La interferencia lingüística en Valencia (dirección: catalán-->español), Castellón, Servicio de Publicaciones de la Universidad Jaume I, 1993

July 18, 2017 | Autor: J. Blas Arroyo | Categoría: Sociolinguistics, Spanish in contact with other languages, Language contact
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Descripción

LA INTERFERENCIA LINGÜÍSTICA EN VALENCIA (dirección: catalán -- castellano). ESTUDIO SOCIOLINGÜÍSTICO

José Luis Blas Arroyo

: I. MARCO DE REFERENCIA DE LA INVESTIGACIÓN. 1.1. El bilingüismo y la sociolingüística urbana. 1.2. El barrio urbano como comunidad de habla. II. DELIMITACIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO. III. EL CONCEPTO DE INTERFERENCIA LINGÜÍSTICA. 3.1. ¿Interferencia=error? 3.2. La interferencia y el bilingüismo. 3.3. La interferencia y el cambio lingüístico. 3.4. ¿Interferencia o convergencia? 3.5. Las causas de la interferencia. 3.6. Grado y dirección de la interferencia. 3.7. La interferencia gramatical. IV. LAS VARIABLES LINGÜÍSTICAS. 4.1. La variable sociolingüística. 4.2. Clasificación de los fenómenos gramaticales. V. LAS VARIABLES SOCIOLÓGICAS. 5.1. Introducción. 5.2. Sexo.

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5.3. Edad. 5.4. Factores socioeconómicos. 5.4.1. Nivel de estudios. 5.4.2. Escala socioeconómica. 5.5. La adscripción lingüística. 5.5.1. Lengua materna. 5.5.2. Lengua habitual. 5.6. Lugar de origen. VI. CUESTIONES METODOLÓGICAS. 6.1. El trabajo de campo. 6.1.1. El cuestionario sociolingüístico. 6.1.2. El test de aceptabilidad. 6.1.3. El test de interferencias. 6.1.4. El contacto con los hablantes. 6.2. Descripción de los aspectos informáticos y estadísticos. 6.3. La muestra. VIII. ANÁLISIS ESTADÍSTICO DE LOS FENÓMENOS GRAMATICALES. 7.1. Test de interferencias. 7.1.1. Análisis univariantes. 7.1.2. Análisis bivariantes. 7.1.3. Análisis multivariantes. 7.2. Test de aceptabilidad y de inseguridad lingüística. 7.2.1. Análisis univariantes. 7.2.2. Análisis multivariantes.

VIII. CONCLUSIONES. IX. BIBLIOGRAFÍA. X. APÉNDICES.

I. MARCO DE REFERENCIA DE LA INVESTIGACIÓN.-

Cuando nos propusimos realizar un estudio sobre algunos rasgos lingüísticos del español derivados del bilingüismo en la Comunidad Valenciana, ante nosotros se abría la posibilidad de dos tipos de trabajo sobre sendas comunidades de habla diferentes: o la investigación de zonas rurales o el análisis de áreas urbanas. Sin embargo, pronto acabamos decidiéndonos por esta última opción, no sólo porque a este terreno pertenecen los principales trabajos de la disciplina sociolingüística en nuestro país, sino también porque la vida de las ciudades ofrece unos caracteres mucho más complejos, que se prestan mejor a las particularidades de una investigación sobre lenguas en contacto (Hill 1977; Anderson 1979). Así pues, una vez inclinados por la vertiente de la sociolingüística urbana, era preciso delimitar con claridad cuál sería nuestro campo de trabajo. Básicamente, los centros de interés en aquellos momentos podrían resumirse en las siguientes alternativas: - Un estudio sobre pequeños núcleos urbanos de la provincia de Valencia, donde el valenciano1 ha sido durante siglos la lengua autóctona, aunque circunstancias históricas lo hayan hecho convivir con el castellano (Sanchís 1960). Es éste el caso, por ejemplo, de municipios como Liria (Blas 1992a), Gandía, Sagunto, etc, localidades donde el elemento valenciano originario es todavía mayoritario.

1Entedemos

por valenciano la variedad dialectal del catalán hablada en buena parte de la Comunidad Valenciana. A lo largo del trabajo utilizaremos indistintamente catalán y valenciano, como ya es costumbre entre los lingüistas y sociolingüistas cuando se refieren a la lengua de esta región. (vid. Salvador 1951; Sanchis Guarner 1960; Ros García 1978; 1982; Gimeno 1982; Gómez Molina 1984).

- Un trabajo sobre la ciudad de Valencia, tercer núcleo urbano de España por lo que a población se refiere y donde el valenciano ha sido también lengua usual a lo largo de la historia, aunque en los últimos tiempos haya perdido peso relativo en favor del castellano (v. Fuster 1962; Cucó 1977). A nuestro juicio, la segunda opción ofrecía una heterogeneidad demográfica mucho más interesante, en la que se daban cita grupos de población de diferentes orígenes geográficos, culturales y lingüísticos, con actitudes e intereses seguramente diversos también, elementos decisivos para una interpretación cabal del bilingüismo desde cualquier punto de vista. A partir de los supuestos de la antropología cultural, Esteva i Fabregat (1973; 165-69) ha subrayado precisamente la importancia que la complejidad de los contextos urbanos tiene para la comprensión del fenómeno bilingüe

els medis urbans són els més propensos al bilingüisme, precisament perquè és en ells on es manifesta més directament la necessitat d'entrar dins els circuits o corrents comercials i de la comunicació de masses (...) el bilingüisme és un fenomen propi de la comunicació entre cultures, i sigui quina sigui la tècnica emprada en aquesta comunicació i les finalitats últimes que intervenen en aquesta relació, el fet és que tot bilingüisme implica alguna mena de canvi en les formes de vida, en definitiva, un procés d'aculturació.

circunstancias que resultan mucho más evidentes todavía en las grandes urbes. Por el contrario, la población de esos otros centros urbanos menores ofrece unos caracteres mucho menos diversificados, con un predominio evidente de los nacidos en el lugar, mucha menor inmigración (vid. Mira 1981; Ayuntamiento de Valencia 1987; Mollà 1985) y, en definitiva, un esquema de contacto lingüístico menos interesante.

Una vez decididos por el estudio del contacto de lenguas en la ciudad de Valencia, decidimos ser pragmáticos y delimitar el ámbito de trabajo a una de sus zonas. Lógicamente, nos sentíamos incapaces de abarcar el análisis de toda la ciudad, no sólo por su propia complejidad, sino, fundamentalmente, porque la muestra necesaria para la obtención de unos datos representativos debía ser muy grande. Por otro lado, Valencia es una población de muchos contrastes, donde la división en distritos municipales responde a menudo a diferencias en su estructura demográfica y social (Hiberos et. al. 1981). Existen algunos barrios, como los situados en la margen derecha del antiguo cauce del río Turia, en los que la

población nacida en la propia ciudad es proporcionalmente muy numerosa, mientras que otras áreas del norte y oeste de Valencia han albergado en los últimos tiempos a grandes masas de inmigrantes llegadas de otras regiones del Estado español. Asimismo, las diferencias socioculturales y económicas entre las distintas zonas de la ciudad resultan considerables, con distritos que podríamos calificar de prósperos, al lado de otros con unos niveles de renta e instrucción, por lo general, mucho más bajos (vid. Sorribes 1982; Ayuntamiento de Valencia 1982, 1987). A la vista de estas limitaciones, se imponía la búsqueda de un área de la ciudad cuyas características demográficas fueran lo suficientemente heterogéneas como para propiciar una investigación sobre algunas consecuencias lingüísticas derivadas del bilingüismo. Lógicamente debíamos descartar tanto a los barrios más representativos por su origen y estructura lingüística valencianohablante, como a aquellos otros situados en el centro de la ciudad, donde la homogeneidad social de la población -generalmente dominados por las clases medias y altas- era mayor. Así pues, consideramos que la zona elegida habría de reunir una serie de condiciones básicas, como las siguientes: - En primer lugar debería presentar un esquema claro de bilingüismo social, es decir, una comunidad en cuyo interior funcionen y sean utilizadas dos lenguas distintas (Rojo 1981; 272-4), en este caso el catalán y el castellano2. Existen áreas de Valencia donde apenas se habla la primera de ellas y donde, por consiguiente, el único vehículo de comunicación viene a ser el castellano (Mira 1981; 86-94. Ayuntamiento de Valencia 1987). Sin embargo, junto a ellas aparecen actualmente algunos distritos en los que, además de un núcleo originario valencianohablante, hay muchas personas cuya lengua propia es el castellano. Ello se traduce, las más de las veces, en un bilingüismo ambiental (Badia 1972; 136) en el que los trasvases de una lengua a otra son comunes entre buena parte de la población. - En gran medida, este contacto de lenguas viene provocado en tales zonas por la presencia de un fuerte contingente migratorio que se ha establecido en la ciudad durante las últimas décadas (Mollà 1982; 120-23). Por lo tanto, el distrito que buscamos debe poseer, además de un primitivo núcleo autóctono, un buen número de individuos procedentes de otras zonas del Estado, circunstancia que puede tener interés para la comprensión del conflicto lingüístico en sí (Ninyoles 1969 y 1972; Siguan 1976) y -lo que más nos interesa aquí- de las consecuencias sobre las propias lenguas en contacto. Una vez establecidos estos principios, nos dedicamos a investigar la estructura de la población de Valencia, para lo cual acudimos a los últimos trabajos demográficos publicados, 2Para

una crítica del concepto bilingüismo social, véanse (1973).y Mollà y Palanca (1987), entre otros

especialmente aquéllos que se han realizado a partir de la última reordenación urbana de 1980 (Ayuntamiento de Valencia 1982 y 1987). Tras este período, consideramos que, entre las posibilidades existentes, las de mayor interés se centraban en los actuales distritos de Benimaclet y Campanar. Ambos son poblaciones primitivas, que fueron anexionadas a la ciudad de Valencia a finales del siglo pasado y donde todavía se mantiene una estructura demográfica y urbanística muy peculiar que recuerda a las de un pueblo valenciano. No obstante, ambas entidades han adquirido en los últimos tiempos un ritmo de crecimiento vertiginoso, fundamentalmente a partir de los años sesenta, cuando la explosión económica y demográfica hizo que la ciudad de Valencia recibiera a decenas de miles de trabajadores procedentes de otras regiones de España. Muchas de esas personas se establecieron sobre todo en el extrarradio de la ciudad, hasta el punto de que, en algunos de sus barrios, la población inmigrada llegó a superar a la nativa. Este crecimiento generalizado afectó de forma muy importante a los distritos anteriormente citados, cuyos núcleos urbanos originarios quedaron totalmente "encerrados" en el seno de modernas urbanizaciones y edificios, que han transformado totalmente sus primitivas estructuras. Ahora bien, pese a unas características demográficas bastante similares, el distrito de Benimaclet presentaba un serio problema para la investigación: la gran cantidad de población flotante existente entre sus límites, gracias, sobre todo, a la presencia masiva de estudiantes universitarios que residen durante el curso escolar en esta zona, próxima a la Universidad de Valencia. Así las cosas, nos decidimos finalmente por el distrito de Campanar, por ser el área de la ciudad que mejor se adecuaba a las características de nuestro trabajo.

II. DELIMITACIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO.-

En la investigación sobre el bilingüismo social son muy diversas las posibilidades existentes. G. Rojo (1981; 272-4) ha expuesto como indispensables los siguientes aspectos, si se pretende una descripción exhaustiva del mismo: 1) Distribución lingüística de la población. 2) Grado y tipo de dominio de cada una de las lenguas. 3) Grado y utilización de éstas. 4) Actitudes hacia cada una de las lenguas y hacia su empleo en diferentes situaciones. 5) Relación de estos factores con variables objetivas generales (edad, nivel económico, social, cultural, etc.) 6) Interferencias entre las dos lenguas. En nuestro país, dada la situación política y social de las últimas décadas, los factores que han recibido una mayor atención han sido los que Tuson y Casalmiglia (1978) engloban bajo la denominación de nivel macrosociolingüístico, es decir, los análisis empíricos o teóricos sobre nociones como conflicto lingüístico, diglosia, tipo y grado de bilingüismo, las actitudes lingüísticas etc, a los que se han dedicado numerosos trabajos, principalmente en las regiones bilingües del Estado. Sin embargo, el interés por las cuestiones preferentemente lingüísticas ha sido mucho menor. A la vista de tal situación hemos decidido ocuparnos de un aspecto lingüístico del contacto de lenguas como tema central de este trabajo: el estudio de las interferencias que el bilingüismo ambiental existente en la Comunidad Valenciana provoca en la estructura gramatical del castellano. Las razones últimas que nos han llevado a considerar este problema son diversas:

- La observación, a lo largo de los años de residencia en esta región levantina, de numerosos rasgos peculiares en la gramática del español hablado -y aún del escrito, a veces-, que difieren cuantitativa y cualitativamente de las del castellano general en otras áreas geográficas peninsulares. El estudio del catalán durante todo este tiempo nos ha confirmado en la idea de que gran parte de ellos pueden explicarse atendiendo a la influencia de esta lengua sobre el castellano. - La realización por quien escribe de un trabajo previo sobre el mismo problema en una comunidad escolar bilingüe de Liria (Valencia) (Blas 1992a), presentado en su día como memoria de licenciatura. En aquella ocasión, nos ocupamos del análisis de cinco variables lingüísticas cuyas realizaciones se alejaban frecuentemente de la normativa del español estándar, lo cual guardaba mucha relación con los hábitos gramaticales del dialecto catalán de la zona. - La existencia de una investigación anterior de parecidas características a cargo de José R. Gómez Molina (1984), autor que se ocupó hace unos años del análisis de las interferencias mutuas entre el valenciano y el castellano en la ciudad de Sagunto. No obstante, este lingüista centró su mayor interés en la dirección castellano catalán de las interferencias -aspecto éste más conocido-, y mucho menos en la que nos importa ahora, es decir, en la posible influencia de la lengua autóctona sobre el español hablado en Valencia. En concreto, el estudio de Gómez Molina sólo abarcaba el análisis de tres interferencias lingüísticas de esta última dirección, cuyos resultados fueron además muy parcos globalmente, en absoluto comparables con la vitalidad y extensión social de la dirección contraria. A nuestro juicio, sin embargo, la importancia de la dirección interferencial catalán -castellano es relevante en algunos puntos de la gramática de esta última lengua, hipótesis cuya confirmación intentaremos en el presente trabajo. - Nuestro interés personal por el estudio de la variación morfosintáctica, aspecto al que se ha dedicado menor atención en la disciplina sociolingüística, en beneficio de otros, como los fenómenos fónicos o léxicos. En este sentido, partimos de la hipótesis de que la interferencia es posible en todos los niveles del análisis, contrariamente a lo que se ha venido pensando durante bastante tiempo. Perfilados así los límites del estudio, nos interesa mostrar ahora cuál será la metodología que utilizaremos. En primer lugar, y dado el contexto sociolingüístico en el que

se inscribe esta investigación, el trabajo que se impone es esencialmente práctico. Nuestra tarea consistirá en primer término en la obtención de material lingüístico en la comunidad de habla3 elegida para su posterior análisis e interpretación, y todo ello a través de entrevistas personales con individuos del distrito de Campanar, en las que aplicaremos una serie de técnicas que serán comentadas con detalle más adelante. Por otro lado, nos guiaremos en todo momento por las pautas metodológicas y teóricas que, tanto en el terreno del bilingüismo como en el de la sociolingüística en general, se han marcado en los últimos tiempos dentro y fuera de nuestro país. Asimismo, y para el procesamiento de los datos empíricos de la investigación, deberemos hacernos con la ayuda de ciencias como la informática y la estadística, disciplinas cuya aportación a la sociolingüística es inestimable, como se ha demostrado en numerosas ocasiones (De Kock 1982; López Morales 1983). Antes de desarrollar los diversos apartados que constituyen la investigación (variables sociológicas, muestras de población, variables lingüísticas, metodología utilizada, etc), empezaremos justificando brevemente la elección del distrito de Campanar para la realización del trabajo de campo. Tras el período de documentación oportuno, advertimos que de los barrios en que está dividida administrativamente la ciudad de Valencia, el de Campanar ofrecía una estructura social óptima para nuestros propósitos. Sin entrar en demasiados detalles, diremos que el mencionado distrito posee como más relevantes las siguientes características: 1º Se trata de una de las zonas de la ciudad más heterogéneas desde el punto de vista demográfico. 3No

pretendemos extendernos aquí sobre la polémica en torno al concepto de comunidad de habla. Éste ha sido definido por numerosos autores (vid. Hymes 1967:42; Gumperz 1971:114, Labov 1966; Sankoff 1979:202). En general, para ellos la comunidad de habla está constituida por un grupo de hablantes -no necesariamente de la misma lengua- que comparten la misma clase de normas de evaluación sociolingüística y de reglas para el uso del lenguaje: "A speech community is one, all of whose members share al least a single speech variety and the norms for its appropriate use" (Fishman 1971:232). En este sentido es ya clásico el ejemplo de Nueva York propuesto por Labov (1966:7): "That New York City is a speech community, and not a collection of speakers living side by side, borrowing from each other's dialects, may be demonstrated by many kinds of evidence. Native New Yorkers differ in their usage in terms of absolute values of the variables, but the shifts between contrasting styles follow the same pattern in almost every case". En los últimos años, sin embargo, algunos sociolingüistas han criticado el excesivo monolitismo implicado en este tipo de definiciones (vid. Milroy y Margrain 1978; Dorian 1982; Romaine 1982; 1989). En opinión de estos autores el modelo de comunidad de habla organizado según un esquema tan simple como el que propone Labov resulta más bien la excepción que la regla. Como ha advertido Romaine (1982:15), la regla es que estas comunidades son extraordinariamente heterogéneas y difícilmente interpretables bajo un único modelo: "Once we acknowledge the existence of different norms of speaking and pretige attached to them as coexistent within the same speech community, them the notion of the prototype variable rule community describable in terms of its usage of a linguistic variable controlled by a single variable rule breaks down. The idea that a speech community can move as a whole like a physical body in a certain direction appers to be too simplistic and unconvincing (pág. 22).

2º En él se dan cita, a partes iguales, una población nacida en la ciudad de Valencia y otra cuantitativamente similar de inmigrantes, entre los que sobresale una proporción muy alta de nacidos en regiones españolas de habla no catalana. Esta circunstancia puede ser especialmente relevante a la hora de valorar las actitudes lingüísticas, así como la competencia lingüística en castellano de los individuos. 3º Algo parecido podemos decir por lo que a la adscripción lingüística de los hablantes se refiere. Como consecuencia de una serie de factores que han quedado descritos en las páginas anteriores, el castellano domina como vehículo de comunicación social, aunque el porcentaje de valencianohablantes no es, en absoluto, desdeñable. Por otro lado, entre los numerosos monolingües castellanos, una gran cantidad de ellos pueden ser considerados como bilingües pasivos, lo cual puede entrañar consecuencias importantes para la estratificación sociolingüística y la vitalidad de las interferencias. 4º Desde el punto de vista sociológico, y a diferencia de otros barrios funcionalmente semejantes, el de Campanar ofrece una estructura socioeconómica y cultural más variada, aunque, lógicamente, con predominio de los grupos sociales medio y bajo.

III. EL CONCEPTO DE INTERFERENCIA LINGÜÍSTICA.-

Como ha señalado Van Overbecke (1976; 77-8), el concepto de interferencia procede del campo de la física, disciplina en la que el término designa el encuentro entre dos movimientos ondulatorios con el resultado de un reforzamiento o por el contrario, de una anulación de la onda. Y es precisamente de esta ciencia de la que han importado posteriormente el concepto otras como la electrónica, la pedagogía, la psicología y la lingüística. En todas ellas, sin embargo, el término ha adoptado un sentido "negativo", como sinónimo de "perturbación". En el terreno de la psicología y la pedagogía, por ejemplo, se reserva para describir la parte negativa del fenómeno: In the psychology of learning, facilitation and interference phenomena are considered under the generic concept of transfer -transfer of learning or transfer of training. Facilitation and interference are spoken of as representing positive or negative transfer, respectiveley (Carroll 1968: 114).

