La leal villa de Escalona. Siete siglos de historia documentada (1083-1837)

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Descripción

PRESENTACIÓN Micaela Ruiz Alonso

Primera Teniente de Alcalde y Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Escalona

Cuando un visitante se aproxima a Escalona desde el sur y observa la grandeza del castillo de Álvaro de Luna se da cuenta inmediatamente de que esta villa debió tener un pasado importante. Si el visitante decide hacer una parada en el camino, comprobará, a la vista de su muralla, sus puertas o la disposición de su plano, que Escalona conserva todavía muchas huellas de su pasado medieval. Escalona ha sido un punto estratégico de defensa en tiempos de conflicto entre cristianos y musulmanes y un lugar de residencia para personajes políticos tan importantes como don Juan Manuel o don Álvaro de Luna en épocas posteriores. Batallas, tramas políticas y luchas de poder conforman la historia de esta villa y han hecho necesarias estructuras de defensa, como el recinto amurallado o el castillo, y suntuosas residencias para personajes ilustres, como el palacio de don Álvaro de Luna. Es producto de este pasado el patrimonio del que hoy disfrutan los habitantes de Escalona y los cada vez más frecuentes y numerosos visitantes. Es cierto que este patrimonio ha sufrido muchos momentos de destrucción, abandono y olvido que han hecho que los habitantes del siglo XXI no puedan disfrutar del impresionante conjunto que debía suponer la Escalona de épocas medievales. Sin embargo, esos tiempos son ya pasado. Actualmente todos en la villa somos conscientes de la importancia de nuestro patrimonio, especialmente los que en estos momentos tenemos la responsabilidad de gobernar desde el Ayuntamiento. El Equipo de Gobierno se ha preocupado profundamente del patrimonio en diferentes proyectos como la firma de un convenio con los propietarios del castillo para posibilitar la visita del mismo, la restauración e iluminación de las murallas, la mejora y el embellecimiento del entorno de estos elementos patrimoniales…, un gran esfuerzo que trata de situarnos en el camino correcto. Esta consciencia de la importancia del pasado y sus huellas nos ha hecho seguir analizando otros elementos esenciales para conocer y conservar la historia de Escalona. Asimismo, nos ha proporcionado una visión mucho más amplia y completa a la hora de acercarnos a su patrimonio: el Archivo Histórico Municipal de Escalona. Siempre hemos sabido que el archivo albergaba documentos importantes, como el fuero de Alfonso X o los privilegios de Alfonso XI, y que era necesario afrontar un proyecto serio de catalogación y digitali-

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zación del mismo, pero hasta ahora no se habían dado las circunstancias adecuadas para desarrollar este proyecto. Y es que era esencial contar con dos aspectos fundamentales: la financiación y las personas adecuadas para llevarlo a cabo. Finalmente en 2010 presentamos un proyecto a la Consejería de Cultura dentro del Programa de Ayudas a entidades locales para la digitalización de su patrimonio documental, que nos concedió una subvención, y pudimos disponer de la colaboración de los profesores Nicolás Ávila, Susana Cabezas y Óscar López. Con su guía, elaboramos el proyecto, y gracias a su trabajo contamos hoy con un archivo catalogado que en breve podrá ser consultado por todos aquellos interesados en conocer la historia de Escalona e incluso algunos aspectos de la historia de Castilla. Junto al objetivo fundamental de garantizar la conservación de los documentos, consideramos esencial dar la posibilidad de conocer este patrimonio a todos aquellos que estén interesados en acceder a la historia de Escalona, con finalidad de ocio, profesional... En estos documentos se encierran capítulos que han conformado la identidad de nuestra villa y de sus gentes y que han influido de manera determinante en lo que somos hoy; los hechos vividos por nuestros antepasados pueden servirnos de guía para crear un futuro mejor. Esta publicación cumple con estos objetivos, pues ha sacado a la luz muchos documentos de los que no existía constancia en ningún estudio anterior. Y esperamos que no sea la última, ya que, una vez iniciado, somos conscientes de que este proyecto tiene un largo recorrido y de que proporcionará mucho y muy interesante material para dar a conocer la historia de Escalona. Os animo, pues, estudiantes, profesores, doctores o amantes de la historia, a acercaros al Archivo de Escalona. Allí encontraréis las puertas abiertas al estudio y al conocimiento porque sabemos que vuestros descubrimientos enriquecerán nuestro saber sobre el pasado y nos darán un mayor entendimiento del presente.

INTRODUCCIÓN. LA LEAL VILLA DE ESCALONA: SIETE SIGLOS DE HISTORIA DOCUMENTADA (1083-1837) Óscar López Gómez

Universidad de Castilla-La Mancha

Hoy, en la alborada del siglo XXI, en los fugaces años de la globalización y de las revoluciones científicas, Escalona se erige como un núcleo poblacional al Norte de Toledo de unos 4.000 vecinos, con cierta importancia en su región y que en los últimos tiempos ha experimentado transformaciones económicas irrebatibles, acaso por la cercanía de las ciudades de Madrid, Toledo y Talavera de la Reina. Se trata de un pueblo que a pesar de los avatares sabe dirigirse con arrojo hacia el futuro, aunque, eso sí, sin olvidar su pasado. En el pasado el nombre de Escalona era conocido en toda Castilla1. 1

1. Un enclave estratégico en el camino a Ávila (1083-1225).

Desde antes del siglo XI, cuando Alfonso VI ocupa Escalona, esta población se define como un núcleo fortificado a orillas del río Alberche dispuesto de forma estratégica para controlar el camino entre Toledo y Ávila, una ruta fundamental en las comunicaciones entre Castilla, al Norte, y el antiguo Reino toledano, al Sur. La comunidad de villa y tierra de Escalona, o lo que es lo mismo, los hombres y las propiedades que dependían de su Ayuntamiento, llegaron a abarcar un territorio en verdad imponente, que iba desde las estribaciones más orientales de la Sierra de Gredos, cerca del nacimiento del río Tiétar, hasta los llanos al Sur del Alberche. En este territorio llegaría a haber catorce aldeas bajo la jurisdicción de las autoridades de nuestra villa: Cadalso de los Vidrios, Cenicientos y Rozas de Puerto Real (hoy en la Comunidad de Madrid), Aldeaencabo, Crespo, Almorox, El Casar, Los Cerralbos, Pelahustán, Hormigos y Paredes (en la provincia de Toledo), y Escarabajosa2 y Navahondilla (en Ávila). Escalona era una población importante del antiguo Reino de Toledo, al que también pertenecían otras poblaciones propietarias de grandes territorios y miles de vasallos como Talavera de la Reina, Santa OlaPara una revisión general de la historia de Escalona y de los pueblos de su comarca véase: JIMÉNEZ DE GREGORIO, F., Diccionario de los pueblos de la provincia de Toledo hasta finalizar el siglo XVIII: población, sociedad, economía e historia, Toledo: Editorial Católica Toledana, 1986. Referencias a Escalona en las pp. 281-287. 2 A partir del censo de 1960 cambió su nombre por Santa María del Tiétar. 1

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lla y Maqueda, con las que Escalona limitaba por el Sur; y Alamín, por el Este. Al Norte de la villa estaban las posesiones del monasterio de San Martín de Valdeiglesias, y al Oeste los poderosos señoríos de La Adrada, Castillo de Bayuela y Cardiel de los Montes, propiedad de Ávila. Tradicionalmente se considera que Alfonso VI conquistó Escalona en 1083, durante las campañas previas a la toma de Toledo —que caería en manos cristianas en 1085—. Algunos autores han querido identificar a la Escalona del siglo XI con la antigua aldea árabe de nombre Saktan que fue reconstruida por Abd al-Rahmán III en los años 939 y 940, aunque la relación entre ambos enclaves no es segura3. Por el contrario, la noticia más antigua sobre la localidad proviene de un poema en latín que recogió el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada en su obra De rebus Hispaniae. En este texto, de mediados del siglo XIII, se advertía que Scalona era una de las veintinueve conquistas de Alfonso VI en su triunfal campaña por la cuenca del Tajo. No hay documentos originales que nos ayuden a contrastar dicha información, si bien la referencia a Escalona señalada por el arzobispo se ratificaría posteriormente en la Primera crónica general de España4, en la que se dice, ya en castellano, que en 1085 las tierras en torno a Toledo —sin excepción— ingresarían en la Cristiandad. En estas circunstancias, a finales del siglo XI y comienzos del XII Scalona se articula como un enclave fortificado de gran valor estratégico. Estaba (está) junto a un vado del río Alberche, que por entonces venía más crecido que hoy en día, y que por tanto era imposible de cruzar por un paso que no se hallase próximo a nuestra población. Además se trataba de un baluarte cercano a Maqueda y a Alamín, villas con las que venía a conformar un “embudo estratégico”5 que buscaba dos objetivos complementarios: poner en manos cristianas el control definitivo de la zona, y oponerse a los devastadores ataques de los almorávides que buscaban arrasar el territorio para recuperarlo6. De hecho, fue para este fin precisamente, para defender la zona ante las algaradas andalusíes, para el que se intentó atraer a pobladores cristianos a la región7. El primer monarca que se empeñó en repoblar la tierra fue Alfonso VII, quien, consciente de que Escalona se hallaba en un terreno peligroso, en la frontera con el Imperio Islámico, en 1130 facultó a Diego y Domingo Álvarez, hermanos y alcaides del castillo de la villa, para que diesen a MOLÉNAT, J. P., Campagnes et Monts de Tolède du XIIéme au XVème siècle, Madrid: Casa de Velázquez, 1997, p. 383. 4 JIMÉNEZ DE RADA, R., Historia de los hechos de España (edición de Juan Fernández Valverde), Madrid: Alianza Editorial, 1989, p. 248. Primera crónica general de España (edición de Ramón Menéndez Pidal), Madrid: Gredos, 1977, vol. II, p. 530. 5 Algunos autores hablan, además, de un “fortísimo cuadrilátero” compuesto por cuatro baluartes: Toledo, Talavera, Montalbán y Escalona: JIMÉNEZ DE GREGORIO, F., Diccionario..., p. 284. 6 MALALANA UREÑA, A., Escalona medieval (1083-1400), Toledo: Al-Mudayna, 1987, pp. 72-73. 7 IBIDEM, pp. 23-27. 3

