La inteligencia criminal en el Reino Unido y Canadá. 2ª. Parte.

June 24, 2017 | Autor: Jose Manuel Ugarte | Categoría: Intelligence, Intelligence and security studies, Criminal Intelligence, Criminal Intelligence Analysis
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Descripción

La inteligencia criminal en el Reino Unido y Canadá. 2ª. Parte. Por José Manuel Ugarte.1 Publicado en la Revista “Policía y Criminalística”, Editorial Policial, Buenos Aires, 2007. El Modelo Nacional de Inteligencia inglés: Hablar el mismo lenguaje, para actuar con eficacia. 1. ¿Qué es, y qué utilidad tiene, el Modelo Nacional de Inteligencia? En este segundo artículo relativo a la inteligencia criminal en el Reino Unido y Canadá –destinado a prolongarse en otros, dada la extensión y el interés del tema- habremos de ocuparnos de un aspecto fundamental de la referida actividad en el Reino Unido: el Modelo Nacional de Inteligencia. En nuestro artículo anterior, hemos destacado que la inteligencia criminal es, en realidad, tan antigua como la actividad policial, de la que forma parte, cualquiera que sea el nombre que se le asigne (inteligencia o información policial, etc. No obstante, el auge actual de la inteligencia criminal tiene lugar por la creciente percepción de que el conocimiento que el policía tiene de su barrio o del lugar en el que debe actuar, respecto de cuáles son las personas respecto de las que deberá actuar, de las capacidades y recursos con que cuenta su comisaría, precinto o destacamento para enfrentar al delito, de quiénes son y como actúan los delincuentes de su barrio o área, y el conocimiento derivado de los registros de antecedentes criminales y policiales con que cuenta la mayoría de los países, y aún la experiencia policial acumulada de los casos en que se debió intervenir, resultan hoy notoriamente insuficientes ante el auge de la delincuencia, el creciente perfeccionamiento del delito, y, muy especialmente, el auge del delito organizado y su frecuente carácter interjurisdiccional. Frente a este tipo de desafíos, es cuando se evidencian particularmente tanto la necesidad, como el valor de la inteligencia criminal. Pero aún frente a otros tipos de delitos –delitos de características reiteradas que evidencian, cuando menos, la existencia de condiciones de lugar, víctimas, victimarios, etc. que favorecen su acaecimiento, delincuentes seriales que actúan en más de una jurisdicción policial, auge de determinadas formas delictivas, se evidencia la necesidad de contar con información de todos los niveles de actuación de la seguridad pública, de todas las jurisdicciones territoriales y políticas, de todas las instituciones policiales y fuerzas de seguridad, nacionales y provinciales y de los organismos estatales vinculados a, o que cooperan con, la seguridad pública, de los órganos penitenciarios, de las causas judiciales, con una comunicación telemática en tiempo real con todos los participantes, y con los otros 1

José Manuel Ugarte es abogado y especialista en Derecho Administrativo y Administración Pública (UBA), Profesor de Derecho Administrativo de las Universidades de Buenos Aires y Católica de Santiago del Estero, Profesor de Legislación de Seguridad e Inteligencia en la Maestría de Seguridad Pública del Instituto Universitario de Policía Federal Argentina, y de Seguridad Interior de las Escuelas Superiores de Gendarmería Nacional y Prefectura Naval Argentina. Se desempeñó como Verification Officer de la Misión de Naciones Unidas en Guatemala y como consultor de Naciones Unidas y el BID. Ha sido corredactor de las leyes de Defensa Nacional y de Seguridad Interior. E-mail [email protected]

países de la subregión, y con una adecuada capacidad de análisis de dicha información, que permita encarar una eficaz acción de represión del delito. Entre las organizaciones existentes en el mundo, con particular auge en los últimos años, cabe destacar la tendencia a que dicha actividad se realice conforme a una doctrina, incluyendo normas y procedimientos, comunes tanto a un organismo de inteligencia criminal o a un organismo policial con funciones de inteligencia criminal que actúa como cabecera del sistema, como a todas las instituciones policiales, fuerzas de seguridad y organismos vinculados a la seguridad pública, vinculados con aquél. Tal doctrina, por otra parte, se caracteriza por permitir la integración de la tarea de obtención de información y elaboración de inteligencia criminal a todos los niveles del Estado: nacional, provincial o estadual –en los Estados federales- y municipal, e incluso zonal y barrial. Ello supone la conformación, dentro de las instituciones policiales, fuerzas de seguridad, y otros órganos vinculados con la seguridad pública –Aduanas, órganos de recaudación impositiva, órganos de control migratorio, Bancos Centrales, etc.- de unidades u órganos de inteligencia criminal o bien de cooperación con la tarea de inteligencia criminal, vinculados entre sí por vía telemática, en forma permanente y en tiempo real –con los correspondientes controles que aseguren la preservación de la privacidad y los derechos individuales de los habitantes. En el Reino Unido, tal tendencia llevó progresivamente y tras muy diversas experiencias, al actual accionar policial guiado por la inteligencia. Parte esencial de ello es el Modelo Nacional de Inteligencia (National Intelligence Model o NIM). Se trata de un cuerpo doctrinario común a todas las instituciones policiales británicas en materia de inteligencia criminal, e inclusive a las agencias estatales que contribuyen a la seguridad pública, que permite a tales instituciones policiales, que cuentan con órganos de inteligencia criminal, y a las agencias cooperantes, utilizar prácticas, procedimientos, un lenguaje común, y, en definitiva, integrar un verdadero Sistema de Inteligencia Criminal. Dicho Sistema elabora productos de inteligencia estandartizados, ya establecidos en el modelo. Entre sus antecedentes puede citarse la iniciativa de la Asociación de Jefes de Policía de Inglaterra y de Gales (ACPO, su sigla en inglés) formulada en 1975, en el Baumber Report 2 , de establecer una oficina de inteligencia en cada institución policial, tendiendo especialmente a enfrentar aquella criminalidad cuyo accionar era interjurisdiccional o excedía la jurisdicción de alguna de las policías locales. En 1978, la ACPO publicó un nuevo informe, denominado informe ‘Pearce’, que destacó nuevamente la necesidad de un accionar una capacidad interfuerzas e interjurisdiccional en materia de inteligencia criminal.

