La inscripción \"celtibérica\" del Cerro de Bámbola (Calatayud)

July 13, 2017 | Autor: Eugenio R. Luján | Categoría: Celtiberian, Celtiberos, Celtiberic Texts, Celtiberian Language
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Descripción

Eugenio R. Luján Depto. de Filología Griega y Lingüística Indoeuropea Universidad Complutense de Madrid

La inscripción “celtibérica” del Cerro de Bámbola (Calatayud)

1. Introducción1 Entre las inscripciones no incluidas por Jürgen Untermann dentro del corpus de inscripciones celtibéricas publicado en el vol. IV de sus Monumenta Linguarum Hispanicarum se encuentra una procedente del Cerro de Bámbola, es decir, del yacimiento de la antigua ciudad de Bílbilis (hoy Calatayud, provincia de Zaragoza). Según las informaciones transmitidas, la inscripción estaría desaparecida en la actualidad, de forma que solo se tiene conocimiento de ella por dibujos antiguos. Untermann, a pesar de no incluirla en su corpus, recoge la inscripción dentro del apartado de su prólogo dedicado a las inscripciones falsas, si bien menciona que, en este caso concreto, no parece tanto que haya razones para pensar que estemos ante un falso como que, debido a la inexactitud con la que fueron realizados los dibujos, resulta imposible tenerlo en cuenta dentro del corpus de inscripciones celtibéricas2. No obstante, Untermann proporciona allí varios de los dibujos de la inscripción ofrecidos por estudiosos anteriores, concretamente los de Hübner (que la recogió en sus Monumenta Linguae Ibericae 3), Martín Bueno4 y De la Fuente5. También menciona alguna referencia bibliográfica más y señala que, en realidad, todos ellos parecen depender de un dibujo de en torno a 1700. Con posterioridad a la publicación de los MLH de Untermann, Martín Almagro-Gorbea6 ha hecho una importante aportación al estudio de esta inscripción, con el análisis y publicación de los materiales que sobre ella posee la Real Academia de la Historia y, especialmente, con la publicación por primera vez del dibujo de Pablo de Ilarregui, fechado el 12 de octubre de 1859, pero que, a su vez, depende la información de unos papeles que debieron pertenecer a José de Moret y Mendi, 1 Este trabajo es resultado del proyecto de investigación FFI2012-36069-C03-02, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad. Quiero dejar constancia de mi agradecimiento al Prof. Martín Almagro-Gorbea por su amabilidad al permitirme reproducir las imágenes publicadas por él correspondientes a la documentación conservada en la Real Academia de la Historia. 2 Untermann, MLH IV, p. 355-356, núm. (9). 3 Hübner, MLI p. 206, núm. IX*. 4 Martín Bueno, 1975, p. 82. 5 De la Fuente 1880, p. 29. 6 Almagro-Gorbea 2003a, p. 193-198, núm. 98A y 98B; Almagro-Gorbea 2003b, 33-41.

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quien fue nombrado cronista del reino por las Cortes de Navarra y escribió unas Investigaciones históricas de las antigüedades del Reino de Navarra publicadas en Pamplona en 1665 y unos Anales del Reino de Navarra aparecidos en Pamplona en 1680. Almagro ha llevado a cabo una colación sistemática de las lecturas de la inscripción ofrecidas por Moret (en la copia de Illaregui), Hübner, De la Fuente, Sentenach7 y Martín Bueno, a partir de la cual realiza su edición de la inscripción. Almagro8 indica que la transcripción de Moret-Ilarregui parece la mejor de las conocidas y que su comparación con la transcripción de Nueros-De la Fuente y Sentenach, que parece distinta, permite una comparación interesante. En su estudio de la inscripción Almagro-Gorbea9 considera perdida la transcripción de Pérez de Nueros. No obstante, el manuscrito de Pérez de Nueros se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid y, como veremos, constituye el dibujo más antiguo conservado de la inscripción. Así las cosas, pretendemos contribuir con este trabajo al estudio de la inscripción de Calatayud con la publicación por primera vez del dibujo de Pérez de Nueros y, a la luz de esta documentación, con la revisión de la tradición del dibujo y documentación de la inscripción para intentar, en la medida de lo posible, determinar su texto y comprenderlo.