INTRODUCCIÓN

ésta un fuero propter causam populationis8, es decir, para atraer pobladores. Y los hermanos-alcaides así lo cumplirían. El llamado Fuero de 1130, que estuvo vigente más de un siglo, nació de un intento (no muy exitoso) de atraer población a Escalona y su tierra. En dicho fuero, a cambio de una vida llena de tensiones y peligros, a cambio de una vida en lucha sin tregua contra el enemigo musulmán, se ofrecían ventajas fiscales, económicas, sociales y en el ámbito de la justicia que podían resultar atrayentes sobre todo para dos tipos de personas: para aquellas que se hallasen en familias desarraigadas y con problemas económicos; y para las que, por los delitos realizados, desearan huir de los jueces de su región y empezar otra vida con otra identidad. Especialmente a este último tipo de individuos (“malfechores”) es al que se referían muchos fueros9, porque por lo común se trataba de hombres valientes y osados, capaces de luchar con bravura; hombres peligrosos, insustituibles en el combate contra el Islam, que sin embargo por su actitud bronca y de difícil control eran un problema para las autoridades cristianas, motivo por el cual en el fuero de 1130 se insistiría una y otra vez en lo ineludible de salvaguardar el orden público en Escalona, en que tenía que reglamentarse el uso de armamento entre los vecinos, en que los protocolos de la justicia debían estar claros, y en que tenían que establecerse unas normas de convivencia eficaces, frente a cuya infracción se tendría que responder incluso con la horca10. El “disciplinamiento” de la vida en el poblado era esencial, por duro que pareciese. Con el enemigo a las puertas de la villa el objetivo de mantener la paz en la población era indiscutible, de modo que, según especificaba el fuero, la violencia sólo podría usarse para reducir al oponente, nunca para dañar al correligionario. La legislación foral de 1130, en resumen, buscaba responder a un contexto crítico de guerra. Y por eso estuvo vigente cien años, el tiempo en que Escalona perteneció a los límites entre el Reino de Toledo y Al-Ándalus. Apenas concedido el fuero comenzaron las presiones musulmanas. A lo largo de la década siguiente la población tuvo que sufrir como mínimo cuatro ofensivas de los almorávides, con las que pretendieron recobrar la plaza. Para los almorávides Escalona era esencial (por su referido valor estratégico), así que en 1131 lanzaron su primer ataque en toda regla; un ataque en el que caería defendiendo la posición Gutierre Armíldez, dirigente de la ciudad del Tajo que había consentido el fuero de 1130. En otro ataque, en 1132, cayeron Diego y Domingo Álvarez. Así lo relatan las crónicas11: GONZÁLEZ Y GONZÁLEZ, J., Repoblación de Castilla la Nueva, Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 1975-1976, vol. II, p. 197. 9 Sobre esta cuestión, en concreto sobre el fuero de Cuenca, véase el trabajo de Theresa M. VANN titulado “Criminal settlement in medieval Castilian towns”, en Donald J. KAGAY y L. J. ANDREW VILLALON, The final argument. The impact of violence on society in medieval and modern Europe, Woodbridge: Boydell Press, 1998, pp. 83-94. 10 De realizar un homicidio, por ejemplo. 11 Las dos citas textuales son de la Crónica del emperador Alfonso VII (edición de Maurilio Pérez González), León: Universidad de León, 1997, pp. 101 y 109. 8

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“...Los mencionados caudillos musulmanes [Farax y Alí] fueron a las ciudades de Toledo, lucharon con dos hermanos, a saber, con Domingo Álvarez y Diego Álvarez, alcaides de Escalona, y con numerosos caballeros cristianos de otras ciudades. En castigo por sus pecados los cristianos fueron vencidos, y los mencionados alcaides de Escalona murieron a golpe de espada junto con numerosos cristianos...” En el año 1136 ocupó la villa Tashfín, hijo del emir almorávide Alí ben Yusuf, aunque no lograría conservar la posición. Posteriormente, en enero de 1138:

“...El rey Azuel de Córdoba, Avenceta, rey de Sevilla, y los demás reyes y príncipes, tras reunirse una gran multitud de caballeros y peones que había en el territorio de los agarenos, llegaron de nuevo a las ciudades de Toledo, causaron muchos estragos y muchos males en Escalona y en Alamín, y tomaron el castillo llamado Mora por negligencia de Munio Alfonso...”

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A pesar de estas victorias, lo cierto es que poco a poco el poderío almorávide fue diluyéndose frente al empuje de los reinos cristianos. Después de la década de 1140 los éxitos musulmanes empezaron a reducirse y una nueva crisis de identidad fue adueñándose de Al-Ándalus sin remedio. A la altura de 1170 en las tierras de los musulmanes se sufría una decrepitud similar a la vivida en el siglo anterior, en época de las taifas. Sin embargo, la llegada a la Península Ibérica de los almohades —unos guerreros de enorme valía radicalmente islamizados— renovó el brío andalusí y volvió a poner en jaque a la región de Toledo. Escalona, intentando garantizar su defensa, y siguiendo un modo de proceder que se imponía en toda Castilla, en 1194 firmó dos cartas de hermandad (fraternitatis o germanitatis) con Ávila y Plasencia. Por aquel entonces, en el tránsito entre los siglos XII y XIII, empezaban a instituirse las primeras hermandades por todo el reino. Nacían como instituciones motivadas por la necesidad de defenderse y de dirigir los desplazamientos de rebaños y vecinos en el territorio, y perseguían tres fines: 1. Regular los derechos de los habitantes de un pueblo en otro pueblo. 2. Proteger al ganado y a los pastores en los municipios hermanos. 3. Instituir una especie de justicia intermunicipal. Escalona firmó por lo menos cuatro cartas de hermandad: dos con Plasencia, una con Ávila y otra con Segovia. Posiblemente también las firmó con Talavera y (en 1210) con Maqueda, pero en estos casos las informaciones son más dudosas. No ocurre lo mismo con la referida hermandad con Ávila, en 1194, cuyo documento de fundación es el único que se conserva original12. En él, aparte de estipular alguna cuestión 12

Archivo Histórico Municipal de Escalona (AHME), Gobierno, Acuerdos con otros concejos, doc. único.

INTRODUCCIÓN

económica de asistencia mutua, se definían los protocolos para proceder de forma adecuada en caso de sufrir un ataque13. Lo que no impidió, en todo caso, que los enemigos saquearan Escalona en 1196, una vez vencieron en Alarcos. No obstante, esta situación pronto iba a cambiar. Obsesionado con destruir Al-Ándalus tras la triste derrota vivida en 1195 en Alarcos, el rey Alfonso VIII se embarcó en una campaña militar enorme, de carácter internacional (recibió incluso la calificación de cruzada), cuyo meta sería someter al Imperio almohade. Como es de sobra conocido, en 1212 se congregaron en Toledo tropas llegadas de todos los confines de la Cristiandad, entre las que seguramente habría soldados de Escalona y de los otros pueblos de su comarca. Con ese ejército el rey partió hacia tierras andalusíes, donde logró derrotar a los musulmanes sin paliativos en la batalla de las Navas de Tolosa. Inmediatamente, con los almohades vencidos, la frontera entre el territorio andalusí y el cristiano se desplazó hacia el Sur tras un siglo de estancamiento, y Escalona dejó de ser una tierra fronteriza. En 1214 se firmaron nuevas cartas de hermandad con Segovia y con Plasencia, pero buscarían unos fines más económicos. A esas alturas nuestra población empezaba una nueva etapa histórica, ahora libre del peligro musulmán. 2. Una villa en el juego de la Corona (1226-1423).

En 1226 Fernando III (el Santo) otorgó a Escalona un nuevo fuero que venía a derogar el de 1130. El territorio ya no se hallaba en un ambiente de guerra, por lo que parecía obligado establecer un régimen más acorde con las nuevas vicisitudes. Por otro lado, las propias autoridades de la villa reclamaban una legislación que en las nuevas circunstancias les permitiese salvaguardar el orden —sistematizando con detalle los delitos y las posibles condenas—. Así, en diciembre de 1226 Fernando III dispuso una nueva legislación para Escalona en la que se atendían las solicitudes de los gobernantes de la villa; unos gobernantes que, no lo olvidemos, actuaban en nombre del rey, pues Escalona era una villa de realengo. Sin embargo, el fuero de 1226 no tuvo la misma vigencia que el de 1130. La propia monarquía lo anuló con nuevas intervenciones en las leyes de Escalona, hasta el punto que el fuero de 1226 podría considerarse el primer paso de un intervencionismo de los monarcas que iba a ir en aumento con los años hasta culminar en 1281, como seguidamente se verá. Pero no adelantemos acontecimientos. En las décadas entre 1220 y 1250 las autoridades de la villa se centraron en los problemas que existían con las tierras bajo su jurisdicción. Es por entonces, a comienzos del siglo XIII, cuando empieza a definirse el alfoz del municipio14. Ya en 1211 Alfonso VIII había fijado el límite entre los términos de Maqueda y Escalona, y en 1317 los volvió a 13 14

MALALANA UREÑA, A., Escalona medieval (1083-1400)..., pp. 31-32 y 143-154. AHME, Documentación real, Fuero y mercedes a la villa, doc. 1.

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fijar Alfonso XI15; pero ni la intervención de los monarcas logró impedir las continuas diputas a las que se tendrían que enfrentar las autoridades de la villa, tanto con poblaciones que no aceptaban los límites jurisdiccionales que exigía Escalona (caso de Talavera, Santa Olalla, Ávila y el monasterio de San Martín de Val de Iglesias), como con aldeas “so su jurisdicción” que buscaban emanciparse; sobre todo con Cadalso de los Vidrios, pueblo con el que Escalona mantuvo una disputa en torno a su independencia que se alargó durante cinco siglos. Ya en 1232 y 1233 Fernando III había ordenado a la aldea que acatara el dominio de Escalona, y en 1254 y 1276 Alfonso X lo volvió a ordenar; y más tarde también se ordenó, ya en época de los Reyes Católicos16. Aun así, los debates se alargaron hasta el siglo XVIII17. No tuvo tanta vida, como ya se señaló, el fuero de 1226. La legislación dispuesta por Fernando III no acabó de convencer a su sucesor en el trono, Alfonso X, quien en 1254, al poco de hacerse con la corona, otorgó una nueva reglamentación a la villa; una reglamentación que si bien no derogaba el fuero de 1226 sí lo redefinía, al adoptar el Ordenamiento de las Cortes de 125318 (aunque con variaciones en lo relativo a los precios). A los dos años, en 1256, el monarca confirmó las leyes de 1254, pero unos años más tarde, en 1261, dispuso que en Escalona se estableciese el famoso Fuero Real19, convirtiendo así a esta villa en una de las primeras en poseer esta novedosa legislación que buscaba unificar el derecho castellano, para abolir los fueros antiguos. En consecuencia, desde 1261 Escalona mantendría su estatus de localidad de realengo aunque con un régimen específico20. Y aun así, esta condición también sería transitoria. Dos décadas más tarde, en 1281, Alfonso X no dudó en cambiar también el estatus de la villa. Si en 1261 se había fijado en Escalona a la hora de conceder el Fuero Real a ciertos enclaves, en 1281 decidió introducir definitivamente a la población en el juego de la gran política. Los acontecimientos fueron los siguientes. El 27 de marzo de 1281 Alfonso X, monarca de Castilla y de León, y Pedro III, rey aragonés, se reunieron en la frontera de sus estados. Había fallecido el heredero del trono de Castilla, Fernando de la Cerda, y sus descendientes estaban presos en Aragón por culpa de las artimañas del futuro Sancho IV (otro hijo de Alfonso X), quien con ayuda de su tío, AHME, Documentación real, Fuero y mercedes a la villa, doc. 5. MALALANA UREÑA, A., Escalona medieval (1083-1400)..., pp. 32-36. 17 AHME, Administración, Pleitos, libro 4. Existe mucha información diseminada en los libros de pleitos, como por ejemplo en el libro 1, fols. 6-6v, y en el libro 2, en folios sueltos. En AHME, Documentación real, Reales ejecutorias, libro 17 se incluye la ejecutoria de la sentencia que se pronunció. También hay ejecutorias referidas al asunto en el libro 15, docs. G y H. 18 El documento no tiene fecha. En una nota dorsal pone que es de 1271, pero se trata de un ordenamiento de Cortes: AHME, Documentación real, Fuero y mercedes a la villa, doc. 4. 19 AHME, Documentación real, Fuero y mercedes a la villa, doc. 6. 20 Además desde la corte Alfonsina se preocuparon por regular el ejercicio y el salario de los oficiales públicos, como se ve en sendas disposiciones de 1264 y 1269: AHME, Documentación real, Fuero y mercedes a la villa, docs. 2 y 3. 15 16