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Baumber Report, producido por la Subcomisión de Inteligencia Criminal de la ACPO.

La creación, en 1992, del Nacional Criminal Intelligence Service (NCIS) o Servicio Nacional de Inteligencia Criminal brindó impulso al propósito relativo a un accionar coordinado, sistemático y uniforme en materia de inteligencia criminal. En 1993 y 1994 fueron formulados los primeros modelos de inteligencia. Debió aguardarse no obstante hasta 1999, para que el Modelo Nacional de Inteligencia (NIM) británico, producido y coordinado por el NCIS, con la cooperación y participación de las instituciones policiales británicas, recogiendo todas las experiencias anteriores, apareciera en un folleto y en un CD-ROM, ambos de amplia difusión. En su desarrollo y ejecución ha tenido importancia el liderazgo técnico del Nacional Criminal Intelligence Service (NCIS) (Servicio Nacional de Inteligencia Criminal). Este organismo de inteligencia criminal británico desapareció para integrarse, junto con el National Crime Squad, (NCS) (Escuadrón Nacional contra el Delito), organismo policial de élite con funciones de carácter ejecutivo de lucha contra el delito organizado, para conformar la Serious Organised Crime Agency –SOCA-(Agencia de lucha contra el delito serio y organizado), cuya base estatutaria es la Serious Organised Crime and Police Act 2005 (Ley sobre Delito Serio y Organizado y Policía de 2005), cuyo efectivo funcionamiento se ha iniciado el 3 de mayo de 2006. Merece destacarse que ello no ha implicado la desaparición del National Intelligence Model. La Guía sobre la Aplicación del Modelo Nacional de Inteligencia, producida para la ACPO –Asociación de Jefes de Policía- influyente organización británica y actor clave en la creación del NIM, destaca que la SOCA ha adoptado el modelo. Por otra parte, aunque el cometido fundamental del SOCA es precisamente la lucha contra el delito serio y organizado, lo cierto es que mientras la sección 2 de la ley precedentemente referida hace referencia a las funciones relativas al delito serio y organizado, la sección 3 alude a las funciones del organismo en relación a información relativa al delito, estableciéndose que tales funciones comprenden la obtención, almacenamiento, análisis y diseminación de información relevante para la prevención, investigación o prosecución de delitos, o la reducción del delito de otras maneras, o la mitigación de sus consecuencias, hallándose facultado además a proporcionar información a instituciones policiales o a otros organismos con funciones policiales o vinculados con su cometido. Ello que permite advertir que el nuevo organismo está plenamente facultado para continuar la tarea de apoyo a las policías locales en materia de inteligencia que cumplía su predecesora, bien que con mucha mayor concentración en materia de delito serio y organizado. Por otra parte, del Plan Anual 2006/2007 de la SOCA surgió que este organismo habrá de dedicar un 10% de sus crecidos recursos, para apoyar a otras instituciones policiales británicas para el logro de objetivos no comprendidos dentro de las prioridades del SOCA. El Plan Anual 2007/2008 de la SOCA previó entre las acciones previstas mantener la calidad de los servicios provistos a otras partes de la actividad policial en el Reino Unido, incluyendo apoyo táctico y flujos de información internacional.