2. Ediciones y dibujos de la inscripción Como correctamente señala Almagro-Gorbea10, la publicación más antigua de la inscripción de Calatayud es la de De la Fuente en su Historia de la siempre augusta y fidelísima ciudad de Calatayud 11. Las informaciones y el dibujo que proporciona De la Fuente proceden de Pérez de Nueros, como él mismo indica en la introducción de su historia, donde dice expresamente que ha podido manejar el manuscrito de Pérez de Nueros, cuya historia detalla y del que da la información de que está depositado en la Biblioteca Nacional de Madrid12. Reproducimos a continuación su dibujo (Figura 1):

Fig. 1: Dibujo de la inscripción según De la Fuente

El dibujo que como de De la Fuente reproducen en sus obras Untermann13 y Almagro-Gorbea14 no Sentenach 1919, p. 13-14. Almagro-Gorbea, 2003a, p. 196. 9 Almagro-Gorbea 2003a, p. 195; Almagro-Gorbea 2003b, p. 36. 10 Almagro-Gorbea 2003a, p. 195-196. 11 De la Fuente 1880, p. 29. 12 De la Fuente 1880, p. 9. 13 Untermann, MLH IV, p. 356 14 Almagro-Gorbea 2003a, p. 196; Almagro-Gorbea 2003b, p. 36. 7 8

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es realmente el de De la Fuente, sino que es el dibujo que Martín Bueno15 da como de De la Fuente y que no es fiel a aquel, como puede comprobarse en la Fig. 2.

Fig. 2: Dibujo de la inscripción de De la Fuente según Martín Bueno

Así pues, tiene razón Almagro-Gorbea cuando señala que en el dibujo de De la Fuente faltan signos, pero son muchos menos de los que cabría suponer a la vista del dibujo que él mismo y Untermann incluían y que, como acabamos de señalar, está tomado en último término de Martín Bueno. En ese dibujo faltan todos los signos que tiene forma de # y que corresponden a los que tienen forma de rombo (◊) en otros dibujos, pero en el original de De la Fuente sí que están16. Respecto del dibujo de Pérez de Nueros, y dejando de lado detalles menores, solo hay dos divergencias en el original de De la Fuente: en la segunda palabra de la segunda línea falta el tercer signo del dibujo de Pérez de Nueros y el penúltimo signo de la tercera línea ha quedado reducido a un punto. Como también lo indica Almagro-Gorbea, la segunda publicación de la inscripción corresponde a los MLI de Hübner17, donde el dibujo que se ofrecía era el siguiente (Fig. 3)18:

Fig. 3: Dibujo de la inscripción según Hübner, MLI

Hübner, al igual que haría posteriormente Untermann, incluyó esta inscripción dentro de su sección de “falsae et suspectae”, si bien, al igual que aquel, indica que parece verdadera, solo que debido a lo mal que fue dibujada resulta imposible encontrar en ella ninguna palabra identificable. En su edición Hübner, además de mencionar a Vicente de la Fuente, también indicó que la información sobre esta inscripción procedía en último término de Juan Miguel Pérez de Nueros, de donde, según él, habría tomado su ficha Moret, conservada a través de Pablo de Ilarregui19. Su suposición, Martín Bueno 1975, p. 82. Da la sensación de que en algún momento de la copia del dibujo de De la Fuente alguien ha intepretado erróneamente que los signos # marcaban espacios en blanco y se han suprimido. 17 Hübner, MLI, p. 206, núm. IX*. 18 Del dibujo de Hübner depende totalmente el que presenta el artículo de V. Stempf 1896, mencionado por Dolç y Martín Bueno, que presenta una disparatada propuesta de interpretación de la inscripción por medio del vasco. 19 Hübner, MLI, p. 206: “Ioh. Michael Perez de Nueros († 1731) f. 28 (inde schedae P. Moret servatae apud Paulum Ilarregui Pompaelone, e quibus Antonius Delgado mihi dedit a. 1861)”. 15 16