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el infante don Manuel, en 1284 lograría de Pedro III el apoyo necesario para recibir la corona castellano-leonesa, la corona que poseía su padre. Ya en 1281 don Sancho se mostraba dispuesto a todo21. Por entonces, la reunión entre los reyes tenía que servir para firmar una serie de pactos de socorro mutuo ante los adversarios comunes —siempre que no fueran musulmanes—. Tras estipular los entresijos de la alianza, ésta se selló con algunas concesiones territoriales. Alfonso X debería hacer dos cosas: otorgar a Pedro III los castillos de Pueyo y Ferrellón y el término de Pozuelo, y reconocer la jurisdicción aragonesa sobre el valle de Ayora, Palazuelos y sus fortificaciones, que se hallaban bajo el control de don Manuel, hermano del rey Alfonso. A cambio éste entregaría a su familiar la villa de Escalona, junto con otras posesiones22: “...E levó el rey don Pedro del rey don Alfonso los castillos de val de Ayora, que eran del infante don Manuel, su hermano, e diole por ellos en cambio la villa de Escalona, con tal condición que todo tiempo que los sus herederos cobrasen estos castillos, que tornase Escalona al rey o a los que reinasen después dél...”

Pedro III sólo tuvo que ceder el castillo de Albarracín a Alfonso X, y además aprovechó la asamblea para confabularse en su contra. En secreto se reunió con el infante don Sancho y se comprometió a socorrerle si echaba a su padre del trono, a cambio, eso sí, de nuevas concesiones territoriales23. En consecuencia, la reunión de los reyes en 1281 fue esencial tanto para la política de Castilla como, en lo que se refiere a Escalona, para el futuro de esta población, ya que por primera vez en su historia abandonaría el realengo para convertirse en una villa de señorío, en un enclave bajo la autoridad de un noble; y no de un noble cualquiera, sino de uno de los poderosos. Tras doscientos años de tener al rey como su máximo dirigente, la fortaleza de Escalona fue ocupada por su nuevo señor, el infante don Manuel, y allí nacería su celebérrimo hijo don Juan Manuel, en 1282:

“...Al infante don Manuel, su tío, nasciole un fijo de la condesa [Beatriz] de Saboya, su mujer, en Escalona, e ovo de ir el infante don Sancho a tornarlo cristiano, e pusiéronle [de] nombre Juan. E pidiole el infante don Manuel que le diese a Peñafiel, e el infante don Sancho diógela con las condiciones que dice el previllejo...”

Don Manuel murió en 1283, por lo que su hijo antes de cumplir los dos años se convertiría en el señor —oficial— de Escalona. Unas décadas más tarde, tras haber alcanzado la edad adulta, don Juan Manuel La única documentación que se conserva de este rey en el Archivo de Escalona se refiere al pago de unos servicios: AHME, Hacienda, Contabilidad, Miscelánea, libro único, fols. 348 vlto.-349. 22 Crónica de Alfonso X, Murcia: Biblioteca de Autores Españoles, 1875, vol. I, pp. 59 y 61-62. 23 AYALA MARTÍNEZ, C. de, “Paces castellano-aragonesas de Campillo-Agreda (1281)”, En la España medieval, 5 (1986), pp. 151-168. 21

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sería famoso tanto por su cultura como, muy especialmente, por su valor y su carácter turbulento, que le llevarían a enfrentarse en reiteradas ocasiones al rey Alfonso XI. Ya cuando el futuro monarca era un niño, acaso viendo los problemas que el reino vivía, don Juan Manuel derogó en Escalona el Fuero Real24, si bien en la corte lo habían ratificado25, e impuso el fuero de 1130, un fuero (como se dijo) útil para la guerra. Corría el año 1317. Del mismo modo, aprovechando su buena posición en la corte castellana, don Juan Manuel no dudó en solicitar con éxito la confirmación de los privilegios y deslindes concedidos a Escalona por los reyes Alfonso VIII, Alfonso X y Sancho IV, aunque dicha posición privilegiada no le sirvió de mucho en 1325, cuando Alfonso XI, declarado mayor de edad, le apartó de su gobierno; una afrenta tan grave para don Juan Manuel que el rey, temiéndose una rebelión liderada por su pariente, se comprometió a casarse con su hija primogénita, doña Constanza. Pero la promesa no se cumplió jamás. En 1327 Alfonso XI se comprometió con la infanta María de Portugal, y don Juan Manuel, colérico, se desnaturalizó de Castilla e inició una revuelta junto a Alvar Núñez Osorio y Juan Núñez de Lara26. La ofensiva se acentuó en tierras próximas a los señoríos de don Juan Manuel, por lo que Escalona, como en tiempos pasados, tendría un valor estratégico y militar muy importante, y los consejeros del rey lo sabían:

“...[El rey] ovo su consejo si iría [a] cercar a don Joan doquiera que estodiese o si iría [a] cercar algunos de los otros logares de don Joan, o qué manera tomaría en esta guerra. Et algunos le consejaban que fuese [a] cercar a don Joan doquier que estodiese, et otros le consejaban que le fuese [a] facer mal et daño en la tierra; pero los de Toledo, que tenían cerca de sí la villa de Escalona, digieron al rey que aquella villa era tal que el rey la podría tomar et conquerir en muy pocos días, et que le pedían merced et le consejaban que la fuese [a] cercar, et que aquello le convenía a facer en esta guerra antes que otra cosa ninguna. [...] Et salió de Toledo luego, et fue [a] cercar a Escalona...”

Alfonso XI mantuvo el cerco sobre la villa toda la primavera de 132827, pero a inicios del verano lo alzó para marcharse a Valladolid, donde se habían producido disturbios. En consecuencia, Escalona y su castillo salieron airosos de este primer envite de las tropas reales; por lo que el rey, no se sabe hasta qué punto muy bien asesorado, decidió cambiar de planteamientos. Al parecer Alfonso XI era consciente de los gravísimos problemas económicos que acarreaba la guerra y de las MALALANA UREÑA, A., Escalona medieval..., p. 138. AHME, Documentación real, Fuero y mercedes a la villa, doc. 6. 26 Ese mismo año, en 1327, se casó con la hermana de éste, con doña Blanca. 27 El 27 de septiembre de ese año el concejo de Escalona hizo una carta de seguro a favor de los vecinos de Santa Olalla para evitar posibles ataques, dados los conflictos que existían en la zona: AHME, Gobierno, Seguros, doc. único. 24 25

INTRODUCCIÓN

víctimas que traía consigo, de modo que decidió hacer lo posible por ganarse la amistad de don Juan Manuel, hasta que, en efecto, en 1330 el rey logró acabar con la rebeldía; a cambio, eso sí, de poner a don Juan como adelantado del reino de Murcia. No obstante, la relación entre el monarca y su rebelde súbdito nunca fue buena. Al poco de extinguirse los disturbios don Juan Manuel, con notable osadía, se puso a negociar el matrimonio de su hija doña Constanza, repudiada por Alfonso XI, con el heredero del trono portugués. El rey de Castilla, harto de la malquerencia de don Juan, se opuso al matrimonio posiblemente por causas personales, aunque también por causas políticas. Su levantisco pariente sería demasiado poderoso si a su antigua alianza con los reyes de Aragón —una alianza fraguada en época de don Manuel— añadía la del reino de Portugal. La obcecación de Alfonso XI sirvió de excusa para una nueva revuelta. Corría el año 1335 y don Juan pensaba que ahora sí podría vencer a su rey. Sin embargo, había medido mal sus posibilidades. Esta vez Alfonso XI no tenía impedimentos a la hora de enfrentarse a sus enemigos, por lo que pudo emplear toda su maquinaria bélica y diplomática hasta conseguir una victoria absoluta. Don Juan Manuel fue derrotado de forma indiscutible, y esto tendría secuelas en sus propiedades. En lo que a Escalona se refiere, y a pesar de su ruinoso fracaso, don Juan pudo seguir siendo el señor la plaza, aunque —según un convenio de 1337— la tuvo que poner a disposición de Alfonso XI junto con Cartagena y Peñafiel28: “...Et por que el rey fuese cierto desto [de que don Juan no volvería a rebelarse], que le daría don Joan en rehenes la villa et el alcázar de Escalona, et la villa et el alcázar de Cartagena, et la villa et uno de los castiellos que avía en Peñafiel. Et estas villas et alcázares et castiello que los toviesen caballeros vasallos del rey, con condición que si don Joan non serviese al rey, o le deserviese, que perdiese aquellas villas et alcázares et castiellos que daba en rehenes...”

Incapaz de vencer a su rey, el señor de Escalona decidió que había llegado el momento de actuar de otro modo. Con sesenta años don Juan Manuel de Villena, pues éste era su apellido, pasaba por ser un hombre culto y poderoso pero mayor para su época; y por eso, aunque puso sus tropas al servicio de Alfonso XI en la batalla del Salado y para invadir Algeciras, don Juan Manuel veía como su estrella se apagaba. En torno a 1340 dejó la política y se centró más en la literatura. Sus últimos días los pasó en la fortaleza de Escalona y, muy especialmente, en la de Garcimuñoz. Es seguro que por entonces se veía como alguien que lo había tenido todo y había sido derrotado. Se trataba de sentimiento de capitulación que iba a repetirse en los futuros señores de Escalona. 28

Crónica de Alfonso XI, Madrid: Biblioteca de Autores Españoles, 1974, vol. I, pp. 212 y 287.