Aunque el análisis del nuevo organismo escapa al propósito de este artículo –lo prometemos para futuras entregas- todo parece indicar que la unión de un organismo de inteligencia criminal como el NCIS y un organismo policial operativo de élite como el NCS persigue, muy a la manera del FBI estadounidense, aunar capacidades de inteligencia criminal con operatividad en la lucha contra el delito organizado; bien que el nuevo organismo tiene un ámbito funcional menor que el FBI, dado que las funciones de contrainteligencia y seguridad interna corresponden en el Reino Unido a un organismo de contrainteligencia específico, el legendario Servicio de Seguridad –MI5-. Las prioridades de la SOCA, conforme al Plan Anual citado, son, en ese orden, narcotráfico, primariamente drogas clase A (cocaína, heroína, sintéticas, etc), delito organizado en materia inmigratoria, y fraudes. Retornando al Modelo Nacional de Inteligencia (NIM), cabe señalar que uno de sus aspectos fundamentales es la estandartización de los productos de inteligencia, lo que hace posible la integración eficaz del esfuerzo común, tanto a diversos niveles –nivel básico o de unidad básica de comando, nivel regional, y nivel nacional- como de productos de diversos alcances –estratégico, táctico, táctico relativo a problemas o situaciones que afectan a la seguridad pública y que es preciso encarar, y táctico referidos a personas o redes delictivas determinadas- permitiendo integrar aquellos producidos en niveles inferiores a los de superior nivel, y los de menor alcance en aquellos de mayor alcance, posibilitándose la interacción eficaz en esta materia de instituciones de competencias muy diversas. Se trata de productos cuyo destino es el de ser utilizados según el nivel a que estén destinados –pero también para integrar otros productos, del mismo nivel o de otros- para obtener que la gestión policial orientada por la inteligencia obtenga resultados mensurables en materia de reducción de delito y, en general, de mejoramiento de la situación en materia de seguridad pública en el lugar de que se trate. Los cuatro productos de inteligencia fundamentales –que son producidos en los diversos niveles contemplados en el NIM son: evaluaciones estratégicas, evaluaciones tácticas, perfiles de problemas y perfiles de blancos, que analizaremos más adelante. Otra característica fundamental del NIM es la constante interacción entre todos los niveles, posibilitándose que las prioridades nacionales en materia de seguridad pública se reflejen en el accionar policial local y, a la vez, que los aportes locales a niveles superiores permitan configurar panoramas ampliados en los cuales pueden advertirse pautas y tendencias en el accionar delictivo no susceptibles de ser percibidas a nivel local. También el NIM posibilita que las prioridades nacionales en materia de inteligencia criminal se reflejen en la necesaria medida en el accionar policial local. El NIM ha sido diseñado para apoyar la actividad policial en tres niveles: Nivel 1 o Asuntos Locales, delitos y otros problemas que afectan a una unidad básica de comando – comisaría, precinto, y, territorialmente, barrio, o área rural determinada-, comprendiendo todo el rango del delito, y situaciones de desorden que impliquen serio riesgo para la convivencia, desde robos pequeños, hasta delitos graves, como asesinatos, violaciones, etc.; Nivel 2 o Asuntos regionales problemas criminales u otros –alteraciones del orden público, etc. que afectan a un área que excede la jurisdicción de una unidad básica de comando, afectando a varias, o incluso a varias instituciones policiales británicas, requiriendo de éstas un accionar coordinado para superar la situación, incluyendo la identificación del o los problemas

comunes, el intercambio de información y la puesta en común o de recursos para superar la situación, posiblemente con la ayuda de instituciones nacionales como la SOCA; y el Nivel 3 o Nacional, que tiene como protagonista principal al Delito Serio y Organizado, problema habitualmente de escala nacional o aún internacional, que debe ser identificado adecuadamente de modo proactivo y enfrentado a través de operaciones con elementos especializados, y a través de una respuesta preventiva a nivel nacional. También cabe señalar además, que el NIM constituye tanto un modelo de toma de decisiones en materia de dirección y administración en inteligencia criminal, como una descripción de procesos y de productos de inteligencia criminal. Las características del Modelo lo hacen útil y aplicable tanto para el análisis de toda la gama de actividades criminales, como para la toma de decisiones en materia operativa policial. Se caracteriza, además, por permitir el máximo uso de la tecnología aplicable a la investigación criminal, como las bases de datos de DNA y el AFIS, facilitando la inmediata disponibilidad de tales tecnologías y su uso para un espectro más amplio de aplicaciones. También el trabajo en materia de inteligencia criminal se ve apoyado por los productos del conocimiento y los productos del sistema. Con relación a los productos del conocimiento, cabe señalar que incluye el conjunto de doctrina, leyes, directivas, reglamentos –incluyendo, obviamente, el propio NIM- que reglan y contribuyen a la organización del trabajo en inteligencia criminal, asegurando su realización de modo eficaz y eficiente, y sin perjuicio de las garantías individuales. En cuanto a los Productos del Sistema, se trata de los sistemas y facilidades necesarios para la segura recolección, registro, recepción, guarda, vinculación y el análisis y uso de la información, comprendiendo sistemas de datos, adquisición de inteligencia, y seguridad y eficacia operacionales. Cabe advertir que sólo la estandartización de medios informáticos, bases de datos y productos de inteligencia permite el accionar interagencial y regional y la posibilidad de obtener productos de inteligencia que pueden ser incorporados a un panorama o pintura más amplios. A continuación examinaremos algunos aspectos fundamentales del Modelo, dejando para futuros artículos el examen de las técnicas y productos de análisis empleados para la realización de los productos de inteligencia contemplados en el aquél. 2. El proceso de asignación de tareas y coordinación. Un aspecto de importancia del NIM es el relativo a que la inteligencia criminal no constituye una actividad aislada o independiente de la restante actividad policial. Por el contrario, está profundamente imbricada en ésta, así como con la comunidad, a través del establecimiento por parte de órganos representantivos de ésta, de estrategias y objetivos que son tenidos en cuenta para el planeamiento de la actividad a nivel local, sin perjuicio de considerar otros elementos provenientes de los restantes niveles.

