Maria dell’Anima in Rome’, in Seanchas Ard Mhacha, vol. 22 (2009) pp. 25-50. 3 POU y MARTí, José María, ‘Embajadas de Felipe III a Roma, pidiendo la definición de la Inmaculada Concepción de María’ in Archivo Ibero-americano, vol. 34 (1931) pp. 371-417, 508-534; vol. 35 (1932) pp. 72-88, 424-434, 481-525; vol. 36 (1933) pp. 5-48. On the circumstances of Antonio de Trejo’s appointment to the bishopric  of  Cartagena,  see  COMEllA GUTIéRREz,  Beatriz,  ‘los  nombramientos  Episcopales  para  la  Corona  de Castilla bajo Felipe III, según el Archivo Histórico nacional: Una Aproximación’, in Hispania Sacra, pp. 703733: 729. 4 For much of what follows, cfr. ClEARy, Gregory, Father Luke Wadding and St Isidore’s College, Rome: Biographical and Historical Notes and Documents, Rome,  Tipografia  del  Senato  del  Dott.  Giovanni  Bardi, 1925, unless otherwise stated. 5 MIllETT, Benignus, ‘luke Wadding’, in MCGUIRE, James, and QUInn, James (eds.), Dictionary of Irish Biography, vol. 9, Cambridge, Cambridge University Press, 2009, pp. 680-685.

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Philip neri, was canonized on 12 March 1622 by Gregory XV6. This was the most remarkable  canonization  celebration  of  the  century,  attended  by  a  great  multitude  of Spaniards in Rome7. Since the beatification of Isidore the Ploughman (†1130) three years earlier, he was also patron to the Spanish royal family which had advanced the cause for sainthood with the civil authorities in Madrid since the reign of Philip II8. The friars at St Isidore’s College were expected to follow an ascetical routine, maintaining a strict balance between study and prayer. luke Wadding forbade the guardian and friars at the college from seeking or accepting privileges or gifts9. Impressed by this discipline,  ludovico  ludovisi,  Cardinal  Protector  of  Ireland,  co-founded  with Wadding  a new  diocesan  college  for  the  Irish  clergy  at  a  house  directly  opposite  St  Isidore’s  in 162710. With his confrères, Wadding undertook the supervision of the new college. Reflecting  how  this  neighbourhood  became  a  space  of  strength  and  representation  which provided  a  ready  means  of  discourse11. the  Bishop  Patrick  Comerford  of  Waterford, Wadding’s first cousin, referred to ‘the Irish plantation in Capo le Case’12. A year before Wadding’s death in 1657, he founded a third house, this time for the noviciate at the friary of Our lady of the Plain, Capranica, north of Rome13. From 1578 until 1689, a total of thirty-one continental colleges were founded for the mission to Ireland14. In its original setting, St Isidore’s offers the contemporary observer perhaps the best surviving example of these centres for missionary activity and learning. Apart from two terms of partial occupation during the napoleonic period, the college has remained in Franciscan hands15. Jan and Aleida Assmann have established the view that the perpetuation of memory, culture, power and tradition are interconnected16. In turn, the 6 GARCíA CUETO, David, ‘Seicento’ Boloñés y Siglo de Oro Español: El Arte, la Época, los Protagonistas, Madrid, Centro de Estudios Europa Hispánica, 2006, pp. 81, 91-4, 107, 302. 7 DAnDElET, Thomas, Spanish Rome, 1500-1700, new Haven CT, yale University Press, 2001, p. 180. 8 DEl RíO BARREDO, María José, Madrid, Urbs Regia: La Capital Ceremonial de la Monarquía Católica, Madrid, Marcial Pons, 2000, pp. 83-118. 9 COnlAn, Patrick, St Isidore’s, Rome, Rome, Tipografia Salesiana, 1982, p. 17. 10 On the vulnerability of the ludovisi College in its early years, see CORISH, Patrick, ‘The Beginnings of the Irish College, Rome’, in KEOGH, Dáire, MCDOnnEll, Albert (eds.), The Irish College, Rome and its World, Dublin,  Four  Courts  Press,  2008,  pp.  3-12;  O’COnnOR,  Thomas,  ‘luke  Wadding’s  networks  at  Home  and Abroad’, in KEOGH and MCDOnnEll (eds.), The Irish College, pp. 14-23. The ludovisi College moved twice before reaching its present location near St John lateran. 11 See yUn CASAlIllA, Bartolomé, Las Redes del Imperio: Élites Sociales en la Articulación de la Monarquía Hispánica, 1492-1714, Madrid, Marcial Pons, 2009; BöTTCHER, nikolaus, HAUSBERGER, Bernd, and IBARRA,  Antonio  (eds.),  Redes y Negocios Globales en el Mundo Ibérico, Siglos xvI-xvIII,  México,  Universidad Iberoamericana Ciudad de México, 2011. I am grateful to Óscar Recio Morales for these references. 12 MEEHAn, Charles, The Rise and Fall of the Franciscan Monasteries in Ireland and Memoirs of the Irish Hierarchy in the Seventeenth Century, with Appendices containing Original Documents from the Rinuccini Manuscripts, Public Records, and the Archives of the Franciscan Convent, Dublin, Dublin and london, Duffy and Sons, Fifth Edition, 1877, p. 430. 13 COnlAn, St Isidore’s, pp. 103-124. 14 GARCíA HERnÁn, Enrique, ‘la Misión de Irlanda (1610-1628). Aproximación a una nueva Investigación’, in MARCOS MARTín, Alberto (ed.), Hacer Historia desde Simancas. Homenaje a José Luis Rodríguez de Diego, Valladolid, Junta de Castilla y león, 2011, 339-364. 15 QUInn,  Hubert,  Saint Isidore’s Church and College of the Irish Franciscans, Rome, Rome, Tipografia Poliglotta Vaticana, 1948, p. 7. 16 For  two  recent  English-language  editions  of  their  work  see:  ASSMAnn, Aleida,  Cultural Memory and Western Civilization: Functions, Media, Archives,  Cambridge,  Cambridge  University  Press,  2009,  p.  9;  ASSMAnn, Jan, Cultural Memory and Early Civilization: Writing, Remembrance, and Political Imagination, Cambridge, Cambridge University Press, 2011, p. 111.

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cultural theorist Pierre nora proposes that lieux de memoire, sites of memory, represent a symbolic element of heritage thereby serving a commemorative function of culture, such as landscapes and architecture, burial sites, battlefields and monuments17. On this basis, Heinz Schilling has noted parallels between the prominence of specific migrant groups which depend on the effective memory of and accounts by their descendents18. Taking St Isidore’s as an example, this article consists of two distinct parts. The first section is a brief survey of the building and its early benefactors reconstructed from the available evidence. The second portion of the work accounts for the college’s relations to Ireland in the seventeenth and eighteenth centuries as seen from its archival collections. This is a preliminary study and makes no claim to being exhaustive.  1.  InSTITUTIOn AnD FIRST BEnEFACTORS The papal bull of foundation granted to luke Wadding and his confrères states that the discalced friars from Spain started a hospice in 1621 on ground donated by Ottaviano Vestri di Barbiano, a member of the Roman clergy and a knight of Calatrava19. letters to and from Philip IV in the college records, now at University College Dublin, reveal much about the early years. In november 1624, amid concerns that the discalced fathers would separate from the Franciscan order, Philip IV instructed his ambassador, Ruy Gómez de Silva, third duke of Pastrana, to treat with Urban VIII and Cardinal Barberini20. A small group of observant Spanish friars replaced the discalced but were unable and unwilling to pay the debts already incurred to acquire the site and build on it21. Given a month to either settle or sell the house, the minister general of the order resolved to give St Isidore’s to the Irish Franciscan province22. luke Wadding’s understanding with his patrons corresponded to a network of trust established over decades of mutual experience which provided the friars with the means to uphold their vow of poverty. Support from principal elements in the Franciscan order and from

17 nORA, Pierre, ‘From lieux de Mémoire to Realms of Memory’, in Idem, Realms of Memory, 3 vols., new york, Columbia University Press, 1996-1998, translated by GOlDHAMMER, Arthur, edited and with a foreword by KRITzMAn, lawrence, vol. 1, p. XVII. 18 SCHIllInG,  Heinz,  Early Modern European Civilization and its Political and Cultural Dynamism, Waltham MA, Brandeis University Press, 2008, pp. 41-42. 19 ClEARy, Father Luke Wadding and St Isidore’s College, p. 178. On Italian membership of the Calatrava military order, see FERnÁnDEz IzQUIERDO, Francisco, La Orden Militar de Calatrava en el Siglo xvI: Infraestructura Institucional: Sociología y Prosopografía de sus Caballeros, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1992, p. 289. 20 letter of Philip IV to Pastrana, Madrid, 9 nov. 1624 (UCD-OFM, C.31); ClEARy, Father Luke Wadding and St Isidore’s College, p. 175. 21 letter of the Fathers of St Isidore’s to Philip IV, Rome, 29 nov. 1628 (UCD-OFM, C.31): ‘[...] temieron la separacion que despues se intento del cuerpo della por esta y por otra razones fue servido VM de escrivir al Duque de Pastrana [...] para que con todas las versa tratase con el Papa [...] hiciese pasar los dichos padres al Convento de Araceli [...] hizolo el Duque y se entrego el hospicio a padres españoles de la observancia estos eran pocos y estaban de mala gana en casita solamente principiada y desacomodada, y mucho mas porque les pedian dos mil y quatrocientos escudos en que estaba empanada la fabrica, los quales no queriendo ni pidiendo ellos pagar se dio decreto en la Congregacion de la Visita Apostolica que dentro de un mes se pagasen los acreedores, o se vendiese la Casa.’ 22 Ibid., ‘En este aprieto consulto el Padre General [...] y resolvio que se diese para Colegio de los religiosos yrlandeses Franciscanos [...] y que hallavan quien les pagasse las deudas.’

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influential members of the ecclesiastical hierarchy was vital to the endurance of the Irish friars minor23. Through his work with the commission on the Immaculate Conception since 1618, Wadding was on very good terms with the Trejo brothers and successive Spanish representatives at the papal court: Albuquerque, Monterrey, Pastrana, Alcalá and Oñate24. Authorised by Urban VIII, the first Irish friars arrived at St Isidore’s seven years later. Cardinal Gabriel de Trejo paid the debts outstanding and supported more building work25. The new church handed over to luke Wadding was only a shell in the shape of a latin cross with a well-proportioned dome26. Between the southern and western arms of the church the Spanish friars had placed a small cloister with dormitories above. The church was built to the designs of Felice Antonio Casoni in the early Baroque style. According to the historian Francis Harold, Wadding oversaw the plastering and whitewashing of the church walls, ‘ornamenting them here and there with stucco, paving the floor and putting glass in the windows’27. The high altar was then erected with inlaid marble and alabaster pillars  to  designs  by  the  architect  Mario Arconio,  with Andrea  Sacchi’s  painting  of  St Isidore  as  the  altarpiece. A  reliquary  was  placed  beneath  containing  the  relics  of  early martyrs28. Relics of St Isidore the Ploughman were given to the house by the civic authorities of Madrid29. José Ribera contributed two paintings to St Isidore’s, a St Jerome for the sacristy and a portrait of Wadding. The funds which papal families, Spanish officials and Roman nobles provided for the completion of St Isidore’s exemplify the support for ascetic renewal in Rome during the 1630s. During his papacy, the Francophile Urban VIII assumed control of papal commissions from Paul V and Gregory XV – funding building projects for religious orders or a favourite nephew interested in acquiring a valuable collection of art and artefacts30. luke Wadding’s custody of St Isidore’s provides an example of such patronage. When setting the foundations to the original façade of the church, Wadding determined that they should be set deeper than initially intended. On digging deeper groundwork, the builders discovered  a  grotto  which  held  five  statues. These  were  bought  from Wadding  by  Francesco Barberini, the Cardinal Protector of the friars minor31. The statues are the five herms now 23 lyOnS, Mary Ann, ‘The Role of St Anthony’s College, louvain in Establishing the Irish Franciscan network, 1607-1660’, in BHREATHnACH, Edel, MACMAHOn, Joseph, and MCCAFFERTy, John (eds.), The Irish Franciscans, 1534-1990, Dublin, Four Courts Press, 2009, pp. 27-44. 24 Fathers of St Isidore’s to Philip IV, Rome, 29 nov. 1628: ‘por guardian al Padre Guardian Fray lucas de San Francisco [...] el año de 1618 por teologo del Obispado de Cartagena. Ha servido estos 10 años en la causa de la limpia Concepción de la Virgen Señora y otras [...] mas a todos los demas embajador de VM al Duque de Albuquerque, al Conde de Monterrey, al Duque de Pastrana, al Duque de Alcalá, y ultimamente al Conde de Oñate como cada uno de ellos testificara.’ 25 Ibid., ‘el Señor Cardenal de Trejo Presidente del Consejo Real de VM les amparo y favorecio y pago por ellos las deudas.’ 26 ClEARy, Father Luke Wadding and St Isidore’s College, p. 162; COnlAn, St Isidore’s, p. 11. 27 HAROlD,  Francis,  vita Fratris Lucae Waddingi,  Rome,  J.  M.  Fonseca,  1731,  l.  c.,  cap.  lI;  cited  by ClEARy, Father Luke Wadding and St Isidore’s College, p. 162. 28 Certificates of Alexander Vittrici, Bishop of Alatri, 20 Aug. 1650 (UCD-OFM, G.18, G.31). For an inventory of sacred relics, see ClEARy, Father Luke Wadding and St Isidore’s College, pp. 221-224. 29 Fathers of St Isidore’s to Philip IV, Rome, 29 nov. 1628: ‘la casa tiene por titular al Glorioso S. Isidoro de Madrid, de qien esa villa se ha servido de dar para ella reliquia.’ In 1656, the Irish friars received permission to recite a proper office in honour of Santa María Torribia de la Cabeza, wife of St Isidore of Madrid; COnlAn, St Isidore’s, p. 16. 30 CARERI,  Giovanni,  ‘The Artist’,  in  VIllARI,  Rosario  and  COCHRAnE,  lydia  (eds.),  Baroque Personae, Chicago, University of Chicago Press, 1995, pp. 290-313: 300. 31 DAly, Aedan, ‘S. Isidoro’, in GAlASSI PAlUzzI, Carlo, and PIETRAnGElI, Carlo, (eds.), Le Chiese di Roma illustrate. Collana di monografie, Rome, Marietti, 1971, pp. 5-6.

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preserved in the national Museum, Rome. The original portico and façade were undertaken by the papal architect, Domenico Castelli. After an earthquake in 1702, the façade had to be reconstructed. This was completed in the Rococo style by Carlo Francesco Bizzacheri, architect of the Tribunale delle Strade of Rome and of the Pamphilj family32. One of  his  two  most  significant  works,  Bizzacheri  began  his  redesign  of  the  façade  at  St Isidore’s in 1704 and completed it the following year adding two niches for statues of the college’s patrons, Saints Patrick and Isidore33. The six side chapels to the church were begun by luke Wadding who found the necessary  patrons  to  commission  architects  and  painters  to  build  and  decorate  them.  Pietro Pavoni, maestro da camara to Paul V and Gregory XV, was the original patron of the chapel of St Patrick and St Francis on the Gospel side of the transept34. Work on the chapel of St Anthony of Padua was paid for by the prelate Gaetano Gaetani of Genoa who employed Gian Domenico Cerrini to paint the altar-piece and frescoes on the sidewalls. Only one of Cerrini’s paintings survives after damage to the chapel during the napoleonic period. Although his inspiration found expression in literary works, Wadding understood art as a means of instruction to encourage devotion – words could only express verbally what visual images convey in more immediate ways. During his studies at Salamanca, he wrote a number of poems to accompany a series of paintings at the convent of St Francis and St Anthony prior to the Franciscan general chapter held there in 161835. Wadding later wrote that graphic images are no less important than the written word36. Carlo Maratti was commissioned by Ercole Ronconi, a lawyer at the Roman court, to decorate the chapel of St Joseph in 165237. Maratti combined this with his decoration of the chapel of the Holy Cross which was erected by the principessa Costanza Pamphilj, wife of nicolò ludovisi, prince of Piombino, and niece of Innocent X38. The peace of the community was frequently disturbed by visitors coming to view or copy Maratti’s paintings at St Isidore’s39. His final work at the church was the principal painting for the chapel of the Immaculate Conception on the right transept40. The chapel was built by the executors of Alonso de Quiñones, auditor of the Sacra Rota and subsequently Patriarch of Jerusalem41, before 32 MAllORy, nina, and VARRIAnO, John, ‘Carlo Francesco Bizzacheri (1655-1721)’, in Journal of the Society of Architectural Historians, vol. 33 (1974), pp. 27-47. 33 Ibid., pp. 36-37. 34 Pietro Pavoni also funded an annexe to the convent buildings. His mortuary monument was placed in the church; ClEARy, Father Luke Wadding and St Isidore’s College, p. 167. 35 CASTRO y CASTRO, Manuel de, ‘Wadding and the Iberian Peninsula’ in FRAnCISCAn FATHERS (eds.), Father Luke Wadding Commemorative volume, Dublin, Clonmore and Reynolds, 1957, pp. 119-70: 139. 36 WADDInG, luke, Presbeia sive legatio Philippi III et Iv Catholicorum regum hispaniarum ad Sanctissimos Paulum P. P. v, Gregorium xv et Urbanum vIII pro define controversia Conceptionis B. virginis Mariae, lovanii, Henrici Hastenii, 1624, pp. 294-305. 37 MIllETT, Benignus, The Irish Franciscans, 1651-1665, Rome, Gregorian University Press, 1964, p. 129. Ercole Ronconi also paid for Wadding’s funeral monument at St Isidore’s. 38 lEGRAnD, Catherine, ‘Some Drawings by Carlo Maratti’, in The Burlington Magazine, vol. 136 (1994), pp. 348-356: 348. 39 HAROlD, vita Fratris Lucae Waddingi, l. c., cap. lII. 40 zUCCARI, Alessandro,  ‘l’Immacolata  a  Roma  dal  Quattrocento  al  Settecento’,  in  MOREllO,  Giovanni, FRAnCIA,  Vincenzo,  and  FUSCO,  Roberto  (eds.),  Una Donna vestita di Sole: l’Immacolata Concezione nelle Opere dei Grandi Maestri, Milan, Motta, 2005, pp. 65-77: 71; AnSElMI, Alessandra, L’Immacolata nei Rapporti tra l’Italia e la Spagna, Rome, De luca Editori, 2008, p. 54. 41 WADDInG, luke, Annales Minorum, in quibus res omnes trium Ordinum a S. Francisco institutorum ex fide ponderosius asseruntur, calumniate refelluntur, praeclara quaeque Monumenta ab oblivione vindicantur, 8 vols. (1625-54), vol. 3, lugduni, Claudii du Four (1635), p. 438.

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the right of patronage, Ius patronus, passed to the family of Rodrigo lópez de Silva who completed the work42. The surround to the altar-piece is attributed to Gian lorenzo Bernini as  are  the  sepulchral  monuments  on  either  side43. The  chapel  of  St  Anne  was  built  by Domenico Castelli who also erected the portico-façade and the stairs to St Isidore’s church. Castelli bequeathed the chapel to Cardinal Francesco Barberini who completed its construction44. The third storey of the convent was funded by Cardinal Trejo. Among other works, he provided for a room in the house reserved for Spanish royal officials45. The ambassador often went to St Isidore’s. The duke of Pastrana, Gómez de Silva, would go there to compile letters and conduct secret negotiations46. In recognition of his devotion to the friars and their gratitude to him for completing the Spanish cloister at St Isidore’s, they set a tribute in stone to his memory in 162647. Fernando Enríquez de Ribera, duke of Alcalá, offset the cost of renovating the Spanish cloister where a well bears his coat of arms48. luke Wadding dedicated the third volume of his monumental Annales Minorum to the duke of Alcalá49. At the end of May 1632, Manuel de Moura, y Corte Real, marquis of Castel Rodrigo, arrived in Rome as envoy extraordinary of Spain50. Castel Rodrigo subsequently served as ambassador to the Holy See until February 164151. noted for his ‘deep and sincere religious  convictions,’  recognition  of  Castel  Rodrigo’s  patronage  was  copper-fastened  in scholarship and print52. One of several theology theses defended at St Isidore’s by Eugene

42 VOn PASTOR,  ludwig,  History of the Popes from the Close of the Middle Ages drawn from the secret Archives of the vatican and other original sources, 40 vols., translated and edited by AnTROBUS, Frederick Ignatius and KERR, Francis, Wilmington nC, Consortium, repr. 1978, vol. 31, p. 312; FRASCHETTI, Stanislao, Il Bernini. La sua vita, la sua Opera, il suo Tempo, Milan, Ulrico Hoepli, 1900, p. 441. 43 DAly, ‘S. Isidoro’, pp. 66-67. Bernini had recently completed the tomb of Urban VIII in St Peter’s Basilica. 44 MIllETT, The Irish Franciscans, p. 129. 45 Fathers of St Isidore’s to Philip IV, Rome (UCD-OFM, C.31): ‘El Señor Cardenal de Trejo afuera otras fabricas que hizo en la Casa labro para si un quarto que esta siempre para el servicio de los ministros de VM.’ 46 Ibid., ‘Ademas la tienen los embajadores de VM la Casa por tan suya que vienen a ella muy a menudo, el Duque de Pastrana en ella se retiraba para despachar los correos y para las negociaciones secretas de servicio de VM’. 47 Ibid., ‘y por la devoción que tenia a los que viven en ella les acabo el claustro de que ay memoria y inscripcion  en  piedra’.  The  inscription  reads:  ‘Ruizio  Gomez  de  Silva  Principi  Mellitti/  Duci  Pastranae  Regi Cathol. A  Consil.  Status/  Vaenationis  Praefecto  Oratori  Romano/  Optimo  Benefact.  Gratitudinis  et  Precum/ Monumentum An. MDCXXVI’; cited by ClEARy, Father Luke Wadding and St Isidore’s College, p. 167. 48 Fathers of St Isidore’s to Philip IV, Rome: ‘y el Duque de Alcalá hizo la cisterna como lo muestran sus armas.’ 49 WADDInG, Annales Minorum, vol. 3, pp. I-V. 50 VOn PASTOR,  ludwig,  History of the Popes from the Close of the Middle Ages drawn from the secret Archives of the vatican and other original sources, 40 vols., translated and edited by AnTROBUS, Frederick Ignatius and KERR, Francis, Wilmington nC, Consortium Press, repr. 1978, vol. 28, p. 308. 51 MARTínEz HERnÁnDEz, Santiago, ‘Don Manuel de Moura Corte Real, Marqués de Castelo Rodrigo: Propaganda,  Mecenazgo  y  Representación  en  la  Monarquía  Hispánica  de  Felipe  IV’,  en  nOBlE WOOD,  Olivier, lAWRAnCE, Jeremy, ROE, Jeremy (eds.), Poder y Saber Bibliotecas y Bibliofilia en la Época del Conde-Duque de Olivares, Madrid, Olivier Centro de Estudios Europa Hispánica, 2011, pp. 97-120. I am grateful to Roberto Quirós Rosado for referring me to this article. 52 GARCíA CUETO, David, ‘Mecenazgo y Representación del Marqués de Castel Rodrigo durante su Embajada en Roma’, in HERnAnDO SÁnCHEz, Carlos José (ed.), Roma y España. Un Crisol de la Cultura Europea en la Edad Moderna. Actas del Congreso Internacional celebrado en la Real Academia de España en Roma, Madrid, Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior, 2007, 2 vols., 2007, vol. 2, pp. 695-716: 705.

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O’Cahan was printed and dedicated to Castel Rodrigo in the year of his arrival in Rome53. Through Castel Rodrigo’s generosity the main wing of the new college was built, including the chapter-hall and refectory, one side of a new cloister named after luke Wadding, and  the  main  dormitory54. Heraldry  was  one  of  Castel  Rodrigo’s  abiding  interests55. Wadding dedicated the fourth volume of the Annales Minorum to the ambassador, emblazoning Castel Rodrigo’s coat of arms on the opening page56. It is easy to appreciate their mutual  understanding  when  one  considers  the  formative  decade  that Wadding  spent  in Portugal studying at Coimbra, Figueira da Foz, leiria, lisbon and Vizeu57. Three of the artists referred to above were commissioned for work on behalf of Philip IV  by  Castel  Rodrigo.  José  Ribera  was  employed  in  naples,  while Andrea  Sacchi  and Giovanni Domenico Cerrini worked in Rome, together producing a series of at least five square paintings with half figures of hermit saints for the Buen Retiro58. These paintings were despatched to Spain in at least two voyages made between 1639 and 164159. The aula magna at St Isidore’s was completed before luke Wadding’s demise but was not decorated until 1672, when the guardian Patrick Tyrrell invited Fra Emanuele da Como to paint a series of frescoes in honour of the Immaculate Conception and the Scotist school of thought60. These works, especially the large fresco at the end of the hall, are said by art historians to have been ‘worthy of the Cinquecento’ rather than the late seventeenth century61. Between 1701 and 1706, Fra Giovanni Antonio Sgaury of the Province of San Francesco a Ripa, an autodidact, frescoed the Wadding Cloister depicting distinguished members of the three Franciscan orders and lunettes with events from the life of St Francis62. Sites  of  burial  are  an  example  of  loci memoriae that  recall  specific  times63. large slabs forming the floor of the church are inscribed with the details of noted exiles from Ireland, laity and clergy, who are interred in the crypt at St Isidore’s – the church of Irish nation in Rome which also contains many nameless Irish graves. Sepulchral monuments to Spanish and Italian patrons of the college line the lateral walls. The mortal remains of 53 JEnnInGS, Brendan (ed.), ‘Theses Defended at St. Isidore’s College, Rome, 1631-1649’, in Collectanea Hibernica, vol. 2 (1959), pp. 95-104: 97, ‘Una all’eccellentissimo signor ambasciatore di Spagna, Castel Rodrigo, del P. fr. Eugenio Cahanus, di numero 105. 1632’. O’Cahan was later martyred in Ireland. Among the St Isidore’s theses printed in the 1630s and 1640s, others were dedicated to Cardinal Alonso de la Cueva, marquis of Bedmar, and Cardinals Francesco and Antonio Barberini. 54 VARElA GOMES,  Paolo,  ‘Damnatio Memoriae. A  arquitectura  dos  marqueses  de  Castelo  Rodrigo’,  in COlOMER, José luis (ed.), Arte y Diplomacia de la Monarquía Hispánica en el Siglo xvII, Madrid, Fernando Villaverde Ediciones, 2003, pp. 351-76: 358, 373. 55 COnnORS, Joseph, ‘Borromini and the Marchese di Castel Rodrigo’, in The Burlington Magazine, vol. 133 (1991), pp. 434-440: 437. 56 WADDInG, Annales Minorum, vol. 4 (1637), p. I. 57 CASTRO y CASTRO, ‘Wadding and the Iberian Peninsula’, pp. 122-134. 58 ÚBEDA DE lOS COBOS, Andrés, ‘The Pictorial Decoration of the Buen Retiro Palace’, in Idem (ed.), Paintings for the Planet King, Philip Iv and the Buen Retiro Palace, Madrid, Museo nacional del Prado, 2005, 1527: 21. 59 CAPITEllI, Giovanna, ‘The landscapes for the Buen Retiro Palace’, in ÚBEDA DE lOS COBOS (ed.), Paintings for the Planet King, pp. 241-261: 245. 60 MIllETT, The Irish Franciscans, p. 129. According to an inscription of 1737 in the aula magna, Cardinal nerius Corsini came to this hall, as all of his predecessors, to be installed ‘as Protector of the Kingdom of Ireland’; QUInn, Saint Isidore’s Church and College, p. 54. 61 QUInn, Saint Isidore’s Church and College, p. 36. 62 COnlAn, St Isidore’s, pp. 131-132. 63 See DAVIS, Hugh, ‘Epitaphs and the Memory’, in The Classical Journal, vol. 53 (1958), pp. 169-176.

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Hugh McCaghwell are here, for instance. After serving as guardian of St Anthony’s College, leuven, McCaghwell taught theology at the Franciscan studium generale of Aracoeli from 1623. Three years later, he was consecrated Primate of Ireland by Cardinal Gabriel de Trejo on 7 June in the church of St Isidore’s College64. According to nicholas Vernulz, a jurist at the archducal court and the most dependable authority on McCaghwell’s activities, McCaghwell helped to procure St Isidore’s for the Irish, and that he also played a part in establishing the ludovisi College65. The following month, ludovico ludovisi appointed him to advise the Congregation of Propaganda Fide on the resolution  of  disputes  among  the  Catholic  clergy  in  Ireland.  Replying  to  ludovisi  from  St Isidore’s, McCaghwell stated the disputes were no greater than those to be found in any other country, emphasising that they applied in particular instances rather than all of the clergy in Ireland. He added that an authentic copy of the list of alleged disputes, sent to Rome by the bishop of Meath, vicars general and vicars apostolic in Ireland, was available at St Isidore’s66. McCaghwell died of fever before he could set out for Ireland. The lapidary  at  St  Isidore’s  in  McCaghwell’s  memory  was  paid  for  by  his  confidant  John O’neill, Conde de Tyrone, referred to at length by Eduardo de Mesa Gallego in this volume. 2.  RElATIOnS WITH IRElAnD AS SEEn FROM THE ARCHIVE AnD lIBRARy Archives are, to quote Pierre nora, ‘a functional, material, symbolic site’ which reinforce memory67. yet, as Óscar Recio Morales has stated, original sources relating to early-modern networks represent a challenge when limited to administrative-judicial records and financial transactions, rather than more personal material such as correspondence or diaries. St Isidore’s provided the friars with a place to keep a repository for documents. Cardinal Francesco Barberini expressed high regard for the library of 5,000 volumes and the manuscript archive prudently assembled by luke Wadding68. A recent inspection of the library holdings by John McCafferty and Joseph MacMahon reveals a scarcity of controversial  literature  which  suggests  that  the  view  at  St  Isidore’s  was  Mediterranean, shaped  by  the  internal  dynamics  of  the  Counter-reformation  and  less  concerned  with Protestant reformation, unlike their confrères at St Anthony’s, leuven69. Scholars at St Isidore’s devoted much of their time to studying the works of Duns Scotus70. Between 1625 and 1660, the college supplied more than seventy professors of phi-

64 GIBlIn, Cathaldus, ‘Hugh McCaghwell OFM, Archbishop of Armagh (†1626): Aspects of his life’, in Seanchas Ardmhacha: Journal of the Armagh Diocesan Historical Society, vol. 11 (1985), pp. 258-290. 65 Ibid., p. 283. 66 Ibid., pp. 260-261. 67 nORA,  Pierre,  ‘Between  Memory  and  History:  les  lieux  de  Mémoire’,  in  Representations, vol.  26 (1989), pp. 7-24: 14. 68 HAzARD, Benjamin, ‘A Manuscript of the Declaration of Arbroath from the Roman Archives of Fr luke Wadding OFM (1588-1657)’, in Scottish Historical Review, vol. 90 (2011), pp. 296-315. 69 MCCAFFERTy,  John,  and  MACMAHOn,  Joseph,  ‘Reading  for  Ireland:  the  Franciscan  library  of  St Isidore’s,  Rome’,  Mícheál  Ó  Cléirigh  Institute  Seminar,  School  of  History  and Archives,  University  College Dublin, 28 January 2011. 70 BROGGIO,  Paolo,  ‘Un  Teologo  Irlandese  nella  Roma  del  Seicento:  il  Francescano  luke  Wadding’,  in BROGGIO, Paolo, and CAnTÚ, Francesca (eds.), Roma moderna e contemporanea. Teologia e Teologi nella Roma dei Papi (xvI-xvII Secolo), Rome, Università degli studi Roma Tre, 2010, pp. 151-178.

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losophy and theology to teaching posts71. During the reign of Philip II six chairs of theology were endowed to the University of Salamanca, one of which was assigned to the study of Scotism72. John Duns Scotus was honoured at the Franciscan friary of Salamanca where luke Wadding and Hugh McCaghwell studied. Francisco de Herrera, one of the university’s Franciscan lectors in theology during that time, kept a portrait entitled Beatus Scotus73. Herrera later became procurator general of the order and participated in the de Auxiliis debate concerning divine grace and free will74. Both Irish friars knew of the Beatus Scotus portrait at their Salamanca friary where they were influenced by the Scotistic atmosphere of their surroundings. Irish theologians of the seventeenth century held Duns Scotus to be an Irishman75. It is recorded that as early as 1350 an image of Duns Scotus  was  publically  venerated  in  the  city  of  Salamanca  itself76. Exiled  Irish  students would have noticed the homage paid in Salamanca to, as they thought, one of their own. First a foremost a Franciscan foundation, St Isidore’s remains part of a global body corporate which, in its past centuries, maintained links with other Irish colleges in the Iberian Peninsula, the low Countries, Prague and Poland. Since they resided there, the friars’ correspondence with family and friends was preserved in the college archives77. The college  records  show  that  family  networks  operated  at  St  Isidore’s,  where  students  were drawn  from  one  generation  to  the  next. This  provides  a  clear  example  of  inter-generational memory at an individual level78. Important papers of specific interest to relations with Ireland were also accumulated at the college where they were written and received. This, in turn, offers an instance of trans-generational political memory which contributes to collective identity79. Material of Irish interest is now preserved at University College, Dublin, while the theological and philosophical manuscripts remain in Rome. In support of luke Wadding’s work as official chronicler of the Franciscan order, each province of the friars minor transcribed and forwarded to Rome documents relevant to their history. These were preserved at St Isidore’s80. By reason of his office as consultor 71 MIllETT,  Benignus,  ‘Irish  Scotists  at  St  Isidore’s  College,  Rome,  in  the  Seventeenth  Century’,  Studia scholastico Scotistica. De doctrina Ioannis Duns Scoti: Acta Congressus Scotistici Internationalis Oxonii et Edimburgi. Scotismus Decursu Saeculorum Cura Commissionis Scotisticae, Rome, Cura Commissionis Scotisticae, 1968, pp. 399-419. 72 GARCíA ORO, José and PORTElA SIlVA, María José, ‘Felipe II y la Universidad de Salamanca’, in CASTRO y CASTRO, Manuel de (ed.), San Francisco de Salamanca y su Studium Generale, Santiago de Compostela, Imprenta Aldecoa de Burgos, 1998, pp. 337-40. 73 GIBlIn,  Cathaldus,  ‘Hugh  MacCaghwell  OFM  and  Scotism  at  St Anthony’s  College,  louvain’,  Studia Scholastico Scotistica. De Doctrina Ioannis Duns Scoti: Acta Congressus Scotistici Internationalis Oxonii et Edimburgi, pp. 375-97: 380. 74 VÁzQUEz JAnEIRO, Isaac, ‘Fr Francisco de Herrera OFM y sus Votos en la Controversia de Auxiliis’, verdad y vida, vol. 23 (1965), pp. 271-318. 75 STOnE, M.W.F., ‘Punch’s Riposte: The Irish Contribution to Early-Modern Scotism from Maurice O’Fihely OFMConv. to Anthony Rourke OFMObs.’, in MCEVOy, James, and DUnnE, Michael (eds.), The Irish Contribution to Scholastic Thought, Dublin, Four Courts Press, 2009, pp. 137-92. 76 GIBlIn, ‘Hugh MacCaghwell OFM and Scotism at St Anthony’s College’, p. 381. 77 See, for instance, the letter of Cormac Hickey to his brother Anthony Hickey with family news, Dunmoylan, 16 Jan. 1626 (UCD-OFM, D.03, 602); see also Geoffrey Baron to his uncle luke Wadding, with news of the early studies of Baron’s brother Bartholomew, Dublin, 2 Dec. 1626 (UCD-OFM, D.03, 719). 78 ASSMAnn, Aleida, Cultural Memory and Western Civilization, p. 292; RICCEUR, Paul, ‘l’écriture de l’Histoire et la Représentation du Passé’, Annales. Histoire, Sciences Sociales, 55 (2000), pp. 731-747. 79 Ibid. 80 HAzARD, Benjamin, ‘‘In Novi Orbis amplitudine’: Irish Franciscan views of the Americas, 1610-83’, in PéREz TOSTADO, Igor and GARCíA HERnÁn, Enrique, (eds.), Irlanda y el Atlántico Ibérico: movilidad, participación e intercambio cultural, 1580-1823, Valencia, Editorial Albatros, 2010, 193-210.

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to the Holy See, many other papers passed through Wadding’s hands81. From the 1620s, petitions and recommendations were sent to luke Wadding for appointments to the Irish episcopacy, especially those completed at Propaganda Fide. These dossiers exemplify the concerns involved. Philip IV realised that an Irish bishop educated under his protection in Flanders could help exert influence and ‘maintain the bonds with Spain which already existed’82. Writing from the first session of the parliament of Aragón in 1626, for instance, Philip IV instructed his ambassador Pastrana to petition for a member of Ireland’s regular clergy as successor to the recently deceased Catholic Primate, Peter lombard83. The Isidorian presence in Rome also enabled Wadding’s administration of Irish parochial and non-episcopal benefices. He compiled his notes for this purpose at the college and preserved them in the archives84. Many Irish Franciscan friars took an active part in promoting the Confederate War of the 1640s85. luke Wadding’s diplomatic efforts at the papal court would have been infrequent and in vain without his presence at St Isidore’s College where correspondence from the low Countries and reports of the war in Ireland were kept86. Throughout the period relevant to this article, the Isidorian community encouraged the keeping of diaries, both at the college and further afield – a site of memory of interest to ecclesiastical and military history. In certain instances these were sent to the college for safe-keeping87. Internal rivalries, inherent to Irish history, led to the collapse of the Catholic Confederacy. Many Gaelic friars supported the papal nuncio Rinuccini while those from Anglo-Irish families tended to side with the Ormondists88. This rift was in evidence at St Isidore’s. Paul King, a Gaelic friar, who served as guardian from 1649-1652, and Francis Magruairk of Ulster were prominent in the opposition which built up towards luke Wadding. In 1654, Magruairk presented a memorial at Madrid accusing Wadding of conspiring against Irish interests, claiming that Munster students were favoured at St Isidore’s89. To resolve matters, the founder of the college nominated as guardian John Heslenan of Connacht. Two autograph 81 JEnnInGS,  Brendan  (ed.),  Wadding Papers, 1614-1638, Dublin,  Irish  Manuscripts  Commission,  1953,  p. VIII. 82 JEnnInGS (ed.), Wadding Papers, p. X. 83 letter of Philip IV to Urban VIII, Barbastro, 4 Feb. 1626 (UCD-OFM, D.03, 583/608). 84 JEnnInGS, Brendan (ed.), ‘Ecclesiastical Appointments in Ireland, August 1643-December 1649,’ in Collectanea Hibernica, vol. 2 (1959), pp. 18-65. 85 GIllESPIE, Raymond, ‘The Irish Franciscans, 1600-1700’, in BHREATHnACH, MACMAHOn and MCCAFFERTy (eds.), The Irish Franciscans, 1534-1990, pp. 58-63; PéREz TOSTADO, Igor, Irish Influence at the Court of Spain in the Seventeenth Century, Dublin, Four Courts Press, 2008, pp. 76-77, 93-97. 86 BURTCHAEll, G. D. and RIGG, J.M. (eds.), HMC Report on Franciscan Mss. Preserved at the Convent, Merchants’ Quay, Dublin, Dublin,  Historical  Manuscripts  Commission,  1906,  pp.  108-247;  CASWAy,  Jerrold, ‘Owen  Roe  O’neill’s  Return  to  Ireland  in  1642:  The  Diplomatic  Background’,  in  Studia Hibernica, vol.  9 (1969), pp. 48-64. 87 JEnnInGS, Brendan (ed.), ‘A Diary of St. Isidore’s College, Rome, 1625-1654,’ in Archivium Hibernicum, vol. 15, pp. 1-10; DIllOn, Charlie (ed.), ‘Cín lae Uí Mhealláin: Friar O Meallan Journal,’ in DIllOn, Charlie, JEFFERIES, Henry and nOlAn, William (eds.), Tyrone: History and Society: Interdisciplinary Essays on the History of an Irish County, Dublin, Geography Publications, 2000, pp. 327-402; FAlKnER, Anselm (ed.), ‘An Irish Diary of the War against James II: 12 August-23 October 1689’, Collectanea Hibernica, vol. 20 (1978), pp 21-29. 88 HAzARD, Benjamin, ‘‘A new Company of Crusaders like that of St John Capistran’ – Interaction between Irish Military Units and Franciscan Chaplains: 1579-1654,’ in GARCíA HERnÁn, Enrique and RECIO MORAlES, Óscar (coords.), Extranjeros en el ejército. Militares irlandeses en la sociedad española, 1580-1818, Madrid, Ministerio de Defensa, 2007, pp. 181-97: 195. 89 King’s surname in Irish was Ó Cingeadh; MOOnEy, Canice, ‘Was Wadding a Patriotic Irishman?’ in Father Luke Wadding commemorative volume, pp. 15-92.

Saint Isidore’s Franciscan College, Rome

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letters of Philip IV state that Heslenan was a naturalized Spanish citizen descended from ‘an ancient Irish family’, who was educated at Salamanca and Alcalá before lecturing for twelve years in Palermo where he was employed by the viceroy. Heslenan’s appointment was approved  by  the  order  but  hostilities  continued. According  to  two  petitions  from  1647  and 1673  proposals  were  made  to  divide  the  Irish  Franciscan  province  in  two,  assigning  St Isidore’s College solely to friars from Munster and leinster90. Deep-seated animosity persisted between the four provinces in the 1700s91. In this ‘silent century’, the college continued to train priests for the mission to Ireland. The Irish Franciscan province favoured the Stuart cause and a number of the friars were directly  involved  in  its  promotion  up  to  1760,  such  as  Francis  Porter  and  Ambrose  O’Callaghan. James II named Porter his official theologian and historian92. To maintain the independence of the college as Irish, Porter highlighted the need for Innocent XII to renew the papal bull of Urban VIII. The exiled Stuart court arrived in Rome in 171993. During this period, James III nominated eleven Franciscans appointed to Irish dioceses, including Ambrose O’Callaghan, bishop of Ferns, who served as guardian of St Isidore’s from 1721-172494. On the arrival in Rome of Charles Edward, Prince of Wales, the Te Deum was  sung  in  his  honour  at  the  college95. This  support  for  the  Stuart  cause  at  St Isidore’s included appeals to the Spanish court in 1725 when the guardian, John Madden, drafted a memorial to the Philip V on behalf of James III who reciprocated for the Irish friars by mediating with Philip V in the late 1740s96. On the dispersal of the valuable library at St Anthony’s Irish Franciscan college in leuven in 1797, manuscript material was transferred to the Wexford friary and the Bibliothèque Royale, Brussels97. Other items from the collection were moved from leuven to St Isidore’s but these were threatened with loss when the French revolutionary armies reached Rome. A campaign by Irish scholars for their return to Ireland ensued in the nineteenth century – a sign of how archives are seen as ‘a material precondition’ for future cultural  memory98. In  1872,  during  the  unrest  of  the  Risorgimento,  the  friars  at  St Isidore’s  obtained  permission  from  the  minister  general  to  assign  medieval  and  earlymodern Irish manuscripts to Dublin ‘in boxes sealed with the seal of the British legation at Rome to ensure their diplomatic immunity’99. 90 GIBlIn, Cathaldus, ‘A Seventeenth-Century Idea: Two Franciscan Provinces in Ireland’, in Franciscan College Annual, Multyfarnham, Multyfarnham College, 1951, pp. 55-67. 91 MARTIn, F.X. (ed.), ‘Provincial Rivalries in Eighteenth-Century Ireland: An Irish Augustinian Document’, in Archivium Hibernicum, vol. 30 (1972), pp. 117-135. 92 HAzARD, Benjamin, ‘The Manifesto of Field Marshal Hugh O’Donnell, in Justification of his Departure from the Kingdom without leave from Charles II, King of Spain, c.1690’, in The Irish Sword, vol. 104 (2008), pp. 129-137. 93 CORP, Edward, The Stuarts in Italy, 1719-1766: A Royal Court in Permanent Exile, Cambridge, Cambridge University Press, 2011, p. 10. 94 MACMAHOn, Joseph, ‘The Silent Century, 1698-1829’, in BHREATHnACH, MACMAHOn and MCCAFFERTy (eds.), The Irish Franciscans, 1534-1990, pp. 77-101: 95. 95 Ó CIARDHA, éamonn, Ireland and the Jacobite Cause, 1685-1766, Dublin, Four Courts Press, 2002, pp. 56, 219-20, 365. 96 MACCURTAIn, Benvenuta (ed.), ‘Irish Material in the Fondo Santa Sede, Madrid’, in Archivium Hibernicum, vol. 26 (1963), pp. 40-49. 97 Ó  RIAIn,  Pádraig,  ‘The  louvain Achievement  II:  Hagiography’,  in  BHREATHnACH,  MACMAHOn and MCCAFFERTy (eds.), The Irish Franciscans, 1534-1990, pp. 189-200: 199. 98 ASSMAnn, Aleida, Cultural Memory and Western Civilization, p. 330. 99 DIllOn, Myles, MOOnEy, Canice, and DE BRÚn, Pádraig (eds.), Catalogue of Irish Manuscripts in the Franciscan Library Killiney, Dublin, Dublin Institute for Advanced Studies, 1969, p. XVIII.

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COnClUSIOn The network of Irish colleges on the continent was ‘the most outstanding feature of the exiled Irish Church’, where the stability instilled by patronage encouraged the preservation of Catholicism in Ireland100. As Cristina Bravo lozano states in her contribution to this volume, education was considered a valuable instrument to organize specific spheres of influence and to create community, especially when one takes account of the great developments  seen  in  centres  of  learning  in  the  last  third  of  the  sixteenth  century.  St Isidore’s undoubtedly contributed to the development of an exclusive yet integrated Irish community in Rome, a centre of influence where the acquisition of learning served the mission to Ireland. The religious and political significance of St Isidore’s make it a monument of enduring interest which enhances the memory of the early-modern past.

100 GIBlIn, Cathaldus, ‘Irish Exiles in Europe’, in CORISH, Patrick (ed.), A History of Irish Catholicism, vol. 4, Dublin, Gill and MacMillan, 1971, pp. 3, 63. St Isidore’s is now the residence of an international community of Franciscan scholars, previously based at Grottaferrata.

III EJÉRCITO Y COMERCIO

A NATIoNAl SECuRITY STRATEGY FoR ENGlAND: MATTHEw SuTClIFEE, THE EARl oF ESSEx, AND THE CADIz ExPEDITIoN oF 1596 Beatrice Heuser1 university of Reading, uk

1.  A SINGlE-AuTHoR CoMPREHENSIvE STRATEGIC CoNCEPT APPlIED IN PRACTICE

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HIlE manuals on the art of w ar  go  back  to Antiquity,  they  rarely  contain  reflections on politics or make contributions to thinking about the political purposes of warfare, and thus about strategy2. It is generally only from the eve of the First world war that books provide an overall analysis of international configurations including the danger of war affecting their own country and developing a grand strategy concerning everything from what sort of army to choose, how to recruit and finance it, where to deploy it and  with  what  military  aims,  for  which  ulterior  political  purposes:  in  short,  what  one might  call  a  comprehensive  strategic  concept  for  a  given  politico-military  situation3. Since the 20th century, such concepts have usually been developed in secret by committee within governments. As the responsibility of collectives of decision-makers, they become the object of intense bureaucratic politics and inter-service rivalry, and individuals could only dream of having a decisive impact on them – they are anything, but not single-authored concepts.  There is a case, however, in which a cleric by the name of Matthew Sutcliffe, published a book containing a comprehensive concept for how to conduct a war with a specific enemy. lacking the space to do more, this article has the aim of contextualising on-

1 Great thanks must go to Dr Michele Margetts, Dr Enrique García Hernán, and Dr Neil Younger, who gave invaluable advice on this article; to Professor Alan Cromartie who brought to my attention the possible link between Suttcliffe’s strategic concept and the Cádiz expedition; to Dr Rosemary Gill and Dr Frank Tallett. All mistakes remain the author’s sole responsibility. 2 For definitions of Strategy, see HEuSER, Beatrice, The Evolution of Strategy: Thinking War from Antiquity to the Present, Cambridge, CuP, 2010, pp. 1-28. For a bibliographies of relevant works, see CoCklE, Maurice J.D., A Bibliography of English Military Books up to 1642 and of Contemporary Foreign Works, london, Simpkin, Marshall, Hamilton, kent & Co, 1900, and also HEuSER, Beatrice, Den Krieg Denken: Die Entwicklung der Strategie seit der Antike, Paderborn, Schöningh, 2010, pp. 469-515. 3 For an analytic overview and categorisation of early literature on strategy, see HEuSER, Beatrice, ‘Introduction’, in Ibidem (trs. & ed): The Strategy Makers: Thoughts on War and Society from Machiavelli to Clausewitz, Santa Barbara, CA, Praeger, 2010, pp. 1-31.

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ly the central prescription of this book –the advice to launch a pre-emptive attack on key Atlantic ports of the Iberian Peninsula, in order to occupy them permanently. Moreover, it will explore whether it was put into practice, or had any other impact on actual policymaking. 2.  ENGlAND’S STRATEGIC SITuATIoN AFTER THE ARMADA In  1568  the  Dutch  Protestants  began  an  eighty  years’  war  of  independence  against their overlord, king Philip II of Spain. Despite the unsettling implications of such a rebellion against the God-given authority of a prince, Protestant opinion throughout Europe rapidly took the side of the Dutch in view of the brutal and infamous Spanish repression of the rebels and local populations. Protestant Elizabeth I made money and then soldiers available to the rebels. England, too, had a rebellion to contend with. As Enrique García Hernán has so ably demonstrated, the intermittent war between England and Spain in the following decades can only be properly understood if one takes into account England’s interference in the anti-Spanish rebellion in the low Countries, and Spanish involvement in the anti-English rebellion in Ireland. Each thus sponsored uprisings in the other’s satellite state.  At the death of the Portuguese sovereign in 1580, Philip had himself crowned king of Portugal in 1581. He now controlled the entire Iberian Peninsula, including of course its entire Atlantic coast, especially lisbon, gateway to the Atlantic. Meanwhile, France was emerging  from  a  long  series  of  religious  wars.  when  the  Protestant  Henri  of  Navarre claimed the French crown after the death of the last valois king in 1589, Philip made a rival bid for the French crown on behalf of his daughter, the Infanta Isabella Clara Eugenia. Henri (Iv) only secured his French crown in 1593 after converting to Catholicism.  The alignment was thus along religious lines: Elizabeth I, pro-Protestant Henri Iv and the Dutch rebels against Philip II, now also monarch of Portugal, and supporter of the Catholic  opposition  to  English  rule  in  Ireland.  The  parties  clashed  in  open  war  in  the Netherlands  and  in  north-western  France.  But  they  also  aimed  to  attack  each  others’ homelands.  Elizabeth  had  been  excommunicated  by  Pope  Pius  v  for  her  Protestant  politics  in 1570. His successor, Gregory xIII, explicitly encouraged her subjects to rise up against her, and any foreign monarch to go to war with her. Having failed to replace Elizabeth with Catholic Mary Stuart, Queen of Scots, Philip II first made plans for an invasion of both England and Ireland in 1571-1572, and the Armada of 1588 had been the closest he came to success. Alternatively, or complementarily, he tried to stab England in the back through strengthening the anti-English forces in Ireland4. In the late 1580s and until Philip’s death in 1598, the English feared a Spanish invasion; the Spanish, in turn, were fighting English privateering, state-supported piracy with the aim of capturing Spanish merchantmen, especially those returning with rich treasure from the west Indies and Americas. In 1587, Sir Francis Drake brought his queen great booty from such a haul, in which he had entered into the waters of Cadiz, burnt some 4 GARCíA HERNáN, Enrique, ‘Planes militares de Felipe II para conquistar Irlanda, 1569-1578’, in GARCíA HERNáN, Enrique et alii. (eds.), Irlanda y la Monarquía Hispánica: Kinsale, 1601-2001. Guerra, política, exilio y religión,  Madrid,  universidad  de Alcalá-CSIC,  2002,  pp.  185-204;  GARCíA HERNáN,  Enrique,  Ireland and Spain in the Reign of Philip II, Dublin, Four Courts Press, 2009.

A National Security Strategy for England

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Spanish ships, and ‘singed the Spanish king’s beard.’ 1588 saw the most famous of the Armadas, in part a counter-stroke against this English privateering, but aiming above all to invade the south coast of England.  England struck back in the following year, when Sir Francis Drake and Sir John Norris secured the queen’s approval for a more enterprising scheme: to trigger an anti-Spanish  insurgency  in  Portugal  by  shipping  a  pretender  who  had  found  refuge  in  England, Dom Antonio, to lisbon, accompanied by 11,000 soldiers as well as 2,500 sailors, arms and provisions5. The expedition served the second purpose of hunting down and destroying some Spanish ships in their ports, notably in la Coruña (‘the Groyne’), on its way to lisbon.  Dom Antonio,  like  so  many  political  refugees,  had  persuaded  himself  and  the English that his countrymen would rise up to put him on the throne and restore Portuguese independence, but had overestimated their willingness to risk their lives and wealth for a political cause. As the fleet had stopped first at la Coruña, the element of surprise was in part lost, and lisbon itself was not entirely undefended. Nevertheless, some participants in the campaign came away convinced that they might have achieved more. Norris himself thought that 30 companies redeployed from the low Countries would have served ‘to continue the war [in la Coruña] all this year,’ which he preferred to waiting for the enemy’s  attack  in  England. Anthony Ashley,  another  participant,  posited  that  ‘an  army  of 10,000 good soldiers may pass through the whole realm [of Spain] without danger’, if this had been within their remit6. As we shall see, a third participant, Captain Antony wingfield, thought they might have captured lisbon, if only they had had more supplies, and perhaps more men. The expeditionary force was supposed to be provisioned directly from England. So as not to alienate the Portuguese, they were under orders not to live off the land. The inertia of the lisboners, however, and the late arrival of the supply ships when Drake  and  Norris  had  already  decided  to  cut  their  losses  and  withdraw,  fatally  undermined any chances of success. Interestingly, the young Earl of Essex, who had joined this campaign without his sovereign’s approval, initially did not come away from it with the determination to repeat this expedition. As we shall see, he subsequently tried his hand at several alternative options before falling in line with views in part reminiscent of wingfield’s.  The Spanish made the next move in this tit-for-tat game, attacking and conquering parts of Brittany and Normandy, holding Rouen from 1590 to 1594. Both areas were potential bases for a new invasion of England, giving Spanish ships an interim refuge between Spain and England which they had sorely lacked in 1588. Elizabeth sent English expeditionary forces to help Henri fight the Spanish, to Brittany 1591-1595, and to Normandy 1591-1593, one contingent being led by Essex from 1591 to January 1592. England paid a high price for this: large casualties, with little success in turn, as the campaigns mainly turned on siege warfare which was rarely successful. The English hopes of winning Rouen (or later, winning back Calais when the Spanish seized it from the French in April 1596), were frustrated.  This was the background to the publication in 1593 by Matthew Sutcliffe, the ‘armchair strategist’ of his age, of his strategic concept. 5 ‘A True Discourse (as is thought) by Colonel Antonie wingfield emploied in the voiage to Spaine and Portugall, 1589 ...’ in HAkluYT, Richard, The Principal Navigations, Voyages, Traffiques of Discoveries of the English Nation, vol. vI (1589, repr. New York, Augustus M. kelley, 1969), pp. 475, 479. 6 Quoted in wERNHAM, R.B., After the Armada: Elizabethan England and the Struggle for Western Europe, 1588-1595, oxford, Clarendon Press, 1984, p. 113f.

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3.  ENGlAND’S STRATEGIC oPTIoNS what were the strategic options for England in the early 1590s? Peace was not one of them,  at  least  not  immediately.  Fighting  the  Spanish  in  the  Netherlands  and  Northern France was, but while this had the double aim of ousting the Spanish from coastal positions most threatening to England directly, and supporting England’s allies, it constituted a haemorrhage of English manpower and resources, without protecting England from another naval attack launched directly from Spain.  Moreover, as Elizabeth’s pirates had shown, Spain was constantly reinforced financially (and enabled to pay its soldiers, both Spanish and foreign mercenaries) through the periodic arrivals of treasure fleets from the west Indies and Americas. Many a naval captain in Plymouth was dreaming of intercepting such ships, with a letter of marque issued by the queen, in return for the commitment to share any booty with the crown. Many of their operations involved waylaying the treasure fleet on the dangerous high-seas voyage to America, most easily done around the Azores, where it was bound to call for new provisions. 1590 and 1591 saw such enterprises aiming for the Azores, one led by Sir John Hawkins  and  Sir  Martin  Frobisher,  the  other  Sir  walter  Raleigh  and  lord  Thomas Howard. These were of both strategic and commercial interest: if the treasure fleets were intercepted,  this  would  cut  off  Spain  from  vital  supplies  to  the  point  of  weakening  its overall war effort, both in the Netherlands and in any naval enterprises against England. Together with Sir Francis Drake, Sir John Hawkins later pushed this option even further. Drake had participated in the lisbon expedition of 1589, from which he had sought (and failed) to deviate some ships to the Azores. In 1595, Drake and Hawkins secured royal support for an even more daring venture, long proposed by Hawkins7, namely to intercept the treasure fleet at source, in the west Indies, for which they paid with their lives; the expedition failed miserably. A  third  strategic  option  was  best  articulated  by  Captain  Antony  wingfield,  about whose life we know little otherwise8. wingfield’s account of the 1589 campaign against lisbon ends with a discussion as to whether, on balance, it would have been better to stick to  the  France-cum-Flanders  campaign9.  He  stressed  ‘what  intollerable  expenses  it  requireth.’ English efforts in the Netherlands would not stop Philip from attacking England. By contrast, his energies might be deflected by an invasion of Spain, which had so many bays facilitating a landing.  And having an armie of 20,000 royally furnished there, we shall not need to take much care for their payment: for shal not lisbon be thought able to make so few men rich, when the Suburbs thereof were found so abounding in riches, as had we made enemie of them, they had largely enriched us all? ... or is not the spoyle of Sivil [Seville] sufficient to pay more then shall bee needful to bee sent against it...? And be there not many other places of lesse difficultie to spoyle, able to satisfie our forces?

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MACCAFFREY, wallace T., Elizabeth I: War and Politics, 1588-1603, Princeton, Princeton uP, 1992, p. 82f. The authorship is uncertain, as the author speaks of Captain Antony wingfield in the third person only, and does not take great pains to differentiate between him and Captain Richard wingfield, also a participant in this campaign. 9 wINGFIElD, ‘A True Discourse’, pp. 517-526. 8

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If  capturing  lisbon  and  Seville  should  prove  too  difficult, wingfield  identified  extremely  advantageous  secondary  effects  of  such  an  operation.  Surprise  attacks  on  the Spanish ports should force the Spanish to redeploy at least some of their soldiers from the low Countries back to Spain for homeland defence. wingfield rightly argued that that in itself would constitute a great success for England, as the same effect could be achieved in the low Countries themselves only through the deployment of far more English soldiers, and even then, not with the same reduction of Spanish effectiveness. Even just running up and down the enemy’s coast, in what would later be called a ‘distant blockade’, wingfield thought an English fleet could intercept the Spanish treasure fleet, starve lisbon (the enemy’s ‘principal citie’), and hunt down the Spanish royal navy. Even in the worst case scenario, in which England were neither able to secure a base nor to ‘damnifie’ the Spanish king at sea, she could tie him down in home-land defence. while the English  had  been  very  frightened  when  the  Spanish  invasion  threatened,  ‘I  wish  that  all England knew what terror we gave to the same people that frighten us, by visiting them at their owne houses.’ In order to finance such a fleet, but especially the expeditionary force to go with it, wingfield pleaded for the imposition of a special tax that would include the clergy. He lamented the ‘idolatry to Neptune’ and the decline in the respect for soldiers in England, as demonstrated by the inadequate preparations and strategy of the campaign he had just witnessed, which he thought could easily have achieved the capture of lisbon10. For ‘in this short time of our Adventure’, that took less than two months in all,  we have won a towne by escalade, battred & assaulted another, overthrowen a mightie princes power in the field, landed our armie in 3 several places of his kingdom, marched 7 dayes in the heart of his country, lien three nights in the suburbs of his principall citie [!], beaten his forces into the gates thereof, and possessed two of his frontier Forts...11.

The reasons he saw for its failure of the lisbon voyage were the misguided strategic aim of bringing Dom Antonio to the throne through an insurgency which failed to materialise; the related decision to avoid living off the land which made the English forces particularly vulnerable to the late arrival of the provisioning fleet which followed them to lisbon; the inadequate provisions for the sick; and lack of discipline among the soldiers, leading to excessive consumption of local wines. while on balance, it would seem that wingfield underestimated the problems of securing the supply of English forces on the Spanish coast from England (the wind was a complete imponderable in all of this, and storms were a or even the major factor on which success or failure of operations depended in the 1580s and 1590s), wingfield’s argument deserved to be taken seriously. And this was done both by Richard Hakluyt, who edited it and had it printed within weeks of this account being written.  A fourth strategic option was advocated two years after the lisbon voyage by one Antonio Pérez, a Spanish exile from Saragoza in the kingdom of Aragon, which like Castile was now part of Philip II’s patrimony. unlike Portugal, Aragon boasted a movement to cast off Philip’s rule. Pérez had antagonised the king, and had taken refuge in Saragoza, where he found the protection of the High Judge. Philip’s forces marched into Sarago-

10 11

Ibidem, pp. 520-522, 524. Ibidem, p. 471.

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za, executed the judge, while Pérez escaped, first to France, and thence to England. He advocated a military campaign from Southern France to free Aragon from Habsburg rule, an idea which was followed up by Henri Iv of France, but a small French invasion aborted.  Pérez  then  sought  support  for  this  project  in  England,  without  success:  after  all, Aragon, in the north-east of Spain, had no Atlantic sea frontier, and Saragoza in any case was not a port. England could have given no direct support to such an endeavour with a navy, and an army would have had to cross all of France to get to the Pyrenees, and thence to Aragon, not a realistic option. Pérez may have returned to the charge in April 159612. This seems unlikely, however, as Pérez’s interests mainly concerned the fate of Aragon13. Nothing in Pérez’s correspondence with Essex, Burghley, or indeed Henri Iv of France around 1592-96 can be described as a strategic concept. Instead, there was much general waffle  (in  Spanish  and  latin)  about  punishing  Philip,  serving  the  cause  of  justice,  and about his admiration for England and France14. 4.  MATTHEw SuTClIFFE By contrast to Pérez’ writings, a very lucid case was made for ideas strikingly similar to wingfield’s in the works Matthew Sutcliffe, who turned them into a part of a comprehensive national security strategy for England. This was published in 1593 by the printing house of Christopher Barker, printer to Her Majesty the Queen. The book thus not only passed censorship, it may have received additional approval from on high: Barker also published the laws and ordinances that were read out to soldiers, such as those drawn up by Robert Dudley, Earl of leicester, Elizabeth’s commander in chief until his death in 158815. Indeed, Sutcliffe’s book contained a large chapter, ‘wherein a forme of Militarie lawes requisite to be published and obserued of our English souldiers and other imploied in publicke seruice of their country, is prescribed.’ These prescriptions may well have had official blessing to the extent that they were the operative rules for the military campaigns of the following years.  Sutcliffe dedicated his book to the Earl of Essex, who was rapidly following his stepfather’s, leicester’s, footsteps, becoming Elizabeth’s highest-ranking general. During at least one campaign, Essex scrupulously applied the code of conduct in war as set down by Sutcliffe, protecting the civilian population, especially women and children, against personal attacks, a fact that was recognised even by the adversary16. So is it unreasonable to assume that Essex not only received this book that was dedicated to him, but also read it? 

12 oPPENHEIM, M. (ed.), The Naval Tracts of Sir William Monson, london, The Navy Records Society, 1902, vol. I, p. 363. 13 uNGERER, Gustav (ed.), A Spaniard in Elizabethan England: the Correspondez on Antonio Pérez’s Exile, london, Thamesis Books ltc, 1974, vol. I, pp. 7f., 303-316. 14 Ibidem, see correspondence especially for 1592 and 1596. 15 DuDlEY, Robert, Earl of leicester, Lawes and Ordinances [for the English forces in the low Countries], london, Christopher Barker, 1586. 16 Concerning the Cadiz expedition of 1596, see uSHERwooD, Stephen & Elizabeth, The Counter-Armada 1596: The Journall of the Mary Rose, london, Bodley Head, 1983, p. 85; CRuz, Anne, ‘vindicating the Vulnerata: Cádiz and the Circulation of Religious Imagery as weapons of war’, in idem (ed.), Material and Symbolic Circulation between Spain and England, 1554-1604, Aldershot, Ashgate, 2008, pp. 43f., 48-60; HAMMER, Paul E.J., The Polarisation of Elizabethan Politics: The Political Career of Robert Devereux, 2nd Earl of Essex, 15851597, Cambridge, CuP, 1999, p. 229f.

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Essex had 66 books dedicated to him between 1590 and 1600. In this age, many more authors hoped to receive patronage in return for such dedications than actually succeeded in doing so17. Sutcliffe, however, wrote his dedication as acknowledgement of past patronage received (see below). Moreover, of these 66 books, only eight concerned military matters, of which five were published before 1596, and of these, Sutcliffe’s was the latest. Apart from his, only the Frenchman Bertrand de loque (a.k.a. François de Saillans) dealt  with  strategic  questions,  but  in  a  much  less  systematic  or  comprehensive  way18. Both were part of a whole wave of books on the art of war published during the French religious wars and the long war between Spain and England19. The great majority of these, however, are no more than field manuals, or even narrower in their subject (e.g. advocating the return to the use of the bow as opposed to hand-held fire arms)20. Sutcliffe, by contrast, provided something quite different: a comprehensive treatment of all aspects of war that are of concern to the chief policy-makers, not only the military commander-in-chief, but also the supreme political decision-makers.  Matthew Sutcliffe (c. 1550-1629) from Halifax in Yorkshire was a second son with younger brothers21. The career of a clergyman made sense, as any family heritage was likely  to  go  to  his  elder  brother.  Sutcliffe  not  only  became  an  Anglican  cleric,  but launched  himself  into  religious  debates  with  great  zeal,  all  bar  one  of  his  publications concerning theology. Bar one, for there seems to have been one other passion in his early adult life, that of warfare. Sutcliffe claimed several times to have seen military action himself, in France, Italy, Flanders, and Portugal; he seems to have taken part in England’s campaign in Flanders in 1585/1586, which was led by leicester, and in which his dashing stepson, the Earl of Essex, won his first military glory22. Prior to launching himself into military exploits, and prior to becoming a minister, Sutcliffe had been a don at Trinity College when Essex was a student there from 1577-1581. Sutcliffe may have taught the young earl. The Bacon brothers – Francis and Anthony, who would both become aides to Essex – were also up at Trinity. After the Flanders campaign, Sutcliffe was made archdeacon at Taunton in Somerset in the winter of 1586-723. It might 17 Fox, Alastair, ‘The complaint of poetry for the death of liberality: the decline of literary patronage in ther 1590s’, in GuY, John, The Reign of Elizabeth I: Court and culture in the last decade, Cambridge, CuP, 1995, pp. 229-257. See also lEoNARD, Bird George, ‘The Earl of Essex, Patron of letters’, MS PhD university of utah, 1969, cited by TIPToN, Alzada, ‘“lively Patterns… for Affayres of State’: Sir John Hayward’s The Life and Reigne of King Henrie IIII and  the  Earl  of  Essex’,  in  Sixteenth Century Journal, vol.  23,  n.  3  (Autumn 2002), p. 789. 18 The other works published before 1593 were in 1590 the first two books of GENTIlI, Alberico, De Iure Belli Libri Tres, Hanau, Heirs of william Anthony, 1612 (facsimile oxford, Clarendon Press, 1933); wIllIAMS, Roger, A Brief Discourse of Warre, london, Thomas orwin, 1590; GARRARD, william, The Art of Warre, london, Roger warde, 1591; and a translation by I. Eliot from French into English of Bertrand loque’s Discovrses of Warre and Single Combat, london, Iohn wolfe, 1591. 19 CoCklE, Maurice, A Bibliography of Military Books up to 1642 and of contemporary foreign works, london, Simpkin, Marshall & Co, 1900. 20 See for example SMYTHE, Sir John, Certain Discourses Military, ed. by HAlE, J.R. (1590, rev. ed. Ithaca, NY, Cornell u.P., 1964; wIllIAMS, Brief Discourse; GARRARD, Art of Warre, the last two of which were also dedicated to the Earl of Essex. 21 For the following biographic data (unless otherwise noted), see lEE, Sidney (ed.), Dictionary of National Biography, london,  Smith,  Elder,  1898,  vol.  lv,  pp.  175-177;  CRANFIElD,  Nicholas w.S.,  ‘Matthew  Sutcliffe’, in Oxford Dictionary of National Biography, oxford, ouP, 2004, vol. 53, pp. 351-353. 22 SuTClIFFE, Matthew, The Practice, Proceedings and Lawes of Armes, london, C. Barker, 1593, Epistle Dedicatorie, and also at the end of Chap. xIII. 23 As the older English calendar still counted January as belonging to the previous year.

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have been william Bourchier, Second Earl of Bath, to whom he owed this appointment, as Sutcliffe dedicated one of his first books to him24. Either way, Taunton was represented in Parliament  in  1586  by  Essex’s  future  employees,  the  clever  Francis  Bacon,  ten  years younger than Sutcliffe, possibly also a previous tutee of Sutcliffe’s, and this might have revived their acquaintance25. In 1587-8 Sutcliffe was out of the country again, listed as judge martial (or advocategeneral) among the ‘officers serving in the low Countries’ of Elizabeth’s army, receiving an income of forty pounds. (we still find Sutcliffe taking an interest in military matters  in  1598,  ‘Mr.  Dean  Sutlyf  is  made  captain’  of  some  horsemen  raised  for  military service in his diocese, i.e. he presumably trained them for military service26. But this is the last evidence for his involvement with national security.) Sutcliffe in 1593 claimed that Essex showed him ‘singular fauour’ in the past27. Perhaps it was therefore due to Essex that, after the appointment as judge martial came to an end in 1588, Sutcliffe was appointed dean at the Cathedral of Exeter28, a position and income he retained until his death in 1629. Alternatively, the link might have been Francis Bacon. In any case, it was with this income to support him that Sutcliffe wrote his national  security  concept  entitled  the  Practice, Proceedings and Lawes of Armes which  was published in 1593.  4.1.  Sutcliffe’s Practice, Proceedings and lawes of Armes29 we do not know whether apart from giving Sutcliffe moral ‘encouragement’ to write this 342-page book Essex actually paid him for this project, or whether Sutcliffe’s thanks are merely a retrospective acknowledgement of Essex’s lending Sutcliffe a helping hand once or twice in his career30. That Essex told Sutcliffe what to write is unlikely: Sutcliffe prescribed an attack on Spain itself at a time when Essex’s priority was to support Henri Iv in France; Essex in mid-1595 was the last to abandon the policy of prioritising military help for Henri, somewhat prematurely, as the subsequent Spanish invasion of Normandy would show. Then Essex turned his support to an expedition to Panama planned by Sir Francis Drake and Sir John Hawkins in the hope for more loot. Essex only began to favour the option of a direct naval attack on Spain along with a long-term seizure of at least one if not more Spanish ports in the winter of 1595/96 when there was a new scare of a Spanish invasion of England31. This was two years after Sutcliffe’s publication advocating this alternative strategy. In other words, at the time of the publication of Sutcliffe’s book Essex did not yet share Sutcliffe’s keenness on this option of seizing and holding 24 SuTClIFFE, Matthew, A Treatise on Ecclesiastical Discipline..., london, George Bishop & Ralph Newberie, 1590. 25 PElToNEN, Markku, ‘Francis Bacon’, in Oxford Dictionary of National Biography, oxford, ouP, 2004, vol. 3, p. 125. 26 Quoted in wEBB, Henry, ‘Dr. Matthew Sutcliffe’, in Philological Quarterly, vol. 23 (1944), p. 86. 27 SuTClIFFE, Practice, Epistle Dedicatorie, and end of Chap. xIII. 28 BIRCH, Thomas, Memoirs of the Reign of Queen Elizabeth... from the papers of Anthony Bacon, london, A. Millar, 1754, vol. I, p. 61. 29 For  a  reprint  of  excerpts  from  the  book,  see  HEuSER, The Strategy Makers,  Chapter  4:  ‘Matthew  Sutcliffe’, pp. 62-86. 30 SuTClIFFE, Practice, p. C[1]r. Note that this part of the book has no pagination. 31 HAMMER, Polarisation, pp. 240-264.

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Spanish land, and only came around to it some months after Sutcliffe’s prophesy that the lull in the war would not last had been confirmed by new evidence of Spanish aggressiveness, after the Spanish raid on Cornwall in the summer of 1595. The strategic concept for the attack and capture of one or more Spanish ports was thus wingfield’s, and then Sutcliffe’s,  before  it  became  Essex’s.  It  must  be  noted,  however,  that  in  the  winter  of 1595/96, when Essex espoused crucial parts of the concept, wingfield had already died of  wounds  received  on  8  october  1595  in  the  English  liberation  of  Fort  Crozon,  near Brest, in Brittany, from the Spanish32. wingfield himself can therefore not have spoken to Essex about his views, nor do we know whether Essex had at some stage read wingfield’s views  on  the  unsuccessful  lisbon  expedition.  Sutcliffe’s  Practice, Proceedings, and Lawes of Armes, however, must have been in Essex’s possession, and Sutcliffe himself was alive and well in Exeter, the city straddling the road from london to Plymouth, starting point of the Cádiz expedition. Sutcliffe’s work by far surpassed wingfield’s in its scope. This was not merely a 10page advocacy of one strategy over another, but dealt with all aspects of the state’s security strategy, from the international situation in general and ethical questions about what today would be taken as international law (at the time, the application of just war theory33) to how and whom to recruit for military service, how to provide for them and provision them, how to maintain and use a navy, how to finance the entire military effort, and which  strategy  was  most  advisable  against  England’s  main  adversary,  Spain,  given  all these other factors.  4.2.  Pre-emptive or Preventive War when  writing  in  1593,  Sutcliffe  expected  a  renewed  Spanish  invasion  attempt  on England any time. He therefore counselled a pre-emptive war, i.e. one which pre-empts an expected enemy attack34: while today we differentiate between pre-emption – when the other side’s attack is known to be imminent – and prevention – when the other side cannot be proved to have hostile plans on the verge of implementation, Sutcliffe used the term ‘prevention’ in the modern sense of ‘pre-emption’. He summarized the counter-arguments put forward by the fat cats, concerned not about England but their purses, who argued that  wee have neither towne, nor port in Spaine to receive us: that the way thither is long, and uncertaine by reason of contrarietie of windes, and that it will be hard to remedie anie disorder that shall fall out in our army by reason of the distance of the place: they alleadge further that we have no friendes  nor  confederates  in  the  countrey:  and  that  it  will  be  more  difficult  to  subdoue  the Spaniard in his countrey, then abroard, for every man doeth fight most valiantly when his wife and children, and his owne landes and goodes are in his fight. lastly, they suppose that the number of the enemies will be such, as that an armie shall bee wearied with killing them. on the oth32

wERNHAM, After the Armada, p. 548. Gentili’s De Iure Belli Libri Tres had been published individually; Sutcliffe summarised some of the legal deliberations where he agreed with them, dissenting on others, but without any direct reference to Gentili. 34 SuTClIFFE, Practice, p. 97. ‘Preventive war’ is taken to mean a war to prevent the other side, imputed to have an intention of attacking and to be making general preparations in that direction, from getting to the point of launching it one day. ‘Pre-emptive war’ refers to action taken on confirmed notification that the enemy is actually on the point of launching an attack now. 33

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Beatrice Heuser er side, if wee attend the Spaniardes comming hither (say they) they shall have all these things to mak against them; and wee all things favorable for us men, munitions, and victuals sufficient; our wives, children, and country in our sight, safe places to retreat unto35.

Sutcliffe argued, however, like Antony wingfield before him, that the consequences of waiting for Spain to invade England would be more costly: not knowing where the enemie will land, all the coast must be furnished with souldiers. [...] But this would be double the charge of levying and furnishing an army for Spaine. And the longer the enemy holdeth us in breath, the greater would the charge arise. [...] If the enemy should land, as well he may comming with great force, we neither have strong townes, nor many great rivers to stoppe his procedings, nor any way to resist, but by force of men in open fielde36.

Therefore, England should best ‘assayle the enemy in his owne countrey’37. 4.3.  The Economic-Financial Side of War Sutcliffe also dealt with the defence economy. This is a truly remarkable aspect of his work, putting it well on a grand strategic level. unlike Machiavelli, Sutcliffe accepted Cicero’s verdict that ‘treasure’ forms ‘the sinews of war’. Chapters 2 and 4 deal exclusively with the problem of how this treasure could be found, and how it could be translated into muscle strength most economically. like wingfield before him, Sutcliffe urged an extension of taxation and customs tariffs on overseas’ commerce38. Sutcliffe advocated hiring only English, welsh, or Irish (!) men as soldiers. Foreigners, he argued like Machiavelli and other contemporaries, could not be trusted, and demanded more pay as mercenaries than the natives of his queen’s realm39. Sutcliffe here oddly showed no awareness of the reservations which Catholic Irishmen might have felt at the time with regard to military service for Protestant England, but then the Irish rebellion only flared up again two years after the publication of this book. Nor did he fully examine different forms of military recruitment, from mercenaries or professional standing armies to county levies or local militiamen. To be fair, these differences were in flux: ‘pressed’ men or county levies were sent abroad to fight, which was true even for the ‘Trained Bands’, originally created for the territorial defence of England40. Sutcliffe emphasised that all soldiers required regular pay, or they would resort to pillaging; he was less convincing regarding his prescriptions on how to find the necessary funds41. Sutcliffe attributed the problems of his age to ‘the contempt for religion and true honour, and greedy desire for gain’, a leitmotif in his writing, and to the fact that ‘valiant

35

Ibidem, p. 96. Ibidem, pp. 101-2. 37 Ibidem, p. 103. 38 Ibidem, p. 16. 39 Ibidem, pp. 70-73. There is no evidence that Sutcliffe read Machiavelli, and this idea had become a common place by the time Stucliffe was writing. 40 NolAN,  John  S.,  ‘The  Militarization  of  the  Elizabethan  State’,  in  Journal of Military History,  vol.  58,  n. 3 (July 1994), p. 402. 41 SuTClIFFE, Practice, pp. B4v, f. 75. 36

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captains  and  souldiers  are  slenderly  considered...’  (again,  agreement  with  wingfield). Therefore, ‘valiant deeds’ should be rewarded. He devoted much space to rules to govern the distribution of booty42. 4.4.  Strategic aims in war and the strategy to reach them For Sutcliffe, the grand strategic aim of England’s security policy had to be decisively to disarm Spain, and to do so, to occupy Spanish territory. In a chapter entitled ‘wherein it is shown how the victory is to be used, and the conquest maintained, once the enemy is vanquished’,  Sutcliffe  wrote  extensively  on  how  to  pacify  the  conquered  lands.  He showed the clear recognition that military victory on its own did not signify the achievement of strategic war aims: an enemy force willing to retreat should be given a ‘bridge of gold’ – a reference to Plutarch’s Themistocles – to do so. once the enemy forces had truly been defeated, or had fled,  then  the  next  task  is  to  besiege  their  chiefe  cities,  and  that  presently  while  the  smart  of  their woundes  is  yet  fresh  [...]  The  terrour  of  a  victorious  armie,  and  sufficient  to  make  any  towne yeelde [...] There is no towne that dare holde out, without hope of succour.

what Sucliffe die mean by ‘their chiefe cities’? At the time, Spain had no formal capital; Madrid would only be raised to this rank in 1606, and from January 1596 until then, valladolid was briefly the capital of Spain. As we have seen, in 1589 wingfield referred to lisbon as the enemy’s ‘principal citie’, and other big and important trading cities were actual ports or near the sea, for example Santander, la Coruña, Cadiz, and Seville. with Antony  wingfield’s  account  of  the  lisbon  campaign  in  mind,  and  if  these  cities  were meant, then Sutcliffe’s ambition ‘to besiege their chiefe cities’ cannot be dismissed as absurd. Moreover, for centuries, England had owned regions, later reduced to ports and their hinterland, in France. Although it had lost Calais in 1558, England in the 1590s still held the ports of Flushing and Brielle in the Netherlands by treaty with the Dutch. only a quarter of a century later, in 1620, an English fleet first took possession of Gibraltar. At the time, venice still an extensive maritime empire connected by sea routes, and military orders like the knights Hospitaller still controlled a network of strongholds, held together on naval lines of communication. Sutcliffe wrote that in order successfully to conclude a siege, the country might have to be wasted (which the English forces notably had not done in 1589, in order not to antagonise the Portuguese population as potential allies). But thereafter, ‘the Generals care ought to be, howe to take away the enemies subjects from them, and to deprive them of the aide of their confederats.’ This thought leads over to the next important issue,  howe our conquest may be maintained, and assured. [...] [T]here are two principall meanes both necessarie; force and justice: for neither without force can those that are rebellious, and desirous of innovation be repressed, nor without justice can the peaceabul be defended, or contented. That Empire [...] is most firme and durable, which the subjects do willingly embrace, and gladly continue. And hard it is to keepe men discontent long in subjection by force. A countrey subdued is kept by the same meanes that it was subdued; that is [...] by fortitude, industrie, justice. [...] For

42

Ibidem, pp. 13-15, 290, 301f, 338,

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Beatrice Heuser no people can long like of a government, wherein they are spoyled, vexed, injuried, and to lay all in one worde, pilled, and tyrannised43.

In short, Sutcliffe effectively argued for winning over the population of the occupied region  by  good  governance  and  justice,  ultimately  a  hearts-and-minds  campaign  that would give them a stake in the new settlement, and no incentive to rise up in rebellion to bring their old masters back. This tallies with Sutcliffe’s repeated injunction ‘that no cruelty should be used’, either in war, or in the execution of justice in peace. He quoted from a work on military discipline by the Spanish author Sancho de londoño: ‘women, children, and the elderly, by the order of war now observed in the Spanish camp, are exempt from the soldiers’ fury in the sack of towns.’44 we have already called attention to the long list of prescriptions on which the book ends, to be obeyed by soldiers on pain of death, which besides the call for discipline and obedience, included rules against pillaging, murder and arbitrary executions, rape, or any other unjust interference with the civilians in the theatre of war or the occupied territory, and especially massacres of either civilians or soldiers who had surrendered45. like londoño, Sutcliffe thus opposed all brutality against the local populations, of the sort that had been practiced by the Spanish in the Netherlands and indeed by the English in Ireland in the 1560s.  Sutcliffe favoured peace over war only if it was a serious option, but not if it was disadvantageous, unreasonable, imposing ‘unequal conditions’, or a peace that might not be honoured  by  the  other  contracting  party  or  parties.  He  thought  the  French  particularly slippery partners, able to outwit the English in their peace treaties even when defeated. He advocated circumspection both for peace treaties and truces, and taking securities of all forms to ensure the honouring of peace treaties – e.g. in the persons of hostages, or by appointing third parties as guarantors of the treaty46. 4.5.  The Armed forces required For an amphibious attack on Spain itself, or on the main body of the Spanish army in  the  Netherlands,  England  would  need  bigger  armies.  Sutcliffe  attributed  English setbacks in the Netherlands to Elizabeth’s insufficient forces which also created problems for her in alliance warfare47. He articulated an early version of the social contract: Neither  doe  princes  only  and  free  states  covenant  ech  with  other,  but  also  subjects  with  their princes,  and  princes  with  their  subjects...  But  that  the  subjects  should  prescribe  lawes  to  their soveraigne princes, and binde them to inconveniences, it savoureth rather of force, then loyaltie; and that princes hestes should be obeyed against reason, proceedeth of tyranny, neither can any assurance be made of such agreements48.

43

Ibidem, pp. 203-207. DE loNDoño, Sancho, El discvrso sobre la forma de redvcir la Disciplina militar, à meyor y antigvo estado, Brussels, 1589, repr. Madrid, Ministry of Defence, 1992. See HEuSER, The Strategy Makers, pp. 87-102. 45 SuTClIFFE, Practice, pp. 316-342. 46 Ibidem, pp. 288-295. 47 Ibidem, p. 21. 48 Ibidem, pp. 294ff. 44

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Yet elsewhere, he described it as lawful (and not tyrannical) for a prince to suppress rebels against their own authority, while (clearly with the case of the Dutch Protestants in mind) stressing the justice of intervention on the part of religious rebels against a tyrannical regime in another country: ‘it is a dishonour not to protect those that are wrongfully oppressed, and much more to abandon those whom they have take upon them to defend...’49. on this point, he was having his cake and eating it.  Alliances he saw as force multipliers in principle, but they could be problematic if English forces were too slight to be preponderant within the alliance contingent. He advised against excessive reliance upon allies, and for furnishing a preponderance of forces, so as to be able to claim the supreme command. Moreover, Sutcliffe wanted to see the English army engage the Spaniards decisively. For, ‘as a little water sprinkled on the fire doth make the same more to flame, and sparkle; so small supplies doe rather kindle, and nourish warres, then ende them, or extinguish them.’ Therefore, with an exaggerated estimate of England’s total population (‘many millions’), Sutcliffe wanted to raise an army of thirty or forty thousand men in total, the latter being up to twice the figure estimated as necessary by wingfield, and at any rate much larger than those which Elizabeth could afford for any one theatre of war50. As John Nolan has explained, Elizabeth’s forces which were continually deployed, and active every year, averaged 15,700 for the years of 15851602, with a peak of almost 21,000 in the year after the 1588 Armada, 19,000 in the year of Essex’s expedition to Cádiz (a figure that included all English forces deployed overseas, including, of course, in France and Flanders), and an annual average of 20,000 for the last five years of her reign51. It was unrealistic to expect her to make available that many for a single campaign. unlike wingfield, Sutcliffe underscored the paramount importance of the navy with prophetic words. Sutcliffe implicitly criticised the queen for being so hesitant about putting her precious ships at risk, exhorting her to follow the greater daring of her forebears, kings Edward III and Henry vIII52. 5.  DID SuTClIFFE HAvE AN “IMPACT” oN GovERNMENT DECISIoN MAkING? we have explained why it is likely that Sutcliffe’s book had the approval of somebody in the position to give it at Court. But did it have any impact? Elizabeth and her parliaments did not proceed to impose a general tax to pay for a standing army, nor did her generals subsequently desist from hiring Dutch mercenaries for their campaigns. Elizabeth did not embark upon a large ship-building programme, and continued to make use of private shipping to complement royal ships in military operations. Nor did Elizabeth desist from  committing  inferior  numbers  of  soldiers  to  alliance  warfare,  soldiers  who  would then be commanded by allies, something Sutcliffe had expressly warned against53. But there are striking parallels between the concrete strategy for a pre-emptive amphibious campaign against Spanish ports and ‘principal cities’, with the aim of holding 49

Ibidem, p. 5f. Ibidem, pp. B4r; 29-34; 76f.; 148-152. 51 NolAN, ‘Militarization’, p. 418, and 391-420 passim. 52 SuTClIFFE, Practice, pp. 273-279; 284f. 53 See the terms of the 1596 treaty between Elizabeth and Henri Iv of France, printed in BIRCH, Memoirs of the Reign, london, A. Millar, 1754, vol. II, p. 2. 50

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on to them, and England’s 1596 amphibious operation, the so-called Cádiz campaign. The general idea for this campaign (without the specific mentioning of Cádiz as first target) was clearly already sketched by wingfield and presented in its comprehensive strategic context by Sutcliffe. Essex in a letter to the queen’s privy council alleged that it originated with the lord Admiral Howard54, who may have come up with it independently55. Essex was the senior army commander in this campaign, however, although he had to share the overall responsibility for the campaign with three colleagues, one of whom, the lord admiral, had seniority over him in terms of rank. Already R. B. wernham therefore speculated that Essex claimed that the plan originated with Howard to hedge against the privy council’s criticism. Nevertheless, Essex in the same letter hinted at his own authorship of the plan, by writing of his confidence that he could persuade his colleagues (including Howard) to support his, Essex’s, plan56. Despite the agreement on an expedition to strike at one (or more?) Iberian Atlantic ports, there was a notable difference between the two military leaders’ plans. Howard unlike the strategy sketched by wingfield and elaborated by Sutcliffe had no intention of initiating a long-term occupation of any conquered place, while Essex, as we shall see, like them wanted to conquer to hold areas.  There is no passage in Sucliffe’s book (or indeed wingfield’s treatise) that made its way  verbatim  in  any  of  Essex’s  writing.  Essex  was  not  one  to  stick  to  formulations;  a comparison of the four main sources we have, written by him on his own strategy and intentions in the Cádiz campaign, shows that he hardly ever repeated language even from his own former writing57. what we do find, however, are many of Sutcliffe’s ideas, just as we found some of wingfield’s ideas in Sutcliffe’s book. To turn to Essex’s own strategic concept for the campaign of 1596, of the four sources for this reconstruction, two were letters, one to the queen, and the aforementioned one to her council. Both were to be delivered once the fleet had weighed anchor, on the one had to keep the target secret for as long as possible to safeguard the element of surprise, on the other hand to guard against Elizabeth’s habitual indecisiveness, which in the past had led to long and hugely expensive delays in the launch of campaigns, while troops had to be fed and used up scarce resources58. The third is a document Essex wrote on the way back from Cádiz, known as the Hulton MS59. The fourth is his Apologie, written two years later, and printed a further two years on60.

54 letter n. CIv, Essex to the lords of the council, in DEvEREux, walter B. (ed.), Lives and Letters of the Devereux, Earls of Essex... 1540-1646, london, John Murray, 1853, vol. I, pp. 351. 55 on the potential influence of Captain william Morgan, see oPPENHEIM, Monson, vol. I, p. 363, note 15. on the potential influence of Antony Pérez, see uNGERER, A Spaniard, p. 312. 56 wERNHAM, R.B., The Return of the Armadas: The Last Years of the Elizabethan War against Spain, 15951603, oxford, Clarendon Press, 1994, p. 88f. 57 See for example the ‘Hulton MS’, formerly British library loan 23 (1), now Add. Mss. 74287, Microfilm 2275, below, and ESSEx, Apologie. 58 Robert Devereux, 2nd Earl of Essex: letter to the Queen in late May 1596, printed in BIRCH, Memoirs of the Reign, vol. II, p. 19f.; and idem: letter to the council CIv (‘Received and laid before the council, the 13th June 1596’), in DEvEREux, Lives and Letters, vol. I, pp. 349-56. 59 Hulton MS. This was first identified as authored by Essex by HENRY, l.w., ‘The Earl of Essex as Strategist and Military organizer (1596-7)’, in English Historical Review, vol. 64, n. 268 (July 1953), pp. 363-393; see also HAMMER, Paul, ‘Myth-Making: Politics, Propaganda and the Capture of Cadiz in 1596’, in The Historical Journal, vol. 40, n. 3 (1997), pp. 621-642. 60 DEvEREux, Robert, 2nd Earl of Essex, An Apologie of the Earle of Essex (written 1598; printed london?, For J. Smethwick?, 1600).

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The letters were kept deliberately vague about the actual target or targets of the operation (the singular is used in the letter to the council, while the letter to Elizabeth mentions ‘ports’ (plural), and then ‘some place’ (singular) which Essex aimed to ‘possess’. The letters use deliberately distinct formulations and complementary arguments. In writing to Elizabeth, Essex, like wingfield and Sutcliffe, warned that in continuing to pour English men and money into the campaigns in north-western France and Flanders, England would always be the lesser ally, a ‘coadjutor, after the fashion of Swisserland or petty common states.’ There, according to the treaty with Henri Iv which Elizabeth had just signed, this ‘foreign prince directs the war, disposeth of the lives of your subjects, and shall have the honour of success’. Sutcliffe, too, had warned against such arrangements. By  contrast,  Essex  told  the  privy  council,  an  operation  against  the  Iberian  peninsula would leave the queen as the ‘head of the party’ or alliance against Spain, with ‘all the enemies of the king of Spain in Christendom’ depending upon her. Eventually, it was she would be able to dictate the terms of any peace to Philip.  In France and Flanders, he warned the queen, ‘you shall attempt towns strongly fortified and provided of all things, and encounter the most disciplin’d troops that are this day in Christendom.’ Meanwhile, Spain would continue to have free range of the oceans, and Ireland would soon be lost. By contrast, a campaign against the coast of Spain would be a more cost-effective use of her resources.  on the coast of Spain your troops shall possess ports [plural!] unguarded and, if you please, take towns unfortified, and meet with nothing but Besogneyes61 who rather will quit every place than fight,  or  make  a  shew  of  fighting,  to  give  your  majesty  great  glory  [...]  [B]y  our  journey  your majesty shall weaken the king of Spain, and give him a blow by sea; which being done, he cannot be fearful to your estates: you shall assure Ireland, possess some place [singular!], which may [...] divert the war from those parts, and so much the more assure your coasts, as you shall be a long time able to make war against Spain. 

Essex claimed vis-à-vis the council that it had been ‘the wisdom of all times, rather to attempt and do something in another country than to attend an enemy, and be in danger and suffer much in our own.’ like Sutcliffe, Essex dwelt on the advantages of ‘prevention’. He also drew on the lisbon experience of 1589, having himself witnessed ‘how a  handful  of  men,  neither  armed,  victualled,  nor  ordered  as  they  should  be,  landed, marched, and had done what they listed, if either the ships had come up, or they had any provision to make a hole in a wall [of lisbon], or to break open a gate.’ Essex defined as the campaign’s aim to hurt the enemy by intercepting ‘his treasure, whereby we shall cut his sinews, and make war upon him with his own money, and to beat him, or at least to discontinue  him  by  sea’.  Further  on,  Essex  explained  that  he  wanted  to  ‘bring  some wealth’ and ‘give the king of Spain a blow by sea’, but above all to make ‘a continual diversion’, leaving ‘a thorn sticking in his foot’, so that England would hear ‘no more of his intentions for Ireland, or attempts upon the coast of France.’  Meanwhile, the risks incurred by England in such an expedition would be low. The 2 000-3 000 English soldiers, in the well-fortified place on the Iberian coast, would be in less danger ‘than if they were put into any frontier places of France, or of the low Countries’. The cost of maintaining them there would be negligible if they helped England turn ‘a great part of the golden Indian stream’ – one term he did repeat in the Hulton MS – 61

bisoños, fresh recruits in the militia.

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‘from Spain to England’62. From the point of view of what forces England could afford to deploy, this was a much more realistic figure than the 20 000 given by Antony wingfield. In the Hulton MS, written ex post facto, and therefore to be handled with care, Essex again explained the need for a naval attack on Spain itself with arguments like those put forward by Sutcliffe. As England was at war with Spain anyway, ‘yt is better for us in all imports to make yt offensive then defensive.’ In turn, ‘our offense shall more advantage us and hurte the enemy by sea then by a land warr.’ And this offensive war would more easily be conducted ‘by sea from the coste of Spayne and Portugall’ than from the Islands (i.e. the Azores). An offensive war at sea would be, to the Spanish king, ‘more annoyance’ because it would ‘cut his life vaynes’ of traffic both with America and other parts of Europe63. Essex then discussed three theatres of war (‘seates of warre’) upon which such a sea offensive might concentrate, namely the American riches at their source in the western Atlantic, or the Azores, or the Atlantic coast of the Iberian Peninsula. of these three, Essex thought an attack on the west Indies too ambitious – indeed, it had shown itself to be so in the Drake and Hawkins expedition in the previous winter. The Azores presented an unsatisfactory alternative, as from there, one might only intercept the ‘Indies’ trade, not European trade and traffic. By contrast, seizing ports on the Iberian mainland could cut off Spain from its lines of communication with the ‘Indies’, the low Countries, and deprive it of the opportunity of sending another Armada against England. As the key ports that  needed  to  be  conquered  and held by  England,  Essex  now  identified  Cádiz  as  the guardian of traffic to Seville, and Lisbon, as the two main cities receiving the wealth of the Indian trade. If the English held Cádiz and lisbon, Philip in his view would be unable to divert his traffic elsewhere, and the English could harass Spanish shipping from the Bay of Biscay all the way to Spain’s Mediterranean coasts ‘even to Marseilles.’ ultimately, England might ‘banish’ Philip from ‘the ocean’. Essex wanted to move first against Cádiz first (the promising geography of which he, as we recall, had explored himself in 1589 on his way to join the lisbon expedition) to achieve maximum surprise. Moreover, Essex noted that he had been ‘barred by name in my Instructions’ from the queen and council from going to lisbon, so the question of the targets must have been discussed between them in advance of the voyage64. In any case, the English needed not only to seize the ports, but to hold them in the long term. Essex specifically mentioned taking an army large enough ‘to conquer and dwell’65. This is confirmed also by his later Apologie: ‘I purposed to dwell in a port of the enemies, and so to make a continual diuersion of the warres […] And when I was possessed of Cadz [sic], I offered to stay with 3. or 4.000 men [...]’66. we see that the Hulton MS was not a mere restatement of wingfield’s arguments or Suttcliffe’s strategic concept, but a translation of the general concept into an operational plan. In this translation, Essex made original contributions, especially the choice of ports, and the idea of first conquering Cádiz, then working his way north to lisbon. Taking Sutcliffe’s strategic concept a step further, Essex did not merely want to defeat Spain, but wanted  to  establish  English  maritime  supremacy:  ‘our  souverayn’,  he  wrote,  ‘shallbe 62 63 64 65 66

letter No. CIv, pp. 350f, 353-355; Hulton MS, f. 157v. Hulton MS, f. 157v, 163v. Ibidem, f. 156r f.; 165r; 168r-169r. Ibidem, f. 164r. ESSEx, Apologie, p. A4v.

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trewly Regina maris and the trafike of th’Indyes and all things els that belong to one that commands the seas will be certainly, and only, her’s’67. Already in his letter to the privy council, Essex had written that this campaign should make the queen ‘mistress of the sea, which is the greatness the queen of an island should most aspire unto’68. In his Apologie, Essex defined his aim as making Elizabeth ‘an absolute Queene of the ocean’69. where Sutcliffe had only hoped with his strategic concept to safeguard England against SpanishCatholic attacks and to further the Protestant cause in Europe, Essex dreamt of England ruling the waves.  Similar thoughts had occurred to Sir walter Raleigh (c. 1554-1618), one of the commanders on this expedition alongside the lord admiral and Essex. To Raleigh the saying is attributed that ‘[w]hosoever commandeth the sea commandeth trade; whosoever commandeth trade commands the riches of the world’70. And yet the strategic-political implication was lost on Raleigh whose eyes were firmly set on the booty brought by wars, and who would oppose Essex’s attempt to turn the Cádiz campaign into a decisive operation by holding the conquered city. Essex countered that to waylay the enemy’s merchant fleet was really ‘fitter enterprise for some decayd private man [a swipe at Raleigh] then for a state, for yt savors of guerra di corsar’71. But, as historian Robert lacey rightly noted, the ‘individual profit motive’ was present in every English naval expedition of the time72, and even Essex himself emphasised the wealth of the ‘golden stream’ as much as on the strategic power the command of the sea would bring. There are also points of disagreement between Sutcliffe’s book and Essex’ operational plan. Both Sutcliffe and Essex shared a preference for indigenous forces, but Essex coopted Dutch contingents. Sutcliffe favoured large militia armies, while in the post-Cádiz ruminations set down in the Hulton MS, Essex argued for a small force of professional soldiers, and not for a large army of native English contingents raised in levies of militiamen for limited periods of time. Essex even opined that a small army (‘an army well chosen of 3,000’) of professional soldiers would be preferable for a larger army made up primarily of poorly-trained local English levies of militiamen, whom Essex called ‘for the most part […] artificers and clownes’73. overall, Sutcliffe’s was a sober strategic concept, dealing reactively with one particular  strategic  situation.  It  was  Essex  who  couched  it  in  the  high-filutin’  language  of greater aims: he invoked ‘the liberty of all Christendom’74, and the dream of English rule of the sea. like the Italian Giulio Douhet in the early 20th century with regard to air power, both Sutcliffe and Essex had prophetic visions of the potential of naval power, while perhaps over-estimating what it could achieve in his own time. Sutcliffe would later be an active promoter of the colonisation of North America’s eastern shores by the English, an enterprise requiring far longer lines of communication and far more extensive commit67

Hulton MS, f. 167v. letter CIv, p. 350.  69 ESSEx, Apologie, p. B1v. 70 See also CoRBETT, J.S., Some Principles of Maritime Strategy (1911, repr. london, Conway Maritime Press, 1972), p. 54f. 71 Hulton MS, f. 165r. 72 lACEY,  Robert,  Robert Earl of Essex: an Elizabethan Icarus,  london,  weidenfeld  &  Nicolson,  1971, p. 179; see also kENNY, Robert w., Elizabeth’s Admiral: The Political Career of Charles Howard Earl of Nottingham 1536-1624, Baltimore and london, Johns Hopkins Press, 1970. 73 Hulton MS, f. 161r f. 74 Ibidem, f. 159r. 68

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ments in terms of manpower and, initially, riches, than the Spanish enterprise. Essex did not live to see this, but both were aware of what the future held for a sea power. 6.  THE CáDIz CAMPAIGN of the several English expeditions of these years against the Iberian Peninsula, the lisbon expedition of 1589 and the Cádiz expedition of 1596 were the only ones to include sizeable  armies.  The  latter  included  12,000  and  15,000  soldiers  (including  the  Dutchmen), and was thus about two-thirds of the size of the 1589 lisbon expedition75. This, and the appointment of Essex to lead the army in the latter, suggests that Essex had a considerable input into the strategic concept for this whole expedition, and had persuaded queen and privy council to go along with the plan for an attack also on Cádiz itself (not just the ships in its port). But the secretive way in which Essex wrote this letter to them, insisting it must only be delivered once the expedition could no longer be stopped, indicates that he had not found their consensus on the idea of holding the city, once conquered.  The  expeditionary  force  took  Cádiz  by  surprise.  one  source  close  to  Essex’s  camp recorded that on 24 June 1596, the commanders, meeting at Essex’s lodgings in Cadiz, agreed ‘by general opinion upon good reasons there alleged, that it was fit to be held, and to that purpose to dispatch a messenger to her Majesty, and in like manner Sir Edward Hoby to be sent forthwith into Barbary to the king of Morocco, as the Generals formerly had determined’76. This was done to see if an English garrison might be provisioned from Morocco. Four days later, [t]he lords Generals [gathered] [...] [T]owards evening at the Master of the ordnance’s lodging a consultation was held upon the former proposition, whether the town was fit to be held or no, having sufficient means to leave victuals to maintain 5,000 men for four months. By the Selected council it was agreed that it was fit to be held because in that time sufficient means of supply might be made. 

