La ingeniería electoral y sus no-siempre satisfactorios resultados

June 30, 2017 | Autor: Pablo Onate | Categoría: Elections, Electoral Studies, Spain
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Descripción

Pablo Oñate

La ingeniería electoral y sus no-siempre Satisfactorios resultados

Pablo Oñate, "La ingeniería electoral y sus no-siempre satisfactorios resultados", en l. Crespo (ed.), Las campañas electorales y sus efectos en la decisión del voto. Volumen III. Cómo seguir una campaña electoral: guía para ciudadanos y políticos, Valencia, Tirant lo Blanch, 2004 (57-77).

Tabla de contenido Introducción: ingeniería electoral, el pacto preelectoral y sus objetivos Los efectos de los sistemas electorales: efectos mecánicos y efectos psicológicos El sistema electoral español para las elecciones generales y sus efectos Congreso de los Diputados Senado Las consecuencias para la desproporcionalidad El pacto para las candidaturas del Senado Los efectos no deseados y no previstos del uso de la ingeniería electoral 1

Introducción: ingeniería electoral, el pacto preelectoral y sus objetivos

U

no de los elementos que en mayor medida condicionaron la campaña y, a buen seguro, los resultados de las elecciones de 12 de marzo de 2000 fue el pacto alcanzado poco antes de la fecha electoral por el

Partido Socialista Obrero Español (PSOE) e Izquierda Unida (IU). Además de una serie de puntos programáticos que habrían de guiar la acción de un gobierno de izquierda apoyado por ambas formaciones, el otro aspecto fundamental del pacto era la no presentación de candidaturas por parte de IU en un buen número de circunscripciones para la elección del Congreso de los Diputados y la presentación de candidaturas conjuntas, en otras, para la del Senado.

Ingeniería electoral

Este acuerdo, en lo que se refiere a la cuestión de las

para rentabilizar al

candidaturas, se basaba en la experiencia de que el sistema

máximo todos los votos

electoral utilizado en las elecciones generales para traducir los votos en escaños da lugar a unos efectos que suponen considerable

sesgos

desproporcionales

al

primar

(sobrerrepresentando) o castigar (infrarrepresentando) a las distintas formaciones en función de sus respectivos resultados. Los dirigentes del PSOE confiaban en la ingeniería electoral para incrementar sus apoyos electorales y, así, obtener mayor rentabilidad, en términos de escaños, de los mismos (que, pensaban, estarían integrados por los votantes del PSOE más los de IU, esto es, por todos aquellos que querían ver una formación de izquierda gobernando el país).

2

Las condiciones

El PSOE demandó de IU que no presentara candidaturas para el

iniciales del pacto

Congreso de los Diputados en 34 circunscripciones en las que ésta nunca había logrado representación y que, en cambio, pidiera en ellas el voto para las candidaturas del PSOE. Adicionalmente, proponía que presentaran candidaturas conjuntas (dos propuestos por el PSOE y uno por IU) para la elección del Senado en las 32 circunscripciones en las que el PP se había hecho con tres de los cuatro senadores en las elecciones de 1996.

Izquierda Unida rechazó esta propuesta por entender que atentaba contra su identidad como partido político de ámbito estatal, y que afectaría a su imagen de partido que tenía una única propuesta de gobierno para todo el territorio del Estado con sus propias señas de identidad. Sugería, en cambio, presentarse en coalición electoral con el PSOE, de forma conjunta, a partir del establecimiento de unos puntos programáticos que habría de seguir el eventual gobierno de izquierdas resultante de las elecciones. En este volumen se incluye otro capítulo relativo al pacto, donde el lector podrá encontrar los detalles acerca de su proceso de elaboración, conclusión y presentación a la sociedad.

Ingeniería

Por ingeniería electoral se entiende la capacidad para influir en el

electoral

resultado de unas elecciones a través de alguna de las posibilidades que el diseño o el funcionamiento del sistema electoral proporcionan. No obstante, se ha tendido a magnificar el número y la intensidad de esas vías de influencia. En todo caso, es cierto que los sistemas electorales, al traducir los votos en escaños, generan sesgos que disminuyen, en mayor o menor medida, la estricta proporcionalidad entre la voluntad popular (manifestada en votos) y la distribución de puestos de autoridad gubernamental (el reparto de los escaños).

Dependiendo de la intensidad de esos sesgos, puede ocurrir que un sistema electoral tenga efectos no sólo sobre la distribución de escaños (efectos que se generarían una vez se haya producido la votación y a partir de 3

la distribución del voto entre las fuerzas políticas), sino que también puede tener influencias ex ante, en la propia decisión del votante, induciendo su voluntad en un sentido distinto del que inicialmente habría tenido. Es preciso, por tanto, analizar con cierto detenimiento la cuestión de los efectos de los sistemas electorales, para tratar de determinar en qué medida pueden conocerse anticipadamente y cómo cabe dirigirlos en un sentido determinado, para favorecer a una de las formaciones políticas concurrentes.