La tarea fundamental de esta etapa, es la determinación y establecimiento de las prioridades para inteligencia, prevención, y aplicación policial de la ley, así como la formulación de políticas para satisfacer tales prioridades, la asignación de recursos para su materialización, con la finalidad relativa a la elaboración y ejecución de la ‘estrategia de control’. Ello tiene lugar en el proceso denominado asignación de tareas y coordinación, que se lleva a cabo en cada uno de los niveles analizados. Se trata de un mecanismo para la adopción de decisiones que debe identificar prioridades, los recursos necesarios y su disponibilidad. Para la tarea, constituyen referencia los objetivos elaborados a nivel local y nacional. También incluye la evaluación y el mejoramiento de la perfomance. La totalidad del proceso de asignación de tareas y coordinación constituye un proceso guiado por la inteligencia, dado que requiere un adecuado conocimiento de la situación existente, de los problemas, y de las amenazas existentes. Por ello se basa en productos de inteligencia, fundamentalmente en la evaluación estratégica que, como se verá, constituye el producto de inteligencia de mayor nivel producido en el marco del NIM. El proceso de asignación de tareas y coordinación tiene lugar con dos modalidades diversas, para la adopción de decisiones de diferente naturaleza, dando lugar al funcionamiento del grupo estratégico de asignación de tareas y coordinación y del grupo táctico de asignación de tareas y coordinación, cada uno con su agenda. El aludido proceso tiene lugar a través de la realización de reuniones de asignación de tareas en inteligencia y coordinación, dirigidas a nivel local –nivel 1- por un funcionario policial de la unidad de comando que está facultado para desplegar los recursos necesarios y asignar las responsabilidades funcionales para el planeamiento y la ejecución de la actividad policial, generalmente el funcionario policial de mayor responsabilidad operacional; y en los niveles 2 regional y 3 nacional –que suponen reuniones interagenciales- por un jefe designado de común acuerdo entre las agencias participantes. La realización de la reunión tiene por finalidad establecer la estrategia de control, estableciendo la agenda para las prioridades en materia de inteligencia, prevención y actividad policial de aplicación de la ley. También, tiene el objeto de encarar los asuntos estratégicos y tácticos dentro de la unidad de comando del área de que se trate –nivel local- o dentro de la región considerada – nivel regional- o a nivel nacional. Asisten a la reunión, además del ya indicado jefe, los directivos de inteligencia y analistas del nivel de que se trate y los jefes intermedios con responsabilidades operacionales, así como los especialistas relevantes, cuando ello es requerido. Estas reuniones son realizadas periódicamente. Cuando el grupo de asignación de tareas y coordinación actúa como grupo estratégico, trimestral o semestralmente; actuando como grupo táctico, semanalmente o quincenalmente.

Las reuniones realizadas como grupo estratégico, tienen la finalidad establecer o enmendar la estrategia de control, y, habiendo establecido las prioridades, realizar las principales asignaciones de recursos. Su desarrollo tiene lugar sobre la base de la presentación de los problemas y asuntos descriptos por la evaluación estratégica, que habiendo sido considerada a la luz de los objetivos gubernamentales o locales, es utilizada para determinar y establecer las prioridades para inteligencia, prevención, y aplicación policial de la ley. Su trabajo es completado con la asignación de recursos y establecimiento de políticas requeridas para elaborar la estrategia de control. El NIM establece, en esta etapa, la necesidad de identificar requerimientos de recursos y de procurar un adecuado balance entre actividad reactiva y preactiva. Mientras una reunión de asignación de tareas y coordinación establece prioridades, identifica las necesidades, y asigna los recursos para satisfacerlas, una reunión con el mismo objeto, pero a nivel táctico, tiene contenido y función diferentes: aplica el denominado menú táctico, responde a las nuevas necesidades que han ido surgiendo, y examina y evalúa la labor en curso. Las reuniones como grupo táctico del grupo de asignación de tareas y coordinación, siempre en los tres niveles, tienen por objeto la aplicación del denominado menú de control a la estrategia de control, así como establecer la respuesta en materia de asignación de tareas y recursos a las nuevas necesidades que han ido surgiendo durante la aplicación de la referida estrategia, así como la verificación relativa a que los planes acordados y el trabajo policial de aplicación de la ley están adecuadamente en curso, para alcanzar los objetivos. El menú táctico comprende cuatro elementos: -Determinación de sospechosos que constituirán objetivos de inteligencia, de acuerdo con las prioridades de la estrategia de control; -El manejo de la situación en focos de delito y desorden; -La investigación de delitos y de incidentes que pueden aparecer como ligados en ‘series’; -La aplicación del rango de ‘medidas preventivas’, tales como cámaras de seguridad, y esquemas de iluminación, o bien iniciativas de prevención comunitaria. La constatación del progreso en los aspectos fundamentales del menú táctico constituye la cuestión fundamental de las reuniones de asignación de tareas y coordinación táctica. Las revisión de los progresos en planes, operaciones, y perfomance en investigaciones, así como de las necesidades inmediatas en materia de recursos, constituyen aspectos de suma importancia en la reunión en análisis. También le cabe controlar el volumen y la calidad de la inteligencia proporcionada al equipo policial operacional y la cantidad y cantidad de la información proporcionada por éste, así como de la suministrada al grupo de asignación de tareas y coordinación.