The of opinion tide turned, however, when Essex then insisted that he should be made ‘the guard’ of the city and remain with the garrison. ‘This being by his lordship protested, every man changed his opinion, and by general consent it was concluded that it was fit to abandon the town.’ So by implication, Essex’s remaining in Cádiz was seen by his fellow-commanders as unacceptable for some reason.  Instead of being garrisoned and turned into an English stronghold, Cádiz, which had already been sacked, was burned and abandoned on 1 July. The others all wanted to get home as soon as possible, and resisted Essex’s attempts to persuade them to stop off either at the Azores to look out for the treasure fleet, or at lisbon, or at the Spanish ports in  the  North-west  of  the  Iberian  Peninsula.  Essex  himself  just  managed  to  check  at Faro, on the South-western corner of Spain, that no Spanish ships worth fighting or despoiling were at anchor there. After that, beset by unfavourable winds, he, too, headed back to England, missing the Spanish merchant fleet laden with riches that was anchoring in lisbon, and also missing the men-o’-war which Philip would send against England barely three months later. Disappointingly, the booty which the expedition brought 75 76

MACCAFFREY, Elizabeth I, p. 114. uSHERwooD, Journall of the Mary Rose, p. 85.

A National Security Strategy for England

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home to Elizabeth barely covered the overall private and public investment in the voyage77. wingfield’s, Sutcliffe’s and Essex’s strategic concept had been to strangulate Spanish power  by  cutting  off  its American  trade  and  its  military  lines  of  communication  right where they entered Spain. The consequence would have been a big step in the direction of an English predominance on the Atlantic, and domination of the trade with America, but also a perhaps fatal weakening of the Spanish grip on the Netherlands. one can only agree with Paul Hammer that this ‘grand conception of war against Spain [...] remained untested’ as it was only applied in small part78. The reason for this was what would today be called bureaucratic politics and interservice rivalry: even before the fleet was launched, Essex’s strategic plan had been truncated of vital ingredients – the establishment of a permanent garrison, the double attack on Cádiz and Lisbon – by the orders it received from queen and privy council, and thus deprived of any chance of lasting success. ultimately, at Cádiz, Essex had failed to persuade his fellow-commanders to go against these orders79. The resounding record of rivalry  and  antagonism  among  Elizabeth’s  foremost  leaders  is  traced  by  R.B. wernham, wallace  MacCaffrey,  and  Paul  Hammer  to  her  peculiar  style  of  government. This  they saw as the understandable result of the quandary in which she, as a woman and unable to assume military command, found herself when faced with the potential solidarity against her among her principal servants80. Elizabeth managed to dominate them with the notable exception of the Earl of Essex, who would pay with his head for his insubordination. As a result, however, her wars were conducted on the basis of incoherent strategies resulting from bureaucratic compromise reflecting the greatest common factor among the views of her closest counsellors, not strategic logic. Plus ça change...

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lACEY, Robert Earl of Essex, pp. 161-172. HAMMER, Polarisation, p. 267. Hulton MS, f. 155v. HAMMER, Elizabeth’s Wars, pp. 1-8.

the spAnish CounCil oF wAr under ChArles ii: proFessionAlisM – And deCline? Patrick Williams emeritus professor of spanish history university of portsmouth, uK

1.  pArAdox: elite CounCils, inFrequent ConvoCAtion. the CounCils oF stAte 1. And wAr under ChArles v And philip ii

t

Councils of state and war are in many ways the most interesting and significant of the governmental councils that administered the spanish state in the habsburg period,  not  least  because  their  development  reflected  the  degree  of  self-assurance  of  the monarchs of the period. they are to be strongly differentiated from the councils established (or re-established) by Ferdinand and isabella in the later fifteenth century for –together with the Council of Finance1 – they were modelled on the Burgundian councils that Charles knew as ruler of the low Countries: created in 1523, they were foreign imports that were grafted onto the existing system. they were designed to provide the monarch with advice on the most important matters of foreign policy (the Council of state) and to counsel him on how to organise his wars on land and sea (the Council of war). structurally, they differed from the councils of the Catholic Monarchs because they were not regulated by ordenanzas or led and directed by a president. Accordingly, there was no fixed number of councillors and no organised schedule governing regularity of convocation and the management of business. But if the modus operandi of the councils was left vague, their social status was very clearly defined. the Council of state was elitist, both socially and politically, for it was composed of men who had served the crown at the highest diplomatic and military levels while the Council of war consisted of men who had made their careers in the armed forces. All councillors of state had the right to sit ex-officio on the Council of war and so the junior council consisted of two parts –the councillors of state, who could sit as and when they chose; and the ‘councillors of war’ proper who were expected to attend the Council on a regular basis.  there was, however, a central paradox governing the development of the two councils, for although Charles v established them to provide him with advice he was deterhe

1 An excellent analysis of the development of the Council of Finance, CArlos MorAles, Carlos Javier de, El Consejo de Hacienda de Castilla, 1523-1602: Patronazgo y clientelismo en el gobierno de las finanzas reales durante el siglo xvi, Ávila, Junta de Castilla y león, 1996.

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mined not to allow them to become established as part of the regularly-functioning apparatus of his government. Charles resolutely refused to allow the aristocracy to secure a foothold in government, fearing that if ever they did so it would prove impossible to resist or restrict their power. he therefore only allowed the councils of state and war to be convened as and when he needed them, refusing to allow them to function (as did the other councils) as part of the normal machinery of government. Certainly, he permitted the councillors to join in the great celebrations of court life and thereby to enjoy the prestige that came from their elevated rank in courtly society and in government –but he did not allow them to sit on regularly-convened councils which had the right to give him advice. Charles therefore distinguished sharply between the two elite councils, which met only comparatively  rarely,  and  the  professional  councils  which  were  convened  regularly  at least once a week and which had ordenanzas regulating their conduct. philip ii shared his father’s hostility to allowing the aristocracy a role in government and for the first half of his reign continued to use the two councils much as Charles had done. he summoned them to give him advice on specific issues, and sometimes on problems  of  policy  of  fundamental  strategic  significance.  Most  famously,  he  convened  the Council of state for advice on the agonising problems confronting him in the low Countries in the later 1560s; in particular, the meetings of the Council of state that were held ‘in the woods of segovia’ in 1566 became celebrated not only within spain but well beyond it. this was no accident: philip fully intended that the world (and posterity) should know that he had listened to his most senior advisers before taking the historic decision to send the duke of Alba into the low Countries at the head of an army2. the meetings of the Council of state ‘in the woods of segovia’ were a highly-orchestrated attempt by philip to justify his tumultuous decision to send Alba and his army to Brussels by making it clear that he had done so only after carefully listening to his senior councillors and weighing their advice: philip was proclaiming that he was a good king, acting lawfully and properly taking advice before making the decision himself. But he continued to keep the tightest control over the Council of state –and over the ambitious noblemen who had the right to sit on it. 2 .  the new proFessionAlisM (1586-1602) All this began to change a decade or so later when the councils of state and war were allowed to develop a more central and enduringly important role at the heart of government.  professor  thompson  has  demonstrated  that  from  the  1580s  philip  ii  committed spain to wars on a new scale and that he recognised that he needed to make fuller use of the councils of state and war so that he could do so. Most especially, philip expanded the roles played by these two councils as he prepared his great expedition against england: he had intended that la invencible should sail in 1586 but was not able to despatch the fleet for a further two years. these were crucially important years in the development of the councils of state and war3. 2 CABrerA de CórdoBA, luis, Historia de Felipe Segundo, Rey de España, 4 vols., Madrid, 1876-77, i, pp. 356-63; see my Philip ii, Basingstoke, palgrave, 2001, pp. 65-6, 120-21, 145-7, 209-10, 232-6. 3 thoMpson, i.A.A., War and Government in Habsburg Spain 1560-1620, london, Athlone press, 1976, pp. 38-41, 175-7; FernÁndez Conti, santiago, Los Consejos de Estado y Guerra de la monarquía hispana en tiempos de Felipe ii (1548-1598), valladolid, Junta de Castilla y león, 1998, pp. 208-69.

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in August 1587 the venetian ambassador in Madrid reported that ‘the Council of state sits three times a week, now, after never meeting for the last six years’ and in January 1589  recorded  that  ‘extraordinary  meetings  of  the  council  of  state  were  held  every night’4. But as the Council began to take a more formal shape philip still did not allow his major nobles to sit on it; the Marquis of Almazán, prior don Fernando de toledo, Cardinal quiroga, the Count of Barajas and the secretary-councillors Cristóbal de Moura and Juan de idiáquez attended regularly but the leading grandees such as the dukes of Medina sidonia, Frias or infantado were not allowed to do so. philip would not permit his most powerful nobles to gain access to the heart of government. the  transformation  of  the  Council  of war  also  began  with  the  preparations  for  the despatch of la invencible. six new councillors were appointed in the years 1586-7, all of whom were soldiers of excellence who could advise philip on the logistical conduct of wars. Moreover, the Council began to meet with sustained regularity; in the years 158698 it met 86 times a year and the average attendance was about three councillors per meeting. the Council of war was now a regularly-functioning but small body with a clearlydefined membership that was balanced between councillors of state and councillors of war. At the same time, philip reshaped the secretariat of the Council, dividing it in 1586 into two compartments, for land and sea. he followed this up in 1587 by appointing two officials for each of the secretariats. in 1589 – the first full year of the new dispensation – the secretariat of the Council of war drew 700,000 maravedies in salary: two secretaries earned 200,000 maravedies each and their four officials were each paid 75,0005. these reforms – humble as they were – had portentous importance, for they began the process of professionalising the secretariat of the Council of war.  these developments were brought to fruition by philip iii. within weeks of succeeding to the throne he brought about dramatic changes in the nature of court and government  which  proved  to  be  of  enduring  importance. At  the  moment  of  his  accession  he made it clear that he intended to be guided and advised by Francisco Gómez de sandoval y rojas, iv Marquis of denia. the King had instituted the era of the valimiento and in november 1599 he raised his valido to the dukedom of lerma. time would show that philip had thereby instituted the era of the valido, of men who took advantage of their personal relationship with the monarch to become in effect first ministers of the crown, dominating  the  life  of  court  and  government.  lerma  was  followed  in  turn  by  Gaspar  de Guzmán, Count-duke of olivares and luis Méndez de haro under philip iv6. the beginning of the valimiento was a major structural change in the nature of the spanish Monarchy and has deservedly riveted the attention of historians. But it was not the only dramatic change in the first days of philip iii’s reign, for the young king also made it clear that he intended to take advice from the Council of state on a regular basis and invited his senior noblemen to sit on it. he convened the Council much more regularly than his father had done, allowed his senior nobles to have free access to it and convened it much more regularly than his father had done. A sea-change – a habsburg revolution in government?– had taken place and philip’s decision had historic consequences 4

Calendar of State Papers, venice (1581-1591), viii, london, 1894, pp. 439, 497, 780, 788. Archivo General de simancas (AGs), Contadurías Generales, 886-7, ‘nomina de los Consejos’. 6 see my El Gran valido: El Duque de Lerma, la Corte y el gobierno de Felipe iii 1598-1621, valladolid, Junta de Castilla y león, 2010, cap. iii, ‘la instauración del valimiento, 1598-1601’, pp. 75-107. elliott, John h. and BroCKliss, l.w.B. (eds.), The World of the Favourite, new haven and london, Yale university press, 1999. 5

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for the Council of state now became a fully-functioning part of government. the changes that he had wrought endured throughout the seventeenth century: the development of the valimiento and the Council of state cannot be separated from each other. the aristocracy had returned to the heart of government. they returned, too, to a new court. in the years 1601-06 philip and lerma took the court away from Madrid to valladolid but when they were obliged to bring it back in 1606 it proved to have permanent consequences; the city has retained its capital status to this day. in the decade or so after the return of the court Madrid experienced an astonishing growth so that by 1617 its population had trebled, to about 150,000 people7. now it developed as a true capital city and the aristocracy flocked to it so that they could have influence at the king’s court. the establishment of the valimiento and the re-establishment of the Council of state must be seen within this context. philip iii also transformed the Council of war: within weeks of his accession, he appointed four of spain’s most distinguished soldiers to sit on the Council – Bernardino de velasco, luis enríquez, Francisco de valencia and don Francisco de Bobadilla, Count of puñonrostro. he also dissuaded the venerable Juan de Acuña vela from retiring. the new councillors of war – and the colleagues who shortly joined them – committed themselves to their duties with ebullient enthusiasm. the Council was convened twice as regularly as it had been during the last years of philip ii. in all but name, it was a new council that was advising the young king in his search for a victory with which to announce himself and it began from the outset to establish a newly-aggressive tone at the heart of government. the establishment of the Council of war as part of the everyday apparatus of government had profoundly important consequences for the military elite, for it offered them the possibility of bringing their careers to a climax by serving at the very heart of the royal court. they seized it with both hands, seeking to bring themselves (and their families) to the personal notice of the King. this paper will seek to track the development of the Council of war during the course of the seventeenth century by comparing the councillors who sat on the Council during the 1670s – the middle years of the reign of Charles ii – with their predecessors in the decade 1600-09. it will also comment briefly on the astonishing growth of the bureaucratic apparatus that served the Council.  3.  the CounCillorship oF wAr: A CoMpArison oF the deCAdes 1600-09 And 1670-79 very few titles exist for appointment to the two councils. in trastámara and habsburg spain royal titles to office generally corresponded to payments of salary; this is the case with, for instance, the splendid series of titles in simancas of the ‘Quitaciones de Corte’. But councillors of state and war were not paid salaries precisely because appointment to these councils represented a supreme honour conferred by the king himself. Moreover, for a nobleman – whether greater (councillor of state) or lesser (councillor of war) – to have drawn a salary would have been regarded as demeaning, placing him on a level with professional administrators. And so other rewards were given: the service of councillors of state might be marked by the award of titles or rents, or favourable marriages for a daugh-

7 on Madrid’s status, AlvAr ezquerrA, Alfredo, El nacimiento de una capital europea. Madrid entre 1561 y 1606, Madrid, ediciones turner-Ayuntamiento de Madrid, 1989.

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ter or niece. But the councillors of war were professional men; they had served in the armed  forces  before  being  appointed  to  the  Council  in  recognition  of  their  expertise. philip iii acknowledged that financial rewards had to be given to them to encourage them to serve at court and so in the later years of his reign he made grants to senior councillors of war that recognised the services they had given to the crown, paying them in the Nomina de los Consejos but as royal grants – mercedes – rather than as payments of salary: Agustín  Mejía  (1612-29),  luis  enríquez  (1615-19),  diego  de  ibarra  i  (1615-26)  and diego Brochero (1618-25) were each paid 112,500 maravedies annually in effect as councillors of war while Baltasar de zúñiga was paid 150,000 maravedies from 1617 until his death in 1622 for his service on the Council of state8. these payments were supplemented by courtly and housing allowances; councillors of state and war were given luminarías and propinas so that they could attend celebrations and fiestas at court and casa de aposento allowances to enable them to pay the exorbitant rents that were obligatory in the capital city. But these were not enough and by the later reign of philip iv it was accepted that councillors of war should retain the salary from  the  last  position  that  they  held  before  taking  up  their  councillorship.  in  theory  at least this provided them with the means of support but without demeaning them as if they were professional servants of the state. in practice it became difficult – and often impossible– for the councillors to actually get their hands on the money that was promised them by the king and the records of the Council of war are studded with complaints by councillors to this effect9. the records of payment for courtly expenses and for casa de aposento allowance do not  allow  the  reconstruction  of  the  structure  of  the  Councils  of  state  and  war  and  an analysis of the performance of councillors. in essence the only practical way to study the councils of state and war is through compiling attendance registers and i have created these for the period from philip ii’s reign to the end of the habsburg period. they allow us to study the developing changes in the structure of the councils and to identify the men who sat as councillors and to quantify their service on the Council. A comparison of the data for the Council of war for the two decades under review demonstrates the usefulness of these registers. (see table 1). it will be observed that the Council was convened at the same level in both decades, meeting about twice a week on average. the number of councillors of state who attended was also directly comparable – twenty in the first decade, twenty-one in the second. there was, however, a significant disparity in the number of men attending as ‘councillors of war’ proper – over twice as many men sat in the 1670s than had been the case in the 1600s. there was a substantial disparity, too, in the performance of the councillors of state; in the 1600s the councillors aggregated 1372 meetings at an average of 1.5 coun8

AGs, Contadurías Generales, 886-7, ‘nomina de los Consejos’. AGs, Guerra Antigua (GA), 2328, no fol., consulta of war, 2 oct. 1675: ‘respecto de que (como a vM es notorio) por el mero titulo de Consejero de Guerra no está señalado sueldo alg[un]o; y assi se acostumbra que a los que le tienen, aun no concurriendo en ellos la circunstancia de entrar en el tribunal se les asista con el sueldo, que por el puesto, que vltimam[en]te han tenido les toca, en el interim que se les dà otro’; the case under discussion was that of Benito de Figueroa. see also the claim of Fernando de ribera: AGs, GA, 3561, no fol., consulta of war, 24 oct. 1674: ‘pues a todos los que assisten en este Consejo aunque en diferentes ocupaciones se les ha conçedido el que han gozado donde seruían...’. in 1689 the Count of Montijo reminded the King ‘y por que vuestra Magestad le tiene hecha merced tres años hace de su sueldo en esta corte, como a todos los ministros del consejo de Guerra...’: AGs, GA, 2796, no fol., consulta of war, 1 Aug. 1689, inside that of 17 oct. 1689. 9

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cillor per meeting while in the 1670s they accounted for a paltry 600, at an average now of 0.6 per meeting: this is strongly suggestive of a decline in the quality of the commitment of the councillors of state to their duties on the Council of war. By contrast, the councillors of war performed consistently over the two decades – 4867 attendances in 1600-09 as against 5218 in 1670-79 at an average of 5.2 against 5.5. this, too, firmly indicates a consistency of commitment and of performance. Are we then faced with a Council of war in which the councillors of state were contributing much less by the 1670s than they had done in the 1600s but a Council to which the councillors of war proper remained substantially  committed:  is  there  a  substantive  difference,  in  other  words,  between  the commitment of the councillors of state and those of war? does this in turn suggest a differentiation of attitude between the councillors of state and those of war?  Table 1. the structure of the Council of war, a comparison of the decades 1600-1609 and 1670-1679 Attendances number of initialled meetings10 Average annual frequency of convocation

1600-1609 951

1670-1679 959

95.1

95.9

Councillors of state number of councillors total attendances Average of councillor Average of councillors of state

20 1372 21.6 1.5

21 600 15.2 0.6

Councillors of war number of councillors total attendances Average per councillor Average of councillor of war

18 4867 57 5.2

44 5218 40.6 5.5

3.1.  The councillors of State on the Council of War, 1600-09 and 1670-1679 Certainly, it is evident that in the first decade of the seventeenth century the councillors of state who sat on war were men of distinction who took their duties very seriously,  making  a  significant  and  sustained  contribution  to  the  work  of  the  Council.  of  the twenty men who attended the Council of war as councillors of state in 1600-09 six made substantial contributions as the core of the Council:

10 Consultas of the Council of war almost always carried the rúbricas of councillors who attended, and it is upon these that i have based my record of attendance; there are very few consultas which do not record the identity of those in attendance.

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Table 2. Attendance on war of the leading councillors of state, 1600-1609 1600-1609 and 1670-1679 Councillor

Attendance

Juan Fernández de velasco y tovar, v duke of Frias and vii Constable of Castile diego Fernández de Cabrera y Bobadilla, iii C de Chinchon enrique de Guzmán, iii C de olivares Juan hurtado de Mendoza, vi duke of infantado Francisco de rojas, iii M de poza Juan de idiáquez

360 266 164 131 110 108

these men were widely experienced, and it is interesting that they were from different  regions  of  spain:  the  Constable,  infantado  and  poza  were  Castilians  while Chinchón  was  Aragonese,  olivares  from  Andalusia  and  idiáquez  from  the  Basque lands. socially, too, they were a broad mix; the Constable and infantado were dukes –and therefore grandees – while Chinchón and olivares were members of the service aristocracy. politically and administratively the councillors of 1600-09 were massively experienced. the Constable had twice been Governor of Milan (1592-1600) while olivares  had  served  on  embassies  in  France  and  rome  and  been  viceroy  of  sicily (1592-5) and of naples (1595-8). they also brought military experience to the council  table;  Chinchón  and  olivares  had  both  fought  for  philip  ii  at  the  battle  of  san quentin in 1557 while Chinchón had served on the jornada de Aragón (1591). they carried, too, the specialist knowledge of the workings of government that came from exercising  presidencies  of  governmental  councils:  Constable  was  president  of  italy (1601-13); poza president of Finance (1590-1602); Chinchón was treasurer General of Aragón. Juan de idiáquez was the most experienced of all in central government. A member of a celebrated secretarial dynasty he had been deeply trusted by philip ii and had  been  appointed  to  a  councillorship  of  state  in  1586.  he  had,  with  Cristovao  de Moura, been central to the government of philip ii in his last decade or so and philip iii acknowledged his experience by appointing him to the presidency of the Council of orders (1599-1614). infantado had not served abroad but he became a major councillor, sitting on the Council of state more than one thousand times under philip iii. the core councillors of state in 1600-09 therefore provided a solid core of variegated experience  and  they  attended  to  their  duties  on  the  Council  of  war  (and  on  that  of state) with real diligence. this contrasted sharply with the experience, service and attitude of their successors in 1670-79. the councillors of state who sat on war in this decade were drawn from  very  highest  levels  of  society:  sixteen  of  the  twenty-one  were  titled  noblemen and no fewer than nine were dukes and heads of some of the greatest families in spain. the  Council  of  state  (and  its  representation  on  the  Council  of  war)  had  become courtierised:

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Patrick Williams Table 3. A social elite in government: the councillors of state on war, 1670-1679 1600-1609 and 1670-1679

duKes MArquises Counts

Alburquerque,  Medina  de  rioseco,  osuna,  infantado,  Medina  de  las  torres,  Alba,  Medinaceli, Frias (and Constable of Castile), duke of san Germán Castel rodrigo, la Fuente, velada, Cerralbo peñaranda, Chinchón

Moreover, one other councillor – pedro Antonio de Aragón – inherited the dukedom of segorbe in 1677. of the other councillors two were Churchmen – Cardinals pascual de Aragón and Fernández de portocarrero – while vicente Gonzaga was the only foreigner who sat as a councillor of state in this decade.  high  social  rank  was  reflected  in  inferior  experience  and  poor  performance.  the councillors of state who sat on war in the 1670s had generally served in embassies and viceroyalties, usually indeed for very short periods, and they did not have the breadth and depth of experience that had characterised their predecessors at the beginning of the seventeenth century. only two men had substantial experience – Francisco Fernández de la Cueva, viii duke of Alburquerque and Gaspar de Bracamonte, iii Count of peñaranda. Alburquerque, was a soldier of stature; he had commanded a tercio in the low Countries and had distinguished himself at the Battle of rocroi in 1643 while peñaranda had led the spanish delegation that had negotiated the peace of westphalia in 1648. peñaranda was also the only councillor to have substantial administrative experience, as president of the Council of orders (1651-3) and indies (1653-8). Attendance reflected inexperience:  the  highest  aggregate  attendance  among  the  councillors  of  state  was  that  of pedro de Aragón, who attended 97 meetings and only four other men attended over fifty meetings – osuna (64), la Fuente (58), Alburquerque (57) and Ayala (52). in fine, the councillors  of  state  who  sat  on  the  Council  of war  in  the  1670s  were  manifestly  less able, less qualified and less diligent than their predecessors in the 1600s. And (as we will see) they were markedly inferior in attitude and performance to their colleagues on the junior half of the Council. it is difficult to escape the conclusion that the quality (and diligence) of the councillors of state in the 1670s represented a substantial decline from that of the earlier period. 3.2.  The councillors of War eighteen  men  sat  as  councillors  of  war  in  the  decade  1600-09  and  they  maintained  an  average  attendance  of  5.2. twelve  of  them  formed  a  core  and  provided  a stability for the Council over the next two decades. indeed, their diligence was often extraordinary: for example, diego de ibarra attended 72% of all meetings over nearly a quarter of a century (1600-22) and diego Brochero 78% over the period 160322. 

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Table 4. the attendance of the leading councillors of war, 1600-1609 1600-1609 and 1670-1679 Councillor diego de ibarra Francisco Arias de Bobadilla, iv Count of puñonrostro Bernardino de velasco, i Count of salazar (1608) Francisco de valencia, Bailio de lora Juan de Acuña vela diego de Brochero y Añaya Juan Bautista de tassís esteban de ibarra Alonso de sotomayor Juan de Mendoza, Marquis of san Germán luis de enrique diego de pimentel, Count of los Gelves

Attendance 728 651 607 472 460 450 252 248 225 224 154 141

these men (and their colleagues) had fought in every theatre of war, on land and sea and some of them had earned legendary status in their own lifetime, notably puñonrostro (who had served three times as maestre de campo general in the low Countries) and sotomayor, who had marched to Brussels with the duke of Alba in 1567 and subsequently become a veritable conquistador in the indies, rising to be Governor of Chile and then of panamá. Francisco de valencia had shared imprisonment with Miguel de Cervantes in Algiers and diego de Brochero had – by his own admittedly exaggerated account– been imprisoned in Constantinople. when these men advised philip iii about military projects in europe, the Mediterranean or the indies they were able to draw on personal experience. their experience extended to the sea. Brochero had risen to become Almirante General de la Armada del Mar Océano and after his retirement from active service became recognised as an imaginative and effective naval reformer while luis enriquez had served as Governor of the Galleys of naples. several of them had served on major naval campaigns; puñonrostro had been commander of all the troops on la invencible in 1588 (and wrote the definitive analysis of the campaign for philip ii) while diego de pimentel had commanded a tercio and distinguished himself in a fight on the Flanders sands after his ship foundered. the generation of councillors of war in the 1670s could –unlike the councillors of state– generally be compared in background and in diligence of performance on the Council  with  their  predecessors  in  the  1600s.  while  twice  as  many  men  sat  in  the 1670s than in the 1600s there was a core of councillors who attended with high diligence:

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Patrick Williams Table 5. the attendance of the leading councillors of war, 1670-1679 1600-1609 and 1670-1679 Councillor diego de rebolledo Fernando de ribera luis Mauricio Fernández de Córdoba, v Marquis of Montalbán octavio-ignacio de Barbanzon, prince of Barbanzón luis Fernández de Córdoba Juan de Monroy, ii Marquis of Monroy Manuel de Bañuelos y velasco, i Marquis of hontiveros

Attendance 509 482 428 379 321 357 331

About two-thirds of the councillors of war in the 1670s were from Castile. some of them  had  indeed  continued  the  service  of  distinguished  forbears;  Fernando  Carrillo,  i Marquis of villafiel was the grandson of his namesake, who had served as president of the Councils of Finance and the indies in the second decade of the century. diego de ibarra ii was the son of Francisco, maestre de campo, who died in action in Flanders and the grandson of his distinguished namesake, councillor of war and of state. there were, too, more foreigners than on the senior part of the Council: Fernando García rabanal and the prince of Montesarchio had been born in italy (in trapana and naples respectively) while Alexander de Bournonville, duke of Bournonville, and octavio-ignacio de Arembergh, prince of Barbanzon were from the low Countries.  Many of them had records of service to the crown that extended over many decades. diego rebolledo and Fernando de ribera had served the crown for sixty-six years and were followed by García rabanal (58), the Count of la Moncloa (57), Fernando Miguel de tejada (54) and diego de ibarra ii (45). nor were these years of comfortable service; Montesarchio endured an uncomfortable period as a prisoner of the French while Melchor portocarrero, iii Count of Moncloa lost an arm at the Battle of the dunes in 1658 but persevered in the royal service in army and navy before ending his career in the indies by serving for nineteen years as viceroy (new spain, 1686-88; peru, 1689-1705). Moncloa’s case  reminds  us  that,  as  with  the  generation  of  1600-09,  old  age  came  late  to  some  of these men; most remarkable of all of them, perhaps, was García rabanal, who became maestre de campo general at the age of seventy-four. it is evident that more councillors served in naval commands than had been the case in the earlier period; indeed, there seems to have been greater fluidity between the armed forces as men moved from careers in the army into the navy (and often then moved back again).  the careers of villafiel, diego de ibarra ii and la Moncloa were characteristic of this. Fernando  Carrillo  Muñiz  de  Godoy  y  Manuel,  i  Marquis  of  villafiel,  rose  to  become capitán de infantería and  sargento mayor before  occupying  a  number  of  senior  naval commands  –  Almirante y Gobernador de la Armada de la Guardia de las indias and Almirante General del Mar Océano. he also became Governor-General of Galicia (167981). diego de ibarra ii rose through the ranks in the army, beginning as a humble soldado sencillo and progressing until he became maestre de campo. he then entered upon a naval

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career, making no fewer than fourteen voyages to and from the indies. in the years 163641 he served on the Armada de la guarda de la carrera de las indias, fighting against the dutch  off  havana  (1638)  and  returning  home  in  time  to  serve  at  the  siege  of  salces (1639). in the following year he saw action against a French fleet off Cadiz and subsequently  fought  against  the  dutch  off  Matanzas.  he  then  became  capitán general del ejercito de Ayamonte. in 1646 he commanded a tercio in italy and then served in spain and Africa in campaigns at lerida, la Mamora, tortosa and tarragona. in 1659 and again in 1661 he was appointed as Almirante y Governador of the Armada in an interim capacity and was then given the full title to the position. in 1663 he was named (on his return from yet another voyage to the indies) as Governor of Cadiz and in 1676 he returned to sea, once again as Governador de la Armada11. Few men served the crown in such a variety of military positions as did diego de ibarra ii. the Count of Moncloa came close to doing so; he served as a soldier in the Atlantic fleet (1648-54) and then in the low Countries  (1654-59)12.  he  then  worked  in  a  variety  of  positions  within  spain  before  being named as general de la artillería of Guipúzcoa in 1675 but did not take up the position on the grounds of ill-health13. nevertheless in 1677 he was named as one of three Admirals of the Armada and appointed to the Council of war (sitting 1677-85) before finishing his career in the viceroyalties of new spain and peru.  the Council of war did not of course have control over budgets of its own and it had to manage the armed services of the crown in circumstances when the resources available to it were in manifest decline. As early as 1666 the Junta de Armadas bluntly confronted the  queen  regent  with  the  extreme  difficulties  that  it  had  to  confront  in  funding  the fleet14.  even  the  senior  commanders  were  badly  paid,  as  the  Council  of war  acknowledged in 167815. there is some evidence, too, that there was a decline in the quality of leadership of the navy: in 1675 the queen Mother punished several naval commanders for dereliction of duty: the Marquis del viso was imprisoned for having failed to conduct himself properly as general de las galeras de España while Melchor de la Cueva and his second-in-command, José Centeno, were imprisoned in sicily and the Marquis of Bayonne was exiled to naples16. there  can  be  little  doubt  that  the  councillors  of war  were  operating  under  circumstances of increasing hardship. time after time they – or after their deaths their widows 11 AGs, GA, servicios Militares (sM), 94, f. 129, ‘relacion de los seruicios del Capp[it]an don diego de ibarra’, peru, 9 Feb. 1642 and GA, sM, 13, f. 34, ‘relacion de los seruicios del Almirante y Gou[ernad]or don diego de ibarra’, Madrid, 27 June 1665; GA, 3604, no fol., copy of cédula, Madrid, 31 Jan. 1676, inside consulta of war, 5 March 1677. 12 AGs, GA, sM, 66, f. 6, ‘relacion de seruiçios del Maestre de Campo don Melchor portocarrero’, no date (c. 1659). 13 AGs, GA, 2327, no fol., consulta of war, 12 June 1675. 14 AGs, GA, 3482, no fol., consulta of Junta de Armadas, 12 July 1666: ‘por lo que han crezido los negocios con no ser puntuales las consignaziones que se aplican para la Armada como por los continuados asientos que  se  toman  para  sus  prouisiones  y  aprestos  y  son  tantas  las  dependenzias  que  se  ofrezen  sobre  esto’. the Council of war believed that the naval service itself was in decline: AGs, GA, 3604, no fol., consulta of war, 31 March 1677, ‘pues nos hallamos en una hora en que no ay sugetos expertos y de largos años de seruicios en la marineria, de quien hechar mano, estando reducida esta profesion a la mayor falta que hasta ahora se ha visto...’. the Council went on to speak of ‘la falta grande que se padece de sugetos para los empleos militares y especialmente marítimos...’. 15 AGs, GA, 3623, no fol., consulta of war 16 Feb. 1678, ‘respecto del corto sueldo que tienen’, making specific reference to the Count of la Moncloa. 16 AGs, GA, 3604, no fol., consulta of war, 23 Feb. 1677.

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and descendants – claimed compensation for the difficulties and dangers that they had endured in the royal service. these claims have to be considered with caution, for they were often put forward with high degrees of rhetoric; few were as eloquent as the distressed, impecunious or bereaved. equally, there is no doubt that councillors were sympathetic to the claims of the families of their erstwhile colleagues precisely because they knew that in time their own demands on the royal grace would be put forward for consideration by the Council.  it could be expensive even to take up a councillorship. Francisco Gattinara, Marquis of san Martín, claimed in 1674 that when he was appointed to a councillorship of war he did not have the means to support himself with the decency appropriate to the position. he had ruined his own resources in the service of the crown in wars in France and italy and could not get half of the salary as general de la artilleria that should have been given to him so that he could serve on the Council. he therefore asked to be given the position of maestre de campo general with 500 escudos of salary, as had been done with other councillors. the Council accepted that he had served exceptionally well in italy and in spain  and  supported  his  claim  and  the  queen  Mother  awarded  him  100  escudos per month in addition to the salary that he currently enjoyed (although she did promise to bear him in mind when future opportunities arose)17. Maestre de campo Antonio de paniagua similarly claimed in 1676 that he could not afford  even  to  travel  to  court  from  Catalonia  to  take  up  his  councillorship  of war;  the Council  recommended  that  he  be  given an  ayuda de costa so  that  he  could  come  to Madrid18. when in 1681 he was appointed to the low Countries the Council accepted his claim that he was owed 78,000 reales of his salary and that he would not be able to leave until this was paid off to his creditors19. it was eventually decided to pay him 2000 ducats, but still he claimed that he was enduring great poverty in the royal service20. Juan Baltasar de urbina was appointed to the Council in 1679 after thirty-three years service in Catalonia, extremadura and when in 1680 he claimed that he could not attend the Council because of his poverty the Council generously supported him21. it asked that he be given the dignity that came with being a councillor of war22. the  appeals  of  paniagua  and  urbina  were  well-judged,  for  councillors  of  war could  expect  to  be  seconded  from  their  duties  on  the  Council  to  serve  the  crown  in military or naval positions and fully appreciated that they should in effect use the opportunity to negotiate for payments owed to them. For instance, the Council accepted that the Count of Corzana was in extreme need in Gibraltar as a result of the services that he had performed for the crown23. in 1670 Montesarchio was assigned 300 escudos in  Catalonia  for  his  work  as  General  of  the  galleys  of  naples;  this  should  have been paid into court but since he was now serving in Cadiz he was unable to get hold 17

AGs, GA, 2307, no fol., consulta of war, 5 oct. 1674. AGs, GA, 2350, no fol., consulta of war, 11 dec. 1676; see also, AGs, GA, 2379, no fol., consulta of war, 15 Jan. 1677. 19 AGs, GA, 2513, no fol., consulta of war, 13 Jan. 1681. 20 AGs, GA, 2550, no fol., consulta of war, 19 June 1682. 21 AGs, GA, 3658, no fol., consulta of war, 29 April 1680, ‘se hallaua totalmente ymposibuilitado de mantenerse ni asistir al C[onsej]o por no tener patrimonio de que valerse.’ 22 ibid., ‘con el decoro que pide su persona y ser Ministro deste Consejo.’ 23 AGs, GA, 3015, no fol., consulta of war, 22 Feb. 1696, ‘que lo empeñado que se halla el Conde es cierto su estrecheza de medios y sus seruicios notorios y asimismo los gastos q[ue] precisamente le hauia ocasionado su residencia en Gibraltar por la Guerra de zeuta...’. 18

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of it24. in 1685 Montesarchio was still trying to secure compensation from the crown for his expenses as a prisoner of the French; the King had on four occasions ordered the president of Finance to pay the money but he had not done so and the prince was being molested by his creditors. the King ordered once again that it should be paid to him25. in 1678 García rabanal pleaded that his poverty was so well-known as not to need restating26. he had been appointed as maestre de campo general of the army in sicily when he was already seventy-four and the Council supported him fully, claiming that it was unworthy of the royal greatness that a man who had served the crown so well should be owed so much27. ill-health was often a problem for men who had served long in wars, and been injured in them. in 1666 the Council urged that diego de rebolledo was ill and needed some financial help to encourage him to continue serving on the Council28. Fernando de ribera, decano of the Council of war, claimed in 1680 that he had been ill in bed for eighteen months and had no other means to support himself than the salary as mayordomo of the queen29. nowhere were these difficulties greater than with the portuguese ministers who had remained loyal to spain after the secession of portugal in 1668 and had accordingly lost their property and possessions in their native land. in 1670 the Marquis of peñalba’s novia was given 4000 ducats of rent so that they could marry. like the Marquis of Montalban and the duke of linares he had lost his property in portugal (1670)30. the evidence that councillors died in hardship is consistent. the case of the Baron of Auchy was not untypical of many requests from heirs and testamentaries of dead councillors31.  Barbanzón’s  widow  claimed  in  1695  that  she  had  not  the  means  with which to bury him and that since he had spent his patrimony in the royal service she could not maintain herself with the dignity befitting a widow of her rank32. the wid24 AGs, GA, 3560, no fol., consulta of war, 17 Jan. 1674, ‘el principe de Montesarchio ha dado un memorial refiriendo los grandes gastos que se le han seguido en tres viajes maritimos que en poco tiempo ha echo siruiendo su puesto los grandes empenos que [...] se le auian recrecido por mejor acudir al real servicio la costa que se le siguio con el funeral de su hijo…’. 25 AGs, GA, 3722, no fol., consulta of war, 5 oct. 1685. 26 AGs, GA, 3623, no fol., consulta of war, 25 Feb. 1678, no fol., ‘siendo notorio la falta de medios con que se hallo’. 27 AGs, GA, 2550, no fol., consulta of war, 7 Aug. 1682, ‘parece ympropio e indecoroso a la real grandeza de vM que subceda a vn Ministro de sus graduaciones, meritos y cañas’. the Marquis of los Balbases added a strident parecer: ‘considera que es indecente cosa que vn M[aest]re de Campo Gen[era]l que a empleado su vida y salud en el seruicio de vM se halla en tan estrechos terminos que casi an de mendigando de vna a otra parte para mantenerse y q[ue] es de la obligacion de la r[ea]l munificencia de v[uestra] Magestad mandar que en qualquier forma se socorra promptamente a q don Fernando...’. 28 AGs, GA, 2114, no fol., consulta of war, 24 March 1666, ‘con total impedimento y continua falta de salud’. 29 AGs, GA, 3658, no fol., consulta of war, 16 Jan. 1680, ‘pues ni tiene otro sueldo ni goza mas conveniencia y se halla mas ha de año y medio en la cama’. 30 AGs, GA, 3534, no fol., consulta of war, 21 May 1670. 31 AGs, GA, 2222, no fol., consulta of war, 18 oct. 1670, ‘en el consejo se vio un memorial de los testamentarios del varon de Auchi, Ministro deste Conssejo en que refieren la suma pobreza en que murio que no tuuo con que enterrarse, hauiendole embargado lo poco q[ue] dejo por el alquiler de la cassa en que vibia, sin que hasta aora se haya podido cumplir sus testamentarios ni poner la piedra en el sitio donde se enterro en el combento de san placido por falta de medios para comprarle, ni con que satisfaccer el dote de su mujer...’. 32 AGs, GA, 2983, no fol., consulta of war, 9 May 1695, ‘como en la descomodidad y estrecheza grande de medios que padeze por hauer gastado su patrimonio en mantenerse con la deçençia que requiere su calidad y el empleo en que se halla...’.

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ow of Antonio de isasi idiáquez begged the crown for support for her after her husband had died after serving the crown for more than half a century, leaving her in great hardship33. even the most illustrious houses were not above making similar claims; the widow of Agustin spínola insisted in 1695 that she had been left ‘in great need’ with five children so support34. Councillors could even anticipate their own deaths in poverty and ask the crown for support; in 1675 the Council supported the claim of Fernando Miguel de tejada that he should be given an award that would enable him to make his  testament  and  die  in  the  recognition  that  he  had  been  properly  rewarded  by  the crown for his services35.

3.3.  The secretariat of the Council of War it will be recalled that in 1589 the salary-roll of the secretariat of the Council of war  amounted  to  700,000  maravedies for  six  men  –two  secretaries,  who  each  drew 200,000  maravedies and  four  officials  who  received  75.000  each.  over  subsequent decades,  the  secretariat  grew  dramatically  as  the  organisation  of  the  offices  of  the Council became more professional. the increasing volume of business being conducted by the government led to incessant pressure from its own officials for an expansion of the number of people employed in the offices of the Council. At the same time, the crown  established  a  career-progression  for  its  servants.  the  consequences  could  be alarming and a brief examination of the number of people serving in war’s secretariat of land in 1674 tells its own story, for it is evident that as the crown’s resources diminished  by  the  year  so  the  bureaucratic  apparatus  of  the  Council  of war  grew.  By 1674,  the  secretariat  of  land  employed  two  secretaries  who  each  had  750,000  maravedies – as much as the whole secretarial apparatus had cost in 1589 – and each had an oficial mayor to help in his work. the secretarial officials now had their own career-structure, beginning with the humble entretenido and then rising – hopefully – to reach the rank of oficial mayor.

33 AGs, GA, 2299, fol. 112, consulta of war, 2 March 1663, ‘viose en este consejo un memorial de doña Ana Maria de Grez, viuda de don Antonio de isasi idiaquez, ministro del y la representacion que hace de hauer muerto su marido despues de servir a vM mas de 58 años continuos en los empleos y con la satisfaction que es notorio tan necessitado que no dexo para sus hixos lo que heredo de sus padres ni con que satisfacer su dote, porque solo trato de cumplir con sus obligaciones y merecer la gratitud de vM con la buena loa de su proceder y desinteres’. 34 AGs, GA, 2983, no fol., consulta of war, 23 March 1695, ‘con summa pobreza’. 35 AGs, GA, 2328, no fol., consulta of war 13 nov. 1575, ‘por aora puede vM seruirse concederle lo que el Consejo propone para que pueda disponer su testamento y morir con el Consuelo que solicita y sirua de aliento a los que dignamente se emplean en el real seruicio prometiendose hallaran en la venignidad de vM esta misma onrra sauiendola merecer’.

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Table 6. secretariat of land, 1674 Officials pedro Coloma, secretary Jerónimo de ortega, secretary Juan de Carrión ponce de león, oficial mayor Gaspar de herran ezcaray, oficial mayor Juan Bautista Cortes, oficial segundo Miguel diez del solar, oficial segundo pedro de zarate y herrera, oficial segundo Manuel Balbín y herrera, oficial sebastián de Amerola Fernández, oficial entretenido Juan de Garay, oficial entretenido Cristóbal de herrera, oficial entretenido Francisco de los herreros, oficial entretenido Carlos de paz, oficial entretenido Juan Antonio de urquina, oficial entretenido Miguel de Andía sebastián, oficial entretenido simón de olavarrí Gojenola, oficial entretenido sebastián del Barrío, oficial entretenido Manuel Bianez de rojas, oficial entretenido Francisco de orejo rubalcava, oficial entretenido Juan ruíz de Molina y salcedao, oficial entretenido Alonso sanz de los herreros, oficial entretenido Juan de traslavino, oficial entretenido pedro de Ayala, oficial entretenido Miguel de esparza y suarize, oficial entretenido totAl

Salary 750.000 384.246 379.184 398.500 262.500 262.500 262.500 81.600 75.000 122.400 75.000 225.000 279.000 51.379 262.500 262.500 176.876 262.500 257.257 225.000 398.500 225.000 223.330 192.946 6.095,218

As  with  the  councillors,  so  a  secretary’s  service  entitled  his  family  to  reward,  and claims could be passed down through the generations, almost as if they were part of the property of the family’s mayorazgo. For instance, in 1666 the widow of luis de oyanguren, who had served as secretary of war for sea, claimed that he had inherited the right of reward to the services of his father, Juan, who had risen to be secretary of war and secretary of state (where he exercised the position of ‘despacho universal’). he had also inherited the services of Juan saenz de oyanguren, his grandfather. don luis’s widow and children begged the crown to reward all the services of their forbears and to provide them with the wherewithal to live with the dignity appropriate to honoured servants of the crown36. pedro de zarate y herrera, second official of the secretariat of land, claimed in 1678 that he was in a worse condition than when he had entered the royal service because

36 AGs, GA, 3483, consulta of war, 3 sept. 1666, ‘en cuya considerazion y del sumo desconsuelo y desamparo con que ha quedado con la muerte del d[ic]ho don juan de oyanguren sin tener con que criar y alimentar sus hijos por haverla gastado y enpenado su marido la mayor parte de su dote por no ser el sueldo que tubo con sus  ocupaciones  bastante  a  mantenerse  con  decenzia  y  los  prezisos  gastos  que  tubo  en  prebenirse  para  hir siruiendo en la Jornada de la s[eño]ra emperatriz...’.

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he had spent his inheritance in maintaining his honour37. twenty years later, his son, Juan de zetina y ugarte made a similar claim; he had served for fifty-five years and did not have enough money to pay for his own burial38. in 1674, the widow of diego García de vargas, claimed that her husband had served the crown for thirty years and that because of his commitment to the royal service they had lived a life of penury and he had not left enough to pay for his own funeral39. ConClusion too often, historians have written of the councils of habsburg spain as if they were unchanging,  immutable,  entities;  in  fact  of  course  they  were  organic  units  and  they changed and developed with circumstances. this brief examination of the Council of war in the 1670s suggests that several developments were taking place alongside each other, most notably the falling away in the commitment of the councillors of state to their duties on war and the enduring professionalism of a core of councillors of war. it is evident that in its councillors of war the spanish crown continued to be served by a group of men of extraordinary achievement and commitment. indeed, sometimes it is a cause for wonder  that  men  who  were  often  rewarded  so  poorly  still  contrived  to  serve  so  well.  the Council certainly had to manage its affairs in the context of dramatically shrinking resources and it is difficult to escape the conclusion that the councillors themselves worked under much more demanding circumstances than their forbears had done earlier in the century; although the crown gave them some financial compensation for their service it was difficult – and sometimes impossible – for them to actually get hold of the money. Both crown and councillors clung to the concept of the honour that was won by service, not only to the councillor himself but to subsequent generations of his family; in 1676 the Council justified an award to the family of diego Caballero because it was imperative that those who followed military careers should know that ‘future centuries [will see] that honour has been bestowed upon the descendants of his house’40. But it was becoming ever harder for the crown to reward its servants and in consequence harder for men to remain in the royal service. A number of them died in penury after serving the crown for several decades, often in circumstances of danger and indeed of serious injury. their widows and children had claims on the royal gratitude. At the same time, the secretariat had become much more professionalised but by the later seventeenth century had become corrupted

37 AGs, GA, 2415, no fol., consulta of war, 27 Feb. 1678, ‘viene a estar oy en peor estado que quando empezo a seruir a vM y reduçido a terminos de perezer de neçessidad pasandolo con suma descomodidad y indeçençia [...] como en la descomodidad y estrecheza grande de medios que padeze por hauer gastado su patrimonio en mantenerse con la deçençia que requiere su calidad y el empleo en que se halla’. 38 AGs, GA, 3048, no fol., consulta of war 4 nov. 1697, ‘y que los continuos mas de 55 años con la grande satisfazion y azeptazion que es tan notorio que por serlo asi no se detiene a referirlos por menor el consejo si el que fueron con tanta integridad y desinteres que al cauo de una carrera tan larga de años no dexo medios algunos con que enterrarse quedando su familia en total desamparo y nezesidad...’. 39 AGs, GA, 3561, no fol., consulta of war, 3 sept. 1674, ‘en que refiere que siruio su marido 30 anos en el ministerio de papeles con la limpieza y inteligencia que es notorio, hauiendo quedado con seis hijos, las quatro hembras sin tomar estado, por no tener con que darsele y con mucha necesidad y pobreça, motiuada de que su Marido solo goço treinta escudos al mes y por tan limitada porcion pasado en vida mucha estrecheza, y sin hauer dejado forma con que enterarrle y costear el Funeral...’. 40 AGs, GA, 2350, f. 66, consulta of war, 15 sept. 1676.

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by the inability of the crown to restrict its numbers. the question of ‘decline’ therefore becomes a complex one; how can we compare the qualities and service of one generation with another, particularly when the circumstances under which they served the crown had changed so dramatically? how can we balance the judgement to be made on the Council when its three component parts – councillors of state; councillors of war; and secretaries and officials – had such different histories?

THE IRISH “nATIon” AnD THE CoUnCIlS oF STATE AnD WAR, 1603-1644 Eduardo De Mesa Gallego John Hume Institute for Global Irish Studies School of History and Archives, University College Dublin

T

HE siege and battle of Kinsale have signified the end of the Gaelic world for the historiography of Ireland and Spain1. After the defeat of the Earls of Tyrone and Tyrconnell  and  their  Spanish  allies,  Irish  society  beyond  the  English  Pale  or  enclave  around Dublin, began to change dramatically. This trauma was not only experienced by the Gaelic Irish, but also by those Irish of Hiberno-norman and old English origins. The old customs and the Brehon law were proscribed and English Common law was imposed on the island kingdom, at least in theory2.

1.  THE FIRST yEARS oF ExIlE yet for some of the Gaelic lords and their families, retainers and followers, the loss of their traditional world soon became the discovery of a new one3. After their defeat they were *  This work is inscribed in the project I+D+i ‘Permanencias y cambios en la sociedad del Antiguo Régimen (ss.  xvI-xIx). Una perspectiva desde Madrid’ (HAR2011-27898-C02-02), of the Ministry of Science and Innovation of Spain. I would like to thank sincerely the help and support showed by Dª. Isabel Aguirre, Jefa del Departamento de Referencias of the Archivo General de Simancas, in the research and redaction of this work. 1 The best introduction for the Early Modern Ireland still is MooDy, T. W., MARTIn, F. x. and ByRnE, F. J. (eds.), A New History of Ireland vol. III: Early Modern Ireland 1534-1691, oxford, oxford University Press, 1976, reedited several times, the last one in 2009. A good and short survey is MACCURTAIn, Margaret, Tudor and Stuart Ireland, Dublin, Gill & MacMillan, 1972. 2 See  CAnny,  nicholas.  ‘The  treaty  of  Mellifont  and  the  reorganisation  of  Ulster,  1603’,  Irish Sword,  9 (1969-70), pp. 249-62; MoRGAn, Hiram, ‘The end of Gaelic Ulster. A thematic interpretation of events between 1534 and 1610’, Irish Historical Studies, 101 (1988), pp. 8-32; EllIS, Steven G., Ireland in the Age of the Tudors, 1447-1603. English Expansion and the End of Gaelic Rule, london, longman, 19982; EllIS, Steven G., ‘The collapse of the Gaelic World, 1450-1650’, Irish Historical Studies, 124 (1999), pp. 449-469; RECIo MoRAlES, oscar, El socorro de Irlanda en 1601 y la contribución del ejército a la integración social de los irlandeses en España, Madrid, Ministerio de Defensa, 2002; Connolly, S.J., Contested Island. Ireland 1460-1630, oxford, oxford University Press, 2007, pp. 270-277. 3 For the Gaelic World, see QUInn, David B., The Elizabethans and the Irish, Ithaca, Cornell University Press, 1966; o’DoWD, Mary, ‘Gaelic Economy and Society’, in BRADy, C. and GIllESPIE, R. (eds.), Natives and Newcomers. The Making of Irish Colonial Society 1534-1641, Dublin, Irish Academic Press, 1986, pp. 120-147;  155

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forced to flee from their estates and sail to a place where they hoped to be welcomed, that place was the heart of the Spanish Monarchy, the Kingdom of Castile. Since the beginning of the sixteenth century the relations between the Irish lords and Spain were cultivated, Spain became a haven to the Irish who were exiled for their opposition to the English conquest4. From 1603 onwards, hundreds of Irish men, women, children and elderly, disembarked in the port of la Coruña in search of new hope and little by little the newcomers began to form a community in the city5. With the arrival of so many people, the councils of State and of War began to be overwhelmed by the numerous petitions presented by Irishmen who wanted to be compensated for their losses in the fight against the English. They had fought in the name of Catholicism and also, in the name of the Spanish Monarchy of Philip II and Philip III. From  the  1580s  onwards,  the  Irish  who  had  served  the  Monarchy  as  soldiers  and sailors or had been merchants, had learned to deal with Spanish-Habsburg bureaucracy6. These  veterans  “taught”  the  newcomers  to  present  their  needs  and  requirements  to  the councils. So in a very short time the Irish were successful in “selling” the nine years’ War as a conflict that was fought only for the advancement and interest of the Crown of the Spanish Habsburgs. Almost none of the memorials given to the councils declared that the war had been carried out solely for the specific interests of the Irish lords7. CUnnInGHAM, Bernadette, ‘native Culture and Political Change in Ireland, 1580-1640’, in Natives and Newcomers,  pp.  148-170;  DUFFy,  P.  J.,  EDWARDS,  D.  and  FITzPATRICK,  E.  (eds.),  Gaelic Ireland c. 1250-c. 1650: Land, Lordship & Settlement, Dublin, Four Courts Press, 2001; nICHollS, Kenneth W., Gaelic and Gaelicised Ireland in the Middle Ages, Dublin, The lilliput Press, 2003. 4 For the development of the relations between Spain and Ireland during the sixteenth century, see DoWnEy, Declan M., ‘Culture and Diplomacy: the Spanish-Habsburg Dimension in the Irish Counter Reformation Movement c. 1529-c. 1629.’, unpublished Ph.D., Cambridge, 1994; DoWnEy, Declan M., ‘Irish-European Integration: The legacy of Charles v’, in DEvlIn, J and ClARKE, H. B. (eds.), European Encounters. Essays in Memory of Albert Lovett, Dublin, 2003, pp. 97-117; GARCíA HERnán, Enrique, Ireland and Spain in the Reign of Philip II, Dublin, Four Courts Press, 2009. 5 About the migration of the Irish at the beginning of the seventeenth century to Spain and other territories of the Spanish Monarchy and the creation of a new civil community abroad, see WAlSH, Micheline Kerney, The O’Neills in Spain, Dublin, national University of Ireland, 1957; RECIo MoRAlES, ‘“De nación irlandés”: percepciones socio-culturales y respuestas políticas sobre Irlanda y la comunidad irlandesa en la España del xvII’, in GARCíA HERnán, E. et al. (eds.), Irlanda y la Monarquía Hispánica: Kinsale 1601-2001. Guerra, política exilio y religión, Madrid, 2002, pp. 315-340; RECIo MoRAlES, ‘Irish Émigré Group Strategies of Survival, Adaptation and Integration in Seventeenth and Eighteenth Century Spain’, in o’ConnoR, T. and lyonS, M. A. (eds.), Irish Communities in Early Modern Europe, Dublin, 2006, pp. 240-266; REy CASTElAo, ofelia, ‘Exiliados irlandeses en Galicia de fines del  xvI a mediados del  xvII’, in MESTRE, A. et al. (eds.), Actas de la IV Reunión Científica de la Asociación Española de Historia Moderna Alicante, 2 vols. (Alicante, 1997), vol. 2, pp. 99-116; REy CASTElAo, ‘Inmigrantes irlandeses en la Galicia del periodo moderno’, in vIllAR GARCíA, Mª. B. (ed.), La emigración irlandesa en el siglo xVIII, Málaga, 2000, pp. 185-205; REy CASTElAo, ‘Exiliados irlandeses en Santiago de Compostela desde fines del xvI a mediados del xvII’, in Irlanda y la Monarquía Hispánica, pp. 89-112; SAAvEDRA vázQUEz, Carmen, ‘la participación de Galicia en el socorro de Irlanda y la comunidad irlandesa de la Coruña’, in Irlanda y la Monarquía Hispánica, pp. 113-136; SCHüllER, Karin, Die Beziehungen zwischen Spanien und Irland im 16. Und 17. Jahrhundert. Diplomatie, Handel und die soziale Integration katholischer Exulanten, Munster, Aschendorff verlag, 1999; SCHüllER, ‘Inmigrantes irlandeses en España en la primera mitad del siglo  xvII: condiciones básicas para una integración’, in La emigración irlandesa en el siglo xVIII, pp. 209-227; SCHüllER, ‘Irish migrant networks and rivalries in Spain, 1575-1659’, in o’ConnoR, T. and lyonS, M. A. (eds.), Irish migrants in Europe after Kinsale, 1602-1820, Dublin, 2003, pp. 88-103; o’SCEA, Ciaran, ‘Irish emigration to Castile in the opening years of the seventeenth century’, in DUFFy, P. (ed.), To and from Ireland: Planned Migration Schemes c. 1600-2000, Dublin, 2004, pp. 17-37. 6 The Irish soldiers who served in the Spanish armies and navies during the sixteenth century had been studied by GARCíA HERnán, Ireland and Spain in the Reign of Philip II, pp. 229-246. 7 About the English rule and the transformation of the Irish society, see CAnny, nicholas, The Elizabethan Conquest of Ireland: A Pattern Established, 1565-1576,  Hassocks,  The  Harvester  Press,  1976;  BRADSHAW, 

The Irish “nation” and the Councils of State and War, 1603-1644

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very soon the Spanish Government realized that a strong-minded and capable officerof-state  was  needed  to  control  the  enormous  stream  of  petitions  which  inundated  the chambers of the councils. So it was decided to create the office of ‘Protector of the Irish “nation”’ assigned to the Council of War in 16048. The first protector was Francisco Arias Dávila y Bobadilla, conde de Puñonrostro, who dealt with the Irish affairs between 1604 and 1610. After his death, he was succeeded by Diego Brochero de Anaya who worked as protector from 1610 to 16259. Both protectors were members of the Council of War. Puñonrostro was a veteran officer who had fought in Flanders under the command of the Duque of Alba, Don luis de Requesens, Don Juan de Austria and Alejandro Farnesio. later  on  he  served  as  Maestre de Campo during  the  conquest  of  the  Azores,  and  as Maestre de Campo General during the Armada of 1588 and the revolt of Aragon in 1591. In 1598 he was appointed as member of the Council of War and subsequently protector of the Irish, patron of the English College of valladolid and member of the Junta of War of Indies10. Brochero was a seaman of great experience. He was knight of justice in the order of Malta. In this order, he was appointed titular Grand Prior of Ireland. His career spanned between the Mediterranean and the Atlantic, and he obtained the rank of Almirante General of the Armada del Mar Océano. He served in the expeditions to Brittany and to Kinsale, being appointed member of the Council of War in 1602. As councillor he was the reformer and modernizer of the Spanish navy, creating the model that organised the Armada del Mar Océano for a long time. Afterwards he was appointed member of the Junta of War of Indies, ‘Protector of the Irish’ and councillor of State11. So the protectors had been tough veterans who knew the military world of the Spanish Monarchy, their connections and how it worked, or at least bureaucrats or diplomats involved  in  military  affairs.  Their  links  with  other  military  and  their  experience  and knowledge assured them the possibility to obtain accurate information about Irish soldiers and sailors and how they had performed their duty. Therefore the ‘Protectors of the Irish nation’ had the necessary knowledge to judge the petitions of the Irish. While on some occasions, the protectors were not entirely sure of the claims presented by the recently arrived Irish, they could rely on the advice of those Irish who were already well-established

Brendan, The Irish Constitutional Revolution of the Sixteenth Century, Cambridge, Cambridge University Press, 1979; EllIS, Steven G., Reform and Revival. English Government in Ireland, 1470-1534, Woodbridge, Boydell & Brewer, 1986; CRAWFoRD, Jon G., Anglicizing the Government of Ireland. The Irish Privy Council and the Expansion of Tudor Rule, 1556-1578, Dublin, Irish Academic Press, 1993; lEnnon, Colm, Sixteenth Century Ireland. The Incomplete Conquest, Dublin, Gill & MacMillan, 1994; BRADy, Ciaran, The Chief Governors. The Rise and Fall of Reform Government in Tudor Ireland, 1536-1588, Cambridge, Cambridge University Press, 1996; CAnny, nicholas, Making Ireland British, 1580-1650, oxford, oxford University Press, 2001. 8 RECIo MoRAlES, ‘De nación Irlandés: Percepciones socio-culturales y respuestas políticas sobre Irlanda y la comunidad irlandesa en la España del siglo xvII’, p. 335. 9 GARCíA HERnán, Enrique and RECIo MoRAlES, oscar, ‘Extranjeros en la Corte: los irlandeses’, in MARTínEz MIllán, J. and vISCEGlIA, Mª. A. (eds.), La Monarquía de Felipe III: Los Reinos. Vol. 4, Madrid, 2008, pp. 1276-1316, especially 1315. 10 WIllIAMS, Patrick l., ‘The Court and Councils of Philip III of Spain’, Unpublished PhD., london, 1973, pp. 423-424; DE MESA GAllEGo, Eduardo, ‘Arias de Bobadilla, Francisco (Iv conde de Puñonrostro)’, unpublished work on the biographies of the councillors of War during the reign of Philip III. 11 WIllIAMS, Patrick, ‘Don Diego de Brochero y Anaya (c. 1535-1625). Corsario, almirante y administrador’, in La Orden de Malta, la mar y la Armada. Cuadernos Monográficos del Instituto de Historia y Cultura Naval, 37 (2001), pp. 7-14; GüEll JUnKERT, Manuel, ‘Diego Brochero, el “lobo de mar” salmantino’, Revista de Historia Naval, 87 (2004), pp. 95-104; MESA GAllEGo, Eduardo De, ‘Brochero y Anaya, Diego’, unpublished work on the biographies of the councillors of War during the reign of Philip III.

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in Spain and who were trustworthy loyalists to the Habsburg monarchy. one such trusted  adviser  was Archbishop  Florence  Conry,  who  from  1604  to  1610  worked  as  an  informer and counsellor of the protectors12. His task was to report about the background of the petitioners, informing in relation to their actions in Ireland, their relatives and kinship and if they deserved the desired reward13. The main problem of the newcomers is that usually they never had any certificate to support their affirmations about their noble status and the rank they enjoyed in Irish society as it was steeped in the oral tradition, not the written14. This fact was a real headache for the Spanish who had to try to discern if the petitioners were sincere or were trying to cheat to obtain a better reward than the deserved one. Consequently, Conry created a web of patronage around him at the Court. Any Irish who would desire compensation of the award of an army commission had to obtain Conry’s intercession before he delivered the memorial to the secretary of the council and be accepted for consideration. However, some noblemen also benefited from this possibility of patronage since they too could provide letters of recommendation to the petitioners. During these early years following the Irish exodus to Spain after 1601, the most usual petitions dealt with the assignation of payments, ventajas and ayudas de costa to be placed in the garrison of la Coruña, where the main portion of Irish émigrés had decided to settle. Although not all of them had formed part of the military establishment, they were paid never the less by the Treasure of the Army. From 1605 the Council of State also was concerned with the creation of the Irish Tercio in Flanders15, commanded by Henry o’neill, son of Hugh o’neill16. The Council’s particular concern was with the increase in the number of grants given to the soldiers and officers who were going to serve in Flanders. Between 1605 and 1606, Brussels received fifty-eight Royal orders from Philip III 12 About him, see DoWnEy, Declan M., ‘A Salamancan who evaded the Inquisition: Florence Conry, proHabsburg  archbishop,  diplomat  and  controversial  theologian  (c. 1560-1629)’,  in  DoWnEy,  D.M.  and  CRESPo MAClEnnAn, J. Spanish-Irish Relations through the Ages, Dublin, 2008, pp. 87-102; and HAzARD, Benjamin, Faith and Patronage. The Political Career of Flaithrí Ó Maolchonaire, c. 1560-1629, Dublin, Irish Academic Press, 2009. 13 RECIo MoRAlES, oscar, Ireland and the Spanish Empire, 1600-1825, Dublin, Four Courts Press, 2010, p. 56. 14 o’SCEA, Ciaran, ‘En Busca de Papeles: la transformación de la cultura oral de los inmigrantes irlandeses desde la Coruña hasta la Corte’, in Irlanda y la Monarquía Hispánica, pp. 359-380; RECIo MoRAlES, ‘Irish Émigré Group Strategies of Survival, Adaptation and Integration in Seventeenth and Eighteenth Century Spain’, pp. 240-266. 15 About the war in Flanders from 1568 to 1609, see PARKER, Geoffrey, España y la rebelión de Flandes, Madrid, Editorial nerea, 1989; MESA Gallego, Eduardo De, La pacificación de Flandes. Spínola y las campañas de Frisia (1604-1605), Madrid, Ministerio de Defensa, 2009. 16 The bibliography for the creation of the Irish Tercio in 1605 is: JEnnInGS, Brendan, ‘Irish swordsmen in Flanders, 1586-1610. 1-Stanley’s Regiment, 1586-1587’, Studies; an Irish quarterly review, 36 (1947), pp. 402410; JEnnInGS, Brendan, ‘Irish swordsmen in Flanders, 1586-1610. 2-Independent Irish companies and the regiment of Henry o’neill’, Studies; an Irish quarterly review, 37 (1948), pp. 189-202; CASWAy, Jerrold, ‘Henry o’neill and the Formation of the Irish Regiment in the netherlands, 1605’, Irish Historical Studies, 72 (1973), pp. 481-488; HEnRy, Gráinne, ‘Wild geese in Spanish Flanders: the first generation, 1586-1610’, Irish Sword, 17  (1989),  pp.  189-201;  HEnRy,  Gráinne,  ‘The  emerging  identity  of  an  Irish  military  group  in  the  Spanish netherlands: 1586-1610’, in CoMERFoRD, R. v. et al., Religion, conflict and coexistence in Ireland: Essays presented to Monsignor Patrick Corish, Dublin, 1990, pp. 53-77 and pp. 302-09; HEnRy, Gráinne, The Irish Military Community in Spanish Flanders, 1586-1621,  Dublin,  Irish Academic  Press,  1992;  and  HEnRy,  Gráinne, ‘Ulster exiles in Europe, 1605-1641’, in MACCUARTA, B., Ulster 1641. Aspects of the Rising, Belfast, 1993, pp. 37-60; RECIo MoRAlES, El socorro de Irlanda en 1601 y la contribución del ejército a la integración social de los irlandeses en España, pp. 148-155.

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granting  ventajas,  entretenimientos,  and  ayudas de costa of  different  sums  to  the  men who had arrived directly from the Ireland into the army or to the soldiers who had been serving in the Irish companies of the Armada del Mar Océano and were going to be sent to Flanders to form part of the unit just raised17. Each of these Royal orders had their origins in the successful presentations of memorials by the Irish and in the consultas of the Council of State, which explained the reasons why the councillors had decided to advise the King to grant the petitions. The recurrent and predominant theme in the information that the Council handled in these memorials was that the Irish petitioners sought recompense for having defended the Catholic faith and the interests of the Spanish monarchy against the heretical English in Ireland and having consequently lost their possessions, they desired to serve the Spanish Monarchy as was the only one which had supported them and had strong traditional links within their homeland. The number of Irish who served in the Army of Flanders increased significantly after the creation of the new Tercio. However, it should be remembered that since the end of the sixteenth century, some Irish companies had been serving in that battlefront following the disbandment of the Regiment of William Stanley18. These new recruits had the same problems as the civilians in la Coruña, they didn’t have papers to support their requests, so they had to rely on Conry, but also in Hugh o’neill and his son, as many of the recruits had come from Ulster, especially after the flight of the earls in 1607 and the revolt of Cahir o’Doherty during the following year19. As the Council of State recognised, the Irish unit was created to reward the services of the o’neill family, to provide honourable military careers for them and to give shelter to the great number of refugees who claimed to be under the protection and patronage of the o’neills. Before its recruitment, the Spanish Council of State had already accepted that the unit would become an instrument with which o’neill was to develop a network of patronage; this would enable him to become the heart of the Irish émigré opposition to the English government. The intangible yet obvious influence and prestige of this reward was more precious than the monthly payments given to the earl by the Spanish embassy in Rome, as it was a way in which the influence of the o’neill family survived for him and for several of his descendants and relatives20. Another reason why the council was so inclined to grant ventajas and entretenimientos to Flanders was that the number of Irish petitioners at the Court was very high21. Sending them to serve in the north gave the possibility to remove them from Madrid or va-

17 Wild Geese in Spanish Flanders, 1582-1700. Documents relating chiefly to Irish regiments, from the Archives Générales du Royaume, Brussels, and other sources, edited by JEnnInGS, B., Dublin, 1964, pp. 77-90. 18 JEnnInGS, ‘Irish swordsmen in Flanders, 1586-1610. 2-Independent Irish companies and the regiment of Henry o’neill’, Studies, 37, pp. 192-193. 19 See for example: CAnny, nicholas, ‘The Flight of the Earls, 1607’, Irish Historical Studies, 67 (1971), pp.  380-399;  WAlSH,  Micheline  Kerney,  “Destruction by Peace”. Hugh O’Neill after Kinsale,  Armagh, Cumann Seanchais Ard Mhacha, 1986, chapter 5; MCCAvITT, John, ‘The Flight of the Earls, 1607’, Irish Historical Studies, 114 (1994), pp. 159-173; MCCAvITT, John, Sir Arthur Chichester. Lord Deputy of Ireland, 160516, Belfast, The Institute of Irish Studies. The Queen’s University of Belfast, 1998, chapters 7, 8 and 9; MCCAvITT, John, The Flight of the Earls, Dublin, Gill & Macmillan, 2002, chapter 8; MCGETTIGAn, Darren, The Donegal Plantation and the Tír Chonaill Irish, 1610-1710, Dublin, Four Courts Press, 2010, pp. 7-30. 20 Archivo General de Simancas (hereinafter AGS) Estado (E), Flandes, legajo (leg.) 1851, consulta of the Council of State, valladolid, 13 november 1604. 21 AGS, E, Flandes, leg. 2227, Felipe III to Alberto, lerma, 12 June 1610.

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lladolid. It would also provide some rest and respite to the councils as the Irish were always importuning the secretaries and the councillors. Conry himself showed his disgust and such opportunism by the Irish who were taking unfair advantage of the piety and generosity of Philip III who gave ventajas and entretenimientos to reward the Irish for their losses in the defence of Catholicism and the cause of Philip II. Many opportunists or as the  Irish  could  call  them  “chancers”  presented  false  claims  on  His  Catholic  Majesty’s sense of honour and reparation. They thronged the Court with insistent yet unmerited demands for recompense. Conry as indeed other Irish in the Spanish establishment, such as Count  Donal  o’Sullivan  Beare  saw  through  this  charade.  So  Conry  recommended  the protector Puñonrostro to end with the concession of grants at the Court and to send the petitioners  directly  to  Flanders,  where  they  could  obtain  rewards  from  the  vacant  entretenimientos and ventajas which had been assigned to the Tercio after had been examined by owen Roe o’neill, the right hand of Conry in the unit and later on sargento mayor of it, and Fray Hugh MacCaughwell, guardian of the Irish College of louvain22. The patronage of Florence Conry and the o’neills became very clear following the death of Henry o’neill during a visit to the Court at Spain in 161023. Archduke Albert decided to appoint his brother John o’neill as commander of the unit in consideration of the merits of his family and of the Conde of Tyrone, who was highly esteemed by Albert so he intended to please him in his old age24. Furthermore the Gaelic Irish who served in the ranks approved warmly the decision25. As John was very young26, only fourteen years old, and there wasn’t a need for a veteran Maestre de Campo to lead the unit since the Twelve years Truce between Spain and the Dutch Republic (1609-1621), was in force, the  effective  command  of  the  Tercio was  entrusted  to  its  sargento mayor27,  Edward FitzGerald. However, Florence Conry pressed the Spanish authorities to give the post to owen Roe o’neill. Conry alleged that as FitzGerald was of old English stock yet this is incorrect since he was actually of an illustrious Hiberno-norman family. Conry also alleged that FitzGerald was disposed against the o’neills and had been involved in a plot against Henry o’neill. While this remains unproven, Conry never the less, succeeded in having the actual command of the unit transferred from FitzGerald to his protégée, owen Roe o’neill28. From 1610 onwards, a time of relative peace lasted until 162129. It was a period in which the Irish exiles could settle properly in the Peninsula and Flanders. little by little the Spanish authorities were able to manage them. The moment of the flood had passed and the government, despite some problems, had dealt successfully with the Irish influx30. The Council of War still received memorials about arrears, ventajas or entretenimientos

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AGS, E, Flandes, leg. 2292, Conry to Antonio de Aróztegui, Madrid, 30 october 1610. WAlSH, “Destruction by Peace”, p. 113. 24 AGS, E, Flandes, leg. 2292, letter of the Archiduque Alberto, Marimont, 12 november 1610. 25 AGS, E, Flandes, leg. 2292, letter of the Secretary Mancicidor, Brussels, 10 october 1610. 26 About his cursus honorum, see WAlSH, Micheline Kerney, The O’Neills in Spain, pp. 10-21. 27 Wild Geese in Spanish Flanders, 1582-1700, pp. 4-5. 28 AGS, E, Flandes, leg. 2292, Florence Conry to Antonio de Aroztegui, Madrid, 26 october 1610. 29 See the analysis of GARCíA GARCíA, Bernardo J., La Pax Hispánica. Política exterior del duque de Lerma, leuven, leuven University Press, 1996; also AllEn, Paul C., Felipe III y la Pax Hispánica (1598-1621), Madrid, Alianza Editorial, 2001. 30 About the Spanish expenditure on the newcomers, see o’SCEA, Ciaran, ‘The Financial Cost of Irish Immigration to Castile and Galicia (1601-1611)’, in PÉREz ToSTADo, I. and GARCíA HERnán, E. (eds.), Irlanda y el Atlántico Ibérico. Movilidad, participación e intercambio cultural, valencia, 2010, pp. 95-110. 23

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in the Spanish garrisons, especially in la Coruña31, and from the soldiers of the two companies of Irish which were serving in the Armada del Mar Océano, as that Council dealt with the military affairs of the Iberian Peninsula, the coast of the north of Africa and the different armadas of galleys or galleons and their expeditions32. But the number was not so high as during the period 1605-1610. 2.  THE FIRST HAlF oF THE REIGn oF PHIlIP Iv (1621-1644) Just before the accession of Philip Iv, the war between the Spanish Monarchy and the Dutch Republic began again after the expiry of the truce33. As the Council of State dealt with the foreign affairs of the Habsburg monarchy, the renewal of war with the Dutch, multiplied its obligations34. Again, the Irish began to present their petitions in Spain, but this time with some modifications in the form. Since the sixteenth century, following active service, the military usually wanted to be rewarded by the High Command of Flanders or by the government of Brussels. In a society where the relationship between the Monarchy and its servants, particularly soldiers, was regulated through the formula service-recompense, the petition to be rewarded was  common  and  accepted. The  soldiers  presented  a  memorial  of  their  services  to  the Secretary of War in Flanders, where it was decided whether to accept the petition or not35. If it was successful, the memorial passed to be studied and, after a while, the resolution was given to the petitioner and registered in the books of the army. But some of the military travelled to Spain to present a special request, which could only be obtained from the King. They were submitted to the Council of State, sometimes to the Council of War too, in which their merits were explained to obtain the recompense that they considered appropriate to their merits. Some asked for temporary leave of absence from the army in Spanish Flanders. However, by going directly to the Monarch, there seemed to be a higher possibility of success. once the soldier reached Madrid he presented the petition to the chosen council. After that, the time for obtaining an answer was variable, depending on the importance of the petition and of the petitioner, his merits and, over all, his relations and connections. The  soldiers  normally  were  sponsored  by  their  superiors:  their  Maestre de Campo and 31

For example, see AGS, Guerra Antigua (GA), libro-registro (lR) 129. The best introduction for the Spanish armadas and fleets still is, olESA MUñIDo, Francisco-Felipe, La organización naval de los estados mediterráneos y en especial de España durante los siglos xVI y xVII, 2 vols., Madrid, Editora naval, 1968. For the Council of War, see DoMínGUEz nAFRíA, Juan Carlos, El Real y Supremo Consejo de Guerra (siglos xVI-xVIII), Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2001. 33 For the development of the second half of the war of Flanders, see AlCAlá-zAMoRA y QUEIPo DE llAno, José, España, Flandes y el Mar del Norte (1618-1639). La última ofensiva europea de los Austrias madrileños, Barcelona, Planeta, 1975; ISRAEl, Jonathan I., La República holandesa y el mundo hispánico, 1606-1661, Madrid, Editorial nerea, 1997; GARCíA GARCíA, B. J., El final de la guerra de Flandes (1621-1648). 350 aniversario de la paz de Münster, Madrid, Fundación Carlos de Amberes, 1998; ESTEBAn ESTRínGAnA, Alicia, Madrid y Bruselas. Relaciones de gobierno en la etapa postarchiducal (1621-1634), leuven, leuven University Press, 2005; vERMEIR, René, En estado de guerra. Felipe IV y Flandes, 1629-1648, Córdoba, Servicio de publicaciones de la Universidad de Córdoba, 2006. 34 BARRIoS, Feliciano, El Consejo de Estado de la Monarquía Española, 1521-1812, Madrid, Consejo de Estado, 1984, pp. 127-150. 35 lEFèvRE, Joseph, La Secrétairerie d’État et de Guerre sous le Régime Espagnol (1594-1711), Bruxelles, Académie Royale de Belgique, 1934, pp. 97-134. 32

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captains, but also other officers of Spanish origin or any other “nation”. They wrote letters  of  recommendation  for  them,  praising  their  deeds  of  arms  and  bravery  in  combat. These were presented along with the petition and they could be the key to open the gate to a better employment or some money. Sometimes the Irish not only presented letters from their superiors, as some of them also had others from clerics, nobles etcetera –men who had influence in the Royal Court and formed an Irish lobby in Spain36. However, it must be emphasized that usually the letters of the religious or civilians had been written before the petitioner had entered the army; often they were dated just after he had left Ireland. Definitely, the soldiers had to enjoy the favour of their superiors to obtain a reward, and the better way to have it was to fight brave and gallantly. After 1621, for the officers and soldiers, the importance of the Army had surpassed the possible patronage of the clerics. This was the real change after 1621. The integration of the Irish unit in the Army of Flanders was a reality. Maybe after the experience in Kinsale the Spanish officers and soldiers opined that the Irish soldiers were like a horde of undisciplined men37; but after the creation of the Irish unit in 1605 and its training in the Spanish Military School, the opinion of the Spanish officers and the High command changed drastically. only a year after its formation the Irish troops showed its valour during the second campaign of Ambrosio Spínola  in  Friesland38;  also  they  obtained  distinction  during  the  crisis  of  Julich-Cleves (1609-1614)39. In 1621 the unit had obtained the status of veteran among the Tercios and regiments  which  were  serving  in  Flanders. The  Irish  officers  and  soldiers  had  become professionals of the military career. From 1621 to 1644 the captaincies of the vacant companies were given to alféreces (lieutenants) who had been fighting continuously for twenty years40. The Tercio of John o’neill, third Conde of Tyrone, was professionalised and that quality was inherited by the units of Tyrconnell, owen Roe o’neill and Thomas Preston, as many men were transferred from the first formation to the rest. For the Spanish Military  School  if  the  men  just  recruited  were  mixed  with  veterans  the  result  was  that through  the  influence  and  example  of  the  seasoned  soldiers,  the  new  recruits  learned quickly and the unit acquired veteran merit and status. The recruits learned easily and effectively  from  the  veterans  as  they  were  trained  in  the  Irish  language.  Therefore  they swiftly acquired veteran expertise in the use of arms and in the application of Spanish tactics and strategies41. 36 See the works of: GARCíA HERnán, Ireland and Spain in the Reign of Philip II; RECIo MoRAlES, Ireland and the Spanish Empire; and PÉREz ToSTADo, Igor, Irish Influence at the Court of Spain in the Seventeenth Century, Dublin, Four Courts Press, 2008; PÉREz ToSTADo, I., ‘“Fiarse cautamente”: The Circulation of Information and the Irish Pressure Group in the Court of Spain’, in Irlanda y la Monarquía Hispánica, pp. 491-502; PÉREz ToSTADo, I., ‘Cañones para Irlanda: estudio del caso de la actividad del grupo de presión irlandés en la monarquía católica de Felipe Iv’, in ARAnDA PÉREz, F. J. (coord.), La Declinación de la Monarquía Hispánica en el Siglo xVII, Cuenca, 2004, pp. 281-296. 37 RECIo MoRAlES, ‘Spanish army attitudes to the Irish at Kinsale’, in MoRGAn, H. (ed.), The Battle of Kinsale, Bray, Wordwell, 2004, pp. 91-100. A biography about the commander of the expedition had appeared recently, JIMÉnEz CAnDIl, Justino, Don Juan del Águila. Caballero español y maestre de campo general de Felipe II, Salamanca, Ayuntamiento del Barraco, 2009. 38 MESA GAllEGo, La pacificación de Flandes. Spínola y las campañas de Frisia (1604-1605). 39 AnDERSon, Alison  D.,  On the Verge of War: International Relations and the Julich-Kleve Succession Crises (1609-1614), Boston, Humanities Press, 1999. 40 See the appointments of captain in Wild Geese in Spanish Flanders, 1582-1700, pp. 172-362. 41 The best military manual which described how the Spanish armies worked and fought during the seventeenth century is DávIlA oREJón GASTón, Francisco, Política y Mecánica Militar para Sargento Mayor de Tercio, Madrid, Julián de Paredes, 1669.

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Despite the negative opinion of the Spanish veterans at Kinsale in 1601-1602, it has to be noted that the armies of the Irish lords, although rudimentary and a little backward through their use of medieval-style arms and tactics, tried not to lose pace with the developments in the Art of Warfare in continental Europe42. After 1588, Hugh o’neill armed and trained his clansmen with firearms and pikes helped by the Spanish survivors of the Armada or by military advisors sent by Philip II43. In my humble opinion the defeat of the Irish lords was not due to the lack of up-to-date weaponry, instead defeat may be explained  by  two  possibilities:  the  lack  of  effective  coordination  between  the  Irish  and Spanish forces at Kinsale44 and the Irish preference for tactics such as ambushes, night attacks and every form of the called Petite Guerre 45. Even though o’neill and o’Donnell had since 1588, Spanish officers, who trained their Irish forces in modern field warfare, it seems that such tactics were not effectively used at Kinsale and communication and coordination with their Spanish allies was ineffective. Furthermore, the Irish were disunited and could not present a common front. The Catholic Irish of old English and Hiberno-norman  origin  in  Munster  and  leinster,  refused  to  support  their  co-religionists o’neill and o’Donnell despite the threat of excommunication46. never the less, other traditions of the Irish way of war showed signs of modernity: the ‘coin and livery’ and the Buannadha47. The first was a system to billet the soldiers in the houses of the tenants of the Irish lords, sometimes obtained through brutality, and the second was the reunion of soldiers in permanent units creating something similar to the companies of the European armies. The  soldiers  from  the  Irish  companies  in  the  Armada del Mar Océano (normally served only two of these units at the same time48) also presented their petitions in a very similar way. Changing from the clergy to their Spanish Maestres de Campo, who were from now on their only supporters in their petitions49. After their requests were granted the capitanes generales of the Armada were ordered to provide the successful Irish supplicant with their grants or promotions50. 42 For the armies of the Gaelic and old English lords, see: HAyES-MCCoy, Gerard A., Scots Mercenary Forces in Ireland (1565-1603),  Dublin,  Edmund  Burke  Publisher,  1996;  FAllS,  Cyril,  Elizabeth’s Irish Wars,  london, Constable  &  Co.  limited,  1996,  chapters  4  and  5;  SIMMS,  Katharine,  ‘Gaelic Warfare  in  the  Middle Ages’,  in BARTlETT, T. and JEFFERy, K. (eds.), A Military History of Ireland, Cambridge, Cambridge University Press, 1996, pp. 99-115 and 470-471; SIMMS, Katharine, From Kings to Warlords. The Changing Political Structure of Gaelic Ireland in the Later Middle Ages, Woodbridge, The Boydell Press, 2000, chapter 8; nICHollS, Gaelic and Gaelicised Ireland in the Middle Ages, pp. 95-104; o’DonnEll y DUQUE DE ESTRADA, Hugo, ‘Tyrone y Tyrconnel. la aportación irlandesa a Kinsale’, in Irlanda y la Monarquía Hispánica, pp. 283-294. 43 HUME, Martin A. S., ‘Some Survivors of the Armada in Ireland’, Transactions of the Royal Historical Society, 11 (1897), pp. 41-66; FAllon, niall, The Armada in Ireland, london, Stanford Maritime, 1978. 44 SIlKE, John J., Kinsale. The Spanish Intervention in Ireland at the End of the Elizabethan Wars, Dublin, Four Courts Press, 2000, pp. 108-152. 45 HAyES-MCCoy, G. A., ‘Strategy and Tactics in Irish Warfare, 1593-1601’, Irish Historical Studies, 7 (1941), pp. 255-279; ó DoMHnAIll, Seán, ‘Warfare in Sixteenth-Century Ireland’, Irish Historical Studies, 17 (1946), pp. 29-54; HAyES-MCCoy, G. A., ‘The Renaissance and the Irish Wars’, Irish Hibernia, 3 (1957), pp. 43-51. 46 SIlKE, Kinsale, pp. 118-119. 47 ó BáIllE, M., ‘The Buannadha: Irish Professional Soldiery of the Sixteenth Century’, Journal of the Galway Archaeological and Historical Society, 22 (1946), pp. 49-94. 48 AGS, GA, lR 167, ff. 275r. and 276, to the Duque of Medina Sidonia, 6 February 1634. 49 The Irish companies formed in the Armada in Tercios commanded by Maestres de Campo, as in the navy the Spanish rule not to mix “nations” was not put in practice as the whole unit never served together. Each ship was guarded by one, two or several companies, depending on its size. 50 AGS, GA, lR 131, f. 108, by Dermot o’Driscoll.

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With the resumption of war against the Dutch Republic, the number of petitions from the  Irish  serving  in  Flanders  greatly  increased.  In  1624  the  Council  of  State  asked  the King to order the titular Grand Prior of Ireland, Fra’Diego Brochero y Anaya, to continue his work as ‘Protector of the Irish “nation”’ in the Council of War and to obtain information concerning the Irish who arrived at Court51. Many Irish who reached in Spain expected  to  see  their  services  in  Flanders  rewarded  with  ventajas,  entretenimientos and captaincies and the Council of State need a trustworthy person who could inform to the councillors of the background and services of the Irishmen. Brochero had left the post in which he was appointed in 1610 after being selected as councillor of State on 26 March 1624. As he was badly needed to deal with all the Irish petitioners, he was charged again with responsibility for the affairs of these Irish soldiers but his death on 30 July 1625 left the post empty for a while. After his death, the Council of War, knowing the necessity to have a councillor focused in helping that “nation”, decided to appoint Juan de Ciriza as new protector on 10 July 162652. Ciriza wasn’t a veteran of the Spanish armies or navies; instead he was a civil servant who had ascended from the ranks of the provincial bureaucracy. He was born in navarra from a family of civil servants. He was a protégé of the Duque of lerma, who in April 1610 appointed him as Secretary of the Council of War for naval Affairs. The Valido made him like his own private secretary and selected him as Secretary of State for northern Affairs,  going  a  step  further  in  his  career. After  the  fall  of  lerma  he  still  remained  in  office,  and  became  the  Secretary  of  Italy.  In  1626  finally  he  was  appointed member of the Council of War with place in the Junta of War of Indies53. The advantage for the appointment of Ciriza was that, being a civil servant, he knew very well all the bureaucracy and how it functioned. He had the necessary links to enquire about the petitioners and ask for certifications of their time of service, which were usually needed to support the enquiries, and to have them quickly54. It’s very possible that he had contacts with Irish soldiers during his years as Secretary of the Council of War and Secretary of State, so although he had never served alongside the Irish, he knew them very well. Since the appointment of Ciriza until 1644, several others members of the Council of War were designated to continue his work. The majority of them were military veterans. Their work continued to be the same: to inform about the background and judge the merits of the supplicants and thereby help the Councils of War, of State and the several juntas which were created by the Conde Duque de olivares to improve the functioning of the councils that had been oppressed by too much bureaucracy55. The reason why the protector was elected among the members of the Council of War was very simple. normally was chosen a councillor with a small amount of responsibilities in the Council; being replaced by a new protector when his obligations increased.

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AGS, E, Partes norte, leg. 2787, the Council of State, by Felix Galljuir, Madrid, 21 May 1625. See appendix I. 53 DE MESA GAllEGo, Eduardo, ‘Ciriza, Juan de’, unpublished work on the biographies of the secretaries of War during the reign of Philip III. 54 In 1626 Daniel o’Daly asked to receive the patent of captain to raise a company in the Armada del Mar Océano. Ciriza was instructed by the Council of War to study the papers of the supplicant to inform about if  o’Daly should be rewarded with the appointment: AGS, GA, lR 138, f. 128, 8 August 1626. 55 For the military juntas of the reign of Philip Iv, see BAlTAR RoDRíGUEz, Juan Francisco, Las Juntas de Gobierno en la Monarquía Hispánica (siglos xVI-xVII), Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1998, pp. 365-428. 52

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In 1644, after the fall of the Conde Duque the previous year, the method of dealing with the Irish was carried out in the same way. The Marqués of Aguilafuente asked to obtain licence to leave his place because he had to work in the Junta of War and as general of the artillery. The other members of the Council accepted the petition as the Irish “nation” should be dispatched as soon as possible, thus they selected Don Diego de Cárdenas in his place56. When Cárdenas received the post he was a veteran of forty-three years of  service.  He  had  been  fighting  in  Flanders  for  ten  years,  during  the  siege  of  ostend (1601-1604) and in the campaigns of Spínola in Friesland (1605-1606), reaching the rank of captain of infantry and after received severe wounds in ostend and Rhinberg. After his return to Spain he recruited a company for the Armada del Mar Océano and took part in the surrender of larache and in the assault to la Mamora, ports in the north of Africa. later on he was transferred to the new World, where he was Governor and Capitan General of yucatán and Campeche. After his second return to Spain he entered the Council of War. In 1634 he prepared Malaga against a potential enemy attack, in 1637 he helped the Duque of Bejar during the revolt of Évora (Portugal), and later on he was chosen as Maestre de Campo General de la gente de guerra de Portugal57. yet, what kinds of rewards were desired by the Irishmen? Many of them who arrived from Flanders asked to receive a patent for a captaincy to raise a company, although the Council of State normally did not interfere in the military appointments that were the responsibility of Brussels, at least in the Irish contingent. The petitioners used to be given an ayuda de costa to help them in the return to Flanders and a letter of recommendation for the General Governor of the Spanish low Countries58. But each rule has an exception, for  example  Hugh  o’Reilly  was  supported  by  the  Council  of  State  in  his  petition  to  obtain a patent so the secretary wrote to the Infanta Isabel ordering her in the name of Philip Iv to grant him a captaincy if he could recruit the soldiers needed for his unit, the reason was the support of the Marqués de Mayo, Fray Hugh Burke and Fray Richard Gold and the importance of his family in Ireland59. The majority of the soldiers who came to Court asked to be rewarded with ventajas or the increment of it if they were enjoying one60. With so much work, the Council of State proposed to appoint the Marqués de Mirabel as ‘protector of the Irish in the Council of State’ to help them as was being done in the Council of War61. The King agreed with the proposal62; appointing him to the post on 18 January 163563.

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See appendix II. His cursus honorum is in AGS, GA, lR 172, f. 168r. 58 AGS, E, Partes norte, leg. 2797, the Council of State, by Calexano Carti, Madrid, 13 June 1634; ibidem, leg. 2798, the Council of State, by Dionisio odonovan, Madrid, 29 March 1635; ibidem, the Council of State, by Diego Geraldino, 27 January 1635. 59 AGS, E, Partes norte, leg. 2795, the Council of State, by Hugo oreily, Madrid, 25 March 1632. Have to be noted that o’Reilly still was a civilian when he presented his proposal. 60 Forty-eight Irishmen asked to the Council of State to be rewarded with any short of ventaja from 1621 to 1632. See AGS, E, Partes norte, legs. 2783-2795. 61 Mirabel had been ambassador to the Court of louis xIII. PAz, Julián, Archivo General de Simancas. Catalogo IV. Secretaría de Estado. Capitulaciones con Francia, 1265-1714. Vol. I, Madrid, Tipografía de la “Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos”, 1914, pp. 741-743; SUáREz FERnánDEz, luis, ‘España frente a Francia en tiempos de Felipe Iv: la embajada del Marqués de Mirabel’, Boletín de la Real Academia de la Historia, CCII (2005), pp. 415-472. 62 AGS, E-K, leg. 1417, fol. 89, the Council of State, Madrid, 14 January 1635. 63 AGS, E, Inglaterra, leg. 2574, Felipe Iv to the Marqués of Mirabel, Madrid, 18 January 1635. 57

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But from 1636 onwards the Council only gave letters of recommendation and around 50 escudos for the return to Flanders, no ventajas to serve or patents for captaincies were granted as it was forbidden by order of Philip Iv. For that reason the place of Irish protector in the Council of State was cancelled around 1637, since the office of Irish protector in the Council of War was considered sufficient to work with the Irish petitioners of both  councils. The  increased  value  of  the  ayudas for  travel  were  given  because  it  was cheaper to send the veterans who came to Madrid back to Flanders than it was to send new recruits from Ireland. yet as the Council wanted to be sure that they sailed back to Flanders, it was necessary to ask for warranties, which should be reimbursed after their arrival in the port of Mardick or Dunkirk64. notwithstanding after the thirty years of service of Tyrone’s Tercio most veterans began to ask in Brussels for ventajas to reward their duty65. Due to their expertise in warfare, which was the backbone of the Tercio, Philip Iv allowed the Councils to make exceptions  for  them66.  later  on,  many  of  these  veterans  from  Tyrone’s  and  Tyrconnell’s units, after their arrival to Spain in 1638, tried to obtain the jewel of 300 escudos promised by the article 52 of the Military ordinances of 1632 to every soldier who had been constantly fighting for twenty years67. It was after the arrival in Spain of the Tercios of Tyrone and Tyrconnell that the Council of War began to receive many petitions from the Irish once again. During the previous years the Irish protector had continued to deal with the affairs of the Irish civilians (especially widows and entretenidos in the garrison of la Coruña) and of the soldiers who had fought in the Armada del Mar Océano; although in 1638 these were not many. The only exception was during the 1630s, when the protectors began to try to arrange levies of Irish troops in Ireland to be deployed in Spain or in the Armada; but after long negotiations none of the arrangements could be completed68. During the stay in Madrid, 1638-1641, of the  Conde de  Tyrone,  John  o’neill,  serving  as  a  member  of  the  Council  of  War69,  he helped the protector of the Irish in his duties. o’neill’s influence was as important as that of  Conry  previously.  He  knew  very  well  all  the  veterans  who  had  arrived  with  him  to Spain and helped them in their affairs at Court70. If Tyrone had not been killed in the battle of Montjuich in 1641, it was very probable that he could have obtained the highest post in the Spanish government under the direct patronage of Philip Iv. This would have made him the greatest patron of the Irish “nation” in the Spanish Monarchy. From  1638  to  1644,  numerous  Irish  soldiers  fighting  in  the  Spanish  service,  asked from time to time, to have licence to go to the Court to present petitions. The captains of 64 AGS, E, Partes norte, leg. 2799, the Council of State, by Mauricio oconor, Madrid, 25 november 1636; ibidem, the Council of State, by Mauricio osagenis, Madrid, 22 January 1636; ibidem, the Council of State, by Juan Geraldino, Madrid, 11 november 1636. 65 Wild Geese in Spanish Flanders, 1582-1700, pp. 276, 289, 290, 301. 66 AGS, GA, leg. 1216, the Council of War, by the sergeant Tadeo Rogeri Sulibano, 17 May 1638; ibidem, leg. 1332, the Council of War, by the Captain Thomas Guelgot, Madrid, 13 July 1640. 67 The Military ordinances of 1632 have been reprinted in AlDEA vAQUERo, Quintín, España y Europa en el siglo xVII. Correspondencia de Saavedra Fajardo. Tomo III, vol. I. El Cardenal Infante en el imposible camino de Flandes, 1633-1634, Madrid, CSIC-Real Academia de la Historia, 2008, pp. 488-518. 68 AGS, GA, lR 162, ff. 21 and 21r, by the Conde of Desmond. 69 The first meeting of the council of War attended by o’neill was on 19 november 1639, being the last one on 10 September 1640. See AGS, GA, lR 177 and 182. 70 AGS, GA, lR 177, f. 103, by the Captain Arturo obren, 13 May 1639; ibidem, f. 147, by the alférez Roberto Mor, 6 August 1639; ibidem, lR 182, f. 16r, by Giraldo Heberto, 3 February 1640; ibidem, f. 76, by the Captain Daniel ochaan, 21 June 1640.