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3. La fortificación de los derrotados (1424-1529).

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Don Juan Manuel murió con sesenta y seis años, en 1348. En su testamento había establecido que su primogénito, Fernando Manuel, pagase medio millón de maravedíes como dote matrimonial a su hermana Juana, y que hasta que lo hiciese Escalona quedase en manos de esta mujer29. Pero Fernando no lo respetó y se hizo con el gobierno de la villa nada más morir su padre y hasta su temprana muerte, en 135030. Le sucedió como señora de Escalona su hija doña Blanca Manuel, cuya muerte se produjo en 1360. Por entonces la única heredera que quedaba de don Juan era su hija Juana Manuel (una tía de doña Blanca), que se había casado en 1350 con Enrique de Trastámara, el hombre que, como es bien sabido, lideró una revuelta en contra del rey Pedro I hasta que en el año 1369 se hizo con el trono. De esta manera, si Enrique se había convertido en señor de Escalona en 1360 —lo que le permitió heredar el patrimonio de don Juan Manuel—, en 1369 se convirtió en rey de Castilla31. Desde entonces Escalona, en tanto que propiedad de Enrique II, pasó a ser una villa de realengo, una propiedad de los reyes como lo era antes de 1281. Había sido villa señorial casi nueve décadas32. Durante cincuenta y cinco años Escalona estuvo bajo el control de los reyes de Castilla, y parece que gozó de una época de prosperidad y bonanza, aunque los problemas políticos en el territorio iban en aumento —en gran parte por culpa de los regidores toledanos—. No fue hasta 1424 cuando el rey Juan II, en recompensa por los favores recibidos, concedió la plaza a don Álvaro de Luna, quien se convertiría en el nuevo señor del enclave, con facultad para recibir los tributos que pagaban los escaloneros, para ejercer justicia y para designar a los oficiales públicos. Como en 1281, en 1424 la villa pasó a ser de señorío, de tal forma que la concesión hecha a don Álvaro evidenciaría hasta qué punto los reyes usaban a su voluntad la villa de Escalona, de nuevo entregada a un noble poderoso, y no a un noble cualquiera, sino a uno que ostentaba dos títulos codiciados: el de Condestable de Castilla y el de Maestre de la Orden de Santiago. GIMÉNEZ SOLER, A., Don Juan Manuel. Biografía y estudio crítico, Zaragoza: Tipografía La Academia, 1932, p. 697. 30 MALALANA UREÑA, A., Escalona medieval (1083-1400)..., pp. 46-47. 31 El 24 de abril de 1368 Enrique, intitulándose rey, ordenó al concejo de Escalona que tuviesen como alcaide del castillo de su villa a Lope González Dávalos: AHME, Documentación real, Provisiones reales, libro 1, doc. W. 32 Entre finales del siglo XIV y la primera mitad del XV la ganadería se consolida como la actividad económica predominante en Escalona. A partir de una sentencia del alcalde Juan de Piña sobre las cañadas, que se pronunció el 26 de agosto de 1402 (AHME, Administración, sentencias, libro 1, fols. 51-53 vlto.) comenzaría una actividad ganadera muy importante, como se puede ver en la relación de ganados que pasaban por nuestra villa del 1460 (AHME, Hacienda, Mesta, libro 1). Para la primera mitad del siglo XV hay mucha documentación relativa al ganado y las cañadas. En lo que se refiere a la segunda mitad del siglo véase: MALALANA UREÑA, A., “La economía en Escalona durante el siglo XV: el tránsito de ganados por sus cañadas”, en I Congreso de Historia de Castilla-La Mancha, Toledo: Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 1988, vol. 6, pp. 101-108. 29

INTRODUCCIÓN

En 1423 don Álvaro se había convertido en señor de Castillo de Bayuela y de La Adrada, por lo que al sumar a su patrimonio la comarca de Escalona constituiría en los valles del Alberche y del Tiétar uno de los centros de su enorme poder —el otro se situó junto al Duero, en torno al condado de San Esteban de Gormaz—. En 1431 adquirió Arenas de San Pedro e Higuera de las Dueñas; en 1434 Maqueda, San Silvestre33, Colmenar de las Ferrerías (hoy Mombeltrán) y San Martín de Valdeiglesias34. En 1436 se hizo con Alamín y con Méntrida, con Villa del Prado y con La Torre de Esteban Hambrán. Por último, en 1441 compró Cebreros35. Tres años antes, en 1438, Juan II había establecido un mayorazgo a favor de don Álvaro y de su hijo Juan de Luna, en el que se integrarían todas sus posesiones36. La desproporcionada influencia de don Álvaro de Luna en la corte de Juan II benefició a Escalona en múltiples asuntos. Por ejemplo, se derribó un puente sobre el Alberche que estaba en Alamín tan sólo porque, por deseo de don Álvaro, el paso del río debía hacerse por Escalona. Se confirmaron los privilegios de sus vecinos, se eximió a cuatrocientos cincuenta de ellos de contribuir con pedidos y monedas37, y en 1448 se concedieron a la villa dos ferias anuales libres de tributos que en 1456 serían confirmadas por Enrique IV38. En poco tiempo el castillo de Escalona se convertiría en un símbolo del poder de su señor. Como buen noble, a don Álvaro le gustaba el lujo y el despilfarro, por lo que hizo de su fortaleza no sólo una metáfora de su poderío, sino, además, un espacio para el descanso y el ocio en el que la magnificencia, el boato y el derroche llegarían a sus máximas cotas, especialmente durante la década de 1440. Entre 1424 y 1453 don Álvaro de Luna remodeló interiormente el castillo de Escalona para darle un aspecto palacial. Con este fin consSeis kilómetros al este de Maqueda. “Villa agregada al ayuntamiento de Maqueda. [...] Tiene 8 casas pequeñas e iglesia parroquial (San Silvestre). [...] Esta villa hasta el año 1440 fue mayor de 400 vecinos pero fue desolada por una peste que sufrió. Perteneció a la orden de Calatrava, luego a los duques de Maqueda y en el año 1807 pasó por compra que de ella hizo con todo su término a don Manuel del Casal, y hoy la posee doña María Antonia de Cos, su viuda. Todos los vecinos son dependientes y asalariados. Tenía ayuntamiento que por la última ley se ha agregado al de Maqueda. Puede llamarse coto redondo más bien que villa” (MADOZ, P., Diccionario geográfico-estadísticohistórico de España y sus posesiones de Ultramar, Valladolid: Ámbito, 1987, vol. XIV, p. 400). 34 En este año el bachiller Juan Rodríguez sentenció sobre un conflicto de términos entre Escalona y La Adrada: AHME, Documentación real, Reales ejecutorias, libro 1, doc. V. No obstante, el pleito se alargaría varias décadas. También se conserva para el año 1434 un número importante de documentos relativos a la adquisición de censos por la villa y sobre compraventa de vino: AHME, Administración, Títulos de propiedad, libro único. 35 CALDERÓN ORTEGA, J. M., Álvaro de Luna: riqueza y poder en la Castilla del siglo XV, Madrid: Dykinson, 1998, pp. 156-220. 36 Archivo Histórico Nacional (AHN), Nobleza, Osuna, legajo 1735, expediente 4. 37 AHME, Documentación real, Fuero y mercedes a la villa, libro único. La merced fue confirmada por los distintos reyes hasta 1703. 38 AHME, Documentación real, Fuero y mercedes a la villa, doc. 7. 33

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truyó una nueva torre del homenaje, una capilla y unas dependencias más lujosas, en las que habitaría el rey en sus múltiples estancias en el municipio. De hecho, Juan II estuvo en Escalona en 1420, 1422, 1423, 1431, 143339, 1435, 1436, 1443 y todos los años entre 1445 y 1453. Tenía bastantes adversarios, pero el monarca se sentía cómodo y seguro en la villa. Le gustaba la caza de la región y las fiestas con que se le agasajaba en el castillo, donde Juan II pasó no pocas veladas deleitándose con los versos de poetas amigos como Juan de Mena, o junto a nobles y cronistas de su reinado como Fernán Pérez de Guzmán y Alonso de Cartagena. Cada venida del rey se celebraba por todo lo alto. El lujo, el refinamiento y la ostentación se hacían palpables en fiestas como la que se celebró en septiembre de 1431, cuando Juan II vino a Escalona “tras vencer a los moros de Granada”40. Hubo torneos, teatro, exhibiciones de animales, banquetes, simulacros de batallas, cenas de gala, cacerías, encierros de toros, misas solemnes y toda clase de eventos donde se manifestaba el poder tanto de Juan II como de don Álvaro de Luna. Especialmente lujosas fueron las celebraciones, cacerías y torneos celebrados el 13 y el 14 de marzo de 1435 por razón de la visita de Juan II a Escalona tras una romería de la familia real al monasterio de Guadalupe. Don Álvaro ordenó que los aposentos de la corte en su palacio se cubrieran con paños de gran riqueza. Impresionante fue también la estancia de Juan II en la villa en diciembre de 1448. Vino con su esposa, la reina Isabel, que como portuguesa traía en su séquito a criados de su país que quedaron atónitos ante lo que vieron en el palacio de Escalona. De las paredes de las habitaciones colgaban ricos bordados de oro y seda, la piel de un león que había regalado a Juan II el rey de Marruecos e innumerables trofeos de caza: cabezas de osos, de jabalíes, de venados, de linces... Una noche, en una dependencia a la que los documentos se refieren como la sala rica, pusieron antorchas colgando del techo, sujetas con finos alambres. Daba la impresión de que las antorchas estuviesen suspendidas en el aire. Y en este entorno de fantasía se celebró un torneo a pie, en el que varios hombres lucharon con sus espadas; y luego hubo una gran cena en la que los criados de don Álvaro servían a los reyes mientras unos músicos amenizaban el convite. Todos quedaron maravillados con “la riqueza y abundancia de todas las cosas”41. Según cuenta la Crónica de don Álvaro, en 1433 Juan II desvió su viaje de Ciudad Rodrigo a Madrid, “y fuese el rey por Escalona, porque el condestable se lo avía suplicado, adonde se fizieron grandes fiestas al rey e a todos los que con él yuan, y se corrieron toros y jugaron cañas, y ovo otras muchas maneras de juegos de que el rey ouo grand plazer”: Crónica de don Álvaro de Luna, Condestable de Castilla, Maestre de Santiago (edición de Juan de Mata Carriazo), Madrid: Espasa-Calpe, 1940, pp. 143, 216, 245-246, 152 y 254 respectivamente 40 Más tarde, en época de los Reyes Católicos, Escalona participaría en la guerra contra Granada sobre todo con recursos económicos, pero también con soldados: MALALANA UREÑA, A., “Participación de Escalona en la guerra de Granada”, en Actas del V Coloquio Internacional de historia medieval de Andalucía, Córdoba, 1988, pp. 399-404. 41 Sobre las celebraciones de 1448 en el castillo véase: MALALANA UREÑA, A., La villa de Escalona y su tierra a finales de la Edad Media, Madrid: Fundación Felipe Sánchez Cabezudo, 2002, pp. 136 y 137. 39

INTRODUCCIÓN

Al hablar de las fiestas celebradas en Escalona en el año 1450 las crónicas nos describen muy bien la ostentación de la que gustaba don Álvaro:

“...El maestre [de Santiago, don Álvaro] le tobo aparejados [al rey] tantos modos e tantas diversidades de deportes e agradosos plazeres, e tanta abundançia de honestas e aplazibles deleytaçiones, segúnd la condiçión del tienpo lo requería, a que por çierto no se podría escusar muy larga estensión de escriptura si espeçificadamente aquello escrebir se debiesse, ca piensa e considera tú que lees lo aquí escrito que el maestre era un grand señor, e assimismo era muy discreto e magnánimo, e por semejante era de su propia natural condiçión grand festejador e grand inventor de nuevos e esquisitos modos de deportosos entremeses...”