En los niveles 2 y 3, el grupo de asignación de tareas y coordinación es multiagencial, ya sea a nivel regional como nacional. También en este caso, como grupo táctico, es necesario establecer prioridades y supervisar la aplicación del menú táctico, que en este caso tiene por objeto ya sea la investigación de sospechosos individuales o de redes o bandas, como, fundamentalmente, organizaciones criminales. La tarea de asignación de tareas y coordinación propia del nivel 2 está fundamentalmente dedicada a identificar la actividad criminal regional que requiere ser enfrentada con una orientación regional y sobre una base de cooperación interagencial. Los niveles no están aislados entre sí. El NIM funciona tanto como un sistema que permite el trabajo en un nivel determinado, como, fundamentalmente, como un modelo integrado buscando a cada nivel para interactuar con los otros, para la máxima identificación de los problemas y de sus soluciones potenciales. En todos los niveles se requiere de una respuesta guiada por la inteligencia. Cabe destacar, en cuanto a la actividad de nivel 3, que el producto fundamental de este nivel es la Evaluación de Amenazas del Reino Unido, denominada ‘La amenaza para el Reino Unido del Delito Serio y Organizado’. Este documento, publicado anualmente, es la evaluación estratégica de nivel 3, producida sobre la base de datos provistos por la SOCA, las instituciones policiales, Aduana e Impuestos, los organismos de inteligencia y seguridad, etc. Conforme al NIM, los datos básicos sobre los cuales es creada esta Evaluación de Amenazas son: Evaluaciones Estratégicas de Agencia Evaluaciones Estratégicas de Instituciones Policiales. Evaluaciones Policiales Estratégicas Regionales. Resultados derivados de operaciones de nivel 3 Evaluaciones Estratégicas Internacionales Fuentes abiertas (datos públicos o semipúblicos). Esta evaluación tiene entre sus finalidades constituir la base de la planificación de la actividad policial y de inteligencia criminal subsiguiente, reiniciando de ese modo el ciclo. Así, se prevé que pasará al Grupo de estrategia contra el delito organizado, que elaborará tanto los requerimientos de inteligencia, como las necesidades de actividad policial operativa. Cabe destacar aquí que la Evaluación de Amenazas del Reino Unido incluye recomendaciones para las prioridades nacionales para obtención de información, elaboración de inteligencia, acción preventiva y accionar policial operativo, para el Grupo precedentemente referido. De este grupo surgirán requerimientos de inteligencia estratégica para las agencias aportantes al nivel 3, y, a su vez, para los integrantes del nivel 2.

Cabe señalar que el mencionado Grupo es presidido por un alto funcionario de la Secretaría de Interior (Home Office), y comprende representantes de todos los organismos de inteligencia, seguridad, y policiales. La labor de este Grupo incluye la consideración de los datos y recomendaciones con la Evaluación Estratégica, y la prescripción de las prioridades para el año siguiente. Este Grupo también establece la estrategia de control necesaria para satisfacer tales prioridades, ligando el trabajo del Ejecutivo, Administración, instituciones policiales y organismos de inteligencia y seguridad. También existe, de orientación táctica en este nivel, un Grupo de Asignación de Tareas y Coordinación Multiagencial, en el que se acuerdan operaciones, y del que surge feedback de operaciones de inteligencia para las instituciones y organismos que aportan al nivel 3. 4. La Prioritización del trabajo en inteligencia. Otro aspecto fundamental es la prioritización del trabajo en inteligencia dentro del contexto de la actividad policial. Se trata de uno de los elementos claves del proceso de asignación de tareas y coordinación. Conforme al NIM, comprende dos fases. En primer lugar, el grupo estratégico de asignación de tareas y coordinación, trabaja a partir del producto de inteligencia de máximo nivel, la evaluación estratégica, sobre la base del cual establece la ‘estrategia de control’. Una parte fundamental de aquélla consiste en el establecimiento de prioridades operacionales de inteligencia, o un ‘requerimiento de inteligencia’. Éste requerimiento orienta el trabajo del personal a quien se encomiendan tareas de inteligencia criminal en la provisión de inteligencia para los equipos operativos policiales, así como en la continuación de elaboración y provisión de inteligencia estratégica. También el requerimiento orienta la obtención de información por el personal policial en función de policía de seguridad (patrol officers) y otros que, actuando en un rol reactivo, pueden cumplir con las prioridades identificadas en la ‘estrategia de control’. El segundo aspecto a considerar en este punto, es el relativo a los cuatro activos fundamentales que necesitan las unidades de inteligencia criminal: adecuadas fuentes de información, personal adecuadamente organizado, y acceso a todo el rango de productos de conocimiento y productos de sistema’. Estos últimos pueden ser nacionales o locales. Las fuentes requeridas son de amplio rango: víctimas, testigos, presos, informantes, e información obtenida a través de la vigilancia (electrónica, de seguimientos, etc.). Se requiere la capacidad de acceder a los datos existentes, y de llevar a cabo un activo reclutamiento y despliegue de fuentes, para cubrir los claros o lagunas existentes en la inteligencia disponible.

En materia de personal, existe una variedad de funciones a ser cumplidas en la producción y diseminación de inteligencia. Conforme al NIM, tales funciones son, fundamentalmente: directores de inteligencia, controladores de informantes, supervisores de equipos, administradores de datos, redacción de informes, capacidades de trabajo de campo, capacidades de análisis, capacidades de reducción del delito. También se enfatiza en el NIM la necesidad de que las unidades de inteligencia criminal –de las instituciones policiales, SOCA, etc.-estén equipadas y capacitadas no sólo para manejar información ya conocida, o a adquirirla en investigaciones reactivas, sino también para adquirirla a través de medios proactivos o encubiertos. Ello deriva en la necesidad de contar con personal con capacidad para tareas de campo, así como para supervisión de equipos en trabajo de campo, y para llevar informantes y fuentes confidenciales. También la función de administración de datos representa en el NIM un aspecto que requiere consideración adecuada. Dicha función requiere asegurar que la información obtenida sea evaluada respecto de su exactitud, confiabilidad y valor, ya sea para la ‘estrategia de control’ o para operaciones actuales. . 4. Los productos de inteligencia. La característica fundamental del NIM es la de constituir un modelo cuya finalidad es la creación de productos de inteligencia para su distribución dentro del sistema policial. Los cuatro productos ya referidos -evaluaciones estratégicas, evaluaciones tácticas, perfiles de problemas y perfiles de blancos.- constituyen una de las finalidades fundamentales del Modelo, y su producción en los diversos niveles y su distribución posibilitan la implementación del accionar en seguridad pública liderado por la inteligencia, con sus consecuencias en materia de reducción del delito, arrestos, disrupciones de organizaciones criminales, y fortalecimiento de la seguridad pública. El propósito fundamental de la evaluación estratégica es el de brindar al grupo de asignación de tareas y coordinación un panorama adecuado de la situación en su área de responsabilidad. Se trata de un análisis de alto nivel y largo término, de la situación en materia de seguridad pública, conteniendo no sólo la situación actual, sino prospectiva de la futura evolución de tal situación. Su producción tiene lugar no solamente a nivel nacional, sino que también es producido en los niveles regional y local, proporcionando en tal caso un elemento de asistencia y asesoramiento fundamental para el planeamiento y la formulación de políticas en el área local de que se trate. También constituye cuando es producido a nivel local, dada