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the companies tried to obtain licences to raise companies of cavalry71; while the alféreces tried to obtain appointments as captains of the vacant companies and the sergeants wanted to be promoted to alféreces72. While the rank and file usually tried to obtain ventajas to increase their salaries73. When the soldiers were too old to serve or had suffered severe injures, the Irish protector recommended them for transfer to the garrison of la Coruña, which continued to be a meeting point for the Irish community in Spain74. Also some of the officers received hábitos of the Spanish Military orders75. James Fleming received a hábito by his military service during the siege of Fuenterrabía which was praised by the Almirante of Castilla, the Marqués of Torrecuso, Martín de Redín, the Marqués of Casares and the Sargento Mayor Gonzálo Martín de vivero. Fleming was the nephew of the titular Grand Prior of England in the order of Saint John, Andrew Wyse, who was born in Ireland to an old Waterford patrician family76. Wyse had been a member of the Collateral Council of naples and gentilhombre of Philip II, serving him more than 50 years. It was at the behest of Philip II and his English queen, Mary I, that Wyse was appointed Grand Prior of England. In his petition, Fleming also wanted an increment in his thirty escudos of entretenimiento in naples. The protector, the Bailío of lora, supported his petition about the increment of his entretenimiento and the hábito as the services of  his  uncle  and  his  own  services  had  to  be  rewarded  in  justice.  Each  member  of  the Council voted this time secretly. Finally the King ordered that Fleming be granted his petition77. Subsequently Fleming expressed his desire to receive the hábito from the order of Santiago as he was very devoted to the Saint and he was a soldier78, also he requested permission to make the necessary arrangements to be accepted into the order in Madrid as was usual with the Irish petitioners79. Both petitions were accepted by Philip Iv80. ConClUSIonS The existence of the Irish military community in the armies of the Spanish Monarchy was notable from 1605 to 1641. The following year many Irish veterans in Flanders decided to sail to Ireland, headed by owen Roe o’neill81, which brought the most modern advances in the Military Art to the island82. But too often it is forgotten that 71 AGS, GA, leg. 1272, El capitán Don David Barry, yrlandés; ibidem, Bernardo McDermott, capitán reformado yrlandés; ibidem, leg. 1484, la Junta Particular, by Ricardo Cahan, zaragoza, 15 november 1643. 72 AGS, GA, leg. 1260, the Council of War, by Renaldo Macdonell, Madrid, 6 october, 1639. 73 AGS, GA, leg. 1426, the Council of War, by nelano Malgeo, Madrid, 13 September 1642. 74 AGS, GA, leg. 1427, the Council of War, by Hedmundo Roche, Madrid, 24 August 1642. 75 WAlSH,  Micheline  Kerney,  Spanish Knights of Irish Origin. Documents from Continental Archives,  4 vols, Dublin, Irish Manuscripts Commission, 1960-1978. 76 WAlSH, Micheline Kerney, The O’Neills in Spain, p. 24. 77 AGS, GA, leg. 1332, the Council of War, by Diego Flemin, Madrid, 23 March 1640. 78 AGS, GA, leg. 1332, the Council of War, by Diego Flemin, Madrid, 20 April 1640. 79 AGS, GA, leg. 1332, the Council of War, by Diego Flemin, Madrid, 23 June 1640. 80 WAlSH, Micheline Kerney, Spanish Knights of Irish Origin, vol. 1, pp. 17-19. 81 CASWAy, Jerrold, ‘owen Roe o’neill’s Return to Ireland in 1642: The Diplomatic Background’, Studia Hibernica, 9 (1969), pp. 48-64; o’HARA, David A., English Newsbooks and Irish Rebellion, 1641-1649, Dublin, Four Courts Press, 2006, pp. 60-62. 82 PARKER,  Geoffrey  and  loEBER,  Rolf,  ‘The  military  revolution  in  seventeenth-century  Ireland’,  in oHlMEyER, J. (ed.), Ireland: From Independence to Occupation, 1641-1660, Cambridge, Cambridge University Press, 1995, pp. 66-88; BARTlETT, Thomas, “The Academy of Warre”: Military Affairs in Ireland, 1600 to 1800, Dublin, national University of Ireland, 2002, pp. 15-20.

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after that date other Irish veterans still fought in Flanders and in Spain in the battlefronts of Cataluña and Portugal, so the Irish presence in the Spanish armies was still vibrant83. The presence of all these soldiers has left a trace of documents in the archives which permit the researcher to know not only their cursus honorum, but also the power and importance of a “nation” inside the armies composed of different “nations” of a Monarchy which  was  also  composed  of  different  kingdoms,  dominions  and  territories84.  In  Early Modern Europe, it was only the ruler of a kingdom who ultimately decided to reward the services of his vassals or servants. So in the Spanish Monarchy, Philip Iv, on the advice of the protector of the Irish nation and the opinion of the Council of State or War, decided how to recompense the merits of the soldiers who had fought for him and the interests of Habsburg dynasty. The consultas concerning the petitions of the Irish bear the King’s own  signature.  By  his  own  hand,  Philip  Iv  approved  the  ventajas,  ayudas de costa or whatever request. The Monarch considered the patronage of the Irish as a dynastic duty that he had inherited from his grandfather, Philip II, and his father, Philip III. He personally wrote to the councils concerning his responsibility towards the Irish exiles and their fate. It should be emphasized that no other “nation” in his armies had an official protector in any of the councils. Before 1638 it is very difficult to find petitions of Italians, Germans, Walloons... in the Council of War as usually, units of these origins never served in the Peninsula before then. last but not least, the number of petitions for the number of Irish émigrés in the Spanish Monarchy is enormous. The Conde Duque de Olivares, however, never interfered in the royal decisions about them; he was more focused on the external and internal politics of the Monarchy85. The patronage of the Irish officers and soldiers came exclusively from the King and it was distributed through the channels of the councils of State and War. Those same channels were used effectively by the Irish to obtain the favour of Philip Iv.

83 For the Irish units in the Spanish battlefront, see STRADlInG, Robert A., The Spanish Monarchy and Irish Mercenaries. The Wild Geese in Spain 1618-1668, Dublin, Irish academic Press, 1994; RoDRíGUEz HERnánDEz, Antonio J., ‘la presencia militar irlandesa en el ejército de Extremadura (1640-1668)’, Irlanda y el Atlántico Ibérico, pp. 127-153; and my own ongoing PhD. thesis, ‘The Irish military contribution to the Spanish Monarchy, 1621-1644’. 84 About the “nations” in the armies of Habsburg kings, see RIBoT GARCíA, luis A., ‘las naciones en el ejército de los Austrias’, in álvAREz-oSSoRIo AlvARIño, A. and GARCíA GARCíA, B. (eds.), La Monarquía de las Naciones. Patria nación y naturaleza en la Monarquía de España, Madrid, 2004, pp. 653-677; GARCíA HERnán, Enrique and RECIo MoRAlES, óscar (eds.), Extranjeros en el Ejército. Militares irlandeses en la sociedad española, 1580-1818, Madrid, Ministerio de Defensa, 2007; RECIo MoRAlES, óscar, ‘“Una nación inclinada al ruido de la armas”. la presencia irlandesa en los ejércitos españoles, 1580-1818: ¿la historia de un éxito?’, Tiempos modernos,  10  (2004),  pp.  1-19;  RECIo MoRAlES,  óscar,  ‘la  gente  de  naciones  en  los  ejércitos  de  los Austrias hispanos: servicio, confianza y correspondencia’, in GARCíA HERnán, E. y MAFFI, D. (eds.), Guerra y sociedad en la Monarquía Hispánica. Política, estrategia y cultura en la Europa Moderna (1500-1700), 2 vols, Madrid, Ediciones del laberinto, 2006, vol. 1, pp. 651-680; PÉREz ToSTADo, Igor, ‘“Por respeto a mi profesión”: disciplinamiento, dependencia e identidad en la formación de las comunidades militares irlandesas e inglesas en los ejércitos hispanos’, Guerra y sociedad en la Monarquía Hispánica, vol. 1, pp. 681-706. 85 About the Conde Duque and the reign of Philip Iv, see DoMínGUEz oRTíz, Antonio, Política y hacienda de Felipe IV, Madrid, Editorial de Derecho Financiero, 1960; DEvèzE, Michel, L’Espagne de Philippe IV, 16211665: siècle d’or et de misère, 2 vols., Paris, SEDES, 1970-1972; EllIoTT, John H., The Count-Duke of Olivares: The Statesman in an Age of Decline, new Haven, yale University Press, 1986; STRADlInG, Robert A., Philip IV and the Government of Spain, 1621-1665, Cambridge, Cambridge University Press, 1988.

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APPEnDIx I: AGS, GA, lIBRo-REGISTRo 138, Fol. 128 Decreto del Consejo, 10 de julio de 1626. los señores marqueses de villafranca y laguna, don Fernando Girón, don Pedro Pacheco, don Juan Fajardo, don Diego Messía, don luis Bravo de Acuña, don Melchor de Borja, don Juan de Pedroso, Marqués de Bedmar, Marqués de Cadereyta, don Diego de Toledo, don Juan de Cárdenas. Que conviene haya protector de los soldados de la nación irlandesa como lo fue el Señor don Diego Brochero. y así nombraron al Sr. Juan de Ciriza, y sépase si para el nombramiento del difunto hubo consulta u otra orden y hágase aquello y si no fue más, que [por] acuerdo del Consejo queda nombrado el dicho Sr. Juan de Ciriza. APPEnDIx II: AGS, GA, lEG. 1539 Sres. Castrofuerte86, najera87, Abrantes88, Cárdenas89, Bailío90, Cerda91, Ciudad Real92, Ponce93, Castro94, Meneses95, Aguilafuente96, Assentar97, Santisteban98, Pimienta99 Cuando vine a Madrid hará año y medio, pareciendo al Consejo me hallaba desembarazado, se sirvió de cometerme la Protección de los irlandeses. En que me he ocupado con todo gusto y lo continuara con el mismo si no se me hubieran recrecido en ese tiempo las obligaciones que consta al Consejo. Pues la asistencia del con algunas dependencias que me ha agregado y el cargo de General del Artillería con la continua entrada de la Junta de Guerra, me embarazan de manera que no puedo dar cobro con puntualidad a todo. y pues la protección de Irlanda se reparte de ordinario a los señores que tienen menos ocupación y las mías se aumentan, no puedo excusar el suplicar la Consejo se sirva de hacerme merced de relevarme de esta, encargándola a quien fuere servido, pues no me eximo de ella por más causa que la de no poder despachar con toda brevedad a los de esta nación, siendo gente pobre y de poca espera. vuestra merced se servirá de decirlo en el Consejo y avisarme de la resolución que se tomare sobre ello. Guarde Dios a vuestra Merced, que lo deseo. Madrid, 14 Septiembre 1644. MARQUÉS DE AGUIlAFUEnTE En 14 de septiembre 1644

Admítesele y nombrose en su lugar al Sr. D. Diego de Cárdenas 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96 97 98 99

Marqués de Castrofuerte. Duque de nájera. Duque de Abrantes. D. Diego de Cárdenas. D. Alonso del Castillo, Bailío de lora. D. Fernando de la Cerda. Duque de Ciudad Real. D. luis Ponce de león. D. Andrés de Castro. D. Juan de Meneses. Marqués de Aguilafuente. Conde de Assentar. Conde de Santisteban. D. Francisco Díaz Pimienta.

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APPEnDIx III: lIST oF ‘PRoTECToRS oF THE IRISH “nATIon”’ In THE CoUnCIl oF WAR, 1626-1644100 D. Juan de Ciriza, 10 July 1626101 D. Francisco de Andía Irarrazábal, 27 May 1627102 D. Juan de velasco Castañeda, 18 February 1628103 D. Iñigo de Brizuela y Urbina, 30 July 1632104 D. Diego de Salcedo, 25 october 1634105 D. Alonso de Castro, 20 october 1636106 Alonso del Castillo, 21 october 1637107 Marqués de Flores Dávila, 5 September 1640108 Marqués de Monesterio, 17 December 1640109 Bailío de lora, Alonso del Castillo, 4 February 1641110 Marqués de Aguilafuente, 17 June 1643111 D. Diego de Cárdenas, 14 September 1644112 lIST oF ‘PRoTECToRS oF THE IRISH “nATIon”’ In THE CoUnCIl oF STATE, 1635-1637 Marqués de Mirabel, 18 January 1635113

100 101 102 103 104 105 106 107 108 109 110 111 112 113

The date indicates the first day that the councillor acted as ‘protector of the Irish’ in the Council of War. AGS, GA, lR 138. Ibidem, 145. Ibidem, 138. Ibidem, 167. Ibidem, 179. Ibidem, 179. Ibidem, 178. Ibidem, 182. Ibidem, 182. Ibidem, 182. He was elected as protector two times. Ibidem, 189. AGS, GA, leg. 1539. AGS, E, Inglaterra, leg. 2574.

THE IRISH IN THE SpANISH RoyAL ARMAdA, 1650-1670: CoMMuNITy ANd SoLIdARITy IN THE IRISH TERCIo Phillip Williams Comisión Española de Historia Militar (CESEdEN) Ministerio de defensa, España

o

F all the Irishmen who came to serve aboard the armada of the Spanish Monarchy in the course of the seventeenth century, perhaps the most interesting was Nicholas Jordan. In 1648 he petitioned the government to allow him to sail as a privateer or corsair, a state-sponsored pirate, with permission to rob the enemies of the King of Spain1. The licence granted to him by the Spanish Council of War allowed him to sail with three armed frigates against the enemies of the crown, and so conjures up the image of the Catholic Monarchy as being assailed by its many ruthless, opportunistic enemies. This rhetorical flourish notwithstanding, the profession of privateer was a very difficult and dangerous one and the three frigates fitted out by Jordan were relatively light, small craft (they were all, the document states, of more than 100 tonnes). In taking to the seas with these vessels Jordan was certainly wagering a great deal on his ability as a captain to sail and hunt while avoiding or escaping from much larger and more heavily-armed predators. Jordan’s  request  to  sail  en corso therefore  depended  upon  his  being  sufficiently skilled to engage, overcome and rob the many seaborne enemies of philip IV of Spain (1621-1665). His petition for a licence therefore suggests that he might have found considerable merit in the work of scholars who have argued that the Spanish naval organization in the early modern period was relatively advanced and sophisticated. In the last two decades  historians  like  José  Luis  Casado  Soto  (with  regard  to  the  sixteenth-century), Hugo  o’donnell  and Agustín  Guimerá  (with  focus  on  the  eighteenth-  and  early-nineteenth centuries) have provided accounts that challenge or modify the traditional picture of Iberian maritime history2. These scholars have argued that in fact Spanish naval organ-

1 Archivo General de Simancas (AGS), Guerra Antigua (GA), libro 263, ff. 48-49v, Corsair licence conceded to don Nicholas Jordan, Buen Retiro 11 June 1648. 2 The most accessible introduction is CASAdo SoTo, José Luis, Los Barcos Españoles del siglo xvi y la Gran Armada de 1588, Madrid, Editorial San Martin, 1988; ibid., ‘Flota Atlántica y tecnología naval hispana en tiempos de Felipe II’, in GoNzáLEz MARTíNEz, M. Rosario (ed.), Las sociedades ibéricas y el mar a finales del siglo xvi, vol. II: La monarquía. Recursos, organización y estrategias, pp. 339-363; ibid., ‘Entre el Mediterráneo y el Atlántico: los barcos de los Austrias’, in GARCíA HERNáN, Enrique and MAFFI, davide (eds.), Guerra y Sociedad en la Monarquía Hispánica. Política, estrategia y cultura en la Europa moderna (1500-1700), 2 vols, Madrid, Laberinto, CSIC and Fundación Mapfre, 2006, vol. 1, pp. 861-889; o’doNNELL y duquE dE ESTRAdA,

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ization, technology and administration was much more advanced than previous generations of historians had recognised. Specifically they have argued that the outcome of battles at sea in 1588 or 1805 owed a great deal to the (political) exigencies and (seafaring) accidents of the moment, and that these defeats were not the consequence of an established or somehow preordained English seafaring superiority, although in the case of the reverses at San Vincent (1797) and Trafalgar (1805) the defeats served to put an end to the reforming programme within Spain3. Thus Federico Gravina y Napoli (1746-1806), commander of the Spanish fleet that was overcome at Trafalgar, deserves to be judged more favourably than hitherto has been the case4. This  wave  of  research  has  provided  a  challenge  to  an  older,  pessimistic  picture  of Iberian maritime failings, but still certain elements of the old orthodoxy remain in place. In particular, it has been difficult to eradicate the argument that the Habsburg navy had too many troops and too few sailors. ‘The Spanish,’ wrote Carlo Cipolla in a much-admired study, ‘kept overloading their ships with soldiers for boarding tactics and proved incapable  of  dismissing  altogether  the  oar-propelled  galleys’5. dutch  and  English  warships, the argument goes, had proportionally more sailors and fewer soldiers than did their counterparts based in Cádiz or Sanlúcar de Barrameda. The testimony of some notable Spaniards can be quoted to support this case. Thus in the years around the turn of the sixteenth- and seventeenth-centuries diego de Brochero, philip II’s celebrated corsair, captain, councillor and almirante, penned a number of memorials which have been taken to underline the overemphasis and overreliance upon companies of infantry at the expense of seafaring know-how6. Irish soldiers and sailors like Captain Jordan constituted a colourful feature of Habsburg military organization in the second half of the seventeenth century. The Irish formed distinct communities within Spanish society in general and within the military groups in particular, and their presence invites questions about the overall effectiveness of the royal fleet in this period, which may have been considerably higher than has previously been believed. Their history affords us an insight into the patterns of social organization found in the fighting communities of the Monarchy, that is to say patterns of recruitment, training and adaption that seem also to have been common amongst the Spanish, Flemish and Italian tercios that fought for ‘His Catholic Majesty’. The Irish as a fighting force gained part of their strength from their identity as a community of militarised immigrants; like many other groups or ‘nations’ within the Catholic Monarchy, they were both accepted and rejected, celebrated and viewed with suspicion, and if the tensions generated within

Hugo, ‘Mando, tripulación y guarnición de los buques de la Armada naval española en el siglo  xVIII’, in GuIMERá, Augustín, RAMoS, Alberto and BuTRóN, Gonzalo (eds.), Trafalgar y el mundo atlántico, Madrid, Marcial pons, 2004, pp. 215-231; GuIMERá, ‘Gravina y el liberazgo naval de su tiempo’, in ibid, pp. 233-256. 3 See the conclusions of o’doNNELL, Hugo, La Campaña de Trafalgar. Tres naciones en pugna por el dominio del mar (1805), Madrid, La Esfera de los Libros, 2005, pp. 631-644. 4 GuIMERá, Augustín, ‘Gravina y el liberazgo naval de su tiempo’, in GuIMERá, RAMoS and Butrón (eds.), Trafalgar y el mundo atlántico, pp. 233-256. 5 CIpoLLA, Carlo M., Guns, Sails and Empires. Technological innovation and the Early Phases of European Expansion, 1400-1700, London, Collins, 1965, pp. 86-89. 6 GoodMAN, david, El poderío naval español. Historia de la armada española del siglo xvii, Spanish edition, translated by Juan pedro Campos Gómez, Barcelona, Ediciones península, 2001, pp. 258-365 esp. pp. 31419, 361-65; note dr. Goodman’s response to the revisionist challenge, ‘El dominio del mar y las armadas de la monarquía’, in GoNzáLEz MARTíNEz (ed.), Las sociedades ibéricas y el mar, pp. 365-383 and esp. p. 375 ff.

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this relationship were sometimes negative then their overall outcome or effect may have been a positive one7. one of the causes of their cohesiveness was undoubtedly a sense of resentment. The documents bequeathed by the Irish soldiers and captains often betray a sense of injustice about the actions of the English, and grievances against the heretic conquistadores of their homeland clearly played a role in fostering the fighting spirit of the tercios irlandeses. on the other hand the degree of ideological or confessional commitment should not be overstated: somewhere within the assumptions betrayed by the documents is the sense that the Irish were serving His Catholic Majesty because of worldly concerns. For those figures at the apex of this system, the recruitment and retention of troops was a business transaction, a form of exchange set down in strict, detailed contracts. There  were,  of  course,  complaints  that  these  businessmen  were  more  concerned with profits than with the welfare of their men, whom it was sometimes said they treated ‘like  slaves’.  These  gripes  were  based  upon  the  high  levels  of  mortality  and  desertion among the Irish regiments8. Those lower down the scale of military organization were different only in the scale of their remuneration: they fought because the King of Spain paid them a good escudo to do so, and because there was a high degree of probability that the Council of War would employ their sons and look after them and their wives, children or siblings in their hour of need. The attractions of Habsburg service for Irish soldiers and seamen were manifold. The Council of War offered membership of what might be termed its social support system in return for military service. once employed by the King of Spain, the professional opportunities were considerable. The Habsburg system offered a clear career trajectory to its military servants, who would be paid an additional stipend (a ventaja, plaza muerta or entretenimiento) in reward for their years of service. Troops were also offered the promise of pensions in their old age or some form of support if they became incapacitated. The government  also  made  provision  for  eventualities  such  as  capture  and  ransom,  while funds were set aside for the support of widows and children9. From the viewpoint of the Council of War, these incentives were important because they served to retain troops. The documents by no means provide a full or exhaustive biography of the Irish men who came, often with their families, to serve the King of Spain. Even those men who figure most prominently in the libros appear as silhouettes: they state their basic motivations and the climatic moments of their lives; we read of their families, professional triumphs and personal tragedies, their sacrifices and heroism, but little more. It is possible to reconstruct their emotional commitments and cultural outlook, although any such effort is by definition speculative. The  sheer  scale  and  wealth  of  the  archive  sources  –  that  is  to  say,  the  voluminous records preserved in the Archivo General de Simancas – also impose important limitations on this study, in that it has not been possible to examine all of the documents relat-

7 For complaints about the behaviour of the Irish tercio of dionision o’Mahan (dionision omahun) during their passage through the mountains near Guadalupe, AGS, GA, lib. 270, f. 73-73v, Madrid 5 August 1660. 8 RECIo MoRALES, óscar, ‘El “modelo irlandés” en los ejércitos de los Austrias y de los Borbones: continuidad y diferencias’, in GARCíA HERNáN, Enrique and RECIo MoRALES, óscar (eds.), Extranjeros en el ejército. Militares irlandeses en la sociedad española, 1580-1818, Madrid, Ministerio de defensa, 2007, pp. 201-233, 210-211. 9 A great deal of information about the system for the conferral of ventajas, entretenimientos, plazas muertas is set out in Eduardo de Mesa’s admirable contribution to this volume, ‘The Irish “Nation” and the Councils of State and War, 1603-1643’.

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ed to this theme. The tercios examined in this paper were employed in Spain in the 1650s and early 1660s. It should also be said that the distinction between the tercio de irlandeses that had a specified naval role and the other Irish regiments that fought in the armies of Extremadura and Catalonia was a blurred one; individuals and companies continued to be transferred between these regiments. Having said this, the decision to employ an Irish tercio on the fleet was in part motivated by the desire to contain and closely supervise its members. In 1658 the King and the Council of War recognised the contribution of the tercios de irlandeses, which experience had shown had always served well in the past10. This statement was occasioned by the need to refill the tercio of don Gualtero dungan, which was operating with only five of its nominal ten companies. Six captains were to be sent out to recruit the Irish who were scattered across Andalucía. The decision to employ this Irish tercio on the fleet seems therefore to have been in part motivated by the need to keep a closer eye on its members; again, the idea that the Irish regiments required close supervision had been voiced throughout the 1650s and indeed before11. on the other hand it would be wrong to ignore the qualities of the soldiers from the land of St patrick: Irish troops offered a degree of flexibility and adaptability; they  were  resolute  and  robust.  A  few  examples  can  be  given.  Captain  don  Florencio Carter arrived in Spain with a company of troops raised by his father, ‘the count of Clancarti’. Having disembarked in San Sebastián, his company was dispatched on the expedition to Bordeaux in 1652 before being transferred to the Low Countries. At the siege of Arras, Carter was injured and taken prisoner. He escaped from detention in France and returned to Spain. In reward for his efforts and adventures in 1656 he was given the captaincy of a company of ramos in the tercio de irlandeses that served aboard the fleet12. Nicholás de Valois had twenty-two years of service to his name in Flanders, Catalonia and aboard the fleet when he was appointed as a captain of a company of Irish infantry in 165913. Juan daton’s was a spy and soldier. While serving in the 1650s in Extremadura in the war against portugal he had been sent across the border to spy on the enemy preparations ‘with great risk to his life’. The reward for his sterling efforts on behalf of the crown was a relatively modest one (two escudos of additional income or ventaja to supplement his regular four escudos of salary)14. It would seem safe to infer from the response to his petition that he was a young man at this juncture, and an idea of his youthfulness perhaps provides a hint of how he had been able to conduct reconnaissance missions with such aplomb in the previous years. The  English  rarely  leave  the  story:  a  degree  of  resentment  and  a  sense  of  injustice about the government of their homeland were frequently voiced by the leading Irish émigrés.  Certainly  this  was  the  dominant  theme  of  the  documents  bequeathed  by  don Cristóbal o’Brien, who asked philip IV for a passport in order to return to Ireland. His aim  was  to  prevent  the  English  conquerors  of  his  land  from  dividing  up  his  ancestral 10 AGS, GA, lib. 263, ff. 55v-56v, Aranjuez 1 May 1658. The document hinted at a sense of frustration at the disintegration of the Irish regiments: ‘he resuelto que de la gente de esta nación que no tiene plaza en mis ejércitos y anda divertida en diferentes ciudades villas y lugares de Andalucía se Junte el mayor numero que se pueda y della se formen seis compañías y se agreguen al dicho Tercio’. 11 RECIo MoRALES, óscar, ‘La gente de naciones en los ejércitos de los Austrias hispanos: servicio, confianza y correspondencia’, in GARCíA HERNáN and MAFFI (eds.), Guerra y Sociedad, 1, pp. 651-679, p. 667. 12 The document gives his name as ‘don Florencio Carti’: AGS, GA, lib. 254, ff. 155-156, San Lorenzo 29 october 1656. 13 AGS, GA, lib. 263, ff. 234v-235, Madrid 3 June 1659. 14 AGS, GA, lib. 263, ff. 255v-256, Madrid 11 August 1659.

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lands, a tratar del remedio de sus estados, por querer ingleses que se reparten entre los conquistadores 15. But this request extended to a proposal. o’Brien promised to raise two thousand troops who would be sent to serve philip IV. This offer may well be seen as a form of insurance, in that it seems inherently unlikely that o’Brien, having recovered his lands, would have then risked them by returning to La Coruña or Cádiz in person and he may well have calculated that to dispatch them under a deputy might well have tested the patience of the Cromwellian protectorate. on the other hand the Council of War had no doubt of his sincerity: his promise to raise troops appeared a plausible one to it. This man was, it noted, of such quality that his proposals should be listened to. o’Brien was an aristocrat, and after the implementation of new decrees in 1632 many of the maestros de campo were, like him, drawn from the highest echelons of Irish society16. Captain Carter, who has been mentioned, enjoyed a similar rank. Such men were certainly able to recruit and retain troops; they seem also to have been accompanied in Spain by a number of family members who sometimes benefited from the King’s generosity even though they did not have a record of military achievements17. The maestro de campo don Bernard Fitzpatrick was a figure of great prominence. But following his demise – he died at the siege of olivenza as a result of two wounds resulting from harquebus shot – his sister, who gave her name as doña Juana patricio, begged the King to consider that she was living in total poverty and that she was the legitimate heir of her brother18. don Lucas Gualete provided a hispanicized name to the Council of War. He stated  his  desire  to  serve  the  King  and  that  he  was  the  nephew  of  don  Bernard  Fitzpatrick19. Strictly speaking, his inclusion in this study might be questioned, as at no point did the document relating to him state that he was an Irishman. The justification for mentioning him here is that his apparent or emerging Spanishness renders his petition even more valuable and evocative. It is known that from the beginning of the seventeenth century Irish soldiers had frequently been accompanied by their wives and children. The presence of a large number of widows, sisters and daughters fed concerns about the morality of the immigrant communities20. As Ciaran o’Scea has noted, the Irish were characterised by ‘kinship migration’, in which large numbers of men and women would move over to Spain from Ireland21. dr o’Scea points out that this form of migration entailed political complications for the Spanish, and was frowned upon. yet if this kinship migration elicited political and moral concerns, then in strictly military terms the degree of cohesiveness that it engen-

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AGS, GA. lib. 231. ff.146v, 30 June 1652. RECIo MoRALES, ‘El “modelo irlandés’’’, p. 216. 17 patrick Mackena (patricio Maquena) received 10 escudos of additional income (ventaja) in recognition of the service of his father, captain don Nelano Maquena, and uncle, the count of Tirone: AGS, GA, lib. 274, f. 97, Madrid 4 April 1661. 18 AGS, GA, lib. 267, f. 131v, Madrid 8 January 1660. 19 His petition refers to ‘Bernardo patrick’, but the details of his petition make it almost certain that he was referring to Fitzpatrick: AGS, GA, lib. 263, ff. 57v-58, Aranjuez 6 May 1658. 20 RECIo MoRALES, ‘El ‘modelo irlandés’’, pp. 228-231. 21 o’SCEA, Ciaran, ‘En busca de papeles: la transformación de la cultura oral de los inmigrantes irlandeses desde la Coruña hasta la Corte’, in GARCíA HERNáN, Enrique, dE BuNES, Miguel ángel, RECIo MoRALES, óscar and GARCíA GARCíA, Bernardo J. (eds.), irlanda y la Monarquía Hispánica: Kinsale 1601-2001. Guerra, política, exilio y religión, Madrid, CSIC and university of Alcalá, 2002, pp. 359-380, pp. 361-2; similar patterns of social organization are explored in ofelia Rey Castelao’s valuable paper, ‘Exiliados irlandeses en Santiago de Compostela desde fines del xVI a mediados del xVII’, in ibid., pp. 89-111. 16

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dered may have been beneficial. don Miguel Chirinos, an Irish knight of the order of Santiago  with  a  distinguished  record  of  action  in  Flanders  and  the  armada del mar océano, asked that his son be employed in the tercio of Irishmen aboard the fleet22. don Abraham Estrang retired to the town of Moguer with his wife and children after a long and eventful career in the armies and navies of the King of Spain23. William Coyne had his wife and two young children with him in Spain. This was no bad thing, as one of his sons, Francisco Arturo, was awarded a basic income even though he was not of an age to serve, no obstante que no tenga edad para servirla24. In other words from his later childhood or early adolescence this youngster would in effect be serving a military apprenticeship under the tutelage of his father aboard the Atlantic fleet, the armada del mar océano. doña Francisca de Huiz reported that her husband, don Guillermo, had served for a number  of  years  in  the  armada  before  his  tercio was  transferred  to  the  army  of  Extremadura. He was then killed as a result of wounds received in the fighting. She received a pension from the King. Her petition is of interest in that it seems to show us an individual or family that was in the process of Hispanicization, although it is not clear whether she was a Spanish native who had married an Irish soldier or an Irish woman who had taken to using the Castilian form of her name25. Historians are just beginning to examine the process of adaption that saw large numbers of English and Irish troops come to serve His Catholic Majesty. of particular value and interest is the insight provided recently by Igor  pérez  into  the  mental  outlook  of  Irish  officers,  their  rejection  of  English  protestantism, their understanding of the ethnic origins – that is to say, of ‘old Irish’ or Gaelic origins – and of the historical context of the papal investiture of Ireland.26 The documents examined in this study offer a narrower perspective than those studied by dr pérez, although it is instructive to note that the mentalité of the Council of War recognised familial valour as a military commodity and so might be related to the obsession with lineage and legitimacy that so characterised the early modern period. What this meant in practice was that men – often very young men – were recruited to royal service because previously their relatives had fought valiantly for the crown. don diego McMahon was recruited as a soldier and awarded an additional six escudos on top of the regular wage of four escudos a month on the grounds that his forefathers had been such valiant warriors27. A good example of familial service within a company can be found in a series of petitions made in 1658. In May of this year Roderick o’Meara stated to the Council of War that he served in the armada del mar océano because his father, Malaquias o’Meara, and other relatives had done so28. A few weeks later Conrad o’Meara stated his desire to serve the King ‘in imitation of his predecessors’, although he added that he was still a child and

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AGS, GA, lib. 263, ff.71-71v, Buen Retiro 11 February 1658. AGS, GA, lib. 263, ff. 312-312v, Madrid 29 december 1659. 24 AGS, GA, lib. 263, ff. 294-294v, Madrid 25 November 1659. 25 AGS, GA, lib. 263, ff. 238v-239, Madrid 9 July 1659. 26 See péREz ToSTAdo, Igor, ‘“por respeto a mi profesión”: disciplinamiento, dependencia e identidad en la formación de las comunidades militares irlandesas e inglesas en los ejércitos hispanos’, in GARCíA HERNáN and MAFFI (eds.), Guerra y Sociedad, 1, pp. 681-707, esp. 690-94, 704-706; see also, doWNEy, declan M., ‘Catholicism, Milesianism and Monarchism: The facilitators of Irish Identification with Habsburg Spain’, in GARCíA HERNáN and RECIo MoRALES (eds.), Extranjeros en el Ejército, pp. 169-178; for an overview of recent research into the nature of the assimilation of immigrant military groups, oHLMEyER, Jane, ‘Military Migration and the Stuart Kingdoms’, in GARCíA HERNáN and RECIo MoRALES (eds.), Extranjeros en el Ejército, pp. 81-91. 27 AGS, GA, lib. 256, ff. 63-63v, Madrid 2 February 1657. 28 AGS, GA, lib. 263, ff. 65, Buen Retiro 21 May 1658. 23

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so would serve in the tercio de irlandeses in the capacity of an underage, con plaza de menor edad 29. What skills he might acquire as a child aboard the fleet were not set out or specified, but like so many of his contemporaries he served an apprenticeship in arms. A background to these petitions can perhaps be found in the claim made at this juncture by Captain don Malachias o’Meara, who stated that his company, which had served in Flanders, had been reformed. He was subsequently re-employed in the el tercio de su nación de esa armada 30. None of these documents stated that these individuals had previously been fighting together as a group, and it should be added that these names were relatively common. However a reasonable reading of these petitions would be that previously the father had employed his sons in his company and that when this was reformed both he and his children had to present their cases individually to the Council of War. In his innovative overview of the forms of war, John Keegan argued that one of the ever-present elements in military history is the theme of honour; he draws upon military theorists who have argued that the desire to win honour in the eyes of colleagues, rivals and adversaries is one of the principal motivations of those who take up arms and that this drive serves to bind together effective fighting groups. He cites General S.L.A. Marshall’s view that ‘When a soldier ...is known to the men who are around him, he ...has reason to fear losing the one thing he is likely to value more highly than life – his reputation as a man among other men.’ Marshall, who proposed reforms for the u.S. Army, argued that it was vital that an army should foster the closest acquaintance among its soldiers31. These conditions were certainly met in many Irish companies, whose members frequently undertook service in imitation of illustrious forebears and in the company of immediate family members. of course there were very real dangers and traumas in this form of  service.  Captain  don  Gerald  o’Brien  presented  papers  to  the  effect  that  four  of  his brothers had been killed in royal service and that ‘at present many other relatives are serving’32. In 1659 Raymond o’Meara presented an account of the losses incurred by his family  in  royal  service.  His  grandfather,  father  and  brother  had  all  died  whilst  serving  the King of Spain: his grandfather had fought in Flanders for many years until ‘the enemy killed him at the siege of Maastricht’; his father, Malaquias, served for 22 years in Flanders and Spain before ‘the enemy killed him while defending the fort of San Miguel at the siege of Badajoz’ (July-october 1658); his brother was ‘killed’ by the portuguese at Elvas, where he himself was injured33. The psychological profiles of Gerald o’Brien and Raymund  o’Meara  cannot,  of  course,  be  reconstructed  from  these  blunt  details,  but  it would seem likely that their emotional commitment to the cause of the Catholic Monarchy had been strengthened by bereavement. Having said this, it should be added that the details of these losses were not considered in themselves to be sufficient reason to grant the applicants the positions that they sought. o’Meara petitioned the Council of War for a  captaincy  of  infantry  in  the  tercio of  don  Gualtero  dungan  in  the  armada del mar océano. This request was declined. The Council did, however, grant him four escudos of ventaja to add to the regular salary of four escudos a month; the comparison with other petitions would suggest that he was a comparatively young and experienced soldier at this 29

AGS, GA, lib. 263, ff. 67v-68, Buen Retiro 28 May 1658. AGS, GA, lib. 263, f. 58, Aranjuez 6 May 1658. 31 KEEGAN, John, The Face of Battle. A study of Agincourt Waterloo and the Somme, London, Jonathan Cape Ltd, 1976. 32 AGS, GA, lib. 276, ff. 12v-13, Buen Retiro 4 February 1662. 33 AGS, GA, lib. 263, fols. 282v-283, Madrid 21 october 1659. 30

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juncture34. It might not be too much to argue from this detail that the Council was a relatively generous employer, or that it understood how to foster a sense of solidarity within the companies and tercios. The Irish often, therefore, fought alongside their relatives; this practice is in part explained by the relief network that the government established for its soldiers, sailors and their families. The soldier patrick o’Ryan (patricio oran) was given a salary to serve in the fortress of San Sebastián after having been badly injured35. Mariarto darren had lost the  use  of  his  hands;  he  also  was  rewarded  with  a  position  in  the  fortress  of  San  Sebastián36.  In  the  1650s  this  fortress  became  a  refuge  for  injured  or  incapacitated  Irish troops.  Thomas  obro,  Cornelio  McArnermir  and  diego  Sexto  were  awarded  identical salaries of 4 escudos a month so that they could serve ‘as well as they can’ in the forts of San Sebastián37. Identical petitions were made by Charles Keegan, dionisio Flaneghan and John de Mena38. That these Irish soldiers presented their petitions at the same moment provides a hint that they had served together and sought a form of group semi-retirement. The impression – although it is only an impression – is that of a group of soldiers who had enjoyed each other’s company and who served together with discipline and, judging by their injuries, courage. Many Irishmen certainly sought to serve with their compatriots; they sometimes made considerable concessions in order to do so. In June 1659 the second-lieutenant Cornelio Imagner asked for his salary to be transferred to the tercio of Irish infantry in the Armada Real; previously he had been assigned to a company in the army in the Low Countries. In many regards this was a strange request, as it effectively meant that Imagner would exchange a life in one of the garrisons of the Netherlands, where he probably would not have been required to engage directly in the fighting, for the hardships and dangers of service at sea in the conflict against the portuguese39. He also stated that he had been unwell and consequently had not been able to travel to begin his service in northern Europe; it might be added that service aboard warships seldom did much to improve the health of its marines and mariners. His transfer therefore provides a hint of the sense of unity that the Irish fighting in foreign lands may have felt, indicating that service with his countrymen in Spain brought with it certain emotional, cultural and psychological advantages. The records of the Irish serving aboard the fleet therefore return the question to why soldiers should have been so prominent, while references to mariners or seamen were so few in number. There are a number of hints. For a start, seafarers in the early modern period  tended  to  begin  their  apprenticeship  at  a  very  early  age.  ‘The  best  sailors’,  notes pablo E. pérez-Mallaína in his widely-admired study of Spain’s Men of the Sea, ‘had to begin their training at a very early age, because experience was the only real basis for seafaring expertise.’ He adds that ‘jobs at sea could look attractive to the sons of pilots or masters, for example, who had been able to earn an acceptable living thanks to seafar-

34 don Reymundo o’Mara advanced a parallel petition, stating that he had served ‘algunos meses’ in the naval tercio and reiterating that he had been injured at Elvas. He asked for a dispensation to be able to serve as an alférez; this request was granted. This document confirms the idea that he must have been relatively young at this point: AGS, GA, lib. 263, f. 281, Madrid 21 october 1659. 35 AGS, GA, lib. 239, ff. 226v-227, Aranjuez 26 April 1654. 36 AGS, GA, lib. 239, ff. 231v-232, Aranjuez 5 May 1654. 37 AGS, GA, lib. 239, f. 232, Aranjuez 5 May 1654. 38 AGS, GA, lib. 239, ff. 259v-260, Madrid 13 June 1654. 39 AGS, GA, lib. 263, f. 231-231v, Madrid 23 June 1659.

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ing’40. The realities of life afloat must also be considered. only a tiny proportion of the time  spent  aboard  ships  could  actually  have  been  spent  in  fighting,  or  in  preparing  to fight. Given the trials of navigation, it would seem inherently unlikely that soldiers would have refused to help with rigging or sails at moments of extreme peril, and it would have taken a peculiar form of inertia for a soldier to have failed to take an interest in breezes and winds, as his everyday routine depended upon taking advantage of whatever circumstances the elements provided. Thus, to give the most mundane of (theoretical) examples, a soldier whose ship was trying to tack into a light headwind would almost certainly come to understand that the difference between catching this breeze and missing it might entail another five or six additional days at sea. It should also be said that life afloat has been portrayed characterised by boredom; there were long hours of patience in which little or nothing could be done other than to drink and play cards, much as the authorities sought to restrict or regulate the lives of their men aboard the ‘wooden worlds’. A consideration of the sociological background also raises important considerations. As we have seen, the documentation relating to the Irish infantry makes it clear that it was common for them to begin their careers at an early age. They did so as distinct communities, ones with strong forms of internal cohesion. Again, one of the recurring fears about life at sea has been that of immorality; few seafaring communities have escaped the allegation that invariably attach themselves to large communities of men, living in isolated and confined circumstances for long periods of time41. Given these concerns, the obvious way for children and the young to be protected aboard ship was for them to serve with family members. The evidence would suggest that the traditional historiographical division between infantry and seamen, soldados and marineros, was misplaced; soldiers were sometimes seafarers; groups of soldiers, or those companies set down in the records as ‘companies of the fleet’, not only defended ships but also helped to sail them. A few examples can be given to support this contention. In 1662 the crown appointed a number of captains of ships being run by a contractor. Juan de Jordanés was appointed as captain of the ship San Joseph on the grounds that in his 21 years of service he had shown himself to be an accomplished soldier and sailor, ‘hallándose en diversas y muchas ocasiones de pelear, obrando en todas con particular valor y crédito de muy buen soldado y marinero’42. The document in which he was named captain did not specify that he was Irish, although given his name it would seem highly possible that he was and that, like other individuals studied in this paper, he was in the process of assimilation. The petition of one figure, don San Sebastián de Echaverría, set out the sort of skills that  a  captain  might  acquire  in  the  course  of  a  life  fighting  on  land  and  sea  for  His Catholic Majesty. The dual nature of his skills was made clear: he was a man of ‘servicios, meritos y toda inteligencia en las cosas de la guerra y de la mar’. The certificate went on to list his achievements, which included having served for over 34 years in Guipúz40 péREz-MALLAíNA, pablo E., Spain’s Men of the Sea. Daily Life on the indies Fleets in the Sixteenth Century, translated by Carla Rahn phillips, Baltimore and London, John Hopkins university press, 1998, pp. 27, 30, 35-36. 41 For differing interpretations of the reality of homosexuality aboard the wooden worlds, péREz-MALLAíNA, Spain’s Men of the Sea, pp. 33-35, 170-76; RodGER, N.A.M., The Wooden World. An Anatomy of the Georgian Navy, London, Collins, 1986, pp. 119-124, pp. 80-81. 42 AGS, GA, lib. 280, ff. 106-107, Aranjuez 11 May 1662.

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coa, Flanders, Galicia, the armada del mar océano and the carrera de indias. The positions which he had discharged in the course of his professional progression were listed: ‘de paje de navío, grumete, artillero, guardián, contra maestre, piloto ordinario y mayor, capitán de mar de infantería española de mar y guerra, gobernador de diferentes navíos, teniente de capitán general de la artillería en Galicia, sargento mayor de un tercio de infantería española en aquella parte y almirante ad honoris en la dicha armada del [mar] océano.’ The Council of War also noted that he had served on a variety of voyages and campaigns and ‘proceeded with equal bravery and approval of [his] superiors, as an expert seafarer, ‘habiendo os hallado en diferentes viajes y ocasiones procediendo con igual valor y aprobación de vuestros superiores y como experto marinero y esperando lo continuaréis...’43. These two memorials are worth considering in detail because they underline the fact that within the Spanish system the distinction between fighting expertise on land and seafaring know-how was a relatively blurred one: an individual might easily acquire experience of both in the course of his career. A consideration of the realities of military existence – the constant reform of tercios and companies – would lead to the consideration that it would have been in the long-term economic interest of a soldier to acquire a range of seafaring skills. It hardly needs to be said that early modern European society was deeply hierarchical and viewed military honour as the preserve of those families or dynasties whose bloodline was inherently militaristic. ‘In the sixteenth century, heritage was considered a much better guide than education in judging a person. [...] practical experience in military was the only way to shape good captains’44. The reality of military organization tended to confirm these ideas: ideals of lineage, honour, the obligations of the blood, the desire to serve in imitation of illustrious forefathers – such phrases fill the petitions and certificates of appointment examined in this paper. These terms were not simply the result of the desire to embellish documents with rhetorical flourishes, but they referred to a common occurrence in the armies and navies of the day, in which martial skills and outlooks were acquired by relatively young men under the tutelage of relatives. If the majority of appointments  at  the  highest  levels  of  command  were  conferred  upon  individuals  drawn  from high-ranking families (Fitzpatrick, o’Brien and Carter), then there were numerous figures of a more humble origin who served the crown and were rewarded in proportion to their efforts and achievements – figures such as Juan de Jordanés, Cornelio Imagner, Juan daton and William Coyne. The Irish communities in the Armada Real operated as close communities, in which it was common to fight with brothers, cousins or life-long friends; in a sense what seems to have happened is that communities, or sections of communities, were transferred over to  Spain. The  cohesion  of  these  groups  raises  the  theme  of  their  interaction  with  local communities – questions which are addressed in admirable manner by other contributions to this volume. In another sense, as more is known about seafaring communities so the relationship between modernity and seafaring becomes a more complex one. Sea power is often, pace Maher, seen to be an emblem of modernity – it has sometimes been taken to be the principal agent of modernity, the characteristic that propelled certain peoples or nations towards prosperity and politeness in the course of the seventeenth and eighteenth

43 44

AGS, GA lib.280 fols.184v-186v Madrid 22 August 1662. péREz-MALLAíNA, Spain’s Men of the Sea, p. 28.

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centuries. A parallel argument held that the arrival of modernity would depend upon the atomised, individualised persona who was freed from the constraints of family, kin and clan; thus the Reformation and Counter-Reformation, it has been argued in a classic paper, ‘eradicat[ed] habits which unfitted men for an industrial society’ and so paved the way for economic development45. That great abstraction, ‘seapower’, is habitually seen as a modernizing factor, a change that transformed European position in the world46. If the efforts to explore and then command the oceans did indeed serve as a stimulus to economic, social, scientific developments, then the forms of naval organization depended upon the ‘corporate’ structures that dr óscar Recio Morales has set out in his scholarly contribution  to  this  volume47.  In  her  excellent  study  Cheryl  A.  Fury  argues  that  the Elizabethan  seafarers  were  a  relatively  close-knit  group,  a  dockside  community  that formed  a  distinct  subculture  within  sixteenth-  and  seventeenth-century  England,  being sometimes deemed ‘a nation by themselves’48. on a similar tack, N.A.M. Rodger argues that English crews in the eighteenth century were a relatively cohesive groups of men; captains often served with men drawn from their village or town; seamen might petition the Navy Board to serve with a captain of particular renown. Links of this sort were ‘the central loyalties which bound the Navy together.’ ‘Just as men did not join the Navy as a whole, neither did they love it as a whole. Their loyalty was precisely concentrated on their shipmates, and their obedience was specifically to their officers… ratings attached themselves to the concrete reality of their friends, their officers and their ship’49. These lines of analysis would certainly appear to be applicable to the Irish communities who served His Catholic Majesty on the sea in the seventeenth century. Indeed, in certain respects the bounds that held together the Irish companies would appear to have been considerably stronger than those studied by dr. Fury and professor Rodger, in that the cementing bind was the relationship between father and son, or between brothers and other family members. This being the case, the history of the Irish in the service of Spain poses questions about  the  relationship  between  the  resources  and  strategic  ambitions  of  the  Catholic Monarchy. It might be argued that, rather than having been exhausted by its many wars, the Habsburg government was driven to ever-more innovative means in order to prosecute campaigns in Iberia in the 1650s and 1660s. In broader historiographical terms one of the relevant questions is whether the resources of the Habsburgs can be classified as Spanish in nature and origin, or whether the more general term of ‘the Catholic Monarchy’ might somehow seem a more fitting description of the collection of separate and distant states and peoples who came to serve the cause of the crown of Spain50. If the ambi-

45 BoSSy, John, ‘The Counter-Reformation and the people of Catholic Europe’, first published in Past and Present, 97 (1970), reprinted in LuEBKE, david M. (ed.), The Counter-Reformation. The Essential Readings, Malden and oxford, Blackwell, 1999, pp. 86-104, esp. 104. 46 GLETE, Jan, Warfare at Sea, 1500-1650. Maritime Conflicts and the Transformation of Europe, London and New york, Routledge, 2000; pAdFIELd, peter, Maritime Supremacy and the Opening of the Western Mind. Naval Campaigns that Shaped the Modern World 1588-1782, London, John Murray (publishers) Ltd., 1999. 47 RECIo MoRALES, óscar, ‘Redes sociales y espacios de poder de las naciones en la Monarquía hispánica: un estado de la cuestión’. 48 FuRy, Cheryl A., Tides in the Affairs of Men. The Social History of Elizabethan Seamen, 1580-1630, Wesport, Connecticut and London, Greenwood press, 2002, passim and esp. pp. 86-93, 123-27 and 249-264. 49 RodGER, Wooden World, pp. 119-124. 50 For two valuable descriptions of this system with a focus on the role of Milan and the value of foreign troops see RIzzo, Mario, ‘Centro spagnolo e periferia lombarda nell’impero asburgico tra Cinque e Seicento’, in Rivista Storica italiana, CIV (1992), pp. 315-48; RECIo MoRALES, ‘La gente de naciones’, passim.

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tions of the Habsburgs stretched across the oceans of the world globe, then they were also able to draw on the expertise and knowledge of the many of the peoples of Europe. The final theme or resonance of the history of the Irish may lie in what they represented to the Habsburg government and what service in Spain meant to them. As we have seen, the documents drawn up by the conscientious officials of the Council of War sometimes drew upon the messianic rhetoric, referring to ‘the service of God’ and reiterating and reaffirming the purpose of the Catholic Monarchy to serve and protect all those of the true faith. ‘The profession of the Catholic faith was, in principle, indispensable for those who wished to serve in the armies of the Monarchy’51. When the King’s fleet sailed out from Cadiz, it did so to be employed in the service of God52. At the same time the Irish were valued and employed because of their services and achievements. The custom of rewarding or promoting figures only in relation to their experience and qualities might in turn be easily related to the cautious tactical priorities that governed many of the campaigns undertaken by the Habsburgs of Spain. These procedures and the system which they supported were predicated on the principle that it was better to have good, expert and mobile forces rather than large and immobile ones. on the other hand the relationship between God and messianic relationship and the Irish; in turn this committed the Habsburgs of Spain to the defence of the Catholic faith and of Catholic peoples across the face of the globe; on the other hand stood the política de prudencia that  bound  the  Catholic  Monarchy  to  good  ships,  skilled  mariners  and gnarled, veteran troops53. In this way the Irish united the two great themes in the study of the Habsburgs of Spain, the service of God, crouched in messianic terms, and the policy of prudence, a cautious and secular rationale based upon the judgement of probability and the  lessons  of  experience. The  Irish  corsair,  Nicholas  Jordan,  was  a  perhaps  peculiarly representative of these two themes, and of the commitments, achievements and realities that lay behind them.

51

RECIo MoRALES, ‘La gente de naciones’, p. 667. AGS, GA, lib. 263, ff. 9v-10v, Appointment of don Francisco de Gúzman as maestro de campo of a tercio of the armada, Madrid 3 February 1658. The full citation makes it even clearer that philip IV, like his grandfather, identified his service with the service of God and destiny: ‘salir a la mar a emplearse en los efectos del servicio de dios y mío, a que está destinada...’. 53 A great deal has been written on the theme of ‘messianic imperialism’; perhaps the most comprehensive and methodical treatment has been pARKER, Geoffrey, The Grand Strategy of Philip ii, New Haven and London, yale university press, 1998. 52

iriSh integration in eighteenth CentUry maritime merCantiLe City of CaDiz Mª del Carmen Lario de Oñate Universidad de Cádiz

introDUCtion

t

18th century was a period of expansion for Cadiz because of the removal of the Casa de Contratación from Seville to Cadiz. this body had the control of trade between  Spain  and  the  Spanish  colonies  in  the american  continent.  Cadiz,  then,  had  the trade monopoly with the West indies from 1717 until 1778. the port activities boosted the creation of a new labour market which attracted people from a variety of places who could clearly see the opportunities the city offered. the position that the city had was seen as a means of prosperity by many people and produced an increasing population of Spanish people as well as foreigners who wished to be part of the business environment of the city. this immigration enriched the city not only economically but also in terms of society, culture, ideology, politics, etc.  according to the Census by aranda (1768) the population in Cadiz was 65,000 inhabitants. in 1787, the Census by floridablanca showed there were 72,000 people living in the city at that time, that meant that Cadiz was then the fourth most populated city in Spain equal to valencia and madrid, Barcelona and Seville being in the first, second and third position respectively1. its population was made up of people from other parts of Spain, and other nationalities: irish, British, genovese, french, flemish, Portuguese, among others. this mixture of cultures made Cadiz a very lively place where people had numerous cultural and social activities to enjoy, like theatre and opera in different languages, concerts,  literary  and  political  gatherings...  the  city  absorbed  everything  the  newcomers could offer in order to enrich it. among Cadiz population there was a numerous amount of people who belonged to the  so  called  burguesía mercantil gaditana (Cadiz  merchant  bourguesoise)  which  was closely linked to trade. it was made up of a great variety of professional categories involved in the development not only of import and export activities, but also business activities related to trade such as insurance, investments and finance among others2. he

1

Pérez Serrano, Julio, Cádiz, la ciudad desnuda, Cádiz, Servicio de Publicaciones Universidad de Cádiz, 1992. DomíngUez ortiz, antonio,  ‘La  burguesía  gaditana  y  el  Comercio  de  indias  desde  mediados  del  siglo xviii hasta el traslado de la casa de Contratación’, in La Burguesía Mercantil Gaditana (1660-1868), Cádiz, instituto de estudios gaditanos-Diputación Provincial de Cádiz, 1976, pp. 3-11. 2

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at  the  end  of  the  seventeenth  century  the  Casa de Contratación, the  official  body which  had  the  control  of  the  state  monopoly  of  the  trade  coming  from  the  Spanish colonies in the american continent, was moved from Seville to Cadiz. from 1717 to 1778 the city enjoyed a prosperous and rich period because of the import, export and re-export trade. goods imported from the colonies were precious metals (mainly silver) and agricultural  products  dyes  being  the  main  ones:  grana,  indigo,  logwood,  cochineal  and brasiletto; and also tobacco, cocoa, sugar, medicinal plants, copper, pewter among others. regarding exports the products involved were wine, vinegar, oil, olives, pepper, raisins, almonds; also haberdashery goods like buttons, needles, scissors, pins, etc. But also iron, steel and tinplate. Paper was also exported.  nevertheless an important part of the manufactured textile goods such flannel, lace, calamanco, fustian, gauce..., which arrived at the port of Cadiz, came from different countries in europe like Belgium, holland, england, and italy, afterwards they were sent to the West indies3. Cadiz was an intermediate point, it was a link between two continents, europe and america. the  population  of  Cadiz  was  then  made  up  of  people  coming  from  other  parts  of Spain and from the rest of europe, the majority of them having professional activities related to trade and to the sea. the most numerous foreign colonies in the city were first the italian  and  then  the  french.  the  rest  of  foreign  communities  were  much  smaller  than those two4. in the different censuses conducted during the eighteenth century irish never reached the 4% with respect to other nationalities. nevertheless they were in a good economic position due to their involvement in overseas trade and this is the reason for their importance in the life of the city. 1.  integration iSSUeS migration has been defined as ‘a process of social change where an individual, alone or accompanied by others, because of one or more reasons of economic betterment, political upheaval, education or other purposes, leaves one geographical area for prolonged stay or permanent settlement in another geographical area’5. When people move from a country or culture to another they have to adapt to a different  life  in  the  host  society,  to  different  changes  which  are  known  as  acculturation. thus, it ‘refers to the process of cultural and psychological change that results following meeting between cultures’6. groups of individuals who have different cultures come into continuous first hand contact with subsequent changes in the original culture patterns of either one or both groups. individuals must adapt to the new cultural environment in order to be able to live in the new context although they hold different views about how to do it. according to Sam and Berry individuals engage in the process of acculturation in

3 garCía BaqUero, Cádiz y el Atlántico (1717-1778). El comercio colonial español bajo el monopolio gaditano, 2 vols. Diputación Provincial de Cádiz, 1988. 4 BUStoS roDrígUez, manuel, Cádiz en el sistema atlántico. La ciudad, sus comerciantes y la actividad mercantil (1650-1830), Cádiz, Sílex y Universidad de Cádiz, 2005. 5 BhUgra, Dinesh, ‘migration, distress and cultural identity’, in British Medical Bulletin, vol. 69, 1 (2004), pp. 129-141. 6 Sam, David L. and Berry, John, ‘acculturation: When individuals and groups of Different Cultural Backgrounds meet’, in Perspectives in Psychological Science, 5 (2010), pp. 472-481, at 472. 

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different ways and the acculturation strategies used may vary from one person to another. these strategies consist of two components: attitudes and behaviours, the former being what an individual seeks and the latter what a person is actually able to do7. in a migrant  situation,  people  have  different  views  about  how  they  want  to  live  in  the  host society. according to Berry8, positive or negative views about these preferences merge to define four strategies of intercultural relations: 1.  assimilation strategy is developed if they do not wish to maintain their cultural identity and seek daily interaction with other cultures. 2.  Separation strategy happens when individuals place a value of holding on to the original culture, and at the same time wish to avoid interaction with others.  3.  integration strategy is when there is an interest in both maintaining one’s original culture, and having daily interactions with other groups. 4.  marginalization  strategy  is  developed  when  is  little  possibility  for  or  interest  in cultural maintenance and little interest in having relations with others. immigrant integration refers to the inclusion of new populations into an existing socio-economic,  political,  legal,  religious  and  cultural  system,  although  it  is  a  two-way process whereby both the immigrants and the host society adopt new features as a result of their interaction. thus, the host society plays a crucial role regarding the possibilities of migrants becoming members of that society. Contemporary migration system theories state that there are usually historical links between the country of emigration and that of immigration9. these links can be based on trade, cultural connections and imperial-colonial relations among others.  there are some different issues that are considered central for the settlement process of immigrants. they are related to the political system of the host society, social networks of  the  immigrants,  their  individual  characteristics  and  the  circumstances  of  migration. they  include  reasons  for  migration,  cultural  distance  from  the  host  society,  language skills,  educational  background,  social  networks  and  possibilities  of  attaining  civic rights10. the reason for emigration is particularly relevant to the settlement process. People involved in voluntary migration are generally motivated to be part of the host society as they are usually young and willing to improve their standards of living; while people who have felt forced to migrate are not so positive about their new life11. in the case of the irish the distinction between voluntary and forced migration is not so clear. most of them left their country to find better conditions, to be able to have their own properties, to develop professionally, to be an active part of the society and to be able to practice the Catholic religion. 7 reDfieLD, r., Linton, r., & herSkovitS, m., ‘memorandum on the study of acculturation’, in American Anthropologist, 38 (1936), pp. 149-152.  8 Berry, John, W., ‘Conceptual approaches to acculturation’, in ChUn, k.m., organiSta, P.B. and marin, g. (eds.), Acculturation Advances in Theory, Measurement and Applied Research, Washington, DC, american Psychological association, 2002, pp. 17-37. 9 CaStLeS, Stephen and mark, miller (eds.), The Age of Migration: International Population Movements in the Modern World (third  revised  edition),  Basingstoke  and  new  york,  Palgrave-macmillan  and  guilford Books, 2003. 10 BoLCh, alice,  The Migration and Settlement of Refugees in Britain,  new  york,  Palgrave  macmillan, 2002. 11 Ibidem.

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2.  iriSh PoPULation anD itS integration religion can be considered a key issue in the integration of irish in eighteenth century Spain. Being Catholics, the irish had the privilege of being considered part of the Spanish society. in 1689 they were given the same rights as the Spanish by Charles ii, and from 1701 irish merchants could live and work in Spain without any restriction thanks different royal Decrees. if they were Catholic and if had been living in Spain for a certain number of years, they could be considered either non-resident, transeunte, or resident, avecindado or domiciliado12. the latter were considered as native and so they could develop their professional activities; nevertheless although they were considered as Spanish they still maintained their irish nationality. all these terms were laid down in the document they signed in order to be a resident. y enterado del fin y efecto de esta comparecencia real Cédula de instrucción y ordenes posteriores que la motiva Dijo que como ... [nacionalidad] ..., sabe que por privilegios concedidos por nuestro monarca es estimado como español y está bajo su amparo pabellón y bandera, y así muy gustoso repite el vasallaje, y bajo el Juramento que deja hecho ofrece guardar la religión católica, Leyes y Pragmáticas del reyno con total independencia de los fueros de otros declarándose avecindado y súbdito a los mandatos superiores, y que lo que ha declarado es la verdad encargo del juramento que ha hecho es que se afirma y ratifica que es verdad de ... [número] ... años lo firmo con SS doy fe.

the acquisition of citizenship rights was significant for the successful integration of the immigrant community into the host society, because once officially resident they were part of the society and, consequently, they could develop their professions, own property, and enjoy any other privileges like the native citizens. thus they could receive titles and knighthoods, participate in the army and, even, occupy administrative positions. Considering this situation it is evident that religion played a crucial role with regard to integration. in the irish case, it determined the decision to emigrate as well as the selection of the country of immigration.  regarding the army, there was a traditional collaboration since the sixteenth century between  ireland  and  Spain,  irish  soldiers  and  officers  were  part  of  the  Spanish  armed forces13. During the 16th century Spanish military advisers were sent to ireland in order to reinforce the political relationships and to assess its military potential in case of need for support. With these meetings/encounters Spain learnt that irish military organization and tactics were deficient but, on the other hand, the irish soldier was brave and even fearless14. 12

Lario De oñate, mª del Carmen, La colonia mercantil británica e irlandesa en Cádiz a finales del siglo

xviii, Cádiz, Servicio Publicaciones Universidad de Cádiz, 2000. 13 BartLett, thomas  and  Jeffrey,  keith  (eds),  A military history of Ireland, Cambridge,  1996;  garCía hernán, enrique, BUneS De, miguel ángel, garCía garCía, Bernardo José y reCio moraLeS, Óscar (eds.), Irlanda y la Monarquía hispánica: Kinsale, 1601-2001. Guerra, política, exilio y religión, madrid, 2002; reCio moraLeS, Óscar, El Socorro de Irlanda en 1601 y la contribución del Ejército a la integración social de los irlandeses en España, madrid, 2002; o’Connor, thomas and LyonS, mary ann (eds.), Irish migrants in Europe after Kinsale, 1602-1820, Dublin, 2003, morgan, hiram, The Battle of Kinsale, Bray, 2004; garCía hernán, enrique y reCio moraLeS, Óscar (eds.), Extranjeros en el Ejército. Militares irlandeses en la sociedad española, 1580-1818, madrid, 2007. 14 reCio moraLeS, Óscar, ‘el “modelo irlandés” en los ejércitos de los austrias y de los Borbones: continuidad y diferencias’, in garCía hernán, enrique and reCio moraLeS (eds.), Extranjeros en el Ejército. Militares irlandeses en la sociedad española, 1580-1818, madrid, ministerio de Defensa, 2007, pp. 203-233.

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thus, ireland ‘provided a ready source of troops for the Spanish due to the availability of young fighting men, economic disruption and the often explicit desire of the elizabethan, Stuart and Commonwealth state to get rid of unruly elements from their territory’15. the recruitment of irish into the Spanish army continued in the seventeenth and eighteenth centuries. the regiments formed were Irlanda, Hibernia and Ultonia. there was a close relation between the army and politics in eighteenth century Spain as the army was a path to a political career. many officers of the armed forces entered politics by way of the army. there are well known figures such as alejandro o’reilly, ambrosio o’higgins, ricardo Wall, like many others who occupied relevant positions in the government and administration. another way of being part of the Spanish society was to belong to the prosperous trading network. thanks to the advantageous position they had they were guaranteed some privileges allowing their integration into the host society. a great number or irish who migrated  to  Spain  settled  in  areas  where  they  could  have  good  commercial  opportunities such as andalusia and the Canary islands. When alexander munro, general Consul of england in Spain, visited Cadiz in 1785 he wrote: ‘from the little i have seen, this is the most capital City in Spain, particularly for their extensive Commerce, which is carried on in a most extraordinary manner, as you will have observed by my former letters’. in 1773 according to the irish heads of families registered in the census 73.2% of them worked in the field of commerce as merchants, merchants’ employees, businessmen and dealers, the rest being the shopkeepers, sailors, military officers… thus, although the average irish community was small, they played an important role in the mercantile activity of the city and enjoyed a comfortable life. By 1763, for example, the irish were third in the trading activity developed in the city preceded by the french and Spanish16. the irish community had, then, a strong economic position which placed them in advantageous social level.  Being in that position was favourable for their integration as ‘a mutual accommodation is required for integration to be attained, involving the acceptance by both groups of the rights of all groups to live as culturally different peoples within the civic framework of the larger society’17. even participating actively in the life of the city they shared a deep feeling of belonging to a same cohesive group which formed the irish nation, there were very close relationships among the members of the irish group. Because of their strong sense of community, they chose the level of integration they wished to have with the host society. But  although  they  felt  they  belonged  to  the  irish  nation  they  felt  part  of  the  host city as well, as can be seen in their wills. they all shared a common identity in the group, a mutual recognition within the group and the recognition of the group by the rest of the population in Cadiz. this situation produced some variables which made integration more difficult. although more than half of the irish (53.88%) were single at the moment of the registration in the censuses, among the married ones (29%) less than half of them were married to Spanish women. intermarriage was usual because marriages involved matters of 15 o’ConnaiL, Colm, ‘irish migration to europe in the eighteenth Century: the case of france and Spain’, in garCía hernán and reCio moraLeS (eds.), Extranjeros en el Ejército, ibidem, pp. 237-251. 16 Lario De oñate,  mª  del  Carmen,  ‘the  irish  traders  of  eighteenth  century  Cadiz’,  in  DiCkSon,  David, Parmentier, Jan and ohLmeyer, Jane (eds.), Irish and Scottish Mercantile Networks in Europe and overseas in the seventeenth and eighteenth centuries, gent, 2007, pp. 211-230. 17 Berry, John, W., ‘Conceptual approaches to acculturation’, in ChUn, organiSta and marin (eds.), Acculturation Advances, p. 24.

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family policy which secured honour and fortune. Parents arranged marriages of convenience which would benefit the business, the incorporation of a ‘profitable’ son-in-law as a partner, usually an irish businessman, added value to the company by joining both enterprises18. the basis of irish firms were both family and nation, most partners were relatives and undoubtedly most of them were of irish origin. this was probably a trading strategy in order to achieve and maintain the stability of the business. another important factor for migrants when settling in a different country is language skills. the possibilities to maintain their language – as one of the most important elements of the original culture – are important for them. in a new culture they can use their native language with compatriots and because of this, the contact with the host culture can be lessened. although there is no clear evidence on the proficiency of most of the irish population in the use of the Spanish language, there are frequent references in notarial documents to the need for a translator or an interpreter. on the other hand, some prominent figures who came to Spain as children had no problem with the use of the foreign language. nevertheless many of the irish adapted their first names to sound more Spanish and they even signed like that. the fact that the irish, unique among other nations, enjoyed privileged access on equal terms as Spaniards, to Spanish academies, universities, professions, military, naval and governmental services, chivalric orders and nobility, is not only a testimony to their successful appeals to contemporary Spanish religious concerns to their fellow Catholics, or to the widely held antiquarian belief in milesianism, or to Spanish habsburg politics, or to noble fraternity, but it is a reflection of the reciprocity of fellow-feeling or racial and religious empathy among their Spanish hosts19.

having outlined the general framework we can identify different cases of integration in the city in terms of religion, society and politics. the most numerous cases are related to the acknowledgement and gratefulness to the city for the opportunities offered to them. this is the case of Pedro Langton, a merchant from kilkenny, who donated money for the building of a house for widows in Cadiz. another example is Lorenzo Carew, from Waterford who gave money to the poor house and to certain people in order to teach the Catechism. he also contributed to the rebuilding of the hospital for Women and even paid for the sacristy of its church. he also provided a side chapel and tomb where he is buried which cost 15,047 reales. Lorenzo Ley, from kilkenny, another prominent merchant in the city, has another chapel in the same church and he is also buried there. Ley also donated money to institutions in the city such as Convento Hospital de San Juan de Dios, el Hospicio, La Casa de Niños Expósitos, and to certain people in order to teach the Catechism. Some other merchants donated money to support poor people through churches. as an  example  we  could  mention  a  list  of  people  who  gave  money  to  a  brotherhood  in  a church (Cofradía del Santísimo Viático). there were 225 people on the list, almost 15% of them were irish. among them we find thomas Patrick rian, ricardo Sheil, Lorenzo Strange... others were even part of the church’s board that managed those funds, this is the case of Pedro archedekin, form Waterford, who belonged to the Feligresía de la Igle18 fernánDez Pérez, P., El rostro familiar de la metrópoli. Redes de parentesco y lazos mercantiles en Cádiz, 1700-1812, madrid, Siglo xxi editores, 1997. 19 DoWney, Declan, ‘Catholism, milesianism and monarchism: the facilitators of irish identification with habsburg Spain’, in garCía hernán and reCio moraLeS (eds.), Extranjeros en el Ejército, p. 175.

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sia de la Virgen del Rosario and nicolás genet, from Dublin, who was on San Lorenzo’s board. the irish merchant Bartolome valois – that is Walsh – lived in nuestra Señora del Pilar, one of the neighborhoods close to the port and where most wealthy people lived. his integration in the city was achieved through his position as his neighborhood’s comisario, something  like  local  police  chief,  thus  he  was  the  responsible  authority  in  the  area  for keeping the peace, street lighting and charity collection. But one of the most relevant irish figures is undoubtedly alexander o’reilly from Baltrasna,  County  meath,  who  moved  to  Spain  as  a  child  when  his  family  settled  in zaragoza. he joined the hibernia regiment of the Spanish army when he was only eleven and had a prosperous military career. in 1786 he was appointed Captain general of andalucia and governor of Cadiz. this position included control of all civil and military authorities20. alexander munro, general Consul of england in Spain, wrote in 1785: the Captain general of andalucia, and governor of this city Count o’reilly, has executed wonderful improvements in this town in building & houses, paving of streets, making gardens in the environments of it, promoting arts and Sciences, making a Provision for poor people and their children in which he has so well succeeded that there is not one beggar to be seen in all Cadiz and formerly number used to be from 2 to 12 hundred. 

one of his great achievements was the Hospicio where poor people could live and work: amongst other things he has established a hospital called ospicio where he has lodged a thousand four people: men, women and children, in which number there are two hundred and twenty boys & 190 girls. these people are employed in carding, spinning and weaving of thread and cotton making of thread, lace & coarse printed linens, for which purpose, he has got masters and mistresses to instruct them. the boys and girls are taught to read, write and keep accounts, drawing, geography and mathematics.

o’reilly even took an interest in their leisure time and ‘every holiday they were permitted to go to Church and afterwards to spend the day in taking the necessary recreation and amusement without being under any particular restriction or Confinement’. he was also concerned with public works. they included paving of streets, collection of rubbish and a drainage system. new parks and walks along the sea walls were also opened. But people didn’t like him. it seems to be that he had an imposing presence and an authoritarian character. henry Swinburne, who travelled to Spain between 1775-1776 and wrote a book about the visit described him as tactical, shrewd, intrepid, confident to face  difficulties,  witty  and  with  a  great  memory21.  another  traveller,  the  commander William Dalrymple, also had the opportunity to meet him in madrid and he found him arrogant, imperious and despotic22. When o’reilly died the priest manuel gil wrote a eulogy in which he praised his honesty  and  loyalty  and  outlined  the  main  events  of  his  life.  in  response  to  criticism  of 20 fannin, Samuel, ‘alexander “Bloody” o’reilly, a monster of fortune’, in History of Ireland, vol. 9, no. 3 (autumn 2001), pp. 26-30.  21 SWinBUrne, henry, Travels through Spain in the years 1775 and 1776, London, P. elmsly, in the Strand, 1777. 22 DaLrymPLe, William, Travels through Spain and Portugal 1774, London, J. almond, 1777.

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M.ª del Carmen Lario de Oñate

o’reilly’s reforms of the Spanish army, he claimed that armies in the rest of europe were introducing changes in tactics, so o’reilly’s innovations were not only necessary but essential. and everything he did, according to gil, was because of his love for the truth, the nation and the king. his main principles were: honesty, discipline, authority and law observance  but,  on  the  other  hand,  he  seemed  to  love  glory  too  much.  in  this  document, o’reilly is said to be an extraordinary person who was not acknowledged for all the great things he carried out23. another  example,  although  second  generation,  was  maria  gertrudis  hore  and  Ley. She was born in Cadiz in 1742. her father was the irish merchant miguel hore and her mother was one of the daughters of Lorenzo Ley. maria gertrudis married another irish merchant, esteban fleming, who obviously was a partner in her father’s company. after a few years of marriage and after the death of her lover, although still married, she entered a convent being previously authorized to do so by her husband. then she started writing poetry in Spanish and became a poet24. one of the reasons for her popularity is due to a tale written by fernán Caballero (real name: Cecilia Böhl de faber) a pioneer of the realistic novel in the nineteenth century. her mother was frasquita Larrea and aheran (her mother was an irish woman too), well known in the city because she chaired one of the two most popular tertulias or cultural gatherings  in  the  city  and  her  father  was  the  german  consul  in  Cadiz,  Böhl  de  faber. maría gertrudis is known as the Sun’s daughter. members of the irish community in Cadiz prospered particularly in the last quarter of the eighteenth century. although small in number they played a prominent role mainly in business. their success in Cadiz contrasted with the lack of opportunity available to them in their native ireland. their integration in Spain was favoured by different circumstances connected with religion, the traditional friendship of both countries, and different royal decrees. nevertheless they maintained strong ties with their country and nationality and shared  a  strong  sense  of  community  so,  in  some  way,  it  could  be  said  they  were  irish Spaniards.

23 giL, manuel, Oración fúnebre del Excelentísimo Señor D’Alexandro de O’Reilly, Conde de o’reilly, Cádiz, manuel ximénez Carreño, 1794. 24 moranD,  fréderique,  Una poetisa en busca de la libertad. María Gertrudis Hore y Ley (1742-1801), Cádiz, Servicio Publicaciones Universidad de Cádiz, 2007.

El REINO DE SEvIllA COMO ESCENARIO DEl ASCENSO DEl PODER SOCIAl y ECONÓMICO DE lOS ExTRANjEROS EN El SIGlO xvIII: El CASO IRlANDÉS* Manuel F. Fernández Chaves y Mercedes Gamero Rojas (GHSA) Universidad de Sevilla

1.  INTRODUCCIÓN

E

reino de Sevilla constituyó una pieza esencial en el juego de intercambios económicos de la cristiandad desde su incorporación a la corona de Castilla en 1248, ampliándose la presencia que los genoveses ya tenían en sus puertos, y especialmente en el de reino de Sevilla desde la época de los últimos reinos de taifas1, promocionada por los monarcas castellanos después de su conquista y alcanzando una mayor amplitud en el tránsito de los siglos xv a xvI2. la vinculación con los circuitos comerciales del Norte de Europa no haría entonces sino ir creciendo sobre las singladuras atlánticas de castellanos y portugueses multiplicadas por las posibilidades de los mercados africano, asiático y americano, al tiempo que la vieja relación comercial con el Norte de Europa basada en la exportación peninsular de materias agro ganaderas como la lana, los vinos y el aceite y los cítricos3, y la importación de productos manufacturados, se tornaba más compleja e intensa.  l

*  Abreviaturas empleadas: ADM: Archivo Ducal de Medinaceli. AGI: Archivo General de Indias. AHFTS: Archivo Histórico de la Fábrica de Tabacos de Sevilla. AGCOCINSE: Archivo General de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Sevilla, C: Consulados. AHN: Archivo Histórico Nacional, E: Estado, C: Consejos. AHPCA: Archivo  Histórico  Provincial  de  Cádiz,  PNCA,  Protocolos  Notariales  de  Cádiz. AHPSe: Archivo Histórico Provincial de Sevilla, PNS: Protocolos Notariales de Sevilla, PNPR: Protocolos Notariales de Puebla del Río. AHUS: Archivo Histórico Universitario de Sevilla. AMC: Archivo Municipal de Carmona. AMAG: Archivo Municipal de Alcalá de Guadaíra. SNAHN: Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional. Rsv.: reales de vellón, rsp.: reales de plata, mrs.: maravedíes. 1 CONSTAblE, Olivia Remi, Comercio y comerciantes en la España musulmana: la reordenación comercial de la Península Ibérica del 900 al 1500, barcelona, Omega, 1997. 2 Sobre la presencia genovesa en la península, IGUAl lUIS, David, NAvARRO ESPINACH, Germán, “los genoveses en España en el tránsito del siglo  xv al  xvI”, en Historia, Instituciones, Documentos, 24 (1997), pp. 261-332. Para el caso de Sevilla, PIkE, Ruth, Enterprise and adventure: the genoese and the opening of the New World, Ithaca, Cornell University Press, 1966.  3 Sobre el comercio de cítricos con Inglaterra e Irlanda en el siglo  xvIII, GARCíA FERNáNDEz, Nélida, Comerciando con el enemigo: el tráfico mercantil anglo-español en el siglo xvIII (1700-1765), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2006, passim. Aunque no parece que la relación fuera tan directa en el  191

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Manuel F. Fernández Chaves y Mercedes Gamero Rojas

Es bien conocida la presencia italiana en el Reino de Sevilla, que servía de gozne entre el mundo Atlántico y el Mediterráneo, a la que se añadieron muy pronto flamencos, alemanes y bretones. junto a estas nacionalidades hay que añadir a los ingleses, que durante el siglo  xv fueron activos importadores de vino y lana, manteniendo desde bristol y londres como puertos principales una importante demanda que ha sido estudiada para esta época por Wendy Childs4, y cuya presencia se registra en la ciudad de Sevilla donde están básicamente interesados en la adquisición de aceite de calidad para usos culinarios y de otras suertes para empleo industrial como el lavado de lanas. Durante  el  siglo  xvI la  presencia  de  comerciantes  ingleses  en  Sevilla  conoció  una fuerte actividad especialmente durante la década de los años 40, calificada como de “invasión” por Enrique Otte, quien calcula su número en 173 en dicha centuria, constituyendo según sus datos la colonia más numerosa de mercaderes foráneos. Se dedicaban como sus predecesores del siglo anterior a la exportación de vino, aceite, y cochinilla, y a la importación a la península de paños, estaño y plomo explotando Thomas Malliard y Robert Thorne las almonas de Sevilla pertenecientes a los marqueses de Tarifa5. Del tráfico con Irlanda Otte registra la importación de cueros desde Irlanda por parte del rico comerciante Pedro álvarez Arriscado en 15546, y envíos a la misma de colorante canario (la orchilla) al menos en 1564, siendo vecinos de Galway los protagonistas de ambos intercambios7. No obstante, en la mayoría de los tratos registrados por Otte no se distingue apenas a los irlandeses, aunque estuvieron presentes en la ciudad, como Duarte linche, conocido como inglés8, pero de apellido irlandés. Su presencia en la ciudad sería constante aunque discreta, poco estudiada aún. Desde luego en el siglo xvII su presencia comercial era activa, en paralelo a la de los ingleses, cuestión de la que en 1614 andaban quejosos, solicitando un cónsul propio para Sanlúcar, el Puerto de Santa María y Cádiz9.  No obstante, no sería hasta el advenimiento de Guillermo III y la falta de observancia del Tratado de limerick (1691), cuando se produciría una mayor salida de irlandeses, au-

siglo  xvI, si prestamos atención a la afirmación de Otte por la que el “Destino exclusivo de la exportación de las frutas sevillanas era lisboa. los cargadores eran los mismos propietarios de las huertas. Naves enteras se fletaron por éstos desde comienzos de septiembre hasta comienzos de noviembre. las naves, de tamaño mediano,  eran  portugesas...  sevillanas”,  OTTE SANDER,  Enrique,  Sevilla, siglo xvI. Materiales para su historia económica, Sevilla, Centro de Estudios Andaluces, 2009, p. 162.  4 CHIlDS, Wendy R., Anglo-Castilian trade in the latter middle ages, Manchester, Manchester University Press, 1978. ver también, POWER, Eileen E., Studies in English trade in the fifteenth century, londres, Routledge & kegan Paul, 1966. Más reciente, CAUNEDO DEl POTRO, betsabé, La actividad de los mercaderes ingleses en Castilla (1475-1492), Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 1984. 5 OTTE SANDER, Sevilla, siglo xvI, pp. 276-277. 6 Ibid., p. 184. 7 Se  transportaron  en  el  navío  portugués  “la  Concepción”  y  fueron  compradas  por  el  mercader  Marcus Fonte, que las envió al puerto de Gayonell, a 6 ducados por tonelada de dos pipas. OTTE SANDER, Sevilla, siglo xvI, p. 171. 8 Cobra una deuda del factor de los Fugger Cristobal Rayser pagada a través de una letra de cambio dada en lisboa, Sevilla, 27 de noviembre de 1548, kEllENbENz, Hermann, ROlF, Walter, Oberdeutsche Kaufleute in Sevilla und Cadiz. Eine edition von notariatsakten aus den dortigen archiven, Stuttgart, Franz Steiner verlag, 2001, p. 805. 9 En el siglo  xvII sólo cinco ingleses se naturalizarían, frente al gran número de flamencos, portugueses y en menor medida franceses que aparecen, cfr. DOMíNGUEz ORTIz, Antonio, Los extranjeros en la España Moderna durante el siglo xvII y otros artículos, Sevilla, Diputación de Sevilla, 1996, pp. 163, y la queja al Consejo de Estado en las pp. 167-168. vIllAR GARCíA, María begoña, “los extranjeros en la España Moderna: la expansión  de  un  campo  historiográfico  a  partir  de  la  obra  de  Domínguez  Ortiz”,  en  Homenaje a Don Antonio Domínguez Ortiz, Universidad de Granada, Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa, vol. II, pp. 859-872.

El reino de Sevilla como escenario del ascenso del poder social y económico

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mentando su presencia en la fachada atlántica continental, en muchos casos como comerciantes. Sevilla fue, bajo el liderazgo de Cádiz y junto con otros puertos peninsulares10 y del resto de Europa11, uno de esos espacios que sirvieron a los irlandeses para materializar ese “salto adelante” que les permitió cambiar su situación con respecto a la que protagonizaban en la España de los Habsburgo, cambio que se basaba en una mayor y más trabada red mercantil internacional y una más sólida y constante presencia en las cortes de londres, París y Madrid, producidas por la diáspora jacobita, y alentadas por el vacío relativo dejado por los ingleses en su desplazamiento hacia el mercado luso, como nos indica Recio Morales12.  Por tanto, junto a los irlandeses que protagonizaron el Seiscientos como exiliados políticos y soldados, viajaron otros como comerciantes que abrirían el paso a sus correligionarios llegados a finales del siglo xvII, cuya presencia matiza la dedicación eminentemente “militar” atribuida a la comunidad durante la centuria siguiente. Recientemente escribía Francisco Andújar, “constituye una interpretación errónea situar al ejército como el único vehículo de la presencia y del poder alcanzado por los irlandeses al servicio de los borbones. Se suele olvidar, con demasiada frecuencia, el importante papel desempeñado por los grupos de irlandeses dedicados a actividades mercantiles, que, al igual que sucede con el caso del ejército, nunca funcionaron como grupos cerrados... los segundones de muchas familias dedicadas al comercio asentadas en España encontrarán en la carrera militar una oportunidad en la que progresar, más que en lo económico en la escala social”13. No podemos sino suscribir estas palabras para el caso de los comerciantes irlandeses de Sevilla, Cádiz y su bahía que aquí estudiamos, y añadir que otras naciones, como la flamenca, cumplían con este particular reparto de riesgos vitales a nivel familiar. Estos comerciantes desempeñaron un papel clave a la hora de revitalizar la economía  de  enclaves  como  Málaga,  al  que  contribuyeron  también  riojanos  y  gasco10 Para  Málaga,  MCCROHAN,  jimmy,  “An  Irish  merchant  in  late  seventeenth  century  Málaga”,  en  PÉREz TOSTADO, Igor y GARCíA HERNáN, Enrique (eds.), Irlanda y el Atlántico Ibérico. Movilidad, participación e intercambio cultural, valencia, Albatros, 2010, pp. 23-33, para Cádiz, MARMOlEjO, María Isabel, PASCUA, josé Manuel, “Comerciantes irlandeses en Cádiz, 1700-1800”, en ENCISO RECIO, luis Miguel, La burguesía española en la España Moderna, valladolid, Universidad de valladolid, 1996, vol. III, pp. 1209-1229. los mercaderes irlandeses presentes en Huelva han sido estudiados en GOzálvEz ESCObAR, josé luis, “Comerciantes irlandeses en la Huelva del siglo  xvIII”, en GARCíA-bAqUERO GONzálEz, Antonio (ed.), La burguesía de negocios en la Andalucía de la Ilustración, jerez de la Frontera, Diputación de Cádiz, 1991, t. I, pp. 271-292.  11 O’NEIll, TEIxEIRA, Pedro, “The lisbon Irish in the 18th century”, en PÉREz TOSTADO y GARCíA HERNáN (eds.), Irlanda y el Atlántico Ibérico, pp. 253-266.  12 RECIO MORAlES, Óscar, “Conectores de imperios: la figura del comerciante irlandés en España y en el mundo atlántico del xvIII”, en CRESPO SOlANA, Ana (coord.), Comunidades transnacionales. Colonias de mercaderes extranjeros en el Mundo Atlántico (1500-1830), Madrid, Ediciones Doce Calles, 2010, pp. 319-321. En este sentido, parece que en las primeras décadas del siglo xvIII la nueva dinastía borbón confiaría más en los irlandeses  que  desempeñaban  un  cierto  papel  económico  a  través  del Asiento  de  Negros,  como  era  el  caso  de Roberto Shee, (CRESPO SOlANA, Ana, MONTOjO MONTOjO, vicente, “la junta de Dependencias de Extranjeros (1714-1800): Trasfondo  socio-político  de  una  historia  institucional”,  Hispania,  2009,  vol.  lxIx,  n.  232,  pp. 363-394, y aquí, pp. 391-392. Dicho papel que se había venido fortaleciendo en el Caribe desde la segunda mitad  del  siglo  anterior,  véase  CRESPO SOlANA,  Ana,  Mercaderes Atlánticos. Redes de comercio flamenco y holandés entre Europa y América, Córdoba, Universidad de Córdoba, 2009. También de PÉREz TOSTADO, Igor, “Corrupción, xenofobia y fronteras movedizas: el gobierno de Guillermo Murfi en la isla Española” en este mismo volumen. Sobre el asiento, DONOSO ANES, Rafael, El asiento de esclavos con Inglaterra (1713-1750). Su contexto histórico y sus aspectos económicos y contables, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2010. 13 ANDújAR CASTIllO, Francisco, “Familias irlandesas en el ejército y en la Corte borbónica”, en GARCíA HERNáN, Enrique y RECIO MORAlES, Óscar (coords.), Extranjeros en el ejército. Militares irlandeses en la sociedad española, 1580-1818, Madrid, Ministerio de Defensa, 2007, pp. 271-295, y aquí, p. 275.

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nes14, y aún para el caso de Sevilla su presencia no ha sido suficientemente estudiada, pese a contar con importantes y atractivos ejemplos como josé blanco White o el famoso cardenal Wiseman, ambos naturales de la ciudad, nacidos en familias de comerciantes15.  2.  SEvIllA y lOS IRlANDESES EN El ENTRAMADO COMERCIAl GADITANO Como ya hemos visto, el comercio español con Inglaterra fue constante desde la Edad Media, y aunque sufrió las interrupciones propias de los diversos conflictos armados que salpicaron la segunda mitad del xvI y todo el siglo xvII, ni siquiera la guerra de Sucesión lo detuvo por completo, sufriendo un parón hasta 1708, y repuntando a partir de dicho año16. El comercio con las islas británicas estuvo fuertemente condicionado por las difíciles relaciones políticas y las emergencias bélicas casi constantes, que complicaron enormemente la ampliación de un trato altamente beneficioso para todos los actores implicados17. Según lario de Oñate, la presencia mercantil irlandesa amparada en la British Factory gaditana fue muy amplia, mayor que la de sus convecinos ingleses18, aunque trabajaban al unísono en las distintitas actividades mercantiles que ejercían, no sólo el lucrativo tráfico con América19 sino también en las relaciones comerciales con el Reino Unido 14 Sobre  Málaga,  es  imprescindible,  vIllAR GARCíA,  María  begoña,  La colonia mercantil irlandesa en Málaga y también como coordinadora, La emigración irlandesa en el siglo xvIII, Málaga, Universidad de Málaga, 2000. 15 Excepción hecha de álvAREz PANTOjA, María josé, “Nathan Wetherell, un industrial inglés en la Sevilla del Antiguo Régimen”, Moneda y Crédito, 143 (1977), pp. 133-156, e “Irlandeses de Sevilla en el siglo  xvIII: White, Plunkett y compañía”, en vIllAR GARCíA, La emigración irlandesa en el siglo xvIII, pp. 19-40. Un acercamiento diferente a D. josé blanco White y el Cardinal Wiseman, ambos nacidos y educados en Sevilla, objeto de estudio de varias monografías véase también, MURPHy, Martin, “varieties of Irishness in Eighteenth-Century Seville: Wisemans and Whites”, en O’CONNOR, Thomas y lyONS, Mary Ann (eds.), Irish Communities in Early-Modern Europe, Dublín, Four Court Press, 2006, pp. 312-321. FERNáNDEz CHAvES, Manuel F. y GAMERO ROjAS, Mercedes, “A Description of the Irish in Seville Merchants of the Eighteenth Century”, en Irish Migration Studies in Latin America, vol. 5, nº 2 (2007), pp. 106-111, y GAMERO ROjAS, Mercedes y FERNáNDEz CHAvES, Manuel F., “Hacer del dinero riqueza: estrategias de ascenso económico y asentamiento de los comerciantes irlandeses en la Sevilla del siglo  xvIII”, en PÉREz TOSTADO y GARCíA HERNáN, Irlanda y el Atlántico Ibérico, pp. 1-21. Para el siglo xvII véase MURPHy, Martin, “Irish merchants and clerics at Seville, 1592-1614”, en GARCíA HERNáN, Enrique, et al. (eds.), Irlanda y la monarquía hispánica: Kinsale 1601-2001. Guerra, política, exilio y religión, Madrid, Universidad de Alcalá-CSIC, 2002, pp. 487-489. 16 GARCíA FERNáNDEz, Nélida, “El comercio de Cádiz con Inglaterra durante la Guerra de Sucesión”, en Actas de los xII Encuentros de Historia y Arquelogía. Economía Marítima, San Fernando, Ayuntamiento de San Fernando, 1998, pp. 155-166.  17 las  características  de  este  comercio  en,  GARCíA FERNáNDEz,  Comerciando con el enemigo.  También, PRADOS DE lA ESCOSURA, leandro, “El comercio hispano-británico en los siglos  xvIII-xIx. I. Reconstrucción”, Revista de Historia Económica, 2 (1984), pp. 113-162. Una interesante revisión de la idoneidad del enclave gaditano para el comercio británico durante el siglo xvIII, complementario al tráfico derivado hacia jamaica y mucho más importante en actividad comercial que aquella desplegada por la Compañía de los Mares del Sur en MARTíNEz RUIz, josé Ignacio, “¿Cádiz, jamaica o londres? la colonia británica de Cádiz y las transformaciones del comercio inglés con la América española (1655-1750)” in Studia Historica. Historia Moderna, vol. 33, (2011), pp. 177-202. 18 lARIO DE OñATE, María del Carmen, La colonia mercantil británica e irlandesa en Cádiz a finales del siglo xvIII, Cádiz, Universidad de Cádiz, 2000, pp. 124-130. 19 Su naturaleza en GARCíA-bAqUERO, Antonio, Cádiz y el Atlántico (1717-1718). El comercio colonial español bajo el monopolio gaditano, Sevilla, Diputación Provincial de Cádiz, 1988.

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y el Norte de Europa. Irlandeses como los butler y valois (Walsh) ocupaban puestos importantes, siendo el grupo británico e irlandés de tipo medio en cuanto a volumen individual de capital de 5.792 pesos por comerciante, por debajo de alemanes, franceses, damascenos,  suecos  y  prusianos,  no  obstante  el  comercio  se  realizaba  en  un  número importante de naves de pabellón británico, el doble que las españolas (390 embarcaciones en 1774) y muy por delante de otras nacionalidades, siendo las ciudades más importantes para Cádiz londres, Dublín y Waterford20. Entre los británicos predominaban aquellos dedicados al comercio, pero también eran muy importantes los oficios relacionados con el mar y la carpintería de ribera, predominando los irlandeses en todos los campos21. En los años 80 del siglo las exportaciones británicas a la península se dirigían fundamentalmente a Cádiz, el área cantábrica, fundamentalmente Galicia, Santander y País vasco, ocupando Sevilla y el Puerto un segundo lugar22, aunque en realidad hemos de considerar el comercio secundario que se organizaba desde Cádiz y que alimentaba dichas plazas y otras más alejadas en la costa atlántica y mediterránea andaluza. Dentro de este comercio, Irlanda enviaba a España “beef, beer, books, bread, butter, candles, cheese, coaches, barley, oats, wheat, drapery new, feathers, herrings, ling, Irish muscovado sugar, hoglar, tanned hydes, unttaned hydes, linnet cottons and silk, cloth plain, coloured, meal flur, meal oat, pork, shoes, calve (skin), worsted (stocking) tongues, small parcells”, importando brandy, vino, sal potasa, seda, naranjas, limones, aceite y pasas, para Inglaterra... aceite y lana, así como tintes, “Oranges and Orange juice, lemons, Chesnuts, Smallnuts, Pomgranates, Olives, Saffron, barilla”. Para 1785 los productos que partían de Sevilla y Sanlúcar de barrameda eran “naranjas y limones en primer lugar, junto con vino, sal, lana y aceitunas”23. Si seguimos los datos que ofrece Oñate, no podemos sobrevalorar el comercio mantenido por los irlandeses en Sevilla y Sanlúcar, dado que otros puertos como Málaga, Alicante, barcelona, la Coruña o bilbao superaban con creces al puerto interior sevillano24.  No  obstante,  hay  que  tener  en  cuenta  que  muchas  de  las  exportaciones  e importaciones, no se registraban directamente desde Sevilla, sino que bajaban desde ella, o desde la venta de la Negra frente a Coria del Río, hasta Cádiz en barcos más pequeños o en otros que previamente habían desembarcado su mercancía en Cádiz o sus puertos y que aprovechaban el viaje para cargar otras mercancías en Sevilla25. A grandes rasgos puede decirse que los británicos en general y los irlandeses en particular, al menos aquellos que gravitaban en torno al doble puerto Cádiz-Sevilla comerciaron con aquellos productos con los que flamencos y otros comerciantes lo habían he-

20 lARIO DE OñATE, La colonia mercantil británica e irlandesa en Cádiz, pp. 136-139, 142-146. los irlandeses, aunque escasos en número tenían unos importantes activos estimados según la única Contribución en 157.500  pesos,  entre  comerciantes  que  operaban  aislados  y  compañías.  Su  integración  en  Cádiz  estaba  muy avanzada, como recuerda bUSTOS RODRíGUEz, Manuel, Los Comerciantes de la Carrera de Indias en el Cádiz del siglo xvIII (1713-1775), Cádiz, Universidad de Cádiz, 1995, pp. 228-234.  21 Según  dos  padrones  de  distinta  naturaleza  de  1769  y  1771,  GARCíA FERNáNDEz,  María  Nélida,  Comunidad extranjera y puerto privilegiado. Los Británicos en Cádiz en el siglo xvIII, Cádiz, Universidad de Cádiz, 2005, pp. 31-36, 151-153. Entre los testamentos de británicos la autora registra 578 de irlandeses frente a 100 de ingleses, p. 149.  22 lARIO DE OñATE, La colonia mercantil británica e irlandesa en Cádiz, pp. 165 y ss. 23 Ibid., pp. 162-163, 182. 24 Ibid., pp. 159-201. 25 En este sentido es importante recordar la imbricación de las distintas plazas de la bahía de Cádiz con el puerto sevillano en la que se formaban redes comerciales de diversa envergadura, GARCíA FERNáNDEz, Comunidad extranjera y puerto privilegiado, pp. 38-39. 

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cho desde el siglo  xvI, pero en el siglo  xvIII con mucha mayor intensidad, ocupando quizá un hueco que los flamencos no cubrían ya por completo en la Sevilla del Setecientos, y que se basaba en su relación privilegiada con el Norte de Europa, muy similar, si no igual, a aquella de la que habían gozado aquellos26 o los portugueses en el siglo  xvII27. 3.  El CASO DE lOS HERMANOS MACORES Con la intensificación de finales del Seiscientos del flujo migratorio irlandés hacia la Península y sus colonias28 muchos de los miembros de esta comunidad aprovecharon los caminos abiertos anteriormente por familiares y amigos, como es el caso de los White, quienes llegaron a Sevilla a través de uno de sus parientes ya establecido como comerciante, mientras que otro miembro de la familia se encontraba en Manila29. En el caso de la familia Macores (también llamados McOres o Macorís), no tenemos noticias claras sobre su establecimiento, aunque parece claro que no fue anterior a los primeros años del siglo xvIII. los Macores presentes en Sevilla fueron dos hermanos, Tomás y Nicolás, que llegaron muy jóvenes, este último con once años30. Eran hijos de D. Eduardo Macores y Dª. brígida Mulhiran, naturales de Rathfanagh en el distrito de Cassel31. Desconocemos con  qué  contactos  contaron,  pero  es  probable  que  contasen  con  la  ayuda  de  D.  Daniel  O’brien, quien ocupaba un puesto importante entre los británicos emplazados en el sur de España. Así, en 1727 actuaba como agente de la nación británica, solicitando al Asistente y Regente de la Audiencia, D. Manuel de Torres, que se aclarasen los derechos de los comerciantes de la nación inglesa en Sevilla, de resultas de la guerra que había estallado entre ambos países a comienzos de aquel año32. Mientras el cónsul de Inglaterra, Marcos Pringle, llevaba a cabo dicha actividad desde Sanlúcar, Daniel O’brien trabajaba como su agente a caballo entre dicha ciudad y la de Sevilla33. Parece sin embargo que una multa impuesta a O’brien en 1730 hizo que su posición fuera ocupada por Tomás Macores, que

26 Un ejemplo de la presencia flamenca entre los dos puertos y su actividad comercial en GAMERO ROjAS, Mercedes,  “la  mujer  flamenca  del  mundo  de  los  negocios  en  la  Sevilla  del  siglo  xvIII”,  en  vERMEIR,  René, EbbEN, Maurits y FAGEl, Raymond (eds.), Agentes e identidades en movimiento. España y los Países Bajos, siglos xvI-xvIII, Madrid, Sílex, 2011, pp. 351-371. 27 Como señalara broens, “los portugueses de Castilla eran, además, comerciantes de lana, frutas meridionales y aceite con el Norte de Europa, pero también de textiles, cereales y madera que transportaban desde el Norte de Europa a la Península Ibérica”, bROENS, Nicolás, Monarquía y capital mercantil: Felipe Iv y las redes comerciales portuguesas (1627-1635), Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 1989, p. 37.  28 Sobre el mismo véase, vIllAR GARCíA, María begoña, ‘Irish migration and exiles in Spain’ in O’CONNOR, Thomas, lyONS, Mary Ann, (eds.), Irish Communities..., pp. 135-148.  29 MURPHy, “varieties of Irishness in Eighteenth-Century Seville”, p. 315.  30 AHPSe PNS, leg. 8733, f. 1002, capitulaciones entre Ana josefa de Almeida y Nicolás Macores, del que se dice que llegó a Sevilla con once años, 30 de octubre de 1730. 31 AHPSe, PNS, leg. 8807, f. 330, poder para testar de Nicolás Macores a su hijo Tomás Eustaquio el 21 de marzo de 1772. Un tercer hermano, baltasar, estaba matriculado en el colegio de Santo Tomás en Sevilla el 29 de septiembre de 1732, sin que sepamos nada más sobre él. Casará con Margarita O’Ryan y su hijo Felipe Tomás entrará en el ejército y llegará a teniente del regimiento de Hibernia. Archivium Hibernicum: or, Irish Historical Records, vols. 23-27 (1960).  32 AHN, E, libro 222, consulta resuelta en junta de Extranjeros de 23 de mayo de 1727. 33 AHN, E, libro 222, f. 62v, acuerdo de la junta de Extranjeros, 31 de diciembre de 1730, sobre el destino que debía darse al importe de dos letras resultado de sendas multas que se les impusieron.