Hoy no es fácil imaginar el lujo grandioso e inaudito y el derroche sin freno que se exhibió en las fiestas que Juan II y don Álvaro celebraron en el siglo XV en Escalona. Y tampoco es fácil imaginar el impacto social que tendrían las continuas entradas del rey en la villa, las celebraciones de las que eran partícipes (a menudo pasivos) los escaloneros y la grandeza que se desplegaba ante sus ojos. No obstante, hay dos cosas evidentes: que a mediados del siglo XV Escalona vive una de sus mejores fases históricas, dado el enorme poder y la riqueza sin par que desprendía su castillo: y que gracias a ese esplendor el pueblo se consolidaría como uno de los más destacados en su época, al ser la sede desde la que ejercía su influjo Álvaro de Luna. Por este motivo, entre otros, la fortaleza de Escalona sería escenario de tramas oscuras, como la que se produjo en 1443, cuando en uno de sus aposentos fue asesinado un hijo de García González de Illescas por orden de don Álvaro, al parecer por un asunto concerniente a una deuda. Del mismo modo, la caída en desgracia del señor de la localidad en 1453 tendría mucho eco en Escalona, donde Juan II había pasado jornadas inolvidables. La población fue un testigo mudo de la trama que acabó con el predilecto del rey. Como es conocido, Álvaro de Luna tenía muchos adversarios, especialmente los infantes de Aragón, Enrique y Juan, que habían gobernado Castilla mientras el futuro Juan II era un niño. Sembrando la discordia, ya en 1441 habían logrado que el rey se alejase de don Álvaro, quien se tuvo que marchar a Escalona y permanecer allí, lejos de la corte. Pero el destierro acabó pronto, don Álvaro volvió junto a Juan II y derrotó a los infantes de Aragón en la batalla de Olmedo, en 1445. Aun así no tardaron en salirle otros oponentes, sobre dos muy poderosos: el príncipe Enrique [luego Enrique IV] y su favorito, Juan Pacheco, marqués de Villena. En abril de 1453 Álvaro de Luna fue apresado en Burgos, y sus seguidores, bajo la dirección de Juana Pimentel (esposa de don Álvaro), se tuvieron que refugiar en las fortalezas de Escalona y Maqueda. A finales de mayo las tropas de Juan II ya cercaban ambos castillos, pero el de Escalona era imposible de reducir mediante las armas, por lo que se convenció al rey para que sin más dilaciones ejecuta-

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se al reo. Y así se hizo. Don Álvaro fue privado de sus bienes y murió decapitado el 2 de junio de 1453. La sentencia de su muerte se pronunció en Fuensalida, lugar próximo a Escalona42. Como en 1337, como en época de don Juan Manuel, el señor de Escalona de nuevo había caído en desgracia; de nuevo era un hombre derrotado. Tal vez la más clara evidencia sea lo que hizo la esposa de don Álvaro, doña Juana Pimentel, que tras morir su marido decidió intitularse “la triste condesa” por el dolor que sentía, y a pesar de que los señoríos, bienes y rentas de don Álvaro le fueran devueltos el 30 de junio de 1453, aunque restando dos tercios del tesoro del Condestable y las villas de Escalona y Maqueda43, que fueron incorporadas al realengo tras casi treinta años de señorío nobiliario44. Empezaba para Escalona un período muy difícil. En 1454 falleció Juan II dejando establecido en su testamento que Escalona quedara en poder de su hijo Alfonso, que apenas tenía un año. En consecuencia, tal cláusula testamentaria no se hizo efectiva hasta 1464, en medio de una década en la que Escalona debería enfrentarse cada vez más con los pueblos de su comarca por el aprovechamiento de las dehesas45. Fue entonces cuando el príncipe Alfonso se convirtió en señor de Escalona; y fue entonces también cuando, tras la farsa de Ávila (en 1465), empezó a intitularse rey de Castilla con apoyo de unos nobles que, creyendo ver en Alfonso a un niño fácilmente manejable, no dudarían en darle su auxilio frente al rey verdadero, Enrique IV, hermanastro de Alfonso. Se repetía así, de alguna forma, lo ocurrido en la década de 1360 con Enrique de Trastámara. Otra vez el señor de Escalona aspiraría a convertirse en rey46. Pero esta vez las cosas fueron diferentes. La rebelión liderada por el príncipe Alfonso duró cuatro años, hasta que en 1468, y en extrañas circunstancias —tal vez envenenado—, el usurpador del trono murió de repente. Todas las esperanzas de los conspiradores se vinieron abajo. Con la defunción de Alfonso desaparecía el principal aspirante a suceder al rey Enrique, o lo que es lo mismo, otro señor de Escalona, quien, como sus predecesores, caía vencido por las circunstancias para impotencia de sus partidarios, los cuales, con premura, intentarían situar en su posición a la princesa Isabel. Pero ésta, con gran lucidez política, siempre se negó, como se negaría a aceptar el señorío de Escalona, pues, aunque en 1468 fue reconocida señora Véase el relato de la ejecución de la sentencia en: Real Academia de la Historia (RAH), Salazar y Castro, F-22, fols. 212 y 212 vlto. 43 En 1463 el alcaide de la fortaleza de Escalona, Luis de la Cerda, en nombre del rey Enrique IV confirmaba el nombramiento de los oficiales reales realizado en Escalona. AHME, Documentación real, Provisiones reales, libro 1, doc. AD. 44 AHN, Nobleza, Osuna, legajo 1735, expediente 2. 45 Sobre esta problemática existe numerosa documentación en AHME, secciones Amojonamientos y Reales provisiones. Incluso se produjeron robos en 1468: AHME, Gobierno, amojonamientos, libro 6, fols. 148-151 vlto. 46 El 29 de junio de 1465 Alfonso, intitulándose rey, confirmó los privilegios de la villa: AHME, Documentación real, Fuero y mercedes a la villa, doc. 8b. 42

INTRODUCCIÓN

de la plaza, en 1469 trocó a Enrique IV el enclave por Olmedo47. Apenas medio año después, en abril de 1470, Enrique IV donó Escalona a su privado Juan Pacheco, marqués de Villena. Unos días más tarde, el 2 de mayo, el rey daba a la villa el título de “Leal”48, le entregaba en merced las escribanías y herbajes del señorío49 y confirmaba sus privilegios50. Ya en 1472, el día 12 de diciembre, se nombró a Juan Pacheco duque de Escalona, y el 17 se le permitió crear un mayorazgo51. Mientras, los gobernantes de la villa continuaban riñendo con los pueblos de su entorno por el control de las dehesas (esenciales para el desarrollo de la economía) mediante limitaciones de términos y amojonamientos. Pero para los reyes esto quedaba en un segundo plano. Juan Pacheco era un hombre muy astuto. El nuevo señor de Escalona, por primera vez intitulado duque, tenía el valor de don Juan Manuel y la inteligencia de don Álvaro de Luna, y esto hizo que intermitentemente se peleara con Enrique IV, al que tenía por un rey suspicaz y débil, inicuo a la hora de dirigir Castilla. Don Juan fue, por etapas, el noble más próximo al soberano y el más crítico, su mayor amigo y su peor enemigo. En lo que respecta a Escalona, Juan Pacheco fue señor de la villa sólo cuatro años, hasta su muerte en 1474. Durante este tiempo hizo todo lo posible por borrar el recuerdo de don Álvaro, ya que le consideraba un oponente ideológico52. Incluso borró las referencias heráldicas a Álvaro de Luna existentes en Escalona y en su castillo; un castillo que (insistamos, por etapas) volvería a convertirse en símbolo de la pertinaz resistencia de un noble —ahora el marqués de Villena— ante su rey. En todo caso, cuando Juan Pacheco falleció, el 4 de octubre de 1474 (el rey Enrique IV lo hizo el 11 de diciembre), de forma inmediata Escalona quedó bajo el gobierno del nuevo marqués de Villena y II duque de Escalona, Diego López Pacheco. Al igual que su padre, se trataba de un hombre ambicioso, pero, por el contrario, no era tan hábil y se topó con unos reyes (los Reyes Católicos, Isabel y Fernando) más difíciles de manejar que el rey Enrique. Don Diego había heredado un poderío como pocos nobles tenían. No obstante, lo iba a emplear de forma desatinada, pues en la guerra civil que comenzó con el acceso al trono de Isabel la MALALANA UREÑA, A., La villa de Escalona y su tierra..., pp. 187-192. IBIDEM, p. 192. 49 AHME, Documentación real, Fuero y mercedes a la villa, doc. 8a. 50 AHME, Administración, Pleitos, libro 5, doc. M. De forma específica se confirmaron algunas cuestiones relativas al mercado semanal de la villa: AHME, Documentación real, Reales ejecutorias, libro 2, doc. E. 51 Se transcribe la merced de 1470 en: MOXÓ Y ORTIZ DE VILLAJOS, S. de, Los antiguos señoríos de Toledo. Evolución de las estructuras jurisdiccionales en la comarca toledana desde la Baja Edad Media hasta fines del Antiguo Régimen, Madrid: Instituto provincial de Investigaciones y estudios toledanos, 1973, pp. 264-269. 52 Mientras que Álvaro de Luna era la figura más destacada de la corriente ideológica que ensalzaba el poder de la Corona frente a los desmanes de la nobleza, Juan Pacheco pretendía erigirse en el líder de la facción nobiliaria que intentaba socavar el poder de la Corona. 47 48