Los efectos de los sistemas electorales: efectos mecánicos y efectos psicológicos

L

a cuestión de si los sistemas electorales producen efectos (si éstos existen, qué aspectos del sistema político condicionan y en qué medida, y si tales consecuencias pueden conocerse, medirse y anticiparse) ha

sido largamente debatida en las últimas cinco décadas. Hoy, no obstante, son pocos los que niegan que los sistemas electorales generan consecuencias y que éstas pueden conocerse: es ya un lugar común que el mecanismo para trasformar los votos en escaños no es aséptico y que los sistemas proporcionales impuros y los mayoritarios generan efectos que pueden ser adecuadamente medidos y determinados.

Esos efectos han sido clasificados en efectos mecánicos o reductores y efectos psicológicos o constrictivos, según se proyecten sobre el sistema de partidos, en el primer caso, o sobre los votantes y elites políticas, en el segundo.

Efectos mecánicos

Los efectos mecánicos o reductores consisten, básicamente, en la sobrerrepresentación

e

infrarrepresentación

de

los

partidos

políticos cuando los votos son transformados en escaños, en virtud de que sean los (dos) más votados en la circunscripción o los que ocupan ulteriores posiciones en cuanto al apoyo de los electores, respectivamente.

4

Esto significa que en función de la intensidad de la desproporcionalidad del sistema electoral, los primeros partidos obtienen mayor porcentaje de escaños que el que les correspondería en atención a su porcentaje de voto (propiciándose, así, la formación de mayorías artificiales o manufacturadas); y al revés para los partidos que ocupan la tercera y sucesivas posiciones: cuanto mayor porcentaje de voto logre una formación, más estará –en principiosobrerrepresentada; cuanto menos porcentaje de voto logre un partido, en

Ejemplo

mayor medida estará infrarrerpesentada. En las elecciones de marzo de 2000, el Partido Popular, el partido que más apoyo logró, obtuvo un 44.5% del voto que se transformó en un 52,3% de los escaños del Congreso de los Diputados; el Partido Socialista, el segundo más votado, consiguió un 34,2% del voto, que se transformó en un 35,7% de los escaños: siendo los dos partidos más votados, consiguieron ser los más primados o sobrerrepresentados. En cambio, Izquierda Unida, el tercer partido más votado en el ámbito estatal con un 5,5% del voto, consiguió sólo un 2,3% de los escaños del Congreso de los Diputados.

Todo sistema electoral, incluso los más proporcionales, suponen en alguna medida una merma de la estricta proporcionalidad entre el porcentaje de voto que recibe cada partido y el porcentaje de escaños que, en virtud del mismo y a través del sistema electoral, se le atribuye. El grado de ese sesgo desproporcional derivado de la operación de transformar votos en escaños es lo que nos permite calificar a los sistemas electorales como proporcionales, proporcionales impuros o mayoritarios, si bien todos ellos pueden ser clasificados en un continuum, en cuyos polos estarían, respectivamente, los sistemas débiles y los sistemas fuertes, en atención a las consecuencias que produzcan sobre el sistema de partidos y los electores. Habrá que conocer, por tanto, de dónde surge esa desproporcionalidad (base de sus efectos), qué la

5

incrementa y qué cabe hacer para esquivarla o acrecentarla en beneficio de una formación dada.

Efectos

Los efectos psicológicos o restrictivos se proyectan, por un lado,

psicológicos

sobre los votantes que adaptan su comportamiento electoral a los

sobre los electores

efectos mecánicos que prevén se derivarán del sistema electoral para la formación por la que optarían en primer término.

Así, los electores que se sienten cercanos a una formación que no tiene posibilidades reales de lograr representación en el distrito en cuestión, pueden optar por votar a otro partido del que no se sientan tan cercanos, pero que sí tenga opciones efectivas de hacerse con un escaño, perjudicándose con ello al partido del que sí se siente lejos el elector. Los electores intentan evitar, de esta forma, que su voto sea desperdiciado, acudiendo a lo que se denomina voto útil, voto estratégico o voto sofisticado, que, adicionalmente, refuerza los efectos mecánicos que se derivan del sistema al hacer más grandes a los dos

primeros

partidos.

Los

partidos

políticos

mayoritarios

hacen

frecuentemente llamadas para dotar de más utilidad al voto, para evitar que se pierda en opciones que no tienen posibilidades reales de lograr representación, demandando que, en cambio, se vote por ellos, que sí cuentan con esas posibilidades, y para evitar, con ello, que obtenga la representación un tercero del que el elector se sentiría más lejos.