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no obstante, no puede aceptarse, puesto que si el dibujo de Ilarregui remontara a Moret, este vivió antes que Pérez de Nueros. En cuanto a la transcripción que ofrece de la inscripción, no creemos, pace Almagro-Gorbea, que esté basada únicamente en la ficha que le hizo llegar Antonio Delgado pero con retoques y errores por olvido de algunos signos o reinterpretaciones discutibles, sino que, más bien, debemos pensar que, con un planteamiento metodológico correcto en crítica textual, lo que intentó hacer Hübner fue realizar una edición propia de la inscripción a partir de los distintos dibujos de que disponía: el de Pérez de Nueros, cuyo manuscrito había revisado para la preparación del vol. II del CIL20, y el de Moret-Ilarregui (a través de la copia de Antonio Delgado). Cosa distinta es que no tuviera éxito en su intento de lograr un texto mínimamente coherente, como él mismo confiesa: “Sed frustra singula quaedam vocabula aliunde nota agnoscere studui.” La utilización del dibujo de Pérez de Nueros se evidencia en el hecho de que el dibujo de Hübner cuenta con dos signos en forma de N en la segunda “palabra” de la línea 3 y en que la última “palabra” de la línea 5 solo consta de tres signos, lo cual comparte con la tradición de dibujo que parte de Pérez de Nueros, pues en el dibujo de Moret-Ilarregui solo hay un signo en forma de N en el lugar mencionado y la última palabra del texto consta de cuatro signos. Por lo que se refiere al resto de ediciones y dibujos existentes, han sido ya estudiados por AlmagroGorbea y, en puridad, ninguno de ellos puede servir para la constitución del texto de la inscripción perdida, pues todos ellos están basados en los dibujos de autores anteriores, por lo que únicamente introducen errores e interpretaciones subjetivas. De la ficha de Illarregui dependen directamente el dibujo y las informaciones de Jacobo Zóbel, publicados por Almagro-Gorbea21, que reproducimos a continuación (Fig. 4):

Fig. 4: Dibujo de la inscripción según Zóbel de Zangróniz

De acuerdo con las informaciones que proporciona Almagro-Gorbea, la ficha de Zóbel22 debió redactarse entre los años 1881 y 1886 a partir de la documentación proporcionada por Antonio Delgado que también habría de servir a Hübner. El dibujo de Zóbel reproduce el de Illarregui, con la única diferencia de que falta el antepenúltimo signo de la primera línea. En cambio, a partir del dibujo de De la Fuente se genera otra rama de transmisión de dibujos, que comienza con el que ofrece Sentenach en su memoria de las excavaciones de Bílbilis23 (Fig. 5).

20 Hübner, CIL II (Suppl.), p. 941. A propósito de nuestra inscripción dice allí: “Exhibet Nueros praeterea (f. 100) titulum unum litteris Ibericis scriptum, quem sane non recte descripsit”. 21 Almagro-Gorbea 2003a, 197-198, núm. 98B. 22 Que tiene el número de registro 11/8002/66 de la Real Academia de la Historia. 23 Sentenach y Cabañas 1918, p. 13-14.

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Fig. 5: Dibujo de la inscripción según Sentenach

Como él mismo dice, su dibujo depende del de De la Fuente, aunque su lectura intenta mejorar la de aquel, conjeturando que los signos que De la Fuente había transcrito defectuosamente como algo similar a # corresponden, en realidad, al signo que hoy leemos como ko, lo cual le lleva a decir, bien es verdad que con todo tipo de reservas, que, por las desinencias que presentan las palabras de la inscripción, debe haber entre ellas los nombres de “algunos pueblos que quizás tomaron parte en alguna batalla en favor o aliados de los bilbilitanos”. Sentenach, lógicamente, debía estar pensando en los finales en -kos de las monedas celtibéricas; sin embargo, esta interpretación no puede sostenerse, dado que el dibujo original de Pérez de Nueros presenta signos en forma de rombo en esos lugares, con lo cual la lectura -kos debe descartarse24. Por su parte, Dolç25 realiza una interpretación de la inscripción en función de los conocimientos que en su momento se tenían sobre las lenguas paleohispánicas, basándose fundamentalmente en un trabajo de A. Beltrán26. Descarta como menos verosímil el dibujo de Hübner y se inclina por seguir el de De la Fuente, pero introduciendo modificaciones (Fig. 6)27.