Aracil (1982), por su parte, se ha quejado de las escasas aplicaciones que el concepto de interferencia ha tenido en el ámbito escolar, algo que, por otro lado, sólo tendría sentido dentro de una planificación sociolingüística adecuada. En la lingüística han predominado las interpretaciones de la interferencia no bajo la óptica de dos elementos que se alteran como consecuencia del contacto interlingüístico, sino atendiendo sobre todo a la circunstancia de que un rasgo marcadamente ajeno se introduce en un código o en el uso que se hace de ese código. De esta manera, el término se halla próximo a otros tradicionalmente conocidos bajo las denominaciones de "injerencia", "intromisión", "infiltración", etc. (Payrató 1985; 51). En este sentido, Fishman ha criticado la consideración excesivamente purista de la interferencia:

The model of pure, monolithic langue leads the linguistic to assume that the interaction or fusion of two such is "interference", that is, deleterious, harmful, noxious (Fishman 1968; 29).

A la vista de estas connotaciones negativas, algunos autores como Haugen (1970; 6) se han declarado partidarios de la utilización de un nombre más neutro: transferencia, término bajo el que se engloba, no sólo la parte negativa del fenómeno, sino también los efectos del reforzamiento que experimenta el sistema en cuestión (Clyne 1969; 19). Pero antes de continuar con éste y otros aspectos relacionados con el tema, hagamos un poco de historia. La aparición del término en el campo de la lingüística es bastante reciente, aunque se han encontrado antecedentes sobre conceptos similares en épocas pasadas. En el siglo XIX, por ejemplo, algunos críticos del comparatismo, como Whitney (1881), H. Shuchardt o la escuela de los neogramáticos, se ocuparon de una forma intuitiva de fenómenos próximos al mismo, como el de los préstamos de unas lenguas a otras (Payrató 198; 47-48). Sin embargo, no sería sino ya avanzada la primera mitad del siglo XX cuando se iniciara de verdad el empleo de la palabra que nos ocupa, a partir, sobre todo, de los trabajos de Sandfeld (1936) y Jakobson (1936) en sendas comunicaciones al IV Congreso Internacional de Lingüistas celebrado en Copenhague en 1936. Los primeros estudios sobre las interferencias que detenían en el terreno de lo estrictamente lingüístico, bajo una óptica estructuralista triunfante en ese momento, tanto en Europa como en América. Las relaciones entre lengua y sociedad se encontraban todavía en un estadio muy poco avanzado, por lo que el análisis de las influencias entre lenguas vecinas no se incluía aún en un contexto más amplio, como el que hoy conocemos (Romaine, 1988; 166). En esta situación, la obra de V. Weinreich (1953) se erige como un hito todavía no superado en los estudios sobre las lenguas en contacto. Weinreich supone, en efecto, la inserción definitiva de los problemas lingüísticos del bilingüismo en el ámbito de la sociolingüística, disciplina de la que el autor norteamericano también puede ser considerado como uno de los miembros fundadores. En Languages in Contact, Findings and Problems, se dedica una atención importante a lo que se denominan "causas no estructurales" que favorecen o que, por el contrario, inhiben la interferencia, sentando las bases de lo que posteriormente será el estudio de la disciplina. A Weinreich, por ejemplo, se debe la importancia concedida a partir de entonces a los aspectos socioculturales del bilingüismo, como el prestigio de las lenguas en contacto, las actitudes de los hablantes hacia cada una de ellas, las características del bilingüismo en los diferentes subgrupos de hablantes, la duración e intensidad del contacto, la influencia del registro y del ámbito comunicativo, etc, factores

decisivos para la comprensión de unos problemas hasta ese momento considerados bajo un punto de vista exclusivamente lingüístico.

A pesar de los esfuerzos de Weinreich, lo cierto es que todavía hoy se mantienen numerosas discrepancias entre los investigadores sobre muchos aspectos relacionados con la interferencia lingüística; y a ello ha contribuido, sin duda, la propia imprecisión del concepto: El concepte i el terme interferència s'apliquen en lingüística al camp dels contactes de lengües, tant en l'aspecte individual com social (...) malgrat que sens dubte ja és un element del vocabulari tècnic de la lingüística, no té un estatus determinat exactament; en altres paraules, el terme interferència aplicat a la lingüística es mou entre uns limits elàstics...(Payrató 1985; 11).

En primer lugar, se encuentra la propia delimitación del fenómeno con respecto a otros, problema todavía hoy no resuelto. Como se ha dicho más arriba, el término interferencia nació bajo la óptica de un valor negativo, de "ataque" a las normas del sistema. En este sentido, hablar de interferencia era hablar de "error", de desvío con respecto a una actuación esperada. El análisis de los errores en la producción de los bilingües ha sido una de las parcelas que más frutos ha dado en el estudio del bilingüismo (Richards, 1974). En dicho campo, algunos autores han definido la interferencia en términos de error: those errors that occur in the learning of the second language (B) that reflect the acquisition of a previous language (A) and that are no found in the normal development who acquire that language (B) as a first language (MacLaughlin, 1984; 66-67).

Este autor advierte también que aproximadamente sólo una tercera parte de tales errores son atribuibles a la influencia de una primera lengua. Thomason (1986) por su parte, aun aceptando el término genérico interferencia, señala que cuando ésta se debe a una influencia sustratística (substratum interference), el hablante fracasa en su intento de aprender cabalmente una segunda lengua y entonces aparecen en su habla numerosos "errores" que, significativamente, no comienzan por el léxico, sino por otros niveles como la sintaxis. Esto es lo que, a juicio de este autor, se deriva del trabajo de Rayfeld (1970) en su investigación sobre el contacto entre el inglés y el yidish

en una comunidad norteamericana. En la segunda lengua de estos bilingües, el inglés, la interferencia léxica es moderada, mientras que los errores cometidos en los niveles fonológico y morfosintáctico son considerables. Ahora bien, la calificación de "error" para referirse al fenómeno de la interferencia no parece muy adecuada si atendemos a las características de ésta que no poseen los lapsus y equivocaciones, tan tan frecuentes en el habla, y para los que parece más adecuado reservar la primera denominación. En efecto, muchos autores han destacado que lo que conocemos como interferencia no es algo debido al azar: l'étude contrastive des systèmes morphologiques et syntaxiques est cependant un outil pédagogique précieux. Si l'on dresse, en effet, le tableau des interférences probables aus différents niveaux, les "fautes" n'apparaissent plus comme de simples erreurs, mais comme manifestation de véritables règles. (Marchand 1975; 10)

El propio Weinreich (1953) ya advirtió que la interferencia no era una simple cuestión de préstamos efímeros de una lengua a otra, sino un fenómeno sistemático que ocurría en el habla de las comunidades bilingües. Romaine (1988; 286), por su parte, ha señalado que fenómenos como la interferencia o el code-switching no pueden ser vistos como desviaciones de una organización gramatical básica: al contrario, ellos mismos constituyen la propia gramática de esas comunidades. En tales circunstancias, por lo tanto, nociones como las de gramaticalidad y aceptabilidad deben ser consideradas con mucho cuidado, pues no podemos partir de las normas de los códigos tomados aisladamente.

Otro problema no menos polémico ha sido el delimitar el ámbito de estudio de la disciplina. La cuestión reside en considerar si debe entenderse la interferencia sólo en el caso de los bilingües individuales o, por el contrario, cabe hacerla extensiva también a los miembros monolingües de una sociedad donde se vive una situación de bilingüismo social. Las diversas definiciones que sobre el concepto se han expuesto en los últimos tiempos permiten vislumbrar claramente esta discrepancia. Resumiendo el estado de la cuestión, podríamos decir que son dos las posturas más importantes al respecto. De un lado, la que podríamos llamar interferencia estricta, sólo daría cuenta de los rasgos lingüísticos procedentes de una lengua que son utilizados ocasionalmente por un hablante bilingüe cuando se expresa en la otra lengua. A este concepto restringido pertenece, por ejemplo, la definición de Weinreich (1953; 1):

Those instances of desviation from the norms of either language which occur in the speech of bilinguals as a result of either familiarity with more tan one language, i.e. as result of language contact, will be referred to as interference phenomena.

O esta otra de Dubois (1973; 360): Se dice que hay interferencia cuando un sujeto bilingüe utiliza en una lengua-meta A un rasgo fonético, morfológico o sintáctico característico de la lengua B. El préstamo y el calco se deben frecuentemente, en su origen, a interferencias. Pero la interferencia es individual e involuntaria, mientras que el préstamo y el calco están en vías de integración o están integrados en la lengua.

Ahora bien, numerosos autores han demostrado recientemente que los casos de conductas lingüísticas monolingües plagadas de interferencias -y no sólo en el terreno léxico, sino también en otros niveles mucho más estructurados, como la sintaxis o la fonología-, lejos de ser una excepción constituyen una regla extendida por muchas regiones del mundo. Así, Baetens Beardsmore (1982) recuerda que en muchas comunidades del Lejano Oriente y de Latinoamérica donde se viven situaciones de multilingüismo, el habla de todos los individuos, jóvenes y adultos, bilingües individuales o monolingües, se halla fuertemente marcada por la presencia de rasgos que denotan la convivencia de más de una lengua (Baetens Beardsmore 1986; 123). En un estudio realizado por Gumperz y Wilson (1971) en la India, en la frontera entre lenguas de origen indoeuropeo y dravidiano, ambos autores encontraron efectivamente cómo la competencia de bilingües y monolingües reflejaba unos rasgos interferenciales casi idénticos (Gumperz & Wilson 1971; 155). Asimismo, y sin ir tan lejos, en el trabajo de Rayfield sobre el contacto lingüístico entre el inglés y el yiddish mencionado anteriormente, el autor norteamericano comprobó que la interferencia llegaba también a los monolingües en esta última lengua (Rayfield 1970; 99). Fruto de esta revisión teórica ha sido la consideración de la interferencia como un fenómeno que también puede hallarse presente en mayor o menor medida en el código de toda una comunidad de habla: Superposición de estructuras de un sistema lingüístico con estructuras de otro sistema lingüístico (por ejemplo, interferencias entre dialectos diferentes o entre lengua materna y lengua extranjera)... Las interferencias se manifiestan en todos los niveles y en todos los grados de las lenguas que se encuentran en contacto... (Abraham 1974; 225).

En realidad, la polémica que estamos comentando guarda una estrecha correspondencia con una distinción que ya el propio Weinreich realizó en su día.

Aprovechando la conocida dicotomía sausuriana, el lingüista norteamericano hablaba allí de dos tipos de interferencia: 1) Interferencias en el habla, que podemos identificar aquí con el primer grupo de definiciones mencionadas más arriba. Se trata de los rasgos lingüísticos derivados del conocimiento por parte del bilingüe de una segunda lengua. 2) Interferencias en la lengua, grado extremo en el que éstas no son el fruto ocasional de la condición bilingüe de parte de la población, sino algo habitual en toda una comunidad lingüística. De esta manera, las interferencias pueden ser consideradas como integrantes de un sistema lingüístico remozado, que ha sufrido una reestructuración en alguna de sus partes. Utilizando una imagen metafórica, Weinreich expresa las diferencias entre ambos tipos: In speech, interference is like sand by stream; in language, it is the sedimented sand deposited on the bottom of a lake (Weinreich 1953; 11)

Bastantes años antes, Yudel Mark (1938) había distinguido también dos estadios en la consideración de las influencias interlingüísticas, el primero de los cuales aludía al momento en que la interferencia todavía es reconocida por parte de los hablantes, mientras que lo anterior es imposible en el segundo caso. A decir verdad, resulta bastante difícil establecer una separación clara entre el bilingüismo como fenómeno social y como fenómeno individual en el tratamiento de algunas cuestiones como la interferencia (Adler 1977). Por ello, y a partir de la dicotomía establecida por Weinreich entre los dos tipos de interferencia, no han faltado propuestas para explicar un tema tan espinoso como éste. Haugen, por ejemplo, restringió tempranamente la categoría de la interferencia para referirse a la superposición simultánea de dos normas lingüísticas al mismo elemento, como resultado de la incapacidad o indiferencia de los bilingües por mantener los códigos enteramente separados. Así pues, cuando la desviación acaba siendo adoptada por la comunidad deja de ser interferencia (Haugen 1954). En línea con esta argumentación, el lingüista canadiense W. Mackey (1976; 310-12) ha dedicado una buena parte de su obra a delimitar con más precisión dos conceptos que se hallan emparentados con los de Weinreich, aunque formulados en esta ocasión bajo planteamientos diferentes. En efecto, ha sido quizá Mackey quien, en el contexto de la moderna sociolingüística, ha puesto un mayor énfasis en la distinción clara de las dos fases que pueden discernirse en todo proceso de influencia interlingüística, fases que él ha denominado interferencia e integración:

By interference, I mean the use of elements of one language or dialect while speaking or writing another; it is characteristic of the message. By integration I mean the incorporation into one language or dialect of elements from another; it is characteristic of code.

Para Mackey, la integración es una cuestión de grado para la que son decisivas dos fenómenos diferentes. Por un lado, un elemento lingüístico se hallará más integrado cuanto más asimilado se encuentre a las normas de la lengua recipiente. Por otro, cuanto mayor sea su uso en el habla de los bilingües -y también en la de los monolingües- mayor será asimismo su grado de integración. Así pues, si la gran mayoría de los hablantes de una comunidad bilingüe comparte las mismas características de habla, probablemente es que están estabilizadas e integradas en unos modelos de habla regionales. Mackey sugiere que el grado de integración puede ser medido usando una escala que va de 0 a 100, cuyo extremo inferior representa el fenómeno de la interferencia y que va transformándose en integración conforme avanzamos en la escala. Por ello, añade el autor, si un rasgo, cualquiera que sea su procedencia, es el único que en la actualidad utiliza una comunidad lingüística particular, éste no puede ser considerado ya como interferencia, sino como una verdadera forma estándar, que sustituye a la anterior (Mackey 1976; 312). El problema, claro está, reside en saber con más o menos exactitud cuándo un fenómeno puede ser considerado simplemente como un rasgo extranjero aislado en el habla del individuo bilingüe y cuándo, por el contrario, ha entrado a formar parte de un nuevo sistema lingüístico, sobre todo si no contamos con trabajos cuantitativos que nos proporcionen alguna aproximación. Ya en una fecha tan temprana como 1954 -tan sólo un año después de la publicación el libro fundacional de V. Weinreich-, un comentarista de la obra del investigador norteamericano, H. Vogt (1954; 369), se hacía cargo de esta dificultad en los siguientes términos: The majority of such interference phenomena are ephemeral and individual, other show greater regularities, being repeated over and over again by many speakers. The mechanisms of interference appear to be the same in both cases, but the linguist is of course mainly interested in those wich are not entirely sporadic and individually conditioned, but which exhibit some systematic regularities. Such interference phenomena, spreading from the speech of bilinguals to the speech of monolinguals, can be expected to tell us something about the linguistic conditions of the interference phenomena, and also about the linguistic systems in contact, their similarities and congruences, and their differences.

En parecido sentido que Mackey (1976), Hasselmo (1969; 12-41) ha señalado que, sincrónicamente, la integración social puede ser definida a través de la frecuencia y difusión de un cierto elemento en el habla de la comunidad. Pero lo que nos interesa ahora sobre todo es la consideración que de la misma hace en el plano diacrónico: "la integración social es una fase del cambio lingüístico". Numerosos autores han visto, en efecto, que la integración de los elementos extranjeros en una lengua es una proceso gradual que puede llevar generaciones y que el grado de ésta es generalmente indicativo del tiempo que lleva dicho proceso (Casagrande 1954; 5). En un estudio sobre el bilingüismo entre los portorriqueños de la ciudad de New York, Poplack y Sankoff (1984) han encontrado, que la integración de las palabras inglesas en el español de estos hablantes tiene lugar gradualmente, tras la superación de cuatro parámetros: frecuencia de uso, desplazamiento de los sinónimos nativos, integración gramatical y aceptación por parte de los hablantes. En la obra de Payrató (1985) citada anteriormente, el lingüista catalán dedica también alguna atención al comentario de este problema, que ha ocupado a un buen número de especialistas en el terreno del bilingüismo. Además de discutir críticamente la dicotomía de Mackey, quien considera la interferencia y el bilingüismo como hechos exclusivamente de habla y sólo la integración como fenómeno de lengua -polémica en la que no vamos a entrar, pues nos parece estéril-, Payrató (1985) presenta una interesante clasificación de los fenómenos de interferencia donde tiene presente un desarrollo progresivo de los mismos. A su juicio, son cuatro los estadios que cabría analizar en el estudio de la interferencia dentro de una comunidad de habla: 1) El primero de ellos correspondería a lo que ya antes hemos definido como "interferencia estricta". Trets o elements forasters (=que pertanyen a una llengua A), que utiliza un parlant bilingüe quan s'expressa en una llengua B. No es donen en els monolingües, ni la normativa els accepta. (Payrató 1985; 59)

Aunque Payrató no señala ningún ejemplo de este nivel, nos atrevemos a suponer que podrían ser incluidos aquí muchos de los rasgos que caracterizan el habla de algunos hablantes de lengua materna catalana cuando se expresan en castellano. Fenómenos como el seseo o la sobrediferenciación en la abertura de las vocales en el nivel fónico, la confusión en el uso de algunas preposiciones (está en su padre por está con su padre; ponte al centro de esta habitación por ponte en el centro de esta habitación) o el uso del futuro en lugar del presente de subjuntivo en subordinadas temporales (cuando vendrás iremos al cine) en el terreno gramatical, podrían ser considerados perfectamente en este primer estadio. Se trata,

en efecto, de rasgos no normativos y que difícilmente se encuentran en el habla de los monolingües, a no ser con una deliberada finalidad pragmática -humor...-. 2) En un segundo grado, nos encontraríamos también con elementos de procedencia externa al sistema, pero de un uso generalizado ya entre los hablantes -si bien todavía no aceptados por la normativa de la lengua-... Una buena referencia para la consideración de los fenómenos de este grupo sería, por ejemplo, su aceptación por parte de los hablantes monolingües. Payrató menciona el caso de algunas perífrasis del catalán contemporáneo como "tenir que...", "donar-se compte...", interferencias del castellano que están desplazando a las genuinas "haver de...", "adonar-se". Por lo que se refiere al español, sólo estudios de carácter cuantitativo podrían indicarnos qué fenómenos interferenciales pueden ser clasificados dentro de un estadio avanzado como éste. 3) Elementos procedentes de una segunda lengua aceptados sólo recientemente por la normativa de la comunidad. Payrató cita aquí al ejemplo del adjetivo catalán "maco" interferencia del castellano "majo"- término ya incluido en los diccionarios de esta lengua. Para el castellano contemporáneo, es difícil señalar rasgos que pudieran figurar en este nuevo grado de la interferencia. El hecho de que la norma del español afecte a territorios mucho más amplios que los relacionados con el contacto lingüístico -sea el caso catalán-español o cualquier otro-, hace difícil dicho reconocimiento normativo. Ahora bien, de la misma manera que podemos hablar de distintas "normas" -como la "andaluza" o las "americanas"bien diferenciadas con respecto a la más general en la península y por supuesto, toleradas en sus respectivos territorios, no es inverosímil pensar que determinados hechos interferenciales podrían desembocar en situaciones parecidas. Pero aún nos atrevemos a aventurar más: es posible que parcelas inestables del español podrían sufrir un proceso de nivelación gracias, precisamente, al apoyo de tales fenómenos interferenciales. 4) Por último, nos hallaríamos ante los llamados tradicionalmente préstamos, consolidados definitivamente al cabo de la historia de la lengua. Y en este sentido hablaríamos, por ejemplo, de germanismos, arabismos, etc, tanto en el castellano como en el catalán (Payrató 1985; 59). En este contexto, la tarea que se le plantea a la lingüística es indudablemente diacrónica: se trata de comprobar cómo desde un simple acto singular en el habla de los bilingües se ha llegado a la consideración de la interferencia como un elemento nuevo del sistema (vid. Gimeno 1988). La interferencia, en definitiva, no es sino un largo proceso, y así lo entiende también Van Overbecke (1976; 30) cuando distingue dos acepciones del término.

