La innovación en diseño y tecnología en el marco de una teoría de redes

June 14, 2017 | Autor: Carla Sarli | Categoría: Diseño, Innovación, Tecnologia
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La innovación en diseño y tecnología en el marco de una teoría de redes INTRODUCCIÓN

Este trabajo se encuentra publicado en las actas de las XXVIII Jornadas de Investigación SI+RED: La construcción colectiva, redes, vínculos y articulaciones en investigación, realizadas el 24 y 25 de septiembre en FADU, UBA, en la Ciudad de Buenos Aires.

Según afirma Nigel Cross (1982), diseño y tecnología funcionarían como sinónimos a la hora de designar una “tercera cultura” en la educación, distinta de las ciencias y las humanidades, cuyo interés central es la concepción y realización de cosas nuevas. Esta cultura se corresponde con “la experiencia acumulada en la cultura técnico-material” y con “el cuerpo completo de experiencia, habilidad y conocimiento exhibido en las artes de la planificación, la invención y el hacer” (Cross, 1982: 223, traducción propia). Implica una síntesis de conocimientos provenientes tanto de las ciencias y las humanidades en la consecución de tareas prácticas. Son los artefactos los productos de esta “tercera cultura”.1 La equiparación entre diseño y tecnología posibilita pensar la conveniencia de una teoría unificadora que de cuenta del proceso de desarrollo de los artefactos. En este trabajo, usaremos el término “artefacto” para referirnos tanto a los productos de la tecnología como del diseño, entendiendo que ambos dan origen a una cosa nueva en el mundo, a algo artificial. Lo artificial ha sido ampliamente estudiado por Ezio Manzini (1992), quien postula que lo artificial –es decir, aquella “actividad técnica guiada por la cultura y no por la biología” (Manzini, 1992: 42) es “profundamente humano”, ya que “para el hombre producir lo artificial es profundamente natural.” (Manzini, 1992: 43) ¿Cómo se produce el desarrollo de los artefactos? Para intentar responder a esta pregunta, recurriremos a autores que han elaborado conceptos y modelos teóricos útiles para pensar ese proceso, tanto en el campo del diseño como en el de la tecnología.

1. Para dar cuenta de su derecho a una existencia diferenciada de las ciencias y las humanidades, Cross detalla que esta cultura cuenta con un fenómeno de estudio propio (el mundo artificial), sus métodos particulares (modelado, creación de patrones, síntesis) y sus valores correspondientes (practicidad, inventiva y un interés por “lo apropiado”).

Los autores que estudian el proceso de creación en tecnología (Pinch, Bijker) lo hacen desde el enfoque denominado “construcción social de la tecnología” (CST). Inscripta dentro del constructivismo social, la CST rechaza el modelo explicativo lineal y evolucionista que ha dado origen a toda una serie de relatos que seleccionan como objeto de análisis aquellos artefactos exitosos, dejando afuera los fracasos. Estos investigadores presentan, en cambio, un modelo “multidireccional”, en el que los exitosos no son los únicos artefactos dignos de ser analizados y que es precisamente “el éxito de un artefacto (…) lo que necesita ser explicado” (Pinch y Bijker, 2008: 30) Hemos elegido a estos autores porque la perspectiva constructivista tiene la ventaja de reponer el contexto de prácticas en que se crean los artefactos y las innovaciones. Vincular el proceso por el que surgen los artefactos con su medio social más amplio habilita a pensar al diseño y la tecnología no como elementos aislados,

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2 El Design research es un campo de estudio eminentemente anglosajón (con sus vertientes norteamericana e inglesa, y con algunos representantes europeos) que en sus inicios se abocó a la investigación del proceso de diseño, centrándose fundamentalmente en el estudio de sus métodos. Emergió como un campo de estudio reconocible en la década del 60, luego de la “Conferencia sobre Métodos de Diseño” en el Imperial College de Londres, en 1962. Cinco años más tarde, y en Estados Unidos, Christopher Alexander, Bruce Archer, John Chris Jones y Horst Rittel contribuyeron a fundar el movimiento de métodos de diseño, el cual se institucionalizó en el Design Methods Group (DMG) en Berkeley, California. El objetivo del Design research era el estudio e investigación de lo artificial hecho por el ser humano y sus intereses incluían, entre otros: la forma de las cosas hechas por el hombre, la construcción como actividad humana (cómo los diseñadores trabajan, piensan y llevan adelante la actividad del diseño con un propósito) y la aparición de una cosa artificial (que es el logro de la actividad de diseño). Hoy, sus esfuerzos continúan en la Design Research Society.