Fig. 6: Dibujo de la inscripción según Dolç

24 Almagro-Gorbea 2003a, 196, indica que la transcripción del signo en forma de rombo como el signo ko es abusiva; sin embargo, en descarga de Sentenach hay que decir que él no trabajó directamente con el dibujo de Pérez de Nueros, sino con el de De la Fuente, que había transcrito ya erróneamente los signos en forma de rombo, como hemos indicado más arriba. 25 Dolç 1953, pp. 120-122. 26 Beltrán 1949. 27 Para Almagro-Gorbea 2003a, 196, el dibujo de Dolç es la versión de Sentenach con ligeras modificaciones, pero, a mi modo de ver, las semejanzas se deben a que tanto uno como otro se basan en De la Fuente, a pesar de lo cual Dolç se separa en varios puntos de Sentenach para intentar dotar de verosimilitud a la inscripción. Lo que sí es verdad es que Dolç sigue a Sentenach en su interpretación de los signos # del dibujo de De la Fuente como el signo ko.

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El dibujo de Dolç, frente al de De la Fuente, además de interpretar las formas de los signos para aproximarlas a los realmente existentes en las escrituras palaeohispánicas, añade un primer signo a la inscripción que no estaba en ninguno de los dibujos anteriores. Dolç aboga por el carácter celtibérico de la inscripción e intenta buscar algunos paralelos para las palabras en otros textos celtibéricos conocidos. Así, señala que en bileagico (segunda palabra de la lín. 1) se encontraría el mismo radical de Bilbilis, identifica la secuencia sesatancos (primera palabra de la línea 3) y da por casi segura la mención de Segeda como secaisa (tercera palabra de la lín. 4). Martín Bueno28, además de dar el dibujo de De la Fuente que ya hemos analizado más arriba (Fig. 2), atribuye a Hübner y a Dolç el siguiente dibujo (Fig. 7):

Fig. 7: Dibujo de la inscripción según Martín Bueno

Como ya señaló Almagro-Gorbea29, a pesar de lo que dice el propio Martín Bueno, su dibujo sigue directamente al de Dolç y solo se separa de él, aparte de en detalles mínimos en cuanto al trazado de los signos, en la ausencia de separación de palabras en las líneas 2 y 4, sin que tampoco pueda decirse que en eso se basa en Hübner.

3. Los dibujos e informaciones de Pérez de Nueros y Moret-Ilarregui Así pues, en función de lo expuesto, únicamente podemos considerar de valor para el estudio de esta inscripción los dibujos e informaciones de Pérez de Nueros y el de Illaregui-Moret, pues el resto de los autores que han publicado la inscripción dependen de una u otra tradición (o de las dos a la vez), como hemos visto en el apartado anterior. En cambio, los dibujos de Pérez de Nueros y de Ilarregui-Moret presentan diferencias entre ellos y no nos consta que uno de ellos sea copia del otro. No tenemos tampoco ninguna información que nos permita determinar si son copias de dibujos anteriores, pues ninguno de ellos afirma haber visto la inscripción ni tampoco su fuente de lectura. El manuscrito de Juan Miguel Pérez de Nueros se ha conservado hasta nuestros días en la Biblioteca Nacional, donde tiene el número 2756 (olim I.214) y, de hecho, figura en el catálogo de manuscritos epigráficos de M.ª Rosario Hernando, con su descripción correspondiente30. Así pues, afortunadamente, la transcripción de la inscripción de Calatayud realizada por Pérez de Nueros Martín Bueno 1975, p. 82. Almagro-Gorbea 2003a, p. 196. 30 Herando Sobrino, 2009, p. 177-178. El manuscrito digitalizado se encuentra ahora disponible on-line en la página web de la Biblioteca Nacional: http://catalogo.bne.es/uhtbin/cgisirsi/cGfs8DLVEV/BNMADRID/192350075/9 28 29

