La libertad es un estado dinámico

July 5, 2017 | Autor: Jaime Garcia | Categoría: Philosophy of Science, Ciencia, Teoría del conocimiento
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Descripción

La libertad es un estado dinámico Contribución al debate sobre ciencia y religión Dr. Jaime García Instituto Copérnico e Instituto de Enseñanza Superior 9-007 Dr. Salvador Calafat

En este mundo traidor nada es verdad ni mentira todo es según el color del cristal con que se mira Ramón de Campoamor (1817-1901) Desde mi punto de vista, completamente agnóstico, es vano intentar mezclar cuestiones de la fe con las de la ciencia. ¡Tremendo punto de partida para intentar contribuir a un debate sobre ciencia y religión! Pero, vamos a tratar de esclarecer este punto de vista... Partamos de la consideración que la religión se basa en principios dogmáticos, verdades incontestables, certezas impertérritas. Por el contrario, la ciencia precisa de la ductilidad de un enfoque cambiante, de la pluralidad de los puntos de vista y de la constante discusión. Lo que uno postula debe, necesariamente se contrastado con lo que otro afirma. Para la ciencia la verdad es proteica, en franca diferencia con la religión, cuya verdad es absoluta e inmutable. Puede que algunos científicos equivoquen su accionar pensando que existe una verdad absoluta que sería la de la ciencia, pero no así la ciencia como corpus (o, al menos, debería ser así). Algunos científicos quizá estén afanados en la búsqueda de la verdad, pero eso es algo que no debe apasionar a un científico, sino el intento de conocer más y mejor la naturaleza. Mi visión del conocimiento es análoga a un globo que se infla, la frontera entre lo que suponemos saber (el interior del globo) y lo que no sabemos (lo que está fuera de él) es cada vez más amplia e inalcanzable. ¡Y enhorabuena que así sea! La fe espera la revelación de la verdad del saber supremo que sólo posee Dios pero que lo revelará a los humanos en algún esperado momento. Por el contrario, quienes practicamos la ciencia esperamos conocer más, como es el caso de la misión New Horizons que hace pocos días se aproximó al planeta enano Plutón. Precisamente nos aproximó a Plutón, nos acercó a un nuevo conocimiento. Pero no nos reveló ninguna verdad. Todo esto marca una inconmensurabilidad difícil de soslayar. En cualquier enfoque posible de la realidad, compatibilizar con otros requiere aproximar visiones, principios. Esto es imposible partiendo de dos criterios absolutamente dispares. Sin embargo, las instituciones humanas muchas veces tienden a parecerse en sus prácticas. ¿Qué quiero decir con esto? Por más inconmensurabilidad que exista, se trata de colectivos humanos y, por lo tanto, dotadas de sus mismas maravillas y miserias. Con esto quiero decir que la ciencia no está despojada de nuestras virtudes y vicios.

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Hagamos un poco de memoria respecto a qué pasaba hace ya mucho tiempo, en términos humanos, no cósmicos. Es interesante percibir como, durante el fin del Medioevo, se desarrolló un claro enfrentamiento entre diversos tipos de verdades, dando lugar a una verdadera revolución en el pensamiento humano, cuyo único precedente puede encontrarse en el siglo V antes de nuestra era, en la Grecia de Pericles. Pero el fin de la Edad Media es la época de gestación revolucionaria que tuvo como resultado la ocurrencia del Renacimiento. Para ubicarnos cronológicamente, estamos hablando del conocido quatrocento (entre 1350 y 1500 de nuestra era, aproximadamente). Ese enfrentamiento que se avizoraba hacia fines del Medioevo involucraba, por un lado, a la religión Católica, que detentaba el poder, representando al statu quo, manejando una verdad teológica, sustentada en principios dogmáticos, pero con un aporte filosófico sólido, que entremezclaba a lo más preeminente del saber griego , precisamente posterior al Siglo de Pericles, con una fuerte influencia de las religiones bárbaras y del islamismo, junto al pensamiento de grandes sabios propios, como Agustín y Tomás de Aquino. Su estructura de poder estaba basada en el papado, una especie de reino de reyes, que poseía cuantiosas riquezas, originadas en la práctica de la indulgencia . Los reyes, príncipes y señores feudales elegían a uno de los de su clase para hacerse cargo de ser el Papa, cuya tarea combinaba el concreto liderazgo y la regulación en los caminos de la fe, con la administración de la poderosa riqueza del papado, la lucha en el campo de batalla y el ejercicio del poder y la influencia sobre sus pares. 1

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Por otro lado, estaban las corrientes que darían origen, posteriormente, al Protestantismo. Se trataba de desprendimientos más dogmáticos del Catolicismo, y por lo tanto, en muchos casos, aún más reacios a aceptar discusiones abiertas, pero visceralmente contestatarios por su propio origen. Fanáticos del dogma, abiertamente opuestos al manejo de los sucesivos Papas - sobre todo los de Avignon - planteaban tozudamente la necesidad de una Reforma, que recién iría a tener lugar ya bien entrado el siglo XVI . Los representantes más conspicuos del Protestantismo han sido Martín Lutero, en lo que hoy conocemos como Alemania y Calvino, en Francia. 3

