La influencia del pensamiento antimoderno inglés en las derechas españolas (1898-1936)

July 17, 2017 | Autor: D. Jiménez Torres | Categoría: G.K. Chesterton, Medievalismo, Pensamiento Político, Hilaire Belloc, Discurso Reaccionario
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La influencia del pensamiento antimoderno inglés
en las derechas españolas (1898-1936)
The Influence of English Anti-Modern Thought
On the Spanish Right (1898-1936)
David Jiménez Torres
Universidad Camilo José Cela

Resumen: Los escritores ingleses Hilaire Belloc y G. K. Chesterton tuvieron una presencia notable en la configuración ideológica de las derechas españolas de principios del siglo XX. Tras ser descubiertos por los corresponsales españoles presentes en el Londres post-victoriano, Belloc y Chesterton ejercieron una importante influencia durante los años 20 y 30 sobre grupos como el de Acción española. Ramiro de Maeztu, en particular, se vio influido por su crítica a la organización política y social del mundo moderno, por su propuesta de un regreso a la fe católica del medievo, y su reivindicación de un catolicismo intelectual.
Abstract: English authors Hilaire Belloc and G. K. Chesterton had an important presence in the ideological imaginary of the Spanish right of the early twentieth century. After the Spanish foreign correspondents based in Edwardian London took notice of their works and introduced them to the wider Spanish reading public, Belloc and Chesterton exerted an important influence during the 1920s and 30s on groups such as Acción española. Ramiro de Maeztu, in particular, was influenced by their call for a return to the Catholic order of the Middle Ages, as well as their vindication of Catholicism as an intellectual project.
Palabras clave: Chesterton, Belloc, Maeztu, derechas, influencia
Keywords: Chesterton, Belloc, Maeztu, conservatism, influence





Los estudios acerca de las principales influencias ideológicas en las derechas españolas en las décadas anteriores a la Guerra Civil han tendido a centrarse en los mundos francés, alemán e italiano, además de en las propias fuentes del tradicionalismo español. Esta comunicación propone examinar la influencia del pensamiento antimoderno inglés sobre la intelectualidad española de derechas de aquellos años. Se analizarán las figuras de los dos grandes adalides británicos de la antimodernidad católica, G. K. Chesterton e Hilaire Belloc. También se analizarán los parámetros de su apropiación por parte de un amplio sector de la opinión católica española de entreguerras. Finalmente se examinará la influencia que ejercieron sobre Ramiro de Maeztu, uno de los principales pensadores de la derecha contrarrevolucionaria en los años 20 y 30. Esto nos permitirá sugerir una reconfiguración del mapa de influencias de este sector ideológico durante el periodo en cuestión. Asimismo, nos ayudará a explorar las complejas dinámicas que rigen las influencias y los préstamos intelectuales entre países.

Católicos antimodernos ante la modernidad protestante
El periodo de la historia británica que va desde la muerte de la Reina Victoria (1901) hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914) es fundamentalmente paradójico. Nunca había sido el Reino Unido tan poderoso y tan rico, nunca había tenido un imperio tan vasto y tan seguro, y nunca habían podido estar tan confiados los británicos de su propia entrada en la modernidad. Sin embargo tanto las élites como la sociedad civil vivieron esta época como una superposición de ansiedades provocadas por la creciente desigualdad social, por las reivindicaciones feministas, por el auge de potencias rivales (Alemania y, en menor medida, Rusia, Estados Unidos y Japón) y por la desorientación generalizada ante las formas tecnológicas y burocráticas que iba tomando la modernidad. Esto produjo una efervescencia intelectual en la que descollaron intelectuales polifacéticos como George Bernard Shaw y H. G. Wells, grupos como la Sociedad Fabiana y el círculo de Bloomsbury, y una serie de ideologías que trataban de responder a los desafíos del mundo moderno. El trauma de la Gran Guerra, el largo bache económico de los años 20 y 30, y el ascenso de los totalitarismos en la Europa de entreguerras, no hicieron sino reforzar esta sensación de crisis y de estímulo intelectual.
En este contexto, Hilaire Belloc (1870-1953) y Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) capitanearon una de las alternativas que se propusieron al orden capitalista y al parlamentarismo decimonónico: el distributism (distributismo). Si bien se suele agrupar a este tándem bajo el mote del 'Chesterbelloc', ambos autores tenían personalidades muy diferenciadas y trayectorias muy distintas. Belloc era hijo de inglés y francesa y creció a caballo entre ambos países. A pesar de que al final se decantó por estudiar en Oxford y hacer su vida en Inglaterra, siempre retuvo la fe católica de su familia materna y un gran interés por la cultura y la política de los países latinos. Tras licenciarse se embarcó en una prolífica carrera como escritor de ensayos, novelas, poemas, cuentos infantiles y artículos de prensa. Entró en el Parlamento británico como diputado del Partido Liberal que arrasó en las elecciones de 1906 y que, bajo la batuta de H. H. Asquith, David Lloyd George y Winston Churchill, implementó las primeras medidas del Estado del bienestar (lo que en la época se denominó new liberalism). Sin embargo, Belloc abandonó el Parlamento en 1910, desilusionado por la influencia que, en su opinión, ejercía la oligarquía financiera sobre los principales partidos. El denominado Marconi scandal de 1912, en el que se destapó la connivencia entre Lloyd George y un grupo de inversores y jueces, sólo reforzó su mala impresión del sistema parlamentario. Durante el resto de su vida vería a las instituciones del Estado liberal como servidoras de la plutocracia en detrimento de la mayoría de ciudadanos.