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firma como bermingham, pues en dicho año actuaba en nombre de los diputados de la nación inglesa en Sevilla que solicitaban al Asistente de Sevilla que no se les obligase a declarar aquello que compraban y vendían34. Desde 1734 Tomás se convirtió en acreedor de O’brien y su mujer, Dª. Isabel Pitts de Fuentes, al haberles prestado 539 pesos escudos para el mantenimiento de su casa y familia, y para ello daban como valor tres grandes huertas situadas cerca de Sevilla, que habían comprado en 1725, aunque las venían explotando desde 171235. Su prosperidad comercial le permitió en 1737, como uno de los miembros de la nación británica, protestar enérgicamente al vicecónsul de la nación Roberto Nashmith por su decisión de excluir a dos comerciantes irlandeses de las reuniones y por acusar de desfalco de los fondos de la nación a su socio en Sanlúcar Tomás Summerhayes. Tomás Macores (bermingham) recordaría cómo su compañía había estado financiando gran parte de las actividades de la nación al tiempo que conseguía la aprobación casi unánime de todos los integrantes36. Pese a su claro engarce en la comunidad irlandesa, ninguno de los dos hermanos Macores buscó el entronque con otros irlandeses, sino que su estrategia de establecimiento se basó en el enlace con familias de comerciantes de otras nacionalidades, que le abrían otros mercados en los que participarían con sus nuevos familiares. Así, Nicolás Macores se casaría con una joven sevillana de origen luso, Dª. Ana josefa de Almeida, y Tomás Macores lo haría con la joven auvernesa Dª. Margarita lanquer, con la que no tuvo hijos que sobrepasaran la infancia37. Años más tarde, su sobrino baltasar O’Ryan Macores seguirá la misma tónica al casar con la sevillano-flamenca Rafaela van Hee. la boda de Nicolás Macores Mulhiran y Ana josefa de Almeida se celebró en la parroquia del Sagrario, inserta en el recinto de la Catedral, en 173038, donde ella había sido bautizada en 1701. Será testigo su cuñado Salvador Almeida, con quien tendrá negocios. Nicolás llegó a Sevilla con once años, según recordaba su suegro Domingo Gómez de Almeida, y se había enriquecido con el comercio americano, viajando según su propio testimonio hasta en tres ocasiones a las Indias, encontrándose en aquella cuaresma en las ferias de jalapa39. Este dato sugiere la posibilidad de que ambos hermanos fueran recibidos por un pariente que los iniciara en el comercio, aunque sobre este particular no tenemos información. ya en 1727 Nicolás daba un poder a un vecino de Cádiz para que cobrase de “la flota que llega a estos reinos de Nueva España de yndias” todas aquellas cantidades que le estuviesen consignadas40. justo el año anterior a su casamiento, en 1729, había dado un poder para testar en la ciudad de Cádiz al marchar a Nueva España41, y el resultado debió ser tan bueno que le permitió pensar en el matrimonio con Ana josefa de Al-

34 AHN, E, libro 222, f. 60r, acuerdo de la junta de Extranjeros, 30 de julio de 1730. Todavía en 1727 su hermano Nicolás firmaba como “de Sea Macoris”.  35 AHPSe, PNS, leg. 2850, f. 202r y ss.  36 GAMERO ROjAS y FERNáNDEz CHAvES, “Hacer del dinero riqueza”, pp. 8-9. 37 AHPSe, PNS, leg. 7168, f. 466 y ss. 38 Sus padres fueron D. Domingo Gómez de Almeyda y Dª. Isabel de San Pedro Caraballo: AHUS, libro 702, f. 19. 39 AHPSe, PNS, leg. 8733, f. 1002, capitulaciones entre Nicolás Macores y Ana josefa de Almeida. 40 AHPSe, PNS, leg. 8730, f. 598r-v.  41 AHPCA, PNCA, leg. 1002, f. 520. Nicolás de Macoris vecino de Sevilla y residente en Cádiz antes de embarcar en la flota a cargo del teniente general Marqués de Mari, comunicó sus últimas voluntades a su hermano Tomas Macoris, vecino de Sevilla, dejándolo como único heredero y albacea, nombrando también como tal a D. Antonio íñiguez, residente en Cádiz.

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meyda. Este comportamiento es excepcional, en tanto que los comerciantes con América afincados en Cádiz preferían a principios de siglo casarse para afirmar sus lazos familiares y económicos y después matricularse en el Consulado y ejercer su actividad comercial en ultramar42. Ana josefa aportó al matrimonio una dote valorada en 33.710 rsv., en menaje del hogar, dinero y joyas43. Nicolás y Ana josefa tendrían dos hijos, Tomás Eustaquio, que se dedicará a la carrera eclesiástica, y Rosa, que casará en 1749 con otro irlandés, Ricardo Dunphy44. En el estado actual de nuestros conocimientos no disponemos de mucha información sobre los negocios de Nicolás Macores en la década de los 30. Fija su residencia en Sevilla y comienza a extender sus intereses por la campiña interior del Guadalquivir, se avecina  en  Marchena  y  Estepa.  En  esta  última  localidad  sería  recibido  como  hidalgo  en 175145, hecho que recordaban años después algunos comerciantes irlandeses como D. Patricio Harper y D. josé Comeford, en las pruebas de limpieza de sangre de su hijo Tomás Eustaquio, además de otros testigos46. También continuaba comerciando con base en Cádiz, relacionándose frecuentemente con los comerciantes irlandeses y británicos afincados en dicha ciudad. De esta manera, en 1738 era apoderado del también irlandés y vecino de Cádiz D. juan blanco, mientras que él mismo daría un poder para testar en nombre de blanco47 ese mismo año, en el que intervino para solventar los problemas de una venta en Sevilla de trigo inglés importado por josé blanco y josé María Sonnet48, comerciante francés relacionado con varias familias flamencas49. Sus contactos en Cádiz le servían también para dar poderes generales con vistas a cobrar el suministro de mercancías, como en aquellos que en 1741 diese a Guillermo McDonnell y a juan linch, vecinos de Cádiz50. Esta actividad de Nicolás se sostenía seguramente en los contactos que había de42 FERNáNDEz PÉREz, Paloma, El rostro familiar de la metrópoli. Redes de parentesco y lazos mercantiles en Cádiz, 1700-1812, Siglo xxI, Madrid, 1997, pp. 128-133. No lo era, sin embargo, el hecho de “estrenarse” comercialmente con el comercio americano, realizando “viajes iniciáticos” transatlánticos, como nos informan MARMOlEjO y PASCUA, “Comerciantes irlandeses en Cádiz”, p. 1219.  43 AHPSe, PNS, leg. 8733, f. 1002r. 44 AHPSe, PNS, leg. 8760, f. 843. 45 AHN, E, Orden de Carlos III, exp. 1810, pruebas de limpieza de sangre de juan Dumphi O’Donoju y O’Ryan Rooth y berminghan. 46 AHUS, Expedientes de Pruebas de legitimidad y limpieza de sangre para la obtención de grados en las distintas Facultades, libro 702, exp. 2. f. 28r-31r. los otros testigos fueron D. Pablo y D. Tomás Shee, y D. Guillermo y D. juan blanco. 47 AHPSe PNS, leg. 5200 f. 67r, y f. 69r. 48 josé Sonnet había ajustado la compra de 2.549 fanegas de trigo colorado inglés, según la medida de Cádiz, dos tercios en sacos y el resto a granel, enjuto y limpio, aunque podía, pero el comprador en Sevilla, luis de Aguilar, protestó al reunir la calidad suficiente el trigo, “no estar enjuto”, llegando la protesta ante el cónsul de la nación francesa D. Pedro Massieu y Monteverde, oidor decano de la Real Audiencia de Sevilla, tratando Macores de que pagase su importe el corredor de lonja gaditano que les había suministrado el trigo, Carlos Marín, cuyo importe ascendía a 83.479 reales, ambos en conformidad dicen que Marin, ajustó compra de 2.549 fgs de trigo a 32 rs 3 cuartillos a don juan blanco: AHPSe, PNS, leg. 5200, f. 108r. Sobre el papel gaditano como mercado importador de trigo, donde los británicos y las colonias norteamericanas tendrían un papel cada vez más destacado, MARTíNEz RUIz, josé Ignacio, “El mercado internacional de cereales y harinas y el abastecimiento de la periferia española en la segunda mitad del siglo  xvIII: Cádiz, entre la regulación y el mercado”, en Investigaciones de Historia Económica, 1 (2005), pp. 45-79.  49 FERNáNDEz CHAvES, Manuel F. y GAMERO ROjAS, Mercedes, “Flamencos en la Sevilla del siglo xvIII: las estrategias familiares, redes clientelares y comportamientos económicos”, en bRAvO CARO, juan josé y SANz SAMPElAyO, josé (eds.), Población y grupos sociales en en Antiguo Régimen. Ix Reunión científica de la Fundación Española de Historia Moderna, Málaga, Universidad de Málaga, 2009, vol. 1, pp. 571-586. 50 Por ellos McDonnell y debía cobrar a D. juan de luque, vecino de Sevilla residente en Cádiz, lo que le debe por las mercancías que le ha entregado, y linch todas las deudas que le fueran impagadas en Cádiz: AHPSe, PNS, leg. 5202, f. 281r-v, Sevilla, 1 de diciembre de 1741, f. 221r-v, 2 de noviembre de 1741. 

El reino de Sevilla como escenario del ascenso del poder social y económico

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sarrollado en Cádiz en sus días de comercio con Nueva España, contando con la colaboración de su hermano Tomás, que como ya hemos indicado firma en estos años como bermingham, y que denunciaba en 1734 un daño en el cargamento de trigo recibido51. Tomás Macores participaba en el comercio de importación de bacalao al menos desde 1727, año en el que hacía de intermediario en Sevilla del capitán Tomás landon, surto en el Guadalquivir, para que cobrase lo que le adeudaban todos aquellos que le habían comprado el bacalao en Sanlúcar de barrameda52. En 1730 Tomás Macores crearía una compañía con el inglés que ya conocemos Tomás Summerhayes para la importación de bacalao, venido en aquel año de bristol53. Aún en 1751 Tomás tenía relación con el también irlandés juan O’Ryan, con quien demandaba al Consulado de Cargadores 225 pesos producto de sus negocios con Nueva España54, y todavía en 1774 un comerciante con América le debía dinero del adelanto de varias sumas para realizar los tratos55. No obstante el mantenimiento de esta relación con Cádiz y el negocio de las importaciones de trigo y bacalao56, parece que la Guerra del Asiento (1739-1748), iba a abocar a Nicolás y Tomás Macores a explotar ampliamente sus bases comerciales “de retaguardia” que habían comenzado a establecer al matrimoniar el primero con Ana josefa de Almeida, quien le había proporcionado contactos y una residencia en Marchena, localidad de los estados del duque de Arcos y una de las más importantes de la campiña sevillana y donde habrá Almeidas avecindados durante todo el siglo. De esta manera se trocó la vocación transoceánica de sus años de juventud por la intensificación de las relaciones comerciales entre la Península y las islas británicas, extendiendo hacia el interior andaluz las compras de aceite y cítricos, y fomentando los préstamos y adelantos de capital, cuya multiplicación granjeó a Nicolás una presencia en el territorio bético nada desdeñable. ya en 1738 no debían soplar buenos vientos para la compañía comercial de Nicolás Macores sita en la collación de Santa María en Sevilla, pues en aquel año necesitaba dar un poder general a D. juan Garcés, vecino de Madrid, para que le representase en todos los pleitos y cobrase todas las deudas que tuviese en dicha localidad57, adelantándose a la ruptura de las hostilidades que dieron lugar a la guerra, durante la cual la compañía otorgaría poderes similares allá donde podía encontrar problemas para cobrar, como Córdoba58, lebrija59, Granada60, y otros lugares61. 

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AHPSe, PNS, leg. 5197, f. 709r.  y si landon apoderaba a Macores en Sevilla, ello debía ser por sus contactos en Sanlúcar, que ya hemos visto por su posición en la Nación británica, y porque el barco debió remontar el río para cargar otra mercancía en la ciudad, ¿quizá cítricos?: AHPSe, PNS, leg. 8730, f. 763r. la falta de pago le obligó a pleitear en nombre de landon al menos hasta 1728, AHPSe, PNS, leg. 8731, f. 157r.  53 AHPSe, PNS, leg. 5193, f. 1050. 54 Es ésta una de las últimas noticias de las que disponemos sobre su participación en el comercio americano: AHPSe, PNS, leg. 3789, f. 109r. 55 AHPSe, PNS, leg. 3812, f. 313. Un ejemplo de las diferentes vías de participación de los irlandeses en el comercio colonial (en este caso Perú), en la contribucion de lAMIkIz, xabier, en este mismo volumen. 56 Sobre el papel británico en la llegada de estas mercancías, GARCíA FERNáNDEz, Comerciando con el enemigo, pp. 186-201, 203-205, 313. 57 AHPSe, PNS, leg. 8734, f. 902r, 9 de noviembre de 1738. Ese mismo año trató de cobrar 834 reales de Manuel de Antequera, vecino de Alcázar de San juan: AHPSe, PNS leg. 5200, f. 115. De nuevo se presentó como acreedor de otro vecino de Madrid, en este caso de D. Tomas Muñoz del Pino, y de su mujer Dª Antonia María de la Rosa, cuyos bienes estaban custodiados por el Nuncio en Madrid: AHPSe, PNS, leg. 3784, f. 16, 14 de enero de 1744. 58 AHPSe, PNS, leg. 8744, f. 10, Sevilla, 6 de enero de 1739, al cordobés Francisco de Estrada Tamariz, para pleitos con eclesiásticos y seglares. 52

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En 1742 reclamó 500 ducados que pertenecían a su mujer y 1.200 de otra pariente, Dª. Salvadora Rodríguez, de la herencia que había dejado la vecina de Antequera y tía de las susodichas Dª. juana de la Concepción Rodríguez62. las turbulencias comerciales provocaron un parón en los tráficos y quiebras generales, y de ellas se beneficiaría Nicolás Macores al ocupar el papel de acreedor de los préstamos que había efectuado a diferentes labradores y comerciantes al por menor, obteniendo la propiedad de diversos inmuebles y tierras que habían sido ofrecidos como garantía hipotecaria para hacer frente a los adelantos que efectuaba a los labradores sobre las cosechas que les compraría. Gracias a las deudas Nicolás Macores adquirió dos pares de casas en Montilla y un estaconal y plantío de olivar en dicha localidad, y que cultivaba a través de un vecino63. En el Reino de Córdoba Nicolás también poseía unas casas y varios bienes que le administraba el presbítero lucenense D. Andrés Martín de Algar64. Sus raíces en aquel entorno eran ya fuertes a mediados de los años 40, y así en 1744 daba un poder al prebendado de la Catedral de Córdoba, D. Diego Samaniego y Castillo para que cobrase todas las deudas que le quedasen por cobrar en el Reino de Córdoba65, entre las cuales y en dicho año se contaban la que el escribano de millones y cientos de la villa de lucena D. Tomás Pinto, tenía con Nicolás por valor de 6.000 reales de plata antigua, y que se avenía a rebajar Nicolás a sólo 15.000 rsv66. Estos adelantos de capital y deudas con Nicolás en el Reino de Córdoba pueden remontarse al menos a 174167. la fortaleza de los hermanos Macores residía en su liquidez, que les atraía a muchos labradores y comerciantes emprendedores ávidos de multiplicar sus beneficios68, aunque también  particulares  que  precisaban  puntualmente  de  grandes  sumas69.  Esos  préstamos eran esenciales para financiar algunas aventuras comerciales, y fueron utilizados por sus beneficiarios básicamente para comprar mercancías con destino a América. Es el caso de

59 Nicolás Macores apoderó a D. Pablo Genio, vecino de lebrija para que cobrase todas sus deudas en dicha villa: AHPSe, PNS, leg. 8744, f. 370r, 4 de agosto de 1741. 60 Para cobrar todas las deudas que allí tenía a través de D. juan Manuel lópez ladrón de Guevara, Procurador de la Real Chancillería, Granada, 3 de febrero de 1744: AHPSe, PNS, leg. 3784, f. 27r. 61 Como por ejemplo Sevilla, donde como diputado del concurso de acreedores de D. josé joaquín beltrán recibía 468 rsv. producto del arrendamiento de dos casas sitas en la collación de Triana y que habían sido entregadas por beltrán como garantía de los préstamos que no pudo afrontar: AHPSe, PNS, leg. 3784, f. 172, 1745.  62 Dando poder a D. Nicolas Correa de Ribas vecino de Antequera, Sevilla, 12 de junio de 1742: AHPSe, PNS, leg. 5202, f. 135r-v. 63 AHPSe, PNS, leg. 3784, f. 257, 10 de agosto de 1745.  64 AHPSe, PNS, leg. 3785, f. 112, 14 de marzo de 1746. Ese mismo año daba un poder para cobrar todas sus deudas en Sevilla al vecino de la ciudad D. josé joaquín beltrán, de quien en 1745 era acreedor él mismo, como acabamos de ver: AHPSe, PNS, leg. 3785, f. 123, 5 de abril de 1746.  65 AHPSe, PNS, leg. 3784, f. 256.  66 Este dinero había sido prestado a D. Tomás para enjugar los intereses de la dote que tuvo que entregar para casarse con Dª. Antonia María de la Rosa: AHPSe, PNS, leg. 5203, f. 250r.  67 Año en el que daba carta de pago a un vecino de Cabra, D. Francisco valderomera, por valor de 683 pesos 4 1/8 r, que tenía que pagar en cuatro años.  68 AHPSe, PNS, leg. 3784, f. 47, Nicolás Macores carta de pago de 13 febrero de 1744 a D. Estacio Muñoz de Ortega, vecino de Aznalcóllar de 1.767 reales de plata de a 16 cuartos cada uno por los mismos que se obligó a pagar por al causa e hipotecas según escritura de 3 agosto de 1743. En 1748 prestaba 3.865 rsv. a D. Alonso de vargas Machuca y a D. josé Sobrino, y en 1752 Tomás Macores prestaba 529 reales al comerciante gaditano Antonio álvarez: AHPSe, PNS, leg. 4569, f. 728r, y leg. 3791, f. 132.  69 Como se desprende del testimonio dado por los albaceas del Conde de la Fuente del Saúco, vecino de Córdoba, que había tomado de D. Nicolás Macores 130.500 rsv para fianza de una capellanía, y que ahora se le devolvía: AHPSe, PNS, leg. 5202, f. 112-r-v, 14 de abril de 1742.

El reino de Sevilla como escenario del ascenso del poder social y económico

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los 1.330 pesos que Nicolás dejó en 1739 a dos vecinos de Triana para que llevasen 500 piezas  de  encajes  de  Puy  a  San  juan  de  Ulúa70,  mientras  que Tomás  prestaba  en  1739 16.898 reales de plata a dos vecinos de Sevilla, para que comprasen “28 piezas de paños de Inglaterra todas con 885 ½ varas precio de a diez y seis reales de plata la vara y otras 28 piezas de imperialetes a precio cada una de 97 reales ½ de plata” que el propio Tomás Macores les había vendido a fiado. Tenían ocho meses para devolver esta cantidad, que sin embargo no se le reintegraría hasta 174371. No obstante, pese a poder contar con las esperas que estos comerciantes pudieran darle y el respaldo de su hermano Tomás, Nicolás tuvo algunas dificultades en el pago de ciertas deudas, como la contraída con el comerciante gaditano de origen francés Antonio Gómez, quien le demandaba el pago de una letra de 617 pesos de 128 cuartos en 174772. Tomás Macores tuvo similares dificultades que su hermano para cobrar sus créditos. Ese mismo año de 1747, Tomás era acreedor de varios británicos, como el inglés Guillermo Darwin73, y el recientemente fallecido comerciante irlandés y exportador de cítricos Patricio Conry, de cuya viuda esperaba cobrar 900 reales de plata que le debía el finado74, y que por su testamento le fueron pagados en dos bueyes para la labranza, que valían 500 reales75. Aunque Tomás Macores fue nombrado albacea de la viuda de Conry en 1748, desistiría del puesto al año siguiente76. Eran muy malos tiempos para todos los británicos, y en este momento los Macores, aunque pasaban dificultades, se permitían ocupar una posición de acreedores de sus compatriotas, teniendo que recurrir a esperas como la que solicitaba el mismo Darwin quien argumentaba que “a causa de tener sus caudales impedidos con el motivo de las presentes guerras en la mayor parte y que con lo estrecho del tiempo y falta de comercio no ha podido poner cobro a diferentes porciones que se le estan debiendo por distintas personas ademas del atraso que con la penuria del tiempo ha padecido...”77. Darwin ofrecía como garantía de sus préstamos varias posesiones, entre ellas, una casa en la Puebla junto a Coria, actual Puebla del Río, allí situada porque se dedicaba al ne70 AHPSe, PNS, leg. 5201, f. 142r y ss, 29 de abril de 1739. Uno de ellos, D. Nicolás Hurtado, ofreció como garantía 463 pesos y un real, correspondientes a su herencia materna, ofreciendo la misma cantidad a a su primo y socio, Tomás Marchena.  71 AHPSe, PNS, leg. 5201, f. 216r. la cancelación de la escritura en AHPSe, PNS, leg. 5203, f. 34r-35v. Al año siguiente recibía la devolución de un préstamo de 2.624 rsp: AHPSe, PNS, leg. 3784, f. 34r.  72 AHPSe,  PNS,  leg.  3787,  f.  12r,  5  de  enero  de  1747.  Ese  mismo  año  de  1747  Nicolás  administraría  la herencia de su mujer al fallecer su suegro, recibiendo 90.123 rsv y medio y 3.300 rsv de un legado familiar: AHPSe, PNS, leg. 8755, f. 349r y ss.  73 Guillermo Darwin le debía a Tomas Macores 774 pesos en una letra que tenía que pagar a favor de D. Diego y D. Tomás linch, por la que ya se le había concedido una espera, mientras que Macores también le era acreedor de 3.127 pesos escudos, 2.500 para él y 627 pesos escudos que Darwin debía pagar en letras y cuentas que debía a D. juan Athy y a D. bernardo Fallon y Cª, vecinos del comercio de Sanlúcar: AHPSe, PNS, leg. 3789, f. 76. Todavía en 1753 Guillermo Darwin reconocía en su testamento deber a Tomás Macores 11.423 rsp y cinco octavos así como 50 cajas de naranjas agrias, entre otras cosas, teniendo que conformarse por el momento Macores con “diferentes prendas y aderezos de diamante exquisito, dos docenas de taburetes ingleses maqueados de azul, un reloj de sala, una mesa inglesa para jugar naipes”: AHPSe, PNS, leg. 3791, f. 149r.  74 FERNáNDEz CHAvES y GAMERO ROjAS, “A Description of the Irish in Seville”, p. 4. 75 AHPSe,  PNS,  leg.  3787,  f.  263r,  debiéndosele  pagar  el  resto.  Este  Patricio  Conry  fue  la  única  voz disidente en la “rebelión” de Tomás Macores contra el vicecónsul Nasmith en 1737.  76 AHPSe, PNS, leg. 3787, f. 92r, 30 de marzo de 1748. 77 PNS, leg. 3784, f. 524r. No obstante Tomás Macores esperó el pago de Darwin, para quien hizo de intermediario en el pago de 1.800 rsp. que debía a D. juan Athy y D. bernardo Fallon, comerciantes británicos en Sanlúcar ya en 1751: AHPSe, PNS, leg. 3789, f. 76r, 18 de febrero de 1751. 

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gocio del arriendo de huertas y exportación de cítricos, como sus suegros Patricio Conry y juana keating78. Sus dificultades, así como las que atravesaron sus suegros no parecen haber sido compartidas por Tomás Macores, quien también se dedicó al mismo negocio. Es probable que ya en 1730 fuera el más importante exportador hispalense, pues en aquel año el arrendador de las alcabalas y cientos del ramo de la fruta arremetió contra él para averiguar las cantidades de naranjas y limones, precios y vendedores que había estado teniendo desde 1727, contra lo cual invocó los privilegios comerciales que de resultas de la firma de los tratados de paz de 1645 y 1713 no estaba obligado a declarar79. Para la década de los años 30 esta actividad debía ser de las principales de Tomás Macores, y así en 1734, había dispuesto una solución a la necesidad de disponer de un lugar desde el que poder desplazarse a las diversas huertas arrendadas, y dirigir las operaciones de carga en los navíos surtos en el Guadalquivir, arrendando en dicho año una casa con su haza y huerta en la calle larga de la Puebla del Río, que estaba contigua a la perteneciente al inglés Guillermo Darwin80. la presencia en la Puebla para estos fines es una constante en la comunidad irlandesa, entre ellos el amigo de los Macores Pablo Shee, y juan Conry, juan blanco o Tomas valois. El mismo Nicolás Macores había tomado en esta villa una casa a tributo perpetuo de la fábrica parroquial81. Tomás dedicó toda su vida a arrendar huertas e ir comprando aquellas que podían dar un mayor rendimiento. El eje esencial de su política de adquisiciones lo constituyó la huerta de villalón, de fértil terreno en la cercana villa en Alcalá de Guadaira, donde abundaban los rentables cultivos de huertas gracias a dicho río y a la gran cantidad de fuentes y manantiales allí nacientes82. Dividida entre ocho herederos, fue unificada por Macores en otras tantas transacciones entre 1736 y 1739 invirtiendo 8.755 rsv83. En 1760 la huerta tenía 2 aranzadas de hortalizas, 4 de naranjal, una y media  de  granados  y  media  de  otros  frutales,  más  4,75  de  olivar  y  4  fanegas  de  tierra  de sembradura, y una casa con granero84. En los años siguientes Macores y sus herederos se dedicarían a mejorarla aumentando los plantíos de cítricos, de tal manera que cuando fue vendida por éstos en 1795, había aumentado enormemente su valor. Su precio fue de 67.990 rsv, a pesar de que el caserío y las oficinas se encuentran en un estado “sumamente estenuado y ruinoso, de texados, maderas, puertas, terriso, y la portada sin puertas de forma que todo esta derrotado”, para cuya restauración se considera necesario invertir 22.500 rsv85. Dado el gran precio alcanzado, no debe achacarse a descuido el estado del caserío, sino a que la familia utilizaba como residencia de recreo otras huertas más cercanas, como la de las Palmas, tan próxima que se hallaba no lejos de las murallas de la ciudad. Durante los años 60 sus inversiones agrarias se dirigirían hacia el olivar de Mairena del Alcor, donde a través de siete compras de varios pedazos y estacadas de olivar com-

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FERNáNDEz CHAvES y GAMERO ROjAS, “A Description of the Irish in Seville”, passim. AHN, E, leg. 608, exp. 5. El Superintendente de la junta se inhibió del caso, dejándolo en manos del rey, lo que equivalía a dar la razón a Macores.  80 AHPSe, PNS, leg. 5224, f. 648r y ss, testamentaría de Nicolás Macores. En 1745 Tomás Macores, como uno de los arrendadores de la “Huerta de villegas”, entregaba 500 rsv al colono de dicha explotación: AHPSe, PNS, leg. 4564, f. 330r.  81 AHPSe, PNPR, leg. 2024Pb, p. 31. 82 Sobre  las  rentables  huertas  alcalareñas,  HIDAlGO lERDO DE TEjADA,  Fernando  y  FERNáNDEz CHAvES, Manuel F., El entorno rural y el patrimonio histórico en Alcalá de Guadaíra, siglos xIII-xx, Alcalá de Guadaíra, Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra y Ed. Guadalmena, 2006. 83 AHPSe PNS, leg. 5224, f. 648. 84 AMAG, Respuestas Particulares del Catastro de Ensenada, libro 281, t. 2. 85 AHPS PNS, leg. 5.224, ff. 648 y ss.  79

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plementó el terreno de una hacienda en dicho término; en total fueron 141,41 aranzadas (67,25 has.) de un valor de 28.988 rsv. Macores era uno de los mayores inversores en este cultivo en la zona, de tal modo que en 1774 ante la falta de pujas en una quiebra, el juez que la arbitraba se dirigió a él y a otros dos comerciantes, por “ser sugetos que han comprado, y compran quantos olivares se benden en estos territorios”; y, efectivamente, obtuvo en subasta pública dos pedazos de un total de 17,34 aranzadas (8,25 has.) en aquella villa por precio de 9.900 rsv86. las dificultades económicas causadas por la guerra no impedirían que los Macores potenciasen el comercio de exportación de cítricos al tiempo que abrían el camino para especializarse al servicio de la monarquía: desde 1737, Tomás Macores se convertiría en el asentista del tabaco de virginia que debía suministrar a las fábricas de Sevilla y Cádiz, sustituyendo los oficios de las casas comerciales de baños y Nuevas, firmando un asiento de cinco años hasta julio de 1742, “de este modo el abastecimiento de tabaco virginia entraba definitivamente por los cauces del sistema monopolista: asiento con un solo comerciante, por un periodo largo... con renovaciones que implican la rebaja del precio y siempre en términos muy exclusivos”87. Este negocio suponía el triunfo de Tomás Macores al poner en marcha sus contactos comerciales en Inglaterra y sus colonias y convertirse en uno de los proveedores de la monarquía, al tiempo que rentabilizaba los fletes de los barcos que utilizaba para el transporte de cítricos a Inglaterra.  4.  DESPUÉS DE lA GUERRA DEl ASIENTO Si bien el primer asiento de tabaco de virginia de Macores quedó interrumpido por la guerra, éste se reanudaría y continuaría hasta su muerte. A principios de los años 50 los hermanos Macores conseguirían hacer con el tabaco lo que ya cumplían con sus otros tratos:  Tomás,  ubicado  en  Sevilla,  dirigía  los  negocios  de  importación  y  exportación,  al tiempo que explotaba el grueso de las huertas que gestionaban ambos hermanos, mientras que Nicolás, ubicado entre Sevilla y Marchena extendía la red de préstamos y compra de cosechas de aceite y otros productos al interior de la campiña sevillana y cordobesa. Esta red permitía a Tomás en 1746 cobrarse el valor de las mercancías que había vendido a fiado al escribano público y del concejo de Carmona D. Pedro Tomás Gutiérrez88 tomando posesión de “una huerta de suelo y arboles al sitio de Raso Espejo y un pedazo y de viña y tierra en el sitio de la fuente del Alamo, todo en termino de Carmona”, que tenían un valor de 11.230 reales89. la posesión de dicha huerta aparece ya en el Catastro de Ensenada, pero no en manos de Tomás, sino de su hermano Nicolás, y de ella se dice que había aumentado, contaba con noria de sangre, y que contaba además con una aranzada de árboles frutales de primera calidad, 4 ¼ fanegas de secano de segunda calidad que producían anualmente 4/4 partes de trigo y la restante de cebada y semillas, además de trece 86

AHPSe PNSe, leg. 7162, f. 547.  GONzálEz ENCISO, Agustín, “lenta recuperación y consolidación. la renta a mediados de siglo, 17401760”, en GONzálEz ENCISO, Agustín (ed.), Política económica y gestión de la renta del tabaco en el siglo xvIII, Madrid, Fundación Altadis, 2008, pp. 175-209, p. 199. Anteriormente a baños y Nuevas había sido asentista en Sevilla el irlandés afincado en Cádiz Pedro butler, que abastecía la Real Fábrica hispalense en 1727: GARCíA FERNáNDEz, Comerciando con el enemigo, p. 214. 88 AHN, C, leg. 26970, exp. 1.  89 AHPSe, PNS, leg. 3785, f 162r-v, año 1746. Aún le debía el escribano 4.543 reales y 4 mrs. que se comprometía a devolver en seis años. 87

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naranjos, quince frutales y dos nogales, estando todo gravado por un tributo anual de 33 rsv. que se pagaba a la Universidad de beneficiados, un censo de 76 rsv. a favor de Dª. Francisca Calderón, vecina de Carmona, y una memoria de 18 rsv a favor de la parroquial de San bartolomé de la misma ciudad90. Fue Nicolás quien se hizo cargo de esta huerta en calidad de vecino de Estepa (como aparece en el Catastro de Carmona), pues allí se había afincado al conseguir en fecha anterior el nombramiento de arrendador de la renta del estanco del tabaco del partido de Estepa91. la administración del asiento del tabaco de virginia, y el control de parte de su venta en el interior andaluz, se complementaban con el definitivo despegue de la exportación de cítricos después de la guerra. Desde su mismo final se percibe un repunte de las actividades de Tomás Macores. En 1748 arrendaba la trianera huerta de la Flamenca a la Casa  del  Espíritu  Santo92,  que  iría  renovando  al  menos  hasta  1777,  año  en  el  que  pagaba 10.400 rsv., una alta cantidad que muestra la rentabilidad de la huerta, que en arrendamientos anteriores había estado también en manos de irlandeses93. En agosto de 1749 escrituraba un nuevo encargo de cítricos para aquel año y el de 1750, en este caso al coriano D. Francisco de Contreras94, y de nuevo al año siguiente a Matías Capitas, vecino de Mairena del Alcor y arrendatario del tercio de una huerta perteneciente a la duquesa viuda de Santisteban. Toda la fruta que se produjera durante los meses de noviembre y diciembre tenía que ir embalada en “la caja de naranja en las huertas de Alcala de Guadayra y su termino”95. los arrendamientos continúan durante los años 50-7096, dándose más traspasos como garantías de préstamos como el de la huerta Canina en Mairena del Alcor en 175297. El préstamo y el adelanto del valor de las cosechas hacían que un importante flujo de capital se invirtiese en la agricultura del interior, haciendo rentable la reconversión al regadío y a los cítricos, con lo que el comercio internacional tenía una relación directa en la transformación del paisaje. y esto es así no sólo en las zonas de regadío tradicionales  (villalón,  Coria),  como  la  de  aquellos  terrenos  que  ocupaban  la  vega  del Guadalquivir, sino en espacios más alejados de las principales vías comerciales, como es el caso de Algodonales, en la sierra Norte de Cádiz, localidad rica en corrientes de agua que alimentaban huertas como la de Gabriel Pérez Calero, que en 1760 vendía a Tomás Macores la naranja de su huerta y 80 millares de limones agrios, a 60 reales el 90

AMC, Catastro de Ensenada, leg. 1001, f. 3619v-3622v.  En  1750  Nicolás  Macores  escrituraba  en  Sevilla  presentándose  como  “administrador  de  las  rentas  del tabaco de Estepa y su partido y residente en Sevilla”, y trataba de recuperar 2.000 rsv que su hermano Tomás había prestado en 1731 para que el vecino de Sevilla josé de los Santos comprar una casa: AHPSe, PNS, leg. 3788, f. 454r, 26 de septiembre de 1750.  92 AHPSe, PNS, leg. 8755, f. 275. Tomás Macores debía costear el precio y reparos de la noria, mientras que se convenía con un agricultor para que éste cultivase los naranjos y los regase, quedándose éste con el fruto de las moreras allí plantadas, dando también de comer al ganado que quedaba en la finca, seguramente ovino.  93 AHPSe, PNS, leg. 8808, f. 1137r y ss, 22 de octubre de 1777. Pagaba un canon anual de 185 rsv.  94 AHPSe, PNS, leg. 3787, f. 392r, 5 de agosto de 1749. Para 1751 Contreras volvería a comprometerse con Tomás Macores por dos años, pagándosele 3.900 rsv.: AHPSe, PNS, leg. 3789, f. 196r.  95 AHPSe, PNS, leg. 3788, f. 164r y ss, 14 de mayo de 1750.  96 Así por ejemplo en 1760 el capitán del paquebote inglés “Guillermo y María” josé Goyuit (sic), fletado por el comerciante londinense juan Tormert esperaba en Puebla del Río la carga de fruta que debía entregarle Tomás Macores, que venía ya con más de una semana de retraso: AHPSe, PNS, leg. 3798, f. 265, Sevilla, 2 de abril de 1760.  97 AHPSe, PNS, leg. 3790, f. 621.  91

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millar donde se incluían los portes hasta Sevilla, elevándose el coste final a los 4.800 reales de plata98. los préstamos a labradores permitían a Tomás Macores asegurarse también el abasto de otros productos, tales como el aceite, que le era entregado en su hacienda de San Antonio,  situada  en  el  término  de  Mairena  del  Alcor  y  valorada  según  su  testamentaría  en 71.716 rsv. los terrenos, y en 50.284 rsv. el arbolado y el caserío99. Así en 1750 dos vecinos de Mairena del Alcor se comprometían con el comerciante a entregarle aceite “dulce y claro de buen olor, color y sabor” las arrobas equivalentes a los 10.000 rsv. que les había prestado100. Por la información de su testamentaría sabemos que en 1764 había comprado a un veinticuatro de Sevilla toda la cosecha de aceite producida en la hacienda de Torre Arcas, sita en bollullos de la Mitación, por 20.000 rsv. la hacienda y su terreno serían explotados en todas sus posibilidades, y es probable que para la aparcería de 1.400 borregos que Tomás Macores firmaba en 1748 con el marchante de ganado Tomás Pascual los animales se criasen en su hacienda101. la base de la actividad mercantil de ambos hermanos estaba por tanto en la compra de tierra y en el control de las cosechas de cítricos y otros aprovechamientos a través del préstamo y adelanto de capitales a los productores, siendo una parte de lo que se exportaba producción propia de los hermanos Macores. Para diversificar aún más la inversión, en 1765 Tomás compraba dos suertes de pinar por 11.000 rsv. en el término de Hinojos102, cuya madera es posible que se vendiese como material de construcción naval. los comerciantes, muchos de entre ellos extranjeros, protagonizaron un tercio de las adquisiciones de tierras en el siglo xvIII en Sevilla, generalmente cercanas a la ciudad y preferentemente huertas, seguidas de cortijos, haciendas y dehesas, con un “claro interés en los cultivos especializados –huertas, olivares, viñas...”–, siendo un rasgo característico de su participación en el mercado de tierras en Sevilla la obtención de un “más alto precio por unidad de superficie conseguido en las ventas respecto al pagado por las tierras compradas... que... se explica... por un mejor aprovechamiento de las circunstancias favorables para ambos tipos de operaciones”103. Nótese que los comerciantes afincados en Sevilla y en las zonas del interior de la campiña no encontraron la resistencia de los productores que se dio en lugares como vélez Málaga, donde los cosecheros se asimilaban en su mayor parte a la élite del cabildo y querían evitar el diktat comercial en precios y condiciones de venta de los exportadores –ya fueran naturales o foráneos– creando una Unión de Huertas que incluso llegó a tener unas Ordenanzas y que tuvo cierto éxito en el siglo xvIII, aunque el mercado se vio gravemente alterado por su proceder104.  98 AHPSe, PNS, leg. 3798, f. 610. Como es costumbre, Macores pagó 150 rs por adelantado. la entrega de la fruta era de 20.000 piezas a la semana. 99 AHPSe, PNS, leg. 5224, f. 648. Sobre el valor de la hacienda gravitaban varios tributos cuyo valor montaba 18.333 rsv.  100 AHPSe, PNS, leg. 3788, f. 240, 15 de junio de 1750. Eran los vecinos del viso del Alcor Diego Martín Santos, Diego Ortiz y Marcos Muñoz, que se habían desplazado a Sevilla para firmar la escritura con Nicolás Macores.  101 Debían ser 700 merinos y 700 burdos, y Tomás debía pagar 18.300 rsv. por la compra de los animales incluyendo el salario del pastor, mientras que el pago de la alcabala de la lana producida sería compartido entre Pascual y Tomás Macores: AHPSe, PNS, leg. 4569, f. 654r. 102 Una de ocho fanegas en el sitio de la Florida y Arroyo de los llanos, y la otra de 10 fanegas en el sitio de la Fuente de la Teja: AHPSe, PNS, leg. 4602. 103 GAMERO ROjAS, Mercedes, “la burguesía comercial y el mercado de la tierra en Sevilla en el siglo xvIII. Una introducción al estudio” in GARCíA-bAqUERO, La burguesía de negocios, t. II, pp. 99-115.  104 Este interesante caso en PEzzI CRISTÓbAl, Pilar, Pasa y limón para los países del Norte. Economía y fiscalidad en vélez-Málaga, Málaga, Universidad de Málaga, 2003, pp. 190-203. 

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las décadas centrales del siglo xvIII, correspondientes al reinado de Fernando vI y la primera parte del gobierno de Carlos III, supusieron el mejor momento para la empresa de los hermanos Macores y el negocio de importación de tabaco y exportación de cítricos, aceite y lana. Este momento coincidió con la madurez biológica y personal de ambos  hermanos,  pero  la  prosperidad  de  su  situación  necesitaba  de  manera  cada  vez  más acuciante de la continuidad familiar. 5.  lA íNTIMA RElACIÓN ENTRE lA REPRODUCCIÓN FAMIlIAR y lA CONTINUIDAD 5. y NATURAlEzA DE lOS NEGOCIOS De la lectura de la amplia bibliografía sobre la historia social de los comerciantes extranjeros y naturales en España105 (y el Antiguo Régimen en general) se desprende que la familia, el comportamiento de sus miembros y los avatares que sufría en su composición formaban  un  todo  indivisible  con  la  creación  y  marcha  de  los  negocios  mercantiles  en  la  Edad Moderna. De ello constituye un magnífico ejemplo la familia Macores y el grueso clan irlandés nucleado en torno a sus principales miembros, que “reinventará” la identidad del grupo.  Un problema de la familia Macores era el de la continuidad, puesto que a Tomás no le sobrevivieron hijos. En principio la pervivencia de la saga familiar estaba garantizada en los hijos de Nicolás, Rosa y Tomás Eustaquio. Estas posibilidades de continuidad se redujeron a la mitad cuando se asentó la dedicación de Tomás Eustaquio a la vida eclesiástica, ocupando importantes puestos en la Catedral hispalense. No obstante, ello supuso un respaldo para el resto de miembros de la familia, en tanto Tomás Eustaquio disponía de rentas fijas que ampararon varias empresas comerciales y permitieron atender las necesidades de la familia en algunos casos.  Toda la suerte de la familia estaba en manos del yerno que se eligiese para Rosa Macores, pues éste habría de continuar con los negocios y dar continuidad a la saga. El elegido sería D. Ricardo Dunphy O’Donaugh, un irlandés de kerry hijo de D. Pedro Dunphy O’Donaugh y de Dª. Elena Ruoth (de kilkenny). De la importancia de los intereses de los Macores en la campiña da muestra que el matrimonio se celebrase en la propia Marchena, donde Nicolás Macores tenían uno de sus enclaves principales106. Pero Rosa murió del sobreparto de su única hija, Dª. María Nicolasa Dunphy, que tampoco superó los diecisiete años. Dunphy, cuya alianza era muy conveniente para la familia, casó entonces con Dª. Alicia O’Ryan, sobrina de Tomás y Nicolás al ser hija de Margarita O’Macores y de Daniel O’Ryan. Dunphy se casó por poderes llevados a Inglatera por juan MacCarthy, recibiendo como dote 1.200 ducados, dando en contrapartida 1.000 ducados de vellón como arras y formalizándose el matrimonio ante el juez eclesiástico en octubre de 1753107.  Este  bucle  permitía  resolver  el  problema  de  la  dispersión  del  patrimonio  habida cuenta de que los hermanos Macores no habían tenido más descendencia que la de To-

105 IMízCOz bEúNzA, josé Mª., “burguesía y redes de relaciones en la sociedad del Antiguo Régimen: reflexiones para un análisis de los actores sociales”, en ENCISO RECIO, luis Miguel (coord.), La burguesía española en la Edad Moderna, vol. 1, 1989, pp. 35-46; y del mismo autor, “Familia y redes sociales en la España Moderna”, en lORENzO PINAR, Francisco javier (coord.), La familia en la historia, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2009, pp. 135-186. 106 Tal  y  como  revela  en  los  poderes  de  testar  que  se  dan  mutuamente  Rosa  Macores  y  juan  Dumphy:  AHPSe, PNS, leg. 8760, ff. 843 y 1021.  107 AHPSe, PNS, leg. 8764, f. 1090r-v, 1159r. 

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más Eustaquio, que no podía (legalmente) perpetuar la línea familiar. Sin embargo, la muerte de Alicia O’Ryan en 1768 y de su marido Ricardo Dunphy en 1770108, dejando cinco hijos menores, debieron forzar a Nicolás a volver a Sevilla pues abandonó Estepa y retomó los negocios en dicha ciudad en colaboración con su hijo Tomás Eustaquio. la situación familiar se complicaría a la muerte de josefa de Almeida en 1772, aunque para evitar problemas ésta había dado un poder para testar el año anterior a Nicolás109 por el que declaraba como herederos a marido y su hijo110. Por su parte, Tomás Eustaquio se hizo cargo de los pequeños Dunphy O’Ryan, como su tutor junto a otros albaceas, dando poderes para gestionar su patrimonio111. la retirada a Sevilla coincidiría también con la baja definitiva de Tomás como asentista de tabaco de virginia, dado que desde 1770 datan los planes de los administradores de la renta para evitar renovar el contrato que fenecía en 1771, y sustituir este tabaco con el producido en las colonias españolas112. Esta baja definitiva había sido ya provisional en 1762 cuando se suprimió su contrata a instancias del marqués de Esquilache, dándose al año siguiente a la bilbaína Goosens y Cª., que compraría directamente el tabaco en londres. Esquilache quería utilizar sólo tabaco producido en los territorios de la monarquía, y transformar los hábitos de consumo favoreciendo los cigarros frente a otras modalidades de tabaco. No obstante la corona no tuvo más remedio que acudir de nuevo a los asentistas, en el caso del tabaco de virginia por su precio en londres (68 mrs. la libra frente a 38) y a Tomás Macores desde finales del año de 1766113.  Aunque  Tomás  seguiría  dedicado  a  la  exportación  con  las  huertas  y  explotaciones agrícolas de su propiedad, dirigió su inversión en 1771 a la compra de tributos, y así en dicho año adquirió un censo sobre derechos que cobraba el Consulado situado sobre el rédito de dos impuestos: el derecho de Infantes114 y el de balbas115. Asimismo, continuaría 108

Certificaciones dadas por los párrocos de San Isidoro: AHN, E, Orden de Carlos III, exp. 1810.  AHPSe, PNS, leg. 8806, f. 254r.  110 AHPSe, PNS, leg. 8807, f. 336r.  111 AHPSe, PNS, leg. 8806, f. 51r. los otros albaceas eran D. josé de Gand, D. Pablo Shee, este último el gran amigo de la familia tanto Dumphy como Macores. 112 El Administrador General de la Renta, marqués de la Corona, se refería así a D. vicente Carrasco: “Debiendo promoverse como conveniencia del estado el pensamiento de suplir con tabaco de nuestro dominio el consumo que se esta haciendo en diferentes administraciones del tabaco virginia, me ha parecido prebenir a vuestra merced con tiempo de esta idea para que al fin del año proximo de 1771 que es cuando concluye la contrata con el asentista de virginia, se hayan acostumbrado (si fuese posible) los consumidores al uso de los cigarros havanos hechos en la forma, que mas imiten a los de virginia. A este obgeto es preciso que vuestra merced conferencie secretamente y muchas veces con Don Antonio de Aguilar, y con los practicos que sean de la mayor satisfacción de vuestra merced, y que me proponga los medios mas naturales, y seguros de introducir insensiblemente los cigarros equivalentes a los de virginia para que llegado el tiempo no haya que temer la vaja de la renta”: AGI, AHFTS, leg. 187, 16 de febrero de 1770.  113 TORRES SáNCHEz, Rafael, “la política económica de la renta del tabaco con el secretario de hacienda Miguel Múzquiz (1776-1785)”, en GONzálEz ENCISO, Política económica y gestión, pp. 283-339, y aquí, pp. 287-291. 114 En 1771 Tomás Macores compró una parte de un tributo valorado 121.399 mrs. 1/6, que había sido impuesto por el mercader Enrique de Andrade en 1637 sobre el derecho de Infantes que el Consulado debía pagar a la corona, estimado en 42.000 ducados anuales. Tomás Macores cobró además 236.330 mrs. que se debían de pagar de réditos de dicho censo desde 1706. AGCOCINSE, C, leg. 3, exp. 13. Mercaderes como Andrade fundaron mayorazgos que incluían como inversión la renta de estos tributos, y por supuesto su valor. véase, vIlA vIlAR, Enriqueta, “los gravámenes de la Carrera de Indias y el comercio sevillano. El impuesto de balbas”, en Andalucía y América en el siglo xvII. Actas de las III Jornadas de Andalucía y América, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1985, pp. 253-270, donde se explica el origen de estas rentas. 115 AGCOCINSE, C, leg. 385. véase, vIlA vIlAR, “los gravámenes de la Carrera de Indias”. 109

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aprovechando la red de contactos establecida para el comercio de productos agrícolas para la distribución de géneros textiles elaborados por el interior del valle del Guadalquivir116. De estas fechas debe datar su compra de dos acciones de la compañía de seguros de La Trinidad Santísima, por valor de 2.500 pesos117. la muerte de Ricardo Dunphy, cuyo efecto aún no podemos calibrar en toda su extensión, obligó a la familia a replegarse sobre Sevilla, y a transformar parte de su actividad, anulando Tomás en 1771 todos los poderes que tenía dados para su representación en América, Cádiz, Granada y Madrid y otorgándolos a nuevos procuradores118. A partir de 1772 Nicolás y su hijo Tomás Eustaquio se encargaron de liquidar los negocios que el primero había tenido en Estepa, relacionados con el tabaco y la explotación agrícola. Primero actuó Tomás Eustaquio, revocando el poder que diera al estepeño D. Pedro de larrazábal y dándolo a D. juan baena Francisco, para cobrar todas las deudas que allí tuviesen pendientes119, y después sería Nicolás quien daría otro poder para cobrar todo aquello que se le adeudase120. la mudanza definitiva a Sevilla de Nicolás coincide con su nombramiento como arrendador de todos los estancos de la ciudad de Sevilla y sus arrabales, una muy lucrativa posición, aunque arriesgada, habida cuenta de los caudales que había de manejar para hacer rentable el estanco tanto para la Real Hacienda como para sus bolsillos. la garantía que ofreció fue la de una casa con graneros, bodega y tinajas de aceite que tenía en Estepa121. Estar al cargo de la administración de las rentas de los partidos del tabaco en España conllevaba una serie de privilegios (exención de alojamientos, derecho a portar armas, etc.) apetecidos por muchos, además de la consabida ganancia que aparejaba su gestión122, y ocupar este cargo para el partido de Sevilla debió constituir un éxito comercial para Nicolás Macores, en el que consideramos que no debió estar ajeno su hermano Tomás.  De esta manera durante los años 70 la familia Macores dio un giro a sus negocios, pues sin abandonar el terreno de la exportación de productos agrícolas ya conquistado,  prefirieron  ahora  invertir  en  el  más  seguro  (y  tradicional)  negocio  del  arrendamiento de rentas. ya en 1771 Tomás Eustaquio había apoderado a su padre para que administrase las rentas de la Capilla Real123, apoderando Nicolás a su hijo al año siguiente para que pudiera terminar con el cobro de algunas partidas124. Al año siguiente Nicolás se había constituido como el administrador de la renta del canónigo D. Cris-

116 En 1773, el corredor de lonja D. josé de Ortega y Ossorio pidió permiso a Tomás Macores para enviar algunas mercancías textiles valoradas en 3.580 7/8 rsp., para “un sugeto de tierra adentro”, pero finalmente Ortega  no  despachó  la  mercancía  ni  tampoco  abonó  su  valor  a  Macores,  quien  intentó  recuperar  su  valor,  AGCOCINSE, C, leg. 460.  117 Sus herederos tratarían de recueperar su valor cuando quebró la compañía. No obstante, no consiguieron nada y fueron condenados a pagar las costas del juicio, cfr. AGCOCINSE, C, leg. 60, exp. s.n. 118 AHPSe, PNS, leg. 14164.  119 AHPSe, PNS, leg. 8807, f. 709r, 5 de junio de 1772.  120 AHPSe, PNS, leg. 8808, f. 985r, 21 de agosto de 1772.  121 AHPSe, PNS, leg. 8808, f. 970r y ss., 21 de agosto de 1772.  122 Sobre los privilegios de estos administradores de la renta del tabaco, ESCObEDO ROMERO, Rafael, “los empleados de la renta del tabaco durante los siglos xvII y xvIII: el imán del privilegio”, en Hispania, 227 (2007), pp. 1025-1040. Una serie de perfiles socioeconómicos de los arrendatarios por el mismo autor en “De subarrendatarios a administradores provinciales: una aproximación a la burocratización de la renta del tabaco durante la primera mitad del siglo xvIII”, en Cuadernos dieciochistas, 10 (2009), pp. 149-165.  123 AHPSe, PNS, leg. 8808, f. 123r, 21 de enero de 1771.  124 AHPSe, PNS, leg. 8808, f. 1098r, 6 de octubre de 1772.

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tóbal de Torres y Cárcamo125, aunque delegaba en su hijo Tomás Eustaquio dicha administración. No obstante la ventaja que suponía contar con una figura tan bien posicionada en el intrincado  tablero  de  la  economía  de  la  Catedral  como Tomás  Eustaquio,  ésta  no  fue siempre positiva. Es probable que Tomás Eustaquio granjeara a su padre y su tío una posición privilegiada a la hora de pujar por las rentas y les recomendara como administradores, pero en una ocasión crucial Tomás no calculó bien sus fuerzas a la hora de arriesgar su dinero. De hecho, su solidez económica recibiría un severo golpe víctima de la ampliación de capital y la diversificación del riesgo, cuando estos no se dieron en una coyuntura favorable. Tal es el caso de la inversión que hizo para arrendar el producto de las tres mesas arzobispales y la del impuesto del subsidio. Puso nada menos que 404.065 rsv. junto al presbítero D. bartolomé Delgado y su hermano D. Francisco, vecinos de Umbrete, que añadieron 234.640 rsv., quedando nombrados como “mayordomos mancomunados” de las mesas capitulares antedichas por cinco años, desde el 1 de enero de 1776. Para todo ello hubo de hipotecar varias propiedades, entre las que se encontraba uno de los cimientos de su prosperidad: la huerta de villalón, que ya hemos reseñado126. El mal resultado de este negocio derivó, a la muerte de Tomás Macores en 1780, en la obligación de malvender la Huerta de villalón por el “descubierto” de su testamentaría. A comienzos de los noventa, los herederos trataron la venta de la huerta con Dª Isabel Fernández de Sendrera, madre de D. Antonio de Andrade y Sendrera, poseedor del mayorazgo fundado por el capitán D Antonio lorenzo de Andrade. Dicho mayorazgo poseía entre otros activos un capital de 20.000 ducados sobre el derecho de infantes y lonja que pagaba el Consulado. En aquel momento Dª. Isabel se decidió a redimir el tributo y buscó fincas rústicas sobre las que invertir dicha cantidad. la inversión se concretó en la hacienda Nuestra Señora de la Soledad en Alcalá de Guadaira127, que compró en 83.222 rsv. a D. Ignacio valencia, después llamada la Andrada precisamente por el mayorazgo, y la huerta de villalón. la transacción definitiva se realizó en 1795 con D. Antonio de Andrade y Sendrera128. la huerta estaba compuesta de “naranjal, frutales un poco de olivar y tierra calma”, cuyo producto se destinaba a la exportación129. Toda una operación de traspaso inmobiliario facilitada por la ruina comercial de finales de siglo de la que salía beneficiado Andrade, servidor del rey en el ejército como teniente de fragata de la Armada y muy cercano al poder político. 

125 AHPSe, PNS, leg. 8808, f. 971, 19 de agosto de 1772. Nicolás debía entregarle 1.100 reales de renta al mes, vendiendo el trigo y cebada resultantes cuando Cárcamo lo indicara, encargándose de percibir su comisión tomando un 8% de lo obtenido por la administración de la “racion y mesadas, carneros, gallinas, y todos sus ingresos por este concepto, excepto anuales que salen por resurreccion navidad, lista del comunal, etc.”. 126 Además, la hipoteca incluía como garantía la huerta Cansina en Mairena del Alcor, olivares y un pinar en dicha localidad, una atahona en Triana, dos casas y tres almacenes, uno para naranjas, y otro para maderas, ubicándose estos inmuebles en el barrio de los Humeros: AHPSe, PNS, leg. 5224, f. 648r.  127 No confundir con otra hacienda la Soledad, en el mismo término, propiedad entonces de los Gómez de barreda y que hoy siguen poseyendo sus herederos. 128 Como explica la madre del teniente Andrade y poseedora del mayorazgo, Dª. Isabel Fernandez de Sendrera: AHPSe, leg. 5224, f. 648r y ss. 129 Esta importante inversión en patrimonio inmobiliario no era frecuente entre otros comerciantes irlandeses, que preferían arrendar huertas y explotarlas a través de hortelanos intermediarios como hacían Patricio O’Conry y su mujer juana keating. véase, FERNáNDEz CHAvES y GAMERO ROjAS, “A Description of the Irish in Seville”.

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Tomás Eustaquio continuaría no obstante con los negocios de arrendamiento de rentas eclesiásticas, que se extendían hasta Madrid130, y que le hacían ausentarse para estar en la capital en varias ocasiones131. Su papel se haría más importante conforme su padre y su tío se hicieron mayores, ocupando el cargo de capellán de la recién fundada Sociedad de San Patricio (ca. 1774)132, al tiempo que su posición en el cabildo Catedral se iba haciendo más sólida, al conseguir en 1785 acceder al cargo de Capellán Mayor de la Capilla Real de Sevilla y al de visitador del Arzobispado133, cargos que conservaba todavía en 1798134. Por su parte, baltasar O’Ryan, continuaría con los negocios de exportación e importación de cítricos y productos manufacturados. Estuvo especialmente volcado hacia Holanda y los Países bajos, debido a sus relaciones de parentesco con la familia van Hee, hecho que le valió ser nombrado Cónsul de Holanda en 1788135. Sus negocios de exportación de lana le empujaron a intentar liberarse de tener que recurrir a alguno de los seis lavaderos de lana existentes en la ciudad construyendo uno propio, intentando en 1809 que la casa de Medinaceli le cediese el llamado Palacio viejo, en el recinto de la huerta de la buhayra, aunque sin resultado136. quizás estos eran síntomas de dificultades, pues en enero de 1810, vendió junto a su mujer María Rafaela van Hee una casa con fábrica de curtidos que tenían en la collación de Santa lucía137 a Wheterell y Compañía138. Trataba  así  de  liquidar  unos  negocios  impracticables  en  un  país  crónicamente  hundido  en guerras constantes que cercenaban el flujo comercial con la ocupada Holanda, y de salvar parte de su patrimonio bajo el nuevo gobierno napoleónico. 

130 En 1780 daba un poder a D. Pedro Casanova y a D. Miguel Mogollón, agentes de negocios en los Reales Consejos y vecinos en Madrid para que le representasen en cualesquier tribunales y causas que fuere necesario: AHPSe, PNS, leg. 8814, f. 402, 7 de junio de 1780.  131 Así en 1782 su primo Patricio quann indicaba que estaba ausente en Madrid: AGCOCINSE, C, leg. 60, exp. s.n.  132 GAMERO ROjAS y FERNáNDEz CHAvES, “Hacer del dinero riqueza”, p. 9.  133 Mercurio de España, mayo de 1785, Madrid, Imprenta Real, 1785, t. II, p. 91. Ese año había quedado vacante una capellanía, y se informaba de ella que era “de precisa residencia, no pide circunstancia alguna particular para su obtención, pero el Provisto ha de calificar su persona según los Estatutos de aquella Real Capilla; vale 6.600 rsv; y se reciben memoriales hasta el día 24 de Agosto, de sujetos que se hallen graduados en cualquiera  de  las  Universidades  de  España”,  en  el  Memorial literario instructivo y curioso de la Corte de Madrid, vol. 4, Imprenta Real, Madrid, 1785, p. 482. 134 Guia del estado Eclesiástico Seglar y Regular de España en Particular, y de toda la Iglesia católica en general para el año 1798, Madrid, Imprenta Real, 1798, pp. 92-93. De su actividad como visitador sabemos que en 1787 estuvo encargado de reunir los hospitales de Santiago de hombres pobres transeúntes y de la Sangre, para mujeres, en la cercana villa de Alcalá de Guadaíra, cfr. FlORES, leandro josé de, Memorias históricas de la villa de Alcalá de Guadaíra, desde sus primeros pobladores hasta la conquista y repartimiento por San Fernando, Sevilla, Mariano Caro, 1834, vol. 3, p. 20. 135 AHN, E, leg. 644, exp. 13. Consulta sobre petición de Real Cédula de aprobación del nombramiento de baltasar O’Ryan como vicecónsul de Holanda en Sevilla, expedido por el Cónsul de dicha nación en Sanlúcar de barrameda, Sevilla y Ayamonte, 27 de noviembre de 1788. 136 ADM, Sección Alcalá, Administración de Andalucia. Copia del memorial de Don baltasar de Orian. Año 1809, doc. s.n. fol. 1. Citado en vERA REINA, Manuel, AMORES CARREDANO, Fernando, HERRERA RUIz, Carmen, “la Huerta del Rey: el espacio y sus usos a través de la historia”, en vAlOR PIECHOTTA, Magdalena, ROMERO MORAGAS, César (coords.), Sevilla extramuros: la huella de la historia en el sector oriental de la ciudad, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1998, pp. 103-148. 137 AHPSe, PNSe, leg. 13233, p. 92. 138 álvAREz PANTOjA, Mª. josé, “Nathan Wetherell, un industrial inglés en la Sevilla del antiguo régimen”, en Moneda y crédito, 143 (1977), p. 133. 

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6.  lA NUEvA GENERACIÓN: lA AMPlIACIÓN DE lAS ACTIvIDADES la falta de interés de los hijos de Ricardo Dunphy y Alicia (Isabel) O’Ryan por los negocios hizo necesario buscar maridos implicados en este campo para las hijas. los tres varones, Ricardo, juan y Tomás se inclinaron por la milicia, algo que no era nuevo en las dos ramas de su familia ya que tanto uno de sus tíos, juan Dumphy, y su primo Felipe Tomás Macores139, hijo de baltasar Macores y Margarita O’Ryan fueron militares. Tomás fue Gobernador militar y político de las Cuatro villas de la Costa de Santander (18001809)  e  Inspector  general  interino  de  infantería  de  línea  y  ligera  (1812,  adquirido  en propiedad en 1813), llegando a ser mariscal de campo. juan “Odonojú”, destacó especialmente  siendo  Secretario  del  Despacho  de  Guerra  (1813),  Secretario  de  Estado  interino con el gobierno de Cádiz, Capitán general de Andalucía (1820) y último virrey de Nueva España140, además de adalid de su independencia. Todo ello a pesar de haberse formado en la casa comercial, donde manifestaría gran destreza en este campo, prueba de su inteligencia, y capacidad emprendedora y de organización, como se expresa en la escritura de su emancipación de la tutela de Pablo Shee141. En este caso, como en el del también sevillano juan butler Clarke, fueron los beneficios obtenidos del comercio y la sólida red de contactos a ellos aparejados los que facilitaron su ascenso en la carrera militar, aplicable al caso de los Odonojú, como indica Andújar “las plusvalías obtenidas por algunas familias en las actividades mercantiles posibilitaron también las carreras de algunos de sus vástagos en la institución militar, como paso previo hacia un imparable ascenso social que culminó en algunos casos en la consecución de títulos nobiliarios”142. Eliminados así los varones Dumphy-Odonojú como comerciantes, la continuidad de la familia en el mundo de los negocios pasó por el necesario establecimiento de matrimonios convenientes para las dos hijas. la menor, Isabel, casó con don Tomás González de Carvajal, que alcanzará importantes puestos políticos, terminando sus días como senador en Madrid en 1834143. Además era un reputado hebraísta, helenista, poeta y traductor, culminando su carrera académica como director de los Reales Estudios de San Isidro y siendo nombrando miembro de la Matritense.  la  hermana  mayor,  Mariana,  realizó  también  un  enlace  ventajoso  con  una  familia dedicada también a actividades comerciales. El 1 de septiembre de 1781 contrajo matrimonio en la parroquia del Sagrario, con el comerciante irlandés Diego (james) Wiseman, natural de Waterford. llegado a Sevilla en 1771144, no aportó nada a su matrimonio, que se fundamentó en un principio en lo que ella lo que iba heredando de sus parientes además diversos regalos, reuniendo la nada despreciable cantidad de 134.649 rsv. 16 mrs.145. Pos139 AHPSe, PNSe, leg. 7173, ff. 474 y 544. Declaración de baltasar O’Ryan de haber prestado 1.000 pesos a su sobrino Felipe Tomás Macores, teniente del regimiento de infantería de Hibernia, retirado con grado de tal en 1785. 140 RECIO MORAlES, Óscar, “Una nación inclinada al ruido de las armas. la presencia irlandesa en los ejércitos españoles, 1580-1818: ¿la historia de un éxito?”, en Tiempos Modernos. Revista electrónica de Historia Moderna, vol. 4, 10 (2004). 141 AHN, C, leg. 27646, exp. 41. 142 ANDújAR CASTIllO, “Familias irlandesas en el ejército”, p. 277. Otro caso es el de josé Fleming en el Puerto de Santa María y los O’Farrill asentados en Cuba, ibid, pp. 280-285. 143 Archivo del Senado, expediente personal del Prócer D. Tomás josé González Carvajal, HIS-0198-09.  144 vAlIS NöEl, M., “la huella del cardenal Wiseman en España”, boletín de la Real Academia Española, vol. 64, 233, (1984), pp. 423-450.  145 AHPSe, PNS, leg. 7170, f. 375. Poder para testar mutuo.

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teriormente Diego Wiseman llegará a tener una próspera casa de negocios, en sociedad con su hermano Patricio146. Eran exportadores de frutos, lanas y aceites147 e importadores de diversas mercancías desde el Reino Unido y otros puertos del norte europeo que después redistribuían por el interior bajoandaluz, según la fórmula habitual de estos grandes comerciantes148. Tenían una fábrica de orozuz (regaliz) y una hacienda de olivar en San juan de Aznalfarache. la familia Wiseman estrechará los lazos comerciales con la plaza de Cádiz, primero al  casar  los  dos  hermanos  (Diego  en  segundo  matrimonio)  con  dos  primas,  Francisca xaviera y Francisca, pertenecientes a una familia irlandesa comerciante en esa ciudad, los Strange. Después al establecer el enlace de Mariana Wiseman Dumphy con el joven comerciante gaditano Tomas josé Tucker, hijo de josé Tucker y Francisca Downs, de los que  se  emancipó  siendo  aún  menor149.  Este Tomás Tucker  Downes  mantuvo  posteriormente una compañía en Cádiz con Enrique Dowell, su cuñado y antiguo tutor, y el hermano de éste, llamado Alonso150. María Ana aportó de dote 248.000 rsv.151 y recibió unas arras valoradas en 65.294 rsv. 4 mrs.152. El emparentamiento con los Wiseman abrió aún más las relaciones de la familia al otro lado del Atlántico. No sólo los dos hermanos serán en 1796 miembros del Consulado Nuevo de Sevilla153, sino que Patricio era desde el año anterior vicecónsul de los Estados  Unidos  en  Sevilla154,  y  un  tercer  hermano,  josé,  cónsul  de  España  en  Newport, Rhode Island155.  la  compañía  Wiseman  se  encontrará  con  las  dificultades  derivadas  de  las  guerras napoleónicas. Diego murió en 1805156 y su viuda, su segunda mujer, la gaditana Francisca xaviera Strange, se marchará en 1808 a Irlanda con sus hijos pequeños, el segundo de los cuales, Nicolás, entonces de cinco años, será el famoso cardenal Wiseman (Sevilla, 1802-londres, 1865), primer obispo católico en Inglaterra desde la reforma anglicana157. la suerte fue más favorable para Patricio, a quien la Guerra de Independencia y la llega-

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AHPSe, PNS, leg. 6508, s.f. Compañía entre los dos hermanos Wiseman. AHPSe, PNS, leg. 6522, f. 9. En 1803 la Compañía Wiseman dio un poder a los hermanos Puyón, comerciantes de Écija, para comprar 15.000 arrobas de aceite y remitirlas a los almacenes que tenían extramuros de la ciudad. 148 AHPSe, PNS, leg. 6513, f. 1509. 149 AHN, C, leg. 32077, exp.1. Solicitud de Francisca Downs, viuda de josé Tucker, madre de Tomás josé Tucker; vecinos de Cádiz, sobre que a su hijo se le conceda venia para administrar sus bienes, 1799-1800. 150 AHPCA, PNCA, leg. 2606, f. 207. Según se declara en el segundo poder para testar que escrituran en 1805 cuando nace su primer hijo, Diego Enrique Ciriaco. 151 AHPSe, PNS, leg. 13211, f. 166. Año 1802 escritura de dote a favor de Tomas josé Tucker. 152 AHPCA, PNCA, leg. 2598, f. 114. En 1802 se dieron un poder para testar mutuo, como era habitual, AHPCA, PNCA, leg.2598, f. 118. 153 bERNAl, Antonio M., GARCíA-bAqUERO, Antonio, Tres siglos de comercio sevillano. 1598-1860: cuestiones y problemas, Sevilla, Fundación Cámara, Universidad de Sevilla, 2011. 154 AHN, E, leg. 628, exp.15. Consulta sobre petición de Real Cédula de aprobación del nombramiento de Patricio Wiseman como vicecónsul de los Estados Unidos de América en Sevilla, expedido por el Cónsul de dicha nación en Cádiz, josé María yznardi. 155 AGI, Cuba, leg. 1710. Correspondencia del Marqués de Someruelos con el cónsul en Newport, josé Wiseman, 1810.  156 AHPSe, PNS, leg. 13220, ff. 542 y 522. 157 Entre la abundante bibliografía sobre este personaje podemos citar, por más relacioinada con esta ciudad, a GARNICA, Antonio (ed.), La Sevilla de Nicolás Wiseman, Sevilla, Fundación josé Manuel lara, 2003. El cardenal será autor de la célebre novela Fabiola, que trata de las persecuciones a los cristianos en el Imperio Romano. 147

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da de tropas británicas ofrecieron nuevas posibilidades dado que mantuvo privilegiadas relaciones con los altos mandos militares ingleses, como el marqués de Wellesley, que se alojó en su casa158, y lord Holland, a quien proporcionó ganado merino: “...ha resuelto que por el Ministerio del cargo de vuestra Excelencia se den las órdenes correspondientes a fin de que no se impida a D. Patricio Wiseman, Apoderado del lord para este negocio, la referida compra y extracción. De Real orden lo comunico...”159. Igualmente era intermediario en las exportaciones de lana y paño del duque del Infantado a Inglaterra, para la confección de uniformes militares160. Patricio acabará marchándose a Madrid donde en 1808 ya había fundado la razón social Wiseman Gower and Co.161 y donde nos consta que en 1824 aún operaba162. 7.  CONClUSIONES En el caso de los Macores, como de otros irlandeses y también los flamencos se vuelve  muy  pertinente  el  planteamiento  que  señala Ana  Crespo  cuando  recuerda  que  hasta ahora casi todos “los estudios se han hecho desde la perspectiva de las comunidades nacionales. Parece surgir la necesidad de enfocarlos ahora desde una perspectiva transnacional y plantearnos preguntas de medición cuantitativa y cualitativa, como por ejemplo, ¿hasta qué punto eran endogámicas las comunidades mercantiles? la migración y la formación de familias, ¿seguían siempre un plan endogámico nacional o familiar o estaban dispuestos a establecer lazos transnacionales? ¿Por qué una cosa u otra?”163, cuestiones que de manera cada vez más evidente encuentran una respuesta variada, pues la endogamia  es  sólo  una  característica  necesaria en  diversos  casos  (magníficamente  analizados por Paloma Fernández Pérez), mientras que hay sobradas muestras de que la transnacionalidad a la hora de fomentar los negocios entre diversos individuos de una nación y/o familia no está reñida con la colaboración con comerciantes pertenecientes a otras naciona158 kRAUEl HEREDIA, blanca, “El último refugio de las libertades españolas: testimonios ingleses sobre Andalucía en 1809”, en Archivo Hispalense, 222 (1990), p. 122. 159 DEROzIER, A. Manuel, Josef Quintana et la naissance du liberalisme en Espagne, París, 1968, p. 386. ver igualmente MORENO AlONSO, Manuel, La forja del liberalismo en España: los amigos españoles de Lord Holland, 1793-1840, Madrid, Publicaciones del Congreso de los Diputados, 1997, p. 167. 160 SNAHN, Osuna, CT.189, D.129-147, Correspondencia de vicente Saínz de baranda y su hermano Felipe (Contador general de Pedro de Toledo Silva, xIII duque del Infantado), sobre comercio y transporte de lana y paño hasta el puerto de Plymouth y otras ciudades de Inglaterra, actividades por las cuales el remitente entra en contacto con bizer barrow, Patricio Wiseman e Hilario bayo: Osuna, CT.189, D.195-196, borradores de correspondencia de Felipe Sáinz de baranda dirigida a Diego Ruiz de vergara, sobre comercio de ganado, venta de lana y asuntos de la administración ducal, comentándole que enviará a Patricio Wiseman los 200 carneros que le encargó: Osuna, CT.191, D.95, Carta de Ramón Sánchez Araya a Felipe Sáinz de baranda, informándole de que no dispone de fondos para pagar los 31.901 reales que le pidió y comunicándole que se va a reunir con Patricio Wiseman. Osuna: CT.190, D.1-104, Cartas de Manuel Sanz de vergara, administrador, a Felipe Sáinz de baranda, sobre administración de la cabaña de ganado fino lanar del duque, y las relaciones con el comerciante Patricio Wiseman sobre otros temas.  161 vADIllO, josé Manuel, La independencia de America: Apuntes sobre los principales sucesos que han influido en el estado actual de la América del Sur, Madrid, Mapfre, 2006, p. 493. 162 AHN, C, leg. 27573, exp. 20. la casa comercio llamada Wiseman Gower, de la ciudad de Madrid, contra josé Gironés, sobre pago de maravedíes procedentes de tres letras. 163 CRESPO SOlANA, Ana, “¿Redes de dependencia interimperial? Aproximaciones teóricas a la funcionalidad de los agentes de comercio en la expansión de las sociedades mercantiles”, en PÉREz TOSTADO y GARCíA HERNáN, Irlanda y el Atlántico Ibérico, pp. 35-50, y aquí, p. 43. 

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lidades y la repartición física de las casas de comercio por diversas plazas del Atlántico164, cuestión en la que fueron precedidos por otras “naciones” como la flamenca, que también dividió a sus miembros entre Sevilla y Cádiz165. En estas páginas ha aparecido la colaboración con otros irlandeses, pero también se dio con comerciantes españoles, flamencos y franceses.  El comportamiento de los Macores entra dentro de la lógica comercial y familiar del siglo xvIII en España, donde la continuidad familiar se juega en la baza de contar con un yerno prometedor, capaz de hacerse cargo de los negocios cuando llegara su momento, y con contactos, entrando dentro de la “yernocracia” que tan acertadamente indicara en su día Paloma Fernández166. Esta lógica no implica limitarse a un comportamiento cerrado y endogámico dentro de una comunidad nacional o incluso unas determinadas familias, como hemos visto en las familias Macores y O’Ryan que se han entrelazado de forma múltiple y podemos ver en el cuadro genealógico adjunto. Pero no puede olvidarse que los Macores también enlazaron con familias no irlandesas, como sus respectivas esposas (española de origen portugués y española de origen francés), al tiempo que hacían negocios con  flamencos  con  los  que  entroncarían  (su  sobrino  baltasar  O’Ryan  con  Rafaela van Hee) y éstos a su vez estarían relacionados con otros flamencos y franceses con los que ellos y otros irlandeses también tenían negocios. la práctica de una fuerte endogamia, propia de los irlandeses en Cádiz, es también distintiva de este grupo en Sevilla, si bien como en el caso gaditano esta no está reñida con una cierta exogamia que amplía las posibilidades de negocios y contactos del núcleo familiar167.  la familia Macores tuvo una influyente presencia en la Sociedad de San Patricio, de la que los dos Tomás y baltasar O’Ryan fueron activos miembros168. De la misma forma, ascendían socialmente por medio del reconocimiento de la hidalguía, como en el caso de Nicolás, hidalgo en Estepa, o de su sobrino baltasar O’Ryan, recibido como tal en Mairena del Alcor el 18 de julio de 1803169, fue frecuente, como en otras plazas170, y fue un recurso ampliamente empleado por los flamencos y algunos franceses relacionados con ellos en Sevilla.  Como hemos visto, la evolución de los negocios de la familia estuvo relacionada con las circunstancias de la política exterior, que embarazaron considerablemente el comercio con el Reino Unido y su área de influencia. No sólo intentaron soslayar estas circunstancias con las nuevas relaciones de parentesco que abrían nuevos mercados, sino que reor164

GARCíA FERNáNDEz, Comunidad extranjera y puerto privilegiado, pp. 39-46.  GAMERO ROjAS, “la mujer flamenca”, passim. 166 que nos recuerda que “Incorporar a un joven comerciante como yerno a la casa y negocio familiar tenía en el Cádiz dieciochesco otra utilidad, además de lograr la continuidad de la empresa: concentrar el patrimonio de dos familias... la concentración de recursos económicos y humanos era posible gracias a la uxorilocalidad, pero  también  gracias  a  cuidadas  estrategias  de  alianza  exogámicas  y  sobre  todo  endogámicas”:  FERNáNDEz PÉREz, El rostro familiar de la metrópoli, p. 162.  167 “El análisis de casos concretos demuestra que, según los intereses y los diferentes momentos del ciclo vital y profesional, la endogamia y la exogamia fueron flexiblemente utilizadas, dependiendo de la ocasión”, FERNáNDEz PÉREz, El rostro familiar de la metrópoli, pp. 164 y ss.  168 GAMERO ROjAS y FERNáNDEz CHAvES, “Hacer del dinero riqueza”. 169 AHN, E, Orden de Carlos III, exp. 1810. Expediente de concesión de la orden de Carlos III a juan Odonojú. baltasar O’Ryan obtendría real provisión de Hidalguía en Granada en 6 de mayo de 1805. Fue recibido Noble en Mairena del Alcor en 24 de marzo de 1806.  170 Para Cádiz, GARCíA FERNáNDEz, Comunidad extranjera y puerto privilegiado, pp. 122-124. véase sobre este tema, lÓPEz-GUADAlUPE MUñOz, Miguel luis, “Irlandeses al servicio del rey de España en el siglo  xvIII. Caballeros de hábito”, en vIllAR GARCíA, La emigración irlandesa en el siglo xvIII, pp. 157-181.  165

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ganizaron sus negocios volcándose más hacia el interior, donde ya tenían establecidas redes hacia el resto de Andalucía y Extremadura, sobre todo Nicolás, mientras Tomás ataría “en corto” los intereses exportadores, realizando una actividad similar a la de su hermano pero circunscrita al área metropolitana de la ciudad de Sevilla, que tomaba como eje los ríos Guadalquivir y Guadaíra y como centro de actividad su casa en la collación de San Isidoro, su hacienda de San Antonio, que se encontraba en el término de Mairena del Alcor, (que como Marchena era otra villa de señorío perteneciente a la casa de Arcos) y sus huertas sitas extramuros de la ciudad y en el vecino municipio de Alcalá de Guadaíra.  Pero  esta  “especialización”  no  significaba  en  absoluto  un  trabajo  a  espaldas  del otro. y de esta manera Tomás aparecería junto con otros mercaderes hispalenses y gaditanos en las nóminas de acreedores de minoristas del interior andaluz, como es el caso de los comerciantes baenenses D. lucas Gómez y D. Pedro berdolo, quienes en 1766 y 1790 debían diferentes cantidades a toda una constelación de acreedores radicados en Sevilla, los cuales eran casi en su totalidad de origen extranjero171. los préstamos constituían una parte consustancial de los negocios, puesto que se traducían en adelantos por la cosecha o bien para el arrendamiento y/o compra de simientes y aperos de labranza para los pequeños y medianos agricultores, y también en ventas a fiado a los minoristas en el caso de mercancías textiles y de otros géneros. la falta de reembolso de los préstamos podía dar lugar a una espera, en la que los acreedores se concertaban para prorrogar el pago172, o bien a una ejecución del pago sobre los bienes hipotecados para garantizar el mismo, que afectaba normalmente a casas en el caso de los minoristas, y a tierras en el caso de los agricultores. Fue a través de esa segunda vía como los hermanos Macores iban a reunir el patrimonio inmueble nada desdeñable que ya hemos señalado. Así pues, como hicieran otros irlandeses como White y Plunkett, que formaron una próspera compañía que traficaba con todo género de frutas, lana, vino y aceite, suministrando estos productos al Norte de Europa, al tiempo que se hacían con propiedades en el extenso hinterland de la vega y apuntalaban su prestigio y posición económica sirviendo como prestamistas a agricultores, ganaderos y otros comerciantes, ya fuese al por mayor o en el tráfico minorista de interior173.  Hasta cierto punto, los hermanos Macores tuvieron un comportamiento comercial típicamente británico al convertirse en exportadores de materias primas, especialmente cítricos y lana, e importadores y redistribuidores de productos textiles manufacturados, algo  semejante  a  otros  irlandeses  como  los  O’Ryan,  butler,  blanco,  o  el  inglés  Darwin. Pero su perfil económico diverge del de sus correligionarios al haber estado también ampliamente dedicados al asiento de la renta del tabaco y su cobro, así como al arrendamiento de diversas rentas eclesiásticas. Precisamente la profunda implicación del canónigo Tomás  Eustaquio  Macores  en  los  negocios  y  vida  religiosa  de  la  Catedral  de  Sevilla constituyeron un caso excepcional, puesto que ningún otro clérigo irlandés llegó tan lejos en la diócesis hispalense, y hay que decir que pocos hijos de comerciantes irlandeses afincados en Sevilla siguieran este camino, tan sólo el famoso cardenal Wiseman, que hizo su carrera en Inglaterra, y el malogrado josé blanco White, que también encontró su destino en aquel país.  171

AHPSe, PNS, leg. 3804, f. 213, y leg. 3818, f. 264r y ss.  Muy frecuente, como hemos visto, y que también se registra en Cádiz, cfr. GARCíA FERNáNDEz, Comunidad extranjera y puerto privilegiado, pp. 46-48.  173 álvAREz PANTOjA, “Irlandeses de Sevilla en el siglo xvIII”, en vIllAR GARCíA, La emigración irlandesa en el siglo xvIII, pp. 19-40.  172

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Manuel F. Fernández Chaves y Mercedes Gamero Rojas

la  última  generación  con  participación  económica  activa  de  esta  familia  tuvo  que abrirse a nuevos enlaces matrimoniales, que por un lado continuaron los negocios con los mercados y productos tradicionales aunque con la pérdida de los apellidos originales, y por otro los abrieron a nuevos territorios como los Estados Unidos. Pero igualmente vemos una generación que destaca considerablemente en otros ámbitos como la Iglesia, la política y el ejército, pero esa es ya otra historia174.

174 la transformación gradual de la vocación comercial en otras diferentes en los nuevos miembros de la familia se dio como hemos visto debido a la fuerte influencia de los cambios finiseculares, como concluye también, FERNáNDEz PÉREz, “Comercio y familia en la España pre-industrial. Redes y estrategias de inmigrantes irlandeses en el Cádiz del siglo xvIII”, en vIllAR GARCíA, La emigración irlandesa en el siglo xvIII, pp. 127-142.

MARÍA NICOLASA

(1) ROSA MACORES

TOMÁS GONZÁLEZ CARVAJAL

ISABEL

(2) ALICIA (ISABEL) O’RYAN

RICARDO DUMPHY ODONOJÚ

TOMÁS EUSTAQUIO MACORES FELIPE TOMÁS ET ALII

MARGARITA

MARGARITA O’RYAN

BALTASAR MACORES

Mª. RAFAELA VAN HEE

BALTASAR O`RYAN

TOMÁS ODONOJÚ

JUAN BUTLER

CRISTINA DUMPHY

JUAN ODONOJÚ VIRREY DE N.E.

JUAN

ELENA RUOTH

D. PEDRO DUMPHY O’DONAUGH

TOMÁS TUCKER DOWNES

MARIANA WISEMAN ODONOJÚ

DIEGO WISEMAN

MARIANA

JOSÉ COMEFORD (HERMANASTRO)

RICARDO

RICARDO DUMPHY ODONOJÚ

ALICIA (ISABEL) O’RYAN

DANIEL O’RYAN

MARGARITA MACORES

GENEALOGÍA DE LA FAMILIA DUMPHY O’DONAUGH

MARGARITA LANQUIER

ANA DE ALMEIDA

ROSA MACORES

TOMÁS MACORES

NICOLÁS MACORES

BRÍGIDA MULHIRAN

EDMUNDO MACORES

GENEALOGÍA DE LA FAMILIA MACORES

El reino de Sevilla como escenario del ascenso del poder social y económico 217

IV el papel de la mujer

CLOISTER AND COMMuNITy: A COMPARATIVE VIEW OF THE ROLES OF IRISH WOMEN IN THE CONVENTS OF EARLy MODERN FLANDERS, FRANCE, SPAIN AND PORTuGAL Linda Kiernan1 St. Patrick’s College. Drumcondra and Trinity College Dublin

T

HE migration of the Irish to Europe between the sixteenth and eighteenth centuries, whether as students, soldiers or merchants has been the subject of renewed and sustained research and scholarship, particularly vibrant over the last decade2. Several strong research strands have emerged from this scholarship, however they have tended to focus primarily on male pursuits, with a few notable exceptions. Indeed settlement itself has been invested with a certain masculine value. Irish migration patterns to both France and Spain have been examined in detail, revealing the motivations and numbers of migrants and the varieties of Irish migratory experiences. The dating of these migrations has also undergone detailed revision, showing that significant ‘pre-Wild Geese’ numbers left not only for Spain, but for France too3. Despite early calls for a re-evaluation of the migratory experience4, certain aspects of the female émigré community remain in the shadows. This chapter presents a comparative exploration of the experiences of Irish women religious in Flanders, France, Spain and Portugal from the late-sixteenth- to the early-eighteenth century, in the context of the ever-widening study of the figure of the nun and the life of the convent in the early modern Europe. A fine bibliography on nuns and convent life had emerged in recent years, demonstrating the extent to which feminist historiography has permeated the subject, de-

1 Teaching Fellow, Department of History, St Patrick’s College, Drumcondra, Research Associate and Adjunct Lecturer, School of Histories and Humanities, Trinity College Dublin.  2 In total the last three decades have seen the emergence of diverse studies on the Irish in Europe stretching from  early  medieval  Europe  to  the  Second  World  War:  from  Die Iren und Europa im fruheren Mittelalter, Stuttgart, Klett-Cotta, 1982, to MuRPHy, David, ‘Paddy fait de la résistance’: Les irlandais dans la Résistance française et le section F du SOE, 1940-45’, in Revue Historique des Armées, Vol. 13, No. 253 (Dec. 2008), pp. 86-98. 3 LyONS, Mary Ann, Franco-Irish Relations, Woodbridge, Boydell Press, 2003, Ó CIOSáIN, Éamon, ‘A hundred years of Irish migration to France, 1590-1688’, in O’CONNOR, Thomas (ed.), The Irish in Europe, 15801815, Dublin, Four Courts Press, 2001, pp. 93-106. 4 CASWAy,  Jerrold,  ‘Irish  Women  Overseas,  1500-1800’,  in  MACCuRTAIN, Margaret  and  O’DOWD,  Mary, Women in Early Modern Ireland, Edinburgh, Edinburgh university Press, 1991, pp. 112-132.

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manding an evaluation of the roles and contributions made by women religious beyond the simple confines of the patriarchal model. The active and contemplative aspects of religious life have been subject to extensive research over the course of the last decade in particular,  revealing  the  ways  in  which  nuns,  laywomen,  and  convent  communities, whether obedient to Tridentine decrees on enclosure or not, navigated their ways through the wider world, whether to continue to provide service to the community, fund themselves financially, or participate in the wider cultural, diplomatic or political spheres5. Initially studies of the Irish in Europe tended to concentrate on male communities, of students, of traders and merchants, and most numerously of military groupings. This is an unsurprising trend; the migration of Irish to Europe can be traced to the end of the sixteenth century arising from the military conflict between Spain and England; by the start of the seventeenth century the numbers of Irishmen serving in Spanish regiments numbered over 20,000, by the end of the century a similar figure would be in the service of France. As well as this trading links between Ireland, France and Spain were particularly strong, and tended to be subject to male rather than female infuence. However in recent years the historiographical trend has shifted towards the gendered experiences of migrations. For the Iberian side, works by Knox, Casway, Walsh and Henry, as well as some ‘insider’  accounts  such  as  that  by  Honor  McCabe,  have  explored  the  ways  in  which women  played  a  part  in  the  integration  and  assimilation  of  the  Irish  community  as  a whole, and importantly fostering positive views of the Irish identity in both religious and scholarly contexts6. The significant work completed by the Irish in Europe project has in particular contributed to the place of the Irish in France, and the place of Irish women has been highlighted by the work of Lyons, O’Connor and O’Ciosáin in particular7. As well as earlier studies and observations of Irish women in religious communities in France and 5 A number of excellent works have appeared in recent years: SPERLING, Jutta, Convents and the Body Politics in Late Renaissance Venice, Chicago, Chicago university Press, 1999, WEAVER, Elissa B., Convent Theatre in Early Modern Italy: Spiritual Fun and Learning for Women, Cambridge, Cambridge university Press, 2002, WALKER, Claire, Gender and Politics in Early Modern Europe: English Convents in France and the Low Countries, Basingstoke, Palgrave Macmillan, 2003, LAVEN, Mary, Virgins of Venice: enclosed lives and broken vows in the Renaissance convent, London, Penguin, 2003, CHOuDHuRy, Mita, Convents and Nuns in EighteenthCentury French Politics and Culture, Ithaca, Cornell university Press, 2004, LEONARD, Amy, Nails in the Wall: Catholic Nuns in Reformation Germany, Chicago, Chicago university Press, 2005, EVANGELISTI, Sylvia, Nuns. A History of Convent Life, Oxford, Oxford university Press, 2008, WOSHINSKy, Barbara, Imagining Women’s Conventual Spaces in France, 1600-1800, Farnham, Ashgate, 2010, KOSTROuN, Daniella, Feminism, absolutism and Jansenism: Louis XIV and the Port-Royal nuns, Cambridge, Cambridge university Press, 2011. These have gone some way to answer Olwen Hufton’s question: ‘Whatever Happened to the History of the Nun?’, in Hayes Robinson Lecture Series, No. 3 (2000), presented at Royal Holloway, university of London, March 1999. 6 CASWAy, ‘Irish Women Overseas’, WALSH, Micheline Kerney, ‘Some notes towards a history of Womenfolk of the Wild Geese’, in Irish Sword, (1961), V (19), 105, pp. 98-106, & V (20), pp. 133-45, HENRy, ‘Women Wild Geese, 1585-1625: Irish women and migration to European armies in the late sixteenth and early seventeenth centuries’, in The Irish World-Wide: Irish Women and Irish Migration, Vol. 4, edited by Patrick O’Sullivan, London, Leicester university Press, 1995, Chapter 1, KNOx, ‘Women of the Wild Geese’: Irish Women, Exile and Identity in Spain, 1750-1775’, in Immigrants and Minorities, Vol. 23, (July 2005), pp. 143-159, and ‘The Convent as Cultural Conduit: Irish Matronage in Early Modern Spain’, in Quidditas: The Journal of the Rocky Mountain Medieval and Renaissance Association, 30, 7 (2009), pp. 128-139, MCCABE, Honor, A Light Undimmed: the story of the Convent of Our Lady of Bom Successo, Lisbon, 1639-2006, Dublin, Dominican Publications, 2007. 7 LyONS, Marian and O’CONNOR, Thomas, Irish Migrants in Europe after Kinsale, 1602-1820, Dublin, Four Courts Press, 2003, and Irish Communities in Early Modern Europe, Dublin, Four Courts Press, 2006, Ó CIOSAIN, Éamon and DE FORVILLE, Alain Loncle, ‘Irish Nuns in Nantes, 1650-1659’, in Archivium Hibernicum, 58 (2004), pp. 167-173.

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Spain8, there has been some significant publications on the role of migrant women in general in convents on the European continent; specifically the work of Bowden, Choudhury and Walker has provided a wider context in which to view Irish experiences9. This context is significant for a number of reasons. Firstly, it allows the juxtaposition and comparison the patterns and relative impact of Irish migration(s). Secondly, in the light of gendered experiences of migration, it facilitates the contextualization of women’s roles in the cultural and political dimensions of integration. Finally, examining Irish migration as a monolithic event is of course misleading, and cannot be viewed as a wholly distinct or discrete phenomenon. It was intricately linked with the migration of English Catholics for example, and this is especially pertinent in relation to the integration, assimiliation and interdependence of both Irish and English religious communities. In many parts of France and the Iberian peninsula Irish nuns and lay sisters relied upon their acceptance into preexisting English communities, which facilitated the eventual establishment of independet Irish houses. Congregations of Irish women religious could be found at Louvain, Cambrai, Douai, and  ypres  in  France  and  the  Low  Countries,  and  at  La  Coruña,  Santiago,  Alcala  de Henares, Esterri d’Anue, Valladolid, Cadiz, Madrid, Santiago, Salamanca and Seville in Spain,  and  at  Belém  in  Portugal10.  There  were  many  other  communities  who  received Irish born, and first and second-generation Irish women, especially in the eighteenth-century; at Montargis in France for example, where Catherine Dillon was a member of the Bendictine  community11.  Some  prominent  Irish  families  made  strong  connections  with particular convents through patronage and profession, for example, and it is hoped to shed more light on the rôles played both by the religious communities and their secular supporters in the assimilation, integration and success of Irish communities. A key consideration in assesssing this aspect is the extent to which religious communities might serve as physical links between Ireland and the continent, providing staging areas for the reception of new generations of migrants. These convents interacted with confessors, church leaders,  families  and  national  political  bodies,  and  not  always  in  a  mutually  beneficial manner. The conflicts which arose between women, their benefactors, their opponents, their critics and their supporters reveal the various challenges and advantages placed before Irish women, and the Irish migratory experience. Prior to the dissolution of the monasteries in the 1530s the composition of Irish convents was of mainly Old English or Anglo-Norman women; religious convent life was generally not open to Gaelic women, who were considered too valuable as marriage material12. This mirrors the trend in England at this time, where the practice of placing young 8 NOLAN,  Patrick,  The Irish Dames of Ypres: being a history of the Royal Irish Abbey of Ypres,  Dublin, Browne and Nolan, 1908, ROBINSON, Thomas, The anatomy of the English nunnery at Lisbon in Portugall, London, Printed by George Purslowe, 1622. 9 BOWDEN, Caroline, ‘The Abbess and Mrs Brown: Lady Mary Knatchbull and Royalist Politics in Flanders in the Late 1650s’, in Recusant History, 24 (1999), pp. 288-308, CHOuDHuRy, Mita, Convents and Nuns in Eighteenth-Century French Politics and Culture, Ithaca, Cornell university Press, 2004, WALKER, Claire, Gender and Politics in Early Modern Europe: English Convents in France and the Low Countries, Basingstoke, Palgrave Macmillan, 2003. 10 KNOx, ‘The Convent as Cultural Conduit: Irish Matronage in Early Modern Spain’, in Quidditas: The Journal of the Rocky Mountain Medieval and Renaissance Association, 30, 7 (2009), pp. 128-139, p. 130. 11 DE LA TOuR Du PIN GOuVERNET, Henriette-Lucie Dillon, Memoirs: laughing and dancing our way to the precipice, London, Harvill, 1999, p. 26. 12 O’DOWD, Mary, A History of Women in Ireland, 1500-1800, Harlow, Longman, 2005, p. 155.

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women who would or could not marry, whether for reasons of title, or lack of dowry, was relatively rare in comparison to the tradition on the continent13. However there were exceptions: Sir Christopher Cusack, 4th Viscount Gormanstoun, willed his daughters substantial sums of money in order to encourage them to opt for a religious life, not just to solve the problem of marriage, but also to gain worthy educations and serve in the survival  of  the  faith14.  Convents  in  Ireland  was  pre-dominantly  located  in  the Angliscised parts of the country, however following Henrician reform over forty were closed by the end of the sixteenth century15. The average size of these communities was small, less than ten members in many of them; in some cases the low figure reflected the exclusive nature of  the  convents’  enrollment,  with  some  accepting  members  from  certain  families  only, such as Killone Abbey in Clare.  Following the Henrician and Protestant reformations, convents were closed and nuns were forced to either renounce their ways of life or go into exile. Many were evicted from their  convents  and  forced  to  return  to  their  families. While  there  were  many  who  embraced their reformed lives, many more sought the means to continue their religious roles in the face of both theological and political opposition. The migration of Irish nuns to the continent occurred alongside that of English nuns in the aftermath of the dissolution of the monasteries, and with that of German nuns who were forced to leave the cloister in the aftermath of the reformation. With the advent of the Council of Trent, the role of nuns not only in Protestant Europe, but in Catholic Europe, underwent a theoretical re-definition and physical re-organization; on one side their roles were virtually eradicated, on the other the very terms of their existence were revised and reviewed, echoing centuries-old legislation which had been previously acknowledged, but not widely enforced. The experience of Irish nuns and laywomen of various orders that fled to the continent in the sixteenth, seventeenth and eighteenth-centuries, was of multiple significances.  The papal bull Periculoso of 1298 clearly stipulated the enclosure of women’s religious communities, but its enforcement was never strict, and many continued their work in public view. While it called for the total and permanent cloister of women, as well as their  obedience  to  the  authority  of  the  local  bishop,  many  orders  circumvented  the  demands of the church hierarchy and provided ways in which women could partake in the religious life but escape the demands of enclosure. The compromise would be to lessen one’s official connection with the order, in other words, in order to avoid the strict rules of enclosure, one remained a member of the laity. Rather than taking vows of the ‘second order’, communities such as the Dominicans and Franciscans created a tertiary orders in which women took year-long vows, rather than life-long ones. By doing so these women were considered laywomen, and as such could continue their lives and work in society, while  their  fully  professed  sisters  remained  cloistered16.  However  even  for  these  true

13 KAy MCKENNA, Jo Ann, Sisters in Arms. Catholic Nuns through Two Millennia, Cambridge, Mass., Harvard, 1996, p. 423. This trend may have been due to the relative flexibility in England regarding the social mobility of brides upon their marriage, see EVANGELISTI, Nuns. A History of Convent Life, p. 5. 14 O’DAy, Rosemary, Women’s Agency in early modern Britain and the American Colonies, Harlow, Longman, 2007, p. 357. 15 With the resurgence of religious communities in Ireland in the nineteenth century, the pattern of convent establishments mirrored that of earlier centuries, with almost three-quarters located in the east and south of the country, PECKHAM MAGRAy, Mary, The Transformig Power of Nuns, New york, Oxford university Press, 1998, p. 10.  16 PECKHAM MAGRAy, The Transforming Power of Nuns, p. 7.

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women religious the enforcement was not uniform. What we see in the examples of the Irish convents is the ongoing negotiation between the demands of the central authority of the church, their duties to their orders, their families and to the possibility of returning to their homeland. The roles they play as guardians of their faiths, their ways of life, as educators to the daughters of the Old English and Irish elites, and as conduits of diplomatic and cultural assimilation are extensive.  The rule of canon law, and in particular, adherence to the Tridentine decrees on the proper behaviour of nuns and management of convent communities, differed from country  to  country,  and  region  to  region  in  many  respects. While  recent  research  has  questioned precisely how much of a role these communities continued to play in wider society  after  the  Council  of  Trent,  it  is  clear  that  some  convents  closed  their  doors  to  the outside world and observed the new laws of the church more readily than others. Building upon the precedence of Periculoso the Council of Trent re-affirm the articles of behaviour expected of women religious, rather than trusting on any ongoing obedience of the Boniface VIII’s early decree. It renewed ‘the constitution of Boniface VIII which begins Periculoso, enjoins on all bishops . . . [that] they make it their especial care that the enclosure of nuns be carefully restored wherever it has been violated and that it be preserved  where  it  has  not  been  violated;  repressing,  by  ecclesiastical  censures  and  other penalties, without regarding any appeal whatsoever, the disobedient and gainsayers, and calling in for this purpose, if need be, the aid of the Secular arm’17. This was followed by further legislative enforcement in 1566, in the bull Circa pastoralis, and in 1577, Decori; both issued by Pius V in which he outlined the strict rules governing the admittance of women to clostered communities and nominally banning the acceptance of women to the tertiary orders; women were to take solemn vows or they were to take none at all.  Cloister and enclosure were not only requisites of the decrees of the Church; they also served a number of other purposes. The support of the local authorities, in both spiritual and financial concerns, was significant in determining the survival of any religious community18. The location of many nunneries, convents and communities lay within city walls, affording a certain physical security. However they were not always safe from the inhabitants of their immediate locality. Throughout the sixteenth century especially there are numerous reports of attacks on cloistered nuns, forcing them out of their lodgings. Enclosure afforded these communities an element of security, and the environment in which to  practice  their  religion  in  its  truest  sense.  Secondly,  given  the  social  status  of  many young women who either sought or were sent to a religious community, the conditions of enclosure mirrored their upbringings in many cases. young noblewomen were not generally well-versed in the ways of wider society, and their sheltered youths could very much continue in the same way within the convent. Thirdly, there was a great deal of debate within the female religious orders over the issue of enclosure. Some needed a degree of flexibility in relation to the matter; the ursulines for instance required conditions in which they could receive female students, while others needed to fulfil charitible duties in the wider community. Within the orders the generations of women argued the issue too; surprisingly perhaps it was the younger, rather than older, generations of nuns who supported the idea of enclosure, suggesting both a willingness to move with the reformed prac-

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The canons and decrees of the sacred and oecumenical Council of Trent, edited and translated by WATERJ., London, 1848, p. 240. Twenty-fifth session, Chapter V, 1563. Ó CIOSáIN and DE FORVILLE, ‘Irish Nuns in Nantes’, pp. 167-173.