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sino operando en un entorno específico con el que entran en juego, entorno que puede ser caracterizado como una red compuesta no sólo por dichos artefactos, sino también por actores, discursos, prácticas de uso e interpretaciones que inciden en las alternativas o variantes que ofrecen el diseño y la tecnología. Los autores que analizan el diseño (Rittel, Buchanan) se inscriben dentro del Design research.2 Retomamos a Horst Rittel ya que su pensamiento -surgido en el contexto de divulgación de la Teoría General de los Sistemas (enunciada por Ludwig von Bertalanffy ya en 1937 pero publicada finalmente en 1969)- se encarga de tratar a los problemas en un entorno crecientemente complejo. Como veremos más adelante, para Rittel, localizar un problema implicaba determinar su lugar preciso en las complejas redes causales de un sistema social abierto. Dos décadas más tarde, Buchanan (1992) partirá del pensamiento de Rittel para elaborar su “doctrina de las colocaciones”, muy productiva para analizar el modo en que los diseñadores piensan el diseño de artefactos. Será el objetivo de este artículo exponer y analizar el vínculo de una serie de conceptos y modelos teóricos útiles para pensar el proceso de desarrollo de los artefactos, poniendo el foco en la noción de innovación y explicitando los factores necesarios para que ésta se produzca. Esclareceremos de qué modo todos estos enfoques están, de una u otra forma, vinculados a la noción de red. La hipótesis que guiará este trabajo es que los procesos de innovación están íntimamente relacionados con la definición y resolución de “problemas retorcidos”, una clase de problemas que, según Horst Rittel, se encuentran mal definidos, que no marcan un camino claro a recorrer para solucionarlos y que sólo admiten soluciones provisorias (ya que no habría modo de definir soluciones “correctas”). Problemas y soluciones En este primer apartado, explicaré de qué manera la detección de problemas emerge como motor fundamental de la creación de artefactos, los cuales se presentan como soluciones a dichos problemas. Describiré el origen social de esos problemas y su dependencia de grupos sociales específicos, de acuerdo a la perspectiva de la construcción social de la tecnología. Además, caracterizaré cuáles son los problemas que estimulan la producción de artefactos, basándome para ello en un conocido artículo de Horst Rittel y Melvin Webber: Problemas de una teoría general de la planeación (1973). La construcción social de la tecnología: el modelo desarrollado por Pinch y Bijker En La construcción social de hechos y de artefactos (1987), Pinch y Bijker proponen -para explicar el desarrollo de los artefactos tecnológicos- un modelo descriptivo que permite dar una explicación simétrica de los artefactos “exitosos” y “fracasados”. El enfoque de la construcción social de la tecnología describe el proceso de desarrollo de un artefacto como “una alternancia entre variación y selección” (Pinch y Bijker, 2008: 36) y su adopción permite analizar por qué algunas variantes mueren mientras que otras sobreviven.

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Para entender el proceso que lleva a la selección de algunas variantes en vez de otras, es necesario “considerar los problemas y las soluciones presentadas por cada artefacto en momentos particulares” (2008: 40). Cada variante de un artefacto representa una posible solución a los problemas que plantea dicho artefacto a un grupo social específico. Ahora bien, ¿cómo se establece un problema? En palabras de los autores, “un problema es definido como tal solo cuando hay un grupo social para el cual el mismo constituye un ‘problema’” (2008: 41). La noción de “grupo social relevante” abarca instituciones y organizaciones, así como grupos de individuos -organizados o desorganizados- que comparten en mismo conjunto de significados respecto a un artefacto. La coexistencia de múltiples variantes corresponde a la etapa de “flexibilidad interpretativa” o “controversia tecnológica”. Hay flexibilidad respecto a cómo son interpretados los artefactos, y los distintos significados atribuidos a ellos pueden dar origen a distintas líneas de desarrollo, con lo cual la flexibilidad no sólo alcanza al modo en que los artefactos son interpretados, sino también al modo en que son diseñados. En otras palabras, los artefactos son interpretados al tiempo que construidos culturalmente. De este modo, podemos ver dos cosas: primero, que no existe un único modo de diseñar un artefacto, ya que cada diseño responde a un tipo de problema particular; segundo, que la creación de artefactos no constituye un evento aislado, sino en estrecha relación con un grupo social específico. De todas las variantes de un artefacto (o respuestas posibles a un problema), alguna es seleccionada y se estabiliza. Pinch y Bijker describen dos mecanismos por los cuales se lleva a cabo esta “clausura”: la clausura retórica y la clausura por redefinición del problema. La primera indica la “desaparición” de problemas; el problema nunca se resuelve realmente, sino que “los grupos sociales relevantes ven resuelto el problema” (2008: 57). El otro tipo de clausura ocurre por redefinición del problema, esto es, la clausura se alcanza cuando el significado del artefacto se traduce para “constituir una solución a otro problema distinto” (2008: 59). Ambos autores aclaran que “no hay nada “natural” o “lógicamente necesario” en esta forma de clausura” (2008: 59) Por lo cual, si se olvida el proceso de variantes que precede al proceso de selección, se corre el riesgo de creer que la versión estabilizada de un artefacto constituye la única versión posible, “verdadera” u óptima de ese artefacto. Esto implicaría atribuir a los artefactos un carácter esencialista en vez de relacional. En resumen, la perspectiva de la CST divide el proceso de desarrollo de un artefacto en dos etapas: la “flexibilidad interpretativa”, durante la cual se generan múltiples variantes de un artefacto, seguida de la “clausura”, mecanismo por el cual una de estas interpretaciones deviene dominante, cerrándose la controversia tecnológica y dando paso a la estabilización de la trayectoria del artefacto. El de Pinch y Bijker constituye un modelo multidireccional, cuya estructura toma la forma de una red que vincula -en un momento dado- a grupos sociales, problemas y artefactos, los cuales emergen como posibles soluciones a los problemas que plantea un grupo social en relación al artefacto considerado. Pinch y Bijker observan que los modelos lineales simples surgen en realidad como consecuencia de colapsar, en una distorsión retrospectiva, el modelo multidireccional.