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no se ha perdido, como se ha afirmado en trabajos anteriores, sino que podemos trabajar con ella directamente. El manuscrito de Pérez de Nueros, que lleva por título Historia, antigüedad y grandezas de la muy noble augusta ciudad municipal de Bílbilis en lo antiguo y en el moderno la fiel y leal ciudad de Calatayud puede fecharse en el siglo XVIII. Como indica Hernando en su catálogo, el autor, aunque nacido en Huesca, fue vecino de Calatayud y pone de manifiesto un conocimiento directo del lugar. Esto haría que, en principio, hubiera podido conocer de primera mano la inscripción, aunque esto no es nada seguro por las razones que expondremos más abajo. Las informaciones y dibujo de la inscripción que nos ocupa aparecen en la página 28 del manuscrito, cuyo recto reproducimos en la Fig. 8.

Fig. 8: Página del manuscrito de Pérez de Nueros que contiene la inscripción

El segundo dibujo que debemos tener en cuenta para el estudio de la inscripción es el realizado por mélanges en l’honneur de pierre-yves lambert

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Ilarregui y conservado en la ficha Real Academia de la Historia (signatura CANA 9/7964/5), que ha sido objeto de publicación y estudio por parte de Almagro-Gorbea, como ya hemos indicado más arriba, y que reproducimos en la Fig. 931.

Fig. 9: Copia de la inscripción realizada por Ilarregui

En la ficha de Ilarregui se indica que el dibujo de la inscripción se halla “en un tomo de papeles varios que en su mayor parte pertenecieron al padre Moret, autor de los anales de Navarra, y que conserva en su poder D.n Pablo Ylarregui”. Como muy bien ha señalado Almagro-Gorbea32, la referencia es a José Moret y Mendi, jesuita nacido en Pamplona en el siglo XVII. Obsérvese, de entrada, que Ilarregui habla de un conjunto de papeles que “en su mayor parte” fueron de Moret, es decir, que no podemos tener la certeza absoluta de que la información proceda del propio Moret. Aun así, asumiendo que, efectivamente, la información transmitida por Ilarregui proceda de aquel, hemos La ficha digitalizada está disponible en la siguiente dirección web: http://www.cervantesvirtual.com/obra/copia-deuna-inscripcion-celtiberica-recogida-en-los-papeles-del-p-moret-hallada-en-el-monte-bambola-municipio-de-bilbilis-el23-de-noviembre-de-1680/ 32 Almagro-Gorbea 2003a, p. 193, nota 41. 31

