La influencia de la mujer en los héroes a través de 5000 años de literatura universal

Gabriel Sánchez Hueck
LA INFLUENCIA DE LA MUJER EN LOS HÉROES A TRAVÉS DE 5000 AÑOS DE LITERATURA UNIVERSAL

¿Porqué siempre hay un héroe, y no una heroína? ¿Por qué la literatura antigua demuestra (la mayor parte del tiempo) una figura masculina para derrotar a aquel mal que hostiga los pueblos del mundo, en vez de ser una dama la que lucha por la paz? Peor aún, llega a parecer que son ellas las causantes de todos los destrozos de la humanidad; en la antigua Grecia, Homero nos demostró que guerreros aqueos estaban dispuestos a destruir una ciudad entera a causa del rapto de una sola mujer.
Para alguien que lo ve desde un punto de vista superficial, puede parecer que las mujeres, si acaso toman parte en un fragmento de literatura, no son de gran importancia en el nudo o desenlace de la historia, y si tienen algún papel importante, puede ser negativo o inútil.
Pero cualquier conocedor de la literatura universal te puede decir que esta afirmación está lejos de ser acertada. Las mujeres tienen un papel mucho más importante de aquel que demuestran, en ocasiones superiores a los que tienen los hombres. Pueden ser las mismas fuerzas motoras de los héroes guerreros, combustible inagotable de voluntad y valentía, musas de inspiración divina, así como consuelo para los desfallecidos y poco afortunados.
Antes de adquirir accidentalmente una postura machista, debo aclarar que la literatura siempre ha tenido un enfoque arquetípico, tanto en la mujer como en el hombre, perspectiva que sólo ha ido desapareciendo hasta los días de hoy. No existe persona que comprometa una labor más importante que el otro.
Dicho esto, empecemos con los primeros rasgos de literatura que surgieron en nuestro planeta:
En la mayoría de las veces, la literatura creacionista introduce a los dioses más relevantes como figuras masculinas de alto poder. A lo largo de todos los continentes, las mitologías revelan seres imponentes, hombres de gran fuerza inmediata. Por otra parte, las mujeres desempeñan un espíritu integral, con funciones no inmediatas pero vitales para los asentamientos humanos. Pongamos como ejemplo El Poema de Ishtar; La diosa Ishtar tiene el propósito específico de llevar la felicidad a los hombres, tomando forma de la misma naturaleza cambiante a lo largo de los años. Por parte de la religión católica, en los libros de La Biblia se demuestra a María, por ejemplo, como la figura máxima de amor y compasión materna.
En la literatura antigua no creacionista, las mujeres en historias como Aladino y la Lámpara maravillosa y Ramayana no llegan a ser más que fuentes inspiradoras de nuestros héroes. Sin embargo, relatos como Pumei demuestran que una mujer es capaz de hacer que un hombre atraviese desiertos y peligros inhumanos con tal de llevar como esposa a alguien que sólo conoce porque ha escuchado hablar de su belleza.
Más tarde en la historia, la mitología proporcionó un auge literario en las ciudades griegas, entre las cuales sobresale La Iliada y La Odisea, ambas de Homero. La primera, como ya mencionamos, nos obsequia una historia bélica y heroica, resultado del secuestro de la mujer más bella de todas, Helena de Esparta; hombres desquiciados que luchan sin miedo a la muerte sólo para que su nación la obtenga de vuelta. En la segunda, aparecen mujeres que desean a Odiseo de tal manera que lo quieren conservar para ellas mismas, demostrando un fuerte sentido de lujuria y pasión, mientras que Penélope, su esposa y fuerte ícono de fidelidad, lo espera paciente durante veinte años. No sólo esto, también emana una fuerte atracción a regresar al hogar; un anzuelo indispensable para que el héroe cumpla su objetivo.
En cuanto a las deidades femeninas griegas, parecieron tener un papel más fuerte a comparación otras culturas. Basta sólo con ver que Atenea es la diosa de la guerra misma. Concluimos que, al menos en la antigua Grecia, existió alguna forma de equidad de género en cuanto a la importancia de los personajes en la literatura.
Con los relatos épicos escandinavos como Beowulf, la idea es totalmente diferente. La mujer casi no toma parte en los eventos, a excepción de la madre de Grendel. Excluyendo el hecho de que su aspecto físico es horrendo y la personalidad monstruosa que exhibe, representa el sentido de honor familiar al querer redimir la muerte de su hijo.
Ya en la época del Renacimiento, Voltaire nos muestra en Zadig o el Destino una perspectiva similar a la griega, pero con un enfoque más amoroso. Sin embargo, debido a la época en la que se ubica, no sobresale ningún sentimiento humano a parte de la razón, por lo que la relación mujer-héroe se ve prácticamente reducida a la interacción entre dos personajes comunes. Esta vez no existe fuerza femenina que lleve directamente a Zadig a hacer las cosas que desea.
Proponiendo un contraste totalmente opuesto, Shakespeare revela que la meta de todo hombre no es otra cosa que la belleza de una mujer, y la pasión que la rodea. Un sentido fundamental de vida, la mujer en el mundo Renacentista es fuente y receptora de todo tipo de pasión, ya sea dentro de los límites racionales o fuera de ellos. Al menos en Romeo y Julieta, el hombre se ve a sí mismo múltiples escalones debajo de la mujer, mientras que ella se ubica bien al centro de todos los sucesos importantes en el relato.
Finalmente, ya en el Realismo y las épocas consiguientes (hasta la actualidad), la mujer adquiere una personalidad más equitativa dentro de las sociedades literarias, logrando un nivel igual al del hombre, con el que es capaz de tomar cualquier tipo de personaje que el hombre también obtiene. Las diferencias varían entre obra y obra, pero se ven reducidas tanto que no tienen comparación con obras de la antigüedad.
Asumimos entonces que la mujer, a pesar de no demostrarlo explícitamente, es capaz de provocar cambios drásticos en la vida de un héroe literario, cambiando el curso de una historia por completo. No sólo esto; también fuera de los libros, la mujer tiene una capacidad de reducir la fuerza bruta masculina por completo, siendo una fuente inagotable de inspiración y fuerza. Pero esto, es un cuento para otra ocasión…