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A continuación, me gustaría resaltar algunas similitudes entre la forma en que Pinch y Bijker plantean el proceso de diseño con la caracterización de los problemas de planeación que Horst Rittel y Melvin Webber resumieran en su artículo Dilemas de una teoría general de la planeación (1973). Los problemas “retorcidos” del diseño Si bien el objetivo del artículo de Rittel y Webber es explicar las causas de la dificultad que tienen las profesiones sociales y los programas gubernamentales para llevar a cabo sus tareas en el campo de la planeación política y social, la caracterización que han hecho estos autores de los problemas de planeación -detallada en diez proposiciones- se ha convertido en un clásico de la teoría de planeación. Rittel y Webber plantean que, a diferencia de lo que ocurría durante la primera parte del período industrial –cuando era bastante sencillo coincidir respecto de la naturaleza de los problemas –, la actual “armazón estructural hace menos evidente la ubicación del centro de los problemas” y “hace más difícil saber cómo intervenir” (Rittel y Webber, 1993: 168) para solucionarlos. Esta “armazón estructural” supone entender los “procesos sociales como eslabones que vinculan a los sistemas abiertos en grandes redes interdependientes de sistemas” (1993: 168). En otras palabras, Rittel y Webber exponen las dificultades de diagnosticar problemas en un mundo de complejidad creciente dominado por sistemas sociales abiertos. Específicamente, estas dificultades consisten, en primer lugar, en definir los problemas; segundo, en encontrar con precisión su lugar en las complejas redes causales y, tercero, en determinar las acciones efectivas para resolverlos. Los obstáculos que se le presentan a la planeación gubernamental se explican, en parte, porque el paradigma clásico de la ciencia y la ingeniería, así como los estilos cognoscitivos y operativos de las profesiones -derivados de la ciencia y de la ingeniería, respectivamente– no solucionan los problemas de los sistemas sociales abiertos. Y es que “la clase de problemas que enfrentan los planificadores (…) son esencialmente diferentes de los problemas que tratan los científicos y tal vez algunos tipos de ingenieros. Los problemas de planeación son intrínsecamente retorcidos (…) (wicked)” (1993: 170). Los problemas retorcidos son un tipo especial de problemas que se caracterizan por estar mal definidos y cuya resolución “descansa en juicios políticos elusivos”. En ellos, el camino a recorrer para hallar una solución no es claro y tampoco lo es establecer si el problema queda resuelto o no; los problemas de planeación nunca se solucionan: a lo sumo, se resuelven una y otra vez. Bajo la forma de proposiciones, Rittel y Webber describen diez características de esta clase de problemas. Aquí enunciaremos aquellas que se vinculan al modelo de Pinch y Bijker. La primera proposición sostiene que para entender y describir detalladamente el problema y determinar la información necesaria para su resolución, deben previamente definirse las soluciones concebibles. Así, la búsqueda de información para resolver un problema va a estar guiada por la solución que quien lo resuelva crea posible. De este modo, “el entendimiento del problema y su resolución son concomitantes” (1993: 161); en otras palabras, toda formulación de un problema equivale a la formulación de una solución, pues especificar un problema es al mismo tiempo

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3. Pinch y Bijker atribuyen la creación de artefactos tecnológicos solamente a los ingenieros. Hemos aclarado que en este trabajo se considerará artefacto tanto al producto de la tecnología como al del diseño.