Estas experiencias e impresiones culminaron en su principal trabajo de teoría política, The Servile State, publicado en 1912. Este libro es principalmente una crítica del capitalismo y de la industrialización, a los que Belloc describe como "curse[s] for the unhappy society in which [they] ha[ve] flourished". Además, y en su opinión, el capitalismo es inherentemente inestable y acabará desembocando en un estallido social. Sin embargo, Belloc también explica que la principal alternativa al capitalismo que ha surgido en el mundo contemporáneo, el socialismo, no logrará liberar a la sociedad. Más bien, Belloc expone que el capitalismo se está fusionando con una versión adulterada del socialismo, logrando así una sociedad más estable pero también menos libre. La expansión paternalista del Estado, al seguir funcionando dentro de un sistema parlamentario y capitalista, llevará a un sistema en el que la masa de individuos serán obligados legalmente a trabajar para la clase capitalista a cambio de que ésta les garantice un mínimo de bienestar (a través de esquemas como las pensiones, los seguros de accidente laboral, el salario mínimo, etc.). A esta forma moderna de esclavitud le puso el nombre de servile state, el Estado servil. Y para Belloc, la única alternativa a este escenario de pesadilla era un regreso a una sociedad de pequeños propietarios, en la que la riqueza estuviera distribuida entre el mayor número de personas posible.
Vale la pena resaltar que, en un contexto en el que fuerzas como el new liberalism y la Sociedad Fabiana reclamaban la expansión del Estado a fin de combatir las desigualdades producidas por el capitalismo, el diagnóstico de Belloc acerca del efecto que tendría esta expansión suponía un verdadero aldabonazo. Pero las novedades de su pensamiento no se limitaban a su visión alarmista del rumbo que llevaba la sociedad británica. Belloc también ofrecía una lectura de la historia europea (cristalizada más nítidamente en su Europe and the Faith, de 1920) que iba en contra de todos los presupuestos de la historiografía británica del momento. Belloc creía que el principio de todos los males modernos yacía en la Reforma europea iniciada por Lutero y, en el contexto inglés, en el proceso iniciado por Enrique VIII. En su opinión, la confiscación y posterior venta de tierras pertenecientes a los monasterios medievales había creado una élite económica que luego, tras una serie de avances tecnológicos, se transformó en la clase capitalista de la incipiente Revolución Industrial. Esto no sólo iba en contra de la tradicional interpretación whig, según la cual la ruptura con Roma había sido un paso decisivo en el progreso de Inglaterra hacia la prosperidad, sino que también iba en contra de la interpretación socialista/fabiana, que estimaba que los males sociales habían comenzado exclusivamente con la Revolución Industrial. Frente a estas corrientes, Belloc proponía que la organización de la sociedad durante la Edad Media no sólo había sido positiva sino que era el resultado directo de una aplicación social de los principios del catolicismo. Esto lo diferenciaba también de la tradición medievalista de pensadores como John Ruskin y William Morris, quienes, si bien también habían glorificado la organización gremial de la Edad Media, no habían recalcado la dependencia de aquel tipo de organización de una doctrina católica.
The Servile State tuvo una gran repercusión y consolidó la posición de Belloc en la esfera pública post-victoriana. También creó escuela, atrayendo a una serie de jóvenes brillantes como Vincent McNabb, Eric Gill, Douglas Jerrold, Arnold Lunn, Christopher Hollis y Douglas Woodruff. Esto contribuía a la revalorización de un catolicismo británico que ya había recibido un fuerte espaldarazo con el Oxford Movement de mediados del s. XIX, y que pronto contaría con un impresionante elenco de figuras como Lord Acton, Evelyn Waugh, Graham Greene, Sigfried Sassoon y Edith Sitwell. Sin embargo, hay que destacar que la revalorización del catolicismo en Inglaterra no tuvo repercusión más allá de unos pequeños círculos sociales. No hubo, como creyeron estos intelectuales católicos, un regreso masivo al catolicismo por parte de las clases populares.