WORTH, 18

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tices of the Catholic church, but also intimating the freedom which enclosure could bestow on these’s nuns’ working lives19. Examining the role of convents and religious communities in post-Tridentine Europe raises an interesting question; that of the impact of the Council of Trent’s decrees regarding women’s roles in the church and wider society. Rather than adhering to the official legislation which promoted chastity, enclosure and general restrictions on the influence convents could exert in the secular world, the Iberian examples of Irish convents continued to play significant roles in society. Through the extension of their duties as educational  and  medical  orders,  many  religious  orders,  in  particular  the  Dominicans  and  Benedictines,  ignored  official  orders,  continuing  the  resistance  they  had  shown  to  the Inquisition. The motivations of young Irish women joining convents across Europe were varied. Certainly the binary distinction between marriage and the cloister remained pertinent to many, but religious life held many more attractions for women. In joining even a cloistered community women would have the chance to pursue education, charitable works, and intellectual and creative pursuits if they were fortunate, indeed Olwen Hufton has argued that Catholic women were the envy of their Protestant counterparts considering the range of opportunities afforded to them20. Convents with duties in the community offered a much wider range; nuns could act as teachers, as nurses, and generally participate in wider society to a greater extent. Despite the possible intellectual and spiritual fulfilment offered by the cloistered life, enforced monastic professions remained, however whether it was as easy to enforce profession and exile may never be answered, though it would seem unlikely to go to that much trouble. The composition and location of many convents meant that the inhabitants oftentimes stayed close to their families; in many cases convents were built next to family palaces for this purpose. Convents also served the wider networks of noble families; and the tradition of this is perhaps evident in the recurring appearances of family names within orders and houses. While this was certainly significant in  family  strategies  in  France  and  Spain,  the  importance  of  these  strategic  placements must surely have had added resonance in the context of dispersed Irish households in exile.  English  nuns  followed  a  similar  pattern  to  Irish,  in  that  they  first  left  England  and joined foreign cloisters. However in the latter decades of the sixteenth century moves to establish dedicated English houses emerged, with the first, St Monica’s, established by an Augustinian group in 1609. By 1700 there were thirty-six throughout France and the Low Countries21. Of those who could not to afford to flee to the continent, there were some who opted to  take  refuge  in  priests’  homes  where  the  enforcement  of  Protestant  decrees  was  lax. However anxieties about the behaviour and morals of both nuns and priests led the synod of Dublin in 1614 to rule against this situation. They decreed ‘that priests shall not have in their houses any women – even more those who have made a vow of viginity or chastity, or any others, since they might be a cause of scandal: and they are not to under19 EVANGELISTI, Nuns. A History of Convent Life, p. 7, WIESNER-HANKS, Merry E., Christianity and Sexuality in the Early Modern World, London, Routledge, 2010, p. 150. 20 HuFTON,  Olwen, The Prospect Before Her: a history of women in Western Europe,  New york, Alfred Knopf, 1996, pp. 363-423. 21 WALKER, Claire, ‘Combining Martha and Mary: Gender and Work in Seventeenth-Century English Cloisters’, in Sixteenth-Century Journal, Vol. 30, No. 2, (1999) pp. 397-418, provides a fascinating account of the working lives of these convents.

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take the care of such women, even as a spiritual ministry, without further authorization’22. They made good on their promises and did allow some special permission, but the message was clear: nuns seeking refuge represented troubling opportunities for priests, and therefore problems for the besieged Catholic hierarchy. This appears though to have been part of a wider concern over the behaviour of Irish women in general on the part of English observers who were of the opinion that women exerted a negative and rebellious influence on teir menfolk23. These concerns were replicated across Europe; in Spain too observers noted the dangers presented by unregulated female religious.  Religious life continued however in Ireland in both circumscribed and renewed terms throughout the seventeenth century. With the establishment of communities such as the Sodality  of  the  Blassed  Virgin  by  the  Jesuits  in  the  1590s,  and  the  Poor  Clares  in  the 1630s, religious life for women in Ireland took on new dimensions. In contrast to those sometimes rebellious convents on the continent, papal decrees on clausura were strictly promoted, not least by the papal nuncio, GianBattista Rinuccini in the 1640s24. Rinuccini received a warm welcome in Ireland when he arrived in October 1645, and he was concerned especially with the issue of cloistering. He already held a high opinion of Irish nuns, however the obedient approach to enclosure may have in fact hindered the abilities of Irish nuns to successfully maintain their communities. In many ways the insistence on clositering put these female communities at loggerheads with the authorities. Indeed, attitudes  to  the  role  and  management  of  these  religious  houses  raises  the  question  of whether the adherence of religious communities to the post-Tridentine laws were in deference to Rome, or in defiance of encroaching English military and political actions25. Other figures, such as Micheál Ó Clerigh and Dubhaltach Mac Firbisigh, contributed to the definition of the conduct of the Poor Clares for example26. The strict observance of the Tridentine decrees within the convents was reflected in the behaviour of women in wider  society  in  Ireland.  Various  instances  of  violence  against  Protestant  and  English ministers were orchestrated by women, a trend which was reflected across Europe27. The examples of Irish nuns and beatas (lay sisters) in Spain provide significant examples of the gendered experience of integration and assimilation of the Irish émigré community. The place of the Irish in both French and Spanish society benefitted from official recognition of their status as subjects of each crown. In 1608 Spain was the first European state to accord Irish immigrants full equality, extended by Philip III in recognition of mutual military and religious loyalties. Thus began a process of official and legal assimilation not simply of Irish identity, but of Irish bloodlines, as the legal foundations of their recognition preserved more than national heritage, more importantly they allowed 22 KILROy, Phil, ‘Women and Reformation in Seventeenth-Century Ireland’, in MAC CuRTAIN and O’DOWD, Women in Early Modern Ireland, p. 189; WIESNER-HANKS, Christianity and Sexuality, pp. 147-148. 23 CAMDEN, William, Britain, of a Chronological Description of England, Scotland, and Ireland, London, 1610, p. 144, quoted in WIESNER-HANKS, Merry E., Women and Gender in Early Modern Europe, Cambridge, Cambridge university Press, 2008, p. 288. 24 O’DOWD, A History of Women in Ireland, p. 164. 25 Claire Walker contends that convents of English nuns on the continent were considered by the English state as ‘breeding grounds for sedition’: WALKER, Gender and Politics in Early Modern Europe, p. 116. 26 O’DOWD, A History of Women in Ireland, p. 164. 27 Ó HANNRACHáIN, Tadhg, ‘Theory in the absence of fact: Irish Women and the Catholic Reformation’, in MEEK,  Christine  and  LAWLESS, Catherine  (ed.), Pawns or Players?: studies on medieval and early modern women, Dublin, Four Courts Press, 2003, pp. 144-146, see also ZEMON DAVIS, Natalie, Society and culture in early modern France: eight essays, Cambridge, Polity, 1987, and HuFTON, The Prospect Before Her.

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families to maintain lineage and bloodlines by also recognising their social rank28. More than that the structure of Spanish families and of Irish septs operated in similar ways29. Spain was special in the place it accorded women in religious communities, and in the roles it accorded women in the implementation of both pre and post-Tridentine reform. The  laywoman  in  Spain,  or  beata (literally  ‘blessed  one’),  was  a  ubiquitous  figure  in many Spanish towns and cities. Beatas took the vows of celibacy and obedience, but not of poverty, in order to control their own finance, or indeed because they lacked the means to become fully professed nuns30. Many were members of the Augustinian, Dominican or Franciscan tertiary orders, however many more were ordinary women who led highly devout and observant lives. In several cities formal communities of beatas were established. Known as beaterios, these religious houses negotiated the terms of enclosure and continued to perform charity in the wider community. The figures for the numbers of beatas in certain areas are startling; in Baeza 20% of the female population were considered in this group31. Similarly high numbers of women opted for the religious life in Italy; throughout  the  sixteenth,  seventeenth  and  eighteenth  centuries  almost  half  of  the  aristocratic daughter of Florence entered religious institutions, in Milan the figure was even higher32. However given the relative freedom allowed these women, and the unclear definitions of their status, the proliferation of members throughout Spain was accompanied by a pervasive suspicion of their exact purpose, especially when many were viewed in the category of ‘mystics’. In 1626 the first Irish convent on the continent was established by the Poor Clares in Dunkirk. This small, but pioneering, group had just five members, all aged between 19 and 24: Mother Abbess Mary of St Joseph Dillon, her sister Sister Cicely of St Francis Dillon (both of who were professed on the same day), Sister Martha Mariana Cheevers of Wexford,  Sister  Magdalen  of  St  Clare  Nugent,  and  Sister  Mary  Peter  Dowdall,  all  of whom had received their educations at the Convent of the English Poor Clares at Gravelines, where the first Irish sister, Martha Cheevers, had been professed on Christmas Day 162033. On 20 May 1626 they set out to establish a sister house for Graveline at Dunkirk, where they would start a house of the ‘Irish Nation’, Gravelines later established further houses at Aire-sur-la-Lys in 1629 and Rouen in 1644. In the year following their arrival in Dunkirk, the new convent of Poor Clares accepted two new members Sister Mary Power  and  Sister  Brigid Antony  Eustace. This  group  of  seven  attempted  to  bring  the  order back to Ireland in 1629, and initially attracted the enrollment of twelve new postulants. However  following  abrupt  treatment  at  the  hands  of  the  authorities  they  found  refuge through  the  intervention  of  the  Dillon  family,  who  established  a  convent  for  them  on Lough Rea/ Riagh. With the advance of Cromwellian troops in Ireland however by January  1650  Poor  Clares  once  again  prepared  to  leave  Ireland  for  France34.  Following  the 1650s Poor Clares and Dominican nuns travelled to Spain in the hope of settlement, how28 A number of studies have focused on the continuing importance of these bloodlines, including those by CASWAy, KAMEN, and DOWNEy. 29 KNOx, ‘Women of the Wild Geese’, p. 146. 30 KNOx, ‘The Irish Convent’, p. 138. 31 RANFT, Patricia, Women and the Religious Life in Premodern Europe, Basingstoke, Macmillan, 1996, p. 108. 32 EVANGELISTI, Nuns. A History of Convent Life, pp. 5, 20. 33 CONCANNON, Mrs. Thomas, Irish Nuns in Penal Days, London, Sands & Co., 1931, p. 28, Registers of the English Poor Clares, reprinted in Catholic Record Society, Misc. Ix, Vol. 14 (1914), p. 35. 34 Ó CIOSáIN and DE FORVILLE, ‘Irish Nuns in Nantes’, pp. 167-173.

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ever following the initial foundations of dedicated Irish convents in the early-mid-seventeenth century, it was more likely that Irish novices, sisters and nun would be taken in by non-Irish sister houses35. The pattern of continental re-location and attempted re-establishment of an order was replicated in the experience of the Benedictines at ypres. The convent was established in 1665 by Lady Butler, who in turn attempted to re-locate the convent to Ship Street in Dublin in 1681, but despite assurances that their position was secure from William III, they left again for ypres36. In La Coruña significant Irish ties were consolidated by the presence of Irish members of both Franciscan and Domnican orders, who served the Irish community well, as attested to in the wills of Lynchs, O’Sullivans and Comerfords among others37. The popularity of the Franciscans was evident, however the Dominican order grew wider with a small  community  of  lay-sisters  which  included  Leonor  O’Sullivan,  Elena  McMahon, Leonor O’Kelly, Elena Daniel McCarthy, and Geronima O’Connor38. These women appear to have continued in their roles as lay-sister rather than taking vows of the second order, though whether this was to continue their roles in local community, or a question of property rights is unclear39. In 1639 an Irish Dominican convent of Bom Successo was established, whose alumni included Anna and Cecelia O’Neill, sisters who served as prioresses in sucession40, as well as the daughter of Sir John Burke of Brittas41. The establishment of the convent at Bom Successo was led by the Dominican friar Dominic (sometimes referred to as Daniel) O’Daly, a native of Kerry, whose career was distinguished not only by religious accomplishment but by diplomatic achievement, serving the new king of Portugal, and then as ambassador to the court of Louis xIV42. He had already succeeded in establishing a College for Irish Dominicans, Corpo Santo, and through this nurtured close connections with the court, in particular Margaret of Mantua. With the patronage of Lady Barbacena, the Countess of Atalaya and especially Lady Irina de Brito, (as well as some persuasion of Philip IV), O’Daly succeeded in opening Bom Successo, ‘The Convent of Our Lady of Good  Success’43.  Its  first  two  members  were  Eleanora  Burke,  and  her  cousin  ursula, along with two Portuguese girls, as stipulated by the will of Irina de Brito who died in January  164044.  By  the  mid-eighteenth  century  the  community  had  grown  to  a  healthy size, of 39 members, a significant figure in comparison to their counterparts in Spain and France. Thomas de Burgo noted that the majority were of Irish birth if not Irish descent45. Elsewhere on the Iberian peninsula, Irish women contributed to the establishment of

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CASWAy, ‘Irish Women Overseas’, p. 117. CAVENAGH, W.O., ‘The Irish Benedictine Nunnery at ypres, Belgium’, in The Journal of the Royal Society of Antiquaries of Ireland, Vol. 38, No. 2, (1908), pp. 179-180, CASWAy, ‘Irish Women Overseas’, p. 117. 37 O’SCEA, Ciaran, ‘The Irish Catholic exile in early-modern Galicia, 1598-1666’, in O’CONNOR, The Irish in Europe, 1580-1815, pp. 36-37, 37n. 38 Ibid., p. 36n. 39 Ibid., p. 37n. 40 Trinity College Dublin Library, Manuscripts, Ms. 6406. 41 MACCuRTAIN and O’DOWD, Women in Early Modern Ireland, p. 117. 42 SMITH, Charles, The Antient and Present State of the County of Kerry: being a natural, civil, ecclesiastical, historical, and topographical description thereof, Dublin, 1756, pp. 413-414. 43 MCCABE, A light Undimmed, p. 40. 44 MCCABE, A light Undimmed, p. 43. 45 The surnames recorded at the convent at this point include Plunkett, Fanning, Tuomy, O’Ferrall, Tuite, O’Cleary, MacCarthy, Lysaght, O’Kennedy, Scurlog, O’Byrne, MacDonnell: MORROGH and FOx, Irish Nuns in Penal Days, p. 59. 36

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charitable institutions. In Cadiz in 1634 the Iglesia del Hospital de Nuestra Señora del Carmen was built, a hospital exclusively for women and girls, one of the first to be built. Three Irish women supported the foundation: Alfonsa O’Brien, Catalina Warnes and Eugenia Maria Meleroy. The innovation employed by them and the personnel at the hospital was impressive: the financial support they provided ensured that the women and children were treated and cared for on separate wards, patients with infectious diseases were kept in isolation, and the hospital boasted an extensive pharmacy. Even the little details affored by their generosity displays an admirable degree of thoughfulness: a fund was put in place to buy toys for those children confined to bed46. One of these matrons, Alfonsa O’Brien, was continuing the tradition of her forebears. Killone Abbey in Clare had been almost exclusively for the use of the O’Brien family, and prior to the dissolution of the monasteries,  the  abbey  was  known  for  its  provision  of  poor  relief,  and  the  care  of  the ‘naked, need, hungry and impotent’47. Elsewhere in the convents of Corpus Christi, Valladolid  and  the  Domnincan  convent  at  La  Coruña,  well-born  and  wealth  Irish  women found  sanctuary  alongside  those  of  the  local  community  who  sought  refuge  from  their pasts and reconciliation with their God48. Many Irish women appear to have stood out for their exceptionally saintly lives: Doña Maria Blake at Toledo, and Doña Maria French at Valladolid in particular49. Whereas the charitable spirit was strong in both French and Spanish religious houses, the educational aspect  was  particularly  important  in  the  roles  of  Irish  nuns.  The  examples  of  Maria O’Hallorana and Maria Lynch in Zamora and Bilbao attest to the intellectual emphasis of the female religious life. There is some question over the role Irish women could play within convent communities. There would certainly appear to be examples in which nuns were enclosed, and kept distant from communities, though they might try to bend the rules. However the example of the Dominican convent at Lisbon appeared to one of strict observance of the Tridentine decrees, and example that strained relations between the Irish and Portueguese Dominicans. It would appear that the Portuguese Dominicans did not wholly object to the Irish preference for cloistered living, but did mind when O’Daly, the founder, tried to impose it upon local communities he deemed lax50. Indeed upon the foundation of the convent at Belém the rule was clear: the convent would follow the strict tenets of Dominican life, including observance of enclosure, and minial contact with even close family members51. One traveller’s account referring to the Irish convent near Lisbon in 1672-3 noted that ‘These Irish nuns have not the permission of seeing any men, though they may be conversed with sometimes through a wall’52. Reports  that  even  the  strictly  cloistered  orders  could  in  some  way  interact  with  the wider community in part demonstrates that the traditional dual aspects of convent life, of 46

KNOx, ‘The Irish Convent’, p. 134. O’DOWD, A History of Women in Ireland, p. 155. 48 KNOx, ‘The Irish Convent’, p. 138. 49 CONCANNON, Irish Nuns in Penal Days, p. 65. 50 FENNING, Hugh, ‘Irish Dominicans at Lisbon before 1700: A Biographical Register’, in Collectanea Hibernica, No. 42 (2000), p. 28. 51 MCCABE, A light Undimmed, p. 43. 52 A journal of James Jenefer, Captain of the Saudades, of a voyage from London to Lisbon’, in The manuscripts of the Earl of Dartmouth, Vol. 1, p. 24. This behaviour does not seem to have been common to all Portuguese convents, many of whom rebelled against the restrictions of enclosure: MCNAMARA, Sisters in Arms, p. 532.  47

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enclosure and integration, were constantly under negotiation by women religious. Likewise, the duties of convent life, both contemplative and active, were parallel rather than mutually exclusive, concerns53. This dichotomous approach to religious life was as much about fulfilling the personal requirements of the novice, nun or beata, it was sometimes a matter of financial necessity. Each convent was home to women who combined the tasks of prayer and care, working at a range of occupations in order to sustain the community, from needlework to education. In some areas convents received laundry, in others they attempted the production of alcohol. Convents were also homes to intense creativity, and the production of textile works, tapestries and embroidery was not uncommon. They engaged in the copying of manuscripts but they also produced a variety of texts. These dual roles, of action and reflection, which was traditionally called the Martha/Mary metaphor, were not just a matter of compromise; in many ways both aspects of the religious life were mutually reinvigorating. It was also these roles that served to insulate and protect orders from the higher church authorities who sought to interfere with their ways of life. If books were seized,  or  curricula  questioned,  an  abbess  could  use  considerable  influence  to  dissuade critics, not least in invoking the rule by which they lived, whether Bendictine, Dominican or otherwise. In this manner, the very intellectual foundations of convent life were used by their practitioners to protect themselves, and in some cases, to defy the authorities54. As much as the welcome Irish nuns received in Galicia, they were equally made at home in Spanish Flanders; the examples at Dunkirk and ypres attest to the communities’ tenacity. Knox contends that there was a more positive reception to the Irish community in Spain than in France55. Indeed Spain was quicker in acknowledging the Irish migrant community, but France did so at a later stage. The differences between the reception of the Irish in France and Spain have traditionally seen Spain as the more welcoming of the two countries, whether in relation to commercial, military or religious relations. While the Spanish valued Irish loyalty in a military context, in the commercial a healthy rivalry operated. The proliferation of convents accepting Irish novices or beatas and being established by Irish nuns across France, Flanders and Spain throughout this period does not indicate a significant degree of difference in terms of numbers. While it has been argued that Spain was perhaps more welcoming due to a trend of depopulation in the seventeenth century,  that  view  provides  a  demographical  aspect  to  a  greater  cultural  picture56.  The possible influence of the Milesian myth in fostering a shared kinship is another aspect to this heightened pace and intensity of integration, though as studies have shown the reasons for individual and familial assimilation could vary widely57. Additionally France was experiencing religious turmoil of its own, and observers noted that Spanish members of religious orders were reluctant to face the challenges of repatriating to France in the aftermath of the Wars of Religion. Lemoine noted that France was viewed by outsiders as a ‘country in a state of mission’, and half-heretic58. In terms of legalities France was certainly slower in according citizenship and recognition to Irish settlers, however this was due to the later military links established between 53

RANFT, Women and the Religious Life, p. 97.  KNOx, ‘The Irish Convent’, p. 139. 55 KNOx, ‘Women of the Wild Geese’, p. 147. 56 Ibid. 57 RECIO MORALES, Óscar, ‘When merit alone is not enough: Money as a ‘parallel route’ for Irish military advancement in Spain’, in Irish Migration Studies in Latin America, Vol. 5, No. 2 (July, 2007), pp. 121-124. 58 WOSHINSKy, Imagining Women’s Conventual Spaces, p. 119. 54

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Ireland and France. The praise of Irish troops, and the social success of families such as the Dillons, did little to alleviate the widespread hardship endured by many which were played out in the grand setting of Saint-Germain-en-Laye; financial support awarded to Irish females in particular could be meagre59. As the time went on, the view of the Irish in France appears to have deteriorated60. By the 1680s the situation in Ireland was relatively receptive to accept new religious communities, during which time the Irish nuns at ypres founded a convent in Dublin, with a school for girls of the Irish gentry. The effort was short-lived however and did not survive  the  Williamite  wars61.  Dominicans  Mother  Juliana  Nolan  and  Sister  Maria  Lynch were living at the convent (the Convent of the Incarnation) of the Dominican order in Bilbao in the 1680s, when they were called upon to return to Galway to take advantage of the relaxed religious environment and re-establish the order. Despite her advanced age Juliana Nolan accepted the challenge and made the journey to Galway where she re-established the community and welcomed fourteen novices before 1698. The attacks levelled at these communities in the aftermath of the penal expelling religious from Ireland in May 1698 were considerable. However Nolan refused to break ‘clausura’ in the wake of the attacks.  While  a  return  to  the  continent  was  considered,  to  France  rather  than  Spain  (a choice  of  expedience  rather  than  preference)  Juliana  Nolan  and  her  convent  remained, with the compromise of adopting secular dress. On her death in 1701 at the age of ninety Noland was succeeded by Lynch.  The shift back to Ireland in the late eighteenth century brought with it significant influence  from  the  continental  orders.  The  founding  of  Nano  Nagle’s  Presentation  order was  initially  inspired  by  the  organization  and  ethos  of  the  ursuline  order,  though  their teachings and mission were ultimately jettisoned in favour of Nagle’s own, much to the dismay of her advisors and their ursuline contacts. Nonetheless Nagle had received her education in France where she had served her time as a postulant. By the second half of the eighteenth century the situation in Ireland had subsided to such an extent that some attempted to return following their education on the continent. The ursulines had a very good reputation in Ireland, they had educated a great number of daughters from wealthy Irish Catholic familes. Their order had benefited from the support of the Jesuits, who had a particular interest in those women religious who sought to emulate their own roles in wider society62. They were so highly regarded that rumours of their impending establishment in Ireland dissuaded potentially valuable recruits, such as Eleanor Fitzsimmons of Cork, from joining orders on the continent63. As well as this, views of convent life and of nuns in France in particular were particularly malevolent as the eighteenth century progressed. Increasingly the perceived insularity was heightened and amplified by various works; Diderot’s The Nun was one of many. Public discourse attacked cloistered life especially, and the idea that any section of society should wish to shield itself from another was increasingly anathema to a growing public sphere. 

59 LyONS, Marian, ‘Digne de compassion’: female dependents of Irish jacobite soldiers in France, c. 1692c. 1730’, in Eighteenth-Century Ireland, 23 (2008), pp. 55-75. 60 Ó  CIOSáIN,  Éamon,  ‘Attitudes  towards  Ireland  and  the  Irish  in  Enlightenment  France’,  in  GARGETT, Garham  and  SHERIDAN, Geraldine  (eds.), Ireland and the French Enlightenment, 1700-1800,  Basingstoke, Macmillan, 1999. 61 RANFT, Women and the Religious Life, p. 97, O’DOWD, A History of Women in Ireland, p. 164. 62 O’DOWD, A History of Women in Ireland, p. 163. 63 PECKHAM MAGRAy, The Transforming Power of Nuns, p. 16.

A comparative view of the roles of Irish women

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The experience of the various female Irish religious orders that found sanctuary and continuity on the continent during the sixteenth, seventeenth and eighteenth centuries reveals that while the expulsion of the orders and their members in the aftermath of the dissolution of the monasteries was an extensive and effective measure in the curtailment of formal religious life for women in Ireland, it was by no means its extinction. The effect of the female religious migration to France and Spain in many ways instigated a heightened and intensified religious interaction between Ireland and the continent which was especially pronounced in the seventeenth century. It must be noted too, that the systematic establishment of new houses, particularly by the discalced orders of Spain, and the many new  orders  founded  in  France  in  the  seventeenth-century,  was  widespread,  crossing  to New France and New Spain during this century. In this context, the attempts of a number of religious orders, notably the Poor Clares, to return to Ireland and found religious houses, demonstrates some of the orders’ motivations and goals in receiving Irish novices; that is to ensure the re-establishment of the houses in Ireland. In the period before the wars of 1689-90 at least, this reflects the trend within the wider Irish migratory experience; leaving Ireland was not a permanent action, it was a temporary measure designed to prepare for a return.  The opportunism of female religious orders in re-establishing themselves in Ireland at the earliest opportunity in the seventeeth century is suggestive of a pre-existing plan of action designed to play a part in the wider context of rebellion against English encroachment into the political and religious terrain of the Old English and Irish spheres. This behaviour has been traced in detail in terms of the English experience, however remains a viable and enticing subject through which to fully explore the role of Irish nuns in Irish migrant  experience  but  also  in  Restoration  politics  in  Ireland64.  In  their  own  way  nuns could  play  a  part  in  the  traditionally  masculinist  arenas  of  rebellion  and  resistance,  no matter what level of physical engagement they performed in the community. Their insularity was by no means a barrier to their participation in the wider context of both integration or repatriation.

64 WALKER, Claire, ‘Prayer, Patronage, and Political Conspiracy: English Nuns and the Restoration’, in The Historical Journal, 43, 1 (2000), pp. 1-23.

unA HiSPAno-iRLAnDESA En PARíS: EL EPiSToLARio EnTRE LA mARquESA DE SALAS Y EL mARquÉS DE LA EnSEnADA (1744-1747)* Diego Téllez Alarcia Director de Tiempos modernos, revista electrónica de Historia moderna

inTRoDucción: iRLAnDESAS AL SERVicio DE LoS BoRBonES

L

A importancia del rol político desempeñado por las mujeres en las cortes europeas del

siglo  xViii está fuera de toda duda, en una centuria que podría atinadamente etiquetarse como el “siglo de las reinas” por antonomasia. maría Teresa de Austria, isabel y catalina de Rusia, isabel de Farnesio o Bárbara de Braganza son algunos de los ejemplos de soberanas que, bien desde la posesión efectiva de sus dominios, bien desde su calidad de reinas consortes, fueron piezas fundamentales del tablero de ajedrez internacional del momento. no fueron las únicas mujeres con un destacado protagonismo en la política de la época. Amantes y consejeras como madame de Pompadour, cortesanas como la princesa de los ursinos o la duquesa de castropignano también fueron polos de referencia de las clientelas del momento1. Y es que la proximidad a los monarcas era un privilegio muy apetecible. La posibilidad de influir en el ánimo regio para la obtención de prebendas, nombramientos, hábitos de órdenes de caballerías, encomiendas, ascensos, etc. resultaba tentadora. En este sentido, las diversas casas reales de reyes y príncipes, sus célebres “cuartos”, se convertían en poderosas instancias donde se jugaban los intereses de muchos grupos político-cortesanos. Y los miembros de dichos cuartos, en peones muy útiles y codiciados por los líderes y magnates de cada momento. Las irlandesas supieron singlar con habilidad estas procelosas aguas de este complejo panorama cortesano de la España del Setecientos. Andújar castillo fue el primero en

*  Este trabajo ha sido realizado en el marco de una beca posdoctoral concedida por el Gobierno de La Rioja y desarrollada en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (París) bajo la dirección del profesor Benard Vincent. 1 Ya me ocupé de esta cuestión en TÉLLEz ALARciA, Diego, “irlandesas y poder político en la España del siglo  xViii: el papel de la marquesa de Salas y de la condesa de Lismore durante la Guerra de Sucesión Austriaca”, en PÉREz ToSTADo, igor y GARcíA HERnán, Enrique (eds.), Irlanda y el Atlántico Ibérico. Movilidad, participación e intercambio cultural (1580-1823), Sevilla, Albatros Ediciones, 2010, pp. 267-286, por lo que remito a la bibliografía citada en dicho trabajo para ampliar esta idea. 235

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Diego Téllez Alarcia

notar certeramente cómo algunas familias habían mostrado su vocación por el servicio personal de las reinas y las infantas, colocando a muchas de sus hijas en la casa real en calidad de camaristas o dueñas de honor2. josé Luis Sancho lo ha confirmado recientemente en su magnífica edición de las cartas de las infantas con los reyes: más numerosos y desde luego pintorescos son los jacobitas británicos, activos en el ejército los varones –como los Lacy y conock–, y muy presentes en el interior de palacio, al servicio de la reina y las infantas, señoras tales como maría Teresa Lacy, su hija maría Francisca, su hermana maría conock, la hija de ésta, Dorotea –que de camarista de la infanta maría Teresa pasó a ser monja en el convento madrileño de Santa Ana– o las o’moore, o’neil, o’connor y o’Brien3.

Gracias a este último trabajo, conocemos muchos más detalles de esta amplia nómina de irlandesas que incluía a mujeres como maría Teresa y maría Francisca de Lacy, maría y Dorotea conock, maría o’moore y o’neil y las hermanas o’Brien o’connor4. Todas ellas habían sido aupadas a sus puestos por la reina isabel de Farnesio, que parecía depositar en ellas una confianza sin límites. Se desempeñaron como camaristas, dueñas de honor y ayas, tanto de la reina como de las infantas maría Teresa y maría Antonia, con las que gozaron de una singular intimidad. Gracias a esta posición de preeminencia y a la protección de la soberana obtuvieron, por si fuera poco, matrimonios ventajosos con caballeros distinguidos, algunos de origen irlandés como el citado Lacy, otros de menos alcurnia pero más posibles (caso de las o’Brien o’connor). Este resorte les permitió medrar socialmente y consolidarse entre las clases dirigentes españolas. Para completar el cuadro del resultado del exilio jacobita en España en su vertiente femenino-cortesana  merecería  la  pena  estudiar  también  a  las  inglesas  y  escocesas  que también sirvieron en la casa real. un ejemplo particularmente interesante es el de las hermanas Drummond, maría y Francisca, casadas sucesivamente con D. josé de Rozas, conde de castelblanco5. Ambas eran hijas del duque de melfort y habían nacido en el exilio, en Francia. La segunda, de hecho, lo había hecho en París, el 1 de enero de 1696. Al igual que las irlandesas, Francisca Drummond entraría al servicio de la reina en calidad de dama de honor6. Las hijas de este matrimonio, dentro de la ya conocida estrategia de la Farnesio de proveer casamientos ventajosos a sus sirvientas y a las hijas de éstas, emparentarían con funcionarios de carrera prometedores. josefa de Rozas y Drummond lo haría,

2 La de los White-Warron y la de los o’Brien-o’connor: AnDújAR cASTiLLo, Francisco, “Familias irlandesas en el Ejército y en la corte borbónica”, en GARcíA HERnán, Enrique y REcio moRALES, óscar (coords.), Extranjeros en el Ejército. Militares irlandeses en la sociedad española (1580-1818), madrid, ministerio de Defensa, 2007, pp. 271-295. 3 SAncHo, josé Luis y ToRRionE, margarita (eds.), 1744-1746. De una Corte a otra. Correspondencia íntima de los Borbones, 2 vols., madrid, Patrimonio nacional, 2010 (vol. 2, p. 586). 4 Ibidem, vol. 1, pp. 218-219. 5 Rozas era un adinerado funcionario limeño que había desempeñado cargos como la gobernación, capitanía general y presidencia de la audiencia de Guatemala. Por razones desconocidas puso su fortuna y su talento al servicio de los reyes destronados de inglaterra, trasladándose efectivamente a la corte de Saint Germain donde algunas fuentes indican que dirigió y dispuso a su costa el armamento enviado a inglaterra en 1716. En agradecimiento el Pretendiente lo nombró duque de San Andrés. En España su labor de enlace con los jacobitas fue valorada de modo que se le nombró caballero de Alcántara: ESPAñoL BoucHÉ, Luis, Nuevos y viejos problemas en la sucesión de la corona española, madrid, instituto Salazar y castro, 1999, pp. 158-204. 6 Ibidem, p. 176. Su hermano, juan, se formó en el Real Seminario de nobles de madrid desde 1735: Archivo Histórico nacional, madrid (en adelante AHn), Universidades, 670, exp. 55.

El epistolario entre la marquesa de Salas y el marqués de la Ensenada

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por su lado, con josé Villalpando, conde de Torresecas, en primera instancia, y con josé Vallabriga Español, un noble de origen aragonés, tras enviudar7. maría Benita, por otra parte, lo haría ni más ni menos que con josé del campillo, entonces intendente, y posteriormente ministro de la monarquía8. Viuda tras la prematura muerte de su esposo, maría Benita protagonizaría un polémico segundo enlace con D. Pedro Stuart, hermano menor del  duque  de  Berwick,  quien  se  opuso  vehemente,  como  describe  el  cónsul  francés  en madrid en la siguiente carta: milord Stuard, frère de m. le duc Berwick, s’est marié à la veuve de m. de campillo. m. de Berwick et toute la maison d’Albe dont est sa femme, crient beaucoup contre ce mariage et madame de Berwick en a porté ses plaints jusqu’à LL.mm.cc. comme m. Stuard s’est marié sans permission et qu’étant héritier présomptif du grand, gentilhomme de la chambre et officier, chacune de ces hors (mérites) le mettait dans le cas de la demander, le Roy d’Espagne a ordonné qu’on le rayât de la liste des officiers de marine. cependant ses amis espèrent que cette affaire s’accommodera dans la suite attendue que mme. de Berwick, du vivant de m. de campillo, annonçait la dame comme sa parente, que LL.mm.cc s’en sait, à ce qu’on assure et en ont conçu qu’il ne pouvait par cette raison y avoir tant de disproportion du côte de la naissance que la maison d’Albe et de Berwick veulent aujourd’hui le faire entendre. on croit que m. de la Ensenada, quoique ami particulier des deux maisons plaignantes, ne laisse pas de protéger sous main la veuve de m. de campillo, a laquelle on n’a point ôté une pension de 1.000 pistoles qu’elle a eue à la mort de son mari. Les nouveaux mariées se son retirés la semaine passé au village de Villaverde que est à une lieue de madrid, en attendant que l’orage se calme, et ils sont dans une maison que appartient au frère de m. le c. de montijo. Le dernier, qu’a été longtemps attaché à cette veuve s’est déclaré en faveur de ce mariage avec beaucoup d’amitié et de sincérité. Et c’est une dame de 25 à 26 ans que est aussi aimable par les agréments de sa personne que par ceux de son esprit9.

Fue necesario que mediase el mismísimo Pretendiente para que las aguas volviesen a su cauce10. En todo caso no debemos olvidar, en nuestra persecución de la historia de las mujeres irlandesas en la España moderna, que el mundo cortesano no es el único en el que po-

7 Había sido bautizada en la parroquia de San Ginés y de San Luis de madrid el 25 de diciembre de 1722. Testó en zaragoza el 10 de septiembre de 1773. En el testamento se mencionan tres hijos: Luis, Teresa y mariana. 8 Expediente matrimonial en AHn, Órdenes militares, Casamiento-Santiago, Exp. 10.395. Ver también Archivo General de Palacio, madrid (en adelante AGP), Personal, c. 2974/63. 9 Partyet al ministro Rouillé, 4 de agosto de 1749, Archives nationales, París, Marina, B7 349. También el embajador inglés, Benjamin Keene, dio noticia del asunto: “i don’t remember my telling you of a marriage between Lord Peter Stuard and la veuve de m. campillo who is of the Drummond family by the hembra’s side. (...) she is said to be very handsome and very witty (...) The House of Alva has spirited up the poor duke of Berwick to be angry with his brother Peter for marrying campillo’s widow, and a person so much beneath him del lado del macho; but she has no children, and Pedro may succeed his brother who is very ripe. And so is Her Grace,  God  bless  her,  in  few  years,  there  being  neither  appearance  of  succession  nor  health  between  them”, Keene  a  castres,  15  de  agosto  de  1749:  LoDGE,  Richard  (ed.),  The private Correspondence of Sir Benjamin Keene, cambridge, W. Lewis, 1933, pp. 157-158. 10 D. Pedro Stuart escribió al conde de Lismore, secretario del Pretendiente, para que mediase en su conflicto con su hermano, en marzo de 1753. La respuesta del Pretendiente, un mes después, no pudo ser más beneficiosa para sus intereses: “(Don Pedro) ha desposado una dama virtuosa (maría Benita) y de mérito cuya madre pertenecía a una las más antiguas familias de Escocia, y quizás de Europa. La nobleza de la familia de castelblanco debe conocerse en España y su fidelidad para conmigo. Si ha resultado ser viuda de un primer ministro de España (campillo) yo miraría más bien esta circunstancia como un incremento de decoro que como un motivo de alejamiento de su alianza”: ESPAñoL BoucHÉ, Nuevos y viejos problemas.

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Diego Téllez Alarcia

demos encontrar todavía un filón. mónica Bolufer abrió recientemente un camino muy interesante al poner el acento en su rol dentro de las familias dedicadas al comercio al estudiar la figura de inés joyes11. También en el mundo eclesiástico hay mucho por estudiar. La Gaceta de Madrid de 28 de septiembre de 1717 nos da algunas pistas interesantes de por dónde se podría empezar: Se avisa de Bilbao haber llegado las religiosas dominicas de irlanda que por la persecución que han padecido de tantos años a esta parte, se vienen a refugiar a estos reinos, y pasan a vivir con observancia regular al venterío que fundó en marchena la señora duquesa de Abeyro, en que ha convenido el señor duque de Arcos, con aprobación de S. m.

Y es que no todas las exiliadas jacobitas vinieron o nacieron en España en tan buenas condiciones como maría Benita de Rozas y Drummond o las hermanas o’Brien o’connor. 1.  juAnA mARíA o’BRiEn o’connoR, mARquESA DE SALAS Y DuquESA DE monTEALEGRE Doña juana maría o’Brien o’connor (málaga, 1710-París, 1747) era hija de Dionisio o’Brien y Aleja o’connor, ambos naturales de irlanda (Pelique y quely respectivamente). El primero era uno de los muchos militares irlandeses que habían llegado a comienzos del xViii a servir en las armas de Felipe V. Debía de ser uno de los destacados ya que tan tempranamente como en 1706 se le concedía el hábito de la orden de Santiago12. coronel de un regimiento de dragones irlandeses, llegaría a ser nombrado gobernador político-militar  de  la  ciudad  de  málaga  en  1718,  muriendo  allí  como  teniente  del  rey  en 172513. Hacia 1706 había casado con doña Aleja o’connor Phaly, marquesa de justiniani, miembro de una familia con destacada tradición de servicio en la milicia. Doña Aleja pasó rápidamente a servir a la reina en calidad de señora de honor, abriendo el camino a sus hijas, Alfonsa, Teresa, isabel y juana maría. Ésta última fue destinada a la casa de la reina, a imitación de su madre, antes de 1731. Lo hizo en calidad de camarista primero y posteriormente (hacia 1738) como dama de honor14. Para entonces ya se había desposado con josé joaquín montealegre, un prometedor oficial de la secretaría de Estado15. Era montealegre un hombre de vasta cultura que incluía el conocimiento de diversas lenguas de las cuales ejercía como traductor en la covachuela: latín, griego, árabe, italiano y francés. Acumulaba además el cargo de bibliotecario de la Biblioteca Real y el de académico de la Real Academia Española. El enlace fue provechoso para ambos16. montealegre obtuvo réditos inmediatos de la posición pri11 BoLuFER, mónica, La vida y la escritura en el siglo xvIII. Inés Joyes: Apología de las Mujeres, Valencia, universidad de Valencia, 2008. 12 AHn, Órdenes Militares, Santiago, Exp. 5793, Órdenes militares, Expedientillos, nº 6.465 y nº 16.845. 13 AnDújAR cASTiLLo, “Familias irlandesas”, pp. 288-289. 14 Archivo General de Palacio (madrid), Reinados, Felipe v, leg. 36. 15 oficial 3º el 26 de noviembre de 1726, oficial 2º el 14 de junio de 1730, oficial 1º en 1731: cAizán, cristina, La red política del marqués de la Ensenada, novelda, Fundación jorge juan, 2004. A falta de una biografía  específica  siguen  siendo  vigentes  los  estudios  de:  AjELLo,  Raffaele,  “La  vita  politica  napoletana  sotto carlo di Borbone: ‘La fondazione ed il tempo eroico’ della dinastia”, Storia di Napoli, vol. Vii, nápoles, 1972, pp. 459-717 y 961-84. 16 Y formaba parte de la típica estrategia de la reina de forjar fidelidades en torno a su persona enlazando a sus damas con miembros del organigrama administrativo de la monarquía, estrategia magistralmente descrita por VázquEz GESTAL, Pablo, La corte de Carlos de Borbón en Nápoles, tesis doctoral, universidad complutense de madrid, 2008.

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vilegiada de su mujer al ser nombrado tras su matrimonio secretario de Estado del infante D. carlos. Le siguió primero a Parma y luego a nápoles. Sería éste el comienzo de una meteórica carrera: marqués de Salas (1737), comendador de oreja en la orden de Santiago17, caballero de San Genaro y duque de montealegre (1740)... Sustituiría al duque de Santiesteban en 1738 como hombre fuerte de la reina Farnesio en nápoles18. Su impopularidad traería aparejada su destitución y reemplazo por Fogliani en 1746. Ello no impidió que siguiese en la gracia de los reyes de España. Fruto de ello serían el nombramiento como consejero de Estado en 1746 y para la embajada de Venecia en 174819. Para doña juana el enlace significó consolidar su posición social de una forma inequívoca. La estima en la que se encontraba esta dama tanto en madrid como en nápoles tuvo curiosas consecuencias. En 1740 el infante D. carlos quiso reunirla con su esposo en la capital partenopea para que ejerciese de aya del heredero del trono que se esperaba, dada su “probada fidelidad y competencia”. Carletto desconfiaba de las damas napolitanas, sí, pero más probablemente la idea provenía de la inspiración de su propio ministro. Los reyes de España actuaron con prudencia en este caso, que sería entendido por las élites napolitanas como un insulto, y declinaron la propuesta excusando a doña juana por motivos de salud20. motivos que no eran en absoluto una invención. De hecho en 1742 la propia doña juana abandonó la corte española por la parisina para intentar tratar esos problemas de salud que la aquejaban. Luynes describe en sus memorias la primera aparición de la Salas pública en la corte francesa, con motivo del regreso triunfal de Luis xiV del frente flamenco en noviembre de 1744: Lorsque la Reine fut entrée, mme de Luynes, qui l’avoit suivie, trouva en rentrant Dans sa chambre mmes les ambassadrices d’Espagne et de naples qui l’attendaient avec mme la duchesse de Salas (montalègre) ; elles l’avoient prié de la présenter au Roi, à la Reine, à m. le Dauphin et à mesdames.  mme  de  Salas  est  femme  du  premier  ministre  de  la  cour  de  naples  ;  nous  ne  le connaissons que sous le nom de duc de montalègre, mais il porte aussi celui de Salas ; il a succédé à m. de San-Estevan. il n’est point grand d’Espagne ; ainsi mme de Salas n’eut point de tabouret dans le cabinet ; elle fut saluée et baisée comme à l’ordinaire21.

Llegaba en un momento clave de las relaciones hispano-galas con la firma del segundo Pacto de Familia y la intervención de Francia en la guerra de Sucesión Austriaca. Guerra en la que España se empeñaba con tesón para arrancar a los austriacos un establecimiento para el infante D. Felipe. Al frente de esta maquinaria de guerra estaba desde 1743 un íntimo amigo tanto de montealegre como de su mujer: el ministro zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada. Ensenada conocía a la pareja desde las campañas napolitanas y su relación con ambos era excelente. no es de extrañar que, dado este vínculo privilegiado y la costumbre del marqués por emplear a las damas de la corte en su propio beneficio, decidiese servirse de la presencia de doña juana en París para informarse de una fuente de primera ma-

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orden de la que era miembro desde 1730: AHn, Órdenes Militares, Santiago, exp. 5.449. VázquEz GESTAL, Pablo, ‘‘The System of This court’: Elizabeth Farnese, the court of Santiesteban and the monarchy of the Two Sicilies, 1734-1738’, en The Court Historian, 14, 1, 2009, pp. 23-47, p. 47. 19 En cuyo desempeñó falleció en 1771: ozAnAm, Didier, Les diplomates espagnols du xvIIIe siècle: introduction et répertoire biographique, madrid, casa de Velázquez, 1998, pp. 354-355. 20 AScionE, i. (ed.), Carlo di Borbone. Lettere ai sovrani di Spagna (1720-1744), 3 vols., Roma, 2001-2002, vol. 3, pp. 10-11, 75, 86-87. 21 LuYnES, Duque de, Mémoires du duc de Luynes sur la Cour de Louis xv (1735-1758), eds. L. Dussieux y E. Soulié, 17 vols., París, 1860-65, vol. 6, p. 152. 18

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no de diversos aspectos relacionados con la política gala. La consecuencia directa de todos estos factores fue el mantenimiento entre ambos personajes de un prolongado carteo algunos de cuyos instrumentos se han conservado hasta nuestros días. 2.  EL EPiSToLARio con EL mARquÉS DE LA EnSEnADA (1744-1747) Tenemos muchas pistas indirectas de la labor que la marquesa de Salas realizó como espía al servicio del marqués de la Ensenada desde su llegada a París hasta su fallecimiento en 1747. Los primeros vestigios documentales de esta labor se encuentran en la correspondencia  que  el  propio  ministro  mantuvo  con  otros  personajes  destacados.  un  buen ejemplo es la que sostuvo con el duque de Huéscar entre 1746 y 174922, en la que se alude frecuentemente a esta labor de doña juana23. También doña juana escribió a otras figuras políticas de relieve en España, como Anibal Scotti o el propio Huéscar24. Sin embargo,  la  prueba  definitiva  es  la  supervivencia  de  una  parte  del  epistolario  que mantuvieron los dos protagonistas entre 1744 y 174725. Las vicisitudes que atravesó este epistolario hasta llegar a nosotros son múltiples. Sospechamos que Ensenada y la Salas lo iniciaron a raíz de la marcha de la marquesa a París con la excusa de la íntima amistad que les unía. Se trataría, en principio, de textos breves que solo se explayarían en cuestiones personales y no en asuntos políticos. conforme avanzaron los meses y los años, tanto la ascensión política del marqués, como las necesidades de la corona de estar informada de primera mano de las “noticias” de París, convertirían a la Salas en una corresponsal fiable y segura de las menudencias de la corte de Versalles.  A la muerte de la marquesa, en 1747, sus papeles fueron recolectados por el entonces embajador español en París, duque de Huéscar, futuro duque de Alba. Huéscar era, por aquel entonces, aliado y amigo de Ensenada. Por encargo de este último, trató de gestionar los asuntos de la marquesa una vez fallecida. Entre dichos asuntos se encontró la citada recopilación de papeles. Huéscar debería, en principio, haber entregado las cartas a su protector a su regreso de Francia. Sin embargo, no lo hizo. Sabemos que es así porque las epístolas de Ensenada se han conservado, junto con otros papeles de la marquesa de Salas, entre los fondos del Archivo de la casa de Alba. Es muy probable que, para cuando los papeles estuvieron en madrid, las relaciones entre Huéscar y Ensenada ya se habían comenzado a enturbiar, en un largo proceso que acabaría culminando con la conspiración del primero contra el segundo y la exoneración del ministro. Desde esa óptica cabe suponer que Huéscar mantendría bajo su poder todo documento que pudiese arrojar alguna sospecha sobre los procedimientos del ministro y su  costumbre  habitual  de  inmiscuirse  en  los  asuntos  de  política  exterior,  competencias que le estaban vedadas. Sea como fuere, debemos a esta mezcla de extrañas circunstan-

22 correspondencia recién editada: ozAnAm, Didier y TÉLLEz ALARciA, Diego (eds.), Misión en París. Correspondencia del duque de Huéscar y el marqués de la Ensenada (1746-1749), Logroño, instituto de Estudios Riojanos, 2010. 23 TÉLLEz ALARciA, “irlandesas y poder político”, pp. 277-280. 24 Archivo de la casa de Alba (en adelante AcA), cajas 204-1, 272-21 y 278-3. También se conservan cartas intercambiadas con mauricio o’Sullivan, secretario y ayudante general del Pretendiente: caja 278-7 y una misiva del propio Pretendiente, en caja 106-83. 25 AcA, caja 272-21.

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cias que los textos hayan perdurado en el tiempo y estén en la actualidad a la disposición de los investigadores26. Por desgracia no ocurre así con las respuestas de la marquesa a Ensenada. Éstas, en buena lógica, debieron quedar en el archivo privado del marqués. con todo, no se encontraron en el inventario de documentos que se le realizó en 1754 con motivo de su caída, detención y destierro. La explicación para esto es bien banal. La costumbre en la época era  dar  al  fuego  aquellos  papeles  que  resultasen  comprometedores.  Las  cartas  de  doña juana lo eran sin duda desde muchas perspectivas ya que mostraban algunos de los aspectos más recónditos de cómo ejercía el poder el marqués: más allá de las ya citadas extra limitaciones, las cartas dejaban ver cómo el marqués beneficiaba a determinados personajes  afines  a  su  cuerda  y  a  la  de  sus  amigos,  cuáles  eran  sus  opiniones  sobre  los monarcas o los cortesanos, etc. Así las cosas, el conjunto documental que nos ha sido legado lo forman 91 misivas. La mayoría son esquelas (80), aunque hay algunos medios pliegos (11). En casi todas tenemos datas y en las que no, se han podido restituir las fechas aproximadas por el contexto. Sabemos, así, que la correspondencia se extiende a lo largo de 3 años, desde marzo de 1744 hasta agosto de 1747. Tan solo hay una excepción notable: la primera carta que se conserva en el fondo documental es un pliego escrito en cuartillo, fechado en Toulon el 24 de abril de 1742. Se trata, probablemente, de una carta aislada que ha permanecido unida al resto del epistolario, aunque no guarde coherencia con éste último. El medio habitual de conducir las esquelas de madrid a París y viceversa es el correo ordinario. “necia curiosidad sería la empleada en leer nuestro carteggio”, le dice Ensenada a la Salas el 13 de abril de 1744 a propósito de la cuestión de la privacidad de las cartas, tan dudosa cuando se trataba de correspondencia enviada a través de correos ordinarios27. Pronto cambiará de opinión. conforme los temas de la correspondencia se hacen más delicados, se toman más precauciones, se empiezan a emplear correos extraordinarios que no son registrados28 y se utilizan crecientemente palabras en clave y motes para dificultar el entendimiento del contenido29. En algún momento el marqués llega incluso a recatarse en dejar “correr la pluma sobre cosas en que no hacen poca falta los avisos que Vm daba cuando podía”, todo ello porque no lo puede “ejecutar sin rebozo y con él, Vm no lo entenderá por faltar clave y lo atribuirá a lo que no es razón, llamándome político y más político”30. También se preocupa de mostrarle el arte de la disimulación en los escritos, para hacer todavía más incomprensible la correspondencia en caso de intercepción31.

26 Tampoco este corpus ha llegado en su integridad. Se detectan vacíos importantes como el intervalo de seis meses entre septiembre de 1744 y marzo de 1745, periodo del que solo se ha conservado una esquela fechada en 30 de noviembre de 1744. 27 Aún es más lapidario el 30 de marzo de 1744: “Yo he escrito a Vm con todos los ordinarios en derechura y en extraviar y leer nuestra correspondencia, ninguna diversión puede haber, porque Vm y yo no nos metemos en alimentarla con novedades del mundo, sino con lo que dicta nuestro sincero honesto afecto”. 28 “Sabré usar de las bellas especies de Vm con utilidad de su buena ley, no deje de continuarlas; pero valiéndose de los extraordinarios, ya que sin duda se registran las cartas en los ordinarios”, 30 de agosto de 1744. 29 El Amigo o el Amigo de N(ápoles) es montealegre, por ejemplo; la Malvada la propia Salas; el Amigo Común, el Amigo Gordo o el Parmesano, Scotti; BB, Villarias; la Amiga viuda, la casteldosrius. 30 25 de mayo de 1744. 31 “Dirá Vm, amiga mía, que se queda en ayunas de toda esta conversación, que ni la va ni la viene ni es del caso para nada y yo la respondo que es verdad; pero ha ido a llenar papel y Vm hará lo mismo por pasar el tiempo con muchas cláusulas que parecerá significan mucho y es nada entre dos platos”, 22 de junio de 1744. otro buen ejemplo: “Yo he respondido, amiga carísima, a algunas cosas de Vm con oscuridad creyendo fuese esta esquela con el ordinario”, 17 de agosto de 1744.

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Diego Téllez Alarcia

En lo que concierne a las temáticas abordadas en las esquelas pueden dividirse en tres grandes grupos que analizaremos pormenorizadamente a continuación: 1er bloque: salud Dentro de este primer bloque temático, Ensenada y la Salas dan un protagonismo total a una cuestión sobre las demás: la salud. Si bien Ensenada no le ahorra a su corresponsal algunas noticias sobre su propia salud, es la de la marquesa la que preside la mayor parte de las esquelas32. Doña juana había viajado a París precisamente en razón de su precario estado físico. En la capital gala era tratada por los mejores médicos de la época, entre ellos el célebre cirujano Petit33. Se sometió a una operación cuyos pormenores desconocemos. Sólo sabemos por las cartas del marqués que fue de enjundia34, que la mantuvo en cama durante semanas y que le impidió responder a sus misivas hasta mayo de 1744. no obstante el presunto éxito que Ensenada adjudica a la intervención, el ministro menciona varias veces la necesidad de que la marquesa se someta a una nueva operación35, aunque no existe constancia de que lo hiciera finalmente36. como ocurre con la mayor parte de las enfermedades de la época, resulta difícil para nosotros hacer un diagnóstico exacto de en qué consistía su mal. La sintomatología que nos trasmite el riojano es demasiado vaga como para aventurar un juicio claro: “gran debilidad”, “dolor del costado”, “resfriados” y “tos”. Huéscar añadirá en sus cartas al marqués algunos otros, también imprecisos: estaba “flaca, con dolores de piernas y calentura”37. Tampoco de los remedios aplicados es posible extraer muchas conclusiones, salvo el sufrimiento por el que atravesó doña juana durante los últimos años de su vida: cambia de habitación para ganar en comodidad38, se somete a dieta y trata de seguirla a rajatabla “aunque su mortificación sea terrible”39, se purga y bebe leche de burra40, prueba con unos

32 como curiosidad merece la pena indicar que por esta preocupación del marqués sabemos que tomó algunas clases de inglés: “Estoy tomando mi lección de inglés y puedo ya decir take care of your health”, julio de 1743. 33 “He recibido la carta de 13 del corriente, acompañando la certificación de mr. Petit que yo quiero mucho porque afirma que en breve estaría Vm buena”, 27 de abril de 1744. juan Luis Petit, 1674-1750, fue un famoso médico y cirujano parisino, célebre por sus curas de enfermedades venéreas, miembro de la Real Academia de las ciencias y fundador de la Academia de cirugía. Petit también trataría, sin ir más lejos, a la hermana del duque de Huéscar, afectada por la sífilis: ozAnAm, Didier y TÉLLEz ALARciA (eds.), Misión en París, p. 145. 34 “[...] el martirio de una operación tan difícil y contingente”, 18 de mayo de 1744. 35 A ella alude claramente él : “mi cuidado y pena por la salud de Vm subsistirá mientras no tenga el gran consuelo de saber que Vm ha recobrado fuerzas suficientes para entrar en nueva operación, de la cual sin duda resultará, amiga mía, que Vm recobre perfectamente su salud y así, amiga de mi corazón, buen ánimo y ayudarse en lo posible para adquirir robustez que en la naturaleza de Vm considerada la edad, no puede faltarla y el revivirla consiste en el uso de alimentos nutritivos que no carguen el estómago”, 29 de junio de 1744. 36 En realidad Ensenada habla de “una operación inevitable y siempre trabajosa y larga como se infiere de deberse practicar en dos veces”, 6 de abril de 1744. 37 Huéscar a Ensenada, 4 de septiembre de 1747: ozAnAm, Didier y TÉLLEz ALARciA (eds.), Misión en París, p. 307. 38 “Ha hecho V.m. admirablemente en mudar de habitación pues también por otra parte sé que en ello ha ganado conveniencia y ésta es la que han de buscar los enfermos”, 23 de marzo de 1744. 39 18 de mayo de 1744. 40 “La purga y la leche harían a Vm un grandísimo provecho”, 25 de mayo de 1744; “enfadádome que necesitase Vm sangrarse para preservarse del dolor del costado después de andar cayendo y levantando con tantos resfriados”, 14 de marzo de 1746.

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“botecitos de bálsamos que, sobre legítimos, son muy frescos” que le envía el marqués41, toma las aguas de Barega (Barèges) por prescripción facultativa42 e incluso prueba con “un poco de manteca de cacao con leche para quitar la tos”43. unas semanas antes de morir llega incluso a utilizar la leche de un ama de cría, según notifica Huéscar “mama de un ama, pero no la aprovechará”44. Doña juana confiesa a Ensenada que querría retirarse a vivir en el campo pero éste, aunque le dice que “tiene razón en apetecer la campaña porque para su salud no hay cosa mejor” le recuerda que “en pasando el buen tiempo será muy melancólica y así aconsejo a Vm que no huya de lo poblado ni de las gentes, sino alterne uno con otro”45. Por éste último comentario y otros de sus cartas no cabe duda de que a Ensenada le preocupaba tanto o más el estado anímico de su amiga, propensa a la hipocondría, que su enfermedad. Sobre ésta solo cabe aventurar su posible naturaleza respiratoria. Y que fue el motivo de su muerte a una edad bastante prematura. En las últimas cartas de Ensenada se trasluce una preocupación que anticipa el fatal desenlace, que se producirá en octubre de 1747: Bohorques me entregó la de Vm de 6 y con el ordinario ninguna he recibido. Lo que él y una Amiga, a quien Vm visitó, me informan sobre la salud de Vm, maldita la cosa, que me ha gustado, pues parece perdía y no ganaba terreno. Yo siento todo esto como que de Vm soy y seré el más verdadero amigo y por lo mismo ruego a Vm que toda se dedique a cuidar de su salud que es lo que debe y tiene que hacer, sin pensar en otra cosa46.

Aparte la salud de ambos corresponsales, en este primer apartado de asuntos personales Ensenada menciona repetidas veces otra cuestión, probablemente a petición de su amiga: la salud de otros miembros de la familia de la marquesa, particularmente de sus hermanas47. En la primavera de 1746 preocupa especialmente la de Alfonsa48. Ensenada llega a decirle que “la pobre no hará huesos muy viejos”49. Lo cierto es que la hermana de doña juana corrió por estas fechas serio riesgo de morir y Ensenada trataba de preparar a su amiga para la fatal noticia:  La Alfonsa estuvo tan a los últimos que si hubiese habido extraordinario a instancia de isabelita habría ido preparando a Vm para que recibiese la pesadumbre; pero dice el refrán que las mujeres tienen más vidas que los gatos y el que en la Alfonsa se vaya verificando me es de mucho gusto50.

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5 de agosto de 1744. 20 de diciembre de 1745. Barèges es una población pirenaica francesa muy reputada desde el siglo  xVii como estación de aguas termales. 43 18 de abril de 1746. 44 Huéscar a Ensenada, 12 de octubre de 1747: ozAnAm, Didier y TÉLLEz ALARciAn(eds.), Misión en París, p. 324. 45 30 de agosto de 1745. 46 24 de julio de 1747. En su última carta todo son sospechas: “Tampoco con esta mala he tenido carta de Vm lo cual me ha entrado en mayor cuidado que le aumentaría si habiéndola de la de Veragua, hablase de Vm, aunque también su silencio puede hacer sospechar”, 20 de agosto de 1747. 47 un ejemplo el 19 de julio de 1745: “La isabelita a quien vi ayer está buena y lo mismo las otras dos hermanas”. otro, de 21 de noviembre de 1746: “A isabelita he visto y está gorda y buena. no sucede lo mismo a Teresita pero no me admira pues están muy pobres”. 48 “La Alfonsa no está buena, pero parece que se reconoce bastante mejoría en su enfermedad a que la asiste isabelita con el cariño de Hermana”, 11 de abril de 1746. 49 18 de abril de 1746. 50 24 de abril de 1746. 42

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unos meses más tarde el riojano informaba a su amiga de que su hermana iría a “málaga  por  consejo  de  los  médicos”51.  Desafortunadamente Alfonsa  o’Brien  fallecería  en noviembre de 1746, pese a todos los esfuerzos y cuidados52. 2º bloque: peticiones de tipo clientelar En un segundo grupo de aspectos tratados en las esquelas de Ensenada, destacan por su importancia aquellas peticiones despachadas por el marqués en calidad de ministro, no de amigo, aquellas que podríamos definir como de tipo clientelar.  La primera de ellas hace referencia al mismísimo mantenimiento de doña juana en París. La marquesa se quejaba de los escasos medios con que contaba para hacer una figura digna en una de las cortes más caras de Europa53. Disponía para ello con la continuación de la pensión que disfrutaba en la corte madrileña, pese a no desempeñar ya físicamente su oficio. Sin embargo, su pago no estaba exento de complicaciones. Ensenada, como ministro de Hacienda, hacía cuanto podía para acelerar las gestiones y tener al día el pago de las sumas adeudadas a la marquesa. “Las cuentas de Vm se han ajustado por fin pero yo no sé todavía lo que se la debe y sí que es mi intención pagarla puntualmente” le dice en su esquela de 6 de julio de 1744. Sin embargo, para agosto el tesorero seguía sin aparecer y el dinero sin enviar. insistía el marqués en que podía contar “con el dinero hasta mediados de este año como si ya le tuviese”54. Pero unas semanas después reconocía que para poder cobrar sus sueldos era preciso que doña juana enviase un poder que revocase el anterior “pues no hay otro medio para que Vm los perciba puntualmente ahí sin pérdida alguna”55.  Resuelto este espinoso asunto, los sueldos se pagaron puntualmente pero aún así resultaban escasos para los desembolsos que había que realizar en la capital francesa. La situación empeoró sensiblemente a comienzos de 1746 cuando la salida del ministerio de nápoles de su esposo, el duque de montealegre, recortó su otra vía de ingresos. no es de extrañar que se manifestase melancólica al marqués y que éste replicase así: Es cierto que por varios caminos hacen padecer a la malvada; pero si yo la viese la diría que semejantes cosas no se toman tan a pecho que hay más días que longanizas […] que el Amigo de la malvada al arribo del otro sabrá implicarse de suerte que todo vaya bien […] Es cierto, amiga mía, que es poco lo que a Vm señalan para mantenerse; pero su marido de Vm no podrá por ahora más y así por dos o tres meses tenga Vm paciencia y siempre cuente con su sueldo acá pagado cada cuatro meses56.

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15 de agosto de 1746. “Es cierto que no escribía Vm consolándola por la muerte de la Alfonsa que sin duda está en la gloria; pero valíme de Huéscar para que dijere algo en nombre de los dos”, 5 de diciembre de 1746. 53 “Sobradísima razón tiene Vm, amiga de mi alma, para lamentarse de su pobreza”, 30 de agosto de 1744. 54 3 de agosto de 1744. 55 17 de agosto de 1744. La marquesa debió de poner alguna objeción ya que Ensenada todavía insistía el 30 de agosto: “envíe Vm el poder sea a quien fuere ya que sin él esta Tesorería nada puede hacer y deje lo demás a mi cargo, pues en letra enviaré lo que la deben hasta fin de junio y no habrá pérdida”. Para entonces ya estaba preparada la carta de pago por valor de 13.574 reales, adeudados hasta junio de ese año. con posterioridad a esta fecha los pagos se normalizaron. 56 24 de abril de 1746. 52

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Y es que su marido asistía mensualmente a la Salas. La separación del ministerio hacía temer a ésta, con razón, con la continuación de dicho auxilio. Ensenada se vio envuelto, de este modo, en una pequeña batalla entre marido y mujer por la continuación de las “asistencias mensuales” que se resolvió a satisfacción no sin algunos quebraderos de cabeza: Algo me ha dicho el Amigo sobre el tanto más cuanto, añadiendo que Vm cree tiene ahora tanto como tenía en nápoles y que esto no es así como consta de la cuenta que hace y convence. Yo le respondí si manifestándola lo preciso, que es y contesta que Vm tenga con qué mantenerse decentemente, no siguiendo una conversación tan odiosa para mí como lo prueba el no acertar a obedecer a Vm internándome en ella porque, amiga mía, haga Vm memoria de que jamás me ha oído una palabra sobre cosas interiores y caseras habiendo sucedido lo mismo a cuantos y cuantas he tratado y más entre marido y mujer57.

Por otro lado doña juana, pese a su separación física de su esposo y estos pequeños conflictos conyugales, no dejó en ningún momento de preocuparse por él desde esta perspectiva clientelar. como consecuencia de ello son repetidas las instancias que hace a su amigo el marqués para que no se olvide de él, vele por sus intereses en la corte y le procure cuantos beneficios sean posibles. Ensenada no puede dejar de responder que es su “ánimo mirar por Vm y por el amigo de nápoles en los mismos términos, que me instruye”, añadiendo que “quizá habré ya hecho algunas insinuaciones de dos meses a esta parte las cuales pasarán a instancias formales inmediatamente que se tenga la noticia [...] pudiendo Vm estar persuadida a que a lo menos menos podré acreditar con hechos que ni Vm ni su marido están equivocados en el juicio de que yo les soy un verdadero sincero amigo”58. El riojano esperaba, efectivamente, la llegada de las noticias del parto de la reina de nápoles para obtener alguna merced para la pareja: “Esperamos por instantes el correo de nápoles que quizá traerá la noticia del parto de la Reina que Dios quiera nos dé un príncipe de calabria y entonces apretaré para el Amigo y la Amiga con la fineza que es debida”59. La obsesión de doña juana por las maniobras que los posibles rivales de su marido (particularmente Villarias y sus adeptos60) pudieran estar ejecutando se trasluce en las respuestas que su confidente le da al respecto en su esquela de 17 de agosto: [...] aquí la repito y ruego que no sea tan aprensiva y a veces sospechosa, pues hace Vm un gran capital de cosas que no valen un clavo por ejemplo varias ideas del B.B. siendo así que éste sabe

57 28 de octubre de 1746. Aún insistiría en el asunto unas semanas después: “sobre que fuese mayor la mesada indiqué repetidamente todo lo que puede un deseo eficaz con prudencia pero se hacen otras cuentas diferentes de las que Vm figura”, 7 de noviembre de 1746. 58 1 de junio de 1744. 59 3 de agosto de 1744. “El parto de la reina estaba muy cerca y al arribo de esta noticia nos moveremos nuestro marqués Scotti (que tuvo tercianas y está ya bueno) y yo para Vm y para el Amigo”, 5 de agosto de 1744. Sin embargo el 6 de julio había nacido una infanta, doña maría josefa. Hasta donde sabemos, no parece que los deseos de Ensenada encontraran eco en nápoles con motivo de este natalicio. Algo parecido sucedió en 1745, con el nacimiento de la infanta maría Luisa en nápoles: “Lo que me ha enfadado mucho es que la Reina de nápoles nos haya dado otra hembra, cuando esperábamos un varón que alegrase allá y acá y diese motivo para que algunos pudiesen disfrutar la liberalidad de los Amos a que el Amigo Gordo y yo contribuiríamos gustosos”, 13 de diciembre de 1745. 60 Sobre Villarias y los vizcaínos y sus conexiones es indispensable recurrir a la magnífica tesis de GuERRERo ELEcALDE, Rafael, Las élites vascas en el gobierno de la monarquía borbónica, tesis doctoral. universidad del País Vasco, 2010.

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Diego Téllez Alarcia que no le conviene tirar a Vm ni a su marido. Este no se tranquilizará hasta que lo estén sus cosas y es constante que ha habido chismes y cuentos, pero ¿cuándo han faltado? conozco a sus amigos y a sus enemigos y sé los fines de éstos, pero ¿qué ministro no los ha tenido y los tiene? En las cortes o emulados o compadecidos son todos los que valen por sus manejos; vea Vm cuál de estas dos situaciones quiere. Amiga carísima: corren las cosas que ellas pasarán. Su marido de Vm tendrá sus pecados de hombre como Vm de mujer; pero no de ministros, los reyes lo saben así, le estiman y somos sus fieles amigos el marqués Scotti y yo.

A finales de 1745 los rumores de separación del ministerio de su esposo se intensificaron61. En navidades ya se sabía con certeza el nombre del sucesor: el embajador napolitano en España, Fogliani. Ensenada trataba de consolar a su amiga ante la inminencia del cambio:  El Amigo de n. estaba bueno y el que llamaban su sucesor se mantiene aquí; cuide el matrimonio de su salud y deje correr las cosas cuando no sabe las que le convendrá más y cuando no debe dudar que aquí se conoce y confiesa su mérito por los que le han de pesar y graduar62.

La noticia se confirmaría finalmente, para desconsuelo de doña juana. Ensenada no se cansaba de repetir que “el Amigo de nápoles deseaba con ansia el sucesor y contento está y estará porque la gracia de los principales es segurísima”63. no mentía, montealegre acabaría siendo nombrado para la embajada de Venecia, aunque para entonces doña juana ya había fallecido. Entre tanto, montealegre vería confirmado su puesto como consejero de estado y su sueldo, algo que Ensenada comunicaba con satisfacción a su amiga a comienzos de octubre de 1746. Además de su marido, doña juana ponía especial atención en la promoción de sus familiares más cercanos. Según se deduce de las respuestas de Ensenada, la marquesa desplegó toda una batería de solicitudes para que el marqués, en su condición de ministro de diversos ramos, beneficiase particularmente a sus parientes. La primera que seguimos en un orden cronológico hacía referencia a un “pariente de Vm de Toledo”, cuya identidad desconocemos, con quien el riojano indica que debía “ajustar las cuentas y darásele el dinero como Vm previene y de mi bolsillo ahora y siempre que le pida”64. unos meses después el ministro aludía al ascenso de otro de los familiares más cercanos de doña juana: su tío D. Bernardo o’connor Phaly: “en asunto del tío de Vm solo la insinuaré que por fin le he conseguido el grado de coronel, siendo único único y nunca me olvidaré de haber ofrecido que en cuanto pueda serviré a Vm en sus parientes”65.  más enjundia entrañó beneficiar al hermano de la marquesa, D. juan o’Brien. La insistencia de doña juana debió rayar el límite de lo tolerable ya que Ensenada tuvo que pe61 “[...] por acá han corrido las mismas voces que por allá; pero las cosas se están como se estaban y aquí hay no pocos que, con realidad, pueden afirmar que los reyes están satisfechos de la conducta del Amigo de nápoles de que puede Vm con justa causa deducir no pequeños consuelos para templar su pena y serenar su ánimo”, 29 de noviembre de 1745. 62 27 de diciembre de 1745. 63 14 de marzo de 1746. En similares términos el 11 de abril: “el Amigo de n. está muy tranquilo porque sabe la verdad y no las mentiras que con razón enfadarían a Vm si fuesen verdades”. nuevamente el 18 de abril: “Fogliani estará ya en nápoles y el Amigo en camino para acá, donde repito será bien recibido”. 64 23 de marzo de 1744. De la esquela de 30 de marzo podría deducirse que se trataba de un primo: “Díceme el Tesorero General que está aquí el primo de Vm o a lo menos su poder, con lo que se ajustarán las cuentas y aquél tomará lo que hubiere menester”. 65 6 de julio de 1744. Efectivamente D. Bernardo había sido ascendido a coronel en 1743.

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dirle mesura en estos términos: “no me recomiende Vm más a su hermano pues no lo he menester para atenderle en cuanto pueda”66. no sirvió de mucho, ya que pocos meses después tuvo que reiterar su petición de paciencia recordándole tanto los beneficios ya obtenidos como las dificultades de lograr otros nuevos: nada es más natural que el que a Vm parezca que tienen justa razón sus parientes y el que siempre clame para ayudarlos; pero permita Vm, amiga mía que la repita que su tío logró una encomienda con las cuales se recompensaron varios generales que se distinguieron en la batalla de camposanto y que si se hubiese de oír y atender a agravios antecedentes, se trastornaría todo y el príncipe sería de palo. Por Vm he facilitádole el grado de coronel, único dado en el ejército de De Gages después que estoy en el ministerio y de que resultará tener sobre mí no pocas quejas y de irlandeses también, porque a cada uno le parece tener más mérito que el otro. En habiendo ocasión si yo puedo se le dará regimiento y al otro hermano se atenderá67.

nuevamente el 11 de octubre de 1745 insistía el ministro en el asunto: “no olvido al hermano de Vm ni a sus hermanas y parientes y así lo que no hiciera por ellos será por no poder”. Lo cierto es que Ensenada cumplió su palabra. El 14 de marzo de 1746 escribía que “la isabelita está muy contenta de lo del Hermano” aunque no especifica en qué consiste exactamente la prebenda obtenida. con posterioridad, D. juan o’Brien, que servía en el regimiento de Guardias de infantería Española, acabó consiguiendo un hábito en la orden de Santiago (1752) y siendo corregidor de Sanlúcar. Pero la marquesa no lo vería en vida. otro caso curioso es el de sus cuñados. En lo que concierte a Bruno Verdugo, esposo de Alfonsa o’Brien, ante alguna petición específica de la marquesa Ensenada le informaba de que “Bruno pasa aquí entre todos de arriba abajo por un loqui-tonto vocinglero y disuadirlos de esto es imposible”68. A pesar de ello confiesa haber intentado obtener para él la embajada de Génova o algún cargo en palacio, con escaso éxito: “Yo he hecho y hago cuanto puedo para consuelo de la Alfonsa; pero si es Génova, quieren con razón un sujeto muy hábil y si lo de Palacio experiencia tiene Vm de que en esto no juegan los ministros, sino las casualidades”69. Por lo que respecta a A. iriberri Goyeneche, esposo de Teresa o’Brien e hijo del marqués de Valbueno, Ensenada le contaba a la Salas que “logró por fin Valbueno medio sueldo” aunque ironizaba sobre la suficiencia de esta ayuda: “ni [con] ciento vivirá desahogado si no tiene economía y juicio; uno y otro hay en la otra casa y por eso están bien”70. Para concluir este apartado referido a los familiares de doña juana es preciso citar la tenencia de infantería que Ensenada consigue “al ahijado de Vm (...) porque lo demás es largo y aventurado”71. Finalmente la marquesa también solicitó la protección y patrocinio del marqués para algunas damas con las que tenía una relación de amistad estrecha. En este caso doña jua-

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13 de abril de 1744.  3 de agosto de 1744. 68 Bruno Verdugo, marqués de campo Alegre, era consejero de Hacienda desde 1732. 69 30 de agosto de 1744. 70 28  de  noviembre  de  1746.  iriberri  era  consejero  de  Hacienda  desde  1739.  Probablemente  se  refiere  al sueldo de este cargo. 71 14 de marzo de 1746. otras menciones en sus cartas de 8 de junio de 1744 (“Despacharánse boletines a la de San Pedro de lo atrasado y sobre lo demás lo dicho dicho, porque no depende de mí”) y 17 de agosto de 1744 (“mil años ha que expide la orden para los boletines de la de S. Pedro”).  67

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na es una intermediaria o un elemento de respaldo en el vínculo clientenlar que une al riojano con otras damas cortesanas. Dos son las mujeres citadas en el epistolario: la duquesa viuda de San Pedro y la marquesa de casteldosrius. Doña margarita Teresa de colbert (1682-1769), hermana del marqués de Torcy y viuda de D. Francisco Spínola, duque de San Pedro, había sido nombrada dama de honor de la reina tras la muerte de su esposo y había pedido licencia para residir en Francia, de donde era oriunda, lo que hacía irregular el cobro de su pensión72. Ensenada se aplicaba todo lo que podía en beneficiarla, como se deducen de las alusiones en su correspondencia con la marquesa de Salas: “lo de la de S. Pedro, seguiré con deseo de buen suceso; pero ya he insinuado a Vm que necesito no haya repugnancia, que yo no pueda vencer”73. más frecuentemente se alude a otra dama de la corte, doña Dorotea Reggio, hija del príncipe de campoflorido y esposa de Félix de oms, ii marqués de casteldosrius. Doña Dorotea estaba en París con doña juana y había solicitado que su esposo pudiera trasladarse a la capital con ella. Ensenada parece que empeñó su palabra en ayudarla y así lo logró: “A la de casteldosrius cumplí mi palabra sobre su marido”74. La dama se mostró, en consecuencia, agradecida: “la casteldosrius me ha escrito dando gracias y Vm las habrá recibido, no apreciando yo que el que no se dude que soy hombre de mi palabra y franco, no habiendo más que un camino para tratarme”75. Poco después lograba otra merced para la pareja:  celebro que lo esté la de casteldosrius y a éste se le ha relevado de que pague lanzas durante su vida, lo cual si Vm lo dijere a su amiga sea con la condición de que lo calle porque hay ciertas cosas que es necesario disfrutarlas con secreto y por lo mismo pienso en que si puedo no lo entienda el marqués, aunque me repita cartas con instancias76. 

La alegría duraría poco en la casa de los casteldosrius. nada más llegar a París, el marqués fallecía sin ni siquiera tener la posibilidad de encontrarse con su esposa: on a appris depuis peu que m. le marquis de casteldosrius qui avait épousé la fille de m. de campoflorido, est mort; il avait eu permission de venir faire un tour ici, où sa femme est habitante avec m. et mme de campoflorido; elle est actuellement en route avec mme. sa mère pour aller au-devant de mme la Dauphine77.

El marqués había llegado a Versalles pocos días después de que éstas se pusieran en camino para recibir a la Delfina, falleciendo casi de inmediato. campoflorido ocultó la noticia a su hija durante unos días para no perturbar las festividades en honor a maría Teresa. Poco después Ensenada escribía su pésame a la dama: “Escríbome el pésame a la de casteldosrius a quien como buena amiga habrá Vm acompañado en su pena”78. Todavía seguirá teniéndola en cuenta: “Por lo que mira a la amiga viuda hablaré con Anguisola y siempre comprobará que la sirvo en cuanto puedo”79. El conde de Anguisola era un pla72 73 74 75 76 77 78 79

ozAnAm, Didier y TÉLLEz ALARciA (eds.), Misión en París, p. 108. 23 de marzo de 1744. 8 de junio de 1744.  29 de junio de 1744. 6 de julio de 1744. LuYnES, Mémoires du duc de Luynes, tomo Vi, p. 265. 17 de marzo de 1745. 27 de diciembre de 1745. 

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centino emparentado con el marqués Scotti que pertenecía a la casa de la Farnesio desde 1721. A la altura de 1745 era mayordomo de la semana de la reina. Su cargo y su parentesco con Scotti justifican que Ensenada lo contactase, presuntamente para integrar a la casteldosrius en el servicio de la reina80. 3er bloque: informaciones políticas Es éste uno de los capítulos que más nos interesa dado el enfoque de nuestro estudio. como ya hemos destacado, doña juana acabó convirtiéndose en una agente de Ensenada en París. Era su manera de manifestar la gratitud al patrón por sus favores, demostrar su utilidad como instrumento político y cortesano y merecer nuevas recompensas. Era el medio, en una palabra, de fortalecer y consolidar algo más que la amistad: el vínculo clientelar.  Lo cierto es que pese a que Ensenada manifestó en el comienzo de su correspondencia la inocencia del carteo, tan tempranamente como el 13 de abril de 1744 ya había mudado de parecer: “Yo no sé, amiga mía, con quién habla Vm; pero sí compruebo que sabe las cosas cuales ellas son, y a continuarme las noticias no se excusará Vm en sabiendo que yo se las agradezco y que sirven”. Había múltiples razones que hacían de doña juana una agente inmejorable. En primer lugar el hecho de residir en la capital política de Europa, allí donde las noticias del mundo se sabían antes que en ningún otro lugar (salvo Londres, tal vez): “De todas partes tendrá Vm noticias ahí antes que yo se las dé de este rincón de la Europa a donde llegan tarde y repito esto porque no perdonaré a Vm, amiga mía, que cuando pueda, no se explique con la ingenuidad y comprensión que sabe y la es natural”81. En segundo lugar el hecho de ser una dama y de participar de los actos de la corte francesa la convertía en alguien con potencial acceso a fuentes de información privilegiada y diversa. Esto no resultaba sencillo, ni siquiera para los embajadores. En el caso de Ensenada se daba la circunstancia extra de que el embajador español en París, príncipe de campoflorido, pertenecía al partido de los vizcaínos y por lo tanto era adepto del ministro de Estado, marqués de Villarias. En tercer lugar el origen irlandés de doña juana le permitía ser un agente perfecto en la comunicación y obtención de datos de todo lo que tuviera que ver con el exilio irlandés en Francia, tan activo por estas fechas. Para finalizar, la propia capacidad de la marquesa para desempeñar estas tareas era satisfactoriamente evaluada por el ministro y lo sería posteriormente por otros agentes españoles. Dadas todas estas circunstancias no es extraño que Ensenada reclamase casi desde el principio que la marquesa continuase “los avisos que Vm daba cuando podía” y las “bellas especies de Vm” porque, decía “yo sabré usar de ellas”82. Doña juana, pese a su delicada salud que la limitaba ocasionalmente, parece que cumplió sobradamente las expectativas, a tenor de las respuestas que el ministro daba a sus esquelas.  Resulta muy llamativa la franqueza y sencillez con la que Ensenada trata los asuntos de la guerra con la marquesa. no hay acontecimiento, por pequeño que sea, que no comente en sus esquelas intercambiando con ella opiniones. Vemos desfilar, de este modo, alusiones a batallas como Dettingen (27 de junio de 1743), Faggiola (17-18 de junio de

80 81 82

AGP, Personal, c. 1338, exp. 22 y Gaceta de Madrid, 21 de enero de 1766. 27 de abril de 1744. 25 de mayo y 30 de agosto de 1744.

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1744), Velletri (11 de agosto), Demont (17 de agosto), Praga (1 de septiembre), Hohenfriedberg (4 de junio de 1745), Sarravale (2 de agosto), Tortona (3 de septiembre), Soor (30 de septiembre), codogno (6 de mayo), Plasencia (16 de junio)83, a los generales de ambos ejércitos (conti, De Gages, maillebois, Lobkovitz, court, navarro...) y a las estrategias a seguir (intentar reunir los dos ejércitos españoles para atacar conjuntamente la Lombardía84)... no eran estos temas objeto de conversación habitual con las damas. Sin embargo, Ensenada demuestra al tratar tan llanamente los asuntos de la guerra con la marquesa que ni ésta era ajena a ellos, ni sus recomendaciones e informes desdeñados por su condición femenina.  Tal es el nivel de confianza demostrado por el riojano que se sincera expresando su frustración por los pocos frutos obtenidos de los muchos esfuerzos realizados durante la guerra: “ya no hay paciencia para llevar tres años con el tormento de no haber ocurrido en ellos progreso que llene medianamente el gusto de los Amos”85. Dentro de este ámbito de la guerra, además de polo de información de los movimientos en los distintos frentes, la marquesa de Salas adquiere un especial protagonismo en todo lo concerniente a la nueva tentativa jacobita de restaurar a los Estuardo en el poder. De hecho podemos intuir de una respuesta de Ensenada que fue doña juana la que le dio la primicia allá por el verano de 1745: “Posteriormente he sabido que Vm no fue mal informada de lo isleño”86. El marqués, que era un hombre pragmático por naturaleza, desconfiaba del éxito del proyecto, sin embargo estaba pronto a ayudar si se ejecutaba: “Desconfío del logro en islas; pero si se toma pie, todos y Vm harán negocio [...] A quien cuenta a Vm las cosas, animará saber que de acá se ayudará prontamente de que yo respondo pues ha de ir por mi mano”. no lo veía tan claro, no obstante, con los franceses: “La Francia ofrece lo mismo pero dudo haya en su ministerio la sinceridad que en éste y así esté Vm alerta”. Finalmente advertía a su agente quienes estaban al tanto de todo el asunto, si bien admitiendo que la primera en enterarse había sido la propia doña juana: “Sirva a Vm de gobierno; pero callándolo, que ese su paisano o’Brien y su mujer están en todo el secreto desde que se embarcó el sujeto, aunque no desde antes, por lo que Vm lo penetró primero”87. A partir de esta fecha la correspondencia de Ensenada va a estar constantemente salpicada de alusiones al asunto “isleño”88. Es evidente que doña juana se convierte en una de sus principales interlocutoras en el asunto, máxime dada su condición de descendiente irlandesa y sus contactos con los jacobitas en París, incluyendo hombres como el con83 Solo pondremos dos ejemplos. Ensenada refiere en su típico tono coloquial su satisfacción por la victoria en Velletri: “Lobkovitz fue por lana y volvió trasquilado con sumo honor del rey de nápoles que se plantó a la cabeza de los guardias españoles y de toda la tropa pero no sé si será con tanto de los generales que se descuidaron”, 30 de agosto de 1744. Pero también su desilusión cuando se entera de la derrota de Plasencia: “Esta tarde supe lo ocurrido en Plasencia la mañana del 16 y habiendo tenido que exponerlo a los Amos vea Vm como estaría y estará mi interior”, 28 de junio de 1746. 84 “Ya sabrá Vm el movimiento de lo que estaba en niza y como por todas partes dice el refrán que se va a Roma, no debemos dudar que por la escogida se consiga también el fin que nos importa, tanto mejor si hay la unión entre unos y otros que tanto importa”, 29 de junio de 1744. 85 27 de abril de 1744. 86 2 de agosto de 1745. 87 7 de agosto de 1745. 88 Dos ejemplos: el 9 de agosto de 1745 Ensenada admite que “ni sé que sea verdadera cierta voz muy secreta de que aquel hombre desembarcó y halló séquito”. El 27 de octubre: “nos dan ustedes admirables noticias del príncipe de Gales, de que estoy muy contento y siempre ansiando que aquello camine con perfecta felicidad pues nos importa infinito”.

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de de Lismore, su esposa, margarita o’Brien, o mauricio o’Sullivan. A través de la mano de doña juana debió de llegar al ministro una carta del mismísimo Pretendiente dando cuenta de algunas de las peripecias de su tentativa89. El otro gran ámbito donde se requerían los servicios de la marquesa de Salas era el de la exclusiva corte francesa. Dada su condición de dama de la reina Farnesio, esposa del primer ministro napolitano y dados sus contactos en el mundo de los refugiados jacobitas irlandeses, no es de extrañar que tuviese ocasiones más que suficientes para sondear las opiniones de los distintos miembros de la corte de los Borbones galos. Para aquellos más esquivos, disponía de “confidentes”. Además doña juana tuvo distintos gestos con familiares del embajador español, el príncipe de campoflorido, especialmente con su hija, la marquesa de casteldosrius, con la que se esmera en estar en buenos términos (algo a lo que Ensenada también contribuye90) para que también éste ayude a su mejor introducción en los distintos actos que se organizan en Versalles. Teniendo en cuenta todo ello y la habilidad de la propia agente, se puede entender que Ensenada no dudase en encargarle cuestiones delicadas. Así, por ejemplo, que informe de determinados personajes bien situados en la gracia del rey: “observe Vm bien lo que hacen del Purpurado (cardenal Tencin) con quien (usaré) muy bien o BB de que me alegro porque es del caso, aunque su mayor amistad es por el secretario de marina (maurepas), que no es de la parcialidad del purpurado, al cual prefiero yo en prudencia y bellaquería”91. En similares términos: “no hay texto claro que dé materia para dudar de la parcialidad de Richelieu por nosotros; pero si alguna sospecha, por lo que procurará Vm inquirir la verdad y avisarme. Argenson se habrá declarado ahí más con Vm por medio de su confidente y a negocio hecho, premio seguro”92. Aún más interesante es un encargo específico que Ensenada hace en el verano de 1745 para que la Salas se gane la confianza de madame de Etiolles, futura madame de Pompadour: “Si la Tiol puede tener predominio, gran golpe sería introducirse Vm con la madre, ya que es codiciosa y nosotros no miserables pero la cosa ha de ser a golpe hecho y no premiando ofertas”93. Según se desprende de las esquelas de Ensenada, la gestión fue exitosa: “nada nos puede convenir más que el que Vm gane a la Tiol, ni nada ha podido Vm hacer con más política y arte”94. La llegada de la Delfina a París supondrá un espaldarazo a la relevancia de la marquesa como agente en la capital francesa. Ya antes de la formalización del compromiso el marqués solicitaba de su amiga que observase los ánimos al respecto: “Yo creeré sea el ánimo celebrar presto el matrimonio; pero Vm observe”95. Ya materializado se multipli89 copia de la carta del Pretendiente, de 21 de marzo de 1746, enviada por mauricio o’Sullivan a la marquesa: AcA, caja 106-83. 90 Ensenada le escribe el 7 de agosto de 1745 que “la viuda me escribió que Vm estaba algo quejosa de ella. Respondíla que yo lo ignoraba. Volvióme a escribir haciendo mil expresiones de cariño a Vm y yo la respondí que lo celebraba, porque Vm era buena amiga y aquí la podría continuar añadiendo en la primera o segunda respuesta mía que si yo fuese ella me explicaría con Vm cándidamente, con lo que cualesquiera pelillos, que hubiese se echarían a la mar [...] Habrá Vm reparado que esa vieja y otras quieren meter cizaña; Vm siga haciendo la desentendida y la indiferente, porque esto le valdrá más para todo que la intimidad de la cual si la hubiese, resultarían cuentos y los de BB echarían a Vm la culpa de los yerros de ellos”. 91 30 de agosto de 1744. 92 4 de septiembre de 1745. 93 7 de agosto de 1745. “infórmeme Vm con frecuencia de la Tiol”, añade el 9 de agosto de 1745. 94 4 de septiembre de 1745. 95 Se refiere al doble matrimonio de la infanta mª. Teresa con el Delfín y de la infanta Luisa con el infante D. Felipe. 30 de agosto de 1744.

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can las alusiones a la Delfina y también algunos encargos tan curiosos como el siguiente: “La señora Delfina dejó de escribir a los Reyes en dos o tres ocasiones seguidas, y SS. mm. se han sentido con razón mucho de esto. Dígolo a Vm por si pudiere averiguar la verdadera causa de este descuido de S.A. que considero involuntario”96.  como no podía ser de otro modo, ambos corresponsales se lamentan cuando se produce el óbito de la joven: “no ha sido acá pequeño tampoco el sentimiento por la muerte de la Delfina pues estaba muy amada”. Eso sí, sin dejar de velar por los intereses del Estado y pensando en sustituirla por otra de las infantas españolas: “no lo está menos la infanta doña mª Antonia que es dignísima princesa. Soy con Vm cuanto a que ahí ya se habrán fijado en la sucesora de la Delfina y tendré por feliz a la que lo sea”97.  concLuSionES En trabajos anteriores ya habíamos demostrado que la marquesa de Salas había sido un personaje destacado en el entramado político-cortesano español al servicio de los intereses del marqués de la Ensenada. como peón de este ministro, nos servía para ejemplificar la labor oscura y no siempre valorada de algunas mujeres en el mundo de la política del siglo xViii en particular y de la Europa moderna en general98. El análisis de los restos del epistolario que mantuvo con el estadista riojano durante su estadía en París confirma todas estas tesis anteriormente apuntadas. Es cierto que el conjunto documental es apenas un vestigio de lo que debió ser originalmente, como ya se ha indicado. con todo, a pesar de esta innegable limitación, el estudio del material que ha sobrevivido nos permite alcanzar interesantes conclusiones. La primera de ellas es respaldar lo ya intuido con anterioridad: doña juana era una suerte de agente al servicio del ministro y, como tal, desempeñaba un rol político de primer orden en la corte gala. Se le encargaban labores de espionaje propias de su condición de dama cortesana. Su ámbito de indagación era aquél que resultaba más inaccesible para otros subalternos de los ministros (embajadores, cónsules o agentes secretos): el interior de la corte de los Borbones franceses, sus rumores, sus intrigas, el conocimiento de sus principales actores, de sus tendencias políticas, de sus intereses personales... Versatilidad sería la palabra que mejor definiría a la marquesa en este campo de actuación, tal y como lo reconoce no sólo Ensenada99. Su origen irlandés también le permitió a doña juana convertirse en una interlocutora válida con el activo exilio irlandés en Francia, que por estas fechas organizaría y llevaría a cabo uno de las expediciones más ambiciosas con intención de recuperar la corona para el Pretendiente. Gracias a doña juana, Ensenada tuvo información de primera mano de los preparativos y de los avances de la intentona, así como contacto directo con algunos de los personajes que ayudaron en la tentativa, señaladamente D. mauricio o’Sullivan, permanentemente citado en las esquelas del marqués. También le permitieron al riojano granjearse el contacto de la condesa de Lismore, doña margarita o’Brien, cuyas informaciones también eran consideradas como valiosas100. 96 97 98 99 100

27 de octubre de 1745. Agosto de 1746. TÉLLEz ALARciA, “irlandesas y poder político”. Ibidem, pp. 280 y ss. Ibidem, pp. 282 y ss.

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En segundo lugar el estudio del epistolario nos ha permitido diseccionar con minuciosidad la polifacética relación que unía a la marquesa con el ministro más allá de ese uso coyuntural. no cabe duda de que ambos se consideraban amigos íntimos101, pero también se reconoce tácitamente un vínculo de tipo clientenlar, un vínculo asimétrico en el que doña juana se sitúa por debajo del ministro y no sólo a ella misma sino a su esposo y también al resto de su familia e incluso a algunas damas cortesanas de su círculo. Ensenada en su calidad de ministro y amigo es fuente de mercedes deseadas por la marquesa para sí misma y sus allegados y sus servicios esperan, en este sentido, recompensa más allá de la amistad. Es el propio marqués quien resume, con una sola frase, en qué consiste este complejo lazo: déjese de recomendar sus parientes, que como quiera yo los miro como que son de V.m. y como que siempre los he estimado, de que se sigue que tanto tardará cada uno en experimentar lo que yo deseo servirlos cuanto en presentarse las ocasiones de acreditarlo y aunque éstas no han sido como yo las deseaba y ellos han menester, no quiere decir esto que mañana dejen de proporcionarse102.

no es tan habitual en el mundo político-cortesano del  xViii encontrar un ejemplo tan excelente de la relación clientelar entre un magnate como zenón de Somodevilla y una dama de la corte. En ese sentido la relación que unió al ministro y a la o’Brien ha posibilitado desmenuzar algo más que el ejemplo concreto. De los detalles que conocemos podría extrapolarse un modelo de relación entre políticos de primer orden y las damas de la corte, modelo cuya naturaleza se asentaría en varias premisas: 1.  Asimetría: la dama se encuentra bajo el amparo y la protección del ministro. 2.  utilitarismo: el ministro se sirve de la amistad de la dama. El ámbito en el que ésta desarrolla su actividad al servicio del político es la misma corte en la que se encuentra. Su labor consiste en informar al magnate de las vicisitudes de la corte, comunicar mensajes informales de su patrón a otros actores cortesanos e influir, si es posible, a personajes destacados de la corte. 3.  Recompensa: a cambio de sus servicios la dama obtiene la protección del político y recompensas tanto para ella como para sus familiares más cercanos y otros aliados y/o dependientes. Las particularidades de este modelo de vínculo clientelar radican no tanto en la originalidad de esta estructura como en los pequeños matices. Dada la condición femenina del cliente, sus interlocutores en la corte son bien distintos de los que un hombre tendría en el mismo espacio social. En el caso de la Salas sobrevuelan los nombres de cortesanos como el marqués de Tencin o noailles, sí, pero donde más pone el acento Ensenada es precisamente  en  otras  mujeres,  algunas  de  ellas  con  enorme  poder:  la  futura  madame  de Pompadour o la propia Delfina. Ello no es óbice, y esto es un dato aparentemente sorprendente pero que no hay que perder de vista, para que Ensenada consulte con doña juana materias de estado más tradicionalmente “masculinas” como el desarrollo de la guerra. Sea como fuere, resta profundizar más en la labor que otras irlandesas pudieron ejer-

101 Así se desprende de las cariñosas expresiones que Ensenada le dedica en algunos de sus encabezados (“amiga de mi alma y de mi vida”, “amiga de mi corazón”) y en sus despedidas (“su fiel verdadero amigo”). Ensenada explica su relación en estos términos: “como nuestra amistad no ha sido por fin particular, fácil es su permanencia”, 12 de diciembre de 1746. 102 23 de marzo de 1744.

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cer en este y otros ámbitos cortesanos, más allá del tradicional papel que los historiadores les han otorgado de meras monedas de intercambio en las complejas estrategias matrimoniales. otras damas como la marquesa de Torrecilla, hermana de doña juana e íntima,  a  su  vez,  de  Ensenada  (que  llegó  a  ser  su  albacea  testamentario)103,  o  como  la escocesa maría Benita de Rozas y Drummond, de la que se han avanzado unos primeros interesantísimos datos, pueden arrojar todavía mucha luz sobre este campo todavía por explorar. Y es que en el siglo  xViii, feminidad y poder político no fueron mundos ajenos el uno al otro en absoluto.