Efectos

Por otro lado, los efectos psicológicos también se proyectan sobre

psicológicos

las elites partidistas, cuando conociendo cuáles son los efectos del

sobre las elites partidistas

sistema

electoral

y

qué

consecuencias

tienen

para

las

posibilidades de sus formaciones, adecuan sus estrategias para lograr una mayor rentabilidad electoral medida en escaños parlamentarios.

De esta forma, sabedores de que el sistema beneficia a las grandes formaciones y castiga a las pequeñas, tenderán a alcanzar alianzas preelectorales que propicien la acumulación de votos, mientras que evitarán 6

fragmentarse o escindirse con lo que se daría lugar a formaciones más pequeñas. Esto era lo que pretendían los líderes del PSOE al proponer el pacto electoral a IU: a la vista de los efectos mecánicos derivados del sistema electoral, intentar rentabilizar esos efectos en su favor, propiciando, de paso, que buena parte del electorado se viera afectado por los efectos psicológicos y percibieran que el PSOE era la verdadera formación con opciones reales de lograr representación (incluso en los distritos no incluidos en el pacto).

Los límites de

No obstante, pese a ese potencial de influencia de un sistema

la ingeniería

electoral, debe recordarse que nunca condicionará el resultado de los comicios por encima de lo que lo hace la distribución del voto

electoral

entre los diversos partidos. Será a ésta a la que habrá que atender para explicar esos resultados, una vez, eso sí, que hayan sido tamizados por el filtro que el sistema electoral supone. La ingeniería electoral tiene, como veremos en las siguientes páginas, limitaciones que suponen severas trabas a las aspiraciones de quienes pretenden beneficiarse con ella, limitaciones que no siempre son suficientemente tenidas en cuenta por éstos.

El sistema electoral español para elecciones generales y sus efectos

C

omo es sabido, los sistemas electorales utilizados para la elección del Congreso de los Diputados y del Senado son distintos. Para la Cámara Baja se usa un sistema que fue denominado originalmente

“proporcional corregido” con el que se pretendía que la distribución de los escaños correspondieran, más o menos, con el pluralismo político existente en la sociedad; no obstante, dados los sesgos desproporcionales que fue evidenciando casi desde las elecciones fundacionales de 1977, hubo que cambiar esa etiqueta por la más ajustada de “mayoritario atenuado”. Para elegir la Cámara Alta se utiliza, en cambio, un sistema abiertamente mayoritario que otorga la representación a las fuerzas (los candidatos) más votadas en cada circunscripción o distrito. 7

En los próximos párrafos sintetizaremos la específica configuración de los elementos de cada uno de esos dos sistemas electorales, para tratar de determinar cuál es la causa de la alta desproporcionalidad que de estos sistemas se deriva y a qué tipo de formaciones beneficia y perjudica. Entonces estaremos en mejores condiciones para entender qué intentaban lograr los dirigentes socialistas cuando propusieron el pacto electoral a IU y por qué no lograron sus propósitos.

El conjunto del territorio se suele dividir, a efectos electorales, en varios distritos o circunscripciones electorales, que son las unidades territoriales en las que los votos son transformados en escaños y estos atribuidos a las distintas formaciones políticas concurrentes, con independencia de lo que ocurra en las otras unidades. Nada obsta para que se utilice un único distrito para todo el territorio, si bien lo habitual es que el nivel en el que se reparten los escaños no sea el estatal (con un distrito único) sino uno inferior. En cada tipo de proceso electoral se utiliza un distrito o circunscripción diferente, en función de las características y objetivos de aquél.

8

Ejemplo

Para las elecciones al Parlamento Europeo se utiliza un distrito único para todo el territorio del Estado, en el que se eligen todos los escaños que le corresponden a España en la Cámara de Estrasburgo: cada uno de los diputados elegidos lo es de todos los españoles.

En

cambio,

para

elegir

el

Congreso de los Diputados el territorio del Estado

es

dividido

en

circunscripciones

provinciales (y otras dos correspondientes a Ceuta y Melilla), como ocurre para la elección del Senado (las Islas constituyen, a estos efectos, circunscripciones En

las

elecciones

a

independientes). los

Parlamentos

autonómicos cada Ley Electoral autonómica establece la respectiva división de su territorio en circunscripciones. No obstante, sólo hay dos

Comunidades

Autónomas

que

han

establecido circunscripciones distintas que las provincias: la Región de Murcia (en la que se han

establecido

autonómicos

para cinco

los

comicios

distritos

o

circunscripciones) y Asturias (donde se han establecido tres).

La proporcionalidad resultante en el proceso de transformar votos en escaños será mayor cuanto más grande sea la magnitud o el tamaño de la circunscripción o distrito, entendiendo por tal el número de escaños que se repartan en su seno.