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Católica (en 1475) se alineó en el bando de los perdedores, en el de Juana la Beltraneja y el rey de Portugal. A partir de 1475 Escalona fue una de las villas que con más obstinación se puso del lado de doña Juana, hasta que en el mes de septiembre de 1476, viéndose derrotado, Diego López se rindió para no perder los bienes que tenía (como le ocurriera a Álvaro de Luna). A la fuerza don Diego juró lealtad a Isabel y Fernando, pero nuevas tensiones harían que volviera a rebelarse a principios de 1479 usando Escalona como bastión de su lucha, en cuyo castillo habitaba desde hacía tiempo. Desde allí se lanzó al ataque de plazas isabelinas como El Tiemblo, Cadalso, Cenicientos, Almorox, Nombela o Torrijos. Y en represalia la reina Isabel intentó debilitar a Diego López Pacheco enfrentando a Escalona con las aldeas de su alfoz, para lo cual, en virtud de una reclamación que venía del siglo XIII (como vimos), Isabel la Católica concedió a Cadalso el título de villa con jurisdicción propia; aunque inmediatamente revocó la orden ante la protesta de los escaloneros, que decían no ser culpables de la revuelta auspiciada por su señor53. De modo que la reina optó por otra estrategia asentada en dos pilares: el nombramiento de Alonso Fernández de Madrid como corregidor de todo el territorio; y el sitio del castillo de Escalona, para lo que se cortaron sus vías de abastecimiento gracias a la ocupación militar (por parte de los isabelinos) de las aldeas de Almorox, Cazalegas, Maqueda y Torrijos54. Definitivamente, el 26 de febrero de 1480 Diego López Pacheco capituló bajo la amenaza de perder el marquesado de Villena, y hubo de entregar Escalona a los reyes, pero estos a los pocos días se la devolvieron55, gracias a lo cual el ducado de Escalona acabó arraigándose a partir de entonces, a partir de 1480. Para los siglos futuros la población pertenecería al señorío de un noble. Y aun así, el II duque acabó sintiéndose derrotado, incapaz de someter a sus reyes; vencido y humillado como don Juan Manuel, como don Álvaro, como el joven rey Alfonso. Es expresiva la imagen decrépita del II duque de Escalona poco antes de morir en 152956: “Por su enfermedad iba en una silla de caderas, un paño de lienzo blanco al pescuezo y un bonete que dicen que fue de Laín Calvo, unos zapatos de fieltro, un cincho ancho de cuero de vaca que fue del suegro del conde Hernán González, un jubón de raso verde que fue con un collar del tiempo viejo que le llegaba por encima del co-

AHME, Administración, Pleitos, libro 1, fols. 6-6 vlto. La presencia de tropas en la comarca impediría la actividad judicial que enfrentaba a Escalona con los pueblos de su entorno por culpa de las dehesas y los términos de la villa. Una vez que los soldados se fueron, y especialmente a partir de la década de 1490, los pleitos por estas cuestiones volvieron a multiplicarse. 55 MALALANA UREÑA, A., La villa de Escalona y su tierra..., pp. 196-202. 56 Texto sacado de Francesillo de ZÚÑIGA, Crónica burlesca del emperador Carlos V, edición, introducción y notas de Diane PAMP DE AVALLE-ARCE, Barcelona, 1981, citado en FRANCO SILVA, A., Entre la derrota y la esperanza. Don Diego López Pacheco, Marqués de Villena (mediados del siglo XV-1529), Cádiz: Universidad de Cádiz, 2005, contraportada. 53 54

INTRODUCCIÓN

lodrillo, con más de 22 puntadas, engrudado al modo en que hoy se usan los paveses en España [...] parecía pato cocido o liebre empanado (sic)”.

4. Peregrinando por los Tiempos Modernos (1530-1725).

En el Renacimiento Escalona vuelve a entrar en la gran Historia. Pero esta vez de la literatura. Famoso es el capítulo de la obra anónima El Lazarillo de Tormes en el que el intrépido pícaro relata de forma burlesca su paso por nuestra villa junto a un ciego. Ocurrió a mediados del siglo XVI57. Según se refiere en la obra literaria, la singular pareja formada por el pícaro y su amo iban por la plaza de Escalona, bajo sus soportales, cuando, después de entrar en una zapatería, decidieron irse a comer a un mesón. Allí Lázaro, famélico, no dudó en hacer gala de su astucia para, usando un astuto ardid, trocar a su amo una jugosa longaniza por un nabo de mala figura, lo que costó a nuestro pícaro no sólo una reprimenda sino además la burla de quienes presenciaron el suceso. Al día siguiente Lázaro y su amo estuvieron mendigando por las calles, pero había llovido por la noche y no parecía que fuera a dejar de llover. De modo que, cansado del agua, el ciego dispuso que se marchasen a la posada, si bien para hacerlo, le advirtió Lázaro, habían de cruzar un arroyo que encharcaba la plaza y venía crecido. Se trataba de un obstáculo difícil pero superable, puesto que, como Lázaro le comentó a su amo, se podía pasar por una zona por la que el agua llevaba un cauce estrecho. Y así, buscando redimirse de la reprimenda y de las burlas recibidas, Lázaro maliciosamente condujo al ciego hasta el lugar por el que el paso del arroyo resultaba sencillo, y el ciego, confiado, “como cabrón y de toda fuerça arremete, tomando un passo atrás de la corrida, para hacer mayor salto, y da con la cabeça en el poste, que sonó tan recio como si diera con una gran calabaçada, y cayó luego para atrás medio muerto y hendida la cabeça”. Lázaro salió huyendo inmediatamente de Escalona camino de Torrijos58. En la época en que (figuradamente) el pícaro Lázaro recorre sus calles Escalona continúa con sus problemas antiguos en torno a los términos y a los amojonamientos, a las dehesas y a los ganados, a las roturaciones y a las licencias que afirmaban tener las aldeas bajo su jurisdicción. Se trataba de problemas enquistados que iban a continuar durante todo el Antiguo Régimen, por mucho que los monarcas confirmasen a la villa sus privilegios y sus mercedes territoriales y económicas. Por si fuera poco los duques crearían no pocas “vexaciones e molesJunto a los pícaros de la literatura, también hay constancia de la existencia de “pícaros” reales en Escalona en estos años. En 1543 fueron encarcelados unos hombres por haber cometido un robo en el mercado semanal que se celebraba los jueves en la villa: AHME, Administración, Pleitos, libro 1, fols. 244-247vlto. 58 En cualquiera de las ediciones de la obra anónima Lazarillo de Tormes se puede leer este relato, en concreto en el Tratado Primero. “Cuenta Lázaro su vida y cúyo hijo fue”. 57

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tias” a los vecinos59, si bien, gracias a su autoridad pública, obtendrían un sinfín de mercedes para los escaloneros, como la que les excusaba de pagar la “moneda forera”60, o aquella que disponía que el pueblo tuviese pósitos para el trigo con los que hacer frente al hambre en tiempos difíciles61. Los duques eran los encargados de recibir para su hacienda las alcabalas que se pagaban en la villa, merced a un privilegio que se les había otorgado en 1480. Eran los responsables de la justicia y el orden público, e intervenían en el nombramiento de los regidores que anualmente gobernaban el municipio. Un asunto, este último, sobre el que ya en el siglo XVI surgieron discrepancias, pues los dirigentes de Escalona no consentían los privilegios de los duques a la hora de elegir a los regidores locales62. Los duques, sin embargo, no estaban dispuestos a renunciar a ninguna de sus prerrogativas, entre otros motivos porque, más allá de los ingresos que generase la dignidad de señor de la villa, el hecho de poseer Escalona era un privilegio en sí mismo. Los duques eran conscientes de la fama que tenía su población, y por eso no sólo no aceptaron recortes de su autoridad, sino que hicieron dos cosas: extender la reputación de su ducado, convirtiendo a Escalona en el centro de un dominio territorial enorme; y poner a la “historia eclesiástica” de la villa a la altura de su “historia civil y militar”. Para lo primero, para incrementar el prestigio de su ducado, el IV duque, don Francisco López Pacheco, en 1566 convirtió a Almorox en una villa independiente de Escalona pero sometida, sin indulgencia, a su potestad como duque. Cuatro años más tarde, en 1570, fue la esposa de don Francisco, doña Juana de Toledo, la que designó a Nombela villa independiente para hacerla más prestigiosa dentro del ducado. Y es que un ducado de villas era más prestigioso que un ducado de aldeas. Pero también comportaba más riesgos. Y así, pronto hubo disputas entre las villas y los duques por razones fiscales y a la hora de designar a los mandatarios públicos. Algunas disputas incluso se alargaron hasta el siglo XVIII; lo cual no impediría que en el XVII el VIII duque, don Juan Manuel Fernández López Pacheco, concediera el título de villazgo a Cadalso de los Vidrios, Cenicientos, Hormigos, Pelahustán y Paredes. Por otro lado, en lo relativo a la Iglesia de Escalona, a la altura de 1600 la villa contaba con cuatro parroquias, pero pronto la situación iba a cambiar. Trabajando como embajador en Italia, el V duque (Juan Gaspar Fernández Pacheco) pidió al Santo Padre que permitiera establecer en Sobre esta cuestión hubo un pleito en 1552: AHME, Administración, Pleitos, libro 6. AHME, Documentación real, Reales ejecutorias, libro 2, doc. I. A finales del siglo XVI empezó una disputa entre el Ayuntamiento de Escalona y algunos vecinos que decían ser exentos del pago de tributos por los privilegios que albergaba su supuesta condición de hidalgos. 61 Existe mucha documentación relativa al pósito de granos, situada entre los años 1528 y 1799: AHME, Gobierno, Contabilidad, Cuentas del pósito. 62 Existe mucha documentación relativa a este asunto, sobre todo para la segunda mitad del siglo XVI. Véase al respecto las referencias básicas que se dan en: MOXÓ Y ORTIZ DE VILLAJOS, S. de, Los antiguos señoríos de Toledo...., pp. 70-73. 59 60

INTRODUCCIÓN

Escalona una colegiata, puesto que, según decía, las glorias de esta población en lo eclesiástico tenían que igualarse a sus glorias civiles y militares. Instaba el duque a que se suprimiesen los curatos y los beneficios parroquiales, y a que se instaurase una colegiata intitulada insigne (la “insigne” colegiata de la “leal” villa de Escalona). No sabemos hasta qué punto el V duque tuvo problemas para cumplir sus deseos, pero en 1608 el Papa Paulo V autorizó dicha colegiata, de la cual serían patronos los propios duques, que se encargarían de designar a los religiosos que sirvieran en la institución; a saber: siete dignidades, doce canónigos, doce racioneros, otros tantos capellanes y un abad. La Insigne colegiata comenzó su andadura histórica en 1613 en la iglesia de San Miguel Arcángel, y tuvo mucho prestigio a lo largo de cincuenta años, hasta que en 1672, por motivo de un debate entre el VIII duque de Escalona y la catedral de Toledo sobre la autonomía de la colegiata, se puso en duda la viabilidad de ésta y su personal fue reducido, quedando formada por tres dignidades, seis canónigos, cuatro racioneros y seis capellanes. Posteriormente, entre 1752 y 1788, hubo otro pleito entre el XIII duque de Escalona (don Diego Pacheco Téllez-Girón y Velasco) y la catedral que acabó por destruir la institución. En contra de los privilegios de los duques, los canónigos catedralicios exigían el patronato de la colegiata. Y lo consiguieron63. No obstante, a fines del 63