Otra verdad, en pugna, estaba representada por el esoterismo, alternativa profundamente empirista, según sus propios cultores, reñida abierta y sanguinariamente con el statu quo. Aquellos que la cultivaban eran cruelmente perseguidos, hasta el punto de ser sometido a la hoguera si el tribunal de la Inquisición conseguía demostrar la participación, del individuo, en esa práctica. Por aquellas épocas se debe haber acuñado la frase caza de brujas, como sinónimo de la persecución implacable al opositor. El enfrentamiento con la Iglesia era realmente brutal. Algunos de ellos compartían posiciones filosóficas con los sabios religiosos acusados de diversas herejías: los panteístas, ateístas y los seguidores de Nicolás de Cusa, y entraban en gruesas discusiones con los escolástico-tomistas. Es justamente a partir del papa Juan XXII , cuando se declara culpables de herejía a los alquimistas, 4

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Entre los pensadores griegos que más fuertemente han influenciado al catolicismo, cabe mencionar en primer lugar, y sin duda, a Aristóteles, fundamentalmente por los escritos sobre ética. Pero no debemos olvidar que la influencia del estagirita se extiende a todas las ramas del saber, por aquellas épocas, de modo que su cosmovisión completa es la base de sustentación de todo el edificio filosófico del catolicismo. Obviamente, los seguidores de Aristóteles completaron esa fuerte influencia, muchas veces hasta contradiciéndolo. La indulgencia era la forma de obtener un menor tiempo de punición por los pecados (acortar la estadía en el Purgatorio) a cambio de la donación de bienes materiales (propiedades, oro, joyas, dinero, etc.). Era posible comprar un billete a la salvación. Con esto no pretendo entrar en un grotesco, ni en una crítica a la Iglesia, sino que intento describir la realidad de aquella época tal como la veían los opositores a la potestad de la Iglesia. Se toma como fecha inicial para la Reforma, la presentación que hiciera Martín Lutero de sus Noventa y cinco tesis en el Día de Todos los Santos - 31 de octubre - de 1517. Juan XXII fue Papa entre 1316 y 1334, en su reinado expidió una bula de excomunión a todos aquellos que

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mezclándolos con los verdaderos brujos y hechiceros, y demás cultores de ritos satánicos. A partir de allí, la comienzan a quemarlos en la hoguera. El racionalismo científico representa la más fecunda de las verdades en puja, que resulta en otra forma de contestación, en general, enfrentada duramente al statu quo, por tratar de corromper lo incorruptible de los cielos, hasta el punto de ser mezclados, al igual que los alquimistas, con los brujos y hechiceros. Pero además, a posteriori, comenzó su enfrentamiento al esoterismo y al protestantismo , tratando de ganar un lugar de privilegio en las esferas del poder. Y cuando digo fecunda, me refiero a que su sino era resultar prácticamente en el heredero del poder omnímodo de la institución eclesiástica, copiando algunas de sus estrategias, pero mejorando profundamente la mayoría de sus tácticas, haciéndolas más sutiles y efectivas 5

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Sin duda, este racionalismo tuvo su origen en el seno de la propia comunidad de la Iglesia , siendo sus cultores sacerdotes muy doctos, que luego percibieron la debilidad del dogma frente al poder de la explicación racional: mientras el dogma era vulnerable a la pérdida de vigencia o a volverse totalmente obsoleto, la explicación racional podía ser alterada innúmeras veces, y adecuarse así a las vicisitudes del paso del tiempo. La verdad es esclava del tiempo, dice el proverbio, y nada más cambiante que la verdad científica. Por el contrario, el dogma debe ser permanente y en este hecho se asienta la mayor debilidad de la religión. Pero, por otro lado, la fe no necesita de comprobación ni contrastación con la realidad; por lo tanto, la fuerza de lo religioso radica en la convicción de sus fieles en la verdad del dogma: la creencia. 7

Por estos tiempos, cabe recordar, la Iglesia pasaba por una de sus crisis más significativas, gracias al advenimiento de importantes corrientes filosóficas opuestas a la escolástica. Es recién a partir del Concilio de Trento, a mediados del siglo XVI, en que la Iglesia vuelve a consolidar su poder en un único papado (en Roma y no en Avignon) y con un factor de constante influencia que se prolongará, casi sin sobresaltos, hasta el llamado Siglo de las Luces (el siglo XVIII). Creo que aquí ya se percibe por qué hice esta digresión. Bajo la supremacía racionalista la ciencia como institución política asociada al capitalismo (que no casualmente nacía por aquellas épocas de la Baja Edad Media) tiende a encubrir la verdad con su propia verdad. Con esto quiero decir que, quienes practican la ciencia como descripción de la realidad, tienen tendencia a mostrar ese modelo o descripción como la realidad misma, y no aclaran, al menos cuando intentan divulgar su modelo, los alcances y limitaciones que, cuando los discuten en los círculos especializados, sí se ponen de manifiesto. Es cierto que, en la mayoría de los casos, esta actitud puede no ser consciente, y puede que no se 5