9

Ejemplo

En

la

circunscripción

de

Ceuta,

cuya

magnitud o tamaño es 1, la proporcionalidad es muy reducida: en la elección de marzo de 2000, el PP logró el 47,7% del voto, y consiguió el 100% de la representación; el GIL consiguió el 28,9% del voto pero quedó con el 0% de la representación, al igual que el PSOE, pese a haber obtenido el 17,7% del apoyo popular en las urnas. Semejante niveles de desproporcionalidad se registran en Melilla, el otro distrito en el que sólo se reparte un escaño. La proporcionalidad es mucho mayor en las circunscripciones Madrid o Barcelona, cuyo tamaño supera los 30 escaños.

Congreso de los Diputados

E

l sistema electoral para la elección de los 350 escaños del Congreso de los Diputados está integrado por distritos o circunscripciones provinciales de carácter plurinominal y de magnitud (o número de

escaños que se reparten en su seno) variable, en función de la respectiva población (además de un número inicial de dos escaños que se atribuye a cada distrito en atención al criterio de igualdad territorial). Ello da lugar a que coexistan circunscripciones o distritos grandes, de más de 30 escaños, como Madrid y Barcelona (34 y 31, respectivamente) y otros pequeños, de tres, como Soria, Guadalajara, Cuenca, Huesca, Teruel, Palencia, Zamora, Ávila o Segovia. Las dos circunscripciones más pequeñas son las de Ceuta y Melilla, ciudades que eligen, cada una, un escaño. Para la elección del Congreso de los Diputados hay 30 distritos en los que se reparten cinco o menos de cinco escaños; en ellos reside el 25% del electorado y se elige el 33% de los escaños del Congreso de los Diputados.

10

De esta forma de repartir los 350 escaños entre los distritos electorales, en concreto de la atribución de un mínimo inicial de dos escaños a cada uno, independientemente de su respectiva población, se deriva una considerable desigualdad entre los distritos: así, por cada uno de los 34 escaños elegidos en el distrito Madrid hay 123.814 electores, mientras que por cada uno de los tres elegidos en Soria hay 25.706. Eso quiere decir que, en el cómputo general de escaños, el voto de un soriano vale casi cinco veces lo que el de un madrileño.

Para traducir los votos en escaños se utiliza una fórmula de divisor, la fórmula D´Hondt, que genera efectos proporcionales siempre que se aplique en distritos o circunscripciones en las que se elijan al menos siete escaños. Cuando esta fórmula es aplicada en distritos en los que se eligen menos de esa cifra de escaños los efectos desproporcionales (mayoritarios) son mucho más evidentes. En los 30 distritos en los que se reparten cinco o menos de cinco escaños la aplicación de la fórmula D´Hondt deja sin representación a los partidos pequeños: las dos primeras fuerzas resultan considerablemente sobrerrepresentadas (en mayor media la primera), mientras que las tercera y sucesivas son castigadas de forma sistemática. La consecuencia es que en 27 de esos 30 distritos en los que se eligen menos de seis escaños sólo los dos partidos más votados logran hacerse con alguno de ellos; los pequeños partidos quedan sistemáticamente eliminados de la contienda.

Los determinantes

La circunscripción (y su magnitud o tamaño) y, en menor medida,

de la

la fórmula electoral son los elementos que más influyen en la

proporcionalidad

proporcionalidad. Junto a ellos, hay que mencionar que la forma de la candidatura utilizada para la elección del Congreso de los Diputados es de lista completa, cerrada y bloqueada, por lo que los electores no pueden sino aceptar el elenco de nombres de candidatos que les proponen los partidos, sin introducir o eliminar ninguno, ni alterar el orden en el que los partidos los presentan.

11

Ejemplo

Los únicos distritos en los que se reparten menos de seis escaños en los que un tercer partido -más allá de los dos más votadoslogró representación en los comicios de marzo de 2000 fueron Álava, Girona y Lleida, donde un partido de ámbito no estatal compite con éxito con los de ámbito estatal, desplazando a uno de ellos de las dos primeras posiciones (y en los que el tercer partido lo es con un porcentaje de voto no, precisamente, reducido: 20, 16 y 21%, respectivamente).

Senado

P

ara la elección del Senado el sistema utilizado es muy distinto, al estar basado en distritos provinciales (excepto en las islas y Ceuta y Melilla) en cada uno de los cuáles se reparten cuatro escaños, que son

atribuidos a los candidatos que más votos han obtenido (mediante una fórmula mayoritaria) de una lista abierta que los partidos presentan a los electores. Estos sólo pueden votar hasta por tres candidatos (voto limitado), que pueden ser del mismo o de distinto partido (y que ocupen la primera, la segunda o la tercera posición en la candidatura presentada cada uno de estos), para propiciar que al menos dos partidos logren representación. La elección es, por tanto, claramente mayoritaria: sólo dos partidos logran representación y gracias al voto limitado, que evita que el mayoritario consiga los cuatro escaños en liza.