El principal discípulo de Belloc no sería otro que el igualmente prolífico y polifacético G. K. Chesterton. Los dos se conocieron en 1900, cuando ambos colaboraban en Speaker, una de las pocas revistas que se oponían a la Guerra de los Boer. Así comenzó una amistad y una colaboración que ayudarían a conducir el escepticismo de Chesterton ante la modernidad hacia la enemiga al Estado liberal, la defensa de la propiedad privada, la recuperación de la ortodoxia cristiana y, finalmente, la conversión al catolicismo. Las dos grandes obras de apologética cristiana de Chesterton, Heretics (1905) y Orthodoxy (1908) reforzaban la idea de que el mundo contemporáneo era víctima de gigantescos errores de criterio, errores que sólo se podían deshacer mediante un regreso a los principios fundamentales de la cristiandad. Chesterton criticó la idea del progreso como avance hacia el relativismo, al considerar que el progreso sólo podía suponer un refuerzo de los dogmas y las convicciones. Asimismo, creía que el ser humano era incapaz de comprender las impenetrables paradojas de la existencia, paradojas que intentaba replicar a través de su peculiarísimo estilo. Sólo un Dios cristiano podía reconciliar en sí todas las paradojas del universo, y por esto mismo toda la ciencia moderna, al soslayar la idea de una deidad, se condenaba a la irrelevancia. Chesterton también aceptaba la lectura de Belloc de la historia europea, como se puede ver con nitidez en su A Brief History of England (1916), que valoraba positivamente la Edad Media y el sistema de gremios que habría sido consecuencia de la doctrina social católica. Y como en el caso de Belloc, Chesterton presentaba sus diagnósticos como una defensa del hombre de la calle frente a unas élites corrompidas. Las posturas de ambos los llevarían a acercarse a lo largo de los años al grupo de Action française (sobre todo en el caso de Belloc) y a valorar positivamente el ascenso de Mussolini en Italia, si bien acabaron renegando tanto del fascismo italiano como del nazismo y proponiendo una 'tercera vía' católico-autoritaria al ascenso de los totalitarismos.
Uno de los aspectos más notables del catolicismo político del 'Chesterbelloc' era su insistencia en que sus posiciones no suponían una mera repetición de dogmas recibidos en su entorno social, sino que resultaban del uso de la razón y del estudio de la sociedad y la cultura. Belloc escribía en el prefacio a la segunda edición de The Servile State que su lectura de la historia europea "is not a piece of special pleading put forward to please my co-religionists. It is a plain piece of historical fact which anyone can verify for himself". Igualmente, Chesterton explicaba que había llegado a sus convicciones cristianas "quite rationally upon the evidence". Este énfasis racionalista también determinaba su tratamiento de la religión: en ambos autores el catolicismo no es una cuestión de creencia personal, ni tampoco una empresa puramente teológica. Para Belloc y Chesterton la religión era una fuerza social de enorme relevancia que había dictaminado el desarrollo de la civilización en todas sus vertientes: política, económica, cultural. Por esto sólo se podían resolver los problemas de las sociedades modernas mediante un regreso al catolicismo como dogma social además de personal. Este deseo de cambio social también llevaba al 'Chesterbelloc' a publicar en las grandes cabeceras del periodismo inglés, en vez de limitarse al ámbito de las revistas eclesiásticas. De esta forma, el 'Chesterbelloc' planteaba el modelo del polemista católico moderno, una figura que batallaba en nombre de la Iglesia y de la fe pero desde una posición firmemente asentada en la esfera pública moderna.

Belloc y Chesterton en España
A mediados de la primera década del siglo XX Belloc y Chesterton ya gozaban de gran fama en el Reino Unido y tenían una cierta proyección internacional, principalmente en Francia (en el caso de Belloc) e Italia (en el de Chesterton). Sin embargo, aún tardarían algunos años en ser conocidos en España. Fueron los corresponsales que la prensa española empezó a enviar a Londres a principios de siglo los que dieron las primeras noticias acerca de sus figuras y sus ideas. Ramiro de Maeztu informó a los lectores de La Correspondencia de España en 1907 que Chesterton era "el más brillante de los cronistas ingleses", y en 1909 reiteraba que "se trata sencillamente del mejor articulista de la prensa inglesa. Y no sé de ningún otro en país alguno que pueda comparársele". Maeztu también entró en contacto con la obra de Belloc, describiéndole en un artículo de 1908 como "un escritor brillantísimo". Siguiendo su estela, otros corresponsales en Londres como Ramón Pérez de Ayala (para El Imparcial) y Juan Pujol (para ABC) empezaron a hacer referencias ocasionales a las opiniones expresadas por Chesterton y Belloc a propósito del tema que agitara en ese momento a la opinión británica.