Interférence-processus/interférence-résultat: Bien que nous soyons opposé à l'emploi du terme dans les deux acceptions, il paraît sain de tenir compte d'une habitude largement adoptée qui consiste à appeler "interference" le resultat ou le résidu du processus tel qu'il est enregistré et integré par la langue réceptrice.

Planteadas así las cosas, quizá nos encontremos ya en mejores condiciones para definir cuál es la finalidad de la sociolingüística en relación con este problema. En el caso español, por ejemplo, faltan bastantes trabajos empíricos que nos ayuden a comprobar en qué estadio se encuentran determinados fenómenos que podemos catalogar como interferencias entre dos lenguas peninsulares. Este tipo de estudios cuantitativos contribuirían, sin duda, a la delimitación de los factores lingüísticos y sociológicos que facilitan o inhiben la extensión social de las interferencias (cf. Weinreich, Herzog & Labov 1968).

Otro de los problemas que más interés ha suscitado entre los lingüistas ha sido el carácter de los elementos "interferidos". Porque, en efecto, ocurre con bastante frecuencia que el influjo de una lengua sobre otra reviste múltiples aspectos que no siempre se explican fácilmente. A propósito de esta cuestión, Oksaar (1972; 487) advierte: An important problem that remains to be solved is: "whether the total amount of interference between two similar languages is really greater than between two dissimilar ones, and what are the differences between the mechanism of interference of related and unrelated languages".

Veamos, por ejemplo, el caso del contacto entre el catalán y el español en el ámbito de regiones bilingües como Cataluña o la Comunidad Valenciana. Por lo que se refiere a la influencia de la primera lengua sobre el castellano, es conocido que, fenómenos como la doble negación Tampoco no lo he visto la inclusión de partículas con valor partitivo en determinados contextos lingüísticos Tengo bolígrafos azules y de rojos o el uso del futuro en la prótasis de las subordinadas temporales: Cuando vendrás, iremos al cine por citar tan sólo tres ejemplos, constituyen rasgos que pueden hallarse con cierta facilidad en el castellano de determinados individuos bilingües de escasa instrucción y cuya competencia sobre el catalán es muy superior a la que tiene en español (vid. Badia 1980; López del Castillo; 1975, 1976; Tió 1982). Ahora bien, ¿qué ocurre con otros fenómenos lingüísticos que podrían ser considerados tanto como interferencias, como tendencias internas de una de las lenguas en contacto?. Ya Weinreich (1953) indicó que la proximidad estructural entre dos

sistemas lingüísticos constituye uno de los factores más favorecedores de la influencia mutua (cf. Sommerstein 1977; 404). Y no descubrimos nada nuevo si recordamos las similitudes existentes en todos los órdenes entre dos lenguas romances como el castellano y el catalán (Badia 1962). Parece, pues, que en ocasiones puede resulta difícil decidir acerca de si un determinado fenómeno es debido a la influencia de otro sistema lingüístico o a cambios internos en la propia lengua (Dorian 1977). Mougeon, Beniak y Valois (1984 y 1985) han indicado, por ejemplo, que hay una zona problemática en la morfología verbal del francés -la tercera persona del plural- cuya evolución puede ser atribuida en algunos contextos sociolingüísticos a la interferencia, cuando en realidad responde a una tendencia universal en el desarrollo de la lengua. A la vista de lo anterior, algunos autores han llamado la atención sobre el peligro que se corre al utilizar indiscriminadamente la influencia de una segunda lengua en el estudio de la evolución de los sistemas lingüísticos (vid. Lyons 1968; Robins 1967; 58). Para complicar aún más el esquema anterior, puede ocurrir también que los fenómenos de esta naturaleza carezcan de aceptación normativa y que, por ello, sean difícilmente encuadrables en las gramáticas preceptivas al uso (Badia 1977). Recogiendo, por ejemplo, una de las variables lingüísticas de la que nos ocuparemos más tarde en este mismo trabajo: ¿qué consideración merece en el castellano de estas regiones bilingües un hecho tan habitual como la sistemática concordancia entre el verbo y el núcleo del sintagma nominal en las llamadas impersonales gramaticalizadas con "haber" y "hacer"? Habían más niños el año pasado. Han hecho muchos calores este verano. Podría analizarse perfectamente como una simple tendencia interna del español que procura regularizar así uno de sus paradigmas sintácticos más irregulares. Pero entonces, ¿cómo se explica que sea precisamente en estas regiones del Levante español donde el fenómeno tiene una mayor extensión social, situación distinta a la calificación sociocultural baja que ofrece en otras zonas peninsulares?. ¿Podríamos hablar en tal caso de la influencia positiva que ejerce una segunda lengua sobre esta tendencia interna del español?. Un ilustre lingüista, atento siempre a las influencias entre las diferentes lenguas peninsulares, comentaba esa dificultad refiriéndose en concreto a algunos casos de préstamo del castellano sobre el catalán

La vida complexa del llenguatge actual ha acabat, doncs, per crear casos on les parts de l'acció forastera i del descabdellament espontani són sovint difícils de destriar" (Corominas 1971; 209)

En parecido sentido se manifiesta Payrató (1985; 91) cuando interpreta algunas supuestas interferencias en el catalán actual procedentes del castellano Es difícil en casos como aquests separar la força de l'analogia dins la llengua de la influència d'un altre codi lingüístic. Com en el cas de dos, hi prenen part diferents factors. Aquesta matisasió és aplicable a d'altres exemples d'aquest apartat, i neix d'un fenomen al qual ja havíem fet referència durant la primera part d'aquest obra, i que es podría anomenar confluència: casos en què la interferencia és un dels factors, pero no pas l'únic.

Se ha demostrado que la mayoría de los bilingües tiende a explotar al máximo algunos puntos de semejanza entre sus dos lenguas (Graham 1956), muestra de coalescencia que para algunos autores revelaría el papel de la interferencia como reflejo de una lengua unificada que quedaría por lo tanto, fuera de los sistemas lingüísticos individuales (DukeDavrina 1967; 19). Sin entrar en la discusión de este problema teorético (vid. Woolford 1983; 523), diremos simplemente que el tratamiento de estos casos en los que resulta difícil atribuir ciertos enunciados a la influencia de una segunda lengua o a la propia evolución interna de la primera, ha llevado a algunos lingüistas a la creación del término convergencia para diferenciarlo de la interferencia (Mougeon & Beniak 1987; Payrató 1985; 182). En el estudio desplegado en la localidad india de Kupwar al que antes hacíamos referencia, Gumperz y Wilson (1971) comprobaron, por ejemplo, que los cambios experimentados por las tres lenguas en contacto habían limado algunas diferencias gramaticales antiguas. Más recientemente, Appel y Muysken (1987; 154-56) han ofrecido un interesante muestrario de otras zonas del mundo donde se producen fenómenos de convergencia debidos a la prolongada coexistencia de dos o más lenguas (entre ellas el quechua y el español en Ecuador). En la literatura anglófona suele utilizarse el concepto areal feature para aludir a los fenómenos de convergencia producidos en estas regiones. Sin entrar en las consideraciones, un tanto extremas, acerca de la obligada convergencia de las lenguas que se hallan sometidas a un prolongado estadio de contacto (Di Pietro 1970; 20), lo cierto es que bastantes años antes de que Weinreich formulara las bases de los modernos estudios sobre la interferencia lingüística, R. Jakobson (1936; 54) hacía observar que la lengua no acepta más elementos de estructura ajena que cuando se corresponden con sus propias tendencias de desarrollo. Esta afirmación, que nos parece de una importancia radical, ha sido comentada posteriormente por algunos estudiosos, como el propio Weinreich (1953; 25) o H. Vogt (1954; 372). De este último son las siguientes palabras

One might that linguistic interferences affect the system only in so far as the foreign elements correspond to some of these innovation possibilities offered by the receiving system.

Volviendo al ámbito peninsular, son ya varios los autores que han señalado cómo el fenómeno de la interferencia entre dos lenguas en contacto podría ser considerado como un reactivador de un proceso que se origina en la propia estructura de la lengua receptora. Investigadores como Badia (1964; 65-66) o Segarra (1983; 7) han mostrado este hecho a propósito de la generalización en el catalán moderno del verbo "estar" en detrimento de "ésser" y todo ello a pesar -claro está- de las recomendaciones normativistas. Al primero de los autores corresponden, por ejemplo, estas palabras: Cal reconèixer que en català el verb estar s'obre pas, els darrers temps, a costa del camp semàntic d'ésser. La gramática normativa lluita, naturalment, a favor del genuí ésser; nogensmenys, no hem de veure, en aquesta extensió desmesurada d'estar., un castellanisme sistemàtic, sinó que molt sovint es tracta de les darreres etapes d'una evolució que el castellà realitzà en poc temps, però que en català ha estat lenta i laboriosa.

En definitiva, nos parece oportuna la tarea de precisar previamente las formas diversas en que una lengua puede influir sobre otra. Como ha apuntado acertadamente Payrató (1985; 182), la convergencia de desarrollo entre dos lenguas emparentadas genética y estructuralmente constituye un hecho lógico y corriente en la evolución lingüística. Y añade las siguientes palabras que, creemos, resumen acertadamente las deficiencias ante las que nos enfrentamos en nuestro país (cf. Silva Corvalán 1989; 186) La distinció entre canvi espontani i canvi per interfèrencia és un del trencacolls més notables dels estudis sobre els contactes de llengües. La recerca demana un treball global, de conjunt, com a marc de refèrencia, i anàlisis rigoroses i en profunditat de cada un dels casos particulars. Si manquem aquestes anàlisis quant als processos d'una llengua (com manquen en molts casos en català i castellà), i si encara menys és possible de comptar amb estudis d'evolucions de tipus comparatiu, les conclusions només podran derivar-se de l'actitud o partit pris de l'estudiós pel que fa a la situació de les llengües en contacte i davant les mateixes llengües.

Debemos aceptar consiguientemente que nos hallamos ante hechos que pueden ser definidos bajo etiquetas más amplias que la simple interferencia. O dicho de otro modo: la interferencia es en ocasiones sólo un factor más, aunque de indudable importancia, en el desarrollo y en la extensión social de un determinado fenómeno lingüístico.

En el estudio de la interferencia, el mayor número de páginas se ha dedicado a la descripción de los diferentes tipos encontrados en diversas zonas del mundo, pero mucho menos al peso de los factores que intervienen en la misma (Rayfield 1970; 103). Este problema es especialmente importante, pues de la combinación de los elementos que en cada caso se dan cita dependen los mecanismos de aquella (Gimeno 1982; 354-6). En la actualidad, parece existir un consenso según el cual el análisis de las causas de la interferencia no puede ser enfocado exclusivamente desde un punto de vista lingüístico, sino que es preciso enmarcarlo en un estudio psicológico, social y cultural que explique diversos hechos, como la extensión de la interferencia al habla de los monolingües (SilvaCorvalán 1989; 170. Rickford 1986; 257). En este sentido, serían nuevamente Weinreich (1953; 3-6) quien formulara por primera vez la conjunción de factores estructurales -los que conciernen a las lenguas como sistemas- y no estructurales -extralingüísticos- al hablar de las causas de la interferencia. Para este autor, los fenómenos que estamos describiendo "son resultado de dos fuerzas opuestas, estímulos y resistencia, y ambas a su vez, pueden ser estructurales y no estructurales" (Weinreich 1953; 6). Así pues, dichos factores actúan juntos y no aisladamente y el resultado de su síntesis es el que lleva en última instancia al desarrollo de la interferencia. Hagamos a continuación un repaso de la importancia de cada uno de ellos.

3.5.1. Factores estructurales.1) Van Overbecke (1976; 123) ha subrayado la economía como la causa fundamental de la interferencia desde el punto de vista lingüístico: l'interférence est un processus cybernétique régi par les lois complémentaires de l'economie et de l'entropie.

Anteriormente, otros autores, como el propio Weinreich (1953: 2.11) o Haugen (1954; 380-8), subrayaron la importancia que la identificación lingüística de las unidades puede tener para el habla de los bilingües, en buena parte debido a razones de economía. A este último lingüista, por ejemplo, pertenecen los conceptos de diáfono (diaphone) y diamorfo (diamorphe), que son utilizados para aludir a las unidades que resultan válidas para las dos lenguas y que constituyen la consecuencia de identificaciones interlingüísticas realizadas por aquellos. En un artículo reciente, B. García Fernández (1986; 30) ha subrayado un dato interesante sobre la competencia lingüística del niño bilingüe en relación con esta circunstancia:

La evolución a partir de esa mezcla generalizada parece pasar por una progresiva supresión de los elementos más específicos de cada lengua y por la generalización de los elementos comunes o más próximos y adaptables, acompañada de intercambios y modificaciones fonético-fonológicas, semánticas y sintácticas de todo tipo. La imitación y la simplificación son, pues, factores poderosos en la formación y propagación de las interferencias y todo ello como "parte de una tendencia colectiva convergente, que está en función de la intensidad del contacto, clase y contexto social" (Gimeno 1982; 342). Ahora bien, como advierte este autor, no conviene ver en ella el único elemento, ni el más decisivo e imprescindible. 2) Otro factor estructural importante, que condiciona fuertemente la vitalidad de la interferencia, es la frecuencia relativa de un determinado elemento en el discurso. Para Weinreich, cuanto mayor sea el uso de un determinado morfema o construcción, mayor será también la posibilidad de transferencia del mismo a otra lengua. José R. Gómez Molina (1984) en su excelente trabajo sobre las interferencias morfosintácticas entre el español y el valenciano de Sagunto, ha mostrado empíricamente cómo en la dirección castellano--catalán existe una relación proporcional directa entre el rendimiento funcional de un elemento lingüístico en el habla y la extensión de la interferencia. 3) En íntima correspondencia con el factor anterior se encuentra asimismo el grado de integración y de estabilidad que los elementos poseen dentro de los diferentes subsistemas de la lengua: "The fuller the integration of the morpheme, the less likelihood of its transfer" (Weinreich 1953; 35)

Los lingüistas han formulado la hipótesis de que los rasgos más estables en cada lengua son los menos fácilmente afectados por el fenómeno de la interferencia. Así, Haugen (1953; 405-8) advertía que algunos elementos muy frecuentes y firmemente asentados en el código, como los fonemas o los morfemas constitutivos, tienen mucha menos probabilidad de ser modificados en virtud de la influencia de una segunda lengua, a diferencia de lo que ocurre con sustantivos o verbos. En este sentido, se ha observado, por ejemplo, que en muchas lenguas europeas, las preposiciones son palabras cuyo uso cambia fácilmente con el paso del tiempo, por lo que no es extraño que sean objeto de interferencia (Miler 1955; 1223), algo que tiene un especial interés para nuestro trabajo, como más tarde veremos. Por otro lado, en el presente estudio, pretendemos averiguar también si el desequilibrio existente en determinadas parcelas de la sintaxis del español, puede suponer un estímulo para la extensión

social de algunos fenómenos procedentes del catalán. En relación con el factor que estamos comentando, Appel y Muysken (1987; 12) consideran que el éxito de la interferencia tiene bastante que ver con lo que ellos denominan coherencia lingüística. Dicha coherencia, que puede adoptar dos formas, paradigmática y sintagmática, es explicada así: Paradigmatic coherence is due to the tightness of organization of a given subcategory: the pronoun system is tightly organized, and it is difficult to imagine English borrowing a new pronoun to create a second person dual in addition to second person singular and plural. For this reason determiners, pronouns, demonstratives, and other paradigmatically organized words are rarely borrowed. Syntagmatic coherence has to do with the organization of the sentence: a verb is more crucial to that organization than a noun, and perhaps therefore it is harder to borrow verbs than nouns. This line of thinking needs to be explored in more detail, however.

4. En otro orden de cosas, digamos, por último, que hoy parece extenderse la opinión de que la interferencia es un fenómeno que contribuye a desterrar puntos débiles del sistema. Van Overbeke (1976; 118) señala a este respecto que las situaciones prolongadas de contacto imprimen un carácter más analítico a las lenguas (cf. Cárdenas 1982). Sin entrar en el comentario de tal calificación, sí creemos, no obstante, que la interferencia puede contribuir en efecto, a reconsiderar determinados aspectos del sistema poco equilibrados, y que, por lo tanto, pueden sufrir en mayor medida un proceso de reestructuración en el contexto del bilingüismo. A pesar de la importancia de estos -y otros- factores estructurales en la creación y propagación de la interferencia, lo cierto es que muchas veces no pueden explicar adecuadamente por sí solos lo que ocurre en la realidad. Se ha demostrado, por ejemplo, que en ocasiones dos lenguas emparentadas genéticamente, y por lo tanto, con bastantes puntos de semejanza, han experimentado un grado de interferencia menor que el producido entre otras dos lenguas con muy pocos elementos en común (Downes 1984; 29-31). Y ello, sin duda, porque en la comprensión del problema se dan cita una serie de causas extralingüísticas cuya importancia en ocasiones es decisiva. En la conjunción de ambos factores, lingüísticos y extralingüísticos, radica el éxito de la interferencia y por ello coincidimos con Fashola (1971; 312), cuando advierte que "external (non structural) factors are most successful when the internal (structural) conditions of a system permit it".

3.5.2. Factores no estructurales.-

Los factores no estructurales derivan del contacto del sistema lingüístico con el mundo exterior, de la familiaridad de ciertos individuos con el código y del valor simbólico y las emociones que el sistema, como un todo, puede evocar (Gómez Molina 1986; 50). La importancia del grado en que estos factores influyen en el éxito de la interferencia es discutida en la lingüística actual, pero resulta innegable que sólo mediante su consideración es posible explicar numerosos fenómenos derivados del contacto de lenguas. Son muchos los casos en el mundo que demuestran la trascendencia de los factores extralingüísticos. En la URSS, por ejemplo, se ha demostrado que las migraciones masivas en las últimas décadas han afectado a las características estructurales de las diferentes lenguas. Como ha mostrado Lewis (1972; 340), la interferencia entre estas lenguas ha caracterizado siempre las áreas de contacto de la extinta URSS, pero ésta es ahora más amplia y compleja, y se produce en áreas alejadas de las fronteras de los grupos lingüísticos involucrados. En este sentido, destaca la interferencia "planificada" entre el ruso y las diferentes lenguas nacionales4. Sin ir tan lejos, en nuestro país, los dialectos peninsulares del catalán han sido objeto de interferencia por parte del castellano con mucha mayor frecuencia y en mucho mayor grado que la sufrida por las hablas baleares y no es difícil comprender la razón (Payrató 1985; 98). Weinreich (1974; 21) ha indicado que los factores no estructurales pueden ser de diferente tipo: unos inherentes a la relación de la persona con las lenguas que pone en contacto; otros, por el contrario, característicos del grupo considerado como un todo. Entre los primeros cabe destacar: - La facilidad para la expresión verbal del hablante y su habilidad en mantener separadas las dos lenguas. - La relativa pericia en cada una de ellas. - La especialización en el uso de cada una (temas e interlocutor). - Las actitudes del hablante hacia cada lengua (idiosincrásicas/estereotipadas). Entre los segundos: - El tamaño del grupo bilingüe y la homogeneidad o diferenciación sociocultural; la existencia de subgrupos; los hechos demográficos; las relaciones sociales y políticas dentro de tales subgrupos. - El predominio de individuos bilingües con las características señaladas en el párrafo anterior (factores inherentes) dentro de los distintos subgrupos. - Las actitudes estereotipadas hacia cada una de las lenguas; carácter indígena o importado de las lenguas en contacto. 4Comparese.con

la situación entre el inglés y la lengua comanche descrita por Casagrande (1954)

- Las actitudes hacia cada una de las culturas de las comunidades implicadas. - Las actitudes hacia el bilingüismo como tal (positivas/negativas). - La tolerancia o intolerancia con respecto a la mezcla de lenguas y a las expresiones incorrectas (purismo lingüístico). - Las relaciones entre el grupo bilingüe y las comunidades unilingües.5

Hoy se acepta generalmente que el relativo prestigio de dos lenguas es un factor determinante para su permeabilidad a la interferencia, así como para averiguar la principal dirección de ésta. La opinión mayoritaria subraya que esta dirección es la que va de la lengua más prestigiosa a la menos prestigiosa (Mosha 1971; 293). En nuestro país, por ejemplo, se ha indicado numerosas veces que, dada la situación sociocultural en la que han vivido las lenguas peninsulares en las últimas décadas, la interferencia es casi del todo unidireccional, es decir, la influencia del castellano sobre el resto de los sistemas lingüísticos es abrumadora (Payrató 1985; 202-3). Ahora bien, aun aceptando la verdad de dicho principio general, algunos lingüistas han demostrado que la interferencia también se realiza de hecho en el sentido opuesto, es decir, en la dirección de la lengua menos prestigiosa hacia la más prestigiosa. Hace ya algunas décadas, el lingüista holandés M. Valkhoff (1931; 9) hablaba de la existencia de dos tipos de préstamos léxicos, que responden a motivos culturales y que pueden aparecer en cualquiera de las dos direcciones mencionadas. En este sentido, distinguía los llamados "préstamos de comodidad" (emprunts de commodité) originados por razones de carácter afectivo antes que por la inadecuación léxica de la lengua receptora, junto a los "préstamos de necesidad" (emprunts de nécessité), que se producen cuando aquella no posee términos equivalentes a los de la lengua fuente. Mucho más recientemente, Thomason (1986) ha advertido que, en una situación de contacto estable en el tiempo, la interferencia puede ser mutua y encontrarse en ambas lenguas, situación que se ha demostrado empíricamente alguna vez, como en el estudio de Gumperz y Wilson (1971) sobre el multilingüismo en el sudeste asiático, trabajo donde se apreciaban claramente las transferencias mutuas entre todas las lenguas implicadas. A nuestro juicio, éste aspecto de la interferencia ha sido despreciado excesivamente y, en el caso concreto de nuestro país, se ha realizado muy poca investigación en torno a la posible influencia de otras lenguas y dialectos peninsulares sobre el español de las diferentes áreas geográficas. Pero de todo ello nos ocuparemos más adelante.