12

Ejemplo

En las 47 circunscripciones en las que se eligieron cuatro escaños en la elección del Senado de marzo de 2000, el partido más votado logró tres escaños quedando el segundo con uno: tres candidatos del PP lograron ser los más votados (y hacerse con los 3 escaños) en 36 circunscripciones, logrando uno en siete; el PSOE consiguió tres escaños

en

siete

circunscripciones

(Barcelona, Tarragona, Córdoba, Granada, Huelva, Jaén y Sevilla), obteniendo un escaño en 38 de ellas; CiU se hizo con tres escaños en dos distritos (Girona y Lleida) y con uno en otros dos; y el PNV consiguió tres escaños

en

dos

distritos

(Guipúzcoa

y

Vizcaya).

Las consecuencias para la proporcionalidad

T

anto en el caso de la elección del Congreso de los Diputados como en el de la del Senado se registran altas tasas de desproporcionalidad, surgida de la confluencia de distritos de pequeña magnitud (en los que

se elige un pequeño número de escaños) con una fórmula que no propicia un reparto demasiado proporcional (bien la fórmula D´Hondt aplicada a distritos pequeños, bien una fórmula mayoritaria). La consecuencia se manifiesta en la generación de relevantes efectos mecánicos (reforzados por los psicológicos), al sobrerrepresentarse en el nivel de cada circunscripción, sistemáticamente, a las dos fuerzas más votadas –en especial a la primera-, e infrarrepresentarse – también de forma sistemática- a las tercera y sucesivas, salvo que éstas sean fuerzas que concentran sus apoyos en unos pocos distritos.

Primas y

Para

ilustrar

penalizaciones

sistemáticamente

gráficamente a

lo

largo

cómo del

se

han

tiempo

manifestado

esa

sobre

e

infrarrepresentación, hemos plasmado en el siguiente cuadro las primas y penalizaciones experimentadas por los principales

13

partidos en las ocho elecciones del Congreso de los Diputados celebradas en España desde 1977, manifestadas en la forma de ratio porcentaje de escaños dividido por porcentaje de voto de cada partido. Como es lógico, las cifras que superan la unidad implican sobrerrepresentación para el respectivo partido, mientras que las que oscilan entre 1 y 0 señalan infrarrepresentación, esto es,

que

se

les

proporcionalmente

atribuyen les

menos

escaños

corresponderían.

La

de

los

unidad

que

implica

proporcionalidad entre escaños y voto.

Ejemplo Primas y penalizaciones a los principales partidos (1977-2000)* 1977

1979

1982

1986

1989

1993 1996 2000

PSOE

1,07

1,13

1,19

1,18

1,25

1,17

1,07

1,03

AP/PP

0,55

0,43

1,15

1,14

1,18

1,16

1,16

1,17

UCD

1,30

1,37

0,48

PCE/IU

0,57

0,62

0,28

0,44

0,54

0,53

0,57

0,42

CiU

1,11

0,88

0,92

1,00

1,00

0,98

1,00

1,00

PNV

1,35

1,33

1,21

1,06

1,08

1,17

1,08

1,25

ERC

0,50

0,43

0,43

0,38

0,43

0,33

1,22

1,22

1,00

CC

* Se trata de los cocientes de dividir el % de escaños por el % de voto respectivo.

Como se observa en este cuadro, el partido que gana las elecciones resulta considerablemente sobrerrepresentado, aunque en distinto grado, al depender de los resultados de cada distrito en la respectiva convocatoria (en este cuadro se han plasmado resultados agregados en el nivel estatal; como los votos son traducidos en escaños en el nivel del distrito, habría que atender a las primas y penalizaciones en cada uno de estos para tener una idea más precisa del funcionamiento de las primas y penalizaciones). Así, ha habido partidos como el PNV, el PSOE, AP/PP (a partir de 1982 y, notablemente, en la de 2000), UCD (en las dos primeras elecciones) o CC (en las tres últimas) que han conseguido estar sobrerrerpesentados en casi todas las ocasiones. Otros, 14

como CiU, logran unas tasas de representación bastante proporcionales a los porcentajes de voto que consiguen en las urnas. En cambio, otras formaciones son sistemáticamente penalizadas por el sistema electoral por ocupar en todos los distritos la tercera y siguientes posiciones (en grado nada desdeñable, y de forma sistemática, PCE/IU y ERC).