El advenimiento de la Primera Guerra Mundial propició una profundización de este contacto del mundo cultural español con la obra del 'Chesterbelloc'. Como es bien sabido, los gobiernos de las naciones en liza hicieron lo posible por reclutar a las principales figuras de sus respectivos mundos culturales para que apoyaran la causa nacional. Además, los aparatos propagandísticos de cada bando intentaron instrumentalizar el apoyo de sus grandes literatos para recabar apoyos en los países neutrales. Reino Unido no fue una excepción, y tanto Chesterton como Belloc desarrollaron entre 1914 y 1918 una incansable labor periodística, ensayística y literaria para el War Propaganda Bureau de Charles Masterman. Esto desembocaría en las primeras traducciones de libros de Chesterton al español, empezando con The Barbarism of Berlin (publicado con el título de Sobre el concepto de barbarie, y que llevaría un prólogo de Unamuno) y siguiendo con Letters to an Old Garibaldian (Cartas a un viejo garibaldino) y Orthodoxy (Ortodoxia). Por su parte, los corresponsales londinenses de los principales periódicos empezaron a utilizar a Belloc como fuente para sus análisis de la evolución del conflicto. Juan Pujol y Julio Camba, por ejemplo, hicieron referencia a los puntos de vista que expresaba Belloc en su columna de análisis militar en la revista Land and Water. Camba incluso se refirió a él como uno de los dos mejores "críticos militares" de Inglaterra, aunque también se burló de su prolijidad. Es cierto que tanto Belloc como Chesterton estaban entrando en España en base a su supuesta representatividad del discurso y la cultura de los aliados (de nuevo, mediatizado casi siempre por los esfuerzos propagandísticos británicos), y no como representantes del distributismo o de sus idiosincrasias estilísticas; pero era imposible que éstas no asomaran en sus libros traducidos al español o en las menciones que de ellos se hacían en la prensa española. Unamuno, por ejemplo, dedicó gran parte de su prólogo a Sobre el concepto de barbarie a defender el uso que hacía Chesterton de las paradojas en sus escritos; y Camba informó a sus lectores de ABC de la agresividad como periodista de Belloc, al igual que de su antisemitismo.
Realizado este primer desembarco en España, los años que siguieron a la Gran Guerra afianzaron el conocimiento que tenía el público español de Chesterton y Belloc como impulsores de un nuevo catolicismo contrarrevolucionario de raigambre británica. La buena recepción de las tres obras de Chesterton traducidas durante la guerra (y muy principalmente la de Ortodoxia) llevó a nuevas traducciones que familiarizaron al público español con sus facetas de novelista, de ensayista y de biógrafo. Entre 1920 y 1922 se tradujeron A Brief History of England, The Innocence of Father Brown y The Man Who Was Thursday, en 1925 salió su biografía de San Francisco de Asís y entre 1930 y 1934 salieron traducciones de The Return of Don Quixote, The Everlasting Man, The Superstition of Divorce, Four Faultless Felons, Heretics, Chaucer y St Thomas Aquinas. El éxito de Belloc fue menor y más tardío, limitándose a las traducciones realizadas a principios de los años 30 de sus biografías de personajes franceses e ingleses (una de ellas traducida por Dámaso Alonso). Su obra de apologética católica no se traduciría hasta llegada la dictadura del general Franco, y la primera traducción de The Servile State debería esperar hasta 2010.
Contribuyeron a la proyección española de Chesterton y Belloc, y a la vez eran reflejo de la misma, las conferencias que ambos pronunciaron en la Residencia de Estudiantes en los años 20. Ambos fueron invitados por el Comité Hispano-Inglés que presidía el Duque de Alba. Belloc fue el primero en asistir, disertando en 1923 acerca del sistema universitario inglés. El presentador fue Ramiro de Maeztu, y el eco que tuvo el evento supone una buena muestra del papel que Belloc y Chesterton empezaban a desempeñar dentro del imaginario de la derecha católica de entreguerras. La reseña que hizo ABC de la conferencia de Belloc, por ejemplo, incidía en su labor de "publicista católico" y en su "idiosincrasia espiritual, rendida al más severo catolicismo". También destacaba su postura contrarrevolucionaria, resaltando que era un "enemigo enragé del socialismo político" y que "representa en las letras inglesas algo parecido a lo que Maurras y Daudet en las francesas". Más significativo aún fue un artículo publicado la semana siguiente en el mismo diario por Álvaro Alcalá Galiano, en el que reprochaba a la derecha española no haber prestado más atención a la conferencia de Belloc, a la que, según él, sólo habían asistido elementos de la izquierda. Alcalá Galiano reprochaba esta desidia intelectual puesto que "en el caótico siglo actual, materialista e incrédulo, no anda la Iglesia católica tan sobrada de afamados paladines literarios para que sus creyentes ignoren a los pocos prestigios intelectuales capaces de defenderla con la admiración de sus propios adversarios". Alcalá Galiano pasaba entonces a proponer a Belloc como un ejemplo de verdadero intelectual de derechas, ya que "el intelectual reaccionario en el resto de Europa no se parece nada o casi nada al ser retrógrado y cerril que entre nosotros ha merecido ese mote". En vez de refugiarse en la ignorancia y la complacencia, los intelectuales reaccionarios europeos del estilo de Belloc se habían preparado para la batalla apertrechándose de "una vasta cultura" y de "todas las armas, desde la lógica y apologética, hasta la sátira cruel y el vituperio personal". Sólo así se explicaba la exitosa "contraofensiva intelectual" de autores como Veuillot, Brunetière y Daudet en Francia y de "polemistas católicos como Belloc y como el formidable Chesterton" en Inglaterra. Con autores como ellos, "los perseguidos de ayer son los perseguidores de hoy".