5Para

un desarrollo de todos estos aspectos, véase. Rotaetxe 1986b; 293-313

Entre los especialistas se ha reconocido comúnmente la menor atención dedicada al estudio de las interferencias gramaticales, frente al panorama mucho más alentador ofrecido por otros niveles, como el fónico y el léxico. Algunos lingüistas han propuesto diversas hipótesis sobre la clase de variables lingüísticas que podrían ser objeto de interferencia en una situación de contacto de lenguas (cf. Haugen 1950; Muysken 1984; Moravscki 1978). En general, se ha argumentado que el material léxico es el más fácilmente intercambiable. Algunos han imaginado, por ejemplo, que el hecho de que esto sea así se debe a que las palabras con contenido léxico tienen una mayor relación con la función referencial del lenguaje, supuestamente la más favorable para los intercambios entre lenguas diferentes (Muysken 1981). Frente a él, la sintaxis se ha visto casi siempre como el nivel menos propicio para la creación y propagación de interferencias. Por ello, la mayoría de los autores ha aceptado la jerarquía que se muestra en el cuadro siguiente (Romaine 1989; 63):

Lexical items

HIGH derivational

Morphology

Ease of borrowing inflectional

Sintax

LOW

Las razones para tal estado de cosas son diversas, aunque no siempre han estado justificadas. Es cierto, por ejemplo, que el nivel gramatical es el que se halla más estructurado en todas las lenguas, aquel que les confiere sus caracteres más idiosincrásicos y, por lo tanto, sin duda también, el de más difícil alteración por influencias externas. Ahora bien, quizá sean otras razones de carácter puramente metodológico las que han contribuido en mayor medida a forjar la situación arriba descrita. Por un lado, nos encontramos con que en la historia de la lingüística ha sido precisamente el cambio sintáctico el menos estudiado, lo cual no quiere decir, como señala Hudson (1981; 56) acertadamente, que no exista, ni tampoco que el grado de variación sintáctica haya sido menos importante cualitativamente que el producido en otros niveles:

Es preciso, sin embargo, andar con cuidado respecto a esta aparente diferencia. Por una parte, la falta de referencia en la literatura a diferencias sintácticas podría ser debida a la dificultad de estudiar tales diferencias, puesto que aparecen con relativamente poca frecuencia en la conversación normal y son más difíciles de licitar en comparación, especialmente, con los elementos del vocabulario. En segundo lugar, la estabilidad aparente de la sintaxis podría ser ilusoria; pues, de hecho existen relativamente pocos elementos sintácticos (es decir, construcciones) comparando con los elementos del vocabulario, de modo que, aunque los elementos sintácticos variaran en la misma proporción, darían como resultado un número más pequeño. En otro lugar (p. 154), el autor inglés indica que el estudio de los textos para el análisis de la variación gramatical lleva mucho tiempo y que, por razones prácticas, los investigadores suelen preferir otras variables sociolingüísticas que aparecen con mucha mayor frecuencia, como los sonidos o los términos léxicos. Otros lingüistas que se han enfrentado antes a estos problemas metodológicos han llegado a conclusiones semejantes (vid. Cheshire 1982; Milroy 1982; Labov 1970). Como consecuencia de ello, en la historia de la lingüística contemporánea fueron surgiendo algunas opiniones que negaban radicalmente la posibilidad de la interferencia morfosintáctica. A Meillet (1921; 82), por ejemplo, corresponden estas conocidas palabras, que constituyen el paradigma de tal posición Les systèmes grammaticaux de deux langues (...) sont impénétrables l'un à l'autre" (vid.. Tesnière 1939 y Sapir 1921)

No obstante, y aunque en franca minoría con respecto a las opiniones anteriores, también fueron apareciendo tempranamente hipótesis mucho más flexibles, que sí admitían la posibilidad de la interferencia en todos los niveles. Así, uno de los precursores de los modernos estudios sobre el contacto de lenguas y sus consecuencias lingüísticas, C. Sandfeld (1936; 59-60), incluía en su ponencia "Problèmes d'interférences linguistiques" algunas referencias que revelan claramente esta postura científica mucho más abierta Il n'y a pas de domaine linguistique où une influence étrangère ne puisse pas se faire sentir (...) on n'exagérera guère en disant qu'en fait d'interférences linguistiques tout est possible en principe .

Más adelante, y ya en el ámbito de los modernos estudios sobre el contacto de lenguas, otros autores han negado las opiniones tradicionales y han abierto el campo para la investigación de la interferencia gramatical (v. Haugen 1950; 224. Weinreich 1953; 2.3.1).

Bynon 1977; 350). Para ellos, los fenómenos de interferencia son posibles en todos los niveles del análisis, incluido el gramatical, siempre y cuando se den una serie de factores lingüísticos y extralingüísticos como los que hemos descrito en páginas anteriores ...structural borrowing at all levels of language, including syntax (the socalled "deepest" level) can take place irrespective of the factor of social prestige, but solely as a consequence of "intensive and extensive bilingualism" with a certain time-depth (Nadkarni 1975; 681)

Esta es la teoría más aceptada hoy y la que, por nuestra parte, pretendemos corroborar en el presente trabajo.

IV. VARIABLES LINGÜÍSTICAS.-

Como hablar de interferencias es, en el fondo, hablar de dos sistemas diferentes, que se confunden ocasionalmente en algunos de sus puntos, la tarea que se impone antes de cualquier análisis debe ser, lógicamente, la descripción rigurosa de los rasgos lingüísticos que van a ser estudiados. Sólo de esta forma podrá eludirse el tradicional descuido que una buena parte de la investigación sociolingüística ha dispensado a los aspectos menos sociológicos de ésta, algo que reconocen incluso algunos de sus más conocidos representantes: Sin embargo, en este nivel de investigación no es posible dejar a un lado la lingüística, y, prestando interés a tareas más apasionantes y difíciles, "hacer simplemente sociología". Los estudios del comportamiento lingüístico socialmente modelado, complejamente determinable y extremadamente variable, requieren todavía una descripción y análisis del uso lingüístico per se más rigurosos, y para tales análisis la sociología siempre dependería de la lingüística. (Fishman 1982; 45) En nuestro caso, y después de haber analizado durante algún tiempo diversos rasgos gramaticales típicos del castellano hablado en Valencia, que podrían ser clasificados como fenómenos de interferencia -o como mínimo de convergencia- se seleccionó un corpus base de acuerdo con las propiedades que, según Labov (1976, 53), debe poseer cualquier elección para ser objeto de estudio en una comunidad lingüística. A saber: 1) Que el fenómeno sea frecuente, es decir, que pueda aparecer a menudo en el curso de una conversación espontánea o natural. 2) Que forme parte de la estructura gramatical de la lengua.

3) Que la distribución del fenómeno en cuestión se halle estratificada. De esta manera, y tras la realización de un trabajo-piloto que será descrito más adelante -véase cap. 6- la selección de variables lingüísticas quedó restringida a los fenómenos que consideramos más relevantes para conocer la extensión de la interferencia gramatical en el habla de la comunidad, la integración de ésta en el código lingüístico (Mackey 1976) así como su estratificación social. En la terminología laboviana, se dice que un rasgo estructural se convierte en variable sociolingüística cuando puede ser estudiada su correlación con una serie de factores estilísticos y sociales (sexo, estatus social, estudios, edad, etc) y cuando a través de ella, se infiere algún tipo de estratificación social. En este sentido, se ha hecho ya tradicional la distinción entre los siguientes tipos de variables sociolingüísticas: Some linguistic features (which we will call indicators) show a regular distribution over socioeconomic, etnic, or age groups, but are used by each individual in more or less the same way in any context. If the social contexts concerned can be ordered in some kind of hierarchy (like socio-economic or age groups), these indicators can be said to be stratified. More highly developed socio-linguistic variables (which we vill call markers) not only show socio-distribution, but also stylistic differentiation... that we have stylistic as well as social stratification.

(...) A small number of sociolinguistic markers rise to overt social conciousness, and become stereotypes. (Labov 1970; 188-200)

Ahora bien, estos modelos de covariación lingüística no son idénticos para todas las variables, de manera que el efecto que los factores sociales o estilísticos pueden tener sobre una de ellas no tiene por qué ser idéntico para las demás. Por ello, una de nuestras principales tareas consistirá en identificar claramente los tipos de estratificación sociolingüística que suponen las distintas interferencias estudiadas, para lo cual se hace precisa la introducción de al menos dos tipos de formalidad en el discurso de los hablantes. Por otro lado, partimos en este trabajo de los presupuestos de Labov (1978; 171-183) y otros autores (cf. Sankoff 1973; 42-62. Sankoff y Thibault 1977; 81-108. Bentivoglio 1980), para quienes es posible también la consideración como variables sociolingüísticas de los rasgos no fonológicos. Para sociolingüistas como Lavandera (1978; 171-183), sin embargo, es discutible tal condición, pues las variables gramaticales están condicionadas por factores sintácticos, semánticos y pragmáticos que pueden introducir modificaciones en el significado de sus diferentes formas, lo cual sería contrario a la necesaria sinonimia

referencial de una variable sociolingüística. Por ello, la covariación sociosintáctica debe ser interpretada -en opinión de esta autora- de forma distinta a como se hace comunmente con la fonológica. A nuestro juicio, sin embargo, -y sin negar la validez general de estas ideas en el análisis de muchos fenómenos sintácticos-, para los rasgos interferenciales que van a ser discutidos aquí, no existe, como habrá tiempo de comprobar, cambio de significado alguno entre las variantes. Nuestra postura inicial se acerca así a un planteamiento poco dogmático como el que se aprecia en estas palabras de Hudson (1981): Afortunadamente, la misma noción de "variable sociolingüística" no está tomada como parte de una teoría general del lenguaje, sino que más bien es un instrumento analítico de la caja de herramientas del sociolingüista, de modo que no tenemos por qué preocuparnos innecesariamente acerca de estos problemas de definición. Los sociolingüistas que hacen uso de variables lingüísticas no han intentado definirlas rigurosamente, y no parece que haya necesidad de que lo hagamos nosotros aquí (Hudson 1981; 170). En parecido sentido, cabe hablar de la advertencia que realizan algunos autores a propósito de las fronteras en que ocurre la interferencia. Para ellos, la dificultad de establecer claros límites entre los diferentes niveles de la lengua (fónico, morfológico, sintáctico y léxico) conduce a que algunos casos de interferencia sólo puedan ser explicados mediante la transgresión de aquellos. En estas circunstancias, nos enfrentamos a lo que Bickerton (1971) y Weinreich (1953; 39) han llamado cross-level interference e interlingual equivalence, respectivamente. Este hecho puede ser ilustrado, por ejemplo, con los problemas que los bilingües hispanos -con el inglés como segunda lengua- tienen con la pronunciación del morfo -s, característico de la tercera persona del singular de los verbos en inglés, pronunciación que estos hablantes suelen omitir. Por un lado, es cierto que el español posee seis formas diferentes en los tiempos verbales, mientras que el inglés sólo presenta dos en sus verbos regulares, pero la omisión de la -s no puede ser explicada solamente mediante la comparación de los dos sistemas morfológicos. Por el contrario, es necesario comparar también el sistema fonológico del español, que rechaza los grupos consonánticos finales, y el del inglés donde tales agrupaciones tienen un valor funcional (Baetens 1986; 69). En nuestro trabajo, y a pesar de que algunos de los fenómenos presentan caracteres semejantes a los descritos en el párrafo anterior, hemos decidido mantener el nivel gramatical como marco genérico para la descripción e interpretación de todos ellos. Creemos, por un lado, que su estudio sólo puede realizarse mediante la comparación de los niveles morfosintácticos del castellano y del catalán. Y por otro, nos parece que este problema, que concierne básicamente a la teoría lingüística general, no es demasiado crucial para el tema que nos ocupa.

En una primera aproximación a la interferencia, y sirviéndonos de la tipología que Weinreich (1953) elaborara para los fenómenos del nivel fónico, podemos distinguir cuatro procesos básicos en la interferencia de la L1 hacia la L2: 1) Subestimación de una distinción: ocurre cuando los hablantes de una lengua dejan de realizar una oposición funcional existente en la misma, como consecuencia del influjo de otra lengua en la que tal oposición no existe. 2) Sobreestimación de una distinción: fenómeno contrario al anterior; en esta ocasión, la lengua que sufre la interferencia realiza una oposición estructural inexistente en la norma, como consecuencia de la influencia de otro sistema en el que ese hecho sí ocurre con valor funcional. 3) Reinterpretación de una distinción: se trata de un fenómeno más complicado, pues supone un cambio en la relación entre los elementos de la L2 por la influencia de L1 4) La simple sustitución de un elemento de una lengua por otro de la lengua contraria. A este esquema de descripción formal de la interferencia, LL. Payrató (1985; 79) añade otros dos procesos: 5) La importación: cuando L2 recibe un elemento extraño que, sin embargo, no sirve para sustituir a otro propio (de ahí la diferencia con el fenómeno de la sustitución). 6) La pérdida: cuando por influjo de la L1, que no posee un determinado elemento, la lengua objeto de la interferencia deja también de utilizarlo, sólo que en este caso dicho elemento era idiosincrásico de esta última. En nuestro trabajo, vamos a ocuparnos de varios fenómenos de interferencia y convergencia gramaticales, que pueden ser catalogados bajo todas las etiquetas descritas arriba, excepto la segunda: a) Subestimación de una distinción:

La confusión que se produce en el castellano de esta comunidad entre la preposición "bajo" y el adverbio "abajo", de la que sobrevive sólo la primera forma: Está ahí abajo por Está ahí abajo (o debajo) Está bajo la mesa Este fenómeno se produce porque, en catalán, un solo elemento de gran parecido formal a los anteriores "baix", recubre -parcialmente en la norma, del todo en el habla general- esos dos campos. b) Reinterpretación de una oposición: Las preposiciones "a" y "en" con circunstanciales de lugar tienen una especialización funcional, como se demuestra a través de los siguientes ejemplos: Ponte en el centro de la clase/Ve al centro de la clase Sin embargo, en el castellano de esta región bilingüe, y por influencia del catalán donde las relaciones estructurales entre "a" y "en" son diferentes, se oyen frecuentes confusiones en contextos como el de la primera frase anterior: Ponte al centro de la clase c) Sustitución: - La preposición "en" sustituye ocasionalmente en el habla de algunos bilingües a la preposición "con" en sintagmas con valor modal e instrumental, algo que es totalmente ajeno a la norma general del español: Juan está en fiebre / Juan está con fiebre Juan partió la carne en el tenedor / Juan partió la carne

con el tenedor

Dichas sustituciones se producen como consecuencia de la semejanza formal existente entre dicha preposición castellana y la que en catalán sirve para esas mismas funciones: "en" -a diferencia de otros dialectos catalanes donde es "amb"-. - En el castellano de Valencia es muy frecuente escuchar oraciones como las siguientes:

¡qué olor hace! / ¡qué mal huele! ¿qué hacen esta noche en la televisión? / ¿qué programa ponen, echan ... en TV?. Se trata de la utilización de esquemas impersonales con el verbo "hacer" -sintáctico en el primer caso; semántico en el segundo-, muy frecuentes en español, sólo que en contextos diferentes a los que aparecen en las frases anteriores. El fenómeno tiene su explicación nuevamente a partir de la sustitución de un modelo "normal" en el español general, por otro calcado del catalán: ¡quina olor que fa! ¡què fan esta nit a la television! Obsérvese que en este caso es fundamental considerar la propia sustitución léxica de los verbos anteriores por "hacer" que, de ese modo, amplía sus valores significativos en español Nos encontramos, pues, ante uno de los fenómenos que anteriormente catalogábamos como cross level interference (Bickerton 1971), es decir, una interferencia cuya descripción requiere la transgresión de las fronteras entre los niveles sintáctico y semántico. A pesar de que, como ya dijimos, hemos decidido incluirla en el terreno sintáctico para mantener la homogeneidad de la investigación, nos interesaremos por el estudio de las posibles diferencias en la significación social de este modelo con respecto a los demás. d) Importación: - En el castellano de algunos bilingües, hemos apreciado la presencia de un elemento con valor partitivo, en un contexto desconocido para el español general: Me ha gustado ese disco, pero los hay de mejores Se trata de un claro ejemplo de importación de un elemento idiosincrásico del catalán, que no tiene correspondencia alguna con el castellano: ...n'hi ha de millors - En el mismo sentido, cabe hablar de la importación de un "que" expletivo en la cabecera de las oraciones interrogativas directas totales:

¿Qué tienes frío? / ¿Tienes frío?. e) Pérdida: - En muchas ocasiones, hemos oído en boca de hablantes valencianos una construcción nominal en función de complemento circunstancial de tiempo, que supone una clara reducción de una estructura impersonal encabezada por la preposición "desde", en el español general: Tengo el carnet de conducir siete años Un fenómeno semejante se produce en el habla catalana de esta región (Tinc el carnet set anys), por lo que nos encontramos ante un nuevo fenómeno de interferencia que provoca la desaparición de elementos característicos del castellano. Además de estos casos, nos ocuparemos también de la posible influencia que el catalán ejerce en la extensión social de dos fenómenos que responden a tendencias también existentes en la propia gramática del español pero que, a nuestro juicio (Blas 1992b), tienen un mayor rendimiento funcional en esta comunidad bilingüe que en el resto del castellano peninsular. Para ello, analizaremos con especial cuidado la covariación existente entre dichos rasgos y algunos factores sociales, como la adscripción lingüística de los hablantes o su procedencia geográfica (nativos/inmigrantes procedentes de regiones de habla castellana). Los fenómenos en cuestión son: - El uso de la concordancia entre el verbo y el núcleo del sintagma nominal en oraciones que desde el punto de vista normativo son impersonales (sobre todo con los verbos "haber" y "hacer": Estan haciendo unos días estupendos/habían muchos soldados en el cuartel). Dicho fenómeno se halla muy extendido también en todos los dialectos del catalán, aunque la norma preceptiva lo sancione todavía. Nos parece, en consecuencia, que puede tratarse de un claro ejemplo de convergencia cuyas repercusiones en el castellano de esta comunidad deseamos analizar en este trabajo. - La elección del género de algunas palabras, tradicionalmente consideradas como pertenecientes a la categoría del "género común". En este sentido, sustantivos como "calor" y "olor" pueden ser masculinos o femeninos, aunque para la norma del español general sólo el primer género es el aceptable, mientras que el segundo es considerado como un claro "vulgarismo". Así las cosas, deseamos analizar la posible influencia del género femenino de

ambas palabras en catalán, sobre la elección del mismo en el castellano de los hablantes de Campanar. Tras la clasificación de los fenómenos descritos en las páginas anteriores, procedemos seguidamente a la exposición detallada de las variables lingüísticas utilizadas en el presente estudio. Antes, sin embargo, queremos advertir que algunas de ellas han sido estudiadas bajo dos formas lingüísticas diferentes, para averiguar si este hecho puede tener incidencia significativa en la variación sociolingüística. En ocasiones, se trata de verbos presentados bajo diferentes formas (perífrasis/formas simples; presente/pasado); en otras, se ha querido medir la importancia del contorno lingüístico. En el cuadro siguiente, se incluye el nombre de la variable, el código utilizado en el proceso informático, así como un ejemplo de la misma: 1) Falsa concordancia en impersonales con "haber" (formas simples): Código: INTE1 Ejemplo: En aquel cuartel habían muchos soldados. 2) Falsa concordancia en impersonales con "haber" (formas perifrásticas). Código: INTE2 Ejemplo: En aquel cuartel puede que hayan 500 soldados. 3) Falsa concordancia en impersonales con "hacer" (tiempo presente) Código: INTE3 Ejemplo: Están haciendo unos días estupendos este mes. 4) Falsa concordancia en impersonales con "hacer" (tiempo pasado". Código: INTE4 Ejemplo: Hicieron muy buenos días el mes pasado. 5) Uso de "bajo" con valor adverbial (contexto "ahí_____"). Código: INTE5 Ejemplo: Míralo, está ahí bajo. 6) Uso de "bajo" con valor adverbial (contexto "aquí_____"). Código: INTE6 Ejemplo: No está ahí, sino aquí bajo. 7) Uso de "qué" en la cabecera de interrogativas directas totales. Código: INTE7 Ejemplo: ¿Qué te duele la cabeza?.