La concreta distribución de fuerzas en la elección de 2000 ha dado lugar a algunas peculiaridades en cuanto a la proporcionalidad: es, junto con la elección de 1977, la convocatoria en la que el PSOE apenas ha obtenido sobrerrepresentación, cuando el segundo partido más votado en el ámbito estatal ha estado primado en todas las demás convocatorias; es la elección en la que mayor infrarrepresentación ha cosechado IU (si se exceptúa la elección de

1982,

en

la

que

el

partido

estuvo

a

punto

de

desaparecer),

infrarrerpresentación sensiblemente mayor que la ya notable de 1989, 1993 y 1996; y es una de las elecciones en las que mayor efecto mecánico ha generado el sistema electoral para un partido, el más votado en el ámbito estatal (el PP).

Puede decirse que el sistema electoral ha tenido en la convocatoria de marzo de 2000 una incidencia en el sistema de partidos de un nivel desconocido hasta la fecha, incrementando en mayor medida de lo que venía siendo habitual la victoria del partido más votado, así como, en sentido contrario, la derrota del segundo partido, el PSOE, y del tercero, IU. Los efectos mecánicos del sistema electoral, reforzados por los psicológicos (el voto estratégico o voto útil) se han manifestado con más fuerza que en los anteriores comicios. Puede afirmarse que, a la vista de estas primas y penalizaciones, el sistema electoral es una de las principales variables para explicar la medida del triunfo del Partido Popular, que incrementa la contundencia de la distribución del voto.

El objetivo perseguido por los dirigentes socialistas al formular la propuesta a los de IU en el sentido de que no presentaran candidaturas al Congreso de los Diputados en aquellas circunscripciones en las que IU nunca había obtenido representación y que pidieran en ellas el voto para las del 15

PSOE, consistía en beneficiarse de las primas con las que el sistema electoral premia a las grandes formaciones (y en proporción creciente a medida que el porcentaje de voto es mayor). En definitiva, los firmantes del pacto PSOE-IU pretendían engrosar sus resultados electorales gracias a la transferencia de votos de IU para rentabilizar en mayor medida esos resultados electorales, gracias a las primas que el sistema le atribuiría con una

mayor

sobrerrepresentación.

La negativa de IU a retirar sus candidaturas al Congreso de los Diputados impidió comprobar qué hubiera ocurrido en ese caso: era posible que el PSOE recibiera todos los votos de los antiguos votantes de IU y que, por los efectos mecánicos, fuera primado en mayor medida; pero también que buena parte de sus eventuales votantes (propios y prestados) no hubieran entendido ese pacto, ni compartido sus motivos y formas, como ocurrió respecto de la parte en la que sí alcanzaron acuerdo, a juzgar por el estudio cualitativo conducido por el Centro de Investigaciones Sociológicas con tal ocasión. De esta forma, los efectos del sistema electoral no hubieran ido en el sentido esperado por los líderes socialistas, sino en el de reforzar todavía más los resultados del Partido Popular, como acabó ocurriendo en el caso del Congreso. Por otro lado, se pudo haber generado un efecto de voto útil (efecto psicológico), al transmitir los líderes del PSOE que el voto a IU era un voto desperdiciado y que, en definitiva, acabaría beneficiando al PP. En el anterior volumen de esta serie hemos estudiado en detalle la incidencia que el voto útil o estratégico tuvo en la elección del Congreso de los Diputados de marzo de 2000, incidencia mayor, como allí se expone, que en anteriores comicios.

El pacto para las candidaturas del Senado

C

omo hemos dicho, en la elección del Senado los escaños de cada circunscripción

se

reparten

sólo

entre

dos

partidos

como

consecuencia del sistema electoral mayoritario utilizado (el partido

más votado consigue tres de los puestos y el segundo, el cuarto, gracias al 16

voto limitado). En las elecciones de 1996, hubo 32 circunscripciones en las que el PP se hizo con tres de los cuatro escaños, situación que los firmantes del pacto PSOE-IU quisieron cambiar: con su alianza de candidaturas conjuntas para la elección del Senado pretendían arrebatar la mayoría al PP en las circunscripciones para las que concebían tales candidaturas conjuntas, de forma que el reparto de los respectivos escaños fuera al revés: que los tres candidatos conjuntos ganaran en votos a los del PP, y se hicieran con tres escaños, dejando al partido conservador con sólo uno.

El pacto para

El acuerdo en materia electoral entre PSOE e IU sólo alcanzó a la

el Senado

presentación de candidaturas conjuntas para 27 distritos de la elección del Senado, algunos de aquellos en los que el PP se hizo con 3 escaños en las anteriores elecciones (excluyendo los de Andalucía y Extremadura, donde el PSOE pensaba que sería mayoritario sin necesidad de pactar la candidatura con IU).

Distritos con

Las circunscripciones para las que se presentaron candidaturas

candidaturas

conjuntas fueron: Albacete, Alicante, Asturias, Ávila, Burgos,

conjuntas al Senado

Castellón, Cuenca, Guadalajara, Huesca, Ibiza, La Rioja, León, Madrid, Mallorca, Menorca, Murcia, Navarra, Palencia, Salamanca, Segovia, Soria, Toledo, Teruel, Valencia, Valladolid, Zamora y Zaragoza.