la comunidad doctrinaria existente, una contribución para ser integrada a evaluaciones estratégicas regionales y nacionales. Integran una evaluación estratégica elementos como auditorías de delito y desorden, análisis de cambios demográficos y sociales en el área de que se trata, pautas de la comisión de delitos, e impacto del delito organizado. La evaluación estratégica es contrastada con los requerimientos derivados de los objetivos establecidos por jefes policiales, Autoridades Policiales y la Secretaría del Interior. Dicha evaluación también toma en cuenta el requerimiento nacional de inteligencia derivado de la evaluación estratégica de Nivel 3, la Evaluación de amenazas del Reino Unido, producida tradicionalmente por el NCIS y que presumiblemente constituirá en lo sucesivo responsabilidad de la SOCA. En síntesis, la evaluación estratégica constituye un asesoramiento para la toma de decisiones y la formulación de políticas en materia de seguridad pública, especialmente para la asignación de tareas y coordinación a nivel estratégico, para establecer la estrategia de control, tomar decisiones en materia de asignación de recursos, formular los requerimientos de inteligencia locales, establecer prioridades, apoyar el planeamiento de las instituciones policiales y establecer la estrategia de cooperación local comunitaria. Incluye también evaluación del impacto de la actividad policial en la situación, tendencias e interpretaciones respecto al delito, estado e interpretación del ‘mercado’ criminal, análisis demográficos, predicciones respecto de la evolución del delito, evaluación de la amenaza representada por el delito organizado, empleando técnicas como análisis de resultados, perfiles del mercado delictivo, perfiles de los negocios criminales, análisis de redes, análisis de riesgo, y análisis demográfico. Una evaluación estratégica, incluye su propósito (términos de referencia), extensión (funcional o geográfica), objetivos principales establecidos y obtenidos (progreso) desde la evaluación anterior, áreas fundamentales, principales áreas de criminalidad, problemas demográficos, pautas, de accionar criminal, tendencias a medio y corto plazo, limitaciones de recursos, y sumario o panorama Con relación a las evaluaciones tácticas, preciso es señalar que constituyen la base para el trabajo del grupo táctico de asignación de tareas y coordinación, cuyo objetivo fundamental son los cuatro aspectos ya señalados del menú táctico. La evaluación táctica debe permitir identificar pautas emergentes y tendencias que requieren atención, en el accionar delictivo. Pueden ser considerados el progreso en investigaciones o iniciativas en prevención, así como la necesidad de cambios inmediatos en opciones tácticas de asignación de recursos. Del adecuado uso de la evaluación táctica, puede surgir una indicación temprana de deterioro en la perfomance en la actividad policial, en, por ejemplo, tasas de delitos cometidos.

Es necesario obtener la más temprana posible indicación de deterioros en la perfomance, si se pretende alcanzar un progreso continuo en materia de reducción del delito. En definitiva, las evaluaciones tácticas constituyen un asesoramiento a la dirección, que comprende la evaluación del impacto en la situación de las actuales operaciones en seguridad, las tendencias emergentes en el delito, el surgimiento de delitos reiterados, las ‘áreas calientes’ emergentes en delito o desorden, así como otras necesidades para perfeccionar el accionar policial, problemas para éste, y los requerimientos de recursos. Su destinatario fundamental es la dirección del grupo de asignación de tareas y coordinación táctica, para reexaminar decisiones en materia de recursos, planes y actividad de inteligencia, planes y actividad en materia de prevención, planes y actividad en materia de aplicación policial de la ley, y examinar progresos en el ‘menú táctico’, especialmente con qué eficacia se está actuando en materia de encarar el delito, investigación de series delictivas, ‘áreas calientes’ y medidas preventivas. En cuanto a las técnicas empleadas, son fundamentalmente análisis de resultados, análisis de redes, evaluación de problemas actuales, análisis de riesgo, análisis del mercado criminal, análisis de blancos (criminales determinados) y análisis de los negocios criminales. Para hacer posible la adecuada realización del proceso de establecimiento de prioridades, formulación de requerimientos, asignación de tareas y dirección y control, son requeridos los productos de conocimiento, y los productos del sistema. Se trata de identificar asuntos de corto plazo en un área determinada, en la cual una acción rápida puede prevenir el deterioro de una situación o el desarrollo de aspectos desfavorables. También, monitorear el progreso en la actividad actual en seguridad, el progreso en la temática actual del menú táctico, así como asistir a la dirección en planes y operaciones actuales, así como reasignar recursos y esfuerzos atendiendo a necesidades y problemas cambiantes. La evaluación táctica comprende un examen de la situación actual, el progreso en encarar el delito y el desorden, incluyendo problemas reiterados, ‘áreas calientes’ y medidas preventivas; así como opciones para acción posterior, incluyendo ventajas, desventajas y mejores cursos de acción, plazos considerados (corto y mediano), e implicaciones en materia de recursos. El perfil de blancos constituye un análisis relativo a uno o varios delincuentes determinados, con la finalidad fundamental de apoyar una operación contra un determinado individuo o un grupo determinado de individuos, que constituyen una red criminal. Comprende un conjunto de información tan amplio y detallado como sea posible, a partir de la inteligencia disponible. El perfil de blanco comprende también los lazos con otras investigaciones, en todos los niveles del NIM, y puede incluir perfiles de riesgo de delincuentes potencialmente peligrosos.