103 Archivo Histórico de Protocolos notariales de madrid, 18.174, ff. 1258-1272. Su expediente personal en AGP, Personal, c. 9.006, exp. 29 y c. 1.394, exp. 30.

la liteRatuRa como VehÍculo de RePResentaciÓn de esPaña en la oBRa de maRia edgeWoRth Luis Antonio Sierra Gómez universidad de Jaén

1.  BReVes consideRaciones teÓRicas

e

ntRe las distintas perspectivas desde las que se puede enfocar el estudio de una obra literaria hay una que entronca directamente con la historia y que ha sido abordada por diferentes pensadores –fundamentalmente desde finales del siglo  xix hasta nuestros días. cada uno de ellos ha aportado su visión, pero ninguno sin salirse de la idea que subyace y que les es común, esto es, que la literatura forma parte de la historia o, dicho de otra manera, que la literatura es historia. entre estos autores podríamos destacar a clásicos como terry eagleton, Fredric Jameson o Raymond Williams. este último, en su libro Problems in Materialism and Culture, define el acto creativo-literario de la siguiente manera:

But i am also sure that these creative acts compose, within a historical period, a specific community: a community visible in the structure of feeling and demonstrable, above all, in fundamental choices of form1.

ese acto creativo para Williams responde a unas motivaciones históricas específicas que suelen estar íntimamente ligadas a la clase social del autor, ya sea para rechazarla o reafirmar  su  pertenencia  a  ella. además,  la  elección  de  la  forma  de  expresión  literaria también viene condicionada por el contexto histórico. las que maria edgeworth utilizó fueron la novela y el cuento, formas narrativas “de moda” en su época que siguen vigentes en la narrativa actual. esto es así porque, según Williams: “el autor es un individuo social dentro de las formas sociales de su tiempo y de su contexto”2. estas elecciones tienen ya en el siglo  xViii una clara motivación económica ya que es en esta época cuando la literatura empieza a adquirir unas dimensiones abiertamente mercantilistas. el número de lectores en los países europeos más desarrollados de europa (gran Bretaña, Francia o alemania) había ido creciendo a la par que la burguesía avanzaba entre las capas altas de la sociedad –con las tensiones sociales que esto provocó a finales de siglo y que culmi1 2

Williams, Raymond, Problems in Materialism and Culture, london, Verso, 1997, p. 25. Williams, Raymond, Marxismo y literatura, Barcelona, Península, 1997, p. 221. 255

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naron con el definitivo asalto al poder de esta clase durante la Revolución francesa. el acceso  a  la  educación  formal  de  estas  clases  burguesas  motivó  que  los  creadores  fueran abandonando paulatinamente el mecenazgo de la aristocracia para lanzarse a un mercado literario en el que su éxito vendría de la mano de la venta de sus libros. Para asegurarse una clientela, los escritores tuvieron que cambiar el destinatario de sus obras y, por consiguiente, amoldarse al gusto de ese público. ya no se trataba de alabar a la aristocracia para seguir bajo su paraguas protector; ahora había que pensar en los burgueses y reflejar todo aquello que fuera del agrado de estos nuevos consumidores. entre este público, las mujeres suponían un número más que importante como para tenerlas muy presentes a la hora de escoger temas, situaciones y personajes. así, muchos autores previos y contemporáneos de maria edgeworth como samuel Richardson y su inolvidable Pamela (1740), henry Fielding, samuel Johnson –cuya obra Rasselas (1759) fue traducida al español por inés Joyes3–, Jane austen –supuesta competidora literaria de maria–, o Walter scott –con quien maria trabaría una gran amistad–, tuvieron muy presentes a la burguesía, en general, y a las mujeres, en particular, para acomodar sus textos a los gustos de sus nuevos mecenas. maria edgeworth no fue una excepción y toda su obra se amolda perfectamente a los cánones exigidos para el éxito. de hecho, algunos de sus libros como Patrocinio (Patronage, 1814) o Helen (1834) se convirtieron en auténticos “best-sellers” de la época y rivalizaron con la obra de autores de la talla de Jane austen o Walter scott. 2.  BiogRaFÍa maria edgeworth nació el 1 de enero de 1768 en Black Bourton, oxfordshire (inglaterra) –la casa de su abuelo materno. su padre, el escritor y científico Richard lovell edgeworth, pertenecía a la poderosa elite anglo-irlandesa. cuando maria tenía catorce años, la  familia  se  trasladó  definitivamente  a  las  posesiones  paternas  en  edgeworthstown,  al norte de dublín. allí viviría maria el resto de su vida exceptuando algunas estancias temporales en inglaterra, Francia y escocia. Recibió una educación esmerada, siempre bajo la supervisión de su progenitor, y desde muy pequeña empezó a desarrollar el gusto por contar historias. de hecho, los primeros cuentos que escribió datan de los años que pasó en los internados a los que su padre la mandó en derby y londres, entre 1776 y 1782. ya de vuelta a la hacienda familiar, maria conviviría con la alta burguesía terrateniente irlandesa y dedicaría el resto de su vida a trabajar con su padre, al cuidado y educación de sus hermanastros y a escribir –su padre, en total tuvo cuatro esposas y veintiún hijos–, tanto bajo la supervisión de su progenitor como de manera independiente –fundamentalmente tras la muerte de este en 1817–. su obra es muy amplia y, como ya hemos dicho, prácticamente se limitó a cultivar los estilos de moda de la época: la novela, el cuento y el teatro. entre las obras que escribió podríamos destacar, por ejemplo, El castillo Rackrent (1800), la primera y más famosa de sus narraciones sobre irlanda y para muchos, como thomas tracy4, la historia que inaugura  la  tradición  del  “cuento  nacional  irlandés”  que  otros  autores  siguieron  cultivando 3 más información sobre esta escritora española de origen irlandés y su traducción en el libro de BoluFeR PeRuga, mónica, La vida y la escritura en el siglo xviii. inés Joyes: Apología de las mujeres, Valencia, Publicacions de la universitat de València, 2008. 4 tRacy,  thomas,  “the  mild  irish  girl:  domesticating  the  national  tale”,  en  Éire-ireland,  39,  1  &  2 (2004), pp. 81-109.

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después de ella. no fue este el único texto de tema irlandés que maria escribió; años más tarde vinieron títulos como El absentista (1812), tremendo retrato de una de las lacras que sufrió irlanda durante buena parte de los siglos xViii y xix –el abandono de las tierras por parte de los propietarios–, u Ormond (1817), el último texto sobre este asunto. aparte del tema irlandés, la obra de maria está plagada de protagonistas femeninas de clase alta que muestran el mundo que a la autora le tocó vivir y, a la vez, se convierten en portavoces de  los  valores  que  maria  edgeworth  consideraba  fundamentales.  entre  este  grupo  de obras  podríamos  destacar  aquellas  con  nombre  de  mujer  como  Belinda (1801),  vivian (1812), o Helen (1834), por citar las más relevantes.  una de las particularidades de la obra de maria edgeworth fue la influencia que su padre ejerció sobre su trabajo mientras este vivió. todos los trabajos de maria fueron supervisados por su progenitor y algunos incluso escritos junto a él. esto provocó que dichos textos tuvieran una carga moralista muy acorde con el pensamiento de Richard lovell  edgeworth,  devoto  seguidor  de  Rousseau.  cuando  maria  decidió  escribir  por  sí misma, años después de la muerte de su padre y tras pasar un tiempo considerable en silencio solo ocupada en escribir las memorias de este, el tono de sus narraciones cambió. como no podía ser de otro modo, seguía existiendo un componente didáctico y moral importante, pero no fue tan marcado como antes y, además, se veía a una autora mucho más madura e independiente de consideraciones externas. a partir de la muerte de su padre, y después del luto guardado, maria se embarcó en una serie de viajes por europa y gran Bretaña que le granjearon nuevas amistades literarias de las que, probablemente, la más fructífera fue la que entabló con sir Walter scott, quien le devolvió la visita años después de que maria lo hubiera visitado en 1823 en abbotsford, su residencia escocesa. durante esos años y prácticamente hasta su muerte, edgeworthstown recibió a ilustres visitantes provenientes de américa, gran Bretaña o europa.  la  residencia  familiar  se  convirtió  en  una  especie  de  lugar  de  peregrinaje  para muchos escritores a la manera que lo fue la casa de Walter scott. cuando estalló la gran hambruna en irlanda, maria tenía setenta y siete años, pero a pesar de la edad se mantuvo muy activa tanto en obras de caridad como en actividad literaria hasta que el 22 de mayo de 1849 falleció en los brazos de su fiel madrastra, la última de las cuatro esposas que su padre tuvo a lo largo de su vida. las obras que hemos nombrado a lo largo de esta breve biografía y alguna más forman el corpus escogido para el análisis de la visión que sobre españa y lo hispano tiene maria edgeworth y que transmite a su público lector afianzando, por una parte, muchos tópicos que sobre nuestro país se tenían en aquella época y transmitiendo, por otra, su conocimiento de la cultura española, que no era poco. 3.  análisis como ya mencionamos, la educación que maria edgeworth recibió fue de lo más esmerada. además, sus biógrafos5 constatan que fue una ávida lectora y que pasaba horas y horas en la biblioteca de la casa familiar de edgeworthstown. entre los libros que cayeron en sus manos, muchos son mencionados en sus obras. dichas referencias bibliográficas

5 laWless, emily, Maria Edgeworth, new york & london, the macmillan company, 1905: http://digital. library.upenn.edu/women/lawless/edgeworth/edgeworth.html [consulta: 22/11/2011].

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son fundamentalmente literarias, aunque también aparecen otras relacionadas con el mundo del arte o de la filosofía. de entre todas, nos centraremos en las que hacen referencia al mundo hispano ya que nos muestran a través de los personajes creados por su autora cuál era la idea que maria edgeworth tenía de españa. Por lo que respecta a las referencias literarias, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (1605 y 1615) es mencionada en varias ocasiones. así, en el capítulo 17 de Helen (1834), podemos leer lo siguiente:  among these pictures were some fine Wouvermans, and other hunting and hawking pieces, and one in particular of the duchess and her ladies, from don Quixote. Beauclerc, who had gone round examining and admiring, stood fixed when he came to this picture, in which he fancied he discovered in one of the figures some likeness to helen; the lady had a hawk upon her wrist6.

las aventuras de don alonso Quijano y su escudero no solo son claros referentes literarios, sino también artísticos. las palabras de arriba muestran que la autora tenía muy presentes las ilustraciones que acompañaban a las ediciones de la obra, en particular, una muy concreta: la correspondiente al capítulo 30 donde se ve a sancho, enviado por don Quijote, pedir permiso a la duquesa para tratar con ella. sabemos que esto es así por el detalle en la cita referido al halcón que la dama lleva en su muñeca. entre las ediciones que pudieron estar al alcance de la escritora, es más que verosímil que se trate de la de 1725, publicada en londres por R. Knaplock, J. y B. sprint, J. Walthoe y d. midwinter con ilustraciones sacadas de las que el pintor francés charles-antoine coypel hizo en cartones para ser posteriormente realizadas en tapices y que le fueron encargados por la manufactura de los gibelinos. solo esta edición (ver imagen en página siguiente) retrata el encuentro entre los personajes mencionados en la cita de helen. Por otra parte, es común que maria edgeworth utilice tanto la figura de don Quijote como la de sancho para comparar sus cualidades con las de ciertos personajes. así pues, en uno de sus cuentos, Forester 7, leemos lo siguiente: he did not perceive that custom had rendered all these things perfectly easy to every one else in company; and as soon as he had devoured his food his own way, he moralized in silence upon the good sense of sancho Panza, who preferred eating an egg behind the door to feasting in public... Forester, though a better orator, was by no means so able a boxer as his opponent. the battle was obstinately fought on both sides; but, at length, our young Quixote received what has no name in heroic language, but in the vulgar tongue is called a black eye; and, covered with blood and bruises, he was carried by some humane passenger into a neighbouring house. 

saltan las dos realidades de la novela de cervantes: Forester es identificado con la figura de don Quijote por no ver las cosas como son y por embarcarse en aventuras imposibles que van a tener como inevitable desenlace una humillante derrota; por otro lado, el mismo Forester es una suerte de personaje bipolar que también es capaz de comportarse como sancho Panza, es decir, desde una perspectiva más acorde con la realidad, y con un comportamiento que contrasta con el decoro y la educación de un caballero como don Quijote. sancho-Forester están más cerca del bruto inculto, aunque, al mismo tiempo, representan valores más auténticos: son más sencillos y están menos sujetos a las formalidades que exige la sociedad burguesa en la que Forester vive. 6

edgeWoRth, maria, Helen, london, sort of Books, 1834, p. 177. edgeWoRth,  maria,  Moral Tales for Young People: “Forester”,  1805:  http://www.onlineliterature.com/maria-edgeworth/tales-novels-vol1/1/ [consulta: 22/11/2011]. 7

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esas dos realidades también aparecen en otra historia titulada angelina8, aunque aquí las referencias a los personajes cervantinos están personificadas por mujeres: por un lado, la rudeza del escudero y, por otro, el aspecto físico del caballero andante: “‘she’s actually a female sancho Panza!’ thought angelina: her own more striking resemblance to the female Quixote never occurred to our heroine –so blind are we to our own failings”.  sin duda, donde maria edgeworth despliega su interpretación más completa sobre españa y los españoles es en su novela harrington9 (1817) en la que uno de los personajes principales es un judío de origen español. a través de su vasto conocimiento literario, maria se forjó una idea sobre el país y sus gentes que dio por válida y utilizó en su obra. en el capítulo 8, la autora hace uso de varias obras literarias para reforzar su perspectiva:

8 edgeWoRth,  maria,  Moral Tales: “Angelina or L’Amie inconnue”,  1821: http://www.onlineliterature.com/maria-edgeworth/tales-novels-vol1/4/ [consulta: 22/11/2011]. 9 edgeWoRth,  maria,  Harrington, a tale,  1817: http://www.online-literature.com/maria-edgeworth/ harrington/ [consulta: 22/11/2011].

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Luis Antonio Sierra Gómez [...] a don Quixote was on the table, in which there were some good prints, and from these he took occasion to give us many amusing and interesting accounts of spain, where he had passed the early part of his life. From don Quixote to gil Blas –to the duc de lerma– to the tower of segovia –to the inquisition–to the spanish palaces and moorish antiquities, he let me lead him backwards and forwards as i pleased. my mother was very fond of some of the old spanish ballads and moorish romances: i led to the Rio Verde, and the fair Zaida, and the moor alcanzor, with whom both in their moorish and english dress mr. montenero was well acquainted, and of whom he was enthusiastically fond. my mother was fond of painting: i asked some questions concerning the spanish painters, particularly about murillo; of one of his pictures we had a copy […] [mr. montenero] possessed the original  of  this  picture.  But  few  of  murillo’s  paintings  had  at  this  time  found  their  way  out  of spain;  national  and  regal  pride  had  preserved  them  with  jealous  care;  but  mr.  montenero  had  inherited some of murillo’s master-pieces...

la sempiterna figura de don Quijote se utiliza para compararlo con mr. montenero, el judío español coprotagonista de la novela junto a harrington. la comparación aquí radica en la educación; es decir, mr. montenero, al igual que don Quijote –ideal del caballero español–, se comporta como tal incluso ante las graves afrentas provocadas por la arrogante y antisemita madre de harrington. también se le describe como una persona culta que ilustra a los allí congregados con detalles sobre su tierra natal. Para mejor comprensión del lector inglés y, por qué no, también por desconocimiento directo de españa de la autora, esta echa mano de referencias, historias y leyendas creadas para el público británico y que tienen como escenario españa y los tópicos que circulan sobre el país. así, por ejemplo, se hace referencia a gil Blas, la inquisición, el duque de lerma, el pasado árabe español, o personajes y capítulos de una obra muy famosa en aquel tiempo del francés alain-René lesage escrita entre 1700 y 1730, Las aventuras de Gil Blas de Santillana 10. la primera versión en inglés data de 1732, aunque, por lo que se comenta en la cita, no podemos estar seguros de que sea esta o una versión posterior la que edgeworth leyó. lo que está claro es que ella conocía españa por las fuentes literarias de las que disponía en su tiempo. la obra de lesage aparece de nuevo en el capítulo 16 de Helen: so it went on; and now lady cecilia was as much amused as she expected by these daily jealousies,  conflicts,  and  comparisons,  the  feelings  perpetually  tricking  themselves  out,  and  strutting about, calling themselves judgments, like the servants in gil Blas in their master’s clothes, going about as counts, dukes, and grandees.

en este caso se utiliza para ilustrar la ceremonia de la confusión que supone que los que no son señores intenten hacerse pasar por ellos imitando sus vestimentas. según la tesis aquí expuesta, la impostura es imposible porque el estatus aristocrático se lleva en la sangre. otra de las facetas que se critican de esta burguesía que le está comiendo terreno a la aristocracia es su materialismo y su falta de espiritualidad. las razones que hay detrás son las mismas, es decir, no pertenecen a esa elite aristocrática y no entienden que esta clase lleva asociados una serie de valores que les son inherentes y que les permite atribuirse una autoridad moral que la burguesía materialista no es capaz de entender. se hace referencia a otra obra literaria, esta vez del gusto de la madre de harrington y que este utiliza para congraciarla con el judío. se trata de Reliques of Ancient English 10 lesage, alain-René,  The Adventures of Gil Blas de Santillane,  ex-classics  Project,  2009:  http://www. exclassics.com/gilblas/gbintro.htm [consulta: 22/11/2011].

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Poetry, de thomas Percy (1765). en este libro se recoge la leyenda de alcanzor y Zaida, historia que, según dice el propio Percy, está copiada del original español. ante esto, mr. montenero afirma que conoce ambas versiones, una indicación más de su altísimo nivel cultural. este no solo es admirable por su cultura, sino también por algo muy importante para las clases aristocrático-burguesas: su dinero. su poder económico y sus influencias le hacen poseedor de un murillo, señal de su posición ya que eran muy pocas personas las que podían disfrutar de un cuadro así. Íntimamente relacionado con esta referencia al arte pictórico, maria nos muestra su conocimiento sobre este terreno en varias ocasiones, en concreto en el capítulo 9 de Harrington cuando se menciona el libro de Richard cumberland, Anecdotes of Eminent Painters in Spain (1782) en relación con una historia sobre el pintor alonso cano. líneas más abajo se hace referencia a un fresco del artista italiano guido Reni titulado aurora (1613-14) que se encuentra en el Palazzo Pallavicini de Roma y que tiene el raro honor de ser una de las obras de arte más copiadas de la historia.  un aspecto que se ha apuntado, pero que no se ha desarrollado a fondo es la imagen que maria edgeworth tiene de españa y los españoles y que nos muestra a través de los comentarios de sus personajes. dicha imagen podría hacerse extensible al enfoque que tanto desde irlanda –fundamentalmente entre la elite anglo-irlandesa– como desde gran Bretaña  se  tenía  de  nuestro  país. así,  en  prácticamente  un  solo  capítulo  de  Belinda 11 (1801), el noveno, maria edgeworth despliega esta visión. en una reunión de damas y caballeros de la alta sociedad, uno de los invitados resulta ser español. su forma de actuar delante de la concurrencia y alrededor de una partida de ajedrez “epitomiza” esa imagen, fundamentalmente negativa, que suponía a los españoles personas movidas por las pasiones y no por la razón, arrogantes, exagerados, soberbios, orgullosos y corruptos –como su monarquía–:  one night, at a select party at lady delacour’s, a spanish gentleman was amusing the company with some anecdotes, to prove the extraordinary passion which some of his countrymen formerly  showed  for  the  game  of  chess.  [...]  the  combat  now  began  –  the  spectators  were  silent. clarence made an error in his first move, for his attention was distracted by seeing Belinda behind his adversary’s chair. the spaniard was deceived by this mistake into a contemptuous opinion of his opponent – Belinda changed her place – clarence recovered his presence of mind, and convinced him that he was not a man to be despised.  mr. hervey observed, that gaining a battle was, at that time, so common to the court of spain, that a victory at chess seemed to confer more éclat; for that an abbé, by losing adroitly a game at chess to the spanish minister, obtained a cardinal’s hat.

es más que interesante esta última cita ya que se hace referencia a un pasado histórico glorioso para la monarquía hispánica e incontestable, incluso, desde el punto de vista de  su  rival  británico.  seguramente  mr.  hervey  estaba  pensando  en  el  siglo  xVi,  en  los reinados de carlos V y su hijo Felipe ii cuando la monarquía hispánica alcanzó su máximo esplendor. de todas formas, el menosprecio británico a lo hispano surge inmediatamente después cuando se hace referencia al altísimo nivel de corrupción existente entre la aristocracia peninsular que permitía la concesión de honores de manera arbitraria como, en este caso, por perder una partida de ajedrez. se critica, desde la perspectiva auto-

11 edgeWoRth, maria, Belinda, 1801: http://www.online-literature.com/maria-edgeworth/belinda/ [consulta: 22/11/2011].

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Luis Antonio Sierra Gómez

rial, que se pudieran alcanzar cotas de poder sin méritos, planteamiento muy del gusto del público burgués a quien estaba destinada la obra. el hecho de que el caballero español pierda la partida frente al caballero inglés –representante del imperio británico– es también una metáfora de la superioridad británica en los tiempos en los que se escribió la novela; tiempos, por otra parte, convulsos ya que la hegemonía británica estaba todavía en cuestión por los constantes enfrentamientos contra otras potencias europeas como españa y, sobre todo, Francia.  otro ejemplo del carácter arrogante de los españoles lo encontramos en el capítulo 3 de Patrocinio (Patronage)12 (1814):  it was colonel hauton’s great ambition to look like his own coachman; he succeeded only so far as to look like his groom: but though he kept company with jockeys and coachmen, grooms and stable-boys, yet not the stiffest, haughtiest, flat-backed don of spain, in spain’s proudest days, could be more completely aristocratic in his principles, or more despotic in his habits.

esta vez la autora utiliza la imagen de la orgullosa aristocracia española para ponerla frente a uno de los personajes de la novela, el coronel hauton. se hace referencia al gran pasado histórico de la monarquía hispánica de los siglos  xVi y  xVii cuando esa nobleza tenía motivos de orgullo y no dudaba en mostrarlos. cuando se escribió esta novela, principios del siglo xix, esa superioridad ya podía considerarse patrimonio británico. una crítica más sobre los españoles que aparece implícita en un comentario sobre la afición de los españoles a los toros la podemos leer en “carta de un caballero a su amigo por el nacimiento de una hija; con la respuesta”13: you believe this temper to be inherent in the sex; and a man, who has just published a book upon the spanish bull-fights, declares his belief, that the passion for bull-fighting is innate in the breast of every spaniard. do not, my friend, assign two causes for an effect where one is obviously adequate. the disposition to love command need not be attributed to any innate cause in the minds of females, whilst it may be fairly ascribed to their erroneous education.

a colación del concepto que sobre la educación de las mujeres tiene quien escribe la misiva, el filósofo que le responde hace un símil entre lo que se considera innato en una mujer y ese gusto por los toros. argumenta que la afición no es innata a los españoles, sino  producto  de  la  educación  recibida,  que  no  quiere  decir  que  sea  necesariamente  la buena.  esta  idea  la  pone  en  relación  con  la  educación  tradicional  de  las  mujeres,  deficiente según la autora porque la tradición, en ese caso, no va por el camino que marca la razón. lo que subyace, además, es que la idea de la típica disposición femenina a lo sentimental no es algo inherente a su sexo, sino la nefasta consecuencia de una educación errónea contra la que estas líneas se pronuncian. el filósofo apuesta decididamente por una educación racional. los personajes femeninos de origen español también tienen para el lector británico burgués  tintes  negativos.  en  su  novela  Manipulación (Manoeuvring)14 (1808),  maría 12 edgeWoRth,  maria,  Patronage,  1814:  http://www.online-literature.com/maria-edgeworth/patronage/ [consulta: 22/11/2011]. 13 edgeWoRth, maria, Letters for Literary Ladies: Letter from a Gentleman to his Friend upon the Birth of a Daughter; with the answer,  1799:  http://www.online-literature.com/maria-edgeworth/3934/ [consulta: 22/11/2011]. 14 edgeWoRth,  maria,  Tales of Fashionable Life: Manoeuvring (vol. ii),  1808: http://www.onlineliterature.com/maria-edgeworth/manoeuvring/ [consulta: 22/11/2011].

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edgeworth cuenta la historia de una mujer, hija de un caballero inglés y una mujer española,  recluida  en  un  convento,  que  es  liberada  por  el  capitán  Walsingham  y  sus marineros,  llevada  a  inglaterra  y  devuelta  a  una  familia  de  clase  baja  que  la  reclama. aparece el asunto del posible casamiento de esta mujer con el capitán, cosa que está mal vista entre sus iguales por tratarse de una extranjera española y pobre. el problema fundamental no es el de su nacionalidad, aunque hay ciertos reparos, sino el de su estatus social. Para cerrar el círculo y hacer que el lector burgués se sienta cómodo, la autora recurre a un giro en la narración que hace que termine con final feliz. como era típico en la literatura burguesa de su época, maria hace que la pobre española descubra sus verdaderos  orígenes  que  la  conectan  con  un  poderoso  caballero  muy  bien  situado  socialmente,  lo  que  le  da  vía  libre  para  casarse  con Walsingham. asimismo,  esta  revelación trunca los planes de mrs. Beaumont, personaje maquiavélico y arribista, epítome de esa nueva burguesía que la autora despreciaba tanto. los planes de mrs. Beaumont de casar a su hija amelia con Walsingham por cuestiones de prestigio social y ascenso económico son frustrados al desvelarse el auténtico origen de la “spanish incognita”, como recurrentemente la llama la señora Beaumont. en este caso la nacionalidad española de la mujer es utilizada como argumento para ganarse la antipatía de los personajes y los lectores, aunque posteriormente pasa a un segundo plano cuando se desvela su auténtico origen y acaba prevaleciendo la nacionalidad de su padre y, sobre todo, su estatus social. Quizás los únicos personajes de origen español que no salen mal parados en las novelas de maria edgeworth sean mr. montenero, su hija Berenice y la familia manessa, los judíos españoles en Harrington. esto se debe a las motivaciones que hay detrás del libro, es decir, a la voluntad de la autora de retratar positivamente a la comunidad judía a requerimiento de una lectora americana. el hecho de que los judíos sean de origen español no es casual ya que representan como pocos la persecución de este pueblo. de hecho, la historia de la península ibérica desde los Reyes católicos ha estado plagada de acciones dirigidas contra este colectivo. tanto el señor montenero como la familia manessa han sufrido  ese  acoso  por  sus  creencias  y  han  terminado  por  huir  de  ese  ambiente  hostil capitaneado por la santa inquisición. ambas familias han acabado recalando en lo que, cuando se escribió la novela, era el Reino unido de gran Bretaña e irlanda, tierra de libertad religiosa, así presentada por la autora. Para los montenero este país es la escala final de un viaje que los había llevado primero a otro lugar, norteamérica, todavía colonia británica en el contexto de la novela y refugio de perseguidos por cuestiones religiosas. esta  idea  de  la  autonomía  confesional  tanto  de  las  colonias  norteamericanas  como  del Reino unido que nos presenta edgeworth quizás sea algo exagerada. es cierto que oficialmente en el siglo xix los judíos no eran perseguidos en estos países tal y como sucedía en españa, pero no es menos cierto que el recelo hacia ellos entre los británicos era evidente como lo prueban las negras historias sobre judíos que le contaba a harrington en su infancia su criada, la actitud claramente antisemita de los padres de harrington, o la postura abiertamente hostil del poder político hacia esta minoría. así, cuando, en el capítulo 5, harrington se dispone a encontrarse con mr. montenero, la respuesta de su padre es más que reveladora: one morning, [...] i met my father, [...] and hearing that i was going on a visit to a spanish Jew, asked what business upon earth i could have with a Jew – cursed the whole race – rejoiced that he had five-and-twenty years ago voted against their naturalization in england, and ended as he began, by wondering what in the name of heaven could make me scrape acquaintance with such fellows. [...] he decided that my accomplished spanish Jew would prove an adventurer, and he

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Luis Antonio Sierra Gómez advised me, a young man, heir to a good english fortune, to keep out of his foreign clutches: in short, he stuck to the advice he gave me, and only wished i would stick to the promise i gave him, when i was ten years old, to have no dealings with the Jews.

un poco más adelante en ese mismo capítulo, la madre de harrington también opina al respecto: ... she confessed that she had retained a sort of antipathy to the idea of a Jew – a weakness it might be – but she had had dreams and presentiments, and my fortune had been told her while i was at cambridge; and some evil, she had been assured, hung over me within the five ensuing years – some evil connected with a Jew: [...]

la persecución que han sufrido ambas familias judías crea vínculos de solidaridad entre los miembros de la comunidad, algo muy común entre la diáspora judía en el mundo y que, por supuesto, maria saca a relucir en la relación entre los montenero y los manessa: the manessas had formerly been settled in spain, at the time mr. montenero had lived there; and when he was in some difficulties with the inquisition, they had in some way essentially served him, either in assisting his escape from that country, or in transmitting his property.

otra cuestión a tener en cuenta entre estos judíos de Harrington es que las dos familias cumplen con el arquetipo de esta comunidad como gente educada y con un nivel adquisitivo importante producto de las actividades económicas a las que tradicionalmente se han dedicado estas gentes, como la joyería en el caso de los manessa. mr. montenero, aunque no sabemos a ciencia cierta su oficio, es dueño de una valiosísima colección pictórica y se codea con la alta burguesía y la aristocracia inglesa; es maestro en caballerosidad y decoro y eso le hace ganarse el aprecio de personajes como harrington que en su infancia tenían serios prejuicios contra la comunidad judía, resultado de la educación recibida. el favor de otros como, por ejemplo, los padres de harrington, se lo ganará más por su posición económica que por sus modales. la historia de españa está muy presente en la obra de maria edgeworth. entre las referencias que hace, muchas pertenecen a hechos contemporáneos a ella y otras al pasado, más o menos glorioso, de la monarquía hispánica. también hay alusiones a la famosa “leyenda negra” que tanto alimentaron las potencias europeas competidoras de españa en el contexto internacional, así como el papel que en ella jugó la santa inquisición. los monarcas españoles y sus cortesanos aparecen en bastantes ocasiones y casi siempre retratados de una forma muy desfavorable, haciéndoles responsables de la decadencia española. esta corresponsabilidad entre el buen o mal hacer de los mandatarios y el destino del país es una constante en la obra de maria y entronca con una larga tradición de pensamiento cristiano medieval con el que ella se identifica y que, como incansable lectora, conocía a través, por ejemplo, de la tradición literaria anglosajona de la leyenda artúrica y la búsqueda del santo grial. en el caso de la monarquía hispánica, en el capítulo 16 de helen podemos leer lo siguiente: ‘no, no’, said lady davenant; ‘recollect that the race of spanish kings has somewhat deteriorated since they exchanged the sword for the tambour frame. We had better have things as they are; leave us the privilege of the needle, and what a valuable resource it is; sovereign against the root of all evil – an antidote both to love in idleness and hate in idleness – which is most to be drea-

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ded, let those who have felt both decide. i think we ladies must be allowed to keep the privilege of the needle to ourselves, humble though it be, for we must allow it is a good one’.

el paralelismo se establece aquí entre la monarquía hispánica y las supuestas capacidades inherentes a hombres y mujeres. lo que expone la autora en boca de lady davenant es que el intercambio de papeles entre sexos lleva al desastre. de esta manera, maria edgeworth despliega una idea muy en boga entre la burguesía de su época y que se irá imponiendo conforme avance el siglo xix: que la mujer no está hecha para la vida pública ni, por extensión, para la política; que los asuntos públicos son cosa de hombres y que “desnaturalizar” ese statu quo solo puede tener consecuencias negativas. Probablemente maria edgeworth estaba pensando en capítulos recientes de la historia de españa como el protagonizado por el monarca carlos iV y su esposa maría luisa de Parma, de quien se decía en su momento que ejerció una maligna influencia sobre su débil marido y como consecuencia se ganó la enemistad de muchos de los cortesanos de la época. además, se solía decir que los reveses sufridos por el país durante el reinado de carlos iV tuvieron su origen en esta mujer que había abandonado sus funciones naturales como madre y esposa y se había involucrado en algo que no entendía como era la política de estado. en  la  ya  mencionada  “carta  de  un  caballero  a  su  amigo...”  la  monarquía  española vuelve a la palestra para ser comparada con ciertas actitudes contra las mujeres, en este caso las que se quieren dedicar a la literatura: the despotic monarchs of spain forbid the exploring of any new gold or silver mines without the express permission of government, and they have ordered several rich ones to be shut up as not equal to the cost of working. there is some appearance of reason for this exertion of power: it may prevent the world from being encumbered by nominal wealth. [...] i hope you feel nothing like a disposition to spanish despotism or dutch jealousy, when you would exclude female talents from the literary market.

el despotismo ejercido por ciertos sectores literarios masculinos respecto a las mujeres que empiezan a explorar ese mundo es puesto a la misma altura que los monarcas absolutistas españoles que no emplearon la razón y el sentido común en sus políticas y con ello privaron a sus súbditos de un futuro más próspero. la crítica de la autora se hace a los hombres que, viendo la seria competencia que suponían las mujeres en el mundo literario, pretendían apartarlas del mercado tanto como creadoras y consumidoras. según el filósofo, o sea, la autora, censurar ese trabajo es privar al mundo de sabiduría, de nuevos puntos de vista, al igual que los reyes españoles impedían la explotación de nuevas riquezas. como sabemos por la historia, los siglos xViii y xix estuvieron plagados de enfrentamientos entre las grandes potencias europeas por conseguir la hegemonía política tanto en el continente como en el resto del mundo. maria edgeworth no pudo escapar a esta realidad y la fue introduciendo en sus obras. de hecho, algunas de sus historias tienen como trasfondo más o menos directo alguno de estos conflictos entre gran Bretaña, Francia y españa. así sucede, por ejemplo, en Manipulación (Manoeuvring) donde la primera parte de la novela gira en torno a uno de esos conflictos internacionales unido al rescate por parte de un capitán de navío inglés de una mujer de origen mixto (inglés y español), recluida en un convento en españa. Por las fechas en las que se publicó la obra, 1808, no está demasiado claro de qué conflicto se puede tratar ya que los enfrentamientos entre británicos y españoles –estos últimos en coalición casi siempre con Francia– fueron muy nu-

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merosos entre finales del siglo xViii y principios del xix. Por nombrar solo algunos de los más destacados por la historiografía, baste nombrar los siguientes: la batalla del cabo de san Vicente, el bombardeo de cádiz y el ataque a santa cruz de tenerife (1797), la batalla de algeciras (1801), la del cabo de santa maría (1804), la del cabo Finisterre, o la archiconocida batalla de trafalgar (1805). de entre todos, el que más relevancia tuvo fue el de trafalgar no solo por sus consecuencias geopolíticas dominio naval absoluto británico en el mundo–, sino también por el aura legendaria y casi mitológica que se creó en torno a sus héroes. de hecho, la plaza más importante del Reino unido, lleva el nombre de esa batalla y en el centro de la misma se erige una columna coronada por la estatua del héroe muerto en trafalgar, horacio nelson. Por los datos que el marinero y narrador, John Birch, da en el capítulo 3 de Manipulación, sabemos que su barco se encuentra cerca de la costa norte española y que se dirige al sur. también sabemos que va a bordo del H.M.S. l’Ambuscade, fragata de la armada británica que estuvo en servicio en las costas españolas  y  que  en  marzo  de  1805  se  dirigió  desde  gran  Bretaña  hacia  el  mediterráneo  y  el adriático, con lo cual es poco probable que dicho barco entrara en acción en alguna de las batallas mencionadas. de todas formas, por las fechas que se dan y teniendo en cuenta que la literatura es ficción, la referencia que el marinero Birch –por cierto, de origen irlandés– hace sobre su inminente entrada en combate con franceses y españoles puede que, razonablemente, maria edgeworth la haga coincidir con la Batalla de trafalgar que tanta trascendencia tuvo para gran Bretaña, como ya hemos mencionado: now we talk of ladies, and as please god we shall soon be in action, and may not have another opportunity of writing to you this great while, for there is talk of our sailing southward with the fleet to bring the French and spaniards to action, i think it best to send you all the news i have in this letter.

en el capítulo cuatro, la familia Beaumont, en la tranquilidad de su casa, leen en el periódico las consecuencias de la batalla: ma’am, they say there has been a great engagement between the French and spaniards, and the english – particulars not known yet: but, they say, ten sail of the French line are taken, and four spaniards blown up, and six spanish men-of-war disabled, and a treasure-ship taken.

estas guerras hispano-británicas también adquieren cierto protagonismo en otras novelas de la autora irlandesa como El absentista (The Absentee)15, escrita en 1812. dicha obra, trata un tema que en la irlanda de los siglos  xViii y  xix llegó a convertirse en un gravísimo problema para la economía de la isla. hablamos de los terratenientes anglo-irlandeses, afincados en inglaterra mayoritariamente, que se desentendieron de sus posesiones en la isla. esto provocó en muchos casos la ruina de dichas tierras y de los que las trabajaban. en este contexto, lord colambre, hijo de uno de estos absentistas, lord clonbrony, decide volver a irlanda para hacerse cargo de las propiedades de la familia no sin antes inspeccionar de incógnito qué se había hecho con ellas durante su ausencia. a lo largo de la narración también surge el amor de colambre con su supuesta prima, grace nugent. aparentemente, este es un amor imposible porque le dicen que ella es ilegítima y, por lo tanto, no está a su altura social. Por esta razón y presa de la desesperación lord 15 edgeWoRth, maria, Tales of Fashionable Life: The Absentee, vol. v, 1812: http://www. onlineliterature. com/maria-edgeworth/absentee/ [consulta: 22/11/2011].

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colambre decide alejarse de ella marchándose a luchar con el ejército británico a españa. Poco después de una sorprendente revelación sobre los orígenes de miss nugent –que, en realidad, no es bastarda y es una rica heredera– lord colambre desecha la idea de luchar en españa. en esta novela vuelve a aparecer la figura del irlandés al servicio del ejército británico, algo que fue una constante en la historia de irlanda hasta que se desligó definitivamente del Reino unido en 1949. las adhesiones a las filas del “ejército de su majestad” venían motivadas por un sentimiento de lealtad a la corona en el caso de los anglo-irlandeses  que  se  sentían  muy  unidos  a  la  metrópoli,  mientras  que  ciertos  sectores burgueses de origen católico y parte de la población rechazaban tanto la presencia británica en la isla como el enrolarse en su ejército. otro porcentaje importante de la población irlandesa  sí  se  alistó  por  razones  ideológicas,  en  el  caso  de  los  descendientes  de  los colonos norirlandeses, o por mera subsistencia, para salir del círculo de pobreza en el que gran parte de la población irlandesa estaba sumida.  otra cuestión coincidente con otras obras de la autora es la vuelta de tuerca que realiza en la narración para forzar un final feliz, un final que no decepcione al lector burgués que espera que el orden que la narración ha trastocado vuelva a reinstaurarse a su término. al igual que sucedía, por ejemplo, con la judía en Harrington –que resultaba no serlo para que así el protagonista pudiese casarse con ella con el beneplácito social y la satisfacción  del  lector–,  lo  mismo  ocurre  en  El Absentista.  los  prejuicios  sociales  de  la época  asumidos  de  forma  natural  por  protagonistas  de  ficción  y  lectores  impiden  que lord colambre pueda cumplir sus deseos amorosos sin ponerse en contra de todos ellos. de hecho, él sabe que no puede ser y por ello decide alejarse y enrolarse en el ejército. sin embargo, como la autora no quiere perder el favor del público –es decir, de quienes primero  compran  y  luego  leen  sus  textos–  para  congraciarse  con  ellos  provoca  la  revelación final antes mencionada que soluciona el desajuste amoroso y, por lo tanto, el orden social se restablece. no se apunta ningún avance social, sino que el orden previo a las turbulencias prevalece sobre todas las cosas: i will never see miss nugent again till she is married; i must either stay in england, or go abroad. i have a mind to serve a campaign or two, if i could get a commission in a regiment going to spain; [...]. Joy and love returned in full tide upon our hero’s soul; all the military ideas, which but an hour before filled his imagination, were put to flight: spain vanished, and green ireland reappeared [capítulo 15].

la presencia de las relaciones hispano-británicas en la obra de maria edgeworth es tal  que  hasta  hay  referencias  a  ellas  en  contextos  y  situaciones  que  aparentemente  no tienen nada que ver. así sucede, por ejemplo, en la novela Patrocinio en el capítulo 28, donde podemos observar una actitud típica de ciertos sectores aristocráticos y burgueses, mucho más preocupados por asuntos puramente frívolos como la moda o los caballos que por otros más serios y relevantes como el destino de los ejércitos británico y español en las guerras que enfrentaron a ambos países entre finales del siglo  xViii y principios del xix: his  brother  meanwhile  was,  or  affected  to  be,  more  intent  upon  some  eau  sucrée,  that  he  was preparing for himself, than upon the fate of the army and navy of spain or england. Rising from the breakfast table, he went into the adjoining room, and threw himself at full length upon a sofa; lady Frances arlington, who detested politics, immediately followed, and led the way to a work-table, round which the ladies gathered, and formed themselves in a few minutes into a com-

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Luis Antonio Sierra Gómez mittee of dress, all speaking at once; count altenberg went with the ladies out of the breakfastroom, where english clay would have been happy to have remained alone; but being interrupted by the entrance of the servants, he could not enjoy peaceable possession, and he was compelled also to follow: getting as far as he could from the female committee, he took Petcalf into a window to talk of horses, and commenced a history of the colts of Regulus, and of the plates they had won.

la religión ha formado parte consustancial de la cultura e historia de los países europeos  y  ha  estado  muy  presente  en  las  manifestaciones  culturales.  hasta  que  no  se hicieron realidad los postulados de la Revolución francesa –revolución burguesa por excelencia en europa– y de los primeros movimientos obreros, religión, cultura e historia fueron de la mano. maria edgeworth, lógicamente, no escapó a dicha influencia y asumió ideas y prejuicios religiosos que ya hemos apuntado, por ejemplo, al hablar de los judíos en Harrington. como buena súbdita británica y anglicana practicante, el catolicismo era el enemigo a batir y, por extensión, los países que habían hecho gala de su práctica,  españa  a  la  cabeza.  Por  esta  razón,  en  los  momentos  en  que  la  religión  católica aparece en escena y asociada a las monarquías hispánicas, la impresión que el lector se lleva sobre esta confesión es tremendamente repulsiva. en Manipulación, catolicismo y españa son sinónimos de represión, mientras inglaterra y el protestantismo aparecen como lugares de libertad donde el individuo es libre de elegir su destino. como miembro de la minoría anglo-irlandesa, maria edgeworth se muestra a favor del derecho a que los hijos de un matrimonio mixto, padre anglicano y madre católica, sean educados en la religión del padre como manda la tradición. no solo está a favor de esta tradición, sino que también considera que el catolicismo es sinónimo de represión y oscurantismo: i gave up the paper to my captain, who desired it of me, and took no copy; but the sense was, that in that convent there was shut up a lady, the daughter of an english gentleman by a spanish wife, both her parents being dead, and her spanish relations and father-confessor (or catholic priest of a man), not wishing she should get to england, where she might be what she had a right to be by birth, at least by her father’s side (a protestant), shut her up since she was a child (capítulo 3).

esta percepción del catolicismo español viene reforzada por la mala imagen que la inquisición tenía en europa. el tribunal del santo oficio jugó un papel claramente represor  desde  su  fundación  en  1478  por  los  Reyes  católicos  hasta  su  disolución  en  1834. aunque no es menos cierto que tribunales similares y con prácticas casi idénticas sembraron el terror en territorio británico entre los no anglicanos durante los reinados de enrique Viii o isabel i, por poner solo dos ejemplos. la mala prensa que la santa inquisición  española  adquirió  entre  las  potencias  rivales  del  imperio  español  venía  motivada también por cuestiones políticas que pretendían conseguir el desprestigio y el desprecio de dicho imperio. desde luego, tuvieron mucho éxito en su campaña ya que incluso hoy día los más legos en historia siguen asociando el papel de la inquisición con el aquí expuesto mientras no tienen conciencia de que en otros países de europa se llevaron a cabo las mismas prácticas y con resultados similares. esta imagen de la inquisición española aparece en varias ocasiones en la obra de maria edgeworth: “For it was a matter of life or death, i promise you, and we all knew as much, and the sailors had a dread of the inquisition upon them that was beyond all terrible!” (Manipulación, capítulo 3). también lo vemos en el capítulo 9 de Harrington donde se menciona la persecución de los judíos en españa y la huida de algunos como mr. montenero o la familia manessa, p. 12), o en

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el capítulo 10 de esa misma novela mientras montenero, su hija, harrington y lord mowbray visitan la torre de londres: he then drew his daughter’s arm within his. i followed; and all the time he was pointing out to her the patterns of the spanish instruments of torture, with which her politic majesty Queen elizabeth frightened her subjects into courage sufficient to repel all the invaders on board the invincible armada —i stood silent, pondering on what i might have said or done to displease him whom i was so anxious to please.

en esta ocasión y según la versión del señor montenero, los instrumentos de tortura que observan en la torre servían para disuadir a las tropas inglesas que se enfrentaron a la armada invencible de lo que les esperaba si eran capturados. se hacen extensibles de esta manera los métodos inquisitoriales a una nación que trataría a sus prisioneros como infieles y, por tanto, los sometería al mismo martirio que la inquisición llevaba a cabo con los herejes. es interesante el término que la autora utiliza para referirse a la flota que Felipe ii mandó para invadir inglaterra porque tradicionalmente en inglés se conoce con el término  “spanish  armada”  y,  sin  embargo,  maria  utiliza  otro  término,  “invincible”, acuñado por los ingleses después del desastre español para magnificar su victoria16. el último aspecto que tenemos que analizar en la obra de maria edgeworth es aquel que liga, de una forma u otra, a irlanda con españa; o dicho de otro modo, qué relevancia tiene para la autora la situación de su país y qué papel juega españa en todo esto. la impresión que sacamos después de repasar los textos es que maria, como miembro de la elite anglo-irlandesa, dirige sus pensamientos principalmente hacia los problemas que su clase pudiera tener y que, en ocasiones, también podían afectar al pueblo llano por sus implicaciones. además, tal y como sucede en su novela El Absentista, muestra su inquietud  por  la  velada  discriminación  que  su  clase  sufre  por  parte  de  la  aristocracia  inglesa cuando se establecen relaciones ambos grupos. independientemente de las connotaciones negativas que lady clonbrony, la madre del protagonista, pueda tener en la novela, su posición frente a esa aristocracia inglesa con la que pretende codearse queda decorosamente denigrada como podemos comprobar en el capítulo cinco durante la reunión celebrada en la residencia de lady st. James: [...] lady st. James contrived to mortify and to mark the difference between those with whom she was, and with whom she was not, upon terms of intimacy and equality. thus the ancient grandees of spain drew a line of demarcation between themselves and the newly-created nobility. Whenever or wherever they met, they treated the new nobles with the utmost respect, never addressed them but with all their titles, with low bows, and with all the appearance of being, with the most perfect  consideration,  anything  but  their  equals;  whilst  towards  one  another  the  grandees  laid aside their state, and omitting their titles, it was, ‘alcala-medina-sidonia-infantado’, and a freedom and familiarity which marked equality. entrenched in etiquette in this manner, and mocked with marks of respect, it was impossible either to intrude or to complain of being excluded.

la autora ejemplifica esta actitud con la que los “grandes de españa” deparaban a la nobleza de menor rango en la corte española. Quizás, como también apunta maria edgeworth en otros textos, se esté censurando además el ascenso social de la burguesía, de esa nueva clase adinerada, que poco a poco le comería el terreno a la aristocracia orgánica.  las relaciones comerciales entre irlanda y la península ibérica han existido con ma16

ZoRita BayÓn, miguel, Breve historia del Siglo de Oro, madrid, ediciones nowtilus, 2010, pp. 111-16.

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yor o menor intensidad durante siglos, pero fue en el siglo xViii cuando adquirieron mayor protagonismo desde diferentes vertientes: por un lado, aquellos descendientes de irlandeses asentados en españa hacía décadas que hasta entonces se habían dedicado al negocio militar en los ejércitos de la monarquía hispánica y que se vieron obligados a buscar nuevas fronteras de supervivencia cuando ese negocio empezó a ser insuficiente; y, por otro, los irlandeses que vieron en el comercio con españa y sus colonias una forma de ganarse la vida. esto último lo retrata maria edgeworth en el capítulo 8 de Patrocinio:  he has a particular talent for languages: speaks French and italian accurately – spanish and dutch well enough for all the purposes of commerce. so any mercantile house, who wants a partner, agent, or clerk for foreign affairs (perhaps i am not correct in the technical terms), could not do better than to take charles henry.

en esta interesante descripción de charles henry, un soldado de origen irlandés que quiere dejar el ejército y dedicarse en la vida civil al comercio hay un dato revelador producto de la esmerada educación que recibían los vástagos varones de las familias de clase alta: sabe idiomas, entre ellos el español, circunstancia idónea para trabajar en el extranjero para alguna compañía o, como hicieron muchos de sus compatriotas irlandeses, instalarse en algún país europeo y montar su propio negocio. la autora se hace eco del destino de muchos irlandeses que siguieron los mismos pasos que los que pretende dar charles henry y que solían trabajar para empresas inglesas o irlandesas establecidas en españa. algunas de estas habían sido fundadas por los hijos de esos irlandeses residentes hacía tiempo en españa que ya mencionamos. en el caso de charles henry, sus aspiraciones finalmente son satisfechas gracias a su formación en idiomas, como podemos comprobar en el capítulo 21: mr. henry was gone to amsterdam; he had, for some time previously to the death of mr. Panton, obtained the partnership’s permission to go over to the dutch merchants, their correspondents in amsterdam, to fill a situation in their house, for which his knowledge of the dutch, French, and spanish languages eminently qualified him.

en el capítulo 15 de Helen encontramos otro detalle íntimamente ligado a la actividad comercial irlandesa en españa: general clarendon had some remarkably good wines. churchill was referred to as a judge, and he allowed them to be all good, but he prided himself on possessing a certain spanish wine, esteemed above all price, because not to be had for money – amontillado is its name. horace appealed to the spanish officer, who confirmed all he said of this vinous phenomenon. ‘no cultivator can be certain of producing it. it has puzzled, almost to death, all the growers of xeres: – it is a variety of sherry, almost as difficult to judge of as to procure.

la mención al vino de Jerez no es casual ya que desde principios del siglo  xViii los caldos jerezanos eran muy populares entre las clases adineradas británicas y anglo-irlandesas y fueron consumidos tanto en la metrópoli británica como en sus colonias más remotas. la modalidad de “sherry” que se nombra, el vino amontillado, fue muy apreciada en esa época por su rareza y su precio y si alguien lo tenía en su bodega era señal de su alto estatus social. lo curioso de estos vinos que procedían de la zona de Jerez es que las primeras bodegas fueron fundadas por irlandeses que vieron negocio en el vino tanto en esa zona de la provincia de cádiz como en la ribera del duero portugués, situando a la

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ciudad de oporto como puerto desde el que se almacenaba y posteriormente se exportaba el vino hacia gran Bretaña. nombres como los de los irlandeses Patrick murphy o William garvey forman la nómina de los bodegueros extranjeros que se asentaron en Jerez o el Puerto de santa maría durante los siglos  xViii y  xix. no es de extrañar que estos irlandeses se establecieran en cádiz y sus puertos ya que desde principios del siglo  xViii –más exactamente desde 1717– el comercio entre españa y las colonias americanas se centralizó en aquella ciudad pasando también a ella la casa de la contratación y el consulado, sitos hasta entonces en sevilla. tras esta decisión, estas familias provenientes de irlanda y otras de la misma nacionalidad arraigadas en españa desde el siglo anterior se fueron  estableciendo  allí  gracias  también  a  las  conexiones  históricas  de  irlanda  con  la monarquía hispánica y los privilegios de los que, por esas conexiones, disfrutaban. esos privilegios se confirmaron en 1718 con una orden del rey Felipe V. Por su fidelidad a la fe  católica,  el  rey  les  garantizó  el  estatus  de  “extranjeros  avencindados  y  arraigados”, mientras que otros residentes de origen escocés o inglés eran solo “extranjeros en tránsito”, lo cual podía suponer su expulsión del país o que sus cargamentos fueran embargados o retenidos cuando españa y gran Bretaña entraban en conflicto, circunstancia bastante  común,  como  hemos  visto,  entre  finales  del  siglo  xViii y  principios  del  xix.  los irlandeses quedaban al margen de estas contiendas y podían seguir con sus negocios con toda tranquilidad fuera de los lógicos inconvenientes que un conflicto armado podía infligir al comercio17. unas líneas más arriba hablábamos de la importancia para los varones de las familias acomodadas de adquirir una buena educación en su afán de hacer fortuna, sobre todo entre la burguesía que no tenía otra vía de ascenso social que no fuera a través de sus méritos. el caso de las mujeres, como se apuntaba en la Carta de un caballero a su amigo..., era distinto ya que, tanto en irlanda como en españa, se consideraba que la educación femenina debía tomar un camino más sentimental y privado, o como comenta mónica Bolufer: “la educación recibida por las mujeres en ese tiempo iba muy encaminada a incrementar su valor en el mercado matrimonial; aprendían a leer, a escribir y una aritmética básica y, a veces, también saberes de “representación” como música, danza o lenguas extranjeras”18.  contra esta opinión se levantaron voces como las de mary Wollstonecraft19, o la española Josefa amar20 que abogaban por una educación en igualdad de condiciones a la de los varones. inés Joyes, española de origen irlandés, también se encuentra en este grupo de mujeres y cristalizó sus opiniones al respecto en su “apología de las mujeres”, epílogo a la traducción que hizo de la novela de samuel Johnson Rasselas, el príncipe de Abisinia. en este epílogo-ensayo de apenas treinta páginas, inés despliega todo su saber y su experiencia como mujer en una carta que dirige formalmente a sus hijas aunque, en realidad, lo hace a un público más amplio y mayoritariamente masculino. el texto se enmarca dentro de la larga tradición del debate sobre la naturaleza de los sexos y muestra su preocupación por la desigualdad que sufrían las mujeres tanto en los espacios privados como en los públicos.

17 Para más información sobre este asunto: Recio moRales, Óscar, ireland and the Spanish Empire 16001825, dublín, Four courts Press, 2010, pp. 236-60. 18 BoluFeR PeRuga, La vida y la escritura en el siglo xviii, p. 55. 19 WollstonecRaFt, mary, vindicación de los derechos de la mujer, madrid, cátedra, 1994. 20 amaR, Josefa, Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres, madrid, cátedra, 1994.

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Luis Antonio Sierra Gómez

un último aspecto de la presencia irlandesa en españa lo encontramos en una nota aclaratoria de la novela El castillo de Rackrent (1800)21: “it was customary amongst those of thady’s  rank  in  ireland,  whenever  they  could  get  a  little  money,  to  send  their  sons abroad to st. omer’s, or to spain, to be educated as priests”. en esta cita nos informamos sobre aquellos irlandeses que, bien fueron mandados a españa a educarse, o bien eran hijos de refugiados que tuvieron que formarse en nuestro país. Para la instrucción de ambos grupos se fundaron a partir de 1590 los colegios de irlandeses concebidos para dar una educación católica a, por una parte, los hijos de los líderes aristócratas irlandeses y a los futuros misioneros que volverían a irlanda para procurar conversiones y, por otra, a los vástagos de la nobleza y la burguesía de origen irlandés afincada en españa. entre finales  del  siglo  xVi y  el  siglo  siguiente  se  fundaron  colegios  irlandeses  en  Valladolid (luego trasladado a salamanca), santiago (no era para clérigos), sevilla, madrid y alcalá. su período de funcionamiento varió y así los de sevilla y santiago cerraron sus puertas en 1769, alcalá en 1785 y salamanca y madrid estuvieron en funcionamiento hasta el siglo  xx, el primero hasta 1951 y el segundo hasta 193722. si tenemos en cuenta el momento histórico en el que se encuadra la novela –anterior a 1782– los colegios a los que se puede referir maria edgeworth en este libro serían los de alcalá, salamanca o madrid.  otra circunstancia que en el contexto de la novela motivó la llegada masiva de irlandeses  a  españa  para  educarse  radica  en  la  influencia  que  tuvieron  las  conocidas  como leyes Penales (Penal Laws) sobre la vida de los católicos y presbiterianos irlandeses –sobre todo de los primeros– desde que fueron promulgadas escalonadamente a lo largo de los siglos xVii y xViii y hasta que fueron paulatinamente rechazadas a partir del último tercio del siglo xViii y gran parte del xix. las leyes que afectaban a la educación católica en irlanda prohibían que se crearan escuelas de dicha confesión, que los católicos dieran clase, que instruyeran en el credo de la iglesia de Roma, o incluso que recibieran una educación católica en el extranjero. esta última prohibición fue relativa ya que era muy difícil en aquella época controlar lo que sucedía más allá de las fronteras de una nación. las familias católicas que todavía contaban con recursos vieron en Francia y españa lugares idóneos para formar a sus vástagos y el caso de los colegios irlandeses en nuestro país es una clara muestra de esto23. 4.  conclusiÓn aunque maria edgeworth no ha pasado a la historia de la literatura como una de las grandes escritoras de su tiempo –sobre todo teniendo en cuenta que tuvo que competir con autores de la talla de su amigo Walter scott o Jane austen, por poner un par de ejemplos– lo que le tenemos que reconocer a esta escritora del ascendancy irlandés es su contribución a la novela nacional irlandesa, por un lado, y su capacidad para retratar el mundo aristocrático-burgués que le tocó vivir, por otro.  21 edgeWoRth,  maria,  Castle Rackrent,  1800:  http://www.online-literature.com/maria-edgeworth/ castle-rackrent/ [consulta: 22/11/2011]. 22 más información sobre los colegios irlandeses en españa: Recio moRales, ireland and the Spanish Empire e ibid., irlanda en Alcalá. La comunidad irlandesa en la Universidad de Alcalá y su proyección europea, 1579-1785, alcalá de henares, servicio de Publicaciones del excmo. ayuntamiento de alcalá, 2004. 23 más información sobre las leyes Penales: sieRRa gÓmeZ, luis antonio, irlanda: Una nación en busca de su identidad, madrid, sílex ediciones, 2009, pp. 167-71.

La literatura como vehículo de representación de España

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como decíamos al comienzo de nuestro análisis, las producciones literarias son consecuencias ideológicas directas de la época en la que se escriben y, como creo que se ha podido demostrar a lo largo de este, maria edgeworth no escapa tampoco a esta consideración. gracias a este condicionante hemos podido ver la relación existente entre la autora y nuestro país, reflejada en su obra en innumerables citas referidas a la historia, el arte,  la  cultura  o  los  propios  españoles.  en  general,  la  visión  que  existe  de  españa  y  lo español desde el punto de vista de una mujer educada entre la elite social anglo-irlandesa se corresponde a la imagen que desde aquel país se había fomentado, sobre todo si tenemos en cuenta que el papel de españa en el escenario mundial entraba en competencia directa con los intereses británicos. es decir, ni el país ni sus habitantes salen muy bien parados ya que, según la autora, la monarquía hispánica ha tenido unos reyes lamentables, tenemos unas tradiciones salvajes, vivimos en un país intolerante con religiones que no sean la católica y, para colmo, somos unos arrogantes guiados solo por las pasiones. las únicas consideraciones positivas son las más neutrales y asépticas en la historia de un país. descubrimos que, como buena lectora, maria conoce ampliamente la gran literatura producida en español o que se ha escrito sobre el país o sus habitantes. entre estas referencias,  habría  que  destacar  el  lugar  preponderante  que  las  figuras  de  don  Quijote  y sancho ocupan en algunas de sus novelas. también valora la autora vehementemente la pintura de españoles como murillo o alonso cano. además, algún personaje que otro de origen español sale bien parado, aunque siempre existe algo que lo aleja del país. este es el caso del señor montenero, ese admiradísimo judío español que, desgraciadamente, se vio obligado a abandonar su tierra natal por culpa del fanatismo religioso español. algo parecido pasa con la mujer, mitad inglesa mitad española, rescatada de las garras del oscuro catolicismo y llevada, sana y salva, a inglaterra donde recuperará su honra. tampoco hay que extrañarse de esta imagen que la autora muestra ya que hay una serie de condicionantes que contribuyen a que la narración sea así. uno de ellos tiene que ver con la imagen que ella se crearía sobre la realidad española, la cual no surgió del contacto directo con esta, sino de manera indirecta, es decir, a través de las fuentes a las que tuvo acceso, fundamentalmente bibliográficas. dichas fuentes, cuando se produjeron, estuvieron mediatizadas por el contexto histórico, al igual que los textos que ella escribió, con todas las consecuencias que esto acarrea y que ya hemos mencionado. el otro condicionante tiene un carácter más mercantil, y es que en la época en la que escribió maria edgeworth la literatura había dejado de ser un producto de consumo exclusivo de la aristocracia para convertirse en una industria de consumo más amplio. maria escribió pensando en esos consumidores, fundamentalmente burgueses, y ellos determinarían el éxito de sus obras con la compra de los libros. este éxito llegaría si dichos consumidores de literatura vieran reflejada en ella su forma de pensar, sus inquietudes, sus costumbres sociales, en una palabra, su visión del mundo. Podríamos pensar que maría no necesitaba, a priori, dicho reconocimiento económico ya que ella disfrutaba de una posición económica muy desahogada, pero no es menos cierto que su pretensión de ganarse el favor del lector radicaba más bien en las ganas de compartir con él su perspectiva moral y su visión del mundo. de ahí que sus obras estuvieran cargadas de didactismo. este camino de ida y vuelta, de influencia mutua entre la historia y la literatura, es el que está presente en la valoración de lo español en las novelas de maria edgeworth.

V redes y espacios de poder en la américa española

who wAS CAptAIN CorNElIo CorNElIuS? DyING for hoNor oN thE olD SpANISh MAIN Nicole von Germeten history Department, oregon State university, uSA

I

N 1644, an insult directed at a married Irish woman caused a deadly brawl on the streets of Cartagena, an important seventeenth-century Spanish entrepôt and Caribbean port city. As a result, an epic journey that began in Ireland ended in Cartagena with the shameful death of an Irish man called Captain Cornelio Cornelius1. Although his compatriots described Captain Cornelio as a man of great honor, his final hours were marked by disgrace, as he died from an apparently random stabbing while fighting dozens of locals in a drunken public fracas. In this particular case and many others that can be found in the judicial records of viceregal Spanish America, the characterization of a man as honorable in the colonial legal system was a rhetorical strategy that sometimes extended far beyond personal  identity  into  the  realm  of  both  local  and  even  trans-Atlantic  power  struggles. Cartagena’s position as a gateway into the Spain’s South American empire meant personal quarrels potentially had international implications. In this tinderbox where merchants and soldiers of several nations brushed elbows in the street, any slight could spark a blaze. Imperial rivalries fueled the escalation of perceived personal dishonors into serious conflicts resonating across the Atlantic. At the same time, in the case of Captain Cornelio’s murder, what appears to be the legal prosecution of a single violent act was actually a manifestation of the endemic rivalries among Cartagena’s elite, where foreigners became pawns in the hands of bitter local enemies. Cornelio’s widow, known in Cartagena as doña María Nele, hired local prosecutors to represent her in the trial of don Gonzalo Jimenez Coronel, the local Governor luis fernandez de Cordoba’s lieutenant, whom she accused of murdering her husband. while on the surface, this case appears to be a homicide trial, more accurately it was an attempt by an opposing local political faction to bring down don Gonzalo. for some members of the Cartagena elite, doña María Nele and her murdered husband were useful weapons to be used  and  discarded,  very  common  tactics  often  deployed  in  the  endless  feuds  among Cartagena’s political, religious, and economic authorities. the story told here will highlight the development of a posthumous portrait of Captain Cornelio as a man who pos-

1 Archivo General de Indias, Seville (AGI), Escribanía, 573A, ‘Doña María Nele y el fiscal contra Gonzalo Jiménez Coronel teniente del Gobernador de Cartagena sobre la muerte de don Capitán Cornelio Cornelius’ (1644).

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Nicole von Germeten

sessed status and honor that the prosecution hoped would transcend nationality. Against the odds of deceptions propagated within the archival documents themselves, I will attempt to answer the following questions: who was Captain Cornelio Cornelius? how did he end up in Cartagena? what were his experiences in Cartagena and how did they lead to his death? these questions can only be addressed by framing his life in terms of the seventeenth-century Irish and Spanish interactions in Europe, in an attempt to extrapolate how European events affected individual lives in the Caribbean.  A cast of minor characters emerges behind Captain Cornelio and his wife, including several other Irish visitors to Cartagena, various foreign and local ruffians who took part in the brawl, and the numerous observers who witnessed it as they peered out their windows and balconies. this murder trial illustrates how male honor took a central role in legal  disputes,  but  was  at  the  same  time  supremely  fragile,  especially  in  the  case  of  unknown  non-Spaniards,  even  one  who  claimed  an  elevated  heritage.  In  this  case,  honor takes its place among several other fictions to disguise an effort to bring down a local leader. while the facts of don Cornelio’s claims to honor, based on wealth, lineage and character, are open to debate, these documents expose beyond a shadow of a doubt the prevalence of violence and male posturing on Cartagena’s streets. As an important Spanish port city and the site of an Inquisition high court, a slave market, a leper colony, a military base and a prison colony, Cartagena sat at the center of a web of oppressive colonial institutions that imposed order by enforcing Catholicism, Spanish xenophobia, and race and gender hierarchies. Built into these institutions were the hispanic values of sexual honor and blood purity. But despite the apparently stifling imperial regulations and the growing wall around the city as Cartagena increased its fortifications throughout the colonial period, this remained a port city open to international influences. the growth of the city’s encircling wall and ramparts worked like a lid trying to tamp down a mixture ready to boil over at any moment, so that Cartagena resembled New orleans in their shared experience of ‘rogue colonialism’2. Even given the presence of the seemingly repressive Spanish government, the city simmered with illegal activity, ranging from contraband trade to prostitution to heretical religious practice. Spaniards first settled in this region in 1533, led by Cartagena’s official founding father, pedro de heredia. they were drawn by the promise of gold buried in the tombs of the Sinu indigenous civilization. Gold-hungry men came quickly: 800 by 1534 and 2,000 by 1535. Soon this early boom declined, but by 1565, around 4,000 people lived in Cartagena. In the first third of the seventeenth century, Cartagena had only 1,500 vecinos, and an estimated 6,000 residents3. In 1630, 184 foreigners resided in the city, and over 80% of these individuals were portuguese. Slaves passing through the city added to the city’s temporary inhabitants4. By 1684, 7,341 people lived in Cartagena, with slaves adding to over 25% of those residents.  2 lEE DAwDy, Shannon, Building the Devil’s Empire: French Colonial New Orleans, Chicago, 2008, pp. 45, 141-142. 3 All population figures taken from MEISEl roCA, Adolfo and AGuIlErA DíAz, María, ‘Cartagena de Indias en 1777: un análisis demográfico’, in Boletín Cultural y Bibliográfico, Vol. 34, number 45 (1997). this essay has also been published as Tres siglos de la historia demográfica de Cartagena de Indias, Bogotá, 2009. See also  GrEENow,  linda  l.,  Family, Household, and Home: A Micro-Geographic Analysis of Cartagena (New Granada) in 1777, Syracuse, 1976. 4 VIlA VIlAr,  Enriqueta, Aspectos sociales en América colonial de extranjeros, contrabando y esclavos, Bogotá, 2001, pp. 4-13 and GArrIDo, Margarita, ‘Vida cotidiana en Cartagena de Indias en el siglo xVII’, in StEVENSoN CAlVo and MEISEl roCA, Cartagena de Indias en el siglo xvII, Cartagena, 2007, pp. 457-458.

Who was Captain Cornelio Cornelius?

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By  the  early  seventeenth  century,  Cartagena  possessed  a  complete  compliment  of Spanish religious institutions. the city was the seat of a bishop, and from 1610, the location  of  one  of  three  holy  office  tribunals  of  the  Spanish  Inquisition  in  the Americas. wealthy local Spaniards sponsored the foundations of several convents and friaries representing all the major religious orders5. In the secular realm, the most important local authorities were the governor and his appointed lieutenant general. A sergeant major oversaw internal military judicial issues. underneath these offices were a town council and several  alcaldes and  alguaciles,  with  judicial  functions.  litigants  in  local  court  cases could appeal to the audiencia or high court in Bogota, the source of the documentation relating to Captain Cornelius’s murder6. In 1741, the crown created a new viceregal seat in Bogota, which had jurisdiction over Cartagena. During the colonial period (and later), violence was common in Cartagena. this violence was not just the implicit, simmering tensions and abuses normal in an extremely hierarchical  society  situated  not  far  from  rebel  slave  palenques 7.  Nor  was  it  simply  the port’s vulnerability to fearsome pirate attacks and jealous rival world powers. on the contrary, street brawls, torture, and spontaneous brutality were frequent occurrences in this city. Although officially illegal, nobles protected their right to dueling in early modern Spain. this cultural practice explains many of the skirmishes in Cartagena’s streets, including the one that killed Captain Cornelio8. Many racially-mixed plebeians who fought alongside  the  Irish  captain,  proving  the  ineffectiveness  of  Crown  mandates  forbidding non-whites to carry weapons. to give another example, one evening in early April 1622, two young slaves engaged in a sword fight. one of these men, 16-year-old Juan de Salinas, received a sentence of 200 lashes and a six year sentence to hard labor for his involvement in the altercation, despite his elderly master’s pleas for lenience9. A far more shocking  act  of  spontaneous  violence  took  place  in  1628. A  ten-year-old  Spanish  boy, working as a servant to a royal accountant, became enraged at 26-year-old Catalina Angola, a slave in a house he was visiting, because she shoved him outside to do an errand. when she grabbed his arm to push him out of her kitchen, he picked up a kitchen knife and stabbed Catalina in her right thigh. A short time later, she died of blood loss10. In contrast  to  these  two  examples,  as  in  Captain  Cornelio’s  murder,  violence  often  involved members  of  Cartagena’s  Spanish  elite,  who  quickly  drew  their  ready-at-hand  weapons 5 for the development of Cartagena’s religious and military infrastructure from an architectural perspective, see the classic MArCo DortA, Enrique, Cartagena de Indias: la Ciudad y sus monumentos, Seville, 1951. More recent scholarship continues to depend on Dorta. 6 VázquEz DE ESpINoSA, Antonio, Compendio y descripción de las Indias Occidentales (1620), ed. VElASCo BAyóN, Balbino, Madrid, 1992, pp. 447-448. 7 for information on the ethnic makeup of these settlements, see lANDErS, Jane, ‘Cimarrón Ethnicity in the Caribbean’, in loVEJoy, paul (ed.), Identity in the Shadow of Slavery, london, 2000, pp. 38-41. for a perceptive look at the communication between palenqueros and urban dwellers in Cartagena and the violent suppression of these late-seventeenth century revolts, see lANDErS, ‘the African landscape of Seventeenth-Century Cartagena and its hinterlands’, in CAñIzArES-ESGuErrA, Jorge, SIDBury, James and ChIlDS, Matt D. (ed.), Black Urban Atlantics, forthcoming. 8 tAylor, Scott K., Honor and violence in Golden Age Spain, New haven, 2008, pp. 17-64. 9 Archivo General de la Nación, Colombia (AGN), Bogota, Criminales, tomo 122, document 14, ‘Causa criminal seguida por Benito Maldonado Millán, alcalde de Cartagena, contra Juan de salinas, negro esclavo, por un pendencia de cuchilladas, alboroto, y escándalo que origino en dicha ciudad. la real audiencia confirma la sentencia pronunciada por el alcalde’, hojas 67-122. 10 AGN, Bogota, Criminales, roll 196, document 8, ‘María Juárez ama de Catalina Angola contra Juan Sanz de Normant sobre la muerte de Catalina Angola’.

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whenever they sensed a slight to their honor. Because deeply engrained concepts of masculinity sanctioned violence between men to resolve issues of status, the authorities struggled to enforce codified judicial punishments for elite Spaniards involved in duels with their peers. to return to Captain Cornelio, who was this man and how did he come to perish by bleeding to death on Cartagena’s streets? the rather confusing answer is a picaresque tale of persecution and shipwrecks gleaned from the accounts given by English and Irish witnesses after his murder and documents previously ratified before the Spanish governor in Santo Domingo. I will first present this narrative without analysis, and then will attempt to clarify its general contours and specific claims. As the murder trial proceeded, piecing together various witness statements creates a narration of the hours before Captain Cornelio’s death. on May 19, 1644, the captain and several of his compatriots passed approximately three hours at various pulperías, or general stores that sold alcohol with an atmosphere more like a cantina or saloon. their drinking was prodigious. the men spent the huge sum of six pesos or a bit under one English pound on wine in just one stop. In the Spanish viceroyalties, a poor laborer might not earn this amount in a month, although a miner could earn it in a week11. one cup of wine cost a half-real in 1656 Cartagena, so spending six pesos adds up to 96 drinks in one sitting!12. listening to the music of a tamboril or small drum, the men called for numerous toasts and more and more wine until they appeared to be very drunk.  when describing the events leading to Captain Cornelio’s murder, Spaniards made a point to emphasize the shocking Irish inebriation. Spanish testimonies reveal disdain for the foreigners and a familiar southern European feeling of revulsion towards northern European  drinking  habits.  Several  residents  of  the  area  observed  all  the  activity  in  their neighborhood pulperías. Although the Irishman Enrico Chames called this outing at the pulpería just a ‘trago de vino [“one gulp” or a “quick drink” of wine],’ the Spaniards were disgusted and concerned by the excessive drinking13. Don Gregorio de Cañizares noted, ‘It was a miracle of God that more misery did not come to the Irish and Englishmen because they were so drunk that not a one of them was safe.’ Captain Juan de uriarte said the men were so ‘loaded [cargados de vino] that nothing good could come out of it.’ one doña, giving her account of the events she watched from a balcony, said she could not name these men because they were indistinguishable ‘people of little importance... just Englishmen and drunks.’  Drunkenness often leads to violence, especially when these two factors combine with Irish/English hatred and direct insults targeting a man’s wife’s sexual reputation. During the drinking binge, allegedly an Indian boy (who served as a page to don Gonzalo Coronel) insulted Captain Cornelio. In response, the Irish captain beat the servant on the head with  his  sword  (not  stabbing  him).  witnesses  provided  varying  accounts,  but  it  seems

11 See BAKEwEll, peter, ‘Mining in colonial South America’, in BEthEll, leslie (ed.), The Cambridge History of Latin America, volume 2: Colonial Latin America, Cambridge, 1984, pp. 125, 128 and, in the same volume, florESCANo, Enrique, ‘the formation and economic structure of the hacienda in New Spain’, p. 165.  12 In 1656, two male clients seduced and then killed a Spanish prostitute called doña Manuela with a drink at this price. this case is analyzed in my forthcoming MS Dishonorable Desires, violent Ends: Honor and Sex in Colonial Cartagena de Indias. 13 ‘María Nele contra Coronel’, hojas 172-173, 202-203, 207, 216, 220. See tAylor, william B., Drinking, Homicide, and Rebellion, Stanford, Stanford university press, 1978, for Spanish attitudes towards drunks and violence, pp. 65, 67, 158.

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likely that an Englishman living in don Gonzalo’s house persuaded the boy to antagonize Captain Cornelio by calling him a drunk and cornudo or a cuerno (cuckold). the English visitor painstakingly taught the servant the English words to be sure the Irishman would understand this direct affront to his honor. Some witnesses added that the servant might have even called doña Nele a puta or whore. whatever was said was so rude that doña Nele was ashamed to repeat it in her statements, other than alluding to the fact that it was ‘against the honor of married people’14. A man with any sense of personal honor in the seventeenth century (and many other eras) had no option but to react with violence to an attack on his wife’s sexual behavior. Because the boy was inferior socially and racially, he was not an honorable combatant, and Captain Cornelius could not challenge him to a duel, by definition a contest between men of similar noble rank. Not long after this minor altercation (which ended with only the servant suffering a beating), other men gradually joined the fight, inspired by a Spanish cheer to ‘kill the heretic cuckolds.’ within a short time, many of Cartagena’s residents woke from their siesta to the clamor of a large brawl that filled up the entire street and involved up to forty men of ‘different nations and dresses’ as well as locals described as negros and mulatos. During the heat of the fray, the Spanish brawlers made comments such as, ‘It would be easier just to kill these drunks’15. the combatants ‘fought furiously’ with swords, daggers, stones, and pikes, until Captain Cornelio was mortally wounded16. the Irishmen who spoke during the trial assumed that don Gonzalo Coronel was enraged at the foreigner for beating his servant. their assumption was that don Gonzalo ordered another one of his lackeys to ‘kill that drunk.’ the prime suspects for the murder were two young brothers, a soldier and a sailor from Andalusia, who accompanied don Gonzalo during the fight. one of them may have attacked don Cornelio on their master’s orders.  Several  locals  reported  seeing  one  of  don  Gonzalo’s  servants  fleeing  the  brawl with his ‘espada desnuda’17. After receiving a wound to his stomach made by a sharp instrument,  don  Cornelio  was  carried  into  the  pulpería.  he  also  had  wounds  in  his  face, probably caused by unarmed combatants throwing stones. Nicholas Brogan testified that he  heard  don  Cornelio  beg  for  last  rites,  crying  out  ‘Jesus  protect  my  soul,  they  have killed  me.’  Doña  Nele  ran  in  moaning,  ‘My  husband  is  dead!’ According  to  the  Scot Diego hay, Cornelio responded with his final breath, ‘Goodbye, woman, and may God have mercy on your soul’18. In all of their interactions with Spanish bureaucrats, both Captain Cornelio and his wife doña Nele emphasized the Irishman’s honor, nobility, service, Catholicism, and status  as  an  innocent  victim  in  hopes  of  gaining  favor  amongst  the  Spanish,  drawing  on decades of military and diplomatic relations between the two countries. unfortunately for doña Nele’s cause, by 1644, this symbiotic relationship had declined because the Spanish crown faced difficulties in funding Irish regiments and no longer trusted in the willing14 Although the defense would not confirm that this insult caused the fight, enough witnesses mentioned it to make it seem likely. See ‘María Nele contra Coronel’, witness statements on hojas 3, 4, 5, 7, 9, 14, 16, 28, 30, 65. these are classic insults to encourage a Spanish American fight. See tAylor, Drinking, Homicide, and Rebellion, p. 82. the interesting fact is that the Spanish speaking witnesses testitified to hearing the words borracho cornudo in ‘la lengua irlandesa.’ this raises two questions: what language was actually spoken? And if it was not Spanish, how did some of the witnesses know what had been said? 15 ‘María Nele contra Coronel’, hojas 55-60, 77-78, 144, 202. 16 Ibid., 56, 83, 201-202, 207. quote taken from 174. 17 Ibid., 3-6. Not long after, one of the young men was caught trying to leave the city by boat. 18 Ibid., 6, 13, 18, 22, 228.

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ness of Irish aristocrats such as the o’Neills and the earl of tyrconnel to remain loyal, amidst rebellion in Ireland and leanings towards the french19. on a more personal level, general Spanish feelings towards the Irish veterans and refugees living in Spain were ambivalent. Some of these typical stereotypes resonated with the events on the night of Captain  Cornelio’s  death  and  with  generalizing  negative  statements  directed  at  the  Irish  in Cartagena. regardless of his heritage and claims to dispossessed wealth, don Cornelio’s actions  and  associates  appeared  lowly  and  dishonorable  to  Cartagena  observers. Spaniards had little difficulty respecting and even aiding, when possible, aristocratic and clerical  Irishmen,  in  keeping  with  their  highly  stratified  social  structure.  however,  the perception  existed  that  the  Irish  boasted  too  much  of  their  status,  and  even  aristocrats could not assume they would receive Spanish patronage especially if their claims to be Catholic martyrs did not ring true. Madrileños viewed Irish vagabonds as a nuisance in their city in the 1610s and 1620s. Commentators such as quevedo and others went so far as to characterize the poorer Irish residents of Madrid as prostitutes, drunks, and beggars. Despite the local patronage Captain Cornelio received from the former governor of Cartagena and his posthumous claims to the trappings of honor, the Irish travelers’ behavior on the day in question mortally offended Cartagena’s residents. Cartagena only had a small Irish community in contrast to Madrid. In this Caribbean port, Spanish attitudes towards the Irish bordered on the intolerant, despite the high status of some of the foreigners. It is no surprise that these naufragios tended to band together. Besides Captain Cornelio and doña María Nele, a former governor’s Irish wife called María roche, and several other Irishmen lived in Cartagena at this time, along with three Englishmen and a handful of Scotsmen. Among the Scots, only Diego hay was actually identified by name. As described above, an unnamed Englishman may have stoked the simmering  flames  of  the  Anglo/Irish  tensions,  ultimately  causing  Captain  Cornelio’s death. Another resident Englishman was a surgeon known as Juan de Eles, who appears in this case often as the interpreter for the non-Spanish speaking witnesses. the Irishmen involved  in  the  case  were Antonio  li,  leonisio  Matias,  tadeo  o’Brien,  phelipe  reyli (who served as an interpreter for the Englishman Andres hernriques), Diego Cheli, Baltasar  Geraldino,  Cornelius  Grifa, terencio  de Alin,  Guillermo  Casis,  Nicholas  Brogan, and Enrique Chames. these men were either part of Captain Cornelio’s shipwrecked escape from St. Christopher or possibly remnants or hangers-on from the recently captured English settlement on providencia Island. An Irish friar called Diego de la Cruz, active in Nicaragua,  personally  assisted  doña  María  Nele  in  translating  her  judicial  interactions. Despite the presence of a numerous Irish Catholic clerics in the Spain and its empire, both in Santo Domingo and Cartagena, Spaniards distrusted the authenticity of Irish and Englishmen’s Catholic faith, even when these individuals made the effort to learn the catechism and receive baptism. In the mid-seventeenth century, specific clerics and the Cartagena  tribunal  of  the  holy  office  made  a  special  effort  to  seek  out  and  proselytize  to protestants, even those permitted to reside temporarily in the city as merchants20. 19 pérEz toStADo, Igor, Irish Influence at the Court of Spain in the Seventeenth Century, Dublin, four Courts press, 2008, narrates the rise and fall of Irish/Spanish cooperation, especially on pp. 15-16, 20-25, 33-35, 146-183. for Spanish attitudes to the Irish, see pp. 49–58. for more information on the political relationship between Spain and Ireland, see rECIo MorAlES, óscar, España y la pérdida del Ulster: Irlanda en la estrategia de la Monarquía hispánica (1602-1649), Madrid, Ediciones del laberinto, 2003; and CASwAy, Jerrold I., Owen Roe O’Neill and the Struggle for Catholic Ireland, philadelphia, university of pennsylvania press, 1984, pp. 12-63. 20 BloCK, Kristen, Ordinary Lives in the Early Caribbean: Religion, Colonial Competition, and the Politics of Profit, university of Georgia press, 2012, pp. 102-106, 117-122.

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But what was Captain Cornelio doing in Cartagena on the day he was murdered? the archival documents present one version of his biography, background, and the events of his life that eventually led to his murder. for reasons that will become clear below, Captain Cornelio and a handful of his compatriots made a statement before the Santo Domingo governor in february, 1644. According to notarized documents, Captain Cornelio was a nobleman ‘born into one of the most illustrious Irish families’21. he was a good Catholic who served his Majesty (because these statements were composed and written down by Spanish notaries, the inference here is that his Majesty is the king of Spain) ‘with much approbation’ as an infantry captain for several years at Dunkirk. During the trial of his murderer, Irish witnesses testified through interpreters that Captain Cornelio’s noble surname  indicated  that  he  came  from  the  ‘best  blood  in  Ireland’22.  Several  witnesses  acknowledged that Captain Cornelio held judicial offices in Ireland. Somewhat complicating the Spanish focus of his military service, the Irish witness leonisio Matias (a friend of the Captain since the early 1620s) claimed that Captain Cornelio served in the ‘armada de San Martin’ under the king of England in the war against france. this statement probably refers to the Duke of Buckingham’s unsuccessful 1627 assault on the citadel of St. Martin on the Isle of rhé23. the biography presented to the authorities continues with Captain Cornelio’s immigration  to  the  Indies. At  some  point  in  the  late  1620s  or  1630s,  he  chose  to  settle  in  St. Christopher, where his wife had their son sometime in the mid-1630s. his estate in St. Christopher  allegedly  added  up  to  300,000  reales or  several  thousand  English  pounds worth of land, slaves, silver and jewelry24. Specifically, according to leonisio Matias and tadeo o’Brien, Captain Cornelio had sixteen slaves and two priests working as part of his domestic entourage in St. Christopher25. of vital importance for the Spanish was the assertion  that  Captain  Cornelio  was  a  pious  and  devout  Catholic Christian  who  had priests say mass at his home26. Captain Cornelio enjoyed his prosperity for only a very short time, soon suffering several tragic events leading up to his untimely end. first, in Captain Cornelio’s version of events (as noted, ratified in a document in Santo Domingo before he died), in 1639, the English parliament decreed that all Irish Catholics must renounce their faith and swear loyalty to the Church of England or suffer banishment from St. Christopher, Barbados and Montserrat within forty days, along with confiscation of all of their belongings. Captain Cornelio and doña María Nele affirmed that they chose to remain true to their Catholic faith,  losing  all  of  their  property  to  flee  with  100  other  Irishmen  and  60  Irish  women. Some of these individuals may have been free people of color. for unknown reasons, the couple left their five-year-old son behind, they claimed, risking that he would become a protestant, seduced by English proselytizers. But that decision ended up saving the boy’s life because during the journey, allegedly nearly three quarters of the fugitives died. the

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‘María Nele contra Coronel’, hoja 3. Ibid., 181. 23 MANNING, roger B., An Apprenticeship in Arms: The Origins of the British Army 1585-1702, oxford, 2006, pp. 117-118. 24 ‘María Nele contra Coronel’, hojas 66-74 duplicate an official document presented in Santo Domingo to the governor telling this story, along with statements made by several Irishmen living in Cartagena. 25 Ibid., 73, 181. 26 Ibid., 178, 181-182. the close connection with the Catholic Church was the norm for Irish aristocrats, possibly the Captain’s relatives. See CASwAy, Owen Roe O’Neill, pp. 10-11.  22

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160 original refugees left St. Christopher on a ship fortified with artillery, aiming for St. Martin and then puerto rico. tragically, the boat capsized on a place the Irish called cabo de Tiburon or ‘Sharks’ Cape,’ a rocky and dangerous embarkation point located on what is now the southern coast of haiti. A total of 117 Irish men and women perished in the shipwreck  and  the  ensuing  difficult  and  mountainous  overland  trek  through  territory sparsely populated by french buccaneers. only 43 of the refugees managed to cross the island to their destination of Spanish Santo Domingo, where they appealed to King philip IV of Spain’s mercy and protection through the local governor. A group of the surviving men, along with doña María Nele, traveled to Cartagena in order to embark on the next ship leaving for Seville, carrying the official documents narrating this baroque story that they had presented before the governor of Santo Domingo. After a short stay in the port, Captain Cornelio embroiled himself in a public altercation and died by stabbing. So ends the tragic life of the noble captain. But can we trust this narrative? Before addressing the specifics, this story should be placed in the context of Anglo and Irish persecution/victimization narratives of the 1640s27. this was the precise moment when a small group of exiled Irish successfully made claims on the Spanish monarch phillip IV based on a self-presentation of abuse by the English. In line with Captain Cornelio’s self-presentation before the Santo Domingo governor, seventeenth-century displaced Irishmen petitioned  for  patronage  from  the  Spanish  king  in  exchange  for  their  military  service  in Spain’s overextended European theaters of war and even influenced Spanish policies28. According to his autobiography as presented to Spanish colonial authorities, Captain Cornelio was precisely the kind of person who could help Spain’s military endeavors, and in fact had a record of loyal military service, along with approximately 6,300 other Irishmen who served in flanders between 1586 and 162129. Continuing his previous service to the Spanish crown even after his tragic shipwreck and Caribbean odyssey, Captain Cornelio officially held the office of a soldier in the Cartagena presidio. Although Captain Cornelio was not Spanish, he formulated a persona (which his wife maintained after his death) meeting the key requirements for masculine honor according to essential Spanish values. It was necessary to build up don Cornelio’s honorable status by  speaking  of  his  known  wealth,  social  stature,  nobility,  service  to  his  crown,  and Catholicism.  Captain  Cornelio,  or  don  Cornelio  in  the  Spanish  documentation,  did  not come from a lineage familiar to Spaniards in Cartagena (although perhaps well known in Madrid), but his friends attested to his nobility and Catholic Christianity. In their testimonies,  Irishmen  living  in  Cartagena  reached  back  to  the  captain’s  past  in  Europe  to prove he was an important and pious man. It was critical to prove that he was not protestant, since of course then the Spaniards would judge him a heretic30. Captain Cornelio’s narrative follows a familiar model of seeking Spanish patronage by claiming martyr-like 27 for protestant claims during the Irish rebellion, see CopE, Joseph, England and the 1641 Irish Rebellion, Boydell, 2009. for a suggestion to reject early modern Irish victimization stories, see MACINNES, Allan I., ‘Introduction:  Connecting  and  Disconnecting  with America’,  in  MACINNES and  wIllIAMSoN, Arthur  h.  (eds.), Shaping the Stuart World, 1603-1714: The Atlantic Connection, leiden, Brill, 2006, pp. 6, 18, 19. 28 pérEz toStADo, Irish Influence, pp. 15-16. tostado notes that Irish aristocrats presented the 1607 ‘flight of the Earls’ (including the o’Neills and tyrconnells) and its aftereffects to the Spanish crown ‘as an utter injustice’, pp. 24-25, with a similar tone of English abuse of the Irish given in Captain Cornelio’s statements. 29 ohlMEyEr, Jane, ‘Military Migration and the Stuart Kingdoms’, in GArCíA hErNáN, Enrique and rECIo MorAlES,  óscar  (eds.),  Extranjeros en el ejército. Militares irlandeses en la sociedad española, 1580-1818, Madrid, Ministerio de Defensa, 2007, p. 82. 30 ‘María Nele contra Coronel’, hojas 178, 181.

Who was Captain Cornelio Cornelius?

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status due to Catholic tenacity in the face of English persecution. from the Spanish perspective, was Captain Cornelio as honorable as he claimed to be in all more trivial particulars of public presentation? Spaniards testified that he was ‘calm and peaceful’ in demeanor, and courteously removed his hat when passing their houses. he was observed to attend mass at the Santo Domingo church and to carry his rosary31. Even with the essential elements of wealth, Catholicism, nobility, and military service in place, Captain Cornelio’s foreign status offered a challenge for asserting true honor in a Spanish context. however, the captain and his allies benefited from the special status Irish aristocrats enjoyed in a Spanish context from the sixteenth century. In this era where lineage and limpieza de sangre bolstered a man’s claims to honor, Irish nobles argued for a common racial ancestry between Spain and Ireland, through descent from ‘the ancient Spanish princely house of Milesius’32. Backed by this contention, they could take advantage of all the privileges unavailable to any foreigner, or other person whose heritage suggested non-Christian origins or a lack of limpieza de sangre. the common Spanish use of the honorific term ‘don’ before his first name proves the Cornelio had firmly established his honorable status in Cartagena. whatever his background, Captain Cornelio and doña María Nele succeeded in entering elite Cartagena society. Coincidentally enough, at this time a representative of an Irish family who had successfully integrated into Spanish courtly life lived in Cartagena. the wife (doña María roche) of a recent Cartagena governor (Melchor de Aguilera, who held the post from 1638 to 1641) was Irish-born, so doña Nele and Captain Cornelio lived in her home. Doña María roche’s family, including her brothers, parents, and sons, lived in Madrid or served in the Spanish military or the Catholic Church, actively fulfilling this era’s symbiotic relationship of diplomacy and patronage between Irish aristocrats and the king of Spain, the network Captain Cornelio and doña Nele hoped to access as well. Doña María roche traveled with her husband in Europe for administrative posts in Italy and france, eventually settling in Cartagena. her daughter doña teresa also married into the high Spanish bureaucracy, in this case a governor of New Mexico33. It is even possible, given that his wife was known as doña María Nele (perhaps a hispanized  pronunciation  of  o’Neill)  that  Captain  Cornelio  and  his  wife  had  familial  ties with the most prominent Irish noble family affiliated with the king of Spain beginning in the late sixteenth century and the leaders of the 1641 Irish rebellion – a connection that 31

Ibid., 176, 198. DowNEy,  Declan,  ‘Catholicism,  Milesianism,  and  Monarchism:  the  facilitators  of  Irish  Identification with habsburg Spain’, in GArCíA hErNáN and rECIo MorAlES (eds.), Extranjeros en el ejército, pp. 167, 169, 175; KIDD, Colin, British Identities before Nationalism: Ethnicity and Nationhood in the Atlantic World, 16001800, Cambridge, 1999, pp. 64-65, 146-147, 150-151, 160-161. 33 the daughter was tried from 1662 to 1664 by the Spanish Inquisition tribunal in New Mexico. See Coll, Magdalena, ‘Doña teresa de Aguilera y roche, una mujer en la Inquisición en Nuevo México, una voz en la historia del español de Sudoeste de los Estados unidos’, in BAlEStrA, Alejandra, MArtíNEz, Glenn and MoyNA, María Irene (eds.), Recovering the U.S. Hispanic Linguistic Heritage: Sociohistorical Approaches to Spanish in the United States, houston, 2008, pp. 89-108. In a politically motivated case, involving past governors and local friars, doña teresa was tried (asserting her Catholic Christianity, she was found not guilty) for suspicions of Judaism, along with her husband. See Coll, pp. 96-100. Doña teresa was born in 1613 and was educated in a convent in Milan. She met her husband in Cartagena and also lived in Mexico City. See also horDES, Stanley M., To the End of the Earth: A History of the Crypto-Jews of New Mexico, New york, Columbia university  press,  2005,  pp.  149-157.  her  father,  Governor Aguilera,  held  office  during  a  successful  expedition against  the  English  settlement  on  the  Caribbean  providencia  Island  (not  far  from  the  coast  of  Nicaragua). CAStIllo MAthIEu, Los Gobernadores, p. 54. 32

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would  perhaps  explain  his  questionable  wanderings  in  the  1640s.  the  o’Neill  family founded the first specifically Irish regiment in the Spanish Army in 1606. the name ‘Cornelio Cornelius’ is even more mysterious, although the utterly non-Spanish name Cornelius seems to have been rather common among the Irish who affiliated themselves with Spain in the 1600s34. ‘De-latinizing’ this name reduces it to ‘Cornell Cornell’ (or perhaps Connor)35. Is it feasible that Captain Cornelio was of the aristocratic tyrconnell family, who represented, along with the o’Neills, ‘the most illustrious Irish émigrés welcomed in seventeenth-century Spain’?36. these conjectures seem less unfounded when we remember that several witnesses claimed Captain Cornelio’s name proved that he was related to the best and most noble Irish families. whatever the case, don Cornelio’s life story, as officially documented by the Spanish authorities in Santo Domingo and Cartagena, was full of historical inaccuracies.  Doña Nele’s most likely exaggerated claims to property and wealth were another attempt to bolster Captain Cornelio’s status and honor after his death in hopes of further patronage from the local representatives of the Spanish crown. Doña Nele and her allies reiterated  these  embellished  claims  to  honorable  status  in  order  to  emphasize  the seriousness of the captain’s murder. of course this story was told by the witnesses for the prosecution to encourage both pity and respect for the tragic but noble victim and his innocent wife. historical evidence suggests their claims were inaccurate. Even if Captain Cornelio came from a wealthy Irish landowning family, his settlement in the Caribbean suggests  dispossession  and  the  unlikelihood  of  retaining  such  a  large  inheritance.  It  is possible that Captain Cornelio came from a group of noble Irish families who left waterford county and had to settle in St. Christopher because Virginia rejected them. Irish settlers  started  farming  tobacco  in  St.  Christopher  the  mid-1620s,  struggling  with  raiding Caribs and Spaniards, along with poor soil conditions. In 1639, a crown edict attempted unsuccessfully to diversify crops on St. Christopher, away from total dependence on tobacco37. By 1639, roughly 2,000 Irish settlers lived in St. Christopher38. Irish settlers predominated in nearby Montserrat, including Irish governors39. these people were generally poor servants without claim to land. In 1627, a Scottish nobleman called the Earl of Carlisle received from the English king Charles I a ‘quasifeudal’ patent controlling land ownership in all of the leeward Islands (St Kitts, Barbados,  Montserrat,  and  Nevis  among  others)40. this  meant  that  settlers  were  tenants,  not freeholders, on their estates. Even without this issue, given the conditions on these islands 34 See examples in hAzArD, Benjamin James, ‘“A new company of crusaders like that of St. John Capstran:” Interaction between Irish military units and franciscan chaplains, 1579-1654’, in GArCíA hErNáN and rECIo MorAlES (eds.), Extranjeros en el Ejército, p. 186; and DowNEy, ‘Catholicism’, p. 168. 35 Another example of the ‘latinizing’ of an Irish name is florence Conry becoming florentius Conrius. See DowNEy, ‘Catholicism’, p. 171. of course Captain Cornelio’s name could be something else entirely. See examples of falsified code names on CASwAy, Owen Roe, p. 48. 36 pérEz toStADo, Irish Influence, p. 24. 37 GArDINA pEStANA, Carla, The English Atlantic in an Age of Revolution, 1640-1661, Cambridge, harvard university press, 2004, p. 19. 38 the total number of Irish on St. Christopher, Nevis, Monserrat and Antigua numbered 3,446 in 1678. See BINASCo, Matteo, ‘the Activity of Irish priests in the west Indies: 1638-1669’, in Irish Migration Studies in Latin America, Vol. 7:4, (November, 2011). 39 GArDINA pEStANA, English Atlantic, p. 6; BloCK, Kristen and ShAw, Jenny, ‘Subjects without an Empire: the Irish in a Changing Caribbean’, forthcoming in Past and Present. 40 AKENSoN, Donald harman, If the Irish Ran the World: Montserrat, 1630-1730, Montreal, 1997, pp. 2127, 35. 

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in the late 1620s, it is not believable that Captain Cornelio could accumulate or retain so much wealth at this unstable stage of Caribbean history unless he belonged to one of the few families that controlled the land holdings on these islands. however, although a handful of aristocrats like Carlisle, including men with Irish and Scottish connections, made claim to large portions of England’s New world Empire in the 1620s to the 1640s, they rarely lived in or even visited their holdings. Carla pestana Gardina observes that no aristocrats lived in the English colonies, and that ‘even gentlefolk were somewhat thin on the colonial ground.’ Most settlers sold ‘all they had’ to relocate to the Americas, or signed on for terms of indentured servitude41. Igor pérez tostado agrees that ‘En el Caribe hispano tampoco podrá la comunidad irlandesa organizarse alredor de un o’Neil u o’Donnell...’42. Because  his  biographical  account  contains  certain  fundamental  inaccuracies,  it  is more likely that Captain Cornelio had to flee St. Christopher for unknown personal reasons, possibly related to the Irish rebellion of 1641. Irish Catholics living on St. Christopher  at  this  time  expressed  sympathy  with  the  Spanish,  which  might  have  motivated don Cornelio’s decision to flee to Santo Domingo instead of Maryland43. rumor had it that some of the Irishmen who ended up in Cartagena ‘voluntarily spent a great deal of time among rebels and enemies of the [English] crown who infested the waters around St.  Kitts’44.  however,  despite  rebellious  tendencies,  Irish  Catholics  in  St.  Christopher shortly  after  the  rebellion  were  not  evicted,  but  in  fact  welcomed  continuing  Catholic clerical missions45. In general, Atlantic colonists did not involve themselves in the rebellions  of  the  1640s,  reacting  with  passivity  to  appeasing  or  reforming  political  gestures from both king and parliament46. the English parliament did not sit from 1629 to 1640, so Captain Cornelio and his friends certainly did not evince much respect for Spanish knowledge of current events in the British Isles by swearing before the governor of Santo Domingo that a 1639 parliamentary decree evicted them from the English Caribbean. from late 1641 to early 1642, the  English  parliament  gradually  developed  a  plan  for  confiscating  the  estates  of  Irish rebels and using these new found assets to finance a war against the rebels47. It is possible that Captain Cornelio, in an attempt to absolve himself from any implied rebellious activity, based his erroneous claims regarding a 1639 decree on this later occurrence. If don Cornelio was a dispossessed Irish landlord, he may have been affected by 1642 parliamentary orders to arrest certain important Catholics and confiscate their estates48. the testimonies do not explain how Captain Cornelio and the other refugees acquired their  armed  boat,  but  they  were  not  the  only  desperate  escapees  (and  possible  boat

41 pEStANA, English Atlantic, pp. 16, 20. the earl of Marlborough captured St. Christopher, Montserrat and the island of Santa Cruz in 1645. pEStANA, English Atlantic, pp. 47-48. 42 pérEz toStADo, Igor, ‘la llegada de irlandeses a la frontera caribeña hispana en el siglo xVII’, in GArCíA hErNáN and rECIo MorAlES, Extranjeros en el ejército, p. 306. 43 AKENSoN, If the Irish Ran the World, pp. 26-27, 31. 44 See the entries for Sir phelim o’Neill and owen roe o’Neill in lEE, Sidney (ed.), Dictionary of National Biography, Vol. xlII, london, 1895 and ‘María Nele contra Coronel’, hoja 79. 45 BINASCo, ‘the Activity of Irish priests.’ 46 pEStANA, English Atlantic, pp. 26-27, 49-50. 47 pErCEVAl-MAxwEll, M., The Outbreak of the Irish Rebellion on 1641, Montreal, McGill-queen’s university press, 1994, pp. 280-281. 48 CASwAy,  Owen Roe,  p.  53.  See  also  http://www.british-civil-wars.co.uk/timelines/1642.htm  [accessed June, 2011].