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indagado todo lo que nos ha resultado posible sobre los papeles del P. Moret y, de hecho, consta que en la biblioteca de los jesuitas de Pamplona había un conjunto de ocho tomos de papeles varios suyos, según la información que ofrece el catálogo de dicha biblioteca realizado tras la expulsión de los jesuitas y la confiscación de sus bienes y que se conserva en la Real Academia de la Historia de Madrid33. La expropiación de la biblioteca hizo que sus fondos se dispersaran, acabando algunos en la Real Academia de la Historia, otros en el Archivo Histórico Nacional y otros en manos de particulares34. Por lo que se refiere a los tomos de papeles varios del P. Moret, tenemos, de hecho, una descripción detallada del contenido gracias a la monografía de Altadill sobre la vida y obra de Moret35. Allí se dice que los papeles obraban en manos de un particular, por lo que, aunque para la fecha de publicación del librito de Altadill ya había muerto Pablo Ilarregui, podemos deducir que esos papeles debían ser los que habían pertenecido al propio Ilarregui, según él mismo declara en la información enviada a la Real Academia de la Historia. No obstante, a pesar de lo detallado de la información de Altadill sobre los tomos de papeles varios no hemos podido localizar en ella ninguna referencia a que estuviera en ellos el dibujo de la inscripción. Antes de acometer el análisis de la inscripción a partir de las dos únicas copias que pueden considerarse de valor para el establecimiento de su texto, conviene comenzar por revisar las informaciones acerca de su hallazgo. En primer lugar, por lo que se refiere a la fecha del hallazgo, hay una divergencia entre la información ofrecida por Pérez de Nueros y en la ficha de Ilarregui, pues el primero data su hallazgo el 23 de octubre de 1580, mientras que en la ficha del segundo el año que aparece es 1680. Que la piedra fuera hallada en el siglo XVI no fue cuestionado ni por De la Fuente ni tampoco por Fidel Fita36; sin embargo, Almagro-Gorbea37 ha defendido que es más probable la fecha de 1680, que es la que aparece en la ficha de Ilarregui conservada en la Real Academia de la Historia, señalando que en el siglo XVII aparecieron también en la antigua Bílbilis algunas inscripciones romanas. Sin embargo, es imposible que la inscripción que nos ocupa fuera encontrada en el siglo XVII: tanto Pérez de Nueros como la ficha de Ilarregui recogen la información de que la inscripción estuvo en poder de D. Miguel Romeo (sic), que fue canónigo y superior de la iglesia del Santo Sepulcro y luego abad del monasterio de Nuestra Señora de la O. Pues bien, en realidad la persona a la que se atribuye la posesión de la piedra durante muchos años fue Miguel Romero38, cuyo nombre correcto ofrece ya De la Fuente39 y, de acuerdo con la información que sobre él proporciona Félix de Latassa en su Biblioteca nueva de los escritores aragoneses40, vivió a finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII, de modo que este dato zanja la cuestión sobre la fecha, que solo puede ser la de 1580. La fecha de 1680 es, por tanto, un error de transcripción, ya sea del propio Ilarregui, del P. Moret o de su fuente. 33 Manuscrito 9/7212 de la Real Academia de la Historia (véase el catálogo de manuscritos disponible on-line en pdf en: http://www.rah.es/biblioteca.htm). Véase también Pérez Goyena, 1928, p. 412, así como García Gómez 2010, p. 87-88. 34 Véase Vergara 2008. 35 Altadill 1887, p. 58-66. 36 Fita 1893, p. 516 37 Almagro-Gorbea 2003a, p. 195; Almagro-Gorbea 2003b, p. 35. 38 Sentenach 1919, p. 14, dice que Miguel Romero envió copias a Salamanca y otros lugares, información que es errónea, pues quien afirma haber enviado esas copias es el propio Juan Miguel Pérez de Nueros, que reconoce que nadie supo ofrecerle una interpretación de la inscripción. 39 De la Fuente 1880, p. 29. 40 Latassa y Ortin, 1799, p. 420-421, núm. LXII.

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Qué sucediera después con la inscripción solo puede ser objeto de conjeturas: De la Fuente41 era de la opinión de que la inscripción pudo pasar en su momento al museo de antigüedades que en el siglo XVII constituyeron los jesuitas en el Seminario de Nobles de Calatayud, opinión de la que se hace eco un número importante de los estudiosos posteriores. Sin embargo, llama mucho la atención que Pérez de Nueros nada diga al respecto, pues el museo perduró hasta la expulsión de los jesuitas en el año 1767. De la Fuente dice ya que su paradero era desconocido y Sentenach42 intentó localizar la inscripción en su momento, si bien sus esfuerzos resultaron infructuosos.