8) Uso de la forma "de" con valor partitivo; Código: INTE8 Ejemplo: Me ha gustado el disco, pero los hay de mejores. 9) Uso de la preposición "a" en lugar de "en", en complementos circunstanciales de lugar estáticos. Código: INTE9 Ejemplo: Colócate al medio de la habitación. Código: INTE9* Ejemplo: La temperatura al exterior de nuestros estudios es de 15 grados 10) Uso de la preposición "en" en lugar de "con" para complementos de modo. Código: INTE10 Ejemplo: La niña está en fiebre. 11) Uso de la preposición "en" en lugar de "con" para complementos instrumentales. Código: INTE11 Ejemplo: Cortó la carne en el cuchillo. 12) Uso de una construcción sintáctica impersonales con el verbo "hacer". Código: INTE12 Ejemplo: ¡Qué olor más desagradable hace! 13) Uso de una construcción con valor de impersonalidad semántica (también con "hacer"). Código: INTE13 Ejemplo: ¿Qué hacen en el Teatro Principal?. 14) Elección del género femenino para "calor". Código: INTE14 Ejemplo: Hace una calor bochornosa. 15) Elección del género femenino para "olor". Código: INTE15 Ejemplo: Es una olor asquerosa la que hay. 16) Reducción a construcción nominal de un sintagma con valor temporal.

Código INTE16 Ejemplo: Vivo en esta finca siete años. Antes de concluir este aparatado queremos hacernos eco de otra clasificación que el propio Weinreich (1953; 2.3) dedicó a la interferencia gramatical. Este modelo engloba las interferencias en dos grandes bloques, divididos a su vez en varios grupos, de acuerdo con una serie de criterios que explicamos a continuación: A) Morfemas: A.1. Casos en que hay transferencia de morfemas. No existe ningún ejemplo de ello en nuestro trabajo. A.2. Casos en que no hay transferencia de morfemas: A.2.1. Aplicación de una relación gramatical de la lengua A a morfemas de la lengua B. Así ocurre aquí con: - el uso de la forma "de" con valor partitivo en castellano (variable nº 8). - la ampliación de los valores semánticos de "hacer" en construcciones sintáctica o semánticamente impersonales (Variables 12 y 13). Asimismo, es posible hablar del abandono de una relación gramatical en la lengua B, que no tiene paralelo en el modelo de A.(variable 16). A.2.2. Cambio (por extensión o reducción) en las funciones de un morfema de B como consecuencia de seguir un modelo de A. Ese fenómeno puede englobar, en el presente trabajo, a las siguientes interferencias: - Uso de "qué" en interrogativas totales (Variable nº 7). - Uso de la forma "bajo" con valor adverbial (Variables 5 y 6). - Confusión en el uso de diversas preposiciones (Variables 9, 10 y 11). B) Relaciones gramaticales: Sólo nos ocuparemos de la tercera (las otras dos, el orden y los rasgos suprasegmentales no tienen utilidad para nosotros), la correspondiente a las relaciones de

concordancia y dependencia, que permitirían explicar aquí algunos de los fenómenos de convergencia descritos anteriormente.

V. VARIABLES SOCIOLÓGICAS.-

A pesar del reconocimiento ya antiguo del carácter social del lenguaje, ha sido sólo hace unos pocos años -tras los primeros trabajos sociolingüísticos- cuando se ha puesto de manifiesto de una forma sistemática y científica que los factores sociales actúan de manera probabilística en la variación: Así el contexto físico en que ocurre la comunicación, las relaciones entre los participantes y tanto sus características sociales adscritas (grupo generacional, sexo, etnicidad, casta, etc.) como adquiridas (nivel educacional, nivel socioeconómico...) han mostrado reflejarse sistemáticamente en comportamientos lingüísticos diferenciados. Esta covariación entre fenómenos lingüísticos y sociales es lo que define la variable sociolingüística (Silva-Corvalán 1989; 68) Las variables sociales más utilizadas en los estudios cuantitativos de la moderna sociolingüística han sido, sin duda, el sexo, la edad, el estatus social y el nivel de estudios. Además, en el contexto de las investigaciones sobre el contacto de lenguas, a los anteriores se han añadido otros factores cuyo análisis parece imprescindible, como la lengua materna o habitual de los individuos. Ahora bien, lo anterior no significa que todos ellos tengan que ser relevantes para el habla de una comunidad (Mitchell & Delbridge 1965). Como se ha advertido alguna vez, todavía se halla sin explicación exacta por qué en una comunidad es

importante un conjunto de valores y en otra, sin embargo, pueden serlo otros distintos (Hudson 1980; 189). Podríamos suponer que los factores relevantes para la variación sociolingüísticas coinciden con aquellos que, desde un punto de vista estrictamente sociológico, explican mejor la estructuración social de la comunidad en cuestión. Sin embargo, no es fácil ver una evidencia suficiente en favor de esta hipótesis general con los datos de que se disponen hasta la fecha. Un dato significativo: en su excelente trabajo sobre las redes sociales en la ciudad norirlandesa de Belfast, Milroy (1980/87) no ha encontrado diferencias significativas en el habla de las áreas protestantes y católicas de la ciudad, y eso que se trata de una sociedad donde es razonable suponer una influencia de la religión. En las páginas siguientes, expondremos las variables sociológicas consideradas a priori como más adecuadas para el estudio de la variación lingüística en nuestra comunidad de habla.

Es ya tradicional el reconocimiento de diferencias en la actuación lingüística de ambos sexos. Como cabía esperar, sin embargo, el origen de las mismas no reside en causas de carácter biológico, sino en el distinto papel social que hombres y mujeres desempeñan generalmente en la mayoría de las civilizaciones (S. Gal 1978:1). En este sentido, es de suponer que, cuando en esas mismas sociedades los papeles de ambos sexos cambian y tienden a equilibrarse, las diferencias lingüísticas tienden también a disminuir. Y así parece haberse advertido ya en el mundo occidental, a través de la actuación lingüística de hombres y mujeres jóvenes cuyas hablas discrepan menos que las de los hablantes más adultos (Trudgill 1974; 95). Ahora bien ¿por qué ocurre la diferenciación sexual en las lenguas?. ¿De qué manera se distingue el habla femenina de la masculina?. ¿Qué tipos de variables lingüísticas son más sensibles al factor sexual?. ¿Cuál es el efecto de esta diferenciación en la promoción del cambio lingüístico?. Estas y otras preguntas han sido formuladas numerosas veces en el ámbito teórico de la sociolingüística. Así lo reconoce, por ejemplo, Silva Corvalán (1989) quien recientemente se ha enfrentado al problema de la diferenciación sexual del habla para concluir que no hay una sola respuesta o explicación universalmente aceptada para resolver los interrogantes anteriores. A pesar de ello, algunas ideas, como las que desarrollamos a continuación, son hoy generalmente aceptadas como aproximaciones plausibles al problema de la diferenciación sexual:

1º La mujer se caracteriza por utilizar en mayor proporción que el hombre las variantes de habla más conservadoras. Ahora bien, estas diferencias se han observado sobre todo en niveles de formalidad distintos al habla espontánea. En ellos, las mujeres se caracterizan por acercar su habla, en mayor medida que los hombres, a las formas normativas de la lengua (Cheshire 1982; 162). Este modelo sociolingüístico es considerado hoy como el más representativo de las sociedades occidentales modernas (Downes 1988; 178), desde que los estudios de Labov (1972) lo demostraran claramente en una ciudad como Nueva York (vid Trudgill 1975 ). Y aunque trabajos posteriores en el viejo continente han venido a poner en tela de juicio algunos de los presupuestos labovianos (Romaine 1982), lo cierto es que la opinión más extendida hasta la fecha es que los hombres tienden a ser más innovadores que las mujeres, excepto cuando las innovaciones se producen en la dirección de la norma estándar, en cuyo caso es la mujer la vanguardia de dichos cambios. Esta tendencia general se acentúa en el plano de las actitudes lingüísticas, marco indispensable en el estudio de la diferenciación sexual del habla (Kramarae 1982; 85). Como se ha advertido en varias ocasiones, las mujeres suelen mostrar un nivel de autocorrección mayor que los hombres, lo que unido a una actuación espontánea no muy diferente, determina también la aparición de un grado mayor de inseguridad lingüística en el sexo femenino, es decir, la creencia de que utilizan en la realidad más formas correctas de lo que, de hecho, realizan (López Morales 1979). 2º La utilización de las formas más normativas por parte de las mujeres tiene su origen, sin duda, en la consideración de éstas como las más prestigiosas desde un punto de vista sociolingüístico (vid. Moreno 1990). A juicio de Labov (1972), el hecho de que en los grupos sociales medios sean siempre las mujeres las más cercanas a la norma obedece a un fenómeno de movilidad social al que algunos grupos son más sensibles. Probablemente debido a que la mujer no puede progresar en la sociedad con la misma facilidad, se ve obligada a mostrar su estatus a través de una serie de rasgos externos entre los que cabe incluir los usos lingüísticos más acordes con la norma y, en general, también, más prestigiosos. En los hombres, por el contrario, puede esperarse con más facilidad un comportamiento "más vulgar", menos atento a las normas de uso estándar (Silva-Corvalán 1989; 70-71). 3º Como se desprende de lo expuesto hasta ahora, parece que las mujeres no constituyen uno de los principales elementos promotores del cambio lingüístico, aunque algunos ejemplos hacen pensar que no es ésta una idea universalmente válida. Entre nosotros, por ejemplo, Manuel Alvar (1969/73; 123) ha encontrado en el habla de algunas comunidades andaluzas ciertas muestras simultáneas, tanto de conservadurismo como de innovación extrema entre las mujeres:

Entre las mujeres se dan dos tendencias que responden a un tipo de vida muy afincado sobre su tierra: tipo de vida que se sustenta sobre la tradición más vieja, pero que -falto de un criterio lingüístico seguroadquiere las innovaciones de las hablas circundantes.

Asimismo, recientes estudios han subrayado también que, al menos ciertos sectores femeninos -fundamentalmente las mujeres más jóvenes-, son también más sensibles al prestigio encubierto (covert prestige) de las variables sociolingüísticas en detrimento de las formas normativas (J. Milroy & L. Milroy 1978; Chambers & Trudgill 1980). Este tipo de conductas, a veces contradictorias y sorprendentes, pueden explicarse sólo en función de las connotaciones evaluativas que ciertas variantes poseen, independientemente de su estatus normativo (Silva Corvalán 1989; 71). A continuación presentamos la codificación correspondiente a cada variable en el proceso informático-estadístico de este trabajo: Denominación

Variable nº

Código

I. Masculino II. Femenino

2 3

HOMBRE MUJER

Un importante factor en relación con el cambio lingüístico es, sin duda, la estructuración generacional de la sociedad. Como todas las lenguas, el español está en proceso de formación constante y ello permite que, muchas veces, cada generación de hablantes posea un sociolecto propio, sobre todo cuando se han producido importantes transformaciones en la sociedad. Este modelo generacional se halla íntimamente relacionado a veces con el sentimiento de identidad y pertenencia a un grupo, lo cual puede entenderse fácilmente si observamos el habla de la población juvenil (Cohen 1972), especialmente en lo relativo al léxico. En ocasiones, incluso, dicha relación se manifiesta en el uso por parte de los hablantes más jóvenes de las formas vernaculares de la sociedad, en oposición a otros grupos generacionales más ajustados a la norma por razones de movilidad social. En su estudio sobre el habla de grupos de raza negra en el Harlem neoyorquino, Labov (1972) descubrió un uso significativamente mayor de un rasgo gramatical étnico (black English vernacular) -la supresión del verbo copulativo en oraciones atributivas- entre los adolescentes, así como una mayor resistencia por parte de éstos a las normas convencionales de la sociedad, impuestas a través de instituciones como la escuela. Por el contrario,

conforme se ascendía en la pirámide generacional, la presión de dichas normas correctoras iba en aumento. Entre nosotros, Manuel Alvar (1973) ha mencionado también la existencia de numerosos trabajos en el ámbito hispánico que han advertido diferencias en el comportamiento lingüístico generacional. Él mismo ha demostrado, en su estudio sobre el español de Canarias (1972), la existencia de irregularidades fónicas directamente relacionadas con la edad de los hablantes; así, en determinadas variables, los jóvenes utilizan una pronunciación más innovadora que las personas mayores, más atentas por lo general a la norma del español estándar. Ahora bien, en otras muchas ocasiones, la distancia lingüística entre las diversas generaciones de hablantes, lejos de ser una manifestación de la fidelidad y pertenencia a un grupo, se convierte en la expresión de las diferentes actitudes de los grupos lingüísticos hacia la norma. En este caso, la edad es un factor que aparece neutralizado por otros de orden sociocultural y económico, como el prestigio. Y ello determina el que a veces, la conciencia y la sensibilidad hacia las normas de los grupos más jóvenes provoque su distanciamiento con respecto a las formas vernaculares de sus padres (Jahangiri y Hudson (1982; 58)) En otros trabajos, se ha demostrado también que los grupos generacionales intermedios, aquéllos cuyas aspiraciones y estilos de vida se benefician en mayor medida de un habla más ajustada a las normas estándar son, por lo general, los que muestran un mayor nivel de autocorrección y de supresión de los rasgos lingüísticos estigmatizados (Silva-Corvalán 1987). Ahora bien, probablemente sea en el estudio del cambio lingüístico donde el análisis de la variación generacional tenga una mayor relevancia. Para Labov (1981), pionero y especialista en este terreno de la investigación sociolingüística, no sólo podemos considerar el habla de un individuo como una característica del período de su preadolescencia; el estudio de las muestras de habla de individuos correspondientes a distintos grupos generacionales proporciona, además, una representación sincrónica de un cambio ocurrido en el devenir de la lengua. Esta es la hipótesis del uniformitarismo, defendida por el autor norteamericano para quien las mismas fuerzas lingüísticas que operan en el presente motivaron los cambios del pasado. A partir de Labov, los estudios sobre la variación sincrónica, como posible reflejo del cambio lingüístico en curso, han desarrollado la llamada teoría del tiempo aparente. Se trata del estudio y la comparación del comportamiento lingüístico de diferentes grupos de edad, cuyas discrepancias serán interpretadas como posible resultado de un cambio en progreso, ya que, según el uniformitarismo, las características del habla de los individuos se mantienen más o menos estables a lo largo de su vida.

A nuestro juicio, sin embargo, la realidad es siempre mucho más compleja de lo que esta hipótesis hace pensar. Como ya señaló Haugen (1969), los jóvenes no siempre conservan su modelo lingüístico al hacerse adultos, sino que pueden adoptar otros más próximos al de las generaciones adultas. La dirección contraria es más difícil, pero en los tiempos actuales en los que la comunicación permite el intercambio de hábitos lingüísticos con mucha mayor fluidez que en el pasado, tampoco es inverosímil pensar que personas adultas modifiquen -al menos en determinados registros informales- sus pautas de comportamiento lingüístico, acercándolas a las de sus hijos. La modificación de estos hábitos de conducta puede guardar una estrecha relación con otros factores socioculturales. En tal caso, son dos los modelos posibles: - La estabilidad social de la variación, que se va extendiendo gradualmente por toda la comunidad. - La estigmatización y consiguiente supresión de los rasgos lingüísticos más innovadores, como consecuencia de la presión normativa ejercida por las clases elevadas, que son imitadas posteriormente por el resto de la sociedad. Tal proceso fue acuñado por Labov (1972) con el nombre de cambio desde arriba. Siguiendo un criterio ecléctico, a partir de algunos trabajos que se han servido también de esta variable para la estructuración de la sociedad, hemos dividido nuestra comunidad de habla en cuatro grupos, comprendidos en los siguientes intervalos de edad:

Denominación I. de 15 a 25 años II. de 26 a 40 años III. de 41 a 60 años IV. mayores de 60 años

Variable nº

Código

4 5 7

JOVEN MADURO 6 ADULTO ANCIANO

Sin lugar a dudas, la investigación sociolingüística está íntimamente relacionada con el empleo de factores socioeconómicos y culturales cuya incidencia en la variación lingüística ha sido analizada en numerosas ocasiones. Hoy parece evidente que la estratificación caracteriza a las sociedades urbanas contemporáneas y que ello tiene un reflejo directo en la lengua. En este sentido, se ha dicho que las antiguas variables lingüísticas rurales, que antaño

singularizaban a las hablas dialectales estableciendo barreras entre sí, han sido transformadas en el ámbito de la civilización urbana en un proceso que es reflejo tanto de la mencionada estratificación social como de las actitudes que la sostienen (Downes 1984, 162): We can make a useful distinction here, borrowed from the sociolinguist Ferdinand Toennies, between gemeinschaft and geselschaft types of society. The former type is based on comunity, and the latter on more impersonal relationships. Comunity, as a form of social organization, is based on stable personal relationships, for example systems of kindship. In the latter type of society, by contrast, relationships are characteristically different and more impersonal way. When we look at language variation in terms of a class-style structure, we are observing the gesellschaft-type pattern that reflects the large-scale organization of our society. The prestigestigma axis reflects the evaluative dimension of this structure.

Ahora bien, como se ha reconocido numerosas veces, el propio concepto de clase social utilizado generalmente para establecer esa organización de la comunidad, es cualquier cosa menos problemático. Ordinariamente hablamos de clase social para referirnos a las distintas percepciones, más o menos subjetivas, con las que identificamos el acceso de la gente al progreso en la sociedad, así como a los diferentes factores culturales y a las creencias que justifican dicha estratificación. El problema surge, claro está, cuando ciencias como la sociología o sociolingüística se ven obligadas a establecer la clase social de sus informantes a partir de determinados parámetros objetivos. Por ello, y a pesar de su empleo continuo en la tradición sociológica, el concepto que nos ocupa no ha dejado de ser revisado. Criterios utilizados.Hemos adoptado un criterio ecléctico a la hora de elegir las variables sociales que servirán para estratificar a la comunidad elegida. En primer lugar, y conscientes de la importancia objetiva de un factor como la educación, decidimos mantenerlo como variable independiente. En segundo lugar, y en un intento por seguir la tradición, agrupamos la escala educacional junto a otras tres, la profesión, la condición sociolaboral y el nivel de ingresos, para dividir finalmente la población entre tres grupos socieconómicos . Veamos con algún detalle cómo quedó estructurada la muestra, a partir de los parámetros indicados.