Esta incorporación de Belloc y Chesterton al acervo de referencias contemporáneas de la derecha española quedó reforzada tres años después con la conferencia de Chesterton. Ante el anuncio de que ésta se iba a producir, Alcalá Galiano de nuevo salía a la palestra en ABC para celebrar a un autor que "tiene el mágico don de renovar viejos temas y, cuando todo parece ya dicho sobre una cosa, la enfoca con su potente faro intelectual". Pero no sólo era una cuestión de capacidad y estilo sino también de contenidos: Chesterton pertenecía, junto a Belloc, "al moderno renacimiento católico en Inglaterra", y además su catolicismo "no emana tufillo de sacristía, ni sentimentalismo místico alguno. Ha llegado a Roma por el camino de la inteligencia y el estudio." Mese después, Maeztu publicaba un perfil de Chesterton en el boletín de la Residencia de Estudiantes en el que también incidía en su intelectualismo: "lo que le atrae son las ideas, las doctrinas, los principios". Dos años después, un número especial de La Gaceta Literaria dedicado al catolicismo proponía a Belloc y Chesterton como las dos figuras descollantes del catolicismo británico, con artículos de Maeztu y de Jaime Ibarra. Y aunque Eugenio D'Ors exhibiera una cierta ambivalencia ante las ideas y el estilo del 'chesterbellocismo', Juan Zaragueta mostraría la alta cotización de estos autores en España cuando definió la publicación de un nuevo libro de Chesterton como todo un "acontecimiento en la atmósfera intelectual europea".
La radicalización que viviría la política española a finales de los años 20 y principios de los 30 sólo reforzaría el atractivo de Chesterton y Belloc para una derecha desorientada y que, fracasada la experiencia de Primo de Rivera, se preparaba para un nuevo tipo de batalla. No es casualidad que se tradujera al español el The Superstition of Divorce de Chesterton en 1931, en el contexto de una nueva República que pretendía implantar el divorcio por primera vez en España. Ni que entre 1930 y 1932 salieran ediciones de sus obras de apologética cristiana The Ball and the Cross, The Everlasting Man y Heretics. Tampoco que fuera durante estos años cuando se empezaran a traducir al español los libros de Belloc, ni que los textos escogidos fueran sus biografías de Danton y de María Antonieta, recuperando figuras importantes de una Revolución Francesa que estaba muy presente en las mentes de los católicos españoles. El corresponsal de ABC en Londres, Luis Bolín, tampoco desperdiciaba ocasión para glosar el monarquismo de Belloc, lo cual demostraba que "otros pueblos menos inconscientes que el español [saben] aprovechar las lecciones que se desprenden de nuestra trágica experiencia". Caso particular es el de Cataluña, donde la radicalización de la vida política aceleró la toma de contacto de una serie de intelectuales y de un sector importante del público católico con las figuras y las obras de Chesterton y Belloc. Josep M. Junoy, Pau Romeva y Manuel Brunet impulsaron, a través de las revistas La Revista y La Nova Revista y del diario católico El Matí la familiarización del público catalán con el 'Chesterbelloc', incorporando su idea de que el catolicismo era la única defensa posible contra los totalitarismos.

La 'Chesterbelloquización' de Maeztu
Llegados a este punto, vale la pena resaltar la influencia que ejercieron Belloc y Chesterton sobre una de las principales figuras de la derecha española en los años 20 y 30, Ramiro de Maeztu. Como es bien sabido, Maeztu trazó un complejo itinerario intelectual a lo largo de su vida, pasando del nietzscheanismo socialista de su juventud a las posiciones católico-autoritarias que le llevaron a fundar Acción española y a publicar Defensa de la Hispanidad (1934); evolución en la que desempeñó un papel importante su contacto con el 'Chesterbelloc'.