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especificar el camino a seguir para tratarlo. Por otra parte, los problemas retorcidos no tienen formulaciones definitivas. Hemos visto que en el modelo de la CST, “el problema es definido como tal sólo cuando hay un grupo social para el cual el mismo constituye un problema” (Pinch y Bijker, 2008: 41), con lo cual la definición del problema (y la consiguiente formulación de una solución) va a depender de las relaciones que establezca un grupo social con un artefacto determinado. Así también la clausura de un problema va a depender de la definición que se haga de él: se trata de la clausura por redefinición. Por otra parte, para Rittel el modelo de planeación debe implicar “un proceso argumentativo en el curso del cual emerja gradualmente entre los participantes una imagen del problema y de la solución, producto de numerosos juicios” (1993: 174). Es decir que en la configuración del problema están implicados los juicios de varias personas; estas personas constituyen, en el modelo de Pinch y Bijker, el grupo social relevante así como el grupo de “ingenieros”3 que procuran ofrecer una solución a través de una variante. Asimismo, el diferente modo de definir las metas conduce a líneas distintas durante el proceso de desarrollo. Y el significado dado a un artefacto conduce a la existencia de artefactos distintos. La segunda proposición de Rittel afirma que no existen criterios que establezcan cuándo se ha alcanzado una solución. El planificador termina su trabajo con un problema retorcido no por razones inherentes a la “lógica” del mismo sino por consideraciones externas al sistema. Para Rittel, siempre es posible hacer mejor un artefacto, siempre es posible una nueva resolución. Esta proposición se vincula con la afirmación de Pinch y Bijker según la cual el problema se clausura si “los grupos sociales relevantes ven resuelto el problema” (2008: 57). Esto nos habla también del carácter provisional de las soluciones que supone cada artefacto y da cuenta de la flexibilidad en el modo en que los artefactos son diseñados; en resumen, no hay un único modo (el “mejor modo”) de diseñar un artefacto (Pinch y Bijker, 2008: 51). La constante posibilidad de mejorar un artefacto se relaciona con la tercera proposición -según la cual las soluciones a los problemas retorcidos no son falsas o verdaderas, sino tan solo buenas o malas- y con la novena proposición -la cual postula que existen discrepancias a la hora de definir el problema (y por lo tanto, de formular su resolución). Entonces, diferentes definiciones del problema darán por resultado diferentes soluciones-artefactos; y si estas soluciones dependen de quienes las definen, habrá tantas soluciones como grupos sociales relevantes, y ninguna será “la” solución. Antes de concluir este apartado, me gustaría mencionar la quinta proposición de Rittel, la cual –si bien no se relaciona de modo directo con el modelo de Pinch y Bijker- tiene una importancia fundamental al considerar los problemas de planeación en el contexto de un sistema abierto. Toda solución a un problema (es decir, todo artefacto) tiene consecuencias irreversibles, y si bien se proponen como solución a un problema específico, puede desencadenar problemas imprevistos en otros nodos de la red. Esto da cuenta de la interconexión entre los diversos puntos de una red, y nos hace pensar que los artefactos propuestos para solucionar un problema pueden luego influir en la creación de otros.

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4. Un sistema tecnológico surge a partir del desarrollo y posterior consolidación de una invención radical; se encuentra formado por una serie de componentes que, interactuando sistémicamente, se orientan a la resolución de problemas complejos. Bruun y Hukkinen explican la noción de paradigma tecnológico según Giovanni Dosi: se trata de “un `modelo´ y un `patrón´ de solución de problemas tecnológicos seleccionados derivados de las ciencias naturales y en materiales tecnológicos seleccionados. (…) Los paradigmas tecnológicos definen los problemas genéricos para los cuales se buscan soluciones técnicas” (Bruun y Hukkinen, 2008: 191)