5.4.1. Nivel de estudios.Los grupos establecidos por el grado e instrucción de los hablantes han sido los siguientes:

1. Hablantes con estudios primarios incompletos. Se consideró que los individuos de este grupo deberían saber leer, aunque fuese rudimentariamente, pues de otro modo no podrían responder al test de aceptabilidad al que se iba a someter a todos los informantes. 2. Hablantes con estudios primarios completos. Se trata de los informantes que aseguraron estar en posesión de un graduado escolar, del antiguo bachiller elemental, de un título de formación profesional de primer grado, etc. 3. Hablantes con estudios secundarios, es decir, los que han superado el bachillerato superior, la formación profesional de segundo grado, el certificado de aptitud de la Escuela Oficial de Idiomas, etc. 4. Hablantes con estudios superiores, entendiendo por tales tanto a diplomados como a licenciados. Siguiendo en esto a Gómez Molina (1986; 19), consideramos que la competencia lingüística de ambos grupos no ofrece en la realidad diferencias importantes, por lo que nos pareció conveniente englobarlos en un solo grupo. Como se verá, esta estructuración de la sociedad según el nivel de estudios no coincide exactamente con la que suele aparecer en los censos municipales. En este trabajo, por ejemplo, se ha desestimado al grupo de analfabetos, sector de la población que, además de representar un porcentaje mínimo en el conjunto de Campanar (1.5%), no interesaba en la presente investigación, pues necesitábamos informantes que fueran capaces de leer el test de aceptabilidad para medir la evaluación subjetiva de los hablantes hacia las interferencias. Asimismo, en los censos publicados por el Ayuntamiento de Valencia (1982 y 1987) que hemos venido utilizando se distingue entre individuos sin estudios frente a personas con algún estudio, aunque incompletos. Ahora bien, las diferencias en la estructuración de la muestra nos parecen justificadas pues el nuestro es un estudio sociolingüístico y no puramente sociológico. En este caso, hemos considerado que, para el estudio de la variación en el habla, tanto da que el hablante haya recibido o no algún año de educación reglada si su formación lingüística y cultural es muy parecida y si en ambas circunstancias se da el requisito básico que exigíamos, es decir, que el hablante no fuera analfabeto. Denominación I. Primarios incompletos II. Primarios completos III. Secundarios IV. Medios y superiores

Variable nº 8 9 10 11

Código

P.I. P.C. SECUND MEDSUP

5.4.2. Escala socioeconómica.El criterio adoptado para la estructuración de la sociedad por medio de este factor ha sido la combinación de una serie de parámetros sociales. Los cuatro elegidos en el presente trabajo han sido: - el nivel educacional. - la condición sociolaboral del hablante o del padre del hablante (esto último para el caso de los individuos más jóvenes, sin recursos económicos autónomos): patrón con asalariados, empresarios sin asalariados, trabajadores autónomos, trabajador fijo, trabajador eventual, jubilado, parado, estudiante, ama de casa, etc. - la profesión.. - el nivel de ingresos totales que entran en casa al cabo del mes. En algún momento tuvimos problemas con este parámetro, por la desconfianza del encuestado hacia la pregunta o, simplemente, por no conocer bien la respuesta. En semejantes casos, lógicamente, se eludió la interpretación del parámetro. Los niveles de renta que propusimos fueron los siguientes: *más de 250.000 pts * entre 200.000 y 250.000 pts. * entre 200.000 y 150.000 pts. * entre 150.000 y 100.000 pts. * entre 100.000 y 75.000 pts. * entre 75.000 y 50.000 pts. * menos de 50.000 pts. El procedimiento seguido a continuación consistió en la adjudicación de una serie de puntuaciones -de 0 a 10- para cada uno de los parámetros, cuya media global permitió agrupar a los hablantes en una determinada escala socioeconómica. La muestra quedó dividida finalmente en tres grupos socioeconómicos: 1. Grupo socioeconómico bajo. 2. Grupo socioeconómico medio (en realidad más claramente mediobajo). 3. Grupo socioeconómico alto (integrado en su mayoría por individuos de un estatus social que podríamos calificar de medio-alto).

Denominación I. G.S. Bajo II. G.S. Medio III. G.S. Alto

Variable nº 12 13 14

Código BAJA MEDIA ALTA

Es plausible imaginar que en la investigación sobre interferencias en el habla en el seno de una comunidad bilingüe el grado y la extensión de éstas se hallen íntimamente relacionados con el dominio de las lenguas por parte de los hablantes. Algunos autores han propuesto, incluso, que la aceptación o el rechazo del fenómeno interferencial son factores importantes para la determinación de los tipos de bilingüismo existentes en la sociedad. En el presente trabajo hemos decidido analizar la importancia de dos parámetros como la lengua materna y la lengua habitual. 5.5.1. Lengua materna.Comunmente se entiende por lengua materna aquélla que el individuo aprendió en primer lugar, es decir, en sus primeros años de vida. Por medio de esta lengua el niño puede desarrollar sus primeros actos comunicativos con los seres más cercanos, generalmente sus padres6. Como ha indicado Lieberson (1969; 291), las Naciones Unidas han adoptado una definición de lengua materna que se ajusta bastante a esta concepción tradicional "the languaje usually spoken in the individual's home in his early childhood, although not necessarily used by him at present". La importancia de este término ha crecido en las últimas décadas, sobre todo desde que un famoso texto de la UNESCO (1953) abogara por el uso de la lengua materna como vehículo de comunicación esencial en los primeros años de la educación del niño: On educational ground we recommend that the use of the mother tongue be extended to as late a stage in education as possible. In particular, pupils should begin their schooling through the medium of the mother tongue, because they understand it best and because to begin their school life in the mother tongue will make the break between home and school as small as possible.

6Algunos

han advertido incluso cómo, en ocasiones, la denominación más adecuada debería ser la de lengua paterna, pues en determinados matrimonios exógamos es la lengua del padre la que acaba imponiéndose en el niño (Grimes 1985).

A partir de este texto, otras influyentes organizaciones internacionales han usado el concepto. Tal es el caso del Consejo de la Comunidad Económica Europea en su legislación sobre la educación de los niños de trabajadores inmigrantes (Bruselas 77/486/CEE). Este documento legislativo instruye a los miembros de la Comunidad a "tomar las medidas adecuadas para promover la enseñanza de la lengua materna y la cultura del país de origen del hijo del trabajador inmigrante". Al margen de la utilización folklórica e infravalorada del concepto lengua materna en algunas ocasiones (Ninyoles 1969; 1972; 1975), lo cierto es que lejos de la unanimidad que auspician las definiciones anteriores, el término que nos ocupa es más bien objeto de polémica entre los estudiosos del bilingüismo. Como se ha advertido alguna vez, dada la naturaleza relativa de los conceptos de "dominio" y "tipo" de bilingüismo, otras nociones relacionadas, como la que ahora nos ocupa, se vuelven también problemáticas (Malherbe 1969; 50). Al analizar los diferentes tipos de bilingüismo posibles, algunos lingüistas eluden tratar la lengua materna. A su juicio, identificar ésta como la lengua mejor conocida, asumiendo además que ha sido la aprendida en primer lugar, supone una concepción demasiado conflictiva En no pocas ocasiones, se ha demostrado que el niño bilingüe posee más de dos lenguas nativas y por lo tanto resulta difícil decidir cuál es la mejor conocida. Así ocurre, por ejemplo, con los hijos de matrimonios mixtos, donde cada cónyuge habla al niño en su lengua, de forma que éste desarrolla un bilingüismo equilibrado desde los primeros años de su vida. Por otro lado, las circunstancias determinan que en ocasiones la lengua aprendida en primer lugar puede no coincidir con la mejor conocida posteriormente (Skutnabb-Kangas 1984; 12-57). Este hecho es sintomático en muchas situaciones de bilingüismo diglósico, donde la llamada lengua B, usada en el ámbito familiar y supuestamente lengua materna de muchos individuos, no es cultivada por los estamentos educativos ni por otras instancias superiores de la sociedad. Como consecuencia de ello, la lengua mejor conocida puede llegar a ser la lengua A, es decir, la lengua aprendida en segundo lugar. Parece, por lo tanto, que el criterio de la competencia para determinar la lengua materna de un bilingüe, puede resultar incómodo. Ocurre con relativa frecuencia que, pese a a que un individuo conoce mejor una determinada lengua porque ha sido escolarizado en ella, experimenta, sin embargo, un fuerte sentimiento afectivo hacia la otra, la aprendida y usada en el ámbito familiar, y a la que denomina habitualmente lengua materna.. Asimismo,

algunas personas pueden sentirse igualmente competentes en las dos lenguas que utilizan, y por lo tanto considerar que posee dos lenguas maternas. Conclusión: Depending on which criterion is invoked at a particular stage in the bilingual's experience with the languages, the language designated as mother tongue migth change. Thus, the notion of mother tongue is a relative one and one's mother tongue can change over the course of a lifetime, (el subrayado es nuestro) (Romaine 1989; 22)

Esta relatividad conceptual ha provocado verdaderos contrasentidos en la elaboración de algunos censos lingüísticos en comunidades bilingües. Lieberson (1969) señaló un caso semejante en la definición de la lengua materna de la segunda generación de inmigrantes en Estados Unidos. Entre 1910 y 1920, esta generación fue clasificada atendiendo a la lengua materna del padre. En los años 40, por el contrario, la lengua materna era la hablada en casa en los primeros años de la vida del niño. Consiguientemente, en los primeros censos, ningún individuo de la segunda generación de inmigrantes pudo ser incluido en el grupo de lengua materna inglesa (¡a no ser que el padre extranjero ya hablara esta lengua en casa antes de llegar a Estados Unidos!). A pesar de las numerosas dificultades que plantea y de su frecuente sustitución por otros conceptos como "lengua dominante", "lengua preferida", etc, hemos decidido incluir finalmente el parámetro de la lengua materna como factor discriminante en este trabajo, pues al menos en alguna de las caracterizaciones que ofrece, puede resultar útil para la descripción del bilingüismo. En nuestro caso consideramos lengua materna a aquélla en la que el hablante realizó sus primeros actos comunicativos en el seno de la familia, independientemente de que en la actualidad su competencia en dicha lengua sea mayor o menor que en la otra. En el caso de los matrimonios mixtos, en los que cada cónyuge posee su propia lengua, se entenderá que la lengua materna es aquélla que se impuso activamente en la comunicación del niño, independientemente de que alguno de los padres se dirigiera a éste en la otra lengua. En este sentido se han considerado finalmente dos grupos: Denominación Lengua materna: castellano Lengua materna: valenciano

Variable nº

15

Código

CASTELLANO

16

VALENCIANO

No obstante, y para evitar las distorsiones que el empleo de este factor pudiera producir, pretendemos comparar los resultados de estos grupos con los extraídos tras la aplicación de otro factor discriminante como es la "lengua habitual", concepto que pasamos a describir a continuación.

5.5.2.Lengua habitual.Como ha quedado expuesto en el epígrafe anterior, la falta de acuerdo a la hora de fijar qué se entiende por lengua materna, ha llevado a numerosos sociolingüistas a prescindir de su uso y a la sustitución del mismo por otros conceptos que se suponen menos problemáticos. Uno de ellos es, por ejemplo, el de lengua preferida, término que intenta superar la oposición entre el grado de competencia y el de afectividad, dicotomía que, como antes subrayábamos, atenaza la discusión sobre la lengua materna. Ahora bien, como ha advertido Dodson (1981), la lengua preferida de un individuo se halla determinada estrechamente por factores que pueden variar de significación a través del tiempo y que pertenecen al terreno de la subjetividad. Nos encontramos, pues, ante un concepto demasiado sutil e inconstante; por ejemplo, un bilingüe podría tener una lengua preferida para determinadas actividades y una segunda para otras; situación que, además, podría variar con el tiempo de manera que una lengua ganara terreno en detrimento de la otra. Más frecuente ha sido la investigación en torno a lo que se ha llamado lengua dominante. Para averiguar cuál es la lengua dominante en un individuo bilingüe, los investigadores se han servido habitualmente de cuestionarios lingüísticos que interrogan al hablante sobre la lengua en que realiza una serie de actividades mentales básicas, como operaciones matemáticas elementales (sumas, restas, etc...), reflexiones interiores, sueños, etc...Sin embargo, y a pesar de que la consideración de estos datos puede revelar muchas veces la lengua prioritaria para el bilingüe, el planteamiento no está tampoco exento de posibles errores. Como ha notado Fitouri (1983), un individuo puede realizar mentalmente operaciones aritméticas en la primera lengua aprendida, aunque posteriormente el uso de ésta se haya vuelto mucho menos frecuente. Asimismo, la reflexión interna puede ser realizada en una u otra lengua dependiendo del tema elegido, y lo mismo cabría decir de los sueños. Por ello, y de acuerdo con Berman (1979; 169), el grado de dominio de una lengua sobre otra no podrá medirse sin la consideración de una serie compleja de factores, íntimamente relacionados, como la cantidad de situaciones y contextos de uso, la competencia del individuo bilingüe en cada lengua o la propia naturaleza de los procesos cognitivos llevados a cabo por el hablante.

Atendiendo a estos requisitos, y en la medida en que el cuestionario sociolingüístico y nuestra propia conversación con los informantes nos permitan matizar la información obtenida, se han considerado los siguientes grupos de lengua habitual: Denominación

Variable nº

Código

I. Bilingüe con predominio del valenciano

17

BILVAL

II. Bilingüe con predominio del castellano

18

BILCAST

III. Monolingüe castellan

19

MONOLING

La inclusión de este tercer grupo, el de las personas monolingües en castellano, nos ha parecido fundamental para comprobar dos hechos fundamentales: a) si también entre ellos se produce la interferencia o si ésta es sólo un problema de los bilingües; y b) si existen diferencias en la aceptación o rechazo de los rasgos interferenciales por parte de ambos grupos

En un estudio sobre las consecuencias lingüísticas del bilingüismo en una ciudad como Valencia en la que el fenómeno de la inmigración es parte fundamental de su demografía, no podíamos dejar de atender al posible influjo de la procedencia de los individuos en la extensión y aceptación social de las interferencias. Parece lógico que el origen de los hablantes sea una huella determinante en su caracterización idiolectal. Es previsible, por ejemplo, que los inmigrantes de regiones de habla castellana manifiesten un grado de interferencia menor -incluso, nulo- que el de los grupos autóctonos, así como un rechazo general a estos rasgos lingüísticos extraños a sus normas. Ahora bien, la convivencia geográfica puede introducir novedades importantes en el esquema anterior. Así, se ha demostrado que los grupos sociales que viven juntos tienden a participar de las mismas innovaciones lingüísticas como consecuencia de lo que se ha denominado efecto de vecindario (neighbourhood effect) (Downes 1988; 154). En este contexto, resulta de especial interés la reacción de los inmigrantes originarios de zonas castellanohablantes. De la misma forma que sus actitudes hacia las regiones o países de destino pueden abarcar desde la integración -incluso idiomática- al rechazo absoluto, con todos los grados intermedios que se

quiera (Cohen 1956; 285), el comportamiento con respecto a la interferencia puede variar también considerablemente. Y en este sentido, el tiempo de permanencia en la comunidad de destino debe ser considerado también como un factor importante: es de esperar que un mayor tiempo de inmersión en la comunidad de habla, vaya asociado directamente a una actitud más positiva hacia la interferencia en el habla. Todas estas hipótesis serán analizadas en el presente trabajo tras la interpretación de los resultados que arrojen los siguientes grupos sociológicos:

1) Lugar de origen Denominación

Variable nº

Nacidos en Valencia

20

Nacidos en zonas de habla catalana

21

Código

VALENCIA

PVC

Nacidos en otras regiones de habla castellana

22

OTROS ORIGENES (RESTO)

2) Años de residencia (sólo para los inmigrantes procedentes de áreas de habla castellana): Denominación Llegados a Valencia antes de 1980 Llegados a Valencia después de 1980

Variable nº

23

24

Código

antes. 1980

después. 1980

VI. ASPECTOS METODOLÓGICOS.-

Siguiendo la metodología al uso en este tipo de trabajos sobre lenguas en contacto (véase Torres 1977 y 1988), nuestro planteamiento inicial consistía en realizar entrevistas personales con individuos del distrito de Campanar en las que la recogida de datos se obtendría mediante la aplicación de tres técnicas diferentes, cuyas características detallamos seguidamente: 1º Un cuestionario sociolingüístico para el análisis de algunos factores no estructurales del bilingüismo -tipo y grado de éste, las funciones sociales de las lenguas y las actitudes de la población hacia las mismas7-, así como para la distribución sociológica de la muestra.

7Hemos

eludido esta parte de la investigación por su carácter eminentemente sociológico y no lingüístico. Véanse las conclusiones más relevantes de la misma en nuestro trabajo Blas (1992c).

2º Una conversación grabada para el estudio, en un contexto comunicativo relativamente "informal", de la vitalidad de determinadas interferencias lingüísticas en el habla castellana. 3º Un test de aceptabilidad al objeto de evaluar la competencia lingüística de los hablantes, así como sus actitudes ante los fenómenos interferenciales. Tal cuestionario introduce, lógicamente, un mayor nivel de formalidad en relación al contexto anterior. De los tres métodos elegidos al comienzo de la investigación, el segundo se reveló casi inservible para nuestra investigación, lo que nos obligó finalmente a modificarlo en un sentido que más adelante explicaremos. Los otros dos no ofrecieron excesivos problemas, por lo que decidimos utilizarlos en el trabajo de campo definitivo. Explicamos a continuación la forma y sentido de éstos últimos. 6.1.1. El test de aceptabilidad.Por su parte, el llamado test de aceptabilidad nos permitirá conocer la evaluación de los hablantes hacia la interferencia lingüística en el español de esta comunidad de habla. Dicha técnica consiste en solicitar a los hablantes que juzguen acerca de la aceptabilidad de algunos fenómenos lingüísticos que aparecen en el interior de una serie de oraciones (Mackey 1976) (v. Apéndice 1). Asimismo, esperamos obtener otras informaciones relevantes, como la integración en el sistema de los distintos rasgos interferenciales o las perspectivas de "éxito" o "fracaso" en la extensión social de otros. Por último, pensamos que la comparación entre los datos del test de aceptabilidad y los obtenidos en una prueba de menor formalidad, nos ayudará a determinar el grado de inseguridad lingüística (vid.López Morales 1979; 16572) de los hablantes. Sin embargo, y como se ha comentado en alguna ocasión (Quirk y Svartvik 1966; López Morales 1979), la aplicación de un test como éste no se halla tampoco exenta de dificultades, problemas que se derivan, principalmente, de las reacciones imprevisibles de los informantes. Aunque dicho cuestionario debe ser redactado con sumo cuidado, de manera que en cada frase se centre la atención sobre el fenómeno lingüístico en cuestión, impidiendo de esta forma que la atención se desvíe hacia otros elementos del texto, las respuestas de algunos hablantes no se atienen siempre a las "reglas del juego". Sobre todo en los niveles socioculturales más bajos o entre los grupos generacionales más adultos , la evaluación subjetiva se desvía con cierta frecuencia hacia el contenido de la oración y no hacia la forma. En otras ocasiones, la falta de interés o simplemente el cansancio, hacen que las respuestas se inclinen sospechosamente en uno u otro sentido. Huelga advertir que en tales casos los datos

obtenidos se excluyeron del análisis posterior. Otro inconveniente es la escasa capacidad de algunos hablantes para leer o comprender las frases que tienen delante. En tales ocasiones, sin embargo, cabe la posibilidad de presentar las construcciones en forma oral, técnica que nos ha ayudado frecuentemente a resolver el problema cuando se ha presentado. Una última dificultad estriba en la correcta interpretación de los datos, pues el test de aceptabilidad puede dar cuenta tanto de la competencia lingüística de los informantes, es decir, del conocimiento mejor o peor de la norma estándar del español, como de las actitudes de éstos hacia los hábitos lingüísticos de la comunidad. A pesar de estas dificultades, el test de aceptabilidad ha sido finalmente un instrumento eficaz para la realización de la investigación empírica, pues nos ha aportado numerosas pruebas acerca de la estratificación social del lenguaje, así como sobre la vitalidad de algunas interferencias gramaticales en el habla de los valencianos.