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thieves)  who  sailed  from  St.  Christopher  and  other  English  colonies  in  the  mid-seventeenth century. Given the boasting regarding his assets, it seems unlikely, but not entirely impossible, that Captain Cornelio was one of the many Irish or English debtors who fled St. Christopher in the early 1640s for non-English Caribbean islands49. further dishonorable activity (at least in the Spanish view) took place in St. Christopher and the surrounding seas with the 1642 actions of the pirate william Jackson, who took on hundreds of volunteers (including fleeing debtors) on this island and Barbados on raiding and marauding expeditions in Spanish Central America and Jamaica. Admittedly, Jackson would not appeal to an allegedly pious man such as Captain Cornelio, since he purposefully despoiled ‘Catholic religious objects in settlements he attacked’50. Captain Cornelio and the other Irish/English and Scotsmen residing in 1640s Cartagena also may have had some affiliation with the nearby providence Island colony (or Santa Catalina, now Colombia). the English attempted a settlement there but were ejected by Spanish forces led by an Irish  military  leader  in  1634.  the  English  returned,  along  with African  slaves,  but  the Spanish permanently ejected them in 1641, possibly imprisoning some of them in Cartagena jails. the Spanish confiscated all English property and forced the Anglo settlers to leave within ten days, terms oddly similar to Captain Cornelio’s claims51. the discontented Irish (possibly including Captain Cornelio) living on St. Christopher in the 1630s and 40s also appealed to the monarchs of Spain and portugal for permission to settle outside English territory52. Captain Cornelio and doña Nele chose not to mention peaceful petitions or criminal suspicions, instead playing on Spanish anti-English sentiments with a story of abuse at the hands of the English53. Every one of dozens of witnesses offered a different perspective on the events leading to Captain Cornelio’s death, but the best support doña Nele had for her accusation were the vague statements made by fellow English speakers. the prosecution’s case took the angle, partially influenced by doña Nele’s need to reinforce her own vulnerable position, of emphasizing the seriousness of killing a man with Captain Cornelio’s degree of honor and noble blood, a difficult task, since how could locals judge an impoverished foreigner’s status? the Spanish prosecutor himself understood the value placed on honor in his own society and certainly was familiar with using the rhetoric of the honor code to advance a client’s case. It is harder to ascertain if the prosecutor actually believed in Cornelio’s status, especially given the corruption that saturated this particular trial. the witnesses  for  the  prosecution  attempted  to  create  and  document  a  highly  reputable,  wealthy, upper class background for a man whose actions and experiences suggest he was actually a very marginal individual both in Ireland and the circum-Caribbean.  But the defense employed its own tactics to undermine this heart-stirring biography by exposing the story as coming from highly untrustworthy sources and emphasizing the good character of the defendant. It is not surprising that the accused don Gonzalo Coro-

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pEStANA, English Atlantic, pp. 199-201. Ibid.,  151; lANE,  Kris, Pillaging the Empire: Piracy in the Americas, 1500–1750,  New  york,  M.E. Sharpe, 1998, p. 103. 51 lANE, Pillaging, pp. 99-100, 104. 52 BloCK and ShAy, ‘Subjects without an Empire.’ In this article, Block and Shay present a 1643 account of a very similar desperate escape by good Irish Catholics abused by the English who ended up in hispaniola, seeking refuge and protection from the Spanish. these Irish were also said to have been ejected by the English, so it seems likely that they had some connection to or at least awareness of Captain Cornelio’s group. 53 MACINNES, ‘Connecting and Disconnecting’, p. 19. 50

Who was Captain Cornelio Cornelius?

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nel, aged 30, presented his side of the events very differently than the non-Spaniards. In his statements, don Gonzalo showed very little respect for doña Nele, referring to her simply as ‘the foreigner who claims to have been married to don Cornelio.’ he repeatedly pointed out that none of the untrustworthy, foreign witnesses could identify don Gonzalo as the murderer by name. Instead, each witness simply repeated again and again that a man wearing black was fighting close to the Irish captain shortly before his death (the Spanish-speaking witnesses also made this observation). Although he did not slander the victim (in fact he praised Irish loyalty and military service to the Spanish crown), don Gonzalo’s testimony and the witnesses who spoke on his behalf stressed his peaceful, respectable and honorable actions and status. the accused did admit that he had an Englishmen living in his house (for the alleged purpose of instructing him in Catholicism), but don Gonzalo said he would never have such a rude servant, and if someone hit his servant  over  an  insult,  it  was  beneath  his  dignity  to  pay  any  attention  to  such  a  ‘boyish thing’54. on the day of the fight, don Gonzalo claimed he was sitting at home unoccupied, a peaceful, honorable man untouched by plebeian street activities. he sent a message to a friend  (who  happened  to  be  a  knight  of  Calatrava)  asking  if  they  might  meet  to  play  a game of chess. he left his house without his sword, since he claimed to never walk around carrying weapons, justified by his non-military career and training. he noticed a small fight of four or five men, and thought, ‘it was of little importance’, since it was only one of four violent mêlées that took place in Cartagena’s streets between noon and 3:30 pm that day. he and his small entourage tried to separate some of the men, but as they did, more and more men began fighting, including the Irishmen who were savagely attacking the Spaniards. Since don Gonzalo had no weapon, he persistently tried to stop the fight just using his hands. All of his witnesses said that he was at least several paces away from don  Cornelio  during  the  entire  scuffle.  Despite  this  strong  defense,  the  governor  sentenced don Gonzalo to two years’ banishment and a fine of two thousand pesos. Around this time, don Gonzalo also faced censure for his marriage to a local woman, so it is likely that the whole case simply served to hasten his political disgrace55. Don Gonzalo advanced his case for appeal (which he brought before the Bogota audiencia high court) significantly by exposing a bribery scheme among some of the English-speaking witnesses. Allegedly, the English surgeon Juan de Eles had offered various other English and Irish speakers sums up to 150 pesos to testify against don Gonzalo. Eles often served as a Spanish/English translator for the witnesses, which also seemed very suspicious to the defense. Don Gonzalo called on other prisoners to speak as witnesses to the bribery – but since they did not speak English they testified that they learned what was going on by reading signs and gestures. one Englishman supposedly said he refused to lie, even if it meant decapitation, because he was a Christian56. Doña Nele had to undergo handwriting and oral examinations to prove if she actually signed and/or understood any of the statements made on her behalf in Spanish. ultimately she admitted that she encouraged the witness collusion, claiming she was a victim of local backstabbing and po54 ‘María Nele contra Coronel’, hojas 55-60, 77-78, 144, 183-191, 202. the claim that he was guiding a foreigner was not as unlikely as it might sound at first. Between 1643 and 1646, seven Englishmen and one Scot voluntarily  presented  themselves  to  the  holy  office  to  receive  instruction  in  Catholicism.  BloCK,  Ordinary Lives, pp. 120-122. 55 CAStIllo MAthIEu, Los Gobernadores, pp. 57-58. 56 ‘María Nele contra Coronel’, hojas 183-191.

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Nicole von Germeten

litical maneuvering common among her elite patrons, in an effort to disgrace don Gonzalo. this summary only scratches the surface of the complex maneuverings of doña Nele’s advocate and the local authorities as they took advantage of a possibly random killing to bring down don Gonzalo, with the help of don Gonzalo Coronel’s enemy the local official Diego de Mesa. ultimately, as part of his appeal before the Bogota audiencia, don Gonzalo was able to convince doña Nele to admit that her side had framed him. As a socially and politically weak foreign woman, doña Nele had to confront the fictitious web she and her local and foreign allies had spun in hopes of avenging her husband’s death. while it seems clear that witness’s vague claims that don Gonzalo had assaulted don Cornelio were outright lies, no one involved openly questioned the narrative device of framing the Irish captain’s biography as a story of tragically insulted honor, a testament to the judicial rhetoric of honor and the strong diplomatic relationship between Spain and Ireland in the 1600s. the ultimate lack of success in winning doña Nele’s case against don Gonzalo testifies to the sharp decline in this relationship by the 1640s.

rEDEs DE PoDEr irlanDEsas En la aMÉriCa DE la ilustraCiÓn: El DoMinio DE la FrontEra Jorge Chauca García universidad de Málaga

E

l estudio de los vínculos personales y entramados de fidelidad de ambrosio o’higgins en la américa meridional de la segunda mitad del siglo xviii, específicamente el reino de Chile y su frontera y el virreinato del Perú1, nos ha llevado a proponer un modelo irlandés en indias que tiene en la frontera un cauce de ascenso social y de promoción militar y política2. la investigación de diferentes fronteras de la américa española por encima de un enfoque local nos permite contemplar un espacio en el que la comunidad irlandesa desplegaba redes de solidaridad como nación y de lealtad al proyecto reformista, confundiéndose así con los demás agentes españoles o extranjeros del reformismo. al fin y al cabo una red no es más que una serie de conexiones de naturaleza variada que relacionan a unas personas con otras y les permiten intercambiar información que podrán utilizar en beneficio propio y del conjunto3. a mediados del setecientos en una obra atribuida al coronel de milicias y funcionario del  virrey amat,  Gregorio  de  Cangas,  se  señalaban  los  grandes  escollos  para  aquellos “con pocos amigos y menos conexiones”4. Crítica que nos plantea el concepto de red de poder y su relación con la comunidad irlandesa en ambos mundos. la nación se diluye en indias y supera el orden estamental. hubo otra manera de nombrar a las personas en relación con el lugar que ocupaban en la sociedad indiana: la identificación étnica. De modo que la idea europeo integraba a irlandeses junto a peninsulares y les dotaba de cierta identidad compartida frente al resto de la abigarrada estructura social. sin duda no sería igual la percepción del europeo como ajeno a los ojos de un criollo, que la representación elaborada por un indígena de frontera, para quien posiblemente ambos quedaran fusiona-

1 ChauCa GarCía, Jorge, “El grupo irlandés entre el siglo  xviii y el  xix: su papel en la ilustración e independencia americanas”, en GarCía hErnán, Enrique y rECio MoralEs, Óscar (coords.), Extranjeros en el Ejército. Militares irlandeses en la sociedad española, 1580-1818, Madrid, Ministerio de Defensa, 2007, pp. 351378. 2 rECio MoralEs, Óscar, “El modelo irlandés en los ejércitos de los austrias y de los Borbones: continuidad y diferencias”, en GarCía hErnán y rECio MoralEs, Extranjeros en el Ejército, pp. 203-233. 3 MCnEill, John r. y MCnEill, William h., Las redes humanas. Una historia global del mundo, Barcelona, Crítica, 2010, p. 1.  4 CanGas, Gregorio de, Descripción en diálogo de la ciudad de Lima entre un peruano práctico y un bisoño chapetón, lima, Fondo Editorial del Banco Central de reserva del Perú, 1997, p. 2.

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Jorge Chauca García

dos en el imaginario con la categoría de extraños5. no obstante, la oposición irlandés-inglés, o lo que es lo mismo amigo-enemigo, podía reforzar su singularidad y actuar al mismo tiempo como mecanismo de inclusión. la comunidad irlandesa se hacía visible, y no solo presente, especialmente en las fronteras de la monarquía, donde la oportunidad de ascenso vía mérito de un amigo frente a amenazas de otras naciones de Europa resultaba clave. influyó en su mayor representatividad cuantitativa y cualitativa de la mano del proyecto  reformista,  como  sus  beneficiarios  e  impulsores  simultáneamente,  convertida  la frontera en un espacio de poder irlandés. aprovecharon redes sociales y de poder definidas por el paisanaje y el clientelismo político, si bien la red reformista operaba por encima de la red nacional, caso de existir, y dependía más de la fidelidad que del origen. la posición de miembros de la nación irlandesa en la Corte y alta administración así como en el ejército permitió un patronazgo en derrama, con vértices en Madrid y las cortes virreinales. la hora irlandesa en américa, de la mano de una generación ilustrada en sentido orteguiano, en cuanto coetáneos al servicio del reformismo6. Podemos valorar la relación  existente  entre  élite  y  cambio  político:  en  una  primera  etapa  los  irlandeses  se abren al reformismo como elemento novedoso para después cerrarse en la conservación de lo ganado, en caso necesario realizan concesiones adaptándose a las nuevas circunstancias, caso del proceso emancipador7. un rasgo que los caracteriza, entre muchas similitudes, es la comprensión del poder no como una conquista, sino como una estrategia; no se posee, funciona; no está localizado, es múltiple. Esta red imbricada de relaciones interpersonales basadas en la confianza conlleva la idea de doble vínculo, que procura apoyo recíproco y genera un grado de dependencia respecto al superior y de todos a la comunidad/nación.  las  élites  de  poder  metropolitanas  del  reformismo  afianzaron  una estructura clientelar en indias basada en vínculos de fidelidad personal y política, lo que proporcionó a muchos irlandeses la posibilidad de una carrera dilatada y exitosa8. Presentamos  una  biografía  colectiva  identificada  con  la  prosopografía,  matizando características comunes al grupo mediante diferentes estudios de caso o historias de vida en diversos escenarios fronterizos. los irlandeses contemplaron el espacio de frontera como un territorio complejo y dinámico, de interacción y constante cambio9. Bernardo Ward dejó señalada la senda que siguieron muchos de sus compatriotas respecto a la

5 Zavala CEPEDa, José Manuel, “¿Enemigos o rebeldes? Categorización hispana de la resistencia mapuche en el Chile del siglo xviii”, en araya EsPinoZa, alejandra y valEnZuEla MárquEZ, Jaime (eds.), América colonial. Denominaciones, clasificaciones e identidades, santiago de Chile, 2010, pp. 201-217; rEy CastElao, ofelia, “la imagen de los irlandeses en la España moderna: tópicos y paradojas”, en GonZálEZ CruZ, David (ed.), Pueblos indígenas y extranjeros en la Monarquía Hispánica: la imagen del otro en tiempos de guerra (siglos xvi-xix), Madrid, 2011, pp. 37-52. 6 rECio MoralEs, Óscar, “El papel de los irlandeses peninsulares en las reformas de la américa española del xviii”, en PÉrEZ tostaDo, igor y GarCía hErnán, Enrique (eds.), irlanda y el Atlántico ibérico. Movilidad, participación e intercambio cultural, valencia, albatros Ediciones, 2010, pp. 177-192. 7 WalDMann, Peter, “algunas observaciones y reflexiones críticas sobre el concepto de elite(s)”, en BirlE, Peter, hoFMEistEr, Wilhelm, MaiholD, Günther y Potthast, Barbara (eds.), Elites en América Latina, Madrid, iberoamericana, 2007, p. 16. 8 ChauCa GarCía, Jorge, “Entre andalucía y américa: el malagueño José de Gálvez y la proyección de su red clientelar en indias”, en soria MEsa, Enrique y Molina rECio, raúl (coords.), Las élites en la época moderna: la Monarquía Española, Córdoba, servicio de Publicaciones de la universidad de Córdoba, vol. 2: “Familia y redes sociales”, 2009, p. 121. 9 GarCía BErnal, María Cristina, “Política indigenista del reformismo de Carlos iii y Carlos iv”, en Temas Americanistas, 13 (1997), pp. 23-44; ZaPatEr, horacio, “orientación indigenista del Estado español en el siglo xviii”, en Anales de la Universidad de Chile, 109-110 (1958), pp. 480-487. 

Redes de poder irlandesas en la América de la ilustración

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política fronteriza y el indígena: “se podrá disponer que de dos modos aumenten nuestra poblacion: unos (sin ser vasallos del rey) sirviendo á los mismos fines que si lo fuesen: otros constituyéndose efectivamente vasallos”. En el primer caso, gracias al comercio  podría  llegar  a  decirse  “que  son  indios  nuestros;  pues  el  tenerlos  baxo  de contribucion, por el rigor de las armas, ó por el comercio, es qüestion de nombre”. Para el  segundo  supuesto  se  debían  aprovechar  “las  disensiones  que  siempre  reynan  entre aquellos bárbaros”10. la posición frente al indígena de los irlandeses llegados de Europa parte de su comprensión como agentes del reformismo ilustrado y su pragmatismo en la gestión fronteriza, que revalorizaba los territorios de frontera en los que la ayuda nativa  resultaba  crucial  frente  a  potencias  europeas,  la  explotación  de  los  recursos  y  las ventajas del tráfico comercial, buscando su participación efectiva en un proceso con el que muchos irlandeses se hallaban directa y personalmente comprometidos. El caso del capitán general de Chile y futuro virrey del Perú ambrosio o’higgins proyecta al plano práctico  la  visión  citada.  veía  en  la  abolición  definitiva  de  las  encomiendas  en  Chile (1791), la posible pacificación de la frontera y el aumento de entradas de la real hacienda mediante rentas y tributos11.  su presencia desde el septentrión novohispano a la frontera mapuche-araucana es patente y no solo como agentes individuales del reformismo sino en ocasiones también como colectivos que debían afianzar fronteras imperiales. así ocurrió con los cuatro sacerdotes irlandeses destinados como párrocos a la Florida oriental embarcados por la habana  en  la  fragata  Juan Nepomuceno:  Guillermo  savage,  Miguel  lamport,  Gregorio White y Constantino MacKenna12. o los pobladores de enclaves estratégicos, a veces frustrados, como el regreso a Filadelfia y santo Domingo, tras la supresión de los establecimientos, de 113 colonos franceses, ingleses, irlandeses y alemanes llegados a Cartagena para la repoblación del Darién13; a veces viables, como los repobladores, entre ellos  irlandeses,  de  la  chilena  osorno  a  finales  de  siglo  por  iniciativa  del  presidente higgins y el superintendente, también irlandés, Juan MacKenna o’reilly14. una red de marcado carácter transversal y naturaleza informal presente en zonas de contacto fronterizo.

10 WarD, Bernardo, Proyecto Económico, Madrid, Joaquín ibarra, 1779, p. 307. véanse Zavala CEPEDa, José Manuel, “teoría y práctica indígenas de la guerra en las fronteras de la américa hispánica del siglo xviii: el caso de los mapuche o araucanos”, en GonZálEZ CruZ, David (coord.), Propaganda y mentalidad bélica en España y América durante el siglo xviii, Madrid, Ministerio de Defensa, 2007, pp. 93-119; WEBEr, David J., Bárbaros. Los españoles y sus salvajes en la era de la ilustración, Madrid, Crítica, 2007; láZaro ávila, Carlos, “El reformismo borbónico y los indígenas fronterizos americanos”, en GuiMErá, agustín (ed.), El reformismo borbónico, Madrid, alianza Editorial, 1996, pp. 277-292. 11 sobre la política hacia el indígena de o’higgins: ChauCa GarCía, Jorge, “indígenas e ilustrados: pensamiento y práctica en la búsqueda del consenso imperial hispano”, en lorEnZo álvarEZ, Elena de (coord.), La época de Carlos iv (1788-1808), oviedo, iFEs xviii universidad de oviedo-sEEs xviii-sECC, 2009, pp. 327-337. Del mismo autor, “la frontera araucana. Diario del parlamento de negrete (1792-1793)”, en BROCAR, 30 (2006), pp. 207-240. 12 archivo General de indias (aGi), Contratación, 5531, nº 2, r. 11. relación de pasajeros clérigos irlandeses a la Florida, Cádiz 4 de mayo de 1787.  13 archivo General de simancas (aGs), secretaría de Guerra (sG), leg. 7054, exp. 46. repoblación Darién por colonos extranjeros (1790). 14 aGi, Chile, 316. “relación que manifiesta el número de habitantes de la nueva Colonia de osorno y su jurisdicción”, Juan Mackenna, osorno 30 de enero de 1800. 

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Jorge Chauca García

1.  FrontEra sEPtEntrional novohisPana hugo o’Conor, de origen irlandés (natural de Dublín) y capitán de infantería destinado al ejército de américa15, era conocido por los indios como el Capitán Colorado por ser pelirrojo, al igual que en el otro extremo de la américa española ambrosio o’higgins recibiría el apodo de Camarón por el tono rosáceo de su cara. Gobernador de tejas (17671770), promocionó de teniente coronel a coronel, y como comandante inspector de los presidios internos desde fines de 1771 buscó la alianza de los ópatas frente a los apaches, de igual modo que higgins se granjeó la de los pehuenches, demostrando conocimiento del terreno y del indígena. Muchas similitudes comparativamente. El plan del visitador general don José de Gálvez y el virrey Francisco de Croix de 1768, aprobado al año siguiente, tuvo que esperar a 1776 siendo el primero presidente del Consejo de indias y ministro de indias. En 1777 el brigadier o’Conor envió un informe de las Provincias internas a su primer comandante general teodoro de Croix, describiendo la calidad de los indios fronterizos y mostrándose favorable al empleo de indios aliados; no obstante, puesto que desde que tomó el mando habían mejorado las aptitudes de los soldados la necesidad de auxiliares era menor16. Convenía también el trato y comercio y apostaba por una política más agresiva frente a los apaches en el sentido de una guerra ofensiva o campaña general17. respaldaba, influido por las ideas del marques de rubí, las reformas militares y el reglamento e instrucciones para los presidios internos de 1772, por el que había trabajado junto a su predecesor como comandante inspector Bernardo  de  Gálvez  estableciendo  las  condiciones  para  su  aplicación.  su  política  no  pudo evitar las incursiones, por lo que no puede afirmarse que tuviera éxito18. si bien reconocía a los apaches como el gran problema, no omitió acusaciones por lo excesos cometidos por los españoles19, actitud crítica que de nuevo nos recuerda a su compatriota higgins. Fue gobernador de yucatán, no será el único irlandés en estas tierras, de frontera de guerra a frontera interior, siempre entre indios. En el contexto de creación de la Comandancia General de las Provincias internas a iniciativa de José de Gálvez por decreto de 16 de mayo de 1776 se sitúa el franciscano

15 archivo histórico nacional (ahn), Órdenes Militares, Caballeros de Calatrava, exp. 1819. Pruebas para la concesión de título y Expedientillos, nº 12257. Concesión título de Caballero de la orden de Calatrava (1763).  16 shEriDan PriEto, Cecilia, “indios amigos. Estrategias militares en la frontera noreste novohispana”, en ortiZ EsCaMilla, Juan (coord.), Fuerzas militares en iberoamérica, siglos xviii y xix, México, El Colegio de México, 2005, p. 40. 17 archivo Franciscano del Fondo reservado de la unaM, ms. 2/20: “informe del brigadier don hugo o’Connor, comandante inspector que fue de las provincias internas al Comandante General de las mismas, Brigadier don teodoro de Croix sobre el estado y progreso de dichas provincias”, 22 de julio de 1777. shEriDan PriEto, Cecilia, “¿rebelión o resistencia? tierra de guerra en el noreste novohispano”, en BrosEta, salvador, Corona, Carmen, Chust, Manuel et alii (eds.), Las ciudades y la guerra, 1750-1898, Castellón, universitat Jaume i, 2002, pp. 19-46. 18 GonZálEZ hErrEra, Carlos y lEÓn GarCía, ricardo, Civilizar o exterminar. Tarahumaras y apaches en Chihuahua, siglo xix, México, CiEsas, 2000, p. 134. véanse PiCaZo MuntanEr, antoni, “El impacto de las guerras nativas en el norte de la nueva España”, en illes i imperis, 12 (2009), pp. 7-18; FuEntEs Morua, Jorge, “apaches y rancheros o las desventuras de la hacienda”, en iZTAPALAPA, 32 (1994), pp. 197-209. 19 JiMÉnEZ núñEZ, alfredo, “los vecinos españoles ante los indios de frontera: el Gran norte de nueva España”, en BROCAR, 30 (2006), p. 53. Del mismo autor, El Gran Norte de México. Una frontera imperial en la Nueva España (1540-1820), Madrid, tébar, 2006. 

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Juan agustín Morfi, ovetense de padre irlandés. Capellán de la expedición que acompañó al caballero de la orden teutónica teodoro de Croix, sobrino del virrey flamenco marqués de Croix, designado como su primer titular con el cargo de gobernador y comandante general20; llegó a ser virrey del Perú. un ejemplo más de sobrinazgo de extranjeros en indias junto a higgins, caso paradigmático al respecto. sus diarios de viaje a las Provincias internas y derroteros demuestran un gran conocimiento de la realidad fronteriza, en especial de las costumbres indígenas y el medio natural, comercio y esfuerzos españoles de pacificación en la zona. su crítica y pragmatismo le llevó a matizar el contraste entre los informes de los gobernadores de las provincias, capitanes de presidios y el intendente de sonora frente a las informaciones del brigadier o’Conor y las comunicaciones verbales del virrey a teodoro de Croix, quienes planteaban, a su parecer, una situación de comercio floreciente y pacificadora alejada de la triste realidad21.  Pedro alonso o’Crouley, nacido en Cádiz de padres irlandeses22, cuyos viajes de comercio por américa le permitieron plasmar sus experiencias sobre la historia, territorio y fronteras del virreinato novohispano. Descripciones fruto en muchos casos de la observación directa, destacando su perspicacia en el análisis y representación de los indios de la frontera23. su obra fue “un ejemplo de la mirada ilustrada sobre la situación del indígena”24. aprovechó las redes comerciales del eje Cádiz-sevilla, pauta muy extendida entre los irlandeses indianos, caso de ambrosio higgins y antonio o’Brien. llegó a ser teniente cuadrillero mayor de la santa y real hermandad vieja de toledo, socio de mérito y literato de la real sociedad Bascongada y miembro correspondiente de la de anticuarios de Edimburgo, entre otras sociedades de naturaleza ilustrada. igual que otros irlandeses ejerció de traductor, aunando esta labor con su afición coleccionista25.  2.  árEa CariBE arturo o’neill siguió el itinerario de servicios a la corona española, común a muchos irlandeses, en Europa, el Mediterráneo y américa. tras décadas de servicio en Portugal, argel, Buenos aires y su participación distinguida en la toma de la isla de santa Catalina (Brasil), obtuvo el grado de teniente coronel. ya coronel destacó por su valor en el sitio y rendición de Pensacola, en el contexto de la ayuda española a los colonos americanos frente a inglaterra, y por ello quedó como comandante en jefe de la plaza. Durante su 20 navarro GarCía, luis, Don José de Gálvez y la Comandancia General de las Provincias internas del Norte de Nueva España, sevilla, EEha, 1964, p. 275; raMírEZ MEZa, Benito, “la Comandancia General de las Provincias internas”, en Clío, 2 (1991), pp. 41-46.  21 MorFi, Juan agustín, Provincias internas, México, unaM, 2003, pp. 4-5. Del mismo autor, Relación geográfica e histórica de la provincia de Texas o Nuevas Filipinas: 1673-1779, México, Dirección de Publicaciones del Consejo nacional para la Cultura y las artes, 2010; de su etapa anterior Diálogos económicos en la España ilustrada, Buenos aires, Facultad de Filosofía y letras, 2003.  22 BErnaBÉu alBErt, salvador, “Pedro alonso de o’Crouley y o’Donnell (1740-1817)”, en PÉrEZ tostaDo y GarCía hErnán, irlanda y el Atlántico ibérico, pp. 225-241.  23 Biblioteca nacional de España, Mss. 4532, idea compendiosa del reino de Nueva España. 24 hilloCK, laura, “la frontera que nos une: proyecto para educar al bárbaro, México, 1807”, en BROCAR, 30 (2006), p. 67. véase Martín MuñoZ, Juan Pablo, “El indio norteamericano en el discurso español durante los conflictos del siglo xviii”, en GonZálEZ CruZ, Propaganda y mentalidad bélica, pp. 121-162. 25 tradujo al castellano con unas breves notas y correcciones la obra de Joseph addison, Diálogos sobre la utilidad de las medallas antiguas, principalmente por la conexión que tienen con los poetas griegos y latinos, Madrid, Plácido Barco lópez, 1795. 

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gobierno se proyectó un plan de fortificaciones y el establecimiento de una población española de canarios en lugar cercano a la frustrada villa inglesa de Campbell, con la colaboración del ingeniero Joaquín de Peramás26. En 1788 solicitó el gobierno de santo Domingo27. En 1789, el capitán general de la luisiana remitió la instancia del irlandés en solicitud del gobierno de yucatán, Puerto rico o Caracas; se le concedió el grado de brigadier. En 1792, tras 12 años interino en el mando de la plaza “sin haberlo yo pretendido”, solicitó sin éxito el relevo a Bernardo de Gálvez. Pasó la documentación al inspector  general  de  infantería  Félix  o’neill,  junto  a  recomendaciones  de  los  generales  e intendentes bajo cuyas órdenes había servido; además, como hombre de frontera recordaba “lo grato que he logrado mantener hasta el día a las muchas tribus de indios apasionados a nuestro gobierno y dispuestos a pelear y sacrificarse por la España”. Finalmente, tras más de 40 años desde los regimientos de infantería irlanda e hibernia en calidad de cadete, se le concedió el gobierno de yucatán, siendo elegido entre varios candidatos de no poco mérito y numerosas recomendaciones; sin embargo, se le denegó el grado de mariscal de campo que había solicitado28. En 1795 se efectuaron reconocimientos en la costa oriental de yucatán29, en 1797-1799 el capitán general o’neill proyectó expediciones contra los establecimientos ingleses del Wallace (Belice), buscando su desalojo y acabar así con su ventaja en el comercio del corte de palo de tinte y maderas30. la expulsión de los ingleses era imperativo militar y de aprovechamiento de los recursos.  además de la movilidad geográfica y afán por el ascenso, destacan las gestiones de Félix o’neill, no será la única ocasión que interceda por irlandeses31. la península yucateca se presentaba como una zona de alta densidad indígena en la que el pacto colonial, que había permitido espacios de autonomía, sufrió transformaciones y el deterioro por el avance agropecuario32; igualmente se trataba de una frontera imperial entre españoles e ingleses. Defensa del territorio e indígenas, ambas premiadas en la actuación de los irlandeses, caso de higgins.  o’neill  tuvo  veleidades  galantes  que  lo  enfrentaron  al  obispo  de yucatán.  Dejó  de asistir a la función en honor a la reina celebrada el 25 de agosto de 1794, cuando partió prematura y públicamente a caballo en dirección a la hacienda de doña Josefa Maldona26 aGs, sG, leg. 7236, exp. 15. “Expediente sobre las Fortificaciones de Panzacola pasados a informe de la Junta de Generales en 21 de agosto de 1796 (año de 1787, hasta 6 de mayo de 1789)”. 27 aGs, sG, leg. 7307, exp. 65. 28 aGs, sG, leg. 7218, exp.6. “Expediente en que consta habérsele conferido a don arturo oneille el Gobierno, Capitanía General e intendencia de la Provincia de yucatán, vacante por fallecimiento de don lucas de Gálvez, pero no el grado de Mariscal de Campo (Palacio 13 de Diciembre de 1792)” y leg. 7218, exp. 9. índice de correspondencia del capitán general de yucatán arturo o’neill desde 1793 hasta 1800.  29 aGs, sG, leg. 6950, exp. 33. “últimas ocurrencias de los establecimientos ingleses en la costa oriental de la Provincia de yucatán, en 9 Diciembre de 95”.  30 aGs, sG, leg. 7246, exp. 13. “Expediente sobre la expedición proyectada por el Capitán General de yucatán don arturo o-neill contra los establecimientos ingleses del Walis, y noticias comunicadas por el virrey de n. E. del resultado de dicha expedición” (Desde 1797 a 4 de Mayo de 1799). la expedición organizada y dirigida por el irlandés en 1798 fue un fracaso. Por el tratado de amiens (1802) España tuvo que ratificar el derecho de la explotación de los recursos forestales y marinos a los ingleses. véase ContrEras sánChEZ, alicia del Carmen, “El Palo de tinte, motivo de un conflicto entre dos naciones, 1670-1802”, en Historia Mexicana, vol. 37, 1 (1987), p. 72.  31 En los sucesivos “Estados Militares de España” se observa que los inspectores generales de infantería eran irlandeses: tenientes generales alejandro o’reilly y Félix o’neill. véase rECio MoralEs, Óscar, ireland and the Spanish Empire, 1600-1825, Dublín, Four Courts Press, 2010. 32 BraCaMontE y sosa, Pedro, “El sustrato mesoamericano en la sublevación maya de 1761 en yucatán”, en valvErDE valDÉs, Mª del Carmen (coord.), La resistencia en el mundo maya, México, unaM, 2007, p. 125.

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do, dama casada “de honradez sí, pero joven y muy bien parecida, apuesto a que no lo hubiera hecho de ser fea y vieja”, se quejaba el prelado en correspondencia epistolar sobre la conducta del gobernador al duque de la alcudia quien remitió la representación a la reina. Por encima de la falta de respeto a tal solemnidad y el rechazo a la invitación del obispo por un compromiso anterior, la raíz del episodio hay que buscarla, como apuntaba el implicado, en diversas discrepancias. su protección al teniente de gobernador y auditor de guerra en su vida licenciosa con la viuda del conde de Miraflores, en opinión del eclesiástico que además se quejaba del tratamiento indebido y de no dejar en libertad a su sobrino encarcelado33. un roce de dignidades no carente de una lectura política en cuanto enfrentamiento entre el más alto representante de la iglesia y el gobernador reformista. En relación con la proyección del ámbito privado a la actuación pública cabe recordar que fruto de los amoríos de ambrosio higgins con la criolla isabel riquelme nació Bernardo o’higgins, cuyo proceder a favor de la independencia pesó en la caída de su padre el virrey. todo  ello  le  llevó  a  solicitar  el  gobierno  de  la  habana,  remitiendo  un  Memorial acompañado de hoja de servicios “suplicandole se digne interponer su poderoso influxo”. resaltaba sus gestiones con las naciones indias y la contención de la naciente república americana. su estancia en yucatán no había resultado satisfactoria debido a sus investigaciones del homicidio de su antecesor en el gobierno, en el que se había visto involucrado el sobrino del difunto obispo: vine a sufrir los mayores disgustos, de los enojos de este Prelado. los sentimientos de la sangre, y un carácter fuerte, acostumbrado a no hallar contradiccion en la voluntad, me hicieron una guerra mas dura que la de Campaña, pues alli decide la Espada, y aquí criminalizada la pluma, con el auxilio de su poder, atropellaba el honor en acusaciones, hasta los delicados oidos del rEy mismo. al fin descansan sus cenizas, y el juicio de sus procedimientos en decretos de eternidad [...] y tengo esperanza de que oirá [el rey] con agrado, no solo el alegato de los largos años americanos, sino los de los servicios Guerreros, apoyados a mas de mi persona en las de toda mi Casa desde el señor D. Felipe segundo34.

los enemigos del irlandés lograron al fin su relevo, a instancia de las quejas presentadas por el regidor perpetuo de Mérida, Miguel Bolio. Cabe recordar que el cabildo, entre ellos Bolio, había acordado el 18 de octubre de 1791 apoyar otra candidatura al gobierno  de  la  provincia35.  las  acusaciones  de  “poder  abusivo  de  los  gobernadores, principalmente  Don arturo  oneill,  quien  está  dando  en  esta  remota  región,  passo  a  su vengativa pacion, rigiendole las leyes de su capricho”36, permiten entrever, por encima de situaciones concretas, el rechazo de los poderes tradicionales enquistados –élite crio33 aGi, Estado (E), 41, n. 17. El obispo de yucatán al duque de la alcudia, Mérida de yucatán, 18 de junio de 1795. adjunta representación a la carta recordando que: “En la repesentacion adjunta se interesa el honor, y explendor de la reyna mi amada señora”, elevando así el cariz de las acusaciones de un hecho local a la dignidad real ofendida. 34 aGs, sG, leg. 7211, exp. 33: arturo o’neill a Miguel José de azanza, Mérida de yucatán, 15 de mayo de 1796 y leg. 7211, exp. 24: arturo o’neill al conde del Campo de alange, Mérida de yucatán, 22 de noviembre de 1795 (comunica el fallecimiento del obispo). 35 aGs, sG, leg. 7218, exp. 6. El coronel era teniente del rey de la provincia de yucatán y plaza de Campeche, y como tal gobernador, capitán general e intendente interino de la misma. recordaba el 8 de diciembre de 1792 en virtud de poder en Madrid que la representación del cabildo “realza y singulariza el merito y prendas que le hacen digo de qualquier gracia”.  36 aGs, sG, leg. 7213, exp. 20. Miguel de Bolio al rey, Mérida de yucatán, 3 de septiembre de 1799. 

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lla e iglesia local– a los nuevos agentes del rey, ligados por lazos de fidelidad al proyecto reformador encarnado por la corona. Junto al cabildo, el obispo había sido colaborador necesario en el cese por sus contactos cortesanos, baste recordar la carta que remitió a José de Gálvez, elogiando al difunto virrey de nueva España conde de Gálvez37. El irlandés, en premio por sus servicios, había llegado a ser nombrado en 1796 segundo interino del virreinato neogranadino en caso de ausencia o fallecimiento del virrey titular, el tercer interino era Juan Butler38.  El mariscal de campo Butler, gobernador electo de veracruz39, solicitó destino en américa debido a los muchos viajes que había realizado por España con su regimiento y familia y los gastos subsiguientes, así como del mantenimiento de dos casas y la pérdida por la guerra de la Convención y sucesos revolucionarios de la renta vitalicia de que gozaba su mujer. Específicamente y en atención al cuidado de sus dos hijos y de un sobrino huérfano que servía de cadete en el ejército, y al estado de salud de su esposa que deseaba acompañarle, solicitó el gobierno de Caracas próximo a vacar, previo al de Canarias, por su clima benigno  y  proximidad40.  El  rey  le  confirió  la  capitanía  general  de  Caracas  a  finales  de 179641. a principios del siguiente se desestimó su pretensión de reunir la intendencia y capitanía general y conferir a Juan de nava noroña su secretaría42. a principios de 1798 se concedió a su hijo tomás Butler, a la sazón 2º teniente del regimiento inmemorial del rey, licencia para acompañarle y su agregación al batallón de infantería de Caracas43. Finalmente, en abril de 1798 quedó relevado y en octubre del mismo año exonerado del empleo, que pasó a Manuel de Guevara44. Continuó su carrera en España45. a Juan María Butler se le encomendó el socorro de la plaza de Bayajá (norte de la Española), amenazada por las revueltas de los negros de la isla y por el contagio epidémico de su guarnición. al mando de las fragatas Santa Rosa y Perpetua debía ponerse a las órdenes del capitán general46.  El teniente del regimiento de infantería de Guadalajara Gabriel o’ryan, alegando tener descuidada la hacienda heredada por su mujer, solicitó en 1791 agregación a uno de 37 ahn, Diversos Colecciones, 29, n. 32. luis Piña y Mazo al marqués de sonora, Campeche, 23 de marzo de 1787.  38 aGs, sG, leg. 7325, exp. 13. 39 aGs, sG, leg. 7000, exp. 5. El virrey de nueva España, marqués de Branciforte, acusa recibo del nombramiento a Miguel José de azanza, México, 26 de agosto de 1796. ahn, Caballeros de santiago, exp. 1319. Pruebas para la concesión del título (1796): Juan de Butler Clarke, mariscal de campo, caballero de santiago, natural de sevilla que ha residido en indias, hijo de thomas Clarke –natural de Carrick en irlanda– y María Clarke –natural de Dublín–. Guillermo hawkins, Escudero rey de armas de irlanda, árbol genealógico 1733: (“Walter”, hoy Butler).  40 aGs, sG, leg. 7195, exp.33. Juan Butler al rey, aranjuez, 4 de junio de 1796.  41 ibidem, oficio notificando a Pedro Carbonell el relevo del gobierno de Caracas y nombrando a Juan Butler, actual gobernador de veracruz, san lorenzo, 11 de octubre de 1796: aGs, sG, leg. 7195, exp. 34. testimonio del nombramiento.  42 aGs, sG, leg. 7195, exp. 35. 43 aGs, sG, leg. 7193, exp. 9. El hijo estaba estudiando Matemáticas en la real academia de Cádiz, en beneficio de su carrera militar, al cuidado de su amigo el conde de quinta alegre, tras su fallecimiento no se atrevía a dejar solo a un joven inexperto. El salto del comercio al ejército fue fundamental en plazas portuarias como Cádiz, junto a las alianzas en la conformación de familias militares como los o’Farrill en Cuba. 44 aGs, sG, leg. 7254, exp. 8 y leg. 7195, exp. 36. 45 anDúJar Castillo, Francisco, “Familias irlandesas en el Ejército y en la Corte borbónica”, en GarCía hErnán y rECio MoralEs, Extranjeros en el Ejército, pp. 280-281. 46 aGs, sG, leg. 7161, exp. 35. Juan María Butler a José antonio de urízar, a bordo de la fragata Santa Rosa, a 16 de julio de 1794.

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los veteranos de la habana; se resolvió que buscara permuta47. al año siguiente se le concedió agregación al fijo de Cuba. veinte años de servicio desde cadete, participó en la expedición a argel (1775) en una compañía de granaderos, en el bloqueo de Gibraltar, en la toma de las islas Bahamas y plaza de Providencia a los ingleses, así como en la persecución de contrabandistas, “portadose en todo con honor y constancia, y muy a satisfaccion de sus Gefes”, matizando su “vizarría en las acciones de guerra”. su dilatada trayectoria le animó a solicitar plaza de cadete para su hijo de ocho años Gabriel o’ryan y ayala. Junto a los méritos propios esgrimía que era la cuarta generación al servicio real, es decir, familia militar de lealtad comprobada: “que su padre fue ayudante mayor del regimiento de irlanda y que igualmente sus abuelos sirvieron a v. M. en la gloriosa carrera de las armas”. igualmente contó con el apoyo y recomendaciones del inspector general Félix o’neill, que actuaba como vértice de una derrama de favores y lealtades consagradas por el paisanaje. Debemos valorar también el entronque familiar vía matrimonio como mecanismo de inclusión en la sociedad receptora. solicitó pasaporte de embarque para su mujer y dos hijos menores o que se le librase un año de sus pagas para traslado a su destino, se resolvió favorablemente para su persona48. El irlandés Colvill Cairns nos recuerda que hablamos de una red transversal formada por militares, gobernantes, religiosos y también aventureros de frontera de variada casuística. tras la evacuación de los colonos ingleses de la costa de los Mosquitos, pasó a España ofreciéndose a las autoridades para ir empleado a la misma. obtuvo la protección de personajes de primera línea en la Corte como el conde de Floridablanca, quien aprobó sus ideas y las transmitió al marqués de sonora. En sus memoriales expresaba su deseo de permanecer en la zona sirviendo al rey en la conciliación de “los animos de los indios al gobierno español de quien no tienen la mas favorable idea”. se le pidieron descripciones del país a lo que respondió con la elaboración de informes sobre la región y las naciones indias en base a 20 años de experiencia. ofreció aquello que los españoles necesitaban: conocimiento de la Mosquitia y ascendencia sobre los indios. su “Plan para el mejor establecimiento del nuevo gobierno español en la costa de Mosquitos, sobre una base sólida y permanente con los indios” establecía 5 puntos: puertos fortificados; cortar comunicaciones  con  Jamaica  y  el  contrabando;  no  permitir  la  permanencia  de  ingleses;  dar  la superintendencia de Mosquitos a persona de peso e influencia entre los naturales (pensaba en sí mismo); y distribuir hombres de confianza entre los indígenas que los instruyeran cristiana y civilmente como buenos vasallos. Elaboró un listado de géneros para agasajos de los indios, practica muy extendida en las fronteras, entre los que incluía lienzo de irlanda fino y basto; y un informe sobre posibles cultivos de plantación: aguacate, azúcar, cacao, café, arroz y algodón junto a maderas nobles como cedro y caoba. De nuevo pensando en sus intereses recomendaba ayudar “a sujetos que tengan algunos fondos para que hagan plantaciones (...) podrá ser una de las más útiles colonias” por su abundancia de tortugas, caza y cría de ganado vacuno, mular y caballar. la información circuló del marqués del Campo a Floridablanca y a antonio valdés. la comisión puso el acento en lo concerniente a los indios.  según comunicaba el marqués del Campo al conde de Floridablanca desde londres el 8 de septiembre de 1787, Cairns había bajado el támesis a bordo del navío inglés El 47

aGs, sG, leg. 6846, exp. 25. 11 de agosto de 1791. aGs, sG, leg. 6847, exp. 50. “Expediente en que a Don Gabriel orian teniente del regimiento de Guadalajara se le concedió agregación al Fijo de Cuba; plaza de Cadete concedida a un hijo de orian sin goce de antigüedad; pasaporte de embarco” (aranjuez, 15 de marzo de 1792). 48

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Adriático el 30 de julio, embarcados parte de los regalos, de los que adjuntaba factura detallada; para la segunda remesa los artículos españoles de mejor calidad como pañuelos de seda, cintas y fusiles se depositarían en la Coruña y serían embarcados en los navíos españoles procedentes de londres con el resto de la carga con destino a la costa de los Mosquitos. le acompañaban tres subalternos: Dugan y Prendergast, hombres experimentados y relacionados con el clero católico; y richmond, joven con experiencia en la habana y las Bahamas, elegido en calidad de intérprete por sus someros conocimientos del español. El marqués sugería que se procediera con “todas las muestras de la mayor confianza, pero sin dejar de observar sus verdaderos manejos”49. a nivel local su conducta despertó sospechas por sus “dobles tratos (...) salio de aquí poco menos que fugitivo de los indios”. El coronel Juan nepomuceno de quesada desconfiaba de los informes: “yo comprendo que el dicho yrlandes aconseja bien en lo general, pero arrima el ascua a su sardina”, que no era otra que permanecer tras el cambio de soberanía y controlar el comercio de género europeo con los indios. Por su parte, el presidente de Guatemala José Estachería daba cuenta a antonio valdés de la llegada del comisionado con géneros ingleses para los indios, advirtiendo sobre “su carácter, y la verdad  o  falsedad  de  sus  exposiciones”.  El  comandante  del  establecimiento  de  río tinto, Gabriel de hervás, ahondaba en los recelos en comunicación a quesada, en especial acerca de los abundantes regalos. sal, tabaco, aguardiente, vino o azúcar que traído de la habana hubiera supuesto un ahorro. Estachería transmitió a valdés la opinión del comandante: “es tan sospechoso dicho extranjero a los intereses de nuestra nacion y tan aborrecido por  los  indios  mosquitos”,  destapando  su  falsa  pertenencia  al  Consejo  de  su  Majestad Británica en la costa de los Mosquitos y los numerosos engaños de sus proyectos así como su mala imagen entre ingleses e indios. además, en el relato de su biografía recordaba que vivió en Jamaica regentando una posada y taberna, pronto a quebrar huyó con una mujer casada a la isla Gran Caimán y de allí a la costa, donde se aprovechó de una viuda hasta arruinarla. Entre problemas con la ley de diversa índole tuvo tiempo para participar en expediciones inglesas contra los españoles, hasta que en 1785 el gobernador lo expulsó por su inapropiado proceder con los indios, marchándose e iniciando las gestiones de su ofrecimiento. la triangulación de información entre quesada, hervás y Estachería lo desenmascaró50.  Finalmente, Estachería comunicó el 31 de marzo de 1788 a valdés su fallecimiento, con gota y trabajadísimo de salud, el 19 de febrero anterior en el establecimiento de río tinto. a  su  muerte,  entre  sus  papeles  descubrieron  una  contrata  que  lo  comprometía  a conseguir licencia a Miller y Bonamy para establecer almacenes y surtir a los indios de mercaderías de puertos ingleses con grandes ganancias. las sospechas sobre su conducta y verdaderas intenciones eran acertadas51. había controlado el comercio de tortugas en Bocas del toro, negociando por la costa caribeña. En 1775 había conseguido una concesión por parte de los mosquitos, del rey George i y el gobernador Colvil Briton, bautizado como Carlos antonio de Castilla52. 49

aGs, sG, leg. 6945, exp. 9 (1787) y leg. 6946, exp. 4 (1787).  aGs, sG, leg. 6947, exp. 2 (1788). 51 aGs, sG, leg. 6948, exp. 14 (1789). 52 Marín araya, Giselle, “la población de Bocas del toro y la comarca ngöbe-Buglé hasta inicios del siglo xix”, en Anuario de Estudios Centroamericanos, 30, 1-2 (2004), p. 136. véanse aMorEs CarrEDano, Juan Bosco, “la Capitanía General de la habana y el desalojo de la Costa de los Mosquitos (1786-88)”, en Aportaciones militares a la cultura, arte y ciencia en el siglo xviii hispanoamericano, sevilla, “Cátedra General Cas50

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otro caso similar de esta tipología propiamente fronteriza fue el irlandés Juan Marcos limerick, a quien el presidente de Guatemala José Domás y valle, contando con la aprobación del protomédico José Flores, concedió licencia de médico por carecer la provincia de ellos. Ejerció con “bastantes conocimientos y muy acreditado”. Buscado como prófugo y pendiente de varios cargos, se le acusaba de infidelidad por inglés “que aparenta ser medico”, en su defensa se declaraba irlandés y católico, denunciando las acusaciones como calumniosas53. Este cuestionamiento de su nacionalidad encubría la intención de levantar sospechas acerca de su origen54, en un siglo marcado por el enfrentamiento latente  o  directo  con  los  ingleses  y  en  una  región  fronteriza  abierta  a  la  ambigüedad  y  al engaño.  El rey, en comunicación al virrey de santa Fe, confirió en 1791 al teniente de milicias thomas o’neill la tenencia de la sexta compañía del primer batallón del regimiento de infantería de Cartagena de indias, llevaba aparejada la rebaja de la asignación que disfrutaba por sus funciones de intérprete de lengua inglesa55. Con anterioridad y a petición del interesado se le había incrementado la cantidad ahora ajustada56. ya capitán y gobernador de las islas de san andrés, en cuyo nombramiento pudo tener que ver la presencia de colonos ingleses en la región a los que conocía bien57, se le concedió el 17 de abril de 1800 licencia de matrimonio, comunicada vía presidente de Guatemala, con María Manuela alfaro de Monterroso58, de nuevo el matrimonio como mecanismo inclusivo que afianzaba su papel como agente de mediación. 3.  FaChaDa atlántiCa suDaMEriCana Caso extraordinario resulta el de tomás o’Gorman, nacido en irlanda y por motivos religiosos establecido en Francia, donde sirvió al rey con el grado de capitán de la brigada irlandesa hasta la ejecución del monarca, cuando pasó a isla Mauricio contrayendo matrimonio con la hija de un hacendado acaudalado y antiguo consejero en las cortes soberanas  de  Pondicherry  (india)  e  isla  Borbón  (isla  de  la  reunión)  llamado  Perichon  de vandeuil59. Cuando su periplo pudo parecer concluso había tenido que emprender una se-

taños” Capitanía General de la región Militar sur, 1993, pp. 241-247; santana PÉrEZ, Juan Manuel y sánChEZ suárEZ, José antonio, “repoblación de Costa de Mosquitos en el último cuarto del siglo  xviii”, en Revista de indias, vol. 67, 241 (2007), pp. 695-712. 53 aGi, Estado, 50, n. 24. El presidente de Guatemala al Príncipe de la Paz, Guatemala 29 de abril de 1798. acompaña “testimonio de las diligencias practicadas en la ciudad de s. Miguel para la prisión y remisión de Juan Marcos imeric”. 54 rECio MoralEs, Óscar, “incauta nación, de un irlandés te has fiado: nobleza, nación e identidades del grupo militar irlandés en el ejército de los Borbones. El caso o’reilly”, en JiMÉnEZ EstrElla, antonio y anDúJar Castillo, Francisco (eds.), Los nervios de la guerra. Estudios sociales sobre el ejército de la monarquía hispánica (siglos xvi-xviii): nuevas perspectivas, Granada, Comares, 2007, pp. 299-300. Del mismo autor, “El lastre del apellido irlandés en la España del siglo xviii”, en salinEro, Gregorio y tEstÓn núñEZ, isabel (coords.), Un juego de engaños. Movilidad, nombres y apellidos en los siglos xv al xviii, Madrid, Casa de velázquez, 2010, pp. 103-120. 55 aGs, sG, leg. 7055, exp. 25.  56 aGs, sG, leg. 7054, exp. 106.  57 aGs, sG, leg. 6950, exp. 4. 58 aGs, sG, leg. 6937, exp. 57 y leg. 7232, exp. 66. 59 ana Perichon, apodada “la Perichona” por analogía con “la Perricholi” del virrey amat, de vida agitada: se dice que fue amante del virrey liniers, espía y protectora de contrabandistas. su padre, caballero emplea-

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gunda huida tras la revolución. Enterado “del favor y protección que los reyes de España han concedido siempre a los irlandeses” pasó a los dominios españoles y solicitó carta de naturaleza a Godoy para él y su familia, tierras en Paraguay para levantar a su costa plantaciones de azúcar y añil –contaba con conocimientos y maquinaria–, y el permiso para introducir 600 negros de la costa africana traídos en un navío propio. ofreció traer de irlanda labradores y artífices para salazones de carnes, manufacturas de quesos y manteca de vaca, curtidores, hiladores, tejedores y tintoreros de la costa de Coromandel. se le concedió en atención a su calidad, medios y conocimientos. Pero su proyectada colonia irlandesa quedó frustrada, pues la pretensión de llevar artesanos no coincidía con la visión oficial  de  una américa  agrícola  y  minera;  podía  llevar  más  negros  e  irlandeses  una  vez ajustada la paz con inglaterra. sus contactos cubrían el circuito atlántico, de la mano de su primo el protomédico Miguel o’Gorman pasó a Buenos aires60.  la diáspora iba ampliando su marco geográfico gracias a la movilidad que le permitía el vasto mundo hispánico. El virrey de Buenos aires comunicaba al ministro de Estado la llegada desde isla Mauricio a Montevideo en la fragata francesa bajo pabellón americano María Eugenia del francés Esteban Perichon de vandeuil y su familia junto a su yerno tomás o’Gorman para avecindarse. Perichon alegaba para su venida los males que padecía y “los deseos que tenia de criar a sus hijos en la religion Catholica que siempre ha profesado”, implorando la protección del rey61. la inserción del irlandés doblemente exiliado permitió a los españoles buscar nuevas fuentes de saneamiento del real erario en circunstancia  bélica. así,  el  ministro  contador  del  ejército  y  hacienda  de  Buenos aires propuso al ministro comisionarlo para el comercio en buques neutrales de géneros lícitos de Filadelfia con destino a los puertos del Mar del sur y con las ganancias de su venta exportar productos de retorno como cacao, cobre o estaño a los puertos de España, Filadelfia o hamburgo62.  no se desligó de su profesión militar y presentó un plan defensivo de Buenos aires, escrito en francés, que pasado por antonio samper lo comunicó por oficio a Pedro Cevallos; Godoy lo examinó y desechó. El irlandés solicitó desde londres en 1804 a samper pasaporte para que un dependiente suyo, santiago Burke, pasara de sobrecargo en la fragata española La Ana con destino a vigo y de allí a Buenos aires63. no contento con tener como marco de sus actuaciones el atlántico se desenvolvió por los puertos del Pacífico. En la fragata portuguesa Bons irmaos arribó al puerto chileno de valparaíso, merced al permiso concedido (real orden 24 noviembre de 1806), rumbo al Callao. En ambos puertos gobernador y virrey debían auxiliarle64.

do en la Compañía francesa de las indias orientales, y su madre Magdalena abeille. nació c.1775 en la isla de Borbón, contrajo matrimonio con el irlandés en la misma isla el 12 de febrero de 1792. Falleció en Buenos aires en 1847.  60 aGi, E, 78, n. 5. Memorial de tomás o’Gorman al Príncipe de la Paz y oficio de Miguel Cayetano soler a Mariano luis urquijo informando que no ve inconveniente en que se acceda a lo que solicita, Palacio, 2 de julio de 1799.  61 aGi, E, 80, n. 58. antonio olaguer Feliú a Francisco de saavedra, Buenos aires, 29 de diciembre de 1798. 62 aGi, E, 79, n. 19. antonio Carrasco a Mariano luis de urquijo, Buenos aires, 12 de septiembre de 1800.  63 aGi, E, 79, n. 100. 64 aGi, lima, 736, n. 72. El virrey José Fernando de abascal a Miguel azanza ministro de hacienda, lima 16 de abril de 1808 y n. 73. El virrey queda enterado de la orden muy reservada sobre el permiso al irlandés (lima, 23 de abril de 1808). aGi, lima, 738, n. 37. El virrey abascal comunica a Francisco saavedra nota de la carga que se conduce desde El Callao a Cádiz perteneciente al permiso de o’Gorman, lima, 22 de abril de 1809. 

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En  el  expediente  sobre  testimonio  de  linaje  presentado  por  Bernardino  Cecilio  de abezada, descendiente de Guillermo o’higgins, hermano legítimo del virrey ambrosio o’higgins, el que había sido capitán de milicias en asunción José Coene certificaba que había conocido a su abuelo materno Guillermo, natural de irlanda y capitán del batallón de infantería de la misma ciudad. igualmente por el que fuera gobernador de la provincia Carlos Morfi y “paisano del expresado Guillermo”, supo que su origen era de familias irlandesas distinguidas. también el irlandés avecindado en Buenos aires Patricio lynch y Gerardo hierne, comerciante de la misma nación, aseguraron que era hermano del presidente de Chile y virrey del Perú. Guillermo había llegado mandado por sus padres desde irlanda a Cádiz para ordenarse, finalmente pasó a indias. su hermano el virrey había solicitado su paradero para restituirlo a su carrera, pero al hallarlo ya casado desistió65. El episodio nos desvela lo elaborado del entramado irlandés, aunando testimonios de militares, gobernantes y comerciantes. Cómo la nación acude a los requerimientos de un paisano que reclamaba no solo el buen nacimiento en la isla sino también el más que afortunado entronque con el virrey de lima. 4.  FaChaDa DEl PaCíFiCo suDaMEriCano antonio o’Brien nació en sevilla, hijo del irlandés Daniel o’Brien, con casa de comercio. Desde 1747 sirvió en áfrica, italia y España. su carrera militar, de nuevo el salto del comercio al ejército, se inició con su incorporación como cadete en el regimiento irlanda donde alcanzó el grado de teniente capitán, entre el reconocimiento de sus oficiales66. según el propio irlandés, “a imitación de su noble parentela”, sirvió 14 años en el regimiento ultonia como cadete, subteniente sencillo, subteniente de granaderos y teniente67. tras la muerte de sus padres obtuvo licencia para pasar a indias a comerciar68, su fracaso en nueva España lo llevó en 1762 al Perú. su llegada a lima coincidió con la guerra  contra  inglaterra,  por  lo  que  retomó  la  vida  militar  en  funciones  de  instrucción  y disciplina, obteniendo del virrey amat el nombramiento de ayudante general, según figura en el orden de batalla de las maniobras realizadas entre lima y El Callao en 176369. Gracias a sus conocimientos de ingeniería el virrey le encargó levantar mapas y planos del Callao, a su influjo se debe que el tribunal del Consulado le encomendará el proyecto de un muelle en el mismo puerto.  Pero sus principales desempeños y aportes vendrían de sus desvelos por las minas de huantajaya, en tarapacá, próximas al puerto de iquique y de sus proyectos de riego del desierto, en coincidencia con las ideas de tomás shee y ambrosio o’higgins. resultaba

65 archivo nacional de asunción, Paraguay, sección historia, vol. 439, nº. 3: testimonio de José Coenes, asunción, 29 de noviembre de 1805 [Expediente testimonio de linaje de Bernardino Cecilio de abezada]. 66 aGi, Charcas, 490: informe al Consejo del sr. Marqués de alventar sobre antecedentes de don antonio o’Brien. véanse hiDalGo lEhuEDÉ, Jorge, “la obra cartográfica y literaria del primer corregidor de tarapacá antonio o’Brien”, en ibidem, Historia andina en Chile, santiago de Chile, Editorial universitaria, 2004, pp. 339-343; navarro aBrinEs, Mª Carmen, “los ingenieros militares del virrey amat: un apunte biográfico”, en PEsEt, José luis (coord.), Ciencia, vida y espacio en iberoamérica, vol. ii, Madrid, CsiC, 1989, págs. 69-72. 67 aGi, lima, 881. antonio o’Brien al rey, lima, 24 de febrero de 1774. 68 aGi, Contratación, 5504. licencia, 23 de noviembre de 1760. 69 Biblioteca de Catalunya (BC), Mss. 400, 34: “orden de Batalla del Exercito de s.M. dispuesto para el Campo de la legua, entre el puerto del Callao y la Ciudad de los reyes, capital del Perú. año de 1763”. 

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necesario conocer las causas de su escaso rendimiento y aumentar su productividad, para ello amat destinó a o’Brien como inspector en 176470. Dibujó un plano del partido de tarapacá, centrado en el puerto y la mina, y elaboró un informe en el que analizaba la baja producción de mineral de plata, sin duda, su independencia respecto a los poderes locales y su cualificación lo distanciaba de informaciones precedentes. Para profundizar se desplazó a huantajaya con el nombramiento de alcalde mayor de minas y registro. De visitador pasó a gobernador, elaborando planos, mapas, informes y proyectos en relación con la minería, pesca, agricultura, comunicaciones y abastecimientos71. Entre las causas que impedían su despegue estaba el aislamiento, bajo cuyo amparo los mineros evitaban pagar el quinto lo que repercutía directamente en la real hacienda. a los ojos del ilustrado la red de comunicaciones era básica, favoreciendo el abastecimiento de azogue (mercurio). al separarse tarapacá de la jurisdicción y corregimiento de arica, se convirtió en su gobernador interino (29 de enero 1764)72.  Ganó enemigos de la élite local como el administrador de las minas, en pésimo estado y productividad, Bartolomé de loaísa73. Pero su mayor motivo de preocupación era José Basilio de la Fuente, minero principal emparentado con varios ministros, al que se enfrentó. Fue separado por presiones de la oligarquía opuesta a sus reformas, tras perder la protección de su antiguo valedor el virrey quien incluso le negó audiencia para su defensa, envuelto en el juego de alianzas locales y metropolitanas. En busca de justicia acudió a la Corte74. se instó a amat a justificar su medida con hombre de mérito reconocido. Entre los argumentos del virrey merece especial atención las quejas que había recibido respecto al comportamiento del irlandés con el magnate local y diversas denuncias secretas sobre su conducta, también arguyó dos causas técnicas: el viaje a lima sin su permiso y la finalización de los dos años correspondientes a las provisiones interinas75. no debieron convencer del todo las justificaciones del catalán, pues a su sucesor Guirior se le encomendó la revisión del caso. De ser inocente debía ser restituido en el gobierno de huantajaya u otro similar76.  los textos de o’Brien abordan el comercio y los puertos, minerales y recursos, pueblos y costumbres. la escasez de agua en la costa podría ser suplida por dos lagunas del altiplano mediante un proyecto de irrigación que incluía la construcción de represas que convertirían las tierras desérticas en zona de cultivos (“Explicación del proyecto que se propone para fertilizar el valle de iluga, [y] proveer de víveres el mineral de Guantajaya”). Conllevaba trasladar población serrana y distribuirles parcelas, quedando así asegurado el abastecimiento de huantajaya y la colonización agrícola del desierto77. además de 70

aGi, Charcas, 490. Decreto del virrey amat, lima, 7 de abril de 1768.  aGi, Charcas, 490. “noticias del puerto de yquiqui y minas de Guantajaya. lima 11 de enero de 1767”. aGi, Mapas y Planos, Perú y Chile, 43 y BC, Mss. 400, 21: “Plano de las Minas de Guantajaya, y puerto de yquiqui, situados en la costa del Perú”. 72 aGi, Charcas, 490. amat al rey, lima, 25 de agosto de 1764. 73 aGi, Charcas, 490. informe de antonio o´Brien, lima 12 de julio de 1769. 74 aGi, lima, 881. antonio o’Brien al rey, lima, 24 de febrero de 1774. 75 aGi, lima, 881. El rey al virrey del Perú, El Pardo, 18 de febrero de 1775 y respuesta de amat al rey en contestación de la real cédula. 76 aGi, lima, 881. al virrey del Perú, 1776. véase villaloBos, sergio, La economía de un desierto. Tarapacá durante la Colonia,  santiago  de  Chile,  Ediciones  nueva  universidad,  1979.  Del  mismo  autor,  La vida fronteriza en Chile, Madrid, MaPFrE, 1992, pp. 19-197.   77 aGi, Charcas, 490. “Expediente sobre el fomento de la explotación de las minas de Guantajaya”. véanse hiDalGo lEhuEDÉ, Jorge, “Civilización y fomento: la Descripción de Tarapacá de antonio o’Brien, 1765”, en Chungará. Revista de Antropología Chilena, vol. 41, 1 (2009), pp. 5-44; del mismo autor, “Proyectos colo71

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obstáculos de índole social y política, aspectos económicos y técnicos lo hacían de muy difícil consecución. El caso de tomás shee, nacido en Bilbao, nos sitúa ante otro irlandés de origen que por urgencias del real servicio en las continuas guerras contra los ingleses tuvo que reincorporarse al ejército en funciones de defensa. Fue testigo de la entrada del futuro Carlos iii en roma en noviembre de 1744, la impresión fue tanta que abandonó la carrera eclesiástica, según confesaba sin vocación, y sentó plaza de cadete en el regimiento de infantería irlanda. En 1767 llegó a capitán, tras variadas acciones de guerra en italia, Ceuta y Portugal; y en 1769 obtuvo el corregimiento de yauyos, donde sirvió siete años. tras la residencia del cargo dispuso su vuelta a España para continuar el servicio, pero declarada la guerra en lima se puso a disposición del virrey Manuel de Guirior. Fue comisionado en 1779 a Chiloé como comandante y subinspector de la tropa veterana y milicias hasta 1784. Despejada por el momento la situación, obtuvo permiso del virrey agustín de Jáuregui para abandonar el destino. Con numerosos informes favorables y recomendación del virrey acerca de su mérito, conducta y celo en el real servicio pudo solicitar algún grado78. se le animó a continuar sus servicios en España79. Finalmente obtuvo el grado de teniente coronel de infantería80. El virrey Croix había remitido a José de Gálvez, secretario de indias, la representación de shee81. un nuevo virrey en lima recomendó al hispanoirlandés, junto al capitán general de Chile higgins, para que “reciva otra nueva prueba de las bondades del soverano”82. En el caso de shee la protección de los sucesivos virreyes del Perú y de su compatriota higgins fue determinante. se le concedió el retiro de su grado en Coquimbo, como deseaba por su quebrantada salud, mientras se buscaba gobierno apropiado83. En este sentido, higgins pensó en él caso de verificarse la erección de Coquimbo como tercera intendencia chilena, cosa que no ocurrió. Pensaba que además del bien público se beneficiaría el trato con los navegantes extranjeros, tan asiduos por esas costas84. alejandro Malaspina elogió a ambos irlandeses, de shee destacó los progresos de la agricultura e irrigación y la pesca85; aspectos por los que higgins también trabajó en todos sus destinos.  niales inéditos del desierto: azapa (Cabildo de arica 1619), pampa iluga (o’Brien, 1765) y tarapacá (Mendizábal, 1807)”, en hiDalGo lEhuEDÉ, Historia andina en Chile, pp. 345-379; hiDalGo lEhuEDÉ, Jorge y Castillo Martos, Manuel, “antonio o’Brien y La Explicación de los minerales de Huantajaya, sus nombres y beneficio (1765)”, en LLull, 27 (2004), pp. 61-93; CouyouMDJian, ricardo y larrain, horacio, “El Plano de la quebrada de tarapacá, de Don antonio o’Brien. su valor geográfico y socio-antropológico”, en Norte Grande, vol. i, 3-4 (1975), pp. 329-357.  78 aGs, sG, leg. 6889, exp. 2. representación de tomás shee al rey, serena de Coquimbo, 11 de julio de 1785.  79 aGs, sG, leg. 6884, exp. 5. al virrey del Perú, aranjuez, 7 de mayo de 1787 y leg. 7092, exp. 63. 80 aGs, sG, leg. 6889, exp. 2. oficio y despacho adjunto al virrey del Perú (san lorenzo, 22 de octubre de 1788); leg. 7115, exp. 12 y leg. 6890, exp. 15. aGi, lima, 685, n. 35. El virrey del Perú caballero de Croix acusa recibo del real despacho del grado de teniente coronel, lima, 16 de abril de 1789.  81 aGi, lima, 670, n.93. Croix al marqués de sonora, lima, 20 de julio de 1786. 82 aGs, sG, leg. 6889, exp. 2. El virrey Gil al conde del Campo de alange, lima, 5 de noviembre 1792 y aGi, lima, 704, n. 84. 83 aGs, sG, leg. 6889, exp.2. oficio y despacho al Capitán General de Chile ambrosio higgins vallenar (Madrid, 5 de agosto de 1793); leg. 7121, exp. 14 y leg. 6892, exp. 16 (desde 1786). 84 aGs, sG, leg. 6885, exp. 35. ambrosio higgins al conde del Campo de alange, santiago de Chile, 12 de marzo de 1792.  85 archivo Museo naval de Madrid, Mss. 590, fol. 74v. “Examen político del país comprendido entre Chiloé y Coquimbo” y Mss. 426, fols. 144-144v. alejandro Malaspina a ambrosio higgins, Coquimbo, 27 de abril de 1790.

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El teniente coronel de 72 años solicitó el grado de coronel y el sueldo correspondiente a teniente coronel vivo o coronel retirado, en atención a sus problemas económicos, tenía ocho hijos menores86, y dilatado mérito87. se denegó su solicitud, eso sí, se comunicó a higgins que le proporcionara alguna comisión o destino en proporción a su necesidad88. El  presidente  higgins  protegía  a  irlandeses  de  reconocido  mérito,  contrastado  por años de servicios personales o familiares, caso de Juan Clarke y Juan MacKenna. tampoco olvidaba a compañeros de armas de lealtad y valor demostrados en la frontera como Miguel ryan. Conformó un grupo reducido de oficiales intermedios del ejército y la administración en torno a su persona, creando su propia red clientelar. igualmente se hizo de enemigos como el militar y cronista vicente Carvallo y el marqués de avilés, su sucesor como virrey peruano. respecto a su familia, el patronazgo que estableció con sus sobrinos al servicio del rey fue claro, no así tanto las relaciones con su hijo Bernardo, de naturaleza más complicada.  si Demetrio o’higgins fue intendente de huamanga desde 1799, el general irlandés Patricio savage había sido su corregidor (1769), y su hermano Juan lo fue de Camaná (1780), donde tuvo que hacer frente a la rebelión de túpac amaru. En 1778 el capitán catalán, de origen irlandés, perteneciente a la orden de santiago Juan o’Kelly o’reilly fue nombrado corregidor de saña, su hermano lorenzo era teniente del batallón de voluntarios de aragón89. En cuanto a Juan savage, capitán del batallón fijo del real Felipe del Callao, solicitó el grado de teniente coronel de infantería, recordando por representación sus ascensos desde cadete en el regimiento hibernia y campaña de Portugal. En 1769 pasó a indias, en 1774 el virrey amat lo comisionó a huamanga durante tres años y a continuación el virrey Guirior le encomendó labores de pacificación en la provincia de huamalíes90.  Como  corregidor  realizó  “buenos  servicios”91.  retornó  a  la  península  como capitán agregado a la plaza de Madrid92. El virrey del Perú o’higgins, mediante oficio comunicó al ministro de hacienda el pago por las Cajas reales de lima de atrasos debidos de su etapa indiana hasta que obtuvo el retiro en España93. savage elevó memoriales al rey solicitando los pagos y el grado mencionados en reconocimiento a sus servicios en un reino en el que “se ofrecen distintas ocasiones en que exercitar el exercicio de las armas por la constitución de aquellos yndios”94. Juan Clarke y springham, natural de irlanda (1742), sargento mayor del batallón de infantería fijo de Concepción95, contó con la protección de higgins. recomendó su soli-

86 Estaba casado con Josefa o’Fallon, descendiente de irlandeses nobles que de España pasaron a la guerra de Chile. 87 aGs, sG, leg. 6889, exp. 2. tomás shee al rey, serena de Chile 1 de febrero de 1797. adjunta hoja de servicios. 88 ibidem, al capitán General de Chile, Madrid, 9 de enero de 1798. 89 o’PhElan GoDoy, scarlett, “una doble inserción. los irlandeses bajo los Borbones: del puerto de Cádiz al Perú”, en o’PhElan GoDoy y salaZar-solEr, Carmen (eds.), Passeurs, mediadores culturales y agentes de la primera globalización en el Mundo Hispánico, siglos xvi-xix, lima, instituto Francés de Estudios andinosinstituto riva agüero, 2005, pp. 433-434. 90 aGi, lima, 658, n. 58. Manuel Guirior a José de Gálvez, lima, 20 de agosto de 1778.  91 aGs, sG, leg. 7092, exp. 78. El Pardo, 10 de enero de 1787.  92 aGs, sG, leg. 7093, exp. 56. sobre expediente de Juan savage desde 1778 hasta 19 de enero de 1788 (1798) y leg. 7109, exp. 13 (1798). 93 aGi, lima, 719, n. 39. ambrosio o’higgins a Miguel Cayetano soler, lima, 18 de enero de 1799. 94 ahn, Consejos, 21352, exp. 1. 95 aGs, sG, leg. 6885, exp. 15. Concesión de licencia para pasar a su destino en compañía de un criado, Cádiz, 1 de abril de 1791. Grado confirmado en Madrid el 28 de enero de 1791 (aGs, sG, leg. 7266). véanse 

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citud del grado de teniente coronel en base a sus méritos, contraídos durante 30 años de servicios en Europa, áfrica y américa. El comandante del cuerpo tuvo el mismo proceder. El irlandés matizaba que se trataba de un “oficial de conocida havilidad, conducta, integridad, y esmero”. Desde cadete había pasado por todas las clases intermedias de fusileros, granaderos y plana mayor. Entró a servir en las milicias (1763), pasó a nueva España (tres años de servicio), diez años africanos (participación en el sitio de Ceuta y guarnición en orán), persiguió el contrabando y llegó a capitán de la 8ª Compañía, 2º Batallón del regimiento de infantería vitoria (1789). Pasó a Chile con una gran experiencia, mandando su batallón por ausencia de su comandante, el coronel Pedro quijada, gobernador interino de la plaza de valdivia en sustitución por motivos de salud del brigadier Mariano de Pusterla. El grado fue concedido el 26 de enero de 179496. En 1795, por enfermedad de quijada, higgins lo nombró, una vez más como su sustituto97. Posteriormente se confirmó  su  nombramiento  interino  en  el  gobierno  de valdivia98,  sin  embargo  no  se  le concedió el grado de coronel. la carrera militar y política de higgins desde sus tiempos en la frontera chilena “fue en ascenso, comparativamente mucho más rápida y brillante que la de otros ingenieros (...) sería interesante investigar los motivos de estas sensibles diferencias”99. su pertenencia a una red de poder cuyo vértice fue el ministro ricardo Wall, pasando como herencia con parte de su clientela bajo la protección de Campomanes puede ayudar a comprender parcialmente el cursus honorum del irlandés y su triunfo americano100. la reproducción de una red reformista en indias enhebrada por la fidelidad al proyecto e integrada por peninsulares, irlandeses o no, y algún criollo ganado por el espíritu reformador contó con la habilidad de o’higgins en la intermediación cortesana. Cultivó el mérito y se favoreció de un patronazgo con vínculos metropolitanos e indianos, siempre desde la lealtad al monarca. Comenzó su carrera junto a su compatriota y amigo el ingeniero dublinés Juan Garland y White, que había empezado desde cadete en el regimiento hibernia y a la sazón había sido elegido por Wall para la fortificación de valdivia y otras plazas de frontera, en compañía del delineador higgins. les acompañaron el también irlandés tomás Dolphin y el catalán lorenzo de arrau, amistades que se prolongarán en el tiempo; el primero le acompañará en santiago como gobernador y en lima como virrey. llegaron en la fragata venus a Buenos aires y de aquí a Montevideo (1763), con mercaderías de la compañía de sus compatriotas Eduardo y Jacobo Boyle y ricardo Pedro Fleming, del comercio ga-

roa y ursúa, luis de, El Reyno de Chile, 1535-1810, valladolid, CsiC, 1945, p. 928; GuarDa, Gabriel, La sociedad de Chile austral antes de la colonización alemana, 1645-1850, santiago de Chile, Ediciones universidad Católica de Chile, 2006, pp. 517-518. 96 aGs, sG, leg. 6892, exp. 18. ambrosio higgins al conde del Campo de alange, santiago de Chile, 20 de junio de 1793. hojas de servicio en: aGs, sG, leg. 7283 (década 1790-1799) y leg. 7267 (1800-1810: 38 años de servicio, ingresó a los 20/21). 97 aGs, sG, leg. 6894, exp. 13. santiago de Chile, 16 de junio de 1795. 98 aGs, sG, leg. 6895, exp. 12. oficio al Capitán general de Chile, san lorenzo, 31 de octubre de 1796. 99 navarro aBrinEs, “los ingenieros militares”, p. 69. 100 tÉllEZ alarCia, Diego, “Política y familia en el grupo irlandés del siglo  xviii: ¿un partido irlandés en la Corte?”, en GarCía hErnán y rECio MoralEs, Extranjeros en el Ejército, pp. 253-267. Del mismo autor: “El joven Campomanes y el ministro Wall (1754-63)”, en MatEos DoraDo, Dolores (ed.), Campomanes doscientos años después, oviedo, universidad de oviedo, 2003, pp. 417-433; igualmente, D. Ricardo Wall. Aut caesar aut nullus, Madrid, Ministerio de Defensa, 2008; y Absolutismo e ilustración en la España del siglo xviii. El Despotismo ilustrado de D. Ricardo Wall, Madrid, FEhM, 2010.  

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ditano. Mientras Garland permanecía en casa del mercader de Buenos aires Pablo thomson, higgins se adelantaba. De vuelta en santiago desde la plaza de valdivia, lo recibió el médico Patricio Gedt, cuya opinión no podía ser más favorable: “Es un paisano mío y mucho me equivocaré si quedándose en el país no hace algo digno de recordarlo”101. El galeno fue uno de los primeros en apoyar la carrera de higgins: “donde consiguió por la influencia de un médico irlandés muy relacionado en santiago” contactos y servicios102. Contó igualmente en esta primera etapa con el apoyo del gobernador Guill y Gonzaga. antes de su vuelta a España en busca de más patrocinios, dejó establecida una red local en el reino de Chile. Garland reconocía este “favor y protección (...) a que debe vivir eternamente agradecido [ambrosio higgins]” del presidente chileno103. también se beneficiaría de las influencias de Fermín Francisco de Carvajal y vargas, Correo mayor de indias, que tras grandes servicios a la corona en lima, pasó a la península obteniendo en 1779 el título de duque de san Carlos104.  En la Corte gracias a Wall conoció al ministro de indias Julián de arriaga, en cuyas manos depositó informes y mediante un memorial solicitó empleo en algún corregimiento peruano105. se resolvió su vuelta a Chile, ante lo que recordó al ministro sus peticiones “en cuyo buen despacho se interesó Don ricardo Wall”106. así las cosas solicitaba pasar a las órdenes del virrey del Perú amat107. tras su vuelta a indias, “recomendado por la Corte”108,  se  encontró  sin  el  amparo  del  gobernador  chileno  ya  difunto,  dirigiéndose  a arriaga de nuevo por “los altos favores que le he merecido”109. inserto ya en la red metropolitana directamente relacionada con los asuntos de indias, emprendió su vida militar,  aumentando  su  experiencia  fronteriza.  Capitán  de  dragones  de  la  frontera  de  Chile hasta 1772 cuando inició una breve etapa limeña junto a su valedor amat, “mi más venerado favorecedor“, obteniendo el nombramiento de teniente coronel y comandante de caballería  de  la  frontera110.  nuevos  levantamientos  indígenas  fueron  los  responsables  del traslado del irlandés a la frontera de Chile, reino en el que permanecerá labrándose una brillante carrera militar y en la administración hasta ser promocionado a virrey del Perú. En ningún momento dejó de acudir a sus protectores de la red local, regional o metropolitana, y de ofrecerse para los mayores servicios, uniendo a los méritos que iba contrayendo sus peticiones en paralelo, fuera al gobernador interino de Chile Francisco Javier de Morales o a los ministros arriaga y Gálvez. tampoco la intermediación de Campomanes cuyo patrocinio solicitó de cara a nuevas peticiones al todopoderoso ministro José de Gálvez111, o directamente recurriendo al flamante secretario de Estado y del despacho univer-

101 oPaZo, Gustavo, “Don ambrosio o’higgins íntimo (1722-1801)”, en Boletín de la Academia Chilena de la Historia, 22 (1942), p. 14. 102 PalMa, ricardo, Tradiciones peruanas, Madrid, CsiC, 1993, p. 110. “¡a la cárcel todo Cristo! Crónica de la época del virrey inglés”.  103 aGi, indiferente General, 1531. Garland a Guill, Mancera, 10 de agosto de 1766. 104 aMunátEGui solar, Domingo, “ambrosio o’higgins gobernante y cortesano”, en Revista Chilena de Historia y Geografía, 101 (1942), pp. 10-12. 105 aGi, Chile, 434. Memorial de ambrosio higgins al rey, aranjuez, 25 de mayo de 1767. 106 ibidem, ambrosio higgins a Julián de arriaga, Madrid, 24 de agosto de 1767. 107 Fundación universitaria Española (FuE), archivo Campomanes (aC), Doc. 8-15. ambrosio higgins al virrey amat. 108 ahn, Consejos, 21318, exp. 1, fols. 35v-36. 109 aGi, Chile, 434. ambrosio higgins a Julián de arriaga, Buenos aires, 15 de enero de 1769. 110 FuE, aC, Doc. 8-15. ambrosio higgins al virrey amat.  111 ibidem, ambrosio higgins a Campomanes, santiago de Chile, 3 de octubre de 1777.

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sal de marina, antonio valdés, de quien esperaba con el tiempo “he de disfrutar alguna parte de su Proteccion y favor”112, quien recomendó sus gestiones fronterizas a Gálvez. no obstante, el malagueño le recordó que el rey ya había premiado los servicios del irlandés con el grado de brigadier113. un gran amigo del futuro virrey o’higgins, thomas nowlan, que sería también secretario de su hijo Bernardo, le confesaba que además de su gran inteligencia fue un político sagaz y persistente cortesano: Me siento inclinado a creer que la mayor parte de los planes de su padre fueron comunicados primero confidencialmente a su amigo el Ministro Gálvez y que éste no los sometió al Consejo de indias sino después de modificarlos y darles la forma que los hacía viables ante esa corporación [...] la corte de Madrid supo apreciar su mérito a este respecto y consintió, eso sí que después de largas y urgentes representaciones, en ejecutar una parte de sus planes tanto en Chile como en Perú, a pesar de la violenta oposición hecha a ellos por los prejuicios, la enemistad y la ignorancia de gente de muy considerable influencia en ambos países114.

la recomendación de su gran amigo nicolás de la Cruz y Bahamonde viene a incidir en la política seguida por el irlandés al respecto, para que el talento prosperara había que tomar la iniciativa y allanarle el camino:  Conviene no descuidarse escribiendo continuamente lo más mínimo de sus mejores operaciones al señor Duque de la alcudia y demás personajes, para afianzar la opinión, y conservar el buen nombre porque es condición del hombre elevado a grandes empleos115.

112 archivo General de Marina álvaro de Bazán, Expediciones a indias, leg. 1. ambrosio higgins a antonio valdés, Concepción de Chile, 15 de noviembre de 1783. 113 ibidem, José de Gálvez a antonio valdés, El Pardo, 28 de febrero de 1784. 114 viCuña MaCKEnna, Carlos, “los proyectos del virrey o’higgins (Manuscrito de John thomas)”, en Revista Chilena de Historia y Geografía, 11 (1914), pp. 132-135. 115 Epistolario de don Nicolás de la Cruz y Bahamonde Primer conde de Maule, santiago de Chile, DiBaM, 1994, p. 57. a D. ambrosio higgins. 30 de Enero 1795. a Chile.

‘turBulent anD IntrIguIng sPIrIts’: IrIsh traDers anD agents on sPaIn’s north aMerICan BorDerlanDs, 1763-1803 José Shane Brownrigg-Gleeson universidad de salamanca

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February 10, 1799, just after sunday Mass had ended, a group of american citizens  clashed  with  some  Irishmen  in  the  graveyard  of  Philadelphia’s  st.  Mary’s Catholic church1. according to the column printed two days later in the Aurora General Advertiser, the Irish inhabitants of the city had been obtaining signatures to support a petition to be presented to Congress when ‘they were assaulted and abused, with no blows given on the part of the petitioners’2. the confrontation certainly captured the political atmosphere of the time: through their petition, the ‘natives of Ireland’ were demanding the repeal of the alien and sedition acts passed in the summer of 1798 by a Federalist-dominated Congress which was deeply concerned about the threat of war with France. the new legislation had increased the residency requirement for citizenship from five to fourteen years, and made non-citizens subject to deportation if they were to be deemed dangerous to the peace and safety of the united states. In the view of the Democratic-republicans, the bills also implied a serious challenge to some basic constitutional rights such as freedom of speech and press, and had been conceived with the purpose of undermining the support for thomas Jefferson’s party amongst recently arrived French and Irish exiles3. the uncertainty and insecurity of the scenario presented to immigrants called for the newspaper to consider possible alternatives for their future: n

If the Irish exiles are refused a resting place in america by tories and conspirators, they can found a new empire on its frontier. the spanish territories will receive them with pleasure4. 1 Duane, William, A report of the extraordinary transactions which took place at Philadelphia in February 1799. In consequence of a memorial from certain natives of Ireland to Congress, praying repeal of the Alien Bill; containing an account of the proceedings which produced the memorial — the assault on the committee at St. Mary’s Church, Philadelphia, aurora, 1799. William Duane, a son of Irish emigrants to the state of new York, was one of the four petitioners arrested on the occasion. at the time he was also the chief editor of the Aurora. 2 Aurora General Advertiser (Philadelphia, Pennsylvania), February 12, 1799, p. 3. 3 WIlson, David a., United Irishmen, United States: immigrant radicals in the early republic, Ithaca, Cornell university Press, 1998, pp. 48-49. For a cross-state view of the reaction to the bills, see BraDBurn, Douglas, ‘a Clamor in the Public Mind: opposition to the alien and sedition acts’, in The William and Mary Quarterly, vol. 65, no. 3 (2008), pp. 565-600. 4 Aurora General Advertiser (Philadelphia, Pennsylvania), February 12, 1799, p. 3.

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not long after the Aurora had offered its piece of advice, another resident of Philadelphia wrote to thomas Jefferson, the newly elected President, hoping to be appointed to a governmental office after seeing his ‘fortunes injured’ by the unexpected death of his insolvent partner in trade5. oliver Pollock, originally from the town of Coleraine in ulster, bore witness to the fact that since the 1760s Irish migrants had already been tending their attention  and  commercial  interests  to  the  spanish  territories  neighbouring  the  united states. In fact what the author of the letter was expecting to receive from the President was some recognition for his past services in spanish louisiana and Cuba: he had after all served as a commercial agent at new orleans obtaining supplies and gunpowder for Virginia and the Continental Congress during the revolution, and had later, in 1783, been named the american diplomatic representative in havana6. Despite recalling his exertions in favour of the united states, Pollock was conveniently omitting other details concerning the success with which for over thirty years he had also managed to juggle his interests within British and spanish spheres of action. For instance, when in the summer of 1769 a spanish military force was sent out to suppress the French Creole revolt in new orleans, it was Pollock who, even before its arrival, had already secured the contract to supply the city with flour7. leading  the  twenty-six  hundred  troops  into  new  orleans  was  the  second  spanish governor and captain general of louisiana, alejandro (alexander) o’reilly. Born in Ireland  in  1723,  o’reilly  was  to  achieve  the  effective  establishment  of  spanish  rule  in louisiana, and in doing so inaugurated a period of profound administrative and economic reform within the Crown’s transatlantic dominions. o’reilly’s commercial concession to Pollock and the latter’s subsequent obtaining of freedom of trade within louisiana was not, as one historian has suggested, simply prompted ‘by happy coincidence’8. Both Irishmen had become acquainted in Cuba during o’reilly’s supervision of the British return of havana, which at the time had been Pollock’s operating centre as a representative of Philadelphia-based firm Willing and Morris. Furthermore, they had been introduced by another native of Ireland, father tomás Butler9. the  connection  between  Pollock  and  o’reilly  developed  over  time,  and  in  the process involved many other spanish, British and american officials, not to mention private merchants and the representatives of numerous Indian nations. It therefore stands as just one of many examples of the varying kinds of relationships that could be established 5 ‘From oliver Pollock, Philadelphia, 4 april 1801’, in oBerg, Barbara B. (ed.), The Papers of Thomas Jefferson, Princeton/oxford, Princeton university Press, 2006, vol. 33, pp. 537-538. 6 CuMMIns, light t., ‘oliver Pollock’s Plantations: an early anglo landowner on the lower Mississippi, 1769-1824’, in Louisiana History: The Journal of the Louisiana Historical Association, vol. 29, no. 1 (1988), pp.  35-48;  leWIs,  James a.,  ‘anglo-american  entrepreneurs  in  havana:  the  background  of  the  expulsion  of 1784-1785’, in BarBIer, Jacques a. and Kuethe, allan J., The North American role in the Spanish imperial economy, 1760-1819, Manchester, Manchester university Press, 1984, p. 120. For information respecting his origin, see JaMes, James a., Oliver Pollock: The life and times of an unknown patriot, new York, appletonCentury, 1937, p. 2. 7 CuMMIns, ‘oliver Pollock’s Plantations’, p. 38. 8 nIehaus, earl F., The Irish in New Orleans, 1800-1860, new York, arno Press, 1976, p. 4. 9 CaugheY, John W., Bernardo de Gálvez in Louisiana, 1776-1783, gretna, Pelican, 1991 [1st ed. 1934], p. 85. Father Butler was also prominent in acting as the intermediary of o’reilly in meetings held with some of the elites of havana to ask them to support economic reformist measures in return for commercial privileges and  military  titles.  see  Kuethe, allan  J.,  ‘the  Development  of  the  Cuban  Military  as  a  sociopolitical  elite, 1763-83’, in The Hispanic American Historical Review, vol. 61, no. 4 (1981), p. 698.

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on the vast territories encompassed by spain’s north american borderlands10. What this chapter intends to present, however, are those networks of information and trade in which a distinct ethnicity and the english language became effective and relevant linkage mechanisms. In doing so through a set of impressionistic evidence, it hopes to discuss the advantages of being ‘Irish’ in the hispanic context of texas, louisiana and Florida between 1763 and 1803. there are grounds to suggest that spanish colonial administrators in these territories sought out the collaboration of Irish-born aliens and vecinos for reasons that on not a few occasions relied on their cross-border personal connections. as I am ready to argue, in general terms the Irish were relatively successful in profiting from these situations. however, as the century evolved in a rapidly changing environment shaped by the revolutionary  transcontinental  context,  many  Irish  individuals  became  involved  in schemes that, with more or less plausibility, aspired – just as the Aurora suggested – to the  creation  of  new  independent  formations.  the  distinctiveness  that  characterized  the Irish in spanish eyes faded gradually, and with it also the initial contempt with which they had been received on the borderlands.  1.  the reConFIguratIon oF the sPanIsh BorDerlanDs, 1763-1787 It should be mentioned that approaching the study of the ‘spanish borderlands’ from the south is relatively problematic, as it is a term bearing strong links to the historiography of the united states. It was for one thing first wielded almost a century ago by herbert e. Bolton, a disciple as it were of Frederick Jackson turner, and has since carried with it some of the meaning associated with american –i.e., united states– expansionism to the West11. notwithstanding this hazard, and the fact that in the initial conceptualization what gave unity to these territories was their eventual incorporation into the united states, the truth is that the study of spanish borderlands has extended present-day focus to larger horizons and wider cultural elements. as the late David J. Weber pointed out, the efforts of noted historians in this area ‘have – amongst other noteworthy achievements – contributed to ‘connect the spanish borderlands, which latin american historians have dismissed as part of u.s. history, with other peripheral areas of spanish america’12. Back in the context of eighteenth-century atlantic empires, if there was a single factor that could be credited with the reshaping of those peripheries and the remodelling of the overseas commercial connections between the metropole and the colonies, it was war10 here  I  am  endorsing  Jeremy adelman  and  stephen aron’s  definition  of  borderlands  as  ‘the  contested boundaries between colonial domains’. aDelMan, Jeremy and aron, stephen, ‘From Borderlands to Borders: empires, nation-states, and the Peoples in between in north american history’, in The American Historical Review, vol. 104, no. 3 (1999), pp. 814-841. 11 Bolton,  herbert  e.,  The Spanish Borderlands: A Chronicle of Old Florida and the Southwest,  new haven, Yale  university  Press,  1921.  For  an  assessment  of  the  discussion,  see  for  example  WeBer,  David  J., ‘turner, the Boltonians, and the Borderlands’, in The American Historical Review 91 (1986), pp. 66-81; sanDos, James a., ‘From “Boltonians” to “Weberlands”: the Borderlands enter american history’, in American Quarterly 46 (1994), pp. 595-604; or more recently, the articles in the issue devoted to Borderlands history by the Journal of American History, vol. 98, no. 2 (2011). For ‘advice’ from a non-anglo-american historian, see JIMénez, alfredo, ‘el lejano norte español: cómo escapar del American West y de las Spanish Borderlands’, in Colonial Latin American Historical Review, vol. 5, no. 4 (1996), pp. 381-412. 12 Quoted by nIeto-PhIllIPs, John, ‘Margins to Mainstream. the Brave new World of Borderlands history: a special section’, in The Journal of American History, vol. 98, no. 2 (2011), p. 336.

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fare. as  hinted  at  earlier,  following  the  end  of  the  seven Years’ War  (1756-63),  spain managed to save Cuba – despite the scare of 1762 –, was forced to relinquish Florida to the British, and started to take possession of louisiana. this process of geopolitical realignment  determined  the  liquidation  of  the  French  menace  to  new  spain’s  northern boundaries,  but  also  had  the  effect  of  bringing  the  colonial  borderlands  of  spain  and Britain into contact13. With  only  the  Mississippi  river  separating  spanish  louisiana  from  British  West Florida, and the ill-supplied city of new orleans lying in between, the disappearance of the French military threat could not signify a relaxation in the ways that the spanish authorities envisioned the northern limits of the viceroyalty. Quite on the contrary, the territorial readjustment ratified in 1763 had in fact put spain on the alert14. after all, previous Franco-British experience proved that the maintenance of the security of the frontier would require spain to adopt alliances and to form treaties that would serve as the backbone to its Indian policy. not surprisingly, the Bourbon reforms committed to reviewing the colonial trade system were also accompanied by determined efforts to reinforce the military establishment on the american continent. at the same time that José de gálvez was appointed the visitador general of new spain and was charged with making recommendations on how to make the viceroyalty ‘more efficient, productive and profitable for the Crown’, other officials were being issued orders to inspect the presidios of the northern frontier and suggest better ways to deal with the Indians15.  In spite of the reformist spirit of the age, the interwar context of the frontier entailed some  singular  incongruities,  as anglo-american  traders  would  soon  discover  and  exploit. For as much as officials in louisiana, for example, might have intended to apply measures excluding direct foreign participation in trade, they were also aware of their reliance on the indispensable import of goods for the furnishing of new orleans with the greater part of its food supplies16. It was a double paradox, because also after some cost-

13 By ‘new spain’ I am referring to the viceroyalty, including louisiana and Florida, which while under spanish rule after 1762 – except for a short period between 1785 and 1787 – were integrated into the capitanía general of Cuba. JIMénez, alfredo, El Gran Norte de México: una frontera imperial en la Nueva España (15401820), Madrid, tébar, 2006, pp. 82-83; aMores CarreDano, Juan B., ‘la capitanía general de Cuba y la defensa de luisiana y Florida ante el expansionismo norteamericano (1783-1789)’, in arMIllas VICente, José antonio (coord.), Actas del VII Congreso Internacional de Historia de América, zaragoza, gobierno de aragón, 1998, vol. 2, pp. 787-798. 14 MarIChal,  Carlos,  Bankruptcy of Empire. Mexican Silver and the Wars Between Spain, Britain, and France, 1760-1810, new York, Cambridge university Press, 2008, p. 23; aDelMan and aron, ‘From Borderlands to Borders’, p. 833. 15 WeBer, David J., The Spanish Frontier in North America, new haven, Yale university Press, 2009, p. 177. In 1770, alejandro o’reilly sent two Irish captains of the hibernia regiment, eduardo nugent and Juan Kelly, on a tour of louisiana, where they noted the large numbers of heads of cattle belonging to the Indians. at the very same time, Dublin-born hugo o’Conor was the ad interim governor of texas, later promoted to commandant-inspector of ‘presidios’. significantly, o’Conor was alejandro o’reilly’s cousin. guICe, John D. W., ‘Cattle raisers of the old southwest: a reinterpretation’, in The Western Historical Quarterly, vol. 8, no. 2 (1977), p. 117; Moore, Marie lu and Beene, Delmar l., ‘the Interior Provinces of new spain: the report of hugo o’Conor, January 30, 1776’, in Arizona and the West, vol. 13, no. 3 (1971), pp. 265-282. 16 ClarK, John g., New Orleans, 1718-1812: An Economic History, Baton rouge, louisiana state university Press, 1970, p. 162. the impact of adverse climatic conditions was also determining in reducing spain’s official restrictions to the participation of foreign merchants in the colonial trade, and the environmental crises of this period seem to have been especially ravaging. For example, it was the food shortages caused by the hurricane season of 1766 in the Caribbean basin that offered merchants from Philadelphia the opportunity of accessing a market with an immense demand for flour. see Johnson, sherry, ‘el niño, environmental Crisis, and the 

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ly  attempts  at  settling acadians  and  families  from  the  Canary  Islands  on  the  scarcely populated northern borderlands as a buffer against both anglo-american encroachment and Indian raids, the authorities would finally have to resort to promoting the loyal instalment of some of the very ‘outsiders’ who were already on the fringes of the Crown’s domains17. the american revolution only increased the intensity of these cross-border contacts and contradictions, especially as provisions sent up the Mississippi became central to the success of the operations carried out in Virginia and Kentucky by george rogers Clark, the ‘father’ of the old southwest of the united states. Indeed, the shipment of supplies from new orleans to the strategic post of Fort Pitt at the forks of the ohio required the collusion of spanish authorities, if not straightforward collaboration. But above all, it relied on well-cultivated personal contacts throughout the borderlands to provide credit and information. When the united states decided to name an official agent in havana as part of a strategy to secure the opening of spanish possessions to american trade, it is no surprise that robert Morris, the confederate superintendent of Finance, pressed Congress to appoint oliver Pollock. not only had Pollock by then developed a useful personal friendship with Bernardo de gálvez, the governor of louisiana; the Irishman had also worked for Morris on a private basis while living in new orleans, as Morris was also one of the two senior partners of the firm of Willing and Morris. Furthermore, an invitation by Pollock had been behind the 1772 arrival in the region of James Willing, the younger brother of Morris’s business associate who at the beginning of 1778 led a violent plundering expedition against english loyalists on the west bank of the lower Mississippi18. spanish  intervention  in  the  revolution  did  not  for  long  limit  itself  to  sustaining  a covert logistical support of the rebels, and eventually resulted in an official declaration of war on great Britain in the summer of 1779, after which gálvez’s expeditionary army took to the battlefield in Baton rouge, natchez, Mobile and ultimately Pensacola. It was the belief of spanish authorities that much was at stake in the affairs, especially as any step towards the recovery of Florida would be viewed in Madrid as bringing more security to louisiana and to new spain’s silver provinces. nevertheless, since the start of the revolution, officials had known full well the importance of having first-person information about British plans and military forces on the borderlands. For such a purpose, spanish authorities had been hasty in dispatching agents to the British colonies. one of such comisionados to observe the situation and inform on the unfolding of events was Juan de Miralles, a resident of havana, who having landed on the coast of south Carolina late in 1777  posing  as  a  shipwrecked  slavetrader,  quickly  made  his  way  up  to  Baltimore  and Philadelphia19. emergence of alternative Markets in the hispanic Caribbean, 1760s-70s’, in The William and Mary Quarterly, vol. 62, no. 3 (2005), pp. 365-410. For more detailed information on this period, see WooDWarD, ralph lee, ‘spanish Commercial Policy in louisiana, 1763-1803’, in Louisiana History: The Journal of the Louisiana Historical Association, vol. 44, no. 2 (2003), pp. 133-164. 17 holMes, Jack D. l., ‘some economic Problems of spanish governors in louisiana’, in The Hispanic American Historical Review, vol. 42, no. 4 (1962), pp. 523-525. 18 haYnes, robert V., The Natchez District and the American Revolution, Jackson, university Press of Mississippi, 1976, pp. 59-93. 19 BöttCher, nikolaus, ‘Juan de Miralles: un comerciante cubano en la guerra de independencia norteamericana’, in Anuario de Estudios Americanos, vol. 50, no. 1 (2000), pp. 171-194. see also rIBes-IBorra, Vicente, ‘la era Miralles: el momento de los agentes secretos’, in garrIgues lóPez-ChICherI, eduardo (coord.), Norteamérica a finales del siglo xVIII: España y los Estados Unidos, Madrid, Marcial Pons, 2008, pp. 143-169.