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Reposicionamientos para la innovación En lo que sigue, describiré la noción de “marco tecnológico”, concepto elaborado por Wiebe Bijker que -junto a la idea de “inclusión”- amplía el enfoque de la CST; posteriormente, lo relacionaré con la “doctrina de las colocaciones” de Richard Buchanan. De esta relación surgirá una idea importante para pensar el modo en que se genera la innovación, entendiendo por ésta a la aparición de un artefacto novedoso, que difiere en algún modo de artefactos anteriores y que inaugura tanto un “sistema tecnológico” (en términos de Thomas P. Hughes) como un “paradigma tecnológico” (en términos de Giovanni Dosi)4. Argumentaré que la producción de la innovación está relacionada con cierta libertad a la hora de elegir problemas y cierta flexibilidad a la hora de abordarlos. El marco tecnológico de Bijker En una extensión del modelo descriptivo desarrollado junto a Pinch, Bijker (1987) acuña un nuevo útil conceptual para profundizar la comprensión del desarrollo de los artefactos: el “marco tecnológico”. Asimismo, propone un esquema que organiza las nociones de las que hace uso (artefactos, grupos social relevante, marco tecnológico y procesos de variación, selección y estabilización) y que distingue tres situaciones en las que puede encontrarse un artefacto según las etapas que atraviesa (etapas que no necesariamente se suceden las unas a las otras pero que sirven para determinar en qué “fase” se halla un artefacto). Un marco tecnológico se compone de distintos elementos que una comunidad emplea para resolver sus problemas. Entre estos elementos se cuentan las teorías, conceptos e ideas en curso, las prácticas de ingeniería, las metas, las prácticas de uso y las estrategias para la resolución de problemas. Si bien Bijker señala la similitud de este concepto con la noción de “paradigma” de Kuhn, indica dos diferencias básicas. La primera es la naturaleza amplia del concepto de marco tecnológico, que es aplicable a toda clase de grupos sociales (y no sólo a los ingenieros). La segunda, su naturaleza interactiva: un marco se forma a partir de la interacción continua de diversos actores alrededor de un artefacto. El marco tecnológico estructura la interacción entre los miembros de un grupo social “pero nunca de forma completa”, por varias razones. Primero, porque los actores pueden tener diversos grados de inclusión en el marco tecnológico. Segundo, porque un mismo actor puede simultáneamente estar incluido en más de un campo tecnológico.

5. El concepto es de Thomas P. Hughes. Volveremos sobre esta noción más adelante.

La naturaleza del cambio tecnológico variará dependiendo la configuración de los marcos tecnológicos en torno al artefacto en cuestión: un marco tecnológico dominante, dos marcos tecnológicos, o ninguno. La ausencia de un marco tecnológico dominante amplía el rango de variantes propuestas para resolver un problema; todos los aspectos de un artefacto están sujetos a variación y hay mayores probabilidades de que se produzcan “invenciones radicales”.5 Si, en cambio, un único marco tecnológico es dominante, las invenciones tenderán a ser más convencionales, dado que se amoldarán a los patrones de pensamiento propios del marco dominante. Por último, si existen dos o más marcos tecnológicos, es probable que sean criterios externos a los marcos tecnológicos en disputa los que intervengan en el proceso de selección.

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6. En este artículo, entendemos la innovación de modo similar a la etapa de “invención” descripta por Hughes. Para este autor, la “invención” corresponde al momento en que aparece una nueva tecnología; esto por sí solo no implica una innovación, sino que para ello se necesita antes pasar por la etapa de “desarrollo” (durante la cual se incorporan a la invención las características económicas, políticas y sociales necesarias para adaptarse al ambiente que las usará). La “innovación” comprende la etapa en que se crean los procesos de manufactura indispensables para producir las invenciones desarrolladas, instituyéndose así un sistema tecnológico complejo.

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Buchanan y la “doctrina de las colocaciones” En su descripción del design thinking (1992) Buchanan delimita cuatro grandes áreas en las que se manifiesta el pensamiento de diseño: el diseño de comunicación visual y simbólica, el diseño de objetos materiales, el diseño de actividades y servicios organizados y el diseño de complejos sistemas o entornos. Si bien las áreas parecieran identificarse con las profesiones de diseño ya consolidadas, Buchanan aclara que no debe juzgárselas a partir de los objetos que de cada una de ellas resulta (signos, objetos, acciones y pensamientos, respectivamente) y que es conveniente tratar a las áreas como “espacios de invención que son compartidos por todos los diseñadores, espacios en los que la reconsideración de problemas y soluciones dan cuenta de las dimensiones del pensamiento de diseño” (Buchanan, 1992: 10, traducción propia). Estas áreas se encuentran interconectadas, y ninguna de ellas tiene prioridad sobre las otras. Pero su fusión acarrea “consecuencias sorprendentes en la innovación” (Buchanan, 1992: 10, traducción propia). ¿Cómo se puede describir a las colocaciones? Las colocaciones establecen límites elásticos y variables que dan un contexto u orientación al pensamiento. Su aplicación a problemas en circunstancias concretas puede generar una nueva percepción de esas circunstancias, y por tanto, suscitar nuevas ideas o posibilidades. Así, las colocaciones habilitan a descubrir posibilidades innovadoras en situaciones específicas; en otras palabras, permiten ver las oportunidades “ocultas” en una circunstancia particular. La “doctrina de las colocaciones” contribuye a explicar lo que habitualmente se entiende como la naturaleza intuitiva del trabajo de los diseñadores. “La capacidad de invención del diseñador descansa en la ingeniosa habilidad –natural o adquiridade recurrir a aquellas colocaciones y aplicarlas a nuevas situaciones, descubriendo así aspectos de la situación que inciden en el diseño final” (Buchanan, 1992: 13, traducción propia). Si bien las nociones de “marco tecnológico” y “colocaciones” presentan amplias diferencias (por ejemplo, el primero involucra a numerosos participantes, mientras que las segundas parecen ser parte de la estructura cognoscitiva de un diseñador particular) ambas tienen en común el constituir espacios desde los que se configura una situación; se trata de herramientas desde las cuales es posible estructurar una solución para un problema o situación dados. El marco tecnológico de una comunidad o la colocación de un diseñador pueden posibilitar a la vez que limitar el cambio tecnológico o la provisión de una solución. Esta será la cuestión que trataremos en el próximo apartado. La generación de la innovación En La evolución de los grandes sistemas tecnológicos (1987), Thomas P. Hughes sostiene que los grandes sistemas tecnológicos siguen un patrón evolutivo dividido en siete fases: invención, desarrollo, innovación, transferencia, crecimiento, competencia y consolidación.6 A cada una de estas fases le corresponden invenciones de distinta naturaleza. Durante la fase de invención, se producen “invenciones radicales”, las cuales inauguran un nuevo sistema tecnológico. En cambio,