6.1.2. El test de interferencias.De los métodos de entrevista ensayados en la tradición sociolingüística, elegimos en un principio el de la llamada conversación dirigida (Fontanella 1979), es decir, la presencia en la entrevista de una serie de temas, iguales para todos los hablantes, y en torno a los cuales se establece una breve charla entre el investigador y el informante; charla que solicitábamos fuera grabada, para facilitar posteriormente su estudio. La primera dificultad importante surgió precisamente a la hora de grabar las conversaciones. Algunas personas, muy suspicaces, se negaban a continuar la entrevista cuando les indicábamos que deseábamos grabarla. Otros no respondían negativamente, pero el contexto comunicativo cambiaba radicalmente a partir de ese momento, lo que se traducía casi siempre en una considerable inhibición. Estos problemas podrían haber sido corregidos de alguna manera, tal como se ha advertido en algunos trabajos (cf. Goffman 1971; Sacks et. al. 1974; Schegloff 1980; Dore y McDermott 1982), y tal vez podríamos haber continuado con la práctica de este modelo de entrevista, pero la presencia de otra dificultad de más envergadura nos lo impidió. Como es sabido, la técnica de la entrevista ha sido aplicada sobre todo en los estudios sobre el nivel fónico, pues la recurrencia en el discurso de los fenómenos pertenecientes a este nivel es considerable, y más todavía cuando no son muchos los rasgos que se analizan (Cedergren 1983). En estas circunstancias, una conversación de quince o veinte minutos ofrece con mucha probabilidad material lingüístico suficiente como para que dicha inversión de tiempo sea provechosa: Ahora bien, en otros niveles del análisis, como el sintáctico, la recurrencia de las formas y construcciones gramaticales es mucho

menor, lo que dificulta considerablemente su estudio, mostrando de paso la mayor inadecuación de la técnica de la entrevista. Como ya hemos subrayado en otro lugar, es ésta, probablemente, una de las principales razones por las que la variación gramatical se ha visto especialmente desatendida en el conjunto de la investigación sociolingüística: El requisito de la frecuencia elimina también muchas construcciones sintácticas, ya que aquellas que se sabe que varían, puede que ocurran tan sólo unas pocas veces al día (¡o a la semana!) en el habla de una persona. (Hudson, 1981: 154) En vista de esta situación, optamos por sustituir la técnica de la conversación grabada por otra que nos suministrara con mayor garantía el material lingüístico suficiente como para que la investigación pudiera ser llevada a cabo. El procedimiento seguido fue la creación de lo que hemos denominado test de interferencias:, un cuestionario compuesto por una serie de estímulos conversacionales a los que deben responder los informantes. En dicho test, el entrevistador expone al informante una situación de la vida cotidiana en la que, sin embargo, queda algo por resolver. Esta circunstancia exige una respuesta rápida del hablante, respuesta en la que, con casi toda seguridad, aparecerán algunas de las variables lingüísticas que nos interesan.

6.1.4. El contacto con los hablantes.Como se ha advertido alguna vez, uno de los factores más importantes para el éxito de la investigación sociolingüística es, sin duda, la relación entre el investigador y los informantes (cf. Lewis et al. 1968; Blom y Gumperz 1972; Labov 1972; Mitchell-Kernan 1972). Algunos estudios, incluso, han venido a poner de relieve los diferentes resultados que pueden obtenerse en una misma comunidad de habla a partir de contextos pragmáticos diferentes (Poplack 1982; Wald 1980). En nuestro caso, el desconocimiento de las gentes de Campanar era total, lo que indudablemente entrañaba una dificultad considerable para la obtención de la muestra de informantes necesaria. Gómez Molina (1986; 64), en su trabajo sobre las interferencias en el habla de Sagunto (Valencia), ha indicado que cuando empezó el período de entrevistas la mayoría de la gente se negaba a ser entrevistada. Esta circunstancia le obligó a buscar el auxilio de sus alumnos de instituto, una inteligente estrategia que le permitió introducirse finalmente en muchos hogares saguntinos. Por otro lado, este investigador conocía muy bien dicha localidad, factor que también favoreció la obtención de una muestra de población muy amplia.

La necesidad de que el investigador se integre de alguna manera en la comunidad objeto de estudio para poder así observar a los individuos en su medio más natural, se ha venido advirtiendo a menudo como una de las formas más adecuadas para vencer los inconvenientes de la "paradoja del observador" (Saville-Troike 1982). El conocimiento de las relaciones sociales entre los individuos que componen los diferentes grupos primarios de la comunidad (familias, asociaciones de vecinos, parroquias, etc), constituye también un excelente medio para estrechar las distancias entre los interlocutores que se dan cita en el proceso de la investigación. A este respecto, Blom y Gumperz (1972; 426-7) han escrito: Methodologically, sel-recruitment of groups is important for two reasons. It ensures that groups are defined by locally recognized relationships and enables the investigator to predict the norms relevant to their interaction. Furthermore, the fact that participant have pre-existing obligations towards each other means that, given the situation, they are likely to respond to such obligations in spite of the presence of strangers. Our tape recording and our visual observations give clear evidence that this in fact was occurred.

Estos requisitos metodológicos nos impulsaron a la búsqueda de algunos residentes de Campanar que nos ayudaran a entablar relaciones con otras personas del mismo distrito. Labov (1968) ha destacado la utilidad de ciertos individuos que actúan como líderes en sus respectivos grupos y que se manifiestan como unos buenos comunicadores, capaces de limar los recelos del informante hacia el entrevistador. En nuestro caso, decidimos visitar el centro de Bachillerato de Campanar, con el objeto de explicar a profesores y alumnos preferentemente de los cursos superiores, 3º de B.U.P y C.O.U.- la finalidad del estudio y nuestro agradecimiento en el caso de que sirvieran como intermediarios para la localización de informantes dispuestos a colaborar en el trabajo de campo.

6.2.1. Aspectos informáticos.Tras la finalización del período de entrevistas, comenzamos la tabulación de los resultados. Para ello elaboramos unas hojas en las que aparecían por un lado las respuestas al cuestionario sociolingüístico, y por otro las frecuencias de cada fenómeno interferencial en los diferentes niveles de formalidad: a) test de interferencias (registro menos formal). b) test de aceptabilidad (registro más formal).

Las frecuencias absolutas iniciales de cada grupo o subgrupo sociológico fueron transformadas en frecuencias relativas, lo que nos permitió el acceso directo al modelo estadístico univariante, y a partir de ahí, a la confección de la matriz de datos necesaria para la fase del análisis multivariante. La codificación empleada en el proceso informático es la que quedó expuesta en los capítulos dedicados a la descripción de las variables lingüísticas y sociológicas (cap. IV y V).

6.2.2. Aspectos estadísticos.A la recogida de datos le sigue su representación. Esta consiste en presentarlos, clasificarlos y ordenarlos a fin de que suministren algún conocimiento del fenómeno o proceso estadístico en estudio. Las formas de representación de datos son fundamentalmente tres: 1) Estadísticas numéricas o tablas estadísticas. 2) Estadísticas gráficas. 3) Reducción de datos. Habiendo presentado ya el primer estadio en el epígrafe anterior y advirtiendo que en el desarrollo de los capítulos dedicados al análisis de las interferencias y al test sociolingüístico nos serviremos de gráficos que permitan una representación más clara de la variación, nos corresponde ahora presentar brevemente los diferentes modelos de análisis estadístico que nos llevarán a la reducción de los datos.

6.2.2.1. Análisis univariante.El análisis estadístico de los datos correspondientes a una sola variable permite evaluar en una primera aproximación el comportamiento de los diferentes grupos sociológicos en relación con los fenómenos interferenciales estudiados. Las principales medidas de cualquier análisis univariante son de dos tipos:

A) Tendencia central: se trata de averiguar el valor central en torno al cual se encuentran los valores de la variable estadística con arreglo a un cierto criterio de equilibrio para las frecuencias. De las medidas de tendencia central existentes nos serviremos aquí de la media aritmética ponderada, dada la diferente composición numérica de los grupos y subgrupos sociológicos. B) Dispersión: consiste esta medida en la mayor o menor agrupación de los valores de la variable y sus frecuencias en torno al valor central. De esta manera podremos comprobar qué variables, ya sean sociológicas o lingüísticas, hacen el comportamiento de los distintos grupos más heterogéneo y cuáles, por el contrario, son las que menor dispersión originan. En esta ocasión, haremos uso de dos de las medidas más corrientes en el estudio de la dispersión: 1. La desviación típica o "estándar", también llamada grado de dispersión, que resulta tras la obtención de la raíz cuadrada de la varianza (suma de las diferencias de los valores de la variable a la media aritmética): 2. El coeficiente de variación, parámetro muy interesante, pues representa una medida de dispersión independiente de la unidad que se utilice.

6.2.2.2. Análisis bivariante.A modo de complemento del modelo univariante, el modelo bivariante nos proporciona: A) Coeficientes que señalan el grado y la forma de asociación entre dos variables. En nuestro caso estudiaremos la correlación de cada una de las variables con las demás, a través del llamado coeficiente de correlación de Pearson (r). B) Los test estadísticos de hipótesis indican la significación existente en la relación entre una variable independiente y otra dependiente. En este trabajo investigaremos la significación entre los pares de medias según los valores del estadístico "t" (test de la T de Student), válido para grupos con menos de 30 observaciones. Con ello pretendemos comprobar si las distancias reales entre los agrupamientos que se han realizado resultan significativas o más bien son atribuibles al azar.

6.2.2.3. Análisis multivariante.Las ciencias sociales han utilizado durante años los métodos clásicos de estadística descriptiva. Sin embargo, su uso se ha revelado incompleto dada la complejidad y el elevado número de factores que es preciso considerar en cada caso de forma conjunta. Por ello, las técnicas clásicas que estudian cada variable por separado son estudios parciales y, en muchos casos, pueden llegar a conclusiones erróneas al no considerar los efectos conjuntos. Los modelos multivariantes se pueden definir como un conjunto de métodos estadísticos que analizan de forma simultánea dos o más variables observadas (Abascal y Grande 1989; 7). A partir de esta definición se puede deducir que permitirán una "visión de conjunto" de los fenómenos, desentrañando la compleja interacción de factores que se dan cita en la realidad sociolingüística, y en este sentido, constituyen un avance frente a los estudios clásicos univariantes o bivariantes (Azurmendi 1982). De las diversas técnicas existentes en el seno del modelo multivariante, nos interesan, por un lado, aquéllas que tratan de explicar unas variables en función de otras. Por ello, en nuestro trabajo vamos a dar cuenta de dos parámetros estadísticos como son: A) La correlación múltiple, que estudia la relación de cada una de las variables con todas las demás. B) El análisis de regresión lineal múltiple, cuyo objeto es estudiar la relación existente entre una variable dependiente -llamada criterio- y una serie de variables independientes o predictoras. Se utiliza, pues, para cuantificar la relación entre variables cuando el valor de una de ellas (la dependiente) es afectado por los cambios en los valores de las demás. Finalmente, hemos recurrido a un modelo estadístico especialmente útil para condensar la información en un número reducido de nuevas variables, no observables directamente, pero que explican el máximo de variabilidad entre los datos primitivos. Entre los métodos más conocidos de este modelo y dado su elevado valor explicativo, nos inclinamos al final por: C) el análisis factorial de correspondencias, especialmente diseñado para analizar tablas de frecuencias, como las que aquí se van a manejar.

Para facilitar la interpretación de estos modelos matemáticos relativamente complejos, adjuntaremos llegado el momento las explicaciones oportunas sobre sus fundamentos. Asimismo, y en el caso concreto del análisis factorial, incluiremos las tablas y planos correspondientes para que el lector pueda seguir de una forma más gráfica el procedimiento analítico8.

El entronque de la sociolingüística con las ciencias sociales obliga a la primera al empleo de determinados modelos de investigación como los descritos en páginas anteriores. En este sentido, uno de los requisitos más importantes con que debe contar cualquier trabajo serio es, sin duda, la selección de una muestra suficientemente representativa de la comunidad analizada (D. Sankoff y G. Sankoff 1973. Trudgill 1974). En relación con la representatividad de las muestras, ya Labov (1972) señaló que a la sociolingüística le interesaba más el aspecto cualitativo de las mismas que trabajar con gran número de informantes. Ésta es, quizá, una de las razones principales por las que, generalmente, el número de informantes elegidos en la mayoría de los trabajos empíricos ha sido bastante limitado, lo que ha suscitado algunas críticas por parte de los sociólogos, principalmente, quienes niegan valor objetivo a los resultados obtenidos. A nuestro juicio, la sociolingüística debe poner el mayor cuidado en la afinación de las condiciones de observación y en las técnicas de recogida de datos y, por ello, la exigencia de una representatividad suficiente es imperiosa (vid. Moreno 1990). En este sentido, coincidimos con quienes manifiestan que todo trabajo debería respetar en lo posible los dos requisitos de cualquier muestreo (v. gr. Gómez Molina 1986; 11-12): a) Exhaustividad, es decir, que la muestra contenga a individuos que representen a todas las características de la población.

8El

procesamiento informático de los datos fue realizado en ordenador personal mediante la aplicación de los siguientes programas: 1) El análisis univariante así como los gráficos correspondientes fueron elaborados mediante la Hoja de Cálculo LOTUS 1-2-3. 2) Para hallar los coeficientes de correlación simple y múltiple, las regresiones y los análisis factoriales adaptamos a nuestras necesidades el programa informático titulado "Métodos multivariantes para la investigación comercial" de Abascal y Grande (1989). 3).Por último, el test de probabilidad para la comparación de medias según el modelo estadístico t de Student se confeccionó a partir de los programas en Basic incluidos en el manual de Poole (1983) Algunos programas de uso común en Basic.

b) Representatividad; una muestra es representativa cuando comprende un número proporcional al total que constituye la población (Sierra 1985; 129-30). De los sistemas de muestreo utilizados en la investigación social (vid. Cochran 1971), hemos elegido aquéllos que mejor podían adaptarse a las características de nuestro trabajo. En un principio excluimos el llamado muestreo al azar (Lazerswitz 1968; 279), pues, a pesar de las ventajas que ofrece su carácter aleatorio, presenta numerosos problemas, como el propio Labov (1966; 201) advirtió en su estudio sobre el inglés de Nueva York Mi propia tentativa de muestreo al azar consistió en elegir uno de cada diez edificios en una manzana, y uno de cada siete apartamentos en el edificio. Este método parecía estar exento de prejuicios, pero no me permitía escoger mis informantes al azar dentro de cada familia, ni tampoco predecir la extensión del área que podría cubrir con los recursos a mi disposición. Aún más, ningún método de este tipo podría discriminar entre hablantes nativos y hablantes de otras lenguas, por lo que muchos esfuerzos se desperdiciarían en visitas inútiles a estos últimos. A la vista de semejantes dificultades, y puesto que la muestra debía contener representantes de todas las variables sociológicas incluidas en la investigación, optamos por un sistema mixto en el que se mezclaban elementos del modelo censal y del llamado muestreo estratificado por cuotas. El primero fue utilizado por Gómez Molina (1984) en su estudio sobre el habla de Sagunto, donde distribuyó a la población entrevistada por distritos municipales. Sin embargo, las posibilidades de hacer lo mismo en nuestro caso fueron nulas, pues el Ayuntamiento de Valencia se negó a proporcionarnos ninguna relación del censo, en aplicación de una reciente ley por la que este tipo de información se consideraba privada. Los únicos datos que poseíamos eran los relativos a los últimos censos municipales de la ciudad (1981 y 1986), en los que había algunas referencias al distrito de Campanar9

9Ahora

bien, no todos esos indicadores correspondían a las características de nuestra investigación. Por ejemplo, la población joven del distrito de Campanar representaba a un porcentaje amplio del conjunto, pero en nuestro caso, el grupo que catalogamos como JOVEN sólo abarca desde los 15 a los 25 años, intervalo para que carecemos de datos concretos. Otro caso especialmente problemático fue el de la escala socioeconómica, pues el censo no ofrecía una estratificación de la comunidad en este sentido, salvo una serie de indicadores sobre el tipo de ocupación, el número de viviendas, el censo de vehículos, etc. Como ya se dijo en el apartado dedicado a las variables sociológicas, dicha división debió hacerse artificialmente, de acuerdo con los índices combinados de algunos de esos parámetros. Por último, hubo variables - las de la adscripción lingüística de los hablantes- cuya representatividad con respecto a la población global no se respetó, pues eran precisamente las que más interesaban para el estudio de las causas de la interferencia; lo cual significa que se procuró obtener un número aproximadamente similar de individuos pertenecientes a cada uno de los grupos establecidos (bilingües con una lengua como más habitual, monolingües, etc).

Por su parte, el sistema de muestreo estratificado por cuotas consiste en establecer de antemano las categorías sociales y el número de individuos que se desea incluir en el estudio (Mayntz 1969; 108). En la mayoría de los casos, el investigador elige a los hablantes necesarios para llenar cada subgrupo en forma numéricamente equilibrada, si bien la cantidad óptima de individuos por casilla ha sido objeto de polémica. Este fue, por ejemplo, el modelo de muestreo utilizado por Lavandera (1975) en un trabajo sobre el habla de Buenos Aires. La investigadora argentina justificaba allí este diseño señalando que, si el objeto del investigador no es descubrir la frecuencia general de un hecho lingüístico en una comunidad, sino más bien establecer la correlación existente entre la variación y las características extralingüísticas de la población, la muestra no necesita incluir un número proporcional al total de individuos en cada categoría social, sino, más bien, un número equilibrado en cada una de ellas. Como nuestro objetivo es también conocer la extensión y la vitalidad de las diferentes interferencias en el conjunto de la comunidad, nos ha parecido conveniente combinar las características de este modelo con las del muestreo censal expuestas anteriormente. Así, el procedimiento que se siguió fue el siguiente: - Primeramente, se establecieron los grupos según las variables empleadas, intentando que el número se aproximara lo más posible a la propia estructura de la población de Campanar. - En aquellos casos en que un grupo determinado no representaba en el censo de la población un porcentaje suficiente como para que sus datos resultaran representativos (ancianos, hablantes con estudios superiores, grupo socioeconómico alto...), introdujimos en la muestra un pequeño grado de corrección, aumentando la cifra de informantes hasta un nivel que resultara más satisfactorio. - Una vez delimitado el número aproximado de integrantes de cada grupo, comenzamos las entrevistas, a la vez que anotábamos las características sociológicas de los individuos y su reparto por cada una de las celdas. - Al comienzo, lógicamente, no hubo problemas porque casi todos los informantes eran válidos. Sin embargo, a medida que fue transcurriendo el período de entrevistas, las necesidades de afinación fueron haciéndose más acuciantes. De esta manera, si algún individuo reunía determinados caracteres que sobrepasaban el número estipulado para cada celda, era suprimido de la muestra. El cuadro que presentamos seguidamente, ofrece la composición definitiva de la muestra en sus diferentes grupos.