“Sabido es el mayor vecindario de esta villa, disminuido mucho en la guerra de la Independencia, arruinándose la parte más notable de sus casas y edificios. En lo antiguo tuvo 4 parroquias, y hallándose de embajador en Roma el excelentísimo señor don Juan Gaspar Fernández Pacheco, duque de Villena, [quinto Marqués de Villena y duque de Escalona de 1574 a 1615] hizo presente a Su Santidad la conveniencia de que en esta villa se erigiese una colegiata, nivelando sus glorias eclesiásticas con las civiles y militares en su defensa contra los moros, suprimiendo al efecto sus 4 anteriores parroquias con sus curatos y beneficios, incluso el arciprestazgo, refundiéndose todo en una iglesia colegial y parroquial condecorada con el título de insigne. Así en efecto sucedió por bula de Paulo V en el año de 1608, siendo su patrono el excelentísimo señor duque de Villena y sus sucesores en sus estados, con el derecho de nombrar sus 7 dignidades, 12 canónigos, 12 racioneros, otros tantos medios y capellanes, con un abad con jurisdicción exenta y cuasi episcopal, con facultades de bendecir al pueblo solemnemente. Así siguió esta iglesia desde su creación en el año de 1613 hasta el de 1672 que a causa de varias disputas y pleitos ruidosos con la mitra arzobispal de Toledo por su calidad de abadía exenta restrictiva de la autoridad arzobispal, de común acuerdo de este cabildo con el duque de Villena [el octavo duque de Escalona Juan Manuel Fernández Pacheco (1653-1725)] y el arzobispo, que lo era entonces el cardenal Aragón [Pascual de Aragón (1666-1677)], hicieron concordia en la cual suprimieron la dignidad de abad reduciendo sus prebendas a 3 que fueron arcediano de Escalona, tesorero y maestres-escuelas, rebajando a 6 sus canonicatos, 4 raciones, 7 medias y 6 capellanes, continuando el Marqués de Villena en el derecho de presentar para las prebendas; el señor arzobispo de Toledo adquiriendo la autoridad del abad suprimido reasumió la de conferir la colación e institución canónica de los capitulares como también la de nombrar uno de sus tres prebendados que ejerciera la cura de almas con el título de cura mayor, facultando a éste para elegir 2 individuos de su cabildo como coadjutores. Verificada la concordia se remitió a la santidad de Clemente X para su aprobación como tuvo lugar por bula expedida en 1672. Desde este tiempo a pesar de la emulación que siempre sufrió esta iglesia y cabildo por parte de la silla arzobispal, se mantuvo en tudo su esplendor. Pero en el año 1752 recurrió este cabildo a la Corona

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ÓSCAR LÓPEZ GÓMEZ

siglo XVIII la colegiata de Escalona ya sólo era una sombra de lo que había sido. Si en 1752 contaba con un deán, un arcediano, un tesorero, seis canónigos, tres racioneros, dos clérigos de media ración y dos capellanes de coro, además de dos capellanes y un sochantre, a la altura de 1830 sólo tenía un prebendado, cuya muerte, en 1836, dio al traste con la colegiata. 5. Escalona en el Siglo de las Luces (1725-1782).

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El XVIII es el Siglo de la Ilustración, esa centuria en la que los ilustrados se erigen como adalides del raciocinio frente a la oscuridad de los tiempos antiguos. A la vez que se desprecia la credulidad de los eclesiásticos se ensalza la cultura y lo científico, el saber y la lógica. En este contexto, en 1725 fallecía uno de los duques de Escalona más cultos e ilustrados, y que más trascendencia ha tenido para la historia no sólo de la villa sino de España. Su nombre era don Juan Manuel Fernández López Pacheco, VIII duque de Escalona. Se trataba de un hombre de su tiempo, ávido de saber y de conocimiento hasta el punto de patrocinar la fundación de la Real Academia Española. Por entonces, a comienzos del siglo XVIII, el ducado de Escalona abarcaba 61.530 hectáreas y tenía unos 8.000 habitantes. Lo formaban catorce pueblos: El Casar, Cenicientos, Escarabajosa, Majadillas, Crespo, Almorox, Hormigos, Paredes de Escalona, Navahondilla, Nombela, Pelahustán, Cadalso de los Vidrios, Villa de la Aldea (hoy Aldeaencabo) y Las Rozas. Según indica el Catastro de Ensenada, que se realizó en 1752, sólo por el arrendamiento de las alcabalas de Escalona los duques obtenían al año 10.000 reales. En ese año de 1752 gobernaba el municipio la XI duquesa, doña María Ana López Pacheco64. La población contaba entonces con unos “doscientos y cinqüenta vecinos, de todas clases”, y tenía los siguientes establecimientos: “Dos tabernas públicas”; “una tienda de abacería para vender aceyte, tocino y pescado por menor”; “una carnicería pública de un tajo para carnero y baca”; “un mesón propio del comvento de religiosos de San Gerónimo de Guisando65“; “otro mesón propio de Ma-

pretendiendo quitar el patronato a la Casa de Villena y hacerse de patronato real como en efecto así lo consiguió después de un pleito muy reñido en el año 1788. Entonces empezó la decadencia de esta colegiata no proveyéndose en todo su número sus prebendados tanto que verificada la visita en 1830 por el señor cardenal Inguanzo [Pedro de Inguanzo y Rivero (1824-1836)] sólo halló uno de los prebendados que luego murió en 1836 estinguiéndose así esta institución” (MADOZ, P., Diccionario geográficoestadístico-histórico..., vol. VII, pp. 517-518). En 1782 las relaciones de Lorenzana que veremos enseguida dicen que “siendo corto el número de prevendados, hacen suma falta tres o quatro que están ausentes y residen en otros destinos”. 64 Su nombre completo era María Ana Catalina Vicenta Teresa Ignacia Petronila López Pacheco Toledo y Portugal. 65 Se refiere al monasterio junto al que se firmaron los acuerdos de los Toros de Guisando en 1468: “monasterio que fue de religiosos gerónimos en la provincia de Madrid

INTRODUCCIÓN

nuela Trigueros, vecina de estta villa”; “otro mesón propio de la capellanía que posee don Juan de Villa Romero, presuítero de la villa de Torrijos”; “otro mesón propio de Manuel López y Manuel Cofrade, vecinos de estta villa”; “dos hornos de pan”; “cuatro panaderías”; “dos hospitales”66; “un puente sobre el río Alberche ynmediato a estta población, libre de pontazgo y todo tributo, y no ay barcas”; “dos combentos: el uno de religiosos obserbantes, orden de San Francisco, cuio número de religiosos tiene entendido son veinte y seis; y otro de religiosas de la misma orden, cuio número es el de diez y nuebe”. De los oficios señoriales y municipales con salario a cargo del Ayuntamiento destacaba en primer lugar el alcalde mayor, don Antonio González Alfonso, a quien había puesto en su oficio la duquesa67. Aparte de los demás cargos de gobierno, la villa contaba con tres archiveros 68 y tres escribanos69, y al parecer estaba muy bien surtida de médicos, pues se cita al médico don Antonio Vilella, a los sangradores maestros de cirugía70 Leandro Fernández y Melchor Brabo Montesinos, y a los boticarios Florencio Valero y Pedro de Peñarrubia. El “maestro de primeras letras” era Francisco López de la Torre. (8 leguas), partido judicial de San Martín de Valdeiglesias (1), situado en lo alto de un monte. Es sitio muy delicioso y poblado de árboles, yedras, acebos, cipreses, laureles y otros. La vega de San Martín y los montes circunvecinos hasta la llanura de Madrid que se descubren presentan un golpe de vista agradable y sorprendente. Por las antigüedades que se conservan en este monasterio se infiere que fue uno de los primeros de su orden en España”. Inmediatamente antes Madoz incluye erróneamente los Toros de Guisando en el artículo correspondiente al pueblo de Guisando en el partido de Arenas de San Pedro (Diccionario geográfico-estadístico-histórico..., vol. IX, p. 135). 66 “Uno con el títtulo de Santiago para recoger peregrinos y viandantes, [...] y el otro tittular del apóstol San Andrés para la curación de los pobres enfermos de estta villa y de los de su ducado, el que administra y cuida un canónigo dignidad de estta colegial, el que fundó el excelentísimo señor don Diego López Pacheco, Marqués de Villena, primero de este nombre [el segundo duque de Escalona]”. 67 Le siguen “don Joaquín de Castro [...] por contador del esttado de Escalona”, “don Manuel de los Reyes por mayordomo de rentas”, “don Pedro Abellán por guarda mayor de las dehesas de su excelencia y por alguacil mayor de su consejo”, “Domingo Domínguez, guarda de la dehesa de Las Guadamillas propia de dicha excelentísima señora”, “Joseph de Paz y Salinas por mayordomo de las rentas de la colegial”, “Estteban Ximénez por oficial de la conttaduría de dicha colegial” y “don Lucas Magán por administrador de las rentas del tabaco, pólbora y municiones”. Había también dos alguaciles: “Joseph Antonio Luis, ministro alguacil ordinario” y “Joseph Robleda como ministro alguacil ordinario y carcelero”. En la lista ni siquiera falta “María Gómez Pastrana por guarda[r]ropa de la casa de dicha excelentísima señora”. 68 “Don Pedro Salanoba por archibero mayor de dicha excelentísima señora [la duquesa]”, “don Pedro González Murueco por oficial mayor del archibo de esta excelentísima señora [...] y por las utilidades de su exercicio de abogado” y “don Agustín de Castro por oficial de dicho archibo”. 69 “Juan Francisco Camacho, escribano del número y ayunttamiento”, “Diego Broquín de Pazos, escribano del número” y “Manuel Mathías de Medina, escribano de dicho número”. 70 Los cirujanos entonces eran como hoy los practicantes. Así se indica en el Tesoro de la lengua castellana o española de Alonso de Covarrubias, el primer diccionario en lengua castellana.