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en las etapas de crecimiento, competencia y consolidación prevalecen las “invenciones conservadoras”: aquellas destinadas a resolver problemas prácticos que surgen durante la expansión de un sistema tecnológico, y que mejoran los sistemas existentes. Queremos argumentar aquí que, a través de los autores vistos y sus conceptos, es posible afirmar que la mayor independencia de un actor a un sistema tecnológico o marco tecnológico dado estimula las “invenciones radicales” (la innovación), y que, por el contrario, la dependencia a una organización inhibe los procesos de innovación. Muchos autores sugieren en que la pertenencia de un actor a un sistema consolidado constituye un modo de inhibir la innovación. Según Joseph Schumpeter, “los monopolistas y las empresas dominantes (…) pueden inhibir la innovación” (Stiglitz, 2014). De acuerdo a Bruun y Hukkinen, “las innovaciones son obstaculizadas por las rigideces del mercado y de la sociedad en su conjunto” (2008: 190) Para que la innovación se produzca, son necesarias entonces cierta flexibilidad en el modo de pensamiento y cierta libertad a la hora de elegir los problemas. En primer lugar, si consideramos la cuestión desde la perspectiva de la CST, la innovación es más factible de producirse si el actor no está del todo incluido en un marco tecnológico dado y/o pertenece a otros marcos, ya que esto le permite no quedarse pegado al modo de afrontar los problemas propio de un marco y tener la capacidad de identificar otros problemas, que puedan conducir a resultados innovadores. Así, según la CST, la innovación estaría asociada a un bajo grado de inclusión en un marco tecnológico. Esto se asemeja bastante al “reposicionamiento conceptual” del que habla Buchanan: un reposicionamiento conceptual implica un cambio en la materia abordada, en la metodología empleada o en los principios explorados. Buchanan afirma que el interés fundamental en todas las profesiones del diseño “comienza en una de las áreas del design thinking, pero la innovación se produce al reposicionar esa selección inicial en otro punto del marco, creando así nuevas ideas y preguntas” (Buchanan, 1992: 11, traducción propia). Los reposicionamientos que observa Buchanan en diseño también funcionan a la hora de abordar problemas específicos. Un ejemplo de reposicionamiento conceptual en diseño lo da el mismo Buchanan al describir que los diseñadores industriales, al pensar los objetos en el contexto de los signos -es decir, al considerar que los objetos comunican- dieron paso a reflexiones en torno a los aspectos semánticos y retóricos de lo productos. Pensemos, por caso, en la revolución que supusieron al interior del diseño grupos como Memphis o Archizoom, que pasaron de enfocarse en las características funcionales del objeto a hacerlo en sus aspectos retóricos. En resumen, la innovación para Buchanan se produciría a partir de los reposicionamientos conceptuales. Por último, Hughes atribuye las “invenciones radicales” a inventores profesionales independientes de toda organización, para los que la resolución de problemas supone “un fin en sí mismo” (Hughes, 2008: 111) “Libres de los constreñimientos de las organizaciones (…) los inventores independientes pueden deambular ampliamente para elegir problemas para los cuales esperan encontrar soluciones bajo la forma de invenciones” (Hughes, 2008: 113) El punto clave para la invención parece consistir en la elección del problema, en una libre elección del problema, no sometida

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7. Aun así, queremos hacer notar que existe un debate respecto de qué constituye una innovación. Hughes aclara que muchas veces las invenciones radicales son “mejoras realizadas a invenciones anteriores, similares, que fracasaron a la hora de transformarse en innovaciones” (Hughes, 2008: 112). Por su parte, Bruun y Hukkinen nos enseñan que actualmente “la perspectiva general considera que las innovaciones incrementales tienen una importancia equivalente (a las innovaciones radicales) a la hora de explicar al dinámica de las economías.” (2008: 190)