4. Análisis de la inscripción Pasando ya a la descripción de la inscripción, Pérez de Nueros e Ilarregui-Moret concuerdan en afirmar que medía “media vara de grueso”, de largo “vara y tres palmos”43 y “de ancho vara y un palmo”. Es decir, como ya indicara Fita44, esto supone que la cara que tenía la inscripción medía, aproximadamente, 1,75  x 1,25  m. Se trataría, por consiguiente, de una inscripción realmente monumental, muy alejada del tamaño habitual que tienen las inscripciones conservadas. Dado que la inscripción constaba de cinco líneas, contando con un espacio superior y otro inferior, así como con la separación entre líneas, esto supone que las letras debían tener en torno a 18 cm de altura. En cuanto al dibujo de los caracteres de la inscripción, dejando de lado pequeñas divergencias en el trazado de signos concretos, existen únicamente tres diferencias importantes entre los dos dibujos: • en la tercera “palabra” de la línea 3, el dibujo de Pérez de Nueros reproduce cinco signos, mientras que el de Ilarregui-Moret únicamente tiene cuatro. Dado que dos signos son, si no idénticos, sí muy parecidos, la ausencia en el dibujo de Ilarregui-Moret podría explicarse fácilmente como un salto de ojo en la copia; • en la tercera “palabra” de la línea 4 el dibujo de Ilarregui-Moret tiene cuatro signos, mientras que el de Pérez de Nueros solo tiene tres. Dado que el signo adicional que presenta el dibujo de Ilarregui-Moret es idéntico al que precede al signo anterior puede pensarse, en principio, tanto en una reiteración de signo en el dibujo de Ilarregui-Moret como en un salto en el de Pérez de Nueros; • el quinto signo de la última línea está rectificado en el dibujo de Ilarregui-Moret y la rectificación apunta a que lo correcto es lo que aparece en el dibujo de Pérez de Nueros; • finalmente, la última “palabra” de la inscripción consta de cuatro signos en el dibujo de Ilarregui-Moret y solo de tres en el de Pérez de Nueros. Entrando ya a la interpretación de la inscripción, debemos comenzar por señalar, como se viene haciendo cada vez que se ha estudiado esta inscripción, que con los dibujos transmitidos resulta imposible alcanzar un análisis coherente con lo que sabemos de la epigrafía y las lenguas

De la Fuente 1880, p. 29, nota 3. Sentenach 1919, p. 14. 43 En realidad, en la ficha de Ilarregui-Moret se lee “de largo vara y media, digo tres palmos”, de forma que parece que Moret estaba redondeando a vara y media la dimensión de vara y tres palmos que debía proporcionar su fuente, en concordancia con la información que ofrece Pérez de Nueros. 44 Fita 1893, p. 516. 41 42

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paleohispánicas. La única vía de análisis posible es la que exploró en su momento Dolç45 de intentar hacer casar los dibujos transmitidos de los caracteres con los que realmente existieron en la epigrafía hispánica antigua, lo que, como vimos más arriba, le llevó a sugerir algunas lecturas que al menos recordaban a palabras y secuencias documentadas en otras inscripciones. Hoy en día sus propuestas no parecen aceptables, sobre todo porque están basadas en restituciones de los signos que se apoyan en dibujos muy poco fiables de la inscripción, pero sí lo es la metodología que intentó aplicar. Más interesantes son aún las indicaciones de M. Beltrán46, quien señala qué confusiones de signos ibéricos llevó a cabo el copista. Indica acertadamente que ka y r fueron confundidas constantemente con la a; la i se confunde con la n; y, probablemente, también están confundidas bi y l. Efectivamente, para poder plantearse una restitución de la inscripción hay que contar con este hecho. A partir del análisis de la inscripción creo que podemos asumir, de entrada, las siguientes confusiones: • a y bi e, incluso, l; • posiblemente a, ka e, incluso, tu; • e y ke; • i y n; • r y ku e, incluso, te y, en algún caso, también be; • probablemente z y m; • quizá también bo y ko, pues el signo ko como tal no se documenta en la inscripción. Por su parte, los signos que no parecen haberse utilizado en la inscripción son los siguientes: o, u, ba, be, bu, ti, to. Así las cosas, cualquier intento de dar una transcripción fiable de la inscripción resultaría, de entrada, desesperado. Para la identificación de las secuencias de la inscripción, podemos partir de una constatación de Dolç47, quien aísla en la línea 4 el nombre de la ciudad celtibérica de ṣecaisa (sekaiza), a nuestro modo de ver, correctamente. Si partimos de esa identificación, lo que se lee a continuación no sería sino el nombre de otra ciudad celtibérica, concretamente sekobirz. Y, más aún, la línea se cerraría con una secuencia kaieza, que no podemos por menos que restituir como kaieza, con lo cual tendríamos un tercer nombre de ciudad celtibérica, también en este caso conocida desde antiguo por las leyendas monetales. Y aquí es, donde, frente al optimismo de Dolç, que señalaba la extraordinaria importancia de la mención de Segeda en la inscripción perdida de Bílbilis, debemos empezar a sospechar si lo que tenemos no es más que un remedo de inscripción hecho a partir de la combinación de leyendas monetales conocidas ya en los siglos XVI y XVII, con mayor o peor fortuna en la lectura de esas leyendas. Así, para buscar las posibles fuentes de las secuencias que encontramos en la “inscripción” de Bílbilis, en vez de mostrar a continuación fotografías de las monedas48, vamos a utilizar los dibujos que aparecen en la bien conocida obra de Lastanosa, Museo de las medallas desconocidas españolas 49. Los paralelos que allí encontramos50 para las secuencias que hemos identificado en la línea 4 son los siguientes (Figs. 10 y 11): Dolç 1953, p. 121-122. Beltrán Lloris 1976, p. 392. 47 Dolç 1953, p. 122. 48 Actualmente fácilmente disponibles en la base de datos de numismática incorporada en el Banco de Datos Hesperia: http://hesperia.ucm.es. 49 Lastanosa 1565. 50 Lastanosa 1565, p. 25 y 36. 45 46