Como hemos visto, Maeztu fue, a través de su tribuna londinense, el primero en glosar las figuras y las ideas de Belloc y Chesterton para el público español. Sin embargo, es evidente que durante los siete primeros años de su estadía en Inglaterra (1905-1912) Maeztu veía a estos autores como observadores inteligentes de la actualidad y de la cultura, pero no como modelos ideológicos. Esto cambió a partir de 1912, cuando Maeztu siguió el estallido del Marconi scandal a través de las páginas del New Witness, el órgano distributista. Maeztu aceptó en aquel momento el diagnóstico del 'Chesterbelloc' de que "el Gobierno de Inglaterra está encomendado a una oligarquía plutocrática ajena a todo otro ideal que el de conservar y aumentar su poder". También coincidió con ellos en que, por estas razones, "realmente es posible prever en Inglaterra una revolución social para dentro de pocos años". 1912 también fue el año de publicación de The Servile State, que Maeztu leyó con entusiasmo, mostrándose de acuerdo con varias de las tesis de Belloc. Si una defensa de la interpretación católica de la historia y de la doctrina social de la Iglesia habría tenido en la España de aquellos años un regusto clerical (por no decir carlista), en el ambiente inglés suponía una alternativa audaz y renovadora; Maeztu escribiría que el conservadurismo de Belloc y Chesterton "es agresivo, revolucionario, violento, innovador o, por lo menos, palingenista en cuanto quiere que Inglaterra vuelva a la Edad Media, y no por un proceso gradual de reacción, sino de golpe". La creciente secularización e industrialización de la sociedad británica dotaba de plausibilidad, o al menos de interés, a las propuestas que emanaban del mundo religioso, sobre todo cuando respondían a los aspectos más angustiantes del mundo moderno.
Maeztu no llegó a colaborar con los distributistas, prefiriendo centrarse en su participación en el grupo de los guild socialists ("gremialistas" o "guildistas", en sus traducciones) que publicaban en el semanario The New Age. Pero esto se debía principalmente a razones personales (era amigo del primer teórico del gremialismo, A. J. Penty, del editor de The New Age, A. R. Orage, y de una de las figuras más influentes de ese círculo, el poeta y crítico T. E. Hulme). Y los gremialistas coincidían con los distributistas en varios asuntos clave, como su crítica del capitalismo y del marxismo clásico (así como de su reformulación fabiana), y su valoración positiva de la Edad Media y del sistema gremial. El gran trabajo de Maeztu de esta etapa, Authority, Liberty and Function in the Light of the War (1916; traducido al español bajo el título La crisis del humanismo en 1919) abre con un panegírico al medievo que podría haber firmado el 'Chesterbelloc'. Igualmente coincidentes con las propuestas de los escritores británicos eran la idea de Maeztu de la fundamental limitación del ser humano y el papel de la religión como factor de cohesión social.
La evolución de Maeztu tras regresar a España le alejaría, además, de aquellas propuestas que eran exclusivas de los gremialistas y le acercaría a las que eran exclusivas de los distributistas, como: la reivindicación del catolicismo y de la propiedad privada, el anticomunismo, la valoración positiva del ascenso del fascismo en Italia, un cierto antisemitismo basado en la identificación de los judíos con el capitalismo internacional, y la creencia en que sólo una monarquía fuerte podía gobernar efectivamente la sociedad moderna. Siguió, además, ensalzando sus figuras, describiendo a Belloc en 1923 como el profeta de "la única alternativa democrática que puede ofrecerse al colectivismo", y citando con frecuencia las objeciones de Chesterton a La decadencia de Occidente de Spengler. También hay que resaltar que, aunque Maeztu crearía en los años 30 su propia versión del relato católico-céntrico de la Historia (localizando la Arcadia perdida en el Siglo de Oro español), esta seguiría las mismas pautas que la del 'Chesterbelloc' (en el pasado hubo una época de plenitud vertebrada por el catolicismo y sólo regresando a éste volvería aquélla). No es casualidad, por tanto que Maeztu cite a estos autores en obras tardías como Defensa de la Hispanidad y en la inacabada Defensa del espíritu, siempre como apoyo de sus propias posturas.
El contacto con el 'Chesterbelloc' fue, por tanto, fundamental tanto en la evolución del Maeztu socialista al Maeztu contrarrevolucionario como en algunos de los contenidos del ideario de su madurez. Pero también fue importante el ejemplo que le aportaron de lo que debía ser un polemista católico. En su presentación de Belloc en 1923 dijo que "la obra importante de mister Belloc es la que tiene realizada y sigue realizando como hombre de polémica", y en 1926 dijo de Chesterton: "el filósofo necesitará gruesos volúmenes para mostrarnos su sistema, en tanto que a mister Chesterton le bastan mil palabras, y a veces menos, para dejar patas arriba la más asentada de nuestras conclusiones". No nos es difícil ver que Maeztu, tras la pesada labor doctrinal de sus años neokantianos (1908 – 1919), se acercó al modelo 'chesterbelloquiano' de una prosa ágil y amena, de un recurso a la lógica y la metáfora en vez de a la cita de autoridades; una evolución que resulta evidente si comparamos La crisis del humanismo con Don Quijote, Don Juan y la Celestina (1925). Precisamente Jaime Ibarra comparó a Maeztu con Belloc en un artículo de 1928, y en otras ocasiones se le definió como un Chesterton español y sin sentido del humor.