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practicaran el hermetismo o arte de la alquimia. A partir de Agripa, Paracelso y los demás alquimistas, comienza un duro enfrentamiento entre la ciencia racionalista y el esoterismo. Principalmente porque los alquimistas encontraban su trabajo puramente empírico, no dotado de teoría alguna; en tanto que, con el advenimiento del Renacimiento, la ciencia comienza a ser menos empírica (puede verse, sin duda, el pensamiento de Galileo Galilei) y la elaboración comienza a manifestarse totalmente teórica, y, hasta cierto punto, idealista. Acerca de esto quisiera aclarar que varios biógrafos e historiadores se han detenido analizar la obra de Galileo y han llegado a conclusiones opuestas a este respecto. De este tema me he ocupado hace algunos años en un trabajo sobre el Argumento de la torre. El empirismo/idealismo de Galileo merece un tratamiento especial que excede el marco de este ensayo. El propio Martín Lutero opina que Copérnico era un tonto por contradecir el contenido de la Biblia, parando el Sol, y poniendo a la Tierra en movimiento... Cabe señalar que el verdadero origen de este racionalismo tiene lugar en Grecia, a partir del surgimiento de los sofistas y, posteriormente, del propio Sócrates. A ellos ya se opuso, por aquellos tiempos, la creencia religiosa. Vease, en el próximo capítulo, la referencia a la obra de Aristófanes.

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realice adrede, sino que, por el contrario, parece tener que ver con la forma en que se fundamenta el poder del racionalismo. Los hombres de ciencia parecen prestarse a esta actitud sin siquiera pensar el por qué. Algunos pocos se han planteado esta problemática, y asumen, con un importante grado de humildad, la responsabilidad por los equívocos que tales afirmaciones terminantes provocan en el lego. Trabajos de divulgación científica de excelente valor suelen empañarse por la aseveración de verdades de dudosa validez universal, o el inocente ocultamiento de las restricciones que disminuyen su marco de aplicabilidad. Existen también quienes sostienen que la verdad de la ciencia tiene un valor excepcional porque su aplicación, en la tecnología, la hace incontestable. A ellos es preciso recordarles que modelos clásicos, hoy en desuso, permitieron a la humanidad llegar muy lejos. Y que también muchos de los modelos, que eran considerados incontestables, cayeron posteriormente en desgracia. La ciencia posee una dinámica tal que sus descripciones de la realidad pueden variar entre extremos opuestos, de allí la necesidad de popularizar su verdad, y de hacer partícipe a toda la comunidad en los debates acerca de su propio valor. De lo contrario, la creencia y el dogma reemplazan a la crítica y a la búsqueda de modelos alternativos para la explicación de la realidad. Ese terreno da lugar al surgimiento de una ciencia indeseable, carente de valores éticos, plena de vicios, arrogante y tremebunda. No debemos confundir el modelo de la realidad que representa la ciencia con la realidad misma. El modelo puede aproximarse infinitamente pero nunca será la realidad, verbigracia, nunca será verdadero, siempre será más o menos probable. Y si nos inspira una postura idealista, la realidad objetiva es absolutamente inalcanzable.

Epílogo Este es un pequeño ensayo basado en mis reflexiones plasmadas en un libro intitulado “Ciencia y sociedad” que escribí en 1992, luego de participar con la conferencia inaugural en el Coloquio Internacional La Cultura Astronómica en la Sociedad Moderna, desarrollado en Montevideo, Uruguay, 18 al 23 de Julio de 1991, aunque sintetizado y actualizado en muchos aspectos. Como Aristófanes, mi preocupación pasa por la influencia del racionalismo científico en la sociedad a través de la educación y del peligro de hacer prevalecer su verdad por encima de las otras descripciones de la realidad, como las de las religiones u otras prácticas humanas. En una verdadera sociedad libre ninguna explicación de la realidad debería tener supremacía (claro que de esto estoy substrayendo a aquellas prácticas que intentan hacer parecer como científicas a sus prácticas). Por eso digo que la libertad es un estado dinámico que no debe ser sometido de ninguna forma. Pensar diferente debe ser la regla, no la excepción para garantizar la diversidad, la crítica y la pluralidad. Nadie puede negar que el advenimiento de la ciencia al poder ha traído grandes progresos. Pero el precio del progreso parece demasiado caro. Sería deseable tender a la felicidad y al bienestar, pero sin perjudicar al medio ambiente y sus habitantes, y con tal grado de libertad, que las diferentes explicaciones de la realidad tengan igual valor y puedan ser practicadas, precisamente, con total libertad. Rama Caída, 27 de julio de 2015 LA LIBERTAD ES UN ESTADO DINÁMICO – JAIME GARCÍA

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