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Fig. 10: Leyenda de sekaiza en Lastanosa

Fig. 11: Leyenda de sekobirikez en Lastanosa

Creemos que nuestra sospecha de cómo se compuso la “inscripción” de Bílbilis se ve confirmada por el inicio de la línea 5, cuyos primeros cinco signos repiten la secuencia de la línea 4 que hemos identificado como sekobirz, pero en este caso sin la s inicial y con un dibujo diferente del signo ko, es decir, que habría que leerlo ekobirz, basado en un ejemplar de la ceca con el primer signo desgastado, o sea, algo así como el dibujo que aparece en Lastanosa51, aunque en este caso el paralelo no sea exacto (Fig. 12):

Fig. 12: Moneda de Segóbriga en Lastanosa

No hemos llegado a identificar las fuentes de todas las secuencias que aparecen en la “inscripción” de Calatayud, pero creemos que sí muchas de ellas, que enumeramos a continuación: • Línea 1: tras los tres primeros signos, quizá bili, con signo final e (en vez del correcto i) como en el dibujo de Lastanosa52 que reproducimos a continuación (Fig. 13):

Fig. 13: Moneda de Bílbilis en Lastanosa

• Línea 2: eikorata (quizá la r en la línea 1), kaiseza (con signo e en vez de ka), ieśo (?), signos ta y ko, burza (?). • Línea 3: los siete primeros signos deben ser una mala lectura de la leyenda ikezankom, mientras que los seis últimos quizá correspondan a libiakos, aunque aquí aparece en posición final la silbante z. • Línea 4: tras los cuatro primeros signos, para los que únicamente podemos conjeturar que contengan zea (?), quizá tengamos konbo (?) seguido de dos signos, rbi (?), y luego las ya mencionadas sekaiza, sekobirz y kaieza. • Línea 5: inicio ekobirz, mientras que la secuencia final (con los cuatro signos que presenta el dibujo en la variante de Moret-Ilarregui) es probablemente ikean y debe corresponderse con una leyenda ikean.

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Lastanosa 1565, p. 27. Lastanosa 1565, p. 32. mélanges en l’honneur de pierre-yves lambert

Así pues, de ser adecuada la interpretación que acabamos de proponer de la inscripción, a pesar de que los detalles transmitidos sobre las circunstancias del hallazgo apuntaban a que se trataba de una inscripción auténtica, solo que con una transcripción tan defectuosa que la hacía incomprensible, parece que, más bien, nos encontramos ante una falsificación realizada a partir de leyendas monetales leídas con mayor o, más bien, menor acierto.

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