Como consecuencia, el perfil de blanco incluye una interpretación del mejor curso de acción posible al respecto, y propuestas para completar toda falta de conocimiento que se advierta en el panorama de inteligencia. En definitiva, los perfiles de blanco tienen por objeto la dirección de operaciones concretas. Son un típico producto de nivel táctico, aunque obviamente aporta información y elementos útiles para otros productos de inteligencia, incluso de nivel estratégico. Se trata de, sobre la base de la inteligencia más reciente existente, determinar los asociados, hábitos, etc., incluyendo la propuesta para futura acción. También se encuentran en esta categoría análisis de redes criminales, con la consiguiente propuesta de acción, así como los perfiles de criminales que representan riesgo potencial permanente. Tienen la finalidad de apoyar investigaciones de blancos, disrupción y demolición de redes u organizaciones criminales, guiar investigaciones, conformar planes de obtención de información, etc., constituyendo información fundamental para encarar el menú táctico. Con relación a las técnicas analíticas empleadas, incluyen análisis de resultados, análisis de redes, análisis de riesgo, análisis de perfiles de blanco, y evaluación de operaciones actuales de inteligencia. A través del perfil de blancos, se procura proveer un panorama detallado de delincuentes potencialmente riesgosos y de sus asociados, para la acción subsiguiente; asistiendo a la dirección operacional en la selección de blancos, guía de investigaciones, diseño de planes, y en el mantenimiento de supervisión. Comprende registros personales, registros criminales, perfiles financieros, informe sobre redes o asociaciones delictivas, informe sobre comunicaciones, informe sobre transporte, apreciación de la vigilancia, huecos o faltantes en la inteligencia disponible. El registro personal incluye hábitos, estilo de vida, modus operandi, lugares frecuentados, árbol familiar (genealógico inmediato), fotografías, riesgo que representa, capacidades para autoprotegerse, e información relacionada. El registro criminal comprende antecedentes policiales y penales, así como posesión de armas de fuego. El informe sobre comunicaciones incluye los números de todos los aparatos telefónicos, de fax, pager, celulares, etc. utilizados, y las técnicas de comunicaciones empleadas. Surgen de la apreciación sobre vigilancia tanto los datos útiles obtenidos, como los puntos de observación adecuados. Finalmente, un perfil de problema identifica el establecimiento o el surgimiento de series de delitos o de incidentes, como también el establecimiento o surgimiento de áreas calientes de delitos o incidentes, así como las oportunidades para trabajo preventivo, determinadas por la inteligencia.

La identificación de las series criminales permite apoyar la determinación de blancos de inteligencia y la investigación reactiva, así como iniciativas preventivas. En el caso de las ‘áreas calientes’ la identificación de niveles y pautas de criminalidad ofrece una dirección para el establecimiento y la ejecución de planes para encarar dichas ‘áreas’, que pueden incorporar iniciativas comunitarias para la reducción del delito. Los perfiles de ‘áreas calientes’ también contienen perfiles de delincuentes y productores de problemas identificados, dentro del ‘área’. En definitiva, los perfiles de problema se refieren a ‘áreas calientes’ de delito o desorden, y a delitos seriales o desórdenes que se reiteran conforme a pautas comunes. Constituyen productos de inteligencia que proporcionan perfiles de inteligencia para la dirección de operaciones, en el nivel táctico. Incluyen el caso de delitos o desórdenes en serie, tanto la determinación de series confirmadas de delitos o desórdenes, como los lazos con sospechosos, oportunidades para el accionar preventivos, bases para la iniciación de investigaciones, etc. Cuando se trata de ‘áreas calientes’, comprenden el detalle de los problemas – desórdenes, daños, delitos, la identificación de los productores de problemas, oportunidades para la prevención y el control, y oportunidades para un accionar coordinado con la comunidad. Su finalidad incluye apoyo para investigación y determinación de blancos de inteligencia en materia de delitos y desórdenes reiterados conforme a pautas comunes o seriales, dirección para planes para encarar ‘áreas calientes’, planeamiento de iniciativas de prevención. También proporcionan elementos importantes para encarar el menú táctico. Las técnicas de análisis fundamentales y los productos utilizados son el análisis de resultados, el análisis de redes, la evaluación de problemas actuales, el análisis de riesgos, el análisis demográfico y el análisis de perfiles de blancos. El perfil de problema permite identificar series de delitos e incidentes emergentes y establecidos y ‘áreas calientes’, permitiendo en definitiva a los directores establecer necesidades de recursos para investigación, determinación de blancos de inteligencia, encarar ‘áreas calientes’, iniciativas de reducción y de prevención del delito. Comprende: identificación del problema, ‘background’ y causas, escala del daño, nivel de criminalidad o de desorden, perpetradores, lazos internos e internos, impacto social, e implicaciones en materia de recursos. En definitiva, los cuatro productos fundamentales de inteligencia están diseñados para permitir al grupo de asignación de tareas y coordinación, establecer una estrategia eficaz. Permite al referido grupo asignar tareas y medir el éxito de proyectos, dentro de las cuatro