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Miralles’s sojourn in the united states was brief because of his sudden death in april 1780, but still it provides a case in point of the many capacities in which all these crossborder emissaries and agents acted. through the exercise of his secret duties as encargado de oficios,  which  involved  direct  transactions  with  members  of  Congress,  Miralles came into contact with the principal american business circuit. But it was the connections dating back to his activities in havana that granted him the possibility of making substantial profits of his own, as his participation in a private shipping venture with robert Morris comes to show: Miralles had been introduced to Morris precisely by Pollock20. after his death, Miralles’s position was occupied by his secretary Francisco rendón, who at the very same time was being ‘assiduously cultivated’ by another Philadelphia merchant of Irish origin and spanish upbringing, John leamy21. the success John leamy enjoyed for the best part of the last thirty convulsive years of spanish american imperial markets is remarkable. as late as 1818 he was still worthy of presentation as a ‘comerciante irlandés, educado en Sevilla, muy adicto a España’ in a recommendation requesting that he be compensated with lands in Puerto rico for his longstanding services to the Crown22. these services may have well included some of the more ‘menial’ favours with which he had assisted spanish envoys in Philadelphia since 1780: for instance, after José de Jáudenes, the first official spanish chargé d’affaires in the united states, married the daughter of Boston merchant John stoughton – who in the next decade would become another addition to the growing list of foreign-born spanish consuls  established  across  the  main atlantic  ports  of america  and  europe  –  the  house which the newly wed couple moved into belonged to leamy23. With  Bernardo  de  gálvez  conducting  his  powerful  military  campaign  against  the British in lousiana and Florida, and oliver Pollock incurring extensive debts to ‘give all possible  assistance  to  the  expeditions  under  Clark,  purchase  goods  on  the  best  terms, charter vessels, employ crews, or issue commissions to trustworthy persons for privateering’, the war was drawing to a close24. Indeed, the 1783 treaty of Paris formally put an end to the revolutionary struggle, and in the process brought the restoration of spanish sovereignty to both Florida provinces. however, the authorities were left to deal with the effects of two decades of British dominion, namely the fact that most of the existing population had settled as British subjects and under British land grants. as may have been ex20 BöttCher, ‘Juan de Miralles’, p. 185. the relationship between Morris and Miralles was not limited to exports, as it was Morris who personally loaned the funds with which Miralles bought two residences in the Philadelphia  area.  For  additional  information  about  this  collaboration,  see  nuxoll,  elizabeth  M.  and  gallagher, Mary a. (eds.), The Papers of Robert Morris, 1781-1784, Pittsburgh, university of Pittsburgh Press, 1995, vol. 1 (February 7-July 31, 1781), p. 274, n. 4. 21 salVuCCI, linda K., ‘anglo-american merchants and stratagems for success in spanish imperial markets, 1783-1807’, in BarBIer, Jacques a. and Kuethe, allan J., The North American role in the Spanish imperial economy, 1760-1819, Manchester, Manchester university Press, 1984, pp. 128-129. 22 archivo general de Indias, seville (agI), estado 17, n. 28, ‘Minuta de consulta sobre Juan leamy’ (october 9, 1818). 23 salVuCCI, ‘anglo-american merchants’, p. 129. according to a recent study, John stoughton was ‘apparently of english origin’. Perrone, sean t., ‘John stoughton and the Divina Pastora Prize Case, 1816-1819’, in The Journal of the Early Republic, vol. 28, no. 2 (2008), p. 219. Further information on spanish consuls in the united stated of the time can be found in the classic nIChols, roy J. ‘trade relations and the establishment of the united states Consulates in spanish america, 1779-1809’, in The Hispanic American Historical Review, vol. 13, no. 3 (1933), pp. 289-313. 24 ranDall, James g., ‘george rogers Clark’s service of supply’, in The Mississippi Valley Historical Review, vol. 8, no. 3 (1921), p. 259.

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pected, on gálvez’s absence – he had immediately been recalled to spain on the cessation of hostilities – many anglo-american residents petitioned the new acting governor of louisiana for permission to remain in the colony. esteban Miró, fearing that if forced out they would ‘merely resettle nearby on the edge of the province, where others would join them, and together threaten the colony’s security’, eventually adopted a course of action that demonstrated the flexible and somewhat conciliatory character of the reformist era: instead of driving foreigners out, the governor proposed to convert them by the use of english-speaking Catholic priests drawn from the Irish College in salamanca25. after careful deliberation in the Council of the Indies, the Crown granted the scheme its approval and the first five Irish priests arrived in new orleans in august 1787, with at least six others making their way in 179226. an instruction forwarded that very year to the governor of east Florida in response to his confusion on how to proceed with the marriage of Protestant residents recaptured the initial aspirations which had justified sending Irish priests from spain in the first place: las iglesias debían ser todas católicas con curas y clérigos irlandeses católicos para que fuesen catequizando y atrayendo a los colonos, sus hijos y familias a nuestra religión con la dulzura y buen modo que ella misma aconseja27.

edward Murphy epitomized the type of settler that Miró’s immigration policy potentially intended to engage. Born in the early 1760s in navan, Co. Meath, Murphy had emigrated to Pennsylvania, and in 1785, after a short spell in the environs of Fort Pitt settled in natchitoches, louisiana’s westernmost gateway to texas28. It was from that strategic trading post that he would enter into steady business partnerships and fierce competition with other anglo-american and Irish merchants. Meanwhile, in nearby natchez, Manuel gayoso  de  lemos,  the  commander  of  the  district,  was  complaining  about  the  few Catholics present happening to be ‘mainly Irish and not the best people of their nation... of turbulent and intriguing spirits’29. 25 DIn, gilbert e., ‘the Immigration Policy of governor esteban Miró in spanish louisiana’, in The Southwestern Historical Quarterly, vol. 73, no. 2 (1969), pp. 155-175. this was not the first proselytizing effort in Florida, as during British possession the anglican Bishop of london had licensed nine missionary priests for Florida. DIBBle, ernest F., ‘religion on Florida’s territorial Frontiers’, in The Florida Historical Quarterly, vol. 80, no. 1 (2001), p. 3.  26 DIn, gilbert e., ‘the Irish Mission to West Florida’, in Louisiana History: The Journal of the Louisiana Historical Association, vol. 12, no. 4 (1971), pp. 315-334. 27 university of notre Dame archives (notre Dame, Illinois), archdiocese of new orleans (la.) Collection, cabinet IV, shelf 4, box K, ‘Instrucción a la cual deberán arreglarse los vicarios, párrocos y demás eclesiásticos que ejerzan la cura animarum en las Provincias de la luisiana y Florida oriental y occidental para la celebración de los matrimonios de los colonos ingleses, anglo-americanos y demás extranjeros protestantes domiciliados en ellas, y también los gobernadores y Justicias en cuanto les comprehende’, san lorenzo de el escorial, november 30, 1792. 28 la Vere, David, ‘edward Murphy: Irish entrepreneur in spanish natchitoches’, in Louisiana History: The Journal of the Louisiana Historical Association, vol. 32, no. 4 (1991), pp. 371-391. 29 Quoted in sParKs, randy J., Religion in Mississippi, Jackson, university Press of Mississippi, 2001, p. 22. It should also be mentioned that between 1785 and 1789 a number of private entrepreneurs had asked for permission to bring ‘discontented’ Irish Catholic families from the united states to louisiana. Diego de gardoqui, the spanish chargé d’affaires in new York, seems to have played a part in financing some of the ventures, although much against Miró’s judgement. For an early overview of some of these plans, see austIn hatCher, Mattie, ‘the louisiana Background of the Colonization of texas, 1763-1803’, in The Southwestern Historical Quarterly, vol. 24, no. 3 (1921), pp. 173-175.

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By the time the first Irish priests started to arrive in louisiana, however, the wartime circumstances that had brought on a temporary commercial openness in the spanish dominions had evaporated. By 1784 spain had again decided to close the Mississippi river to all foreign vessels, and once more prohibited any direct trade between Cuba and the united  states.  under  the  threat  of  being  imprisoned,  most  foreigners  in  havana  were compelled to abandon the port immediately. one of the few who remained in the colony, albeit against his will, was the ever-present oliver Pollock, who was retained in the Cuban port due to his outstanding debts to louisiana creditors. the settlement of Pollock’s accounts, both governmental and private, is a complex episode that cannot be taken up in detail here. essentially, in his efforts to support the rebels, the Irish middleman had compromised his own personal fortune, in the understanding  that  the  united  states  would  soon  repay  him  the  quantities  he  had  advanced.  however,  in  May  1783  Congress  had  instructed  robert  Morris  to  suspend  the payment  of  $74,087  due  to  Pollock  until  it  could  be  ascertained  whether  the  spanish treasury at new orleans – through Bernardo de gálvez – had advanced that sum to Pollock in a private capacity, or if on the contrary spain still held the united states accountable for that sum30. a bit of ill-timing did the rest: when Pollock arrived in havana bearing  the  letter  which  notified  his  official  appointment  as  unsalaried  agent  of  the  united states, the ban on foreign trade had just been reinstated31. Pollock’s longstanding friendship with gálvez was of little use with the spaniard being back in the Peninsula, but significantly, it was on gálvez’s return to Cuba in 1785 that Pollock was cleared, thanks no doubt to gálvez – by then the entering viceroy of new spain – personally guaranteeing the debt to Pollock’s creditors in louisiana32. 2.  CoMMerCe, ConsPIraCIes anD CollaBorators, 1788-1803 the reinstatement of the ban on direct foreign trade was a short-lived victory for the spanish elites supporting the enforcement of strictly monopolistic policies. soon enough the Mississippi was reopened to american vessels and free trade continued its advance through the gradual extension of the regulations of comercio libre to new spain33. as usual, the liberalization of restrictions on trade could be even more pressing and necessary on the empire’s fringes. In 1788, a devastating fire in new orleans had added to the city’s recurrent troubles in securing the supply of foodstuffs and commodities, thus making the participation of american merchants even more essential34. 30 ‘to Bernardo de gálvez, 16 May 1783’, in nuxoll, elizabeth M. and gallagher, Mary a. (eds.), The Papers of Robert Morris, 1781-1784, Pittsburgh, university of Pittsburgh Press, 1995, vol. 8 (May 5-December 31, 1783), pp. 73-74. 31 Pollock arrived in Cuba at the beginning of august 1783, and the spanish government had started to notify and sanction the new measures as early as May. nuxoll and gallagher (eds.), The Papers of Robert Morris, vol. 8, pp. 63-64. Pollock’s case was not helped by the accidental discovery of barrels filled with contraband goods and marked with his initials. leWIs, ‘anglo-american entrepreneurs in havana’, p. 121; salVuCCI, linda K., ‘atlantic Intersections: early american Commerce and the rise of the spanish West Indies (Cuba)’, in The Business History Review, vol. 79, no. 4 (2005), p. 787. 32 nuxoll and gallagher (eds.), The Papers of Robert Morris, vol. 8, p. 74, n. 3. 33 steIn, Barbara h. and steIn, stanley J., Edge of crisis: war and trade in the Spanish Atlantic, 1789-1808, Baltimore,  John  hopkins  university  Press,  2009,  especially  chapter  4,  ‘reorganizing  new  spain’s  external trade: the effects of comercio libre, 1788-1796’, pp. 91-129. 34 WooDWarD, ‘spanish Commercial Policy in louisiana’, p. 154.

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the moment must have seemed favourable to James o’Fallon. originally from Co. roscommon in Ireland, by 1788 o’Fallon was a physician in Carolina who also fancied himself as a private entrepreneur capable of easing spanish needs for population on the borderlands. In consequence, he wrote to Diego de gardoqui in new York outlining his scheme for colonizing east Florida with Irish Catholic families extracted mainly from the united states35. although it seems that gardoqui did forward a copy of this proposal to the  Count  of  Floridablanca  in  Madrid,  it  was  however  for  other  reasons  that  o’Fallon shortly became of interest to spanish authorities. For one thing, the Irish doctor was not just  any  fortune-hunter.  after  marrying  Fanny  Clark,  o’Fallon  was  george  rogers Clark’s brother-in-law, and from the early months of 1790, also the general agent of the south  Carolina Yazoo  Company,  which  was  behind  the  speculative  purchase  of  grants from the state of georgia for lands between the Mississippi and the tombigbee rivers. Furthermore,  the  company  quickly  started  to  publicize  its  plans  to  open  the  territories around Walnut hills ‘on the most humane, liberal and advantageous footing to the honest industrious poor of all nations’, thus threatening to break the fragile balance reached on the contested borderlands36. It was a scheme that from its outset had the potential to make authorities on both sides of the frontier anxious. o’Fallon’s efforts coincided with the nootka Crisis, which for some time had sparked fears of the British sending a force down from Canada to invade louisiana, with some rumours even naming george rogers Clark as a possible leader of the expedition37. Besides, Walnut hills (nogales) was precisely where the Yazoo river flowed into the Mississippi, and Britain could have certainly taken advantage of spain being unable to rely on its former alliance with France after the outbreak of the revolution in that country. o’Fallon’s real intentions only added more confusion to the already complicated scenario. During the following months, in his intense and somewhat chaotic search for useful  diplomatic  relations,  o’Fallon  simultaneously  approached  spanish  officials,  Indian representatives and private american citizens hoping to secure the support of any of them for his plans to develop the colonization of the Yazoo into a new and thriving independent  state.  o’Fallon  had  set  about  on  this  objective  in  May  1790,  when  he  revealed  his plans by writing to the governor of louisiana, esteban Miró, in the following terms: Without their having suspected in the beginning what I was aiming at, I [...] led them [the Company] to consent to be the slaves of spain, under the appearance of a free and independent state, forming a rampart for the adjoining spanish territories, and establishing with them an eternal, reciprocal  alliance,  offensive  and  defensive.  [...]  I  will  do  nothing  without  your  approbation  and consent, because I aim at nothing else than serving the interests of spain, to which I am hereditarily attached, abandoning all other pursuit, more lucrative for my family, in order merely to follow the bent of my inclination. I need not say how much the Company and myself rely on your honour, secrecy, and good will, on which depends our security, as you may infer from what I have so ingenuously related38.

35 ParIsh, John C., ‘the Intrigues of Dr. James o’Fallon’, in The Mississippi Valley Historical Review, vol. 17, no. 2 (1930), pp. 230-263. 36 ‘a Description of the Western territory granted by the state of georgia to a certain company of men in south-Carolina, written by one of the proprietors’, Daily Advertiser (new York), June 18, 1790, p. 2. 37 ClarK, thomas D. and guICe, John D. W., Frontiers in conflict: the Old Southwest, 1795-1830, albuquerque, university of new Mexico Press, 1989, p. 71. 38 o’Fallon  to  Miró,  May  24,  1790.  english  translation  quoted  from  gaYarré,  Charles, The History of Louisiana, new orleans, armand hawkins, 1885 [1st ed. 1854], vol. 3, pp. 289-293.

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there was certainly some ingenuousness in the way the Irish adventurer sought the assistance of eminent settlers in the area in the hope that they would serve as his intermediaries with the spanish. amongst those contacted by o’Fallon were fellow Irishman Peter Bryan Bruin, who had just settled in natchez after Miró’s approval of a petition presented in his name by his father, a resident of new orleans; alexander Mcgillivray, the chief of the Creek nation, himself the mestizo son a scottish Indian trader, and notorious frontiersman James Wilkinson39. What o’Fallon probably did not know was that all three of them were spanish agents who had immediately forwarded the doctor’s letters to governor Miró, with the latter two actually being on a commission of two thousand pesos a year for their services to the Crown40. the  information  collected  from  all  the  informants  lead  spanish  officials  to  believe that the Irishman exaggerated endlessly, and that Wilkinson was most probably right in suggesting  that  his  supposedly  seven  thousand-strong  expedition  would  come  to  little more than ‘a hundred and fifty vagabonds’41. however, cautionary measures were adopted, with the orders being given to build a defensive fort at Walnut hills and arm it with six cannons. What is more, Miró was instructed to try to lure o’Fallon to new orleans, where he could have been detained and subsequently transported to havana or Madrid42. Meanwhile, the federal government of the united states was also keeping a close eye on o’Fallon. on March 19, 1791, President george Washington issued a proclamation announcing the prosecution of all those who had ‘incautiously’ associated themselves with such a ‘disturber of public peace’, and only three days later thomas Jefferson wrote to an attorney in Kentucky ordering him to commence legal procedures against the Irishman for treason. When William Murray got back to Jefferson on the matter, he seemed to agree with spanish reports on o’Fallon’s scant possibilities of success: he [o’Fallon] is totally without friends, partisans or money and must sink into obscurity unless he should be made an object of importance by a prosecution which could not be supported. I will keep an attentive eye on his conduct and if he takes any new steps or if any alteration in the business shall take place which will make it proper to do so, I will instantly institute a prosecution against him43.

o’Fallon  owed  much  of  his  final  isolation  to  the  very  circumstances  he  had  hoped would make his prosperity possible. First the united states had finally come to recognize 39 For more information on Peter Bryan Bruin, see holMes, Jack D. l., ‘some Irish officers in spanish louisiana’, in The Irish Sword, vol. 6, no. 25 (1964), pp. 245-246; and DIn, gilbert e., ‘Proposals and Plans for Colonization in spanish louisiana, 1787-1790’, in Louisiana History: The Journal of the Louisiana Historical Association, vol. 11, no. 3 (1970), p. 204. For Mcgillivray see for example WrIght, James l., Creeks and Seminoles: The Destruction and Regeneration of the Muscogulge People, lincoln,  university  of  nebraska  Press, 1986, pp. 114-116. 40 agI, estado 9, n. 16, m, ‘oficio del Conde del Campo de alange al de Floridablanca’ (havana, July 28, 1791). In fact spanish authorities had also commissioned other agents to counterspy on both Mcgillivray and Wilkinson. 41 agI, estado 9, n. 17, b1, ‘esteban Miró a luis de las Casas’, new orleans, February 24, 1791. 42 o’Fallon  had  become  wary  of  spanish  intentions  on  hearing  that  a  Mr.  Phelon  had  been  arrested  at Colonel Bruin’s house in natchez. o’Fallon made it known to Miró that he suspected Phelon’s arrest was a case of mistaken identity because of the similarity of both names – o’Fallon and Phelon –. although Miró replied to o’Fallon denying these claims, the Irishman had reasons to worry because it was precisely at Bruin’s residence that he was expected to receive the passports issued for george rogers Clark and himself. agI, estado 9, n. 16, b2, o’Fallon to Miró, February 18, 1791; and agI, estado 9, n. 16, b3, Miró to o’Fallon, March 3, 1791. 43 ‘From William Murray, lexington, 12 May 1791’, in BoYD, Julian P. (ed.), The Papers of Thomas Jefferson, Princeton, Princeton university Press, 1982, vol. 20, p. 396.

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that if successful, the doctor’s plans to seize lands ‘never granted by any authority which the  government  admits  to  be  legal’  would  ‘inevitably  commit  our  whole  nation  in  war with the Indian nations and perhaps others’44. In addition to this, spain was soon able to fully confirm the reach of the Irishman’s deceit, as Wilkinson dutifully sent the governor of louisiana the copy of a letter in which o’Fallon said that he had only been approaching the spaniards to stop them from intervening while he took over those contested lands for the united states [‘todo lo que he escrito a Miró, sea lo que haya sido, no ha tenido al cabo otro intento que el de abstraerlo a una calma temporal hasta que lograse tomar posesión como ciudadano únicamente de esta confederación’]45. the abortive outcome of o’Fallon’s efforts was a testimony to the added relevance that Indian policies – both political and commercial –, together with the role played by spies in procuring information, had acquired on the borderlands in the last decade of the century46. James Wilkinson, in his capacity as a double agent for spanish and american authorities, is a testimony to the latter, for despite his part in o’Fallon’s downfall, he was also behind the rise to prominence of one of the best-known filibusters and Indian traders of the time, precisely another Irish correspondent of doctor o’Fallon. according to the 1794 census of nacogdoches, Philip nolan had been born in Belfast in 1771, from where he soon emigrated to america, finding himself in Kentucky at the age of eighteen working as Wilkinson’s bookkeeper and clerk47. Between 1791 and 1799 he took four expeditions into spanish texas, lived with the Comanches and other Indians for nearly two years, and in the event came to realize the substantial profits that could be made from mustanging and wild horse-trading48. What is most interesting about nolan, however,  is  the  proficiency  with  which,  until  his  violent  death  in  1801,  he  navigated spanish procedures and profited on Wilkinson’s contacts, for on all his trips to texas except his last he had entered the Crown’s dominions with a passport issued by the governor of louisiana49. nolan’s buoyant mustang business – in 1799 he had returned to natchez with over 1,200 horses – had to overcome intense competition with other anglo-american traders, especially after the signing of the 1795 treaty of san lorenzo by which the spanish Crown had ceded to the united states all its claims to the ohio Valley. In fact by then nolan had become a destabilizing element in the area of influence of one of the main firms trading with the In44 ‘to William Murray, Philadelphia, 22 March 1791’, in BoYD, Julian P. (ed.), The Papers of Thomas Jefferson, Princeton, Princeton university Press, 1974, vol. 19, p. 598. 45 archivo general de simancas, secretaría de guerra, leg. 6928, exp. 4, fol. 11, ‘Carta del brigadier Jaime Wilkinson a esteban Miró’, Frankfort, Kentucky, May 9, 1791. 46 although late in 1792 o’Fallon resumed his plans to set up an independent state in louisiana, this time seeking support from France by turning to his old friend thomas Paine – then a member of the French Convention – he ended up coming to blows with his brother-in-law over allegations of abusive treatment of his wife, and died in 1794. on his 1792 plans, see ParIsh, ‘the Intrigues of Dr. James o’Fallon’, pp. 258-260; and sMIth, thomas r., River of Dreams: Imagining the Mississippi before Mark Twain, Baton rouge, louisiana state university Press, 2007, pp. 28-30. For details about his final confrontation with general Clark, see KuKla, Jon, A Wilderness So Immense: the Louisiana Purchase and the Destiny of America, new York, anchor Books, 2004, pp. 167-168. 47 ChIPMan,  Donald  e.  and  JosePh,  harriet  D.,  Spanish Texas, 1519-1821,  austin,  university  of  texas Press, 2010 [1st ed. 1992], p. 226.  48 Flores, Dan l. (ed.), Journal of an Indian Trader. Anthony Glass and the Texas Trading Frontier, 17901810, College station, texas a&M university Press, 1985, pp. 10-15. 49 ChIPMan and JosePh, Spanish Texas, p. 227. It is worth noting that the letters of recommendation and passports continued to be granted even after the Barón de Carondelet has replaced Miró as governor.

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dian nations between louisiana and east texas at the end of the century, that of William Barr and samuel Davenport, both residents of new orleans. Davenport was originally from Pennsylvania, but Barr’s first years resembled those of nolan, for he was also an ulsterman, born in londonderry around 1762 and an immigrant in Philadelphia as a child50. With spain trying to conduct relations with Indians through strategic alliances that in many cases were built on the provision of gifts, the security of texas and louisiana had grown to rely on the ability of trading houses such as Barr and Davenport’s to meet the demand for emergency supplies of certain commodities and foodstuffs. It was because of this that, as spain’s licensed traders from 1798, Barr and Davenport considered it necessary to extend their partnership  to  include  two  other  naturalized  spaniards  in  the  texan  town  of  nacogdoches: luther smith of new York and the same edward Murphy who a decade before had settled in neighbouring natchitoches51. Competition in closing deals with the representative of Indian nations remained however a tough struggle in which foul play was not uncommon and traders knew nothing of national affinities: Messrs. Barr and Davenport, gentlemen – the Bearer, a chief of the tayas, told me that you informed him I was a bad man, had escaped from prison at san antonio, that if he saw me he ought not to permit me to enter his village, and he has requested this testimony that he has made the communication to me. For my part I am at too great a distance to reply to your misinterpretation. We shall perhaps one day or other meet and then you will receive the hearty thanks of nolan.52

Commercial rivalries were not the only causes of concern for nolan. his close connection to Wilkinson and his journeys into nuevo santander and nuevo león amid rumours of american plans to conquer the province with the aid of Indian allies had raised the suspicions of spanish authorities, who early in 1801 sent out a detachment to intercept the Irish adventurer on his last incursion into texas. nolan was shot dead in a skirmish near the Brazos river on March 21, and his armed companions – ‘siete españoles, quince ingleses y dos negros’ – were all captured and taken prisoners53. according to historian Jack l. Jackson, it was precisely fellow Irishman William Barr who ‘moved by his well-known love for the king’, had volunteered to deliver to the governor at san antonio nolan’s severed ears as proof of his death54. 3.  ConClusIons although nolan’s death had come as a consequence of the umpteenth spanish effort to protect the vast northern fringes of new spain, knowledge of decisions being made 50 haggarD, Juan V., ‘the house of Barr and Davenport’, in The Southwestern Historical Quarterly, vol. 49, no. 1 (1945), pp. 66-88. 51 Ibid. Incidentally, one of the tracts of land granted to Barr was called san Patricio. JaCKson, Jack l., Los Mesteños. Spanish Ranching in Texas, 1721-1821, College station, texas a&M university Press, 1986, p. 451. 52 Yale Collection of Western americana, Beinecke rare Book and Manuscript library (new haven, Connecticut), Wa Ms s-344, ‘Philip nolan to Messrs. Barr and Davenport’, n. d. available at http://brbl-images.library.yale.edu/PhotonegIMg/zoom/z372/z3728626.jpg [accessed January, 2012]. 53 agI, estado 29, n. 17, ‘Virrey Marquina sobre el aventurero Felipe nolán’, Mexico, June 26, 1801. 54 JaCKson, Jack l., Indian Agent: Peter Ellis Bean in Mexican Texas, College station, texas a&M university Press, 2005, p. 12; JaCKson, Los Mesteños, p. 456.

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back  in  Madrid  in  the  meantime  would  have  rendered  his  demise  less  relevant.  rather ironically,  by  the  time  the  commander  in  chief  of  the  Provincias  Internas  had  ordered nolan’s  capture,  the  Crown,  under  heavy  pressure  from  napoleon,  had  already  signed over louisiana to France through the secret treaty of san Ildefonso of october 1, 1800.  the devolution of louisiana to France, and its subsequent 1803 purchase by the united states, put an end to four tumultuous decades of spanish rule in those territories, during which foreigners had played a very significant part in roles usually associated with trading activities. this chapter has specifically concentrated on giving an outline sketch of some of the many prominent Irish individuals who were present on spain’s north american borderlands during this time. however, the proficiency with which the Irish nourished  their  personal  connections  and  profited  from  their  far-reaching  networks  across spanish, British and american dominions deserves some final comments. a closer look at some personal ties shows to what extent Irish families had become imbedded in the networks of some of the principal spanish officials on the borderlands. esteban Miró, for example, had already deepened his ties to louisiana before becoming the  governor  by  marrying  Céleste  éléonore  elisabeth  de  Macarty,  the  daughter  of  an Irishman who had done well after arriving in new orleans four decades before as an army officer in the service of France. In quite a different context, but to the same avail, was Carlos Martínez de Irujo’s 1798 wedding in Philadelphia. through his marriage to sarah McKean, the spanish ambassador to the united states at the time had not just become related to the man who would soon be elected governor of Pennsylvania. thomas McKean, Martínez de Irujo’s father-in-law, was also one of the signers of the Declaration of Independence, a previous president of Congress and, most relevantly, also the president of the hibernian society of Philadelphia55. sometimes useful connections did not require marriage and could be derived from friendship and common interests. take oliver Pollock, for example. as we have seen, his friendship with alejandro o’reilly had proven crucial for the launch of his business ventures into the spanish domains. During his period in Cuba, o’reilly had met rosa de las Casas, the sister of luis de las Casas, later Captain-general of Cuba. De las Casas was in turn the brother-in-law of the Baron de Carondelet (governor of louisiana between 1791 and 1797), and also the nephew of simón de aragorri, a banker with ‘extended family links to the Cuban elite’56. But it was to Bernardo de gálvez, also a former governor of louisiana, that Pollock bore an even stronger personal relation. this had become evident following Pollock’s detention in Cuba in 1784, which had ended precisely due to the intercession of gálvez. the fact that only a year later in Philadelphia, the Irish merchant christened his younger son ‘Bernard gálvez Pollock’ should be interpreted as a token of his profound gratitude towards the viceroy of new spain57. the works collected in a recent volume have highlighted how in the Iberian atlantic, merchant-type networks tended to come into existence to compensate for a series of absences – be it of information, credit, or authority –58. It however seems appropriate to al55 BrIC, Maurice J., Ireland, Philadelphia and the Re-invention of America, 1760-1800, Dublin, Four Courts Press, 2008, p. 284. 56 steIn and steIn, Edge of crisis, p. 288. the mother of the Barón de Carondelet was also Irish. holMes, ‘some Irish officers in spanish louisiana’, p. 240, n. 40. 57 JaMes, Oliver Pollock, p. 339. 58 Van Young, eric, ‘social networks: a Final Comment’, in BöttCher, nikolaus, hausBerger, Bernd and IBarra, antonio (coords.), Redes y negocios globales en el mundo ibérico, siglos xVI-xVIII, Mexico, Iberoamericana/ Vervuert/ el Colegio de México, 2011, p. 299.

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so emphasize what the Irish brought into this borderland context. For one thing, they had a distinctive ethnicity that could ‘facilitate exchange and mobilise resources across vast distances’59. the Irish also bore a somewhat ambiguous identity, in which the changeable interpretation of two of its main features could result in individual advantage. the first element of confusion was drawn from the Irish still being, at least officially, British subjects. In this respect, it seems both James o’Fallon and Philip nolan had tried to make use of their dubious loyalties. although o’Fallon had initially expressed the desires of his company to form an alliance with spain, the truth is that after months of what he saw as stagnant negotiations, he began to threaten the spanish with the possibility of him  receiving  military  support  from  lord  Dorchester,  the  governor  general  of  British north america at the time60. even more evident in the use of his ‘Britishness’ had been nolan, if we observe the confession of one of the members of his party who had surrendered himself to the spanish. according to Mordecai richards, nolan had told him that he was expecting to receive a business license from the British diplomat in Philadelphia, and that in their last incursion into texas they had nothing to fear, ‘porque siempre seremos sostenidos del gobierno inglés, de lo cual tengo yo indirectamente seguridad ’61. this was of course not a new phenomenon, as it had for long been occurring in the Peninsula, where for example the english consul in Cádiz had in 1717 complained about Irish Jacobites who, ‘while they are naturalised spanish, they want to pass as subjects of his [Britannic] Majesty’62. of course, between 1763 and the outbreak of the american revolution, all the natives of Ireland who received land grants in West Florida were to all intents and purposes subjects of george III, although this did not necessarily condition their allegiances during the war: one of the landowners most affected by the 1778 raiding expedition of James Willing – oliver Pollock’s partner in trade – was loyalist John Fitzpatrick, an Irish Catholic from Waterford63. the other complex aspect associated with the Irish in the hispanic context was their assumed Catholicism. We have seen how spanish authorities relied on Irish priests for the conversion of anglo-americans on the borderlands, and it was not uncommon for Irish adventurers seeking spanish aid to proclaim their fidelity to the roman Catholic Church. the  individuals  named  in  this  chapter  present  a  much  more  heterogeneous  scenario: Martínez de Irujo’s wife only converted to Catholicism two days before her wedding, in the event creating a political problem to her Presbyterian father; Pollock was a Catholic, but his wife Margaret o’Brien was not. again, the situation was not new, and tacit toleration, underlined by Charles F. nunn’s study of foreign immigrants in Mexico in the first half of the eighteenth century, continued to be the practical norm put into effect by spanish authorities64. 59 BaIleY, Craig, ‘Metropole and Colony: Irish networks and Patronage in the eighteenth-Century empire’, in Immigrants and Minorities, vol. 23, no. 2-3 (2005), p. 163. 60 agI, estado 9, n. 16, b1, ‘James o’Fallon a esteban Miró’, harrodsburg, Kentucky, January 15, 1791. [‘Primero con la Corte de España, si no da motivos a disgustos, o si lo da con la de la Gran Bretaña’]. 61 agI, estado 29, n. 6, 1f, ‘Copia de la declaración de nordica richards’, January 2, 1801. 62 Quoted by FannIn, samuel, ‘the Irish community in eighteenth-century Cádiz’, in o’Connor, thomas and lYons, Mary ann (eds.), Irish Migrants in Europe after Kinsale, 1602-1820, Dublin, Four Courts Press, 2003, p. 139. 63 For information about Fitzpatrick, see DalrYMPle, Margaret F., The Merchant of Manchac: the letterbooks of John Fitzpatrick, 1768-1790, Baton rouge, louisiana state university Press, 1978. 64 see nunn, Charles F., Foreign Immigrants in Early Bourbon Mexico, 1700-1760, Cambridge, Cambridge university Press, 1979, especially chapter 3, ‘religion: the essential requirement’.

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although Irish presence on the hispanic borderlands could in many cases be retraced to the first half of the eighteenth century, it was reinforced after the seven Years War with the  arrival  in  new  spain  of  some  of  the  battalions  of  the  ultonia  and  hibernia  regiments65. Many of the hibernia officers who had at some stage been under o’reilly’s orders rose to important positions and became central actors in the networks of information. this is exemplified by arturo o’neill, the first spanish governor of West Florida after 1783, or by the secretary of east Florida and later agent in new York, fellow Irishman Carlos howard, whom James o’Fallon counted as an ‘intimate friend’66. however, it was as diplomatic agents that the presence of Irish individuals became especially noteworthy, not only in north america, but also across other ports of the atlantic. We  know  by  the  Philadelphia Directory that  Procopio  Jacinto  Pollock,  another  son  of oliver Pollock, had been appointed consul of the united stated in new orleans in 179867. Pollock was not the only Irish name on the page of diplomatic appointments. listed just above him was Michael Morphy, the united states consul in Málaga from 1793. Meanwhile, one of his sons, Diego Morphy, had become the spanish consul to the Carolinas and georgia by appointment of José de Jáudenes68. Procopio Jacinto Pollock turned down the office – which was eventually occupied by Daniel Clark, another old Irish collaborator of Procopio’s father – and continued his business as the new orleans agent of tomás Murphy69. the activities of tomás Murphy from his position at Veracruz would merit a much more detailed description than can be offered here, but it is important to point out that the scope of action of foreign traders on the spanish borderlands did not only look to the north but also encompassed other ports in spanish america and across the atlantic70. It has often been explored how participating in networks could counteract the risk inherent to any unfamiliar context, but the experience of selected Irish individuals in spanish texas and louisiana suggests that ethnic connections could also contribute to the diversification  of  commercial  activities  and  the  increase  in  investment  opportunities. however, and notwithstanding the relevance of other linkage mechanisms such as religion, patronage or kinship, a case can be made for the proficient use of two or more languages as being decisive for the success of the Irish in this cross-border context71. It is

65 reCIo Morales, óscar, Ireland and the Spanish Empire, 1600-1825, Dublin, Four Courts Press, 2010, p. 284. 66 see BeerMan, eric, ‘arturo o’neill: First governor of West Florida during the second spanish Period’, in The Florida Historical Quarterly, vol. 60, no. 1 (1981), pp. 29-41. For o’Fallon’s friendship claims, see gaYarré, History of Louisiana, vol. 3, pp. 290. 67 staFForD,  Cornelius  W.,  The Philadelphia Directory for 1798,  Philadelphia,  William  W.  Woodward, 1798, p. 15. 68 Perrone, sean t, ‘the role of spanish consuls in the united states, 1795-1898’, in BunK, Brian D., PaCK, sasha D. and sCott, Carl-gustaff (eds.), Nation and conflict in modern Spain: essays in honor of Stanley G. Payne, Madison, Parallel Press, 2008, pp. 81-102. 69 MarIChal, Bankruptcy of Empire, p. 196, n. 45. 70 tomás Murphy married into the elite network of spanish authorities, as Vicerroy azanza was not only the cousin of Murphy’s wife, Manuela alegría, but also his brother-in-law through azanza’s marriage to a sister of Manuela. ortIz De la taBla Y DuCasse, Javier, ‘Comercio neutral y redes familiares a finales de la época colonial’, in VIla VIlar, enriqueta and Kuethe, allan J. (eds.), Relaciones de poder y comercio colonial: nuevas perspectivas, Madrid, CsIC-escuela de estudios hispanoamericanos, 1999, p. 169. 71 an enthralling study about the rise of the english language and the reconfiguration of settler colonialism from the end of the eighteenth century is BelICh, James, Replenishing the Earth: the settler revolution and the rise of the Anglo-world, 1783-1939, oxford/new York, oxford university Press, 2009.

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rather  symbolic  that  when  nolan  was  captured,  it  was William  Barr,  his  long-standing competitor and commercial rival, who was acting as an interpreter for the spaniards and ordering nolan – in english – to surrender72. after all, the Irish had a comparative advantage in speaking the tongue that was fast becoming the language of commercial interest: the society of new orleans is not desirable. the inhabitants assemble, not to enjoy the flow of soul, but from motives of ostentation. It is a good dress, not a good heart that conciliates; one never finds a reciprocity of sentiment, or an interchange of reason. It is too a tessellated pavement [...], it is a tower of Babel; various are the dialects, or if one general language prevails, it is the language of interest73.

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JaCKson, Indian Agent, p. 12. BerQuIn-DuVallon, Pierre louis, Travels in the Louisiana and the Floridas in the year 1802, giving a correct picture of those countries. Translated from the French, with notes etc. by John Davis, new York, I. riley and Co., 1806, pp. 47-48. 73

“no Irán MáS encoMenderoS que GrInGoS y loS eSPañoleS Guardarán caBraS”: coMercIo tranSatlántIco y coMercIanteS eXtranjeroS en el PerÚ vIrreInal (1740-1780) Xabier Lamikiz universidad autónoma de Madrid

l

a participación extranjera en el comercio entre españa y sus posesiones americanas fue una constante durante todo el periodo colonial, y ello a pesar de una profusa y continuamente renovada legislación que prohibía la presencia extranjera en dichos intercambios transatlánticos. es muy conocido el mecanismo empleado por las naciones europeas establecidas en cádiz para encubrir sus negociaciones: bastaba con que un comerciante  español  matriculado  en  el  consulado  de  cargadores  a  Indias  consignara  como propias las mercancías pertenecientes a un extranjero; es decir, bastaba con que alguien legalmente habilitado para el comercio con américa actuara de “prestanombre” a cambio de una comisión. Si bien esta práctica ha sido documentada en numerosas ocasiones, su verdadera indecencia es difícilmente cuantificable, por no hablar de su evolución temporal1. con todo, la cuantificación no es el único problema al que se enfrenta el historiador. la historiografía ofrece, además, una imagen marcadamente unilateral o peninsular del comercio encubierto de extranjeros, prestando escasa atención al hecho, obvio, de que un conocimiento integral del comercio transatlántico requiere de una visión bilateral o transoceánica. así,  el  encubrimiento  de  consignaciones  parece  ocurrir  exclusivamente  en  la orilla peninsular. Su posterior suerte en tierras americanas es un aspecto obviado y por lo tanto poco o nada conocido. con objeto de abordar estos problemas, el presente trabajo analiza la participación extranjera en una ruta comercial concreta durante un periodo concreto. Se trata del comercio entre cádiz y el callao (puerto de lima) desde la apertura de la navegación directa por el cabo de Hornos en la década de 1740, hasta el fin del monopolio de ambos puertos con la publicación del reglamento del libre comercio en octubre de 1778, el cual no sería aplicado a esta ruta hasta después de concluida la guerra con Gran Bretaña en 17832.

1

Sobre la presencia extranjera en el comercio colonial español véase, por ejemplo, García-Baquero Gonzá-

lez, antonio, “los extranjeros en el tráfico con Indias: entre el rechazo legal y la tolerancia funcional”, en Actas

del I Coloquio Internacional “Los Extranjeros en la España Moderna”, Málaga, 2003, tomo I, pp. 73-100. 2 Sobre los navíos de registro véanse Parrón SalaS, carmen, “Perú y la transición del comercio político al comercio libre, 1740-1778”, en Anuario de Estudios Americanos, 54 (1997), pp. 447-475; laMIkIz, Xabier, “Patrones de comercio y flujo de información comercial entre españa y américa durante el siglo XvIII”, en Revista de Historia Económica, 25 (2007), pp. 231-258. 327

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Xabier Lamikiz

algunos de los argumentos aquí presentados están tomados de un libro recientemente publicado que explora la importancia de la confianza interpersonal como ingrediente necesario (aunque no suficiente) para la configuración de redes comerciales o, dicho de otro modo, para promover la colaboración entre agentes económicos3. en esa ocasión, por limitaciones de espacio impuestas por los editores, me vi obligado a prescindir de interesante documentación referente a la participación de extranjeros en el comercio colonial español. dicha documentación ha sido rescatada para el presente trabajo, así como fuentes adicionales halladas recientemente. los extranjeros no solo operaban desde cádiz; algunos de ellos recurrieron a todo tipo de artimañas para pasar a Indias con sus propias mercancías, para después, también de manera encubierta, continuar recibiendo consignaciones desde españa. este hecho, naturalmente, les granjeaba pocas simpatías entre los comerciantes americanos. Sin ir más lejos durante el tercer cuarto del siglo XvIII, en lima (capital del virreinato del Perú y principal  centro  comercial  del  Pacífico  hispanoamericano)  los  extranjeros  sufrieron  la persecución especialmente enconada del virrey del Perú y del gremio local de comerciantes, el todopoderoso tribunal del consulado de lima. en realidad los intentos de expulsión fueron frecuentes durante todo el periodo colonial, aunque a menudo los esfuerzos de la corona y de las autoridades coloniales no consiguieran los resultados apetecidos4. desde finales del siglo XvI fueron numerosas las medidas legales tomadas para evitar que los extranjeros se establecieran y comerciaran en la américa española5. apoyadas en las leyes del siglo XvI, las razones impulsoras de cada nueva campaña de expulsión estuvieron siempre ligadas a intereses económicos y comerciales, incluso cuando los argumentos principales esgrimidos fueran religiosos o defensivos. lo novedoso de la campaña de expulsiones iniciada a mediados del siglo  XvIII es que respondía a importantes transformaciones acontecidas en el seno del comercio transatlántico. ligándolo a este contexto, las páginas que siguen tratarán de dar respuesta a tres preguntas: i) ¿cómo se llevaron a cabo las expulsiones?; ii) ¿qué papel jugaban los extranjeros dentro del monopolio del comercio colonial español?; y iii) ¿cuáles fueron los resultados de las expulsiones en la antesala del comercio libre? en la parte final del capítulo y a modo de conclusión, se aportan algunas reflexiones sobre el monopolio español del comercio colonial, su grado de cumplimiento, y su relación con importantes características de las redes comerciales de época moderna. la idea, que aquí anticipo, es que para evaluar la efectividad del monopolio no basta con destacar la  facilidad  con  que  se  violaban  las  restricciones  legales;  además  de  esto,  es  necesario prestar  atención  al  funcionamiento  práctico  del  comercio  y  en  especial  a  los  costes  de transacción ligados al acceso a información. los comerciantes, a diferencia de la historiografía, operaban con una visión plenamente transatlántica de sus actividades. les era 3 laMIkIz, Xabier, Trade and Trust in the Eighteenth-Century World: Spanish Merchants and their Overseas Networks, Woodbridge, Boydell Press / royal Historical Society, 2010. 4 Para trabajos sobre la presencia extranjera en el Perú antes del siglo XvIII véanse rodríGuez vIcente, María, “los extranjeros y el mar en Perú (fines del siglo XvI y comienzos del XvII)”, en Anuario de Estudios Americanos, 25 (1968), pp. 619-629; kelenBenz, Herman, “Mercaderes extranjeros en américa del Sur a comienzos del siglo XvII”, en Anuario de Estudios Americanos, 28 (1971), pp. 377-403; MIllar corBacHo, rené, “las confiscaciones de la Inquisición de lima a los comerciantes de origen judío-portugués de ‘la Gran complicidad’ de 1635”, en Revista de Indias, 43 (1983), pp. 27-58; Bradley, Peter t., “el Perú y el mundo exterior: extranjeros, enemigos y herejes (siglos XvI-XvII)”, en Revista de Indias, 223 (2001), pp. 651-671. 5 konetzke, richard, “legislación sobre emigración de extranjeros en américa durante la época colonial”, en Revista Internacional de Sociología, 11-13 (1945), pp. 269-299.

Comercio transatlántico y comerciantes extranjeros

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absolutamente esencial recabar información (abundante y contrastable) sobre la situación del mercado en la otra orilla y sobre la conducta e integridad de sus agentes de ultramar. los comerciantes también tenían una clara preferencia por escoger a sus agentes de entre los miembros de su propia familia y de entre sus paisanos más cercanos. Si esto era así, entonces cabe preguntarse si la expulsión de extranjeros de las colonias españolas, en un momento en que el comercio de consignación comenzaba a adquirir gran importancia, tuvo un efecto perjudicial sobre sus compatriotas que desde cádiz (donde sí se les permitía residir) comerciaban con américa. en el siglo XvIII, es necesario recordarlo, el tipo de información que demandaban los comerciantes transatlánticos estaba lejos de ser un bien público6. 1.  caMPañaS de eXPulSIón de eXtranjeroS Finalizada la guerra contra Gran Bretaña (1739-1748), el gobierno de Fernando vI no tardó en poner sus ojos en los extranjeros (sobre todo franceses e italianos) que habían aprovechado el conflicto para establecerse y comerciar en las colonias americanas. una real orden de 6 de marzo de 1750 instaba a las autoridades coloniales a identificar y expulsar a los extranjeros residentes en sus respectivas jurisdicciones. la medida se había tomado a instancias del consulado de cargadores de cádiz, que decía haberse informado  de  “las  banderas  extranjeras  que  hay  tanto  en  puertos  [americanos]  como  en  tierra adentro y que en dichos puertos apenas se oye el idioma español”7. aunque sin duda exageradas, estas palabras consiguieron que Fernando vI ordenara a los virreyes americanos que procedieran a la inmediata expulsión de los extranjeros que no contaran con carta de naturaleza o permiso expreso del rey. los virreyes de nueva españa (conde de revillagigedo) y nueva Granada (josé alfonso Pizarro) parece que intentaron cumplir las órdenes nada más recibidas; sin embargo no ocurrió lo mismo con el virrey del Perú, el conde de Superunda (1745-1761). el juez comisionado nombrado especialmente para llevar a cabo las órdenes del rey en el Perú no comenzaría con sus pesquisas hasta 1754, y todo parece indicar que sus esfuerzos fueron muy poco fructíferos. como resultado, el 7 de junio de 1757 los comerciantes del consulado de lima se reunieron en junta general para solicitar al virrey “la expulsión de los extranjeros pedida por el comercio”8. un nuevo intento en diciembre del año siguiente tampoco parece que diera comienzo a las expul6 a pesar de la aparición de la prensa mercantil y del nacimiento de la esfera pública en la europa de finales del siglo  XvII, la correspondencia mercantil no perdió un ápice de sus importancia. Para un trabajo clásico sobre  el  surgimiento  de  la  esfera  pública  véase  HaBerMaS, jurgen,  Structural Transformation of the Public Sphere: An Inquiry into a Category of Bourgeois Society, cambridge Ma, MIt Press, 1989 (1ª ed. 1962). Sobre  el  importante  papel  que  continuó  jugando  la  correspondencia  después  incluso  de  la  popularización  de  la prensa mercantil véase trIvellato, Francesca, “Merchant letters across Geographical and Social Boundaries”, en BetHencourt, F. y eGMond, F. (eds.), Cultural Exchange in Early Modern Europe. volume 3: Correspondence and Cultural Exchange in Europe, 1400-1700, cambridge, cambridge university Press, 2007, pp. 80103. en el caso del comercio colonial español la prensa mercantil no haría acto de presencia hasta finales del siglo  XvIII, y aun entonces con poca fortuna. Sobre esto véase SteIn, Stanley j. y SteIn, Barbara H., Edge of Crisis: War and Trade in the Spanish Atlantic, 1789-1808, Baltimore, johns Hopkins university Press, 2009, pp. 14-19. 7 GóMez Pérez, carmen, “los extranjeros en la américa colonial: su expulsión de cartagena de Indias en 1750”, en Anuario de Estudios Americanos, 37 (1980), p. 285. 8 SMItH, robert S., Índice del Archivo del Tribunal del Consulado de Lima, lima, Ministerio de Hacienda y comercio, 1948, p. 141.

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Xabier Lamikiz

siones, porque en febrero de 1760, ante la inoperancia (probablemente también connivencia con algunos extranjeros) del virrey y el juez comisionado, el consulado de lima “resolvió se solicitase de S[u] M[agestad] confiriese a este tribunal [del consulado] las facultades necesarias para que procediese a la expulsión de los extranjeros”9. Fruto de esa petición sería la real cédula de 10 de mayo de 1761, la cual coincidió en el tiempo con el nombramiento de Manuel amat y junyet como nuevo virrey del Perú (1761-1776). amat se mostró resuelto a colaborar con el consulado de lima para hacer efectiva la expulsión. en consulta de 2 de octubre de 1761, el nuevo virrey ordenó que los extranjeros se embarcasen para europa “con todos sus caudales y efectos existentes, dexando a cargo de sugetos de confianza españoles las dependencias y negocios que no hayan podido evacuar”. también mandó que se hiciese “una lista puntual de los estrangeros a quienes en el año de 1754 se notificó saliesen de estos reynos y otra de los que en el de 1759 fueron denunciados por los comerciantes”10. en febrero de 1764, en carta escrita al rey, amat informaba que, en lo referente a la presencia de comerciantes extranjeros en lima, “vino todo aquel bulto a reducirse al numero de veinte y ocho personas”11. de ellos solo a doce se les podía aplicar la expulsión, por no ser, en principio, ni jenízaros ni naturalizados. la mitad de estos doce no pudieron negar su condición de extranjeros. Se trataba de los irlandeses joseph valois, jorge Butler, Guillermo leonardo, antonio leonardo, nicolás Baugham y alexandro Gordon. otros cuatro, sin embargo, alegaron ser o bien jenízaros (Francisco Basalo y Francisco carte) o bien españoles (josé juan Blanco y juan antonio Pajarito). de los dos restantes uno, nicolás Bonis, decía ser herbolario y botánico (es decir, no vinculado al comercio), mientras que el último de todos ellos, joseph louison, se había ausentado de lima. Pero esta lista, como las siguientes que se confeccionarían en años posteriores, tenía un carácter eminentemente sincrónico que no reflejaba la enorme movilidad (continuas idas y venidas tanto al interior del Perú como a la propia españa) que caracterizaba a la comunidad de comerciantes. de ahí que hubiera nombres que desaparecían para más tarde volver a aparecer en otra lista. a los esfuerzos de las autoridades se les fueron sumando denuncias de particulares (en forma de cartas anónimas) que veían como los navíos que llegaban de cádiz continuaban trayendo extranjeros a bordo. una nueva real cédula de 21 de junio de 1767 volvería a insistir en lo mismo, y el consulado de lima continuó presionando al virrey para que hiciera cumplir las ordenes del rey. Sin embargo determinar quién era y quién no era extranjero era una tarea complicada. varias listas fueron confeccionadas recurriendo a criterios de dudosa fiabilidad; los apellidos, la apariencia, el comportamiento, el acento, e incluso la forma de firmar eran utilizados como pruebas incriminatorias de extranjería12. lo que sí parece traslucir de los repetidos esfuerzos de expulsión es que los extranjeros que más incomodaban al tribunal del consulado eran los que se dedicaban al gran comercio, es decir, al comercio transatlántico. en cambio, los ocupados en oficios mecánicos eran por lo general respetados (aunque sin el beneplácito del consulado, que veía fantasmas  por  todas  partes),  así  como  los  jenízaros  (españoles  de  padres  extranjeros)  de madre española, siempre y cuando pudieran probar con documentos originales que era ésa precisamente su condición. en 1775-1776, últimos años del mandato del virrey amat, se 9

Ibidem. archivo Histórico nacional (en adelante aHn), consejos, leg. 20.327, pieza 1, f. 2r. 11 Manuel de amat al rey, lima, 26 de febrero de 1764, ibidem. 12 Para diversas listas de extranjeros y su situación en el Perú véanse archivo General de la nación, Perú (en adelante aGn/P), tc-Gr2, cajas 124 a 127; y aHn, consejos, legs. 20.327, 21.450 y 21.451. 10

Comercio transatlántico y comerciantes extranjeros

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volvió a la carga contra los extranjeros y se confeccionó una lista con 163 nombres habientes en el Perú. que todos estos esfuerzos y medidas no consiguieron erradicar la presencia de extranjeros en el Perú es un hecho constatado. la promulgación de dos nuevas reales cédulas en febrero de 1778 y mayo de 1785 contra los extranjeros residentes en Indias lo prueba. la pregunta que surge es si la continua persecución consiguió disminuir la participación de los extranjeros en el comercio exterior del Perú. esta pregunta es importante, ya que el hecho de que el principal instigador de las persecuciones fuera el consulado de lima (el gremio que aunaba a los comerciantes criollos y peninsulares vecinos de la capital virreinal) es un signo inequívoco de que eran sobre todo las consignaciones provenientes de cádiz y dirigidas (de manera encubierta) a extranjeros lo que deseaban eliminar. las campañas de expulsión iniciadas en 1750 no han pasado desapercibidas para los historiadores. en un artículo publicado en 1972, leon campbell aborda el tema en la sociedad peruana del XvIII y llega a la conclusión de que, en general, los extranjeros tuvieron escaso impacto en el Perú13. campbell presenta una lista confeccionada en 1776 de 163 extranjeros habientes en tierras peruanas, 73 de los cuales residían en lima (24 comerciantes solteros y 8 casados; 15 artesanos solteros y 5 solteros; 6 desempleados; y 15 jenízaros,  casi  todos  comerciantes). aunque  campbell  cita  la  real  cédula  de  mayo  de 1761 que ordenaba la identificación e inmediata expulsión de extranjeros del Perú, no se para a analizar otras listas que se realizaron en la década de 1760 y que pueden confrontarse con la de 1776. en todo caso, en su trabajo campbell no profundiza en las actividades mercantiles de aquellos que fueron considerados comerciantes, y por tanto nada dice sobre si tomaban o no parte en el comercio con cádiz. Más precisa en su análisis es la historiadora carmen Parrón14. empleando las listas confeccionadas por el tribunal del consulado en 1762, 1768 y 1775, Parrón llega a la conclusión de que, para la última fecha, los extranjeros y jenízaros habían desaparecido como grandes cargadores o consignatarios de cádiz, exceptuando unos pocos que subsistían en lima. Parrón afirma que “la operación de ‘limpieza’ de otras naciones de la grandes transacciones y operaciones del comercio exterior peruano había fructificado”15. en realidad los datos que proporciona –un descenso de extranjeros en lima de 91 en 1762 a 69 en 1776, con detalle de sus profesiones– no son suficientes para llegar a esa conclusión, ya que si por algo se caracterizaban los negocios de los extranjeros que recibían consignaciones de cádiz, era porque las mercancías les llegaban a través de prestanombres españoles. la última historiadora en prestar atención a las campañas de expulsión del Perú durante la segunda mitad del siglo XvIII ha sido tamar Herzog16. Interesada en los procesos de identificación del otro, es decir, en los mecanismos de inclusión y exclusión que determinaban quién era español y quién extranjero (y, por tanto, quién podía gozar de los derechos propios de los “naturales” y quién no), Herzog afirma que en américa los inte-

13 caMPBell, leon G., “the Foreigners in Peruvian Society during the eighteenth century”, en Revista de Historia de América, 73-74 (1972), pp. 153-163. 14 Parrón SalaS, carmen, “el nacionalismo emergente y el comercio: la expulsión de extranjeros de américa (Perú), 1750-1778”, en Actas del XI Congreso de la AHILA, liverpool, universidad de liverpool, 1998, vol. I, pp. 200-218. 15 Ibidem, p. 209. 16 HerzoG, tamar, Vecinos y extranjeros: Hacerse español en la Edad Moderna, Madrid, alianza editorial, 2006, pp. 167-175.

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reses comerciales jugaron un papel de primer orden a la hora de clasificar a las personas. las discusiones surgidas en las décadas de 1760 y 1770 para determinar quién era extranjero (discusiones agravadas por el hecho de que el derecho castellano difería sustancialmente del indiano) tenían como claro trasfondo los intereses emanados de la intermediación  en  el  gran  comercio.  Herzog  concluye  que  los  extranjeros  eran  más  probable  que fueran perseguidos “cuando eran mercaderes acaudalados o cuando su ocupación en el comercio transatlántico parecía perjudicial para las ambiciones de otros mercaderes o de los consulados”17. no obstante Herzog no habla de por qué la campaña más intensa orquestada desde que los judio-portugueses fueran eliminados del Perú en 1635-1639, ocurrió justamente en la segunda mitad del siglo  XvIII. esta es una importante cuestión que también necesita respuesta y que tiene estrecha relación con la nueva ruta de comercio adoptada en la década de 1740. 2.  la ruta dIrecta al PerÚ y el nuevo Patrón de coMercIo el inicio de una nueva guerra con Gran Bretaña en octubre de 1739 y el subsiguiente ataque británico sobre Portobelo en diciembre de ese mismo año, fueron los dos hechos que forzaron al gobierno español a suspender el sistema de comercio que durante dos siglos había unido a la metrópoli con el virreinato del Perú. en lugar de los galeones a tierra Firme y las ferias de Portobelo (lugar en el Istmo de Panamá donde comerciantes peruanos y peninsulares se encontraban para efectuar intercambios) se introdujo un sistema de embarcaciones sueltas conocidas como navíos de registro o registros sueltos. además, el comercio paso de ser indirecto (a través del Istmo de Panamá) a realizarse directamente entre el callao y cádiz (por la ruta del cabo de Hornos). este doble hecho, embarcaciones sueltas y ruta directa, produjo importantes mutaciones en la forma de comerciar en el eje atlántico18. Por un lado los intercambios entre el Perú y la metrópoli –principalmente ropas europeas a cambio de metales preciosos americanos– se hicieron mucho más frecuentes. Si en el periodo 1690-1739 los galeones a tierra Firme habían partido de cádiz en tan solo siete ocasiones, los registros sueltos iban a llegar a lima varias veces al año: de una a tres veces en las décadas de 1740 y 1750; en torno a cuatro veces al año para la década de 1770. como resultado de la mayor frecuencia de intercambios, los comerciantes se vieron obligados a realizar compras menos abultadas, al principio porque no tenía sentido hacer grandes compras sabiendo que otros registros sueltos podían estar de camino a las Indias –y con ellos la posibilidad de una súbita bajada de precios–, y poco más tarde porque la naturaleza cambiante de los gustos y de las modas de los consumidores americanos comenzaron a influir en la elección de mercancías. este cambio, que se produjo de manera gradual en las décadas de 1750 y 1760, tuvo otras dos importantes consecuencias que contribuyeron a aumentar el nivel de concurrencia de manera significativa: por un lado el giro minorista dado por el comercio redujo el control ejercido por unos pocos comerciantes ricos de lima sobre el comercio transatlántico, dando cabida a comerciantes con menos caudales; por otro lado el principal foco de concurrencia se trasladó de la feria de Portobelo (suficientemente lejos del mercado peruano como para desanimar  a  la  mayoría  de  galeonistas  a  bajar  hasta  lima)  al  propio  corazón  del  virreinato 17

Ibidem, p. 175. Para un estudio detallado de las transformaciones ocurridas a partir de 1739 véase laMIkIz, “Patrones de comercio”, art. cit. 18

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peruano, haciendo que todos los comerciantes (limeños, gaditanos y extranjeros) se vieran las caras en el mismo mercado adonde sus mercancías estaban dirigidas. el aumento de la concurrencia se tradujo en un mayor empleo del crédito comercial y en un abaratamiento del dinero19. Fue precisamente en este nuevo contexto cuando se inició la larga campaña contra los extranjeros residentes en el Perú, y especialmente contra los extranjeros que llegaban a bordo de los registros sueltos procedentes de cádiz. Bajo el sistema de galeones, los comerciantes y encomenderos (agentes o factores) que viajaban a Portobelo solían regresar a españa una vez concluida la feria para saldar en cádiz cuentas con sus principales y acreedores. durante la primera mitad del siglo XvIII, la amenaza extranjera al monopolio español había provenido tanto desde dentro del comercio oficial (a través del comercio encubierto de los extranjeros residentes en cádiz) como desde fuera (por medio, sobre todo, del contrabando facilitado por el asiento de negros y el navío de permiso concedido a los británicos, y de los numerosos barcos franceses que llegaron directamente al Perú durante las dos primeras décadas del siglo). en cualquier caso los españoles se habían visto indefensos ante la penetración del comercio extranjero, en gran medida porque no habían tenido más remedio que canalizar su participación en el comercio colonial a través de un sistema anticuado que hacía aguas por todas partes, un sistema que, debido a los altos costes de transacción que ocasionaba, hacía que el comercio colonial fuera una víctima propiciatoria para el contrabando extranjero. todo cambió con el patrón de comercio surgido al albur de los registros sueltos y la ruta directa. los costes del comercio oficial se redujeron considerablemente y los precios de las mercancías que transportaban los registros sueltos bajaron hasta el punto de reducir el contrabando extranjero. Pero la cosa no quedó ahí. el éxito del sistema de registros para abastecer el Perú (la segunda ruta más importante del comercio colonial tras la que unía a cádiz con veracruz), así como las características del nuevo patrón de comercio, obligaron a los comerciantes a adaptarse a la nueva  situación.  en  otras  palabras,  obligó  a  los  comerciantes  que  viajaban  a  lima  en  los registros a permanecer durante más tiempo en el Perú para poder vender sus mercancías. Fue así cómo se generalizó el comercio de consignación. en un periodo en que el riesgo del comercio transatlántico pasó a estar más asociado con la concurrencia entre comerciantes que con el buen o mal funcionamiento del sistema (problema perenne de las ferias de Portobelo), solo era cuestión de tiempo que los extranjeros fueran los primeros damnificados. ellos eran, sin duda, los más vulnerables. 3.  el coMercIo encuBIerto de loS eXtranjeroS en la década de 1740, cuando, debido a la guerra, barcos de bandera francesa recibieron licencias especiales para comerciar con la américa española, numerosos comerciantes franceses llegaron a las colonias para cumplir las veces de agentes de sus compatriotas  de  cádiz20.  de  hecho  los  primeros  navíos  de  registro  enviados  al  Perú  fueron  de 19 quIroz, alfonso W., Deudas olvidadas: instrumentos de crédito en la economía colonial peruana (17501820), lima, Pontificia universidad católica del Perú, 1993, pp. 106-107. 20 véanse, por ejemplo, François lassala a lemoyne y cía, México, 12 de agosto de 1746, the national archives (en adelante tna), Hca 30/250/7; Michel demoyrier a jean jolif, México, 20 de agosto de 1746, tna, Hca 30/250/8.

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bandera francesa, y ello porque los españoles aún no habían adquirido el conocimiento suficiente para doblar el terrorífico cabo de Hornos. el primer navío español con destino al Perú, el Nuestra Señora del Rosario, no zarparía de cádiz hasta comienzos de 174821. Pero, a medida que la guerra llegaba a su fin, los franceses comenzaron a darse cuenta de que los españoles no iban a permitirles permanecer en las colonias22. en efecto, tanto la casa de la contratación como el consulado de cádiz estaban ya demandando que los extranjeros residentes en las colonias fueran devueltos a europa.  es importante subrayar que los extranjeros no eran cualquier competidor. Basta con observar a las comunidades extranjeras residentes en cádiz23. distintos censos y listas indican que durante el siglo  XvIII el número de comerciantes extranjeros residentes en cádiz varió entre 200 y 400 individuos. en la década de 1770, por ejemplo, los extranjeros representaban el 40 por cien de la comunidad mercantil gaditana. Su principal cometido era el de abastecer a los españoles de mercancías (sobre todo ropas) que españa se mostraba incapaz de producir a precios competitivos. legalmente eso era todo lo que podían hacer, ya que el envío de esas mercancías a américa era privilegio exclusivo de los españoles.  Sin  embargo,  numerosos  testimonios  coetáneos  afirman  que,  mediante  prácticas encubiertas, los extranjeros hacían que cualquier noción de monopolio español fuera totalmente ilusoria. Pero una cosa era enviar mercancías a américa y que los españoles gozaran de las comisiones por venta y encubrimiento, y otra muy distinta enviar agentes de su propia nacionalidad a américa para que efectuaran las ventas. esto era doblemente doloroso para los españoles, ya que los extranjeros eran comerciantes por lo general más acaudalados que ellos. en efecto, varios historiadores han resaltado el marcado contraste existente en el nivel de renta de extranjeros y españoles24. la conclusión a la que llegan (aunque utilizando fuentes de cuestionable fiabilidad) viene a corroborar numerosos testimonios coetáneos: los beneficios obtenidos por los extranjeros eran mucho mayores que el de sus colegas  españoles.  de  ahí  que  si  a  los  extranjeros  se  les  daba  ocasión  de  enviar  a  sus familiares y paisanos a américa (igual que hacían los españoles), los comerciantes peninsulares y americanos de ambos lados del atlántico se verían totalmente desplazados del comercio que por ley les pertenecía. esa era la visión de los españoles, fueran éstos peninsulares o americanos. un destacado ejemplo deja entrever el potencial acaparador de los extranjeros desplazados a Indias. uno de los que serían expulsados en 1764, el irlandés joseph valois, había  residido  en  el  Perú  desde  1753,  y  en  todo  ese  tiempo  había  recibido,  según  el consulado  de  lima,  grandes  consignaciones  de  españa,  siendo  “el  extrangero  más grueso de todos los extrangeros y que comercia el sólo más que todos juntos”, en claro 21 Francisco de varas al marqués de ensenada, cádiz, 27 de febero de 1748, archivo General de Indias (en adelante aGI), lima, 1521. 22 verduc, vincent y cía a lazaro cadiou, cádiz, 31 de enero de 1747, tna, Hca 32/134/3 (1). 23 véanse, por ejemplo, ozanaM, didier, “la colonie française de cadix au XvIIIe siècle d’aprés un document inédit (1777)”, en Mélanges de la Casa de Velázquez, 4 (1968), pp. 259-347; larIo de oñate, María del carmen, La colonia mercantil británica e irlandesa en Cádiz a finales del siglo XVIII, cádiz, universidad de cádiz, 2000; creSPo Solana, ana, Entre Cádiz y los Países Bajos: Una comunidad mercantil en la ciudad de la Ilustración, cádiz, ayuntamiento de cádiz, 2001. 24 véanse, por ejemplo, ruIz rIvera, julián Bautista, El Consulado de Cádiz: Matrícula de comerciantes (1730-1823), cádiz, diputación Provincial de cádiz, 1988, pp. 61-97; BuStoS rodríGuez, Manuel, Cádiz en el sistema Atlántico: La ciudad, sus comerciantes y la actividad mercantil (1650-1830), Madrid, Sílex, 2005, pp. 158-165.

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perjuicio de los comerciantes españoles. en los once años que llevaba en lima, valois había conseguido evitar ser expulsado aduciendo enfermedad y pertenencia a la milicia colonial. al tribunal del consulado le desesperaba no solo la presencia sino la actitud de valois: Su venida a este reyno fue de cargador grueso con el falso título de pilotín; ahora es condecorado con un título de capitán que recivió en esta ciudad de gente que no hay, o por lo menos que no ha visto, y entre estas burlas corre el tiempo, haze los más gruesos negocios, recibiendo por testas las mayores porciones de ropas que vienen, y se ríe de las prohiviciones y de las diligencias de este consulado, que no tienen efecto25.

el problema para los limeños no era solo la presencia de extranjeros sino la llegada al Perú de numerosos miembros del consulado de cádiz26. Sin embargo ninguna medida podía tomarse contra ellos y sí en cambio contra los extranjeros. Para comprender las dificultades a las que los extranjeros debieron hacer frente es necesario prestar atención a los aspectos prácticos del encubrimiento. de ello y de las necesidades creadas por el nuevo patrón de comercio se deduce que su participación en el comercio transatlántico era especialmente vulnerable. ya se ha visto que los comerciantes jenízaros que llegaban con permiso de la casa de la contratación no eran precisamente bienvenidos en Indias, así que es fácil imaginar que los que se embarcaban en cádiz sin permiso sabían bien a lo que se exponían: la expulsión y la confiscación de sus mercancías. la única forma que tenían de embarcarse era como miembros de las tripulaciones de los registros sueltos, ya que, a pesar de los intentos de la corona española en sentido contrario, las tripulaciones del comercio colonial no podían completarse únicamente con españoles. Por ejemplo, cuando se inspeccionó el navío Diamante en julio de 1763, se descubrió que traía varios extranjeros a bordo. entre los miembros de la tripulación hallaron a seis italianos (dos de ellos casados en cádiz) y dos franceses. la justificación del capitán del Diamante fue no haber hallado en cádiz españoles disponibles para ejercer los oficios de cocinero, mayordomo y pilotín. “Por esta razón”, decía el capitán villanova, “no se havía puesto reparo [en cádiz] por los señores de la casa de la contratación”27. días más tarde se iniciaron autos contra los encomenderos franceses Pedro Sitchan de San juan y juan ducerr, los irlandeses ricardo Hugues y Guillermo Blanco y el genovés (probablemente de origen irlandés) antonio terry, que acababan de llegar en los navíos Diamante y Torero. el tribunal del consulado había recibido una carta anónima denunciando la llegada de mercancías consignadas a extranjeros, en la cual se proporcionaban nombres y apellidos. el consulado inició una investigación y no tardó en comprobar que las acusaciones vertidas en el anónimo eran bien fundadas, porque en ambos navíos habían llegado: bastantes gringos, porque aquí todo va por la regla de dánosle oy y por ella el empeño y el monipodio, y si el Govierno y tribunal del consulado no toman deliberación hacer algún exemplar en

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consulado de lima al rey, lima, 27 de febrero de 1764, aHn, consejos, leg. 20.327, pieza 3, f. 68r. Para los problemas ocasionados a nivel institucional por la llegada de encomenderos gaditanos véase laMIkIz, Xabier, “transatlantic networks and Merchant Guild rivalry in colonial trade with Peru: a new Interpretation”, en Hispanic American Historical Review, 91:2 (2011), pp. 299-331. 27 aGn/P, tc-Gr2, caja 126, doc. 726, f. 1v. 26

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Xabier Lamikiz virtud de las órdenes del rey, en lo succesivo no irán más encomenderos que gringos y los españoles guardarán cabras28.

a su llegada a lima todos los extranjeros contaban con un prestanombre o “testa de fierro” español. en los autos de 1763 se observa que los extranjeros eran siempre denunciados junto con quienes supuestamente eran sus testas, aunque probar la veracidad de las sospechas era muy complicado. Hubo españoles que ante la presión ejercida por el tribunal  del  consulado  (mediante  interrogatorios  y  prisión)  confesaron  ejercer  de  testa.  un ejemplo es el de josé de la llana que, tras ser presionado “por las preguntas y repreguntas que se le han hecho” y “el estar padeciendo el apremio de guardias y receloso de otros maiores apremios” no tubo más remedio que confesar estar actuando como prestanombre del francés juan ducerr29. animado por la confesión de llana, el tribunal del consulado esperaba descubrir todos los demás encubrimientos. Pero la mayoría de los sospechosos de actuar como testas no se derrumbaban ante la coacción. uno de ellos, el comerciante gaditano Gonzalo Morales, quien también había llegado al callao a bordo del Diamante, no dudó en declarar que “jamás se le podrá provar que ha procedido contra sí mismo y su nación prestando su nombre a beneficio de extranjeros”30. al jenízaro francés juan lacomba, consignatario de buena parte del registro del Diamante, se le preguntó acerca de los endosos que había realizado una vez recibidas las mercancías en el callao, a lo cual respondió que “no tiene noticia que extrangero alguno sea dueño ni tenga ynterés en parte alguna de esa carga, pues en todas sus facturas solo suenan el nombre de españoles”31. el tribunal del consulado sabía que mentía, pero nada podía hacer sin pruebas fehacientes. una vez en lima, los extranjeros necesitaban la colaboración de algún comerciante español que los acogiera y los encubriera. eso mismo fue lo que hizo andrés ramírez de arellano  cuando  llegó  a  lima  procedente  de  cádiz  en  1757.  en  cádiz arellano  había acordado con el español lorenzo del arco y la casa francesa de los Magon encubrir las actividades de dos comerciantes franceses que habrían de viajar con él al Perú. una vez en lima, ambos franceses, los hermanos joseph y louis louison, pasaron varios años viviendo en casa del propio arellano32. evidentemente era mucho más fácil identificar a los extranjeros en el Perú que en cádiz. en cádiz podían cambiar sus nombres e incorporarse a la tripulación de algún navío de registro como cocineros, reposteros, mayordomos, pilotines, pilotos prácticos, criados y demás profesiones. en cambio en lima, donde sus mercancías habían de ser vendidas, su situación estaba destinada a ser mucho más expuesta. además, con el giro minorista que el comercio colonial había comenzado a dar en la década de 1750, cualquier comer28 aGn/P, tc-Gr2, caja 124, doc. 714, ff. 1v-2r. el Diccionario de la Real Academia Española (ed. 2001) recoge siete acepciones para el término “gringo”. la primera y más completa dice: “extranjero, especialmente de habla inglesa, y en general hablante de una lengua que no sea la española”. en la década de 1760, el compilador jesuita vizcaíno esteban terreros y Pando, en su Diccionario castellano de las voces de ciencias y artes, escrita a mediados del siglo  XvIII (aunque publicada en Madrid en varios volúmenes a partir de 1787), afirmaba que “gringo llaman en Málaga a los extranjeros, que tienen cierta especie de acento, que los priva de una locución fácil y natural castellana; y en Madrid dan el mismo, y por la misma causa con particularidad a los irlandeses”. 29 aGn/P, tc-Gr2, caja 124, doc. 714, f. 31r-v. 30 Ibidem, doc. 717, f. 7r. 31 Ibidem, doc. 715, f. 25v. 32 lorenzo del arco a andrés ramírez de arellano, cádiz, 20 de diciembre de 1765, Instituto riva-agüero, archivo ramírez arellano, epistolario (en adelante Ira-ara).

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ciante que quisiera vender su mercancías en lima se veía obligado a dar la cara ante sus clientes, ya fueran éstos comerciantes locales o meros consumidores. esto facilitaba que los extranjeros se convirtieran en víctimas de la rumorología y de acusaciones directas. en las diligencias judiciales emprendidas sobre la propiedad de un almacén de géneros supuestamente perteneciente al extranjero antonio terry, se decía que en la calle Mercaderes se había puesto “un almacén y una tienda a la calle con géneros para su venta y otra que se está armando, siendo la voz pública que los géneros son de terry”33. el que regentaba la tienda y constaba como dueño del almacén era el español Manuel Fernández de la reguera, quien había llegado a lima en el mismo barco que terry. en la defensa emprendida por carlos lorenzo jennet para que no le expulsaran del Perú se observa la importancia que jugaban los testigos españoles para los acusados. jennet, de veintiséis años de edad, había llegado al callao en junio de 1762 a bordo del navío Nuestra Señora de la Concepción en calidad de “factor y sobrecargo”, y decía haber sido incluido entre los extranjeros por error, ya que, según sus propias palabras, él era “nacido  en  cádiz  de  padre  irlandés,  nicolás  jennet,  y  Mariana  Ferrón,  natural  de  cádiz”34. jennet presentó la licencia de embarque que se le había concedido en cádiz, a la cual vendría a sumarse la declaración del maestre del navío, el navarro juan Martín de aguirre. Preguntado por el tribunal del consulado, aguirre declararía que jennet “naçió en la ciudad de cadis, como públicamente lo oyó decir el testigo a los patricios de la dicha ciudad que lo trataban de paisano”35. Finalmente jennet se salvó de la expulsión gracias a su condición de jenízaro. no obstante, el recurso a testimonios de españoles que los hubieran conocido en cádiz era en realidad un arma de doble filo. era cierto, tal como afirmaba el tribunal del consulado, que los extranjeros sabían “solicitar testigos que digan haberlos conocido en las casas de sus padres y en los lugares de españa, con el seguro de que no puede haber otra prueba concluyente en contrario”36. no era menos cierto, como también recordaba el consulado, que “nunca puede llegar el caso de que haya un estrangero que no tenga amistad con otros quatro españoles con quienes coma y beba, y aquí se tiene por una acción de piedad protegerlos contra la expulsión, y todos entienden que no obran contra la justicia en respaldar a un estrangero”37. Pero siendo la actividad mercantil semillero de enconada competencia y de habituales desencuentros y envidias, no eran poco frecuentes los casos de españoles que delataban a extranjeros. las cartas anónimas dirigidas al consulado eran la forma de denuncia más común, pero también hubo casos de españoles que, tras haber colaborado con extranjeros, decidían entregarlos a la justicia. eso mismo hizo andrés ramírez de arellano con los hermanos franceses louison después de que éstos desaparecieran sin previo aviso en otoño de 1764. temiendo que le engañaban, arellano optó  por  delatarlos  ante  el  consulado  de  lima.  una  vez  arrestados  y  llevados  a  lima, arellano esperaba que los dos hermanos le diesen las cuentas finales de la expedición del San Martín, que era el navío de registro en el que los tres habían llegado al callao en 1757. en carta enviada a los franceses Magon (reputada casa de comercio establecida en cádiz) en marzo de 1765, joseph louison aseguraba que arellano les había entregado a él y a su hermano al consulado de manera miserable, y que ahora procuraría “con estos 33 34 35 36 37

aGn/P, tc-Gr2, caja 124, doc. 716, f. 1r. aGn/P, tc-Gr2, caja 123, doc. 713, f. 1r. Ibidem, f. 4v. consulado de lima al rey, lima, 27 de febrero de 1764, aHn, consejos, leg. 20.327, pieza 3, f. 60r. Ibidem.

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artificios aparentar a vms crecidas pérdidas de sus intereses ocasionado por nuestra mala conducta”. Pero lo cierto era que las ventas habían reportado la importante cantidad de 327.000 pesos y que, descontados los gastos, los beneficios ascendían a 120.000 pesos. “nunca vive más el fiel”, se lamentaba louison, “que lo que quiera el traydor”38. 4.  el coPIador de cartaS del jenízaro IrlandéS juan cranISBro las dificultades para determinar quién era extranjero, unido a las ansias por reducir la concurrencia, llevaron al tribunal del consulado a apuntar su dedo acusador también hacia los extranjeros naturalizados y hacia los jenízaros. contra los primeros existía la posibilidad de conseguir algo, ya que muchos de ellos, a pesar de poseer carta de naturaleza, no contaban con permiso para desplazarse a Indias; mientras que otros naturalizados que sí tenían permiso para cruzar el atlántico, sin embargo no podían comerciar con caudales que no fueran suyos propios39. además, a menudo la propia justicia virreinal no reconocía las naturalizaciones obtenidas en la península. Menos suerte tuvieron las acusaciones de extranjería vertidas sobre los jenízaros, ya que éstos sí podían desplazarse y comerciar en américa con total libertad, en calidad tanto de cargadores como de factores. la batalla por no verse desplazados del comercio colonial la habían librado los jenízaros en españa años atrás: en 1720 y 1729 el consulado de cádiz había iniciado sendos pleitos para excluirlos de la nómina de cargadores a Indias. tanto fue así que en el periodo en que estuvo vigente el nuevo cuerpo de comercio, entre 1729 y 1742, a los jenízaros se les prohibió participar en el comercio transatlántico. las acusaciones del consulado de cádiz se centraban en la dudosa españolidad de los jenízaros y en que los extranjeros de cádiz preferían recurrir a ellos para que encubrieran o intermediaran en sus negociaciones, robando a los españoles originarios su trozo del pastel. estas acusaciones, aunque inicialmente infundadas, adquirieron justificación  a  partir  de  1742  con  la  implantación  del  sistema  de  registros  sueltos.  Sobre  este periodo, la historiadora Margarita García-Mauriño afirma que “si se consideran sus exportaciones [la de los jenízaros] de manera global, es decir, junto con las de los extranjeros naturalizados, es evidente que sí tenían sentido las denuncias del consulado [de cádiz]  sobre  que  éstos  y  sus  hijos  acaparaban  una  buena  parte  de  las  mercancías  de  los navíos”40. que los jenízaros llegados a lima recibían consignaciones de los extranjeros residentes en cádiz lo confirma la correspondencia enviada desde lima por el jenízaro irlandés juan cranisbro, quien a duras penas consiguió evitar ser expulsado del Perú en 175941. cranisbro había llegado a Panamá procedente de cádiz en primavera de 1754, 38 joseph louison a Magon y cía, lima, 7 de marzo de 1765, Ira-ara. cuando se descubrió en cádiz que quienes mentían eran los louison y no arellano, la firma Magon entregó esta carta acusadora de louison a lorenzo del arco, quien la tradujo al español para poder enviarle una copia al propio arellano. 39 Para algunos casos de irlandeses que obtuvieron carta de naturaleza véase cHauca García, jorge, “Irlandeses en el comercio gaditano-americano del Setecientos”, en Actas del I Coloquio Internacional “Los Extranjeros en la España Moderna”, Málaga, 2003, tomo I, pp. 267-277. 40 García-MaurIño MundI, Margarita, La pugna entre el Consulado de Cádiz y los jenízaros por las exportaciones a Indias (1720-1765), Sevilla, universidad de Sevilla, 1992, p. 305. una lista de 239 jenízaros dedicados al comercio durante el siglo XvIII en ibidem, pp. 313-317. 41 aunque el propio juan escribía así su apellido, cranisbro, en la documentación de la casa de la contratación, del tribunal del consulado de lima y del consejo de Indias también aparece como canisbro, canisbroc 

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con treinta y dos años de edad. en la licencia para pasar a Indias que obtuvo de la casa de la contratación se le describe con estas palabras: “natural del Puerto de Santa María, rehecho, blanco y ojos tiernos”42. Su apellido y apariencia no tardaron en crearle problemas en suelo americano. a pesar de contar con licencia para pasar a Indias, en Panamá fueron 134 los comerciantes españoles que exigieron su expulsión por considerarlo “muy perjudicial para el comercio local”43. de Panamá se trasladaría a Perú (tal como había sido su intención desde la partida de españa) donde, no sin sobresaltos, habría de pasar buena parte de su vida, a caballo entre lima y Santiago de chile. de su copiador de cartas de los años 1758-1759 (probablemente incautado por el tribunal del consulado para averiguar si encubría a extranjeros) se desprende que cranisbro disponía de poderosos contactos en cádiz y que la mayoría de estos contactos eran irlandeses44. entre el 28 de agosto de 1758 y el 17 de marzo de 1759, es decir en seis meses y medio, cranisbro copió 170 cartas, 71 de ellas enviadas a europa. este copiador merece sin duda un trabajo de investigación más detallado que las pocas líneas que aquí se le dedican, pero por ahora servirán unos breves apuntes. las cartas, todas ellas escritas en castellano (salvo un pequeño párrafo en inglés), son de puño y letra del propio cranisbro, tal como demuestra la carta enviada a su cuñada elena Butler (esposa del también comerciante Pedro cranisbro): “ésta la estoy escriviendo sentado en un baño para las almorranas..., aunque la disposición no sea la más decente para escrivir a una señora de tu distinguida  calificación”45.  cádiz  y  el  Puerto  de  Santa  María  eran,  de  largo,  los  destinos principales, con 34 y 33 misivas respectivamente. las restantes habían sido enviadas a Madrid (2), Málaga (1), jérez (1) y San Maló (1). entre los 45 destinatarios de la correspondencia dirigida a europa había cuatro hermanos de cranisbro (dos comerciantes y dos clérigos) y tres hermanas (una de ellas religiosa), repartidos entre Puerto de Santa María (donde estaba la casa familiar), Málaga y jérez. aunque cranisbro trataba de asuntos comerciales con casi todos ellos, era su hermano nicolás Manuel a quien más escribió (nueve cartas) y a quien más información referente a negocios transmitía. entre los demás correspondientes,  destacan,  por  el  contenido  comercial  de  las  misivas,  importantes comerciantes irlandeses como antonio Butler (naturalizado en 1743), thomas Wailsh (tío de joseph valois), thomás cantillón, thomás núñez (jenízaro irlandés primo de cranisbro) y la firma estrange y Molone. cranisbro se encargaba de vender mercancías y de cobrar  escrituras  de  riesgo  (préstamos  a  la  gruesa  ventura)  pertenecientes  a  todos  ellos. también hacía lo propio con algunas firmas españolas y francesas, con quienes parece guardaba una afectuosa relación, aunque el grueso de sus negocios transatlánticos se apoyaba en la nación irlandesa de la bahía de cádiz.

o canisbrough. los cranisbro fueron una destacada familia de jenízaros irlandeses asentados en el Puerto de Santa  María,  en  plena  bahía  de  cádiz.  el  fundador  de  la  saga  fue  lucas  cranisbro,  originario  de Waterford, quien llegó a españa a finales del siglo  XvII. Se casaría con una irlandesa en 1702: García-MaurIño, La pugna entre el Consulado de Cádiz, pp. 277-279. 42 licencia de embarque dada a juan cranisbro, cádiz, 15 de noviembre de 1753, aGI, contratación, 5495, n.3, r.46. 43 HerzoG, Vecinos y extranjeros, p. 169. 44 copiador de cartas de juan cranisbro (28 de agosto de 1758-17 de marzo de 1759), aGn/P, tc-Gr1, caja 119, doc. 644. 45 juan cranisbro a elena Butler, lima, 1 de marzo de 1759, ibidem, f. 38r.

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en una carta fechada en lima en marzo de 1759, el propio cranisbro informaba a un amigo residente en Madrid sobre ciertas pesquisas iniciadas por el tribunal del consulado de lima para averiguar si los últimos registros sueltos arribados al callao (San Martín y San Raphael) habían traído mercancías “pertenecientes o a entregar a extranjeros”. el principal incitador de esta medida había sido el criollo Sebastián de valdivieso, que acababa de ser elegido cónsul del consulado. los maestres de ambos registros permanecían “presos en sus casas con cuatro centinelas” porque se negaban a dar información alguna sobre consignaciones y endosos. cranisbro opinaba que, con semejantes medidas, “ha de ser insufrible la residencia aquí”, y que lo que pretendía el gremio limeño era “aburrir a los europeos para que por este medio, huyendo éstos, se acabe la navegación de el cavo [de Hornos]”46. los problemas de cranisbro no terminaron en 1759. en primavera de 1763 al tribunal del consulado llegaron informaciones que le señalaban como encubridor de las operaciones del irlandés diego Blanco, quien había llegado a lima empleado como pilotín del San Francisco de Borja el año anterior. en el momento en que el tribunal del consulado dio inicio a las investigaciones, cranisbro se hallaba en Santiago de chile, así que fue su apoderado en lima, domingo arévalo, quien se presentó ante la corporación. aunque admitía conocer a Blanco, arévalo negó categóricamente que juan cranisbro estuviera involucrado “en ninguna consignación ni confianza de dicho don diego Blanco ni otro extrangero, lo que le consta por haver avierto todas las cartas de don juan cranisbro y enterarse de sus contextos”47. Pese a declarar bajo juramento, es muy probable que arévalo mintiera. los extranjeros continuaron recurriendo a prestanombres españoles, sobre todo si éstos eran jenízaros, pero pasar desapercibidos les debió de resultar sin duda cada vez más dificultoso. añadirle incertidumbre a un comercio de larga distancia de por sí incierto y arriesgado, debió jugar a favor de los comerciantes españoles originarios, entre los que se incluían, por supuesto, los criollos. Pero, ¿en qué medida consiguió el consulado de lima desplazar a los extranjeros del comercio transatlántico? 5.  declIve de la PartIcIPacIón eXtranjera existe una fuente documental excepcional que permite afirmar que la participación extranjera en el comercio entre lima y cádiz se vio fuertemente reducida para finales de la década de 1770. la fuente en cuestión es la correspondencia de particulares perteneciente a la fragata peruana San Francisco Xavier, alias La Perla, que fue capturada por dos corsarios británicos en octubre de 1779. La Perla había salido del callao el 12 de mayo de ese mismo año con destino a cádiz pero fue interceptada cerca de las Islas azores y conducida al puerto inglés de Falmouth. en Falmouth fueron desembarcados el cargamento (lana de vicuña, cobre, cascarilla y algo de plata) y la tripulación (60 hombres), así como varios paquetes que contenían tanto correspondencia oficial como correspondencia perteneciente a particulares. Siguiendo órdenes expresas, la mayoría de capitanes españoles capturados en similares circunstancias durante las guerras del siglo XvIII consiguieron deshacerse de los papeles que llevaban a bordo antes de que sus embarcaciones cayeran

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juan cranisbro a Francisco josé del rivero, lima, 1/3/1759, ibidem, ff. 50v-51r. aGn/P, tc-Gr2, caja 124, doc. 714, f. 11v.

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en manos enemigas. afortunadamente para el historiador, el capitán de La Perla, el vizcaíno josé Pérez del Muente, no pudo cumplir dicha orden.  aparte de numerosa documentación oficial enviada por las autoridades coloniales, la correspondencia de La Perla incluía 1.529 sobres franqueados que contenían, a su vez, otros 402 sobres insertos, 2.269 cartas, 470 conocimientos de carga, 308 cuentas de ventas y facturas, 87 documentos notariales (contratos, poderes, testamentos y demás), 54 notas de pedido, 44 libranzas o letras de cambio, 23 cuentas corrientes y 14 muestras de tejidos48. La Perla ofrece una ocasión única no solo para estudiar los efectos del patrón de comercio nacido con el comercio directo, sino también para establecer quiénes eran los comerciantes que desde lima participaban en el comercio transatlántico. los sobres franqueados fueron enviados por 540 personas (188 comerciantes) a 926 destinatarios (292 comerciantes) repartidos por toda europa, aunque más de la mitad de los sobres iban dirigidos a cádiz y otra cuarta parte a Madrid. es decir, la correspondencia de La Perla permite acceder a la práctica totalidad de comerciantes habientes en lima involucrados en el comercio con españa. ¿quiénes eran estos comerciantes y cuántos extranjeros había entre ellos? en enero de 1779 fueron 160 los comerciantes españoles (americanos y peninsulares) que tomaron parte en las elecciones de cargos directivos del consulado de lima49. cinco meses más tarde 108 de ellos enviaron carta en La Perla. de los restantes 80 que escribieron en La Perla, muchos eran miembros del consulado de cádiz (desplazados a lima para llevar a cabo sus negociaciones), y otros muchos no estaban vinculados a ningún consulado. ello no significa, sin embargo, que se tratara de extranjeros: en realidad tanto sus apellidos como las personas a quienes dirigieron sus cartas dejan entrever que se trataba de españoles, sobre todo montañeses y vasco-navarros. ¿y qué hay de los extranjeros de lima, enviaron alguna carta en La Perla? los únicos comerciantes extranjeros que aparecen en la correspondencia (de un total de 188 comerciantes) son los portugueses Bernardo lopes y juan lopes acunha y el genovés antonio vaccarezza. el bajo número de extranjeros presente en la correspondencia no se debía en manera alguna a que tuvieran miedo de que sus cartas pudieran ser requisadas por las autoridades. los propios sobres demuestran que los comerciantes confiaban en la confidencialidad del correo. Por ejemplo, La Perla permite confirmar que los extranjeros de cádiz (sobre todo franceses) recibían mercancías y plata a través de prestanombres españoles, pero que  las  cartas  de  aviso  eran  directamente  enviadas  a  los  propios  extranjeros,  haciendo constar sus nombres en las cubiertas, sin necesidad de insertarlos en sobres dirigidos a españoles (aunque esto también se hacía en ocasiones). lo que ocurría era que ahora eran los  españoles  de  lima  los  que  hacían  de  agentes  de  los  extranjeros  de  cádiz,  y  no  los compatriotas de éstos. otro dato interesante es que las cartas destinadas a los extranjeros de cádiz habían sido redactadas por un número relativamente pequeño de autores. Seis comerciantes (juan Sabugo, esteban de urrutia, raimundo Marrés, juan de eguino, el conde de San Isidro y antonio de elizalde) fueron los autores de 40 de los 60 sobres enviados a las 40 firmas francesas establecidas en cádiz que aparecen en La Perla. Sabugo, urrutia y Marrés enviaron nada menos que 28 de las 60. Pocos comerciantes de lima contaban con vínculos tan estrechos con la comunidad francesa de cádiz: Sabugo, quien

48 Para una descripción detallada de la correspondencia de La Perla véase laMIkIz, Trade and Trust, pp. 100-107. 49 Ibidem, p. 119.

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escribió a 12 firmas francesas, era cuñado del comerciante francés establecido en cádiz louis Feyt (la hermana de Sabugo era esposa de Feyt). esteban de urrutia, quien cumplía las veces de agente en lima para otras ocho firmas francesas, había nacido en el pequeño pueblo navarro de urdax, localidad fronteriza con Francia, y había sido educado en Bayona en la casa del comerciante vasco-francés antoine Brethous (quien a su vez estaba estrechamente ligado a los hermanos detchegaray, firma vasco-francesa establecida en cádiz). Por su parte, raimundo Marrés, que escribió a ocho firmas francesas, había estado a punto de ser expulsado del Perú tres años antes por ser jenízaro hijo de franceses50. 6.  ePíloGo: redeS de InForMacIón y MonoPolIoS colonIaleS como se ha visto, las medidas adoptadas a partir de la década de 1750 contra los extranjeros residentes en el Perú estuvieron estrechamente ligadas a las transformaciones ocurridas en la forma de comerciar en el eje atlántico. Fueron el nuevo sistema de comercio (registros sueltos y ruta directa) y el incremento de la concurrencia los principales factores instigadores de las sucesivas campañas de expulsión. aunque en el virreinato continuó habiendo extranjeros, su participación en el comercio con cádiz se vio notablemente reducida para finales de la década de 1770, tal como demuestra la correspondencia de la fragata peruana La Perla. Pero los efectos de las medidas contra los extranjeros se hicieron sentir no solo en tierras americanas sino también en la propia Península. en efecto, la correspondencia demuestra que los extranjeros establecidos en cádiz (entre quienes destacaban numerosas firmas francesas) contaban con una participación notablemente inferior a la de sus colegas españoles. una explicación razonable a este hecho puede encontrarse  en  la  naturaleza  nacional  o  regional  (además  de  étnica  y  religiosa)  de  las  redes comerciales, caracterizada por el grado de confianza y conocimiento mútuo que unía a miembros de un mismo grupo. la falta de compatriotas o paisanos en Perú en quien poder apoyarse no significaba que las naciones europeas de cádiz no pudieran recurrir a españoles; significaba que su participación se veía limitada como consecuencia de ello51. la propia cita que da título a este capítulo (“no irán más encomenderos que gringos y los españoles guardarán cabras”), pese a ser fruto de un discurso típicamente exagerado, hipotético y victimista, encierra esa misma lógica. la situación del comercio cádiz-lima es comparable a la que encontraron los comerciantes europeos que, desde lisboa y oporto, participaron en el comercio colonial con Brasil durante el siglo  XvIII. el sistema portugués, a diferencia del español, permitía la presencia  extranjera  en  los  intercambios.  los  ingleses,  además,  podían  incorporar  sus propios barcos a las flotas transatlánticas que unían metrópoli con colonia. también a los ingleses (favorecidos por el tratado de Methuen de 1703), se les permitió establecer cua-

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Ibidem, pp. 136-138. esto no desdice la teoría de ana crespo que sugiere que “la proliferación de los mecanismos de cooperación con objeto de sobrevivir y salvaguardarse de los problemas coyunturales externos dio lugar a la formación de redes transnacionales”. redes entre comerciantes de distintas naciones las hubo siempre; la cuestión por determinar es si conseguían reproducirse en la misma medida que las intranacionales. véase creSPo Solana, ana, “¿redes de dependencia inter-imperial? aproximaciones teóricas a la funcionalidad de los agentes de comercio  en  la  expansión  de  las  sociedades  mercantiles”,  en  Pérez toStado,  Igor  y  García Hernán,  enrique (eds.), Irlanda y el Atlántico Ibérico: Movilidad, participación e intercambio cultural, valencia, albatros ediciones, 2010, pp. 35-50. 51

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tro casas de comercio en río de janeiro y Bahía, así como dos cónsules de su nación. a primera vista el contraste entre españa y Portugal no podría ser más marcado, pero solo a primera vista. con objeto de contrarrestar las ventajas diplomáticas otorgadas a los ingleses, el gobierno portugués optó por imponer restricciones sobre el derecho de los ingleses de permanecer en Brasil, lo cual obligó a éstos a recurrir a agentes portugueses, conocidos  como  comissários volantes,  equivalente  de  los  encomenderos  españoles.  el resultado fue la contracción de la participación extranjera en el comercio colonial portugués. empleando como fuente documental los livros de manifesto de 1751, en los que se registraban los nombres de los consignadores y consignatarios del oro brasileño, las historiadoras portuguesas leonor Freire y Maria rocha afirman que: Perhaps relying on agents who had to sail to and from in the same fleet might have been thought of as limiting their chances of committing fraud incurring moral hazard. Since the use of the services of either a mobile or a resident agent was a choice shared by both groups trading in Brazil, the difference separating national from foreign trade organization is instead to be found in the setting  up  of  a  networks  providing  multiple  relationships  and  numerous  agents  in  the  same  port. While foreigners resorted, above all, to just one sender in the colony, the Portuguese traders belonging  to  the  “gold  elite”  were  more  significantly  involved  in  multiple  relationships  (various agents in Brazil sending gold to various recipients in lisbon). ...The establishment of a wide range of contacts was, in fact, a possible strategy amongst Portuguese merchants that was not so easily accessible to foreigners52. [énfasis añadido]

en  la  raíz  del  problema  Freire  y  rocha  destacan  el  reducido  número  de  relaciones transatlánticas con que contaban los ingleses y cómo ello les ocasionaba serios problemas de agencia y por tanto de confianza. esta interpretación es también aplicable al caso del comercio entre cádiz y Perú en la segunda mitad del siglo XvIII, aunque aquí la situación venía agravada por la cancelación del sistema de flotas y por la mayor distancia que dificultaba continuas idas y venidas de encomenderos. Sin embargo, la imposibilidad de los comerciantes extranjeros de escoger sus corresponsales de entre sus propios compatriotas no es la razón inmediata por la que su participación se viera reducida. los extranjeros de lisboa podían emplear agentes portugueses lo mismo que los extranjeros de cádiz podían recurrir a encomenderos y prestanombres españoles. que tanto unos como otros no consiguieran ampliar su abanico de relaciones es indicativo de ciertas limitaciones relacionales inherentes a la propia pertenencia natural a un grupo nacional específico. no obstante, mi interpretación se centra menos en este hecho y más en su manifestación práctica: un reducido número de contactos en lima (algo de lo que Matías de landáburu o josé ramos, por poner dos ejemplos de comerciantes españoles, disfrutaban en abundancia, pero no así las firmas francesas, que en su mayoría no disponían de más de un corresponsal) significaba menos información, lo cual, a su vez, se traducía en menor control sobre sus agentes y menor conocimiento de la situación del mercado. Pero la información que recibían comerciantes como landáburu y ramos no provenía toda ella de comerciantes, sino también de miembros de la élite criolla (aristocracia, clérigos, oficiales) con quienes compartían estrechos vínculos de amistad, cuando no de parentesco. Por el contrario los extranjeros, en su práctica totalidad, ca-

52 FreIre coSta, leonor y rocHa, Maria Manuela, “Merchant networks and Brazilian Gold: reappraising colonial Monopolies”, en BöttcHer, n., HauSBerGer, B. e IBarra, a. (coords.), Redes y negocios globales en el mundo ibérico, siglos XVI-XVIII, Madrid/Frankfurt, Iberoamericana, 2011, pp. 153-154.

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recían de este tipo de relaciones. de ahí que una conclusión fundamental de este trabajo sea la propuesta de abordar las redes comerciales del Mundo atlántico de una manera más heterogénea, integrando a grupos sociales no directamente vínculados al comercio. aunque, en lugar de contentarnos con llamarlas redes sociales (argumento muy presente en la historiografía), deberíamos poner más énfasis en su funcionalidad informativa y hablar de redes de información53. la expulsión de extranjeros contribuyó, al menos durante los años previos a la llegada del comercio libre, a que la aplicación del monopolio español fuera más efectiva y que los comerciantes habilitados para el comercio colonial ejercieran mayor control sobre los intercambios. la aplicación más efectiva del monopolio llegó por una vía inesperada: a través de incrementar los problemas de agencia (los efectos de asimetrías de información) a los que los extranjeros de cádiz tenían que enfrentarse.

53 la circulación de información era fundamental para mantener y reforzar relaciones comerciales que requerían de altos grados de confianza interpersonal, y esto era así incluso en el caso de minorías étnicas y religiosas cuyos miembros, supuestamente, confiaban en sus correligionarios por el simple hecho de serlo. lo cierto  es  que  sin  información  no  había  confianza.  Sobre  esto  véanse  trIvellato,  Francesca,  The Familiarity of Strangers: The Sephardic Diaspora, Livorno, and Cross-cultural Trade in the Early Modern Period, new Haven, yale university Press, 2009, pp. 153-176; aSlanIan, Sebouh d., From the Indian Ocean to the Mediterranean: The Global Trade Networks of Armenian Merchants from New Julfa, Berkeley, university of california Press, 2011, pp. 86-120.

Se terminó de imprimir en Artes Gráficas Soler, de Valencia, el día 25 de julio de 2012 festividad de Santiago apóstol

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