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Entre los comerciantes había dos joyeros, dos pasteleros, tres mercaderes de ganado, tres cacharreros y un solo carbonero. Figuran además cuatro arrieros, once hortelanos, “Manuel Sabrio, por la yndustria de tambor”, y “Manuel Blanco, oficial de la carnecería”. Había dos tejedores, dos carpinteros, siete albañiles, tres herradores (aunque uno ya no trabajaba), cinco sastres, tres herreros, cinco alfareros, un polvorista, un carretero, un albardero, un cedacero y seis zapateros de obra prima. Treinta años después, en 1782, el arzobispo Francisco Antonio Lorenzana patrocinó una obra titulada pomposamente, según la moda de la época, Descripción de todos los lugares del arzobispado de Toledo por el orden de sus vicarías, que contiene las particularidades de cada respectibo pueblo: el número de vecinos, muertos, nacidos, y la cantidad a que ascienden las cosechas de todos frutos, con una noticia exacta del temperamento que goza cada pueblo y de sus succesos y hombres memorables71. En esta obra se repetirían algunos de los datos referidos en el Catastro de Ensenada. No obstante, la obra del arzobispo nos proporciona una información más detallada sobre algunos aspectos: en particular sobre los puentes y el mercado semanal que había en Escalona. Se dice que el pueblo estaba cercado por el río Alberche y dos arroyos (el de la Parra o de Tordillos por el este, y el de Pedrillán por el oeste), y que “todos tres tienen su puente, los dos de madera y el otro de piedra. Este río nace junto a Cebreros y se une con Tajo en Talavera”72. Los jueves de cada semana había (hay) un mercado, en el que comerciaban “quatro buoneros y dos o tres mercaderes de paños, baietas, cotones, pescados, azúcar, almendras y demás géneros de esta especie”. Con respecto a la fortaleza de la población, a la que el Catastro de Ensenada no hacía referencia alguna, en 1782 se describe como un “palacio amurallado, con sus mazmorras”. Por entonces el pueblo contaba también con un “un estudio de grammática, cuio cargo está anejo a una ración de su colegial”. Las enfermedades más comunes entre la población eran las fiebres tercianas, “tabardillos y dolores de costado”. Solían morir “en esta villa por un quinquenio cinqüenta personas, y nacen otras tantas”. Al parecer era una cantidad de fallecidos muy notable; una cantidad cuya explicación aparece referida en el Diccionario de Madoz unos sesenta años después, ya en el siglo XIX. Allí se dice que la mortandad que había en Escalona se explicaba por su clima, insalubre la mayor parte del año, que hacía que Biblioteca de Castilla-La Mancha, colección Borbón-Lorenzana, manuscrito 84; la información sobre Escalona está en los fols. 62 vlto.-63 vlto. Los datos de cada pueblo habían sido recogidos por los curas como consta en la portada: “sacado todo de los informes que han remitido los respectibos curas párrocos contestando al interrogatorio que se les remitió por orden del excelentíssimo señor don Francisco Antonio Lorenzana, su digníssimo prelado”; justo después se anotó interlineado “1782”, año en que se puede fechar la relación aunque aparezca sin datar en el catálogo de la Biblioteca de Castilla-La Mancha. 72 El Alberche sí desemboca en el Tajo, en Talavera de la Reina, pero no nace cerca de Cebreros, sino en San Martín de la Vega del Alberche, unos setenta kilómetros más al oeste. 71

INTRODUCCIÓN

las enfermedades fueran frecuentes y que se complicaran “con inflamaciones del bazo y del hígado, cuyas vísceras suelen quedar crónicamente afectadas”. El río también era peligroso73: “La causa de esta insalubridad procede, sin duda, de la influencia del río sobre la atmósfera, porque a pesar de la altura en que está la población se siente frío aun en medio del verano luego que han dado las 10 de la noche”.

6. La leal villa y el fin del Antiguo Régimen. Doña María Ana López Pacheco además de ser la XI marquesa de Villena y XI duquesa de Escalona era la XII condesa de Oropesa, y contaba con algunos otros títulos nobiliarios también importantes. Cuando falleció en 1768 el condado de Oropesa pasó a la Casa de Alba y el ducado de Escalona y el marquesado de Villena a don Felipe López Pacheco, primo de la marquesa-duquesa. Éste murió sin hijos treinta años después, en 1798, por lo que Escalona acabó fundiéndose con Oropesa en la Casa de Frías, a cuyo frente se situó el XIV duque de Escalona, Bernardino Fernández de Velasco. Se trataba de un hombre erudito y un poeta estimable que apostó por la ideología liberal que brotaba en las primeras décadas del siglo XIX; un hombre fiel a sus ideas que, aun siendo uno de los nobles más castizos de España, acató con valentía las disposiciones opuestas a los señoríos nobiliarios que se establecieron en 1837. Terminaba así para Escalona una historia de siete siglos. Hoy el título ya honorífico de duque de Escalona lo ostenta don Francisco de Borja Soto y Moreno-Santamaría, su vigésimo poseedor. Al igual que este título, en la actualidad, en la era de la globalización y del imparable progreso tecnológico, aún continúa en pie el esplendoroso castillo de Escalona como guardián del tiempo. Así describía Madoz la fortaleza en el siglo XIX: “...La fachada principal es de piedra, y hoy está casi verde por hallarse cubierta de liquen; el foso interior y parte del muro lo están de hiedra que cuelga como una gran cortina. En el día nada hay habitable, sólo sirve de abrigo a los ganados y de guarida a los murciélagos, aves de rapiña, zorras, garduñas y gatos monteses que han descastado los muchos conejos que antes se criaban. Y en medio de tanta destrucción todavía se conservan las lunas que recuerdan el desgraciado caballero que fue su señor. Lo mejor que debió tener este palacio fueron las vistas, porque desde él se descubre un horizonte inmenso, ameno y variado, basta de ruinas que dan una triste idea de las vicisitudes humanas”.

73

MADOZ, P., Diccionario geográfico-estadístico-histórico..., vol. VII, p. 515.

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ANEXO Los señores de Escalona Nombre:

Fechas:

Título:

Otros títulos:

Infante don Manuel de Castilla

1234-1283

I señor de Escalona

Don Juan Manuel

1282-1348

II señor de Escalona

Infante de Castilla y de León; señor de Elche, Villena, Peñafiel, Santa Olalla, Ágreda, Roa, Cuéllar, Chinchilla, Aspe y Beas; alférez mayor; mayordomo mayor; adelantado mayor de la frontera del reino de Murcia

1348-1360

IV señora de Escalona

Fernando Manuel de Villena y Núñez de Lara Blanca Manuel Juana Manuel de Villena y Núñez de Lara, y Enrique II

32

1332-1350

1339-1381/ 1333-1379

III señor de Escalona

V señores de Escalona

Álvaro de Luna

1390-1453

VI señor de Escalona

Príncipe don Alfonso

1453-1468

VII señor de Escalona

1419-1474

I duque

Princesa doña Isabel Juan Pacheco Diego López Pacheco Diego López Pacheco Francisco López Pacheco Juan Gaspar Fernández Pacheco Felipe Juan López Pacheco Diego Roque López Pacheco

1451-1504

1456-1529 1503-1556 1532-1574 1563-1615 1596-1632 1599-1653

VIII señora de Escalona II duque

III duque IV duque V duque

VI duque

VII duque

Infante de Castilla; señor de Peñafiel; I duque de Villena Infante de Castilla; señor de Peñafiel Señora de Peñafiel

Señora de Peñafiel y de Vizcaya/Conde de Trastámara; señor de Lemos, Sarria, Cabrera y Ribera Condestable de Castilla; Gran Maestre de Santiago; valido de Juan II; señor de numerosos estados Se proclamó rey de Castilla

Princesa de Castilla y reina a partir de 1475 (renunció al señorío en 1469) I marqués de Villena

II marqués de Villena

III marqués de Villena

IV marqués de Villena, IV marqués de Moya V marqués de Villena, V marqués de Moya VI marqués de Villena

VII marqués de Villena, IX marqués de Moya; virrey de la Nueva España

INTRODUCCIÓN Juan Manuel Fernández Pacheco

1650-1725

VIII duque

Mercurio López Pacheco

1679-1738

IX duque

Andrés Luis Fernández Pacheco

1710-1746

X duque

María Ana Catalina Vicenta Teresa Ignacia Petronila López Pacheco Toledo y Portugal, y Juan Pablo López Pacheco

1727-1768/ 1716-1751

XI duques

Felipe López Pacheco

1727-1798

XII duque de Escalona

Diego López Pacheco Fernández de Velasco

1754-1811

XIII duque de Escalona

Bernardino Fernández de Velasco

1783-1852

XIV duque de Escalona

Francisco de Borja de Martorell y Téllez-Girón López Pacheco y Fernández de Velasco

1899-¿?

XV duque de Escalona

Mariano Téllez Girón y Fernández de Córdoba

1887-1931

XVI duque de Escalona

VIII marqués de Villena, X marqués de Moya; virrey de Aragón IX marqués de Villena, XI marqués de Aguilar de Campoo; IX conde de San Esteban

X marqués de Villena, XII marqués de Aguilar de Campoo; conde de Castañeda

XI marquesa de Villena, XIV marquesa de Aguilar de Campoo, VIII marquesa de Frechilla, VIII marquesa de La Eliseda; XI condesa de Alcaudete, XVII condesa de Castañeda, condesa de Deleitosa, XIII condesa de San Esteban de Gormaz

XII marqués de Villena, XIV marqués de Aguilar de Campoo, VII marqués de Bédmar, XIII marqués de Moya XIII marqués de Villena, X marqués de Frómista; XVIII conde de Alba de Liste, XIV conde de Alcaudete, XVI conde de Fuensalida, XVI conde de Oropesa, IX conde de Peñaranda de Bracamonte; XIII duque de Frías, VIII duque de Uceda

XIV marqués de Villena, XI marqués de Frómista; XV conde de Alcaudete, XVII conde de Fuensalida, X conde de Peñaranda de Bracamonte; XIV duque de Frías; Ministro de Asuntos Exteriores de España (1838-1839) XVIII marqués de Villena, VII marqués de Albranca, XV marqués de Lapilla, marqués de Monasterio, X marqués de Paredes, XI marqués de Villel; XXII conde de Alba de Liste; VII duque de Almenara Alta XV duque de Osuna

33

ÓSCAR LÓPEZ GÓMEZ Gabino de Martorell y Téllerz-Girón

1894-1918

XVII duque de Escalona

María de la Soledad de Martorell y Castillejo

1924-¿?

XVIII duquesa de Escalona

Bernardina María de la Visitación Fernández de Velasco Pacheco y Roca de Togores

1815-1869

XIX duquesa de Escalona

Francisco de Borja de Soto y Martorell

1956-1997

XIX duque de Escalona

Francisco de Borja de Soto y MorenoSantamaría

34

1998-

XX duque de Escalona

XIX marqués de Villena, VI marqués de Albranca, VIII marqués de Paredes; XXI conde de Alba de Liste; VI duque de Almenara Alta XX marquesa de Villena, VIII marquesa de Albranca, XVI marquesa de Lapilla, XIV marquesa de Monasterio, XI marquesa de Paredes; X condesa de Darnius; VIII duquesa de Almenara Alta XII marquesa de Frómista

XXI marqués de Villena

XXII marqués de Villena; conde de Haro; XIX duque de Frías

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