Maeztu también parece haber incorporado el énfasis de Chesterton y Belloc en el catolicismo como empresa intelectual. En particular, la calidad de converso de Chesterton lo acercaba a la experiencia del propio Maeztu, que se había mostrado furibundamente anticlerical durante su juventud y que sólo había llegado a la fe tras un largo proceso de lecturas y meditaciones. Tras su regreso a España, Maeztu reivindicaría precisamente esta idea del catolicismo como empresa intelectual, declarando que "en todo Occidente está volviendo a recobrar la fe católica la parte más excelsa de la grey intelectual. Una confesión que satisface a un Maritain, a un Papini, a un Chesterton o a un Max Scheler no puede ya parecer estrecha a ninguna inteligencia honrada". Y en el artículo que dedicó a la muerte de Chesterton, en 1936, escribía que en Reino Unido "son las gentes educadas las que poco a poco se están haciendo católicas, al punto que cada año me parece más cierta la observación de que si nos encontramos en un tren a alguien que lea un libro que no sea una novela, de cada diez casos en nueve se trata de un católico". Como vemos, la idea del catolicismo como empresa intelectual iba unida a la de una próxima resurrección del catolicismo como ideología hegemónica. Y Maeztu intentaría participar en este proceso durante los años 30 a través del grupo de Acción española. Como escribía en aquellos años, "hay que alistar a los intelectuales para ganar después el mundo".


Dos trabajos de síntesis de este periodo son: David POWELL: The Edwardian Crisis: Britain, 1901-1914, Basingstoke, Palgrave Macmillan, 1996; y David BROOKS, The Age of Upheaval: Edwardian Politics, 1899-1914, Manchester, Manchester University Press, 1995.
El artículo en el que por primera vez apareció el mote, en George Bernard SHAW: "Belloc and Chesterton", The New Age, 15 de febrero de 1908.
Peter Clarke: Liberals and Social Democrats, Aldershot, Gregg Revivals, 1993; Michael Freeden, The New Liberalism: an Ideology of Social Reform, Oxford, Clarendon Press, 1978; Stefan Collini, Liberalism and Sociology, Cambridge, Cambridge University Press, 1979.
Joseph PEARCE: Old Thunder: A Life of Hilaire Belloc, London: Harper Collins, 2002; Victor FESKE: From Belloc to Churchill: Private Scholars, Public Culture, and the Crisis of British Liberalism, 1900—1939, Chapel Hill-London, University of North Carolina Press, 1996; John McCARTHY: Hilaire Belloc, Edwardian Radical, Indianapolis, Liberty Press, 1978.
Hilaire BELLOC: The Servile State, Indianapolis: Liberty Classics, 1977, p. 103.
Ibid., pp. 171-198.
Jay P. CORRIN: Catholic Intellectuals and the Challenge of Democracy, Notre Dame, University of Notre Dame Press, 2002; James LOTHIAN: The Making and Unmaking of the English Catholic Intellectual Community (1910-1950), Notre Dame, University of Notre Dame Press, 2009.
Jay P. CORRIN: G.K. Chesterton and Hilaire Belloc: The Battle Against Modernity, Londres, Ohio University Press, 1981; Ian KER: G.K. Chesterton: A biography, Oxford, Oxford University Press, 2011.
Gilbert Keith CHESTERTON: The Collected Works of G.K. Chesterton, vol. 1, San Francisco, Ignatius Press, 1986, pp. 53, 196.
Ibid., p. 246.
Hilaire BELLOC: The Servile State…, p. 32.
Gilbert Keith CHESTERTON: The Collected…, p. 348.
Ramiro de MAEZTU: "La censura en los teatros", Nuevo Mundo, 24 de octubre de 1907; ÍD.: "Un cuento de hadas", Nuevo Mundo, 15 de abril de 1909; ÍD.: "Los fondos secretos", La Correspondencia de España, 25 de febrero de 1908.
Ramón PÉREZ DE AYALA: Tributo a Inglaterra, Madrid, Aguilar, 1963; Juan PUJOL: "El derby"", ABC, 1 de junio de 1914.
Peter BUITENHUIS: The Great War of Words: Literature as Propaganda 1914—1918 and After, London, Batsford, 1989; J. Lee THOMPSON: Politicians, the Press and Propaganda: Lord Northcliffe and the Great War, London, Kent State U. P., 1999.
Gilbert Keith CHESTERTON: Sobre el concepto de barbarie, Barcelona, Oliva de Vilanova, 1915; ÍD.: Cartas a un wiejo garibaldino, Londres, Harrison & Sons, 1915; ÍD.: Ortodoxia, Madrid, Imp. Alemana, 1917.
Por ejemplo en Juan PUJOL: "Las dificultades de la acción militar en Gallipoli", ABC, 27 de mayo de 1915.