Para que el pacto alcanzara sus objetivos, la suma de votos de exvotantes de PSOE más los de IU debía superar a los que consiguiera el PP en esas circunscripciones, lo que no ocurrió en ninguna de las 27 para las que se

alcanzó

acuerdo

de

candidatura

común:

en

ninguna

de

esas

circunscripciones lograron los candidatos de la coalición de izquierda vencer a los del PP, y evitar, así, que este partido se hiciera con tres escaños del Senado, como se pone de manifiesto en el siguiente ejemplo:

17

Ejemplos de circunscripciones con pacto PSOE-IU Circunscripción

Votos

a Votos

candidatos PP

candidatos

a Votos

a

candidatos IU

PSOE Albacete

Asturias

Madrid

Valencia

Zaragoza

105.660

95.042

----------

104.899

93.678

----------

104.576

----------

82.775

291.433

276.593

----------

285.856

265.963

----------

284.487

----------

251.553

1.562.068

1.169.724

1.512.821

------------

----------------------1.005.564

1.498.900

1.107.447

656.995

493.101

----------

638.305

478.520

----------

663.101

----------

431.038

233.111

163.741

----------

228.719

153.609

----------

227.521

-----------

131.871

En negrita y sombreado las cifras de votos que otorgaron escaño.

Paradójicamente, el pacto sólo hubiera tenido efectos en dos distritos de Andalucía (Cádiz y Málaga) y los dos de Extremadura (Badajoz y Cáceres) en los que el PSOE pensaba que tenía asegurada la mayoría y que, por ello, prefirió dejar fuera del pacto.

Ejemplos de circunscripciones sin pacto PSOE-IU Circuns-

Votos

cripción

candidatos

candidatos candidatos candidatos

PP

PSOE

IU

PSOE-IU

216.107

210.549

36.541

247.090

207.606

201.841

32.597

234.438

206.533

198.413

31.808

230.221

264.902

246.608

52.526

299.134

258.265

238.591

47.073

285.664

253.065

233.800

45.265

279.065

180.944

174.389

21.371

195.760

Cádiz

Málaga

Badajoz

18

a Votos

a Votos

a Suma votos a

Cáceres

176.554

170.903

19.778

190.681

175.476

169.693

18.606

189.299

118.019

110.664

11.252

121.916

115.096

108.470

10.160

118.630

113.562

107.447

9.889

117.336

En negrita y sombreado las cifras de votos que otorgaron escaño.

El ejemplo de la elección de marzo de 2000 volvió a poner de manifiesto que la utilización de la ingeniería electoral para mejorar los resultados de una determinada formación no siempre genera los resultados esperados. O, cuando menos, que para que los genere hay que conseguir que los ciudadanos orienten su voto en el sentido esperado, como requisito previo para que el sistema genere sus efectos, y eso no siempre es tarea fácil. ¿Fracaso de la

Los resultados hicieron que la ingeniería electoral, con la que los

ingeniería

líderes del PSOE pretendieron mejorar sus resultados electorales y

electoral

sacarles más rendimiento (en términos de escaños) no diera los frutos esperados tampoco para la elección del Senado. En los cálculos de los

o error de

dirigentes socialistas no se incluyó o se subestimó el rechazo que

cálculo?

provocaría un pacto “mal explicado” al electorado, y que buena parte de éste (incluso entre los exvotantes de partidos de izquierda) percibió como “apresurado”,

“innecesario”, “electoralista”,

“medida a

la

desesperada”, “giro innecesario” (según manifestaron en el estudio cualitativo conducido por el CIS para la ocasión).

A juzgar por lo evidenciado en los estudios postelectorales del Centro de Investigaciones Sociológicas (especialmente por el estudio cualitativo), el problema no estuvo tanto en los cálculos de ingeniería electoral como en la forma y el alcance del acuerdo, así como en la manera de presentarlo a los electores y potenciales votantes. Buena parte de los electores que en las elecciones de 1996 votaron por PSOE o IU y que en el 2000 podrían haber repetido su opción, se sintieron inicialmente ilusionados con la posibilidad de un acuerdo entre las dos formaciones de izquierda. Pero la deriva de las negociaciones, la forma de concluir el acuerdo, la presentación que se hizo del mismo y las explicaciones que sus firmantes dieron al respecto provocaron que muchos de aquellos que lo habían saludado con esperanza acabaran dándole 19

la espalda, a juzgar por los estudios cualitativos realizados por el Centro de Investigaciones Sociológicas.