categorías del ‘menú táctico’, conforme con las prioridades de la estrategia, y permitir a investigadores y a otros, ejecutar las operaciones resultantes. Los cuatro productos de inteligencia guían la actividad policial en la reunión de asignación de tareas y coordinación, toman en cuenta las prioridades establecidas, permitiendo a la reunión de asignación de tareas y coordinación encargar trabajo – operaciones o proyectos- dentro de las cuatro opciones del ‘menú táctico0, y proveen información a la reunión acerca del progreso del trabajo encomendado. 5. Conclusiones y propuestas. Frente a esta objetiva descripción del NIM, es válido preguntarnos: ¿tiene alguna utilidad, para contribuir a solucionar la situación en seguridad pública en nuestro país? Creemos que la respuesta es afirmativa, si, tomando conciencia de las grandes diferencias institucionales, en modelo policial, idiosincrasia, organización política, entre otros aspectos, del Reino Unido y de la República Argentina, podemos extraer del NIM enseñanzas útiles para aplicar a nuestra realidad. La primera, es la relativa a reafirmar la necesidad de la inteligencia criminal como respuesta al delito organizado, a la creciente complejidad y capacidades técnicas que evidencia el delito, a la globalización y consiguiente capacidad de desplazamiento de delincuentes, capitales, productos del delito, etc., al incremento de la criminalidad y a la demanda de seguridad de la comunidad. También el estudio del NIM nos lleva a la consideración correcta de la inteligencia criminal como parte de la función policial, y por ello diferenciada de la actividad de inteligencia en ‘sentido estricto’, ya sea nacional (incluyendo a la inteligencia estratégica nacional) o militar. Aunque existe cooperación de la inteligencia nacional con la inteligencia criminal, no por ello constituyen la misma función estatal, ni se justifica la dependencia de la segunda respecto de la primera Por otra parte, destacamos que la inteligencia criminal no constituye una parte aislada de la función policial, sino, por el contrario, altamente integrada en ésta. Por ello, los grupos de asignación de tareas y coordinación establecen prioridades y planifican conjuntamente la inteligencia criminal, la prevención y la acción operativa policial. Los objetivos de la inteligencia criminal son los objetivos del accionar policial en general, fijados a nivel local por las autoridades de la comunidad, y a nivel nacional, por la autoridad política, el Secretario del Interior. También cabe destacar la existencia de una comunicación constante entre las unidades de inteligencia criminal de todos los niveles; una comunicación telemática en tiempo real, la posibilidad de acceso a datos y a productos de inteligencia, en sistemas informáticos estandartizados que permiten tal comunicación y acceso. Otro aspecto fundamental son los productos de inteligencia estandartizados y ‘modulares’, que permiten su intercambio, e integración de unos y otros, de los producidos en menores niveles a los de mayor nivel, de los de espectro más reducido, a los más amplios. También, la circunstancia de que los productos de inteligencia de mayor nivel sirven de base para el establecimiento de prioridades y formulación de requerimientos, y que las

prioridades de nivel nacional influyen en las de nivel local, sin perjuicio de contarse a nivel local con las propias prioridades y requerimientos. La consideración de los diversos niveles, su constante interacción y comunicación, son igualmente destacables. Pero sobre todo, es digna de destacar la existencia de una doctrina común, que con el máximo detalle, determina la posibilidad de un accionar en común, de un accionar sistémico desde el nivel local, hasta los niveles regional y nacional, e incluso internacional (Europol, etc.). El Reino Unido es un país unitario. ¿Existiría la posibilidad de un desarrollo semejante en un Estado Federal como Argentina? Creemos que sí…aunque, como es lógico, con mayores dificultades. La Ley Convenio N° 24.059 brinda una base adecuada para un esfuerzo dirigido hacia la construcción sistémica de la inteligencia criminal en todo el país, con una doctrina común, constante comunicación en todos los niveles, la elaboración de productos de inteligencia estandartizados, etc. Existen países de sistema federal de gobierno donde estos resultados han sido alcanzados. En el caso de Canadá, la existencia del Canadian Criminal Intelligence Service y el fuerte predominio institucional de la Royal Canadian Mounted Police han permitido un desarrollo comparable al británico. En la República Federal de Alemania, la existencia de la Oficina Federal Criminal (Bundeskriminalamt o BKA) y de sus similares en los Länder alemanes, han permitido también algo semejante. El desafío fundamental al efecto, en nuestro país, es el de alcanzar la más absoluta profesionalización en la materia, y la máxima transparencia en administración de datos y de fondos, para asegurar la confianza que posibilite la adhesión de todas las partes del sistema. También, el establecimiento de adecuados estándares, reglamentos y normas de control, teniendo en cuenta la protección de la privacidad y de los derechos individuales. En el Reino Unido, a los productos del conocimiento se agrega la Regulation of Investigative Powers Act 2000 (RIPA), que establece controles para las actividades de vigilancia, incluyendo vigilancia electrónica, interceptación de comunicaciones, etc. Preciso será también velar por este aspecto, con adecuadas normas análogas.

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