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a las búsquedas de las empresas. Siguiendo el esquema de Hughes, podemos describir el proceso de selección de problemas desde una total autonomía a la dependencia de un sistema tecnológico. En la etapa de invención, los inventores gozan de una libertad para elegir sus problemas; en la etapa de desarrollo, a partir de las “relaciones sistémicas entre componentes del sistema tecnológico que se está inventando” (Hughes, 2008: 120) surgen nuevos problemas que se resuelven mediante nuevas invenciones (con lo cual, se facilita –pero también se limita- la elección de problemas). Finalmente, en las fases de crecimiento, competencia y consolidación, los problemas están completamente determinados por el retraso de algunos componentes que limitan el potencial y la eficiencia sistémicas de un sistema tecnológico. Es la necesidad de armonizar el funcionamiento del sistema la que dirige la atención hacia ciertos problemas (denominados por Hughes “salientes reversas”) y no otros. De estas tres consideraciones, podemos concluir que la invención radical, la que propone algo nuevo, se genera cuando el creador no está del todo inmerso en un marco tecnológico, cuando posee una colocación lo suficientemente flexible para reconfigurar el problema y cuando la elección del problema no está dictaminada por ningún sistema tecnológico.7 Conclusiones

8. Esta concepción guarda relación con la definición que Heidegger hace de la tecnología (un ordenamiento del mundo que vuelve a éste disponible como “reserva permanente” lista para resolver problemas) y con la definición de diseño que provee Herbert Simon en The Sciences of the Artificial (1969), como la conversión de algo de su estado actual a su estado preferible.

Los autores que hemos analizado parecen coincidir en que diseño y tecnología son actividades involucradas en la concepción de artefactos a las que motiva un fin específico: la resolución de problemas. Esto lo vemos en Hughes, quien describe un sistema tecnológico como un complejo de múltiples componentes en interacción sistémica orientado a la resolución de problemas, es decir, a un “reordenamiento del mundo físico de modos considerados útiles o deseables” (2008: 105).8 Se observa en Pinch y Bijker, para quienes los artefactos constituyen soluciones a problemas que presentan los grupos sociales respecto a un artefacto, y en Rittel, quien afirma que la actividad de planeación – es decir, el diseño- está orientada a la resolución de problemas retorcidos. Del análisis de los autores, se desprende que el proceso de innovación, en un contexto de complejidad y sistemas sociales abiertos, se encuentra estrechamente vinculado a la resolución de una clase particular de problemas: los problemas retorcidos. Buchanan sostiene que la innovación sólo puede ocurrir al resolver problemas retorcidos. Estos problemas carecen de detalles, no proveen información completa, y por eso a menudo son rechazados por las grandes organizaciones, que ven en ellos un riesgo económico (Hughes, 2008). Así, Buchanan afirma que “la resolución de problemas simples puede llevarnos a una mejora, pero no a la innovación. Para innovar, necesitamos reencuadrar problemas retorcidos. Vimos que los problemas retorcidos carecen de condiciones evidentes y límites definitivos. Las colocaciones emergen entonces como un instrumento adecuado para afrontar esta clase de problemas, debido a que permiten configurar un problema

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9. Por ejemplo, se dice que el artefacto está “enrolado” si una interpretación particular de un artefacto es exitosa. A su vez, podemos considerar que las traducciones competidoras en torno a un artefacto (Callon) son equiparables a las diversas interpretaciones en pugna sobre el artefacto (Pinch y Bijker), y que la irreversibilidad de una traducción (Callon) es equiparable al proceso de estabilización de un artefacto. Los marcos tecnológicos de Bijker son equivalentes a las redes de Callon.