El pacto implicaba un cambio relevante respecto de las posturas que se habían mantenido en ambas formaciones en los dos últimos lustros. Pero no se hicieron suficientemente patentes entre la ciudadanía las razones políticas (más allá de las electorales) que habían llevado a los líderes respectivos a celebrarlo. Tampoco se explicó adecuadamente su contenido, por lo que los electores afines terminaron teniendo el convencimiento de que se trataba de una estrategia electoralista, provocada por el convencimiento de que se iba a perder la elección y como un último intento de evitar tal derrota.

Los efectos no deseados y no previstos del uso de la ingeniería electoral

L

os efectos de la maniobra para sacar provecho de la ingeniería electoral fueron, al contrario de lo esperado, que se movilizó a buena parte del electorado del PP que inicialmente podría haberse abstenido: ante el

riesgo

de

que

una

coalición

“social-comunista”

(como

calificaron

tendenciosamente –pero con buen tino electoral- al pacto los líderes populares) ganara las elecciones, hubo un gran número de ciudadanos que fueron a votar por el Partido Popular para evitar tal “peligro”. En cambio, el desatino en la negociación, la presentación y la explicación del pacto por parte de sus firmantes provocaron que buena parte de sus potenciales votantes se desmovilizara: el pacto sirvió a buena parte de exvotantes de partidos de izquierda para constatar las apreciaciones o sentimientos que habían ido germinando en ellos a lo largo de la legislatura, con unas formaciones desorganizadas, sin proyecto nacional claro, sin un liderazgo cohesionado, y demasiado ávidas por recuperar el poder antes de reorganizar las estructuras partidistas y programáticas. Por último, el pacto dio relevancia y notoriedad al desconocido líder de IU, Francisco Frutos, que tuvo que hacerse cargo dela Coalición poco antes de las elecciones por la sobrevenida enfermedad de Julio 20

Anguita. Gracias a las negociaciones consiguió una notoriedad con la que no contaban los directores de su campaña electoral, en perjuicio de las candidaturas y objetivos del PSOE.

La estrategia de los líderes socialistas cuando concibieron el pacto pudo ser correcta: sacar provecho del sistema electoral, para conseguir que beneficie con sus efectos a la propia formación. Podía tener sentido, en su caso, la propuesta conjunta de retirada de candidaturas de IU para el Congreso de los Diputados (pidiendo el voto para las del PSOE) y presentación de candidaturas conjuntas para el Senado. Ello, sumado a las llamadas al voto útil o estratégico en aquellos distritos en los que IU hubiera presentado candidaturas, podría –en teoría- haber propiciado que el PSOE lograra unos resultados mejores que los cosechados.

El error estuvo, por tanto, no en el diseño de la estrategia desde un punto de vista técnico, sino en su puesta en práctica: primero, al no lograr que IU aceptara la no presentación de candidaturas para la Cámara Baja, pues eso dejó considerablemente debilitada la operación; pero a ello se añaden los desatinos al explicar debidamente el contenido y sentido del pacto al electorado de izquierda, no darle la suficiente publicidad en la campaña, ni hacer entender al potencial votante las razones que empujaban a que fuera pertinente.

No obstante, nada asegura que se hubieran alcanzado los objetivos perseguidos de haberse realizado estas operaciones con más acierto: la estrategia de acercamiento a IU por parte del PSOE nació del convencimiento de que el PP había logrado hacerse con el electorado del centro del espectro ideológico-político. En vez de luchar por reconquistar ese centro (que es el que hasta la fecha ha otorgado la victoria al partido que gana las elecciones) con un proyecto coherente, creíble y que generara ilusión, los dirigentes socialistas optaron por acercarse a IU, y a partir de la firma de un acuerdo con esta formación,

articular

una

alternativa

electoral

de

centro-izquierda

que

representara a una hipotética mayoría social de centro-izquierda. El sistema electoral supondría una valiosa ayuda para el desarrollo de esta estrategia.

21

La realidad puso de nuevo de manifiesto que la ingeniería electoral no sirve para resolver todos los problemas, ni –por sí misma- para alcanzar determinadas soluciones: hace falta acompañarla de otras medidas y estratégicas para que, en el mejor de los casos, genere algunos de los efectos buscados. Esos efectos existen y seguirán existiendo, pero no pueden darse si la ciudadanía no crea las condiciones necesarias para que se generen, y esas condiciones no se darán si los líderes fallan al desarrollar los discursos políticos y las estrategias que ellos mismos se han trazado.

La ingeniería electoral, dentro de sus estrechos límites, pueden generar efectos deseados, pero nunca sin la participación de una ciudadanía que es menos pasiva y maleable que lo que algunos dirigentes políticos tienden a pensar, como el ejemplo de la elección de marzo de 2000 puso de manifiesto. Tal vez este caso haya servido para que las elites políticas aprendan a sacar provecho de las posibilidades que la ingeniería electoral propicia, siendo conscientes, eso sí, de las limitaciones que comporta.

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