Julio CAMBA: "La intervención de Bulgaria", ABC, 21 de octubre de 1915; "Hilario Belloc", ABC, 21 de noviembre de 1915.
Gilbert Keith CHESTERTON: Pequeña historia de Inglaterra, Madrid, Saturnino Calleja, 1920; ÍD.: El candor del padre Brown, Madrid, Saturnino Calleja, 1921; ÍD.: El hombre que fue jueves, Madrid, Saturnino Calleja, 1922; ÍD.: El regreso de Don Quijote, Madrid, Cosmópolis, 1930; ÍD.: El hombre eterno, Madrid, Poblet, 1930; ÍD.: La superstición del divorcio, Madrid, Sáez Hnos., 1931; ÍD.: Cuatro granujas sin tacha, Madrid, Diana, 1931; ÍD.: Herejes, Madrid y Barcelona, Clarasó, 1932; ÍD.: Chaucer, Madrid, Poblet, 1933; ÍD.: Santo Tomás de Aquino, Madrid, Espasa-Calpe.
Hilaire BELLOC: Danton, Madrid, España, 1931; ÍD.: María Antonieta, Madrid, Espasa-Calpe, 1933.
Hilaire BELLOC: El estado servil, Madrid, El buey mudo, 2010. En los años 40 se traducirían The Crusades, The Crisis of Our Civilisation y The Path to Rome.
Para la labor de este comité ver Alison SINCLAIR: Trafficking Knowledge in Early Twentieth-Century Spain, London, Tamesis, 2009, cap. 4; y Álvaro Ribagorda: El coro de Babel: las actividades culturales de la Residencia de Estudiantes, Madrid, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 2011.
"En la Residencia de Estudiantes", ABC, 19 de enero de 1923.
Álvaro ALCALÁ GALIANO: "Intelectuales 'reaccionarios'", ABC, 25 de enero de 1923.
Álvaro ALCALÁ GALIANO: "Chesterton viene a Madrid", ABC, 13 de abril de 1926.
Ramiro de MAEZTU: "Mister Gilbert Keith Chesterton", Residencia, 1, 1926
La Gaceta Literaria, 2:31, 1928.
Eugenio D'ORS: "Glosas", ABC, 2 de febrero de 1927; Juan ZARAGUETA: "Un nuevo libro de Chesterton", ABC, 2 de marzo de 1928.
Luis Antonio BOLIN: "Más autoridad, más disciplina", ABC, 18 de febrero de 1934.
Carles LLUCH: La novel·la catòlica a Catalunya, Barcelona, Cruïlla, 2000; Mireia ARAGAY y Jacqueline HURTLEY: "The 'Chestertonization' of Catalonia: G. K. Chesterton in La Revista and La Nova Revista", Journal of Interdisciplinary Literary Studies, 3 (1991); Sílvia COLL-VINENT: "Chesterton's first visit to Catalonia and its context", The Chesterton Review, 31/1&2 (2005), pp. 103-119; Francesc MONTERO: "Catholicism, the cornerstone of G. K. Chesterton, Hilaire Belloc and Manuel Brunet's thinking in the face of a rise in European totalitarianisms", The Chesterton Review, 3/4 (2012). Los artículos de Belloc que fueron traducidos al catalán han sido recopilados en Hilaire BELLOC: Història i sentit: els articles de Hilaire Belloc al diari "El Matí" (1929-1936), Barcelona, Barcelonesa d'Edicions, 1995.
Pedro Carlos GONZÁLEZ CUEVAS: Maeztu: Biografía de un nacionalista español, Madrid, Marcial Pons, 2003.
Ramiro de MAEZTU: "El silencio final", Nuevo Mundo, 3 de julio de 1913.
Ramiro de MAEZTU: "Agitación obrera", Heraldo de Madrid, 9 de mayo de 1912.
Pedro Carlos GONZÁLEZ CUEVAS: Maeztu... pp 160-161.
Ramiro de MAEZTU: "Polémica desigual", Heraldo de Madrid, 6 de diciembre de 1913.
Ramiro de MAEZTU: La crisis del humanismo, Barcelona, Minerva, 1919, p. 11.
"Belloc en la Residencia", Residencia, 1 (1926); Ramiro de MAEZTU: Defensa del espíritu, p. 164.
Ramiro de MAEZTU: Defensa de la Hispanidad, Madrid, Homo Legens, 2006, p. 48; ÍD.: Defensa del espíritu, p. 120.
Ambos textos en Residencia, 1 (1926).
Jaime IBARRA: "Chesterton y Belloc", La Gaceta Literaria, 1 de abril de 1928
Ramiro de MAEZTU: Defensa de la Hispanidad, p. 163.
Ramiro de MAEZTU: "G.K. Chesterton", El Diario Vasco, 18 de junio de 1936.
Ramiro de MAEZTU: Defensa del espíritu, p. 62.



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