VII. ANALISIS ESTADISTICO DE LOS FENOMENOS GRAMATICALES.-

Auxiliados por la ciencia estadística, nos proponemos evaluar en este capítulo la vitalidad y la extensión social de los rasgos lingüísticos de carácter interferencial seleccionados. Sólo tras esta fase, estaremos en condiciones de inferir en qué estadio (interferencia/integración) del proceso de hibridación lingüística se encuentran estas variables gramaticales que representan la influencia del catalán sobre el castellano de nuestra comunidad de habla. En las páginas siguientes presentamos los datos estadísticos, y las conclusiones que de ellos se derivan, correspondientes a las distintas secciones en que hemos estructurado el análisis sociolingüístico de las interferencias. Como se recordará, y siguiendo una metodología laboviana, la necesidad de introducir diferentes rangos de formalidad en la investigación de las variables lingüísticas nos hizo dividir el trabajo en las siguientes pruebas: A) Test de interferencias, en el que los informantes responden con diversas variantes de un mismo fenómeno lingüístico ante los estímulos que se les presentan. Se trata del registro más informal de los aquí tratados, por lo que sus resultados serán los que consideremos más próximos al habla oral espontánea. B) Test de aceptabilidad, que mide la actitud de los hablantes ante esas mismas variables y por lo tanto introduce un grado de formalidad mayor con respecto al test de interferencias. En este caso, ya no se trata de lo que los hablantes "dicen", sino de lo que "piensan" a propósito de una serie de rasgos peculiares del habla valenciana. Precisamente a partir de esta discrepancia entre la realización en el habla y la actitud demostrada, hemos incluido una tercera sección en el trabajo, que denominamos:

c) Test o prueba de inseguridad lingüística, cuyos datos nos permitirán comprobar si la sociedad en su conjunto, y en sus diferentes grupos, varía mucho en su comportamiento con respecto a las interferencias. De acuerdo con los métodos estadísticos empleados, el proceso que se seguirá de aquí en adelante obedece a la siguiente estructura: 1) Análisis estadístico univariante (comparación de frecuencias, media, desviación estándar y coeficiente de variación) y bivariante (coeficiente de correlación y test t para la comparación de medias) de las variables lingüísticas y sociológicas incluidas en la monografía. Estos parámetros permiten un primer acercamiento a la covariación sociolingüística, a la vez que sirven de base para un acercamiento más preciso mediante los modelos multivariantes. Dichos análisis serán aplicados por separado a los test anteriormente descritos, si bien en la prueba de inseguridad lingüística sólo nos ocupamos de la comparación de frecuencias y medias de los distintos grupos sociales. 2) Análisis multivariante (regresión y correlación múltiple; análisis factorial) de los datos correspondientes a los test de interferencia y aceptabilidad. Comenzamos este capítulo con la interpretación estadística del test de interferencias, según el modelo que acabamos de describir

7.1. TEST DE INTERFERENCIAS.Tabla 1: Frecuencias relativas (var. lingüísticas/var. sociales). 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32

A B Grupos Inte1

C Inte2

D Inte3

E Inte4

F Inte5

G Inte6

H Inte7

I Inte8

J Inte9

K Inte

Hom Muj

60,00 61,53

56,43 60,00

42,72 34,09

36,17 35,16

46,53 59,14

44,94 46,34

53,00 51.13

11,11 9,63

25,25 30,43

16,8 21,9

Jov Mad Adl Anc

60,00 55,55 58,33 83,33

63,46 52,11 55,31 75,00

30,76 41,66 50,00 16,66

40,00 30,00 31,34 22,22

46,21 51,35 54,34 70,00

41,84 44,44 46,80 55,55

35.18 64.17 52.94 55.55

0,00 10,60 11,62 37,50

10,00 29,73 40,81 30,00

8,00 11,4 27,7 50,0

E.PrI E.PrC E.Sec E.Sup

77,77 62,50 60,97 26,66

70,45 67,12 50,00 25,00

28,00 51,35 47,72 13,33

29,54 54,93 29,26 10,00

74,00 61,64 29,26 26,66

62,75 66,66 34,21 35,71

62.22 62.31 43.92 26.66

28,20 2,98 7,50 7,40

37,50 27,39 22,22 20,69

38,0 21,6 4,87 0,00

VAL 67,67 PVC 84,21 RESTO 27,45

70,21 66,66 32,14

47,91 23,25 35,59

45,74 11,11 34,54

53,12 55,12 50,00

48,19 62,85 30,18

58.94 63.15 33.33

14,11 9,09 5,45

33,33 50,00 3,38

31,2 15,7 1,72

BilngC 62,96 BilngV 82,09 MonolgC 35,25

53,70 81,96 40,84

40,00 43,07 34,61

25,49 36,66 41,88

58,49 57,35 43,83

60,00 55,19 27,94

35.71 84.61 34.78

13,72 22,80 0,00

26,81 57,81 2,66

3,57 53,8 0,00

45,69 83,33

36,27 79,68

38,09 40,27

35,24 37,07

45,60 65,21

38,31 57,81

39.83 74.62

7,01 16,94

13,71 45,67

3,96 48,4

C.Baj 69,81 C.M ed 62,76 C.Alt 40,47

65,68 61,29 43,59

36,66 45,91 25,00

33,33 44,44 19,51

62,06 59,14 25,58

50,00 44,18 43,24

74.07 50,00 28.57

20,00 6,89 5,55

33,33 31,57 10,00

35,4 14,1 7,31

37,50 28,12

26,92 45,16

29,16 38,70

58,33 40,00

47,61 22,22

29.16 38.7

0,00 10,71

0,00 6,66

3,84 0,00

cast vale nc

a1980 1980-

16,66 27,58

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32

L M Grupos Inte11

N Inte12

O Inte13

P Inte14

Q Inte15

R Inte16

S

T U V Media grupos Desv. TipC. Gru V

Hom Muj

11,88 3,33

68,31 76,19

75,51 85,71

29,07 39,39

41,48 32,60

70.69 62.62

43,16 44,33

20,43 22,80

0,47 0,51

Jov Mad Adl Anc

0,00 2,81 13,72 30,00

58,49 76,47 77,27 80,00

77,55 80,88 78,26 89,47

23,07 34,24 24,49 70,00

20,48 38,02 41,66 66,66

50.76 77.33 70,37 71,42

35,39 43,80 45,94 56,46

23,69 23,93 20,43 23,04

0,67 0,55 0,44 0,41

E.PrI E.PrC E.Sec E.Sup

15,21 8,33 2,38 3,22

73,91 79,10 66,66 57,14

86,86 79,59 71,79 68,96

54,16 36,98 13,95

45,45 30,88 31,81 46,42

87,75 72,15 56,60 41,17

54,47 49,09 35,82 26,40

23,13 24,54 22,68 19,69

0,42 0,50 0,62 0,74

VAL 11,82 PVC 9,75 RESTO 0,00

85,05 74,35 50,84

93,40 85,36 52,00

37,89 40,00 18,64

39,56 40,00 30,90

69,09 69,76 61,29

50,48 47,52 29,22

22,99 26,88 19,15

0,46 0,57 0,66

BilngC 1,72 BilngV 21,21 MonolgC 0,00

62,96 96,82 55,07

81,48 93,93 64,51

21,81 48,48 26,02

40,74 44,44 28,57

78,12 73,97 51,28

41,67 59,63 30,49

24,95 24,65 20,14

0,60 0,42 0,67

0,84 19,71

64,10 84,05

72,97 91,45

24,00 47,82

34,45 41,79

61,15 77,63

35,08 56,98

21,18 23,27

0,60 0,41

C.Baj 15,21 C.M ed 6,74 C.Alt 0,00

82,14 70,11 61,90

85,45 84,88 63,41

50,00 32,29 9,52

39,28 34,85 39,02

83,87 64,76 50,00

52,26 44,62 29,62

22,90 22,70 20,11

0,44 0,51 0,68

72,72 26,66

70,83 34,61

18,51 18,75

34,78 30,00

85,18 39,39

33,33 25,45

26,54 14,10

0,80 0,55

cast vale nc

a1980 1980-

0,00 0,00

7.1.1.1. Variables lingüísticas.1º La media global en la producción de los fenómenos de interferencia y convergencia gramaticales considerados en esta primera sección del trabajo estadístico puede calificarse de notoria, y más todavía si consideramos que la investigación se ha centrado en un distrito urbano con un fuerte contingente inmigratorio, en donde, por consiguiente, la influencia de otros normas de uso distintas a la valenciana deben de tener un peso importante. 2º Sin embargo, tanto la desviación estándar como el coeficiente de variación muestran la existencia de notables discrepancias entre el conjunto de los grupos sociales, por lo que a la realización de las diferentes variables lingüísticas se refiere. Si acudimos nuevamente a las tablas y gráficos adjuntos, comprobaremos que, efectivamente, existe un vivo contraste entre algunos fenómenos gramaticales cuya realización no normativa es utilizada por la mayor parte de la población -INTE1, INTE2, INTE12, INTE13, INTE16...-, y otros cuya extensión social es, en términos generales, mucho menor. La distancia entre el valor máximo, correspondiente a la variable INTE13 (80,21) y el valor mínimo de la interferencia INTE11 (8.52) es un dato elocuente que confirma esa heterogeneidad en la vitalidad de los distintos fenómenos lingüísticos estudiados. 3º Si pasamos ahora a un análisis más detallado de la tabla de frecuencias, comprobaremos que el mayor o menor alejamiento de la norma culta del español guarda una estrecha relación con la proximidad estructural de las lenguas en contacto. En efecto, si observamos dicha tabla con detenimiento, veremos que los porcentajes mayores corresponden a aquellos casos de interferencia o convergencia gramaticales que han visto facilitada su extensión social por la existencia de posibilidades estructurales similares en la lengua receptora, en este caso el castellano. Por el contrario, los fenómenos con un menor índice de aceptación social son aquéllos que responden a rasgos idiosincrásicos del catalán, sin correlato, pues, en aquella lengua (figura 1.1).

Inte16

Inte15

Inte14

Inte13

Inte12

Inte11

Inte10

Inte9

Inte8

Inte7

Inte6

Inte5

Inte4

Inte3

Inte2

80 70 60 50 40 30 20 10 0

Inte1

porcentajes

Figura 1.1 (medias )

var. lingüís ticas

Pensemos, por ejemplo, en hechos tan habituales como la expresión de la impersonalidad sintáctica o semántica- con el verbo "hacer" (INTE12 e INTE13), que en nuestro estudio arroja los mayores niveles de vitalidad social. No cabe duda de que frases como: ¡Qué olor hace! o ¿Qué hacen esta noche en televisión? suponen una traducción literal de idénticas expresiones catalanas. En esta lengua, "fer" es un verbo con muchos valores, entre los que se incluye la impersonalidad, pero también el castellano cuenta con múltiples usos de este tipo, como ya se explicó más arriba. Algo parecido podemos afirmar a propósito de la falsa concordancia entre el objeto directo y el verbo "haber" (INTE1 e INTE2) o de la reducción a sintagma nominal de una frase temporal, que en el español estándar va precedida por la locución "desde hace..." (INTE16). En el primer caso, las denuncias normativistas pueden hallarse en las gramáticas de ambas lenguas, si bien la gran extensión social de este fenómeno en las regiones de habla catalana, confirmada totalmente en esta investigación, puede deberse a la influencia de hábitos idénticos en el habla valenciana. En el segundo caso, asimismo, no hay más que recordar que muchos complementos temporales en el español general se reducen también a sintagmas nominales ("estuvimos el sábado en la playa"). La confusión "bajo" por "abajo", o la inclusión de un "qué" expletivo al comienzo de las oraciones interrogativas directas --fenómenos también de una gran vitalidad en el conjunto de la sociedad- encuentran también una explicación en este contexto. Para la

primera, conviene recordar no sólo la similitud fonética entre las dos formas en español, sino también su proximidad semántica. Y por lo que a las interrogativas se refiere, no olvidemos que el español se caracteriza por la gran cantidad de usos expletivos de "que", entre los que se encuentra también el énfasis en determinadas oraciones de este tipo ("¿Es que no te vas a callar?"). Como resumen podemos concluir que, siempre que la proximidad estructural entre las dos lenguas no se vea perturbada por otros factores, la extensión social de la interferencia es considerable.en nuestra comunidad de habla En el extremo opuesto nos encontramos con aquellas variables lingüísticas que representan a interferencias de rasgos gramaticales idiosincrásicos de la lengua catalana, sin correlato en la estructura del español. En todos estos casos -confusión de preposiciones, uso de la partícula "de" con valor partitivo-, el porcentaje global es considerablemente menor, situándose siempre por debajo del 30 %. Sólo la variable INTE9 ("a" por "en") se acerca algo a esta cifra, por lo que cabe hablar de un grado de extensión social "bajo" y, en cualquier caso, notablemente superior al del resto, que calificaríamos de "reducido" -v. gr. INTE8 E INTE10- o "muy reducido" -INTE11-. 4º La desviación estándar de las variables con respecto a la media no ofrece cifras elevadas. Sólo cinco de ellas superan el 15 %, situándose el resto en torno al 10 %. No obstante, si completamos este parámetro con el coeficiente de variación (figura 1.2), para comprobar el grado de homogeneidad de los grupos sociales en la realización de los fenómenos lingüísticos, obtenemos unos datos significativos. En efecto, parece existir una correlación relativamente elevada entre las medias analizadas en el párrafo anterior y el índice de homogeneidad de la población: mientras las variables más extendidas socialmente hacen a su vez más homogéneo el comportamiento del conjunto de la sociedad, aquéllas que se encuentran en el otro extremo de la tabla ofrecen coeficientes notablemente más elevados, es decir, hacen muy heterogéneo el comportamiento de los grupos sociolingüísticos.

Figura 1.2 (dispe rsión) 1

porcentajes

0,8 0,6 0,4 0,2

Inte16

Inte15

Inte14

Inte13

Inte12

Inte11

Inte10

Inte9

Inte8

Inte7

Inte6

Inte5

Inte4

Inte3

Inte2

Inte1

0

var. lingüís ticas

Existe, en definitiva, cierta unanimidad en la jerarquía social de determinados rasgos interferenciales poco conflictivos estructuralmente, pero no ocurre así con aquellos otros que se interpretan como claramente ajenos a la norma del castellano. Hay algunos casos, sin embargo, en los que la proximidad estructural de las dos lenguas no se refleja en una extensión social tan elevada. Es lo que hemos observado, por ejemplo, en la falsa concordancia con el verbo "hacer" en oraciones impersonales (INTE3 e INTE4), fenómeno paralelo al ya comentado anteriormente, pero cuyos índices generales han resultado notablemente inferiores. A nuestro juicio, sin embargo, existen dos factores de orden estructural que pueden contribuir a explicar tal diferencia. En primer término, el tipo de frases que pueden provocar la concordancia mencionada es mucho menos habitual en el habla que las impersonales con "haber". Si a esto unimos el hecho de que la impersonalidad sintáctica con "hacer" aparece en muchos contextos con el verbo en tercera persona del singular Hace cinco días que.... Hace frío, calor....... podremos entender quizá mejor este hecho. Parece, pues, que la extensión social de este fenómeno, que cuenta con unos índices apreciables pero sin parangón con los de las variables INTE1 e INTE2 (habían...), puede deberse a la aplicación de una solución analógica a la observada en la impersonalidad con "haber", sin que la influencia del catalán resulte aquí determinante.

Por último, los dos casos de género ambiguo estudiados ofrecen una vitalidad parecida, si bien presentan algunas diferencias significativas. El femenino de "calor" (INTE14) aparece asociado en nuestra comunidad a los grupos sociales más bajos. Lo ocurrido con la variable INTE15 ("la olor") es, sin embargo, mucho más curioso, pues junto a una moderada extensión social del fenómeno -por debajo de la media global-, nos encontramos con que algunos de los grupos más elevados socialmente tienen contribuciones relativamente altas al mismo. Asimismo, hay que destacar la dispersión considerablemente menor con respecto a INTE14 que esta variable provoca en la sociedad, algo para lo que no encontramos una explicación lógica.

7.1.1.2. Variables sociológicas.1º Los porcentajes medios más elevados en la realización de interferencias corresponden a los grupos sociolingüísticos (Figura 1.3): - ANCIANOS - P. INCOMPLETOS - C. BAJA - B. VALENCIANO - MATERNA VALENCIANO - VALENCIA.

Figura 1.3 (me dias grupos) 60,00

40,00 30,00 20,00

C.Baj C.Med C.Alt

cast valenc

BilngC BilngV MonolgC

VAL PVC RESTO

Jov Mad Adl Anc

0,00

E.PrI E.PrC E.Sec E.Sup

10,00

Hom Muj

porcentajes

50,00

Las características de algunos de estos grupos parecen confirmar el carácter netamente autóctono de los fenómenos gramaticales aquí descritos. Por otro lado, los estratos socioculturales más bajos, así como los más ancianos, son también más proclives a este tipo de realizaciones lingüísticas que el resto. En el otro extremo, y por debajo de la media global, se inscriben los sectores de: - E. SUPERIORES - C. ALTA - E. MEDIOS - RESTO - M. CASTELLANO - JOVENES. Las distancias porcentuales entre estos grupos sociales y los del párrafo anterior son muy claras. Por un lado, los inmigrantes y los hablantes de castellano -en especial, cuando se declaran monolingües- se mantienen en unas cotas de fidelidad a la norma culta del español muy superiores a las de los grupos más valencianizados. Asimismo, el nivel generacional más joven, los hablantes con mayor grado de escolaridad y el grupo socieconómico alto muestran un mayor respeto por dicha norma, en clara contradicción con los hablantes mencionados más arriba. 2º La desviación estándar es relativamente elevada en la mayor parte de las variables sociológicas, lo que se interpreta como una apreciable heterogeneidad en la realización de los distintos fenómenos lingüísticos. Es decir, los porcentajes de alejamiento de la norma son elevados en algunos rasgos gramaticales, pero mucho más bajos en otros. El análisis de la dispersión se completa, como ya dijimos, con los datos que nos ofrece el coeficiente de variación, parámetro muy útil para conocer el grado de homogeneidad de los grupos sociolingüísticos en la realización de los rasgos gramaticales estudiados. En líneas generales, este coeficiente es elevado para el conjunto de la sociedad, pero se aprecian diferencias considerables entre algunos grupos (Figura 1.4). Así, por ejemplo, han mostrado una gran variabilidad: -RESTO. - M. CASTELLANO - MATERNA CASTELLANO - JOVEN - E. SUPERIORES - E. MEDIOS

- C. ALTA.

C.Baj C.Med C.Alt

cast valenc

BilngC BilngV MonolgC

VAL PVC RESTO

E.PrI E.PrC E.Sec E.Sup

Jov Mad Adl Anc

0,80 0,70 0,60 0,50 0,40 0,30 0,20 0,10 0,00

Hom Muj

coef. de variación

Figura 1.4 (dispe rsión grupos)

Frente a estos grupos, otros manifiestan una homogeneidad mucho mayor en su comportamiento lingüístico y se confirma en general la dicotomía que señalábamos en el primer párrafo. En efecto, los nacidos en Valencia, los bilingües con el castellano como lengua más habitual y materna, muestran una dispersión considerablemente menor que la de los grupos menos valencianizados. Parecido comportamiento observamos también entre los grupos generacionales más adultos y entre los sociocultural y económicamente más bajos. 3º Conclusiones: Se aprecian importantes diferencias entre los grupos más autóctonos -por nacimiento o, principalmente, por la lengua a la que se adscriben- y los menos valencianizados, coincidiendo en ello tanto los datos de tendencia central como los de dispersión. Asimismo, se establece una dicotomía entre el comportamiento de las escalas generacionales más jóvenes y las más adultas. Mientras ADULTOS Y ANCIANOS manifiestan un grado de interferencias notable en el habla , así como un comportamiento global más homogéneo, los JOVENES muestran un mayor respeto por la norma culta del español, pero a costa de una variabilidad general mucho más elevada. Finalmente, una interpretación similar puede hacerse con los parámetros socioculturales y económicos. Las diferencias entre los hablantes según su nivel cultural han resultado siempre muy claras, en especial si comparamos los grados más extremos. Por

último, la jerarquización de las frecuencias entre los distintos grupos socioeconómicos habla de lo mismo.

Entre las técnicas de análisis bivariante elegidas, nos ocuparemos primeramente de averiguar la correlación de cada una de las variables con cada una de las demás. Este parámetro, conocido con el nombre de coeficiente de correlación simple, establece el grado en que dos variables se encuentran relacionadas linealmente, es decir, en qué medida las variaciones de una se corresponden con las de otra. Para el análisis cualitativo y cuantitativo de r hay que tener presente que: 1) Si r>O, se dice entonces que hay correlación positiva, lo cual supone que al aumentar los valores de una variable, lo hace también la otra. Esta correlación positiva perfecta se logra cuando el coeficiente es r =1. 2) Por el contrario, si r
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