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de diseño. Buchanan explica que los problemas de diseño son retorcidos porque esta disciplina, a diferencia de otras, no cuenta con un objeto de estudio particular, sino que teóricamente todo puede devenir foco de su interés. Sin embargo, este alcance potencialmente universal del objeto de diseño no evita que el diseñador deba aplicar su pensamiento a descubrir o inventar -de los problemas de una situación específica- un objeto particular. De las posibilidades concretas de una situación, el diseñador debe concebir lo que aún no existe, y lo hace a través de las colocaciones. Las colocaciones son las herramientas con las que el diseñador configura una situación de diseño particular, con las que transforma una serie de problemas en una hipótesis de trabajo sobre las características de lo que diseñará. Estas explicaciones de la innovación sólo son posibles si se la considera no produciéndose en una esfera aislada, en un espacio técnico asocial, sino en constante interacción con los elementos de un marco más amplio en el que se cuentan factores sociales, políticos, legislativos, económicos y geográficos, experiencias históricas regionales y nacionales. No existe un modo ideal o el mejor modo de diseñar un artefacto. Existen “estilos tecnológicos” (Hughes, 2008), formas y características que adquieren los artefactos, que varían entre distintos ambientes. La idea de una tecnología cuyo desarrollo avanza lineal y evolutivamente ha sido sustituida por una noción más sistémica del proceso, que enfatiza el grado en que la innovación depende de los grandes sistemas. Este modo de pensar el cambio tecnológico provee un excelente modelo para plantear una alternativa al modo en que habitualmente se ha pensado la historia de los productos del diseño (una historia lineal, basada en mejoras progresivas hacia un producto “ideal”). También, nos lleva a afirmar la conveniencia de dejar de pensar al diseño y la tecnología como esferas aisladas y, por el contrario, comenzar a considerar el proceso de desarrollo de los artefactos mediante una teoría unificadora. Todos los enfoques que hemos abordado se encuentran conectados al concepto de red: ya sea por la estructura que delinea el modelo de la CST -una perspectiva multidireccional del proceso de desarrollo de los artefactos, que vincula en una red compleja grupos sociales, problemas y artefactos-soluciones-, ya sea por el contexto en que se ubica el tipo de problemas que conducen a la innovación -el contexto de sistemas sociales abiertos (Rittel, 1973); bien por la red que forman los actores en interacción alrededor de un artefacto -la cual constituye una definición de marco tecnológico, según Bijker-, bien por la concepción de interacción sistémica predominante en un modelo como el de Hughes. Si bien no hemos abordado el concepto de red desde la teoría actor-red (TAR), de Michel Callon y Bruno Latour, muchas de sus conceptos están presentes en los análisis de la CST.9 Según Bruun y Hukkinen, la CST no arroja luz sobre los mecanismos de clausura porque posee una idea deficiente del proceso de interacción social en las controversias tecnológicas (Bruun y Hukkinen, 2008). Al respecto, la TAR permite comprender mejor la complejidad de la acción y la interacción entre los actores en interacción en torno a un artefacto, ya que entiende a la acción no sólo como “la simple implementación de una intención sino como la construcción dirigida de relaciones en el mundo real” (Bruun y Hukkinen, 2008: 200) Es decir que, según esta perspectiva, una red no consiste solamente en actores interrelacionados -como podríamos pensar que es un marco tecnológico- sino que implica

CARLA SARLI

escritos

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la capacidad de algún actor de generar una red alrededor suyo. Para concluir, esperamos con este trabajo haber podido proveer algunas consideraciones acerca del modo en que, dentro del amplio proceso de cambio tecnológico, se genera la innovación.

Bibliografía BIJKER, Wiebe E. (1987). “La construcción social de la baquelita: hacia una teoría de la invención” En Thomas, Hernán y Buch, Alfonso (coords.). (2008). Actos, actores y artefactos. Sociología de la tecnología. Quilmes: Universidad Nacional de Quilmes. BUCHANAN, Richard. (1992). Wicked Problems in Design Thinking. En Design Issues. Vol. 8, No. 2 BRUUN, Henrik y HUKKINEN, Janne. (2003). “Cruzando fronteras: un diálogo en tres formas de comprender el cambio tecnológico.” En Thomas, Hernán y Buch, Alfonso (coords.). (2008). Actos, actores y artefactos. Sociología de la tecnología. Quilmes: Universidad Nacional de Quilmes. CROSS, Nigel. (1982). Designerly ways of knowing. En Design Discipline, Bucks, Reino Unido. Open University, Milton Keynes. HUGHES, Thomas P. (1987) “La evolución de los grandes sistemas tecnológicos”. En Thomas, Hernán y Buch, Alfonso (coords.). (2008). Actos, actores y artefactos. Sociología de la tecnología. Quilmes: Universidad Nacional de Quilmes. MANZINI, Ezio. (1992). Artefactos. Hacia una nueva ecología del ambiente artificial, Madrid. Celeste. PINCH, Trevor J. y BIJKER, Wiebe E. (1987). “La construcción social de hechos y de artefactos: o acerca de cómo la sociología de la ciencia y la sociología de la tecnología pueden beneficiarse mutuamente”. En Thomas, Hernán y Buch, Alfonso (coords.). (2008) Actos, actores y artefactos. Sociología de la tecnología. Quilmes: Universidad Nacional de Quilmes. RITTEL, Horst W J y WEBBER, Melvin M. (1973). “Problemas de una teoría general de la planeación”. (Graciela Bellón Pérez, trad.). En Aguilar Villanueva, Luis F. (ed.). (1993 ) Problemas públicos y agenda de gobierno, México DF. Miguel Ángel Porrúa. STIGLITZ, Joseph. Crear una sociedad de aprendizaje. En Diario Clarín, Suplemento Economía, Buenos Aires, 08/06/2014

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